JOSÉ BORTOLINI
COMO LEER LA 2a. CARTA A LOS
CORINTIOS LOS AGENTES DE PASTORAL Y EL PODER
JOSÉ BORTOLINI Colección COMO LEER
LA BIBLIA COMO LEER LA PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS José Bortolim COMO LEER EL CANTAR DE LOS CANTARES Ivo Swrmolo - Euclides M Balancín COMO LEER EL LIBRO DEL GÉNESIS huclides M Balancín - Ivo Slormolo, 2a ed COMO LEER EL LIBRO DEL ÉXODO Fue lides M Balancín - Ivo Slormolo, 2a ed COMO LEER EL LIBRO DE AMOS h uc lides M Balancín - Ivo Slormolo, 2a ed COMO LEER EL LIBRO DE JOB Ivo Siorniolo COMO LEER EL LIBRO DE JOÑAS fue lides M Balancín - Ivo Slormolo, 2a ed COMO LEER EL LIBRO DE MIQUEAS r uclides M Balam m - Ivo Slormolo, 2a ed COMO LEER EL LIBRO DEL ECLESIASTES /• uc lides M Balan: m - Ivo Slormolo, 2a ed COMO LEER LA PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES lose Bonolim COMO LEER LA SEGUNDA CARTA A LOS TESALONICENSES José Boriohm, 2a ed COMO LEER LOS LIBROS DE SAMUEL tuclides M Balancín - Ivo Slormolo, 2a ed COMO LEER EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS Ivo Slormolo COMO LEER LOS LIBROS DE LOS REYES Ivo Slormolo COMO LEER EL LIBRO DE LOS SALMOS Marc (hrard COMO LEER EL LIBRO DEL DEUTERONOMIO Ivo Slormolo COMO LEER LA CARTA A LOS GALATAS lose Bonolini COMO LEER EL LIBRO DE SOEONIAS hmlides M Balancín - Ivo Slormolo COMO LEER EL EVANGELIO DE SAN LUCAS Ivo Slormolo COMO LEER LA SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS José Bortolim
Cómo leer
La Segunda Carta a los corintios Los agentes de pastoral y el poder
SAN PABLO
COMO LEER LA BIBLIA
"... Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén, regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: 'Acércate y ponte junto a ese carro'. Felipe corrió hacia él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: '¿Entiendes lo que vas leyendo?'. El contestó: ' ¿ Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?'. Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él... El eunuco preguntó a Felipe: 'Te ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?'. Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús..." (Hch 8, 27-3¡.34-35a).
Titulo original; © Paulus Editora Como ler a segunda caria aos corínliosRúa Francisco Cruz, 229-04117-091 Sao Paulo, Villa Mariana. SP-Brasil. Traducción: Martín
Distribución: Departamento de Ventas Calle 18 No. 69-67 Tels.: 4113955 - 4113966-4113976 Fax: 4114000 - A.A. 080152
SANTAFE D E BOGOTÁ, D.C.
La serie "Cómo leer la Biblia" es, al mismo tiempo, sencilla y atrevida. Sencilla porque no pretende ser un comentario a cada libro de la Biblia, si no más bien una clave de lectura, una especie de linterna que nos ayude a enfocar y a mirar, en su conjunto, uno o más libros bíblicos. Y atrevida porque estimula a leer los textos con los píes en el suelo de la existencia, sin perder nunca d<¿ vista los anhelos de vida y de libertad de nuestra gente. No tenemos la pretensión de ser como Felipe, pues la Biblia no pertenece a los estudiosos, sino al pueblo. Nuestra tarea es la de acercarnos a él, acompañarlo, sentarnos a su lado para escucharlo, preguntando e indicando posibles caminos para la com-
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Introducción prensión Por tanto, hemos tenido el valor de sintetizar, en un subtitulo, el posible eje en torno al cual gira el libro en cuestión Preparamos estas pequeñas obras para las personas que se reúnen alrededor de la Biblia, hecho éste que manifiesta la presencia del Espíritu en nuestro camino Como el etíope que vuelve a su país, la gente busca hoy el modo adecuado de encarnar la Biblia en la vida y en la sociedad Nuestro esfuer/o es justamente el de ayudarla a entender lo que lee mientras recorre su camino en la esperan/a y en \a alegría (Cf Hch 8, ^9) Por tanto, estos libros parten siempre del contexto en el cual se generó el escrito bíblico, dando así pistas para su comprensión en el "hoy" de nuestro caminar Lspci.imos que esta sene aporte nuevas luces a las personas y comunidades, haciendo rtsonar de nuevo la alaban/a de Jesús "Yo te bendigo, Padie, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños Si, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito" (Mt 11, 25-26) La Editorial
VIEJOS Y NUEVOS CONFLICTOS
Vamos a suponer que usted recibe a un familiar venido de lejos, al cual no conixia Solo había oído hablar de él por medio de sus padres y de los contemporáneos de ellos A estas alturas, ya todos éstos no existen, pero su memoria permanece en una me/cla de nostalgia y gratitud Usted se acuerda de ellos e, incluso, guarda algunas lotos que ahora muestra a este pariente Cada una de estas fotograiías suscita en usted aquella me/cla que dijimos A través de ellas, su pariente va a conocer mejor a sus padies y lamihares cercanos y va a descubrir algunos de sus rasgos lisíeos cómo eran, qué transmitían de ellos en las fotos y tantas otras cosas El va a encontrar que participan tanto de ocasiones alegres como de acontecimientos tnstes y va a percibir su lorma de actuar en la comunidad y en la lucha por la libertad y la vida Estas lotos van a alegrar a su pariente Sin duda, usted no tuvo tiempo de ordenar el álbum porque, ademas, esto es imposible, pues las fotos no registran la fecha en que lueron tomadas Usted dirá con ra/on que esto no cambia las cosas Lo importante es ir mirando las fotos, para revivir intensamente aquellos momentos y sentir, como ya mencionamos, nostalgia y giatitud a la ve/ *** I a coiiespondcncia entre Pablo y la comunidad de Connto es como una sene de lologralias tomadas en tiempos y contextos dilerentes Es imposible afirmar, con absoluta certe/a, la lecha en que se escribieron Sin embargo, al leer entre lineas, podemos 7
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descubrir parte del contexto y de las motivaciones que llevaron a Pablo a redactarlas. Las investigaciones realizadas hace ya tiempo mostraron que la Segunda Carta a los corintios es como un álbum cuyas fotografías fueron tomadas en diversas épocas y celebraciones. Si alguno intentara ordenarlas, terminaría dándose cuenta de lo imposible del proyecto y de su poca importancia. Quien limite su esfuerzo a esto, será como aquel que quiera ordenar las viejas fotos, para luego guardarlas en el armario, sin nunca mostrarlas a nadie y sin mover los sentimientos de ninguno.
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Busquemos reconstruir los hechos Primera visita de Pablo a Corinto (hacia el año 50). Fundación de la comunidad (Hch 18, 1-I8a). Pablo se quedó 18 meses allí. Primera carta enviada a la comunidad (ICo 5, 9). Esta carta se perdió (aunque algunos estudiosos afirman que no fue así, sino que fue anexada a las "fotografías" que componen la actual Segunda Carta a los corintios. Sería el trecho de2Co6, 14—7, 1. Segunda carta, escrita en Efcso (hacia el año 54, durante el tercer viaje misionero. Cf. mapa). Se trata de aquella que conocemos como Primera Carta a los corintios. Segunda visita de Pablo a Corinto (año 55). Esta visita no la mencionan los Hechos de los Apóstoles (no es aquella prometida en ICo 16, 5). Timoteo, que pasó por Corinto, le cuenta a Pablo las tensiones y los conflictos de la comunidad. De este modo, Pablo decide ir personalmente a Corinto y es enfrentado abiertamente por alguno. El conflicto llega al extremo y Pablo decide salir de Corinto, prometiendo volver apenas pueda. Esto no ocurre, pues Pablo no quiere provocar una tristeza mayor (2Co 2, 1). Tercera carta enviada a la comunidad (hacia el año 55). Algunos estudiosos afirman que esta carta se encuentra en 2Co 2, 14—7,4. En ella, Pablo se defiende sin obtener resultados satisfactorios. Cuarta carta. Tito es su portador y mediador del conflicto (hacia el año 55). Algunos estudiosos afirman que esta carta es la que Pablo escribió "en una gran aflicción y angustia de corazón, con muchas lágrimas" (2Co 2, 4). Serian 10-13 de aquella que conocemos como Segunda Carla a los corintios. Otros sostienen que se trata de una carta anterior actualmente perdida.
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Quinta carta (año 55). Pablo encuentra a Tito en una de las ciudades de Macedonia (Cf. 2Co 7, 6). Tal vez Filipos o Tesalónica. Este le hace saber que el conflicto se superó. Pablo, entonces, escribe la carta de la de reconciliación (2Co 1, 1—2, 13; 7, 5-16). Sexta carta (año 55 ó 56). El portador de esta carta es, probablemente, Tito. Reconciliado con la comunidad, Pablo le recuerda un compromiso asumido hace tiempo, pero aún no realizado: la solidaridad con los pobres de Jerusalén. Esta carta está en 2Co 8 y fue escrita en Macedonia. Tito llevó en su equipaje otras cartas sobre el mismo asunto, destinadas a las demás comunidades de Acaya, cuya capital era Corinto. Más tarde, los corintios anexaron este texto a su "álbum de fotografías". Se encuentra en 2Co 9. Tercera visita de Pablo a Corintio (año 56). A estas alturas, Pablo se considera ya "Prisionero del Señor". Esta visita realiza el deseo manifestado en ICo 16, 1-4: llevar a Jerusalén el resultado de la colecta solidaria en favor de los pobres de esa ciudad. En esta ocasión Pablo escribe la Carta a los romanos.
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La Segunda Carta a los corintios es como un álbun de fotografías sin fecha. Sin preocupación alguna por el tiempo, ella habla de un conflicto abierto entre Pablo y una persona de la comunidad con ocación de una visita inesperada; habla del proyecto de otra visita que no ocurrió y habla de Tito como mediador del conflicto. En ella, Pablo recuerda los problemas enfrentados en Efeso (probablemente estuvo en la cárcel por un tiempo), recuerda la colecta en favor de los pobres de Jerusalén y habla abundantemente de sus adversarios en la comunidad de Corinto. Algunos temas de la Primera Carla a los corintios vuelven con mayor intensidad en la Segunda. Podemos destacar la misma colecta para Jerusalén (Cf. ICO 16, 1-4 comparada con 2Co 89) y el asunto del agente de pastoral y la autoridad (Cf. ICo 9 con 2Co 2, 14—7, 4; 10, 1 — 13, 10). De los muchos conflictos y tensiones presentes en ICo únicamente estos dos vuelven, con mayor insistencia, en la Segunda Carta a los corintios. ¿Por dónde comenzar? Si es verdad que 2Co es un álbum de fotografías sin fecha, podemos comenzar por cualquier parte. En la presente obra, hemos decidido seguir un orden cronológico probable, sin pretender que sea el único. Sin embargo, lo importante no es "por dónde" sino "cómo" y "para que", pues lo que quieren estas viejas fotografías es suscitar en nosotros una añoranza, gratitud y, sobre todo, una práctica pastoral renovada.
1 EL AGENTE DE PASTORAL Y EL PODER (2, 14-7, 4; 10, 1-13, 10)
En este capítulo analizaremos al mismo tiempo los dos textos que, juntos, hacen más de la mitad de la carta. Comenzaremos en 2, 14 y terminaremos en 7, 4. En seguida, profundizaremos los capítulos 10 al 13. En nuestras Biblias, estos trozos no están seguidos, pero hemos querido unirlos por dos razones: 1. Habrían sido escritos con un breve intervalo de tiempo entre uno y otro. 2Co sería, como afirmamos antes, el primer intento de reconciliación entre Pablo y la comunidad. Poco antes, él estuvo en Corinto y alguien lo enfrentó abiertamente. Pablo salió muy triste de allí, con la promesa de volver apenas pudiera. Al no poder viajar, mandó el texto que aparece en 2Co 2,14—7, 4. Esta carta no provocó grandes cambios en la comunidad. Así pues, el Apóstol escribe una carta dura: son los capítulos 10 a 13. Todo esto sucedió en el año 55. 2. Además de ser textos próximos en el tiempo, tratan de los mismos temas. En ellos, Pablo defiende enérgicamente su modo de ser y de anunciar el Evangelio, contra los agentes de pastoral que explotan al pueblo. Los "adversarios" de Pablo en 2,14—7, 4 son los mismos de los capítulos 10 al 13.
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Una caricatura del agente de pastoral A partir de estos textos, podemos ya trazar un rápido perfil de los falsos agentes de pastoral. Al leer 2Co 2, 14—7, 4, descubrimos que éstos llegaron a Corinto con cartas de recomendación (3,1). Son agentes de pastoral que defienden sus intereses para conservar sus privilegios (Cf. 4, 1-5): actúan secretamente, con astucia, falsificando la Palabra de Dios y predicándose a sí mismos. Son agentes de pastoral exhibicionistas que no anuncian a Jesucristo y se apoyan en las tradiciones del Antiguo Testamento y en la Ley escrita. En los capítulos 10 al 13 descubrimos otros elementos similares. Pablo afirma que ellos se dicen israelitas (11, 22), se consideran ministros (11, 23) y apóstoles de Cristo (11, 13) y, al mismo tiempo, pretenden destruir el trabajo que él reali/.ó. Les gusta exhibir dones extraordinarios (Cf. 12, 1-7) y viven a costa de la comunidad, esclavizándola. Los "adversarios" de Pablo son una caricatura del agente de pastoral. I. El agente de pastoral y el poder (2,14—7, 4) Pablo inicia agradeciendo a Dios que, por medio del Evangelio, transtorna el poder establecido: "¡Gracias sean dadas a Dios, que nos lleva siempre en su triunfo, en Cristo y por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento! Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden: para los unos, olor que de la muerte lleva a la muerte; para los otros, olor que de la vida lleva a la vida" (2, 14-16a). Para entender mejor el modo en que Dios trastorna el poder establecido, hay que descubrir el trasfondo del texto. Pablo parte de la forma en que los generales romanos celebraban la victoria sobre sus enemigos. Ellos entraban victoriosos en Roma, junto con sus oficiales y colaboradores, arrastrando a sus prisioneros de guerra. 14
El pueblo que asistía a la parada militar quemaba hierbas perfumadas e incienso a lo largo del camino. Para los vencedores, éste era un perfume de vida; pero para los vencidos un perfume de muerte, pues eran ejecutados al final del desfile. La gran victoria de los cristianos es la de Cristo, que murió y resucitó por nuestra salvación. En su marcha victoriosa sobre la muerte, tiene a su lado a los agentes de pastoral que son, al mismo tiempo, sus colaboradores y quienes perfuman la victoria de Cristo con el anuncio de la Palabra liberadora. Cada uno entienda el perfume de la forma que quiera: aceptándolo, el Evangelio es perfume de vida para la vida; rechazándolo, se hace perfume de muerte para la muerte. El Evangelio, por tanto, pone a las personas ante una decisión, una opción fundamental: la vida o la muerte. Es así como Dios trastorna el poder establecido. La única victoria que cuenta es la de Jesús vencedor de la muerte. Los que no se asocien a la marcha de la vida sobre la muerte, aunque se digan anunciadores de Cristo, son en verdad colaboradores del poder establecido, que es un poder de muerte. La marcha de la vida no se hace a costa de la esclavitud y de la muerte de otros, sino mediante el compromiso para que todos lleguen a la libertad que genera vida eterna. El poder de la tradición (3,1-18) Los "adversarios" de Pablo son de origen judío. Se adhirieron al Evangelio, pero continúan sujetos a la tradición y a la Ley. Este tema se desarrolla más ampliamente en las cartas que Pablo escribió a las comunidades de Galacia y de Roma. Los falsos agentes de pastoral se apoyan en la Ley y en sus cartas de recomendación (3, 1). Pablo asegura que él no necesita de tales cartas, su carta es la comunidad que él fundó. Los fundadores no necesitan recomendaciones. Los corintios, impresionados con estos agentes de pastoral, los acogieron sin darse cuenta de lo que este gesto implicaba. 15
Acogerlos es lo mismo que aceptar la Ley, es decir, hacerse judío como condición primera para pertenecer al pueblo de Dios. La mayoría de la comunidad era de origen pagano. Pablo había mostrado ya que, con Cristo, "en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu" (ICo 12, 13). El poder de la tradición amarraba a los corintios a la Ley y a su letra: para ser salvos debían cumplir todo lo que estaba prescrito. Las consecuencias de esto son desastrosas. Es la destrucción completa de todo lo que Jesús hizo con su muerte y resurrección. Es la eliminación total de la acción del Espíritu comunicado en el bautismo. Moisés —a quien se atribuía la autoría de la Ley—, sería más importante que Jesucristo. En Jesús se realizó la nueva alianza de Dios con la humanidad. Negar esto es como tener un velo que impide ver la nueva realidad: "Y no como Moisés, que se ponía un velo sobre su rostro para impedir que los israelitas vieran el fin de lo que era pasajero... Pero se embolaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy perdura este mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levanlado, pues sólo en Cristo desaparece. Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad" (3, 1317). Pablo cita un caso típico en la vida de Moisés: cuando él bajó de la montaña con las tablas de la Ley, su rostro resplandecía, pero el pueblo no podía ver a Moisés por el brillo de su cara. El se cubrió con un velo, que retiraba sólo cuando se acercaba a Yavé para hablar con El (Cf. Ex 34, 29-35). Este hecho confirma lo que Pablo está diciendo: la Ley era pasajera; la antigua alianza no iba a durar por siempre. Aferrarse a esta tradición es luchar
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por la conservación de algo que no tiene sentido frente a la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. El poder de la tradición es un poder que enceguece y provoca la muerte. Nosotros, que traemos la nueva alianza grabada en el corazón por el Espíritu de libertad (Cf. 3, 3), no necesitamos del velo de Moisés. "Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu" (3, 18). El poder de la seducción (4,1—5,10) Los falsos agentes de pastoral engañaban y seducían a la comunidad. Pablo es muy duro al tratar este tema. El sabe que es fácil seducir a las personas, pues basta recurrir al prestigio de la posición social, al poder de las palabras o a la seducción de la propaganda. Era precisamente lo que hacían aquellos que lo criticaban. Las consecuencias de esto son tres: en primer lugar, falsificaban la Palabra de Dios (4, 2). El Evangelio ya no es fuerza que libera para la vida, sino un simple pretexto para que los agentes de pastoral mantengan sus privilegios y continúen dominando al pueblo. Acaban predicándose a sí mismos, y no a Cristo Señor. Se convierten en dueños de la comunidad (4, 5). En segundo lugar, impedían a la comunidad misma mantener una actitud crítica: todo lo que hacían era lo correcto, lo justo y lo definitivo. Dios mostraría su voluntad a través de la voluntad de ellos (4, 2). Pablo, al contrario, prefiere recomendarse ante Dios y ante la conciencia de cada persona. En tercer lugar, los falsos agentes reproducían el poder establecido, pues el dios de este mundo era su cabeza, de modo que no veían brillar la luz del Evangelio ni la gloria de Cristo (Cf. 4, 4). Pablo muestra, en pocas palabras, el camino del agente de pastoral. Si Jesús es el Señor de la comunidad, el único modo auténtico de ser y actuar es el servicio: "No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús" (4, 5). 17
El servicio a la comunidad por causa del Señor Jesús muestra que el poder del agente de pastoral no está en el prestigio, en el brillo de la palabras o en la seducción de la propaganda. Al contrario, reside en las situaciones de debilidad, humillación y persecución; en una palabra, en las situaciones de muerte que él enfrenta. Es allí donde Dios muestra todo su poder: "Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, afín de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la muerte de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, mas en vosotros la vida" (4, 7-12). Pablo vive en continua situación de muerte. Como atribulado, colocado contra la pared, perseguido y tirado al piso son las formas en que describe su situación. Con todo, se siente lleno de valentía. Afirma que no se desanima, que ningún obstáculo es insuperable, que no se siente abandonado en la persecución, ni aniquilado cuando lo derrumban y le ponen un cuchillo en la garganta. ¿Por qué? En primer lugar, se da cuenta de que las situaciones de muerte lo desgastan por fuera, pero no por dentro. A partir del sufrimiento, sus convicciones se fortalecen y consolidan cada vez más: "Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día" (4, 16b). Es la constatación de quien entra en la segunda mitad de la vida: por un lado, siente que la resistencia física ya no es la misma que en la juventud; pero, al mismo tiempo, se da cuenta de que, así como las frutas necesitan del sol para madurar, las personas sólo llegan a la plena realización de la vida pasando por los desafíos que la vida misma presenta.
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La segunda razón tiene sus raíces en Cristo resucitado (5, 110). La vida presente es transitoria. Pablo la compara con una tienda y con una ropa usada. La tienda va a deshacerse, pero Dios nos prepara una habitación en el cielo (Cf. Jn 14, 2). La ropa usada se desgasta, pero nos revestimos de una ropa nueva. Lo mortal es absorbido por la vida. Sin embargo, el futuro de cada uno se decide aquí y ahora, en la tienda y en la ropa que representa nuestro cuerpo (5, 10). Pablo ya no tiene nada de seductor. Al contrario, parece un bandido, un marginado, un perseguido por donde va. Se parece a Jesús y cree que éste mismo es la certeza de su victoria. El poder de las apariencias (5,11-17) Después de hablar del poder de la tradición y de la seducción, Pablo vuelve a la polémica contra los falsos agentes de pastoral. Ciertamente, el apóstol no era de aquellas personas que cautivara por las apariencias. Además, su lugar social era el de los esclavos y de los que sufren. Las constantes situaciones de muerte lo han agotado físicamente, sin tener ahora nada de atrayente. Los "fuertes" de Corinto lo rechazaban por parecerles vergonzoso un fundador de la comunidad con una apariencia tan deprimente. Tal vez fueron llevados a esto por los agentes de pastoral que llegaron a la ciudad, recomendados, saludables y de buen aspecto. Entre líneas, descubrimos una crítica a los falsos agentes: engañan al pueblo y seducen su conciencia. Apoyados en el poder de la apariencia, esconden sus verdaderas intenciones (5, 12). En el fondo, en vez de vivir para Cristo, viven para sí mismos (v. 15). Pablo, en cambio, no vive para sí. Por esta época, encadenado, escribe también a los Filipenses y les garantiza: "Para mí la vida es Cristo" (Flp 1,21). La razón de su vida no es la misma de los agentes de pastoral que se imponen por las apariencias: "Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por lodos, todos por tanto murieron. Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y re19
sucitópor ellos" (w. 14-15). Con esto, Pablo apunta al objetivo de todo lo que escribió: buscar la reconciliación. Buscando la reconciliación (5,18—6,2) La muerte de Jesús selló la reconciliación de la humanidad con Dios. Sin embargo, esta reconciliación permanece inacabada si los corintios no se reconcilian con el fundador de la comunidad, tal como el se presenta y actúa. Pablo se despojó del poder de la tradición, de la seducción y de las apariencias, se hi/.o siervo, embajador del Siervo Jesús. El recuerda una frase del segundo canto del Siervo de Yavé: "En el tiempo favorable le escuché y en el día de salvación te ayudé" (6, 2; Cf. Is 49, 8). Según Is 49,1 -9a, la misión del Siervo de Yavé es reorganizar al pueblo para que deje el exilio de Babilonia y vuelva a su propia tierra. Pablo siente que esa es su misión: reconducir a la comunidad a la reconciliación con Dios. Esto, sin embargo, no sucede sin que las personas se reconcilien con Pablo, tal como él se presenta. En otras palabras, para reconciliarse con Dios, los corintios deben reconciliarse con los pobres, representados en la persona de Pablo. Retrato del agente de pastoral (6, 3—7, 4) En el elenco de los sufrimientos soportados por Pablo transparenta la figura del Siervo de Yavé. Es más un retrato del agente de pastoral. "A nadie damos ocasión alguna de tropiezo, para que no se haga mofa del ministerio, antes bien, nos recomendamos en lodo como ministros de Dios; con mucha constancia en tribulaciones, necesidades, angustias; en azotes, cárceles, sediciones; en fatigas, desvelos, ayunos; en pureza, ciencia, paciencia, bondad; en el Espíritu Santo, en caridad sincera, en la palabra de verdad, en el poder de Dios; mediante las armas de la justicia: las de la derecha y las de la izquierda; en gloria e ignominia, 20
en calumnia y en buena fama; tenidos por impostores siendo veraces; como desconocidos, aunque bien conocidos; como quienes están a la muerte, pero vivos; como castigados, aunque no condenados a muerte; como tristes, pero siempre alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos" (6, 3-10). Pablo está por terminar su defensa contra los que lo acusan (2, 14—7, 4). Ha dicho lo que siente con toda franqueza y corazón abierto (6, 11). Y espera de los corintios la misma reacción (v. 13). Cuando todo parece conducir al final de la carta, surge de repente un nuevo tema. Pablo pide a la comunidad que no tenga nada en común con los infieles, pues la justicia no va con la injusticia, la luz no tiene nada que ver con las tinieblas. Mirando bien, notamos que el tema de la franqueza y del corazón abierto continúa en 7, 2. Con base en esto, algunos estudiosos afirman que 6, 14—7, 1 es un trozo escrito en otra ocasión. Llegan a decir que es el primer texto que Pablo envió a la comunidad y que es, entonces, un escrito anterior a la actual Primera Carta a los corintios. Inclusive, al respecto, existe una prueba bastante consistente, pues en ICo 5, 9 Pablo afirma: "Al escribiros en mi carta que no os relacionarais con los impuros". Sin embargo, es difícil explicar cómo vino a parar este texto aquí. A pesar de las dudas, el trozo tiene sentido en el contexto mayor que venimos examinando. Se trata de una exhortación para que la comunidad rompa de una vez con un tipo de evangelización que reproduce la sociedad injusta. Pablo había afirmado ya que "el que está en Cristo es una nueva creación" (5, 17). Ahora, al hablar al corazón de los corintios, les recuerda que esto tiene que llevarse hasta las últimas consecuencias.
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Reflexionemos un momento 1. ¿Qué nos ha llamado más la atención hasta el momento? ¿Por qué? 2. ¿Por qué Pablo critica el poder de la tradición? ¿Qué tiene que ver esto con nuestra comunidad? 3. ¿Está presente el poder de la seducción en nuestra sociedad? ¿En nuestra comunidad? ¿En qué forma? 4. ¿Está presente el poder de las apariencias en nuestra sociedad? ¿En nuestra comunidad? ¿En qué forma? 5. Reconciliarse con Dios es reconciliarse con los pobres. Comentemos esto. 6. ¿Cuál es el retrato del agente de pastoral?
II. El agente de pastoral y el poder ( 1 0 , 1 - 1 3 , 10) Los capítulos 10—13 vuelven al tema de la carta anterior. Todo lleva a creer que los corintios no se reconciliaron ni con Dios ni con Pablo, que se presenta como pobre y sufriente. Alguien influyente en la comunidad hace que las tensiones lleguen a su punto más alto. Pablo vuelve a escribir. Tito es portador de esta carta y el mediador del conflicto (hacia el año 55). Algunos estudiosos afirman que esta carta es la que Pablo escribe "con gran aflicción y angustia de corazón, con muchas lágrimas" (Cf. 2Co 2, 4). Acusaciones contra Pablo Entre líneas, es posible descubrir en los capítulos 10 al 13 una serie de acusaciones que conmovieron el espíritu de Pablo. ¿Cuáles? Intentaremos elaborar una síntesis de las cuestiones más importantes. Con todo, al leer el texto, pueden aparecer otros temas. 22
En primer lugar, algunos sostienen que Pablo "no pertenece a Cristo" (Cf. 10, 7). Según Me 9, 41, la expresión "pertenecer a Cristo" era un privilegio de los Doce, es decir, solamente aquellos que anduvieron por las calles de Palestina con Jesús podían llamarse "Apóstoles". Pablo no sería, entonces, apóstol y no tendría autoridad para ser fundador de comunidades. Los corintios habían caído en el anzuelo de una falso predicador de Cristo. Este mismo problema había aparecido ya en la carta anterior (Cf. 3, 1-2) y, aun antes, en ICo 9, pero los corintios no lo asimilaron. En segundo lugar, Pablo es acusado de ser un destructor de comunidades. Es lo que se deduce de 10, 8: "Y aun cuando me gloriara excediéndome algo, respecto de ese poder nuestro que el Señor nos dio para edificación vuestra y no para ruina, no me avergonzaría" (Cf. también 12, 19; 13, 10). La crítica es contundente y arrasadora. A estas alturas, Pablo ya había dado por concluida la fundación de las comunidades de Asia y, poco tiempo después, escribía a los romanos que pensaba avanzar hacia nuevos campos de evangelización, como España (Cf. Rm 15, 23). Para él, la evangelización depende sobre todo de las comunidades. Las que él fundó debían generar otros núcleos de evangelización en Asia, partiendo de los grandes centros urbanos hacia la periferia. Son las comunidades las que deben llevar adelante esta tarea, y no esperar la aprobación de quienes pretenden ser los únicos que pertenecen a Cristo. En tercer lugar, Pablo es acusado de ser "tan humilde cara a cara entre vosotros, y tan atrevido con vosotros desde lejos" (10, 1; Cf. también v. 10). Los corintios llegaron a detectar en Pablo una especie de esquizofrenia (doble personalidad): tímido en presencia de la comunidad y audaz lejos de ella. En el fondo, se le acusa de tenerle miedo a la verdad y a la confrontación. ¿Por qué? Volvemos a la acusación inicial: Pablo no "pertenece a Cristo" como los Doce. Cuarto, Pablo es acusado de ser un evangelizador que decepciona por varias razones: "... La presencia del cuerpo es pobre y la palabra despreciable" (10, 10). Ningún texto bíblico habla 23
del aspecto físico de Pablo, pero todo nos lleva a creer que era todo lo contrario a los famosos comunicadores de su tiempo y de hoy. No era un "galán". Si viviera en nuestros días, ciertamente no sería un "seductor" que cautivara por su apariencia externa, como aquellos que estamos acostumbrados a ver en la novelas y en el cine. Además, "supalabra es despreciable": Pablo mismo reconoce que no sube hablar con brillo (Cf. 11, 6). En síntesis, no sabe comunicarse de forma agradable. Sin duda, los corintios lo comparan con los otros evangelizadores que han pasado por \a ciudad. Eslos, en cambio, \cman un poder de comunicación capa/, de seducir con las palabras. Quinto, unido a lo que acabamos de decir, los corintios acusan a Pablo de "no hacer espectáculo" como los demás evangelizadores. Estos, guiados por la ideología de una sociedad hecha de apariencias, se imponían por su curriculum. Llegaban a las comunidades con cartas de presentación (Cf. 10, 12), se consideraban los únicos que pertenecían a Cristo (Cf. 10, 7), daban demostraciones de poderes espectaculares, afirmaban haber recibido revelaciones extraordinarias de Dios y decían poseer los carismas más elevados. Sexto, Pablo es acusado de invadir el terreno de otros (Cf. 10, 14). Esta cuestión está ligada también a la primera acusación, es decir, la de "no pertenecer a Cristo". La consecuencia inmediata es negar a Pablo el derecho de fundar comunidades. Este privilegio le corresponde a los "superapóstoles". Séptimo, —esta es la acusación central— se dice que Pablo no ama a los corintios. Ellos estaban acostumbrados a sostener a los evangelizadores, proveyendo a todas sus necesidades. En Corinto —y en la mayoría de las comunidades fundadas por Pablo— el Apóstol quiso trabajar con sus propias manos, colocándose así junto a los marginados (en aquella época los hombres libres no realizaban el trabajo pesado, eso le correspondía a los esclavos). ¿Por qué Pablo actúa de esta manera? La primera razón es esta: Jesús se hizo esclavo de todos (Cf. Flp 2, 5-11). Esto marcó el camino para el agente de pastoral: no hay otro modo de anunciar el Evangelio sino asumiendo el proyecto de Jesús. 24
Pero hay otra razón de carácter económico: los predicadores ambulantes (del Evangelio y de algunas filosofías de la vida) se hacían mantener por sus oyentes. Este hecho condicionaba al evangelizado^ de modo que no se sentía en libertad para decir todo lo que debía o, peor aún, al hablar, fácilmente condicionaba su anuncio a los intereses personales. En el caso de un evangelizador, el dinero del salario generaba dependencia no sólo desde el punto de vista económico, sino también de los contenidos. ¿Cómo anunciar a Jesús esclavo y crucificado sin tener actitudes de patrón? ¿Cómo anunciar el Evangelio de la libertad sin hacer uso del poder económico? Finalmente, Pablo es acusado de despojar a la comunidad con astucia: "Es verdad, en nada os fui gravoso; pero en mi astucia os capturé con dolor" (12, 16). Los corintios pervirtieron el sentido de las cosas. Ciertamente, Pablo no exigió cosa alguna de la comunidad. Sin embargo, ahora quiere hacer una colecta en favor de los pobres de Jerusalén (Cf. ICo 16, 1-4). ¿Qué pretende? Con seguridad, afirman, se va a quedar con todo y se va a enriquecer más que si hubiera exigido su sustento. ¿Qué hay detrás de estas acusaciones? La búsqueda del poder Los corintios no llegaron solos a formular estas acusaciones contra Pablo. Detrás de ellas están los que la carta llama, con una buena dosis de ironía, "superapóstoles". ¿Quiénes son? Seguramente personas influyentes, representantes de la jerarquía central que se impone a la comunidad. Pero, dejemos que Pablo nos muestre el verdadero rostro de estas personas. Es el retrato negativo del agente de pastoral. En primer lugar, son personas que se apoyan en el poder de la oratoria. Con su práctica y predicación, Pablo destruyó los raciocinios presuntuosos y cualquier otro poder altivo que se levantara contra el conocimiento de Dios (Cf. 10, 4-5). El Evangelio se había vuelto un pretexto para defender los intereses de quienes lo anuncian. En los vv. 4-6 Pablo emplea metáforas tornadas del mundo militar. Nos da la impresión de que los "su25
per-apóstoles", con sus "raciocinios presuntuosos", crearon alrededor de sí una fortaleza en la cual ellos mismos ocupan el lugar de Dios (Cf. Sal 12, 4-5). Se hicieron ídolos de la oratoria. En segundo lugar, son personas que se apoyan en el status religioso. Por pertenecer a Cristo, buscan la proyección de su ego y no el anuncio de Jesucristo crucificado: "Ciertamente no osamos igualarnos ni compararnos a algunos que se recomiendan a sí mismos. Midiéndose a sí mismos según su opinión y comparándose consigo mismos, obran sin sentido" (10, 12). Es la idolatría de la religión como búsqueda de posición social. En tercer lugar, para sustentar su status religioso, apelan a un pretendido poder recibido de Jesús y se hacen acompasar de cartas de recomendación. Estas cartas detallaban los méritos y hazañas de los predicadores, presentando un curriculum completo. Ellos se imponían a las personas por el prestigio (Cf. 10, 12). En consecuencia, se consideraban "dueños de las comunidades", inclusive de aquellas que no habían fundado (Cf. 10, 15). Es la idolatría del poder religioso. ¿A quién se parecen? Como se ve, en 2Co 10-13 está enjuego la cuestión del poder. Pablo continúa haciendo la caricatura de los agentes de pastoral que se imponen por este medio. Veamos algunos aspectos. Primero, no son diferentes de los poderosos de la sociedad de Corinto pues "se miden según su opinión y se comparan consigo mismos" (10, 12b). Reproducen, en la comunidad de hermanos, aquel sistema competitivo desigual e injusto que caracterizaba al mundo pagano. Segundo, no anuncian a Jesucristo crucificado; se anuncian a sí mismos y quieren que las personas sean como ellos. Pablo es contundente. El dice a los corintios: "Pues a cualquiera que se presenta predicando otro Jesús del que os prediqué y os propone recibir un espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que abrazasteis, ¡lo toleráis tan bien!" (11,4). Un Jesús, un Espíritu y un Evangelio diferentes es lo que
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anuncian quienes acusan a Pablo. ¿En qué consiste la diferencia? Se trata de un Jesús a imagen de los intereses del agente de pastoral, de un espíritu de ambición y de un evangelio que es buena noticia para ellos, pues conserva y sostiene sus privilegios. Pablo compara a tales personas con la serpiente que sedujo a Eva (Cf. 11,3). Tercero, Pablo afirma que son ministros de Satanás, pues la mentira se disfraza bajo cierta apariencia de bondad: "Porque esos tales son unos falsos apóstoles, unos trabajadores engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y nada tiene de extraño: que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Por tanto, no es mucho que sus ministros se disfracen de ministros de justicia" (11, 1315). Finalmente, son explotadores del pueblo: "Soportáis que os esclavicen, que os devoren, que os roben, que se engrían, que os abofeteen" (11, 20). En vez de estar al servicio del pueblo, son patrones opresores; en vez de dar la vida por la gente, la devoran; en vez de "hacerse todo para todos", despojan a las personas; tratándolas con arrogancia y violencia y no con amor. ¿Cuál es el evangelizador auténtico? Las tensiones y conflictos de la comunidad de Corinto obligaron a Pablo a defenderse. Sin embargo, ya en la Carta a los filipenses había declarado que todos los títulos de los que pudiera enorgullecerse no eran para él más que basura (Cf. Flp 3, 4-16). Por esto mismo, prefiere gloriarse de sus debilidades. Veamos, pues, qué posición toma este Apóstol frente al liderazgo, al poder económico y al prestigio.
En relación con el liderazgo Aun siendo fundador de la comunidad (Cf. 10, 13-14), Pablo nunca se consideró su dueño. El dueño es Dios.
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Aquí comienza el problema del liderazgo, pues los "superapóstoles" creían suya la comunidad. Pablo les muestra que tal actitud los hace opresores prepotentes (Cf 11, 20: "Soportáis que os esclavicen..."). El Apóstol ejerce su liderazgo de una forma diferente y afirma, en la carta misma, que siente por la ciudad un celo semejante al de Dios: "Celoso estoy de vosotros con celos de Dios. Pues os tengo desposados con un solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo" (11, 2). Se trata de una imagen que viene del Antiguo Testamento y recorre el Nuevo hasta el final (Cf. Ap 19,8 y ce. 21-22). Dios es el esposo de la comunidad. La función del evangeli/.ador es cuidar que la comunidad, prometida en matrimonio con Cristo, le sea fiel. La imagen evoca la sociedad patriarcal de aquel tiempo: el padre de familia, al prometer a su hija en matrimonio, velaba por su integridad física y moral hasta el día de la boda. Recuerda, también, la figura del "amigo del novio" en Jn 3, 29, pues era éste el que se encargaba de preparar el matrimonio. Pablo es padre de la comunidad y amigo del novio. Podríamos añadir, con el Evangelio mismo de Juan: "El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud" (Jn 3, 29).
En relación con el poder económico Como padre de la comunidad, Pablo se preocupa por el bien integral de ella: "No corresponde a los hijos atesorar para los padres, sino a los padres atesorar para los hijos. Por mi parte, muy gustosamente gastaré y me desgastaré totalmente por vuestras almas. Amándoos más, ¿seré yo menos amado? (12, 14b-15). Aquí está en juego el poder económico. Al exigir a los fieles que los mantengan, los "super-apóstoles" están realmente devorando y despojando a la comunidad (Cf. 11, 20). Pablo toma 28
una posición muy distinta frente a lo económico. El muestra en qué consistió el gastarse y desgastarse por la comunidad: "¿Acaso tendré yo culpa porque me abajé a mí mismo para ensalzaros a vosotros anunciándoos gratuitamente el Evangelio de Dios ? A otras Iglesias despojé, recibiendo de ellas con qué vivir para serviros. Y estando entre vosotros y necesitado, no fui gravoso a nadie; fueron los hermanos llegados de Macedonia los que remediaron mi necesidad. En todo evité el seros gravoso, y lo seguiré evitando... ¿Por qué? ¿Porque no os amo? ¡Dios lo sabe!" (11, 7-9.11).
En relación con el prestigio Pablo prefiere gloriarse de sus debilidades. Los poderosos de aquel tiempo querían que la gente los recordara por sus actos gloriosos (la historia de Roma antigua conserva los Arcos de Tito y de Constantino, la Columna de Trajano y otros monumentos que han hecho inmortales a los poderosos). Ellos querían seguir viviendo en la memoria del pueblo. Pablo quiere hacerlo también, pero de una forma muy distinta. Es por esto que el c. 11 presenta la serie más larga y completa de los peligros, miedos, necesidades, sufrimientos y situaciones de muerte que enfrentó el Apóstol en todos los lugares por los que pasó (Cf. vv. 21b-33). Los que lo acusaban se enorgullecían de sus logros y títulos, imitando así a los poderosos de su época. En cambio, si para Pablo es necesario alabarse, lo hace de sus debilidades. Aunque ya les había mostrado a los corintios las señas de un verdadero apóstol: "Paciencia a toda prueba, señales, prodigios y milagros " (Cf. 12,12), ahora prefiere hablar de su flaquezas como pruebas de la fuerza de Dios que actúa en él. Para Pablo, el prestigio no cuenta; al contrario, es obstáculo para el anuncio de Jesús, que él retuvo sus privilegios y se hizo esclavo de todos (Cf. Flp 2, 5-11).
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Veamos rápidamente cuáles son los privilegios de los "superapóstoles". En 11, 21c-23 Pablo escribe: "En cualquier cosa en que alguien presumiere —es una locura lo que digo— también presumo yo. ¿Qué son hebreos? Yo también lo soy. ¿Que son israelitas? ¡También yo! ¿Son descendencia de Abraham? ¡También yo! ¿Ministros de Cristo? —Digo una locura— ¡Yo más que ellos!". Detrás de las acusaciones se esconden los "privilegios" de quienes acusan a Pablo. Estos se consideran hebreos auténticos, mientras que a Pablo, nacido en la diáspora, lo juzgan como de "raza impura". Es el privilegio de la raza. Ellos piensan que son los verdaderos israelitas, es decir, los detentores de la religión pura y auténtica. Quienes nacieron en la diáspora, en contacto con los paganos y lejos del culto, no representan para ellos la verdadera religión de Israel. Es el privilegio de la religión asociado al de haber nacido en una "tierra santa". Por esto mismo, se juzgan como los únicos descendientes verdaderos de Abraham y herederos de las promesas. La promesa hecha a Abraham incluía la posesión de un territorio específico y aquel que fuera a vivir al extranjero, pensaban, ya no sería más un heredero de tal promesa. Es el privilegio de la herencia. Ellos se autexienominan ministros de Cristo y se hacen acompañar de cartas de presentación, para luego convertirse en un peso para la comunidad de los pobres. Es el privilegio de la jerarquía. Fijémonos que Pablo responde: "Yo también lo soy" (Cf. 11, 22). Sin embargo, él no impone a las comunidades sus privilegios; al contrario, se desprende de ellos porque Jesús mismo se despojó de todo. Pablo es más ministro de Cristo que ellos: "Más en trabajos, más en cárceles, muchísmo más en azotes; en peligros de muerte, muchas veces. Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas, una vez apedreado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé en el abismo. Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles;
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peligros en ciudad; peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por las Iglesias. ¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase?" (11, 23b-29).
En relación con los dones espectaculares Pablo podía haber sacado provecho de las revelaciones extraordinarias de Dios hacia él (de hecho, ésta era una de las prerrogativas de los "super-apóstoles" que alegaban haber estado con Jesús de Nazaret). En 12, 1-4 esboza una de ellas, sin que sus mismas palabras logren traducirla. Sin embargo, Pablo sabe de la debilidad de todo evangelizador y afirma: "Ypor eso, para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que lo alejase de mí. Pero él me dijo: 'Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra más perfecta en la flaqueza'. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte" (12, 7-10). Jesús abandonó todos los privilegios y Pablo también. Como los corintios, mucha gente duda hoy de que Cristo sea capaz de hablar por medio de los pobres y desposeídos (Cf. 13, 3). Nos parece que es imposible evangelizar sin recurrir al poder del status social, del dinero, del prestigio y de las experiencias
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extraordinarias de Dios. Pablo nos muestra que justamente en Corinto —una comunidad de pobres y explotados— reside el poder de Dios: "Cristo no es débil para con vosotros, sino poderoso entre vosotros. Pues, ciertamente, fue crucificado en razón de su flaqueza, pero está vivo por la fuerza de Dios. Así también nosotros; somos débiles en él, pero viviremos con él por la fuerza de Dios sobre vosotros"( 13, 3b-4). "Ciertamente, nos alegramos cuando somos nosotros débiles y vosotros fuertes" (13, 9a). Pablo invita a los corintios a reflexionar: "Examinaos vosotros mismos si estáis en la fe. Probaos a vosotros mismos. ¿No reconocéis que Jesucristo está en vosotros? ¡A no ser que os encontréis ya reprobados! (13, 5).
Continuemos la reflexión 1. ¿Que nos llamó más la atención en 2Co 10-13? 2. ¿Hay conflictos y tensiones en la evangelización? ¿Cómo enfrentarlos y superarlos? 3. ¿Por qué Pablo abandona todos los privilegios? ¿Qué significa esto para nosotros? ¿Qué consecuencias nos trae? 4. ¿Cuál es el auténtico retrato del agente de pastoral? 5. "Es en la debilidad donde la fuerza de Dios muestra todo su poder". Comentemos con algunos ejemplos.
2 "ES GRANDE NUESTRO CONSUELO" (1, 1-2, 13; 7, 5-16)
Pablo ya no está en Efeso, donde escribió las cartas anteriores. Ha partido para Tróada, pero, aunque con esto ha abierto una puerta amplia para la evangelización (Cf. 2, 12), no tiene paz. La incertidumbre de cómo habían recibido los corintios la carta anterior no lo dejaba tranquilo. Esperaba encontrar en Tróada a Tito, mediador del conflicto; pero no pudo hacerlo. Viajó entonces a Macedonia (2, 13), donde pudo hallarlo (2Co 7, 6). Este le hace saber que el conflicto ha pasado: "Pero el Dios que consuela a los humildes, nos consoló con la llegada de Tito, y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que le habías proporcionado, comunicándonos vuestra añoranza, vuestro pesar, vuestro celo por mí hasta el punto de colmarme de alegría" (7, 6-7). El Apóstol, entonces, escribe la carta de la reconciliación (2Co 1,1-2, 13; 7, 5-16), hacia el año 55. Pablo comenzaba sus cartas con un destinatario y un saludo (1, 1—2). En la mayoría de ellas, añade en seguida una oración de agradecimiento a Dios. Aquí se trata de un himno de alabanza
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(1, 3-11) al Dios que consuela al agente de pastoral en las tribulaciones que la evangelización trae consigo, de modo que él mismo pueda consolar a las comunidades cuando sea necesario. Siendo 2Co una colección de textos, es difícil saber a cuál de ellos pertenecen el destinatario y el saludo (1, 1-2), igual la conclusión. La persona que "armó" el álbum de fotos formado por la Segunda Carta a los corintios escogió un destinatario y un saludo que resumieran los temas más importantes del conjunto de texto. Además, añadió al final del "álbum" la conclusión que le pareció más conveniente. Una conclusión optimista y llena de esperanza. De la misma forma que en ICo, también aquí el destinatario y el saludo encierran algunos temas importantes, que luego se desarrollarán a lo largo de la carta. En efecto, al afirmar Pablo que es "apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios" (1, 1), ya está señalando el tema más tratado, el del agente de pastoral y el poder (2, 14—7, 4; 10, 1—13, 10). El Apóstol reafirma que la comunidad de Corinto es "Iglesia de Dios" (v. 1). Con esto recuerda lo dicho en la actual Primera Carta a los corintios. El destinatario muestra que el texto no está dirigido sólo a esa comunidad, sino a todas las Iglesias de la región de Acaya, cuya capital es Corinto (v. 1). Pablo saluda a las comunidades: "A vosotros gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro y del Señor Jesucristo" (v. 2). El consuelo del agente de pastoral (1, 3-11) Cuatro palabras claves sintetizan el himno de alabanza (vv. 3-11): tribulación, sufrimiento, muerte y consuelo. Son el resumen de todo lo que Pablo vive y siente en estos últimos tiempos. La tribulación recuerda las confrontaciones y los conflictos que el Evangelio provoca en la S(x-iedad. Muchos no quieren que la Palabra de Dios transforme las relaciones sociales. Por esto, buscan, de cualquier forma, dominar el Evangelio, colocándolo al servicio de sus intereses y privilegios. 34
Los que luchan por una sociedad nueva son los primeros en sufrir las consecuencias: rechazo, difamación, marginación e incluso, amenazas de muerte. Todo esto sufrió Pablo en la ciudad de Efeso: "Pues no queremos que lo ignoréis, hermanos: la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta tal punto que perdimos la esperanza de conservar la vida. Pues hemos tenido sobre nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no pongamos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a /<« muertos" (1, 8-9). Además de los sufrimientos físicos que lo llevaron a perder la esperanza de sobrevivir, Pablo vivía preocupado por la situación de las comunidades, especialmente la de Corinto (Cf. 11, 28). Fue por esta época que escribió buena parte de sus cartas. El encuentro con Tito, portador de buenas noticias, lo hizo revivir y sentirse consolado. En todo esto, él ve la bendición de Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo (Cf. 1, 3). Ya antes les había dicho a los corintios que Dios es fiel y que no permite que las personas sean tentadas por encima de sus fuerzas (Cf. ICo 10, 13). Esto es lo que Pablo siente: mayor que las fuerzas de la muerte es la fuerza de la vida que proviene del Dios fiel. Por esto se siente consolado. El sabe que el consuelo aparece no cuando los sufrimientos acaban, sino cuando tomamos conciencia de lo que el sufrimiento significa para nosotros. Los sufrimientos de Cristo trajeron consuelo para los cristianos; y los sufrimientos de Pablo consolaron a los corintios. El tema de la consolación tiene sus raíces en el pasado del Pueblo de Dios. Por medio de Isaías, Yavé quiso consolar a su pueblo exiliado en Babilonia (Cf. Is 40, 1-11) con la promesa de la liberación próxima. El consuelo, por tanto, es lo nuevo que ya despunta en el horizonte de nuestro camino. Pablo percibe que esto nuevo ya brilló en la comunidad de Corinto. Su alegría es grande, y espera ser liberado de otras situaciones de muerte.
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Continuemos la reflexión 1. Leamos 2Co 1, 3-11 y anotemos las palabras tribulación, sufrimiento, muerte y otras semejantes. En seguida, comentemos su significado. 2. Recordemos las tribulaciones de nuestro camino. ¿Qué sentimos entonces? ¿Dónde buscamos apoyo? 3. El consuelo nace de la conciencia que tenemos del sufrimiento. Comentemos este hecho.
La alegría del perdón (1,12—2,11) Después de haber alabado a Dios, Padre de las misericordias, Pablo le explica a la comunidad por qué no cumplió su promesa de visitarla. Comienza afirmando la limpieza de su conciencia: siempre actuó con la santidad y la sinceridad que vienen de Dios (v. 12). "Con este convencimiento quería yo ir primero donde vosotros a fin de procuraros una segunda gracia, y pasando por vosotros ir a Macedonia y volver nuevamente de Macedonia donde vosotros, y ser encaminado por vosotros hacia Judea. Al proponerme esto ¿obré con ligereza? O ¿se inspiraban mis proyectos en la carne, de forma que se daban en mí el sí y el no?" (vv. 15-17). Estos eran los planes de Pablo. Sin embargo, en lugar de visitar la comunidad, prefirió escribir una dura carta (ce. 10-13). Confíándola a Tito como mediador del conflicto. Añade otro motivo: "En mi interior tomé la decisión de no ir otra vez con tristeza donde vosotros" (2, 1). El tiempo le dio la razón. Fue mejor no haber ido a Corinto cuando estalló el confliclo, pues la tristeza habna sido mayor. Aún no habría alegría. El Apóstol actuó así por amor (2, 4).
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Tito tenía el don de mediar los conflictos. Logró hacer que la comunidad tomara conciencia del problema. La solución que los corintios encontraron fue alejar a la persona que dio origen a este disgusto. Pablo, sin embargo, no está satisfecho: quiere que la fraternidad se restablezca aun con la persona alejada: "Pues si alguien ha causado tristeza, no es a mía quien se la ha causado; sino en cierto sentido —para no exagerar— a todos vosotros. Bastante es para ese tal el castigo infligido por ¡a comunidad, por lo que es mejor, por el contrario, que le perdonéis y le animéis no sea que se vea ése hundido en una excesiva tristeza. Os suplico, pues, que reavivéis la caridad para con él. Y a quien vosotros perdonéis, también yo le perdono. Pues lo que yo perdoné —si algo he perdonado—fue por vosotros en presencia de Cristo, para que no seamos engañados por Satanás, pues no ignoramos sus propósitos" (2, 5-8. 1011). Las orientaciones de Pablo muestran el espíritu que anima a una comunidad en conflicto. En primer lugar, es oportuno escoger a las personas que tienen el don de mediar en los problemas. Pablo reconoce que no posee este don y, por eso, envía a Tito. En segundo lugar, se debe ir a la raíz del conflicto que provocó la separación de la comunidad. Detectada la raíz, es hora de tomar las medidas con energía. En este caso, la comunidad de Corinto decidió alejar a esta persona. Sin embargo, la tarea apenas ha comenzado y Pablo afirma que ya perdonó a quien lo ofendió. Ahora le toca a la comunidad el resto: perdonar y consolar a quien cometió el error, "no sea que se vea hundido en una excesiva tristeza". En efecto, no sentirse perdonado es un peso insoportable; lo mismo que no saber perdonar. A pesar de esto, no sabemos si la persona que falló fue perdonada por los corintios o si volvió a hacer parte de la comunidad. Esto nos recuerda la parábola del "hijo pródigo" (Le 15,11 -32). Allí tampoco se dice cuál fue la actitud del hijo mayor después de que el menor volvió: ¿participó de la fiesta o prefirió aumentar el fardo de la no-reconciliación? 37
Aun sin afirmarlo explícitamente, Pablo está recomendando a la comunidad aquello que, más adelante, aparecerá en el capítulo 18 de Mateo. Allí se dice que Dios busca sin cesar a la oveja perdida (18,12-14); que la comunidad debe hacer todo lo posible para recuperar a la persona que cae (18, 15-18) y que el perdón no tiene límites (18, 21-35). Continuemos la reflexión 1. Recordemos situaciones en que logramos perdonar. ¿Cómo nos sentimos? 2. ¿Cómo enfrentamos los conflictos en nuestra comunidad? 3. No sentirse perdonado es un peso demasiado grande. Comentemos con unos ejemplos. 4. No saber perdonar es igual de pesado. Comentemos con unos ejemplos.
Los conflictos enseñan (2,12-13; 7, 5-16) Pablo continúa el relato de sus sufrimientos y alegrías. Se encontraba en Tróada y los conflictos de Efeso pertenecen al pasado. En Tróada había grandes perspectivas de evangeli/.ación. Sin embargo, él no tenía paz en el espíritu, pues estaba vivamente preocupado por las noticias que Tito le traía. Pero Tito no llegó, y decidió, entonces, ir a su encuentro en Macedonia (2, 12-13). En Macedonia lo esperaban tribulaciones: por fuera luchas; por dentro temores (7, 5). Pero la llegada de Tito provtx-ó en él una transformación: "Hasta el punto de colmarme de alegría" (v. 7). Pablo contempla de lejos el conflicto. Se da cuenta de que los conflictos son una oportunidad para aprender. De hecho, los versículos 8 al 16 muestran un contraste: en el momento del conflicto hay mucha tristeza; y luego de su superación, la alegría desborda. Con anterioridad, Pablo había afirmado que no se
arrepentía de haber evitado la visita a los corintios; ahora dice que tampoco se arrepiente de haber enviado una carta dura a la comunidad (7, 8). Es porque la carta surtió el efecto deseado: los corintios tomaron conciencia y se arrepintieron. Pablo llama a esto "tristeza según Dios" que provoca el arrepentimiento y conduce a la salvación. Lo contrario es la "tristeza según el mundo" que produce la muerte. "Porque si os entristecí con mi carta, no me pesa. Y si me pesó —pues veo que aquella carta os entristeció, aunque no fuera más que por un momento— ahora me alegro. No por haberos entristecido, sino porque aquella tristeza os movió al arrepentimiento. Pues os entristecisteis según Dios, de manera que de nuestra parte no habéis sufrido perjuicio alguno. En efecto, la tristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; mas la tristeza del mundo produce la muerte. Mirad qué ha producido entre vosotros esa tristeza según Dios: ¡Qué interés y qué disculpas, qué enojo, qué temor, qué añoranza, qué celo, qué castigo! En todo habéis demostrado que erais inocentes en este asunto" (7, 8-11). Pablo piensa que la comunidad, al enfrentar y superar un conflicto, se transfigura. De aquí vienen tres consecuencias: la inocencia de la comunidad (v. 11), el consuelo del agente de pastoral que se siente amado (vv. 12-13) y la confianza de que se hace merecedora la comunidad misma (v. 16). Continuemos la reflexión 1. Los problemas nos enseñan. Comentemos con unos ejemplos. 2. ¿Qué es la "tristeza según Dios"? ¿Qué produce? 3. ¿Qué es la "tristeza según el mundo"? ¿Qué produce? 4. Cuando enfrentamos un conflicto, todos perdemos un poco y todos ganamos mucho. Comentemos esto. <9
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3 COLECTA PARA LA IGUALDAD {ce. 8-9)
Pablo escribe de nuevo a los corintios. Reconciliado con la comunidad, le recuerda un compromiso asumido hace tiempo (Cf. ICo 16, 1-4), pero nunca llevado a cabo: la colecta en favor de los pobres de Jerusalén. Esta carta está en 2Co 8. El portador es, de nuevo, Tito. El lleva en su equipaje otra carta sobre el mismo asunto, destinada a las demás comunidades de Acaya. Más tarde, los corintios anexaron este texto a su "álbum de fotografías". Este texto se encuentra en 2Co 9. Según algunos especialistas, estaríamos hacia el año 55 o inicios del 56. Los capítulos 8 y 9 de la Segunda Carta a los corintios serían, por tanto, la última correspondencia de Pablo con esta comunidad. Sin embargo, no es fácil precisar la época en que estas dos breves cartas fueron escritas. De hecho, al hablar de los delegados de las comunidades (probablemente de Macedonia) que irían a llevar los donativos a Jerusalén, Pablo les presenta a los corintios a Tito: "En cuanto a Tito, es compañero y colaborador mío acerca de vosotros" (8, 23). Ahora bien, la comunidad ya conocía a Tito. ¿Por qué Pablo lo presenta de nuevo? ¿Habrían sido escritos los capítulos 8 y 9 antes que los capítulos 10 al 13 y la carta de consuelo? Como se ve, tenemos más preguntas que respuestas.
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Los pobres comparten todo (8,1-6) Pablo está organizando la colecta de las comunidades de Macedonia en favor de los pobres de Jerusalén. Esta era una petición de las comunidades mismas. Algunos años antes, con ocasión de un viaje que el Apóstol hizo a Jerusalén, los líderes de aquella comunidad le pidieron que se acordara de los pobres. Pablo nunca se olvidó de esto. Al escribir a los gálatas, dice que ha sido su pre
En segundo lugar, son comunidades que viven en pobreza extrema. Aquí surgen preguntas desafiantes: ¿por qué los pobres incomodan hasta el punto de ser perseguidos? ¿A quién incomodan? ¿Quién o qué —tanto en el pasado como en el presente— pretende silenciar a los pobres con todo tipo de violencia? En tercer lugar, a pesar de ser comunidades que viven en situación de pobreza extrema, toman la iniciativa de compartir todo, aun más allá de lo que se espera. Tal vez Pablo no tenía la valentía de pedir a las comunidades de Macedonia que ayudaran a los pobres de Jerusalén. Ellas, sin embargo, "espontáneamente... con mucha insistencia" quisieron ponerse al servicio de los hermanos pobres. Los corintios, que probablemente no eran tan pobres como los cristianos de Macedonia, se sintieron estimulados a compartir. Los pobres, una vez más, evangelizan. ¿Por qué y para qué compartir? (8, 7-15) Pablo les había mostrado ya a los corintios que los cristianos de Macedonia se habían entregado al Señor y a él. Ahora quiere profundizar este tema. Comienza afirmando que la comunidad está llena de los dones (v. 7) que Dios concede generosa y abundantemente a todos los que se ponen al servicio de los demás, compartiendo todo lo que se es y se tiene. En Jesús, Dios nos dio el ejemplo: "Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza" (8, 9). Dios se entregó total y gratuitamente en Jesucristo. Los corintios sintieron esto al recibir el anuncio del Evangelio. Ahora, si quieren ser agradecidos con Dios, que se entreguen total y gratuitamente a los pobres. Dios compartió todo. El es la razón de nuestra solidaridad. ¿Para qué compartir? Pablo rescata una de las características del Pueblo de Dios liberado de la esclavitud en Egipto. El recuerda que, en el desierto, los hebreos aprendieron a compartir y co •n
menzaron a vivir la utopía de una sociedad en la cual todos tienen acceso a los bienes necesarios para la vida: "El que mucho recogió, no tuvo de más; y el que poco, no tuvo de menos" (v. 15; Cf. Ex 16, 18). La sociedad equitativa es posible y depende de los pobres. Algunos corintios pensaban que, si los pobres comenzaban a compartir, lo máximo que conseguirían sería empobrecer aún más a todos. Pablo les recuerda que el ideal de la solidaridad no puede abandonarse jamás, debe sostenerse hasta que se llegue a una sociedad equitativa y, por tanto, plenamente fraterna: "Pues si hay prontitud de voluntad es bien acogida con lo que se tenga, y no importa si nada se tiene... Al presente, vuestra abundancia remedia su necesidad, para que la abundancia de ellos pueda remediar también vuestra necesidad}' reine la igualdad..." (8, 12. 14). Actuar con transparencia (8,16-24) Pablo sabe que la colecta para la igualdad debe hacerse con toda transparencia. Algunos corintios habían levantado sospechas de que el Apóstol estaba pidiendo para los pobres con la intención de enriquecerse. Es por esto que él toma las medidas necesarias, a fin de evitar cualquier crítica en la administración de la gran cuantía que recogió (Cf. 8, 20). Por esta razón envía a Tito a la comunidad. Este había comenzado ya la colecta, acompañado de un hermano (v. 18) cuyo nombre Pablo no menciona, escogido por las comunidades de Macedonia. Todos están llamados (9,1-15) El capítulo 9 es una carta que Pablo envió, por medio de Tito, a las otras comunidades de Acaya, motivándolas a la colecta de la igualdad. Más tarde, los corintios juzgaron oportuno añadirla a su "álbum de fotografías". En esta ocasión, Pablo afirma que está motivando a las comunidades de Macedonia a imitar el entusiasmo de los cristianos de Acaya: ¡ellos están preparados desde el año pasado! (Cf. 9, 2). 44
Habla de la idoneidad de los representantes (9, 3-5) y da el motivo por el cual los cristianos de Acaya están llamados a la colecta de la igualdad: "Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: 'Dios ama al que da con alegría'. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia afín de que teniendo, siempre y en todo, 'odos lo necesario, tengáis aun sobrante para toda obra buena. Como está escrito: 'Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece eternamente'" (9, 6-9). Sin igualdad no hay justicia. Dios es justo y da todo lo que tiene y lo que es a todos. Los que comparten todo lo que tienen y lo que son, siembran en la sociedad la justicia que Dios desea. Pablo recuerda que la colecta para la igualdad debe estar acompañada de "abundantes acciones de gracias a Dios" (9, 12). Acción de gracias hace pensar en liturgia y, todavía más, en Eucaristía. Luchar por la justicia y la igualdad en la sociedad es la mejor liturgia que se puede ofrecer a Dios. Hacer justicia a los pobres es auténtica alabanza a Dios.
Concluyamos nuestra reflexión 1. ¿Cómo evangelizan los pobres? 2. ¿Por qué compartir? 3. ¿Es lícito soñar con una sociedad equitativa? ¿Es suficiente soñar? ¿Qué nos toca hacer? 4. Sin igualdad no hay justicia. Comentemos esto. 5. ¿Cuál es la auténtica liturgia que los pobres ofrecen a Dios? 45
ÍNDICE
COMO LEER LA BIBLIA
5
Introducción VIEJOS Y NUEVOS CONFLICTOS
7
1. EL AGENTE DE PASTORAL Y EL PODER (2, 1 4 - 7 , 4; 10, 1 - 1 3 , 1 0 )
13
Una caricatura del agente de pastoral 1. El agente de pastoral y el poder (2,14—7, 4) El poder de la tradición (3, 1-18)
14 14 15
El poder de la seducción (4, 1—5, 10)
17
El poder de las apariencias (5, 11-17)
19
Buscando la reconciliación (5, 18—6, 2)
19
Retrato del agente de pastoral (6, 3—7, 4)
20
II. El agente de pastoral y el poder (10,1—13,10)
22
Acusaciones contra Pablo
22
¿Qué hay detrás de estas acusaciones?
25
¿A quién se parecen?
26
¿Cuál es el evangeli/ador auténtico?
27
2. «ES GRANDE NUESTRO CONSUELO" ( 1 , 1 - 2 , 13; 7, 5-16)
33
El consuelo del agente de pastoral (1,3-11)
34
La alegría del perdón (1, 12-2, 11)
36
Los conflictos enseñan (2, 12—13; 7, 5-16)
3K
3. COLECTA PARA LA IGUALDAD (ce. 8-9)
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Los pobres comparten todo (8, 1-6)
42
¿Por qué y para qué compartir? (8, 7-15)
43
Actuar con transparencia (8, 16-24)
44
Todos están llamados (9, 1-15)
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