1 LA CRISIS DE 1929
KINDLEBERGER; Charles, La crisis económica 1929-1939, Barcelona, Ed. Crítica, 1985. PREFACIO La idea del autor es que la depresión fue un fenómeno mundial en su origen y en sus interacciones, interacciones, más que una recesión de ámbito norteamericano norteamericano profundizada por los errores de la política seguida por el sistema de la Reserva Federal hasta convertirla en una depresión que se extendió al resto de los países. INTRODUCCIÓN Afirma que la depresión tenía sus raíces en un conjunto sistemático y complejo de causas de nivel internacional, sólo en parte monetarias o por lo menos financieras. El énfasis de Paul Samuelson en el carácter fortuito de la depresión no es completamente satisfactorio. satisfactorio. Porque las crisis financieras financieras se han producido con regularidad regularidad durante el siglo XIX y antes del final de la Segunda Guerra Mundial: 1816, 1825, 1836, 1847, 1857. 1866. 1873, 1890. 1907, 1929, 1937. Algunas de ellas se convirtieron en grandes depresiones. La gran depresión de 1873 hasta 1896 considerada por algunos historiadores económicos como la Gran Depresión, fue distinta en origen, características y efectos al período de 1929 a 1939. 1929: representa fallos del sistema económico en una etapa de transición desde un conjunto a otro conjunto de instituciones y formas sociales. Los monetaristas: Milton Friedman, creen que la depresión de 1929 no fue un accidente. Para ellos, el origen estuvo en EEUU, más que en Europa o en la periferia; en factores monetarios monetarios más que en factores reales, en la política más que en la naturaleza de las instituciones o de las funciones que estas insti institu tuci cione oness real realiza izaban ban;; en una econo economí míaa nacio nacional nal más qu quee en el funci funciona onami mien ento to del del siste sistema ma internacional. Los monetaristas descartan la especulación en la bolsa; la escasez de dinero hasta que la ley Glass-Steagall (1932) permitió al sistema de la Reserva Federal la sustitución del oro por valores de gobierno como papel necesario para respaldar las obligaciones del banco central. La crisis se habría producido (depresión o secesión) con una política política monetaria monetaria perfecta, o con una oferta de dinero en EEUU que creciera a un ritmo óptimo. La explicación de Friedman de que la gran depresión mundial es nacional, monetaria, relacionada con una decisión política, para Kindleberger es unicausal y equivocada. Para otros el origen (Presidente (Presidente Hoover) de los problemas estaba en Europa, que comenzó con las dificultades dificultades de ajuste respecto a las consecuencias consecuencias de la Primera Guerra Mundial y fue acentuada acentuada por una crisis financiera en 1931. La opinión europea más extendida es la de que la depresión comenzó en EEUU: fundamentalmente en la poca predisposición por parte de este país a anular las deudas de guerra o en la manía crediticia de 1927 y 1928. Otros análisis apuntan a un fallo del funcionamiento del patrón oro. El debate usual es el existente entre dos teoría monocausales, keynesianismo y monetarismo: si la incapacidad de crecimiento del dinero o su caída lleva a una caída del gasto o bien si una caída autónoma e independiente del gasto lleva a una disminución en la oferta monetaria. El análisis se limita a único país, sin considerar considerar los mecanismos mecanismos por los que que las crisis financieras financieras de un país se propagan propagan a otros, y sin sin precios de los bienes bienes ni de los activos, activos, sin flujos de capital ni tipos tipos de cambio. cambio. No dice nada acerca acerca de las causas de los movimientos movimientos autónomos del gasto, como el agotamiento del boom de los automóviles automóviles y de la vivienda, o el colapso de la bolsa, o disminución de los precios. Cualquiera sea el lugar donde se haya originado es necesario saber que es lo que dio lugar a aquella situación y porqué el sistema económico no da una respuesta adecuada a ella, ya sea de forma automática, a través del mecanismo microeconómico de los ajustes entre la oferta y la demanda o de la respuesta macroeconómica de los sistemas monetarios y fiscales; o mediante las reacciones políticas, en que las fuerzas económicas automáticas desencadenas son invertidas o aumentadas para obtener la estabilidad.
2 El fracaso de la política económica es simple. Podemos citar muchos ejemplos, como el fracaso de juicios equivocados de volver al patrón oro: Gran Bretaña (1925) y Japón en 1929. A menudo nadie con autoridad tuvo idea positiva alguna sobre lo que se debía hacer, y respondía al desastre con los clisés de políticas de presupuestos equilibrados, restauración del patrón oro y reducción de los aranceles. Está bastante generalizada la afirmación de que no fue el patrón oro lo que falló, sino la forma en que éste era gestionado. El sistema económico y monetario internacional necesita el liderazgo de un país que esté preparado, consciente o inconscientemente, bajo algún sistema de reglas que ha incorporado a imponer pautas de conducta a otros países, y a buscar que los otros le sigan, a asumir una parte de las cargas del sistema más allá de lo equitativo y a sostenerlo, en situación de adversidad, aceptando sus mercancías excedentes, manteniendo un flujo de capital de inversión y descontándole papel comercial. Gran Bretaña desempeñó ese papel durante el pasado siglo y hasta 1913;EEUU en el período posterior a la Segunda guerra mundial o hasta el abandono del pool del oro en 1968, o la adopción de tipos de cambio flotante en 1973. El tema del libro es que: parte de las causas de la duración y el grueso de la explicación de la profundidad de la depresión mundial, radicó en la incapacidad de los británicos para continuar en su papel asegurador del sistema y en la mala disposición de EEUU para desempeñar el mismo hasta 1936. CAPITULO 2: “LA RECUPERACIÓN DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL” El año 1925 marca la transición entre la recuperación de posguerra y el boom breve y limitado que precedió a la depresión. Fue el año de la estabilización de la libra esterlina y de las otras monedas hasta alcanzar el nivel del patrón oro. En EEUU marcó la cúspide del boom: el colapso de la especulación en tierra en Florida, el máximo de la construcción de viviendas de posguerra, y el precio máximo alcanzado por el trigo. También se puede señalar el año 1924 con la estabilización del marco y el plan Dawes, o 1926 cuando se alcanzaron los últimos acuerdos sobre las deudas de guerra con los EEUU y el franco francés se estabilizó de facto. La recuperación nunca se acabó por completo. La recuperación presentaba problemas que conformaron las condiciones iniciales de la depresión de 1929. Entre ellas: a) resistencia por parte de la clase obrera a aceptar rebajas en el salario poco después de 1921, lo que produjo aumentos de precios y salarios irreversibles; b) las reparaciones y las deudas de guerra que por mucho que parecieron solventadas por el plan Dawes y con los acuerdos sobre las deudas entre los países aliados, iban convirtiéndose en elementos desestabilizadores; c) el sistema de tipos de cambio, con la sobrevaloración de la libra y la subvaloración del franco, que dieron lugar a un cúmulo de reclamaciones francesas contra Gran Bretaña; d) la entrada de EEUU en el sistema crediticio mundial, sustituyendo parcialmente a Gran Bretaña, con mucho entusiasmo, ninguna experiencia, y poco que se pareciera a unos principios rectores de su actuación. El “boom” y el colapso de 1920-21: 1919-20 tuvo lugar un boom corto y agudo, que reflejaba la demanda de bienes que sustituyesen a las existencias desaparecidas durante los 5 años de guerra. Fue especialmente agudo en Gran Bretaña y en EEUU. Se volcaron grandes acumulaciones financieras sobre unos stocks limitados, y los precios crecieron desmesuradamente. Hubo una “especulación precipitada”. Sin embargo, después se produjo una drástica caída de los precios al empezar a aumentar la producción y a aparecer la oferta correspondiente en el mercado. Sin embargo, los precios se mantienen por cercanía de los de 1914. La opinión corriente es la de que este pequeño boom, esta especie de burbuja, fue inducido por la demanda y sostenido por la especulación y la expansión del crédito bancario. Una visión reciente mantiene que refleja ciertos costes, como el de la adopción de la jornada de 8 hs. en Europa después de la guerra. Al caer los precios caen los salarios, juntamente con el coste de la vida, en consecuencia la burbuja explotó y los salarios y los precios cayeron, aparecería entonces el desempleo. El boom de 1919-20 produjo un aumento en el precio de los activos de capital, que a su vez, se añadían a unas cargas fijas. Casas, barcos y participaciones en empresas se vendieron a precios fantásticos, con una racha de uniones, combinaciones y ayudas públicas a compañías privadas, que
3 significarían grandes cargas en el futuro por el servicio de la deuda a los detentadores de bonos, especialmente los bancos, y afectarían a los dividendos normales. En Gran Bretaña, el boom fue alimentado por la perspectiva de la destrucción de la competencia alemana en el carbón, el acero, la construcción naval, el textil. La dominación británica fue muy corta. La principal queja en la empresa alemana era la de “carencia de capital”. Las reparaciones: El intento por parte de los aliados de obtener reparaciones de Alemania tenia poco sentido. La idea de que Alemania podía cargar con los costes de la guerra y de la reconstrucción lo tenía aún menos. Pero existían precedentes: Alemania había obtenido 5.000 millones de marcos en reparaciones en 1871, sin crear a Francia una gran dificultad. Gran Bretaña había llevado a los ganadores de Waterloo a la obtención de 700 millones de francos de Francia después de 1815. Ahora le tocaba a Francia. Había pagado dos veces y estaba dispuesta a recibir. El intento de obtener reparaciones de Alemania es conocida y dolorosa. Tiene tres períodos:
el primero desde 1919 en Versalles hasta el plan Dawes, en septiembre de 1924; el segundo desde el plan Dawes hasta el Plan Young (1924 a 1930); el tercero, el corto período de catorce meses desde la iniciación del plan Young, en abril de 1930, hasta la moratorio Hoover, en junio de 1931. A diferencia de las deudas de guerras las reparaciones estaban a punto de morir en junio de 1931, aunque no fueron declaradas muertas hasta la conferencia de Lausana en junio de 1932. La depresión acabó con ellas. Étienne Mantoux, el economista francés que reaccionó con retraso pero con ira a la publicación por Keynes de Las consecuencias económicas de la paz, insiste en que la cancelación de las reparaciones del acuerdo de Versalles no era de ninguna forma responsable directa de la depresión. Pero la historia de las reparaciones está ligada a los orígenes de la depresión de tantas formas indirectas que deben recordarse sus principales características. El tratado de Versalles había sido incapaz de fijar una cantidad para las reparaciones alemanas. Cualquier cantidad que se estableciese habría parecido demasiado grande a los alemanes y demasiado pequeña a los franceses. El tratado se limitó a intentar establecer principios generales para el pago en activos extranjeros, en especie y en moneda extranjera, creando a su vez un Comité de Reparaciones que estudiase las cantidades en detalle. Comité decidió una cantidad de 132.000 millones de marcos oro en abril de 1921. Los miembros aliados del comité calcularon que 7.900 millones habían sido hasta entonces pagados con activos, barcos y entregas de mercancías, los alemanes afirmaban que lo pagado ascendía a 20.000 millones. La diferencia en ese momento era de más de 12.000 millones de marcos, que según los alemanes era el valor de las obras públicas en los territorios cedidos. Los franceses rechazaron una propuesta de emplear trabajo alemán para la reconstrucción del Norte. Los alemanes tenían dificultades para pagar las reparaciones en especie, especialmente en carbón, aunque cuando tuvo lugar la huelga de carbón británico en 1926, las exportaciones de carbón aumentaron bruscamente. Los pagos en moneda extranjera y las entregas en especie a Francia disminuyeron en 1922 hasta el punto de que las tropas francesas y belgas entraron en el Ruhr en enero de 1923. La ocupación del Ruhr no sirvió de nada. Los empresarios alemanes y los trabajadores sabotearon la producción y la distribución en una exhibición masiva de resistencia pasiva o guerra no violenta. Hubo incluso violencia. El gobierno alemán dio subvenciones a la industria y descontó obligaciones a los bancos para mantener la paga de salarios. La inflación existente dio lugar en 1922 a la hiperinflación. Coincidiendo con tres sucesos negativos: el rechazo del gobierno francés a revisar el calendario de reparaciones de mayo de 1921; el informe de un comité de banqueros, dirigido por JP. Morgan, que establecía la imposibilidad de conceder un crédito a Alemania mientras las reparaciones no disminuyesen, y el asesinato del ministro de Asuntos Exteriores Walther Rathenau. El tipo de cambio varió desde 275 marcos el dólar en mayor a 370 en junio. En octubre era de 400, y en junio de 1923 era de 16.667. La hiperinflación se aceleró. Sus efectos no gustaban a nadie. Plan Dawes: sus características: implicaba un calendario de pagos anuales que empezaban en la cantidad de 1.000 millones de marcos de oro en el primer año y se elevaban hasta 2.500 millones en el quinto. Se crearía una agencia de reparaciones en Berlín, para vigilar la recogida de las cantidades
4 necesarias en marcos, y para intervenir cuando fuese necesario posponer los pagos en caso de grandes dificultades de transferencia. Iba a crearse un crédito de 800 millones de marcos en diversas capitales financieras, en base al colateral de obligaciones de los ferrocarriles alemanes. El préstamos desempeñó un papel fatídico. Se vendieron en Nueva York 110 millones de dólares del mismo y fueron suscritos por la banca Morgan. Suscritos de nuevo más de diez veces. Fue la chispa que desató el crédito neoyorquino, primero a Alemania, y después a América Latina y a la mayor parte de Europa.”La danza de los millones”. Las reparaciones pueden no haber sido directamente las responsables de la depresión, pero conjuntamente con las deudas de guerra complicaron y corrompieron la economía internacional a todo nivel durante la década de 1920 y durante la depresión hasta 1933. Las deudas de guerra: conjuntamente con las reparaciones, crearon un problema de transferencias y de aquí que se convirtiesen, en un aspecto de la política comercial. Al igual que las reparaciones, las deudas de guerra exacerbaron las relaciones económicas internacionales durante la década de los veinte y la depresión. Tenían que ser incluidas en los presupuestos de los deudores y a veces eran necesarios para equilibrar el presupuesto de los acreedores. EEUU, previa pagar una remuneración extra a los veteranos de guerra con lo que obtuvieron de ellas. Las deudas de guerra distraían la atención de los principales problemas. Estabilización de las monedas: dependía de la liquidación de algunas deudas de guerra y reparaciones. O por lo menos, del comienzo de este proceso. Los préstamos de EEUU: Durante la guerra, los gobiernos extranjeros habían pedido prestado en Nueva York y en Washington, usando en general las posibilidades ofrecidas por J.P. Morgan y Compañía hasta que estuvieron en posición de obtener créditos de los gobiernos de Estados Unidos. Después de la guerra se desencadenó una ola de crédito a través de bonos extranjeros en dólares que alcanzaron un volumen importante en 1922. Sin embargo, las operaciones elevaron en 1924 este volumen hasta un nivel superior de más de 900 millones de dólares por año, desde el cual creció hasta por encima de 1.250 millones en 1927 y 1928. Los aumentos de los créditos al Canadá y a Asia y Oceanía no fueron sensacionales. Los destinados a América Latina y Europa sí lo fueron. Este tipo de préstamos cesó de forma súbita con desagradables consecuencias. En los seis años que van de 1924 a 1929, el crédito de Estados Unidos al extranjero fue de unos 6.400 millones de dólares, y el del Reino Unido de unos 3.300 millones de dólares. CAPITULO 3: EL “BOOM” Después de la recuperación, hacia 1925 o 1926, vino el boom. No era ni general, ni ininterrumpido, ni extensivo. Presentaba signos evidentes de tensión en la acumulación de productos primarios; en el aumento de los precios de los activos hasta niveles de vértigo; en la exacerbación de las dificultades financieras y políticas. Pero era un boom. Las excepciones dentro de este boom fueron Gran Bretaña, Italia y Japón. Gran Bretaña no compartía casi la expansión. El desempleo era severo. Carbón, acero, astilleros, textiles y confección acusaban la depresión.. Sin embargo, en Londres y el sudeste el empleo aumentaba y el progreso técnico aparecía en las industrias de automóviles, químicas y en el sector de equipo eléctrico. 1929 aumento de la producción industrial en relación a 1928. Los años veinte fueron, a excepción de 1929, una década perdida para el Reino Unido. Japón sufrió una depresión relativa. Crecimiento a la mitad de la tasa que había alcanzado en la década anterior, al mantener el gobierno y las autoridades financieras un control sobre el crédito en un esfuerzo para mejorar el valor del yen. Influenciado por el terremoto de Tokio-Yokohama, 1923, que necesitó de un programa de reconstrucción y de expansión del crédito, con depreciación del yen. Crisis bancaria en 1927 puso en peligro una expansión del crédito. Bancos pequeños quebraron y algunos grandes se unieron. Pero su economía no estaba ligada al resto del mundo para que sus dificultades tuvieran repercusión. Italia sufrió una caída de la bolsa en 1926. La industria tuvo problemas durante toda la década.
5 Además el boom tuvo interrupciones. Estados Unidos experimentó una “recesión” en 1927 y refleja de decisión de Henry Ford de detener la producción de automóviles para permitir el cambio del modelo T por el modelo A. Esta recesión tuvo importancia por su contribución a la decisión de disminuir los tipos de interés en EEUU, para llegar a superar el punto muerto financiero europeo. En Alemania, en 1926 y en 1928: la recesión de 1926 era de origen interno. La de 1928 como un efecto de la desaparición de los préstamos norteamericanos a Alemania. El boom fue pronunciado en Estados Unidos, en Australia y Canadá, en Francia e Italia. En los países menos desarrollados se manifestaron síntomas de problemas futuros en la acumulación de stocks y por los comienzos de la debilitación de los precios de las materias primas. Incluso en EEUU existían los problemas del colapso del boom de la tierra de Florida en 1925, desencadenó crisis bancarias; disminución en la construcción de viviendas nuevas. En EEUU el boom surgió en el sector del automóvil; su manufactura, neumáticos y otros componentes, de carreteras, estaciones de servicio, refinerías, garajes, suburbios. El motor de combustión se introdujo en el transporte con el uso de camiones, y en la agricultura, en que los tractores sustituyeron a los caballos. Los aparatos eléctricos: radios, refrigeradores, aspiradores. Otra innovación apareció en el cine, con el sonido incorporado en 1926. La venta de productos más caros fue ayudada por el sistema de crédito. No era un boom frenético, a excepción de la especulación en la bolsa. El desempleo era de 31% en 1929. Los salarios estaban 5% encima del nivel de 1925. Los precios de las mercancías disminuyeron, elevándose los productos agrícolas y disminuyendo para las demás mercancías. Excepto el que se centró en la bolsa, el boom no era espectacular. El boom francés fue duradero. La producción industrial alcanzó su punto álgido en la primera mitad de 1930. El presupuesto francés tuvo grandes superávits, se pagó la deuda del gobierno al Banco de Francia, los precios de los valores se doblaron después de la estabilización de la moneda. Dinero fácil en EEUU y en el mercado de valores: la conferencia de Long Island de principios de julio de 1927 dio impulso a la decisión del Sistema de Reserva Federal de reducir sus tipos de interés. El mercado había estado avanzando hacia el clímax de la especulación desde 1924. Se había llegado a negociar hasta 3 millones de acciones en un día, dos veces en 1925 y tres veces en la primavera de 1926. 1928 se intercambiaban 4 millones de acciones. Las nuevas emisiones experimentaron un boom. Herbert Hoover, advirtió de los peligros de la especulación en la bolsa. El Plan Young: en junio de 1928, S. Parker Gilbert, sugirió en su informe que había llegado el momento de sustituir el plan Dawes por un acuerdo final en la cuestión de las reparaciones. Gilbert estaba preocupado por el hecho de que las reparaciones se habían pagado mediante créditos. Alemania estaba descontenta con un acuerdo que imponía restricciones a su soberanía, como la ocupación de Renania y la supervisión de su presupuesto por la agencia de reparaciones. Los franceses querían que las obligaciones del plan Dawes se comercializaran. Aceptaban que la anualidad de 2.500 millones de marcos oro era demasiada onerosa para la economía alemana. Se llegó a una decisión en 1928 para convocar un nuevo comité de expertos en París en feb. De 1929 y que prepararía un arreglo final y definitivo. El presidente neutral fue Owen D. Young de EEUU, país que si bien no participó en la conferencia se mantuvo en contacto con Young y le dio instrucciones de mantener las deudas de guerra fuera dela discusión. No tuvo ningún éxito y los pagos de reparaciones se pudieron reducir en ocho doceavos de la disminución neta de las deudas de guerra que obtuviesen por los acreedores. Alemania pedía la devolución de las colonias alemanas y del corredor polaco, afirma que sin las colonias y sin el corredor, sería incapaz de pagar las reparaciones. Los detalles del acuerdo tienen poca importancia para la depresión. Políticamente diferían en gran medida del plan Dawes en que no iba a ser impuesto a Alemania, sino que ésta lo iba a aceptar libremente. Ä la Agencia de Reparaciones se le retiraría su función de supervisión de las finanzas alemanas, y también se retirarían las fuerzas de ocupación francesas del Ruhr. En términos económicos se obtuvo un compromiso entre la oferta alemana de 1.650 millones de marcos oro por año durante 37
6 años y la demanda aliada de 2.300 millones de marcos oro durante 59 años. Las reparaciones empezarían con la cifra más baja y se irían elevando hasta la más alta. El pago anual se dividió en una cantidad incondicional y otra condicional. Esta última podía posponerse en caso de dificultades de transferencias. Se estableció un banco para dirigir los pagos desde el extranjero y ayudar en la realización de las transferencias. Un crédito de 300 millones de dólares del plan Young, dividido en dos tercios dirigidos a los acreedores y un tercio hacia Alemania, puso en marcha el sistema. CAPITULO 4. LA DEPRESIÓN AGRÍCOLA Después del crac de la bolsa de Nueva York en octubre de 1929, el colapso de la producción industrial y la crisis financiera de 1931 llevaron a una depresión profunda de la agricultura y más en general de la producción industrial. La pérdida de renta real en la agricultura fue tan grave como en la industria, aunque la producción se mantuvo y los precios disminuyeron en vez de suceder lo contrario. Sin embargo, un tema aún abierto es el de que una depresión agrícola independiente y anterior al crac hubiera constituido una de las causas del propio crac de la bolsa, de la disminución en la producción industrial y del colapso financiero. Observadores han dicho que había un ciclo económico, una depresión agrícola y una crisis financiera independientes en gran medida. Esta afirmación sigue las ideas de la escuela que adscribía la Gran Depresión a una serie de accidentes históricos. El presidente Hoover atribuía el origen de la depresión a factores que actuaban dentro de las fronteras de los EEUU, particularmente la especulación, pero también apuntó a otras causas profundas, mundiales, principalmente, en especial la sobreproducción de “trigo, caucho, café, azúcar, plata, zinc, y hasta cierto punto algodón”. Más tarde limitó la culpa a Europa, a la sobreproducción de los cartels que aumentaban los precios en forma artificial. Una opinión corriente es que la depresión empezó en la especulación en los EEUU, tal como pensaban los europeos, o en los cambios estructurales que surgieron en la primera guerra mundial, opinión ampliamente compartida y que la depresión agrícola fue una consecuencia, no una causa ç. Desde 1925 a 1929 un proceso que por analogía podría llamarse deflación estructural tuvo lugar en la economía mundial de productos primarios. En vez de exceso de demanda había exceso de oferta. Unos pocos países intentaron paliar esta situación mediante la absorción del exceso de oferta en acumulación de stocks. Sin ajustar la producción esta solución únicamente “almaceno” el problema. Otros países uno a uno vieron que era necesario evitar las consecuencias del exceso de oferta manteniéndola fuera del mercado interno, quizá vendiendo la cosecha por lo que se pudiese obtener, quizá disminuyendo sus consecuencias, internas mediante la depreciación lo cual haría que disminuyesen los precios en el extranjero. El exceso de oferta impuso una cierta deflación estructural al sistema. La deflación se difunde de mercancía en mercancía, dentro de la agricultura y desde la agricultura hacia la ciudad. El aumento de stocks agrícolas y las variaciones del precio después de 1925 dejan claro, que existían factores estructurales en el problema. Los cambios estructurales en la economía mundial eran claros y por ello habían una sobreproducción de mercancías. Pero la situación no era tan desesperada como para no poder haberlo rectificado sino se hubiesen colapsado los precios en 1929 y a este colapso no le hubiese seguido el de los bancos y el de la oferta monetaria. Los excedentes, la crisis de liquidez, la depreciación del cambio y finalmente la crisis bancaria y el colapso monetario produjeron una mezcla total. CAPITULO 5: EL CRAC DEL MERCADO DE VALORES La depresión fue anunciada por el crac del mercado de valores de Nueva York. Los mercados europeos de valores europeos habían caído antes: en Alemania en 1927, en el Reino Unido a mediados de 1928, en Francia en febrero de 1929. El mercado de valores de Viena que encabezó la crisis de 1873, estuvo tranquilo hasta 1931. La acción se desarrollaba en Nueva York. En su tiempo, la subida del mercado de valores de New York parecía espectacular. El índice industrial Dow-Jones fue desde un mínimo de 191 a comienzos de 1928 hasta un alta de 300 en
7 diciembre y un máximo de 381 en septiembre de 1929 o sea el doble en dos años. Hubo dos fuertes retrocesos en diciembre del 28 y marzo del 29. Ello hizo pensar a los especuladores que el mercado estaba pasando simplemente por otro ajuste. El movimiento diario aumentó en los máximos desde 4 millones de acciones en marzo de 1928 y 6,9 millones en noviembre de 1928 a 8,2 millones en marzo de 1929. El promedio de acciones vendidas diariamente en 1929 fue de 4.277.000. Los beneficios eran sustanciales, parecían anticipar aumentos continuados de las ganancias y de los dividendos. El mercado fue descripto como una orgía de especulación, una obsesión; una burbuja y con otros términos que demuestran la pérdida de contacto con la realidad. Seguramente existía la cuota normal de fraudes, de grandes especuladores a la cabeza de grandes bancos de Nueva York, de predicciones alocadas, de aumentos continuos de precios, de prosperidad de una nueva era y similares. El peligro planteado por el mercado se basaba no tanto en el nivel de precios y en el volumen de transacciones como en el precario mecanismo de crédito que lo sustentaba, y en la presión que el mismo ejercía sobre el crédito en EEUU y en el mundo. Los precios de las acciones eran demasiado altos y estaban apoyados por un volumen colosal de préstamos y una orgía de especulación a un nivel que no tenía relación con los aumentos en los equipos y propiedades, que les seguían y en el aumento del poder adquisitivo. El mercado se detenía, se reagrupaba y volvía a subir. Banqueros, barberos, lustrabotas y profesores empujaban al mercado del alza. Al mismo tiempo que el mercado subía, la presión sobre el sistema financiero internacional aumentaba. Durante todo este tiempo la economía estaba bajando. Hay una caída en la actividad económica. Aparecían los frutos de la nueva capacidad productiva en un mercado en el que no había ninguna de moda evidente y las existencias se amontonaban. La disminución de la actividad en EEUU ha sido atribuida a varias causas que convergían en alguna medida, pero que muestran una amplia variación en el énfasis impreso a la crisis y también presentan alguna contradicción. La caída de la construcción fue atribuida en parte a la reducción de la familia media que era a su vez el resultado de una disminución en la emigración de los años 20. en parte también, era el resultado de la escasez financiera. La sobreexpansión de la inversión fija tuvo lugar por el crédito fácil para la inversión en empresas que hicieron aumentar la demanda de nuevos bienes de equipo de las empresas. Los contratos de construcción disminuyen rápidamente que es un elemento precursor de una caída general. En marzo tuvo lugar el máximo de producción de automóviles, que cayó de 622 mil unidades a 416 mil en septiembre. Caída de producción industrial, de los precios y de la renta personal. El crac de la Bolsa: el índice empezó a caer el 3 de octubre siguió bajando la semana del 14 de octubre y dio paso al pánico del jueves negro; 24de octubre. Se hizo un intento por parte de los principales banqueros para organizar un fondo que frenase el colapso. Pero la semana siguiente contempló una mayor caída con un record de 16.400.000 acciones vendidas, un record que se sostuvo durante 40 años. Dos semanas antes de la caída, los préstamos de los corredores disminuyen en 120 millones de dólares, principalmente por retirada de fondos extranjeros. La opinión mayoritaria es que la caída del mercado de valores en 1929 fue un hecho momentáneo e importante, pero no produjo la Gran Depresión y no fue un factor importante en la severidad de la presión. Una fuerte contracción pero no carente de precedentes se convirtió en una catástrofe debido a una mala política monetaria. Ocurra lo que ocurra en el mercado de valores, ello no puede llevar a una gran depresión sino es acompañado por un colapso monetario. Los capitalistas extranjeros y los bancos y corporaciones estadounidenses de fuera de la ciudad que retiraron dinero rápido del mercado de Nueva York, causaron graves pérdidas a los inversores individuales. Estos disminuyeron su gasto. Las empresas que habían contado con un rápido acceso a la bolsa de Nueva York y a los mercados de bonos se unieron a la carrera para liquidar activos y disminuir su gasto. La producción cayó de forma evidente y las existencias fueron desapareciendo. El pánico de la liquidez se extendió a las hipotecas que normalmente se financiaban en aquel tiempo en EEUU con obligaciones no amortizables a 3 años de forma que un tercio debía pagarse cada año. Cuando el detentado de una hipoteca quería el dinero y el propietario de la casa tenía dificultades para encontrar un
8 nuevo préstamo en otro lugar, se procedía al desalojo. El precio de las viviendas y las nuevas construcciones cayó abruptamente. La velocidad de la caída fue impresionante. La producción industrial, el precio de las mercancías y de las importaciones. La caída de los precios de las mercancías se traspaso al comercio. Las importaciones de EEUU cayeron con sorprendente velocidad –caen de los países desarrollados y de los subdesarrollados. A la ley del colapso repentino de las empresas, de los precios, de las mercancías y de las importaciones al final de 1929, es difícil sostener que el mercado de valores fueran un fenómeno superficial, una señal o un detonador, más que una parte misma del mecanismo deflacionario. CAPITULO 10: LOS COMIENZOS DE LA RECUPERACIÓN El cambio de tendencia desde la más profundo de la depresión comenzó en 1933, pero no fue ni amplio, ni rápido. En particular la economía mundial perdió su cohesión. El bloque de oro se hundió, aún más en la depresión. Alemania e Italia, países del Eje, siguieron caminos económicos independientes, separados de la economía mundial por un sistema de controles. Al otro lado del mundo, Japón se estaba recuperando por sí solo con rapidez y vigor. La Commowealth Británica, junto con cierto número de otros países legados a la libra esterlina, siguió el curso de su propio camino de recuperación. En EEUU y Canadá, la recuperación iba teniendo lugar pero no de modo uniforme, y en conjunto, con lentitud. El mercado mundial de capitales, estaba moribundo. El servicio de la deuda de los países menos desarrollados era muy pesada. La falta de pago se generalizaba. Lo más notable era el comercio exterior de la Unión Soviética que encontró más y más dificultades en exportar a los países europeos que tenían controles de cambio y se vio obligada en consecuencia a reducir sus importaciones en 1934-35 a un tercio por debajo de 1932. En EEUU.: afiliación, sindical y tácticas agresivas. Estabilización del dólar en las relaciones de EEUU con la economía mundial. Hubo un movimiento de no intervención en los asuntos mundiales. (New Deal).