Evolución Histórica del Pensamiento Político y JurídicoDescripción completa
Historia de Las Ideas Pedagógicas
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Descripción: Historia de las ideas estéticas
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Descripción: Jean Touchard - Historia de Las Ideas Políticas
Descripción: Como el titulo lo señala, es un libro que hace referencia a las enseñanzas de la pedagogía.
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Descripción: Historia de Seis Ideas
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Descripción: Historia Socio Económica de México
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El h l l o de La &icá y,las rtorías del.** en, el siglo &quiere una @namfa dirccmmpn &n&rdona& p o la ~ d u c i á n de b movimientos atkticos y literarias. Siendo habituai q* ideas mkfica~ mpnb a lare p d k m pkhrekdm poe las abm,.sti rece+Crn e interpw , tallbn, es rasgo pmpio dc n d u o E&I d CreOcn~infe& &jbli d r s , artism, ,gte., per k d d n mbnr su propia actividad. El pmc~fama que oFm la aterica del si& m sc ha esrriqulndo con "cperienciPL, insperadas y ha pumm en juego conmhutjonw desde muy diferentes pempxtiw tpbríicar: y niemdo1@~~~a El jugado por I;is yanpadus de& a + t i a i h atn d auge de lm d r discíplinucs ~ y la moluúdn de la critica, Todo ello, sin atvid;tr la mpuesra m%,SU incidencia en e1 mundo coridiano y en las interpdancs, i n d i v l e o calecrivas, de e9a
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eandiuzidad,
Valeriano Bozal (ed.) Jaime Brihuega, Estrella de Diego, Jesús Gatcía Gabaldón, Carmen Gonzáiez Marín, Vicente Jarque, Laura Mercader, Francisca Pérez Carrefio, Carlos Piera, José Luis Prades, Juan Antonio Ramíres Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, Julián Sauquillo, Guillermo Solana, Carlos Thiebaut, Gerard Vilar y J. F. Yvars
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dstoria de las ideas estéticas y de las teorías ar'tísticas contemporáneas !
VOLUMEN 11
11. Arre y sociedad Arce y suciedad. Genealoeis dr un pai.irnerro hindamrnrd, Jaime Icoiio~rafiae iroroln~ia,Ji
$ira rn h otiiimria rllhriho nnisdca conin becliiio !ocio/: h dicián r h urin cantim:M e$iirn~(1471.- Lnprobkrndri
Lrérica prnarrisrno, kleriaaa Boa1
i. Ln rc,Csidn aré:iia 05 hbrr y i-i-i-ph (162). 2. EI tr<.B=ju arriuiiio 070)3. Emlución de I? esé:ia ,,aon;iria 1173 La sociulogía del acre. jnirne Brihue~d................................................331
G. Lukiis, Gtrsrd Kkz
fi el u»ibril dr it iniimizbuiiidnu diiiipliimr de i* iocioiogio h l n r t e Ílawrr (33.31.- Xlpiiiii rrniiionri s i g r i ~ i d t ~ ~ ~ ~al~ f,índromt ; r n t c ki nd~:c,r>~i-
Pira una essrics de la proJuiribr: lar concepcione de la Lcuela de Fraiidort, Grrard Vila
niimo ioi-io/d~i<~ai, (3161.- E~pcpaniidndri i,o>izontc ?nriorLilóyico (3YjI.- ¿,coii iur,e dr moiru romo o k o prii~ikgiiidspan i
W z l r ~ rBeiijiinin: una h ?.d.dorno: ~ n csrCrica a iis
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i'icrrc I'iaiicriiel, ]/iimr Biihiirga- Micliacl Buaiid:ll, /iiin,r de arte, Riiordo Sii,irh+~Ortiz de Urbina ......
Furiiiación de la icorin literaria actual, Cnrhr Plpra
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mcpoin mino yirnbi'mo (111). UrÍrencl de kz nietiiii dr L? reiepcidn (7.14)- D,ion~iL> . !S Li ririiim de 5, >rr$cibciAny nrprrEtiiin ririfirii (225). ¿a
Lac vatiguardias arrísricas: teariis y esrra!egiu,,[aimr Brihuc@ ........... /m ~ n n p " ~ d i oco»io s ,lr:rjkito kpropuoia rrdiiro ( 2 3 0 )BIFri>sopondel anidm, iubs:nni;d y o b j r i ~ h p r q u r i r n i riP le iiiitp,,zi,li,i liiirdriiia h rn%pfaiidn dt unn dipiddp,ornrt;di J h u n n h (2311.- Errrutr+~ r inrinimrntoi por9 i*
lldrnadn pastmoderiiidad (o las contrad?nzzs de lo niodriiio), cirr10.< C ~ i ~ ................... ~ ~ l l ~ f ............................................................377 !in rórub cnifuridrwrey iualropiribkni~i(3771.- Lii dpiiiantidn mrnpij i d ~ d d r ¡a >niiotia!r&ar~niod'onur (3801.- Con ti romoiiiunma cona;: h iiuriwciin: I? pluiaiiztliidti di lo, liiiguojti (3841.- C o n m ri romnnriiirrno. ~iriPix~firierimirntu del i u j i i o (387). - Cmiirii el conoir rnodemc: rl iohpro d~ !d l>ctona (i90j.Lapeculiar inru>robiiideddil/raynt~~j~o (391) [.a mai
V .Kaiidiiiiky. JoinG Briaiirg
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111. Los esrudios disciplinares
Fl Formalismo y el desarrollu de la hisroria del arce, bra.ia*circa Pérez Carrroio ........................................................................................ EiFornioii~ao,yb ourpnodz dr!or:e(255).- EIFormnliima mwicul(258). E¡
255
Fonai;rrno T/inx?i(260).- La h;,tornidnddp Lfima (262).
Deconsrrucción: ironía e irui:ista, Carrnrn Gom'hz Mnrín ................. 405 DI/ niiro dd logoctnnii>no n h
Konrzd I:iedler, Frai>crinPérm Cnrrtño .................................................. 268
Teorías de la
xpiira visridi&&~,
Guiihrrno Solana
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Aprendiendn de la arqiiirccrtira posrrnuderna, Juan A n t ~ n i oRamírez
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Arte contemporáneo y lenguaje Val~rianoBoial
La prercnsiiin winckclnlannia~ia.dcil~iitara los atitigiios prodiijo dos efectos quc, cn algunos niornenros: resu1c;iian profulidameli. corrcradictorios. Scgíln el primero, esa íinitaciiiii, lireralniciite enrendida, d~bíaayiicarsc a In ereproduccióii~de las ohras de los antiguos, en la intenci6n de crear . ah0l.a ohras ID más parecidas a !asque aqciilios realizaroti. Segiiri ci srgiinJii, más iiireresado en la argumencacijii winckelmanniana v en sus supuestos que cri la pura litcralidad, la imitación debia ponernos en el lugar de los antiguos Ihacieiida obns eqiiivalrntcs y tan verdaderas cori:ri las suyas. Kccotdemos quc Winrkeitnaoii prrimovj8 la irnitacióii de los griegos cu:i el f i r i dé alcanxár, si el10 era posilile, su gratidma, y quc Cssa si originii eli 1s específica relacihn que 10s griegcis maricuvieron con la naturaleza: Iibercad e inmediatez. La reficuiiin que tras la imitación se esconde es ia siguier?tc: si nosocius iniitainos a 10s griegos alcanzaremos a encoimarnos en una sitiiaci6n de libertad y n~lacióriditccia con la naturaleza, serenios coino elios. Pero este arguinen to, expucsto tan siinpleinence, no hace sino iiiverhr e1 proceso real gtacias al cual Iris antiguas alcanzaron su grandeza; ellos no imitaron a riadie, mantuvieron tiiia relaciiin dircctd con l a narurdeza, rehcián
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quc, pmisainente, la iriiitacidri corta. En uri hn bito meiios espe~ularivo,rahe decir qor el dcsarrolio del arte del sigh icx se cxpIica, en buc~iamedida, a liarrir de la oscilactción entre attr1u)s extremos. [.a imitacidri de los gliegor -o, m& ggeneralmrnce.. de la Antigüedad- ce erirriidii", etr un sericido estricto y condujo al academicicmu. El drSare ciiecioclisscn sobre la prioridad dc la copia o del acceso a Ia naiura. l e a -tin debatc eri e l que, pur e j ~ n ~ p lestuvo o, implicado Frnncicco Goyzl-, )
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~ i l , i ~ i L t iL > , ~ . LII~UIIIO I uliii ti,, illoii* ii i : ~:iiudv~nii i L CaLi i'crl~a,i~L - w i i i d SGVISIIJII (id [JWgiamd dc casecarird de 1792. e 3 clla pone ca dcd,~Id arlc~miadod t h s reglas que i~s i ~ c c nen la d o i ~ ~ i c i v~lii ~riuridadde 1% natur,~lmsobre 12 i u ~ i ade rrrarr,xr anrieusr. 1 a ineciuik oorílc leerse en Nieet
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qlie prolongaba las po1i:micas anrrriores, Iiie la manifestacióu de esre tipo de rensioncs en el campo específico de la ensefianza arrística. El siglo XK lo heredó y eii su decurso se fue ericonando progresivamenie hasta coiivertirse en uno de los rasgos d d artista moderiio: el piutor que rechazaba copiar estatuas, priinem, atenerse a los cáiionesacadémicos, después, escapar a los tópicos estilísiicos, finalmente, fue un pintor «rechaiadon de los salones y. exposiciones . oficiales, del mundo establecjdo (y académico) del arte. Pero fue un pintor que pretendía convertir su piiicel en tesrimonio de la verdad, esto es, hacer de sus obras expresión direcm, siii iucdiaciones académicas, de esa relacióii con la naturaleza que había hecho posible el arte griego. Eii el «rechaíado»,víctima muchas veces de la burla del público -autores de bocetos, pintores grotescos, carentes de sensibilidad para los graiides remas, artistas de lo prosaico...-, se eiicontraba la pintura de la verdad: no sólo pretendía ronilier la barrera de prejiiicios existenies eiitre las cosas y las imágeiies pictóricas, rambiéii quería areiierse sólo a l a posibilidades que la coiidición de las iniágenes implicaba: la . suya no era, no tenía qiie set, una pintura literari.!, tampoco iin eiigaño. Cnando en su Saldn de 1846ideiitifica Baudelaire Romaiiricismo y arte moderno, marca la distancia con los anrigiios, con griegos y rorrianos -lo hace precisamente en el segundo epígrafe, en el que se pregnnta ¿qué es el R?inaiiticisino?-, pero, a la vez,afirina la posibilidad de hacer griegos y roiiianos romáiiticos ... siempre que uiio misnio lo sca: el lenguaje de la verdad priiiiero. Por eso el romáiitico cs colorista y' .por cso los colores <
puesto Baudelaire el mundo urbano, ha sustiruido la belleza iiatural por la artificial'. 1.a naturaleza, por ejemplo la qiie alenró Friedrich qn sus paisajes, efa punto de referencia para el sujeto, si se quiere, la razón de su seguridad. Ia búsqueda de lo sublirrie, entendida como una elevación, pasaba por la convicción de lo suprasinsible y fundamentaba esa aspiracióii. El arte se encargaba de corroborar con sus imágeiies la legitimidad de cal aspiración, por hiisrrante que fuera la vida cotidiana, real. El arte mostraba ise más allá i i n ' iiccesariamente religioso y muchas veces explícitaniente no religioso- coiiio algo posible, aliineiitaba nuestra imaginación coi1 el domiiiio seguro que s61o la natiiraleza libre podía exhibir magnánimainente. El suyo era el dominio de la ficción, su utilidad, la de compensar eii la iliisión aquello que la vida negaba todos los dlas. La nostalgia de la naturaleza, la búsqueda de esa relacióii directa, que nos convertirla en genios eii lavida cotidiana, que de lograrse haría inútil el arte -porque el arte sería entonces la vida corriente-, no se perdió. Está presente a lo largo de todo el siglo y vuelve a caiitar eii 12s pintiiras que realiza Marissr en 1904-1906, en muchas de las qiie rcnliz;~Honnard irimtdiata- ' inente después, en los bañistas expresioriistas dc Kircliiici:.. 1.2 11lisqucda dc ese conracio directo con la naturaleza, con matices qiic los roiii:liiii " ' , .. .71.!.,.l., '"".~"' .. ,1>1;, ..l# - ,,"r & C ''" i,
ioiorisrrr derrinenr comiric la narure; leurr iigiircs ion narurcllemcnr délimirCrr par la lurte rim' masse, colorCcs. Lrs piirs dciiiiiarcurs iont d o philoiopher er doabrrncwun de quin1 Iinonieiirc , . S,~b,iI*1846 eii Orr!irri Cuin)biri. I J a i í r , Galliiiiard, 1976, 11. 426.
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Ch. f\aiidcIaire, Elpintor dr lia& m m n d n ~en 5,danrry
iiianira prevista. Una mirada origiiiil porqiie es iinoceiite,,, inmediata, directa4. En esa hiísqueda de la verdad, los pintores dcl riglo xix, los «rechazados,) se aproximari cada vez con -iuayor rigor a la que fue, segiiii 'Vinckelmaiin, la actitud de losgriegas. Es posible que ellos no sean griegos, pero esrán c n s u lugar, quiereu para su mirada la misma inmediatez. Sin embargo, su mirada no capta las mismas cosas i i i sc cjcrce desde el niismo ánibiro: miran el campo desde 1; ciudad y lo perciben coiiio perciben la ciudad, sonietido a la fugacidad del tieinpo, a la fugacidad d e su inipresión. El momrnro tiistorico es otro: son m u c h s las cosas heredadas, obsraculos para esa mirada, g el proceso requiere una larga lista de ahando110s: la Iiegemonia de lo iiitriiiporal, las jerarquías de los géneros, los tópicos d e la docencia académica, Iris prejiiicios d e la composiciúii, del lenguaje; la literatiiridad de los temas ... 1.0s abandonos se coinpensan con dcscubriiiiirntos sencillos, pero de otro ordcii: cl contrasre croinático, la división de los colores puros, las iinpiicacioiier untodc vista concebido como impresión retinialla ... El arrisi:~trnbaja a 1lx1ir de aquellos clenientos queson propios de la iiiirada real d e nn sujeto. No olvida la ciadicidii -Mane[ iio olvida a Gaya y la piiitui.a español.+, Cézanne no olvida a Veronés y los vrneciinos , pero la supediia a esa exigencia. Y al trabajar con los tleniriitos propios d e la inirada d e un sujcio coiisiriiyr ese sujeto: precisameiitc porque n o cs otra cosa que mirada, porqiie carece de prejiiicios, porqiie ha abariduiiado los tópicos y capta la \.rrdad de la impresión y en-la iiupresióii. D e la niisina manera que la perspectiva daba lugar a iin sujeto virtiial, implicito, que sc atciiia a
en la impicsi6n de su lejaiiía y proximidad, en la pureza d r su cromatisnio y de su movimiento ... y, en todos los cn,qos, temporalidad, arrnósfera, movimieiito, proxitnidad, Iejania, cromarismo son los iiuestros, porqiie aboca el sujrto, nosotros, está necesariamente unido al objeto, las I cosas.il.a pinriira no rradnce ya en iniiperies aquellas máximas y valores que podiau decirse de otra inanera, coi1 palabras; mediante discursos. i i siiio que descubre uiia relación física, visual, con ei mundo que e s profundaiiiente significativa eii si niisiiia. El iiiiprcsioiiismo fue el iiltimo ! gran ~ r i u n f osobre la alienación. l é n g o para ini que Cézaniie fue un «topo* del impresionismo. Al centrar su interes en la superficie del cuadro y al poiier en duda que pintar fuera iiri.simplr ernsladarn lo que estaba anre nosotros a esa siiperficic, transiorniada en espacio tridimensioiial ficticio, Cézanne llamaba la arención sobre iin mediador que hasta aliora podía haber pasado, en cuanto tal iiiedindor, d e ~ a ~ c r c i b i dla a : superficie pictórica. El iml>resionisinoniaritenía la condición instriimeiiral de! bigiisje pictiiiico -instrunieuto del qiie se servía un sujeto para representar el mundo-, CCr:aririr la ~ioiiíaen cuestión. I'or ejeriiplo, al probleinatizar la relación enire los niotivor pintxios o la articulación del Fondo y la superficie, a l iritrodiicir e1 ihoviniiento y ritmo de la pincelada como recurso constructivo -no expresivo, o iio sdlo iii principalmente expresivo-, el piiiror de Aix que n o iteiidía a factores dcpcndicnrcs dc la cveriiiial mirada rtudc Guiraia G'efioy (1895-96, Paris, M. d'Orsay) el tablero de la me,sa sobre la qiir escrihe cl crítico se comba para aplanarse a teiior de las cxigeiicias de la planirud del cuadro, no es la mirada la que determina este proceder, esra rraiisformaci6ii de la nirsa, sino la ruperiicie'picrórica misma De y las telaciones qiie eiicre los morivos sobrc ella pin~sciusre r~ial~lrcen. hecho, desde el piinto de vista dc la mirada, dos soii las que aquí coiiiciden -siendo iiiioinpatihles pala uiia inisma mirada-, la que contempla la figura dc Geffroy dc f r c n ~ cy la que contempla la mesa desde arriba y más próxinia. Es miiy posible qiie Cézaiine n o tuviera miiy clara concirncia de los efectos que su pintura -y no sólo la siiya- iba a producii; pero baste con lo dicho par2 Ilaniar la arención al lector sobre cl fenómeno que sc estalid prudiicieiido eii las últimas décadas del siglo YJX: los probleiiias d e la piiirura einpe7,abaii a ser concebidos en termiiios de lengiiaji y no sólo cn términos , de estilo. Lenguaje que liacc rcfeieiicia a !inea }. plano, ritmo ~ r o m á t i c o , ~ agregaci6n. ,y dcsagregnción, etc.. es decir, rérminns qiie hacta ahora se ha-
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un sentido nuevo: irplantear la posibilidad misma de la represeiitación pic-" i iórica.
Si puede hsblarse Iiistóricainente de un giro lingüístico' en las artes plárticas, ésre debe situarsc cii el cubismo. Dejando ahora al niargen raiito la evolución del cubisino como siis diversas tendencias. me parece oportuno atender a los que, desde el piinto de vista del lenguaje, podernos considerar rasgos esenciales. Cualquier lectura de algiiiio de los esriidios sobre el cubismo destaca dos aspectos, especialmeiite el primero: el artista cubista abaii-, dona el piiiito de vista úiiico y adopta pnntos de visra diversos, iiitíltiples, sobre un niismo objeto; ello incide de manera decisiva sobre la organización de la imagen y sobre la relacióii entre espacio figurado y plano pictórico'. Que adopta múltiples piiiitos de vista quiere decir que preteiicle la repreque no responden a una sola sentación d e los niorivos desde ~~perspecrivasn mirada, sino a la qiie puede conieiiiplai los objetos desde arriba, de perfil, desde abajo. de frente, desde atrás, lateraliiiente, etc., sin qiie exista iin punto de vista privilegiado. Se coiiipiende que, en esta diiiámica, el iiúmcro de puntos de vista es infiiiito, iantos conio moviiiiientis ejerza la riiirada del sujeto virtual al que se refieren. Abora bien, si ello es así, iniplica uiia tiiptiira radical con la rradicióii del espacio figurado descic el Quattrocento: éste se configuraba rii cl plano pictótico como referente de una rniracia. Es cierto que, ocasionalinciite, algurios pintores empleai-oii dos o más puntos de vista y los correspondieiites dos o más puntos de fuga, pero tambiéii lo es que éstos niinca fucron excesivos y siempre se articularon de niaiieta convinceiitc a partir dc los morivos anecdóticos representados. Algúii pinior quattroccntista, por ejcmplo, abrió una ventana eii el interior donde acontecía la escrna y adoptó puntos de fuga diferciites para el interior y para el paisaje que se conteiiiplaba desde la ventana, pero este tipo de procederes rio llegó nunca a alterar el sentido global del espacio figurado y en ningiiri caso desvirtuó sus fiiridainentos.
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Con d nornbrc de ,-giro Iinguísiic
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ciniiciiro. Se rnconriará uii evclcnrc plinicaniicnro de los prclilrmu ruscitados por el *giro litigúi~riLO', rii d Iibia de C r i ~ i i n a I.&nr, Lo r,mi: iomo lmziin,r '~Zadrid. Visor, I99J. I n prrcniincncia del significada robreln rcierenria ci r l iueci icnrial auc , ~ a n crn relacinn wrc reml "',
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el prisrilir trabajo ni, preicndo uiili,~rmnceprort3nr(ificorpara wrudiar las arrespllsticai, ramppaniiimu pnenlrr r n lnr que puedii incluiire la filosofia. lar anrs plirricar y la lirerrru, 8 :u b ~ s a ~ j o-ir: . i i ~ mLir pu*id hianrioy vi, andl~.?i, Madrid, Alianm. 1993 (dic. orig., 1919).
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Aiiora se pone en ciiestión el fundamento mismo: a medida que se multiplican los puntos de visia dejaii de ser funcionales los sistema de representación tradicioriales, el espacio figurado se rornpe y no es posible articiilarlo conio reíerciitc de una mirada. ¿Es posible articularlo como referente de varias rniradas? Fri Los años 1908 y 1909, Bixque y Picasso hicieron un considerable esfuerzo por alcanzai- uii resultado positii,~por este camiiio, pero pronto advirtieron sus limiraciones y. a la vez, emptxaron a descubrir que el cspacio plano sobre el que se represciiraiian los morivos empezaba a aciqiiirir iin protagonisrno cada vez m& efecrivo. Creo que dierori uii salto considerable en 1910 y sobre todo en el Iieríodo 19 11-1913: el espacio plano sustituye al figurado y los morivos empie~ana disponerse sobie el espacio plano, no en el figiirado7.Lo cual suponc qii? 13s pautas de tepresenración y disposición de los motivos, los fundamentos de la unidad pl&~icade la obra, no se encuentran ya en el espacio figurado, sino en los caracteres propios ciel plano pictórico: se pasa de las línea7 ortogonales y los puntos de fuga del espacio figurado a los ejes verticales y horizontales, a las lineas oblicuas, al ritmo sesgado, etc., de una superficie plana con uii formato definido. La sustitución los factores de organizacióii dc la iinagcii propios del espacio rigiirado, refererite de uria niirada por pautas qiir clcl>ciidciiile la coiidicióii misriia ciel plano pictórico, implica la desaparici6ii clc 1;i i ~ i i r a i l ~ como fuiidamento dc la imagen pintada. Y, por consigiiienti., clcl siijriii vircii 101 2 y tual que mira (fundariienro, a su vez de esa mirada). Cii~ii~lii 1913 Braque y Picasso introducen tiapeles pegados y realizaii collagi:.~,coiifiriiiaii las Iiosibilidades de un nuevo sistema de representación sobre el plano qiie no ocnlra sii condición plana, tanto más cuanto que esos elementos son, iaiiibién ellos, planos: papcics que iio ignoran su condición de ral sino que la afitman (incluso cuando tepreseiitan de fornia ilusioiiista superficies pintadas: el veteado dc la iiiailrra o el ornaniento de iina greca, por ejemplo), qiie se silperpoiieii y orgaiiiznii cii arencióri a ejes ~lrecisosdeperidientes del rcctáiigulo, el óvalo o el cuadr~doque es el formato del cuadro, que dejan a la materia del lienzo o del papel el protagonismo de aparecer como lo que son -superficie plana de lic»rliiii.i~i icwsocs visihle r i i la riayccroiis qiic condiice dorlc las oliiaiprefcp i i v ~ r yi ii?riiralrrac iiiucrr?~.prm rilrmlii6ii rlgúii rcrrzro y :ilguiii f i p u i irn lar que rpriirubisri~~cii>hi, i i i uii r q , , ~ riidiiiii,iri
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,tu ~ U I C I Ectecir i~iicdcjcii dc icl>rcseiirar, tampoco que su reprcseiiracidn sc arenga al *coiicepton dc las cosas o que sus imigenes dejen de ser visiialrr. iC6mo podría dejar de pertenecer tina pintura al dominio de la visiialidad? Ni Braque ni IJirasso reprcseiiran el conceproesquema de lu¿oriiuiian la .clave,> representacional de la iniagen. A veces cs u11 niorivo iigurarivo, como la esculiiira de Nueva Caledonia que apatece en la parte superior del Pcnatu dc Kqhnwrilcr (1910, C l ~ i c a ~The o , I r i Insritute), en otras ocarion,.s cs iiii letrero, ronio succdc rii d f a .JnIie,>:1911-1912, Nueva York, MOMA), o cualrsquiera dc los iiiuchos inorivos que nos perinitcii iiadiviiiar,, los objeros reprmenr.tdos: las clavijas de las guitarras. las pipas dc los poetas, las copa Y los wros de los bebedores ... Desraco la iinportancia del .plano ~iicrúiicoi,sobre la amulriplicidad de puntos de vistan poi varias raroiies (de índole muy difrreiite). I'rimero, por~ I I Pm e parecrrl rasgo siirrancial del ci~bismo,qiie, si en los iiiomentos inicinies se arieneeFcctivainente a la inliliiplicidaci de piinros de visra, abaiidona Je i;iaiiera paularina esta prcocupacióii y creo quca partir de 1912 abandora de forma definitiva la noción de puiiro de visra: jes rcfcrriire de un punto de vista uii papcl de empapelar paredes, una página de periódico, "lid
S b iaca L cual cl ciibisniu si.m p l r n P :zr ~ c i r ~ ~de i l i nla r~i*i*i*i*i*i*~~;on de l a corrr piir I i reprcrcnilribn dc ru zonccpio p m i c uii? iurrrc rc,diiiól ii drl iiiovirnirnto y iiriii ai o r i g n cii los icrroi Lndscianilci del iiiiirnn. iipoilinziic lialil6 de ,,ckiicntus exrnidoi de la . " : ., . .. . .-. . 8 ... . . .. . > ..... . . '. ,. :,,, p*. . JL ,."c.1 3 8 ~ ~ ~ d ~ u,Ii:cn b i x marriiiiricar a i sin sabcrlai. <: 4plliniiirr. ¿opnnbricubivt, (cdii. dc L. C. U:ruiiip i 1.~11Chrriiicd, Pzrir, Htrinann. 1981, 68 y 60, risprc:inlnrnre [irad. iasrcllzna: Yr,d;tanonei mri,ii.iii. Lor pirtranr ~ubiirn~. h4idrid. Viior. 1994, 3 1 y 14.
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partitura inusicd? Más me iiicliiio a pensar que son lo quc son, objetos de marcrias diversa de condición plana. Despues, en segundo lugar, porque sólo arendiendo a los problema qiie suscita cl plaiiu pictórico se roinprende la iniporrancia hisrórica quc Iia tenido este rnaviiniento: la iiiayor parre de las orieiiiaciones para las que constiruyc Iiorizonre (y, iniichas veces, fuiidamenro) wabajau sobrela condición de la iinagcn en ti plaiia y no sobre la rnuliipiicidad de piinros de vista (piensa más en consrrucrivistas y neoplásricos, en la reiideiicia a la absrracción geornirrica que en el hirurismo). I.a prereiisión de consuuir un lenguaje radicalmeore iiuevo que caracreriza a lor movimientos de vxnguatdia rncuenrra aqiií su punto de partida. (:iiando hlalcvicli pinta Corutrurriú~irupremati~ia:c~iudradorojo y ioadrado n t p (1915, Nqv Yorl~,MOM4), par ejemplo, el punto de visra, cualquier punto dc visra ha desaparecido y la imagcii pintada no e? rcrmino dc niirada empíiica alguna, lo niisrno sucede Lon el Moiidrian de Compo;ición (1916, Wew York, G ~ ~ e n h c i r nEn ) . ambos casos la pintura xiiianejan signos cuyo vdar seináiitico SP configura a par~irde sus relaciones en el plaiio. Es obvio que sc [rara de siiremas visuales, pero no de sisrernas visuales que limir;ui su marco de refereilua a la rcpresentación drl mundo crnpíri~operribido. La imagrn creada no es trasunto dcl niuiida que la mirada einpírica capta. 1.2 condición del rspacio no cs asuiiro banal en la pinriin, ni tanipuco s61n rasgo esrilíirico. Eu El se articulan su condiciúo técnico-materid y su valor semánric.o. El espacio cs a la pintura lo qiie el disciiiso (iriiiporal) a la iiarracióii, ~oridicióupara la representacióii de cualqiiier motiva, y de la niisrna iuaiiera que el discurso siipone rin sujeto que, en primera o tercera persona, habia dc las cosas, cl cspacio presupone arnbién la mirada d e un pujero quc percilie v represenra las cosas.,., al inrnos discurso y espacio pic:órico coiiveiicionalmci~reciinsiderados. Al suiri~uitcl espacio figurado tridimcrisionai por cl lilsuo, la piiiura iiirroduce una alreración susraiicial piies la niirada enlyírica percibe iin espacio rridiineiisional. La piiirura re ha convcrtido en un sigiin que no se pamr al objeto al que hace rrfcrencia y que, a pesnr dc rodu, representa. 1.3 habiriial distinen cl y signos dc ción enirc signos q ~ i cfundan su ~i~riificado caráaer arbitrario se hzce ahora bastanre más cnmbleja. La imagrii cuhisr a n o se parece al objeto que rqiresenra, pcra s i ~ u erepreseii!lndo un objcto: no se parece, antc iodo, porque es el plano el quc ha sustituido al cspacio rridinieiisioiial (y ~ i odesea introducir ilusionismo sobre lo que no es); pero lo reprcscnra. Podeinos reconocer motivas -e1 perfil de la copa, las cuerdas de La euirarra, el paurado de la patiiriira ... -quese puwcmo leyendas ~ U nouemiren C al rnorivo y permiren uiia rcrnemoración perceptivd. IJero erre recoirociniicnro, reniemoracióii y iecoiirrrucc~óii (y muriias vzics las tres cosas) riene poco qur ver con el pnwcido rradicioiidrnente admitida.
Menos atín tiene qiie ver con el parecido el juego de ritmos de la pintura d ~ Mondrian. . Si, coino suele afirmarse, ofrece el equilibrio misrno de la i:iruraleza, rllo no es porque tales imágenes se parezcan a o teprodiiIzcan tal equilibrio, rino porqiie la ley de su construcción es la del equilibrio. Ahora bien, semejante ley es un recurso propio del lenguaje y sólo en el lenguaje encuenrra su hndamei'to. Ello planlea un problema que, por niuy abstracra que sea lapiiiiura, no puede ser ohviado: el reconocimiento. ¿Cómo recorioccr eii la imagcn de hlondrian el acquilibriox (o el deseiluilibrio) del, mundo? Tales, equilibrio y desequilibrio, se dan en la realidad factual pero . no corno objetos que la piritura piiede representar. No piiedo descubrir sii vetdad comprobando su adecuación pues carezco de objeto que nie siiva de referencia: percibo entidades eqiiilihradas o descqnilibradas pero no el equilihrio o el deseqiiilibrio iiiisinos. Eii ia pintura dc Mondrian se represciita un motivo que no estáanres en parte alguna, pero que no prerende ser caprichoso ni mera proyección subjetiva. Todas estas notas no hacen siiio llamar la atención sobte el papel determinanre que ha adquirido el lenguaje: no es instrumento de iin sujeto iii ttasunto de una niirada, sino e1 misnio sujero? no copia el mundo al que sc refiere siiio qiie abre un mundo. Ello plaiitea un2 serie dc ciiestiones que esrán casi siempre en el fondo de loa iiiterroganres plaiiteados por el rarte abstracto. (y qiic dan rezón d i su incoiiiprensióii). Cómo se articulan los factores de referencia p los de significado cs el prirnero de ellos, pues, td como indicaba, la refereiicia no sr ha perdido y hay iiiia reiiiriiior:icióri de ohjcros, hechos y situaciones. Q u i inundo es ese que abre y cóino se arti<:iilacon el cmpírico es cuestióii s«bre la que ser; preciso reflexionar. Me atrevo a decir ahora que las imágenes artísticas abreii uri mundo ficticio que nos perinite mirar el nuestro, de iio nos sirve para identificar apasionala inisnia rnaiien que Madame Bo~~ary dos mores ailidadesde redización petsonal de una mujer coiicret;i (o la «clase de las posibilidades de realización. de Las inujeres). pero si crea expectativas de comprensión -tal es niirar el inundopara la realizacióii de una miijcr, y siis trabas, allá donde la encoiitrernos (sin que, por SU carácter ficticio, ;es una navela!, implique necesariamente criterios de coniporramienro al respecto). El Guerriicapicassiano no me permite reconocer el rerror concreto que padeció la ciudad de Guernica aquel lunes 26 de abril de 1937 (ni el rerror de otros bombardeos semejantes), pero sl nos permite conipipiider visiialmenre la condicióii del terror (en el que están iiicl~iidosaquellos heclios), nos proporciona pautm de interpretación del iiitindo en lo qiie al rerror y la riolencia se refiere. h? teoriai no o refieren 1 :.irigul:ires coiicretos, pero perniiten comprender singulares concretos: de la niisma iiianera, la imágenes artísricas también perniiten la iriterpretación de siiiguiai~::~ colicretos .d de expectativas sobre los misiiios.
El <S planteanlicritos de la estética que qiiizá no y la teoría de! atte daii, ellos iariibién, uii .giro coperriican<,~> hubiera sido posible, hubiera carecido de sentido, sin la priirica misrna del atte. '
Ludwig Wittgenstein JosC Liiis Prades
i.udwig Wittgensrein (1889-1951) es, posiblcmeiire, el filósofo del siglo xx cliie lia ienido u n mayor iinpacto sobw la filobofia académica. Auiiqiie en el ánbira dc la filosofil anglosajona (qne en las años sesenra estuvo claramente denominada par pensamiento1 su influencia acrual es mrnos obvia, sigue siendo el refcrcnre bbiico respecro al que mucha de Ir producción contemporánea se define en ánibiroi tan diíerenres conlo la teoría del significado, la filosofía de la mente o la ~~istemiilogía. %do ello no nos debe hace; olvidar que Wingensrein fue, básiiamciire, !in filósofo del lenguaje. Si ruviéranios q ~ i cescoger iin problema como el hilo conducror de roda su producción filosófica, no sería arbiriarin hablar de la gran coesrióii qiie Frcge había colocadn en el cenrro iiiisnio de la reflexión filosdfira: la dererriiinación del significado, la necesidad lógica. Cuilquicr tiso sigiiificati&i del lenguaje presupoiie una diferencia enrir cierras coiiexiones einpiricas y cierras conexiones
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