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LOS JUICIOS MEDIÁTIC OS Y SOCIALES SOBRE EL DESEO FEMENINO Y LA PUESTA EN MERCADO DE LA PASTILLA QUE ESTIMULARÍA ESE MISMO DESEO, ¿EN QUÉ QUEDAMOS?
TRAGATE ÉSTA
POR LUCIANA PEKER
–Esta noche no, querido. Me duele la cabeza –Pero abrí el botiquín y tomate un viagra. Yo ya me tome el mío y no puedo esperar.
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l diálogo puede esperar. Pero el deseo masculino no. En el peor de los casos, en octubre y en Estados Unidos, ya se podría escuchar la interpelación al botiquín sexual para activar mujeres dispuestas y, no suficientemente, estimuladas en la búsqueda de su propio deseo. El deber ser de una esposa ensanchó su banda de obligaciones. Ya no basta con hornear panes y criar hijos. La pastillita para varones más erectos que cautivadores tiene su pareja perfecta en una nueva pastillita rosa (los cliché, bien, gracias). El turno trasnoche impone –no invita– al compromiso sexual. Y si hay más cansancio que tentación, más aburrimiento que fantasía, más resquemor que pasión, nada mejor que abrir esa boquita, empinar el brazo, levantar los hombros, tragar agua, hacer un buche y solucionar la indisposición. “Mi marido venía a casa, muy cansado a las 10 de la noche, yo me iba a acostar, él venía, pim pum pan y me decía ‘ya está’. Dos minutos y así tuve cinco pibes. Nunca me preguntó si yo tenía ganas y mi mamá me decía que ni se me ocurriera decirle que me dolía la cabeza porque se iba a ir con otra”, contó Moni, en una reunión de Las Doñas, de Adrogué, relatada en Las/12, del 10 de julio del 2015. El deseo, en cambio, no es tragar el sexo pim pam pum ni una curita. Si los analgésicos dicen que las mujePAG.2
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res no pueden parar, los antigripales que una madre no tiene descanso ni días francos, los calmantes para la menstruación (rebautizados con el mote de agente potenciador) que la sangre no se note y que hay que ser fuerte y que ya no nos duele que nos critiquen por lloronas o por ocupar puestos altos está claro que las farmacias son expendedoras de blindaje. Ni hablar de los antidepresivos expedidos como si se tratara de bomboncitos para el copetín y en muchos casos indicados en exceso para tapar angustias, calmar crisis de parejas o que la violencia se aguante. ¿Pero ese traje de damas de hierro puede convocar, también, al deseo desnudo? “La estafa brutal de la cultura represora se compensa con psicofármacos y los modernos afrodisíacos. O sea: agua helada al deseo y luego maniobras de reanimación con alguna fogatita en forma de comprimidos”, radiografía el médico psiquiatra y psicoanalista Alfredo Gra nde. Por su parte, la psicóloga María Luisa Lerer y vicepresidenta de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual (Flasses) convoca a las mujeres: “Necesitamos caricias, ternura, tiempo, estímulos auditivos y táctiles que despierten nuestro deseo, no medicaciones. Es bueno que las mujeres sepamos que no sentir deseos sexuales no es una enfermedad que necesita de pastillas y que los mimos, caricias, tiempo y palabras pueden producir la magia que esperamos. Hay que estar alerta porque los laboratorios quieren ganar mucho dinero con el viagra femenino. No de jen su salu d en manos de profesionale s deshonestxs que trabajan para los labo-
ratorios y viajan por el mundo y asisten a los congresos pagados por los laboratorios que así les agradecen sus servicios”.
Seducción recetada Si algo te molesta, callate. Si estás triste, cambiá la cara. Si llorás mucho, secate con un pañuelo en polvo. Y si no te dan ganas de sexo también empolvate. De hecho, la nueva pastillita –se bautiza Addy–, con flibanserina, se ensayó como un antidepresivo. No resultó para el bajón. Y, en realidad, solo sería efectiva para el TDSH (la clasificación de problemitas es una especialidad de la psiquiatría buitre) o deseo sexual hipoactivo. La solución no es ni caricias, tiempo, descanso, vacaciones, besos, nuevos cuerpos para esos besos y caricias, porno, post porno, más previa al porno ni otros caminos sin atajos. La promesa es levantar la libido de un sorbo. La agencia de medicamentos de Estados Unidos (FDA) solo va a permitir que lo tomen mujeres con TDSH que no hayan llegado a la menopausia. Supuestamente no se puede tragar para mejorar el rendimiento sexual ni para solucionar desencuentros de pareja. Pero del dicho al hecho y de la letra chica al mercado clandestino hay poco trecho. Pero muchos (¡muchos!) efectos colaterales: mareos, somnolencia, fatiga, insomnio, sequedad en la boca, hipotensión y perdida de la conciencia. En realidad, hubo una campaña para su aprobación que incluyó tildar de machista a la FDA por demorar su
aprobación. En la nota “La pildorita rosa destiñe...”, publicada en Las 12, el 6 de febrero del 2015, la periodista Guadalupe Treibel señalaba: “ La International Society for the Study of Women’s Sexual Health, en sociedad con las farmacéuticas Sprout, Trimel y Palatin, lanzó dos astutas y concatenadas campañas online (Even The Score y Women Deserve) que busca n instalar variopinto repertorio: que señoras y señoritas están en desventaja porque los hombres tienen “24 drogas sexuales disponibles” (en realidad no pasan de seis, pero ¿quién está contando?), y ellas, cero. Pues, sendas maniobras (destinadas a alertar sobre la “disfunción sexual femenina” toda, un concepto de vaga definición que también incluye el trastorno orgásmico y el dolor génitopélvico), están teniendo tal eco que hoy muchos hablan de sexismo”. Muchas feministas salieron al cruce de la campaña embanderada de pro femenina de los laboratorios. Y, en Argentina, por suer te, no todas las parejas necesitan hacer trío con el botiquín en la cama. “Cuando era chica, escuchaba algunas conversaciones de mi mamá con sus amigas en las que hablaban de la obligación de tener sexo todas las noches con sus maridos, del no poder negarse después de un día agitado de rutina o simplemente no tener ganas y de las risas cómplices ante el invento del dolor de cabeza. Hablaban de los enojos de algunos hombres que luego las castigaban con no hablarles por un día (y hasta semanas) o que se tenían que tomar una aspirina para darse impulso a la última actividad del día. Con mis amigas ha-
La industria farmacéutica norteamericana lanza en octubre un supuesto Viagra femenino con más marketing que eficacia. Pero hace rodar el imaginario sobre las mujeres dispuestas a satisfacer la avidez masculina cuando son requeridas. La sexualidad y los gustos propios son dejados de lado para favorecer el mercado de los medicamentos y el negocio de las mujeres aplacadas y fogosas a medida. En Argentina, el fenómeno Esperanza mía muestra a una símil monja hot que da besos pero no encara, apura pero no acaba. El deseo femenino se enciende como un botón o se apaga si intimida a los varones, pero sigue siendo el motor más fuerte de las mujeres para no sólo luchar, sino gozar, con sus derechos. SEXUALIDAD
blamos de hombres más comprensivos, que respetan la falta de deseo de una noche o el cansancio y, muchas veces, son ellos los que están agotados. Existe el respeto mutuo de un deseo compartido”, relata la periodista Evangelina Díaz Denis.
Si hay deseo tragátelo La contradicción principal no es solo empujar a las mujeres intimadas a tener intimidad con las fórmulas que funcionaron alguna vez y que ya aburren, con toda la burocracia cotidiana apiñada sobre la cama o con el cuerpo pensado como mecanismo disponible y no dispuesto a emprender un viaje de seducción sin obligación. El punto G del flechazo contra el deseo es que las mujeres son demonizadas por no desear cuando el marido quiere tener sexo, pero también por desear sexo cuando ellas quieren, sin esperar a ser conquistadas, invitadas, cortejadas o aceptadas para tener sexo. En todas sus formas, parece, el deseo femenino todavía jode. En el caso del antigalán apodado “el gigoló” los medios se ensañaron con Adriana, la hermana de Flavio Mendoza, que denunció la estafa económica de Javier Bazterrica. En América le tiraron un manto de piedad “te agarró con la guarda baja” para comprender porque había aceptado esa relación. Y Baby Etchecopar le imputó en la cara “Si violaba a tu hija vos tenías la culpa”. La relación entre el deseo de una mujer y su complicidad con un delito sexual es una moneda cada vez más
grave y corriente. Y toda la tele repitió como un mantra de culpa: “¿Por qué lo metiste en tu casa?”. ¿Y por qué otra cosa va a ser que ganas de disfrutar y sí, también, de una rica vida sexual?: A los 15 se les exige a las chicas que derrochen sensualidad, pero se las condena si toman la iniciativa para una cita o se encaran a un pibe. A las de 30 que a los cinco días de parir la panza esté chata y entre mastitis y somnolencia estén dispuestas a atender como se debe (y por deber) y a las mayores de 40 que sean MILF o madres calientes a las que no se les note el batón de la maternidad desgastada por el tironeo con chicos adolescentes. Pero sí además de apetecibles quieren apetecer son condenadas por meter en su casa a alguien que las meta en la sintonía de su propio placer (y ya se sabe que a veces la búsqueda del placer conduce a situaciones de violencia) el punto es no condenar, a priori, a las mujeres por su sed.
Desesperanza mía El fenómeno de Esperanza mía hizo que los disfraces de monjas desplazaron a los de princesas (volvé Blancanieves, te perdonamos) entre canciones pegadi-
zas, el romance insinuado de Mariano Martínez (cura en la ficción) y Lali Espósito (falsa monja en la ficción y muy gauchita para el sexo según sus declaraciones de no ficción) y álbum de figuritas para niñas y púberes con traje de castración sexual pero ídola hiper sexy. Las chicas tienen que ser deseables, pero no desear. La colegiala ya no basta. Ahora las adolescentes hasta avanzan a los muchachitos que les gustan. Ya no son las que sucumben a dar el sí en el zaguán del reclamo de entrega masculina. Las símil monjas no imponen abstinencia masculina, pero coartan a las chicas de avanzada y de ganas tomar. Lo que tapa el traje es las ganas de tapar –por parte de muchos varones– ese deseo que los interpela y frente al que –con machismo, con inhibición, con educación o con miedo a fallar por presiones de tenerla más grande, más dura, más parada y saber más– muchísimas veces los acobarda o, directamente, les quita las ganas de una conquista en donde no tienen el lugar de iniciador. En 1796 el Marqués de Sade reflejaba los conventos como lugares en donde el roce femenino podía encontrar el goce –sin el ojo social sobre sus cuerpos y sus gustos– que no era permitido a través de la historia de Juliette y
Justine. Desde ese momento, el deseo femenino circuló en los conventos como refugio. Aunque Esperanza mía no saca del closet-confesionario la pasión lésbica sino que –parece– encapsula el deseo por cuenta propia de las chicas, aún cuando se trate de un amor –supuestamente– prohibido.
Santa y puta Carolina Justo von Lurzer, investigadora del Conicet, agudiza el horizonte del deseo: “¿Qué podemos desear las mujeres? O, incluso más bien, qué de lo que deseamos podemos mostrar, decir, exigir, pavonear frente al mundo. Pavonear el deseo propio como un modo de afirmarse en una misma y frente a otras y otros. También como una invitación, claro. Vení, acercate que me gustás, acercate que tengo un mundo de sensaciones que te quiero regalar. Ah, no. No, porqu e no somos nosotras las que estábamos destinadas a cabecear en la pista. ¡Puta! ¿Cómo se te ocurre?! Y no, claro, po rque si igual nos animamos a cabecear habría que rever la formulación... esto de regalarle un mundo de sensaciones a otro (y acá el uso del masculino es insidioso) parece que responde siempre y sin matiz a los espurios intereses del patriarcado y nos con>>>
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Putita golosa POR L.P.
–¿Sólo sexo? Llegar al cielo del cuerpo enmudecido. Gritar a pesar de las paredes de durlock y de los gritos vedados aún para lxs hijxs a los que las palabras monocordes les suenan a arameo. Gritar como un permiso que el placer arroga. Gritar como si la garganta no contuviera el verbo indescriptible de la piel rosa encaramándose al colorado. Gritar como si el ardor redescubriera el cuerpo endemoniado. Gritar a pesar de los porteros que custodian la sexualidad de una madre que de día acarrea mochilas y convida la torta de los cumpleaños. Gritar ante el silencio de desear en voz baja para que no se escuche, para que no se note, para que no se dé cuenta ni quién puede desear al cuerpo que desea. Gemir sin consonantes mientras en la radio Amalia Granata cuenta su sexualidad express de consoladores para usar entre los congestionamientos de autos. Sin que se note. Sin tragarla. Sin olores, ni suciedad, ni miradas dislocadas del cuerpo partido y perdido de su eje, ni gritos que retumban, ni transpiración arrancada de las axilas escépticas de tan asépticas que ya las narices no sucumben ante el cuerpo invitado como si la idea fuera cuerpos que se tocan sin tocarse. Hay gustos, elecciones y soledades bienvenidas. Pero la autonomía femenina encuentra, muchas veces, a veces, mil veces, el límite de su debilidad en el deseo. Al menos es el deseo (de nuevos trabajos, nuevas familias y nuevas luchas) el que invita a ir más lejos, a poder con más victorias de las que tuvieron en un día nuestras abuelas y de redoblar la apuesta para nuestras hijas. Y también es el deseo el que, a muchas, a mí muchas veces nos redobla la contradicción imperiosamente filosa. Ir para adelante como un huracán al que nada ni nadie detiene sin esperar la carroza, ni el carruaje con príncipe al volante, ni un zapato que nos calce perfecto, ni un beso que nos redima y cargar calabazas, niñxs y oficios por los hombros. Pero sí se desean dedos que lleguen a la propia espalda o que, más aguerrida y azarosamente, apenas acaricien las rodillas o soplen el cuerpo delineado que gusta entre sus rayas hacer algo más que dividirse. Que desvistan la piel y encuentren en la inhospitalidad presunta del brazo una piel nueva vestida de erizo en el lunar que los sexólogos no le ponen letra y que, sin embargo, delata la piel en la conjunción de un deseo de visita. Que huelan, que acaricien, que quiten los zapatos, que desabrochen los corpiños –que ya sabemos hacerlo solitas pero que la sexualidad es juego o es aburrida y el convite es a dejarse hacer lo que ya sabemos y redescubrir siempre el creciente ludo del cuerpo nuevo–, que dejen la ropa puesta, que sepan que arrodillarse es un regalo bendito que no inclina de por vida pero da gracia como cuando se toca el piso en el subibaja porque se sabe que es envión hacía un aire bendito, que festejen el hambre y que dejen lo mejor para el postre. Y que haya postre. Y, después, sobrecama, porque el sexo también se espera en el mejor abrazo, el más sabio, el que amortigua la subida infinita. “Pecho: putita golosa”, le colgó Rosario Central una bandera a Newell’s en su último clásico atrás de su arco. La metáfora lineal quería decirle al rival rojinegro –casualmente adoptado desde que nacieron mis hijos como el club al que prefiero festejar– que le gusta que le metan goles. No me dan urticaria las metáforas futboleras. Pero preferiría que no sean en contra del placer femenino y convocar a las tortas y al goce, al dulce de leche chorreante y a la manzana acaramelada apenas mordida. No creo que el deseo pueda ponerse en palanca de corrección pero sí que las palabras también provocan y son parte de un juego en donde el mejor camino es el encuentro. Y contra todos los mares que piden controlar el deseo propongo la irreverencia de apropiarse de la bandera rival y (no esquivo la pelota) plantó bandera. Soy putita golosa. Y, a veces, no me la banco.
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vierte en unas pobres víctimas de nuestro deseo que ya entonces ni siquiera es nuestro, es de eshos . Tampoco tirar la bombacha desde la platea, eh? Ojito. Que el deseo y el placer, de existir, más vale sea encauzado por carriles (y camas) apropiadas. Bueno, eso sí, pero tampoco taaaan encauzado porque si no lo manifestamos en absoluto nos volvemos unas mogigatas, unas frígidas, unas monjas. Oh, como Lali... mirala vos. Esperanza mía, una monjita que se las trae y pone en escena esas dos posiciones históricamente habilitadas para nosotras: la santa y la puta (que además, por esos misterios tan poco misteriosos de las industrias culturales, ahora se come a Mariano Martínez y desarma una familia, ¡qué descarada! Así son las putas). Peor la pasan las románticas, que desean como locas alguien que las quiera y no va que se cruzan con un pseudo polista que les dice tres palabritas de amor y zas, pierden la cabeza, la casa y los ahorros. ¿No ves? Eso por andar con el deseo medio disperso en lugar de haberse conseguido un buen marido que las ate a los veintipico a la pata de la mesa de la cocina. No te olvides de las lesb...nono es que yo de esas cosas raras no sé nada. Pero en cambio, se me ocurre ¿y si mejor ponemos el deseo en la maternidad y nos dejamos de joder? Santas unas, putas otras... madres, todas. Será por eso que el derecho al aborto y el trabajo sexual nos producen mucho más escozor que los relucientes disfraces de monja que venden en la juguetería del barrio”.
Si hay deseo que sea el correcto “¿Qué sucede cuando las mujeres deseamos incorrecto?”, interpela Carolina Spataro, investigadora del Conicet y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA y apunta al lazo de las fans de las corbatas en el cuello. “¿Qué sucede cuando el deseo se dirige a un objeto/práctica/sujeto que no es calificado como progresista? ¿Qué sucede cuando Cincuenta sombras de Grey , la novela erótica de E. L. James, calificada en ciertos núcleos como reproductora de la subordinación de las mujeres, se convierte en un éxito mundial? ¿Las millones de mujeres que gozan en el mundo con su lectura acaso son por ello cómplices del patriarcado? Tal vez no, tal vez los procesos de generización no se dan en un solo sentido, es decir: la configuración de feminidades no ocurre sólo como emancipación o subordinación. El vínculo con la cultura de masas habilita otros procesos más allá de la reproducción de la cultura sexista o su denuncia; procesos que las mujeres experimentan como placer, interrogación, juegos identitarios, procesamientos de emociones y sentidos de emancipación. Aunque, claro, no en los términos que ciertos discursos de lo políticamente correcto instauran como legítimos. Tal vez, y sólo tal vez, el placer no tiene por qué experimentarse en esos términos”.
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La fiscal en su laberinto JUSTICIA Los
antecedentes de Carolina Carballido Calatayud (foto), la funcionaria que ahora interviene en el femicidio de Claudia Schaefer, titular de una fiscalía especializada en violencia de género que hasta ahora nunca acusó a nadie por esa figura aunque sí criminalizó a otras víctimas. POR MARTA DILLON
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a mujer entra con su celular en la mano. Es joven pero lleva el cansancio acumulado bajo los ojos, como si estuvieran apoyados sobre un pozo de aguas oscuras en el que podrían nadar tanto el miedo como las noches en vela rumiando hartazgo. No le han quitado la determinación. Va hacia la mesa de entradas de la fiscalía de Delitos Conexos con la Violencia de Género de Pilar. Las empleadas de la unidad fiscal que dirige Carolina Carballido Calatayud la reconocen enseguida, la llaman por el nombre de pila, se alegran de verla. –¿Dónde anduviste? Te estuvimos buscando desde el viernes. –A él no le resulta difícil encontrarme, mirá –dice la mujer y muestra la pantalla de su teléfono: una atrás de la otra, las amenazas de un tipo que no parece tener miedo de que queden por escrito. –Mirá vos –dice la empleada leyendo de reojo–, nosotras te buscábamos porque la doctora se reunió con tu denunciado y él tuvo muy buena actitud, se comprometió a parar la mano, te queríamos dar la buena noticia... ¡Qué pena! –¿Podés tomar la denuncia de las amenazas, por favor? –la bronca se suma a eso que se agita en el pozo negro ba jo sus ojos. –Sí, claro –la empleada se acoda sobre el mostrador, revisa otra vez la pantalla, después levanta los ojos hacia su interlocutora y devuelve el celular. –Acá enfrente hay una casa de fotocopias donde te pueden bajar los mensajitos, los imprimís y me traes la hoja así te lo puedo sumar al expediente. La mujer se queja, pregunta si no pueden tomarle una foto directamente a la pantalla, o copiar lo que dice ahí frente a testigos, lo que sea que no signifique una nueva gestión para ella. No tiene suerte; si la víctima quiere aportar pruebas, la prueba de por qué tiene miedo, del por qué de sus ojeras, de por qué el viaje hasta la oficina pública un lunes a la mañana después de un fin de semana de pesadilla cuando debería estar trabajando o en cualquier otro lado, si quiere hacerlo tendrá que ser por escrito y con las formalidades del caso, le tendrá que costar, siempre un poco más. Más de lo que le costó a “su denunciado” convencer a la doctora de su buena voluntad para frenar la violencia. Sofía Carabelos y Laurana Malacalza miran la escena desde un banco de madera. Están ahí mientras esperan que la titular de la fiscalía, Carballido Calatayud, las reciba en tanto integrantes del Observatorio de Violencia de Género de la Provincia de Buenos Aires que depende de la Defensoría del Pueblo. No las sorprende, ni que se haya citado a un agresor como si fuera un chico de primaria a la dirección de la escuela ni que se carguen sobre la víctima los trámites que hacen a su causa. De hecho María Belén Morán, también asesinada en Pilar, en la jurisdicción de Carballido, tenía la orden de restricción en su cartera cuando la mataron, ese escudo de papel que las mismas víctimas tienen que presentar en las comisarías P E
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para que tenga algún efecto, con el riesgo que implica toparse aunque sea de casualidad con sus a gresores cuando están en ese trámite. Carabelos y Malacalza saben que es moneda corriente, aun cuando ésta es una fiscalía supuestamente especializada en violencia de género y deberían saber cómo funciona, cómo se repiten las tretas de los agresores, arrepentidos un rato, justificándose en sus frustraciones, el mucho trabajo o su falta, las ausencias de ellas, la pérdida de control que juran no sucederá más. A Fernando Farré, el hombre que degolló a su ex esposa mientras su madre y al menos dos abogados escuchaban los gritos del otro lado de la puerta del vestidor de un chalet de barrio cerrado, también le creyeron cuando dijo que lo preocupaba ser tildado de violento, que ya había entendido, aceptado la separación. Fue en otra fiscalía, es cierto, una de la Ciudad de Buenos Aires, donde le levantaron la medida de restricción que le impedía acercarse a Claudia Schaefer para que entre “las partes” de un divorcio conflictivo solucionaran la división de bienes. En eso estaban cuando la mató, en Pilar, bajo la jurisdicción de la agitada fiscalía de Carolina Carballido Calatayud. “Es un caso muy conmovedor”, fue lo primero que se le escuchó decir a la fiscal a los medios con los que ahora es receptiva, “vamos a pedir la pena máxima”, dijo también y habló de un homicidio doloso doblemente agravado. “Por el vínculo y por el contexto de violencia de género”. Suena bien, aunque no se sabe a qué se refiere Carballido con el “contexto” de violencia de género, eso no es un tipo legal y lo cierto es que los antecedentes no permiten creer que vaya a ir por ese camino. Según el relevamiento de las cifras de la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires que hizo el Observatorio de Violencia de Género, ni en 2013 ni en 2014 hubo una sola causa elevada a juicio en la que se haya aplicado el artículo 11 del Código Penal, que habla de Violencia de Género y no de “contexto”. “No hay registros oficiales de femicidios, pero si los hubiera, al ir a mirar esos números, habría que decir que en esos años en nuestra provincia no hubo ningún femicidio”, dice Malacalza. Pero ahora Carballido quiere hacer buena letra, trabajar bien, no adelantarse. Así lo repitió en los medios, con los que estuvo receptiva, “todavía no pasó una semana, no puedo decir exactamente qué sucedió, todas las hipótesis están abiertas”, se la escuchó por radio antes del cierre de esta nota y entre esas hipótesis se cuentan también las de la defensa que van desde buscar un atenuante por emoción violenta a la inimputabilidad lisa y llana de Farré. Llama la atención la prudencia de Carballido ahora ; cuando le tocó acusar a Celina Benítez, una joven migrante de 23, por abandono de persona después de que la pareja de ésta asesinara a golpes su hijita apenas necesitó 48 horas. El hecho sucedió el 10 de junio y el 12 ya estaba lista la acusación, la joven mamá detenida sin poder asistir al entierro de su hija, y el único dato que sostiene la hipótesis de la fiscal es el testimonio de una vecina que escuchó un llanto una semana antes al que Celina no habría respondido con celeridad, como tampoco acudió a
n Santa Fe piden que la atención de abortos legales –siempre que corra riesgo la salud (incluso la emocional), en casos de inviabilidad del embarazo o de violación– se realice a través de un protocolo de atención que sea aprobado por ley. La diputada provincial electa Silvia Augsburger, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, se reunió, el martes 25 de agosto, con legisladores/as provinciales para manifestar la importancia de una nueva norma. “En nuestra provincia si bien se han llevado adelante políticas para garantizar los derechos sexuales y reproductivos y el derecho al abor-
una guardia cuando vio una quemadura en el cuerpo de su hijita. “En cambio eligió otros caminos, como irse a trabajar”, dice Carballido en su escrito en el que nunca se menciona que Celina misma vivía amenazada, que era golpeada sistemáticamente, obligada a tener relaciones sexuales o, sin eufemismos, violada constantemente. Nada de eso figura en el escrito porque nadie se lo preguntó a Celina. Como nadie se lo preguntó a Yanina González, otra joven mamá que estuvo presa durante más de un año porque Carballido la acusó con la misma figura que a Celina y con la misma inconsistencia de pruebas; tanto es así que Yanina fue absuelta y la procuración decidió dejar sin efecto la apelación de la fiscal especializada en delitos conexos con la violencia de género en Pilar. Cuando a Carballido se le pregunta por el caso de Celina, contesta con las fotos forenses que se tomaron sobre el cuerpo de la pequeña Melina. “¿Qué quiere que haga con esto?”, le soltó a Malacalza como si la brutalidad del agresor justificara la detención de su otra víctima, la madre de la niña. Ahora las que se filtraron a la prensa fueron las fotos forenses de lo que se llama “el crimen del country”, Farré mirando a cámara, gesto dislocado, la sangre tiñéndolo todo y hasta la marca de un golpe que ella, la víctima, le habría dado. Un regalito extra para la estrategia de la defensa que quiere mostrar a un hombre dominado por sus pasiones. Mientras los medios las reproducían y se consultaban especialistas que explicaran la figura de la emoción violenta para justificar lo imposible, se filtraron las fotos del cuerpo de Schaefer. Una crueldad innecesaria que completa “el caso conmovedor”, este con el que Carballido parece querer maquillar su falta de perspectiva de género, tal vez usando por primera vez, ella que está en una fiscalía especializada, la figura de la violencia de género como agravante.
to legal vemos con preocupación las manifestaciones contrarias a las normas vigentes que se vienen sucediendo en distintos efectores. En los últimos meses asistimos a la obstaculización, por parte de algunos profesionales, para realizar esta práctica, concretamente, en dos casos recientes que ocurrieron en el Hospital Iturraspe, de la capital provincial y en el Hospital Provincial, de Rosario que fueron denunciados ante el Ministerio Público de la Acusación por el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem) y la Red de Socorristas de Rosario”, alertó Augsburger.
Los abortos legales están permitidos por el artículo 86 del Código Penal y fueron legitimados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en marzo del 2012, en el fallo F.A.L. Sin embargo, todavía hay obstáculos para que todas las mujeres puedan acceder a su derecho. Por eso, Augsburger propone la sanción de una ley provincial que respalde el protocolo de atención a las personas que soliciten un aborto y que se traten tanto un proyecto de la diputada Alicia Gutiérrez –sobre el marco de la objeción de conciencia– y otro de la diputada Mariana Robustelli que normativiza las recomendaciones del fallo F.A.L
Antiutopía
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esde adaptaciones para tevé, múltiples obras de Broadway, musicales, ballets, una ópera, versión japonesa en animé y cintas varias (en 1933, estelarizada por Katharine Hepburn; en 1949, con June Allyson y Elizabeth Taylor; en el ’94, con Winona Ryder a la cabeza), las Mujercitas de la escritora –sufragista, antiesclavista– Louisa May Alcott han tenido una travesía ajetreada desde que la novela de iniciación fuera publicada en 1868. Con Jo March, hermana favorita, a la cabeza, amén de un temperamento decidido, creativo, independiente, adelantado a su tiempo. De allí que no sea de extrañar que Sony Pictures haya motorizado una nueva (y promisoria) remake sobre Meg, Jo, Beth y Amy, con la canadiense Sarah Polley a cargo del guión, y el deseo imperante de que sea ella quien también dirija. Empero, no es este proyecto el que ha de jado temblando (de miedo, ¡terror!) a lxs aficionadxs al mensaje bonachón, de amor fraternal, contención y paciencia de la historia de mil amores. Oh, no: ha sido el anuncio de la cadena estadounidense The CW, especializada en series juveniles, sobre un programa en fase de desarrollo que –de ser aprobado– vería la luz el año próximo. Se trata de “una versión superestilizada y cruda que contará la historia de estas cuatro ‘medio hermanas’, unidas para sobrevi vir en las calles de una Filadelfia distópica mientras intentan resolver una conspiración que abarca más de lo que hubieran imaginado y tratan no matarse entre ellas
en el proceso”. Ajá... Little women distópicas. Medio hermanas. Peleonas. Filadelfia. Conspiración macabra... Del original, ¿quedará algo? Lo que a priori pareciera una propuesta irrisoria (ojo, lo es, pero ¿habría que darle el beneficio de la duda?) no puede sino explicarse por un momento actual donde la distopía –término cuyo primer uso documentado se atribuye al político, economista y filósofo inglés John Stuart Mill en 1868– continúa gozando de buena salud entre jóvenes y adolescentes, mal que les pese a quienes vaticinan un ocaso inmediato, el fin de una era estelarizada por el éxito de sagas literarias como la icónica Los juegos del hambre, Divergente, Maze Runner o la novela The Giver (todas correspondientemente adaptadas a formato fílmico), además de títulos como Delirium, de Lauren Oliver, la serie Matched, de Allyson Braithwaite Condie, The Uglies, de Scott Westerfeld, Dustlands de Moira Young o la trilogía Legend , de Marie Lu (todas prontas a ser fagocitadas por potenciales, posibles, presuntas adaptaciones cinematográficas). Por mencionar unas pocas olas de un tsunami en proceso, que también tiene réplicas en lo audiovisual, y entre adultxs. Porque, como bien anotó el medio The Guardian recientemente: “Estamos vi viendo la edad dorada de la distopía”. Y luego: “El mensaje en todos los casos es idéntico: hemos visto el futuro. Y luce muy mal”. Lo que, en términos de desarrollo narrativo, significa: contar el cuento de gobiernos totalitarios y abusivos,
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La versión menos pensada: Mujercitas , la clásica novela de Louisa May Alcott, podría ser adaptada como serie de tevé distópica, futurista y superestilizada.
POR GUADALUPE TREIBEL
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gestión estatal del odio y la violencia, degradación ambiental, cambios climáticos, avanzadísimas tecnologías de biopoder, inmersión de lo real en lo virtual, vigilancia estilo 1984, entre otros cables pelados del subgénero literario; léase, historias que transcurren en un mundo antiutópico, en sociedades hipotéticas indeseables. En fin, imaginaría pesadillesca de un futuro relativamente inmediato, que funciona en cierto sentido advirtiendo acerca del imperativo de moderar los horrores actuales para evitar aquel fin posible, en miras de un pasado mañana que sería mucho, mucho peor. Que, en este contexto, las hermanas (bueno, medio hermanas de considerar la propuesta de The CW) March acaso acaben vistiendo un look steampunk, dando patadas karateka y salvando al mundo de vaya-una-a-saber-qué-conspiración no sería, entonces, tan sorprendente. Menos aún, de considerarse la (otra) moda actual: las reversiones de los clásicos de la literatura, ambientados y narrados en la época actual, el día moderno. Una tendencia que, aunque con casos en tevé del tipo Sherlock (el detective, en la piel del estupendo Benedict Cumberbatch) o Sleepy Hollow , tiene su veta sorprendentemente exponencial en YouTube. Sí, sí, han sido las webseries las que –inspiradas y respetuosas del espíritu de su original, haciendo además buen uso de escasos recursos financieros– han dado la nota el último rato, con platea juvenil gustosa de embucharse sus múltiples producciones. Entre ellas, The Lizzie Bennet Diaries, la premiada, interactiva y actual reversión de Orgullo y pre juicio, de Jane Austen, en formato videoblog y desde la perspectiva de la querida heroína, versión 2.0. O Emma Approved, que refresca a la icónica chica Woodhouse de Emma (de nuevo, gracias Austen) como una brillante entrepreneur que dirige un negocio casamentero con su amigo de toda la vida, Alex Knightley. O Frankenstein, MD, sobre una estudiante de medicina (sí, ¡una mujer! ¡Victor es aquí Victoria!) que no cree en los límites morales o naturales de la ciencia y experimenta con dar vida a lo muerto. O Carmilla, propuesta vampírica lgbt que recupera la belleza gótica de la novela homónima de Sheridan Le Fanu de 1872. O The New Adventures of Peter and Wendy, sobre el niño que inauguró un síndrome con su negación total a crecer, amén de la pluma del escocés J. M. Barrie. O The March Family Letters sobre, ¡yeah! Mujercitas , donde las chicas envían videoscartas a su madrecita, actualizándola de las novedades que acaecen en su día a día (actual, en 2015, aunque con resonancia directa a la línea argumental original). En resumen: la intenton a de The CW, aún en proceso de aprobación, pareciera tomar dos modelos exitosos (distopía y reimaginación) para moldear un argumento del que poco se conoce aún, y que tiene a lxs agnósticxs en vela. Si el fuego cruzado de las dos tendencias logra –mágica, increíblemente– sincronizarse amablemente, sólo el tiempo lo dirá. El periplo, de momento, suena a misión imposible.
Bachelet defiende aborto no punible
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, presentó, en enero, un proyecto ante el Congreso para permitir el aborto legal frente a violaciones, riesgo de vida para la madre e inviabilidad fetal. Después de un gran embate conservador, finalmente, podría ser tratada en la Cámara de Diputados. La mandataria sostuvo que la iniciativa busca “preservar la dignidad de la mujer”. Además remarcó: “En Chile hay aborto. La gente que tiene buenos recursos lo hace en buenas condiciones y la gente que no tiene recursos lo hace en malas condiciones y con riesgo para la mujer. Lo que nosotros queremos es preservar la dignidad de la mujer y que tenga la capacidad de tomar una decisión. Es un tema sobre el que hay opiniones distintas y yo lo entiendo, pero lo que un Estado no puede hacer es imponer una mirada al conjunto de sus ciudadanos, un Estado lo que tiene que asegurar son opciones, y esto es lo que busca este proyecto”.
ESTADOS UNIDOS
Primera mujer trans en la Casa Blanca
Raffi Freedman-Gurspan es la primera mujer trans en trabajar en la Casa Blanca. En Estados Unidos no existe ley de identidad de género y la noticia llama la atención. Raffi nació en Honduras, pero fue adoptada y ahora es parte de la comunidad hispana, aunque no habla español. Creció en Massachusetts y tiene 28 años. Se convirtió en directora de alcance y reclutamiento para personal presidencial. Antes estudió en la Universidad de Boston y fue conse jera política del C entro Nacional pa ra la Igualdad Transgénero. La consejera de la Casa Blanca Valerie Jarret t aseguró que el n ombramiento “demuestra el compromiso de mejorar las vidas de los estadounidenses transgénero, especialmente las de color y los que viven en la pobreza”.
SUDÁFRICA
Pistorius sigue en la cárcel
Oscar Pistorius tenía previsto salir en libertad condicional después de pasar diez meses encerrado en la prisión Kgosi Mampuru II de Pretoria. Sin embargo, el Departamento de Justicia canceló la excarcelación. Pistorius asesinó de cuatro tiros a su novia Reeva Steenkampf el 14 de febrero del 2013. Fue condenado a cinco años de prisión por el crimen. Los familiares de Reeva y el Movimiento de Mujeres Progresistas de Sudáfrica criticaron la excarcelación y lograron dilatar la nueva vida del campeón olímpico en una lujosa mansión de su tío.
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FOTOS: ANDRÉS MANRIQUE
En llamas ESCENAS Un
experimento escénico que da cuenta del trabajo de toda una vida y que su autora, Marina Otero, no duda en calificar de “incendio performático” se condensa en Recordar 30 años para vivir 65 minutos . Una autobiografía que se narra a través de un cuerpo que baila y que también se arma para denunciar ese lugar común del abuso sutil pero persistente con el que vivimos las mujeres desde niñas.
POR LAURA ROSSO
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¿Cómo sería la escena donde se encuentra la esencia de la vida?” Esa pregunta, escrita con marcador negro en una hoja blanca, está colgada al lado de la puerta del departamento de Marina Otero. “Todavía no lo sé”, responde ella, bailarina, coreógrafa y actriz, autora de Recordar para vivir, un trabajo performático y en proceso permanente sobre su propia vida. Este año, su obra autobiográfica lleva por título Recordar 30 años para vivir 65 minu tos . Allí, vuelca en escena su historia y recorre el trayecto desde los recuerdos de la infancia hasta la confesión final. A través de proyecciones de video, fotos, objetos desparramados, ropa, canciones, coreografías y preguntas, Marina da cuenta de sí misma. Y lo hace desde un cuerpo potente y político que entrega entero para iluminar este “incendio performático”. En 2008 inició una investigación sobre sí misma. Quería entender(se), saber cómo era, enfrentarse con sus partículas elementales. Como si desde el fondo de su ser empujara a la superficie aquello que era (aquello que es) para que por sus poros saliera despiadadamente lo que tu viera que salir. Empezó a grabar se, registró imágenes, documentó lo que le pasaba, interrogó a su familia. Buscó sus propios límites. Transitó dudas y atravesó ficciones y realidades con la idea remota de encontrarse. Escribió sueños y poesías. Tuvo amores, tuvo sexo (llama Pablos a esos encuentros), tuvo deseos PAG.8
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de bailar y de no bailar. Ensayó sola y dejó de ensayar. Un día leyó una novela con un personaje llamado Andrea. Era La ley de la ferocidad , de Pablo Ramos, y tanto el personaje como el libro le llamaron mucho la atención. Descubrió que ese personaje y ella misma tenían muchas cosas en común. Entonces decidió que Andrea fuera esa “muñeca” que estaba buscando para hablar de sí misma. Y armó el personaje con todo lo que ella pensaba y sentía. Todo lo que no podía decir si su nombre era Marina y no Andrea. Andrea fue su opera prima, que estrenó en el 2012. De las catorce funciones programadas interpretó sólo diez. No pudo continuar y mató al personaje en la última función. “Me producía un dolor que no sabía de dónde venía, unas ganas de no existir. Un dolor que no se apagaba con nada. Me preguntaba: ¿Cómo hago para trasformar este dolor en amor y después en obra? ¿Puede ser que este dolor sea una puesta en escena? Todo lo biográfico lo metí en ese personaje. Por eso tuve que matar a Andrea”, revela. Al año siguiente, el personaje se le presentó en un sueño y le dijo que hiciera una obra sobre ella, sobre Marina. Así nacieron las performances Recordar 28 años para vivir 50 minuto s , Recordar 29 años para bailar 22 minutos y Recordar 30 años para vivir 65 minutos , esta “idea caprichosa” que Marina baila con retazos de su vida transformados a través del tiempo. Diferentes puestas que se van transformando junto con ella a lo largo de los años. Una obra “incompleta
e interminable” donde desnuda secretos que reconstruyen los primeros 30 años de su vida. Marina baila y su cuerpo se expande, se golpea, se abre tanto como pueden abrirse sus piernas. Marina baila y deja ver su interior.
Negociar con la propia historia “Después de Andrea vino Recordar para vivir y todo fue bastante más luminoso”, dice Marina y sonríe. “Primero sentía que no encajaba en el mundo, pero después continuó la vida y pasaron cosas que me llevaron a estar en otro momento. Empecé a descubrir cuánto de eso que sucedió tiene hoy una consecuencia. Una de las cosas que hice fue leer mis diarios, que comencé a escribir a los ocho años. Con ese material, iba sola a una sala de ensayo, o me prestaban una casa. Y llevaba objetos. Mi enagua de la fiesta de quince –que hoy usa en la obra como vestuario–, bolsas de basura –tema que la obsesionaba y que hoy también está en la obra–, cuadernos con anotaciones. Me filmaba en la intimidad de mi casa, escribía los sueños. El trabajo físico de la investigación me hizo volver a ciertos lugares. Pero llegó un momento en que todo se agotó.” Los ensayos parecían no llegar a ninguna parte y casi siempre Marina terminaba desnuda y tirada en el piso haciendo movimientos bruscos. Fue ahí cuando decidió trabajar con una asistente, Agustina. Luego de
varios ensayos más quiso mostrarle su trabajo a Pablo Rotemberg, con quien había trabajado en La idea fija y “fue rarísimo”, dice. “Ese día, él me dijo que todo estaba como en un esqueleto, que yo estaba sin poder dar el salto, sin abrirme de verdad. Estaba preocupada porque mi obra estuviera buena más que por entregarme.”
Dos mensajes de WhatsApp En esta versión de Recodar 30 años para vivir 65 minutos hay dos situaciones puntuales que le ocurrieron a Marina hace poco y ella las relata, micrófono en mano. Un alumno suyo de yoga, de no venta años, le ofreció estar con él a ca mbio de plata y un departamento. “Me mandó un mensaje por WhatsApp”, cuenta. En un momento de la obra, se proyecta la captura de pantalla que muestra ese mensaje. “No quería denunciarlo a él específicamente sino al sistema en el que las mujeres tenemos que soportar estas cosas. ¿Qué lugar ocupamos?”, se pregunta. El otro episodio ocurrió durante el Festival de Performance. La propuesta de trabajo que recibió de un coreógrafo y un artista plástico consistía en caminar con tacos sobre una tarima, para lo cual ofrecían pagarle 400 pesos por tres ensayos y dos funciones. “Yo les dije que esos días daba un montón de clases y que poner un reemplazo me salía mucho más caro.
Finalmente –y de esto me hago cargo porque es un tema mío– por miedo a no ser nadie, a no estar ahí y no trabajar con tal y tal, acepté. Ellos me pagaban los reemplazos y yo hacía el trabajo gratis. En el primer ensayo, les presto un par de zapatos. En el segundo ensayo me dicen que tengo las piernas muy cortas para esa acción y que no me necesitan. Cuando vuelvo a mi casa recibo dos mensajes: ‘Las piernas que necesitamos son más largas’, decía el primero. Y luego, el segundo: ‘Lamentamos los incon venientes. Vení igual si querés y nos ayudás con algo del montaje’. Y por último un mail en el que me dicen que no encuentran los zapatos que les presté. El mail termina diciendo: ‘Qué garrón’. Fue todo bastante feo. Lo que yo denuncio en la obra es esto de no dar la cara, de no pedir disculpas.” En la puesta, Marina les dedica a ambos un tema de AC/DC y arremete: “Para vos, core ógrafo de moda, y para vos, pintor exitoso. Yo soy una persona, ¿sabés?”. ¿Qué variaciones fue teniendo la percepción de tu cuerpo? –El cuerpo es el eje. Mi búsqueda es desde el cuerpo, desde ahí escribo, experimento. Por eso me permití experimentar brutalmente. Consumir drogas, no sé si está bien o está mal, no importa, fui y lo hice. ¿De qué estaba hablando ese cuerpo que se golpeaba, que se angustiaba? Ahora lo cuido mucho más que antes, me doy cuenta de la fragilidad que tiene. Me va a acompañar y para sostener un montón de cosas tiene que estar bien.
Una de las cosas que me interesa es que esté presente, más allá de la estructura. Estar viva, consciente de lo que huelo, de lo que siento al mirar a alguien, de la información que me dan, de lo que yo de vuelvo. Aceptar si estoy nerviosa, si tengo miedo. Quiero que mi propio cuerpo esté frágil, que no esté en guardia aunque algunas escenas lo requieran así. Que esté cuestionándose todo lo que dice.
En búsqueda “Mi búsqueda es estar en trayecto y no en conclusión” dice Marina. “Ahora voy a cumplir 31 y el título de la obra va a volver a cambiar. Veremos qué pasa. Se trata, en definitiva, de la aceptación. Esa es la esencia. ¿Acaso hice todo esto para conseguir muchos ‘me gusta’ en Facebook? No. ¿Qué hay detrás? Que tengo miedo a que no me quieran. Eso es quizá lo que sostiene el trayecto. Expresar, comunicar, tomar conciencia de que lo que una está haciendo hace que la cosa se transforme. El trabajo está basado en la entrega. Si yo no puedo abrir, entregarme y compartir algo de mi fragilidad, no es nada. Y esa presión es un montón en el cuerpo y lo padezco. Pero después de la obra, cuando encuentro un rinconcito en otros ojos, es una alegría. Es todo lo opuesto. Está buenísima la vida. Tiene sentido.” Recordar 30 años para vivir 65 minutos
El Excéntrico de la 18º, Lerma 420 Sábados de agosto y septiembre a las 22.
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Oda a la varita mágica POR G. T.
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e marzo a la fecha, vocecitas virtuales festejan que alguien haya develado el verdadero secreto tras la enigmática sonrisa de la Mona Lisa o, para el caso, la dicha trascendente de Danaë en el simbólico cuadro de Gustav Klimt. Otras, en cambio, cantan loas al reconocer que sus visitas al museo se han vuelto exponencialmente... picantes. Al menos, de aplicar la imaginería que motoriza a The Hitachi Magic Wand Throughout Art History, sitio tumblr de reciente creación que propone una variación a la historia del arte, insertando en obras maestras de todos los tiempos el objeto menos pensado: un vibrador. Y no cualquiera, dicho sea de paso: la “varita mágica original” (en inglés, “Magic Wand Original”) creada por la marca Hitachi hace décadas con el finísimo fin de “rela jar músculos y nervios, aliviar la tensión”, entre otros menesteres propios de un “masajeador eléctrico personal que provee profundas y fuertes vibraciones”. Popular a partir de los ’70, quiso el destino, sin embargo, que el mentado adminículo se volviera en mejor amigo de cantidad de mujeres, prontas a variar la primogénita intención de inocente masajeador, amén de –elogiables– 6 mil vibraciones por minuto. Así, de trabajar espaldas y músculos varios, acabose convirtiendo en uno de los más “efectivos” y, por qué no decirlo, estimulantes vibradores íntimos del mercado. En dicha calidad, hace su entrada triunfal a la citada web, cuyo/a creador/a prefiere el anonimato, explicando –eso sí– el chascarrillo de editar imágenes de antología, photoshopeando en ellas tamaño juguete sexual. “Al emparejar las bellas artes y los orgasmos, mi objetivo es celebrar y desestigmatizar la masturbación fe-
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El amor en tiempos de tornado Ambientada en Texas en 1975, Wake up Susan retrata con humor, muy buenas actuaciones y música en vivo con repertorio country el drama existencial que la insatisfacción provoca en un joven matrimonio. Atormentada por los animales de la granja y los quehaceres domésticos, Susan enloquece a Jack, a quien sólo parece preocuparle su música y su camioneta. Comienza entonces su desdoblamiento de personalidad, como un tornado interior que se expande por toda la casa poniendo su matrimonio en peligro. Susan deberá enfrentarse consigo misma para salvar su amor.
Jueves de septiembre a las 21. Teatro La Comedia: Rodríguez Peña 1062. Reservas: 4815-5665.
Sin karma
El Dúo Karma ofrecerá un ciclo de conciertos los sábados de septiembre para presentar sus otras canciones... Además del proyecto de música para niñxs, Fito y Xóchitl vienen trabajando hace tiempo en la composición de temas para adultos. “Un hilo que fluye del mar guía el curso poético de las nuevas canciones. Identidad, raigambre y la voz profunda de Africa nutriendo las melodías y el tratamiento guitarrístico”, apuntan los cubanos a propósito del repertorio que van a compartir en estas presentaciones. Minimalista e intensa es la propuesta del Dúo Karma, que se caracteriza por su singular y delicada mirada dentro de la nueva canción cubana.
Sábados 5, 12, 19 y 26 de septiembre a las 21. Casa Matienzo: Matienzo 3136, CABA. Localidades $ 150. Consultas:
[email protected] / Venta online: www.alternativateatral.com
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Oda a la varita mágica POR G. T.
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e marzo a la fecha, vocecitas virtuales festejan que alguien haya develado el verdadero secreto tras la enigmática sonrisa de la Mona Lisa o, para el caso, la dicha trascendente de Danaë en el simbólico cuadro de Gustav Klimt. Otras, en cambio, cantan loas al reconocer que sus visitas al museo se han vuelto exponencialmente... picantes. Al menos, de aplicar la imaginería que motoriza a The Hitachi Magic Wand Throughout Art History, sitio tumblr de reciente creación que propone una variación a la historia del arte, insertando en obras maestras de todos los tiempos el objeto menos pensado: un vibrador. Y no cualquiera, dicho sea de paso: la “varita mágica original” (en inglés, “Magic Wand Original”) creada por la marca Hitachi hace décadas con el finísimo fin de “rela jar músculos y nervios, aliviar la tensión”, entre otros menesteres propios de un “masajeador eléctrico personal que provee profundas y fuertes vibraciones”. Popular a partir de los ’70, quiso el destino, sin embargo, que el mentado adminículo se volviera en mejor amigo de cantidad de mujeres, prontas a variar la primogénita intención de inocente masajeador, amén de –elogiables– 6 mil vibraciones por minuto. Así, de trabajar espaldas y músculos varios, acabose convirtiendo en uno de los más “efectivos” y, por qué no decirlo, estimulantes vibradores íntimos del mercado. En dicha calidad, hace su entrada triunfal a la citada web, cuyo/a creador/a prefiere el anonimato, explicando –eso sí– el chascarrillo de editar imágenes de antología, photoshopeando en ellas tamaño juguete sexual. “Al emparejar las bellas artes y los orgasmos, mi objetivo es celebrar y desestigmatizar la masturbación femenina”, declara el (triple) equis respecto al motor de su inventiva. Y luego: “Pienso que, aunque muchas personas no lo admitan, el vibrador es una parte enorme de sus vidas. Es casi un objeto sagrado en sí mismo; una pieza cultural central que no recibe la exhibición que merece, a pesar de los billones de ejemplares que circulan por el mundo. Por tanto, debería ser elevada a un grado superior, acaso junto a finas obras de arte”. En este caso, piezas de Miguel Angel, Jan Gossaert, Klimt, Maxfield Parrish, Aubrey Beardsley, Jean-Auguste-Dominique Ingres, entre tantxs otrxs, intervenidas en plan gozoso, gracioso y reivindicatorio. Más en magicwandarthistory.tumblr.com
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El amor en tiempos de tornado Ambientada en Texas en 1975, Wake up Susan retrata con humor, muy buenas actuaciones y música en vivo con repertorio country el drama existencial que la insatisfacción provoca en un joven matrimonio. Atormentada por los animales de la granja y los quehaceres domésticos, Susan enloquece a Jack, a quien sólo parece preocuparle su música y su camioneta. Comienza entonces su desdoblamiento de personalidad, como un tornado interior que se expande por toda la casa poniendo su matrimonio en peligro. Susan deberá enfrentarse consigo misma para salvar su amor.
Jueves de septiembre a las 21. Teatro La Comedia: Rodríguez Peña 1062. Reservas: 4815-5665.
Sin karma
El Dúo Karma ofrecerá un ciclo de conciertos los sábados de septiembre para presentar sus otras canciones... Además del proyecto de música para niñxs, Fito y Xóchitl vienen trabajando hace tiempo en la composición de temas para adultos. “Un hilo que fluye del mar guía el curso poético de las nuevas canciones. Identidad, raigambre y la voz profunda de Africa nutriendo las melodías y el tratamiento guitarrístico”, apuntan los cubanos a propósito del repertorio que van a compartir en estas presentaciones. Minimalista e intensa es la propuesta del Dúo Karma, que se caracteriza por su singular y delicada mirada dentro de la nueva canción cubana.
Sábados 5, 12, 19 y 26 de septiembre a las 21. Casa Matienzo: Matienzo 3136, CABA. Localidades $ 150. Consultas:
[email protected] / Venta online: www.alternativateatral.com
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Domingo de traje para niñxs
El próximo domingo 30 de agosto es el último día para visitar la exposición de la Bienal de Diseño UBA FADU en el Museo Nacional de Historia del Traje. Para el cierre, invitan a niños y niñas de 6 a 10 años a participar de un taller de diseño de traje propio. La actividad se propone luego de recorrer las salas y observar los trajes expuestos, sus texturas, colores y formas, con materiales e ideas para todxs.
De 15 a 16.30 en Chile 832, CABA. Entrada libre y gratuita.
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SE DESHACE DE LO QUE DETESTA
MIMI FERRARO *
El pasado ideal
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iraría a la hoguera toda desigualT dad, y las que están generadas por cuestiones económicas las haría arder
mil empleadas domésticas trabajan en negro y el 30 % proviene de países limítrofes, según informes del Ministerio de Trabajo de la Nación, lo que sigue marcando a este sector como el de mayor informalidad. Tras ser sancionada en marzo de 2013, durante el primer año de la Ley 26.844 de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares, llegaron a registrarse unas 220.000 empleadas domésticas, mientras que para marzo de 2015 la cifra ascendió a 475.000. Se estima que el rubro abarca a 1 millón de trabajadorxs, de lxs cuales el 95 % son mujeres. Al conjugar un componente de género y de integración, el espíritu de la normativa otorga a esas trabajadoras los mismos derechos que al resto del universo laboral registrado, y también incluye a las trabajadoras extranjeras que tengan documentación y empleo en la Argentina. (Más información: 0800 666 4100. www.trabajo.gob.ar)
primero. Las posturas irreconciliables, los fanatismos y la liviandad de pensamiento irían últimos por el humo nauseabundo que esparcen. Haría un bollito con el último grito de la moda y con ese pasado que siempre fue mejor para que alimenten el fuego y no dejaría de rociar la hoguera con los pensamientos machistas y feministas a ultranza, los celos y la incapacidad cada vez más generalizada de no poder ver el vaso lleno.
* Actriz de PAG.10
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sábados a las 21 en el Teatro El Convento.
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Dame más chola
Hacer click que los asesinos están cerca: Maru Bercon @MaruBercon En FB 68 amigos en común con el asesino animal Farré, vos bien?
Desesperanza mía: Lunik @alejandralunik monjas, monjas, monjas. Me tienen harta, monjas
Protección sin prejuicios: #ElegíSaber @direcciondesida El 20% de los nuevos casos de VIH en mujeres son en mayores de 45 años. #ElegíSaber #VIH #HaceteElTest
POR VICTORIA LESCANO
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a diseñadora Araceli Pourcel predicó el nuevo folk en el circuito de la moda de comienzos de 2000 valiéndose de patchworks y de tramas con cintas, cuero, bordados y crochet aplicados a investigaciones sobre la silueta de las mujeres latinoamericanas. Desde la colección Atardecer –invierno 2001– recreó figuras y tonalidades del norte argentinos: en Baf Week acostumbró disponer fragmentos de textiles de factura propia en los asientos de la primera fila, así como exigió la incorporación de las modelos más bajas de las agencias para la pasarela, a las que atiborró con superposición de cuatro enaguas, a la usanza de las cholas. También matizó la labor de diseñadora de autor con la de jefa de producto en una firma de la industria de las carteras de cuero-Lázaro. Y cuando en 2008 abrió un local en la calle Arévalo recurrió a un artefacto perchero con biblioteca. Sí, los trajes de día y de noche se exhibían junto a doscientos libros seleccionados con igual criterio preciosista y hasta invitó a lxs vecinxs de la tienda a sumarse a un club de lectores. Hoy está alejada de las pasarelas pero abocada con igual frenesí a “Casa Textil”, un espacio que rescata técnicas artesanales con una mirada contemporánea. En sus grillas y cuadrículas hay seminarios para combinar encajes, forjar bordados, estampar, trazar patchworks, procesar el fieltro y muchos otros artilugios que Pourcel y un grupo de expertas enseñan para contribuir al desarrollo textil de diversos artistas y diseñadores. De ahí que resultó muy acertado que sus obras textiles, junto con las de ocho participantes a sus talleres, abrigasen las paredes del Espacio Enjambre durante un festival consagrado a experimentaciones vinculadas con la escritura realizado entre el 21 y el 23 de agosto. Con la consigna “Leer textil” se colgaron camisas y antiguas batitas de bebé con bordados de canciones de cuna, papeles bordados con lúrex, textiles oxidados con manchas de limón que contenían leyendas –citando la modalidad de escribir mensajes secretos que luego pueden ser decodificados con el calor de una vela–. Una maqueta-construcción de fieltro con formato de torre devino escenario de un policial y pequeñas esculturas de lana; tales fueron las premisas de Dina Strauss, Tere Richard, Dolores Franza, Rosa Woudwyck, Carmen Sánchez y Marina Tesh. Mientras que junto a su kilt con flores en rosa Dior, Dolores Navarro Ocampo (eximia productora de ciclos de moda y editora de publicaciones sobre estilo y diseño) no vaciló en manifestar junto a su pieza textil en base a reciclajes y dedicada a su nieta: “Creo que el mundo no necesita más cosas. Ni más objetos, ni más muebles, ni más adornos. Y a pesar de mi amor por el arte, el diseño y la moda. Esta pieza nº 3 pertenece al proyecto Señorita Alcira, que de a poco va tomando forma. Son obras que bordo, coso, aplico y diseño sin jamás comprar nada. Géneros heredados, con el paso del tiempo, retazos donados, partes de prendas que cumplirán una nueva función, puntillas, hilos, lanas”. Del imaginario de Pourcel no asomaron ropas ni bordados, sino hilados y textiles por termofusión para evocar los colores de la infancia y los juguetes: el resultado pareció homenajear a los Pequeños Ponies y a Las Princesas en versión tan punk como romántica. Previamente a entablar una conversación online sobre alquimia textil con la artista boliviana Sandra De Berduccy, Araceli Pourcel señaló: “Todo el mundo sabe bordar y tejer, pero no mucha gente sabe cómo generar una pieza con esos recursos, mi trabajo actual consiste en aportar las herramientas para construirlas. Las piezas que se exhiben respondieron a la premisa de asociar a los textiles con la escritura”.
El dolor no es sólo de estómago: El Tribuno @eltribuno #Mendoza Una nena fue al hospital por un dolor de estómago y dio a luz
Stop a la gran Cavallo: Mauro Szeta @mauroszeta Sanción para un abogado por “mandar a lavar los platos” a una empleada de la UDAI de la Anses
Desde arriba: Florencia Canale @florenciacanale Plataforma en taco chino. Con stiletto NO. Por favor, aprendan muchachas. Son monstruosas.
Echale la culpa al gato: MaríaGuerreroMenéndz @mariaaagm Cuando me voy a trabajar, mi gato pone cara de “andate hija de puta, total después venís a la noche y pretendés solucionar todo con comida”
Clave de despedida : Marin @larroschiqui yo creo q mi marido es más proclive a pedir el divorcio express si se entera de la cantidad de taxis q tomo, q si se entera de un engaño.
Más info: aracelipourcel.blogspot.com.ar
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La extraña dama Beatriz Portinari , el accidentado documental sobre Aurora Venturini, que a mitad de rodaje fue interrumpido por la escritora al grito de “grupo de vinchucas”. POR MALENA REY
“ El mundo en una maqueta La utilidad de un revistero, sofisticado objeto audiovisual de Adriano Salgado que se despliega desde la –aparentemente– casual conversación entre dos mujeres. POR MARINA YUSZCZUK
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e vez en cuando (es decir, casi nunca) aparece una película tan extraña como La utilidad de un revistero, la opera prima de Adriano Salgado que ganó el premio a Mejor película argentina en el 28º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, y una se desconcierta. En ese mismo festival, su director recibió el premio DAC a Mejor Director Argentino en Competencia, y aunque la simplicidad engañosa de La utilidad de un revistero podría hacer que a primera vista ese premio resultara inexplicable, dos horas le bastan a Salgado para dar a entender que poner una cámara frente a una mesa y dos actrices podrá parecer algo así como simplificar el cine hasta su grado de máximo simpleza, pero no: esta película, aunque consista básicamente en un plano fijo donde dos actrices intercambian acciones y palabras, es un ob jeto altamente sofisticado, mentiroso como cualquier ficción, lleno de trucos. La única razón por la cual la de Salgado parece una película más simple que el promedio es que estamos acostumbradxs a narrativas cargadas de temas, tramas y tonos que suben el volumen hasta que se hace imposible no sentirse afectadx, o al menos involucradx. La utilidad de un revistero, en cambio, juega con gracia pero también con descaro a hipnotizar a lxs espectadorxs apenas con la charla de dos mujeres que se sale en contadas ocasiones del tono casual, amigable, un poco tonto (con esa tontedad propia de la supervivencia, aclaro, de la charlita sobre el clima en el ascensor sin la cual no podríamos soportar el simple hecho de compartir con extrañxs un espacio), de las conversaciones cotidianas. Todo sucede cuando Miranda (Yanina Gruden) llega al departamento donde vive Ana (María Ucedo) para una especie de entrevista de trabajo informal, que se prolonga bastante y en un momento incluye una cena con empanadas. Pero la película ya había empezado antes que la acción: Salgado quiere hacer del espacio un elemento que participe explícitamente de lo que se ve en lugar de limitarse a ser un fondo, y no sólo Ana arma la escena corriendo objetos de la mesa, sino que le adelanta a su invitada que la casa está llena de goteras, dando la clave de las operaciones que el director va a hacer durante toda la película. Porque la escena es porosa, tiene filtraciones, el hermetismo sólo es aparente en La utilidad de un revistero. Ana es escenógrafa de teatro y necesita una persona que la ayude con el diseño de vestuario y otros detalles para una obra que es una versión moderna y urbana de Caperucita Roja. Para ilustrar lo que va a ser el trabajo, coloca sobre la mesa una maqueta de la escenografía y le cuenta el argumento a Miranda, al mismo tiempo que lo ilustra poniendo frasquitos en el lugar de los personajes. El momento, que suspende la película porque la luz se apaga y una linterna va iluminando las distintas partes de la obra, es mágico y pone de relieve la ilusión que constituye al espectáculo. También es el primero de varios recursos que hacen de la puesta en escena, y de la película toda, un objeto prismático, donde varios dispositivos sonoros, visuales, verbales, narrativos (como las conversaciones por teléfono, las fotos que se saca Miranda con el celular, un video que se sustrae a la mirada del espectador, un biombo, un espejo, por nombrar sólo algunos) envían luz en otras direcciones, abren nuevos espacios, dan lugar a pequeños relatos diferidos o actuados que dejan abierta la posibilidad de que mucho de lo que se ve, o se oye, sea mentira. Lo bueno es que si toda esta batería de recursos y las reflexiones que disparan no ahogan la ficción es porque están montados sobre la naturalidad de Yanina Gruden y María Ucedo (una actriz elegante que debería aparecer más seguido en las pantallas), brillantes en esa especie de proeza de dos horas de duración, y entonces se puede pensar sobre las condiciones propias de todo cine o se puede simplemente sentirse encantadx.
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¿Qué? ¿Estás filmando?”, dice Aurora Venturini con un dejo de ingenuidad y otro de perspicacia ante las cámaras de Fernando Krapp y Agustina Massa, responsables de Beatriz Portinari , el documental que repara en la curiosa existencia de esta escritora nacida en La Plata en 1922, ganadora en 2007 del concurso de Nueva Novela organizado por este diario por su genial novela Las primas . Para ese concurso, Aurora había elegido justamente como seudónimo el bello nombre de la musa del poeta Dante. Y en un efecto rebote, si de premios se trata, como si un éxito extraño estuviera cifrado en ese nombre, la película acaba de recibir el importante galardón de Argentores a Mejor Guión Documental, otorgado por un jurado formado por Vera Fogwill, Ariel Rotter y Andrés Habegger Castro. Pero no todo es color de rosa. Porque el presente de Venturini que retrata el documental es el de una mujer anciana, de más de noventa años, detenida en las manías del pasado, en ciertas insistencias como escribir a mano o a máquina, que atiende a lxs realizadores mientras llega el kinesiólogo que la trata por sus dolencias corporales, y que por suerte sigue entregándose a la literatura (“¿Seguís escribiendo?”, le preguntan. “Sí, qué voy a hacer, es lo único que hago”). Es que Venturini sufrió una accidente doméstico que la puso al borde de la muerte hace algunos años (“Estuve en el infierno”, dice), y convive con los achaques que se suman a una coquetería de otra época. Eso sí, su lucidez está intacta. Y la idea de penetrar en su universo más íntimo, de conversar con ella sobre sus libros publicados, sobre el puñado de amistades célebres que cultivó hace décadas –Eva Perón, Sartre y Simone de Beauvoir, por caso– genera un efecto fascinante en lxs directorxs. Es una fascinación peligrosa también, porque da la impresión de que llegar al fondo de los pensamientos de esta vieja desafiante, que siempre tiene algo que contestar, no es tan fácil. Lo mismo puede recibir en su casa a un párroco encargado de exorcismos como recordar emotivamente a sus antiguas y queridas mascotas –la araña Rebeca y su hija, que murió aplastada por un libro y todavía descansa ahí–, entre otras extravagancias. Lo inesperado, lo arbitrario, incluso lo misterioso, están latentes durante los más de setenta minutos que dura la película, narrada pausadamente en off por Rosario Bléfari. Y en determinado momento, como un desafío y un escollo que la misma Aurora parece disfrutar poner, esa voz nos dice que Venturini decidió no seguir haciendo el documental. Se nos cuenta que incluso se refirió al equipo de producción como un “grupo de vinchucas”. Ahí es donde aparece la gran habilidad de lxs directorxs para sortear tremendo obstáculo: el relato no se va por la tangente, sino todo lo contrario, exhibe mejor que nunca la excentricidad de su protagonista. Y entonces esta mujer lunática se va perfilando a partir de los relatos que otrxs hacen de ella –es especialmente interesante el de una amiga cercana, fanática y estudiosa de su obra–, y así se van completando sus otras caras (el último registro que consigue el documental de su protagonista es público: la presentación de uno de sus últimos libros en su ciudad natal). Las declaraciones de algunos integrantes del jurado que la premió en su momento (Juan Ignacio Boido, Mariana Enriquez, Liliana Viola) también ayudan a iluminar más y más facetas desafiantes de esta extraña dama. Una película intensa tanto para quienes ya conocían el perturbador universo de sus ficciones, como para quienes busquen acercarse por primera vez a su obra. Beatriz Portinari . Un
documental sobre Aurora Venturini se dará hoy a las 12 del mediodía en el ciclo Primera Persona del Canal IncaaTV. También puede conseguirse a través de facebook.com/beatrizportinari.pelicula
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Yo te bautizo con pan y chorizo Con el registro jugoso de lo autobiográfico, Ana Pomar vuelve al ruedo con Sobre un libro, un pan, relatos de una infancia trenzada con recetas deliciosas en clave literaria. POR FLOR MONFORT
E Cambio de piel En Preciosura , el cuerpo de la niña-mujer es el que denuncia el maltrato padecido en la infancia, en clave de danza-teatro. POR CAROLINA SELICKI ACEVEDO
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l piso está cubierto de hojas, varias, cientos de hojas secas. Apenas una luz tenue y ella, debajo de la mesa, la recorre, se recorre y algunos sonidos comienzan a salir de su boca. Aparentes significantes solamente. Sin embargo, de a poco, revelará su verdad. Cual glosolalia, la mujer da lugar a la niña, y su dolor se hace cuerpo y acontece el redescubrimiento. Ante nuestros ojos ella se balancea torpemente, de a poco reconoce sus partes hasta llegar a los dedos de los pies. Y lo que parece cotidiano de pronto se extraña. Porque esos dedos algunas vez fueron soporte de los primeros pasos o sensibilidades. Inocencia, curiosidad, exploración propia que da lugar a la ajena. Y luego, el momento de poder diferenciar cuál es el límite entre ambas. Pero en esta escena los tiempos se confunden. La información es dosificada, tal vez porque no sería soportable de otro modo. Vendrán el pudor, la angustia, el desconcierto por la violencia padecida, y es entonces que su cuerpo expone las huellas pero también la rabia y las animalidades se confunden. En Preciosura , unipersonal de danza-teatro con idea y dirección de Pía Rillo e interpretación de Agostina Maldiño, “el eje argumental está puesto en narrar desde el movimiento las múltiples etapas que atraviesa un cuerpo que es sometido a un acto de violencia, y en las posibilidades de resistencia y lucha que encuentra”, explican. Asimismo, se intenta no caer en lugares comunes y utilizar el teatro y la danza para “abrir caminos desde la metáfora y los múltiples sentidos para una comprensión más profunda”, agregan. La música de Solana Biderman y Aldana Bello refuerza por momentos la expresividad de cada gesto llevado al límite por la bailarina y nos sumergen en la denuncia, ya no anclada en el pasado sino en un presente de reconstrucción. ¿Cuánto queda de esa niña en potencial? ¿Cómo seguir? Y la peor certidumbre: la de no ser la única que lo haya padecido. Querer rescatar de la memoria la esencia pero con la imposibilidad de poder contar, del cuerpo como reservorio, partes que no desean que conformen un todo. Al gemido, el lengüetazo, la mordida se le impone lentamente el grito visceral. “Palabras, piernas, dedos, casas, pelos, uñas, charcos, huesos, sombras, se rompen, se me caen, se pierden, desaparecen ¿Qué hago?”, dice finalmente la actriz, quien ha pasado, de estar recogida sobre sí misma, a imponerse con fuerza, desplazarse, gozar de nuevo, acelerar los tiempos. El lenguaje del cuerpo prima y ya no nos habla sólo de ella sino de “uno, dos, tres, tantas...”. Al momento de pensar la propuesta, su directora junto al resto del equipo se preguntaron “cómo abordar un tema tan difícil de procesar y de poner en escena, sin redundar lo ya dicho. Al mismo tiempo deseábamos poder generar compromiso emocional en lxs espectadores. La metáfora como puerta de entrada a un tema complejo y dolorosamente real, que generalmente se sugiere mantener oculto”. Frente a ello, han logrado lo que fuera del artificio podría llevar más tiempo, un modo de procesar el dolor, la vivencia, para dar lugar a la experiencia –en clave benjaminiana– en caso de que ya no sea demasiado tarde. La oscuridad da lugar a la luz y las hojas son apartadas para enunciarlas. Sus nombres resuenan y sobresalen al frente, su inscripción las rescata de algún modo del olvido y leerse asusta, duele. Tal vez sea éste el único momento en donde la conexión con la actualidad casi bordee el lugar común, pero, rápidamente, es en la intérprete que todas se hacen una y a medida que las luces bajan, fija en la retina queda la figura, restos de la imagen, restos de ella, como pequeños destellos de humanidad. Preciosura.
Sábados de agosto y septiembre a las 20.30. La lunares, Humahuaca 4037. Reservas:
[email protected] o Alternativateatral.com
n tiempos donde la gastronomía se exhibe ante todo en prometedoras imágenes lisas y brillantes, llenas de filtros que las embellecen, el nuevo libro de Ana Pomar , Sobre un libro, un pan, deja las promesas de lado para asociar las recetas a hermosos relatos de infancia. Un viaje a Hurlingham de los cincuenta, cuando lxs más chicxs gastaban la suela en el barro y las abuelas hacían mate de leche en cáscara de coco: de eso se trata este libro estructurado en pequeños y efectivos textos rematados por algunas pocas recetas que bien pueden leerse con la música de las palabras que las anteceden. Porque si bien una puede intuir que a pesar de las ganas no tendrá la energía necesaria para hacer las delicias más complejas, como la torta de mazapán o la rosca de Pascua, puede tener alguna esperanza con las Reinas de limón o el Dulce del ferroviario, dos recetas asociadas a una guerra de limones entre hermanos y una odisea a Villa Tessei para comprar fruta cuando todavía era un territorio de “tambos y hombres a caballo”. La editorial Periplo, a cargo de Eloise Alemany, vuelve a apostar a este género-hallazgo que hace de sus libros preciados objetos de donde salen aromas y sabores como pájaros. “Mi idea no es ir contra la corriente de ninguna tendencia sino seguir mi propia intuición, sin preocuparme por lo que hacen los otros. Pasa por algo más personal y esencial, por el deseo de compartir lo que me mueve, las cosas bellas. Todos buscamos algo de poesía y de magia en la vida”, dice sobre el segundo libro de esta autora que afiló su prosa hasta volverla tan esponjosa como el Croque-monsieur que ofrece y regalar pasajes de mil capas como éste: “Teníamos libertad. La libertad de correr hasta que doliera la cintura, de hacer comidas con pasto y con frutitas venenosas, de pintarnos las uñas con pétalos de malvón, de servirnos el picingallo de la planta, de robar nísperos verdes, de libar el néctar de las madreselvas, de andar en zancos para mirar sobre el ligustro los jardines de los ingleses” sin perderse en la inocencia de una narración plana, donde la infancia no está idealizada sino bajada a tierra con tiempos muertos, viejas fórmulas de crianza que angustian, como dejar a los chicos llorando hasta que se bañan en mocos o registrar esa violencia que impacta por primera vez como una piña cuando ocurre sobre la propia madre. “Se escuchaba un frenazo y salía Mamá como una tromba, como una heroína de tragedia griega con las manos mojadas en espuma, descalza, desesperada. Escuchaba las puteadas del camionero. ‘¿Qué te pasa loca de mierda?’, ‘¡Cuidá a tu hijo, yegua mal parida!’”. “A mí me gusta leer, escribir y cocinar. Y mi primer libro, Sabores de la Memoria, empezó con la idea de escribir recetas con historias para animarme a salir al ruedo, era como que había menos exigencia si venía bifronte. Tres editoriales importantes lo quisieron publicar y eso de alguna manera marcó el destino del siguiente, que es Sobre un libro, un pan. Creo que les debo a las recetas la posibilidad de estar en una editorial como Periplo, que empezó en Argentina publicando libros de cocina muy exquisitos, como Amarillo limón el sol , Cuaderno dulce o La excusa perfecta . Creo que el próximo que ya empecé a escribir viene sólo de texto, se me acabaron las recetas”, dice Pomar. Mientras tanto quedan estas maravillas que ya legó a la historia, como los crêpes de Nutella, los huevos al chiringuete o las empanadas de carne de Abuela Juana, y la comunión “atea” donde su mamá siguió su capricho fugaz de entrar a ese mundo de medallitas y minivestidos de novia y la bendijo en reunión de amigas: “Yo te bautizo con pan y chorizo y te pongo de nombre burro petiso”. Amén. Sobre un libro, un pan Ana Pomar Con ilustraciones de Micaela Marinelli Periplo 152 páginas L A S1 2
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Censuran obra de teatro contra la violencia obstétrica POR JULIETA SAULO Y VIOLETA OSORIO *
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arir(NOS) es una obra de teatro, propulsada desde la agrupación Las Casildas, que aborda la violencia obstétrica, una de las violencias hacia las mujeres más sistemática y naturalizada y que más víctimas se cobra diariamente. En la función se ven cuatro relatos de parto, cuatro historias que se entrelazan, que pierden el límite entre la ficción y la realidad porque –desafortunadamente– podría ser la historia de cualquiera. Son frases, vivencias que todas –y desde hace décadas– venimos repitiendo y naturalizando. Al finalizar la obra se abre un espacio de debate e intercambio, tal vez la parte más importante, donde las voces del público, sus relatos y sus vivencias son protagonistas, pero, además, donde circula la información que nos empodera. Esta obra nació hace más de un año y ha estado presente en instituciones, facultades de medicina (en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de La Matanza), así como en diversos espacios formales e informales, e incluso cruzó las fronteras. El jueves 20 de agosto fuimos convocadas por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia para presentar la obra en el marco de las jornadas de capacitación profesional “Parto en movimiento”. Sin embargo, minutos antes de comenzar, se presentó en el lugar de la convocatoria –el Centro de Salud y Atención Comunitaria 19– Claudia Pizzi, coordinadora de la Formación de las Residentes de Obstetricia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y canceló la obra alegando que ella –como responsable de la formación de profesionales– está en el derecho y deber de decidir qué, cómo y cuánto pueden ver las residentes y la obra no entraba dentro de su criterio. La función se realizó igual, gracias al apoyo de las trabajadoras del CESAC y el equipo organizador, pero las residentes de segundo año no pudieron estar presentes. La funcionaria Pizzi no lo autorizó. Es importante recalcar que Pizzi censuró, porque le parece que las profesionales en formación no deben escuchar, en definitiva, la voz de las mujeres, tal y como sucede en las salas de parto y quirófanos; lxs profesionales creen que su labor es acallar nuestra voz. El jueves, las residentes de obstetricia padecieron una vez más el peso de un modelo perverso y jerárquico que las considera piezas de su propiedad. Pero como siempre lo más grave es que esta cadena alimentaria tiene como último eslabón a las mujeres y bebés. Este sistema se reproduce luego en la escena de los nacimientos, en contra de toda evidencia médica y científica; a contramano de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) nuestros partos son intervenidos por rutina y lxs profesionales se arrogan el derecho de decidir por nosotras robándonos el protagonismo, la voz, el cuerpo, alegando siempre que es por nuestro bien y por el bien de nuestrxs hijxs, mientras nosotras, drogadas, anestesiadas, mutiladas e invadidas, no somos más que un pedazo de carne. Sin embargo, cada vez más mujeres estamos despertando y desnaturalizando este tipo de violencia. Un parto respetado, sin violencia, no es una opción, es nuestro derecho y vamos a seguir alzando la voz a pesar de todsx, incluso, de Claudia Pizzi. * Coordinadoras de Las Casildas. Más información: www.lascasildas.com.ar
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Tracción a sangre ENTREVISTA Viviana
Bernath es doctora en Biología molecular y especialista en genética humana. Su último libro, Gente nueva. Historias de vida marcadas por la genética, intenta dar cuenta de las nuevas constelaciones familiares posibilitadas por las técnicas de fertilización asistida (sobre todo por donación de gametas) y de la vida de personas con enfermedades genéticas pasibles de diagnósticos y tratamientos impensados hasta hace muy poco años. El debate sobre el aborto y el impacto de la ciencia en la vida cotidiana.
POR F. M.
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ara lxs biólogxs, Viviana Bernath es una curiosidad. No conforme con la imperturbabilidad del laboratorio y su blanco de manual, las nuevas tecnologías siempre la tuvieron despierta y en el mundo real, lejos de los microscopios. Primero quiso estar a la vanguardia de los estudios de ADN y fundó un laboratorio de análisis genéticos. Cada vez que entregaba un sobre pensaba qué había atrás de esos nombres, pero la duda quedaba flotando en el trámite y las estadísticas: 70 por ciento de positivos contra 30 por ciento de negativos es la cifra que más o menos se mantiene estable en todo el mundo a lo largo del tiempo cuando se habla del test de paternidad. En 2007 publicó su primer libro La identidad. Historias reales del ADN y entendió que ese espacio, a medio camino entre lo biográfico, la investigación y la literatura, podría dar lugar a las preguntas que realmente le importaban, y que de aquel año a esta fecha fueron cambiando al ritmo del segundero. ¿Cuál fue la primera historia, la que disparó el libro? –Todas fueron muy fuertes y generaron unos vínculos impresionantes, algo que no me pasó con los libros anteriores. Hay algunos nombres cambiados, pero en los agradecimientos están todos con sus nombres reales y entre ellos se conocen casi todos. No sé cuál fue la primera, pero mi metodología de trabajo parte de la base de mi desempeño en el laboratorio: me contacté con médicos
de enfermedades genéticas y con médicos de reproducción. Alejandra Goldshmidt, referente en psicología y reproducción asistida, me contactó con la pareja de Mariana y Gabriela, madres de Matilda, que nació por fecundación in vitro después de varios intentos. Vanesa Rawe también me contactó con Carlos y Agustín, padres de mellizas a través de un vientre subrogado en India. Muchos son activistas y si pidieron cambiar el nombre fue por protección a los chicos, pero las historias son calcadas de la vida real. Sebastián y Andrés po r ejemplo, c uando los fui a ver no tení an su hij ita naci da y cuand o me narraron el esfuerzo que estaban haciendo para tenerla, todo el trabajo que hicieron con sus familias para que recibir a su hija no tenga ningún tipo de rollo y sea con absoluta amor y entrega, me conmovió mucho. Pude ver en primer plano el enorme deseo de ser padres que tenían: todos los casos que son por donación están apoyados en la fuerza de ese deseo, lo que el nuevo código llama voluntad procreacional. Lo gracioso es que vos sos bióloga pero te interesa entender ese campo mucho más misterioso y enorme del deseo. –Sí, yo soy una bióloga atípica. Podría estar investigando pero siempre me tiró aquello de la historia detrás del sobre, al principio eran las paternidades, yo me preguntaba qué pasaba ahí, qué le pasaba a la gente. No soy tan rígida, si bien cursé en Exactas tuve una formación más humanística y esto me in teresaba más. ¿Cuál es la hipótesis del l ibro? –Creo que estamos evolucionando pero
los genes siguen importando muchísimo. En general la biología tiene un peso y eso abre una minicontradicción: cuando yo empecé a escribir el libro partí de una hipótesis, que es que la cultura está yendo hacia la desconsideración del lazo biológico y todo va hacia la construcción de la maternidad y la paternidad. Eso es cierto y es genial pero también es cierto que en las historias que yo decidí narrar había un deseo de parecerse mínimamente al hijo futuro, entonces ahí hay algo a trabajar, que es probar mi hipótesis en un ciento por ciento de que lo biológico no importa y que lo que importa es la construcción. Estamos en una transición. Pero también es verdad que, si ese rasgo no se hace presente, no pasa nada. Obviamente. Ahí hay varios temas, el primero es el narcisismo de cada uno de querer verse reflejado en un hijo y es cultural. Pero creo que en el futuro no va a importar para nada y los hijos e hi jas nacidas gracias a la ciencia van a ser mucho más visibilizados, por lo menos así lo aceptan las nuevas generaciones, las mellizas de Carlos y Agustín dicen que tienen dos papás y ninguna mamá con toda naturalidad. ¿Y qué pasa con los casos contrarios, con los hijos que se sabe no son biológicos gracias a los tests de paternidad? –Atrás de todo examen de ADN hay un conflicto. Yo he tenido hombres acá sentados que me decían “quiero saber si mi hijo es mi hijo” y yo les preguntaba “¿pero Ud. lo quiere a ese hijo?” y el tipo me decía que sí y que eso no iba a cambiar, “¿entonces por qué se hace un
FOTO: CONSTANZA NISCOVOLOS
ADN?” les preguntaba yo. Y ahí empezaba a salir el conflicto: que se peleó con la pareja, que siempre tuvo la duda, que la enganchó con otro, etc. Entonces no es que yo haya querido torcer esa decisión pero sí ponerla en el contexto que corresponde, el problema no es con el hijo, ni siquiera es con la verdad, el problema es con la mujer. Y eso me parece importante decirlo. Creo que los ADN van a seguir existi endo porque tienen que ver con un problema que se traslada y genera otras grietas y reproches: “¿Por qué no te cuidaste vos?” “¿por qué te voy a pasar la cuota?”, etc. ¿Por qué decidiste juntar en un libro a
repetían constantemente: el tema de la visibilidad, el tema de la militancia, la diversidad entendida también como resistencia eran tópicos comunes a casi todas las historias, y todos los que participaron tienen algún tipo de apoyo comunitario.
La importancia de la tribu “La necesidad de juntarse, de compartir cierta incertidumbre sobre el futuro. En todos los casos me di cuenta de que se cruzaban estos temas y tam-
con su novia pero empieza a tener un dolor en la rodilla. Va al médico y le dice que tiene una distrofia progresiva hereditaria y le cambia la vida para siempre. De allí en más, pura pelea.” ¿Qué posición tenés respecto a la legalización del aborto? –Para mí hoy uno de los grandes temas que circula en la sociedad es la posibilidad de saber y de poder elegir traer al mundo un chico sano. Cuando hablamos de patologías, sin hablar de síndrome de Down sino de enfermedades graves, mi planteo sobre la interrupción del embarazo está presente en el libro. Creo que hay que empezar a dar el
Creo que hay que empezar a dar el debate en relación al aborto en este punto porque en nuestro país no está resuelto: hay información genética pero la posibilidad de interrumpir un embarazo legalmente está negada, ¿entonces? Hoy todos los médicos tienen que informar, por ejemplo, si sus pacientes pueden estar trasmitiendo una enfermedad hereditaria. las familias con hijos nacidos por técnicas nuevas de fertilización asistida con personas con enfermedades genéticas en este concepto de “gente nueva”? –En un momento iba a ir para atrás con este libro, porque tenía dos partes pero no tenía cómo unirlas, y se me ocurrió finalmente cuando ya lo tenía escrito. El libro, en principio, iba a ser de nuevas familias, y este concepto de “gente nue va”, salió cuando empecé a entender por qué crucé los dos temas. Notaba que en todas las entrevistas había cosas que se
bién encontré el concepto de diversidad funcional y me cerró perfecto porque mi libro da cuenta de la diversidad y de cómo esa diversidad se traduce en nue vas genera ciones y en nuevas lectu ras sobre el presente y sobre el futuro: la escuela, las relaciones, las militancias, ¿cómo habrán de tejerse con estos cambios? Ahora, volviendo al tema de cuál fue la historia que más me conmovió, si tuviera que elegir alguna es la de Daniel Salvatierra. A sus 26 años traba jaba, est aba bien, se iba a i r a Españ a
debate en relación al aborto en este punto porque en nuestro país no está resuelto: hay información genética pero la posibilidad de interrumpir un embarazo legalmente está negada, ¿entonces? Hoy todos los médicos tienen que informar, por ejemplo, si sus pacientes pueden estar transmitiendo una enfermedad hereditaria. Pero una vez que sabés, en un país que no tiene aborto legal, ¿qué hacés con esa información? –Entramos en conflicto. Por eso creo
que hay que abrir el tema, empezar a mirar el debate desde otros ángulos. Yo estoy a favor de que cada una pueda elegir lo que quiera. Para mí el aborto debiera ser permitido, y ni qué hablar cuando hay una transmisión de una enfermedad que implica un sufrimiento. Hoy la fibrosis quística tiene tanta posibilidad de diagnóstico que es una locura evadirlo. Una punción que da un resultado adverso tiene miles de obstetras atrás que la indican pero que si sale mal se lavan las manos. Por eso yo lo convoqué a Mario Sebastiani para la presentación, porque defiende el derecho al aborto públicamente. Desde que hiciste el primer libro en 2007 a hoy los cambios culturales fueron enormes, al punto que llegaron al Código Penal con conceptos como el de voluntad procreacional ¿Cómo sigue ese proceso? –Yo creo que en diez años todos vamos a decir abiertamente si tenemos un hijo por ovodonación. Hay un paralelismo enorme con las adopciones, que hace veinte añ os estaba n muy tapa das y aho ra no, todo cambio lleva un tiempo y hay mucha militancia para eso, el nue vo Código C ivil viene a decir que hay que decirles a los hijos la verdad sobre el origen, que ellos tienen derecho a saberlo, en términos de cómo fueron concebidos, no de la persona biológica sino en términos de identidad. Cada vez va a hab er muchas más familias homoparentales, familias diversas, hombres solos teniendo hijos solos. Celebro eso y espero que la ciencia acompañe y mejore esas expectativas. L A S1 2
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En carne viva
Paula Pareto
Nina Simone 1933-2003
La reina del tatami
POR M. Y.
POR ROXANA SANDÁ
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uando era chica le dijeron que tenía la nariz demasiado ancha, la boca demasiado grande, la piel demasiado oscura. “Demasiado”, porque los parámetros de la armonía blanca se trataban de aplicar a una cara que simplemente no podía ser menos abundante, menos carnosa, menos negra. Lo que pasa es que Nina Simone –que por ese entonces se llamaba Eunice Waymon– cometió desde nena la locura de querer ser algo que a los de su raza les estaba vedado en un país que vivía la mentira de ser blanco y triunfante, una tierra de oportunidades: ella quería ser pianista clásica, el deseo por la música era tan grande que no se dio cuenta de que una porción enorme de la “cultura” supuestamente universal les estaba reservada a los que no tenían la nariz tan ancha. Desde ese desacato inicial What happened, Miss Simone? , el documental de Liz Garbus que se presentó en el último Festival de Sundance y ahora puede verse en Netflix, trata de abordar una historia en la que todo salió mal, todo estuvo siempre un poco descarrilado. Pero la contradicción también es el signo de esa vida: Eunice Waymon pertenecía a una raza segregada y sin embargo unas señoras del pueblo, que le vieron talento para la música, le dieron lecciones de piano. Las interminables horas de la infancia flotando en el mundo de Bach se chocaron después contra el rechazo de una academia prestigiosa y la imposibilidad de hacer una carrera como concertista clásica. A Eunice no le quedó otra que buscarse trabajo en un bar de Atlantic City, pero desde el principio le dijeron que si no cantaba la iban a despedir, y entonces cantó. De ese desgarro nació Nina Simone, que se puso otro nombre para encarar esa carrera que Eunice Waymon nunca hubiera elegido. Pero todo esto, que podría parecerse a una de esas biopics dedicadas a relatar con tono grave los infortunios de los negros, se parece más a una inmersión radical en un mundo, una época, por la cercanía absoluta en la que Garbus elige situarse: mucho de la primera mitad del documental está narrado con material de archivo y en la voz de la misma Nina Simone. Además, los datos más íntimos se ofrecen de su puño y letra, en planos cerrados sobre fragmentos de un diario íntimo escrito con letra urgente, desprolija, concisa. Esa caligrafía y esa voz, superpuestas con las filmaciones de Simone en el escenario, las fotos familiares, los movimientos de un cuerpo que se derramaba elegante sobre un piano o daba rienda suelta a cierto salvajismo, ondulando como una poseída, le dan a la película una intensidad infrecuente, por momentos excesiva. Porque lo que se va revelando a través de estos materiales es, por un lado, la miseria de la convivencia con Andrew Stround, un ex policía que se convirtió en su manager y casi al mismo tiempo en marido golpeador, y en una especie de crescendo que termina en una sensación de fracaso justo después de estallar en ardores de lucha, la militancia a favor de los derechos civiles de los negros, desde la primera canción que tuvo el coraje de putear el maltrato (“Mississippi Goddam”) hasta el asesinato de Martin Luther King. Varios años después –en el medio se fue a vivir a Africa, se convirtió a su vez en una madre que golpeaba a la hija, y después en Europa, olvidada, cantó en bares a los que nadie iba–, durante una entrevista, le preguntan a una Nina Simone que se ve todo el tiempo como si le hubiera pasado por encima un camión qué opina sobre los derechos civiles, y ella responde que no existen, solamente que todos se fueron, la lucha se apagó. Nada es tan así, pero este a ño murieron nueve personas negras asesinadas por un blanco en una iglesia de Charleston; si había algo que raspaba en Nina Simone era una sinceridad que la hacía parecer siempre en carne viva. Si fue una artista tan increíble quizá fue porque, además del talento, siguió ofreciendo espectáculos casi hasta el final sin darse cuenta de que el espectáculo era todo menos eso.
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¡Vamos chiquita, sos campeona mundial! ¿Sabés lo que es eso?” La entrenadora Laura Martinel envolvió como una madraza gigante a su pupila Paula “Peque” Pareto, y se lo fue repitiendo al oído, pegándose a esas mejillas húmedas por el llanto y por el esfuerzo descomunal que consagraba a esa argentina de 29 años en Kazajstán por primera vez como campeona mundial de yudo, frente a la japonesa Haruma Asami. La Pareto se impuso por dos penalizaciones a una en lo que constituye el segundo título de la historia para el país luego del obtenido por Daniela Krukower en 2003, también bajo la dirección del hada madrina Martinel. Cada vez que la televisión convoca a la Peque, suele encorsetarla en el exhibidor de chica simpática con la sonrisa apresurada y los gestos sencillos, en uso pleno de frases amarretas para las declaraciones jugosas, un personaje casi aniñado que enorgullece pero le resta puntos al prime time. Los periodistas especializados revelan por suerte a una mujer franca, una estratega aguda y referente indiscutida en la vidriera de los deportes de alto rendimiento. Paula es metódica en los entrenamientos y en la vida, porque de esa minuciosa trama que fue tejiendo desde pequeña surgió su título en medicina y las medallas olímpicas. Se alzó con la de bronce en los Juegos de Beijing 2008, la de plata en el Mundial 2014 de Rusia y obtuvo posiciones relevantes en los Juegos Panamericanos, con el tercer lugar en Río de Janeiro 2007, el primero en Guadalajara 2011 y el segundo en Toronto 2015. “Soy perfeccionista. Una de las desventajas de serlo es buscar que todo salga bien, y a veces el deporte no depende tanto de una”, le confió a Gonzalo Bonadeo en una entrevista del programa Dimensiones , en el canal UN3 de la Universidad de Tres de Febrero. “Pero la felicidad de llevar a tu país a lo más alto del mundo no tiene explicación.” Para su cuenta de Twitter (@paulipareto) eligió una frase que la define: “Si no podemos hacer nada para cambiar el pasado, hagamos algo en el presente para mejorar el futuro”. Y firma Yudoka-Doctora con la certeza de haber elegido buenos destinos en este mundo, donde otras y otros criollistas con pretensiones ya hubieran usufructuado de los títulos como honores redituables. Sus tuits confirman esa madera de gente de a pie que se agradece: “Pensás que vas a llegar muy temprano a entrenar hasta que estás más de una hora en la parada y dos cole ni te paran...”. Quienes la conocen dicen que atesora una inteligencia agradecida con la vida, que fue curtiendo los enojos y la autoexigencia, varas calibradas con esmero por el psicólogo, la familia y la filosofía del yudo que celebra y la coloca en eje. Por estos motivos y algunos otros que prefiere guardar para sí, el oro no debilitó su temple. “Es una de las medallas más soñadas. Si bien tuve muchas competencias este año, la más importante era ésta y vinimos bastante cansados. Pero estoy feliz porque terminó de la mejor manera.” Jamás entraría al tatami en zapatillas y nunca olvidará saludar a los cuadros con las fotos del maestro de artes marciales japonés y creador del yudo, Jigoro Kano, que suelen colgarse en los espacios de competencia. “Yudo significa camino a la suavidad, y para mí es un estilo de vida.” Paula Pareto es afortunada. Pertenece a una generación de yudokas con derechos y equidades adquiridas hace décadas, si bien ella era única niña en la escuelita del club San Fernando. Tiene ancestras que allanaron el camino. El yudo fue durante siglos un arte marcial reservado a los hombres como un mandato que otra mujer, la maestra Rena Kanokogi, recién pudo romper en 1988. Una especie de Mulan que debió ocultar su identidad para competir, nacida en 1935 en el hogar de una familia judía del sur de Brooklyn y la primera en lograr que el yudo femenino fuese incluido en los Juegos Olímpicos de Seúl. Descubrió lo prohibido de adolescente, cuando un amigo que tomaba clases de yudo en el Centro de Jóvenes Cristianos de la ciudad le enseñó una llave iniciática, que le hizo descubrir la magia indescriptible de canalizar energías y saber defenderse.