ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
BILINGÜE
TOMO XVI LA COMISIÓN D E DICHA PONTIFICIA U N I V E R S I D A D E N C A R G A D A D E LA INMEDIATA REDACIÓN CON LA B. A. C , E S T Á I N T E G R A D A E N E L A N O 1958 POR LOS S E Ñ O R E S S I G U I E N T E S :
La
Ciudad EDICIÓN
FR.
PRESIDENTE :
PREPARADA
de
Dios
POR El, PADRK
(OSE MORAN,
O . S. A.
Exorno, y Rvdmo. Sr. Dr. Fr. FRANCISCO BARBADO VIEJO, O. P., Obispo de Salamanca y Gran CancUler de la Pontificia Universidad. VICEPRESIDENTE f limo. Sr. Dr. LORENZO TURRADO, Rector Magnífico. VOCALES : R.
P.
Dr.
Fr.
AGAPITO
SOBRADILLO,
O. F . M. C , Decano de la Facultad de Teología; M. I. Sr. Dr. LAMBERTO DE ECHEVERRÍA, Decano de la Facultad de Derecho; M. I. Sr. Dr. BERNARDO RIN-
CÓN, Decano de la Facultad de Filosofía; R. P. Dr. José JIMÉNEZ, C M. ,F., Decano de la Facultad de Humanidades Clásicas; R. P. Dr. Fr. ALBERTO COLUNGA, O. P., Catedrático de Sagrada Escritura; reverendo P. Dr. BERNARDINO LLORCA, S. I., Catedrático de
Historia Eclesiástica. SECRETARIO
:M. I. Sr. Dr. Luis
SALA BALUST,
LA EDITORIAL ; . ' . v í ' ( ) L l Q , S. A. MADRID . MCMLV11I
Profesor.
APARTADO
466
BIBLIOTECA
DE
AUTORES
MADRID . MCMLVIII
CRISTIANOS
Í N D I C E Nihil Imprimí
obstat:
potcst:
lmpihnatnr:
G E N E R A L
Dr. Vicente Serrano, Censor.
Fr. Crescencio Fernández, Provincial.
• •
t José María, Ob. aux. y V i c gen.^ Madrid, 15 abril 1958. INTRODUCCIÓN
GENERAL Págs.
. I. II. III. IV. V. . VI.
Estructura interna de la «Ciudad de Dios» La «Ciudad de Dios», apología de la religión La «Ciudad d e Dios», enciclopedia de la cultura antigua. La «Ciudad de Dios», hermenéutica de la historia La «Ciudad de Dios» y las (¡Confesiones» La «Ciudad de Dios» y sus ediciones ,
AUTOCRÍTICA
3 13 24 34 45 $3 56
LA CIUDAD
DE
DIOS
LIBROS :
I. II. III. IV. V. VI. VII. VIII. IX. X. XI. XII. XIII. XIV. XV.
E n defensa de la religión cristiana Notas al libro I Los dioses y la degradación de Roma Notas al libro II Los dioses y los males físicos en Roma Notas al libro I I I La grandeza de Roma como don divino Notas al libro IV El hado y la Providencia Notas al libro V La teología mítica, según Varrón Notas al libro VI La teología civil y sus dioses Notas al libro V I I Teología natural y filosofía Notas al libro VIII Cristo, Mediador Notas al libro I X El culto del verdadero Dios Notas al libro X Origen de las dos ciudades Notas al libro X I Los ángeles y la creación del hombre Notas al libro X I I La muerte como pena del pecado Notas al libro X I I I E l pecado y las pasiones Notas al libro X I V Las dos ciudades en la tierra Notas al libro X V
De Noé a los profetas Notas al libro X V I XVII. De los profetas a Cristo Notas al libro X V I I XV111. Paralelismo entre las dos ciudades Notas al libro X V I I I XIX. Fines de las dos ciudades Notas al libro X I X XX. El juicio final Notas al libro X X X X I . El infierno, fin de la ciudad terrena Notas al libro X X I X X I I . El cielo, fin de la Ciudad de Dios Notas al libro X X I I
Ediciones y traducciones E . HOFEMANN : Sancti Aurelii Augustini episcopi «De ci-Jitate Dei» libri XXII, en «Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum», vol.40 (Viena 1898-1900). B. DOMBART-A. KALB : Sancti Aurelii Augustini episcopi «De civitate Den libri XXII, ex recensione, B. Dombart quartum recognóvii A. Kalb, 2 vols. (B. G. Teubner, Leipzig) : I, I.1-13 (1928) X X X I V + 599 pp. ; I I , 1.14-22 (1929) X X I + 635 p p . Bibliotheca scriptorum graecorum et romanorum Teubneriana 1104-1105. De esta misma edición hay tres recensiones anteriores, todas ellas en Leipzig, 1863, 1877 y 1905-1908. Refundición de la presente, como aseguran los editores, es la que citamos a continuación. Sancti Aurelii Augustini «.De civitate Dei-» libri I-X, Corpus Christianorum, Series latina, XLVII, Aurelii Augustini Opera, pars XIV, 1. Typographi Brepols editores pontificii, Turuholci, MCMI/V, ad fidem quartae editionis Teubnerianae quam a. MCMXXVIII-MCMXXIX curaverunt Bernardus DOMBART et Alfonsus KALB, paucis emendatis, mutatis, additis. \t. RIBKR-J. BASTARDAS : San Agustín, la «Ciud-ad de Dios-» I.1-2, traducción de Ivorenzo Riber, de la Real Academia Española, texto revisado por Juan Bastardas, profesor de la Universidad de Barcelona, vol.i. Ediciones «Alma Mater», Barcelona 1953, lyXXVI + 123 p p . G. GARCÍA DEL CASTILLO : San Agustín, la «.Ciudad de Dios». Se trata de una versión hecha, tras encargo d e la reina doña María de Aragón, por Gómez , y dedicada a la misma señora, esposa de D. Juan I I , el año 1434. Está incompleta e n dos códices de E l Escorial; el primero, «A. 8. 222», contiene los libros VIII-XVII, y el segundo, <¡A. 9. 149», va desde el libro X V I I I al X X I I . A. DE ROYS Y ROZAS : La «Ciudad de Dios», del glorioso doctor de la Iglesia San Agustín, obispo hiponense, en veynte y dos libros. Contiene los principios y progresos desta Ciudad, con una defetu sa de la religión christiana contra los errores y calumnias de los gentiles. Traducidos del latín en romance por —, natural de la villa de Vergara. Madrid 1614, 783 p p . Esta misma traducción se tornó a imprimir en Amberes, 1676, por el impresor Jerónimo Verdussen, 582 p p . Y últimamente h a sido reeditada en Valencia, 1871, tres tomos : I, l.i-io ; I I , l.n-17 ; I I I , 1.18-22. J.-C. DÍAZ DE BEYRAL Y BERMÚDEZ : La «.Ciudad de Dios-», del
gran
Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín, dividida en veinte y dos libros, traducidos del latín al castellano por el doctor D. — , del gremio y claustro de la Real Universidad de Huesca, opositor a sus cátedras de Leyes y Cánones, individuo del Estado de 1 Ante la imposibilidad de dar una bibliografía completa, nos reducimos a citar los trabajos, a nuestro juicio, más interesantes sobre el tema que no» ocupa. Para un conocimiento más detallado de esos estudios remitimos al lector a la obra del P. Eulogio Nebreda Bibliographia Augustiniana seu operum collectío auae diví Augustini vitam et doctrinam Quadantenus expotiunt (Typ. Pol. «Cuore di Maria», Romae 1928) y al estudio del P. Juan-Manuel del Estal Historiografía de la «Ciudad de Dios». Pe 1928 a 1954, publicado en «La Ciudad de Dios», vol. 167 (i<)54), núm. extr.. t.a pp.647-774. . . . .
VIII
BIBLIOGRAFÍA
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Augustine,
-. •••*The City of Goda, books I-VII, VIII-XVI, X V I I - X X I I . Traslated . by D. B. Zema and G. G. Walsh, G. Monaham a n d D. J . Honan, with an introduction by E . Gilson, e n 1950, 1952 y 1954, respectivamente. C.-L PERL : Aurelius AugusUnus, «Der Gottesstaata, in deutscher : . Sprache, 3 vols. (Salzburg 1951-1953). M. PATOPRSTY : Sv. Aurelius Augustin. Bozi stát, I svazok. St. Dian. J. Kovác-Trnava, Spolok sv. Vojtecha, 1948. Tenemos noticia d e la aparición del primer volumen, pero desconocemos qué libros comprende (J. M. del Estal). Sven. LIDMAN : Aurelius AugusUnus, Om Gudsstaten 5. a ed. (1944). •Iva primera edición tuvo lugar e n 1921. G.'RlESCO : San Agustín, la. «Ciudad de Diosa, traducción dirigida por el P . G. (Buenos Aires 1947). Estudios generales sobre la "Ciudad d e ¡Dios" Th. WALLEIS seu VALENSIS : In decem primos libros et XXII «De civitate Deia, S. Áugustini expositio. Ms. del año 1396, conservado en la Biblioteca Angélica d e Roma (1163, S.4,32). P. DE RUBEIS : Commentaria in «Civitatem Deia. I/. VIVES : D. Aurelii Augusiini Hipponensis episcopi «De civitate Deia, libri XXII, commentariis illustrati, 2 vols. (Lugduni 1570). L. COQUAEUS : D. Aurelii Áugustini, Hipponensis Episcopi, «De civi. tate Deia, libri XXII, cuín commentariis novis et perpetuis R. P. F. • (iParisiis 1613). H. SCHOLZ : Glaube und Unglaube in der Weltgeschichte. Ein Kommentar zu Augustins «De civitate Deia (Leipzig 1911). J.
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«City
of
Goda :
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IX
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X
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U1BU0GRAEIA
XII
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I N T R O D U C C I Ó N
G E N E R A L
/.
ESTRUCTURA
INTERNA
UN TRISTE
DE «LA CIUDAD
DE
DIOS»
PRESENTIMIENTO
Agustín dejó Cartago con nostalgia. Buscaba el hilo de Ariadna para salir de su laberinto—laberinto del corazón y de la inteligencia—. Dios tejía y destejía, y su divina Providencia iba insinuando las veredas dé aquel regio camino que conducía a la ciudad eterna {Confess. V 8,14-15). Roma fué un sueño y ahora podía ser una realidad. Agustín se hurtó dolosamente a su madre—la madre de las lágrimas—y se dio a la vela. «Sopló el viento, hinchó nuestras velas y desapareció de nuestra vista la playa, en la que mi madre, a la mañana siguiente, enloquecía de dolor, llenando de quejas y gemidos tus oídos, que no los atendían, antes bien me dejabas correr tras mis pasiones para dar fin a mis concupiscencias y castigar en ella con el justo a/ote del dolor su deseo carnal» (ibid.). Aguslín había anillado ya a Roma. Roma, llena de luces, contemplaba atónita aquella estrella que anhelaba brillar en su corona. Agustín paseaba por sus calles con la frente engallada, su porte grácil y ligero y, con todo, asombrado. La Roma de los Césares asilaba ahora a un fugitivo. Los móviles que le guiaron hacia la gran ciudad son conocidos. El propio Agustín los expresa en estos términos: «Porque mi determinación de ir a Roma no fué por ganar más ni alcanzar mayor gloria, como me prometían los amigos que me aconsejaban tal cosa—aunque también estas cosas pesaban en mi ánimo entonces—, sino la causa máxima y casi única era haber oído que los jóvenes de Roma eran más sosegados en las clases merced a la rigurosa disciplina a que estaban sujetos, y según la cual no les era lícito entrar a menudo y turbulentamente en las aulas de los maestros que no eran los suyos, ni siquiera entrar en ellas sin su permiso...» (ibid.). Pero, lo sabemos, Agustín huía de su patria acosado por su conciencia; huía porque la huida, como él dirá, es el camino que el corazón encuentra en medio de sus angustias (ibid., IV 7-12). La realidad fué muy otra de lo que el soñador se imaginaba. En Roma había disciplina, pero faltaba nobleza (ibid., V 12,22). Este hecho fué el leit motiv de su lamentación sobre la Urbe, como lo hicieran en otros días Cristo y Jeremías sobre la in-
fi
INTRODUCCIÓN GENERAL
ESTRUCTURA INTERNA DE I,A «CIUDAD DE DIOS»
grata Jerusalén. Roma caería, porque su nobleza—la de los romanos—era simplemente cultura. A Agustín no se le ocultaba que la nobleza de los ciudadanos mantiene en pie la república, porque civitas in civíbus est, non in parietibus (De urbis excidio 6,6). Y que ser noble no es ser gregario ni del montón. En la nobleza hay una realidad muy honda, Es la victoria de las sociedades. Franqueza, unión, nobleza, caballerosidad, todo, menos simulación. En Roma se vivía de la tradición, pero, en teoría, la vivencia de esa tradición estaba desterrada. Disciplina, sí; salario, no. Y los estudiantes—r-los revolucionarios de las capitales—sabían aprovechar las revueltas. Agustín se resistía a creer, pero había de sucumbir ante la palmariedad de los hechos (Confess. V 12,22). Su Roma—la Roma soñada—se había derrumbado. Roma era morada de todas las sectas. Allí se ocultaban los maniqueos (ibid., V 10,19), allí se profesaban mil y mil filosofías, entre ellas la académica (ibid.). Era un hervidero y un enjambre. Agustín, con visión certera, se dio cuenta de la trascendencia de estos hechos. Esta ciudad le brindará tema abundante para esta otra. La experiencia viva brota siempre en el momento preciso.
La teoría de los dos amores como móviles de las potencias humanas es ya tema trillado en los escritos del Doctor de la Gracia \ Y éste es precisamente el tema central de la obra. Sin querer ser más agustinistas que Agustín, diremos que el saqueo y asolamiento de Roma no fué más que una circunstancia histórica que providencialmente halló un intérprete. Creo bien fundado que esta coyuntura fué una estratagema de la Providencia para dar al mundo una obra del estilo de ésta. San Agustín, amigo siempre de buscar la Providencia como rectora de todo, hasta de «la alita del ave y de la florecilla de la hierba» (De civ. Dei V 11), no podía considerar su magnum et arduum opus (ibid., I pref.) como hechura de un acaso, sino como creación providencial. Y así fué. San Agustín coloca su obra a los pies de la Providencia, y toda ella es eso, un cántico a la Providencia.
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LA OCASIÓN, LA PROVIDENCIA
Se ha exagerado, quizá más de lo justo, la influencia, o mejor, él empuje del saqueo de Roma por Alarico como ocasión, como causa de la obra maestra de Agustín, la Ciudad de Dios. Es y ha sido un tópico para todos los historiadores y expositores '. Cierto que ha dado pie para ello el capítulo 43 del libro II de las Retractaciones, donde expone Agustín el tiempo de la composición de su obra. Pero se ha olvidado la doctrina general del Hiponense. Es pretensión ambiciosa querer buscar un motivo ajeno a la mente de Agustín. Una pregunta surge al instante: ¿Sin el saqueo de Roma se hubiera escrito la Ciudad de Dios? No creemos acertada la brusca afirmación de P a p i n i : «Quizá —dice—esos libros jamás hubiesen sido escritos sin las malévolas hazañas de Alarico» '. Me atrevería a decir que esta obra, si no sistemática, sí esquemáticamente, estaba escrita antes de escribirse. Tal vez los diez primeros libros, la apología de la religión, a que haremos luego referencia, no hubieran visto la luz pública de no haber sucedido ese hecho providencial. 1 La opinión está muy extendida. Sería largo referir todos los autores y el lugar en que lo afirman. Pueden verse, por vía de ejemplo, 2 Riber, Papini, Butti, Gilson, Rauschen, Poujulat, etc. GIOVANNI PAPINI, San Agustín, trad. de M. A. Ramos de Zárraga, 6.a ed. (Madrid 1950) p.165.
« D E URBIS EXCIDIO», O LA MAQUETA DE LA «CIUDAD DE D I O S »
El lamento de Roma se oyó en Hipona. El mundo civilizado tembló un instante ante el grito desgarrador de la dominadora de pueblos. Alarico, con su hueste aguerrida, había sembrado el terror en las almas. También en Hipona el humilde Obispo escuchaba las zahirientes palabras lanzadas contra la religión cristiana. Agustín seguía al detalle el gran aconteciinicnio. Día Iras día, cuando la ocasión se presentaba, subía a la cátedra sagrada para alentar a los afligidos y deshacer las angustias. De todas partes se oían estos gritos. Dicunl de Christo nostro—dice Agustín con un acento de melancolía—quod ipse Romam perdiderit (Serm. 105,12). Se queja Agustín desde el pulpito. Quizá las lágrimas corrieron más de una vez por sus mejillas. Ahí veis, dicen, que perece Roma en los tiempos cristianos (Serm. 81,9). El Obispo en quien no había «fibra córnea»-^-como él mismo dirá en carta a Darío (Epist. 231,2)—no podía permanecer inactivo ante esta invectiva de los paganos. Ya otras veces había salido al paso a tales objeciones. «Muchos paganos nos objetan: ¿Para qué vino Cristo y qué provecho ha traído al género humano? ¿Acaso desde que vino Cristo no van las cosas de mal en peor que antes de venir El? Antes de su venida eran los hombres más felices que ahora... Han caído por tierra los teatros, los circos y los anfiteatros. Nada bueno ha traído Cristo; sólo calamidades ha traído Cristo. »Y comienzas a explicarles a los que así objetan los bienes que ha traído Cristo, y no entienden. Les declaras los frutos de ' Cf. A. LAURAS y H. RONDET, Le théme des deux cites dans Voeuvre de Saint Augustin: «Etudes Agustiniennes» (París 1953) p.97-160; también cf. A. LAURAS, Deux cites, Jérusalem et Babylone: «La Ciudad de Dios», núm. extr., I vol.167 p.117-152.
INTRODUCCIÓN GENtRAL
la predicación del Evangelio, y no saben lo que dices. No percibes los bienes de Cristo; eres un ciego» (En. in Ps. 136,9). Ahora asciende a la cátedra «abrumado del peso de una gran responsabilidad histórica» (Cabo). Pronuncia el sermón De urbis excidio, uno de los más patéticos y más emocionantes que han oído los siglos. En él se desborda el Agustín de la retórica y burbujea el Agustín del amor. Horrenda nobis nuntiata sunl—les dice a sus hiponenses—, strages facía, incendia, rapinae, inlerfecliones, excruciationes hominum. Verum est, multa audivimus, omnia gemuimus, saepe flevimus, vix consolati sumus; non abnuo, non negó multa nos audisse, multa in illa urbe esse commissa (ibid., 2,3). Fué tal la depresión que causó este acontecimiento en el Obispo, que determinó desarrollar este programa, ya trazado, en una obra. De urbis excidio es la Ciudad de Dios en pequeño; es, diríamos mejor, la maqueta de la Ciudad de Dios; es «un esbozo potente, colorido, dramático, de las respuestas de Agustín» \ En este célebre discurso se hallan en comprimidos las grandes ideas que se desarrollan a través de los 22 libros de la Ciudad de Dios. «En esta homilía De urbis excidio—escribe Lorenzo Riber—está en germen la Ciudad de Dios, como en el grano vigila y alienta el árbol en que se posarán y anidarán las aves del cielo» °. Los graves problemas que se abordan en esta famosísima homilía son los mismos que más tarde resonarán desde la tribuna de la Historia. Dios castiga con frecuencia á justos y a pecadores, a unos para probación y a otros para castigo; pero Dios siempre es justo. Recurre a las Escrituras. Analiza los ejemplos de Job, de Abrahán, de Daniel, de Noé. Hace otras mil y mil piruetas retóricas con argumentos piadosos y crudos en su mayor parte. Acude, por fin, al modelo, a Cristo, como recurso máximo del sufrimiento paciente. Quod passa est universa illa civitas, passus est. unus. Sed videte quis unus: Rex regum et Dominus dominantium, comprehensus, vinctus, flagellatus, contumeliis ómnibus agitatus, ligno suspensus et fixus, occisus. Appende cuín Christo Romam, appende cum Christo totam terram, appende cum Christo coelum et terram: nihil creatum cum Creatore pensatur, nulliim opus artifici comparatur (ibid., 8,9). Agustín lo concluye exhortando a la paciencia para conseguir la paz, la ornnium rerum tranquilinas ordinis (De civ. Dei XIX 13), el reposo de eternidad, donde descansaremos y contemplaremos; contemplaremos y amaremos; amaremos y alabaremos (ibid., XXII 30). '' AGOSTINO QUKIUOI.O, San Agustín (Madrid 1945) p.224. " h. RIBKK, ' Introducción a la traducción de la Ciudad de Dios I (Barcelona 1953) p.LII.
BSTUrCTURA INTERNA DE LA «CIUDAD DE DIO»»
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PLAN DE LA OBRA Y SU REALIZACIÓN
Es incomprensible que una obra como> esta de la Ciudad de Dios se realizara sin un plan predeterminado. ¿Sería suficiente para pensar esto las digresiones y el—en cierto modo— desorden? Éstos hechos son innegables. Pero esto no quiere decir que el plan no estuviera ya ideado; esto significaría que el plan queda por rellenar, en esqueleto, y que el recurso histórico vendría a cubrir las lagunas de la inteligencia. Agustín tenía un plan de la obra 6. Su preocupación incesante por ponerlo en evidencia nos autoriza para pensar en la raigambre espiritual que esta obra había adquirido en su ser más íntimo. Agustín resume este proyecto en las Retractationes (II c.43) : Esta gran obra, por fin, quedó terminada en 22 libros. De éstos, los cinco primeros son la refutación de los que consideran necesario el culto de muchos dioses para la prosperidad de las cosas humanas. Los otros cinco van contra... los que sostienen que el culto que ofrecen de por vida a muchos dioses después de la muerte les reportará provecho. Mas reducir la obra a la parte negativa no sería construcción. Los doce libros que siguen son una corroboración de las afirmaciones propias. Los cuatro primeros tratan de los orígenes de las dos ciudades. Los cuatro segundos tocan su proceso o desarrollo, y los cuatro restantes, que son los últimos, las contornean y encierran en sus límites. Sin embargo, Agustín advierte: «Donde hay necesidad, también en los diez primeros nos afirmamos en nuestra posición, y en los doce posteriores atacamos la contraria». Es cierto que este plan estaba reconstruido a posteriori, es decir, sobre la base ya escrita de la obra. Bastaría esto para asegurarnos en nuestra posición. Sin embargo, se hace notar a lo largo de los escritos de Agustín. Suponer que la obra fuera sistemática es imaginarse un absurdo, dado que esto queda fuera del margen de todo escrito con tendencia marcadamente histórica. Amén de que las preocupaciones y ocupaciones que embargaban el ánimo del Obispo durante los trece años que duró la composición eran asaz apremiantes para dirigir la mirada de su mente a este punto con exclusividad. Por otra parte, Agustín, siempre fiel y ordenado, no fué un rígido aferrado a las quaestiones y quaestiunculae. El proyecto recogido en las Retractationes lo expresa en la * P. DE LABRIOLLE, Histoire de la littérature latine chrétienne (París 1947) II p.615. Cf. también U. ALVAREZ DIEZ, La «Ciudad de Dios* y su arquitectura interna: «I
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