C OLOMBEIA 1764-1810
Segunda edición del Archivo del General Francisco de Miranda. Nueva publicación en curso llamada “Colombeia”, reestructurada, ampliada, reordenada cronológicamente cronológica mente y traducida al español. Ediciones de la Presidencia de la República, con el beneplácito de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.
TOMOS ELABORADOS
Primera Sección
Tomo I, Tomo II,
Miranda Súbdito Español, 1750-1780 Miranda Súbdito Español, 1780-1783
Segunda Sección
Tomo III, Tomo IV, Tomo V, Tomo VI, Tomo VII, Tomo VIII,
El Viajero Ilustrado, 1783-1785 El Viajero Ilustrado, 1785-1786 El Viajero Ilustrado, 1787 El Viajero Ilustrado, 1787-1788 El Viajero Ilustrado, 1788 El Viajero Ilustrado, 1788-1790
Tercera Sección Sección
Tomo IX, Tomo X, Tomo XI, Tomo XII, Tomo XIII, Tomo XIV, Tomo XV, Tomo XVI, Tomo XVII,
Revolución Francesa, 1790-1792 Revolución Francesa, 1792 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793-1794 Revolución Francesa, 1795-1797
Cuarta Sección
Tomo XVIII, Negociaciones, 1797-1799 Tomo XIX, Negociaciones, 1799-1801 Tomo XX, Negociaciones, 1801-1803
TOMOS ELABORADOS
Primera Sección
Tomo I, Tomo II,
Miranda Súbdito Español, 1750-1780 Miranda Súbdito Español, 1780-1783
Segunda Sección
Tomo III, Tomo IV, Tomo V, Tomo VI, Tomo VII, Tomo VIII,
El Viajero Ilustrado, 1783-1785 El Viajero Ilustrado, 1785-1786 El Viajero Ilustrado, 1787 El Viajero Ilustrado, 1787-1788 El Viajero Ilustrado, 1788 El Viajero Ilustrado, 1788-1790
Tercera Sección Sección
Tomo IX, Tomo X, Tomo XI, Tomo XII, Tomo XIII, Tomo XIV, Tomo XV, Tomo XVI, Tomo XVII,
Revolución Francesa, 1790-1792 Revolución Francesa, 1792 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793 Revolución Francesa, 1793-1794 Revolución Francesa, 1795-1797
Cuarta Sección
Tomo XVIII, Negociaciones, 1797-1799 Tomo XIX, Negociaciones, 1799-1801 Tomo XX, Negociaciones, 1801-1803
Archivo Original del General Francisco de Miranda Academia Nacional de la Historia de Venezuela
Selec c ión de textos textos
Gloria Henríquez Miren J. Basterra Basterra
Tomo II
Doc. 323 Certificación del Gobernador de La Habana, Juan Manuel de Cagigal Don Juan Manuel de Cagigal y Monserrat, Caballero del Orden de Santiago y Comendador de Ballesteros en la de Calatrava; Teniente General de los Reales Ejércitos y Superintendente de la Renta de Tabacos; Juez Protector de la de Correos Marítimos y Terrestres y de la Real Compañía; Gobernador y Capitán General Interino y por vía de Comisión de la Isla de Cuba y ciudad de San Cristóbal de La Habana, etc. CERTIFICO: Que el Teniente Coronel don Francisco de Miranda, Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa, destinado últimamente al de Aragón, ha servido bajo mis órdenes en el expresado Regimiento de la Princesa todo el tiempo que fui Coronel de este Cuerpo, y en calidad de mi Edecán en la expedición que salió de Cádiz el 28 de marzo de 1780 [28 de abril]... En el desembarco de nuestras tropas en las Islas de Dominica, Guadalupe, etc... En los aprestos que en La Habana se han hecho hecho y puesto a mi cuidado cuidado por el Exmo. Señor Comandante General Don Victorio de Navia, para el embarco de toda la artillería y ejército principal de operaciones en América... En la Expedición que bajo mis órdenes salió de La Habana el 9 de abril próximo pasado, para reforzar y auxiliar el ejército de Su Majestad, que a las órdenes del Mariscal de Campo Don Bernardo de Gálvez sitiaba la Plaza de Pensacola, en cuyo sitio y rendición, como igualmente en todas las anteriores comisiones, ha servido a mi vista con el mayor celo,
valor, actividad y buena conducta en cuanto se ha ofrecido y yo le he mandado, concerniente al Real servicio; habiendo servido también con igual distinción en la defensa de la Plaza de Melilla... Y últimamente ha sido enviado con pleno poder y facultades por esta Capitanía General a la Jamaica, a fin de establecer un Cartel para el Canje de prisioneros españoles y británicos, entre las Islas de Cuba y Jamaica, cumpliendo en todo, como igualmente en varias otras graves e importantes comisiones reservadas del Real servicio que al mismo tiempo se le encargaron, con aquel celo, actividad, penetración y conocimiento que le caracterizan de un buen oficial, y sirven de honor y lustre a su profesión. Por todo lo cual, le recomiendo muy particularmente y le juzgo acreedor a los ascensos y empleos que la Real bondad de S.M. quiera dispensarle. Habana, 6 de enero de 1782 Juan Manuel de Cagigal T. III, f. 198 Viajes. *** Tomo II
Doc. 481 De Miranda a Juan Manuel de Cagigal 16 de abril de 1783 Confidencial Exmo. Señor Mi más venerado amigo y favorecedor: Por carta de oficio que con esta fecha escribo a V., habrá visto mi resolución de pasar al Norte de América y los motivos que me han movido a ello. Ahora me resta prevenirle, que siendo los
designios de nuestros contrarios tan manifiestamente depravados, no es regular desistan del empeño, malogrado su premeditado golpe, sin tocar primero otros resortes a fin de conseguir su intento; y así es indispensable, que sin pérdida de tiempo, informe V.E. a la Corte, para que con esta prevención, aguarden a lo menos por lo que yo escriba antes de resolver. Unido siempre al partido en todas estas emergencias, por elección y por justicia, seguiré constante hasta el fin y como he dicho a V., esperaré su aviso en Filadelfia antes de tomar resolución alguna. Me prometo que no perdonando V. diligencia para el acertado manejo del negocio, tendré cuanto antes esta noticia con todo el buen éxito que es de esperarse. Sin embargo, para que V. proceda con todo aquel conocimiento que es indispensable en los asuntos, a fin de que salgan conformes con la idea del interesado, le diré que la mía, en dirigirme a los Estados Unidos de América, no sólo fue por sustraerme a la tropelía que conmigo se intentó, sino para dar al mismo tiempo principio a mis viajes en países extranjeros, que sabe V. fue siempre mi intención concluida la guerra; con este propio designio he cultivado de antemano con esmero los principales idiomas de Europa que fueron la profesión en que desde mis tiernos años me colocó la suerte y mi nacimiento. Todos estos principios (que aún no son otra cosa), toda esta simiente que con no pequeño afán y gastos se ha estado sembrando en mi entendimiento por espacio de treinta años que tengo de edad, quedaría desde luego sin fruto ni provecho por falta de cultura a tiempo. La experiencia y conocimiento que el hombre adquiere, visitando y examinando personalmente con inteligencia prolija en el gran libro del universo; las sociedades más sabias y virtuosas que lo componen; sus leyes, gobierno, agricultura, policía, comercio, arte militar, navegación, ciencias, artes, etc..., es lo que únicamente puede sazonar el fruto y completar en algún modo la obra magna de formar un hombre sólido y de provecho!
Así he de merecer a V. que si pudiese por sí solo transigir mis asuntos, respecto a tener en su poder documentos suficientes para ello, me consiga de Su Majestad una Real Licencia para pasar por cuatro años a Inglaterra, Holanda, Francia, Alemania, Italia, etc., a viajar y perfeccionar mi incompleta educación. Finalmente, en manos de V. quedan mi honor, mi suerte y mi fidelidad futura; ¡ningunas más sagradas y más propias para el depósito que las de mi mejor amigo! Dios me conceda el acierto y a V. prospere y guarde felicísimos años que desea su fiel y constante amigo, Miranda T. VII, f. 189 Viajes.
*** Tomo V
Doc. 813 Copia de la carta circular del Conde de Bezborodko, Ministro de Asuntos Extranjeros, al Embajador de Su Majestad Imperial en Viena, Príncipe de Galitzin, y a los Ministros en París, Londres, La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles, fechada en Kiev el 22 de abril de 1787. [Entregada a Miranda en San Petersburgo en agosto] El Conde de Miranda, Coronel al servicio de Su Majestad Católica, habiendo llegado a Kiev durante la estancia de la Emperatriz en dicha ciudad, tuvo el honor de ser presentado a Su Majestad Imperial y de conciliarse, por sus méritos y cualidades distinguidos, y entre otros, por los conocimientos adquiridos durante sus viajes por los diferentes continentes del globo, la benevolencia de nuestra Augusta Soberana. Su Majestad Imperial, queriendo dar al señor de Miranda una muestra señalada de su estima y del interés particular que le profesa, ordena a V.E., cuando reciba la presente carta de mi
parte, conceder a este oficial un recibimiento conforme al caso que ella misma hace de su persona, testimoniándole todos los cuidados y atenciones posibles, dándole su asistencia y protección cada vez que lo necesitare y cuando quiera él mismo recurrir, y finalmente, ofreciéndole, llegado el caso, su propia casa por asilo. La Emperatriz recomendándole, Señor, este Coronel de una manera tan distinguida, ha querido demostrar hasta qué punto ella aprecia el mérito donde lo encuentra y que un título indefectible ante ella, para poder aspirar de preferencia a sus bondades y a su alta protección, es el de poseer tantos méritos como el Señor Conde de Miranda. Tengo el honor de ser, etc. P.S. Siendo voluntad de la Emperatriz que el contenido de esta carta quede en el secreto impenetrable, me apresuro, Señor, en comunicar a V.E. sus órdenes. T. XI, f. 177 Viajes. Traducido del francés.
*** Tomo V
Doc. 820 De Miranda a la Emperatriz Catalina II San Petersburgo, 15 de agosto de 1787 (Viejo estilo) (Copia) Señora: Que Vuestra Majestad Imperial se digne permitir que ofrende a sus pies estas humildes expresiones de mi profundo agradecimiento por todos los favores y bondades que V.M. se ha dignado concederme desde que tuve la dicha de serle presentado
en Kiev, y que han penetrado de tal modo en mi alma que no podré sino quedar inviolablemente atado a su Augusta Persona. Solamente un gran e interesante asunto, como el que me ocupa actualmente, sería capaz de hacerme diferir el agradable y dulce placer de poder, por mis servicios, pagar en parte lo que debo a la benevolencia de Vuestra Majestad, y de compartir con sus súbditos las ventajas inestimables e insignes de que goza la sociedad bajo su ilustre y glorioso reinado. Pero en cuanto mis compromisos sean fielmente cumplidos en otra parte, como tuve el honor de comunicar a V.M. por el señor General Mamonov en Kiev, me atrevería a recordarle su promesa y espero que su bondad se dignaría aceptar los modestos servicios de un hombre sincero que no busca en todas estas gestiones sino el beneficio y la felicidad de los demás. La protección que la magnanimidad de V.M.I. ha querido concederme, será siempre un nuevo motivo para que mis acciones resulten tan correctas como me sea posible, y no dudo de que bajo tales auspicios mis deseos serán perfectamente realizados, a pesar de todas las invectivas de la cábala de un partido combinado. La Letra de Crédito que V.M. ha tenido a bien agregar, será utilizada juiciosamente en caso de necesidad y siempre satisfecha por mi parte, teniendo el honor de considerarme con sincero agradecimiento y profundo respecto de V.M.I., el más humilde y muy obediente servidor. Francisco de Miranda T. XI, f. 167 Viajes. Traducido del francés.
***
Tomo VIII
Doc. 1098 De Miranda al Conde de Floridablanca Londres, 15 de julio de 1789 Exmo. Señor Muy Señor mío: Sírvase V.E. dispensarme el que, al cabo de la jornada, le recuerde mi carta de 1º de agosto de 1785 por donde tuve el honor de informarle, captando su beneplácito, mi resolución de pasar a Prusia con el fin de asistir a las Revistas generales que el difunto Rey Federico II pasó a sus ejércitos, que conseguí efectivamente mediante el permiso y benigna acogida que merecí de S.M. De aquí seguí a Sajonia, Bohemia, Austria, Hungría, etc., con el propio objeto y, mediante la asistencia de los ministros de España en estos parajes, logré satisfacer igualmente mis deseos por lo que mira a tropas, campamentos y asuntos militares. Después bajé a Italia, donde la historia, antigüedades, las bellas artes y literatura me detuvieron cerca de un año que viajé en ella incógnito. Pasé luego al continente de la antigua Grecia, sus islas, archipiélago, Egipto, Asia Menor y hasta Constantinopla, cuyos países no son menos interesantes por todos términos que los antecedentes. Atravesando el Mar Negro, fui a desembarcar a Otchakov y después a Kherson; di vuelta a la Táurida en compañía de S.A. el Príncipe de Potemkin que me hizo ver además el ejército ruso, que allí estaba a la sazón, y con amistosa instancia me obligó a ir a Kiev, donde fui por él presentado a S.M. la Emperatriz de las Rusias, que me acogió con suma benevolencia honrándome de mil distinciones. A su
Majestad el Rey de Polonia, que vino a Kaniev, visité igualmente, y siguiendo mis viajes hacia el Norte, fui a Moscú, San Petersburgo, Finlandia y Laponia. Pasé el Báltico y desembarqué en Estocolmo, donde tuve también el honor de tratar al Soberano [Gustavo III] y ver cuánto el país encierra de interesante en minas, arsenales, marina, milicia, etc., mediante las recomendaciones con que la magnanimidad de S.M. la Emperatriz Catalina II quiso favorecerme a la despedida. Luego estuve en Noruega, pasé el Sund y vine a Copenhague donde me detuve lo crudo del invierno y recibí igual distinción y acogida de la Corte, sin embargo de un infame párrafo que a este tiempo se publicó contra mí en las Gacetas de Europa, atribuido generalmente al ministro de España en Estocolmo, que tuve a bien despreciar. Después he estado en otras partes de Alemania, Holanda, Zelandia, Flandes, Cantones Suizos y finalmente por toda Francia que he examinado con despacio por más de ocho meses, hasta fines del pasado que dejé Versalles en bastante confusión y me vine a esta capital. Inmediatamente pasé casa del Exmo. Señor Embajador don Bernardo del Campo, creyendo seguramente encontrar en su poder la pronta determinación del Rey, que V.E. me prometió por dos cartas suyas de 26 de mayo y 18 de julio de 1785; mas la respuesta ha sido que nada ha recibido ni nada se le ha avisado relativo a mis asuntos en todo este pasado intervalo de cuatro años cumplidos. Y así, permítame V.E. le importune de nuevo con mis letras, pues siendo indispensable para el arreglo puntual de mis negocios, y para tomar un partido decisivo, saber la resolución que a mi Representación ha dado o tiene a bien dar Su Majestad, le he de merecer a V.E. se sirva comunicármela cuanto antes fuese posible.
Excuse V.E. igualmente la narración tediosa de mi giro, que sólo he expuesto para que vea en qué se ha empleado el pasado tiempo y los parajes en que vienen los episodios de Constantinopla y Petersburgo, que con escándalo, poco más o menos, y tal vez exageración, se remitieron a V.E. y que no he querido referir aquí porque, siendo el primero asunto puramente personal (esto es, una grosería de la parte del señor de Bouligny [Embajador de España] y repulsa indiferente de la mía) nada tiene que hacer con V.E., y el segundo, se encierra todo en una concisa carta de doce líneas que respondía a otra grosera que escribió el Encargado de Negocios don P. Macanaz, que sin duda la habrá remitido original a V.E., que juzgaría mejor dejando comentarios aparte. Es cierto que se me han ofrecido muy ventajosos partidos en Europa y aun en la América Septentrional cuando pasé por ella; mas también es positivo, por más que se haya dicho, que ninguna resolución he tomado aún... contando siempre dejar la decisión de este importante asunto para el fin de mis viajes que concibo ya terminados, y por ello repito a V.E. me haga el favor de comunicarme una respuesta o resolución cualquiera sobre mis consabidos asuntos, con la brevedad posible. Nuestro Señor guarde la apreciable vida de V.E. muchos años. Exmo. Señor, B.L.M de V.E., su más atento y obediente servidor. Francisco de Miranda T. XVIII, f. 38 Viajes.
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Tomo VIII
Doc. 1102 De Miranda al Rey Carlos IV Londres, 23 de abril de 1790 Señor: Habiendo tenido el honor de escribir al glorioso padre de V. M. en el 10 de abril de 1785 con motivo de hacer dejación del empleo, que su bondad Soberana me había conferido en los Reales Ejércitos; fundado en varias injusticias, calumnias y atropellamientos que llevaba experimentados, especialmente del Ministro de Indias, Don José de Gálvez, acompañando el todo de autenticas demostrativas pruebas de mi sinceridad y de la malevolencia de aquel Ministro. Tuve en contestación dos cartas atentas del Ministro de Estado, Conde de Floridablanca, en que me ofrece positivamente S.E. una resolución de S.M., luego que hubiese dado cuenta como correspondía. Yo, entretanto, seguí el curso de mis viajes por Europa y Asia, y a mi arribo aquí en el mes de julio próximo pasado [junio] ¡extrañé no hallar resolución alguna aún! Mas ayer me ha comunicado el Embajador de V.M., Marqués del Campo, una carta del Exmo. Señor Conde de Floridablanca en que le dice: “Pero como ese Caballero está comprendido en un proceso pendiente en que conviene se defienda y purifique su conducta, no puede S.M., sin esta circunstancia, tomar un partido para hacer uso de él y de sus circunstancias, y así me manda el Rey lo responda a V.E. en vista de sus favorables representaciones, etc”. Por donde veo claramente que, en vez de darse una
satisfacción completa a mis agravios y reparar los graves perjuicios que ha sufrido mi hacienda, se traman y se oyen nuevas implicaciones, aún cuando estoy fuera del país, poniéndome así en la dura precisión de sacrificar todo mi caudal e intereses y, lo que es más, la dulce compañía de mis padres y
deudos, para escoger una Patria que me trate al menos con justicia y asegure la tranquilidad civil. Dígnese V.M. dispensar esta humilde repetición de mis agravios a los pies de su Persona Augusta, porque comprobando así más y más mi honesto proceder y mi paciencia, quede este consuelo y satisfacción a la lealtad pundonorosa que siempre he profesado. Nuestro Señor guarde la importantísima vida de V.M. muchos años. A.L.R.P. de V.M., su más humilde y rendido servidor. Francisco de Miranda T. XVIII, f. 164 Viajes.
*** Tomo IX
Doc. 1232 Nº 3 correspondiente al nº VIII del Registro de 1790 Propuesta. En consecuencia de la Conferencia [con William Pitt] tenida en Hollwood el 14 de febrero de 1790 La América española desea que la Inglaterra le ayude a sacudir la opresión infame en que la España la tiene constituida, negando a sus naturales de todas clases el que puedan obtener empleos militares, civiles o eclesiásticos de alguna consideración y confiriéndolos sólo a españoles europeos de baja esfera, por lo general, que vienen allí únicamente para enriquecerse, ultrajar y oprimir los infelices habitantes, con una rapacidad increíble, prohibiendo aún a la nobleza americana el que pase a España ni a ningún otro país extranjero sin Licencia particular del Rey, que rarísima vez se concede; verificándose así el tenerlos aprisionados sin causa ni motivo alguno y, lo que es más aún, oprimir también el entendimiento con el infame
tribunal de la Inquisición, que prohíbe cuantos libros o publicación útil parezca, capaz de ilustrar el entendimiento humano, que así procuran degradar, haciéndole supersticioso, humilde y despreciable por pura crasa ignorancia. Los pueblos de varias Provincias de la América en la desesperación, con el exceso de tributos, injusticias y toda suerte de abusos, se han sublevado en diversos períodos, más sin conseguir el alivio que buscaban porque viniendo a someterse al fin, han aumentado más bien sus calamidades. Caracas se levantó por los años de 1750. Quito en el de 1764. México trataba de su Independencia con la Inglaterra en 1773. El Perú estuvo sublevado en marzo de 1781 y en el mes de junio de este propio año (1781) el reino de Santa Fe de Bogotá en rebelión, expulsó al Virrey y tropas europeas, quedándose el pueblo dueño del país...Vinieron a una capitulación después en que el Rey se sometió a todo, ofreciéndoles cuanto deseaban y luego que recobró el poder, rompió dicha estipulación, faltó a su palabra y les ha tratado con la mayor crueldad, propasándose aún a hacer aprisionar otros sujetos de primera distinción en aquellos países por órdenes arbitrarias o Lettres de Cachet , sin que estas personas hubiesen dado el menor motivo para ello. En esta situación pues, la América se cree con todo derecho a repeler una dominación igualmente opresiva que tiránica y formarse para sí un gobierno libre, sabio y justo, con la forma que sea más adaptable al país, clima e índole de sus habitantes, etc. Tanto más que en ello no se usurpa ni hace la menor injusticia a los Reyes de España, que todo el mundo sabe cuán poco contribuyeron a los gastos del Descubrimiento del Nuevo Mundo y en nada seguramente para las conquistas... por lo cual, sin embargo, se han hecho pagar sobradísimamente, si no es que se quieran alegar por derecho fundamental de los herederos y sucesores de don Fernando el Católico, la Donación curiosa del Papa español Alejandro VI, cuyo asunto más es para tratarlo jocosamente en el día que en una discusión seria.
Por sí sola podría América verificar la expulsión antecedente, siendo superior en población y mucho más en riquezas a la España, mas si se considera la extensión de aquel continente y las grandes distancias que hay de una capital a otra; si se observa que no hay caminos para comunicarse por tierra, siendo preciso el ir por mar de una a otra parte y lo que es más aún, el no haber en todos los dominios españoles de aquel hemisferio una sola gaceta por donde comunicar las ocurrencias de una a otra provincia, se ve que es imposible obrar de acuerdo y que, por consecuencia, es indispensable para ello una fuerza marítima que preserve las comunicaciones libres y resista a las que la España envíe a fin de obstruir estos designios. A ninguna potencia le es esto más fácil que a la Inglaterra y bajo los principios de justicia, reciprocidad perfecta hacia la España y propios intereses. La América tiene un vastísimo comercio que ofrecer con preferencia a la Inglaterra; tiene tesoros con qué pagar puntualmente los servicios que se le hagan y aún para pagar una parte esencial de la Deuda Nacional de esta nación; por cuyas razones, juzgando de mutuo interés estos importantes asuntos, espera la América que, uniéndose por un pacto solemne a la Inglaterra, estableciendo un gobierno libre y semejante y combinando un plan de comercio recíprocamente ventajoso, vengan estas dos naciones a formar el más respetable y preponderante cuerpo político del Mundo. Si se considera la analogía de carácter que hay entre estas dos naciones y los efectos inmediatos que es necesario produzca la libertad y el buen gobierno, dando una instrucción general a la masa de la Nación que expela progresivamente las preocupaciones religiosas en que están imbuidos aquellos pueblos, por otra parte honrados, hospitalarios y generosos, no se debe dudar que formaran en breve una nación respetable, ilustre y digna de ser el aliado íntimo de la potencia más sabia y más célebre de la tierra.
El estado adjunto manifiesta la población, riquezas y productos actuales de la América Española, como asimismo sus consumos de Europa, etc., y un plano comparativo de la España presentemente, por donde se puede inferir la disparidad que hay en favor de la primera y la imposibilidad en que está la segunda de hacer una oposición eficaz, siempre que la combinación antecedente se llevase a debido efecto. La practicabilidad de todas las operaciones militares (para lo cual se requieren sólo 12 a 15.000 hombres de infantería y 15 navíos de línea) será asunto para explicarlo después si fuese necesario, como asimismo la posibilidad de formar sin mayor dificultad un canal de navegación en el istmo de Panamá, que facilite el comercio de la China y del mar del Sur con innumerables ventajas para la Inglaterra, América, etc.. En Londres, a 5 de marzo de 1790. Don Francisco de Miranda T. I, f. 128 Negociaciones.
*** Tomo IX
Doc. 1450 Anotación de Miranda El 20 de marzo de este mismo año partí de Londres a París, con ánimo de informarme si acaso los franceses –como yo me lo presumía- no intentaban revolucionar la América Española. Y habiendo llevado cartas de recomendación para el señor Bailly, ex –alcalde de París, y el señor Garan de Coulon, presidente del Tribunal Extraordinario de Orleáns, me introdujeron éstos, al cabo de algún tiempo, al señor Pétion, alcalde de París, igualmente que a los señores Gensonné, Guadet, Brissot, diputados a la Asamblea Legislativa; señores Roland y
Dumouriez, ministros del Interior y de Negocios Extranjeros. Por ellos supe efectivamente que se pensaba en revolucionar la España y cuando menos las Colonias Españolas de la América Meridional. Hice lo posible para disuadirles de lo primero (esto es de la España) y que asimismo no se intentase nada relativamente a la América Meridional, sin estar asegurados primero de la probabilidad del éxito y consultarme sobre el particular, pues yo podría cooperar a la empresa con más eficacia tal vez que otro. Y se concluyó definitivamente que se suspendería la ejecución del proyecto por algún tiempo y que nada se emprendería en este particular sin darme parte antes. Con esta seguridad y habiendo logrado al menos de que no se hiciese mal a mi país, emprendiendo precipitosamente y sin cordura una empresa de esta magnitud que si no producía el bien que se presumía era necesario que produjese males y perjuicios incalculables, yo me preparaba a partir de París para restituirme a Londres y en el intermedio ir a Petersburgo a hacer una visita y tributar todo mi reconocimiento a la Emperatriz, mi protectora, la Gran Catalina, cuando estando para partir –con mi puesto pagado ya en la diligencia de Londres- el 12 de agosto, ¡cata que precede el gran evento del 10, que las barreras se cierran y que nadie puede partir! Los diputados y ministros, ya citados, me llaman con insistencia y me proponen el que era indispensable para el bien de mi Patria, para salvar la Francia en aquel momento de una invasión extranjera, y tal vez la familia Real, de una masacre inevitable si los prusianos llegaban a París, que yo partiese inmediatamente al ejército francés, con carácter de General y que, reuniéndome a Dumouriez, procurásemos detener a los prusianos y a los austriacos y que logrado este objeto, la Libertad se establecería en Francia, la familia Real sería preservada y yo conseguiría también el colmo de mis deseos, ¡llevando la Libertad y la Independencia a mi Patria!
Tomé sin embargo cuatro días para dar una respuesta definitiva y al cabo partí para Reims, en Champagne, con grado de Mariscal de Campo al servicio de Francia, y me reuní al ejército francés en el cuartel general de Grandpré, donde el General Dumouriez me recibió con los brazos abiertos; y consultando conmigo todas las operaciones militares desde aquel día, poniendo a mi cargo igualmente mucha parte de ellas, seguimos con la mayor armonía toda esta campaña y la siguiente, hasta conducir los enemigos sobre los bordes del Rin. T. I, f. 141 Negociaciones.
*** Tomo X
Doc. 1674 De Miranda para el Diputado Gensonné Para Gensonné, en París el 10 de octubre de 1792, el cual debía hacer el manifiesto para nuestra Independencia. M. Compatriotas: Llamado por vosotros en 1781 al socorro de la Patria, extremadamente agitada con las vejaciones y opresión excesiva que en aquellos tiempos ejercía sobre sus infelices habitantes el Ministro don José de Gálvez, por medio de sus agentes y visitadores, cuyos excesos habían provocado justamente una insurrección general en el Reino de Santa Fe de Bogotá, en el Perú y aún en la Provincia de Caracas, no pude en aquellas circunstancias acudir a su socorro, tanto por hallarme liado con un grado superior en el Ejército de S.M.C., entonces en guerra con la Inglaterra, como por concebir que en todos aquellos movimientos de insurrección no había combinación ni designio general, lo que me fue patente luego que recibí las
Capitulaciones de Sipaquira (8 de junio de 1781), testimonio de la sencillez e inexperiencia de los americanos, por una parte, de la astucia y perfidia de los Agentes españoles por la otra; y así creí que el mejor partido era sufrir aún por algún tiempo y aguardar con paciencia la independencia de las Colonias angloamericanas, que sería en lo venidero el preliminar infalible de la nuestra. Con esta mira (y por sustraerme también a las intolerables persecuciones del Ministro Gálvez) hice dimisión formal de mi empleo en el Ejército Español luego que se publicó la paz, y pasé a examinar comparativamente los Estados Unidos de la América. Aquí fue que, en el año de 1784, en la ciudad de Nueva York, se formó el proyecto actual de Independencia y Libertad de todo el Continente Hispanoamericano, con la cooperación de la Inglaterra, tanto más interesada cuanto que la España había dado ya el ejemplo, forzándola a reconocer la independencia de sus Colonias en el propio Continente. Pasé con este objeto a Inglaterra en el principio de 1785. Mas los embarazos y disgustos en que la nación se hallaba con motivo de la pérdida de sus Colonias y de los gastos excesivos de la pasada guerra, no daban campo a presentar en el momento asuntos de esta magnitud; y así resolví ocupar el tiempo, que era necesario aguardar, en examinar atentamente los diversos gobiernos y sistemas políticos de la Europa. Artes, ciencias, religiones, industria y efectos de las diferentes formas de repúblicas y gobiernos mixtos de gobierno, ocuparon mi atención por espacio de cinco años, hasta el de 1789, que volví a Inglaterra no sin haber corrido algunos riesgos en mi seguridad personal, pues los Agentes de Madrid (aunque atentos y amigos en la apariencia) no dejaban de tramar perfidias. En Petersburgo se quitaron la máscara y creyendo imponer al Soberano, pidieron que yo fuese librado a la España, sin articular motivo sino el aparente pretexto de que el Imperio Español estaba en peligro, a lo que respondió magnánimamente Catalina II que no
sabía que yo hubiese cometido ningún delito y que así si el Imperio Español corría riesgos con mi presencia, yo no podía estar mejor que en Rusia, donde mi presencia sería siempre agradable. Lo mismo intentaron, aunque sordamente, en Estocolmo y aun en París, por medios clandestinos, mas sin obtener el menor éxito. En fin, en el mes de febrero de 1790, este gran Proyecto fue presentado al Primer Ministro de S.M.B. [William Pitt], y aceptado en los mismos términos que en el día (en caso de guerra entre las dos naciones), esto es, para la emancipación e independencia absoluta de las Colonias Hispanoamericanas, en los propios términos que la Francia y la España habían reconocido las de la América del Norte. El 6 de mayo siguiente, la declaración hostil de la Inglaterra sobre los acontecimientos de Nootka Sound, se presentó como de propósito, y fue convenido en el propia día que este proyecto se pondría inmediatamente a ejecución, si la guerra (como parecía probable) se declaraba entre las dos naciones. Se enviaron a buscar algunos de nuestros compatriotas ex jesuitas que yo había visto y preparado en Italia para el asunto, y todo prometía el mejor éxito, cuando poco después apareció la Convención entre la España y la Inglaterra, que terminó la disputa y puso término a nuestros deseos por entonces. La Revolución Francesa progresaba rápidamente hacia un sistema de Libertad, aunque con algo de aquella exageración propia del carácter nacional. Supe por uno de nuestros compatriotas que se hallaba en París, que aquel nuevo gobierno se ocupaba ya de extender sus principios hacia la América Española y proteger la independencia. Con este motivo pasé a París en marzo de 1792 y hallé efectivamente que las ideas del gobierno se dirigían a una guerra continental, y que en tal caso la intención era de revolucionar la España por Cataluña y Vizcaya, y asimismo las colonias de la América española. Combatí con éxito la primera parte del Proyecto y logré también
que el objeto de las Colonias se pospusiese a mejor oportunidad, dejándome la dirección, puesto que el intento era la emancipación e independencia. Poco después, a tiempo que yo me disponía a salir de París para regresar a Inglaterra, llega la época fatal del 10 de agosto de 1792 y con ella la caída del Trono de Francia. Los mismos ministros que me habían prometido cooperar a nuestra independencia, vinieron entonces a mí asegurándome que todo sería perdido y aun la misma familia Real sacrificada, si los ejércitos enemigos que penetraban por Champagne se acercaban a París; que la felicidad de mi Patria, como la salvación de la Francia, dependían de que los ejércitos Prusianos y Austriacos saliesen del territorio francés, pues entonces la agitación cesaría y todo entraría en el orden. Que yo, como tan interesado, debía tomar un grado de general en el Ejército Francés, y unido con Dumouriez, cooperar a esta empresa de que dependería la suerte de todos. Aquí está el motivo y las razones de mi entrada al servicio de la Nación Francesa, el 24 de agosto de 1792. Reunido con el General en Jefe Dumouriez en Grandpré, obrando íntimamente y de acuerdo en esta campaña, los enemigos fueron expulsados y yo promovido al grado de Teniente General, y muy luego al grado y mando del ejército del Norte. En este punto, fui nombrado para mandar un Ejército contra España, que rehusé por las razones arriba dichas. El 19 de diciembre de 1792 recibí aviso de que el Ministro me había nombrado Comandante General en St. Domingue; que un ejército de 25 mil hombres y una escuadra estaban allí a mi disposición para operar la revolución e independencia Américohispana y.... (inconcluso) T. I, f. 8 R F.
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Tomo X
Doc. 1675 Del General Miranda a Pétion, Alcalde de París Primer Presidente de la Convención Nacional Valenciennes, 26 de octubre de 1792 Año 1º de la República (No me lea hasta que V. tenga veinte minutos libres, ya que es importante que V. lo lea todo) Mi querido y digno amigo: V. se habrá extrañado, quizás, de no haber recibido mis noticias desde que tuve el placer de escribirle por conducto de nuestro común amigo, el General en Jefe, señor Dumouriez. El caso es que mi salud ha estado un poco quebrantada, hasta este momento en que me siento lo bastante restablecido como para tomar el mando de la segunda División del Ejército, que el General en Jefe ha tenido a bien confiarme. En fin, nuestra vanguardia ha entrado con éxito en territorio enemigo [Bélgica], y el resto del ejército entrará pasado mañana... Nuestros planes para echar al enemigo e invadir los Países Bajos Austríacos son a menudo y juiciosamente combinados, por lo que parece, por nuestro digno General Dumouriez quien, como tuve ya el honor de decir a V., toma todas las disposiciones él mismo... pero, ¿es que los demás Cuerpos, que deben cooperar juntos, cumplirán su deber y actuarán con unidad? ¡He aquí lo que temo! Para probar a V. que mi temor no es del todo infundado, he aquí una copia de la carta impertinente que uno de los que deben esencialmente cooperar, acaba de escribir al señor Dumouriez, quien, sin embargo, no ha querido notificarla al Ministro de la
Guerra, creyendo que con su moderación llevará a estos oficiales a su deber, sacrificando su tonta vanidad al interés público. Es con la mayor dificultad que he podido obtener esta copia, rogando a V. no se la muestre a nadie, y que le envío únicamente para convencer a V. de la necesidad absoluta en que estamos de tener un rango o autoridad militar superior, situada en algún lugar, que remedie todas estas disputas y enredos que podrían muy bien acabar por arruinar la cosa pública... En fin, haga V. lo que considere mejor, y ya le he dicho bastante sobre este mismo tema en otras ocasiones. Pasemos a otra cosa. El General Dumouriez me ha dicho que V. pensaba enviar una fuerza contra España, y que con este motivo querían que yo regresara a París, etc. Es materia muy delicada sobre la cual me atrevo a solicitar la palabra, con preferencia a todo lo demás, antes de que V. emprenda la menor cosa. Primero, porque tengo que informar a V. hasta qué punto había llegado Inglaterra, que trató el asunto conmigo, como agente de América del Sur, en pro de su independencia y libertad, durante estos últimos tres años. Segundo, cuáles eran las disposiciones de América del Norte con respecto a la misma empresa. Tercero, los medios eficaces que yo había preparado en Italia con algunos jesuitas americanos, convertidos en hombres ilustrados y en enemigos implacables de España. Cuarto, doce años de fatigas, de viajes y meditaciones sobre el mismo tema, me dan una especie de derecho que reclamo con alguna confianza. Este mismo motivo es, además, la causa principal (como tuve el honor de decirle a V. en su tiempo) por el que prefería establecerme en Francia y ser un ciudadano francés, a toda otra ventaja que yo pudiera obtener en América del Norte, en Rusia o incluso en Inglaterra. Sobre este punto, puedo prestar servicios esenciales a la República y hacer al mismo tiempo la felicidad de mi Patria, que es el colmo de la felicidad humana. Así pues, V. no debe dudar de mi completa abnegación por una y otra cosa... No conozco sino dos deberes en mi situación actual, el
primero para con Francia, como un miembro legítimo de la nación y un servidor fiel de la República, a la cual he hecho un juramento inviolable; el segundo, para con mi pobre Patria accidental, que de lejos me tiende la mano y me muestra las cadenas con las que gime desgraciadamente bajo el despotismo más cruel e infame. Esta idea desgarra mi corazón cada vez que pienso en ella... pero no pierdo la esperanza. ¡Animo hombres virtuosos y bienhechores de la humanidad; la posteridad os bendecirá eternamente! Me parece como de buen augurio en este momento la singularidad siguiente: el año 1785, cuando viajé por Prusia, etc., España y Francia, que veían con muy malos ojos mis “principios” y mis ideas, informados por el señor La Fayette que yo debía pasar por París, de regreso a Inglaterra, me habían preparado mi alojamiento en La Bastilla, con la complicidad del señor de Aranda, Montmorin, Floridablanca y Luis XVI... Fracasaron completamente... y he aquí que el primero está en Spandau, el otro sobre el precipicio, el otro decapitado en el Châtelet, el cuarto en el Castillo o bastilla de Segovia y el último en el Temple, mientras que este Miranda está, la espada en la mano, en los Ejércitos de la Libertad. Es ésta una reflexión que yo hubiera hecho ya al señor La Fayette, si su situación le permitiese recibirla. Por lo demás, amigo mío, ruego a V. no hacer comentarios, por razones de orden diverso y de las cuales la República pueda sacar mejor partido de mis débiles conocimientos. Mi abnegación es completa y muy sincera. A propósito de legislación, estoy muy contento de ver que el demagogo Robespierre ha caído en el olvido donde debiera haber estado siempre, por el bien de la cosa pública a la que ha hecho ya bastante daño. Pero veo con indignación que V. tiene que sufrir que otros más infames todavía, tales como Marat, Cha..., etc., difamen a los hombres virtuosos, a la nación y a la Convención Nacional impunemente. Recuerde V. que por una igual negligencia la última Asamblea Legislativa se envileció
ante los ojos de la nación y de Europa hasta el punto de reducir casi a cero su autoridad. El Comité de Legislación me parece estar muy bien compuesto, ¡y sus nueve miembros poseen más conocimientos sobre esta importante materia que quizás todo el resto de los hombres juntos! Le recomiendo una cosa de mi parte, sabio legislador, ¡y son las mujeres! ¿Por qué, en un gobierno democrático, la mitad de los individuos no está directa o indirectamente representada, mientras que ellas están igualmente sujetas a la misma severidad de las leyes que los hombres han hecho a su voluntad? ¿Por qué, al menos, no se les consulta sobre las leyes que les atañen más directamente como son las del matrimonio, divorcio, educación de los hijos, etc.? Confieso a V. que todas estas cosas me parecen usurpaciones irritantes y muy dignas de ser tomadas en consideración por nuestros sabios legisladores. Si yo tuviera aquí mis papeles, encontraría algunas observaciones que he hecho sobre este mismo tema, hablando de ello con algunos legisladores de América y de Europa, que nunca me dieron ninguna razón satisfactoria, habiendo convenido en su mayoría de la injusticia, etc. En fin, mi querido amigo, no esté tan silencioso, envíe una palabra de vez en cuando, ello alegra infinito mi pura amistad y son sensaciones muy agradables. Mis respetuosos saludos a la señora Pétion, al pequeño y a todos nuestros amigos. Le abrazo y soy con afecto inviolable. Suyo, Miranda Archivos Nacionales de Francia F/7 /4774 Policía General Traducido del francés.
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Tomo XII
Doc. 2482 Proclama del General Miranda Comandante en Jefe de los Ejércitos de Bélgica, en ausencia del General Dumouriez, a sus compañeros de armas. A sus valientes hermanos de armas La Convención Nacional declara en nombre de la Nación francesa que está en guerra con el Rey de Inglaterra y el Estatúder de las Provincias Unidas, en vista de sus actos de hostilidad y de agresión, por odio a nuestra santa Libertad. El Consejo Ejecutivo Provisional va a desplegar las fuerzas necesarias para rechazar sus agresiones y para mantener la independencia, la dignidad y los intereses de la República francesa. Nuestros hermanos de las fuerzas navales van a proteger los mares y a hacer triunfar el pabellón tricolor, mientras que vosotros, gloriosos triunfadores de Valmy, Jemmapes, Amberes, Namur, etc. vais a derribar de nuevo los satélites de los déspotas. Valor, unión, disciplina, vigilancia... habéis vencido con estos medios; terminaréis vuestra obra y el Árbol de la Libertad, plantado con vuestras manos triunfantes, extenderá por todas partes sus ramas bienhechoras. “ Allons enfants de la Patrie, un nouveau jour de gloire est arrivé… » Que el himno sagrado resuene por todas partes y sea el preludio de vuestros éxitos. 13 de febrero de 1793 T. I, f. 187 R.F. Traducido del francés
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Tomo XIV
Doc. 3314 Del General Miranda a Pétion Lovaina, 21 de marzo de 1793 Mi querido y digno amigo: En el momento en que iba a contestar a la carta de V. del 13 de este mes, los ataques diarios del enemigo sobre nuestros puestos avanzados me impidieron seguir dando a V. las informaciones que V. deseaba sobre los asuntos de la Vanguardia en Aix-laChapelle, etc. Desde entonces no he tenido un momento de tranquilidad para hacerlo y V. juzgará de ello cuando se entere de las lamentables consecuencias de nuestras operaciones ulteriores, combinadas y dirigidas por el General Dumouriez y su íntimo consejero Thouvenot. El amigo de V. no ha tomado la menor parte en todas estas disposiciones las cuales, lejos de ser conformes a mis ideas, han tenido siempre mi desaprobación y si hubiese estado en mi poder impedirlas, lo hubiera hecho ciertamente sin dudar. En la conducta de los Generales y oficiales superiores en Aix-laChapelle no creo que haya habido traición, como se ha sospechado, pero creo que ha habido negligencias y faltas graves en el servicio del Cuerpo que estaba encargado del Roer, entre ellas, la presencia del General Valence, quien en vez de estar en su puesto se hallaba en Lieja desde el 23 de febrero. El asunto posterior de Neeerwinden, que tiene mucha mayor importancia, no está en el mismo caso y sospecho mucho al consejero del General, quien no posee ni la probidad ni los principios de republicanismo necesarios para ponerlo fuera del alcance de la reprobación. Me ha parecido muy extraño que el
General Dumouriez, quien siempre me consultaba sobre todos los asuntos militares y políticos del Ejército, no me haya dicho una palabra de éste. A las once de la mañana recibí mi orden por escrito y supe verbalmente por él que íbamos a combatir y a atacar a nuestros enemigos, un total de 51.000 hombres, colocados muy ventajosamente y con una temible artillería, y por nuestra parte, con un Cuerpo de tropas inferior en número y con todas las desventajas del terreno, etc., sin haber hecho ningún reconocimiento del terreno ni de la posición precisa de nuestros enemigos; en fin, yo no tuve tiempo sino para decir: “ cuente V. conmigo y no dejaremos de ejecutar las órdenes de V. atacando vigorosamente con cinco columnas diferentes” , y de las cuales
tres fueron conducidas por mí personalmente al ataque; en el camino encontramos dificultades que superar, por falta de conocimientos locales, pero sin embargo logramos atacarlo vigorosamente por cinco puntos diferentes hacia las tres de la tarde, y habiéndonos batido hasta las seis con un éxito variado, las tropas se vieron obligadas a replegarse ante el número muy considerable de enemigos superiormente colocados, y bajo el fuego excesivo y muy bien seguido de su numerosa artillería. Las demás partes del Ejército sufrieron más o menos la misma suerte, en proporción a la proximidad de sus ataques sobre las líneas y baterías de los enemigos, diga lo que diga la proclama poco exacta del General Dumouriez, que no llegará jamás a oscurecer los hechos y la verdad. Nuestras pérdidas son considerables; sólo en mi División ha habido un oficial General muerto y más de otros treinta oficiales muertos o heridos, y entre ellos mi primer edecán que V. conocía, muerto a mi lado, y unos dos mil hombres aproximadamente entre muertos y heridos. Por esta pérdida podrá V. computar la de las otras dos Divisiones.
El enemigo nos atacó al día siguiente con vigor, obligándonos a retirarnos detrás de Tirlemont y sucesivamente hasta Lovaina, donde conduje, hacia las tres de esta tarde, el Centro y la División de la Izquierda. Este fracaso debe producir muy fatales consecuencias para la suerte de Bélgica y para nuestros asuntos políticos en general. Me extraña que Dumouriez haya sido capaz de un error semejante. He aquí, mi querido amigo, lo que puedo decir a V. por el momento sobre la situación de nuestros asuntos militares en esta parte y de cuanto puede V. estar seguro, por ser la exacta verdad, a pesar de todas las tergiversaciones y sofismas de que pueden hacer uso para oscurecerla los que han sido causa de nuestra calamidad. Hay muchas otras cosas muy importantes que me encantaría poder comunicar a V. y que no puedo confiar al papel. Cuando leí la carta de V. en la que me decía que la ramificación del complot, descubierto últimamente contra nuestra querida libertad, se extendía hasta el Ejército, creí a V. exagerado y demasiado tímido. Hoy estoy convencido que hay motivo fundado para creerlo, y sospecho a más de un individuo como agente principal de nuestros reveses actuales. Diré a V. más, amigo mío, y es que he oído a estas propias personas hacer proposiciones indirectas, con habilidad, que han alarmado mi patriotismo y mi amor íntegro a la Libertad. En fin, veo que estamos agitados por infames intrigantes que han hecho ya mucho daño y que pueden acabar por perdernos y arruinar la Libertad. Si fuera posible procurarnos una entrevista, sea viniendo V. mismo al Ejército (lo que creo de la más alta importancia en este momento), sea haciendo que se me permita ir a encontrarme con V. en cualquier sitio, yo podría comunicar a V. cosas que creo del mayor interés para la salvación de la República, y que no hay más que a V., cuya integridad, principios y amor puro de la
libertad conozco, a quien yo pueda franca y abiertamente comunicar. Creo incluso que hay una cábala para deshacerse de mí, como quisieron deshacerse de V. antes del 10 de agosto. No escribo una palabra al Ministro ni a nadie. Dejo a Dumouriez y a todos los demás hacer sus informes como les parezca. Creo que la virtud y la verdad se abren paso irresistiblemente y que la máscara de la intriga no puede resistirles. Haga V. prudentemente uso de esta carta y deme una respuesta con el correo que la lleva y que envío a V. expresamente a este efecto. P.S. del 22. Nuestra retirada sobre Francia y la completa evacuación de Bélgica están decididas, según lo que me ha dicho hoy el General Dumouriez, haciéndome leer la carta que ha escrito al Ministro con tal motivo, haciéndome ver al mismo tiempo la posición militar que nuestro Ejército tenía hoy. Es la primera vez, desde su regreso, que me hace semejantes comunicaciones; me parece que ha querido de este modo que yo tome parte en el desastre que nos ha sucedido por unas malas combinaciones, así pues, V. apreciará que no me he mezclado en ello; pero sin embargo, no rehusaré nunca a contribuir con todos mis esfuerzos a la conservación del Ejército y al sostenimiento de la República, a la cual me he consagrado sinceramente hasta la muerte. Firmado: Miranda T. I, f. 232 vto R.F. Traducido del francés.
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Tomo XIV
Doc. 3384 De Miranda al Presidente de la Convención Nacional París, 4 de abril de 1793 Año 2º de la República francesa Ciudadano Presidente: Habiendo sido llamado por dos decretos de la Convención Nacional para comparecer ante ella con el fin de ser oído en justificación de mi conducta y en respuesta a algunas inculpaciones militares, de la cuales me será fácil demostrar el error o la injusticia; y habiendo esperado cada día desde el 29 de marzo, sin que la gravedad y la multitud de asuntos que han acaecido me hayan permitido obtener este momento tan deseado por mí; reflexionando además que el conocimiento de los hechos que me proponía dar a la Convención Nacional y de los que yo había informado a algunos de sus miembros, se hace menos interesante desde que la conjura ha estallado en toda su maldad; ruego a la Convención Nacional remitirme a sus Comités Militar y de Defensa General para ser oído por éstos y que un informe le sea hecho. Ciudadano Presidente, ofreceré esta última reflexión a la justicia de la Convención Nacional: aquel que Dumouriez ha convertido en víctima, porque de ser su amigo pasó a ser su adversario desde el instante en que lo consideró conspirador, es además acusado y detenido. El Conciudadano de V., Firmado: Miranda T. I, f. 236 vto. R. F. T. XIII, f. 73 R. F. T. XIII, f. 88 R. F. Traducido del francés.
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Tomo XV
Doc. 3419 Resolución del Tribunal Criminal Revolucionario que absuelve a Francisco Miranda el 16 de mayo de 1793 Nos, Jacques Bernard Marie Montané, Presidente del Tribunal Criminal Revolucionario, creado por la ley del 10 de marzo de 1793, vista la declaración unánime del Jurado en el juicio sobre la acusación presentada contra Francisco Miranda, General de División: “1º Que no consta que el dicho Miranda haya traicionado los intereses de la República cuando el bombardeo de Maestricht, comenzado del 24 al 25 de febrero de 1793 e interrumpido el dos de marzo siguiente. “2º Que no consta que haya traicionado los intereses de la República cuando la evacuación de la ciudad de Lieja el cinco de marzo último. “3º Que no consta que Francisco Miranda haya traicionado los intereses de la República el dieciocho de marzo último, día de la batalla de Neerwinden, en la cual él comandaba el ala izquierda”. Decimos que el dicho Francisco Miranda queda absuelto de la acusación presentada contra él por el Acusador Público del Tribunal, en acta del diez del presente mes; en consecuencia, ordenamos que será puesto inmediatamente en libertad, si es que no se halla detenido por otras causas, y que su asiento de encarcelamiento será eliminado y borrado de todos los registros de las cárceles en las que ha sido detenido. Hecho y pronunciado en la Audiencia Pública del Tribunal, el jueves dieciséis de mayo de mil setecientos noventa y tres, año
dos de la República. Firmado: J. B. M. Montané y N.J. Fabricius, Escribano. Y en el acto, el Tribunal ha ordenado que el presente mandamiento judicial sería impreso y fijado en carteles donde sea necesario. Hecho y juzgado en la Audiencia en las que estaban presentes los ciudadanos Montané, Presidente; Etienne Foucault y François Christophe Dufriche Des Madeleines, Jueces que han firmado la minuta. Firmado: J.B.M. Montané, Foucalt, Dufriche Des Madeleines y N.J. Fabricius, Escribano. Copia conforme a la minuta: Wolff, Escribano. T.XIV, f. 46 R.F. Traducido del francés.
*** Tomo XVI
Doc. 3550 Del General Miranda a la Convención Nacional La Force, 25 brumario Año 3º de la República (15 de noviembre de 1794) Ciudadanos Representantes: Representantes: Hace casi dieciocho meses que, habiendo comparecido ante la Barra de la Convención Nacional para denunciarle mi detención arbitraria y sin motivo, ésta envió mi queja al Comité de Seguridad General para estimarla. En virtud de la Ley del 18 termidor, he solicitado al mismo Comité los motivos de mi detención y sucede que no tiene ninguno.
No creo que el Senado francés, que ha puesto la justicia a la orden del día, tolere que un inocente, ya juzgado y declarado por los Comités de Vds. y por el Tribunal Revolucionario haber sido digno de la República y fuera del alcance de la sospecha misma, sea retenido un momento en cautividad sin motivos. Y no dudo que la Convención en su sensatez me conceda la libertad que reclamo ante ella. De lo contrario, le rogaría (si se me pudiera todavía imputar el menor crimen) me enviara hacia un tribunal cualquiera en el que yo pudiera justificar legal y rigurosamente mi conducta, único medio para que el hombre probo conserve su honor intacto y al abrigo de la calumnia, o satisfaga el interés público si ha tenido la desgracia de infringir las Leyes. Miranda Enviada al Comité de Seguridad General el 25 brumario, año 3º. T. XV, f. 98 R. F. Traducido del francés.
*** Tomo XVII
Doc. 3634 Decreto de la Convención Nacional ordenando la libertad de Francisco de Miranda EXTRACTO DEL ACTA DE LA CONVENCION NACIONAL
Del vigésimo sexto día de Nivoso, año tercero de la República Francesa, una e indivisible. La Convención Nacional decreta que Miranda, ex general de los ejércitos de la República, detenido en la prisión llamada La
Force, será puesto puesto de inmediato en libertad y que los precintos puestos sobre sus efectos serán levantados a la vista del presente decreto. decreto. Refrendado por el Representante del pueblo, Inspector de las actas. Firmado: Viquy. Cotejado con el original por Nos, Representantes del pueblo, secretarios de la Convención, en París los mencionados día, mes y año. Firmado Anguis, Dumont y Borel. Certificado conforme al original, depositado en la Escribanía de la prisión de La Force, por mí, el que suscribe. París, 26 nivoso, año 3º de la Era Republicana [15 de enero de 1795] . J.F. Richelot. C. Escribano. Escribano.
T. XV, f. 276 R. F. Traducido del francés.
*** Tomo XVIII
Doc. 3968 Llegada de Miranda a Londres y entrevista con el Primer Ministro inglés, William Pitt. Segundas negociaciones [Extracto] (...) Yo no llegué a Londres hasta el lunes 15, [enero de 1798] porque dormí en el camino a causa de los ladrones que andaban en él y habían robado a otros dos días antes. Me apeé en la posada de Dantan, Panton Square, a eso de las 4 a.m. y después de comer fui a ver al señor señor Turnbull (Broad Street Street 42) que me aguardaba con impaciencia. Hablamos un poco sobre mis asuntos y me comunicó las dos cartas (nos. 47 y 48) del
Secretario del señor Pitt, Carthew, por donde supe que dicho Ministro [William Pitt] me había estado aguardando aquel día en Downing Street y que me aguardaba mañana sin falta en su casa de campo en Hollwood, para una conferencia, ¡qué es lo que yo deseaba! El 16 a las 11 de la mañana partí en silla de posta a Hollwood, donde llegué poco después de la una. El portero anunció mi llegada inmediatamente al señor Pitt, que vino a mí sin dilación. Muy jovial y amistosamente me recibió efectivamente, felicitándome de mi buena llegada y recordándome que hacía 8 años que, en aquel mismo paraje, nos habíamos juntado por la primera vez sobre el propio importante asunto; que ahora las circunstancias eran muy diferentes a las de entonces, ¡pues que la Inglaterra estaba en guerra abierta con la España!... Yo contesté que esta circunstancia era precisamente el motivo que nos hacía repetir, o por mejor decir, resumir las negociaciones de 1790 sobre el propio asunto. Todo está muy bien, me dijo, mas en nombre de quienes o por quienes se da esta autorización; y si no se podía formar un documento que (en lo posible) tuviese forma de Poderes para proceder con mayor arreglo en el asunto.
Le respondí que ambas objeciones se habían prevenido de antemano y que para remediarlas, en cuanto era posible, habíamos convenido que mis Instrucciones sirviesen al mismo tiempo de Poderes. Y que estas fuesen dadas por los Comisarios –Diputados y representantes de las Colonias Hispanoamericanas; y que todo esto estaba contenido en un Pliego que traía ya preparado conteniente de la nota y documento adjunto nº LXV y L. Leyó uno y otro con suma atención y al llegar al punto de alianza con los E.U. de la América, prorrumpió en tono de alegría y sinceridad: ¡ Mucho nos alegraremos de obrar juntos con la América en esta empresa!... ¿Sabe V. si acaso se le han hecho ya proposiciones sobre el particular? No lo creo, respondí, porque si se le hubiesen hecho, no me encargarían a
mí que las hiciese y yo prometo a V. de no dar un paso en el particular hasta obtener su decisión o respuesta. Muy bien, me dijo con una inclinación de cabeza y prosiguió leyendo. (...) Y viniendo ahora a otro punto, añadió (aunque no es la intención de la Inglaterra de mezclarse por ningún motivo en el gobierno del País) ¿cuál es la forma o sistema de gobierno que se piensa establecer en el País? Muy semejante al de la Gran Bretaña, le respondí, pues debe componerse de una Cámara de Comunes, otra de nobles y un Ynca, o soberano hereditario. Muy bien, me dijo, ¡ pues si un sistema por el modo de la Francia se intentase introducir en el País, aseguro a V. (me replicó con viveza) que más bien querríamos que los americanos españoles continuasen por un siglo súbditos obedientes bajo del opresivo gobierno del Rey de España, que verles sumergidos en las calamidades del abominable sistema de los franceses!... Muy
bien, dije, ¡y es precisamente para evitar un contagio semejante y precavernos con tiempo del influjo gálico, que hemos pensado en emanciparnos inmediatamente y formar alianza con los E.U. de América y con la Inglaterra, a fin de combatir unánimemente (si fuese necesario) los monstruosos y abominables principios de la pretendida Libertad francesa!... Y para que V. vea que éstas son las mismas opiniones que profesan mis compatriotas, aquí tengo el borrador del proyecto de Constitución que se cree más acomodado al espíritu y opiniones de nuestros americanos, y que los comisarios de aquel país han sancionado. Leyólo todo con atención y llegando al artículo del Ynca hereditario, dio un gran asentimiento bajando la cabeza y al fin me dijo, pues todo esto está muy bien y yo no percibo ningún embarazo en el todo, mas como es un asunto tan grave y de momento, no puedo decir a V. más por ahora. ¡Dentro de poco tiempo tendrá V. una respuesta más formal y decisiva! Yo
observé que la franqueza y sencillez con que yo había procedido me dejaba esperar la mayor brevedad en el despacho del asunto y el que se usase conmigo de la misma manera...
(...) Luego, dejando este asunto, me preguntó qué pensaba yo de la situación de la Francia y si creía que realmente pensasen en hacer desembarco en Inglaterra. Aquí entramos en el anchuroso campo de la Revolución francesa en que de paso, y muy brevemente, le impuse de los motivos por que fui a París el año de 92. Y el accidente que hizo que entrase yo en aquella época en el servicio de la Francia; en resumidas cuentas a fin de que no se intentase cosa alguna en perjuicio de las Colonias HispanoAmericanas (como hubiera sucedido si no voy yo a París en aquel tiempo) y para que la libertad se introdujese por medios suaves y con cordura, si el caso se presentase, etc. Le hice ver asimismo los motivos que me detuvieron en Francia después que recuperé mi libertad, en consecuencia de la muerte de Robespierre y reentrada en el Cuerpo Legislativo de los restos del partido de la Gironda, después del 9 Termidor. Que el objeto era hacer la Paz y restablecer el orden de cualquier manera que se fuese en Francia. Que para el objeto primero de la Paz, se había pensado en mí y que las proposiciones y términos de esta Paz se hallaban en un pequeño escrito que yo publiqué entonces en París con título: Opinion du Général Miranda sur la situation actuelle de la France et des convenables remèdes à ses maux ... ¡Me replicó que efectivamente había leído dicho escrito y que se acordaba muy bien de los términos de moderación y buen juicio en que estaba concebido!... Entonces yo añadí que la intención era de empeñar la Emperatriz Catalina II en ser el mediador y pacificador del Universo y que tanto más practicable me había parecido el asunto manejado por su mano cuanto que se hallaba en aquel tiempo ser ella el aliado íntimo de la Inglaterra. Es muy cierto, me replicó y ¡no hay duda que hubiera sido el personaje más propio para ello de todos los soberanos de Europa! (...) Me dijo también ¿y cómo ha hecho V. para salvarse en tanto riesgo y salir de Francia en este momento? Por medio, respondí, de un pasaporte adaptado a mi persona por medios químicos y con el auxilio de algún disfraz... En fin, con mucha amistad y mutua satisfacción, nos separamos a eso de las 3 y media de la
tarde... quedándome algo admirado del excesivo buen acogimiento y olvido total de la brusca contestación en que habían quedado estos asuntos al principio del año de 1792, ¡cuándo yo me fui a París! En fin, a las 6 p.m. estuve de vuelta en Londres, etc. T. I, f. 151 Negociaciones.
*** Tomo XVIII
Doc. 4005 Nº 8 correspondiente al nº LIV del Registro de 1798 De Francisco de Miranda a J. Adams, Presidente de los Estados Unidos de América [Extracto] Londres, 24 de marzo de 1798 Señor Presidente: Es en nombre de las Colonias Hispanoamericanas que tengo el honor de enviar a Vuestra Excelencia las proposiciones anexas. Estas han sido presentadas igualmente a los Ministros de S.M.B., quienes las han recibido muy favorablemente, manifestando mucha satisfacción en poder actuar en un caso semejante con los Estados Unidos de América, y me parece que la demora que experimento –verdaderamente aflictiva en un momento tan apremiante- proviene precisamente de la expectativa en que parece estar el gobierno inglés de ver la América del Norte decidida a romper definitivamente con Francia, por el deseo que tiene de hacer causa común y cooperar juntos a la Independencia absoluta del Continente entero del Nuevo Mundo.
Como el espíritu de justicia, generosidad y adhesión de mis Compatriotas hacia los Estados Unidos se encuentran mejor expresados en el documento que me sirve de poderes e Instrucciones, he querido adjuntarle una copia completa, persuadido de que esta demostración de amistad y franqueza servirá más eficazmente a acelerar la decisión...contando siempre con la reserva indispensable en todo lo que no concierna directamente a los Estados Unidos. (...) No disimulo a V.E., Señor Presidente, mi inquietud por la próxima entrada de las tropas francesas en España: temor de que un movimiento convulsivo en la Metrópoli produzca sacudidas anárquicas en las Colonias y que el abominable sistema de Francia se introduzca entre nosotros, por no haber tomado medidas prontas y eficaces para impedirlo. ¡ Dii avertant ! En fin, espero que el pequeño auxilio que necesitamos para comenzar, y que se reduce a seis u ocho navíos y cuatro o cinco mil hombres de tropa, lo hallaremos fácilmente tanto en Inglaterra como en América...Mis deseos serían que la Marina fuese inglesa y las tropas de tierra, americanas. ¡Quiera la Providencia que los Estados Unidos hagan en 1798 por sus Compatriotas del Sur lo que el rey de Francia hizo por ellos en 1778! (...) Con sentimientos de la más alta consideración y de estima más perfecta, tengo el honor, Señor Presidente, de ser el muy humilde y obediente servidor de Vuestra Excelencia. F. de M. T. I, f. 154 Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XVIII
Doc. 4108 De Miranda a Pedro Caro [Josef de Oquendo y Atuey] [Extracto] Nº 5 Duplicada.Londres, 3 de junio de 1799 Querido paisano y amigo mío: Con mucho gusto he recibido sus apreciables cartas de V., fechadas en Trinidad a 8, 13, 19 y 27 de febrero último, y no dudo que a la hora de esta se halle V. en el Continente para el arreglo definitivo de nuestros negocios, en la suposición de que el momento es el más propicio y de que los Sres. que debían ayudarnos y nos habían prometido tantas asistencias se conducen con una reserva y lentitud (por no decir otra cosa), que yo creo sería una locura aguardar más por sus promesas. En fin amigo, es menester encomendarnos a la Providencia y con resolución y juicio obrar por nosotros mismos si queremos tener asociados, porque estos no se decidirán jamás hasta que nos vean en una posición respetable. Por otra parte yo veo por las noticias mismas que V. me da (confirmadas aún por el principal) que los medios que tenemos son acaso muy suficientes para la empresa, con tal que un jefe prudente y hábil dirija los asuntos. ¡En el comercio como en la guerra, es necesario reunir la audacia con la prudencia si se quieren emprender negocios arduos y difíciles, aprovechando principalmente los momentos favorables! En este supuesto cuenta V. con mi embarque para la Trinidad el 15 o 20 de este mes, en el convoy que se prepara a hacer vela y diríjame V. a este paraje todas sus noticias. Espero, antes de partir, recibir cartas de V. en el convoy que por horas se aguarda aquí de esas Islas, pues las que supongo venían en el paquebote de la Jamaica se han perdido con esta embarcación que fue apresada. No ponga V. por Dios ni su nombre ni el mío en las cartas que me
escriba, pues estamos en guerra y las sospechas solo de contrabandistas nos haría un perjuicio muy notable. (...) Nuestros amigos de Broad Street han aflorado infinitamente más. El señor King [Embajador de Estados Unidos] y el ministro de Rusia [Semion Vorontsov] se muestran más y más finos cada día; creo que podemos contar con ellos para siempre y aún con el señor Turnbull. Adiós. P.S. La guerra entre la Inglaterra y Tippo, en la India, parece positiva. M-a T. II, f. 186 Negociaciones.
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Doc. 4251 Nota sin firma sobre Miranda Nº 4. Copia. Entre las actas de la Audiencia de Caracas relativas al asunto de la insurrección proyectada en aquel país hay una copia de una carta secreta fechada el 9 de mayo de 1797, dirigida a ese Tribunal por el Presidente y Capitán General, remitiéndoles, para su consideración y opinión, una Real Orden (que no está copiada) de la Corte de España, que la carta declara estar fechada el 24 de diciembre de 1796 y que contiene el Plan de la Corte de Londres para una expedición contra Nueva España y las medidas tomadas por el famoso español Miranda; tema sobre el cual la Audiencia es de la opinión que una descripción precisa de la persona de Miranda debería ser remitida a todos los oficiales, civiles y militares, con las órdenes más estrictas de
detenerlo cuando sea descubierto en alguna parte de la costa, así como a todo extranjero que pueda parecer sospechoso.
N.B. Estos papeles me fueron entregados [a Caro] por el exGobernador de Trinidad, General Picton, quien garantiza su autenticidad. T. I, f. 86 Negociaciones. Traducido del inglés.
*** Tomo XVIII
Doc. 3996 De Miranda a Wm. Flint, Subsecretario inglés de la Guerra Great Pulteney Street 25 de junio de 1799 El General de Miranda saluda atentamente al señor Flint y le suplica le envíe el permiso para dejar Inglaterra, que él tuvo el honor de solicitar hace quince días por tercera vez, para ir a los Estados Unidos de América donde le ofrecen un asilo contra las proscripciones del Directorio francés y de sus aliados. Como en esta solicitud se renuncia al favor del Pasaporte que se le había prometido para la Trinidad, o para otra isla bajo dominio de Inglaterra, se espera no encontrar más obstáculos. El señor Flint perdonará seguramente este apremiante ruego cuando tenga a bien considerar y hacer comprender a los Superiores que el señor de Miranda, en este momento, no goza de sus bienes patrimoniales, que están en la América española, ni de su propiedad en Francia puesto que está proscrito igual que el General Pichegru, el Director Barthélemy, etc. Que se ha visto obligado además a vivir a su costa en Londres durante más de 15 meses, en espera de una respuesta sobre unos asuntos de la mayor importancia que el Gobierno le había dicho esperara y
que una demora más larga le pondría en la desagradable alternativa de contraer deudas o pedir limosna.... estando absolutamente agotados sus recursos en este país. Tendrá el honor de pasar mañana por la oficina del señor Flint, para obtener si es posible este permiso; los barcos que salen para América se encuentran ya a punto de partir. T. II, f. 178 Negociaciones. Traducido del francés.
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Doc. 4327 De Miranda a Manuel Gual Londres, 31 de diciembre de 1799 En la carta de envío que escribí al Ministro de la Guerra Dundas, remitiendo sus papeles de V., me pareció conveniente decir lo siguiente acerca del autor: “Don Manuel Gual, es el hijo mayor de Don Matheo Gual quien comandaba en la Guaira cuando el Almirante Knowles atacó esta Plaza en el año de 1743. Es nativo de Caracas, sirvió en la Infantería regular de esta Provincia y goza de una gran popularidad en el país, siendo descendiente de una noble y rica familia de la Guaira. El General de Miranda lo conoció íntimamente en su juventud y ha sido informado desde entonces que se ha convertido en un hombre de distinguidas aptitudes y consecuencia en el país”. Acerca del Gobernador de Trinidad debo prevenir a Vm. que yo le he creído un hombre amigo y favorable a nuestra independencia, hasta de poco tiempo a esta parte que su conducta me ha hecho suspender el juicio; y así convendría que se condujese V. con precaución y reserva con este personaje. Si acaso quiere vejar a V. o tratarle mal (como lo hizo con nuestro
comisario Don P. Caro) procure V. irse a los E.U. de América y preséntese allí en mi nombre al General Hamilton, que es el segundo Comandante General del Ejército Americano, y dará a V. sin duda acogida honrosa. Puede V. también abrirse enteramente con él, pues es acaso el más fiel amigo que tiene nuestra Libertad e independencia en todo el mundo. Sin embargo, no conviene precipitar nada en este crítico momento, y V. haga por aguardar hasta que reciba mis noticias posteriores. Este gobierno Inglés da tales esperanzas en el día de ayudarnos prontamente, que sería temeridad no aguardar un poco; mas hace tan largo tiempo también que nos trae entretenidos con sus bellas promesas, que yo casi tengo perdida la confianza; y espero más de los E.U. de la América (por lo mucho que les interesa nuestra Independencia) y ¡sobre todo de nosotros mismos, que de ningún otro! ¡gracias al perjuicio incalculable que ha hecho la Anarquía galicana a la Libertad en todo el mundo! Por la primera ocasión enviaré a V. un mapa magnífico de la América Meridional, que hemos hecho grabar aquí a nuestra utilidad; fue trabajado por Cruz en Madrid el año 1775 y recogido inmediatamente por el gobierno para que el mundo ignore los primores de la naturaleza en ese hemisferio. También se publicó en Madrid por uno de nuestros Compatriotas (Don Antonio de Alcedo) un Diccionario geográfico-histórico de nuestra América en 5 v. in 4º, que es obra sumamente útil y sumamente rara por lo mismo. Si puedo encontrar un segundo ejemplar lo remitiré también a V. En cuanto a mi persona, amigo mío, ella está siempre invariable al servicio de la Patria. Por esta tengo hechos ya tantos sacrificios, que sería absurdo ahora el abandonar la empresa; cualesquiera puesto que se me señale será para mí muy aceptable y honroso, con tal que todo el mundo marche al mismo y único fin de nuestra Libertad e independencia, sin que
la dominación de una Potencia extranjera cualquiera pretenda fijarse o mezclar su autoridad en el País; ¡porque en tal caso seremos la codicia y muy luego el despojo de todas las demás que teniendo una fuerza marítima cualesquiera querrán también tener parte en la División. ¡Dii avertant! En fin, amigo mío, la verdadera gloria de todos los Americanos consiste en la consecución de la Empresa y viceversa... ¡Dos grandes ejemplos tenemos delante de los ojos: la Revolución Americana y la Francesa; imitemos discretamente la primera; evitemos con sumo cuidado los fatales efectos de la segunda! M-a T. II, f. 218 vto. Negociaciones.
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Doc. 4476 Del General Miranda a Bonaparte, Primer Cónsul de la República francesa. 10 Pluvioso del año VIII de la República francesa (30 de enero de 1800) Ciudadano Cónsul: Permita que uno de los más antiguos Soldados de la República y un Ciudadano francés le reclame sus derechos claramente violados el 19 Fructidor del año V. Este atentado fue tanto más pérfido para conmigo que mi nombre no se halla, ni siquiera estoy designado, en las piezas
que han servido de pruebas a la Conspiración, verdadera o falsa, que los Triunviros dieron como motivo de una medida tan extraordinaria. Y si se añade que los pretendidos Jefes del Complot me son del todo desconocidos, o enemigos personales, la cosa sería también absurda. Invitado por el gobierno Francés para defender la noble Causa de la Libertad en un momento extremadamente crítico (en el mes de agosto de 1792) entré en el servicio bajo unas condiciones honorables y con un Contrato Solemne, certificado por el Ministro de la Guerra. El examen riguroso que se exigió de mi conducta, después de los acontecimientos funestos producidos por la defección de Dumouriez, hizo ver a la Nación entera que este compromiso había sido cumplido con fidelidad por mi parte y que Francia quedaba deudora hacia el que tuvo el honor de defenderla con gloria a la cabeza de sus Ejércitos. La Tiranía y el Sistema Arbitrario que más o menos han pesado sobre Francia, desde el famoso Comité de Salvación Pública hasta el último Directorio, siguieron, como es lógico, una marcha contraria, y en vez de concederme lo que la Justicia mandaba, se acumulaba persecución sobre persecución hasta el punto de incluir mi nombre en todas las listas de Proscripción, desde la de la Gironda hasta las de Danton y Pichegru, añadiendo además el saqueo de mis bagajes y mis caballos así como el rechazo de pagar los sueldos que se me debían casi en su totalidad desde el inicio de la guerra. Mi Biblioteca, que por casualidad pudo escapar, no dejó de pagar también tributo por el empréstito forzoso, etc. En fin, hoy que el Reino augusto de la Justicia y de la moderación es altamente proclamado, bajo felices auspicios, espero obtener por la suprema autoridad de V. lo que tantos
otros, estando en el mismo caso, han recibido ya muy justamente y que mi Estipulación formal con Francia sea finalmente cumplida. El Amor de la Libertad, por el que he hecho tantos y tantos sacrificios en otros lugares, me hizo renunciar a vivir en mi País natal, el más oprimido quizás de todos los de la Tierra, y fue la causa de mi estrecha relación con Francia. El mismo motivo me había hecho buscar antes de la época de la Revolución francesa un refugio en Inglaterra y fue por esta antigua conexión que se me concedió un asilo cuando los gobernantes de Francia me expulsaban violentamente de su seno en Fructidor, año V. Sin embargo, hace casi un año que solicito con empeño el Permiso para dejar este país y pasar a los Estados Unidos de América, sin haber podido obtenerlo!!!.... lo que hace, Ciudadano Cónsul, que esta carta no sea dirigida a V. desde un País neutral. Que los beneficios de la Libertad puedan ser comunes a aquellos de nuestros semejantes que la deseen y que Francia pueda gozar, después de tantos sacrificios, de una Paz estable y gloriosa, basada en el bien inestimable de una sensata y perfecta Libertad, son y serán siempre mis deseos más sinceros. Salut et Respect
M-a T. II, f. 268 Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4337 De Don Juan Manuel de Cagigal, ex Gobernador de La Habana y Comandante del Reino de Valencia, a Francisco de Miranda Sentencia del Tribunal del Consejo de Indias. Dijeron: Que debían declarar y declaraban libre a Don Juan Manuel de Cagigal de todos los cargos que se le han hecho en esta Causa, por legítima, justa, meritoria y arreglada a las Reales Ordenes y soberana intención de S.M. su conducta y procedimientos en el hecho principal e incidencias de la Comisión conferida a Don Francisco de Miranda para que pasase a la Isla de Jamaica a los objetos del Real Servicio y del Estado que le confió, con las facultades para el aparente
Comercio que contempló conducentes a su logro, y por consecuencia, que lejos de constituirle reo del delito que se le ha imputado, le han hecho acreedor a la Soberana estimación de S.M. y al premio que, así en remuneración de sus meritorios y anteriores Servicios como en recompensa de sus padecimientos y atrasos en su carrera, ocasionados de esta causa, se digne S.M. concederle en ejercicio de su Soberana Justicia distributiva y con alzamiento de cualquier arresto, embargo de bienes, depósitos y secuestros actuados de resultas de este mismo procedimiento, le reservaban y reservaron su derecho, para que por los daños, gastos y perjuicios que en su persona y caudal hubiese padecido con motivo de esta causa, use de él donde, como le convenga y contra quien corresponda .
Asimismo declaraban y declararon por libre de todo cargo en el ejercicio de la referida Comisión y sus incidencias al Teniente Coronel Graduado Don Francisco de Miranda, y por legítima y exenta de todo vicio la introducción de los tres barcos titulados Puerco Espín, Tres Amigos y el Aguila con los
esclavos, géneros y efectos que vinieron en ellos de la Isla de Jamaica; y revocaban y revocaron en esta parte la Sentencia del Juez Comisionado en que declaró caídos en la pena de comiso
los referidos barcos, esclavos, géneros y efectos, y condenó a Miranda a que pagase su importe a la Real Hacienda, con más el valor de las tres carretas, siete yuntas de bueyes y cinco caballos en que se condujo parte de aquellos efectos desde el Surgidero de Batabanó hasta la Habana; en privación de su Empleo y en diez años de Presidio a la Plaza de Orán y declaraban y declararon a dicho Oficial, por el contrario, por fiel Vasallo de S.M. y acreedor a las Reales Gracias en premio y remuneración del mérito contraído en la delicada Comisión que puso a su cuidado el Gobernador Cagigal; resultando por otra parte, como resulta justificado, que no tuvo parte (ni aún noticia) del hecho de haber registrado o visto las Fortificaciones de la Plaza de la Habana el Mayor General inglés Juan Cambell, como falsamente se informó a Su Majestad, etc. etc.
T. I, f. 101 Negociaciones. T. II, f. 234 vto. Negociaciones.
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Doc. 4338 De Miranda a Juan Manuel de Cagigal, ex Gobernador de La Habana, Comandante en el Reino de Valencia. Allsop’s Buildings, cerca de Londres 9 de abril de 1800 Mi General y muy estimado Amigo: Con mucho gusto he recibido ayer su apreciable carta fecha en Valencia a 10 de diciembre último, y doy a V. mil gracias por el aviso y extractos de la Sentencia recientemente pronunciada en el Supremo Consejo de las Indias en favor nuestro. ¿Mas qué
satisfacción quiere V. reciba yo en saber más y más las iniquidades de Don Josef de Gálvez y sus agentes, que en parte aún ignoraba? ¿cuyas infamias se han tolerado por el gobierno Español, a lo menos por lo que a nosotros toca, el espacio de 18 años consecutivos? ¿y que la reparación que por tan graves injurias se nos ofrece ahora, es la facultad de perseguir los hijos y viudas de aquellos, sobre una parte del caudal y honores que a costa nuestra adquirieron sus perversos maridos? ¡No amigo mío, lo que por ello debe conjeturarse en mi opinión es que la situación del hombre de bien en ese País siempre será muy precaria y que el perverso, por lo común, goza impunemente del fruto de sus maldades! ¡Lo que realmente me da gran satisfacción es el saber que mi antiguo y querido amigo Don Juan Manuel de Cagigal es aún mi verdadero y fiel amigo, sin embargo de las vicisitudes que han podido ocurrir en tan largo y singular período de tiempo!.... Nada por consecuencia me sería tan gustoso como el verlo y darle un abrazo, pero las presentes circunstancias lo impiden absolutamente. El estado de guerra y agitación en que casi toda la Europa se halla actualmente, hacen que una persona algo conocida en el mundo político y militar apenas pueda moverse de un lugar a otro sin alarma u inconvenientes; y así más vale estarse quedo que inquietar a los demás, a menos que una evidente necesidad no lo exigiese por el bien de nuestros semejantes. Por este propio motivo me habrá V. visto, desde nuestra separación, ya viajando y atentamente examinando una gran porción del civilizado mundo; ya encargado de los Ejércitos de la Francia, protectora entonces de la Libertad pública; ya llevado por la anarquía ante el famoso Tribunal Revolucionario; ya rehusando funciones públicas en dicha confusa República y ya por esta causa Proscrito el 18 Fructidor del año V (1797), forzádome por ello a tomar refugio en este País, donde hallé
acogida favorable por cierto tiempo y sobre todo un inestimable amigo antiguo, cuya hospitalidad me ha soportado y soporta aún en el día. ¡Cuál sea el resultado de los graves eventos que se preparan, Dios lo sabe!... mas su amigo de V., ciertamente, no abandonará aquella justa regla y principios honrosos que hasta aquí le han merecido la estimación de V. y que probablemente han forzado el gobierno Español a revocar sus injustos procedimientos para devolverle ( por manos de la Justicia Santa) su honor y su caudal intactos. ¡O magna vis veritatis! Quae contra hominum ingenia, calliditatem, solertiam, contraque fictas omnium insidias, facile se per seipsam defendat. Cic. Pro Calius. Cosa singular es, por cierto, que al mismo tiempo que la España me hacía tan atroces injurias, yo fuese el único en Francia que ayudado del preponderante influjo de mis amigos (por la convicción íntima en que estábamos de que la justicia y la moderación solamente podían con prosperidad y gloria llevar adelante la noble causa de la Libertad, que fuera el objeto de la revolución), combatía con suceso la tentativa formal de revolucionar la España, a tiempo que se me confería para ello el mando de un poderoso ejército en noviembre de 1792 y luego después nombrándoseme al gobierno y Comandancia General de Santo Domingo con Ejército de 22.000 hombres y una fuerte Escuadra a fin de proclamar la Libertad e Independencia de las Colonias Hispanoamericanas... en cuyos acontecimientos me debería la España por lo menos el reconocimiento de haberle procurado un gran bien negativo, ¡pues vine a ser causa de que no se le hiciese mucho mal en Europa y de que las inocentes Américas no sufriesen tal vez perjuicios incalculables e irreparables! Veo con pena sin embargo que los agentes del Gobierno Español en el Nuevo Mundo se obstinan a tratar mal los Americanos; y que el Gobernador, recientemente llegado a
Caracas, comienza a derramar sangre con particular ferocidad y audacia. ¡Quiera Dios que semejantes violencias no traigan reatos más funestos para la Corte de Madrid, y que aquellos buenos, sencillos y desgraciados Pueblos no sean largo tiempo víctimas de la injusticia y perfidias europeas! A Dios amigo y querido dueño mío. Sírvase V. dar mis expresiones a mi Señora doña Angela, al Señor don Juanito, al amigo don Phelipe Cagigal, al Caballero Mata, etc. Estimaría me enviase V. copia formal de la Sentencia consabida y que también la comunicase V. a la Habana y Caracas. Mi dirección aquí es la siguiente: Al General Miranda, a cargo del Señor Turnbull & Cia. Broad Street, Londres, o ponerla bajo cubierta del Señor King, embajador de los E.U. de América. Londres. De V. su siempre fiel amigo y seguro servidor. F. de Miranda T. I, f. 102 Negociaciones. T. II, f. 235 Negociaciones.
*** Tomo XIX
Doc. 4267 De Miranda al Primer Ministro Pitt 30 de junio de 1800 Nº 4 El objeto por el que vino a este País, bajo un Salvus Conductus, habiendo sido abandonado, debido a un cese total de toda comunicación con él, durante el espacio de dos años y al haber él retirado las condiciones por las que pedía la asistencia de este
País, el 28 de marzo de 1800, no le quedan asuntos adicionales en Inglaterra. Por otro lado, habiendo recibido aviso de una perfecta justificación de su conducta contra secretas y falsas acusaciones bajo las que ha sufrido diecinueve años de persecución de la Corte de Madrid, como también un reconocimiento pleno y decisivo del mérito de sus Servicios, junto con un decreto de indemnización y restablecimiento de sus Derechos y Bienes, su interés personal requiere por esto su presencia inmediata en su propio país. Él, por lo tanto, en todos los sentidos y con toda señal de respeto y todo sentimiento de gratitud por la protección que recibió del Gobierno de este País, pide su Pasaporte. No siendo un Prisionero de Guerra ; no estando acusado de haber cometido ningún acto contra el Estado o intereses de este País, no es Prisionero de Estado, y habiendo venido a este País con un Salvus Conductus, antes de ser aprobada la última Ley de Extranjeros, espera y confía que, como una solicitud fundada en la Ley de las Naciones, pueda reclamar su Pasaporte. T. II, f. 272 Negociaciones. Traducido del inglés.
*** Tomo XIX
Doc. 4280 De Lullin a Miranda Alien Office Crown Court 29 de septiembre de 1800 El señor Lullin saluda muy atentamente al General Miranda remitiéndole, por encargo del señor Ford, un Pasaporte para Francia y pide permiso para molestar al General con un pequeño paquete para el señor Allen Smith (el amigo de ambos) que está
ahora en París, ya que él imagina que puede tomarse esa libertad. El paquete contiene una pequeña sombrilla de señora, comprada por la joven dama Miss Smith, olvidada en la casita de campo en James Town. El señor L. hubiese querido él mismo tener el honor de presentar sus respetos al General Miranda, si no hubiera estado retenido noche y día en el Alien Office. Si el General Miranda deseara informar al señor S. de su deseado viaje, el señor L. puede fácilmente hacerle llegar con seguridad una carta cualquier día de estos. T. II, f. 306 Negociaciones. Traducido del inglés.
*** Tomo XIX
Doc. 4492 De Miranda a Fouché, Ministro de la Policía General Amberes, 9 brumario del año 9 de la República (31 de octubre de 1800) Ciudadano Ministro: Es como consecuencia del Decreto del 18 Fructidor, año 5, que me deportaba a Cayena, que abandoné Francia viéndome obligado a buscar un asilo en el extranjero. La Inglaterra, que en esa época tuvo bastante liberalidad para concedérmelo, tuvo la perfidia de rechazarme la salida cuando solicité el permiso de abandonar ese país para ir a los Estados Unidos de América, hace ya casi dos años. Sin embargo habiendo logrado obtener
este permiso, por reiterados esfuerzos, me he apresurado a dejar el país, dirigiendo mis pasos hacia las fronteras de Francia. A mi llegada a Holanda me he presentado ante el Ministro Plenipotenciario de la República en la Haya y, de acuerdo con él así como con el General en Jefe Victor (que tuvieron la bondad de proveerme los Pasaportes necesarios), he venido a esta ciudad para esperar la respuesta que el Primer Cónsul tendrá a bien dar a las peticiones que tuve el honor de dirigirle, hace algún tiempo, por medio del Ciudadano Lanjuinais, miembro del Senado Conservador. Como estas comunicaciones deben necesariamente ser entregadas a V. para hacer el informe previo, ruego a V., Ciudadano Ministro, tenga a bien dispensar la consideración que a V. parezca conveniente hacia un Ciudadano que, no habiendo infringido ninguna ley ni ejercido ningún empleo público del que se haya aprovechado y del que no haya rendido una cuenta la más severa, se halla sin embargo exiliado y mendigando unas ayudas para vivir ¡mientras que la República posee la única parte de los bienes que le quedaban de todos los que voluntariamente él sacrificó para servirla! Soy con respeto y perfecta consideración, Ciudadano Ministro, el Conciudadano de V. Miranda Al Ciudadano Fouché Ministro de la Policía General Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6285 Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4495 Del Ministro francés de la Policía General al Prefecto del Departamento de Deux Nèthes. Copia División Administrativa Segundo Negociado París, 27 Brumario Año 9 de la República Una e indivisible (18 de noviembre de 1800) El Ministro de la Policía General al Prefecto del Departamento de “Deux Nèthes”
Por la carta de V. del 12 de este mes, V. me informa, Ciudadano Prefecto, del regreso a Francia del General Miranda, inscrito en la Lista de los Emigrados. Encargo a V. ordenarle salir de inmediato del territorio de la República y tomar todas las medidas convenientes para asegurarse de la ejecución de esta orden, de la cual V. me rendirá cuenta. El Ministro de la Policía Firmado: Fouché Copia conforme. T. I, f. 111 Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4497 Pasaporte otorgado por la Prefectura de Amberes al Ciudadano Miranda LIBERTAD
IGUALDAD
DEPARTAMENTO DE DEUX NETHES
_________ A TODOS LOS OFICIALES CIVILES Y MILITARES encargados de
mantener el orden en los diferentes Departamentos de Francia y de hacer respetar el Nombre Francés en el extranjero. Dejad pasar libremente al Ciudadano Miranda, oriundo de América, domiciliado en Amberes, sección_______, Departamento de Deux Nèthes, de cuarenta seis años de edad, estatura un metro 780 milímetros, cabello castaño, cejas castañas, ojos pardos, frente ancha, nariz ordinaria, boca mediana, barbilla redonda, cara rellena, que va a París, sin poner ni permitir se ponga ningún impedimento. El presente Pasaporte es válido durante tres semanas. Expedido después de la aprobación de la Administración Municipal y según certificación del Ciudadano ________, domiciliado en la calle______ y del Ciudadano_______, domiciliado en la calle_______, quienes han firmado con Nos. La Prefectura de Amberes, el tres frimario del año nueve de la República Una e Indivisible. (24 de noviembre de 1800).
Firma del portador del Pasaporte F. Miranda
El Prefecto del Departamento de Deux Nèthes C. Herbouville
El Secretario de la Prefectura O. Ruelle T. I, f. 110 Negociaciones. Traducido del francés.
*** Tomo XIX
Doc. 4498 De Miranda al Ministro de la Policía General En París este 9 Frimario del año 9 (30 de noviembre de 1800) Rue Honoré nº 1497 El General Miranda al Ministro de la Policía General
Ciudadano Ministro: El Senador Lanjuinais, quien me ha comunicado el permiso tácito del Primer Cónsul para venir a París a fin de arreglar mis asuntos y vivir de una manera privada, en espera de un momento más favorable para poder disfrutar de toda libertad, me ha ordenado también escribir a V. a mi llegada.
En consecuencia, tengo el honor de avisar a V., Ciudadano Ministro, que he llegado ayer a París; que pienso, aprovechando este Permiso, conformarme a los deseos del Gobierno y poner en mis gestiones la circunspección necesaria para que el orden público no sea perjudicado en lo más mínimo por parte del que constantemente ha sido su mejor amigo. Mi intención es (una vez terminados mis asuntos particulares con la República) ir a los Estados Unidos de América para establecerme allí. Salut et Respect
Miranda Archivos Nacionales de Francia F7 6285. Dossier nº 5819 B. P. Policía General. Traducido del francés.
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Doc. 4499 Del Prefecto de Policía al Ministro de la Policía General Oficina Primera Sección Señalar esta oficina en el margen de la respues ta así como el Nº ________
Nº 5553 B.P.
LIBERTAD
IGUALDAD
París, 12 frimario, año 9 de la República francesa, una e indivisible (3 de diciembre de 1800 ) El Prefecto de Policía al Ciudadano Ministro de la Policía General
Ciudadano Ministro: Conforme a la carta de V. del 11 de este mes [frimario], he dado la orden de hacer traer ante mí al señor Miranda, ex General, y embargar todos sus papeles. Este individuo no se hallaba en la Rue Honoré nº 1437 así como V. lo indicaba. Lo hago buscar de inmediato. Salut et respect (Firma ilegible) Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6285 Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4512 Pesquisa efectuada por la policía en el domicilio de Miranda Nº 5819 B. P.
Hoy, catorce ventoso del año 9, (4 de marzo de 1801) NOS, JEAN-FRANÇOIS SOBRY, COMISARIO DE POLICIA DE LA DIVISIÓN DE LA FONTAINE GRENELLE, ALCALDÍA DEL DECIMO DISTRITO DEL CANTON DE PARIS, en ejecución de una orden del
ciudadano Fouché, Ministro de la policía general, hemos ido con el ciudadano Paques, inspector general, rue Honoré nº 1497, al cuarto piso de una casa donde hemos encontrado al ex general Miranda. Le hemos significado la mencionada orden a la cual
defirió de inmediato. Hecha la pesquisa en su domicilio, hemos reunido todos sus papeles en un gran portafolio de cuero negro del cual el ex general Miranda ha guardado la llave y sobre el cual hemos puesto nuestro precinto. Hemos encontrado en un cajón de la ropa de la criada del mismo, dos grabados que hemos creído tener que embargar en vista de que representan al último rey y a su esposa, con alegorías. El mencionado Miranda ha dicho que esos grabados no le concernían y pertenecían a la ciudadana Potier, su criada, o más bien la persona de confianza donde él vive y a quien pertenecen los muebles, y la cual ha declarado que estas dos estampas le fueron entregadas personalmente y no conciernen al dicho Miranda. Hemos encontrado un manuscrito latino que tiene pegado un sello imperial con cordones de seda amarilla y negra, cubierto de terciopelo carmesí, el cual es un título del Obispo de Lieja. Lo hemos embargado igualmente y hemos entregado todos los mencionados objetos así como la persona del dicho Miranda al ciudadano Paques y a sus inspectores, para llevar el todo ante el Ministro de la Policía General, y hemos concluido y firmado la presente que el ciudadano Miranda ha firmado con nosotros. Sobry Paques
Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6285 Traducido del francés.
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Miranda
Tomo XIX
Doc. 4516 Interrogatorio del Juez Fardel a Miranda 13 ventoso, año 9 de la República (3 de marzo de 1801)
Miranda (Francisco) Ex general francés Acusado de maniobras e intrigas contrarias a los intereses del Gobierno francés y de sus aliados
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El año nueve de la República, el trece ventoso, ante Nos, Pierre Fardel, Juez de Paz de la División de la Halle aux Blés, oficial de policía judicial del Cantón de París, adscrito al Ministerio de la Policía General, ha sido traído el ex general Miranda, acusado de espionaje y de mantener correspondencia con los enemigos del Estado, al que hemos hecho reconocer y rubricar los papeles embargados en su casa, así y de la manera siguiente: -¿Cuál es su apellido, nombre, edad, profesión, domicilio y lugar de nacimiento? -Me llamo Francisco de Miranda, de 48 años, general al Servicio de la República francesa, nativo de América Meridional, domiciliado en París, rue Honoré nº 1497. -¿Desde cuándo está V. en París? -Estoy aquí desde hace aproximadamente tres meses. -¿De dónde venía cuando V. llegó a París? -He venido de Inglaterra a Holanda, de Holanda a París por Amberes.
-¿Qué había ido a hacer V. a Inglaterra? -Deportado a Guayana por los sucesos del 18 Fructidor, fui a buscar un asilo a Inglaterra, donde me quedé hasta mi regreso a Francia hace más o menos tres meses. -¿Qué ha hecho V. en Inglaterra durante todo este tiempo? -He esperado allí el final del acto opresivo que había sido cometido con respecto a mí. -¿Por qué ha regresado V. sin haber obtenido el permiso? -No regresé sin el permiso; regresé con el permiso. -¿Dónde está? -Está en el pasaporte que me ha sido entregado por el Prefecto de Amberes, el ciudadano Herbouville. Yo había además escrito al Primer Cónsul y había recibido la orden. -¿Dónde está esa orden que V. había recibido del Primer Cónsul? -Esa orden era una orden tácita que me fue comunicada por el ciudadano Lanjuinais. -¿Reconoce V. este gran portafolio negro precintado que presento a V.? -Sí, lo reconozco. -¿Lo encuentra usted en el estado en que estaba cuando V. le puso su precinto? -Sí, ciudadano. -¿Va V. a rubricar los papeles que se hallen en él cuando yo lo haya abierto en presencia de V.? -Sí, ciudadano.
-¿Qué es este manuscrito latino al que está pegado un sello imperial con cordones de seda amarilla y negra? ¿Cómo y por qué se halla a disposición de V.? -Es un título del Obispo de Lieja; lo tengo desde que yo comandaba el ejército francés en Lieja. -Rubríquelo. -Y estos dos grabados, de los cuales uno representa al último Rey de Francia y el otro a Maria Antonieta, ¿qué hace V. con ellos y de quien los consiguió? -No son míos; pertenecen a mi criada; no quiero rubricarlos. -Cuáles son las relaciones de V. con el ciudadano Dupeyrou. -Lo conocí antes del 18 Fructidor. Vino a Londres; me veía; pero como se relacionó con Pichegru y me dijo que iba a restablecer el Antiguo Régimen en Francia, lo despedí. -¿Por qué V. le hizo ir a Londres? -Para que me sirviera de secretario. -No siendo V. nada, V. no debía ya necesitar Secretario. -Me explico: era con el fin de que copiase mis cartas, mis viajes. Siempre hay algo que hacer en mi correspondencia con mi país. -¿No hizo V. enviarle 50 luises de oro para los gastos de su viaje a Londres? -Ciertamente; hice que le dieran incluso otros cincuenta para que se regresara. -¿Por quién se los hizo V. dar? -Por los negociantes que me adelantaban lo que yo necesitaba. No habiendo recibido ni notas ni informe concernientes al ciudadano Miranda, hemos limitado, por el momento, nuestras preguntas a las arriba mencionadas, y habiendo rubricado los papeles que se hallaban en el gran portafolio del que se ha
hablado en otra parte, los hemos depositado en la oficina particular para ser examinados allí. Hecha la lectura, ha dicho que sus respuestas contienen la verdad, persiste en ello y ha firmado con Nos, Fardel
F. Miranda
============= El día de hoy, 14 ventoso, año 9, (4 de marzo de 1801), Nos, Juez de Paz, oficial de policía judicial susodicho, hemos hecho sacar del Temple y conducir ante Nos al ciudadano Miranda, a quien hemos hecho las preguntas siguientes: -¿No es el ciudadano Malouet quien hizo a V. obtener su pasaporte en Londres? - Habló con uno de sus amigos por mí, para hacérmelo obtener. -¿Quién es ese amigo? -Es un oficial empleado en las oficinas del Ministro; creo que se llama Howkison. -¿Qué hace el ciudadano Malouet en Inglaterra? ¿Qué influencia tiene allí? -No hace nada. Es considerado; se les escucha a él, a LallyTollendal y Mounier; se les tiene por muy sensatos. -¿Dónde está en este momento? -No sé. Estaba en Bruselas cuando pasé por allí; yo lo vi; pero creo está en Amberes o en la frontera.
-¿Quiénes son madame Lefèvre, la señorita Lefèvre y la señorita Françoise a las que V. hacía dirigir sus cartas, rue Honoré nº 1497? -La primera es la señora Pétion. Lefèvre es su apellido de soltera; es por error que no aparece siempre señora . En cuanto a Françoise, es mi criada. -¿Por qué utilizaba V. estos diferentes nombres para recibir sus cartas? -Es porque estoy aquí con un permiso tácito. -¿Quién le ha escrito a V. estas dos cartas sin firma, fechadas una del 3 y la otra del 28 nivoso? -Es madame De Custine -¿Dónde está en este momento? -En París, rue Martel, en su casa. -Explíqueme el sentido de esta frase: “No tengo nada satisfactorio que decir a V. sobre su amigo; tiene que quedarse donde está”. ¿De qué amigo le habla a V.? -Ella me habla de Malouet. Ella se había encargado de hablar en su favor al Ministro de la Policía y de solicitarle una vigilancia. -Hágame saber aquí el motivo de las relaciones de V. con el Gabinete de Londres. -El motivo de mis relaciones con el Gabinete de Londres era la libertad y la independencia de la América Meridional, tales como las que Francia y España garantizaron a los Estados Unidos de América del Norte, sin ningún monopolio en el comercio ni posesiones territoriales para los Ingleses sobre ese continente.
-V. ha debido tener a este respecto varias entrevistas con el Ministro Pitt. -No tuve sino una sola que tuvo lugar a mi llegada a Inglaterra; pero ya había tenido varias en 1790, antes de venir a Francia, y de éstas resultó la promesa por parte del Gabinete de Londres de cooperar a la libertad e independencia de la América Meridional en el caso de que una guerra tuviera lugar entre España e Inglaterra en el mismo pie de igualdad que Francia lo había garantizado a las colonias inglesas que forman hoy los Estados Unidos de América. Dos años después, es decir, en 1792, Francia, adoptando ese plan, hizo la misma promesa a las colonias de la América española nombrándome Gobernador General de Santo Domingo. Pero vino el Terror e impidió la ejecución del plan. Es ese mismo plan el que nos proponíamos hoy en día hacer realizar por el Gobierno inglés. -¿Qué personas se proponía V. emplear para la ejecución de sus planes? -Yo quería ejecutarlo yo mismo y servirme de dos ex jesuitas americanos del Perú, así como de tres agentes de las colonias que estaban en Londres. -¿Quién es un llamado Caro, a quién parece que V. había dado toda su confianza? -Es un americano que estaba en Londres por el mismo motivo. -¿Por qué el Gobierno inglés no ha facilitado a V. la ejecución de sus planes? -El Gabinete de Londres, y principalmente el Rey, está tan irritado contra toda idea de Libertad y de Independencia que ellos han preferido sacrificar sus propios intereses para satisfacer su odio contra los principios de Libertad que han visto establecerse en Francia, sobre todo cuando se dieron cuenta que los dos ejércitos, ruso y austriaco, comenzaron a tener éxito contra los ejércitos de la República en Italia.
-¿Hasta que punto Dupeyrou estaba informado de los proyectos de V.? -Hasta el punto de copiar algunos papeles. No sabía nada del resto; es decir que no conocía la situación de la negociación. Ignoraba las respuestas que habíamos obtenido sobre este asunto, tanto del Gabinete británico como el de América, y era para despistarle que me escondía de él. -¿Por qué trataba V. esconderse de él? -Porque me había dado cuenta que sus principios habían cambiado enteramente y que se había convertido en un monárquico exagerado. Se había ligado a diferentes emigrados tales como Mallet du Pan, Pichegru, de La Rue, de quien era amigo, así como de Dossonville y otros. -¿Pichegru no estaba encargado de la ejecución de algún plan a favor de Inglaterra? -No lo he visto. Me negué siempre a verlo, pero sé por personas fidedignas que ha sido públicamente recibido por d’Artois y por todos los emigrados de alto rango que estaban a su alrededor; que aceptó de Monsieur el grado de Teniente General y el uniforme. Que después fue enviado ante el señor Wickham, agente principal de la Corte de Londres en Alemania, para poner en ejecución el plan que formó él mismo de acuerdo con el Ministerio inglés. -¿Cuál es ese plan? -Son los diferentes planes militares. -¿Qué hace Dumouriez en Londres? -Creo que él está en Hamburgo o en los alrededores. Parece que es él quien dio a la Corte de Petersburgo un plan de operaciones militares que debía ejecutarse por un cuerpo de tropas rusas sobre las costas de Normandía y de Bretaña, cuyo plan fue enviado a Londres por el Emperador de Rusia.
-V. vivió mucho tiempo en Londres y tuvo siempre relaciones con el Gabinete de Londres. ¿Cuáles pueden ser sus recursos y cuál puede ser su objetivo o su esperanza continuando la guerra? -En mi opinión, Inglaterra no tiene más recursos que los que las colonias españolas de América Meridional pueden ofrecerle: 1º consumiendo de doce a catorce millones de libras esterlinas de sus manufacturas; 2º ofreciéndole además 12 o 14 millones de libras esterlinas para la exportación de metales preciosos, tanto oro como plata, así como en añil, cochinilla, quina, madera para tinte, vicuña, etc. Su esperanza es atraer a los Estados Unidos de América ofreciéndoles el reparto de sus comercios inmensos y obligarles con esto a hacer causa común con ella contra Francia. Inglaterra espera que si puede encontrar los medios de continuar la guerra 4 o 5 años, Francia probablemente se dividirá y que logrará aniquilar un partido apoyando al otro y que así debilitará la potencia que excita su temor. Sería deseable que Francia, conduciendo a España de una manera sensata, adquiriese influencia sobre ella; y que se valiera de esta influencia para hacerle adoptar un plan de comercio y de gobierno propio a acercar todos los colonos a la madre patria e impedir que Inglaterra ejecute la invasión que medita para quitar a Francia, así como a España, recursos inmensos que este comercio puede ofrecerle; pues no hay que engañarse, Inglaterra cuenta que si puede lograr hacer independientes las dos Américas e interesarlas, hallará un nuevo mercado igual al producto total de sus manufacturas y una fuerza marítima superior quizás a la del resto del mundo. -¿Qué quiere decir V. al anotar en su portafolio: “Artois, 25 L.”? -He querido anotar lo que Inglaterra daba a cada francés emigrado y V. ha visto que el Conde d’Artois tiene veinticinco libras esterlinas al día, etc. Es el obispo de St. Paul [Pol] de León quien me lo dijo el 16 de junio de 1799.
Hecha la lectura, ha dicho que sus respuestas contienen la verdad, persiste en ello y ha firmado con Nos, Fardel
F. Miranda
Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6318/B Copia de este documento legada por el Dr. Parra-Pérez a la Academia Nacional de la Historia de Venezuela Papeles de Miranda nº 19 Traducido del francés.
*** Tomo XIX
Doc. 4517 Del Ministerio de la Policía General Ministerio de la Policía General de la República
LIBERTAD
IGUALDAD
15 ventoso, año 9 (5 de marzo de 1801) Expedida dicho día Escribir al Prefecto de Policía para encargarle hacer conducir a la frontera al general Miranda. Enviarle la orden de........ para el conserje de la Maison du Temple.
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DESPACHO PARTICULAR Nº 5819
París, 15 ventoso, año 9 de la República (5 de marzo de 1801) Al Prefecto de Policía en París
Encargo a V., Ciudadano Prefecto, tomar todas las medidas necesarias para hacer conducir fuera de las fronteras de la República al General Miranda, extranjero acusado de maniobras e intrigas contrarias a los ideales del Gobierno francés y de sus aliados. Anexo la orden para el conserje de la Maison du Temple a fin de que tenga este prisionero a disposición de V. V. me dará cuenta del resultado de la diligencia de V. a este respecto. El Ministro de la Policía General _________ Se ordena al Conserje de la Maison du Temple tener al General Miranda a disposición del Prefecto de Policía. El Ministro de la Policía General Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6285 Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4518 Certificación del Traductor Chollet En París el 20 Ventoso, año 9 (10 de marzo de 1801) Por el examen detenido que he efectuado de los papeles en español hallados casa del General Miranda, no parece que haya tenido relación con el Comité inglés presidido por Duperron. Estos papeles prueban únicamente que estaba relacionado y en correspondencia con varios descontentos de las colonias españolas, situadas sobre la costa meridional del Golfo de México, de los cuales varios le han dirigido proyectos de insurrección y de movimientos tendientes a entregar a los ingleses no solamente las susodichas colonias sino también las de México. Por lo demás, como entre estos papeles no se encuentra ninguno de puño y letra del ex – General, no se puede decir si él daba su asentimiento a todos los hermosos proyectos, de los cuales algunos tenían como fin la entrega a los ingleses de algunas partes del dominio colonial español. Chollet Traductor T. I, f. 115 Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4519 Del Senador Lanjuinais al Ministro de la Policía 20 Ventoso, año nueve (10 de marzo de 1801) Lanjuinais, Senador, al Ministro de la Policía de la República
Ciudadano Ministro: Con el permiso de V. he visto al Ciudadano Miranda, ex General de la República, a quien ésta niega un asilo por toda recompensa de sus servicios, pues su sueldo y sus indemnizaciones se le deben aún. Si esto es político, esto no es generoso. Estando incomunicado y no pudiendo escribir, me encarga ruegue a V. tenga a bien hacerle expedir un pasaporte para Holanda, con el permiso de quedarse en París tres o cuatro días para arreglar sus asuntos. Estando enfermo, desea este pasaporte sin demora, hoy si V. puede. Salut et fraternité
Lanjuinais Archivos Nacionales de Francia F7 6285- Dossier nº 5810 B.P. Policía General Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4520 Anotación de Miranda París, 10 de marzo de 1801 Tentativa infernal e intrigas de la Corte de Madrid, 1º para que no se me recibiese en Francia cuando volví de mi proscripción; 2º para que se me acusase, por el infame Fouché, de correspondencias con los enemigos del Estado, y con este pretexto ampararse de mis Papeles y ponerme en la Bastilla du Temple. De donde salí milagrosamente después de 6 días de detención, por los vigorosos esfuerzos que hicieron mis amigos, sobre todo Lanjuinais. MT. I, f. 109 Negociaciones.
*** Tomo XIX
Doc. 4522 Del Ministro Fouché al Senador Lanjuinais 7804 F2
Secretariado General
LIBERTAD
IGUALDAD
París, 21 Ventoso, año 9 de la República Francesa (11 de marzo de 1801) El Ministro de la Policía General de la República Al Ciudadano Lanjuinais, miembro del Senado Conservador
Aviso a V., Ciudadano Senador, que encargo al Prefecto de Policía de París, expedir al ex –General Miranda, detenido en la prisión del Temple, el pasaporte que reclama para ir al territorio de la República Bátava. Dispondrá del plazo de cuatro días que necesita para arreglar sus asuntos en este Municipio. Saludo a V. Fouché T. I, f. 113 Negociaciones. Traducido del francés.
*** Tomo XIX
Doc. 4523 Al Prefecto de la Policía de París 22 ventoso (12 de marzo) El Secretariado General al Prefecto de Policía de Paris
El Ministro me encarga, Ciudadano, requerir toda la atención de V. en la ejecución de la orden que ha dado ayer con relación al ex general Miranda. Es con la garantía del Ciudadano Lanjuinais, Senador, que ha sido puesto en libertad; pero la condición que le ha sido impuesta de retirarse a Holanda debe ser cumplida exactamente y el Ministro desea sobre todo que V. se ocupe en que no se quede más de los cuatro días que le son concedidos para dedicarse a sus asuntos en esta Comuna. Saludo a V. Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6285 Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4524 Pasaporte expedido a Miranda PASAPORTE PARA EXTRANJERO Nº
EL
Correspondencia
REPUBLICA FRANCESA
PREFECTURA DE POLICIA LIBERTAD
IGUALDAD
París, veintitrés Ventoso, año nueve de la República Francesa, una e indivisible. (13 de marzo de 1801).
_____ SEÑAS PERSONALES
Edad: 47 años Estatura: un metro 76 centímetros Cabellos: Castaño-gris Cejas: Castañas Frente: Mediana Ojos: Grises Nariz: Recta Boca: Mediana Barbilla: Redonda prominente Rostro: Ovalado
El Prefecto de Policía de París, en virtud del artículo tres del Decreto de los Cónsules, del 2 brumario, año 9, a todos los Oficiales civiles y militares encargados de mantener el orden en los diferentes Departamentos de Francia, y de hacer respetar el nombre Francés en el extranjero. Dejen pasar libremente a Francisco Miranda. Oriundo de Caragas en el Perú (sic) Domiciliado en París, rue Honoré nº 1497 Dirigiéndose a la República Bátava Sin poner ni permitir se ponga ningún impedimento.
El presente Pasaporte concedido por ________ es válido durante dos semanas únicamente para salir del territorio francés. Firma del Portador del Pasaporte: F. Miranda
Expedido por orden del Ministro de la Policía General, con fecha del 21[ventoso] de este mes, con el compromiso de salir de París en el término de 4 días.
Hecho en la Prefectura de Policía de París los mencionados día y año. Visto en la Oficina de Por el Prefecto Policía de ValencienEl Secretario General nes el 1º Germinal, año (firma ilegible) 9 (22 de marzo de 1801). (firma ilegible). El Jefe de la 4ª. División
(firma ilegible) Visto pasar por Am beres para ir a Batavia. Amberes, este 4 Germinal, año 9 (25 de marzo de 1801). C. Herbouville
T. I, f. 114 Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4525 Del Prefecto de Policía al Ministro de la Policía General 8ª. DIVISION Señalar esta División en el margen de la respuesta, así como el Nº __________
Nº 7804
LIBERTAD
IGUALDAD
París, 24 ventoso, año 9 de la República francesa, Una e indivisible (14 de marzo de 1801) El Prefecto de Policía al Ministro de la Policía General
Ciudadano Ministro: En conformidad con la carta de V. fechada el 21 de este mes, y en ejecución de la orden anexa, he hecho sacar del Temple y traer a la Prefectura al ex General Miranda, a quien ha sido entregado el 23 [ventoso] un Pasaporte para dirigirse a Holanda, a condición de que salga de París en el lapso de cuatro días. Haré vigilar su salida y me ocuparé, Ciudadano Ministro, de dar cuenta de esto a V. Salut et respect El Prefecto (firma ilegible) Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6285 Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4526 Devolución a Miranda de sus papeles incautados por la policía Sección Particular Nº 5819 B. P. Añadir al expediente
He recibido del Jefe de la Sección Particular un gran portafolio con cerradura y otros dos pequeños portafolios con adorno de plata, y los papeles incautados en mi casa cuando mi detención. El 24 ventoso, año 9 de la República (14 de marzo de 1801)
Miranda P.S. Falta un mapa geográfico y un manuscrito sobre el Istmo de Panamá y diferentes cartas de Malouet y otra de Dupérou, etc., así como dos Estampas pertenecientes a mi criada.
Obtenido directamente en París Archivos Nacionales de Francia F/7/6285 Traducido del francés.
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Tomo XIX
Doc. 4530 Extracto sacado del Diario de Miranda del 26 de abril al 30 de junio de 1801. Londres. Terceras negociaciones con el Gobierno inglés. 30 de abril
Estuve puntualmente en Lincoln’s Inn Nº 5, Stone Buildings, a la hora citada y encontré allí este caballero [Vansittart] que me aguardaba. Me informó que el señor Ministro, señor Addington, había recibido mi carta dirigida al señor Pitt (quien se la había transmitido sin dilación); que el motivo de no haber asignado otro Ministro en su propia casa en Downing Street y recibídome él mismo era porque se quedase mejor el secreto. Entramos luego en materia, trajo los mapas de D’Anville, de Cruz y pequeño de Jepherys, en que se discutió el asunto, política y militarmente, (hablamos en francés porque el criado que nos servía el té no entendiese) y hallé que ya estaba pasablemente impuesto en lo que había pasado de antemano con el señor Pitt; sin embargo le impuse de todo y le hice leer lo que Gual me escribía de Trinidad, la carta interceptada por Picton y el Cartel de la Margarita que él no dejó de comprender bien en el original y que me pareció haber producido convicción. En este supuesto le dije que lo que yo solicitaba ahora era solamente un corto socorro de armas y pocos hombres que se podían encontrar allí mismo, principalmente en las Islas de Trinidad y Curazao; que cuando el gobierno no quisiese mezclarse, yo tenía amigos en el Comercio que me darían lo que se necesitaba y con quien nosotros estipularíamos, con tal que el gobierno no lo desaprobara o se prestase a ello. Me replicó con viveza que la intención era de hacer la cosa en grande y completamente, que su opinión era que esto se debía haber hecho ya hace tres años y que si insistían en que yo les manifestase el Plan general era por asegurarse de que la empresa
no se malograse y darnos a este efecto los socorros que fuesen necesarios al Plan una vez convenido. A esto le repliqué que ya todo lo que me pedía era un trabajo que estaba ya hecho y que se hallaba en mis Papeles depositados en casa del señor King, Ministro de los E.U. de América, de quien sería menester sacarlos por medio del señor Turnbull pues no convenía que tampoco otro Ministro supiese que yo estaba aquí. Convinimos en que así se hiciese y que sobre todo se guardara el secreto, que era lo que más el señor Addington le había encargado y por cuyo motivo le había nombrado a él. En el discurso me sugirió la idea de que viniesen los navíos y demás fuerza que se necesitase para la Mar del Sur, de la India y yo le decía que el Plan Militar éste había sido ya examinado y aprobado por Sir Ralph Abercromby como también por Sir Ch. Stuart, que sería en mi opinión el mejor jefe para cooperar en esta empresa. Asintió justamente conmigo, ¡más le hemos por desgracia perdido, me dijo! También le hablé del Capitán Graves y me dijo que estaba en el Báltico y que era ya Contralmirante y buen oficial efectivamente. Me decía que el que le parecía bueno era Sir S. Smith; yo asentí, mas no nos den Vmds., por Dios, Sir J. Pulteney... ¡Dios nos guarde! me respondió, añadiendo que en oficiales de tierra estaban mal (uno hay bueno y está en Egipto, General Moore) pero de mar hay varios buenos como Warren, Blaight, etc. Nos despedimos a eso de medianoche y quedamos en vernos al siguiente día, llevando conmigo los Papeles y libros que pudiese y también al compañero Vargas. (Él me decía y también Pitt se lo dijo a Turnbull que las empresas no se lograban aquí por falta de celeridad en la ejecución y de audacia en resolver). T. III, folios 14 vto. y 15 Negociaciones.
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Tomo XIX
Doc. 4572 Proclama de Miranda [Terceras negociaciones con el Gobierno inglés de Henry Addington. Mayo1801] Compatriotas: Tres siglos ha que los españoles se apoderaron por fuerza de este continente. Los horrores que cometieron en su conquista son conocidos de todo el mundo, mas la tiranía que han ejercitado después, y continúan ejerciendo hasta hoy, no es conocida ni sentida sino de nosotros. Nuestros derechos como nativos de América, o como descendientes de los conquistadores, como Indios o como Españoles, han sido violados de mil maneras. No es menester para conocerlo que nos acordemos de las violencias ejecutadas por los visitadores en 1781, de las capitulaciones de Zipaquirá tan solemnemente juradas y tan descarada como escandalosamente violadas por el gobierno Español; de la ferocidad con que nuestros compatriotas de Santafé y Caracas han sido expatriados y conducidos en cadenas a España en 1796 y 1797. Estas violencias son tan comunes que no hay uno de nosotros que no las experimente todos los días. Olvidados para todo lo que nos puede ser útil, la España solo se acuerda de nosotros para imponernos tributos, para enviarnos un enjambre de tiranos que nos insulten y despojen de nuestros bienes, para ahogar nuestra industria, para prohibir nuestro comercio, para embarazar nuestra instrucción y para perseguir todos los talentos del país. Es un crimen para ella el nacer en América. A los ojos de su gobierno todo Americano es sospechoso, incapaz de obtener ningún empleo, hecho solo para sufrir. Con una tierra fertilísima, con metales de toda especie, con todas las producciones del mundo, somos miserables, porque el monstruo de la tiranía nos impide el aprovechar estas riquezas. El gobierno español no quiere que seamos ricos, ni que
comuniquemos con las demás naciones porque no conozcamos el peso de su tiranía. Esta no puede ejercerse sino sobre gentes ignorantes y miserables. Pero tres siglos de opresión son una lección sobrado larga para enseñarnos a conocer nuestros derechos. Estos son: la seguridad personal, la libertad, la propiedad, tan esenciales al hombre que vive en sociedad. Mas ¿qué libertad, qué seguridad podemos tener nosotros en nuestras personas ni en nuestros bienes, cuando el déspota se dice dueño de vidas y haciendas y cuando sus satélites nos privan de una y otras el día que les da la gana? ¿Cuando la menor instrucción, la palabra más indiferente, una queja vaga en la boca de uno de nosotros es crimen de estado que nos conduce irremediablemente a la tortura, a un presidio o a la muerte? Compatriotas: El mundo está ya muy ilustrado para que suframos tantos ultrajes. Somos demasiado grandes para vivir en una tutela tan ignominiosa. Rompamos las cadenas de esta esclavitud vergonzosa y hagamos ver al mundo que no somos tan degradados como la España piensa. Sigamos las huellas de nuestros hermanos los Americanos del Norte; estableciendo como ellos un gobierno libre y juicioso, obtendremos los mismos bienes que ellos obtienen y gozan al presente. No ha más que 25 años que son libres; sin embargo, ¡qué ciudades no han edificado después de esta época, qué comercio no han establecido, qué prosperidad y contento no se ve entre ellos! Y nosotros, más numerosos, habitando un suelo más rico, sufriendo lo que ellos nunca sufrieron ¿quedaremos siempre en la miseria, en la ignorancia y en la esclavitud? Los Apalaches verán sus faldas cultivadas por manos libres y los Andes, que dominan al mundo, ¿serán desiertos o habitados por esclavos infelices? El Delaware y Potomac serán abiertos a todos los pueblos del mundo mientras que el Amazonas, el Orinoco y tantos otros ríos majestuosos que bañan nuestro país ¿quedan
olvidados de los hombres? ¿Las Artes y las Ciencias serán extranjeras en la América Meridional? No compaisanos, seremos libres, seremos hombres, seremos nación. Entre esto y la esclavitud no hay medio, el deliberar sería una infamia. El único enemigo que se puede oponer a nuestra emancipación está encadenado en su península, de donde no puede salir, ni evitar largo tiempo el castigo que le prepara una nación insultada y oprimida. Los buenos españoles, que gimen sobre el estado de mi patria, ven con gusto nuestra libertad. Tenemos amigos que nos protegen poderosamente y que impedirán que el tirano haga el menor esfuerzo contra nosotros. Tenemos armas y generales de nuestro propio país, acostumbrados a pelear por la libertad. Tenemos sobre todo razón y justicia y esto nos dará todo el vigor necesario. Así Compatriotas, todo depende de nosotros mismos. Unámonos por nuestra libertad, por nuestra independencia. Que desaparezcan de entre nosotros las odiosas distinciones de chaperones, criollos, mulatos, etc. Estas sólo pueden servir a la tiranía cuyo objeto es dividir los intereses de los esclavos para dominarlos unos por otros. Un gobierno libre mira todos los hombres con igualdad; cuando las leyes gobiernan, las solas distinciones son el mérito y la virtud. Pues que todos somos hijos de un mismo padre, pues que todos tenemos la misma lengua, las mismas costumbres y sobre todo la misma religión; pues que todos estamos injuriados del mismo modo, unámonos todos en la grande obra de nuestra común libertad. Establezcamos sobre las ruinas de un gobierno injusto y destructor, un gobierno sabio y creador; sobre la tiranía, la libertad; sobre el despotismo, la igualdad de derechos, el orden y las buenas leyes. Nuestras miserias cesarán con la tiranía. Nuestros puertos abiertos a todas las naciones nos procurarán la abundancia de lo que necesitamos y la salida de lo que nos es superfluo. Nuestras tierras recibirán toda especie de plantas sin restricción. No habrá más estancos, más tributos personales, más alcabalas, más
guardas ni ningún derecho impeditivo del comercio o de la cultivación de la tierra. Cultivaremos y traficaremos para nosotros, no para unos extranjeros codiciosos e injustos. Todo lo que contribuimos hoy a la España para que nos oprima, lo emplearemos en limpiar nuestros caminos, en hacer navegables nuestros ríos, en abrir nuestros canales para nuestro tráfico, en establecimientos para las ciencias y beneficencia pública. En fin, Conciudadanos, ya no seremos extranjeros en nuestro propio país. Tendremos una patria que aprecie y recompense nuestros servicios. ¡Una Patria! ¡Ah! Esta voz no será más una voz sin significado en nuestra lengua. Ella animará nuestros corazones de aquel entusiasmo divino con que animó tantos pueblos célebres, antiguos y modernos. Por ella el vivir es agradable y el morir glorioso. Dulce et decorum est pro patria mori. T. III, f. 53 Negociaciones.
*** Tomo XX
Doc. 4574 Extracto sacado del Diario de Miranda del 1º de julio al 30 de agosto de 1801. Londres. Terceras negociaciones con el Gobierno inglés. 31 de julio
Respondí esta mañana al señor Sullivan por mi nota (nº 15) y al mismo tiempo recibí la (nº 15) del señor Vansittart anunciándome que nos reuniríamos hoy en casa de Lord Hobart, con lo cual le respondí por la mía (nº 16) y me preparé para el caso con Papeles y demás documentos que llevé en mi faldriquera. Vino Rutherfurd y también el señor Turnbull, que están contentos en la expectativa de una resolución definitiva. A
las 5 p.m. me puse en el coche y a las 5 y media estaba en Grosvenor Place nº 38. Vino a mí el señor Sullivan poco después con mucha amistad y dióme la bienvenida de parte de Milord Hobart, quien bajaría en el instante, así también Milord San Vicente que igualmente se hallaría al rendez-vous como así mismo el señor Vansittart, etc... Al llegar Lord Hobart me hizo muchas amistades preguntándome algunas cosas sobre Caracas y que ya haríamos que mis Paisanos hablasen inglés, etc... y en esto vinieron sus jóvenes parientes a quienes envió diciéndoles nadie podía comer con nosotros hoy, etc... En fin llegó Milord San Vicente muy puntual a las 6 y Lord Hobart me presentó diciéndole –éste caballero es el señor Martin, ya V. me entiende. –Sí, ya comprendo... mucho me alegro de conocer este caballero que todo el mundo ama y de quien todos me hablan con sumo interés por la noble y gloriosa causa que defiende y en que está próximo a embarcarse. Me preguntó dónde había yo conocido Lady Townsend, que también le había hablado de mí. Le respondí que no podía realmente asegurar, mas que probablemente sería en casa del señor y señora Cooke, en Norfolk. Justamente, dijo, sería allí. Hablamos luego de Rutherfurd y convinimos que era un oficial de mérito y muy propio para el encargo que se premeditaba darle de Jefe del Estado Mayor. En fin llamaron a comer y nos dirigimos a la mesa donde estuvimos solos Milord San Vicente, Lord Hobart, el señor Vansittart (quien hizo su excusa por el señor Addington, que sentía mucho no ser de la partida), el señor Sullivan y yo. En tanto que los criados estuvieron allí no hablamos sino de cosas generales y particularmente del Norte de Europa. Alabamos con Milord San V. la bella situación de Estocolmo y de Cronstadt que parece había visto Lord San Vicente, pagamos el tributo debido a Pedro 1º y a la Gran Catharina. Hicimos justicia al mérito del Almirante Greigh y de Mc Kenzy en el Mar Negro, por los trabajos de Sebastopolis, asegurándome Lord S.V. que la marina Rusa en dicho mar estaba en un pie
respetable en el día y que tenían allí 14 o 16 navíos de línea. Se hizo también justicia al mérito de Potemkin y a Mordwinov que él me dijo conocía... Y vinimos a nuestra América, asegurándome el mismo que había estado en Cartagena, Portobello y Santa Marta... No sabía que hubiese ningún buen puerto para una Escuadra desde Honduras hasta Trinidad. Y yo entonces le hice ver que Bahía Honda era excelentísimo y también Puerto Cabello, aunque pequeño... Creía que este último no era más que una rada abierta. También se sorprendió mucho de que hubiese mucha y buena harina en Mérida y Trujillo. Creía igualmente que yo fuese nacido en Trujillo, sobre las costas de Honduras y no en Caracas... En fin por el tenor de su conversación me parece éste un hombre raro, liberal, instruido, magnánimo y generoso, amigo de la Libertad y capaz de servir al género humano si estuviese en su poder. Con este motivo le dije: bueno Milord, sépase V. que yo le tenía por un enemigo nuestro y de la razón porque me habían dicho que mis compatriotas, a quienes el pérfido gobierno Español envió encadenados desde Caracas a Cádiz y fueron apresados por la Escuadra Inglesa delante de Cádiz, se habían entregado a los Españoles por Milord San Vicente; y me respondió que no era cierto, ni semejante noticia había llegado a sus oídos. Hablamos también de la salubridad e insalubridad de las costas del Continente y se alegó como reciente la expedición de los Ingleses al Golfo de Nicaragua, sobre lo cual me dijo que el objeto no había sido otro que el de pillar y robar los habitantes del País y que así había ello acabado trágicamente todo, pues Dalhing no había llevado otra mira, etc... Lord Hobart me preguntaba a qué edad había yo salido de Caracas y cuándo había dejado aquellas partes de América por la última vez. Le dije que tenía 18 años cuando salí y que había dejado la Habana en el año de 83, al fin de la última guerra sobre la Independencia Americana. En fin, acabada la comida y enviados fuera los criados, entramos en materia sobre la ejecución del Plan en cuestión a fin de
presentar a tiempo cuantas objeciones pudiesen ocurrir en lo sucesivo, para allanarlas de antemano y que no trastornasen la empresa. Lo primero que ocurrió era quién comandaría las Tropas cuando desembarcásemos. Yo (a quien se dirigía la pregunta) respondí que el que comandase las fuerzas americanas que, reunidas bajo el Estandarte de la Independencia , representaban el Ejército americano a quien las Tropas Inglesas venían a suportar meramente. Muy bien, decían Sullivan y Vansittart, esto será cuando se haya formado un gobierno y que éste haya nombrado un General en Jefe, mas antes el Comandante Inglés no puede obedecer una autoridad que no está sancionada por el Pueblo... Y entonces -repliqué yo- resultará que una fuerza extranjera y enemiga del País con la ayuda de los Americanos va a apoderarse del País a fuerza de armas, que quiere decir a conquistarlo, para después hacer con este País y sus habitantes lo que tenga por conveniente, cuyo resultado en lugar de reunir las gentes del País y atraerlas a nosotros, las dispersará, acaso las espantará y al primer paso nuestra empresa si no marra, será equívoca... y como es posible que ningún americano venga a ponerse bajo los Estandartes de la Inglaterra, cuando por la Proclamación se les ha llamado a seguir los de su propio País bajo la dirección de sus mismos Caudillos; que yo por mi parte no sacaría la espada contra ningún Americano sino bajo el estandarte de la Libertad Americana y que cuantos Americanos había en aquel continente tenían derecho y debían resistir y oponerse a los Ingleses que intentaran penetrar en el País, a menos que no fuese evidente que estos seguían el Estandarte Americano como amigos y para suportar nuestra Independencia; que por otra parte nuestros enemigos no dejarían de dar la alarma inmediatamente a toda la Europa y presentar la Inglaterra, en este caso, como una nación que bajo el pretexto de dar su Independencia a aquel país se apoderaba de él por saciar su avaricia y pillar sus habitantes para imponerles poco a poco el yugo que sufría en el día la India Oriental... que para mejor lograr sus intereses se servían del pérfido M__ que, vendiendo a su Patria y sus compatriotas, les había sugerido Planes y dado
medios de obtenerlo con mejor acierto y seguridad, haciendo en esto el papel que tantos Traidores que habían entregado las colonias holandesas y francesas a la Inglaterra habían ejecutado antes (perdonen Vmds., les dije, que hable con tanta franqueza... -No, dijo Milord San Vicente, continúe V., está muy bien. Aquí –añadí- estoy repitiendo el manifiesto de Talleyrand y Socios). Con que vean aquí Vmds. que nuestra empresa en lugar de aparecer en el mundo desinteresada y magnánima por lo que mira a la Inglaterra, justa y honrosa por lo que toca a los Americanos, no será concebida sino como una perfidia de los primeros y una injuria vergonzosa para los segundos. Mas podemos conquistar la Provincia de Caracas, replicó Vansittart, y después que la hayamos tomado la entregaremos a los habitantes para que formen su gobierno... Esto es –dije yoque después que nos haya V. asesinado una porción de nuestros Ciudadanos y humilládonos a los demás, entonces nos permitirá V. hacer lo que de derecho nos pertenece y lo que, sin derramar nuestra propia sangre ni cometer la infamia de ser unos traidores a nuestra Patria, pudimos haber conseguido si Vmds. hubiesen sido más moderados y menos ambiciosos de autoridad en todas partes. En fin para que no se crea que yo defiendo una autoridad que debe recaer tal vez sobre mi persona, propondré, si Vmds. me lo permiten, un medio para salvar los inconvenientes de este concurso de autoridades y es que se nombre por parte de Vmds. un Comisario para que éste, de acuerdo conmigo, disponga de lo que deba hacer la Fuerza Inglesa ínterin que ésta se ponga a la disposición del País. Esta proposición calmó los espíritus y aunque Vansittart y Sullivan masticaron aún la cosa, Lord Hobart dijo que estaba bien y que era menester que este sujeto fuese una persona de conocida prudencia y en quien el Gobierno pudiese asentar toda su confianza... Y no solamente (replicó Milord San Vicente) es menester que tenga la confianza de Vm. sino que posea también
la del señor Martin. -¿Conoce V. alguno, me preguntó volviéndose a mí, que pudiese ser a propósito para este encargo? –No, le respondí, mas no pueden faltar sujetos a propósito. Bien se me ocurrió Pownall ¡mas está tan viejo! En fin hablamos de Picton y yo hice ver que su conducta arbitraria en Trinidad había alienado los espíritus de mis paisanos a punto que le creían la causa de la muerte de España, etc. Lord Hobart y Vansittart le defendieron en algún modo, mas convino el primero en que una persona no querida en el País (y mayormente siendo Inglés, entre quienes no había tal vez que lo fuese) no era a propósito para el caso y que sería necesario pensar en otra. Yo hablé del nuevo Gobernador de Curazao, señor Witham, y Sullivan le halló el defecto de que era cojo. En fin vino el Plano de Cruz y fuimos a ver las posiciones militares, marítimas y terrestres, que Milord San Vicente combinó muy bien con mis ideas haciéndonos ver que sería conveniente de que Dokworth operase con sus naves en la empresa sobre la Provincia de Caracas y Lord Seymur con las suyas desde la Jamaica sobre la de Santafé, etc. Milord Hobart copió una de mis expresiones al tiempo que yo hablaba, para explicarse más francamente en el particular y fue la de soportar diciendo, ésta es justamente la idea que yo tengo en el asunto y que expresa muy bien nuestra intención pues nosotros no vamos para hacer una Revolución sino para soportar a Vmds. en su Independencia y para que la Francia no se apodere de estos países. Muy de acuerdo con V., dije yo, pues estaremos entonces. Con este motivo, yo me lamentaba del tiempo que habíamos perdido con el retardo éste y Vansittart convenía conmigo cuando Lord Hobart nos replicó: muy bien, señores míos, y que cuando estuviésemos ocupados en fomentar la Revolución de la América Meridional que los franceses hubieran desembarcado sobre nuestras costas y apoderádose de la Inglaterra... Yo les explicaba sobre la carta la facilidad de esta operación en los términos que yo proponía, la salubridad del País, la abundancia de víveres y demás, de que quedaba
satisfecho el ministro de la Guerra; y Lord San Vicente en esto nos dejó, a eso de las 10 p.m., diciendo al despedirse a Lord Hobart: -pues ¿cuándo estará V. en su oficio mañana por la mañana? –a las 11 sin falta. -Pues a esa misma hora me tendrá V. allí en persona, dando a entender que estos asuntos no debían ya sufrir el menor retardo… T. III folios 32 vto. al 35 Negociaciones.
*** Tomo XX
Doc. 4594 De Miranda a Lord St. Vincent (Nº 17) Mount Street, 4 de agosto de 1801 El señor Martin saluda respetuosamente a Lord St. Vincent y espera que, tras la reunión que tuvieron el 31 pasado en casa de Lord Hobart, todas las dificultades estén ahora casi superadas. Al señor Martin le da un auténtico placer saber que, mediante esta entrevista afortunada, el destino de su País depende en este momento, en gran medida, de la generosidad y talentos del Conde de St. Vincent, cuyo recuerdo siempre le será grato aunque sólo fuera por los sentimientos humanos y magnánimos que le escuchó expresar aquella tarde sobre este interesante tema. El señor Martin ruega a Lord St. Vincent acepte, en nombre de todos sus paisanos, su más sincero reconocimiento por ello. Espera también que Lord St. Vincent tendrá la bondad de informarle, a tiempo, cuándo es probable que las tropas sean
enviadas, teniendo él algunas cosas que preparar aquí antes de su partida. T. III, f. 194 Negociaciones. Traducido del inglés.
*** Tomo XX
Doc. 4596 De Miranda a Sullivan (Nº 19) 4 de agosto de 1801 El señor Martin saluda atentamente al señor Sullivan y, como imagina que está próximo el momento de poner en ejecución los planes que fueron debatidos el pasado viernes, cree, tras reflexión, que sea conveniente dar a sus amigos en el Continente alguna información previa por medio de los agentes confidenciales que están actualmente en las islas cercanas. Por lo tanto desea saber si una carta para la Trinidad podría ser remitida inmediatamente y si no sería apropiado que él mencionase el momento, más o menos, de su salida de aquí, habiendo escrito hace seis semanas sobre el asunto, lo que habrá parecido allí prematuro debido al retraso que desgraciadamente ha tenido lugar desde entonces. T. III, f. 196 Negociaciones. Traducido del inglés.
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Tomo XX
Doc. 4601 De Miranda a Vansittart (Nº 24) Mount Street, 28 de agosto de 1801 El señor Martin agradece al señor Vansittart por los periódicos franceses que tuvo la complacencia de enviarle ayer. Por estos él ve que una división salida de Oriente ha llegado ya felizmente a la Guadalupe y que los franceses envían a estas islas buenas tropas y jefes capacitados. Esta noticia no hace sino aumentar su desesperación, viéndose retenido en este País mientras que el enemigo se fortifica cada día, gana un tiempo valioso y toma a la vez posiciones más ventajosas para oponerse con éxito a todos nuestros proyectos... En fin, está claro hoy que lo que se hubiera podido ejecutar hace dos años con perfecta seguridad, se podía haber hecho con probabilidad todavía hace cuatro meses. Que la misma empresa se ha vuelto (por los retrasos) problemática en este momento y que será impracticable quizás dentro de dos o tres meses. El señor Vansittart, que entiende todo esto mejor que nadie y que añade al mismo tiempo el interés más grande por la suerte de los desgraciados pueblos que son víctimas de esto, no necesita estas reflexiones para prever todas las consecuencias... Pero poniéndose en el lugar del señor Martin, no podrá negarle el favor de hacer intervenir sus buenos oficios ante el Gobierno con el fin de enviarlo de inmediato, aún sin concederle incluso los auxilios prometidos... puesto que las cosas han llegado a este punto extremo. T. III, f. 163 Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XX
Doc. 4616 De Miranda a Vansittart (Nº 29) London Street nº 13 Fitzroy Square, 23 de octubre de 1801 El señor Martin tiene el honor de agradecer al señor Vansittart la carta que tuvo la bondad de escribirle ayer relativa a la ayuda que el Gobierno Británico se propone ofrecerle como compensación de los perjuicios considerables que él ha padecido, tanto por la retención de más de un año que el Ministerio precedente le hizo soportar aquí en 1799-1800 como por la de varios meses que éste le ha retenido posteriormente en la hipótesis de una cooperación muy importante para este país, etc... Y somete a la consideración del señor Vansittart la siguiente proposición, que le parece tanto menos exagerada cuanto que la residencia parece estar indicada en Inglaterra: Pensión vitalicia y anual de 700 L. Pagar al señor Turnbull por los adelantos hechos en 1799, por el mismo asunto del cual el Ministerio se ocupaba ese año, 2.000 guineas. Para mi cuenta y con el fin de pagar mis deudas, l.000 L. El señor Martin ha manifestado siempre el deseo de quedarse en Inglaterra si una ayuda efectiva y el pago de sus deudas le fuese concedido... De lo contrario se encontraría en la dura necesidad de partir para cualquier otro lugar donde pueda hallar una
subsistencia sencilla y honesta con el disfrute de sus libros que serán, en el porvenir, el único recurso de su vida. Espera de la amistad y sensibilidad del señor Vansittart que después de la comunicación indispensable al muy honorable señor Addington, tendrá la bondad de transmitirle sin demora la decisión con el fin de tomar su resolución antes de la partida de su compatriota, señor Smith [Vargas] quien (como tuvo el honor de decírselo al señor Vansittart antes de ayer) solo espera la misma resolución para salir hacia el Archipiélago Americano. T. III, f. 164 vto. Negociaciones. Traducido del francés.
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Doc. 4624 De Miranda a Vansittart (Nº 32) 13, London Street Fitzroy Square, 8 de diciembre de 1801 El señor Martin presenta sus respetos al señor Vansittart y le envía la obra del señor de Pradt sobre las Colonias, etc. Este libro, publicado en París muy recientemente con el consentimiento del Gobierno, contiene opiniones y proyectos sobre las Colonias Españolas de América que bien merecen la atención del Gobierno Británico en este momento.
El señor M- ha recibido además, de París, algunas opiniones sobre el mismo asunto que confirman esta conjetura y que hacen necesaria una entrevista con el señor V- lo antes que él pueda. Mientras tanto, ruega al señor Vansittart tener a bien hojear la segunda parte de la obra, aunque no fuera sino los párrafos que están subrayados o indicados en el margen... Puede estar seguro que este libro ha sido publicado con la aprobación del Gobierno Consular, que se ocupa de esto muy seriamente en este momento. Las cartas que el señor M- acaba de recibir de París no le permiten dudarlo y le prometen nuevas informaciones sobre el mismo asunto, por personas que están en condiciones de conocerlas. T. III, f. 165 vto. Negociaciones. Traducido del francés.
*** Tomo XX
Doc. 4781 De Pownall a Miranda Everton House-Biggleswade 19 de septiembre de 1802 Mi estimado Señor: Mientras viva me lamentaré de que nuestro proyecto de ayuda a los Suramericanos para conseguir su Libertad e Independencia política haya sido descuidado en su puesta en ejecución. En primer lugar lo siento porque resultará ser una pérdida para Gran Bretaña, que jamás en lo sucesivo será reparada. En segundo lugar siento mucho que la persona, a quien la Providencia parecía haber señalado para presentarlo como el único instrumento de tan gran beneficio para una porción tan amplia
de la Humanidad, no haya sido permitida a actuar cuando él podía haber llevado a cabo ese beneficio. Sin embargo me consuelo hasta cierto punto por la estima personal de esa persona que está en una situación libre de casualidades y del capricho de la suerte, por lo que puede estar preparado para servir a sus compatriotas si jamás se ofreciese de nuevo una oportunidad. En cuanto a los Suramericanos, dejad que los malvados de Europa y de cualquier otra parte de la tierra hagan o dejen de hacer lo que puedan; esta gran parte de la Humanidad conseguirá y debe conseguir su Libertad e Independencia aunque quizás con luchas más duras y más severas que las que hubieran experimentado con nuestro proyecto. Es un acontecimiento que está llegando naturalmente y que la política retorcida de los hombres no puede impedir. En cuanto a mí y a la parte que tomé en este asunto, y en cuanto a los nativos que me incitaron a interferir en ello, a pesar de que yo pueda estar arrinconado y olvidado aquí por nuestros miserables estadistas, presiento mi recompensa y la presentiré aún más, porque la máquina que yo puse en marcha producirá tarde o temprano, en un tiempo futuro, su efecto. No puedo a mi edad esperar verlo pero que lo pueda ver V. es el deseo sincero, incesante y esperanza de mi corazón. He escrito, y me propongo publicar este año, un segundo Memorial a los Soberanos de Europa y del Atlántico. La primera parte menciona el desarrollo, progreso, acción y efecto del Espíritu Revolucionario en la desorganización de Europa. La segunda parte propone a los Soberanos del Atlántico cómo y con qué medidas y espíritu pueden ser reducidos en sus acciones hacia el Continente de Europa y cómo los Soberanos del Atlántico pueden, al mismo tiempo de que se protegen contra esto, establecer, mantener y activar su independencia legítima, interés y poder. En esta parte menciono o más bien me refiero a
la propuesta que hice a los Ministros y que ellos descuidaron. Hago esto de una manera que protege todas las confidencias y secretos así como para no hacer revelaciones imprudentes de medidas o personas. La tercera parte señala, precisa y específicamente, la verdadera doctrina del Pacto Social o Contrato original para demostrar cómo un gobierno eficaz surge mediante las acciones de la naturaleza en el proceso de organizar la Comunidad en Gobierno, y es compatible con los intereses, Derechos y Libertad de sus Constituyentes; y cómo, observando esta verdad en principio y actuando debidamente, este Gobierno se puede resistir al Espíritu Revolucionario. Tendré placer en discutir una vez más estos asuntos con V., para que podamos examinar el terreno y ver si queda algo por hacer, con política que pueda administrar los asuntos que se están trabajando en esencia para adelantar el gran acontecimiento que ambos deseamos. Actualmente estoy ocupado en un asunto de cambio de Títulos por terrenos en lugar de dichos Títulos y mi casa está llena de Comisionados y Topógrafos. En cuanto se acabe este asunto, que espero pueda ser para la primera semana de octubre, y en cuanto esté seguro del día, si V. me lo permite le pediré el favor de verle en Everton y espero que V. no me lo negará. Soy, estimado Señor, el leal amigo de V. T. Pownall Al General Miranda 27, Grafton Street Fitzroy Square Londres. T. III, f. 290 Negociaciones. Traducido del inglés.
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Tomo XX
Doc. 4647 De Vansittart a Miranda y nota del General Mi estimado General: Estaré tan ocupado mañana que no creo poder conceder a V. un momento de entrevista, pero tendré ese placer pasado mañana si conviene a V. Le saluda atentamente, N. V. Al General Miranda Traducido del francés.
Nota de Miranda al pie:
2 de abril de 1803. Hemos convenido en que se enviará inmediatamente a la Trinidad todo el armamento, vestuario y cuanto estaba preparado de antemano a fin de que no haya dilación en nuestras operaciones sobre el Continente, caso que la guerra se declare contra la Francia y cuya probabilidad es manifiesta en el momento. T. IV, f. 9 Negociaciones.
*** Tomo XX
Doc. 4648 Memoria del General Miranda a Pitt En Londres, el 29 de abril de 1803 El objeto de esta Memoria es hacer ver que se puede reparar, con un esfuerzo rápido y decisivo, todo lo que se ha perdido
desde 1790 en las infructuosas negociaciones iniciadas con Inglaterra en pro de la Independencia de las Colonias Hispanoamericanas. La cosa es tanto más urgente que estas Colonias están amenazadas de caer bajo el yugo abominable de Francia, si no se apresuran a venir en su ayuda. La suerte de las de Florida y Nueva Orleáns no es sino el preludio fatal de un pérfido plan llevado a cabo con asiduidad por el Gobierno Consular de Francia y que parece ser su objeto favorito desde la evacuación de Egipto por las tropas francesas. Las opiniones más recientes y más seguras que nos han llegado desde la costa de Caracas, anuncian que el descontento es general en esta Provincia; que para reprimir de alguna manera el espíritu de rebelión se contentaron con sacrificar a una persona de consideración en el país, un oficial de bajo rango de las tropas regulares y otros tres de la milicia en la clase de gente de color... no atreviéndose los agentes del Gobierno Español a hacer más y conformándose con una sumisión aparente por el momento. Que además se había desarmado indistintamente a todo el mundo, tanto en las ciudades como en el campo, y que se había cortado toda comunicación con el extranjero con castigos horribles, desconocidos incluso en los tiempos más críticos de la guerra, etc. ¡Estos hechos solos indignarían más que nada la fermentación que debe existir en el País! Y el que suscribe está persuadido que el mismo espíritu debe reinar en la Provincia limítrofe de Santa Fe, puesto que en ocasiones semejantes estas dos Provincias han ido siempre juntas y que las noticias que hemos recibido vienen todas a apoyar esta coyuntura. Las opiniones que nos llegan igualmente por la vía de Trinidad y por los Americanos Españoles que están actualmente en esa isla, coinciden en creer que sus Compatriotas no necesitan en este momento para cumplir sus deseos sino una ayuda cualquiera en armas y algunos hombres bajo un jefe militar experimentado,
con el fin de dar un impulso que ponga en movimiento a los habitantes del País que esperan esta señal con impaciencia, etc. A este efecto pues, y para que este deseo general sea finalmente cumplido, sometemos con deferencia la siguiente solicitud. “Un empréstito que sea suficiente para comprar algunos barcos armados en Corso que se hallan actualmente en venta tanto en Liverpool como en el Támesis, así como un armamento para 6 a 8.000 hombres tanto de Infantería como de Caballería. Y para reclutar también de 1.200 a 1.500 hombres que deben alistarse para hacer contrabando en las Costas de la América Española, bajo la dirección de una casa de comercio respetable de la Trinidad que los contratará específicamente para este objeto”. Estamos persuadidos que con esta fuerza podremos sorprender la ciudad de Caracas así como el puerto de La Guaira. Esta ciudad está del todo abierta y sin ningún tipo de defensas. La Guaira tampoco presenta ningún obstáculo, tomándola de flanco o por detrás; y habiéndose hecho dueños de estos dos puntos, se es efectivamente de toda la Provincia. Seguidamente se convocará allí una Asamblea General; y si la gran mayoría de los habitantes está decidida realmente a sostener su independencia, se harán los documentos necesarios y se despachará un barco para llevarlos a España acompañados de las propuestas más respetuosas hacia la Madre Patria, invitándole por todos los medios a un arreglo amistoso y razonable con tal de que la independencia absoluta del gobierno de las Colonias, y por consiguiente su libre comercio con todo el mundo, sea la base fundamental de esta estipulación. En el intermedio se continuará (ayudados por todas las fuerzas que encontraremos en Caracas, etc.) la misma operación sobre la Provincia de Santa Fe. Y se enviarán agentes autorizados por el gobierno Provisional de la Provincia, tanto a Inglaterra como a los E.U. de América, con el fin de obtener su intervención
amistosa para un arreglo equitativo con España o, en caso de rechazo, auxilios convenientes para ayudarnos a soportar con éxito nuestra honorable independencia. Si las negociaciones actuales entre Gran Bretaña y Francia terminan con un arreglo pacífico, Inglaterra no puede sino ganar con el éxito de nuestra Independencia; si es por la guerra, es entonces una causa común y España, así como Francia, quedarían privadas de estos inmensos recursos. Y en todos los casos se impedirá que Francia (o Jefes Revolucionarios Franceses) se apodere de estas bellas regiones. Los E.U. de América estarán también obligados a adherirse a nuestra causa y, ayudándonos, a disgustarse con Francia que no busca probablemente en este momento sino engañarles; y ellos vendrían de esta forma a unirse, quizás por un interés común, con Inglaterra. En lo que respecta a los gastos de armamento, serán pagados seguramente por centuplicado, en caso de éxito; y los barcos, así como una parte de las armas, regresarán siempre a los puertos británicos si por desgracias, que no se pueden prever, fracasáramos en todo. Los amigos de nuestra Independencia en los E.U. de América ofrecen igualmente auxilios para venir rápidamente en nuestro apoyo, lo que es extremadamente favorable para nuestras operaciones ulteriores así como para imponernos a nuestros enemigos, si por desgracia tuviéramos que tenerlos. T. IV, f. 17 Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XX
Doc. 4649 Memorial de Miranda al Gobierno inglés La situación de Guerra actual entre Inglaterra y Francia y sus aliados da al que suscribe la esperanza mejor fundada sobre los auxilios y el apoyo que los Ministros de S.M. Británica habían prometido a sus compatriotas de la América Meridional, con el fin de obtener fácilmente su independencia y establecer un gobierno sólido y sensato. Sólo los Preliminares de la Paz firmados entre Inglaterra y Francia en 1801 pudieron suspender en esa época el curso de la expedición lista para hacerse a la vela a este efecto, y sólo el regreso de la guerra debiera proporcionarnos de nuevo la misma ventaja. Estas son al menos las promesas que nos fueron hechas varias veces por los respetables agentes del Gobierno de este país. En este supuesto y mediante las opiniones que los agentes Americanos de las Provincias de Caracas y de Santa Fe, que están actualmente en la Isla de Trinidad, acaban de transmitirnos con fecha de 19 y 30 de marzo último, someto a consideración de los Ministros de S.M. Británica la solicitud siguiente: -
Algunas armas y municiones de guerra. Algunas tropas de gente de color de las que están actualmente en la Isla de Trinidad. Algunos barcos para transportarlas hasta la Costa y si es posible uno o dos navíos de guerra para servirles de escolta.
Esta fuerza, por insignificante que parezca, sería suficiente para dar el impulso necesario en el Continente si se considera que la gran masa de los habitantes la esperan con impaciencia para unirse a ella; y que la mayor parte de los Españoles que están en la Trinidad prometen reunirse con nosotros para este objeto,
como se puede más distintamente apreciar en el extracto de las cartas del Comisario Vargas que copiamos aquí: “Puerto de España, 19 de marzo de 1803 “..... En lo que respecta a la Provincia de Caracas, los espíritus están tan bien dispuestos como lo estaban antes (en la época de la última insurrección en 1797), pero les falta una cabeza que los conduzca. Varios me han hablado de V. como el Salvador del país y varios me han asegurado que hasta el Gobierno había creído más de una vez que V. vendría para atacar la Provincia. Lo cierto es que una vez corrió el rumor de que Gual había hecho un desembarco y que habiendo para entonces reunido todas las fuerzas, no se pudo juntar más de tres mil hombres, siendo la mayor parte de las milicias puesto que los veteranos no alcanzaban los 600 hombres, cuya mitad son por nosotros, principalmente los oficiales. “No ha llegado ninguna tropa de Europa. No hay ninguna fortificación entre Caracas y La Guaira y el puerto del C. se me asegura que es muy propio para un desembarco, así como el río G. “En esta ciudad (Puerto de España, en la Trinidad) vive actualmente un viejo B. que ha servido durante 28 años como jefe del Resguardo o guardacostas; se le ha perseguido en la Guayana y ha venido a establecerse aquí. Conoce todos los caminos, las entradas y todo lo que es necesario para nuestra empresa; y lo que es más, está dispuesto a conducirnos y a seguirnos por todo en semejante ocasión. Es un hombre valioso en este momento, etc. “Hay en esta Isla muchas personas que desean la independencia de la Tierra Firme y que cooperarían con sus personas y sus bienes; pero mientras Picton esté aquí no se puede hacer nada. Si el Gobierno Inglés quisiese ayudarnos con algunos soldados y que nos dejara actuar por nosotros mismos,
no faltarían personas aquí que nos facilitaran medios para comprar armas, etc. “Los mismos enemigos de la independencia de América convienen que en otra guerra Caracas se sublevará y que el resentimiento es general”.
Esta sencilla exposición será suficiente para convencer a los Ministros de S.M. Británica de la necesidad en la cual me hallo de obedecer a la voz de la Patria, que me llama en su ayuda en un momento realmente peligroso. Espero en consecuencia que tendrán la bondad de concederme sin demora el transporte seguro de mi persona hasta la Isla de la Trinidad, con los auxilios que en su discernimiento ellos encontrarán conveniente concedernos. Grafton Street, 17 de mayo de 1803 T. IV, f. 23 Negociaciones. Traducido del francés.
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Doc. 4654 De Vansittart a Miranda 18 de junio de 1803 Mi estimado General: Hasta el presente no se ha tomado ninguna decisión sobre América, de manera que no sé qué consejo dar a V. si no es
esperar un poco los acontecimientos que no pueden tardar en llegar. Le saluda atentamente, N. V. Al General Miranda Grafton Street Traducido del francés.
Nota de puño y letra de Miranda: Esto es después de haberme asegurado oficialmente que se había mandado embarcar para Trinidad el armamento aprestado aquí hace dos años para nosotros. Que en caso de emprenderse nuevamente la guerra seríamos sin falta ayudados. Y cuando mi amigo el señor King estaba para embarcarse para Nueva York en mayo último y me propuso el que me fuese con él, pues sus amigos en aquel país tal vez me darían los socorros que necesitábamos, estos aquí me aconsejaron que no me fuese pues ellos estaban preparándose para socorrernos con lo que necesitábamos, etc. etc., etc.
T. IV, f. 48 Negociaciones.
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Doc. 4720 De P. Vargas a Miranda Trinidad, 25 de junio de 1803 Mi General y dueño: He dejado de escribir a Vm. porque ha sido menester salir huyendo con el señor Fullarton y otros muchos de la Isla, a causa de la tiranía del Gobernador Picton. Hemos estado en un tiempo de terror que dudo hubiese sido peor el tiempo de
Robespierre. ¡Qué monstruo! ¡Qué déspota! ¡Qué loco! Gracias a Dios que con la venida del correo y órdenes perentorias del General en Jefe hemos salido de él, y vivimos ahora en paz. Quería el hombre quedarse dueño absoluto de la Isla, ahorcando y desterrando a cuantos no convenían en sus designios. A mí me tomó una ojeriza extraordinaria porque era hechura de Vm. y amigo de la libertad de mi país. Así fue menester que me pusiese en salvo yéndome con el señor Fullarton fuera de la Isla. Este Señor me ha protegido con todo su poder, su hacienda, con cuanto ha podido; digno hombre, lleno de luces, de humanidad y de todas las buenas cualidades que se requieren para gobernar un país menos corrompido que éste, porque los delitos de Picton han engendrado aquí un semillero de malvados secuaces suyos, que hacen todo el mal posible y que no dejarán de hacerlo hasta que el país se ponga bajo la constitución Británica. Veo que la guerra está declarada con la Francia, o como tal; mas nada veo contra la España. Siento que Vm. no me haya escrito en este correo último, aunque a su salida creo que ya habría recibido Vm. mis primeras cartas. Yo tengo escritas a Vm. varias, más particularmente con el Mayor Williamson, amigo mío, quien me ofreció entregar a Vm. en propia mano mis cartas. Allí le detallaba cuanto había sabido hasta aquella época. Con el señor Adderley le escribí también diciéndole el estado en que nos hallábamos; también le supliqué que viese a Vm. y le informase de lo que pasaba por acá. Ahora solo puedo decirle que parece que en Caracas se teme otro movimiento como el anterior, a lo que me ha dicho Rico (que está aquí) y fue uno de los comprendidos en el anterior. Que no han venido ningunas tropas de España; que todas las milicias son favorables a la causa; que los soldados veteranos que allí hay no pasan de 600 en toda la Provincia; que de estos es menester guarnecer Maracaibo, Puerto Cabello, La Guaira y Cumaná; que las gentes de Coro son las más bien dispuestas de toda la Provincia, porque allí han hecho muchos castigos y
porque estas gentes solo viven del contrabando; que es menester grande arte, en caso de alguna invasión, para que no crean que se les va a conquistar; porque la conducta de Picton aquí ha sido
tal que todos los ánimos de los Españoles Americanos están enteramente enajenados del carácter Inglés. Ya dije a Vm. anteriormente que aquí no faltan quienes sacrifiquen sus vidas y haciendas por esta grande causa y que en todas las colonias sucederá lo mismo, a lo que me han asegurado.
De todos los Jefes del complot de Gual han quedado dos, Picornell y Cortez. El primero creo que está en la América del Norte. El segundo está en Guadalupe, al servicio de la Francia con grado de Capitán. Es ingeniero y mozo de muchísimas luces. Me han dicho que tiene el mismo ardor que siempre por la gran causa. Yo le he hecho escribir que se venga aquí en caso de guerra con la España, sin embargo de que lo hallo muy difícil en el día. El ingeniero de que yo le hablé a Vm. que estuvo en América conmigo se llama Larti, es yerno de Don Fulano Marmión, Gobernador que fue de Puerto Cabello e Ingeniero en Jefe en Caracas. El tal Larti se mantuvo largo tiempo en Burdeos y de allí se embarcó para Caracas, a donde lo han cogido y lo tienen preso. Todos los caraqueños que estaban presos en Cádiz han sido absueltos, mas desterrados todos de Caracas.
Tenemos aquí un muchacho de la Angostura llamado Andrés de España, íntimo de Gual, que promete un gran soldado. Yo lo he colocado con Rutherfurd para tenerlo a mano. El señor Gardié es un hombre de caudal y de un ardor por la causa inconcebible. El me ha prometido trescientos hombres a sus expensas para ella. En fin no faltan más gentes , pero es menester dar el movimiento desde allá, o que Vm. venga aquí. En Vm. tienen todos las esperanzas. Yo les he dicho que Vm. no olvida su país y esto los llena de entusiasmo. A mí me parece que nadie es
mejor para todo que el señor Fullarton, que ha sabido ganarse el corazón de los españoles de aquí y de la Costa firme.
Olvido decir a Vm. que he recibido la suya de 12 de marzo y que me alegro que el señor King pase al Continente del Norte. Espero con impaciencia la llegada de Lambot , con quien me ofrece Vm. dar aviso de lo que se haya resuelto. Yo promuevo aquí cuanto me es posible nuestros intereses. Yo sé que Vm. hace lo mismo allá. ¡Yo no tengo otra súplica que hacerle sino que no olvide que nació en América y que ella lo llama con los brazos abiertos! A Dios mi General, yo soy
siempre devoto de la grande causa y celoso apasionado de Vm. P. Vargas Al señor General Don F. Miranda 28, Grafton Street Fitzroy Square Londres. T. IV, f. 75 Negociaciones.
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Doc. 4660 De Miranda a Vansittart Grafton Street, 18 de julio de 1803 Señor: Habiendo llegado el momento de partir en auxilio de la Patria amenazada de manera inminente, o de abandonarla en su desamparo, lo que sería la consecuencia precisa de mi más larga demora en este país, ruego a V. someter a la consideración de los Ministros de Su Majestad la proposición siguiente: Renunciaré a la pensión de 500 L. que se me concede anualmente y solicito que se me adelante (en calidad de préstamo) en este momento la cantidad de tres pagos o 1.500 L.
2º Ruego al Gobierno tenga a bien continuar durante algún tiempo la gratificación extraordinaria que he recibido hasta ahora, con el fin de pagar durante mi ausencia los gastos de la casa alquilada donde vivo en Londres*. El objeto de esta proposición es ofrecer a mi Patria, en el acto de mi último sacrificio, absolutamente todo lo que poseo; ¡estando íntimamente persuadido que una causa más justa, más importante, más honorable y más interesante para la humanidad no se ha presentado jamás a los mortales! No habiendo recibido resolución definitiva sobre mis notas del 17 de mayo y del 12 del corriente, quiero creer que no es por falta de consideración ni de buena voluntad por parte de los Ministros de Su Majestad. ¡Sería sin embargo una cosa inexplicable que una nación tan poderosa y tan rica como Inglaterra, que se halla directa o indirectamente en guerra con España y sus Aliados y que debe precisamente ser la principal y la primera en recoger los frutos opimos de esta emancipación, no quisiera contribuir con un soldado, un fusil, una libra esterlina, ni con un barco! Soy con perfecta consideración y el mayor respeto, Señor, el muy humilde y muy obediente servidor de V. Fr. Miranda Al señor Nicolás Vansittart, Esquire T. IV, f. 63 Negociaciones. Traducido del francés. * Nota de Miranda en el original: Este artículo ha sido suprimido con la condición de que el señor Vansittart suministrará al señor Turnbull las 200 L. anuales de la mencionada gratificación, para cumplir durante mi ausencia con el objeto de la solicitud en cuestión.
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Tomo XX
Doc. 4747 De Miranda a R. King ut supra, este 23 de agosto de 1803 La credulidad o la tontería sigue su curso aquí, de manera que estoy decidido a partir en el primer Convoy con o sin auxilios. ¡La conducta de estos me parece en este momento sospechosa y Dios sabe si no es pérfida!... Así, conjuro a V. en nombre de su Patria y de la mía, nos haga llegar auxilios lo antes posible. El punto donde hay que dirigirlos es la isla de Trinidad; la Casa de Comercio Wm. Brown & Co., Puerto España, Trinidad y a Don Pedro Vargas quien es nuestro agente en la misma. Los navíos pueden cargarse con harina, que es un artículo de provecho y de venta en todas partes incluso en los puertos de la Provincia de Caracas. Lo más urgente en estos auxilios es dos a cuatro mil fusiles con bayoneta y municiones de su calibre, con pólvora en abundancia, picas, si hubiera, y cien o doscientos valientes americanos. Estoy persuadido que esto se encuentra fácilmente y he aquí las informaciones que me he conseguido aquí (ver nº 1), V. hará lo demás. Siendo la ocasión muy segura, la aprovecho para enviar a V. copia del Proyecto del amigo K- (ver nº 2), para formar un pequeño Cuerpo que me parece muy bien dispuesto y que se podría poner en ejecución luego, si los asuntos prosperan. Adiós, pensemos que la cosa no puede ser más importante para nuestra Patria común ni el momento más decisivo. El señor G[Gore] dirá sobre esto otras cosas que le he comunicado y que no son menos interesantes conocer. Escríbame siempre aquí y no dejaré de hacerlo por mi parte. Vale, Amindra T. IV, f. 100 vto. Negociaciones. Traducido del francés.
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Tomo XX
Doc. 4728 De Miranda a Vargas Londres, 10 de septiembre de 1803 Acabo de ver al amigo V-t y a Sir E. Nep... Aún no está resuelto si tendremos los socorros inmediatamente, mas hemos concluido que tendré mi pasaje con comitiva a Trinidad en una Fragata de guerra, dentro de 20 o 30 días a más tardar. En este intervalo es muy probable que la guerra se haya ya declarado contra la España y entonces lo tendremos todo. Pero si no, vamos nosotros mismos a comenzar la obra, con los auxilios que podamos juntar ahí por sí mismos y con lo que venga de Nueva York. El momento es tan favorable que sería lástima el perderlo por aguardar a los que tal vez no desean sino sacrificarnos por la última vez. Tengo escrito al señor King a Nueva York para que, sin pérdida de tiempo, nos envíe a Trinidad dos embarcaciones Americanas con cuatro mil fusiles y municiones, y 200 bravos americanos, por lo menos, y que las dirija a los señores Brown & Co., a quien también tengo avisado. Esté V., amigo, a la vista de todo para que cuando yo llegue (con socorros o sin ellos) podamos siempre comenzar nuestras operaciones, ya sea por parte de barlovento o de sotavento, etc. Crea V. que lo que nos conviene es comenzar cuanto antes ¡pues los enemigos de nuestra futura Libertad son más numerosos en este país (si no me engaño) que lo que nos parecía! En fin, pensemos que Audentes fortuna juvat. Vale Al señor Don P. Vargas T. IV, f. 90 vto. Negociaciones.
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Tomo XX
Doc. 4694 De Miranda a Vansittart Grafton Street, 11 de noviembre de 1803 Agradezco a V., mi digno amigo, las notas de V. del 9 y 10 del corriente. Lo que yo temía ha llegado precisamente; el digno aliado de Francia maniobra para ganar tiempo y servir mejor a la mencionada República. No veo nada que en este momento pueda efectivamente echar por tierra los asuntos de los cuales me he hecho responsable, sino esta demora; ¡los enemigos la solicitan por todos los medios posibles y el Gobierno de este país parece, por cierto, querer concedérsela! En consecuencia, mi resolución está tomada para partir de inmediato. El mismo negociante que en estos días pasados nos ha prometido suministrar a su costa el armamento que el Caballero Popham ofrece llevar personalmente, etc., está dispuesto igualmente a suministrarnos algunas armas y municiones de guerra con un navío de transporte armado... He aquí todo el favor que solicito al Gobierno en la situación a la que estamos reducidos. Tendré el honor de pasar por su casa mañana por la mañana para que V. tenga la bondad de despachar el asunto de una manera o de otra. Podré entonces explicar a V. también las razones evidentes que tengo para tomar esta decisión, ¡sin lo cual, estoy íntimamente persuadido que todo puede quedar anulado sin recurso! Siempre suyo, M___
Muchas gracias por la nota de ayer. Me parece sería quizás útil que el señor A__ consultara sobre el peligro que corremos con la demora (por la posibilidad que tiene el enemigo de tomarnos la delantera y destruir así nuestras combinaciones e incluso toda la empresa)....a Sir E. Nepean, Sir H. Popham, Coronel Fullarton o cualquier otra persona competente sobre estos puntos militares, con el fin de obtener esta importante decisión. Espero que V. presionará hoy para obtenerla y que nos veremos mañana por la mañana en su casa. Vale M___ Al Señor Nicolás Vansittart T. IV, f. 117 Negociaciones. Traducido del francés.
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Doc. 4704 Invitación de Yorke y nota de Miranda
El señor Yorke Solicita el honor de la compañía del General Miranda
para cenar el sábado 10 de diciembre a las seis.
St. James’s Square
Se ruega contestación
Este convite se dio en virtud de una larga conferencia que tuvimos dicho Ministro, Popham y yo tres días antes. En ella se trató muy de veras del asunto y aún me significó cuán necesario era que yo aceptase la Comisión de Teniente General Británico (con mando sobre las costas de la América Meridional) a fin de que no se ofreciese ninguna dificultad con las tropas Inglesas en la conducción de dicha expedición; y lo mismo sugirieron Sullivan y Vansittart que vi en aquel mismo día... Nos reunimos los cinco solamente a este convite; Yorke estuvo remarcablemente atento y amistoso hacia mí. Hablamos mucho sobre expediciones a la América Meridional y todo el mundo me pareció bien dispuesto y con ánimo de proceder a la ejecución, excepto el dicho Sullivan que me parece hombre de duplicidad y limitado talento. En fin, Vansittart asignó otro día para reunirnos en su casa los mismos. Y también Sir E. Nepean. Yo quedé citado de volver con ciertos mapas de América y llevé conmigo a Vargas para hacerlo conocer, etc... No me parece que el fervor anterior subsiste en el Ministro.
T. IV, f. 146 Negociaciones.
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Tomo XX
Doc. 4705 Invitación de Vansittart y nota de Miranda
El señor N. Vansittart Solicita el honor de la compañía del General Miranda
para cenar el viernes 16 de diciembre a las seis menos cuarto 36 Gt. George St. Westminster
Se ruega contestación
Nos reunimos efectivamente; mas ni Yorke ni Sir E. Nepean asistieron, por consecuencia apenas se habló de América. Sullivan manifestó en su política oscura sentimientos de perfidia para con los negros de Santo Domingo y como si no pensase en otra cosa que en la invasión de la Holanda; y sobre este particular se entretuvo mucho con Popham a quien aún dio cita para su oficio al día siguiente. Cuando yo combino esto con lo que me han asegurado de que Pichegru y Dumouriez están siempre en el oficio del dicho Sullivan, se me antoja que habrán tal vez antepuesto a mi Plan el de otra Vendée o asesinar a Bonaparte, como se dice por ahí entre Shouanes, etc... ¡En fin, el corrido lo dirá! T. IV, f. 149 Negociaciones.
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