CERVICOBRAQUIALGIA Por Àlex Monasterio Uría con la colaboración de Or Haleluiya y Angie Oliván
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espués de haber descrito los procesos patológicos que suelen afectar a la columna lumbar y cervical en números precedentes, nos adentramos en este artículo en el conocimiento del de la que será, probablemente, la última afección de la región cervical que tratemos. A pesar del rimbombante nombre de esta patología, cervicobraquialgia no quiere decir más que: dolor de brazo de origen cervical (fig. 1). De nuevo nos encontramos con un diagnóstico inespecífico, poco aclaratorio, qué sólo nos dice que hay un dolor que proviene de las cervicales pero no nos indica qué es exactamente lo que lo está provocando. Esto mismo ocurre cuando hablamos de lumbalgia (dolor lumbar), cefalea (dolor de cabeza), cervicalgia (dolor cervical), etc. Es decir, este tipo de diagnósticos se limitan a hablar de los síntomas, ayudándonos muy poco a entender el origen del proble pro blema. ma. Com Comoo ya sab saben en los lec lector tores es que llev llevan an siguiéndonos un tiempo, solemos remarcar la importancia de tener un diagnóstico, a poder ser, lo más específico posible, en el que se indique las causas que han provocado el problema para así saber cómo enfocar la práctica de yoga. Si no disponemos de esa información, el ajuste de los ásanas al problema de la persona siempre será incompleto y se correrá el riesgo de plantear algún ejercicio que pueda perjudicar en lugar de ayudar a mejorar la mecánica y sintomatología de los tejidos afectados. De hecho, es muy importante saber qué movimientos pueden agravar el problema en cada uno de los casos (si es perjudicial la flexión, la extensión, inclinación o rotación) además de saber los ásanas que pueden ayudarnos a mejorar. Entonces, ¿cuáles son las causas que suelen provocar el dolor de brazo de origen cervical?
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Fig. 1
- Protrusiones o hernias discales Estas afecciones se caracterizan por la deformidad de los discos cervicales. Es decir, se abomban (protrusión, fig. 2) o expulsan su contenido (hernia, fig. 3), en un altísimo porcentaje de veces, hacia la parte posterior de la columna, lugar en el que están situadas las raíces nerviosas que se desprenden de la columna vertebral. Su compresión por parte del disco pude generar
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dolor en diferentes partes del brazo (como si de una ciática braquial se tratara) u hormigueos, falta de sensibilidad o déficit de fuerza. Si consultamos los artículos de las revistas n.º 76 (septiembre de 2012) y n.º 71 (marzo de 2011) podremos entender mejor los mecanismos que provocan estas lesiones y las características de las mismas. En ellos se subraya, además del tipo de ejercicios aconse jables en estos casos, la importancia de no forzar los movimientos de flexión cervical que utilizamos, por ejemplo, al estirar la musculatura cervical posterior, debido a que pueden agravar este tipo de patologías. Por lo general, una vez pasada la fase aguda de la afección, los movimientos de inclinación y rotación no inciden negativamente sobre el disco. Los ásanas que incluyan estos movimientos pueden ser útiles para estirar la musculatura lateral del cuello, en el caso de las inclinaciones y en el caso de las rotaciones o torsiones, para flexibilizar los tejidos blandos de la columna: discos, fascias y ligamentos. Suelen resultar muy beneficiosas para mejorar la hidratación de los discos las extensiones, siempre que no coexista una deformidad artrósica que lo desaconseje. Hay que tener en cuenta que, en cualquier ásana que se proponga, se evitará la sintomatología propia de la afección (irradiación en el brazo o dolor cervical) dado que puede haber excepciones, es decir, personas cuyas características patológicas se salgan de lo común y sus estructuras entren en conflicto en dichos movimientos.
Fig. 3
- Artrosis cervical La artrosis cervical se caracteriza por la deformidad de las vértebras y el desgaste de sus articulaciones. Podemos apreciar en la figura 4 como las esquinas de los cuerpos vertebrales y de las articulaciones posteriores se hacen más agudas, más puntiagudas, formando lo que se conoce como osteofitos o picos de loro. Estas deformidades pueden llegar a obturar el orificio por el que salen las raíces nerviosas (orificio de conjunción) pudiendo llegar a comprimirlas y generan-
Fig. 4
do la misma sintomatología que se produciría si fuera el disco quien las comprimiera. Imaginemos, pues, qué movimientos serían los que podrían comprometer la raíz nerviosa. Las extensiones reducen el diámetro del orifiYOGA
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cio de conjunción, con lo que podrían facilitar el contacto osteofítico con el tejido neurológico. Lo mismo ocurriría con las inclinaciones en el lado al que inclinamos la cabeza (si la inclinación de la cabeza es hacia la izquierda el orificio de la izquierda se reduce y el de la derecha se amplía). Por lo general, las rotaciones no son perjudiciales y las flexiones son beneficiosas dado que amplían el orificio de conjunción y descomprimen las articulaciones posteriores (interapofisarias) permitiendo con ello la hidratación de los cartílagos articulares. A pesar de que haya artrosis, pueden realizarse extensiones si no hay sintomatología, aunque habrá que ser cautos y no llegar al extremo del movimiento para evitar la desagradable sintomatología y para respetar los tejidos que podrían entrar en conflicto. Como consideración general, es interesante observar que el acortamiento o hipertonía (contracturas) de determinados músculos del cuello (trapecios superiores, elevadores escapulares, esplenios, escalenos y esternocleidomastoideos) generan una tracción descendente de la cabeza comprimiendo con ello las cervicales, es decir, aumentando la compresión discal y articular y, por lo tanto, participando del deterioro de dichas estructuras. Así pues, para abordar los dolores cervicales o braquiales de origen cervical desde la práctica física suele ser muy beneficioso estirarlos para reducir este efecto compresivo. Fijémonos que los músculos mencionados se encuentran en todo el perímetro del cuello (en sus cuatro costados), con lo que necesitaremos de todos los movimientos cervicales para estirarlos (flexión, extensión, inclinación y rotación), siendo más interesante incidir en alguno de ellos en función de la patología que tenga la persona. FLEXIÓN Puede resultarnos útil para estirar la musculatura posterior del cuello y descomprimir las articulaciones posteriores de la columna (artrosis). Usualmente en los niveles vertebrales artrósicos coexiste también un determinado grado de deterioro discal con lo que, si esto es así, tendrán que practicarse también con prudencia (evitar forzar la flexión) ya que este movimiento comprime los discos aumentando el estrés mecánico. Aunque en el yoga no hay ásanas que estiren selec-
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tivamente la musculatura cervical posterior, sí encontramos algunas de ellas en las que puede incorporarse mayor o menor grado de flexión cervical. Cuanta mayor flexión cervical realicemos, tanto más estiramiento cervical posterior habrá. Uttanāsana , pāścimottanāsana , pārśvottanāsana , jānuśīrṣāsana o malāsana con flexión de torso (puede apoyarse la frente o la coronilla, dependiendo de la postura y la flexibilidad de la cadena muscular posterior, sobre una silla o unas mantas). Pueden realizarse los ejercicios específicos expuestos en la revista n.º 75 (junio de 2012: llave cervical y estiramiento de trapecio superior y elevador escapular). Ojo con las posturas de flexión que impliquen peso corporal por encima de las cervicales, como por ejemplo śalabha-sarvāṅgāsana, halāsana y karṇapīḍāsana y sus variantes. Si no se hacen adecuadamente pueden afectar negativamente a los discos intervertebrales por excesiva compresión. EXTENSIÓN Es una buena alternativa para mejorar la hidratación discal (discopatías) y estirar la musculatura anterior. Si hay molestias al realizarlas, de origen artrósico o por bloqueos articulares, puede utilizarse una manta enrollada en la región cervical, sujetada en sus extremos por ambas manos (la cabeza reposa sobre la pared, sin carga de peso, si se está sentado, o en el suelo, si se está tumbado). Con la manta evitaremos que se cierren en exceso los orificios de conjunción y la carga sobre las articulaciones interapofisarias será menor. No hace falta llegar al final del movimiento para estirar la musculatura, uno puede llegar a la denominada barrera motriz (la primera sensación de resistencia que generan los tejidos blandos) y, desde esta posición, realizar exhalaciones profundas para bajar con ello la caja torácica (al bajar el tórax se incrementa el estiramiento de los músculos inspiradores cervicales y tejidos blandos). Las extensiones de la columna cervical en la práctica de yoga necesitan de una buena apertura de la columna torácica (extensión dorsal). En el caso de artrosis o discopatías hay que evitar colocar peso por encima de la zona afectada. Ásanas que nos pueden ser útiles: supta-baddhakoṇāsana, viparita-daṇḍāsana y el pez, ambas con apoyos.
Evitar los mareos al realizar extensiones. INCLINACIONES Podemos usar las inclinaciones para estirar la musculatura lateral del cuello (útil tanto para artrosis como discopatías). Siguiendo las indicaciones dadas para la extensión, la manera ideal de proceder es la de inclinar la cabeza hasta que empecemos a notar la resistencia que nos ofrecen los tejidos blandos (barrera motriz) sin llegar al final del movimiento. Con ello nos aseguramos de no poner en conflicto las raíces nerviosas ni las articulaciones del lado hacia el que dirigimos la cabeza. Fijamos la cabeza en esta posición y desplazamos el hombro contrario hacia el suelo para incrementar la tensión muscular (el descenso del hombro será el que regulará el ejercicio). El hombro deberá descenderse lenta y progresivamente dando tiempo a los tejidos blandos a acomodarse. Una vez fijada la posición del hombro, podrán también realizarse exhalaciones para incrementar el estiramiento (siempre lentas y progresivas para no agredir el tejido blando que no se estira eficazmente ante estímulos bruscos). También aquí se puede usar una manta enrollada en la región cervical, sujetada en sus extremos por ambas manos, para regular y suavizar la inclinación cervical. Otras posturas clásicas de yoga que ofrecen inclinación son: parighāsana , utthita-trikoṇāsana (si se suelta la cabeza hacia el suelo), parivṛtta-jānuśīrṣāsana y ūrdhva-hastāsana con una inclinación de columna (en algunos estilos de yoga lo nombran ‘media luna de pie‘), flexionando ligeramente el codo se genera espacio para poder inclinar la cabeza hacia ese mismo lado y con ello estirar los músculos laterales del cuello. ROTACIONES: Las rotaciones o torsiones (rotación es el término utilizado científicamente) son movimientos de giro a uno y otro lado, muy diferentes de los de circonducción, que son los que hacemos por ejemplo al “calentar” muñecas o al mover la cabeza haciendo círculos (ojo a nivel cervical con este ejercicio ya que puede generar conflicto mecánico). Las rotaciones, más que incidir en el estiramiento de los músculos que hemos mencionado anteriormente tienen influencia en la flexibilización de la columna
vertebral. La columna está forrada de tejido fascial, una membrana blanquecina que recubre todas y cada una de las vértebras manteniéndolas unidas/cohesionadas. De hecho, los ligamentos no son más que una expansión y engrosamiento de la fascia, que la ayudan a estabilizar las vértebras. Pues bien, estos tejidos, con el paso de los años se densifican (se vuelven menos elásticos), siendo más acentuado en caso de sedentarismo o presencia de alteraciones como la artrosis, discopatías, hipercifosis, hiperlordosis, escoliosis o bloqueos articulares. Las flexiones, extensiones e inclinaciones nos ayudarán a estirar estos tejidos, pero las rotaciones tendrán una incidencia específica sobre ellos, como el estiramiento que experimentan las fibras de una bayeta cuando se exprime. Con ello, conseguiremos mayor flexibilidad de la columna, en este caso cervical, y mayor libertad vertebral. Posturas como bharadvājāsana , marīcyāsana III , ardha-matsyendrāsana I y, la reina de las torsiones, jaṭhara-parivartanāsana (fácil de ejecutar por no tener que incorporar los controles posturales necesarios cuando se está aguantando el tronco en contra de la gravedad). Sentarse sobre una silla y torsionar toda la columna de una manera homogénea y con una pequeña extensión ya sirve para conseguir esas metas. Evitar los mareos al realizar inclinaciones. - Puntos gatillo Los puntos gatillo se pueden entender como contracturas muy concentradas capaces de generar dolor a distancia (irradiación). Sorprendentemente, los puntos gatillo se presentan muy frecuentemente, siendo una de los causantes más relevantes de los dolores del aparato locomotor. El dolor que generan suele ser difuso, difícil de concretar a punta de dedo. El estudio y tratamiento de los puntos gatillo encierra cierta complejidad y corresponde al fisioterapeuta su diagnóstico y tratamiento. No obstante, es interesante tener en cuenta que los puntos gatillo de músculos como los escalenos, pectorales, dorsal ancho, infraespinoso, etc., son capaces de generar dolor en el brazo. El tratamiento adecuado sobre el músculo que genera el dolor irradiado supone la desaparición total del mismo.
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- Tensiones de las cadenas musculares El concepto de cadenas musculares hace referencia a la manera asociativa de contraerse que tienen los músculos de actuar en equipo cuando entran en funcionamiento. Los músculos trabajan muy rara vez de manera aislada, lo hacen cooperando unos con otros para conseguir una finalidad en común como, por ejemplo, aguantar un brazo en suspensión en contra de la fuerza de la gravedad. En este caso el trapecio superior y el elevador de la escápula sujetan la escápula y se alían con el deltoides, que hace lo propio con el húmero. El deltoides se prolonga con una banda fascial hasta los extensores de muñeca para aguantar el radio, el cúbito y la mano. En próximos artículos desarrollaremos el tema de las cadenas musculares y las influencias que tienen en diferentes partes del cuerpo ya que se trata de un tema interesante. Ahora, observemos lo siguiente: la única unión ósea que tiene el brazo con el esqueleto central es la clavícula, a través de su articulación con el esternón. No es en absoluto una unión que aguante el peso del brazo sino que ayuda a mantener y pivotar el hombro en sus movimientos. La escápula «flota» en la espalda sujetada por los músculos y el brazo está literalmente suspendido de las cervicales a través de músculos como el trapecio superior o los elevadores escapulares. Empieza a ser conocida la idea de que una parte de los dolores de brazo pueden tener un origen cervical, pero además de que su origen sea por discopatía o artrosis, como hemos visto, puede ser también de origen tensional. Anomalías en la posición de las vértebras (bloqueos), posturas inadecuadas mantenidas en el tiempo (hipercifosis con proyección anterior de cabeza y hombros) o la presencia de las ya mencionadas afecciones discales o artrósicas incrementan las tensiones musculares de trapecios y elevadores escapulares. A su vez, esas tensiones se transmiten a lo largo del brazo o brazos pudiendo focalizarse ese exceso de tensión en uno de los anclajes tendinosos que utiliza el músculo para unirse a los huesos y desencadenar una tendinitis o irritación, con su consecuente proceso doloroso asociado. En todos estos casos, la higiene postural es de vital importancia si queremos reducir las tensiones anómalas que se transmiten a los brazos y tienen su origen en la región cervical. Lo es también
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el realizar un tipo de ejercicio de reeducación postural, como el yoga, encaminado a reducir el exceso de curvatura torácica (tema que trataremos en el próximo artículo) y la proyección de la cabeza (consultar revista nº 75, junio 2012). En caso de presencia de bloqueos articulares vertebrales es conveniente, además, el tratamiento osteopático o quiropráctico. Así pues, la cervicobraquialgia puede estar provocada por diferentes afecciones e incluso por la combinación de varias de ellas, como podría ser una discopatía asociada a la tensión de las cadenas musculares de origen postural. Como ya sabemos el cuerpo humano es complejo. Pero, adentrándonos paso a paso en esa complejidad se nos van abriendo puertas para entender mejor cómo funcionamos y vamos adquiriendo, durante el camino, destrezas que nos permiten ser más eficientes, más precisos y que, a la vez, nos hacen disfrutar de la maravilla que supone desvelar los misterios de nuestro organismo.
El conocimiento de la anatomía, fisiología y patología nos permite realizar una práctica más consciente, terapéutica y eficaz.
Álex Monasterio Uría Fisioterapeuta-Osteópata director de los cursos formativos Anatomía para el Yoga Terapéutico Vicepresidente de la AEYT (Asociación Española de Yoga Terapéutico) Autor del libro Columna Sana Para consultar anteriores artículos publicados por Álex Monasterio en la revista de la AEPY y obtener información sobre el curso de
Anatomía para el Yoga Terapéutico www.yoga-terapeutico.com www.aepy.org
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