ÍNDICE 2DA PARTE
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INTRODUCCIÓN
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El Zodíaco después de Virgo: la dinámica de la reabsorción Cualidades zodiacales vs. respuestas psíquicas La Psiquis y el Arquetipo del Zodíaco El "gran salto" Lo inconexo y lo constelado ¿Instrumento del yo o experiencia transformadora? El nivel fragmentario como aspecto necesario del orden global Psiquis y cosmos No existe un "yo" anterior a la "estructura natal" El Zodíaco: un arquetipo de "tercer orden" Imágenes arquetípicas y matrices vibratorias El arquetipo zodiacal El Ascendente: algunas precisiones conceptuales La matriz de casas IV, VIII y XII
pag. 2 pag. 5 pag. 7 pag. 9 pag. 10 Pag. 12 pag. 14 pag. 14 pag. 16 pag. 20 pag. 22 pag. 25 pag. 27 pag. 29
ASCENDENTE EN LIBRA Equilibrio y homeostasis La Balanza El camino del encuentro y la complementariedad El encuentro con la armonía y las formas estéticas El otro y el deseo La pareja y las sociedades Juicios e instancias legales Algunos ejemplos Nadando contra la corriente colectiva
pag. 31 pag. 31 pag. 33 pag. 33 pag. 35 pag. 36 pag. 37 pag. 41 pag. 42 pag. 47
ASCENDENTE EN ESCORPIO Escorpio, el punto crítico para la conciencia El difícil encuentro con la intensidad Personas que encarnan la energía del Ascendente El camino de la curación La relación fundamental La matriz de las casas IV-VIII-XII Algunos ejemplos
pag. 49 pag. 51 pag. 53 pag. 57 pag. 60 pag. 62 pag. 65 pag. 71
ASCENDENTE EN SAGITARIO El aprendizaje de la inclusión Idealismo: el tope psicológico de Sagitario La cualidad del río El viaje El maestro La marca del dolor: la Casa XII del Ascendente en Sagitario La idealización La Matriz IV, VIII, XII del Ascendente en Sagitario Algunos ejemplos El misterio de guiar
pag. 74 pag. 76 pag. 78 pag. 79 pag. 81 pag. 85 pag. 86 pag. 88 pag. 91 pag. 95 pag. 98
ASCENDENTE EN CAPRICORNIO La montaña Un salto de plano (hacia otra dimensión de la realidad) La ley y el deseo Un destino de responsabilidades y experiencias rigurosas Personas y escenas externas La relación fundamental El hechizo de "la forma absoluta" La matriz arquetípica de las casas IV, VIII y XII La perfección
pag. 100 pag. 101 pag. 104 pag. 105 pag. 107 pag. 111 pag. 115 pag. 121 pag. 124 pag. 125
ASCENDENTE EN ACUARIO El desafío de lo singular Las dificultades de nuestra psiquis para comprender a Acuario El carnaval El portador del cántaro Acuario y la función del yo Entre cortes e imprevistos La presencia de los diferentes Desarraigado, desubicado, "sapo de otro pozo..." El lugar y el tiempo La distinción entre pertenencia y participación Cómo "sostener" la paradoja Algunos ejemplos
pag. 128 pag. 128 pag. 130 pag. 132 pag. 133 pag. 134 pag. 138 pag. 139 pag. 141 pag. 143 pag. 146 pag. 148 pag. 150
ASCENDENTE EN PISCIS La reabsorción de lo manifestado Un nivel hipersensible de la realidad Un signo en máxima tensión con la estructura del yo El largo aprendizaje de una psiquis que registra demasiado El medio ambiente de un Ascendente en Piscis: confusiones y realidades inexplicables (e incomunicables) Polarizaciones (crítica, obsesividad, escepticismo) El mundo mágico, la naturaleza, la fantasía envolvente El aprendizaje de la distinción sutil Personas y situaciones La acción y la intuición Expertos en consumaciones El problema de la palabra El problema de la palabra
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-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
?ª PARTE
1
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
%NTR'D8((%@N
El &od$aco des!us de /ir#o1 la din=mica de la rea6sorcin uando en el primer !olumen de este libro analizamos la 1atriz @odiacal !imos cómo -a partir de la ase de áncer- todo sistema se di!ide a sí mismo, a in de generar una orma estable en su interior. Esta tiene como unción la de ser!ir de receptáculo para ciertos procesos, que no serían actibles si no ueran apartados del resto del sistema durante un período determinado. 7oda estructura comple+a se autolimita cíclicamente.
0ebe hacerlo para proteger ciertas
unciones incipientes, hasta tanto estas no desarrollen las cualidades que les permitan pasar a las ases posteriores de su e!olución.
El momento canceriano de todo proceso conlle!a necesariamente un recorte del campo global. Este se ragmenta para aislar una parte de sí mismo # crear una interioridad -ísica o psíquica- en la que pueda crecer una dierencia que, de otra manera, sería destruida. /legará el momento en que esta habrá generado la potencia suiciente (/eo) como para enrentar las demás ases de la secuencia. Esta dinámica, análoga a la que cumple la unción lunar en la estructura de planetas, implica una escisión interna: el surgimiento de un subsistema aislado del conjunto. En toda 2
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situación en la que se maniiesta el arquetipo del ciclo zodiacal;, la totalidad debe di!idirse a sí misma en un momento determinado, dando lugar a la existencia de un interior y un exterior, un ?adentro? # un ?auera?. Estos espacios, si bien son pro!isorios desde el punto de !ista de lo que queda del ciclo -de /ibra a &iscis- son absolutamente eecti!os durante las ases de áncer # /eo. 3odo este proceso cobrará inalmente sentido cuando la dierencia creati!a, que creció protegida en su aislamiento, sea reabsorbida por el resto del sistema en las ases sucesi!as (Virgo, /ibra # Escorpio) hasta que se produzca la síntesis en 2agitario. /o peculiar de este mo!imiento es que aquello que se estabiliza en las ases de áncer # de /eo parece separarse realmente del resto, creando la ilusión de constituir una entidad autónoma que se siente inmersa en un uni!erso de entidades igualmente autónomas. &or su parte, aquello que permanece pro!isoriamente e"cluido, contin%a su e!olución hasta que las dos líneas de este despliegue -lo protegido # lo e"cluido- !uel!an a encontrarse en el momento que la matriz tiene preijado para hacerlo. 0l segundo #emiciclo del Bodíaco contiene el dise/o arquetípico de este movimiento de reabsorción
en el que se producen una serie de transormaciones. 1ediante estas, la totalidad
reorganiza primero -/ibra, Escorpio, 2agitario- # inalmente lle!a a su culminación # disuel!e -apricornio, cuario, &iscis- la orma que había construido inicialmente. Este patrón, que es relati!amente sencillo de reconocer en muchos procesos ísicos # biológicos, no es ácil de comprender en aquellos casos en los que está in!olucrada la conciencia. /a razón de esto es que nuestra psiquis se identiica con los mo!imientos de maniestación, estabilización # e"presión (los patrones dominantes en el primer hemiciclo), mientras que la índole de la reabsorción le resulta absolutamente ajena e incluso amenazante.
Este doble enrollamiento (!er igura) es una antigua representación del signo de áncer. En +l se hace e"plícita la correspondencia entre lo interior # lo e"terior, una !ez que la conciencia identiicada con la orma los ha separado. 2i observamos con atención la pauta energ'tica de las fases de &áncer y Leo, podremos ;
Ver más adelante, en esta introducción: La Psi"uis y el Ar"ueti!o del &odiaco. 3
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -ver que estos dos signos simbolizan toda la dinámica de nuestra psiquis en su actual estadio evolutivo.
/os primeros momentos de su desarrollo se corresponden con la ase de áncer, es
decir, el surgimiento de una interioridad e"tremadamente !ulnerable que se e"perimenta separada del mundo. tra!+s de una serie de identiicaciones con el medio amiliar # social (el clan), este interior desarrolla una memoria sobre la cual constru#e su sensación básica de identidad. Esta -el yo - se ubica como el centro de toda e"periencia utura, la cual será interpretada en los t+rminos del recuerdo bajo la orma de una narración lineal (la construcción de una historia, tanto colecti!a como personal). Esta autorreferencia perceptiva es lo que le permite al ?centro interior? obtener la sensación de continuidad que necesita. El paso siguiente (/eo) encarna la posibilidad de desidentiicarse -por lo menos en el ni!el consciente- de las matrices amiliares # sociales anteriores, para comenzar a e"presarse como un indi!iduo autónomo. En una segunda !uelta de espiral del patrón leonino, esta elaboración de las identiicaciones se reerirá a las imágenes arquetípicas que la ?interioridad? pro#ectaba sobre el mundo ?e"terno?, dando lugar a lo que denominamos proceso de indi!iduación. 3odo este proceso es un presupuesto básico de nuestra organización psíquica. 2in +l, no e"istiría una identidad dierenciada que pudiera hacerse cargo de las e"periencias de la !ida. 2in embargo, es e!idente que esta necesidad de nuestra constitución acent%a la importancia de e"perimentarnos como dierentes # separados de los acontecimientos que nos rodean, estableciendo una distinción tajante entre lo ?e"terno? # lo ?interno?. Esto se traduce, en nuestra ci!ilización actual, en la alta !aloración depositada en la posesión de una uerte identidad autocentrada, capaz de pro#ectar su mundo ?interno? -deseos, emociones, ideas # pro#ectos- sobre lo ?e"terno?, a in de modelarlo ?a su imagen # semejanza?. ualquier persona con conocimientos básicos de astrología puede reconocer la ase leonina del @odíaco en este ideal cultural. ada !ez que concebimos al ser humano como ?re# de la creación?, ?hijo dilecto de 0ios?, o como ?indi!iduo destinado a conquistar el uni!erso?, se hace e!idente que -en el ni!el colecti!o- estamos uertemente identiicados con los ni!eles más básicos del dise5o arquetípico de este signo. 0ado que el aprendizaje del scendente -tanto en sentido pedagógico como en el e"istencial- depende decisi!amente de nuestra capacidad para comprender la correcta articulación entre aquello que denominamos lo ?interno? # lo ?e"terno?, no cabe duda que la clariicación de este proceso adquiere una enorme importancia para nosotros. omo hemos !isto en la primera parte de este te"to -# en orma más desarrollada en el libro acerca de las /unas> - los ni!eles básicos de la conciencia se caracterizan por identiicarse con las e"periencias pre!iamente !i!idas, con lo cual tienden a separarse del lujo >
r. Eugenio arutti: *as *unas! refugio de la memoria, Uier,
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natural de los ciclos # sus transormaciones. 0entro del despliegue del arquetipo zodiacal, la conciencia plenamente identiicada con la interioridad canceriana (lunar) primero # con la dierenciación leonina (solar) despu+s, tendrá una enorme diicultad para comprender el sentido del proceso que la hace retornar al orden de la totalidad. 9emos dicho que las ases del segundo hemiciclo del @odíaco describen las transormaciones necesarias en el camino de la reabsorción. 2in embargo, el apego de la psiquis a la orma de las etapas anteriores le impedirá entregarse con naturalidad al camino de retorno. /a coincidencia -el isomorismo- entre un ni!el de las cualidades de áncer # /eo # nuestra estructura psíquica es algo que suele pasar inad!ertido. &or tal razón, cuando e"plicamos el @odíaco desde el punto de !ista psicológico, habitualmente no percibimos que lo que en realidad estamos haciendo es describir las reacciones de una estructura &áncer%Leo a las demás cualidades zodiacales.
$na cosa es la secuencia arquetípica en la cual los distintos signos de!ienen naturalmente los unos en los otros. 8 otra mu# distinta es aquella en la que lo que se describe son las adaptaciones de la psiquis a la cualidad propia de las ases posteriores a /eo. Esto es, el modo en el que se desarrolla el conlicto entre las necesidades del ragmento # el orden de la totalidad. Este punto es crucial para toda rele"ión astrológica. En tanto humanidad, todos respondemos a esta matriz por la cual se conorma una interioridad que alimenta la ilusión de ser totalmente independiente de aquello que la rodea. 9o# por ho# nosotros somos eso, tanto como indi!iduos en relación a un posible destino personal, como colecti!amente en relación a la !ida en la cual estamos inmersos. &or esto nos es tan costoso comprender la segunda mitad de este mo!imiento, en la cual la parte debe disol!erse en el sistema que la generó, a in de aportar su dierencia creadora. 0esde este punto de !ista, proundizar en la lógica del scendente, describir la matriz zodiacal desde Virgo en adelante # adentrarnos en las relaciones entre psicología # astrología, constitu#e en realidad un solo mo!imiento. 2on temáticas que responden a un mismo patrón, el que es id+ntico a su !ez al que gobierna la dinámica e!oluti!a de la conciencia.
(ualidades zodiacales 3s. res!uestas !s$"uicas /a consecuencia más !isible de que la matriz áncerC/eo se corresponda con la estructura actual de nuestra psiquis, es que tenemos una gran diicultad para comprender la !erdadera naturaleza de los signos que les siguen. "o sólo en el sentido de la interpretación que #acemos de ellos sino en el de las escasas posibilidades que poseemos, como individuos concretos, de 5
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -responder plenamente a su vibración.
omo dijimos en los párraos anteriores, siempre será una psiquis de base canceriano= leonina la que deberá responder a los requerimientos de la energía de Virgo, /ibra. Escorpio, etc. En la descripción de las conductas asociadas a estos signos, solemos perder de !ista que su cualidad !ibratoria encierra una dinámica absolutamente ajena a las necesidades del yo. /a psiquis -que a%n necesita identiicarse con la sensación de ser un indi!iduo separado # autónomo- debe !ehiculizar, en estos casos, cualidades que e"presan todo lo contrario # es e!idente que esto le generará proundas contradicciones. 0e hecho, la distancia entre lo que identiicamos como interioridad respecto de lo que se nos aparece como mundo e"terno, se irá haciendo cada !ez más grande a medida que progresamos en el @odíaco. 8, de un modo análogo, la dierencia entre las cualidades energ+ticas de los signos # la descripción de las respuestas psíquicas a las mismas, se hará cada !ez más !isible. &ara un indi!iduo concreto, no será nada ácil entregarse a una energía cu#o contenido se opone a lo que el yo necesita para su estabilidad. Esto puede estar signiicado por las restricciones del orden global, que le adjudica un lugar meramente uncional al indi!iduo (Virgo), por la compleja interdependencia de los sistemas complementarios (/ibra), por los intensos procesos de transerencia de energía entre las ormas separadas (Escorpio) o por la integración de ni!eles multidimensionales (2agitario). /as !i!encias respecti!as en estos casos -el modo como la matriz psíquica cancerianoCleonina traduce estas !ibraciones- será por ejemplo el deseo de ordenarlo todo, o el anhelo de satisacer las necesidades del otro, o el conlicto entre destrucción # control, o la ilusoria sensación de amplitud que nace de la idealización. Es indudable que todas estas descripciones son reales, pero debemos ser rigurosos # airmar que no refle+an las cualidades zodiacales en sí mismas, sino sólo las respuestas psíquicas que #abitualmente damos a ellas.
uanto más se aleja de áncer # de /eo, la
identidad consciente se !e obligada por sus propias necesidades a e"cluir cada !ez más as= pectos de la energía zodiacal. o sólo la distorsiona, sino que le es preciso generar deensas especíicas ante los contenidos energ+ticos que no puede asimilar. Iran parte de las descripciones que solemos hacer de los signos de cuario # &iscis -por ejemplo- no son más que reacciones. /as típicas de una psiquis que a%n no es capaz de entregarse al desaío que implica encarnar plenamente esas complejas cualidades. 2i esto es así cuando el 2ol se encuentra en alguno de estos signos, podemos imaginar las diicultades que se presentarán cuando aparezcan en el scendente, donde la relación entre interioridad # e"terioridad es, sin duda, mucho más complicada. &or esta razón he preerido no hacer -en la 6ntroducción- una descripción sint+tica de la matriz zodiacal para esta segunda 6
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parte del te"to, tal como se hizo en la primera. ada signo será desarrollado en los capítulos correspondientes # en ellos se harán e"plícitas las tensiones especíicas entre las necesidades de la identidad consciente # los requerimientos de la cualidad prounda del signo que asciende. En lo que sigue de este capítulo, procuraremos proundizar en algunas de las consecuencias del patrón que hemos descripto. Esto no será nada ácil, por cuanto estamos plenamente identiicados con +l. En este sentido, se trata de un punto ciego para nosotros. uestra percepción habitual # nuestro lenguaje responden a esta estructura # tratar de e"plicitarla es como querer desatar un nudo del cual uno mismo orma parte. &or eso sólo podremos girar alrededor de la cuestión, intentando mostrar distintos ángulos de la misma hasta que pueda aparecer -aunque sea ugazmente- el cuadro completo.
La Psi"uis y el Ar"ueti!o del &od$aco En rigor, la compleja relación entre el psiquismo # los signos zodiacales que esbozamos en los párraos anteriores -# que proundizaremos en los capítulos correspondientes- no se limita a los signos del segundo hemiciclo. 2i obser!amos a una persona en la cual predominan las cualidades de un signo como /eo, por ejemplo -o sea, del primer hemiciclo- tambi+n podremos !er cómo la identiicación con la interioridad separada distorsiona de un modo pre!isible la !i!encia de la energía. En este caso, percibiremos que en la !ida de esta persona se maniiesta un patrón radial que tiende a organizar sus relaciones en la orma ?centro=perieria?, #a que este es el modo bajo el cual se corporiza la !ibración dominante en el tiempo en que ella nace. 2in embargo, es probable que la persona interprete esta pauta de un modo absolutamente subjeti!o # se e"perimente a sí misma como alguien ?especial? e incluso ?superior? a los demás. Ieneralmente decimos que este comportamiento es característico de /eo, pero estrictamente no lo es: es sólo la vivencia #abitual con la cual la cualidad de Leo es interpretada por la psiquis que responde a ella.
En realidad, cuando una persona reacciona de
esta manera sólo re!ela que a%n no ha comprendido el juego de las energías que la constitu#en' en este caso, las uerzas que tienden a ubicarla como el punto ocal de una red. 4cupar ese lugar no es el ruto de alg%n talento especial ni el producto de un peculiar desarrollo personal. Es nada más que una consecuencia espontánea de su patrón !ibratorio, que la coloca en cierta posición -entre otras estructuras- a in de cumplir con determinada unción. /a sensación de identidad separada es la que distorsiona el signiicado de su ubicación en el orden proundo de la e"istencia. En un sentido riguroso, la resonancia que obtienen leoninos tales como 1adonna, 1icF Bagger o Midel astro -por ejemplo- no de!iene directamente de sus ?talentos personales?, sino que es la consecuencia natural de una estructura energ+tica cu#a cualidad 7
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básica es posibilitar la resonancia ?centro=perieria?. /o ?singular?, en cada caso, será e!entualmente el modo en el que cada uno de ellos se haga cargo de estas posibilidades presentes en su matriz de nacimiento. 2olemos decir que los signos del @odíaco describen ?características personales?. &ero mal pueden hacerlo, cada !ez que estas son totalmente predecibles # aparecen escritas en los libros. omo dijimos en los párraos anteriores, sólo son descripciones de las conductas más habituales con las que respondemos a las cambiantes ormas del ielo. uestra percepción consensual -que creemos indi!idual- se encuentra condicionada para interpretar el orden zodiacal siempre de la misma manera, # esto es en general lo que el astrólogo ?sabe?. &ero las conductas así descriptas, no son más que el conjunto de respuestas pre!isibles que - obedeciendo a los condicionamientos colecti!os- se desencadenan cada !ez que se acti!a cierta matriz !ibratoria. uando identiicamos una cualidad zodiacal con la respuesta arquetípica que damos a ella, no nos damos cuenta de que conundimos órdenes dierentes # esto nos hace perder de !ista los procesos más ricos que la astrología puede aclarar. 0os creencias undamentales sostienen esta conusión. /a primera de ellas es el supuesto de que la estructura de nuestra psiquis es anterior e independiente al 6rquetipo del Bodíaco.
0icho de otra manera, creemos que nuestro psiquismo posee una estructura dierente a la del cosmos # que, en todo caso, este ?inlu#e? sobre nosotros. /a segunda es que nuestra identidad es permanente y su modo de organización no está su+eto a evolución O.
Estas creencias aectan
decisi!amente la relación entre cada ?indi!iduo? # su ?destino?. &ero tambi+n condicionan las posibilidades de la humanidad en su conjunto, puesto que al impregnar las imágenes del inconsciente colecti!o, imponen un límite deinido para aquello que podemos concebir. 2in embargo, la creencia de que la psiquis posee una estructura inmutable # que además es dierente a la del cosmos, no es en realidad un ?error?. omo hemos !isto, este malentendido orma parte del despliegue del arquetipo zodiacal al cual nuestra conciencia responde. 0ste contiene el paradó+ico patrón por el cual la ilusión de ser entidades separadas es absolutamente necesaria, en una determinada etapa de la evolución.
Este es el nudo que no
percibimos porque nosotros obser!amos desde ?esa? posición. &ero darnos cuenta de esto es el primer paso para comprender las ases que siguen, en el proceso del @odíaco, de Virgo en adelante: la reabsorción de lo separado # la disolución del espejismo cíclicamente ine!itable que nos condiciona. Estas cuestiones pueden parecer inusualmente abstractas para un libro de astrología dedicado a los ascendentes. En general, buscamos descripciones en las que podamos [
quí nos encontramos en medio del SnudoT. /a conciencia separada percibe en t+rminos de tiempo lineal #, por eso, utilizo la palabra Se!oluciónT. 0esde un punto de !ista holográico, deberíamos hablar de Sdistintos ni!eles de organización de la conciencia, simultáneamente presentesT. /o que en realidad Se!olucionaT es la relación entre ellos. 8
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reconocernos, o el modo de establecer ciertas relaciones entre los acontecimientos de nuestra !ida # nuestras características personales, que nos permitan obtener ma#or control sobre lo que nos sucede. &ero *es el sentido de la astrología satisacer nuestras necesidades de reconocimiento # control o, por el contrario, el de lle!arnos a una dimensión en la que estos anhelos se disuel!an por si mismos # nos sea posible entablar un !ínculo radicalmente distinto con aquello que nos rodea *Aui+nes somos realmente *El indi!iduo -# la especie- que se e"perimentan absolutamente separados del mundo ?e"terno? *4 el holograma del sistema solar, en cu#o ?interior? la conciencia se maniiesta de acuerdo a las ases que su arquetipo encierra
El 2#ran salto2 0esde el punto de !ista material, los elementos undamentales que constitu#en la !ida en la 3ierra han tenido su origen en las estrellas. 0e allí pro!ienen los átomos de los principales gases # metales, que hallaron en nuestro planeta las condiciones necesarias para combinarse # dar lugar a las ormas # organismos que conocemos. 9asta donde podemos saber, el cuerpo humano -en particular, la delicada sustancia de nuestro cerebro- es la organización más compleja de la materia de origen estelar. /os ojos que leen estas palabras son un prodigio de sensibilidad e inteligencia' el ruto de millones de a5os de e"perimentación, a tra!+s de los cuales esos átomos desarrollaron ininitas ormas asociati!as, hasta dar lugar a organismos cada !ez mas sensibles # recepti!os. osotros, los humanos, somos la orma de !ida terrestre en la que maduró una conciencia capaz de trascender las necesidades inmediatas de la super!i!encia, para abrirse a lo desconocido # dar cuenta de la !astedad # riqueza del uni!erso. ada !ez que nuestros ojos miran a las estrellas, la materia que bulle en su interior se contempla a sí misma, cerrando un círculo e!oluti!o de miles de millones de a5os. El carbono, el hidrógeno, el o"ígeno o el hierro participan -en las c+lulas , tejidos # órganos de nuestro cuerpo- de una totalidad !i!iente tan sensible # compleja que es capaz de mirar el ielo # reconocer en las estrellas el origen de su e"istencia. &ero cuando los humanos contemplamos el irmamento, no sólo somos capaces de apreciar el punto de partida de nuestra e!olución material sino que -a tra!+s de la astrología- tambi+n reconocemos en +l, el espejo de lo que sucede aquí, en la 3ierra. unque esto a%n no pueda ser uni!ersalmente aceptado, podemos decir que en el momento en que a algunos seres humanos se les re!eló el orden signiicante de las constelaciones, la conciencia planetaria dio un salto e"traordinario en su e!olución. uando pudimos captar que ?como es arriba es abajo, como es 9
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adentro es auera?, aquello que contempla se descubrió por primera vez en lo contemplado. $n millón de a5os antes de que esto sucediera, un peque5o antropoide portador de la incipiente sensibilidad que permitiría esa re!elación, se debatía entre otras ormas que luchaban por sobre!i!ir. omo +l, elinos gigantescos, antílopes, simios # serpientes, nacían # morían alimentándose unos de otros en una coreograía tan mara!illosa como despiadada. En el cuerpo de nuestro antecesor -producto, como los demás, de las transormaciones de la materia estelar- germinaba nuestra actual capacidad de contemplar el uni!erso # de reconocernos en +l. omenzaban a coe"istir la inteligencia identiicada con la super!i!encia, con la sensibilidad apta para responder a aquello que trasciende las necesidades inmediatas del cuerpo que lo percibe. 0se nudo de la conciencia, a un tiempo animal y #olística, instintiva y contemplativa, somos nosotros.
El ser que en un ni!el puede distinguir estructuras intangibles # e"perimentar
e"quisitas sensaciones e ineables sentimientos en respuesta a !ibraciones de enorme sutileza # complejidad, está marcado por las memorias del horror # la agonía, de la separación # el aislamiento. /os terrores propios de la aurora de nuestra especie' el temblor de la carne que, en su lucha por e"istir, e"perimenta el uni!erso como algo incomprensible # hostil, con!i!en en nosotros junto con la capacidad de contemplarnos en las estrellas # sentirnos parte de una totalidad indi!isible. /a astrología es una de las e"periencias donde se hace más e"plícita la tensión entre estos e"tremos del arco de la conciencia que nos habitan. 0e allí su riqueza, puesto que trabaja en el punto en el que se encuentran lo cósmico con lo cotidiano. os ense5a a !er en todo lo que sucede la constante intersección entre la 3ierra # el ielo # con esto nos impide buscar reugio en uno u otro de estos polos. &ero de esta tensión pro!ienen tambi+n las paradojas, diicultades # contradicciones que debemos enrentar cada !ez que nos adentramos en ella.
Lo incone0o y lo constelado &or un lado, sabemos que el undamento de la astrología es que el ser que obser!a el uni!erso responde a un orden que posee la misma estructura que este. &or eso, podemos airmar que la dinámica de nuestra e"istencia # el mo!imiento de nuestra psiquis son un solo # %nico proceso, construido sobre la misma matriz # siguiendo id+nticas pautas cíclicas. &ero tambi+n sabemos que este discernimiento acerca de nuestra condición, sólo es posible en un estado en el que se ha disuelto la barrera que di!ide el ?adentro? del ?auera? # ha cesado todo anhelo de control. Esto equi!ale a decir que la percepción que da origen a la astrología se encuentra en un ni!el que está mucho más allá del de nuestra conciencia habitual. 10
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uestra percepción consensual está construida a partir de la necesidad de controlar la realidad # se apo#a en la tajante separación entre aquello que denominamos ?mundo interno? # ?mundo e"terno?. os concebimos como una interioridad que se mue!e en un espacio que le es e"terno # accidental' que a !eces se muestra hostil # otras benigno, pero que de una u otra manera debemos enrentar, si es que pretendemos satisacer nuestros deseos. 1ientras tengamos la necesidad de aerrarnos a esta creencia, es e!idente que no podremos reconocer ninguna relación estructural entre nosotros # aquello que nos rodea. uestros !ínculos # los acontecimientos de nuestra e"istencia, así como la !ida que nos circunda bajo la orma de los demás reinos de la naturaleza o el ielo que nos en!uel!e, nos seguirán pareciendo absolutamente independientes de nosotros. 0n rigor, toda nuestra experiencia colectiva está organizada sobre la base de la vivencia de separatividad y, como tal, se opone al fundamento de la percepción astrológica. uestra
cultura nos condiciona para creer que habitamos un mundo de acontecimientos ortuitos, en que debemos batallar a in de imponer un orden que satisaga nuestros deseos. &ara la percepción no astrológica -o preastrológica- la realidad está constituida por un conjunto de hechos aislados, en el que establecemos !ínculos aleatorios a lo largo de un tiempo lineal # abstracto. 2eg%n esta concepción, cualquier cosa podría suceder en cualquier momento. reer esto alimenta nuestros más proundos temores, pero tambi+n nos permite sostener la ilusión de gozar de una absoluta autonomía de aquello que nos rodea. Es e!idente que quien comienza a in!estigar astrología se aleja en orma progresi!a de esta percepción incone"a de la realidad. 3arde o temprano se descubrirá inmerso en una trama !i!iente, donde adquieren repentina !isibilidad un conjunto de relaciones que hasta ese momento eran imperceptibles. nte los ojos del in!estigador se !a desplegando un orden dierente, en el que la sucesión de acontecimientos aparentemente aislados da lugar a un complejo juego de estructuras # redes que responde a le#es deinidas. /a conciencia ragmentaria -condicionada para separar nítidamente una orma de la otra, un acontecimiento de otro- sólo distingue relaciones e"ternas entre los elementos de la realidad. uando hablamos del orden que percibe la astrología, en cambio, nos reerimos a una red mucho más !asta, sub#acente e in!isible' un orden implicado que opera dentro del despliegue aparentemente desordenado de los hechos. En +l, dejamos de percibirnos como entidades autónomas # nos descubrimos como vínculos. omenzamos a captar estructuras globales en las que aprendemos a relacionar signiicati!amente las ormas que adopta el sistema solar, con los acontecimientos que se producen en la 3ierra' # comprendemos que un mo!imiento en un plano se corresponde con su equi!alente en el otro. Esta percepción -que podemos llamar mandálica o estructural- encuentra relaciones entre elementos que hasta ese momento 11
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parecían totalmente des!inculados. &ero, para quien no tenga la percepción entrenada, el solo hecho de !erlos ligados -cierta posición del planeta 1arte con un accidente automo!ilístico, por ejemplo- parece un desatino o pura superstición. /a belleza de la astrología consiste precisamente en distinguir constelaciones, es decir, relaciones estructurales entre aspectos supuestamente aislados de la realidad. 0ibujos, dise5os # patrones' matrices, ritmos, ciclos # corrientes' armonías # disonancias constitu#en nuestra materia prima # !an ocupando, para el in!estigador, el lugar de los objetos separados, los acontecimientos aleatorios o los !ínculos casuales. 0e esta manera la conciencia holística - latente en cada uno de nosotros- entra en acti!idad # el registro ragmentario puede ser cuestionado. En la medida que se disuel!en los condicionamientos que nos hacían !er separado, incluso el flu+o del tiempo es percibido de otra manera. &ierde la cualidad abstracta, lineal e inasible que lo caracterizaba # nos re!ela su naturaleza rítmica # estructural. os muestra que posee orma, que e"iste una matriz que describe su topología # da cuenta de sus dierentes cualidades e intensidades. &ero debemos reconocer que este proceso no es inmediato. /a percepción mandálica es elusi!a e incluso puede no producirse nunca. omo intentamos mostrar en estas páginas, es inevitable que el fundamento #olístico de la astrología quede atrapado en las abstracciones de la conciencia fragmentaria.
El conocimiento astrológico despierta toda la a!idez que
caracteriza a la estructura psíquica, que hace centro en el yo separado. &ero como no alcanza a comprender sus dimensiones más proundas, no puede hacer otra cosa que intentar reducirlo a un instrumento, con el que cree que podrá mitigar las ansiedades que le despierta el uturo. omo consecuencia de esto, el n%cleo más creati!o de la astrología queda prácticamente sepultado bajo las construcciones que emanan de nuestra necesidad de control. Este es un mo!imiento que no se puede e!itar # se produce tanto en el in!estigador indi!idual como a lo largo de la historia. omo un salmón que se !e obligado a nadar contra la corriente para cumplir con su destino, quien estudia astrología debe aprender a remontar el cauce de las ilusiones que pro#ectamos sobre ella, para despojarla de todo aquello que niega su undamento.
¿%nstrumento del yo o e0!eriencia trans)ormadora /a historia de la astrología puede ser pensada como el resultado de la interacción entre dos grandes corrientes. 2i tenemos en cuenta lo que hemos dicho en los párraos anteriores, esto es lógico e incluso necesario, dado que la e"istencia de ambas responde a la tensión intrínseca entre la conciencia holística que descansa en la inmensidad, # la inteligencia ragmentaria, 12
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
saturada de miedo # necesitada de control. /a primera corriente es la que permanece en contacto con el origen: se desarrolla a partir de aquellos que realmente perciben -en distintos ni!eles-?la realidad holográica del uni!erso. En ella el aprendizaje !a mucho más allá del conocimiento de determinados símbolos # t+cnicas: se trata de #abilitar sucesivas expansiones de conciencia en el estudiante, para que aquello que en un momento fue sólo un concepto o una #ipótesis, llegue a adquirir visibilidad e incluso corporalidad.
/a tradición más e"terna, en cambio, se constru#e a partir de quienes -sin poder registrar ácticamente la equi!alencia de lo e"terno con lo interno- sólo creen o sostienen la idea de la correspondencia entre macrocosmos # microcosmos. En este segundo caso, la astrología %nicamente puede crecer dentro de los límites que le imponen los supuestos psíquicos # culturales de quienes in!estigan # los de aquellos para quienes trabajan. Estos son m%ltiples # operan en distintos ni!eles seg%n las +pocas, pero tanto en la astrología medie!al como en la contemporánea, el supuesto que suele permanecer inalterado es que el ser humano es una entidad relati!amente autónoma del resto del cosmos # por esta razón posee un destino claramente indi!idual. En este conte"to, el centro de toda la in!estigación se reduce casi e"clusi!amente al indi!iduo # a la misteriosa inluencia que los astros tienen sobre +l. 8a sea en tanto uerzas e"ternas de las que debe emanciparse, o como el designio de alguna !oluntad que adjudica características # destinos a cada ser humano por separado, la atención del in!estigador se concentra en descirar el signiicado de dichas uerzas o el sentido de dicho designio. on este objeti!o, pierde de vista la necesidad de transformarse a sí mismo a lo largo del aprendiza+e, para que afloren en 'l los niveles de percepción que dan cuenta de la unidad del sistema solar.
po#ado simplemente en creencias, el proceso mental
del astrólogo sigue siendo tan analítico, lineal # ragmentario como el de quien nunca ha transitado por la astrología. simismo, desconoce que su integración emocional orma parte esencial del trabajo que debe realizar. &or esta razón, es raro que tome contacto con los n%cleos de temor # los deseos de control que conducen de orma inconsciente su in!estigación. 8, probablemente, tampoco reconozca la importancia del cuerpo en la tarea de registrar # tolerar un ma#or caudal !ibratorio. &or eso le será mu# diícil encarnar aquello que piensa, # comprender así la dierencia que e"iste entre tener un conjunto de ideas !s. percibir realmente lo que se está diciendo. 0n este contexto, la astrología de+a de ser una experiencia transformadora y se limita a ser un instrumento al servicio de la conciencia fragmentaria.
/a
ilusión de ser una entidad separada -el yo en un sentido indi!idual, # la humanidad en el colecti!o- queda así cuidadosamente protegida de los cuestionamientos que la astrología le propone # el in!estigador no altera -en esencia- el paradigma que comparte con la cultura de la +poca. 13
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
El ni3el )ra#mentario como as!ecto necesario del orden #lo6al Vemos entonces cómo, por un lado, el n%cleo más creati!o de la astrología queda oscurecido por los ropajes que le imponen los supuestos psicológicos # culturales de quienes la in!estigan. En este caso se impone un aspecto del patrón que estamos indagando, por el cual el ni!el ragmentario debe necesariamente iltrar la inormación que pro!iene de la totalidad del sistema. /os contenidos que amenazan la identidad que debe ser protegida, sólo pueden ser incorporados a tra!+s de una orma compatible con su estructura. En este caso, deberán mantenerse en el ni!el intelectual. 2in embargo, tambi+n lo opuesto es !erdadero. El aspecto complementario de este patrón nos indica que el conjunto del sistema -al mismo tiempo que protege a la parte pro!isoriamente separada- opera sobre ella para que se produzcan las transormaciones que el arquetipo pre!+. Vista de esta manera, la astrología act%a como un ?!irus? -inoculado desde el ni!el global- que penetra en la orma aislada # le impide cortar el !ínculo con el origen. l dejarse de!orar por el anhelo adi!inatorio o por el aán del indi!iduo de sentirse e"plicado, la astrología logra mantener la presencia de aquello que el yo separado no puede asimilar: la correspondencia eecti!a entre el ielo # la 3ierra, entre el ?adentro? # el ?auera?. &odríamos decir -dentro de los límites de esta analogía- que mientras se producen alteraciones progresi!as en el ni!el ragmentario, el ?!irus? aguarda la oportunidad cíclica en que la conciencia pueda asimilar su contenido en plenitud. 0esde este ángulo, la astrología es simultáneamente incorporada # rechazada, aun por quienes la in!estigan. &ero esto no debe ser interpretado como una limitación, sino simplemente como un hecho que nos muestra cuánto se pone en juego cada !ez que nos acercamos a ella. 0e acuerdo al patrón que estamos in!estigando, este doble mo!imiento es ine!itable. /a astrología nos abruma al mostrarnos la presencia de lo desconocido en nosotros' # para protegernos de ello, nos !emos obligados a empeque5ecerla.
Psi"uis y cosmos 2i obser!amos las corrientes más e"ternas de la astrología, podremos reconocer el paralelismo que e"iste entre su e!olución # las ases que recorre la conciencia separada, en el camino de sus transormaciones. 0n un principio aquello que ve - la conciencia - atribuye total independencia a lo visto.
0e manera análoga, la correspondencia entre macrocosmos # microcosmos toma un
sentido puramente ?objeti!o? en esta etapa # los astrólogos no hacen reerencia alguna al 14
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
proceso psíquico # a su relación con el destino. &or otra parte, el paradigma lineal imperante en nuestra cultura impidió por mucho tiempo que loreciera el concepto de ciclo en la astrología occidental. 6mpresionados por la posibilidad de relacionar las ormas del ielo con los acontecimientos de la 3ierra, los astrólogos se limitaron a adjudicarle un contenido austo o inausto a los mismos. En este ni!el de comprensión, los hechos en la !ida de un indi!iduo siguieron siendo percibidos como separados uno del otro' en todo caso, cualiicados # ?enlazados? con el ielo, pero sin alcanzar a reconocer en ellos la presencia de patrones o dise5os recurrentes. El ?destino indi!idual? es concebido así en orma independiente de cualquier trama !incular o de los conte"tos colecti!os e históricos en los que se maniiesta. El polo singular de cada situación se acent%a al e"tremo # se ignora por completo la e"istencia de campos, dinastías # redes. apturado por la necesidad de control, este ni!el de la astrología no rele"iona nunca acerca de las posibilidades del ser humano para reinar su capacidad de respuesta a las ormas del ielo. o obser!a en t+rminos de sensibilidad, orden creati!o # !incularidad, sino sólo en el de uerzas, destino predeterminado # conductas indi!iduales. En una segunda etapa -de la que somos contemporáneos- la conciencia comienza a superar el registro fragmentario de la realidad y descubre la proyección de los contenidos de la interioridad sobre el mundo externo.
0e hecho, podemos decir que una de las
características esenciales de la cualidad del tiempo en que !i!imos es el surgimiento de una nue!a comprensión -mucho más abstracta- del mundo de las ormas. /a e"istencia de patrones -en un plano imperceptible a los sentidos- como organizadores de lo concreto, se está con!irtiendo en una e!idencia para la ciencia actual. En las %ltimas d+cadas hemos aprendido a reconocer estructuras, matrices # códigos presentes en distintos aspectos de la naturaleza. Mractales, bucles de retroalimentación, campos morogen+ticos, la dinámica serpentina del 0, son -entre otros- conceptos que otorgan !isibilidad a ni!eles de realidad ininitamente más complejos que los habituales. /a psicología moderna, por su parte, nos ha mostrado las estructuras que organizan nuestra psiquis. os habla de la e"istencia de patrones tanto en la historia personal como en los sistemas amiliares, así como en el orden simbólico del lenguaje o en el de los arquetipos # sus imágenes colecti!as. omo sabemos, la astrología acompa5a este salto en la conciencia # gracias al encuentro con la psicología adquiere una e"traordinaria sutileza para describir procesos proundos. 2e rea!i!a entre los in!estigadores el inter+s por el ni!el simbólico, # la distinción psicológica entre identidad consciente # !í mismo permite que algunos conceptos undamentales de las corrientes más proundas de la astrología comiencen a ser asimilados en gran escala. 2in embargo, si bien la psicología moderna ha dado pasos gigantescos en la dirección de 15
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percibirnos en el conte"to de grandes tramas condicionantes -a ni!el libidinal, sist+mico, arquetípico o en el del lenguaje- a%n no ha dado el salto que le permitiría concebirnos como estructuralmente entrelazados a los demás reinos de la naturaleza, a la 3ierra # a la !ida del sistema solar. En un sentido riguroso, toda psicología implica una cosmología y toda cosmología implica una psicología.
El modo como los humanos concebimos la estructura de ?lo más interno? está
íntimamente ligado al modo como caracterizamos ?lo más e"terno?. 0esde los antiguos mitos cosmogónicos hasta las elaboraciones más abstractas # ?objeti!as? acerca del uni!erso, lo que se pone en juego es la acti!idad de la conciencia. /os períodos en los que se conunden por completo psiquis # mundo o aquellos en los que se separan radicalmente, son sólo ases de un mismo aprendizaje, en el que la misteriosa articulación entre aquello que contempla y lo contemplado se de!ela paso a paso.
El encuentro entre astrología # psicología nos da una oportunidad e"traordinaria para que se produzca un salto en esta tarea. &ero es e!idente que en esta relación no puede dejar de reproducirse el nudo que caracteriza al patrón que estamos in!estigando. Es posible que el conte"to histórico prime # la astrología !uel!a a ser transitoriamente asimilada dentro de los límites que la cultura puede tolerar. &ero quizás, tambi+n, la presencia del orden que la astrología nos transmite -# que muchas corrientes del pensamiento contemporáneo comienzan a reconocer- tenga la uerza suiciente como para transormar el modo con que los humanos nos percibimos a nosotros mismos, permitiendo el desarrollo de una psicología integrada a los procesos cósmicos.
Aue el uni!erso posea una ?psiquis? # que nuestra interioridad responda al orden del cosmos, son airmaciones de tal en!ergadura que nos hacen !acilar. &or eso solemos no pensar en ellas # nos limitamos a mo!ernos en el terreno aparentemente seguro de lo instrumental. Es decir, no proundizamos en los undamentos # sólo utilizamos los m+todos # t+cnicas que se deducen de aquellos. Esta es una actitud prudente, pero tambi+n es una disociación. El n%cleo proundo de la astrología nos indica que psiquis y cosmos forman una unidad; se5ala en la dirección de un orden que contiene los dos lados de nuestra e"periencia # nos dice que la disolución de la barrera que los separa, orma parte del despliegue cíclico de esa estructura. La astrología es una psicología en sí misma,
# tiene la posibilidad de mostrarnos cómo la
psicología del indi!iduo separado, es sólo un aspecto de un proceso que la trasciende.
No e0iste un 2yo2 anterior a la 2estructura natal2 16
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
El e"cesi!o +nasis puesto en la carta natal indi!idual suele oscurecer el hecho de que las sucesi!as ormas que el sistema solar adopta responden a una matriz %nica, que posee un patrón absolutamente regular de maniestación. medida que los planetas recorren sus órbitas, se !an ormando los dibujos que simbolizan las cualidades, que se corporizarán en una e"istencia concreta. Estas órbitas obedecen a un algoritmo matemático que deine las sucesi!as posiciones de los planetas a lo largo de los milenios, así como los ángulos que establecerán entre sí. 0l &ielo de cada instante - cada carta natal - no constituye un dibu+o autónomo, sino que es una transformación particular de esa matriz.
Está absolutamente implicado en cada uno de los
instantes anteriores # posteriores, de igual manera que una ola no es más que un rizo en el lujo del oc+ano. 2i miramos nuestra e"istencia desde un punto de !ista indi!idual, podemos decir que cada nacimiento encarna un momento de ese lujo. Este se desplegará en una trama de relaciones - otros dibujos del ielo- matemáticamente congruentes entre sí. 0esde una perspecti!a más amplia, podemos pensar que se trata de una red que se materializa por medio de los distintos ?indi!iduos? que comparten destinos comunes. $n racimo de nacimientos, engarzados por su coherencia estructural. tra!+s de cada uno de estos racimos -u oleadas de nacimientos- se despliega en la 3ierra la continuidad matemática de las transormaciones del ielo. su !ez, cada e"istencia concreta modiica con su e"periencia la sustancia de la 3ierra, comprometiendo así las posibilidades de aquellos instantes -otras transormaciones preestablecidas de la matriz- que se corporizarán en el uturo. ada uno de los dise5os de la trama celeste e"presa (o simboliza), cierta !ibración o cualidad sint+tica que emerge de la relación entre los distintos actores que lo componen (planetas, signos, ángulos) tal como un acorde musical nace de la peculiar resonancia entre las notas que lo conorman. omo sabemos, esa !ibración sint+tica que hace a la singularidad del nacimiento, se distribu#e a su !ez a tra!+s de otra matriz -el sistema de casas asociado al lugar- que deine en gran medida los escenarios en la !ida de ese indi!iduo. Es decir, a tra!+s de qu+ tipo de !ínculos o acontecimientos particulares se maniestarán cada una de las notas que componen el acorde. En la 6ntroducción al primer !olumen de este libro, dijimos que cada carta natal describe la trama !incular asociada al cuerpo del ni5o que nace en determinado instante # lugar. /a !ibración sint+tica de ese momento se reracta en una multiplicidad de relaciones # sucesos, que constitu#en el ?destino? de ese ni5o. Este se encuentra en!uelto -por así decirlo- en las cualidades que le corresponde e"presar, pero la ma#or parte de ellas se maniiestan inicialmente a tra!+s de otras personas # las situaciones que con ellas protagoniza. 17
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
quí comienza un doble mo!imiento que encarna -en una e"istencia indi!idual- toda la tensión entre lo separati!o # lo holístico' entre la orma en crecimiento que debe ser protegida # el ni!el global del sistema energ+tico. 8esde el punto de vista psicológico, es necesario que el ni/o se discrimine de las personas y situaciones que lo rodean, afín de configurar una identidad estable.
Esta identidad consciente -que llamamos yo - desarrollará una orma
relati!amente constante de relacionarse con las e"periencias inscriptas en el instante de nacimiento, que a partir de este momento le parecerán como deiniti!amente ?e"ternas?. &ero desde el punto de !ista astrológico, lo que en realidad sucede es que se ha establecido un patrón de identiicación dentro del campo de la carta natal. 0l #o no es nada más que un fragmento de esa totalidad, una particular y necesaria organización de la misma, pero no una estructura independiente o anterior a ella.
/as rases coloquiales como ?mi carta natal?, ?mi
2aturno? o ?mi scendente? son construcciones equí!ocas del lenguaje que e!idencian -una !ez más- su distancia respecto del paradigma astrológico. o e"iste un yo anterior a la estructura natal sobre el cual ?inlu#en las estrellas?, sino que esa sensación de identidad que llamamos yo, ?identidad consciente? o ?personalidad? es un efecto del despliegue cíclico de la matriz natal. $na estructura arquetípica, que adquiere determinadas características a partir de la pre!isible cristalización de algunas de las cualidades del mapa. iertos ni!eles de la carta natal resuenan de tal manera en nuestra sensación de ?interioridad?, que son rápidamente reconocidos como ?propios? o como ormando parte de aquella. 4tros, en cambio, permanecen alejados de toda identiicación e incluso parece imposible que alguna !ez puedan ser aceptados como aspectos del !í mismo. En sus ni!eles más básicos, nuestra conciencia está condicionada para ragmentar el campo global en un sinín de dualidades como buenoCmalo, internoCe"terno, deseableCtemible, etc. Este condicionamiento act%a como un !erdadero ?selector arquetípico? de !ibraciones, haciendo que algunas de las cualidades natales coagulen con e"trema rapidez # deinan los bordes de la identidad consciente, mientras que otras sólo podrán ser aceptadas despu+s de una larguísima elaboración. &odríamos decir que lo que llamamos ?destino? es precisamente esta ?larguísima elaboración?: el abismo que se abre entre lo que cada ser humano cree ser -a partir del momento en el que se estabiliza el yo - # lo que realmente es.
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uando obser!amos una carta natal debemos tener en cuenta, entonces, tanto la tendencia a la cristalización en una identidad fi+a, como el desarrollo de la capacidad de redefinir las identificaciones que fueron necesarias y permanecer abiertos al despliegue de la vibración profunda del instante de nacimiento.
mbos mo!imientos orman parte del arquetipo de nuestra e"istencia. 0esde este punto de !ista, en todo indi!iduo se desarrolla primero una estructura de personalidad que luct%a alrededor del punto de equilibrio entre las necesidades de la estabilidad psíquica # las cualidades energ+ticas del mapa. 2e erige como una barrera, dentro de la estructura natal, que separa aquello que podemos reconocer como características ?personales?, del ?destino que nos toca !i!ir?. &ero a partir de determinado momento, la lógica del sistema apunta a disolver esa misma estructura que construyó inicialmente. En
cada giro de la rueda, lo desconocido de sí
mismo retornará con precisión matemática # en cualquier e!ento e"istirá una inormación con el potencial suiciente como para alterar los supuestos con los cuales nos habíamos identiicado. &ero si la estructura de la personalidad es demasiado rígida o no están suicientemente desarrolladas las cualidades aptas para acompa5ar la segunda parte del proceso, es ine!itable que se instaure un conlicto recurrente entre la identidad autocentrada # los acontecimientos. En algunos casos, la personalidad construida no es suicientemente sólida # en consecuencia se siente a merced del ?destino?. En otros, el aprendizaje en la e"pansión del yo 19
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
ha sido e"itoso # la persona tiene la sensación de poseer un uerte control sobre el mundo. &ero en una u otra situación, el paradigma de la e"istencia es el mismo. esponde a una lógica basada en el conlicto entre lo ?interno? # lo ?e"terno?, # en ninguno de los dos casos orece los elementos como para encontrar una articulación dierente entre ambos lados de la estructura. adie nos prepara para desarrollar una identidad suicientemente estable # le"ible a la !ez, como para no oponernos a las transormaciones inscriptas en nuestro instante natal ni quedar irremediablemente desorganizados por ellas. 8 a%n mas lejos estamos de preguntarnos acerca de las cualidades que necesitamos desarrollar, para poder entregarnos a la acción de la totalidad que sub#ace a nuestras !idas. En realidad, cada !ez que conundimos cualidad energ+tica con reacción psicológica, estamos reorzando el paradigma del conlicto. ualquier descripción que no muestre -al mismo tiempo- el aspecto deensi!o con el que nos protegemos de aquello que nos e"cede, junto con el potencial interno para la transormación, tiende a cristalizarnos. 8 cuando la identidad cristalizada se enrente con el atal desaío de su reno!ación, esta sólo podrá producirse por medio de la destrucción, el dolor # el surimiento. En general, aceptamos el conlicto como una ine!itable condición de nuestra e"istencia. 2in embargo, deberíamos preguntarnos si esto realmente responde a la lógica prounda del @odíaco o se trata de una interpretación que surge de nuestro condicionamiento colecti!o.
El &od$aco1 un ar"ueti!o de 2tercer orden2 El @odíaco orma parte de una clase de estructuras en las cuales las características de sus dierencias internas responden a la posición que ocupan dentro de la totalidad. 0n los planos vibratorios -o musicales - las cualidades surgen de la proporción en la que sus componentes se distribuyen. sí como una cuerda emite un sonido dierente de acuerdo a la relación entre su
longitud total # el punto sobre el cual se ejerce presión, la cualidad de cada signo zodiacal surge de la di!isión del círculo en doce espacios iguales. $na !ez deinido el punto de tensión inicial, cada uno de los espacios e"presa una cualidad o !ibración que es inherente a la posición que ocupa en el sistema. El orden de los signos con sus signiicados particulares es así intrínseco al @odíaco, del mismo modo en que las notas musicales se suceden unas a las otras en una relación que no puede ser modiicada. El !i es la !ibración que se produce entre el 2i bemol # el 8o, # no puede ocupar otro lugar en la escala, así como la cualidad de Virgo se corresponde con la posición entre /eo # /ibra # el ángulo de 7GH grados respecto de ries. 0sa cualidad es esa posición en el espacio;
está determinada .por la totalidad a la cual pertenece. En otras
palabras, el significado de cada signo está definido por la estructura global del Bodíaco. 20
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
En el primer !olumen de este libre -en la parte dedicada a la matriz zodiacaldistinguíamos por lo menos tres !isiones dierentes de la misma, de acuerdo al tipo de pensamiento con que se la aborda. En su ni!el más ingenuo -donde predomina el pensamiento lineal- la astrología a%n no alcanza a descubrir las relaciones proundas entre los elementos que están a su disposición. 2e limita, en lo que al @odíaco se reiere, a distinguir doce espacios a los que atribu#e características intrínsecas e independientes entre sí.
símbolo de apricornio, por ejemplo,
pertenece a un ni!el en que están encapsulados tanto el arquetipo del padre como el del diablo, el del monje o los signiicados arquetípicos de la piedra: del mismo modo en que /eo sintetiza los dierentes signiicados del re#, el oro o el león. prender astrología es precisamente desarrollar las cualidades que nos permiten descubrir la coherencia estructural que sub#ace a la multiplicidad, tanto en el plano de los hechos como en el de las imágenes psíquicas. 0esde el momento en que la astrología occidental -undamentalmente a partir de 0ane udh#ar- comenzó a comprender el @odíaco no sólo como una colección de símbolos sino como una estructura cíclica, se hicieron e!identes una serie de relaciones que antes pasaban 21
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
inad!ertidas. 2e hizo imposible seguir pensando en los signos como espacios independientes # eso permitió que la secuencia zodiacal empezara a tomar un signiicado en sí misma. Esto posibilitó tambi+n que se proundizara en la lógica de los arquetipos asociados a cada espacio. partir de ese momento, la secuencia de las imágenes colecti!as dejó de ser aleatoria # el Bodíaco comenzó a ser percibido como un patrón ordenador de la dinámica psíquica.
&ero al dar un paso más # comprender que la matriz zodiacal no sólo simboliza un ciclo sino que tambi+n es un mandala, se hacen !isibles nue!as correlaciones. El @odíaco se re!ela -al mismo tiempo- como una matriz temporal que encierra las cla!es de cualquier dinámica secuencial # como un #olograma que se maniiesta sincronísticamente' una estructura multidimensional que opera en el espacio=tiempo, superando la aparente contradicción entre secuencia # simultaneidad. 0esde este punto de !ista, el Bodíaco es un arquetipo de tercer orden$ la fuente de doce arquetipos - los signos - que a su vez contienen una multitud de arquetipos diferentes.
Esto nos indica que e"iste una dierencia de orden lógico entre los llamados arquetipos en tanto imágenes colecti!as, # la matriz zodiacal. mbas clases de estructuras están ubicadas en planos distintos, # esta distinción es undamental para no conundir sus signiicados o tratarlos como equi!alentes, tal como generalmente sucede. "ing5n arquetipo conocido - en tanto imagen colectiva - agota los significados de un signo y menos a5n del Bodíaco.
%m=#enes ar"uet$!icas y matrices 3i6ratorias ada !ez que la conciencia capta una cualidad a tra!+s de una imagen, nos encontramos en un ni!el mucho más concreto que en el de las estructuras simbólicas. /a imagen -en sentido antropomórico o naturalista- pertenece al dominio de lo imaginable por el ser humano, es decir, de aquello que se encuentra dentro de los límites de nuestra e"periencia. Morma parte del bagaje acumulado por la psiquis en tanto interioridad separada # está uertemente condicionada por la memoria. 3oda imagen concreta es un recuerdo o es una construcción a base de ragmentos del pasado. 0l nivel imaginario de los arquetipos del inconsciente colectivo es una colección de estructuras basadas en la acumulación y repetición de las experiencias #umanas; un campo deformas conocidas que adquiere vitalidad en la medida que las experiencias se 22
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -repiten y confirman el patrón prefigurado en la imagen.
Esta %ltima es siempre un ragmento
de lo real' la e"periencia que contiene no puede ser sino limitada. &or esto, es necesario que aparezcan nue!as imágenes que complementen a las primeras, para que sea posible tener una representación de la totalidad. $na matriz simbólica compleja -como el entero mandala zodiacal- está más allá de lo e"perimentado colecti!amente. 3odo símbolo pertenece a una totalidad estructural -sea esta el @odíaco, el 2istema 2olar, el \rbol de la Vida o el 6=hing- mientras que las imágenes son el resultado de una captación parcial de las mismas. "o existe ninguna imagen extraída de la experiencia concreta que pueda contener todos los significados de una totalidad estructural.
&or eso son necesarias muchas imágenes -contradictorias entre sí- para dar cuenta de un arquetipo de segundo o tercer orden. /o que aquí denominamos estructura simbólica, es la primera condensación de un patrón matemático (geom+trico) que posee m%ltiples posibilidades de corporización.
su !ez, este ni!el geom+trico es el primer dise5o perceptible de un patrón puramente proporcional -!ibratorio o musical- capaz de operar en dierentes ni!eles de sustancia # pro!ocar así la aparición de ormas de distinto grado de sutilidad o concreción. El @odíaco -como arquetipo de tercer orden- se hace !isible en todos estos ni!eles al mismo tiempo, pero en cada uno de ellos posee una capacidad descripti!a dierente. 0n tanto matriz vibratoria, patrón Feom'trico o estructura simbólica, encierra un potencial de significados y experiencias que a5n no #an sido recorridos por la #umanidad.
uando lo
comprendemos a tra!+s de las imágenes colecti!as, en cambio, lo reducimos al plano de los iconos que espontáneamente emergen en nuestra psiquis # que responden al ni!el ragmentario de la conciencia. En este plano, la conciencia depende de su identiicación con alguna orma (o imagen) # !a de una a otra en busca de la e"periencia que pueda colmar su anhelo de totalidad. %n no tiene 23
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
la madurez suiciente como para responder a aquello que circula entre las formas. Esto es a%n amoro para ella #-por esa razón- no puede distinguir estructuras completas en las que adquieran plena !isibilidad las relaciones entre cada causa # sus consecuencias' en las que se pueda captar el inal, desde el principio. Es claro entonces por qu+ ninguna imagen puede relejar cabalmente estas estructuras, por cuanto ellas no constitu#en una orma sino una circulación. &or ascinante que sea toda imagen arquetípica, esta no es más que una gigantesca simpliicación colecti!a que ine!itablemente empobrece el signiicado de los grandes arquetipos de lo real, como el @odíaco o el 2istema 2olar. 2e con!ierte en un patrón de interpretación inconsciente que se pro#ecta sobre los acontecimientos limitando -para todos los seres humanos- las alternati!as de conducta posibles dentro de los marcos de aquello que la memoria colecti!a atesora. sí como en el interior de una carta natal indi!idual se conigura un patrón de identiicación -el yo - que más tarde impedirá que esa persona comprenda todo el potencial que circula a tra!+s de su destino, la trama de imágenes arquetípicas condensa los supuestos inconscientes que nos definen en tanto #umanidad, restringiendo nuestras posibilidades de responder a la vibración zodiacal.
El contenido de nuestra psiquis colecti!a nace de la e"periencia de la ragmentación #, por esta razón, no puede encontrar un orden. Es un laberinto donde ninguna puerta puede indicarnos la salida, por cuanto es una imagen -o sea un ragmento- más. 2ólo un salto de plano puede re!elar la lógica prounda en la que la e"periencia -determinada por la separación - encuentra el lugar que le corresponde # los patrones ligados al conlicto pierden su poder condicionante. 3odo esto -las peripecias de la identidad separada- se encuentra en relación directa con el modo como deinamos los signos de la segunda mitad del @odíaco # será analizado en los capítulos correspondientes. &or ahora digamos que la característica esencial de los ni!eles simbólicos, geom+tricos # !ibratorios es que en ellos se hacen instantáneamente presentes las estructuras globales que la conciencia identiicada con la parte no alcanza a captar. En estas se desnuda el hecho de que no puede existir un lado de la experiencia sin que se manifiesten al mismo tiempo los opuestos que la complementan. Es ob!io en estos planos -
por ejemplo- que la interioridad # el límite se generan uno al otro, así como que el apego está indisolublemente ligado al surimiento. 0icho zodiacalmente, en tanto opuestos. apricornio # áncer orman una estructura, del mismo modo como lo hacen 3auro # Escorpio G.
G
o analizaremos en este te"to todas las relaciones posibles, que inclu#en -además de las polaridades- los triángulos, las cruces # las re!ersiones de la rueda. 24
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El ar"ueti!o zodiacal /o importante para nosotros es ad!ertir que, en los ni!eles donde las imágenes predominan, la riqueza de estas estructuras queda !elada por la nube de antasías, anhelos # temores que surgen del torrente de e"periencias concretas de la humanidad. sí como las marcas inantiles recortan lo que realmente sucedió para el indi!iduo, encerrándolo en una trama de supuestos con los que se ha identiicado, la humanidad entera se mue!e dentro de los límites que su e"periencia histórica le permite imaginar. En este plano, a%n so5amos con la posibilidad de separar la !ida de la muerte o creemos que puede e"istir un ?gran padre? sin una ?gran madre? a su lado, o !ice!ersa. omo hemos dicho en el primer !olumen, la identidad consciente debe retornar muchas !eces a la misma e"periencia, antes de comprender las distintas acetas de la misma # renunciar así a su perspecti!a autocentrada. 2ólo de esa orma puede captar la estructura sub#acente a los acontecimientos dispersos de su !ida # dejarse modiicar por aquellos contenidos de los que hasta ese momento se protegía. 0e la misma manera -en el ni!el colecti!o- los humanos giramos en la rueda de las imágenes arquetípicas, repitiendo las mismas escenas # e"perimentando los mismos desenlaces. 3odo ?indi!iduo? -una orma peculiar de la matriz del ielo que se maniiesta en el tiempo- tiene como tarea trascender las ideas, imágenes # sensaciones que se acti!an en la psiquis en tanto respuesta condicionada a una cualidad zodiacal o planetaria. 8 para esto, tarde o temprano deberá enrentarse con el tec#o que le impone lo colectivo.
El ir # !enir de la e"periencia -tanto indi!idual como colecti!a- transita por senderos uertemente condicionados por el pasado. 4casionalmente se produce un destello en el que logramos captar la presencia del orden que está más allá de la separati!idad. Estas ugaces percepciones se abren camino en la mara5a tejida por el ni!el ragmentario de la conciencia # pro!ocan el despertar de su ni!el holístico. &ero para que este ni!el se desarrolle, es de gran importancia que nos aboquemos a in!estigar la lógica interna que ordena los arquetipos que #abitualmente estudiamos por separado.
Esto signiica pasar del ni!el de las ormas al de la circulación #, en un sentido
proundo, es de esto que trata la astrología. $n indi!iduo tendrá determinada relación con su madre -por ejemplo- la cual estará llena de ambi!alencias # contenidos inconscientes. 1ás tarde comprenderá que ese !ínculo ?personal? estaba atra!esado por las imágenes relacionadas con la ?Iran 1adre?. omo sabemos, estas inclu#en un sinn%mero de iguras que representan distintos aspectos del arquetipo, como 6sis, Uhali. rtemisa # muchas otras. ero el verdadero sentido de cada una 25
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -de ellas y la lógica de su aparición en la conciencia,
está contenido en el recorrido de la /una
por sus ases. 0ste es el nivel simbólico que revela la disposición correcta de las imágenes que pugnan infructuosamente por encontrar un orden, tanto en la psiquis individual como en la colectiva.
&ero en este ni!el podemos incluso dar un paso más # encontrar el lugar que le
corresponde -su !erdadera proporción- al arquetipo de la Iran 1adre. /a /una no es una entidad aislada, sino que pertenece a una matriz más amplia, # la astrología -aquello que in!estiga la correspondencia entre psiquis # cosmos- nos muestra su relación estructural con el 2ol, 2aturno # los demás planetas del sistema ]. 3odo arquetipo particular está inscripto en alguna matriz de orden más ele!ado que lo contiene # le adjudica su !erdadera posición. 2u signiicado proundo, en consecuencia, sólo puede aparecer cuando se hacen e!identes sus ligaduras con los otros arquetipos que pertenecen a esa estructura. El @odíaco (# el 2istema 2olar) son matrices arquetípicas cu#a dinámica esencial no puede ser percibida desde la ragmentación. &or eso no puede ser relejada en su totalidad mediante imágenes, así como tampoco podemos agotar sus signiicados con palabras. 0e aquí que sea de particular importancia distinguir desde qu+ ni!el estamos abordando estas estructuras. 3odas las descripciones que hacemos de ellas son esencialmente correctas. 2in embargo, debemos tener en claro que cada una e"presa una ase dierente en la e!olución de la conciencia. En los capítulos sucesi!os intentaremos hacer e"plícito el punto en el cual la conciencia indi!idual -en su aprendizaje con relación a cada !ibración especíica como Escorpio, 2agitario, apricornio, etc. - alcanza el techo que la conciencia colecti!a le impone. /a meditación sobre este punto de tensión nos puede mostrar las posibilidades del ?indi!iduo? para encontrar una respuesta que escape a lo conocido # que, en consecuencia, los astrólogos no estamos en condiciones de anticipar. El arquetipo zodiacal nos muestra un orden # nos dice que, hasta un cierto ni!el, este tiene una orma compatible con la estructura actual de nuestra psiquis. &or eso lo podemos entender. 0e acuerdo con nuestra madurez, podremos !er en +l imágenes más complejas, ricas # signiicati!as que dan cuenta de toda la sabiduría que la humanidad acumula en su memoria. &odremos incluso pensarlo # e"plicarlo con gran proundidad. &ero si nos entregamos realmente a su lógica, nos encontraremos con que a partir de cierto punto, deberemos renunciar a darle orma. &ara quien ha#a tocado la naturaleza del orden que sub#ace a la astrología, es e!idente que este se encuentra en una dimensión que no podemos concebir. 2in embargo, e"iste # act%a. 8 nuestra gran posibilidad es aprender a resonar con ese orden # permitir que act%e en nosotros. uando miramos el ielo en una noche estrellada # !emos la /una brillando al lado de un ]
r . Las Lunas, el refugio de la memoria (op. it.), capítulo introductorio. 26
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
planeta -por ejemplo- esto nos está dando una gran cantidad de inormación acerca de los ni5os que nacen en ese instante. omprendemos tambi+n que ciertos estados de ánimo que quizás estamos e"perimentando, han alorado en respuesta a un mo!imiento que nos trasciende por completo. 2abemos incluso que ese momento tiene una cualidad que acilita la concreción de ciertas cosas así como impide otras. ada !ez que los astrólogos quebramos el hábito de mirar el irmamento sólo a tra!+s de las eem+rides o de un programa de computadora, el misterio en el que estamos inmersos se nos impone. 2e hace e!idente -más allá de cualquier discusión intelectual- que cuando los humanos miramos el ielo, no estamos !iendo simplemente cuerpos ni tampoco aquello que la psiquis pro#ecta sobre ellos, como creen los astrónomos # los psicólogos. Estamos siendo testigos de la unidad entre la psiquis # el cosmos. *Au+ signiica realmente esto %n no tenemos palabras para dilucidarlo # quizás nunca las ha#a. &ero cuando en los pró"imos capítulos nos encontremos con los scendentes # nuestra atención quede capturada por la dramática importancia que le asignamos a nuestra e"istencia indi!idual, tengamos presente que sólo estamos en camino. Aue cuando estudiamos astrología -lo sepamos o no- estamos participando de un inmenso proceso en el que aquello que contempla, aprende a reconocerse en lo contemplado.
El Ascendente1 al#unas !recisiones conce!tuales &ara muchos lectores pre!iamente ormados en astrología, el modo como aquí presentamos el scendente pro!oca ciertas resistencias, por cuanto parece no coincidir con lo que la tradición airma. 2i bien es reconocido que la astrología clásica deine este concepto de manera bastante conusa, tiene un cierto arraigo presentarlo como ?aquello que se muestra, dierenciándolo de ?aquello que se es, lo que correspondería al signo solar. 0e aquí se deduce la realmente poco clara deinición de ?carácter?, que muchos aplican al signo ascendente. reo que todo in!estigador serio podrá reconocer que estos conceptos son mu# pobres # tienen un escaso !alor interpretati!o. 2in embargo, la posición que aquí desarrollamos no está tan distante de las intuiciones de los clásicos, si se las toma simbólicamente. En la astrología tradicional se asocia el scendente con el cuerpo, en particular con el rostro (en concordancia con ?aquello que se muestra? # -ob!iamente- con el signo de ries). hora bien, nuestras acciones constitu#en el aspecto más importante de nuestra identidad ísica, pero es e!idente que no podemos tener una percepción directa de ellas. 2ólo podemos conocerlas a tra!+s de su relejo en el mundo e"terno, #a sea por medio de las reacciones o descripciones de los demás o, más 27
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concretamente, mediante un espejo. Es decir, se trata de un ni!el básico de nuestra identidad del que sólo podemos tomar conciencia despu+s de haberlo !isto ?auera? de nosotros. $n animal ni siquiera se reconoce en la imagen relejada' la capacidad para hacerlo marca una ase undamental en la estructuración psíquica del ni5o. &ero aun cuando conozcamos nuestro rostro mediante el espejo o las otograías # podamos !er en orma directa buena parte de nuestro cuerpo, debemos admitir que muchas personas no tienen una cabal conciencia de su esquema corporal aun siendo adultos. ualquier terapeuta nos podrá decir que estar plenamente instalado en la propia corporalidad, e"presa un ni!el de integración psíquica que no todos alcanzamos. Es decir, por más que todos !eamos con claridad cómo somos ísicamente, esto no quiere decir que tengamos plena conciencia de nuestra orma ni que nos e"presemos de acuerdo a su potencial. 0ebemos aprender a conocernos primero ?auera? de nosotros, hasta poder reconocernos claramente # reci+n entonces maniestarnos tal cual somos. 8 esto es e"actamente lo que decimos -en otro ni!el- acerca del scendente. En la astrología contemporánea, este concepto suele ser interpretado como un contenido psíquico que se pro#ecta sobre el e"terior # que, como toda pro#ección, deberá ser interiorizada. Este modo de !erlo es mucho más cercano a lo que nosotros proponemos #, en muchos aspectos, coincide. 2in embargo, en esta !isión se elude el hecho -undamental- de que no sólo ?!emos? el mundo a tra!+s de nuestro scendente o de los planetas en asa $no, sino que ha# un patrón de acontecimientos mu# concretos que ?se maniiestan? en el ?e"terior? # que responden claramente a la cualidad signiicada por esas posiciones. educirlo todo a una pro#ección, simpliica por completo el enigma de la relación entre el ?adentro? # el ?auera?, que está en la base de la astrología. 2i in!estigamos atentamente, !eremos que no sólo pro#ectamos los contenidos de nuestra ?interioridad?, sino que -como !enimos air= mando a lo largo de este libro- todos los ni!eles de nuestro ser se ?pro#ectan? o coniguran el mundo que estamos destinados a e"perimentar. 8 que este surge de una compleja telara5a de percepciones # sensaciones de la cual participan distintos ocos de conciencia. 4ccidente no ha desarrollado los conceptos adecuados como para rele"ionar acerca de las relaciones - identidades # dierencias- entre la materia, la conciencia # la !ibración. 9a separado radicalmente estos planos e incluso, en las tradiciones esot+ricas occidentales, las percepciones acerca de este misterio son mucho más pobres que en 4riente. llí se ha realizado una meditación milenaria en torno a estas cuestiones # por eso, su tradición posee una multitud de imágenes # conceptos que dan cuenta de sus posibles articulaciones. &ero deberíamos recurrir al !ínculo entre 2hi!a # 2haFti, la energía de 1a#a, la acti!idad de Vishn%, etc., para encontrar un marco que desnudara la relación -para 4ccidente, mágicaque e"iste entre materia, energía # conciencia. 28
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/a astrología constitu#e un camino e"tremadamente empírico que -si lo seguimos rigurosamente- nos obligará tarde o temprano a dierenciar las distintas maneras como se conigura el mundo. $na cosa es la pro#ección de contenidos psíquicos ligados a la historia personal' otra es el modo con que las imágenes colecti!as ?ordenan? nuestro mundo. 8 algo mu# distinto es la misteriosa imbricación entre conciencia, energía # materia que da origen a aquello que llamamos realidad.
La matriz de casas %/, /%%% y 7%% &or %ltimo, es indudable que el análisis que hacemos de la matriz de las casas 6V, V666 # K66 para cada scendente^, ha causado alguna conusión. 2urge siempre la pregunta acerca de la superposición entre esta matriz # la estructura real de las casas, que en muchos casos diiere de aquella. En realidad se trata de dos órdenes completamente dierentes. /o que nosotros decimos es equi!alente a hacer un doble ?clicF? en la computadora sobre un icono # !er cómo se abre una !entana que está en un ni!el dierente de aquel sobre el cual uno está trabajando. 2i nosotros hacemos un ?doble clicF? sobre el signo ascendente de una carta natal, se desplegará la lógica universal de ese 6scendente, con total independencia de la disposición particular de las casas, que responde al horario del nacimiento. /a utilización de este modelo de análisis permite comprender el patrón que se halla implicado en la estructura # es una ejercitación importante para desarrollar la captación holística. Esta se podría enriquecer más a%n articulando un ma#or n%mero de casas entre sí' sin embargo, es importante ad!ertir que los intentos de !incular de esta manera las doce casas simultáneamente lle!arán siempre a paradojas, sinsentidos o !erdaderos disparates. sí como hemos analizado la imposibilidad de encontrar imágenes concretas -antropomóricas o naturalistas- que den cuenta de una matriz de tercer orden, debemos tener en claro que tampoco el pensamiento puede explicar completamente lo implicado. 1uchas !eces, quien in!estiga en torno a matrices complejas - como el @odíaco, el 6= hing, el \rbol de la Vida, etc. - cree haber encontrado una cla!e uni!ersal que las e"plique totalmente, e incluso de!ele la relación que guardan entre ellas. 2in embargo, cada !ez que se intente aplicar esa cla!e se descubrirá que no cierra realmente, que lle!a a sinsentidos o que sólo produce construcciones ilusorias. &ero esto no signiica que los contenidos ?esot+ricos? sean conusos o inconsistentes. /o inconsistente es conundir órdenes lógicos e intentar reducir un ni!el más amplio a otro que está incluido en aquel. ^
r. Eugenio arutti, +scendentes en +strología D#rimera #arte ,
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0e alguna manera, toda esta 6ntroducción ha estado dedicada a se5alar la importancia de estas distinciones.
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-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
A-(ENDENTE EN L%BRA
&or su posición en el comienzo del segundo hemiciclo zodiacal, /ibra es el signo en el que se hace e"plícito que todo aspecto de la realidad llene su opuesto. 0esde esta perspecti!a cualquier acción, maniestación o impulso sólo puede surgir en relación con un otro. 0e ries a /eo es posible imaginar la e"istencia de alguna entidad capaz de actuar con absoluta independencia. 2in embargo, a partir de /ibra esto aparece como una ilusión. 3oda acti!idad, toda creación, incluso la e"istencia misma, presuponen un encuentro$ la realidad nace de la interacción entre dierencias complementarias que se incitan unas a otras en una danza interminable de estímulos # respuestas. 2i ries permite concebir el origen como la iniciati!a puramente autónoma de una potente singularidad creadora, /ibra nos dirá en cambio que toda maniestación sólo puede nacer de una solicitud anterior que la pro!oca. Es bastante e!idente que nuestra cultura nos condiciona a pensar en t+rminos arianos. &areciera que necesitamos aerramos a la creencia en un poder ilimitado capaz de crear desde una plenitud independiente de toda relación. &or el contrario, airmar que toda creación está necesariamente asociada con la presencia de un complementario que - por acti!idad o recepti!idad- genera las condiciones necesarias para la maniestación, parece atentar contra nuestros ideales de autosuiciencia. En el uni!erso libriano no e"isten entidades aisladas ni singularidades absolutas. El encuentro es el undamento de la realidad # por eso, nada ni nadie puede permanecer completo en sí mismo, ser el origen %nico o el eterno inal de cualquier proceso. "ada es definitivo, puesto que por el solo #ec#o de #aber aparecido, cualquier manifestación está a la espera
de
la respuesta que su propia existencia #a provocado. &ara
ries (aunque sería más preciso decir para /eo) esto es percibido como incompletitud' como una carencia o una alla insoportable que debe ser superada. En /ibra, por el contrario, esta es la condición necesaria para que se produzca el encuentro' esa ugaz plenitud que se alcanza en un instante de equilibrio, que se !erá inmediatamente trastocado para que otra !ez tengamos que ir en busca de la armonía.
E"uili6rio y 5omeostasis /ibra nos re!ela un mundo de opuestos en mo!imiento que dibujan intrincadas 31
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
coreograías, mu# alejadas de los sencillos juegos de acción # reacción que !eíamos en I+minis. El @odíaco crece en complejidad a medida que se despliega #, como dijimos. Virgo constitu#e su punto de inle"ión. En este signo las entidades aparentemente separadas se des= cubren a sí mismas ormando parte de un orden que les precede. En Virgo, la potente e"presión de la singularidad propia de /eo deja lugar al minucioso cuidado de la globalidad como condición necesaria para el bienestar de cada una de las partes. En la ase siguiente, /ibra, el @odíaco hace !isible la dinámica interna de ese orden: esta es la codependencia de sus elementos que, en un balanceo eterno, oscilan entre un polo # otro compartiendo la creación. En el uni!erso de /ibra todo tiende dinámicamente hacia el equilibrio: una energía compensa a la otra, el electrón busca al protón # las mol+culas se acoplan entre sí atraídas por sus !alencias complementarias. oche # día, río # calor, muerte # !ida, la naturaleza entera aparece como una oscilación entre contrarios. Esto es así tanto en el juego siempre complementario de las bases que conorman la mol+cula del 0, como en la ine"tinguible trama de encuentros entre las mujeres # los hombres que nos precedieron. medida que obser!amos estructuras más complejas, se nos hace e!idente que el uni!erso ha elegido el peculiar camino de separar el lujo de inormación que lo recorre en sistemas complementarios, que deben encontrarse # aprender a compartirla. sí, la asombrosa simetría de los seres !i!ientes los obliga a descubrir -a lo largo de la e!olución- las ormas más e"itosas de relacionar sus dos lados para poder obtener nue!os # mejores resultados. /a !ida duplica # obliga a sus creaciones a complementarse para desarrollar habilidades cada !ez más complejas, como en el caso de la binocularidad, que e"ige el acoplamiento de las dierentes percepciones de cada uno de los ojos, a in de generar el eecto de proundidad. 3anto en el balanceo # la interacción de nuestras e"tremidades como en la compleja # a%n ine"plorada interrelación entre los hemiserios derecho e izquierdo del cerebro, todo lo !i!iente es una estructura de acoplamientos en la cual sistemas cada !ez más complejos deben descubrir cómo alternarse # cooperar. En el sentido más amplio de la palabra, la sexualidad corresponde a /ibra. /a !ida crea ormas que se necesitan estructuralmente unas a otras # cada una de ellas debe aprender a dar las respuestas adecuadas a la incitación que la otra le propone. Visto desde /ibra, todos los seres cooperamos en el compartir de la !ida, querámoslo o no. /a le# del equilibrio está por detrás de todas nuestras relaciones imponi+ndonos su presencia reguladora como una atalidad. /os zorros no pueden comerse a todos los conejos a in de poder seguir !i!iendo # si los zorros desaparecieran, la superabundancia de conejos los lle!aría a la muerte por alta de alimento. /a !ida es una sociedad que se autorregula en una compleja 32
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
homeostasis de socios # ad!ersarios, enemigos # aliados que danzan juntos gobernados por una justicia que jamás da la razón a una sola de las partes.
La Balanza 0esde el punto de !ista simbólico, /ibra es el %nico signo zodiacal enteramente representado por un objeto inanimado. Esto quizás signiique que su contenido escapa a la inercia de nuestras pro#ecciones psicológicas, ine!itablemente antropomóricas. /a justicia de la balanza trasciende toda !oluntad o designio particular. Ella act%a con absoluta independencia de los moti!os o las intenciones. En /ibra no e"iste un juez # por eso, en sus representaciones menos abstractas se la simboliza como una mujer con los ojos !endados: la balanza sólo oscila # hace presentes las consecuencias de los actos en orma ine"orable. $na !ez producida la acción -o la ausencia de ella- tienen lugar los eectos como una respuesta natural de la realidad, que no guarda relación alguna con supuestas recompensas o castigos. o ha# otra intención en la
El camino del encuentro y la com!lementariedad El s+ptimo espacio del @odíaco nos dice que la codependencia es el te+ido de lo real , pero esto es algo mu# diícil de comprender # de e"presar en la !ida cotidiana, incluso para alguien con el 2ol en /ibra. 6maginemos entonces cuan complejo deberá ser el camino a recorrer por una persona con este signo en el scendente, quien se !erá obligada a percatarse de este enigma encapsulado en la trama de sus !ínculos # en los acontecimientos de su !ida. omo sabemos, el ?mundo e"terno? de una persona con scendente en /ibra, a dierencia de aquella con el 2ol o la /una en este signo, está impregnado por esta cualidad. En +l se 33
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
materializan encuentros # situaciones que tienen el potencial de actualizar estas posibilidades latentes, con la uerza -# muchas !eces con el dolor- necesarios como para impulsarla a de!elar los sutiles misterios del encuentro # la complementariedad. En el estudio de los scendentes anteriores hemos dicho que la sensación de identidad -conciencia de sí- de una persona, suele organizarse alrededor de !ibraciones dierentes a la del scendente. 0esde esa identiicación ragmentaria, nos sentimos ajenos a la cualidad de los e!entos en los que participamos. sí, los encuentros personales # los sucesos de nuestra !ida suelen desilar ante nosotros como si ueran azarosos # absolutamente e"ternos a nuestro ser. 4torgarle !isibilidad al despliegue del scendente implica darnos cuenta de cómo atraemos o somos atraídos hacia personas, ámbitos o situaciones que poseen una determinada cualidad que nos corresponde !i!ir. En la medida que esta es registrada, nos es posible distinguir una estructura coherente de destino que, de alg%n modo, nos obliga a enrentarnos con un enigma al que no podemos sustraernos. En el caso del scendente en /ibra, un sinn%mero de situaciones tendrán como denominador com%n lle!arnos a comprender la trama eminentemente social de la !ida, la codependencia de todo lo que e"iste # la le# del equilibrio como trasondo de toda realidad. sí, la matriz de sucesos # relaciones a atra!esar en este caso contendrá los estímulos necesarios como para aprender a !alorar la real importancia de los otros #, al mismo tiempo, desarrollar las cualidades relacionadas con la belleza, la gracia # el equilibrio. Es mu# com%n !er crecer a los portadores de este scendente en ambientes habitados por personas uertemente comprometidas con el desarrollo de la sociedad. &olíticos, líderes de organizaciones sociales, cooperati!istas, miembros de entidades ben+icas, acti!istas de todo ti= po, suelen aparecer recurrentemente en sus !idas, poni+ndolos en contacto con el inter+s por el bienestar social # la preocupación por las necesidades de los demás. El hilo conductor de todos estos e!entos no es en este caso el magnetismo que ejerce el poder -como en el scendente en Escorpio- sino la necesidad de descubrir cuan rele!antes son los menesteres # deseos de aquellos que están más allá de nosotros # de nuestra amilia. sí es como las temáticas sociales -tanto a gran escala como en el ni!el de las necesidades barriales o de la cooperati!a escolar- suelen estar presentes en las con!ersaciones amiliares primero o en los intereses de los mejores amigos o de la pareja despu+s. Auizás el scendente en /ibra nunca llegue a maniestar un ele!ado compromiso con la sociedad como modalidad del encuentro con el otro, pero mu# probablemente atraerá a su !ida -de un modo aparentemente ortuito- a personas que se in!olucran intensamente con lo colecti!o.
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El encuentro con la armon$a y las )ormas estticas 2i apre aprend nder er a apre apreci ciar ar las las nece necesi sida dade dess de los los demá demáss es una una tare tareaa impl implíc ícit itaa en este este scendente, tambi+n lo será el aprendizaje # el respeto por las correctas ormas sociales. &or &or dist distin inta tass !ías !ías,, su ?des ?desti tino no?? suel suelee pone ponerl rlos os en cont contac acto to con con ambi ambien ente tess de gran gran reinamiento, por lo general mucho ma#or al que estaba presente en sus orígenes. tra!+s de las amistades, por matrimonio o por trabajo, suelen ser lle!ados a mo!erse en mundos donde se le otorga e"trema importancia al cuidado de las ormas, la elegancia e incluso la soisticación. simismo, el arte # todos l os os ámbitos donde reina la belleza belleza suelen suelen hacerse hacerse presentes presentes en sus e"istencias como una e"presión más (le la energía que les corresponde !i!ir. 0e esta manera los ambientes diplomáticos, el mundo de la moda o la cosm+tica se despliegan a su alrededor, así como las relaciones con artistas, m%sicos, actores, galerías de arte, museos, materiales artísticos, etc. /a estructura global del instante de nacimiento es la que nos indicará el sendero especíico de acercamiento a esta cualidad que en general, para el sujeto, no parece pro!enir de su deseo sino de una serie de coincidencias ortuitas: un m+dico podrá con!ertirse en cirujano plástico aparentemente por consideraciones económicas o un nutricionista será lle!ado hacia el mundo de los actores # la belleza. $na onoaudióloga trabajará con cantantes, un notario legalizará concursos de belleza o un historiador se interesará por las !idas de los grandes artistas. Esta pro"imidad a los mundos reinados # est+ticos les podrá parecer accidental o el ruto de una serie de coincidencias en las que no ha participado intención consciente alguna. 2in embargo, a tra!+s de todas ellas se está desenredando el hilo dorado del ?destino? que emerge desde los estratos más proundos de su psique. /a persona con scendente en /ibra está impregnada por la cualidad de la belleza # por eso es magn+ticamente atraída hacia estos ambientes # relaciones. Esto podrá permanecer para siempre en su mundo ?e"terno? -como una manera de equilibrar una personalidad e"cesi!amente identiicada con las otras energías de la carta natal- o bien actuará como detonante de esta cualidad interior # le permitirá mani= estarla. El potencial artístico # una gran capacidad de apreciación de la belleza están casi siempre presentes en las personas con este scendente # en la medida que puedan e"presarlo -# no simplemente pro#ectarlo en el e"terior- gozarán de una integración más prounda # un ma#or equilibrio interno. &ero aunque el desarrollo del sentido de la gracia # la belleza son esenciales en su destino, el eje de estas e"istencias se encuentra en el aprendizaje concreto del compartir, #a sea en las relaciones de pareja o en las asociaciones.
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El otro y el deseo El signo de /ibra encierra el elusi!o secreto del deseo, no en el sentido de liberar el ?propio? impulso o de tomar conciencia de las uerzas básicas de la naturaleza, sino en la instinti!a percepción de que el deseo siempre está articulado con un ?otro?. 6ne!itablemente ha# alguien -imaginario o real- quien suscita el impulso o el acto, el pro#ecto o la b%squeda, por indi!idual o solitaria que esta pueda parecer. /ibra, incluso diría que no e"iste un mo!imiento que no sea deseante. /a !ida siempre genera el !acío necesario como para que se inicie un nue!o proceso. 0e allí que el reposo sea tan intenso como la e"plosión # que la casi imperceptible inle"ión de una !oz pueda ser tan decisi!a como el más !ehemente mo!imiento de un cuerpo. encanto o es inherente a este signo, al igual que la hermosa sonrisa, en tanto &or &or eso el encant
in!itante se5al que tiene el poder de disol!er la desconianza e iniciar la apro"imación' o el cortejo, que en su !acilante e"ploración aguarda que se re!ele el deseo que habita el encuentro, a sabiendas de que este emerge sólo si es pacientemente con!ocado. Libra sabe que el camino más seguro para encontrar la dimensión real del propio impulso es la solícita atención al deseo del otro.
&ero cuando esta energía se e"presa desde el scendente, es bastante lógico que estas personas en un principio queden cauti!adas por los juegos de la seducción. ntes de que se acti!e en ellas la real signiicación del encuentro -# muchas !eces, precisamente por eso- es raro que no ha#an tenido que atra!esar pre!iamente los hechizos del encantamiento. Esto puede maniestarse en la atracción casi irresistible por algunas de las personas que encontraron en su camino, o sinti+ndose carentes de todo encanto, o sucumbiendo a un casi compulsi!o impulso de seducir. 0e una u otra orma, deberán recorrer los distintos lados de esta estructura antes de comprender cabalmente cabalmente la cualidad de la cual son portadoras. /ibra incita, pro!oca, seduce, ascina, responde, se entrega, se abre # abre al otro para descubrir la !erdadera intersección del deseo' el espacio com%n donde no prima ninguno de los integrantes del encuentro. 2in embargo, al ser portadores de esta cualidad en orma incons= ciente o por lo menos conusa, es e!idente que es mu# ácil para quienes poseen este scendente quedar cauti!ados por ella, sucumbir al juego seductor de los otros o tener que surir las consecuencias que el propio encanto produce. &ero una cosa es clara: la utilización consciente o inconsciente del 4tro como mera pantalla de pro#ecciones psicológicas, o como objeto pasi!o de la propia satisacción narcisista, nunca podrá ser un juego juego inocente # sin secuelas para el scendente scendente en /ibra. quello que para otras estructuras puede llegar a ser una e"periencia ?li!iana?, ju!enil o de 36
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escasa trascendencia, suele tener deri!aciones particularmente dolorosas en este caso. 3arde o temprano, el scendente en /ibra deberá descubrir con gran contundencia que el otro es e"tremadamente importante, un ser de deseos # necesidades absolutamente reales # mu# dierentes a las que uno narcisísticamente imagina. &uede que esto se produzca porque se le !uel!a inalcanzable o por sentirse dominado por el otro -o por no poder dominarlo=, por una insoportable sensación de soledad o por quedar atrapado en los ormalismos sociales. &ero a tra!+s de uno u otro camino deberá aprender en carne propia el signiicado del respeto mutuo, la cooperación # el compromiso. compromiso.
La !are4a y las sociedades 0e hecho, cuando /ibra asciende, podemos anticipar la uerza inusitada de las lecciones que depararán el matrimonio o la pareja en la !ida de una persona. Es e!idente que esto dependerá del conjunto de la carta natal # en particular del estado del regente del scendente, pero el principio general es que el scendente en /ibra deberá demostrar con sus actos que ha comprendido el arte del encuentro # la complementación. 8 esto no quiere decir de ninguna manera que podamos esperar una ácil realización de esta e"periencia. En muchos casos, se trata de todo lo contrario. Viudez, di!orcios dolorosos, una suriente sensación de aislamiento o las incontables desilusiones que nacen de las ingenuas pro#ecciones románticas que suelen maniestarse en todos aquellos que están en contacto con el arquetipo del encuentro, son distintos caminos que lle!an al mismo lugar: tener que comprender hasta los huesos la importancia i mportancia del compartir. &or otra parte, cuando este scendente madura, e"presa una e"traordinaria capacidad para construir relaciones proundas # duraderas que constitu#an aut+nticas sociedades en las que los integrantes descubran la !erdadera dimensión del amor personal # la cooperación. /o que tarde o temprano debe aparecer en estas !idas es la !aloración prounda de la complementariedad, pero muchas !eces esto sólo ocurre al comprender con dolor en cuántas oportunidades no se la supo apreciar. En ese sentido, aunque el scendente en /ibra encierra en su n%cleo el arquetipo del encuentro, esto no le coniere ninguna garantía de elicidad en la unión, sino del aprendizaje en la complementariedad. E7ener la &asa ( en 6ries no es algo que dificulta esta experiencia...?
&recisamente, que ries est+ estructuralmente en la asa V66 de toda carta con scendente en /ibra signiica que esta persona siempre se mo!erá determinada, en apariencia, por la iniciati!a del otro. 3endrá que descubrir que no tiene posibilidad de jugar su deseo en orma unilateral # 37
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que, sin embargo, esto no quiere decir que se encuentre en una situación de dependencia. Este es el ilo de la na!aja de /ibra: el deseo no es independiente del otro #, sin embargo, esto no signiica dependencia... omo decíamos más arriba. /ibra nos dice -en tanto signo zodiacal- que no tiene la menor importancia si el deseo aparece como mío o como de otro, porque lo rele!ante es el juego mismo del deseo' lo que realmente e"iste es una interacción deseante. &ero en el caso del scendente -donde tal cosa debe ser aprendida- se maniestará con la presencia acti!a de alg%n otro cada !ez que surja el deseo o que la persona quiera tomar una iniciati!a. Esto tendrá que ser reconocido como estructural en su !ida, sin conundirlo con un estado de dependencia que lo lle!e a escapar del compromiso o a con!ertir las relaciones en un juego de poder. El aprendizaje decisi!o será dar una respuesta prounda # creati!a a la iniciati!a de los otros o posibilitar con su delicada atención el despliegue del deseo dormido en los demás. 8 para llegar a esto, estas personas se !erán enrentadas a situaciones en las que sólo abri+ndose solícitamente -# en consecuencia, arriesgando- se producirá un mo!imiento aut+nticamente complementario # creati!o.
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¿4endría que er con a#render a negociar...?
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amabilidad, la diplomacia # la negociación' estas les parecerán alternati!amente ascinantes o irritantes, por cuanto son portadoras del elusi!o secreto que les corresponde de!elar. simismo descubrirán que pareciera estarles !edado imponer completamente la propia !oluntad en una situación o dominar a los demás. El impulso de ganar # arrasar con el ad!ersario, de tener unilateralmente razón, debe ser e!identemente trascendido para que /ibra lorezca' # de que no puedan eludir esta tarea se encargará el ?destino?. ada !ez que intenten imponerse en orma obstinada e incluso cuando lo logren por un tiempo, descubrirán que poco despu+s, alguna ?desaortunada? cadena de circunstancias desbaratará su triuno unilateral o les mostrará cuan insatisactorio había sido. 0eberán aprender a ceder, adecuarse # dar lugar a las razones del otro #, al mismo tiempo, descubrir que en muchas situaciones de su !ida no podrán a!anzar sin antes establecer alianzas # sociedades. sí como el tema de la pareja es particularmente importante en este destino, tambi+n lo será el de los socios. &or distintos caminos, la !ida los lle!ará a ormar sociedades que les abrirán grandes posibilidades, aunque al principio sientan que en realidad no las desean o que sus socios los dominan o condicionan en e"ceso. Auizás sean estaados en alguna de ellas o se produzcan litigios que desemboquen en costosas rupturas. 6gual que con el matrimonio, no se trata de que este scendente garantice la elicidad en las asociaciones, sino que los uerce a aprender de ellas # apreciarlas. &ero dado que, por lo general, no estamos al tanto del patrón de destino que se juega en nuestro scendente, es diícil que sepamos cómo signiicar del modo adecuado lo que nos sucede. En este caso, no es sencillo comprender que persistir en el aprendizaje de las sociedades es undamental, aunque se reiteren las malas e"periencias. 9abitualmente pensamos que todos los seres humanos debemos aprender un conjunto de cualidades que nos son comunes, a tra!+s de los mismos caminos. /a astrología -en cambionos permite distinguir el peculiar itinerario de cada e"istencia, el ?plan de estudios? especíico para cada uno de nosotros o el orden particular # e"clusi!o en el que debemos abrir las puertas para seguir nuestro camino. $na de las cuestiones más diíciles en todo aprendizaje !ital es la de descubrir en qu+ casos es correcto persistir con una conducta que a%n no ha obtenido la satisacción esperada # en qu+ casos es necesario cambiar de dirección. En el despliegue del scendente, la acumulación inicial de diicultades e incluso de rustraciones reuerzan habitualmente las tendencias internas que se le oponen, que en este caso suelen ser el aislamiento # la autosuiciencia.
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2i obser!amos la matriz arquetípica de /ibra, !eremos que apricornio está en la casa 6V. 0esde el punto de !ista puramente energ+tico, esto signiica que en la base emocional de estas personas se encuentra la capacidad de autosostenerse # no necesitar aerrarse a nadie. Este es el !erdadero punto de partida para las relaciones maduras # complementarias que este scendente propone. Es e!idente que, si e"isten !estigios de necesidades simbióticas insatisechas, los !ínculos estarán mu# alejados de la !erdadera complementación # serán objeto de las distintas manipulaciones que emergen de los ni!eles más inmaduros # carentes de aecto de una persona. El encuentro sincero con el otro, propio del scendente en /ibra, e"ige una ele!ada madurez emocional # esta es la promesa de apricornio en asa 6V, desde el punto de !ista energ+tico. 2in embargo sabemos que, desaortunadamente, las marcas psíquicas que suelen producirse en la primera parte de la !ida con esta posición, a!orecen el desarrollo de un mecanismo caracterizado por una alsa madurez emocional' una actitud autosuiciente que alimenta la ilusión de que la %nica seguridad posible está en el aislamiento, por más suriente que este parezca. 2i unimos este más que probable mecanismo deensi!o con el reuerzo que, en este sentido, puedan producir algunas e"periencias dolorosas !i!idas durante el aprendizaje tanto de la pareja como de las sociedades -que con este scendente son casi ine!itables- !eremos que el aislamiento # el negarse a todo compromiso con el otro suelen ser los reugios predilectos de estas personas # su principal obstáculo en la comprensión del patrón de destino que les corresponde !i!ir. ?
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-# muchas !eces dolorosa- presencia del otro en sus !idas. &ero en las personas en las que esta tendencia autoprotectora ha crecido demasiado, es mu# !isible que la e"presión de lo libriano alcanza sólo los ni!eles más ormales, ideológicos o teóricos del compromiso con los demás. En todo caso, se limita a desplegarse a tra!+s de solitarios talentos artísticos o mediante una actitud contemplati!a que llega hasta cierto grado -diríamos est+tico, pero no amorosode comunión con el uni!erso. En todos esos casos, el reugiarse en el aislamiento será una uente de insatisacción prounda para ellas. &or más que esta actitud sea comprensible en muchos casos, a causa de la acumulación de heridas, el repliegue sobre sí mismo # el negarse a compartir en orma concreta con otros, siempre signiicará un enorme empobrecimiento para estas !idas # un eecti!o alejamiendo del n%cleo de su ser.
Cuicios e instancias le#ales 2i seguimos obser!ando la matriz de /ibra ascendiendo, !eremos que 3auro se encuentra en su asa V666. Esta casa -en el ni!el arquetípico- nos muestra siempre el punto de tensión para el scendente # aquello que nos producirá conlicto hasta tanto no pueda ser transor= mado. En este caso es e!idente que la naturaleza acumulati!a de 3auro, que en su nivel básico se apropia de los objetos del mundo circundante para incorporarlos a su ser, es incompatible con el aprendizaje del compartir. El apego taurino, con su obstinada autoairmación que prioriza la satisacción de las propias necesidades a cualquier otra consideración, es la causa prounda de los conlictos que se maniiestan en el camino de este scendente. Este inmaduro deseo de apropiación # la !oracidad inconsciente que no comprende a%n la creati!idad inherente a los límites impuestos por la presencia del otro, se !erán acotados en orma concreta en la !ida de un scendente en /ibra a tra!+s de uertes conrontaciones, conlictos abiertos #, sobre todo, juicios e instancias legales. 3ener que dirimir objeti!amente los derechos # las razones de cada una de las partes in!olucradas a tra!+s de la justicia, es una de las pautas habituales en estas !idas. ada !ez que en su aprendizaje se alejen demasiado de la correcta consideración de los intereses ajenos, el destino parecerá precipitar un enrentamiento que, en la ma#oría de los casos, desembocará en una instancia legal en la que podrán !ol!er a !eriicar si han desarrollado o no la capacidad de negociar # justipreciar las razones del otro. unque subjeti!amente parezca que la persona con scendente en /ibra está en todos sus derechos # le asiste la razón, raramente obtendrá una !ictoria legal sin tener que hacer concesiones. orregir esa apreciación subjeti!a es precisamente el sentido por el cual el destino 41
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se maniiesta de esta manera. omo decíamos al principio del capítulo. /ibra sabe instinti!amente que nadie tiene toda la razón # esto debe ser demostrado en los hechos. o dejarse a!asallar ni a!asallar al otro, deenderse o demandar correctamente # atender las legítimas razones de la deensa o la demanda del otro, es la sutil habilidad a desarrollar. lguien podría decir que es como caminar sobre el ilo de la na!aja, pero de esto precisamente se trata. El mo!imiento de /ibra es el de un artista de la e"istencia en el que la gracia, la delicadeza, la consideración equilibrada de todos los actores # la justa apreciación de la dinámica de las interacciones son los instrumentos con los cuales crea. Es alguien que se !e obligado a comprender las consecuencias ine!itables de todos nuestros mo!imientos, tanto cuando nos obstinamos en nuestros deseos, como cuando nos sustraemos a nuestras responsabilidades.
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¿'ómo se manifiesta la 'asa >33 en 0irgo! en esta matri$ arquetí#ica?
El pasaje de Virgo a /ibra implica -por lo menos en un primer ni!el- trascender una percepción del orden relati!amente abstracta, en la cual los lugares están de alg%n modo adjudicados pre!iamente. /a dinámica concreta -libriana- de ese orden es que cada parte debe descubrir su lugar, en una interacción continua en la cual nada está garantizado de antemano sino que se deberá arriesgar momento a momento, de acuerdo a las cambiantes condiciones del equilibrio global. 0e esta manera, es ácil comprender que el mo!imiento especíico de /ibra no puede ser pensado' es una acción concreta en la cual se maniiesta una sabiduría intuiti!a acerca de la relación entre lo acti!o # lo recepti!o. Es !isible para cualquiera que, cuando alguien de /ibra piensa en demasía, suele enredarse en una mara5a de consideraciones paralizantes que lo lle!an atalmente hacia la insatisacción. o será ácil entonces, para este scendente, poder ir más allá de la inconsciente tendencia a buscar reugio en lugares estáticos e intentar imponer un orden meramente mental sobre la realidad. /ibra contiene el misterio del potente componente recepti!o presente en todo acto. &ero esto implica in!olucrarse intensamente con la e"istencia, arriesgándose en cada momento a surir las consecuencias de un mo!imiento desequilibrado. +lgunos e)em#los
Veamos el caso de una mujer con /una en apricornio, 2ol en áncer # scendente en /ibra. Ella creció en un ambiente rural, chacarero, entre pa!os # gallinas, hasta que un día se enamoró del hijo de una de las amilias de ma#or alcurnia de la rgentina. quí podemos !er cómo, en el despliegue de este scendente, aparece el pasaje de lo más concreto a lo sutil' un 42
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aprendizaje en la percepción de ormas, mo!imientos # relaciones in!isibles entre las cosas, que e"ige una captación delicada de los ambientes, para lo cual es necesario rehuir lo más crudo # e!idente. 1uchas !eces la propia inancia de la persona comienza en ámbitos de mucho reinamiento, en los que e"iste un e"cesi!o +nasis en el respeto por las ormas # se sacriica la espontaneidad. Es irrele!ante que pensemos que en la belleza e"terna, la elegancia # los ormalismos sociales reine muchas !eces la hipocresía # no ha#a !italidad. Esta es una ase típica de lo libriano que, en otra !uelta de espiral, seguramente regresará -pero con una mirada más abarcadora- a la contemplación de la naturaleza # la incorporación de lo !ital en su sensibilidad desarrollada. /ibra implica un alejamiento má"imo de la intensidad # la crudeza arianas, por lo menos hasta que se descubra el arte del encuentro entre los polos. Vol!iendo a la persona de esta historia, ella entró en un mundo completamente dierente al de su origen, pero no en el sentido de una e"pansión de índole sagitariana. /a realidad es que su esposo tenía mucho más apellido que dinero, de manera que el problema siguiente ue cómo sostenerse ambos económicamente, teniendo en cuenta además que +l no maniestaba una clara deinición !ocacional. /lega así el momento en que ella le dice: ?*por qu+ no seguís la carrera diplomática...?. El scendente en /ibra le de!ela a ries en V66 cuál es su deseo proundo: el marido se apropia de la propuesta de su esposa, se !uelca a la diplomacia con mucha energía # lo hace con +"ito. l poco tiempo, la chacarera pasa a ser la esposa del secretario de la embajada: asiste a todas las recepciones, participa del protocolo, es testigo de negociaciones políticas # diplomáticas que presuponen pre!er las intenciones del otro # hacerlas conluir con las propias. Es decir, se in!olucra en la energía del arte de complacer, de negociar # de complementarse entre naciones, inclu#endo las tensiones entre enemigos # aliados, pero todo esto es a tra!+s del marido. hora, uno podría preguntarse: *desde qu+ óptica decimos que esto ocurre ?!ía el marido? Menom+nicamente esto es así, sin embargo, es e!idente que este era su deseo, tanto o más que el de +l. cá estamos en el corazón de lo libriano: Ede qui'n es el deseo en una relación realmente complementaria? ►
Pero! ¿y ella...?
&recisamente... tarde o temprano, ella misma !a a preguntarse: ?*8 #oR? 2i -de por sí - el diplomático no hace lo que quiere en el sentido de que su proesión e"ige aceptar una compleja trama de compromisos # negociaciones, # depende de ininitos acuerdos para el desarrollo de su propia carrera, podemos suponer que la esposa del diplomático... Dmenos que menos 0e pronto le dirán que su destino es 2udán, luego que tiene que ir a 1alasia, etc., etc... Esta es una problemática típica de los diplomáticos, # ella comienza a sentir (lo cual moti!a su consulta) que no puede hacer lo que quiere porque está haciendo siempre lo que tiene que hacer 43
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su marido. &iensen además que el 2ol está en áncer: ella ama tener un nido estable, con !ínculos íntimos # permanentes, mientras que su scendente la lle!a continuamente a abrirse a lo dierente, a comprender otras modalidades # a una, quizás, demasiado amplia gama de relaciones para una canceriana obligada a !i!ir lejos de su hogar. /a primera reacción es sentir que depende del otro. &ero !uel!o a insistir: *ella no está haciendo lo que en el fondo quiere Es interesante obser!ar cómo aquí se maniiesta un mo!imiento del deseo mu# peculiar. l marido no se le había ocurrido la carrera diplomática: la que decidió este paso de su marido, la que insistió, lo apo#ó # lo sostu!o ue ella misma. ►
¿Esto tendrá que er con su 'asa 033 en +ries! o sea! con que ella #one su #ro#io
deseo en el otro?
&odemos decir que su deseo aparece a tra!+s del otro. Es decir, en este caso, que su marido es el que aparece como decidiendo: ?Auerida, nos tenemos que ir a 3ailandia...?. &ero si !emos sólo eso, nos ol!idamos de que e"iste un conte"to más proundo que es libriano, en el cual lo que sucede es consecuencia de una decisión absolutamente conjunta' que emerge de un deseo indi!isible. hora, si miramos desde un paradigma no libriano -que ragmenta en ?mi deseo !s. tu deseo?- quedamos escindidos # se subra#a la sensación de que uno domina al otro, dando lugar a la cuestión de la dependencia !incular, al hecho de si se trata de manipulaciones incons= cientes o de sometimiento, etc. &ero esta tensión es, en este caso, una oportunidad preciosa para tomar conciencia de los ni!eles más proundos de la naturaleza del scendente en /ibra, que ine!itablemente chocan con las creencias propias del paradigma cultural leonino. Es ob!io que esto no se puede resol!er desde una posición e"terna en la que, supuestamente, sabemos cuál es la decisión que el consultante debe tomar. 2e trata de comprender que esa persona debe pasar por allí, e"perimentar esa tensión que es propia de su camino particular # no el ruto de alg%n error. /a mujer de nuestra historia tiene que estar abierta a todas las !icisitudes de la !ida diplomática # al hecho de que la iniciati!a parece pro!enir de su marido. Esto es su ?destino?. 2i, por ejemplo, esta misma tensión se estu!iera !i!iendo desde un scendente en ries, la historia sería mu# distinta, porque si un scendente en ries entrega la iniciati!a, entonces podemos estar seguros de que, tarde o temprano, se desencadenará una crisis de en!ergadura. &ero si quien siente que entregó la iniciati!a # e"perimenta una sensación de dependencia es alguien con scendente en /ibra, esto sólo quiere decir que se está adentrando en su propia naturaleza # están apareciendo las contradicciones naturales de su coniguración. 4b!iamente, la estructura apricornio=áncer con /ibra en el scendente implica una tensión mu# alta # es mu# e"igente para la psiquis. osotros sabemos que la deri!a natural del 44
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aprendizaje será hacia la comprensión del enigma que /ibra propone, pero esto no signiica que tengamos que decirle que siga a su marido en todo lo que se le ocurra' más a%n sabiendo - seg%n la carta de esta mujer- que cumplir con un supuesto deber sería mu# ali!iante para el mecanismo de su /una en apricornio. 2i uno puede abrir el tema del misterio del deseo # permitir que la persona entre en un contacto más proundo con su n%cleo interno, es este el que realizará la alquimia # tomará las decisiones más correctas de su momento e!oluti!o. 0e hecho, para ella esta crisis ue una oportunidad que le permitió comprenderse a sí misma # proundizar la relación con su marido, lle!ándola a una etapa de ma#or madurez # compromiso. ►
*a carta de este e)em#lo Sol en 'áncer! *una en 'a#ricornio y +scendente en
*ibra tiene la misma estructura que la de la 2e#blica +rgentina...
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otra !ez: triunan # quieren borrar a la oposición del mapa. Esto re!italiza al ad!ersario que, inalmente, retorna # repite el juego indeinidamente' juego libriano en sus primeras ases de oscilación en las que, podríamos decir, a%n no se ha comprendido el mo!imiento de los complementarios. En estos %ltimos a5os parece haberse alcanzado una relati!a madurez en este sentido # comienzan a ser !alorados los acuerdos # las alianzas que antes eran rechazadas. 0el mismo modo, la cooperación con el e"tranjero # el acuerdo para compartir un espacio com%n -a tra!+s del 1ercosur- con la presencia de un ?otro? mu# uerte -
las religiones monoteístas. 6ndependientemente de lo que !a#a a suceder en el
corto # mediano plazo -recordemos que el Estado de 6srael tiene sólo G; a5os de !ida, lo cual signiica que está en el principio del camino- lo destacable es la manera como se conigura el ?destino? para una sociedad, # sobre qu+ temas se !e ?obligada? a girar, por uerzas históricas que en realidad están inscriptas en su instante de nacimiento. En deiniti!a, cómo una sociedad -igual que un indi!iduo- es lle!ada a meditar sobre ciertas cualidades que inalmente se desarrollarán -integradas con las del resto de la carta natal- aunque en un principio no ha#a identiicación consciente con ellas. Vol!iendo a los ejemplos indi!iduales, uno bastante notable es el de
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
destino, /eo está aprendiendo /ibra' que se sienta menoscabado o herido es un problema de la personalidad, no del sistema energ+tico. 0esde el punto de !ista político, +l mantu!o la iniciati!a haciendo su#o el programa de la oposición, el &artido epublicano. En general, ue en las propuestas propias donde encontró más obstáculos e incluso racasó. &ero por lo que quizás será más recordado, es por su relación con
1ónica /e_insF# # otras de seme+ante tenor. 2in entrar en un análisis más proundo -
que nos lle!aría a considerar la uerza que adquiere el ánima en una estructura masculina con scendente en /ibra- es e!idente en este caso el singular #, en deiniti!a, duro aprendizaje acerca de la seducción que ha debido hacer linton. /a omnipotencia que surge de su 2ol conjunción &lutón en /eo tu!o que ceder -hasta el punto de la humillación p%blica- para aceptar las consecuencias de sus actos, que lo dejaron e"puesto al juicio de todo el planeta. 0e hecho, por una razón o por otra, durante casi toda su presidencia se !io acosado legalmente # no es descartable que los juicios en su contra contin%en despu+s que ha#a dejado el gobierno.
Nadando contra la corriente colecti3a E"iste una e!idente diicultad en nosotros para la comprensión de este scendente, incluso desde el punto de !ista teórico' esto se debe probablemente al paradigma uertemente indi!idualista que impera en nuestro presente. 0entro de este, es casi inaceptable todo lo que parezca limitar la absoluta libertad del #o. 0escubrir la codependencia de todo lo que e"iste, el acoplamiento estructural de la realidad, nos obliga a reconocer la imposibilidad de que algo - o alguien - sea todo. Esta ilusión arquetípicamente leonina -en tanto pro#ección del #o separado- es necesaria en un plano, para que se produzca la desidentiicación con los ni!eles simbióticos e indierenciados propios de la conciencia tribal # de algunos de los estratos más arcaicos de nuestra psiquis. &ero nos condiciona hasta tal punto que no nos permite concebir el origen como vínculo, como acoplamiento.
/a consecuencia inad!ertida de esto es que el amor sólo
puede ser imaginado por nosotros como brotando unilateralmente de un Iran &adre o una Iran 1adre. En todas nuestras mitologías estos e"isten el uno sin la otra o !ice!ersa # es e!idente que quien imagina ese tipo de amor es sólo un hijo que a%n necesita de sus padres, # no un ser maduro # autosostenido. &ara poder concebir el origen como articulación creati!a de contrarios, deben ser atra!esadas gruesas capas del inconsciente colecti!o, a in de desprendernos de las ormas imaginarias -siempre ragmentarias # antropomóricas- con las que la humanidad ha re!estido las matrices proundas que ordenan lo real. En ese sentido, el aprendizaje del scendente en /ibra implica nadar contra la corriente de 47
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las ormas colecti!as dominantes para poder descubrir al otro real que, a dierencia del otro imaginario,
no es ni tiránico ni protector. El otro se"ual, el matrimonio, los socios, los
enemigos # los aliados, el enrentamiento abierto # los juicios son los terrenos simbólicos en los que la conciencia realiza el aprendizaje del encuentro # de las consecuencias que trae todo intento de desconocimiento del otro. tra!+s de esas e"periencias concretas que obligan a trascender toda posición unilateral, !a surgiendo progresi!amente la comprensión de que cada acto está ligado con sus consecuencias. sí, el principio de acción # reacción deja de ser una simple le# ísica para con!ertirse en el tejido básico de la e"istencia. &or esta razón, la persona con scendente en /ibra suele atra!esar oscilaciones mu# bruscas # ajustes a !eces dramáticos de la propia perspecti!a con relación al mundo, hasta que el balanceo de la vida
es comprendido íntimamente. uando esto sucede, estas e"istencias
adquieren una dimensión serena # contemplati!a en la que todas sus cualidades artísticas lorecen, dejando en un segundo plano la e"presión de la creati!idad personal para entregarse a la delicada apreciación de la belleza de la creación. El desarrollo del espacio psíquico capaz de contemplar los opuestos sin identiicarse con ellos es la realización del matrimonio interior, el símbolo que en realidad gobernó todas las e"periencias anteriores # que ahora se hace transparente. En la quietud del encuentro, la conciencia puede descubrir entonces que el origen de nuestra incapacidad para comprender la dinámica de los opuestos es el apego # su correlato, la negación de la muerte. &or eso, el siguiente paso en la rueda zodiacal nos conduce a la e"periencia del encuentro de la !ida con la muerte.
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A-(ENDENTE EN E-('RP%'
El espacio zodiacal de Escorpio simboliza un ni!el de realidad en el que la energía circula a tra!+s de las ormas, transiri+ndose de unas a otras a in de que la !ida se desarrolle. sí como 3auro nos habla del pasaje de la energía a la materia o sustancia, en Escorpio obser!amos el momento complementario a este, en el que la energía que ciertas ormas contienen debe ser oportunamente liberada a in de que otras la utilicen.
Esta transerencia implica generalmente una alteración o transormación, que tarde o temprano lle!a a la p+rdida de la orma por parte de algunas entidades # al surgimiento de otras nue!as. /iberar energía # perder la orma anterior, hace posible que surjan las nue!as o se enriquezcan otras con la energía de aquella que desapareció. Esta danza donde la !ida circula unida a la muerte se produce en iodos los ni!eles de la realidad, desde las colisiones entre gala"ias de las que parecen surgir uni!ersos enteros, o la e"plosión de las superno!as que alimentan el espacio con el producto de sus procesos internos, hasta el incesante mo!imiento en el que los seres !i!os nacemos # morimos alimentándonos los unos de los otros. En todos ellos, el torrente de la energía atra!iesa la cadena de las ormas generando # simultáneamente destru#endo' haciendo presente el poder de la muerte en el n%cleo mismo de la !ida. 2i /ibra simboliza el encuentro entre los complementarios. Escorpio remite al choque de los antagónicos, esto es, a la reunión ine"orable de aquellos elementos que -estando a una má"ima distancia unos de otros- se !en atalmente atraídos para desaparecer en una nue!a realidad que los sintetiza.
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El @odíaco nos re!ela, en el despliegue sucesi!o de sus ases, cómo el sua!e equilibrio del mundo libriano está en realidad sostenido por la acción de la muerte. /a belleza # la armonía de los complementarios se hace posible gracias a la constante transerencia de energía que aniquila ormas # cuerpos # los !uel!e a generar. o se trata #a de delicados encuentros o de la ?gracia del compartir?. En Escorpio se e"perimenta la imperiosa necesidad que tiene cada orma de alimentarse de las otras, de tomar # entregar la energía que circula entre ellas: aquí, compartir se ha con!ertido en compartirse. /a apacible pradera en la que pasta el ganado # zumban los insectos se transorma, desde el punto de !ista escorpiano, en una coreograía en la cual las hojas marchitas # los restos de los animales son transormados por gusanos # bacterias en el humus que nutre las pasturas. Estas alimentan a los herbí!oros, que serán a su !ez de!orados por los carní!oros en un círculo en el que la muerte de unos es la !ida de los otros. En Escorpio, toda interacción deberá ser suicientemente intensa como para producir la imprescindible transferencia de energía
entre aquellos que se !inculan, tanto en la muerte
como en la atracción se"ual o en la circulación de los bienes. En este ni!el, la p+rdida de algunos es necesariamente la ganancia de otros # gracias a esta lógica de circulación, se mantiene en equilibrio la totalidad. El agua del pantano e"uda !ida, pero destru#e a quien no puede resistirla' todo ármaco es !eneno si es ingerido en la cantidad inapropiada # todo !eneno -o la misma enermedad- curan si son absorbidos en la medida e"acta. Escorpio hace presente lo que permanecía oculto en los signos anteriores: no e"iste !ida que no contenga la destrucción dentro de sí' # esto es condición necesaria de la creati!idad. 2in embargo, es e!idente que en los seres en quienes se desarrolla la conciencia, esta intensa !italidad -que presupone la muerte, la p+rdida o la enorme potencia de los impulsos biológicos- deberá incluir tambi+n la e"periencia del dolor # el surimiento, así como el contacto con los terrores más proundos # el !+rtigo del deseo. /a conciencia apegada a las ormas habrá de desgarrarse ante la muerte # la p+rdida de los seres # objetos con los que se había identiicado. 0el mismo modo, la imperiosa presencia de la 50
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atracción a tra!+s de la cual las especies garantizan su continuidad, pone a la conciencia en contacto con uerzas que son ajenas a su control # ante las cuales se siente sucumbir. Vida # conciencia parecen incompatibles en Escorpio # la espontánea reacción de esta %ltima será negar # combatir la e"istencia de todo lo que en su consideración, tiene el poder de dominarla. 9asta tanto no aprenda a identiicarse con el campo ma#or en el que estas uerzas cobran sentido -2agitario- # mientras permanezca apegada al ni!el de las ormas, toda conciencia ligada con Escorpio tenderá a sentirse sujeta a un mundo de uerzas incomprensibles, que la condenan al dolor # al surimiento.
Escor!io, el !unto cr$tico !ara la conciencia /legados a este punto, debemos retornar a la matriz zodiacal # a su lógica prounda. 2i áncer # /eo surgen gracias a la e"clusión de todo lo menazador # potencialmente destructi!o -para proteger el nue!o ni!el de e"istencia que crece al abrigo de la orma-, Escorpio encarna el momento en que la conciencia, hasta entonces protegida, debe encontrarse con todo aquello que había sido e"cluido. El sentido zodiacal de este signo es precisamente el de producir la reunión de los elementos que debieron mantenerse separados hasta tanto no se cumpliera determinado proceso. /a conciencia, que se desarrolló gracias al resguardo de la orma protectora, debe encontrarse ahora con la !ida en toda su crudeza. 8a nada puede protegerla de su intensidad # su poder: o aprende a realizar el movimiento que le permitirá participar de los niveles más amplios y profundos de la existencia, o su apego a las formas protectoras la llevarán a desgarrarse entre fuerzas incontrolables.
En el despliegue del @odíaco, este signo constitu#e un punto crítico para la conciencia porque su naturaleza energ+tica -la intensidad de la !ida que contiene a la muerte- la obliga 51
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a enrentarse con aquello que no puede o no quiere comprender. *ómo participar de tanta intensidad sin sentirse aniquilado por su turbulencia Esto implica no sólo la aceptación de la muerte sino tambi+n reconocer el carácter ine!itable de la p+rdida de cualquier objeto o !ínculo, con el cual la conciencia se ha#a identiicado. /a energía de Escorpio ense5ará que, donde ha#a apego, tarde o temprano habrá conlicto # con este, surimiento. 2i bien se puede decir que 3auro es el signo del apego, es en su opuesto donde la !ida muestra todas las consecuencias de la identiicación # la a!idez. El dise5o de la energía del octa!o signo dibuja a cada instante, para quienes ha#an nacido ligados a +l, el círculo en el cual !ida # muerte brotan una de la otra: las ormas deben ser destruidas para luego reaparecer transormadas, mostrando que sólo son condensaciones de la energía que circula en ellas. 2i la conciencia no comprende la naturaleza de la fuerza que la mantiene apegada a la forma # no aprende a relacionarse correctamente con ella, quedará desgarrada cada !ez que las necesidades de lo creati!o e"ijan la destrucción de aquello con lo que se había identiicado. /a astrología ha descripto en innumerables oportunidades los conlictos que se desatan en el interior de las personas relacionadas con este espacio zodiacal. 2in embargo, en realidad no es la energía de Escorpio la que se describe en estos casos, sino el modo como reaccionamos ante ella, el comportamiento de la conciencia identiicada ante un enigma que parece obligarnos a realizar un mo!imiento que desconocemos. 9a# aquí algo ?imposible? para la psiquis, porque se !e orzada a participar de lo que se siente e"cluida. 6dentiicada con las ormas, las pro#ecta sobre lo amoro # sólo se tranquiliza cuando se apropia de lo desconocido. &or esta razón, suele mencionarse a Escorpio como el signo del control # del conlicto, pero la actitud controladora en realidad sólo e"presa la incapacidad de la psiquis para mo!erse en la abrumadora potencia de la !ida. Escorpio en sí no es control ni conlicto ni apropiación. 1ás bien, podría decirse que es todo lo contrario: liberación, transormación # má"ima !italidad' el misterio de la transerencia de energía en todos los ni!eles que podamos imaginar. &ero tanta intensidad es ascinante # aterradora a la !ez. nte ella, la conciencia pareciera encontrar sólo dos respuestas posibles: entregarse a las uerzas básicas de la !ida - desapareciendo en el oscuro mundo de la inconsciencia- o resistir a ellas en una lucha interminable entre !ida # lucidez. En /ibra se produjo el aprendizaje de la complementariedad entre los opuestos. En Escorpio, la conciencia debe resol!er el dilema de los antagónicos, # parece incapaz de encontrar otra alternati!a que no sea el combate. &ero el hecho de connotar a los opuestos como antagónicos, #a es en realidad una percepción ragmentaria que preanuncia el conlicto. nte la 52
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intensidad desmesurada de lo !ital, la conciencia se siente incapaz de abarcar la amplitud de la relación propuesta: en consecuencia, separa # !e e"tremos cada !ez que se maniiesta un modo de la unidad que no puede comprender. /a usión de los polos -que implica su destrucciónorma parte del momento culminante del equilibrio, en el que deben alimentarse el uno del otro para cumplir con la le# de transerencia de la energía. Vida # muerte, placer # dolor, consciente e 6nconsciente brotan de la misma uente al unísono # desaparecen uno en el otro para !ol!er a renacer. Esto es Escorpio, # toda conciencia ligada con esta energía deberá e"perimentarlo con una intensidad tal que le impida negarlo. /a reacción habitual ante estas condiciones de la e"istencia es intentar controlar las uerzas que percibimos como oscuras para e!itar ser destruidos junto a las ormas a las que nos hemos apegado. &ero al hacer esto, la conciencia queda atrapada en una batalla sin inal. &or eso - hasta tanto no puedan descubrir las razones proundas del apego # adquirir maestría en su relación con la potencia de la !ida- su destino será el dolor # el surimiento. Ver a Escorpio simplemente como energía controladora # de conlicto, nos impide comprender sus ni!eles más proundos # su transición natural a 2agitario. /a muerte es sólo má"ima !italidad #, como tal, no es controladora ni está en sí misma en guerra con nada. Es la psiquis quien la e"perimenta como conlicto #, aterrorizada, anhela acumular poder para neutralizar lo que más teme. En áncer, como dijimos, queda e"cluido aquello que la conciencia ragmentaria connota como oscuro, pero es la energía canceriana la que traza ese borde protector. En Escorpio, en cambio -cumpliendo precisamente con la unción de completar este proceso- es la energía misma quien abre las compuertas # rompe un dique que, para la conciencia identiicada, no debería haberse abierto jamás. 6nundada por todo aquello que querría haber dejado auera -muerte, pulsión, deseo, dolor, p+rdida, transormación- se siente sucumbir # por ello su primera reacción es la de ejercer control.
El di)$cil encuentro con la intensidad os hemos reerido undamentalmente a la muerte # la destrucción como misterios propios del espacio de Escorpio, pero debemos mencionar tambi+n la se"ualidad. 1uerte # atracción se"ual se entretejen para que la !ida de las especies contin%e. 2on uerzas que están absoluta= mente más allá del indi!iduo e incluso de lo colecti!o: pertenecen a la !ida #, en Escorpio, deben ser e"perimentadas en relación a ella. &or eso la se"ualidad aparece aquí no en calidad de plácido # gozoso impulso, como en 3auro, sino en tanto uerza irresistible. /a !ida e"ige el apareamiento # el intercambio gen+tico en el renesí del celo, la lucha a muerte entre sementales, el sacriicio del macho de muchas especies de insectos -por no poder escapar al 53
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impulso que lo lle!ará a ser de!orado por la hembra- o la entrega ciega de esta hacia la procreación, que la lle!ará a determinar # arriesgar su !ida por la cría. Estas escenas se consti= tu#en en metáora -preeriría decir isomorismo- para la conciencia humana que, en Escorpio, se !erá obligada a comprender la naturaleza de esa uerza, en sí # en otros. &ero -!isto desde Escorpio- en el trasondo de toda relación siempre está presente el misterio de la transerencia de energía. &or eso, en el ser humano el impulso biológico se anuda ine"tricablemente con la transerencia de imágenes # contenidos psíquicos, así como con el sutil intercambio de cualidades que hacen a la transormadora alquimia de los se"os en sus distintos planos. 3odo esto constitu#e un intrincado tejido al cual toda persona de Escorpio es, de una u otra manera, e"tremadamente sensible. ecorrer los lazos que unen lo biológico con lo psíquico # lo mental, e incluso con aquello que llamamos espiritual, es un itinerario plagado de conusiones # peligros, pero ine!itable de transitar cuando se trata de !i!ir este signo del @odíaco. &ero del mismo modo que con la muerte, la persona con abundante energía escorpiana en su sistema puede disponerse a ser el lugar donde la !ida se comprende a sí misma # aprende a ordenar sus ni!eles sin disociarse. 4, por el contrario, puede quedar ijada a la sensación primaria de haber sido capturada entre uerzas que no le dejan otra alternati!a que sucumbir ante ellas o combatirlas sin cuartel en una batalla eterna. nte el encuentro con intensidades que nos empujan más allá de toda consideración indi!idual, los seres humanos tendemos generalmente a polarizar estos enómenos en t+rminos de ?bien? # de ?mal?. El arquetipo de la batalla entre los opuestos es la orma habitual en que la energía escorpiana aparece en nuestra conciencia. 6nnumerables indi!iduos, como 2an gustín o /utero, por ejemplo, han respondido # a la !ez nutrido este ni!el arquetípico que pretende decirnos cómo e"perimentar Escorpio. punto tal que tendemos a identiicar las imágenes del conlicto que surgen en orma espontánea en nuestro inconsciente, rente a estas situaciones, con la energía misma. &ero al hacer esto, conundimos la cualidad zodiacal con la respuesta psicológica -indi!idual # colecti!a- que damos ante ella. 0e hecho, cada signo del @odíaco encierra para la persona ligada con el mismo, ciertos misterios proundos, ciertos enigmas que son, en realidad, comunes a toda la humanidad con relación a esa energía. En este proceso, cada uno habrá de encontrarse con el c%mulo de lumias que atestiguan cómo la humanidad percibió e intentó resol!er iertas estructuras energ+ticas en el pasado. sí, e"iste un aprendizaje colecti!o #a realizado con respecto a cada !ibración zodiacal, que conigura inconscientemente nuestras percepciones # nuestro modo de registrar # reaccionar a su cualidad. &ero, así como hemos desarrollado iertos hábitos personales para obtener 54
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seguridad ante determinadas situaciones -aunque no siempre ha#an resultado demasiado eicaces- en un ni!el colecti!o tambi+n nos hemos habituado a percibir # reaccionar de determinada manera ante las cualidades simbolizadas por el ielo, aunque esto d+ lugar a consecuencias indeseadas. 3odo aprendizaje indi!idual debe atra!esar esos modos percepti!os o #ábitos colectivos de respuesta psicológica a la energía,
que son los arquetipos en tanto imágenes psíquicas. En ese
ni!el, es la humanidad misma quien deine un límite con relación a las respuestas que cree posibles ante determinada cualidad !ibratoria' poder atra!esar ese techo será una ardua tarea para todo indi!iduo. Estas predeterminaciones arquetípicas organizan nuestros !ínculos en orma inconsciente, moldeando las secuencias interacti!as entre las personas, de un modo mecánico # pre!isible. &ara quienes poseen una alta carga de energía escorpiana, esta tensión entre uerzas - propia del signo- será traducida en el ni!el psíquico como conlicto interno aunque, por lo general, esta batalla entre tendencias ?oscuras? # ?luminosas? tiende a pro#ectarse sobre el e"terior. Esta identiicación con el conlicto, interno o e"terno, suele ser la reacción habitual a la energía de Escorpio, de las personas que nacieron con el 2ol en este signo. &odemos imaginar entonces cuan complejo será el camino para una persona que lo tenga en el scendente dado que, como sabemos, este habrá de maniestarse primero ?e"teriormente? - constitu#endo la cualidad predominante de su medio ambiente o campo de e"periencia- # sólo más tarde podrá ser reconocido como cualidad propia. lo largo de su !ida deberá asistir a la presencia de estas uerzas -generalmente no comprendidas por el ser humano- encarnadas en quienes lo rodean # constitu#en su mundo. 0e ellos irá aprendiendo, positi!a o negati!amente, distintas maneras de resol!er la tensión propia de este signo. 0ebemos imaginar, entonces, que el medio ambiente de una persona con este scendente estará saturado de situaciones que la lle!arán a tomar contacto con las uerzas básicas a las que nos hemos reerido. 3arde o temprano deberá e"clamar ?nada de lo humano me es ajeno?, # para esto necesariamente deberá !erse en!uelta en el dolor, el surimiento # la muerte, la intensidad del deseo # el anhelo de poder, la manipulación # el control. 8, sobre todo, deberá presenciar antagonismos aparentemente irreconciliables entre quienes la rodean, e incluso entre ella # otros, como metáora de antagonismos más proundos # sutiles que tambi+n deberá aprender a resol!er. En los primeros tramos de su !ida deberá asistir a distintos modos de resolución de esta tensión, que le es interna, en un ?auera? que tendrá la unción de despertar cualidades latentes en ella, pero que habitualmente no están a su disposición en el inicio de su e"periencia. $n 2ol en Escorpio posee el registro innato de estas intensidades dentro de sí #, al mismo tiempo, nace 55
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con la marcada predisposición a !er nítidamente en los demás todo aquello que los seres humanos habitualmente deseamos negar. 3ratándose del scendente, en cambio, la identiicación con la energía es mucho más tardía #, como sabemos, puede incluso no producirse jamás. /as cualidades plenas del scendente no ingresan en nuestro ni!el consciente de manera inmediata, en comparación con la rápida apropiación psicológica que se produce con otras cualidades como las del 2ol o la /una. En el caso de Escorpio, la persona suele identiicarse con cualidades mucho más ?inocentes?, para las cuales los escenarios que su ?destino escorpiano? habrá de conigurar le parecerán muchas !eces incomprensibles e incluso atemorizantes. Es probable que en los primeros tramos de su !ida se !ea en!uelta en situaciones con las que siente que no tiene relación alguna # no entienda por qu+ se encuentra participando de determinado suceso o !ínculo. omo su camino es tomar contacto, comprender # aprender a maniestar correctamente aquellas uerzas cu#a e"istencia el ser humano en general tiende a negar, es e!idente que su primera reacción será la de reorzar esa negación. 0e hecho, tardará mucho tiempo en desarrollar las cualidades que le permitan sentirse suicientemente segura ante esa energía que le corresponde descubrir en los otros # en sí misma. 1ás a%n, dado que no ha nacido con la capacidad percepti!a hacia lo oscuro, propia de una /una o un 2ol en Escorpio, es mu# probable que permanezca por demasiado tiempo en situaciones o !ínculos de los cuales no sabe cómo protegerse. 1ucho más tarde en su aprendizaje, comprenderá que ue su propia intensidad inconsciente quien la condujo a esa situación, pero primero deberá descubrir in!oluntariamente -# al principio esto es un padecer - que aquello que todos niegan, en realidad e"iste # está en la base de la naturaleza humana. 9abitualmente, estos indi!iduos asisten desde peque5os a peleas # discusiones entre quienes lo rodean # se !en en!ueltos en uertes corrientes de celos, odio # posesi!idad, así como de atracción # deseo. 2i bien su destino los lle!ará a con!ertirse en e"pertos en pasiones humanas, su prematuro contacto con aquello que a%n no saben cómo signiicar habrá indudablemente de aectarlos. /a potencia # crudeza de su campo energ+tico suele incluir tambi+n la presencia de personas con grandes padecimientos, enermos ísicamente o con uertes conlictos psicológicos. 0el mismo modo, la presencia de la muerte # la manera como +sta aecta a su entorno, ormará parte de los escenarios de su !ida. Es mu# com%n que estas personas asistan en orma totalmente ?casual? a la muerte de otras #, muchas !eces incluso, al suicidio. Es bastante e!idente que todo esto -# a%n alta mucho por decir- constitu#e un caudal de e"periencias cu#a potencia es diícil de asimilar. &or ello, en general las personas con este scendente presentan un aspecto atemorizado -o su opuesto, desaiante - como reacción corporal # psíquica a su propio campo energ+tico. quello que es amiliar para un 2ol en 56
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Escorpio no lo es para el scendente, quien deberá !i!ir innumerables situaciones antes de alcanzar esa misma amiliaridad con su energía. El 2ol en este signo percibe en orma innata los peligros de e"ponerse demasiado en todo tipo de interacción # siempre toma sus recaudos porque da por descontado que, detrás de las máscaras sociales, en todo ser humano se agitan uerzas oscuras. El scendente escorpiano, en cambio, es ingenuo con relación a la intensidad, no conoce sus consecuencias tanto en sí mismo como en otros. 0e allí que sea habitual !erlos oscilar entre un comportamiento retraído # deensi!o, # arranques intr+pidos hacia lo desconocido, que habitualmente terminan reorzando la posición temerosa # contenida. omo hemos dicho, la persona deberá indagar las razones proundas de los comportamientos e"tremos del ser humano. &rimero los encontrará a su alrededor sin comprenderlos, luego deberá padecerlos en sí misma # -sólo despu+s de haber sido transormada por esto- podrá e"presar alg%n ni!el de resolución de la intensidad que surge del choque de los opuestos. Es ácil !er a un scendente en Escorpio e"ageradamente retraído # adoptando una postura corporal de contracción ante la intensidad de una energía a la que no puede adaptarse ácilmente. 4, a la in!ersa, desarrollando un esquema corporal rígido #Co desaiante - 1ussolini es el ejemplo en este caso- como otra respuesta posible ante esa misma intensidad que, al ser en los comienzos de la !ida prácticamente inmanejable, obliga a desarrollar posturas controladoras.
Personas "ue encarnan la ener#$a del Ascendente omo hemos !isto en todos los demás casos, el scendente se maniiesta a tra!+s de los !ínculos, encarnándose en indi!iduos que, de una u otra orma, ejercerán una inluencia decisi!a para el descubrimiento de esa energía. Estas personas suelen producir un uerte impacto, sea atracción o rechazo, puesto que lle!an dentro de sí las modalidades con las que la persona a%n no se ha identiicado. /os escenarios de nuestra !ida se conorman con las cualidades que debemos !i!ir, pero en general, estas se encuentran encarnadas en los ni!eles que el inconsciente colecti!o permite !i!irlas. Es poco probable que un ni5o con scendente en Escorpio se encuentre con quienes e"presan un alto ni!el de síntesis de esta energía. &or el contrario, lo habitual es que deba recorrer el laberinto de las modalidades ragmentarias # necesariamente conlicti!as del signo, e incluso las e"tremas. /a síntesis del mosaico que el destino presenta suele ser la tarea propia de quien lo !i!e, aunque no podemos e"cluir la aparición de indi!iduos que, al encarnar con maestría esta energía, aciliten en orma notable el aprendizaje del scendente para aquellos 57
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que crezcan en su presencia. Es de esperar que, desde peque5a esta persona se sienta misteriosamente atraída -o perseguida- por indi!iduos de alta intensidad emocional # mu# conlicti!os. &ersonajes magn+ticos, poderosos # controladores, llenos de energía !ital, psíquica o material, desilarán ante +l o ella. on seguridad, alguien !endrá a despertar su intensidad se"ual, hasta ese momento desconocida, # cada !ez que intente negar su caudal de !italidad alguna persona connotada como oscura # perturbadora la lle!ará nue!amente a reconocer la presencia de la uerza del deseo dentro de sí. Es raro que la persona con este scendente no e"perimente alguna !ez la potencia de la pasión, con toda su carga conlicti!a e incluso tanática. Auizás en etapas anteriores de su !ida ha#a conocido a personas a quienes juzgó por estar, desde su punto de !ista, incomprensiblemente atrapadas por el deseo' pero como justamente lo que debe comprender son los aspectos más proundos de este, hacia allí lo lle!ará el ?destino?. sí, desgarrarse en amores imposibles -no precisamente platónicos- suele ormar parte de su patrón de e"periencia, tanto como constituirse en uno de los !+rtices, más o menos suriente, de alg%n triángulo amoroso. 0espu+s de todo, ue un scendente en Escorpio -Mreud- quien supo !er para toda la humanidad que esa igura geom+trica constitu#e el trasondo de nuestros !ínculos. &ero como debe recorrer los dos polos de la energía, al mismo tiempo que las anteriores, tambi+n se encontrará con personas que encarnan la modalidad controladora de aquella: esto es, el miedo a la !italidad, la retención # el anhelo de dominio completo de sí. 2u camino no se limita, por otra parte, a e"perimentar la naturaleza irresistible del deseo o las crueles consecuencias de su represión -en otros # en sí mismo- sino tambi+n la sutil articulación en la cual el propio deseo se re!ela como el deseo del otro. ecorrer estos laberintos # quedar absorbido por la energía ajena -o absorberla en la propia potencia- son e"periencias undamentales, ine!itables # necesarias para este scendente. 0e allí que la relación con personajes poderosos, la ascinación por el poder -en %ltima instancia por lo que otros, real o imaginariamente, tienen-# la manipulación, sean !icisitudes a atra!esar. El misterio por el cual la potencia de una personalidad o el magnetismo de un indi!iduo atrae de orma irresistible, haciendo que los demás pierdan la propia determinación # queden alienados en el deseo ajeno, suele retornar una # otra !ez en la e"periencia de quienes encarnan este scendente. &or lo menos, hasta que descubran el origen de las pro#ecciones que in!isten a ciertas personas de un poder desmesurado, poder que en realidad emana de las regiones psíquicas más sombrías de quienes las rodean. Esto se hará !isible en el ámbito de la se"ualidad, de la política, del dinero, e incluso en la b%squeda de conocimiento o el anhelo de sal!ación. cá, el +nasis no está puesto en la ascinación o la pro#ección en sí mismas -en 58
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tanto temas centrales de la circulación arquetípica- sino en la capacidad de acumulación o en= trega de poder # en la alienación del deseo. En todos los casos, lo que está en el trasondo es el misterio de la transerencia de energía, la manera como se estanca su circulación # las consecuencias que genera. prender a discernir entre la apropiación mutua que permanece en el goce destructi!o de la absorción # el compartirse transformadoramente -donde la energía circula con intensidad, pero al mismo tiempo en libertad- es quizás una de las tareas más diíciles en la encarnación de este espacio zodiacal. En todos los casos, lo importante es comprender la lógica por la cual estas e"periencias son necesarias. En su ase atemorizada, el scendente en Escorpio querrá huir de estas situaciones que aparentemente lo persiguen. &ero, tarde o temprano, estas se le impondrán más allá de su !oluntad o, más com%nmente, la persona descubrirá asombrada que había !i!ido inconscientemente inmersa en ellas. Auedar atrapado, atrapar # más tarde descubrir que el que posee es el poseído, es un itinerario diícil de e!itar. omprender que muchas !eces la aparente
entrega encubre una sutil manera de dominar a los demás # darse cuenta de que estas ormas de !ínculo sub#acen a las mejores intenciones de los participantes, suele ser una e"periencia dolorosa # nada ácil de aceptar. El 2ol en Escorpio es habitualmente un e"perto intuiti!o en moti!aciones ocultas' en cambio, el scendente deberá aprender a serlo, aguijoneado por la dolorosa presión de los acontecimientos. on el scendente en 3auro, quienes encierran los secretos de la cualidad del signo son los que producen # gozan con la posesión de bienes materiales. En el caso de Escorpio, en cambio, esto será protagonizado por quienes poseen energía, más que materia. 2ucumbir ante el hechizo de la intensa !italidad corporal, del magnetismo se"ual o psíquico, de la posesión del dinero - no como medio para producir sino como sensación de disponibilidad ininita de energía-' ascinarse por una mente que parece descubrir todos los secretos #, sobre todo, admirar la uerza de una personalidad que con su poder se impone a otros # controla, orma parte del !iaje de Escorpio. El paradigma inconsciente de la !ida en tanto batalla, sea en el plano material como en el ?espiritual?, obliga a acumular poder, esto es, a tomar más energía de la necesaria. /a incipiente # conusa sensibilidad acerca de la circulación de las corrientes de energía conduce a anhelar -consciente u oscuramente- lo que el otro tiene. Esto es, ob!iamente, algo que sucede con todos los seres humanos en ma#or o menor medida. &ero descubrir el secreto de la uerza que nos lle!a a desconocer el propio deseo # a perdernos ciegamente en aquello que emana de la potencia de los otros -sea esto cuerpo, imagen, dinero, poder o ideas- es algo que, especíicamente, el scendente en Escorpio deberá realizar. /a conciencia matizada por Escorpio siempre es atraída hacia lo que solemos connotar como oscuro. $na respuesta posible es identiicarse con ello # actuar dejándose determinar por 59
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su uerza. Es e!idente que esto ocurre tanto al encarnar dicha ?oscuridad? como al combatirla. &ero esta atracción cobra otro sentido cuando se despiertan las enormes cualidades de obser!ación e indagación, latentes en este signo. /a calidad de las e"periencias en la !ida de este scendente dependerá en orma determinante de la sensibilidad # el compromiso hacia la comprensión de sí mismo ` # de la condición humana. uanto más atenta sea la obser!ación # ma#or el contacto, más rápidamente se resol!erán las situaciones propias de este ?destino? # con menor dramatismo.
El camino de la curacin ►
Pero ¿#or qu% se (ace necesaria la #resencia de tanto dolor en la ida de este
+scendente?
En primer lugar, precisemos que no estamos diciendo que esta persona tenga que surir más que cualquier otro ser humano, sino que deberá estar en contacto con el dolor, amiliarizarse con +l, lo cual es algo mu# dierente. En una lógica en la cual el ?adentro? se corresponde con el ?auera?. !í mismo +amás signiica yo, # siempre implica el !ínculo con los otros. /a índole de Escorpio impide negar ning%n aspecto de la realidad # conduce a desarrollar una uerte sensibilidad hacia lo más proundo de la naturaleza humana # de la !ida misma' esto es algo que no puede hacerse eecti!o si se e"clu#e o niega el contacto con el surimiento. 0urante todo el período en que la persona rehu#a el encuentro con lo negado, la presencia del dolor será el aguijón que lo obligará a despertar. En la ase en que queda capturado por el arquetipo de la batalla - aparezca esta en el plano material o en el supuestamente espiritual- el surimiento será sólo la consecuencia natural de esta actitud. 2u presencia constante, tarde o temprano, lo des!iará de los hechizos ligados con el ansia por acumular energía # acti!ará el anhelo, latente en Escorpio, por comprender la naturaleza humana. llí comienza el camino del curador como otro ni!el posible: el del que resta5a las heridas que la ignorancia pro!ocó en la ase de la batalla. 3odo aquel que cura debe ser de alguna manera un e"perto en dolor. 0esde este punto de !ista, no es lo mismo para un scendente en Escorpio estudiar medicina que ser inancista, dedicarse a la política o ser magnate petrolero. 3odos estos son caminos escorpianos # en %ltima instancia conducen al mismo lugar' pero en el primer caso, la conciencia responde mucho más rápidamente a la solicitud esencial de la energía # permite, en `
En una lógica en la cual el SadentroT se corresponde con el SaueraT, !í mismo jamás signiica #o, # siempre implica el !ínculo con los otros. 60
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consecuencia, un aprendizaje más consciente. $n estudiante de medicina se encontrará desde mu# temprano con la muerte, debiendo desarrollar una enorme intimidad con la enermedad # el surimiento' su moti!ación inicial, por otra parte, inclu#e el anhelo de mitigar el surimiento. Es e!idente que en este caso, se conigura un escenario totalmente escorpiano que resuena de otra manera en la conciencia, permitiendo actualizar la sensibilidad latente en el signo, de un modo mucho más directo que en el caso de un inancista, un político o una modelo publicitaria. 0e todas maneras, es posible !er cómo muchas !eces el scendente en Escorpio -pese a haber iniciado el camino de la curación- suele replegarse ante el desmesurado impacto emocional que le produce el surimiento humano, demorando mucho más tiempo que un 2ol o una /una en Escorpio en entregarse a +l. En realidad, sin considerar ahora el conjunto de la carta natal, suele necesitar un largo # oscilante proceso antes de poder desplegar por completo la intensidad de su ni!el emocional, #a que este ha quedado uertemente condicionado por las huellas que le produjeron las primeras e"periencias. 2ólo así le será posible desarrollar la suiciente integración de su personalidad, como para entregarse realmente a su energía. &ero a%n adentrado en el camino del curador, el dolor deberá hacerse presente para e"igirle ni!eles de comprensión # sensibilidad cada !ez más proundos. /a actitud mental e"tremadamente realista, propia de Escorpio, suele pro!enir en gran parte de la rigidez que emana del temor # no está despro!ista de la crueldad propia de aquellos que obser!an la !ida como batalla ine!itable. ontemplar las heridas del mundo, ser lastimado # e"perimentarse a su !ez lastimando a otros con la omnipotencia que emana de su sensación de poder -# del terror que inconscientemente esto le produce- suele ser un recorrido necesario para que la persona con este scendente comprenda los distintos lados de la misma situación. El aguijón del destino deberá seguir empujando, a in de permitirle encontrar ormas cada !ez más sutiles # menos mecánicas de curar, que inclu#an toda la crudeza de la !ida sin inhibir la conianza en las misteriosas posibilidades que +sta alberga # que escapan a nuestro control # comprensión. En %ltima instancia, descubrirá que el !erdadero curador es la !ida misma # que el ser humano sólo puede acceder hasta cierto ni!el, para luego entregarse a la acción de uerzas curati!as que lo trascienden. Es en este punto donde se establece la transición natural a 2agitario. En el camino de Escorpio no sólo es importante comprender el dolor ísico # el emocional, sino desarrollar tambi+n la sensibilidad al dolor que nos inringimos a tra!+s de nuestra mente. omo #a !imos, el anhelo de poder mental suele ser mu# grande en estas personas, desde la ascinación que les produce una mente ría # calculadora que controla a los demás -o que desentra5a los secretos de la naturaleza con una agudeza despiadada- hasta el hecho de quedar cauti!adas por el deseo de desarrollar poderes mágicos o sobrenaturales. El lugar hacia el cual todos los caminos escorpianos conlu#en es el que obliga a 61
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comprender íntimamente la naturaleza del apego # la de su consecuencia, el surimiento. &or eso, en Escorpio esto no aparece simplemente como un problema ilosóico o religioso, sino que es la materia prima con la cual se teje su e"istencia. Visto de esta manera, resulta e!idente que la presencia del dolor en la !ida de quien nace con este scendente no es azarosa ni responde a una ?maldad? del destino o a alg%n castigo particular. &or el contrario, es algo que debe ser asumido como parte de la condición humana. Es en esa tensión donde se despierta el uego de 2agitario # puede completarla e"periencia escorpiana.
La relacin )undamental 9emos !isto cómo, desde el principio mismo de la !ida, un %nico dise5o o matriz se despliega # toma cuerpo a tra!+s de los dierentes escenarios de la e"istencia. 3odos estos, por !ariados # complejos que parezcan, son isomoros entre sí, esto es, poseen la misma orma o estructura # son portadores de la misma cualidad, aunque en dierentes planos. /a comprensión prounda de los escenarios tempranos de nuestra !ida suele ser la manera más directa de desarrollar una ma#or capacidad de respuesta a las sucesi!as e"presiones de nuestra energía. /a reacción que tu!imos ante sus maniestaciones durante la inancia tiende a con!ertirse en un hábito mediante el cual toda utura e"periencia -siendo incluso más compleja # prounda- es inconscientemente interpretada desde la misma posición # nos lle!a a reproducir el mismo desenlace. Esta repetición de la respuesta reuerza el patrón psíquico e impide que nos reconozcamos en la matriz # podamos e"traer de ella las cualidades más ricas # transormadoras, que nos permitirían proundizar el !iaje de la conciencia a tra!+s de la energía. omo #a hemos dicho, estas reacciones primarias se corresponden con respuestas colecti!as # arquetípicas que ijan el lujo de la energía en un determinado ni!el para cada signo. etroceder a las emociones coaguladas en la inancia # a los malos entendidos o creencias que se cristalizaron a partir de ciertos !ínculos, suele ser la mejor manera de liberar los nudos de la repetición psicológica. simismo, se transorma en la !ía más eecti!a para descubrir otras actitudes posibles, que permitan a su !ez nue!as maniestaciones de la matriz, tanto en el plano indi!idual como en el colecti!o. sí como en I+minis o en áncer la relación concreta con alg%n hermano o con la madre, ijaba una manera limitada de comprender la cualidad del scendente -# al mismo tiempo pro!ocaba un enigma suscitador de moti!aciones más proundas para la indagación en la propia energía- en Escorpio esto estará dado por la relación entre los padres. En general, estas personas asisten a la discordia entre sus progenitores' ser el ruto de una relación cargada de conlicto, que puede ir desde la pelea constante hasta el odio maniiesto, es 62
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un hecho habitual en este scendente. on ma#or o menor intensidad, el ni5o se sentirá desgarrado por la aparente incompatibilidad de quienes lo engendraron. 2u psiquis quedará así conigurada por la presencia del antagonismo, a !eces atra!esado por la pasión # el intenso deseo, # otras simplemente como e"presión de un combate continuo entre quienes, se supone, debieran amarse. 6nconscientemente, pero muchas !eces tambi+n en orma consciente, el ni5o con scendente en Escorpio se sentirá hijo del antagonismo # no del amor, # esta temprana articulación del arquetipo de la batalla en su e"istencia condensará un sinn%mero de imágenes oscuras, que se pro#ectarán despu+s sobre uturos escenarios. En un primer ni!el -generalmente más oscuro e inconsciente- la modalidad del encuentro # el desencuentro entre los padres pro!oca la percepción de una realidad constituida por corrientes pasionales cargadas de ambi!alencia, en las que el deseo se transorma s%bitamente en odio # !ice!ersa. &apá # mamá luchan # se atraen al mismo tiempo, con una intensidad diícil de soportar para un ni5o # más aun de comprender. Este registro ambi!alente # perturbador de la relación entre los creadores de la !ida, suele ordenarse psicológicamente si se lo cristaliza mediante el antagonismo. 3anto la e!olución de la psiquis colecti!a en los mitos de la especie, como la necesidad inantil de trascender la conusión que produce la ambi!alencia, reproduce la misma organización de la escena como un combate entre dos principios irreconciliables. l comienzo, es mu# com%n que el ni5o intente mediar # armonizar entre los padres, pero por lo general, el desgarramiento se hace tan intenso que se transorma en una realidad cotidiana # pasa a con!ertirse en la naturaleza de las cosas. 3omar partido por uno de los bandos es tambi+n una respuesta bastante habitual, en la que se ija un patrón del cual será diícil emerger más tarde. En el uturo, el mundo se percibirá como batalla, # en ella la %nica estrategia concebible será sacriicar uno de los polos, aunque esto signiique mutilarse a sí mismo. Estos tres órdenes de signiicación: la ambi!alencia del deseo, el conlicto interminable #Co el sacriicio sistemático de uno de los aspectos en juego -como e"presión de la imposibilidad de tolerar la tensión- suelen constituirse en paradigmas para toda situación utura a lo largo de la !ida. o esto# diciendo con esto que lo sucedido en la 6nancia sea causa de los acontecimientos uturos (ni siquiera de su percepción, por lo menos en un sentido lineal). En realidad, la energía escorpiana se ha maniestado en su primer escenario # allí coagulan, para la percepción inantil, emociones # creencias que replican una estructura arquetípica a la que -# en la que- se sostienen. /o importante es que a partir de allí, # a tra!+s de una simpliicación de lo que realmente sucedía, se estableció una modalidad de percepción # respuesta que se !erá reorzada por todas las sucesi!as maniestaciones de la energía escorpiana, con!irti+ndose en un ?destino?. 63
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2i no se regresa a las escenas originales a elaborar la carga emocional allí contenida, las simpliicaciones de la memoria se impondrán sobre toda nue!a e"periencia. 2i, por el contrario, se realiza el doloroso trabajo de retorno, la situación podrá ser comprendida en un ni!el más maduro. Esto permitirá resigniicar las !iejas impresiones # despertar nue!as posibilidades de encuentro con la energía escorpiana. 0e hecho, sea en la e"istencia concreta de tantas personas que no han desarrollado una elaboración teórica de su e"periencia, como en la de aquellos que realizaron una rele"ión prounda, el scendente en Escorpio suele cristalizarse en este ni!el de percepción de la realidad. &ensemos en Mriedrich ietzsche, 2igmund Mreud # udol 2teiner, los tres con scendente en Escorpio. En su indagación, todos ellos registran la presencia de dos principios irreconciliables, en eterna batalla, como sustrato de la e"istencia: lo apolíneo # lo dionisíaco en el primero, Eros # 3ánatos en el segundo # la guerra que libran /ucier # rimán en el tercero. Estas mentes tan proundas nos muestran cuan diícil es para la conciencia trascender la sensación de que e"isten dos principios antagónicos en el uni!erso o en la condición humana. Es !erdad que, en estas tres !isiones, ambas uerzas se anudan en su origen # la batalla es siempre la maniestación de algo más proundo que no se alcanza a describir con claridad. &ero tambi+n es cierto que los tres parecen sucumbir a la ascinación por el combate eterno - percibido como condición de la !ida- e incluso aparentan caer en el hechizo de la preerencia por alguno de los polos. /a simbolización de Escorpio como lucha irreconciliable entre dos serpientes, oscura una # luminosa la otra, es un potente arquetipo a tra!+s del cual se nos re!ela habitualmente esta energía. lcanzar a percibir el n%cleo desde el cual brota esta dualidad conlicti!a es una tarea e"tremadamente diícil para toda conciencia' pero plantearnos la necesidad de hacerlo, no es en este caso una cuestión ilosóica ni ideológica. /a percepción trágica de la e"istencia, arquetipizada en este ni!el de Escorpio, compromete a quien queda ascinado por ella en la cotidianidad de su !ida. 8a sea que alcance a elaborarlo teóricamente, que pueda liberar imágenes que resuenen en otros a tra!+s del arte, o que este desgarramiento permanezca ine"presado # se act%e día tras día a lo largo de la e"istencia, la ascinación por el h+roe trágico en lucha eterna con uerzas irreconciliables es tan potente, que se con!ierte casi en sinónimo de la condición humana. /a intensidad real del conlicto entre los padres puede !ariar enormemente, de acuerdo a la 64
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totalidad de la estructura natal de cada persona. barca desde quienes e"perimentaron el odio maniiesto, hasta aquellos donde el ni!el consciente ha#a negado toda discordia, ante lo cual sólo un trabajo proundo puede re!elar la !i!encia inconsciente del antagonismo o la inadecuación. &ero por lo general, es ácil ad!ertir de qu+ manera el molde arquetípico ha simpliicado los acontecimientos de la inancia. El dualismo calma la ansiedad de la ambi!alencia, pero nos condena al conlicto' de allí que sea rele!ante ampliicar la trama de recuerdos de estas personas, a in de alcanzar el registro del aecto realmente presente en el !ínculo entre los padres. uando esto se produce, es notable la transormación que se realiza en los indi!iduos con este scendente. 0escubrir que en el origen estaba el amor, libera un enorme caudal de energía contenida # permite inaugurar un nue!o ciclo de e"periencias con relación a Escorpio. &ara que esto sea posible, es necesario que no e"istan trazas de idealización en la resigniicación de los recuerdos' en este sentido, sólo el contacto real con el amor que sub#ace al conlicto puede producir una nue!a circulación. E incluso allí donde no hubiera e"istido aecto entre los padres, necesariamente hubo deseo. En el momento de la concepción, más allá de papá # mamá con sus pasiones # limitaciones, se hace presente la abundancia de la !ida. /a gratitud por la amplitud # generosidad con la cual esta nos busca # crea misteriosamente, en el torrente aparentemente irracional del deseo, quizás no sea la orma en que áncer o /ibra imaginen el amor, pero sí puede ser el modo en el que Escorpio e"prese su sentido de la unión # pueda atra!esar la barrera que le impone el arquetipo del conlicto. Esta percepción de abundancia # generosidad en el n%cleo mismo de la e"istencia -que contiene en su interior a la muerte, el dolor, la ignorancia # la pasión- constitu#e la articulación natural entre Escorpio # 2agitario. omo dijimos en la introducción, el mandala zodiacal es un arquetipo en sí mismo # la comprensión de las articulaciones entre sus distintos espacios es esencial para todo aprendizaje. $na !isión ragmentaria percibirá los signos como separados, aparentemente #u"tapuestos en un orden aleatorio. 2in embargo. 2agitario es la consecuencia natural de Escorpio -desde el punto de !ista secuencial- # no tiene 4tra posición posible en el @odíaco. 0e allí que lo que decimos acerca de la necesidad de resigniicar las primeras escenas -a tra!+s de las cuales se maniestó Escorpio en la !ida de un ni5o- no pretende tener un sentido ilosóico o simplemente ideológico. 2í, en cambio, orecer una base de contacto !i!encial para que el cuerpo de estas personas -no el pensamiento o la emoción por separado- ampliique la contracción # la tensión a la que generalmente ha quedado sometido. *a matri$ de las casas 30<0333<>33
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omo hemos hecho en los demás casos, obser!aremos ahora la matriz del mandala con Escorpio ascendiendo, a in de comprender mejor la lógica que le es inherente.
0ado que /ibra está en la asa K66 de la matriz escorpiana, podemos suponer una uerte presencia de arquetipos ligados con la unión armoniosa # complementaria de los opuestos en el inconsciente proundo de esta persona. /a dinámica de su e"istencia se nos hará más comprensible si ad!ertimos la enorme nostalgia por el encuentro sin conlicto # por el equilibrio entre los polos que impregna su psiquis, haci+ndola entrar en resonancia con las corrientes colecti!as ligadas con esta temática # tambi+n con las personas que las encarnan. /as imágenes de lo complementario, la belleza # la gracia se agitan en su interior # las moti!an inconscientemente en la b%squeda de la unión perecta. 2i bien su intensidad dependerá de las posiciones particulares de Venus # eptuno en cada carta natal, generalmente e"iste en ellas una uerte tendencia romántica e idealizadora, que chocará en orma ine!itable con el despliegue del scendente. Este intenso anhelo de encuentro # compromiso social, ligado con /ibra en la asa K66, atra!esará proundas transormaciones a lo largo de la e"periencia escorpiana, constitu#+ndose al mismo tiempo en el motor más o menos inconsciente de sus b%squedas. &or un lado, la presencia del deseo, la pasión, las luchas por el poder que sub#acen a la relación, las determinaciones biológicas de toda unión, etc., se constituirán en el lado oscuro del amor # del romanticismo que deberá ser comprendido e integrado para descubrir los sentidos más proundos de toda relación o sociedad. /a trama sombría de moti!aciones inconscientes -que sub#acen a las ormas sociales que organizan la unión entre los se"os o la sociedad- se re!elará ante estas personas, tarde o temprano. Es entendible que esto conlle!e una uerte carga de desilusión # rustración, # aumente el miedo # la diicultad para entregarse a estos ni!eles de e"periencia. omprender que por detrás de las ascinantes imágenes de la unión perecta se agitan, en sí mismos # en los otros, pasiones de una intensidad incomprensible para el anhelo 66
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libriano, suele ser un aprendizaje mu# duro. Esto los lle!ará a ir # !ol!er, desde las e!idencias que les propone su scendente escorpiano hasta los anhelos de su asa K66 libriana, una # otra !ez, en una circularidad que, si no puede ser comprendida, resultará e!identemente perturbadora. Auizás descubran entre los intersticios de la repetición -perplejos, al principio - la dinámica alquímica # transormadora implícita en la unión que -más allá de todas las ormas sociales- re!ela posibilidades creati!as para las cuales las imágenes románticas eran sólo un símbolo. Esta oscilación entre aquello que está por debajo, oculto por las imágenes sociales, # aquello que las trasciende # les otorga un nue!o signiicado -en ni!eles psicológicos proundos, energ+ticos # espirituales- e"ige una enorme madurez de la conciencia para ser e"perimentado puesto que, en orma casi ine!itable, los distintos ni!eles tienden a conundirse. 0espu+s de todo, el desconcierto, la ambi!alencia # el conlicto que implica esta superposición de planos es el ámbito natural de lo escorpiano # el caldero de la transormación que se maniestará como síntesis en 2agitario. /a natural deri!a de /ibra a Escorpio podrá repetirse en el plano del arte a tra!+s de e"periencias que -inclu#endo en la est+tica aquello que habitualmente es !isto como horrible o desagradable- ampliiquen tos conceptos tradicionales de la armonía # la belleza. simismo, el arte como camino de transormación # curación puede aparecer en la !ida de muchas personas nacidas con este scendente a manera de síntesis, canalizando la nostalgia natural por los arquetipos de la casa K66 a tra!+s de los descubrimientos propios de Escorpio. 0e un modo más general, el compromiso libriano con la sociedad # los !ínculos desembocará en el misterio de las relaciones de poder. 1etaóricamente, podríamos decir que todo scendente en Escorpio es como un diplomático que ha sido mu# e"itoso en &arís o Viena #, precisamente, gracias a las capacidades demostradas, es en!iado ahora a
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¿Es fusión o integración de o#uestos?
Es una síntesis que pro!iene de una usión -en el sentido de una muerte o de la e"tinción de los principios que antes se percibían separados- # que da lugar, ahora, a otro ni!el de 67
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realidad. eci+n aquí se comprende que lo antagónico no es sino una percepción distorsionada de la dierenciación de la unidad. Este es el sentido de la asa V666 en I+minis, en esta matriz. quí la percepción geminiana de la dualidad o del !ínculo -como relación e"terna entre polos- hechiza a la conciencia en el antagonismo # el desgarramiento, al !olcar el caudal de intensidad propio de Escorpio en ese conte"to dual. Este ni!el de registro de la relación debe dejar lugar a una captación más prounda de la realidad -concretamente, como autodi!isión # síntesis de sí misma- que es nue!amente I+minis, pero en otro plano. /a imagen de las dos serpientes en lucha constante -una luminosa # la otra oscura- suele transormarse en la de una sola serpiente con dos cabezas. llí, el conlicto # la dualidad se re!elan simplemente como un hábito percepti!o, real en su propio plano pero que, al quedar incluido en un orden más amplio, es trascendido # sintetizado.
quí puede !erse cómo, desde otro ángulo, en la !ida de un scendente en Escorpio aparecerán siempre grandes dualidades, con sus correlati!os desgarramientos # conlictos, tanto interiores como e"teriores. 1ientras subsista la tendencia inconsciente a la di!isión mental en bueno o malo, superior o inferior, blanco o negro,
etc., la presión del destino habrá de lle!ar a estas personas a
e"perimentar aquello ante lo cual todos los seres humanos quedamos igualados: la muerte # el dolor. En Escorpio pareciera que el contacto pleno con el surimiento es lo que permite disol!er el anhelo encubridor de las e"plicaciones o las racionalizaciones' donde el !alor de las palabras -I+minis- es lle!ado a su límite # la e"istencia queda e"puesta en toda su desnudez e intensidad. Este signo encarna un ni!el de proundidad en el que #a no tienen lugar las dualidades # las distinciones lineales, propias del pensamiento !erbal. En +l se toma contacto con un 68
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mo!imiento %nico en el que lo bueno puede ser malo # lo que es malo puede ser bueno. /a ambi!alencia # la transormación es el terreno donde se realiza esta e"periencia en la cual todo aquello que en cierto ni!el parecía uní!oco, se re!ela tan dinámico como la !ida misma. En este punto, algo resulta e!idente # es que las dualidades que instaura el pensamiento # el ni!el !erbal de la percepción -I+minis, nue!amente- sólo pueden disol!erse cuando está comprometida la totalidad de nuestro ser.
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Pero ¿#or qu% estas #ersonas más bien #arecen re(uir el contacto?
Es bastante lógico pensar que el primer mo!imiento que realiza la persona con este scendente sea permanecer ijada a su asa K66 en /ibra, a tra!+s de la tensión que le produce su asa V666 en I+minis. /a crudeza de Escorpio se magniica muchas !eces en ella, por cuanto la e"perimenta alguien inconscientemente aerrado a la nostalgia del paraíso. 3odo es en este mundo demasiado tosco, intenso #, sobre todo, rustrante para su anhelo de finales felices en t+rminos librianos. 0e allí que al principio intentará negar el dolor, el surimiento, la presencia de la muerte # la uerza del deseo. &ero dado que -lo quiera o no- el aprendizaje de su !ida tiene una dirección ine!itable, el choque entre el mundo de sus sue5os # la realidad generará probablemente una uerte intro!ersión #, sobre todo, miedo. Es ácil !er en estas personas un lado mu# asustado que parece replegarse ante el mundo' en realidad, sólo están e"presando temor a sí mismas, a su propia intensidad # potencia. l pro#ectarse esta carga hacia auera, el mundo toma una apariencia a%n más amenazante # por eso es habitual que sean personas más intro!ertidas, más metidas hacia adentro # mucho más achicadas que un 2ol en Escorpio, aunque esto se enmascare a !eces con una actitud desaiante. 6ntentar recuperar el paraíso perdido # la belleza inmaculada de /ibra -que los redima de la oscuridad que perciben en ellos mismos # no pueden comprender- suele ser un mó!il proundo que e"plica en muchos casos la b%squeda reiterada de e"periencias que necesariamente tienen un desenlace rustrante para el sue5o libriano. o es de descartar que las uertes tendencias destructi!as que a !eces maniiestan, est+n ligadas a la impotencia # el resentimiento que nace de esta diícil articulación entre la delicadeza de /ibra # la intensidad de Escorpio. El arquetipo del ángel caído es aquí mu# uerte # abre la posibilidad de identiicarse tanto con la rebelión lucif'rica como con el an#elo fáustico. ecordemos que Ioethe, quien sobre esto nos ha dicho mucho, tambi+n tenía el scendente en Escorpio. En realidad, todo esto se relaciona con la posición de Escorpio en el @odíaco, que es aun más compleja desde el punto de !ista psicológico cuando es !i!ida desde el scendente. omo punto medio entre /ibra # 2agitario, aquí se e"perimenta una transormación por momentos 69
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
desgarradora que, como decíamos, el inconsciente colecti!o parece reorzar con sus imágenes heroicas. La presencia estructural de los opuestos, que en Libra es contemplada en su +uego maravilloso y pleno de armonía, debe ser experimentada ya no frente a la conciencia que la observa distanciada, sino como presencia interna para que se #aga posible la integración o síntesis sagitariana, que es el próximo paso en el Bodíaco.
&ero sentir la agitación de los
contrarios en el cuerpo # la totalidad del propio ser es un descubrimiento perturbador, # lle!a inicialmente a traducir esto como batalla en la cual alguno de los dos principios deberá ser e"pulsado. Ellos luchan en el interior de la persona de Escorpio bajo la orma de mente # se"o, pulsión # espiritualidad, luz # sombra, animal # ángel, etc. /ibra mira, contempla, goza del mo!imiento de los opuestos. 2agitario será el luir de la !ida que se e"perimenta integrada, por una conciencia que ha descubierto cómo ?dar al +sar lo que es del +sar # a 0ios lo que es de 0ios?. Escorpio es el espacio de transición en el que es necesario in!olucrarse plenamente, sentir todas las contradicciones # antagonismos en sí mismo, para que la síntesis sea real. /o importante de obser!ar aquí es que, en la lógica zodiacal, para alcanzar la sensación del luir de la !ida (2agitario), es necesario pasar por el desgarramiento que implica el dolor (Escorpio). En el caso de un scendente en Escorpio, estaríamos hablando de la presencia del surimiento desde una conciencia que está a%n demasiado pró"ima a la !isión de la armonía # que debe transormarse proundamente para encarnarla # no sólo gozar de su contemplación. Esto hace que ella se e"perimente a sí misma como el campo de batalla # la portadora del mal, contenidos que - ob!iamente- tambi+n se pueden pro#ectar sobre otros. 6dentiicada con esa lucha, no le es ácil a esta persona comprender que su e"periencia orma parte del aprendizaje de la !ida, # que para recuperar la dulzura de /ibra quizás sólo deba reconocer que el %nico enemigo a !encer es la guerra misma.
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¿*a 'asa >33 en *ibra (abla entonces de rom#er con el an(elo de la armonía?
/a palabra ?romper? puede resultar equí!oca #, en t+rminos psicológicos, sólo sir!e para aumentar la sensación de intensidad, que es precisamente el problema de Escorpio. &reeriría decir que se trata de ir más allá de la armonía ideal para descubrir la uente de la cual brotan los opuestos, que luego se encuentran, se separan # se !uel!en a encontrar en la coreograía de la !ida.
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¿'ómo se incula esa intensidad con la 'asa 30 en +cuario?
0esde el punto de !ista energ+tico, cuario en la base de la caria natal nos habla de una 70
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
creati!idad que es capaz de recorrer los misteriosos caminos de Escorpio, comprendiendo # singularizando lo más básico de la condición humana sin perder en ning%n momento la libertad # la espontaneidad. 2in embargo, es probable que la presión de la asa 6V reuerce las tendencias psicológicas hacia la disociación # racionalización, pro!ocando que la conciencia hu#a de la intensidad escorpiana e impida así que se produzca la alquimia transormadora de esta energía. El hábito de disociarse de la e"periencia apenas esta insin%a una alta carga emocional -tan propio de la modalidad aecti!a acuariana- hará que el destino la obligue a retornar una # otra !ez a aquellas situaciones en las que se interrumpió el proceso, hasta que le sea posible tolerar toda la potencia de su cualidad ascendente. Escorpio e"ige una enorme capacidad de compromiso emocional, a in de desarrollar las aptitudes de alguien que debe aprender a constituirse en un transormador de energía. &ero como hemos !isto a lo largo de todo el capítulo, esto sólo se logrará a tra!+s de un largo proceso en el que pierda progresi!amente el temor a e"tra!iarse en la intensidad # descubra que lo esencial permanece libre # lleno de creati!idad aun en los momentos más oscuros, sin necesidad de disociarse ni reugiarse en la racionalización. /a misteriosa alquimia entre libertad e intensidad es quizás una de las ma#ores diicultades en el camino de Escorpio, pero tambi+n uno de sus más bellos rutos.
Al#unos e4em!los $n caso paradigmático en el que podemos obser!ar el singular nudo entre pasión, poder, dinero # muerte, propio de cierto ni!el de la e"periencia escorpiana, es el de Baqueline Uenned#. 1ás allá de los juicios morales, lo importante para nosotros es meditar acerca de aquello que la lle!ó a !i!ir rodeada por el poder, del clan Uenned# primero, de la presidencia de los Estados $nidos en plena guerra ría despu+s, # del multimillonario ristóteles 4nassis más tarde. El grado de contacto que tu!o con la muerte, el conlicto # el surimiento a tra!+s de los seres que la rodeaban, puede parecer e"cesi!o si no se lo !e con ?ojos astrológicos? # no se percibe la estructura energ+tica sub#acente. /os asesinatos de su marido # su cu5ado, el peculiar destino de conlicto de toda la dinastía Uenned# # el ni!el de surimiento de la hija de 4nassis, su hijastra, cu#o inal tambi+n resultó trágico, son algunas de las situaciones - entre otras- que podemos mencionar. /a ligadura entre poder se"ual, político # económico tambi+n es e!idente aquí, así como el peculiar goce por parte de ella en disrutar de cantidades casi ilimitadas de energía, e"presadas en la cantidad de dinero que necesitaba gastar cotidianamente de un modo casi desenrenado. ue!amente, podemos permanecer en el ni!el del juicio moral # connotar ragmentariamente los distintos aspectos del comportamiento de una persona' en 71
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
este caso podríamos hablar de a!idez, codicia, manipulación, uerza moral u oportunismo, seg%n nos parezca. &or el contrario, podemos preguntarnos cuál es la dimensión que debe !i!ir ciertas e"periencias, sólo por el hecho de que una persona ha#a nacido en el instante en que Escorpio ascendía en el horizonte # el cielo se constelaba de cierta manera dando orma a su carta natal. uál es la dimensión que necesita descubrir ciertos nudos # enlaces entre aspectos de la e"istencia que habitualmente se consideran separados # padecer las consecuencias de su comportamiento, no en el sentido moral, sino en el del aprendizaje de cierta cualidad !ibratoria que se maniiesta de un modo tan potente. &or %ltimo, podemos hacer reerencia a 2ai
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
creati!idad # espíritu, todos los días en la trama de nuestros !ínculos en tanto seres biológicos, deseantes # energ+ticos. sí la !ida contin%a, en todas sus dimensiones. Escorpio dice: todos hacemos esto, lo sepamos o no. &odemos disponernos a realizarlo con plena conciencia # aprender de ello -en lo indi!idual # en lo colecti!o- hasta desarrollar maestría acerca de las corrientes de la !ida o continuar ciegamente, dejándonos lle!ar por uerzas que no queremos aceptar, e"plorar ni comprender.
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-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
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/a imagen que quizás sintetiza mejor los m%ltiples signiicados del signo de 2agitario es la del río que corre hacia el mar. on la abundancia de sus aguas ertiliza las tierras que atra!iesa # sobre ellas na!egan las embarcaciones que lle!an a los hombres desde el interior hacia lo abierto. sí como Escorpio simboliza el agua estancada -saturada de !italidad por los procesos de putreacción que al mismo tiempo la con!ierten en tó"ica- 2agitario es el agua caudalosa en la que animales # hombres pueden saciar su sed # rerescarse sin peligro. El pantano (Escorpio) lle!a dentro de sí el misterio de la coe"istencia de la !ida # de la muerte en una escala en la que esta condiciona a la primera. El río (2agitario), en cambio, es tan !asto # abundante que se limpia a sí mismo. 8 no por ser transparente e incontaminado -un río ideal - sino porque en su mo!imiento # amplitud puede contener m%ltiples desechos e incluso arrastrar el cadá!er de alg%n animal, sin perder por eso su cualidad benigna para los demás seres. En este momento de la secuencia zodiacal, el nudo que no encontraba resolución en los signos anteriores se ha desatado s%bitamente # 2agitario surge entonces como una gozosa liberación de energía retenida, que se dispara incontenible # se e"pande, superando las dualidades # antagonismos del signo anterior. 0esde el punto de !ista energ+tico. 2agitario posee uno de los dise5os más diíciles de describir, debido al grado de abstracción que le es inherente. os hemos encontrado con una diicultad análoga, al intentar aprehender el concepto de orden propio de Virgo, el signo que le precede en la cruz mudable. 2agitario e"presa ese mismo orden, pero desplegado ahora en m%ltiples ni!eles en sentido !ertical, en lo que podríamos deinir como un pasaje del plano al, !olumen. Este despliegue agrega nue!as dimensiones al orden # articula sus relaciones, integrándolas en ni!eles de amplitud # complejidad crecientes, tal como se e"presa en la imagen arquetípica del caballo, el jinete # la lecha, que representan una sola realidad articulada en dierentes planos. /as imágenes más claras de este orden multidimensional las podemos encontrar obser!ando los sistemas !i!ientes, como por ejemplo el cuerpo humano. Este es, en realidad, un conjunto de sistemas donde cada ni!el emerge del precedente #, a su !ez, lo contiene. ada c+lula -que está al mismo tiempo constituida por dierentes tipos de mol+culas- se une a otras ormando un tejido. $na red de tejidos constitu#e un órgano # cada uno de estos se ensambla con otros en lo que llamamos aparato digesti!o, respiratorio, reproductor, etc. El conjunto de estos sistemas será, por %ltimo, el ?sistema de los sistemas?: el cuerpo en tanto totalidad que, a su !ez, remite al medio ambiente que lo inclu#e, # así sucesi!amente. 7odo 74
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -organismo está formado por m5ltiples sistemas menores y participa a su vez de sistemas mayores a 'l, en una cadena autoorganizati!a en la que unos emergen de los otros # a
la !ez se
generan entre sí. lgunas palabras son cla!es para comprender a 2agitario, como por ejemplo inclusión # articulación, t+rminos gracias a los cuales las dierencias dentro de una estructura dejan de ser
comprendidas como separaciones, haci+ndose posible la percepción de totalidades integradas # complejas. El tejido hepático, por ejemplo, no es e"terno a sus c+lulas, así como el aparato digesti!o no es e"terno a sus órganos' se trata de dierentes órdenes de realidad, dentro de un continuo !ital. 0ebemos ser e"tremadamente cuidadosos con las palabras cuando nos reerimos al signo de 2agitario, puesto que presentan una diicultad intrínseca al signo. Este simboliza el silencioso plano de la síntesis desde el cual surgen las palabras -propias de su opuesto: I+minis- que nombran el mundo en tanto multiplicidad # e"plicación. !agitario es síntesis, pero síntesis no es lo mismo que idea o descripción !erbal sint+tica. l reerirnos a m5ltiples dimensiones articuladas en una interacción creativa,
intentamos representar un aspecto de la
realidad que habitualmente no percibimos, para el cual no es ácil encontrar las palabras adecuadas. Auizás estas no e"istan # la descripción de 2agitario deba partir de la ausencia de las mismas, respetando la imagen de la lecha que simplemente índica o se5ala el blanco sin serlo, # que sólo coincide con +l en tanto intuición o inspiración. Es ácil !er que no ha# palabras uní!ocas para describir un salto dimensional en el que permanecen simultáneamente integrados # dierenciados m%ltiples ni!eles, en un sistema jerárquico de órdenes creati!os. penas decimos ?sistema jerárquico?, el modo !erbal de nuestro pensamiento imagina una pirámide en la cual cada ni!el de la jerarquía es e"terno al anterior #, en consecuencia, está separado # es superior o inerior (en tanto que autónomo) con respecto a aquel. 2ólo en los ejemplos de orden biológico puede entre!erse un mo!imiento autorganizati!o de complejidad creciente donde no se producen rupturas entre ni!eles #, al mismo tiempo, se distinguen totalidades dierenciadas. ada plano depende del anterior # emerge como producto de toda la organización que lo precede' mol+culas, c+lulas, tejidos, órganos, deri!an uno del otro. &uede decirse que las c+lulas generan la totalidad de los sistemas -digesti!o, óseo, ner!ioso, etc. - pero que, al mismo tiempo, su acti!idad obedece en todo momento a la inormación pre!iamente sintetizada en el código gen+tico del que son portadoras # que determina la estructura del cuerpo al cual pertenecen (o el campo morogen+tico que las ordena). ontemplar este doble mo!imiento en el que un cuerpo se despliega a partir del crecimiento # dierenciación de las c+lulas -que al mismo tiempo responden a una matriz 75
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gen+tica que les es anterior # está uniormemente distribuida en todas ellas- es un ejercicio proundamente sagitariano. 8 lo es, precisamente, porque implica renunciar a e"plicaciones causales de tipo lineal, para acceder a la percepción de un orden creati!o de ni!eles interdependientes.
El a!rendiza4e de la inclusin Esta percepción sint+tica es, en deiniti!a, la que permitirá darle un nue!o signiicado a los procesos de transerencia de energía entre las ormas, que deinimos anteriormente en Escorpio, con el dolor # la destrucción que lle!an implícitos. El cuerpo humano se mantiene !i!o en cuanto totalidad porque contiene dentro de sí ininitos procesos de muerte # reproducción. 3odo ser !i!iente, al igual que el río de la imagen que dimos en el inicio del capítulo, lle!a consigo una enorme cantidad de desechos que deberán ser eliminados oportunamente. En todo momento se generan en +l sustancias tó"icas # procesos de putreacción, como natural consecuencia de su !italidad. cada instante mueren millones de c+lulas que son reemplazadas por otras en la incesante acti!idad de la reproducción celular. /a organización jerárquica del sistema es la que permite que los ni!eles más complejos del mismo se !ean liberados de las tensiones originadas en los ni!eles básicos de los que en %ltima instancia dependen. sí, las !icisitudes de la !ida de la c+lula cobran sentido en el plano del tejido, las del tejido en el del órgano # las de este en el sistema al cual el órgano pertenece. /o que podríamos llamar la dramática e"istencia del plano celular (o incluso el molecular) en el que en todo momento se nace # se muere, se de!ora # se es de!orado en una lucha sin inal, queda resuelta en la unción que estos procesos cumplen para la totalidad. /o que es muerte # destrucción en un ni!el -como en la acti!idad de los intestinos, por ejemplo- es salud # buen uncionamiento para la totalidad que lo inclu#e. &odemos imaginar a una mujer o a un hombre danzando # transmitiendo, con amplios mo!imientos, alegría # entusiasmo a quienes lo obser!an. En el interior de esos cuerpos la !ida contin%a con la realización de sus procesos básicos, # esos seres que danzan jubilosos # despreocupados son, al mismo tiempo, el teatro de la trágica danza de la !ida # la muerte, propia del ni!el biológico. En esta integración desbordante de !italidad que es 2agitario, no !emos simplemente surgir al unísono la !ida # la muerte -como !imos en el signo anteriorsino el modo como aquello que lle!a dentro de sí la muerte, los desechos # la destructi!a combustión de energía necesaria para !i!ir, es al mismo tiempo alegría, abundancia # entrega coniada a la !ida que lo trasciende. 2agitario aparece así como la integración de Escorpio #, 76
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en consecuencia, en este signo se hace realmente posible la e"tinción deiniti!a del conlicto que se había abierto en áncer entre la conciencia emergente # la intensidad de la !ida. cá podemos percibir nue!amente que la identificación es el tema central de todo el proceso: si la conciencia del bailarín estu!iera identiicada con su ni!el celular o digesti!o, permanecería en un plano de conlicto # dolor que le impediría e"presar la alegría de la totalidad. /a capacidad de los sistemas !i!ientes para crecer en complejidad # trascender el apego o la identiicación con los ni!eles más básicos, permite una e"periencia radicalmente dierente que, como podemos !er, no niega en ning%n momento la presencia del antagonismo o del dolor' por el contrario, los inclu#e, sintetiza # trasciende. pro!echando este rumbo metaórico, podríamos decir que las c+lulas que nacen # mueren sir!en -o trabajan- para los ni!eles más complejos sin saberlo' se entregan a ellos cumpliendo su unción en un orden que podríamos llamar !irginiano. 2agitario, en cambio, con su +nasis en la síntesis multidimensional, simboliza un ni!el de integración que se entrega, al igual que Virgo, pero que en este caso ?sabe? que con su acción participa en # contribu#e a las dimensiones que lo trascienden. simismo, registra que otras de estas dimensiones -?e"ternas? e ?internas? al ni!el con el que está identiicado- contribu#en a su propia acti!idad. /legados a este punto, podríamos decir que toda la dinámica del destino de un scendente en 2agitario consistirá en el aprendizaje de la inclusión. 0icho en otros t+rminos: cómo entregarse y confiar en lo que está más allá de aquello con lo que está identificado en cada momento. -, al mismo tiempo, cómo comprender, contener y guiar los distintos niveles de conciencia que permanecen ligados con los contextos más reducidos, sin negar la relevancia y sentido de esas experiencias necesariamente limitadas.
9abitualmente usamos palabras como religión o ense/anza para identiicar estos procesos propios de la energía de 2agitario, que aquí intentamos describir en un ni!el más abstracto -o menos antropomórico- a in de dar cuenta de sus signiicados más amplios, sin caer inmediatamente en el plano psicológico. 0ecir religión es reerirse al impulso de re%ligar, esto es, !ol!er a reunir las dimensiones que la conciencia inmersa en la e"periencia cotidiana tiende a separar. 0nse/ar, a su !ez, implica obedecer al impulso de transmitir a las nue!as generaciones la !isión del mundo de las anteriores -o las inno!aciones creati!as indi!iduales - para mantener la unidad de una sociedad a tra!+s del tiempo. En ambos casos -religión # ense5anza- se !eriica el mismo anhelo de cone"ión entre ni!eles dierentes de la realidad, que sentimos deben mantenerse integrados para el bienestar de nuestra e"istencia. 0ste impulso #acia una vivencia más amplia en la que se mantiene la conexión entre lo cotidiano 3o particular2 y lo universal, sin perder contacto con ninguno de los dos extremos, podemos 77
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -decir que es !agitario.
%dealismo1 el to!e !sicol#ico de -a#itario 9emos !isto en cada uno de los signos anteriores de qu+ manera se distorsiona el signiicado energ+tico de un signo cuando su cualidad se reracta a tra!+s de la psiquis. Esta %ltima es una orma #, como tal, e"clu#e de manera ine!itable numerosos aspectos de la energía. omo hemos dicho en la 6ntroducción a este !olumen, el estado actual de nuestra psiquis responde a la estructura energ+tica de áncer # /eo. o importa el signo de una persona' sea cual uere este, la organización del #o es siempre un límite e!idente para la e"presión de ciertas cualidades propias de los signos que están más allá de áncer # /eo en la secuencia zodiacal. Esas cualidades tensionarán necesariamente las interpretaciones ragmentarias que, en tanto seres psíquicos, hacemos de la energía. En este caso, podemos pensar que no será ácil para ning%n ser humano dar cuenta de la síntesis !ital presente en el pasaje de Escorpio a 2agitario. /a compleja articulación de dierencias entre distintos planos de la realidad, propia de lo sagitariano, suele quedar reducida al ni!el de los conceptos, ideas, creencias o generalizaciones. /a cualidad inclusi!a de 2agitario se maniiesta indudablemente en la !italidad, bonhomía # generosidad propia de las personas de este signo # es sabido que su mente suele estar dotada de gran amplitud # capacidad de síntesis. &ero en la ma#oría de los casos, estos atributos están sostenidos por el compromiso con ideas consideradas como dadoras de sentido # uentes de !erdad, desde las cuales se toma e"cesi!a distancia de las contradicciones, ambi!alencias # antagonismos propios de la e"periencia concreta. 0l estado de conciencia en el que se manifiesta la cualidad de síntesis no es una idea sint'tica, una generalización teórica o la creencia de #aber alcanzado la verdad 5ltima.
3oda idea, teoría o creencia es una orma limitada que -por su
propia naturaleza- e"clu#e, deja auera de su alcance a un sinn%mero de actores. /as ideas sagitarianas, que sostienen la !i!encia de abundancia, conianza # sentido propias de este signo, suelen dejar de lado los aspectos más oscuros de la e"istencia # airmar cualidades positi!as e ideales, en detrimento de la complejidad de lo real. !agitario se manifiesta #abitualmente como idealismo en el nivel psicológico, pero esto
sólo releja la continuidad de
la e"periencia del ni!el de Escorpio en el que no se ha alcanzado a%n la percepción de la unidad !ital de los opuestos. Es decir, en tanto Escorpio sea percibido psicológicamente como conlicto irresoluble. 2agitario no podrá ser otra cosa que idealismo # esta será la limitación a tra!+s de la cual la persona tenderá a interpretarse a sí misma # a los hechos de su !ida. 1ientras que la respuesta psicológica a la energía de este signo haga que la persona se 78
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identiique con la perspecti!a más amplia o trascendente bajo la orma de ideas, creencias o teorías que posean la uerza de una !erdad incuestionable, habrá de negar o simpliicar en e"ceso la complejidad de lo real. 0e igual modo, negará la importancia, en otros o en sí misma, de aquellos ni!eles que, seg%n cree, #a han sido -o deberían haber sido- superados. Estos ni!eles ideológicamente e"cluidos deberán hacerse presentes a tra!+s del destino, a in de que la e"periencia de este signo pueda realizarse en toda su proundidad. 0scorpio continuará siendo de esta manera la inevitable sombra de !agitario, #asta tanto la articulación entre ambos signos sea comprendida y genuinamente expresada.
En el caso del scendente -en el cual el despliegue mandálico de la e"istencia se hace mucho más e"plícito que en el caso del 2ol- !eremos que, al mismo tiempo que la !ida lle!a a estas personas hacia una mara!illosa e"pansión en el plano material, emocional o mental, la presencia de su asa K66 en Escorpio no les permitirá, o por lo menos no les acilitará, las disociaciones e idealizaciones propias de la !i!encia psicológica de este signo. Esto ocurrirá a tra!+s de la presencia del dolor, el desgarramiento o la oscura e!idencia de lo negado en sus !idas. 3ales acontecimientos propios de su destino, que podemos llamar dolorosos # que parecen paradójicos en relación al gozo inherente a la e"periencia sagitariana, deben ser comprendidos como necesarios en tanto motores de una síntesis que !a#a más allá de lo ideológico o meramente ideal, para con!ertirse en concreta # e"istencial sabiduría.
La cualidad del r$o omprender el mo!imiento de la !ida de un scendente en 2agitario implica, entonces, aprender a reconocer cómo se articulan una multitud de e"periencias aparentemente disímiles o aleatorias, en un todo coherente que se despliega en ciclos # proporciona, para la conciencia que las !i!e, la oportunidad de identiicarse con la cualidad sint+tica sub#acente. 0ado que 2agitario es un signo abstracto por naturaleza -en el que lo uni!ersal tiende a predominar sobre lo particular- deberemos hacer un esuerzo ma#or que en otras oportunidades a in de captar la coherencia de los distintos planos # aspectos de la maniestación de esta energía. En todos los ascendentes se trata de distinguir una cualidad que impregna la totalidad de la !ida de una persona, que nosotros aprendemos a percibir identiicándola con un símbolo. uestra percepción habitual no registra totalidades ni mo!imientos globales sino que ragmenta, di!ide # secuencializa de un modo lineal. os es diícil registrar la misma cualidad en acontecimientos dierentes, en !ínculos # comportamientos # -menos a%n- en secuencias # procesos complejos. En el caso de 2agitario podremos !er cómo se suceden, a lo largo de una !ida, 79
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acontecimientos # personas que in!olucran !iajes, permanencias en el e"tranjero, abundancia material # e"pansión de los horizontes. 0e la misma manera aparecerán el anhelo por saber, aprender # ense5ar, la b%squeda del sentido de la e"istencia # el anhelo de justicia, la importancia de lo religioso o de las ideologías o el encuentro con maestros # guías, en una corriente aparentemente heterog+nea, pero sin embargo absolutamente coherente. /a perspecti!a astrológica es, precisamente, la que distingue un orden simbólico=matemático allí donde la percepción habitual sólo !e sucesos aleatorios. /a cualidad prounda de un signo late detrás de la di!ersidad de los acontecimientos #, desde un punto de !ista, estos no son más que !ehículos de la energía que los impregna # oportunidades cíclicas para comprenderla # aprender a e"presarla. Esta cualidad, aunque es e"tremadamente sencilla en su esencia, es mu# compleja de deinir en sus particularidades. Es ácil decir que 2agitario se caracteriza por la conianza, la entrega # la amplitud de !isión' estas palabras, sin embargo -si no son e"aminadas con cuidado- remiten demasiado rápido a la idealización que, como hemos dicho, reduce la comprensión de la energía sagitariana a la respuesta psicológica habitual. 0e hecho, el n%cleo de la e"periencia del scendente en 2agitario apunta a desentra5ar el proceso de la idealización # sus consecuencias. &or eso, para poder comprender mejor la estructura de este destino superando las generalizaciones habituales, es con!eniente proundizar en los matices que le son propios. El mejor camino es, para ello, adentrarnos más en la metáora del río que iniciamos al principio de este capítulo, !isualizando de qu+ manera sus cualidades se e"presan -de un modo u otro- en la !ida de un scendente en 2agitario. El río es potente, caudaloso, pleno de energía, pero al mismo tiempo, es completamente recepti!o # no tiene dirección propia. 0l río sigue; al seguir, lleva. 2igue la uerza que le brinda la pendiente que encuentra a su paso # responde a ella con la potencia que le otorga su caudal. compa5a a las ondulaciones del terreno # descubre, momento a momento, el cauce # el mo!imiento que lo conducen a su destino, el mar. 2igue el camino que le traza la resistencia de la roca o la docilidad de la arena. El lecho rocoso lo concentra, le da ímpetu # potencia, le permite arrasar con los obstáculos. El lecho arcilloso lo paciica, lo e"tiende hasta casi detenerlo en el lodo # amenaza con con!ertirlo en un pantano. El río (2agitario) es una uerza que responde a otra uerza, es acti!o # recepti!o a la !ez. 2iguiendo el cauce, guía a las embarcaciones que se entregan de +l por el camino que les abre gracias a su docilidad # a su potencia. l mismo tiempo que se e"pande en el plano horizontal, act%a en sentido !ertical. El río se apo#a en el terreno sobre el cual corre, es recepti!o respecto de +l, pero al mismo tiempo sostiene # conduce a los barcos que na!egan sobre sus aguas' es acti!o con relación a ellos. 80
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1editando en el río puede comprenderse una cualidad esencial de 2agitario, que es la de ser neutro. /a síntesis no es positi!a ni negati!a. /o neutro es aquello que no puede ser atraído por los e"tremos, por los polos presentes en el ni!el no sint+tico de la realidad, porque los contiene # los supera. /os mantiene unidos # articulados' se encuentra más allá de las dualidades # no las niega. &or eso no se puede des!iar aquello que es sint+tico: lu#e certero sin reaccionar ni polarizarse, sin ser atraído por ning%n ragmento que deba ser compensado o equilibrado. 6quello que no posee la cualidad de lo neutro es atraído fatalmente por el complementario de su propio desequilibrio. Lo neutro, por el contrario, no es magnetizado por ning5n polo, fragmento o particularidad.
/os inclu#e # atra!iesa # pareciera entonces que
sólo es atraído por la inmensidad' por nada en particular # a la !ez por todo aquello que lle!a más allá # contiene lo que ahora es, en un !iaje que no tiene inal. &odemos decir tambi+n que 2agitario, como el río en su camino hacia el mar, conía. 2e entrega, pero no lo hace en orma totalmente pasi!a puesto que al mismo tiempo que se abandona, arriesga, se atre!e, e"plora # descubre. 2e a!entura a morir encerrado entre rocas que no puede horadar o a desaparecer en los bajíos, languideciendo hasta estancarse o quedar atrapado en un lago, e"tra!iándose lejos del mar, que es su destino. 0esde la perspecti!a de la secuencia zodiacal, puede decirse que la e"uberante conianza de 2agitario pro!iene de la íntima comprensión de la e"periencia propia del signo anterior. En Escorpio, la muerte, la p+rdida de la orma, se re!eló como algo ine!itable. &ero tambi+n se descubrió cuan ine!itable es el resurgir de otra nue!a, a partir de los desechos de la anterior: tan ine!itable # atal como la muerte es la resurrección de la !ida. 2agitario es el momento en que es posible identificarse con el fluir de la energía que atraviesa a las formas, con el río de la !ida que lu#e a tra!+s de los cuerpos aprendiendo en ellos # transmiti+ndoles, a su !ez, su anhelo de síntesis hacia ormas de ma#or plenitud.
El 3ia4e &odemos preguntarnos ahora cuál es la cualidad que el ?destino? deberá despertar en estas personas mediante el estímulo de los acontecimientos # los !ínculos. on el sentido que hemos intentado desarrollar en los párraos anteriores, puede decirse que la conianza, la entrega a la amplitud de la !ida # a su mo!imiento, la capacidad de síntesis # el poder percibir # otorgar sentido a la e"istencia, serán algunos de los atributos latentes a ser despertados. En general, el medio ambiente que rodee a la persona con scendente en 2agitario se caracterizará por la presencia de acontecimientos # !ínculos que la lleven más allá de aquello que le es familiar e inmediato.
Estas !idas suelen mostrar una progresi!a # a !eces 81
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e"traordinaria ampliación de sus horizontes, tanto en los ni!eles más concretos de la realidad como en los más abstractos. &artir de un ambiente de nacimiento relati!amente limitado -en cuanto al lugar de origen, condición social o económica, tanto como en lo reerente al ni!el de creencias e ideas más o menos dogmáticas o estrechas, conte"to cultural, etc. - # realizar a lo largo de la e"istencia una asombrosa e"pansión de estas condiciones iniciales, suele ser una característica casi constante en este scendente. /a orma concreta que adopte este mo!imiento dependerá de la estructura global de la carta # de la posición del planeta regente, en este caso. B%piter. 0e cualquier manera, # en t+rminos generales, podemos decir que estas son vidas en expansión, entendiendo que no necesariamente esto se maniestará en todos los planos. 1uchas !eces, una p+rdida en el ni!el de las condiciones económicas o sociales se correlacionará con una e"pansión notable en el plano del conocimiento o con una reno!ación prounda en el ni!el de los !alores # la posibilidad de comprensión de los asuntos humanos. sí como simbolizábamos a 2agitario con el mo!imiento de un río, en otro ni!el podemos decir que la !ida de estas personas toma la orma de un !iaje. Es decir, la experiencia de ser llevado a recorrer grandes espacios y distancias, ampliando continuamente el propio #orizonte y entregándose confiadamente a lo desconocido.
3oda persona con 2agitario dominante en su carta natal se siente atraída por los !iajes, por la sensación de libertad # e"pansión que estos producen # por el anhelo de conocer nue!os lugares # costumbres. Este deseo encuentra su correspondencia -o isomorismo- en el anhelo de saber # de comprender la realidad, o en el de entregarse a la a!entura del espíritu en sus distintas ormas. &odríamos decir que en el caso de una persona con scendente en 2agitario, es su ser más proundo el que anhela recorrer grandes distancias # encontrar quien la guíe en ello, para luego poder guiar a otros. 1ientras la conciencia permanece identiicada con otras posiciones de la carta natal, este impulso raramente es reconocido como propio #. por eso, se hará presente como destino tantas !eces como sea necesario, hasta que la persona aprenda a e"presarse de esta manera. /a predisposición a los !iajes -o a e"perimentar la !ida como un !iaje, en tanto símbolo del patrón sagitariano- está latente en ellos # muchas !eces se hace claramente presente desde la inancia. &ero est+ o no conscientemente identiicada con la energía del !iaje, la matriz de destino de este scendente generará acontecimientos concretos que la lle!arán a !i!ir situaciones ligadas con el e"tranjero, por el concurso aparentemente ortuito de actores ?e"ternos? o por hechos que parecen escapar por completo al control de su !oluntad.
En %ltima instancia, la tendencia a la e"pansión -propia de este scendente- lle!a al desarrollo de la capacidad de comprensión # síntesis. En ese sentido, las ampliaciones en los ni!eles materiales son sólo una posibilidad o un correlato de la 6ntegración ! luidez propia de esta energía, pero no una condición necesaria. 82
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/a cercanía de personas nacidas en otros países o culturas, el inter+s por los !iajes por parte de alguien mu# cercano, tener que abandonar el lugar de origen para trasladarse a una ciudad relati!amente cosmopolita # !erse en consecuencia obligado a adaptarse al cambio de escala # costumbres, tener seres queridos que se !an a !i!ir al e"tranjero, encontrar ?casualmente? trabajo en una agencia de !iajes o en alguna acti!idad !inculada con ellos o con países del e"terior, suelen ser situaciones habituales en estos scendentes. Auedar mu# marcado por alg%n !iaje, relacionarse sentimentalmente con alg%n e"tranjero o con alguien que !i!e uera de su país #, por %ltimo, !i!ir durante alg%n período lejos de su lugar de origen, son tambi+n acontecimientos recurrentes en esta matriz de destino. omo siempre ocurre con los scendentes, las cualidades que inalmente e"presamos llegan primero a nuestras !idas a tra!+s de otros que nos estimulan o que parecen obligarnos a !i!ir algo que, en ese momento, creemos no desear. 0urante mucho tiempo, es probable que estas personas se !ean rodeadas por gente entusiasta o por amantes de los !iajes o de culturas lejanas. Auizás empiecen a !iajar por razones de trabajo o para acompa5ar al marido o a la esposa, o para !isitar a un hermano que se ue a !i!ir mu# lejos. 1u# posiblemente, algunas se ha#an !isto orzadas a dejar su pueblo o ciudad natal por razones ajenas a su !oluntad, o conozcan dos o tres idiomas porque se hablaban en la amilia # no porque ha#an mostrado inter+s en aprenderlos... omo sabemos, estos hechos ?e"ternos? materializan una cualidad que al principio puede no ser reconocida como propia, pro#ectarse en otros e incluso ser resistida. 3oda persona que !iaja puede e"perimentar, junto a !i!encias de libertad # e"pansión, una intensa nostalgia o una identiicación e"cesi!a con el lugar de origen -que le impide entregarse por completo al !iaje- o sentir desconianza ante los lugares desconocidos # las costumbres de su gente e incluso temor por las condiciones dierentes de !ida. 0e manera semejante, la persona con scendente en 2agitario suele cuestionar aquello que la lle!a repetidamente más allá de lo que se había propuesto, deseando arraigarse de nue!o o, incluso, retornar al punto de partida. 0ependerá del conjunto de la carta natal que esta diicultad para entregarse a la energía del !iaje -sea este real o metaórico- se maniieste con ma#or o menor intensidad. &ero en cualquier caso, los acontecimientos que la obligarán a alejarse de aquello con lo que se había identiicado se reiterarán cíclicamente, hasta que los atributos sagitarianos latentes en ellos se hagan plenamente maniiestos. onocer di!ersas culturas # desarrollar la capacidad de no sentirse separado de su gente sino, por el contrario, interesarse por ella, abrirse a sus complejidades # dierencias, sentirse agradecido por su hospitalidad # ser comprensi!o ante sus e!entuales limitaciones, son atributos de 2agitario adquiridos a tra!+s de la e"periencia concreta en -o con- el e"tranjero 83
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que cobrarán importancia más tarde, en tanto aprendizaje que encontrará su correspondencia en planos más abstractos. En astrología siempre es oportuno recordar la importancia del concepto de isomorfismo, es decir, la presencia de una misma estructura o patrón en dierentes planos de realidad o signiicación, que se repetirá a lo largo de la !ida. 0esde este punto de !ista, cada e"periencia concreta -un !iaje, por ejemplo- encierra las cla!es simbólicas para el acceso a un ni!el más abstracto de la misma cualidad, como el deseo de saber o el anhelo por captar el sentido de la e"istencia. En los aspectos más concretos # cotidianos de cada situación se encuentran encapsuladas las ormas más sutiles # abstractas del mismo patrón !ibratorio, que irán desplegándose espiraladamente a tra!+s de los ciclos de una !ida. 0ependerá de la cualidad sint+tica de la conciencia -que realiza el aprendizaje en un plano- poder articular los distintos ni!eles de signiicación implícitos en cada acontecimiento. sí, esta misma estructura del !iaje aparecerá en otros planos relacionados con la ense5anza, lo ideológico o lo religioso. El ?leit moti!? siempre será el mismo: la persona deberá ser lle!ada hacia lo que está a gran distancia de su situación inicial, a in de e"perimentar la e"pansión, desarrollar conianza #, mu# especialmente, adquirir la capacidad de unir lo lejano con lo amiliar. En ese sentido, ser guiado por un maestro es equi!alente a conocer a un e"tranjero' ambos nos ponen en contacto con la !astedad del mundo # hacen que aquello que parecía inalcanzable # distante se con!ierta progresi!amente en amiliar para nosotros. 0el mismo modo, muchos procesos de estas !idas darán comienzo gracias al impulso que otros indi!iduos de entusiasmo contagioso les imprimirán, aunque al principio parezcan ser empujados por ellos a su pesar e incluso se resistan a seguirlos. &ersonas mu# optimistas e idealistas suelen aparecer cíclicamente en sus !idas inluenciándolos directa o indirectamente, como causa inconsciente de lo que más tarde se re!elará como su propio deseo o ideal. &uede que ha#an entrado en un mo!imiento ecologista o re!olucionario, por ejemplo, sólo porque seguían a un no!io o una amiga a quienes, en ese momento, consideraban bastante anáticos o e"agerados. 5os más tarde, cuando esa persona ha#a desaparecido de su !ida, el scendente en 2agitario podrá estar uertemente comprometido con esos mo!imientos e incluso, quizás sea a +l a quien se lo acuse de anatismo o dogmatismo. 4tra posibilidad es que alg%n amigo lleno de ideas entusiastas los empuje hacia una acti!idad o empresa que desemboque inalmente en una gran e"pansión, que en ese momento inicial creían no desear # ante cu#a posibilidad por mucho tiempo ueron esc+pticos. 3ambi+n suelen sentirse rodeados por personas que pretenden saberlo todo # que, para su sorpresa, no sólo se atre!en a decirles a otros lo que tienen que hacer sino que además gozan de la conianza casi ciega que se deposita en ellos. 0e hecho, al entrar en contacto con estas personas, los scendentes en 2agitario no 84
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están haciendo otra cosa que conocer # recorrer ese campo energ+tico e"uberante -# a !eces desmedido-, que es el que necesitan aprender a e"presar. Es com%n tambi+n que e"perimenten la cercanía de personas mu# religiosas, cre#entes o cr+dulas, quienes jugarán probablemente un papel rele!ante en sus !idas. &uede que por mucho tiempo se muestren ríticos o e"tremadamente racionales respecto de ellas, o se sientan irritados por el misticismo o el idealismo de quienes los rodean. 2in embargo durante todo el tiempo en que el scendente en 2agitario no se reconozca en esas personas, ellas estarán balanceando su campo energ+tico # serán el puente -muchas !eces indeseado- hacia un descubrimiento más proundo de sí mismos. El compromiso con la a!entura del espíritu se muestra, en muchos casos, a tra!+s de un cambio de religión o del progresi!o alejamiento de las creencias con las que ueron ormados en su medio de origen. Es ácil obser!ar en ellos un mo!imiento a lo largo de los a5os en el cual, partiendo de una postura racionalista, pragmáti= ca, intelectual o de un idealismo meramente mundano, !a#a cobrando una importancia cada !ez más grande lo religioso, las grandes cosmo!isiones # la b%squeda de un sentido trascendente de la !ida. omo #a dijimos, las iguras que nos ?ense5an? la cualidad de nuestro scendente están siempre presentes como uente de aprendizaje # generan en nosotros una uerte ambi!alencia. 2e puede sentir enorme atracción hacia ellas, pero tambi+n rechazo. 0e una u otra manera, aquellos que encarnan la cualidad que debemos asimilar no nos pueden resultar indierentes, puesto que en el !ínculo con ellos se juega la relación interna que mantenemos con esa energía. sí, puede ocurrir que un scendente en 2agitario se burle en alg%n momento de la credulidad u optimismo de algunas personas, pero al mismo tiempo quede inconscientemente ascinado por su capacidad de entrega # generosidad o por su aparente ingenuidad, que más tarde connotará como sabiduría.
El maestro En realidad, la igura arquetípica de ma#or importancia que aparece repetidamente en el destino de este scendente es la del maestro o el guía, # todos los personajes que antes hemos descripto pueden pensarse como preiguraciones de esta relación undamental. El impulso que lle!a a transmitir una !isión # el misterio por el cual alguien es seguido -porque a su !ez se deja misteriosamente lle!ar- está, como hemos !isto, en el n%cleo de la energía sagitariana. 3arde o temprano, estas personas habrán de descubrir esas uerzas en sí mismas #, en general, podemos decir que el destino de este scendente tiene un punto de giro en el momento en que asumen una posición acti!a con respecto a transmitir # ense5ar. &ero por mucho tiempo, las personas que responden a esta cualidad -sean del signo que ueren- aparecerán en sus !idas 85
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interpelándolos uertemente, constitu#+ndose por partida doble en maestros para ellas. Esto es así porque ocupan por un lado ese lugar en orma objeti!a' # por el otro, porque encarnan la relación undamental para este scendente, así como los hermanos o amigos raternos lo hacen para I+minis, la madre para áncer o el conlicto entre los padres para Escorpio. 1aestros, proesores, terapeutas, consejeros, personas que hacen escuela o inlu#en con su pensamiento # conducta sobre otros, suelen adquirir en sus !idas un peso ma#or al habitual. quí lo importante no es la aptitud para impartir conocimientos, sino la amplitud # proundidad de las ideas de estas personas # su capacidad de entusiasmar # guiar a otros. 6dealizarlos, criticarlos, sentir una enorme gratitud hacia ellos o tratarlos despecti!amente acusándolos de ?sabelotodos? o manipuladores, son algunas de las tantas respuestas posibles ante la importancia que inconscientemente adquieren. Ellos son portadores de una cla!e a comprender # por eso todo aquel que ?sabe? # toma sobre sí la responsabilidad de guiar, no les puede resultar indierente. Esto hace que al principio se ubiquen repetidamente en el lugar del seguidor o del aprendiz' o en el del esc+ptico que siempre toma a alguien como punto de reerencia de su incredulidad. &ero, como dijimos más arriba, en alg%n momento surgirá la oportunidad de satisacer el impulso interno de ense5ar o guiar, # allí es cuando suelen entrar en una nue!a # más plena etapa de sus !idas, aunque tengan que abandonar otros objeti!os por seguir este impulso. El in!isible patrón de inspiraciones # personas inspiradoras que hasta ese momento ueron trazando casi imperceptiblemente su camino, se les hará e!idente. llí puede que comience para ellos la sutil distinción entre saber e inspiración, entre conocimiento # sabiduría. /a cualidad esencial de su scendente #a no se maniestará a tra!+s de ninguna de sus metáoras ni será encarnada por los demás, sino que ellos mismos comenzarán a e"presar la capacidad de entregarse a la corriente de la !ida, atra#endo a otros hacia ella. 0esde esta posición descubrirán en carne propia la realidad de lo que, desde ?auera?, idealizaban o criticaban # aquí es donde empieza una nue!a etapa en el aprendizaje de su campo energ+tico. omo en todo scendente, los hechos # !ínculos del pasado aparecen más tarde como espejos tempranos # puentes hacia la identidad que, inalmente, descubrimos loreciendo en nosotros.
La marca del dolor1 la (asa 7%% del Ascendente en -a#itario /legados a este punto, pareciera que el scendente en 2agitario se despliega con relati!a 86
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acilidad # no trae consigo las diicultades de adaptación que hemos !isto en otros casos. 2in embargo, si bien es cierto que es propio de esta energía pro!ocar la e"periencia de la abundancia, luidez # generosidad de la !ida, no es habitual que ello se produzca espontáneamente # sin costo alguno para la conciencia. 2i obser!amos con atención a las personas con este scendente !eremos que, además de la e"pansión en uno u otro plano de la realidad, tambi+n están presentes en sus !idas el dolor # el surimiento. 1ás a%n, a !eces estos se maniiestan con una intensidad tal que -especialmente durante los primeros a5os podríamos encontrar muchas semejanzas con el scendente en Escorpio. Es mu# com%n que en esos a5os iniciales de sus !idas estas personas se !ean atra!esadas por la pena pro!ocada por la p+rdida o alejamiento de alg%n ser mu# querido, así como por la presencia de intensos conlictos en su medio ambiente. 1uchas personas con este scendente permanecen de alguna manera ligadas con quienes e"presan una uerte carga de surimiento, conlicto o enermedad. Es posible, incluso, !erlas elegir alguna acti!idad -trabajos con pacientes terminales, adictos, criminales, etc. - que las mantiene en contacto con el dolor o la muerte, si bien por lo general abandonan o relati!izan estas tareas a medida que transcurre el tiempo. 3ambi+n el poder suele ejercer una gran ascinación sobre ellas, aunque a !eces se maniieste como un rechazo tan marcado hacia los indi!iduos con los cuajes lo asocian, que las determina a actuar en su contra. Es posible que tengan parientes !inculados con la política o queden relacionadas más o menos indirectamente con personas # ambientes de mucho poder. sí, es ácil !erlas en!ueltas en situaciones donde son tironeadas contradictoriamente, en una dirección, por la conianza, generosidad # entusiasmo de 2agitario' # en la otra por su inconsciente anhelo de control, durante mucho tiempo pro#ectado en el ?auera?. Verse atraídos por personas muy magn'ticas, manipuladoras o relacionadas con el poder -de las cuales no les es ácil desprenderse- suele ser otra escena bastante habitual. 3odas estas situaciones responden a la lógica de su asa K66 en Escorpio por la cual los arquetipos ligados con ese signo deberán ser necesariamente elaborados # comprendidos como parte del despliegue del scendente en 2agitario. omo hemos !isto en los signos anteriores, el Bodiaco posee un orden implícito por el cual la maniestación de una energía está enlazada a la presencia de la anterior bajo la orma de un ?remanente? que regresa una # otra !ez, e"igiendo a la conciencia una comprensión más prounda de la articulación entre un signo # otro. 3odo scendente emerge naturalmente del signo que lo precede # esto se maniiesta tambi+n en el plano de los acontecimientos. En la primera parte de la !ida, especialmente, las escenas propias de la asa K66 se e"teriorizan en orma simultánea a las que son propias del scendente natal. Es ob!io que la rase anterior -aunque aparentemente correcta- está construida de modo 87
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lineal, creando la impresión de que e"iste, en la !ida concreta, una dierencia tajante entre lo que llamamos asa K66 # lo que llamamos scendente. omo dijimos en la introducción a este capítulo, la energía real de 2agitario presupone la de Escorpio -así como la de este presupone la de /ibra, etc. - # esto es así por más que la conciencia los considere separados. 2erán precisamente las e"periencias concretas del destino las que obligarán a !i!ir esta articulación, siempre misteriosa para nosotros. ada espacio zodiacal lle!a en sí la memoria energ+tica del anterior, # para que un signo lorezca, la persona tendrá que recuperar pre!iamente dicha memoria. &ara ser realmente 2agitario ha# que haber recobrado # comprendido lo esencial de Escorpio. Esto equi!ale a decir que, para que 2agitario llegue realmente a ser síntesis # sabiduría -# no tan sólo idealización # teoría- tendrá que lle!ar la marca del dolor dentro de sí. quí aparece lo que constitu#e, a mí juicio, la cuestión central de este scendente. E"iste una e!idente tensión entre la atracción inconsciente por los arquetipos escorpianos -que deben ser lle!ados a su consumación- # la !i!encia de liberación que produce 2agitario. l principio, # quizás por mucho tiempo, las heridas que deja la maniestación de la asa K66 acentuarán la tendencia a escapar de todo aquello que remita al surimiento, la ambi!alencia o la initud, demorando el lorecimiento de la sabiduría latente en 2agitario. 0esde un punto de !ista psicológico, entonces, la presencia del aguijón escorpiano de la asa K66 probablemente reuerce los ni!eles más reacti!os # supericiales de 2agitario, acentuando su tendencia a la disociación # e"acerbando la necesidad de que todo acontecimiento encuentre rápidamente e"plicación # adquiera alg%n sentido, por supericial que este sea. 3odo esto lle!ará a conundir síntesis e"istencial con saber #, a su !ez, e"pansión !ital con idealización, acentuando la dependencia hacia iguras que garanticen alg%n estereotipado -pero ali!iante - sentido de la e"istencia. &odemos !isualizar así una dinámica de destino en la cual se hará necesario ?regresar? reiteradamente con el in de integrarlo, a aquello que #a se creía superado para modiicar la !isión supericial e idealizada de la realidad hasta allí desarrollada. 2ólo la repetición cíclica de las e"periencias, con el ine!itable retorno de lo que ue negado inicialmente, lle!ará a este scendente a la madurez de una síntesis personal # no meramente teórica. 2i 2agitario es inclusión, es e!idente que la intensidad del dolor # la e"periencia de la initud deberán aparecer de manera recurrente en el destino de estas personas a in de e"presar la potencia real de este signo que, como el río, debe lle!ar consigo los abismos de la condición humana sin por eso perder toda su conianza, generosidad # capacidad de entrega.
La idealizacin 88
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Este enlace recursi!o entre 2agitario # Escorpio, que se repetirá cíclicamente a lo largo de su e"istencia, hará que a la persona con este scendente le sea casi ine!itable pasar por la e"periencia de la idealización #, de manera correspondiente, tener que !i!ir más tarde la caída de lo idealizado. En alguna etapa, seguramente idealizará a otros # simpliicará en e"ceso las situaciones de su !ida, aparentando ser alguien totalmente coniado # que siempre ?sabe? hacia adonde !a' aunque tambi+n se la !erá emitiendo uertes juicios críticos acerca de los demás, sobre los que pro#ectará su lado oscuro # su inconsciente deseo de control. &ero más tarde o más temprano deberá hacerse cargo de la !erdadera complejidad de lo real # tendrá que aceptar los límites # diicultades de todo aquello que al principio prometía ser tan ácil. /as mismas personas que antes parecían mara!illosas comenzarán a mostrar sus imperecciones, que serán generalmente magniicadas por la pro#ección inconsciente de la propia sombra. En este punto es donde la persona con scendente en 2agitario puede girar indeinidamente en la noria del destino, sin cuestionar sus idealizaciones # castigando con se!eridad a aquellos que mostraron un límite que ella no supo tolerar. &artirá así en busca de nue!os comienzos entusiasmantes # de otras personas que respondan mejor a los ideales que no está en condiciones de dejar caer. &ero tambi+n es posible que comience a ad!ertir que en la propia naturaleza de su ogosa energía, a%n incomprendida, está presente el impulso que la lle!a a simpliicar # e"cluir, haci+ndole distorsionar su percepción de lo que acontece. 0e hecho, la respuesta emocional espontánea de cualquier persona con abundante presencia del uego en su carta natal, es la de negar las moti!aciones inconscientes # conundir !isión con realidad. Es lógico, por lo tanto, que esta etapa se e"tienda para ellas por mucho tiempo' todo el que necesite para que sus emociones maduren # pueda así retornar, de otra manera, a esas heridas iniciales de las que la idealización escapaba. &ero quizás el momento de ma#or aprendizaje acerca de la estructura de la idealización se produzca cuando la misma persona descubra que ha sido idealizada por otros, e"perimentando en carne propia las consecuencias de esta pro#ección. 2ea en una relación amorosa o con sus pacientes, empleados o discípulos, tarde o temprano descubrirá que los demás constru#eron una imagen ideal acerca de +l o de ella, a la cual no puede responder. /a naturaleza misma de 2agitario pro!oca que una persona se muestre siempre llena de energía # se disponga a indicarle a otros el camino a seguir. Esto produce idealización independientemente de las propias intenciones (aunque por lo general, la actitud de quien posee este scendente contribu#a a esa percepción). 0e esta manera, así como esta persona no dejaba ?caer? a quienes idealizaba, ahora tampoco la dejarán ?caer? a ella, # no perdonarán sus limitaciones tanto como antes no supo aceptarlas en otros. 89
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1ás tarde -quizás- descubrirá que a tra!+s de su ?entrega? al otro # de su disposición a guiarlo # a dar un sentido a los acontecimientos de su !ida, en realidad ejercía control # daba satisacción a su anhelo de poder, pro!eniente de la asa K66. En todo este recorrido -en el que se proundizan las cualidades de 2agitario- el portador de este scendente se encontrará con el dilema de tener que ocupar el lugar idealizado por los otros, con la consiguiente p+rdida de libertad # espontaneidad en su propia !ida. Auizás se atre!a a mostrar que, en realidad, no lo sabe todo # que es tan imperecto # !acilante como cualquiera. 4 deba padecer el desprendimiento de las personas que se apegaron a su igura. uanto más uerte ha#a sido la carga de idealización pro#ectada, más intensa habrá de ser la reacción del otro en sentido contrario, puesto que sólo así logrará recuperar su integridad hasta ese momento alienada, para proseguir su camino. En estos casos la !iolencia de la crítica puede llegar incluso hasta el odio # la maledicencia, # aquí la bonhomía sagitariana se sentirá traicionada e incomprendida en su generosidad # entrega. Auizás recuerde entonces sus propios comportamientos # juicios cuando estaba del otro lado de la situación # pueda así comprender la lógica prounda # prácticamente ine!itable del proceso. Esto es: que quien aceptó ser idealizado deberá aceptar ser rechazado # hasta despreciado en alg%n momento, # que quien aceptó la responsabilidad de guiar a otros deberá asimismo aceptar que estos recobren -de la manera en que sean capaces de hacerlo- la libertad que inconscientemente entregaron. 2i bien esta es una estructura conocida # e!entualmente pautada en algunos conte"tos como el terap+utico o el pedagógico institucional, para el scendente en 2agitario constitu#e una cuestión central en su e"istencia. Es la energía misma la que con!oca esas situaciones # pro!oca que el ?auera? reaccione de determinada manera, con independencia de las intenciones de quien la irradia. /a energía constela arquetipos que se nos imponen, e"igi+ndonos el duro aprendizaje de la singularización mientras nos hace girar en la reiteración de patrones que a%n no sabemos o no podemos reconocer. /as estaciones a recorrer en el ?!iaje? por el scendente lle!an, en el caso de 2agitario, a toparse con el arquetipo del maestro en sus distintos aspectos # desde dierentes posiciones. &or eso dijimos que se trata de una relación undamental que los atrae enigmáticamente, a tra!+s de la cual podrán descubrir las capas más proundas del arquetipo. /a e"periencia de la consumación de esta estructura está ligada generalmente a otras posiciones de la carta natal, como la ubicación de B%piter en asa K66, por ejemplo. 2in embargo, la proundización de este tipo de !ínculos # situaciones -haci+ndose cargo de la atracción, el rechazo, la crítica, la ascinación o la desconianza que estas producen- les permitirá descubrir los pliegues más recónditos de su identidad # la manera de entregarse más plenamente a la dinámica del mandala de nacimiento. 90
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La Matriz %/, /%%%, 7%% del Ascendente en -a#itario omo hemos hecho en los demás casos, intentaremos ahora deducir desde el punto de !ista lógico -o sea, desde el orden implícito en la matriz- los rasgos undamentales de aquello que podemos obser!ar de un modo empírico.
En esta estructura áncer está presente en la casa V66, mostrándonos la cualidad que habrá de orecer ma#or resistencia al despliegue de 2agitario. /a tendencia -típicamente canceriana - a buscar reugio, protegerse de lo desconocido # establecer relaciones de pertenencia, incluso simbióticas, es e!identemente contradictoria con este signo ascendente. 3rascender la identiicación con los peque5os mundos, saliendo de lo amiliar # protector para abrirse a la a!entura de lo distante # desconocido, será esencial aquí. &ero al mismo tiempo -# este es el sentido de la casa V666- el patrón !ibratorio nos muestra que esta tarea tendrá un uerte # recurrente costo emocional. Este destino de e"pansión # amplitud hará que, repetidas !eces a lo largo de su !ida, la persona se sienta desgarrada entre el camino por el que es lle!ada # alg%n n%cleo aecti!o del cual debe alejarse # que, a la distancia, a5ora. /a nostalgia por lugares, personas, grupos o costumbres con las cuales se ha e"perimentado una intimidad que parece irrecuperable, suele ser mu# intensa # se reitera en !arios momentos de la !ida. 0e hecho, el aprendizaje posible radica en desarrollar la capacidad sagitariana de sentirse en contacto con aquello que está lejos, haciendo que el propio hogar (áncer) se e"tienda al mundo # contenga todos sus rincones. Es importante que esto no se con!ierta en una idea o en un sentimiento ocasional, sino que se produzca un cambio proundo en las emociones # una dilatación aecti!a real. Esto permitirá e"perimentar que no se ha perdido a nadie ni se ha distanciado de nada' por el contrario, que son el mundo # el corazón quienes se han ensanchado. &ero para que esto sea posible, es casi ine!itable que se reiteren esas cíclicas sensaciones de dolor, desgarro # nostalgia, en tanto pasajes concretos hacia el tipo de transormación emocional que 2agitario e"ige. 91
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Este mismo patrón por el que se produce la ruptura de lo amiliar para poder incluir lo lejano se repetirá, como hemos !isto, en planos más abstractos, cada !ez que la persona con este scendente crea que ha llegado a un lugar deiniti!o con relación a sus conocimientos, ideas, creencias # !isión del mundo. sí, #endo # !iniendo entre con!icciones # p+rdidas de sentido, certezas # desilusiones, aprenderá a permanecer en contacto con su ser más proundo. Este le dirá que lo !erdadero no es un punto ijo sino un mo!imiento continuo hacia la inmensidad, # de esta manera descubrirá que está siendo arrastrado por un cauce que lo lle!a más allá de cualquier puerto. ►
¿Por qu% tiene tanta incidencia la 'asa >33 en el +scendente en Sagitario?
o lo tiene más que en cualquier otro caso. 2ucede que ahora estamos haciendo ma#or hincapi+ en una articulación que en los primeros scendentes apenas insinuábamos, por razones de claridad e"positi!a. En la introducción a la &rimera &arte decíamos que la lógica correcta para enocar el scendente consistía en incluir el signo opuesto -el de la asa V66# el anterior, la asa K66. Es decir, que el despliegue de una energía inclu#e su polaridad # la consumación que le está implícita. Esto es diícil de simbolizar # más aun de !erbalizar en un lenguaje lineal. /a !ida es un continuo # sabemos que en cada e"periencia participan !arias personas que, desde distintos ángulos, darán distinta interpretación a lo ocurrido. 0el mismo modo, en cada uno de nosotros e"isten distintos ni!eles posibles de signiicación del mismo acontecimiento, que luego pugnarán en un ni!el inconsciente por llegar a alguna síntesis. 9asta aquí, cualquier psicólogo podría estar de acuerdo. hora bien, para nosotros -dado que el ?auera? se corresponde con el ?adentro?- no se trata simplemente de intersubjeti!idades o de la complejidad de toda subjeti!idad, sino de una percepción más amplia que nos dice que los hechos responden a una matriz holográica. Esta los dota de una riqueza ininita -que solemos llamar ?mágica?- en su misma maniestación # no simplemente en las interpretaciones que hacemos de ellos. En la mirada del astrólogo reside, justamente, la posibilidad de percibir que más allá de la signiicación que el sujeto le otorgue, en la !ida de determinada persona #ay escenas y situaciones que, respondiendo a patrones específicos, tienden a desvanecerse mientras que otras - que obedecen a otras estructuras - se imponen progresivamente.
0esde este punto de !ista, en el caso del scendente en 2agitario se !a des!aneciendo cierta intensidad de presencia de lo oscuro, del poder o de la muerte, # comienza a imponerse la presencia de la abundancia, la inclusión # la capacidad de transmitir una !isión. Esta articulación se maniestará de esta manera, independientemente de que el sujeto logre identiicarse con este proceso. El actor conciencia puede disociar en orma sistemática el 92
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holograma de destino -que inclu#e el scendente, la asa K66, la /una # la asa 6V, el 2ol # lógicamente el conjunto de la carta natal en sus distintos ni!eles de detalle- haciendo que aque l se repita de un modo mu# pre!isible. 4 bien puede ampliarse hacia una síntesis en la que, dentro de determinado patrón !ibratorio, el corazón de la e"periencia sea siempre nue!o # abierto. 0esde cierto punto de !ista, toda lectura de una carta natal implica reerirse a corrientes de energía relati!amente desconocidas para el sujeto # otras que se cierran sobre sí mismas, estancándose en la repetición # el retorno de lo conocido. /o más complejo -para la comprensión de la lógica de la astrología- es que lo realmente nue!o no está en ninguna dirección particular de estas corrientes, sino en la toma de contacto con un ni!el de síntesis en el que se articulan de un modo creati!o la multiplicidad de patrones presentes. En ese sentido, sabemos que el scendente indica una dirección de energía resca # llena de aprendizajes nue!os -a dierencia de la /una o de la asa K66- pero que siempre estará ligada a la totalidad de la matriz #, en particular, a la consumación de los arquetipos de la asa K66. 2iempre ha# un eedbacF sutil entre esta %ltima # el scendente. &ara que este se despliegue es preciso que !uel!a a su uente recóndita # enigmática, que es la casa que lo precede. 0e este modo, podríamos decir que si queremos habilitar otro ni!el en la espiral de 2agitario, tendremos que !ol!er a Escorpio para acceder a un nue!o impulso que nos lle!e hasta allí. aso contrario, giraremos en aquel plano de 2agitario que se corresponde con el ni!el de Escorpio que somos capaces de elaborar. /a asa K66 se constitu#e en un techo para el scendente # este, a su !ez, en un nue!o piso para regresar a ella a consumar un nue!o ni!el de e"periencia, para !ol!er a emerger hacia otra dimensión del scendente. &or supuesto, lo mismo ocurre con el scendente en Escorpio con respecto a /ibra porque, para e"perimentar los opuestos en conlicto, tendremos que estar marcados por la !i!encia de los complementarios. 8 cuanto más proundamente podamos entregarnos a la usión de esos opuestos, nue!o signiicado alcanzará para nosotros la e"istencia de los polos # su complementación. 8 así en los demás casos. En los primeros a5os de la !ida, por lo tanto, junto a lo nue!o que se maniiesta estará presente aquello que debe ser agotado # consumado -la asa K66- tanto como las pautas aecti!izadas que se tornaron en hábitos mecánicos # cristalizados, pro!enientes de la /una. uestra mirada debe ser capaz de distinguir distintas signiicaciones para la conciencia entre hechos que son -en apariencia- los mismos. /a presencia del dolor o del poder, en el scendente en Escorpio, no contiene lo mismo que en el scendente en 2agitario. unque la escena parezca id+ntica -la p+rdida de un ser querido, por ejemplo- la secuencia de hechos en la que queda enmarcada cíclicamente es mu# dierente. Es preciso aprehender esa dinámica, 93
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que inclu#e tanto el modo especíico de maniestación de la secuencia como las disociaciones que la conciencia realiza. Esta suele responder a los apegos proundos que, desde un punto de !ista, se reieren a una interpretación de los hechos pero que, desde otro, pro!ienen del anhelo de repetición de las e"periencias # del rechazo a lo desconocido. Es posible ser un scendente en 2agitario entusiasta # !iajero, que !i!e como totalmente separadas las e"periencias de dolor # oscuridad, que parecen producirse periódicamente sólo para ?estropear? aquella elicidad. 4 bien se puede descubrir la articulación entre ambas series de acontecimientos # adquirir el sentido correcto de proporción, integrando esos ni!eles sin e"cluirlos. 0e todos modos -siempre manteni+ndonos dentro de la ine!itable simpliicación pedagógica- estas e"periencias no serán !i!idas ni resueltas de la misma manera por un scendente en Escorpio. Este tenderá a curar para ali!iar el dolor # mostrar lo negado para recuperar la !italidad perdida, mientras que el scendente en 2agitario, sin negar lo curati!o # habiendo comprendido pre!iamente el signiicado del dolor, anhelará transmitir una !isión que e"prese alegría # un sentido para la e"istencia.
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Femos (ablado muc(o sobre la 'asa >33 escor#iana y sobre la 0333 canceriana!
#ero ¿cómo se manifiesta la 'asa 30 en Piscis?
Energ+ticamente, esta asa 6V arquetípica nos está mostrando una prounda sensibilidad que permite entregarse coniadamente a lo que es necesario !i!ir. El orden que estaba implicado en la e"periencia # la síntesis inclu#ente surgen del contacto con la complejidad que permite &iscis. l mismo tiempo, alude a una sensación de protección tan abarcadura que posibilita la a!entura en lo ilimitado. 2in embargo, como sabemos, la estructuración psicológica más probable -en respuesta a esta enorme sensibilidad- es la creación de un mundo de ilusiones subjeti!as, con el consiguiente rechazo de la presencia estructurante del límite. El trabajo psicológico consistirá, en consecuencia, en actuar sobre ese anhelo de ?abundancia mágica?, haci+ndolo pasar por el iltro del realismo escorpiano. omo reugio - #a que esto es, en el ni!el del mecanismo lunar, la asa 6V en &iscis- a!orecerá que la persona se sienta protegida en una burbuja de ilusiones, en un mundo que se imagina cósmico pero que, en realidad, permanece tan cerrado como todo lo imaginario.
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¿Sería la sensación de que aquello que lo #rotege es casi ilimitado?
Esa es la potencia de la asa 6V en &iscis en el sentido energ+tico, siempre # cuando la persona se atre!a a !i!ir en lo abierto. 4 sea, si atina a resol!er la tensión de su asa V666 en 94
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
áncer. hora, en el sentido psicológico, esta misma sensación puede pro!enir del abrazo imaginario con la ?madre?, el peque5o mundo en el que permanece encerrada, desde el cual idealiza e incluso pretende dar sentido a una realidad desconocida' aunque, de hecho, la !ida la orzará a conocerla, por más uertes que sean esos intentos de aislamiento en mundos imaginarios. &odemos !er mejor, entonces, cómo debe madurar la conciencia a in de que sea capaz de articular esta matriz. 9acerse cargo de una asa K66 en Escorpio no es una tri!ialidad, pero precisamente de aquí surgen la potencia # la sabiduría de 2agitario. sí como un scendente en Escorpio puede quedar atrapado en el conlicto porque, en realidad, quedó marcado negati!amente por la desilusión reiterada de su anhelo de armonía (/ibra en K66), una !ariante posible en 2agitario será la de hacer el intento de negar el dolor, manteni+ndose aerrado a un reugio uni!ersal de tipo pisciano en el que todo es posible. En ese caso, la asa 6V psicológica en &iscis establece una alianza con un ni!el de 2agitario para escapar de Escorpio. &ero, si obser!amos con ma#or atención, !eremos que ese mismo mo!imiento es el que niega inantilmente todo el apego inconsciente que a%n e"iste en esa persona hacia el poder # el surimiento, constitu#+ndose en la causa prounda por la cual las experiencias escorpianas retornan.
Al#unos e4em!los ►
,o soy +scendente en Sagitario. 7i familia era muy ortodo&a! católica! y desde muy
tem#rano ií así lo religioso! inmersa en un terror #ersecutorio que en un #unto me fascinaba. *uego! ocurrió que comenc% a cartearme con un escritor con el cual dialogábamos sobre todos estos temas y a tra%s de quien adquirí una com#rensión totalmente distinta y muc(o más abierta. 4oda esa isión oscura sobre =ios en la que (abía sido formada se disolió y a#areció una forma realmente diferente de iir lo es#iritual.
Este es un buen ejemplo para !er un juego de matices # aparentes ambi!alencias en el que ha# que aprender a realizar distinciones. /o religioso # los arquetipos escorpianos aparecen aquí engarzados # sostienen mutuamente un cierto ni!el de e"periencia que puede girar en orma indeinida alrededor del nudo ormado por intensidad, castigo negación # b%squeda transgresora de la libertad. &ero más tarde, dentro de la misma estructura, aparece una igura que se con!ierte en guía # desde la distancia permite otra luz sobre lo mismo, habilitando un nue!o ni!el en la espiral sagitariana.
95
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -►
Entonces! ¿el +scendente es aquello que te ayuda a eolucionar?
Esta manera de construir la pregunta sugiere simpliicaciones peligrosas. En realidad, lo que estamos haciendo es ejempliicar un mo!imiento global de la carta a tra!+s del scendente, para comenzar a registrar la presencia de distintas direcciones energ+ticas dentro de una misma estructura. /o que sí podemos considerar como seguro es que el scendente es una línea de incorporación de energía que nos obliga a desidentiicarnos de las primeras identiicaciones #, en ese sentido, es e!oluti!o.
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,o soy +scendente en Sagitario con *una en 'áncer en 033. *a #rimera #arte de mi
ida no ia)%! #ero #asados los treinta a9os! me cas% con un +scendente en Sagitario con la *una en el mismo signo! que traba )aba en una com#a9ía de aiación. =esde entonces! ia)o constantemente...
cá podemos !er cómo se articula la /una con el scendente. /a /una en áncer reuerza la casa V666, canceriana. de la matriz -aunque en este caso especíico cae en la asa V66con todo lo que ella implica en tanto apego aecti!o demorando, en ese sentido, el despliegue sagitariano. hora, por razones aecti!as tambi+n, este se maniiesta igualmente a tra!+s del !ínculo con una persona con /una en 2agitario, la cual está mucho más predispuesta a lo abierto por aecti!izar el mo!imiento # la distancia. Auizás uno preiera pensar que el destino está escrito hasta en los menores detalles. rriesguemos una hipótesis dierente, a tra!+s de la cual podamos !isualizar cómo se !an ormando encuentros en red' o sea, una trama de !ínculos # situaciones que propician un cierto mo!imiento, una determinada deri!a en la dirección de la energía. &odemos pensar las supuestas casualidades # combinaciones como atracciones magn+ticas, que permiten que se actualice lo que debe ser actualizado en cada estructura. $no no sabe si necesariamente habrá un escritor con el que se cartee o un marido que trabaje en una empresa de a!iación, pero sí que e"istirán situaciones que lle!arán a una ampliación constante de los horizontes, aunque las !ías parezcan impensadas o ?casuales?.
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En mi caso! yo nací en una #eque9a ciudad rural y cuando era muy c(ica mi #adre
murió. =urante muc(os a9os! an des#u%s de (aberme trasladado a Auenos +ires! mi ida giró alrededor de ese dolor. 7ás tarde me entregu% a ideales reolucionarios y #artici#% en #olítica! ideali$ando muc(ísimo la figura de Perón! que era como un #adre y un maestro #ara m$, como #ara gran #arte de mi generación. 'uando %l murió olí a sentir un enorme desgarro! al mismo tiem#o que abandonaba la militancia: esto coincidió con la se#aración 96
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -de mi #rimer marido que! a la sa$ón! era un #olítico. Un tiem#o des#u%s me enamor% de un e&tran)ero y me fui con %l a iir a Euro#a. Por ra$ones de su traba)o tue que residir durante a9os en distintos #aíses del mundo y mis (i)os tienen nacionalidades diferentes.
4tro ejemplo de scendente en 2agitario es, precisamente, el de &erón, # es mu# !isible la importancia que adquieren en su destino los !iajes # el e"tranjero, e"ilio incluido. 0urante su carrera militar ue proesor en la Escuela 2uperior de Iuerra #, como político, dirigió un mo!imiento de alto contenido ideológico # doctrinario. /a tensión -o ambi!alencia- entre su asa K66 escorpiana # el scendente sagitariano son tambi+n e!identes, aun entre sus seguidores. Estos se !eían obligados a aceptar que esa igura para ellos dadora, comprensi!a # que, como dice este ejemplo, ue idealizada como maestro por casi toda una generación, estu!iera rodeada de personajes tremendamente oscuros. 4tro rasgo interesante de la maniestación del scendente en 2agitario en &erón es su mu# contradictoria relación con la 6glesia atólica a lo largo del tiempo # la manera como esta inlu#ó decisi!amente en su destino, de modos dierentes. &or otra parte, el solo hecho de concebir su partido político como un movimiento # llamarlo además ?Busticialista?, habla bastante a las claras de la índole de su energía. &or %ltimo, es ácil !er que ha sido una persona notablemente idealizada # cuestionada por seguidores # ad!ersarios, quienes incluso cambiaron de posición a lo largo del tiempo. Es e!idente que debió !i!ir mu# a ondo toda la estructura de la idealización. En &erón se hace !isible, además, un rasgo mu# importante que no es ácil de registrar en relación a la energía de 2agitario, # menos a%n en los scendentes. 2e trata del hecho de que las personas con mucha energía sagitariana, para bien o para mal, abren un cauce para otros que perdura a lo largo del tiempo, incluso mucho despu+s de su muerte. /a capacidad de 2agitario para imprimir dirección !a más allá de su aptitud en cuanto a dar sentido o ense5ar # se e"tiende en lo colecti!o con una uerza asombrosa. El cauce abierto por ellos perdura # parece mu# diícil de torcer para los que !ienen despu+s. 3oman decisiones que establecen una dirección dentro de la cual los demás habrán de mo!erse por mucho tiempo. on el 2ol en 2agitario, donde esto es habitualmente más !isible, tenemos a 2talin, Mrancisco Mranco # &inochet, quienes establecieron los carriles dentro de los cuales continuó la política en sus sociedades por d+cadas despu+s de su muerte o del momento en que dejaron el poder. on un color político más agradable podemos pensar en hurchill o 0e Iaulle quienes, además del poder de con!ocar # otorgar sentido a naciones enteras en tiempos de zozobra, trazaron los márgenes para que dentro de ellos se mo!ieran los que !inieron despu+s. 2i se piensa que tres de los cuatro irmantes del &acto de 8alta - en el que se establecieron las condiciones para el mundo de posguerra hasta 7`- eran de 2agitario, se puede comprender el poder que posee esta energía para organizar cauces. Muera de la política -# siempre con el 2ol en 2agitario97
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
podemos pensar en Xalt 0isne#, cu#os contenidos e imágenes siguen creciendo muchos a5os despu+s de su muerte, o en Buan KK666, quien abrió una nue!a era para la 6glesia atólica al con!ocar al oncilio Vaticano 66 durante su bre!e papado. Vol!iendo a &erón # a los scendentes en 2agitario, el curso de acción que abrió en la rgentina con su mo!imiento político -doctrinario, diría +l- siguió con!ocando a la sociedad # mantiene la uerza de sus iconos más allá de los contenidos concretos, d+cadas despu+s de su muerte. 2i bien los ejemplos con iguras políticas son siempre complejos porque despiertan reacciones demasiados uertes, es importante resaltar la cualidad de dirección que posee esta energía. En un ni!el se podría decir que estos personajes se aerran a ideas que les otorgan una conianza arrolladora # ello es indudablemente cierto, sea cual uere la opinión que nos merezcan sus principios. &ero esto no e"plica la perdurabilidad del cauce, incluso cuando sus ideas son rechazadas o superadas # ellos #a no ejercen ninguna autoridad. 4tro ejemplo de scendente en 2agitario donde puede !erse esta misma cualidad -ahora con relación a la astrología- es el de 0ane udh#ar. 1ás allá de la importancia del e"tranjero en su !ida, la ense5anza, la amplitud de !isión # la presencia de los maestros es indudable la unción que ha cumplido en la astrología contemporánea, por la cual se puede hablar de un antes # un despu+s de udh#ar. Esta constatación es independiente del hecho de adherir a su pensamiento o de seguir sus ense5anzas, # sólo atiende a la dirección que la astrología adquirió despu+s de +l. eligó la astrología occidental con las corrientes más proundas que corrían debajo de ella, a la !ez que con las más modernas # dinámicas corrientes psicológicas. 0e esta manera posibilitó un espacio creati!o para todos los que !inieron despu+s, á!idos de reunir el rigor del pensamiento cientíico moderno con las dimensiones más espirituales de la astrología.
El misterio de #uiar 3anto en lo indi!idual como en lo colecti!o. 2agitario posee la cualidad de dirigir la energía descubriendo un cauce lleno de signiicación, para sí o para otros. &robablemente partirá de posiciones e!entualmente rígidas como el anatismo, el sentido de misión # la persecución de ideales. 1ás tarde esto se irá transormando en claridad de ideas # co= nocimientos, hasta autocon!encerse de que sabe hacia dónde ir # cómo hacerlo. &ero el girar cíclico de la e"periencia sagitariana no se detendrá allí, # puede lle!arlos a desarrollar la capacidad de !isualizar un camino # adquirir un sentido intuiti!o de la !isión. En este punto, es posible que la persona con este scendente descubra que act%a por inspiración # que es capaz de inspirar a otros' que la energía es con!ocada más por lo que se calla que por lo dicho. Entonces se abre la puerta del silencio de 2agitario, el tenue !ibrar de la lecha que ha dejado 98
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
atrás la b%squeda de conocimientos # de saber. quí podemos regresar a las cuestiones del principio del capítulo: *2agitario sabe claramente hacia dónde !a, mientras guía a los demás, o simplemente se entrega a un mo!imiento irresistible, que le !a mostrando el camino a medida que este se abre ante sus ojos*2urge esta cualidad de su capacidad de generalizar # e"plicar*4 responde, en cambio, a una unción intuiti!a, no racional, por la cual no sólo capta grandes ideas sino que es capaz de tomar contacto con una corriente que lo trasciende # lo impulsa El scendente en 2agitario probablemente se habrá hecho estas preguntas al obser!ar las iguras=guía que le causaron impacto en ciertos momentos de su !ida. /uego habrá buscado respuestas a estos mismos interrogantes para comprenderse a sí mismo pero, tarde o temprano, el misterio de guiar dejándose lle!ar, como el río, se abrirá ante +l. uando un scendente en 2agitario llega a su plenitud, raramente se siente due5o de sus ideas o se airma en una conianza personal. &or el contrario, percibe que cuanto más se amplía su corazón, descubriendo el cauce para la síntesis de sus dierencias internas, más se descubre inmerso en un caudal que lo inclu#e # le abre todos los caminos. 0esde ese punto de !ista, siempre es un seguidor. l principio lo es de otras personas, ideas, teorías # creencias, mas inalmente lo es de la corriente !ital que se ha abierto para +l, hacia la cual atraerá # con!ocará a otros. $na !ez llegado a ese punto, se habrá con!ertido en un río más de los muchos que, por distintos caminos, lle!an al mar.
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A-(ENDENTE EN (APR%('RN%'
/os signos del @odíaco, o los campos !ibratorios que ellos simbolizan, poseen m%ltiples signiicados desde el punto de !ista de la interpretación conceptual. En rigor, cada signo alude a una totalidad coherente' podríamos decir, a ?una sola cosa?. 2in embargo, para nuestra percepción secuencial # ragmentaria -centrada en el sujeto que se imagina separado de aquello que percibe- la !ibración zodiacal signiica muchas cosas dierentes, # necesitamos realizar un gran esuerzo para captar su coherencia estructural. Esta es la diicultad inherente a la distancia que reina entre el pensamiento !erbal # el lenguaje de los símbolos. 2abemos que este es ininitamente más rico # sint+tico que el pensamiento lineal que lo interpreta #, desde esta perspecti!a, aprender astrología signiica desarrollar la capacidad de leer símbolos. /a carta natal aparece así como un mapa, un te"to que describe con un mínimo de caracteres la matriz de una e"istencia. En ella, el astrólogo -capacitado para comprender esos símboloslee para el consultante la misteriosa página que contiene los lineamientos esenciales de su !ida' es un int+rprete, un traductor. 2in embargo, en este libro procuramos permanecer abiertos a un signiicado más proundo de la astrología. /a entendemos como una e"presión tangible de la relación hombre=cosmos # creemos que meditando en ella puede producirse una transormación de la conciencia que nos permita percibir sin esuerzo la manera como cada hecho de la !ida orma parte de un patrón más amplio de acontecimientos' # cómo los escenarios en los que se desen!uel!e nuestra e"istencia son espejos donde es posible reconocer una dimensión más prounda de nosotros mismos. En ese plano en el que el obser!ador es lo obser!ado -dicho en un lenguaje abstracto - o en el que el humano se descubre como un cuerpo de estrellas -dicho en un lenguaje más místico- aquel que percibe sint+ticamente puede responder de la misma orma a los acon= tecimientos # estos cobran, en consecuencia, un carácter por completo dierente del que poseen cuando los percibimos desde un ni!el ragmentario # nuestra relación con ellos es tambi+n ragmentaria. 0esde este punto de !ista, podríamos decir que el destino es el sendero -enigmático para quien lo e"perimenta- que nos lle!a de la multiplicidad a la síntesis, tanto en el plano de la conciencia como en el de la acción. /a compleja trama de acontecimientos aparentemente dispersa # aleatoria !a re!elando su estructura # el holograma del instante de nacimiento puede hacerse transparente para sí mismo # descubrir la le# a la cual responde. Eso queremos decir
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cuando nos reerimos al ?!iaje de la conciencia?, a tra!+s de la energía del scendente7H. aptar la estructura sint+tica de los símbolos que se despliegan en acontecimientos # relaciones es el trabajo del astrólogo, en tanto int+rprete. su !ez, permitir que la conciencia se identiique con la dinámica de la le# que ordena las maniestaciones del holograma energ+tico (el !í mismo !incular) es lo que posibilita la astrología en tanto aprendizaje transormador. Esto %ltimo es mu# dierente a ?conocer el propio destino? en el sentido de ?lo que está escrito? para un supuesto indi!iduo separado, que ?sabe? lo que le !a a suceder. &or el contrario, hablamos de una conciencia que ha captado de un modo dierente la dinámica de su acoplamiento con el mundo. Esto se traduce en una .transormación psíquica en la cual los miedos # controles - asociados a la creencia de ser un indi!iduo separado- se dilu#en progresi!amente, dando lugar a una espontaneidad en la cual el deseo de+a de estar en conflicto con la ley. /a compleja relación entre le# # deseo es precisamente el nudo a desatar cada !ez que apricornio domina en una carta natal' en particular, cuando +ste es el signo que asciende. omo hicimos en los casos anteriores, a in de comprender más adecuadamente qu+ signiica e"presar la cualidad de apricornio en sus distintos planos deberemos reerirnos primero a esta energía en sus ni!eles más abstractos. /uego podremos apreciar sus matices en el plano psicológico # en los acontecimientos a tra!+s de los cuales suele maniestarse en nuestras !idas cotidianas.
La monta9a 2i buscamos una imagen que pueda dar cuenta del símbolo, podemos decir que apricornio es la monta5a que se #ergue majestuosa, solitaria # atemporal. Estaba allí, como un testigo inmó!il, mucho antes de la aparición de los seres humanos # permanecerá en el mismo lugar cuando ha#amos desaparecido, sosteni+ndose sólidamente a sí misma # -pareciera- sosteniendo al mismo tiempo el ielo sobre sí. El impulso de alcanzar su cima, de llegar al límite más allá del cual no se puede seguir, es casi irresistible para el ser humano # -por ello- conseguir escalar una monta5a es para nosotros sinónimo de logro # culminación. 3oda monta5a es un conglomerado de rocas' sobre ellas construimos nuestras casas con la
7H
Es e!idente que lo que llamamos ?el !iaje de la conciencia?, se presenta en el conjunto de la carta natal, así como en cada uno de sus actores (entre ellos, el scendente). 101
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
certeza que nos brinda lo inamo!ible # duradero. ada roca está constituida a su !ez por una trama de min%sculas redes cristalinas, # estas por estructuras moleculares que obedecen a patrones +rreos. 0e ellos quedan e"cluidos sistemáticamente todos aquellos átomos que no se disponen de determinada manera, que no adoptan una orma precisa. /a regularidad de los cristales, con la sensación de solidez # belleza que nos transmiten, e"presa el leit=moti! de apricornio: una estructura de máxima co#esión interna, que in#ibe al máximo la variación o el movimiento a fin de mantenerse siempre igual a sí misma.
En el reino mineral, el principio de la orma %nica # e"clu#ente -la uniormidad predomina a tal punto que establece lazos casi indisolubles en el ni!el molecular, dando lugar a sustancias tan sólidas como el diamante. En este reino que apricornio simboliza, no e"iste libertad alguna para alterar los patrones que se re!elaron como e"itosos. $na !ez lograda la orma perecta, esta habrá de repetirse indeinidamente, rechazando toda !ariación posible o e"perimento ulterior. &odríamos decir que en el reino de los cristales no es posible el error' se ha maniestado la estructura más eicaz # ahora esta debe reiterarse, id+ntica a sí misma, sin des!iarse jamás de la perección alcanzada. 2obre la sólida regularidad del reino mineral, se apo#a lo !i!iente. /a tierra +rtil, los árboles # las praderas descansan sobre esa masa cristalizada' el agua corre entre sus intersticios #, sobre ella # con ella, los humanos construimos nuestros reugios. on piedra hacemos los caminos #, repitiendo el mismo moti!o, endurecemos la supericie de la tierra para poder deslizamos con ma#or libertad' con roca construimos las casas que perduran # nos dan seguridad, así como los monumentos a tra!+s de los cuales intentamos atrapar el tiempo e inmortalizarnos. &irámides, murallas, obeliscos, columnas, todos ellos e"presan el mismo principio: lo permanente y duradero que, gracias a su inmovilidad, permite que todo lo demás pueda moverse y cambiar.
&ero más allá del mundo de los cristales # minerales, # del uso que de ellos hacemos, lo !i!iente tambi+n está organizado de acuerdo al mismo dise5o por el cual una parte de cada sistema debe mantenerse relati!amente constante para que el conjunto pueda crecer # desarrollarse. /os seres !i!os respondemos al código gen+tico que determina nuestra estructura' la reproducción celular, en cada una de sus etapas, obedece estrictamente a las órdenes que emanan de +l a in de mantener la orma a lo largo de la e"istencia. En el interior de cada c+lula, las mol+culas de 0 preparan primero una copia e"acta de sí mismas antes de que se inicie la di!isión o reproducción. ue!amente: en la base de todo mo!imiento # en el origen de la di!ersidad se encuentra aquello que se replica a sí mismo, lo que no debe alterarse jamás # que por ello renuncia a la libertad de !ariar o cambiar' es lo que debe ser, lo constante. &ara 102
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
que cada indi!iduo biológico pueda enrentar e"itosamente los desaíos del !ariado # e"igente medio que lo rodea, su ni!el básico debe mantenerse inmutable, repiti+ndose indeinidamente para sostener a aquellas partes que pueden -# deben- alterarse # cambiar, de la misma manera que el hueso permanece inmó!il por debajo de los tejidos más elásticos, a in de sostener # posibilitar el mo!imiento de la totalidad del cuerpo. &apricornio es el signo que simboliza este nivel de realidad, en el que la presencia de aquello que no varia se manifiesta como esencial.
0esde un punto de !ista general, podemos decir que en la base de cada campo de e"periencia distinguimos le#es # constantes. En el ni!el capricorniano de la realidad se hace !isible que todo cuanto e"iste debe estar sujeto a una le#. llí donde esa le# o esa constante deja de regir, nos encontramos en un campo dierente, en otra realidad que deberá responder a su !ez a alguna otra legalidad, que se hará maniiesta tarde o temprano. /a le# de atracción gra!itatoria, por ejemplo, es propia de nuestro uni!erso de masas: por otra parte, hasta donde sabemos, nuestro uni!erso en su conjunto obedece a la le# EJmc ;. En esta ecuación, la !elocidad de la luz es una constante que ija las relaciones posibles' si ella !ariara nos encontraríamos en un uni!erso dierente, en otra realidad. Este ni!el en el que se hacen e"plícitas las constantes que sostienen -o las le#es que gobiernan- a toda estructura, proceso o indi!iduo es, como dijimos, apricornio. 8ondequiera que percibamos formas, sean estas simples o comple+as, fluidas o cristalizadas, siempre existirá alg5n factor fi+o o una relación invariante entre factores que, gracias a su inamovilidad, mantiene la co#esión necesaria entre los elementos de la estructura para que esta contin5e siendo sí misma. El
mo!imiento sint+tico que habíamos obser!ado en 2agitario,
con su enorme capacidad para incluir !ariaciones # contradicciones dentro de si, culmina en el signo que le sigue cuando se re!ela la le# que gobernaba aquel mo!imiento' aquello que gracias a su casi imperceptible constancia, hacía posible la luidez # la abundancia sagitarianas. En general, es necesario un alto grado de abstracción para que esta dimensión de la realidad nos sea perceptible. sí como la mirada de Escorpio atra!esaba la belleza del paisaje libriano para mostrarnos la danza de muerte # deseo que lo hacía posible, la percepción de apricornio despoja cada escenario de sus determinaciones concretas, haciendo e"plícita la estructura que lo gobierna # deine. 1uestra la geometría, el mundo de le#es, ecuaciones o arquetipos inalterables que operan por debajo de las ininitas !ariaciones # ormas, a tra!+s de las cuales aquellos se maniiestan. /a síntesis alcanzada en 2agitario e"presa su esencia -la unidad de la cual brota toda multiplicidad- en la ase siguiente del @odíaco. uando en el girar de la rueda se produce el pasaje a apricornio, el !iaje ha terminado. El campo dentro del cual se realizaba la e"periencia aparentemente ilimitada que se nos había 103
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
re!elado en 2agitario, desnuda su íntima estructura # #a no ha# nada más por recorrer, sal!o las ininitas !ariaciones de lo mismo' la esencia o le# se ha hecho e"plícita. 9emos llegado al límite, que es al mismo tiempo la uente o condición de posibilidad de todos los mo!imientos anteriores.
8n salto de !lano *5acia otra dimensin de la realidad 1irando hacia atrás en el @odíaco, podemos decir que la orma incipiente que germinó en áncer se ha realizado en el signo de apricornio en tanto forma final lle!ando en su interior, esencializadas, todas las transormaciones que se produjeron en los signos precedentes. 0e hecho, entre 2agitario # apricornio tiene lugar un gigantesco salto de plano que no es ácil de describir # que probablemente sea el responsable de nuestras diicultades para comprender # encarnar esta energía. Este cambio de ni!el suele representarse, en el plano de las imágenes, como el pasaje de la planicie a la monta5a. partarse de la llanura # ascender a la monta5a implica, por un lado, esuerzo o contracción' abandonar el mundo luido de las potencialidades para concentrarse e"clusi!amente en la realización. &or otro lado, encierra la posibilidad de percibir la realidad desde una nue!a dimensión. El sentido de e"pansión que encontrábamos en el !iaje sagitariano, culmina en el cambio de perspecti!a que orece la cima de la monta5a. quí la amplitud de mo!imiento propia de lo e"pansi!o se transorma en una nue!a posición desde la cual, permaneciendo inmóviles, pode= mos abarcar la totalidad. 0e esta manera, la síntesis # la comprensión de 2agitario dan lugar, en su paso siguiente, a la ley viviente que caracteriza a apricornio. /o diícil para nosotros es comprender la naturaleza del aquietamiento propio de este signo # lo que esto posibilita. 0esde un punto de !ista podemos decir que apricornio e"presa el ni!el algebraico de la realidad, en el cual sólo e"isten las constantes uni!ersales que aparecerán en los ininitos casos particulares. 2in embargo, al decirlo de esta manera no podemos e!itar reducirlo a un concepto, a una idea que permanece en el ni!el teórico # que, en consecuencia, remite a lo que es abstracto # carente de !ida propia. sí, la e"uberancia # !italidad de 2agitario parecen haberse des!anecido ante la ría presencia de las estructuras capricornianas como si un soplo helado hubiera aniquilado la !ida con!irti+ndola en cristal. 0e un modo análogo a lo que !imos en el pasaje de /ibra a Escorpio, la conciencia que acompa5a las transormaciones del @odíaco reacciona con uerza cada !ez que debe enrentar la p+rdida del mundo con el que había aprendido a identiicarse #, cuando se encuentra con lo que se ocultaba detrás de +l, su primera respuesta es la de negarse a aceptar el cambio maniestado. En este caso, la reacción habitual ante el pasaje de 2agitario a apricornio es e"perimentarlo como un 104
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retroceso o alguna clase de deterioro. 4 arribar a la conclusión de que el @odíaco culmina en un ?más allá? desencarnado que sólo e"iste en tanto modelo a seguir o meta inalcanzable, intrínsecamente contradictoria con lo !ital. *ómo reconocerse en la concentración # austeridad de apricornio si se lo compara con la abundancia de 2agitario *0ónde se han escondido la alegría, la generosidad # la entrega, en este mundo de cristales 0esde el punto de !ista psicológico este es un signo tan misterioso como Escorpio # presenta, para quien debe !i!irlo, enormes desaíos. Auien encarne a apricornio deberá arontar las peculiares tensiones que orece una energía cu#a tendencia natural lle!a hacia la contracción, la concentración # la e"clusión de !ariaciones. 2e corre aquí el riesgo de la cristalización, con toda la rigidez, el e"ceso de abstracción # la p+rdida de sensibilidad que esto conlle!a. omo todo estudiante de astrología sabe, la uerte presencia de apricornio en una carta natal suele traducirse psicológicamente en un sentido e"tremo de la autoridad, tanto e"terna como interna. Esto lle!a a ortalecer en demasía la !oluntad, atenerse a modelos estrictos de conducta # realizar juicios implacables acerca de sí mismo # los demás. Es habitual tambi+n que conduzca a enatizar una pseudosabiduría con la que se pretende conocer el resultado de todos los actos, a priori de la e"periencia concreta. 2e pierde entonces toda espontaneidad a cambio de una rigidez que en realidad encubre un proundo temor a lo desconocido. /o diícil en este momento zodiacal, desde el punto de !ista psíquico, es comprender que la naturaleza ine"orable de la le# que caracteriza a este signo no es un dato teórico o ideal sino una presencia !i!a # palpitante en lo real. 2e trata de la encarnación de la ley -más allá del matiz ine!itablemente dualista de esta rase- # no de un esuerzo para adecuarse a alguna le# abstracta' por eso decíamos en los párraos introductorios que el nudo central de la e"periencia en apricornio es la relación entre le# # deseo.
La ley y el deseo aptar ?lo esencial? implica el desarrollo de una sensibilidad e"trema, capaz de discernir entre los más sutiles matices # dierencias. &ermite distinguir las repeticiones de la multiplicidad, pero sin dejar de resonar con ellas porque la conciencia no se ha disociado de las mismas. &sicológicamente, sin embargo -es decir, en el ni!el del #o separado- la esencia se con!ierte para nosotros en abstracción' es considerada como el resultado de una toma de distancia de la e"periencia # la respuesta al anhelo de permanecer ?más allá? de lo m%ltiple # relati!o. sí es como la cualidad esencializadora de apricornio suele ser interpretada rígidamente por el ni!el psicológico, relejándose ello en una uerte tendencia a e"cluir todo lo 105
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que parezca contradictorio. 2in embargo, astrológicamente hablando, la percepción de la le# o esencia es en realidad sólo la proundización natural de la síntesis alcanzada en el signo precedente. uestra captación de lo esencial reduce dimensiones de la realidad para hacerse ?objeti!a? # por ello se nos hace diícil imaginarla como un hecho !i!ido. os cuesta asociar la capacidad de cone"ión con ormas sutiles, con la conser!ación de toda la carga !ibratoria que la e"istencia implica: o sea, no la concebimos más que como una mera abstracción mental. 6mpulso !ital # legalidad se nos aparecen habitualmente como t+rminos contradictorios e incluso irreconciliables. 2olemos entender la le# como algo que des!ía o impide el libre luir del impulso, el cual debe aprender a rerenarse # obedecer las restricciones que aquella le impo= ne. 2ea que la entendamos como resultado de un acuerdo social, imposición de alguna autoridad -humana o di!ina-, simple registro de lo ine!itable o captación ?objeti!a? de un orden uni!ersal, la le# aparece como un actor e"terno al deseo, como si la legalidad de la vida fuera una dimensión separada de su pulso básico. uestra
percepción primaria, condicionada
socialmente, nos dice que la le# es siempre una constante e"terior ante la cual cada ser !i!iente debe adaptarse # obedecer, o pagar las consecuencias de su transgresión o ignorancia. onsideramos habitualmente el impulso como interior # subjeti!o # la le# como e"terior # objeti!a. &ero es e!idente que si esta relación queda así deinida, se postula una distancia insal!able entre sus t+rminos, que nos obligará a buscar alguna adecuación o compromiso en el cual uno de los polos deberá ceder ante el otro. /a tensión entre lo que se percibe como subjeti!o # lo que aparece como objeti!o # la presencia de le#es en todos los aspectos de la e"istencia -con las consecuencias que deri!an de su comprensión, desconocimiento, obediencia o desacato- serán temas centrales en la !ida de una persona con scendente en apricornio. &ero el modo como esto es abordado por cada indi!iduo no es independiente de las interpretaciones colecti!as que imperan acerca de esta relación. 2i se obser!a atentamente, se !erá que el planteo por el cual el deseo es contradictorio con la le#, tiene como trasondo el conte"to de conlicto o guerra entre opuestos que percibíamos en un ni!el de Escorpio. 0icha arquetipización de la batalla, tras haber intentado alcanzar una eímera resolución mediante el idealismo de 2agitario, no tiene otra opción que con!ertirse en obediencia a una le# e"terior, en el paso siguiente que es apricornio. 2i superamos la percepción ragmentaria de los signos como espacios independientes entre sí # logramos comprender el @odíaco como una estructura, podemos !er que cada uno de los signos contiene a todos los anteriores en una secuencia natural que no puede ser e!itada. 2i Escorpio es percibido como conlicto irresoluble entre !ida # conciencia, 2agitario no podrá ser otra cosa que idealismo #, en consecuencia. apricornio deberá ser obediencia. 2i proseguimos 106
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en este ni!el de la rueda, determinado por el dominio del arquetipo de la batalla, !eremos entonces que se abrirá un abismo insal!able entre apricornio # cuario. En tanto la le# no pueda ser e"perimentada como interna, el signo que está más allá de la le# no podrá e"presarse más que como rebelión o, en su deecto, como p+rdida absoluta de identidad, locura o alienación. 1u# distinto, en cambio, es el modo como se despliega el @odíaco para la conciencia cuando Escorpio puede ser comprendido # su ?lado oscuro? integrado en la síntesis !i!iente de 2agitario. /a consecuencia natural será el descubrimiento de la identidad prounda entre el deseo # la le#, el cese de todas las separaciones que surgen del dualismo # la realización de la unidad de la !ida. 8 esto es apricornio. 2in embargo, es e!idente que toda airmación meramente !erbal parecerá ingenua o una simple teorización' a lo sumo una reiteración del idealismo sagitariano. 2ólo la contundencia de la !ida concreta podrá hacer de esto una percepción real. 2i decimos que en el trasondo de apricornio se encuentra el enigma de la relación entre la le# # el deseo, podemos presumir que ?el destino? habrá de someter a los indi!iduos que encarnan esta energía a una particular presión, que los uerce a disol!er la distancia entre lo que llamamos subjeti!o o particular # lo objeti!o o uni!ersal.
8n destino de res!onsa6ilidades y e0!eriencias ri#urosas *uál es la relación de apricornio con la !italidad, la sensibilidad # la libertad *Es la energía que las inhibe o la que las hace posibles *2e trata de la cualidad gracias a la cual la !ida se sostiene a sí misma o hemos entrado en el despojado # rígido ámbito de la muerte El aprendizaje de apricornio ascendiendo obligará a ree"aminar todo aquello que ante una primera mirada se nos aparece como libre, dinámico # !ital, obligando a descubrir el entramado que lo hace posible. 2erá necesario desarrollar una gran madurez antes de poder comprender la razón de ser de las le#es que sub#acen a todo proceso aparentemente libre, # poder aceptar así las misteriosas ?decisiones? o condiciones de posibilidad que sostienen todo lo que e"iste. 0escubrir esto no será resultado de la comprensión de una serie de ideas. 2ólo podrá producirse atra!esando las e"periencias concretas que encierran la tensión entre libertad # responsabilidad, deseo # le#, creación # límite. omo hemos reiterado en cada capítulo, la matriz de destino que nos está asociada se despliega simultáneamente ?adentro? # ?auera?' así es como una trama peculiar de acontecimientos # !ínculos hará de espejo a las cualidades capricornianas latentes en la persona con este scendente. 0ado que la conciencia tiende a identiicarse tempranamente con otras 107
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cualidades del mapa natal -las simbolizadas por la /una o el 2ol, por ejemplo- generalmente no nos reconocemos en el espejo de las e"periencias ?e"ternas? e incluso reaccionamos ante ellas de acuerdo a las cualidades con las que nos hemos identiicado pre!iamente. En el caso de apricornio, sabemos que la persona con el 2ol en este signo se reconoce a sí misma cada !ez que se propone una niela # logra alcanzarla, tras un largo proceso en el que re!ela su capacidad para concentrar energía # negar los impulsos que la pudieran des!iar de su objeti!o. 3iende naturalmente a autosostenerse e incluso a sostener a otros, con un innato sentido de la responsabilidad. En el scendente, en cambio, si bien estas actitudes están latentes # son !isibles en el comportamiento de la persona desde su ni5ez, el eedbacF entre el medio ambiente # las identiicaciones tempranas de la conciencia resulta más complejo. 0e esta manera, muchas !eces estas personas desarrollan características aparentemente opuestas a las mencionadas, como rebelión, irresponsabilidad o un uerte anhelo de apo#arse en otros. 0esde un punto de !ista estrictamente energ+tico, lo que sucede es que el ni5o primero, el adolescente despu+s # el adulto más tarde se encontrará recurrentemente en!uelto por una energía lenta, concentrada, que e"clu#e las !ariaciones o e"perimentos # que posee un ine!itable rigor. /a maniestación concreta de esta cualidad hace que, desde peque5o, se !ea rodeado por personas con ideales de autosuiciencia # perección, de gran autoridad e incluso rígidas. 8 aunque nazca en un medio ambiente abundante, tanto en lo aecti!o como en lo material, deberá de todas maneras atra!esar e"periencias rigurosas en las cuales se sentirá totalmente librado a sí mismo, teniendo que hacerse cargo de responsabilidades a menudo e"cesi!as para su edad. 3ener que cuidar a sus hermanos menores renunciando a la libertad de la que otros amigos gozan, ser en!iado a hacer compras con cantidades de dinero de las cuales debe responsabilizarse, !erse obligado a estudiar sin compa5ía o a realizar tareas para las cuales no puede apo#arse en nadie, !iajar solo siendo mu# ni5o, etc. son an+cdotas habituales que re!elan en peque5a escala la presencia del patrón de destino que se desarrollará a lo largo del tiempo. 0e una u otra manera, esta persona e"perimentará que cada !ez que comienza algo, las e"igencias serán enormes. 3odo parecerá complicarse # hacerse diícil # aquellos que deberían a#udarlo, misteriosamente desaparecerán o lo dejarán solo ante la responsabilidad. 1ás tarde !erá que no solamente nadie lo sostendrá del modo que desea cada !ez que pide apo#o, sino que incluso deberá apo#ar # sostener a otros. 3endrá que aprender a postergar sus deseos inmediatos ante las responsabilidades que se !erá obligado a contraer #, en general, las cosas no se presentarán áciles desde un principio ni se las podrá terminar con rapidez. lo largo de 108
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su !ida deberá perse!erar en direcciones que quizás no orezcan ninguna gratiicación por mucho tiempo, antes de alcanzar los resultados anhelados. /a natural persistencia que e"presa la persona con 2ol en apricornio, que en ella aparece como una modalidad del deseo, le será e"igida -en el caso del scendente- por las circunstancias que deberá enrentar a lo largo de su historia. Estas parecerán pedirle constancia, e"actitud # sentido de la responsabilidad aun en las situaciones más banales. En este sentido, un scendente en apricornio debería saber que nada importante se !a a presentar ácil al principio. Es lícito suponer que la constelación de un medio ambiente de estas características # la repetición de este tipo de hechos, puedan producir reacciones psicológicas mu# dierentes. &or un lado podríamos decir que es necesario que esto ocurra, para desarrollar en estas personas las cualidades capricornianas latentes # descubrir la íntima presencia de la le# en sus e"istencias, hasta que esto se con!ierta en algo espontáneo # natural. 2in embargo, es probable que tales e"periencias reuercen otras zonas de la estructura natal # que, ante la reiteración de ese ?e"terior? e"tra5amente e"igente # tan poco le"ible, quizás se nieguen a enrentar estas situaciones. 2i el mundo ?e"terno? muestra tanta dureza # rigurosidad -haciendo que todo dependa de ellas # al mismo tiempo impidi+ndoles alcanzar una satisacción rápida de sus impulsos- es comprensible que muchas personas con este scendente queden ijadas en una actitud ani5ada # quejosa, que anhela eludir toda responsabilidad # e!ita enrentarse a las diicultades. En muchos casos es !isible tambi+n un comportamiento rebelde que se opone tozudamente a la uerte presencia de la le# en sus !idas. Es e!idente que con estas respuestas se abre un círculo !icioso: en ning%n caso podrán liberarse de esa le# sin antes haberla comprendido, dado que sólo es el relejo de su particular mundo interno. Es probable que -aun en los casos en que aparezca tempranamente un comportamiento más ?responsable?- este sólo recubra uertes temores # una disposición desconiada #, por mucho tiempo, insegura. Esto es casi ine!itable al principio de la !ida de un scendente en apricornio #a que este nace con una uerte autoridad interna que, al mismo tiempo, se maniiesta de un modo e"cesi!amente potente en el mundo e"terno. 2u psiquis se constitu#e en resonancia con la demanda que ejerce el entorno, que tambi+n suele mostrarse e"tremadamente crítico hacia ellos. sí es como se sentirá continuamente juzgado # criticado por esas personas e"igentes -que se le presentan por destino- quienes suelen creer que la perección es posible # ácilmente alcanzable. 2on innumerables los jueces que los obser!an # ante los cuales deben cumplir con lo que se espera de ellos. Esto hace que generalmente sean más rígidos que los que tienen el 2ol en apricornio, en quienes esta estructura e"terna no tiene por qu+ maniestarse. En este sentido, es probable que en este scendente se articule un 109
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super#ó e"tremadamente rígido que suele tardar a5os en disol!erse. 2ólo despu+s de un arduo trabajo sobre sí mismos se podrá borrar esa mirada crítica que les e"ige concentrar todas sus energías en alcanzar grandes realizaciones. su !ez, el presentimiento de que todo emprendimiento estará sembrado de diicultades # e"igirá un gran esuerzo inicial, hará que muchas !eces -ante la aparición de los primeros problemas- la persona tienda a abandonar rápidamente sus iniciati!as o las posponga indeinidamente. sí se irá instaurando en ella el hábito de perder contacto con la espontaneidad del deseo. 6nluenciada por la opinión de quienes la rodean, o por la acción misma de los acontecimientos que le harán pagar demasiado caro cada descuido o distracción, tenderá a hacerse e"cesi!amente consciente de las consecuencias de los propios actos. En orma análoga a la reacción psicológica que producen los aspectos duros entre 1arte # 2aturno, es e!idente que será mucho más seguro para los scendentes en apricornio obedecer # someterse a obligaciones e"ternas -conducta que orece una gratiicación social inmediata - que mantenerse iel a un deseo que parece latir cada !ez más d+bilmente por debajo de la acumulación de diicultades # la sensación de soledad. umplir, obedecer, adecuarse es, en la ma#oría de los casos, la línea de menor resistencia. &ero esto hará que el deseo se con!ierta en algo irreconocible, que sólo pueda distinguirse en tanto transgresión a ?lo que es debido? o se con!ierta en la encarnación del deseo social. /o diícil no es simplemente tener que liberar el propio deseo de los mandatos sociales sino que, aun liberado, este tardará mucho tiempo en ructiicar. 6quí el traba+o es sostener el deseo no como oposición o por obediencia a otros, sino manteniendo la propia vibración creadora en el tiempo; pero es
indudable que será mu# ácil e"tra!iarse en este itinerario. lo largo de
sus !idas, por lo com%n se los !erá desperdiciar oportunidades por alta de continuidad # abandonar prematuramente una línea de acción, aunque -como #a !imos- la conducta opuesta suele ser tan habitual como la anterior. Es posible así, !erlos permanecer por tiempo indeinido en situaciones de baja creati!idad, coniando en que la persistencia por sí misma los lle!ará a un resultado e"itoso, sin ad!ertir que permanecen en el callejón sin salida de su anhelo de seguridad. 4, en el peor de los casos, !erlos ceder s%bitamente en los instantes pre!ios a que todo el trabajo rindiera sus rutos, despu+s de un largo tiempo de permanencia en el esuerzo. Es e!idente que, si bien algunos de estos comportamientos son !isibles en un 2ol en apricornio, este tiene por lo general un innato sentido del tiempo, que le permite permanecer en contacto con su deseo bajo la orma de !oluntad, así como un agudo sentido de la realidad. En el scendente, en cambio, el proceso es mucho más conuso' comprender si sus actos # su relación con el tiempo nacen de la obediencia, el temor, la desconianza, la rebelión o la peculiar sabiduría capricorniana, es una tarea que puede lle!ar a5os. 110
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Personas y escenas e0ternas 0esde el punto de !ista psicológico, ser capaz de sostenerse a sí mismas es uno de los aprendizajes undamentales en la !ida de las personas con scendente en apricornio # para eso, el destino habrá de ponerlas repetidas !eces en situaciones en las que se !erán obligadas a demostrarlo. apricornio es la cabra que trepa solitaria, airmándose trabajosamente en peque5os espacios donde sólo ella es capaz de encontrar apo#o. 2u comportamiento se distingue del de las o!ejas, que corren en manada con los cuerpos apretados unos contra otros, eludiendo los riesgos # buscando la seguridad del terreno llano. /a cabra, en cambio, se mue!e sola, paciente # segura entre abismos, sin garantía alguna de que podrá sostenerse en alturas que no parecen estar hechas a la medida de un ser tan peque5o. lo largo del camino de su !ida, el scendente en apricornio se cruzará con muchos indi!iduos que relejan características asociables con las de la cabra, # que +l deberá aprender a poner en acto. sí es como se encontrará con personas autosuicientes, solitarias, cargadas de responsabilidades, sostenedoras, con gran uerza de !oluntad # dedicación a sus objeti!os, distantes e incluso rías, portadoras de una gran sabiduría pero que al mismo tiempo e!idencian cierta rigidez. omo hemos dicho en capítulos anteriores, las personas que encarnan la energía que debemos aprender a e"presar aparecen recurrentemente en nuestro camino' pero al mostrarnos distintas acetas de aquello que debe ser comprendido # elaborado, despiertan en nosotros una uerte ambi!alencia. 2entirse atraído por ellas, admirarlas e incluso enamorarse, es algo mu# habitual: así como rechazarlas o criticarlas, en este caso por su aparente insensibilidad, distancia, rigidez o e"ceso de ambición. l mismo tiempo que el destino trae estos encuentros, en la !ida de un scendente en apricornio suele producirse una escena característica que se repetirá a lo largo del tiempo. 0n ella quedan completamente librados a sí mismos sin poder apoyarse en nadie, teniendo a su vez que sostener a otros en una situación que aparentemente los excede.
Esta peculiar
articulación entre !ínculos # acontecimientos encierra, desde el punto de !ista astrológico, el secreto de la cualidad a descubrir # e"presar en este scendente' pero para quien debe !i!irla no suele ser ácil desentra5ar el sentido proundo de este patrón. En estas personas, como !imos, resuenan con gran uerza los juicios e ideales propios de aquellos con quienes reiteradamente se encuentra. 3anto en su mundo interno como en el e"terno siempre ha# alguien e"tremadamente sólido, que sostiene con gran esuerzo # sacriicio personal a los demás # que es capaz de concretar grandes objeti!os, lo cual se conigura como 111
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un ideal a alcanzar. &ero por otro lado, se produce en ellas una uerte dependencia psíquica respecto de estas iguras de autoridad que aparecen como completas # autosuicientes' # como suelen idealizarlas, en consecuencia, procuran habitar en mundos sostenidos por otros. un en el caso en que su comportamiento dominante sea la rebelión, el scendente en apricornio busca inconscientemente apo#arse en los demás. 2u matriz psíquica le dice que alguien sostiene el mundo #, por largo tiempo, cree ser mucho más d+bil # necesitado de lo que en realidad es. Es e!idente que los criterios con los que se mide son demasiado e"igentes #, aunque se rebele contra ellos en el auera, estos lo condenan a sentir que no está a la altura de las circunstancias, mientras que sí lo está alg%n otro. Es decir, aquel que está destinado a autosostenerse # sostener, aunque posiblemente se muestre sólido # responsable, en la ma#oría de los casos se siente inadecuado # busca otro en quien apo#arse. &ero, al mismo tiempo, cada vez que procura descansar en otro, tarde o temprano este #abrá de fallarle, de+ándolo solo y con toda la responsabilidad sobre sus espaldas.
Esta articulación es prácticamente ine!itable para que el !iaje de la conciencia a tra!+s de apricornio se cumpla en sus distintos estadios. 2i esto no sucediera así, la identiicación no se produciría # apricornio permanecería ?auera? para siempre, aun bajo la orma de un ideal a cumplir. &or duro que suene, la !ibración propia de este signo se e"perimenta realmente cada !ez que sentimos que nadie más que nosotros puede hacer lo que debe ser hecho. &ara otros ángulos del @odíaco podría esperarse que en estas situaciones aparezca alguien haci+ndose cargo, que se produzca un milagro o que las cosas se resuel!an por sí mismas, pero no es así con apricornio ascendiendo. El aprendizaje en este signo no es acerca de la conianza # la entrega a la abundancia del uni!erso, como en 2agitario, sino acerca de la responsabilidad. &or eso el destino obliga a comprender la rele!ancia de la propia inter!ención en los acontecimientos # de las consecuencias, tanto de la acción como de la omisión, así como obliga a e"perimentar la soledad propia de los actos intranseribles, que en este caso no responden a un impulso indi!idual -como en ries- sino que nacen de la comprensión prounda de las necesidades de la estructura de la cual se orma parte. 3oda persona con este scendente pasará por alguna e"periencia de en!ergadura en la cual no podrá encontrar en quien apo#arse, # tendrá que resol!er alguna compleja situación que implique un esuerzo que se prolongará por a5os. 0eberá aprender a liberar la cualidad de sostener en soledad a lo largo del tiempo #, por eso, esta será la te"tura undamental de su !ida por e"tensos períodos: a la par que busca aanosamente en quien apo#arse, las responsabilidades se precipitarán sobre ella una por una. 112
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En alg%n momento, aquellos en quienes se solía apo#ar se retirarán misteriosamente de la escena # la persona con scendente en apricornio se encontrará sola, con toda la responsabilidad a su cargo. Es casi ine!itable !er en este destino cómo aquellos que debieran -por rol o por compromisos pre!ios- hacerse cargo de determinadas situaciones, de= saparecen # la %nica alternati!a que queda es ocupar el !acío que ellos dejan, más allá de las propias limitaciones # temores. 8a sea por causa de muertes, enermedades, separaciones, negligencias, traiciones o por alguna otra sucesión de acontecimientos aparentemente ortuitos, inalmente se maniestará la escena en la que deberá aprender a sostener en soledad. 2i se obser!a con atención, se !erá que desde un principio la persona con scendente en apricornio debió enrentarse con esto, aunque quizás lo ha#a hecho a tra!+s de una multiplicidad de peque5as situaciones. 3al !ez ue el director del colegio, el policía, el jee o cualquier otra persona que, en ejercicio de la autoridad, s%bitamente alló # no hizo lo que correspondía. Mrente al que nace con scendente en apricornio, pareciera que quienes deben sostener a otros u ocupar alguna posición que presupone una solidez sin laquezas, en alg%n momento dejan de estar a la altura de las circunstancias # muestran todas sus limitaciones. Es en este tipo de situaciones donde se anudan las distintas acetas de la e"periencia capricorniana. &or un lado, el destino les hace !er que todo aquello que ha sido idealizado en alg%n momento habrá de caer' no en el sentido de mostrar su lado oscuro, sino en cuanto a que aparecerán sus limitaciones. 3odo es necesariamente limitado?, dice apricornio, # esto deberá comprenderse no sólo en orma intelectual, sino en el ni!el emocional # en la acción concreta. o se trata de descubrir la acción de tramas ocultas o negadas, o de ad!ertir la presencia de las uerzas básicas de la !ida o la e"istencia de los anhelos de poder en las relaciones humanas, como en Escorpio. 2implemente se trata de comprender la e"istencia ine!itable de la limitación # la manera como -estando la realidad organizada a partir de la initud de sus componentescada uno debe hacerse responsable de la parte que le corresponde. &or otro lado, esta cadena de acontecimientos -algunos aparentemente intrascendentes # otros dramáticos- en los que toda columna, por sólida que sea, termina por caer o sustraerse, es la que los orzará a desplegar el potencial de responsabilidad que poseen # su capacidad de ir más allá de las necesidades personales. Minalmente, apricornio debe aprender a permanecer en contacto con la realidad sin basarse en supuestos. 2i bien es mu# posible que estas personas amen el pensamiento cientíico # su disciplina, o el ilosóico, o desarrollen alguna acti!idad, en la cual se muestren e"trema= damente rigurosas # realistas, es en lo más concreto # personal de su e"istencia donde deberán aprender el costo de reugiarse en construcciones ilusorias, o de dar demasiadas cosas por sentadas. /os supuestos deberán caer uno a uno, hasta que se desarrolle en ellos la actitud que 113
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les permitirá estar en contacto estrecho con lo que es, aun a riesgo de que en alg%n tramo de sus !idas esto los con!ierta en esc+pticos o pesimistas. omo !imos, la disposición psíquica habitual en estas personas -que surge de las primeras maniestaciones de su peculiar patrón- es la de oscilar ambi!alentemente ambi!alentemente entre el anhelo de ser sostenidos por iguras que encarnan los modelos de perección capricorniana # el de responder ellos mismos a este ideal de responsabilidad # autosost+n. &ero, dado que el patrón inclu#e la sucesión de e"periencias en las que lo idealizado e"ternamente cae, se producen marcas psicológicas psicológicas que tienden a desarrollar desarrollar actitudes reacti!as o compensatorias. compensatorias. dierencia de lo que sucedería con un 2ol en apricornio, la primera reacción de los que poseen scendentes en este signo signo es sentir que tales hechos hechos no deberían haberse producido, producido, que son injustos # que de alguna manera alguien o algo los ha traicionado. ?D/a !ida no debería ser así?, es la primera respuesta que surge de las proundidades de su casa K66 en 2agitario. 8 a medida medida que estas estas e"p e"peri erienc encias ias se acumu acumulan lan,, posib posiblem lement entee los escuch escuchemo emoss que quejar jarse se con amargura # desilusión. on los a5os, # hasta que el sentido de estas e"periencias no sea comprendido, suele aparecer en ellos una inequí!oca sensación de agobio # un cansancio característico. 2i se obser!a bien, esta sensación de cansancio atestigua la distancia que a%n subsiste entre la conciencia -identiicada con otras cualidades- # la e"periencia que les corresponde !i!ir. Estas personas toda!ía no pueden reconocer la !ibración capricorniana como algo que les es intrínseco #, si bien no la rechazan -como posiblemente lo hacían al principio del procesoa%n se sienten obligadas a soportarla, como si estu!ieran determinadas por alguna uerza desconocida que las somete a una prueba que alg%n día habrá de terminar. 2in duda, tener que e"perimentar ?e"teriormente? a lo largo de toda una !ida la energía de apric apricorn ornio io puede puede ser algo algo e"tenu e"tenuant ante. e. ualqu ualquier ier person personaa que ha# ha#aa tenido tenido este este signo signo ascendiendo en su e!olución 2olar, puede registrar el alto precio que suele pagarse por los logros, característicos de esos a5os. &ero esto es así sólo si alg%n actor interno resiste la identiicación con esta cualidad, que en el caso del scendente natal es constituti!a. En principio, es raro que un 2ol en apricornio se queje # anhele que los esuerzos se terminen de una una !ez !ez # para para siem siempr pre. e. ier ierta ta cont contra racc cció iónn de la ener energí gíaa es cons consub ubst stan anci cial al en ello elloss e indudablemente les es placentera' # el bienestar que les produce haber sabido construir bases sólidas en las que apo#arse supera cualquier sensación de cansancio o agobio. &ero en el caso del scendente, el hecho de esperar que suceda algo dierente es lo que hace que los acontecimientos acontecimientos que deben ser necesariamente !i!idos parezcan más duros o antinaturales. &odemos decir, entonces, que cada !ez que alguien con scendente en apricornio busque apo#arse e"cesi!amente en otras personas, tarde o temprano será dejado solo. 8 que cuanto 114
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más uerte sea el anhelo de ser sostenido, más dramática será la e"periencia de perder el apo#o cuando ello necesariamente suceda. Esto no quiere decir que no puedan desarrollar relaciones perectamente equilibradas en las que compartan responsabilidades responsabilidades # gocen de toda la contención, el aecto # la relajación que realmente necesitan. &ero algo deberá acti!arse internamente antes de que esto suceda. apricornio percibe la realidad como una gigantesca obra arquitectónica sostenida por una ininidad de columnas' entre todas ellas se reparten la carga # ninguna debe soportar más peso del que le corresponde. 2in embargo, las marcas psíquicas que el patrón de destino produjo durante todo el tiempo en que no pudo ser comprendido, hacen que la persona que nace con este scendente tienda a imaginar estructuras que dependen de una sola # gigantesca columna. &or esto, cuando sostiene, raras !eces sabe cómo repartir la carga #, al mismo tiempo, anhela la situación en la cual ella -junto con las demás ?columnas?- pueden abandonar su tarea abrazándose unas con las otras, mientras la gran columna central las sostiene para siempre. Estos dos imaginarios se complementan # reuerzan uno al otro. En la práctica es ácil !erlos, despu+s de un largo período de esuerzo # soledad, buscar inconscientemente reugio en situaciones de marcada dependencia # hasta simbióticas. &ero si estas se prolongan, tarde o temprano se disol!erán para regresarlos al punto de partida. apricornio no es la manada de o!ejas, pero tampoco es tlas sosteniendo solo al mundo. En ambas imágenes, la diicultad radica en comprender que el límite es necesario e ine!itable, # que alcanza a todos por igual. &ero es mu# ácil quedar capturado en esta oscilación # así, es probable que durante ciertos períodos, la persona con scendente en apricornio se identiique con tlas # pro#ecte en otros su aspecto más inantil # dependiente' aunque esto sólo repetirá, in!ertida, la misma estructura psicológica que hemos !isto al principio. En otros t+rminos: si alguien se comporta como tlas, tarde o temprano deberá descubrir el n%cleo interno regresi!o # necesitado, que imagina que es posible ocupar semejante lugar. 6ceptar los propios límites y responsabilidades y #acer que los otros acepten los suyos es lo propio de este signo.
&or eso,
podemos decir que la e!asión, la transgresión, el !i!ir en un mundo de antasías tiene un costo superior al normal en apricornio. 3ambi+n lo tiene el permitir que los demás lo hagan.
La relacin )undamental apricornio simboliza aquello que sostiene # permanece constante. 0esde su perspecti!a, la real realid idad ad no apar aparec ecee como como caót caótic icaa o alea aleato tori riaa sino sino obed obedec ecie iend ndoo a regu regula lari rida dade dess undamentales: algo, dentro del complejo e indeterminado indeterminado lujo de la !ida, es irme # seguro. Esto que, como hemos dicho, se maniiesta en distintos planos # aspectos de la realidad, 115
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tiene sus equi!alentes especíicos en el ni!el humano. quello que permanece constante # sostiene, es la le#, que en el ni!el de las relaciones primarias está encarnada por el padre. Este es quien, en tanto arquetipo, se sostiene a sí mismo # limita sus libertades a in de sostener a otros, a los cuales al mismo tiempo pone límites. Es tambi+n el tutor de las !erdades -o ilusiones necesarias- que resguardan la e"periencia de aquellos que debe proteger. /a unción paterna es la que sostiene la coherencia de un mundo, garantizando con su presencia que el caos no habrá de pre!alecer. &rohíbe # e"clu#e, pero al hacerlo protege # permite que surjan otras posibilidades. /e#, autoridad, institución. Estado, padre constitu#en constitu#en una cadena de signiicados equi!alentes encapsulados en el símbolo de apricornio. ada !ez que este signo se despliegue en una e"istencia concreta, la conciencia tendrá que recorrer estas instancias, !i+ndose obligada a comprender las distintas acetas de la le# # debiendo encarnar, de un modo u otro, la unción del padre. 9emos !isto cómo en el signo opuesto -áncer- la persona debía aprender a metabolizar # e"presar la cualidad de la simbiosis' esto implicaba tener que atra!esar una serie de !icisitudes, cu#a primera maniestación consistía en una relación particularmente intensa con la madre. 0e un modo análogo, la energía de apricornio se materializa con escenarios en los cuales el padre suele ser una igura especialmente importante #, de alguna manera, poco comprensible. /a energía ligada a la unción paterna, por su propia naturaleza, es el opuesto de la simbiosis # se hace inicialmente presente como distancia. 3ener que e"perimentar una peculiar distancia con relación al padre orma parte casi ineludible de este destino. El ni5o con este scendente debe crecer inmerso en la cualidad del límite # por ello, la primera e!idencia del mismo es !er rustrado el anhelo de un !ínculo satisactorio con el padre. /as características concretas de esta relación dependerán de la posición de 2aturno en la carta natal # de los demás elementos astrológicos que deinen la relación con la igura paterna. &uede que se trate de un padre idealizado # aparentemente mara!illoso, pero por alguna razón distante, que ha#a desaparecido, que sea mu# rígido o autoritario, poco espontáneo, ausente o incluso irresponsable. &ensemos tambi+n que la imagen paterna puede constituirse a partir de la uerte presencia de una madre e"ageradamente ligada con su línea masculina, que e!entualmente desplaza o se superpone al padre real en la psiquis del ni5o. /o rele!ante es la sensación de insal!able # enigmática lejanía en la que el chico pierde contacto con su padre, e"perimentando que este, de un modo u otro, no cumple con la unción que espera de +l. 8 sea esto una percepción consciente o una estructura inconsciente, gran parte de su comportamiento uturo girará alrededor de esta vivencia temprana de una falla paterna.
0ado 0a do que, que, como como hemo hemoss !ist !isto, o, la caíd caídaa de quie quienn debe debe sost sosten ener er se repe repeti tirá rá 116
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probablemente en otras relaciones a lo largo de la !ida, es importante poder regresar a esta e"periencia inicial, a in de elaborarla desde un ni!el más maduro. 2i las primeras marcas que produce el despliegue de nuestro scendente se cristalizan, se con!ierten en un obstáculo casi insal!able para la comprensión de las uturas maniestaciones de la energía que nos corresponde !i!ir. &ara los scendentes en apricornio, la aparición de las limitaciones descriptas -en las personas que jalonan sus !idas- más las repetidas situaciones en las que no podrán contar con nadie más que consigo mismos, resonarán en todo aquello que ha#a quedado inconcluso o pendiente en la relación con el padre. Ello acentuará las sensaciones iniciales de abandono, soledad, e"clusión #, sobre todo, la de inadecuación con respecto a las e"pectati!as de esa distante igura. 0e hecho, estas e"periencias se repetirán porque orma parte de este patrón tener que comprender íntimamente la unción paterna. &ero si la persona permanece emocionalmente ijada a la posición de hijo o hija, !ol!erá a dar las mismas respuestas cada !ez que se reitere el patrón energ+tico, perdiendo la posibilidad de acceder a los ni!eles más creati!os # liberadores del mismo. 2i queda atrapado en la b%squeda de padres sustitutos -siendo esto lo más com%n, aunque muchas !eces adopte la orma impersonal de un uerte compromiso con instituciones, empresas, teorías o autoridades- sabemos que estos mostrarán su insuiciencia en alg%n momento. uando esto suceda, se acentuará la sensación inantil de haber sido e"cluido del mundo del padre # quizás alore el resentimiento inconscientemente acumulado. Es tambi+n posible que este conjunto de sensaciones se condense en el imaginario de haber sido traicionado # esto se pro#ecte en su momento sobre alguna persona concreta, a partir de una e"periencia puntual, o se e"tienda casi metaísicamente a la sensación global de haber sido enga5ado por la !ida o abandonado por 0ios.
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,o (e isto muc(os +scendentes en 'a#ricornio que (an sufrido traiciones
concretas... ¿tambi%n se (ablaría de #royección! en esos casos?
2entirse traicionado es algo demasiado subjeti!o, como para que esa palabra adquiera sentido en un uni!erso capricorniano. Es el n%cleo psicológico cancerianoCleonino -o lunarCsolar- el que reacciona de esa manera. 0iícilmente apricornio se entretenga en acusar a alguien de traidor' más bien se lamentará por no haber ad!ertido a tiempo las limitaciones de esa persona o se preguntará qu+ lo lle!ó a depositar una conianza desmedida en alguien que no la merecía. apricornio ?sabe? que debe atenerse a los hechos # que las quejas son sólo una p+rdida de energía. Esto no necesariamente será entendido desde la desconianza o el 117
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
pesimismo, sino desde una genuina comprensión de la e"periencia humana # de su natural initud. Es probable que la misma persona, que en un momento determinado se quejó amargamente de alguna traición, algunos a5os despu+s -#a en otra etapa de su recorrido por este scendente- recuerde de manera mu# distinta aquella e"periencia. quí se puede !er lo importante que es diluir las cristalizaciones de nuestras !i!encias inantiles, puesto que ellas anhelan !erse compensadas #, en consecuencia, nos condenan a la repetición.
Esto es prácticamente ine!itable, a causa de 7 ascinación por
alcanzar la perección - que le es inherente- # debe ser necesariamente atra!esada. &ero es e!idente que si esta actitud no se modiica, la persona jamás podrá desarrollar la solidez # autoairmación que están implícitas en su signo ascendente. El anhelo insatisecho de !i!ir la e"periencia arquetípica del padre, quien nos cobija en su perección # nos garantiza un mundo sin peligros, hace que su igura se sostenga indeinidamente en la antasía # se procure desesperadamente !i!ir la situación que repare la supuesta alla del padre real o su opuesto, la alla del hijo ante el deseo del padre. &ero esta escena nunca se producirá en los t+rminos so5ados sino que, por el contrario, se reiterará hasta tanto aquel imaginario pueda ser maduramente ree"aminado. Es mu# probable que el destino ponga a estas personas en más de una situación en la que puedan sentirse traicionadas' pero en cuanto las connoten de esta manera, ello muestra que ha# algo de la propia naturaleza que a%n no se ha desplegado. 8 es precisamente el compromiso proundo con estas e"periencias lo que puede permitirlo. 118
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
E!identemente, aquí nos topamos con un tec#o en la experiencia colectiva, por el cual el an#elo de que se produzca lo que debería ser es muc#o más fuerte que la capacidad para aceptar la necesaria finitud de lo que es.
En este punto sí que la persona con scendente en
apricornio se encuentra realmente sola, en el sentido de que, para resol!er esta cuestión, deberá ir más allá de las construcciones colecti!as. &ero la !ida habrá de ejercer la presión suiciente para enrentarla tantas !eces -# de un modo tan personal- con el límite, como para posibilitarle renunciar a las imágenes # anhelos colecti!os que intentan negar la propia initud # la de todos los demás. Es indudable que el arquetipo del padre eterno # perecto tiene un peso inmenso en nuestra ci!ilización # act%a con particular uerza en la !ida de un scendente en apricornio. En tanto cultura, hemos preerido interpretar colecti!amente la necesaria salida del mundo paternoC materno como una e"pulsión pro!ocada por la culpa de los hijos, antes de atre!ernos a soportar la initud del padre # comprender que esta es condición esencial para la creati!idad de la !ida. 1e atre!ería a decir que toda la e"istencia de un scendente en apricornio se ordena misteriosamente en dirección a la necesidad de resigniicar este mito de origen. 8 ello deberá suceder de un modo concreto en e"tremo, en el que no quede lugar para teorías o interpretaciones. /a e"periencia con el propio padre # con las iguras sustituti!as, pero por sobre todo, la relación con sus hijos, constitu#en oportunidades inmejorables para que esto pueda hacerse carne. un en el caso emenino, es habitual que estas mujeres se !ean orzadas a ejercer la unción paterna #. no pocas !eces, que deban !ol!er a enrentar la e"periencia !i!ida con su padre, a tra!+s del !ínculo con el padre de sus hijos.
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¿Esta #osición #uede dar una negación a tener (i)os?
2í, en este sentido es análogo a lo que hemos !isto en el signo de áncer. E!identemente, se juegan demasiadas cosas para este scendente en la paternidad o maternidad, haciendo que estas personas tiendan a demorar la conrontación con ella. En algunos casos, esta negación se relaciona con un e"ceso de responsabilidad # por eso muchas !eces la paternidad es demorada, como si algo procurara llegar a ella con el ma#or ni!el de madurez posible. 0e todos modos, dudo de que e"ista una e"periencia más completa que esta para llegar al ondo de la energía de apricornio. 3arde o temprano, si sucede, la relación con sus hijos los pondrá en contacto con los temas centrales que se encuentran implicados en el símbolo. laro que aparecerán tambi+n por otras !ías -en esto consiste precisamente el despliegue de un 119
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patrón- pero teniendo en cuenta que la naturaleza misma de esta energía lle!a hacia la abstracción, con la innegable posibilidad de limitar la e"periencia al ámbito mental, es la relación con los hijos la que mejor condensa las complejidades del símbolo. 8 lo hace de un modo tan personal e intranserible que todo lo que esta persona pueda descubrir acerca de sí misma # del mundo -en lo !ocacional, a tra!+s de sus logros # realizaciones o en sus b%squedas cientíicas, ilosóicas o espirituales- adquirirá allí un signiicado mucho más pleno # concreto. 0ado que en el scendente en apricornio resuenan uertemente los juicios e"ternos, los mandatos # modelos, es mu# probable que al principio sean poco espontáneos con sus hijos # que incluso los sientan como una carga o un obstáculo para los logros que creen deben alcanzar. &ero es precisamente el n%cleo amoroso de esta e"periencia lo que disol!erá esas sensaciones # les permitirá descubrir que su deseo proundo es ejercer su responsabilidad ante la !ida, no para satisacer el super#ó en cualquiera de sus encarnaciones, sino como e"presión del amor. 2eguramente sucederán cosas en esta relación que los lle!arán a e"perimentar el ineable punto en el que se disuel!en las aparentes contradicciones entre le#, deseo # libertad, aunque quizás la !ida los someta a una enorme presión antes de llegar a esta síntesis. En!iudar, tener que hacerse cargo de los hijos de otros, padecer el distanciamiento # el reproche de los propios hijos, etc., son e"periencias bastante habituales cada !ez que se e!ita por demasiado tiempo el compromiso proundo con la paternidad o la maternidad. &ero es en el momento en que res= ponden cálidamente a las necesidades de sus hijos, cuando suelen caer las barreras que sostenían su eterno conlicto entre el deseo # el deber ser. 1uchas personas con scendente en apricornio e"perimentan este conlicto con una uerza tal que la e"presión de su creati!idad queda bloqueada o por lo menos diicultada. Es bastante !isible que reci+n despu+s de haber lle!ado a t+rmino lo esencial de su aprendizaje con los hijos, aquella se libera # lorece con una espontaneidad que hasta ese instante desconocían. En el momento en que culmina su tarea de construcción # la relación con sus hijos entra en una etapa más madura, algo mu# recóndito parece transormarse en estas personas, permiti+ndoles crear con una libertad que antes desconocían. &ero pre!iamente deberán haber encontrado la distancia correcta con sus hijos # descubierto el sutil entramado de prohibiciones # estímulos que hacen a la esencia de la paternidad. En sus propias insuiciencias quizás recuerden el !ínculo con su padre # puedan así cerrar las heridas abiertas en esa alla inicial, disol!iendo los malos entendidos acerca de la perección. 2i bien es probable que los scendentes en apricornio procuren concentrar todo su esuerzo en la carrera, los logros, la producción o el conocimiento, creo realmente que 120
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escuchando con e"trema atención las necesidades de sus hijos resol!erán más rápidamente los desaíos undamentales de la !ida. 2i ese !ínculo madura, adquirirán una seguridad interior que ning%n ascenso a la monta5a de los logros e"ternos podría darles. En %ltima instancia, el contacto con la ?!ibración del padre? en sus distintos ni!eles, es quizás el n%cleo de la e"periencia en el signo de apricornio. ►
¿;u% diferencia (ay con el +scendente en *eo! en cuanto a traba)ar el arqueti#o del
#adre?
ries, /eo # apricornio comparten una !ibración que está ligada con los distintos aspectos de una cualidad, que podemos relacionar con el ?principio padre?. En el scendente en /eo se trata undamentalmente de emerger de ámbitos de pertenencia en los cuales está presente un uerte personaje central que los e"clu#e del lugar anhelado. Es mu# com%n que este sea el padre -aunque no necesariamente- # por eso se abre un uerte conlicto por ocupar el centro, que obliga a la persona a alejarse # crear su propio mundo. 2i siguiera allí, no dejaría jamás de ser hijo # por ello. /eo debe aprender a emerger de su reugio, dierenciarse # e"presar esta dierencia. En el caso del scendente en ries, en cambio, la igura paterna casi siempre opera como restricción al propio impulso # suele ser el enrentamiento con aquella lo que libera la potencia de este signo. 2imbólicamente, el padre, en cuanto encarnación de un ciclo anterior, trata de quitarle el deseo # debe ser !encido para que lo nue!o pueda maniestarse. &ero en los dos casos, podemos decir que el tema central no es el padre en sí sino la relación con +l. En apricornio, en cambio, se trata de comprender íntimamente la unción paterna. Esta aparece aquí con todo su misterio # de alguna manera es su alla -# la de las iguras con las que se anhela sustituirlo, sean personas, autoridades, logros, instituciones o construcciones teó= ricas o ?espirituales?- la que abre la sinuosa trama de estos imaginarios # los obliga así a transormarse.
El 5ec5izo de 2la )orma a6soluta2 En las proundidades de nuestra psiquis colecti!a se encuentra mu# acti!o +l arquetipo patriarcal en el que un %nico padre sostiene el mundo # todos los demás seres son sus hijos. En esta imagen, la creación ha concluido # sólo es posible darle continuidad a lo #a creado o, e!entualmente, racasar en ello. El lugar que ocupa apricornio en el @odíaco lo hace coincidir con esta igura arquetípica, con!irti+ndolo en un punto particularmente crítico para la conciencia. El d+cimo signo trae consigo el hechizo de la culminación, la creencia de haber 121
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
arribado al punto más alto de toda realidad posible, más allá del cual nada e"iste. 3odo aquello que está simbolizado por apricornio -autoridad. Estado, le#, padre, !oluntad, construcción, ciencia, realización, estructura, tradición, tiempo- lle!a en sí la tentación de erigirse en una totalidad más allá de la cual nada es posible. Due exista una forma absoluta; que algo o alguien sea todo, es nuestra ilusión dominante con relación a la energía de apricornio. En ella
se re!ela el !erdadero rostro de ese padre que ha intentado acaparar toda la creati!idad para sí. 0s lo demoníaco, el mac#o cabrío que, erguido en la cima de la monta/a, pide adoración y afirma$ nada es posible más allá de mí.
quello que anhela imponer su orma sobre todo lo
que e"iste, encerrar la !ida en la potencia de su !oluntad o en la estructura de su mente, negando todo lo que trasciende sus limitaciones. 3oda persona con scendente en apricornio debe encontrarse en una orma u otra con esta inquietante igura # responder a su desaío. Auizás quede paralizada o se rebele ante ella' quizás se sienta eternamente en alta # se crea incapaz de la realización que le e"ige' o enmas= care la inseguridad que le genera, entregándose a instituciones, pro#ectos, teorías o caminos espirituales supuestamente perectos o completos. En respuesta a las presiones de su destino, muchos aprenderán a concentrar energía # desarrollarán una !oluntad capaz de grandes realizaciones. &odrán entonces ocupar un lugar social notable, ejercer autoridad sobre un gran n%mero de personas, encarnar la le# o con!ertirse en custodios de alguna tradición. Auizás constru#an gigantescas estructuras materiales, sociales o teóricas, o procuren alcanzar una gran realización espiritual. En ellos, el impulso innato por ascender a la cima de la monta5a se habrá con!ertido en una ambición poderosa # en el anhelo de eternizarse en la posición alcanzada. 2on muchos los indi!iduos que alcanzan esta ase en el despliegue del scendente en apricornio. on ma#or o menor intensidad -seg%n los casos # en distintos planos de la realidad- orma parte de este destino tener que enrentarse con el tipo de uerzas que parecen querer cristalizar el lujo de la e"istencia. En algunas personas, incluso, esta e"periencia íntima con la energía de la cristalización se maniiesta en el plano ísico, !i+ndose aectados por alguna orma de inmo!ilidad corporal. /a mineralización o estructuración casi absoluta de la energía, como cualidad propia de este signo, posee una uerza tal que la conciencia de quien lo encarna puede llegar a identiicarse ciegamente con ella, perdiendo la posibilidad de comprender la unción que apricornio cumple en el sistema zodiacal. 0os signos más siguen a apricornio, mostrando que este simboliza el má"imo a alcanzar, sólo en el nivel de la forma y durante un ciclo determinado.
$n ejemplo notable de este scendente es el de 6sabel 6, reina de 6nglaterra. 9ija bastarda de Enrique V666, dedicó su !ida a cumplir con los supuestos deseos de su padre, a quien 122
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prácticamente no conoció. 2iendo a%n mu# jo!en, debió asumir su reinado en las condiciones más diíciles de imaginar. /os primeros a5os de esta tarea -tal como el patrón suele e"presarse- estu!ieron signados por una sucesión de racasos, en los que casi todas las personas en quienes buscó apo#o deeccionaron o mostraron tremendas limitaciones. 0espreciada por bastarda, rodeada por la traición # desaiando su condición de mujer =dada la +poca- tomó sobre sus espaldas toda la responsabilidad del gobierno, dedicándose por entero a las necesidades del Estado. Enrentó con +"ito el conlicto religioso que di!idía a 6nglaterra -2agitario en K66- restaurando el poder de la 6glesia nglicana, institución que perdura hasta el presente. &ero ella misma se con!irtió en una institución para sus s%bditos, sacriicando con este objeti!o todas sus necesidades personales # aecti!as. su muerte, tras d+cadas de solitario # +rreo reinado, el eje del poder en Europa se había trasladado a 6nglaterra # estaban asentadas las bases de la utura estructura imperial. 0esde el punto de !ista del @odíaco en tanto totalidad, apricornio e"presa la cualidad mediante la cual una parte del sistema maniiesta tal comprensión o entrega al todo, que se limita a sí misma para hacer posible la libertad de aquello que está destinado a ir más allá de su momento o unción particular. Este es el sentido proundo de la responsabilidad en apricornio: el deseo de culminar o cerrar un proceso o ni!el, para que queden en libertad los demás elementos de ese sistema o, dicho de otro modo, expresar la función creativa del límite. Esto es un padre: el soporte de la creati!idad de las nue!as generaciones' por eso, todo padre supuestamente ?completo? o ?perecto? encierra el peligro cierto de destruir las posibilidades de sus hijos con su anhelo de ser imitado o continuado. El padre -# toda orma cu#a unción sea sostener # posibilitar- debe mostrar su alla en alg%n momento ante el hijo o ante lo nue!o, como índice de la necesaria incompletitud del mundo que ha construido. /a imagen de un padre que dio orma a un mundo tan perecto que los hijos podrían habitarlo para siempre, los con!ierte en ni5os eternos # los e"clu#e de la posibilidad de crear. cceder a la dimensión creadora del padre, que no sólo constru#e ormas sino que posibilita e impulsa con su límite la creati!idad que lo trasciende, es quizás la e"periencia cla!e # más liberadora de apricornio' la %nica, me atre!ería a decir, que permite una natural transición a cuario. Visto de esta manera, el ascenso a la cima de la monta5a sólo nos indica que se ha tocado el cielo' que se ha alcanzado el punto más allá del cual sólo e"iste lo abierto # lo inconmensurable. 2e ha completado un proceso en el que, gracias a la e"periencia íntima con la energía de la cristalización, se ha desarrollado la madurez suiciente como para disol!er hasta el %ltimo !estigio el anhelo de adoración de la orma absoluta.
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-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
La matriz ar"uet$!ica de las casas %/, /%%% y 7%% omo hemos !isto en los capítulos anteriores, la matriz asociada a la ascensión de determinado signo nos muestra, desde la perspecti!a de la lógica, las mismas tensiones # conlictos que podemos reconocer de un modo empírico en las e"periencias del mundo cotidiano.
En este caso, la asa 6V en ries nos indica, desde el punto de !ista energ+tico, el recorrido completo del impulso creati!o que alcanza su madurez en la comprensión de la le# # la realidad prounda de la cual orma parte. laro que, como sabemos, la articulación psicológica de las e"periencias ligadas a su asa 6V lle!arán a la persona a desarrollar -en el comienzo de la !ida- un sentido reacti!o de la independencia # una ingenua impaciencia que chocará mil !eces con el rigor capricorniano que debe aprender a demostrar. &or otra parte, el signo que aparece en la asa V666 nos muestra las características de aquello que debe ser transormado para que el scendente se maniieste. En este caso, se !e que el origen de las ma#ores diicultades que suelen aparecer en la !ida de un scendente en apricornio están ligadas al anhelo leonino de e"perimentarse como un indi!iduo separado. El destino deberá rustrar los sucesi!os intentos de ejercer la propia !oluntad, cada !ez que se independice de las necesidades de la estructura en la que se encuentra. omo hemos !isto, en las primeras etapas será el uerte anhelo de airmación indi!idual -en consonancia con ries en la asa 6V- lo que generará las situaciones de ma#or tensión. 2in embargo, a medida que el sentido de responsabilidad se desarrolle # la capacidad de responder a las necesidades de la estructura de pertenencia crezcan, un nue!o ni!el de /eo deberá ser comprendido, transormando al anterior. El deseo de con!ertirse en una igura de autoridad, de alcanzar la perección o de construir algo perdurable, releja un ni!el de apricornio que a%n responde al anhelo leonino de engrandecer el propio sentido del #o. 0espu+s de todo, /eo es el signo del 124
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hijo # es precisamente esta dimensión la que deberá madurar a in de comprender la !erdadera naturaleza de la energía capricorniana. 8 en esta, como #a !imos, no se trata de construir un mundo a imagen # semejanza de si mismo ni de satisacer el deseo de un padre sin cu#a aprobación se pierde la propia identidad. &or %ltimo, el peso de la asa K66 en 2agitario hace que el inconsciente proundo de estas personas se encuentre uertemente impregnado de ideales, de un potente anhelo de libertad # de sentimientos ambi!alentes hacia lo religioso. /a necesidad inconsciente de e"perimentar satisacción en un mundo !asto, abundante # lleno de personas sabias # generosas, choca dolorosamente contra el e"tremo realismo de apricornio. /a acumulación de e"periencias en las que la plenitud o la libertad no se maniiestan en los t+rminos so5ados, suele redundar en una disposición quejosa e incluso carente de !italidad. 4b!iamente, no es una tarea sencilla aprender a e"perimentar plenitud en aquello que es limitado, pero de aquí surge la sabiduría de apricornio # su peculiar cualidad amorosa. o es que la conianza # el entusiasmo les est+n !edados, pero su tipo de aprendizaje los obliga a descubrir las le#es que sub#acen a toda realidad, # esto se e"tiende a todos los planos, inclu#endo los más sutiles # espirituales. Esto implica descubrir de dónde surge # cómo opera la abundancia, # cómo se la distingue de la ilusión' o sea, descubrir qu+ es lo que no es realmente amor, ni entrega, ni conianza, discerniendo nítidamente entre los ?ideales? de 2agitario # la real generosidad de la !ida. En este signo la !ida lle!a a retinar en e"tremo los impulsos desmedidos, propios de la matriz de uego sub#acente. El riesgo es que el impulso !ital quede ahogado por la tendencia a la cristalización, el escepticismo o el miedo a lo desconocido. 6ndudablemente, la alquimia que el uego debe realizar en la tierra de apricornio implica atra!esar un desierto' pero tambi+n encierra la posibilidad de lle!ar la sustancia propia de los impulsos, deseos e ideales a su ni!el esencial, transigurando los límites que le imponen la orma # la materia. apricornio inalmente dirá que la !erdadera alegría, la entrega # el sentido de la gracia no son ruto de la arbitrariedad ni meras respuestas emocionales, sino que dependen del riguroso respeto a las le#es que las hacen posibles. /a persona con este scendente -quien muchas !eces inicia su !ida llena de sue5os e ideales # que más tarde suele con!ertirse en alguien e"cesi!amente realista # hasta descorazonado- es probable que en su madurez sea capaz de dar testimonio de una calidad de amor que nace de la con!icción de estar e"presando una le#.
La !er)eccin
/a perección de la orma -sea esta concreta o sutil- que e!idencia lo que no puede # no 125
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debe ser cambiado, es apricornio. Es lo exacto, tanto en su sentido matemático como en el del poeta que ha hallado la palabra que da orma deiniti!a a un poema, donde #a nada puede ser alterado sin que su belleza se des!anezca.
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pro#ectado la estructura estructura d mente sobre la materia # en realidad admiramos admiramos el diamante porque porque es un relejo de lo que más apreciamos en nosotros /as le#es, las constantes # las estructuras que distinguimos en los distintos ámbitos de la e"istencia *son realmente aspectos de la misma o meras ormas mentí les *Es la energía de apricornio la que nos permite más que ninguna otra tomar contacto con los hechos tal cual son, o es en cambio la uente de todas las construcciones a tra!+s de las cuales nos aislamos para protegernos de la intensidad de la !ida # sent sentir irno noss ilus ilusor oria iame ment ntee segu seguro ros s */a */a ment mentee ha impu impues esto to su orm ormaa sobr sobree la real realid idad ad,, dominándola # reduci+ndola a sus limitaciones, o se nos ha re!elado la ininita delicadeza de nuestra inteligencia, capaz de relejar la belleza sutil de las ormas esenciales *4 acaso, en la conciencia que contempla la belleza del diamante, se ha tocado el punto en el que mente # mundo disuel!en sus barreras # el obser!ador descubre que es lo obser!ado 0esde su relación con el padre # la autoridad hasta su anhelo inagotable de realización' desde sus b%squedas ilosóicas, cientíicas o espirituales hasta los mínimos compromisos de su !ida cotidiana, la persona con scendente en apricornio se sintió perseguida por la distancia aparentemente irreconciliable irreconciliable entre lo que es # lo que debería ser' entre realidad # construcción. &ero tambi+n en alg%n momento de su camino, a !eces como un destello, otras como una certeza corporal que da lugar a una prounda paz interior, todas las dualidades se disol!ieron # los opuestos se reconciliaron. 0eseo # le#, límite # libertad, sujeto # objeto' mente, corazón # mundo se encontraron para quien aprendió a descansar en la belleza de lo que es. Aue de este lazo participen tambi+n el sentimiento # la !italidad, es algo que parece aun más recóndito e imperceptible #, sin embargo, es en ese estado de conciencia cuando los cuernos de la cabra se entrelazan # apricornio se transorma en el $nicornio. 3odas las dualidades # separaciones son barridas por la uerza # la belleza del %nico cuerno que brota en medio de la rente. En el d+cimo signo, habi+ndose agotado todo deseo por encerrar la !ida en ormas, la conciencia !e al mítico # elusi!o animal que aparece # desaparece, que se acerca # se aleja en completa libertad. &uede permanecer en su presencia porque #a nada en ella anhela atraparlo # nadie se preocupa por saber cuándo regresará. apricornio ha desembocado en cuario.
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A-(ENDENTE EN A(8AR%'
uando intentamos reerirnos a los signos que se encuentran más allá de apricornio nos encontramos con la diicultad -o quizás con la imposibilidad- de tener que describir ni!eles de realidad anteriores al mundo de las ormas. 4, dicho de otra manera, que están más allá de los umbrales de estabilidad # coherencia que nuestro pensamiento necesita para deinir las distintas dimensiones de lo real. 0esde el punto de !ista simbólico, entre apricornio # cuario se abre un abismo y
es necesario dar un salto para pasar de un signo a otro. Esto signiica tener
que enrentar una discontinuidad de una calidad mu# dierente a las que hemos descripto en otras transiciones entre signos. 2i el pasaje de 2agitario a apricornio implicaba un cambio de plano -simbolizado por la necesidad de abandonar la e"tensión # la amplitud que orecía la llanura, para encarar el ascenso a la cima de la monta5a- en cuario se trata de lanzarse al !acío' de abrirse a la naturaleza del espacio en el que desaparecen todas las ormas # donde #a no es posible distinguir relaciones constantes, regularidades o le#es. 0onde -!isto desde los signos anteriores- reina lo abierto, lo impre!isible, lo caótico. 1ás allá de la dimensión que simboliza simboliza apricornio, nos encontramos en el límite del caos. &eligrosamente alejados de todo punto de equilibrio donde s%bitamente # sin que podamos distinguir una %nica causa -es decir, de orma global- emergen estructuras desconocidas, se abren discontinuidades impre!isibles # se rompen todas las simetrías que organizaban el mundo anterior.
El desa)$o de lo sin#ular uestra percepción habitual está indisolublemente indisolublemente ligada con la presencia pre sencia de ormas. &ara que algo nos resulte inteligible debe presentar relaciones constantes entre sus elementos o. por lo menos, poseer un contorno relati!amente estable como para que podamos aislarlo del mundo circundante. &ens &ensar ar es impo impone nerr estr estruc uctu tura rass -las -las del del leng lengua uaje je # la memo memori riaa- sobr sobree el luj lujoo de impresiones que nuestros sentidos captan. /o amorfo escapa a nuestra percepción. uando nos enrentamos a +l nos !emos obligados a circunscribirlo, delimitarlo, encerrarlo dentro de una malla de ormas conocidas. /o mismo ocurre con lo que sucede por %nica !ez # no !ol!erá a repetirse: lo irrepetible es impensable para nosotros.
/o %nico -lo realmente singular- no puede ser pensado, es decir, 128
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relacionado. parece como un relámpago que la memoria es incapaz de reconocer # se des!anece como si no hubiera e"istido. uando algo realmente nue!o sucede, todo nuestro sistema percepti!o se altera # se esuerza hasta encontrar -o imaginar que ha encontradoalguna similitud con los hechos anteriores # conocidos. anosamente !amos en b%squeda de la cadena de causas # eectos que necesitamos distinguir, para que algo cobre e"istencia para nosotros. &onoce &onocerr implic implica a establ establece ecerr la trama trama de seme+a seme+anza nzass dentro dentro de la cual cual distin distingui guimos mos diferencias. "ada se puede decir de lo irrepetible.
ehuimos las singularidades porque están
más allá de la acti!idad de nuestro pensamiento' pero tambi+n porque quiebran por completo completo la dirección de nuestro deseo. quello que no presenta una imagen reconocible, que no posee orma ni signiicado, que no reproduce ninguna sensación conocida o imaginada, nos deja perplejos # nos resulta resulta intolerable. &or lo general no somos conscientes de la !erdadera magnitud de los presupuestos de los cuales dependemos para conigurar el mundo. El pensamiento socialmente aceptado, tanto en su !ertiente religiosa como en la cientíica, concibe el uni!erso de modo que lo !erdaderamente creati!o ha#a sucedido sólo en el principio. El :iat Lux de la reación o el 9ig 9ang con el que la ciencia moderna inicia el uni!erso son las %nicas singularidades aceptables, seg%n esta modalidad del pensamiento. 2uponemos 2uponemos que en ese acto o acontecimiento %nico ueron puestas en mo!imiento las le#es que, desde ese momento en adelante, se cumplen en orma ine"orable. &ara este modo de pensar, la reación no puede estar sucediendo a#ora; no es posible que las le#es se renue!en a sí mismas, que las singularidades est+n en la base de lo real. 2i e!entualmente registramos alg%n ni!el de indeterminación en los hechos que percibimos, airmamos que se debe a las limitaciones de nuestro conocimiento, pero nos resistimos a aceptar que esto pueda obedecer a la estructura prounda de la realidad. iencia # religión coinciden en la c+lebre rase de Einstein: 8ios no +uega a los dados con el universo. /a posibilidad de que la !ida o alguna dimensión de la misma sea absolutamente creati!a, genera gen erador doraa incans incansabl ablee de singu singular larida idades des,, discon discontin tinua ua e impre! impre!isi isibl ble, e, está está más allá allá del pensamiento # cuestiona cuestiona la estructura misma misma de nuestra psiquis. uan u ando do ahon ahondá dába bamo moss en el sign signoo de 2agi 2agita tari rio, o, !imo !imoss cómo cómo en +l se alca alcanz nzab abaa un mo!imiento suicientemente sint+tico # luido, capaz de abarcar las m%ltiples e"periencias que se habían maniestado a partir de áncer. En +l se resol!ían las tensiones propias de los signos anteriores # la !ida se mostraba en toda su abundancia # generosidad. En el signo siguiente, apricornio, se nos re!elaba a su !ez de qu+ manera el n%cleo de ese mo!imiento estaba habitado por la inmó!il presencia de las le#es, las constantes # las regularidades. El corazón de todas las ormas -sea en tanto legalidad matemática, matriz arquetípica o !oluntad di!ina- se 129
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nos aparecía con la solidez de lo permanente' con la consistencia propia de lo inmutable. Esta culminación, en la que multiplicidad # mo!imiento con!ergen en la quietud de una unidad aparentemente deiniti!a, es absolutamente congruente con la estructura de nuestro pensamiento lineal. oncebir otra cosa es transgredir esta estructura. &ero precisamente de eso se trata cuando se capta la condición mandálica del @odíaco. 0espu+s de la culminación, cuando pareciera que todo ha terminado con la realización de la permanencia que la psiquis anhela, brota desde el interior de la le# la acti!idad incesante de lo creati!o. En el n%cleo de lo inmutable -apricornio- se hace presente el peculiar dinamismo de lo que es absolutamente impre!isible, discontinuo # singular: cuario.
Las di)icultades de nuestra !si"uis !ara com!render a Acuario En el mandala zodiacal, cuario se encuentra a una má"ima distancia de áncer # /eo, los signos cu#os patrones energ+ticos se corresponden más estrechamente con las necesidades de nuestra actual constitución psíquica. /eo es el signo del 2ol, el nombre que damos a una estrella cuando la separamos de las demás # la concebimos como el centro de un sistema particular. cuario, en cambio, es el signo que se le opone, el de los millares de soles que giran en un uni!erso que se e"pande ilimitada= mente en todas direcciones' el del espacio poblado de estrellas # gala"ias sin centro alguno que las re%na ni meta hacia la cual con!erger. sí como en el ni!el básico de la psiquis -simbolizado por áncer- necesitamos pertenecer a un todo ma#or que nos brinde identidad (sea este la tribu, la amilia, la religión o el estado), en un ni!el mas complejo e"perimentamos nuestra sensación de identidad en tanto indi!iduos, es decir, como e"presión de un centro interior que nos distingue de todo lo que nos rodea. Este centro -el #o- se caracteriza por poseer atributos intranseribles que lo identiican # lo dierencian. 1ás allá de los cambios # !icisitudes de la e"istencia, necesitamos creer que poseemos una identidad constante # e"clusi!a que acumula e"periencias, cu#a asimilación pe= culiar la distingue de los demás. Este centro estable # e"clusi!o -arquetípicamente leoninoes imaginado como un sujeto separado, que narra una historia en la que los sucesi!os acontecimientos de la !ida !an cobrando signiicado # encuentran un lugar en tiempo # espacio. &ero el patrón energ+tico de cuario no posee centro alguno, no traza historias inteligibles 130
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ni instaura marcos de pertenencia. parece como una constelación de elementos, un campo interacti!o cu#as cualidades emergen momento a momento, a partir de las relaciones que guardan sus componentes. En la dimensión que cuario simboliza, los distintos factores de la realidad no poseen propiedades intrínsecas$ estas se manifiestan de acuerdo a las relaciones que establecen con los elementos elementos con los cuales cuales interact5 interact5an. an.
En cualquier otro espacio o conte"to -es decir, en
otro campo interacti!o- tendrían comportamientos dierentes # e"presarían otras propiedades, lo cual signiica que no poseen una identidad a priori del contexto en que se manifiestan. 0n cuario -por oposición
a /eo- no e"iste la posibilidad de imaginar la creati!idad o la
identidad como una e"presión puramente indi!idual. Esta será siempre grupal o interacti!a. 3oda identidad en este espacio zodiacal depende de las relaciones que la hacen emerger. 0icho de otra manera, el %nico sujeto posible para cuario es la red !incular en la cual aparecen los así llamados indi!iduos. sí, cada ser se mostrará de un modo dierente seg%n la red en la que aparezca # esta se reno!ará cada !ez que un nuevo ?indi!iduo? participe de ella. &odemos decir que, desde el punto de !ista indi!idual, en cuario cada entidad tiene mil rostros o ninguno. 3odas las identidades serán potencialmente posibles pero, al mismo tiempo, jamás podrá encontrarse un espejo donde se encuentre relejado el mismo rostro. En el paradigma leonino, cada entidad posee propiedades e"clusi!as # el j%bilo propio de los indi!iduos de este signo pro!iene de la e"uberante sensación de identidad que esto les produce. En la dimensión de cuario, en cambio, las propiedades emergen de las interacciones entre elementos que se redeinen unos a otros de acuerdo al conte"to en el que aparecen. quí el j%bilo no pro!iene de la e"altación indi!idual, sino de la abundancia de aquello que circula # renue!a las relaciones e identidades en sucesi!as e"plosiones de creati!idad. l mismo tiempo, las transormaciones dentro de los campos interacti!os simbolizados por cuario no ocurren de un modo lineal, esto es, a partir de modiicaciones que se transmiten progresi!amente hacia la totalidad, originadas sólo en algunos de sus puntos. 7odo cambio en 6cuario es un cambio de estado que afecta la trama global.
2e maniiesta en todos los puntos
simultáneamente simultáneamente # no es posible trazar una historia his toria de la transormación ocurrida, ocurrida, identiicando una cadena particular de causas # eectos. 0l cambio en 6cuario no es un proceso; es instan= táneo # global, como en el pasaje del estado líquido al sólido o !ice!ersa, cada !ez que el campo interacti!o supera un determinado umbral en las condiciones de estado (la temperatura en este caso). 9asta apricornio, podemos decir que cada indi!iduo o elemento de la realidad está 131
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determinado por su historia -o su tra#ectoria- la cual a su !ez predetermina las posibles interacciones uturas, de acuerdo a la cadena de causas # eectos con la que está identiicado. 0l salto acuariano, en cambio, implica la emergencia de un nuevo campo de relaciones en el que la #istoria anterior carece de significado, dado que el nue!o nivel de energía o creatividad que se manifiesta #a roto todas las cadenas de causas y efectos que determinaban el nivel anterior.
El carna3al En el calendario anual, la esti!idad propia del período de cuario es el carna!al. ada a5o, para esas echas, los indi!iduos se despojan de su identidad habitual # muestran un rostro nue!o e irreconocible. En el juego de las máscaras todas las relaciones se hacen posibles # aquello que estaba prohibido es ahora realizable. 6dentidades ijas, tab%es, ta b%es, con!enciones # acuerdos, caen uno tras otro en el caos transgresor desencadenado por la ausencia de identidades ijas. /os !iejos rost rostro ross se disu disuel el!e !enn tras tras los los dis disra race cess # cada cada uno uno se desc descub ubre re con con una una espo espont ntan anei eida dadd desconocida. /os bloqueos # represiones se rompen por un momento # toda la energía contenida durante el resto del a5o se libera s%bitamente77. En esa ruptura del tiempo que es el carna!al, se abre una circulación completamente nue!a e inesperada entre los miembros de la sociedad # esta se transorma en caos aparente. /a sabidu sabiduría ría pop popula ularr sabe sabe que al romper romperse se el orden orden establ estableci ecido do en todos los puntos y simultáneamente, simultáneamente,
algo se renue!a en el tejido proundo de la comunidad. En la p+rdida de
identidad que el carna!al propicia, el tiempo social es abolido # todo se hace posible. /a comunidad en su conjunto se libera del temor a las consecuencias de sus actos' la cadena de causas # eectos se quiebra por un instante # todos acuerdan en que lo que allí sucede está uera del tiempo, es decir, no aecta la historia de los indi!iduos ni del grupo. o quedarán trazas ni consecuencias psicológicas de lo que ese cambio de estado produzca: sólo ocurrirá una reno!ación global de la energía que, más tarde, !ol!erá a sus antiguos carriles para dar lugar al nue!o ciclo anual que renacerá en ries, despu+s de la uaresma de &iscis. El carna!al nos habla de la reno!ación de las identidades pro!ocada por la discontinuidad del tiempo cotidiano # de la creati!idad que surge en todo sistema cuando se mue!e en el límite del caos. os muestra, en el ni!el de los rituales, cómo una dimensión nue!a # originaria irrumpe cíclicamente para quebrantar las ataduras construidas a lo largo de la historia anterior. 77
El arna!al se corresponde simbólicamente con el punto medio de cuario, a [G grados del punto !ernal (H grado de ries). 2in embargo, en el calendario cristiano la &ascua de esurrección (ries) -que determina la secuencia arna!alCuaresma (&iscis)C&ascua- no coincide con el punto !ernal, sino que se elige el primer domingo poste= rior a la /una llena del mes de ries. 0ado que esto !aría a5o a a5o. en algunas ocasiones el &arnaval se feste+a durante el tiempo de iscis.
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1ás tarde, esa brecha dimensional !ol!erá a cerrarse # la temporalidad reno!ada retomará su continuidad habitual. Aue en un punto del ciclo -cuario- est+ pre!isto que el orden del mismo se rompa, es una de las paradojas más inquietantes # creati!as del @odíaco. En la lógica del mandala, todo proceso estable, regular # pre!isible debe racturarse necesariamente al alcanzar su plenitud # luctuar por un instante en el límite de lo caótico. En ese ese bord bordee -d -don onde de todo todo lo cons constr trui uido do pare parece ce perd perder erse se- se alca alcanz nzaa la má"i má"ima ma creati!idad de todo el ciclo. /a ruptura de las regularidades que gobernaban la organización anterior liberan un monto de energía capaz de lle!ar al sistema a un nue!o estado en el cual emerge un orden desconocido # absolutamente impre!isible para la situación precedente. cuario tampoco permanecerá, pero la reno!ación que su tiempo ha producido transorma al sistema en su raíz, impregnándolo de la !italidad necesaria para un nue!o comienzo. 0esde el punto de !ista psicológico, esto signiica que las personas nacidas en el tiempo de cuario -o con esta cualidad en posición dominante en su mapa natal- habrán de e"presar en su !ida cotidiana la peculiar tensión entre continuidad # discontinuidad que es necesaria para que surja lo creati!o: el misterioso !ínculo entre lo que está más allá del tiempo # la temporalidad. Estar psicológicamente ligados con una dimensión atemporal, amora, # cu#os contenidos proundos e"ceden nuestras limitadas posibilidades de otorgar signiicados, es ciertamente amenazante # desestabilizador, tanto para los que son sus portadores como para quienes los rodean. El arte de permanecer en contacto con esa dimensión que no es interpretable -es decir, reducible a ormas conocidas- e"ige mo!erse en lo abierto, ocupando una posición que siempre será paradójica para los que se mantienen aerrados a lo estable # lo pre!isible. adie puede saber de antemano si aquello que los los portadores de cuario introducen introducen en la trama social será juzgado por esta como locura o genialidad' si será aceptado o rechazado. &ero es e!idente que si lo que surge de cuario uera enteramente comprensible para la sociedad o para la misma persona que lo encarna, dejaría automáticamente de cumplir con la unción que le corresponde. /a ruptura con los puntos de reerencia conocidos es su cualidad esencial # lo que la hace esencialmente creati!a, pero al mismo tiempo es lo que impide que sea inmediatamente aceptada # reconocida.
El !ortador del c=ntaro 9abitualmente se representa a cuario como un hombre que lle!a un cántaro rebosante de agua, la que se derrama # corre hacia donde se la necesita. 0ecir cuario es reerirse al portador de otra dimensión, quien no puede hacer otra cosa 133
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que distribuir sus dones espontáneamente puesto que, por su propia naturaleza, le es imposible apropiarse de ella. El cántaro que lle!a sobre sus hombros representa a la orma en general # a la psiquis -o el #o- en particular. Es un receptáculo bellísimo pero !acío #, precisamente por eso, se puede mantener siempre lleno de aquello que está más allá de lo conocido # que tiene la capacidad de reno!arlo todo. En este signo las ormas -por más hermosas # elaboradas que sean- son meros recipientes, !ehículos o contenedores de la energía que las utiliza para circular libre # siempre nue!a a tra!+s de ellas, pasando de una a otra, sin identiicarse con ninguna ni permitiendo que alguna la capture. Entre las m%ltiples simbolizaciones de esta circulación reno!adora de energía que signiica cuario, podemos mencionar el pasaje del E!angelio en el que risto con!oca a sus discípulos para la %ltima cena. 0espu+s de ascender al monte de la transiguración -apricornio- # antes de entregarse al sacriicio inal -&iscis- Bes%s les pide a los apóstoles que busquen al portador del cántaro de agua,
quien habrá de guiarlos hacia el lugar preijado para la %ltima
reunión. llí, en ese encuentro inal, el 2al!ador -aquel que está identiicado con la !idaeect%a su promesa de circular hasta el in de los tiempos a tra!+s de la carne # de la sangre, del pan # del !ino, para reno!ar eternamente los corazones # hacer posibles nue!as relaciones entre los hombres. &ero palabras, imágenes # símbolos son tambi+n recipientes' cántaros que contienen - hasta donde es posible- la dimensión que les da origen # a la cual sir!en, pero a la que no son capaces de deinir. &or eso cuario nos elude # ninguna imagen o descripción puede dar cuenta de la amplitud de sus signiicados. &ara este espacio zodiacal toda orma es sólo un resultado, un eecto' una cristalización de energía que opera como !ehículo de maniestación para aquello que es libre # siempre nue!o, aquello que nunca se repite, que jamás será igual al momento anterior de sí mismo. l inal del capítulo anterior decíamos que en la culminación de la e"periencia de apricornio se consumaba el anhelo de construir # de dar orma' de medir, comparar # establecer constantes. 8 esto inclu#e tambi+n el anhelo de simbolizar, !erbalizar e imaginar' de consumir energía en delimitar la signiicación ininita de lo real reduci+ndola a la dimensión de las ormas, por ricas # complejas que estas sean. 0e allí que sea tan diícil reerirse a cuario, a la !astedad del cielo abierto que derrama sus dones pero tambi+n el peligro sobre nosotros, seres demandantes de reugio # protección, apegados a la permanencia # psíquicamente necesitados de un centro # una historia.
Acuario y la )uncin del yo 134
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omo !imos en los signos anteriores, la manera concreta en la cual se maniiesta una cualidad zodiacal depende decisi!amente del modo como han sido asimiladas # e"presadas las cualidades de los signos que la preceden en la rueda, por parte de un indi!iduo concreto. En este sentido podemos preguntarnos: *qui+n puede ser el legítimo portador del cántaro: el indi!iduo temeroso que a%n se aísla bajo la rigidez de las estructuras colecti!as de apricornio o aquel que ha comprendido lo uni!ersal que habita en las ininitas e"istencias particulares # es capaz de encarnarlo 3oda psiquis aerrada a un centro # necesitada de ubicar sus e"periencias en el modo lineal propio de una historia e"clusi!a, se !erá necesariamente desaiada por la energía acuariana. En general, lo que en los libros de te"to astrológicos se describe como comportamientos acuarianos no son, en la ma#oría de los casos, otra cosa que las distintas reacciones de la psiquis -organizada a partir de otras cualidades de la carta natal- ante la energía de 6cuario.
2er capaces de responder en proundidad -no meramente de reaccionar- a la cualidad de este signo, sólo puede ser ruto de un aprendizaje que e"ige un e"traordinario compromiso con el descubrimiento de sí mismo # con los !ínculos que una persona desarrolla. 0e hecho, la rase anterior está construida a partir del presupuesto ?leonino? de la e"istencia de un #o separado # por eso es paradójica con relación a lo que hemos dicho pre!iamente. &ero esta paradoja, como tantas otras, es imposible de e!itar cada !ez que nos reiramos a cuario desde el punto de !ista psicológico. uestra ci!ilización está ordenada a%n en la dirección de engrandecer, desarrollar # darle ma#or complejidad a esa estructura psíquica que llamamos ?#o?. &ostular la e"istencia de un desarrollo e!oluti!o en el cual aprender a minimizar la unción del #o se con!ierta en algo esencial, nos parece una ingenuidad, una abstracción o el producto de apresuradas lecturas de ilosoía oriental o conuso esoterismo. &ero quizás nos estemos acercando al momento en el que, colecti!amente, podamos comenzar a !isualizar mejor # comprender así de manera directa el signiicado de cuario # su relación con la unción del #o. $na analogía posible para lo que queremos decir puede !erse en la relación que se establece entre las redes inormáticas -6nternet- # las computadoras personales. /a manera aparentemente natural de desarrollar nuestras posibilidades de computación ha sido hasta ahora la de poseer ordenadores cada !ez más potentes # capaces de procesar inormación a !elocidades e"traordinarias, al mismo tiempo que contener cantidades progresi!amente ma#ores de memoria. 2in embargo, a partir de la aparición de la red, estamos comenzando a comprender que la línea de desarrollo que se basa en la posesión de computadoras siempre más poderosas # 135
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
complejas tiene un límite preciso e implica un mu# pobre apro!echamiento de las posibilidades interacti!as que estamos aprendiendo a desplegar. ada !ez es más !isible que las mejores perspecti!as se encuentran en el desarrollo de terminales mu# sencillas # !ersátiles, que no necesitan poseer una peculiar capacidad de memoria o procesadores soisticados # sí, en cambio, estar correctamente conectadas a la red que contiene todo lo que aquellas necesitan # aprender a utilizar sus posibilidades casi ilimitadas. $na terminal sencilla utiliza la capacidad de procesamiento de la red, tiene todos los programas que corren por esta a su disposición # utiliza los bancos de memoria almacenados en ella, sin tener que desarrollar soisticadas capacidades ?propias?. Esta relación, que comienza a e"teriorizarse ante nosotros a partir del mundo de la computación, es una imagen sumamente adecuada para la energía de cuario. Ella nos permite preguntarnos: *el desarrollo creciente de la unción personal -la & en un ni!el # el #o separado en otro- coincide con la dirección e!oluti!a de la conciencia planetaria 4, por el contrario, *no será quizás necesaria su radical simpliicación a in de conectarnos más eicazmente con la red uni!ersal, sea esta 6nternet o el campo multidimensional en el que estamos inmersos *0ebemos seguir culti!ando la sensación de ser un centro e"clusi!o # poderoso, pobremente !inculado a todo lo que nos rodea *4 aprenderemos a desarrollar acultades que nos permitan utilizar los recursos desconocidos que circulan por los campos de energía que se encuentran mas allá de la orma, como si nuestro #o no uera más que una simple terminal o uno de los ocos de una red uni!ersal cu#a creati!idad es absolutamente impersonal &ara adentrarnos en estos interrogantes deberíamos reerirnos al !ínculo complementario entre cuario # /eo, el eje zodiacal que encierra el paradigma para la relación entre redes # singularidades. &ero manteni+ndonos dentro de los límites de este te"to podemos apreciar cómo, en el interior de cualquier persona con abundante energía acuariana, se establecerá un ine!itable conlicto entre la necesidad psíquica de poseer un centro estable # esta cualidad despro!ista de centro -e"c+ntrica- discontinua, espontánea # absolutamente interacti!a. &odemos comprender mejor esta tensión si pensamos que la intensidad !ital que circula por los campos !inculares en los que nos mo!emos # en los que se producen los acontecimientos de los cuales participamos, se !e enormemente reducida por la acti!idad del #o, quien la limita a las estrechas dimensiones con las que se puede identiicar. uestro centro psicológico, autorreerente # apegado a la ragmentaria interpretación del pasado con la que ha construido su identidad, es siempre demasiado lento # temeroso como para abrirse plenamente a la abundancia de signiicados # cualidades que los hechos traen. errado a su historia, en!uelto 136
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
en sus deseos # temores, este centro circula por las redes como una burbuja que trata aanosamente de reerir todo lo que sucede a su limitada capacidad de interpretación. onstantemente compara aquello que e"perimenta, con los signiicados e imágenes que conirman lo que cree ser, resistiendo de m%ltiples maneras cualquier inormación que e"ceda sus posibilidades de identiicarse con ellas. /a barrera generada por las identiicaciones tempranas, con sus heridas # condicionamientos, hace que nuestras respuestas a los acontecimientos sean demasiado lentas # poco espontáneas. /a ?burbuja autorreerente? trata de encerrar la energía que circula por las redes dentro de los estrechos márgenes de sus pro#ectos # deseos, que no son otra cosa que la continuidad del pasado que sostiene su sensación de identidad. uestras reacciones ?personales? se hacen así ine!itablemente mecánicas # predecibles, # el conjunto de reacciones de los indi!iduos que resisten a la energía de los campos interacti!os de los cuales participan, adquiere ormas arquetípicas. 0esde el ángulo de cuario, el #o separado se debate para mantenerse en el centro de la escena # para esto no sabe hacer otra cosa que reiterar los juegos dramáticos, cu#os inales están establecidos desde un principio # hacia los cuales se precipita en orma ciega, hu#endo de toda circulación que se le aparezca como nue!a o desconocida. /o que estamos describiendo es la materia prima con la cual trabaja la astrología en tanto intento de predecir hechos concretos, que no es otra cosa más que el saber acerca de las reacciones arquetípicas de la psiquis a los campos de energía.
3odo lo que hemos dicho a lo largo de este libro sobre la lógica de maniestación de los scendentes posee esta estructura' pero en el caso particular de cuario, esto habrá de maniestarse en su má"ima intensidad. /as personas con este scendente deberán enrentarse más que ninguna otra con la imperiosa necesidad de liberarse de los condicionamientos pro!enientes del pasado # de dar respuestas creati!as # espontáneas a lo que la !ida trae instante a instante. 0ado que la cualidad que impregna sus e"istencias es precisamente la que permite reno!ar las identiicaciones # descubrir la creati!idad de las interacciones espontáneas, estarán obligadas a e"perimentar con e"trema intensidad la tensión que hemos descripto. medida que aprendan a e"presar la energía de su scendente se con!ertirán en un agente de aquella en los ambientes de los cuales participen, cumpliendo con su unción reno!adora. &ero antes de que esto suceda, su ?destino? los e"pondrá a una serie de acontecimientos # !ínculos que tendrán como cla!e recurrente la acumulación de impre!istos, las discontinuidades # una gran diicultad para encontrar un punto de reerencia permanente # estable desde el cual organizarse. /a !ida se les presentará poblada de interacciones desconcertantes, de rupturas s%bitas # situaciones inesperadas, que los orzarán a abrirse a lo desconocido, a despojarse de la rigidez de los juicios # conclusiones pre!ias a la acción, # a aprender a !incularse con absoluta 137
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
espontaneidad. &ero, del mismo modo que hemos !isto en los scendentes anteriores, las maniestaciones tempranas de la energía de cuario dejarán marcas psíquicas que habrán de condicionar las uturas respuestas posibles a los despliegues de su patrón energ+tico. Veamos con más detalle el itinerario que suele recorrer la conciencia ligada a este scendente, con sus escenas iniciales, sus repeticiones # los malos entendidos casi ine!itables que deberán ser atra!esados antes de poder e"presar esta cualidad en su plenitud.
Entre cortes e im!re3istos /a brusca interrupción de procesos aparentemente estables # /a abundante sucesión de impre!istos es una de las pautas recurrentes en la !ida de estas personas. Estos cortes -o irrupciones sorpresi!as, seg%n el ángulo desde el cual lo miremos- adquirirán una peculiar intensidad en determinados momentos # se constituirán en episodios que aectarán la totalidad de sus !idas. Ieneralmente serán connotados como desgracias, golpes de mala suerte o crisis ine"plicables # sólo más tarde podrán ser comprendidos como lo que realmente ueron: oportu= nidades creati!as # liberadoras. &ero este patrón de discontinuidad se repetirá tambi+n en la cotidianidad de sus !idas, maniestándose a tra!+s de innumerables hechos de menor en!ergadura. Viajes s%bitos, mudanzas reiteradas, cambios de colegio en medio del ciclo lecti!o, alteraciones bruscas de la situación económica, muertes inesperadas -de un sentido mu# dierente a las del scendente en Escorpio- separaciones, alejamiento de los padres, parientes o amigos que se producen de un día para el otro, son algunos de los hechos habituales en la inancia # ju!entud de estas personas. /o constante será la abundancia de cortes que no dan tiempo para ser procesados # comprendidos. lo largo de sus !idas su entorno se alterará s%bitamente en orma reiterada sin que medien consultas pre!ias o e"plicaciones. 3odo lo que estaba planiicado con anterioridad perderá su razón de ser # se les impondrá una situación completamente nue!a, para la que diícilmente est+n preparados. &robablemente percibirán que las personas que los rodean toman decisiones ine"plicables e incluso contradictorias. lgunas de estas personas -de gran importancia aecti!a, generalmente- aparecen # desaparecen con total naturalidad # -el chico primero, el adolescente despu+s e incluso el adulto más tardeno sabrán qu+ esperar de ellas. 1ucho antes de que puedan comprender que ellos tambi+n realizan mo!imientos impredecibles para los demás, sentirán que a su alrededor estos se multiplican alterando continuamente sus deseos # pro#ectos. 0e hecho, la persona con 6scendente en 6cuario deberá aprender a expresar la cualidad que nos permite actuar con 138
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" -total independencia de planes y conclusiones previas, pero
esta disponibilidad para el luir
impredecible de la !ida # la capacidad de dar respuestas creati!as instante a instante, diícilmente alore al principio de sus e"istencias. En su inconsciente proundo se encuentra un ?especialista en planes? -apricornio en K66- # por eso el paso siguiente a dar, en sentido energ+tico, es el de aprender a abandonarlos # descubrir que lo creativo surge a partir de la interrupción de los procesos continuos.
&ero podemos imaginar que alguien que crece entre
cortes e impre!istos probablemente desarrolle una disposición psíquica insegura e incluso rígida, que será e"tremadamente contradictoria con la espontaneidad que está destinado a e"presar.
La !resencia de los di)erentes omo en todos los demás casos, las personas que encarnan las características propias de nuestro scendente aparecen a lo largo de nuestras !idas trazando un sendero de encuentros que encierra un enigma que debemos aprender a descirar. 2u presencia es un balanceo necesario de la energía que a%n no somos capaces de e"presar # sus comportamientos nos orecen un espejo en el que, tarde o temprano, habremos de reconocernos. El campo energ+tico acuariano, al tomar orma, con!oca alrededor de nosotros a personas e"c+ntricas, dierentes, que no encajan con el medio ambiente o que no se adec%an a las pautas establecidas. Auedar ascinado o atemorizado por estas personas que, consciente o inconscientemente, transgreden los acuerdos establecidos # se comportan como si desconocieran la e"istencia de reglas sociales, es una e"periencia habitual para quien nace con este scendente. lrededor del chico -o del adulto, despu+s- estará siempre presente el monto de energía acuariana que está destinado a !i!ir, #a sea que lo padezca pasi!amente o que lo e"prese con toda su creati!idad. 0e allí que tengan que aparecer personas que encarnan la ruptura de reglas o acuerdos # e"presan de distintas maneras la singularidad que se encuentra latente en ellas. 2eres geniales, creati!os, que cuestionan a tra!+s de sus actitudes o comportamientos el orden establecido, que se mue!en sin ataduras, con entera libertad e inocencia # sin saber siquiera que !iolan supuestos socialmente compartidos, suelen producirles un uerte impacto # adquirir signiicación en sus !idas. &arientes o conocidos e"c+ntricos, irresponsables # quizás inmaduros o incapaces de sujetarse a limitaciones, personas despreocupadas # que !i!en asombrosamente al día como ?las a!es en el cielo o las lores en el prado?, marginales o !agabundos, ormarán parte de su campo !incular. 3ambi+n aparecerán desarraigados, e"tranjeros, inmigrantes o quienes no encajan con el medio: personas demasiado originales e 139
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incomprendidas, o con creencias que nadie comparte, rebeldes # utópicas. &ero quizás la presencia más inquietante a su alrededor estará dada por la locura. Es habitual que la persona con scendente en cuario tenga rente a sí, a tra!+s de dierentes lazos # en distintas etapas de su !ida, a indi!iduos de un alto desequilibrio psíquico o que padezcan enermedades mentales. &ueden ser parientes, !ecinos, miembros de su amilia política, amigos, etc. El denominador com%n es que, a ma#or o menor distancia, directa o indirectamente, el contacto con aquellas personas que socialmente denominamos ?locos?, está en el destino del scendente en cuario. El loco, el e"c+ntrico, el genio, el transgresor o el que es tan dierente que se con!ierte en incomprensible # no encuentra lugar entre sus semejantes, es una igura arquetípica que emerge naturalmente cuando se trata de cuario. En el caso del scendente, esta aparecerá necesariamente ?auera?, primero como un componente del medio ambiente que este signo constela, pero más tarde obligando a la persona a !incularse más o menos estrechamente con su cualidad, como parte del aprendizaje de destino. Es ine!itable que estas personas habrán de despertarle una uerte ambi!alencia. Mascinantes # atemorizantes a la !ez, encarnan la angustiosa dualidad que este scendente deberá alg%n día e"presar, entre la absoluta singularidad prácticamente incapaz de establecer !ínculos estables !s. el intenso anhelo de encontrarse con sus semejantes. &uede que estas relaciones -que es importante rastrear en todo trabajo de tipo psicológico, puesto que condensan en orma perturbadora la problemática esencial a de!elar- cristalicen en ellos el miedo a lo dierente # reuercen su anhelo de seguridad # pertenencia. 4 que, por el contrario, act%en como una !ál!ula de escape a la rigidez # el conormismo # se con!iertan en un !ehículo indispensable para e"plorar caminos entusiasmantes # creati!os. Auizás acent%en su temor hacia esa dimensión desconocida de sí mismos, que e"presarán bajo la orma de irritación, crítica o rechazo hacia ese tipo de personas. &ero tambi+n será la tía ?loca? quien permitirá al ni5o o a la ni5a descubrir el mundo de la espontaneidad # la completa despreocupación' o el !ecino estraalario e in!entor incomprendido quien quizás act%e como un ascinante ejemplo de todo lo que es posible hacer cuando no se aceptan las limitaciones que nos imponen las creencias compartidas. 1ás tarde quizás se enamoren de personas incomprensibles, discontinuas, aparentemente irresponsables o e"cesi!amente geniales. En general, cada !ez que el scendente en cuario se aleje de la creati!idad # espontaneidad que le es inherente, el destino ?materializará? a su lado a quienes se atre!an a desconocer reglas # límites # acerquen lo impensable a sus !idas. 2i pre!alecerá en ellos el temor, la crítica # el rechazo hacia estas personas o si -al contrario- se dejarán inspirar por su ejemplo, accediendo a ser lle!ados por el perturbador camino hacia lo desconocido que orma parte de su destino, será una de las 140
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
alternati!as centrales en sus !idas. omprender a estas personas, descubrir la naturaleza pro#ecti!a de las reacciones # juicios que les despiertan, darse cuenta de que ellos mismos ho# piensan o se comportan e"actamente como aquellas que a5os atrás los irritaban, son cuestiones que orman parte ineludible del trabajo sobre sí mismos que deberán realizar. tra!+s de estos !ínculos repetirán el leit=moti! que alg%n día tendrán que desentra5ar cuando les corresponda encarnarlo ellos mismos, por el cual la creati!idad de naturaleza acuariana estará ine!itablemente asociada a la angustia que pro!ocan la soledad # la incomprensión. 2ea enamorándose u odiándolas, pondrán en juego en su relación con ellas la distancia que media entre su identidad consciente # la energía de su scendente.
Desarrai#ado, desu6icado, 2sa!o de otro !ozo...2 &ero -dado que el patrón de maniestación ine!itablemente los inclu#e- lo que hemos descripto se anuda con el hecho de que, en alg%n momento, ellos quedarán ubicados en el lugar del dierente, del marginal o del transgresor con relación a los ámbitos en los cuales se mue!an. Esta dierencia -en la primera parte de su !ida, por lo menos- no será buscada o deseada, sino que los acontecimientos se conjurarán como para dejarlos en esa situación e"c+ntrica. 0e hecho, se trata de una e"posición mu# distinta a la del scendente en /eo, aunque con ob!ias resonancias comunes. Este %ltimo suele aparecer ocupando posiciones para las que se han generado grandes e"pectati!as # estará obligado a mostrarse aunque no quiera hacerlo, como si alguien lo empujara a salir a escena. En cuario, en cambio, se trata de la e"periencia de ?no encajar? en las situaciones, de ser aquel que resulta incomprensible para los demás #, en %ltima instancia, de ser !isto por los otros como un desubicado. 2entir que se posee -o que se le adjudica- alg%n rasgo que los con!ierte en alguien mu# distinto a los demás, suele aectar proundamente a un ni5o o un adolescente, dado que en esa etapa de la !ida los grupos de pertenencia poseen una enorme importancia psicológica, # ser aceptado es una necesidad emocional. uando cuario o $rano están en posiciones uertes en la carta natal, la persona adulta a menudo disruta de los rasgos que la hacen dierente # transgresora. 2in embargo, le será esencial retornar sobre sus e"periencias inantiles o ju!eniles para limpiar la sombra de angustia # minus!alía que casi siempre arras tra, a raíz de los mismos atributos o actitudes que posteriormente serán !alorados. omo !eremos más adelante, este conlicto inicial -que suele ser negado- será responsable de una uerte ambi!alencia que los lle!ará a maniestar al mismo tiempo actitudes de má"ima singularidad # una dramática b%squeda de aceptación. Encarnar al dierente, al e"tranjero, ser el desarraigado o el ?sapo de otro pozo?, es una e"periencia ine!itable # al principio necesariamente dolorosa para el 141
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
scendente en cuario. En algunos casos esto será consecuencia de !iajes, de mudanzas m%ltiples, de haber entrado al colegio cuando el curso estaba mu# a!anzado # las lealtades grupales #a se habían constituido. En otros, será alguna característica racial o religiosa, o el hecho de que las costumbres o modalidades de la amilia sean mu# distintas de las del barrio o de los compa5eros de colegio. 1uchas !eces, estas personas poseen cualidades intelectuales o presentan conductas que más tarde serán !aloradas como geniales, pero que en ese momento no son comprendidas e incluso son rechazadas por sus pares. En realidad, e"perimentar una uerte incomunicación # hasta rechazo por parte del ambiente circundante es una consecuencia casi natural en el despliegue de este patrón. 1ás tarde, ser distinto a los demás quizás se con!ierta en un atributo para la persona e incluso hará que se e"prese con cierta arrogancia, pero por lo general +sta sólo encubre # compensa la prounda inseguridad pro!ocada por las e"periencias tempranas de desarraigo e inadecuación que tu!o que atra!esar. Esta inadecuación adquiere ma#or rele!ancia cuando se produce en los marcos grupales hacia los que el scendente en cuario se siente naturalmente atraído. 0escubrir, por ejemplo, que las personas que lo rodean se comportan sobre la base de acuerdos que +l desconoce es una e"periencia recurrente puesto que -aun cuando su identiicación consciente e"prese una actitud respetuosa de las con!enciones sociales- en lo proundo ignora las reglas de juego con las que los demás se mue!en. 2u disposición básica lo lle!a a desconocer la e"istencia de reglas' la oscilación entre actitudes rígidas # comportamientos transgresores -algunas !eces ideológicos, pero en la ma#oría de los casos totalmente inconscientes- es un patrón habitual que ampliicará a%n más la reiterada sensación de sentirse uera de lugar. /a manera como una persona con scendente en cuario se siente aectada por las críticas o la alta de reconocimiento por parte de los otros, es un tema central para el correcto despliegue de su energía. /a creati!idad de cuario, por su propia naturaleza, es irreconocible como tal en el momento en que se maniiesta. 2u unción es la de alterar hábitos # abrir nue!os caminos, de allí que no es posible que resuene inmediatamente en los demás. o se trata de la creati!idad leonina que -en su dimensión prounda- indi!idualiza un contenido latente en el inconsciente colecti!o #, como tal, tiene prácticamente garantizada su resonancia ni bien alguien se atre!e a e"presarlo. cuario, en cambio, capta una dimensión reno!adora de los contenidos colecti!os # su unción es la de quebrar las modalidades percepti!as dominantes, tanto supericiales como proundas. ecesariamente, a5n no es tiempo para lo que cuario maniiesta. 6ncluso en los casos más tri!iales, la persona con este scendente e"perimentará que sus comportamientos, ideas o creaciones son ignoradas, negadas o criticadas en el momento que las e"presa, aunque quizás poco tiempo despu+s esas mismas o semejantes ideas, actitudes u obras -e"presadas por otros la ma#oría de las !eces- sean com%nmente 142
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
aceptadas. aptar intuiti!amente lo que está por maniestarse, pero no tener la paciencia suiciente o las cualidades necesarias como para darle una orma acabada # reconocible para los demás, es una e"periencia habitual con este scendente. &or eso es mu# probable que estas personas se sientan ?uera? del tiempo en el que !i!en # se !ean uertemente aectadas por lo que interpretan como lentitud # rigidez del medio que las rodea. 9asta que no adquieran la suiciente seguridad acerca de la naturaleza de su aporte a lo colecti!o, quizás intenten adaptar sus realizaciones con el objeti!o de obtener reconocimiento o comprensión. &ero por lo general, esto desdibujará lo esencial de su creati!idad llenándolas de insatisacción o, in!ersamente, las des!inculará de los demás lle!ándolas a aislarse o a comportarse de orma e"c+ntrica, pero igualmente est+ril.
El lu#ar y el tiem!o 2i uno obser!a la matriz de tierra propia de las asas 6V, V666 # K66 del scendente en cuario arquetípico, !erá que apricornio está en la K66, 3auro en la 6V # Virgo en la V666. /a tensión que ejerce la casa V666 en Virgo, se reuerza con los contenidos de apricornio en K66. /a memoria prounda ligada con esta estructura imagina la e"istencia de un orden # una ubicación, un lugar para cada cosa o indi!iduo' # supone que si este lugar es ocupado correctamente, todo se completará # adquirirá estabilidad. &or eso, la tendencia psíquica inicial de las personas con este scendente será la de buscar un orden sistemático, pre!isible # homog+neo para sus !idas, construido paso a paso # sobre la base de acuerdos mutuos como el institucional, por ejemplo. 2in embargo, a lo largo de su e"istencia, estas personas e"perimentarán que el orden que e"ige cuario es enteramente dierente de los imaginarios !irginianos # capricornianos. /o acuariano surge de la ruptura de las legalidades pre!iamente alcanzadas # se renue!a por medio de procesos aparentemente caóticos' es un orden que emerge espontánea # libremente despu+s del desorden aparente. 0e allí que su ?destino? se maniestará en la dirección de alterar la noción intuiti!a -o mejor dicho, colecti!a- de ?orden?, para obligarlos a reconocer una cualidad mucho más profunda y desconocida$ un orden que no se puede pre!er ni planiicar pero que, ine!itablemente, emerge cuando todos los elementos de un sistema se liberan de sus ataduras anteriores. Es !isible, por ejemplo, cómo muchas personas con scendente en cuario intentan ubicarse en instituciones para descubrir más tarde la uerte contradicción que tienen con ellas. /a matriz arquetípica de sus casas 6V, V666 # K66 dice que e"iste un lugar predeterminado e 143
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
ideal para cada uno, que debería ser encontrado, como si la !ida estu!iera organizada a la manera de una gran ?3abla de 1endeleie!?. &ero el scendente en cuario debe descubrir un ni!el más proundo de esta matriz. 2iguiendo con la analogía ísico=química, la ?3abla de 1endeleie!? es !álida en los ni!eles moleculares # atómicos, pero en los ni!eles básicos - subatómicos- reina otro tipo de orden # legalidad, indeterminada desde el punto de !ista anterior, en los que se producen abruptos cambios de ni!eles o saltos cuánticos. 0e allí que el dinamismo propio de sus !idas les demostrará en los hechos que no e"iste ?un lugar? para cada cosa sino que todos ellos son potencialmente posibles, de acuerdo al conte"to interacti!o que se establezca en cada caso.
►
¿Por esto tendrán que #erder los lugares que encuentren?
0iría que es más complejo a%n que esto. En principio, la e"periencia de ?perder el lugar? es propia de su opuesto, el scendente leonino, para obligarlo a buscar su lugar especíico o, mejor a%n, para dierenciarse # encontrar el propio centro, # así generar su mundo personal. En el scendente en cuario, en cambio, se debe descubrir que no ha# un lugar preijado, ni propio ni ajeno. El ?destino? los obligará a liberarse de todo anhelo de pertenencia # a desechar la antasía de alcanzar alg%n día la tierra prometida' esto es, a disol!er el supuesto de que e"iste alg%n lugar ideal para ellos # que el problema que padecen es que a%n no han sabido encontrarlo. lrededor de esta cuestión, los scendentes en cuario suelen perder mucha energía, # por 144
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
esto es mu# importante comprender la cla!e que sub#ace a sus e"periencias con relación al tiempo # el lugar que les toca !i!ir. Es e!idente que la acumulación de situaciones en las que se sintieron uera de lugar habrá dejado uertes marcas psíquicas, reorzando las antasías que emergen naturalmente de la casa K66 en apricornio. 0esde este punto de !ista, la persona anhela ámbitos o grupos -a !eces con desesperación- en los cuales pueda encontrarse ?con sus iguales?, quienes supone la harán sentirse completamente aceptada # estimulada en su creati!idad. 2in embargo, esto diícilmente sucede.
►
¿Podríamos decir que le toca encarnar el cuento del -Patito feo-?
2í, desde el punto de !ista psicológico este cuento e"plica la historia # muestra el sentimiento de inerioridad inconsciente que suele aectar a esta persona, aunque se encuentre compensada de una u otra orma en el ni!el consciente. &ero su estructura de destino es más compleja que la del ?&atito eo? del relato, porque para ella nunca se producirá el inal, supuestamente eliz, en el que se encuentre con sus !erdaderos hermanos, los cisnes. 2alir de este relato arquetípico es esencial para ella. En +l se oculta la esperanza del encuentro con los iguales #, precisamente por eso, este scendente tendrá que descubrir un nue!o inal -mucho más creati!o- para esta historia. La tierra prometida o el grupo de iguales es un paradigma de tipo canceriano, que emerge para compensar la sensación de singularidad con la que uno se #a identificado.
&ero lo psíquicamente doloroso es que esto no se producirá en la !ida de un
scendente en cuario. 3oda tierra prometida o grupo de iguales se re!elará, tarde o temprano, como una quimera. &erseguirla por a5os # llegar a la !ejez con la sensación de que no se ue capaz de encontrar el lugar anhelado, suele ser una uente de angustia # surimiento habitual en estas personas. En cuario no ha# lugar, simplemente porque todos los lugares son el lugar. 0el mismo modo, jamás encontrará el anhelado grupo de iguales, pero no porque se equi!oque o el destino sea cruel, sino porque el grupo que le corresponde es el de los diferentes. 4tra situación recurrente es la intención de emigrar, pensando que en el lugar donde !i!en no están dadas las condiciones o las interacciones que puedan satisacer su anhelo de creati!idad, pero que aquellas sí se hallarán en otra ciudad u otro país. o obstante, cuando llegan a Mrancia sienten que ?su lugar? es en ustralia # si !an a ustralia dirán que es en Iroenlandia. cuario es el andariego, el que no tiene casa pero no porque no la encuentra, sino porque no e"iste para +l un punto de llegada deiniti!o. Es probable que estas personas siempre e"perimenten alg%n grado de insatisacción con relación al lugar en el que se encuentran, pero 145
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
esta es sólo una sensación psíquica, # no desaparecerá jamás a menos que se desprendan de la ilusión acerca del ?lugar adecuado?. 0el mismo modo, es com%n !erlos entrar a un grupo de pertenencia con la secreta ilusión de ?encajar?, para terminar descubriendo que son ?sapos de otro pozo? # que no pueden compartir con los demás de la misma manera como - supuestamente- los otros lo hacen. 1ientras en un grupo la persona con este scendente sentirá que todos son irresponsables -# tratará de ordenarlos # disciplinarlos- en otro dirá que son rígidos # autoritarios # se ubicará como el transgresor. on los psicólogos se sentirá astrólogo # con los astrólogos, psicólogo' # así sucesi!amente. Auizás migre de un grupo a otro # se sienta rustrado por mucho tiempo, criticando a los demás o a sí mismo por e"perimentar esa inadecuación. 4 quizás se aísle, como manera de e!itar esa rustración que rea!i!a las heridas de su inancia, pero esta es la respuesta más negati!a -o regresi!a- que puede dar. cuario se alimenta de las interacciones # cualquier empobrecimiento de los !ínculos sólo alejará a estas personas de su !erdadera naturaleza.
La distincin entre !ertenencia y !artici!acin unque e!identemente esto es diícil de aceptar desde el punto de !ista emocional, estas personas nunca encontrarán el grupo que repare sus anhelos inantiles de total aceptación # seguridad. 8eben descubrir que expresan lo diferente, en el contexto en que se encuentren; y que esta es la condición de su creatividad.
laro que si esto no es comprendido en toda su
proundidad, pueden desarrollar la tendencia opuesta al aislamiento que es la de identiicarse con el marginal o el incomprendido, sinti+ndose secretamente superiores a los demás. Esta actitud es tan narcisista como el aislamiento #, en %ltima instancia, es un intento por e!itar la e"periencia prounda de la entrega grupal, que con este scendente es preciso descubrir. 2ólo aceptando la propia dierencia y la de los demás podrá emerger la singularidad real # creati!a que los caracterizará en cada conte"to especíico. quí llegamos quizás al punto nodal de la e"periencia acuariana: la entrega profunda siempre #ará emerger la diferencia, no la identidad; y es en la circulación de las diferencias donde surge la creatividad.
►
¿4odo esto quiere decir que un +scendente en +cuario no debería traba)ar en
instituciones o lugares fi)os?
El scendente en cuario puede trabajar en cualquier lado. /o importante es que comprenda la naturaleza de las sensaciones, sentimientos # reacciones que le despiertan las 146
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
interacciones en cada lugar especíico. $na institución le acti!ará una uerte ambi!alencia, por la simple razón de que estas generalmente enatizan en e"ceso la necesidad de pertenencia por parte de sus miembros. 3arde o temprano, el scendente en cuario sentirá que no pertenece al lugar en el cual se encuentra, pero sí -si lo comprende adecuadamente- que participa intensamente de +l. &articipar quiere decir interactuar creati!amente con los demás, pero no estar totalmente identiicado con ellos. Es eso, precisamente, lo que permite ser libre # circular sin contradicción alguna, por muchos otros grupos # situaciones. En cuanto surge la palabra ?pertenencia?, cuario se desgarra en su interior, comienza a perder energía # hace perder energía a los demás, con mo!imientos inadecuados. 0esde el punto de !ista más general, podría decirse que un grupo multidisciplinario o multirracial es más congruente con este scendente que cualquier otro, o en todo caso, grupos que se mantengan en la !anguardia de su acti!idad con una creati!idad siempre cambiante' pero estas en deiniti!a son sólo determinaciones e"ternas. /o importante es la cualidad sub#acente en los !ínculos, que permita hacer alorar las dierencias para así disrutar de las ainidades esenciales entre los integrantes de la relación, sin pretender enmascararlas emocionalmente bajo alsas identiicaciones, con el in de adquirir ma#or seguridad. omo en todos los demás scendentes, la conciencia está adherida inconscientemente al pasado signiicado por la casa K66 arquetípica, en este caso, apricornio. 0esde ella se hace mu# diícil, por mucho tiempo por lo menos, comprender la naturaleza plena de nuestra e"periencia en el presente, puesto que se pro#ectan sobre este las imágenes inconscientes que pro!ienen de la casa K66, distorsionándolo. En este caso, toda persona con scendente en cuario posee una uerte imagen de autoridad interna que lo lle!a inicialmente a adecuarse a modelos, compararse con los demás # buscar constantemente aprobación para sus actos. E!entualmente, este sentimiento de autoridad se pro#ectará hacia el e"terior # la persona adoptará una actitud rebelde # transgresora tratando de desaiar esa mirada crítica, pero es e!idente que de esta manera se seguirá deiniendo por oposición a la autoridad # nada habrá cambiado realmente. /iberarse de la ilusoria seguridad que sub#ace a todo modelo, b%squeda de comparación u obediencia a la autoridad interna o e"terna, orma parte esencial del recorrido de este scendente. En este sentido, aerrarse a conclusiones pre!ias o anhelar no des!iarse de los planes trazados, es otro de los obstáculos e!identes para estas personas. 3arde o temprano deberán aprender a disrutar de los impre!istos # darle un nue!o sentido a los cortes o interrupciones recurrentes en sus e"istencias. 0escubrirán así que los aparentes des!íos a los que se !en sometidos por la discontinuidad de su energía, son uente de nue!as oportunidades # estímulos 147
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para su creati!idad.
(mo 2sostener2 la !arado4a omo decíamos en el inicio de este capítulo, la energía de cuario obliga a dar un salto a in de trascender las modalidades cristalizadas de comportamiento. /a persona que la encarne se !erá orzada a comprender esto # a actuarlo para los demás, como un agente de reno!ación de las interacciones repetiti!as # de baja creati!idad que surgen de los acuerdos sociales. Auien ha hecho contacto con una dimensión más prounda de la realidad, se !e obligado a adoptar una actitud consciente mucho más plástica # le"ible que la habitual. $na identidad aerrada a planes, conclusiones pre!ias o imágenes colecti!as, no puede responder con la !elocidad suiciente a la uente de creati!idad que la impulsa. /a naturaleza de su scendente obliga a estas personas a realizar un aprendizaje en cu#as primeras ases habrán de !erse necesariamente rustrados los sucesi!os intentos de planiicación # las b%squedas de caminos seguros # pautados. 3arde o temprano, deberán descubrir que están ligadas con un orden que -si bien puede parecer caótico para ellas mismas o ante los ojos de los demás- es mucho más seguro # eicaz que el de los planes # m+todos tradicionales. 2i quienes nacen con este scendente se atre!en a seguir el sendero trazado por las misteriosas discontinuidades # las aparentes incongruencias que jalonan su e"istencia, seguramente se resol!erá la tensión entre obediencia # rebeldía, que los caracteriza. ero para esto es esencial que se reconcilien con la presencia de la parado+a en sus vidas.
ualquier
persona que act%a desde el contacto proundo con lo esencial, quiebra los supuestos e imágenes a tra!+s de los cuales intentamos comprender nuestros comportamientos. 3oda conducta que surge de un estrato más proundo que el de las imágenes colecti!as, será necesariamente perturbadora para quienes act%an condicionados por estas. El eecto ine!itable es que esa persona resulta impre!isible, para los otros # para sí misma. 8a no obedece a una pauta de comportamiento sino que su actitud consciente pasa a ser suicientemente rápida como para no intererir -aunque sí para mantenerse plenamente atenta- con las corrientes creadoras # cambiantes que inspiran nuestra e"istencia. nte situaciones aparentemente id+nticas, dará respuestas dierentes, puesto que es capaz de captar las sutiles distinciones de conte"to que habitualmente escapan a una percepción más lenta # condicionada #, por lo general, no actuará de acuerdo con lo que se espera de ella. &ero para esto deberá aprender a soportar las reacciones de los demás que, al !erse rustrados en sus pro#ecciones # e"pectati!as, raramente comprenderán el sentido de sus actos 148
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#a que estos les parecerán generalmente inadecuados o, por lo menos, insuicientes o contradictorios. &or eso la crítica, la perplejidad, el desconcierto o la conusión, suelen rodear a la persona con scendente en cuario cada !ez que e"presa plenamente su cualidad. En realidad el proceso se ha in!ertido' al principio es ella quien no puede comprender, la que critica, permanece perpleja o se conunde ante la dinámica de los acontecimientos de su !ida. 1ás tarde no se puede comprender a sí misma, haci+ndose eco en orma inconsciente de la perplejidad de los demás. &ero a medida que el proceso de consumación de la energía capricorniana de su casa K66 se proundiza, termina inalmente por sentirse libre de ese obser!ador ?interno? o ?e"terno? que no alcanza a comprender la naturaleza creati!a de la paradoja # la impre!isible espontaneidad de sus actos. 2i esta libertad es real, no implicará ninguna sensación subjeti!a de superioridad, necesidad de aislamiento o anhelo narcisista de ser comprendida por sus ?iguales?. ►
+nte todo esto! ¿qu% #a#el )uega su casa 30 arquetí#ica en 4auro?
0esde el punto de !ista emocional, 3auro en 6V puede con!ertirse en un uerte obstáculo para la comprensión de la energía acuariana. 2entirse inconscientemente seguro sólo si las situaciones no se modiican, aerrarse a !ínculos # lugares # resistir los cambios todo lo que se pueda, será la actitud emocional básica # desde esta se hará mu# diícil comprender # acompa5ar la dinámica impre!isible que caracteriza su destino. 2in embargo, la aecti!ización de lo corporal # de las necesidades básicas, propia de esta posición, encierra la cla!e de la seguridad prounda para una persona con scendente en cuario. Esta seguridad, en %ltima instancia, reside en el cuerpo # en la correcta relación con el mundo material. 8a sea que la persona se polarice con la energía de cuario # se muestre rígida # con!encional, o que se identiique con el opuesto # aparezca como inconormista # transgresora, no es ácil para ella instalarse plenamente en su corporalidad. Es e!idente que la sucesión de discontinuidades # cortes ?e"ternos? se reproducirá internamente bajo la orma de disociaciones emocionales # bloqueos en la circulación de la energía corporal. Es habitual que estas personas parezcan estar ?uera del cuerpo?, # que esa diicultad para apo#arse irmemente en la tierra tenga como correlato distintos tipos de dolencias en su columna !ertebral. 0esde el punto de !ista energ+tico -es decir, más allá de la diicultad pro!ocada por las marcas de la historia personal- esta casa 6V está diciendo que la base sobre la cual se sostienen es la 3ierra misma' que su uente real de seguridad es el cuerpo # la materia. 0esarrollar esta potencialidad con un adecuado trabajo de enraizamiento (?grounding?) en la propia corporalidad, es e"tremadamente necesario en ellas. El destino de la energía de cuario es reno!ar los patrones inerciales # las acumulaciones 149
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del pasado, que obstaculizan la circulación de la energía en los distintos ni!eles de la materia. 0e allí que sea undamental para estas personas re!ertir la tendencia psicológica que las lle!a -al mismo tiempo- a aerrarse a patrones mentales rígidos # a disociarse del mundo de las emociones # la corporalidad. 2entir que el cuerpo !ibra lleno de energía # e"perimentar cómo, al hacerlo, se renue!a # transorma brindando una aut+ntica sensación de seguridad # libertad, implica actualizar en sí mismos la naturaleza de la energía acuariana, tal como se maniestará en el ?e"terior? cada !ez que su creati!idad -o !ibración- modiique la inercia de su medio ambiente.
Al#unos e4em!los /a !ida # la obra de Jiddu 4ris#namurti muestra con bastante claridad el patrón e"presi!o de esta energía ascendente. 0esde el principio, los acontecimientos lo lle!aron a dierenciarse de manera paradójica del entorno en el cual se mo!ía. Aue la 2ociedad 3eosóica lo eligiera como el !ehículo del ?1aestro del mundo? siendo +l un ni5o tímido # retraído, con maniiestas diicultades para el aprendizaje # con sucesi!os racasos en todo lo que uera su educación sistemática, es apenas una de las innumerables contradicciones que tu!o que encarnar. 9abi+ndose pro#ectado sobre +l una intensa demanda para que ocupara un lugar e"cepcional - tengamos en cuenta que el regente del scendente, en su caso, está en oposición al 2ol- no sólo se !io obligado a edad mu# temprana a recorrer el mundo en el papel de la utura encarnación de la di!inidad, sino que más tarde rustró sistemáticamente todas las e"pectati!as depositadas en +l. E"tranjero en 4ccidente # e"tranjero en su propia tierra, recorrió el mundo ense5ando que no e"isten maestros #, teniendo como tema central el silencio de la mente. 2us disertaciones ocuparon una cantidad de páginas cinco !eces superior a las de la
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e inconclusa la relación entre el tiempo # lo que está más allá de +l. Es sabido que esta ha sido una de las temáticas centrales de Urishnamurti, # quizás su te"to más complejo es un conjunto de charlas con el ísico 0a!id
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impone el pasado, a tra!+s de los modelos -e"ternos e internos- que organizan nuestra acción en orma pre!isible. uando esto sucede, la persona adquiere la libertad de mo!erse espontáneamente dentro de las redes que conormamos, dejándose lle!ar hacia el punto de má"ima creati!idad. En el paso siguiente -&iscis- la rueda del @odíaco nos mostrará cómo la e"trema singularidad propia de cuario es -al mismo tiempo- la más absoluta entrega a las necesidades impersonales de la !ida.
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A-(ENDENTE EN P%-(%-
La rea6sorcin de lo mani)estado /a naturaleza del signo de &iscis hace que este scendente sea el más diícil de e"plicar. 2u energía nos enrenta como ninguna otra con el principal obstáculo en el aprendizaje de la astrología: poner en palabras, matices # distinciones que sólo e"isten en tanto aspectos de una totalidad indi!isible. uando en el capítulo precedente intentamos indagar en el signiicado del signo de cuario, hicimos reerencia a la peculiar creati!idad que se desencadena en cualquier sistema cuando este luct%a en el límite del caos. hora debemos dar un paso más # entrar en el signo con el que el @odíaco se cierra y completa su peculiar forma mandálica o circular.
/a ueda del @odíaco puede ser !ista como el resultado de la interacción entre dos uerzas opuestas # complementarias, que se originan mutuamente. /a primera de ellas -ries- es el impulso que da inicio a la maniestación de un mundo de ormas' en este uni!erso se desarrolla paso a paso una sensibilidad (o conciencia) que tiende a identiicarse con dichas ormas en un proceso que alcanza su culminación en el signo de /eo. /a segunda -&iscis- apunta a la disipación de toda uerza cohesi!a, lle!ando lo maniestado, hacia su reabsorción en un estado amoro' en este mo!imiento complementario, la sensibilidad (conciencia) se desprende de los lazos que la ataban a las ormas particulares # se identiica con el campo creati!o del cual +stas surgieron. sí como el signo de ries se corresponde con el
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incremento de la entropía, propio de todo sistema ísico, que desemboca en la disolución del mismo. 3anto el @odíaco como nuestras actuales teorías acerca del uni!erso muestran la ine!itable tendencia hacia la desorganización, es decir, hacia la progresi!a disipación de los patrones # constantes que mantenían estables las relaciones anteriores entre sus elementos. 8esde el punto de vista de la forma, esto es el caos.
En el signo de &iscis desaparecen las
cualidades que permitían -en los signos precedentes- establecer límites # mantener cohesionados los distintos aspectos de la realidad. inguna orma puede aquí conser!ar su total autonomía, ni sostenerse demasiado tiempo sin !erse obligada a regresar al oc+ano de energía del que surgiera al principio del ciclo. En este espacio todo parece conundirse en un mar de atracciones # resonancias en el que #a no es posible distinguir constantes, le#es o ormas. 2in embargo, cerrar el círculo no signiica regresar al principio. lo largo del @odíaco se ha maniestado un actor nue!o # este es la progresiva sensibilización o la creciente capacidad de respuesta de cada componente de la realidad a las dierencias que lo rodean. Este incremento de la sensibilidad llega a su má"imo en el duod+cimo signo, dando lugar a la capacidad de registrar las necesidades de la totalidad por encima de las particulares, es decir, haciendo posible una má"ima entrega de las partes al todo. 1ás allá de cuario, nos encontramos en un oc+ano de matices !ibratorios en el que cada elemento responde a los demás sin limitaciones' ninguno posee ?intereses propios? ni uerza o cohesión suicientes como para deinir una tra#ectoria particular. 2erá siempre ?des!iado? por los otros porque su naturaleza undamental es la de responder sin e"clusiones, undi+ndose en encuentros, ?perdi+ndose? en las necesidades de los otros, entregándose dócilmente a designios que ignora, pero que apuntan a satisacer al conjunto dentro del cual !i!e. 2i imagináramos un uni!erso musical, !eríamos cada nota como una onda que cruza el espacio creando acordes # resonancias cada !ez que es atra!esada por otras, hasta apagarse en el silencio de donde regresa sólo cuando algo la solicita. En el ni!el de estas identidades !ibratorias no e"iste ninguna preocupación por mantener la super!i!encia o la ?indi!idualidad? respecto de las demás. Ellas no poseen una orma que puedan perder' son lle!adas naturalmente a encontrarse # undirse con las otras, multiplicando su cualidad en un sinn%mero de armonías # disonancias que generan otras a su !ez, hasta el ininito. ada nota es capaz de establecer interacciones con las restantes, sin e"clusión alguna, haciendo posible innumerables !ariaciones que enriquecen el conjunto. 2u capacidad de respuesta es ilimitada # todas las combinaciones son posibles para ellas. inguna nota o !ibración puede perderse a sí misma, ni e"tinguirse por completo aunque desaparezca ocasionalmente en el silencio. &or eso su capacidad de entrega es absoluta # el ni!el de creati!idad propio de este estado no tiene límites. 154
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
En &iscis, las ormas -que en cuario #a habían adquirido el signiicado de simples !ehículos o recipientes- #a no son realmente necesarias o, mejor dicho, son sólo consecuencias más o menos efímeras de la vibración que las genera. acer
o morir es sólo
emerger o ser reabsorbido' crear es propagarse en el encuentro con otras !ibraciones.
8n ni3el 5i!ersensi6le de la realidad &ara que podamos comprender cómo se maniiesta &iscis en el ser humano # cuál es el aprendizaje que la conciencia debe realizar cuando este signo se encuentra en el scendente, es importante establecer que en su patrón energ+tico se hallan completamente ausentes las uerzas que permiten generar cohesión # establecer límites o bordes. la in!ersa, en +l alcanzan su má"imo posible todas aquellas cualidades que incrementan la sensibilidad o la capacidad de ser aectados por lo dierente. hora bien, cualquier sistema en el cual sus componentes posean una altísima sensibilidad tenderá a ser caótico, en el sentido de que no e"isten límites para las interacciones entre sus elementos' en consecuencia, todo es posible en su interior. o se trata aquí de pri!ilegiar las relaciones complementarias, como en el caso de /ibra o las interacciones lineales generadas por una dierencia de polaridad, como en I+minis. 0n iscis todo se encuentra en relación con todo en una vincularidad ilimitada$ cada partícula resuena infinitamente con las demás sin que existan reglas de exclusión que impidan determinadas relaciones o favorezcan otras.
uestra conciencia habitual, identiicada con el mundo de las ormas, se e"tra!ía en esta indierenciación perdiendo las nociones de regularidad o estructura a las que está acostumbrada. sí, la primera reacción que solemos tener al encontrarnos con un ni!el de realidad hipersensible es la de e"perimentar caos o, al menos, conusión. 0esde el punto de !ista !erbal, caos # orden son t+rminos antagónicos. 3enemos que dilatar superlati!amente nuestra perspecti!a para poder atisbar la e"istencia de un orden en este oc+ano en el que se han disuelto todas nuestras distinciones habituales. En realidad, sólo un ojo que tu!iera la misma sensibilidad ilimitada que ese uni!erso donde todo resuena con todo, podría encontrar un sentido o signiicado en ese caos aparente. Aue e"ista un orden proundo e in!isible -holístico- plegado o implicado en el interior del uni!erso !isible de entidades discretas # separadas, propio de nuestra percepción habitual, es un concepto que reci+n ahora la ciencia se atre!e a postular. En los ni!eles subatómicos de la materia dejan de e"istir las categorías de tiempo # espacio o, por lo menos, cambian por completo de signiicado, así como aparecen decenas de dimensiones que !an mucho más allá 155
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
de las tres -o e"cepcionalmente cuatro- que podemos percibir en el plano de nuestra e"isten= cia cotidiana. 2in embargo, si bien estas son ho# realidades cientíicas uni!ersalmente aceptadas, tales ni!eles de realidad sólo e"isten para nosotros en un plano de ecuaciones matemáticas. En el mundo cotidiano, donde rige nuestra mente concreta basada en imágenes # organizada en unción de principios lógicos lineales, no nos es posible imaginar ni pensar en t+rminos de diez dimensiones o prescindiendo de las categorías habituales de tiempo # espacio. El orden implicado que sub#ace al mundo de nuestra percepción habitual es inimaginable para nosotros. 2ólo accedemos a +l a tra!+s de complejas simbolizaciones que lo mantienen apartado de nuestra !ida concreta, haciendo que no nos interese descubrir sus consecuencias para la e"istencia diaria. Aue en la base de la materia o en los procesos undamentales de nuestra psiquis e"ista un orden o una realidad inconmensurable respecto de nuestra e"periencia cotidiana, es algo establecido, pero para la ciencia contemporánea a%n no parece rele!ante in!estigar las relaciones entre ambos ni!eles de realidad ni descubrir el modo como estas dimensiones aectan nuestras !idas.
8n si#no en m=0ima tensin con la estructura del yo 0esde el punto de !ista astrológico, es un hecho probado por la e"periencia que cualquier persona nacida en un instante con uerte presencia de la cualidad pisciana, poseerá tal caudal de sensibilidad que los principios que rigen nuestra percepción habitual se !erán, para ella, continuamente desbordados o por lo menos amenazados. ualquier ni5o con gran componente pisciano en su sistema posee una sensibilidad tan alta, que el monto de inormación que hace impacto sobre +l es abrumador. Esta energía que disuel!e bordes # límites - es decir, que permite desarrollar una má"ima entrega- presenta enormes diicultades para construir los iltros necesarios como para protegerse de las incontables corrientes inconscientes (sensoriales, emocionales, mentales, etc.) en las cuales estamos inmersos cotidianamente, pero de las cuales aprendemos a dierenciarnos. &sicológicamente, allí donde &iscis está presente, podemos decir que carecemos de la posibilidad de distanciarnos del inconsciente. Este -undamentalmente en su dimensión colecti!a- se maniestará con toda su potencia en las personas de este signo, obligándolas a permanecer en un contacto demasiado estrecho con sus misterios. La cualidad misma del inconsciente profundo es iscis
#, por eso, cualquier persona ligada a este signo deberá
aprender a reconocer en sí misma toda su uerza # sus enigmas. El inconsciente es -así como 156
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
la estructura íntima de la materia- un ni!el de realidad en el cual la inormación circula en un orden completamente dierente al del mundo cotidiano. 4pera como una totalidad en la cual los signiicados se encuentran encapsulados en ormas complejas # de acuerdo con principios lógicos peculiares. omo todos sabemos, ante una primera mirada, el mundo onírico parece caótico # sin sentido' sin embargo, ho# todos comenzamos a comprender la riqueza de signiicados que contiene # la manera como en %ltima instancia su compleja trama gobierna en buena medida nuestros actos. llí tambi+n se alteran completamente las nociones de tiempo # espacio, así como el principio de causalidad, # todo sucede simultáneamente en m%ltiples dimensiones. 6gual que en los mundos subatómicos -aunque bajo otras ormas- sólo accediendo a nue!as ormas de simbolización, nos es posible encontrar el sentido de sus corrientes proundas. En este sentido, la principal diicultad que nos orece el signo de &iscis es que nos obliga a establecer un contacto con dimensiones que no sabemos cómo traducir a nuestro modo habitual de comprender la realidad # con las cuales no sabemos cómo con!i!ir. 0esde el punto de !ista de la orma -# esto inclu#e a la psiquis con su necesidad de estabilidad, e"clusión, cohesión # centro-, el signo de &iscis signiica ine!itablemente desorganización.
2u energía posee una uerte tendencia a la disolución de los lazos que
mantienen unidos # a su !ez separados a los distintos aspectos de la realidad. 2u uerza disipativa,
al maniestarse en el ni!el psíquico, pro!oca ine!itablemente el debilitamiento de
las estructuras deensi!as, dierenciantes # #oicas que, de un modo u otro, todo ser humano debe desarrollar. sí como !imos que el signo de cuario -en su dimensión energ+tica- era proundamente contradictorio con la estructura del #o, en el caso de &iscis esta tensión llega a su má"imo.
El lar#o a!rendiza4e de una !si"uis "ue re#istra demasiado /a naturaleza undamentalmente amorosa de este signo, en el sentido de que permite la má"ima capacidad de respuesta a las necesidades globales -a la !ez que minimiza nuestra identiicación con las necesidades particulares- es propia de una psiquis madura # perectamente organizada. 0e hecho, aparece en nosotros raramente # sólo como un resultado o lorecimiento que es propio de las ases más a!anzadas del desarrollo humano. 2i seguimos la lógica del patrón zodiacal, esta madurez amorosa -&iscis- es el remate inal de una larga secuencia de desarrollos ?personales? que alcanzan su culminación -# punto de inle"ión- en apricornio. En este, el ni!el personal se identiica con lo uni!ersal. En el 157
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
paso siguiente -cuario- se !acía el contenido de ese #o, que se comprende ahora sólo como el oco consciente de una red o campo interacti!o. Esta es la !erdadera condición de posibilidad para que &iscis pueda maniestar toda su riqueza en un indi!iduo concreto. /a negati!a de
personalidad organizada # estable.
2in embargo, uno de los misterios de la e"istencia que la astrología permite enocar es que las cualidades energ+ticas propias de nuestro instante de nacimiento se maniiestan desde el principio en nuestras !idas, independientemente de la ma#or o menor diicultad que orezcan para la organización ?normal? de la psiquis. Esto signiica que, cada !ez que la energía de &iscis se haga presente con cierta intensidad, esta naturaleza amorosa # de má"ima sensibilidad estará actuando antes que la persona ha#a podido desarrollar una identidad claramente dierenciada # centrada en sí misma. 3anto desde el punto de !ista psicológico como desde el energ+tico, es e!idente que ning%n ser humano pertenece totalmente a un signo. 3odos nosotros respondemos a una combinatoria de cualidades7; que deben aprender a coe"istir # a crear en conjunto, sin que una se maniieste en desmedro de la otra. &ero es importante comprender que el componente pisciano de una carta natal se opone naturalmente a la dierenciación # al desarrollo de aquellas características que asociamos con la indi!idualidad. Estas son propias de otras energías zodiacales #, en consecuencia, cada !ez que un importante caudal pisciano aparezca en un instante de nacimiento se desatará un intenso conlicto entre las tendencias hacia la organización de una psiquis estable (bajo el paradigma áncerC/eo) # estas uerzas que podemos llamar despersonalizantes. ntes de que se produzca una síntesis entre ambos aspectos, la persona tendrá que atra!esar largos períodos en los cuales la cualidad pisciana deberá quedar relegada o incluso negada, a in de articular la necesaria discriminación # la estabilidad suiciente como para organizar un #o. 2ólo despu+s de haber logrado esto podrá hacerse cargo de -por lo menos- una parte de
7;
6unque parezca extra/o, lo que acá se está diciendo es que el aprendiza+e lo realizan las cualidades en sí mismas. Habitualmente pensamos que somos nosotros Kel yo o la psiquisK los que debemos aprender a sintetizar cualidades. ero esta creencia oscurece el #ec#o de que la psiquis Ken tanto personalidad o identidad conscienteK es un efecto y no una causa. 158
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
la enorme sensibilidad que le corresponde e"presar, la cual desorganizará necesariamente la estructura deensi!a anterior a in de posibilitar una identidad de ma#or amplitud e integración. En el caso de la /una en &iscis o del 2ol en este signo, esta particular e!olución de la personalidad adquirirá características especíicas, lle!ándolos a pasar de un polo al otro de este conlicto, !arias !eces en la !ida. En t+rminos generales, debemos pensar que nuestra cultura no ha desarrollado la capacidad de socializar a los ni5os con uerte energía pisciana para que su naturaleza prounda lorezca sin grandes distorsiones o conlictos. uestro proceso de socialización nos impone ormas de conducta # percepción que consideramos ?normales?, pero que están orientadas a a!orecer claras distinciones, acuerdos racionales # la primacía de la lógica lineal # de la acción basada en la uerza de !oluntad, por sobre la sensibilidad # la acción que surge del contacto con dimensiones ?transpersonales?. 2e nos ense5a a ordenar el mundo con signiicados uní!ocos # uniormes que denominamos ?objeti!os?, pri!ilegiando el aprendizaje acerca del mundo ?e"terno? por sobre el ?interno?. Valoramos sobremanera la capacidad de sostener pro#ectos # construir estructuras permanentes para dierenciarnos con uerza de los demás # dejar nuestro sello supuestamente peculiar # %nico en el mundo. 2in negar la importancia de todo esto, es e!idente que no poseemos la disposición cultural ni la sabiduría suiciente como para permitirle a cada ni5o que encuentre los tiempos # las modalidades de desarrollo acordes con su naturaleza especíica. Esta presión social hacia cierta uniormidad psicológica, que de distintas maneras nos aecta a todos, tiene consecuencias mucho más complejas en el caso del signo de &iscis. E"igirle a alguien -cu#a sensibilidad alcanza a registrar matices, presencias # dimensiones que los demás e"clu#en o niegan- que responda a los requerimientos uniormes de nuestra cultura, será siempre de alg%n modo traumático o, por lo menos, desequilibrante. uestra cultura no orece el sistema de simbolización adecuado como para procesar el inmenso caudal de inormación -consciente e inconsciente- que estas personas reciben de continuo. 6maginemos al poseedor de un inmenso radar capaz de detectar la presencia más insigniicante a cientos de Filómetros de distancia, pero que al mismo tiempo sólo cuente, para procesar estos registros, con un decodiicador tosco # de baja resolución. Esta persona sería incapaz de jerarquizar la inormación obtenida, conundiendo lo rele!ante con lo insigniicante. ualquier objeto detectado podría indicar un peligro # esto la obligaría a permanecer en un continuo estado de alerta, dando respuestas desproporcionadas, conusas e incluso delirantes. egistrar demasiado y no distinguir suficientemente 159
es el problema principal que enrenta
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cualquier persona con mucha energía pisciana. &odemos imaginar de inmediato las consecuencias de esto. &or un lado, se intensiicarán el temor # la inseguridad, lo que puede lle!arla a adoptar una actitud paranoide e incluso agresi!a, a in de conjurar los constantes peligros en los que se siente inmersa, o a buscar protección en relaciones dependientes así como encontrar reugio en el aislamiento. onstruir mundos cerrados donde perderse en la seguridad ilusoria de la antasía o elaborar conusas interpretaciones de la realidad, suelen ser otras conductas posibles. Ieneralmente se impone una combinación de todas ellas en las que suele predominar la polarización, es decir, la negación consciente o inconsciente de tanta sensibilidad para airmarse en los aspectos más ormales, obsesi!os, intelectuales o agresi!os de su personalidad, como modo de equilibrar el sistema. 3odas estas reacciones son comprensibles e incluso necesarias, aunque seguramente ninguna de ellas resol!erá el problema. La resolución está en otro lado y su primer paso consiste en descubrir un modo de simbolizar que sea capaz de procesar adecuadamente toda la información que su inmensa sensibilidad le brinda.
&ero aquí el ni5o pisciano se halla casi
siempre librado a sí mismo. Es raro que se cruce con aquellos que sepan acompa5arlo en su crecimiento, conirmándolo en sus percepciones # ense5ándole a establecer distinciones signiicati!as en los mundos que descubre. ecesitaría a alguien que sepa calmar sus miedos # ansiedades -que por lo general tienen un origen incomprensible para los demás- # lo estimule a desarrollar # e"presar toda su sensibilidad progresi!amente, de manera de no perder su adaptación a los requerimientos del mundo que lo rodea. &ero generalmente esto no sucede #, por el contrario, el ni5o es cuestionado en sus percepciones e impulsos # orzado a desarrollar cualidades contradictorias con su modo básico de ser. 0e esa manera, contará con mu# poca a#uda para descubrirse a sí mismo. 3arde o temprano deberá atre!erse a e"plorar su enorme sensibilidad # comprender la naturaleza de las realidades con las cuales esta lo pone en contacto. 3endrá que aprender a conjurar temores # angustias de origen impreciso que sólo con el tiempo sabrá cómo signiicar. eci+n más tarde, en todo caso, descubrirá las causas ocultas de muchas de sus reacciones # aprenderá a dimensionar la magnitud de los procesos pro#ecti!os en los que se !io en!uelto debido a su e"cesi!a pro"imidad con el inconsciente. 8 todo esto deberá hacerlo mientras desarrolla al mismo tiempo una personalidad suicientemente estable e integrada, capaz de enrentar la dureza del mundo. Es e!idente que este es un aprendizaje diícil en el cual es mu# probable e"tra!iar el camino, polarizarse, tratar de escapar de la realidad, caer en uertes simbiosis o, en %ltima instancia, atra!esar todas estas posibilidades a lo largo de sucesi!as crisis de integración. 160
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
El medio am6iente de un Ascendente en Piscis1 con)usiones y realidades ine0!lica6les *e incomunica6les omo sabemos, en el caso del scendente esta energía no se limitará a las e"periencias subjeti!as, sino que se presentará con mucha uerza en el mundo ?e"terno? de estas personas, creando continuamente el tipo de situaciones que contienen la posibilidad de acti!ar sus cualidades latentes. En los capítulos anteriores hemos hecho hincapi+ en la diicultad que tiene la conciencia para reconocerse en la energía ascendente dado que, por lo general, se ha identiicado tempranamente con otras cualidades de la carta natal # desde allí ha e"perimentado los restantes aspectos de su estructura como e"ternos a ella. 2i tenemos en cuenta que la cualidad pisciana es siempre perturbadora para la psiquis, podemos deducir que la respuesta más probable en este caso será la de rechazar el aprendizaje que le propone el destino. cambio de ello, intentará reorzar las cualidades internas que procuren conjurar el desconcierto # la alta de claridad que suelen rodearla. Este scendente lle!ará a los indi!iduos que lo posean a !i!ir situaciones en las cuales no será ácil percibir la presencia del límite # la le# #, al mismo tiempo, los orzará a acti!ar toda su sensibilidad para ponerlos en contacto con los ni!eles de la realidad aines a &iscis. 0ado que están llamados a e"presar una capacidad de registro capaz de dar cuenta de los pliegues # matices más sutiles de la realidad -superando las barreras que el pensamiento !erbal constru#e para interpretarla- deberán !i!ir un sinn%mero de e"periencias en las cuales se !erá rustrada toda posibilidad de realizar juicios deinidos, establecer distinciones claras o dar respuestas uní!ocas. 2erá mu# com%n, entonces, !erlos crecer en ámbitos amiliares en los cuales no están claros los roles, donde corrientes emocionales proundas o situaciones perturbadoras # conusas son negadas, o donde reinan mitos amiliares # construcciones ilusorias que nadie se atre!e a cuestionar. o es ácil dar ejemplos de esto, # mucho menos ejemplos claros. ierta ?bruma? en incontables situaciones de la propia e"istencia pareciera ser el denominador com%n en estos casos #, en consecuencia, no podemos indicar hechos suicientemente deinidos # contundentes como para que sean ácilmente reconocidos. 9a# una ?nitidez? en el destino de ries o apricornio, por ejemplo, que es aín a ese tipo de energías, así como habrá una ausencia de claridad en la descripción del destino del scendente en &iscis, que es inherente al mismo. omo decíamos al principio de este capítulo, nuestras palabras # nuestra lógica no son instrumentos aptos para relejar la energía pisciana' por esto mismo, en la descripción de los !ínculos # acontecimientos que le corresponden !i!ir, deberemos ser sensibles a matices, 161
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
ambi!alencias # resonancias que quizás nos parezcan insigniicantes, pero que sin embargo son decisi!os para la estructuración psíquica de estas personas. 3ener nue!e hermanos con el mismo apellido -es decir, del mismo padre- pero con cinco madres dierentes, puede ser un caso. Vi!ir durante la inancia en un ediicio de departamentos en el cual todos los que allí habitan son parientes en alg%n grado, puede ser otro. 4 tambi+n ser el hijo de un matrimonio que tiene una relación mu# estrecha con otro cu#os integrantes hacen las !eces de tíos, hasta que papá se enamora de la ?tía? # se !a a !i!ir con ella # un a5o más tarde mamá se !a a !i!ir con el ?tío?, para que inalmente todos !uel!an a encontrarse, pero ahora con los roles cruzados. 2uele haber ejemplos aun más complejos que estos, con la presencia de cambios de identidad se"ual en el entorno más cercano # con episodios incestuosos o semiincestuosos en los cuales no necesariamente quien tenga scendente en &iscis será la igura central, pero sí alguien que !i!e en esa atmósera.
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¿Eso no se corres#ondería más con lo escor#iano?
&robablemente Escorpio o &lutón jueguen un rol importante en estos casos. &ero lo decisi!o aquí es el clima de indiscriminación, la conusión de roles # la negación de la realidad que reina en estas situaciones en las cuales el chico no puede poner en palabras ni comprender claramente algo que, sin embargo, percibe # lo desconcierta. En estos casos ha# un doble desorden: por un lado, la ausencia de límites claros en su entorno # por el otro, la e"istencia de un discurso encubridor que in!alida las percepciones del chico. 2in necesidad de llegar a estos e"tremos, es usual que e"ista alg%n grado de conusión de roles: por ejemplo, un padre que se comporta como un ni5o, mientras la madre está casi siempre ausente # es una tía la que ocupa su lugar. 4 un padre que puede ser mu# pasi!o # que permanece todo el día en la casa -incluso trabajando- mientras la madre es mu# masculina # está todo el día auera. /a mamá puede ser tambi+n su maestra en el colegio, mientras que el padre es un directi!o en la misma escuela. Auizás estos hechos no tengan un gran peso en sí mismos, pero debemos pensar que estas situaciones se multiplicarán a lo largo de la !ida, superponi+ndose con los otros actores antes mencionados, hasta conigurar el cuadro completo. &uede que un ni5o duerma al lado del consultorio de un psicólogo, sólo separado por una delgada pared' o que los !ecinos realicen prácticas espiritistas o cultos de tipo ?$mbanda?. $na !isión cientiicista no le dará demasiada importancia a este tipo de situaciones, pero el hecho es que ese ni5o está e"puesto a uertes corrientes ?astrales? # estas alterarán seguramente sus sue5os (# en muchos casos su !ida diurna). 3emores ine"plicables, presencias perturbadoras #. 162
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
en deiniti!a, percepciones que los demás no con!alidan, se instalarán en la !ida del ni5o. 0l punto central es la superposición del registro de realidades inexplicables con la imposibilidad de compartirlas o, peor a5n, el #ec#o de no ser creído por los demás.
Polarizaciones *cr$tica, o6sesi3idad, esce!ticismo &or un lado, es com%n que quien posee un scendente en &iscis no encuentre palabras para transmitir lo que percibe # esto será parte esencial de su aprendizaje de destino. &ero por el otro, la naturaleza de sus registros hará que cada !ez que intente comunicar lo que le sucede, se arriesgue a ser mal interpretado o incluso a ser acusado de mitómano o delirante. 3arde o temprano, es probable que el mismo indi!iduo incorpore este juicio acerca de sus propias percepciones # se e"ija una claridad # racionalidad incompatibles con el aprendizaje que necesita su estructura prounda. En ese caso se cristalizará en +l la desconianza acerca de sus registros, incrementando su inseguridad pero sin que se disipen las sensaciones de conusión que, de todos modos, seguirá e"perimentando. Es com%n que al llegar a este punto estas personas desarrollen uerte pensamiento crítico # gran escepticismo, así como claras tendencias obsesi!as # un anhelo e"agerado de e"actitud. En algunos casos esto los conducirá a ignorar por completo su lado sensible, que quedará totalmente pro#ectado en los demás. En otros, pese a identiicarse con lo racional # lo acti!o, conser!arán sus percepciones pero sin otorgarles !erosimilitud, creando así una doble realidad en la cual -detrás de una máscara de dureza o, por lo menos, de gran eiciencia- se esconde un mundo de enso5aciones que les sir!e de reugio, para balancear la e"cesi!a tensión de su !ida cotidiana. En estos casos, si bien se obtiene cierto equilibrio, no ha# aprendizaje alguno por cuanto la sensibilidad pisciana no es correctamente !alorada ni tampoco e"plorada en sus dimensiones proundas.
El mundo m=#ico, la naturaleza, la )antas$a en3ol3ente Es habitual tambi+n que durante la inancia de estas personas se produzca una uerte presencia de la naturaleza, no #a desde el punto de !ista orgánico o material sino como ámbito mágico que les permita entregarse a un mar de sensaciones # percepciones mara!illosas. &eriódicas !isitas al campo o al mar, en las cuales el chico queda absorto en el paisaje o en alg%n rincón lleno de ragancias, colores # ormas que lo llenan de embeleso, suelen ormar parte de su camino. 0el mismo modo, es probable que en alg%n momento ha#a conocido a alguien con una 163
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
prodigiosa capacidad de contar cuentos, con quien estableció una relación casi mágica. 9aber sido iniciado en los mundos antásticos de los cuentos de hadas # los relatos, en los cuales las dimensiones del inconsciente proundo se maniiestan con toda su uerza, es otra pauta recurrente en sus !idas. Es e!idente que esta necesidad de !i!ir en mundos de ininitos signiicados, llenos de imágenes # posibilidades, orma parte de su naturaleza. &ero en este caso estamos subra#ando la manera como otras personas o circunstancias les abren el camino hacia ese aspecto desconocido de sí mismos. Es habitual que el scendente en &iscis nazca en un hogar en el cual el aparato de tele!isión ocupa un lugar mu# importante o, en su deecto, sea mu# alta la pasión por el cine. Auedar absorbido en el mundo de imágenes que la tele!isión o el cine proponen es casi una constante en estas personas, pudiendo a !eces permanecer durante horas, inmersas en esa ?realidad paralela?. E!identemente, los juegos de computadora # na!egar en la ?_eb? hasta perderse en !ínculos # situaciones en las que predomina lo imaginario por sobre lo corpóreo, es otra !ariante de lo mismo. /a m%sica suele tener tambi+n una presencia rele!ante en sus primeros a5os de !ida, pero no en el sentido est+tico o e"presi!o. o se trata de la presencia del arte en general, sino de la m%sica en particular, porque lo que cuenta es la posibilidad que esta orece de ponernos en contacto con !ibraciones mara!illosas que generan un estado de conciencia dierente. Es mu# com%n que ha#an conocido a alguien que amaba entra5ablemente la m%sica # permanecía silencioso por largo tiempo, en!uelto en sus sonidos. En algunos casos, esto acti!ará una predilección que se desarrollará con el tiempo. En otros casos sólo ormará parte de los recuerdos: pero es probable que más de una !ez la presencia de ese mundo de !ibraciones que constitu#e la m%sica, retorne en momentos decisi!os de sus !idas para despertar su sensibilidad # hacerles comprender que están llamados a !i!ir en reinos sutiles e ?inmateriales?.
El a!rendiza4e de la distincin sutil /a m%sica genera un estado de conciencia, es decir, nos transporta, induce en nosotros una sensibilidad superior. asi cualquier persona ha e"perimentado alguna !ez -contemplando un atardecer, escuchando cierta melodía o meditando- la sensación de haber entrado en un estado de conciencia en el cual todo adquiere un signiicado más pleno # dierente # es posible captar una unidad prounda entre todas las cosas. &ero, por lo general, un instante despu+s ese estado desaparece # otra !ez la realidad muestra su rostro ragmentario # tri!ial. El sentido que se había captado se des!anece # muchas !eces uno no se reconoce en sus percepciones anteriores, 164
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
caliicándolas de absurdas o antasiosas. /a persona con scendente en &iscis pasa, recurrentemente, a tra!+s de estos estados en los que capta sentidos dierentes o relaciones nue!as entre las cosas, para luego regresar a su percepción habitual, por lo general, con desconcierto # conusión. quello que parecía tan claro # real hace un instante, ahora no puede ser e"plicado o no se encuentran las palabras correctas para describirlo. ►
¿El contacto con la belle$a es tan im#ortante en este +scendente como en *ibra?
/a belleza en /ibra surge de las proporciones # armonías entre las formas; es un enómeno est+tico que -dentro de la estructura zodiacal- llega a su culminación en apricornio donde se nos re!ela la belleza abstracta de la mente, que a%n es orma. En &iscis, en cambio, se trata de sensibilidad a la !ibración: la capacidad de registrar ni!eles de realidad en los cuales #a no e"isten ormas, pero sí una intensa acti!idad creati!a propia de otros estados del ser. El aprendizaje del scendente en &iscis no está relacionado con lo est+tico en particular sino con realizar distinciones en aquello que es amoro, es decir, donde habitualmente no registramos dierencias. 0e allí que el destino lle!e a estas personas a amiliarizarse con situaciones relacionadas con lo indiscriminado, en las que no se encuentran bordes claros o separaciones nítidas. &ara ejempliicar lo que queremos decir, supongamos que una persona entra en un inmenso salón pintado de blanco, completamente !acío. 2i se le pide que describa lo que ha# allí seguramente dirá: cuatro paredes, una luz # nada más... 2in embargo, si esa persona tu!iera una gran sensibilidad, al recorrer el salón podría distinguir que a la altura de sus pies ha# una determinada temperatura # a la altura de la cabeza otra #. si es a%n más sensible, percibirá que en ciertas zonas se orman corrientes de aire, surgen determinados perumes u olores # se hacen !isibles m%ltiples relejos # sombras, así como que el pol!illo lota en los haces de luz. uanto ma#or sea su sensibilidad, más detalles # sutilezas podrá encontrar, hasta airmar que en ese aparente !acío ha# de todo... cuando para los demás no ha# prácticamente nada. &ara este scendente no se trata simplemente de sensibilidad sensorial, como en esta imagen, sino de sensibilidad psíquica o, en todo caso, de una sensibilidad sensorial sólo que e"tremadamente compleja # sutil. &ero el ejemplo nos sir!e para mostrarnos un aprendiza+e en la realización de distinciones dentro de lo id'ntico.
0e eso trata &iscis: de distinciones
!ibratorias o signiicati!as dentro de una unidad donde desaparecen las dierencias ormales.
Personas y situaciones 165
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
omo hemos !isto en los demás casos, la cualidad de nuestro scendente aparece en las personas que nos rodean. En el caso de &iscis, la gama de posibilidades con la cual esto puede maniestarse es tan amplia que resulta mu# diícil de ejempliicar. &or otra parte, el grado de complejidad en los !ínculos de estas personas dependerá en gran medida de la capacidad con la cual comprendan # e"presen por sí mismas la cualidad de su scendente. 0ado que, como hemos !isto, por lo general se ubican en el polo opuesto a su energía, para protegerse de la conusión que inicialmente +sta les pro!oca, podemos pensar que el destino equilibrará su campo energ'tico a trav's de relaciones en las que prevalecerá la falta de claridad.
El mundo de las imágenes puede ser pensado como un plano menos concreto que el mundo material' en +l, los signiicados no están limitados por la estructura lineal del pensamiento # sus contornos e!ocan m%ltiples resonancias arquetípicas e inconscientes. Estar rodeados por personas que, de distintas maneras, habitan en realidades imaginarias o en mundos de icción, es un patrón habitual en el scendente en &iscis que suele preceder -# en muchos casos sustituir por completo- a su inter+s directo por estas dimensiones. sí, es probable que est+n !inculados con otógraos, actores, personas que trabajan en la tele!isión # el cine, escenógraos, guionistas, etc. &ero tambi+n místicos, ocultistas, sacerdotes, bohemios, borrachos o drogadictos orman parte de este sendero !incular. 6ndi!iduos conusos, mitómanos, escapistas con grandes diicultades para aceptar el rigor de la realidad, estaadores # estaados, so5adores e ilusos suelen estar mu# presentes en sus !idas en tanto amigos, relaciones amorosas, parientes o conocidos. ecurrentemente, la persona con scendente en &iscis se !incula con gente que considera mu# conusa # desordenada o participa de ambientes de este tipo. 9abitualmente, descargará sobre ellos su juicio crítico e"presando un uerte rechazo a estas conductas # actitudes' pero cuanto más identiicada est+ con su lado racional, tanto más el destino parecerá perseguirla con este tipo de personajes # situaciones. El ingeniero se enamorará de una tarotista # a su !ez, la eiciente contadora no podrá entender cómo sus parejas son siempre borrachos, poetas racasados o so5adores irrecuperables. /a ascinación que ejercen sobre ellos -por lo menos en alguna etapa de sus !idas- las personas poco claras, sin límites ni horarios e incluso con escaso sentido de la realidad # de la responsabilidad, es directamente proporcional al rechazo consciente que suelen tener hacia estas actitudes. uanto más racional, rígida # obsesi!a sea la persona con scendente en &iscis, tanto más se perderá en situaciones y personas que le generen las sensaciones oceánicas que, de #ec#o, necesita, aunque la ignorancia acerca de estos procesos haga que estas e"periencias no puedan
ser apro!echadas como aprendizaje real. 166
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
El com%n denominador es, por lo tanto, la alta de claridad en los !ínculos. 1as allá de los casos en que el ?destino? debe equilibrar la polarización consciente, el actor undamental a tener en cuenta es el e"ceso de inormación inconsciente al que se !en sometidos, que les impide signiicar correctamente el ni!el de sus relaciones # comprender qu+ es lo que realmente sucede. sí, se multiplican los mensajes conusos, las malas interpretaciones # sobre todo las uertes pro#ecciones en las que suelen quedar enredados. omo por otra parte, la energía pisciana es contraria a las decisiones rápidas # a los objeti!os concretos, tienden a culti!ar !ínculos en los cuales se postergan las aclaraciones # se acumula la conusión. Auizás dentro de los conte"tos laborales sean personas deinidas # mu# ejecuti!as, sinti+ndose e"tremadamente irritadas ante las dilaciones # las imprecisiones de los demás' pero es en estos casos cuando suele intensiicarse la conusión en el ámbito de las emociones # de los !ínculos más estrechos. El enga5o # las uertes desilusiones parecen ormar parte casi ine!itable de este destino. 2i bien es probable que tambi+n aparezcan en el trabajo, las asociaciones o los negocios, es en los !ínculos íntimos que establece la persona con scendente en &iscis donde la alta de claridad suele llegar a e"tremos. 2in embargo, es probable que preiera no hablar de enga5o en estas situaciones, aun en los casos en que se encuentre en el polo pasi!o de las mismas. ierta predilección por !i!ir en ?realidades paralelas? pareciera maniestarse aquí' la persona parece ?na!egar? cómodamente en situaciones conusas, incluso cuando se percibe que tiene plena conciencia de lo que realmente ocurre. 2i esta ?capacidad? o propensión por !i!ir en situaciones paralelas es una consecuencia psicológica -!inculada con la repetición de las atmóseras conusas de la inancia- si es una manera de e!adir el contacto con la realidad o si se trata de un !erdadero aprendizaje en cierta cualidad energ+tica, no es algo ácil de e!aluar. omo &iscis mismo podría decir: ?ada obedece a una causa %nica # no e"iste ninguna interpretación enteramente satisactoria para los hechos?. 2in embargo, muchas !eces estas situaciones conlle!an mucho surimiento # tienden a escindir a la persona, cristalizándola en el hábito de no !eriicar la realidad de sus percepciones. 0esde el punto de !ista energ+tico, este es quizás el costo más alto en estos casos, puesto que se retarda el aprendizaje más proundo para este scendente, en el cual la sinceridad consigo mismo es esencial.
La accin y la intuicin /a energía de &iscis es la más alejada de los impulsos # las deiniciones. 2u relación con los inales, la disolución de las ormas # la tendencia a la desorganización inherente a todo proceso cíclico (entropía), la pone en contacto con lo que el 6=hing llamaría ?el trabajo en lo 167
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
echado a perder?. El momento pisciano del @odíaco se corresponde con el agotamiento deiniti!o de todos los impulsos particulares, cuando ha cesado el anhelo de nue!as e"periencias # sólo resta aceptar las consecuencias de lo realizado. 0esde el punto de !ista psíquico, los materiales con los cuales trabaja &iscis son los remanentes de un ciclo que termina, con los que no se puede construir a%n nada nue!o. Estos remanentes se encuentran condicionados por marcas # surcos acumulados en las ases anteriores del ciclo. 2i la conciencia no es capaz de desprenderse de los lazos que la atan al pasado, seguirá girando entre los residuos del proceso que termina, tratando de reproducir las sensaciones perdidas. &ero si en cambio logra captar las moti!aciones proundas que animaron ese ciclo, puede acceder a una dimensión universal de la experiencia y quedar liberada de las consecuencias que surgen de la unilateralidad de sus actos.
En %ltima instancia, esta es la
razón por la cual el ni!el arquetípico de la realidad es tan atracti!o para las personas con scendente en &iscis. llí es posible e"tra!iarse entre sue5os # antasías capturados por el anhelo de repetición' pero tambi+n se puede descubrir el entramado uni!ersal en el que resuenan los actos particulares. En esta ase inal del @odíaco, las ormas concretas pierden su magnetismo. 3oda la energía # la conciencia que estaba identiicada con ormas debe ahora liberarse, regresando a un estado amoro pero dierente al del impulso que les dio origen. Iracias a eso, la conciencia puede abandonar su punto de !ista ragmentario # elaborar las e"periencias en una perspecti!a más abstracta # global' tiene la oportunidad de comprender las relaciones de causa=eecto que condicionan el deseo # de hacerse cargo de las consecuencias de los propios actos. /a cualidad de &iscis se corresponde con el momento en el que se hacen transparentes los patrones que gobernaban un ciclo, de modo que sea posible desprenderse de ellos, responsabilizarse por lo que quedó inconcluso # comenzar a imaginar el dise5o del ciclo siguiente. &ara !isualizar más concretamente todo esto, pensemos que en el calendario anual occidental -cristiano- el tiempo que se corresponde con este signo es la uaresma. En ella, durante cuarenta días las ormas e imágenes que hasta ese momento eran adoradas quedan !eladas bajo un manto de color morado. Esto obliga al cre#ente a apartarse de ellas # dar inicio a la penitencia -es decir, a la consideración de todos los actos que se des!iaron del arquetipo que se debía maniestar- para obtener el perdón de sus pecados En un sentido proundo, esto signiica tener que purgar todo apego por los deseos # acciones particulares. En la medida que la conciencia se libera de su identiicación con las partes # se entrega a la totalidad, se hace posible para ella una acción que ya no genere consecuencias, es decir, que sea uni!ersal.
En t+rminos generales, se puede decir que la persona con scendente en &iscis tiene 168
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
diicultades para la acción. /a índole de su energía no la a#uda a tomar contacto con sus deseos en un ni!el personal #. lógicamente, no le es ácil encontrar un curso claro para sus actos. 2in saberlo, posee la cualidad que le permitiría acceder al ni!el inconsciente de los procesos, dejándose lle!ar intuiti!amente en la dirección más correcta sin que sea necesario saber de antemano con claridad qu+ es lo que está haciendo en cada paso. 2in embargo, no es nada ácil comprender esto. 6ncluso en los casos en que este scendente se e"presa en orma madura, estas personas suelen actuar de una manera aparentemente la"a # diusa, procurando e!itar las conrontaciones # postergando las deiniciones. 2u naturaleza los habilita para encontrar el camino que satisaga al ma#or n%mero posible de personas en una situación dada #, de hecho, cuanto más impersonal # ser!icial es su acción, más certera suele resultar. &ero es necesario entender que alguien que posee un ni!el de sensibilidad como este, tiene que dar cuenta de demasiadas !ariables - conscientes e inconscientes- antes de poder deinirse con claridad, # esto hace que su acción parezca e"ageradamente lenta, conusa e imprecisa.
►
¿/o es esto #arecido al accionar de *ibra?
/ibra busca el punto de equilibrio de una situación: pondera # procura una acción cooperati!a, mo!i+ndose incluso con la uerza de quien se le opone. 3ambi+n trata de satisacer al ma#or n%mero de personas in!olucradas, pero busca el acuerdo consciente entre ellas # pone el acento en las apariencias más que en lo esencial, como en la diplomacia. &iscis, en cambio, está relacionado con una acción realmente uni!ersal que brota de un ni!el que está más allá de todo acuerdo consciente' por eso no resulta nada ácil hacerse entender por los demás en las decisiones, pero por sobre todo, entenderse a sí mismo. Es mu# com%n que la persona con scendente en &iscis desprecie su naturaleza aparentemente perezosa # so5adora, aunque en realidad esta es sólo la apariencia que toma su predisposición a un tipo de acción que responde a los requerimientos del inconsciente proundo. &ero si no alcanza a comprender esto, puede con!ertirse en el peor enemigo de sí misma, buscando criterios e"cesi!amente racionales -# en consecuencia unilaterales- para justiicar su accionar' o perdi+ndose en una hiperacti!idad est+ril, con el %nico in de escapar al estado de conusión # la"itud que tanto teme. /ógicamente, estos comportamientos son mu# poco aconsejables # -en estos casos- el destino suele compensar este desequilibrio, con uertes desilusiones # racasos. ada !ez que estas personas act%an demasiado !elozmente # con e"cesi!a claridad, es improbable que tengan el tiempo necesario como para elaborar todo el material que su inconsciente registra, discerniendo entre lo que pro!iene de su antasía # lo que nace de su intuición. &odríamos decir 169
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
que deben aprender a tolerar cierta conusión o alta de claridad inicial en su accionar. 2i arrancan en orma diusa # aparentemente imprecisa es mu# probable que conclu#an constructi!a # e"itosamente: pero si, en cambio, lo hacen con ímpetu # aparente claridad, es pre!isible que terminen en la conusión # el racaso. omo lo hemos dicho con relación a otras cuestiones ligadas a este scendente, no es ácil aceptar que se debe aprender a tomar decisiones sobre la base de la incierta !elocidad del inconsciente, el cual puede tanto demorarse por una eternidad -!isto desde las necesidades ragmentarias del ni!el consciente- como deinirse sorpresi!amente de un día para el otro. Es habitual que estas personas tarden mucho tiempo en descubrir la !erdadera índole de su accionar # resuel!an así el constante conlicto consigo mismas, al tratar de parecerse a los demás. uanto antes comprendan que su naturaleza es básicamente intuiti!a # que sus ma#ores aciertos no pro!ienen de consideraciones precisamente objeti!as, más seguras se sentirán. Es mu# com%n escucharles decir, ante un racaso, un enga5o o un error: ?8o sabía cómo iba a terminar esto' debí de haber escuchado a mi intuición?, pero es probable que, cuando la ocasión !uel!a a repetirse, #a ha#an ol!idado lo que habían aprendido. 2in embargo, una !ez que el scendente en &iscis ha reconocido su naturaleza y #a cumplido con el arduo traba+o de aprender a discriminar entre fantasía e intuición, su accionar
suele ser prácticamente inalible. 0e todos modos, a%n deberá aceptar que, por el tipo de energía a la que es aín, el destino lo pondrá continuamente en situaciones en las cuales no es posible !er con claridad. En su !ida se sucederán conte"tos conusos en los que no será ácil aunar !oluntades # encontrar objeti!os precisos: tendrán lugar situaciones de decadencia donde se ha perdido el impulso creati!o' u otras en las que el pasado parecerá absorber a los participantes, quitándoles toda su energía.
E0!ertos en consumaciones /a cualidad que los hace realmente %tiles para los demás es la de saber encontrar el cauce proundo que permite reunir las tendencias dispersas entre los despojos de un ciclo que termina, para corregir los errores cometidos # permitir un nue!o comienzo. &uede tratarse de un psicólogo que se encuentra recurrentemente con pacientes en este tipo de situaciones o de un político que es llamado a actuar cuando estos cuadros se imponen en lo social, pero de una u otra manera, las personas con scendente en &iscis descubrirán que la índole de su acción es la del traba+o en lo ec#ado a perder. Ejemplos notables de esto en el campo político han sido 6lcides 8e Fasperi y 4onrad 170
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" - 6denauer -ambos
con scendentes en &iscis- quienes condujeron a 6talia # lemania
inmediatamente despu+s de la 2egunda Iuerra. 3u!ieron que gobernar en el momento en el que estas naciones realizaban la más dura ?penitencia? por sus errores, superando las gigantescas racturas que las amenazaban con la disolución social. 2u prounda sensibilidad les permitió encontrar el cauce para canalizar la energía colecti!a de esas naciones -dilapidada en el ciclo anterior- # comenzar así un nue!o ciclo para ellas.
►
Fe isto que los +scendentes en Piscis son fácilmente mani#ulados #or otras
#ersonas.
4ambi%n los (e isto muy indecisos en los diorcios y las se#araciones. 171
-- Eugenio Carutti - "Ascendentes en astrología (II)" --
0igamos nue!amente que la naturaleza de su energía no es apta para cortes bruscos ni decisiones drásticas. 1ás bien su índole es la de lle!ar las cosas hasta su agotamiento (el t+rmino correcto sería su consumación2. Es decir, tomarse todo el tiempo necesario como para que se desaten naturalmente los lazos que la ligan con otras personas, del mismo modo en que un ruto maduro cae del árbol. &or eso, es posible !erlos en situaciones ?empastadas?Z que parecen no terminar nunca, aunque en realidad ese es el tiempo que necesita su peculiar sensibilidad para poder recobrar la identidad despu+s de un !ínculo importante.
El !ro6lema de la !ala6ra 9emos !isto que la diicultad, en este scendente, reside en que la persona, para poder constituirse psicológicamente, al comienzo se !e obligada a alejarse de esta energía. Entonces, suele reorzar en e"ceso sus características saturninas, marcianas # mercuriales, haciendo que su energía pisciana quede connotada como conusión, irracionalidad # debilidad. sí, alguien realmente hipersensible # que tiene como destino aprender a desarrollar esta cualidad, tiende a insensibilizarse # a temer en e"tremo todo aquello que no pueda entender o controlar. /a sensación de conusión que la rodea -que no es otra cosa que su propia energía no elaborada- la hace buscar e"plicaciones intelectuales, desconiando de sus percepciones directas. 2u gran temor es que, si se abre a su sensibilidad, pueda perderse en los e"tra5os mundos en los cuales, en realidad, debe aprender a na!egar. 0e allí que el ?destino? de estas personas dependerá enormemente de cómo puedan desarrollar sus lados más sensibles #. al mismo tiempo, articular una sólida capacidad de signiicación. E!identemente, la complejidad de sus !idas no será la misma si permanecen abiertos a las artes # culti!an su capacidad de resonancia en ni!eles no !erbales desde un principio, que si se dedican e"clusi!amente a la contabilidad, la abogacía o la lingWística, por ejemplo. 2in embargo, lo más probable es que la palabra # el intelecto se con!iertan para ellos en un reugio al cual aerrarse e intenten reducir el oc+ano de sus percepciones a la estrechez de lo literal. 2on innumerables los scendentes en &iscis que inician su recorrido como contadores p%blicos, abogados o ingenieros. En estos casos, sus elecciones !ocacionales responden a una necesidad casi obsesi!a de nombrar, clasiicar # ordenar ormalmente el mundo e"terior' su objeti!o es el de calmar la incertidumbre de una psiquis que quiere permanecer lo más alejada posible de la !astedad oceánica a la que está indisolublemente ligada. Es ácil tambi+n !erlos como traductores, lingWistas, escritores, proesores de lógica, etc., acti!idades todas ellas que la astrología tradicional asigna a su signo opuesto, Virgo. En realidad, nadie es más ?!irginiano? que un scendente en &iscis durante todo el tiempo en el 172
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que permanece polarizado con su energía. Esta identiicación con el polo opuesto es una respuesta psicológica natural en las primeras etapas de la e!olución de este scendente. &ero si el cálculo, la palabra # el pensamiento !erbal se con!ierten en el eje de su personalidad, es ácil predecir que su mundo emocional -e incluso su ni!el ísico- se con!ertirán en el teatro de desórdenes # conlictos. El pensamiento lineal es absolutamente insuiciente para ordenar el inmenso caudal de inormación que su sensibilidad les orece. 1ás a%n. experimentar la insuficiencia de las explicaciones, de la palabra y del intelecto forma parte del itinerario de estas vidas.
3odo
scendente en &iscis deberá aprender que las palabras no son la realidad sino sólo !ehículos capaces de e!ocar resonancias # matices, que !an mucho más allá de los signiicados literales. Es posible que las sucesi!as rustraciones con lo meramente racional los lle!e a descubrir lenguajes # estructuras simbólicas de ma#or complejidad, capaces de acompa5ar a la mente en su b%squeda de seguridad #, al mismo tiempo, de dar cuenta de porciones más amplias de lo real. En la medida que respondan más intensamente a la cualidad de su scendente, es mu# probable que se sientan atraídas por la mitología # las estructuras arquetípicas de la psiquis. 1ás tarde, los lenguajes sagrados como la strología, la abala o el 6=hing suelen llamar poderosamente su atención. 2in embargo, aunque aquí los sistemas de signiicación son mucho más complejos # responden mejor a la riqueza de sus registros, es probable que los utilicen e"ageradamente para interpretar sus percepciones, ti5+ndolas de intelectualismo # haci+ndolas desembocar muchas !eces en discursos conusos. /a posibilidad de acercamiento a todo esto depende de la ma#or o menor solidez que ha#a alcanzado la delicada constitución psíquica de estas personas. 2abemos que negar la compleja realidad de sus percepciones o entregarse indiscriminadamente a ellas, son e"tremos que los lle!arán -tanto uno como otro- a la conusión # la irrealidad. 0esde ese punto de !ista, la incorporación de sistemas simbólicos que amplíen su capacidad de interpretación es el camino más seguro para no e"tra!iarse. 2in embargo, el reuerzo e"cesi!o de lo intelectual -aunque est+ !olcado hacia los mundos sutiles- sigue siendo un desequilibrio que no e!itará la conusión # que, por otra parte, los llenará de insatisacción. /a interpretación calma la turbulencia de sus sensaciones # si es adecuada -# al mismo tiempo creati!a- puede tejer una malla de signiicados indudablemente ben+ica. &ero al mismo tiempo, hemos de saber que no e"iste ninguna lectura o e"plicación que pueda dar deiniti!amente en el blanco en una psiquis saturada de energía pisciana. 0urante todo el tiempo que la persona con este scendente intente realizar interpretaciones e"cesi!as o busque 173
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ser interpretada, es imposible que se apague la inquietud que suele habitar sus proundidades. Esto es estructural # debe ser comprendido, a in de encontrar las mejores !ías de acceso a las zonas del inconsciente donde no e"isten bordes o ormas. @onas que, en consecuencia, están más allá de cualquier interpretación. 3odo analista que ha#a trabajado con personas con este scendente sabe que si su trabajo se limita al plano de las palabras, es mu# poco probable que sea e"itoso. unque se esconda detrás de una máscara intelectual, el scendente en &iscis desprecia inconscientemente el ni!el !erbal. Auien los ha#a obser!ado sabrá de sus incontables allidos, del inadecuado uso de las palabras -aun en el caso de escritores o periodistas- # de la conusión de signiicados en que suelen incurrir. 2ólo una escucha mu# ina puede dar cuenta de lo que se está queriendo realmente decir en estos casos, porque el scendente en &iscis se oculta tanto detrás del silencio como de la !erborragia. lgo, en lo proundo, sabe que ninguna !erbalización es suiciente. 0esde el punto de !ista psicológico, se está repitiendo para ellos la situación inantil en la que descubren que nadie puede entender la naturaleza de lo que les está sucediendo' desde este lugar, el mero intento de comunicarlo conlle!a el riesgo de ser acusado de locura. 0e allí que suele ser mucho más e"itoso trabajar con ellos en el ni!el de las imágenes, las sensaciones # la !ibración, sin intentar abundar en interpretaciones. ecurrir al dibujo, la plástica, el mo!imiento o el sonido suelen ser caminos mucho más e"itosos para la persona con scendente en &iscis' esta debe aprender a liberar sus contenidos inconscientes # dejarlos circular con total independencia de los signiicados. /a masa de imágenes # sensaciones que resuenan constantemente en ellos es demasiado grande para que pueda ser contenida en su totalidad por el ni!el consciente # sólo intentarlo aumenta la conusión. El inconsciente proundo tiene sus propias !ías de resolución -que están más allá de la conciencia- # entregarse a su lógica es un aprendizaje undamental para estas personas.
8na naturaleza delicada y !ro)undamente amorosa cá !ol!emos al principio del capítulo # nos reencontramos con la diicultad que e"iste en nuestra cultura para acompa5ar a quienes son llamados por destino a mo!erse en terrenos que están más allá de nuestra comprensión habitual. ►
Un analista que sea +scendente en Piscis! que le d% muc(o alor a las #alabras!
¿#odría estar en esta eta#a de confusión?
o... En la escucha analítica, que no se basa en la interpretación sino en una percepción del 174
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trasondo inconsciente del cual la palabra pro!iene, # del nudo de asociaciones al que responde, ha# un claro equilibrio. 6ncluso, diría que ese tipo de escucha es un mu# buen camino de acercamiento al scendente en &iscis' un juego Virgo=&iscis mu# delicado # positi!o. Es decir, si uno escucha el inconsciente detrás de las palabras # corta hábilmente las cadenas del discurso, es algo mu# distinto a la interpretación desde un marco teórico ijo, incluso si es de tipo transpersonal o pseudoesot+rico. El tema aquí es cómo se educa o entrena esta cualidad que nadie nos ense5a a educar. /a persona con scendente en &iscis -# tambi+n la que tiene eptuno en la casa uno- necesita un marco de contención adecuado para desarrollarse. rriesgando a que esto suene como una des!alorización -aunque es todo lo contrario- diría que necesitan un acompa5amiento # una comprensión mu# particular para poder desarrollarse correctamente. 0eben tener a disposición todos los elementos posibles como para articular -paso a paso # en las distintas etapas- el lado duro de su personalidad con su sensibilidad. o es una tarea ácil equilibrar la dimensión po+tico=mágica que les es esencial, con una correcta capacidad de simbolización #. al mismo tiempo, con el compromiso con el mundo. &ara esto deben ser liberados lo antes posible de la presión de los juicios sociales, a in de que puedan descubrirse tal cual son # así aceptar la paradoja de ser e"tremadamente singulares -recordemos que tienen cuario en K67- #, al mismo tiempo, de identiicarse plenamente con los demás. 2u naturaleza prounda # sensible necesita un caudal de amor mu# particular para lorecer. 2e trata de una sensibilidad que ampliica notablemente todo lo que sucede, # esto hace que sus heridas de la inancia # la adolescencia se entretejan hasta tal punto con lo arquetípico, que necesitan de un e"tremo cuidado para poder cicatrizar completamente # permitir una e"presión madura de sus cualidades. &ensemos que en otras +pocas de la humanidad, millones de personas !i!ían bajo la protección de instituciones religiosas, con!entos o estructuras !inculares que ho# -en nuestro paradigma indi!idualista- consideraríamos mu# regresi!as e incluso patológicas. 0esde siem= pre la humanidad albergó indi!iduos cu#a sensibilidad los obligó a protegerse de la dureza del mundo e"terno. uestra cultura está pasando por la ase del indi!iduo supuestamente autónomo, con todos sus espejismos necesarios, pero no todos respondemos a este desaío con la misma naturalidad. Es e!idente que para una persona con scendente en &iscis, esto encierra grandes diicultades. o nos debe sorprender que las maneras como se adaptan a esta situación -que para la ma#oría es la %nica posible- sea peculiar # muchas !eces aparezca como desordenada. 9o# los ?ashram?, los delirios esot+ricos, los ambientes promiscuos, las drogas, el alcohol o la estrecha dependencia en relaciones aecti!as e"tremadamente simbióticas, suelen ser los %nicos reugios que nuestra sociedad orece para muchas personas de este tipo. 0esde un 175
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paradigma leonino o capricorniano del #o, seguramente juzgaremos de un modo negati!o estas modalidades adaptati!as. 2in embargo, creo que su prolieración es directamente proporcional a nuestra incapacidad para acompa5ar en su crecimiento a las personas de e"trema sensibilidad. Es importante !isualizar que -si somos realmente coherentes con la astrología- en todos estos casos no se trata de indi!iduos que no han sido capaces de ?manejar? su scendente o su eptuno. 0ecir esto es creer que e"iste una identidad psicológica independiente de la estructura energ+tica de nacimiento. El #o se organiza a partir de las energías de la carta natal # si bien a%n no hemos desarrollado una teoría que d+ cuenta de ello, es e!idente que no se puede comprender el 2igniicado proundo del scendente -# de la astrología en general- si no nos comprometemos con el peculiar camino que cada entidad humana debe recorrer para constituirse a partir de los materiales de origen. /a persona con scendente en &iscis debe atre!erse a oscilar entre perderse en los otros # !ol!erse rígida, si es que quiere encontrarse a sí misma. El lorecimiento de su naturaleza amorosa sólo puede producirse a partir de una compleja e!olución psicológica, que no puede ser juzgada desde criterios uniormes. /os seres humanos nos necesitamos los unos a los otros en la plenitud de nuestras cualidades, para que en las redes que conormamos puedan producirse todas las combinaciones necesarias # alcancemos así un má"imo de creati!idad. /a delicada sensibilidad de estas personas -capaces de dar a los demás lo que realmente necesitan, de un modo intuiti!o # absolutamente desinteresado- es imprescindible para el equilibrio del conjunto. &ero para que esto se produzca debemos aprender a crear ambientes suicientemente amorosos como para que puedan desplegar su íntima naturaleza.
ada !ez que arribamos al cierre de la rueda zodiacal, descubrimos que sólo ha concluido un ni!el de la misma. Estaríamos ahora en condiciones de !ol!er a abrirla ahondando en el signiicado de los signos complementarios, cu#o balanceo rítmico de!elaría dimensiones a%n más proundas del concepto que hemos estudiado. 3ambi+n deberíamos indagar en las relaciones entre los signos del 2ol, la /una # el scendente, cu#a síntesis da lugar a la creati!idad esencial de una e"istencia. 8 por %ltimo, estudiar la cualidad del signo ascendente como la e"presión de una ase particular, en la e"periencia cíclica de una !ida que se encuentra más allá del tiempo. &ero todo esto sería #a, por cierto, material para otra in!estigación. lo largo de este libro -# del que lo precedió- hemos intentado proundizar en la manera como aquello que denominamos ?destino indi!idual?, depende del modo con que la conciencia aprende a relacionarse con los !ínculos # los acontecimientos, hasta adquirir 176