9 su contribución a la comprensión de lo que es la filosofía latinoamericana, es decir, la comprensión de un fenómeno humano, cultural e histórico. Si los ensayos sobre filosofía de lo americano permiten comprender con claridad los fenómenos humanos que analizan e interpretan, entonces están justificados. Si no permiten esta comprensión, entonces no lo están. El que lea los libros que comentamos y las páginas que siguen juzgará por sí mismo.
34 de creador. El hombre de la nueva generación vive por eso intensamente el desgarramiento esencial que caracteriza su ser de filósofo latinoamericano. En el pasado inmediato, la condición de epígono, en el futuro cercano, la condición de pensador auténtico. Conforme mira a una u otra dirección se vive como epígono o como creador, conforme piensa sobre sí mismo, la manera de vivir su ser oscila entre la imposibilidad de crear y la exigencia de crear. Quiéralo o no, ve dos imágenes de su ser acercarse la una a la obra con velocidad acelerada, que aumenta inconteniblemente. Su anhelo es que esas imágenes coincidan, que culmine el movimiento recuperativo y que empiece ya el nuevo período, el periodo de una filosofía latinoamericana creadora. Pero su angustia es que cuando las dos imágenes coincidan, la que viene del pasado sea la verdadera y la que viene del futuro sea un espejismo y que sólo continúe la marcha la imagen epigonal. Por eso el hombre de la tercera generación siente que ya ha llegado el momento de decidirse, que ya no puede esperar más, que tiene que resolver de una vez por todas si él es el llamado a llevar a su término el gran proyecto iniciado por los forjadores. Tiene que decidir si debe aún permanecer en la condición de epígono, asimilando el pensamiento occidental y preparándose para comprenderlo hasta sus últimas sedimentaciones o si tiene que empezar a hablar por sí mismo. Tiene que decidir si debe considerarse como el término del proyecto o como un nuevo eslabón que significa un paso más hacia el término pero que requiere a su vez de nuevos eslabones para llegar a él. Y así, viviendo intensamente la labilidad de su ser, en una extraña mezcla de fe y de duda, de entusiasmo y de desesperanza, de angustia y de plenitud, el hombre de la tercera generación tiene que hacer una gran elección sobre sí mismo.
56 es el pensamiento. Así como la economía, la densidad demográfica, la organización política, el arte y la ciencia latinoamericanas están experimentando un gran crecimiento y están llamadas a constituir en el futuro grandes expresiones de nuestra realidad, el pensamiento, expresión suprema de la realidad histórica, está también llamado a un gran destino. La responsabilidad del latinoamericano en general, consiste en captar este llamado del futuro y en contribuir con todas sus fuerzas, desde su posición concreta, al caudal inmenso de este crecimiento. La responsabilidad del pensador en particular consistirá en contribuir al crecimiento y a la maduración del pensamiento latinoamericano. Para que esto sea posible deberá dedicar sus mejores esfuerzos a la práctica de la filosofía occidental. Por eso, aunque su única actividad consista en la especulación pura, sobre temas abstractos y generales, con pretendida validez universal y suprahistórica, que nada tengan que ver con su realidad inmediata, estará cumpliendo con su responsabilidad. Y tal vez en esta manera esté más cerca de la realidad que tratando de dar a la filosofía un sentido realista y oportunista que no le corresponde; Porque la realidad de América Latina es el crecimiento y el impulso hacia el futuro, de manera que los esfuerzos encaminados a sostener e intensificar este esfuerzo son los más auténticos y los más de acuerdo con la realidad. Trabajar intensamente en filosofía, sumirse apasionadamente en los abismos de la teoría pura, incrementar incansablemente la asimilación de ideas y teorías y acercarse cada vez más a la creación auténtica he aquí la verdadera responsabilidad del filósofo latinoamericano según el grupo asuntivo.