temporánea), sino también los de toda ciencia empírica o, al menos, se ubica esta vez explícitamente —y a veces a pesar de los temores de Jung— en una zona limítrofe a la metafísica. La psicología se torna cosmología, retornan do así a su antiguo sentido original. La propia hermenéutica contemporánea —o al menos el desarrollo ex plícito de la misma— se verá insuficiente en ese estadio. En este ámbito se retoma la dimensión ontológica o, más aún, metafísica de la hermenéutica tal como fue recuperada a partir de las antiguas tradiciones. La imaginación (creadora) devela en su cualidad sintética, merced a un finalismo auténticamente teleológico, el mundo verdaderamente humano que trasciende la distinción interior/exterior. Y aunque el hombre esté insta lado en ese mundo, Jung pudo dar cuenta del vaivén que manifiesta la libido dentro de ese estar en el mundo, tornándose hacia un polo objetivo o subje tivo, ya sea de un modo puramente regresivo o manifiestamente progresivo (o si se quiere, progresivo-regresivo). La misma actividad imaginativa eviden cia esa finalidad que en momentos clave se torna auténticamente teleológica construyendo —y a la vez descubriendo— un mundo único de sentido. De este modo, esta fenomenología sui generis es claramente hermenéutica y en laza a la vez que modifica su empirismo inicial reclamando, precisamente, un abordaje hermenéutico; pues al intentar dar cuenta del fenómeno y de todo el fenómeno, la finalidad que en un primer momento parece revelarse como un mero gradiente energético —no teleológica— a través de sus formacio nes simbólicas hace patente su orientación teleológica para constituirse en el fundamento de una psicología que aspira a ser ‘psicología del alma’. La teoría junguiana, como toda teoría empírica, corre con la ventaja de contar con consecuencias observacionales; a saber, no solo con las formacio nes simbólicas que acompañan y otorgan significación a las transformacio nes propias de la enfermedad y la curación, sino también con la aplicación de técnicas que procuran determinadas transformaciones, particularmente la integración consciente. Pero hay más; el proceso de individuación en sus etapas cumbres y críticas no solo se caracteriza por el descubrimiento de un sentido subjetivo en buena medida, sino por un sentido que se realiza en la vida misma y que involucra al hombre, al cosmos y a la trascendencia.
Los fenóm enos sincronísticos revelan una relación de sentido entre suje to y objeto que, en última instancia, permite avanzar a la hipótesis del unus mundus o mundus archetypus. Así, la psicología retorna con base empírica a su fuente y se articula en un modelo cosmológico generoso, abierto a la me tafísica. Este recorrido demasiado somero debe ser retomado mediante un lento adentramiento a los movimientos conceptuales de la teoría junguiana a la luz del trayecto simbólico del Liber Novus, para apropiarlos de manera tal que, desde la intimidad, se impongan las objetividades que, a nuestro en tender, reclama. Como señaló Jung: “Ciertamente, la existencia de una realidad trascendental es evidente en sí misma, pero a nuestra consciencia le resulta muy difícil construir los mode los intelectuales que han de ilustrar el en-sí de nuestras percepciones”.17 Finalmente, no puedo dejar de señalar algunas de las ideas centrales que confirmaron mi modo de comprender la cosmovisión junguiana y que a mi modo de ver constituyen parte de su magma más profundo, aún inexplotado en todas sus consecuencias. Por ahora me limito a tres: 1. El opus junguiano excede el marco de una psicología empírica científica y es una fenomenología de la experiencia (humana). Esto significa que la teo ría psicológica es, en sentido estricto, solo un aspecto parcial de toda la démarche junguiana. En realidad se trata de una “psicología” que no solamente recupera el alma individual sino el “alma cósmica” y, como tal, se constituye en una cosmología.'8 2. La obra junguiana es, en última instancia, ‘apocalíptica’ pues anticipa la imago Dei que se gesta en el alma humana y que constituye la profundi dad orientadora de la época. La obra teórica junguiana retoma de este modo aquello del Dios venidero y la renovación de la imagen de Dios en el alma. Basta mencionar al respecto Aion y Respuesta a Job.'9 3. La alquimia constituye la clave hermenéutica fundamental de la obra jun guiana a partir de la década del treinta; es la tradición que da cuenta del sim
EL LIBRO ROJO L I B E R NOVUS • DAS ROTE BUCH • THE RED BOOK
CARL GUSTAV JUNG Edición
Pr ó l o g o
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S o n u S h a m d a s an i
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E d i c i ó n c a s r i: i: i. i, a x a a i . c m d a d o d k B e r n a r d o N a n t e
E d i t o r e s L e a n d r o P i n k l e r y M. S o l e d a d C o s t a n t i n i
T r a d u c c i ó n R o m in a S c h e u s c h n e r y V a l e n t ín R o m e ro B a j o i .a d i r e c c i ó n d i : L a u r a C a r u g a t i Sup ervisión de B e r n a r d o N a n te
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E L H 1 L O D A R I A D N A
bolismo que debe ser asumido en ese movimiento apocalíptico. En efecto, la alquimia compensó cierta unilateralidad del cristianismo predom inante que descuidó - entre otras- de la materia, lo femenino y el mal. No obstante, la comprensión de esa tradición en relación con el destino espiritual de Occi dente (y, en definitiva, del planeta) aún no se ha agotado.20
E l L i b r o r o j o y l a O b r a C o m p l e t a d e J u n g EN CASTELLANO La versión castellana del Liber Novus sale hoy a la luz como un hito funda mental de una larga serie de obras de Jung publicadas en nuestra lengua. Los primeros textos traducidos al español fueron artículos publicados a partir de 1925 en Revista de Occidente, en Madrid. Es significativo que la primera tra ducción al castellano de un libro de Jung probablemente haya sido realizada para la Editorial Sur de Buenos Aires por el chileno-español Ramón de la Serna y Espina —que no debe ser confundido con Ramón Gómez de la Ser na — por indicación de la escritora argentina Victoria Ocampo. Jung escribió, en 1934, un Preámbulo a esta traducción, pero el libro salió a la luz recién en 1936. Por ello, en sentido estricto, la primera edición de un libro de Jung fue La psique y sus problemas actuales, Madrid y Buenos Aires, Poblet, 1935. A partir de la Guerra Civil —y hasta la década del sesenta— diversas editoriales argentinas, mexicanas y venezolanas llevaron a cabo traducciones, no siem pre adecuadas, de varias obras de Jung. A partir de la publicación de la Obra Completa en inglés y en alemán —iniciadas, respectivamente, en 1953 y en 1958— se fijaron las versiones originales definitivas de los respectivos traba jos, pero las sucesivas publicaciones españolas de Jung no siempre se remitie ron a éstas. No obstante, aún no contamos con una edición crítica de la Obra Com pleta en alemán y, por otra parte, hay todavía numerosos trabajos inédi tos. Celebramos que la Philemon Foundation se haya propuesto la ímproba tarea de subsanar esta falencia al comenzar con la edición del Liber Novus. Pero el atraso de la literatura junguiana en español hubiera sido mayor si no fuera porque, a fines de la década del noventa, cuando solo se había publica do de modo disgregado menos de un tercio de la obra completa en español,