Instituto de Estudios Masónicos de Galicia
ANÁLISIS LINEAL DE LOS RITUALES MASÓNICOS DEL RITO ESCOCÉS ANTIG ANTIGUO UO Y ACEPTA ACEPTADO DO ____ __ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ___ _
Los Grados Simbólicos Aprendiz Compañero Maestro
[OBRAS INSTITUCIONALES]
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ANÁLISIS LINEAL DE LOS RITUALES MASÓNICOS DEL RITO ESCOCÉS ANTIG ANTIGUO UO Y ACEPTA ACEPTADO DO ____ __ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ____ ___ _
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nálisis lineal de los rituales masónicos del Rito Escocés Escoc és Antiguo Antig uo y Aceptad Ace ptadoo
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www.masonica.es © 2016 Instituto de Estudios Masónicos de Galicia © 2016 EntreAcacias, S.L. EntreAcacias, S.L. Apdo. de Correos 32 330100 Oviedo - Asturias (España) 3301 ( España) Teléfono/fax: (34) 985 79 28 92
[email protected] 1ª edición: enero, 2016 ISBN (edición impresa): 978-84-945046-0-0 ISBN (edición digital): digital): 978-84-945046-1-7 Edición digital Reservado Reserv adoss todos to dos los derechos. derech os. Queda Qued a prohibida, prohibid a, salvo excepc exc epción ión prevista en la ley, cualq c ualquier uier forma fo rma de d e reproducc ión, distribución distribu ción,, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). Pena l).
PRÓLOGO Tratar de hablar de Masonería en el siglo XXI suena a juego arcaico, perdido en el tiempo, de extrañas costumbres, rituales y formas. Un profano no puede dejar de mirar con cierto resquemor lo que ocurre en una Tenida (reunión regular de masones). Tampoco la Masonería es uniforme, puesto que es una escuela que comprende diversos métodos para alcanzar un mismo fin. Me refiero a los Ritos, de los que hay hasta ciento cincuenta documentados, cada uno con sus particularidades, que encaja en un todo, el universo masónico, y que hace de la masonería algo de una riqueza y perfección que, como Orden Iniciática Occidental, es casi única. En este primer libro, del Querido Hermano Mauro, nos adentramos en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado en sus tres primeros grados, que, como en otros Ritos, se denomina Masonería Azul o Simbólica. Es un trabajo de investigación espiritual, sin olvidar la vertiente racional que hace esencia a este Rito de origen francés que sentó sus bases definitivas en el año 1801, y que descansa sobre los estatutos y reglamentos redactados en Burdeos en 1762 derivados de un documento emanado por los «Príncipes del Real Secreto» en 1759, atribuido a Federico II. Un sistema progresivo que avanza desde el primer grado, Aprendiz Masón, hasta el grado trigésimo tercero y último, en el cual se van desvelando en sus diferentes cuerpos todo un sistema de estudio en el que el masón tendrá la oportunidad de formarse una opinión de lo que acontece en el mundo que le rodea, como interactuar en él, bajo las premisas de libertad, igualdad y fraternidad, para constituir un nuevo mundo más justo. Con este primer libro, iniciamos el recorrido en sus tres primeros grados y deseamos que sea de utilidad tanto a Masones como a profanos que se acercan a nuestra Augusta Institución. Ricardo Aldao Matilla M.·.M.·.
Querido Lector: Quienquiera que seas, si este libro llega a tus manos, sábete que tienes un instrumento muy útil para adelantar en tus conocimientos masónicos y que se hizo especialmente con ese fin. Si no eres masón, por favor, te agradezco que lo entregues en una logia que conozcas y ellos lo harán llegar a su respectivo dueño; y si eres masón, sea cual sea la vía que el azar haya empleado para que llegue a tus manos, espero que te sea útil y que cubra los objetivos con los que fue escrito. Este libro fue realizado con mucha paciencia y trabajo. Supone muchas horas de investigación y también de reflexión, pues no hay bibliografía, que yo conozca, adecuada para este estilo de trabajo. Pienso que los Rituales en sí mismos son como la Biblia para los cristianos, el Corán para los musulmanes o el Bhagavad-gita para los budistas. Es decir, se trata de un libro sagrado. En los 33 Rituales se halla precisada la sublime doctrina masónica y en su lectura, en su meditación y en su investigación se encuentra la idea que tiene como fin específico el amor a los seres humanos, sin distinción alguna. Mas como quiera que este estudio supone, entre otras cosas, disponer de mucho tiempo para poder entender, ya sean los conceptos elevados, ya un orden un poco enmarañado, como algunas veces parece, quise hacer este libro para mí, para mi uso personal, para mejor entender los rituales. Pero hoy, cuando a hay algunas copias de estas consideraciones, que están rodando por ahí, y siendo conscientes de que mis QQ.·.HH.·. las aprueban por su sencillez, quisiera que terminaran siendo publicadas en un libro y así sirviesen de utilidad para todos mis HH.·.. Se trata, por tanto, de un esquema sencillo, de carácter lineal, que no tiene más pretensión que ayudarnos a entender el sentido de cada ritual, en modo racional, dejando de lado los aspectos exotérico, astronómico e histórico, que bien pueden ser objeto de investigación para otros QQ.·.HH.·. que se sientan con la fuerza necesaria y preparados para estos enfoques. Debo agradecer al G.·.A.·.D.·.U.·. que me haya permitido hacer este trabajo y a todos los QQ.·.HH.·. de la Resp.·. Log.·. Estrella de Aragua 127, pues de una manera u otra todos son coautores conmigo de este trabajo. H.·. Mauro Rodríguez Mourelo M.·.M.·., Gr. 33
ANÁLISIS, INVESTIGACIÓN E INTERPRETACIÓN MASÓNICAS Después de leer con detenimiento todos y cada uno de los Rituales, de meditar muchos de sus contenidos de esforzarme por conseguir el sentido general de la doctrina única que se quiere expresar y señalar con ellos, descubrí que hay ciertos rasgos y expresiones de investigación que se pueden reducir a once líneas metódicas de investigación. Cada una de estas líneas se transforma así en una bella provocación, en un campo determinado del saber, el cual ayuda a completar y mejorar el sentido y el mensaje de cada uno de estos rituales, especificándolo y determinándolo con más exactitud. Todo lo cual nos demuestra y hace comprender que los Rituales están incardinados en el proceso de la historia, en el cual se inspiran, y tienen como referencia el desarrollo de la naturaleza humana en la que vierte su capacidad transcendente y creativa. Los Rituales tienen un sentido muy concreto y muy exacto. En los Rituales y en el descubrimiento del mensaje de cada uno de ellos está la formulación y el significado de la Doctrina Masónica. Los Rituales son algo así como «el Volumen Sagrado» de los HH.·.MM.·.. Quién no estudie los Rituales, desconoce el sentido de todo lo que se propone como H.·.M.·. y muchas de sus acciones e intenciones solo tendrán de masónico lo que se ve, porque carece completamente de la esencia que debe constituirlo e integrarlo. En los Rituales no están señalados los distintos enfoques o perspectivas, sino que hay que saber encontrarlos a través del estudio y de la reflexión; y por supuesto que no siempre aparecen todos ellos. La paciencia y el cuidado en la investigación harán aparecer los elementos e impresiones que subyacen al mismo texto. El elemento racional no siempre aparece ni tampoco se vuelve el más necesario. Se hace indispensable tener un buen conocimiento en esoterismo y en historia, como apoyo. Hay dos maneras de aplicar estar formas de análisis que se exponen a continuación: primera, encontrando en cada ritual los elementos que éste tiene de cada una de ellas, y, segunda, exponiendo por separado lo que hay de cada una de estas perspectivas, pero haciendo que estas se integren con el sentido «real» del objetivo de cada uno de los rituales.
¿QUÉ ES LA MASONERÍA? SUS PRINCIPIOS Y FINES La Masonería es una Institución fundada sobre los principios de la Ley Natural, especificados en los Antiguos Límites («Landmarks»). Lleva impreso un sello de antigüedad remota, e irradia un espíritu de filosofía y de moral tan puros que le dan una gran supremacía social y le aseguran, además, el respeto y la veneración de todos los pueblos libres de la Tierra. Su cimentación, que ha tenido siempre como base la realidad, la elevó hasta el descubrimiento de la verdad, y la condujo al reconocimiento de un Ser Supremo. La creencia en este Ser Supremo, el amor a la Humanidad y la fraternidad universal, que son la base fundamental de su Doctrina, han sido manantial fecundo de ilustración de beneficios, no solo para sus adeptos, sino para la sociedad en general. Por eso, en sus Templos se aprende a amar y a respetar todo lo que la virtud y la sabiduría consagran. El espíritu de la libertad y la esencia del progreso destruyen al despotismo; y lejos de pretender invadir o dominar, trabaja constantemente para unir a la especie humana con los lazos del amor fraternal, y para que se extiendan por todos los ámbitos de la Tierra los sentimientos de la tolerancia y dulce paz, en que la Masonería se inspira. Conteniendo en sus enseñanzas todo lo que pueda ser necesario para formar al hombre social, dotándolo de las más altas condiciones de moralidad, de instrucción y de independencia, que son los principales atributos de su naturaleza, marcha a la cabeza de la civilización para dirigir y activar el movimiento propagador de las luces, armonizando su acción con el espíritu de los tiempos. Consecuente con estos principios, la Masonería, según su definición oficial universalmente aceptada, y contenida en los Códigos de la principales Potencias y Autoridades Masónicas del mundo, es una Institución de Fraternidad Universal, esencialmente filantrópica, filosófica y progresista que proclama la existencia de un principio creador bajo el nombre del G.·.A.·.D.·.U.·. y tiene por bases fundamentales, la tolerancia mutua, el respeto de sí mismo y de los demás, y la libertad absoluta del pensamiento y de la conciencia. Sus puertas están abiertas a los hombres de todas las razas y de todas las nacionalidades, cualesquiera que sean sus opiniones o creencias, con tal de que sean libres y de buenas costumbres. La Masonería tiene por objeto la investigación de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad; trabaja por el mejoramiento material, espiritual y por el perfeccionamiento intelectual y social de la humanidad; hace extensivo a todos los hombres los lazos fraternales que unen a los masones sobre la superficie del globo, y lucha incesantemente contra la ignorancia bajo cualquier forma en la que pueda presentarse. Es una escuela mutua, según se establece bajo el programa siguiente: vivir honradamente; obedecer las leyes de su país o del país en que viva; practicar la justicia; amar a sus semejantes; trabajar constantemente para el bienestar de la humanidad y procurar alcanzar por medios pacíficos y persuasivos su emancipación. La Masonería honra y dignifica al trabajo y lo considera como uno de los deberes más esenciales del hombre y por eso proscribe la ociosidad voluntaria, y da a sus miembros el título de obreros. De estas definiciones se deduce claramente, que la Masonería es una Institución nacida para combatir con las armas de la persuasión, el progreso y por la fuerza moral del buen ejemplo, a todo lo que atente contra la razón y contra el espíritu de la confraternidad universal. En esta fuerza moral, que solo se adquiere por medio de la virtud, que es la única reconocida por la opinión autorizada y legítima, en la que la conciencia de los pueblos, en el código de la naciones, se considera como un agente supremo del poder soberano, cifra la Masonería su mayor gloria y a ella se deben los más grandes triunfos, que con tanta justicia la han colocado como la primera al frente de todas la Grandes Instituciones nacidas del amor a la humanidad y del interés por el bienestar de los pueblos. Por eso, en conclusión, debemos definirla diciendo que la Masonería es la Ciencia del Progreso Moral, cuya acción social se reduce a estos dos grandes atributos de la inteligencia: Luz y Verdad. Ilustrar a los hombres, cimentando su instrucción sobre ideas sólidas y positivas y en los principios de la luz natural; convencerlos por medio de la persuasión y enseñarlos con el buen ejemplo, es conducirlos
por la fuerza de la razón, a un régimen de orden y de progreso y a un estado de paz y de bienestar firme y duradero. Ahora veremos algo sobre la organización y soberanía de la Institución Masónica Universal. La soberanía masónica reside en la universalidad de los miembros activos que constituyen la asociación. Esta soberanía se ejerce de conformidad con los principios fundamentales de los antiguos Landmarks universalmente observados, y que regulan las leyes constitucionales, adoptadas por las grandes agrupaciones, formadas dentro de los estados, y constituidas en autoridad por medio del sufragio fraternal universal, y sancionado por el mutuo consentimiento. La Masonería se gobierna por medio de agrupaciones Soberanas y autónomas formadas por la reunión o conjunto de logias de un estado, una región o de un país, las mismas que asumen todos los poderes, y ejercen la suprema autoridad, dentro de los límites de sus respectivas jurisdicciones. Estos cuerpos colocados conforme a la jerarquía masónica del simbolismo se denominan Logias y Grandes Logias, cuya residencia simbólica son los Orientes y los Grandes Orientes. La autoridad de estas agrupaciones se ejerce con entera independencia una de otras, y con arreglo a las leyes propias o adoptadas, dentro de lo estipulado por los Landmarks y los principios universales de la institución que tengan a bien poner en vigor. Los depositarios de las doctrinas y de los arcanos de la Masonería, según los ritos que profesen los cuerpos, tienen la ineludible obligación de desarrollar la parte dogmática, moral y científica de la Institución, establecidas para las enseñanzas de los obreros en sus respectivas jurisdicciones, de velar por el buen nombre y engrandecimiento de los mismos, y de mantener la integridad de las leyes y estatutos, cuya observancia les está prescrita. La Masonería consta de treinta y tres Grados, y la clasificación de los Cuerpos Masónicos se distingue según su categoría, que por lo regular reciben el nombre de Logias o Talleres. Los tres primeros grados están consagrados al Simbolismo y se llama también de San Juan Bautista. Ya dijimos que los grados simbólicos están controlados por los cuerpos llamados Logias, las que a su vez, en conjunto, vienen a constituir las Grandes Logias de Estado. Los demás cuerpos llamados Filosóficos controlan los grados cuarto al trigésimo tercero, y sus denominaciones varían, de conformidad a las enseñanzas de los grados a cuyo desarrollo se dedican. Así, diremos que el Capítulo de Perfección trabaja en los grados cuatro al catorce; el Capítulo Rosa Cruz se dedica al desarrollo de los grados quince al dieciocho; el Consejo de los Caballeros Kadosch es el cuerpo donde se dan a conocer las enseñanzas de los grados diecinueve al treinta; el Consistorio Regional es el taller en que se practican las doctrinas de los grados treinta y uno y treinta y dos; y, por último, el Supremo Consejo constituye la cúspide de la carrera masónica, y propaga los sublimes preceptos filosóficos del grado treinta y tres y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Tal es la síntesis, la organización, objetivo, principios y fines que la Masonería practica y difunde, no solamente a sus adeptos sino a la humanidad en general. H.·. Manuel Zorrilla Boade M.·.M.·., Gr.·. 33
1er Grado
APRENDIZ
LITURGIA DE RECEPCIÓN Este primer capítulo está dedicado al Ritual del Grado de Aprendiz. Cuando consultamos el texto de dicho ritual observamos rápidamente que existen dos grandes temas: la Liturgia de Recepción y el Trabajo en Logia. Cualquiera de estas dos partes es material suficiente para poder escribir bastantes páginas. En este capítulo comenzaremos hablando de la Recepción, pues para poder trabajar en Masonería y en el Taller, primero tiene que haber masones, tarea que se realiza precisamente con esta primera parte. Es una experiencia extraordinaria ver cómo se va construyendo todo un proceso de ceremonias en un arte. Se trata de elevar a un profano al nivel de Q.·.H.·. Masón. El acto de la Iniciación, por lo tanto, es lo más sublime que hay dentro de la Masonería, porque esta Iniciación es la base para que no solo exista la Masonería, sino, y ante todo, para que los demás grados tengan sentido. Siguiendo el Ritual nos vamos a encontrar con cinco momentos muy diferenciados entre sí, como voy a señalar. Al primero de ellos lo podemos llamar «introducción». Comienza con la descripción de lo que es, de lo que hay y para qué sirve la Cámara de Reflexiones. El aspirante se encuentra ante el mayor miedo de los mortales: la figuración de la muerte, y allí esta el primer desencanto que le va a producir la vida. Vivir para morir, mas no para desaparecer. El sentido de la muerte queda así remitido a: meditación, silencio y los deberes de la vida. Se trata de una reflexión sobre el modo de vivir. Lo importante no es, por tanto, el hecho de gozar de la existencia, sino del uso que le vamos a dar, en el sentido de que cada uno de nuestros actos va a llevarnos a un momento especial del valor de cada uno de nosotros mismos. La Masonería se convierte así en el arte de «saber vivir», no en el simple hecho de tener que vivir irresponsablemente o naturalmente como la hacen los animales y las plantas. El centro de la Masonería es, por lo tanto, la vigilancia sobre el valor y sentido de nuestros actos. La Masonería es moral. Una segunda característica aparece en el texto que el V.·.M.·. recita cuando expresa «el objeto de la presente tenida es el de iniciar en nuestros augustos misterios al profano…». Realmente es extraordinario el mensaje de este texto. La Masonería, es decir, los Masones, son elegidos por todos los QQ.·.HH.·. y bajo la responsabilidad de estos también. Pero esta responsabilidad no va solo en función de aceptar a alguien, sino que transciende más allá. Negarle la entrada a quien la merece, es tan oneroso, como facilitársela al que no la merece. La responsabilidad es de todos. Y si la Masonería es una forma de vivir, la responsabilidad de todo el grupo está en función de escoger y también de rechazar. Estos dos ejercicios son hijos no del capricho, ni del poder, sino de la responsabilidad. Otro aspecto que se señala profundamente está indicado en las palabras «…armaos todos con vuestros aceros, un profano se encuentra a las puertas del Templo… ¿Quién es el temerario que osa turbar nuestros trabajos?». La explicación es clara. La misión que siempre tuvo nuestra Augusta Orden fue de espaldas a la sociedad, por bien de la misma sociedad. En nuestros talleres se preparó la semilla de la moral, se planificó como convertirla en razón de la cultura del ser humano y como transformarla en la levadura que va a construir el gran fin de la Masonería que es Fraternidad (ante los Hermanos) y Progreso (ante la sociedad). Un fuerte motivo de examen es detenernos a reflexionar qué hacemos en las horas de nuestro taller. El segundo momento clave son la «características del profano». Así, dos características son enunciadas según el texto: «es libre y de buenas costumbres». Sabemos que el significado de libre tiene hoy en día un significado muy diferente, aparentemente, a cuando se hizo este texto. Hoy no hay esclavos en nuestra historia, pero sí hay gentes esclavizadas porque se creen con derecho a mandar sobre los demás, porque tienen poder por sus armas, porque su capital puede estrangular a millones de personas en el mundo o, sencillamente, porque pueden abusar de un niño. El que se siente más que los demás, es un esclavo. Quien hace sufrir a cualquiera de sus QQ.·.HH.·. o a cualquier ser humano se cree un superhombre y piensa que es diferente, mayor y que tiene que ser obedecido. Nuestros Estatutos están muy en la honda cuando señalan que el único título entre nosotros es el de Q.·.H.·.. Respecto de las buenas costumbres es algo normal. Si la masonería es un conocimiento práctico moral, como rezan nuestras Constituciones, lógicamente, el masón lo debe demostrar con sus actos. La
Masonería es personal para ser concebida, es libre para que cada uno se convierta en el artista de sí mismo, pero es práctica en el sentido que uno demuestra con sus actos lo que lleva por dentro. De lo contrario es pura hipocresía. Y para saber si esto es así hay que revisar todo lo que señala sobre la fraternidad. Ahora bien, la única manera de aguantar este estilo de hacer es si hay libre consentimiento y espontánea voluntad. En Masonería no valen, ni sirven, ni cuenta, ni están permitidas las imposiciones. Imponerse en algo dentro del grupo de los QQ.·.HH.·. es ir en contra de la misma Masonería. Vivir a espaldas de los QQ.·.HH.·. es negar la condición de masón que nos debe definir. El tercer momento clave es el de la instrucción. El V.·.M.·. comienza su enseñanza al neófito diciéndole que el «acero cuya punta sentís es la imagen del remordimiento, que os debe destrozar el corazón, si algún día os hacéis traidor a la sociedad a la que deseáis pertenecer». La lección aquí contenida es clara. Se es traidor a la Masonería faltando a la moral, faltando a la fraternidad, desentendiéndonos de nuestros QQ.·.HH.·., o perjudicándolos. No hay más. Es lo que expresa el texto del Ritual un poco más adelante al señalar «el estado de ceguedad en la que os halláis simboliza aquel en que se encuentra todo mortal que no conoce la senda de la virtud y que no ha recibido la iniciación masónica». A continuación la liturgia se remonta a un nivel sublime de claridad cuando define el fanatismo como un culto exaltado y a la superstición como una forma extraviada de la creencia. Dos formas que debe evitar todo H.·. Masón. Señala el texto a continuación unas virtudes elementales: no juzgar al hombre por su exterior, evitar la esclavitud de las preocupaciones, el masón debe presentarse francamente a sus hermanos, el ejercicio de la humildad, la obligación de combatir la tiranía y que debemos inclinarnos ante los dictados de la razón de la moral. Un poco más adelante hay una llamada de atención que eliminaría muchas de nuestras palabras y pérdidas de tiempo cuando el texto señala que la Masonería tiene por base la razón. El ritual señala entonces cómo es necesario que un Ser Superior exista y que practiquemos la virtud. Por eso llegan los tres viajes: el primero en función de enseñarle al joven que su vida está rodeada de tentaciones, el segundo le enseña que tiene que combatir contra todo lo que quiera comprometerle y saber aprovechar las incomodidades de tantas tentaciones para poder vivir tranquilo. El cuarto momento, siguiendo la secuencia lineal establecida en el Ritual es el del juramento. Aquí se plantea el sentido de la vida del masón: cumplir las leyes de la orden, acatar las decisiones de mis superiores, ser discreto, ser fiel a la patria y al país, amar a los hermanos, socorrerlos en todo momento, confortarlos en sus penas, combatir la tiranía, sacrificar la vida antes que faltar a los preceptos del honor y de la virtud, y demostrar rectitud en las acciones. Tras el juramento llega el gran momento: la iniciación propiamente dicha. La posibilidad de poder vivir en otra dimensión. La posibilidad de conocer el mundo de la espiritualidad. Este gran momento está muy bien descrito en el texto: «que la luz le sea dada al tercer golpe de mallete». Realmente, QQ.·.HH.·., cuando esa noche quedamos solos y a oscuras, con el silencio que inspira la noche, tal vez deberíamos pensar en esta Luz que debemos conservar. Finalmente, en el quinto paso aparece una aplicación muy sencilla de este Ritual. Se resume muy brevemente en estas palabras: «dirigid vuestros pasos hacia el bien». Como se puede observar, QQ.·.HH.·., esta logia de recepción es una enciclopedia sobre la Masonería. De aquí deberíamos ser capaces de sacar cantidad de trabajos que nos permitan tener una vida más tranquila y con mayor sentido. La Masonería se enriquecería con nuestras reflexiones y todos los QQ.·.HH.·. juntos seríamos beneficiados con el estudio de lo que realmente somos. En nuestras acciones demostramos más ignorancia que conocimiento del significado de la Masonería de la cual nosotros somos los únicos responsables. El mensaje final que se extrae de una forma nítida clara es que la Masonería es moral y la moral es por amor.
¿PARA QUÉ VENIMOS A LA LOGIA? Un segundo relevo en este análisis del Ritual del Grado de Aprendiz sería abordar la pregunta de para qué venimos a la Logia. Este tema no es nada fácil y se presta a toda clase de divagaciones y de conceptos generales; es como si por haber visto o por haber tenido en nuestras manos un libro con todos los pentagramas que integran una sinfonía de Beethoven y la hojeásemos, ya por esto creyésemos que conocíamos dicha sinfonía. No. Hacen falta más cosas. Se necesita un buen director y una gran orquesta de virtuosos maestros que la interpreten. Algo parecido nos sucede en el taller. Para que estas líneas tengan sentido se necesita que cada uno haga su propia parte, meditando (recordando las palabras del Salmo 77 que dice «medito por la noche en mi corazón») e inspirándose, y entonces sonará la gran melodía con y por la unión de todos, por que cada uno ocupa, con todo el respeto y la dignidad, su propio lugar en este concierto. Por uno solo que falte, la melodía no suena bien por que el acorde no estaría completo. A partir de aquí continuaremos nuestro análisis en tres partes: una parte teórica, una parte práctica y una parte dedicada al «debe ser». Recordemos que el Libro del Tíbet dice: «Espíritu Universal de cuanto existe, llévanos hacia ti». Otras citas se encaminan en la misma dirección. En el Libro de las Pirámides (Egipto, de hace unos 4000 años) se lee: «Isis, quienes no te conocen no saben para qué nacieron» y en el Código de Hammurabi (Mesopotamia de hace unos 3000 años) aparece ya la formulación del Código Moral. Lo mismo ocurre con los Diez Mandamientos contenidos en las Tablas de la Ley de Moisés. Platón (Grecia, de hace unos 2500 años) escribía en su obra La República que «existirán ciudades sin teatro, sin palacios, sin ágoras, sin murallas, pero no encontrareis una ciudad sin sus templos». En la I Epístola de San Juan, refiriéndose a Dios, se lee que «donde se hallen dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Isla de Patmos, Siglo I p.C.). Un poco más tarde, también en el Imperio Romano, Marco Fabio Quintiliano, refiriéndose a la religión imperial, decía: «Quien ha perdido la fe, ya no puede perder nada más». En el Corán, ya en el siglo VIII de nuestra era podemos leer: «Alá, tú eres el padre de cuanto existe». Juan Pablo II, pontífice romano, en su discurso ante la ONU proclamó proféticamente: «Excluir a Cristo de la historia, es atentar contra la humanidad». Todas estas cintas no alcanzan a construir suficientemente el comienzo de la lista de las personas notables con autoridad y profundidad al tema del hombre que val al encuentro del Ser Superior. La afirmación de que este como ser único e irrepetible es lo que proclaman las voces de todos los seres de la creación, como se señala en el Canto de David cuando testimonia: «Los cielos pregonan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos»; por eso Albert Einstein viendo esta incomparable sinfonía de movimiento, de color y de arquitectura que es el Universo, no pudo menos que exclamar para toda la ciencia y para toda la humanidad su famosa frase: «Dios no juega a los dados con el Universo». La humanidad entera da testimonio de que un Ser Superior existe, y su existencia es la única verdad que la Masonería exige a sus adeptos, y con esta verdad trasciende la formulación y creencia limitada de las religiones y las filosofías que se ocupan de este tema, ya que ambas hablan de un «dios cultural», hecho a la medida de un credo particular, para un momento determinado de la historia y para un grupo muy concreto. Mientras la Masonería mantiene la acepción de una Ser Universal que sirve para toda la especie humana y para todos los tiempos de la historia, siendo así, por lo tanto, un concepto verdaderamente universal, que transciende al «dios particular», pero sin despreciar esa interpretación. Por eso, la Masonería tiene una vocación universal, pues su mensaje sirve para todos los hombres, por que todos los hombre tenemos vocación de encontrar al Ser Supremo. Mas el camino a seguir para encontrarlo no es tan claro. El tema de los vicios y su consecuencia es una constante en todos los libros sagrados; ya San Pablo en su Carta I a los Corintios nos dejó escrito también para los tiempos de hoy: «¿No sabéis que los injustos no poseerán el Reino de Dios?». Los masones llamamos a este Ser Supremo Gran Arquitecto del Universo; y a quien determinó que su nombre fuera así, le asiste toda la razón, pues a Él nadie le conoce directamente, sino indirectamente, es decir, a través de su gran obra, la Creación del Universo. También el G.·.A.·.D.·.U.·. se nos presenta a los masones como lo más excelso y admirable, pero en este sentido los libros de nuestros QQ.·.HH.·. ni son muy explícitos ni tienen muchos discursos porque la
realidad de este para un masón es algo simplemente evidente, es decir, que no se puede demostrar porque está presente, y por lo tanto no se puede negar. Para el buen masón el G.·.A.·.D.·.U.·. está presente en todo porque ¿quién si no pudo amasar las estrellas, llenarlas de luz? ¿Quién si no pudo hacer que tantos y tantos millones de cuerpos celestes con órbitas tan diferentes, con movimientos a recorrer tan distintos y con viajes tan disímiles, pero que terminan en el mismo punto, se encuentran allá arriba describiendo círculos mágicos para nosotros? ¿Quién inventó los colores del atardecer, con tanta magia encerrada, que no se puede reproducir? ¿Quién pudo ensamblar todo cuanto existe, convertirlo en armonía y darle movimiento para que comenzase a andar? Solo un arquitecto, porque todo el universo y sus partes funcionan bien; un arquitecto que solo sea uno, porque uno es también el universo; y finalmente, un arquitecto que sea grande, porque el universo es tan inmenso que aún no sabemos hasta dónde llegan sus límites. Este Gran Arquitecto del Universo es el Ser Supremo, y este tiene que estar en todas partes para sostener la armonía y el esplendor de todo cuanto existe. A este Gran Arquitecto del Universo no se lo puede inventar, porque el mundo existe y nosotros formamos parte de él; y el mundo lo exige para su funcionamiento. Por eso es que nuestros QQ.·.HH.·. escritores no dedican mucho a este tema. El masón no tiene problemas teológicos, por que se encuentra con el G.·.A.·.D.·.U.·. en todas partes. Su preocupación es de carácter filosófico, de superación del hombre, del proceso de la perfección. La inquietud del masón es, por tanto, antropológica; se trata de buscar cómo hacer para ser cada día más perfecto y así poder llagar al encuentro de ese G.·.A.·.D.·.U.·. que todos necesitamos como explicación final del universo. El existe pues, por que el propio universo lo reclama y la meditación sobre el nos permite descansar en el, pues el es la piedra angular sobre la que se fundamenta y en la que la doctrina masónica agarra solidez; por eso precisamente le llamamos y rendimos soberanía bajo las siglas de G.·.A.·.D.·.U.·.. Pocos textos se consiguen tratando este tema que abordamos en este segundo relevo, pues la evidencia del universo es ya suficiente para un masón; pero aún así se presentan, a continuación, algunos testimonios para dejar bien apoyada esta parte: Comencemos por la Biblia, ya que este es el Volumen Sagrado que preside nuestras reuniones. En el Libro de la Sabiduría se lee «vanos son por naturaleza todos los hombres, en quienes hay desconocimiento de Dios, y a que a partir de los bienes visibles son incapaces de ver al que es, y que por consideración de las obras tampoco conocieron al artífice». El Q.·.H.·. Alec Mellor habla del «piadoso masón medieval que adoraba a Dios, veneraba a Nuestra Señora, a San Juan y a los cuatro bienaventurados mártires coronados, sus patronos». También, el Q.·.H.·. René Guénon comenta que el Q.·.H.·. André, capellán del rey de Francia reseñaba que «la puerta de Oriente está reservada a Dios». En un folleto titulado «Lo que debéis Saber y Conocer», publicado por la Resp.·. Log.·. Luz del Universo, al Oriente de Maracay, se lee que «la Masonería proclama la existencia de un principio creador al cual llama Gran Arquitecto del Universo, pero deja a sus miembros en absoluta libertad para dar a esta Primera Causa el nombra y para asignarle los atributos que correspondan a la creencia religiosa que se profese». El Q.·.H.·. Joham Gottlieb Fichte, en su obra Filosofía de la Masonería , escribe que «hay, en efecto, un tipo de formación común a la humanidad, según la cual cada uno se forma sola a sí mismo; (teniendo a) su conciencia y a Dios por testigo y juez: es la formación para libertad ética». Así aparece comentado por el Q.·.H.·. Ludz en Überlegungen zu einer soziologischen analyse gehimer gesellschaften des apäten. El Q.·.H.·. Luís Umbert Santos, en su obra Filosofía masónica, señala: «Sigue adelante, hermano, amando siempre a Dios». El Q.·.H.·. Guiliano Di Bernardo, en su obra Filosofía della Masonería escribe que «La lealizazione del’uomo masone avviene, perció, in un continuo proceso dialettico tra constitutivo e prescrittivo, orientado dall’antropología filossofica massonica e dal principio regolativo del Garde Architetto del’Universo». Del mismo modo, el Q.·.H.·. R.W. Hackey, en su extraordinaria obra El simbolismo Francmasónico dice que «estas dos doctrinas —la de la unidad de Dios y la de la inmortalidad del alma— constituyen la filosofía de la Masonería». En una conversación con el Q.·.H.·. Ury (a quien el G.·.A.·.D.·.U.·. tenga en el Oriente Eterno) aprendí que a Mahatma Gandhi se le podría tener como masón, y Gandhi dijo que «el conocimiento de las cosas
de Dios no se encuentra en los libros. Pertenece al terreno de la experiencia vivida». Del mismo modo aparece en el libro del Q.·.H.·. Mauro Rodríguez titulado Curso básico del Aprendiz Masón. El Q.·.H.·. Leadweater, en su muy conocido libro La vida oculta en la Masonería refiriéndose al Ser Superior escribe: «…nosotros afirmamos que no sólo construyó en el pasado, sino que sigue construyendo ahora y que activa expresión de él es su universo». También, el Q.·.H.·. Magister, en su obra titulada El secreto masónico escribe que «la Masonería indica al hombre la necesidad de labrar por sus esfuerzos su propio camino de progreso, trabajando como obrero para la realización de los planes ideales de la Inteligencia Cósmica». En la obra El simbolismo hermético , del Q.·.H.·. Oswaldo Wirth, suponiendo ya que el hombre debe identificarse con Dios, se señala que «la transmutación de los metales era la transformación de los antropoides ignorantes, groseros, bárbaros, e inmorales, en obres instruidos, corteses y morales» y que «cada uno se inicia a sí mismo, trabajando espiritualmente para descifrar el gran enigma que nos plantea la objetividad». Sabemos que hace 450 millones de años comenzó a existir el mundo porque una nube de gas, con su propio movimiento, produjo un rozamiento entre sus átomos y elevó entonces su propia temperatura, haciendo crecer el calor interior que se tradujo finalmente en la aparición de la chispa conformadora dando lugar al universo del cual formamos parte, sin conocer la dirección en que nos tenemos que orientar, en relación a qué, y ni porqué estamos aquí. La distancia intersideral se mide en función de la velocidad de la luz, la materia se nos escapa de las manos al ser interpretada como energía y la conciencia no alcanza a aceptar con la explicación de nuestro nacimiento y rechaza la experiencia de la muerte; y sin embargo el nacimiento y la muerte son la dimensión de nuestra propia existencia. Desde este gas primigenio, desde la fuerza expansiva y evolutiva a la que fue sometido, hasta llegar a la conciencia humana, caben dos preguntas: ¿quién hizo esto? ¿para qué fue hecho? En las primeras etapas de la historia humana, el hombre no se formuló la pregunta, al menos hasta donde sabemos hoy, sobre todo lo que existe, pero sí leyó e interpretó la omnipotencia del poder de la mano que organizó el mundo y de la inteligencia que le dio sus leyes. La latencia de la divinidad era un hecho y se hacía sentir con la misma fuerza que hoy cuando los astrónomos se ven atraídos por la inmensidad del espacio y orientan sus telescopios hacia lo más profundo del universo, el cual, a pesar de hallarse imbuido en la profundidad de lo infinito, no es capaz de informarnos en que parte del universo nos encontramos ni en que parte del tiempo vivimos a nivel sideral. Más aún, los últimos y más recientes datos astronómicos se encuentran con misterios cada vez más insondables. Hizo falta que apareciera el hombre sobre la faz de la tierra para que se hablara del Ser Supremo, y para que la idea de este se hiciera tangible, para que su realidad se impusiera como el soporte esencial y principal del universo, y para que su poder fuese una evidencia de la luz que nos debe iluminar. Y, ¿qué hizo el hombre con esta idea-evidencia? ¿Cómo es la historia del trato que el hombre ha dado a esta realidad? Ahí está escrita desde las más diferentes perspectivas y análisis posibles de esa acuciosa necesidad que siente el hombre; y es lo que hoy llamaos, en términos universitarios la «historia de las religiones». Y ya que fui profesor durante algunos años de esta asignatura, les puedo decir que desde los ateos más radicales, hasta los más elevados místicos, pasando por los creyentes más razonadores o los crédulos más ingenuos, la historia de la relación y posición del hombre frente a la idea Dios se manifiesta polarizada. El primero de estos polos está formado por los que no creen posible su existencia, pero, curiosamente, hablan sobre él, ante lo que cabe sin lugar a dudas la pregunta, ¿cómo hablar sobre algo que no existe? El otro polo es el de aquellos que nos declaramos creyentes, y también cabe la pregunta, ¿cómo creemos en el? Unos ni siquiera se detienen ante esta idea, otros se conforman admitiendo la existencia de «algo», otros solo lo ven en relación a los compromisos de tener que asistir a matrimonios, entierros o bautizos; otros se crean su propia divinidad según sus propias necesidades y según hasta donde le dan sus facultades; otros hablan de que no tienen tiempo de pensar en eso y que, por lo tanto, es tema para los sacerdotes porque, fundamentalmente, este es su «negocio»; otros lo convierten en el dogma de su propia religión; otros lo convierten en el sociólogo que les tiene que resolver sus problemas; otros lo ven como superstición; y, finalmente, muy pocos lo ven como el Gran Padre que hizo el mundo para el hombre, como el Creador del Universo. La Masonería no da una sentencia a priori y no nos impone un dogma, sino que es mucho más pedagógica y nos pone las cosas más fáciles, simplemente nos manda estudiar. Nadie, exceptuando
algunos muy raros casos, ha visto a Dios; pero todos vemos sus obras. La Masonería nos dice que para llegar a conocerlo hay que comenzar por el estudio y así poder llegar a intuir que es lo que se esconde detrás de todo aquello que vamos encontrando. Llevo una vida entera dedicada a los libros y siento que esta actividad es la más maravillosa aventura amás soñada. Pero el estudio no es fácil, no es tan apacible, pues si bien es verdad que algunas veces nos inoportuna con su reclamo y otras nos desgarra la incomodidad de lo que nos hace ir descubriendo, porque quisiéramos que la verdad de la realidad fuera otra muy distinta, también hay otras en que no resuelve ni tiene respuesta a alguna de las preguntas que nos podamos hacer. La Masonería comienza y arranca del estudio y, precisamente, ir a la Logia es básicamente esto: estudiar. Una última idea de esta parte teórica sería la respuesta a la pregunta: ¿cómo se estudia? ¿Qué hay que hacer para que haya estudio? Porque estudiar no significa simplemente leer, ni enterarse del contenido de un periódico o de una revista, por científica que sea, ni concentrarse en un libro, ni tampoco sacar un bachillerato ni mucho menos una carrera universitaria. Estudiar es mucho más. No consiste en pasar por los libros, sino en que los libros pasen por uno. Es algo así como hacer que el estudio de los libros se convierta en experiencia rumiada para uno mismo. En cuanto al aspecto práctico de este relevo debemos empezar de nuevo por el análisis del Ritual. En la introducción del Ritual para el Grado de Aprendiz, se nos señala que «se levantan templos a la virtud y se cavan calabozos para los vicios»; que todos debemos «aportar fuerza y unión»; que todos debemos tener como actividad logial «vencer las pasiones y someter mi voluntad y hacer nuevos progresos en la Masonería», y que debemos entender por Masonería «el estudio de las ciencias, la práctica de las virtudes y el rechazo de los vicios». En segundo lugar, en nuestras Constituciones se contemplan como actividades que integran el concepto de la Masonería la filantropía, una actividad progresiva, la investigación de la verdad, el estudio y la práctica de la moral y de la solidaridad, el trabajo por el mejoramiento espiritual y material de la humanidad y el perfeccionamiento individual y social. Se nos dice también que la Masonería se apoya en la tolerancia mutua, en el respeto a los demás y de sí mismo y en la libertad de conciencia. Es su divisa: libertad, igualdad y fraternidad. Yo sé muy bien que cualquier masón tiene un conocimiento de estos dos textos que acabamos de sintetizar (el Ritual y las Constituciones de nuestra Augusta Orden). Mas no los he referido simplemente para recordarlos, sino que lo hice con otros fines muy diferentes. ¿Realmente conocemos el verdadero significado de todas y cada una de estas palabras? Probablemente aquí sucede que una misma y sola palabra tiene varios significados: uno para los que la dicen y otro para los que la tienen que sufrir, como por ejemplo, la palabra «tolerancia», lo mismo sucede con la palabra «democracia» y con la palabra «fraternidad». Otro caso: ¿cuál es el contenido interno y cómo deben expresarse en la práctica «huir del vicio y practicad la virtud»?, y también, ¿cómo debemos manifestar el «respeto a los demás y también a sí mismo»? Existe también otro tema muy delicado al que debería darse la importancia que realmente tiene, la palabra «libertad»: ¿El que yo sea libre quiere decir que ya por eso puedo imaginar y hacer «lo que yo quiera»? ¿El ser libre me autoriza para creer que es cierto que yo tengo «mi verdad» y que mi propia verdad es realmente válida? No seamos ingenuos al respecto. Solo quien hizo las diferentes partes de que está compuesto el universo, las armonizó y las ensambló, les dio unidad, las puso en dirección y movimiento y, finalmente, las orientó a sus leyes; es el único que sabe qué es lo que esta pasando aquí, cuál es el sentido de la vida de la creación y cuál es exactamente el papel que los humanos y nuestra razón debemos jugar en medio de todo esto. Personalmente, yo admito que la Masonería es una orden, que es una filosofía, que es una vocación, que es un arte, que es una convicción, y otras muchas y hermosas cosas, pero también debemos estar convencidos de que, ante todo, es un claro compromiso de acción. Dentro de la Logia debemos hablar, debemos pensar, debemos tener cada día más y más iniciativas y proyecciones, pero antes de todo están los compromisos que la misma Masonería establece por igual para todos. Ellos son el principio. Ellos son el comienzo y también el testimonio propio de que todos participamos y sin su cumplimento negamos
la propia existencia de la Masonería, y si la doctrina masónica no fluye en nuestra vida real para elevarla, la palabra Masonería es simplemente eso, una palabra, una ilusión y una utopía. Dicho esto, es necesario abordar un último aspecto: «lo que debe ser». Así finalmente llegamos a la pregunta de la que partíamos: ¿Para qué venimos a la Logia? Recordando todo lo dicho hasta aquí, tenemos que debemos acudir a la Logia para dos cosas: para estudiar y para cumplir honestamente con nuestros compromisos. Me parece que así es como realmente cumplimos con nuestra obligación de asistir a la Logia. Mas esto de «estudiar» y «cumplir con los compromisos» exige ciertas condiciones. Pero no seré yo quien hable de esto; sino que permítanme reproducir el texto del Q.·.H.·. Barbosa de la Torre, quien en su trabajo Visón y Revisión de la Masonería en el cual dice: Masones eruditos, hombres ilustrados que conocimos en los Talleres, están actualmente inafilidados. Otros, HH.·. muy entusiastas hace seis meses, no tienen hoy interés por asistir, ni siquiera a las grandes solemnidades. Concurrimos con frecuencia a los trabajos y vemos allí masones, que años tras años han estado asistiendo para repetir siempre lo mismo; hacer lo que todas las semanas, conformados con la rutina desesperante, como si no les preocupase lo diferente que está la vida allá fuera, en esto que llamamos el mundo profano. Rutina, rutina, rutina. Cada tenida lo mismo, cada semana igual; pero sin hacer mucho; porque todo andaría bien si estas fuesen, cuando menos, educativas o instructivas. Abrir la tenida, leer el trazado, pasar el saco que nunca trae una proposición, conceder la palabra, oír a un H.·. que excusa a otro que no vino, recoger unos centavos para los necesitados y clausurar, ocupa 90 minutos, durante los cuales no se ha hecho nada masónico. La gente se va. La próxima semana, de vuelta a lo mismo. Si algo diferente ocurre, es que hay un hermano visitador que se animó a venir. Así podemos estar años concurriendo a las Logias donde nada cambia. Algunas veces, no cambian ni siquiera las caras de los dignatarios. Mientras tanto los pueblo se agitan en mil problemas que reclaman inmediata atención. Se ve en la calle, como la vida cambia. Surgen nuevas asociaciones, con otras miras, otros objetivos, otros dirigentes. Hace mucho que la Masonería fue una organización importante. Aquellos tiempos parecen haber pasado para no volver. Ahora no se ve, como antes, a los masones gobernando o educando al país. Hace tiempo la Masonería era en Europa y América una asociación poderosa que protagonizaba el proceso de transformación política, educativa y económica. Nuestra hipótesis de trabajo nos lleva a pensar que no es la Masonería donde está la causa de malestar, sino en la defectuosa formación masónica de sus miembros y sobre todo, en la deficiente preparación de los dirigentes que no saben cómo conducir los trabajos en una era de cambio.
¿PARA QUÉ DEBE SERVIR LA MASONERÍA? El último relevo en este periplo por el Grado de Aprendiz es intentar responder a una pregunta final: ¿para qué sirve la Masonería? Mas antes de comenzar la exposición me encuentro con una dificultad, pues como ustedes QQ.·.HH.·., a medida que se profundiza y estudia la historia de nuestra querida Orden, os iréis enterando de que se ha usado con múltiples fines a lo largo del tiempo: religiosos, políticos, culturales, económicos, científicos o filantrópicos. Y ahora cabe preguntarnos: ¿cuál de estos fines debemos analizar? Hasta ahora, ninguno: porque no está bien planteada la interrogante. La pregunta propia es: ¿para qué debe servir la Masonería? Para intentar responder a esta pregunta es necesario apoyarse detenidamente, de nuevo, en el Ritual, intentado ofrecer un conocimiento apropiado de lo que significa ser masón y cuáles son, por tanto, los compromisos masónicos que debemos adquirir. No solo existe lo que vemos. La intuición científica humana señala que el universo es «infinito» y en ese saco inmenso del infinito no solo cabe lo que hoy conocemos, sino todo lo que la ciencia nos pueda ir descubriendo. Pero hay algo que no cabe ahí dentro de ese saco de realidades, sino que está fuera, y tiene que estar fuera porque es una realidad de otro orden, de otro nivel el cual exige precisamente que no se la considere como algo que se pueda ver, que se la pueda comparar como algo igual a todo lo que observamos, a todo lo que podemos suponer y a todo lo que podamos identificar por sus características individuales. Es decir, se trata de un «algo» que está escondido a nuestra manera de ver, de analizar y de interpretar. Este algo es exactamente el autor y fabricante de todo cuanto existe. Es el autor del universo, el que hizo que existiera cuanto hay. Las religiones lo llaman Dios, en el mundo esotérico lo denominan Gran Espíritu, la filosofía lo considera la Gran Causa y en la Masonería lo designamos como el G.·.A.·.D.·.U.·., el Gran Arquitecto del Universo; con ello estamos aclarando a los demás, que los masones no sabemos qué cosa es Dios, pero sí sabemos que es lo que hace: hace aparecer el universo. Si ya sabemos que existe el Ser Supremo, porque es el único posible autor del universo, ya no nos puede ser indiferente nuestra relación para con él. La referencia de Creador a criatura nos relaciona y esto debe hacernos reflexionar sobre cómo debe ser esta situación paterno-filial. Justamente esta relación de filiación frente al Ser Superior, es el comienzo de la masonería. Y esta es la base de lo que resta de disertación sobre el Grado de Aprendiz en el cual abordaré sucesivamente qué es la Masonería, de qué modo interfiere la Masonería en la vida de cada uno y qué se deduce de esta relación. A lo largo de nuestra vida de masones oiremos cualquier cantidad de definiciones al respecto. Unas salidas del continuo trabajo de reflexión y otras que se ubican en la emoción que embarga al masón, que está en contacto con un mundo de realidades transcendentales. Unas definiciones aparecen con más fundamento que otras, pero todas son viables. Mas, nosotros nos regiremos por nuestro libro sagrado, nuestros rituales, y es allí donde podemos leer la primera definición que nos atañe: «¿Qué entendéis por Masonería? El estudio de las ciencias y la práctica de las virtudes». Conseguir una definición más breve y más clara, es algo imposible. Dos elementos (estudio y virtud) nos aparecen para rellenar y ocupar la vida del masón, porque estas dos palabras señalan el ritmo de la vida masónica. El estudio nos hace comprender y querer el suelo que pisamos y lo infinito que tiene el universo; y la virtud se apoya precisamente en ese conocimiento para responder a esa grandeza con un esfuerzo de la voluntad tan significativo y grande, que le permita merecer eso mismo que conocemos. El planteamiento masónico, por lo tanto, queda así: estudio, admiración, virtud. Es decir, la palabra clave es «admiración» porque en admiración tiene que terminar el estudio y la misma admiración tiene que ser la razón que nos motive a la consecución y al ejercicio de la virtud. El estudio del masón no está orientado a conocer y a opinar sobre lo que dicen los libros; eso es un estudio universitario; el estudio masónico va más allá, mucho más allá, porque debe llevarnos a descubrir lo infinito del universo; infinito que no puede quedar reducido a lo deslumbrante y maravilloso, sino que por el contrario, debe provocar y agotar toda la capacidad de admiración y de sorpresa que uno siente en su interior; finalmente esta admiración debe convertirse en faro de luz desde la cual se ilumine toda nuestra vida.
Sí, estudio y virtud. La alternativa del uno es la otra. Y cuando el masón entre estos dos polos, su vida de simples ciudadanos es limpia, porque su camino ya no tiene espejismos ni posibles tentaciones; esa vida es libre porque uno siempre siente la necesidad de buscar lo mejor; y es una vida feliz porque uno se lanza a buscar su propio camino con la garantía y seguridad del verdadero éxito. De la práctica de este binomio «estudio y trabajo» nacen las dos mejores cualidades que pueden definir adornar a todo masón: «ser libre y de buenas costumbres». Mas esto no es tan fácil de conseguir. Detrás de cada paso que queramos dar. Hay tres grandes obstáculos que debemos superar: el fanatismo, la superstición y la ignorancia, tres situaciones que nos hacen difícil avanzar por el camino que debe seguir el masón, y que pueden desanimarnos en el proyecto de seguir la Luz. Es el momento de pedir ayuda y, según el mismo ritual, debemos recordar aquellas palabras de la Biblia: «Pedid y se os dará; buscad y encontrareis, llamad y os abrirán». Como podemos ver, la Masonería tiene por base la razón y de allí su carácter eminentemente universal, por eso es madre de la historia y consejera de todos los pueblos. Su mensaje es el más digno y su proyecto el más asombroso. Nos corresponde a cada uno de nosotros hacerlo posible y real. Llegados a este punto, y abordado lo que es la Masonería, debemos enfrentarnos al segundo objetivo fijado, el análisis de la interacción entre vida humana y pensamiento masónico. Quién ya entró a formar parte de la Orden Masónica, con la recepción del grado de Aprendiz, su vida pasó a ser un acto consciente y serio, pues tiene un compromiso de juramento, dando cabida en su estructura a ciertas inspiraciones de contenido masónico; por eso el ritual de este primer grado señala, al respecto, algunas actividades en las que se combinan elementos de ambos lados, es decir, de inspiración masónica y de esfuerzo humano. Veamos, pues, algunas de ellas: En primer lugar, el ritual señala expresamente que el sabio que se hace admitir en una sociedad misteriosa, adquiera en ella una instrucción que no poseía, y el hombre menos apto recibe, para aprender, constantemente fecundos principios de luz. A cambio de este aprendizaje se le exige al nuevo masón que aporte salud, fuerza y unión. Pero, ¿qué significado tienen estas palabras? La respuesta es muy sencilla: el mismo que en nuestra vida profana, pues la Logia o taller de trabajo del que se forma parte está constituido por los QQ.·.HH.·. que llegaron antes al mismo, pero que de todos modos necesitan de la colaboración del nuevo masón para todas y cada una de las actividades que allí se van a realizar y de las que todos, veteranos y neófitos, son parte. En segundo lugar, se convida a vencer las pasiones y a someter la voluntad por una actitud consecuente que nos exige el estudio y la virtud; pero como la ignorancia es perjudicial para la felicidad de los hombres, es precisamente por lo que al masón se le ha dado la luz necesaria para que pueda superar sus deficiencias, ya que la luz es el emblema de todas las virtudes y el símbolo del mismo G.·.A.·.D.·.U.·.. Ahora bien, como esta tarea es tan difícil y tan ardua, la Masonería nos facilita y nos invita a usar estos instrumentos, cuya garantía está respaldada por los siglos que la masonería tiene de actividad. Estos instrumentos son: En primer lugar, la invitación a estudiar y a reflexionar sobre el significado de la escuadra, nivel y perpendicular. En segundo lugar, la oportunidad de la cámara de reflexión, donde pudimos quedarnos a solas de una manera brutal y sincera para hacer un alto en el camino de la vida y así poder aprender a reflexionar sobre esto que llamamos «vivir», actividad que se debe repetir tantas veces como sintamos que nos es necesaria. En tercer lugar, el recuerdo permanente de la ignorancia perjudicial como manera de estar prevenido para no descansar en la lucha contra los hábitos que pueden ir aflojándonos ante la tarea que tenemos por delante: la búsqueda de la perfección. Por último, la reflexión a que nos conduce y la luz que nos da el segundo precepto masónico, al que siempre he considerado como «la Regla de Oro de la Masonería», que nos pide combatir las pasiones que deshonran al hombre y le hacen infeliz, en practicar las virtudes mas dulces y bienhechoras, en socorrer a nuestros hermanos, en prevenir sus necesidades, aliviar sus penas y asistirles con nuestros consejos y nuestras luces, de manera que lo que es una rara cualidad en un profano, para el masón sea únicamente el cumplimento de un deber. Cada ocasión de ser útil que no sea aprovechada, es una infidelidad que se comete, cada socorro que se rehúsa a un hermano, es un perjurio. Si la dulce y
consoladora amistad tiene su culto en nuestros Templos, no es tanto por ser un nombre sentimiento como por ser un deber. La orientación a conseguir las diferentes clases de virtudes, como consecuencia de haber luchado contra las situaciones difíciles que se nos presentan, por eso, nos dice el ritual, que virtud es el esfuerzo que domina las pasiones y que ser virtuoso es ser feliz; y a continuación añade una profunda reflexión cuando afirma: «Una voz interior le indica al ser humano que las fuerzas del alma le han sido dadas para emplearlas en el servicio del bien. La práctica conforme a este sentimiento, es lo que indica la palabra virtud». A modo de sinopsis, debemos recordar que virtud es para nosotros la superación de la vida profana para elevarla a un plano espiritual. Además, la lucha abierta y por todo el frente contra cualquier vicio es también virtud. Por lo tanto la virtud, ante todo, exige sacrificio y esfuerzo. Una ver establecidas las pautas de interacción entre la vida y el pensamiento masónico, ya solo nos resta responder a una última pregunta: ¿Qué se consigue viviendo conforme a los principios masónicos? En este sentido, el ritual nos señala también las respuestas adecuadas, permitiéndonos encauzar nuestros camino y evitando así que ni busquemos ni nos detengamos en lo que realmente «no es». La primera respuesta del ritual no dice: «Porque estaba en tinieblas y deseaba conocer la luz». Frente a las tinieblas está la luz. Frente a un vivir cotidiano y monótono, donde las mismas tareas son repetidas día tras día, la actitud de la virtud rompe con la rutina y nos brinda un nuevo «estilo de vida», que nos permite hacer que cada nuevo día sea distinto del anterior, ya que cada día debe ser mejor que el anterior. La Masonería, pues, es «un estilo de vida», que es más o menos avanzado según el trabajo espiritual de cana uno y que se hace patente en la forma de comportarse cada día y en cada uno de sus momentos, de los cuales el resto de los QQ.·.HH.·. son testigos. Recibir la luz nos permite, por lo tanto, distinguir entre una vida normal, como la que cualquier hombre ha tenido hasta el momento de su iniciación, y una vida nueva orientada a las conquistas de la virtud. La segunda respuesta dice: «Para ser un hombre libre, amante de su patria, fiel a las leyes y amigo de los hombres cuando son virtuosos». Hemos de tener presente pues el hecho de que «somos miembros de una asociación en la que tenemos HH.·. y amigos que encontrarán la felicidad en la nuestra, nos consolarán en nuestras penas y estarán armados para defender nuestra vida y nuestro honor». Muchas ideas quedan por exponer, pero cualquier aprendiz tiene una vida por delante para poder ir completando, año tras año, este esbozo. Iniciar su estudio personal y mantenerlo sin prisas, pero sin vacilaciones. Trabajo que se hace con estudio a la par de la virtud, pues sin estudio no puede haber virtud y virtud sin estudio es difícil saber que pueda existir. La vida del masón es íntima, va por dentro, sus análisis y consecuencias son en función del verdadero masón, que enfrenta la vida con responsabilidad y termina siendo un hombre optimista porque conoce el sentido de la vida y sus circunstancias; es útil porque ya sabe de antemano qué es lo que tiene que hacer y cómo hacerlo; es cariñoso porque se esfuerza en ser el mejor ser humano para todos; y también es feliz, porque la felicidad es realmente un premio a una vida honesta. En definitiva: la masonería sirve para planificar un vida honestas, ayudar al prójimo y conseguir el encuentro con el G.·.A.·.D.·.U.·.. De este modo quiero acabar este capítulo dedicado al primero de los grados simbólicos del R.·.E.·.A.·.A.·. con esta cita: ¡Oh! G.·.A.·.D.·.U.·., dignaos proteger a los obreros de paz que nos hallamos aquí reunidos: enardeced nuestros corazones con el amor a la virtud, dadnos sabiduría para escoger el verdadero camino que debemos seguir y fuerza para no apartarnos de él. Y en cuanto a este nuevo Aspirante, sostenedle con vuestro brazo tutelar en las pruebas de la vida y prestadle vuestro valioso auxilio soberano para que incorporándose este a nosotros, sea útil a la humanidad y digno del respeto y aprecio sociales. Que así sea.
2º Grado
compañero
Muchas preguntas podemos hacernos: ¿Por qué las estrellas que brillan allá arriba en el cielo durante la noche no se caen? ¿Quién las hizo y las puso allí en el lejano espacio sin fin? Pasan los años y los milenios, pasan las diferentes razas y civilizaciones y nos cuentan sus análisis e impresiones; y parece también que pasan eternidades y el mundo sigue ahí desafiando la curiosidad y la ciencia humanas porque los humanos de hoy, igual que los del primer día del mundo, seguimos esperando una respuesta que pueda explicar por qué existe lo que existe y por qué no existe la nada. Dos filósofos, del primer período de la filosofía griega, se plantearon este problema y lo solucionaron a media. El primero se llamó Parménides y dijo que «el ser es el ser», fijando de este modo el concepto de identidad y de permanencia, ya que este no contempla la posibilidad del cambio. El segundo fue Heráclito que definió el universo, justo al revés que Parménides, con su famosa frase «Πάντα ῥε ῖ « ( panta rei), que quiere decir «todo fluye», «todo pasa», «todo cambia». Es decir, las cosas se definen por el movimiento. Es precisamente en el pensamiento de Parménides donde se apoya la inspiración del Grado de Aprendiz, y en el pensamiento de Heráclito se ubica el mensaje del Grado de Compañero. Por eso ambos (Aprendiz y Compañero —Primer y Segundo Grado del Rito Escoces Antiguo y Aceptado—) representan las dos caras de una misma moneda. La luz que recibimos en el primer grado nos ayuda a descubrir un hacedor, al que nosotros llamamos G.·.A.·.D.·.U.·., que hizo el universo y le puso leyes, y estas leyes son las que constituyen la moral que tenemos que cumplir, con condición, para poder ser testigos durante la eternidad de la presencia de la majestad del Gran Arquitecto. Ahora bien, sentirme que soy un ser vivo y que la vida es un algo que va pasando y que no se detiene nunca, ni para bien, ni para mal; darme cuenta de que somos capaces de manipular nuestra vida según nuestra voluntad; y que esto, al final de nuestra vida puede ser motivo de premio o de castigo en el Oriente Eterno, nos hace concluir que la vida no es algo ya fabricado, algo ya hecho y cerrado, sino que, por el contrario, es un movimiento que, según la doctrina masónica, debe estar orientado a encontrar la perfección. Y encontrar la perfección es consecuencia de una orientación que dirige nuestros pasos para llegar al final. Por eso el esfuerzo de cambio —para pasar del hombre vicioso al hombre virtuoso—, el de disponernos a la perfección (dejando de ser profano para llegar a ser perfecto) es el objetivo del Grado de Compañero, del «grado de movimiento», razón por la cual se convierte en un mensaje muy interesante. El texto del ritual de Segundo Grado presenta cuatro partes muy breves y sencillas: En la primera parte, o introducción, se trata de las condiciones que debe tener el aspirante para recibir el Grado de Compañero. Estas condiciones son: El ser aprendiz, es decir, estar bien preparado en la teoría y en la practica de este grado. Que el Maestro esté contento con el aprendiz. Que se considere al aprendiz apto para ser «promovido al grado de Compañero». Que tenga un informe favorable sobre su conducta y el amor al trabajo. En resumen, es necesario haber tratado de aumentar vuestros conocimientos y de haber contribuido a la prosperidad de la Orden, respetándose a sí mismo, amando a los Hermanos y al Gran Arquitecto del Universo. Y todo esto tiene que suceder por que la masonería es una lazo para todos los hombres, cualesquiera que sean sus razas, patrias o religiones. Ella une lo que las preocupaciones sociales, el orgullo y el fanatismo dividen. Comprobado el cumplimento de estas condiciones, el ritual penetra en una segunda parte que corresponde con un proceso de pedagogía racional. En ella se establece una metáfora, en la cual se indican las actividades correspondientes a este grado. En términos clásicos es lo que se llama la Ascética, o los esfuerzos que hay que hacer para ser digno de llegar al Gran Arquitecto del Universo Esta metáfora contiene cinco viajes, determinados por cinco instrumentos que son las herramientas necesarias para poder construir nuestro templo interior. El primer paro es tratar de volar hacia el Ser Supremo, pero es evidente que esto es muy difícil de
conseguir porque nuestro corazón está lleno de malos hábitos y malos sentimientos. Le toca entonces al compañero usar el mazo (la voluntad) y el cincel (la inteligencia) para ir despegando de nuestro interior las ansiedades y quereres de los gustos y vicios que nos separan del G.·.A.·.D.·.U.·., y no dejan espacio para él. Es decir, se trata de tomar una decisión consistente en dejar de vivir conforme a los criterios profanos y comenzar a vivir conforma a los criterios de una vida espiritual. El segundo paso corresponde a cómo debemos caminar por la senda correcta, puesto que ya que no se puede avanzar si tenemos vicios, ¿cómo tenemos entonces que hacer para progresar? La respuesta está en el significado de la regla que representa los principios masónicos. Aquí se trata de mostrar una voluntad de cambio. El tercer paso consiste en elegir, entonces, los materiales que nos hacen falta para construir nuestro templo interior y esto lo conseguimos con el compás en el cual se encuentran los tres puntos necesarios para el análisis. Un punto está fijo, y representa al compañero; el segundo punto es la parte superior del compás donde se unen las dos barras que lo forman y que representa al Gran Arquitecto del Universo; y, el tercero de los puntos busca a lo que tiene que llegar el compañero, pasando a través del G.·.A.·.D.·.U.·. para llegar a su objetivo. El cumplimiento de esta condición es lo que determina si lo elegido sirve como material positivo; de lo contrario debe ser desechado y comenzar de nuevo la búsqueda. Esta alegoría representa un proceso de investigación y asimilación. Este proceso se trata concretamente del estudio. El cuarto paso está representado por la palanca que nos va a servir para que podamos recoger y elevar en la construcción con el material reunido en el tercer paso. La referencia es clara hacia el trabajo. El quinto y último instrumento es la escuadra, que nos va a indicar la rectitud y la perpendicularidad de lo que vamos construyendo en nuestro mundo interior, mostrándonos si sentimos por dentro la satisfacción del éxito de haber dejado las prácticas de la vida profana, y si sentimos la emoción y la alegría de vivir espiritualmente. Pienso que esta interpretación está de acuerdo con el ritual, porque en este se afirma: Al hombre no le basta obtener conocimientos para ser feliz, sino que le es indispensable que principios fijos de virtud y de honor le guíen, si ha de vivir bien… Por eso en el juramento propio de este grado el recipiendario prometer ser un buen compañero y para conseguirlo debe honrar y practicar la virtud, dedicarse a la ciencia, amar a los hermanos, defenderlos y socorrerlos. El recipiendario se ubica en la quinta grada del ascenso hacia el Oriente, lo que le permite divisar la estrella flamígera con la G en su interior, preñada de múltiples significados relacionados entre sí, para luego ocupar su puesto en la columna J, desde donde tomará conciencia de las tres grandes virtudes necesarias para conseguir el resultado positivo de los cinco pasos indicados por los cinco instrumentos señalados. Estas virtudes son: celo, trabajo y prudencia. Evidentemente, del ritual también surge una interpretación esotérica. Apoyándose en un ejercicio similar al del retejo, se le ayuda al recipiendario a que aprenda a reconocer e interpretar los siguientes signos: Su Logia abarca al Universo en todas sus dimensiones y profundidades. El enlosado mosaico simboliza la unión de los hermanos a través de la virtud. El cordón enlazado significa la cadena de unión que formamos todos los QQ.·.HH.·. y la fuerza maravillosa que todos unidos podemos llegar a desarrollar. Y finalmente, la Estrella Flamígera, que como la única verdad, alumbra a todo el Universo. Ahora bien, el conocimiento de lo que es una logia, con la interpretación de los ornamentos y de sus seis alhajas, se fundamenta y apoya en dos columnas que son: la sabiduría y la fuerza, las cuales simbolizan dos actitudes reciprocas que representan las dos caras de una misma moneda, que es la moneda del compromiso de que quiere buscar al G.·.A.·.D.·.U.·.. Tengamos en cuenta lo que antes llamábamos instrumentos, y que ahora reciben el nombre de joyas. Estas joyas son seis: tres móviles (escuadra, nivel y perpendicular) y tres inmóviles (piedra bruta, piedra cúbica y plancha de trazar). Con el conocimiento y la aplicación a la vida de cada una de estas seis joyas, el compañero también llega a superar su condición de profano y comienza también a encontrar el sendero de la vida espiritual. Así, para rematar, vamos a analizar la última de las partes, donde se establecen las consecuencias de
este estudio. La Masonería, por su moral sublime, sirve para purificar nuestras costumbre y hacernos útiles para la sociedad y el estado. Sus leyes son perseguir el crimen y honrar la virtud. El masón debe evitar la envidia, la calumnia y la destemplanza; pero por otro lado, el masón debe observar el silencio, la prudencia, la caridad y debe socorrer a sus HH.·. aunque fuera en lo más remoto del globo. Respecto del Compañero, en logia tiene como misión dirigir y vigilar a los aprendices, siendo auxiliar de los maestros. Debe dedicarse con fervor al estudio y a la práctica de su arte, pasando de la práctica a la teoría, y todo ello debe ser para él estímulo, ánimo y esperanza. Como conclusión me gustaría señalar que el día en que un Q.·.H.·. Compañero no fije su atención en el compromiso de seguir avanzando, que pierda sus herramientas u olvide su uso apropiado; el día que sienta que no tiene más que hacer y carezca de razones para seguir motivándose hacia la proyección del crecimiento espiritual; ese día carecerá de futuro, le faltarán incentivos para vivir masónicamente y solo podrá vegetar en un presente sin esperanzas. Por el contrario, el Q.·.H.·. Compañero que tiene claro que la vida es un proceso de preparación; que su final está en una meta más allá de la existencia profana; que reconoce que la virtud es el mayor ideal posible; que está claro que la práctica y hábito de acciones viciosas lo único que hacen es sacarlo del camino del bien; que su esfuerzo es la medida de la vivencia masónica interior; y que el premio de una vida espiritual es el G.·.A.·.D.·.U.·. con su proyección de amor; este Q.·.H.·. Compañero acertó realmente con la orientación de sus pasos y con la interpretación del sentido de la vida.
3er Grado
MAESTRO
Todos los grados que componen el Rito Escocés Antiguo y Aceptado tienen una importancia indiscutible; pero tratándose del Grado 3º, llegamos a su máximo nivel de valoración, pues el mismo ritual lo señala como el más importante de todos los grados de la Masonería, designándolo como el sublime grado de Maestro, como todos sabemos y también recordamos. ¿Por qué se concede tanta importancia a este grado? El ritual no lo señala expresamente, a no ser que tácitamente se le quiera conceder una trascendencia muy grande a la muerte de Hiram. Pero sí es cierto que se quiere radicalizar y fundamentar la masonería en dicha muerte, aunque, hoy, y cada vez con más frecuencia, la bibliografía más actualizada lo va reduciendo a una simple leyenda. La verdad es que este tema de la muerte de Hiram, si ha de considerarse como un hecho histórico, se convierte en algo espinoso y delicado de tratar, pues su verdad está dependiendo de la orientación con la que se enfoquen las investigaciones; pero si se presentó tal muerte como una leyenda o una narración piadosa, tiene sentido ya que en casi todas las culturas aparece un personaje mítico que redime a su pueblo apareciéndose en su historia en un momento determinado y preciso, enseñándole desde conocimientos más elementales, hasta, en muchas ocasiones, teniendo que pagar con su muerte la eficacia de su enseñanza. Pero este planteamiento, sobre si fue o no real la muerte de Hiram, exige por sí mismo un trabajo muy especializado al respecto que queda fuera del contexto ritualístico que aquí nos ocupa. Yo, por mi parte, dejo este tema aquí para abordar el análisis del ritual de tercer grado. Este ritual es muy sencillo. Consta de tres partes muy elementales, y perfectamente señaladas en el texto. En la primera se plantea la orientación para bien interpretar el grado; en la segunda se hace la narración sobre las circunstancias que acompañaron la muerte de Hiram y los vicios que la motivaron; y en la tercera de las partes se sacan, como conclusiones, las características y virtudes que deben identificar a un Maestro Masón. Ante todo hay que hacer resaltar el sentido fúnebre y lúgubre que rodea este grado. Esto se pone de manifiesto cuando se recalca con deliberado interés: «Este lúgubre recinto… clamores impíos… la sangre del inocente… la señales de consternación y de dolos pintadas en nuestros semblantes; el luto que nos rodea, los tristes restos encerrados en este féretro… el asesinato cometido… que no seáis vos del número de estos malvados…». No cabe duda de que aquí el ritual nos quiere dar una gran lección: la del sentido de la vida. Considera la vida semejante a un grano de maíz, que si no se siembra no crece, y que para poder fructificar necesita ser regado. El mejor riego es la propia sangre. La metáfora es grande y profunda, y la lección es sublime. La llamada al sacrificio está clara. El segundo tema que se plantea es el objeto de este grado. Este planteamiento se desarrolla de tres maneras: En primer lugar señala el texto que es para «…recobrar la palabra de Maestro que se ha perdido…» y cuya solución aparece casi al final cuanto que en el catecismo se nos dice que «…los maestros… convinieron entre sí que la primera palabra que se pronunciara cuando se encontrase, les serviría en adelante para conocerse. Lo mismo fue del signo y del toque.» En segundo lugar se señala expresamente que el objeto de esta tenida es admitir a los trabajos de la Cámara del Medio a un Compañero. En tercer y último lugar está «el deseo de instrucción». El siguiente paso que se señala en el ritual es el modo en que se ha de recibir este sublime grado. Y la respuesta es sencilla: «pasando de la escuadra al compás»; ahora bien, como el ritual señala más adelante que «la escuadra y el compás son los símbolos de la sabiduría y de la justicia», aparece, así, una nueva referencia a la vida indicando de una forma explícita y categórica que el Maestro Masón debe poner su vida al servicio de la justicia. Y es aquí donde exactamente se encuentra el alma, el corazón y lo grande del mensaje de este grado, que se considera el más excelso de todo el ritual. Su grandiosidad no está solamente en la sublimidad de un ideal, sino en la profundidad de un compromiso. Me atrevo a señalar que la muerte propia sufrida por Hiram, por guardar un secreto, da el paso para exigir al Maestro Masón que su propia vida esté en función de una lealtad con la sociedad en la que vive y para la que tiene que ejercer su Magisterio, por ser maestro, pues nadie se hace maestro para enseñarse a sí mismo. De la muerte voluntaria sufrida por Hiram, antes de escribir la palabra que tenía que guardar; del significado de que el compás significa la sabiduría; y del significado que tiene el magisterio de «ser en
función de los demás», aparece el sentido y el mensaje de este grado: el Maestro Masón debe poner su vida al servicio de la justicia, que es la esencia de la vida social y la única características que la hace evolutiva… y esto no es nada fácil. Finalmente, el grado es conferido con las palabra «…confiando en vuestras promesas… os construyo, recibo e instalo Maestro Masón regular del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y miembro activo de esta Respetable Logia». Recordemos que las promesas en las que confiamos son los compromisos que el recipiendario adquiere en el juramento de no revelar jamás a nadie los secretos del Maestro, Compañero Aprendiz; obedecer los mandatos de los superiores; cumplir las obligaciones del grado; observar constantemente los principios de la masonería; guardar los secretos de los HH.·.; no hacer ningún perjuicio a un hermano ni permitir que otro se lo haga. La segunda parte del texto, como ya hemos comentado, se centra en el asesinato de Hiram. Aquí el texto del ritual narra cómo tuvo lugar el luctuoso hecho mientras aprovecha para enumerar los vicios que dieron lugar a semejante monstruosa felonía, señalando un orden claro entre estos: Primero, el orgullo y la avaricia, que rompieron la armonía y celo que animaba a los trabajos. Después, la pretensión de usurpar por medio de la fuerza una preferencia. Por último, la mentira y la astucia que concluyen en el propio asesinato. La respuesta de Hiram al primero es muy completa y pedagógica, pues le hace referencia en primer lugar a su conciencia y en segundo lugar al modo honesto de conseguir lo buscado. Hiram le dijo: «… desgraciado… tú sabes que no te la puedo dar: trabaja para merecerla y la obtendrás…». Cómo debemos interpretar esta narración nos viene indicada de una forma nítida en el ritual. Este suceso lamentable es también una alegoría de los fenómenos de la naturaleza (vida y muerte; destrucción reproducción; luz y tinieblas). En las ceremonias lúgubres de la recepción se ve retratada la imagen de excesos a donde arrastra la lisonjera seducción del vicio. Finalizando con la petición de «dad, señor, toda la firmeza necesaria para que pueda combatir el orgullo, la a avaricia y la envidia». Con esto, además, el texto a continuación nos ofrece en forma muy pedagógica, dos recomendaciones muy necesarias para evitar caer en estos vicios cuyo final es, sin duda, desastroso: «la seguridad de encontrarse siempre entre la escuadra y el compás» y «someterse con buena voluntad a las decisiones de la mayoría». Finalizamos, por último, este análisis lineal del ritual de tercer grado con las características que debe reunir el Maestro Masón. Estas características quedan reflejadas en las siguientes consideraciones: Tomad esta espada símbolo del honor. Desde hoy tenéis el derecho de palabra, arma más peligrosa que la espada si no se emplea con cordura; haced uso de ella con madura meditación. La mansedumbre en palabras y obras es la mejor garantía de que un hombre puede llevar las insignias de Maestro. Os toca ahora enseñar y dar ejemplo de celo, de constancia y de fervor en los trabajos. Quien dice Maestro, dice un hombre más perfecto, más valeroso que los demás, más virtuoso que los demás. Que la prudencia, la rectitud y el valor presidan todos vuestros pasos y acciones. Respectad las leyes del país en que viváis, no ofendáis ni las opiniones ni las conciencias, y que la sabiduría y la razón sean vuestra únicas armas. Hablad, persuadid, hacer amar la verdad y la humanidad. Por último, debemos recordar siempre que «…si se perdiera uno de vuestros HH.·.… ¿dónde lo encontrarías?… Entre la escuadra y el compás, símbolos de la sabiduría y la justicia de los cuales jamás debe separarse ningún hermano».
¿CUÁL ES EL OBJETO DE GRADO DE MAESTRO Y CUÁL ES SU INTERPRETACIÓN? La interpretación de este grado debe hacerse con sumo cuidado, pues teniendo en cuenta el ritual propio vemos que allí se lee y se designa, como ya hemos dicho, como el sublime grado de maestro. Por supuesto que el trabajo a realizar se hace con estricta referencia al propio ritual y ahí encontramos las partes que voy a desarrollar: En la primera parte se trata de descubrir y señalar el objeto de este grado. El R.·.M.·. comienza con la pregunta: ¿Qué objeto nos reúne es esta cámara? A lo que el Prim.·.Vig.·. contesta: «Recobrar la palabra de maestro que se ha perdido». Esto motiva a que los Vigilantes salgan a buscar la palabra por sus respectivas columnas, la encuentran la hacen llegar al R.·.M.·., a lo que este vuelve a preguntar: «Ya que la palabra se ha encontrado, ¿qué nos resta por hacer? Esta pregunta es inmediatamente contestada por el Prim.·.Vig.·., señalando un segundo objetivo: «Trazar los planos que han de servir de modelo a los compañeros». Apenas más adelante el R.·.M.·. dice refiriéndose a todos los VV.·.HH.·. presentes: «Ya sabéis que el objeto de esta tenida es admitir a los trabajos de la Cámara del Medio al compañero NN», y el Prim.·.Vig.·. justifica esta ceremonia informando que «…es un Compañero que desea ser recibido Maestro pasando de la escuadra al compás, a cuyo intento lo conduce el R.·.H.·. Exp.·.». Por la anterior lectura nos damos cuenta de que en el texto del ritual se señalan tres objetivos distintos y bien distantes entre sí. A mi manera de ver, tenemos que en esta lectura no se trata de los tres objetivos en concreto, aunque los tres actos señalados como «objeto de tenida» tienen lugar y se realizan dentro del desarrollo del ritual. Pienso, por el contrario, que lo que se busca con esta señalación del triple objeto, y con una aparente contradicción señalada directa e intencionalmente por la manera de expresar la intención del ritual, es un estilo muy propio y característico de la Masonería, como es: velar las cosas de tal manera que viendo no se vea y oyendo no se oiga, cuando de cosas transcendentales se trata para la vigencia de la Augusta Orden. Algunas veces el estilo de la Masonería (como puede ser la velación u ocultamiento de texto que se quiere conservar en secreto) nos está indicando que hay algo grave y muy transcendente y que en este caso se relaciona directamente con el «objeto del grado del maestro». Algún acontecimiento hay que por sí mismo y desde sí mismo indica algo que realmente es sublime, como señaló el ritual en su comienzo, algo que los profanos no puedan encontrar tan fácilmente, algo que constituye una especie de secreto sumarial e intencional, pero que debe hacerse disimular para el desconocimiento total de los demás que no pertenezcan a este grado. Aún más, el objeto de este grado está tan bien escondido, que aparte de estar señalado un triple objetivo en un principio, para disimular, aparece toda una larga «Liturgia de Recepción» con las más diferentes e inquisidoras preguntas sobre el tercer grado y sobre el compañero aspirante, a quien se le acepta en el tercer grado, se le obliga al juramento y se le informa sobre lo que le espera si no cumple con lo que promete. Bien. Y después de esta amenaza patente y clara, sin una frase introductoria, sin nada que lo separe del texto anterior, sin dar aviso de que hay cambio de idea, sin hacer referencia alguna a ninguno de los presentes y sin usar la palabra «objeto» u «objetivo» o cualquier frase que anuncie el cambio de sentido, el R.·.M.·. lee, como si fuese parte y continuación del texto del castigo para el perjuro, una idea que aparece completamente nueva, sin conexión con nada de todo lo que hasta ahora se había expresado y, que señala, ahora sí, el objetivo propio de este tercer grado sin usar ni palabras propias de este hecho y sin pedirle al nuevo Maestro que se prepare y disponga espiritualmente para lo que va a oír, sino que, una vez realizados los nueve viajes, el Seg.·.V.·. dramáticamente le amenaza diciéndole «moriréis si no me dais la palabra sagrada de Maestro». Y sin más que decir, ni ninguna presentación, el R.·.M.·. sigue leyendo como si fuese parte del texto de la anterior amenaza: «Salomón, hijo de David, tan célebre por su profunda sabiduría, resolvió edificar el Templo proyectado por su padre…» y continúa entonces una larga lectura de casi dos páginas en las que el R.·.M.·. narra toda la historia concerniente a Hiram, hijo de Tiro y de una viuda de la tribu de Neptalí… haciendo un muy especial énfasis en la muerte de Hiram y en todas las circunstancias que la rodearon. A continuación el R.·.M.·. lee una sublime oración al
G.·.A.·.D.·.U.·. y ya prácticamente ha terminado el ritual. De esta manera «este suceso lamentable», su conocimiento y análisis se convierten en el objeto de este tercer grado. La sublimidad de la historia se convierte en lo sublime del grado; por eso, y no sin razón el mismo texto lo llama y considera «el más importante de todos los grados de la Masonería». Concretamente lo que aquí se quiere enseñar es algo relacionado con el tema de la muerte, lo más grave transcendente que nos va a suceder. Pero Hiram muere y no resucita. Aparentemente hemos fracasado, una lección que tiene su origen en el fracaso más rotundo, pues ni Hiram es coronado con éxito por la gran obra que ha emprendido, la de construir el mejor Templo en honor del Gran Arquitecto del Universo, ni Hiram tampoco resucita. Sin embargo, el ritual señala que, teniendo en cuenta la muerte de Hiram, el Maestro Masón debe combatir el orgullo, la avaricia y la envidia. Puede hacer uso ya de la palabra, pero con madura meditación y con mansedumbre. Señala también que el Maestro debe tener como cualidades: la sabiduría en sus costumbres, la fuerza en la unión con sus HH.·. y la belleza en su carácter. También indica que el Maestro debe tener como joyas: el Volumen de la Ley Sagrada que representa la verdad, el compás que significa la justicia, y el mallete que sirve para mantener el orden y nos indica que debemos ser dóciles a las lecciones de la sabiduría. Finalmente, el texto nos recalca, de nuevo, y con mayor énfasis si cabe, que la escuadra y el compás son los símbolos de la sabiduría y de la justicia, de los cuales ningún Maestro Masón debe jamás separarse. Como se puede observar, esto no parece concordar y, más aún, parece que nos encontramos con una contradicción: pues si no hay resurrección después de la muerte, ¿por qué tenemos que vivir practicando la virtud? Será necesario esperar al 4º Grado del R.·.E.·.A.·.A.·. donde encontraremos el comienzo de la solución, pues allí se no dirá por boca del Muy Sabio que «…la aparente destrucción de la materia que compone nuestro cuerpo, no arrastra la destrucción del pensamiento, sino que, por el contrario, este renace con mayor vigor para demostrarnos que de los miembros palpitantes de los mártires de la civilización humana se alza el espíritu de la redención que salvará a la humanidad». En este texto se solventa la aparente contradicción que queda planteada en el 3er Grado. El pensamiento renace mientras que la materia se destruye. Es decir, no todo muere con la muerte. Y también aparece la solución al mundo de la virtud, pues si ella nos acompaña en vida, debe ser nuestra garantía mas allá de la vida. La plenitud de la respuesta se hará esperar al 5º Grado cuando el Muy Sabio muestra una norma de vida que transciende más allá de la vida misma al señalar que «se dice siempre que los hombres busquen la verdad con inteligencia y buena fe, el espíritu del G.·.A.·.D.·.U.·. será con ellos…». Sin embargo, es evidente ya en el 3er Grado que la muerte de Hiram no es el final de la obra y que, una vez acabada, aun cuando los restos de Hiram se hallan ya bajo tierra, la perfección de los trabajos, fruto de los planos por él trazados perdurarán por los siglos de los siglos. En definitiva, el objeto del grado de maestro es la doctrina sobre la naturaleza del alma humana, donde la figura de Hiram y su muerte viene a convertirse en una prefiguración como la de Osiris o Prometeo en las mitologías egipcia o griega. Por último, señalar que un estudio profundo del grado de maestro obliga a relacionar los grados 3º, 4º y 5º del R.·.E.·.A.·.A.·..
EPÍLOGO Mauro Rodríguez Mourelo, 33º (Ourense, 1937-Vigo, 2006) atural de Ourense, cursó estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Conciliar de San Fernando de Ourense, abandonando su vocación de servicio religioso a falta de unas pocas semanas para ser ordenado como párroco. Es entonces cuando emprende su marcha hacia Venezuela, donde ejercerá como misionero en diferentes localidades al borde del Amazonas. En este país amerindio obtuvo el grado de Doctor en Filosofía, pasando desde entonces a ejercer la docencia en la Facultad de C.C. de la Educación de la Universidad de Carabobo donde, entre otras, impartió la asignatura de Filosofía de las Religiones. Durante su vida académica obtuvo dos doctorados más. Es iniciado masón en la R.·.L.·.S.·. Estrella de Guacara nº 190 de la regular Gran Logia de la República de Venezuela en el año 1995, adquiriendo el grado de M.·.M.·. dos años después en la R.·.L.·.S.·. Sol de Aragua nº 96, en el Or.·. de Maracay. Fue miembro activo del Soberano Capítulo Rosa Cruz Candor nº 26, Sob.·.Cap.·.R.·.C.·. Joaquín Crespo nº 91 y del Ilustrísimo Consejo Kadosh Joaquín Crespo nº 36, llegando a alcanzar el grado 33º del R.·.E.·.A.·. A.·.. Así mismo, fue fundador del Triángulo Itzam Na Kauil, masón del Real Arco en el Capítulo Santiago Mariño nº 6 (VV.·. de Maracay), miembro del Capítulo Páez nº 2 (VV.·. de Valencia) y autor de la célebre obra Respuestas al Curso Básico de Aprendiz Masón de la Gran Logia de la República de Venezuela. En el año 2005 regresa a Galicia aquejado de una grave enfermedad, lo que no le impidió continuar con su magisterio masónico hasta el final de sus días en las RR.·.LL.·.SS.·. Atlántica nº84 (Or.·. de Vigo) y Curros Enríquez nº 114 (Or.·. de Santiago de Compostela) en el seno de la Gran Logia de España, así como en la Logia de Perfección Caballeros de la Fraternidad Galaica nº 414, en los VV.·. de A Coruña. H.·. Javier Quintas Ferreño M.·.M.·.
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