DIEGO DI EGO FI FISCHERMAN SCHERMAN
EFECTO BEETHOVEN C OM O M PL P L E J I D A D Y V A LO LO R E N L A M US U S IC IC A D E T R AD A D IC IC IO IO N P O PU PU LA R
incluso, que se hace musica para poder hablar -y escri bir - acer ( de ella. Pero hay una pr egunta inevitable: ld e q ~ habla cuand o ~hahla.-d e-musica2 En una primera instancia, es posible afirmar que la musica escucha y que todos sus us as se r e lacionan can esa escucha. S'in embar g o, cuando se intenta def inir que es 10 que se escucha cua) d o se escucha, se verifica hasta que punta distintos grupos ciocultur ales a distintos individuos oyen casas absolutamenre d is tintas cuando el objeto d e escucha es el mismo. Partiendo de , il base y, tam bien, d e la constatacion de la d iversidad de funcion H que actualmente se Ie atri buyen a la musica, resulta claro que est, pala bra es demasiado peq uena par a una varied ad demasiado grand e d e o bjetos. lLa musica fabricada par la industria global t otra musica que la que se pr oduce en 10s cemiculos univer sitar i I eur o peos a la que se toca en el Knitting Factory2 a se trata dir tll mente de otro fenomeno, totalmente diferente al que tambien ,'I' llama musica? En el caso de algunas musicas d e tr a dicion popular , com (·1 rock 0el jazz, la -.a~l!enticicIad constilTI e-.!:l!lvalor . A pr inci pia d(· la d ecad a d e 1960, The Monk ees tenian un programa d e televi, i6 11 y grababan discos. El pr ograma er a una especie de comedia -n10 delada a partir de los filmes d e Richard Lester can los Beatles- ('II la que, en alg(m momenta -gener almente al final-, el grupo canL, ba alguno de sus exitos. El pr esupuesto compartido era que la l ,1(· vision habia concebido el programa can un grupo musical pr \ I: tente. Cuando se r evelo que The Monkees se habia forma ) I partir de un ca stin g y que las canciones eran provistas par un 'j( 'I cito de autores en ese entonces noveles, entre quienes se contnl III Carole King y Leon Rusell, la carrera del grupo termino a br II I I mente. En la actualidad, en cambia, los grupos surgid os d 1 ' 1 ' 1 1 / 1 / 1/ shows basan su valor precisamente en aquello que cuar ]"I t, 11 It ) antes busca ba ocultarse. El hecho de que ap r e nd en 10 qu d ~ ' 1 1 1\, cer, el proceso a traves del cual se convierten en pr f . i( 11ill. ,'I I 1111 (mercenarios, se ha bria dicho apenas unos anos antes) cular , uno d e los elementos que construyen la id entif i, i 111til'l
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Zappa3 y alguno d e esos grupos a solistas, q ue y son evaluados can un sistema totalmente d istinto de III" I'H, hncen musicas d if erentes a, directamente, distintas casas a I Ipll'" llama musica? I III d I'n,
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I II1 ,1 r , mpo de la liter atur a, par e jemplo, esta mas a menos cla,/11('~ _ incluye y 10que se excluye. Los cuentos que se Ie r elaI I I111\, Imo. a la h~ra d e dormir no suelen formar parte de los esI'" III ~r anos umver sitar ios (par 10 menos, hasta ahara), de la 11111 111,lner aen ,~ue el guion d e una publicidad pued e integrar II I IIIJld~ d es peClfIca en un pr ogr ama d e formaci on prof esional parte d el canon univer sitario de la liter atura. En 'I I Iln lonna I I I,,, I ,1.1l~~sicolog~a.ton:a par a si un campo casi infinito que inI I I I, I11l1S1Ca pu bhCltana, las canciones de cuna, las canciones II \ Ill, ~has de, f utbol, de la~ fiestas populares, de las guerras y, I IIplll st , la opera, los reCltales y los conciertos. En la literatu1'"1 Illm par t e, iguaLq -ue-en-el-cine (el cine-arte es considerad o ,I 111'1 el terror a las sagas espaciaIl, I igual que las comedias, ) I 1111i.ml'lo mercad o def~n~ _ ~o.!lp~~t~.0ari~~d l() q~e cumple I I 1111"Ion de entr etemmlento y aquello a 10 que se consid era ,. I'll II I (lsica~n cambia, todo es definid o mas -0menos co~o I } J I II III \ IY 11S d if er en~ia~es, todavia en la actuaITa.aa~e r elacio- ) I III I ('(H1 uestiones d e clase sociafq ue can caracteristicas del I t IIlhJd 1.Si bien la idea gener al acercaaela-mlisiCi:CcITtistr ca I, Ild'l) hnstante a 10 lar go d el siglo XX y los viejos contenidos 1 /,' ", l'l'vistieron can ~l~unas ~ociones vagas acerca de la cOlllvalor (Ia mUSIca occIdental d e tradicion escrita seria IIII \ ()111O , 1111'1 ll(I) 1 Y, . par 10 tanto, me jor , que la de tradicion popular), II II III 11'1/1,Iid ad nadie ha explicado par que (si no es par una I 1111 o pera comica de Donizetti a incluso una III' t'/r l s ') una un concierto d~ valses ;ieneI ' I IIII- f '(:h, r ,lisa y llanamente, III III 11\ I illS del siglo XX son mas artisticos (de hecho, no son 11l1'lIII'Jll,)qll un canto de pastores de Tracia, «Oriente» de I IIII ( , I IIlIn~ ancion d e los chirigu anos del sur de Bolivia paII II I III I' I r r l ISd e los muer t os en carnaval. I II 11 11 I IIIll, It 1 'li 'S hones de tr adicion y d e pertenencia social. I" f I I1IIII, IIIJ 1\ II' ' < J ' manera impr ecisa, a parece alIi una d e las •I I I
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invenciones mas nuevas y car acter isticas d e la socied a d occid ental: llama por supuesto, ar t e. una pa r ticular id ea d e 1 ar te, a 1a que se, -, . Aquello q ~ese corres pond e con esa idea, obviamente,. no es 10umco a 10q ue pued e llamar se arte, pero propor ciona los mstr um~ntos can que estas culturas cuU a s eval{tan inc~uso aquel~as expr eslOnes ar tisti as que han sid o prod ucid as a partu d e otras Id eas de l~ qu~ es el ar te -0 d e ninguna id ea en particular , cuand? ~o se conClbe a arte como algo espedf ico y se par ado d e otras aChvldad es d e la so-
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ciedad -. '1 ' ' La pr imera cuestion es, entonces, sa~~r a que. se 1ar :'-amU:>lcay la r es puesta no es {mica,ni siq uiera par a la pr op~a musicologla. Pe: ro la segund a cuestion es aun mas dif lcil Y COI;s:steen sa ber ~ que se llama arte. Existe una gran variedad d e mUSlcas y cad a.una d e ;lia~ p~mente, cibedezca a ~n~~rta ,idea d : ar te en tanto l~ ex per iencia d e escucharla (de v'!yl!ia, _ P?~nan. deClr lo.sfans) es:~e _ f inid a por ese .mismo p'ubli~CL.comQ est~hca . .slmo~ Fnth, en PerJor ' mi ng Ri t e s: On the V alue of popular MUSIC, lleva la I~ea de aglgl!.llacion de ca pital cultur al -con la que Pier re Bour di eu pone a ~ar ~ en el terr itorio d el analisis cultural- de la cultur a ~ lt a a la b a J a . ~I esa acumulacion (el sa ber acer ca d e las circunstanclas. de, composlcion de la obr a, de su estilo, d e la trayectoria d e los mte~ pr~tes e, incluso, d e sus vidas privadas) aumenta el place~ d el pt~blIco de oper a 0de conciertos, no onure algo dif er ente, afuma Fnth: en el caso del fan d e algun gr upo 0 solista po p. Los fan~ no se d~fmen a sl mismos como oyentes comunes; es mas, des preClan a qUleneS no saben ciertas cosas d e sus artistas preferidos y, por 10tan,to, no los entienden como corres ponde. Esa diferenciacion entre ~u~enes verdad er amente entiend en y los otr os no es una caracten~hca d e .un . d b ualquier publIco er udIto, gener a parhcular y pue eo servar se en c --,-, es d ecir aquel que haya acumulado capital cultur al, ell t~:mun~s d e Bou:dieu y Frith. Lo que debe tenerse en c~e~ta e~que la erudlcion no es pr ivativa de algunos oyentes de mUSlCaclasica. El rock, el jazz, las musicas etnicas~ el pop .y hasta las for~a~ mas comer ciales y menos ligad as a la Id ea oCCld ental -y tr adlCI? nal- del ar te, guiad a, entre otr o s, par los valor es de la compleJI-
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dad y d e la expr esion d e sentimientos personales y aUh~nticos, tienen sus eruditos. Y tambien, sus propias maneras de esta blecer valores. Como se vera mas adelante, incluso la id ea d e cultur a occidental es sumamente discutible y, en relacion can la musica, ni siquier a puede ha blarse can precision de la cultur a del jazz a la d el rock (gener os bastante bien d ef inid os, por 10 menos por el mer cado). Quienes piensan q ue Oscar Peterson es un gran pianista d e jazz y aq uellos que aseguran que es a penas un virtuoso exhibicionista que no fue ca paz de crear un lengua je pro pio estan dis puestos a batirse a d uelo ver bal, una y mil veces, por la que consider an la mas noble d e las causas. Y seguramente, 10que discutiran ira bastante mas alla d e los meritos del pianista. No es que uno de los contend ientes d esconozca los argumentos del otro (en general, ya 10s ha escuchado antes) sino q ue los d esestima. Las discusiones -d iscusiones que ~.~r elaci.onan CDn.Ja.constitucion d e la pr opia id entid a
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dar d e l~ur a d e _ Beetho _ Y~D y que, a par tir de la a par icion d e Is mea:ios de comunicacion masiva, alcanzo y transf ormo a buenG parte de las music as y musicos d e tr adiciones po pular es. En esa forma de concebir el arte -la musica-, que persigue la conCf :ici6~de a bstraccion -d e m?iS ica a bsoluta-, son esenciales 10 valor es d e autenticid ad, com lejid ad contr a puntfstica, a-r rn onica y de d esarr ollo~-sumad os a 1.a __ exEr esionde conflictos y a la dific? tad en la composlci6n, en 1~-~ jecucion e, incluso, en la escucha. Heg.el, en~, .asegurabA _ qye el ar te nad a en el pr eciso momenta de la muer te d el ritual. Es d ecir , que la condicion d e «artf stico» d e un o bjeto esta ba d -lr ectamenteligada a su ca p acid ad d e a bstr accion. En el cuad ro de honor d e la musica, forjad o a partir d e Beethoven y desplegado comoparad igma con el cualleer la histor ia anter ior tanto como la posterior, los generos que tienden a la abstr accion (la musica clasica) son superiores a los clar amente funcionales y, dentro d el universo de la tradicion escrita y academica, lo? q lJe prescinden expresamente de cualq u}er funcion que nQ..sea la escucha (la sinfonia y el cuar teto de cuer das) son mas elevados y profund os que los otros. Dentro de ese su bgru po-, ademas, los que renuncian a los fuegos artif iciales d e la varied ad tfmbrica (el cuar teto de cuerdas) y los que utilizan las for mas mas contrapuntfsticas y ma t e maticas (la fuga) ocupan el escalon superior. Pierre Bourdieu, en La distinci6n . Crit e ria y ba ses sociales d e l gusto, establece una relacion entre niveles educacionales y economicos, por un lado, y pr efer encias musicales, por el otro. Para el, hay una clara r elacion inversa entre «capital cultural» y «capital» a secas. En su investigacion distingue, dentro de la pequefia burguesia, un sector al que define como «con ingresos mas bajos y competencia mas alta». Ellos conocen mayor cantid ad de compositores y obras musicales y «dicen pr eferir las obras que requieren la mas "pur a" dis posicion estetica, como El clave bien t e mperad o 0 El arte d e lafuga ». En esa suerte de clasificacion d el nivel ar tf stico d e las mllsi c , , segun su nivel d e dif icultad y abstraccion, entr a en juego, ad em ~, la hipotetica (e ilusoria) escucha atenta d el r eceptor , que, hasta 1 .' comienzos d el siglo XX, ha bia sido privativa d e un conjunto musicas d e tradicion occid ental y escrita y que fija ba a L1 v 'Z • dialecticamente se ar ticula ba a partir de- fonnas d e ir lilt i()n particular es, como el concierto ptlblico, f und a mnta Irn 'n l('. I iI t' 1 1 \ te el siglo XX, tanto csas normas d v lor omo ,'II,' n ~ ()< 1 tlid H lt'1 i r 111, i I no, 'c)I0 ,1(' (. I(' n d i(\r o IIh\('I r I II Id i I(lIlt 'f III d tI III'
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posibilitar on, tomandolas como punto d e partida, la consde nuev~s ,g~n _ e!o~que aca baEon pr acticamente des plaz~n1 , 1 II 1.I.~lamad ~mUSlca cla.sica.de ~~s _ ha bitos .culfur ales- d e10s gr uI II lilli, les mas 0 menos l1ustrados. Desd e el R enacimiento estos 11 I 11 1 l,' sc ha bian fascinad o la r nodernid ad. Con cierta id ea de dlo. El placer estetico, para los ilu st r ad os , siempre ha bia tenido tli 1" 1 ' VI'r ~n pod er d emostrar, entre otr as cosas, que conod an y 1111" lJ'('I~d lan10 ~ue otros no. El ar tista ~h~. bia un~ c0!!lR et~ncia sab~~1v~lorar la,.tambien. Fueron sector es d e la bur-1 " Ill, q1I1CneS la a~istocracia los q ue patrocinaron la exper imentacion esIii" '.I III III ('n la o per a, durante los siglos XVII YXVIII e, incluso, hasta I lint?, las vanguar dias pictoricas y literarias de la pr imera I Ill) "' Illd I ,[ ~lglo XX . Pero se trataba, en todos los casos, de van guar I " ('II II/lid /h ie s. De d esafios posibles. A 10lar go del siglo XX,parte II I IIIIt' omenzo a ha blar , unicamente, del arte. Y, sobr e todo, 10 I" II 010 par a artistas. De la misma manera en que nadie compr aII I lIllI'S 'gu.nd a vez una revista de acer tijos logicos en la que no IIIII I ':101 POd ld ? reso!ver ni uno solo, la atencion d e los gr u pos ilusI Ii/II ('rnpezo a onentarse hacia otr as d irecciones. En el cine.....el I I i 11 1 1 1 1 1 liter atura, las revoluciones del siglo XX se hicier o;;t~leran mealaa,graCla§ a -r sosf end .e la iIl!~gen _ y, en-alguIII/I' , 1'1 o." de algunad ase de nar rativ~ En la mtlsica, el paso de 'on~tr uccion a par tir d e la sucesion d e tensiones y disten1''\ IIIlt' 111.1 Id ea d e «sonid o en si mismo», no pudo ser asimilado I III III 111ny r ia ~el publico culto. L C ! ,!lUeVamtlsica pa r a escuc!!q r ya 1 .1 .' nd uClda por ~com12Qs~Q~es clasicos (010 er a cada vez ,I i 1 1'1/1 1111 I II ) /,11 () otr a que f ue a1canzando altisimosmveles d e sofisticaI1 11 1 1 '( "/ inamiento a partir de tr adiciones que venian de migracioI I \ ' " ti t I(vocos: d e pla~a.s y burdeles, de bail~s y funer ales. _ Esa I II t'll Ill,' l'rmmos def !..mdo~ _ Eor Hew, . _ ha bia'abandonado el ri'- . I I III \ . IIIln~faconver tido _ en ahstracta. 11111 (Il l'
I 11 1 1 '11 1 11
'c a n
Nuevas m u s i c a s , v ie jas palabras
id eal, ya que la atenci6n es, siempre, s~mamente ~~tante, aun en oyentes fr ecuentes y entrenados, A~mas, las cq,ndlcIOne? _ 9-~~s~ucha y l~.. Eosibilidad d ~~~scuc~a atenta,..son suma~:n!e p~e~anas en un mund o en el que eI silenc~o _ no~~l~tey la mUSlCaesta mcor porada como te16n- e ondo _ a~0d .~slas activid ad es h~ma~as, desde los via jes en trans p-orfe-s pubhcos y las salas d e. v:lor~~s hasta los balnear ios e, ind us-o; 10s zoo16gkos, dond e la ImltaclOn d e la natur aleza busca"su im probable verosimilitud en unos gigantescos par lantes q ue d ifund en musica comercial internacional. Aun ~si , la idea de musica d estinada a la escucha, por sobre otras funclOnes, r ige en gran med id a la concepci6n de musica artistica. , En Buenos Aires, ya en la decada d e 1930, cuand o sahan a escena los cantantes de tango, se de ja ba d e bailar. Los arr eglos de Julio De Caro para su sexteto de 1926, aunque permitieran la danza tenian un grado de comple jid ad ritmica y de osadia timbr ica qt:e parecia contar con la audici6n c6mplice de un p ublico atento a esas novedades. Algunos gr upos primitivos de jazz, como los Hot Five 0 los Hot Seven de Louis Armstrong 0 las pr i meras orq uestas de Duk e Ellington, permiten r:ensar 9-u~ el f en6meno estuvo lejos de ser local. La radio y el d lS~O, pnn~lpalm:nte, sumados al acceso de publicos cada vez mas am phos a blenes d e consumo mater ial (las radios y los tocadiscos, entre elIos) y al mercado d el es pectaculo (el cine tambien tuvo una impor ~ancia significativa en esta ampliaci6n del unive~so d e los cor:sumldores d e entretenimiento ligado, d e maneras mas 0 menos duectas, a 10 artistico) abr ier on la posibilid ad de que alguien estuviera en su casa sin hacer otra cosa que escuchar musica. L.2-q1l.eantes. r ~queria situarse en ellugar de los hechos, participar de ellos y muc~as veces cantar 0 tocar tin instrumento, cambi6 definitivamente su modo de circulaci6n. Y esto provoc6 dos situaciones absolutamente nuevas. Poi unlado, 10popular sali6 del contexto popular (d el pueblo). La m~ica de una fiesta udo ser escuchada fueI.~ de esa fiesta; la musicader oaile empez6 a sonar ,en l~s casas. Una canci6n de cuna tohil,"'uncanto nupcial ae los pigmeos, una vidala d el nor oeste argentino 0 un gamelan de Bali podian sonar, por 10menos en teoria, como f ondo d e una distinguid a cena de negocios en un restaur ante lu joso d e Bar celona, Par is , San Pablo, Osaka 0 Buenos Aires. La otra consecuencia, sin embargo, fu aL[n mas impor tante y se relacion6 con la apar ici6n d e mu i < . qll ,
('on toda una gradaci6n de distancia respecto d e elIas, segun el fueron tendiend o hacia la abstracci6n, hacia una musica llli'iScercana a la id ea de aife puro"de mus jcf labsolu jf /. In mercado IIIma a estas musicas «populares», d e la misma maner a que a Iquellas q ue siguen siendo prod ucidas 0 consumidas en am bitos Il() pular es y con usos populares pred ominantes (la musica d e baiII' 0 d e fiesta). De esta manera, Or nette Coleman 0 Egberto Gis1110ntiforman parte de una misma supuesta categoria con las polel Medio Oeste norteamer icano, la musica d e los «cuar tetos I ISd Il'O picales»argentinos, los cantantes me16dicos espanoles 0 el po p 111 ' consumo masivo. Desd e ya, la popularidad , entendida como exito de ventas 0 ceII'hr id ad d el compositor 0 inter prete, dej6 d e ser una variable sigII fi ativa en cuanto a su ca pacid ad para d efinir un genero. MllSien cuanto al tratamiento d e los materiales 0 a t I H nada populares, II r i rculaci6n prevista por sus creador es, pued en lIegar a conquisIIII' una gran popularidad, aunque esto no sea 10mas habitual, y, a I I Inver s a, m'lisicas previstas para convertirse en exitos de masas 1 " 1 1 en, por error de c jIculo 0 por sim ple carencia de meritos es1If 'I' f icos (que sea pegad i za , por e jemplo), no lIegar nunca a logr ar IlIl pltiaridad . La ,Sondici6n de « popular » mane jad a por la industria II Il'ografica y co~ par ti 3 poYel pu121ico po ~star fa , entonc~s, refesino C ! la Daturaleza de los matt::.rial~s _ 0 alas I II 1( la Eopularidad II III j iones con que estas m'lisicas dial pgan d e manera pr edomi'. Pero las maneras de este dialQgQ _ y-.los ..grados..d e ela bor aII 1111 I 1111 , tr ansfor maCi6n, enmascar amiento y d econstrucci6n de esos III Ill'riales son 10 suficientemente distintos entre si como para que I 'll 11 esario hablar de categorias musicales dif erentes. 1';11 los paises anglosajbnes, a pesar del nota ble avance d e las II q ' 'Ii aciones acerca de musicas de tradici6n po pular y d e la caI II HI Y riq ueza de enfoques d e muchos de esos trabajos, se sigue I ",lll1do de aJ :t music- p.ar a refer irse aJa IIlusica clasica, d ~ f o lk . 0 , '"I/It' I r a ha blar d e 10tradicional (aunque con discusiones acerampo cu bre cad a una de estas categor ias) y ge popular I II Ill' \Ill II/III if ' pnr a todo 10 demas, La car acterizaci6n d e musica ar tistica, I II III In '(so, r sulta bastante clar a, tambien, par a r eferirse a m'li1 11 1 d ' lr , Ii ion po pular, siempre y cuando su funcionalid ad Il1tt'-no xcJusiva, d esd e ya- sea la escucha. Al res pec111f 'dllll\in III dl'!ll': 1\11 r im n Frith, 1baile es tam1111'.' , 11 " 01110,'Ilgi I'ISO),
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los q ue f re cuentemente hace el oyente d e ~usica a:tis~ica, en pr ivad o y tambien, ocasionalmente, en ~o~Clertos pubhcos, balanceando su cabeza mientr as escucha, lmltando los gestos de un dir e ctor de orquesta 0 de un instrumentista 0, directamente, haciendo percusi6n adicional, debe considerarse ,que, en efecto, la escucha esta lejos de ser e jercida s610 con el oldo y ,q~le las res puestas corporales son significativas no s610en las mUSIC as expresamente bailables. Si hasta los comienzos del siglo XX podia ser clara la correspond encia exclusiva entre la mlisica artistic a y esa que el mercado denomina «clasica», a partir d e entonces las cosas dejaron ~e ser como eran. Los musicos clasicos se tentaron con frecuenCla con los mater iales po pular es y esa atr acci6n sur gi6 a partir de una cla~a conciencia acerca d e la otr ed ad d e ese mater i al, cosa que no habla currido, por e jemplo, par a Schu bert con r especto a l?~ liindle~ 0 para Bach con r especto a los mi nuet s 0 gav ot~s: Y tamblen, ala mversa, muchos musicos pr ovenientes d e tradlclOnes populares tra ba jar on sus o br as con la escucha atenta del hipotetico ~e~eptor en la mir a y con procedimientos «prestados» por otras trad~Clones. ~o es 10mismo com poner una canci6n de cuna para dormlr a a~gUlen q ue para que sea gr a bada en un disco, cant~d~ .en un co~clert~ X scuchad a por gente bien despierta. Esta P?slblhdad .d e clr culaclOn nr t f s t i ca d etermin6 cambios en las produCClOnes musIcales, aun en los casos en que se trataba de piezas absolutamente populares y de musicos totalmente intuitivos. En el siglo X X y con los medios de comunicaci6n masiva ~~rece entonces, una mllsica de trad ici6n popular ~~a no ~s po pula; (totalmente po pular ) en cuanto su~ u~ll Evans, Jimi Hend rix ,Gentle Giant 0 Tom Jobim son apenas algunos d e . los nom bres ' q ue, a despecho de su popular idad ~mucha, 1?o~a0 mnguna, segun el caso), cultivaron estos nuevos generos aSlmllables a 10que pod ri a denominarse una musica ar t i stica de t r adici6 !!:. J2 ot !.! ! J E r . Musica q ue, en los hechos, ter mln6r eemplazand.o.~ocialn:ente, com? ~usica de concierto dominante, a la de tradlClon escnta y academlca. Los circulo~ lmi~ersitarios -salvo los de estudiantes de carr eras musicales-, las.hurguesias mas 0 menos ilustr adas y los ar tistas d e 0.!ra disci.l2linas~~Qe 10 q ue ha bf a suced id o n 1 iglo X I X , a band onClr on 1a rn'lsi a c / n sicn ( \ or In n. lOS, 1 < onl'l hH I d(' l (n
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l'l~ias ale jada~ ~el tron~o central anglosaj6n, devenidas objetos I escucha ar t lshcos gr aClas a la existencia del disco. La divulga~:i6n de las musicas populares or los medios masivos d .~comunic~i6n prov.Q.<:;Q, _ ]2Q.L.un lado nuevas f QIillas....d --e=:'circLl1aclQ.!1, a~~~simpensab,le.s,pero, por otro, conllev6la paradoja de II'. desa panclOn d e las mUSlCaspopular es entendidas en sentido esIf 1cto.Es d ecir, ya no se las consideraba « populares» sino que pasa1'01; ~ ser «f olklor e» 0, con suerte, «'World music». Gran parte de la n L1SlCa popular e::npez6 ~ s~rpr oducida fuera del ambito del pueI In y e~ pa pel ?e este se hmlto al de consumidor de algo fabricado Ilor la mdustna, aunque sus cr eadores provinieran de ese ambito 1,1(~ pLllar. Pali~o Ortega, en Argentin~, durante la particular adaptaIl~>n del rock n roll que se desarrollo a comienzo y mediad os d e la d (' (~a. d e 1960 alrededor de El C l ub d e l Cl an, l no era ya el ar tista I1I'('StIglOSO de su comunidad, al que esta Ie delegaba la funci6n de (II'. 'I cantan~e en las ocasiones sociales. Mas bien se trataba de al1',111('n d ~ s~u blerto por u~ empresario y capaz de encarnar un prod IIl,lOf aCll~en~e vendIble, ya no en la comunidad precisa de la I.rovema, smo, por 19menos en teoria, en todo el mundo. I II Il1ISt~O ha bra sucedido anteriormente con los cantantes de bole1 11 1 n 'Xlcanos, con el Brasil ex6tico de Carmen Miranda 0con al1"lldS b.andas . bai.lables de la Cuba republicana. Los europeos, con II 1('SlJ~alesltahanos d e la canci6n, sus romanticos espanoles, los ,It"III;OI1I1lCr s franceses y los fadistas portugueses -todas formas ue , I' " ('r on en las ciudades y que se desarrollaron con la indus;ria 1 1 1 ,1 "1 \ 1 r 'tenimiento- no estuvieron a jenos al fen6meno. No obstanI, 1IIII' I? densidad de algunos poemas utilizados como textos de II I III) 'lones, por la cercania de parte de estos ar tistas con movi11\11'1\10.' poJitic~s .0 esteticos mas 0 menos radicalizados y por el ad de ciertas interpretaciones, muchas de estas II Ihi (Ie 'x pr eslvld olr:enzaron a cir cular tempranamente como o b jetos ar1111(Int'S I's p Jad?s, por 10menos de manera predominante, de alII 1 1 1 1 \ 1 " 111\I'. d (' .Ins(~In lOnalidad es populares tradicionales, como la fiesI I'I 1 ·1 I> .ltl '. G I ('n6meno d e los d e scubrimientos del folk lore en la n Inglater ra , Estados Unidos y, tambien, en Ame1'1IIdl) d,(' It 60, I I I 1 11 ,·' ~ Illi (orn16, (rt':I Il11ismo pr o so.
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No es qu~ _ l?s _ f':lncionalidades extra artisticas 2 desaparecieran del tod o. Cuestiones como-el reconoClmlento tribal (la musica funcionand o como camet de asociacion y reconocimiento en un d eter minad o club social, estetico 0 economico) siguen presentes en la cir culacion d e o bjetos culturales tan supuestamente abstractos como la musica electroacustica 0 el f re e jazz, por no ha blar de la o pera 0 de los concier tos de rock, aun el menos comercial y mas alter nativo. Se trata, en todo caso, de la apar icion de funciones nuevas, inexistentes osecundarias ell10s fenomenos populares pmos, que pueden aesplazat-alas antiguas 0, masnabitualmente, comr -ar tir el protagonfsmo con e las. - - En- er gr gao ~nd a _ e tre el obj~to cllltl!ral Y la tradicion po pular con la que _ dialQga, eQel nivel de im12ort'ill-cia _ ~l!:!eildguieren en ese objeto procedimientos y tecnicas musicales prQvenientes d e otras tradiciones y, ademas, en- as nllevas maneras d e cir :culacion y recepcion, pr ivativas del objeto a:r .tistico;es donde se jJ1ega la existencia 0 no de e stos gener Qs. art ist ico.s_d e ...l. J :.adici6..11-po12J ilar. Palito Ortega es, en todo caso, un cantor popular pura, aunque mediado por la industria discogrMica. Egberto Gismonti 0 Astor Piazzolla, en cambio, no. En estos casos, como en gran parte del tango producido a partir de la decada de 1940, del jazz, de la bossa-nova y luego el tropicalismo y la MPB (musica po pular brasileira) o de gran parte del rock posterior a 1965, el d isco y la rad io no solo propusieron for mas y alcances nuevos par a la difusion: no se limitaron a mediar propagand o la obra de un ar tista po pular 0, inc1uso, f abricandolo a medida, sino q ue fueron, directamente, la condicion de existencia d e maner as totalmente nuevas de tra bajar la creacion musical basad a en tradiciones po pulares. El jazz de Thelonious Monk, d e John Coltr ane 0 del Mod ern Jazz Quartet, el
2. Por r azone s de clar id ad , el concepto d e «extra artlstico» se utiliza mas d e acuerd o con el sentid o comun que con una ace pcion cientff ica. Si bien, en un punto, pod ria consid er arse que no existen cuestiones extr a ar tisticas en la obra a f l / em d e la obra es precid e arte, en tanto mucho de 10 q ue esta supuestamente samente 10 q ue la def ine como tal ( por e jem plo , l a ex posicion en un museo 0 en una galer ia, en el caso de una pintur a 0 escultura), se hace esta d if cr 'ncia ion par a separar (artificialmente) la funci6n e tetic(l c\ ' 01 r (ls f un ion s. ":n lodo <1so, Cf IW II (1IIwl()n <'I I 'Iiell I) Iii tit' oll"lt U\'I1(' olr o "1111/' .0 (,ql-I 01', ell' ,ell' 111111IIIIP
k de 10sultimos Beatles d e Kin Cri . )ueen, las orquestas de H~raeio Sgl ' m;on, ~ l~c1uso: d J pri "W ,' 'I'roilo, no solo usaron el d' a g~n, ranClnI-Ponher An b II m,st~umento de difu1-ii n, 1,0 Ill' esitar on, Es decl'r l'am' Ihscob~omo , as u leran eXlshdo . d ' jl('r mitiera a sus cread ores cont - " .sm un me 1 LJ(' /(\ ,'/nd o de concf encia) con ar (qu~z~no .1?l~1Jl p-re _ can Lml J11() que sus mUSlcas I ba a Ion atencion, fuera del ambito del bail n. ser escucl:l1 I'()
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ley de las fIe~tas 0 r eunIon ,as, para a gunos, fue un negocio redondo.
explica que formas del entretenimiento como la opereta y el ballet -e incluso muchas operas-, 0 musica de baile como los valses, destinados en su origen a la nobleza 0 las altas bur guesias, hayan .quedado en el mercado como clasicas, aunque mas no sea como pnmas .. , o hermanas pobres d e las grandes obras. , Carlos Vega, un pionero de la musicologIa argentma, mtento, en 1966-una suerte d e nueva clasificacion para incluir algunos de los gen:r os de musica surgidos a la vera de los me~i~s masivos de comunicacion. Sin embargo, fue incapaz de per Clblr, por una ,Parte, las diferencias funcionales entr e las music as mas 0 menos mdustriales y las que er an producidas y circula ban d e acuerdo c?n las r eglas del arte y, por otra, ter mino no haciendo otr a ~osa m~s que ofr ecer una a pariencia d e or de namiento que, en reahd ad, so~oor dena ba sus propios gustos y pre juicios. En particular, p.ara el era relevante la d iferencia entr e 10 rural y 10 urbano, poslblemente como r esabio de cier to pensamiento ligado en la Ar gentina al nacionalismo de derecha y for mulado, entre otros, por Leopoldo Lugones, segun el cual en el cam po -virgen de l~ contaminacio~ prod ucida por las migraciones llegad a s alas cmd .ades ar?entmas a partir de finales del siglo XIXy por las nueva~ ld eologlas de es?s inmigrantes, cer canos al socialismo, el anarqmsmo y el com~msmo- ha bia un grado de autenticidad cultural ausente e~ ,las cmdad es. En su taxonomia introdujo la categoria de mesomUSlca, que ya desde su nombre apuntaba ala falta de caracteristicas especificas, a algo en el medio de dos cosas. Casua.lmente, esa~ d?s cosas que fol~ l6n co rur ,al ,...autenhcamen:e Po0"': para Vega tenian importancia: lC? pular, nacional y ligado a la esencia de una culturacy 10-.E c ~demlco, elevado, complejo y abstracto. ,Enese terreno vag~.~:l~rra de _ nadie que algunos rr lusicologos posteriores llamar.£~~ ~r bana», cabian, para Vega, un tango con letra de Hom ro M~n~~ arreglos de Argentino Galvan, «Samba de uma nota so» ae IODlm, Rita Pavone 0 el ya mencionado Club del Clan. . Eventualmente, parece mas productivo pensar que, por enClma de las tradiciones con las que una obra de arte d ialoga, 10que la car acteriza como tal es una forma de circulacion, una d eter minada funcionalidad, y que, en todo caso, d ice mucho mas d e un ob jeto su deter minacion como ar t ist ico 0 no ar t i st i co que el.h ho d q u SLtori cn sca r ur al 0 urbano. bvi 111nit', '.'!''It' (Sf r i( [II , n lon, I'
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par a f or ~as culturales - funciones- dif er enciadas. Par afraseand o aq~~ lcho so bre la co~~enie~c~a d e ha blar d e « buena y mala mU~lca»en lugar .d e «mUSlcaclaslca» y «musica popular», odr ia d .eClr seque n~teJ?uena 0 mal~ musica sino innumer a bles mli~lca.s- by~J1.9.s (y pr obaJ::.le _ mentemusicas-malas) para usos tan difeI en~es como _ pr otestar en una martifesta-cion publica, alentar a un 'q m po de f utbol, bailar, can!ar en grupo, evoca; ~o~entos-'o 'ventos no mus!cales pero asociados con una musica en particui~~ scucha: de manera mas 0 menos atenta en un concierto 0 trave; , Ie un ~ISCO0 de la radio y musicalizar -a la manera d e la banda I somd o de .una pelicula- escenas de la pro pia vida. Muchos oyent~~, por eJemplo, eligen musicas especificas para momentos ('s pec~f I~osy, c~ando se les pregunta por que les gusta determinalidmuslca 0 cuale~,son s~s musicas preferidas, sus respuestas dan III nta d e esa fl J 11 f ! on amblentacf ! 2ra:music a para dias lluviosos, mu: par a cuando se esta triste, musica para estar con amigos 0 1I1l,'SlCa para poner mientras se charla con una persona a la que se '1" 1 re seduclr. Y esto, por supuesto, con las innumerables varianI " . r:o por cionadas por cada una d e las culturas y subcultur as de 11I1I/lltOS lugar es d el mundo. Alcanza con imaginarse las difer enI I ~n las que pod ria manif estarse una misma funcionalidad I"II' c)em plo, la musicalizaci6n d e una cita amatoria- en distintas zoI I I I L~namisma ciudad 0, incluso, en distintos departamentos ,I" 11 /1 mlsmo edificio.
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~,n d ivisi?n ~e la musica en las categorias de popular y clasica
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(Ie c, ,mas bIen, a una especie de convincente taxonomia de los en el preciso momento de su extincion y 1 11 1 '1 ',lI L~td lzadapara constrefiir alIi aves y mamiferos por igual. La 1 '1 " 1 ' ) Idea d e «musica popular », como categoria de mercado, apat I '11 un m.oment~ en que la musica popular, como tal y sin me1'1 ,I II (In I ~amdustna, empezaba a desaparecer y en que la explo1 11 1 ('volutlva y la a paricion d e nuevos generos a duras penas iban 1 I1 " ,1 (,/' H 'I' ontenid as solo por dos categor ias que, para peor , estaI, III II ' jOH d ' rr e pond erse con un criter io clar o y unico.
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q ue se yea la tapa d e Bela Bar tok». El chiste, adema~ de ironizar con ter nura acer ca de cierta hipocresia de un determmado sector sociocultural, define a la perfeccion varias cuestiones: ellugar del ar te y del sa ber so bre el ar te par a un sector d e, l~ socie~ad, el usa ambiental d e la mllsica y la igualacion de un mUSlCOde Jazz (Peter son) y un com positor clasico (Bar tok) e~ relacion con su valor pa,r a definir un mismo gr upo d e pertenenCla. En esa escena, a~emas, queda claro que, para ese grupo s?ciocultural, Peterson deJa a alguien tan bien para do como Bar tok pero que, de todas manera~, Peterson se escucha con mayor facilidad. La ironia del personaJe d e Keaton explica que, como music a para ambientar la cita amator ia, conviene el jazz (convincentemente asociado a escenas d e seduccion por toneladas d e filmes), pero que el dato acer ca de q ue se conoce y se escucha a Bar tok puede ser un argumento ~e peso en la valor acion que la mujer invitad a vaya a tener del dueno d e casa. La misma escena, en el caso d e que los personajes hu bieran sido el cuidador d e un estacionamiento d e automoviles y una camarer a de hotel en Barcelona podria haber d erivado en una pregunta so bre la conveniencia de Julio Iglesias 0 de aquel disco de cant~ g~egoriano interpretado por los mon~es de Silos que ~e populanzo y convir tio en exito de ventas a par hr de su usa en d lscotecas d e.esa ciudad. La respuesta d e la amiga podria haber sid o: «Pon el.dISCO d e Julio Iglesias, per o q ue se yea la ta pa d el d e canto gr egon~no». o la inversa. 0, tal vez, ninguna de ellas. Per o 10 q ue es O bVlOes que para estos per sona jes, puestos en la misma situacion que Allen y K eaton, 10q ue r esultaria bueno (ad ecu~~o) ser ia algo. tota~mente difer ente. Lo bueno, ad emas d e estar defImdo por funclOnahdades (10que es bueno par a una funcion pued e ser malo para otr a), esta determinado por codigos sociocultur ales (10que ~s bueno par a .los obr er os d e la construccion no 10es para los estudlantes umver sltar ios). Pero esas dif erencias sociocultur ales sue len, ad :mas, ~ela~i?nar se con micr oculturas que, en otros ambitos de la mveshgaclOn sociologica, pasan d esa perci bidas. Gru pos (0 su bgru pos) que consumen apr oximad amente el mismo ti po ~e ropa 0 de electrodomesticos y que votan mas 0 menos d e la mlsma maner~ en la.selecciones presid enciales 0 par lamentarias, no escuchan m con.sld eran buena 0 mala ala misma mU.sica.En el gru po d los tud Jemt s y Fr of esores univer itarios hf l br ll, par 10pr onlo, Illguni1s. lif ('n'n i, " I T " ('I', iO Inl('s I il.'lnnl' I I, I' n In,' p('J'(), I I '11)1 r, ('14I 0, II 1(' q ll(11o ,
1 11 1' . los q ue provienen de hogares paternos d ond e se escuchaba clasica y los que no, entre otras var ia bles educacionales I I' '.t'tncHicas~ prof undamente signif icativas- tengan tantas difeII III IdSentre Sl como las que existen entre ellos y 10s obreros de la , 1111"I'll cion. Por no ha blar d e 10s estud iantes de musica y, dentr o .I. "l/os, de 10s cantantes y los instrumentistas, los fanciticos d el II los o peromanos, 10s q ue solo escuchan aquello que pued a I 11"ltlrl'nt~r se con la apariencia de alguna clase d e pensamiento "'I',lllll'd ista y 10s q ue desprecian, por razones id eologicas, cual111 1 1 '1' cl~se d e ~rte q ue no tenga en cuenta el gusto de un hipotetiI I 1 1 I 1 1l1 1 0 maSlVO.Petra cad a unQ ~~~Q~gr upos sociales, 10 bu en a esd e p~tr ~II , 1 1 1 ,1 1 10 no solo ~er~g!~t~~o sino qu~ estaad ~f iniQo III IIIf 'r cntes. Nl slqUler a pued e ha blarse d e un acuerd o basico 1 11 11 ' IIistintos grupos socioculturales acer ca d e que es)~ ~ue d e be I I 1I ' 1 I (' en cuenta par a definir el valor d e una oor a musical. Son I I 1 1 1 1 1 Ii.)las las musicas y 10sconsumos d e la musica,-y- cad a-uno I. 1 ·1 11 1 I , Id ine su propio valor y su propia manera de esta blecer el i11 1/ /',1 antigua mesomus ica de Carlos Vega es, en r eaiid ~d, una "" ill 'IId d e generos regidos por normas culturaleLdiversas y esta I III' lit' 'onfor mar una categor ia. Mas bien, 10s agrupamientos soIl 11 /' I osibles a partir de f uncionalidad es y nor mas d e valor simiI ",' 1\ /I r es d ond e Woody Allen resulta mucho me jor musicologo 11 11 ('1 \,1 ,d entender que l~s zonas d e contiguid ad no estan d adas I ," III I'llr ( I 0 10urbano n(por los Illaterjal~s y tra.silCion~ _ .f oillos .11 Ill. 111usica dialoga, sino E.-0r _ ci~rtas _ maner as d _ ep _ ensar el.o bIII. I III/lIIIHI('(l1 Ysu posible..r .ece pcion (q ue d efinen su valor a partir I, 1 0 1 1 < 1 ('< 1 :-; d e comple jidad y pr of und idad), y por la capacidad de 'I III '\'hos culturales para cumplir con una misma funcion dentro I 1111 111i,'1110 grupo social. I
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