Irving Jesús Hernández Carbajal. Ensayo De la magia & Sobre el infinito universo y los mundos de Giordano Bruno. Bruno empieza De la magia definiendo al personaje del mago; recurriendo a la historia de diversas culturas (egipcia, griega, hebrea, persa, etc.), donde es considerado como un sabio, acepción muy diferente a la de sus (y nuestros) contemporáneos; que lo entienden como algo peyorativo, equivalente a charlatanería, superstición y pagana maldad. El mago queda definido como aquél sabio que cumple prodigios por la sola aplicación de principios activos y pasivos ; y al unir logos con praxis, es un hombre que alía el saber al poder de obrar . obrar . Define a la magia como las operaciones, que rodeadas de ciertas circunstancias, aparecen como las obras de fuerzas superiores a las humanas, ya sea la naturaleza o de un ente (demoniaco o divino). Haciendo muchas consideraciones Bruno distingue tres tipos de magia: la natural, la divina y la matemática. La natural tiene que ver con los principios físicos y químicos; las reacciones entre polos contrarios y las atracciones. La divina tiene que ver con entidades súper y sobre humanas, este tipo de magos corresponden a los sujetos que en varias tradiciones religiosas responden al nombre de profetas. Por último, la matemática (o Filosofía oculta), que es la más extraña de las anteriores, ya que es una mediación (o magia intermedia) de las dos, pero a veces también es algo totalmente diferente; por eso apela a palabras, fórmulas, números, imágenes, figuras, sellos, etc. Dependiendo del uso que haga de la magia, el mago puede ser considerado como maléfico, médico y benéfico. Aunque la divina y la natural siempre tienden al bien y a la excelencia, la matemática al ser algo intermedio puede ser empleada con intenciones equivocadas. Giordano reconoce varias operaciones que pueden ser consideradas como mágicas, entre ellas: las ilusiones (o magia de los presagios), la adivinación y la
predicción, las posesiones (pitónicas), ceremonias de culto e invocaciones (a divinidades, demonios y muertos), conjuros y adjuraciones (o magia de los desesperados) y los encantamientos, usando objetos muy específicos. El poder de la palabra en todas estas prácticas tiene un papel fundamental. Después de aclarar los conceptos, Bruno continúa con una exposición metafísica del mundo, muy aristotélica, donde recurre a un primer motor como principio eficiente y causa de todas las cosas, que le sirve para resolver el problema de lo múltiple; siguiendo el argumento, los contrarios son momentos de una misma cosa, que varían por ejemplo en cuanto aproximación o alejamiento y en la materia apela a la transmutación de los elementos. Teniendo resuelto este problema expone una escala metafísica, donde el primer lugar es obviamente el primer motor o Dios, que entre sus atributos es uno, simple, bueno, grande, incorpóreo, acto puro, potencia activa, absoluto y suficiente en sí mismo. Después de éste sigue el alma del mundo o espíritu del universo, los demás dioses (que son incorpóreos o muy diferentes), los cuerpos celestes (dioses corporales), los demonios (guardianes y habitantes de los astros), los elementos, los cuerpos compuestos, los sentidos, el animus y los seres vivientes. Lo interesante de esta escalera es que explica la relación comunicación que existe entre Dios y el hombre, ya que no sólo es descendente, también es ascendente. Siguiendo con su explicación metafísica, dice que a cada tipo de magia le corresponde un mundo, en en el cual hay dos opuestos que le dan dinamismo. Los mundos son tres: - arquetípico (amistad-discordia), - racional (fuego-agua) y -físico (fuego-agua). Estos mundos están interconectados por lo que uno produce y es producto de otro de los mundos. El alma del mundo anima y está en todas partes y todas las cosas, esto hace valioso a todos los entes y a su vez los vuelve transmutables. Además de que el mundo del ánima esté en todas partes se sigue la idea de que no puede existir un vacío (entendido como espacio sin cuerpo). Todos los seres y cosas han sido pensados y hechos respondiendo a una idea o forma, muy especifica, que corresponde a un modelo similar con otros miembros de un conjunto. El mago que
quiera emular a la naturaleza necesita conocer el principio ideal, luego el principio específico de la especie, el principio numérico y el principio individual; aquí Bruno se vuelve muy platónico ya que asume un dualismo donde el animus (o alma) reside en el cuerpo y aunque está estrechamente unida a éste, es otra cosa y pertenece a otro lugar. Hace una distinción más entre alma y espíritu, el segundo es la mutación (a pesar del instinto de conservación) de los elementos en otros, por ejemplo del sol convirtiendo el agua en vapor para absorberla en fuego; mientras que el alma es todo aquello que es indivisible e intransmutable. En cuanto al movimiento reconoce tres tipos: el lineal (de atracción y repulsión), el esférico (los ciclos de algo) y un tercero que aparece como disparado hacía todas partes, quizá en totalidad, como el fuego que calienta a todo lo que se encuentre cerca. Para Bruno hay varios vínculos con los espíritus, pero para esto requiere antes de que se cumplan tres condiciones que estén en armonía: la potencia activa (sujeto), la potencia pasiva (objeto) y la aplicación. Los siguientes vínculos serán la voz y el canto, la vista, la imaginación y la intelección. En Sobre el infinito universo y de los mundos, se dedica a ahondar más en su pensamiento físico y metafísico, dejando de un lado discurso formal, a la manera platónica se apoya en varios diálogos. El primer objetivo, como dice el titulo, es darse a la tarea de demostrar la infinitud del cosmos apoyándose de los argumentos epicúreos, que hacen ver que es imposible declarar donde empieza y donde termina nuestro universo. Del argumento que el universo es infinito se llega de nuevo a la conclusión de que el vacío (entendiéndolo como donde no hay nada)
no puede existir, ya que éste sólo tendría cabida en un cosmos finito,
donde todo lo demás sería nada; pero el universo al extenderse no deja posibilidad al vacío. Leer a Bruno es muy interesante ya que resulta hasta anacrónico, pues parece que estás leyendo la filosofía de algún presocrático; con las preocupaciones y preguntas características sobre la physis, el arjé que la constituye, la dificultad del
vacío, el movimiento y reposo, el problema del uno y lo múltiple, etc. Pero es en las respuestas donde te das cuenta que no se trata de algún filósofo griego antiguo, ya que aunque conoce bien y se apoya mucho en el pensamiento platónico y aristotélico, contesta desde su tiempo y lugar geográfico (la Europa de 1583). Se notan las diferencias que tiene con sus contemporáneos, sobre todo con los religiosos. Giordano Bruno en De la magia reconcilia a la praxis con el logos, por eso su filosofía no se limita a un discurso estéril, técnico, teórico e intelectual, tiene que ver con la forma de vivir (un ethos) para la contemplación del Dios verdadero, ése que en sus últimas palabras, antes de ser arrojado a la hoguera, se le refiere como el Dios-Idea. Bruno podrá ser acusado de todo tipo de crímenes y herejías, pero de ser incongruente con su Filosofía, jamás, ya que vivió como pensó y no sólo eso, murió en pos de su coherencia. En su pensamiento habitan armoniosas ideas, como la interrelación de todas las cosas y entes del universo, el dinamismo y fuerza de los contrarios, la triada para el conocimiento del hombre entre imaginación, intelección y experiencia, etc. La magia, la filosofía y la ciencia aquí no se encuentran divididas, es más todas son complementarias, pues todas tienen a algo bueno. Por eso, figuras como la del mago que conoce a la filosofía y emplea algún tipo de ciencia, se encuentran reivindicadas (quizá de las últimas veces, por la inminente enajenación con la razón y lo formal). Bruno, como el Fausto de Goethe, son de las últimas apuestas por un mundo en donde el poder del imaginario es fundamental para poder explicarlo y entenderlo.
Bibliografía: -
general . Cactus, Serie BRUNO, Giordano. De la magia, De los vínculos en general . Perenne. Buenos Aires, 2007.
-
mundos . Aguilar, BRUNO, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos . Biblioteca de iniciación filosófica. Buenos Aires, 1981.