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BIBLIOTECA HERDER sECCróNr DE
KARL RAHNER. Y HERBERT VORGRIMLER
TEoLocÍa y Frlosopía Vorumex
104
DICCIONARIO TEOLÓGICO PoT KARL RAHNER
Y HERBERT VORGRIMLER
DICCIONARIO TEOLOGICO
; ffi,, *É,; BARCELONA
EARCET.ONA
EDXTORIAL HERDER
EDXTORtrAL HERDER
1966
1966
*#,,
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Versión castellana de RnuóN Annrrro, S.I. dé la obra de
Kanr Rar¡Nnn y I{unrnnr
VoRouMLER,, Kleines theologlsches Wiirterbuch,
Verlag Herder KG, Friburgo de Brisgoüa 196l
lrrpnrvrt porEsr: Portugalete, 14 de septiembre de 1964 JosÉ MINUEL VÉt.r,z, S.I.
ÍI''IDICE GE, TERAL
Nr¡¡¡r. oBsrAT: el censor, JueN Annror.n, S.I.
Prólogo.
I¡vrpnruarun: Bilbao, 5 de octubre de 1964 Dn. LeóN M.o MenrlNBz, vicario general
. . . . . .
. . . .
VII
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuerpodeartículos . . . . . . . . . .
X XI
bíblicas . '. . . . . fndicedearfículosyremisiones Siglas
O
Yerlag Herdcr KG, Freiburg
ín'a
Breisgau 196I
@ Editoríal Herder S.A. - Provenza, 388 - Earcelona (España) 1966
Es
pnoprEDAD
Drpósro Gnarssl
-
LEGAL: E. 34.608-1966
Torres Amat, 9
-
Barcelona
kr¡rrno rN Sp¿¡¡.¡
ll2
I
PROLOGO
El propósito de este libro se desprende fácilmente de su mismc título: explicar brevemente los conceptos principales de la teología católica actual, ordenados por orden atrfabético. Esperamos que después de su lectura, dichos conceptos quedarán suficienternente claros, para todo aquel que no se arredre ante un esfuerzo i.ntetrectual. Eso es lo clue vamos a intentar en nuestra obra, sin lirnitarnos a repetir las formulaciones escolásticas, cosa que nos hubiera resultado bastante más sencilla. Aunque también hemos atendido a tra unidad del contenido teológico objetivo, un diccionario no puede substituir, como es natural" a una exposición sistemática de Ia verdad cristiana. Por tanto, tampoco puede esperarse semejante cosa de un diccionario ctre tarnaño tan reducido como el que tenemos entre manos. No se trata de un dircionario de teología bíblica, ni de teología de controversia, ni de teologra fundamental" irTo hay que buscar aquí Ia temáüca de esos diccionarios; si bien es verdad que ha resultado inevitabl e rozar algunos puntos de contacto con ellos. Hemos pretardido realizar esa tarea, así delimitada, tan exhaustivamente como puede
permitirlo un manual. La tajante limitación del espacio nos ha impuesto renuncias muy sensibles. Una crítica honesta del libro debería tenerlo en cuenta. Estas consideraciones de espacio han obligado a prescindir de notas bib'liográficas; obligadas son también la limitación de los artículos histórico'dogmáticos, la distinción entre artículos fundamentales, más extensos, y las noticias escuetas, Ia sobriedad de tras re.ferencias a la Escritu ra y al Den-inger, ctc. Ctando el material principal en torno a un tema está ya satisfactoriamente compilado en ell, Lexikon f ür Theotogie u'n:d Kirehe (Diccionario de Teo,logía e Iglesia), en el que los autores de este manuatr colaboramos, ro nos hemos empeñado en volver a encontrarlo por nuestra cuenta, sino que lo hemos utitrizado con el permiso de los autores de dichos arJículos, a los que agradecemos sinceramente srtr
\¡
Prólogo
favor. También tenemos que dar las gracias a Heinz Schuster (Universidad de Sarrebruck) por su inapreciable ayuda. Nos parece superfluo dar el nombre de cada unode los dos autores en cada artículo, puesto que ambos hem,os redactado poco mas o menos la mitad del texto to,tal. Con respecüo a no pocos puntos de contacto entre la frlosofía y la teología, remitimos al lector al Herdts Kletnes philosop'hlsches Wórtqbu:ch (Pequeño diccionario filosofiso He,rder) dp Mlx Mürrrn y Ar,ors fIlrnER, al que damos por supuesto en nuestro lib,rol.
ABREVIATURAS
Kanr, RaHNER - Hnnnnnr VoncnIMLER f
I
a.C.
It T
!
I ri
Antiguo Testamento
ca
circa (aproximadamente) confer (confróntese) Codex Iuris Canonici dogma de fe es decir
cf.
CIC d.f. e.d. e.p.
vru
et passim
ibid.
allí mismo
NT d.c.
Nuevo Testamento después de Jesucristo
p.
por ejemplo
s
.r ,, 1. El lector de habla eastellana padri utilizar con provecho el Diccionorio de filosofia err dos tornos, de G. Frnn.ltBn Mone, Ed. Sudamericana, Iluenos Aires 11965, o el mucho rnás tnreve d€ W. Bnuccsn, flerder, Barcelona o1965.
antes de Jesucristo
AT
ej.
(ss)
S.
siguiente(s) siglo(s)
v.
véase
Dz
DrNzn¡cER, Enchiridion Symbolorum, etc.
NR5
Der Glaube der Kirche in denlUrkunden J. NBur'rsR - H. Roos, quinta edición. der Lehrverkündigung,
r SIGLAS gÍULICAS
Abd Act Ae
Amos
Apoc Bar Cant Col 1-Z Cor Dan Deut Eccl Eccli Eph Esdr
Esther
Ex Ez Gal Gen Hab Hebr Iac Ier Iob Ioel Ioh t -3 Ioh Ion Ios Is
Abdías Hechos cle los apóstoles Ageo Amós Apocalipsis Baruc
Cantar de los cantares Colosenses
Corintios
Daniel Deuteronomio Eclesiastés
Eclesiástico Efesios Esdras Ester
Éxodo Ezequiel Gálatas Génesis
Habacuc Hebreos Santiago Jeremías Job Joel
Evangelio de San Juan Epístolas de San Juan Jonás Josué
Isaías
h¡d Xuda Iudith Lc Lev X-2 Mac Mal Ivfc Mich Ivft Nah Neh h[um Os 1-2 Par Petr Phil
Philem
ÍNprcp DE ARTÍcuLos
Jueces
y
REMTSToNES
San Judas
Judit San Lucas Levítico Macabeos
Malaquías San Marcos Miqueas San Mateo Nahúm Nehemías
Números Oseas
Paralipómenos San Pedro Filipenses
Filemón
Prov Proverbios Ps Salmos 1-2 Reg Reyes Rom Romanos Ruth Rut 1-2 Sarn Samuel Sap Sabiduría Soph Sofonías 1,-2 Thes Tesalonicenses Thre,n Lamentaciones Tirn Timoteo Tit, Tito Tob Tobías Zach Zacarias
Abneg*ión Animalisrno +Religión Absolución ->Penitencia (sacramen- Animismo +Religión to de la) Aniquilación Absoluto Anonadamiento -)Kenosis Accidente Anticlericalismo -)Clero Acción católica ->Seglar Anticristo Acción de doble efecto ->Doble efec- Antiguo Testamento to de una acción Antinomismo Acsión de gracias *Eucaristía Antioquía (escrrela teológica tle) Acción moral -+Acto 2 Antropocentrismo
Acomodación Antropología Acfo Antropomorfisn¡o Acto de fe -+Análisis de la fe Antroposofía +Gnosis -)Intuición Acto moral +Acto 2 Apariciones (visione) Acto religiooo ->Acto 3 Apetito -+Tendencia Acto salutífero -+Salutífero (acto) Apocallptica Adán Apócrifos Adaptación áAcomodación Apokat.astasis Adopcionismo Apolinarismo Adoración Apologetas ->Teologla Afecto Apologética -+Teología fundarnental Aftardocetas -+Julianistas Apologética inmanentista Agapo Aposúasia Agnosticismo Apóstcl Agustinismo Apostolicided de Ia fglesia Ahora Apropiaeión Ateería Arausica Ateiandúa (escuela teolósica de) Arcano (disciplina del) Alianza Argumento de conveniencia ->ConAIma veniencia (argumento de) A¡nor Argumento de convergencia -)ConAmor at prójimo -)Prójimo (amor al) vergencia (argumento de) Anakephalaiosis Argumento de prescritrrción JPresanáIisis de la fe cripción (argumento de) Analogfa, analogia entis Armonia preestablecida Analogia fidei Arrepentimiento -)C'ontrición Analysis fidei -+Análisis de Ia fe Arrianismo Anamnesis Artículos fi¡ndamentales Angel Ascensión de Cristo Angelología
Ascesis
Angustia
Ascetica Aseidad
Anima nafuraliter christiana
r Asunción de lVlaría a
lm
Derecho
cieilos
Asunción de María a los Atar y desatar (¡roder de)
cieXos
Canonizaciín JSantos (veneración de los) -rsantidad del hombre
Atrición ->Atricionismo -+Contri-
Carácter, carácter sacramental Cardinales (virtudes) +Virtudes car-
ción Atricionis,mo
dinales Cardiognosis
Autenticidad de Ia Escritura Autocomunicación de Dios
Cargo -+Ministerio Caridad, amor
Autoiustificacién Autoridad Autorización -+Potestad
Carisma
Ateísmo
Bañecianismo Basilea Basileia Bautismo
Bautis¡no de deseo
Bautismo de Juan JBautismo Bautismo de Im heretes Bautismo de los niños Bautismo de sangre JMartirio ->Bautismo Bayanismo
Beatífica (visión) ->Visión de Dios Beatificasión JSantos (Veneración
de los) +Santidad del hombre Beatitud Beguardos -+Quietismo ->Viena de
Francia
Beguinos -+Quietismo -+Viena de Francia Belleza
Bendición
Biblia +Sagrada Escritura Bíblica (critica)
Biblica
(teologia)
Biblicismo -)Protestantismo
Bienaventuranza -)Beatitud +Sermón de la montaña Bien (Io bueno, la bondad) Budismo +Religión
Caída de Adán -+Pecado oniginal originante Calcedonia
Calificaciones (censuras) úeológicas Camino Canon
Canónicos (libros) eCanon
xII
Carne +Cuerpo -> Resurrecoión de la carne JSarx Cartagineses (concilios) -)Cartago Cartago Castidad Casuística Catecismo
Católica (Acción) +Seglar Católica (Iglesia) -+Iglesia Catolicidad Causa -+Principio -)Causalidad
-)Contingencia Causa eficiente *Causalidad Car¡salidad
Celibato -+Virginidad Censuras eclesiásticas -+Calificaciones teológicas Censuras teológicas -+Calificaciones
Comunión do los santos
Conversión
Concelebración Conciencia
Conversión (teoría do la) Cooperación en el pecado
Conciencia dudosa
Conciencia de
fe
Corazón
-+Fe
Conciliarismo Concilio Concilio ecuménico +Concilio
Concilio nacional -+Concilio Concupiscencia
Concurso divino Confesión
Confesión -+Penitencia (sacramento
de la) +Confesión por devoción -)Confesión de los monjes Confesión de los seglares -)Confesión de los monjes Confsión do los monies
Creación (doctrina de la) Creación (namación de la) Creación del hombre -)Hombre (creación del) Creacionismo
Crecimiento en ligión
cia ->Intuición -)Convergencia (argumento de) +Ontologismo
+Criatura ->Creación (doctrina de la fe) -+Tiempo
Cristianislno
+Positivismo -+Tradicionalismo +Razón -+Verdad -+Sabiduría
Cristo (orerpo
+Voluntad ->Palabra -+Duda
CristologÍa
Conocimiento (teoría teológica del) ->Epistemología teológica
Cor¡sensus
Consentimiento -)Consensus Conservación del mundo Consolación -+Consuelo
Crítica bíblica +Bíblica (crítica) Ctuz Cuer¡lo
Cuerpo de Cristo -+Cristo (cuerpo de)
Cuerpo místico -)Cristo (cuerpo de) Culpa CuIto Culto a las imágenes +Imágenes (veneración de las)
Culto divino
Comienzo +Inicio
Comunicación Comunicaciones de idiomas +Idio_ mas (comunicasión de)
Controversia (teologia de)
Demiu¡go
Controversia de las imágenes -+Imágenes (controversia de las) Conveniencia (argumento de) Convergencia (argumento de)
Demonios
Comunidad (teología de ta) Comunión -+Eucaristía -+Comunicación
Comunión espiritual -+Cornunión
Contrición Contricionismo
de)
Cristocentrismo
Constantinopla Constanza Consuelo, consolación Consubstansiación Contemplación Contingencia
Codex Iuris Canonisi JDerecho canónico Cognoscibilidad de Dioe Colectivo (pecado) +Culpa
la gracia -+Mérito
-+Perfección Creencia en un Dios supremo -+Re-
Criaturidad -)Hombre (creación del) +Antropología +Contingencia
Consagración Conseios evangélicos
CIero Coacción
Cosmovisión Creación
Confirmación
Confirmación en gracia Conocimiento ->Gnosis -)Experien-
CieIo Ciencia de Cristo Ciencia media Ciencias y teología Circuneisión
+Clero -)Seglar
Cosmos -+Mundo
Criatura
teológicas Certeza
Clericalismo
Comedentora
Confesión por devoción
Conocimiento de Dios +Dios (teoría de) ->Cognoscibilidad de Dios
Cisma
Cordero pascual -)Pascha
Cultura
Deber +Obligación Decálogo
Deduc{iva (teología) Definición Defsmo
Depésito de Ia fe Derecho canónico Derecho natural -+Ley natural XIII
I Hermenéutica
f)escendencia (teoria de la) Descendencia (teoría de ta)
+Hom-
bre (origen del) +Hombre (creación del)
a los infiernos (descenso de Cristo a
Descenso de Cristo
áInfiernos
sía -+Parusía (expectación
Dualismo Duda Ebeb Yahvch Ebionitas -+Monarquianismo
Filioque
Espíritu
Filosotía Fin
+Una
sanc-
Esfado intermedio Estados de Ia naturaleza
Desiderium n¡turale Desmitologización I)estino Destrucción (teoría de Ia) I)eterminismo Deuterocanónicos (libros) +Canon
Esuménico (movimiento)
Día del Señor
vinas Elección Emanación
Emoción -+Afecto Encarnación -)Jesucristo -+Cristología -)CuerPo
Euquitas -+Mesalianismo -+PrinciEt,a
Encídica
Evange'lio
Día de la regonciliación +trmposición de las manos Diácono
Dialéctica (teoria) +Teología dialéctica
Dicotomismo
Diluvio Dios
Dios (¡lrueba de la existencia
ta (movimiento)
Ecumenismo -)Controversia (teología de) +(Jna sancta (movimiento) Edificación Éfeso
Ejemplar +Ideas divinas Ejemplar (causalidad) -)Ideas di-
Encuentro consigo mismo +Situa-
de)
ción originaria
Dios (doc'lrina acerca de) Disposición Distinción Diteísmo Doble efecto de una acción
Estado original, gracia original
hu¡ma¡r,a
del
estado
Ética
Etiología
Fuentes de la moralidad -+Moralidad (fuentes de ta) Fuerzas -+Poderes y fuerzas Función religiosa Jliturgia -)Culto Fundamento -+Principio -+Inicio
Eucaristía
Futuro
Ética de la situación
Étiqr existencial (ética individuarl) Ética individual -+Ética existencial
Galicanismo -)Conciliarismo
pro
Generación
Evidencia )Certeza -+Principio
Docetismo
Doctor de le lglesia Doctrina acerca de Dios -+Dios (doc-
Epiqueya
Exégesis
Episcopado +ObisPo +Concilio BpistemologÍa teológica
Existencia de Dios JDios (prueba de la existencia de)
Equiprobabilismo -)Morales (siste-
Existencia sobrenatural
de)
Doctrina de la (doctrina de la)
Equivocidad -+Analogía
Dogma
Escandatro
Dogmas (evolución de los) Dogmas (historia de los) Doeruática (teologfa) Dogmáticos (hechos) -+Hechos dog-
Escatología
máticos
Dolor +Enfennedad +Pasión Dominio de Dios -+Basileia +Reino de Dios Don de lenguas +Carisma Donatismo Doxa Doxolo gia +Confesión Dios -+Oración
xrv
-)Gloria
de
mas)
ción originaria -+Etica existencial
Experiencia
Expiación -)Satisfacción ->Peniten-
Escotismo
Escritura (Sagrada) -+Sagrada
Es-
critura Escritura (sentido de la) Escrituústica (Prueba)
cia -+Redención Extra Ecclesiam nulla salus Extremaunción -+Unción de los
Gnosticismo -+Gnosis Gracia Gracia (confirmación en) ->Confirmación en gracia Gracia creada -)Autocomunicación
en-
Gracia del estado original -)Estado original Gracia incread¿ -)Autocomunicación ->Gracia Gracia original -+Estado original Gracia (sistemas de la) Gracia (teología de Ia) Gracia santificante Gracias (acción de) -)Eucaristía
IIábito Fariseísmro
Fe
Especie
Fe fiducial
de la
Gloria de Dios Gnosis
fermos
Escuelas teológicas Esencia
Especie eucarística Espectación inminente
Generacionis¡no Géneros literarios Gentilidad -+Paganismo
-)Gracia
Existencialismo -)Angustia -+SituaExorcismo -+Posesión diabólica Ex opere operato ->Opus operatum
Escepticismo +Ateismo Esdolástica -+Teología
+Filiación divina -+Tri-
nidad ->Generacionismo
Excomunión
qreación -+Creación
-) Moralidad
Fortalez¿r
Epifanía
trina acerca de) Doctrina cratólica (verdades
Florencia Fontes moralitatis (fuentes de la) Forma
Fruto
Eón
Entendimiento +Razón
leologia
Eternidad
Evolución de los dogmas -)Dogmas (evolución de los) Evolucionismo +Evolución Ex cathedra -+Definición
Ente -+Alma +Ser
y
Estigmatización
Evolución
Enfermedad
divin¿r
Fin del que obra -)Intención Finalidad -+Fin ->Teología
Estado
Esuménico (concilio) +Concilio
Desesperación
Esperanza
Estadísticr moral
Economía (princiPio de)
Deserción de la fe +Apostasía
Figura -+Typos
Filiación
EspÍritu Santo
Bclesiologia
los)
immi-
nente de la)
Fideísmo Paru-
Fidelidad de Dios
Hechos dogmrflticos Henoteísmo +Politeísmo Hereiía Ilermanos de Jesús Ilermenéutica
xv
r Misterio
Heroica (virtud) Heroica (virtud) -+Santidad del hombre) -+Perfección Hesykhasmos +Quietismo Hesykhastas +Quietismo
Hiio de Dios Hiio del honrhre Hijos de Dios -+Filiación divina Hilemorfismo Hiperdulía Hipóstasis
Historia (teología de la)
Historia de la Iglesia -+Iglesia (his-
toria
de)
Histo,ria
de la
teologia -+Teologia
Historia de los
dogmas
-)Dogmas
nrsmo
I{omoousios Horizonte -+Ser
Huida del mundo +Mundo (huida del)
Humildad Ideas divinas Idiomas (comunicación de) trdolatría +Politeísmo Iglesia
Iglesia católica +Iglesia Igtesia (historia de la) Iglesia, medio de salvación +Extra Ecclesiam nulla salus +Salvación (necesidad en orden a la) -)Votum Iglesia (oficio Pastoral de la) Iglesia (¡lerteneciente a la)
Iglesia (potestad de la) ->Potestad de la Iglesia Iglesia (tesoros de la) Iglesia oyente Iglesia primitiva
Magisterio
Indiferentismo JAtelsmo +Relati-
Justicia de Dios Justicia originatr -+Estado original Justicia por las obras -+ Obras Justificación
MaI, maldad
vismo Individualidad lndulgencia lnerrancia -+Sagrada Escritura
Justificación por Ia imputación de Ia iusticia
Ma¡rdamientos de Dios Mandamientos de Ia Iglesia
+In-
falibilidad Intalibitidad Infancia
Majestad de Dios +Doxa -)Imagen y semejanza de Dios
Maniqueísmo
Kenosis
Manos (imposición de las) Jlmposición de las manos María
Kerygmática (teología) Kinsey-Reports ->Estadística moral Koinonia -+Comunión de los santos Kyrios
trniciación
Laica (teología) -+Seglar (teología) Laico +Seglar
tr'nicio
Lateranense͡ (concilios)
trnmaculada ConcePciÓn Inmanencia
Laxismo JMorales (sistemas) Lenguas (don de) -)Carisma
Mariok¡gía Mariológicos (principios) emariologia
Martirio Marxismo *Materialismo -+Reli-
Lex orandi, Iex ctedendi
gión iUás aIIá (eI) Masilianos ->Mesalianismo Materia Materia sacramental -+Forma -)Ma-
Ley civil -+Estado Ley naturatr
Materialismo Maternidad divina
Libertad
Matrimonio
Libertad de sultos +Libertad doc-
Mediador Mediadora Meditación
l*y
trinal ->Tolerancia
teria
Islam 4Paganismo -+Mística
Libertad doctrinal Libertad de investigación ->Libertad doctrinal ->Ciencias y teología Libros canónicos -)Canon Libros deuterocanónicos -)Canon Libros inspirados -)Canon -)Ins-
Jansenismo
Libros protocanónicos -)Canon
Mesías
Limbo Liturgia
Meta
Intuición Intuicionismo -+Intuición Irenismo 4Controversia (te"ología de) trrracionalismo
piración
Jerarqula +Ministerio
-+PaPa
+Obispo +Sacerdocio -+Diáco-
no -+Apóstol ->Clero
->Orden
Loci theologici
Jesr¡cristo Jo¿f,nica (teología)
Logos Lugares teológicos -+Loci theologici
fuicio
Luteranismo JProtestantismo
(final) Julianistas
de Dios
Macedonianismo
Mandeos
humana
Inmanentismo -+Inmanencia Inmortalidad Inspiración Instante -)Ahora +Kairos Integridad fntención Intercesión -+Indulgencia -)Petición (oración de) eConsagración
{.traves (¡loder de las)
Kairos Kerygma
Juan (bautismo de) -)Bautismo JudaÍsmo y cristianiYno
fmágenes (controversia de las)
L
Magia -+Mística -+Religión
Impetraúoriar oraciÓtt Imposición de las manos Indículo ->Fe -+Lex orandi
la naturaleza
Homo assumPtus (teolqía del) Homoeos JArrianismo JSemiarria-
xvI
Justicia
lnhabitación de Dios
deD -+Creacionismo
y semeianza
Inrpecancia
lnfiemos (descenso de Cristo a los) I nfralapsario (estado) +Estados de
Hominizaciín -+I{ombre (creación
Imagen
lmpecabilidad
Jurisdicción ->Fotestad de la lglesia -+Penitencia (sacramento de la) Jurisdicción (primado de) -)Papa
lmitación de Cristo
lnfie.rno
(historia de los) Ilistoricidatl Ilombre Hombre (creación del) Hombre (origen del)
fmagen
nmílgenes (vetteració¡l de las)
Juramento antimodernista -)Modernisrno
Lumen gloriae ->Visión de Dios
+Cielo
Luz de la gloria +Visión de Dios
+Cielo
Lyón
1
Meditación por imágenes -)Imagen Melecianos
Mensaje (teología del) -+Keriemá-
tica (teología) Mérito Mesalianismo
Me'tanoia
Miedo -)Angustia ->Temor de Dios Milagro Milevitano +Car"tago Ministerio Misa (sacrificio de la) Misericordia
Misión
Misión trinitaria Misferio XVII
Mis{erioo (teología de)
Fotestades
Misterios (teología de)
]r{ecesidad de precepto -+Salvación (necesidad en orden a la)
Origerrismo
Neoescolástica ->Teología
Paciencia
MÍstica
Neopaganismo Nleoplatonismo
Padecimiento +Pasión Padres de Ia lglwis
hlestorianimlo
Paganismo
tr§icea
Palabra
Misterios de la vida de JesÚs Misterios pagano§ Y cristianismo Mfstica cristolÓgica Místie del pecado Mistica logológica Mlsticu nupcial Mistica trinitaria
,l§oche obsctrra JContemplación -+Mística
Mito
ociones trinitar ias F{ombre Tr.tr
Modalismo Modernismo Molinismo Monarquianismo Monismo Monoenergismo -i Monoteletismo Monofilismo ->Monogenismo Monofisismo Monogenismo Monoteísmo Monoteletist¡ro
Nominalismo Norma de lo moral
+ Prop
+
Act«>
i
edades
Z+Ateís-
nno .+Etica -+Ética existencial -)Conciencia ->Ética de la situación
Notas de la Iglesia -+Unidad de la nglesia +Santidad de la Iglesia +Apostolicidad de la lglesia -+Ca-
tolicidad -+Iglesia
Palabra de
y principados
Perfección Perfecciones divinas -+Dios -+Dios
(teoría de) Perikhoresis
Permisión del pecado -+Predestinación Persecución
Ilim
Panentefsmo
Perseverancia Persona
Panteismo
Personalidad
Papa
Pertenencia
a la
Iglesia -+Iglesia
(pertenencia a)
Parádito
Pesimimo
Paraíso
Piedad +Culto divino -)Oración -+Acto +Vida (períodos
Parenesis
Parenética --)Parenesis Partenogénesis
-)Parto virginal
Participación
Parto virginatr
de la) Piedad categorial-trascendental da (períodos de la)
Parusia Parusia (expectación inminente de In)
Pietismo Pistoya
l§ouvelle théologie
Pascha
Plenos poderes -+Potestad
Montanismo
Novacia¡rismo
Plero,ma
Moral de recompensa JRecompensa (moral de)
l\[o'vlsimo,s
Pascua -)Pascha Pasctra de resurrección -)Resurtrección de Cristo -+Pascha Pasión Pastoral (teotogfa)
Moral doble Moral doble en sentido de
<
ética» -)Prote-stantismo
Obieto formal
Morales (principios) Morales (sisterras) Moralidad (fuentes de la)
+fIna
sanc-
ta (movimiento)
tado Obras Ocasionalis¡rro
0ckhamismo Oficio pastoral de tra Iglesia ->trglesia (oficio pastoral de la) -)Pasto-
Muerte Mundo
Mundo (huida del) Myste ->Misterios
paganos
ral de la
Iglesia
Ontogénesis -+Generacionisrno
Nasionales (concilios) -+Concilio Nacionalismo -+Religión -+Estado Nada Naturales (virtudes) +Virtud
(}ntología
Naturaleza
Oración Orange gArausica
Naturaleza y gracia Naturalismo
Necesidad Necesidad de medio +Salvación (necesidad en orden a la)
xvm
tra)
Obligación Obligatoriedad de la Xey civil ->Es-
Motivo Movimiento equménico
s«¡hncnatural
Oblación (teoría de
Ontologismo Optimisnno Opus operatum
Orden
Orientales (Iglesias)
Origen del hombre ->Hombre (origen del)
Pluralismo Pneuma
Pneumáticos -)Macedonianismo Pobreza
Poder de las llaves +Llaves (poder de las) Poderes de la Iglesia -+Potestad de
Paternidad de Dios
Obediencia Obispo
Moral (teolryía)
Motor (¡lrimer)
Nueva teología JNouvelle théologie }§uevo Testarnento
Patriarcas Patripasianismo Patrística PatrologÍa Paulina (teologÍa) Paz
la
Iglesia
Polaridad
Polifilismo -)Monogenismo Poligamia
Poligenismo ->Monogenismo Polilefsmo Posmión diabólica
Pecado
Pecado (penas del)
Pecado colectivo -+C\rlpa Pecado filosóflco -)Peccatum philosophicum Pecado originan
Posibles
Pecado originaX originante Peccafum phitrosophicum
Positivismo Postrimerías -+Novísimos Postulados (teoloeia de)
Petragianismo
Penas del pecado JPecado
(Brenas
Positiva (teología) -+Teología positiva
Fotencia
del) Penitencia Penitencia (sacramento de la) Penitencia eclesiástica ->Penitemcia (sacramento de ta)
Fotencia obediencial
Pentateuco
la Iglesia Potestades y principados
Pentecostés
-+Ley -)Canon +Espíritu Santo
->Vi-
Potestad
Potestad docente -+Magisterio Potestad de Ia lglesia Potestad sacramental -)Potestad de
xtx
Teleología
Potestas regiminis
Potestas regiminis -+Iglesia (ofisio pastoral de ta)
Práctica (teologia) +Pastoral (teología)
Preambula fidei Preadamitas +Monogenismo
Proto,Iogía
Providencia divina Prude¡rcia
Prueba de la existencia de Dios '-+Dios (prueba de la existen-
cia de) Prueba escriturística -)Escriturística
Predefinición Fredestinación
Predestinacionisrno ->Predestinación
+Reprobación
Predeterminación físie Predicación
Freexistencia de Cristo
(prueba) Pseudoepígrafes +APócrifos
Fueblo de Dios Pureza cúltica Purgatorio Querigma JKerygma
Freexistencianismo
Premoción física +Predestinación Preocupación por la salvación -+Te-
mor de Dios +Salvación (cmteza
de la propia) PrescriPción (argrrmento de)
Querigm ática (teología) -+Kerygmá-
tica (teología)
Quietisnno
Qumrán -+APóstol sExcomu,nión -+Gnosis ->Sagrada Escritura
Racionalismo
substanciasión Presunción
Razón
salidad
Principio de economía +Economía (principio de) Principios mariológicos +Mariologia
Principios morales +Morales (principios)
Frincipios de ser +AIma -+Disti-nción Priscilianismo Probabiliorismo
-) Morales
(sistemas)
Probabilismo +Morales (sistemas) Procesiones divinas +Trinidad Frofeta
Próiimo (amor al) Propiedades divinas
+Dios
(teoúa
de) +Dios
Propiedades trinitarias Protestantismo
Protocanónicos (libros) -)Canon
Protoevangelio
xx
Sheol
Sacra¡nentaria (úeología) Sacramento Sacramento natural Sacrannento originario
§igno
de
los
niños
Redención Regeneración
Regula fidei Reino de Dios Relación Relativismo Religión Religión de senfimiento Religiones no cristianas R.eligioso (acto) -+Acto Reliquias Repetición
Simbolis,mo
Slmbolo Símbolo de la fe
Sacrificio
Simul iustus et peccator
Sadlrceísmo
Sircultaneidad
Sagrada Escritura §alutífero (acto) Salvación
Sinergismo
Sinagoga
Sínodo -+Concilio
Salvación (certez.a de Ia propia) Salvación (historia de la) Salvación (necesidad en orde.n a Ia) Salvación (preosupación por la) -+Te-
mor de Dios -+Salvación z-a de la propia)
Sínodos particulares +Concilio Sistemas de la gracia ->Gracia (sistemas de)
Sistemas morales -)Morales (siste-
(certe-
mas)
Sisternática (teologla) +Dogmática -+Teología positiva
Situasión (ética de
la
3
Santidad de Dios Santidad del hombre Santidad de la Iglesia
rios Soberanía de Dios -+Basileia -+Rei-
,
Santo
S«¡brenatural
Santos (veneraeión de los) Santos padres +Padres de la Iglesia
Sobrenaturales (virtudes) -+Virtud Sociedad
Sa¡x Satisfacción
§ocinianismo
Satisfacción (teorías acerca de Ia) Scientia media -+Ciencia media
Sotra
Revelación originaria Revelación privada
de los
sacramentos
otrrcratum
Rigorismo -+Morales (sistemas)
Sitz im Lebem JGéneros literano de Dios
§ola fide
Seglar (teología) Segunda venida de Cristo
Semiarrianismo Semipelagianismo Sensibilidad
gratia Sola Scriptura Solidaridad (principio de) Soma -+C\rerpo
-+Parusía
y
se-
+Fin $Te-
SoterioXo'gfa
Sphragis Sr¡bordinacianismo Subsistencia Substancia Sucesión apo'stólica Sueño
SuPerstición Supralatrrcario -+Estados de tra natuessritura -)Escritura taleza humana
Sentido -)Sensibilidad leología
Revelación
de
Situación originaria
Sello +Sphragis Sernejanza de Dios -+Irnagen mejanza de Dios
Responsabilidad aurte el murldo Resurreccién de Xa carne R.esurección de Cristo
la) -+Etica
situación
Sang¡e (bautismo de) ->Martirio +Bautismo
Seg!ar
Representación Reprobación
Reviviscencia
Sermón de Ia momtaña
Sangre
Recapitulación --+ Anakef ala i os is Recompensa (moral de) Reconciliación -> Iledención
+Opus
Sacramentales
Salvífica (voluntad de Dios)
Rebautizantes -)Bautismo
Primado +Papa -+ObisPcr Primado de jurisdicciÓn '-+PaPa Primer motor +Motor (p'rimer) Principio Principio de causalidad +Causalidad Principio de contradicción -+Cau-
Ser
Salvador
Presencia
Presencia real -)Eucaristla -)Tran-
Sequedad -+Contemplación
§abelia¡rismo SabidurÍa §acerdocio
Sentido de la Syneidesis (sentido de la) Sentido de la fe -+Fe Sentirniento (religión de) -+R.eligión Teísmo -+Deísmo de
sentimiento
Teleologfa
xxI
Te¡mor de Dios
Yahvefo
Tentación
Teoria de la destrucción ->Destrucción (teoría de) Teoría de la oblación -+Oblación (teoría de la) Teosofía -+Gnosis +Intuición
TeocenDrismo -+Antrolrccentrisrno
Terminación
Tsnor de Dios Templ,antila
Ternporalidad ->Tiempo Teurdencia
Término eTerminación Tesoro de la tglesia -+Iglesia (tesoro de la)
-+Cristocentrismo Teo'dicta TeotoSÍa
Teología bíblica +Bíb1ica (teologia) Teología de controversia -)Controversia (teología de) Teología deductiva -+Deductiva (teología)
Teologia de la gracia -)Gracia (teo-
logía de la)
Teología de misterios ->Misterios
(teoloeía de) TeologÍa de postulados -+Postulados (teología de) Teología del mensaje -+Querigmáti-
ca
(teología)
Teoiogía dialéctica
Teología dogmática -+Dogmática (teología)
Teología especulativa -+Dogurática
+Teología positiva Teoilogía for¡nal y fundamentatr Teologia fundamentat Teologia joánica -)foánica (teología) Teología kerygmátíca -+Kerygrnática (teología) Teologia libera,I Teología moral
-*Moral
(teolergía)
Teof,ogía natural Teología nueva -)Nouvelle théologie Teología pastoral ->Pastoral (teoloeía) Teologia paulina -)Paulina (teología)
Tmtoe¡a positiva Teología querigmática ->Kerygrnáti-
m
(teología)
Teología sacramentaria -)Sacramlen-
taria (teología) TeóIogos Teoría de la @nversión -+Conversién (teoría de)
Teoría de la descendencia -*Hornbre (origen del) JHornbre {creación del)
xxlf
Theologoumenon
Tiempo Tipo -+Typos
Vaticano t Veneración de las imágenes -)Imágcnes (veneración de las) Ver«lad Vcrdades de doctrina católica -)Doctrina católica (verdades de)
Via ->Camino Vicariedad -+Representación Yicio VidB
Yida (periodos de
Ia)
Yiena de Francia
ToIedo
YirginirH
Tolerancia Tomismo Tonsura -+Clero
Virginidad (estado de) -+Virginidad Virtud Virtud heroica eSantidad del hom-
Torah +Ley
bre ->Perfección
Yfuudes eardina,Ies
Virtudes heroicas -)Santidad
del
hombre -+Perfección Virtudes naturales -)Virtr¡d
Virtudes sobrenaturales -+Virtud Visión beatífica +Visión de Dios Yisión de Dios Visíones -+A¡»arisiones -)Apocatríp. tica Yocación Yoluntad Yoluntd de Dioa Yotos Yotum Vulgata -+Sagrada Escritura Yahveh
Tradición Tradicionalismo Traducianismo Transfiguración de Jesús Transmigracién -) Preexistencianisrno Transubstanciación Trascendencia
Trascendental -)Trascendencia Trento
Tribulación Tricotomismo
Trinidad
Trinitaria (teologia) Triteismo
Trullano JConstantinopla Tubinga (escuela de) Tuciorismo JMorales (sistemas) Typos
Ubicuidad (teoría de Ia)
Ultima cena 'áEucaristía -+Misa (sacrificio de la) -+Pascha
{Jna sancta (movimiento)
Unción -+Unción de los enfermos +Confirmación Unción de los enfennos Unidad de la lglesia Unidad del género humillro Unión hipostática Unitarismo
Univocidad -+Analogía
Valor ->Etica -+Bien XX[II
A Abnegación; concepto biblico (Mt Tit 2, l2), que enuncia
16, 24 ss; cf.
un requisito de la ->imitación de Cristo. El hombre puede llegar, me-
jor dicho, llega inevitablemente a una situación, en la que ha de elegir
entre lo que considerana mejor para é1, independientemente de la llamada de Dios en Jesucristo (llamada a la [e, a los mandamientos de Dios,,, a Ia cÍLtz de Cristo, etc.), y está tentado a seguir incluso bajo esa llamada, y la obediencia a la referida Ilamada. Si el hombre en esa situa-
ción es obediente al
llarnamiento
de Dios, experimenta esa vivencia como un morlr y como una
en-
trega de sí rnismo, como la propia negación; como la contradicción, que
y da üda, entre el +pneuma y Ia ((carne)> en el sentido bíblico (+sarx) o sea, una concepción de sí mismo pecaminosa o simplemente mata
terrena. En la -)ascesis de los -)consejos evangélicos pretende el hombre
salir astivamente al encuentro
csa situación, para no ser
de
infiel a ella
en suanto dispuesta por Dios
sin
¡rregunta previa.
Absoluto. Lo que existe en sí y por sí mismo, y no depende de ninguna otra cosa. El absoluto por lrntonomasia es lo que se piensa como existente por sÍ mismo, como v'erdadero y bueno en sí, sin de¡rendencia alguna. Pretensíón de ab.solutez del cristía:nísmo: en el cris-
ti¿rnismo
lo finito, condicionado y
rclativo de todo lo humano, por
t:rnto, también de toda religión, Do llcga a convertirse en algo absoluto. I
I(:rlr-Vorg. I
Sin embargo, puesto que Dios ha tomado absolutam,ente lo fi"nito en Jesucristo y en este se ha comunicado también absolutamente a, lo finito, el cristianismo es la única entre las religiones que pretende ser
la pleni,tud de todas las demás; y dentro de la historia pretende también que no se le pueda superar de manera alguna (+religiones no cristianas, -+cristianismo). Accidente. En la filosofía y teología tomista se entiende, sobre todo,
por accidente lo que advierte y per-
fecciona a una ,Jsubstancia (accidgnte ontológico). En el mundo de la experiencia, todo se nos presenta corno compuesto de substancia y accidente (conocimiento de la substancia por medio del accidente). Por otra parte, conocemos al accidente como algo distinto de la substancia,
en virtud de que una misma substancia está sornetida a cambios o mutaciones. Así, el accidente es algo inherente a la substancia y no puede existir en si rnismo; por tanto, el
-)ser le corresponde solamente
de nueve géneros superiores de accidentes, entre los ctrales los más importantes son cantidad y calidad (accidentes ab-
una manera análoga. Existen
solutos), acción, pasión, lugar en el espacio y tie,rnpo (accidentes relativos). Estos conceptos pasaron a la teología eucarística: después de la consagración permanecen solamente los accidentes (-+especie eucaristica)
del pan y del vino,, y de ninguna manera su substancia (-)transubstanciación).
Adopcionimo
Aconnodación Acomodacióm. Atención
y
ma se hace consistir en el úl'timo fin natural o sobrenatural, Y la bondad o maldad subjetiva de un acto hu-
conside'
mano se hace dePender de la ordenación subjetiva (consciente) actual o virtual al último fln. Conforme a la doctrina de la Iglesia, incluso los pecadores e incrédulos son capaces de hacer actos buenos según La moral natural; astos que con la -+gracia elevante actual pueden convertirse en actos salutiferos (+salutífero [acto]), cosa que de hecho sucede muy verosímilmente siemPre que se da un acto bueno. Debido a la unidad espiritualcorpórea del 'áhombre, la división traáicional de Ios actos en actus ín'
contenido de la revelación' Y esto de una manera Permanente Y auténtica,, no sólo como transitoria concesión a ctllturas no cristianas' I-a unidad de Ia revelación no se manifiesta, clentro de su historia, €n una exánime identidad y repetición
ternl (interno-espirituales) y actus ex'
única de una única esPecie humana' De la continuidad s€' desPrende la
terni (externo-corpóreos) sólo
valor como descripción rnasiva, hecha con finalidades prácticas. La -+libertad de un acto queda limitada Por f actores psicopatológicos (neurosis,
exigencia de un iontacto vital con ,+histolas fuentes. por raz|tt de la ricidad, la palabra de Dios tiene que
encontrar al hombre en cada una
edad, hábitos) y por crratro impedimentos inmediatos (violencia, pasiÓn, miedo, ignorancia). Objetivamente, la bondad o malicia ds un acto humano depende de su objeto formal, el objeto de 1o moral; es decir, de la relatiO" de conformidad o disconforrnidad del objeto con el Írltimo fin del hombre. Este objeto de 1o moral está constituido por dos elementos par-
de sus situaciones y posibilidades'
Acto. 1'. Para la filosofía tomista' en virtud de la mutación de todo
ente que suPone el Paso de un estado a otro, acto (realización) y ápotencia (posibilidad) son las dos formas fundamentales del §€r. El «acto puro)> dice (auto-)realización absoluta
(+absoluto), eter
ticulares (-)moralidad [fuentes de 1a]): Por el -+fin interno o intrín-
1o tanto, excluYe d ( actus Purus :
-+Dios).
'
2. La teología moral distingue entre uctus horninís (actos del hombre'
respecto
aI
En teología
la estructura
del acto m1s*o, y por las circunstancias, a las que Pertenece de una manera especiai el fin externo o extrínseco al
seco, que reside en
qrr" tiende el sujeto, la motivación'
estos dos elementos se desprende que no puede darse ning{rn acto humurro del todo indiferente. HaY que tener en cuenta, sin embargo, que en un acto influyen una cantidad enorme de +motivos. El ((Peso)) de un acto crece en Ia medida en que los motivos quedan reflejamente purif,cados e integrados en la mayor unidad posible de acuerdo con el fin
úe
cisión en la voluntad). Todo actus lzumanus es un agto moral, Puesto eue, más o irnplica una
tiene
EI
pocto ¿r los principios fundamentales, s[. +moral (teologla), Jética.
ffi&, en varios estratos de,l
3. El mismo -)lDios no es un objeto cualquiera al que el hornbre podría <
referirse: el hombre, por su esencía, queda referido aL -+misterio de Dios (-)antropologia). EI acto religioso es eI abandonarse detr
hombre a la t,trascendencia de su propia esencia. A1 acto religioso pertenecen los siguientes momentos: es apriorístico, es decir, inevitable, pues-
to que forma parte de la autorrealizaciín del hombre, y, por tanto, sólo puede ser rinicamento aceptado o rechazado; es integratr y racional, os decir, a causa de la relación singu-
lar entre Dios y el hombre, dice también una más intensa referencia a sí mismo y una autorrealizaeíín del hombre, y, por tanto, también de su razón; procede del centro del sujeto (icorazón), en el que razón y voh-r"ntad todavía son originariamente uno (pensamiento-piedad, compren-
sión-emoción, objetividad-veneración,
juicio-convicciór); es personal, es decir, aceptación del ser hombre , y con ello respuesta y entrega al +misterio (-+caridad); es además categorial, es decir, el acto religioso responde a ,Dios desde todas las dimensiones del hombre, incluso al absor-
y temáticamente en la concreta objetividad del mundo; y
L-
procede de la tierra
pasaje bíblico de
la
ella). creación
()creación [narración de la]) aflr. relato,
que el primer hombre, un varón, fue sacado de la tierra en cuanto atr cuer-
po (por tanto,
queda también evi-
dentemente incluido
y
en la historia
que recibió el aliento vital inmediatamente de Dios. Más
<)
antn, afirma que es irnagen de Dios, que se Ie dio una mujer, -)Eva, de su misma condición, ordenada a él como é1 a ella; y que esta pareja constituye el punto de partida de la humanidad (-)monogenismo). Adán fue creado en un -)paraíso que no
le correspondÍa por su
naturaler-a y que por parte de Dios no le era debido (->estado original). Como prirner padre de todos los hombres, s
también genealógicamente padre de
Jesucristo (Lc 3,, 38), segundo padre universal (segundo Adán), que supera al primero. Adán transrnite la vida terrena a los que por su inobediencia son pecadores y mortales (+pecado original); Cristo da la vida es-
piritual a los que por su obediencia
constituye en justos y en seres que resucitan (1 Cor 15; Rom 5). En el segundo Adán la voluntad de Dios
se hace realidad e,n un consorcio espiritual y libre de la criatura racional corpórea con el Dios hecho hombre.
lrcrse directa
por esto es también encarnatorio, con otras palabras, está referido (consciente o inconscientemente) a la concreción terrena y creada de Dios en Jesucristo, y, por tanto, dice funda-
al mundo, de tal el acto religioso el amor a Dios es amor a otras reali«l¿rdes no divinas, y viceversa. mcntalmente
<>
rn:rnera que en
A«lán (en la antigua lengua del ol'icnte hombre, humanidad, que
-
5
3
y vuelve a
intrínscco (en el actuar de los cristiitnos: proceder por -+fe). Con res-
Adopcionismo. Nombre que se da a todas aquellas
general sentencias eue, preosupadas sobre todo de
mantener un Jmonoteísmo puro, ven en -)Jesucristo únicamente un hombre que posee de una manera espe-
cial el espíritu de Dios y al
que
Dios «adopta)> como hijo. D,efensores principales: cristiano-judíos en el s. r, Pablo de Samosata en el s. rrr y, en cierta manera, Elipando de Toledo
y
Félix de Urgen en el s. vrrr,
(+monarquianismo).
etc.
F
Alegría
Adoración Acloración. El NT emPlea con frecuensia la expresión <> para dar a entenrJer la venerasión de un gran hom-
bre. Sin embargo, la teología NT la entiende como adoración
del au-
téntica de Dios (como forma funda-
mental del Jacto religioso en general) y de Cristo nuestro Señor, adoración eue, según el APoc, tiene que tributar a Jesús toda la creación Y eue, según Ioh 4, Ya no tiene que tributarse a Dios en un ltrgar deter-
rninado, sino en espíritu Y en verdad; según Pablo Y Hebr, €r la ver-
dadera casa de Dios, efl la comunidad reunida, como cuerpo de Cristo, para cetrebrar el banquete eucaristico. La teología dogmática defiende, contra todo equivoco, que la adoración
,sólo es posible frente
a Dios (Dz
302).
En la adoración se realiza de una la parte <> de toda actitud religiosa frente a Dios: como reconocimiento de la diversidad infinita que le separa de la criatura, de su infinita santidad y majestad. Reconocimiento que pue-
Granera peculiar
de ser puramente interno o exteriorizarse y manifestarse por medio de
acciones sútrticas, pero que, Por encima ctre esta distinción, se realiza en el desenvolvimiento práctico de la
vida. Toda adoración se dirige a la persoáa de Dios, desde luego, en su
total concretización (humanidad
Jesús, presencia
de
de la
eucaristía). No es posible ni permitido adorar a los santos, imágenes Y objetos (+santos [veneración de los], ->imá-
genes [veneración de las], +reli-
quias); con todo,, pueden prestar ayu-
da psicológica para llegar a
una
adoración auténtica. Afecto. Conmoción del sentimiento especialmente fuerte y espontánea que
tiende a pasar a acciones emotivas
(impulsivas, súbitas); es decir, a im-
7
conro el -)misterio impenetrabtre. La rcligiosidad vulgar convierte con frec:r¡crrci¿t a Dios en algo controlable
pedir la reacción del entendimiento y de la voluntad. Tarea biológica:
conservación e incrementación de la
y
vida. La responsabilidad en los actos afectivos
o emocionales queda limi-
tada conforme a la disminución del uso de la razón. Agape (griego
grurcia atribuida, corl
ante
a cabo en virtud del esPíritu de
gr acia de por si eficaz (a saber, toda gracia, incluso la meramente suficien[c, es decir, no plenarnente eficaz) a
Ia que el hornbre queda p,redeterrninado sin rnérito alguno F,or su parte, sLlpera las consecuencias dei pecado
eso
original, la -)concupiscencia.
res-
puesta gue, una Yez más, viene asi-
mismo dada en virtud del esPíritu
de Dios y que constituYe la Pefinanencia en la comunión con Dios Y en la comunión de los hombres entre sí (Rom 5, 5; 1 Ioh 4, 16; 1 Cor
vulgar niega la posibilidad de todo
conocimiento cierto que rebase la inmediata experiencia cotidiana, o de toda ciencia referida a un conocimiento semejante (cf., contra esto, +cognoscibilidad de Dios). Un agnosticisrno más sutil pretende salvar tro religioso situándolo en un terreno en el que sea de antemano invulnerable: el conocimiento racional tiene que fracasar sin más ante las úl-
timas preguntas fundamentales, para
dar paso a la
(-+modernismo). El agnosticismo religioso no se equivoca cuando piensa que a Dios en <>
cuanto Dios só[o se le puede conocer alli donde se le conozcra y reconozca
Este
rrgustinismo es rnuy vulnerable teológicamente en cuanto q.ue niega la
¡rosibitidad auténtica de una pura Jnaturaleza (Dz 1516-2318). Defenprincipales del agustinismo (contra etr caXvinisffio, ->bayanismo y ->jansenisrno) son Ff. de Noris (1531-
s^ores
13, 8-1 3). Agnosticisrmo (griego-latín : teoría del no conocer). Un agnosticismo
tazón,,
rr.yuda general de la gracia Dios. 'fras la caída del hombre de se p,riva ?L éste de semejante capacidad. La
Dios. Por parte de Dios, en la realización de la historia de la salvación: designa la voluntad divina de crear algo distinto de Dios, Y de hacerse
eso otro y de comunicarse a otro. Por parte del hornbre, la
o sin
san Agustín (354-430), según la cual, el hombre en su estado original (paraíso) podÍa querer y hacer Io bueno sin una gracia de por s1 eficaz, apoyado únicarnente en una ¿L
preferentemente, designación del
amor en general (+caridad);
inismo se llama en primer
AgusÍ
Iugar a determinada doctrina de la
: amor). En el NT,
todo, del amor de Dios al hombre Y, además, también del amor de los hombres entre sí Y de los hombres a Dios. Es una forma fundamental especial del amor, puesto que se llerra
tr':rnsparente.
17'ü,4), F. tseilelli (167 5-1742), J.L. (169t6-1766). Finalmente, tam-
Berti
bién se habla de un agustinismo
en
lilosofía. R.asgos fundamentaLes: todo conocimiento humano se funda en una ilurninación inmediata de Dios; en
crl nnomento de la creación se dejar'()n insertos en la rnateria princípios l'ormales capaces cle desarrollo (ration.e's sermínales); en el hombre se cl¿r una pluralidad <Íe formas esenn:íales (pluralismo); a la l,oluntad (al :rnrr-rr') le corresponde la primacía r ¡l te el entendirniento y las demás l'¿lcultades. Estos pensamientos se to-
:
¡n¿¡.ron,
C1ivi (ca \24,8-129i8). Punto culrninante: la lucha de este agustinismo contra Tomás de Aquino, alrededor del WA. Ahora. En teologia,, este concepto no se refiere, como en la filosofía del -+tiempo, al punto temporal individual de una serie ininterrurnpida equi.valente en sus momentos (Platón
y Aristóteles), sino a una experiencia religiosa fundamental. La experiencia de que el presente verdadero se rcaliza corno ahora no en la extroversión al mundo y al tiernpo, sino en la entrada en sí misrno, en eI transcender a1 ,espacio y aI tiernpo, como podría decir Agustín. Algo sernejante es el siempre <> de Karl Jaspers" En la Escritura, el ahora (griego, nyn) es esencialmente una dimensión lristórico-salvíf,ca que vie-
ne dada en distintos grados
conao
presencia de Cristo, que en conj¡;nto
irnpulsa dinárnicamente de ahora a ahora hacia La -)parusía. Esa presencia de Cristo se entiende coxlno presencia corporal de Jesús en cuanto
comienzo del nuevo -)eón, cotrlo tienapo apostélico, como presencia de Cristo en el +kerygma. De acuerdo con todo 1o precedente, tenemos el ahora, el instante de la decisión absoluta, la respuesta exigida por
parte del hornbre en todo
ahora
(Rom 13, 1 tr; S. Kierkegaard). trn la t'e
orÍa de los
<> de KierCIs, dentro del
kegaard, eI instante estadio cristiano,
lo eterno : e Ia :ver.
presento decisivo y futuro, que vuelrre de nuevo como pasado. -+Ky rios, -)3urcro.
en parte, del árabe Avicenna
y del hispano-judío Avicebrón. Del'cnsores rnás conocidos : Guillerrno tlr¡ Auvernia (ca I 180- 1249), Alejan()
dro de Hales (ca 1185-1245), san Buenaventura (ca 12'1.7-1274), Pedro Juan
Alegría. Sentirniento fundamenf;tl que resulta de la concordancia o rdenada de lo múltiple en la existencia
l0
Alegria
Ahs¡a
humana concreta. Esta concordancia está, en último término, fundamentada por la armonía impresa en la
creación.
Su punto culminante lo en la obra ailrorosa del
encuentra Creador misrno, con tro que ha revelado a su ÉIijo cbmo sentido y fundamento de la creasión, y con la que
ha orientado la creación en orden a ese Hijo. De ahí que la alegría se convierta en alegría en Dios y en su salvación"
Aleiandría (escuetra teológica de). En Alejandría, ya a finales del s. II, existían con toda cetteza una escue-
la de
catequetas
y
varias academias
teológicas para gente f ormada. La llamada Escuela teológica de Ale-
jandr'ía se caracteriza sumariamente por su profundizaciín en el misterio de la palabra de Dios escrita y de ia Palabra de Dios hecha carne, es decir, que también se caractenza por la marcada acentuación de la divinidad de Jesús (de aquí po,steriormente el peligro de '->monofisismo). En la interpretación de la Escritura sigue sobre todo el camino de la alegoría y de Ia tipologia (+ty pos) bajo el influjo de Filón. Los maes^
tros principales son Clemente de Ale-
jandría
y
Orígenes.
Alianzar en sentido teológico-bíblico, es un concepto que designa en
el AT la relación peculiar de
I
Israel,,
como pueblo elegido, con respecto a -+Yahveh,, relación que se basa en esa elección gratuita, er la que Dios mismo se compromete como aliado del pueblo. Aunque 1o hace de tal manetra, euo El sigue siendo el señor de la alianza y de forma que la relación no puede ser anulada por
ninguna de las partes. En la etiología histórico-salvífica del AT se describe esta alianza como consecuencia de alianzas particulares cerradas con anterioridad a Moi11
Asi con Noé (Gen 9,
B-17; ya <>); con Abraham (Gen 15, 9-12. L7 s, con cuya alianza se asocia corno signo la sés.
alli es una
'-)circuncisión). En el Sinaí queda cerrada la alíanza con todo el pueblo de Israel, siendo ésta propiamente la antigua alíanza o AT, consistente en la ,+ley y, sobre todo, en el ->decálogo (Ex 20; 34). For fin,, con David (2 Sam 7) se cierra la alianza mesiánica, puesto que se le prornete un descendiente que ha de ser Hijo de Dios y se garantiza la persistencia eterna a la casa de David. Otras narraciones de pactos de alianza hay
que considerarlas más bien como renovaciones y exhortaci.ones a la fidelidad. Con respecto a la teología de la alianza, cf. también -+Antiguo Testarnento.
La
traducción de «alianza>> por
«testamento>>
:
última vol,untad, no
da del todo con el núcleo teológico de la alianza,, que es la <. Más bien maniflesta el dorninio soberano de Dios, y procede de la antigua traducción griega del AT. También en el NT se llama alianza al proceder salvífico veterotestamentario de Dios. En analogía con la 'Jsangre de los animales que solían sacrif,carse en los pactos de las alianzas veterotestamentarias, el NT sabe de una sangre con la que se sella una alianza (Mc 14, 24),, una «nueva alianza>> (Lc 22,, 20; 1 Cor
ll,
25): la sangre de Jesús. En adelante queda claro que la historia de la salvación (->salvación [historia de
lal) oficial y pública es una
conse-
suencia de dos alianzas (Gal 4, 24; 2 Cor 3, 6-18). La teología propia de
la
nueva aliarza, cuyos miembros §on Dios y la humanidad redimida, queda desarrollada en la epístola a los Hebr 7-10, y precisamente bajo
un
marcado reconocimiento de la dignidad de la antigua alianza. Cf.
-)Nuovo
Testamento.
t2
Al¡:rra (griego psykhe, latín aninca). I)rr¡'a entender acertadarnente la doctrina cristiana (¡no platónica!) acerca clol alma, hay que tener en cuenta tlosde un principio la distinción en-
t re ente y principio real de ser. Un cnte es una totalidad real, que posee una esencia y una existencia, incluso
un na ptruralidad de sus propiedades, ¡rilrtes, dinaensiones, etc. Un princi¡rio cle ser es un fundamento intrínseco de un ente, en ürtud del cual ese ente, sin perjuicio de su unidad, rnuestra una pluralidad de propieda-
des, que no se pueden reducir las runas a las otras d,e manera adecuada o total, aunque cada una queda condeter¡ninada por el todo, puesto que es ufi. momento de éste. Según Ia teoría cristiana, el alma es un principío de ser, no algo independiente que es por sí mismo y quo sóIo ulterior y contingentemente
cntraría en unidad con Pues
lo
material.
el alma constituye, en unidad
el otro principio de1 hombre, con el principio de la essubstancial con
pacio-temporatridad
el
física, un
ente,
hornbre. Y de tal manera, gu€ toda propiedad empírica que descubrimos en el hombre lleva en sí la
carasterlstica del hombre entero (cada una a su manera, como es nafural): c[ -)cuerpo es específlcamente cuerpo humano, expresión de lo personal espiritual; lo espiritual en el hombre se reatriza en la espacio-temporalidad histórica (representación, imager, p&-
labra, gesto, sociedad)
la
y
tiende
a
consumación del hombre entero
(+resurrección de
la carne).
Enapíricamente sólo se puede eny descubrir al hombre entero, uno, aunque no podríamos conocerIo con suflciente acierto y amp,litud si no se le entencliera como,-)per:i()na espiritual, dotada de individualidad auténtica e insustituible, que es lulgo más que un caso particular de u na ley universal; dotada de conocontr ar
li
cimiento espiritual, que es algo más que la captación de lo biológicamen-
te útil, y que en Ia '-)trascendencia hacia el ser en absoluto y, por consiguiente, hacia el ,-+misterio de ->Dios, está capacitado para la ver-
dad absoluta; dotada de li§.eftad y autorresponsabilidad, que
le
hasen
algo más que un momento de una sociedad biológica y técnica. El principio de tal ser hombre, eue permite a la esencia material, espaciotemporal llegar a su ser propio, que hace que se determine a sí mismo
y así hace que trascienda la pasividad de lo material, se llarna alma. Recibo este nombre, €n contraposición con el principio intrínseco de
1o espacio-temporal, biológico, de lo ocasional y social, a 1o qlue se llama
Jmateria (no hay que confundirla
con cuerpo, que dice ya 1o que que-
da constituido por el alma y la materia, como principios de ser). No siendo derivable de Ia materia dicha espiritualidad personal, hay que concebir este principio de ser, eI alma, cofiro sub-*_tpncial (cf . Dz
295) (no como una simple manera de ser de otra realidad), como subsistente, simple, es decir, como no cuantitativo, por estar enfrentado y abarcar a lo cuantitativo en el cono-
cimiento (cf. Dz
4i80
s
'13'8' 1655).
Porque el alma existe como una au-
téntica realidad, aunque nunca rece sin nnás, sino que a lo sumo
p€admito nuevas maneras de actuar y de aparecer; porque existe de manera
subsistente f rente a lo material; porque tiene una auténtica y valiosa significación propia; por todo eso,
el alma no puede identificarse, corno mero momento de lo material, con una determinada fase de aparición de éste,, ni puede tampoco perecer
con é1. Por lo expuesto, Ia raz6n y la fe cristiana dicen que el alma no deja de existir con la ,Jmuerte, por más que ésta afecte la concienl4
Alma
Analogía, anailogía entis;
cia físico-biológica del hombre. El goza de inmortalidad (Dz
<>
738), aunque no debe ésta entenderse
como una sencilla < en la misma manera de ser que antes. Hay que pensarla como consumación supratemporal de la persorur espiri-
tual, que se
< (aus-
zelttgt) en el tiempo en virtud de la libertad, si bien es verdad que esta consumación será eI último término,
conforme
a la
revelación, consu-
rnación de todo el hombre. Con respecto a la creación de las almas particulares, of . '-+creacionismo; respecto a suestiones ulteriores,
cf. ,Jtricotomisrno y, sobre todo, -)cuerpo; -+visión de
Dios.
Arnor. El amor pana con otro hombre, efl la medida en que pued,a y deba distinguirse del amor al pró-
jimo (-+prójirno [amor al]), es e,l querer a una persona en cuanto
-+bien (valor), con el fln de poseerla gozarla. Este amor no, puede separarse del deseo de llevar al amado, en sí mismo, a la plenitud de su
y
esencia. En cuanto que el amante pretende eso, toma sobre sí la tarea infinita de realizarse a sí mismo
(+espíritu).
En
ambos
se mani-
e amor como la manera en que |a inflnitud aparec,e er1 forma
fiesta finita.
Con esto se dice también que, el amor humano tiene que contar sobria y realísticamente con las limitaciones del amado; que en la necesaria esperanza, que no hay que suprimir, de una plenitud infinita, no tiene que hacer pagar al amado el precio de la desilusión. Por el contrario, en cuanto amor humano, ha de aceptarse a sí mismo como el lugar en el que ,Dios hace valer su plenitud, como la única infinita, por medio de una dolorosa ausencia. Con respecto al amor a Dios, cf. ->caridad. 15
Anake,falaiosis (griego
:
recapitu-
lación), en teología, €s un concepto perteneciente a la historia de la sa[vación (lo utiliza estrrecialmente Ireneo de Lyón tomándolo de Eph 1, 10) cuyo contenido es el siguiente: toda la creación está de tal manera vincrrlada a la encarnación de Dios, que hay que entender el acto creador
como preparación para
la
íntima
sociedad con el Dios hecho hombre, el orden fáctico no sólo es ahora el objetivo de la creación
quien en
y el punto culminante del género
adamítico, sino que queda también convertido' en pecado, y como el prirnero en renacer de los muertos, es decir, en la radical asunción de las distintas fases de la historia humana, redime y restaura a la creación surnergida en e'l sin sentido total.
AnáIisis de Ia fe se llama aI análisis del acto de fe que investiga por qué el acto de fe, en cuanto asentimiento de la raz6n, se apoya inmediata y postreramente en la autoridad de Dios revelante y no últimamente
en otro (aunque, de todos modos, presente) motivo de razón (- proeam' bula fídeí). Se trata, por tanto, deL
siguiente problema: ¿Cómo puede eI creyente, el que hace el acto de
fe, captar inmediatamente al
Dios
revelante, a ese Dios en cuya autoridad fundamenta su acto de fe? Las respuestas
de los teólogos son:
a)
Suárez: se cree también en la autoridad de Dios (esto lleva a un círculo vicioso); b) De Lugo: la autoridad de Dios revelante, se hace reconocible de por sí e inmediatamente, <
razón); c) Straub : la autoridad del Dios revelanto queda afirmada en el acto de fe como motivo último, aunque tampoco por razón de un motivo
intelectual objetivo (como debería t6
succder); d)
Billot:
en el mismo acto
tlc fe, ni se aflrma el motivo extrínscco de razón ni la autoridad (sencillamente conocid,a) del Dios reve-
lante, sino sólo la verdad revelada (aunque el motivo de razón tiene q ue estar conjuntamente afirmado). l{ oy día la teología recalca más la
:rcción luminosa, alumbradora (aun(lue no susceptible de reflexión) de
Ia -+gracia en la '->fe y el carácter
personal de la fe (el encuentro con Dios en Cristo y la experiencia de su < uentro).
en virtud de ese en-
espiritu humano sólo puede alcanzar eI ser en el ente, y de ta1 manera Io alcanza por medio de su -)trascendencia, que la intelección analógica del ser se convierte en La base sustentadora fundamental de toda cap-
tación (unívoca) del singular. Existen dos formas diversas de ana-
logía: analogía de atribución, si
se
traslada el contenido análogo del con-
cepto de un analogado a otro analogado derivado. Cuando al segundo, analogado le corresponde intrínsecamente no sóIo la palabra y una rela-
c
ción con el primero, sino
Ananogía, axralogia entis. Analogía c¡uiere decir que un concepto, sin perder la unidad de contenido, pue-
eI contenido, se da una analogía de atribución intrínseca (analogía de atribución intrínseca entre Dios y todo ser flnito, puesto que a todo,
de aplicarse a diversos entes o
a
diversos estratos del ser, exp,erimenlando una esencial transformación de su sentido. (No es lo mismo que equivocidad - una palabra tiene sentidos totalmente diversos; univocidad - un concepto tiene sie,mtrrre un sentido rigurosamente idéntico y cuando se hace realidad sólo se diferencia p,or propiedades extrinsecas
a
é1.)
En
el
contenido del concepto análogo quedan comprendidos simultáneamente,,
cn unidad lógica insep,¿¡able,, lo iomún y diverso, lo semejante y descmejante del objeto pensado. En la
y diversidad dc todo ente en su -)ser se funda I¿r analogía del ser, la onalogia entís (analogia real) y la del concepto de ser (analogía lógica). Si se carga el analógica conveniencia
;rcento unilateralmente en la univocitlad del ser, la consecuencia es una
conveniencia frltima entre el ser firrito e infinito, o respectivamente en-
lrc el conocimiento humano y
el
tlivino.
Si, por el contrario, se rec,alc¡r unilateralmente la equivocidad rlcl ser, so disgrega éste en una últirn¿r diversidad y en una separación
r:rdical. El conocirniento astual del t7
también
ente le corresponde el ser, y ese ser depende de D,ios); analogia de proporcionalidad se da en La sernejanza
analógica de relaciones entre
nos
analogados (con proporcionalidad intrínseca o extrínseca). Entre Dios y todo ser finito se da una analogía de proporcionalidad propia, puesto que Dios y todo ente se relaciona con su respectivo ser de una manera semejante y a la yez esencialrnente diversa.
La analogia, como forma de pensar y de hablar de iDios y de su re-
lación con nosotros y con el rnun-
do, no es ningún truco lógico por cuyo medio el conocimiento humano se apodera de Dios, sino la descrip-
ción del dato fundamental del
co-
nocimiento humano: que siernpre y
desde un principio está orientado y dirigido hacia el ,-+misterio absoluto, que Ie viene dado en forma
no objetiva sin que el c.arácter de misterio destruya el fáctico carácter de dato, ni éste la incomprensibilidad de Dios. <> (concilio Lateranense rv; Dz 432). l8
I AnaXogia frdei
ÁngeI
Analogia fidei, concepto que aparece en Rom 12, 6 y que Karl Barth entiende como analogía de «senne-
janza en mayor
tre «
desernej anza>> enhumana por fe>> y
decisión de la gracia de Dios>>. Entendiéndolo de forrna católica,, este concepto significa que no se da nin-
<<1a
guna afirrnación de la revelación o de la fe que no haya que entenderla desde la fe objetiva una y total de la Iglesia; este concepto exige tam-
bién que en toda formulación dogmática quede claro que todos los concetrrtos empleados
sólo
pueden
aplicarse analógicamente al objeto a que se refieren (-)escuelas teológicas, '->anal ogia, ,->rnisterio). Este
principio 1o reconoce el magisterio (Dz 1,9¿13 2146 2315).
: recordación). a la esencia del hornbre
,dnannnesis (griego
Pertenece
temente válido); y que el hombre es capaz de actualizar en su tiempo el presente de ese suceso (más aL}lá, de su recuerdo subjetivo). Por 1o tanto,
proceso personal
y tender hacia su
y
representación cúltica en la anamnesis; tiene que afectar a los que cúlticamente lo celebran y poseer una significación salvadon&, e.d. ser una conmemoración anactvalización
ticipante de la salvación futura. Semejante anamnesís (sólo) es posible para el hombre, puesto que lo tem-
porizado (Gezeitigte's) por é1 conserva su validez; y también porque los hechos humanos quedan grabados en la historia, debido a quo el factor de esos hechos está plasmado e irnplantado en el cosmos y en la unidad de la historia. 'La potestad sobre
esa anamnesis no reside prirnaria-
vecho propio, sucesos históricos nece-
mento en los particulares, sino en la Iglesia que representa a La humani-
sariamente irrepetibles que sean de
el
importancia para é1 y que de alguna manera constituyan su fundarnento. Ya en el AT se testifica que la
del éxodo de Egipto es la acción salvadora decisiva de Dios
anamnesís
con respecto a su pueblo, acción que todavía ahora conserva su validez ( +pascua-banquete), analógicamente, la anamnesis eucarística en el NT (geucaristía), ambas como acto cúI-
tico. De aquí que anomnesis pueda definirse teológicamente como el hacer presente solemnernente un suceso
de la historia de la salvación con el fin de que cobre Lrna nueva fuer-
za para el que lo
conmemora. En contraste con algunas celebraciones cúlticas de otras religiones,
hay que suponer aquí que el suceso es históricamente irrepetible; que no se destruye esta irrepetibilidad; que el suceso está en el presente (es decir, como acontecirniento permanen19
l:rc'it'¡n
dad entera, y que se funda en
mismo suceso salvador; puesto que
el acontecimiento salvador hace
re-
ferencia a toda la humanidad. Locus theologícus: la causalidad eficiente instrumental de la humanidad de Cristo con respecto a la gracia
del hombre, a los sacramentos, a la eucaristía. No es lícito resolver la presencia actual de la muerte del Señor en un valor jurídico-moral propio de un acontecimiento pretérito; en tal caso, se destruiría la naturaleza misma de una verdadera atlamnes¿s como tiene que serlo con-
forme a la Escritura.
Ángel (griego angelos:
trnensaje-
ro). Desde la edad media, entidad suprahurnana, creada, espíritu ((puro)). la Escrituro. La Escritura supone, como conocidas, en1. Doctrina de
tidades que reciben sus nombres
20
con Dios:
<<ángeb>
:
r,e-
mensa-
fcr'(), ((varones>>, <>,
«ciército celestiab>. En la época p,osle:r ior al éxodo se los considera más
se da por supuesta la siguiente €structura específ,ca del acontecimiento: tiene que ser realizado en un
tomar como objeto de su reflexión,
y hacer volver a la realidad en pro-
\(:gun su tatrea, su aspecto o su
c:xuctarnente como <>, (:()nro <>, <
materia.
zrrs)), <),
3. Sistemá\,ícamente. La doctrina teológica acerca de los ángele,s tiene
que o carecen de cucrpo o sólo tienen un cuerpo apar cnte. Vienen como mensajeros de [)ios para ayudar o castigar, se ad,judican a los hombres particulares o ¿r tros diversos pueblos y tienen con l'recuencia un nombre propio (Miguel, Rafael, Gabriel, Uriel). Las proposiciones neotestamentarias acerca de los ángeles están selladas
por las ideas del
judaísmo
t¿rrdío acerca de dichos seres, aunque
en general son más sobrias. Cristo tlueda situado a la diestra de Dios, conno el glorificado, por encima de
todos los ángeles. La intención salvadora de Dios se anuncia, incluso a los ángeles, por medio de la Igle-
sia (Eph 3, l0).Ulteriormente se los considera al servicio de Cristo y de sus discipulos (Mt 4, 1l; Act 5,
19 s), desempeñan la función de mensajeros de Dios con respecto a los hornbres en virtud de la voluntad salvífica de Dios y rodearán a Cristo en el juicio final (cf. Act).
2.
Historía del dogma. Contra las
concepciones judaico-apocalípticas y griegas de los ángeles, los padres sos-
tienen su carácter de criatura. Esos írngeles_,
por tanto, no toman
parte
en tra creación del mundo (como en Ias distintas formas de la ,-)gnosis, -+Denniurgo), aunque con todo tienen más poderes que los hombres. Sólo con motivo de una declaración docente de la Iglesia en el concilio
I-ateranense rv, que da por supuesta Ia existencia de los ángeles (Dz 4Zg), se convierte en tesis de Ia angelol ogia (Tomás de Aquino) la espiritualidad prrra de los ángeles. Finalmente, una 2t
decisión recie,nte del rnagisterio (Hwmani gene'rís: D,z 2318) se dirige contra Los que ponen en tela de juicio el carácter personal de los ángeles o la diferencia esencial entre espíritu y
que partir del hecho siguiente : qLre Ia fuente originaria de la doctrina acerca de los ángeles no es ni la
revelación divina veterotestamentaria
ni tampoco la neotestamentaria;
que
más bien e,n ambos se suponen dichas entidades corno algo otrvio y se los conoce vivenciaknente en su existencia (como principios personales, creados, de la estructura de los órdenes cósmicos parciales). Con todo, la revolación que se refiere a los
ángeles tiene una ,función esencial, en
cuanto que se purifican en ella las ideas de los ángeles que vienen de fuera y se garantiza el resto corno conocimiento legítimamente tradiciode1 hornbre. La mención de los ángeles sirve para la aclaract1n de otras verdades más generales y religiosamene de mayor imp,s¡1*ncia: soberanía de Dios sobre las cosas, p€-
nal
ligrosidad de la situación humana.
La revelación no se interesa por las ideas más particulares acerca de los ángeles (hombres, números, rango, etc.). Una angelol ogia teológica queda, por tanto, clasificada en el suceso Írnico alrededor del cual gira toda la existencia del hombre: la venida de Dios a su creación en Cristo. Ese acontecimiento irnpide que el hombre se restrinja a las dirnensiones
de su contorno. El hombre forma parte de una comunidad ds salvación o condenación cuyo alcance rebasa los límites de
la humanidad. Sólo desde este punto de partida puede determinarse originariarnente la esencia del ángel: que los ángeles por raz6n de su ser 22
Antiguo Testamento
Ángel pertenecen
los ángeles en \a historia de la vación, etc.).
al mundo, que se hallan
iituados junto con el hombre dentro de la unidad natural de la realidad y de la historia, QUe con é1 tienen una historia salvífica sobrenatural,
Angustia es una <
o temple fundamental QLre' áesvela al hombre su modo de encontrarse en la h istoria individuat de la salvación. AParece Ya en el: AT, agudizada Por el hecho de que
que tiene en Cristo su primer esbozo
el diálogo histórico-salvador de Dios con su pueblo no ha llegado todavía a su fin. Allí se nos Presenta en ell
rniedo y pavor frente a Yahveir, frente a sus teofanías Y al día de su jui-
de ser concebida corno mornento lntrinseco de la cristologia. Los ángetres, por su esenc,ia, son contorno per-
cio, como angustia en el Pecado, f rente a la exigencia ineludible Y siempre superexrgente de Dios' E'I hIT anuncia Ia angustia redentora con que Cristo soPorta sobre sí el
sonal de Ia Palabra del Padre exterioriz ada y enajenacla, que es la
y escuchada en una persona" Su dif erencia con resPalabra manifestada
cutrpable alejarniento de Dios de los pecadores, Y, Por esto mtrsmo, anunéru ya una angustia <> del
pecto a ios hombres habría que con-
cebirla como una vari-aciÓn
(<
cífica>>) d"e esa esencia cornún (>) a los ángeles y a los horn-
cristiano (Z Cor 6, 4) como com-Pa-
sión con Cristo (Rom 8, 7)' La la angustia en el -)p,ecado original, es decir, la presenta como algo que no deberia haber tenido lugar Pata eX
que llega a sLI plenitud gratuita en la Palabra de
trrres. Esencia
suprema Dios.
y
teología sitúa tra raiz de
Desde este Punto de Partida hay quo explicar la gracia de los ángeles como gracia de Cristo, a Cristo como cabeza de los ángeles, la unidad originaria del mundo y de la historia
hombre, Pero que, en cambio, Pata'
la existencia en Cristo, es susceptible de transf ormarse en angustla
de la salvación con ángeles y hombres en su superordenacién y subcrdinación mutuas , eI cambio que exPerir,nenta el papel de los ángeles en la historia de la salvación. Cf. también ->demonios, *Podere,s Y f.uerzas.
Angetrología es el tratado teológico
acerca de los -+ángeles; con nnayor
precisión, Ia doctrina acerca del contorno y entorno histórico-salví-
f,co suprahumano del hombre, como rnomento de
la -)antropología teo-
nógica, aunque codeterrninado Por la conexión esencial entre antrop'onogía teológica y -)cristología (cf gracia de Ios ángeles como gra.
cía de Cristo, Cristo como cabeza de los ángeles, diversa función de
23
L.
rtrrgustia
ginaria>>
y su meta última (Por lo tanto, también para el ángel). Sin embargo, p,uesto q.ue la *antropología teolÓgica y la -)cristotrogía se encLlentran mutuamente vinculadas de manera esencial, también la angelol ogia ha
gustia. La aceptación confiada de la
sal-
salvadora. De esta manera queda de rnanif,esto un elemento de la angustia cuasi neutral, e.d. común a todos tros hombres Y Previo a la decisión rnoral, que señala at hombre la tarea de asumir su propio ser en cuanto espíritu constituido corp$¡so-páticament" y, así, expuesto al mundo, al tiernpo y a la muerte Y, en e'llos, a la creciente exigencia de Dios. La huida a una seguridad autónoma no eluds la angustia, Pe'ro la convierte en un signo de la huida frente a Dios" Esto es válido Por lo menos Para tra
angustia dentro del ámbito del género humano como totalidad, si bien el individtlo angustiado puede catre-
cer de culpa con respecto a esta huida, clado el carácter neurótico de su an-
24
en la -)esperanza es
una
¡rarticilmción en la angustia de Cris(t¡ portadora de la salvación. ->Salvación (certeza de la propia), -)te-
nlor de Dios.
Anima natura'liter christiana.
Es
lación. Et mundo quedará transfor-
mado en un <>. -)Conservación del mundo.
Anticristo es, según la Escritura y Ia tradición, < que se hará pasar por Cristo y consegui-
ústa una expresión de Tertuliano (Apoc 17, 6) que significa lo si-
rá grandes éxitos, aunque será vencido
guiente:
Íar esta doctrina como mitología o mera tipología para explicar la si-
Al alma se le ha dado desde u n principio un conocimiento de I)ios, y Io que procede de l)ios de
csta manera podrá obscurecerse, pero r1r>
borrarse. En un sentido más am-
plio, esta expresión trruede signiflcar: ,t) Es propio de la esencia del hombre la posibilidad de conocer a Dios y la ley natural, cuyo conocimiento
cntra tarnbién en 1o cristian o. b) Tamhién es de la esencia del hombre el estar abierto a una posible revelación cn la historia y en la palabra (-+potcr-rcia obediencial). c) El hombre, €n su ser concreto, está codeterminado
el conjunto de la historia hunrana, la tradición y, por lo tanto, c
s
.;obrenatural (-+existencia sobrenatu-
rirl), es capaz de tener fe. Por todo 1o dicho, el mensaje hist
ti
rico y explícito del
cristianismo
unca se dirige ni encuentra a Lrn h ombre que sólo sea <>
n
¡rrccristiana, culpablemente cerracla y ¡xtsiva frente a una posible revelación 1
-+gracia, -*naturaleza).
Aniquilación es la supresión de la cscncia y de la existencia de r¡n ente, rlo tal manera eue, a diferencia de Ia tlostrucción y transforrnación, no querlo absolutamente ninguna potencia o ¡rr rte. Semejante supresión sólo por l¡ i¿r realizarla Dios. Según la revel;rc
l5
i(rn, jamás osurrirá una aniqui-
por Cristo. No es necesario
conside-
tuación de lucha propia del cristiano de la Iglesia, puesto que la historia de la salvación y condenación está dominada por personas, y su carácter de lucha se agudiza todavia hacia el fin. Por otra parte, las afirmaciones de la Escritura no excluyen que la palabra anticristo pueda entenderse como personificación de todos los poderes históricos contrarios a Dios que los hombres llevan consigo.
y
Antiguo Testamemto, antigua alian-
za. Como magnitud histórica de tra redención, se llarna AT al período de la +revelación y salvación de
la humanidad en sentido
restringido,
que teológicamente comienza con la )alianza entre Dios y Abraharn, euo, tras una posterior reflexión, so-
bre todo profética, alcanza su punto central en el éxodo de Egipto, con la alíanza entre Dios y el pueblo elegido por medio de Moisés, sobre el Sinaí, y que llega a su plenitud con la muerte y -)resurrección de Cristo, las cuales sellan la nueva alianza, y& deflnitiva y perpetua, de Dios con toda la hurnanidad. Esta época de la historia de tra salvacién tiene sus fronteras en el espacio y en el tiempo; ternporalrnente está limitada en sus comien-
zos por la llamada prehistoria o protohistoria, y en su terminación
por el NT; especialmente se restrin-
ge al pueblo de Israel con exclusividad; y al hacerlo deja de identi26
Antropo'Iogía
Antiguo Testamento
fuera del AT existía Ia +gracia.
La historia de la
salvaciÓn es-
pecial (-+salvación [historia de
1a]),
propia del AT,, consistió en que Dios se hizo sentir en su actuar histórico Y originó con su intervención el '-)monoteísmo de Israel:
el Dios de la alianz-a, 'áJahveh, es reconocido con creciente claridad como el Dios realmente {rnico Y vivo. Asi Pues, el Dios del universo pactó una alianza esPecial con una nación Pequeña, Porque este carnino, de una alianza partictrlar, era el camino históriio hacia una meta universal: Ia unión Y unidad
de Dios con toda la humanidad en el
Dios hecho hombre. Considerado en
sí misrno, este Período de
la
sal-
vación queda todavía abierto hacia delante, ro es aún definitivo, está fluctuando entre juicio
y
gtavta; to-
davia no ha quedado claro, en el
diálogo entre Dios que
la última
Y el
Palabra
rnundo, tiene
no la
át ((no» del hombre, sino la Palabra divina de Perdón. Por esta ra-
zón, tra concretízacíln social de esa historia de Ia salvación, que no llega a ser escatoló gica, Puede toda-
quedar abolida Por la incredufidád de la Parte hurnana (dife-
iiu
rencia entre
la 4sinagoga Y
+Iglesia). Por e§o tal alianza, de suyo,'
la es
exclusivamente una +IeY que exige sin ser caqaz de dar ella misrna
lo que hace responsable (espíritu, gracia y santidad); de aqui que Produzca la servidumbre y el aguijón del Pecado. Con todo, Lt AT sigue siendo <> de 1o que ha de venir. El que con fe
aquello de
obediente confía en los insondables decretos divinos, so adentra en la
misteriosa unidad del Plan divino de salvación Por suanto espera en la futura redención Prometida Y en27
L.
t'irin cn el sentido literal del
cuentra la salvación Por medio de Jesucristo incluso en el AT. fesús representa la consumación de Ia
ficarse con la historia de la salvación en general, Puesto que también
ley y deroga el AT con su sarigre' Y de tal manera queda así (según Pablo) abolido el AT, que su ulte* rior observancia se convierte en negación de Cristo y del valor salvífico único de su crutz. Pero con ello n0 queda desvalofizado el AT conno Pasado auténtico: Abraham sigue siendo el padre de todos los creyente§,, los santos del AT siguen siendo justos
y testigos de la fe Para nosotros; los escritos del AT siguen PertenEciendo a nuestro libro sagrado: <<1a salvación viene de los judíos>> (Ioh 4, 22). +Judaísmo Y cristianlsmo.
texto
ico críticarnente estudiado (a diI c r cncia de la tendencía alegórica), y cn la cuestión de la humanidad ¡rcrl'ecta de Cristo (de donde un futur ) pcligro de -)nestorianismo). Los lc:(rlogos principales son Malquión (s. rrt), Lusiano de Antioquía (s. Iv), lr
ibl
(
Arrio y los padres del arrianisffio, l)iodoro de Tarso, con sus discípulr»i, Teodoro de Mopsuestia y Juan
con
t 'l'isóstomo.
An,tropocentrislxoo puede llamarse a
Iodo
sLsterna ideológico
¡r'írctica que considere al
o astitud <
)mo medida de todas las cosas)> y por consiguiente niega a Dios el :r nlor, tuerce al hombre sobre si
c(
y lo encierra en una presun(uosa autonomÍa. Todo -)ateísffio, toda incredulidad subjetiva, todo pec:rdo subjetivamente mortal, toda fiIosofía que no abre al hornbre en lirección al -)misterio absoluto e irrcontrolable, son antropocentrismo. lrr un sentido verdadero, antrop,ornismo
Antinomismo, concepción o acti-
tud que discute la legitimidad Y validez de toda 'Dley. En esPecial se llama antinomismo a la oPinión que sostiene QUe, conforme al evang"lio, la ley moral no es Ya obligatoria para el cristiano en cuanto tal. Se llama disputa antinornista a las polémicas, dentro de1 luteranisrno, entre J. Agricola (la ley ca-
rece de valor), Melanchthon Y Lute-
ro, en la primera mitad del s. xvl; y también a la lucha entre un grupo
de antinomistas formado entre otros por M. Neander, A. Poach, que sostenía que el cristiano como creyente está por encirna de la l"Y, aunque
como pecador 1o esté sometido, Y los
seguidores de Melanchthon (fórmula de concordia de 1580), en la segun-
da mitad del s. xvl. Acerca de la problem átsca" teolÓgica y enjuiciamiento del antinomismo, cf . -+ley' teológica de)' Antioquía En Antioquía se originaron algunos movimientos teológicos, caractetiza' dos más por los métodos emPleados que P'or las tesis sustentadas; en la crltica bíblica ponían especial aten(escuetra
28
r
ccntrismo significa que el teocentris¡no real del hombre, como todo lr ccho o actitud personal, es necesar
i¿rmente orientación
N
«r es posible una
de un
sujeto.
<>
:rbsoluta sin una vuelta a sí misrno. I :u dignidad y obligatoriedad absolutas de un acto moral se apoyan
t'n la dignidad del sujeto euo, en ( r¿¡.nto tal, queda fundado por sx.I t¡;tscendencia hacia Dios. De aquí r
t¡trc antropocentrismo y teocentrismo, lricn entendidos, no constituyan una vc rdadera contraposición.
riorísticas (medicina, biología,
p,si-
cología, sociol agia,, etc.). Una antropología propiamente teológica tiene que aparecer corno aposteriorística, en cuanto que supone las afirmaciones acetca del hombre contenidas en el mensaje histórico de la fe. Con todo, este presupuesto todavía no,
irnposibilita, en principio, que el
sentido que le sobreviene al hombre, desde fuera en la contingencia histórica sea la interp,retación absoluta, fundamental y decisiva del hombre. Este, por su esencia, es algo que está históricamente apbste,riorístico,, de
lo remitido con toda necesidad a lo, que no puede pescindir racionalmento como si fuera algo «no esenciab>. En toda reflexión, el homb,re se tiene a sí mismo como el históricamente condicionado, como <> (W egge'gebene)
y
el'
errante'
(Urngehende).
El hombre no puede reflejar adecuadamente en ninguna ciencia esta. esencia suya concreta e histórica, es decir, no puede despegarla de sí
mismo en cuanto algo dado y entendido a priori. Tanto más cuanto que su esencia es una autoposesión originaria: -+persona, -)encontrarse (el). For tanto, la antrop,ología a posteriori de la revelación no tiene por qué enfrentatrse, como con una nor-
ma ajena y extraña, cotl \a autocomprensión apriorística y adecuada
del hornbre. Así pues, la antropología teológica puede tornar legítimamente' como punto de partida la autocom-
prensión fá«ica del hombre sacada de 1o oído históricamente y de la
fe practicada. Antropología (griego - doctrina ;!r:orca del hornbre). Se llama antro¡rologia el intento reflejo del Jhomlrrc por llegar a su autocomprensión,
:i(':r de una manera trascendental ;r¡rri«rrística, sea partiendo de una revt:lación divin&, o bien tomando como ¡rtrrrto de partida las ciencias aposte.l()
a) La revelación del AT y del NT contiene afirmasiones acerca del hombre que entran en juego con obligatoriedad absoluta y con la preten-
sión de ser las únicas que llevan al hornbre a un conocimiento vivensial
de su peculiar esencia concreta
e
30,
Antropología
Antro¡romorfismo
histórica. El hombre queda descrito corno Llna naturaleza que no tiene igual en su mundo, y tan destacado en su calidad de sujeto, que él es el interlocutor de Dios, y frente a é1 todas las demás cosas, conf orme a la voluntad creadora de Dios y, por lo tanto, en su propia y verdadera esencia
no son sino
biente>>.
Esta subjetividad, este
<
jeto, entendido como espiritu y li-
ber-tad, como validez y sentido eternamente individuales ante Dios, como capacidad de consorcio con Dios en una relación que puede llegar
hasta el <>, que es auténticamente dialogal, hasta llegar a la absoluta inmediatez de la <
sión cana a cara)) en la luz inaccesible
y en la
<>, conociendo de la misma
manera que somos conocidos; por fi.n, esta subjetividad en suanto puede
el lugar de la irrupción de Dios en el mundo, como manifestación del rnismo Dios (el hacerse hornbre, la hominízasón de Dios), convierte realmente al hombre en un ser que a fin de cuentas no es una pieza integrante más dentro de un conjunto cle mayores dimensiones (mundo), sino la totalidad misma en una hacerse presente como
f
orma cada Yez irrepetible,
percona,
con lo
mano.
sujeto,
efl
contraste meramente objetivo y a la La historia auténticamente <>,
histórica del cosmos, es decir, irrepetible, no cíclica, es un momento de esta historia entre Dios y el hombre; y lo es desde el principio hasta el fin. La historia del hombre no es un momento de una cosmogonía más amplia, sino eue, al contrario,
el mundo es un presupuesto que posibilita la historia del hombre y tiene
historia, eI hombre (cristiano creyente) se conoce, a pesar de su condición de criatura expuesta al pecado, y en ella precisamente, co-
s t puesta en este poder escuchar. La r'u¡rl es de tal suerte, que el pecador r
t. incrédulo puede cerrarse a
cuanto
:
(lrre el,' hombre «de suyo)) (por naIrrratreza) no puede exigir, aunque sí le: sea accesible y esté, por tanto, cscncialrnente abierto a él (->poten-
to de partida de una antropologia teológica.
b) De este punto de partida fundamental se deriva la qreatureidad como la más amplia definición del hombre, y etr primer lugar la creaturidad subjetiva (un modo deficiente de la cual es la condición de creaclo que tiene
iu obediensial).
c
,l) A partir de la historicidad del < la palabra de Dios, la "historicidad del hombre se hace ¡ll lente corno nota suya fundarnent:rl y corno afirmación teológica. Así, lu historicidad del hombre se muesI r a corr sus características de munda-
lo
meramente objetivo), es decir, la infinita apertura a Dios de lo que no es Dios como definición a la Yez positiva y negativa, que desarrolla esos dos aspectos erl-
--.-
idad ambiental, corporalidad, dif e-
n
/
rcnciacíón sexual, unidad del género lr rrnlano (-)monogenismo). Se mues-
la misma medida, frente al Dios incomparable.
Iur también en el hecho de que el lromhre está ordenado a la,-)comur i cla d. en el carácter agonal de su
c) A pesar de q ue la raz6n natural puede conocer el hecho de la -)revelación (+ prcteambula fidei), el au-
r
istencia, en su condicionarniento lri.stórico y en la insuperable incapat: x
téntico <> de la revelación divina es el hombre que la recibe
t'itl¿rd de disponer sobre su situación.
fe,
r') La antropología teológica tiene ( r rc restar una atención especial a | .r rr relación con la -)cristología. El scntido de la encarnación sólo se t'rr¡rta acertadamente cuando se conrirlcra a la humanidad de Cristo no r'r r icamente como instrumento último, r lrrr(lue extrínseco, con el que hace ., ir s Lr y oz un Dios que queda invi-
en una absoluta obediencia de
y por tanto amorosa, posibilitada por
la autocomunicación de Dios en la gracia, y la recibe de tal manera que no se eche a perder la cualidad de Ia palabra divina en cuanto autorevelación, ni se le minorice haciéndola palabra hurnana en virtud del
a priori que queda constituido
en
historia detr hombre. Dentro de
cia es la capacidad apriorística de re3Z
trT
¡
" sino como aquello en que se t'r )nvierte el mismo Dios (permane-
s i lr
lc
cic
rrdo Dios) cuando se exterioriza
) :rnonada en la dimensión de lo rli:stinto a sí mismo, de lo no divino.
(
\l
l(,rlr Vrtrg
L*
esta
rrrgente autorrevelación de Dios. De I r I suerte, que esta autorrevelación ¡rtrcda todavía aparecer, frente al lrtrrnbne ya creado, como el milagro nibre del amor personal. Milagro
parte, inmediatamente inteligible como afirmación que resume todo lo que oye acerca de sí mismo con la f e; por otra, es apropi ada como pun-
el fundamento de su posibilidad en esa posibilitación; el fin del mundo está, ante Dios, determinado por la 31
y en la +visión de I ) itr¡^. -+Natutaleza es la constitu('r()n permanente del hombre pre('r(:cr-amar)
a su vida más íntima. Esta afirmación es para eI cristiano, por una
el poder escuchar de1 hombre finito. A partir de esta base puede llegarse a la distinción entre naturaleza y gracia en su misrno origen. -)Gra-
esta
conn¿rturalmente la autorrevel;rcion ,Je Dios en la palabra (fe-amor,
mo el interpelado históricamente por Dios. Interpelado con la palabra de autorrevelación absoluta, libre y por
tanto gratuita, de Dios en
lrÍr
ci
Aunque es obvio que Dios podía
crear el mundo sin encarnación, con todo, esto no se opone a que la
posibilidad de la creación se funde en la posibilidad aún más radical de
un enajenamiento de Dios (ya
que
en un Dios simple no se dan posibiIidades simplemente distintas). Así pues, la definición originaria del hombre seria la siguiente: el posible <> del enajenamien-
to divino y el
posible hermano de
Cristo. Partiendo de Dios y del hombre, la cristología aparece como una repetición radicalísima, como una sLr-
peración de
la
antropología teoló-
glca. f ) Actualmente no existe todavía la antropología teológica en forma de unidad cerrada. I-o que la revelación divina dice del hombre está permitido por los distintos tratados de la teología, sobre todo de la -+dogrnática, sin que se haya elaborado aÍrn reflejamente el funda-
mento sistemático de la antropología total.
Antropo'rnorfismo es el uso de modos de conducta humanos para des-
cribir la realidad de Dios. En el AT se hace mucho uso del antropomorfismo. Se presenta a Dios con afectos, actos, c incluso con miembros humanos (arrepentimiento,, risa, , cólera., boca,, nariz,, pies, elcétera). Con estos recursos se pretende ante todo poner de relieve la tristeza
dinámica propia de Dios
(puesto
que aparecen aun en el lenguaje ya más depurado de los profetas) sin
que quede borrado el desnivel cualitativo entre Dios y su creación.
De la descripción
antropomórfica
de la relación cle Dios con el mal se srguen, por otra prarte, problernas de difísil solución para la teología del conocimiento de Dios. En particular, es inadecu ada la aplicación 34
2
Amtro,pounorfismo
.&po{imarisuqlo
a Dios de todo concepto hurnano, que siemp,¡s eS una reprresentación concreta. Con todo, desde el punto de vista de la trascendencia del espíritu humano hacia Dios, a todo
sigue una irradiación, determinada también por las características psicológicas del visionario y de su arnbiente sobre la percepción sensible del hon'rbre. E,n este fenórneno, no
concepto le corresponde cierta transparencia en dirección a Dios (-)ana-
es necesario considerar dicho <>
logía). Transparencia que posibilita un conocimiento que hay que orientat hasia Dios, si bien este conocimiento siempre será análogo y conseguido a base de negaciones
é1, el hombre tiene noticia de su antropomorfismo, y precisamente por esto llega a trascenderlo adentrándose en el misterio de Dios. Además, con respecto a la siemtrne nuevas.
En
tregitimación del antropomorfismo y ante el modo en que el espíritu hu-
<
(en sentido pleno, es decir, incluso en el sentido psicológico de esta palabra).
la existencia
agraciada>>
Apocalíptica, designación global de
género literario surgido en el judaismo tardío y corriente también en el ámbito cristiano, y de su con-
tenido.
A la
época comprendida entre 200 a. C. y 80O d. C. se atribuyen 17 apocalipsis precristianos, aunque reelaborados cristianarnente, y 11 procedentes del campo cristiano, contando sólo los más importantes, a menudo atribuidos, para darles Ia autoridad que les falta), a figuras im-
portantes del AT o NT, como Abraham, Baruc, Elías, Isaías, Moisés, apóstoles, etc. Dentro del AT se
de su creación. De esta manera, Dios
encuentran textos de forma apocalíp tica en Ez, Is, Zach,, foel, Dan; en el NT, el Ap,oc, el sermón de la parusía,, Mc 13, y paralelos, con 2
puede dar testirnonio sensible de sí
aparición, es en primer lugar un influjo gratuito sobre el núcleo espiritual de la persona. Influjo al que tra
35
n significado existencial para el pro¡rio presente y \a indiscreta penetraci(rn en el mistetio de Dios. Adernás, cn el NT desaparece, en general , la pscudonimidad frente a la apelación u
:rl propio,-)carisma profético. La utenticidad de las visiones narratlas en Ia apocalíptica bíblica hay :r
(lue inter¡retarla teniendo en cuenta
la inerrancia de la Escritura y
Thes
2, l-12, y
numerosos pasajes sueltos. El contenido de los escritos apocalípticos Io forman, en general,
visiones
del futuro
entremezcladas
con discursos admonitorios
y,
con 36
con-
l'orme a los principios teológicos de cnjuiciamiento.propios de las -)apariciones; y el contenido total, sobre todo las proposiciones referentes al lin del mundo y al curso de la hisIoria, ha de interpretarse conforme ir la hermenéutica teológica de la -)escatologÍa.
un
sobrenaturales en fllanto que Dios cLrnserva la libre y omnipotente dis-
y de realidades que se encuentran frrera del carnpo de la experiencia. El influjo divino, si se da y en la medida en que se cla y lleva e
\
ralidad de una aparición,
Ia intervención de Dios en Ia histo-
posición sobre las leyes naturales
híblica pierde terreno la descripción fantástica corno reportaje anticipado del futuro en si misrno, sin
camente legítímo remitir a la psicología la cuestión de la sobrenatu-
ria ha de quedar testifi,cada con los conceptos de la experiencia histó-
cipio quo son posibles las apariciones
Iirente a la apocatríptica del jutl:rismo tardío, en la apocalíptica
probarlo, del mismo modo que hay que probar el origen divino de una revelación. Por lo tanto, es teológi-
mano depende de las representaciones sensibles, hay que tener en cuenta que
Apariciones (visiolles)" En lenguaje teológico, se llarn a ap,aríciones las r¡i.vencias psíquicas en las que objetos o personas invisibles e inaudibles, a pesar de ser inaccesibles a la experiencia humana normal, so hacen perceptibles de una manera sobrenatural. Desde el punto de vista teológico, hay que sostener en prin-
r:ipulos.
corno obrado por Dios de la rnisma rnanera y en Ia rnisma medida que aquel influjo divino primario. Hay que aferrarse siemp,re al principio de la Iglesia, de que ante presuntas apariciones no hay que presuponer el influjo divino, sino quE hay que
habida cuenta de que la psicología debe, a su vez, peflnanecer abierta a una
rica. De esta manera tales afirmaciones implican un grado superior en la justificación del antropomorfismo.
I rccucncia, revestidas en f,orrna de irrstrucción exclusiva para los dis-
Apócrifos (: ocultos),, Iibros eue,
por Íazón de su contenido fantástico,
y autor heroje, no se utilizan en eI cutrto divino ni en teología, y que a pesar rlc su origen judío o cristiano a vcces primitivo no fueron incluidos cn el ->canon de la Sagrada EscrirA. Los apócrifos del AT (entre ¡'»rocedencia desconocida
Ir¡
los suales la teología católica coloca
:r muchos de los -)apocalipsis del
irrdaísmo tardío) son trlamados pseutlocpígrafos por la teología protesl:rnte. Por apócrifos del AT, Ia teo-
Apoka{astasEs, palabra griega q.ue
signif,ca reinstauración. En la pscl"itura sólo aparece en Act 3, Zl, al
hablar de
la
reinstauración de los
dones salvíficos paradisíacos por obra
del Mesías. En el judaísmo tardío y en Mc 9, 12 se atribuye esta
reinstauración a Elías; en carnbio, €n
Mc 9, 13 Jesús la atribuye a Juan Bautista en el sentido cle una
el
prep,aración del puebXo en orden al
En Ia teología posterior se concibe como reinstauración cle toda la creación,, incluyendo a peIVfesías.
la
cadoresn condenados
y
demonios, en
un estado de felicidad perfecta katastasrls
(apo_
reconciliación universal). Tal vez Orígenes y ciertamente Gre_ gorio Nacianceno, Gregorio Niseno,
-
Dídimo el Ciego, Evagrio pontikos, Diodoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia, Juan Escoto Eriúgena,
algunos teólogos de
y
la
edad, media
moderna defienden cierta
katastasís. D.f.
: la
apo-
afirmación po-
sitiva cierta de una
apokatastasis
fue condenada por el magisterio como
herética (Dz 2ll ,4,29 531). Esta condenación debe ser
enten_
dida ciertamente como referencia positiva a la capacidad de decisiói y
libertad del hombre
y a su indero_
gablo y siempre abierta situación de opción en el más acá; negativamente, so decide también en esta condenación que el hombre no puede ya convertirse más allá de la muerte . La revelación divina no da ninguna ex_ plicación acerca de Ia manera en que Dios rcalizará su plan salvífico [->
Ios llamados «escritos deuterocanóni('()si» (+canon). Por apócrifos del
salvífica [voluntad de Dios]), que_ desde un principio comá deñnitivo para los hombres, es decir, si serán muchos o pocos los que de hecho se van a condenar.
y :r pocalipsis; nulnerosos hallazgos rr portantísimos en el s. xx), tanto l:r tcología católica como la protesl;urlc cntienden lo mismo.
ds Laodicea hacia el 360, se llamó
logf a protestante entiende, en general,
N l' (evangelios apócrifos, diversos lrcchos de los apóstoles, muchas cartas rr
tl
rido
Apolimanismo, de Apolinar, obispo
eI movirniento teológico que defendía que en Cristo la segunda pcr-
38
r Apolinarismo
Apéstotr
sona divina oc,upaba eI lugar del al-
ma espiritual de
y,
p,or tanto, no aceptaba plenamente la humanidad de Cristo. El rnismo Apolinar quiso recalc¿lr la divinidad de Cristo, consideraba lo humano-corporal corrom.tresús
pido de raiz, y de tal manera
que
tenia que estar subordinado al imperio de la voluntad radicalmente impecabXe del Logos, sin un propio
principio activo en Cristo.
Conse-
cuenternente, enseñaba que en Cristo sélo se da una naturaleza consti-
tuida por la divinidad del Logos y
la hurnana carne ( -+monofisismo). Apologética inmanentista, designa-
ción genérica de diferentes corrientes apologéticas que aparecieron sobre todo en Francia a fines del s. xlx y
principios del xx. Dichas corrientes pretendian fundar
la exposición ra-
cional de los ')prae.ambula fideí en las tendencias puestas en el hombre misrno y en los contenidos de la revenación que se acomodan a esas tendencias del hombre, por razón de
la elevación gratuita
de éste. Además, despreciaban o completaban los criterios externos, tan apreciados en la apologética tradicional ( -+teología
fundamental), tales como eI milagro
y el cumplimiento de las profecías.
Un peligro no siempre evitado por la apologética inmanentista es el
de
la exagerada estima del sentimiento y del anhelo religioso con menosprecio de la inteligensia. En la medida en que se identifi caba con las posiciones condenadas del'-)modernisffio, fue también rechazado por el magisterio eclesiástico (Dz 2l0i8' 2l'M, 23'06 zYA nn\ De esta condenación que-
dó explicitamente excluido el defensor clásico de la apologética inmanentista, M. Blondel. Al admitir un conoci-
miento de una realidad por ((connaturalidad>>, cofilo ya lo hacia Tornás de Aquino, la encíclica Humoní generís muestra también que los es-
39
y necesarios de la apologética inmanentista no están sujetos a c«rndenación alguna. En or-
tr¡l ct)filo ésta detrería ser ptopiameilte y l:rl como la quiso Jesús, puede estar
den a un planteamiento acertado de
t'l
fuerzos acertados
la apologética inmanentista.
sf
.
'-->
potencia obediencial, '->existencial
h¡'o
Apostasia. En lenguaje teológico se llama apostasía al abandono total
aun sin perjuicio de su santidad subjetiva global, defraudando así a sus miembros como Iglesia pecadora (y no sólo a la inversa), cabe que en un caso particular (aunque no normal-
mento como pretendía G. Hermes) se dé la posibilidad de que un católico abandone su fe sin culpa subjetiva (al menos dentro de su conciencia refleja), aunque sí con culpabilidad objetiva. Sin embargo, difícilrnente se negará que en la imagen que tal sujeto tiene en su corazón de la Iglesia, 40
tración del bautismo (Act 2, 4l;
1 Cor 1, l4), de la eucaristia (Act 20, 7-11), de la imposición de las manos (Act 6, 6 e.p.), de Ia disciplina ecle-
es anterior
:r I¿r primera. En eI judaísmo tardío,
siástica (1 Cor 5, 3-5; 1 Tim 1 , 20 y pa:ssím), de sus derechos a exigir la obediencia por parte de la comu-
l: r < constituye una institución ;¡tlmitida basada en el principio : <
nidad (Rom 15, 18; l Cor 14,37; 2 Cor 10, 18 e.p.). Se da una subsistencia o valídez
tl¿rnte>>.
permanente de las irrepetibles funcio-
'rc,gunda denominación
En fuft 10, 5 (Lc 9, 2) se dice que lcsús envía a los doce llamados por f',,l (Mc 3, 14 y paralelos), y Lc'6, 13
t'ucnta que los llamó apósto1es. El número de doce indica la reivindicación que Jesús eleva sobre su ¡rueblo (las doce tribus de Israel), al (lrre primariamente envía sus após-
tolcs con -)potestad para anunciar l¿r +basileia. Tras la desobediencia tlc Israel frente a este anuncio, Jesús ¡r'etendió la edificación de su ->Igle-
siu sobre el cimiento de Pedro como los apósto,les para el tiempo
c:.rbeza de (
mo mediadora de la gracia en el mun-
do y puede darse el caso de eue, por la culpa de sus representantes oficiales y otros miembros de ella, se presente a alguno como culpable,
todo a los doce, aunque también
lo rcciben otros misioneros y mensaicros de la lglesia, p.ej., en el distrilr r de Antioqul,a; probablemente la
de la +fe sobrenatural; en contraposición a ,-)herejia,, que es el abandono de la fe sobrenatural en verdades particulares que entran dentro del depósito íntegro de la revelación. A este propósito, el concilio Vaticano I declaraba, contra la -+duda positiva propugnada por G. flermes, que nunca católico alguno tiene causa justa para cambiar o poner en duda su fe, después de haberla recibido bajo el magisterio eclesiástico (Dz 17\94,). Como es natural, esa explicación se refiere en primer lugar a una causa objetiva justa, puesto que en Ia teoría de G. f{ermes se niega la eficacia de la gracia proporcionadora de la fe, y queda dañada la -)Iglesia
sea que la Iglesia viene dada co-
a
Apósfo,I (griego apostolos - enviatlo). En el NT se da este nombre so-
sobrenatural, ->revelación.
como sociedad de los creyentes, que en su misma üsibilidad es un motivo de credilidad (Dz 1794). Mas como
el +voturm de pertenecer l:r y de tener su rnisrna fe.
r¡rclr¡ido
2 Cor 1,24; 4, 5; Rom 77,13; 12,7; 2,0, 24 e.p.) para la fundación y edificación de la cornunidad (Act 8, 14 s; 15, 2; Rom 15, 15; I Cor 11, 34 e.p.). Da cuenta también de sus derechos con respecto a la adminis-
Act
|
ue habia de transcurrir entre
su
y su -)parusía (Mt 16; 18 s; Mc 2, 19'; 8, 34; 13, 9 y paralelos; 14,25 e.p.).Por más que el oficio
¡rruerte
tlo apóstol pueda apoyarse en la inst itución del enviado plenipotenciario
v de oficios
semejantes propia del
iudaísmo tardío, tal como aparece l)or ejemplo en Qumrán, con todo, l;r relación de los apóstoles del NT t)n Jesús, que los envía, con su polcstad específica y con sLr función
t
('()rno testigos de Cristo ante la Iglesia rr:rciente, es completarnente singular.
I rr lglesia testifica en
el NT el senitlo del apóstol como enviado de ('risto (Mt 28, 19) y del Padre (Ioh I l. 20; 20, 2l), conno ministro de la l¡rlcsi;r (Mc 10, 44 s; h{t 24, 45-51; t
.ti
nes de los apóstoles en cuanto testigos de Cristo; sobre todo, corno testigos oculares del Resucitado y en cuanto fundamento de la Iglesia; por tro tanto, eo la Iglesia se da la obligación de protegerlas. Sin embargo, en lo tocante a estas funciones no existe propiamente lo que se dice una sucesión, y de aquí el d.f .: La -+ revelación ha llegado a la Iglesia total y exclusivamente por mediación de los apóstoles (Dz 7¡83). Es cierto en teologÍa que la revelación pública quedó cerrada con la
muerte del último apóstol (Dz Zü21) eue, por lo tanto, sólo puede tener
y
lugar una evolución de los
dogmas
( +dogmas [evolución de los]), y no una ampliación de su contenido. Conf orme a esto, la teología católica, frente a la irrepetibilidad del punto
de partida, reconoce también un desarrollo legítimo del oficio apostólico en aquellas funciones que son necesarias p,ara la persistencia ulterior de la Iglesia, posibilidad, de desarrollo
que viene fundada ya en el NT (Act 2'A, 28. 1 Tínn 4, 1"4:; 2 Tim 1, 6). Y esto, en los ministerios del -+papa y del colegio de los -+obispos, cotrno sucesor auténtico del colegio apostólico en la dirección de la Iglesia, coil respecto a la conservación intachaA''
Arrta¡ais'ffii,r)
Apostotrranqtrrud e{e Em {gtes[a
ble de la revelación, y a su interpretación. -)Apostolicidad de la trglesia.
de [a Hglesia, como propiedad esencial y corno nota de la ->Iglesia, designa la identidad esencial de ésta con la Iglesia de Ios +apóstoles; identidad que no AXrosto[ñcidael
carntria con el ctresarrollo espaciotemporal (Dz 247 379 1686; en el
s. IV quedó incluida en el credo). Esta apostotricidad de la Iglesia consiste en que la trglesia fue fundada por Cristo en y por medio de los apóstoles, en que la Iglesia coincide esencialmente con los apóstoles en doctrina y sacramentos, en que el papa y los obispos, corl continuidad ininterrumpida y en sentido propio, son sucesores de los apóstoles (una sucesión verdadera, basada en la ordenación sacramental válida, una -)sucesión apostólica flraterial, aunque no formal, de los obispos, se da también fuera de la Iglesia católica, sobre todo en tras lglesias orientales separadas de Roma).
Segrin la teoría protestante, la
la trglesia está ya contenida en el hecho de que la palabra de Dios, conforme al mensaje apostótrico, está viva en la lglesia (explicación del sínodo de Barrnen 1934). Con todo, recientemente apostolicidad de
so reconoce eue, legítirnarnente, la
predicación del mensaje apostólico y la administración de los sacramentos tiene que depender de un ->ministerio que se remonte lrasta el mis,-
mo Cristo. Apropiació¡r es la e.xpresión teoIógica en la que las propiedades o
personas divinas constituyen un príncipio operativo único frente al rnundo (Dz 428 X0'3). Apropiaciones son,
p" ej., la atribución de la omnipotencia al Paclre, de la sabiduría o
43
res, es, sin embargo, cierto que tanto están Proyectados conforme a un PIan divino
el mundo como su curso
a los no bautizrrdos acerca del bautismo, de la rrrrirciones (símbolos),
que tiene su sentido (+Providen-
rrcaristía, del depósito de la fe en lcncral, del lugar del culto divino,
c
Llega a su punto culmi-
rr:rnte en los s. rv/v. ;r
cial), y por tanto tienden a un fin total que colmará su sentido; Y también es verdad que Dios hace redundar en bien del mundo inclttso 1o malo que hay en é1.
La disciplina del
rcano nos interesa hoy en princi-
porque la comunicación u ocult:rción de ciertas cosas deben dejarse
1 criterio del que tiene autoridad Irara mostrarlas, y cabe exigir, para scr instruido en ellas, una participación y colaboración personatres, substrayéndolas en cambio a la imperti-
rr
ncnte curiosidad del simple espectador
->gracia se da una relación
característica de cada una de las personas divinas con respecto al hombre que posee la gracia. Consecuenternente, las expresiones de Ia Escritura en
Ios «tetigos elegidos>), 1o santo no debe ser accesible a los caprichos de una contemplación indiferente. Por cstas razones hay que alejar radic¿rlmente de la Iglesia católica toda
las que se afirma que el Padre en la
¡rri-ostitución
Trinidad es nuestro padre, que ei Espíritu Santo habita cle una rnanera peculiar en nuestros corazones, etcétera,
fl0 son
apropiaciones.
carnación
y
,drausiea (Graarge). Ciurclad del slrr de Francia que da eI nombre a un sínodo provinciatr (Arausicano II), celebrado probablemente el año 528 en Valence. Tienen su importancia en teología las conclusiones publicadas en virtud de este sínodo en 529 que condenaban el -+sernipelagianismo y fueron aprobadas por el
de lo santo, como sera, p.ej., la retransmisión indiscrirninada, por televisión, de la misa.
Y' esto prescindiendo de que muchas representa una provocación parirl suje,tos de otras confesiones.
Teoría de para explicar la unídad del mundo, supuesta ya su Ax'moonía preestablecida.
(1,646-1716)
¡na¡nadología. Los entes singulares son nr(r,nadas <
¿rber ordenado de antemano el rnun-
papa Bonifacio
tlo (quo ha creado como el mejor
conocié estos cánones. Sin embargo,
¡rosible) de tal manera que las rnénatlus, a pesar de desarrollarse sin mu-
desde el s. xvl están en vigencia con carácter definitivo somo expretra
gracia {Dlz l73a-2ü0'; cf. Dz
de
787).
44
Ir¡o influjo, se ensarnblen arrnóniclrrnente en un todo, ocupando cada rura el lugar lógico-físico que le cor
rc,sponda
45
expuesta poco más o menos a Partir del año 315, que se ocuPaba de la relación entre Padre e Hijo en la Trinidad y de la encarnaeión, Pre-
Hijo, mientras que las
resurrección (piénsese en
r
(i. Leibniz
Arrianismo, de Arrio, sacerdote de Alejandria, es la doctrina herética,
sentando corno solución un -)subordinacionismo radical por parte del
(pudor metafísico). Incluso con posterioridad a la en-
\ eces
sión de \a cJoctrina eclesiástica
cuicladosarnente
de las realiclades mundanas singula-
rluto, o sólo por medio de insi-
(en cuanto -)autocomunicación) muy verosírniknente no queda apropiada sin más a cada una de las personas divinas, sino que en virtud de la
Cc¡n la distinción
lo que en Ia Escri-
sr
¡"ricr
es lícito aplicarla sin rnás ni nnás a la teoría de la gracia. La -)inhabitación de Dios en el justificado
tico influjo físico y espiritual m¡¡tuc
¡rr inritiva (testificada por prirnera vez (:n la Didakhé) de no habtrar en ab-
hay que tenerla muy en cuenta como manera de hablar en 1o tocante
a la doctrina de la creación y redención, también es verdad que no
ción de un rnundo perfecto. Aunque sea falsa la negación de un autén-
Se llama
i a la costumbre de la lglesia
ctc:étera.
ll, en 531 (Dz }AA'a b). La teología de la edad media no
elaborada entre
Anciunro (diseiplüna defl). :rr
v'erdad al F{ijo, de la verdad o de ia santidad aI Espíritu Santo. Si se reconoce que la apropiación
actividades que son cornunes a las tres personas de la JTrinidad se af,rrnan de una persona en particulatr, aunque no corresponde exclusi-
var:lente a una persona como tal.
L.
tura es propianaente apropiación y lo que no io es, la teología católica defrende el ->rnonoteísnao estricto y sostiene como d.f. que las
en orden a la constitu-
P'roPosiciones acerca detr Espíritu Santo son sólo
meras consscuenc,ias de la solución expuesta. Según el arrianisrlo, el
+Logos no es eterno como el Padre, aunque recibe la existencia con anterioridad al tiempo e inmediatamente del Padre, de manera distinta a la del resto de las criaturas, Pero sin ser substancial del Padre. Así, es a la vez engendrado Y creado, e§ Dios p,or participaciÓn lo rnismo quo nosotros, entidad media entre Dios y el mundo. Como prueba,, este Logos tuvo que hacerse hornbre, de tal manera según el arrianisffio, que el Logos ocupó en Jesús el lugar del alma, de forma que Jesús carecía
de alma humana. Estas doctrinas fueron condenadas
en 325 por el primer concilio
de
-+Nicea, aunque encontraron un fuerte apoyo en etr partido de los eusebianos, que tenían muchas relaciones con
la corte (obispo Eusebio de Nicomedia)" Ésta fue la raz6n de que
Atanasio, defensor principal de Nicea, tuvi.era que marchar
al destierro 46
',
Arruasai§'m?o
Ascesis
varias veces. El arrianisrno se escindió en tres direcciones. I-Ina radical (Cristo es radicalmente desemejante
ascensión de Cristo deben ser oonslderadas en conexión con las ¡loticias
tr
con res¡recto al Padre, anhomoio,s, anhomo'eos), otra moderada (Cristo
de las apariciones después de
resurrección (+resurrección de Cristo), ante los <> (Act 10, l4). Pon consiguiente, dichas narraciones no dicen nada acerca del dia mismo de la ascensión, sino que dan testimonio del dia en que la ascensión se hizo visible a los testigos. Fara Ies{rs, Ta ascensión significa la consumacién de su obra en la crrlz,, en la resurtrección. Significa su glorificación trlunfal; la exoneración de los -)podenes
y tlcl judaísmo tardío son el quedar lilrrc en orden a Dios y el premio t or respondiente a la ascesi.s, como a crr:rlquier otra obra buena. La asce-
es semejante
al Padre, homoios,
ho-
y una tercera intermedia, que con el concepto de s emejante en la moeo's)
esencia (hornoíusios, ho'motusianos, serniarrianos) se aproximaba al concepto nuclear de Nicea de que el Hijo es de la misma esencia que el Padre (homouszlosl. El arrianismo, definiti-
en el r concilio de -)Constantinopla del año 3 81 , no sólo representó un peligro como doctrina herética, sino también una muestra de los riesgos provenientes de que la teología se confunde con la política, riesgos que venían desde Constantino. vamente superado
¿trtículos fundamnenúales. Expresión
utilizada en la teolo gia protes,tante paÍa designar las verdades de fe que
(a diferencia de los artículos no fundamentales) han de creerse para
obtener la salvación personal (->salvación [necesidad en orden a la]). La distincién que sirve de base a
esta contraposición €s, por lo menos, problemática en el plano teorético de Ia teología, ya que la obligación de creer se extiende a todo
lo revelado por Dios. Sin embargo, constifuye con frecuencia un hecho empírico indiscutible en la vida de los cristianos par ticulares (->fe, -)Iglesia, ,-+bautismo de deseo).
Ascensión de Cristo es una proposición del NT (Act 1, 1-14, dependiente de éste la narra también Mc 16, 19, y se hace alusión a ello fresuentemente) acerca de Ia asurnpción por Dios de Jesucristo cruci-
frcado, muerto y resucitado. Y de ta1 rnanera que en eltra se expresa (<
su
y fuerzas,, la plenitud del todo por el que es su cabeza,, y una retraaión
cósmica radicalmente soberana" Para nosotros, la ascensión implíca lrna nueva manera de presencia de Dios en nosotros: en el Espíritu Sa¡nto dado a la Iglesia,, que queda sonstituida en cuerpo de Cristo por rnedio de su ascensión. Implica tarnbién pafa nosotros la apertuna del
icielo, la seguridad de
salvacién para la humanidad; y, con eltro, tam-
bién una advertencia de quo
tra
salvación definitiva está todavía pendiente y que ha de creerse esperanzadamente en ella a pesar de Xas apariencias contrarias. El Señor escapa a nuestros sentido§, y la consu-
mación del mundo en la +parusía, -+juicio y ->resurrección de la car-
ne siguen todavía su curso
secneto.
Las narraciones
neotestarnentarias acerca de Ia ascensión proporcionan,
junto con el kerigma de tra gtrorificación, ür claro consuelo (cf. '+parusía [expectación inminente de na]).
Ascesis (griego aske'sís : ejenqicio, renuncia) significa en la filosofiía popular estoica la liberación de toda
atadura terrena en orden a comseguir la libre irnperturbabitridad del sabio. Los planteamientos bíbliaos de renuncia por curnplir la vofiurntad
la
de Dios se mueven en el AT
den48
o rlol ámbito de Ia +püfeza cultual. l\4otiv¿rciones posteriores de la Biblia
ris cristiana no ha de estar determirr:rtlu, ni es lícito que 1o esté, por rrn menosprecio consciente o incons,'icnte del mundo, por una falta de lcrrltad o huida ante la tarea terrena. Aunque no se puede negar que en t'l cristianismo se da alguna ascesis (luo es un resentimiento de1 incapaz t): r ra la vida, el cual desprecia al nrundo porque es débil y cobarde l)rrra poder dominarlo en sus verdat lcras di,rnensiones y dificultades. l-¿r esencia de 7a ascesis ,específir :r mente c'ristiana no reside primar iumente en la ascesis moral, es decir,
cn la lucha contra todo pecado, contra todas las fuerzas naturatres
sobre sí existencialmente y sin f alsearnientos ese evento que pone en tela de juicio todo el sentido de su existencia humana corno totalidad: la -)muerte. Cuando el hombre tiene ante Ios ojos su situación de mortal, diiendo <> ante ella; cuando dice personalmente
el
<>
a
este someti-
miento a la muerte (por razón del con-noorir reflejamente explícito con Cristo o en virtud de la fe implícita
en -)Jesucristo) y realiza existen-
cialnnente este ((sÍ)), < rnorir que se va rcalizando parcialmente durante toda la vida; y cuando é1, yendo todavía más lejos, se asegura de Ia autenticidad existencial y de la veracidad, intrinseca de este aprestamiento a Ia rnuerte al apoderarse, por encima de lo que fatal-
ese
mente se impone, de un plus de sufrirniento como elemento de la
muerte, entonces ejercita el hombre en sentido propio y cristiano. Todo esto fluye como sistema
¡rcligrosas, en el ,entrenamiento pata
ascesis
¡rccable entre las diversas fuerzas tlcl hombre: es decir, no reside en
de las aflrmaciones del NT acerca del tema de la ascesis, según las cuales, en una misteriosa identidad paradójica, lo <>, o sea la imitación
!:r adquisición de una armonía im-
u
na ascesis corno medio para llegar
;r Ia virtud, por más que semejante ¡rscesis sea algo muy importante y csté llena de sentido. La ascesis cris-
de Cristo, pasión,
liana tampoco es una ascesis cúltica, cn la que el hombre ofrece a la divirridad sacrificios, porque lo profano, t'l quedar absorbido gustosarnente por r I mundo, se considera opuesto a lo srrnto, y se piensa que uno se acerca
mente, sin que, sin embargo, esta realización personal pueda adecuar alguna vez < en su total dificultad. Conforme a esas afinnaciones neotestamentarias, tampoco puede darse una ascesis cristiana cien por
;r Dios por medio de
sacrificios
o pequeños. Por fin, la ascesis cristiana tampoco es una ascesis tr,¡'andes
nrística, es decir, la preparación del sujcto (morir al mundo, &L propio \/(), a Ia voluntad propia, etc.) en ()r
(len a una misteriosa experiencia
tk-:
lo divino.
I-a ascesis cristiana tiene que resi-
r más bien en la interpretación t'x cl usivamente cristiana de la exisr
li
lcllcia concreta humana como totaI ir lrr d . El hombre tiene que tomar l()
crutz, muerte, ha de ser querido y aceptado personal-
cien, ni constituye el camino exclusivo
hacia Dios (cf. los reproches que
hicieron a
se
como cornilón y bebedor, Mt 11, 18 s). Por el conJesúrs,
trario, tiene que ser una ,-+vocación, incluso en lo toc,ante a sus formas
más determinadas, p.ej., a la
vicla
religiosa. El apremio de Xas arnonestaciones a Ia ascesis en Pablo -y en Ia cristiandad prirnitiva se explica
por la expectación de Ia próxirna parusía (+parusía [expectación inminente de la]).
50
I Ascét[ca
Ascéúica se llama
Ateisnmo
a la
discipXina
que estudia de manera científica y teológica la situación originaria (Befindlíchkeit) y las tareas de la existencia hurnana concreta y cristiana .en orden a su control individual cristiano (hasta ahora falsamente interpretado como doctrina acerca del tender a la perfección). En eso se 'diferencia tanto de la '-)rnística como rle La -+teología moral. Recibe este nombre por primera yez en 1655. Como disciplina, aparece en el §. xvII.
Por lo tanto, si se cree en Matia como representación de Ia redención perfecta, habrá que considerar que no es posible que la '-)resurrección de Cristo sea un Euceso individuaI, ya que Ia corporeidad, como exteriortzación del espíritu efecttlada
por eI espiritu en la materia, or orden a una patencia ante lo otro, implica necesariarnente una comunidad del género corpóreo con un tú tarnbién corpóreo (Mt Ü , 52 s). Ade-
más, hay que considerar que
este
por rnedio de su historia, a la vez historia de 1o rnaterial y de lo espiritual, adquiere nnundo,
Aseidad. Este concepto significa
que ,-)Dios es de sí, por sí, y en virtud de sí mismo (a se); que no se .funda en ninguna otra cosa y eue,
por lo tanto, esencia y existencia son idénticas en El (plenitud del ser). En un sentido más preciso, los tomistas enüenden el ser de Dios como -)asto puro (ser puro como
que es
en Cristo una nLle\ra forma de existencia concreta (+cielo). Tomado en todo su conjunto, este dogma afirma
eue, en virtud de la asunsión de María a los cielos, se hace más
la
rurligno>>
r
y «liberar del
maligno>>.
'\sí, el atar y desatar esta sufrcienteron [c testificado tanto en el AT ,-r)rno en el IqT @.ej., Mc '1 ,35; Lc I I. 12. 16; Act Z, 24; I Ioh 3, 8; ,\ poc 9, 14 s; 2A, 1. 3. 7 e.p.). rr
[.as terminologías expuestas no se t'xcluyen mutuamente, sino que más lrien colaboran en dar el sentido de r I ¿rr y desatar: es eI poder por el (luo la Iglesia se mantiene y perdura :
n el ,-+eón señoreado por los der¡rclnios. Quien se entrega al malo,
c
,¡ueda simultáneamente atado y exr'omulgado (+penitencia [sacramento de la]). Quien se desliga del malo ¡ror la gracia de Dios, puede quedar r'¿iXldamente desatado tarnbién delantc de Dios gracias a esa potestad de
taÍ y §esatar; se le perdona. De rrquí se ileduce la explicación doctrinal autoritativa de aquello por lo
:¡
cia y existencia o presencialidad, ípsum esse : aclus purus). Los no to-
situación de salvación ya La que por la fe concibió en su cuerpo La salvación pafa ella y para todos nosotros, ésa misrna concibió a esa salvación totalmente;
rrtado, es decir,
entienden como esencia, que en virtud de la perfección absoluta de ,Dios es a la vez actualidad
€s, pues, una salvación del hornbre total. Por eso este dogma tiene esencialmente un significado eclesiológico
Ateismo se llarna a la negación de l:r existencia o de todo (no sólo ra-
entidad preüa al dualismo de rnistas
esen-
lo
,(essenlia subsistens:
q se
exístens).
cLara
existente.
y
(pno
uno puede quedar atado o desla prohibición o la
¡rcnmisión.
t'ional) conocimiento de -+Dios. l:ste ateísmo teórico puede traduciro en una posición tolerante de sus
escatológico.
'r
Asunción de ll{aría a los cielos. Recibe este nornbre el d.f. de que a la consunnación total de 'JMaría pertenece su corporeidad consumada y glorificada, una Yez transcurrido ya el curso de su vida terrena (Dz 2333). 'La tradición, claramente perceptible ya en el s. vrr, se funda en afirrnaciones esenciales de la Escri-
tura. La maternidad corpórea
de
María, allí testificada, no es sólo un evento biológico, sino la hazafla su-
prema de su fe; en María y por María se da al mundo la salvación de Cristo (V sólo suya). Por eso la nglesia siernpre creyó q.ue la redenreaLízaba en Ia Virgen de La manera más radical y perfecta (->Inmaculada Concepción).
ción se
5t
Atar y desatar (poder
de)" Este podesatar no designa
der de atar y sino los poderes transrnitidos por Jesús a Pedro (Mt 16, 19; tr8, 18) y a los dernás <> (Mt 18, 1). El contenido exacto de este <
y hasta preocupada, cuanlrr carece de pretensiones proselitis(:r.§; se llarna militante, si se consi-
r
lq:fiensores,
r
r
lcr
a como doctrina que hay
que
<, deduciéndolo ulteriormente del primer signi-
opagar en orden a la felicidad de l;r hurnanidad y a la vez se lucha r'()ntra toda religión como error no,'r vr¡. Se trabla de ateísmo práctico t rr¡diferentismo) cuando se da un rrrt¡do de vida en el que no se infler(' (perceptiblemente) consecuencia , , lt{una detr reconocirniento (teórico) ,f t: lla existencia de Dios. La respues| ¡ ru Ia pregunta de dónde se da con i t ¡tlu exactitud ateísrno, depende del ( ()rrcepto preciso de Dios que se su-
ficado. Más antigua es aún, rriente en el ámbito bíblico,
l)( )il9Í1. f
desatar» no se puede determinar con toda precisión y seguridad partiendo
únicamente
del NT. Según la ter-
minología rabínica, significa <; probablemente significaba también <>, <
o
y
la
coex-
presión clernonológica <
t)r
r
tc
';
I
in la historia del pensarniento, etr i:irno &p,?rece siempre como sis-
tema en los puntos críticos de transucesívas épocas del pensafiriento, cutrtura y sociedad en
sición de las
nos quo aparentennente queda suBe-
rada cierta experienci a de la finitud
propia, encubriendo el conocimiento de nuestra finitud radical; de esta rnanera surge
la impresión de que
no queda lugar alguno paÍa una entidad distinta del hombre que sea propiamente infinita y absoluta. La critica filosófica del ateísmo habría que exponerla, en principio, por el método trascendental, poniendo de manifiesto que es un escepticismo absoluto, episternológico (crítica) y metafísicarnente, o que una limitación positivista, pragmatista o <> del conocimiento hurnano al árnbito de lo experirnentable se destruyen a sí misrnos, y etson por tanto, atrí se afirma tarnbién la posibilidad de la metafísica; posibilidad que está irnplícita en el conocimiento necesario del hornbre. Partiendo
de aquí, en una prueba de Dios (-+Dios [prueba de la existencia de])
bien entendida hay que hacer explícitas a la vez la esencia y Ia existencia de Dios, hay que poner de manifiesto la pecrrliaridad absolutarnente irrepetible de este conocimiento, como conocimiento del -)rnisterio de la iniomprensibilidad de Dios en la analogía, y a partir de esto
habria que hacer inteligibles la posibilidad del ateísrno rnismo y de s,urs
fronteras" Sernejante crítica del ateísmo ha-
bría que cornpletarla con una interpretación socioló gica y crítico-cultural del rnedio ambiente en el que el ateísmo surge corno aparición masiva, propia de las rnultitude§. Ha-
bría que cornpletarla también con una explicación, basada en la psicoiogía profunda, del <>, que funde la duda y la <
de la
trascendencia fuga de
(ateísmo como <>
o
54
Autocomunicación de Dios
Ateismo
Dios)" La crÍtica filosófica del ateísrno debería ser a la vez una crítica del teís,mo práctico vulgar y filosófico, pues eI ateísmo vive esencialmente de una mala inteligencia de lo que es Dios. Por últirno, habría que te-
ner en cuenta que el
conocimiento teórico de Dios sólo puede perdurar a \a larga si se < en el <> a
D,ios de
la persona entera y de su
vida
íntegra. La teotrogía sostiene como
d.f. la ->cognoscibilidad de Dios; Ios se-
guidores del ateísmo quedan excluidos de la Iglesia (Dz tr801 1803-05).
lidad, aunque se le iuzga culpable" Con todo, esta teoría deja tcdavía lugar para muchas matizacl«¡n"es. L. Billot hace notar ia dependetrcia social y cultural del individuo con respecto a su medio ambiente
y
con-
sidera razonable la hipótesis de que
rnuchos hombres <> slgan siendo menores de edad con respecto al problema de Dios. M. Blondel y H. de Lubac acentúan de ta[ maanera Ia referencia a Dios sotrxto esenciatr al hornbre, euo en el fondo no puede haber ateos,, sino únisanm.ente hombres que opinan que n0 ctreen
La Escrifura, cuyas preocupaciones
en Dios.
y luchas
teológicamemte, hay que decir de1 ateísmo: se puede dar
el ateísnno, sino contra la idotrattía, nos brinda ya,, por medio de sus proposiciose dirigen no contra
nes acerca de la condición creada de toda la realidad mundana y acerca
de la cognoscibilidad de Dios a parde las cosas creadas (Sap I 3; Rom 1,20), un concepto moderno del mundo, que hace al mismo mundo investigable y controlable. Ese <
tir
Sistennática
y
un teÍsmo de nornbre eue, a glesar de que hable de Dios como obieto suyo, o no rcaliza (todavia) de rn&nera auténtica con libertad personal
la propia
esencia de
cia hacia Dios o en el fondo
de Dios (relativamente fácil: Sap
estas diversas formas del ateísm¡o se
a la
9) y de la
13,
< del
ateísmo <> (Sap; Rom
tr),
los teólogos católicos, en general, un ateísmo negativo, es decir, que no llega a ningún juicio cierto con respecto al problerna
defienden que
de Dios, no puede darse por mucho tienepo sin culpa, dentro de las condiciones humanas norrnales del inelivi«luo. Se concede como, de hecho, posible e incluso corno estado duradero un ateísrno positivo, €s decir, que esté convencido cle la no existencia de Dios o de su incognoscibi55
da en cada hombre particular 0 en una época determinada, es un rnisterio que hay que remitir ilnicannente al juicio de Dios. Una ética atea puede darse en la medida en Eue te dan valores y nofinas de etrlos procedentes, que son distintos de Dios (la naturaleza personal del honmhre, y todo lo que Ie corresponde, p. ej., la sociedad) y se pueden considerar y aseverar sin un conocimiento ex-
plícito cle Dios. Pero si mas
estas mor-
y valores han de obligar
trutannente,
r
o ¡r
[-r
l
[gación en la
r(ir.rc
trascendencia
sólo se acepte y afi,rme im-
¡rlicit¿rr¡lente) detr hombre hacia Dios nrclr-rso en lo moral, de rnodo que
r cste respecto no resulta siquiera
('r
¡rtr:;ible Llna ética atea que se com¡rlctiu en sí misma aunque sea sólo '.,rrhfietivarnente, y, por lo tanto, taml)()c() resulta posible un ateísmo. Se t
nce
rr
€,s
y cn
Xa absolutez
(s
sicndo en e'l fondo consciente de ello, nque, en la conceptualidad obje-
;r u I
\0" su conciencia explícita terpretá erróneamente lo que él
iv'¿rnte
in
¡calí2,4.
anr'so-
sólo es posible fundan
es_5Cr
Adricic¡nis¡mo
es la doctrina
que
la atrición es suficiente l)rrra rTn& recepción válida del sacra-
srrstiene que
rnento de la penitencia. Es esencial tcnen en cuenta la historia del iont:cpto: atrición (surge en el s. xtI)
c:i an principio la contricién irnperI
ccta qomo esfuerzo insuficiente pa-
ur aicanzar la contrición
perfecta ,( +contricionismo), aunque en orden ;t cXtra; rnás tarde se la concibe como
cicrto modo de arrepentirniento, per:uliar y propio, serio, que reprueba
tal, basado en rnotivos rnorales (p.Ej., temor ante la jus-
e:l pecado como
ticia de Dios), aunque no en la caridad. Esta forma de arrepentimien-
Io fue atacada violentamente por l.trtero (+temor de Dios), quien la ll¿trnaba ((arrepentimiento del ahort:rrclo>)
(Galgenreue). Antes del conci-
io de Trento, la disc¡rsión versaba sohtre si el sacramento de la peniI
tcncia (-+penitencia [sacramento de lrrl) podía transformar la atrición en contrición. En Trento se afirmó que l:r ¿rtnición es preparación moralmen-
5l
te buena pe;ra el sacramento (Dz 898). Después de Trento se discutió si la atrición por temor era insuficiente
como '-+disposición póxima en orden al sacramento de la penitencia, o si además se requería un asto ex-
plícito de una caridad, por lo menos, incipiente. Cf., acerca de esto, -)contrición"
rdo que alguien pueda opinar
un ateo, y que en realidad con que sre dolrlcga a la exigencia de 1o moral i verdaderamente lo hace, cosa que no ha)r que suponer por el mero lrccho de la rectitud social y ciudatluna de tal sujeto) afirme a Dios uc
rf
na nie-
«exp,licació»> del mundo prescindiendo de Dios (cf. Act 17, 22 ss, junto con Eph 2,, 12 y R.om 1, 21 ss). A la vista de la cognoscibilidad
go la tentación y el peligro del ateísmo moderno; la tentación de llegar
;
la -)trascenden-
ga ateísticamente, €s decir, irnpÍamente. Puede darse un ateísrno que no lo sea de vorz;s aun creyendo serlo, ya que imp,lícitamente acepta la trascendencia,, aunque no se logra hacerla bastante explícita. Puede darse un ateísmo total, pero necesariamente culpable, en el que conx 'una cerrazón cobarde o soberbia se ¡riega la trascendencia, haciendo a[ atoísmo explícitarnente reflejo. CTrá,[ de
encantarniento>> bíblico del mundo como criatura, necesario a todo teísrno verdadero y piadoso, trae consi-
l
( :r i
Autenticidad de
Ia Escritura
sig-
nifica jurídicamente su autoridad normativa en lo tocante a cuestiones de fe, por el hecho de estar inspirada, goz-ar de inerrancia y poseer la ca-
nonicidad. Todo esto en lo que se refiere al sentido pleno del original (no consen/ado en conjunto) y de las transcripciones y traducciones que sean fieles al original, cuando dichos escritos están declarados por la Iglesia, en cuanto guardiana de la revelación, corno utilizables en cuestiones de fe. En crítica literaria, autenticidad de la Escritura significa que la Escritura procede en sus correspondientes textos del autor explícitarnente indicado y que el texto se ha conservado sin alteraciones esenciales" La cornprobación de la autenticidad
crítico-literaria en este último sentido Ia realizan las ciencias bíblicas. ->Sagrada Escritura.
Autoaomunicación de Dios. En tra ->gracia, +justiflcación y orden sobrenatural, Dios se comuni.ca) se revela, obra santificadora y beatificativamente. Pero no hace todas esas cosas comunicando al hombre como don, por medio de la creación de la
nada, una entidad distinta de El (+ángel), entidad eue, por semejanza analógica con É1, le revelaría y en alguna rnanera haúa sus veces; sino quo la esencia más interna de la gracia, justificación y orden sobrenatu-
ral se puede definir diciendo que se da Dios mismo, que el dador y el don §on la misma cosa; por consi58
Autocon¡umiaacióm de Dios
guiente, 7a criatura queda estri.ctamente santificada, justificada y beatiflcada por la realidad más propia de Dios. En cr¡anto que esta autocomunicación es Ia obra absolutamente libre, que Dios no debe a ente finito alguno, ni siquiera al carente de pecado, aparece en etrla 1o que significa decir que Dios es amor (1 Ioh 4, 8): ÉI es el que puede donarse a 1o finito, en su intirnidad absoluta y neajestad inflnita. En cuanto que el destinatario de1 don infinito es la criatura flnita, la experiencia del don sigue siendo creatural. Pero eI indescifrable misterio de la rela-
en su
ción entre Dios y el hombre consiste precisamente en que el hombre se tiene que reconocer como finito y a la yez como <> con la infinita autocomunicación de Dios
de reconocer$e corno gracia de Dios (Fhil 2, 13), y así, 1o contrarío de
esta actitud de autojustif,cacién es ei éxtasis del a.rnor que saliendo de sí se entrega en las manos de Dios. Este rnismo éxtasis se reconoce a sí
rnismo como puro regalo del amor de Dios hacia nos,otros y no quiere ya asegurarse frente a Dios <> con un obrar autónomo. Autou"idad es
cho perceptible
Autojustificación no significa, en último término, una valoración presuntuosa de sí mismo hecha según cualesquiera patrones, y que los criterios terrenos declaran falsa, sino aquella autovaloración detr hombre por la que éste se da a sí mismo su valor moral ante Dios por el autónomo cumpXimiento de la ley a partir de sus propias fuerzas (cf. Phil 3, 9), en Yez de recibir de Dios Ia
+justicia ante Él como don gratuito de Dios (->gracia). El abandono de esta actitud de auto-
verdadera
no irnplica ->quietis-
rno místico alguno, pues precisa-
el crédito o el
y
dere-
Bañeciamismlo, sistema
de la
gra-
cia que recibe su nornbre de D. Bá-
ñaz, O.P., y que se apoya en Tomás tlc Aquino (-+gracia [sistemas de la]). Sr:gún éste, y de aüterdo con la ma-
yor parte de los teólogos, Dios da u na -+gracia actual con anterioridad a la decisión libre del hombre
comprobable que posee una persona o cosa (p.ej., un libro), en virtud del cual puede ésta convencer a otra persona de la verdad de unos hechos o de la validez de una orden, y someterla a dicha
(ín actu prímo)" EI efecto de esa gracia consiste en la posibilidad ad-
verdad
tífero [acto]). Según Báiez, esta gra-
o
no sean evidentes. La ace1l*
validez, aunque
innnediatamente
mismo.
justifrcación
la decisión buena de la propia tribertad y de la obra propia han
rnente
tación de una verdad por autoridad se llama -+fe, la aceptación de una orden por autoridad se llama -+obediencia; ambas son maneras de1 conocimiento mediato, puesto que se apoyan en la autoridad del mediador. Sobre la relación entre la filosofía, que como sistema de eviden-
cias inmediatas no reconoce en
sLI
propia realización autoridad alguna,
y la teología, cf. ->fllosofia y teologia. Para una comprensión de la fe católica corno fe p,or autoridad, cf. +análisis de la fe, ->fe. Con respecto a la autoridad de la -)Iglesia,
cf. -)magisterio, -)oficio pastoral,
cluirida por el hom\re de poner libremente un acto salüllfero (-)salu-
cia actual es la suf,ciente (gratía swfficiens), y só1o en virtud de otra nueva graaa eficaz distinta realmente de la :tnterior queda puesto de hecho el ¿rcto salutífero rnismo. Es decir, Dios
mismo opera en ürtud de moción
f ísica>>,
y de tal
la
((pre-
rnan era, que
por su rnisrna naturaloza intrínseca, previamente a la decisión libre, im¡rulsa infaliblenrente
a que la volun-
tad humana pase de Ia '->potencia al -)acto libre deterrninado. De manera rnisteriosa, este influjo no dañana la -+libertad hurnan&, y? que Dios con el acto daría también su
cualidad de libre. -)Predetermina\ cIon.
+potestad.
Basilm. Et xvrl concilio ecuménico, iniciado bajo Eugenio rv eL 23 de julio de 143,1 en Basilea, se trasladó a Ferrara por orden del mismo papa ol 18 de septiernbre de 1438 (-+Florcncia), sin que todavia se hubiera Ilegado a conclusiones teológicas importantes. Los seguidores de1 -)conciliarismo que permanecieron en Basilca declararon como dogma la supcrioridad del concilio sobre el papa,
59
61
destituyeron a Eugenio rv y eligieron al antipapa Félix v. En 1448 fueron expulsados de Basilea por el emperador Federico rrr. tsasf,Ieia (griego : reino, dominio). En el NT siempre se habla de la basíleia de Dios o de los sielos (en
este caso,, <> es una circunlocu-
ción del nombre de Dios propia del judaísmo tardÍo). Nosotros hablamos
del reino de Dios, del dominio
de
Dios. Este es eI concepto central del mensaje bíblico de la salvasión. Ya
las partes más antiguas del AT tienen noticia del dominio de Dios sobre fsrael, sobre los demás pueblos señores de este mundo. -)Yahveh es eI rey propio de fsrael, al que éste,
y
sirve en el ejercicio del culto y en, la fidelidad a la alianza. En el judaismo posterior se desarrollan, so-
bre todo, dos concepciones distintas de la bas'ilela a) Bas'íleía como dominio escatológico de Dios, que corniemza a existir en virtud del juicio, sobre las naciones y del fin de esta manera de ser del mundo, o que está
ya misteriosamente presente
como
nuevo -)eón. Según el Apoc (-+apocalíptica), no ha de incluirse únicamente a los judíos en la salvación de esta basileía.
b) Basttleia como reino terreno de Dios, que se instaura en virtud de
la vistoria del -)Mesías sobre
la
tierra. La basíleía de Dios es la
esen-)Mesías so-
sia de la victoria de,l bre la tierra. La basilela de Dios es la esencia de la predicación de Jesfis. En Jesúrs, en su actuación (victoria sobre los -)demonios) se halla 62
§ Basileia
Iluul isr¡¡o
ya cercana la
basiLcia
(Mc 1, 15 y
paralelos e.p.) y, con ella, la -+salvación de los hombres. Esta salvación, sin embargo, no consiste esencialmente en el cumplimiento de las €speranzas puramente materiales, por más que la basíleía sea la esencia de
toda alegría humana (basileía banquete, banquete de boda),
del
mismo modo que Jesús techaza la concepción político-terrena de la basíleía (Mt 8, ll:' 21, 43). Dicha basileía está presente como un grano de mostaza, como una semilla diseminada o como el b¡ote de una planta (parábolas del crecimiento). Por otra parte, se recalca q.ue la basileia es una magnitud del luturo (el árbol originado por la semilla de mostaza, la cosecha de la sementera); por ella ha de pedir el cristiano y por ella pi-
de la Iglesia en el
(Mr 6,
padrenuestro
10).
De esa busilci,t se dice
expresa-
mente que sólo se puede entrar en ella o se ha de heredar, que Dios la instaura o la regala (Lc 12, 32; 22, 29); de suerte que el hombrc no la puede erigir, en contra de lo que utópica y erróneamente se habia venido creyendo en las diversas épocas dentro y fuera de las ideologías cristia-
nas. Cuándo vendrá dicha botsileia
(-+día del Señor, -->parusia) y quién será admitido a ella, sólo lo sabe el
Padre (Mc 13, 32 y paralelos e.p.). Por lo tanto, no es posible identificar a la bosileia con la .-tlglesia; por más que ésta exhorta a poner los fun-
damentos de la busilcia., -->metanoia y
-rle,
prepara el terreno para la ->imitación de Cristo como condición de la participación en la óasi leia, dirige con autoridad (-+potes-
tad) a los que esperan en la bctsíleía, puesto que a Pedro se le prometieron las llaves de la basileía (Mt 16, l9); y, por más que la Iglesia cele-
bre la -)euca¡istía como anticipación misteriosa del banquete de la 61
basileia, Pablo distingue entre una bosileia de Cristo, que no es sino la Iglesia (Col l, 13 e.p.), y una basil¿ia de Dios en el sentido de la predicación de Jesús. -+Reino de Dios.
vacíón obrada en virtud del Espíripresente en la Iglesia y por la Iglesia, del perdón de todos los pecados ahí obrado (Dz 86 l09a 130 287 324 424 464 482 696 792 895) y de la remisión de las penas ete¡-nas y temporales del pecado (-+pecado [penas del]; Eph 5, 26; Dz 464 696 792 807 904). Puesto que sólo el bautismo proporciona el segundo nacimiento a la nueva vida en Cristo, de suyo no se puede adquirir esta vida sin el bautismo (Ioh 3, 5; Mc 16, 16). Pero como sea que esa vida la da el bautismo como sa-
tu de Cristo,
Bautismo. El bautismo es el _>sacramento primero y fundamental (Dz 86 430 857 ss e.p.), y que, por tanto, debe entenderse en correspondencia estricta con el concepto católico mismo de Iglesia. Es el sacramento de la regeneración (Ioh 3, 5; cf. Ez 36, 25 s; Dz lOZ 109a ruA 695 s 933 e.p.)
purificadora y santificadora en el Es-
píritu y en la gracia de Jesucristo por medio de la incorporación juri-
crarnento de
dico-sacral a la -+[glesia, en la cual la vida humano-divina de Cristo instauradora de la salvación, como comienzo nuevo y a la vez auténtica-
la humanidad caída en Adán, ha encontrado su presencia incorruptible y sacramentalcorpórea en el mundo. Esta entrada en la corporeidad sacrarnental de 1a salvación por la inclusión en el cuerpo de Cristo (-+Cristo [cuerpo de]),
el
primer efecto fundamental
del
bautismo (Dz 324 570a 696 864 870 e.p.; CIC can. B7; cf. ->Iglesia [pertenencia a 1a]), pero es a la vez, en el supuesto de una ->disposición suficiente. el medio para conseguir Ia plenitud de la gracia bautismal: la justificadora renovación del hombre viejo (Eph 4, 22; Col 1, 10 e.p.; Dz 895) en la divinización interna y en
asimilación a la muerte y resurrección de Cristo (Rom 6). Reno-
la
64
participación (dis-
en la tangibilidad histórica de
mente originario de
sellado y santificado por su Espíritu (Dz 197 696 79O 895 933 2229), qlue es la lglesia, queda indisolublemente sellada (2 Cor l,2l s; Eph 4, 30) por el -> carácter bautisrnal (Dz 4ll 695 852 960), en virtud del cual no puede repetirse el bautismo (Dz 46 53 88 97 435 852 86"1 869 895 996 s). Entendiendo las cosas así, la incorporación a la Iglesia es también
la
pensada por vez primera por ese bautismo precisamente) en la comunidad de Cristo (l Cor 12, 13) y, a través de ella, en la gracia implicada
1
Í
esa
comunidad, por ello su necesidad en orden a la salvación (-+salvación [necesidad en orden a la]) queda estrecharnente vinculada a la necesidad general, en orden a la salvación, de Ia Iglesia misma. De aquí se sigue que se da también una gradación en la participa-
ción real en la sacramentalidad
sal-
vifica del bautismo, analógicamente a 1a graduación de la pertenencia a Iglesia: en los llamados bautismo de sangre y bautismo de deseo. El 1a
bautismo de sangre (-+martirio) justifica al hombre, como participación real en Ia función de la Iglesia como testificadora de la presencia de la
salvación obrada en la muerte de Cristo. El bautismo de deseo puede concetrirse de dos maneras: cofno postulación explícita del sacramento
del lmutismo, vinculada a la Jcontrición perfecta, o sólo como postulación implícilz. (-->votum). En cualquiera de las dos hipótesis, el bautis-
mo de deseo justifica en virtud
de
que, en esa postulación, el hombre acepta y afirma libremente, en fe y amor, la naturaleza humana suya
trl Rirl¡.\'org.
quo le ha sido dada, en cuant() quc esa naturaleza, por razón del ntistc-
rio de la
encarnación, tiene unlt
ordenación objetiva hacia C¡isto mismo y, consiguientemente, como configuración con la naturaleza humana santa de Cristo. posee ya una signi-
ficación cuasi-sacramental. Contra el ->donaüsmo y contra los defensores de la repetición del -+bautismo de los herejes, la IgIesia enseña que, de por si, todo hombre (Dz 46 s 53 55 s 88 94 6% 712) puede administrar válidamente el bautismo sacramental. Ciertamente, el bautismo solemne sólo pueden efecfuarlo dete¡minados ministros de
la Iglesia. Ministros ordinarios son el obispo y el sacerdote; el extraor-
dinario, el diácono. El rito del bautismo recoge el símbolo religioso originario de la ablución cúlticoreligiosa. De ella tenemos ejemplos en el bautismo de Juan, en el de los prosélitos judíos, en el culto gnóstico
de los misterios, en el
mandeísmo,
etcétera. Sin embargo, la idea específica de la regeneración sobrenatural vinculada a nuestro rito bautismal no puede deducirse históricamente de cultos bautismales precristianos, aunque sea cierto que, dentro del ámbito bíblico, puede concebirse el
bautismo cristiano como consumación eminente del bautisrno de Juan (cf . Ez 36,25), entendido este último como testimonio de la fe en el Mesías El bautismo cristiano válido acontece por ablución (que puede suceder como infusión, inmersión o aspersión) con agua natural, explicando a la vez de palabra Ia acción bautismal (<>) e
venidero.
a la Santísima Trinidarl el nombre del Padre, y del Hijo,
invocando (<
y del Espiritu Santo>>). Y todo
esto
con la -)intención de hacer lo mismcr que quiere hacer la Iglesia en la administración del bautismo. El bau-
tismo puede recibirlo todo
el
clLrc
6lr 3
lBautisnro dc los
Bautismo
no esté bautizado, inciuso el niño que no ha llegado al uso de razón (aunque para el bautismo de un niño de padres acatólicos o apóstatas han de cumplirse determinadas condicio-
nes, puesto que el niño ha de ser incorporado a la Iglesia). Cf. '->bau-
tismo de los niños. Bautismo de deseo es un concepto teológico, que tiene su origen en el problema siguiente. Supongamos un hombre que no pefienece en sentido
pleno a la -)Iglesia dispensadora de los sacramentos, ni a su ámbito
perceptible y oflcial; un hombre que además no cree explícitamente en ->Jesucristo ni ha recibido el sacra-
mento del -)bautismo: ¿es posible que este hombre encuentre la -)sal-
vación? Por una parte, habria que responder afirmativamente a esta pregunta, dada la voluntad salvífica uni-
versal de Dios (->salvífica [voluntad
de Diosl¡ y teniendo en cuenta que el evangelio hoy como ayer no llega a todos, ni a todos de Ia misma ma-
nera. Por otra parte,
la
respuesta
no puede atentar contra Ia doctrina de la necesidad, en orden a la salvación (->salvación [necesidad en orden a Ia]), de la ->pertenencia a la Iglesia (cf. también -)cxtra ecclesíam
nulla
desde
la
edad media,
la necesidad de la recepción del sacramento (del bautismo) puede ser reemplazada por el ->uaenseña que
tum sdcramenfi, o deseo de recibir el sacramento. Analógicamente, también la necesidad de la pe.rtenencia a la
Iglesia puede quedar sustituida por el votum ecclesíae, o deseo de pertenecer a la verdadera Iglesia de Jesús (Dz 3818 413 796 847 898 1032
lül; CIC can.73l § 1). En 1'949, el Santo Oficio decla¡aba que, si se dan fe y caridad, este deseo no necesita ser explícito, bastando el deseo implícito (NRs 398g). La función 61
salvación no sufre ningún menoscabo a causa de esta doctrina, ya que in-
cluso la gracia libremente dada por Dios fuera de la Iglesia y de los sacramentos es gracia del -+sacramento originario, Jesucristo, es decir, viene dada en El y por El; y es también gracia de la Iglesia, pues la Iglesia es signo de Ia presencia en
el mundo de Ia gracia escatológicamente victoriosa. El contenido de este concepto de bautismo de deseo se hace realidad en el que vive conforme a su -+ionciencia, puesto que cumple la voluntad de Dios. Con respecto al modo en que tal hombre
puede cumplir las condiciones de fe amor requeridas, cf. '-+Jesucristo. En la historia de la salvación hay que entender el bautismo de deseo a manera de -+punto de partida, que impulsa hacia la consumación en la plena pertenencia a Ia Iglesia y en la recepción del bautisrno, pero que,
y
como es propio de todo auténtico
comienzo, si se da un im¡redimento concreto en orden a este desenvolvi-
miento pleno, implica en sí mismo el todo, o sea la salvación. Con respecto al problema especial que, en este sentido, representan los niños que mueren sin bautismo, cf. ->limbo.
cana, incluyendo a teólogos tan importantes como Tertuliano y el obis-
po Cipriano de Cartago, defendía y practicaba un segundo bautismo, tal como también lo hacían
muchas
Iglesias orientales. Las Iglesias roma-
na y alejandrina renunciaron a é1; de tal manera que en el año 256 se llegó a una escisión entre ambos partidos (controversia de los rebautizan-
tes) que, aunque no fue eliminada de un modo oñcial, quedó paulatinamente borrada. Diversos sinodos se
ocuparon
do este problema,
deci-
diendo que habrían de ser rebautiza-
dos los que hubieran recibido el primer bautismo con una fórmula
que no contuviera
la
la
confesión de
Santisima Trinidad (Dz 53 55 56).
Ésta ha seguido siendo hasta hoy
la actitud de la Iglesia católica (Dz
430 860). Con ello se expresa,
un
en
caso paradigmático, que la fe verdadera en un Dios trino es también posible en la -+herejia, y el bautismo queda válidamente administrado si en su fórmula se testifica objetivamente esa Ie; como también se pone en claro que la validez del
bautismo, como Ia de otros sacramentos, no depende de Ia <> del que lo administra o 1o recibe (cf. además -+sacramento, -)opus operatum).
solus).
La Iglesia,
de Ia Iglesia en la historia de la
Bautisno de los herejes. Esta expresión no se refiere al -)bautismo administrado
por una persona no
católica, sino que es un término téc.. nico de la histo¡ia de la Iglesia con el que se designa el siguiente problema teológico, planteado en el s. ur.'
si los
convertidos procedentes de una comunidad herética han de ser bautizados al convertirse, caso de que antes hubieran sido bautizados por un hereje; o si basta la práctica
de la readmisión acostumbrada con
los católicos apostatas, es decir, la penitencia eclesiástica (-.>penitencia [sacramento de la]). La Iglesia afri68
niños que todavía no están capacitados para la profesión de esa fe. Ya en 1521 el magisterio eclesiástico definió en el concilio de Trento con-
tra los mal llamados <> (que rechazaban el bautismo de los niños y exigían un bautismo de adultos con una conversión previa)
que los niños bautizados son verdaderamente creyentee y que para ser válido el bautismo no necesita ser ratificado al llegar al uso de razón
(Dz
868-870).
Dicha doctrina se apoya en
incorporación del hombre
a la Igle-
sia. De acuerdo con las palabras de la Escritura, esta incorporación en el bautismo supone la profesión de la fe de la Iglesia. De aquí se deriva un problema, puesto de nuevo sobre el tapete en la teología protestante desde el fin de Ia guerra, a causa de la decidida posición negativa de K. Barth contra el bautismo de los niños, y abordado por la teología católica: si pueden ser bautizados 69
Ia
práctica, testificada como apostólica ya en la Escritura, de bautizar una <> de los padres, de Ios padrinos y de la lglesia en con-
junto. Esta doctrina se hace
aún más clara pensando que Ia capacidad
de creer con fe, la virtud infusa de
la fe, tiene que ser dada por Dios
en cualquier caso. También es decisipensamiento de que la gratuita capacitación para un proceder
vo el
libre y salutífero
Baufismo de los niños, Según la doctrina explícita de Ia Iglesia, el -+bautismo es eI sacramento de la
nil-¡¡»s
es
un puro don de
Dios; don que, de hecho,
aunque
no necesariamente en cuanto al tiempo, precede al obrar del hombre. Esta voluntad salvífica de Dios individualmente pensada, que tiene que
dar primero la vida para que ésta pueda realizarse y desarrollarse, queda prometida y adjudicada al niño de un modo histórico y formal en el bautismo éomo don y como obligación; pues no hay que esperar la anuencia de la fe para que se hagan realidad ambas cosas. La Iglesia prohíbe administrar el bautismo, fucra de peligro de muerte, al niño dc 70
v
I Bayanismo
ctrya educación cristiana nc¡ se fiene garantía alguna.
parable de la -+esperanza, puesto que Io bello (tal vez con frecuencia
Bayanisrno, nombre que recibe 1a doctrina del teólogo M. Bayo (15131589), p¡ocedente de la escuela agustiniana, segfrn el cual Dios no podía negar al hombre los dones del ->es-
sidad en su relación con lo infinito, que está presente en todo lo bello, iomo causa ejemplar y promesa. Todo ente es bello en sentido origina¡io. La belleza crece en razón
tado original; en vi¡tud del pecado original, este orden queda radical-
mente trastornado: el hombre caído,
sin gracia, peca necesariamente en lodo lo que hace, incluso cuando aspira a la virtud por sí misma. Por lo tanto, sólo tiene libertad para
eleindiferentes; hasta
gir entre valores la -+concupiscencia involuntaria es pecado. Al justificado se le condona el castigo merecido por ello. En 1567 fueron condenadas 79 proposiciones
de los escritos de Bayo (Dz 10011080), para poner fin a la discusión
iniciada, sin decidir si algunas de ellas se pueden entender c¡rtodoxamente,
Dcatitud designa la totalidad de la consumación definitiva del hombre entero, engraciado, en el orden so-
brenatural. Es decir, -+visión de Dios, -+resurrección de la carne, definitiva -->basileía de Dios (-+cielo) en la ->comunión de los santos
consumada (-+escatología). En último término, se piensa esto mismo en las bienaventuranzas del -+sermrin de la montaña, si bien en él
todavía no aparece claro el contenido exacto de <>,
tle ser aceptado por el Dios que salva. Belleza es, según Tomás de Aquino, el resplandor de la -)forma; una
propiedad esencial del -iser, inmediata y necesaria, perfectiva de todas las demás. Propiedad que fácticamente es inseparable de la -+contemplación, en la que el hombre descansa complacido, más allá de su deseo; pero qlle es también inse'11
b.
inconscientemente) se ama por nece-
directa de la vida. En lo anorgánico aparece más o rnenos como simetria, ¡rroporción, armonia o en cuanto funcional; en lo
orgánico, como vitalidad y ritmo; en su grado supremo es propia del
ser absolutamente bello, Dios. Si la
teología actual, fuera
de algunas v. Baltha-
excepciones, como H.U.
sar, no presta ya atención alguna a la belleza, en contraste con su tradición (desde Plotino, San Agustin, Pseudo-Dionisio, San Buenaventura),
con todo,
lo
bello está todavía
de
alguna manera presente en la liturgia y en el arte sacto. Algunos puntos de partida para una teología de la belleza se encuentran sobre todo q¡ l¿ )mistica nupcial (Cantar de los cantares. en el AT), y, desde ahí. también en la eclesiologia. Los ->pratumbultt f ldei podrian también revelación como totalidad. Ciertamente, no puede darse una ac-
titud cristiana meramente estética (Kierkegaard), puesto que lo bello
puro sólo reside en Ia ->salvación futura; mas, para el creyente, la bel\eza es por Io menos Ia esencia secreta del mundo, en cuyo corazón (Mt 12, 40) no está el siervo de Dios sin forma ni belleza (Is 53, 2), sino
la -)doxa divina en r¡irtud del
su-
frimiento del siervo de Dios. Bendición. En cuanto que todo lo bueno existe por la palabra creadora de Dios (-+creación, Jconservación del mundo), el cristiano reconoce todo lo bueno que encuentra en su
camino como
<>, concre1a
á¡
Bihlica (lcok¡girr) tumcntc dcl Dios que bendice (Gen I, 22. 28). EI deseo impetrativo de csa bendición de Dios, manifestado cn la oración del hombre o de la Iglesia, se llama también bendición
(con frecuencia sc realiza en una determinada forma litúrgica: -+sacramentales). Ya el AT conoce tales
l¡endiciones pronunciadas por los pa-
triarcas, padres de familia, reyes, sacerdotes en el culto, etc. También cl NT las conoce; así Cristo, los apóstoles, etc., bendicen no raras r.eces. Pueden pronunciarse también
cou ocasión de tomar a su servicio
por parte del propietario (-)consagración de cosas) o en Ia tl'ansmisión de un cargo.
runa cosa
Biblica (crilica). Se llama crítica i¡iblica a la investigación científica de la Biblia con ayuda de los métodos histórico-criticos, y valiéndose de las ciencias profanas, sobre todo, de la historia, arqueologia y filología.. Si es inaceptable la c¡itica liberal de Ia Biblia, que estudia ésta a base de un a priori histórico y ñlosófico del todo inadecuado, en cambio hay que considerar como necesaria una crítica bíblica que esté objetivamente justificada. Semejante crítica puede contribuir no poco a la aclaración de problemas hasta ahora no
lesueltos. Como crítica textual, ha hecho notables progresos en Io que :rtañe a la reconst¡r.rcción del texto trrímitivo. Como crítíca literaria investiga
la
época, el autor, caracterísy objetivo teológico
ticas literarias
dc cada uno de los libros biblicos
(cl'. -+géneros litcrarios). Itrabiendo t'omenzado la critica bíblica en su I'orma liberal y racionalista (s. xvttrrx). la actitud del magisterio cató-
lico frente a ella lue más bien de roscrva-, y la de los teólogos adversa.
I)cnr, a partir de la encíclica de I'ío xrt (1943), la Iglesia nrisma quierc y exige (Dz 1192ss 2302 2329) l1)
una cliiica bihlica olr.jctir.itmcnt,' itr\tificada, que no se enlrentc llcutralmentc, de manera pseudocicntifica. al factwn teológico que represcntx la -+Sag¡ada Escritura como totalidad. Biblica (teotogla). Como ciencia rc-
lativamente autónoma,
Ia
teología
bíblica representa una necesidad
en
la
tcología católica contemporánea; no sólo desde el punto de vista de una distribución cientíñca de la teo-
logía. sino también por la importanci¿ de la cosa en sí, por la posición peculiar e irrepetible de la -rSagrada Escritura. Es verdad que 1a *>dogmática católica debe también ocuparse de proposiciones de fe obligatorias que no se identiflcan inmediatamenie y sin más con las afirrnaciones de Ia Escritur¡r: está, en efecto, regulada
por el
--+magisterio, una de sus normas es la -+tradición, y existe una verdadera evolución de los dogmas (-)dogmas [evolu-
fuentes
y
ción de los]). Mas, con todo eso. la Escritura no es una fuente del conocimiento dogmático sencillamente equiparable a las demás. Estrictarnente, en cuanto exégesis
teológica, y no en cuanto exégesis histririca o filológica, también la teología bíblica,. lo mismo que el resto de la dogmática, tiene que considerar a la Escritura en la Igle-
sia bajo la norma (
la {e por
fectarnente distinguible de
le rclliz:¡-
ción de Ia doctrina poslcriol tlo
lrr
'7t
7 Biblica (teologia) Iglesia. Dicha concretez se da
la Escritura y sólo en ella,
en puesto
que la tradícitin, en su estado puramente objetivo, independientemente de la función diacrítica del magisterio, no ofrece ninguna garantía de pureza en lo tocante a sus ingredientes puramente humanos. Pues la
distinción entre tradición humana y divina por un recurso a la tradición,
es un acto propio del
magisterio
y así supone ya la diferencia entre la norma matemismo que recurre,
rial y lo normado. En pesar de
esta medida, a
la persistencia de una tra-
dición divino-apostólica, la Escri-
tura es fuente y norma cualificadas y singulares de ia declaración actual de la fc por parte de la Iglesia; y, por 1o tanto, también de la dogmática, que viene normada por aquélla a la vez que la prepara trabajando a
su servicio (Dz
De aquí que, si toda Ia dogmática en y con la Iglesia jerárquica, la palabra de Dios revelada en la Escritura, cosa que también tiene que hacer la Iglesia oficial para hablar acertadamente, entonces ocurre un hecho que de otra manera no acontecería. Asi, y sólo así" es la dogmática algo dirigido y no diri-
y no dictaminante,
bido a esa conveniencia es apetecido). Dentro de ese concepto de bien entra en primer lugar el ente en si: en cuanto que apeteciendo se pone en su realización o actualidad esencial, es ónticamente bueno para si (bonum síbí). En ese concepto entra
también ulteriormente todo lo que ayuda a dicha realización esencial (bonum alterí). Sí un ente viene dado a si mismo en orden a la autorrealización libre (+libertad) en el horizonte del
-)ser absoluto, la
co-
mo ocurre con sus demás funciones de carácter «histórico>> y <>. El punto de partida puro del kerigma de la fe, que sigue presente en la Escritura, sigue siendo todavía 1o siempre nrás grande y amplio, lo que posibilita y domina una y otra vez el progreso. Y esto a pesar de ser -+punto de partida. En la vuelta a é1" no en una compilación de pasajes demostrativos, consiste Ia teología bíblica.
Bien (lo bueno, la bondad) es en primer término una propiedad tras-
bondad
óntica de dicho ente es lo ontológi camente bueno, es decir, un bien
moral objetivo (bonum
honestum), üene dado en el ser absoluto, es un
y en cuanto que horizonte del <>
absoluto: puesto que,
cuanto que,
1942).
escucha,
gente, oyente
cendenlal del ente en general y designa lo que conviene a la forma de un ente, orientada a un fin (y de-
un ente (bien)
y
en
entra
dentro de la finalidad necesariamente implantada con la esencia del hombre; puesto que el hombre en autoposesión consciente y libre se encuen-
tra ante Dios <>, es decir, no como medio referido a otro, por todo ello, corresponde a todo ente una validez absoluta, un «tener que», que no anula la libertad,
sino que la presupone y la llama a una decisión determinada en cuanto al contenido. Por tanto, valor moral objetivo es primariamente la -.>persona espiritual (Dios y hornbre); secundariamente, todo lo demás, en cuanto que de alguna manera puede
ser útil al valor moral objetivo primario, en orden a la aflrmación recta
de su autodaticidad, objetividad,
o
también en orden a su actualización o reconocimiento. El ->acto espiritual libre, que se refiere a tal bondad moral objetiva asistiéndola en reconocimiento y realización, es subjetivamente bueno (bonum morale),
C Calcedonia, ciudad del Asia Menor, en la que tuvo lugar el cuarto
concilio ecuménico, desde
el
el 8
de
1.o de noviembre del año 451, siendo PaPa León I. En él se formuló el dogma cristo-
octubre hasta
lógico (-)Jesucristo) siguiente: Jesucristo, -+Logos de Dios hecho hombre, es una personu g¡ dss -+na' turalezas que se dan en esa Persona
de manera inconfusa, inmutable, indivisa e inseparable (Dz 148). Esta
doctrina se definió en contra
del
-+nestorianismo (dos personas en Cristo; cf. ->Éfeso) y en contra de la teoría de Eutiques (las dos naturalezas se confundian en Cristo formando una sola: estricto -Jmonoflsismo). León, cuyos Iegados Presi
dieron
el
concilio,
lo ratificó
Por
entero, a excepción del canon 28, en el que se reconocia la igualdad
de prerrogativas entre Roma y Constantinopla, aunque ocupando ésta el segundo puesto (Y dejando de lado
a Antioquia y Aleiandría).
de la revelación divina. Esas calificaciones se expresan
en
fórmulas
ya acuñadas. Sin embargo, no existe un sistema obligatorio de calificaciones, No siempre ni en todas partes se entienden de la misma manera. Según que la ProPosición 77
ras. Aquí citaremos sólo las
más
importantes.
Una proposición es <
si
error en la fe divina. Si tal
ProPo-
sición ha sido además establecida por el magisterio de la lglesia, su califlcación es (
lica>>.
magisterio extraordinario (papa, concilio), es <' <> es la pro-
posición que, en cuanto tal, no se la considera como directamente revelada por Dios, pe.ro que esta garantizada por el magisterio infalible (-+doctrina católica [verdades de]). Se le opone la censura de: error en
la fe
Catrificaciones (censuras teológicas) son juicios fo¡mulados por los teólo8os o en ciertas circunstancias por el magislerio, accrca de proposiciones doctrinales (verdaderas o falsas), para eslabtrecer grado de seguridad con que se puede reconocer su concordancia o contradicción con 1a doctrina
concisas
por calificar haya de designarse como verdadera o como falsa, se dan cali' ficaciones positivas o negativas; estas últimas reciben El nombre de censu-
eclesiástica. Una proposición
<> (Proximum fidei) sí según la doctrina general se la tiene como verdad Propiamente revelada, aunque todavía no ha sido propuesta clara y definitivamente io-
es
mo tal por la Iglesia. Se le
oPone
censura: sospechosa de herejía. <
Ia
clara y definitivamente expresada por
el
magisterio,
si bien su negación
sería manifiestamente, o segfin el juicio más o menos unánime de los 78
E
Í
(l¡¡ltott
C¡lificaciones (ccnsuras teológicas) tcólogos, la negaci(rn de una verdad de fe o, por lo menos, una amenaza indirecta a semejante verdad; así suelen ser conclusiones teológicas de diversos géneros. Se le opone: proposición teológicamente falsa o teme-
raria, error
teológico.
Otras calificaciones de menor importancia se entienden por sí mismas. Doctrina comí¡n entre los teólogos, opinión probable, opinión <>, opinión tolerada, opinión que hiere I¿r sensibilidad religiosa, opinión insidiosa, provocadora de escándalo,
ctcótera. El sentido último de estas calificaciones es tanto la protección de Ia fe como el evitar la confusión enlre la verdadera revelación divina y las opiniones teológical.
Camino, Al hombre, <(ser que deviene>> por su misma constitución, se le impone y se le exige una evolución religiosa orientada en un determinado sentido; por tanto, pueden la imagen del camino (cf. Act 9, 2) la posibilidad y la tarea de esa evolución que, sustenexpresarse con
tada por la -+gracia de Dios, Ileva al cristiano hacia su consumación
la -)visión de Dios 1->cielo, ->beatitud). Necesidad, evolución, finalidad del modo de vida, de la conducta, quedan así expresadas en la metáfora del camino. En cuanto que toda forma de vida puede definitiva en
concebirse como <>, como conducta vital, puede hablarse de dos <>, el bueno y el malo, el estrecho y el ancho (Mt 7, 13).
En cuanto que para los
cristianos,
cn su scguimiento de Cristo (-+imitación de Cristo), Crislo mismo es el fundamento, la fuerza y Ia meta de su vida, es El el camino por anto-
nomasia (Ioh 14, 6).
Canon (de origen semita : caña, medida, patrón). Como término técnico teológico, designa la recopila-
1i
ción en Ia Sagrada Escritura de los libros a los que corresponde la --;ins-
piración y que son norma de la [e.
l. Dat'os p
algunos lib¡os en el canon judít'r (Tob, Iudith, Mac. Sap, Ecci, tsar y las partes griegas de Esther y Dan), aunque sí es seguro que eran muy
considerados. A partir de Sixto de Siena (t 1569) reciben estos libros el
poco afortunado nombre de <>. La validez normativa se deduce, de manera meramente hi:;-
tórica, de las citas de dichos libros. De este modo se justifican los cornien-
bién en el NT libros muY
aPrecia-
dos, pero cuya canonicidad ha sido discutida, llamados <
el magisterio definiera el canon se
".r'auÚa, revelación acerca del carácter insoirado v de la canonicidad, y ct'rmtr también el conociin de
madores prote§tantes y también alguros católicos (Erasmo de Rotterdam)
Dor oarte de la lglesia, Para que L.tc áoble hecho aparezca como his-
cos>>
(Hebr, Iac, 2 Petr, 2 Ioh, 3 Ioh,
luda y Apoc). La nec€sidad de que originó con las dudas que los refor-
expresaron sobre la canocidad de algunos libros de la Biblia, o sobre su carácter autoritativo. Esto lo llevó a cabo el concilio de Trento (1546), al exigir el mismo respeto Para los 45 iibros veterotestamentarios y los 27
segunda
estuvo fluctuando durante nrucho tiempo; en el occidente, hasta los años 380/390 d.C.; en oriente. hasta el s. vtt, por lo menos en 1o tocante a1 Apoc. El primer canon completo del NT lo ofrece Atanasio de Alejandría, el año 367 d.C. De n:lnera
análoga
al AT. se distinguen
tem80
<
existir) hubiera consistido en propo-
Teología. Todas las acciones
salvíñcas de Dios nos son conocidas por la revelación divina, auténticamente proclamada e interpretada por el magisterio eclesiástico; también conocemos asi el que Dios sea el autor
dio de la -+inspiración' Que los libros Y,
tales y emitió juicios aclaratorios acer-
mitad del s. rr. Con respecto a [a pertenencia de algunos libros particulares al canon neotestament¡rio. se
la primeta generaclon' la muerte de1 último apóstol>>,
cerreda con
de la Escritura están insPirados
II.
1809).
cinco epístolas apostólicas del canon
cia italiana y data de la
toricament¿ verosímil y sobre todcr y compatible con la formación lenta una Pues, canon. Por del fluctuante parte. la r..:velación- tuvo que quedar
de la -+Sagrada Escritura Por mc-
cf. Dz
primeros padres de la Iglesia y autores eclesiásticos de la primera mitad del s. ll. El primer catáIogo oriodoxo del NT es el llamado canon dc Muratori, en el que faltan, sin embargo, actual. Tal catálogo es de proceden-
"ntenderse miento de esa revelación (apostólica)
tal manera que la Iglesia puede llesar a una mayor claridad con respecIo u unu revelación' pero no recibir una nueva; Y, Por otra, la Iglesia ha fluctuado en muchas cuestiones de la constitución del canon durante larso tiemPo, hasta llegar a su fija.iO'n d.nnitiua. Este hecho di[ícilmcnte podría explicarse sin una nueuu .ev"lución, si la revelación oririnaria al respecto en la época apos-
del NT, en virtud de que Dios es el autor de todos ellos (Dz 783 ss;
por tanto, son canónicos, 1o sabemos inmediatamente por Ias declaraciones del magisterio, que da Ie de Ia revelación divina como fuente originaria de este saber. En este sentido, la lglesia se ha atribuido siempre el derecho de definir el canon, en cuanto que señaló algunos -;apócrifos como
zos del canon neotestamentario por las citas que se encuentran en los
nroblenra dogmático (y tle histtrr ia dcl irema) en torno al canon curtsir(c cómo ha de entendersc llt
ca del canon. La distinción entre iibros deuterocanónicos y protoca-
nónicos (estos últimos indiscutidos) es, de hecho, Primariarnente una cuestión de la certeza de la Iglesia sobre Ia inspiración de Ios respecti-
vos escritos
y no
desemPeña PaPel
alguno en las decisiones dei magiste¡io acerca de la extensión del canon.
decirse de la cuestión acerca de la canonicidad de ciertos breves textos existentes en el corpus transmitido de la Escritura. El
Lo mismo puede
8l
de
ioli"u (qr"
forzosamenle
luvo
qrre
siciones particulares y explícitas sobre cada uno de los libros en cuestión. Por 10 tanto, el Problema con-
siste en ver si se puede pensar en una
revelación originaria
tal que, Por
una parte, hubiera tenido lugar en el liempo apostólico y' por otra' fuera de tal manera implícita. que su ex-
nlicación necesitara tiempo y acont".iera entre fluctuaciones (+dogmlrc [evolución dc los]). Si de a¡rtemano ," pon" en la esencia de la Escritura el que haya sido esencialmente querida oor Dios como momcnto dc la constitución que El dio a Ia lglesia nrimitiva como norma del futuro' Y ,sí ia insniración de la Escriturl s¡gd5 6¡jginarian'lente revelada en lrt revelación dcl hecho más amPlio dc que la Iglcsia primitiva es nortna(iv:r'
.." i"on
"n revelaCo
quedaría explícitamcnlc aquello de dondc llt Iglcsi:r
82
r Canon
podria
Crrisr¡ur
ir
conociendo poco
a
poco
los límites del canon de la Escritura sin una nueva revelación. Lo que (y no porque) Ia Iglesia reconoce, entre los escritos de aquella época, como objetivación de la Iglesia pri-
mitiva (y de su pasado veterotestamentario), queda, por lo tanto, reco-
nocido también como momeflto constitutivo de la Iglesia primitiva y, por consiguiente, también como inspirado
y
Cará cter, e¿níc'ter sacramental (griego kharakter: distintivo) designa ese
ospiritual
cia
y
e
indeleble» grabado en cada cristiano por medio del -+bautismo, ->conflrmación y ->orden (la validez permanente de
se
la
necesaria de
Ia
gra-
ofrece.
Cardiognosis (g¡iego : conocimiento del corazón) es un concepto de la metafísica del conocimiento escolástica y también de la mística.
Designa un don especial, con cuya ayuda puede conocerse el estado mo-
ral y religioso de un
hombre,,
es
decir, su relación con Dios, produ-
cido
canónico.
<
a la posesión
o causado en una decisión li-
bre. Según ia teologia católica, ese conocimiento no puede adquirirse.
sión humana y a la historia salvifica personal del individuo; la vocación siempre interna, invisible, gratuita, propia de la persona particular, remite más bien, mediante la llamada salvíflca de Dios, a la publicidad histórica de la Iglesia y de su culto. Por
lo la
tanto,
el culto de la
Iglesia
es
patentización üsible de la voluntad amorosa e incansablc de Dios y de su aceptación por parte de la Iglesia como totalidad (-+sacramento); y esto porque el culto de la lglesia es la actualización de la vo-
cación permanente del bautizado, conIirmado, ordenado. El carácter sacra-
mental es distinto de la -+gracia misma, aunque remite al cristiano 83
nación (para ser <
de
scr soportada nor esa misma; y en cuanto que también ahí significa
fusa>>,
Caridad, amor. Con esta palabra entiende el cristianismo, sobre todo el catolicismo, la total y libre realización esencial del hombre, del hom-
hecho de que los sacramentos citados quedaran reconocidos como irrepetibles. En su indelebilidad, ese carácter sacramental antecede a la deci-
de rnanera <>. a esa autodo-
deslindar de los fenómenos parapsi-
trina del carácter sacramental tiene su fundamento bíblico en el <
(-)spftragis) de Dios, con el que estan señalados los elegidos (Apoc 7, }.8). San Agustín fue el primero que la elaboró en conexión con el
Dios al hombre; en cuanto que para poder corresponder verdaderamente,
una superación por parte de Dios
cológicos.
llo>>
más entrañable con Dios, como amor
de hijo y de amigo en contraste con el amor servil, se hace posible sólo por la autodonación previa de
Por naturaleza es propio de Dios, tal como lo testifica la Escritura, y en los individuos es un '-)caxisma que en el caso concreto no es fácil
estos sacramentos, que es indepen-
diente de la actitud subjetiva del individuo) (d.f.: Dz 852). La doc-
cuanto que esta caridad que se da
a sí misma a Dios ha sÍdo libremente creada por Dios al crearla con el hombre; en cuanto qlre su capacidad de llegar a la intimidad
bre entero, tal como de hecho
ha
y llamado por Dios, en virtud de la cual este hombre es integrado en Dios y puesto en su gracia (justificación) y en la salsido pensado
vación; rcallrzación que se
presenta
del egoísmo culpable del hombre,
-)gracia, -+<
esa caridad es
culada a la -+justificación (Dz 800 821). En cuanto qus la caridad, el
arnor del hombre a Dios, depende del amor divno (agape = caritas)
que pródigamente se abaja a lo inferior entregándose de forma desinteresada (no encendiéndose ante un < previamente dado: eros); y sri suanto que ese amor del hombre a Dios toma dentro de sí al prójimo amado por Dios, en la parti-
cipación del amor de Dios hacia é1, ha de entendene también como
y
sin hacer maniflesta su existencia
con claridad absoluta, Las
realiza-
ciones espirituales dichas, en cuanto todavía no informadas por Ia caridad, en cuanto virtudes <>, pueden preceder a la caridad en el devenir histórico-personal del hombre
como un comprometerse que no
es
todavía total, y preparar la realización de la caridad. Cf. ->amor.
Carisma (griego : merced, don gracioso), a) et el NT, designa Ia salvación gratuita o indebida en general; b) en el
AT y en la
actual
terminología teológica designa, cuando se emplea en plural, los efectos del Espiritu de Dios en el crcyente singular, que nunca pueden ser exigidos por el hombre, ni pueden ser previstos por los órganos oficiales de la Iglesia, ni pueden alcanzarse por la recepción do los sacramentos; aunque siempre y en cualquier lugar de la tierra p,ueden conjeturarse o presumirse, puesto que pertenecen a la esencia necesaria y permanente
de la Iglesia, de la misma manera que la jerarquía y los sacramentos.
El
carisma, en contraposición a las
->virtudes, apunta a hacer visible y creíble la Iglesia como <> y as'í es un complemento del ministerio eclesiástico en su función propia. Las formas de manifes.
como aceptación de la -)autocomunicación libre y exhaustiva de Dios, en la fuerza de esa misma autocomunicación, Puesto que esta realización esencial acontece en dirección a ese Dios que se entrega libremente a sí mismo y puesto que tiene carácter de diálogo y de respuesta, Dios mismo es concebido como la caridad,
todo lo integra, constituye, por una
el amor (1 Ioh 4,
tilera, mas por otra parte, tiene que explicarse en Ia plenitud mhltiple
tiempo apostólico se manifestó, sobre todo, como s¿biduria, ciencia,
de realizaciones espirituales. distintas
potencia para hacer milagros, discernimiento de espíritus, gobierno de la comunidad, don de lenguas (cf. prin-
8).
En cuanto que Ia esencia del hom-
bre es autotrascendencia
(personal) hacia lo superior (como persona), esta realización esencial es caridad, amor
desinteresado de benevolencia (en contraposición al amor de concupiscencia, amor de un bien que sirve de momento o de medio para afirmarse a sí mismo [justificadamente]). En
84
-)agape.
Puesto que esa caridad es el acto total y fundamental del hombre, que
parte,
el conjunto de lo que
puede
erigirse al hombre como acción salu-
entre sí cariCad
y distintas también de la (-)fe, -+esperanza, -)con-
trición, ->justicia. etc.). nes que, <>
Realizacio-
por la caridad,
pueden ser su perceptibilidad misma,
un criterio de su autenticidad e indicio de su crecimiento, sin que por ello hayan de ser sencíIlamente idénticas. con ella (Dz 801 819 839 1525) 85
tación del carisma pueden
preverse
a partir de su esencia históricosalvífica y eclesiológica. Asi, en el
cipalmente
1 Cor
12-14). Siendo,
pues, imprevisibles sus formas, el carisma debe ser descubierto y aceptado una y otra vez, siempre de nucv.l (Dz 2288). Teniendo en cuenta quc precisamente la novedad dc una firr-
ma (p.ej., el movimiento dc la
po86
Carisma
breza en
Caustlirl¡rl
la
edad media) no puede
hacerse valer como argumento contra Ia eclesialidad dcl carisma o
contra su procedencia del Espíritu. Por el contrario, ha de reconocerse esa novedad (aunque debe probarse cuidadosamente) como nuevo impnl-
so del Espíritu de Dios, que quie-
re confrontar a la Iglesia militante con su presente históriio siempre nue-
vo,
y
vincularla
a éste con mayor
intensidad, es decir, de un modo más diferenciado.
Carfago. El xvr sinodo de Cartago, 4tr8, antes erróneantente llamado miIevitano, formuló nueve cánones con1ra el -)pelagianismo (Dz 101-109). La doctrina teológica de esos cánones fue aprobada p.or el papa Zósimo.
Hoy día se duda si tal
aprobación
fue una verdadera ->definición (cuestión importante en la actualidad, debido a la discusión acerca del
-+limbo).
cación de los principios generales ai caso particular; en teología moral,
al caso de conciencia concreto.
-lesús
se propuso ya el adoctrinamiento dcl individuo: cómo puede y debe acontecer su decisión personal atendíendo a las circunstancias concretas, a sus disposiciones, a su manera de ser particular y al quehacer que individualmente le propone la -+ética existe¡rcial. La casuistica se manili¿sta ya, desde san Fablo, como pa¡te constitutiva ir¡enunciable de la etica y de la pastoral. Por otra parte, ir mo-
sia eslá abierta,
casuística lleva entonces a los escrú-
pulos,
al
vaciamiento de decisiones
1o sexual. Más particularmeDte, tidad en el matrimonio es la configuración de lo sexual, que 1o integra en el sentido y la dignidad del hombre total y de su relación perso-
prende la enseñanza elementaX de la doctrina cristiana. Desde ei :c " \'tlt queda separado de la <>. Un catecismo puede trieger a
nal-espiritual con el otro cónyuge. Fuera del matrimonio, castidad significa la renuncia consciente a toda actuatrización libre de la fuerza generativa. Frente a un latente ->maniqueísmo y a un -gdualismo hostil al cuerpo, que no es raro en Ia iglesia, Ia teología escolástica, con Tonrás de Aquino, califica de bueno nor naturaleza el placer sexual, y considera una virtud su actualización ordenada en el matrimonio. Con resIrecto a la teología de Ia castidad corno forma de vida. cf. -+virginidad. CasuÍstica, Teoría. a menudo científicarnente estructurada, de Ia apli-
nombre el libro con el que
s;
en
vida no puedan circunscriámbito determinado de
Cristo.
El orncepto de catolicidad o uni-
versalidad queda ya esbozado en los escritos del AT y del judaísmo tardío- en los que se habla explicita-
mente de
la
voluntad salvíflca
Dios respecto a todos los
de
pueblos.
Esta se impone ya en la vocación de Pablo como apóstol de los gentiles (fundamentalmente: Eph 2, ll-3, ll). La catolicidad es algo ya profesado
en los símbolos cristianos de la fe (fines del s. rt: Dz 1). En el tiempo
catecismo se compuso con el fir-r de proponer solamente verdades inia-libles y obligatorias; por el con!.¡aric, suele presentar indistintamcnte ¡ rin distinguirlos entre sí -)dogmas, r'crdades de -tdocfrina católica. r.erdades tecrlógicamente ciertas. et.., se-
de los santos padres, 1o mismo que hoy dia. la catolicidad designa más
bien el aspecto cualitativo interno.
En el tiempo floreciente de la apologética, indicaba más bien la universalidad externa y fáctica de la Iglesia. Ignacio de Antioquía, en su epístola a los cristianos de Esmirna 8, 2,
gírn aspectos históricamente r¡ndi-
cionados. qt
89
t
Causalidad. Era éste un tema capital de la filosofía griega, originado
teria) surge algo nuevo por medio de una nueva -Jforma intrínseca. Asi, materia y lorma son considera-
cultura. a :orLa raza determinada, etc', con exclusión de los restantes. b) Ca' tolicidad signiflca, además, que la Iglesia de Jesús está en posesión de la plenitud de la ->revelación de Dios
ria por el mero hecho de quedar afrrmada en el catecismo, pues ningún
<
manera que pueda decirse obligatoria para todos. Las razones que fundan e¡a apertura son la voluntad salvíñca universal de Dios (-+salvifica [volunÉd de Dios]), la redención de todos ios hombres, fundamentalmente obrada en Jesucristo, y la acción del Espiritu Santo. La Iglesia tiene que estáx abierta de tal manera, que conflrme el pluralismo int¡ahistórico,
a un
ser un documento importante del magisterio ordinario, si y en ci-ranto que está autorizado por un 'rhispo con-ro compendio de la predicaciiin de la fe. Con todo, una verdaci nrr se convierte en infalible u oblig;Lto-
el que por primera vez predica de
por la pregunta siguiente: ¿Qué es lo que <>, es decir, cambia un
ticas'de .hirse
em-
es
la Iglesia el adjetivo
cstándolt-¡.
diversos circulos privados y públicos existentes en las diferentes épocas, de suerle que su mensaje y formas eclesiás-
que deberían ser verdaderament€ pcrsonales ¡r, finalmente, al predominio de un pensarniento legalista acristiano, si se la considera como irnico paLrón de lo que debe hacer u:. crisCatecismo (griego kateklteín : cnseñar oralmente). I-Ioy dia recibe este
a cas-
tiene que seguir
querido por Dios, de los
1.iano.
Castid¿d designa en la teologia ac-
y
a todos los hombres sin límile alguno espacial o temPoral hasta el final de la historia, de tal
ral católica no estuvo ni esilí libre de una supervaloración de la casuística ni de su exageración. La
tual la conducta ordenada frente
87
Catolicidad. Es ésta una propiedad esencial y caracteristica de la finica r,erdadera Iglesia de Cristo. a) En prirner lugar, signiflca que la -tlgle-
ente? De algo que preexiste (-+ma-
dos como -+principios intrinsecos.
Puesto que la modiñcación de uno por medio de otro siernpre ocurre en dirección a una meta (-)fin), la ac-
ción misma y el fin son las @usas externas del devenii. El problema de
la
causalidad fue repensado con ma-
yor precisión por Ia escolástica, que Iormuló el principio de causalidad: todo ente finito no es el ->ser mismo; de ahi qlle es contingente, es decir, no necesario (-+contingencia); luego, si existe en realidad, tiene que
estar producido por una causa (eficiente). Filosóficamente. este principio está apoyado por el de cbntradicción: lo contingente no esta, por su esencia misma, determinado al ser:
puede ser
y no ser, puesto
que
su
propia esencia no es la razón suficiente de su ser. Luego, si existe, ha tenido que ser determinado al ser por otro. Si no estuviera determina-
do al ser por otro, estaría
dete¡mi-
nado al ser, puesto que existe, y a la vez no estaria deterrninado al ser, puesto que, por hipótasis, no tiene causa alguna. Esto sería contradictorio. Por 1o demás, esta doctrina sólo aporta algo a la teología, si de anternano se ha iomprendido qué es ei
->ser, en la autorrealización del espiritu humano. Si el ser no quedara de antemano avistado y asentido en el pensamiento. que necesariamente acontece en su horizonte; y si el ser no sustentara el pensamiento, entonces la aplicación teológica del prin-
cipio de causalidad a Ia relación
en90
l
E (lic¡¡ci:¡ ¡rlt.¡li:¡
Causalidad
tre Dios y el mundo nunca llevaría verdadero de Dios. Cf. ->Dios (prueba de la existen-
a un concepto cia de).
Certw,a. Seguridad (ausencia de duda) del conocimiento, que se percibe como fundada, y que reside en el sujeto que conoce. Se diüde en
a) evidencia inmediata, si un objeto se muestra inmediatamente
o si un
contenido conceptual se presenta inmediatamente como obvio; b) certeza obligante, si quedan inmediatamente excluidas toda -+duda y toda inseguridad fundada; c) certeza estricta, aunque libre, o certeza moral propia, si el sujeto ve que está mo-
ralmente justificado desterrar una
duda que todavía
le puede quedar
en el terreno psicológico, o bien pres-
cindir de ella en su actuación. Cielo. Esta palabra puede tener en teología dos significados distintos que hay que distinguir.
1)
Como expresión gráfica, desig-
na tanto en AT como en el NT lo que está sobre la tierra, de acuerdo con la antigua manera de concebir el universo dividido en escalones, el más alto de los cuales es considerado, de un modo también muy plás-
tico, como el lugar donde habita Dios. Ya el AT <
daísmo tardio, el cielo se pres€nta también de manera gráñca como lugar de los salvados: el -+paraíso estaba en el cielo, y en él estará tam-
bién la
<>. De el NT que los cristianos deben tender a lo que es de
análoga suerte dice «arriba>>
(Col 3,
l), allí está su pa-
triá (Phil 3, 20; Hebr 13, 14). El
cielo es también una perífrasis del
nombre 91
\¡-.
do Dios. De aquí
quo
-)<
Ienguaje de la teología,, cuando des-
cribe la esencia mismo del cielo y de la beatitud en Dios, cbmo -+visión de Dios (los tomistas) o como amor (-+caridad) radical y personal (los escotistas) entre Dios y la criatu¡a. Tomadas ambas concepciones
la trandormación gloriosa de toda la creación en un nuevo ciclo y en una nueva tierra.
conjuntamente, se hace también claro
cómo puede concebirse la beatitud como diferenciable, sin que por eso
2) En teología, cielo puede ser una metáfo¡a para explicar la plenitud de -rsalvación del hombre definitivamente salvado en Dios. Si se puede llamar < a este cielo o no, depende de la manera en que la Jmateria sea a su vez definitivamente salvada por Dios. No hay nada revelado acerca de este asun-
deje de ser beatitud total. Lo salvado definitivamente por la sola gracia de Dios sigue determinado por lo obrado históricamente, por aquello en que se convirtió dentro de la historia, y es amado y consumado por
Dios en la medida y <> que alcanzó en su historia. La teología
to, fuera del hecho de la resurrección de la carne. De ninguna manera puede concebirse este cielo como un lugar intemporalmente existente, al que < o <
dice también que el hombre es sal-
vado definitivamente sólo en virtud
de la gracia de Dios, cuando afirma que la beatitud exige necesariamente el lumen gloriae como transformación del hombre, pa.ra que el hombre pueda estar <>. El cielo radica en la entrada de Jesucristo en su gloria. que no es sino
la
(->ascensión de Cristo), que son las condiciones básicas para que lo creado pueda adentrarse en la vida del mismo Dios. Este <> de la criatura personal implica esencialmente la reunión de Ia humanidad en el cuerpo definitivo de Cristo (-+Cristo [cuerpo de]), en el <>; y esto en comunicación con el Dios hecho hombre y que sigue siendo hombre. Por consiguiente, ese estar con Dios de Ia criatura implica también la restauración y pennanencia de Ias relaciones humanas radicadas en este mundo. Este adentrarse de los hombres en la unidad con Dios y entre sí no significa de ninguna manera la desaparición del individuo, pues cuanto mayor es su cercanía a Dios, más liberado queda y tanto mayor es su autonomia y validez. La misma idea implica el
validez una
y
permanente de su
humanidad en Dios, la incorporación
a la
beatitud de los que murieron El, a la vez que la apertura de una nueva relación cósmica después de
de Jesús y de los que están cabe El. Cuanto más verdadero sea esto, tanto más hay que considerar que <
vado (mundo, historia y hombres). Y esto de tal manera, que eI cielo sólo llega a su consumación con la consumación del todo en
sía, ->juicio
y
la -+paru-
-+resurrección de Ia
carne.
Ciencia de Cristo.
La
pregunta
teológica por la ciencia de Cristo no hace referencia a 7a ciencia inñnita del ->Logos eterno en ->Jesucristo, sino a la ciencia de su ->alma hu-
92
93
ll L)
mana y ñnita, Por la misn¡lr csc,)er;r de la criatura, la ciencia tJc tlichir alma es flnita. Su acto supremo cn la ->visión inmediata de Dios, es la entrega de sí misma al -+¡¡i51s¡¡. incomprensible de Dios. Puesto quc el modo de <> de un ente debe ser pensado correspondientemente a su respectivo grado de ser, la -+unión hipostáti-
ca del alma humana con el Logos divino implica también necesaria-
mente, desde su mismo principio, la autoposesión de ese estado de unión inmediata en el alrna humana y, por
lo tanto, también la ->visión
de necesariamente beatífica en todos los aspec-
Dios inmediata, aunque no
tos. Partiendo del origen de esa visión, se hace comprensible que esta inescrutable ->situación originaria fundamental de Cristo como el entregado y sometido totalmente a Dios, no implique necesariamente una ciencia acuñada o acuñable a su arbitrio
en conocimientos particulares. A pesar o, mejor, dentro de ese encontrarse fundamental único en su género, Jcsús podía adquirir experiencias lo mismo que nosotros; po-
día tener un desarrollo intelectual (Lc 2, 52); con respecto a la forma de una ciencia objetiva y conceptual y, por tanto, comunicable pa.ra si y para los demás, podía ignorar algo;
podia caminar hacia un futuro desconocido. Si bien es verdad que con este encontrarse onto-lógico irreproducíble estaba ya anticipada desde siempre en el fondo de su realidad su misión y todo Io que tenía que saber para el cumplimiento de ella.
Ciencia meilia. El ,->molinismo (-+gracia [sistemas de la]) llama
ciencia media al conocimiento, que hay que adscribir a la omnisapiencia de Dios, acerca de las acciones condicionadamente futuras de la criatura con antelación lógica a lu dce4
Clero
Ciencia media
cisión de Dios de hacer realidad determinada situación. Es decir, el conocimiento de lo que hará o haría
Iibremente alguien si se le pusiera esa situación determinada (posición que, en último término, Procederia de Dios)' En ese Proceso, el molinismo supone que Dios Podría
en
conocer ese futuro iondicionado en si mismo Y no en su ProPia decisión
(->predeterminación) de producirlo, únicamente asi conocerlo sin desirucción de la libertad de la criatura. Esta ciencia recibe el calificativo
v
de <
y
teologia. El cristianismo, en cuanto tal, Pregunta Por el -rmisterio absoluto que envuelve a toda realidad individual y que llamamos Dios, Y Por su relación con nosotros en la medida en que nos es conocida por Ia -)revelación divina. Ciencias
L.as ciencias consideran
lo individual
y 1as conexiones regulares, en lo posiblE formuladas matemáticamente, de los fenómenos particulares. La teología y las ciencias se distinguen,
pues, por razón del objeto, de su método y de sus fuentes dc conocimiento. Aunque el cristianismo enuncia también proposiciotrcs acerca del mundo, sólo lo hace en cuanto que éste se define como criatura Y
iomo delinatario de una comunicación divina, Y en cuanto que de ahi se derivan. como PresuPue§tos
y consecucncias. ulteriores proposiiion". u."."u de la realidad experimentable (-)alma, -+inmortalidad,
+hombre [creación del]). Además, el mundo de la exPeriencia es objeto de la teología en cuanto que es también el medio del -+milagro y de su conocimiento' Pero esas dos intervenciones de Ia teologia en el camPo de la exPeriencia 95
no crean un conflicto fundamental
entre esa disciplina y las ciencias, ni suscitan una discusión última sobre la competencia suprema, Esto es obvio por dos razones: primera, porque tanto la referencia del mundo a Dios como los conocimientos adquiridos por la metafísica como ciencia a¡rio'
se agudiza sob¡e todo si el cientíñco carece de disposición y de interés para la religión, y el teólogo sigue aferrado sentimentaknente a la antigua visión del mundo. Sin embargo, hay que soportarla con paciencia. Lo cual no da, naturalmente, ningún de-
recho
al
científico
a
desinteresarse
empleados por la teología, trascienden la experiencia puramente cientíñca de los fenómenos inmediatamente observados y de su conexión según leyes; segunda, porque el <
fundamentalmente de lo religioso, puesto que no puede llegar a ser el hombre que tiene que ser, si quiere limitarse a ser un científico. No hay que olvidar que esa discrepancia pue-
(milagro) existencialmente imy siempre irrepetible no es accesible a la experimentación de las ciencias modernas, por razón de sus métodos. Manteniendo las fronteras establecidas a priori por los respectivos planteamientos y métodos, pue-
contacto con los hombres que se ocupan de esas ciencias y, en parte, por el desarrollo, dentro de cada ciencia, de los temas y problemas que la remiten más allá de sí misma. Además, el teólogo tiene que apren-
rística
y
no>>
portante
de evitarse todo conflicto. Es verdad
la apariencia de un conflicto semejante puede darse una y otra vez, por cuanto las ciencias y la teología enuncian por separado proposiciones sobre el mismo objeto, aun-
que
que con una metodologia
diversa
y
desde distintos puntos de vista. Estos conflictos aparentes pueden y de-
ben arrcglarse con paciencia y auto-
critica por
ambas partes.
Lo que ya resulta más difícil
es
efectuar un encuentro y sintesis entre esas dos formas <
global con el
mundo>>. provenientes
de la ocupación especializada y vocacional de toda una vida al servicio de uno de los dos campos, hoy día inevitable. Entendemos por ((encuentro global con el mundo>> la suma de iontenidos de saber que están inmediatamente a mano, dotados de
carga emocional, percibidos como obvios y como reales en cuanto <
damentales)). La discrepancia, no con-
tradicción lógica ni objetiva, y la heterogeneidad mutua de esos dos (
es parcialmente una consecuencia del inevitable pluralismo actual, y 96
de superarse, en parte, foment¿ndo el
der a hablar mejor de Dios, de suerte
que el científlco caiga en la cuenta de que se trata del -+misterio inescrutable que envuelve y sustenta a
y a los conocimientos que
El NT narra cxp¡'csÍrnlcntc l:r circuncisión de Jesús y dc Juan cl l}rtr-
tista. Para la comunidad plinritivrr judío-cristiana de Jerusalén, cr¡r ur) presupuesto obvio, aunque para los cristianos gentiles constituía un pro-
blema serio, que finalmente se solventó liberándoles de tal obligación
(Act 15, 6-31). Este mérito hay que atribuirlo a Pablo, que sólo reconocía como auténtica la circuncisión del corazón (Rom 2, 25-29), considerando a[ Jbautismo como <
cisión de Cristo>> (Col 2, 11s; cf. Phil 3, 3). Por 1o tanto, consideraba caducada la antigua circuncisión (Gal 5,6). Con respecto a su teología histórica, cf. -+Antiguo Testamento.
Cisma, concepto griego, que designa la escisión de la unidad de Ia Iglesia. Según el CIC can. 1325 § 2,
se da cisma cuando un bautizado niega su sumisión al papa o a vivir
dimensiones ni declarar como impenetrable lo que puede perfectarnente
socialmente unido con los miembros de la Iglesia, que están subordinados al papa. En eI NT todavia no se distingue de la -)herejía. Es teológica-
penetrarse.
mente problemático cómo podría
su mundo
tiene de é1, sin restringir esas dos
Circrncisión significa primeramente, en el AT, la extirpación del prepucio del miembro masculino, practicada como -)rito de iniciación en
muchos pueblos antiguos. En Israel poseia el carácter de signo de la alianza. por medio del cual se manifestaba la pertenencia de los israelitas varones al pueblo ¡Je la alianza
y
su autorización para tomar parte en el culto. Así, Ia circuncisión se
convirtió para los .iudíos en garantía de la salvación. Con todo, cf. la concepción espiritualista de los profetas (Ier 4, 4; Ez 44,7). La teología católica considera la circuncisión judia anterior al ñn del AT como -)sacramento veterotestamentario que justificaba en virtud de la fe del pueblo de la alianza (Dz 845 857). 97 R.ah-Vorg. 4
darse un cisma que no fuera a la vez herejía, después de la definición del primado de jurisdicción del -+papa.
Clero. Se$ln la manera eclesiástica y teológica de entender esa palabra, clero designa el círculo de personas que participa en el -+ministerio y s¡ sr¡ )potestad en un grado de participación que ha de ser determinado por la lglesia misma. Cf. -+minis'terio, jerarquia, ->ionsagración, -+orden
y
-->sacerdocio.
En la Iglesia, la admisión en el clero tiene lugar por medio de la imposición de la tonsura, tras una previa -)vocación y aceptación eclesiástica. No toda la Iglesia es clero, tal como dice su nombre (giego klaros - participación, parte); dentro de la Iglesia tiene una misión ministerial o g8
I CIero
Cr»¡r¡¡ni(»¡ tlc k¡s slr¡llr¡s
de servicio que se reaiíza conforme al grado de participación de cada clérigo en
la
-+potestad de la Igle-
.sia, precisamente
en el gobierno
de
Iglesia y no del mundo. En la Iglesia latina, tiene además una función ministerial y de testimonio debido a la obiigación constante al
la
y a Ia obediencia canónica. Si se tuvieran en cuenta estas tres
celibato
cosas, desapa¡ecerían y el anticlericalismo.
o
el
clericalismo
Coacción es una situación interna
externa de un hombre que hace imposible a éste una decisión libre o su ejecución física. Estas coacciones, incluso internas, se dan en rea-
lidad. El hombre, como libertad creada finita, no es capaz de hacer cualquier cosa en cualquier situación. Donde se dé tal coacción son imposibles la res¡ronsabilidad, el mé-
rito y la culpa (Dz 1050 s 1094: d.f.). Sin embargo, no es lícito exagerar este estado de cosas en el sentido de un -+determinismo como base para
la ncgación universal dc la -.>libertad de elección. Puesto que la coacción no es necesatiamente coacción patológica, Ia delimitación de fron-
y absolutamente cierta entre coacción interna y libertad, en el caso concreto, rcsulta imposible para la reflexión hurnana. El homl;re puede tencr la falsa ilusión de que es compleiamente libre en el acto concreto y puede también ocultar un¿r vcrdadera tribertad tras una coacción pretendida (-+salvación [certeza dc l¿r propia]). teras exacta
Cngnoscibilid:¡d dc Dios. Conforme al testimonio de la llscritura (Sap 13, 1-9; Rom 1, 18-21) y de la tradición, la Iglesia (sobre tr¡do en el con-
cilio Vaticano I) declara (d.f.: Dz 1805 1785 2305 2317) que Ia <
mundo creado, e incluso probar
su
existencia desarrollando ese conocimiento con rigor sistemático. Esas declaraciones se enf¡entan al frdeís-
mo y -+tradicionalismo, que
estimaba posible todo conocimiento religioso sólo en la simple revelación oral histórica y, por lo tanto, sólo en la fe estrictamente tal, y también
se oponcn a todo +agnosticismo metafísico. La manera concreta en la que se realiza este conocimiento se explica en JDios (pruebas de la existencia de). Esta doctrina de la cognoscibilidad natu¡al de Dios no sostiene la independencia de este conocimiento con respecto a Ia totalidad de la posición y actitud humanas. Tampoco es válida para todos los hombres particulares en concreto, con sus limitaciones e impedi-
mentos individuales y sociales, si se piensa en un conocimiento fáctica-
mente alcanzado
y
explícitamente temático. Esta doctrina tampoco niega que, en el orden concreto de la gracia y del pecado, todo conoci-
miento alcanzado de hecho"
sobre
todo alli donde y en cuanto tiene un significado salvifico, viene soportado juntamente por la gracia de Cristo. Sin embargo, afirma que el hombre, incluso cuando se ha cerrado a la obediencia de la fe, sigue relacionado con Dios,, tiene que ver con El; qlrc en principio existe una posibilidad religiosa de contacto entre el creyente y el infiel (en relación con la escritura y con el magisterio ecle-
siástico) que antecede al asentimien-
to al mensaje de Ia revelación, y que la diferencia y la unidad entre -+na-
turaleza (espiritual)
y
gracia (con
todos sus principios teológicos) tienen también validez en este problerna.
Cor¡¡¡nicación. Presuponiendo Ia aptitud personal para oir y una disposición libremente abierta, esta palabra designa aqr-rclla. trrnsferencia, 100
de la que resulta una relación de solidaridad entre el que transfiere y
el que recibe lo t¡ansfe¡ido (el oyente), que recibe también el nombre de
comunicación o, mejor, comunión. En su forma absolutamente suprema, el mismo comunicante se comunica
al destinatario: -+autocomunicación. La comunicación pertcnece a la mis-
ma esencia del -)hombre,
puesto
que este no puede ser substancia individual o sujeto inrnanente de manera exclusiva, sino que ((es)) o está siemprc con otro y así sc comunica en el lenguaje, gestos, signos, etc. En ei encuentro persona-l yo-tú el yo interpelado por el tú queda constituido en sentido pleno, puesto que
sólo en la toma de posición ante esta interpelación (que exige sienrpre una decisión) sutgen y se desasen la Iibertad e irrepetibilidad de la -+persona, sin que Ia esencia del hombre quede por eso volatilizada en una
la aptitud esencial para la comunicación subyace siempre la posibilidad característica del hombre de ser interpelado por un tu absoluto universal y de ser mera comunicación. En
llamado
a una comunidad cósmica la revelación, el
definitiva. Según
hornbre estír capacitado para recibir connaturalmente esa interpretación de Dios. que no es sino su autocornunicación" es decir, el hombre es capaz de asociarse de modo permanente con el Absoluto. Sin embargo,
éste se revela como
el
Hermano
hecho hombre, de suerte que la con'runicación con Dios en Jesucristo es un verdadero enajenamiento reciproco y una radical transferencia de uno mismo, que culminará en la co.
municación del -><> (-)visión de Dios). De aquí que toda comunicación humana (rnatrimonio, amistad) sea una reproducción de esa comunicación. Una forma especial es la llamada <
tualización y estrcchanrict¡lo rlc l;r unidad permanento con (lristo crr sr¡ -)Fneutna sin el alimento sacr¡ulcn-
tal del pan eucarístico, ¿u.lllquo con el deseo explícito o implícito dc ú1. De acuerdo con la doctrina eclesilis-
tica, esta
<> cs
una vei'dader¿r comunicación personal con Jesucristo, ya quo produce la gracia sacramental de 1a euc¿r-
ristía de una manera no
(Dz
sacrarnent¿rl
881).
Comunidad (teologia de Ia). Con este concepto quiere designarse el proceso de reunión, formulación escrita, puntualizaciín soteriológica y cristológica y Ia interpretación que va con ellas de la palabra y de los hechos de la vida de Jesús. Este proceso tuvo lugar después de Ia <> y originado por ella. En la parte de ese proceso tocailte a la fljación escrita (evangelios) con-
currieron las necesidades religiosas cúlticas de las comunidades postpasc,uales (en cuanto lales dificiles de situar con precisión en el tiempo y el espacio), necesidades que la exigencia histórica puede a veces comprobar aun hoy. Pero dicho <> sólo puede entenderse como
y
desarrollo del mensaje de Jesris
a
partir de su persona y de su obra (-)evangelio, ->tradición) y no co-
mo una creación nueva. Por lo tanto, tampoco hay quc entenderlo como lundamento de la teología neotestamentaria.
Co¡nunión de los scntos. Artículo de fe que fue aceptado desde el s. v,
en el que quedó introducido en
el
símbolo apostóiico. Se fr¡nda en el concepto de koiltonia (griego : comunidad) propio del NT, con el que se designa la comunión de los fieles
con Cristo y entre sí por Ia fe, que tiene lugar en Ia celebración eucarística. Este contenido conceptual
102
Conru¡rión de los san{os
habria que tenerlo en cuenta tam' bién hoy día en primer Plano; Ios «santos)) §on, por de pronto, los que pertenecen al pueblo santo de Dios, que son uno en el EsPiritu Santo, en
la gracia de la justificación Y en la
caridad, en
la realización de los sa-
cramentos. Correspondientemente interceden y trabajan unos por otros' Conruniirn de los santos designa también ulteriormente la unión con los
que ya murie¡on y con los ángeles (-+purgatorio, -+indulgencia, -)santos [veneración de los]).
Concelebracién es Ia celebración de la Jeucaristía, realizada pol varios sacerdotes (obispos) en común. Por ese medio la unidad de la lglesia (de la jerarquia) se muestra en la celebración de la suPrema unidad de la Iglesla. Esta iomunidad en la ofrenda no hay que Pensarla como simultaneidad de muchos sairificios de la misa (->misa [sacrif,cio de la]),
sino como ofrecimiento de un sacrificio cuyo suieto Iitfirgico es el colegio en cuanto tal. Como ocurre
también err otros sacramentos, p.ej., consagración episcopal, unción de los enfe¡mos en Oriente. Sólo se da concelebración en sentido eslricto cuando se pronuncian en común las palabras de la consagración. A este propósito se plantea el problema de si una celebración iomún de la misa Por Parte de varios sacerdotes en formas
litúrgicas que hagan destacar la unidad del presbiterado (aunque a veces no fuera concelebración en sentido estricto), en determinadas circunstancias (monasterios, ejercicios),
está más de acuerdo con la esencia del sacrificio que las celebraciones individuales de varios sacerdotes
en formas que podrian Perjudicar al sentido y dignidad del sacrificio de la misa, sino que esto sea compensado por un mayor fruto del sa-
crificio de Ia 10.1
misa.
('r¡l
Conciencia. Se llama conciencia
al momento del conocimiento vivencial de la libertad del hombre en el que éste se percata de su resPonsabilidad. En la Escritura se utiliza el
)corazón, en el que queda escrita la voIuntad de Dios (Rom 2, l5); corazón concepto correspondiente de
que puede ser de piedra (Ez 11, 19) o estar dividido (Iac 1, 8), que ha de ser circuncidado (Act 7, 51); en é1 briila Ia luz de la verdad divina (2 Cor 4,6). El que procede Por con^ vicción interna, es decir, aceptando sumisamente la realidad dada de an' temano a la libertad y que a la vez
queda implantada en contradicción con dicha libertad, ése tiene un corazón puro y verá a Dios (Mt 5, 8. 28;
cf. Mt 12, 34s). El concepto de conciencia, en el sentido de <, quedó acuñado en la filosofía popular griega del s. r a.C. (->syneídesis) y se introduce incluso en los escritos apos' tólicos neotestamentarios. Pablo, especialmente, lo convierte en concepto cristiano (Rom 2, 14 e.p.) acercándolo, por tanto, al de <: <> (Rom 14, 23). Con ello queda dicho que la formación de la convicción interna viene dada en la responsabilidad de la
-+persona y, por tanto, tiene que hacer referencia a todo lo que se afirma con la palabra persona. Así, en esa responsabilidad de la persona quedan incluidas la responsabilidad ante Dios como misterio que juzga,
frente al yo
y
su verdad intrínseca
o realidad, frente a toda -)sociedad
y frente al mundo de la persona. Pero
la
conciencia puede lormarse o, mejor, que su reflexión sobre la realidad que le viene
esto significa que
previamento dada puede profundi' zarse y aquilatarse; quiere decir también que la conciencia tiene que asentir a las condiciones a priori del acto 104
de la Iibertad (las normas objetivas facilitadas a posteriori), como algo por querer, es decir, como algo debido. Por fin, signiflca, además, que estas normas objetivas sólo se hacen
al hombre por medio del ejercicio del juicio personal de la
presentes
conciencia, de tal manera que dicho juicio de la conciencia obliga de manera absoluta a las decisiones del hombre. A partir de aquí se pucde
hablar de libertad de conciencia en sentido muy variado. a) La líberfad de la voluntad para reconocer o no reconocer las exigencias de la conciencia. D) La libertad con respecto
a todo influjo del exterior, incluso frente a las autoridades supremas cuando no apelan a Ia conciencria
misma, para obedecer hnicamente a conciencia. Ambas libertades son
Ia
una obligación dada con la
esencia
rc
efl sus dictámencs tlc lu
iI
i:
r
risnrr
r
--rccr lcz:r
moral necesaria para que un honlf)r't. pueda actuar lícitamente. L.a conciencia dudosa puede referirsc tirnto a la misma obligación moral como también a la manera concreta clc cumplirla,. y llega a su grado máximo cuando el hombre piensa que sólo tiene ante sí una serie de actuaciones posibles cuya realización implicaria en cada caso pecado. Puesto que es pecado actuar con conciencia dudosa
positiva (Rom 14, 23), el hombre tiene que intentar salir de ella por medio de una serena reflexión, el consejo de otros, etc. La teología moral procura señalar el camino para
Jlegar
a un
dictamen seguro
de
por medio de la estructuración de los llamados sistemas conciencia
morales (-+morales [sistemas]). Cf . -+duda.
de la persona. c) Libertad de
conámbito social, como
ciencia en el derecho natural a
la propia
viür
conforme
a
conciencia (-+tolerancia). Con esto no se ha resuelto el problema de si el juicio concreto de la conciencia conoce o no conoce de una manera verdaderamente adecua-
da la verdad misma (en el riltimo
caso se habla de conciencía errónea, expresión terminológicamente inexacta). Conforme a la doctrina de la lglesia, en la situación postadamítica concreta del hombre, un conocimiento fácticamente claro y elaborado de la naturaleza del hombre como norma de sus actos morales naturales, sólo puede alcanzarse con la ayuda de la revelación de la palabra de Dios. Por consiguiente, el hom-
bre que tiene que decidirse desde su situación concreta y que conoce la posibilidad de quo su decisión sea errónea. queda referido a Ia gmcia de Dios, que libera su tibertad. Conciencia dudosa. Estado de Ia conciencia proveniente de la carencia 105
Conciliarismo se llama a una teo-
ría
procedente de los canonistas de
los s. xrl y XIII, expuesta de muy di-
ferentes maneras, según
Ia cual
un
concilio ecuménico tiene supremacía sobre el papa. Las formas primeras del conciliarismo, que veía en el con-
cilio universal más la representación de toda la Iglesia que la suma de los obispos autónomos, surgieron más bien por razones teológicas: decidir cuestiones de fe, remoción de cismas y antipapas y demás reformas de la Iglesia. Su defensor más conocido es Marsilio de Padua, muerto alrededor del año 1343. Las formas posteriores del conciliarismo se caracterizan por su empeño en poner de relieve la posición de los obíspos particulares o de sus Iglesias, exigido con frecuencia por las respectivas naciones o por sus gobernantes, a qnienes movia razones políticas (galicanismo). El conciliarismo fue definitivamente condenado por la Iglesia en el Vaticano l (+papa). Pasa por alto que un con-
cilio tiene que reflejar la
estmctura 106
l
)
(l»rcurs<¡ «tivi¡ro
Confirmació¡r
autotrascendencia cteado¡a de tal mancr¿I, que donde se da verdaderanrente el salto a algo cualitativamentc nuevo, ni se rompe la historia del murrdo porque surja algo nuevo, ni resulta superflua la acción de Dios porque la vieja historia continfre su camino. La teología sostiene como doctrina común el concurso divino inmediato y físico con su criatura (.Act 17, 25. 28), contra cualquier forma de -)deísmo. En interés de la claridad teológica, sería mejor no hablar de <> cuando Dios eleva un acto humano a acto salvíflco (-+salutífero [acto]). Pues esta elevación,, como tal, es la constitución de la capacidad de hacer actos salutíferos propia del hombre, y no el concurso divino con el hombre. Cf., a este propósito, -+gracia,
Confesión es la manifestación de decisiones y hechos o situaciones
en el ámbito de
una
comunidad. Así, en la Escritura, la confesión de las obras salvíficas de Dios, la confesión de la culpa, del agradecimiento,
y
sobre todo la con-
fesión cúltica (homologías y doxologias litúrgicas). En el NT queda esta última renovada cuando Jesris exige que se Confiese su fe en El (Mt 10, 32 s). Pablo la califica de testimonio necesario de la fe (Rom 10, 9s). La
confesión pública, con sus dos
as-
pectos de exaltación de las obras del poder divino en Jesucristo en el hombre que conficsa su culpa, siempre se ha tenido como necesaria en cuanto consecuencia de la unidad corpó-
reo-espiritual del hombre
y de su
esencial referencia a una comunidad, como constitutivo para la Iglesia; -)símbolo de la fe. De aquí se deduce claramente que la Iglesia cató-
y
lica no puede aceptar como
carac-
terística propia la
si ésta
<>
no se entiende ya como alabanza 111
del hombre en la Ig'lesia unr.
que
se realiza de forma cfiltico-sacramental, sino que, como ocurre, p.ej., en la Iglesia protestante, se entiende por
confesión el contenido de un escrito confesional que diferencia a las diversas comunidades c¡istianas. Con respecto al sentido vulgar de la pa-
lab¡a ionfesión en castellano,
cf.
->penitencia (sacramento de la). Confesión de los monjes
y
de los
laicos son formas en todo iegitirnas y plenas de sentido de la ayuda re-
ligioso-moral recíproca entre
los
cristianos por la confesión de la ¡ro-
pia culpa ante un iorreligionario, no sea sacerdote. De
aunque éste
esa manera se descarga
se recibe instrucción
la conciencia,
y consuelo por
medio del cristiano maduro (padre
-)sinergismo.
<
Dios ni reionocimiento de la culpa
de
espiritual), se fortalece
la fe en la
gracia perdonadora de Dios. Tal con-
fesión de los monjes era muy
mfin en el monacato de
co-
oriente,
aunque se la confundió muy pocas veces con la confesión sacramcntal. En la edad media se recomendó, proponiéndola a veces como obligatoria, y se practicó la confcsión no sacramental de los laicos cuando no era posible la confesión sacramentatr ante
el sacerdote.
para el aumento de la gracia, puesto que ambas cosas pueden adquirirse
sin la intervención de este
Tampoco hay que pasar por alto el peligro de exageración en la frecuencia con que se practica, debido a una concepción errónea de los sacfamentos.
Las razones que dan sentido a la confesión por devoción son las siguientes: el valor del desahogo y la dirección personal dentro del sec¡eto y de la objetividad del sacramen-
to; la
Durante muchos siglos no se cono-
ció
semejante confesión; sin embar-
go, está reiomendada por Ia fglesia y prescrita por el CIC a los sernina-
ristas y religiosos. La confesión por devoción no es en manera alguna un medio necesario para conseguir el perdón de los pecados veniales ni 112
del
mundo a la glorificación (->responsabilidad ante el mundo).
For tanto, Ia gracia de la conñrmación, en su verdadero sentido, es la gtacia de la Iglesia en orden a su misión en el mundo y al anuncio de su glorificación. Las funciones de esta
direcciones preferentes del desarrollo del mismo Espíritu que todos reciben en la confirmación. La entrega de este Espí-
tegración de los particulares en el cuerpo mislico visible de Cristo por la cual si padece un miembro sufre todo el cuerpo (1 Cor 12,26), la confesión por devoción tiene también el sentido de manifestación visible del amor al prójimo. Confirmación es uno de los siete -+sacramentos del NT (Dz 669 697 871 e.p.). Hay que entenderlo como
complemento del ->bautismo (Dz 695). De la misma manera que el bautismo y el orden. imprime un -9carácter indeleble en el alma (Dz
Santo.
veniales
ble en el mundo la admisión
respuesta divina históricamente plasmada en la Iglesia. Dada la in-
la
suponer
por ser pecados
bautismo, donde se libera al particular de la ley de la muerte y del pecado, dicha gracia ha de hacer visi-
gracia comunicadas al individuo en primer término como su tarea especial, vienen dispuestas por Dios sirviéndose de su llamamiento y del reparto de los -+carismas del Espí-
nifestar en el sacramento de la peni-
(-+penitencia [sacramento de la]).
es gracia de Ia encarnación y no sólo gracia del conmorir con É1, tal como ocurre en el
reiterada profesión de que únicamente la acción de Dios redime nuestros pecados; el reconocimiento rep€tido de que al arrepentimiento del hombre ha de sumarse
Confesión por devoción se llama a la confesión frecuente de las sítuaciones y sucesos de la vida cristiana cotidiana que no es obligatorio ma-
tencia,
sacra-
mento.
la gracia de Cristo
695 852 960 996). Para llegar a comprenderlo bíblicamente hay que pre-
la
teología dst ->Espíritu
Éste se da al bautizado como don propio, según Ia terminología bíblica" por medio de Ia <, <>, (
y
<>;
don que es distinto de la
gracia de la conversión y del bautismo (cf. Act B, 12-17; 19, 1-7), y que
hace participar
al
individuo en el
don permancnte pro[ético y
caris-
mático de pentecostés. En cuanto que 113
ritu, que no son sino
ritu tiene lugar en la Iglesia latina dentro de la conflrmación, por medio de Ia -+imposición de las manos, rito ya fijado desde el tiempo de los apóstoles, y de la unción con el crisma, mezcla de accite de oliva y bálsamo, que se introdujo más tarde (hacia el s. rv). A dicha imposición y unción acompañan las pa-
<
Iabras:
firmación es el obispo. En casos extraordinarios, también el párroco, p.ej., para un moribundo bautizado
dentro de su territorio parroquial.
Como edad oportuna para la recepción de la conflrmación se señála 1a entrada en la juventud; para los rnoralistas españoles, hacia los siete años, al terminar la enseñanza primaria; sin embargo,.su recepción es válida para todo bautizado, indepenclienternentc de su edad. 114
r
ll\
Cor¡fi¡¡nación en gracir¡
Ctllrsltlnlino¡t!lt
Co¡rfirmación e¡r gracia es un término técnico de la teología escolástica de la gracia y significa que un hombre recibe como don especial, inmcrecido e inmerecible, no sólo el est¿tr de hecho lib¡e de pecado, sino
también la imposibilidad de pecar. Don que puede recibir a manera de incapacidad de la voluntad para pe-
car, permaneciendo libre, tal
corno
cnseñan Tomás y Buenaventura, o a manera de una interceptación del pecado, basada en un decreto externo de Dios que impide el pecado mismo, persistiendo la capacidad para
reconoce
y
rccomienda
la
renuncia
al matrimonio dcl que acepta esa renuncia como vocación personal en orden a \a -->basilcia (Mt 19, 12); no se da una exigencia con respecto a todos. Pablo no vc aquí un precepto del Seiror
(l
Cor 7, 25), aun-
que por su parte reconoce
el cea la
libato como bueno cn orden
situación escatológica dada con Cristo
(-+virginidad). De igual manera pueden entenderse Ia ->pobreza y ->obe-
diencia como llamada especial
de Dios al hombre particular. Las cuales, por lo tanto, en esta medida, son
mente, sin coacción, el derecho perpetuo y e-xclusivo sobre el cuerpo en orden a los actos de suyo aptos para la gcneración de la prole (CIC can. i081 § 2). 2) <
tos padres»: es el acuerdo de
los
padres de la Iglesia con respecto a deterrninado problema dogmático en cuanto tal; ese acuerdo hay que presumirlo cuando so puede probar en todos aquelios padres que defienden
una doctrina como
explícitamente
revelada sin encontrar oposición. La obiigatoriedad del co¡zseizsus de los padres queda ya testifrcada fácticamente en los primeros -+concilios, y teóricamente en el Tridentino @z
gún los teólogos citados, poseyeron esta confirmación en gracia María,
tal como explica Suárez. Se-
en primer lugar dones de Dios y signos de la soberanía salvifica al fin de los tiernpos. La obediencia debe
José, Juan el Bautista, los apóstoles y otras personas, en virtud de su función especial a1 servicio del plan salvífico divino.
ser entendida, conformo al concepto bíblico, como ol¡ediencia frente a Ia palabra de Dios presente en Cristo y hay quo considerarla siempre uni-
es el acue¡do de los -)teólogos señalados por su o¡todoxia y por sus
Consagración, en sentido cúltico, significa el acto por el que un objeto
da al <>. Los consejos evangélicos, en cuanto respuesta del hombre dada en Ia gracia y pronunciada libremente, pue-
do se refleja y se puede reconocer la doctrina del ->magisteria eclesiástico
den considerarse como posible cami-
Co¡lservación dol mundo. El concepto de -><> puede entenderse como <
pecar,
queda excluido del uso profano, o
la
dedicación de una persona a un servicio especial de Dios en el ámbito del culto. En el cristianismo católico, la consagración de una cosa se identifica con una oración intercesoria por el usufructuario de la cosa y no proporciona a Ia cosa fuerza mágica alguna. La consagración de una persona se identifica la mayor parte
veces (fuera de la consagración de abades, virgenes, etc.) con la ordenación (+orden) en orden a un
de las
cargo clerical (-+sacerdocio, -)obispo, -+diácono). Con respecto al sentido eucarístico de la palabra consagración, cf. ->eucaristía. -»¡¡¿¡Conscjos evangélicos. I-a Escritura no permite explicar con la misma
el
carácter de consejo de Jesírs que poseen los que llamamos tres ionsejos evangélicos (->virgini-
d¿id, -+pobreza,
i15
misma función tienen también fundamentaimento otros caminos. En cuanto que esa llamada se dirige a la existencia
humana concreta en una situación intramundana determinada, es decir, pucde compararse inmediatamente con cualquier otra llamada ni pretender una prevaiencia
la suya, no
frente a ella. Como manifestación directa de la situación escatológica de fe por medio dc Ia renuncia a le-
lores intramundanos, los
Irente a la
consejos
poseen primacía aceptación de los valo-
evangélicos <
sí>>
res terrenos en cuanto tales (Dz 980;
substanciación.
claridad
no de perfección, aunque la
->ot-rediencia). Jesús
cl.
2336).
Conscnsus (Consentimiento). 1) En
el -)¡¡s1¡i¡16nio: es el acto de Ia voluntad, legítimamente manifestado, por el cual una de las partes. jurídicamente hábiles, da y acepta libre116
786). 3) <>:
méritos teológicos,
en cuanto
que
en cuanto al rcspecto diverso quc so considera. Únicamente puede entcnderse, correspondiendo al acto crea-
tivo, como producción
permanente
del mundo por Dios y, por 10 tanto, no sólo como conservación indirecta por alejamiento de causas destruc-
tivas. Aunque la conservación del mundo no ha sido definida como dogma, entra dentro del concepto orclinario y universal del mundo propio del kerygma doctrinal (cf. Act 17,28). Con la necesidad de la conservación del mundo viene dado qr:e éste sólo puede ser conservado pre-
cisanrente en Cristo y por razón de Cristo, a pesar de su estado de pecado. Así este mismo mundo, por la disposición salvifica de Dios, queda abier-
to a su propia
<> bajo la soberaría escatológica de Dios.
y en la medida en que en ese acuer'(Dz 1683 2309ss).
do por la acción de Dios, la cual no tiene que recurrir a nada, sino que. en lo tocante a su <
sí misma. Pues bien, este concepto asi entendido contiene e implica de trl n¡ane¡a la dependencia de esta
Constantinopla, la nueva Roma, ca-
pital del imperio bizantino, hoy día Estambul. En esta ciudad se celebraron cuatro concilios ecuménicos.
El r, segundo de los
ecuménicos, tuvo
lugar en tiempo del papa Dámaso r, de mayo a julio del 381. Se di¡igió contra las herejías que negaban la divinidad del Espíritu Santo (-+macedonianismo) y compuso el credo qüe se reza todavia hoy en las misas de rito latino y bizantino (Dz 86). El l¡ concilio do Constantinopla, v
creacitin con respecto al Creador, que en esta <> de Dios no sólo
de los ecuménicos, se celebró en tiempo del papa Vigilio, del 5 de mayo al 2 de junio de 553. Condenó una vez más el -)nestorianismo (Dz
se cla Ia producción
213-228)
o implantación
ilreperibie del -)punto de partida.
sino también el carírcter p€rmanente del <>. Como puede verse, ese concepto de creación se opone al de causación por parte de une misma criatura, que se dirige a algo ya preexistente o a mano, se apdyír en ello, se adentra en ello. Por Io tanto. la conservación se distingue
rie la 117
<>
del munCo sólo
y rechazó e1 ->origen'tsmo (D2 203-2t 1). El lrr conciiio de Cons-
vI de los ecumónicos, se celebró en tiempo de los papas Agatón y León lr, del 7 de noviembre del 680 al 16 cle septiembre del 681. tantinopla,
Se le llama también concilio Truilano. Condenó el -)monoteletismcr (Dz 28E-293) y aI papa Honorio r, por haber designado la controversia monoteietista como (mera) disputa IIS
f
C<¡ntrición
Constantinopla
en cleclaraciones n
del 869 al 28 de febrero del
Condenó
por cisma
ai
870.
patriarca griego Focio
. Dz
336-341). Las Iglesias orieniales separadas no lo reconocen como ecuménico. (cf
Constanza¡ Ciudad en
la que
se
celebró el xvt concilio ecuménico, del 5 de noviembre de l4l4 al 22 de abril de 1418. Este concilio, ante todo,
tenía que dar solución al cisma de occidente; renuncia de Gregorio xtl,
destitución de Juan xxIII y Benedicto xur, elección de Martín v. También tiene importancia teológica este concilio por la condenación de las
doctrinas de John Wiclef (Dz 581625) y de Jan Hus (Dz 627-656; cf .
Dz
657-689). También definió que
todo Cristo, con cuerpo y sangre, está contenido en cada una de las -»especies eucarísticas; tanto'oajt:r la species del pan como bajo la sprcie^r
del vino (Dz 626).
Consuelo, consolación es la experiencia de fe, regalada por Dios (to-
davía en -)esperanza con resp€cto a la plenitud venidera), de que in-
cluso la existencia aparentemente sin salida y en desintegración está sostenida por el amor de Dios en Cristo, por ese amor incomparable y sobcrano. Esta experiencia la tiene sólo aquel que se entrega a Dios con fe, sin reserva alguna y sin pre-
tender un
<>
por parte
Dios (2 Cor 1, 7-11); el que
de
acepta la exis-
la tristeza de tencia (Mt 5, 4), el que oye obedientemente la palabra de Dios en Ia Escritura (Rom 15,4). el que entiende el consuelo con'lo obra para la salvación de los demás (2 Cor t, 3-7) y está presto a proporcionar a otros
resueltamente
119
<,
este cons¡¡elo (Act 15, 31 s: 16. 40;
I
Thes 2,
11
s; 4,
Consubstanciación. Como concepto
Contingencia. Como concepto filosóflco, contingencia designa la <
teológico rechazado por el catolícísmo, consubstanciación significa qu* en
la -teucaristía,
aunque so hacen ver-
daderamente present€s el cuerpo y la sangre de Cristo, cocxisten, sin embargo, con las -+sustancias del
y
->existencia, cuya unidad
manera, que las realidades empíricas del pan
niñesta en
que siguen existiendo des¡rués de la consagración, son todavía incluso en un sentido absoiuto pan y vino, y no meramente sus -)e§Pe-
es
de
la idea de la
necesidad
la experiencia de la libertad y de la mutación, trasccndental, basada en
y vino,
reconocer ciertos juicios, p.ej.,
<
lo he hecho yo)), como
mera-
mente asefivos. Lo que por razón de su misma esencia no incluye la existencia, coloca fuera de sí mismo la razón de la unidad existente entre
cies. Las concepciones patristicas y medievales todavía imprecisas de la
llevaron a Ia es-
tructuración de la doctrina eclesiástica de la -)transubstanciación. La
esencia
y
existencia (en su perma-
nencia, en su defectibilidad, en su carácter misterioso, etc.); pues toda Iacticidad se funda en una necesidad y no puede ser idéntica con ella; de la misma manera que todo juicio asertivo implica un juicio apodíctico y, con todo, no es ese juicio apo-
consubstanciación, renovada, fue la concepción mantenida por Lutero y sigue siendo la del luteranisrno moderno. La concepción de Lutero fue ct¡ndenada en el Tridentino (Dz 1t84).
Contemplación es el tranquilo de¡norarse del hombre en la pre-rencia de Dios. La -+mística c¡istiana distingue entre contemplación adquirida, conseguida a base del esfuerzo psicológico. y contemplación infusa. en virtud de una graciosa manifestación
díctico. Todo
lo que no lleva
existencia implicada en
su
la
esencia,
además de remitir a esa razón suficiente extrínseca y por hacerlo, aparece corno puesto y soportado senci-
ilamente por el -)ser absoluto de Dios, sin el cual no existiría y sin cuya afirmación no puede ser afirmado. Pero tal relación (de acuerdo
de Dios mismo al individuo. Esta última es la contemplación propiamente dicha, en la que el homtrre se
con la contingencia y la experiencia
entrega inmediatamente a esa -+trascendencia que le viene dada con su esencia, aunque graciosamente conseguida. I-a inmediatez de esa entrega supone Ia ausencia de una realización mediada, dirigida y objetivamente fijada de la potencia espiritual" Puesto que la trascendencia graciosamente conseguida substrae al hombre ciertas actuaciones periféricas, como,
de la misma) sólo es concebible como libremente puesta por Dios. De aquí que la contingencia es la contrapartida filosófica, algo depontenciada, del concepto teológico de criaturidad, en cuanto que éste comprende explÍcitamente el estado dc litrremente puesto propio del contingente y conoce a Ia <
do¡a como idéntica con el Dios vivo al que encuentra el hombre consretamente en Ia historia de la salvación.
p.ej., un conocimiento racional detallado. Ia conlemp'lación se mani-
liesta
no
necesaria. Esta contingencia se ma-
pan y del vino. De tal
consubstanciación
en la que el hom-
bre se purifica de su orientación hacia el exterior.
18).
al principio como <>,
121
120
*
Contrición. En ienguaje teológico se llama contrición a la conversión (cf. Mt 3, 2; 4, 17. -)metanoia) del pecador, en fe, esperanza y amor de
Dios, como respuesta del hombre, por la gracia de Dios, a
sustentada
esa misericordiosa prontitud
a per-
donar de Dios en Jesucristo. Por 1o tanto, está claro que no es una autoredención. Es una acción copersonal de Dios y del hombre. Acción en la que la gracia de Dios dona con la entrega de la gracla la respues-
ta
responsable del hombre a esta misma. El amor de Dios supera la
culpa del hombre en cuanto que lleva al homb¡e a una libre correspondencia do amor. Esta contrición puedo tener fases distintas. Cuando produce la renuncia al pecado (Dz 898 915), en cuanto contradice a la esencia y volurfad divina, por razón d,e que la ->justicia de Dios, traducida como repulsión del pecador, mueve a esa renuncia interiormente y en las obras, se llama < (atri ción; cf. -+atricionismo). Cuando la
cont¡ición, como debe ser, llega a madurar su esencia perfecta y más propia, es decir, cuando madura en un propio amor de Dios por sí mismo, en virtud del sacramento de la penitencia (->penitencia [sacramento
de la]), de tal manera que ese amor (Dz 898) produzca, soporte y mantenga la renuncia al pecado, la contrición recibe el nombre de <
trición: cf. -+contricionismo). Decimos en virtud del sacramento de la penitencia porque, aunque esa contrición llegue a su plenitud fuera del citado sacramento, ha de tener incluido el -->votum de él explícita o implícitamente (Dz 898). Cuando el hombre haco esa renuncia al pecado,
en cuanto que éste es una
culpa
contra Dios, se llega fácilmente al 122
=_ Conversión
Co¡r(rición
c/
a lo que el hornbre atribuYe
to por ->temor de Dios había que añadir necesariamente en el sacrarnento por lo menos un amor de Dios
gar absolutarnente la libertad de su corazón; o a Dios o a aigo flnito carác'
ter absoluto. Por eso en toda contrición lo
de-
cisivo, prácticamente, es 1o siguiente: la liberación desilusionante de la tir¿rnía de un valor vital particular, finito, como si sin él fuera imposible
la realización de la propia existencia y como si se PutJicra no renunciar
contra la voluntad de Dios. Desilusión que tiene lugar en virtud de la luz de la gracia de Dios impetrada. Cf. ->penitencia (sacramento de la), ->1srnq¡ de Dios'
a él incluso
Contricionismo. Esta palabra puede tener tres acepciones. a.) Concepción de la escolástica primera, según la cual todo arrepentimiento (llamado entonces cotttritio en latín) auténtico y eficaz había de ser Ya necesa-
riamente ->caridad juslificantel asi
el pecador que se acercaba con con-
tlición a la confesión (-+penitencia [sacramento de la]) estaba ya jus-
tificado; la absolución efectuaba sóio la remisión de la pena temPoral Y Ia reconciliación con la Iglesia. Esta leoría se convierte en u¡la especie de
-+atdcionismo con
el
aPogeo
de
la escolástica: la atrición seria, aunquc tcdavía no iustificante, podría
convertirse, por fuerza del sacramento de la penitencia en la absolución, en
contrición perlecta. Asi quedó superada la teoría de la escolástica primera, profesada también Por Lutero, según la cual la absolt¡ción no causalra la remisión de la culpa, sino que mostraba tinicamenle el perdón
que ya había tenido Iugar (cf. Dz 898). á) Concepción delendida por el bayanismo, jansenismo, etc., de acuerdo con la cual todo arrepentimiento auténtico tendría que tener como ->motivo ei perfecto amor de Dios. 123
lo
que todas las partes limitada a interesadas sostienen dogmáticamente,
Fue condenada por el Tiidentino'
amor de Dios, Puesto que el hombre de manera necesaria tiene que entre-
Concelrción delendidr posteriormente, de que a todo arrePentimien-
los símbolos de la fe. Puede llamarse
<
a la
te conducir a la unidad
1146). Cf .
-)temor de Dios.
son
Ir
confesionologia ( Kottf essionskt¡ntlc) y la historia de la lglesia; ciencias que conjuntamente han de Proporcionar una imagen exacta, en la medida de lo Posible, de la existencia, devenir y esencia de las comunidades separadas y de sus doctrinas. Ea el desarrollo de la teología de controversia intervienen tres métodos, que ciertamente no quedan his-
ansiada.
la teología medieval e incluso en la actual. se llama así a la manera de
za práclica indirecta. Esto acontece si, por las exigencias que pueden
considerar una realidad teológica que pone de manifiesto su <>, por conmensu¡ación o proporción con otros hechos revelados, con las propiedades de Dios, etc., sin pretender
razonablemente plantear§e sobre la
micnto de la histori¿r de los dogmas
tóricarnente del todo deslindados entre sí. El de la polémica, caracterizado por su agresividad, que quiere poner de manifiesto los puntos débiles del adversario. El irenismo: la renuncia consciente a la hosülidad, el positivo
(-->dogmas [historia de los]). Convcrgencia (argumento de). Re-
cibe este nombre la Iundamentación de una proposición por medio de Ia comprobación de que muchas consi-
y el
consciente querer entender al hermano separado; con el peligro de
un irenismo relativista (Dz
común,
probar de esta maneia la existencia necesaria de dicha realidad. Donde consta con certeza la existencia de tal realidad. el argumento de conveniencia no es sino la profundización plena en la esencia de esa realiCad y de sus conexiones con otras rcalidedes. Así. es algo imprescindible en teología. Donde no consta la existencia de tal realidad, nn argumento de conveniencia tampoco puede de suyo probada. Con todo, hay que tener en cuenta que incluso argumentos objetivamente obligantes, por lo menos con cerleza moral, pueden ca,.¡sar a otros la. impresión de un simple argumento de conveniencia. No hay que olvidar esta circunstancia en un correcto enjuicia-
Controversia (tcotrogia de). Recibe este nombre la reflexión metódicosisternática de la teología sobre las doctrinas de las comunidades cristianas no católicas. Reflexión que, en este sentido, sólo comienza a eKistir con la reforma, si bien sus comienzos se dieron ya en tiempos de la -+Pa-
trísiica. Sus ciencias auxiliares
fe
Conver¡icncia (argume*fo de). En
tivo, Alejandro vrI prohibió en 1667 que los litigantes se gravaran reciprocamente con censuras teológicas
(Dz
consecución de una
presentando lo no dogmático como característica a conservar de cada Iglesie, y que pretcnde positivanren-
incipiente. débil. aunque no de concupiscencia, si bien dicho amor solo, sin sacramento, no justificara. En la disputa entrc corttricionistas y atricionistas (que defendían Ia suflciencia del amor de concupiscencia en ia atrición para la recepción de1 sacramento) que surgió con este mo-
deraciones y reflexiones independientes entre sí están en su favor. Según en qué casos, la convergencia, colat¡oración o confluencia de muchos indicios, en cuanto tal (en cuanto
2308).
Por fin, el simbolismo, cn el que la voluntad de entender Y comParar con el ñn de lograr la unión, está
ti5
124
t i
circunstancia lógica), puede sólo explicarse suponiendo Ia verdad de la proposición sotenida, o así es como más inteligible se hace, aun cuando no puecla quedar positivamente excluida toda posibilidad de otra explicación. Si se verifica la primera hipótesis, el argumento de convergencia proporciona certeza; si ia segunda, sólo verosimilitud o probabilidad. Sin embargo, la verosimilitud teórica puede identificarse a veces con una certe-
seguridad de un conocimiento en orden a la conducta práctica, se hace patente que se está absolutamente obligado a actuar en conformidad
con la mera
<
rándola de manera puramente teórica), de una proposición captada por un argumenio de convergencia, Los argumentos de Ia apologética y de la.
-+teología fundamental adoptan
el
carácter de argumento de convergencia si se relieren a las concretas posi-
bilidades del conocimiento de un individuo (con inteligencia muy limitada, 1o mismo que su preparación, tiempo, etc.).
Co¡¡versión (en el ienguaje bíblico --)metanoío:) se llanra en primer lugar a cualquier clase de transformación religiosa o moral, sobre todo al aban-
a Dios y a su dirección libérrima en un -)acto religioso radical y fundamental. La
donarse t(]talrncnte
conversión siempre es cosa de la
-)exper-iencia religiosa y de la certeza subjetiva a ella vinculada; aun-
que es verdad que con f¡ecuencia tiene que quedar sin respuesta Ia piegunta personal de
si Dios ha
obrado una conversión concreta por
medio de una intervención directamente reconocible. Semejante conver-
sión puede y, con frecuencia,
tiene
que ocr:rrir dent¡o de Ios contornos
= Creación
Conversión
de una fe ya acePtada Y dentro tam-
bién de la Iglesia. Ulteriormente
se
entiende por conversión el tránsito a otra confesión cristiana; por hltimo, < puede también significar la entrada en una orden religiosa, entendiéndola como cambio de vida (instituto do conversos = llamados hermanos coadjutores). Conversión (teoria de la). Esta expresión tiene dos acepciones. a) Exirlicación especulativa del carácter sacrificial de la misa: si se oPina que Ia esencia del *>sacriflcio en general reside en que la ofrenda quede puesta en un estado mejor (no en su .destrucción) y de esa manera se la apropie Dios, entonces el sacriñcio de la misa (-)misa [sacriñcio de la]) consiste formalmente en la -+transustanciación como tal, en cuanto que en ella la ofrenda terrena queda transformada en eI cuerPo Y la sangre de Cristo, apropr'ándosela Dios de esa manera. á) ExPlicación espe-
culativa de
la
-.)transubstanciación
misma: el cuerpo de Cristo se hace presente por la <> del pan, en cuanto tal. Cooperación en el pecadn. La cooperación en el pecado es un tema esencial de la teología moral, Pues muy rata vez tiene el hombre la
fortuna de no ser concausa de la culpa ajena. La cooperación en el
->doble efecto de una acción (-)escándalo).
Corazón es un concePto fundamental antropológico («vocablo primitivo>> fUrwortT) para designar ese punto céntrico y esa unidad, sólo asintóticamente alcanzables, de la de-
cisión personal y espiritual sobre sí mismo y do la autonomía Psicosomática que, aunque no puede localizarse en el corazín flsiológico, tiene en él su símbolo real orginario. Como tal unidad primitiva, substancial y esencialmente estructurada en diversos estratos, del hombre que es a la vez alma y cuerpo, el corazón en sentido estricto es algo exclusivo de la nattraleza humana. Es también el
fundarnento dinámico a Partir del cual busca el hombre su autocom-
prensión originaria más propia y nunca adecuadamente alcanzable, y en el que sólo puede el hombro encontrarla.
Corredentor¡ es un con@pto de la teologia católica (-+mariología) todavía no precisado con toda claridad en 1o que toca a su posible signifl' cación exacta. Con él se intenta expresar la función históricamente irrepetible, con validez permanente y siempre eficaz de María en el comienzo histórico de la obra de la redención, en su realización por me-
dio de Jesucristo redentor y en la comunión de los santos @z 1940a
Ia distinción cualitativa absoluta
en-
tre -+fo (en cuanto apoyada en la
revelación y gracia de Dios), por una parte, y una teoria del mundo y de la vida elaborada por el hombre mismo, por otra, será mejor lla-
mar cosmovisión sólo a la última. Entonces se plantea el problema de la relación mutua entre fe y ccxmovisión, puesto que el creyente tiene, además de la fe, su cosmoüsión, es
decir, Ia suma de sus modos de ver
el
mundo, empíricos
y
filosóficos,
históricamente condicionados, temáticos o atemáticos, que, en una unidad nunca del todo disociable, reflejan su capacidad para un conocimiento trascendente, su condicionidad
criatural e histórica, sus
presupues-
tos históricos, su pecaminosidad y su estar envuelto por la gracia de Dios.
Aquí diremrN solamente lo más l'ormal acerca de esta relación, que siempre es una nueva tarea histórica para el hombre. Cuando la cosmovisión es correcta, entiende al hombre como eI ente que en Jtrasoendencia e historicidad (unidad) está abierto a una posible orden absoluta de Dios, es decir, a la -+revelación. La obediencia a la revelación oida tendrá siempre una función crÍtica frente a la cosmovisión. Sin embargo, la revelación siempre se oye y se ex-
presa con
la
ayuda de los medios
por la
proporcionados
cosmovisión.
El pluralismo de cosmovisión (o de las cosmoYisiones) y fe, que üene ya dado por el pluralismo irreductible de
pecado se divicle en formal y material.
1978a).
Formal, cuando se concurre tanto en la mala acción de otro como en la intención que le sirve de base.
Cosmovisión. En un sentido neutral y formal, puede llamarse cosmo-
las fuentes del conocimiento, hay que sopofarlo con paciencia, y am-
visión a todo enjuiciamiento, metafísico, religioso, ético (y así teorético
bas han de mantenerse
Material, si so es concausa solamente de la mala acción de o;tro en alguna manera, sin que esa cooperación sea inmoral considerada en sí misma. La cooperación en el pecado formal es mala por sí misma y nunca está
permitida.
La material es no
raras
pero hay que enjuiciarla conforme a los principios del veces inevitable,
127
y
existencial)
de índole global
(o
también su carencia culpable en el escepticismo y positivismo) de toda la realidad, incluyendo a Dios. Entendida de esa manera, sería también
cosmovisión el mensaje de Ia revelación y su aceptación en la fe. Dada 128
recíprocamente abiertas la una a Ia otra. Este
pluralismo nunca puede quedar ab-
sorbido en un
absolutacristiana reclama semejante monopolio.
mente unita¡io;
<>
ni siquiera la fe
Creación. El esplritu humano afirma impllcitamente, etr todas sus pro-
tzg Rah-Yorg.
al ->ser absoluto como Iundamento real de los principios metafísicos del ser y del conocimiento, puestos como absolutos en toda proposición. Y lo afrrma como ->misterio y como -.)persona en sentido eminente. A este <> llamamos Dios. Esta realidad absoluta, incomprehensible, que posiciones,
siempre es onto.lógicamente el hori-
zonte callado de todo encuentro espiritual con cualquier realidad, queda impllcitamente puesta en toda proposición como lo infinítamente diverso del sujeto catrfante, del hombre y de lo captado singular y finito: Correspondientemente,
el
hombre,
partiendo de este planteamiento fundamental, puede determinar sólo desde dos vertientes la relación del cap tante y lo captado, en cuanto entes firitos, con el infinito absoluto: Dos tiene que ser el absoluto e infinito, el por antonomasia diveno de lo finito (Dz 1782). De lo contrario,
seria objeto del conocimiento cap. y no el -+principio trascen-
tativo
dental de ese captar, como sigue sien-
do incluso donde se le nombra y <
una reflexión metafisi-
camente conceptual. Por lo tanto, no puedo estar <> de la reali-
dad flnita (lamada -)mundo; cf. Dz 1783). De no ser así, no sería radi-
calmente distinto de ella, sino un l'ragrnento de una totalidad superior en la que el mundo sería algo de Dios, como una es¡recie de cuerpo do Dios, su manera do mostrarse, el
y el mo'do de su identidad consigo (-+panteismo, -+emanación). Pero, por otra parte, el mundo tiene que depender radicalmente de Dios (cf . Dz 428 l80l 1805) (aunque sin hacerlo depender de él como el señor del criado). El mundo no puede portar en sí absolutamente nada que sea ontológicamente independiente de
medio
Dioe; como tampoco la multitud de las realidades mundanas. en su mul130
5
Creación
Croacionismo
til.ormidad
y
unidad, no pueden co-
nocerse sin la <>, sin la trascendencia del espíritu hacia Dios. Esta dependencia tiene que estar li-
l:remente puesta por Dios (d.f.: Dz tr805), puesto que, en cuanto finita Y deveniente, no puede ser necesaria, y la necesidad de lo puesto o Pro' drrcido sólo podría proceder de la necesidad de la posición en Dios,
que haría del mundo una necesidad de Dios y, por tanto, no le dejaria ser independiente del mundo. Esta dependencia radical tiene que ser una dependencia duradera (cf. Dz 421 1784). Es decir, no Puede afectar sólo al momento del <
de partid»>, ya que
lo finito
siem-
pre y en todo momento remite al absoluto como a su razón suficiente. A esta relación peculiar, {rnica en su género, que no puede subsumirse bajo un concepto universal (univoco) de -+causalidad, entre Dios y el mun-
do la llama la doctrina de la fe, o criaturidad del mundo. Es decir, su estar constantemente fundamentado en la libre <> del Dios personal, de tal manera que exhaustivamente y en tdos sus rnomentos dependa de Él (-+conser-
creación,
vación del mundo, -+concurso divino). Esta <>, por 1o tanto, no presupone una <> ya existente; produce de la nada (d.f.: Dz 1805); por consiguiente, Dios es no sólo un ->demiurgo. Lo puesto. sin embargo, es en virtud de la posición
algo real y distinto de Dios, auténtica realidad y no mera apariencia, tras la que se oculta Dios, De tal manera. que la dependencia radical y la realidad auténtica crecen en
y no inverszr. [-a doctrina de la fe afirma la <> razón directa
la experiencia adola propia realidad subsis-
apr:yándose en
rante de
tente, responsable, como realidad totalmente entregada a la incontrolable disposición del misterio por antono-
masia; la teología dogmática entiende experimentada como estructura fundamental de toda realidad finita, con la que el hombre tiene que habérselas. Esta doctrina cristiana implica a la vez una
(-)potencia obediencial); la dialécti-
la criatwidad aquí
ca interna de la actitud, que ac€pta,
por una parte, la completa dependencia de Dios y, por otra, acepta
también de la misma manera la autonomía, la independencia real, responsable, dialógica con respecto a Dios. La doctrina de la creación no entiende tratar sólo de 1o que hay de -)naturaleza en el hombre, sino que en la investigación de la esencia de la criatura en general, abarca todos los ámbitos de la existencia humana; incluso su elevación sobrena-
del mundo extrahumano: ese mundo no es Dios, no es verdaderamente <>. y por Io tanto. se le considera con razón como <> de la potencia creativa del hombre, el cual, en el comercio con la fi¡itud (cabe decir) sorda del mundo y en el encuentro consigo mismo (como referido al <>
tural en la gracia. En cuanto que la criaturidad sólo se maniflesta ple-
mundo tan sólo como tern& de cono-
cimiento
y
sólo como objeto de
namente en el hombre, la doctrina de la creación forma unidad con la
su
libro administración) se encuentra con su propio carácter de criatura, e.d., con su propia trascendencia espiritual,
-+antropología teológica.
ilimitada, sí, pero nunca concluida y, por tanto, finita y así, a través de esta doble finitud, y en ella, se encuentra con Dios.
En esta
Creación (relato do la). Tenemos dos pasajes en los que se narra la creación. Uno más bien circunscrito al mundo; el otro al hombre.
depe.ndencia completa, la
Ambos pasajes (Gen 1, l-2:' 4a; 2,4b25) proponen de una manera plástica y dramática lo que constituye
realidad finita de todos los grados do ser revela algo de la esencia de Dios. puesto que tiene que d:use una -+analogia entre el creador y la cria-
tura. Así esa realidad finita
Ia experiencia religiosa y metafísica originaria: la criaturidad del mundo y del hombre, su origen en un Dios espiritual, Iibre, sabio. que quiere el bien de la criatura. Y esto. rechazando (optimísticamente) todo dua-
existe
para la ->gloria de Dios, Cf., ulteriormente, ->hombre (creación del), -+punto de partida, -)evolución, Jeconomia (principio de).
(Gen
l, l; tu'428
quo se manifiesta en el hombre y que así se cuenta entre las estructuras fundamentales de la actitud humana frente a Dios: -rhumildad, -gadoración. confianza en el soporte de la existencia ya incontrolable. prontitud a 1a fe, estado de seguridad en Dios. disponibilidad frente a Dios
132
1i ,1
de lo anorgánico y de lo biológicamente viviente en general, Originación que tiene lugar bajo actuación creativa de Dios, soportadora de toda la realidad mundana, y que lleva
a
todos los diversos grados de ser que se dan en ese mundo a la superación de sí mismos de que ellos solos serían incapaces. Las narraciones de
la
creación no son
un
<>
del modo de acontecer la creación en el principio. Son una explicación del hecho de la creación. Trabajando bajo la luz de la iluminación divina, con la ayuda de la teología popular ya existente y, por tanto, con sus representaciones plásticas, los autores
(Dz 2342 2329) reconocen
a partir de su
ese hecho
situación espiritual,
hech
ción de los autores (en la que entra también la experiencia religiosa de
creación,
1783), sino que
contrario, incluye que su originación tuviera una prehistoria en el mundo, que no es sino la historia evolutiva
de que la dualidad de sexos humana pefleriece aI orden originario de la
y que
también entra
en
este orden la igualdad de derechos de ambos sexos esencialmente diversos, junto con su unidad en el -+mat¡imonio. Orden que sigue siendo la irnagen direaiva de la evolución histórica del hombre como individuo y en sociedad. En cuanto que toda realidad ha sido creada por Dios;
considera ante todo esa criaturidad,
(-rmonogenismo, -+hombre [creación dell). Esto no excluye, sino que, por el
y religiosa. Asi, puede decirse 1o siguiente: todo lo que puede coDocerse acerca del principio, partiendo de la situa-
lismo absoluto; acentuando el
Creación (doctrina de la). Doctrina teológica de la criaturidad dei hombre, basada en la -+creación. No reflexiona sólo sobre la criaturidad de todo lo que no es Dios en general
que en 1o concreto se condicionan
mutuamente, no es deducible desde abajo en su esencia espiritual y personal, el hombre es creado por Dios seghn el cuerpo y seg(rn el alma
en cuanto que, por otra parte, el hombre es una unidad constituida por -)alma espiritual y -)cuerpo (cf. Dz 428 lV;83); y en cuanto que como tal. en sus partes esenciales,
social
la gracia, la opresión universal de la culpa, etc.), pertenece
al
contenido
de las narraciones de la creación. Por lo tanto, tiene la garantía de su veracidad, en virtud de la inspiración de la Escritura. Todo lo demás, en esas narraciones, es forma de ex-
el contenido de manera gradiosa, intuitiva e infantil; es decir, la criatu¡idad del mundo y la relación del hombre con Dios. presión que presenta
Creacionismo, en contrastc con cl -)generacionismo (-)t raducia nismo), l.r4
U Cristiani$¡o
Crcr¿cionismo
la doctrina c¡flcial de la Iglesia, segfrn la cual Dios crea (-+creación) es
de la nada cada una de las -+almas humanas y las une con las células paternas fecundadas en la generación, lormando la unidad del hombre (Dz 738 1100 23?7). E\ alma no existía antes de su unión substancial con el cuerpo (Dz 2O3 236, contra el ->preexistencianismo y contra la teoría de la transmigración de las almas). Predominantemente se admite
en la teología católica que la <
no niega que los padres sean en
sentido propio y verdadero la causa del nuevo hombre; sin embargo, afirma también que toda auténtica producción de algo nuevo supera a la causa creada (por medio de la cual
Dios opera) si bien de tal manera,
que la dinámica del ser absoluto de <» o persiste en esa causa, y así la originación del nuevo
Dios
hombre, a pesar del acto creaüvo, sigue siendo un suceso verdaderamente natural, sin tener en cuenta la cualidad moral del acto generativo de los padres.
Criatura es todo lo que existe por medio de -)creación. Por tanto, todo lo quo tiene su sentido por encima de sí mismo, lo que es flnito, lo amenazado, Io abierto a Dios y a su disposición (-+potencia obediencial)
a la criatura para la autosuperación, en la aceptación, obrada por la gracia, de la comunicación divina (-)naturaleza y gracia).
que capacita
la
relación del hombre con Dios
establecida por Dios mismo en -)Jesucristo a través de su decreto histó-
rico, libre y magnánimo y de su revelación oral. Por lo tanto, el cristianismo tiene sus raíces en el nhcleo mismo del ser y del ob¡ar de Cristo. E¡r la medida en que el cristianismo se basa cn la persona concreta de Cristo; en la medida en que abarca
al
hombre entero en su realidad total y con todo su mundo, y está
asociado
al Dios incomprensible
e
inñníto, no puede darse definición esencial abstracta alguna que pueda expresar exhaustivamente todo lo que es el cristianismo. La pregunta ¿qué es el cristianismo? puede proponerse legítimamente en dos terrenos distintos: ¿¿) el externo, es decir, desde el
punto de vista del que todavía no
cree; la respuesta correspondiente se encuentra en las afirmaciones de la teología fundamental acerca del cris-
tianismo eD cuanto que éste tiene relaciones determinadas con otras religiones; á) el interno, en cuanto
el cristianismo pregunta por su autocomprensión propia
y
genuina, que
sólo puedo ser descubierta por
el
mismo cristianismo; la correspondiente respuesta la dan las afirmaciones dogmáticas del cristianis,mo sobre sí mismo.
Cristianismo. Conforme a su esen-
manifestación visible (-)encarnación, -+Iglesia), el cristianismo no es sino 135
pacial y temporal sin haber dejado de ser él mismo.
2. El crlstianismo
es una relígión
cultural. Aunque ol cristianismo sabe
que sus presupuestos
y su prehisto-
ria, incluso y precisamente como -+historia de la salvación obrada
por Dios, se remontan hasta los co. mienzos de la humanidad (->revelación originaria, -+gracia de Cristo, -->alianza de Abraharn, -)Antiguo Testamento), con todo, por su misma esencia, el cristianismo supone cierta altura o madurez de la cultura humana, en cuanto que abarca, como materia de la encarnación de lo religioso, todo el campo de las posibilidades humanas tanto internas como
3. El cristiunísmo es una religiótr Itistórica revelada. Aunque el cristianismo hace afirmaciones acerca de la esencia de Dios, del mundo y del hombro absolutamente válidas, a las
que de por si
I. Er
cRrsrrANrsMo @MPARADo
CON OTRAS RELIGIOI.¡ES.
l. El cristianismo es una religíón uníversal y de toda la humanidad.
El cristianismo piensa absolutamente en todo hombre como destinatario
de su mensaje, de sus dones y de sus promes¿ur.
No so considera como una
forma relativa de
la
religión, una
Ia única relación justiflcada
entre
el hombre y Dios, puesto que ha sido
;nstituido por Dios como relación única. De hecho, el cristianismo ¡o se ha
vinculado a un ámbito cultural; 136
y
fundamentalmente
puede llegarse desde cualquier punto
de la historia, sin embargo, se
en-
tiende a sí mismo esencialmente como
una religión histórica revelada. Es
la realidad que representa el cristianismo y la verdad que anuncia se dan en el mundo porque ese Dios vivo distinto del rnundo, con
plena libertad y gratuitamente, actuó y dio noticia de sí mismo (en los ->profetas y en -+Jesucristo) en un punto perfectamente deter¡rinado del tiempo y del espacio, es decir, geográficamente. fifable históric.a Por lo tanto, esa realidad y esa ver-
y
dad se dan en el mundo Frrque se dio, o aconteció, la -+revelación; y no por medio del mundo, sino por medio de Dios. Un dato fundamental, indeducible, de ninguna manera ex137
plicable, del cristianismo es la pcrso na de Jesús, en la que la revelación
divina se hizo definitivamente
his-
tórica.
4. El cristianísmo es un.a religíón dogmátíctt. Si bien la realidad que el
cristianismo aporta y notifica es la actuación de Dios en el hombre, actuación que trasciende toda compensación, puesto que es la -+autocomunicación de Dios al hombre que no es Dios; con todo, esa comunicación de Dios ha sido expresada por Dios mismo con conceptos humanos que ciertamento üenen una larga historia. Por lo tanto, esta comunicación expresada con palabras es, a pesar de la analogía e imperfección do los conceptos humanos, verdad absoluta, la cual es inmutable y transmitida inmutablemente por la Escritura y la
tradición, cosa que puede compro-
externas,
decir,
más entre otras muchas, sino como
cia lntima y oculta conocida o creída por la fe (-+gracia) y segfin su
en el curso de la historia so ha convertido en religión del mundo entero, es decir, posee una universalidad es-
barse empíricamente, a pesar de su progresiva evolución en afirmaciones diferenciadas (->dogmas [evolución de losl).
5. El cristiatismo es una religión escatológíca. Es decir, el cristianismo toma muy en serio su historicidad y la historicidad del hombre, pero, con todo, se considera a si mismo como algo absoluto. Esto quiere de-
cir que: a) EI
cristianismo es Ia religión última, insuperable y definitiva para este mundo, o en este mundo temporal. A pesar de su origen histórico, no es una fase dentro de la historia de las religiones, lo que implicaría que podría ser sustituido por otra religión; pues €n principio tiene dentro do sí espacio para toda auténtica productividad religiosa y para toda obra de la gracia diüna, la cual puede también operar fuera del ámbito del cristianismo. Además. como religión de la -)autocomunicación absoluta de Dios en la encar-
nación
y g¡ l¿ -)!racia, sólo cs
r38
Crilo
Cristianis,mo
superable por la -+visión intuitiva de Dios. á) Por otra parte, el crislia' nismo se considera a sí mismo como algo proüsional y condicionado, en
la medida en que se sabe < que está dirigido y ordenado, en virtud de su dinámica proPia, a ese fin en el que se revela la majestad de Dioe y en el que quedan anudados el tiempo, la historia y el ámbito de acción del cristianismo. c) El cristianismo como momento escato' lógico
<
tradice
carne de este mundo>>, con-
o se contrapone de forma
excluyente a toda posición absoluta de un poder intramundano, al poner el mundo, la historia y la cultura en referencia a la voluntad salvífica y al decreto divino absoluto. Precisamente al hacerlo deja intactas la validoz y autonomia del mundo, de
la
historia, etc., ya que
el
crisua-
nismo, representando en el mundo y en el tiempo la eterna voluntad salvifica de Dios, aguarda y espera el
triunfo definitivo y magnánimo de esa voluntad. Por lo tanto, el cristianismo, al entenderse a sí mismo como religión escatológica, no se considera
como administrador y soberano
de
las realidades terrenas.
y
tareas,
y
«Palabra» proferida que sigue poseyendo permanentemente la plenitud do su origen (Hijo), Y el <> amo-
dentro de una continui-
dad histó¡ica ininterrumpida (-+papa, -+obispo, -+sucesión apostólica), va
roso
la verdad divina en su predicación doctrinal por todos Ios lugares y épocas, a la vez que va presentando también la perceptibilidad histórica de la obra de Dios en
como la manifestación del origen, en el cumplido adviento eterno de la plenitud diüna a la meta de salida
extendiendo
(Espíritu Santo), forman la personaIidad real triple del Dios uno en sí mismo (+Trinidad).
Crisfo.
TI.
3.
APIRMACIONES DOGMÁTICAS DEL CRISTIANISMO ACERCA DE SÍ MISMO.
cristianismo, el Dios infinito. personal y santo trata al hombre y con el hombre. Deslinda de si mismo (pero en dependencia) el mundo creado libremente de la
realización espiritualmente libre.
ta
cristí:anismo es una religión íntegral. El cristianismo, como obra del Creador de todas las realidades terrenas, se dirige de la misma manera y en mutua dependencia tanto
a Ia persona como a la sociedad.
Puesto gue el cristianismo es la salvación del indiüduo ante Dios, en
la gracia y en la decisión
personal, una mera
puede reducirse a orientación cultural de la sociedad
pública. Y, puesto que Dios se dirige
a todos de una manera históricamente ca¡rtable, en su Hijo hecho hombre, el cristianismo es, por volun-
Es-
historia, esta autocomunicación
resulta posible en cualquier momento; de forma distinta conforme a la
y al hombre,
mas de tal suerte que siguen estando remitidoe en todo al -+misterio que es Dios mismo. Así, lo creado no puedo determinar por si mismo su relación concreta con Dios, sino que tiene que mantenerse abierto a cualquier ordenación divina.
1.
I-¿ historia de la autocomuni-
cación divina, aceptada o negada por el hombre, acontece en toda vida humana que llega a su auto-
l En el
na.da
a Ia unidad del origen origiy de 1o originado que brota
nante
correspondiente situación histórica del hombre. Dondo la historia de Ia gracia llega a ser facticidad refleja,
a adquirir corporalidad social, a afirmaciones garantizadas, a una incorporación institucional, allí so da -)historia de la salvación en sentido estricto (-->alianza del pueblo de Israel, -+Antiguo Testamento, no de Dios, -->buíleia).
Iiste Dios, por una gracia librc.
ha admitido aI mundo creado lib¡e-
4. La
mente por El, y sobre todo a la c¡ia-
6. El
no
que. concebida y estructurada socialmente conforme a los diversos cargos
Jrei-
autocomunicación de Dios
tura espiritual, a la participación de su vida divina. Y de tal manera.
se hace realidad en el mundo de ma-
que Dios no sólo es la causa eficiente que crea lo creado, sino que, debido a esa gracia libre, es también el que se conlunica a sí mismo en su propio ser. Con ello ha puesto al descubierto,
irrepetible, como garantía real de la voluntad salvffica universal de Dios. Eso grado supremo e irrepetible consiste en que la segunda persona divina del Dios rlnico ha tomado como
nera insuperable
revelándola, su propia majestad y su üda más íntima, como meta gracicx;a de la criatura espiritual. Y.
y
cualitativamente
reconocer a Jesucristo como el hombre cuyo ser
a El como cabeza. Al
ral no es sino Ia realidad interna del nrisnro Dios: el sin origen que se
es el ser de Dios entre nosotros, y en cuya vida, destino. muerte y
Iglesia
cornlrnica desde siempre (Padre). la
resurrección ha entrado Dios mismo
139
-+Tglesia una
y üsible.
t4t
110 !,:
&r
5. La
permanente obra salví1ica
de Dios en la historia Pone al
des-
cubierto para el cristianismo la experiencia más radical de lo que es el honrbre: destinatario de la autocomunicación libre Y gratuita de Dios, positivamente indigno de recieste don a causa del -+Pecadtr propio; el que Por sí mismo sería
bir
ya el perdido (-+muerte,
->Pecado
original); el remitido radicalmente al
perdón de
la culPa ofrecido en
Cristo.
6.
El cristianismo entiende al hom-
bre como ->esPíritu
corPoreizado
dotado de dignidad absoluta, al que
se ha dado
la
Posibilidad real
de
decidirse deñnitivamente en esta vi-
da terrena, con libertad Y
conoci-
miento intelectual, por Dios o contra
Dios, por su salvación
o Por su
condenación eterna. El sentido de esta vida, dispuesto por la obra creadora y salvlfica de Dios, viene dad,r a la vez como noÍna de la conducta l¿ -+fe, Jesperanza. humana:
(con Dios Y con el Pró->caridad"¡ jimo) y agradecimient.r (-)eucaristia. +tglesia).
tianas.
tad de su fundador Jesús, algo que sólo viene dado completamente en
la
surrección.
tido, Jesús es mediador de la salva-
estructura de esta autocomunicación sobrenatu-
a su plenitud infinita. La
mado graciosamente a asociarse con Dios en la -ire ención Y re-
7. Cf. -+judafsmo Y cristianismo. -)paganismo, -+religiones no rris-
a.rrollo y < intramundanos del hombre, a la Yez que las abre
des-
toma.r parte de nuestra existencia. el creyente se conoce a si mismo definitivamente ratificado; se conoce clarificado en su ProPia realidad, lla-
a
suya, etr -)Jesucristo, una entidad (-+naturaleza) humana. En este sen-
ción entre Dios y la creación. La existencia y la historia del mundo están, desde un principio. vinculadas
por lo tanto, ha superado todo
(orer¡lo de)
Cristo (cúerpo de). ExPresión que
sirve para designar
a la
-+Iglesia,
tomandn el concepto ((cuerpo)) cn un sentido analógico Y gráfico (v que no hay que aPurar caPrichosamente), emPleada Por toda la tradición de la eclesiología. comcnTÍIrr-
Cruz
Cristo (orerpo de) do ya desde Pablo (pasajes principa-
les: I Cor 6, l2-?f; lO, 14-22; 12, ¿l-27; Rom 12, 4-8; Eph 2, 11-18; 1,22s;4,4. 12.15s; 5, 30; Col 1, lE. 24; 2, 19:' 3, 15). Con ella se subraya que la Iglesia tieno la perceptibilidad
y
urridad históricas de
Crist¡¡ccnlrismo. Una teología cris-
tiana es cristoéntrica en el grado y medida en que hace valer acertadamente la posición central (es decir, condicionante y orientadora de las demás cosas) de Cristo en la historia
do la creación
y de la salvación. S
podemos pensar que
la voluntad di-
una sociedad (es <); que en unidad, como en un <>, aparece una pluralidad de <
vina que fundamenta y conserva todo lo creado dentro de la distin-
con diversas funciones (->papa,
ción permanente entre -)naturaleza
esa
bros>>
->obispo, -)orden, -)seglar) en parte institucionales y en parte carismáticas; que pertenece a Cristo como señor de olla (<
Dz 468) y está vivificada por su Espíritu prometido con carácter de-
finitivo escatológico y por El mantenida en la graaa de la verdad y amor do Dios (cf. Dz 302 2288);
y que de tal manera está vivificada y
mantenida, que segnirá siendo hasta el final de los üempos la presencia histórica y eficaz de Cristo (su -+sacramento originario) en la histo¡ia
de la humanidad.
La unidad
y
pluralidad de miembros de este cuerpo tiene su presupuesto en la unidad biológica, histórica y finalística de la humanidad; en Ia voluntad salviñca de Dios, que a todos destina en Cristo al mismo
sobrenatural de la autocomunicación divina, consagrando a la humanidad una como <
fin
su encarnación (por t¿nto, en su propia corporeidad <> en virtud de la voluntad institutiva de Cristo. Segfrn esto, la suprema manifestación do la Iglesia como cuerpo de Cristo, es la celebración de la eucaristía, como anomnesis de la conclusión de la alianza
en virtud del sacrificio del cuerpo y sangre de Cristo llevado a cabo por la comunidad reunida y que se manifiesta en su estructura jerárquica. 143
y
gracia en el orden de la gracia, de la distinción entre gracia del -+estado original y gracia reconciliadora, se apoya de hecho, aunque libremen-
te, en la voluntad originaria de Dios
y copodemos
de expresarse en su -9l-ogos, municarse
a lo no divino,
también decir que todo, incluso la naturaleza y la historia no sobrena-
tural de la humanidad', ha sido
tido estricto al tratado acerca de su persona, mientras que la teología que versa sobre su obra redentora se estudia en el tratado teológico llamado -+soteriología, I-a cristología tiene que estar en estrecha conexión, sobrs todo, con la teología de la Tri-
nidad (+trinitaria [teología]), V
a
partir de tal vinculación hay que hacer ver claramente que la -)Trinidad económica es la inmanente, Y üceversa: cuanto más se entienda la encarnación de Dios cnmo absolu-
tamente libre, tanfo más hay que considerar, conforme a la rewelación y apoyándose en ella, que el Hijo es precisamente aquello en lo que Dios toma una realidad distinla a lo que es El mismo, conürtiendo a esa realidad en manifestación de su pre-
crea-
sencia; de esa presencia que rcalmen-
subsistencia. Desde este punto de üsdecirse (aunque no haya
te le patentiza. Con esto se afirma también que en esta vinculación de la teologla trinitaria con la cristología consiste propiamente la interpre-
do en orden a -+Jesucristo, Dioshombre, y que todo tiene en El su
ta puede
en la teología católica): a) que el mundo natural ha
unanimidad
sido creado como presupuesto y des-
tación cristiana del mundo historia (->cristocentrismo).
y
Las proposiciones de la
de la misma
tinatario de una -)autocomunicación de Dios en la criaturización del Logos; á) que ya la gracia del estado original es gracia de Cristo; c) que el pecado ha sido permitido por Dios como contradicción con respecto al Dios en Cristo, puesto que en Cristo el pecado queda incluido dentro de
cristología se apoyan, a partir del concilio de -+Calcedonia. en muy pocos conceptos, tales como los de 'Ias dos -+naturalezas en Iesucristo, el de r¡na -+hipóstasis y el de la asunción (acción de asumir) de la naturaleza humana por parte de la persona del ->Logos diüno (cf., acerca de esto, -)unión hiposutica; --+homousíos). Mas no por eso que-
haco redentorai d) qluo la gracia justiñcante y deificante, tal como se nos
da la cristología conchrsa para todos los tiempos; que sigue abierLa aI entendimiento se infiere de la tensión
la voluntad absoluta de autocomunicación de Dios, que eo ípso se suministra de facto, es esencialmente gracia del Dios hecho hombre, del
crucificado; e) y qt¡e lo es de tal manera, que gracia y encarnación
son dos momentos inseparables del ->misterio de la autcrcomunicación de Dios a la criatura. Cristología se llama al trat¿do teológico sobre -)Jesucristo, y en sen114
existente entre una cristologia
<
y una cristología «de abajo>>, irnplicita en el concepto mismo. Así arriba>>
pues, una cristologia
<>
tendría que mostrar en principio la posibilidad y significación de lo que viene dado con el hecho de que Dios mismo se hace lo distinto de sí mismo. y 1o que se da 1 :1.-5
¿r
entcndt:r en los
conceptos bíblicos de «Hijo>>
y
<
labra>>.
Todo esto basándose no sólo en una teología adecuada de la Trinidad, sino también en una -rantro-
pología teológica. La cristología <> tendría que ofrecernos, a la manera de la teologla fundamental,
la
verdadera historia de Jeshs (con la -+exégesis), la forma concreta de Jesús, los -+misterios de la vida de Jesús. Y todo esto sin confundirse con la teología dogmá-
ayuda de
tica, aunque en unidad
inseParable
con ella; por tanto, tendrla que Presentar de forma creible quo este Jesús es la absoluta presencia real de
Dios en el mundo,
y
que
la
obra
realizada por El, en cuanto hombre. es verdaderamente Ia -)redención del mundo (cf. también, acerca de esto, ->ciencia de Cristo, -+muerte). Asi quedaría también claro en ambas cristologías que la encarnación del Logos divino es ya autocomunicación histórica suprema e irrevocable de Dios al mundo, y que, Por lo tanto, cristología y sotenología habrían de considerarse y tratarse por lo menos como una unidad interna' En la dogmática tendría que seguir inmediatamente a ambos tratados una
-geclesiologla dogmática, en la que so hablara de la permanencia histórica y sociológica de Cristo, do su permanencia en la gracia; de su redención en el mundo y de la aceptación de esa redención.
Cruz designa en primer lugar el instrumento o forma usual de ejecución destinado en la Roma antigua a los delincuentes que habían cometido graves crímenes (a horca de aquel entonces). Puesto que Jesucristo obró Ia redención de la humanidad por su -+muerte de cruz, se emplea también esta palabra para designar la manera de llevar a cabo la redención objetiva y la garticipación 146
.:
Í Cruz
CuIpa
subjetiva en ella; es decir, para designar Ia aceptación o adopción creyente de la muerte de Cristo. Acep tación que queda fundamentalmente puesta de manera sacramental en el
-)bautismo (Rom 6, 3), se realiza en la üda por medio do la -+imitación de Cristo el crucificado y se consuma en
la muerte propia
conmorir con Cristo (Rom
como
6,
8).
Todo esto tiene carácter absurdo (de [ Cor '1, 23]), de <
y racionalista
(l
Cor
l, 22). F;Iilge. por tanto, una resolución absoluta que no se avergüenza ni siquiera de Ia más absurda de las mllertes.
Cuerpo. En
la
historia del
pen-
samiento occidental se dan dos con-
del cuerpo, que sellan y dividen la idea del hombre hasta el día de hoy en todos sus detalles, la idea que el hombro tieno de si mismo, manifestándola tanto en su pensamiento como en su conducta. La cepcioneo
concepción griega refleja un *)dualismo más (Platón) o menos (Aristóteles) extremo. El cuerpo es la <> o <> un cuelpo; el -)alma es la
forma substancial del cuerpo
(cf.
La otra concepción es la bíblica, que queda ya claramente desarrollada en el AT. Este no conoce el concepto do cuertambién ->tricotomismo).
po. Designa con las dos palabras «carne» y <
hombre entero, originariamente uno. La fo en la -+resurrección de la carne relvresenta un verdadero progreso en la idea de cuerpo, preparado ya en el AT. aunque sólo aparece claramente en el judaísmo tar-
dlo. Esta concepción blblica no admite hablar de un simplo «teneD) un cuerpo meramente externo 147
al
>,
de un cuetpo como <
som¿.
Pablo, tanto el cuerpo terreno como el celesüal; significa la unidad del hombre todo, sometida aqui a la concupiscencia. al pecado y a la muerte, pero destinada a la glorificación y transformación por el -->pneuma, Sarx, fomada exclusivamente, puede significar lo mortal en el cuerpo; es el ^§orno significa, para,
del pecado en el hombre, en el hombre dominado por lo terreno. La tarea, en el fondo todavía hoy no plenamente consumada, de la filosofía y teologla cristianas, fue llevar a cabo la unidad de la antropología platónica con la biblica. Y con ese lema nació históricamente la primera teología de la Iglesia, el -+neo<
Fueron progresos en este sentido las declaraciones del magisterio acer-
ca de la unidad del hombre pertenencia esencial
del
y
de
cial de lo
cuerpo también
hombre (Dz 481, cf. -+hombre [creación del]), y Ia antropologla de Tomás de Aquino, quien pretendió exponer la idea cristiana de cuerpo con las categorías aristotélicas de -+forma y -rmate-
<>
de la materia; cuanto
ma-
yor sea su autorrealización, es deci¡. cuanto más ->espíritu se hace el
hornbre. tanto más se hace el alma cuerpo. es el hombre cuerpo. Con
t48
crece
en
la
cor¡r,óreo queda también
aclarado como constitutivo para la -+salvación del hombre. Seg{rn la teología bíblica del pecado (sobre todo por las palabras del mismo Jesris). hay que concluir que el cuerpo no es el lugar preferente del pecado, sino que el pecado del hombre entero (como todo Io que pasa por puramente intelectual e intencional)
ria:
cuerpo es la <> sr¡bstancial del alma, en la que ésta llega a su actualidad concreta; no se da una autorrealización del alma sin el
sólo en cuanto que ya somos! como cuelpo, <> era en el fondo un malentendido asistiano. El que está poseido por la gracia y
del alma
hombre), requiero por lo menos una interpretación más exacta. En la constitución del pueblo de Dios, en la constitución de la Iglesia con sus autorrealizaciones esenciales en los -)sacramentos y en el mensaje de la -->basíleia, lo sensible y comunicativo en cuanto nota esen-
platonismo.
la al
realizaciírt,
mundo corpóreo (-+sensibilidad). La teologia actual del cuerpo responde a ese punto de partida. En el terreno de la antropologia bíblica, no se dice que el Verbo se hizo hombre, sino que se hizo carne, se habla de <> (Ioh 1, 14); Jesucristo es (indivisamente) un hombre (contra el ->arrianismo y -)apol! narismo). La redención la lleva a cabo en su cuerpo, que será entregado, y su sangre, derramada. Primariamente, puede deducirse del mensaje salvífico acerca de la configuración de nuestro cuerpo con el de Cristo, que Ia ->proposición: la -+muerte es la <
ción, el hombre <
no es -).ror.r, sino
dental del cuerpo que se suma a Ia felicidad clel alma hace tiempo con-
medida de la coexistencia del hombre con hombres corporales en un
de haber llegado a un verdadero conocimiento de la resurrección de la carne. Así pues, segrin esa concep-
cuerpo
esto queda dicho que el cuerpo es el toda -+comnnicación del alma; y, a la inversa, que la auto<
tiene también que manifestarse necesariamente en el cuerpo.
.
j ü 1i
B .;r' 1$
t i
Pero también en
el cuerpo tiene
quo manifestarse necesariamente la
salvación obrada por Cristo. Necesariamente. y no como beatittrd acci149
sumada.
Y ha de manifest¿rse no
se ha convertido en expresión de eIIa,
es el hombre entero,
la
humanidad
entera corporalmento bienaventurada en la presencia de la corporeidad de Cristo. Cul¡»a, considerada como concepto teológico, es sinónima de -+pecado. aunque pone más en primer plano el aspecto profano del contenido signiñcado (la vivencia psicológica de Ia culpa, el problema de la culpabilidad en el derecho penal, etc.). Cuan-
do la infracción de la -)ley entendida como expresión de la voluntad santificante
y
gratificante
de
(cf. -)mandamientos de Dios)
Dios acon-
tece con pleno conocimiento y libertad, se habla de culpa subjetiva (aunque esa libertad < no tieno que darse necesariamente en forma de reflexión). Cuando sólo se da
la
discrepancia objetiva entre lo
hecho y lo que se debió hacer, discrepancia que en cuanto tal no es pretendida por la libertad, se habla de una culpa (meramente) objetiva.
La culpa propia, personalmente puesta, hay que distinguirla con toda
precisión de lo que se llama -)pecado original. Por lo tanto, no puede dedr¡cirse de ésta la posibilidad de una culpa colestiva que sea algo más quo Ia suma de la culpa de los particulares. §n embargo, la «orlpa original>> niene su analogado en la responsabilidad colectiva. Lllteriormente, puedo también llamarse culpa al acto misn¡o (culpa actual) y al estat -50
r Culpa
Cultura
do durable, producido por
ese acto
(culpa habitual), de un pensamiento
erróneo, y de la consecuencia del acto en el hombre mismo: pérdida do la ->gracia, Ia -+concupiscencia, los castigos del pecado (rpecado ¡penas del]). Estado que viene también del derecho de Dios a negar su gracia indebida, en cuanto autocomunicación personal, por raz6n de la culpa, incluso en el caso de que el hombre <
culpa habitual, en último térmiuo, sóIo puede quedar abrogada por Dios.
Culto puede definirse como el se¡vi-
cio explícitamente prestado a Dios por medio de un signo sagrado y de la actitud interna; servicio fle -+adoración, acción do gracias y de petición sumisa que reconoce el poder supremo do Dios (petición del perdón, de la salvación y de bienestar terreno). EI culto es respuesta a la obra salvífica de Dios en nosotros. Por consiguiente, tanto en el AT como en Ia -+Iglesia, es -)anomne. sis en sus formas permanentes fundamentales (-+pascua, -)eucaristla, ->oración, ->sacrificio). Sus formas periféricas pueden cambiar. El cul-
to, en sentido estricto, sólo puede tributarse a Dios y siempre incluye
en sí -)adoración. En un sentido muy general, se habla de un culto católico a los santos. Aparte de que a ese culto a los santos sería mejor llamarlo veneración de los santos (-)santos [veneración de los]) para una mayor claridad conceptual, no hay que olvidar que en é1, lo mismo que eri el culto en sentido estricto, el fin f¡ltimo es la -+ gloria de Dios.
Cullo divino cs el
rcconocimien-
to <>, hecho visible y audible, do Dios en cuanto Dios (->adoración). Lo especifico de la 151
viene ya dado con constitución básica del hombre. cual, en primer lugar, no puede
<>
la
El
lemia, sacrilegio e idolatria están inmediatamente dirigidos contra el cul-
to divino; también lo está l¿ -)superstición, en cuanto que en su tras-
o
actualizar una actitud por otro camino que el de la <> de dicha actitud; y, en segundo lugar, está llamado a se-
rcalizar
<>
fondo hay un verdadero
mejante manifestación externa de su
reconocimiento interno en cuanto quo ese reconocimiento tiene que
un disponer total de
aconlecer en
si
mismo en orden a aquello que se re-
del hombre. Sin embargo, en cuanto que la constitución total del hombre esta llamada al reconocimiento de Dios y este hombre está referido, segfrn su esencia, a la comunidad, quenecesidad de
inmediata del
Culfura. Esta palabra designa tan-
precariedad, propensión ontológica al
más fundamentalmente su tarea (Gen l, 28), en cuyo desempeio realiza también su relación con Dios. Por consiguiente, la existencia cristiana no puede pretender ser fundamental-
la estructura social
culto divino (-+culto, +Iglesia). Ei reconocimiento mismo realizado exel culto está dirigido y especificado por el conocimiento do Dios que le precede. Por tanto, el <> del culto cristiano es no sólo en abstracto el ser ¿bsoluto de la metafisica en cuanto tal, sino el Dios percibido en la autorrevelación por medio de Jesucristo; percibido como radicalmente distinto del mundo, si bien se ha manifestado a ese mundo €n una autocomunicación abpresamente en
em-
bargo, esta cultura sigue siendo determinada en su criaturidad por todos los existenciales del hombre: finitud,
te, por medio del hombre mismo, en su libertad y conocimiento espirituales. El hombre siempre existe necesariamente como ente personal corporeizado (objetivándose en su corporeidad y en la de su mundo) y que se ha realizado libremente; por eso y en esa medida no puede existir sin cultura, y de ahi que ésta sea ade-
totalidad del ser corpóreo-espiritual
rio y a los decretos de Dios. Sin
miento de algún poder trascendente ajeno a Dios. Cf., también. -+ religión.
to la configuración del hombre mismo como Ia de su mundo o ambien-
conoce (-+acto religioso). Decimos total en cuanto que debe abarcar la
da en claro también la
reconoci-
deramente natural del hombre es su recta cultura; es decir, la que, conforme a la esencia del hombre y del mundo, permanece abierta al miste-
mente hoetil
a la cultura o, senci-
llamente, carente de cultura. Lo verda-
pecado, ambigüedad, apertura a lo imprevisible, necesidad de redención y estado de redimido. La cultura no
es el -Jreino de Dios,
ni
tampoco
la gracia misma (como obra de abajo). Es el material objetivante y mediador en el que el hombre explicita o implicitamente realiza, como obra de arriba, la aceptación de la auto.
comunicación gratuita de Dios. En cuanto que la -)religión es una obra del hombre, es también un fragmento de su cultura y está codeterminada y matizada por ella. En cuanto quo la religión es obra de Dios en el hombre, supera esencialmente to-
dos los resultados culturales
del
hombre.
soluta.
Asi
pues,
el culto diüno
especifi-
camente cristiano es la aceptación y reconocimiento do Ia autocomunica-
ción de Dios, posibilitados por El mismo. Esta aceptación obrada por Di
r53
?
t54
Jesrcrislo
Ios lrolnhru:s pecadores y
fidelidad inquebrantable
(
presa, no cediendo ante oposición ni amenaza alguna; con su obediencia
si c¡ccn on El y a El se
perdidos convierten
»tttt'ltttu¡ia).
Asl
J Jansenimo. Corrionte religiosa Y doctrinal quo etr los s- xvt¡ Y xvllr ss extendió Por gran Parte dE Francia, Bélgica, Holanda, Italia Y Alemania. Su nombre le viene del obispo de Yprés, C. Jansen (t 1638)' V ir* .uugot fundamentales, que sólo
pueden resumi¡se cercenándolos no pocor son los que exponemos a con-
iinuación: ave¡sión a la ñlosofía, validez exclusiva de la Escritura y padres de la Iglesia Y de una místi-
ia
del corazón, severidad rnoral (en-
conada lucha contra
el laxismo)
Y
acontuación de los dere'chos de los obispos en el sentido dcl galicanismo francÉs. Fuo condenado por la Iglesia. I-a doctrina del jansenismo es
en teología evidentemente laisa, en cuanto que sostenía estas ideas: Adán iue acreedor de la gracia; las
virtudes de los Paganos no son sino
vicios;
la humanidad esta sometida
a la concupiscencia viciosa, a la que sigue sometido incluso el hombre en
gracia. por 1o menos internamentel es posible el pecado sin libertad in-
terna de elección; Iesus murió sólo por los elegidos Y la masa Permane-
ce reprr:bada (-)predestinación). Esta rloctrina de Ia gracia fue condenada c¡r 1653, resumida en cinco ProPo-
siciones tomadas del libro Augustiruts, tla C. Jansen (Dz 1092-10%)'
Los jansenistas concedieron el carácter herético de dichas proposiciones, pero negaron que estuvieran contenidas en el Augustittu* Contra esto, so «Ieclaró en 1656 que las proposiciones estaban allí contenidas (Dz
1098: cf. 1099). La condenación del
lansenismo se renovó solemnemente 355
en el año 1715 (bula lJnígenittrs)- El jansenismo oiguió viviendo hasta comienzos del s. xrx; a{rn hoy persiste en la Iglesia jansenista de Utrecht
(Ilolanda), seParada de Roma en
el
añ,o 1723.
Jesucristo. I. Yida de lesús. Tan' oxistencia histórica, la vida,
to la
muerte y resurrección de fesús, como el contenido de las afirmaciones que
hizo oobre si mismo, son históri-
camente ciertas y seguras gracias a los cuatro evangelios, epístolas do los a1Éstoles, testimonios no cristianos (Flavio, Josefo, Tácito, Sr¡e.tonio, Pli-
nio el Joven, Talmud), Y gracias
también
al cristianismo primitivo.
lesús (: Yehoshua, Yoshua, Yosus : Yahveh es salvación; con respecto a la palabra 6¡¡516, 6f. -+Mesías) nació por lo menos cuatro años antes de1 comienzo de nuestra era en Belén de Judá, Palestina, de familia iudia; así Pues, nació de -)María en la época en la que Herodes
el edomita gobernaba Palestina bajo la dominación romana, cuando Ya el pueblo judio, escindido religiosamen-
te, habia perdido su autonomia e independencia nacronal, Y cuando con la cultura greco-latina ponía el imperio romano la Primera Piedra
de la unidad histórica de EuroPa (como comienzo de la unidad del mundo). DesPués de una juventud oculta en Nazaret' Jesús aparece en Palestina hacia el añ,o 2'l como un
maestro religioso viaiero. Anr'rncia quo en É1, Hijo del Padre, ha comenzado a llegar el reino definitivo de Dios (">bosileiu), que redime a 356
pues, la institución divina nacionll-religiosa del *)Antiguo Tesl;rnrcnto tendria que llegar a su plenilrrd y superación en la comunidad dr¡ Cristo abierta a todos los homtrres. Dentro del marco de su llanr¿rda a la conversión radical de la
->fe, anuncia y exige, como prenda
dc la gracia de Dios, una moralidad que con todo su realismo en
absoluta
a la
a su
voluntad del
em-
Padre,
obediencia a la quo somete todas las pequeñeces do su vida; con el amor reverencial a ese Padre, al que siempro tiene presente en su oración so. litaria, en la vida cotidiana y en el
abandono de
la
muerte. Con
postura vital, Jesús
da
esta
testimonio
de la alegría do Dios, del Padre que amorosamente perdona, con una pro-
- a la cuanto
aportación moral concreta (ilimitado arlor al prójimo, sin-
fundidad mucho mayor que la de las palabras. Su mensaje y su de-
ceridad, p.ureza,, humildad, abnegación) todo lo que es - rompe con institucionalmento estéril en la ética y en la religión y pone al hombre en contacto personal con el Dios
manda tropiezan de manera progresiva con la repulsa de su pueblo a través de sus dirigentes religiosos y políticos. Jesfrs comienza a formar a sus fieles, en cuanto -+Iglesia suya,
vivo (->sermón de la montaña). Según Jesús, se puede amax a Dios a pesar de su inñnita sublimidad, y toda moral sólo es Io que (superándose a sí misma) tieno que ser
si
el
hombre que ha recibido el mensaje del amor que Dios le tiene, ama a Dios con todo su coraz6n. Jesfrs da al hombre esta posibilidad por medio de su humillación, al tomar la <ebed Yab veh) y entrar en comunión con los pecadores, para hacerse hermano de los hombres y semejante a ellos en todo. excepto en el pecado (lIebr
2, l7; 4, l5).
Este mensaje lo dirige Jesús a cada uno de los hombres en particular, puesto quo en cada uno ve una persona que ante Dios tiene una validez
y una destinación absolutas, y que cn esta vida hnica decide librementc su destino eterno. Su vida da testimonio de la doctrina: con la acep
tación paciente, callada de las estrecheces y dificultades de su vida; con la limpieza de corazón; con el :rmor humilde, como la cosa más natural del mundo, a todo hombre (luc encuentra en su camino: con Ia 'r
s7
la dirección de los apóstoles cuya cabeza es Pedro, como grupo
bajo
independiente do la -gsinagoga. Prevé y mira cara a cara la muerte que
le harán padecer los dirigentes de fsrael y la autoridad romana, explicándola como muerte sacrificial por
el
pecado de1 mundo, libremente
aceptada. Después de dos años de intensa actividad, muere el t4 ó 15 de nisán (alrededor del 7 de abril), probablemente del año 30. Padece
la
muerte de -+cruz en ferusalén traicionado por sus amigos y condenado por los poderes político y religioso a causa de su pretensión do ser el Hijo de Dios por antonomasia y el portador de la salvación. A los 3 días, su tumba, que había sido vigilada y sellada por sr¡s enemigos, está vacia. Sin embargo, El so aparece a sus discípulos, hasta a más de quinientos simultáneamente; apareco lleno de vida, con su cuerpo, aunquo glorificado (->resurrección do Cristo, -+ascensión de Cristo a los cielos). Deja fundada, como obra
suya, una comunidad de creyentes que tienen fe en El corno Señor y Rodentor, en virtud de su Espírittr
i5n
Jex¡ucristo Jesucr¡sfo
Santo. Reconociéndolo así, quedan reunidos, bajo
la di¡ección autorita-
tiva del colegio apostólico unido en Pedro, por la fe en su verdad que
anuncian los apóstoles por encargo suyo; por la unidad del bautismo, en virtud de la cual, como sacramento de la fe, se entra a lormar parte de la comunidad al profesar el miste-
rio de la Trinidad; por la oelebración comf¡n del banquete eucarístico, en el que por -)utatnnesis sa teciben su cuetpo y su sangre y se
actualiza su muerte de cruz; por la
expectación de su ->segunda venida (-+parusia), en la que tendrá que aparecer con toda claridad la maje+. tad de Dios, que con su vida, muerte
y
resurrección se ha hecho ya rea-
lidad incorruptible en el mundo.
III. Lo El contenido más profundo que Crisfo reveló de
sí
mismo.
do la vida de Jesús reside en la naturaleza de su protagonista y en lo que Jesús l'ue revelando con claridad creciente acerca de ella. Se reconoce verdaderamente como hombre, adorando a Dios, a cuya incom-
prensible voluntad se somete, ex-
prorr()gativa e.'
y cuyo sitio cstá a la derecha del Pad¡e. Cicrlamcnte, las afrmadre
ciones de Jes(rs acerca de sí mismo
en el evangclio de s¡rn Juan y
la
cristología de san Pablo están formuladas de una manera distinta, más metalísica quo cn los sinópticos (cf. -+Hijo del hombre, ->Mesías). Afirmaciones tales como la preexistencia de la persona quo da testimonio de sí misma con anterioridad a su existencia terrenal, unidad con el Padre. posesión del espiritu personal de Dios que opera libremente, po-
la '->doxu divina y de la vida <> de igual manera que el Padre, afirma-
sesión particular de
ciones inmediatas del nombre de Dioo predicadas de Jesús. Pero estas afirmaciones, en cuanto a contenido, rro van más lejos que las pronunciadas
por Jesírs en los sinópticos. La credibilidad de este autotestimonio la Iunda Jesús en la incomparable dignidad y santidad de su vida, en los ->milagros quo realiza y en el hecho de su resurrección. Este testimonio de
puesto a todo lo que encierra en sí el destino del hombre. Pero también sabe, y lo dice, que es el Hijo por antonomasia del Padre, y que se encuentra con respecto a su Padre en una relación que sólo a El Ie corresponde con absoluta irrepetibilidad, a diferencia de todos los demás hombres. Se conoce como aquel en el que se decide el destino eterno de todos los hombres, ya que todo 1o que se hace es algo que está en pro
mismo queda ratificado por Ia luerza misteriosa una y otra vez vivencialmente actuada que Jesús
Tiene el poder de perdonar Ios pecados, poder que es abiertamente un derecho de Dios. Se conoce como señor de la legislación divina y como cabeza y señor de Ia Iglesi,a de Dios, como juez de la historia del mundo, señor de loo ángeles, unigénito del Padre, con la
religiosa de opiniones entre Cristo y el Padre (así -+nestorianismo. y más tarde la teologia liberal dc Jeshs), la Iglesia (concilios de -)Cal-
o en contra de El.
-359
sí
la conciencia de los hombres desde hace 1900 años.
viene ejerciendo en
III. Forntul.acione's dogmrüicos de lo quc Cristo reveló de sí mismo. Para preservar a las afirmaciones
de Jeshs sobre sí mismo de
toda deformación y simplificación, sobre todo en orden a una mera unidad
cedonia
y +Éfeso) ha desarrollado
esta doctri¡a (teniendo presente el misterio de Ia -rTrinidad der Dios) y la ha formulado asf: la segunda 160
|cr\r)n¡r rlo l¡r Santisima T¡inidad, el
llil,r rlcl l'adre, su divina Pa.labra I ,l ogos). que desde toda la eter-
también hoy existe el Dios vivo y el verdadero hombre, dueño de u, iig_ nificado eterno; mientras se crea que
nrrl:rtl cstá en posesión de una natur:rlc¿l diviua comunicada por el pa_
Dios y el hombre tienen algo (o mejor dicho, rodo) que ver entre si. Las expresiones susceptibles de
otra humana de manera inseparable e inconf usa, es realmente Dios y. hombre a la vez (Dz 14g)l misterio do fe en el más estricto de los sentidos. Por eso, su realidad no liene rurda en común con la idea milológica de un Dios que aparcce en la
car lo que siempre sigue siendo cria_ tura, Ia [e incarnatoria tampoco tiene nada que ver con las ideas procedentes del Oriente asiático, ya que
rlrc lsimbolos do fe: Dz l4g 224. .")t). ctc.), ha tomado en el tiempo entenderse erróneamente de un modo rr¡r:r r¡¿rturaleza humana de Maria: mitológico (<», <ostática) una naturaleza diüna y de dar carácter definitivo y de ratif-
tierra disfrazado o revestido de homlrre (a no ser el anhelo del hombre por nn acercamiento a Dios, que sólo a un ateo puede parecer sospechoso y que se satisface en el caso de Cristo, mientras que en la mitoIogía queda en un vago fantasear). L.o que distingue a las dos concepciones es la historicidad de Jesús y _imposibilidad do que haya Irsrones
l.a
con-
acerca del Dios infinito cuya palabra, siendo verdaderamen_ te divina, asumió una re.alidad auténticamente humana oin destruirla, a di[erencia de esa multitud de dioses concebidos como principios pen;onificados do los distintos poderes in-
tlamundanos que se oponen entre si y carecen de un lugar delimitado
cn el que hagan su
<
Puesto que en Jesús no se trata de una cuasinaturaleza celestial (intelpretación errónea de Ios evangelios que ya quedó superada en Ia Irrcha contra la -+gnosis. el ->do-
en todas éstas la <
en el ámbito de Io propiamente de
lo
carente de esen-
cia. que se desvanece después de haber aparecido (y, por tanto, puede repetirse indefinidamente). De esta manera, el misterio de Jeshs consiste en estar situado a ambos lados de la frontera que separa
a Dios de la criatura:
Jesús Á eI hombre. Si se entiende la esencia del hombre como abierta trascendencia sobre el
Hijo de Dios y el Hijo del
ser absoluto de Dios,
trascendencia
que sólo puede cumplirse en la asu-
mida autorrealización personal
del
hombre, entonces la encarnación puede aparecer como la absoluta y su-
prema plenificación (libre, gratuita, irrepetible) de lo que el <> significa en str significación radical. Y la <> de Cristo puede aparecer como aquello que llega a ser, cuando Dos, en su palabra, so enajena ¡z vacia expresándose rigurosamente en lo <> (de la creación. Jesucristo es así la cumbre de la
ecLísmo, -)monofisismo, -->arrianisn)()). tampoco la doctri¡la de la
creación; como miembro de Ia hu-
tologización, mientras se crca que
-+mediador entre Dios y la criaturaY en cuanto no se Ie puede pcnsar
crrcarnación necesita una --+desmilr,l
manidad, es
su Seño¡ y
cabeza,
362
Jotinica (teologie)
Jesucristo
a é1, en su humanidad, sin el mundo como su mundo-en-torno, en la
realidad efectiva de esta <
-en entre Dios y su mundo, diálogo creado en la libertad, queda ya concluido con la decisiva y riltima pa-
labra de Dios. La realización moral de Cristo tiene una infinita significación por la dignidad de la Persona divina. Su obediencia, que se hace realidad en la entrega total por la muerto a la disposición del Padre
y
que Cristo ejercita como
cabeza
do la humanidad, es la -+redención del mundo. Quien escucha el mensaje do Jeshs y le cree, quien cree en El, éste comprende que Dios no sólo se conta-pone frente a la cria-
tura con su libertad omnipotente, poniendo a la criatura en su propia libertad, sino que ha querido llamar
al conjunto de su creación a participar en su propia vida y en la gloria cumplida de sí mismo, por el hecho de que su propia Palabra vivió en el mundo como totalidad
espiritual corporal
y
e
incorporante,
que esta totalidad era la realidad propia de la Palabra. La fe de los cristianoe consiste en creer que todo esto, de lo que depende la suprema salvación del mundo, ocurrió precisamente en Jesfis de Nazaret y,
por lo tanto, que su doctrina y su ospíritu son la verdad absoluta y la
vida para lor hombres, que su muerto es la redención misma, que la plenitud del mundo consiste en la definitiva revelación de esta cercania inigualable entre Dios y la criatura
ticarncnte do manera existencial Ia l'e en la cncarnación del Verbo de
Dios. Si alguno, mirando a Jesus, a su cnlz y a su muerte, cree verdaderamento quo Dios,
cl Dios vivo,
le ha dirigido la última y
decisiva
mirada. la palabra irrcvocable, la palabra que todo lo envuelve, que lo dice todo, y oi creo que allí Dios
ha liberado del cncarcelamiento y tiranfa a que le someten los exis-
le,
tenciales do su existencia truncada, obstruida, culpable y entregada a la muerte, cree algo que sólo es real y verdadero si Jesús es todo lo que la fe do la cristiandad confiesa de El; cree. lo §€pa o no reflejamente, en
encarnación do la Palabra dc Dios. Por lo tanto, no se niega el sentido de la formulación, que en cuanto al contenido es acertada y que, por otra parte, es la base eclesial y sociológica del pensamiento
la
y de la fe comhn. Puede ser que al-
guno haya encontrado en su camino a Jesucristo sin saber quo aprehende a aquel en cuya vida y muerte ee sumerge como en propio destino bienaventurado y redimido.
La gracia do Dios y de Cristo
re-
siden en toda realidad imaginable
como misterioea energía, y por eso no es tan fácil tratar de captar algo sin que de alguna manera tenga uno que habérselas con Dioo o con Jesu* cristo. Aquel que aun alejándose de toda -+revelación formulada explicitamente con palabras, acepta con calla.da paciencia (todavla mejor: con fe, esperanza y amor, sea cual
el
nombro que quiera dar a estos conceptos) su ser concreto, es decir, su humanidad, como el miste-
sea
rio quo oncierra en sl el misterio amor eterno
y
del
quo comporta la vida
en el seno de la muerte, ése dicc
(->cristianismo). Puede ocurrir que alguien recha-
<>
teológica por no entenderla bien, y, sin embargo, ejercito fiducial y autén-
su entrega desmedida a lo inmensurable, porque Dios ha llenado real¡1ente ese misterio con lo auténti-
co la fórmula do la -)cristología
363
a algo que tiene Ia forma
de
364
camento inmenso, con El mismo, al haccrso carne la Palabra. Por tanto, tun sin saberlo, ésto dico sl a Jesucristo. Pues el que se libera y se lanz:r al espacio infinito, cae en la proli¡ndidad que existe realmente, háyala o no sondeado é1. Qüen acepta totalmento ser hombre (y sigue sin aclararse quién es el que verdaderarnento lo hacc), ha aceptado al Hijo del hombre, puesto quo en éste ha aceptado Dios al hombre. Si en la Escritura so dice que el que ama al
prójimo ha cumplido la ley, quiere
decir que ésta es la verdad frltima, ya que Dioo se ha convertido en este
prójimo. Así, en cada prójimo acepta
y
cercanfa
so
ama a la vez una máxima
y una lejanía máxima.
Joánl,ca (teologia). Se llama asl a inspirada,
la doctrina revelada e
propuesta en el evangelio y las tres opístolas de Juan, de algfrn modo también en el Apocalipsis, y que representa una parte constitutiva esen-
cial del NT; por consigüente,
es
también parto constitutiva esencial dol cristianismo. La amplitud del horizonte abarcado, dentro de una
relativa pobreza de vocabulario, y la profundidad con que se reduce el keriema a proposiciones teo-lógicas, que son sobre todo antropologla,
la teologla joánica algo único en la teologia de la Igle-
hacen de
sia primitiva. Sin embargo, hay que considerar, a este respecto, que esta teología no puede separarse de las palabras originariamente reconocidas
como palabras del Señor; que es, con todo, compatible con las proposiciones de los sinópticos y do la teología paulina (-+paulina [teologíal), dentro do todas las diferencias de terminologla en casos particulares. Esto se va concediendo de manera progresiva incluso por parte de investigadores
no
católicos.
Como rasgo fundamental de la 365
teologia joánica puede tal yez f,rv
ponerse el siguiente, En ella,
la
Igle-
sia primitiva, ante el nuevo y más extenso mundo al que se vio trasla. dada desdo Jerusalén, llega de mane-
ra refleja a su forma sistemática más madura. Asi, esta teología es de capital importancia. Da noticia del Dios, quo es Espíritu, Luz y Amor; del Hijo unigénito, muy amado, enviado por el Padre a la carne, para que los que le aceptan en la fe renazcan como hijos del Padre; para que vuelvan a Dacer aqul y ahora, plenoe de luz y de gracia, si bien destinados a una asociación más estrecha con Dos, en la gloria quc so asignó aI Hiio en su retorno a la divinidad. Todo lo constrictivo y particularista €s ajeno a esta teologla. Describe el cuadro luminoso de uo mundo nuevo en medio del antiguo, sumergido en las tinieblao. Su novedad so manifiesta en el amor en la alogrla. Dios mismo quiere atraer todas las cosas hacia si. Esta teología lo es de la Iglesia en el sen-
y
tido más profundo, pues supone la jerarquía y el respeto que merecel
y preceptos como disposiciones, a la vez que se los acepta como camino, aunque la atención no se dirija en reflexión directa
Ioe sacramentos
a
estas cosas, sino
al Dios que se
comunica en Jes(rs; a la Luz en si y no tanto al destello quo lanza o a las sombras que se le resisten. Partiendo de la conciencia de que el juicio ya ha tenido lugar, de que la Vida vive ya en los regenerados y de que éstos forman una comunidad do herma¡roo basada en el amor, la
teología joánica carece de aquella polémica agresiva que puede encontrarse por ejemplo en la teología paulina" Para esa mirada llena de expectación cierta ante el reencuentro con el Señor, resulta incomprensible todo lo que niega ese retorno y quiere persistir en Ia carne. 366
.Iudaismo
y
Juiclo final
mistianimro
y cristisnimo. Podria el judaísmo como la parte do la humanidad que on la época histórico-salviñg¿ dsl -)Antisuo Testudaísmo
defini¡se
tamento quedó constiü:ida como pue-
blo por medio de la
intervención
historica de Dios, la -+elección y conjunto, a pesar de todao las apariencias de secularizaci6n, siguió siendo un pueblo por
la -)alianza. En
la conciencia de su elección, de la peraruza
en la salvación y de
es-
la
promesa concrete de Dios. Con resa la teología de este pueblo queda ya algo indicado en los articulos -+Antiguo Testamento, -)elec-
que los cristianos cayera[ sobre los judíos y como cristianos cometieran injusticias indescriptibles con los «ase-
sinos de Dios>> (con motivaciones pseudoteológicas y pseudorreligioeao). Hoy comienza a brotar una teologia cristiana y católica quo elimina de raíz la actitud hostil frente al judaismo, de acuerdo con la teología de la historia de la salvación. Tal teologia tiene que partir de la <>,
de Ia
logo
<
amargura» del teó-
<
Pablo, quien
de-
pecto
seaba <
ción, ->alianza,'-+si¡¿gega, -)ley. Jes{rs, judío, nació de este pueblo,
Cristo en lugar de sus hermanos>>, los judíos, <>
nació de una virgen judía llarnada María, fue circuncidado según Ia costumbre de este pueblo (--+circuncisión), oró en el templo nacional de Jerusalén. Quiso también
Semejante teologia tiene que par-
tir
también de la visión escatológica esbozada en Rom 9-11, en la que Pa-
blo ve asimismo
retrospectivamente
cómo Dios deja a los judíos y paganos hacerse inobedientes, para apia-
también la suya. A ese pueblo pertenecioron sus discípulos, los doce a
darso do todos ellos, para llevar a am-
plenitud
pueblo, cuya Sagrada Escritura era
El llamó para dar carácter oficial a sus reivindic¿ciones sobre
quiene.e
su pueblo, sobre las doce tribus co-
mo pueblo de su
progriedad.
A
di-
cho pueblo amenazb con amor solicito y a este pueblo perdonó tam-
bos a su -)basileia en medio de una mutua rivalidad salvadora (d. Mt 23, 39). La escisión, ahí yacente, consiste en que los cristianos reconozcan como su Señor a[ Jesús proccdente del pue-
blo judlo, mientras que los
judios
necesario quo sucediera. Era el camino humano o histórico necesario para hacer saltar las fronteras del pueblo elegido en dirección a la humanidad total. Sin embargo. tal separación
piensan que no pueden creer on El; es una diversidad de opiniones meramente <>, entonces ese cristiano se robustece en su esperanza de que, tras el <
nunca debia haber dado ocasión a
te a Jesús. pudiera haberse esoondido,
bién
al mori¡ en Ia cruz, «porque
no saben lo que haceo> (Lc 23" 34). De este pueblo se a¡rartó la Iglesia primitiva y fue también por él rechazada, porque confesaba a Jesfis como Hijo de Dios (d., con respecto a esta nueva situación teológica,
-)Igle-
sia, -rNuevo Testamento). Esta
se-
paración fuo algo inevitable en Ia historia de la salvación, algo que no hu-
biera «debido>> suceder, pero que era
367
Juicio (final). Hay que considerar
al juicio en conoxión con Ia consumación del mu¡do y de la historia como trfalidad. Asi se verá claramentc que
Ias afirmaciones
y no
368
neotestamentarias,
que vinculan estrechamente el juicio con la -)parusia (Mt 25, 31-46; Mc 14, 62) en el -rdía del Señor y con la -)resurrección de la carne (Mt 10, 15; 11,2l ss y paralelos), entran den-
tro de las
afirmaciones esenciales
acerca del juicio. Por una parte
esta
implica como
momento interno suyo, la radical revelación de que la historia total del mundo ha sido libremente llevada a su perfección; por otra parte, esa consumación no es simplemente el resultado de la -)evolución inmanente al mundo. puesto quo depende de la ordenación soberana de Dios. que no sólo pone la dinámica hacia la -+terminación, sino la terminación misma; por esto se habla de juicio de Dios. En cuanto la citada consumación queda esencialmente determin¡da a fin de cuentas en su propia peculiaconsumación
2 ss).
la ley de dicho
llevar
a
(Rom 9,
aurlque implícitamente, un <r mayor y más definitivo. Esperanza apoyada en quo muchos que no conocieron el nombre de Cristo han encontrado ya a óste para salvación suya.
ridad por la entidad y la obra de Cristo, debido al -+cristocentrismo
de toda la realidad en todas sus dimensiones, recibe el nombre de juicio de Cristo. En cuanto afecta a todo
en absoluto, en referencia
y
mutua,
precisamente como consumación en orden al carácter definitivo tanto tlel bien como del mal. se le llama juicio universal. En cuanto consumación definitiva que pone fin a la historia, recibe el nombre de juicio final.
í. Magisterio cclesíastico. Los símbolos do la fo dan testimonio de un it¡icio universal (<
El
concilio de Florencia enseña la existencia de un juicio particular del individuo, que sigue a la muerte (Dz 693). Acerca de éste, cf. especialmen-
to
-+muerte.
II. Problenuilicu f cológicu. Esta problemática reside en la determinación de las relaciones entre juicio universal y juicio particular. La esencia del hombre condiciona una unidad dialéaica de afirmaciones acerca del hombre uno, cuyos momento.s ni pueden confundirse entre
sí
ade-
ni
pueden atribuirse sin almás a las dos <> (cuerpo
cuadamente,
- es ma) del hombre. Cada hombre un ente espiritual, irrepetible, en si mismo sub,sistenle. es decir. que no puede reducirse a un simple momento do la totalidad del mundo y de su
historia. Ente espiritual y, a la vez, natrraleza mundana oubsistente en la materia, esencia ligada al destino
del mundo. De forma
correspon-
diento a la inseparable unidad dialéc-
tica de estos dos grupos do afirmaciones,
la
consumación de esto hombre
uno sólo se puede explicar en principio a base de dos afirmaciones que se enfrentan
y
emparejan dialéctica-
mente: en las proposiciones de una escatología individual y en las de una escatologla cósmica. La pretensión
moderna de llegar a una escatología meramente individual por medio de la -)desmitologización, no hace justicia a la esencia del hombre. De la misma manera, tampoco es justificada la tendencia que, p. e. j.. se abre paso en la teología protestante. pretondiendo superar una escatologia individual en beneficio de una escatología cósmica en la que el particular sólo es un momento do este acontecimiento. Sin embargo, tampoco es
justo intentar partir clara
y
adecua-
damente los momentos materiales (no formales) de la consumación una del hombre uno, en d<¡.s acontecimientos 170
Juicio final separados entre
sí por una
lejanía
temporal sin conexión recíproca alguna,
Y
esto porque
la
consumación
del hombre en cuanto entidad cósmica (-+resurreción de la carne)
de str concopción era incapaz de padecer, inmortal, o imperecedero. Para una mayor aclaración de la doc-
trina. cf.
voluntad perpetua constante de dar a cada uno lo
Justicia es
un momento de la consumación de su individualidad corres-
y
pondiente, do tal r¡ranera que incluso como espíritu sólo queda consumado del todo en ese acontecimiento. Y,
lorme
es también
al
la
consumación del hombre singular, tal como él es en
contrario,
cada caso partlcular (-)visión de Dios), es un momento de la historia cósmica del mundo. Esta relación fundamental entre
lo
diverso, aun-
que no adecuadamente separable, dentro de las aflrmaciones propias de la escatologia universal e indi-
vidual, se da tambÉn entro el juicio universal y el particular.
IlI.
Proposiciones neotestomenta-
rios acerca del jnlcio. Entro éstas, y teniendo en cuenta las considera-
-rmonofisismo.
suyo>>
<
(Sto. Tomás de Aquino). Cona la doarina clásica de las
ürtudes (+virtud), es Ia
segunda
virtud cardinal, que tradicionalmente se subdivide err tres clases distintas deducidas de las relaciones de la vida en sociedad. o) Justicia conmutativa, que afeúa a las relaciones de los particulares ent¡e sí. á) Justicia distributiva, que rigo las rela-
la
sociedad, familia, Estado, Iglesia, con sus miembros singulares, do manera que se dé a éstos
ciones de
una participación en la
sociedad.
c) Justicia legal, que regula las relaciones de los particulares con la sociedad, de manera quc el particular quede subordinado al bien comfin.
ciones teológicas precedentes, p{¡ede decirse quo no tienen carácter metafórico las siguientes: es del todo im-
Incluso conforme a su rango, la jus-
posible calcular
puede separase del amor, puesto que Cristo ha exigido algo más que el respeto a los derechos objetivos intransferiblcs (siempre se es deudor en lo que se refiere al amorl Rom 13, 8). El concepto blblico de iusticia viene
por
anticipado el
juicio (Mt 24, 43-51; Lc 17,
El patrón quo
20s).
so utilizará en el jui-
cio será la actitud tomada frente
a
-+Jesucristo y la -+caridad efectuada en üda (Mt 25, 3l-46 18, 23-35). El cristiano puede mirar al juicio con confianza (l Thes 5, 3; Gal 5, 5;
3l-39;
I
I
Cor 6, 1-5; Rom 8, l. Petr 1', 8 s; Ioh 5, 24). Los
Col 3, 4;
quo ocupan cargos eclesiásticos tienen
que contar con un juicio riguroso (Iac 3, l).
Julianilag secta monofisita,
de
hacia la primora mitad del §. vI, fun-
dada por Julián de Halicarnaso. El nombro de aphthartodoketas (o aftardocetas) les vieno do la palabra griega aphthartos : imperecedero; puesto qu€ sostenlan quo el cuerpo do Cristo desde el primer momento 371
ticia es la virtud moral más elevada. AsÍ, en su realización cristiana, no
determinado por la ->ley. Tanto en el AT como en el NT se admite sin
más que hay justos que cumplen la voluntad divina, temiendo a Dios y amando al prójimo. En el AT, el término «justos>> designa también a los pobres, oprimidos y perseguidoa. De todos modos, el NT contiene el mensaje de la justicia que hace al hombre verdaderamente grato a los ojos de Dos, y quo Dios comunica al hombre
que no es sino el aprestamiento establecer
la
a
relación correcta con
lu criatura; es decir, la relación
corresponde a ambas esencias. La hni-
ca noÍna de la justicia de Dios es la propia voluntad santa do Dios, quo se identifica con su misma esencia. Dios, en su --)creación y en su -->gracia, hace al hombre objeto verdadero de su trato, dejando a salvo
la +libertad de la criatura, ya que Él mismo la produce. Por lo tanto, la voluntad divina frente a la criatupuede ser o justicia de Dios o también -+misericordia. La jusücia
ra
de Dios no le
<
a
determi-
nada actuación, como serla exigir una -)satisfacción completa. Dios puede, con plena libertad, o bien responder a la culpa permitida dol hombro juzgándola y valorándola como contradicción a su santa voluntad, o bien premiar como «justo juez» el -)mérito donado a través de su gracia. Que el hombre no pueda disponer de Ia unidad de misericordia y justicia de Dios prueba la divinidad de ambas propiedades. Según la re'
velación se no9 hace justos 1+justificación) y ast participamos de la justicia de Dios como santidad de su esencia. Con ello Dios revela oómo a la vea es misericordioso y justo; puesto quo nos transforma en regenerados frente a los cuales su amor es también esencial te justo.
y
verdaderamen-
fustiñcacióru Según
la
doctrina
católica, so llama justificación al pro-
ceso en ol que Dos, por medio de la obra de su amor, pone al hombre
en aquella relación (con El)
que,
gracia:
-+it¡stificación.
como Dios de la santidad, requiere del hombre y que, como Dios donador de la gracia, está dispuesto a regalar. Diros lo lleva a cabo al hacer
Jueticia ile Dioa. En teologia, propiedad moral de la voluntad de Dios
al hombre partícipe de la naturaleza divina (2 Petr 1, 4). Esto acontece también en cuanto que Dios hace
por razón de la fo de la
3V2
371
inhabi
ta
r
(
-+ I racia,
- *::::"t:
ción de Dios) en lo profundo de la esencia del hombre, eficazmente y divinizándolo, a su propio -+Espíritu Santo, como Espíritu de Ia ->filiación divina (Rom 8, l5), de la +libertad (2 Cor 3, 17) y de la santidad (-)santidad del hombre, ->santidad de Dios). Acontece también eD cuanto que testifica al hombre, por medio de la palabra de fe y del signo del sacramento (-+bautismo), esta nueva creación en la que se cree aunque todavía no puede ser reflejamente comprobada. Esta justicia que no sólo no es im-
putada de manera meramente jurídica (Dz 792a 821 1925), sino que nos hace juetos (Rom l, 17; 6, ?-O; 8, l0; I Cor 15, 17ss; Gal 5, 5; Eph 4, 24 e.p.;
bz
799), es
a la vez
perdón
de los pecados (-)pecado original). La voluntad divina do justificación
es-
tá fundamentalmento presente en el
y es escatológicamente irreyocable y cierta en virtud de la encarnación del Hijo de Dios (rJesucristo), de su muerte y de su resurrección. Que esta voluntad salvífica de Dios queda donada al hombre en Jesucristo, es objeto de la ->fe. Que esa voluntad afecta de manera eficaz precisamente a un individuo determinado, a pesar de su pecabilidad, con la qrre culpablemente aunque incon-
mundo
fesablemento puede cerrarse al amor de Dioe. es objeto de la -+esperanza, y no de una @rteza refleja de su propia salvación (-)salvación [certe-
za de la propial). I-a obra do Dios en la justificación no es un atropello do la autorrealización libre del hombre (Dz 7n U4 815 819) sino que llega a su eficacia precisamente en el acto libre de la fe, esperanza y caridad con qus se acepta esa autocomunicación diüna. Por esto, esa -)justicia donada por
Dios y aceptada se pierde por Ia
ce-
rrazón gravemente culpablo del hom174
Justificación
aconhombre, en-
tece como suceso en el tidad histórica, Ia justificación es ver-
1a la justicia de Cristo. Esta imputación forense es meramente oxterna; el pecador sigue siendo -)simul iastus et peccotor y la justicia no se ha
daderamente tránsito radical del es-
conve¡tido en algo propio del peca-
bre ante el amor divino (Dz 808 837).
En cuanto que la justificación
tado de pecado al de justicia, y no coexistencia dialéctica de pecado y justicia; y esto por más que el hombre siga afectado por el pecado (Dz 792; -+concupiscencia), no sea qrpaz de una reflexión cierta sobre su estado ante Dios (Dz 802), peque todavía (Dz 833) y en estos tres aspectos siga siendo el que huye de su propia perdición en dirección a la gra-
cia de Dios. Por razón de la
his-
toricidad do ese hallar la salvación, pueden preceder a la justificación actos preparatorios posibilitados por Dios (fe, -+contrición imperfecta [Dz 7981) y puede también reclamar y más
dor. Frentc
a ella, el
concilio
declara que el pecador es justificado incluso intrinsecamentc (Rom 8, I e.p.; Dz 821). Con todo, aquella doctrina tiene también un sentido católico, puesto que, de acuerdo con la Escritura, hay quo sostener que es en virtud de la gracia de Cristo por 1o que no s€ nos tienen en cuent¿r nuestros pecados (Rom 4; Gal 3, 6; 2 Cor 5, 19) y por lo que nada hay en e1 pecador que sea fundamento de la justificación. Sí esta teoría se considera conjuntamente con
la
doc-
trina católica de la pecabilidad per-
totalmente para los hombres la conservación y aumento do la justifica-
manente del justificado (Dz 106 ss 802 805 810 833 e.p.), y también con la teoría hoy defendida a me-
buenas).
nudo en el campo protestante, de que dicha doctrina recalca la gratuidad y sobrenaturalidad de la justificación.
cr'ón (Dz 834; ->mérito, -robras
Justificación por la imputación de
la iusticia, es el nombre que
algunos reformadores (Lutero, Melanchthon) dan a su manera de entender la
->justiflcación. Segfin ella, Dios no imputa ya al pecador sus pecados. porque en la justificación se le impu-
K
de
Trento, apoyándoso en la Escritura,
sin negar que el pecador se haga real y verdaderamente justo, la justiñcación por imputación de la justicia no aparece hoy día como un punto que diferencie realmente a los cristianos católicos de los no católicos.
Kaire Designa en la filosofía griega una crisis dentro de una ex-
periencia temporal, en la que el hombro interpelado tiene quo decidirso históricamente. En la Escritura, kai¡os a el tiempo de salvación docidido y dispuesto por Dios (Mc 1, l5), la plenitud del üempo (Gal 4, 4), Ia última oferta de la gracia de Dios on -gJesucristo a Israel (Lc 19, 44) y a todos los hombres (2 Cor 6, 2). Por consiguiente, es a la vez una ú1tima advertencia del comienzo del
juicio
(l
Petr 4, 17; Col 4, 5). Lo mismo que el -+ahora bíblico, es
kairos una expresión o signo do la
soberanía de Dios, que dispono libremente incluso sobro el -+tiempo.
Kenosis (griego : vaciamiento). Palabra biblico-teológica que quiere expresar la autoenajenación de Cristo en la encarnación, en la acep tación de la obediencia al Padre, en la aceptación consciente de la muerie (Phil 2, 6-ll). Consiste en la renuncia a la manifestación de la -)do-
que Ie corresponde por naturaleza (-)preexistencia de Cristo), en su existencia terrena, que fue existencia de esclavo en beneficio nuestro (cf. 2 Cor 8, 9). .\¿¡,
Kerygma (g¡iego
:
anuncio, lo
pronunciado err la
situación del interpelado. Se trata, pues, del acontecer de lo pronunciado en la situación del oyente; acontecer históricamente perceptible en el decir y en el oir. Y esto como
palabra eficazmente pronunciada en nombre de Dios, que es oida
bajo la acción de la oferta de lo pronunciado (:gracia de la Ie justificadora).
Por tanto, el kerygma es algo más algo distinto de los artículos del -+dogma de la Iglesia, que se adecuan meramente a la cosa; en los cuales la Iglesia no proclama el kerygma, sino que, ejercit¿ndo su
y
-+<>, se limita a señalar las fronteras ent¡e la
verdad y ol error. El kerygma es también algo más que la reflexión humana sobre estos articuios (->teo-
logía). Sin embargo, es norma, Iundamento originario para el dogma y
la
teología; tiene su más
intensa
realización esencial en la palabra de la fe, que se dirige al indiüduo en el -)sacramento, como mani,festación de la salvación de Dios, que se da
cuando se realiza su aparición,
su
<>.
Kerygmática (teologia). Puede reeste nombre toda teologia que pone especialmente su atención (co-
cibir
va aplicación del término neotestamentario, es la palabra que, por razf¡n do una delegación de Dios y de la Iglesia, se dirige a la comuni-
mo debe hacer toda teología) en servir al kerygma de la lglesia,
do»). como palabra de Dios 376
y de manera eflcaz
lo
anunciado o predicado), en una nue-
dad creyente (-+predicación) o al individuo («conduciendo» o <(edifican-
37s
Cristo misrno, hace presente
177
y
de
en hacer que el anuncio del mensaje de salvación de Dios sea más fructuoso y eficaz. Históricamente, se Ilama así a la tesis, defendida cntre
Kcrygm:itica (teologia)
los años 30 y 40 del s. xx, según la cual, junto a la teologia científica
(escolástica) con su objeto formal (Dios con respecto a su divinidad), podria y debería darse una segunda teologla con su objeto formai propio, Ctisto, la cual no sólo reclamaría su servicio a la pastoral, sirro que soría esencialmente distinta de Ia teología cientlfica.
Con razón, esta teología no tuvo resonancia alguna. Toda teologfa tiene que ser teología de la salvación.
Una teologla que en principio
sea
sólo teórica, avital, no debe ni prrede eristir. Con todo, esta teología vio bien un problema fundamental: que la teología especulativa está demasiado poco al servicio de una predicación puesta al dia, capaz de llegar
al hombre de hoy y a su crisis de fe. Deficiencia que lleva a funestos resultados y que procede de la teolo-
gía escolar que se practica en uni' versidades
y
escuelas sufleriores.
Kyrios (griego : señor, dueño) es, en primer lugar. dentro de la traducción griega del AT, el concepto correspondiente a -)Yahveh, pueeto
que no era licito pronunciar este nombre. En el NT y en boca de la Iglesia primitiva es el nombre ponderativo y expresivo de adoración con el que se denominaba por antonomasia a -)Jesucristo; este nom-
bre está ya atestiguado en
arameo
(1 Cor 16, 22). Con Kyrrbs la Iglesia atribuía a Jes{rs el nombre de Dios, confesión que sólo es posible «en el Espíritu Santo>> (1 Cor 12, 3). De
esta confesión de la divinidad de Jesucristo surgió la oposición que
habría de oxperimentar la Igleia tanto por parte de la sinagoga como por parte de los soberanos gentiles.
L l,¡rlcranens€s (cpncilioe). De los t,rncilios celebrados en el palacio ro-
de Letrán (I: ll23; l: 1139; : ll79; w: l2l5¡' v: l5l2-17), ticnen importancia teológica el tv y cl v. El iv concilio Lateranense,
rni¡.no ¡
¡r
xrr de los
el
ecuménicos,
s€
reunió
pontiflcado de Inocencio tIr, del 1l al 30 de noviembre de 1215. Definió, contra los albigenses, Joaquín de Fioro, etc., la doctrina ortodoxa acerca de la -+Trinidurante
dad. -+Jesucristo y de los sacramentos de la eucaristla (-+transubstanciación), bautismo y penitencia (Dz 428-433). Promulgó el precepto eclesiástico de la confesión y comunión pascual (üz 437). El v concilio Lateranense,
xvIII de los
ecuménicos,
tuvo lugar on tiempos de Julio rr y León x, del 10 de mayo de l5l2 al 16 de marzo de 1517. Definió la indivitlualidad e inmortalidad de las
-ral-
mas particulares, contra las
tesis
dcl neoaristotelismo (Dz 738). De los sinodos no universales reunidos en Letrán, tienen importancia el
del 313, contra el -»donatismo, y
ei del 649 contra el -+monoteletismo
(Dz 254-274). Lex orandi, lex credendi es Ia formulación abreviada de una proposición contenida en el lndiculus dt sratía Deí (Dz 139). Traducida literalmente, dice: La ley de la oración es la ley de la fe. De ahl se sacó
posteriormente el principio teológico de que la -)liturgia es una norrna
tle Ie, testimonio de Ia fe infalible de la Iglesia (orante). Este princi-
pio teológico hay que interpretarlo
179
380
381
corectamente. Cuando la liturgia no quiore hacer oxplícitamente una afirmación dogmática o no la supone o ejercita claramente, no es lícito deducir do ella proposición dogmática alguna, Asimismo, la liturgia no
quiere proponer como objeto de la fe cosas que no han sido reveladas por Dios. P.ej., en vktud do la fles-
ta de
san Joaquín, que se celebra el 16 de agosto, no queda dictaminado que el padre de Maria es el Joaquin que aparece sn los ->ap,ócrifos. Hay que observar, además, que la citada frase del Indiculus rro tiene nada qr¡e ver con el principio teológico fundamental, deducido posteriormente de ella, de que la liturgia es una noflna de la fe. La fraso dei Indículus afrma más bien que de la necesidad do
la oración de petición
fluye la obligación de c¡eer en la necesidad de la gracia.
Ley, Ordenación dirigida a
los
miembros de una comunidad e impuesta por la autoridad que la rige. Como entidad teológica, desempefla un papel especial en la historia de la salvación del pueblo de Israel.
Loe libros del AT, y especial y casi exclusivamente Gen, Ex, Lev, Num, Deut, forman un complejo de leyes que tienen por trasfondo el pensamiento jurldico del antiguo oriente. Esas leyes se proponen como instrucciones humanas sólo en unos pocos puntos particulares, pero en conjunto se las considera como revelación do las condiciones do la alianza divina con el pueblo de Israel. Los cinco libros enumetados (en griego 382
Ley
fley natural
«Pentateuco») ¡eciben por esa razón,
ya en el AT, el nombre de
<
libro
de la ley>> (2 Reg 22, 8. ll; 2 Par 'A, 14; Neh 8, 3). Más tarde se los llama simplemente «lep> (en ha breo, torah). Su n{tcleo lo constituye el ordenamiento vigente entre Dios e lsrael, asi como también el de Israel con cada uno de sus miembros
(+decálogo, -+mandamietos de Dios,
->alianza,). Siendo ests ordenamien-
to, tal como lo entiende el AT, un orden salvífico, la 1ey en ellos implicada es un don de la gracia de Yahveh que es celebrado en los himnos de alabanz.a (Ps 119). A partir de cierto momento, lo más tarde después del regreso de los judios de la cautividad en Babilonia, permitido por el rey Ciro (55!529), se prohibió toda adición (o supresión) alaley conservada fielmente en el exilio. De todo lo dicho so desprendo claramente que, entre los libros santos de Israel, la ley (si
¡ónimo de <
res, convirtiéndose en noÍna para determinar los libros que era lícito incluir en el -+canon del AT. El judaísmo tardío construye una teología especial de la torah. La torah no es sino la sabiduría misma, es
el tesoro de Israel, que le distingue de los gentiles. Por otra parte, el que no conoce la ley, y no sólo quien no la cumple, so halla en reprobación. Existen grupos que únicamente admiten lo que se encuentran contenido en la torah imperecedera, es
lo
(saduceos, samaritanos).
En el NT se usa el ooncepto <>
de
de manera formalmente idén-
tica a la del NT. Se llama
<
todas las proposiciones reunidas en el Pentateuco, incluidas las prescripciones cl¡ltico-rituales; también recibe el nombre de < el Pentateuco mismo, o el AT tomado en su conjun-
§3
to. Dicha ley ha sido dada por Dios mismo. Sin embargo, Jesris, que se sabe por encima de la ley, la interpreta autoritativamente. Recibe una mayor profundización y rolieve en el mandamiento del amor a Dios y
al prójimo (Mt 5, 23-48; 7, 12; 22, 34-40; Mc lO, 5; t2 28-34; I* fi,
l:r ¡clornl¿r (especialmente en su rebe-
liírr¡ corrlra un derecho canónico [cf.
'¡urlinomismo], aunque también
¡tlcet¡¡b;r a la -+ley natural) y es t¡rrl¡rvfu vigente como reproche a la
n¡rui¡l católica, a la que se acha('¡r n() ser otra cosa que una <<ética It'¡¿lrl>>.
25.29). Las prescripciones referentes a la pureza chltica quedan abolidas (Mc 7, 1-23), residiendo en la abolición misma el verdadero cumpli-
()rro ha de existi¡ un derecho cay unos mandamientos de la y que el Estado tiene deret'ho a promulgar leyes para mante. nr:r o conseguir el orden de la soeicdad, es algo que se desprende de
-»ovangelio de -)Jesucristo rebasa el
rrn análisis de la -»li:bertad humana rrtlccuadamente ejercitada. Esa libert:rd, en su acto libre ineludible, afirrrrtr implícitamente las condiciones
miento de la ley (Mt 5, l7). En el momento en que la predicación del
círculo de los discípulos, se inicia
el conflicto planteado entre la -+Iglesia primitiva y el judaismo. Pablo será el alma de ese conflicto. También para el Apóstol revela la ley la voluntad de Dios (Rom 2, ?i7; 7). Pero se promulgó por razón del pecado (Gal 3, l9), y asi sólo tuvo val'idez como <> hasta la venida de Cristo (Gal 3). Es una maldición si se Ia considera como g¿mino de -+salvación: ésta no puede conseguirse con las luerzas humanas por el cumplimiento de la letra, sino sólo en vir-
tud de la -+gracia de Dios (Rom
3
y 4)" que se nos da en Jesucristo. Sólo en la cruz de Cristo y en el bautismo como muerte con É1, quedamos liberados de la ley (Rom 6, 1-6; Gal 2, 19). Esta refutación teológica
de la concepción de la ley como camino de salvación, no es lícito entenderla,
y
así
lo
muestrafl otras alirmaciones neotestamentarias, como negación de que la fe ha de realizarse necesariamente en todas Ias dimensiones del hombre, y por Io tanto como negación de que la le ha de ser necesariamente operante, actuada en la obediencia y el amor (-+obras). Sin embargo, con la teologia paulina de la gracia no se pone fin a la discusión en torno a
la fe. Dicha
discusión encontró su
actuación peculiar en la teologia de 384
rr'rrrico lgh:sia,
rlo posibilidad de sí misma como alg() que hay que querer, es decir, conlo debidas o necesarias. Sin emh:rrgo, sólo conoco tales condiciones (:n una mediación aposteriorística y, ¡ror consiguiente, dada la historicidad rk:l hombre, en su actuación concre. t¡r debe someterse a una norma que sc le impone de y que, por sr¡ parte, ha de tomar cuerpo históricamente, ha de hacerse visible. Sólo ¡lrcdo hablarse de <<ética legabr cristi:rna donde so considere a la gracia rlc Cristo únicamente como medio lr¡rr:r el cumplimiento de e^sas norma§,
,r se exija el asentimiento a
dichas
n()rmas por razón de sí mismas, intlcpendientemente de su justicia ob-
Ioliva (-)nominalismo). Ir.stor peligros no encuentrari nin,lú¡r punto de apoyo en las proposicio-
r¡cs del magisterio eclesiástico, aun,¡rrc es verdad que no quedan siempre ovil¿¡dos en la catequesis y predica-
t'iírn
corrientes.
l,cy natural. Las estructuras objelivas de la -)naturaleza del hombre, ¡rrcvi:rs a la -tlibertad de éste y posilrilitándola, en cuanto que son implíCil:rrncnte afirmadas de manera trasr t'r¡tlc¡'tl:rl necesaria incluso en el acI85
ll,rlr Vorg l3
to en que
se las niega (en el conocer obrar), implican a su vez muchas normas necesarias objetivadao del proceder humano; en cuanto
y en el
que estas estructuras son voluntad objetivada de Dios, de1 creador do dicha naturaleza, la ley de conducta resultante de ellas se llamará ley natural en un sentido completamente distinto que en las ciencias. La suma de derechos y obligaciones inmediatamento resultante de por si a partir de la naturaleza del hombre, en-
tendido como ento con inteligencia se llama en la ética católica derecho natural. Su mutabilidad o inmutabilidad y su cognoscibilidad son un tema esencial de la ñlosofía griega y cristiana. No todo lo que de hecho se da en el hombre, <
y voluntad libre,
turaleza se le conoce al hombre un ámbito de elementos moralmente indiferentes, en cuanto que por naturalaza está orientado a una actividad por la que el hombre se cambia incluso a si mismo. Sin embargo, aqueIlas estructuras de realidad, que él afirma implicitamente, incluso cuando las niega, por el mero hecho de actuar: su espiritualidad en la ver-
dad, su libertad, su referencia
al
misterio que se llama Dios, su historicidad, la duplicidad de sexos, su referencia social, etc., despliegan to-
da su esencia necesaria, su dignidad
y su obligatoriedad en la ley natural.
En cuanto que esta naturaleza ostá abierta a la absoluta disposición dc Dios (-+naturaleza y gracia, ->po tencia obediencial), las normas de deber que fluyen de la autocomunicación sobrenatural de Dios al hombre en la gracia de Cristo tienen una
dignidad arin superior
y el mismo
grado de obligatoriedad absoluta quo Ia ley natural. Cf., a este respecto, -+moral (teología), ->sermón de la montaña, ->ética existencial. 386
Libertad
Limbo
Libertad. La libertad del homb¡e es necesariamente objeto de la -)antropología, tanto de la filosófica co-
mo de la teológica. El hombre
se
distinguo fundamentalmente de todas las demás cosas en que no <> uncido a una conexión universal de la naturaleza, en una determinación general y total de su realización esencial, sino que está implantado en Ia <>, en lo abierto. Por 1o tanto, so deja a su mano el realizar ias
diversas posibilidades histó¡icas de sí mismo, para encontrar ahi la acuñación de su esencia, Renunciar a esta libertad sería renunciar a ese constitutivo esencial del hombre y, en rlltimo término, renunciar a sí mismo. El hombre tiene que acep-
tar dicho imperativo de libertad
per-
sonal; la libertad < (la <
de su libertad personal, ei
singular encuentra a
hombre su vez a otros
que también <> y que, por tanto, pueden abrirse o cerrarse a lo intentado
por
é1.
Por eso, la misma übertad del hombre no puede quedar limitada, pero sl puedo limitarse el ámbito de la libertad y así su objetivación. La
«libertad de elección», dada con la personalidad espiritual del hombre, os también el presupuesto de
la
esen-
cia de la culpa (-)pecado), ratificado por la misma revelación. Dicha libertad, además, se ejercita incluso en la aceptación creyente
rosa de
la
justificación
y
amo-
y en todo
acto salutifero. D.f : la existencia de la libertad y su ejercicio en el pecado y en el acto salutífero (Dz l60a 348 776 792s 8l4ss 1027s l039ss 1065
ss
1093
ss
1359
ss 152.t l79l
2305 e.p.). IJn concepto de 387
la liber-
tad de elección, como dignidad esencial de la -+persorur, desarrollado
a partir de la esencia del amo¡ de Dios y de la del compañero necesario para ese amor, es lo que da el fundamento para una doctrina de la libertad de concicncia bien entendi-
da, como fundamento también
del
derecho al <<ámbito>> necesario para la realización concreta de la libertad
la
,,rrr,, rleriutollo libre de
,
ülrril¡r
plenitud
por Dios. Esta libert¡¡rl r r¡rli¡rna ha sido ya atrunciada, llrr rluorl¡r(l() fundamentada e iniciada t',,r cl rLrn de Dios en Jesucristo, ,,,ru,' «primicias» (Rom 8,23), aunr¡re irr cncucntra todavia en las conrhr¡l¡rda
r,'ncs do inseguridad
rltr
y
nebulosi-
a toda abolición violenta o injustificada reducción de ese espacio por parte de los poderes sociales del Estado y de la Iglesia (-)tole-
,l'rrl ¡rlopias do la oxistencia humana tr.rrcrrir (Dz 160a 181 186 199 325 /" I c.p.). l'ol cllo corre gran peligro de serrrr tlc pretexto al egoísmo y a la Irrrirvagancia (Gal 5, 13), y en nues-
rancia). Como conce¡rto teológico en sentido estricto y dentro de la antropología teológica, la <> es el kerygma funda-
,le lrr I'uerza externa de los mandarrrt:rrlos y de la autoridad, aunque rct¡uicro sobre todo disciplina inter-
frente
mental del mensaje de Cristo (Rom 8, 15). En él se trata de la libertad como fruto de la ->redención en Jesucristo y como desarrollo del espíritu dado por El.
Esta libertad cristiana dico libera-
ción do
la
fuerz-a determinante del
pecado, del legalismo vacío y de la -+muerte; y, por lo tanto, dice también liberación de la esclavitud bajo los poderes terrenos en general. Positivamente, esa libertad signfica la vitalidad del corazón donada espiritualmente y liberada de sus atadur¿rs desde arriba, que se desarrolla a partir de la revelación y de la comunicación del amor redentor de Dios en Cristo, que tieno su forma fundamental y característica en el amor, como <
y
sobrecargados». Sig-
nifica libertad amorosa en general. no como obra o rendimientc¡
-aunque también esto-, sino como fru-
to del Espíritu (Cal 5.
19), es decir, 388
lr()\
ticmtr)os requiere
la
protección
rr;r. l'lsta disciplina habría que enten-
lrr como la
aceptación libre y :n¡rorosa de ese <
hc tlirigida la libertad propia movi (lir por el amor divino gratuito, y .,c¡r orden>) al cual se pone Ia liber-
l;rt[ :r sí misma. La libertad cristiana, scgirn su esencia, queda determinada t'scatológicamentg al fin de los tiem¡r,xr. Iniciada ya realmente, tiene que (:\pcrar pacientemente, con toda la
rcación, su redención definitiva y tolul de la servidumbre, en la libertutl «le la gloria de los hijos de Dios (ltom 8, 21), enla que ha de deseml)()car nue,stra libertad liberada por t
('r'isto.
Libertad doctrinal.
La
>
tlo doctrina está por esencia orientada :r l:r verdad que se trata en Ia corres¡rondiente doctrina y a sus criterios. l'lr¡ cuanto que la teologia católica, de rrcuerdo a su naturaleza, basa la relloxicln científica en la de la Iglesia, t¡rrc el magisterio eclesiástico afirma crr cl kerygma plenamente autorizado tlo la revelación de Dios en Cristo, el rinrbito de la libertad doctrinal propio rlc la teologia católica queda abierto y determinado por la fe do la Igle-
si¡r. I-a teología católica está ((ataillr)
da» por la doctrina obligatoria del -)magisterio eclesiastico (Dz 2312 s); y por estar (escuelas teológicas católicas persiste dentro de ese ámbito, al que la fe considera como absoluto y, por lo tanto, no restrictivo. sino liberador. La Iglesia sostiene firmemente, contra el -+tradicionalismo, que existen importantes fuentes religiosas de conocimiento fuera do la revelación histórica (Dz 1795): por consiguiente, la teología católica está necesariamente en diálogo abierto y autén-
tico de influencia recíproea con la
manera natural que tiene el hombre de ente[derse a sí mismo y al
mundo (Dz 1799). La fe sabe también que
este diálocausa de la unicidad de la Iuente suprema de toda realidad y todo conocimiento, no puede terminar
go,
a
en una contradicción definitiva y
absoluta (d.f.: Dz 1817), como tampoco puedo terminar en una alteración esencial (d.f.: Dz 1818) del sentido de los dogmas. Pero dic-l'ro diálogo de interrogación mutua y la tarea y tensión dadas con él nunca terminan definitivamente. Por el contrario, como momento de la histo¡icidad permanente del modo de entender la -)revelación, tal diálogo pertenece a la esencia de ella; así, por Ia misma esencia do Ia teologia, obliga a la teología y a la ciencia profana a que mutuamente se concedan Ia posibilidad de estudiar cada una con sus respectivos métodos, dejando a salvo la fe como norma suprema de todo saber, si bien esa norna pone al saber profano en su propia libertad Cf. -+ciencia y teología.
Limbo (del latin lintbus : borde, linde). Término técnico teológico, que designa un lugar o estado, en el que hay que pensar que se encontrarían Ios muertos a los que no les hubiera 390
Limbo
Lyón
ni la beatitud ni
la
dcndí). Se4lún Hebr, Jesucristo es el
condenación. Se distingue entre limbo de los padres y limbo de los niños. En el limbo de los padres, todos los justos del AT y los gentiles piadosos tuvieron que esperar la apertura del -+cielo por Cristo (puntos de apoyo en Lc tr6, 22) I Petr 3, 18 ss; -+inflernos [descenso de Cristo a los]).
sumc¡ sacerdote de la liturgia; segrln el Apoc, se tributa adoración a Dios y al Cordero con un ceremonial so-
caÍdo en suerte
El limbo de los niños, en el que estarían los niños que murieron sin el bautismo y que, por razón del -+Pecado original en ellos pelsistente al
morir sin ese sacramento, se verían privadoc de la -+visión de Dios, aunque gozarian de una especie de felicidad natural. La doctrina del limbo, sin duda procedente en Primer lugar de las ideas del judaísmo tardio acerca del -->§eol, se extendió sobre todo en la e.scolástica. Actualmonto se discute en teología
la
exis-
tencia del limbo de Ios niños, tanto más cuanto que no hay ninguna declaración doctrinal de la Iglesia acerca do ese tema. Los pasajes en los que se alude al tema, no pretenden decir nada en concreto sobre é1. La investigación científica, todavÍa no terminada, aportó la seguridad de que no se puede hablar de vn -)consensus de los teólogos acerca de dicho problema en épocas anteriores. El problema básico hay que afrontarlo a partir de las afirmaciones sobre la voluntad salvíflca universal de Dios
(-+salvífica [voluntad de Dios]), sobre el -)bautismo de deseo y a parde una teología adecuatir también da cle 'la -+muerte. Cf. -rCartago.
Liturgia (grrego leitourgeia: lo que hace el pueblo; en la traducción griega del AT, el -+culto veterotestamentario) dasigna todo el culto oficial del cuerpo mistico de Cristo, es decir, de la cabeza y de los miembros (asi en la encíclica Iitúrgica de Pío xIl
Medíator Dei, publicada en
1947;,
cf. también -)Lex orandi, lex
391
cre-
lemne. Las partes apostólicas del NT contienen hirnnos, que tal vez se can-
taron en las funciones cúlticas, pero no ordenaciones lithrgicas. Tanto las ceremonias de culto divino como las oraciones se improvisaron en los primeros siglos en forma de banquete conmemorativo de la muerte de Cristo, de funciones religiosas consistentes en lecturas u oraciones, con sermón y profesión de la fe. Las prime-
ras fórmulas no quedan
prescritas
obligatoriamente hasta 600 d.C., en Roma.
t.lcsihslico, quo custodia e interpreta l;r 'r'cvclación en la -)Sagrada Estritrrra y cn la -)tradición, los -+parlrcs tL: la Iglesia y los -+teóiogos; t;r¡rrbión la ->liturgia y el -+derecho r':u¡írnico. Para completar la idea
loci theologici, adelos artículos ya citados, convc¡rdría consultar también -)dogmát ic¡, -tteología, -)epistemología teolr¡rrdamental de rrriis de
Irigica.
(griego
- palabra). Se ilama l.ogos al +Hijo de Dios -)JesucrisL<»gos
trr; Ioh l, l. '1.4 y I loh l. 1. SegÍrn los lugares citados, ei Logos posee preexistencia (-)preexistencia
tle Cristo), está cabe a Dios y
es
Fue el progreso de la teologia lo que hizo fijar el texto oficial, para no olvidar ninguno de los mfrltiples aspectos que hay que tener en cuenta: función mediadora de Cristo, sirnbolismo d¡amático (o de la üda de Cristo o do la liturgia cdestial), vinculación de la anamnes¡s de la muerte del Señor con la memoria de los santos, etc. El filtimo paso a este
l)ios, por El todo es creado; .Él es la luz y la vida de los hombres y se hizo carne. Esto concepto, que no srilo designa la palabra revelada de l)ii», sino también una persona. es tlecir, su relación de Hijo con respecto al Padre (relación de generación),
respecto fue Ia fidelidad a lenguas meramento eclesiásticas, es decir, (
tle ahí primeramente a las especulaciones de un fllósofo de la religión,
:rparece ya analógicamente en la litL:ratura sapiencial del judaísmo tar-
tlio. Con todo, se admite que
pasó
tas>>.
Una verdadera renovación lithrgica no debería conformarse con tra reinstauración de una forma funda-
ol judío Filón de Alejandría, de dontlo Io tomaron los him¡os a Cristo
mental y primitiva, sino que, como en los primeros siglos, debería encontrar la forma hoy requerida en Ia celeb¡ación de la -+eucaristía y en la audición de la -+palabra de Dios. En este sentido, es imprescindiblo un conocimiento y análisis teológico exacto del tiempo presento (-+pastoral [teoIogíal).
ci)ntró acceso al evangelio de San Juan, tal vez en forma de himno que
El
acento que se pone en
la
en-
carnación y en la verdadera divinidad remite a una tendencia antignóstica, pero el contenido de las proposiciones
armoniza con el resto de la cristología neotestamenta¡ia. En los padres de la lglesia de los tres primeros siglos se desarrolló una abundante teología del Logos que, sin duda bajo influjos platonizantes, tropieza con el peligro del -+subordinacionismo; o,
bajo influjos judíos, en el de un -+modalismo. Con todo, a pesar de obscuridad de la terminologia (->hipóstasis, ->persona), siempre se consideró al Logos, incluso entre los padres, como increado, del lado del Padre frente a las criaturas. ->Tri-
Ia
nidad.
Lyón. Ciudad francesa en la
que
so celebraron dos concilios ecuménicos. El t, XIII de los ecuménicos, tuvo lugar del 28 de junio al 17 de julio de 1245, en el pontificado de Inocencio ¡v. El II, xlv de los ecuménicos, se celebró del 7 de mayo al 17 de julio
de
12i74,
durante
el
pontiñcado de
Gregorio x. Este I¡ concilio de Lyón es teológicamente importante. En interés de la unión con los griegos separados, precisó y definió la doctrina
la
tlel cristianismo primitivo; así en-
católica sobre
l.rrc readaptado para
cialmente Ia procedencia del Espiritu Santo (-+Filíoque), y sobro la existencia de los siete -)sacfamentos
cirin al prólogo.
su incorpora-
(Dz
->Trinidad,
espe-
460-466).
Loci theologici. En la teología protestante, donde este concepto aparece en el s. xvr, significa las piezas capitales de la fe, ordenadas desde un punto de vista objetivo. En la teología católica significa las fuentes de conocimionto de la teología: -+magistea'io 392
.194
LI Llaves (¡roder de las). Según Mt 16, 19 a Pedro le fueron dadas las <. Conforme a la concepción del judaísmo tardío, Ias llaves (imagen que está en conoxión con la «entrad») en la ó¿si' leía) están en las manos de Dios, quien las entrega tem¡roralmente a sus delegados humanos (cf. también Lc
4, 25; Apoc 3,7, con Is 22, 22i Lc ll, 52; Mt 23, 13; Apoc 9, l; ZO, 1. 3). Esas llaves significan
do la salvación,
el camino
y no la salvación
misma. Si se confian a Pedro (roca).
esto quiere decir que queda nom-
M
brado administrador dol camino de salvación abierto por Cristo, administrador, con plenos poderes, de
ese
salvífico quo es la Iglesia. No hay que, confundir el poder de Ias llaves con el poder de atar 1' desatar (+atar y desatar [potestad <>
del), puesto que el primero se confiere exclusivamente a Pedro. Esta distinció¡L traducida a la terminología
actual, sería: Ia suprema potestad pas¡oral en la Iglesia la tieno tan só-
Io Pedro; Ia potestad de supremos pastores la tienen también los
apírstoles.
Macedonianismo. Doctrina teoló¡¡ic'a que sostenía que el Espíritu Santo, pensado hasta entonces en una
nrisma linea con el Padre y con el llijo, sin haber elaborado una teolo. gÍa especial sobre su esencia, es sólo tuna criatura, cuya acción nunc:r se propone en la Escritura como divina. El nombre de esta doctrina le viene crróneamento de un obispo de Constantinopla de mediados del s. Iv, llamado Macedonio. En griego se llamaba, a los seguidores de tal doctrina, pneumat omakhen = adversarios del Espiritu. Otros seguidores de esa
la Igle-
postulando absolutamento la fe. Por
lo tanto, la verdad de este
mensaje
de fe históricamente transmitido tiene que quedar incluida en la gracia de Dios escatológicamenle victoriooa
(cf. 1 Tim 3,
15).
tcndencia admitlan que el Espíritu era una entidad intermedia en-
tre Dios
solutamente, no puede menos de te§-
y la criatura. Esta doari-
rrir, originada como consecuencia del
'+arrianismo, fue condenada en el
tiflcar la verdad de Cristo. Pero la Iglesia como totalidad, segfin su cons-
la defendieron 36 obispos.
titución, puede dar testimonio de la verdad de Cristo postulando cate-
Magisterio, o potestad docentq designa la capacidad ---+oncebida julidicamente, inherente a t¿ -+Iglesia con toda necesidad,, activa y exigien-
ción docente, en el episcopado todo. que como totalidad tiene inherente en su unidad la sucesión legítima del co-
r
concilio de ->Constantinopla, donde
tl<¡ obediencia- de seguir testificando l¿r autorrovelación de Dos en Cristo,
t¡Lro comunica
a Dios
mismo. Esta
crpacidad de testificación correspontlo a la Iglesia en cuanto comunidad cscatológicamente definitiva de los (¡rc creen en Cristo, constituida jerárt¡rricamente y con la misión de dar tcstimonio de Cristo. Siendo la Iglesia l:r l'orma tangible de la autorrevela-
eiírn delinitiva de Dios que acontece ¡rrccisamente en el Dios-hombre, no ¡rrrr:rlc, como totalidad. caer fuera de l;r grlcia escatológica. es decir, de la vr'rrtacl cn ctranto gracia. Pero esta 396
representante autorizado de
sia (Lc 10, 16; Mt 28, 19s), aborda al hombre en -)tradición histórica,
Esto quiere decir que, siempre y cuando la Iglesia como totalidad testiñca su fe postulando la fe ab-
,Santo
395
verdad se comunica al hombre no sólo en la gracia siempre nueva (en la «rconciencio>), sino que además, de acr¡erdo con la encarnación de la Palabra en la -)palabra humana del
l')7
góricamente la fo de doble manera. Primero, en la unidad de su testifica-
legio apostólico (-+obispo). Segundo.
y de
acuerdo con
lo
precedente,
también en la cabeza personal y capaz de acción de dicho colegio, en el obis¡ro de Roma, el -+paPa. Según esto, Ios plenos poderes de docencia son propios del episcopado en conjunto (Dz 1&00 1821 1828; d. 54 212 349 657-661 767-77A 792a 1781 17V2 e.p.), en cuanto que es uno entro si y con el romano pontífice (Dz I 839), en tanto que es cabeza suYa investida de autoridad (es decir, que no es un órgano simplemente representatir.o de un colegio, del qtre re198
Dc¡rt
D diez sentenmandamientos de Dios»>)
Dccálogo (griego
-
cias, <
al
pueblo
de la antigua alianza' los cuales' resumidos en diez ProPosiciones (Ex 20,2-17; Deut 5. 6-21), ordenaban la viáa comunitaria ético-social de este nueblo v habian de garant¡zar su exisi"n.iu iomo sociedad religiosa monoteística aPoYada en la -'alianza' rlentro de un ambiente politeístico' El hecho de que et decálogo esté condicionado histórica y sociológicamente no hace lícito que las actitudes fundamentales predicadas y requerida§ en el NT (-?caridad, gratitrd¡ ,uutt sin más incorPoradas a él' En el NT, el decálogo está orderiado y subordinado radicalmente al manáamiento del amor, Y sólo tiene validez en. la meüda en que es )leY natural y concretización de la ética natural.
Deituctiva (teologla). Se llama así a la teología sistemática que quiere llegar a una inteligencia de las ver-
la fe actual, estableciendo conclusiones con ayuda de reglas lógicas (tres términos en clos proposiciones y la conclusión en otra-que Procede de la maYor Y la menor). En ese Proce§o, la maYor Y la menor Pueden ser verdades reveladas, o bien la mayor f'uede contener una verdad revelada, mientras que la menor contiene Ílnicamente rina verdad de tazón Sólo se Puede
daáes reveladas Y de
admitir una conclusión con -+fe divina (cf. también ->caliñcaciones teo-
lógicas), cuando la menor e§tá Por lJ menos implícitamente contenida
en la revelación diüna
1-+dogma)'
Si la menor es sÓlo una verdad de razó¡, la conclusión es todo 1o más de fe eclesiástica (cf. +calificaciones teológicas). La teología deductiva puedá ser considerada verdadera Y legítima teología mientras no pretenda entender y conceptualizar abso' lutamente las verdades fundamentales de fo -'+misterio. Por medio de una PenetraEn definitiva' ción del será verdadera y legítima teologfa si quiere ayudar a una mejor inteligencia de la fe, dando maYor claridad
unidad do Ia revelación. CI' -+ dogmas (evolución de tos).
a la
Definición.
l) En general,
es la
determinación conceptual clara, bre-
ve y completa de lo que significa una palabra o de lo que dobe entenderse por una cosa. 2) Defrnición dog-
mática: toda decisión docente, so
e¡
cathedra (claramente retal Por su forma) del '+PaPa o de un ->concilio
lemne,
conocible en cuanto
ecuménico. en virtud de la cual se enseña una verdad como verdadera' de lorma definitiva y obligatoria para
toda la Iglesia; verdad que, Por lo tanto, hay que admitir con fe diüna y católica (o eclesiástica), ya que ha iido revelada Por Dios o está de tal
manera vinculada con una verdad re-
velada que no Puede negarse una sin negar a la vez la otra. -+Infalibilidad. -+Dogm¿. ->Magisterio' Deismo es una teoria que recono-
69 ¿ -+Dios como
Personalmente 156
155
existente y admite que e1 mundo y todas las leyes de la naturaleza han sido creados por E,l, aunquc niega
ritus, aunque sin atribu.irius mayor importancia. En el judaísmo tardfo
todo ulterior concutso e intervención diüna en su creacióri, y especialmente toda -)revelación sobrenatural. Este deísmo fue defendidr¡
se desc¡iben de mane¡a concreta las figuras demoníacas con su jerarquia que culmina en el diablo, Satán, etc., con su actuación como corruptores, y su origen en la caída de los
con los matices más variados, y siem-
ángeles.
pre en conexión con la instauración de una -rrelieión filosófica natural,
Estas ideas, en sus rasgos fundamentales, so introducen en el NT, aunque puestas al se¡vicio de la historia de la salvación. Así, los demonios constituyen un reino (Mc 3, 22-26) que se opone a la )basileía y que se manifiesta en la -)posesión
la segunda mitad del s. ,flI. Su defensor más destacado fue Voltaire. El deismo fue condenado por el concilio Vaticano t (Dz 1781-1800 1807 181&1E13) a causa de Ia negación de lo -)sobrenatural y de la ->revedesde
lación, asi como también a clusa de la opinión, sentada explícita o implícitamente por el deísmo, de que
Dios creó el mundo necesariamente, lo que equivale a impugnar la -tlibertad de Dios (con lo cual tod
lo
considera como entidad media entre Dios y el mundo, que forma el mundo terreno a partir de una maesta
idea, los padres de la Iglesia defienden la identiclacl ciel Dior; r-crJ:rdcnr uno con el creador del mundo y con el l'ornr¿rdtrr
Demonic. Este tórrnirro ¡rrovienc
de la palabra giega doimorr, que en los poetas suele significar un dios protector bien intencionado o la voz interna del hombre. Los pueblos de todos los tiempos han conocido demonios de diversas clases y categorías, de diverso poder el'ectivo. I-as más de las veces se utiliza en el sen-
tido más estrecho de
<. También en el AT se da por supuesta ia existencia de tales espí15'l
de un principio; por el contrario; todo
lo
que hay de malo tiene
su
origen en la decisión libro de la criatura y e6 flnito y temporal (Dz 428).
contradicciones).
teria previamente dada. Cont¡a
diabólica. Cf. también -+virtudes y potestades. Existe una decisión del magistorio eclesiástico en el concilio Lateranense rv, donde se a6¡ma radicalmente que no se da nada absolutamente que sea malo (-)mal) des-
En este contexto se añrma que el diablo y los demás demonios fueron creados por Dios con r¡na naturaleza buena, pero que ellos, por sí mismos, se hicieron malos (Dz 4?,3). Con ello se da por supuesta la. existencia de los demonios. Estas escuetas indicaciones impiden considerar a los demonios como adversarios de Dios, tan poderosos como É1, o describir nítidamente sus características y acciones a la man.era que suele hacer la piedad popular. Desde el punto de vista de la historia de la salvación, sería poco serio teológicamente considerar al diablo y a los demonios como una clase especial de duendes que andan vagando por el mundo. Más bien podrla aceptarse que se trata de los poderes
del mundo. en cuanto que
este
Jmundo Dios y
rspresenta una repulsa de una tentación para los hom-
bres. Con ello se atribuye también a
los demonios la personalidad
soste-
l5n
Demrmios
Decrnif ologiarción
nida por la Biblia y el magisterio (Dz 2318), puesto que todo desorden esencial se realiza en el mundo personalmente; y también su pluralidad, que hay que pensarla en conexión con la pluralidad cualitaüva y re-
gional del mundo. Con ello se afirma además que los demonios se cierran culpablemente frente a Dios como momentos de este mundo, pensamiento al que parece apuntar etiológicamente el tránsito o fin de la forma de esto cocmos. Tras la victoria de Cristo sobre el pecado, el poder de los demonios es sólo una vana apariencia (por real que oiga siendo en el ámbito intramundano el poder de las guerras, de los tiranos, etc.). Los demonios han sido despojados del
poder (Lc lO, 1'8; Depósito dc Ia
Mt
fc
12, 28).
es
el caudal
de
fe confiado a la -)Iglesia y que ésta ha de guardar con fldelidad y explicar infaliblemente (-»Sagrada Escri-
tura, -)tradición, -)fe; Dz 1800). En virtud de la esencia del mensaje y la obra salvífica facilitadas por Cristo, este depósito de la fe no puede entenderse como un ((paquete de dogmas bien atado>>, sino como la suma de los bienes salvífiios (en
y dones) que han sido confiados a la Iglesia para su realización siempre nueva, con el fin de hacer inteligible, creíble y fructifero en medio de su situación presente, histórico-terrena, eI depósito a ella palabras
confiado. Esta realización compete
a
todos los miembros de la lglesia (-+Iglesia oyente) y acontece en la enseñanza, -+culto y vida. Derecho canónico. Se llama así al derecho ügente de la -+Iglesia, que
ordena su desenvolvimiento como
sociedad. En la medida en que viene comunicado en la revelación divina o es parte de Ia -+ley natural, se
llama derecho divino. 159
El
derecho
puramente eclesiástico está constituileyes eclesiásticas (aunque
do por
su contenido refleja frecuentemente derecho divino) y por el derecho consuetudinario. La fuente capital del derecho canónico en la Iglesia latina es el CIC, que entró en vigor el año 19118, aunque desdo entonces se ha reconocido la necesidad de cambiar algunas de sus partes. El derecho di vino en la Iglesia no es algo fosilizado e inmoble, sino que con res-
pecto a su conocimiento y aplicación a la situación concreta rigen los mis-
mos principios que en
la
evolución
de loe dogmas (-»dogmas [evolución
de los]). Con mayor motivo el
de-
recho puramente eclesiástico será capaz de mutación y acomodación a las diversas épocas. En cuanto que las normas del derecho canónico soportan Ia autorre¿lización de la lglesia, tienen el mismo sentido salvífico que
la lglesia en absoluto (precisa-
men aqui, en la diferente concepción de la esencia de la Iglesia, está Ia razén de la diversa manera como entienden Ia Iglesia los cristianos protestantes y orientales), au[que no siempre es fácil reconocer la obligatoriedad de dichas noflnas en el caso particular. La Iglesia es indulgente en la aplicación de algunas nonnas purarnen-
te eclesiásücas (conoesión de dispensas; la -+epiqueya es considerada como virtud; además, para las leyes puramente eclesiástic¿s rige el principio, universalmente reconocido, de gue no obligan en caso de inconveniente grave). Derecho canónico es también el nombre que se da a una
de las más antiguas disciplinas teológicas, puesto quo se apoya en las colecciones de cánones conciliares, que pueden encontrarse ya a partir del s. v. De gran importancia es la colección de decretos de Graciano, que clata del año 1142. 160
Deeeperación, En teología, descsperación es la renuncia libre y cul' pable a la -+esperanza, que en todo
peligro y necesidad interiores o exteriores confía en la fidelidad, ayu-
da y misericordia de Dios, y así persevera cn crecr que la existencia ¿ie-
ne un sentido salvíflco realizable, La oxperiencia pasiva de un peligro o impotencia del hombre por sí mis-
mo, en o¡anto tal, no es todavía desesperación alguna. Esta se da sólo cuando el hombre, en una soberbia última no confesada, impide incluso a Dios ser mayor que la propia frrerza, experimentada como impotencia, e identiñca 1o posible para él con lo posible por
sus propias fuerzas.
Desiderium ¡raturale es un término
que desde Sto. Tomás de Aquino
la orientación tr ordenación del esplritu creado a la <
designa
mitada del -)espíritu humano en si mismo con respecto a lo ir-rfinito. Frente al desíderium ndturale en stJ estructura <> que le viene dada con la naturaleza del hombre, se halla el ofrecimiento de la autocomunicación de Dios que se ha realizado I'ácticamente en Cristo. Cosa que nun-
ca hubiera podido exigir el
rium naturale
y
que, por
deside-
lo
tanto,
sigue siendo radicalmente indebido a la constitución natural del hombre. Con todo, el desíderium nalurale es la < dinámica del hombre
en la cual pudo acuñarse
y
quedó
impresa la autocomunicación sobrenatural, gratuita de Dios, y la visión también gratuita, como implantación del fin del hombre, Cl'. -+potencia
obediencial, -+existencial sobrenatural.
Dcsmitologización es
el
nomb¡e,
acertado ni auténtico, de la tarea expllcitamente propuesta por el teólogo protestante R. Bult-
no del todo
tal
nranera, que
por
ese medio el
hombre contemporáneo se encuentrc inmediatamente afectado, situado frente a una decisión existencial. Lo que, segfin Bulünann, encubre al kerygma del NT y que, por lo tanto, hay que eliminar para el logro de
la tarea de interpretación propuesta, puede reducirse a los siguientes puntos de vista: incluso los fragmentos del mensaje de Jeshs seleccionados por Ia crítica textual como propias e históricas palabras do Jesris so¡ mitológicos, es decir, utilizan el -+mito como forma de expresión (p.ej.. -)brcileía, +Hijo del hombre). Con
mayor razón los fragmentos posteriores del NT utilizan el mito. Así. la predicación de los discípulos sobre Jesús al poco tiempo de 1a muerle de éste (p.ej., en el mito de la resu-
rrección). En el estrato todavía pos-
terior. influido por el helenismo,
se
aplican a Jesfis mitos ulteriores (p.ej., el mito de un redentor, tomado de la gnosis). Los presupuestos y princi-
pios de la interpretación existencial del mensaje neotestamentario encubierto por la mitología podrían resumirse como sigue: toda proposición ha de ser interpretada existenciaknente, puesto que sólo me afecta si se la considera en una decisión actual. La mediación de cosas objelivadas que sólo están «presentes>), ((a mano», no me interesa. Prccisamcnte, lo que en el NI me habria de llamar a la decisión, queda encubierto por la objeüvación en el mito. El mito brinda al hombre <
por las ciencias de la naturaleza, no pucde estar abierto a la imrpción dc la trascendencia. tal como el milo expone (p ej., en las narraciones de l(t2
161
Rrh-Vo¡g.
mann (nirc. 'l 884), consistente cr¡ interpretar existencialmente el NT. tis decir, consiste en presentar el -+kcrygma del Ir[I al hombre de hoy dc
6
Dia del
Deemitologización
+milagros). Por lo tanto, el kerygma neotestamentario no puede ser de ninguna manera el anuncio de verdades y hechos objetivos, universalmente válidos y salvificoe (esto no
sería otra cosa que mitología)' El mensaje del NT que me afecta a mí, afirma más bien: Jesús mo llama
a elegir entre Dios Y esto mundo Pasajero; para esta llamada estoy en 1a «ultima hor»>, en el <
que en su muerte tuvo lugar el juicio do Dios sobre los hombres caídos de esto mundo, del mismo modo se me exigo también a mí la fe contra el pecado, la decisión contra este mundo, aunque carezca de Prueba alguna con re,specto a la verdad de la palabra de Dios a mi dirigida' Según Bult-
mann. el mismo NT inicia esta interpretación existencial de un modo vago y encubierto, Puesto que lrresenta expresiones mitológicas que se
contradicen entre
sí. Al
hacerlo,
musstra que las representaciones objotivantes no están entendidas en sen-
tido propio, sobre todo en San Juan San Pablo con resPecto a la desmitologización de la escatología (el fin del mundo no es un acontecimiento futuro, sino un suceso siemPre Pre-
y
sente,
el existir en la
decisión contra
este mundo).
f-a crftica científica en torno a la teoría d'e Bultmann ha Puesto en svidencia de manera conüncente que
probado también que el vaciamiento del kerygma y la torcida interpretación existencial de la teoría de la desmitologización conducen necesa-
riamente
a una le
cia dol hombre (incluso y Precisamenfe a la del hombre actual). Con
y
exposición a <
todo, la pretensión auténtica de Bultmann no queda por eso desPac'hada.
io
Es indiscutible que
siguo siendo esencialmente
AT y NT
jan ideas míticas del mundo propias del üempo err que nacieron. Esta
Así, el planeado
de
la
impuesto
ajeno, es decir, viene impuesto des-
de fuera. Además, la -)muerte reduco al hombre a 1a -+impoten-
cia: y la obediente aceptación en la fe de esta impotencia absoluta
gía (y su razó¡ de ser) el Preguntar
y buscar qué quieren y qué no quie¡en dec,ir <> las propo-
es
siciones transmitidas. l,a teología siempre ha admitido la distinción entre el contenido de una a.firmación y la manera de presentarlo. Por tanto, siempre fuo desmitdlogüación en
la acción suprema, la más amplia
en una dimensión particular del hom-
bre, como hace Bultmann al encerrarlo en la dimensión particular de
lo existencial, lo que sucede es que en vez de desmitologizar lo trascendente, en reaüdad se lo mitologiza. Acerca de esto. cf. los dato's fundamentales que se dan en ->mito Y destrozar
<>
164
de la misa
e\ la mactltio mystica
que tiene lugar en la separación sacramental del cuerpo y sangre do Cristo por medio de la doble consagración (ofrecimiento de Cristo en la forma de su pasión de muerte). Determinismo. Doctrina que sos-
mismo dentro del misterlo; como quien alli se comunica y comunica también el sentido de su destino;
externas (motivos actuantes desde el exterior) o internas (estado psiquico del momento). El determinismo considera erróneamente las causas requeridas como necesariamente determinantes, es decir, identifica motivo y causa (espiritual-personal) de un acto do la voluntad. Todas las fo¡mas del materialismo defienden el determi-
como quien en el misterio es el amo¡ sapiente, libre; como quien alll tiene
nismo (cf. también ->gracia, -)pecado original).
y
en la medida en
libre (-+libertad), sino que están pre-
esa dirección en virtud de
a causas
Día dcl Señor se llama al ñnal dc temporal del mundo y
Ia historia
do la humanidad, en cuanto quc on esa consumación
total
se rcvelarÍr r¡rrc s¡rlv;r-
que acontece en la gracia como una
la historia del mundo y tlc la
Ilega
ción tuvieron su fundamento, nrcrlida y meta en la autocomr¡nici¡ciírrr rlcl
165
e
capital de la teo¡ía de la destrucción es ver la esencia del sacrificio
via y unívocamente deteminados
-+revelación, es ya -+fe y (cuando a su consumación) -+caridad
cada por Bultmann, aunque éste no
Destrucción (teoria de la) se llama interpretaciones do la misa (-)misa [sacrificio de la]) que ponen Ia esencia del sacrificio en una mutación destructiva de la ofrenda, que de esa manera se substrae al uso de los hombres (entrega de la ofrenda a Dios y, simbolizada en ella, la entrega del hornbre mismo). El punto
a las
Cristo (cf. Rom 8, 3l-39). Es decir, que el destino, y lo impuesto, queda reducido por Dios a la impotencia en virtud de su mismo Espíritu; por ese Dibs al que el cristiano dirige la palabra como a su propio padre. Dios es ciertamente el misterio, pero lo es como quien sabe acerca de sí
te¡io, dado que
aceptado perdurablemente. Sin embargo, sigue en pie la tarea indi-
mo; es ya una aceptación que reprcsenta la superación, la redención del destino.
tiene que todos los movimientos voluntarios del hombre no vienen producidos y soportados en su orientación a un fln por una decisión
respeto ante la criatura y en Ia encarnación se ha impuesto a sí mismo su destino. I-a aceptación obediente def destino, que transforma ese mis-
ha
(->amor); es ya cristianismo anóni-
y frltima. Sin
embargo, para el creyente, este destino no es fuerza personal alguna, ante la que é1 podria sólo enmudecer; y, si lo fuera, habria quedado en aranto tal destronada en
un sentido verdadero. Por otra parte' hay que decir que, si se encierra a 1o trascendente, al Dios tra§cendente,
radicalmente como lo hace Bultmann, puesto quo lo trascendente ha venido con toda verdad a esta realidad Y la
lo
mismo mis-
el
diseñc¡
r.ida se convierte en
por la revelación. Por el contrario, siempre ha sido y todavia sigue siendo la tarea permanente de la teolo-
No es licito
e indontrolable, so-
terio.
idea del mundo no queda garuntrzada
-+mundo.
imprevisible
bre todo cuando aun Dios
refle-
tivo: el
163
el cristiano existe
acción consciente de su vida acontece siempre dentro de un estado de
libre
fundamento, que contradice a la esen-
mundo con su historia en un dualismo extremo (de realidad objetiva o existencial), tan doctrinaria y
suceso Cristo, acontecimiento que puede probarse con suficiente seguridad histórica, incluyendo en él incluso la ->resurrección (de Cristo). So ha probado filosóficamente que el concepto bultmaniano de -+trascen-
Destino. Para
el destino en cuanto que la
paradójica, sin
el kerygma
neotestamentario no es solamento llamada a la decisión' sino la comunicación de un suceso obje-
la llevara a cabo por completo: exponer en teología la obra salvifica de Dios en -)Je.sucristo de tai manera, que el oyente de esta palabra quede tocado <
dencia es demasiado reducido, que se apoya en un análisis insuficiente de la constitución trascendental aprio' rística del -)hombre. Con ello queda
Scñor
166
r
-IF Dim
Dia del Scñor Logos aI mundo, que tuvo su Punto culminante y definitiva irrevocabilidad en la encarnación y en la obra del Logos; de manera que, cuando so llegue a la consumación total, se revelará la posición del Logos hecho
homb¡e en
ción
la historia de la salva-
y en la historia del mundo,
ese Logos será
el
<
de
Y nuevo>>
como desvelación de la gracia dispensada (-+parusía) y como juicio del mundo. De forma correspondiente, en la Escritura se llama dla de Yahveh, día del Señor, el día del Hijo del hombre, de Cristo, <, el día por antonomasia, el dla novísimo (Amos 5, 18-2fr; ls 2, 2; 13,6ss; I Cor 1,8; 5, 5; Lc 17,24;
Phil l, 6; Ioh 6, 39s, etc.), a la victoria ñnal y patente de Ia soberania de Dios (AT) y de Cristo (NT), que cierra la historia.
Diácono (giego diako¡¡os : servidor) es el nombre que se da al poseed,or de un -+ministerio eclesiástico claramente atestiguado ya en la
Iglesia apostólica y cuyas características son las siguientes: está a§ociado directamente al obispo (Phil l, 1; 1 Tim 3, 8 ss) y tiene, por ámbito de sus tareas, funciones caritativas y administrativas. Si loe siete hombres do Act 6, I ss eran diáconos y, así, dirigentes de la
comunidad helenística, entonces corresponde al diácono incluso una ta-
rea docente
y de gobierno. En las
y en las primitivas entraban dentro de las tareas del diácono: el servicio en la celeIglesias más antiguas
bración eucarística. con
la
lectura
del evangelio y la distribución de la comunión, sobre todo a los ausentes, la catequesis, la dirección de la cartms e*lesiástica y la administración de los bienes de la Iglesia, e incluso la predicación. A más t¿rdar en la alta edad media desaparece e1 cargo de diácono como autó,(),/
nomo. EI diaconado se convirtió en un mero escalón de tránsito al sacerdosio.
la doctrina más general y segura, el diaconado es un sacraSegfin
mento; por lo tanto, es algo querido por CYisto, al menos en cuanto que
El
constituyó
el
poder gubernativo
jerárquico de la Iglesia, del que forma parte el diácono en virtud de 1a -+imposición de las manos del obispo (cl. Dz 966 23AI). Hay que tener en cuenta que la extensión de la co-
municación del'-»ministerio apos-
tólico puede ser determinada de manera distinta por la Iglesia conforme a las diversas épocas, dando por supnesto que existe una voluntad permanente de participar en ese oficio o ministerio como estado do vida. Los estudios sobre las posibilidades dispositivas de la Iglesia respecto a ia participación graduada del sacramento del orden (-+orden), segfin las diversas situaciones, sugieren que la trglesia debe definir de nuevo las funciones del diaconado conforme a las necesidades de nuestros tiempos, y tra.nsmitir sacramentalmente este poiier oficial delimitado de esa maner¿r.
Dicotomismo (palabra de origen grecolatino que significa división en dos partes). Doctrina acerca de la esensia del hombre, segrin Ia cual éste está constituido por dos ((partes», pensadas como entes y no como principios de ser, cuerpd y alma (Des-
cartes). En una concepción primitiva de esta teorÍa se atribuye toda conciencia sólo al alma y todo lo corporal sólo al cuerpo; y esto unido con frecuencia a un -+dualismo discriminante. No se puede llamar dicotornismo ni a la ->antropología bfblica ni a Ia tomist¿, puesto que ambas, aunque de manera claramen-
distinguible, recalcan la unidad substancial de todo el -+hombre (->cuerpo, ->alma).
te
t68
Diluvio. Recibe este nombro
la
inundación narrada en el Gen 6, 1-9, 17. Que la inundación aquí mencionada cubrió realmente toda la tierra o exterminó a todos los hombres que
vivían entonces, fuera de la familia de Noé, es algo que no quiere añrmar realmente la narración biblica, trazada con vivos colores y desde el limitado ámbito histórico del narrador. Siernpre ha habido inundaciones
latastróficas que han dejado ras-
tro en la geología y han encontrado
eco en las tradiciones y leyendas de muchos Ereblos. Todavía no se puede fijar cuál de estas inundaciones dio
ocasión
a la
narración biblica.
Su
sentido reside en la importancia mo-
ral e histórico-salvífica de
acontecimientos que aparentemente sólo afectan a la humanidad de acuerdo con las leyes naturales.
Dios (latín : Deus, giego : Theos, hebreo : El, Elohim y Yahveh) x la designación de aquel que, según el testimonio del AT, se revela como no limitado por frontera alguna fls 6: 1 Reg 8, 27), como aquol que por antonomasia no admite ninguna comparación (Ps 139, 7-12 e.p.), radicalmente vivo (Ps 90), con poder absoluto sobre el ser @x 3, 13 s); como aquel cuya omnipotencia no se manifiesta de manera abstracta, sino en sus poderosas actuaciones históricas con respecto a su pueblo Israol y a los demás pueblos; como el que se da a conocer como inequívocamente porsonal en la elección amorosa del
y en la de éste a l
4;
visiblo en Jes{rs, su flel retrato (2 Cor 4,4; Cal 1, 15). En un conocimiento analógico del ser, la filosolía y teología cristianas lo entienden como la esencia absolutamente santa, suprema, supramundana, personal, absolutamente necesaria, incausada, exis-
tonte do por sí, por tanto eterna
infinitamente perfecta
(Dz
e
1782).
Esencia que ha creado de la '-)nada todas las demás cosas (-)creación; -)conservación del mundo).
l. Dios, como absolutamentc eristente de por sí, no puede ser llamado < de la misma manera que el ente creado. A Dios, en cuanto que tiene el -+<> de su existencia en si mismo, es decir, en su propia esencia (-+aseidad), le correspondo.el -)ser por antonomasia en
su magnitud total absoluta (csse ip-
sum subsistens). En cambio, el ente creado posee el ser únicamente como fundamentado por Dios (->contingencia, -)causalidad) y, por tanto, recibe el nombre de ente sólo por ->analogía. Puesto que Dios es ser absoluto en autoposesión eterna, resultan en El imposibles cualquier li-
mitación
o
complemento.
No
hay
pueblo de la ->alianza y del individuo particular. Jesrls lo reconoce
posibilidad positiva alguna que no esté en Él actualizada: es -+acto puro. La espiritualidad de Dios lspi ritus purus) se basa en esta autoposesión absoluta, originaria e ilimitada. Si bien la raz,6n puedo conocer a Dios en el mundo como €n su imagen, y de la multiforme experiencia de la contingencia continua del ente,
como padre suyo, que en Jesfis acep ta gratuita y remisivamente al hombre y le abre el acceso a su Jóo.si-
así como también de la contingencia <>
/eia. Ese Dios es por naturaleza in-
de esa realidad contingente (-+cognoscibilidad do Dios, -+Dios [prucbas de la existencia de]), con todrt. para el ¡rensar finito del hombrc, f)ios sigue siend'o a \a vez incomprcnsihlt:
.r'isible (Rom 1, 20;
sólo conocido por
l8
Ioh
l, l8;
6,
46),
el Hijo (Ioh I,
e.p.), aunque reconocido como carirlad en la autocomunicación al Flijo 169
de esa misma experiencia, puede el fundamento (causa)
t'10
Dioe (prueba de la existencil dc)
Dios en su infrnitud, absolutez y alteridad absoluta. Es incomprensible porque el pensamiento humano no puede abarcar la inñnitud de Dios ni la puede entender partiendo de otro objeto; esa infinitud, como fundamento de todo entender, sigue siendo lo infundamentable, lo que nunca se presenta dentro del conocimiento
humano como
<>
sino
sola-
mente a manera de objeto.
Por tanto. Dios sigue siendo el ->misterio absoluto e indescifrable, que precisamente ha de captarse como Dios ha de entenderse co-
tal si
mo <. Como tal es fundamento y meta de la dinámica trascendente del espíritu humano linito abierto
a Io infinito y queda siempre coafirmado atemáticamento en Ia realización do dicho espíritu; en el conocer y querer. En cuanto que Dios viene dado al hombre como misterio, y en cuanto que a pesar de ello se le considera como captable para el conocimiento natural del hombre (Dz 1786 nA», hay quo entender la esencia de esa inteiigencia cognoscente, a la que se reflere la decisión dogmática dol Vaticano I, como capacidad de apertura al misterio. Pero enfonces todas las afirmaciones analógicas positivas acerca de Dios como mis-
terio infinito habría que leerlas
de
y
t7t
general.
Pues
y
sobre
la que
18O3 s;
zón quedaría referida (simplicidad de Dios). A esta entidad una y única se la designa como <
como
infinita perfeccióo>
-+Trinidad, ése es Dios, es el finico Dios, la razón suficiente de toda la realidad multiforme y antagónica, el misterio por antonomasia. De aquí que en la doctrina dogmática de Dios, incluso todas las (antes referidas) afirmaciones metafísicas abstractas acerca do El no se refi.eran
inefable,
mundo; fundamen¡:enetra, que todo lo
también del todo <> (Dz 389 428 991 1782) precisamente eo su plonitud infinita de ser, que no tiene dimensión existencial alguna comfin con otro ente al que por esa ra-
Jeaparece, eI
quo en nuestra historia tenemos que habérnoslas concretamente con aquella realidad de la quo afirmamos lo
{el
-)panteísmo). Semejante entidad, que no es cualidad alguna de este mundo, que por el contrario subsiste absolutamento en sl y para sí, e§ necesariamente {rnica (-+monoteísmo). Es
que habérselas en la historia de
si se las considera, en unidad absoluta con lo positivamente afirmado, como referencia interiorizante a ese miste¡io inefable y, a la vez, como defensa contra una profanación de dicho misterio.
2305 e.P'), Por
da» do toda la realidad (Dz
comprensivamente: <
el que en ella que se revela y comunica
s
mantiene y conserva en sí (Dz 39 428 17'82'). Por tarito, Dios no puede pensarse «panteísticamente» como la fórmula acumulativa y <
un Dios», sino: sucristo,
1891
to que todo lo
de aquel a quien conocemos como el que actfia en esta historia de la salvación: El es Dios. Asi pues, nuestro artículo dre fe no dice en rlltimo
término
1782
permariente
y gratuita de -+Jesucristo; y esto de tal manera, que siempre digamos
al sujeto abstracto de una metafísica, sino que son un reconocimiento de
do del mundo en
l6ñs
más que siga siendo el fundamento
Iglesia sigue manteniendo firmemente en el mundo actual la precariedad y deformidad fácticas de un conocimiento mer¿¡mente <<metafisico>>, al margen de la gracia y de la revelación (->politeísmo). Por tanto, nuestra afirmación ha de escucharse partiendo de la experiencia histórico-salvífica
antemano con la conciencia de que sólo pueden entenderse rectamente
2. En la realización verdadera del hombre, esta afirmación sobre Dios no vivo exclusivamente, ni en su contenido ni en lo que toca a su fterza y carácter decisivo, del conocimiento metafísico de Dios partien-
este Dios tal como se ha revelado en Cristo; Dios es el ser que subsiste en diferenciación esencial absoluta con respecto al mundo (Dz 432 507
precisamento dicha afumación es también obra de la -+gracia salvadora y es también afirmación de fe, es decir, procede de la autorrevelación histórica de Dios (Dz 1786), y se lleva a cabo asimismo como fe (Dz 428 1782). Así, la doctrina de la
omnisapiencia, etc.,
(omnipotencia,
Dz
infinitud de esta misma
1782).
la
perfección
puede rlnicamerite ponerse más en claro en ürtud de la incomprensibilidad de Dios. En cua¡to que toda realidad entitativa üene que estar exhaustivamente comprehendida y resumida por su
fundamento originario, y tiene que preyacer en él de una manera infinitamente sublimada, el esplritu, el
autoconciencia, la vida encuentran punto culminante definitivo en esa realidad rinica y absoluta que es Dioo. Este es, por tanto (intellectu et valuntate lnflnltus: Dz 1782), el Dios absolutamente libre, üvo, personal, que revelándose de forma salvífica por medio de Cristo se ha comunicado al hombre precisamente
querer,
hacemos
tales a.firmaciones, porque se muestra así en nuestra histo¡ia: a El es a quien decimos <>.
3, Más exactamente, en este artículo de fe especlficamente dogmático acerca de Dios, se trata de anunciarle en su absoluta unicidad e
la
en esa plenitud y en amor pertinaz. 6¡. ->Dios (teoría de), -+trinitaria
irrepetibilidad, deduciendo de ésta la absoluta obligatoriedad de la -)fe en
(teologia), -)teodicea. 173
172
*r
4.
Cf., también, -+paternidad
Dios (+Yahveh),
+Hijo de
dc
Dios
(-)Jesucristo,'-+Logos), ->Espíritu Santo, -+Pneuma, Jmisericordia de Dios, -+justicia de Dios, '-+santidad de Dios, +fldelidad de Dios, ->cul-
to divino, -+religión.
Dios (prueba de la existencia de). Con este término se designa la reflexión sistemática <> en todo acto espiritual del hombre; es decfu, siempre que emitimos un juicio o tomamos libremente alguna decisión. En último término, una prueba de la existencia de Dios no pretende proporcionar un conocimiento en el que do fuera a dentro se acerque sin más al hombre un objeto cualquiera, hasta el momento totalmente desco-
nocido
y, por lo tanto,
Lo que pretende
indiferente.
es proporcionar una
conciencia refleja de que el hombre, en su existencia espiritual, siempre
o inevitablemente tiene que habérse' Ias con Dios (tanto si le da el nombre de <
ne o no sobre ello, quiera admitirlo como verdadero o no, quiera o no afirmarlo librernente). Esto es lo que constituyo la peculiaridad, obviedad y dificultad de la prueba de la existencia de Dioe : en primer lugar, se trata de todo el hombre en la unidad de su intelección y übertad, aun
en el hombre sólo pueda el lado de la conceptualidad abstracta y lo universal.
cuando
hacerse temático
Además, se trata de lo que todos sabemos desde siempre, y, precisamentc
por eso, sólo muy difícilmente
pue-
ds decirse o expresarse en una objetivación conceptual, pues lo objctivado conceptualmente nunca pucdo atrarcar de forma exhaustiva lo r¡rrc
ya se sabía
atemáticamente
dcl
r¡h-
jeto. Esto ocurre incluso en cl nivcl medio de lo cotidiano, en <¡uc ctutl17,1
_Y Dioe (¡nueba de la existoncia de)
quiera sabe más dc lo que puede deci¡ a otros o a sí mismo, p.ej.,
qué es la lógica. el tiempo, la libertad, el amor, la responsabiüdad, etc. La prueba, o las pruebas de la existencia de Dios (pues cabe formular la prueba de diversas maneras o hacer valer más o menos explÍcitamente distintos puntos de vista) se reducen todas a lo mismo: que en todo conocimiento (incluso en la duda, en la pregunta, en el haber renunciado a metel'se en «metafisicas»), cualquiera que sea su objeto, se ((pone» realmente algo, por Io menos el acto mismo; y esa «posiciór»> acontece ante el trasfondo del -+ser por antonomasia o abso,luto afirmado;
del ser como ho¡izonte, como meta asintótica y como '-+principio sustentador del acto y del objeto. Una pregunta ulterior y secundaria a este propósito versaría sobre cómo llamar a este <
La
respuesta ¡rodrfa ser, lal vez. ser por antonomasia, misterio; o, de cara al aspecto libre de esa trascendencia, bien absoluto; t{r personal, absoluto; principio de la responsabilidad por antonomasia- En cuanto que e1 hombre capta la realidad objetiva de su üda cotidiana por aprehensión y por conceptos envolventes, realiza,
como condición de posibilidad de esc entender captativo, la anticipación atemática, inobjetivada, de la incomprensible realidad, de una plenitud de la realidad que, en su unidad, es a 7a vez condición del conocimiento y de lo conocido (singular); y queda siempre atemáticamente afir-
mada como tal. incluso en el acto en que impugna esto atemálicarnente.
El hombre singular experimenta esia ineludible estructura fundamental de su existencia espiritual en la situacióri originaria, siempre singular (-+encontrarse [el]), de su existen-
cia; la experimenta c<¡mo 175
cfaridad
Dioo (tloctrina ¡cerca de) incomprensiblemente luminosa de su espiritu, como posibilitación de la absoluta cuestionabilidad, que el hombre realiza frente a sí mismo y en la
tividad
que se trasciende a sí mismo radicalme[te, en la angustia anonadante,
que es algo distinto del miedo
es-
tructura fundamental en la alegría, a la que no se puede desc¡ibir con otra palabra; en la obligación noral. en la que el hombre se desprende
verdaderamente de sl; en la experiencia de la muerte, en la que e1
hombre conoce üvencialmente su absoluta depotenciación En estas y otras muchas formas de la experiencia básica trascendental de la existencia concreta está presente, sin ser <>, 1o que lo es todo (y, po. tanto, con mayor razón p€rsona) y lo que el hombre experimenta como fundamento de su existencia espiri-
tual, sin que pueda identifitprse
ta el primer punto de partida necesario del mundo, surge la prueba basada en la entropía; a la vista de que a todo lo finito le conviencn
a
sí mismo, finito, con ese fundamento. Esta estructura básica y su con-
tenido se hacen temáticos en
pruebas explícitas
de la
las existencia
de Dios. La experiencia de que
causalidad originaria del
dado a la conciencia como objeti\ amente temático, puede estructurarse conforme a los diversos aspectos formales de un ente. Asi el ente como contingente esüí referido al ser absoluto como causa suya: prueba cosmológica de la existencia de Dios o basada en la contingencia. En ella ¡rueden distinguirse diversos momentos: mirando a la fi¡alidad impresa en e1 ente, resulta Ia prueba teleológica; atendiendo a que ontológicamente todo acto depende de un acto precedente, hasta deducir el acto puro carente de toda potenciaüdad, brota la prueba kinesiológica del primer ->motor; o, teniendo en cuen-
ob-
jetivo. También experimenta esa
o
ser como presente, del ser que soporta la realización del espíritu de ¡nane¡:r.-exclusivamente propia frente a los demás entes, del ser que viene
todas las perfecciones puras de ser s(rlo por participación, resulta la prueba de los grados de Sto. Tomás de Aquino.
la
realización de todo juicio como acto acontece siendo sustentada y movida por el ser absoluto, que no üve gracias a este pensar, sino que actúa como sustentador y no como lo pensado por el pensar, se hace temático en el principio metafísico de causalidad. Principio que no ha de confundirse con la ley científica y funcional de causalidad, segfin la cual a todo Ienómeno como <> se le adscribe otro de igualdad «cuantitativa>> como (
Por otra parte, el absoluto carácter ético del ente personal remite a la realidad del valor absoluto: prueba de la existencia de Dios deontológica, axiológica, moral. La absolutez de
la verdad
ontológicamente
realizada remite a la absolutez real del ser necesario: prueba noétic¿. I-a
convicción universal de todos los pueblos acerca de la existencia de Dios debe tener su razón suficiente en el Dios real: prueba histórica, etnológica. Todas estas articulaciones
lidad metafísico se describiría asi: lo flniio contingente que es afirmado de hecho, y no necesariamente. puesto que no 'trae en si su razón
filosóficas particulares acerca de Dios, que se llevaron a cabo dentro del
ámbito de la filosofía occidental
suflciente, existe como «causado>>, lo mismo que su afirmación, en virtud del ser absoluto como causa (ct.
a se
partir de Anaxágoras y Platón, dividen con poca claridad, desde el siglo xvrrr, en pruebas metafísicas, l'ísica y moral de la existencía de
también -+causalidad). Esta substan176
171
ü
Dios. En esta división no se tiene en cuenta que cada una de ellas sólo puede alcanzar su meta (que nunca ni de ninguna manera puede consisür en un forzar el reconocimiento de Dios), en la medida en que cada una, dentro de su articulación particular refleja la experien-
cia trascendental básica de la
exis-
tencia concreta.
Dios (doctrina acerca de). Correspondiendo a la manera de comenza¡ los -+símbolos de Ia fe. en la leologia crjstiana Iue siempre algo indiscutible que la teología ->dqgmática, si queria ser en absoluto sistemática, tenía que cmpezar con la doctrina
acerca de -->Dios. Que el hombre no hable en primer lugar de su salvación, sino de Dios, 1o exigen: a) la revelación y la historia de Ia sal-
vación como automanitestación de Dios y. por tanto, la esencia formal de la ->teologia; b) la esencia del
hombre trascendental-exéntrica y llamada fundamentalmente a la obediencia de fe con respecto a este
Dios que se automanifiesta;
esencia
que só1o se satislace cuando encuentra a Dios, y no encontraria al Dios verdadero si sólo fuera considerado
en su (). Lo precedente no excluye, sino que incluye, el quo incluso este tratado no pueda licitamente olüdar que nuestro con.ocimiento real de Dios procede de Cristo (-+cristocentrismo).
Por eso es muy importante no pro-
poner la doctrina general de Dios, do un Dios, como si no existiera la teología trinitaria (-+trinitaria [teologíal). El Dios que tiene ¡roder sobre la historia, que se comunica al mundo en una revelación progresiva, es también por eso mismo el Dios que se comunica y revela progresivamente más y más como trinidad de personas. La <> de Dios sólo queda en verdad teológicamente enunITIJ
Dim (doctrina ¿cerc¡
de)
Doble efec¡to de una acción
ciada si se Ia conoce como comuni-
cable dentro de la divinidad, y se entiende esa comunicabilidad como consecuencia do la naturaleza del
ser tratado en la misma
doctrina acerca de Dios. Con todo derecho se
trata también del conocimiento de Dios en la doclrina sobre el mismo, puesto que precisamente la reflexión sobre esa propiedad del hombre, de estar referido trascendental y gratuitamente a Dios, nos patentiza por su
misma naturaleza propiamente.
lo que es
Dios
En la temática de la
doctrina propiamente dicha entran también el problema total de la relación entre
el orden natural y
el
sobrenatural gratuito, entre los conocimientos correspondientes a esos dos órdenes y, ulteriormente, el problema
de la relación entre conocimiento esencial y existencial, así como tam-
se mantienen suficientemente discriminadoe la mayor parte de las veces.
La ->fidelidad, la ->misericordia, la
*>caridad, etc., que conocemos fácilmente y declaramos en este tratado, no son meramente <
Disposición. 1) En general: el estado (actitud) necesario y supuesto
y la
distinción que no
se
restringen, sino que se intensifican reciprocamente, es la tarea siempre
diversa de
Ia teología en
muchos
mente falsas
849).
para el pensamiento teológico finito.
Iógicamente: lo que pone al hombre
Distlnción. La pluralidad del mundo forma parte de los datos originarios de la experiencia humana; es decir, la convicción (apoyada en la
dan dos dioses con dos esencias di-
mente, esta disposición negativa consiste en no poner ningún nuevo
impedimento (obex) a la acción salvífica de Dios. Por parte de los hombres maduros y, sobre todo, en orden a la recepción de los -+sacramentos,
ción de un influjo, eütando una acti-
tud contraria al efecto pretendido y orientando positivamente una actitud en orden al efecto. La disposi-
experiencia dc nosotros mismos como sujetos y en la experiencia de la
y de Ia rcsponsabilidad propias) de que eso <> no es meramento la apariencia multiforme de algo que es «en sí uno y el mis-
se
vinas diversas. Se da prácticamente
en el -)maniqueísmo, que admite
dos principios originarios independientes entre si, y en el -+subordinacionismo estricto.
libertad
en
orden a la recepción de la gracia cle la justificación, nunca es posible para el hombre si entendemos que de
mo». Donde se dan dos realidades
exigencia
diversas entre
sí
independientemente
de una operación intelectual, se habla de distinción real. En caso con-
trario, se habla de distinción
le exige la -)metonoía (: conversión) como condición previa a Ia
de
razón. Con todo, la distinción real puede ser muy diversa. Así, Ia dife-
se
180
igualmente grandes
Diteismo. Doctrina seg{rn la cual
rece¡>
ción, como orientación positiva
e
->Intención.
en potencia próxima con respecto
ella podria resultar una
179
niencia
posición positiva puesta y sustentada
de semejante gracia, o que Ia gracia no podría crear esa disposición. Incluso allí donde al hombre maduro
Ia salvación. Estos dos contenidos no
decir, a aquel que obra rectamente, y no porque obra rectamente, Dios no le niega su gracia. Más exacta-
creación, etc.) que pueden y con frecuencia tienen que darse entre entes realmente distintos. Una distinción real es todavía una nota positiva en Ia suprema unidad de Dios (-tTrinidad), Conservar intactas la conve-
por la gracia misma (Dz 814 817
propiedades esenciales necesarias de
la libre conducta de Dios
se, Deus non denegat gratiam, es
[.a distinción real no niega code otro tipo (causalidad,
nexiones
como condición interna para la actualización do una propiedad determi nada de una persona o cosa. 2) Teo-
Dios, sino tambión de las estructuras básicas de
con-
ma), etc.
se requierc necesariamente una dis-
a un acto determinado o a la
con respecto al mundo, mantenida a lo largo del curso de Ia historia de
<>
forme al axioma: facíenti quod est ín
su -+aseidad, sólo podrá entenderse si se le adora como a misterio santo.
enunciaciones, el hombre realiza tam-
reza podtá. dc nuevo enunciar ese autotestimonio. En csta proposición puede tratarse no solamente de las
la como disposición
rencia entre dos cosas, cada una de Ias cuales puede existir sin que exista la otra; la diferencia entre el Jaccidente y la ->substancia que lo soporta, sin la cual no puede existir (naturalmente) el accidente; la diferencia entre los diversos principios de ser constitutirros de un ente uno y substancial (-+materia, -)for-
terrenos: -+naturalez¿ y gracia, doctrina de las dos naturalezas en la -+unión hipostática, signo sacramental y gracia sacramental en el -+sacramento, ->Iglesia y .-+Estado, etc. La desintegración o simplificación de las realidades son tentaciones igual-
La doctrina teológica de Dios sólo puede tratar de la enunciación de lo que se conoce de Dios por medio de su autotestimonio histórico en la obra salvífica y en la palabra. Pero,
metafísica. Y, cuanto más claramente reflexiona sobre ello, precisamente para abrirso con plenitud al autolestimonio divino, con tanto mayor pu-
de
obras naturalmente buenas, y por otra, la voluntad salvífica universal do Dios es un hecho obrado gratuitamente. Asi pues, hay que entender-
srrperabundante su gracia. y no su ira. La doctrina de Dios expone la esencia de Dios como el ser -)abso.
tafísica.
existencia
hay que sostener la posibilidad
rialmente de forma positiva. P.ej.,
luto. A este propósito habría que aclarar que la plenitud infinita de ser. propia del <<-)acto puro), col-l
hién ineütablemente su
puede considerarse como disposición por una parte,
<
más que temer su justicia, tenemos nosotros que exhaltar su misericordia, presto que El ha hecho que sea
bién el de la relación entre los objetos a ellos adsc¡itos. No sería teológico pretender actuar como si la teología, en cuanto reflexión sistemática sobro la palabra de la revelación, pudiera salir adelante sin me-
en ese mismo conocimiento y en sus
justificación, sigue siendo esa metattoia efeto de la anticipación gratuita de la solicitación amorosa de Dios que es ya eficaz en el intlpelado (cf. lvlt 3,2., junto con loh 6, 44; -+pecado original, -)gracia, -+pecado, ,naturaleza). Con todo, la realización <
,1
,1
181
Doble efecto dc una acción. La posibilidad del doble efecto de una acción viene dada fundamentalmente con el hecho de que la acción humana libre siempre materializa por su implantación hacia <> subjetivo del agen-
te (su fin objetivo, su situación, su intención) en determinado ambientc
humano (que, por
su parte, vivc 1
r{l
Dogma
Doble efecto de una acrción
lo interpreta). El problema teológico-moral se plantea allí
este hecho,
la consecuencia no pretendida de la acción es mala. está de hecho incvitablemente unida al efecto propiamente pretendido y se la prevé (no sc la quiere) como tal. ¿Es lícita donde
semejante acción? Para una solución:
El mal permitido no puede ser medio para la consecución del fin bueno, sino {rnicamente efecto concomitante del bueno, y tan inmediato como este último en el orden de causalidad; hay que confrontar la im-
portancia del bien subjetiyamente
pretendido con los perjuicios que se causarian por razón del doble efecto; hay que agotar hasta el extremo la
posibilidad de alcanzat etr fin pretendido por otro camino: hay que pensar también en la posibilidad o necesidad de dar la prevalencia a la exigencia del <> ante la propia apetencia (+prójimo [amor al]).
Docetismo (giego dokei¡¿
:
páro-
cer). Concepción cristológica según la cual -»Jesucristo sólo poseía un cuerpo aparente
o
(etéreo-)celeste y, en consecuencia, sólo padeció y murió en apariencia. La cr:uz tendría que
cngañar sólo a los infieles. Estas y otras parecidas ideas servirían para solucionar el problema teológico de cómo el Logos de Dos, inmortal e incapaz do sufrir, pudo a la vez ser hombre y padecer. Ei docetismo no I uc una secta, sino que se presentó dc las más variadas maneras desde el tiempo a¡rstólico (cf. Ioh, Col). Teológicamente. quedir superado en -+Calcedonia.
Doctor do la lglcsia. En la teologia e Iglesia católicas, llámase docto¡ de la Iglesia al teólogo que da testimonio de la -+tradición desde antiguo y en el que se reúnen eslali cuatro características: doclrina ortodoxa, santidad personal, obra científica ex183
traordinaria y explícito reconocimiento por parte de la Iglesia. En la argumentación teológica, l
de -)padres de la Iglesia, puesto que no proceden necesariamente del tiempo patrístico, perteneciendo no pocos a la edad media y moderna, sino que figuran con los de los -rteólogos. En la Iglesia latina destacan
cuatro ya a partir del s. vlrt: San Ambrosio, San Agustin, San Jerónimo y San Cregorio r. Desde entonces su número ha aumentado hasta treinta. I-as Iglesias orientales veneran desde el s. Ix sólo tres, llamados Ios tres jerarcas y maestros universales: san Basilio, San Gregori,o Nacianceno y san Juan Crisóstomo.
Doctrina caúóIica (verdades de). En sentido estrictamente teológico, reciben este nombre todas aquellas verdades que la Iglesia propone auténticamente, aunque no infaliblemente. No hay que pasar por alto su diferencia con respecto al ->dogma y a los -+hechos dogmáticos. Entre
las verdades de doctrina
católica pueden contarse algunas conclusiones
teológicas, muchas exposiciones de las ->encíclicas papales, etc La Iglesia exige un asentimiento interno frente a las verdades así pro¡xrestas, pero no un asentimiento de fe absolutamente irrevocable. Sin embargo. puede suspenderse el asentinúento
dado en virtud de Ia autoridad
de
la ->Iglesia si, por medi,o de consideraciones que superan al anterior planteamiento de la cuesüón, se llega a la firme convicción de que una opi-
nión auténtica, aunque no infalible, de la [glesia ha dejado de ser satisfactoria.
Dogma (del griego dokeo; en st significación básica:
<
que ha apa-
recido como verdadero»). 184
l. Esencia del dogma. En el lenguaje actual de la teología Y de la lglesia (generahzado y fiiado totalmente sólo desde el s. xvIII), es una proposición objeto de la ->fe divina y católica. Por lo tanto, una Proposición que Ia Iglesia promulga
ex.-
plícitarnente como rgvelada por Dios a través del ->magisterio ordinario o de una ->definición, bien sea co:t-
ciliar, bien
papal-,
y Ia
promulga
de"tal rranera, que su negación sea una herejía -+herejía (Dz 1792; CIC can 1323- 1325 § 2). Así Pues, Para el concepto formal de dogma dos momentos son decisivos: a) La Ptomulgación explícita y deñnitiva de la
proposición, como verdad revelada, por parte de la Iglesia. b) La Wrte-
nencia de la proposición a la -)revelación divina, cristiana, oficial (en contraposición a la ->re¡r'elación privada) y, por lo tanto, el.esta¡ conte-
nida en
la
palabra de Dios.
Este
estar contenida puede t¿mbién veriñcarse en virtud de que el dogma está contenido en otra verdad (dogmática).
Con todo, la Iglesia enseña hoY día como dogma algunas cosas que no siempre se enseñaron ni pensaron expllcitamente como tales (es decir, como contenidas en la revelación).
Se discute si para la deducc¡'ón de un dogma a partir de otra Proposición revelada se ha de exigir
que ese dogma esté formalmente implicito en aquélla. o puede permitirse eI uso de premisas no reveladas con cuya ayrda es posible deduci¡ un dogma de ttna verdad revelada. De todas manet'as. hay que sostener que el ejercicio concreto de la fe cristiana no puede referirse meramente a dogmas propiamente formales, sino que tiene que darse en
conexión con otros con.ocimientos, opiniones y actitudes, si quiere ser verdaderamente personal y eclesial. 185
:. División de los dogmas. Aunque hay que sostener fundamentalmente la equivalencia formal de los dogmas, está justiñcado diviúirlos como sigue: a) Verdades generales y l undamentales del cristianismo, articulos fundamentales. áJ Dogmas especiales, es decir, los demás artículos de la fe. Un patrón más estricto para esta distinción es la siguiente pregunta: ¿Qué dogmas tienen que creerse como tales universal, necesa-
ria y
explícitamente, siempre
y
cn
todo lugar, para poder conseguir la ->salvación, y con respecto a qué dogmas bastaría en ciertas circunstancias una fe implícita? Cf., acerca de esto, -+salvación (necesidad en orden a
1a).
3. Dogma en el conjunto de la cxistencia cristiana y de Ia inteligencia que ésta llega a cobrar de sí
misma. [-a exigencia absoluta y obligatoria del dogma se dirige al hombre esencialmente libre. Por tanto, es una ver-dad que sólo puede oirse y captarse acertadamente en eI acto libre
de l'e. Sin embargo, este hombre
tiene siempre una existencia dogmática, en cuanto que como espíritu no puede negar determinadas verdades
(incluso de carácter histórico)
sin
destruirse a sí mismo, aun cuando esas verdades se den en ét de una manera precientíflca y atemática. Por lo tanto, la revelación histórica y su aceptación no son contrarias a la esencia del hombre. La esencia del dogma no puede deducirse solamen-
te a partir del concepto abstracto
de una posible comunicación
divina
de una verdad, sino que ha de ducirse de
de-
lo que Dioo ha dicho
e
impuesto fácticamente al hombre por
medio de Cristo. a) La Jrevelación solamente discurso. sino un acontecimiento salvífico, err cuanto quo Dios mismo so comunica, y esta mis.ma comnnicación produce su srt-
no es
I86
Dqgma
Dogmáfica (teologia)
jeto receptivo obedientc y explícitamente ((oyente>>, la Iglesia. En esta medida, el dogma es de manera esencial no sólo una proposición <(acerca de>> algo, sino el suceso en ella comunicado que viene a sí mismo conceptualmente, en cuanto aceptado en la gracja (: autocomunicación de
Dios). b) Esta autocomunicación de Dios ha alcanzado su estadio definitivo y escatológico (la revelación ha quedado ya cerrada). c) El dogma tiene esencialmente carácter eclesiológico-social, puesto que la revelación misma que le sirve de base está dirigida a la Iglesia. Por otra parte,
eI dogma hace perceptible la
unidad de la Iglesia y, con ello, es la forma de Ia validez permanente de la palabra de Dios dirigida a la Iglesia y conservada por ella (->tradición). d) El dogma es asimismo vida, en cuanto que en é1 acontece
la autocomunicación de Dios mismo. puesto que sólo puede captarse en
la
¡ealidad misma
de lo
c¡eído
(gracia).
Do¡¡nas (evolución de los). I. E/ hecho. La doctrina de la evolución de los dogmas tiene que aclarar el hecho, indudablemente acontecido. de
que la Iglesia define como reveladas por Dios proposiciones que: a.) o lueron siempre admitidas, aunque no siempre se enseñaran explícitamente como reveladas por Dios, ó) o expresan el contc'nido de proposiciones
de la tradición pretérita. en una conceptualización muy diversa y todavía por claborar o desarrollarse
(al protegcr dc mancra más explícita el sentido sicmpre admitido de una proposición revclada, contra inter-
pretaciones heróticas). r') o proposiciones para las quc no pueden encontra¡se sin más o inmcdi¿rtamcnte fo¡mulaciones explícitas y eqtrivalentes en la tradición que sc rcmonten
hasta los apóstoles. 187
2. El i
problema de
la
evolución
da los dogmas consiste en probar co. mo fundamentalmente posible y como comprobable en los casos particulares identidad de las promulgaciones
la
de fe posteriores y <> con la promulgación apostólica de la revelación acontecida en Cristo. Su
diñcultad reside en que, según la doctrina de la Iglesia, la -)¡sygl¿ci6n a ella confiada (y en la que han de creer obligatoriamente los individuos) quedó cerrada con la muerte de los apóstoles (Dz 7'83 2ü2.1) y, por lo tanto, la Iglesia sólo puede testificar, ulterior-mente, lo que oyó de Cristo en tiempos de Ia generación apostólica y lo que en ese tiempo reconoció como perteneciente al depósito de la fe. Por más que el magisterio eclesiástico y su autoridad puedan garantizar a los fieles la existencia de una conexión objeüva entre dogmas ((antiguos>)
y
<(nu€vos»,
de
ninguna
manera pueden constituir esta conexión ni siquiera suplirla.
3.
Cami¡to plra una solución. Del planteamiento del problema se sigue:
el conocimiento de la conerión entre los dogmas <
vos>> tiene que presentar una estructura racional y razonable, y el (ouevo>> dogma no debe ser una nueva revelación. La evolución de los dog-
rnas pre§enta, en efecto, este aspecto racional; no avanza sin ol trabajo de los teólogos. Con ello se plantea la teología, en su relación con la evolución de los dogmas, el sigüente problema: ¿Hasta qué punto está implícitamente contenido en el
conjunto pretérito del depósito de Ia fe un dogma definido (o por definir) posteriormente? ¿Qué formas de implicación (lógica-formal) son po. sibles o legíümas por razbn de la estructura (siempro <>) del mensaje salvífico? La teologia no ha llegado todavía a un ¡esultado uná188
nime en lo que toca a este problema, que, por otra parte, no afecta directamente a la legitimidad fáctica de
la evolución de los dogmas, puesto qu€ ésta se apoya en la asistencia del Espíritu Santo. Dogmas (historia de Im). Exposi-
ción sistemática de la historia de los ->dogmas particulares, do las tormulaciones dogmáticas de verdades de fo particulares y de la totali dad de la idea cristiana de la fe, después de consumada
la
-+revela-
ción como tal. A la historia de los dogmas le sirve de base el hecho de
que la historicidad es algo esencialmente propio del dogrn:a, en cuanto que dogma es una verdad divina escuchada, croida y formulada por el hombre en este mundo, y en cuanto que es una función viva de la Iglesia. Es decir, la verdad que el propio Dios le ha legado y garantizado, debe
la Iglesia aceptarla, explicitarla y anunciarla en un proceso esencialmente histórico
y
socialmente es-
tructurado, de acuerdo con las diversas maneras do p€nsar (y de poder
escuchar)
de su ambiente.
más preciso de
la
Objeto
historia de los
lo constituyen las decisiones dogmáticas de la Iglesia (->dogma -+hechos dogmáticos. ->magisterio), dogmas
tal como están formuladas en los ->símbolos de la fe, decisiones dogmáticas de los concilios y de los papas. Su método es en principio el
histórico: fijación de
la
formuia-
ción originaria, de los motivos que
le sirven do base (-+herejía) y
sia creyente (-+cristianismo rI). Ge-
neralmente la historia de los dogrnas no se enseña en las facultades teológicas como asignatura especial, sino dentro de la dogmática misma, También suelo presentarse en libros que tratan especialmente de esa materia; en el sector protestante, desde
la
ilustración; en de el s. x¡x.
el
católico,
des-
Dogmálica (teologia) es la ciencia
teológica del -)dogma. Su objeto es, por lo tanto, la -+revelación cristiana en conjunto; es decir, incluso los dogmas que tienen por contenido el perfeccionamiento o la re¿üzación cristiana de la persona humana, que
tienen <
mática (->gracia, ->antropología). En cuanto es una parte de la teo-
logía católica, la teología dogmática es una ciencia de fe, es decir, un
conocimiento reflejo, metódico y sistemático llevado a cabo ¡ror el creyente bajo la luz de la fe. Conoci
miento que tiene como objeto la automanifestación salvifica del Dios trino en Cristo y en la Iglesia como su cuerpo mistico.
l.
Delimit'ación con respecto
a
otras disciplinas teológicas. a) Se distingue de la teología moral: por cuanto la autocomunicación de Dios
es tema de
la
teología dogmática
p¡ecisamente porque es
el principio del proceder sobrenatural del hombre, y la teología moral ha de tratar
de
particularmente de este proceder del hombre, la teología moral, en lo que
evolución del dogma (-+dogmas [evo-
siendo necesariamente una parte de la dogmática. b) La teologia dogmá-
las fuerzas (de tipo personal o social) que han tomado parte en la lución de los]).
toca
a su
temátíca material, sigue
por
I-a historia de los dogmas ayuda, consiguiente, tanto a la acla-
tica se distingue de la -+bíblica (teologla). Cf. el articulo citado. c)
ciencia dogmática total de
la -+Igle-
So distingue también de la -)teologia fundamental. Esta es presupueslo de la dogmática, a 7a vcz que ésta Ia
ración de los dogmas particulares como al esclarecimiento do la con189
190
Dogmática (teología)
l)url:¡
antepone a sí misma como momento <
(a pesar de ser ciencias teológicas) a la historia y actuación
referidas
de la Iglesia: -+Iglesia (historia de 1a), historia de la liturgia, historia de ia liturgia eclesiástica (-)patrología, historia teológica de la liturgia), teologla práctica, con el derecho canónico, teología pastoral, catequética, homilética, liturgia, música sagrada. Estas discipünas t¡atan de la
fglesia en cuanto que ésta se preen la contingencia humana de la historia, en la actuación autó-
senta
noma y en sus normas, como la respuesta, divinamente obrada del hom-
bre a la palabra de
Dios.
2. Método. En cuanto que la teologia dogmática es el escuchar sistemático «positivo>> (histórico) y con
vol.untad de entender, a la palabra de Dios en boca de Ia Iglesia, es a la vez «especulativa» (escolástica). porque la recepción en el ámbito del espíritu es un proceso activo en
el que entran en juego todos los
datos aprioristico-subjetivos del oyente. Así, también la historia de los dogmas (->dogmas [historia de los]) es un elemento esencial intrínseco
de la teología dogmática misma.
3.
Eslructuración íntenta
de
la
teologia dogmática. ["a dificultad fundamental en orden a una estructuración según la esencia de la dogmática reside en que slr objeto es a la vez <
y
<>.
I-a
reve-
lación de Dios, que es su tema,
es
una proposición acerca de las relaciones esenciales de Dios, del hombre, de su mundo y, a la vez, acerca de la obra histórico-salvifica de Dios 191
en el hombre. Este dualismo obliga a la dogmáüca a presentar, en slr
sistemática nerccsaria, la estructura histórico-salvífica de la revelación di vina. Só1o de esta manera puede la
dogmática poner
en claro que lo
contingente y lo esencial han llegado a su acercamiento definitivo e inseparable con respecto a su rela-
el Estado, combatido por San Agustín, condenado en los sínodos Late-
ranense (313) y Arelatense (3la) y desapareció con la victoria de los vándalos en África @30D. La teología
y del -)carácter saa través de
de Ia -+Iglesia
crarnental se enriqueció
los errores del
: gloria). Expresión para designar la manifestación ex-
Y
terna de la majestad celeste de Dios, tal como ya en el AT se hacía vi-
esto porque Ia realidad de este mtrndo temporal ha sido aceptada de una vez ͻla siempre por la va-
iidez final (End-gültígkeit) de Dos. Con respecto a los tratados par-
la teología dogmática, c.f, -+angelología, -+antropología,
ticulares de
-+cristología, -»eclesiología, -)esca-
tología, -)teologia formal y fundamental, -)teología fundamental. ->gracia (teologla de la), -rDios (doctrina acerca de), -+mariología,
-+moral (teologla), -)sacramentaria (teología), ->creación (doctrina
la), -+soteriología, ->trinitaria
de
(teo-
logía).
I)onatismo. Moümiento no¡teafricano del s. tv d.C. que recibe su nombre del obispo cismático de Ca¡-
tago, Donato. Fue fomentado por tensiones políticas y sociales, y por el conflicto surgido entre los máLrtires supervivientes y los que habían fallado en tiempos de la persecución. Teológicamente, sostenia que el bautismo y la orderración podían extin-
o
quedar como no recibidos, de forma que propugnaba también la repetición del bautismo. Ulteriormente, rechazó la paz de la Iglesia con el Estado, tuvo a la Iglesia africana por la hnica verdadera y am-
guirse
bicionó
el martirio
hasta llegar al suicidio. Esto movimiento entusiasta (que se apoyaba parcialmente en el -rnovacianismo) se desgajó en multitud de partidos, fue perseguido por 192
Doxa (griego
sible en forma de
y
<>.
<>, <>
En el tiempo de
humiltración, Cristo es el
su <
de La doxa de Dios>> (Hebr l, 3), en É1 mtá encarnatoriamente presente la doxa de Dios. Desde la ,resurrec-
ción de Cristo, El es el < (1 Cor 2, 8). Ulteriormente, 7a doxa (en una conceptualización
el
<>) es
tuamente Fadro e Hijo. Por Ia autode Dios al hombre acontecida en Cristo (donación del Espiritu; -+gracia) se da ya al hom-
corn¡lnicación
la
en el NT de la concepción judaica tardia del mundo (la demonologia; el ¡eino mundano del mal frente a la -->basileia de Dios, cuya prevalencia nunca se pone en tela de juiy la doctrina
cio, a pesar de todo;
donatismo.
ción bistórica (nunca igual), en la lase escatológica en la que la Iglesia (a diferencia del AT) hace teologia.
tura se da este dualismcl oxtrcmot aunque no hay que negar el inllujo
de los -)eones). La fe cristológica del NT hace saltar todo esquema dualístico, incluso
el
debilitado y
relativamente justiflcado, por la fuerza de la doctrina de la encarnación
de Dios, en la que el <
no», redimiéndolo. Duda, No hay que confundir la duda con la pregunta, que busca un conocimiento más exacto y comprehensivo, para integrar en él el conocimiento ya alcanzado y poseído. Tampoco se da todavia la duda cuando el mantener un conocimiento tro-
pieza con dificultades objetivas y
no constrictivas, lo tanto, estuerzo y
subjetivas, aunque
y
requiere,, por
decisión. Duda es Ia voluntaria sus-
participa-
pensión del asentimiento personal
ción en la do'xa escatológica de Dios. Con todo, esta doxa (bajo el aspecto
a un conocimiento que ya habia sido dado al que duda y que todavía le sigue dado en slr contenido y (de
bre fundamentalmente
soteriológico referido) sigue siendo todavia esencialmente oculta. y sólo se revelará tras los padecimientos de este mundo (Rom 8, 18). -+Gloria de Dios. Dualismo. En sentido estricto, doc-
trina
según
la cual la realidad está
constituida por dos ámbitos de ser igualmente originados y que se oponen mutuamente de manera absoluta. Desde el punto de vista de la historia de la religión, es de capital importan-
cia, sobre todo, el -+maniqueísmo, que disocia el mundo en dos prin-
cipios absolutos, uno bueno y otro malo, que se limitan mutuamente y se enfrentan de manera hostil. En ninguna parte de
Sagrada Escri-
Por duda, en sentido teológico, se entiende la duda libre y moralmente culpable con respecto ¿ verdades de la -+fe. Tal duda es posible, ya que el conocimiento de la verdad en
el
ámbito de la realidad personal (por tanto, también de la -grevela-
ción), con toda su objetividad y racionabilidad objetiva, slrpone como condición de su posibilidad determinada actitud p€rsonal dentro dcl ámbito de lo moral: apertura, rcspeto, modestia, docilidad, estimaci(in recta del esclarecimiento de la cxistencia que Ileva consigo un corrocimiento difícilmente asimilablc. cli. I()1
193
Rah-Vorg.
la
alguna manera también) en sus fundamentos,
7
r
-Duda Cuando
y
en la medida en que un
hombre reconoce que Dios verdadera¡¡rente ha hablado, no puede prác-
ticamente dudar de lo oído de esa manera. Sin embargo, puede tener
Iibre y culpablemente una actitud
o tomarla entonces, que le impide reconocer el mensaje de la interna,
revelación, total o parcialmente, como palabra de Dios.
Esa actitud puede también hacer ccsar, en el hombre, el juicio que éste había ya formulado de que la
revelación es palabra de Dios, es decir, puede poner en duda este hecho. Con esto no quiere decirse que cualquier duda respecto a la realidad de la revelación divina concreta pueda calificarse de culpa moral en todo hombre que duda.
E :
siervo de
la totalidad de la teologia, reina aún
Dios). En el AT, designación referida a todos los israelitas piadosos,
cierta obscuridad en cuanto que no puede hablarse todavía de un trata-
aunque se aplica especialmente a una figura misteriosa, Is 40-55, que ha de aparecer l[oféticamente y ha de padecer <> de manera
do propiamente dicho. La mayor parte de las veces, la eclesiologia queda incluida en Ia apologética (-+teología fundamental) en una forma doble: en forma histórica preteológica, en orden a una probación histórica de la institución de la Iglesia por JJesucristo y de su carácter como
Ebed Yahveh (hebreo
expiatoria. A veces se explica esta figura en sentido colectivo (¡efiriéndose a todo Israel o al resto justificado del ¡xreblo), y otras se la explica místicamente (por un presunto influjo babilónico), discutiéndose ulterio¡mente si se trat¿ de una figura ideal, de un homb¡e del pasado o de un hombre del futuro. El NT toma el término ebed Yahveh como refiriéndoso
a los israelitas
piadosos, inclu-
yendo a Jesfrs entro ellos. Especial-
a los textos de o apuntan de tal manera la vida y muerte de Jesús (cf. Lc 22, 37, con Is 53, 12 e.p.), mente conforme Isaías, so indican
que los textos de dicho profeta alusivos al ebed Yohveh aparecen claramente como profecías mesiánicas
a la luz de la
revelación neotestamentaria de Jesús. Profecías que, en un lenguaje impresíonante, ofrecen una imagen del Mesías ciertamente
al judaísmo contemporáneo: un alguien, el desconocido y martiriajena
zado que, calladamente, sin figura
ni
belleza, despreciado, castigado por Dios, toma sobre sí nuestros ¡recados y recibe sepultura entre los malhechores; así logra que los muchos se hagan suyos.
Eclesiologia. Doctrina teológica acerca de
sición de 195
I96
197
la -+Iglesia. Sobre la
la
po-
eclesiología dentro de
autoridad doctrinal (con inclusión de sus notas, jerarquía, magisterio, papa, infalibilidad), y en lorma dogmática, puesto que todas las propo-
siciones teológicamente
esenciales
de la -+§¿g¡¿d¿ Escritura (->inspiración, etc.) y de su relación con Ia -+tradición más allá de su
acerca
valor histórico como testimonio, suponen la doctrina dogmática sobre la Iglesia. Hay que tener en cuenta que las notas de la Iglesia (unidad y unicidad, santidad, catolicidad y apostolicidad), en las que puede reconocerse a la Iglesia como verdadera
Iglesia de Ieshs, han sido por su parsímbolos de la fe y, por tanto, tienen que ser creídas. Las proposiciones acerca de la esencia de la Iglesia sólo pueden en-
te incluidas en los
la -+cristologia de la Palabra hecha hombre;
tenderse partiendo do
tratado que por esa razón ha de preceder a la eclesiologia. [-a doctrina acerca de la -)eucaristía como misterio central de Ia Iglesia, perten€e esencialmente a la eclesiologia, de la misma manera que la doctrina de los -+sacramentos en general, que ha de presentar a éstos como realizaciones fundamentalcs de la Iglesia. 198
Econonrí:r (principio r!c)
Il¡¡fcrnt crlarl
Economia (principio de). Como principio metafisico, el principio de economla es un concepto auxiliar en orden a algo muy conocido y de gran importancia en lo tocante al conoci-
miento metafísico y teológico de Dios (-+Dios [teoría de]). Afirma
que la causalidad divina trascendente interviene en el curso intramundano de tra forma más discreta y sobria; concretamente, en cuanto que Dios,
como principio siempre trascendente, produce y soporta a las criaturas y
las actiüdades que les son propias
(-+creación, -)conservación del mundo, *§concurso divino). Afirma también que Dios, por su propia fuerza, libera una y otra yez esa dinámica intramundana en orden a una especie de autosuperación, y en orden a un efecto que las criaturas de por si no podrían producir, aunque en realidad lo producen con y en esta fuerza divina. Así, en el curso natural del proceso, Dios sigue siendo Ia causa trascendente. Con su obra, no se convierte en un miembro más dentro de la se¡ic de causas intramundanas en cadena. Si aparece Ia acción de Dios dentro del curso de los acontecimientos, es que se trata de la historia de la salvación, que culmina en la encarnación. Lo que el mismo mundo puede hacer. ha de realizarlo de la forma
cepto, atendiendo a Ia nueva situación histórico-salvífica. Una mirada simultánea a las palabras de la destrucción
y
reconstrucción del templo (Mt 26, s), puestas en boca de Jesfrs, y a Mt 16, 18 permite descubrir y r€conocer Ia proposición específicamente neotestamentaria: la edificación del nuevo pueblo de Jesús (-+Iglesia) será definitiva, perdurable en la historia por obra de Cristo, y a la vez posibilitará el acceso a la')basíleia esca60
tológica. Esto concepto cristológico queda eclesiológicamente ampliado en Pablo; la edificación de las comunidades particulares se lleva cie¡tamente a cabo por medio de los colaboradores do Dios (con potestad), aunque también por medio de cada uno de los miembros en particular (1 Thes 5, l1), por medio del -'>agape, del suf¡imiento de las debilidades del prójimo, por medio de la -+gnosis y de la profecla (1 Cor 8, 1; 13,
1 ss).
Éfeso, Ciudad, en el Asia Menor, en la que tuvo lugar el tercer concilio ecuménico, desde el 22 de junio hasta el 17 de julio de1 año 431, en tiempos del papa Celestino I. En explicaciones fundamentales cristológicas, condenó el -)nestorianismo y,
como consecuencia de ello, otorgó explícitamente a
la santísima
más perfecta posible. Dios mismo des-
-+María el título de
arrolla la potencia suministrada a la
(griego theotokos;
criatu¡a para su gloria y reclama para sí la actualización do dicha potencia, sin crear lo que resulta posible por --)el'olución. Edificación. El concepto eclesial de ediflcación so cleriva en último término del proceder salvifico de Dios en
el AT que, en relación con la
<
de Israel», se designa con la palabra <,
en oposición a
<>.
En Ia tradición sin(rptica y
«derribar>>,
joánica acerca de Jesús tiene lugar r"rna elaboración trlterior de este con199
<
virgen Dios»
Dz ll1a.l24).
el pensamiento susla historia del pueblo
Elección es tentador de
de Dios fijada en el AT. El objeto de esta elección es el pueblo de Israel, en cuanto que se le considera como
una totalidad procedente de Abraham. Por más que esta elección fue un acto de amor libre e imprevisible de Dios, se la considera más tarde como fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus ¡xomesas. Esta elección queda fundamentalmente ratificada por la <> de Cristo a 200
todo el pueblo dc Is¡ael. La restricción de esta misión a un resto (((p€queño rebaño») sólo se ve¡ifica tras recusación del Mesias por parte del entonces pueblo de lsrael. La for-
la
mación definitiva de la nueva comunidad de Dios (Mt 16, 18) abre simultáneamente la salvación a todos los hombres. En cuanto que los hombres salvados en Cristo han aceptado su elección como regalo de la gracia de Dios, se llaman <> en sentido estricto (Rom 8, 33; Col 3, 12; I Petr l, 1 s e.p.). Más allá de esta interpretación bíblica
la elección hay que entenderla teológicamente como el positivo pro-
de
ceder salvíflco de Dios (-+predestinación, ->reprobación), que tiene su
origen en una resolución amorosa, libre,
y
se ofrece también al indivi-
duo, aunque no anula
la
decisión
personal de éste, ni s'u estado de prueba, sino que los obra positivamente.
Emanacién (latin emanare
:
rna-
los escritos de esas caractcristicrrs
que tenian al papa por atrtor. l)c';t|,,: el s. xvul, término técnico pala tlcsignar tales escritos. Se citan conlor-
mo a las palabras iniciales
(p.ej.,
Quadra:gesinto anno). El problema teológico de la encíclica reside en la cuestión de su autoridad. Una enciclica, err cuanto tal, es una declaración del magisterio ordinario, aunque de por sí no es definición de un dogma por medio del magisterio o¡dinario o extraordinario. Su doctrina hay que aceptarla fundamentalmente con un asentimiento positivo e interno, aunque no absolutamente definitivo. Como es natural, una oncíciica, por su misma naturaleza. tiene en su lenguaje, tonos y aspectos mayor condicionalidad temporal que una deci
sión dogn-rática definitiva. Como es natural, el papa puede utilizar una encíclica como decisión definitiva de problemas hasta entonces abiertos a
la discusión. Cuando sucede esto, tiene que estar expresado en la encíclica (Dz 2313).
nar de) es un término que para el emanatismo filosófico-teológico significa el fluir mismo de todas las cosas de Ia substancia divina; derivadamente también significa
lo
emanaemanación es necesaria, y las emanaciones son cada vez más imperfectas a me-
do. Para el emanatismo, la
dida que aumenta su distancia de la fuente divina originaria (como ra-
yos de luz).
El
emanatismo, como
forma especial del -+panteísmo, fue condenado por el concilio Vaticano I (Dz 1804), puesto que está en contradicción con la absoluta simplicidad o inmutabilidad de Dios, proclarnada por el citado concilio, y con la doctrina de la -+creación.
Enfermedad. La dogmática no define la enfermedad, sino que remite a su experiencia, en cuanto que la
interpreta teológicamente, es decir, la pone en relación con Dios y con la salvación del hombre. Así, la enfermedad es uno de los procesos que privan al hombre de su propia disposición: imagen concreta, aunque ambigua, de su criaturidad corno estado do peligro existencial y de remisión a -)Dios; imagen concreta también de su estado de pecado, tatr co-
mo la Jconcupiscencia 1o es del pecado original; de la opresión de la -)muerte, 99¡¡6 -+pasión y como hecho; del dualismo inevitable y nun-
ca definitivamente solucionable en la
Enciclica. Literalmente, encíclica significa circular, en el sentido que encierra a todos dentro de su circulo o se dirige a todos; desde el s. vlr, 201
condición del hombre como agente paciente. A1 hombre enfermo, en su estado de amenazado, se le abre
y
el interrogante de si, en un autorban202
Esc¡¡lok¡t:i:¡
Enfer¡ncdad
dono a lo inlerior, quiere entenderse
a sí mismo como
mero momento
de un ritmo innocuo e inculpable de la naturaleza, que da la muerte para tenor más vida (cosa que ni el hombre es, ni puede serlo); o si quiere impiamente revelarse contra su exis-
tencia como algo sin sentido; o si admite (explícita o implícitamente) eso interrogante con
fo y
esperanza, que no ha de
como interrogante al responder autónomamente, sino que ya ha respondido Dios en la muerte
de Cristo.
Eón (griego aion : mundo, era, porción do tiempo, largo tiempo, eternidad sin tiempo, como decía
Platón). Ya en Eurípides podemos encontrarlo personiflcado, lo mismo que en Siria, Egipto y en el gnosticisnro. Para una comprensión biblica del eón como eternidad, cf. -+eternidad. El lenguaje utilizado por la Escritura se apoya en la concep-
ción del eón propia del
género
-+apocalíptico del judaísmo tardio. En ella se habla de dos eones que se relevan entre sí (és e
jero
sin fin;
pravación verdad).
-
*
aquél; pasa-
dolores/trabajos/de-
grande/nuevo/justicia/
En la Escritura también se establece la conexión errtre la venida del eón futuro y el Mesías; se opina que esa venida tendrá lugar o bien en la tierra t.t en el mundo celeste. En cstc último caso. con frecuencia no se trata ya de una simple sucesión
de los eones. sino de una taneidad
en
simul-
diferencia cualitativa
(eón terreno/visible visible).
-
eón celeste/in-
Esta teorÍa dc los dos eones no desenrpeña ningÍrn papel importante en la -)basileio anunciada por Cris-
to, por más que sc utilice
dicha
terminologia en Ios sinópticos
(este
futuro, habla sobre todo de
de ios principios
eón, que está prescnte, es malvad<¡, tiene un <> propio (2 Cor 4, 4), del que el cristiant'¡ queda liberadrr por la muerte dc Cristo; a los cristianos no les es permitido asemejarse a é1 (cf. cosmos, <> -)mundo, su concepto análogo en Juan). Hay
que considerar,
a la vista
de
estas
afirmaciones negativas, que Pablo, a diferencia del judaísmo tardío, toma
muy en serio a ((este)) mundo como lugar crítico y decisivo. Conforme a Hebr 6, 5, los cristianos han experimentado ya las fuerzas del eón
piración) y ->tradición, de su mutua relación y ionexión; del sujeto
futuro.
prirnario y propio de este conocimiento, que no es el individuo, sino la --;Iglesia jerárquicamcnte estructurada; de la relación de los fieles Y teólogos pa.rticulares, y de su conocimiento, con respecto a la doctrina de la Iglesia y a sus decisiones dog-
EpifanÍa (del griego : aparición, mostración). Como concepto propio de la historia de las religiones: tra repentina y fugaz visibilización de la divinidad. El concepto bíblico de epifanía se destaca claramente del precedente: en la Escritura significa la irrupción históricamente perceptible del Dios personal en el mundo. Se distinguen teofanías, cristofanias (bautismo, transfiguración, el Señor caminando sobre el mar), pneumatofanias y angelofanías (+ángel). La Escritura no conoce )<> en el sentido de simple ->revelación
máticas docentes (-)magisterio, -+in-
falibilidad, -+dogma, -+calilicaciones teológicas). Por fin, trata también de los métodos en Particular:
teologia histórica, especulativa, kerygrnática.
Escindalo (griego sktmdolon trampa, obstáculo). En el NT se emplea primariamonto esta palabra al hablar de Cristo, escándalo de Cris-
privada; todas las epifanías encierran y transmiten también un encargo a Ia comunidad.
to
(Cristo como «signo de contradicción»: Lc 2, 34; cf. Mt 11, 6; 1 Cor l, 18'2, 16); es decir. frente a
Epiqueya (griego epíeikeio : comedimiento, tolerancia). Principio
para
la
expectación mesiánica terrena de los judíos y frente a la autojustiflcación de los fariseos, Cristo, con su doclrina y conducta, es un escándalo. Este reside en la in.comprensibilidad (paradoja) de que Dios se haga horntrre, como recalca sobre todo Juan; cosa que trasciende radicalmente toda representación Y comprensión terrena (Ioh 1, 5. 1O), de manera particular en lo quo se re-
la
interpretación de las leyes humanas en teología moral. Etr principio dice: Una ley, incluso eclesiástica, no obliga si. conforme a un sano
sentido común, habría que pensar que el legislador no quería obligar
en este momento y en estas circunstancias concretas, p.ej., cuando el cumplimiento de la ley híc ct nunc es desproporcionadamente
dificil.
te-
cón
nido en cuenta el fin de Ia ley (asi Tomás de Aquino. Suárez y o,tros).
203
244
Pablo, - aquélivenidero/futuro). prescindiendo conscientemente del
Epistemología toológica" Doctrina y reglas formales que hay que tener en cuenta en el conocimiento por la fe Y en la reflexión sistemática sobre é1 propia de la -+teología. Por tanto, trata dc la dependencia y referencialidad del hombre con respecto a ia revelación divina (-+misterio), de la esencia de ese conocimiento como ->fe, de la ciencia de la fe Y conocimiento racional e histórico de la verdad, auténticamente humano. T¡ata también de las fuentes materiales de tal conocimiento: -+sagrada Escritura (-+ins-
<>
fiere a la cruz de Cristo (tal como 20_5
tu
hace notar sobrc todo Pablo). La acción de dar escándalo por partc tlc los cristianos es, ante todo, ttnl nta-
nifestación necesaria del -->eón maligno (Lc 17, 1), sobro la que recao la maldición especial de Jesús. Conforme a la teología moral, cl escándalo puede residir en el que lo padece, p.ej., si una manera de Proceder buena en sí, frente a un hombro que no quiero comprender' espi-
ritual y
religiosame,nte soberbio
(scandalum phnrísaícum)
o frente a
una mentalidad no madura, frente a un carácter débil (scandalum Pu'
sillorum), se convierte en ocasión de (: escándalo). No es licito evitar el escándalo farisaico, pero sí en lo posible el de los débiles. A1 dar escándalo Por maldad (in-
pecado
duciendo a otra Persona al Pecado) o por negligencia imPrudente (Pre-
viendo el pecado de otra Persona Y sin impedirlo a Pesar de Poder hacerlo), se peca contra la caridad Y surge la obligación de reParar los
daños ocasionados. En determinadas circunstancias puede ser lícito el escándalo, sin que esto implique una -+cooperación al pecado: -+doble efecto de una acción. En el mundo y la cultura Pluralis-
ta de hoy hay que amonestar Y exhortar a dar testimonio Positivo, aunque esto implique un escándalo en sentido bíblico para nuestro munguardia
do, en vez de ponerse en unilateralmente frente
al
escandalo
moral. Escatología (griego eskhata
: itl'
timas cosas, postrimerías). Doctrina
teológica de
los -)novísimos.
escatología no es
do de
La
un relato anticipa-
sucesos que
han de aconteccr
sino una mirade que el hombre dirige a la consumación dcfinitiva de su propia situación existctrcial deteminada ya escatoltigicamcnte; mirada previa, del toclo llcccs:t<>,
2(X!
Esc*Íologia
Escritura (sentido de la)
ria para su decisión espiritual libre, y dada a partir de su situación histórica salvífica definida por el suceso Cristo. El fin de dicha mirada es que el hombre acepte su ptesente como
-->luturo presente y definitivo, aunque escondido, que se da ya en este preciso ahora como -+salvación, si se acepta como obra de Dios, que de todo puede disponer; obra imprevisible en cuanto al tiempo y a 7a manera de su realización. Así se mantendrá en pie esperanzadamente como participa-
y sin impacierrcia.
ción en la c¡uz de Cristo. el
escán-
dalo de Ia contradicción entre la rea-
lidad fáctica y la salvación dada ya en Cristo (mundo en pecado, dispersión, división de los pr-reblos, discre-
pancia entre naturaleza
y
-)hcrmenéutíc¿
de
las
sa interpretación «apocalíptica» de la escatología (->apocalíptico) como una absoluta existencialización <
el
hombre
vive en una temporalidad auténtica, orientada a un futuro en realidad todavia pendiente; olvida que el hom-
bre vive en un mundo que no
es
existencia meramente abstracta, sino
que tiene que conseguir con todas sus dimensiones (incluso con la temporalidad profana) la salvación. Estas normas ponen en claro, además de otras muchas cosas, lo siguiente: Las afirmaciones acerca del ->cielo se encuentran en otro plano que las relativas al -+inñcuro. I-a gracia de Dios en conjunto vcnccrá con toda certeza; esta tesis triunl'al del cielo se convierte en tesis dcl peregrino (víaÍor) cuando éste accpta en la tesis del infierno la posibilidad abierta y auténtica de su condcnación indi247
y asimismo frente a la supuesta certeza de una condenación concreta ya dictada, anticipándose al oculto juicio de Dios. Estas normas ayudan a distinguir entre contenido y forma en las afirmaciones esc¿tomente,
1ógicas de dición.
2.
la Escritura y de la
tra-
Conten¡do de las afirmaciones A este contenido per-
tenecen: la finitud intrínseca y la conformación histórica del tiernpo, desde un -+punto de partida auténtico hasta un término (-)terminación) insuperable también auténtico del carácter de lo que siempre es irrepe-
tible en la historia de la ->salvación (historia do la); la -)muerte y la
misterio permanente; la relación entre el ->cielo de los redimidos y el mundo reprobado de los -)demonios; la esencia metatísica del cuerpo giori-
ficado; la -->basilcía una constituida por ángeles y hombres. La dialéctica entre la escatología individual (muerte, juicio particular. cielo o infierno, purgatorio, del individuo) y la esca-
tología universal (juicio
universal, cielo eterno. infierno eterno) constituye uno de los problemas teológicos más difíciles de la escatología. Las aflrmaciones acerca de estos dos te-
mas de
la
obrada por Dios con ca¡ácte¡: de suceso como forma necesaria de una consumación auténtica del tiempo; que el fin está ya dado con la encarnación, muerte y <>
-)resurrección de Cristo; que
fin viene dado como realidad
<> <), piuesto
->resurrección del
que el hombre for-
ma una sola realidad con cuerpo y
alma, y todas las afirmaciones de la Escritura que Ie afectan comprenden
Ia totalidad de su
El
i'áctica
después de Cristo; el carácter agónico
(en sentido de lucha) de este tiernpo nece-
teriza por poner especialmente de relieve el ->cristocentrismo, la iden-
tificación de la gracia de la justificación y Ia c¿rridad, la concepción marcadamente < y críteología
tica de la l'unci(rn de la misrna.
Escritrura (scnlido rlc la). El sentido pensado por Dios, garantizado por la ->inspiración y, por tanto, verdadero de las palabras en la -+Sagrada Escrifura, es el sentido
pretendido por el autor humano dc l¿ Escritura y que viene dado con sus palabras. Para ñjar este sentido con el grado de seguridad pretendido
por el autor, hay que recurrir
a
todas las reglas de interpretación de ia palabra escrita y hablada. Es de-
cir, hay que atender al
signiñcado
de una palabra en una época determinada y en determinado iontexto.
fijar exactamente el género literario (->géneros litera-
Sobre todo, hay que
esencia.
adjetivo <> significa, para la teología actual, el pre-
rios) del texto en c,restión, para po-
sente en cuanto que los últimos tiem-
der distinguir segfrn las
pos quedaron iniciados con
Cristo (<
de Ia Escritura>>).
este
de la misericordia victoriosa y de la -)autocomunicación de Dios; la peculiaridad del tiempo que transcurre
(-)anticristo), que se agudiza
no
pueden cohonestarse s€nciilamente, a base de distribuirlas entre diversas realidades, que se tratan como separadas (bea-
escatología
titud del
escatológicas.
proposiciones escatológicas tiene que dar normas que eviten tanto una fal-
pretaciones olvida que
maciones de la escatología tienen que permanecer siempre abiertas como proposiciones acerca de nuestras posibilidades actuales y actualmente insuperables. Tienen que permanecer en pie lrente a la opinión de una -)apokatastas¡s conocida esoté[ica-
hombre,
concupiscencia, muerte).
1. Una
vidual. Ambas tesis quedan enyueltas por el hecho de la -+sspe¡¿¡2¿ de la salvación individual. Las afir-
Escotismo. Escuela, en la teología católica, que recibe su nombre de su fundador Juan Duns Escoto' f¡anciscano escocés (ca 1265'1308). Está enterrado en Colonia. El escotismo vive todavia y representa una cietta
oposición
al -)tomismo dentro
de
circunstan-
cias con suficiente exactitud entre el
contenido de la proposición (sontido) y su revestimiento. Pero aquí hay que tener en cuenta que en nin-
guna proposición humana resulta posible fijar con toda precisión la linea divisoria entre ambas cosas, por lo que tampoco es lícito exigírselo al autor humano de la Esc¡itura. El autor humano no tiene que a.barcar necesariamente todo el alcance de 1o que realmente ha dicho; sin embargo, ese alcance, por 1o me-
nos en cuanto puede conocerse a partir del conjunto de la Escritura,
sariamente en o¡den al fin; ulteriormente, la aniquilación de las luerzas cósmicas de la ley, de la muerte,
la teologia católica. Junto a diferen-
be óptimamente como ->caridad; en
nificación de la humanidad de Cristo en orden a la bienaventuranz¡.; la
mente, está contenido en
consecuencia, acentúa también el pri-
humano. Donde una realidad afirm¿rd¿ es un -+fypos de o{ra realidad y ello queda garanlizado por la rc.,'c-
etéterai el ->juicio como consurnación del mundo; la permanenta sig-
->üsión de Dios como visión
cias metafísicas respecto al tomismo, es ca¡acterística del escoti."mo acentuar que la esencia de Dios se conci-
clel
mado de Ia voluntad, de la libertad y de lo individual; además. se carac-
208
209
puede considerarse como copronunciado por Dios, y así, en esa medida, puede hablarse del <> de un texto que, aunque inarticulada-
el
texto
210
Escritura (scntido de la)
l¡lscnci¡
lación de Dios, el sentido tipológico (en cuanto momento del sentido ple-
no) puede conside¡arse como sentido literal. Las aplicaciones piadosas de textos do la Escritura, que nada tienen que ver con el sentido pretendido por el autor, no es lícito presentarlas como expresión de tal sentido y sería mejor evitarlas. En el dificultoso proceso de fijación del sentido de la Escritura, hay que tener la -->onalogia fídei,lainterpretación de Ia -+tradición (Dz 786 1788 1942ss) y la doctrina del -+maen cuenta
gisterio eclesiástico (Dz
2341
s,
etc.;
Jhermenéutica bíblica). La diñcultad de ese proceso no
la propia de todo hablar humano que versa sobre lo no
es superior a cotidiano.
Escriturística (prueba).
La -)Sa-
grada Escritura sigue siendo la fuente
inagotable de toda teología cristiana. sin la cual la teología tendría que ser estéril (Dz 2314). Por lo tanto, la teología bíblica (-+bíblica [teología]), como ciencia autónoma y
como momento intrínseco de
Ia
-+dogmática misma, tiene que suministrar la prueba escriturística. Esto implica dos cosas. a) Hay quo mostrar
que y cómo la doctrina del magisterio ordinario y extraordinario está
contenida explícitamente o implícitamente (Dz 2314) en la Esc¡itura o, por lo menos, encuentra en ella su <
tratar de hacerlo, tiene que atenderse, con todos los medios y reglas de la -+hermenéutica bíblica, al ver-
dadero sentido de Ia Escritura (->Escritura [sentido dc la]); ni hay que
pedir demasiado a un texto bíblico
ni tampoco recortar positivísticamente su riqueza de contenido. á) Sin embargo, la inagotable riqueza teológica de la Escrilura hay que desentrañarla una y otra vez con nuevos esfuerzos, donde y cuando no esté 211
aún suficientemente actualizada
en
el mensaje de la fe. Así, se consigue que la Escritura no sólo sea la justificación ulterior de este mensaje, sino que siga siendo además su fundamento viviente. Escuelas teológicrs.
y
No
se preten-
catactertzar en este artículo. las escuelas que han ido apareciendo en el curso de la historia de la teología (p.ej., -+Alejandría [escuela teológica de], ->Antioquía [escuela teológica de], ->agustinismo, ->tomismo, -+escotismo, etc.); sólo queremos considerar el sentido y las fronteras de la formación de las escuelas en la teología. Hay que tener en cuenta de antemano que la Iglesia y su magisterio, a pesar de sus
de nombrar
recomendaciones, p.ej., en lo que toca
a la doctrina de Tomás de Aquino (p.ej., Dz 2l9l s 2322), no se han identificado con ninguna escuela. El hombre es una entidad histórica, incluso en su conocimiento de la verdad. Queda referido a la totalidad de la realidad que en sí es acce-
sible
a su conocimienlo (Dz
2321)
desdo determinada perspe.ctiva flnita, históricamente condicionada, que le viene dada de antemano (en concep-
tos, planteamientos, en lo percibido como obvio o problemático. en exp€riencias de tipo social o individual). Incluso cuando el hombre conscientemente, más aún, en rebelión se aleja de su punto de partida, sigue siendo ésto una vez más la ley a priori de esa dinámica intelectiva, sin que ello deba confundirse con el -+relativismo teológico. Ahora bien,
el hombre oye la revelación de Dios
en esa condicionalidad histórica
del
conocimiento; pof tanto, la oye y entiende en una forma determinada, histórica, sobre todo teniendo en cuen-
ta que la
-+revelación misma ha acontecido como histórica, en una forma del todo determinada y con212
dicionada históricamente. Todo oir inteligente, precisamente para que tenga lugar de la manera más <> posible. tiene que poner en juego
toda
la
<>
del
oyente,
así como también ha de dejarse transIormar por el mensaje. Las escuelas teológicas hay que entenderlas partiendo de esos datos: son la expresión de Ia rnultiplicidad do maneras justificadas, históricamente condicionadas, de anuencia finita a la revelación, dentro de la Iglesia. Del mismo
modo que se da una evolución de los dogmas (-+dogmas [evolución de trosl), se dan también escuelas en teología. La primera designa la historicidad auténtica de la revelación y de su apropiación por Ia Iglesia rnisma; las segundas, el hecho de que i¡cluso dentro de la Iglesia una se dan lormas de oir la revelación, sociológica e individualmente condicionadas. Porque hay una verdad divina, una Iglesia y una confesión pfrblica de la fe de la Iglesia una, compete al magisterio eclesiástico discriminar entre los modos le-
la
gitimos de oir la revelación con inte-
ligencia de ella, es decir, escuelas teológicas de aquellos en que se malogra la verdad una de Dios o no queda ya a salvo la confesión universalmente inteligiblo de la fe una de la Iglesia una (-+herejía). Así so sigue también que una es-
cuela sólo sigue siendo católica si, en contra de sí misma, de un modo
critico, repensando una
y
otra
vez
de manera nueva las bases de su sistema y' sondeando en la plenitud de los contenidos de la revelación. permanece abierta ante la comprensión, siernpre más abarcante, de la Iglesia
y de todas las esto sin que, por razón de esa patencia, pretenda ser, en un ((sistema» adecuado, lo que sólo puede todos los tiempos escuelas.
Y
de ser la Iglesia como totalidad en todos los tiempos tomados en con213
junto. Pretender no pertenecer a ninguna escuela sería el necio orgullo del que cree que puede poseer ya ahora la verdad eterna fuera de la historia temporal. Aferrarse absolutamente a un sistema como expresión adecuada de la fe de la Iglesia implica asimi.smo la negación de la historicidad de la verdad. En el tiempo sólo se comulga con la verdad de Dios en una unidad, intraducible en núrneros, de humildad y obediencia frente a la fe perceptiblemente constituida de la Iglesia en conjunto y frente a la valentía humilde respecto
a la verdad
<>.
Y sólo en
esa
unidad frente a la fe se forma una dimensión objetiva frente a la subjetividad <>. Esencia. Por mudable que un ente
po{ más que aun tenga que hacerse 1o que sólo es
sea,
en ese ente; dato que se mantiene a través do ese hacerse y que es su misma ley a priori. (Positivamente, en lo que puede y tiene que convettirse: -tmeta. Negativamento, en lo quo está fuera de las posibilidades de ese hacerse, ya desde el punto de
partida mismo.)
A
esta estructura
fundamental duradera de un ente se le llama su esencia, o también su -->rrat.oraleza, erl cuanto que es principio do las oporaciones. Cuanto más
perfecta es una esencia, tanto más amplias son las posibilidades activas y pasivas de su hacerse, tanto más
lo
devenido será una determinación interna de ese sujeto que realiza su esencia (-+libertad). Cuando la esencia 1o es de una -)trascenden-
cia espiritual (-+espíritu, -)persona, -+hombre), las posibilidades del hacerse son ilimitadas. Esta esencia es idéntica con la -+potencia obediencial de recibir la absoluta autocomunicación de Dios s¡ l¿ -+gracia ! 214
Esencia
Iispiri lu
en la -+visión de Dios. Las esencias esto carece de importancia con resinfrahumanas están circunscritas a pecto al contenido propio de la fe:
determinado ámbito espacio-temporal
Cristo nos da ve¡daderamente
su
de la realidad. En eso consiste la cuerpo y sangre bajo la realidad perdiferencia esencial entre el espíritu manente de las apariencias de pan y to'do Io meramente material. y vino, de modo que Io que nos da es su cuerpo y su sangre, y ninguna. Especie (a diferencia del individuo otra cosa en esa dimensión. Con ello y del género común, especialmente hemos cumplido suficieulemente con en biologia) significa lo universal- las proposiciones de la experiencia mente uno y, con todo, relativamen- I'ísica scnsible y de la fe. La forma te concreto, que se encuentra en en que pueden coexistir esos dos muchos individuos, sobre todo si grupos de afirmaciones puede quedar unos proceden de otros. tranquilamente en la zona del misterio. Especie eucaristica. En esta expresión, el término especie significa la realidad de tipo accidental de un ente, inmediatamente dada a Ia experiencia sensible, en contraposición a
su fundamento substancial que porta esta multiformidad de la
so-
<
riencia> y le da consistencia. En dicho sentido se emplea especie euca¡ística en la explicación conceptual de Ia -+transubstanciación en el sacrificio de ia misa (-+misa [sacrificio de 1a]). En elloo la realidad experimentable, la <> de pan y vino, sigue persistiendo y se convierte en (
ñab> del cuerpo y la sangre de Cristo que se dan bajo esa apariencia. Llamamos <> a lo único que interesa al físico positivista. y lo único que puede comprobar con sus métodos de observación.
En qué sentido ptrede identificarse aquí la palabra especie con -)<>
te
en su significado estrictamen-
ontológico, es algo que depende de la signiñcación concreta de -)<>
de pan o de vino.
que deja de existir por la transubstanciación, según la doctri.na cle Ia Iglesia @z 877 884). Determinarlo a partir de Ia misnra escncia del pan o
del vino o a ¡rartir de Ia fisica moderna, es algo muy ditícil. por
Io
tanto, muchas preguntas
a'oie¡tas. Pero,
:Í5
siguen
en último té¡mino,
Esperalrza. La esperanza. en s€ntido neotestamentario, está constituida en último término por la confluencia o
punto de intersección de dos elementos. El primero es la disposición divina sobre el destino del hornbre, en virtud de la cual queda el hombro afectado de manera eñcaz y per-
manente por el amor de Dios hecho
hombro en Jesucristo, hecho, por
tanto, historia humana.
El
segundo
elemento es Ia conducta del hornbre que responde a esta disposición y que, afianzado en su creyente certeza sobre el decreto salvífico acontecido ya definitivamente, espera confiadamente la consumación rlltirna del plan salr,ifico divino en la venida de Jesucristo (cf. Hebr 6, 18; Rom 8, 24 e.p.). Ese segundo elemento puedc ser también la conducta de la --+Jglesia, en la que queda permanentemente
tórico-evolutivo entre
la fe
dogmá-
tica general y la absoluta intimidad individual del amor (1 Cor 13, 13; cf. Dz 800 809).
El objeto material de la esperanza es el perdón de los pecados del quo ya se tiene noticia por la fe; Ia gra-
cia, como justificación indebida
e
inmerrcible, y también como ayuda eflcaz en orden a la perseverancia en dicho estado de gracia; por riltimo,
ante todo, la definitiva *»visión de Dios como don reservado (
y
mi
individualmente>> por Dios. La esperanza cristiana encuentra su certeza en la persona de Jesucristo (cf. Col 't, 27; 1 Tim 1, l), en la que la benevolente aceptación del destino
y del hombre sin más, deviene historia en virtud de Dios. humano
la aceptación o transformación ahí acontecida de la historia humana como una necesidad conPrecisamente
tenida en el mismo plan divino y que desemboca en la nueva creación defrnitiva, es lo que da a la esperanza su ((rectitud».
Es¡¡iritu es
ente caracte¡izado por su abertu¡a sobre el ->ser y, a l,a vez, por su estado de abie¡to respecto a lo que él mismo es y a lo que no es. Mediante estas dos aperturas de tal ente sobre el ser universal y sobre si mismo quedan caracterüados los dos rasgos fundamenta1es del espiritu: ->trascendencia y reflexión (autoposesión en su ser consigo" y ->libertad). En su trascenden-
cia sobre la totalidad del ser, el individuo experimenta lo que él mismo
virtud
Y a lo otro
estrechamente ligada
pero
a Ia ->gracia,
a la vez es verdadera
ohra
humana (obrada por Dios). que en cuanto tal se halla en estrecha rela-
ción con la ->[e y la ->ceridad
pcrsonal, puesto que de alguna rnanera constituye el punto céntrico his216
y como <>. singular, a lo que hace