CARTA CONFIDENCIAL DE DON MARIANO ALVAREZ AL CONTRAALMIRANTE MONTERO. Diciembre 31 de 1879.
Querido amigo: En mi última de 20 del presente, que fué por el correo, le indiqué de que algunos amigos nos habíamos propuesto formar una asociación para proporcionar al ejército del Sur, a órdenes de Ud., víveres, vestuario, calzado i cnanto necesitase para su existencia, escitando la acción délos particulares para hacer erogaciones con ese objeto. Después de escrita mi carta, car ta, tuvimos una reunión, i todos aplaudieron que hubiera puesto en noticia de Ud. nuestro propósito. Al dia siguiente, domingo, domingo, tuvimos otra reunión en mayor número, i habíamos acordado los medios de sacar recursos i organizar la mano de obra, repartiendo vestuarios para coser en las casas mas notables de Lima, mediante nuestras amistades; pero mientras nos ocupábamos en tan loable fin, Argnedas se sublevaba en el cuartel de la plaza de Bolívar. Nos habíamos separado tranquilos i entusiastas; la reuniou babia sido cu mi casa; todos los amigos vacian ignorantes de lo que pasaba, cuando en la puerta de la calle reciben, los últimos que salieron, la noticia de la snblevaciou. Ya sabe Ud. lo demás. Nuestra sociedad ha recibido, pues, una interrupción en su vuelo, pero no en sus propósitos, i hemos tenido ya varias otras entrevistas para ver cómo nos organizamos bajo el nuevo orden de cosas; entretanto, yo agradecería a Ud. que mandase hacer una razón de todo lo que necesita ese ejército i me la remitiese remi tiese por buen conducto. Me han dicho que el nuevo Gobierno piensa mandar a ese ejército dinero i vestuarios, pero no víveres, porque dice que allá hai bastantes. Pero Ud. no litiga caso de díceres que no tienen consistencia porque se recojen en cualquiera parte. Como es necesario saber las cosas de fuente autorizada, nos seria, por lo mismo, mui conveniente que que Ud. nos informase de lo que se necesita, tanto para ver aquí si, para la acción particular que proyectamos, se le puede a Ud. mandar, cuanto para averiguar qué es lo que el Gobierno le manda. Seria necesario también que Ud. nos impusiese de lo que reciba del Gobierno. Todo con carácter reservado mientras que organizamos nuestra sociedad i funciona públicamente. No sabemos si lograremos nuestro objeto de organizaría, pero hacemos todo esfuerzo para ello. Le hablaré ahora de política. Mi opinión es que Piérola estará desprestijiado en quince días mas, i que no puede durar mucho su gobierno. Esto iba a decírselo a Ud. antes de lo que ha sucedido ayer, pero ahora lo digo con mayor razón. Ayer puso presos a todos los periodistas,
incluso el canónigo Tobar i el editor de LA PATRIA, doctor Solar, porque los periódicos salieron sin la firma que exije el llamado estatuto provisorio. Aunque algunos creen que Tobar i Solar no han hecho mas que una papelada para que el golpe caiga mas recio sobre los otros, es difícil creer que se hayan prestado a sufrir un vejamen por sumisión al amo. Las facultades omnímodas lian desagradado a toda la jente sensata. Piérola no tiene sino su antiguo círculo i alguna parte del pueblo pegado a él, porque cree que va hacer la guerra; pero si él ha subido con esta bandera, porque no podia hacer otra cosa, no le veo ni el arranque ni el desprendimiento que para hacerla de veras necesitaría manifestar. El que quisiera hacer de veras la guerra, no tendría tiempo para pensar en estatutos provisorios, ni en el lujo de siete secretarios, ni en reformas interiores que no llevan a aquel grandioso fin. El aprovisionamiento del ejército del Sur, la disciplina del de Lima, el estudio de la topografía de esta capital para el caso de combate con el enemigo, la indispensable campaña sobre Tarapacá, son medidas para las que no le alcanzaría el tiempo a un vasto espíritu. El que piensa en otras cosas, no puede pensar de veras en la guerra. El nombre de LTd. se hace aquí cada dia mas aceptable, no solo porque los actos de Ud., que ha revelado la prensa, han sido del agrado universal, sino porque las facultades omnímodas i sus consecuencias lo señalan a Ud. como la persona destinada a restablecer el imperio de la Constitución i de las leyes, mucho mas si triunfa Ud. con su ejército de los enemigos. Pero Piérola, que no puede dejar de conocer que si Ud. triunfa de los enemigos, su poder desaparecerá en el instante, hará todo lo posible por privar a Ud. de los medios de acción i retardará, por lo mismo, la guerra cuanto pueda, con gran riesgo cíe la cansa nacional. Quiera Dios que me equivoque. Desgraciado país en que hasta, el honor nacional se sacrifica a los intereses i ambiciones personales. La conducta de Ud. es hoi reconocida i aplaudida por todos. A Ud. lo mandaron a Arica, como a un destierro, para ño darle el mando de la escuadra, i Ud. aceptó sin trepidar ni murmurar. Las circunstancias lo han elevado a Ud. a una posición culminante. Está Ud. a la cabeza de un ejército que ha visto Ud. formarse a su rededor, que ha formado Ud. en gran parte, que conoce Ud., en donde tiene Ud. crédito, estimación i simpatías, que por lo mismo sabrá Ud. manejar i dirijir mejor que otro alguno; conoce Ud. el territorio en que ha de moverse i los medios de conducirlo; pero por que Ud. no sea quien conduzca a ese ejército a una victoria segura, se le han puesto i pondrán todas las trabas posibles, no obstante sü nombramiento
de Jeneral en Jefe. Tales son mis temores. Repito, Dios quiera que me equivoque. Pero, para el caso de no equivocarme, le aconsejo que esté Ud. mui alerta, que proceda Ud. con mucha mesura i mucha maña a fin de obtener Ud. todo lo que necesite i poder marchar, cuando menos se piense, sobre el enemigo. Si Ud. venciese a l os chilenos, todas las rivalidades desaparecerían como el humo. Le confieso a Ud. con verdad que si Piérola diese muestras de querer hacer la guerra de veras, yo seria pierolista; pero estas muestras deberían ser la protección rápida e inmediata al ejército del Sur, la abdicación de miras personales i. la administración pública conforme a las leyes, no conforme a su absoluta voluntad; la dedicación de todo su tiempo a los asuntos del ejército i no a tontorías sobre reforma de ministerios u otras de orden doméstico, que.ni sabrá hacer, ni logrará hacer, i con las cuales solo conseguirá perder el tiempo, perder su propia reputación i perder al país entero. .Piérola toma la guerra solo como bandera política, no como arranque del corazón, i quiere dirijirla él mismo. Primero es su persona, después la guerra. No se e spedicionará sobre Tarapacá hasta que él no se ponga al frente del ejército, i él no se pondrá al frente del ejército hasta que no tenga formado el segundo ejército del Sur, al mando de Beingolea u otro, ejército que le pertenecerá. Entretanto, los chilenos i las calamidades de una situación tirante nos devoran. La guerra de Piérola será a Ud. i a los chilenos. Esta es la misma guerra que queria hacer el Gobierno i gabinete que acaban de caer. Como para la realización de este plan tiene que pasar algún tiempo, si Ud. pudiera, entretanto, dar un golpe seguro al enemigo, toda la fantasmagoría actual de Lima desaparecería. Iba a hablarle a Ud. sobre el conflicto que podia traerle el ejército boliviano i la presencia de Daza, cuando he leido en el periódico que éste ha sido depuesto, que Camacho tiene hoi el mando i Ud. el de los dos ejércitos. No sé si este Camacho fué uno de los de la retirada de Camarones, no sé si el ejército de Bolivia tome una actitud digna de inspirar confianza i de borrar las faltas pasadas, pero si así fuese, Ud. podría reunir hoi 12,000 hombres. Cómo abastecer este ejécito, cómo vestirlo i calzarlo, cómo llevarle víveres i agua en las cinco jornadas hasta Tiliviche, es un punto que un Gobierno de buena fe en Lima lo resolvería pronto, en vez de pensar en cuatro ejércitos mas i otras utopias; lo resoveria pronto, i en dos meses mas los chilenos estarían fuera del territorio. Si Bolivia procediera de buena fe, haría que esos mismos dispersos de San Francisco formasen otro ejército que se descolgase de Oruro sobre Tarapacá, al mismo tiempo que
Campero amenazase a Antofagasta, o mejor que Antofagasta amenazase por Huata-condo a Pica i la retaguardia del enemigo. El problema de la República está en el ejército del Sur. El ministerio que ha caido habia encargado a Europa considerable número de rifles, ametralladoras i cañones, dicen que para hacer la guerra a Montero i a los chilenos i establecer una dictadura. Piérola los ha ganado por la mano, i dicen que seguirá la misma política. Dicen también que Piérola no quiere buques de guerra, que no hará mas que la guerra terrestre, i que los armamentos nos vendrán por el rio Amazonas, debiendo ponerse espeditos inmediatamente los caminos que lleven al mas inmediato afluente navegable. Esta idea del Amazonas fué de Mariano Felipe Paz Soldán, desdo el tiempo de Prado. Probablemente se la ha dicho a su pariente Manuel Francisco Benavides, que es pierolista. i éste se la habrá trasmitido a Piérola. Esta es una mera conjetura. Entretanto vienen armas por el Amazonas, en Panamá hai embancadas gran número; i, a propósito de Panamá, ya sabrá Ud. el desarme de la lancha-torpedo. Primer ensayo de Arístides Vial, recomendado para marino por José Joaquin Inclan. Era el segundo de la nave. Puedo asegurarle que tiene Ud. un gran partido en Lima, i que numerosas personas de la mejor posición me han hablado de Ud. en términos mui claros. No las menciono, porque no debo comprometer a los riesgos de una carta mas nombre que el mió, pues, aunque ella es reservada i Ud. no debe mostrarla, puede una casualidad hacerla caer en manos enemigas. Si de los departamentos vienen protestas contra las facultades omnímodas con firmas respetables, seria un gran paso en favor del Perú. Espresiones al coronel José La Torre, Canevaro, Melgar i Bailón i demás amigos, i Ud. cuente con el afecto de su siempre adicto.
MARIANO ALVAREZ. Al señor Contra-almirante don Lizardo Montero.
Fuente: Ahumada, P.,(1884), “Guerra del Pacífico Recopilación de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia conteniendo documentos inéditos de importancia” , Valparaíso, Bolivia: Imprenta del Progreso. Tomo III, capítulo cuarto, p. 286-287
LO QUE PENSAMOS SOBRE LA CAMPAÑA DE ARICA. (Editorial de LA PATRIA de Lima.)
Lima, Marzo 16 de 1880. Tenemos de nuevo a la prensa chilena fallando sobre la suerte de las armas aliadas, apropósito de la campaña que se inicia sobre Arica. Su eterno tema de las glorias anticipadas, de los laureles futuros, continúa llenando de humo i soberbia esas cabezas vanas i esos espíritus hinchados. Los T I E M P O S de Santiago, desde cuyas columnas habla majistralmente el mas satisfecho de los escritores chilenos, Justo Arteaga Alemparte, dice que la nación pirata se halla otra vez en una hora grandiosa i solemne. Es en verdad una hora grandiosa i solemne; pero no para los que nada tienen que perder, ni honra, ni fama, ni seriedad, ni riqueza; lo es para el Perú que ha conceni trado en esas lejiones valientes i sufridas, una esperanza, | que no es la única; pero que es por ahora l a mas próxima | e interesante. | Lo es para el Perú que arrastrado solapadamente a una | guerra injusta, ve espuestos a todos los desbordes de la | codicia, sus florecientes pueblos del Sur, ve paralizada su j industria, paralizadas sus fuentes de riqueza i arnenaI zados por las hordas chilenas los ahorros del pobre i los capitales del rico. Esa es por hoi nuestra preocupación seria, nuestra espectativa cruel. El resultado de la lucha guerrera en los reales de Arica, no define, como lo cree i espora Chile, nuestra situación. Vencidos, habremos contado un desastre mas; pero no contaremos ni un minuto de desaliento, ni perderemos | ese vigor que da vida a las empresas grandes. Vencidos, reuniremos de nuevo aquellas lejiones dispersas i no nos arredrarán, como no arredraron a los incas, ni arreI draron a los héroes de la independencia, cordilleras, desiertos i montañas... ; Vencidos, brotará como por encanto un ejército mas i numeroso i atrevido, que disputará palmo a palmo hasta que no quede un hombre en el Perú, a los quijotes vanos que han creído fácil empresa adueñarse del territorio, del j tesoro ajeno. ¡ Vencedores como lo exijen la justicia, el derecho, la | lei divina i la naturaleza de las cosas, como nos lo hace ¡ esperar el indomable valor de los héroes de Tarapacá, los soldados de Chile diezmados, desorganizados, sin el arro• j o que les da la esperanza del botin, volverán, no a las : playas de Pisagua donde les espora un nuevo empuje de ¡ nuestras armas victoriosas, sino a los arenales de Antofa; gasta, cuya posesión será entonces, tan efímera, como es
hoi efímera su gloria i preponderancia. ¡Ah!... confiamos en que esos castillos aéreos de la imaginación vacía de Justo Arteaga Alemparte habrán de ; desvanecerse como el humo. Solo lo racional, lo justo i lo verdadero tienen bases ; sólidas e inconmovibles. i Chile cuenta para después del soñado triunfo de Arica, con una utopía, con una creación de su deseo insensato, \ cuenta con el motín ¿qué motin?... con el espíritu de re; vuelta encarnado en el ejército de reserva, con el despres¡ tijio de Montero i con la probable fuga de Piérola... i Con tales fantasías, con presunciones tan antojadizas : ¿quién no augura triunfos i asegura victorias? i Dan deseos de preguntar ¿pero estos hombros están ; locos?... o el periodismo es una burla i se presta a los disparatados conceptos do una hinchada soberbia? | ¿Hai por ventura algún punto de contacto entre el pusilánime i desgraciado Prado i el valeroso i enérjico Piérola?... ¿De dónde ha sacado Justo Arteaga Alemparte la idea de que Piérola habrá de seguir ol desdichado camino de su antecesor?... Aunque fuera mejor dejarlos en sus desengaños ¡jara j que la decepción cuando venga sea mas cruel, no querei mos, no consentimos en dar pábulo a quimeras semei jantes. Soñad, soñad con glorias i triunfos, mientras el Perú espera, porque mas sensato i cuerdo que vosotros, sabe que es varia la fortuna, inconstante la suerte de las armas. Entre tanto ¿qué hacen esas lejiones que os empeñáis en llamar acaso por sarcasmo, gloriosas e invencibles?... i eluden el combate igual, buscan las encrucijadas i alturas i tendiendo a los soldados peruanos celadas i asechan zas les arrebatan laureles que habéis de pagar caro cuando llegue la ocasión. No... el triunfo o la derrota en Arica, que importa para Chile mas de la mitad de la empresa perdida, solo será para nosotros, como antes lo hemos dicho, un contraste doloroso i funesto, pero no decisivo. No hemos reunido todas nuestras esperanzas en aquel punto, no es esa la carta a la que hemos jugado toda nuestra fortuna, ni el pueblo peruano es semejante al chileno que no discierne, i hace a cada desastre tambalear el edificio gubernativo. Ni el fracaso con Montero seria un mal irremediable para el país hoi en armas, ni su triunfo seria jamás una amenaza contra la paz doméstica o contra el Gobierno actual. Si no tiene Chile otros aliados, que la turbulencia atribuida al pueblo peruano o la ambición insensata atribuida al contra-almirante, ya puede desconsolarse desde ahora, porque tales aliados no son en modo alguno temibles, ni hai indicio alguno de su existencia.
El Perú de hoi no es la nación adormecida, mal dirijida, sacrificada de ayer. La rejeneracion ha principiado i con ella la seguridad completa del triunfo futuro. Armas,-dinero, elementos, hombres, actividad constante i patriotismo que no desmaya ni vacila, hé aquí lo que opondremos a vuestro nuevo empuje, una vez terminada la campaña de Arica. La alianza se consolida, un nuevo ejército boliviano se prepara a trasponer las cumbres del Tacora, mientras de los confines del Perú llegan a cada paso al ejército de reserva, lejiones de guerreros, ansiosos de lucha i sedientos de venganza. En nuestro concepto, la guerra principia ahora i no ha de tardar mucho la época de la reparación de los agravios, como de la devolución de los caudales sacrificados a la codicia i rapacidad chilenas. Soñad con triunfos i victorias, así el despertar será mas amargo.
JULIO L. JAIMES.