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Familia y red social Roles, normas y relaciones externas en las familias urbanas corrientes
Versión castellana de Rafael Gobernado, Félix Requena, José Luis Górnez-Urda y Juan Andrés Villena
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Taurus Humanidades
Título original: Family and social network © 1971 by Elizabeth Bott, 1975 by Tavistock Institute of Human Relation
© 1990, Altea, Tauros, Alfaguara, S. A Juan Bravo, 38. 28006 MADRID ISBN: 84-306-0133-3 Depósito legal: M. 6.518-1990 Printed in Spain Diseño: Zimmermann Asociados, S. L. Todos !os derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de infonnación, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, clcctroóplico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el pcnniso previo por escrito de la editorial
Índice
Págs. PRESENTACIÓN DE LOS TRADUCTORES ................................................. AGRADECIMIENTOS DE LA AUTORA ....................................................... PREFACIO, POR MAX GLUCKMAN ..........................................................
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Capítulo I. Introducción ................................................................ 35 Capítulo II. Metodología y técnicas de campo ...................... 41 Capítulo III. Roles conyugales y redes sociales ...................... 91 Capítulo IV. Factores que influyen en las redes sociales ... 137 Capítulo V. Relaciones con los parientes ................................ 155 Capítulo VI. Normas e ideología: conceptos de clase social ·- 203 Capítulo VIL Normas e ideología: la familia normal ............ 237 Capítulo VIII. Resumen y comentario general ........................... 261 APÉNDICES ·····································································································
A) B)
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Relación de temas para las entrevistas en casa ................. 277 Proceso de formación de la clasificación de organizaciones conyugales ............................................................................ 285
RECONSIDERACIONES ................................................................................. REFERENCIAS ................................................................................................ REFERENCIAS DE LA SEGUNDA EDICIÓN .............................................. INDICE TEMÁTICO ........................................................................................ INDICE DE TABLAS .......................................................................................
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289 377 385 399 413
Presentamos al lector en castellano un libro clásico de las ciencias sociales, inexplicablemente ignorado en el ámbito de esta lengua, que nos abre las puertas a una forma distinta de ver la estructura social. La primera edición de Familia y red social tuvo lugar en Londres en 1957. aunque desde dos años antes. la autora había ido ya publicando las ideas principales de dicho libro en revistas británicas especializadas. En 1971 se publica en EE.UU. la segunda edición, en la que se incorpora una revisión de la bibliografía que sobre el tema había generado la primera, revisión que pone de manifiesto el interés científico que despertó el libro original en el mundo anglosajón. Gran parte de este éxito se debe a la innovación que supuso para las ciencias sociales, en su momento, la aplicación del concepto de red social y del análisis basado en el mismo. Desde entonces, el análisis de redes ha sufrido una constante reelaboración y ampliación que permiten augurar, aún más, el aumento del interés por el mismo. Sin embargo, el estudioso de lengua castellana se ha visto privado de esta herramienta de trabajo, pese a los más de treinta años que ésta lleva de rodaje. No sólo se desconoce el libro de Bott, sino que apenas hay alusiones al concepto de red en la bibliografía sociológica, antropológica, etc., en español. Sería interesante averiguar los motivos de este aparente desinterés entre nuestros colegas, pero diefamos tal averiguación para otra ocasión y, quizá, para otros investigadores. El prefacio del profesor Max Gluckman, así como el capítulo de la propia E. Bott titulado Reconsideraciones,proporcionan la información suficiente como para que sea ocioso cualquier otro comentario previo a esta obra.
Los TRADUCTORES
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Agradecimientos
El primitivo estudio del que fonnaba parte Familia y red social lo inició el Tavistock Institute of Human Relations en colaboración con la Family Welfare Association. Este mecenazgo conjunto duró tres años, en cuyo tiempo la investigación fue financiada por la Fundación Nuffield. Posteriormente el trabajo fue subvencionado a través de los fondos generales del Instituto, puestos a su disposición por la Fundación Rockefeller. El último año (1956), dedicado a la preparación del material para su publicación y a relacionarlo con el trabajo de otros grupos, recibió una subvención de la Fundación Grant, de Nueva York. El libro original está aquí tal y como se publicó en 1957_ Algunos de sus capítulos han aparecido ya en otras partes, con ligeras modificaciones. Un resumen preliminar de las técnicas de campo lo publicó el doctor J. H. Robb bajo el título «Experiences with Ordinary Families», en el British Joumal of Medica! Psychology, vol. 26, 1953, págs. 215-221. Una versión algo diferente de los capítulos III y IV apareció como E. Bott, «Urban Families: Conjuga! Roles and Social Networks», en Human Relations, vol. VIII, 1955, págs. 345-384. Este artículo apareció también como «A Study of Ordinary Families», en N. Anderson (ed.), Studies ofthe Family, Tubinga, J. C. Mohr (Paul Siebeck). El capítulo VI apareció como «The Concepto[ Class as a Reference Group», en Human Relations, vol. VII, págs. 259-285, y el capítulo VII como «Urban Families: The Norms of Conjuga! Roles», en Human Relations, vol. IX, págs. 325-342. Los objetivos de la investigación en su conjunto necesitaron de la cooperación de personal experto en diversas disciplinas. El núcleo del equipo de investigación lo formaron el 11
doctor A. T. M. Wilson (médico psicoanalista), Isabel Menzies (psicoanalista), el doctor J. H. Robb (psicólogo social) y la autora (antropóloga social; posteriormente llegué a ser psicoanalista también). El doctor Wilson y Menzies se encargaron fundamentalmente de la conceptualización psicoanalítica del material. El doctor Wilson supervisó asimismo el proyecto en su totalidad. y dirigió las entrevistas clínicas. Menzies analizó e interpretó los aspectos psicológicos de las entrevistas en casa, con los investigadores. El doctor Robb y la autora compartieron el trabajo de campo sociológico, que consistió en visitas y entrevistas en casa. aunque el doctor Robb se encargó de la mayor parte de ellas. En el capítulo ll se ofrece una información conjnnta de ambos sobre esta parte del trabajo. Desgraciadamente el doctor Robb tuvo que abandonar Inglaterra para volver a Nueva Zelanda en 1954, por lo que no pudo participar por completo en las últimas etapas del análisis conceptual de los descubrimientos de la investigación. Estoy profundamente agradecida al doctor Robb y a los demás miembros del equipo de investigación por las muchas conversaciones estimulantes y por la ayuda moral que me transmitieron para llevar adelante las ideas ofrecidas en este libro. Diversas personas colaboraron con el grupo principal de investigación. H. Phillipson y J. Boreham, ambos psicólogos de la clínica Tavistock, administraron e interpretaron el test de relaciones objetivas, y participaron en las conversaciones de casos sobre familias concretas. Eric Trist, del Instituto Tavistock, participó en las conversaciones metodológicas iniciales y criticó de forma positiva los trabajos y los informes de la investigación. El profesor Nevitt Sanford (psicoanalista) realizó las entrevistas clínicas a dos parejas y tomó parte en las conversaciones de casos. La señora Bannister y la señora Balint, por aquel entonces en el Family Discussion Bureau, realizaron las entrevistas clínicas a una de las parejas y participaron en las conversaciones de casos sobre ella. Estamos también en deuda con el Family Discussion Bureau en general, y con el doctor Henry Dicks, de la Clínica Tavistock, en particular, por sus intentos de comparación entre familias investigadas por nosotros y parejas que habían solicitado tratamiento. Durante el período de elaboración de las ideas que dieron como resultado Familia y red social, dudábamos con frecuen-
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cía de que pudiéramos conseguir un resultado sociológico significativo. Debo especial gratitud a mi marido, James Spillius, y a EricTrist, los cuales, cada uno a su manera, me soportaron y me animaron durante meses de incertidumbre. Compartieron mi satisfacción cuando concebí la idea central del libro: la de que los roles conyugales están en función de la conectividad reticular. Me causó cierta sorpresa encontrar que otros colegas, generosamente, se alegraron tanto de mi idea como yo. Recuerdo en particular a Max Gluckman y a su estimulante y alentador seminario en Mánchcster. en noviembre de 1954. así como el esfuerzo colectivo de todos los participantes para relacionar mi trabajo con el suyo, en un enriquecimiento mutuo. También atesoro una cita de John Bowlby: «Tiene el mérito de ser evidente u na vez que se ha pensado. Uno se pregunta por qué no lo habría ... »; una nota ésta de la que a menudo se hicieron eco otros autores posteriormente. También estoy en deuda con el profesor Raymond Firth, que entonces ocupaba la cátedra Malinowski de Antropología en la London School of Economics; con el doctor M. Freedman y el doctor H. Himmelweit, por aquel tiempo también en la London School of Economics; con el profesor Meyer Fortes y el doctor Edmund Leach, de la Universidad de Cambridge; con el profesor John Barnes, a la sazón en la Universidad de Sidney; con el doctor Micha el Young y sus colaboradores, entonces en el Institute of Community Studies; con la doctora Rhona Rapoport, de la Social Rehabilitation Unit, del Hospital de Belmont; con la doctora Yonina TalmonGarber, entonces en la Universidad Hebrea de Jerusalén; con el profesor Theodore Newcomb, de la Universidad de Míchigan; con el doctor Erving Goffman, por aquel tiempo en el National Institute of Mental Health, Bethesda, Maryland. Todos éstos y muchos más, demasiado numerosos para ser mencionados, me ayudaron con críticas pormenorizadas de los informes preliminares y de los artículos. En lo concerniente a la redacción del nuevo capítulo de la segunda edición, debo agradecer especialmente los comentarios críticos del profesor Max Gluckman, de Mánchester, y del profesor Daniel Miller, del Brunel College. Me ayudaron en el seguimiento de la bibliografía L. Oeser, K Arnold y G. Grayson. Por último, ninguna persona ni grupo merece mayor agradecimiento por mi parte que las muchas personas que me
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ayudaron a ponerme en contacto con las familias y, sobre todo, las mismas veinte familias entrevistadas. Perdieron una gran cantidad de tiempo e hicieron un gran esfuerzo emocional durante la investigación; soportaron nuestras innumerables preguntas y nuestras equivocaciones con tolerancia y buen humor, e hicieron todo lo posible para ayudarnos a comprenderlas. Debido a nuestra promesa de que permenecerían en el anonimato, sus identidades han sido enmascaradas y todos los nombres son ficticios.
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Prefacio
Me sentí muy honrado cuando la doctora Elizabeth Bott me pidió que escribiera un prefacio para la nueva edición de su libro Familia y red social, publicado por primera vez en 1957. Alrededor de ese año, muchos de mis alumnos publicaron libros que produjeron un gran impacto en la antropología social; los profesores: F. G. Bailey (actualmente en Sussex), Castle and the Economic Frontier ( 1958); l. G. Cunnison (ahora en Hull), The Luapula Peoples ofNorthem Rhodesia ( 1959); A L. Epstein (actualmente en la Australian National University), Politics in an A.frican Urban Community (1957); R. J. Frankenberg (en la actualidad enNorth Stanffordshire), Vzllageon the Border(!957); J. C. Mitchell (actualmente en Mánchester), The Yao Village (1956); V. W. Turner (ahora en Chicago), Schism and Continuity in anAfrican Society (1958); W. Watson (hoy día en Oklahoma), Tribal Cohesion in aMoney Economy (1958); P. M. Worsley (actualmente en Manchester), The Trumpet Shall Sound (1958), y ¿sería osado añadir los míos: The Judicial Process among the Barotse ofNorthem Rhodesia (1955) y Custom and Conj/ict in Africa (1955)? No satisfecho con ello, al leer el libro de la doctora Bott, comenté: «Ojalá este libro hubiera salido de nuestro grupo.» En esta nueva edición la doctora Bott nos adjudica a mis colegas y a mí un cierto protagonismo en la producción de su estudio, promotor de nuevos caminos de investigación, puesto que, en un nuevo capítulo en el que reconsidera su análisis a la luz de los trabajos que posteriormente ha «inspirado» (la elección del vocablo es mía), agradece con generosidad la ayuda de los estimulantes seminarios de Mánchester. Es de suponer que lo que comentamos al hablar de sus materiales y de sus argumentos fue de mucha ayuda para ella, razón por la cual segura15
mente me invitó a escribir este prefacio. Sólo recuerdo, con cierto sentimiento de culpa, cuando en 1952 nos presentó por primera vez parte del material que había recogido sobre las relaciones y los roles conyugales de 20 familias «corrientes» de Londres, y nos preguntó: «i,Qué puedo hacer con esto?» La doctora Elízabeth Colson, ahora en Berkeley, y yo respondimos al unísono: «Escribe una novela». Cuando, hace poco, se lo recordé a la doctora Bott, me contestó que ahora entendía por qué. Al término de su segunda visita. en el curso de la cual nos presentó el nuevo tema de su análisis 1, afirmé inmediatamente: «Estaba equivocado.» Y. ciertamente, estoy encantado de admitir públicamente cuán equivocado estaba entonces; y de reconocer el coraje y la perseverancia con los que la doctora Bott trabajó con sus materiales para conseguir uno de los análisis más brillantes jamás producido en la antropología socíaL No sé de ningún otro estudio en toda nuestra historia que me parezca tan estimulante como su intento de relacionar los tipos de roles conyugales con la forma de la red de relaciones de la familia, en particular cuando se considera junto con temas conexos tales como normas, grupos ele referencia e ideologías. Como es ele suponer que un prefacio es lo primero que se lee, paso a exponer con brevedad y, por tanto, inadecuadamente uno de los principales temas del libro. La investigación de Bott formaba parte ele un intento más amplío patrocinado por el Tavístock Instítute of Human Relations para determinar cómo era una familia inglesa «normal». Junto con dos psicoanalistas, uno de ellos médico, y un psicólogo social, estudió veinte familias «casuales». Veinte es un número muy pequeño, pero se trataba de un estudio piloto, destinado a producir hipótesis. Bott cumplió el requisito y enunció hipótesis importantes; y éstas han sido desarrolladas por investigadores diferentes de los del equipo original, como ella misma indica en el capítulo titulado «Reconsicleraciones». En cuanto antropóloga social, su esfera propia ele trabajo incluye inevitablemente la investigación ele los roles del marido y ele la mujer, así como ele las relaciones con los parientes. Los antropólogos han concentrado por lo común su atención en estos problemas porque, como se sabe, en 1
«Conjuga] roles and social networks», en Human Relations, vol. 8, 1953.
Vid. supra.
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todas las sociedades tribales existe un amplio círculo de relaciones externas a la familia con los parientes masculinos y los femeninos, consanguíneos y afines, y los individuos ocupan una gran parte de su tiempo y actividad en estas relaciones. Seguramente, muchos de los grupos políticos pequeños e intermedios de una tribu están formados por parientes y afines, reales o putativos; fuera de estos grupos, los hombres confían asimismo para su apoyo, seguridad y protección en otros tipos de parientes, consanguíneos o afines. Por tanto, las relaciones con los parientes controlan no sólo las relaciones domésticas, sino también las relaciones con las demás personas, ya sean de tipo económico, político o de cualquier otra clase. Se trata de una dependencia general respecto a un amplio círculo de parientes, más que de esa otra relación particular respecto a diferentes profesionales e instituciones, dependencia, esta última, que determina nuestra vida más allá del círculo de parientes. Estos estudios antropológicos han examinado el proceso, de ida y vuelta, mediante el cual las relaciones de la familia nuclear influyen sobre la más amplia «urdimbre del parentesco» (por utilizar el título del estudio clásico de M. Portes sobre los tallensi de Ghana), y por cuya mediación (para darle la vuelta a la metáfora) esta urdimbre ejerce una presión sobre las relaciones internas de la familia. En segundo lugar, la tradición antropológica ha influido significativamente en el trabajo de Bott, debido a su interés por el hecho de que, dentro de estos tipos de relación, igual que en la vida social en general, los pueblos tribales han elaborado «costumbres», entre ellas preceptos rituales y tabúes, para marcar los diferentes tipos de relaciones; y estas costumbres están; además, ligadas entre sí, formando modelos complejos. Bott comienza la parte sustancial de su estudio de 20 familias describiendo la notable variación existente en el modo de comportamiento de los cónyuges en su vida doméstica: cómo «desempeñaban los maridos y las mujeres sus roles conyugales». En un extremo se situaba una familia en la que los cónyuges realizaban todas las tareas posibles separada e independientemente el uno del otro, con una estricta división del trabajo en el hogar, y en la que el marido ponía una cantidad de dinero para la casa mientras que él gastaba el resto sin que la mujer supiera en qué. Salvo en las visitas a los parientes, pasaban muy poco tiempo libre juntos. En el otro extremo aparecía una familia cuyos esposos compartían todas las acti17
vidades posibles, pasaban juntos todo el tiempo que podían, e insistían en que los cónyuges debían ser iguales, tenían que ayudarse mutuamente, tomar las decisiones a la vez y compartir aficiones semejantes con amigos comunes. Bott resumió esto diciendo que la primera familia tenía roles «segregados» yla segunda roles «conjuntos». Las demás familias se encontraban entre estos dos extremos: todas las relaciones conyugales contenían en alguna medida tanto cooperación e intercambio de deberes (conjunción) como segregación o independencia, pero con acusadas diferencias de grado en la cantidad de actividades separadas y de actividades compartidas. Bott observó en qué medida el status ocupacional o de clase, o la propia duración del matrimonio (las 20 familias se encontraban en la misma etapa temprana del ciclo familiar). determinaban el rol que acabarían adoptando los cónyuges, y descubrió que sólo las familias de clase obrera se aproximaban al extremo de la segregación; es decir, la pertenencia a la clase obrera era una condición necesaria, pero no suficiente, para los grados más extremados de segregación, puesto que algunas familias de clase obrera disponían de roles con cierta conjunción. Después de batallar con estos datos, Bott llegó a la conclusión de que la variación presente en los roles conyugales parecía estar relacionada con el entorno social inmediato de la familia. Este entorno consistía en una red de diferentes relaciones con ciertas personas y con determinadas instituciones sociales. Para algunas familias esta red era, en términos de Bott, «muy unida» ';en ella los parientes, los amigos, los vecinos y a veces los compañeros de trabajo se conocían entre sí, y con frecuencia podían encontrarse en dichas categorías a las mismas personas. Por el contrario, otras familias tenían redes «poco unidas»; esto es, los parientes, los vecinos, los amigos y los compañeros de trabajo no se conocían entre sí. Bott descubrió que el tipo de red de la familia estaba relacionado con el grado de segregación entre marido y 2 Existe ya una bibliografía bastante abundante sobre el concepto de «red», que dejo al examen de Bott en su nuevo capítulo; véase también J. C. Mitchell (cd.), Social Netlvorks in Urban Situation, Mánchestcr, Manchester University Prcss, 1969. Bott dice ahora que acepta los argumentos de J_ A Barnes, de acuerdo con los cuales hablar de grados de densidad de la red es más satisfactorio que hablar de «conectividad».
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mujer: cuanto más trabada fuese la unión de la red de la familia, más segregados estarian los roles del marido y de la mujer. Bott cita en el capítulo de agradecimientos al doctor John Bowlby, tan conocido por sus estudios sobre los lazos familiares: «Tiene el mérito de ser evidente una vez que se ha pensado. Uno se pregunta por qué uno no habría ... »; observación ésta de la que se hacen eco otros autores en circunstancias diferentes. Ocurre muchas veces que una verdad oculta. una vez a la luz, resulta ser una perogrullada. Si yo pudiera. replantearla la hipótesis de Bott de la forma en que siempre la he formulado en mis escritos o en mis clases (véase más abajo): imaginémonos una familia trasladándose del campo a la ciudad, dejando a sus parientes y vecinos de toda la vida; en estas circunstancias, lo más seguro es que el marido y la mujer se encuentren separados de aquellos que anteriormente les ayudaban y les ofrecían su amistad día a día, y que se vean obligados a depender el uno del otro para ayudarse más y más. Sin embargo, la vida rural, en sí misma, no es responsable de la aparición de roles conyugales segregados, ni la vida urbana de los conjuntos; de hecho, hay áreas urbanas en las que las familias tienen redes estrechamente unidas y siguen la pauta indicada por Bott. M. Young y P. Willmott mostraron esto en Family and Kinship in East London, estudio publicado en el mismo año (1957) que el libro de Bott, aunque posterior a la aparición de la hipótesis de ésta en 1955. En su libro, Young y Willmot, hacen un buen análisis de la crisis con la que se enfrentan unas familias arraigadas desde antiguo en un barrio londinense, que tienen que trasladarse a una nueva barriada, donde el cambio acarrea las consecuencias bosquejadas arriba. Bott tuvo en cuenta este y otros estudios sobre roles conyugales para apoyar sus conclusiones, extraídas de las 20 familias que investigó. Su gran aportación, a mi juicio, como antropólogo, consitió en que su hipótesis nos proporcionó la clave para comprender el acusado desarrollo de la segregación de roles en las sociedades tribales entre hombres y mujeres, maridos y esposas, padres e hijos, abuelos y nietos, afines y consanguíneos, así como otros pares diferentes de parientes. Como antes indiqué, gran parte del conocimiento antropológico se ha orientado a la descripción y análisis de costumbres muy específicas, tanto de preceptos como de tabúes, las cuales 19
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determinan en la sociedad tribal los papeles de los diferentes parientes, consanguíneos y afines. A. Van Gennep, en su obra Les Rites de Passage (1909), centró su atención en éstos y en las ceremonias que marcan cada cambio de status. Durkheim y muchos otros sociólogos y antropólogos habían insistido incluso con anterioridad en esta característica de las sociedades tribales y primitivas, y trataron de explicar teóricamente los procesos que acompañan al cambio desde esta situación de «ritualización de roles sociales» 3 a la secularización de la vida moderna, con su desarrollo de religiones «universales». en las que son los individuos en cuanto individuos los que llegan a pertenecer a una iglesia. y no como consecuencia del desempeño de roles específicos del ego frente a otros roles específicos. No tenemos más que leer el Levítico para tomar nota de la importancia de la segregación de roles: allí se nos muestra cómo, de la misma forma que en amplias capas de nuestra propia población la menstruación (un fenómeno puramente fisiológico) es considerada como expresión de un útero defraudado, entre los antiguos hebreos, igual que en muchas otras sociedades, era -y es- tenido por algo ritualmente contaminado lleno de un poder oculto, y normalmente peligroso para los hombres y para todo lo viril. En otras situaciones, lo viril es precisamente lo peligroso para lo femenino. La reunión de individuos de diferente sexo suele estar muy rituaiizada, y se considera que puede contener siempre, o en circunstancias especiales, poderes ocultos capaces de actuar para el bien o para el mal de la sociedad y de sus miembros. En resumen, pienso que hay que buscar el significado de esta costumbre en la propia «exageración» de hechos físicos y fisiológicos; se trata de algo que va más allá de su evidente utilidad como signo diacrítico de las relaciones, un punto a menudo resaltado por los antropólogos. Para lo que servía el tipo de creencias que he señalado antes, así como los comportamientos conexos, era para hacer mayores diferencias entre los sexos, y entre marido y mujer, de lo que son en la realidad fisiológica. Otras costumbres. tales como los tabúes y las creencias en poderes ocultos, exageraban de la misma manera las diferencias entre generaciones; entre viejos y jóvenes; 3 Tal como lo he llamado en mi ensayo «Les rites de Passage», en M. Gluckman (ed.), Essays on the Ritual o/ Social Re/ations, Manchester University Press, 1962.
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entre parientes paternos y matemos; entre consanguíneos y afines; y así sucesivamente. Bott nos proporcionó una guía para comprender esta segregación global de roles. Gracias a ella, pudimos c0mprender que las familias en todas las sociedades tribales eran los centros de unas redes muy unidas: vivían rodeadas por los parientes de ambos cónyuges, y estos parientes eran a la vez vecinos. amigos y compaüeros de trabajo. Una consecuencia, entre otras. de todo esto consistía en separar a los cónyuges y diferenciar tajantemente sus roles. Como expuse en el ensayo del que Bott ha extraído la cita del principio de su nuevo capítulo, habb «desavenencias en la familia», conflictos incorporados de creencias, de lealtades, de fidelidades y de valores, que impedían a la familia nuclear conseguir una adhesión incondicional de sus miembros; y éstos se veían obligados a mantener su adhesión a grupos amplios o a agrupaciones de parientes, los cuales constituían grupos funcionales desde el punto de vista económico y político de la sociedad. Así pues, la hipótesis de Bott me parece que nos proporciona una clave para comprender por qué en Africa Central se prohíbe a los hombres cocinaren la aldea, lo que los lleva a tener una mujer que cocine para ellos; por qué entre los tonga de Zambia los hombres solamente pueden ofrecer a sus espíritus ancestrales cerveza preparada por su propia esposa; por qué entre los tallensi de Ghana las hijas primogénitas no deben fisgar dentro del granero de su madre, o por qué un hijo primogénito no puede utilizar las flechas de su padre, etc. Por todo ello, no sólo consideré que la teoría de Bott era esclarecedora para la comprensión de la vida familiar, sino también que iba más allá de todo ello al proporcionamos las claves para comprender la formación de los distintos tipos de relaciones sociales de la historia humana; cuestión ésta que ha sido una preocupación constante para muchos grandes estudiosos. · Dejando a estos últimos y volviendo a mí, que tengo menos importancia, poco después de hablar con Bott sobre los roles conyugales dicté una serie de conferencias sobre Custom and Conjlict inAfrica (1955), en las que mantuve la tesis general de Bott e incluí una referencia a ella. Yo había iniciado mi análisis en esta dirección con cierta antelación, pero puedo afirMar que el trabajo de Bott aguzó en gran medida mi percepción de los problemas. Por ello afirmo que hay que leer el libro de Bott pensando en un conjunto de problemas más 21
amplio que los tratados específicamente por aquél: dicho libro nos lleva a profundizar en todos los problemas surgidos al hilo de los intentos de comprender cómo una sociedad y los grupos que la componen conforman un haz de lealtades y de fidelidades; un montón de diferencias e identidades socioculturales, más allá de la conjunción de hombres y hombres, de mujeres y mujeres, de hombres y mujeres, en colaboración competitiva. En ciertos aspectos, lo considero como una de las inspiraciones del pensamiento que produjo análisis tan brillantes como, por ejemplo, la interpretación socioantropológica de los símbolos rituales ele V. W. Turner (The Forest of Symbols, 1967 [versión española: La selva de los símbolos, Madrid, Siglo XXI Ec!., 1980]). Debido a que me aproximé a la hipótesis de Bott a partir del estudio ele sociedades tribales africanas, pude comprender -y aún lo mantengo- que la variable dominante en el complejo de una red estrechamente unida es la presencia próxima ele los parientes ele los cónyuges, por separado o a la vez; de forma que los vecinos de la familia son también sus parientes, y, por ende, los parientes son los amigos de los cónyuges y, en determinadas zonas, también sus compañeros de trabajo. Cuando Bott formuló su hipótesis por primera vez, no sólo la apoyaba, al parecer, en acontecimientos de las sociedades tribales, sino también en los estudios entonces disponibles sobre Gran Bretaña. A título de ejemplo, ilustro la forma en que Bott se vio fundamentada e inspirada por otros datos, basándome en una larga cita del clásico estudio sobre un área rural de las Islas Británicas, el realizado sobre los agricultores de County Ciare, Irlanda, por C. Arensberg, The lrish Countryman (1937) y (en colaboración con S. T. Kimball),Famiry and Community in lreland (1948). Arensberg describió la división del trabajo entre hombres y mujeres en las tareas agrícolas, y la rigida separación generacional entre padres e hijos. Mostró cómo, igual que en Africa, la asignación de tareas a las mujeres y a los hombres se apoyaba en creencias «ocultas»: El arado, fa trilla, la segadora, la guadaña, la pala y el cortacésped se consideran instrumentos masculinos. Las actitudes de los campesinos impiden a las mujeres utilizarlos. De la misma manera, ridiculizan la idea de que un hombre pueda interesarse por el ámbito femenino, por el gallinero o por hacer mantequilla. El folklore de toda la vida mantiene esta división. La mujer trae mala suerte a las empresas masculinas; por ejemplo, es peligroso ver
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a una mujer camino de la feria. De la misma manera, un hombre es peligroso para el trabajo de la mujer: si sale de casa con la pipa encendida mientras ella hace la mantequilla, las hadas pueden «quitarle la mantequilla» ... Las actitudes para con el trabajo de los hombres y de las mujeres muestran que sus respectivas habilidades se consideran también parte íntegra! de la personalidad de todos los hombres y las mujeres del mismo tipo del campesino en cuestión. Aquí se puede observar la fuerte influencia de las disposiciones sociales tanto en la inente corno en el vocahulario. «Natural» es una
palabra muy frecuente en los labios de los campesinos. Así, es «natural» para una n1ujcr ordeil.ar mejor~ sus manos más pequeñas son Ia prueba. Y es ridícula1ncntc «innatural» que un hombre se
preocupe de la venta de los huevos. Esta división también está inmersa en la tradición. Lough aún relata un viejo cuento gracioso sobre fas palas, herran1ientas rnascuiinas, que antiguamente traba-
jaban solas, basta que una mujer se olvidó de decirles «Dios bendiga el trabajo». Esta división se mantiene apoyada también en la magia: «la cuchilla de un arado», instrumento masculino, es capaz de devolver la mantequilla que se llevaron las hadas.
Estas afirmaciones muestran que una acusada segregación de roles implica también complementariedad de los mismos. Así queda resumido el marco en el que se mueven las familias anteriores: <<...Ocurre muy a menudo que individuos con un grado de parentesco próximo pueblan una misma zona relativamente amplia.» Es quizá significativo que la palabra para designar «pariente» en este caso sea amigo. Y «los amigos» se ayudan los unos a los otros en los asuntos económicos. No seria propio de un prefacio pasar revista a todo el material entonces disponible en apoyo de la hipótesis de Bott, tanto referente a las zonas rurales como a las urbanas. Desde luego, había el suficiente como para convencerla a ella, y a mí mismo, de que la idea tenía importancia. He citado el estudio de Arensberg después de mi referencia general a las sociedades tribales para mostrar por qué pensaba, y aún pienso, que el hecho de que los parientes, por su proximidad, sean vecinos, y que se relacionen en algún tipo de trabajo común, conforma el modelo dominante de la segregación acusada de roles. Quiero insistir en este doble elemento -la proximidad de los parientes más el trabajo común de los hombres 4-,ya 4
Por ejemplo, N. Dennis, F. Henriques y C. Slaughter, Coa/ is Our Lije (1956), relato sobre un pueblo minero de Yorkshire, en el que la separación
que considero que la mayor parte de la más reciente investigación, dirigida a probar la hipótesis de Bott, se ha basado en la propia formulación de la autora: la comprobación de si los amig::is de una familia se conocían entre sí. La propia Bott alude a estas investigaciones. Sin embargo, H. Fallding, como ella misma refiere, indica que la presencia de parientes quizá sea la variable más significativa. Y en un intento de verificación dotado de cierta complejidad técnica sobre una parroquia de los montes Pcninnes. C. Turner descubrió que dos parejas ele entre las 115 estudiadas. cuyas redes contaban con una proporción muy alta de parientes. tenían a su vez el grado más alto ele segregación conyugal. Sin embargo, constató la inexistencia ele relación lineal entre la proporción de parientes integrantes de la red y la segregación de los roles conyugales. El problema requiere, quizá, una definición precisa de cómo y también ele qué parientes forman parte de la red; es decir, de qué parientes se trata y a qué distancia se encuentran en términos sociales. Sería interesante observar ahora, tanto en el interior ele las tribus como en las comparaciones intertribales, si las diferencias de roles en las familias, dada su uniformidad cultural, dependen de qué parientes son los integrados en sus respectivas redes inmediatas. El análisis de Turner debe ser considerado desde una perspectiva más amplia. Descubrió que ele las 115 familias estudiadas en la parroquia de los Pennines, «si exceptuamos a los parientes (puesto que tanto el marido como la mujer suelen incluirlos mismos parientes en sus respectivas redes sociales), podían identificarse inequívocamente 32 parejas para las que los amigos del marido constituían una red masculina muy unida, y los amigos de la esposa una red femenina también muy unida. Estas 32 parejas también demostraron un elevado grado de separación de los roles conyugales» '· Este último acusada de roles conyugales se muestra y se atribuye al trabajo de los hombres en los pozos de la mina, separados de las mujeres. Sin embargo sabemos de muchas situaciones en las que las mujeres no entran en los lugares de trabajo de sus maridos y, no obstante, los roles son conjuntos. ¿Cuál era la situación antes de 1842, cuando las mujeres dejaron de bajar a los pozos? Parece que en este pueblo minero muchos hombres vivían próximos a, ytra~ bajaban con, sus parientes masculinos: ¿Había entonces alguna diferencia entre las redes de las familias? 5 C. Turner, «Conjugal Roles and Social Nctworks: A Reexamination of an Hypothesis», en Human Re/ations. vol. 20 (!967), págs. 121-130, cita página 125.
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hallazgo parece formar parte de una controversia más amplia: «ya que los roles conyugales constituyen una de las manifestaciones de los roles masculinos y femeninos, es posible que se dé una relación, desde un punto de vista lógico. entre la pertenencia a un grupo monosexual y la segregación de los roles ___ ,, (C C Harris, The Family, 1969, pág. 174 [versión española: Lafamilia, Madrid, Gregario Toro, 1972]). Esto va precedido de la afirmación siguiente: «los grupos monosexuales tienen mayor probabilidad de formarse allí donde los roles masculinos y los femeninos están rigurosamente cliferenciaclos». Esto me parece que traslada el problema a un estadio previo: (.en qué circunstancias se dan las mayores posibilidades para la formación de grupos monosexuales? A este respecto, mi idea, inspirada por el conocimiento de las sociedades tribales a la luz de la hipótesis de Bott, es que la red estrechamente unida de parientes próximos que participan también juntos en las actividades económicas produce a la vez la segregación en grupos monosexuales y en los roles conyugales. Creo, asimismo, que cuanto mayor sea el ajuste entre tales variables más probabilidad habrá de que la segregación ele roles (la segregación sexual, incluyendo la conyugal) sea más acusada que la existente en los hábitos de las propias parejas consideradas aisladamente: contendrá un alto grado de convencionalismo, trasladándose a prácticas ceremoniales e incluso rituales y creencias ocultas 6• Nos estamos refiriendo aquí a dos conjuntos diferentes y complejos de variables: primero, los roles conyugales, y segundo, la estructura de la red. Los roles conyugales precisan de una definición muy cuidadosa, y en mi opinión deberian definirse no según el espectro cultural y social total, sino en el interior de espectros particulares. De acuerdo con la cultura 6 Véase RO. Blood, < (pág. 183). El lector podrá acudir a la cita que tomó Bott de mi trabajo «Estrangements in the Family>> y que puso en la cabecera de su nuevo capítulo, para comparar.
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occidental, en la parte de población que practica el golf, el tenis y el bridge, y que lee libros y asiste a teatros, es más probable que el marido y la mujer compartan el tiempo libre que en aquella otra parte de población cuyas diversiones son el fútbol, el cricket o la moneda en raya, y que lee prensa amarilla. En términos de renta, es más probable que tengan servicio doméstico y que puedan permitirse recibir visitas en casa las personas acomodadas que las personas menos acomodadas. Una mayor riqueza permitiría al marido y a la mujer participar en mayor medida en diversiones conjuntas con parientes y amigos. La presencia de sirvientes excluye muchas de las cuestiones referentes a las tareas compartidas; la atención a las visitas puede llevar a mayores lapsos de tiempo libre compartido. De ahí que necesitemos determinar la segregación o la unión de roles a lo largo de una sola «clase», y no entre clases diferentes. Es decir, necesitamos comparar familias que compartan la misma «cultura» en términos de redes sociales; esto es, efectuar la observación en el interior de las clases de los agricultores, de los obreros y de la clase media para ver si la segregación de roles conyugales depende de la forma de la red, y repetir lo mismo a lo largo del espectro total. En consonancia con las advertencias anteriores, llama la atención que tanto en aldeas africanas como entre los agricultores británicos, o entre los trabajadores italianos de EE.UU. estudiados por Gans (trabajo citado por Bott en sus «Reconsideraciones» ), cuando los visitantes son recibidos en casa se produce una segregación por sexos al sentarse, al servir la comida y en la forma en que las personas participan en la conversación. Puede llegar a ser difícil encontrar redes muy unidas entre las clases medias y profesionales cuando la movilidad es alta, aunque puede ocurrir en pueblos pequeños. Sin embargo, es elocuente algo que podemos leer en las novelas y biografías: las señoritas se retiran al gabinete después de cenar, mientras los caballeros beben oporto, así como el uso de los clubs de caballeros como refugio masculino y no solamente como un lugar de comidas de negocios. Mucho antes, en la antigua Grecia, en la que los esclavos hacían la mayor parte del trabajo, las esposas de los hombres ricos vivían aisladas, casi en condiciones de harén, viendo habitualmente sólo a parientes y sirvientes, mientras que los hombres buscaban ciertas diversiones, tales como la música, la danza y la discusión filosófica ?6
y política, en compañía de otros hombres, y junto con «prostitutas» exquisitamente educadas. Un segundo conjunto de problemas interrelacionados surge del estudio de las redes que rodean a la familia: algunos comentaristas han prestado especial atención a la investigación del grado de separación o de entrelazamiento de las redes de los cónyuges (véase Bott en las «Reconsideracioncs» ). Turncr, al que he citado anteriormente, concluye que «cuando las redes del marido y de la mujer muestran una considerable imbricación, no se asocia con ellas ningún modelo definido de relación de roles» (op. ciL. pág. 6). B. Kapferer se refiere a este hallazgo, realizado en un análisis de las redes y de las relaciones de dos parejas africanas de una ciudad minera de Zambia, referente a la segregación y el solapamiento de las redes. Replantea la hipótesis de Bott como sigue: «La segregación de roles conyugales entre marido y mujer varía de acuerdo con el grado de densidad (muy unida o poco unida), los agrupamientos en cada red y el grado de interconexión de la red propia del marido y la de Ja mujer; asimismo, según el grado de interconexión de ambas redes con la cantidad de inversión (en términos de teoría del intercambio) realizada en tales relaciones de interconexión. La parte más importante de esta hipótesis se refiere a la interconexión de la red del marido y de la esposa, así como también a la cantidad de inversión efectuada en los vínculos de tal interconexión. Así pues, habrá una tendencia hacia el rol relacional conjunto allí donde exista una conexión directa entre la esposa y los sujetos pertenecientes a la red del marido, así como al revés, entre éste y las personas integrantes de la red de la esposa y, asimismo, allí donde estas conexiones tiendan a recibir una gran cantidad de inversión, o incluyan individuos que formen parte de las redes íntimas de cada cónyuge. Los efectos de la interconexión y de la cantidad de inversión empleada en ella sobre la segregación de roles conyugales varía de acuerdo con el grado de densidad, de fraccionamiento y de interconexión en cada una de las redes individuales. Si una red tiene una alta densidad, pero el agrupamiento es escaso, habrá una tendencia cada vez mayor hacia una relación conjunta de roles entre los cónyuges, siempre que haya interconexión de sus redes. Pero en ausencia de interconexión reticular, factores como la alta densidad y el bajo agrupamiento pueden 27
hacer que aumente la tendencia hacia una relación segregada de roles» 7. Hasta aquí la forma en que Kapferer entiende el contenido específico de las relaciones reticulares. Debemos esperar a la publicación del informe en cuestión para valorar su rectificación a la tesis de BotL En general, solamente puedo indicar, en defensa de mi propia idea previa, qne la pareja con más parientes en la red tiene mayor segregación de roles. De hecho, «la sangre es más espesa que el agna». y las relaciones con los parientes tienen una densidad muy intensa. El problema de cómo se forman las redes conduce, tal y corno pone de manifiesto la anterior cita de Kapferer, a considerar el marco institucional más amplio de la sociedad. Por ejemplo, Turner (op. cit.) muestra que las redes y los roles conyugales varían según la ocupación, el grado de movilidad social y geográfica y el nivel educativo; tres factores asimismo interconectados. El trabajo agrícola en los Pcnnines parece producir por sí mismo cierto tipo de segregación de los roles, mientras que el nivel educativo generalmente se asocia a algún tipo de movilidad, lo que, en sí mismo, puede causar la dispersión de los lazos con los parientes en vez de su concentración geográfica, y ello, incluso, aunque el número total de parientes relacionados con la familia sea parecido (sin embargo, dado que la tasa de fertilidad varía según la clase social, esto puede ser discutible). Como he indicado ya, considero que deben compararse cohortes de familias pertenecientes a la misma clase o a la misma ocupación: de ahí que la afirmación de Turner citada arriba, que hace referencia a toda familia, según la cual no hay una relación línea! entre la proporción de parientes y las relaciones entre los roles, necesite una comprobación entre familias de similar status y ocupación. El punto clave de todo esto puede residir en la influencia que tienen las redes en la vida social general y en los individuos. La familia produce hijos que acaban formando parte de diferentes grupos, relaciones y categorías de la sociedad general, incluyendo otras familias. En una sociedad tribal, entre los 7 «Family, Marriage and Work in Urban Zambia: A discussion of Problems in Network Analysis», Actas del simposio celebrado en el Afrika Studie-Centrum, Leiden; en J. Boissevain y C Mitchcll (eds.),NetworkAnalysis: Studies in Human interaction, La Haya, Mouton, 1973.
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grupos más importantes de los que acaban formando parte, están los grupos compuestos fundamentalmente de consanguíneos y afines (parientes en general); estos grupos forman las unidades de producción, distribución y consumo de la sociedad; las unidades políticas, las congregaciones religiosas, etc. En County Ciare, Irlanda, los grupos o redes de «amigos» (parientes) colaboraban intensamente en la resolución de los problemas de la granja y en la corrección de los riesgos demográficos. Hubo una época en la que, en zonas mineras, los hombres trabajan bajo tierra en grupos organizados sobre la base del parentesco. Y así sucesivamente. Necesitamos, como indica el estudio de Kapferer, especificar cuidadosamente el contenido de las relaciones dentro de la red y su fina lidad. La amistad sólo no es suficiente para unir a las personas en una red. Insisto: mi propia impresión es qne la red o redes con propiedad de segregación son aquellas formadas por parientes, que contienen relaciones que sirven a propósitos generales económicos y/o políticos. Digo «red» o «redes» porque sigo a Kapferer y a otros, incluyendo a la misma Bott, que argumentan que el grado de imbricación de las redes separadas de los esposos es significativo. Tengo, no obstante, que añadir con toda convicción que hay que tener en cuenta también la relación de estas redes con la estructura institucional total, incluyendo lo que Barnes ha llamado «red total» (véanse las «Reconsideraciones» de Bott). Los problemas investigados aquí requieren unas técnicas estadísticas refinadas, así corno una investigación de campo más profunda. Estos problemas son, evidentemente, muy complejos. Las sociedades y las culturas humanas son tan intrincadas, constituyen el producto y el ámbito de tantas variables en interacción, que cada vez que se construye una hipótesis queda inmediatamente expuesta a la rectificación o incluso al rechazo corno consecuencia de determinada excepción. Los historiadores se encontraron con estas dificultades mucho antes que nosotros. Pero Durkheirn insistió en que un planteamiento general clarificador, basado en una investigación de tamaño considerable, no debía ser abandonado a causa de unas pocas excepciones: las excepciones son iluminadoras porque conducen a análisis adicionales. El de Bott es un planteamiento de este tipo. Necesita ser reelaborado una y otra vez. Lo que sí está claro, corno lo demuestran las investigaciones más recientes, es que la misma búsqueda de proposi-
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ciones que puedan aplicarse más allá de contextos sociales concretos, incluso si las proposiciones son cuestionadas, hace más profunda nuestra comprensión de la vida social. Tal búsqueda tiene implicaciones prácticas muy importantes. En primer lugar, los cónyuges que de niños se criaron en un tipo concreto de familia, y a los que metieron luego de golpe en una situación en la que tienen que desempeñar los roles de otro tipo diferente de familia. pueden encontrarse con que no son capaces de desarrollar las responsabilidades que les impone la nueva red. o pueden echar de menos el apoyo de la antigua red, si ésta era de unión estrecha. En segundo lugar. y a partir del punto anterior, puede que los asistentes sociales o los asistentes clínicos aumenten tales dificultades al intentar ayudar a todas la familias aplicándoles el mismo ideal de compañerismo y ele actividad conjunta. Se trata ele un ideal específico de un tipo particular de familia: obligar a otra familia con roles segregados a aceptarlos, lo único que puede lograr es el aumento de la tensión entre los cónyuges. No quiero decir con ello que los cónyuges cuyos roles están segregados han de enfrentarse a los problemas menos eficazmente que los otros, puesto que los lazos sociales, incluso los emocionales, pueden ser muy fuertes entre ellos debido a su acusada complementariedad. He tratado a fondo algunas de las ramificaciones que surgen ele la hipótesis de Bott, y que se refieren a la estructura sistemática de las relaciones sociales. Permítascme sugerir otra posibilidad que emerge de ella. Considero que si la hipótesis en cuestión contiene visos de validez en la medida que nos ofrece una explicación de las condiciones de formación de los diferentes tipos de roles conyugales, debería también explicar algo de las relaciones entre padres e hijos. Es decir, una red de parientes muy unida debe conducir también a una mayor segregación entre padres e hijos que una red poco unida. Esta es, desde luego, la situación que encontramos en las sociedades tribales. Al igual que existen tabúes que separan a los cónyuges el uno del otro, así también hay tabúes y convenciones que definen las diferencias entre padres e hijos mucho más nítidamente de lo que se ve en nuestras móviles familias de clase media. O, por ejemplo, en muchas sociedades tribales está prohibido que los hijos traten sus asuntos conyugales con los padres: deben hacerlo a través de un intermediario, a menudo un abuelo. Y así sucesivamente. En otros casos, la 30
iniciación de la sexualidad de los hijos puede obligarlos a mudarse a un pueblo distinto del de los padres; se trata de un ejemplo extremo de una tendencia general. Sabemos que en muchas familias de la clase media británica se les hace difícil a los hijos y a los padres tratar problemas sexuales y conyugales. Pero no se trata de una norma social ni de una costumbre: se trata, en parte, de una dificultad personal, y, en parte, de una dificultad general que aumenta cuando se dan cambios importantes en las costumbres sexuales o de cualquier otro tipo. Me interesan aquí las implicaciones más generales. Sería de esperar de acuerdo con lo anterior que, en las familias con redes estrechamente unidas, los individuos jóvenes se asociasen a compa!leros de su misma edad, y que precisamente a partir de ellos derivasen una parte considerable de sus códigos morales, mientras que el resto lo obtendrían de los padres y de las instituciones educativas. Si esto es así, la realidad de las familias de este tipo choca frontalmente con el precepto, generalmente aceptado en Gran Breta!la, de que los padres son responsables de las acciones de sus hijos más peque!los, así como con las exhortaciones a aquéllos a controlar la delincuencia criminal entre sus hijos. Estos problemas se trataron en el estudio del doctor D. H. Allcom (realizado con otro motivo) sobre una serie de muchachos de un suburbio obrero londinense con redes de unión estrecha 8• Allcom descubrió que aquellos muchachos carentes de movilidad y que no se marcharon del barrio para ir al colegio y después a la Universidad, crecieron entre un pequeño grupo de amigos al que los sociólogos llaman «grupo de iguales». Este grupo llegaba a alcanzar una poderosa influencia sobre los jóvenes en el período que va desde el abandono del colegio a la iniciación del noviazgo: el hogar se convertía en una «pensión» y todo el tiempo libre lo pasaban con los «colegas», con los que iban al cine, se afiliaban a clubs y emprendían y abandonaban actividades recreativas. El grupo de iguales favorecía, mediante la jactancia y la guasa recíproca, uniones temporales con muchachas, pero se oponía a que las uniones con ellas fueran permanentes, ya que ello suponía la destrucción del grupo. En esta edad, los fuertes lazos emocionales entre los jóvenes deben de haber s Tesis doctoral inédita, Universidad de Manchester: Young Men with Money (1954).
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tenido un efecto crítico en la formación de los códigos morales: con tales antecedentes sería útil estudiar cómo se desarrollan los códigos morales en tal fase del ciclo vital. ¿Desarrolla cada estrato de edad juvenil su propio conjunto de modelos culturales o resulta influido por el estrato que lo precede inmediatamente? De ser esto asL cada sociedad acabaría conteniendo estratos de códigos situados según modelos culturales y correspondientes a cada uno de los estratos de edad_ Por supuesto que estos códigos no son todos delictivos_ He hablado ya de la contribución del libro a nuestra comprensión de la vida familiar en particular y de la estructura de los sistemas socioculturales en general. Permítascme decir, en conclusión, que creo que se trata de un libro de inapreciable valor pedagógico. En los años cuarenta leí en alguna ocasión, tal y como lo recuerdo ahora en un libro (que no he sido capaz de volver a encontrar) de un curso universitario de la China comunista -cuando los comunistas estaban confinados en Yenan-, un dicho que evidentemente es chino, pero que quzá no sea tan evidentemente comunista_ Decía, para lo que importa, algo así como que el primer año de un curso debería proporcionar conocimiento, el segundo duda y el tercero sabiduría, que consiste en saber lo poco que sabemos. Al recordar la forma cómo aprendí antropología social de la mano de A W. Hoemlé, hace muchos años. me doy cuenta de que fue esto lo que me ocurrió con ella_ Había entonces muy pocos libros sobre antropología social, y durante tres años estudié cumplidamente los mismos libros. Al final del primer año, había obtenido ya el conocimiento, rigurosamente; poco después de que empezara el segundo año, me di cuenta de que aún existían en la misma materia problemas fascinantes que había que resolver; cuando empezó el tercer año, inmediatamente comprendí lo poco que sabía. Ahora tenemos muchos más libros sobre ciencias sociales, pero aún sigo pensando que sería más pedagógico en algunos cursos orientar a los estudiantes a través de los mismos libros, aceptando cada vez menos lo que se afirma en ellos, e insistiendo cada vez más en la duda y en los problemas que suscitan. Pondría el libro de la doctora Bott el primero de una lista muy selecta. Explicándoselo a los estudiantes del primer año, me fue posible mostrar sus aportaciones inmediatas y su capacidad para ordenar una amplia gama de hechos de muy diversas sociedades. Con estudiantes más avanzados descubrí que podría utilizarlo 32
para dirigir la atención hacia la incertidumbre y hacia nuevos problemas. Con postgraduados supe que se trataba de un libro de inmensas posibilidades. C. C. Harris, en una alusión al libro de la doctora Bott en The Family: An lntroduction (1969), alababa. aunque no suficientemente, el valor de Familia y red social: afirma. entre otras cosas: «Aun siendo el estudio de Bott estimulante y fecundo. no destaca precisamente por su claridad conceptual.» Un pionero no puede levantar totalmente el mapa de un país: pero su primera mirada sobre los nuevos paisajes puede. aunque sea con cierta confusión. apuntar a horizontes mús amplios: por el contrario. aquellos que describen más detenidamente la zona que ella, como pionera. ha descubierto. limitan el alcance de su visión.
MAX GLUCKMAN Departamento de Antropología Social Universidad de Mánchester
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Capítulo I
Introducción
Es muy abundante la bibliografía sobre familia en la sociedad occidental-reflejo de su importancia para la reproducción de la sociedad y para la felicidad y desgracia de los individuos. Constantemente se repite que la familia es la columna vertebral de la sociedad, pero realmente no se sabe mucho de las relaciones entre familia y sociedad. Hay muy pocos estudios sobre la forma en que las familias interactúan con personas e instituciones externas a ellas; tampoco abundan los dedicados a la investigación de familias en su hábitat natural: el hogar. Todos conocemos con detalle la estructura familiar a partir de nuestra experiencia personal; pero es difícil extender este conocimiento personal a otras familias, penetrar en la esfera íntima de otro hogar, absorber su atmós fera especial, observar sus tácitos entendimientos. Teniendo en cuenta estas dificultades, no sorprende que sean pocos los estudios de campo sobre la familia, considerada como grupo social; e incluso menos numerosos aún los intentos de combinar este. enfoque antropológico con el análisis psicológico de las personalidades del marido y de la mujer y delas relaciones entre ellos. La investigación llevada a cabo en este. libro intenta colmar esta laguna. La investigación se inició con un propósito muy general: entender la organización social y psicológica de algunas familias urbanas. El grupo principal de investigadores lo formaron dos psicoanalistas, que trabajaron a tiempo parcial, y un psicólogo social y un antropólogo social, que lo hicieron a tiempo completo. La investigación fue exploratoria. Tuvimos que ir desarrollando técnicas de investigación a medida que el trabajo progresaba; y tuvo que transcurrir un lapso considerable de tiempo para que nuestro objetivo, demasiado general, tomase forma y se centrara en
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problemas más delimitados y concretos. En el capítulo II se describe el desarrollo de las técnicas de investigación, incluyendo un estudio sobre las relaciones entre el equipo de investigación y las familias investigadas. y sobre la organización del gmpo interdisciplinar de investigación. Los siguientes capítulos presentan un análisis de los roles familiares y de las relaciones sociales externas a la familia. A lo largo del libro la voz «familia» se usa para denotar la familia nuclear compuesta por el marido. la mujer y los hijos. Cada una de las familias estudiadas ocupaba su propia vivienda y todas ellas tenían hijos pequeños. En términos estrictos, la presente investigación debería catalogarse como un estudio de matrimonios, en vez de un estudio de familias, ya que a nosotros nos interesaban principalmente el marido y la mujer, y si teníamos en cuenta los hijos y su relación con los padres era. fundamentalmente, para mejorar nuestra comprensión de las relaciones conyugales. Debe entenderse que la contribución de este libro reside en sus interpretaciones, no en los hechos descritos. La mayoría de los lectores estarán más o menos familiarizados con estos hechos a partir de su experiencia personal, y ninguna de las cosas aquí descritas les serán muy novedosas. Este libro tampoco pretende ser un informe sistemático de la vida familiar inglesa, ya que es evidente que las 20 familias investigadas no pueden considerarse una muestra representativa de un universo más amplio de familias. Desde luego, debe quedar claro desde el principio que no se han efectuado generalizaciones empíricas sobre un mayor número de familias. Todas las afirmaciones que se han hecho se refieren solamente a las 20 familias estudiadas. Sin embargo, se ha intentado desarrollar interpretaciones e hipótesis de relevancia general. Se ha llevado a cabo un estudio comparativo detallado de las 20 familias, en el que cada una de ellas ha sido considerada como un sistema social. Por último, se han desarrollado interpretaciones e hipótesis de tal manera que se puedan verificar en el seno de otras familias; es de esperar, asimismo, que dichas hipótesis puedan dar lugar a comparaciones nuevas y más sistemáticas. Las familias investigadas eran, en muchos aspectos, muy similares. Estas semejanzas se habrían puesto de manifiesto si las familias investigadas se hubieran comparado, formando una misma categoría, con familias radicalmente dife36
rentes. Pero como el universo estudiado estaba formado únicamente por las familias investigadas, nuestra atención se centró en las diferencias que existían entre ellas, mientras que las semejanzas se trataron muy brevemente. Gran parte de este libro está dedicado al análisis sociológico de las diferencias en la realización de los roles conyugales. Aquí se define el término rol de forma más estricta que en la mayor parte de la bibliografía americana sobre sociología de la familia. No lo usamos para referimos a cualquier tipo de comportamiento entre los individuos. Se trata más bien del comportamiento que se espera de cada individuo por ocupar una particular posición social. Un rol relacional está formado por aquellos aspectos de una relación que suponen expectativas recíprocas de comportamiento de una persona respecto a otra. Mediante esta definición se trata de excluir una gran variedad de expectativas idiosincrásicas y de significados personales que acompañan a las relaciones mantenidas por los individuos. Pero en el caso de las relaciones familiares, la línea que separa las expectativas institucionalizadas formales y las expectativas individuales es, con frecuencia, difícil de trazar. Este problema se tratará ampliamente en el texto. De hecho, el término rol relacional se refiere a aquellas expectativas recíprocas de conducta que son consideradas por el marido y la mujer como propias de su círculo social. Entre las familias investigadas había considerables dife rencias en lo concerniente a los roles relacionales entre marido y mujer, especialmente en la importancia dada a las actividades compartidas y a las tareas intercambiables, en comparación con el énfasis concedido a las actividades independientes y complementarias. En algunas familias, se notaba una clara división del trabajo entre marido y mujer; cada uno tenía sus propias tareas; marido y mujer no compartían su ocio ni su recreo. En otras familias, por el contrario, el marido y la mujer compartían muchas actividades e intereses, pasaban juntos la mayor parte del tiempo, y la división del trabajo en las tareas domésticas era menos rígida. En el capítulo III se pone de manifiesto cómo estas difercnci
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rías sociológicas generales tales como las clases sociales, los grupos de renta, los grupos ocupacionales, y otras por el estilo. Dichas diferencias están asociadas a los modelos de relaciones sociales reales entre la familia y sus conocidos y parientes, así como al modelo de relaciones internas respectivas de estos grupos de conocidos y parientes. Estos modelos dependen, a su vez, de diversos factores; algunos de ellos se relacionan con las clases sociales; otros, con movimientos espaciales de población, y otros, con la personalidad. En el capítulo IV se examinan estos factores y sus efectos sobre las redes sociales de las familias. Hasta épocas recientes, los antropólogos habían llevado a cabo muy pocos trabajos empíricos sobre el parentesco en áreas urbanas. En el capítulo V se pasa revista al sistema de parentesco en términos generales, y se analizan también las variaciones apreciadas a la hora de concretarlo en la realidad. Se efectúa una comparación detallada de tres familias en lo que se refiere al contacto con los parientes, y a sus sentimientos acerca de los lazos de parentesco; y se hace un intento de definición de todos los factores necesarios para explicar las diferencias entre las mismas. Los capítulos VI y VII tratan de normas, valores e ideologías sociales. La tesis básica ahí expuesta consiste en que los individuos y las familias desempeñan un papel activo en el desarrollo de su propia ideología social: ellos mismos adaptan y organizan, en lo posible, los valores sociales y las normas, de un modo tal que sirvan para dar sentido a su propia experiencia personal. Esto propicia el surgimiento de grandes diferencias respecto a valores y normas de una familia a otra, aun cuando cada familia pueda creer, especialmente cuando no se piensa en ellas, que sus propias normas son las propias de la sociedad globalmente considerada o, al menos, de su círculo social más inmediato. El método de análisis adoptado en este libro parte de tres supuestos esenciales. Primero, las interpretaciones se han obtenido mediante comparaciones sistemáticas en las que cada familia es considerada como un sistema social; esto es, como un sistema de roles interdependientes, como un grupo organizado que realiza sus tareas en un determinado entorno social. Solamente se han descrito aquellos datos esenciales para el análisis comparativo. Segundo, el modelo conceptual básico es el de la teoría de campo (Lewin, 1935 y 1936): la conducta es una función de
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una persona (o una familia) en una situación. La realización de los roles familiares depende de las necesidades personales y de las preferencias de cada uno de los miembros de la familia con relación a las tareas que deben desempeñar, al entorno social inmediato en el que viven y a las normas que adopten. Pero la forma del entorno social inmediato y las normas de los roles conyugales dependen, a su vez, en parte de las necesidades personales y de las preferencias de los miembros de la familia, y en parte también de una combinación muy compleja de fuerzas del entorno social en su conjunto. Tercero, se considera la conducta familiar como la resultante de múltiples factores. No sugerimos que un factor sea más importante que los otros, en el sentido de que pueda explicar más hechos. El peso relativo de cada factor varía de acuerdo con la configuración particular de- cada combinación. Se indica repetidamente en este libro que, en ciertos aspectos, los datos son insuficientes para las interpretaciones propuestas. Esto es lamentable pero inevitable en un estudio exploratorio. De la interacción entre la experiencia de campo y los intereses teóricos previos han de surgir nuevos puntos de vista en la consideración de este material; es frecuente, sin embargo, que en el transcurso del desarrollo de una nueva formulación aún no se hayan recogido todos los datos necesarios para la realización de un examen comparativo exacto. El éxito de la investigación consiste no tanto en el hallazgo de respuestas globales como en la formulación de preguntas interesantes.
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Capítulo II
Metodología y técnicas de campo (Redactado en colaboración con el Dr. J. H. Robb)
Existen muy pocos estudios de campo intensivos sobre la familia en la bibliografía sociológica_ Hay estudios sobre familias en las que algo marcha mal; estudios mediante cuestionario de familias «normales»; estudios de las relaciones familiares de los estudiantes; estudios sobre la socialización de los niflos, y otros temas parecidos; pero existen muy pocos estudios empíricos de carácter intensivo sobre familias corrientes desde un punto de vista conjunto sociológico y psicoanalítico. No es difícil explicar por qué hay tan pocos estudios de campo intensivos sobre familias corrientes. La vida familiar se desarrolla dentro de los hogares, no en la calle, ni en las universidades, escuelas, clínicas, iglesias, fábricas, ni en cualquier otra institución de fácil acceso a los investigadores. A menos que uno haya sido invitado al hogar, apenas si se puede averiguar algo sobre una familia como grupo en funcionamiento. No es fácil que las familias corrientes inviten a un investigador a su casa, ya que no tienen ningún interés especial por entrar en contacto con un equipo de investigación. Tampoco tienen por qué saber que se está haciendo una investigación, ni tienen la obligación de participar en ella aunque lo supieran. Es difícil que la gente se interese por un estudio que cscudrifla sus asuntos privados, especialmente si las entrevistas duran mucho tiempo. Cuando se solicita una amplia cooperación en el análisis de temas que se consideran privados, no parece oportuno ponerse en contacto con la familia por el sencillo procedimiento de llamar a la puerta. Parece preferible iniciar la relación con las familias corrientes a través de instituciones mediadoras que proporcionan servicios prácticos a las mismas. Pero tales instituciones tienen relación 41
sólo con algunos miembros de cada familia, a menudo con un solo individuo, y únicamente para determinados aspectos de los asuntos familiares. Tal es el caso del médico que aunque a veces está en contacto con toda la familia. lo más normal es que trate solamente a alguno de sus miembros. y que. en la mayoría de los casos, atienda sólo a la salud y no a los demás aspectos de la vida familiar. Algo parecido ocurre con la iglesia. la escuela. clínicas materno-infantiles. las clínicas de planificación familiar. los abogado:;. etc.. que se preocupan sólo por determinados aspectos de la vida familiar. A lo largo de sus actividades normales. los empleados ele estas instituciones pueden obtener un considerable acopio de información acerca de los diferentes aspectos de la vida familia. pero casi siempre dentro de un ámbito limitado. Cuando existe una relación aceptable entre los empleados y sus clientes. se puede obtener una infom1ación adicional, pero normalmente es dificil acceder a campos ajenos al área concreta ele interés de la institución, especialmente si se involucra a miembros de la familia que normalmente no tienen una relación directa con la institución. y todavía más si ello requiere la introducción ele un extraño en la familia. En definitiva, las dificultades prácticas para el hallazgo de una familia eor_iente con vistas a su estudio son considerables. También hay dificultades de tipo conceptual. Ningún estudio comparativo es fácil, pero en lo que concierne a la investigación sobre la familia, la cantidad de diferencias de una familia a otra, no sólo en lo referente a la personalidad, sino también en lo tocante a las relaciones sociales con personas y grupos ajenos, es tan grande que es difícil decidir qué es lo que se ha de comparar y cómo ha de hacerse. Es complicado combinar conceptos y modos ele pensar sociológicos y psicoanalíticos. Hay tanta carga emocional relacionada con el mal funcionamiento ele determinados aspectos en el seno ele la familia y con sus posibles soluciones, que se hace difícil un estudio sosegado de la misma. Es difícil ser moderado y realista en las aspiraciones investigadoras propias, ya que se tiene la impresión, y así se espera por lo general, de que han de aparecer al final del estudio un conjunto de declaraciones autorizadas sobre la familia en general. Debido a la naturaleza del problema y a las dificultades prácticas y conceptuales que lo acompañan, el equipo investigador no pudo obtener mucha ayuda directa ni ele su propia experiencia investigadora ni de la ele otros. Estábamos sumi42
dos en un estudio exploratorio. Comenzamos con hipótesis y explicaciones poco definidas y con una metodología y técnicas de campo sin elaborar. No podíamos aplicar -por Jo menos en su sentido estricto- los métodos y técnicas de la antropología social, de la encuesta, de los estudios de casos propios de la psicología, o del psicoanálisis. Hubo que desarrollar técnicas especiales para obtener los dos tipos necesarios de elatos: hechos acerca ele la organización ele la familia en cuanto sistema social: y material para inferir las personaliclaclcs del marido y la mujer. así como los componentes inconscientes ele las relaciones entre ellos. En este capítulo se describe el resultado final: una peculiar combinación de técnicas antropológicas y ele estudios ele casos. A)
METODOLOGÍA
Desde el principio decidimos hacer un estudio intensivo ele un número reducido de familias, en lugar de una encuesta a un amplio número de ellas. Este nos pareció el método más apropiado para un estudio exploratorio. Nuestro objetivo inicial, profundizar en el conocimiento psicológico y sociológico ele algunas familias urbanas corrientes, era tan general que apenas si se le podía llamar problema. No partíamos de hipótesis bien definidas que luego teníamos que intentar contrastar con la realidad. Habíamos pensado comparar familias corrientes con familias desorganizadas en las que el marido o la mujer hubieran solicitado tratamiento, pero, tras unos pocos intentos en este sentido, percibimos con claridad que el problema era tan complicado que no sabíamos por dónde empezar. ¿Qué se debía comparar?, ¿ja psicopatología individual, las relaciones conyugales -lo que en cualquier caso no sabíamos describir en sus términos conceptuales rigurosos-, el entorno social o alguna combinación ele los tres? La pregunta parecía formulada antes ele tiempo. Es difícil decidir qué hay que estudiar y cómo ha ele iniciarse el estudio en una situación muy compleja en la que hay gran cliversiclacl, y en la que cualquier elemento particular ele la conducta se ve afectado por una multitud ele factores. Es también fácil demostrar lo que uno quiere demostrar, cuando se es ele antemano proclive a ello. Cuando hay muchos facto43
res se puede escoger algún aspecto particular de la situación y permanecer ciego a los restantes. Uno se encuentra cautivo del dilema entre sucumbir a la confusión o escoger cualquier explicación simple pero falsa. Escogimos sucumbir a la confusión, con la esperanza de que fuera pasajera. Soportamos la incertidumbre durante un tiempo. con la esperanza de que la comparación cuidadosa y constante condujera a una formulación tal de los problemas específicos que pudiera explicar suficientemente los datos, sin que por ello llegara a ser tan complicada que éstos terminaran por perder sn significado. Nuestra tarea. en otras palabras. no consistía en contrastar hipótesis. sino en desarrollarlas. y en asegurarnos de que eran las apropiadas para el material de campo. El aumento de la experiencia de campo nos ayudó a formular problemas, y la formulación ele los problemas nos condujo a la búsqueda ele nueva información, aunque no siempre. por desgracia, con la suficiente rapidez. En muchos aspectos los datos son incompletos. El estudio comparativo de carácter intensivo sobre un número reducido de grupos requiere un método diferente del de la encuesta, y da lugar a resultados también diferentes. En la presente investigación no se aspira a alcanzar generalizaciones ele hecho sobre un amplio universo de familias mediante un estudio por muestreo. No es posible afirmar que el 25 por 100 de todas las familias urbanas inglesas actúan de acuerdo con un rol relacional conyugal conjunto, a partir de la constatación de que cinco de nuestras 20 familias entrevistadas se comportan de acuerdo con un rol relacional conjunto entre marido y mujer. A lo largo de todo el libro, el material descriptivo se refiere únicamente al conjunto de familias investigadas. No obstante, se hace un intento de desarrollar hipótesis de alcance general. Estudiamos las familias en cuestión a modo de ejemplos de familias urbanas, y no como una muestra aleatoria o representativa. Hicimos un estudio comparativo de las relaciones entre diferentes factores en las 20 familias, considerando cada familia como un sistema social. El hecho de que las familias investigadas fuesen o no representativas de otras familias no nos concernía por el momento. Nuestro objetivo consistía en establecer hipótesis aplicables a las familias investigadas. de forma que pudieran ser verificadas en otros casos. Estos otros casos podrían corresponder a familias 44
inglesas, pero algunas hipótesis podrían ser contrastadas, más provechosamente, en familias de otras sociedades 'Este método puede ser difícil de aceptar, ya que no proporciona generalizaciones de hecho acerca de todas las familias, sino sólo hipótesis que quizá puedan ser objeto de verificación en otras familias, pero que, de cualquier forma, requieren una comprobación posterior_ En todo caso, este método suele aceptarse en otros estudios de campo, como en la comparación de un número reducido de asociaciones, o en grupos locales, o en grupos corporativos como las fábricas_ La dificultad de aplicar este método en el estudio de familias se encuentra en la forma convencional de selección de las unidades de estudio_ Cuando se trata de asuntos familiares, la unidad que primero nos viene a la mente es la sociedad global. Pero en ese caso se trataría de la familia, no de algunas familias_ De ahí que creamos conveniente aclarar que nos referimos solamente a algunas familias, no a todas las familias o a la familia en generaL Las interpretaciones ofrecidas en este libro pueden ser válidas para familias diferentes de las 20 descritas en él; pero también es posible que no lo sean_ En todo caso, hemos redactado estas interpretaciones en términos generales, de forma que puedan ser examinadas y comprobadas sobre la base de otros datos, Aunque no considerábamos que el conjunto investigado fuera una muestra, hemos exigido ciertos requisitos al tipo de familia estudiada_ Ello se hizo con el objetivo de reducir el número de factores que habían de ser tenidos en cuenta a la 1 Elizabeth Colson sostiene afirmaciones parecidas sobre la metodología que considera apropiada para el estudio de comunidades primitivas (1954, págs. 58 y 59): «No sé si mi material sobre las zonas estudiadas es más o menos representativo del pueblo Tonga en su conjunto... Pero no creo que éste sea un problema del que se tengan que ocupar los antropólogos interesados en el estudio de la interrelación de factores sociales en un sistema social simple ... No se me alcanza la razón por la cual la información recogida sobre un grupo pequeño particular dentro de un amplio territorio que recibe el mismo nombre tribal, no pueda ser usada para compararla con la información recogida de unidades pequeñas similares dentro de otras áreas extensas que tengan diferentes nombres tribales. El resultado de un estudio intensivo de unidades pequeñas quizá no sea la mejor forma de describir de acuerdo con el estilo etnográfico típico, pero lo más probable es que nos proporcione el tipo de información que verdaderamente se necesita para contrastar hipótesis y para formular nuevas investigaciones sobre la relación entre diferentes factores sociales.»
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hora de establecer comparaciones. Primero, todas las familias eran «corrientes». En la práctica, esto supuso que el equipo investigador tuvo que salir a buscarlas; no vinieron al equipo investigador en solicitud de asistencia. Durante cierto tiempo, la definición usada fue: «Familias cuyos miembros no hubieran buscado nunca asistencia para problemas familiares en instituciones externas»; pero este criterio no se llegó a aplicar realmente al total del conjunto estudiado, ya que dos de las familias habían solicitado de hecho tal tipo de asistencia. Además. es obvio que muchas familias que piden ayuda de esta clase son más «normales». en el sentido clínico del término, que otras que no lo hacen. A medida que la investigación progresaba comenzó a dejar de interesamos el carácter más o menos «corriente» de las familias en cuestión, y empezamos a centrar más nuestra atención en cómo funcionaban, en cuanto sistemas de relaciones sociales y personales que son fin en sí mismas. Pero como, además, había que explicar a las familias investigadas por qué estábamos haciendo el estudio, la expresión «el estudio de una familia corriente» continuó siendo un elemento importante de nuestra explicación a lo largo de todo el estudio. Segundo, todas las familias se encontraban en la misma fase del ciclo familiar, aunque eran de diferente status socioeconómico. Se escogieron familias que tenían hijos menores de diez años, porque se considera que esta etapa es una de las más cruciales dentro del ciclo familiar. Se admitieron diferentes status socioeconómicos porque queríamos comparar los efectos de los diferente entornos sociales sobre la organización interna de la familia. Todas las familias tenían hijos, entre uno y cuatro años, siendo la moda de dos. Cuando comenzaron las entrevistas, las parejas llevaban casadas entre cuatro y once años. Los ingresos brutos de los maridos oscilaban entre 330 libras y algo más de 1.800 por año 2 • 2 Sería también interesante estudiar familias en fases diferentes del ciclo familiar pero de similar status socioeconómico, especialmente si se pretende una selección de familias de similar «estilo de vida», ya que no hay un criterio simple que nos indique exactamente el estilo de vida; la clasificación del Registro General e incluso la escala Hall Janes (Hall y Caradog Janes. 1950) son demasiado toscas para hacer comparaciones precisas. Seria posible estudiar todas las familias de un área local homogénea -si se pudiera encontrar un área de estas características-, pero sí los vecinos se conocieran entre sí, seria muy dificil realizar cualquier tipo de entrevista intensiva y, particularmente, cualquier
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Tercero, las familias eran inglesas y en su mayoría de origen protestante. Uno de los maridos procedía de un matrimonio mixto: su padre era protestante, su madre católica; había sido educado como católico. pero había dejado de asistir regularmente a la iglesia tras su matrimonio. Por último, las familias vivían en diferentes barrios de Londres y no formaban ningún grupo organizado, aunque había tres pares de amigos entre ellas. AJ principio, pensamos seleccionar las familias dentro de un mismo barrio. pero las primeras dos o tres parejas pusieron de manifiesto que el anonimato era condición esencial para su participación. Esto no quería decir q uc pretendieran ocultar su pa11icipación en la investigación a todo el mundo. sino que querían tener ellos mismos la posibilidad de decidir si lo contaban o no a sus amigos. A decir verdad, lo que no querían era que todos los vecinos se enteraran. Se daban perfecta cuenta de que sus vecinos iban a creer en seguida que algo iba mal entre ellos. Probablemente sus temores estaban justificados. Como son pocas las personas que saben algo sobre investigación sociológica o psicológica, la primera impresión de la gente, al oír hablar por primera vez del estudio en cuestióu, seria que se trataba de algún tipo de asistencia social o de tratamiento. Esta opinión estaba tan profundamente arraigada que, a veces, ni siquiera una detallada explicación era capaz de eliminarla. La señora Hartley, una de las esposas entrevistadas, conocía a varios miembros de una asociación voluntaria con los que habían mantenido una conversación los investigadores del proyecto; nos comentó divertida que después de que Robb hubiera descrito detalladamente la investigación al grupo, insistiendo en que se trataba de un estudio sobre familias corrientes, una mujer comentó a otra: «Los Hartley también están en ese asunto.» «Oh -replicó la otra señora-, es curioso, no sabía yo que les fuera tan mal a los Hartley».
entrevista clínica, ya que a la gente no le gusta que sus vecinos se enteren de que están siendo estudiados. Esta técnica es posible, no obstante, si las entrevistas son de carácter menos intensivo y si los temas estudiados son menos íntimos (Firth. 1956; Young, l 954a; Youngy Willmott, 1957; Shaw, 1954; Goldberg, 1953).
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B)
TÉCNICAS DE CAMPO
l.
Selección de las familias
Tuvimos muchos problemas para seleccionar las familias adecuadas. Estábamos preparados para la falta ele colaboración. por parte de muchas familias. en una investigación como la nuestra. Pero para lo que no estábamos prcp~rados era para la cxtraorelinaria elificultael que supuso ponerse en contacto con cualquier familia. inelependicntcmente de su disposición a colaborar con nosotros. Las razones ele tal elificultad nos parecen ahora bastante evidentes, pero en aquel momento creíamos que iba a ser fácil conseguir 50 o incluso 100 familias adecuadas. a través ele nuestros contactos con médicos ele familia y con una clínica materno-infantil. Estábamos ele acuerelo en que no era apropiado el acceso a las familias llamando a sus puertas. en parte porque solicitábamos una cooperación muy amplia, y en parte porque necesitábamos conocer ele antemano si esas familias se ajustaban o no a nuestros criterios. Nos pusimos en contacto con las dos primeras familias a través de un curso de psicología social del que Robb era profesor, él mismo elescribió la investigación a los alumnos y dos de ellos lo comentaron con sus amigos, algunos de los cuales accedieron a participar. Si embargo, estaba claro que no íbamos a poder seleccionar muchas familias de esta manera. Buscábamos un canal sencillo y regular que nos pusiera en contacto con una gran cantielad de familias. Por lo tanto, Wilson entró en contacto con un hospital materno-infantil a través de los canales médicos apropiados. Después de obtener el consentimiento y la cooperación del personal de la clínica, Robb y Bott se presentaron en la misma desempeñanelo en las consultas diferentes tareas administrativas: la idea consistía en tratar ele contactar con las madres. Pero una sala de espera abarrotada no es el mejor lugar para tratar sobre una investigación. Posteriormente acompañamos al personal sanitario en muchas de sus visitas a domicilio, pero, incluso en tales casos, tampoco resultaba apropiada una conversación extensa con la madre a cerca de la investigación, puesto que interfería en las tareas de información sobre los niños por parte dd personal sanitario. Debido a ello, explicábamos brevemente a las maelres que estábamos hacienelo un estudio sobre familias, y
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les preguntábamos si podriamos escribirles para informales sobre el mismo. En conjunto redactamos 13 cartas dirigidas a parejas que consideramos adecuadas, en las que describíamos la investigación y solicitábamos una primera entrevista. sin ningún tipo de compromiso por su parte, para discutir el estudio con ellos. Cuatro parejas aceptaron la primera visita. De éstas. tres estaban dispuestas, pero solamente una se ajustaba a nuestros criterios. A estas alturas. se evidenciaba que. independientemente de lo buenas que fueran las relaciones entre las madres y la clínica. ellas mismas y sus maridos entendían que el personal sanitario estaba relacionado principalmente con el cuidado de los niños. mientras que nosotros nos interesábamos más bien por la familia en su conjunto. particularmente por las relaciones entre marido y mujer. Seguramente también pusimos en un compromiso al propio hospital. Al personal le resultaba ciertamente difícil explicar a las madres por qué estábamos nosotros allí. Nuestra investigación no encajaba bien con el trabajo de la clínica. Depositamos nuestras esperanzas en los médicos de familia. Sabíamos que la tradicional relación médico-familia propia de las pequeñas ciudades rurales no tendría tanto arraigo en las áreas metropolitanas, pero creíamos que algunos médicos tcndrian una relación estrecha con todos los miembros de la familia. Hablamos de la investigación con seis médicos; todos ellos se mostraron interesados en el estudio, pero, a la vez. parecían tener sus dudas con respecto al hecho de someter a sus pacientes a un extenso programa de investigación, en cualquier caso, sabían de pacientes a los que conocían bien y que encajaban en nuestros criterios. En total, tres médicos nos proporcionaron una referencia cada uno. Dos de las parejas aceptaron ser estudiadas de buen grado y llegaron a formar parte del conjunto investigado. Aunque ninguno de estos médicos lo dijo de forma tan directa, es de suponer que alguno de ellos pensara que al presentamos a sus pacientes podía llegar a entorpecer su relación particular con los mismos. En realidad, nuestra solicitud llevaba al médico a desviarse de su papel profesional. Solamente aquellos médicos que tenían una relación estrecha con la clínica Tavistock estaban completamente preparados para correr con tal riesgo. Pero es que. además, muchos médicos de cabecera de la ciudad diferían del modelo de médico familiar tradicional en mayor medida de lo que parecía en un principio. Se describía al médico
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RESULTADO DE LOS INTENTOS DE PONERNOS EN CONTACTO CON FAMILIAS PARA LA INVESTIGACIÓN
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educativos l Asistente social 1 Centro asistencial 6 Clérigos 2 Clases de PsicoL (impart. por Robb) 1 Asociación de inquilinos 4 Funcionarios de la Vivienda 1 Delegación del Partido Laborista ; 2 Jefes de personal 1 Cámara de Comercio 1 Relaciones públicas de un distrito 5 + amigos y colegas 2 Familias investigadas 42 + instituciones de con tacto*
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* 16 tipos de instituciones de contacto. ** 10 tipos de instituciones proporcionaron referencias.
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pero que no creían que pudieran presentarnos familias utilizando para tal fin su calidad de empleados. Preferían presentarnos a un pariente, a un amigo o a algún miembro de su organización con el que tuvieran alguna relación personal o amistosa. además de la relación formal. En general, esta forma de considerar la situación se demostró bastante acertada. Cuando los cmplcaclos trataban de ponernos en contacto con parejas con las que mantenían relaciones estrictamente limitadas a lo profesional, aquellas n01malmente no respondían ni siquiera a nuestra primera solicitud de entrevista. La mayor parte ele los contactos que luego fructificaron fueron hechos por amigos del<: familia, o por empleados que también eran amigos. Las presentaciones tenían muchas más posibilidades de ser fructíferas si la persona que facilitaba el contacto conocía tanto al marido como a la mujer, aunque esto tenía menor importancia que el grado de intimidad entre la persona que contactaba y la familia 3 . Después de que la persona que efectuaba el contacto hubiera hablado de la investigación con las parejas que podían estar interesadas en ella, nos enviaba sus nombres y direccio nes y nosotros les escribíamos diciéndoles que nos gustaría visitarles para una primera entrevista explicativa. Incluíamos una tarjeta postal ya franqueada, les anunciábamos que llegaríamos en el momento indicado a menos que nos devolvieran la postal sugiriéndonos otro momento más conveniente o diciéndonos que no les visitáramos. Utilizamos este método después de constatar que muchas de las madres 3 No puede hacerse un análisis completo de la aceptación o rechazo de' la investigación ya que algunas familias podrían haber rehusado sin que nosotros nos enteráramos de ello. No estábamos en situación de pedir a la' persona que efectuaba el contacto que llevara un registro exacto de la gente con la que había pensado contactar, de aquellos a los que se había dirigido y de aquellos que habían rehusado. De los 45 casos de los que tenemos información es evidente que los dos factores mencionados anteriormente erari significativos. De las 25 parejas que aceptaron ser estudiadas, 19 mantenían relaciones amistosas con la persona que efectuaba el contacto. De las 20 familias que no respondieron a nuestras cartas o que se negaron a participar en la investigación, solamente cinco tenían relaciones de amistad con las personas de contacto (ji-dos~ 11.61, 0,01). En 15 de los 25 casos que aceptaron ser estudiados, la persona que efectuaba el contacto conocía tanto al marido como a la mujer, lo que solamente ocurría en cinco de las 20 familia$ que se negaron a participar en el estudio o que no contestaron a las cartas nuestras que solicitaban una primera entrevista (ji-dos= 5.512, p ( 0,02).
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contactadas a través de la clínica y sus maridos no respondían: a nuestras cartas. Al principio considerábamos que todo el trabajo desarrollado con las agencias de contacto no era muy útil para hacer averiguaciones sobre las familias en cuestión. Más adelante, nos dimos cuenta de que estábamos haciendo buen acopio de conocimientos sobre la forma en que las familias se relacionaban con otras instituciones. A partir de las propias familias, conseguimos una descripción de su mundo social tal y como ellas mismas lo veían: a partir de los empleados. obtuvimos una descripción de las familias observadas desde el exterior. Empezamos a preguntar a los empleados sobre la vida familiar de los miembros de sus propias organizaciones, y en la mayor parte de los casos apenas estaban enterados de ella. Una cosa nos llamó la atención: en la mayoría de las ocasiones, los miembros de una familia pertenecían a instituciones formales en cuanto individuos, no en cuanto miembros de una familia, y estas relaciones se limitaban a uno o dos aspectos de la vida del individuo. Salvo en los casos excepcionales del médico de cabecera y de la iglesia (que hubiera tenido más importancia en el caso de qne hubiéramos estudiado familias católicas), no había ninguna institución externa que abarcara a las familias en todos sus aspectos. Téngase en cuenta que las familias investigadas no estaban, en absoluto, encapsuladas dentro de ningún otro grupo. 2.
Las entrevistas en casa
En'e! curso de la primera entrevista, que tenía lugar por la tarde con el marido y la mujer, el investigador les explicaba quiénes formaban el equipo de investigación, qué era el instituto Tavistock, cómo se financiaba la investigación y qué era lo que tratábamos de averiguar. Poníamos en su conocí' miento que se habían hecho diferentes estudios sobre familias que no marchaban muy bien, pero que eran escasos los estudios sobre familias corrientes. Muchos investigadores acostumbrados a trabajar con familias con problemas acababan creyendo que las familias corrientes, por contraste, no tenían problemas ni dificultades, mientras que otros opinaban que éstas podían tener las mismas dificultades que las familias claramente desorganizadas, pero que hacían frente a 53
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esas dificultades con mejores resultados. Les explicábamos, asimismo, que queriamos conocer la verdad sobre un número pequeño, al menos, de familias. El contenido exacto de la explicación variaba de una familia a otra. Poníamos mucho cuidado en evitar las palabras «normal» o «feliz», especialmente después que la seüora Hartley sonriera y preguntara: «¿Qué hacen ustedes cuando no están aquí viendo cómo somos felices?» Con las últimas familias, sobre todo con las más complejas, hablábamos menos del asunto de las familias corrientes frente a las familias desorganizadas y les explicábamos que queríamos saber cómo funcionaban las familias en cuanto grupos, ya que realmente había muy poca información científica sobre este tema. Adelantábamos también a las parejas el contenido de las entrevistas en casa y, después de haber elaborado un esquema de la entrevista, se lo enseüábamos. Les decíamos que si decidían participar, vendríamos. más o menos, una vez a la semana por la tarde, para poder ver a ambos, marido y mujer, y al menos otra vez durante el día para ver a los hijos. Les advertíamos que habría entre 8 y 12 entrevistas. Dejábamos asimismo claro que no volveríamos a menos que nos llamaran, que podrían retirarse en cualquier momento, y que solamente volveríamos mediante cita previa. Les decíamos también que la información sería tratada con discreción profesional, que garantizábamos su anonimato, y que en el caso de que nos decidiéramos a publicar información confidencial que pudiera revelar su identidad a los lectores, les consultaríamos previamente. Por supuesto, nos comprometíamos también a pagar todos los gastos que pudieran tener como consecuencia de la investigación. Aunque pocas parejas llegaron a manifestarlo de forma directa, resultaba evidente que a muchas de ellas les preocupaba la posibilidad de tener que discutir sobre sus asuntos íntimos, especialmente sobre sus relaciones sexuales, uno frente al otro y en presencia del investigador. Les informábamos de la existencia de una segunda parte en la investigación que consistía en entrevistas individuales en el instituto Tavistockc con otro miembro del equipo investigador, en las que, si lo deseaban, podrían discutir asuntos más personales que pudieran resultar embarazosos en una conversación entre tres personas. Les decíamos que ésta sería una parte diferente de la investigación y que ya decidirían, más ade54
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!ante, tomar parte en ella o no. Si, no obstante continuaban insistiendo, se les informaba con detalle del proceso completo en ei curso de la primera entrevista. Se animaba a las parejas a hacer preguntas, pero normalmente preguntaban poco. A veces, nos pedían que volviéramos a explicar la organización y financiación de la investigación. Otras veces, nos planteaban preguntas sobre las demás familias investigadas. Nosotros respondíamos con descripciones de los criterios de selección, pero en ningún momento hablábamos de las relaciones personales de las otras familias. Era muy común que nos hicieran preguntas sobre el investigador; a Robb le preguntaban con mucha frecuencia sobre sus propios hijos y acerca de sus opiniones sobre la educación de los niños. Cuando en alguna ocasión nos interrogaron sobre la utilidad futura de nuestra investigación, respondíamos que la investigación por sí misma no pretendía conseguir beneficios directos para las propias familias investigadas, aunque a la larga podría tener algún efecto beneficioso sobre la actitud de las personas dedicadas a la ayuda de las familias desorganizadas. Robb confiaba, mucho más que Bott, en que los resultados tendrían una utilidad directa, no obstante, los dos se mostraron de acuerdo en que lo mejor sería contestar a preguntas de este tipo de acuerdo con sus opiniones respectivas. En caso contrario, las respuestas podrían sonar poco convincentes. Tras estas aclaraciones, el investigador indicaba que debía irse, pedía a la pareja que hablara sobre el tema y les rogaba que le comunicasen luego su decisión. De las 31 entrevistas de presentación sólo en tres no se adoptó una decisión de forma inmediata. Veinticuatro parejas manifestaron en seguida su deseo de participar, y que, de hecho, ya habían tomado su decisión basándose en lo que les había explicado la persona que les contactó. De las restantes parejas, cuatro rehusaron en el acto, otras dos lo hicieron después de hablarlo entre ellos, otra aceptó, después también de la correspondiente consulta. De las seis familias que se ajustaban a nuestros criterios, pero que no quisieron tomar parte en la investigación, una se negó por falta de tiempo, razón ésta auténtica, a juicio de los investigadores, y no una excusa. En los otros cinco casos, uno de los miembros de la pareja se mostraba dispuesto a participar, pero no el segundo. La entrevista inicial con las cuatro primeras familias fue mucho menos extructurada porque no habíamos elaborado 55
una técnica y no teníamos un esquema de entrevista. Les indicábamos que queríamos realizar un número indeterminado de visitas. que teníamos la intención de adoptar durante las mismas el papel de amigo y que hablaríamos con gusto de cualquier tema que la propia pareja quisiera sacar a colación. Les dijimos que nuestro objetivo era obtener una descripción de su vida familiar. en parte mediante observación y en parte a partir de la infonnación que ellos mismos apol1aran. No tomábamos notas in silu. pero no les ocultábamos el hecho de que lo hacíamos más adelante. Por un lado. adoptamos este procedimiento porque no estábamos seguros de las cosas de las que la pareja estaba dispuesta a hablar de buena gana, ni tampoco incluso de las que nosotros mismos queríamos saber. Por otro lado. además. estábamos predispuestos contra la recogida directa de notas y contra las entrevistas demasiado estructuradas. aunque por muy diferentes razones. La experiencia y los objetivos de los distintos miembros del equipo eran ligeramente diferentes al empezar las entrevistas. Robb había hecho hacía poco tiempo trabajos de tipo clínico con matrimonios en el Family Discussion Bureau (1955) [oficina de consulta familiar], y al principio intentaba utilizar en nuestra investigación las mismas técnicas de recogida de datos. Pero aquello no funcionaba bien. ya que uno de los principales métodos de obtener información en la acción terapéutica consiste en interpretaciones y en comentarios interpretativos, lo cual es inapropiado en el ámbito de una investigación científica. Normalmente, las interpretaciones de este tipo se pueden hacer solamente cuando hay un claro convencimiento de que el informante o cliente está buscando ayuda psicológica para problemas que él ya sabe que tiene; Bott no había tenido experiencia clínica de este tipo. pero sí había tenido una experiencia considerable en «observación participante», o en lo que. con mayor propiedad. podría denominarse «entrevista no declarada», esto es, entrevista y observación en la que los informantes no saben que son objeto de estudio. Robb también había hecho trabajos de este tipo. Ambos conocíamos la cantidad de información que genera una técnica de investigación semejante, pero, por otro lado, sabíamos también que las entrevistas no declaradas dificultan la publicación y producen en el investigador un agudo sentimiento de culpa, al haber sido aceptado como un verdadero amigo. cuando en realidad albergaba un propósito oculto. Intentamos mante56
ner las ventajas de la entrevista no declarada y evitar sus inconvenientes. Conforme pasaba el tiempo, se ponía cada vez más en evidencia que este método de entrevista y de observación no estructuradas era insatisfactorio. Primero, a medida que se iban formulando los problemas, necesitábamos información comparable procedente de tocias y cada una de las familias; pero esa información no podíamos conseguirla a partir de una entrevista no estructurada. Segundo, la situación era tan artificial que era virtualmente imposible mantenerla. En el investigador se confundían. por lo menos, tres roles en gran medida incompatibles y parcialmente inapropiados: los roles de amigo, de i1westigador y de terapeuta_ Pese al acuerdo de que serían visitas de amigos, ambas partes sabían que, de hecho, tenían un objetivo diferente, por muy amistosas que llegaran a ser. La pareja no solamente hablaba de los temas que hubiera tratado con auténticos amigos, sino que, además, se ocupaba de conversar sobre asuntos que, en su opinión, podrían interesar a un investigador preocupado por la familia. Asimismo, el investigador se encontraba influido inevitablemente en sus respuestas y preguntas (incluso sí éstas eran índírcctas y abiertas) por sus planteamientos teóricos y por su deseo de descubrir qué tipo de ínformacíón podría obtenerse en aquel marco. El factor terapéutico se introdujo debido, en parte, a la experiencia prevía de los investigadores, especialmente de la de Robb en estudios de casos matrimoniales, cosa que sabían las parejas que estaban siendo entrevistadas, y en parte, porque las mismas parejas parecían buscar tácitamente el modo de apaciguar sus ínquíetudes sobre la vída familiar. Sín embargo, el papel terapéutico resultaba incompatible con los papeles ele investigador y amigo. Estaba claro que nuestra forma de entrevistar despertaba ansiedad en las parejas. No sabían lo que podría tener interés para nosotros o lo que ellas estaban desvelando sobre sí mismas. Los investigadores se sentían también preocupados e incómodos. Finalmente, decíclímos que debería darse prioridad en las entrevistas al aspecto de la recogida de información. Basándonos en lo que las primeras cuatro familias habían dicho de forma espontánea, junto con otras cuestiones que consideramos importantes, esbozamos una lista de temas y empezamos a hacer preguntas sobre asuntos específicos.
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También comenzamos a tomar notas en presencia de la familia. A partir de entonces todos nos sentimos aliviados. Dos parejas llegaron incluso a manifestar que por fin sabían lo que andábamos buscando y que podían dejar de preocuparse. El número de entrevistas en casa osciló entre 8 y 19, siendo la media de 13. Cada entrevista comenzaba con una conversación no planificada que duraba de diez minutos a una hora, seguida por una hora o más de discusión directa sobre temas incluidos en el esquema previsto, y finalizaba con un rato más de conversación casual para terminar. El investigador utilizaba los puntos del citado esquema a modo de guía general, el orden de temas y la forma de preguntarlos se dejaban a su arbitrio. Normalmente planteaba un tema y la pareja continuaba ella misma la discusión, a veces con preguntas adicionales hechas por el investigador. Frecuentemente la discusión se iba por otros derroteros diferentes del tema, pero se hacía poco por evitar tales digresiones, ya que cualquier conducta recíproca entre el marido y la mujer o de éstos hacia el entrevistador se consideraba como información significativa. En el apéndice A puede verse una copia del esquema de la entrevista. Hicimos preguntas sobre cinco temas principales. El primero consistía en la historia social de los miembros ele la pareja y en la descripción del matrimonio hasta el momento del inicio de las entrevistas. Una de las partes más útiles de esta sección fueron las genealogías detalladas obtenidas tanto del marido como de la mujer. Estas genealogías no sólo proporcionaban información útil para el análisis del patentesco, sino que proporcionaban también al investigador una idea de los sentimientos de la pareja acerca de su pasado y de su lugar en la sociedad. La sección segunda del esquema, que es la más amplia y la más complicada, se refiere a diferentes aspectos de la organización interna de la familia. Bajo este epígrafe el investigador obtenía datos detallados ele las actividades diarias y semanales, y de acontecimientos anuales periódicos tales como Navida des, cumpleaños y vacaciones. Las principales ocupaciones ele la familia se recogían en detalle: la ocupación del marido y la mujer, si tenía, el trabajo doméstico, el cuidado ele los niños, la forma de llevar las finanzas de la familia, así como los modos de llenar el ocio de la misma. Se intentó establecer la natura-
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leza de la división del trabajo entre los diferentes miembros de la familia, especialmente entre marido y mujer. El investigador trataba de descubrir quién desarrollaba cada actividad, quién era el responsable de controlar si se había hecho, cómo se adoptaban las decisiones sobre la misma, qué discrepancias surgían a propósito de ella y cómo se zanjaban. También intentábamos descubrir si la división del trabajo entre marido y mujer había cambiado en el curso del matri~10nio y en qué medida la pareja consideraba que su organización era diferente de la de sus padres. de la de los demás familiares y de la de sus amigos. Cuando utilizamos por primera vez el esquema planteábamos a las familias preguntas específicas sobre puntos concretos, tales corno: «i,Quién se encarga de lavar los platos?» Teníamos una lista de itcrns similares. Pasado un tiempo. hacíamos preguntas más generales al principio de la entrevista, para pasar después a cuestiones más específicas sobre temas que la pareja no había considerado. Robb era más meticuloso, en este aspecto, que Bott. Ambos investigadores, por motivos de tacto, dejaron de hacer preguntas directas sobre temas conflictivos. Asimismo se abandonaron las preguntas directas sobre el modo de adopción de decisiones, ya que nadie alcanzaba a responderlas. Esperábamos a que la pareja se refiriera a alguna decisión concreta y entonces preguntábamos cómo se había tomado tal decisión particular o cualquier otra. La tercera sección del esquema trata de las relaciones informales fuera de la familia nuclear; esto es, con parientes, amigos y vecinos. Gran parte de la información referente a los familiares había sido ya recogida en la primera sección del esquema. En el caso de los amigos, la información incluía una lista de individuos (sin que pudieran identificarse por el apellido o la dirección) a los que la pareja había clasificado como amigos, junto con datos acerca de su sexo, su edad, su ocupación, de cómo se conocieron, del tipo de relación, sobre la frecuencia de los contactos, y sobre si se trataba de una relación conjunta o si, por el contrario, se mantenía principalmente por parte de uno solo de los miembros de la pareja. Se obtuvieron también datos similares sobre los vecinos, incluyendo información sobre el número de vecinos acerca de los cuales la pareja conocía datos concretos, tales como el nombre, la ocupación, y el número y la edad de los hijos. Hacia el final
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del trabajo de campo, empezamos a hacer preguntas específicas sobre qué vecinos, amigos y parientes se veían entre sí. Las primeras familias habían dado espontáneamente una gran cantidad de información sobre estos temas, pero de forma asistemática. La cuarta sección trata de relaciones sociales más formales. tales como las que se mantienen con la escuela. la iglesia. los clubs y las asociaciones de vecinos. los servicios sociales (incluyendo médico. dentista. hospital. personal sanitario, guardería. asistente social. abogado). organizaciones políticas y sindicatos. Se investigaron en cada caso los motivos. el método y la frecuencia de los contactos. así como las opiniones sobre estas relaciones y sus consecuencias para la familia. La última sección del esquema trata de las opiniones generales de la pareja y de su ideología sobre la vida familiar. la clase social, el dinero y la organización financiera. y sobre cuestiones generales políticas, sociales y religiosas. Se vertieron opiniones o se pudieron inferir a partir ele afirmaciones previas, pero, en cualquier caso, estas preguntas directas al final de las entrevistas proporcionaron información adicional para el análisis de las normas y de la ideología. Las manifestaciones de la pareja sobre sus actividades y sus relaciones se registraban con tal amplitud de detalle no porque esos pormenores se consideraran importantes en sí. sino porque ayudaban a fijar el modelo general de comportamiento con cierto grado de validez. De esta manera, se demostró que no era prudente fiarse de las propias valoraciones generales de un individuo con respecto al modelo. Un ama de casa, por ejemplo, dijo con toda sinceridad que la forma de llevar adelante las tareas de su casa era totalmente flexible, pero puso de manifiesto, a partir del relato detallado de su comportamiento real, que estaba sujeta a un horario mucho más rígido que cualquiera de las demás mujeres investigadas. Este modelo rígido, y la aparente necesidad de negar su existencia, eran ambos elementos importantes de su personalidad y del rol desempeñado. Probablemente habría sido más útil para los fines de la investigación si hubiésemos confiado más en la observación y menos en las entrevistas. En comparación con la mayoría de los trabajos antropológicos de campo, nosotros utilizamos
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muy poco la observación. Ello se debió, en parte, a los objetivos de nuestro estudio, pero también a la estructura de la sociedad urbana. Por supuesto que observábamos a la pareja mientras la entrevistábamos y es preciso señalar que la entrevista era especialmente instructiva cuando tratábamos con los niños. En tales momentos, la vida familiar discurría más o menos ele la forma habitual y observábamos y participábamos en ella sin hacer preguntas ni tomar notas. Pero no podíamos observar la vida social ele la familia por completo. No podíamos seguir al marido al trabajo, ni podíamos entrevistar a los amigos. vecinos y parientes. principalmente porque esas personas se hallaban dispersas por Londres y no formaban un grupo, de tal modo que, de haberlos querido incluir en la investigación, habríamos tenido que conseguir su consentimiento por separado; pero también porque las familias no querían que todos sus conocidos se enteraran de que estaban siendo estudiadas. En ocasiones, conocimos a parientes y amigos cuando visitaban a la familia. Por tácito acuerdo, dejábamos de hacer preguntas y de tomar notas y nos uníamos a la conversación general. Siempre nos presentaban como amigos. Frecuentemente nos invitaban a cenar y Bott correspondía invitando a alguna de las primeras parejas entrevistadas a cenar con ella. Pero después de damos cuenta de la importancia que tenia el hecho de insistir en nuestro papel ele recolectores ele información, pospusimos estas invitaciones hasta después de terminar las entrevistas. Bott llegó incluso a ser invitada a una boda a la que desafortunadamente no pudo asistir. En otra ocasión acompañó a una mujer al hospital porque su hijo pequeño se había hecho una herida.-Pero en la mayoría de los casos, las observaciones de las relaciones de la familia con otras personas fueron muy esporádicas e incompletas. 3.
Las entrevistas clínicas
Al final de las entrevistas en casa, el investigador abordaba el problema de las entrevistas clínicas. Como ya se les había anunciado, en las entrevistas en casa nos habíamos interesado fundamentalmente por la organización cotidiana de la familia. Les indicábamos entonces que en las entrevistas clínicas tendrían oportunidad de discutir asuntos más perso61
nales, difíciles de tratar en una conversación entre tres personas. Les hacíamos saber que los temas generalmente tratados eran la salud, el comportamiento personal, las relaciones con los padres, los hermanos y las hermanas, y los amigos; el comportamiento sexual, las relaciones personales entre marido y mujer, y el efecto de los hijos sobre los individuos y sobre la familia en su conjunto. Añadíamos que esto era solamente una guía pero que la gente hablaba también de temas muy diferentes. Les decíamos que preferíamos. si ello era posible. que fueran juntos el marido y la mu jcr a la primera entrevista, en la que el investigador les presentaría a A. Wilson. A continuación. y si les parecía bien. se les pondría lo que nosotros llamábamos una «tarea estandarizada». Les explicábamos que esta tarea consistía en pedir a las personas que contaran una historia a partir de un conjunto de imágenes. Dado que las imágenes eran las mismas para todas las parejas, las respuestas obtenidas nos darían una idea de sus divergencias respectivas en el comentario de la misma situación estandarizada. Así explicábamos a nuestros sujetos -después de varios intentos de descripción previos- el contenido del citado test de relaciones objetivas (Phillipson, 1955). Nos pareció poco oportuno utilizar la palabra «test», no sólo porque la idea de un test de personalidad infunde respeto, sino también porque un test significa algo que uno puede aprobar o suspender, y esto es algo completamente ajeno al test de relaciones objetivas. A las entrevistas clínicas asistieron 15 parejas. Una de ellas abandonó la investigación poco antes de terminar las entrevistas en casa, la perspectiva de las entrevistas clínicas desempeñó probablemente un papel importante en su retirada. Uno de los maridos sólo asistió a la primera entrevista y ya no volvió. En uno de los tres casos restantes, la mujer estaba muy interesada en asistir, pero el marido no quería. En los dos últimos, la decisión se tomó, aparentemente, por los dos miembros de la pareja a la vez. Nosotros no pedíamos ningún tipo de explicación por estas decisiones. U na pareja nos dijo educadamente que no tenía ganas de seguir. Otra argumentó que no podía soportar a los médicos. En ambos casos daba la impresión de que temían revelar o quizá llegar a conocer algo sobre ellos mismos que preferían mantener oculto. Las primeras cuatro o cinco parejas tuvieron dos entrevistas clínicas cada una. Posteriormente por lo general se hicie-
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ron tres. Wilson tomaba notas casi al pie de la letra a medida que la gente hablaba, salvo cuando se trataban temas sexuales u otros asuntos que parecían particularmente embarazosos o molestos. Sólo en un caso se grabaron en cintas magnetofónicas las entrevistas clínicas con el consentimiento previo de la pareja en cuestión. Las entrevistas clínicas se desarrollaron de acuerdo con Ja descripción que previamente se había esbozado a las parejas. En la primera visita. el investigador las recibía a la puerta del edificio Tavistock y las acompañaba arriba. En los primeros casos, el mismo investigador presentaba las parejas a Wilson y a continuación los dejaba solos. Con las últimas diez parejas, por el contrario, el investigador estaba presente mientras Wilson describía con brevedad el contenido de las entrevistas. respondía a las preguntas y fijaba futuras citas individuales con el marido y la mujer. A continuación, el investigador conducía a la pareja a Ja presencia de dos psicólogos, charlaban entonces todos un rato más o menos largo; seguidamente, el investigador se marchaba, y marido y mujer realizaban por separado el test de relaciones objetivas, cada uno con un psicólogo. De esta manera, el investigador se constituía en enlace entre lo familiar y lo no familiar. Después de esta primera entrevista conjunta, maridos y mujeres volvían por separado para entrevistarse individualmente con Wilson. Una vez terminadas las entrevistas clínicas, el investigador realizaba una última visita a Ja casa para terminar la investigación. No obstante, se hicieron frecuentes visitas complementarias a determinadas familias, en parte para rellenar lagunas en la información y en parte para discutir con ellas el material antes de su publicación. 4.
Conversaciones sobre casos
Una vez terminadas todas las entrevistas con cada una de las familias, se realizaron dos o tres conversaciones de casos sobre las mismas. Asistieron a ellas los cuatro miembros del equipo principal de investigación y los dos psicólogos. El investigador correspondiente a cada caso hacía un resumen de la familia para lo cual se basaba en las entrevistas en casa. El contenido exacto de estos resúmenes fue variando conforme se modificaba y se desarrollaba el esquema conceptual. 63
Por otro lado, los psicólogos resumían el resultado de los test de relaciones objetivas, y el entrevistador clínico hada lo propio con el con junto de sus propias impresiones sobre la pareja y sobre sus relaciones internas. En algunos casos, el investigador hizo un resumen final sobre la familia después de que las conversaciones sobre la misma hubieran terminado. El objetivo de las conversaciones de casos era alcanzar una perspectiva conjunta general de cada familia. con la intención de poder establecer comparaciones entre ellas. Este objetivo no se consiguió del todo en el curso de las conversaciones de casos; no obstante. todos los participantes en las mismas aprendieron mucho y modificaron sus análisis del material posterior a partir de las discusiones allí mantenidas. 5.
Grupos de discusión
Antes de darnos cuenta del todo ele que no sería posible hacer generalizaciones empíricas válidas para todas las familias inglesas, sino sólo para las 20 que estábamos estudiando de hecho, nos preocupaba el reducido tamaño de nuestra «muestra» y decidimos completar los elatos obtenidos de las familias investigadas con información recogida ele un mayor número de personas. Sin embargo, una serie de restricciones financieras acabaron por impedir la encuesta. Escogimos entonces el método ele grupos de discusión. Los grupos estaban formados por asociaciones de mujeres, asociaciones de padres y profesores, centros comunitarios y reuniones locales de partidos políticos. Nos poníamos en contacto con empleados de estas organizaciones, les explicábamos nuestro trabajo y les indicábamos que queríamos ir a sus reuniones en calidad de «oradores», dando a entender que hablaríamos muy brevemente y que dedicaríamos la mayor parte del tiempo a recoger del grupo ideas sobre la vida familiar presente y pasada. Más ele la mitad de los 17 grupos estaban compuestos principalmente por mujeres de mediana edad. La mayoría de los miembros ele los grupos eran mucho mayores que nuestros sujetos; los padres, especialmente las madres de hijos pequeños, no suelen tener tiempo suficiente para dedicarlo a asociaciones voluntarias de este tipo. Los grupos oscilaban entre
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12 y 50 personas, aunque la mayoría se situaba entre las 20y las 30. La discusión se desarrollaba más o menos de la misma forma en todos los grupos. Uno de los investigadores exponía los objetivos y el método de nuestro trabajo, en el curso de una charla que duraba de diez a veinte minutos, indicando que sólo podíamos estudiar un número reducido de familias y que queríamos saber si los resultados que estábamos obteniendo eran generalizables o no. Les sugeríamos entonces diferentes temas que creíamos apropiados: cambios en la vida familiar, división del trabajo entre marido y mujer. organización financiera de la familia, cuidado de los hijos. etc. Se dio con bastante frecuencia que, después de esta presentación. se planteaban tres o cnatro preguntas de carácter más bien hostil, aunque tal hostilidad normalmente no estaba dirigida directamente contra nosotros. Hacían comentarios despectivos sobre las encuestas, sobre los sondeos de opinión de Gallup y sobre otras cuestiones similares. Nosotros respondíamos a estas preguntas lo más simple y directamente que podíamos, procurando no disentir con el interlocutor cuando comprendíamos que tenía razón, y haciendo hincapié en que en nuestra investigación nos habíamos propuesto estudiar solamente a aquellas personas que estuvieran verdaderamente interesadas en participar. Tras este diálogo, el grupo normalmente pasaba a discutir el problema de los cambios en la vida familiar. Una opinión manifestada con frecuencia fue que la familia, como institución, era menos estable y segnra que en el siglo XIX, y que necesitaba apoyo y fortalecimiento moral. Tal opinión ofrecía un fuerte contraste con la de las familias investigadas, ya que éstas, casi en su totalidad, pensaban que la familia moderna era mejor que la victoriana. Se discutían asimismo muy a menudo asuntos tales como el de la delincuencia, el divorcio o la falta de responsabilidad de los padres con respecto a los hijos. Daban por supuesto los miembros del grupo que ellos mismos eran padres responsables, mientras que los demás no lo eran. La generación más joven muy a menudo también era objeto de crítica. Mencionaban, por último, lo desafortunado que era que trabajaran las muieres. En resumen, la mayor parte de los grupos expresaban opiniones firmes de forma dogmática, aunque era de notar una considerable diferencia al respecto de unos grupos a otros. La
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impresión que sacamos era que cuanto más homogéneo era el grupo en lo tocante a edad y al sexo, más dogmático se manifestaba en sus opiniones, no obstante, se necesitaría un mayor número de confirmaciones empíricas para demostrar si este era el caso en general. La atmósfera hostil de alguna de estas sesiones difería mucho de las entrevistas con las familias investigadas; asimismo, los grupos aludidos parecían estar bastante preocupados por la idea de que la familia, como institución, se encuentra en decadencia, en fuerte contraste con las familias investigadas, cuya actitud al respecto era más optimista. Es posible que se trate de una diferencia generacional. Pero también son de destacar ciertos factores relacionados con la situación del grupo investigado. En primer lugar, la situación de grupo parecía estimular la expresión de aquellas opiniones que se consideraban propias ele las capas sociales más respetables. Por ejemplo, en una ocasión, uno de los investigadores tuvo una larga conversa ción con una mujer, miembro del grupo, antes de la reunión, y le preguntó sobre algunas ele las cuestiones que iban a ser tratadas más adelante en la sesión. Sus respuestas fueron muy similares a las ele las familias investigadas: el divorcio como única solución en algunos casos, las muchas ventajas de la familia moderna, la ausencia de perjuicios notables en los casos ele mujeres trabajadoras con niños en edad escolar, etc. Sin embargo, la misma mujer, dos horas más tarde, se mostraba ele acuerdo con los demás miembros del grupo en su absoluta condena del divorcio, ele la mujer trabajadora y ele la familia moderna. Parecía no darse cuenta de la discrepancia con sus declaraciones anteriores. En segundo lugar, en la situación de grupo, los miembros del mismo tendían a considerar la investigación y a los investigadores mismos como un ataque personal al propio grupo. Fuimos incapaces de ciar con un modo tal de presentación de nuestro trabajo y del objetivo de la discusión que no provacara esta reacción, al menos al principio de la conversación. Posiblemente, los miembros del grupo se sentían algo defraudados: habían venido a la reunión como de costumbre, para escuchar una conferencia y, en vez de esto, se les hablaba muy poco y además se les pedía que expusieran ellos mismos sus opiniones. Seguramente todo esto no les hubiera importado mucho si hubieran podido charlar libremente entre ellos,
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pero parecían sospechar que tratábamos de sonsacarles cosas íntimas, propias y de los demás, en nuestra presencia. No es sorprendente que en estas circunstancias fueran críticos con nosotros. Los grupos compuestos por mujeres de mediana edad parecían especialmente susceptibles, quizá porque sus hijos estaban haciéndose mayores y abandonando el hogar, y la pertenencia a estas asociaciones les servía para rellenar el vacío creado en su vida familiar. El tema de discusión propuesto por nosotros las obligaba a hablar de asuntos que, probablemente, pretendían olvidar acudiendo al grupo. La incomodidad y la hostilidad del grupo fueron quizá mayores en las dos ocasiones en que Bott dirigió la discusión al tiempo que Robb tomaba notas. No es que se opusieran a la toma de notas en sí misma, habíamos pedido permiso de antemano para tomarlas y nos lo habían concedido de buena gana. Pero la combinación de una mujer -Bott- como jefe y de un hombre como secretario -Robb- era demasiado para ellos. En estas dos ocasiones la mayor parte de la discusión trató de lo curiosos que eran los niños y de cómo había que controlarlos. Por el contrario, cuando Bott tomaba notas para Robb o incluso cuando aquélla dirigía la discusión pero utilizaba a una mujer como secretaria para tomar notas, los miembros del grupo se mostraban menos ansiosos y hostiles y dedicaban menos tiempo a hablar sobre la curiosidad de los niños. Los grupos de discusión no cumplieron su objetivo inicial, los datos obtenidos en los mismos no resultaban comparables directamente con los datos procedentes de las entrevistas en casa, ya que los miembros de dichos grupos eran de mayor edad y su situación social proporcionaba un tipo diferente de información. No obstante, lo que las discusiones pusieron de manifiesto fue que valdría la pena un estudio comparativo de familias en etapas diferentes. Asimismo, las discusiones proporcionaron también otro ejemplo de algo que ya se había puesto de manifiesto en las entrevistas con las parejas investigadas: las normas y la ideología se expresan de forma diferente en contextos diferentes. Este asunto se discute más a fondo en los capítulos VI y VII. Sería, no obstante, de interés un estudio más sistemático de la expresión de normas familiares en diferentes situaciones, en particular porque muchos estudios de normas y de familias mediante cuestionario dan por supuesto que lo que las personas contestan en los cuestio-
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narios corresponde exactamente a lo que piensan y hacen en situaciones distintas. C)
FASES EN EL DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN
Está claro que en cualquier investigación. y especialmente en un estudio de carácter exploratorio, se aprende a medida que se progresa. Anteriormente se han señalado determinados estadios del curso de nuestra investigación en los que tuvimos que modificar las técnicas o redefinir el método. Al recordar tales modificaciones, se aprecian en el trabajo diferentes etapas. En la primera etapa (1950-51), coincidiendo con la dedicación a tiempo parcial de todos los miembros del equipo, con la excepción de Robb, la mayor parte del tiempo se empleaba en discusiones de carácter general sobre conceptos y métodos. En realidad queríamos familiarizarnos todos con las ideas y los puntos de vista respectivos de cada uno. Wilson aportó a la investigación su formación en medicina y en psicoanálisis y su experiencia en investigación psiquiátrica; asimismo nos fue de utilidad su práctica en selección para el ejército y en reinserción civil durante la guerra. Trist, que participó en estas discusiones iniciales, aportó el modelo básico de la teoria de campo,junto con una gran experiencia en investigación psicosocial, así como su interés por los conceptos psicoanalíticos. Robb trajo consigo su preparación en educación y psicología social, junto con su experiencia investigadora en sociología, psicología de la personalidad y en estudios de casos conyugales. Bott añadió sus conocimientos de antropología social en Estados Unidos y en Inglaterra, y su experiencia investigadora con los indios ojibwa y con una familia de clase trabajadora y sus amigos en Chicago. Al tiempo que se sucedían nuestras discusiones conceptuales y metodológicas, Robb empezó a entrevistar a las primeras dos familias. Decidimos en seguida que no era conveniente que todas las familias estudiadas pertenecieran a la misma área local. Nos pusimos entonces de acuerdo en los criterios de elección de familias. A contin nación, empezamos a entrevistar a otras dos familias más. A causa de otros compromisos, Trist tuvo que abandonar el equipo de investigación al final de la primera fase.
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En la segunda fase (1951-52) nos preocupamos porla elaboración de técnicas adecuadas. Centramos en mayor medida nuestra atención en los problemas de la selección de familias adecuadas, en el desarrollo de técnicas de entrevista, en la definición de los papeles del investigador y del entrevistador clínico, en el análisis de nuestros fallos en las entrevistas, etcétera, y nos alejamos un poco de las cuestiones relacionadas con el análisis conceptual de los datos. La tercera fase (1952-53) fue más penosa. Tan pronto empezamos a analizar los datos, se hicieron evidentes nuestras diferencias en la orientación de base. Bott tendía a explicar la conducta por causas sociales más que por factores de personalidad individual; su método se basaba en la interpretación de la estructura de roles interna de un grupo en términos de sus relaciones externas. Por aquel tiempo, estaba tratando de explicar la separación de roles conyugales en función de las diferencias profesionales y de vecindario. Quizás como consecuencia de que ninguno de sus intentos en tal sentido había funcionado, interpretaba casi como un ataque personal cualquier insinuación tendente a demostrar que los elementos de la personalidad individual podrían proporcionar la respuesta. A su juicio, ello implicaba reducir la conducta del grupo sólo a motivos psicológicos. Por su parte, los psicólogos analistas -Menzies se acababa de incorporar al grupo por aquella época- y los demás psicólogos del grupo opinaban que la teoría psicoanalítica existente no era capaz de proporcionar un sistema de conceptos aptos para la descripción de relaciones si no se tenía en cuenta Ja personalidad de los jnvidividuos. Se movían a tientas en busca de explicaciones coherentes de tales relaciones, pero la discusión parecía atascarse a menudo en discusiones sobre Ja personalidad individual. Bott y Wilson estaban especialmente interesados en ensamblar respectivamente el análisis psicológico y el sociológico, aunque disentían a menudo en el modo de hacerlo. Robb, por su parte, tenía una perspectiva más ecléctica y le preocupaban menos las dificultades inherentes a las modificaciones respectivas previas a la integración de las teodas sociológica y psicoanalítica. A estas alturas, la contribución «sociológica» a las conversaciones de casos sobre cada una de las familias se limitaba a una descripción pormenorizada de lo que hacían el marido y la mujer. Era difícil apreciar en qué consistían las aportacio-
nes de Robb y Bott a la investigación, y en qué medida no habrían podido ser realizadas por cualquier buen entrevistador. En realidad, ni desarrollábamos teorías ni producíamos hipótesis. En cuanto grupo, tampoco parecíamos tener un objetivo claro. Enfrentados a nuestras propias insuficiencias a la hora de interpretar el material de campo, a menudo acabábamos enzarzados en discusiones acaloradas sobre conceptos en abstracto. A veces parecía que lo único que teníamos en común era el concepto de rot pero incluso aquí aparecían diferencias y confusión. Bott solía utilizar este concepto para referirse a actividades esperadas y regladas que se desprenden de la posición social, mientras que los psicoanalistas y los demás psicólogos lo utilizaban también a veces para designar lo que la gente realmente hacía -la realización del rol, en sentido estricto. Perdimos mucho tiempo en polémicas estériles. En una ocasión en la que se me planteó una pregunta embarazosa, «i,cuál es el objetivo de la investigación?», la respuesta fue: «la integración de los conceptos psicoanalíticos y los sociológicos». Si dicha pregunta se hubiese planteado más adelante, la respuesta habría sido: «entender a las familias». La cuarta fase fue más productiva. Mediante un trabajo de estrecha colaboración efectuado sobre la base de estudios muy minuciosos de tres familias, Menzies, Robb, Wilson y Bott empezaron a concentrarse en la explicación de los hechos, sin preocuparese de si los conceptos tenían o no coherencia en determinados niveles de abstracción. Había entonces menos confrontación y más exposición de problemas particulares, tales como el modo titubeante de elección por parte de las parejas entre las diferentes alternativas ofrecidas; cómo utilizaban sus propias relaciones familiares para hacer frente a preocupaciones inconscientes particulares; la forma en que, en cierta medida, elaboraban las normas y la ideología y las proyectaban sobre otros sujetos; o la posibilidad misma de interpretar afirmaciones sobre el pasado como expresión de la personalidad del presente. Todo este trabajo minucioso condujo a los analistas a preocuparse sistemáticamente por las relaciones, y facilitó a Bott y Robb la tarea de encontrar un marco sociológico útil al mismo tiempo que recogían datos sobre la personalidad y los introducían en el mismo. Mediante la discusión, la lectura y las entrevistas continuas, Robb se hizo una idea más clara de las implicaciones 70
de l~s conceptos sociológicos y del tipo de análisis que podnan hacer con nuestros datos. Bott consiguió modificar el determinismo sociológico, bastante rígido, que anteriormente había propuesto. Se había convencido de que la conducta real era una especie de síntesis de la personalidad, por un lado, y del ambiente social fijo e inmutable, por otro. Adoptó la concepción de que el ambiente social externo permite una amplia gama de elecciones, y que dentro de unos amplios límites, los individuos pueden construir su propio entorno ele acuerdo con sus propias necesidades conscientes e inconscientes. Empezó a considerar la norma y la ideología, que antes había interpretado como normas externas interiorizadas por el inclivicluo, como parcialmente elaboradas por los mismos. De la misma forma, los analistas comenzaron a considerar el análisis sociológico como algo más que mera descripción o «determinismo estructural»; de hecho, podría utilizarse como marco para explicar los diferentes modos ele aplicación ele las relaciones familiares para afrontar los problemas personales. Un importante cambio técnico, iniciado en la tercera fase, empezó a dar sus frutos en la cuarta. Menzies venía mante nienclo conversaciones semanales con los investigadores acerca de sus entrevistas. El objetivo ele estas conversaciones era ayudar a los investigadores, especialmente desde el punto de vista psicológico aunque no exclusivamente, en sus problemas a la hora de entrevistar, y muy en particular en sus relaciones con las familias, así como en lo concerniente al análisis del material a medida que se iba recogiendo. A falta de una palabra mejor, llamamos a este proceso «supervisión>>, aunque este término no es del todo apropiado, ya que parece indicar que Menzies estaba instruyendo en su propia disciplina a una serie de principiantes, mientras que la relación existente era, de hecho, la de igualdad propia de individuos de disciplinas diferentes. Como consecuencia ele su formación analítica y de su alejamiento de la realidad inmediata de las entrevistas, Menzies nos ayudó a comprender por qué la gente hablaba precisamente ele las cosas que hablaba; qué asuntos debíamos explorar más a fondo; qué era lo que volvía incómoda la situación (o la facilitaba) a la pareja y a nosotros mismos; y cuando la pareja estaba preocupada por algo, cómo debíamos enfrentarnos con el problema sin adoptar directamente un papel terapéutico. Tanto Robb como Bott encontraron estas conversaciones muy provechosas. Teníamos la impresión de 71
entender mucho mejor así lo que sucedía en las entrevistas. Nos hicimos más observadores y registrábamos las cosas con mucho más cuidado. Las entrevistas de casa llegaron a ser mucho más útiles, como fuente de información, no sólo para interpretaciones de carácter sociológico, sino también para el análisis de los significados inconscientes y de las actitudes. Cuando llegamos a la etapa de las conversaciones de casos, comprendíamos ya bastante bien las personalidades del marido y de la mujer y los componentes insconcientcs de su propia relación. La supervisión resultó tan útil que, a nuestro juicio, debería utilizarse mucho más ampliamente en la investigación de tipo exploratorio. Más adelante, al tratar el problema de la organización colectiva de la investigación, se incluyen algunos comentarios generales sobre el papel del supervisor. Otro hecho importante destacable en esta fase fue la decisión de publicar los informes detallados correspondientes a dos familias 4 • Ya que la mayoría de las parejas tenían la intención de leer el libro que pensábamos escribir sobre ellas, y puesto que les habíamos prometido que consultaríamos previamente a· los implicados, en caso de que publicáramos material confidencial que pudiera revelar su identidad, decidimos discutir estos documentos completos con ellos. Esto hizo que la cooperación fuera aún más intensa, especialmente entre Menzies, Robb y Bott en el primer documento, y entre Menzies, Wilson y Bott en el segundo. Asimismo, aprendimos mucho sobre qué cosas se podían mencionar y cuáles se debían omitir en un documento de esta clase; sobre el tipo de papel que debería intentar representar el investigador cuando se enfrenta a personas con interpretaciones acerca de su propia conducta; o, finalmente, sobre la posible ayuda a la pareja con el objeto de que sea capaz de digerir el material sin alterar demasido su propio sistema de defensas, Hemos descrito estas fases con notable minuciosidad porque es de suponer que otros proyectos de investigación habrán pasado por etapas parecidas (si nos atenemos a lo poco que sabemos de su marcha interna). Existe cierta tendencia a atribuir las causas de dificultades como las descritas en la ter cera fase a antagonismos de personalidad y a incompatibili4 Estos informes están siendo preparados con vistas a su inclusión en el libro del doctor A T. M. Wilson (cit.. supra, en los Agradecimientos).
dades básicas de perspectiva y orientación; ahora bien, aunque estos factores son importantes, cabe también la posibilidad de que la tercera fase constituya un desarrollo inevitable del proceso investigador. Es muy probable que surja también un momento de dificultad análoga incluso cuando la investigación la efectúa una sola persona; sin embargo, es menos digno de atención porque no adopta la forma de conflicto interpersonal. La forma de superar esta tercera fase reside en continuos y renovados intentos de comprensión de los datos, incluso si ello significa tener que descartar o modificar los conceptos más estimados. D)
LA ORGANIZACIÓN DE LA INVESTIGAClÓN EN GRUPO
A partir de nuestra experiencia, es posible sacar algunas conclusiones generales sobre la investigación en grupo entrabajos exploratorios. Primero, cuanto más pequeño sea el equipo, más fácil es la tarea. En una encuesta, o en cualquier otro tipo de investigación en la que se puedan definir claramente el problema y las técnicas desde el principio, no surgen problemas insuperables por el hecho de disponer de un equipo numeroso. Ahora bien, en la investigación exploratoria hay que aplicar nuevas técnicas; es necesario abandonar las viejas ideas y aportar otras nuevas, de forma que las cosas están cambiando constantemente. Si el equipo es muy numeroso, y todos los miembros tienen que ponerse de acuerdo en cada cambio de plan, se pierde demasiado tiempo de la investigación en reuniones. La investigación exploratoria provoca incertidumbre y ansiedad en el equipo investigador. Resulta mucho más fácil para un grupo pequeño contener y soportar estos sentimientos. Asimismo, se presentan menos oportunidades de formar camarillas y de reprochar a los demás por los fracasos o los retrasos (aunque algo parecido sucedió en nuestro pequeño grupo y es algo que cualquier equipo debe estar preparado a afrontar). l)n grupo pequeño también desarrolla más fácilmente un trabajo interdisciplinar. Si ya de por sí es muy difícil aceptar diferentes puntos de vista, desechar las propias teorías y centrarse en la compresión de los hechos, resulta todavía mucho más complicado en el seno de un grupo numeroso, ya que uno se encuentra predispuesto constantemente a defender el ho73
nor de su propia disciplina por culpa del ambiente colectivo de las reuniones. Hace diez años estaba más en boga la investigación interdisciplinar. Sin embargo. en la actualidad se cuestiona a menudo. en parte porque está probada la dificultad de coordinar proyectos colectivos interdisciplinares. y en parte también porque tales proyectos no han conseguido en todos los casos la espectacular conjunción de resultados que se esperaba. En nuestra opinión. se atribuyen demasiadas dificultades de la investigación colectiva intcrdisciplinar a su carácter interdisciplinar. v muy pocas a los problemas internos propios de cualquier grupo investigador. Los equipos intcrdisciplinares pequeüos con cierta tradición de trabajo conjunto, como es el caso de los psiquiatras. los psicólogos y los asistentes sociales, aparentemente no res u ]tan afectados por las dificultades propias de la investigación ínterdisciplinar. No obstante, es innegable que la investigación interdisciplinar tiene dificultades especiales, sobre todo cuando las disciplinas son muy diferentes y los miembros del equipo tienen poca experiencia de trabajo conjunto. De acuerdo con nuestra experiencia, la dificultad más seria proviene de la presencia de expectativas demasiado ambiciosas. Nosotros, o al menos Wilson y Bott, esperábamos que se lograra una integración completa de la antropología y el psicoanálisis en el resultado final de la investigación, y nos contrariaba que no se viera próxima. Al final la citada integración se consiguió, pero no de la manera que esperábamos. Tuvo lugar más bien en el interior de los individuos: mediante el trabajo conjunto, cada persona modificó su propio punto de vista, de forma que cuando se concretaron las aportaciones individuales, resultaron estar considerablemente influenciadas por los puntos de vista de los demás. No afirmamos que ésta sea la única o la mejor forma de integrar diferentes disciplinas. Digamos que fue el resultado más apropiado de acuerdo con la particular configuración de nuestras disciplinas, de las personas del equipo y del problema investigado. Creemos que el trabajo de cada persona se vio notablemente mejorado gracias al contacto con otras disciplinas; por. ello valió la pena el esfuerzo que tuvimos que hacer para trabajar juntos. En una investigación en grupo es esencial tener clara la definición de los papeles. Debe haber acuerdo sobre quién es responsable de qué. En nuestra investigación estaba claro 7A
desde el principio que el director, Wilson, era oficialmente responsable, que él llevaría las relaciones con instituciones y otros organismos externos importantes, y que seria él, en general, el responsable del proyecto en su conjunto. Ahora bien, en el aspecto técnico del trabajo -diseño de las técnicas de campo, producción de ideas y estudio del material en el seno de las familias-, todos los miembros del equipo nos considerábamos recíprocamente como compañeros e iguales. Cada uno tenía la responsabilidad personal de ofrecer una contribución individual en el producto final. Este acuerdo sobre la distribución de la responsabilidad se mantuvo en todo momento, incluso cuando se agudizaban las diferencias de opinión en asuntos técnicos. Por supuesto, la nuestra no es la única manera de organizar una investigación en grupo: el director podría ser, por ejemplo, el único responsable de llevar a cabo el resultado técnico, en cuyo caso los restantes miembros del equipo habrían de ser considerados como ayudantes, y no colegas. Lo importante es llegar a un consenso y aplicar el acuerdo en la práctica. Así, vgr., si el director piensa que el equipo está compuesto por ayudantes suyos, y ellos, por el contrario, se consideran sus compañeros, lo más seguro es que haya problemas. En una investigación de carácter exploratorio es importante que las personas encargadas del grueso de la parte abstracta del trabajo y del análisis conceptual realicen, al menos, algo del trabajo de campo; especialmente si no están familiarizadas con tal tipo de trabajo. La aparición de ideas nuevas proviene de la interacción de ideas viejas con datos nuevos; es más,. el impacto de los datos se acrecienta cuando se tiene experiencia de campo directa. Los proyectos de investigación colectiva difieren mucho entre sí, tanto en la cantidad como en la forma de división del trabajo. Algunos arrancan con la división del trabajo ya establecida. En nuestro caso, se acordó desde el principio que Wilson haría las entrevistas clínicas; que Bott y Robb se encargarían de las entrevistas en casa; y que los psicólogos administrarían e interpretarían los tests de relaciones objetivas. Otras veces la división del trabajo se desarrolla en el transcurso de la investigación. Así lo hicieron en nuestro equipo, Bott con el análisis conceptual y Robb con el trabajo de campo. A veces, incluso se puede añadir una persona nueva o un nuevo papel. como cuando Menzies se puso a 75
desempeñar el papel de supervisor y asesor para Bott y Robb. La situación ideal cs. desde luego. que cada individuo esté convencido de que se dedica a la tarea que domina mejor. y que su especialización individual se acopla perfectamente con la de los demás. de tal forma que su parte sea una contribución necesaria a la ejecución de la tarea común del grupo. La consecución de este estado idílico en la investigación depende ele muchos factores. Es más facil si el grupo es pcqucüo y. sobre tocio. si están de acuerdo en el asunto de la responsabilidad, ya que el desacuerdo en temas tan importantes como el de la responsabilidad y el de la jerarquía termina por dar lugar a insolubles diferencias de opinión sobre fines. técnicas y especializaciones personales. También es más fácil si el objetivo colectivo es ílcxiblc y si se tiene sumo cuidado en la selección inicial del equipo. Pero por mucho cuidado que se ponga no se puede garantizar el éxito en este asunto, especialmente si el equipo está formado por colegas. y no por ayudantes. A los ayudantes se les puede decir lo que tienen que hacer, pero a los colegas hay que dejarles la suficiente autonomía si se desea que inviertan en su trabajo el esfuerzo emocional necesario para conseguir un pensamiento original. Si siguieran insistiendo en continuar por caminos separados puede llegar a ser necesario dividir el proyecto en varios estudios más pequeños. El papel ele supervisor-asesor requiere un comentario especial. A nuestro parecer, se exigen tres condiciones para desempeñar satisfactoriamente este papel. En primer lugar, dicha función se ejerce más satisfactoriamente si el supervisor-asesor no participa personalmente en las entrevistas. En efecto, nos dimos cuenta ele esto al comprobar que ni Bott ni Robb eran partidarios de supervisarse las entrevistas entre sí: Hablábamos frecuentemente ele nuestras dificnltacles y nos pedíamos consejo mutuamente, pero no llegábamos a realizar una crítica sistemática. Esto se debía en parte a que nos encontrábamos demasiado metidos en las entrevistas para dar una opinión desinteresada, pero también a que éramos rivales y competidores en potencia. Para poder continuar el trabajo juntos en armonía. ninguno de nosotros debía dar a entender que sabía más que el otro. Por la misma razón tampoco hubiera sido de nuestro agracio que Wilson nos supervisara. El también realizaba algunas entrevistas, y aunque era ele tipo diferente a las nuestras, no hubiéramos recibido con 76
agrado cualquier comparación implícita de nuestras habilidades con las suyas. En segundo lugar, debe haber un entendimiento real previo entre el investigador y el supervisor-asesor sobre el tipo y el grado de autoridad que se le ha de reconocer a este último. El equilibrio relativo de autoridad y responsabilidad entre el supervisor y el sujeto supervisado es sin lugar a dudas un tema delicado en cualquier situación de supervisión. Incluso en un control convencional, en el que un experto prepara a principiantes de su propia disciplina, existe un conflicto potencial entre el reconocimiento por parte del novicio tanto de la superior preparación del supervisor como del derecho a ordenarle lo que tiene que hacer, y su creciente sentimiento de que se debería permitírsele tomar decisiones por su cuenta. Este conflicto latente puede tornarse manifiesto si el alumno y el supervisor no se ponen de acuerdo en lo que se debe hacer. Nuestra situación llevaba implícita una dificultad añadida, puesto que los investigadores y el supervisor pertenecían a disciplinas diferentes y al mismo tiempo eran compañeros. En tal caso, la responsabilidad de las entrevistas y del análisis conceptual recae en los investigadores. En nuestra investigación el papel de supervisor pudo desarrollarse satisfactoriamente gracias a que se cumplieron tres requisitos. Primero, Menzies se mantuvo algo apartada del proyecto; no era la directora del mismo y no tenía autoridad oficial sobre los investigadores. A decir verdad, en nuestra opinión, constituiria un error por parte del director del proyecto actuar como supervisor en el caso de que los investigadores estuviesen siendo tratados como colegas con la responsabilidad, cada uno, de realizar una contribución personal a· la investigación. El director podría actuar como supervisor sólo si se hubiera convenido que los demás miembros del equipo habrían de ser considerados estudiantes o ayudantes de investigación. En tal caso, la supervisión podría interpretarse simplemente como una parte de la dirección y control del trabajo. Segundo, Menzies siempre trató a los investigadores como colegas. Leía nuestras entrevistas con gran cuidado. Admitía que éramos nosotros los encargados de las entrevistas y que, por lo tanto, nos correspondía a nosotros mismos decidir si planteábamos o no temas delicados. Nunca llegó a insinuar que nos podríamos equivocar en el caso de no querer seguir
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sus indicaciones sobre qué asuntos y cómo tratarlos en las entrevistas siguientes. Tampoco trató de imponernos en ningún caso interpretaciones terapéuticas. Era capaz de comprender en toda ocasión que nosotros no podiamos predecir exactamente cómo se iban a comportar nuestros informantes en la siguiente entrevista. y que no podíamos abordar temas que fueran incongruentes con la situación social inmediata. En resumen. en cuanto supervisora y asesora entendió muy bien que su función consistía en ayudarnos a comprender los sentimientos de las familias con respecto a nosotros mismos y los nuestros propios hacia aquéllas. No se dedicó, en definitiva, ni a dirigir la investigación. ni a psicoanalizar a los investigadores. Un tercer requisito necesario para el éxito de la supervisión exige que ésta se realice en privado. Robb y Bott eran, sin embargo, supervisados con juntamente, ya que no teníamos reparos en admitir recíprocamente los errores, y tampoco considerábamos que la situación descrita constituyera una afrenta pública. Conviene insistir, por último, en la utilidad de tal supervisión, a nuestro juicio, para cualquier investigador, por mucha experiencia y responsabilidad que tenga, aunque sólo fuese por las ventajas de poder tratar de los asuntos nuevos y poco conocidos del trabajo con un colega al tiempo que la investigación está en marcha. Una opinión desinteresada ayuda a ver las cosas de forma más clara, asimismo, de la misma exposición de lo que está sucediendo pueden obtenerse nuevas ideas que contribuyan a aclarar el proceso mismo. Tal ayuda es mucho más útil cuando el trabajo está en marcha que cuando se ha terminado y ya no se pueden volver a examinar puntos que han sido dejados de lado. E)
LA RELACIÓN ENTRE LA FAMILIA Y EL INVESTIGADOR
Nos preguntan a menudo por qué las familias participaron en la investigación. No podemos dar una respuesta adecuada a esta pregunta porque poseemos muy poca información sobre la razón por la cual una serie de familias que podría haber tomado parte en ella decidió no hacerlo; no obstante, a partir de las mismas familias investigadas es posible aventurar algunas conjeturas. Evidentemente, no ganaban nada. Ahora
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bien, parece improbable que una pareja deseara participar en el estudio sin esperar conseguir algo a cambio, aunque fuera de forma imprecisa. Cuando, en el curso de la última entrevista, les preguntábamos qué opinaban sobre el particular, nomrnlmente respondían que estaban interesados en la investigación; que querían ayudar al equipo investigador o, más a menudo. a la comunidad en general, aunque se daban cuenta de que tal ayuda era muy indirecta. Uno de los hombres nos dijo que, a su juicio, la participación en un estudio como el nuestro proporcionaba cierto prestigio adicional. Puede decirse que lo que caracterizaba a muchas de las parejas investigadas era la necesidad de ayudar a los demás en actividades muy diversas. No obstante, aparte del atractivo que pudiera tener la investigación debido a su carácter corrector o de desagravio probablemente había otros factores de los que no eran muy conscientes ellas mismas. Algunas personas nos han insinuado muy a menudo que lo que querían nuestras parejas era conseguir, de forma disimulada, tratamiento terapéutico. En cierto sentido esto puede ser verdad, pero, en todo caso, se trataba de una solicitud de tratamiento muy bien disimulada. En aquellos casos en los que la pareja empezaba a notar que no iba a ser capaz de ocultar sus problemas respectivos, ni entre sí ni al investigador, solían retirarse de la investigación en vez de solicitar directamente tratamiento. Las razones de la participación en el proyecto variaban probablemente mucho de una pareja a otra, pero el motivo más común parecía ser el deseo de autovalorarse comparándose con otras familias concretas o con la familia en general. Uno de los maridos lo expresó directamente.· Dijo que la principal razón de su participación era indagar sobre sí mismo. Dijo que, teniendo en cuenta su origen y el hecho de que ahora tenía sus propios hijos, quería saber por el señor Robb qué tal lo estaba haciendo. Sin embargo, manifestaciones tan directas de este objetivo no eran corriente. Lo normal es que nunca llegaran a formularse preguntas como las siguientes: «¿Lo hacemos bien?», «¿]o hacemos mal?», «¿seremos capaces de soportar el examen?». A pesar de ello, la mayoría de las parejas parecían estar sometiéndose constantemente a un examen de sí mismas. Al mismo tiempo, habíamos organizado el desarrollo de la investigación de tal modo que los su jetos pudieran retirarse si empezaban a tener la sensación de que la cosa no era tan fácil
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y tan cómoda como ellos habían supuesto. El significado un
tanto ambiguo de «comente» nos sirvió de considerable ayuda: si querían continuar, pensarían que eran corrientes en el sentido de que «funcionaban bien»; si, por el contrario, optaban por retirarse, pensarían que eran comentes en el sentido de que ninguna pareja con sentido común se comprometería a una actividad tan peculiar como la nuestra. Esta claro que ni las parejas investigadas ni los investigadores eran «objetivos» con respecto a la investigación, en el sentido de no estar involucrados emocionalmente en ella ni entre sí. La relación propia de la investigación no se habría podido mantener a lo largo de muchos meses, e incluso años en algunos casos, sin que mediase un compromiso emocional serio por ambas partes. En cuanto forasteros -Robb es de Nueva Zelanda y Bott de Canadá-, se nos consideraba algo ajenos, especialmente al principio; asimismo, fue conveniente ocultar rasgos de pronunciación que pudieran clasificarnos socialmente; no obstante, nuestra consideración de extraños se borró pronto. Nos trataron más o menos como amigos y, al mismo tiempo, desarrollamos sentimientos de amistad para con nuestros informantes. Ahora bien, nuestra relación producía más ansiedad que la que se da normalmente entre amigos. Por nuestra parte, nos preocupaba la posibilidad de aprovecharnos de las parejas. Estábamos siempre atentos, sobre todo con las primeras familias, a que pudieran cortar la relación o de que pudiéramos ocasionarles algún perjuicio sin quererlo. Nos preocupaba cualquier señal de antagonismo o de alteración emocional y, a veces, nos sentíamos deprimidos después de una entrevista sin saber por qué. Es posible que la impresión de que nuestro compromiso emocional era fuerte se deba en parte a timidez. Nuestro objetivo no era eliminar el compromiso emocional sino comprenderlo y descubrir en qué medida afectaba a los datos. Al principio del trabajo los investigadores actuaban como si su papel fuera una combinación de recolector de datos, amigo y terapeuta. Con las cuatro primeras familias, tal como se ha relatado antes, llegábamos a hacernos un lío con estos tres aspectos; la elaboración de un esquema preciso para la entrevista y el hecho de tomar notas durante la misma supuso un gran paso en la clarificación de nuestro papel, de modo que a apartir de entonces nos centramos en la recogida de datos como actividad principal. Abandonamos asimismo la
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idea de adoptar un rol terapéutico directo, aunque continuamos manteniendo una relación amistosa informal, la cual implicaba un intercambio recíproco de información, en vez del modelo de preguntas y respuestas propio de la recogida de datos. Así, por ejemplo. preguntaban a Robb frecuentemente sobre su familia. sobre su casa, sobre Nueva Zelanda, o sobre lo que pensaba hacer cuando volviera. etc. A Bott le hacían preguntas similares: no obstante. y en su caso quizá por ser mujer. la gente se interesaba por su vida privada, aunque bien es cierto que no les parecía correcto preguntarlo directamente, sólo una de las esposas llegó a preguntarle si estaba comprometida y le insinuó la posibilidad de volver al barrio si quería que le presentara a alguien. Consideramos necesario tratar de comprender el sentimiento que tenían las parejas investigadas con respecto al investigador, en parte para continuar la relación investigadora de la forma más agradable posible, y en parte porque tales sentimientos y reacciones eran una fuente importante de información sobre la personalidad. Dábamos por supuesto, lo cual se acepta generalmente en el psicoanálisis, que los sentimientos de una persona hacia otra están condicionados no sólo por cómo es realmente la otra persona, sino también por modelos de percepción y sentimientos elaborados a partir de experiencias pasadas con personas importantes desde el punto de vista emocional, especialmente los padres y los hermanos. Se sostiene que tal transferencia es un aspecto importante de todas las relaciones humanas. Intentamos seguir la pista de las manifestaciones de posibles transferencias, especialmente después de que hubiera empezado la supervisión de las entrevistas, y examinamos cuidadosamente éstas para averiguar en qué medida los sentimientos de las parejas acerca del entrevistador podrían haber influido en lo que decían. Pero no utilizamos la situación de transferencia en el mismo sentido que lo haría un psicoterapeuta. Intentamos tratarla de una manera más apropiada a nuestro ámbito de investigación. Así, por ejemplo, cuando el señor Redfem se refirió con respeto a cierto profesor de un modo tal que daba a entender que sus sentimientos hacia Robb eran semejantes -sabía que Robb había sido profesor- éste no le insinuó, como hubiera hecho en una entrevista terapéutica, que también podría albergar sentimientos parecidos hacia él mismo, hacia Robb. Sino que Robb contó una historia similar sobre 81
él mismo y un profesor universitario. Al hacer esto, trataba de
disociarse del componente transferencia! de la situación y ponía en claro que él se parecía más al señor Redfem que al profesor. Bott usó un método parecido cuando una de las esposas le comentó que envidiaba mucho a una amiga que había ido a la universidad y que era muy inteligente. Siempre que las parejas hacían observaciones criticas sobre intelectuales, curiosos o vecinos fisgones. no respondíamos nada directamente; no obstante, en el caso de que se tratase de una clara referencia a nosotros o a las demás personas del equipo, íbamos más despacio en el interrogatorio y procurábamos descubrir si había algún asunto que preocupara particularmente a la pareja. A veces los sujetos trataban de situarnos claramente en un papel terapéutico. Se nos pedía directamente consejo y opinión, en particular sobre el cuidado de los niños. Robb recibía muchas peticiones de este tipo, en parte porque él mismo tenía hijos, y en parte porque algunas de las parejas a las que entrevistó sabían que había desarrollado con anterioridad trabajos terapéuticos. Normalmente evitábamos dar consejos como expertos en familia; lo que hacíamos, no obstante, era manifestar nuestra comprensión de los problemas planteados y nuestra impresión sobre los mismos. Por último, si se nos obligaba a ello, acabábamos por indicarles lo que haríamos o lo que habíamos hecho en situaciones similares. Evitábamos, en lo posible, asumir funciones directamente terapéuticas o de consulta. Sino que, por el contrario, hacíamos hincapié implícitamente en los aspectos investigadores de nuestro trabajo, aunque al hacer público el trabajo de Wilson como psicoanalista, y al señalar sus relaciones con la Clínica Tavistock, hacíamos ver que si una pareja deseaba recibir una terapia directa, se le podría conseguir fácilmente. La contratransferencia se hizo presente en la misma medida que la propia transferencia. Precisamente con respecto a este problema se demostró la notable utilidad de las conversaciones con Menzies. Antes de que empezaran no sabíamos mucho acerca de nuestras propias reacciones hacia las parejas. Menzies trató de aclarar nuestros sentimientos con respecto a las mismas y los cambios que tenían lugar a medida que se desarrollaba la relación; en parte para conocer cómo tales sentimientos y tales reacciones afectaban a la situación sobre las personas estudiadas, particularmente en lo tocante a su personalidad.
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Así, cuando Bott anotó después de la primera entrevista: «me recuerdan a la gente de la Universidad de Chicago», el objetivo de la supervisión consistió en descubrir lo que los sujetos habían hecho para producir tal impresión_ En aquel caso, la pareja había hablado fácil y brillantemente de sus «problemas» emocionales, de una forma ingeniosa e intelectual_ Esto no quería decir que la opinión de Bott sobre la pareja en cuestión fuera correcta; su impresión era un dato entre otros muchos_ No se hizo ningún esfuerzo por liberar a la investigadora de sus actitudes hacia la Universidad de Chicago. En realidad era cosa suya si quería preocuparse por ello_ El asunto consistía más bien en usar sus sentimientos como fuente de información. Por ello tampoco se hizo ningún esfuerzo por liberarla de sus sentimientos con respecto a la pareja, también era asunto suyo. Lo que a fin de cuentas se intentaba demostrar era que si los investigadores comprendían bien lo que sentían podrían evitar alguno de los escollos que pueden aparecer al guiarse por los sentimientos sin saber lo que se está haciendo. La discusión del problema con Menzies normalmente ayudaba mucho a los investigadores, aunque ellos a veces no sabían por qué_ Por ejemplo, Robb tropezaba siempre con dificultades al hablar sobre los alquileres y las viviendas con familias de clase obrera. Pensaba que debían de considerarlo un impostor y un snob porque, a su juicio, él tenía tan poco como ellos y sin embargo estaba dispuesto a gastar cuatro o cinco veces más en el alquiler de la casa. Después de discutir esto con Menzies y Bott y de tratar de aclarar por qué una pareja llegó a plantearle con toda intención este asunto, su actitud cambió, aunque nunca tuvo en claro cómo ni por qué, Recapacitando ahora sobre aquello, se diría que cuanto más nos gustaba la familia estudiada, en más complicaciones nos metíamos. Dos de las parejas entrevistadas por Robb habían tenido experiencias emocionales importantes semejantes a una que él mismo había pasado. En uno de los casos, trabó amistad especialmente estrecha con la familia y llegó a hablar de dicha experiencia con sus miembros; acabó por identificarse con la familia y con su problema e involuntariamente fomentó el aspecto clínico de la entrevista con el objeto de darle un cariz más terapéutico de lo normal; esto desconcertó a la pareja, ya que no acudían a nuestras entrevistas con 83
un deseo consciente de tratamiento. En otra ocasión, Bott tomó particular afecto a una de las esposas y daba por descontado, sin darse mucha cuenta de ello, que esta mujer debía reaccionar ante cualquier cosa de modo similar a como lo haría ella misma. Así, cuando Bott -a quien desagradaba la aplicación de tests psicológicos- terminó de explicarle el test de relaciones objetivas a la citada mujer, ésta estaba tan tremendamente preocupada y contrariada con el test en cuestión que tuvo, incluso, mucha dificultad en terminarlo. Posteriormente, y como consecuencia de las puntualizaciones de un colega del equipo acerca de cómo y por qué Bott había producido este efecto en la esposa, la investigadora procuró evitar la transferencia de esta antipatía tan intensa por los tests a las siguientes parejas. En otra ocasión le disgustó tanto la decisión de otra de las esposas de volver al trabajo cuando su niño era aún pequeño, que apenas hizo nada por ocultar en la entrevista sus propios sentimientos sobre el asunto. Una conversación posterior con Menzies y Robb la ayudó a distinguir entre lo que era de su incumbencia y lo que concernía exclusivamente a dicha mujer, de modo que en la siguiente entrevista pudo obtener la información necesaria acerca de lo que aquélla opinaba sobre el particular. El mayor número de dificultades de este tipo surgió con las primeras familias, en parte porque teníamos menos experiencia y en parte porque no habían comenzado aún las conversaciones sistemáticas entre Bott, Robb y Menzies. La· experiencia más molesta fue el abandono de una familia, los Newbolt, justamente antes de las dos últimas entrevistas sobre ideología. Algunas causas de la renuncia podrían achacarse a la propia situación social de la familia: su idea de que debían ocultar la investigación a los amigos, vecinos y familiares, y la dificultad de conseguirlo, la incomodidad que sentían durante las entrevistas conjuntas, el temor a los médicos, y la aversión a trasladarse fuera de su barrio para las entrevistas clínicas. Sin embargo, su renuncia podría haberse evitado, o podría haber ocasionado menos trastorno a la investigadora sí ésta se hubiera dado cuenta de lo que los sujetos y ella misma sentían en aquel momento. La sensación de depresión de Bott, tras la retirada de esta familia, puso todavía más en claro que en esta clase de entrevistas se establecía un alto compromiso emocional y que, en consecuencia, se hacía patente la necesidad de comprender 84
su naturaleza para ocuparse de la tarea investigadora del modo más realista posible. Desarrollamos un tipo especial de relación con dos familias, debido a que el material obtenido fue discutido con ellas para su ulteriorpublícacíón. Surgen problemas serios cuando se pretende publicar materiales procedentes del estudio de grupos de nuestra misma sociedad. ¿Habría que publicar lo que uno quisiera y afrontar el riesgo de hundir la reputación de los investigadores en general? ¿Se debe confiar en enmascarar la verdad? ¿Qué derechos tienen. legales y morales, las personas y los grupos que se dejan estudiar? ¿Cuáles son las responsabilidades profesionales de los investigadores? 5. En nuestro caso la elección era fácil. Eran solamente 20 familias. Todas conocían que se iba a escribir un libro sobre ellas, y la mayoría quería leerlo. Con objeto de exponer claramente el método de explicación combinado sociológico y psicoanalítico, parecía necesario publicar detalladamente el material de casos. Este material había sido desfigurado para que la gente que conociera a estas familias tuviera dificultad en reconocerlas; pero con una información tan exhaustiva y detallada era imposible conseguir un disfraz tan completo como para que las parejas no pudieran reconocerse a sí mismas. Para conseguir esto, hubiéramos tenido que cambiar aspectos absolutamente esenciales en el análisis. Además, se había avisado ya a las familias de que sí queríamos publicar algún material confidencial que pudiera revelar su identidad lo discutiríamos con ellas previamente. Escogimos aquellas familias que, a nuestro juicio, podrían soportar con relativa facilidad esta tensión adicional. Redactamos muchos borradores antes de conseguir uno que fuera suficientemente preciso desde el punto de vista psicoanalítico, y sin que pareciera demasiado fantástico ni suscitara temores. Una vez que los borradores estuvieron listos, pasamos a discutir fragmentos de los mismos con el marido y la mujer. Esto supuso 12 entrevistas adicionales de Robb con la primera familia; por lo que se refiere a la segunda, fueron necesarias 25 entrevistas de Bott y cinco de Wilson con los dos miembros de esta pareja por separado. En total, el proceso duró el equivalente al trabajo a tiempo completo de una pers Véase A T. M. Wilson, «A note on the Social Sanctions of SoCial Research» (A T. M. Wilson, 1955). · · ·
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sona durante más de un año. Estas entrevistas enfrentaban a la pareja con una tarea adicional que a veces resultaba perturbadora, pero que, según ellos, era preferible a verse al descubierto en papel impreso sin ninguna consulta previa. Quizá se sintieran algo halagados por haber sido escogidos. Se dio por supuesto que el proceso de asimilación de un análisis sobre sí mismos en términos sociológicos y psicológicos sería molesto, y se aceptó asimismo la responsabilidad de prestarles ayuda en la medida en que necesitaran apoyo. No intentamos obligarles a aceptar terapia alguna. Es muy difícil describir exactamente el papel que desempeñamos nosotros en estas entrevistas. Nuestras actividades se parecían entonces más a una terapia que las desarrolladas en el curso de las anteriores entrevistas, ya que tratábamos de lograr que las parejas aceptasen emocionalmente una serie de hechos. Sin embargo, las deducciones psicoanalíticas no tuvieron el efecto de interpretaciones clínicas porque se realizaron de forma y en contextos diferentes. Por otra parte, no teníamos ningún interés en llegar a modificar las inquietudes o las defensas de las parejas, ni siquiera en convencerlas de nuestras deducciones. Nuestra auténtica tarea consistía en ayudarles a superar el sentimiento de indignación producido a causa de la irrupción de unos extraños capaces de ver o suponer la existencia en ellos mismos de cosas que consideraban invisibles o, incluso más difícil, de cosas de las que, por sí mismos, no tenían conciencia en absoluto. Al presentarse hechos difíciles de aceptar cabría que los sujetos los rechazasen, hasta cierto punto como opiniones de psicólogos chiflados; sin embargo, en nuestro caso les faltaba la convicción necesaria, ya que la relación establecida con el equipo de investigación se había prolongado ya por un período considerable de tiempo, y habían terminado por creer que nuestros intentos de comprensión hacia ellos eran smceros. En general, estas discusiones fueron productivas, puesto que se pudo publicar una gran parte del material confidencial; asimismo porque las reacciones de las parejas a nuestras propias interpretaciones nos ayudaron a revisar los análisis en diferentes aspectos y, finalmente, porque los cuatro sujetos en cuestión superaron la experiencia sin ningún perjuicio aparente. Tampoco parece que su personalidad cambiara mucho, al menos no de una forma profunda. Sus preocupaciones básicas, sus sistemas de defensa y sus modos de adap-
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tación siguen siendo probablemente los mismos. A juicio de ellos mismos, además, la experiencia había sido insólita, un poco molesta a veces, pero en general gratificante. Una de las parejas nos comentó a este propósito: «Todo esto te devuelve a la infancia»; añadió después que el experimento les había ayudado a comprender mejor a sus propios hijos. Así, cuando uno de los nifios se enfadara con su madre, el marido podría decirle a ésta: «Ahora mismo eres para él un gigante cruel»; en consecuencia, y después ele que al nifio se le hubiese pasado lo peor ele la rabieta. la madre acabaría por sonreírle y acariciarle la mejilla con la suya propia y jugaria con él un rato para demostrarle que seguia queriéndolo y que sabía que él también la queria a ella. El marido ele la segunda pareja resumió la experiencia diciendo: «En fin, en cierta medida, gracias a estas entrevistas conocemos mejor nuestra propia conducta y la de los demás, pero no podría afirmar que realmente hayan influido en nuestro comportamiento.» La verdad es que no habría siclo muy práctico continuar con este mismo procedimiento, tan lento, con todo el material que queríamos publicar. Mantuvimos conversaciones más breves con otras familias sobre temas más limitados; asimismo, los materiales neutros, o los fáciles ele disfrazar, o susceptibles ele descripción en términos generales y aplicables por igual a varias familias, no se discutieron con las parejas. Por lo general, la táctica que tenemos intención de seguir en el futuro, en trabajos ele este tipo, consistirá en considerar publicable el material que pueda revelar la identidad de una familia clacla, si se está seguro ele que tal material es inocuo; asimismo, resulta tolerable publicar cleterminaclos aspectos de un material más confidencial, si éste puede ser disimulado de tal forma que los mismos sujetos sean incapaces de reconocerse. Ahora bien, si el material es confidencial y no puede disfrazarse adecuadamente, debe ser revisado con la familia previamente; sobre todo cuando ella o sus amigos puedan leerlo. Estas precauciones son normales en los trabajos de este tipo, desarrollados por profesionales, y que se basan en una atenta consideración ele todo aquello que presumiblemente podría perjudicar a las personas involucradas.
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COMPARACIÓN CON OTROS MÉTODOS Y TÉCNICAS
Hemos desarrollado una técnica que no es enteramente antropológica ni psicoanalítica: tampoco se trata del método de encuesta o del de estudios de casos, aunque participa de elementos de todos ellos. Nuestro método se asemeja a la antropología en que estudiamos los grupos como totalidades en funcionamiento, pero difiere del método de campo antropológico típico en que hace comparativamente poco uso de la observación directa y proporcionalmente más ele la entrevista. En las entrevistas en casa observábamos a las familias mientras estábamos con ellas, pero, claro está, las veíamos tal y como ellas se comportarían ante una visita -aunque fuera un visitante de una clase especial. De hecho, lo deseable seria la vida en común en el seno de la familia para poder observar una mayor variedad de tipos de comportamiento, pero pocas familias permitirían una observación tan permanente. En nuestro caso, debido a que utilizamos relativamente poco la técnica de observación directa de la conducta, tuvimos que aceptar como reales las descripciones hechas por las mismas parejas sobre su propio comportamiento. No hay razón para suponer que no estuvieran diciéndonos la verdad tal y como ellos la veían, pero es ele sobra conocido que la gente a veces distorsiona las cosas sin saberlo. Por nuestra parte, considerábamos razonablemente verdadera su descripción del comportamiento si se cumplían cuatro condiciones: Primera, si los acontecic mientos descritos eran simples y concretos en vez de complejos y abstractos; segundo, si los mismos ocurrían en el presente o en el pasado inmediato, en vez ele en un pasado distante; tercero, si ambos, marido y mujer, estaban de acuerdo en la descripción y ninguno de ellos parecía demostrar especial incómodo emocional por ella, y cuarto, si la descripción parecía consecuente con la conducta que habíamos observado. La técnica de esta investigación también difería del método ele campo antropológico en que la unidad de estudio no era la sociedad global o un grupo local. Sin embargo, es dudoso que los métodos antropológicos puedan utilizarse para estudiar vecindarios urbanos sin modificaciones serias ele sus modelos básicos, porque la mayor parte de los barrios urbanos no son grupos organizados. Para muchas de las familias investigadas, la mayor parte de las relaciones socia-
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les importantes no se mantenían con vecinos, sino con amigos y con parientes que vivían a alguna distancia de aquéllas. Seria instructivo el estudio de todos los miembros de una red de amigos y de parientes, en cuanto sistema social; pero incluso un análisis de este tipo supondria una tarea difícil, ya que una buena acogida por parte de uno de los miembros de la red no implica que el investigador haya de ser aceptado del mismo modo por los demás. En los capítulos siguientes pasarnos revista detallada de los ambientes sociales inmediatos de las familias investigadas. La idea es que las familias, en cuanto totalidades sociales, no forman parte de grupos organizados; sino que forman parte únicamente de redes. En un grupo organizado no es necesario estudiar a todos y cada uno de los miembros para comprender al grupo como un todo. Por el contrario, en el caso de las redes, aunque se puede conseguir una descripción de su estructura a partir de un número pequeño de informantes, no es posible averiguar el contenido exacto de las relaciones y actividades correspondientes a todos los miembros. La técnica utilizada por nosotros tampoco se parece a la de la encuesta si exceptuamos el hecho de que tratábamos de recoger más o menos la misma información de todas las familias, con el objeto de poder compararlas entre sí. Sin embargo, nuestras entrevistas eran más profundas que las propias de la técnica de encuesta; asimismo, y el método básico era bastante diferente porque no consideramos a las 20 familias como una muestra ni tratábamos de hacer generalizaciones empíricas respecto a una población más amplia de familias. La técnica nuestra se asemeja al método de estudios de casos, pero nuestra atención no estaba orientada hacia los individuos sino hacia la pareja y la familia como grupo. La semejanza de la técnica en cuestión con la propia del psicoanálisis residía solamente en el hecho de que gran parte del material se interpretaba en términos de teoría psicoanalítica de la personalidad, y en que se tenían en cuenta los efectos de la transferencia y de la contratransferencia tanto a modo de datos en sí mismos, como medio para la evaluación de los datos en general. Ahora bien, las entrevistas de investigación difieren del psicoanálisis en el objetivo y la técnica, y nosotros hicimos muy pocos intentos de interpretación terapéutica. La técnica utilizada se adecuaba a nuestros propósitos bastante bien. Si ampliáramos ahora el estudio tendríamos
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que hacer ciertas modificaciones. Así. por ejemplo. podría ser más fácil estudiar algunas familias utilizando dos entrevistadores. Asimismo, sería más prudente entrevistar clínicamente a un pequeño número de familias solamente. ya que estas entrevistas provocan recelo en algunas parejas y. por otra parte. la técnica de supervisión de los investigadores. aplicada por un analista. permite obtener de por sí. a partir de las entrevistas en casa. una buena cantidad ele información sobre elementos de la personalidad. Podíamos utilizar. por otro lacio. el test ele Rorschach además o en vez del test ele relaciones objetivas. Sería deseable. por último. intentar estudiar la personalidad de los hijos. etc. Además de experimentar más con la técnica en sí misma. seguramente planteariamos preguntas y hariamos observaciones diferentes, aün en el caso de que estuviéramos estudiando otra vez los mismos problemas. Hay muchas lagunas en los datos, principalmente porque no elaboramos hipótesis e interpretaciones concretas hasta que el trabajo de campo estuvo casi terminado. Por ello, formularíamos preguntas más detalladas acerca ele las relaciones ele los amigos. los familiares y los vecinos entre sí. Elaboraríamos criterios más precisos de división del trabajo entre marido y mujer. Hariamos diferentes preguntas sobre las normas. Estos datos adicionales servirían para ayudarnos a verificar o a desechar las hipótesis enunciadas en los capítulos siguientes. Pero, como se indicó arriba, la tarea de la investigación era principalmente desarrollar hipótesis contrastables. Hay que reconocer que se hicieron algunos progresos en esta tarea, ya que ahora sabemos qué preguntas queremos hacer y cómo analizar las respuestas.
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Capítulo III
Roles conyugales y redes sociales
A)
lNTRODUCClÓN
Es de destacar la forma considerablemente variada de desempeñar los roles conyugales por parte de los maridos y mujeres incluidos en nuestra investigación. En un extremo se situaba una familia en la que el marido y la mujer realizaban todas las tareas posibles de forma separada e independiente. Tenían una estricta división del trabajo doméstico: ella tenía sus tareas y él las suyas. El marido entregaba a su mujer una cantidad fija para los gastos domésticos; y ella tenía poca idea de lo que ganaba su esposo y en qué gastaba el dinero que se quedaba. En su tiempo libre, el marido se iba a jugar al cricket con los amigos, mientras ella hacía visitas a sus parientes o se iba al cine con las vecinas. Con la excepción de las fiestas familiares, apenas pasaban juntos sus ratos de ocio. No consideraban insólito este comportamiento. Por el contrario, creían que su conducta era la propia de su círculo social. En el extremo opuesto aparece otra familia en la que el marido y la mujer compartían tantas actividades y pasaban juntos tanto tiempo como podían. Insistían ambos en la igualdad de marido y mujer: todas las decisiones importantes deberían tomarse de común acuerdo, incluso en asuntos domésticos menores habrían de ayudarse entre sí en todo lo posible. De hecho, esta norma se llevaba a la práctica. En su división del trabajo muchas tareas se compartían o eran intercambiables. El marido hacía la comida a menudo y, .de vez en cuando, lavaba y planchaba. La esposa cuidaba el jardín y se encargaba con frecuencia de las reparaciones domésticas también. Pasaban juntos gran parte de su tiempo libre, tenían los mismos gustos en política, música o literatura, y se relacionaban 91
con los mismos amigos. Al igual que la primera pareja, marido y mujer suponían que su conducta era la normal en su circulo social, aunque se daban cuenta que compartían las tareas dom éticas un poco más que el resto de la gente. Podrían resumirse las diferencias entre estos dos casos extremos diciendo que la primera familia mostraba mayor separación entre marido y mujer en su rol relacional que la segunda familia. Entre estos dos extremos había una amplia gama de casos. En este capítulo se intenta explicar estas diferencias en el grado de separación de los roles conyugales. Hay modos muy diversos de clasificar la organización de las actividades familiares. Para el propósito de esta investigación me parece útil hablar de organización «complementaria», «independiente» y «conjunta»'· En la organización complementaria las actividades del marido y la mujer son diferentes y están separadas, pero encajan formando un todo. En la organización independiente las actividades se realizan de forma separada por el marido y la mujer sin relación entre sí, en la medida en que esto es posible. En la organización conjunta las actividades se realizan por el marido y la mujer juntos, o bien se lleva a cabo la misma actividad por cualquiera de los miembros de la pareja en momentos diferentes. Hallamos los tres tipos de organización citados en todas y cada una de las familias. De otro modo, sería imposible verdaderamente la realización de las tareas familiares. Ahora bien, la importancia relativa de cada uno de los tipos de organización variaba de unas familias a otras. Utilizamos la expresión rol relacional conyugal separado para dar a entender una relación en la que predominan los tipos complementario e independiente de organización. Marido y mujer mantienen una diferenciación clara de tareas y una gran cantidad de aficiones y de actividades separadas; tienen claramente definida la división del trabajo en tareas masculinas y tareas femeninas; cuentan con tener maneras diferentes de pasar el tiempo, y el marido tiene sus propios amigos fuera de casa y la mujer, sus amigas. Con la expresión rol relacional conyugal conjunto se quiere dar a entender una relación en la que predomina 1 Al principio de la investigación usamos una clasificación mucho más compleja, que gradualmente fuimos simplificando hasta llegar a la presente formulación. Los cambios en el modo de clasificación se describen en el apéndice B.
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relativamente la organización conjunta. El marido y la mujer confían en realizar la mayor parte de las actividades juntos con un mínimo de diferenciación en las tareas y de separación en las aficiones. No solamente planifican los asuntos familiares conjuntamente, sino que se alternan en muchas tareas domésticas y pasan mucho tiempo libre juntos. Pudimos descubrir en las parejas investigadas ciertas semejanzas de carácter general en lo tocante al tipo de organización adoptado en determinadas actividades concretas; sin embargo. dentro de estos límites generales, las diferencias eran abundantes.Así, en todas las familias había una división del trabajo básica, de acuerdo con la cual el marido era el principal soporte económico de la unidad familiar y la esposa era responsable principalmente del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos; cada miembro de la pareja contribuía de forma diferente aunque complementaria al bienestar de la familia. Sin embargo, en el marco de esta división general del trabajo, se percibían considerables diferencias de detalle: algunas esposas trabajaban, otras no; ciertas familias tenían una división del trabajo flexible en lo concerniente a las tareas domésticas y al cuidado de los niños, de forma que compartían o intercambiaban muchas tareas, mientras que otras tenían un reparto mucho más estricto de las tareas de la mujer y del marido. De la misma manera, algunas actividades, tales como la adopción de decisiones importantes que afectaban a toda la familia, solían realizarse normalmente de forma conjunta por el marido y la mujer. No obstante, aún en estos casos, también podían apreciarse diferencias considerables. Algunas parejas otorgaban mucha importancia al carácter conjunto de las decisiones, mientras que otras apenas si lo mencionaban:.Se da la circunstancia de que aquellas parejas que acentuaban la importancia de las decisiones conjuntas eran también las que compartían e intercambiaban muchas de las tareas domésticas y el cuidado de los niños. En las actividades de esparcimiento, incluyendo en ellas tanto el relacionarse y las visitas, como las distracciones, la lectura, ir al cine, a conciertos, etc., había tanta variedad que resulta imposible afirmar que una de las formas de organización predominara claramente sobre las demás. Así pues, aunque las tres formas de organizar las actividades -complementaria, independiente y conjunta-, estaban
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presentes en todas las familias estudiadas, se notaban diferencias muy acusadas en la importancia relativa de cada una de ellas, particularmente en el peso relativo de la organización conjunta y de la independiente_ Utilizo la expresión grado de separación de roles conyugales con el objeto de comparar la combinación de los tres tipos de organización en el seno de las diferentes familias_ Con ella se quiere indicar el equibrio relativo entre las actividades complementarias e independientes. por un lado. y las actividades conjuntas, por el otro_ AsL tal y como se indicó arriba. un rol relacional conyugal muy separado sería aquél en el que el marido y la mujer tienen una proporción relativamente grande de actividades complementarias e independientes y una proporción relativamente pequeña de actividades conjuntas_ Por el contrario, en el caso de un rol relacional conyugal conjunto, la proporción de actividades complementarias e independientes es relativamente pequeña, mientras que la de actividades conjuntas es relativamente grande_ Se trata, pues. de diferencias de grado_ Por ello, en sentido estricto, sería más correcto decir que una relación conyugal era «muy separada en relación con la de las demás parejas investigadas»; o bien: «menos separada en relación con la de las demás parejas investigadas»; o bien: «de un grado de separación intermedio en relación con el de las demás parejas investigadas»; etc_ No obstante, para simplificar el lenguaje, me referiré a ellas como una relación «muy separada», «conjunta» o «intermedia»_ Si las hipótesis que vamos a exponer en este capítulo tuvieran que ser verificadas cuantitativamente, sería necesario ordenar las familias en una escala de acuerdo con el grado de segregación conyugaL Sin embargo, los datos sobre los tipos de organización, aunque detallados, no fueron recogidos pensando en su cuantificación, de forma que no recogimos las mismas observaciones ni hicimos las mismas preguntas a todas las parejas. Por lo tanto, en vez de intentar un análisis cuantitativo poco sólido, nos hemos inclinado por la definición en términos cualitativos. Las parejas investigadas pusieron de manifiesto que durante su vida matrimonial se habían producido importantes cambios en el grado de segregación conyugal. En la primera fase del ciclo familiar, antes de la llegada de los hijos, todas las parejas habían desarrollado muchas actividades conjuntas, especialmente en lo que se refiere a la forma de com-
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partir el tiempo libre fuera de casa. Después de que nacieran los hijos, las actividades de todas las parejas habían sufrido una acusada diferenciación y los cónyuges se habían visto obligados a reducir las diversiones conjuntas fuera del hogar. Los datos obtenidos de las conversaciones en un grupo de mujeres que se encontraban ya en la tercera fase del ciclo familiar, es decir, con hijos adolescentes que empezaban a abandonar el hogar, sugieren que la mayor parte de los maridos y de las esposas no vuelven a adoptar ya la organización conjunta amplia de la primera fase. incluso cuando ya no es tan grande la necesidad de diferenciación motivada por la presencia de hijos pequeños. Ahora bien. las diferencias en el grado de separación de roles conyugales entre las familias investigadas no pueden atribuirse a diferencias en la fase del ciclo familiar, porque todas las familias estaban más o menos en la misma fase. Al principio de la investigación, nos pareció probable que tales diferencias tuvieran que ver de alguna manera con determinadas presiones en el entorno social de las familias. En los primeros intentos de explorar esta serie de presiones, tratamos de explicar la segregación conyugal en términos de clase social. Sin embargo, este intento no tuvo mucho éxito. Los resultados del intento aparecen expuestos en la tabla 2. En ella se observa que los maridos que mantenían roles relacionales más separados con respecto a sus mujeres, tenían ocupaciones manuales; por el contrario, los maridos cuyos roles relacionales estaban más próximos a sus mujeres, tenían nivel profesional o semiprofesional; no obstante, había también familias de clase obrera en las que había relativamente poca separación y, al contrario, familias profesionales en las que la separación era considerable. En consecuencia, la ocupación de clase obrera es condición necesaria, pero no suficiente, para tener el grado más acusado de segregación conyugal. Por otro lado, se intentó relacionar el grado de separación con el tipo de barrio o área local en el que habitaba la familia, ya que los datos parecían apuntar que las familias con mayor separación vivían en zonas homogéneas de población muy estable, mientras que las familias con roles relacionales predominantemente de tipo conjunto vivían en zonas heterogéneas con altos índices de movimiento de población. No obstante, volvimos a encontrar nuevas excepc10nes. 95
Ahora bien, éstas no eran las dificultades más importantes. Los intentos de correlación estadística rudimentaria, arriba expuestos. no conseguían explicar de qué forma un factor influía en otro; parecía imposible explicar exactamente en qué medida los criterios de posición de clase o los criterios de tipo de barrio podían afectar realmente a la estructura interna de roles de la familia. Consecuentemente, empezábamos a pensar que los intentos de correlacionar la separación de roles conyugales con factores tomados del ambiente social general de las familias no iban a producir ninguna explicación significativa. Ello no significa que la clase social sea un factor despreciable; sino que la mera correlación de la clase social con otros factores no es. por sí misma, muy esclarecedora. Es necesario explicar la correlación; examinar los casos negativos; descubrir, en suma, los mecanismos mediante los cuales las clases sociales y la segregación conyugal se relacionan entre sí. Volveré sobre este tema en el próximo capítulo. Como no era capaz de entender íntegramente la relación entre la segregación conyugal, la clase social y la composición del vecindario, dejé, de momento, la clase social y la composición del vecindario, y empecé a considerar con mayor atención el entorno inmediato de las familias; esto es, sus relaciones externas reales con los amigos, los vecinos, los parientes, los clubs, tiendas, puestos de trabajo, etc. Este enfoque resultó ser mucho más fructífero. En primer lugar, se evidenció que las relaciones sociales externas de todas las familias adoptaban la forma de una red en vez de la de un grupo organizado 2• En un grupo organizado, los individuos que lo componen forman un todo social más amplio con objetivos comunes, roles interdependientes y una subcultura que los distingue. Por otro lado, en la configuración de las redes, no todos los individuos que la componen 2 En la bibliografía sociológica y antropológica, el término «grupo» se usa habitualmente, al menos en dos sentidos diferentes. De acuerdo con el primero, se trata de un término muy amplio empleado para describir cualquier colectividad cuyos miembros tengan algo en común; esta definición incluiría tanto categorías, clases lógicas y agregados como unidades sociales integradas. El segundo uso es mucho más restrictivo. De acuerdo con este sentido, las unidades deben guardar entre sí determinadas relaciones sociales intcrdependientes que las distingan; se excluyen así categorías, clases lógicas y agregados. Para evitar la confusión, se usa aquí el término «grupo organizado» cuando es necesario distinguir el segundo uso del primero.
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TABLA2 RELACIÓN ENTRE SEGREGACIÓN CONYUGAL, OCUPACIÓN Y CATEGORÍA OCUPACIONAL iFamilias en orden kksccndcntc de segregación conyugal
Tipo de ocupación (según el el equipo de investigación).
1
Ocupación del marido
Rango de la ocupación según la es-¡
~ala J-la~ll Joncs*
-~~~~~~~~~~~~-
Ncwboh Mudgc Dodgson
Pulidor en una empresa de calzado Agente de policia Propietario de una pcqucüa ticn
l !
Manual scmicu
¡
1
Profesional Manual cualificado Oficinista Manual cualificado Semiprofcsiona 1 Semiprofesiona\
5 6 4 3
Scmiprofesiona\
3
Manual cualificado
6
Oficinista
5
Profesional
3
:
7
1
Profesional Scmiprofesional 2 Semiprofesional
2
* Estoy en deuda con la Dra. Hilde Himmelweit y sus colegas de la London School of Econornics por clasificar las ocupaciones de los maridos de acuerdo con la Escala Hall-Jones (Hall y CaradogJones, 1950). Esta escala consta de ocho categorías: l. Profesionales cualificados y altos funcionarios; 2. Gerentes y directivos; 3. Inspectores, supervisores y otros no manuales (categoría superior); 4. Inspectores, supervisores y otros no n1anuales (categoría inferior); 5. Trabajo no manual de carácter repetitivo; 6. Trabajadores manuales cualificados; 7. Trabajadores manuales semicualificados: 8. Trabajo manual de carácter repetitivo. Hemos aplicado las clasíficaciones de Hall-Jones y del equipo investigador a las ocupaciones reales, las cuales han sido enmascaradas. Se observarán ciertas discrepancias entre las dos clasificaciones, especialmente en los casos de Mudge, Dodgson, J\pplcby y Denton. Estas discrepancias se deben a !.as diferencias de los criterios de clasificación utilizados en las dos escalas.
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mantienen relaciones sociales entre sí, sino sólo algunos. Supongamos, por ejemplo, que la familia X mantiene una serie de relaciones con amigos. vecinos y parientes, a los que podemos llamar A B, C. D. E. F ... N; de todas estas personas ajenas a la familia, se verá que sólo algunas se conocen entre sí: no forman un grupo organizado en el sentido arriba definido: así, B podría conocer a A y a C pero a ninguno de los otros: D podiia conocer a F sin conocer a A B o E. Además, todas estas personas tendrían amigos, vecinos y parientes propios desconocidos por la familia X. En una red. las unidades externas que la componen no forman un todo social más amplio; no están rodeadas por un límite común 3. En segundo lugar. aunque todas las familias investigadas per1enccian a redes más que a grupos, había una considerable diferencia en la conectividad de sus redes. Entiendo por conectividad el grado en que las personas conocidas por una familia se conocen y se tratan a su vez entre sí, independientemente de esa familia. Empleo los calificativos muy unida, trabada o de puntos o nudos(znnes (close-knit) para referirme a la red en la que hay muchas relaciones entre las unidades que la componen; y poco unida, suelta o de puntos o nudos.flojos (loose-knit) para denotar una red en la que hay muy pocas relaciones de ese tipo. En sentido estricto, donde se dice «muy unida» o «trabada» debería decirse «muy unida o trabada en relación a 3 La idea de red se encuentra a menudo en la bibliografia antropológica, sociológica y psicológica, aunque no siempre recibe tal nombre. Así, por ejemplo: el concepto de Rivers de «parentela» [kindred) (Rivers, 1924) el de «la urdimbre del parentesco» [web of kinship] de Fortes (Fortes, 1949), «la agrupación» [groupingJ de Armstrong (Annstrong, 1928). Véase Merton (1949), Moreno (1934), Loomis et al. (1953). La mayoría de estos autores se interesan en mayor medida por la cantidad de personas con la que un sujeto se trata que por el modelo de relaciones de esas personas entre sí. RadcliffcBrown usaba el término red de forma metafórica, como en su definición de estructura social: «una red compleja de relaciones sociales» (RadcliffeBrown, 1940). En la idea de usar el término «red» para describir un conjunto de relaciones sociales que no tienen un límite en común, ::;igo la definición reciente de John Barnes: «cada persona está, por decirlo de alguna manera, en contacto con un número de personas, algunas de las cuales están directamente en contacto entre sí y otras no ... Me parece conveniente hablar de red para referirnos a un campo social de este tipo. La imagen que tengo de ello es la de un conjunto de puntos, algunos de los cuales se unen por líneas. Tales puntos son las personas o, a veces, los grupos, y ]as líneas indican las interacciones entre esas personas)} (Barnes, 1954, pág. 43).
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las redes de las demás familias investigadas», y donde se dice «poco unida» o «suelta» debería decirse «poco unida o suelta en relación a las redes de las demás familias investigadas». El uso de los términos abreviados se justifica por razones de comodidad expresiva; no obstante, debe recordarse que se trata de expresiones taquigráficas de grados relativos de conectividad. y que no pretendemos que se entiendan como conceptos absolutos tajantemente opuestos. El examen cualitativo de los datos investigados sugiere que el grado de separación ele roles conyugales está relacionado con el grado de conectividad en la red total de la familia. Aquellas familias que mostraban un alto grado de separación en los roles relacionales del marido y la mujer tenían una red trabada, muy unida: muchos de sus amigos, vecinos y parientes se conocían entre sí. Por el contrario, las familias cuyos roles relacionales se presentaban relativamente conjuntos entre el marido y la mujer tenían una red suelta, poco unida: pocos de sus parientes, vecinos y amigos se conocían entre sí. Había una amplia gama de casos entre estos dos extremos. Se podría, en todo caso y de acuerdo con nuestros datos, proponer la siguiente hipótesis: el grado de separación en el rol relacional de marido y mujer está directamente relacionado con la mayor o menor conectividad de la red social de la familia. Cuanto más
conexa está la red, mayor es el grado de separación entre los roles del marido y de la mujer, y, al revés, a menor conexión ele la red, menor resulta el grado de separación entre los roles del marido y la mujer. A primera vista, la correspondencia indicada parece extraña, ya que es difícil entender la razón por la cual la relación soCial entre personas ajenas, entre sí, habría de afectar a la relación entre marido y mujer. Lo que parece suceder es esto: cuando la mayor parte de las personas que alguien conoce interactúan entre sí -esto es, cuando la red de la persona está muy unida-, los miembros de esa red tienden a lograr un consenso sobre las normas y ejercen una presión informal firme entre sí para lograr la aceptación ele las mismas. para mantener el contacto mutuo y, si fuera necesario, para ayudarse entre sí. Pues bien, cuando el marido yla mujer llegan al matrimonio con redes muy unidas, y si las condiciones favorecen la persistencia de tal modelo de relaciones, el matrimonio acaba por instalarse sobre dichas relaciones preexistentes. y ambos cónyuges seguirán viéndose empuja-
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dos a actividades con gente de fuera de su propia familia nuclear (familia de procreación). En consecuencia, cada uno de ellos tenderá a conseguir, por separado, cierta satisfacción emocional de estas relaciones externas, con lo que probablemente requerirá una satisfacción emocional proporcionalmente menor del propio cónyuge. Por lo tanto, la separación 1ígida de roles conyugales es posible porque cada esposo puede obtener ayuda de otras personas ajenas al hogar familiar. Contrariamente, cuando la mayor parte de las personas que alguien conoce no interactúan entre sí -esto es, cuando su red estü poco unida-, es mu y probable que se desarrolle en esa red una mayor variedad de normas, y que el control social y la ayuda mutua sean más fragmentarios y menos firmes. Si el marido y la mujer llegan al matrimonio con tales redes poco unidas o si las condiciones son tales que sus redes se tornan en poco unidas después del matrimonio, se ven obligados a buscar uno en el otro algunas de las satisfacciones emocionales y ayuda en las tareas familiares que las parejas con redes muy unidas pueden obtener de personas externas a la familia. La organización conjunta se hace entonces más necesaria para el buen funcionamiento de la familia en cuanto empresa. Esto no quiere decir que la conectividad de las redes de la familia sea el único factor que afecta a la separación de roles conyugales. Entre otras variable que afectan a la forma en que los roles conyugales se desempeñan, las personalidades del marido y de la mujer tienen una importancia crucial. A pesar de ello, la mayor parte de este capítulo se dedicará al examen de los efectos de la conectividad, y ello porque no se ha subrayado suficientemente la importancia de dicha variable en anteriores estudios sobre la estructura de roles familiar. De lo que se trata, en definitiva, es de desarrollar un estudio comparativo de la relación entre la separación de los roles conyugales y la conectividad de la red en cada una de las 20 familias estudiadas, consideradas como sistemas sociales. Para ello he desarrollado una hipótesis que, con una definición más operativa, preferiblemente en términos cuantitativos, podria ser verificada en otras familias y facilitaría ulteriores comparaciones más sistemáticas. El análisis de las redes sociales que se ofrece en este y en el siguiente capítulo constituye solamente un primer paso. Antes de que dicho análisis pueda concretarse del todo, será 100
¡;
intimid~d
necesario definir los grados de y de compromiso d \\ las diferentes relaciones. Se hace un pnmer intento a este res':\ pecto al analizar las relaciones con los parientes en el capítulo V. Sería aconsejable. en lo posible, entrevistar a diferentes miembros de cada red, siguiendo los eslabones de interacción de una persona a otra, en vez de confiar, como lo hicimos nosotros, en lo que cada pareja cuenta acerca de su propia red. Para la obtención de una definición precisa ele conectividad sería necesario un análisis cuantitativo de la red total; de las redes particulares de cada uno de los cónyuges; ele su red común (las personas con la que mantienen relaciones conjuntamente); asimismo. de aquellas partes de la red total compuesta por parientes, la formada por amigos y la constituida por vecinos. Ahora bien, los elatos de la presente investigación no son lo suficientemente consistentes ni tan cletallaclos como para permitir tal tipo de análisis cuantitativo. B)
DESCRIPCIÓN DE LOS DATOS
Si se clasifica a las familias de acuerdo con los extremos de las dos dimensiones de segregación conyugal y conectividad de la red, aparecen cuatro modelos posibles desde un punto de vista lógico: a) rol relacional conyugal separado asociado a una red muy unida; b) rol relacional conyugal conjunto asociado a una red poco unida; c) rol relacional conyugal separado asociado a una red poco unida; d) rol relacional conyugal conjunto asociado a una red muy unida. Desde el punto de vista empírico, dos ele estos tipos, el c) y el d), no se daban en la realiclacl. No se daba el caso de familias en las que un rol relacional conyugal muy separado se asociara a una red poco u niela; tampoco había familias en las que se asociara un rol relacional conyugal conjunto a una red muy unida. De las familias investigadas, seis se ajustaban a los tipos primero y segundo: una ele ellas respondía al primer modelo; esto es, alto grado ele segregación conyugal junto a una red muy unida; los cinco restantes se adecuaban al segundo modelo; es decir, un rol relacional conyugal conjunto asociado a una red poco unida. Estas seis familias ocupan los lugares, los extremos del conjunto investigado. Nueve familias ocupaban posiciones intermedias tanto en el grado de separación conyugal como en el grado de conectividad de la 101
red; cinco de éstas, por último, parecían estar en un estado de transición tanto en lo referente a la formación de la red como en la tocante a su rol relacional conyugal. En la tabla 3 aparecen ordenadas las familias de acuerdo con el grado de segregación conyugal, el tipo de red y el tipo de ocupación. En dicha tabla se muestra que el grado ele segregación conyugal está asociado más estrechamente con el tipo de red que con el tipo de ocupación. Asimismo puede observarse que se producen agrupamientos en ciertos puntos a lo largo de un continuo que se extiende desde una acentuada separación a una relación conyugal muy conjunta, y a lo largo ele un segundo continuo que va desde una red trabada a otra suelta. Las familias, sin embargo, no responden claramente a tipos puros, y las divisiones son en cierta medida arbitrarias. Ahora bien, con el objetivo de facilitar la descripción, podemos clasificar las familias en cuatro conjuntos: !) rol relacional conyugal muy separado asociado a una red muy unida; 2) rol relacional conyugal conjunto asociado a una red poco unida; 3) grados intermedios de separación de rol conyugal y de conectividad de la red, y 4) familias en transición. Esto no significa que sean los únicos tipos posibles; una investigación más profunda seguramente podría revelar otros distintos. A continuación nos ocupamos principalmente del hecho de que la ordenación de las familias atendiendo al grado de separación conyugal va paralela al orden según el grado de conectividad de las redes; asimismo, pasaremos revista también a los mecamsmos mediante los cuales tal relación produce sus efectos. l.
Rol relacional conyugal muy separado asociado a una red muy unida
En la serie familiar investigada, solamente había una familia de este tipo, los Newbolt. Llevaban casados seis años cuando empezaron las entrevistas, y tenían tres niños pequeños. A continuación, describo su conducta real, indicando los puntos en los que se apartan de sus propias normas. Aunque mi interés fundamental aquí no consiste en saber si las familias investigadas son representativas de otras, diferentes autores sugieren que hay muchas parecidas, principalmente en ciertos sectores de la clase trabajadora urbana (véase 102
TABLA 3 RELACIÓN ENTRE SEGREGACIÓN CONYUGAL. TIPO DE RED Y TIPO DE OCUPACIÓN Familia en orden dcsccndcnlc de scgrcgacíón conyugal
Tipo de red
Tipo de ocupación
Muy unida Medio unida En transición (can1bio ya realizado)
Manual semicualificado Manual semicualifica
En transición (pensando en cambiarse) En transición (a
Oficinista
1
Nc\vbolt Mudgc Dodgson (En transición, a disgusto, de una alta segregación a una relación más conjunta) Barkway
Redfem
1
Semiprofesional
punto de cam-
Baldock Apsley Wraith (haciéndose más conjunta) Appleby
Butler (en transición, :con ganas, de una alta. segregación a una relación más conjunta) Thomton Hartley Salmon Bruce Den ton Bullock Woodman Daniels
biarse) Medio unida Medio unida En transición (varios cambios ya realizados) Medio unida
Manual cualificado Profesional Profesional
Manual cualificado Oficinista
En transición (cambio ya realizado)
Manual cualificado
Medio unida Medio unida Medio unida Poco unida Poco unida Poco unida Poco unida Poco unida
Semiprofesional Semiprofesional Semiprofcsional Oficinista Profesional Profesional Semiprofesional Semiprofesional
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l Hopkinson. 1954; Jephcott y Carter, 1955; Kerr, 1955; Mays, 1954; Mogcy, 1956; Packer, 1947; Shaw, 1954; Slater y Woodside, 1951). Asimismo, existen datos sobre una segregación conyugal semejante en familias americanas de «clase baja» (Davis, 1941, 1943 y 1944; Davis y Havighurst 1946 y 1947; Dollard, 1977; Frazier, 1940; Maas, 1951). El papel del padre-marido en familias de este tipo se describe frecuentemente como «autoritario», dando a entender que tiene una autoridad clara sobre su esposa y sus hijos en todas las actividades de la familia o en su mayor parte. Aunque estoy de acuerdo en que el marido, en este tipo de relación, se considera con derecho a controlar las acciones de la esposa en algunas actividades, me parece que catalogar su papel de «autoritario» es demasiado radical. La confusión del autoritarismo del varón con la separación de roles conyugales es bastante frecuente; esto ocurre porque los autores asignan a los acuerdos de tipo financiero y sexual de estas familias el mismo significado psicológico que hubieran asignado a los de familias en las que los cónyuges ven normal el mantenimiento de una relación conjunta. Esta opinión se apoya. además, en el hecho de que los autores suelen denominar a estas familias «matriarcales», a pesar de que tal denominación no es compatible con la de autoritarismo del varón, ya que ambas caracterizaciones suenan contradictorias. No obstante, son válidas las dos, ya que cada miembro de la pareja tiene autoridad y responsabilidad en su propia esfera. Muchos autores atribuyen este modelo de vida familiar al status de clase trabajadora. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que no todas las familias de clase trabajadora tienen una separación pronunciada de roles conyugales (Jephcott y Carter, 1955; Young y Willmott, 1957; Mogey, 1956; Hammond, 1954). Se examina esto con mayor profundidad en el capítulo siguiente. Si bien no he hallado estudios que analicen la segregación conyugal en terminos de relaciones externas y de conectividad de la red, en la bibliografía sobre el tema pueden encontrarse algunas alusiones a que las familias del tipo de los Newbolt tienen muchas relaciones importantes fuera de la familia nuclear, especialmente con los parientes; asimismo, se da a entender o se puede deducir que estas personas de fuera, a veces, se conocen muy bien entre sí (véase Dotson, 1951; Gorer, 1955; Jephcott y Carter, 1955; Kerr, 1955; Mays, 104
lí
¡1 l 1
1954; Shaw, 1954; Sheldon, 1948; Townsend, 1957; Young, 1954a, 1954b; Young y Willrnott, 1957; Zweig, 1952). a) Relaciones sociales externas. El señor Newbolt tenía un trabajo manual serniespecializado en una fábrica en Bermondsey. El y su mujer vivían en una zona próxima del mismo distrito. El decia que algunos hombres de su barrio trabajaban en el mismo sitio que él. y que otros tenían trabajos similares en otras fábricas y talleres cercanos. La señora Newbolt no trabajaba. pero, en su opinión, ella era un caso aparte. La mayoría de sus vecinas y muchas mujeres de su familia sí trabajaban: no creía que trabajar fuera ele casa fuera moralmente malo, pero decía que nunca le había gustado hacerlo y que prefería quedarse en casa con los niños. El señor Newbolt mantenía la misma opinión y aüadía que estaba mal visto en un hombre el que su mujer trabajara fuera de casa. Los Newbolt usaban los servicios de un hospital local y de una clínica materno-infantil. Tenían pensado enviar a sus hijos a la escuela primaria del barrio. Estaban también en contacto con la autoridad local encargada de la vivienda porque estaban buscando un piso nuevo. En su opinión, todas estas diferentes instituciones asistenciales no tenían ninguna relación particular entre sí, salvo que consideraban a todas ellas organismos extraños, no corno parte integrante de la vida local. La señora Newbolt les tenía cierta prevención. En una ocasión, mientras esperábamos ella, su hijo y yo misma en una habitación del hospital, que por otra parte estaba vacía, a que un médico atendiera al niño, comentó en voz baja: «Mi marido dice que para eso lo pagamos (los servicios del hospital, la pertenencia a la Seguirdad Social), y que debemos usarlo, pero a mí no me gusta nada venir aquí. No me gustan ni los hospitales ni los médicos.» Para los Newbolt el barrio era claramente una comunidad, un lugar con su propia identidad y con su peculiar modo de vida. Hablaban de él con orgullo y lo comparaban, siempre ventajosamente, con otros barrios: «Tiene mala fama; dicen que somos toscos, pero a mí me parece que éste es el mejor sitio que hay. Todos somos amigos ... No hay ambiente al otro lado del río. Ellos beben champán y nosotros bebernos cerveza. Cuando hay mucha cursilería te sientes fuera de lugar.» Daban por supuesto que el resto de sus convecinos albergaban sentimientos semejantes de orgullo y lealtad para con el
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barrio. Las salidas fuera del barrio parecían, especialmente para la señora Newbolt, aventuras en una tierra extraña. Mantenían muy pocas relaciones sociales informales con gente de fuera del barrio, y consideraban la distancia física una barrera casi insuperable para el contacto social. Objetivamente, la zona se alejaba bastante del lugar ideal de residencia: las casas eran viejas, incómodas y estaban atestadas de gente. Los Newbolt tenían que hacer frente a la difícil elección entre mudarse fuera de Londres a un piso moderno en una nueva barriada. o permanecer en las estrechas viviendas del viejo barrio familiar con los amigos y los parientes. Conocían a otras parejas jóvenes enfrentadas a un dilema similar. Las conversaciones en grupo en el centro comunitario local y la investigación del Instituto de Estudios Comunitarios indican que muchos residentes de tales zonas consideran esto un problema social y personal importante (Young, l 954b, 1956; Young y Willmott, 1957). Los Newbolt se sentían similares a sus vecinos desde el punto de vista social; consideraban que tenían el mismo tipo de trabajo; el mismo tipo de origen social; el mismo concepto de la vida. Debido a que los Newbolt se habían criado en la zona, al igual que muchos de sus parientes y vecinos, conocían a una gran cantidad de gente del barrio, y la mayor parte de esta gente se conocía entre sí. En otras palabras, su red social estaba fuertemente trabada. Asimismo los roles sociales se solapaban: en vez de que las personas fueran distintas según las categorías -amigo, vecino, pariente y compañero de trabajo-, la misma persona desempeñaba a la vez dos o más de estos roles, con mucha frecuencia. Los Newbolt daban por supuesto que el señor Newbolt, como los demás maridos de su círculo social, podía salir a divertirse con los demás hombres fuera de casa. En este caso sus aficiones eran las carreras ciclistas y el cricket, aunque la forma más común de pasatiempo consistía en salir a tomar copas y en encontrarse con los amigos en el bar del barrio, en el que muchos maridos pasaban una tarde o dos a la semana. Estos hombres eran, en muchos casos, amigos de toda la vida que habían pertenecido a la misma pandilla de niños; otros eran compañeros de trabajo. El señor Newbolt seguía viéndose con uno o dos amigos de la infancia; también jugaba y asistía a partidos de cricket con alguno de sus compañeros de_ trabajo; varios amigos suyos se conocían entre sí. La señora 106
Newbolt sabía muy poco acerca de estos hombres, y tampoco se le ocurría irse con su marido para participar en sus actividades. Conocía de vista a dos o tres de las esposas, y de vez en cuando hablaba con ellas cuando iba a la compra. Por su parte, la señora Newboit tenía sus propias relaciones, en las que su marido ni siquiera pensaba participar. Conocía a muchas vecinas, del mismo modo que éstas se conocían entre sí. Daba por supuesto que una relación amistosa con una vecina terminaría si ésta se iba a vivir fuera del barrio. Las vecinas se veían en los descansillos de las escaleras, en la calle o en las tiendas; apenas si se invitaban a pasar al interior del piso o de la casa. Hablaban sobre sus asuntos y sobre los asuntos de otras vecinas. Habitualmente las vecinas se acusaban recíprocamente de cualquier cosa -de revelar un secreto, de tomar partido en una pelea infantil, de no devolver objetos prestados o de murmuración. En estas circunstancias, la intimidad era casi nula. Pero si alguien desea cosechar los beneficios del compañerismo y de los pequeños actos de ayuda mutua, no queda más remedio que someterse a las pautas locales y esperar ser inclnido dentro del chismorreo. Ser objeto de chismorreo es un signo tan importante de pertenencia al vecindario como pueda serlo el formar parte del corro de chismorreadores. Si se rechaza el contacto con los vecinos, empieza uno a ser considerado raro, con lo que, al final, se le dejará aparte. Sin chismorreo, no hay compañerismo. Con la excepción de las visitas a parientes y alguna salida ocasional de domingo con los niños, los Newbolt pasaban poco tiempo libre juntos. Aunque tenían de hecho la posibilidad de llamar a algún pariente para que cuidara a los niños, raramente salían juntos. En concreto, no invitaban a amigos comunes a casa. De vez en cuando, el señor Newbolt traía algún amigo a casa; entonces, la señora Newbolt hacía té y hablaban un poco. Por lo común, las vecinas se dejaban caer por la tarde pidiendo cualquier cosa, pero no se quedaban mucho rato si el señor Newboit estaba en casa. Tampoco hacían pianes comunes para invitar a algún matrimonio a salir juntos una noche. Si tal tipo de diversión conjunta llegaba a concretarse en alguna ocasión, se hacía con parientes, no con amigos. La pobreza no explica la ausencia de diversión conjunta, ya que los Newboit se consideraban relativamente acomodados. Parecía como si nunca se les hubiera 107
pasado por la mente la idea de gastar dinero en pasar el rato con amigos: consideraban que el dinero sobrante debía emplearse en la compra de muebles, de cosas nuevas para los niños, o gastarse en reuniones familiares en ocasión de bodas, funerales y bautizos 4 • Los parientes, especialmente las mujeres, se visitaban y se prestaban ayuda mutua de forma habituaL Los Ncwbolt mantenían muchas más relaciones sociales activas con sus parientes que cualquiera ele las demás familias estudiadas por nosotros: asimismo, dichos familiares mantenían entre sí una gran cantidad ele contactos independientes, además de los que desarrollaban con los propios Newbolt De esta manera, su red ele parentesco estaba muy unida, probablemente mucho más que la de los vecinos o los amigos. Las mujeres parecían más diligentes que los hombres a la hora de mantener contactos con los parientes, con el resultado ele que las redes de las esposas estaban más unidas que las de los maridos, Pese a que era del dominio público que los maridos eran menos activos en los asuntos familiares que sus esposas, el señor Newbolt visitaba de vez en cuando a su madre, solo o con su mujer, Además, había algunas actividades en las que se consideraba conveniente la participación conjunta del marido y la mujer, En las bodas, funerales y bautizos se producían reuniones numerosas de parientes y se consideraba importante que asistieran juntos el marido y la mujer, Tales ceremonias familiares básicas constituían un importante tema de charla a lo largo de las entrevistas con los Newbolt En un grupo de discusión, un hombre que vivía en el mismo barrio de los Newbolt, y que tenía una vida familiar y una red de parentesco similar, resumió la situación de esta forma: «Los hombres tienen amigos, las mujeres parientes», con lo que estaba describiendo sucintamente la diferencia entre hombres y mujeres respecto a las relaciones externas, y dando a entender la separación entre marido y mujer, Las mujeres casadas, a través de sus estrechas relaciones con sus hijos y con sus padres, están profundamente involucradas en actividades con los parientes. Los maridos, por el contrario, 4 El hecho de que no recibieran en casa a amigos comunes hace que nuestra técnica de entrevista conjunta no sea muy apropiada para esta familia.
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suelen relacionarse más de cerca con el trabajo y con Jos amigos. Lo que dijo el vecino de los Newbolt también recuerda la imbricación de roles aludida arriba. Para la señora Newbolt la categoría independiente de «amigo» no existía; las amigas eran o sus vecinas o sus parientes. Habían tenido varias compañeras en su adolescencia, pero decía que no las veía desde que se habían casado y tenían hijos. Se refería a ellas como «compañeras» no como «amigas». Ambos. el señor y la señora Ncwbolt, utilizaban el concepto «amistad» como si fuese aplicable únicamente a los hombres. El concepto de «vecindad», por otro lado. parecía aplicarse nada más a las mujeres. El seüor Newbolt pareció sorprendido cuando le pregunté si conocía bien a su vecindad. Posteriormente, en el grupo de discusión, el mismo vecino observó: «Las mujeres no tienen amigos. Tienen mamá.» En el caso de la seüora Newbolt la relación entre ella y su madre era muy estrecha. Su madre vivía cerca, en el mismo barrio, y la señora Newbolt la visitaba casi todos Jos días, acompañada de sus hijos. Asimismo, ella, su madre y las hermanas de su madre también visitaban a la abuela materna de la señora Newbolt. Todas estas mujeres y sus hijos respectivos formaban un grupo importante, ayudándose entre sí en las tareas domésticas y en el cuidado de los niños, y proporcionándose ayuda en casos de necesidad. (Véase asimismo el capitulo V; Young, 1954a y 1956; Yonng y Willmott, 1957). Puede pues decirse que, en el interior de Ja red de parientes, existía un núcleo compuesto por la abuela, sus hijas y las hijas de sus hijas; las relaciones entre estas mujeres eran lo suficientemente intensas y características como para merecer el nombre de «grupo organizado» en el sentido definido anteriormente. Los parientes femeninos de la señora Newbolt proporcionaban a ésta parte de la ayuda doméstica y el soporte emocional que las mujeres de otras familias investigadas esperaban obtener de sus propios maridos. La señora Newbolt estaba muy ligada emocionalmente a su madre. Pensaba que una mala relación entre madre e hija era antinatural; una completa catástrofe. Se habría sorprendido por los términos aparentemente fríos y objetivos con los que algunas de las mujeres de las demás familias investigadas por nosotros analizaban el modo de ser de sus madres. La estrecha unión con la madre no solamente es una fuente de ayuda en las familias como los Newbolt, sino que puede llegar a ser también una 109
fuente potencial de fricción, ya que si el marido y la madre de ella no se llevan bien, probablemente una esposa joven se sienta desgarrada por lealtades opuestas. La señora Newbolt se consideraba afortunada porque su marido y la mad~e de ella se caían bien mutuamente. En resumen, existía una considerable separación entre el señor y la señora Newbolt con respecto a sus relaciones externas: de hecho. cada u no tenía su propia red y el número de relaciones externas comunes era relativamente pequeño. Al mismo tiempo. había muchos nexos de unión entre sus redes: los maridos de algunas de las vecinas de la scüora Ncwbolt trabajaban en el mismo lugar que el suyo: algunos de sus parientes trabajaban también allí: algunos parientes masculinos suyos eran amigos del seüor Newbolt, y en términos generales sus respectivas familias se conocían con anterioridad al matrimonio. En otras palabras, la conectividad de la red total, surgida de la combinación de las de ambos cónyuges, era muy alta en comparación con la presente en la de las familias que se verán a continuación. Ahora bien, la red total de los Newbolt estaba tajantemente dividida en dos: la red del marido y la de su esposa. Además, la red de ella estaba más unida que la de él; muchas de las parientas y vecinas con las que tenía contacto se veían entre sí con independencia de ella misma. Por el contrario, parecían existir menos lazos independientes entre los compaüeros de trabajo del seüor Newbolt, sus compañeros del cricket y del ciclismo, y sus amigos de la infancia; aunque para poder aceptar tal afirmación, sería necesano un análisis cuantitativo. b) Segregación conyugal. La anterior descripción revela' una considerable separación entre las relaciones externas del. seüor y de la señora Newbolt. Semejante separación se dab~ en el modo de realización de las tareas domésticas. Estaban convencidos de la necesidad de una clara división del trabajci entre los dos, y de que todos los maridos y esposas de su círcué lo social organizaban sus casas de manera parecida. Un hom" bre llegó a decir en una sesión en grupo: «A muchos hombres no les importaría ayudar a sus esposas si las cortinas estuvie2 ran corridas para que la gente no los pudiera ver.» Los New" bol! opinaban lo mismo. ''. Aunque los Newbolt pensaban que las principales decil siones debían ser tomadas conjuntamente, en el 110
cotidiano de la casa él tenía sus ocupaciones y ella las suyas. El mantenía el control del dinero y le entregaba cinco libras semanales a su mujer como asignación para el hogar. La señora Newbolt no sabía cuánto dinero ganaba su marido, y no se le pasaba por la cabeza la idea de que una esposa quisiera o necesitara saberlo. Aunque los Newbolt afirmaban que cinco libras era la cantidad que recibían la mayoría de las esposas como asignación doméstica, la señora Newbolt tropezaba con dificultades para poder cubrir con tal cantidad los costes de alimentación, alquiler, servicios y conseguir ahorrar cinco chelines para Navidad. Si no le alcanzaba, se lo decía a su marido, y entonces él le dejaba una o dos libras debajo del reloj cuando salía al día siguiente por la mañana. La mujer reconocía que su marido era muy desprendido con el dinero y se felicitaba de su suerte por no tener peleas por motivos de dinero. La señora Newbolt era responsable de la mayor parte del trabajo doméstico, aunque el señor Newbolt se ocupaba de las reparaciones domésticas; asimismo, ella contaba con que él hiciera algunos de los trabajos domésticos en el caso de caer ella enferma. Aunque normalmente no era necesario ya que su madre o su hermana, o cualquiera de sus primas, acudían en su ayuda. Estas parientes le ayudaban mucho, incluso en las tareas domésticas cotidianas y el cuidado de los niños. Como todas las parejas investigadas, los Newbolt daban por supuesto que el marido y la mujer debían ser responsables conjuntos del bienestar de sus hijos. En la práctica la señora Newbolt se encargaba de la mayor parte de las tareas relacionadas con el cuidado de los tres niños, aunque el señor Newbolt ayudaba a distraerles por las tardes y los domingos. Alguna vez los acostaba y de vez en cuando se levantaba cuando lloraban por la noche. Les llevaba muchos regalos. La señora pensaba que era un buen padre. Afirmaba que los padres se toman más interés ahora por los hijos que en épocas pasadas, pero que aun teniendo en cuenta esto, el señor Newbolt era excepcional. No metían a los ni11os en la cama hasta que no estaban dormidos. Aunque nunca lo dijeron directamente, daba la impresión de que los Newbolt consideraban cruel acostar a un niño en una habitación sin luz, alejada del calor y de la compañía familiar. Excepto cuando estaban cansados, el señor y la señora Newbolt parecían disfrutar de la compañía l ll
de sus hijos y a los dos les gustaba cogerlos en brazos y hablar con ellos. Al mismo tiempo, la señora Newbolt no tenían empacho en reconocer que a veces se hartaba de ellos: «Me destrozan los nervios. pegados a mi falda todo el día: especialmente Billy» (el más pequeño). Pero el pequeflo era también su favorito y tampoco tenia empacho en decirlo claramente. La seí'iora Newbolt recibía mucha ayuda para cuidar a sus hijos. Su marido lo hacia a menudo, pero quien le ayudaba sobre todo era su madre. Esta llegó incluso a «llevarse prestado» a casa al hijo mayor por dos semanas porque se encontraba sola. La scl1ora Newbolt llevaba también a sus hijos a ver a la abuela paterna de los nifios. pero estas visitas eran menos frecuentes y la rdación menos intensa. Sin embargo, no sólo eran los parientes los que ayudaban a cuidar a los nifíos; los dos mayores (de cinco y ele tres aflos) jugaban en la calle con un grupo de nil1os bajo la supervisión general de varias madres que les echaban un ojo desde los portales. La señora Newbolt recibía rápidamente aviso si ocurría algo. Los Newbolt decían que no eran partidarios de castigar a los niños. La mujer afirmaba que ele buena gana les abofetearía cuando la enfadaban. pero que nunca les llegaría a pegar de verdad. El marido acostumbraba a amenazarlos con no darles Jo que querían cuando eran muy desobedientes. Pero la sefíora Newbolt decía que él nunca cumplía sus amenazas. La sefíora Newbolt decía que lo más importante para los nifios era conseguir que comieran lo necesario. Al mayor lo habían alimentado con biberón, aunque a los dos más pequefíos les había dado el pecho hasta que cumplieron el año. Hasta que tuvo tres afíos o más el niño mayor tenia la costumbre de chupar de un biberón siempre que no lo viera nadie. La sefíora Newbolt animaba a los niños a comer todo lo que quic sieran, pero no los forzaba a terminar el plato si no tenían ganas. A ninguno ele los dos les preocupaba mucho que sus hijos sacaran buenas notas en la escuela. La seflora Newbolt tenía la vaga ilusión ele que su hijo menor pudiera ir a un «buen» colegio, pero el sefíor Newbolt no se mostraba muy interesado por el progreso escolar ele sus hijos. Ambos querían que sus hijos vivieran el mismo tipo de vida que ellos. Tampoco tenían ningún plan para el futuro ele sus hijos, aunque el señor Newbolt pensaba que alguno de ellos podría dedicarse a los negocios si es que mostraba inclinación por ello, ya que 112
un hombre que tenga su pequeño negocio propio, siempre estaría seguro. La señora Newbolt resumía esta conversación sobre el futuro diciendo: «Yo no intentaría cambiarlos. No creo que se pueda hacerlo cuando son ya mayores. Tampoco cuando son jóvenes. No se puede hacer nada con Bill cuando no le da la gana. Solamente esperar.» c) Actitudes hacia el rol relacional del marido y de la mujer. El señor y la seüora Newbolt daban por sentado que los hombres tienen aficiones masculinas y que las mujeres tienen aficiones femeninas. de modo que había pocas diversiones que pudieran compartirse de forma natural. En opinión de ambos, un buen marido es generoso con la asignación doméstica, no malgasta el dinero de forma egoísta en sí mismo, ayuda a su esposa en los trabajos domésticos si ella se pone enferma, y se interesa por los niüos. Por su parte, una buena esposa es buena administradora, madre cariüosa, mujer alejada de peleas serias con las vecinas y que se lleva bien con sus parientes y con los de su marido. Por otro lado, una buena relación conyugal es aquella que tiene una división del trabajo proporcionada, aunque los Newbolt insistían poco en la importancia de las actividades conjuntas y de las aficiones compartidas. Resulta difícil hacer ninguna afirmación precisa sobre sus actitudes acerca de las relaciones sexuales, ya que no acudieron al Instituto Tavistock para las entrevistas clínicas. A juzgar por las referencias que la señora Newbolt hizo sobre esta materia cuando su marido no estaba presente, parece probable que creyera que la sexualidad física era un estorbo para las relaciones domésticas pacíficas más que una expresión de tal relación. Era como si sintieran la sexualidad básicamente como algo violento y desgarrador. De hecho, los descubrimientos de los terapeutas y de otros investigadores apuntan que entre las familias del tipo de los Newbolt se da poca importancia a la sexualidad física para la felicidad del matrimonio (Slater y Woodside, 1951).
2.
Familias con rol relacional coniunto asociado a una red poco unida
Cinco de nuestras familias respondían a este tipo. En cuanto al empleo, los maridos eran profesionales, semiprofe-
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sionales y empleados. Dos de ellos consideraban que sus ocupaciones tenían un status social superior a los de sus padres. Un tercer marido tenía una ocupación de status social inferior. De cualquier forma, las cinco familias tenían un modelo ya fijo de relaciones externas; puede que llegaran a establecer nuevas relaciones, pero el modelo básico seguiría siendo probablemente el mismo. Igualmente, todas y cada una de ellas habían desarrollado una división del trabajo claramente estable en lo tocante a las tareas domésticas. a) Relaciones sociales ex1ernas. Las ocupaciones de los maridos tenían escasa conexión intrínseca con el barrio en el que vivían. Los cinco maridos tenían el trabajo a alguna distancia de su lugar de residencia, aunque dos de ellos trabajaban además en casa. En ningún caso se apreciaba el sentimiento de que la ocupación laboral estuviera enraizada en el barrio. Era un motivo constante de polémica el de si las mujeres debían trabajar o no. A menos que estuvieran financieramente acomodados -y ninguno de ellos se consideraba talambos, marido y mujer. acogían con agrado la idea de un doble ingreso, incluso aunque gran parte del dinero adicional tuviera que emplearse en el cuidado de los niños. Pero el dinero no era el único argumento considerado, las mujeres querían trabajar además por el solo hecho de trabajar. Se suponía, por un lado, que si lo deseaba, una mujer debería tener su profesión o alguna afición especial o un oficio serio comparable a la ocupación de su marido. Por otro lado, se pensaba que los hijos pequeños precisaban del cuidado de la madre y que, en teoría, ésta debía abandonar su profesión al menos hasta que el hijo menor tuviera edad de ir a la escuela. Ahora bien, la mayoría de las profesiones no pueden dejarse y recuperarse después fácilmente tras varios años de abandono. Dos de las mujeres en cuestión habían solucionado el problema siguiendo con el trabajo; habían atendido al cuidado de sus hijos de forma cuidadosa (y cara). Otra esposa trabajaba en casa. La cuarta tenía una afición especial (compartida con su marido) que la mantenía ocupada casi tanto tiempo como un trabajo, y la quinta esposa estaba pensando volver a su afición especial, tan pronto como su hijo pequeño fuera a la escuela. Estos maridos y esposas mantenían contactos con los colegios, los médicos de familia, los hospitales y, en algunos 114
casos, con las clínicas materno-infantiles. La mayor parte de ellos usaban también los servicios de un abogado, de un agente de seguros y de otros profesionales de corte similar cuando los necesitaban. A diferencia de los Newbolt no creían que las instituciones públicas fueran extrañas y ajenas; no les molestaba tener que salir de su barrio para hacer uso de estos servicios. Normalmente estaban bien informados acerca de las instituciones públicas y podían aprovecharlas eficazmente. No tenían miedo de los médicos. No existía una estricta división del trabajo entre marido y mujer en lo concerniente a su relación con las instituciones públicas. La esposa trataba normalmente con aquellas instituciones encargadas de atender a los niüos. y el marido trataba con las de carácter financiero y legal, pero cualquiera ele los dos podía encargarse de los deberes del otro en caso ele necesidad. Estos maridos y mujeres no consideraban que la vecindad fuera una fuente ele amigos. En la mayoría de los casos, el marido y la esposa se habían cambiado ele casa varias veces antes y después del matrimonio, y ninguno ele los dos vivía en el vecindario en el que se había criado. Así, cuatro de estas parejas vivían en zonas en las que. en su opinión, pocos vecinos eran iguales a ellos desde el punto de vista social. La quinta familia vivía en un suburbio cuya composición era, a juicio tanto del marido como de la mujer, bastante homogénea socialmente, pero muy diferente a ellos mismos. En todos los casos, estos maridos y mujeres se comportaban de forma educada, aunque algo distante, con la mayoria de los vecinos. Una de las parejas había hecho dos amigos en el vecindario a través de sus hijos. Otra mantenía relaciones amistosas, aunque más bien formales y cautelosas, con tres o cuatro vecinos. Para llegar a ser verdaderos amigos, los vecinos no sólo tenían que ser socialmente semejantes a la familia, sino que tenían que compartir con ella también una gran cantidad de gustos y aficiones. El establecimiento ele relaciones de este tipo requiere una exploración previa, y parece que se considera peligroso aproximarse a los vecinos, ya que se expone uno a ser molestado con atenciones amistosas a las que quizá no se desea corresponder. Así pues, ya que es de suponer que muchos vecinos piensan lo mismo, no puede sorprendernos que las relaciones sociales íntimas tarden mucho en establecerse en casos como éste. Dado que estas familias tenían tan poca comunicación social con sus vecinos, estaban menos 115
preocupadas que los Newbolt por el comadreo y las normas locales. En tales circunstancias, apenas se puede decir que existieran normas locales específicas; a decir verdad, no existía un corpus de actitudes y valores compartidos. elaborados mediante interacción personal desde la infancia, como era típico de la zona habitada por los Newbolt. En los niños se notaba menos esta actitud discriminante. De hecho, a menos que sus padres lo prohibieran. jugaban con cualquiera en la calle. Esto ponía nerviosos a algunos padres. a causa sobre todo ele la heterogeneidad social de la zona. Otros, sin embargo. pensaban que era bueno que los niüos se mezclaran con los de otras clases sociales. En cualquier caso, todos confiaban en última instancia en su propia influencia y en la educación ele los niños para borrar en lo posible los efectos perniciosos de tal contacto. Parecía muy difícil que estas familias pudiesen encontrar el tipo de casa y de barrio en el que les gustara vivir. Querían tener en propiedad una casa razonablemente barata con jardín y en el centro de Londres; una casa a poca distancia de sus amigos, de los teatros, de las salas de concierto, de los museos y ele cosas por el estilo. El ideal para ellos estribaba en disponer de una muchacha ele servicio, para todo, por poco dinero, de confíanza y que viviera cerca, y que incluso viviera con la propia familia, si es que podían pagarlo. De todas, sólo una familia había conseguido algo parecido. Las demás se las iban apañando con diferentes arreglos, condicionados tanto por la falta de dinero como por la escasez de casas apropiadas. Para estas familias, los amigos constituían el tipo más• importante de relación externa. La mayoría de los amigos de. una familia no solía tener contacto entre sí, con independenc cia del mantenido con la familia. En resumen, la red de los. amigos era la típica red de nudos sueltos, poco unida. Por lo· general, el marido y la mujer habían ido desarrollando amis-· tacles a lo largo de muchos años en muchos contextos diferentes -en la escuela, en el curso de su preparación profesional; en los oficios religiosos; en los diferentes trabajos y, muy raras veces, en el mismo vecindario. Sus amigos se encontraban repartidos por Londres; a veces incluso por toda Gran Bretaña. Debido a que la red ele los amigos estaba tan poco unida, el control social que éstos podían ejercer sobre la familia era disperso y fragmentario. El marido y la esposa eran muy sen~ 116
sibles a lo que pensaban de ellos los amigos, pero ya que estas personas tenían relativamente poco contacto entre sí, era difícil que presentaran un cuerpo unificado de opinión pública. Sin embargo. el marido y la mujer tenían que tomar decisiones sobre lo que debían hacer teniendo en cuenta los diferentes consejos que pudieran recibir. Estaban menos agobiados por el comadreo que el primer tipo de familia, pero también se sentían menos apoyados sin él. Sus amigos no formaban un cuerpo sólido que los amparara. En acusado contraste con la situación de los Ncwbolt casi todos los amigos del marido y de la esposa eran amigos de ambos. Se consideraba importante que cualquier amigo de la familia fuera del agrado de ambos cónyuges, y si el amigo o la amiga estaban casados, entonces era de esperar que los cuatro congeniaran. Se admitían excepciones. especialmente en el caso de amigos antiguos, pero ambos, marido y mujer, se sentían incómodos si había algún desacuerdo entre ellos sobre un amigo. La amistad, igual que el matrimonio, requiere aficiones compartidas y gustos similares, aunque en estos casos habia alguna especialización en las aficiones. Por ejemplo, una pareja puede ser amiga para jugar al golf; otras pueden serlo para ir al bar a tomar unas copas; otras, por último, lo eran para todo; a éstas se las consideraba como las más íntimas. Una forma importante de diversión consistía en invitar a amigos a casa. Incluso cuando las parejas no tenían el suficiente dinero para organizar cenas o fiestas, se invitaba a los amigos conjuntamente aunque sólo fuera para tomar café o té por la tarde. Se consideraba «provinciano» que los maridos se agruparan por un lado y las mujeres por otro; cualquiera podía h·ablar con quien quisiera. Estas parejas normalmente compartían el suficiente número de aficiones como para hacer esto posible. A partir de la llegada de los hijos, se hacía cada vez más difícil visitar a los amigos, que por lo común vivían a considerable distancia. Como la mayor parte de éstos estaban también atados por su propios hijos pequeños, las visitas mutuas eran cada vez más difíciles de organizar. Sin embargo, estas parejas eran capaces de soportar considerables gastos y molestias con tal de hacer las visitas. Resulta obvio que los amigos eran asunto de primera importancia para estas familias. Había también otras formas de diversión compartida, tales como comer en restaurantes extranjeros, ir al teatro o al 117
cine, asistir a conciertos, etc. Después del nacimiento de los hijos, hubo un considerable descenso en este tipo de diversión en beneficio de actividades que podían desarrollarse en casa. Salir fuera se convirtió en un acontecimiento especial con toda la parafernalia de una niñera y de organizarlo todo por adelantado. Todas estas parejas pensaban que no estaba muy bien que uno solo de la pareja saliera sin el otro. Aunque esto sucedía a veces. preferían sobre todo la diversión conjunta. En comparación con los Newbolt, estas cinco familias tenían mucho menos contacto con sus parientes, los cuales, además, no se concentraban en el mismo barrio que ellos. En [a mayoría de los casos, estaban diseminados por todo el país, y no mantenían ningún contacto estrecho entre sí; es decir, formaban una red de nudos sueltos. Según estas parejas, debían mantenerse relaciones amistosas con los padres; en varios casos, el nacimiento de un hijo había llevado a una especie de reconciliación con los padres. Llegar a ser padre parece facilitar la solución en ciertas tensiones emocionales entre el hijo adulto y sus propios padres; especialmente entre las mujeres y sus madres. Es posible que, en algunos casos, la llegada de nn hijo pueda exacerbar tales tensiones, pero ninguna de estas cinco familias había tenido tal experiencia. Son obvias las ventajas prácticas de incrementar los contactos con los padres: éstos normalmente se encariñan con sus nietos, de tal forma que hacen de niñeras cariñosas y de confianza; además, si viven lo suficientemente cerea como para encargarse de estas tareas, sus servicios se aprecian aún más. Entre las familias con redes sueltas, no se insistía en la relación madre-hija tanto como en el caso de los Newbolt, aunque las mujeres normalmente se mostraban más activas que los hombres a la hora de mantener los lazos de parentesco. Se daban menos los conflictos de lealtades; pensaban que si surgían tales conflictos entre los padres de nno y el cónyuge, había que permanecer fiel al propio cónyuge. A menos que existieran intereses especiales entre los parientes, particularmente lazos de carácter financiero, no se manifestaban fuertes sentimientos de obligación hacia aquellos que no pertenecieran a la familia parental del marido y de la esposa. Es más, también eran bastantes débiles los sentimientos de obligación social para con los hermanos. Estas parejas estaban mucho menos sujetas al control social de sus parientes que los New118
bolt, en parte porque se veían menos, pero también porque la red de los parientes estaba dispersa y poco unida, de tal forma que era más difícil que sus diferentes miembros compartieran las mismas opiniones y los mismos valores. En resumen. las redes de estas familias estaban menos unidas que la de los Newbolt; muchos de sus amigos no se conocían entre sí: no era normal que los amigos conocieran a los parientes; solamente unos pocos parientes mantenían contactos recíprocos. y el marido y la esposa se trataban muy poco con los vecinos. Además. tampoco se daba una profunda separación entre la red de la esposa y la red del marido. Con excepción de unos pocos amigos antiguos y algunos compañeros de trabajo. el marido y la esposa mantenían relaciones externas conjuntas. b) Separación de roles conyugales. Como se describió más arriba. las relaciones externas de estas familias eran lo menos separadas posible. Se apreciaba una tendencia parecida hacia la organización conjunta en su forma de llevar a cabo las tareas domésticas y el cuidado de los niños. Suponían que una organización eficiente exigía algún tipo de división del trabajo, en particular después de tener niños. Tenía que haber una diferenciación entre el rol del marido corno principal sostén de la familia y el de la esposa corno madre, sobre todo cuando los hijos son pequeños. Por otro lado, no obstante, opinaban que la división del trabajo, en la medida en que existía, era más asunto de convivencia que de diferencias inherentes entre los sexos. La división del trabajo era flexible y había muchas tareas compartidas e intercambiables. Se esperaba, asimismo, que los maridos tomaran parte muy activa en el cuidado de los hijos. Llevaban los asuntos financieros conjuntamente, y daban por supuesto que todas las decisiones principales debían ser tomadas de común acuerdo. Contaban con que los maridos proporcionaran a las esposas la mayor parte de la ayuda que la señora Newbolt era capaz de conseguir de sus familiares femeninos. Las esposas de las familias con redes sueltas soportaban una carga muy pesada en lo relativo al trabajo doméstico y al cuidado de los hijos, pero estaban seguras de soportarla durante un tiempo inferior al de la señora Newbolt. Las parientes las ayudaban muy ocasionalmente; normalmente vivían a cierta distancia, de forma que era difícil que le prestasen una ayuda continua. 119
Cuatro de las parejas tenían asistentas para la limpieza y una disponía de niñera; todas las parejas deseaban más ayuda doméstica, pero estaba fuera del alcance de sus medios. A pesar de su cariño por los niños, las cinco parejas esperaban con ganas el momento en el que se hicieran mayores y dejaran de ser una carga. En la medida en que lo podían prever, esperaban no tener que proporcionar una asistencia continua a sus hijos una vez casados. Parece que en el caso de la seiiora Newboll y en el de otras mujeres con redes trabadas, la carga del hogar y del cuidado de los hijos está más uniformemente distribuida a lo largo de su vida. En la infancia, la niüa ayuda a la madre a cuidar a sus hermanos más pequeüos; cuando tiene ya sus propios hijos, la madre y otras parientes femeninas la ayudan a ella; por último, cuando es abuela, ayuda a sus hijas. Al igual que todas las parejas investigadas, las que tienen redes sueltas dan por sentado que el marido y la esposa deberían responsabilizarse conjuntamente del bienestar de sus hijos. Se suponía que los maridos prestarían más ayuda que el señor Newbolt. La señora Newbolt pensaba que su marido era muy buen padre porque se interesaba por los niüos; las esposas de las familias con redes sueltas daban por supuesto tal interés. Sus maridos tenían que ayudarles porque ellas recibían menos ayuda de sus parientes y vecinas. Pero había algo más; consideraban que la corresponsabilidad de los padres era uno de los aspectos más importantes de la relación conyuc gal conjunta. A pesar de todo ello, las esposas soportaban la mayor parte de la carga del cuidado de los niños porque, con la excepción de aquellas que trabajaban a tiempo completo; estaban en casa la mayor parte del día. · :·; Pese al gran número de actividades relacionadas con el cuidado de los niüos que eran compartidas por el marido y la mujer, se daba por supuesto que la relación entre madre e hijo era diferente de la relación entre padre e hijo. La diferencia se consideraba mayor cuando el hijo era pequeüo. Pensaban, aunque nunca se llegó a decir tan explícitamente, que la relación entre madre e hijo era una relación especial muy estrecha, casi física, que el padre no podría conseguir nunca. Como mucho, podria llegar a ser una especie de madre auxiliar, y si tratase de ser algo más, la esposa podría pensar que le estaba invadiendo su territorio. Conforme crecen los nir'íos, la diferencia entre la relación madre-hijo y la relación padre120
hijo tendía a hacerse menos acusada. Que yo sepa, estas parejas no creían que el padre hubiera de ser la autoridad última y disciplinaria, ni que la madre debiera de destacar por ser más afectuosa. Pensaban que el marido y la mujer debían ser más o menos iguales en lo relativo a la autoridad y al cariño 5• No obstante, existía una tendencia admitida por la que los padres se especializaban en el entretenimiento de los niños. Asimismo, dos delos cinco padres tenían una relación más estrecha con su hijo mayor que con los otros, y ello a pesar de que sabían que el favoritismo por parte de cualquiera de los padres era malo para los niüos. e intentaban ocultarlo a los ojos de éstos. Es difícil describir las prácticas de crianza de estas parejas porque había diferencias considerables entre ellas. Ahora bien, en un aspecto se distinguían claramente de los Newbolt: se sentían menos seguros de sí mismos como padres. Al principio atribuí esto a su más alto nivel de educación, pero después me di cuenta de que también influía considerablemente en ello tanto el conocimiento de diferentes teorías sobre educación infantil como las experiencias de sus propios amigos. De hecho, había varias parejas intermedias que también tenían niveles altos de educación pero que se sentían más seguras de sí mismas como padres: los amigos. los vecinos y los parientes de estas familias intermedias parecían estar más de acuerdo sobre cómo debía educarse a los niüos. En general, los niüos de las familias con redes poco unidas estaban sometidos a una disciplina más firme y estricta que los hijos de los Newbolt; incluso en el caso de aquellos padres que opinaban que había que ser permisivo. Las cinco parejas desaprobaban los castigos corporales y a destiempo, pero enviaban a sus habitaciones a los niños, y a veces les negaban algo que ellos querían. 5 Este hallazgo contradice el tipo ideal de Parsons de familia nuclear, de acuerdo con el cual el padre, el «líder instrumental», es temido y respetado, mientras que la madre, la «líder expresiva», es querida más afectuosamente (Parsons y Bales.1955). Esta discrepancia puede que se deba al hecho de que Parsons observa la situación principalmente desde el punto de vista del niño y yo la observo desde el punto de vista de los padres. En general creo que Parsons exagera el valor de la diferencia entre los papeles del marido y la mujer a este respecto, particularmente en las familias con redes poco unidas. Estoy de acu(.;rdo con él en que la división del trabajo básica entre el marido y Ici mujer, en la que el marido n1antienc financieramente a la familia mientras que Ja esposa cuida la casa y los niños. es de fundamental importancia, pero creo que Parsons minusvalora las diferencias de segregación conyugal.
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Parecía existir un abismo entre los padres y los niños que, por su parte. los Newbolt no notaban. En general se daba por normal que la conversación de los niños no interesara a los adultos, ni que la ele éstos atrayese especialmente o debiera interesar a los niños. Pero al mismo tiempo. las cinco parejas se esforzaban continuamente en hablar y jugar con sus hijos y en disfmtar de su compaüía. Estas madres, lo mismo que la scüora Newbolt, se hartaban de sus hijos ele vez en cuando, pero lo expresaban de forma diferente. Una de ellas (una mujer con alto nivel de educación) dijo: «Debes perdonarme si parezco tonta, pero he estado hablando con mis hijos todo el día.» Esposos y esposas daban la impresión de sentirse más abrumados por sus hijos que los Newbolt; en parte, porque tenían menos ayuda para atenderlos; en parte. porque tenían normas más estrictas de buena conducta, y en parte, porque estaban en continua lucha con el problema de si era mejor permitirles a los niños hacer lo que quisieran o si era preferible impedirles ser revoltosos y mal educados. Las cinco parejas pensaban que era malo para los padres tener ambiciones respecto a sus hijos. A su juicio, los padres cleberian ayudar a los niños a realizar sus potencialidades, pero que no había que forzarlos a dedicarse a algo para lo cual no estaban capacitados o que no querian hacer. No urgían abiertamente a los niños a que sacaran buenas notas en el colegio, pero al mismo tiempo, todos los padres esperaban que sus hijos sacaran espontáneamente buenas notas. c) Actitudes hacia los roles relacionales del marido y de la mujer. Las familias con redes poco unidas discutían frecuentemente sobre si había de hecho diferencias psicológicas o de temperamento entre los sexos. No daban por supuestas tales diferencias como hacían los Newbolt. En algunos casos, hacían tanto hincapié en las aficiones compartidas y en la igualdad sexual (lo que a veces se confundía con identidad, pese a que la noción de igualdad de opuestos complementarios es una idea difícil de mantener sólidamente), que parecía que se estaba rechazando la posibilidad misma de existencia de diferencias sociales y de temperamento entre los sexos. En otros casos, por el contrario, las diferencias de temperamento entre sexos se exageraban hasta el punto de entrar en contradicción con el comportamiento conjunto efectivo de la pareja 122
y con el modelo global de aficiones comunes considerado tan importante para su forma de vida. Muy a menudo, la misma pareja parecía minimizar las diferencias entre los sexos en unas ocasiones y exagerarla en otras. A veces, estas discusiones sobre diferencias sexuales eran muy serias; otras, se tomaban ingeniosas e incluso chistosas; pero en ningún momento eran neutras -se consideraba un problema importante. Se pueden interpretar tales discusiones como un intento de airear y de resolver las contradicciones entre la necesaria organización conjunta y su ética de igualdad, por un lado, y la necesidad de diferenciación y reconocimiento de la diferencia sexual por otro. «Después de todo -dijo un marido para terminar la discusión-jvive la différence' Si no, ¿dónde estaríamos todos?». Estas parejas pensaban que, en un buen matrimonio, el marido y la mujer estaban obligados a conseguir un alto grado de compenetración, basado en su propia combinación particular de aficiones compartidas y de diferencias complementarias. Su relación mutua tendría que ser más importante que cualquier relación independiente de uno solo con personas ajenas. La relación conyugal debería mantenerse en la intimidad: las revelaciones a extraños o dejar en la estacada al propio cónyuge en público se consideraban ofensas serias. Pensaban estas parejas, por otro lado, que las relaciones sexuales satisfactorias son muy importantes para la felicidad del matrimonio. Para ellas era como si unas relaciones sexualessatisfactorias vinieran a demostrar que todo iba bien en las relaciones comunes, mientras que unas relaciones insatisfactorias in,dicaban un fracaso en la relación global. En algunos casos, llegaba uno casi a pensar que estos maridos y mujeres sentían una obligación moral de disfrutar de las relaciones sexuales, sentimiento éste no expresado ni sugerido por los Newbolt. Las esposas en estas familias parecían opinar que su posición era bastante incómoda. Ciertamente habían querido tener hijos, y obtenían en los cinco casos analizados una gran satisfacción de su rol maternal. Al mismo tiempo, sin embargo, se sentían sujetas por sus hijos y no les gustaba la faena ingrata asociada al cuidado de los niños. Algunas estaban más afectadas que otras, pero la mayoría se quejaba desoledad, de aburrimiento y de cansancio. Deseaban una profesión o alguna afición especial que las moviese a sentirse que 123
ceran algo más que simples niñeras o sirvientas. Querian participar en más diversiones conjuntas con sus maridos y relacionarse más con los amigos. Estas quejas no se dirigían específicamente contra sus maridos -en la mayor parte de los casos opinaban que sus maridos intentaban hacer su situación más fácil-. sino contni la situación social y el conflicto en que ellas mismas se encontraban. Una de las mujeres resumía todo esto así: «La sociedad parece estar en contra ele la mujer casada. No sé. todo es muy difícil.» Podría creerse que el problema se solucionaría mudándose este tipo de familia a otra zona considerada mús homogénea y compuesta por gente similar a ellos mismos. ya que entonces la esposa podría encontrar amigas entre las vecinas, y se sentiría menos aislada y aburrida. Sin embargo. resulta difícil ele imaginar que estas familias llegaran a pensar que cualquier barrio -por muy homogéneo que fuera según criterios objetivos- pudiera estar lleno de amigos potenciales, ya que su propia experiencia pasada de traslados y sus variados contactos sociales. las hace ser muy especiales a la hora de escoger amigos. Además. su aversión a que su propia intimidad fuera allanada por los vecinos estaba profundamente enraizada; esta aversión disminuyó una vez que los hijos empezaron a jugar con niños del vecindario. pero nunca llegó a desaparecer del todo. 3. Grados intermedios de segregación conyugal asociados a redes medio unidas.
Encontramos nueve familias de este tipo en el conjunto investigado. Había una gran variedad de ocupaciones entre ellas. Cuatro de los maridos tenían ocupaciones profesionales o semiprofesionales muy semejantes a las del segundo tipo de familia descrito arriba. Precisamente el hecho de que estas cuatro familias tuvieran ocupaciones parecidas a las del segundo conjunto estudiado. pero mostrasen diferente grado de segregación conyugal. me hizo concluir que la segregación conyugal no podía atribuirse exclusivamente al nivel ocupacional. De los cinco maridos restantes, uno era oficinista, tres trabajadores especializados y uno semiespecializado. Uno de los trabajadores especializados cambió a un trabajo ele oficinista una vez terminadas las entrevistas. 124
Las nueve familias guardaban entre sí notables diferencias en cuanto a Ja segregación conyugal: algunas tendían hacia un grado acusado de segregación, próximo al de los Newbolt mientras que otras estaban cerca del segundo conjunto de familias, al disponer de un rol relacional relativamente conjunto. Estas diferencias en el grado de separación ele roles conyugales en el conjunto de las nueve familias intermedias no se correspondían exactamente con su ordenación según el nivel ocupacional. Si ordenamos las ocupaciones de los maridos de acuerdo con el tipo de rol relacional de los mismos, desde el más conjunto al más separado, el orden resultante es el siguiente: obrero cualificado, semiprofesional, semiprofesionaL semiprofesional, oficinista, obrero cualificado, profesional, obrero cualificado, obrero semicualificado. Las diferencias en el grado de segregación presentan una correspondencia más estrecha con las diferencias en el grado de conectividad de la red. Las familias con redes sueltas tenían las relaciones conyugales más conjuntas, mientras que las familias cuyas redes eran trabadas tenían las relaciones conyugales más separadas. Las familias con las redes menos unidas eran las que se habían mudado frecuentemente, de forma que habían establecido relaciones con muchas personas que no se conocían entre sL Para abreviar, trataré las nueve familias intermedias de forma conjunta, pero se debe recordar que había diferencias de grado entre ellas y que tanto la conectividad de la red como la separación del rol conyugal forman un continuo, por lo que es arbitrario dividir a las familias en tipos distintos. a) : Relaciones sociales externas. De acuerdo con los datos, hay dos posibles razones para explicar el nivel intermedio de conectividad en las redes de estas familias. Primero, la mayor parte de los maridos y de las esposas provenían de familias cuyas redes habían tenido una menor conectividad que la de los Newbolt, pero más conectividad que las del segundo conjunto de familias. Además, si exceptuamos a una sola, las parejas de este tercer tipo se habían mudado menos veces que las del segundo tipo de familia, tanto antes como después del matrimonio, por lo que tenían más amigos que se conocieran entre sL Algunas de estas familias habían mantenido una considerable continuidad en sus relaciones desde la infancia, y no habían desarrollado la norma, descrita como típica de las
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familias con redes poco unidas, de prescindir de sus vecinos confiar principalmente en los amigos y compañeros de trabajo. Segundo, estas familias opinaban que muchos de sus vecinos eran semejantes a ellos desde el punto de vista social. En cuatro casos se trataba de zonas del extrarradio; en los otros cinco. de zonas de clase obrera mixta en las que los habitantes se consideraban semejantes entre si en cuanto al nivel ocupacional. aunque desempeñaban trabajos diferentes. De las nueve familias. cinco vivían en la misma zona o cerca de la que uno o los dos cónyuges habían vivido desde su infancia. En dos de los restantes cuatro casos. la zona era semejante a aquella en la que se habían criado el marido y la mujer. En los dos últimos casos, la zona actual difería considerablemente de la de la infancia de uno u otro cónyuge. pero la pareja se había aclimatado a la nueva situación. Si el marido y la mujer vivian en la misma zona en la que se habían criado, cada uno de ellos podía mantener algunas de las relaciones establecidas antes del matrimonio. Esto también era cierto en el caso de los Newbolt. Las familias de tipo intermedio diferían de los Newbolt principalmente en el hecho de que sus trabajos o su formación les habían llevado a establecer relaciones con personas que no eran sus vecinos. Muchos vecinos eran amigos, pero no todos los amigos eran vecinos. Incluso en el caso de las familias en las que uno o los dos cónyuges se habían mudado a la zona después del matrimonio, cada miembro de la pareja podía establecer relaciones de amistad con algunos vecinos, a los que consideraban socialmente semejantes la mayor parte de las veces. El marido y la esposa podían establecer, cada uno por su lado, relaciones separadas con los vecinos. Muchas de las esposas dedicaban una gran parte de su tiempo libre durante el día a las vecinas. El marido y la esposa se hacían miembros de clubs locales, la mayoría de los cuales eran unisexuales (las asociaciones voluntarias parecen tener más éxito en las zonas en que la gente tiene un status social similar. pero en las que las personas no se conocen bien entre sí; la actividad común les proporciona una oportunidad de conocerse mejor entre sí). En las zonas habitadas por familias intermedias, muchos vecinos se conocían. No existía esa gran familiaridad que aparece a causa de la residencia continuada, tal y como ocurría en el barrio de los Newbolt, pero tampoco había esa
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reserva propia de las familias con redes poco unidas. Las familias intermedias tenían redes de vecinos con un grado medio de conectividad; asimismo, los cónyuges se encontraban también a medio camino en cuanto a la sensibilidad ante las opiniones de los vecinos: más susceptibles que el segundo conjunto de familias, pero más capaces de mantener su intimidad que los Newbolt. Los maridos y las esposas de este tipo mantenían algunas relaciones separadas con los vecinos. pero podían también establecer relaciones conjuntas dos matrimonios si los cuatro congeniaban bien entre sí. Normalmente seguían manteniendo algunas relaciones con amigos a los que habían conocido fuera del barrio y, por lo común, convenían visitas conjuntas y recíprocas con ellos. No obstante, estos amigos no llegaban en general a intimar con los vecinos, por lo que la red permanecía poco unida. Las relaciones con los parientes eran muy parecidas a las descritas arriba para el segundo conjunto de familias. Ahora bien, si se daba el caso de que los parientes vivieran en la misma zona que ia familia investigada, se visitaban e intercambiaban servicios muy a menudo; si, además, los parientes vivían próximos entre sí, la red de parentesco tendía a serbastante unida. Las redes de estas familias estaban por lo tanto menos unidas que la de los Newbolt, pero más que las del segundo conjunto de familias descrito. Había cierta imbricación de roles: los vecinos eran a veces amigos; algunos parientes eran vecinos y amigos. La imbricación no era tan completa como con los Newbolt, pero tampoco existía la clara diferenciación en categorías separadas propia del segundo conjunto de familias. Las redes del marido y la esposa estaban menos separadas entre sí que las de los Newbolt, pero su separación era mayor que la del segundo conjunto de familias. b) Separación de roles conyugales. Por lo tanto, los maridos y las mujeres de este tipo intermedio mantenían algunas relaciones conjuntas, particularmente con parientes y amigos; y algunas otras separadas, en particular con vecinos y clubs locales. En la realización de las tareas domésticas y en el cuidado de los niños, mostraban una división del trabajo claramente definida; un poco más acusada que en el segundo tipo de
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familia, pero más flexible que en el caso de los Newbolt. Los maridos ayudaban, pero se esperaba más la ayuda de los veei' nos y de los parientes (si vivían cerca) que en el segundo conjunto de familias. Una de las mujeres. la señora Hartley, resumía la división del trabajo entre ella y su marido de la siguiente forma: Sabíamos que en lo referente a hacerlo todo o no hacer nada juntos, estarían1os en algún punto entre los dos extren1os, pero no sabía-
n1os exactan1cntc dónde, y pcnsainos que seríamos capaces de encontrar ese punto sin ningún proble1na.
La división del trabajo en el cuidado de los niños era similar a la de las familias con redes sueltas. Pero en general. los padres tenían más confianza en sí mismos como tales, y no existía un abismo tan grande entre padres e hijos. Las mujeres se quejaban menos de estar encerradas cuidando a los niños, en parte porque recibían más ayuda de sus vecinas y parientes, pero también porque sus hijos pasaban una gran parte del tiempo jugando en la calle con los hijos de los vecinos. En general. estaban menos preocupados por el asunto del juego callejero que el segundo conjunto de familias, porque la mayor parte de ellos vivían en zonas en las que, en su opinión, los vecinos eran socialmente semejantes a ellos. c) Actitudes hacia los roles relacionales del marido y de la esposa. Aunque había diferencias de grado, nuestros infor~ man tes hacían mucho hincapié en la importancia que las afi, ciones compartidas y las actividades conjuntas tienen para lá felicidad del matrimonio. En general, cuanto más énfasis se ponía en la organización conjunta y en las aficiones compar~ tidas, mayor importancia se daba a las relaciones sexuales.Al igual que las familias con redes sueltas, las familias intermedias acentuaban la necesidad de la intimidad conyugal y de la prioridad de las relaciones conyugales sobre las relaciones externas; sin embargo, había una mayor tolerancia ante las diferencias sociales y de temperamento entre los sexos, y una mayor aceptación de la separación en las actividades del marido y de la mujer. Las esposas a menudo deseaban desarrollar alguna afición especial propia que no fuera el trabajo del hogar y de los niños, pero lo que acababan encontrando al final eran actividades que, como la asistencia a clases noctur7 128
nas o a clubs locales, podían ser atendidas sin interferir en el trabajo doméstico ni en el cuidado de los niños. Asimismo, y debido a que la mayoría de estas mujeres opinaba que las vecinas eran semejantes a ellas mismas, encontraban relativamente fácil hacer amigas entre sí. Se quejaban con menor rrccuencia de la soledad y del aburrimiento que las esposas de las familias con redes poco unidas. 4.
Fanúfias en lransición
Cinco de las familias estaban situadas en diferentes fases de transición de un tipo ele red a otra. Pueden distinguirse dos fases de transición en estas cinco familias: a) familias en proceso de decidir mudarse ele un barrio a otro; decisión ésta que requería una reestructuración considerable ele sus redes. y b) familias que habían cambiado radicalmente sus pautas de relaciones externas pero que aún no se habían adaptado completamente a la nueva situación. Otras familias habían pasado por el proceso ele transición y se habían acomodado más o menos al modelo propio ele familia con redes poco o medianamente unidas. a) Familias en vías de decidir mudarse. Dos de las familias pertenecían a este tipo. Ambas tenían redes relativamente muy unidas, habían sufrido procesos ele movilidad social y estaban considerando la posibilidad ele mudarse a zonas del extrarradio más compatibles con su nuevo status social. En los dos casos esto significaba cortar con los antiguos lazos sociales de los parientes y los vecinos y fundar otros nuevos. Una ele las parejas, poco dispuesta a romper con su antigua red, decía que no quería rebajar su nivel de vida por gastar mucho dinero en una casa. La segunda familia se mudó una vez terminadas las entrevistas, y en una breve devolución de visita, nos dieron a entender que acabarían desarrollando con el tiempo una red y una separación de roles conyugales de tipo intermedio. b) Familias en curso de cambio radical. Las tres restantes familias se incluyen en este tipo. Las tres habían sido educadas en redes muy unidas semejantes a la de los Newbolt y todas ellas habían abandonado sus antiguos barrios y a las 129
personas que formaban parte de sus redes. Para una taimtliai de este tipo, cualquier cambio hacía fuera del barrio es paso drástico. Esto contrasta con las familias intermedias a las que no preocupaba demasiado mudarse. a condición hacerlo a una zona habitada por gente a su juicio semejante a ellos mismos desde un punto de vista social. Una de estas familias había tenido mucha movilidad ocupacional. aunque, en realidad. se habían mudado por exigencias de la ocupación del marido. más que por encontrar un vecindario compatible con su nuevo status. Vivían en un relativo aisiarnicnto: con pocos an1igos: casi sin contacto con los
vecinos. y con muy poco contacto con los parientes. la mayoría de los cuales vivía a considerahle distancia. Parecían estar más bien aturdidos por el cambio. Tenían algunas aficiones separadas, pero en su opinión la organización conjunta y las aficiones compartidas constituían la mejor base para una relación conyugal. Las otras dos familias. los Dodgson y los Butlcr, eran de clase obrera y no habían tenido movilidad ocupacional. Estas dos familias fueron particularmente importantes para nuesc . tro análisis conceptual de la separación de roles conyugales, ya que aunque eran semejantes a los Newbolt en cuanto a su nivel ocupacional y a su base cultural general, sus relaciones conyugales eran más conjuntas. Lo que les distinguía de los Newbolt era que sus redes estaban relativamente menos unidas. Estas redes se habían hecho poco nnidas al mudarse de su antiguo vecindario 6. Estas dos familias se habían ido porque no encontraban la vivienda adecuada en su antiguo vecindario. También buscá' ban las comodidades de un piso moderno, y puesto que sus padres habían muerto y muchos de sus parientes se habían 6 Algunos otros estudios confirman esto. Young y WiJlmott (1957) cuentan cómo unas familias de Bethnal Green que se cambiaron a una barriada en Debden, perdieron el contacto con sus parientes y desarrollaron una relación más conjunta entre marido y mujer, incluso cuando la ocupación del marido seguía siendo la misma. Mogcy (1955 y 1956) informa igualmente que familias que se mudaron a una nueva barriada en Oxford desarrollaron una división del trabajo menos rígida, y perdieron el contacto con los parientes. Kuper, Mitchell y Lupton. y Smith y f1odges, todos ellos dan cuenta de un aumento del deseo de intinúdad en las nuevas barriadas, aunque no sean tan detallados en el análisis de los cambios en las relaciones externas y en las relaciones conyugales como Young y Mogcy (Kupcr, 1953; Mitchell y Lupton, 1954; Hodgcs y Smith. 1954).
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mudado a otros sitios. habían desaparecido, en su opinión, los lazos que les unían a su antiguo barrio. Las dos parejas se sentían ajenas en una tierra llena de personas que a su vez también eran extraños entre si. y al principio no sabían cómo enfrentarse a esta situación. No reaccionaron ante ella exactamente de la misma manera. En ambos casos. el marido y la mujer se volvieron el uno hacia el otro en busca de avuda. . especialmente al principio; sin embargo. si bien una de las parejas continuó esforzándose. de común acuerdo. por desarrollar actividades conjuntas y aficiones compartidas. la segunda pareja. por razones personales. y especialmente el marido. no recibió con entusiasmo la idea de un rol relacional conjunto. La primera pareja trató de desarrollar más relaciones conjuntas con sus amigos. pero esto les resultaba difícil porque apenas si lo habían practicado antes. No sabían nada de la cultura necesaria para desarrollar un rol relacional conjunto. y sus nuevos conocidos estaban en un trance similar, de forma que tenían escaso apoyo para sus intentos. El marido trataba de convencer a su mujer para que le acompañara en sus actividades en el club, pero éste tenía tal estructura que hacía que las actividades de ella continuaran estando separadas de las de él. El marido le ayudaba mucho en las tareas domésticas y en el cuidado de los niflos, aunque continuaba con el control de las finanzas familiares. En el caso de la segunda pareja, el marido estaba siempre muy ocupado en su trabajo, con los amigos y en diferentes reuniones. Su esposa se iba aislando y retirándose cada vez más al interior del hogar. Tenían, no obstante, una organización de las tareas domésticas más conjunta que antes; ella insistía en que él la ayudara, dado que sus parientes femeninos vivían demasiado lejos para asistirla suficientemente. En los dos casos, sin embargo, nada podía ocupar realmente el lugar de la antigua red construida desde la infancia, y ambas parejas sentían una enorme insatisfacción personal. Los maridos no estaban afectados de forma tan drástica, ya que continuaban trabajando en sus antiguas ocupaciones y sus relaciones con los compafleros de trabajo les proporcionaban una continuidad considerable. Maridos y mujeres culpaban a menudo al ambiente que les rodeaba de su malestar, e idealizaban sus antiguos barrios. Sólo se acordaban de la amistad y olvidaban las incomodidades físicas y el aspecto
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dcsagra~~~le d~; ~~madreo.
familia~~~
Aunque una de las había llevado más lejos el proceso que la otra, ambas parecíail°'S~I~ estar desarrollando una división del trabajo más conjunta 'i' !lli: que la que tenían antes, y parecía que acabarían adoptando "'"' definitivamente alguna forma intermedia de conectividad de la red y ele separación de roles conyugales. El conjunto investigado no contenía ninguna familia que hubiera cambiado desde una red suelta a otra trabada. No obstante, por lo que indica el conocimiento personal de familias que lo soportan, parece que este tipo de cambio suele ser también desagradable. Se invade la intimidad del marido y la mujer, y se espera que tomen parte cada uno en actividades separadas, situación que ellos consideran provinciana. Tales parejas pueden llegar a rehusar la entrada en la red local de relaciones sociales, pero, en la mayor parte de los casos, acaban llegando a la conclusión de que la promoción profesional del marido así lo exige. C)
NATURALEZA DE LA RELACIÓN ENTRE LA SEPARACIÓN DE ROLES CONYUGALES Y LA CONECTIVIDAD DE LAS REDES
Después de haber descrito los hechos, podemos volver a examinar ahora en términos generales la naturaleza de la relación entre la segregación conyugal y la conectividad de la red. Las redes sociales muy unidas se desarrollan más fácil.: mente cuando el marido y la mujer, junto con sus amigos, vecinos y parientes, han crecido en el mismo barrío y han seguido viviendo en él después de casarse. Mucha gente sé conoce entre sí e incluso se han conocido desde la infancia: Las mujeres tienden a asociarse con mujeres y los hombres con hombres. Las únicas formas legítimas de relación heterosexual son las que se tienen entre parientes y entre marido y mujer. Se sospecha de la amistad entre un hombre y una mujer que no sean parientes. En tal situación, el marido y la esposa aportan cada uno al matrimonio su propia red muy unida. Cada cónyuge hace una considerable inversión emocional en relaciones con personas de su propia red. Cada uno se compromete con los demás a una serie de intercambios recíprocos tanto materia132
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l !
les como emocionales. Todos son muy sensibles a las opinioc nes y valores de los demás, no solamente porque las relaciones con éstos son íntimas. sino también porque la gente de la red se conoce entre sí y comparte las mismas normas, de forma que se pueden aplicar fuertes sanciones informales recíprocas. El matrimonio se superpone a estas relaciones preexistentes. Aunque las redes del marido y de la mujer son distintas. es muy probable que. incluso desde el mismo momento del matrimonio, se solapen entre ellas. Si hacemos caso de lo relatado por los Newbolt sobre su genealogía. una de las formas comunes de conocerse el marido y la mujer es a través de la presentación por parte de una persona que es, a la vez, amigo de uno y pariente del otro. Los parientes masculinos de la esposa son probablemente amigos o compañeros de trabajo del marido; asimismo, después de que lleven un tiempo casados, es fácil que los maridos de las hermanas se conviertan también en amigos suyos. Mientras la pareja continúe viviendo en la misma zona, sus amigos, vecinos y parientes vivan cerca de la familia, y los unos cerca de los otros, las redes del marido y la mujer, con pequeños cambios, se mantendrán separadas. Es muy probable que el marido deje de ver a algunos amigos de juventud, en particular a aquellos que trabajan en un lugar diferente o que frecuentan otros bares y clubs. Después del nacimiento de los hijos, la esposa verá menos a sus antiguas compañeras, y más a su madre y a otras mujeres de su familia; acabará, además, profundamente embebida en actividades con sus parientes. Sus hijos la introducirán en una nueva y aún más estrecha relación con su propia madre, que se convertirá ahora en la abuela de los niños. El marido se ve empujado, en cierta medida, hacia el círculo de parentesco de la mujer, aunque siga en contacto al menos con su propia madre. No obstante, pasa más tiempo con los compañeros de trabajo y con los amigos que con los parientes. Su vida se centra en el trabajo y en algún tipo de diversión fuera de casa; la de su esposa en la casa, en sus hijos y en sus parientes. Los datos apuntan que la red familiar de la mujer probablemente está más unida que la red de amigos del marido; en parte porque las relaciones con los parientes son más difíciles de romper, pero también porque los parientes se prestan más ayuda mutua y apoyo material recíproco. Los amigos no pue133
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den usar sus recursos, particularmente sus escasos recursos financieros, para ayudarse entre sí, ya que su principal obligación es cuidar de sus propias esposas e hijos y, a continuación, de sus padres y de otros parientes más distantes, Pero esta diferencia en el grado de conectividad dentro de la red total necesita de nuevos y más profundos estudios, Sería necesario comparar el tipo y grado de intimidad y compromiso para con los amigos, vecinos y parientes. También sería necesario cuantificar la conectividad no solamente del total de la red, sino también de la parte de la red formada por parientes, la formada por amigos y la formada por los vecinos; asimismo, sería conveniente comparar la conectividad de la red total con la de las redes independientes del marido y de la esposa, así como con la conectividad de la parte común de sus respectivas redes. Entonces, aparte de algunos pequeños reajustes, el marido y la esposa pueden continuar con sus antiguas relaciones externas después del matrimonio, y continúan sintiéndose influenciados por ellas. Pese a la segregación conyugal en las relaciones externas, el solapamiento de las redes del marido y la esposa aseguran que cada cónyuge se entere de las actividades del otro. Así, aunque una esposa pueda no saber directamente qué hace su marido cuando está con sus amigos, es fácil que uno cualquiera de ellos se lo diga a su esposa o a algún pariente femenino, con lo que la información se trasmite. De la misma manera el marido acaba enterándose de cualquier actividad importante de su esposa. Debido a que las antiguas relaciones pueden continuar después del matrimonio, tanto el marido como la mujer pueden satisfacer algunas necesidades personales fuera del ámbito matrimonial; de esta manera, la inversión emocional en las relaciones conyugales no necesita ser tan intensa como en otros tipos de familia. La esposa, en particular, puede obtener ayuda del exterior en las tareas domésticas y en el cuidado de los niños. Por ello, es posible que se desarrolle entre el marido y la mujer una división del trabajo más rígida. La separación en las relaciones externas puede extenderse a actividades de dentro de la familia. Sin embargo, aunque está claro que la gente de fuera sirve de ayuda a la familia nuclear, las redes muy unidas también pueden llegar a interferir en la solidaridad conyugal. La lealtad de una esposa hacia su madre, por ejemplo, puede interferir 134
en la relación con el marido. De la misma manera, su relación con el marido puede afectar a su relación con la madre. La lealtad de un hombre hacia los amigos puede interferir en las obligaciones hacía su esposa y viceversa. Las redes tienden a soltarse cuando las personas se mudan de un lugar a otro o si establecen nuevas relaciones no conectadas con las antiguas. Sí ambos cónyuges se han mudado muchas veces antes del matrimonio, cada uno de ellos aportará una red ya poco unida al matrimonio. La mayoría de los amigos del marido no se conocerán entre sí; tampoco los de la esposa. Aunque, tras el matrimonio, sigan viendo a algunos antiguos amigos, irán conociendo también a gente nueva, que no tiene por qué conocer a los antiguos amigos. ni conocerse entre sí. En otras palabras, sus relaciones externas son relativamente discontinuas, tanto en el espacio como en el tiempo. La limitada continuidad que tienen descansa en la relación mutua, más que en las relaciones externas. Para enfrentarse al mundo externo recurren el uno al otro, ya que la inversión emocional más fuerte se hace donde hay continuidad. De ahí sus altos niveles de compatibilidad conyugal; su énfasis en las actividades compartidas, en la organización conjunta, en la igualdad entre marido y mujer. Han de llevarse bien; deben ayudarse mutuamente en la realización de las tareas familiares, ya que no hay una fuente externa segura de ayuda material y emocional. Puesto que sus amigos y parientes están dispersos espacialmente, y dado que pocos de ellos se conocen, el marido y la esposa no están rigurosamente controlados por un cuerpo sólido de opinión pública. Tampoco pueden confiar en un firme apoyo externo. A través de sus relaciones externas conjuntas, presentan un frente unido ante el mundo, y reafirman su relación conjunta recíproca. Las relaciones conjuntas con amigos proporcionan, tanto al marido como a la mujer, una fuente de satisfacción emocional externa a la familia, sin que ello suponga una amenaza a su relación interna mutua. Se permiten relaciones heterosexuales con individuos que no son parientes, pero son controladas al transformarse en relaciones conjuntas. Entre estos dos extremos se sitúan las familias con redes de trabazón reticular intermedia y en transición. En la red de tipo medio de conectividad, el marido y la esposa se han mudado varias veces, por lo que buscan la continuidad el uno en el otro, y hacen sus inversiones emocionales más fuertes en
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la propia relación conyugal. Al mismo tiempo, pueden tener algunas relaciones separadas fuera de la familia y confiar en obtener una ayuda considerable, aunque ocasional, por parte de gente de fuera de la familia. ele modo que pod1ia darse una división del trabajo bastante clara entre tareas masculinas y femeninas. Las familias en transición dejan ver algunos de los factores que acompaflan al cambio de un tipo de red a otra: los maridos y las esposas que cambian de una red trabada a otra suelta se encuentran de repente empujados a una relación más conjunta. sin disponer de la experiencia o las actitudes necesarias. El resultado definitivo depende en parte de la familia y en parte de la cantidad de relaciones que los nuevos vecinos establezcan entre si. El resultado más probable es un grado intermedio ele conectividad de la red. De igual forma, en el caso de familias que cambian de una red suelta a otra trabada. la primera reacción consiste en la de defensa de su intimidad, pero con el tiempo tienden a desarrollar grados intermedios de conectividad de la red y de segregación conyugal.
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Capítulo IV
Factores que influyen en las redes sociales
Comentadas ya las relaciones entre la separación de roles conyugales y la conectividad de las redes sociales, me gustaría tratar ahora los factores que influyen en la propia conectividad. En el capítulo siguiente se intenta mostrar cómo estos diferentes factores operan en el caso particular del parentesco, pero ahora nuestro objetivo consiste en indicar en términos generales cuáles son esos factores. No es posible analizar el modelo de fuerzas que se ejercen sobre las redes de las familias investigadas a partir de la información recogida. Para tener en cuenta estos factores, es necesario ir más allá de los datos de campo y aproximarse a un conocimiento general de la sociedad urbana industrializada. En la exposición siguiente, estudio los rasgos generales característicos de cualquier red familiar en una sociedad urbana industrializada, así como, posteriormente, algunos de los factores relacionados con las diferencias entre una red y otra. Este no es un asunto fácil. En parte, la conectividad de la red depende de las propias familias. Una familia determinada puede tomar la decisión de presentar a sus amigos, sus vecinos y sus parientes entre sí, mientras que otra puede no hacerlo. Una tercera puede mudarse muchas veces, por lo que su red acaba por estar suelta, mientras que una cuarta puede preferir continuar en el mismo lugar. Las personalidades del marido y de la esposa son factores muy importantes que influyen en tales preferencias, pero la elección se ve asimismo limitada y condicionada por una multitud de fuerzas sobre las que la familia no posee un control directo. Es entonces cuando muestra su relevancia el ambiente social global. El sistema económico y ocupacional, la estructura de las institu-
ciones formales, la ecología de las ciudades y muchos otros factores vienen a condicionar la conectividad de las redes, limitando y dando forma a las decisiones que adoptan las familias. Estos factores no operan por separado. sino más bien mediante combinaciones complejas. Entre otros, los factores asociados a la clase social y a la composición del vecindario influyen en la separación de roles conyugales. pero ni única ni principalmente a través de la acción directa sobre la estructura interna de la familia, sino indirectamente por medio de sus efectos sobre la red. Desde el punto de vista conceptual. la red se encuentra entre la familia y el ambiente social global. La variabilidad del ambiente global hace posible la elección en el ámbito de las relaciones sociales externas; tal elección está condicionada tanto por factores situacionaIes como por las personalidades de los miembros de la familia. A)
FACTORES RELACIONADOS CON LOS RASGOS GENERALES DE LAS REDES DE LAS FAMILIAS URBANAS
Como se explicó más arriba, todas las familias investigadas mantenían relaciones con personas e instituciones externas -con el lugar de trabajo; con instituciones asistenciales como la escuela, la iglesia, el médico, la clínica, las tiendas; con asociaciones voluntarias, tales como clubs, clases nocturnas e instituciones recreativas. También mantenían relaciones de carácter más informal con compañeros de trabajo, amigos, vecinos y parientes. Por ello, es incorrecto describir estas familias como «aisladas»; a decir verdad, ninguna familia urbana podría sobrevivir sin su red de relaciones externas. Sin embargo, aunque las familias urbanas tienen muchas relaciones externas, no forman parte de grupos organizados. Las instituciones y las personas con las que se relacionan no están ligadas entre sí formando un grupo organizado. Aunque los miembros individuales de una familia frecuentemente pertenecen a grupos, no puede decirse lo mismo de la familia en su conjunto. Se dan casos marginales, como cuando todos los miembros de una familia pertenecen a la misma iglesia o consultan al mismo médico de medicina general,
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pero en estos casos la institución o persona externa controla solamente un aspecto de la vida familiar y apenas se puede afirmar que «abarque» a la familia en todos sus aspectos. En la bibliografía sobre sociología de la familia hay frecuentes referencias a «la familia dentro de la comunidad», lo cual parece implicar que la comunidad es un grupo organizado que contiene a la familia. Nuestros datos indican que tal uso es engaüoso. Por supuesto, toda familia ha de vivir en algún tipo de área local, pero pocas áreas locales urbanas pueden recibir el nombre de comunidad, en el sentido de formar grupos sociales integrados. Es más correcto considerar que el entorno social inmediato de las familias urbanas está formado por la red de relaciones sociales reales que aquéllas mantienen, y no por el área local en la que viven, independientemente de si estas relaciones están limitadas a dicha área o si van más allá de sus límites. Los grupos locales reducidos, más aislados y relativamente cerrados son muy diferentes. Este tipo de comunidad se encuentra frecuentemente en sociedades primitivas y en determinadas áreas rurales de las sociedades industrializadas. Las familias en un grupo local de este tipo no tienen intimidad; cada uno conoce a todos los demás. La situación de las familias urbanas con redes trabadas están a un paso de tales grupos locales relativamente cerrados. De hecho, en muchos casos, las redes de las familias que los componen están conectadas tan estrechamente, y las relaciones dentro del grupo local tan claramente diferenciadas de las relaciones externas, que podemos llamar a la población local, con toda propiedad, grupo organizado. Las familias quedan insertas, encapsuladas, dentro de este grupo; todos conocen sus actividades y no pueden escapar a las sanciones informales del comadreo y de la opinión pública. Sus asuntos externos están al arbitrio del grupo al que pertenecen. En muchas sociedades primitivas reducidas, la. familia nuclear está encapsulada no solamente en el interior del grupo local, sino también, particularmente en el ámbito de los asuntos domésticos, dentro del grupo corporado de paren-. tesco. Ahora bien, cuando se trata de grupos de parentesco corporados exogámicos, el cónyuge que, vía matrimonio, se introduce en el grupo de parentesco corporado mantiene siempre una posición especial. Desde un punto de vista político, legal y ritual, ella (o él, en el caso del sistema matrilineal) sigue formando parte del grupo de parentesco corporado en el 139
que nació. Cuando se dan grupos locales y de parentesco corporados, es fácil que la separación de roles conyugales se haga más marcada que la descrita arriba para las familias urbanas con redes trabadas. El matrimonio se convierte, sobre todo, en lazo de unión entre grupos de parentesco. más bien que en una unión entre individuos que actúan bajo su propia iniciativa. Estas diferencias entre el ambiente social inmediato de las familias ele sociedades urbanas industrializadas y el propio de las familias de comunidades rurales y primitivas reducidas existen. en última instancia. como consecuencia de diferencias en la estructura económica y social global. La división del trabajo en la sociedad reducida es relativamente simple; la que se da, por el contrario. en las sociedades industriales es extremadamente compleja. En una sociedad reducida y relativamente cerrada. la mayor parte de los servicios exigidos por una familia pueden serles proporcionados por otras familias del grupo local y del grupo de parentesco. En una sociedad urbana industrializada, tales tareas y servicios se reparten y se asignan a instituciones especializadas. Mientras que las familias de las sociedades reducidas y relativamente cerradas pettenecen a un número pequeño de grupos, cada uno de ellos con muchas funciones, las urbanas viven en una maraña de instituciones separadas, desconectadas entre sí y con funciones especializadas. En dichas sociedades reducidas, los grupos locales y los grupos de parentesco median entre la familia y la sociedad global; en las sociedades urbanas industrializadas no existen tales grupos o instituciones englobantes que sirvan de mediación entre la familia y la sociedad global. Una consecuencia de esta diferencia con respecto a la forma de las relaciones externas consiste en que las familias urbanas tienen más libertad para dirigir sus propios asuntos. En una sociedad reducida los grupos englobantes tienen mucho control sobre las familias. En una sociedad urbana industrializada el médico cuida de la salud de los miembros individuales de la familia; la clínica maternal cuida de la salud de la madre y del hijo; la escuela educa a los niños; el jefe atiende al individuo como empleado y no como marido, e incluso los amigos. vecinos y parientes pueden disentir entre ellos sobre cómo llevar los asuntos de la familia. En resumen, el control social de la familia se reparte entre tantas instituciones que ninguna de ellas tiene un poder continuo, completo o dominante; y, consecuentemente, dentro 140
de amplios límites, cada familia puede tomar sus propias decisiones y dirigir sus propios asuntos. Se puede resumir la situación diciendo que las familias urbanas se presentan más individuadas que las familias que viven en comunidades relativamente cerradas. Me parece que ese término describe la situación de dichas familias urbanas de forma más precisa que el término más comúnmente usado de «aisladas». Entiendo por «individuación» el hecho de que la familia nuclear se separe, se diferencie como un grupo social bien determinado y. en cierta medida, autónomo. Por supuesto que en la mayor parte de las sociedades, la familia nuclear presenta siempre individuación en alguna medida; en caso contrario, no se podría reconocer su existencia como grupo diferenciado. Ahora bien, la desigualdad de individuación entre las familias urbanas y las pertenecientes a comunidades relativamente cerradas es de grado. Hay que recordar, no obstante, que las familias urbanas difieren entre sí en el grado de individuación: las familias con redes trabadas están menos individuadas que aquellas que presentan redes sueltas. La individuación de las familias urbanas proporciona una fuente de diferenciación en el desempeño de los roles. Dado que aquellas familias no están encapsuladas en grupos capaces de dirigirlas y controlarlas -salvo en el caso de la nación en su conjunto-, el marido y la mujer pueden desempeñar, dentro de unos amplios límites, sus roles respectivos, de acuerdo con sus propias necesidades personales. Esos amplios límites vienen marcados por las normas generales de la nación, muchas de los cuales existen bajo la forma de leyes y se reafirman en los tribunales. Por el contrario, el control social informal por parte de los parientes y vecinos es mucho menos riguroso y menos firme que en muchas sociedades reducidas, y además adopta formas más variadas. B)
FACTORES QUE EXPLICAN LAS DIFERENCIAS DE CONECTIVIDAD
Si bien es cierto que los entornos sociales inmediatos de todas las familias urbanas se parecen entre sí en la medida en que adoptan la forma de redes, hay importantes diferencias entre las redes de tales familias. Como se puso de manifiesto en el capítulo anterior, el grado de conectividad de la red es, 141
desde luego, un tipo importante de diferencia. Tales diferencias se aprecian con mayor claridad en el área de las relaciones informales; esto es. en las relaciones con amigos. vecinos y parientes. Se considera que estas relaciones tienen más importancia personal y emocional que aquellas más especializadas y formales mantenidas con médicos, clínicas. colegios y otras instituciones parecidas; es de destacar. asimismo, que tales relaciones se mantienen nonnalmente con personas consideradas parecidas socialmente a las familias mismas. La profunda división del trabajo desarrollada en las sociedades industriales produce no sólo complejidad, sino también mucha variabilidad. A veces aparecen condiciones favorables para el desarrollo de redes relativamente trabadas; en otras ocasiones, se dan condiciones favorables para la formación de redes relativamente sueltas. El examen detallado de estas condiciones llevaria la investigación más allá de las familias y de las redes: debería estudiarse la ecología de las ciudades y la estructura económica, por sectores de actividad y ocupaciones, tarea ésta que escapa, por supuesto, del contenido de este capitulo. No obstante me gustaría sugerir a modo de ensayo un conjunto de factores que parecen influir sobre la conectividad. La situación es muy complicada, ya que estos factores dependen unos de otros y no operan individualmente, sino en combinaciones complejas. l.
Lazos económicos entre los miembros de la red
Los lazos económicos operan con más fuerza entre parientes que entre amigos y vecinos, pero estas fuerzas integradoras pueden actuar de forma muy variada, incluso entre los parientes. La conectividad de la red de los parientes aumenta si éstos tienen derechos de propiedad en empresas comunes, o si esperan heredar bienes unos de otros. La conectividad de las redes de parentesco aumenta también si los parientes pueden ayudarse entre si a conseguir trabajo. Solamente algunos tipos de ocupación permiten tal ayuda; en ocupaciones que requieren exámenes u otros procedimientos de selección objetiva -la mayoría de las ocupaciones profesionales y semiprofesionales pertenecen a esta categoría-, los parientes no pueden ayudarse mucho, mientras que en algunas ocupaciones menos especializadas y en algunos nego142
cios, particularmente negocios familiares, los parientes pueden ayudarse mutuamente de forma más directa 1• (Esta cuestión se tratará de forma más amplia en el capítulo V.) Lo importante ahora es destacar que ni el sistema ocupacional ni la distribución de la propiedad son uniformes. Familias muy diferentes se ven afectadas de formas diversas. Esto significa que. aunque las redes de las familias en general y las correspondientes de parentesco en particular no tengan un papel muy importante en la estructura económica y ocupacional, varía enormemente la forma en la que las fuerzas económicas influyen en cada una de estas redes. 2.
Tipo de vecindario
El tipo de vecindario es importante, no tanto en sí mismo y por sí mismo, sino porque se trata de uno de los factores que influyen en la «localización» de las redes. Si la red de una familia tiene alcance local, esto es, si la mayor parte de los miembros viven en el mismo barrio, de forma que son mutuamente accesibles, es más fácil que se conozcan los unos a los otros que si vivieran dispersos por todo el país. Ya que las familias consideran normalmente que los miembros de su red informal poseen el mismo status social que ella, las redes localizadas se desarrollan más fácilmente en áreas en las que los habitantes se tienen por socialmente semejantes, que creen pertenecer a la misma clase social, sea cual sea su propia definición de tal clase. Tales sentimientos de semejanza social parece que son más fuertes en zonas de clase obrera establecidas de ya antiguo, en las que hay una actividad local predominante o un número relativamente pequeño de ocupaciones tradicionales. Como se describió arriba, los Newbolt, la familia que tenía la red más unida, vivían en una zona de este tipo. Era también una zona con poco movimiento de población, al menos hasta la última Guerra Mundial. Antiguamente vivían allí las mismas personas durante toda su vida. El desarrollo de las redes trabadas 1 Vcase Talcott Parsons (1943 y 1949). Sin embargo, en vez de acentuar. como hace Parsons, la importancia de la acción uniforme de los sistemas económico y ocupacional en la individuación de la familia nuclear, yo prefiero insistir sobre los efectos diversos producidos por los diferentes tipos de trabajo y de estructura ocupacional.
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fue posible no sólo porque el barrio era homogéneo, sino también por la existencia de continuidad. En la actualidad, en la medida en que algunos habitantes se mudan fuera, incluso las redes de aquellas personas que permanecen en la zona han llegado a perder conectividad. No hallamos, dentro del conjunto investigado, ningún otro vecindario tan homogéneo de personas pertenecientes principalmente a una determinada profesión. Sí encontramos, no obstante, vecindarios en los que los habitantes tenían relativa homogeneidad en relación a los ingresos, aunque tuvieran diferentes ocupaciones. El tipo y el precio de las viviendas era probablemente un factor importante que contribuía a este tipo de homogeneidad. Tales vecindarios se encontraban en el extrarradio; asimismo, se encontraban también en ciertas zonas mixtas de clase trabajadora, en las que no había una actividad local predominante. La mayoría de las familias con redes con un grado intermedio de conectividad y en transición vivía en áreas de este tipo. Así, una familia cuya red era suelta habitaba en una zona de esta clase, pero ignoraba a sus vecinos, los cuales, a juicio de los miembros de dicha familia, eran socialmente semejantes entre sí pero distintos de la familia. Por último, había zonas extremadamente heterogéneas respecto al nivel ocupacional, la renta, el nivel cultural de los habitantes y otros aspectos; cuatro de las familias con redes muy sueltas vivían en zonas de este tipo. La composición del vecindario está relacionda con la ocupación y la clase social de una forma muy compleja. Es posible encontrar zonas muy homogéneas, por ejemplo, de trabajadorés portuarios, o de carpinteros, aunque no todas las ocupaciones manuales están claramente localizadas. Por el contrario, la estructura de las ocupaciones de nivel profesional es de tal tipo que sería muy dificil encontrar, por ejemplo, una zona homogénea de médicos, abogados o peritos mercantiles. A partir de nuestros datos sobre las familias, no estamos en con~ diciones de analizar la gran cantidad de factores que contribuyen a la formación de los vecindarios. Lo único que puede decirse es que el sistema industrial y ocupacional es tan complejo que da pie a muy diferentes tipos de vecindario urbano. Algunos de ellos son más homogéneos y estables que otros. Para hacer un análisis minucioso de la relación entre la conectividad de la red y la composición del vecindario, seria necesario elaborar criterios de homogeneidad, de forma que 144
se pudieran comparar sistemáticamente los vecindarios. Se podría entonces estudiar la relación entre los diferentes grados y tipos de homogeneidad objetiva y las actitudes recíprocas de los habitantes del vecindario. Podrían, asimismo, comparar la formación de las redes de las familias en los diferentes tipos de zonas. Me atrevería a decir que no sería posible encontrar familias con redes trabadas en zonas heterogéneas, caracterizadas por abundante movimiento de población; pero que, en zonas relativamente homogéneas y estables, rr .. riamos encontrar tanto familias con redes trabadas como familias con redes sueltas. No se puede predecir, con seguridad, el grado de conectividad a partir solamente del conocimiento del área local. El resto de factores relacionados con ello es demasiado amplio: el tipo de ocupación, dónde trabaja el marido; cuánto tiempo lleva la familia viviendo en el barrio; la consideración que se tenga de la zona, etc. Es particularmente importante la consideración que las familias tengan de la gente del barrio. Las medidas objetivas de homogeneidad social dan solamente una indicación aproximada de lo que opinan las familias sobre sus vecinos. Además, es necesario recordar siempre que el vecindario no es algo que se imponga por sí mismo a las familias; dentro de ciertos límites, las familias pueden elegir el sitio donde van a vivir e, incluso, aunque opinen que sus vecinos son semejantes a ellos mismos, no están obligados a establecer relaciones de amistad con éstos; la selección de amigos depende de otros criterios además del sentimiento de semejanza social. 3.
Oportunidades para el establecimiento de relaciones fuera de los límites de las redes existentes
Lo más seguro es que las redes se vuelvan más unidas en el caso de que los miembros tengan pocas oportunidades de establecer nuevas relaciones con personas desconocidas para los demás miembros de la red. Así, en el caso de los Newbolt, el trabajo del marido, sus parientes y los de su esposa, así como sus amigos estaban todos concentrados en el mismo barrio. No existen sanciones graves para impedir que estas familias establezcan relaciones con extraños, pero tampoco se da ninguna circunstancia inevitable que los obligue a esta145
blecerlas. Por otro lado, en el caso de las familias de nivel profesional, su educación y su preparación profesional les habían llevado a establecer abundantes relaciones con compañeros de trabajo y con amigos que no se conocen entre sí. Incluso si se da el caso -que no es corriente, pero si posible- de que tales familias sigan viviendo en la misma zona a lo largo de toda su vida. la carrera profesional del marido los obliga a establecer relaciones con personas que no pertenecen a la red de vecinos de la familia. de forma que la red tiende a soltarse. En resumen, la conectividad depende en parte de la ocupación del marido. Si éste tiene una ocupación en la que los compañeros de trabajo son también vecinos. su red tenderá a estar localizada y la conectividad de la misma a ser alta. Si, por el contrario, su ocupación es tal que los compañeros de trabajo no son vecinos, su red tenderá a soltarse. De todas formas, no se puede adelantar el tipo de red únicamente a partir del conocimiento del nivel ocupacional. La mayor parte de las ocupaciones profesionales exigen que se obtenga la preparación y se realice el trabajo en lugares diferentes de aquellos en los que se vive. Algunas ocupaciones manuales exigen o permiten también esto; otras no. 4. Movilidad espacial y movilidad social
La conectividad de la red depende de la estabilidad y de la continuidad de las relaciones. La red de una familia llegará a estar menos unida si tanto la familia como los demás miembros de la red tienen movilidad, tanto en términos espaciales como sociales, de forma que el contacto disminuya y se establezcan nuevas relaciones '. La tabla 4 muestra la relación entre conectividad y movilidad espacial en las familias investigadas (no se dispone de información sistemática sobre la movilidad espacial de los miembros que forman sus redes). Las cantidades son demasiado pequeñas como para tomarlos muy en serio, pero es evidente que, por término medio, las familias con redes sueltas 2 Algunos de los efectos de la movilidad espacial sobre las relaciones externas de la familia se muestran claramente en los trabajos de Young y Willmott (1957) y de Mogey (1955 y 1956). El contacto con parientes y amigos en la antigua zona se reduce gradualmente.
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TABLA4
NÚMERO TOTAL DE ÁREAS LOCALES EN LAS QUE VIVIERON EL MARIDO Y LA MUJER ANTES Y DESPUÉS DE CASARSE* ¡---~-¡------
Tipo de red
Familia
Número total de zonas en las que han vivido los cónyuges
Nú1ncro medio de zonas en !as que han vivido
los cónyuges por cada tipo de red
Muy unida
Ncwbolt
2
2
Poco unida
Daniels Woodman Bullock
19 19 9
19
Den ton
26 22
Bruce
Medio unida
Jarro Id
25 6
Salmon Hart!ey Thomton Fawcett Appleby Apsley Baldock Mudge
'
En transición
8,2
7 10
5 9
6
3 3
Redfem Barkway Wraith Butlcr Dodgson
7
9,6
6 10 ll
14
* Sí el marido y la mujer se criaron en la misma zona, ésta se cuenta sólo una vez. En todos los casos las prácticas profesionales se cuentan como una sola zona.
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habían vivido en muchos más sitios que las familias con redes de conectividad media, en transición y muy unidas. Muchos son los factores que influyen sobre la movilidad • espacial. El sistema ocupacional en este caso, otra vez, es un factor relevante. Algunas ocupaciones permiten, o incluso fomentan, la movilidad social y espacial, de forma que las redes se vuelven poco unidas; otras ocupaciones, por el contrario. fomentan la estabilidad de residencia y ele relaciones sociales. La movilidad espacial a menudo se asocia con Ja movilidad ocupacional y social. En el conjunto investigado, ocho maridos habían sufrido los efectos de la movilidad ocupacional. Tres de estas familias se habían mudado o pensaban hacerlo a una zona apropiada a su nuevo status adquirido. Las otras cinco también se habían trasladado. aunque no primordialmente por razones de status. En general, las redes de las familias con movilidad social tienden a estar menos conectadas, no sólo porque cambian espacialmente, sino además porque probablemente han ido dejando poco a poco los antiguos lazos sociales y formando otros nuevos. Dentro del conjunto investigado, y entre las familias con movilidad, la parte más importante del cambio se había desarrollado durante la adolescencia y en los primeros años del matrimonio, y concernía principalmente a amigos y parientes lejanos. Por mucha movilidad que llegara a tener la familia, los cónyuges se sentían obligados a mantener el contacto con los padres; normalmente se pensaba que el logro ocupacional y social era un éxito tanto para los padres como para la misma pareja. La ocupación puede influir en la movilidad espacial incluso aunque no haya movilidad social. En nuestro caso, muchas familias de nivel profesional se habían mudado fre; cuentemente de una zona a otra e, incluso, de una ciudad a otra, y tendían a considerar que las exigencias de la carrera profesional del marido eran el factor más importante para decidir mudarse o no. Esto se aplica tanto a las familias que habían sufrido movilidad social como a aquellas que no la habían sufrido. Los trabajadores manuales y los empleados de oficina consideraban que las demandas de la carrera pro fesional del marido no justificaban tanto el mudarse y, de hecho, sólo una de estas familias había hecho frecuentes traslados. Obviamente, las relaciones entre ocupación y movilidad espacial y social son muy complejas. El hecho destacable es que el sistema ocupacional no es uniforme; admite mucha 148
variación en la movilidad espacial y social, y por ello admite mucha variación en la conectividad de las redes. La decisión de mudarse depende no solamente de consideraciones ocupacior.a!cs, sino también de la escasez de viviendas; del tipo o coste de la casa o piso; de las opiniones de la familia sobre el bienestar de sus hijos; de las relaciones con los parientes, los vecinos y los amigos de la antigua zona, así como de las relaciones potenciales en la nueva y, sin lugar a dudas, también de muchos otros factores. Aunque éste o aquél de entre los factores pueda parecer el dominante, todas estas consideraciones deben tenerse en cuenta conjuntamente cuando se toma la decisión de mudarse. A veces, todas las consideraciones apuntan en la misma dirección; con más frecuencia, han de ser puestas en la balanza unas frente a otras. Pero cualesquiera que sean las razones, una vez que se ha hecho el cambio, la red de la familia pierde conexión. Incluso si la familia en cuestión no llega a cambiarse, su red llegará a estar menos conectada si los amigos y los parientes se trasladan a otro lugar. Por lo tanto, la conectividad depende de una combinación muy compleja de fuerzas económicas y sociales. Frente al ambiente relativamente homogéneo propio de sociedades reducidas y relativamente cerradas, el ambiente global de una familia urbana es sumamente complicado y cambiante. Muchas fuerzas inciden sobre la red de la familia, y las familias tienen una considerable libertad para escoger entre diferentes vías de acción; poseen una amplia gama de posibilidades. 5. Los rasgos de la personalidad como factor que influye sobre la conectividad
La conectividad de la red de la familia depende no sólo de fuerzas sociales externas, sino también de la misma familia. Aunque los miembros de una familia dada no pueden controlar las fuerzas del ambiente global, pueden, sin embargo, escoger entre las diferentes líneas de acción originadas por estas fuerzas. Esto es posible gracias precisamente a la variedad del ambiente global, que posibilita dicha elección; ahora bien, es la familia misma la que, en última instancia, toma verdaderamente las decisiones. Aunque los factores de la situación modifican las decisiones, éstas también 149
dependen de la personalidad de los miembros de la familia; esto es, de la manera en que reaccionan ante tales factores situacionales. Como consecuencia de determinadas combinaciones de los factores situacionalcs y de las necesidades personales, marido y mujer pueden llegar a influir en la conectividad de su propia red, a menudo sin que medie intención deliberada de hacerlo. Al cambiar la conectividad de su red resulta afectada de paso su segregación conyugal. De esta forma. si una familia con una red muy unida se marcha de su antigua zona a una nueva barriada, su red no tardará en estar menos conectada, y durante un tiempo, al menos, el marido y la mujer desarrollarán una relación más conjunta. Por otro lado, si una pareja de nivel profesional con una red poco unida se muda a una ciudad universitaria. por culpa de la carrera profesional del marido, es bastante probable que su red llegue a estar ligeramente más conectada, incluso aunque no hayan proyectado hacerlo. Por último, si una pareja con red poco unida decide cambiarse a un barrio de las afueras porque es el único lugar donde es posible encontrar una casa que puedan pagar, afrontan el riesgo de encontrarse extremadamente aislados, separados de sus amigos, inca paces de establecer relaciones con sus nuevos vecinos, e incluso más pendientes el uno del otro de lo normal. En el conjunto investigado se dio el caso de algunas parejas que, por diferentes razones personales, apenas tenían una red informal. Dos de las familias vivían en un estado vol unta" rio de aislamiento o casi aislamiento; mantenían los contactos necesarios con las instituciones sociales, hacían unas pocas visitas de cumplido a los parientes, y tenían contactos superficiales con algunos vecinos; pero esto era todo. Sus redes informales, en la medida en que existían, estaban poco unidas; estaban, además, formadas por un número mucho menor de miembros de lo normal. U na de las familias intermedias podía haber tenido, si hubiera querido, una red casi tan unida como la de los Newbolt, ya que habitaban en un barrio en el que vivían y trabajaban muchos parientes suyos y, de acuerdo, al menos, con criterios objetivos, sus vecinos eran socialmente semejantes a ellos mismos. Pero sus necesidades personales eran de tal tipo que habían acabado por alejarse de esta red trabada. El trabajo y la casa absorbían por completo al marido; la espo150
sa mantenía la relación externa más importante -con su madre-, pero su contacto con los demás parientes era relativamente pequeño, y había sustituido el trabajo en una asociación voluntaria por las relaciones con sus vecinas. Esta pareja tenía una división del trabajo más conjunta que la de los Newbolt. También tenían más aficiones compartidas y mas diversiones conjuntas. Es de suponer que esta familia habria tenido que soportar algún tipo de censura por parte de sus parientes y vecinos, pero habían alcanzado ya un punto en el que eran impermeables a toda crítica. Les gustaba su propia forma de hacer las cosas. Las familias de este tipo, conscientes de que su conducta no coincide exactamente con sus propias normas, se sienten ligeramente desviadas, aunque habitualmente no les gusta hablar de este tema, a no ser que se sientan por encima de la norma y no por debajo de ella. (Se tratará la desviación en profundidad en el capítulo VII, que está dedicado a las normas.) El aislamiento voluntario de este tipo produce el mismo efecto que una red suelta. El marido y la esposa han de depender el uno del otro para ayudarse y hacerse compañía, y tienden a adherirse a normas propias de una relación conjunta. De esta manera, los rasgos de la personalidad pueden influir indirectamente en la separación de roles conyugales, ya que constituyen uno de los factores condicionantes de las elecciones que afectan a la forma de la red de la familia. Ahora bien, las necesidades y las actitudes personales, tanto conscientes como inconscientes, también inciden directamente en el desempeño de los roles conyugales. Dos familias pueden tener redes similares pero ser ligeramente diferentes en el grado de segregación conyugal. Así, por ejemplo, dos de las familias en transición tratadas en el capitulo tercero vivían en una situación social parecida, pero mientras una de las parejas trataba de desarrollar una relación conyugal tan conjunta corno les fuera posible, la otra ni siquiera lo intentaba. Los factores relacionados con la personalidad están implicados necesariamente en el desempeño de los roles familiares -y en el de cualquier otro rol-, pero solamente se muestran con claridad como factor diferenciado cuando hay un desajuste entre las necesidades personales del marido y la mujer, la situación social en la que se encuentran y las expectativas de los miembros de sus redes. 1 ~1
C)
RELACIÓN DE LA CONECTIVIDAD CON LA CLASE SOCIAL
No es en absoluto sorprendente que, como consecuencia de la complejidad de la situación, no fuéramos capaces de encontrar una correlación simple entre posición de clase y separación de roles conyugales. En este punto la bibliografia es incompleta y contradictoria en sí misma. No he encontrado ningún estudio en el que se comparen, de forma sistemática según la clase. las relaciones sociales externas y la segregación conyugal. La mayor parte de los estudios que aluden claramente a la segregación conyugal se refieren a familias de clase obrera (Hopkinson, 1954; Jcphcott y Cartcr. 1955: Kerr. 1955; Mays. 1954: Packer, 1947; Shaw, 1954; Slatcr y Woodsidc, 1951). No obstante, Young y Mogcy informan sobre la existencia de una considerable variedad de relaciones sociales externas y de relación conyugal entre familias del mismo status: clase obrera. En estos casos, la movilidad espacial resultaba ser el factor más destacable como causa de la reducción de la conectividad y de la segregación (Young y Willmott, 1957, y Mogey, 1955 y 1956). La misma considerable variedad a este respecto, y también para familias de clase obrera, puede deducirse a partir del estudio de Jephcott y Carter (Jephcott y Carter, 1955). Wilson habla de una rígida división del trabajo entre marido y mujer en todos los niveles sociales de una ciudad minera (Wilson, C. S., 1953). Diversos estudios norteamericanos, principalmente de discípulos y colaboradores de Warner, dan cuenta de acusadas diferencias en la vida fami~ liar según la clase social, pero se refieren a modelos generales,> y no tratan de diferencias en el interior de cada clase. La información sobre la segregación conyugal y la conectividad de Ja red es poco precisa (véase Davis, 1941, 1943, 1944; Davis y Havighurst, 1946y 1947; Dollard, 1937; Maas, 1951; McGuiref 1951y1952). El trabajo de Herbst y Hammond en Australia contradice la afirmación habitual de que la segregación conc yugal en la clase trabajadora es mayor (Herbst, 1954, y Harr1 mond, 1954). El 82 por 100 de los maridos «trabajadores por cuenta propia y empresarios» mantenían relaciones predominantemente «autónomas» (segregadas) con sus esposas; mientras que el 64 por 100 de los trabajadores cualificados mantenían predominantemente relaciones «sincráticas» (con"' juntas) con las suyas. No hay datos sobre las relaciones sociá: les externas, por lo que es imposible afirmar si las familias con' 152
relaciones conyugales «autónomas» tenían redes muy conectadas. En mi opinión, la separación de roles conyugales está más directamente relacionada con la conectividad de las redes que con el status de clase como tal, aunque probablemente hay algunos aspectos de la posición de clase que influyan directamente en dicha separación de roles conyugales. Por ejemplo, si tanto el marido como la mujer tienen un nivel educativo alto. es muy probable que tengan también una base común de aficiones y gustos compartidos. lo que favorece la relación conjunta.Aunque es de suponer que los profesores no planifiquen, de forma deliberada, las enseñanzas de las relaciones conyugales conjuntas a los niños; el alto nivel educativo es probablemente el principal medio de transmisión, de una generación a otra, de la ética apropiada para una relación conjunta, así como la forma misma de enseñarla a individuos socialmente móviles cuyos padres han tenido una relación más separada. Sin embargo, es dudoso que sea únicamente este tipo de educación el responsable de las relaciones conyugales conjuntas; opera, más bien, en conjunción con otros factores. En su mayor parte, sin embargo, los factores asociados a la clase (cualquiera qne sea la definición que se dé para esta compleja construcción) influyen en la separación de roles conyugales de forma indirecta, a través de su efecto sobre la conectividad de la red de la familia. Para resumir los datos empíricos: las familias con redes muy unidas serán probablec mente de clase trabajadora. Sin embargo, no todas las fami~ !ias de clase trabajadora tienen redes muy unidas. Enla clase trabajadora, más que en ninguna otra, es posible encontrar una combinación de factores que operan a la vez para producir un alto grado de conectividad: concentración en el mismo barrio de gente con ocupaciones iguales o similares; trabajos y viviendas en el mismo barrio; poco movimiento de población y continuidad en las relaciones; oportunidades, al menos ocasionales, de que los parientes y los amigos se ayuden entre sí a conseguir trabajo; poca demanda de movilidad espacial; pocas oportunidades de movilidad social. Por otra parte, la estructura de los niveles profesionales es de tal tipo que este modelo de fuerzas casi nunca aparece. Son muy raros los barrios homogéneos desde el punto de vista de 153
la profesión; el lugar de trabajo de un hombre y su vivienda se encuentran normalmente en zonas diferentes; la preparación profesional lo lleva a establecer relaciones con gente que no conoce a su familia. ni a los amigos de la escuela, ni a sus vecinos; en la mayoría de los casos, obtener trabajo depende de su capacidad y de su preparación, más que de la influencia de amigos o de parientes; muchas carreras profesionales exigen, además. movilidad espacial. El único factor asociado a un alto status de clase que de hecho casi exclusivamente tiende a incrementar la conectividad es la propiedad en común de empresas entre parientes -y esto ocurre menos entre la gente de nivel profesional que entre familias adineradas de la industria y el comercio. No obstante, el hecho de que un hombre tenga una ocupación manual no implica automáticamente que tenga también una red muy unida. Puede, por ejemplo, vivir en una zona relativamente heterogénea, ya que no todas las ocupaciones manuales están localizadas. Puede, asimismo, vivir en un lugar y trabajar en otro. Puede mudarse de una zona a otra. También pueden trasladarse sus amigos y parientes o establecer nuevas relaciones con personas que él no conoce. Es posible, pues, encontrar un alto grado de conectividad asociado a ocupaciones manuales, pero la asociación no es necesaria ni inevitable. En resumen, no se puede explicar la conectividad como resultado del status ocupacional o de la clase del marido, considerados como determinantes simples. La conectividad depende de un todo complejo de fuerzas -lazos económicos entre los miembros de la red, tipo de barrio, oportunidades de establecer nuevos contactos sociales, movilidad espacial y social, etc.- generadas por los sistemas ocupacional y económico; ahora bien, tales fuerzas no siempre actúan en la misma dirección y pueden afectar a diferentes familias de muy diversas formas. Por último, la conectividad no se puede predecir a partir del conocimiento de los factores situacionales exclusivamente. También depende de la respuesta personal de la familia a las situaciones con las que se enfrenta, y esta respuesta depende, a su vez, de sus necesidades y actitudes conscientes e inconscientes.
154
Capítulo V
Relaciones con los parientes
En el capítulo anterior hicimos una exposición general de los factores relacionados con la conectividad reticular de las familias estudiadas_ El presente capítulo trata de aquellos factores que influyen concretamente en una parte de la red; la compuesta por los parientes. Mi interés se centra no sólo en la estructura general del sistema de parentesco, sino también en la forma en que éste se utiliza en determinados casos. Con el objeto de explicar las diferencias en las pautas de contacto, se comparan y analizan detenidamente las relaciones con los parientes en tres de las familias estudiadas_ Se recogieron genealogías de todas las parejas, por lo común en las tres o cuatro primeras entrevistas. El investigador preguntaba la edad, la ocupación, la residencia y el estado civil de todos los parientes conocidos. Se interesaba asimismo por lo_s contactos de las parejas con los parientes, tanto en el pasado como en el momento de las entrevistas. Deliberadamente no recogimos información precisa sobre terminología de parentesco. Tuvimos en cuenta todo comentario sobre los parientes surgido en las conversaciones de carácter general o en las entrevistas dedicadas a otros temas; igualmente tomamos nota de todos los contactos aludidos en las entrevistas. En algún caso, los investigadores trabaron conocimiento con algunos parientes al acudir éstos a visitar a la familia, pero por las razones expuestas en el capítulo II, no se les entrevistó, ni a ellos ni a ningún otro pariente. Animábamos a las parejas a hablar de sus parientes, si querían hacerlo, con detalle, y no se les limitaba en ningún momento a una lista concreta de preguntas. Algunas parejas hablaban espontáneamente de los parientes en mayor medida que otras, en parte por propio interés en el tema y en parte porque percibían el del investiga155
dor. Como consecuencia de las citadas diferencias, y debido~,: que las entrevistas con las cuatro o cinco primeras familias''' fueron menos sistemáticas que las que se hicieron a las postéJ'.· riores, se obtuvo mayor cantidad de material sobre parentesco de algunas familias que de otras. Disponemos. no obstante, de datos relativamente completos de los tres casos aludidos, seleccionados para efectuar u na comparación sistemática. A)
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS SISTEMAS DE PARENTESCO EN EUROPA OCCIDENTAL
Es un lugar común en la sociología y en la antropología afirmar que el parentesco no juega un papel muy importante en las sociedades industrializadas. Se dice que la familia nuclear, formada por el padre, la madre y los hijos dependientes, se está quedando sola. No parece que se conceda importancia a las relaciones con otros parientes, excepto en algunas áreas rurales (Arensberg y Kimball, 1948; Rees, 1950; Brown, 1952; Curle, 1952). Sin embargo, son muy pocos los estudios de campo sobre parentesco realizados en áreas urbanas. Talcott Parsons ha presentado un análisis de crucial importancia en la explicación del efecto del sistema ocupacional sobre el sistema de parentesco, pero no se apoya en una investigación de campo y se limita al sistema de parentesco de la clase media (Parsons, 1943y1949). En uno delos pocos estudios empíricos sobre parentesco no rural, Bossard y Bol! informan de la gran variación presente en el ámbito de las relaciones con parientes, de acuerdo con la descripción efectuada por 68 estudiantes (Bossard y Boll, 1946). Por otro lado, según Codere, las genealogías de 200 muchachas vassar eran todas ellas exiguas y escasas (Codere, 1955). Schneider y Homans presentan un sugestivo análisis sobre terminología de parentesco en América, pero apenas se ocupan de la conducta con respecto a los parientes ni del sistema de parentesco como tal (Schneider y Homans, 1955). Algunos estudios norteamericanos ofrecen información, en cierta medida, sobre las relaciones con los parientes, pero ninguno de ellos presenta un análisis sistemático del sistema de parentesco. Así, según Dotson, 50 familias de clase trabajadora de New Haven mantenían muchas relaciones con parientes pero pocas con asociaciones voluntarias (Dotson, 1951 ); Albrecht da cuenta de su encuesta sobre con156
tactos entre ancianos y sus hijos (Albrecht, 1953 y 1954); Von Hentig y Sussman señalan que los padres ayudan a sus hijos casados con regalos y servicios y haciendo de niñeras (Von Hcntig, 1946; Sussman, 1943); de acuerdo con Sussman, los padres y los hijos casados suelen mantenerse más en contacto entre sí cuando los hijos se casan con personas de origen cultural similar al propio (Sussman. 1954). Al parecer. fue Firth el primero en desarrollar un estudio empírico de parentesco urbano empleando para ello el método de observación y de entrevista similar al empleado por los antropólogos sociales en las sociedades reducidas (Firth, 1956). Afirma que las familias de clase obrera inglesas y las familias latinas londinenses mantienen numerosas e importantes relaciones con sus parientes. Añade también que, en el marco urbano de la sociedad occidental, el parentesco ofrece un ámbito para la elección y la selección personal. En la línea de las investigaciones de Firth y sus colaboradores, el Institute of Community Studies ha llevado a cabo un estudio detallado en Bethnal Green sobre las relaciones de las familias de clase trabaja dora con sus parientes (Young, ! 954a, 1954b, 1954c, 1956; YoungyWillmott 1957: Townsend, !955a, l 955b y 1957), En general, todos estos estudios recientes indican que al menos determinadas familias de clase trabajadora mantienen muchos contactos con sus parientes. La familia nuclear no se ha quedado sola; sus miembros mantienen relaciones frecuentes e íntimas con los padres y, al menos, con algunos de los hermanos, tíos y primos del marido y de la mujer. No obstante, al mismo tiempo, está muy claro que el parentesco no constituye el marco básico de la estructura social, como ocurre en las sociedades primitivas muy reducidas, incluidas aquellas sociedades primitivas que tienen sistemas bilaterales de parentesco del mismo tipo básico que las de Europa Occidental. En los sistemas bilaterales de parentesco, las personas tienen la misma filiación, real o potencial, con los parientes de la madre que con los del padre, y pueden transmitir a sus hijos, a sus hijas o a ambos, derechos y obligaciones, incluyendo derechos sobre la tierra y sobre otras propiedades (Rivers, 1924, pág. 12; Murdock, 1949, págs. 44-45; Radcliffe-Brown, 1950, pág. 13; Firth, 1955, pág. 864; Barnes, 1955). En el sistema inglés, la herencia patrilineal de apellidos y de algunos 157
títulos, así como la de determinados bienes raíces por el primogénito, proporcionan al sistema un cierto aire patrilineal, aunque desde la promulgación del Administration ofEstates Act de 1925, el derecho de sucesión del intestado es completamente bilateral y no hay diferencias formalmente prescritas en las relaciones con los parientes, ya sean del lado paterno o del materno. En los sistemas bilaterales. las configuraciones sociales características. definidas estrictamente en términos de parentesco, son el «grupo de descendencia sin restricciones» (unrestricted deseen/ group) y la «parentela» (kindred) (Goodenough, 1955). El grupo de descendencia sin restricciones está formado por todos los descendientes, por línea masculina o femenina, ele un antepasado común. La parentela consiste en un conjunto de personas que tienen un pariente en común, independientemente de si el parentesco se sigue a través ele los hombres o de las mujeres (Rivers, 1924, pág. 16; Murclock, 1949, págs. 56-57; Goodenough, 1955, págs. 71-72). Cada individuo de la sociedad, o más bien cada conjunto ele hermanos, tendrá una parentela diferente. Con la excepción de sus hermanos, los distintos miembros de la parentela ele una persona tendrán sus propias parentelas, que se solapan pero que no coinciden entre sí. Por lo tanto, la parentela no es un grupo corporado. Como ha señalado Radcliffe-Brown, todos los sistemas de parentesco son bilaterales, en el sentido de que los individuos tienen redes personales de relaciones con los parientes tanto paternos como matemos (Radcliffe-Brown, 1929,pág. 50). Sin embargo, los sistemas propiamente bilaterales se distinguen por la ausencia de grupos de parentesco corporados y cerrados, reclutados sobre la base de la filiación. Por sí misma, la filiación bilateral no puede dar lugar a grupos de parentesco corporados permanentes. Solamente la filiación unilineal puede dar lugar a grupos corporados definidos estrictamente en términos de parentesco. Para que se formen grupos ele parentesco corporados permanentes y cerrados en un sistema bilateral, es necesario la utilización de algún otro criterio adi~ cional, distinto del de parentesco, como base para la formación del grupo. Los grupos corporados de parientes pueden formarse sobre la base del territorio, según el uso real de la tierra más que según los derechos teóricos para usarla; o de acuerdo con la preferencia por una u otra línea parental a la 158
hora de escoger el grupo territorial de parentesco (Firth, 1929, pág. 98; Goodenough, 1955). Como indica Goodenough, todos estos criterios pueden ser considerados como alternativas estructurales al uso de la filiación unilineal como base para la formación de grupos corporados de parentesco. En los sistemas bilaterales de las sociedades primitivas reducidas, el parentesco es fundamental para delimitar los derechos sobre la tierra y los demás recursos productivos (Firth. 1929; Barton, 1919 y 1949; Gluckman, 1950; Morris. 1953. y Geddes. 1954). En ello reside Ja principal diferencia frente a los sistemas bilaterales de las sociedades urbanas industrializadas. En Inglaterra y en otras sociedades industrializadas de Europa Occidental. raramente se reclutan los colectivos laborales basándose en el parentesco; los individuos pueden ganarse la vida sin que su sustento dependa de los parientes. los medios de producción pueden pertenecer a individuos no emparentados entre sí y, aunque las obligaciones de parentesco pueden jugar un papel importante en el traspaso de la propiedad, muchos individuos no poseen ningún medio de producción y, en realidad, apenas si tienen propiedad alguna que legar a sus descendientes. Además, el sistema industrial y ocupacional está constituido de tal forma que los individuos disponen de movilidad espacial y ocupacional; de modo que los parientes pueden estar separados los unos de los otros tanto geográfica como socialmente. La escasa importancia otorgada al parentesco en los asuntos económicos está relacionada con un reconocimiento de los parientes limitado a un círculo cada vez más reducido; asimismo, con la ausencia de grupos corporados de parentesco reclutados sobre la base del territorio o de algún otro criterio ajeno al parentesco; con contactos cada vez menos frecuentes e intensos entre parientes y, por lo tanto, con una mayor individuación de las familias nucleares, y con un mayor grado de variabilidad en el parentesco, en la conducta y en las normas. En contraste con las sociedades primitivas reducidas, el ensamblaje entre el sistema de parentesco y el sistema económico en una sociedad industrializada es extremadamente variable y complejo. Dentro de amplios límites, el funcionamiento del sistema económico permite una gran variedad de normas y de conductas relacionadas con el parentesco. Produce condiciones cambiantes y ofrece a la elección una am159
plia gama de posibilidades. La variabilidad es una característica del sistema. Pero, como intentaré demostrar, la elección no es por completo aleatoria e impredecible. Mediante la comparación de los contactos de tres de nuestras familias con sus parientes, intentaré analizar algunos factores que limitan y conforman las elecciones de las familias en la esfera de sus relaciones con los parientes. B)
FACTORES DETERMINANTES EN LAS RELACIONES DE LAS TRES FAMILIAS CON SUS PARIENTES
Las tres familias son: los Ncwbolt, los Hartley y los Danids. Los Newbolt han quedado ya descritos en el capítulo III. Los Hartley vivían en un barrio del extrarradio y consideraban que sus vecinos eran similares, poco más o menos, a ellos mismos en cuanto al status ocupacional y a la renta. El señor Hartley era el agente de compras de suministros en una empresa industrial de tamaño medio. La señora Hartley no trabajaba; estaba dedicada por completo al cuidado de sus tres hijas pequeñas. Los Hartley se describían a sí mismos como de «clase media-media», y añadían que los padres del señor Hartley eran de «clase obrera». El padre había muerto y la madre vivía en otro barrio del mismo distrito que los Hartley. Los padres de la señora Hartley habían muerto; el padre fue jefe de negociado en el norte de Inglaterra y los Hartley lo describían como de «clase media-media», igual que ellos mismos. Los Daniels vivían en un barrio heterogéneo y mantenían muy poco contacto con sus vecinos. El señor Daniels era subdirector del departamento de incendios de una empresa de seguros y su esposa secretaria personal del director general de otra empresa de seguros. Tenían dos hijos pequeños. un niño y una niña. Los Daniels se describían, con una ligera sonrisa, como de «clase obrera alta». El padre de él había sido gerente de una pequeña empresa de conservas, y el de ella fue propietario de una tienda de equipamiento náutico. Los padres habían muerto mientras que las madres vivían. La relación de estas tres familias con sus parientes puede resumirse brevemente diciendo que los Newbolt estaban muy en contacto con sus parientes, los Hartley lo estaban menos y los Daniels aún menos. Igualmente, los parientes de los New-
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bolt tenían abundantes contactos entre sí, los de los Hartley tenían menos y los de los Daniels aún mucho menos. La tabla 5 ofrece una exposición más precisa de las relacio nes de estas tres familias con los parientes 1• Se observará que se han clasificado los parientes en cuatro tipos, de acuerdo con la distancia social de sus relaciones: «Íntimos». «efectivos». «no efectivos» y «desconocidos». Se ha establecido esta clasificación sobre la base de dos criterios relacionados y en parte coincidentes: la intimidad de la relación con los parientes y el grado de conocimiento de los mismos 2 • En realidad. hay un continuo que abarca desde los parientes más íntimos a los más desconocidos; por ello.esta tipología es arbitraria y. en cierta medida, atenta contra los conceptos de distancia social propios de cada pareja; pero para hacer comparaciones necesitábamos cierto nivel de formalización. TABLAS PARIENTES RECONOCIDOS Y RELACIONES CON LOS MISMOS, EN ·fRES DE LAS FAMILIAS INVESTIGADAS
Hartlcy
Ncwbol! Núm.
Parientes
Intimos ... Efectivos ·-··-No efectivos .. Desconocidos .....
·········-
40 29 63 7
%
29 21 45 5
Danicls
Núm.
%
1 21 21 9
2
3
3
40 40
18 51 18
20 57 20
18
Núm.
.
TOTAL .¡de parientes reconocidos vivos .... Parientes reconocidos ya fallecidos .
%
139
52
100
17
100
90
27
34
79
124
100
TOTAL de parientes reconocidos .....
156 1
1 Todas las tablas de este capítulo se exponen a modo de descripción abreviada; no utilizo los procedimientos estadísticos de forma analítica.
2 Estos criterios son parecidos a los que usa Firth en su estudio sobre los contactos de familias de clase obrera con sus parientes extrafamiliares (pañentes que no pertenecen a Ja propia familia nuclear). Véase Firth, 1956.
161
Los parientes íntimos son aquellos con los que se intercamc bian frecuentes visitas, así como ayuda mutua cuando es · necesario. Sin embargo, se aceptó una importante excepción a este criterio: los padres de muchas parejas vivían a cierta distancia. motivo por el cual no podían ir a verlos con frecuencia· no obstante, los incluíamos entre los parientes íntimos si lo~ visitaban siempre que podían. les escribían muchas veces y hablaban a menudo de ellos. Son efeaivos los parientes con los que se mantienen relaciones que no son tan estrechas como para calificarlas de íntimas. aunque existen. de hecho. ciertos contactos. Nuestros informantes sabían muchas cosas de estos parientes: conocían no sólo datos generales. como el nombre. la edad. la ocupación. etc .. sino también sus aficiones habituales, sus pasatiempos y sus gustos. Si el pariente vivía cerca y lo podían visitar fácilmente. clasificábamos la relación como efectiva cuando se producía un contacto aproximadamente cada dos meses; si el pariente en cuestión vivía a cierta distancia, considerábamos la relación como efectiva siempre y cuando se diese el contacto al ir aquél a Londres ó al desplazarse la familia a la parte del país en la que vivía dicho pariente. Los parientes efectivos normalmente enviaban regalos o felicitaciones por Navidad. aunque no se recogieron datos sobre este punto de todas las familias. Habitualmente, se invic taba a los parientes efectivos a la boda de la pareja y al bautizo de los niños. La distinción entre parientes íntimos y efectivos.·· no fue fácil, sobre todo cuando el pariente vivía lejos; de ahj,.n que el criterio fundamental utilizado fuera una mezcla entre1a!~:Z. cantidad de contactos y el empeño que las personas ponía1f§rl:~iÍ•
visitarlo. Los parientes no efectivos son aquellos con los que p..·.···º.•.·.:···;...'.~ .· !·: · · ·. .·• se tiene contacto, pero de los que nuestros informantes sab4!4'¡¡ji: algunas cosas, aunque este conocimiento se limitara a datps;\!!!1~. generales, tales como el nombre y la ocupación. Desconoci~q/)¡fg~ por último, son aquellos parientes sobre los que los informalltei¡W~); apenas sabían nada más que el propio hecho de su existendal;~~ De las cifras de la tabla 5 se desprenden algunas difereñfJ!·1i cias evidentes. Los Newbolt presentaban mucha mayor pr<;+irN porción de parientes íntimos que los Hartley y los Daniels; uii¡~~; 29 por 100, frente a un 2 y un 3 por 100, respectivamente. L.os.;;;; Newbolt y los Daniels tenían aproximadamente• la mi~riia[~(. ... ; .. ;Hl·\f-"'''; proporción de parientes efectivos (20 por 100), mientras qu~1l'i1 los Hartley ofrecían mayor proporción de parientes en est¡ij~1 categoría (40 por 100). Por último, los Daniels tenían proP<'>[i.•;{~. 162
);fil:
cionalmente más parientes no efectivos y desconocidos que los Newbolt y los Hartley. Aunque la presente exposición se limita a analizar detenidamente estas tres familias, tomadas ·como ejemplos, debe advertirse, no obstante, que otras familias distintas presentaban diferencias semejantes. Dos de las familias en transición se parecían a los Newbolt en que tenían muchos parientes íntimos y efectivos; no obstante. estaban pensando en mudarse de barrio, y suponían que sus contactos con los parientes se iban a reducir drásticamente. Otras diez familias mostraban cierta semejanza con los Hartlcy. aunque en el interior de tal conjunto había muchas diferencias: seis de estas diez familias habían estado muy unidas a sus parientes en períodos anteriores, pero se habían mudado a nuevas zonas y sus contactos con ellos habían disminuido notablemente. Por último, cinco familias se parecían a los Danicls en lo tocante a la cantidad de contactos con los parientes. En los primeros intentos de explicar los diferentes modos de relación con los parientes, traté de correlacionar las diferencias observadas y el status de clase. La correlación no fue muy alta. Las familias que tenían más contacto con los parientes eran o habían sido de clase obrera, y los maridos de las familias que los tenían en menor medida tenían ocupaciones de nivel profesional o semiprofesional; sin embargo, la asociación no era perfecta ni mucho menos. Había varias familias de clase obrera que tenían pocos contactos con sus parientes, y eran de notar acusadas diferencias entre las familias de nivel profesional con respecto a la cantidad y al tipo de contactos con los parientes. En cualquier caso resultaba imposible descubrir exactamente cómo la posición de clase influía, de hecho, en las familias y en sus relaciones con los parientes. Por algún tiempo, fui de la opinión de que las relaciones con los parientes eran por completo un asunto de libre elección personal; esto es, que el único factor realmente importante capaz de influir en tales relaciones era la personalidad de los individuos interesados, así como el ajuste personal entre ellos. Sin embargo, se trataba obviamente de una interpretación demasiado simple. Evidentemente, se daban otros factores. Las personas tendían a tener menos familiaridad con los parientes que vivían lejos, aunque tuvieran simpatía con ellos; eran proclives, asimismo, a tener menos familiari163
dad con parientes lejanos, desde un punto de vista genealó,gico, que con los más próximos, y así sucesivamente. Después de algunos intentos de explicar los datos únicamente en términos de factores individuales, llegué a la conclusión de que había que considerar la conducta con respecto a los parientes como la resultante compleja de diversos factores que operan en combinación conjunta. Los más importantes de entre ellos son los siguientes: I) 2) 3) 4) 5) 6) 7)
lazos económicos entre los parientes; lugar de residencia y acccsibilídad física de los parientes; tipo de vínculo genealógico: la conectividad de la red de parentesco: la presencia y preferencia de «parientes conectores»; semejanzas y diferencias percibidas entre los parientes respecto al status social de los parientes; combinaciones idiosincrásicas de actitudes y necesidades conscientes e inconscientes.
Solamente he incluido en la relación anterior aquellos fac,tores necesarios para el análisis comparativo de las tres fami-. Iias. No pretendo que esta lista de factores sea exhaustiva. Más adelante se considerarán, por separado, algunos otros factores relevantes que han sido controlados, incorporados. por deducción o ignorados en este trabajo. ·· Estos factores representan a fuerzas de muy diversos tipos.; Los lazos económicos y la accesibilidad física del pariente.'. .. < son factores «ecológicos», en el sentido de la teoría de camp6;:é:l en cuanto que fijan condiciones delimitadoras de las relacio,-; :·¡~ nes de parentesco (Lewin, 1952, pág. 170). Los factores refe:¡·,;¡~ rentes a los vínculos genealógicos y a la formación de rede$v'('~:· S0n sociológicos. Las simpatías y antipatías basadas en las /cI. semejanzas y diferencias percibidas de status social seríaii,;+o: consideradas probablemente como factores psicosociales poi;. la mayor parte de los científicos sociales. Por último, las nece,_ sidades y actitudes conscientes e inconscientes serían consi~ derados como factores psicológicos, Con el objeto, pues, de explicar convenientemente los, datos de carácter empírico referentes a las relaciones con los_ parientes, se hace necesaria la utilización de conceptos de,. diferentes disciplinas, En la realidad empírica, todos esto~.\ factores operan a la vez y cualquier caso particular de com:. ,--.,.,x,_-Y-'.''~:-
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portamiento entre parientes puede verse afectado por varios de ellos; unas veces operando en la misma dirección; otras, en claro conflicto entre si. Además, dichos factores no son independientes los unos de los otros. Puede que los parientes se visiten frecuentemente debido a que, entre otros factores, vivan cerca unos de otros; pero es posible también que continúen viviendo cerca los unos de los otros porque, entre otras razones, así pueden utilizar sus relaciones mutuas con fines económicos. A pesar de ello, y con el objeto de facilitar la exposición, trataré los factores de manera consecutiva, empezando por los ecológicos y terminando por los psicológicos. Esto no significa en absoluto que cualquiera de estos factores deba ser considerado como más importante que los demás, en el sentido de que pueda cxpl icar más hechos. El peso relativo de cada factor variará de acuerdo con la configuración particular adoptada en cada caso en la combinación factoriaL Además, tampoco se está afirmando que el conocimiento de tales factores permita predecir exactamente cómo se van a combinar en cada caso particular, sino que este tipo de análisis pone de manifiesto ciertas propiedades del sistema de parentesco y proporciona una idea de lo que hay que esperar de su funcionamiento en cada caso particular. J _ Consecuencias de las relaciones económicas entre parientes
En las sociedades industriales urbanas el parentesco no juega un papel relevante en la estructura económica y ocupacionaL En la mayoría de los casos, las personas no se ven obligadas a deperider de sus parientes para ganarse la vida. Se supone que cada hogar familiar se automantiene y, en comparación con la mayoria de las sociedades reducidas no industrializadas, se dan pocos lazos y obligaciones de carácter económico entre parientes extrafamiliares 3. Sin embargo, los efectos de los sistemas ocupacional y económico no son uni- formes, y el grado de unión entre los parientes sobre la base de lazos económicos varía enormemente, 3
Siguiendo a Firth, uso el término «parientes extrafamiliares» (extra-
fanúlial kin) para referirme a los parientes que no pertenecen a la familia de ·procreación, si se trata de un indivíduo casado ni a la familia de orientación, en el caso de un soltero (Firth, 1956)_
16S
Cuanto más elevado sea el grado en que los parientes com~ parten derechos de propiedad en empresas comunes, y mayo~ res las expectativas de heredar bienes los unos de los otros, más apretados serán los lazos mutuos. Las tres familias consideradas aquí, los Newbolt, los Hartley y los Daniels, y verdaderamente el conjunto completo de familias investigadas, no diferían mucho entre sí en este aspecto. En ninguna de las familias investigadas abundaban los parientes con derechos de propiedad compartidos en empresas comunes. Dos de los individuos habían heredado pequeñas cantidades al morir sus padres; la señora Hartley era una de ellos. Otros tres esperaban heredar, pero en todos los casos la herencia provenía de los padres, con los que, como se verá luego, todas las parejas mantenían relaciones estrechas. Es probable que los lazos entre parientes sean más fuertes si éstos pueden ayudarse mutuamente en lo que toca a la ocupación laboral. Aunque los grupos de parentesco no son unida-. des básicas de la estructura económica y ocupacional, y a pesar de que el status de parentesco no da derecho automáti, camente al sustento, es de notar la existencia de ciertas difec rencias en la capacidad relativa que tienen los parientes de ayudarse entre sí a encontrar trabajo. No se pueden ayudar entre sí directamente si la preparación y selección ocupacional se basa en exámenes y en cualificaciones definidas objeti7 vamente. Por el contrario, en ocupaciones menos cualificadas~ y en algunos negocios y ocupaciones profesionales, en partí: ; cular en negocios familiares, los parientes pueden ayuclarsf.;·;:', más directamente. Es bastante probable que la presencia d~;\.1¡~; lazos económicos entre parientes no esté estrechamente corréo,\i0:{ lacionada con el status de clase ni con el prestigio; de hechq).
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Las familias investigadas ofrecían un notable contrasté'\a . • este respecto. Ninguno de los maridos con ocupación profé?, ' ' sional, semiprofesional o de oficina, tales como el señor Hart1 ley y el señor Daniels, había conseguido su trabajo gracias a la influencia directa de parientes. Habían siclo seleccionado.s por medio de criterios objetivos estrictos, y sus padres lqs Y habían ayudado solamente animándolos y tratando de pn~3· ··< porcionarles un tipo adecuado de educación. Por el contrario; 166
tres de los maridos de las siete familias de clase trabajadora habían encontrado trabajo, en uno u otro momento, gracias a sus parientes; y por el tiempo de las entrevistas, además, dos de ellos se habían establecido definitivamente en tales trabajos. El señor Newbolt nos contaba que, cuando se casó, su suegro habló en su favor al jefe de personal de la empresa en la que trabajaba. y así fue admitido. Algunos otros parientes de la red de los Newbolt se habían ayudado mutuamente para encontrar trabajo; asimismo resultaba claro que se habían desarrollado actividades parecidas entre los parientes de diferentes maridos estudiados por nosotros, los cuales habían encontrado trabajo por el mismo procedimiento. En ciertas zonas de Londres donde se da alguna ocupación local predominante, como, por ejemplo, el trabajo portuario, los empresarios dan preferencia, de forma notoria, a parientes de empleados de confianza. De la misma manera, los parientes pueden a veces ayudarse a encontrar vivienda. De entre las familias investigadas por nosotros, dos vivían en la misma casa que los padres de uno de los cónyuges, y otras dos habían encontrado un piso gracias a la intervención de parientes. En el caso del bloque de pisos estudiado por Firth y sus colaboradores, los propietarios seguían la política de alquilar los pisos vacíos a parientes de buenos inquilinos (Firth, 1956). Una práctica semejante queda recogida por Young y Willmott en el caso de unos bloques de pisos privados de Bethnal Green. Por el contrario, el Ayuntamiento de Londres y los consejos de distrito asignaban los pisos de acuerdo estrictamente con las necesidades (Young, 1954b; Young y Willmott, 1957). Mogey informa de una situación semejante en Oxford (Mogey, 1956). Así pues, la gente suele utilizar, en lo posible, sus contactos con los parientes para conseguir trabajo y casa; la posibilidad misma de utilizarlos de esta forma contribuye a mantener e, incluso, posiblemente a desarrollar las relaciones ya existentes. Sin embargo, la influencia del sistema ocupacional no es uniforme: a veces conduce al establecimiento de lazos económicos entre parientes o permite que éstos usen sus relaciones mutuas para fines económicos; aunque otras veces no sea así. En el conjunto investigado, tales oportunidades eran mayores entre las familias de clase trabajadora. Ahora bien, aunque los parientes estuvieran en condiciones de poder ayudarse mutuamente en lo económico, no se sentían obligados a 167
hacerlo. AsL cuatro de los siete maridos de clase obrera diados por nosotros habían encontrado trabajo y cinco vi' vienda con independencia de sus parientes. Este tipo de contacto era solamente uno de los posibles canales para conseguir objetivos económicos. 2.
Proximidad geográfica de los parientes
En la tabla 6 se exponen los datos sobre la situación del domicilio de los parientes junto con el tipo de relación mantenida con ellos por parte de las tres familias. Las diferencias entre éstas son notables. Dos tercios de los parientes de los Newbolt vivían en el mismo distrito o en otros colindantes, mientras que aproximadamente sólo uno de cada siete, en el caso de los Hartley, y ninguno, en el caso de los Daniels, vivía tan cerca. Los cuarenta parientes íntimos mencionados por los Newbolt habitaban en el mismo distrito o en otros cercanos. Da la impresión, por lo tanto, de que la accesibilidad geográfica podría explicar el hecho de que los Newbolt tuvieran muchos más parientes íntimos que los Hartley y que los Daniels. Sin embargo, la residencia no lo explica todo. Los Newbolt tenían_ tantos parientes íntimos como no efectivos viviendo cerca;· por lo que está claro que no se sentían obligados a ver a los· parientes simplemente porque vivieran cerca de ellos. Ade-, más, tenían cuatro parientes efectivos en las afueras de Lon~¡ dres, pese a que, en su opinión, la distancia física era una barrera casi insuperable para las relaciones sociales. Los Hartley y los Daniels tenían muchos menos parientés. accesibles y una proporción mncho menor de parientes mos que los Newbolt. Los Hartley y los Daniels mc>st1:aban.. tendencia a mantener relaciones por lo menos efectivas con; sus parientes de Londres, aunque es de significar que los: Danie!s tenían también allí parientes no efectivos. La distan~ cia espacial relativa no afectaba mucho al tipo de relación coff los parientes residentes en Inglaterra, pero fuera de Londres: La mayor o menor lejanía entre la familia y estos parientes no explica por qué los Hartley tenían mucha mayor proporción de parientes efectivos fuera de Londres que los Daniels; tari13 poco explica los criterios de selección entre parientes efecti~, vos, no efectivos y desconocidos. Y lo mismo ocurre con los. parientes que viven en el extranjero. . .,_ 168
1
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TABLA6 TIPO DE RELACIÓN CON LOS PARIENTES EN RELACION CON LA ACCESIBILIDAD FÍSICA DE LOS MISMOS
1 ___________
J___":bol'__¡__ ,;ª:'~__j___Dai1icl~-~-·
) Parientes que viven en ) / Londres, en el n1ismo dis- ) / trito o en uno colindan!c ¡'
íntin1os efectivos
1
(
)
1
no efectivos desconocidos
!
J
¡·
1
o
o
o o o o
97
7
o
40 1
j
16
6
o
41
Parientes que viven en 1 Londres, en otro distrito 1 más lejano
!
íntimos
o
o
)
efectivos
9 JO 6
3
2 3
o o
o
25
3
12
1
no efectivos desconocidos
1
7
Parientes que viven en Gran Bretaña pero fuera de Londres íntimos
o
o
l
efectivos
4 6
12 16
¡¡
o
o
41 13
10
28
66
o o o
o
o
1
o
o
,¡
no efectivos desconocidos
Parientes que viven en el extranjero íntimos efectivos
no efectivos desconocidos
o
o
5
5
5
5
i 1r
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de parientes reconocidos vivos
l
1
o
1
o
TOTAL
52
!39
UA
90
,I
'!
i'
En resumen, la proximidad física de los parientes con pecto a una familia posibilita la intimidad, pero no la hace inevitable. Es muy difícil para una familia, especialmente si tiene niüos pequeüos. mantener relaciones íntimas con parientes geográficamente distantes. Ahora bien, si los parientes viven cerca, dicha familia puede mantener un estrecho contacto con ellos. aunque no está obligada a hacerlo. 3.
Tipo ríe vínculo
~i;;enealól;ico
Las tres familias y, desde luego, todas las demás del conjunto investigado. definían de forma parecida el ámbito de reconocimiento de parentesco: el círculo era muy limitado; alcanzaba verticalmente a los abuelos. aunque no a los hermanos de éstos, y lateralmente a los primos hermanos. Mogey da cuenta en su estudio de una definición igualmente reducida en Oxford (Mogey, 1956). En el interior del citado círculo, nuestros informantes tenían un conocimiento sistemático de los parientes; su conocimiento de los situados más allá de tal círculo era esporádico y asistemático; en su opinión, además, tampoco tenían obligación de saber mucho de ellos. Más de la mitad de las parejas sabían algo sobre uno o dos parientes aislados, exteriores al círculo normal; normalmente un bisabuelo, una tía abuela, o algún «primo lejano»; no obstante; pensaban que tal conocimiento no era corriente y explicaban que se debía a encuentros concretos con parientes en la infanc\ cia o a factores tales como leyendas familiares sobre antepa-i sados ilustres de alguna rama particular de la familia. Es más;! llegado el caso de que los informantes estuvieran al corriente! de sus bisabuelos o tatarabuelos, no ocurría lo mismo con losi primos terceros o cuartos. Aunque algunas parejas estaban al: tanto de ciertos «primos lejanos», a menudo no sabían exac-, lamente el grado de parentesco que les unía a ellos. Tampoco se ponían de acuerdo sobre la terminología aplicable a los primos y nos preguntaban frecuentemente a este respecto. Los informantes daban por sentado conocer y mantener relaciones, cuando fueran viejos, con sus propios nietos, pero no así con los hijos de sus sobrinos. El sistema se ensancha por la base y tiende a truncarse por la cima; ahora bien, la extensión vertical y la extensión lateral correspondiente son mucho menores que las existentes en los sistemas bilaterales de 170
muchas sociedades reducidas y, por supuesto, también menores que las de los sistemas bilaterales en determinadas áreas rurales de la sociedad occidental europea, en donde el conocimiento y el contacto pueden alcanzar a los primos terceros y a veces a los cuartos 4 • Los Newbolt, los Hartley y los Daniels tenían un rasgo en común: sus padres respectivos eran, para cada uno de ellos, parientes de tipo íntimo. De hecho. todas las parejas investigadas consideraban a los padres como parientes íntimos, incluso cuando no les eran físicamente accesibles. Aunque, en nuestro caso, no parecían darse normas universales, formuladas claramente, sobre los derechos y obligaciones con respecto a los parientes -tal y como se encuentran a menudo en las sociedades primitivas reducidas-, todas las familias manifestaban, directa o indirectamente, el sentimiento de que sus obligaciones para con los padres eran más fuertes que las debidas a cualquier otro tipo de pariente. Consideraban que debían mantener relaciones amistosas con los padres aunque no siempre se llevaran muy bien con ellos. De hecho, algunas parejas se mostraban encantadas de que la separación física dificultara la frecuencia de los contactos; así evitaban la incomodidad de una hostilidad manifiesta. Por otra parte, las tres familias diferían en lo relativo a la intimidad con los parientes según el vínculo genealógico de unión. En todas las familias investigadas por nosotros se admitía implícitamente el que las mujeres fuesen normalmente algo más activas que los hombres en el mantenimiento de los lazos de parentesco, aunque en el caso de los Newbolt esta tendencia era extremadamente acusada. La madre era el pariente por'excelencia y el vínculo madre-hija la relación por excelencia. La señora Newbolt iba a ver a su madre casi todos los días y ésta hacía lo propio también con frecuencia. Normalmente se ayudaban en las tareas domésticas y con pequeños préstamos. La madre de la señora Newbolt cuidaba a menudo de los niños y la señora Newbolt le hacía la compra. La señora Newbolt hablaba de su madre más frecuentemente 4 No obstante, incluso en las áreas rurales, el parentesco puede llegar a ser reconocido tan sólo hasta los primos hermanos (véase Curie, 1952, y Harris, 1954). Tal limitación está probablemente ligada a la escasa importancia del parentesco en los asuntos económicos. Una alta tasa de emigración puede también contribuir a ello.
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que de su padre; decía por costumbre: «Voy a visitar a mi madre», pero uunca: «Voy a visitar a mis padres.» Hablaba de la casa de sus padres como «la casa de mamá», y era su madre la que venía a visitarla, no los dos. su madre y su padre, juntos. Lo mismo ocurría con el seüor Ncwbolt, que hablaba de su madre más a menudo que de su padre. Los Newbolt no se tenían por especiales a este respecto. Daban por sentado que la relación entre madre e hijo es más estrecha que la que se da entre padre e hijo. no solamente en la infancia. sino también en la madurez. También tenían por normal que en la madurez la relación entre una mujer y su madre fuese más estrecha que entre un hombre y la suya: asimismo, que la relación entre una mujer y su madre fuese más estrecha que entre una mujer y su suegra. Por ello, era de esperar que la abuela materna fuera un pariente más íntimo que la abuela paterna. La propia abuela materna de la señora Newbolt vivía y la señora Newbolt la visitaba casi tan a menudo como a su madre. Según el Institute ofCommunity Studies, estas actitudes y prácticas resultan habituales entre las familias estudiadas en Bethnal Green. La consecuencia de la estrecha unión entre madre e hija se puede apreciar en las relaciones de los Newbolt con los parientes genealógicamente más distantes: con la excepción de los padres del señor Newbolt, todos los parientes íntimos eran de la mujer. Los parientes accesibles pero no efectivos eran parientes del marido. Como decía la señora Newbolt: «David ahora no ve mucho a su familia, aparte de a su madré'. Cuando se casó conmigo, no solamente se casó conmigo, si: casó con mi familia también. ¿No es verdad, David?» Newbolt reconocían que la relación entre un hombre y su gra suele ser difícil casi siempre. Las pretensiones del m11mjó sobre su esposa y las de la madre sobre su hija entran mente en conflicto, de modo que la mujer se ve atrapada entiñ conflicto de lealtades. La señora Newbolt se sentía muy afót: tunada porque su madre y su marido se llevaban muy ' bien. Los Hartley y los Daniels concedían menos importancia al papel de la madre como el familiar por excelencia. Al refe~ rirse al pasado, hablaban tanto de sus padres como de sus madres; no obstante, como aquéllos, los padres, habían muerte) algunos años antes de que empezaran las entrevistas, habJac ban con menor frecuencia de ellos al tratar acontecimientos· 172
(
e 4 u d b
del momento. Por sus propios comentarios, parecía claro que los Hartley y los Daniels pensaban en sus padres como si se tratara de una unidad, como «padres» en conjunto, más que «madre» y «padre» tomados por separado. Por su puesto, también los diferenciaban y los consideraban por separado, pero no destacaban tanto el papel de la madre frente al padre; las mujeres tendían a sentirse ligeramente más unidas a sus madres, y los hombres a sus padres. En circunstancias semejantes, se podía esperar que la madre de la esposa y la del marido fueran asimismo parientes íntimos. Además, los HartIcy y los Daniels opinaban que los cónyuges se debían mutua lealtad, mayor incluso que la debida a los padres respectivos. Dentro de lo posible, había que evitar el conflicto con los padres; ahora bien, en el caso de que éste fuera inevitable, la tendencia era tomar partido por el cónyuge a costa de los propios padres. Las dos esposas confiaban en que sus maridos les proporcionarían parte de la ayuda doméstica y del apoyo emocional que, por su lado, la señora Newbolt esperaba recibir de la madre y de otras mujeres de la familia. Esta constante insistencia en que ambos padres tuvieran una importancia equivalente, se refleja en las relaciones de los Hartley y los Daniels con los parientes más distantes. Al contrario que los Newbolt, no mostraban mayor preferencia por los parientes de la esposa que por los del esposo, o por los de la madre más que por los del padre. Tenían un orden aproximado de intimidad: tras de los padres, venían los hermanos y los tíos por ambos lados, juntamente con los miembros de sus respectivos hogares. La mayor parte de estos parientes eran efectivos, aunque también había muchos no efectivos y algunos desconocidos. La mayoría de los primos eran no efectivos o desconocidos, aunque aquí también aparecen excepc10nes. En resumen, el tipo de vínculo genealógico explica parte de los hechos relacionados con el contacto, pero no todos. No opera como un factor simple y aislado. 4.
Conectividad de la red de parentesco
En los tres casos tratados, la familia nuclear existía como una unidad diferenciada, claramente identificable y separada de sus parientes y de otras instituciones. A decir verdad, también era regla general para todas las familias investigadas el
hecho de que cada familia nuclear debía formar unidad doméstica y ser independiente, financieramente hablando, de las demás. La individuación de la familia nuclear se apreciaba también en el hecho de que los informantes pensaban en sus parientes más en términos de familia que en términos de individuo; consideraban la parentela como un conjunto de familias o de hogares familiares unidos a través ele relaciones de individuos. Así pues. si bien todas las familias nucleares aparecían como unidades distintas. existían diferencias de grado en la individuación: esto cs. en la expectativa familiar de controlar sus propios asuntos sin ayuda o estorbo de los parientes. Estas diferencias tienen que ver con el grado de conectividad de la red de parentesco. En todos los casos, el conjunto total de los parientes reconocidos como tales por una familia formaba más una red que un grupo organizado. Algunos miembros estaban en contacto entre sí, y otros no. Aunque todos los parientes reconocidos por una familia concreta tenían vínculos cognaticios o de afinidad con esa familia, algunos no se relacionaban entre sí, y cada cual tenía otros parientes distintos que no eran reconocidos como tales por la familia. Los agrupamientos temporales, las reuniones, se componían con individuos pertenecientes a la red de parentesco, con motivo de determinadas celebracíones, tales corno bodas, funerales y otras por el estilo; sin embargo, los que asistían a una reunión de este tipo no eran por lo común los mismos que iban a la siguiente; asistían más bien a la reunión en función de su compromiso para con algún pariente o alguna familia en particular. Las redes de parentesco de los Newbolt, de los Hartley y los Daniels presentaban acusadas diferencias en cuanto a conectividad. La red de parientes de los Newbolt estaba unida. Sus cuarenta parientes íntimos estaban en est:re•;hé) contacto no solamente con los Newbolt, sino también entre sí. Era menor el número de parientes de los Hartley que estaban en contacto mutuo de carácter íntimo, aunque muchos ellos mantenían contacto de tipo efectivo. Aún eran menos los parientes de los Daniels que se veían sin la presencia de éstos 5 . Estas diferencias en la conectividad van unidas a dife5 La información sobre la cantidad de contactos que los parientes ten{áll entre sí, diferenciados de los mantenidos con la pareja que estábamos entr~ vistando, es muy completa para el caso de los Newbolt, los Hartley y ló's
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rencias en el tipo y cantidad de contactos mantenidos por las tres familias con los parientes. Lo que quiero apuntar aquí es que las diferencias en la frecuencia e intensidad de contacto de las familias con sus parientes se pueden atribuir, en parte, a diferencias en la frecuencia e intensidad de contacto de los propios parientes entre sí al margen de la familia. Cuanto más unida sea la red de parentesco de una familia, más probabilidades hay de que esa familia visite a sus parientes. Si los parientes se ven los unos a los otros frecuentemente, tienen entonces la capacidad de ejercer una presión firme, casi colectiva, sobre la familia para que ésta guarde las obligaciones del parentesco. Si apenas se ven, su control social sobre la familia es fragmentario, parcial y probablemente poco firme. En consecuencia, era tarea muy difícil para cualquiera que perteneciera al conjunto de parientes íntimos de los Newbolt guardar un secreto o mantener su intimidad, pero, a cambio, podían confiar ios unos en los otros para ayudarse en caso de enfermedad, desempleo o cualquier otro problema. Debido a esta interacción constante, habían desarrollado de forma manifiesta un conjunto compartido de valores y opiniones; tales valores compartidos, a su vez, facilitaban la continua interacción entre ellos. Asimismo, y como resultado de la existencia de un consenso básico entre ellos, y debido a los servicios mutuos que se prestaban, podían ejercer una presión social efectiva sobre los Newbolt y sobre cada uno de ellos, con el objeto de mantener las obligaciones del parentesco. Ahora bien, incluso en el caso de una red tan unida como la de los Newbolt, los parientes no se sentían obligados a tomar parte en las actividades de parentesco. Siempre cabía la posibilidad de no participar. No obstante, si se quería aprovechar los beneficios de la camaraderia, el apoyo emocional o la ayuda en momentos de crisis, era necesario avenirse a los valores de los parientes. Las familias como los Hartley y los Daniels, pero no lo es tanto ni alcanza suficiente consistencia como para permitir una presentación cuantitativa. En teoría, se debería entrevistar tanto a los propios parientes como a la pareja por la que se está principalmente interesado. En la práctica esto sería muy difícil para la mayoría de los casos, sin embargo sería posible hacer a las propias parejas preguntas más detalladas y uniformes acerca de los contactos mantenidos por sus parientes de modo independiente. Desgraciadamente, nos dimos cuenta de la importancia de taíes preguntas cuando ya había terminado gran parte de) trabajo de campo.
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Daniels obtenían algunos de estos servicios de los amigos, pero la señora Newbolt no confiaba en los amigos como sustitutos de los parientes. La red de parentesco de los Hartley no estaba tan unida como la de los Newbolt, aunque presentaba mayor trabazón que la de los Daniels. Esta diferencia en la conectividad de la red explica, en parte al menos, el hecho de que el 40 por l 00 de los parientes de los Hartley fueran efectivos, mientras que solamente lo eran el 20 por 100 de los de los Daniels. Algunos tíos del seüor Hartley y su propia madre se veían entre sí, y juntos ejercían una moderada presión sobre los Hartlcy para que los visitaran. Sus sanciones no eran muy fuertes -en absoluto tan apremiantes como las de los parientes de los Newbolt-, pero sí lo suficiente como para hacer que la pareja se sintiera obligada a mantener los lazos de parentesco. Los Hartley devolvían las obligadas visitas a sus tíos, pero las personas con las que estaban más estrechamente relacionados (además de su madre) eran sus amigos y vecinos. La red de parentesco de los Daniels estaba incluso mucho menos unida. Sus parientes tenían menos contacto entre sí, por lo que apenas había base para el mantenimiento de opiniones y valores compartidos y, por consiguiente, ejercían menos presión sobre los Daniels con el objeto de que los visitaran. En correspondencia a la escasa presión social que ejercían sobre los Daniels, su control era también parcial y fragmentario. Con la excepción de sus madres respectivas y de la hermana del marido, mantenían relaciones íntimas con sus amigos más que con sus parientes. Las diferencias entre estas tres familias quedan clara'ó .; mente reflejadas en el contraste entre sus respectivas bodas:y en sus correspondientes actitudes hacia las mismas. La señora·c. N ewbolt se lamentaba mucho de que, por diferentes razones;c) su boda hubiera sido un asunto de poca monta: tan sólo asís:. tieron a ella los padres de ambos. Pero se desquitó al año siguiente cuando celebró una gran fiesta, con motivo de cum~ plir veintiún años, a la que asistió una gran cantidad de parientes: «Muchos, tantos que ni pude contarlos ni los recuerdo.» •:.¡¡ '{'lfp Los Hartley se casaron por la Iglesia: «con un vestid.o ;~)
E;~%E::~::SL~~~:::~:~Z~f~~:5;;:~:1il§i
madre del señor Hartley y el hermano de la señora Hartley (los demás progenitores ya habían muerto y el señor Hartley no tenía hermanos), dos primos del señor Hartley y un primo segundo del padre de la señora Hartley con su mujer. Los Daniels se casaron por lo civil. El único pariente que asistió fue la hermana del señor Daniels. Los demás invitados eran amigos. Aunque los Daniels se llevaban bien con sus padres, y habían hecho las presentaciones oportunas antes de la boda, no consideraron que fuera necesaria la asistencia de sus padres a la ceremonia. Por aquella época, los padres vivían en el campo. El contraste aludido parece indicar que los Daniels concebían la boda como su unión personal simplemente, no como una reunión de parientes. Era necesaria Ja presencia de amigos. en vez de parientes, como público para el establecimiento de la nueva relación. Los Newbolt, por el contrario, opinaban que las bodas eran buenas ocasiones para que se reunieran numerosos grupos de parientes. Los amigos apenas eran mencionados. Por último, Jos Hartley se encontraban entre los dos extremos. En Ja red de parentesco de los Newbolt existía un núcleo de mujeres formado por Ja abuela materna de la señora Newbolt y por algunas de sus hijas, incluida Ja madre de la señora Newbolt. La señora Newbolt era Ja mayor de la tercera generación, pero sus primas estaban haciéndose mayores y casándose, de modo que era de suponer que pronto empezarían a incorporarse a las actividades de sus madres y tías. Cada una de estas mujeres hacía que sus hijos y, en alguna medida, sus maridos se relacionaran con los demás miembros del núcleo. Dichas mujetes eran las que organizaban las grandes reuniones de parientes en las bodas, funerales, bautizos, etc.; eran ellas las que inducían normalmente a los parientes masculinos a ayudarse entre sí a buscar trabajo, y eran también ellas las que hacían la mayor parte de las visitas y las que prestaban la mayor parte de las pequeñas ayudas mutuas. Este núcleo femenino de parientes estaba tan trabado y tan integrado que quizás debería considerarse más como un grupo organizado que como una red. Young y sus colaboradores han descrito estos grupos detalladamente en Bethnal Green (Young, 1954a y 1956; Young y Willmott, 1957; Townsend, 1955a, 1955b y 1957); asimismo, hay indicios de su existencia en otras zonas de clase trabajadora (Gorer, 1955, pp. 45-46; Jephcott y Car-
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ter, 1955; Kerr, 1955; Shaw, 1954; Sheldon, 1948). No se daban grupos de este tipo en las redes de parentesco de los Hartley ni en la de los Daniels, aunque había cierta tendencia en sus redes, al igual que en las de todas las familias investigadas, a que las mujeres fueran algo más activas que los hombres a la hora de mantener los lazos de parentesco. Es oportuno plantear ahora tres preguntas: primera, i,por qué son las mujeres más activas que los hombres a la hora de mantener los lazos de parentesco?; segunda, ¿por qué esta tendencia es más acusada en el caso de los Newbolt?; tercera, ¿por qué hay grupos ele mujeres en la red de los Newbolt y no los hay en las redes de las otras familias? En primer lugar, normalmente la esposa hace una inversión emocional en la familia mayor que el marido, y se ocupa más de los hijos, sobre todo cuando son muy pequeños. Cuando éstos crecen, suelen continuar sintiéndose más próximos a la madre. Probablemente esta tendencia sea un poco más acusada en las hijas que en los hijos. Aquéllas, igual que sus madres, se ven a sí mismas más dedicadas a la familia que sus hermanos, más involucradas en relaciones con los padres y con los demás parientes, más preocupadas por su futuro matrimonio, mientras que sus hermanos se centran en el trabajo y en su carrera profesional. En el capítulo III se indicó que las familias con redes poco unidas solían desarrollar roles relacionales conjuntos entre marido y mujer, mientras que las familias con redes muy unidas tenían roles relacionales conyugales más separados. Las personas que han sido educadas en familias con una relación conyugal conjunta, en las que la madre y el padre compartían las tareas y el cuidado de los niños, tenderán probablemente a dar menos importancia a las diferencias de actitud con respecto a los padres, y a las diferencias según el sexo en lo tocante a la orientación hacia la familia y con respecto a las relaciones con los parientes. Si, además, éstos se encuentran desperdigados por todo el país, es difícil que se mantengan lazos de parentesco muy estrechos, sea con hombres o con rnu3eres. En el caso de los Newbolt, la importancia concedida a las mujeres corno especialistas en asuntos de parentesco era muy exagerada. En mi opinión, esto tiene que ver con el hecho de haber nacido y crecido en una familia con una acusada separación de roles parentales. La madre es el miembro parental 178
por excelencia para cualquier niño en tal situación. El padre, por su parte, es fácil que esté fuera de casa la mayor parte del tiempo; se trata, en cierta medida, de una figura distante; es el que impone la disciplina unas veces; otras es fuente de entretenimiento; no es una persona muy próxima, aunque obviamente tiene importancia como sostén económico de toda la familia. Cuando un hijo se hace mayor tiende a separarse de su madre, quizás no solamente a través de la identificación positiva con su padre -punto éste tan importante, como el psicoanálisis ha demostrado-, sino también mediante una identificación positiva con el grupo de iguales. Tengamos en cuenta que, a partir de los tres de af\os ele edad, tales muchachos pasan mucho tiempo con el grupo de muchachos del barrio y estas relaciones pueden continuar durante muchos años, incluso en la madurez. A juzgar por lo que pudimos ver en el caso de los Newbolt, los amigos y el trabajo arrastraban fuera de la casa en mucho menor medida a las muchachas que a los muchachos; asimismo, en la madurez, las chicas desarrollaban relaciones más estrechas con sus madres. Madres e hijas estaban más unidas que madre e hijo o padre e hijo. Sin embargo, las consecuencias psicológicas de haber sido educado en una familia con separación acusada de roles parentales no generan por sí mismas la aparición de grupos de mujeres dentro de las redes ele parentesco. A lo más que llega es a producir un lazo emocionalmente estrecho entre la madre y los hijos, sobre todo entre la madre y la hija. Pero para que llegue a formarse un grupo tiene que haber también otras mujeres emparentadas en el mismo lugar y al mismo tiempo. Para que se formen grupos de abuela, madres e hijas, las mujeres deben casarse pronto; deben tener muchos hijos, preferiblemente hijas; deben tener una vida larga, y todas las mujeres en cuestión deben continuar viviendo en el mismo barrio. La formación de tales grupos también depende de ciertos factores negativos: ausencia de derechos sobre la tierra o de otros privilegios económicos por parte del padre y de sus parientes. Por último, también depende ele factores psicológicos, ya que la antipatía personal puede pesar más que las ventajas de los lazos matrilaterales y la solidaridad fememna. Para resumirlo en líneas generales: siempre que no se pro·
tes por parte de padre, y siempre que dos o, preferiblemente;· tres generaciones de madres e hijas vivan en el mismo lugar y al mismo tiempo, es probable que el sistema de parentesco bilateral tienda a desarrollar inclinaciones matrilaterales, y que puedan formarse en el interior de las redes de parentesco gmpos compuestos de madres e h~jas. Pero tales gmpos son únicamente posibles, en ningún caso necesarios. Las disputas entre parientes matrilaterales, la preferencia por los parientes del marido y una multitud de factores similares pueden dar al traste con este modelo. En el caso de los Newbolt y de otras familias parecidas, estos grupos de parientes femeninos se veían quizás reforzados por el deseo de seguridad económica. Los maridos y los padres podían morirse o decidir marcharse, y en compensación a las mujeres les cabía la posibilidad de utilizar a sus parientes maternos como una póliza informal de seguros para sí mismas y para sus hijos. Estos grupos tenían una fuerte influencia sobre sus miembros, los cuales podían obtener recíprocamente muchas de las satisfacciones emocionales y materiales que otras mujeres tenían que conseguir de sus propios maridos. En el capítulo III expliqué cómo tales relaciones con parientes extrafamiliares permiten la separación en el rol relacional del marido y la mujer. En cuanto a los niños, tal separación conduce, a su vez, al desarrollo de actitudes conscientes e inconscientes favorables a la continuación de los. gmpos abuela-madre-hija, de manera que la situación se per: petúa. Sin embargo, estos gmpos de madres e hijas no tienen, una continuidad estmctural. No duran varias generaciones;,. no tienen nombre; tienden a destmirse cuando la abuelac. muere, y se disuelven con facilidad cuando los miembros se., separan los unos de los otros. ' Sigue en pie el problema de que algunas familias tienen redes de parentesco más estrechamente unidas que otras. Ello . está relacionado, entre otros factores, con las semejanzas ocu" pacionales y la proximidad de domicilio. El 82 por 100 de los parientes de los Newbolt tenía ocupaciones más o menos semejantes en su status a la del señor Newbolt (semicualificados o sin cualificar); muchos de ellos trabajaban en industrias locales. Dos tercios de dichos parientes vivían en el mismo distrito o en otros adyacentes, de forma que eran accesibles a los Newbolt y entre sí. Como se afirmó anteriormente, la proximidad de domicilio facilita un. 180
elevado grado de conectividad de la red, aunque lo uno no implica necesariamente lo otro. De la misma forma, como se verá más adelante, las semejanzas sociales sentidas. influyen de forma importante en las relaciones entre los parientes; ahora bien, tales semejanzas percibidas de status ocupacional no coinciden siempre con las semejanzas calculadas de forma objetiva. Los parientes de los Hartley estaban más dispersos que los de los Newbolt, tanto en términos ocupacionales como geográficos. Solamente el 44 por 100 tenía ocupaciones similares a las del seilor Hartley. y sólo uno de cada siete vivía en el mismo distrito o en otro cercano. Los parientes de los Daniels estaban aún más diseminados. El 43 por 100 tenía ocupaciones más o menos semejantes en su status a la del seilor Daniels, y ninguno de ellos vivía en su mismo distrito. Es de notar otra diferencia en cuanto al domicilio entre los parientes de los Hartley y los de los Daniels, que justificaba, desde el punto de vista geográfico, el mayor grado de conectividad en la red de parentesco de los Hartley. Los parientes de los Hartley estaban agrupados en dos conjuntos, uno en el sur de Inglaterra y otro en el norte, y había una gran cantidad de contactos dentro de cada conjunto, especialmente dentro del conjunto del sur. Los parientes de los Daniels estaban mucho más diseminados geográficamente. La conectividad no depende, claro está, sólo de las semejanzas ocupacionales y de la proximidad del domicilio. Como se describió en el capítulo IV, aquella es la resultante compleja de innumerables decisiones adoptadas por todos los miembros de la red, de acuerdo con combinaciones particulares de necesidades personales y factores situacionales: presencia o ausencia de lazos económicos entre los parientes; proximidad de domicilio; oportunidades para el establecimiento de relaciones fuera del barrio y fuera de la red de parentesco, así como un complicado conjunto de factores relacionados con la movilidad espacial y ·social. 5. Presencia y preferencias de los parientes conectores Los cuatro factores tratados hasta ahora -lazos económicos entre parientes; residencia y accesibilidad física de los 181
parientes; tipo de vínculo genealógico, y conectividad de las redes de parentesco- explican buena parte, pero no todos los aspectos relativos a los contactos entres las tres familias y sus parientes. No explican. púr ejemplo, por qué los Newbolt mantenían un contacto de tipo intimo con dos de las tías maternas y sólo afectivo con las demás. De la misma forma, tampoco explican por qué los Hartlcy se veían con unos primos y con otros no. Algunas de esta anomalías pueden atribuirse a la presencia y a las preferencias de los «parientes conectores» (connecting relatives). Todos los parientes íntimos y efectivos están. por definición, enlazados socialmente entre si, pero algunas relaciones son directas, mientras que otras se mantienen indirectamente a través de algún pariente mediador. Una persona puede ver a sus tíos porque éstos ven a sus padres, o puede que vea a sus primos debido a que visita a su tia. A tales parientes mediadores los denominamos aquí parientes conectores 6 Ellos dirigen el flujo de las relaciones entre otros parientes, unas veces haciendo que se reúnan, y otras poniendo obstáculos a que se vean. Entre las familias investigadas por nosotros, los parientes conectores más importantes normalmente eran los padres, en especial las madres, y los abuelos si aún vivían, aunque en algunos casos .. este papel podía ser desempeñado por alguna tía. Los principales parientes conectores de los Newbolt eran . la madre y la abuela materna de la señora Newbo!L Cuando la señora Newbolt iba a visitar a su madre se veía no solamente •.:'v con su madre, con su padre y con sus hermanos, sino tambiéii ''Nt .;·,·::.:--:' con los parientes que iban de visita a la casa materna, prinqk :_;¡_·__i.~._1:·~.- ·. •.: ·.•· palmente las hermanas de su madre y sus hijos. De la misID;á , O/·.· forma, cuando la señora Newboltvisitaba a su abuela no solá~'i•i;c~kf mente la veía a ella, sino también a todas las demás persona~ .·~:~•;• que vivían en la casa, a saber: el abuelo, dos tías, el marido"dt: .·.•·> una de las tías, un tío y un primo. Veía, además, a todas las personas que iban a visitar a su abuela, la mayoría de las cu'acc les eran los propios hijos de ésta. En mucha menor medida, · la madre del señor Newbolt también actuaba como pariente conector, poniendo a la familia Newbolt en contacto con sus hermanas y los hijos de éstas. ·. , 6 Cfr. el concepto de Fü1h de «pariente bisagra» (pivota! relatives) (Firt~ 1956), así como el concepto de Lewin de «portero» (gatekeeper) CLew?-},7 · 1948). ..,
182
Gran parte de las discrepancias entre el grado de intimidad y el vínculo genealógico puede atribuirse a las preferencias personales de los parientes conectores de los Newbolt. Así, la madre de la señora Newbolt tenía dos hermanas que no le caían bien; y estas mujeres y sus familias respectivas eran para los Newbolt únicamente parientes efectivos, pero no íntimos. Por otro lado, estaba encariñada con dos hermanas de su marido, por lo que estas mujeres y sus familias acabaron por ser también parientes íntimos de los Newbolt. Además, la madre del seüor Newbolt estaba particularmente encariñada con la esposa de un hcm1ano de su marido, por lo que cuando esta familia se mudó a una nueva barriada, hizo un considerable esfuerzo por mantener las relaciones; alguna que otra vez veían los Newbolt a estos tíos cuando visitaban a la abuela paterna. Así pues, si bien las simpatías y antipatías personales son importantes, lo que cuenta verdaderamente, a este respecto, son las preferencias personales de los parientes conectores, más que las simpatías y antipatías de las propias parejas. No se puede afirmar con certeza si los Newbolt continuarían su actual pauta de contactos con los parientes en el caso de que murieran los parientes conectores, pero parece probable que dicha pauta resultaría drásticamente modificada. De hecho, así había ocurrido en el caso de otras dos de las familias investigadas, que anteriormente habían tenido redes de parentesco estrechamente unidas. No puede hacerse un estricta comparación entre los Hartley y los Daniels, por un lado, y los Newbolt, por otro, ya que los padres de aquéllos habían muerto y únicamente podían actuar como parientes conectores las madres. De cualquier forma, en todas las familias investigadas, las madres tendían a desempeñar este papel con más frecuencia que los padres. La madre del señor Hartley era el pariente conector más importante de los H artley. Era originaria de Irlanda y no tenía parientes en Inglaterra, así que sólo ponía a los Hartley y a sus parientes en contacto en las raras ocasiones en que éstos iban a Inglaterra. Sin embargo, ella animaba extraordinariamente a los Hartley a que visitaran a las hermanas de su último marido y a los hijos de éstas que vivían en Londres y en el sur de Inglaterra. Los Hartley nos explicaron que por ellos no se hubieran iniciado contactos independientes con los primos a no ser por causa de mutua simpatía o de la existencia de afi-
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ciones comunes; sin embargo, como la madre del señor ley se veía con los padres de sus primos y dado que v11rían cerca los unos de los otros, era natural que trataran bastante tanto con sus primos como con sus tías. Los Hartlcy tenían relaciones más independientes que los Newbolt. Aproxima: P• ·•• importancia una vez uno se hacía mayor: había que verlos.die niños al visitar a los tíos, pero que una vez que los o rimos •.\ dejaban la casa no era necesario preocuparse ya por menos que compartieran con los mismos muchas aficiones, además del mero lazo de parentesco. Otras familias con redes poco unidas compartían esta opinión. En todas las familias consideradas, los padres y los a bue;: los habían actuado, en épocas pasadas, cuando nuestros. informantes eran niños, como parientes conectores, poniéndolos en contacto con unos parientes e ignorando a otros. En el presente podían observarse vestigios del pasado: los parientes efectivos de nuestros informantes eran normalmente aque:· llos a los que habían conocido y visitado de niños. Se daban; 184
además, muchos casos de parientes que en otro momento fueron efectivos y que se habían convertido, con el tiempo, en no efectivos; por el contrario. eran muy pocos los casos inversos de parientes no efectivos durante la infancia que hubieran alcanzado el rango de efectivos en la madurez, excepto por breves períodos durante la guerra. Así pues, podemos afirmar que una familia no está unida a sus parientes de una manera unifom1e. U nas relaciones las mantiene directamente aquélla; otras se mantienen más indirectamente, a través ele parientes conectores que sirven ele mediación. Los parientes conectores son para una red de parentesco lo que un líder es para un grupo organizado. Controlan y dirigen el ílujo de actividades y ele relaciones sociales. No obstante, el papel de pariente conector no es obligatorio ni inevitable. Algnnos individuos tienen más talento y afición para ello que otros, y no hay normas fijas sobre cómo desempeñar este papel ni fuertes sanciones que obliguen a una persona, por ocupar una determinada posición, a desempeñarlo de una forma determinada. Dentro de los límites marcados por los lazos económicos, el domicilio y las obligaciones con respecto a los padres, se permite la libre expresión de las simpatías o antipatías personales, ele forma que las familias se ven afectadas no solamente por sus propias preferencias, sino también por las preferencias de sus parientes conectantes. 6. Consecuencias de las semejanzas y diferencias percibidas de status social Está claro que, en las familias investigadas, las simpatías y antipatías personales jugaban un papel importante a la hora de relacionarse con unos parientes y de ignorar a otros. El problema aquí consiste en saber si existe una base social general que explique estas simpatías y antipatías, tanto por parte de las propias parejas como por parte ele los parientes conectores; aunque prestaremos más atención a las preferencias de las parejas. Parecía verosímil suponer que las semejanzas y diferencias de status social estarían en el fondo de los citados sentimientos de simpatía y antipatía personal. En tal sentido, estudiamos la relación entre, por un lado, el tipo de contacto con los parientes y, por otro las semejanzas y diferencias ele 185
¡•
status social entre las parejas y estos mismos parientes. Las semejanzas y diferencias de status se estimaron. en una primera aproximación, sobre la base de la ocupación. Con tal propósito se consideró que todos los miembros de un hogar familiar tenían el mismo status social que el cabeza de familia. Los resultados se muestran en la tabla 7. La relación no es tan estrecha como seria de esperar. En el caso de los Newbolt, todos sus parientes íntimos tenían el mismo status ocupacional que ellos. pero también lo tenían la mayor parte de los parientes efectivos y no efectivos. En el caso de los Hartley. el único pariente íntimo. la madre del sefior Hartley. tenía un status inferior al de aquéllos. (El status de las viudas se lnsaba en la ocupación que hubiera tenido el marido.) En la elección de los parientes efectivos. los Hartlcy mostraban un ligero prejuicio en favor de los parientes de status ocupacional similar; en lo tocante a los no efectivos. por el contrario. no se observaba preferencia alguna en este sentido, estaban divididos a partes iguales. En el caso de los Daniels, la madre y la hermana del marido tenían aproximadamente su mismo status, mientras que el de la madre de la mujer era ligeramente inferior. Las consideraciones de status no parece que hayan influido en la eleción de los parientes efectivos, ya que la mitad tenía el
TABLA 7 TIPO DE RELACION CON LOS PARIENTES DE PARECIDO Y DIFERENTE STATUS OCUPACIONAL
Ncwbolt
Número de parientes cuyo status ocupacional era
Parientes igual
.
.
Daniels
Hartley
di fe- deseo- igual rente nocido
íntimos efectivos no efectivos desconocidos
40
o
22
7
TOTALES
114
52
o
4
o 11
o o 7 7 14
-
difc- deseo- igual rente nocido
di fe- deseorente nocido
o
1
o
2
l
14
5
2
7
7
8
o
6 7 15
25
2 23
7 36 4 48
186 -
14
5 39
o o o 3 3 .·
mismo status y la otra mitad otro diferente. De la misma manera, tampoco parecía haber influido mucho el status en la elección de los parientes no efectivos, ya que unas dos quintas partes de éstos :enían el mismo status, y las tres quintas partes restantes lo tenían diferente. En resumen, las diferencias de status ocupacional, establecidas según criterios objetivos, no parece que condicionen mucho la elección del contacto entre parientes. Un análisis cualitativo del material indica que tales diferencias objetivas de status son importantes sólo cuando son muy grandes, y que afectan más a las relaciones con parientes distantes genealógicamente que a las mantenidas con los más próximos. No obstante, en los registros de las entrevistas se encuentran abundantes indicios del papel desempeñado por determinadas consideraciones sutiles con respecto al status en los sentimientos de simpatía y antipatía sobre los parientes. De hecho, muchas personas hacían observaciones como la siguiente: «Nos gusta más la familia de mi madre que la de mi padre porque, -bueno, no me gusta parecer esnob-, pero son mejor gente. Usted sabe lo que quiero decir.» En muchos casos apenas existía diferencia de ocupación entre los parientes aceptados y los rechazados. En otras palabras, era el concepto propio de cada pareja sobre el status y el prestigio el que tenía auténtica relevancia, y no las valoraciones de un observador externo. Como se explica en el capítulo siguiente, las definiciones implícitas y explícitas de prestigio y de clase social variaban de un informante a otro; se daba incluso el caso de que un mismo informante cambiara su definición de acuerdo con los cambios eh el contexto inmediato en el que se hacían las comparaciones y las valoraciones. Esta variabilidad hacía difícil seguir la pista, de forma precisa, a los conceptos de clase social que usaba la gente al hablar de sus parientes. Habría sido quizás provechoso preguntar a los informantes por la clase en la que situarían ellos a determinados parientes, pero llegamos al convencimiento de que tales preguntas habrían acabado por ofender y desconcertar tanto a las parejas que apenas si habrían podido ni querido responder. Como indicaron los Hartley, hablar abiertamente sobre la posición de clase de los propios parientes le hace sentirse a uno desleal, sobre todo si opina que la posición del pariente es inferior a la propia. Por todo ello, recogimos sólo la información que se ll<7
nos ofrecía de forma espontánea; esto es, si los informantes no hablaban por propia iniciativa de las diferencias de status, nosotros no insistíamos más en ello. Nuestra información sobre esta materia es por lo tanto desigual. En el caso de las tres familias elegidas como ejemplo, el conocimiento de lo que pensaban sobre la posición de clase de sus parientes si que ayuda a comprender, en cierta medida, sus contactos con los mismos. Los Ncwbolt condenaban de forma tajante a todos los parientes que se consideraban «muy finos». A su juicio. el que los parientes se consideraran a sí mismos muy finos no dependía de que éstos hubieran tenido movilidad ocupacional. De hecho, las dos familias que resultaban más tajantemente condenadas por considerarse muy finas, no habían tenido movilidad ocupacional. Por el contrario, otras cuatro habían subido en la escala ocupacional, pero, en opinión de los Newbolt no se tenían por muy finas. Los sentimientos de clase emergían más fuertemente al referirse a los parientes que se habían mudado del antiguo vecindario a nuevas barriadas. Si los Newbolt estimaban que una determi~ nada familia se había cambiado a causa principalmente de la escasez de viviendas, entonces permanecían en contacto efectivo con ella, independientemente de que dicha familia hubiera tenido movilidad ocupacional. Por el contrario, si la familia en cuestión se había cambiado para «mejorar», los acusaban entonces de cursilería y el contacto pasaba a ser no efectivo. En el caso
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dosis, eran divertidas. De acuerdo con sus propios conceptos de clase, consideraban a las tías de «clase media-baja», mientras que ellos mismos se clasificaban como de «clase mediamedia», aunque se mostraban reticentes a manifestarlo directamente. Pensaban que sus primos eran de clase media-media, como ellos mismos. aunque algo aburridos y convencionales, y se veían con ellos principalmente porque sus madres respectivas estaban en estrecho contacto. Los Hartley tenían menos contactos con los parientes de la seüora Hartley porque en su mayoría vivían en el norte de Inglaterra y sus padres ya había muerto. de forma que no quedaban parientes conectores importantes. No obstante, los parientes efectivos que tenía la seüora Hartley lo eran por parte de padre. Dichos parientes describían al padre de ella como perteneciente a la clase media-media, igual que ellos mismos. La familia de su madre parece que provenía de un s!atus social algo más bajo e, incluso, cuando los padres vivían, tenía la señora Hartley menos contacto con los parientes de su madre que con los de su padre. En consecuencia, los conceptos de status y prestigio tenían por entonces su importancia, aunque hay que reconocer que más en el caso de sus padres que en el de ella misma. Su idea de la clase social no explica, sin embargo, las relaciones que la señora Hartley mantenía con su hermano. El se sentía de clase media-media, igual que la señora Hartley, pero se habían peleado algunos años antes de que empezaran las entrevistas y, desde entonces, no se había vuelto a ver. Los Hartley se habían mantenido en contacto con distintos parientes a quienes consideraban de status social inferior al propio. Con respecto a la madre del señor Hartley, pensaban que los éxitos profesionales propios redundaban en su beneficio tanto como en el de ellos mismos. Lo mismo ocurría con otras siete familias del conjunto investigado, que habían tenido movilidad social, y que también habían conservado una íntima relación con sus padres. Parece que las relaciones parentales trascienden tanto a la separación fisica como a la social. Sin embargo, los Hartley también mantenían contactos efectivos con otros parientes más lejanos de status social inferior. Daban la impresión de que lo hacían para reafirmarse en su propio status, en parte en beneficio propio, pero mucho más en atención a la madre del señor Hartley. 189
Según la definición que nos ofrecieron, ninguno de los parientes de los Daniels compartía sus propias actitudes de clase; ya que, aunque entendían que, de acuerdo con la ocupación y la renta, eran de clase media, sin embargo se identificaban con la clase obrera. Tenían varios parientes con ocupaciones semejantes a las suyas, pero no tenían mucho en común con ellos porque sus intereses de clase tenían bases distintas. A este respecto, los Daniels tenían mucho más en común con sus amigos que con sus parientes. Sin embargo, sus ideas sobre la clase social no explican las diferencias en el tipo de contacto con los parientes del señor Daniels. ya que para ellos todos estos parientes eran diferentes a ellos mismos. Parece que la madre del señor Daniels, cuando éste era niño, solía tener bastante más contacto con los parientes de su marido que con los propios; es posible que sus sentimientos en cuanto al status hubieran tenido algo que ver con tales preferencias, pero probablemente el factor más importante era el hecho de que los parientes de su marido vivieran cerca. El efecto de dichas preferencias sobre los Daniels mismos podía apreciarse, en el momento de las entrevistas, en que éstos tenían bastante más contactos efectivos con los parientes del padre que con los de su madre. Por otro lado, es posible que las opiniones políticas de la señora Daniels hayan influido en alguna medida en el hecho de que apenas se veía con seis de sus hermanos, ya que el único de ellos al que veía con regularidad las compartía en términos generales. Al igual que las demás familias, los Daniels mantenían contacto con los padres independientemente de sus sentimientos con respecto al status de los mismos. A juzgar por estas familias, las simpatías y antipatías personales no se pueden explicar en términos de status definido según criterios objetivos. Pueden explicarse, en parte, y no por completo, en términos de apreciaciones subjetivas de status por parte de cada pareja. Ahora bien, a pesar de ello, las personas se mantenían en contacto con sus padres incluso cuando pensaban que éstos eran de status social diferente al suyo. El sentimiento de diferencia de status influía mucho más en los contactos con parientes más lejanos, aunque incluso en tales casos, a veces, las preferencias de los parientes conectores tenían más importancia que las de la propia pareja.
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7. Influencia de los mecanismos psicológicos en las actitudes para con los parientes
No todas las simpatías y antipatías para con los parientes pueden atribuirse a las diferencias percibidas de status. De acuerdo con la semejanza de status (y con los otros cinco factores anteriormente comentados). se podría, por ejemplo, dar por hecho que el hermano de la sefiora Hartley fuera al menos uno de los parientes efectivos; sin embargo, era en realidad no efectivo. De la misma manera, podría esperarse que la sefiora Daniels tuviera contactos de carácter efectivo con todos sus hermanos. pero en realidad sólo los tenía así con uno. Incluso parecía que los Newbolt empezaban a expresar sus propias preferencias personales en vez de seguir totalmente el dictado de sus parientes conectores; sus preferencias, además, no pueden explicarse, ni total ni parcialmente, en términos de diferencias percibidas de status. Las simpatías y antipatías personales destacan claramente como factor independiente cuando otros operan en dirección opuesta; aunque tales preferencias están presentes, por supuesto, en todas las relaciones con los parientes. As~ los Newbolt tenían simpatía por muchos de sus parientes íntimos, al margen de que, debido a la presión ejercida por los parientes conectores, habrían tenido que visitarlos, en cualquier caso, como a parientes íntimos que eran. A decir verdad, en todas las sociedades las personas tienen, sin duda, más simpatía por unos parientes que por otros. Sin embargo, en las familias investigadas por nosotros, tales simpatías y antipatías constituían frecuentemente el fundamento de la elección de relacionarse o no con los parientes; por el contrario, en muchos otros sistemas de parentesco, los sentimientos con respecto a los parientes no se pueden llevar fácilmente a la práctica; lo más usual es que estos sentimientos estén institucionalizados y controlados a través de canales socialmente definidos, de forma que las simpatías y antipatías puramente personales no tienen tanta importancia en tanto que factor independiente capaz de influir en el tipo de contacto entre parientes. Para examinar este factor es necesario considerar determinados mecanismos psicológicos relacionados con las actitudes para con los parientes. Los mismos mecanismos psicológicos operan tanto en las relaciones con los parientes extrafamiliares como en los demás tipos de relaciones. No obstante, las de parentesco tienen una
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importancia especial debido a su estabilidad. Son particular~ mente útiles para el individuo como ámbito de expresión y de recepción de sentimientos, tanto conscientes como inconscientes 7. La idea implícita consiste, más o menos, en que los parientes son, en cierta medida, parte de uno mismo y uno es parte de ellos. aunque no los haya visto nunca. Se puede romper con los amigos, pero no se puede acabar con las relaciones de «sangre». El contacto con un pariente puede terminar, pero en cierto sentido la relación continúa; algo se sigue compartiendo. Los parientes nos unen con el pasado y con el futuro. Proporcionan un sentimiento de continuidad. El individuo tiene que morir. pero su familia, en el sentido amplio del término, continúa. De este modo, muchas de nuestras parejas creían tener cierta responsabilidad, por pequeña que fuera, en la conducta de sus parientes. Los éxitos y los fracasos de éstos eran tambié11 sus éxitos y sus fracasos. Casi todas las parejas mantenían hacia determinados parientes una especie de actitud del tipo de: «todos estamos metidos en el mismo barco», mientras que con otros asomaba un sentimiento de: «ojalá hubiera tenido su suerte» (o, a veces, «capacidad» o «dotes»). Cada cual utiliza a los parientes como punto de comparación y de contraste con el estilo de vida propio. Como se afirmó anteriormente, las parejas con movilidad social tienden a considerar sus éxitos como algo positivo tanto para sus padres como para ellos mismos. Es posible que consideren tales éxitos, inconscientemente, como una compensación por el daño que pudieran haber hecho, sin darse cuenta, a sus padres. Parecidos sentimientos de desagravio pueden llegar a extenderse también a parientes más lejanos. En el curso de la investigación, unos cuantos entrevistados mostraban trazas de comportarse conscientemente de forma parecida a la de algún pariente concreto por el que sentían especial admiración. Claro que este tipo de identificación puede darse de forma inconsciente también. Las personas, a veces, se comportaban como si tuvieran las cualidades atribuidas por ellos mismos a algún pariente; incluso aunque no fueran conscientes del parecido. 7 Cfr. el análisis de EIIiott Jaques sobre la forma en que los individuos utilizan las instituciones sociales como defensa frente a la ansiedad incons-
ciente (Jaques, 1953).
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En muchos casos, las actitudes para con un pariente pueden desplazarse a otro. Así. un sujeto puede ver a su padre como una persona amable y servicial, en parte porque puede encontrar el lado autoritario y cruel de su naturaleza (o de lo que él identifica inconscientemente con ella) en un tío o en algún otro pariente. O bien puede encontrar en otros parientes cualidades desagradables que los propios padres. en su opinión. no tienen. Los sentimientos ambivalentes para con los padres se pueden escindir y expresar de forma separada en parientes más lejanos: se puede sentir un odio profundo por un pariente y devoción idealizada por otro. especialmente si se tiene muy pocos contactos con ellos. Un problema diferente es el de cómo son los parientes en realidad: lo que nosotros tenemos en cuenta aquí son los mecanismos mediante los cuales las personas se enfrentan a sus sentimientos con respecto a los parientes. independientemente de si tales sentimientos se corresponden o no con la realidad, o si son justificables o no. Se pueden también transferir inconscientemente rasgos del propio ego a los parientes, con el objeto de poder manifestar tales rasgos de forma vicaria, sin tener uno que comportarse de esa manera. A veces, se proyectan cualidades que se consideran malas: es muy común censurar en otros las propias faltas. Pero también pueden proyectarse cualidades malas. Así, nos dio la impresión de que varias de las parejas investigadas pensaban que habían satisfecho, hasta cierto punto, su propio espíritu de aventura y exploración por medio de aquellos parientes que habían ido a América, a las posesiones o a las colonias. Sin embargo, los sentimientos de envidia, resentimiento y de pérdida también se vislumbraban de vez en cuando en las descripciones que hacían de los parientes que habían emigrado. Por medio de un mecanismo semejante de proyección, una pareja más bien mojigata puede llegar a conseguir bastante satisfacción a partir de parientes de mala fama, cuyo comportamiento es más espontáneo que el propio. Para tales casos de desplazamiento y de proyección, es más útil, desde el punto de vista psicológico. no tener contacto con los parientes en cuestión, ya que cuanto menos sea el conocimiento personal que se tenga de ellos, menos oportunidades habrá de confrontar la fantasía con la realidad. Estos pocos ejemplos evidencian, de forma muy escueta, la multiplicidad de factores inconscientes que afectan a los 193
sentimientos para con los parientes, así como las muy variadas formas que pueden adoptar las combinaciones de tales factores en casos concretos. Para analizar estos mecanismos psicológicos en detalle se requerirla un examen amplio de los conceptos psicoanalíticos, cosa que no nos proponemos hacer aquí 8. Sin embargo como ejemplo de cómo pueden combinarse estos diferentes mecanismos en un caso particular, describiré en lo que sigue nuestras deducciones a partir de las actitudes inconscientes de los Daniels para con sus parientes. El seüor Daniels hablaba mucho de sus parientes y se mostraba interesado en describirlos. Al mismo tiempo, hacía muy pocos comentarios personales sobre ellos. No describía sus caracteres y se guardaba mucho de criticarlos directamente. Se explayaba sobre todo al expresar la particular simpatía que sentía por los abuelos y por una tía suya; y en una de las últimas entrevistas comentó además lo interesantes yapasionantes que eran, en contraste con sus padres, más bien anodinos. Dijo que su abuelo paterno era de Gales y que montó una tienda de comestibles en una pequeüa ciudad en Shropshire. Su padre llegó a ser capitán de corbeta en la Primera Guerra Mundial y después director de una pequeüa fábrica de conservas. Perdió su trabajo durante la depresión. Los hermanos de su padre se dedicaron a los negocios; uno de ellos sólo logró pequeüos éxitos. mientras que el otro se hizo rico. El señor Daniels describía a sus primos como hombres más bien débiles de carácter, que dependían de su padre en lo tocante a la seguridad económica; a uno de ellos llegó a calificarlo de «holgazán». Nos contó que la mayor parte de la familia de su madre eran militares; algunos llegaron a ser oficiales, pero la mayoría tenían otras graduaciones. Algunos primos del marido, por vía materna, eran oficinistas y profesionales de nivel inferior. También calificó a otros de holgazanes, queriendo dar a entender que tenían dinero, casas grandes y coches, pero que tenían un bajo nivel cultural y pocas aficiones intelectuales o artísticas. También dejó caer que no se 8 Para una exposición de la teoría de los mecanismos psicológicos que, en general, se ha seguido aquí, véanse los trabajos de Mclanic Klcin, especialmente, Psycho-Analysis o/Children (1932), Contn.butions to Psycho-Ana(vsis (1948),New Directions In Psycho-Analysis (1955). Para un exposición más simple, Klein y Riviere (1937), Sega! (1952). Hcimann (1952) y Jaques (1953).
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merecían realmente su riqueza, la cual habían adquirido con prácticas deshonestas, y que, en cualquier caso, no llevaban el tipo de vida que él consideraba aceptable. Al describir a sus parientes, hablaba de diversos temas. El primero se refería a las ocupaciones de su padre y del padre de su padre. Ambos habían tropezado con dificultades en la madurez. Su abuelo perdió los clientes por culpa de sus opiniones izquierdistas. Su padre perdió el trabajo durante la depresión. El señor Daniels decía que estos acontecimientos habían tenido mucha importancia en la formación de sus opiniones políticas y en su idea de que la seguridad descansa en la solidaridad y en la acción del grupo. Lo que quería evitar a toda costa era el desamparo y la injusticia social sufridos por su padre y por su abuelo. Había conseguido un trabajo seguro y estaba decidido a superar él y su familia la madurez sin contratiempos. pese a sus opiniones políticas de izquierdas. Encontró en sus abuelos y en algunos tíos y tías suyos a los parientes apasionantes que lo compensaban de lo que él juzgaba como monotonía paterna. Precisamente mantenía contactos con estos tíos en la época en que tuvieron lugar las entrevistas. No podemos decir cómo eran en realidad sus padres, pero sí conviene señalar que uno de los métodos principales utilizados por el señor Daniels para hacer frente a las personas y a las situaciones con las que se siente fuertemente comprometido consiste en aparentar indiferencia hacia ellas, por lo que es bastante probable que haya situado la indiferencia en sus padres, a la vez que haya localizado los aspectos apasionantes en los otros parientes. Hablaba mucho de aquellos parientes que se habían dedicado a los negocios, en parte porque su propia madre lo mantenía informado sobre ello, y en parte porque el tipo de vida de éstos difería mucho del suyo. El mismo eligió una ocupación profesional y se alegraba de no haberse hecho hombre de negocios. Decía que su tío, que había tenido éxito, parecía tener una vida vacía, sin sentido, que le recordaba la obra de teatro La muerte de un viajante. También manifestaba algún interés, unido a cierta aversión, por sus parientes holgazanes. «Supongo que se podría decir que les tengo envidia», observó en una ocasión. Del conjunto de sus declaraciones es posible inferir que, al menos de forma inconsciente, le gustaría haber sido él mismo un holgazán, aunque la idea al mismo tiempo lo amedrentaba. De cualquier forma, nada más lejano de su
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conducta real. De acuerdo con nuestras inferencias, él podría estar expresando tales deseos de forma vicaria a través de sus parientes holgazanes; así se liberaba de la necesidad de expresarlos directamente. Por la época de las entrevistas, los susodichos parientes holgazanes eran no efectivos. No les tenía simpatía y no hacía ningún esfuerzo por verlos, aunque estaba al tanto de lo que hacían a través de su madre. Ahora bien. la ausencia de contacto no los hacía menos interesantes ni carentes de sentido para él. La scf1ora Daniels hablaba de sus parientes con menos cautela y reserva. Su afirmación principal era que su familia no estaba unida. Lo dijo varias veces: «La mía es el tipo de familia que se desparrama a los cuatro vientos en cada generación.» Sus abuelos paternos murieron jóvenes y todos los hijos se criaron en orfanatos por lo que perdieron el contacto mutuo, y la señora Danicls sabia muy poco de ellos. La familia de su madre se deshizo por la temprana muerte del abuelo, el cual dejó a la abuela con diez hijos pequeños. La señora Daniels no llegó a conocer a su abuela, pero sabía anécdotas suyas gracias a una de sus tías. Por lo visto, su abuela se dio a la bebida, despilfarró la herencia, gastó el dinero de sus hijos y empeñó sus posesiones. Al mismo tiempo, fue una mujer majestuosa y realmente disfrutó de la vida. Algunos hijos suyos dejaron el hogar para siempre. Según la señora Daniels su madre censuraba la conducta de la abuela, aunque nunca hablaba de ella. De cualquier forma, la seüora Daniels describía el carácter de su madre como el opuesto del de su abuela: sensata, responsable, incapaz de expresar sus sentimientos o reaccionar ante las cosas espontáneamente. Una de las tías parecía ser un réplica inocua de la abuela; había heredado su facultad de disfrute ele la vida, pero no su codicia ni su capacidad egoísta de dañar a los demás. Esta tía era uno de los pocos parientes efectivos que tenia la señora Daniels, por el tiempo ele las entrevistas. Dos de los tíos eran músicos y uno de ellos había tenido un éxito considerable. Otros dos tíos ingresaron en la Marina y la mayoría de los primos eran oficinistas. El tema de la dispersión se repetía en el caso de los hermanos de la señora Daníels. Decía ésta que la mayor parte de ellos o se tenían antipatía o indiferencia, y que habían dejado de verse en cuanto pudieron. Comentaba que había muy poco amor fraternal en su familia, excepto entre ella y uno de los hermanos, cuando eran pequeños. 196
La señora Daniels parecía dar importancia a ciertos temas cuando hablaba de sus parientes. El primero de ellos era su insistencia en la dispersión de su familia. Dicha dispersión no era rara entre las familias investigadas, pero pocos informantes lo sentían tan profundamente como la señora Daniels. Cuando se lo hice notar, me contestó que, en su opinión, había realmente más dispersión en su familia que en las demás; prueba de ello era que algunos de sus hermanos también lo habían comentado. Aüadió que, según ella creía, yo le daba demasiada importancia al asunto, ya que eran mis preguntas las que la habían hecho reflexionar y hablar tanto sobre ello. Me dio la impresión de que había desarrollado un gran sentimiento de privación con respecto a sus parientes; privación que no sólo notaba en ella misma, sino que también la veía en sus parientes, especialmente en su padre, que había sido privado de una vida familiar propiamente dicha. Parte de su preocupación por la dispersión de los parientes lejanos puede haber sido la consecuencia de un desplazamiento de su preocupación por la dispersión de los parientes próximos, ya que daba la impresión de encontrarse triste por el alejamiento de sus hermanos, de ella misma y los unos de los otros, y se preguntaba si aquello era normal. Ahora bien, parecía, a la vez, que iba encontrando, o más bien acentuando, determinadas cosas en sus parientes que estaban también presentes en ella misma. Era evidente que tenía ciertos objetivos y deseos contradictorios; a veces, se sentía alejada de ellos, pero por lo común, era capaz de organizarse la vida para satisfacer cabalmente sus deseos. Pese a todo hay que decir que la unión persistía, aunque sólo fuera por el simple hecho del vínculo genea!Ogico. Otras veces, se preocupaba porque creía que la dominaba algún poder maligno que también intervenía en sus relaciones con la gente, y que la hacía incapaz de expresar con facilidad los sentimientos positivos. Interpretaba la dispersión de sus parientes como una prueba preocupante de la ruptura de las relaciones. Nuestra informante, seguramente, se hacía las siguientes preguntas implícitas: «¿Eran todos como yo?»; «¿no puedo ser yo diferente?»; «¿es mía la culpa?» De vez en cuando, había intentado seriamente averiguar algo sobre sus parientes por medio de su tía y de su madre, como si estuviera recuperando su pasado perdido y, por decirlo así, como si estuviera reuniendo a sus parientes de forma armoniosa de nuevo. 197
Otro tema importante era el de la descripción de su abuela, en marcado contraste con la de su madre. La abuela le divertía y le agradaba, especialmente a causa de su en tu sismo y de su desdén de las convenciones. En la práctica, la señora Daniels se parecía más a su madre, aunque de vez en cuando daba alguna carcajada que recordaba a su abuela. En ella, parecía haber localizado la parte apasionada. exigente y autocomplaciente de sí misma que no podía expresar directamente por miedo a herir a alguien y que se volvieran en su contra. La pa11e de «abuela» que había en ella estaba controlada en la práctica, pero acababa expresándose siempre de forma vicaria. Es obvio que este tipo de análisis requiere prudencia. Sería absurdo decir que porque el tío de un individuo asesinara a alguien, dicho individuo iba a pensar que había cometido el asesinato de forma vicaria y que de esta forma se liberaría de la necesidad ele hacerlo por sí mismo. Sí se trataba o no de ello se demostraría por la forma en que el icho su jeto hablara de su tío, no por los hechos escuetos del caso. En otras palabras, los propios hechos no son tan importantes como la forma en que la gente los expone. Seria útil comprobar por separado los hechos de tal manera que se pudiera calibrar en qué medida los informantes distorsionan las descripciones, pero en la mayoría de los casos no se dispone de tal información, en especial cuando se trata de acontecimientos pasados. En cualquier caso, al margen de si los hechos están o no distorsionados, la forma en que se exponen denota la personalidad del individuo. No obstante, para hacer estas inferencias hemos utilizado no solamente el material relativo a los parientes, sino también el material recogido en otros contextos en los que se manifestaron temas parecidos. Otras familias combinarían estos diferentes mecanismos psicológicos de otra manera, con consecuencias también distintas para sus simpatías y antipatías hacia los parientes. Así, al igual que es posible poner de manifiesto cómo influyen los diferentes factores en la decisión sobre el contacto con los parientes, pero no se pueden predecir exactamente las elecciones concretas que efectuará una familia determinada; del mismo modo, es posible describir los diferentes mecanismos psicológicos presentes en las relaciones con los parientes extrafamiliares, aunque no se pueda decir por adelantado exactamente cómo se van a combinar estos mecanismos en el caso de un individuo concreto.
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C)
ÜTROS FACTORES DETERMINANTES EN EL CONTACTO CON LOS PARIENTES
En el análisis precedente se han omitido algunos factores importantes que determinan el tipo de contacto con los parientes. Hemos hecho caso omiso de la clase de parientes que se correspondía con cada tipo de actividad, porque ésta iba implícita en la definición de los tipos de contacto. No obstante. a cada actividad le corresponden parientes específicos; el círculo de parientes que se visitan con frecuencia es normalmente más reducido que el de aquellos que asisten a las bodas, a los funerales o a los bautizos. Las actividades nuevas y las nuevas situaciones pueden cambiar las pautas de contacto. Así, entre las familias investigadas por nosotros se dan muchos ejemplos de personas que hicieron nuevos contactos con parientes durante la guerra, al regresar del extranjero primos largo tiempo perdidos; determinados parientes no efectivos llegaron a ser, al menos temporalmente, efectivos. En una escala menor, este tipo de cosas ocurre constantemente; en consecuencia, debería tenerse en cuenta que las categorías de pariente íntimo, efectivo, no efectivo y desconocido no son rígidas ni inmutables. Hemos considerado constante la fase del ciclo familiar, ya que todas las familias investigadas eran familias con hijos pequeños. No obstante, este factor sería de suma importancia a la hora de comparar familias de diferentes fases o individuos de diferente edad, ya que es obvio que una persona joven tendrá menos descendientes y por lo tanto un círculo más reducido de parientes conocidos que una persona mayor, y que una familia atada por hijos pequeños no podrá tener tantos contactos con parientes distantes geográficamente como una con hijos mayores. A juzgar por las parejas entrevistadas, parece que los contactos con parientes pasan a través de diferentes fases de expansión y contracción a medida que evolucionan el indiviudo y la familia. Muchos de nuestros informantes decían que durante su infancia habían tenido con sus abuelos y con las familias de sus tíos tantos contactos corno con sus propios padres y hermanos. La mayoría de las personas señalaba que, al final de la adolescencia y al principio de la edad adulta, se habían alejado, en alguna medida, de sus padres y hermanos, y los contactos con parientes extrafamiliares habían 199
desaparecido o se habían reducido mucho. Después de casarse, y sobre todo después de tener hijos, volvían por lo común a verse con sus padres. pero los contactos con los demás parientes no alcanzaban ya la misma intensidad. salvo en casos como el de los Newbolt que tenían muchos parientes viviendo cerca. De hecho. las parejas con hijos pequeI1os probablemente se ven más afectadas por el lugar en el que viven sus parientes que las demüs familias. ya que al estar tan atados por sus hijos. no pueden hacer frecuentes visitas lejos de casa. Puesto que no hemos estudiado familias en las últimas fases del ciclo familiar. no tenemos información precisa sobre los cambios posteriores en la cantidad y tipo ele contactos con los parientes 9 • Asimismo, hemos considerado constantes en este anülisis los factores relacionados con la pertenencia a grupos religiosos y étnicos, ya que todas las familias eran británicas y ele origen principalmente protestante. La composición ele la unidad familiar condiciona notablemente con qué parientes va uno a verse; cuando se visita a un determinado pariente, no solamente se ve al pariente en cuestión sino también a todos los demás que viven en su casa. Debido a la importancia de la composición ele la unidad familiar, sería quizás conveniente considerar la unidad familiar como unidad de análisis, en vez del pariente individual. Ciertamente, este procedimiento estaría más próximo a la concepción que tienen los informantes sobre sus redes de parentesco; esto es, como un conjunto de familias nucleares unidas entre sí a través de relaciones entre individuos. En efecto, éste ha sido el procedimiento seguido en.el presente capítulo, aunque los datos cuantitativos se han ofrecido en números de individuos y no de unidades familiares. La cantidad aproximada de parientes que se conocen y entran en contacto depende no solamente de los diferentes factores comentados en este capítulo, sino también, por supuesto, de los aspectos meramente biológicos que supone el parentesco. Es posible que el orden de sucesión en los nacimientos sea también otro factor significativo, aunque no pudimos obtener resultados significactivos a partir ele nues9 Estas fases posteriores están siendo estudiadas de forma comparativa por Petcr Townsend (1995a. 1955b y 1957).
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RESUMEN
En conclusión. las relaciones de las tres familias estudiadas aquí con los parientes seguían el modelo bilateral, de acuerdo con el cual las personas se adhieren, de modo real o potencial, indistintamente, a los parientes ele la madre o del padre. Ahora bien. los Newbolt mantenían muchos contactos con los parientes; los Hartlcy tenían menos, y aún menos los Daniels. Asimismo, los parientes de los Newbolt tenían muchos contactos entre sí; menos los de los Hartley, y menos aún los de los Daniels. Estas diferencias no eran aleatorias ni impredecibles. Hemos considerado arriba, y sucesivamente, los efectos ele los factores ecológico, social y psicológico. Tales factores son interclependientes y ninguno de ellos puede explicar toda la conducta relacionada con los parientes. Cualquier aspecto de dicho comportamiento se ve afectado por diferentes factores, que a veces operan en la misma dirección, y a veces entran en conflicto. El peso relativo de cada factor depende; en cada caso, de la configuración particular de las combinaciones.
10 El orden de sucesión en los nacimientos es un factor importante en el caso de las familias de Bethnal Green, estudiadas por el Institute of Community Studies; en ellas las hijas mayores parecen tener un modelo de contacto
con los parientes muy diferente del utilizado por las hijas más jovenes
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(Young y Willmott, 1957).
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Capítulo VI
Normas e ideología: conceptos de clase social
En los capítulos anteriores hemos afirmado muchas veces que una familia no vive directamente en la sociedad en su conjunto, ni siquiera, en muchos casos, en una comunidad local. Su ambiente social auténtico es la red de amigos, de vecinos y de parientes, así como determinadas instituciones sociales. Este es su mundo social primario. Pero esto no significa que las familias carezcan de ideas acerca de la sociedad global a la que pertenecen o sobre la familia en general. Las parejas investigadas tenían opiniones muy diferentes sobre estas materias. Partimos aquí de la idea de que estas diferencias son el resultado de experiencias sociales distintas así como de las necesidades personales diversas. Las ideas de las parejas acerca de la estructura de clases son un buen indicador, aunque de ningún modo completo, de su concepción de la sociedad global y del lugar que ocupan en ella. Muchos estudiosos del tema sugieren que las clases sociales son entidades concretas, esto es, grupos reales; y que la mayoría de los miembros de una sociedad están de acuerdo a la hora de describir estas entidades, y en los criterios que deben usar para describirlas. Por el contrarío, nuestros datos sugieren que las personas discrepan mucho en cuanto a sus ideas sobre las clases sociales, hasta tal punto que a veces nos preguntábamos si se referían a la misma sociedad. Nuestra conclusión es que, en ciertos aspectos importantes, no hablaban de la misma. Si bien es cierto que un pulidor de Bermondsey y un director de contabilidad de Chelsea pertenecen ambos a la sociedad británica, viven en mundos diferentes; tienen trabajos diferentes, amigos diferentes, vecinos poco parecidos y diferente ascendencia familiar. Cada uno basa sus ideas sobre las clases en la propia experiencia, por lo que 203
no sorprende que cada cual tenga diferente concepción de la estructura de clases en su totalidad. Teniendo en cuenta esto sería ingenuo suponer que las ideas que tiene la gente sobr~ las clases sociales constituyesen una representación válida de la estructura de clases «real» u «objetiva» de la sociedad global. Ahora bien. estas mismas ideas sí que proporcionan información sobre la gente y su cxrcricncia social primaria. En este capítulo intentamos describir cómo constmyen las personas sus ideas sobre las clases y cómo las utilizan luego para hacer comparaciones y valoraciones. Hicimos las preguntas acerca ele las clases sociales como parte ele una investigación general sobre la We!tanschauunq ele cada pareja. Asimismo. ele modo espontáneo y al hilo ele la conversación sobre diferentes materias. surgieron varios temas más relacionados con las clases, el prestigio y el poder. Planteábamos las preguntas directas sobre clases sociales al final ele las entrevistas. Buscábamos información sobre siete temas: l. 2.
Número de clases en opinión de la pareja. Criterios utilizados para definir estas clases y para situar en ellas a los individuos. 3. Su opinión sobre la movilidad de los individuos. 4. Su opinión sobre los cambios en la estructura de clases global ell el pasado y probables cambios en el futuro. 5. Clase en la que se colocaban ellos mismos. 6. Aspiraciones con respecto a sus hijos. 7. Su opinión sobre si la vida familiar difería según la clase social.
Como la información referente a la ideología sobre las clases no era un objetivo primordial ele la investigación, procuramos no crear tensiones inútiles entre el investigador y la pareja por este motivo. Como consecuencia ele ello, no hicimos ninguna pregunta sobre las clases a las cuatro primeras parejas entrevistadas. De las dieciséis restantes, a cinco no les pedimos su autoubicación porque el investigador pensó que tratar tal cuestión provocaría mucha ansiedad en las parejas. De ahí que el material espontáneo sea uniformemente rico y cletallaclo, mientras que el obtenido mediante preguntas directas no ha podido registrarse ele forma sistemática al mismo nivel en todos los casos.
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Como se indicó en el capítulo II, las familias investigadas pertenecían a status socioeconómicos muy diferentes, aunque faltaban obreros no cualificados_ Las rentas brutas de los maridos oscilaban entre 330 y más de 1.800 libras. Las ocupaciones de los maridos en las familias con redes poco unidas eran: director de la sección de incendios de una empresa de seguros, maestro alfarero que trabajaba como terapeuta ocupacional en un hospital psiquiátrico. estadístico en una institución de asistencia social, director contable de una empresa de publicidad (encargado de las relaciones con diversos clientes importantes)_ y un empleado eventual de la empresa de gas. Las ocupaciones de los maridos de las familias con redes de unión intermedia eran: técnico de instrumentos ópticos, funcionario del Departamento de Sanidad de un distrito local, agente de compras de una empresa industrial de tamaüo medio, gerente de una tienda de alimentación naturista, empleado de una empresa de seguros, pintor y decorador, gerente comercial general de una empresa de maquinaria ligera, técnico autónomo de radio y televisión, y agente de policía. El marido de la familia cuya red presentaba la unión más estrecha era pulidor en una gran empresa de reparación de botas y zapatos. Las ocupaciones de los maridos de las familias con redes en transición eran: delineante en un estudio de arquitecto, oficinista en unos grandes almacenes, profesor de la W.EA. (Asociación para la Educación de Obreros), trabajador por cuenta propia de una pequeüa tienda de tabaco y caramelos, y fontanero. A)
PROCESOS DE FORMACIÓN DE LAS IDEAS SOBRE LA ESTRUCTURA DE CLASES EN LOS INDIVIDUOS
En este capítulo trato únicamente de la ideología sobre las clases sociales, no de la estructura de clases de la sociedad global. El método seguido no proporcionó los datos necesarios para estudiar dicha estructura de clases como tal. No obstante, a medida que progresaba el estudio, se hacía evidente que no era necesario conocer detalladamente la estructura de clases de la sociedad global para comprender la forma en que los individuos construyen y utilizan sus propias ideas sobre las clases. Si nuestro objetivo hubiese consistido en comparar y 205
contrastar la ideología de clase de un gran número de informantes, nos habría sido muy útil emplear alguna medida de su posición en la estructura de clases global, a modo de patrón con el que comparar sus ideologías respectivas sobre las clases sociales. Para este propósito, se podrían utilizar diversas teorías y definiciones de clase. En mi opinión ninguna de estas teorías es válida para todos los casos posibles aunque cada una de ellas puede ser apropiada para determinados problemas. Así, si estudiamos el cambio social y económico. resulta útil la definición de clase marxista. como grupo corporado real o potenciaL reclutado sobre la base de la posición con respecto a los medios de producción. Si estamos estudiando las diferencias de prestigio de una comunidad pequeña, es de mayor utilidad la definición de clase social de Warncr(Warnery Lunt. l 941 ). Si. por último. estamos comparando las actitudes de una amplia muestra de gente, es preferible considerar la clase como una categoría sociocconómica. Para el objetivo del presente estudio, sin embargo, lo que hay que destacar en la estructura de clases es su extremada complejidad. Las diversas instituciones y grupos involucrados en la desigualdad social no encajan tan exactamente entre sí como para formar un número pequeño de clases corporadas y cerradas, fácilmente identificables por todos los miembros de la sociedad. Dicha complejidad y tan débil articulación hacen, pues, posible la gran variedad de ideologías sobre las clases sociales hallada entre nuestros informantes. En algunos otros estudios, especialmente en el de Centers, se han comparado las actitudes políticas y sociales con la posición de clase «objetiva» y con la autoubicación «subjetiva» en clases previamente definidas (Centers, 1949 y 1952). Hammond ha ampliado considerablemente las posibilidades de este enfoque al comparar la ideología de las personas respecto a la clase, con su posición de clase objetiva. En vez de pedir a sus informantes que se situaran ellos mismos en clases previamente definidas, les preguntaba primero qué eran, a su juicio, las clases, y después comparaba los diferentes modelos ideológicos obtenidos con las posiciones de clase objetiva (Hammond, l 952). Sus resultados están en la misma línea que nuestro estudio; ahora bien, nosotros, lejos de preocuparnos por observar, a través de un análisis de encuesta a gran escala, las relaciones entre la ideología y la posición objetiva, lo que pretendemos es comprender los procesos y los mecanismos
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mediante los cuales los individuos reales acaban elaborando sus ideas sobre las clases. Para abordar un problema de este tipo no basta con conocer la posición del individuo en una categoría socioeconómica o en una clase definida de forma objetiva. Las personas no perciben su posición de clase objetiva como un status definido con claridad y simple. No se refiere a ninguna experiencia directa e inmediata de participación en una clase en cuanto grnpo de pertenencia. salvo en las contadas ocasiones en que. hoy en día, las clases actúan como grupos corporados. No obstante, las personas sí que tienen experiencia directa de las diferencias de poder y de prestigio en sus lugares ele trabajo, entre sus compañeros ele trabajo, en las escuelas. y en sus relaciones con los amigos, vecinos y parientes. En otras palabras, los ingredientes -las materias primas- de la ideología sobre las clases se encuentran en las diferentes experiencias sociales primarias ele los individuos, más que en su posición dentro de una categoría socioeconómica. La hipótesis que se plantea ahora es que cuando un individuo habla ele las clases sociales, intenta decir algo, de una forma simbólica, sobre sus experiencias de poder y de prestigio en sus grupos de pertenencia real y en sus relaciones sociales, tanto en el pasado como en el presente. Estas experiencias tienen poca conexión interna mutua, especialmente en una gran ciudad, y cada uno de los grupos y redes a los que el individuo pertenece tienen su propio modelo de organización. Por esto, la situación psicológica del individuo es la propia del que pertenece a diversos grupos desconectados, cada uno con su propio sistema de poder y prestigio. Cuando se compara con otras personas o se coloca en un contexto amplio, compone una noción de su posición social general a partir de estas distintas experiencias. Las reduce todas ellas a una especie de denominador común. Este no es, sin embargo, un procedimiento exacto: las experiencias no se distinguen bien unas de otras ni se relacionan entre sí; están condensadas y reducidas a una noción general. No obstante, sí que es lo bastante preciso como para orientarlo en una sociedad compleja. La mayoría de la gente apenas si se da cuenta de estos actos de abstracción social. Así, el fontanero cuya ideología sobre las clases se detalla más abajo mezclaba a la vez sus experiencias en diferentes grupos, para llegar a un modelo general de dos clases sociales, interdependientes pero en con207
ílicto_ Las experiencias más importantes que utilizaba para construir este modelo eran su participación, durante la infancia, en un vecindario estrechamente integrado; su experiencia de desempleado; la experiencia en su trabajo actual, con sus compaüeros de trabajo, con sus superiores en el trabajo, con los vecinos, con conocidos en diferentes clubs, junto con alguna información más indirecta sobre «los ricos ociosos». Sin embargo. no tenía conciencia exacta de la contribución de cada uno de estos grupos de pertenencia al modelo general, a pesar de haberse referido a cada uno de ellos por separado, y de estar de acuerdo con la indicación del investigador de que su experiencia de todos ellos proporcionaba la base de su propia opinión sobre la estructura de clases. En muy raras ocasiones. algún informante seüaló que los diferentes contextos colectivos estaban separados y que, en realidad, no debían mezclarse en una idea general de clase o status. Así, un oficinista de una empresa de seguros salía del paso diciendo que el prestigio dependía del contexto de la valoración_ Cito directamente del registro de la entrevista; ___ Continuó diciendo que era diferente según se viese el asunto desde un punto de vista nacional o locaL Si se consideraba la posición de un hombre desde el punto de vista de su vecindad, cualquier profesional estaría en la cumbre. Ahora bien, si se consideraba fa profesióu en general, desde el punto de vista nacional, puede que no ·-$':)(: fuera asL La mayoría de los médicos trabajan en un sitio y viven eii ... :-if otro. Para los demás médicos, su posición dependería de qué !\',~ j• · hiciesen su trabajo, etc_ En su vecindario dependería de dónde vivie" · · ran. Tomemos por ejemplo Golders Green. Este era un barrio pre4 _ dominantemente judío_ También era una zona principalmente_'de profesionales_ Dijo que no daría a nadie ningún prestigio especial"el : ser médico en Golders Green, porque allí todo el mundo:oer.f doctor también_ -· .::X '
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La mayoría de los informantes, no obstante, reducían sus propias e inconexas relaciones y su pertenencia a grupos a una idea general sobre la posición social, sin preocuparse dé tantas sutilezas; y muchos individuos apenas parecían darse cuenta de que estaban utilizando las propias experiencias como base para su modelo general de estructura de clao ses. El individuo lleva a cabo una labor semejante de simplifb cación tanto sobre él mismo como sobre las demás personas3 208
Si se trata de personas que tienen su mismo grupo de pertenencia u otro parecido, lo más seguro es que piense que comparten con él la misma posición general, y que pertenecen a su misma clase. Si se trata de personas pertenecientes a otras clases, tendrá de ellas un conocimiento indirecto e incompleto, lo que permite fácilmente la proyección y la distorsión. Así, varios individuos que se colocaban a sí mismos en «la clase media», establecían dos o tres diferenciaciones dentro de su propia clase, pero hablaban de la «clase obrera» o de los «trabajadores manuales» como de una masa indiferenciada. De la misma manera algunas personas que se colocaban a sí mismas en la «clase obrera» si bien hacían distinciones dentro de ella, metían en un único montón a todos los demás: «los ricos». Cuanto más remota sea la gente de las otras clases, menos oportunidades hay de contrastar la fantasía con la realidad. De esta forma, el sujeto puede ver en tal gente lo que quiera ver, y lo que quiere ver depende de su percepción de la posición de los demás en relación con la propia. En resumen, el sujeto construye sus ideas de posición social y de clase a partir de las abigarradas e inconexas experiencias propias de prestigio y poder, y de su conocimiento imperfecto de los demás. Compone clases, les asigna normas y valores, y después las utiliza para hacer comparaciones y valoraciones en contextos diferentes. No se trata solamente de un receptor pasivo que asimile las normas de clases organizadas, externas y concretas, sino que él mismo elabora su propio modelo de estructura de clases y lo utiliza como medio improvisado para orientarse en una sociedad tan compleja de la que sólo puede conocer, directamente, una parte muy limitada 1• B)
EL CONCEPTO DE GRUPO DE REFERENCIA EN RELACIÓN CON LA IDEOLOGÍA SOBRE LAS CLASES
Aunque los sociólogos y psicológos sociales han adoptado rápidamente el término «grupo de referencia» en los últimos diez años, al parecer no se han puesto de acuerdo sobre su J Véase la teoría general de Bartlett, según la cual la percepción Y el recuerdo son procesos activos a través de los que el sujeto no sólo recibe información, sino que también la elabora de acuerdo con sus propias actitudes (Bartlet~ 1932).
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definición 2• Utilizo el término en cuestión para referirme a cualquier grupo, real o ficticio. que en opinión de un su¡eto tiene existencia real y que utiliza él para comparar o evaluar su posición con la de los demás. y parajustificaro explicar su comportamiento.
El sujeto puede pertenecer. o no, al grupo de referencia. Puede estar_ o no, positivamente identificado con él y querer pertenecer al mismo. o no querer. Incluso el «grupo» en cuestión puede que no sea un grupo en realidad. sino una categoria social elaborada por el mismo sujeto. En este punto voy más allá de lo usual en la bibliografía. ya que la mayoría de los autores aceptan que el grupo de referencia tiene una existen ciasuigeneris. independiente de la del individuo. Tales grupos -reales, de acuerdo con criterios sociológicos- tienen normas externas, independientes; que el sujeto puede intcrnalizar y. después. utilizar para comprenderse. y evaluarse a sí mismo y a los demás: las normas externas del grupo se convierten en las actitudes del sujeto. Pero también creo que ocurre el proceso inverso: los individuos, por supuesto, intemalizan las normas de los grupos externos, pero también proyectan a su vez algunas de sus propias actitudes y valores sobre la situación exterior. La reinterpretación y proyección hacia el exterior se dan. en alguna medida. en todos los casos de asimilación de normas; pero estos procesos tienen una importancia especial en la construcción y utilización de las clases sociales como grupos de referencia. Muchos autores ya han señalado, de pasada, que los individuos utilizan las clases como grupos de referencia. New2 Hyman, que introdujo el término, lo usa para dar a ellltender cu,alq¡ui
forma
con los que el sujeto se identifica positivamente (Sherif, 1953). Keller Stern lo usan solamente para grupos a los que el individuo no pertenece Stern, 1953). Einsenstadt se interesa por la forma en que las normas y valores llegan a engarzarse con un grupo concreto (Einsenstadt, 1954). Kelley indica que el término a veces se usa para referirse a cualquier grupo con el que el individuo se compara. otras para referirse a cualquier grupQ con el que el sujeto se identifica emocionalmente (Kelley, 1952). Me paree<_:: conveniente usar el término en el sentido más general, añadiendo adjetivós ·· ;,, calificativos cuando sea necesario.
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comb trata el asunto con cierto detalle al comentar el trabajo de Centers y Steiner(Newcomb, 1950, pp. 228-232). De acuerdo con el trabajo de Centers, se pueden predecir las actitudes políticas de un individuo a partir de su identificación de clase (o clase social subjetiva) y a partir de su status ocupacional definido según criterios objetivos (Centers, 1949 y 1952). De acuerdo con Steiner. estudiantes de clase media de acuerdo con criterios objetivos. pero de clase trabajadora por autoubicación, tenían actitudes semejantes a las de los estudiantes de clase trabajadora tanto según criterios objetivos como subjetivos. En términos de la teoría de grupos de referencia, podría decirse que el individuo manifiesta actitudes que están en consonancia con las normas de la clase social que constituye su grupo de referencia positivo. Si utiliza su misma clase como grupo de referencia positivo, se adherirá a las normas de su clase. Sí utiliza otra clase como grupo de referencia positivo, manifestará actitudes en conformidad con este grupo al que no pertenece. Tal interpretación parte de la idea de que las clases son grupos reales, con roles sociales interrelacionados, y con normas distintivas, de forma que el sujeto puede intemalizar directamente tales normas. Sin embargo, esto conduce a una reificación del concepto de clase. Las clases, al menos tal como se definen en los estudios mencionados anteriormente, parecen ser más bien categorías sociales, y no grupos reales; por lo que los individuos difícilmente pueden intemalizar sus normas de forma directa. Mi idea es que hay tres etapas en la adopción, por parte de un sujeto, de una clase como grupo de referencia: primera, el sujeto intemaliza las normas de sus grupos de pertenencia primarios -lugar de trabajo, compañeros de trabajo, amigos, vecinos, familia-, junto con otras nociones recogidas de libros y de diferentes medios de comunicación; segunda, lleva a cabo un proceso de generalización reduciendo estas normas, relativamente inconexas y a menudo contradictorias, a un común denominador; tercera. vuelve a proyectar sobre la sociedad global estas generalizaciones. No se trata de un proceso consciente y deliberado: la mayor parte del mismo sucede de forma involuntaria. Además, constantemente el sujeto está haciendo modificaciones y revisiones; a menudo también, se presentan incongruencias y contradicciones entre las construcciones hechas en diferentes momentos y con finalidades distintas. Lo principal es que el 211
propio individuo es un agente activo. No se limita simplemente a internalizar las normas de clase que tienen existencia externa, independiente, sino que recibe las normas de ciertos grupos concretos, las reelabora, y construye grupos de referencia de clase a partir de ellas. Conviene distinguir entre grupos de referencia directos (direct reference groups) y grupos de referencia elaborados (constructed reference groups). Los grupos de referencia directos son aquellos en los que el referente es un grupo real, con roles interrelacionados y con normas distintas que pueden ser intcrnalizadas directamente por el individuo; se da un grado relativamente bajo de elaboración del grupo. así como de proyección de normas en él por pa1ie del individuo. Tales grupos de referencia directos pueden ser grupos de pertenencia o incluso grupos de no pertenencia cuyas normas hayan sido internalizadas, no obstante, por el individuo. Lo importante es que se trata de grupos reales que existen con independencia del sujeto. Los grupos de referencia elaborados son aquellos en los que el referente es más bien una abstracción o una categoria social, más que un grupo real; en este caso, el grado de elaboración y de proyección de normas en el grupo elaborado es relativamente alto. Las clases son grupos de referencia elaborados. Los individuos las utilizan para organizar su mundo social, y para comparar y valorar su propia conducta y la de los demás. Aunque puede que estas abstracciones no tengan realidad objetiva, son reales psicológicamente, en el sentido de que influyen en la conducta del individuo. Las familias investigadas diferian enormemente en el grado en que las personas estaban vencidas de la realidad externa de sus grupos de retere:nc1,¡¡v de clase. Algunos informantes estaban profundamente vencidos de que las clases tenían una existencia real, obietiv¡¡,;X y externa; otros se mostraban muy escépticos y decían las clases eran invenciones de la imaginación de la gente. actitud más común, aunque no con estas palabras, era que las clases no eran otra cosa que estereotipos que no .. _,,,_, que tomar demasiado en serio, pero que eran indispensables para establecer comparaciones y c1ones.
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C)
UTILIZACIÓN DE LOS GRUPOS DE REFERENCIA DE CLASES Y DE LOS MODELOS DE ESTRUCTURA DE CLASES
Todas las parejas investigadas utilizaron en algún momento a lo largo de la conversación informal los grupos de referencia de clase. Además. casi todas las parejas expusieron algún modelo de estructura global de clase en respuesta a nuestras preguntas directas. Dos de las esposas negaban la existencia de clases sociales. pero la negación era tan vehemente que daba a entender. por lo contrario. que creían en la existencia de las clases pero que. por diferentes razones. no la deseaban. Algunas personas apenas eran conscientes de estar manejando un modelo de estructura de clase, y experimentahan cierta inquietud al explicitarlo y darse cuenta de que estaba lleno de contradicciones e incongruencias. Muchas parejas indicaban que los diferentes criterios de pertenencia a una clase que utilizaban -ocupación, renta, control de la gente mediante riqueza, poder organizacional, educación, origen familiar, modales, acento, etc.- no encajaban lo suficientemente bien. unos con otros, como para formar una jerarquía bien definida; tampoco sabían a qué criterio debían dar más importancia. Al llegar a este punto, varios individuos afirmaron que las clases sociales no eran grupos que existieran en la realidad, y que los que creían en ellas eran esnobistas y desagradables. En la conversación corriente nunca se utilizaba el modelo global, sino diferentes aspectos del mismo como grupo de referencia, según el contexto concreto de comparación y evaluación. Casi todos hablaban de clases sociales cuando discutían sobre la sociedad global y de los cambios sociales y políticos. También utilizaban los diferentes conceptos de clase social para ubicar a desconocidos y para comparar la fortuna social de los demás con la propia, en un contexto social amplio. Aparte de estos usos comunes a todos los entrevistados, las parejas diferían mucho en la frecuencia con que utilizaban los grupos de referencia de clase en la conversación ordinaria. Las parejas que los usaban más a menudo eran aquellas que se estaban enfrentando a situaciones desconocidas, teniendo que establecer nuevas relaciones con otras personas en ambientes sociales y físicos diferentes. Algunas habían tenido movilidad social; otras solamente espacial; 213
pero todas ellas se enfrentaban al problema de catalogar a la gente y de situarse ellas mismas en relación a los demás. Todas ellas estaban estructurando su mundo social. Por el contrario. las parejas más asentadas hablaban de prestigio y de poder en términos mucho más concretos, sin llegar a generalizarlos en cualquier abstracción de clase social. Da la impresión. de acuerdo con esto. de que todos los individuos manejan algún modelo de estructura de clases. pero se trata de modelos íluidos y variables. que se usan de forma diferente en contextos sociales diferentes. Esta fluidez es la que explica el hecho de que se obtengan resultados tan distintos en la constatación de la ideología sobre las clases cuando se utilizan diferentes métodos de encuesta. Diferentes estudios muestran que si se pide a un número amplio de personas que ordenen las ocupaciones y las sitúen en clases predefinidas, acaban poniéndolas. más o menos, en el mismo orden (Centers, 1949 y l952; Form, 1946; Hall y Caradog Jones, 1950; North y Hatt. l947). Pese a la existencia de ciertas contradicciones entre estos estudios, parece claro que hay cierto acuerdo general sobre el status social de las ocupaciones; sin embargo, es difícil decir qué parte de este acuerdo depende de los métodos utilizados y qué parte es un reflejo del estereotipo social o de un auténtico consenso. En cualquier caso, tal acuerdo no significa necesariamente que los que hacen estas clasificaciones las utilicen en su vida social cotidiana 3• Nuestro método de preguntas abiertas, igual que el de Hammond (1952), puso de manifiesto una realidad más compleja que los estudios hechos mediante cuestionarios. Aun3 Cfr. la exposición de Eysenck. según la cual las respuestas a preguntas cerradas no manifiestan necesariamente las actitudes del sujeto de la misma forma que las expresadas en entrevistas menos estructuradas. «Se ha venido aceptando generalmente que las respuestas estereotipadas a preguntas sobre "características nacionales" indican pensamientos estereotipados por parte de los informantes; nuestros resultados sugicrenpercontra que la mayoría de éstos no tienen, en absoluto, opiniones particulares sobre el tema, y que se dan perfecta cuenta de que cualquier respuesta que puedan dar no es otra cosa que el resultado de un aleccionamiento cultural y social. En otras palabras, los resultados de los estudios de este tipo están predeterminados por la metodología usada; cuando busca1nos opiniones estereotipadas, y no damos al sujeto la oportunidad de responder de alguna manera no estereotipada. no debemos sorprendernos de que la respuesta obtenida sea estereotipada» (Eysenck y Crown, 1948).
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que algunos rasgos eran comunes a todas las versiones y es posible distinguir en éstas varios tipos principales de modelos. cada versión tenía algunos rasgos exclusivos propios. Además, es necesario tener siempre presente que las respuestas de cada informante estaban muy condicionadas por su situación social inmediata, particularmente por su relación con el investigador. A veces, esto era muy obvio. como cuando una mujer puso de manifiesto su esnobismo. o lo que ella pensaba qnc era esnobismo, y preguntó entonces al investigador si opinaba lo mismo. En otra ocasión, uno de los investigadores preguntó a nn hombre qué entendía por «semiprofcsional» y éste respondió: «Bueno, en realidad estaba pensando en usted. Usted no es un oficinista corriente. pero tampoco es como un abogado o un médico.» En otras ocasiones, las personas eran menos conscientes de su situación inmediata. De cualquier forma, dicha situación inmediata siempre tenía algún efecto sobre la exposición del modelo, y era preciso que el investigadorutilizara su comprensión de la misma a la hora de analizar las ideas de cada pareja sobre las clases sociales. En la conversación corriente, como se ha indicado arriba, los sujetos empleaban solamente partes de su modelo.A veces había discrepancias entre estas partes y la versión ordenada general, expresada como respuesta a nuestras preguntas directas, pero las diferencias normalmente eran sólo cuestión de énfasis y de detalle. Por ejemplo, el agente de compras y su esposa usaban un modelo de clase superior, media y obrera, con tres subdivisiones en la clase media, colocándose ellos mismos en la «clase media-media». En otras ocasiones, cuando hablaban sobre cambios generales sociales y políticos, y cuando comparaban determinados vecindarios, utilizae ban de forma espontánea los términos «clase media» y «clase obrera», casi de la misma forma en que los usaban cuando perfilaban más formalmente· el modelo global. A veces usaban la frase «grupos de renta baja» -siempre entre comillascomo sinónimo de «clase obrera», en parte como una ligera pulla a las encuestas y a la investigación, y en parte como una forma de soslayar el compromiso de hablar directamente sobre gente inferior a ellos en la jerarquía. Al hablar de forma espontánea sobre los amigos, los vecinos y los compañeros de trabajo, introducían ciertos conceptos adicionales: «arrabaleros», «bohemios», «intelectuales» y «personas inteligentes». Todos estos conceptos tenían que ver con el status social en
mayor o menor grado, y todos estaban ligados también sus grupos de referencia de clase; servían para ,matizar muchas subcategorías el grupo de referencia de clase rnc•uut;. ·o aunque mantenían la dívísíón en tres subconjuntos dentro de. esta misma clase. ''"'' En resumen, las personas utilizan los grupos de referencia de clase para hacer_ a la vez, comparaciones y valoraciones en un contexto social amplio. pero este uso varia con la situación social inmediata y con los propósitos específicos de las comparaciones y valoraciones. Se deduce de ello que no hay una forma válida de descubrir lo que la gente realmente piensa acerca de las clases. ya que cada método revelará grupos de referencia 1igeramente diferentes. No obstante, también existe cie11a tendencia a la congruencia y a la continuidad en la aplí~. cación. por parte de cada pareja, de los grupos de refercnci
COMENTARIOS SOBRE EL MATERIAL DE CAMPO
l. Puntos de acuerdo general para todos los informantes
Como se ha índica do anteriormente, todas las parejas uti: !izaban grupos de referencia de clase, y todas manejabañ algún modelo de estructura de clase, al menos implícita:::. mente. Salvo en dos casos, los demás informantes aceptaban, la existencia de las clases sociales, y creían que la sociedad : podía dividirse en estratos diferentes según el poder, el presfü' gio o ambos. A pesar de todas las diferencias indíviduaksJi había cierto acuerdo general acerca de estos estratos, particJJ.:iÍ larmente en lo concerniente a los contrastes entre los extrej' mos de la escala. Así, la mayoría de los informantes decía,fqj daba a entender, que las personas muy ricas, los grand¿s,·:. industriales y profesionales, pertenecían a una clase social', diferente a la de las personas que trabajaban con .slls manos. Se daban también coincidencias, al parecer, respectq • a los términos «clase medía» y «clase obrera», aunque. nQ) todos empleaban estas palabras ní su aplicación era muy pre:> císa. Recogimos dos definiciones corrientes de «clase obre; ' ra»: la primera, «cualquiera que trabaja para vívír», yJ
ría. Estaban menos de acuerdo en el significado del término «ciase media»: habitualmente aludían con él a la gente que se situaba por encima de la clase obrera; los que lo usaban pensaban, por lo común, que había una clase superior. El citado acuerdo desaparecía en cuanto los informantes empezaban a hablar de ocupaciones o de personas relacionadas estrechamente con ellas. Por ejemplo: ¿debían incluirse los oficinistas en «la clase obrera» o en «la clase media»?, i.pcrtenece un médico a la misma clase que el director de una gran fábrica?, ¿pertenecen a la misma clase el propietario de una tienda pequeña y un vendedor muy cualificado? En estos casos, sacados a colación por diferentes informantes, no había coincidencia general; cada individuo trataba estos problemas de forma muy distinta. Todos estaban de acuerdo en que la ocupación es el criterio más importante, en un individuo, de pertenencia a una clase, aunque algunos informantes no lo mencionaban directamente, y otros pocos insistían en que los ingresos eran más importantes que la ocupación (éstos eran individuos que se consideraban relativamente acomodados desde el punto de vista económico). No obstante, pese a dicha coincidencia sobre la ocupación, pronto se hizo evidente que cada informante tenía una idea diferente de lo que significaba este término; algunos consideraban la ocupación como una fuente de poder, otros pensaban en el prestigio general de la misma, otros en los ingresos ligados a ella. Tres informantes llegaron a distinguir la ubicación ocupacional de los individuos, por un lado, del sistema industrial y ocupacional general, por otro. Pero la mayoría de los informantes no se preocupaban por las razones de las posibles contradicciones entre el sistema de clases y la correspondiente localización de los individuos en su seno; de igual forma, no distinguían claramente entre la movilidad de los individuos y los cambios globales de la estructura de clases. Todos los informantes estaban de acuerdo en que se había producido una gran «nivelación por arriba» y que esto era bueno, sobre todo para la clase trabajadora. Unas pocas parejas hablaban más bien pesarosamente de su pérdida de renta y de la imposibilidad económica de mantener servicio doméstico, comparando su situación con la que disfrutaron anteriormente sus padres (ninguna de las familias, en esos momentos, tenía problemas serios relacionados con los impuestos ni con 217
inversiones en sociedades anónimas). Atribuían la nivelaéió' é' por arriba a diferentes causas: la guerra, la presión militarité,·. de los sindicatos y del partido laborista, el Estado de bienesc~' tac el pleno empleo o la solidaridad nacional ante el dec!ive·.:;~ii!liii' de Inglaterra como poder internacional. La afirmación más· 'f~Rf" cauta de todas era que las antiguas clases seguían existiendo(. '~'t pero que las desigualdades económicas y sociales entre ellas ''"'· habían disminuido: la más radical era quizás la afirmación· ;iy·: de uno de los oficinistas: «antes había clase media, pero, al parecer, ya no la hay». Las descripciones de la nivelación por arriba dependían de las propias experiencias del que ha, biaba. AsL la esposa del agente ele compras mencionó la ascensión ele la clase obrera. y aüadió que, para la clase media. fue terrible entrar «en el mercado laboral», pero que ya no tenía remedio: la esposa del terapeuta ocupacional nos contó que antes de la guerra no se aceptaba socialmente (en la clase ele sus padres) al que se le notara cierto acento, aunque ,., 4 tuviera dinero, pero que hoy en día ya no importaban mucho ;,i~~\vr
·
~~~1:f1;1r~:~;~:;Zs~~~~~~!~:~:~~~~1~:f~u¡~~:~:!:· 111
entre oficinistas, trabajadores especializados y no especiali" · za dos. Decían que, antes de la guerra, los oficinistas en con~•"" creto vivían en un mundo distinto del ele los obreros, pero que•. ,, ahora ganaban más o menos lo mismo que los trabajadores:".· manuales, o incluso menos; vivían en las mismas barriadas;-y1· enviaban a sus hijos a sus mismas escuelas. En realidad, aun~1 que sólo uno o dos de los informantes mencionaronre" aumento relativo del número de oficinistas, muchos •otro hablaron de la ambigüedad de su status y del flujo generáhd la estructura ele clases. Algunas personas hicieron observacicf, nes como la siguiente: «Debía de ser más fácil en la Eda·· Media; todo estaba perfectamente definido, uno sabía exacta: mente cuál era su lugar y no esperaba nada más. Ahora tod · es incierto y ni siquiera sabes cuál es tu sitio.» Estos eran los aspectos más importantes sobre los· qú todos estaban de acuerdo, en términos generales. Los elato , que poseemos no presentan el suficiente número de casos nij las adecuadas circunstancias de contraste como para pode(' extraer conclusiones sobre las condiciones que explican ¡i(;j: semejanza entre los modelos de clase social manejados po( · las personas. Es posible que el grado de semejanza esté:erf 218
consonancia directa con el grado de similitud de la experiencia social primaria. Si las personas tienen experiencias radicalmente diferentes, también tendrán grupos de referencia de clase muy diferentes. Si sus experiencias son similares, es más probable que tengan grupos de referencia de clase parecidos. Ahora bien, si sus experiencias no solamente son semejantes, sino también compartidas -es decir, si forman parte de una red muy unida o un grupo organizado- será más probable aún que converjan en una definición común. De acuerdo con esto. encontraríamos más consenso en una aldea minera que en una zona mixta de clase trabajadora. en donde las experiencias son similares pero no compartidas. 2.
Tipos de modelos
Los informantes utilizaron cuatro tipos de modelos de estructura de clases global: a) modelos de poder de dos niveles; b) modelos de prestigio de tres niveles; e) modelos de prestigio de muchos niveles, y d) modelos mixtos de poder y prestigio.
Estos cuatro modelos son suficientes para exponer las opiniones que sobre la ideología de las clases manifestaron las 16 parejas a las que preguntamos sobre este tema. Entrevistas más extensas nos habrían llevado, sin duda, a modificaciones y añadiduras 4 • . . . . ..•. a) Empleaban modelos de poder de dos niveles personas identificadas con la clase obrera y que no _sentían ningún deseo ni apremio de movilidad social. Concebían las clases como grupos en conflicto peró interdependientes. Su ideade mejorar de posición consistía en que la clase trabajadora 4 Cfr. Hammond (1952), cuyos métodos para la comparación de modelos de clase con posiciones «objetivas)) son, en el caso de un mayor número de sujetos, más apropiados para este tipo de análisis. Los modelos expuestos en el presente informe son semejantes a los de Hammond, aunque hay algunas diferencias en la definición y en los criterios. Por ejemplo, muchos de sus «marcos de referencia compuestos» (compositeframeworks) probablemente se incluirían entre los «modelos de prestigio» del presente trabajo, más que en Jos «modelos mixtos de poder y prestigio». Hammond tampoco da tanta importancia a la cuantificación como componen te intrínseco de los diferentes tipos de modelos.
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tenía que organizarse para conseguir más de los patronos,· aunque normalmente añadían que la clase patronal había perdido mucho de su poder gracias al pleno empleo. La utilización de dos clases sociales básicas es una consecuencia lógica del empleo de las ideas de poder, de conflicto y de opoc sición, ya que son por lo menos dos las unidades que requiere un conflicto. A pesar de que realmente mencionaban muchas clases. estos modelos son básicamente de dos niveles. Así, por ejemplo. uno de los hombres hizo una división global en dos clases y a continuación otra subdivisión en el interior de su propia clase -también en términos de opuestos en conflicto-; otro individuo subdividió la clase patronal e incluyó en ella a los profesionales. alineados junto a los propios patronos. Ninguno de estos individuos sentía vergüenza por colocarse en la clase inferior. No se les ocurría que la otra clase fuera moralmente superior; tendría más poder, pero no más prestigio. Utilizaban los modelos de poder de dos niveles el fontanero, el estanquero c. implícitamente, el técnico de radio. Es posible que la esposa del técnico de radio estuviera empezando a manejar un modelo de prestigio. si bien negaba la existencia de clases. b) Usaban modelos de prestigio de tres niveles personas que se situaban a si mismas en la clase media. Dividían éstas la sociedad en tres clases: alta, media y obrera; con dos o fre~ · subdivisiones en la clase media. Si eran tres las subdivisione~ f en la clase media, se colocaban en la categoría intermedia:_sf,'[ hacían dos, se colocaban en la categoría superior. No aludfail• al conflicto de clases, ni tampoco a relación alguna entre
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ran a conocerse, podrían relacionarse entre sí como iguales en una interacción informaL Empleaban diferentes criterios de pertenencia a una clase, pero todos ellos iban dirigidos a definir las semejanzas de gusto y de aficiones, semejanzas que marcarían los límites de la afinidad social y de la posible amistad. Las mujeres solían dar más importancia a los modales, al acento, al gusto y lo que consideraban socialmente aceptable, mientras que los hombres hablaban más de la ocupación y de la renta. La principal preocupación de las mujeres era relacionarse, en tanto que los hombres pensaban más bien en sus profesiones y en sus compañeros de trabajo. Tanto los hombres como las mujeres daban a entender que cualquier individuo podría promocionarse por medio de la adquisición de la educación, la profesión, la subcultura y la amistad personal con individuos de clase superior. Más de la mitad de los informantes que utilizaban este modelo señalaban la falta de ajuste entre los distintos criterios de pertenencia a la clase sociaL Casi todos añadían que el esnobismo era malo y que la gente que estaba siempre pensando en la clase social era esnobista. Si estos informantes hubieran llevado de forma sistemática y hasta sus últimas consecuencias el criterio básico de la amistad potencial como fundamento de la clase social, habrían concebido la estructura de clases como una red entrelazada de relaciones entre amigos. Pero en lugar de esta concepción, nos encontramos con la idea de tres clases separadas. El uso del modelo de tres niveles es una consecuencia lógica de pensar en términos de prestigio. Para conceptualizar el prestigio -no solamente el que se desprende del status general de clase, sino cualquier forma de prestigio-:-hay que tener en cuenta a los iguales, a los superiores y a los inferiores. Tres grupos es el número normal para una representación de este tipo. Todos los informantes se situaron en el grupo intermedio. Ninguno se incluyó en el grupo de abajo o en el de arriba; dos de ellos se colocaron en la categoría superior dentro del grupo intermedio. Al hacerlo así, nuestros informantes estaban haciendo una representación simbólica de su propio status, junto con el de sus iguales, dentro de la posición intermedia, con sus su peri ores sociales por encima y los inferiores por debajo 5. No concebían el status en términos relativos como un continuo. 5 Cfr. Barnes: «Creo que, al menos en algunos de los muchos casos en los que personas de muy variada posición económica dicen pertenecer a la clase
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Adjudicaban a cada clase una subcultura específica. Al dotar a cada uno de los tres grupos de un conjunto distintivo de normas y valores. que los diferencia claramente de los demás. daban concreción y realidad a la expresión simbólica de la superioridad. la igualdad y la inferioridad. prescindiendo así de la relatividad del sistema. Empleaban modelos de prestigio de tres niveles el director comercial, el profesor de la W.EA. el agente de compras, el delineante y uno de los oficinistas. El estadístico y su esposa implícitamente utilizaban también este modelo. aunque negaban la existencia de clases. En todos estos casos. tanto el marido como la esposa utilizaban el mismo tipo ele modelo. No obstante, mientras que las esposas del director contable y del terapeuta ocupacional utilizaban modelos de prestigio de tres niveles, sus respectivos maridos usaban modelos mixtos de poder y prestigio. c) Las personas que se autoubicaban en la clase obrera pero que sentían una cierta incompatibilidad en su posición utilizaban modelos de prestigio de muchos niveles. En tres casos, los informantes afirmaron que eran de clase obrera por ocupación, pero que se consideraban intelectual y culturalmente diferentes. Sus grupos de referencia positivos eran los intelectuales y los profesionales; ignoraban a los hombres de negocios y a los ricos o les consideraban de status inferior. En otro caso, un hombre que se autoubicaba en la clase trabajadora admitía, sin embargo, sentir cierta obligación de movilidad, si no social, al menos espacial; y quiso justificar su deseo de permanecer donde estaba. Las cuatro parejas concebían las clases en términos de prestigio, más que en términos de poder, pero no utilizaban el modelo de tres niveles. Distinguían entre cuatro y ocho clases, y se colocaban en la penúltima. En mi opinión, multiplicaban el número de clases sociales por razones que tienen que ver con los puntos de acuerdó general mencionados antes. El término «clase media» no tiene un valor relativo, sino que llevaba implícito, en este caso, una connotación categórica socialmente reconocida, razón por la cual estos individuos no se sentían justificados a colocarse en la misma. Si hubieran usado un modelo de prestigio media en un sistema de tres (o más) clases sociales, lo único que hacen es manifestar que conocen tres conjuntos de personas (los superiores, los iguales y los inferiores). De ello no puede deducirse que la sociedad se divida en tres grupos con miembros reconocidos» (Barnes, 1954, p. 46).
de tres niveles, habrían tenido que colocarse en la clase baja, y esto es algo que a nadie le gusta, seguramente porque hubiera significado el reconocimiento de una inferioridad absoluta en vez de relativa. La solución adoptada consistía en multiplicar el número de clases y en autoubicarse en la segunda por abajo. El proceso no era consciente ni deliberado. Utilizaban modelos de prestigio de diferentes niveles dos de los oficinistas. el técnico de instrumentos ópticos y el pintor decorador. d) Los modelos mü:tos de poder y prestigio eran los más complejos. No parecían tener un número determinado de niveles; un individuo utilizaba tres clases. otro cuatro y otro ocho. Todos eran «intelectuales» y hablaban de las causas del sistema de clases en general. Lo explicaban principalmente en términos de poder económico. No obstante, en el curso de la conversación informal, a menudo hablaban sobre las manifestaciones concretas de status y de capacidad en términos de igualdad, superioridad e inferioridad, de modo que aparecían vestigios del marco de referencia basado en el prestigio en su definición formal de la estructura de clases. Sus modelos no sólo eran complejos, sino también inestables. Incluso a lo largo de la exposición del modelo, y en respuesta a preguntas directas, estos informantes tendían a pasar de un modelo mixto a un modelo de poder de dos niveles o un modelo de prestigio de tres niveles. Utilizaban modelos de este tipo el terapeuta ocupacional y el director de contabilidad, si bien sus respectivas mujeres utilizaban modelos de prestigio de tres niveles. No obstante, el subdirector de la compañía de seguros y su esposa empleaban un mbdelo mixto. · 3.
Comparación de dos modelos
Presentamos ahora dos ejemplos más detenidamente, para ilustrar la forma en que las personas usaban sus experiencias y su pertenencia a grupos para construir y utilizar modelos de clases sociales y grupos de referencia de clase. Los maridos y las dos parejas de nuestro ejemplo eran trabajadores cualificados y ambos se autoubicaban en la clase obrera, pero diferían en otros aspectos de su experiencia social y, por consiguiente, sus grupos de referencia de clase eran también diferentes. La primera pareja utilizaba un 223
modelo de prestigio de diferentes niveles, la segunda un modelo de poder. Los Jarrold Los Jarrold tenían tres hijos, llevaban casados ocho años, y vivían en una barriada socialmente heterogénea. El señor Jarrold trabajaba en una fábrica como mecánico de instrumentos ópticos con un sueldo bruto de ocho libras por semana. Percibía una pensión por incapacidad de guerra de dos libras y 16 chelines, así como una ayuda familiar de 16 chelines, de forma que el total de la renta familiar era de 11 libras y 12 chelines. Le gustaba mucho su trabajo pero, en su opinión, estaba mal pagado. El señor Jarrold era huérfano. o al menos no sabía nada de sus padres, excepto que su padre fue trabajador manual en una ciudad del norte del país y que él había sido abandonado cuando tenía un año. Estuvo hasta en cinco inclusas hasta que se asentó en un pueblo con una familia a la que describía como de «clase trabajadora y respetable». Dejó la escuela a los catorce años, fue repartidor y dependiente; entonces se incorporó al ejército y se hizo mecánico. Después de la guerra
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La señora Jarrold contaba que provenía de una «familia :;c.:··· corriente de clase trabajadora de Londres». El señor Jarrold dudaba de esta afirmación. Lo que sí se podía decir es que lós, abuelos de la mujer fueron personas de «clase trabajadora corriente», pero que la mayor parte de sus tíos habían tenidó' movilidad ocupacional. Su padre fue verdulero. La señóra, Jarrold había sufrido una gran frustración al no poder satisfacé sus ambiciones educativas, en parte debido a las circunstaif: cias y en parte, decía ella, porque no se esforzó suficiente~ mente. Quiso ir a la universidad para ser periodista. Consiguiq una beca para un colegio privado, pero fue rechazada en.el: reconocimiento médico. Su padre murió por aquella época, lo; que terminó más o menos con sus esperanzas de ir a la unive:f, sidad, así que se inscribió y se hizo oficinista. Después de un~: .. sucesión de trabajos en oficinas, se casó con un teniente.del" ejército, del que se divorció en 1944; a continuación se casg con el señor Jarrold. · :.r.3 224
Los dos o tres primeros años de su matrimonio fueron difíciles. El señor Jarrold cayó enfermo de cisticercosis al final de la guerra y las convulsiones a consecuencia de la enfermedad lo incapacitaron seriamente para desempe!lar cualquier tipo de trabajo durante mucho tiempo. Se mudaron al campo por razones de salud y vivieron en siete lugares diferentes en el J;1pso de seis meses. junto con sus dos hijos. Un buen día cm pczó a recuperarse e hizo un curso de reparación de instrumentos ópticos y oftálmicos. Entonces volvieron a Londres. donde trabajó en diferentes fábricas ele reparación de instrun1entos durante un tiempo. encontró un piso y. finalmente consiguió el trabajo actual. Comenzaron a sentirse asentados y la seüora Jarrolcl empezó a asistir a un curso de extensión universitaria, pero quedó embarazada de nuevo poco después y tuvo que dejarlo. Por la época de las entrevistas. tenían una gran cantidad de amigos esparcidos por Londres y el sur ele Inglaterra. Estos tenían ocupaciones muy variadas; había desde profesionales ele nivel inferior a trabaja dores cualificados como el señor Jarrolcl. También tenían relaciones amistosas con muchas personas de la barriada. Los dos participaban ele forma muy activa en diferentes asociaciones voluntarias. El señor Jarrolcl pasaba la mayor parte de su tiempo libre dirigiendo y actuando en un grupo de teatro local. Había pertenecido anteriormente a la rama local ele la Legión Británica [asociación de ayuda a excombatientes]. pero un buen día decidió que la asociación estaba hundiéndose y dejó de ir a las reuniones. Ambos también habían abandonado la asociación de vecinos de la barriada porque, al parecer, no hacían más que reñir entre ellos. BI señor Jarrold era miembro activo de su sindicato. El y su mujerpetenecían al Partido Laborista. La señoraJarrold iba a la Iglesia de vez en cuando y ambos sentían admiración por el párroco. Ella tenía intención de pertenecer a la Sociedad de Historia Local cuando los niños fueran un poco mayores. En resumen, era una pareja muy ocupada. Los entrevistadores clínicos informaron que los dos eran muy inteligentes, y que tenían bastante talento artístico y dramático. Se notaba que, sin concederle mucha importancia, se sentían satisfechos de haber superado bastante bien sus desgracias e infortunios. Según el investigador, opinaban que estaban dando a sus hijos una educación mucho mejor que la que habían recibido ellos mismos. Se daban cuenta de que querían que sus 22:'í
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hijos diesen cumplimiento a sus propias ambiciones fechas. A la señora Jarrold no le preocupaban tanto las profé'siones que tuvieran sus hijos como que alcanzasen un buen nivel educativo y miras amplias; quería que alguno de ellos i•k> fuera a un colegio famoso y a la universidad. El señor Jarrold .if quería que su hijo llegara a ser ingeniero. Al mismo tiempo/"''•· sin embargo, ambos opinaban que los padres no debían tras~ !adar así sus ambiciones a los hijos y que, en realidad, éstos acabarían haciendo lo que les diera la gana, sobre todo si corte tinuaban siendo tan independientes como hasta entonces. Cuando se les preguntó directamente sobre las clases sociales, fue la señora Jarrold la que contestaba principaJc mente, y como si ya lo tuviera pensado de antes. El señcít Jarrold tomaba parte activa en la conversación, añadiendo detalles y señalando discrepancias. Preguntaba repetidamenté ;,'.'.'< a su mujer: «¿A qué clase pertenecemos nosotros?»
,~ h ':i2. ;'} l. Los auténticos sangre azul. Para la mujer, no eran . ..:ffi
muchos ni muy importantes ya. El marido decía que era Jo "Ni¡~·:
~r:~:::~i::~!~~rn:¡~~~~~~1o~;~fo~~:~~eer que la aristoc~~t· ·~~·
Es;2L: ~1:
2. Los líderes de las modas y de la influencia popular. eran los que habían ganado por sí mismos la riqueza y la po'si~; ción en vez de haberla heredado. Para la señora Jarrold, ésiqs no siempre eran ricos; de hecho ella incluiría aquí a diferentes: intelectuales como Bertrand Russel. (Comentó que sabía.sJ,~ su sangre azul, pero que esto no tenía importancia y q~~.i€J mismo lo había olvidado.) Creían que la BBC había . teniífo ;·,' •"; <:MJ.,: una gran influencia en este aspecto, porque proporciow¡J? los medios para que estas personas se pusieran en cont¡¡c;¡, · con el público. Los dos Jarrold -pero sobre todo la seifrif Jarrold- manifestaron su aprobación por este grupo. "· ,/,••.)
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3. Los profesionales. Médicos, abogados, altos funciori
Sus principales preferencias se centran en cosas materiales. Ella manifestó desaprobación por estas personas. 5. La clase media pobre. En la primera entrevista dedicada a las clases sociales. la señoraJarrold dijo que. en su opinión. este grupo era el mejor de todos. En una entrevista posterior. cambió de opinión. cuando seüaló que los grupos que ella valoraba más eran los intelectuales y los profesionales superiores. No pensaba en la clase media pobre como un grupo: lo que pasaba. en realidad. es que la mayoría de la gente agradable que ella conocía pertenecía a la clase media pobre. El señor Jarrold preguntó si ellos se incluirían en la clase media pobre. Su mujer contestó que estaban en ella al menos en espíritu. Más adelante. habló sobre la gente del extrarradio como perteneciente a la clase media pobre. Incluyó, asimismo, en esta categoría a los funcionarios inferiores, a diferentes tipos de trabajadores administrativos y empleados. En otra entrevista habló de su antipatía por el trabajo de oficina, pero no dijo que le desagradaran los oficinistas. 6. La clase obrera rica. «Son los que tienen televisión, abrigos de pieles, caballitos de madera y coches.» La seüora Jarrold dijo todo esto de forma muy enfática. El señor Jarro Id, aparentemente sorprendido, añadió: «Querida, no sabía que opinaras así», ella contestó: «Pues sí lo pienso», y continuó con su perorata sobre los ingresos de los porteros del Covent Garden que ganaban 20 libras a la semana: «No creo que haya que ser muy listo o estar muy preparado para ser portero del Covent Garden.» De nuevo el señor Jarrold preguntó ·e_n dónde se' colocarían ellos mismos y la mujer le contestó que en la siguiente clase. · 7. LG clase obrera pobre. Según la señora Jarrold, éstos constituían la mayoría de la gente. No había diferenciaciones dentro de este grupo ni lo describía con mucho detalle. Más adelante dijo que no pensaba que la ocupación fuera un buen criterio de clase social, ya que, por ejemplo, el hecho de trabajar en un fábrica no lo condenaba a uno a pertenecer a un tipo de clase determinado. Se puede trabajar en una fábrica y escuchar no obstante el «Tercer Programa». Más adelante, al describir la clase trabajadora de los viejos tiempos de antes de la guerra, hablaba siempre de «ellos», y no de «nosotros».
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8. Los que viven al día. Gente de situación inestable q¡¡_~· vive al día y va tirando. JE} ?t<
El señor Jarrold volvió a preguntar dos veces más sobre la .;¡•¡¡ clase que les correspondía. Su esposa decía que moralmente¡ ¡.i estaban en la clase media pobre. pero que por ocupacióÍ\.Y '" renta pertenecían a la clase obrera pobre. Al hablar sobre movilidad. indicó que para los hombres la movilidad depenc día de su trabajo. de mejorar y de cosas así. El marido decfa que. en su opinión, la inteligencia era una ayuda; y ella matic zaba que la inteligencia ayudaba en la escuela y que el tipo de trabajo que cada uno tenía dependía del nivel educativo. También argumentó ella que las mujeres terminaban cambiando siempre a la clase de sus maridos. El entendió estb como una alusión a que ella había descendido al casarse. Ella lo negó, repitiendo que provenía de una familia de clase obrera corriente. El parecía dudar de esto y dijo que, en suopi~ nión, los dos estaban ascendiendo; entonces insinuó qüf quizá él y ella se habían encontrado a medio camino. '..;;r) Al preguntarles acerca del cambio general del sistema; l~ ;•;.'.;:. señora Jarrold manifestó que, en su opinión, se daban ahora i;¡;_._,.. más grados intermedios y que la clase obrera es más reducid¡¡. "•; No hicieron la habitual referencia a la nivelación por arri~a, ~i;''.· quizá porque pensaba que no había conseguido tales mején'~i; • de status o de renta, si bien ambos opinaban que las calidac{(ie sus relaciones pers~nales había mejorado respecto a lad9',l~~/ generac10nes antenores. · .•/ ,i Las afirmaciones de los Jarrold sobre las clases socia daban a entender que ellos usaban nociones de clase. pr( . .. . .t- I palmente para ubicar a las personas que acababan ~)h nocer: --- _../;;\Í:,_
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·J_;_._r_•.·.·_:•._
...Cuando conoces a alguien y te cae bien por lo que es, ~iéÜd~'· él como persona propiamente, y no como un individuo cort posición de clase determinada. · ·,•,<1•
Al final de la conversación sobre las clases soéi~l~s, investigador anotó: ·· . Continuaron hablando sobre los estereotipos nacionales"c50m~.\ si fueran semejantes a los estereotipos de clases, pero indicandoqi:fe;;: en su opinión, los estereotipos nacionales eran bastantes falsos:Sd"¡l' cosas que existen en la mente, y no en la gente sobre la que::'M .-
piensa.
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Además de sus grupos de referencia de clase, los Jarrold tenían otras nociones que tenían que ver en parte con las clases sociales, y en parte no. Estas nociones consistían en si la gente era «ordinaria» (common) o «fisna» (naice). La señora Jarrold se hacía un lío con estos términos -de ahí su mala pronunciación-, y no sabía definirlos con precisión, pero la idea general consistía en que la gente ordinaria era vulgar, materialista y pagada de sí misma, mientras que las personas «fisnas» eran amigos reales o en potencia. Decía ella que «la gente ordinaria» se encontraba en todas las clases, aunque predominaba particularmente en la «clase media rica» y en la «clase trabajadora rica». Las personas «fisnas» estaban interesadas en temas artísticos, intelectuales y técnicos, sin ser jactanciosos; tampoco estaban limitados a una clase social concreta. Los Jarrold utilizaban, asimismo, otros conceptos de forma espontánea; de entre los más importantes: «los intelectuales», «las personas inteligentes», «los técnicos» y «las personas creativas». De nuevo aquí estos conceptos tenían que ver con el status, pero no eran totalmente sinónimos de sus grupos de referencia de clase. Los Butler Cuando empezaron las entrevistas, los Butler eran de mediana edad y llevaban casados nueve años. Tenían dos hijos. El señor Butler era fontanero; su salario bruto por semana era de siete libras y diez chelines. La ayuda familiar de ocho chelines elevaba su renta a siete libras y dieciocho chelines 6 • El señor Butlerpertenecía a la rama local de su sindicato. Tanto él como su esposa se habían criado en un vecindario de clase obrera estrechamente unido, y ambos .habían formado parte de redes muy unidas. Los dos habían sufrido largas temporadas de desempleo durante la depresión. Tenían sentimientos contradictorios sobre el hecho de vivir en una barriada heterogénea. En su opinión, la vida era más fácil 6 Los datos corresponden a 1951. Los posteriores pluses por carestía de la vida elevaron su salario a ocho libras, cuatro chelines y tres peniques a la sc1nana. También tenia un trabajo eventual por las tardes por el que recibía tres libras a la semana. El incremento general de la ayuda familiar y la Uegada del tercer hijo elevó aquélla a dieciséis chelines. En 1954 la renta total familiar era de doce libras, cero chelines y tres peniques a la semana.
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para los obreros desde la guerra, pero habían perdido los cientes, la amistad y la solidaridad comunal de sus antigi~os vecindarios, Citando del registro de la entrevista: Antes de la guerra se dcn1olieron y se levantaron barrios nohre<,'V hubo personas que lo vieron, se dieron cuenta de lo que podrían· tener y presionaron y consiguieron que se empezara a hacer cosas: Ahora, !a gente tiene nuevos pisos, nuevas casas, pero, en ciertá rncdida, no le dan1os í1nportancia ... IJas personas viven ahora rnús cerca unas de otras, pero están a n1illas de distancia. lJno no tiene ya a los vecinos llarnando continuan1cntc a la puerta por cualquier cosa. Ahora la gente tiene miedÜ de sus vecinos. Antes si querías algo no tenías n1ás que iry 1Ian1ara la puerta de cnfrente y ya lo tenías: ahora a la gente no le gusta que se· sepa lo que ocurre en sus casas ... Nos han rnetido en algo nuc'.'O, distinto del antiguo tipo de vida;· pero ellos (nuestros hijos) se acostumbrarán a este nuevo estílo y verán los errores que hen1os cometido. '
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El seüor Butler utilizaba a menudo los grupos de refere~~ ;;i~f cia de clase en la conversación normal, particularmente par~ ,;,, compararse con «los administradores» y los «oficinistas» d~ éi5[01
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jaba; decía que no conocían en realidad el trabajo como 19< conocían los antiguos artesanos, y que siempre le estaban·: pidiendo consejo sobre cosas en las que, era de suponer, elió§', debían de instruirle a él. ; ,,¡;~: Los Butler querían que sus hijos reprodujeran su própi~ estilo de vida. El señor Butler quería que tuvieran algúnófici' no necesariamente un trabajo de oficina, «Estoy complé ':,,, mente a favor de la producción, algo donde se pueda véfJJ' que haces y lo que has hecho,» Pensaba que las hijas al fiiJ.% terminarían casándose, y no había hecho planes cohcréf. para su hijo, pero más bien le gustaría que se hiciese'fd'',' ' · "1 lanero, Fue el señor Butler el que respondió principalmente alás preguntas directas sobre las clases sociales, aunque recurríá,,, constantemente a su esposa para confirmar sus respuesta~/ cosa que ella hacia. En su opinión, sólo había dos clases\ sociales, ya no quedaba clase media. Las clases superi()r,~f;.; eran «los esnobistas absolutos, unos pocos ricos ociosos yJo~; que controlan todo»; la otra clase la componía «el resto;
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cajón de sastre». La antigua clase media estaba formada, a su juicio, por los patronos y los constructores; aunque ambos habían perdido gran parte de su poder por culpa del pleno empleo. El cajón de sastre estaba formado por un conjunto de ocupaciones parecidas tales como carpinteros, mineros, mecánicos. maestros y otras por el estilo; todas ellas de status similar. Dentro de cada ocupación, distinguía entre productores y administradores: los productores eran los que trabajaban realmente. mientras que los administradores se limitaban a supervisar, pero ganaban mucho más por ello. Seüaló que los administradores y los productores dependían los unos de los otros, pero que, al mismo tiempo, estaban siempre en conílicto. Los administradores eran el sustituto actual de los antiguos patronos; no podían echar a la gente, pero tampoco trabajaban. Su autoridad se apoyaba más en los títulos académicos que en un conocimiento real del trabajo. Citando del registro de la entrevista: ... El decía que antes que nada había una división entre producción y administración. Los que se dedican a la administración no siempre se acuerdan de que son los otros los que producen la riqueza para ellos, y que si no fuera por los productores no tendrían nada que administrar. Por otro lado, los trabajadores debían reconocer que es necesario tener a alguien que los organice y les dé órdenes. El problema es que, tal como están ahora las cosas, hay cerca de seis administradores por cada productor. Se puso a hablar de sí mismo sin rodeos: «En cuanto a mí, yo no soy un productor. Realmente me encuentro entre los dos. Me ocupo del mantenimiento de lo que han hecho antes los productores; mantengo las cosas en funcionamiento mientras esperamos que ellos produzcan más. Los mineros. y los mecánicos. son productores, producen bienes, pero supongo que nosotros también somos productores.», Le pregunté entonces algo acerca de los diferentes niveles de la organización, y contestó que por encima de él había un encargado, y luego uri capataz general, y después el maestro de obras, y los técnicos asesores, y los que se quedan con las ganancias. La señora Butler interrumpió: «Tú sabes más que todos ellos juntos.» El señor Butler continuó diciendo que él y su compañero sabían lo que tenían que hacer, pero que no les quedaba más remedio que preguntar a toda esa gente. «En realidad no saben nada, no pegan clavo; sin embargo. nosotros tenemos la satisfacción de hacer algo de verdad.» A continuación. hizo aún otra observación sobre la necesidad de tener algún tipo de administración, pero aüadió que, a su juicio, la burocracia debía
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reducirse a la mitad. La señora Bullcrentró en una larga queja sóbi
los asesores técnicos y otras personas semejantes, que no habíati''t' recibido la formación adecuada para el trabajo sobre el que tenía1{ · que aconsejar a los dcn1ás. El señor Butler 1nanifestó que cuanto__,· más se asciende en la organización 1ncnos se produce. No sabe cuál'
pueda ser la solución a todo ello, como no sea pagar más al produc-' tor para que dejara de buscar un puesto en Ia administrdción., tampoco sabe si este sisten1a funcionaría.
pe-rJ·
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En ese momento debió de empezar a preguntarse sobre Iá situación del investigador, ya que las notas ele campo con~ tinúan: Siguió extendiéndose sobre este terna, poniendo de ejcrnplo 10 que él suponía que era mi situación. l)ijo que yo soy un productor porque trabajo, y mi trabajo consiste en hacer un libro, y que, por supuesto, habrá impresores y otras personas por el estilo que intervendrán también en él, pero en 111edio se encuentra 1ni jefe que no tiene nada que ver con el libro en realidad. Se lin1ita a decir: «Ve y escribe el libro», y no hace nada n1ás. Lo único que hace es sentarse y
dar órdenes y probablemente gana el doble que usted. Después de hablar un poco más de los administradores y de los productores, el investigador le preguntó sobre las difec rencias entre las profesiones, a lo que el señor Butler contestó que cada una tenía su propia escala, y que todas las profesioc nes eran equivalentes, El investigador insistió más sobre este punto, pero el señor Butler se mantuvo en su opinión de que los primeros peldaños de todas las escalas estaban al mismo nivel, y que en la parte de abajo de cada escala estaban los· productores y arriba los administradores, los cua(es ganaban. más por hacer menos, Al final de la conversación, hizo notar que pasó un mal rato al intentar leer el informe técnico del. investigador, pero que suponía que el investigador tampoco sabria qué hacer si le ordenaba que fuese a hacer una soldadura, Concebía la movilidad como la ascensión por una de esas escalas, Decía que la gente pasaba de una escala a otra sólo en momentos de desempleo, cuando no podía quedarse en su profesión preferida. Citando de nuevo el registro de la entrevista: Tomemos los mecánicos, por ejemplo; empiezas trabajando de recadero y a continuación llegas a mecánico, que es el productor;
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luego si vas a la escuela nocturna o estudias otra cosa, puedes conse~ guir entrar en la oficina de proyectos o llegar a ser mecánico cualificado o un especialista. Puede entonces que llegues a capataz o a supervisor. ele modo que te olvidas de las máquinas por completo y te lin1itas a vigilar a los dc1r.ás. Entonces puedes llegar a jefe de taller, y así succsivan1cntc hasta entrar en la línea de la dirección. Y si caes lo suficicntcrncntc bien, pues entras en una de las oficinas superiores con una secretaria para que te haga los escritos, y todo lo que tienes que hacer es dict;;ir órdenes y firmar.
El señor Butlcr puso ejemplos parecidos con los carpinteros y los profesores. Sobre el cambio del sistema de clases en general. dijo que la antigua clase medía, los patronos. había desaparecido porque: ... Hay tanto trabajo que hacer y tan poca gente sin empico que si el patrono te grita o amenaza con despedirte, te levantas y te vas. Ya no hay pobreza y ahí está la diferencia. Los obreros viven mejor y los
patronos ya no te tienen cogido. Se trata -decía- ele los patronos y ele los constructores. Los únicos patronos que existen hoy en día son los esnobistas, las personalidades, los altos funcionarios, los directores y otros por el estilo. Añadió además que apenas había diferencias de clase porque todos los niños se mezclaban en la escuela, y que sus hijos tenían las mismas oportunidades que los hijos de los patronos. COMENTARIO·. i
La diferencia más patente entre estas dos parejas era que losJarrold querían mejorar, mientras que los Butler querían continuar en su posición actual. La idea que tenían los Jarrold de mejorar en su condición consistía en llegar a formar parte de la clase media pobre; la idea del señor Butler sobre el particular residía en organizar a los productores para controlar a los administradores, y reducir así la diferencia de sueldo entre los dos grupos. Los Jarrold consideraban que las clases eran grupos de prestigio; los Butler las consideraban grupos de poder. La señora Jarrold distinguía tantas categorías en la cúspide de la escala como en la base. Por su parte, el señor Butler dividía la sociedad en dos grupos y, a continuación, 233
distinguía más categorías, pero solamente dentro de su propio: grupo: establecía las categorías dentro de su propia clase sobre la base del poder y del conflicto. La señora Jarrold utili-: zaba la «clase media pobre» y a los intelectuales como grupos de referencia de clase positivos, mientras que el señor Butler hacía lo propio con los productores. Los Jarrold también miraban con buenos ojos a los productores pero no los conceptuaban como clase. Había. sin embargo. otros aspectos de los modelos de clase social de ambas familias que no pueden ser explicados exclusivamente por sus orientaciones respecto a la movilidad. De hecho. sus sentimientos acerca de la movilidad se derivaban, a su vez. de sus t:xpcricncias en los grupos de pertenencia presentes y pasados. La señora Jarrold trataba de conjugar diferentes experiencias: su origen familiar. sus frustradas ambiciones educativas, la ocupación de su marido y la gran dispersión de sus amigos. Para describir los niveles bajos del sistema se servía del conocimiento directo que tenía de esas gentes y, al mismo tiempo, de sus propios sentimientos de frustración. El status de clase, decía, tendría que depender únicamente de la inteli-. gencia y de la capacidad: sin embargo, dependía en la reali~. dad de la renta y de la ocupación. Ahora bien, en los niveles superiores del sistema todo estaba en su sitio. Primero, había una aristocracia decadente pero inofensiva; luego, una élite. intelectual; luego, los profesionales; los ricos hombres dd negocios quedaban relegados al cuarto lugar. Parecía utilizar los lejanos niveles superiores del sistema para solventar los problemas que encontraba en los niveles inferiores. Por último, utilizaba a la «gente ordinaria», la «gente fina»_.y.~
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El señor Butler trataba seguramente de acoplar tres experiencias capitales: su educación en un vecindario de clase trabaja dora muy cohesionado, junto con su experiencia como desempleado: su posición actual en el trabajo y en el sindicato, y su nueva situación en la barriada, El legado de su pasado se apreciaba en su idea ele lucha por el poder entre patronos y productores: pero la lucha había tomado una nueva forma: los patronos habían desaparecido y en su lugar estaban los administradores. cuya autoridad descansaba más en títulos académicos que en el poder ele despedir a la gente. Además, desde la guerra, Jos administradores ele las diferentes escalas profesionales no habían formado un grupo compacto opuesto al de íos productores; el conílicto se daba dentro de cada escala profesional, y todas ellas estaban separadas aunque tuvieran el mismo status. En otra ocasión, sin embargo, agrupaba a todos los administradores en una sola clase, en la misma que los oficinistas que vivían en su barriada. La presencia de éstos era la causa, en parte, de que no le gustara la vida de la barriada. El enemigo había entrado en el territorio propio: creía que Ja presencia de los oficinistas dificultaba la organización eficaz de los vecinos frente a la administración local de vivienda. También estaba resentido por el hecho de que los oficinistas lo miraran por encima del hombro por usar ropa vieja y no tratar de mantener las apariencias. No suele ser corriente en un hombre de la posición del señor Butler insistir tanto en que no hay diferencia de status entre las profesiones. Su actitud se basaba aparentemente en el hecho de que él podía llevarse bien con cualquiera que fuera su igual; que todos los productores eran iguales, independientemente de la profesión; y que todo aquel que le cayera bien habria de ser un igual y, por tanto, un productor, Esta era una actitud característica, que expresaba en cualquier momento, aunque quizá su relación con el investigador, la situación de entrevista, favorecía la expresión de la misma, porque transformaba al investigador en productor y acentuaba el hecho de que, aunque no entendiera completamente lo que en en realidad producía el investigador, el investigador tampoco entendería lo que él producía. En resumen, las dos parejas -los Jarrold y los Butlermanejaban modelos de estructura de clases y utilizaban las clases como grupos de referencia para compararse con otros y valorarse a sí mismos y a los demás. Pese a las semejanzas de
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nivel ocupacional. sus modelos de estructura de clases eran' diferentes. Cada uno utilizaba distintas experiencias personales, las reelaboraba. y las devolvía a la situación externa. bajo forma simbólica. Cualquier modelo de estructura de clases se aplica a la sociedad global. pero ni los Jarrold ni los Butlcr -ni nadie a este respecto- pueden conocer total mente la sociedad en su conjunto. Es inevitable que surja la distorsión. Las personas tienen que utilizar sus experiencias personales para elaborar una definición de la estructura de clases; sus necesidades personales y sus deseos colaboran también en ello. Los conceptos de clase se usan para orientarse en la sociedad global, para situar socialmente a los desconocidos y para evaluar la propia posición y la de los dermis. Pero las definiciones son flexibles. A menudo son incongruentes. pero como se usan de forma diferente, en diferentes contextos y con objetivos diferentes, los individuos no necesitan darse cuenta de que sus conceptos no son del todo lógicos ni coherentes.
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Capítulo VII
Normas e ideología: la familia normal
En el capítulo anterior vimos que las parejas investigadas no estaban en absoluto de acuerdo en cuanto a la ideología sobre las clases sociales. Sus conceptos de clase variaban de acuerdo con la experiencia personal. En el presente capítulo, aplicamos el mismo tipo de análisis a las ideas que tenían las parejas sobre lo que constituye una familia normal. Aquí de nuevo las personas difieren en opiniones. Intentamos explicar estas diferencias, y comentar la forma en que aparecen las normas que guían el comportamiento familiar.
A)
INTRODUCCIÓN
En cualquier conversación en grupo, técnica o lega, sobre la vida familiar, todo el mundo está de acuerdo en que no existe algo parecido a una familia «normal». Se argumenta que nadie es perfecto y por tanto tampoco ninguna familia es perfecta. Pero al poco rato la frase vuelve otra vez a la conversación, aunque su significado puede haber cambiado ligeramente: de hablar de la familia «perfecta» se ha pasado a hablar de la familia «media». El término puede haber cambiado también: se pueden utilizar palabras como «media» o «corriente» -elegidas por nosotros- en vez de «normal». En su uso cotidiano la palabra «normal», y sus diferentes sinónimos, tienen un significado muy ambiguo. Pueden significar perfecta, media o habitual, según el contexto. Pero es imposible prescindir de la idea de normalidad. Hay que tener una base, algún patrón parta comparar las diferencias. Así el concepto de familia normal se sigue utilizando pese a su ambi237
güedad. Y, de hecho, su propia ambigüedad es útil en las con'versaciones informales: la misma palabra y la misma idea básica pueden usarse con diferentes significados de acuerdo con el contexto. En las conversaciones de carácter más técnico es necesario tener un patrón, una medida de comparación. Los que estudian familias no normales. en particular. necesitan saber lo que es una familia «normal» para poder juzgar cómo y en qué medida se desvían de la normalidad las familias que ellos estudian. Pero en un trabajo técnico la ambigüedad del término «normal» conduce a confusión. Deja de ser conveniente. Por esto. es necesario distinguir entre los diferentes significados de «normal» y ele «normas». y relacionarlos entre sí. A veces. como sugiero más a dela ntc en este mismo capítulo. lo más útil es estudiar las familias siguiendo dos o más patrones diferentes ele normalidad. Primero, normal puede ser sinónimo de «ideal desde el punto de vista clínico». Este es el significado que usan la mayoría de los psicólogos clínicos y los psicoanalistas. El con:c tenido exacto del ideal varía de acuerdo con la teoría psicológica empleada; de cualquier forma, «normal» en este sentido siempre es un ideal al que se puede uno aproximar, pero que nunca se da en la realidad. Segundo, «normal» puede significar un comportamiento de tipo medio, desde el punto de vista estadístico. Para este significado sugiero el término de «moda conductual». Tercero, «normal» puede significar la conducta que propios informantes piensan que es correcta desde el nrmfil de vista moral, o que al menos es la conducta esperada y lumbrada. Es en este sentido en el que principalmente la es el presente capítulo. Cuarto, los sociólogos y antropólogos a veces uu.11'·""' "' término «norma» para referirse a un modelo una especie de pauta generalizada de conducta, que ~h·n tanto de la conducta de los informantes como de sus id<~ales..'l expectativas manifiestos (Nabel, 1951, p. 94; Parsons y Bales, 1955, p. 106; Radcliffe-Brown, 1940). No utilizo el término en: este sentido. Me parece que éste es el sentido más vago y confuso de todos, ya que raramente se explicitan los referentés empíricos concretos. "'-. En este capítulo utilizo el tercer criterio para definir lo que son las normas, esto es: ideas que tiene la gente sobre qué 238
conducta es la acostumbrada y qué conducta es la correcta y propia de su círculo social. Se trata de normas sociales. Son opiniones que los informantes dan por supuesto que son compartidas por los demás miembros de su círculo social. No se trata de aquellas opiniones que los informantes piensen que son actitudes personales propias. Distingo entre normas ideales y normas de expectativa cuando la conducta esperada no es la considerada ideal. o cuando la conducta ideal no es la esperada. Si la esperada y la ideal coinciden, no utilizo ningún adjetivo calificativo para las normas. A menudo se acepta que hay un acuerdo casi total sobre las normas sociales que regulan la vida familiar en la sociedad global, y que estas normas están incorporadas en las enscüanzas de la religión y en el ordenamiento jmidico. Esto supone que cualquier individuo reconocerá la existencia de estas normas externas. comúnmente admitidas. y que será capaz de explicarlas sin dificultad. Me parece que esta concepción de las normas sociales es más válida para una sociedad homogénea, reducida, que para una sociedad amplía, con una compleja división del trabajo. En una sociedad reducida, en la que la mayoría de la gente se conoce entre sí, en la que hay pocos forasteros, y en la que la mayor parte de las relaciones cumplen múltiples funciones, el acuerdo sobre normas familiares se desarrolla a partir de una interacción constante; y los individuos saben cuáles son las normas. La mayoría de los antropólogos afirman que sus informantes apenas tienen dificultad en explicitar las normas consuetudinarias y sancionadas que regulan la conducta entre miembros de las familias nucleares y entre parientes más lejanos. La conducta no siempre se 'adecúa a las normas, pero al menos las personas saben cuáles son las normas y cuándo se desvían de éstas. Si tales sociedades tienen tribunales, la mayor parte de los legos están familiarizados con el procedimiento legal y saben las normas que inspiran al tribunal a la hora de dictar sentencia. De la misma manera todos conocerán las normas de la conducta familiar que están incorporadas an su religión. Pero la investigación reciente muestra que, incluso en sociedades primitivas, las normas no deben considerarse corno un conjunto de preceptos claros y congruentes. Gluckman indica que los lozi tienen algunas normas precisas («un marido no debe de ir al granero de su esposa») pero que otras normas son vagas («un marido debe tratar a su esposa adecuadamente») (Gluck-
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man, 1955). Esta ambigüedad permite un ajuste flexible las circunstancias. De la misma manera, las normas pueden contradecirse entre sí, lo que permite elegir unas u otras dé acuerdo con las conveniencias personales y sociales. Aunque hay un alto grado de consenso sobre cuáles son las normas, raramente se explicitan, excepto en momentos deconflitoo de crisis. cuando la gente las utiliza para justificar su propia conducta o para juzgar la ele los demás. Por tanto. ni siquiera en sociedades reducidas. las normas son precisas ni coherentes. Y en una sociedad amplia. la situación es mucho más complicada, sobre todo en lo concerniente a las normas familiares. No sé cuánto acuerdo respecto a las normas sociales ele la vida familiar se podria encontrar si se entrevistara una muestra representativa de la población, ya que nunca ha sido éste nuestro objetivo. En las parejas investigadas había algunos puntos en los que estaban todos de acuerdo, aunque la mayoría de estos puntos eran muy vagos y generales y no proporcionaban ninguna guía precisa para la acción. En muchos otros puntos había grandes diferencias de una pareja a otra. Además, no solamente había diferencia entre las familias entrevistadas, sino que algunas parejas afirmaban que también había diferencias entre sus conocidos personales. Dos parejas también indicaron que es inevitable que haya diferencias en la sociedad en general, si se quiere dar crédito a la radio, la televisión, los periódicos, los libros, etc. Pero la mayoría ele las parejas ni siquiera mencionaron tales canales de información. Hablaban únicamente sobre su propio y pequeño mundo ele gente que concían pers<}nalinent•e.o, que habían conocido en el pasado. Otro hecho apareció claramente em nuestras entn:vistlts:. a los informantes les era muy difícil el solo hecho de ex¡p!H;1"·; tar las normas famiíiares. Había diferentes razones para sobre las que luego volveremos, pero entre todas ellas de:;taica el hecho ele que esa incapacidad para explicitar las 11u•111ia> estaba estrechamente relacionada con la toma de conc1ertc1:a. de la diversidad de las mismas. Las parejas que llamaron atención sobre la multiplicidad de normas fueron las mismas que decían que no eran capaces de generalizar las formas apropiadas y habituales ele conducta familiar. Esta dificultad de generalizar dependía también del contexto y de la situación: las personas no estaban dispuestas a generalizar, cuando se les preguntaba directamente sobre las 240
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aunque hacían abundantes generalizaciones implícitas, cuando hablaban de forma espontánea. En este capítulo, intento explicar estas dos observaciones: primera, que había menos consenso sobre las normas familiares que lo comúnmente aceptado; y segunda, que muchos informantes tenían dificultad para explicitar las normas. Quizá no se deba hablar de normas sociales en esta situación. Si el consenso es un elemento fundamental en la definición de las normas sociales. entonces las familias investigadas tenían muy pocas normas sociales relativas a roles familiares. La mayor parte de sus opiniones sobre el tema deberían considerarse más bien opiniones personales. Pero los elatos indican que hay un nivel intermedio entre el consenso total y la variación aleatoria. Los informantes creían que había acuerdo aun cuando verdaderamente no lo hubiera. Para ser más precisos, en algunos contextos creían que había acuerdo, y en otros contextos creían que había multiplicidad de normas. Habría que perfeccionar la terminología. En su sentido habitual, el término «normas sociales» tiene una doble connotación. Significa normas que realmente estén aceptadas en algún grupo o categoría de personas; pero también significa normas que los individuos creen que son propias de algún grupo o categoría. Me parece necesario distinguir estos dos aspectos: Uso el término normas sociales para referirme a las normas que la gente cree que son propias ele algún grupo o categoría. Sugiero que el término normas de consenso común se emplee para aquellas sobre las que hay un consenso real. Uso el término normas personales para aquellos ideales y expectativas de comportamiénto que los informantes estimen que son sus propias pautas privadas, diferentes de aquellas que atribuyen a los demás. B)
COMENTARIO SOBRE EL MATERIAL DE CAMPO
En las ocho o diez primeras entrevistas, no hicimos preguntas directas acerca de la normas de los roles conyugales. Tales preguntas no se hicieron hasta las últimas dos o tres entrevistas. Ya en las primeras, se vio que cada pareja tenía un conjunto coherente ele pautas mediante el cual juzgaba su 241
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propio comportamiento y el de los demás, en cuanto maridod:r~J'' mujer. Los investigadores captaban estos códigos rápidat "~)'.:: mente, casi sin darse cuenta de ello. En realidad, estaba 1.: convencida de que tales normas existían, que pensé que los:_ informantes las habían explicitado, que habían manifestado · cómo debían compo1iarse los maridos y las esposas. Fue des- · pués. al volver cuidadosamente sobre las notas del campo, cuando me ch cuenta de que no habían explicitado clirectamene ninguna norma: todo se había dado a entender ele forma indirecta. mediante afirmaciones favorables o detractoras sobre los amigos. vecinos y parientes. Se hicieron muy pocas generalizaciones sobre comportamientos antes de que se plantearan las preguntas directas, e incluso después, rnuchas parejas seguían reacias a generalizar.
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Diferencias en el contenido de fas normas
A partir de las afirmaciones de carácter espontáneo y de · las respuestas a preguntas directas, podemos resumir las nor~ mas aceptadas por estas parejas. · "' Había unos cuantos puntos en los que estaban todos de acuerdo, esto es, había unas cuantas normas de consenso común. Todas las parejas daban por supuesto que cada famí: c/eH lia nuclear debía tener independencia económica de sus parientes y amigos, y debía tener su propia vivienda. Todas las -~~ parejas daban por supuesto que debía haber una básica divi~ / ···· sión del trabajo entre marido y mujer, en la que el maridq · fuera el principal responsable del sustento económico de fa. familia, y la esposa fuera la principal responsable del cuidado' de los hijos y de atender a que se hiciera el trabajo de la casa'& de la cocina. El mundo se volvería cabeza abajo si la mujer fuera a trabajar y el marido se quedara en el hogar para cuidáf.; de la casa y de los hijos; aunque se admitía, con diversos gra~; dos de desaprobación o de aprobación, que los maridos veces colaboraban en el cuidado de los hijos y en el trabajó '.tj' doméstico, y que las esposas a veces iban a trabajar. Todas las ;;~;' parejas daban por descontado que el adulterio era una ofensa :,$_;, seria. Se aceptaba que los padres tenían la obligación de cui; ;:;)!, dar a sus hijos hasta que ellos pudieran cuidarse por sí mis~ .. Í!¡Effr mos, aunque los criterios sobre cómo cuidar bien de los hijos ,¡¡~: diferían de una familia a otra. · :; ~~Jt{'' ~!K
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Las parejas no explicitaban estas normas con tantaspalábras. Simplemente las daban por supuestas. En mi opinión, el que todos estuvieran de acuerdo en estos puntos se debe a la semejanza de las tareas familiares y a lo parecido del ambiente social, en general. La mayoría de estas normas de consenso común eran muy vagas y generales, por lo que había una gran variedad de comportamientos que podían encajar dentro de los límites de la conformidad. Muchas normas variaban de acuerdo con la conectividad de la red. Las diferencias en el contenido de las normas se han tratado en el capítulo II!, por lo que únicamente vamos a resumirlas aquí. Las parejas con redes muy unidas esperaban que los maridos y las esposas tuvieran una estricta división del trabajo. Daban poca importancia a las aficiones compartidas y a la diversión conjunta. Suponían que las esposas tendrían muchas relaciones con los parientes femeninos, y los maridos con los amigos. Ambos cónyuges podían recibir ayuda de gente de fuera de la familia, lo que posibilitaba la estricta división del trabajo entre el marido y la mujer. No consideraban que las relaciones sexuales satisfactorias fueran esenciales para la felicidad del matrimonio. Por el contrario, las familias con redes poco unidas tenían una división del trabajo menos estricta, daban más importancia a las aficiones y a la diversión conjunta, y daban mucha importancia a las relaciones sexuales satisfactorias. Eran más indecisos a la hora de educar a los hijos que las parejas con redes muy unidas. Eran conscientes de que la gente que conocían tenía una gran diversidad de opiniones sobre el tema y les preocupaba la dirección que debían tomar. Además de estas diferencias que tenían que ver eón la conectividad de la red de la familia, había otras muchas de carácter idiosincrásico. Una pareja mantenía la idea de compartir las tareas hasta el punto de casi negar la división básiea del trabajo entre marido y mujer. Las afirmaciones de esta pareja llegaban a ser, en ocasiones, muy extremadas. En su versión más exagerada que las esposas y las madres deberian poder trabajar si asílo deseasen, y que las mujeres tenían todo el derecho a trabajar en lo mismo que sus maridos, a que les superaran y a que ganaran más incluso. Dejaban entrever que esta opinión era aceptada, en general, en su círculo social. Otra pareja con un tipo similar de red poco unida mantenía normas muy diferentes sobre el papel de la madre. Decía que, 243
de acuerdo con su círculo social, las madres con hijos peque:: '0,,\:; ños no deberían trabajar, aunque en algunos casos tuvieran que hacerlo. Todas las parejas reconocían que el tema de silas madres debían o no trabajar era mu y controvertido, pero cada una pensaba que su solución particular era la forma correcta de actuar, e indicaba que las demás parejas de su círculo social mantenían opiniones semejantes. aunque no siempre las llevaran a la práctica. Había otras diferencias más sutiles. Las parejas con redes poco unidas, por ejemplo. acentuaban generalmente la importancia de la toma de decisión conjunta por parte del matrimonio. Sin embargo. una esposa daba a entender que, de hecho. los hombres eran generalmente más dominantes, aunque no en teoría; mientras que otra esposa daba a entender que los hombres eran más dominantes en teoría, aunque no de hecho. Cada uno atribuía a los demás lo que pasaba en su propia casa. Por otra parte, una esposa sugería indirectamente que las mujeres. en general, eran más sensibles que los hombres y más aptas para tratar a los niños y para suavizar . enfrentamientos eutre individuos. Aquí ella parecía atribuir a la gente no lo que ocurría realmente en su propia familia, sino lo que a ella le hubiera gustado que ocurriera. En nuestra opinión su marido era más diestro en el trato que ella. En otro caso una esposa hizo una afirmación semejante, pero aquísí me parecía generalizar verdaderamente a partir de su propia conducta. En otro caso un marido mantenía, frente a las propues~ tas de su esposa, que su forma de llevar la economía familiar era la habitual y correcta entre los amigos y en .,u.,,~1 un01 familia. En resumen, la gente solía considerar su propia conducta'' y sus propias pautas corno la norma, tanto para ellos mismo,€ como para los demás. En algunos casos la gente daba a enterí,: der que la norma general era lo totalmente opuesto a su prof pia conducta, manifestando así una especie de ansieda'd acerca de su conducta. Se desprende de estos casos que ·la$ personas a veces confunden las opiniones personales con fas'. normas sociales. Desde luego, lo ideal sería entrevistar a. las personas con las que se identificaban las parejas para com: ' probar si verdaderamente siguen las pautas conyugales qus les atribuyen -para ver si las normas sociales de la pareja son/ realmente normas de consenso común. En la práctica, cuando·) las parejas viven organizadas en redes, esto es muy difíciLY, 244
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en algunos casos incluso sería imposible porque, como se describe luego, algunas parejas se identifican con categorías abstractas de personas. Pero a juzgar porlas afirmaciones hechas por las parejas en otras circunstancias, parecía haber, a menudo. muchas diferencias entre los miembros de cada red, no sólo en lo tocante al comportamiento sino también en cuanto a las normas. Por esto. al aceptar cualquier tipo de conducta como norma, lo que la pareja hacía era una simplílicación excesiva. Al estudiar estos casos de desplazamiento y proyección de las normas propias sobre otros individuos, he llegado a la conclusión de que la separación, normalmente acusada. entre las actitudes personales y las normas sociales no puede explicarse en función de la situación real. Las parejas investigadas daban por supuesto que compartían ciertas pautas de conducta conyugal con otras personas, pero algunas de estas normas sociales eran producto, en parte, de su propia invención. Sin duda, habían asimilado normas a partir de la experiencia con los demás. Pero también parecían haber seleccionado unas expectativas y unos ideales determinados, en vez de otros; y a veces atribuían su propia versión personal de las normas a la gente en general o algún grupo o categoría, elegido por ellos, sin darse cuenta. 2.
Cómo expresaban las normas
a) Dificultad de los informantes para explicitar las normas. Ya he comentado antes que, aunque los informantes a menudo describían normas indirectamente en la conversación espontánea, las declaraciones explícitas de las mismas eran muy escasas. Es las últimas dos o tres entrevistas, hacíamos algunas preguntas directas con las que pretendíamos que los entrevistados hablaran sobre las normas de forma más directa. Tuvimos que prescindir de algunas de estas preguntas porque nos resultaban difíciles de hacer y también a los informantes les parecían difíciles de responder. Las preguntas fueron éstas:
1. En su opinión, ¿cuáles han sido los principales cambios en la familia, en los últimos cincuenta años más o menos? El objetivo de esta pregunta era descubrir no solamente lo que la gente pensaba del cambio social, sino también cómo definían la familia moderna, en términos generales.
245
2. ¿Cómo describiría los derechos y deberes del marido de la esposa?
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3. ¿Cómo describiría al marido ideaL a la esposa ideal, al hijo ideal? 4. ¿En qué medida piensa que sus propias ideas sobre cómo llevar una familia se parecen o son diferentes a las delas personas que conoce'>
5. Cuando se casó. ¿tenía una idea clara de cómo sería la vida familiar'> ¿Han cambiado sus ideas'! 6. En su opinión. (.qué es lo importante para que la familia marche bien? ¿Qué cosas lo dificultan?
A las parejas les parecía difícil contestar estas preguntas, salvo a la primera. Las parejas con redes poco unidas encontraban la segunda pregunta especialmente difícil. Su reacción solía ser o bien un silcncio prolongado e incómodo -en un caso de hasta dos minutos- o bien la respuesta inmediata de que había tanta variedad que no podía generalizar. A las parejas con redes más unidas les parecían estas preguntas un poco más fáciles, aunque a menudo indicaban también que no había dos personas que estuvieran ele acuerdo en cómo debía comportarse cada cónyuge o en cómo se comportaba habitualmente. En mi opinión, hay diferentes razones que explican Iá ¿;_ dificultad de la gente para responder a estas preguntas. Pñ' {ig{: mero, puesto que los ii:vestigadores pertenecían a la mis~~ [f~, sociedad que ellos, mas o menos, los informantes podíaIJ:y;>¡¡ií3~ creer que teníamos algún motivo oculto para hacer est<Í_~1'ifi;{ preguntas. De no ser así, ¿por qué íbamos a hacer estas prijl, ;í§{l·
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~!~~s!A~e~¿u~~;~r~r~r~:~?:::~fi!i~~~~~ ~~~;~J ~r más hábil. La pregunta acerca de los maridos, esposas·e •·
~~~::i1~:f~\;fü~r;:~,~JE;~~~7If~31 Esta pregunta no proporcionaba mucha información sobré .1• las normas, pero la mantuvimos porque servía para obsef! 1!®':1
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var cómo las personas hacían frente a esta incómoda situación. Pero aunque no nos dimos cuenta a tiempo, esta pregunta enrarecía la atmósfera de la entrevista, hasta el punto que la gente no prestaba suficiente atención a la pregunta siguiente. Si hiciéramos de nuevo las preguntas directas sobre las normas, probablemente omitiríamos la pregunta o la pondríamos al final. Pero nuestra torpeza a la hora de preguntar sobre las normas no era la única razón de la dificultad de explicitarlas. porque por muy torpemente que preguntáramos, cuando lo hacíamos sobre roles ocupacionales. siempre obteníamos respuestas sinceras y claras. Y es que los roles ocupacionales son específicos y fáciles de describir. Mientras que los roles familiares son difusos: abarcan muchas actividades diferentes, la organización de las cuales se deja a la discreción de los individuos. Las personas llegan a involucrarse emocionalmente en los roles familiares tanto que es muy difícil para ellas separarse conceptualmente de los mismos roles. Otro factor que tiene que ver con la dificultad en explicitar las normas puede haber sido la ausencia de crisis manifiesta dentro de las familias. Las normas habitualmente sólo se traen a colación en tiempos de crisis y de conflictos, cuando se utilizan para justificar la conducta propia y para juzgar la de los demás. Cuando todo marcha bien, no hay necesidad de precisar las normas. El hecho de que las parejas con redes muy unidas encontraran más fácil responder a estas preguntas sugiere otro factor. Muchas de las personas que conocían estas parejas, se conocían a su vez entre sí, de forma que, debido a su interacción constante, habían alcanzado un amplio consenso. La familia sabía, más o menos, cuáles eran las pautas aceptadas y podía explicitarlas. Por el contrario, las parejas con redes poco unidas eran más conscientes de la variedad. Como muchos de sus conocidos no se conocían a su vez entre sí, tenían pocas normas de consenso común. Estas parejas no podían responder las preguntas sin hacer excesivas simplificaciones. Quizá parte de la incomodidad y de la duda que sentían con estas preguntas directas surgía de la toma de conciencia de que ellos mismos hacían a menudo tales generalizaciones de forma implícita en la conversación espontánea, y de que sus generalizaciones discrepaban de la realidad. 247
b) Referencias a individuos. grupos y categorías. La m:ay<)rt:a/ de las descripciones espontáneas de nonnas tomaban la fonna de comentarios sobre amigos, vecinos y parientes. Muy de vez en cuando, las parejas se referían también, de fonna espontánea, a grupos o categorías de personas; estas referen• cias, de carácter más general, se hacían nom13lmente al responder a preguntas directas sobre normas. Nadie se refirió al magisterio de la Iglesia sobre la familia, ni nadie mencionó las normas legales. Aunque no hicimos suficientes preguntas sobre este tema, nos dio la impresión de que la mayoría de las parejas investigadas ignoraban casi totalmente los derechos y obligaciones legales en tanto miembros de una familia. Algunos manifestaban su sorpresa ante las extraüas normas de conducta familiar amparadas por el derecho. Salvo aquellos que habían tenido trato directo con la ley, los informantes pensaban que el derecho era algo que no necesitaban conocer, algo muy alejado de su vida cotidiana: Igualmente apenas mencionaban las noticias sobre la vida familiar que aparecían en los periódicos o en otros medios de, comunicación social; y ninguna de las parejas manifestaba_ en privado la ansiedad que mostraba en público cuando hablaba del divorcio, la delincuencia, la crisis de la religión y el declive moral de la familia. Por supuesto que el hecho de que hubiera tan pocas referencias explícitas a la religión, al derecho y a los medios de comunicación social, en la coversa~ ción espontánea o en respuestas a nuestra preguntas directas sobre nonnas, no significa que las opiniones de las persc1m1s, fueran completamente indiferentes a estas instituciones sus manifestaciones sobre las nonnas. Aunque nuestro obje'¡; tivo no era estudiar cómo influyen los medios de ._,v11u-<11Jt""~' ción social, cuando hablan de normas, sobre las op1n;tor1es la gente, parece muy probable que las personas sean muy, selectivas a la hora de asimilar tal infonnación, escogiendo lo.; que encaja en su propia experiencia personal e ignorando i!reelaborando la mayor parte del resto. De la misma forma;, parece muy probable que la expresión de las normas varíe de acuerdo con la situación social y la técnica de investigación utilizada. Las normas expresadas en los grupos de discusión a. los que asistimos nosotros estaban más próximas a las de los periódicos y a las de la Iglesia que las expresadas en las entrec vistas por las parejas investigadas. Si hubiéramos utilizado cuestionarios o entrevistas muy estructuradas con las familias
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investigadas. probablemente hubiéramos obtenido una idea bastante diferente de las normas familiares. No creo que haya una única forma correcta de conocer la verdad sobre las normas. Técnicas diferentes revelarán diferentes aspectos del tema 1• En la conversación espontánea. todas las parejas aludían indirectamente a normas cuando hablaban de individuos concretos que conocían. De todos estos individuos concretos. los padres eran los referentes más citados. Los padres proporcionaban el modelo básico de vida familiar que las parejas que entrevistábamos trataban de imitar o de mejorar. Había también muchas alusiones. casi siempre negativas. a amigos. vecinos y a otros parientes distintos de los padres. Una esposa. por ejemplo. hacía notar que. aunque su cuñado sabía traer dinero a casa. desatendía a la esposa y a los hijos. por lo que la familia no era feliz. Implícitamente ella lo estaba comparando con su propio marido. que no tenía mucho éxito en el trabajo pero que disfrutaba de la compañía de su esposa y sus hijos. En otra ocasión. una esposa comentó que una de sus vecinas había ridiculízado al propio marido en público, con la implicación clara de que tal conducta era desleal y de pésima educación. Un marido. en medio de una discusión con su esposa, hizo un repaso de todos los amigos que conocía para demostrarle lo difícil que era vivir con cualquier hombre 1 Al principio pensé que las respuestas a las preguntas directas eran menos «verdaderas» que la conversación espontánea. Ahora considero esto un error. Excepto para los casos de mentira consciente, pienso ahora que 1as personas expresan sus opiniones de forma muy diferente según varíe el contexto, sin ser consciente de ello. Pueden, incluso, mantener diferentes opiniones en contextos diferentes. La idea de Max Gluckham sobre el tema es que la flexibilidad y la inconsistencia en las normas las hacen más útiles socialmente~ pueden así adaptarse a las circunstancias inmediatas (Gllickham, 1955). Charlas con otros sociólogos de la familia me sugieren que éstos han caído en el mismo error. En los casos en que se han conseguido resultados nn1y diferentes, scgün se utilizara cuestionario o entrevista no estructurada. los investigadores han tendido a considerar una técnica como correcta y reveladora de la verdad y la otra errónea y falsa. Sería muy provechoso considerar a los dos resultados como «verdaderos». en el sentido de revelar lo que la gente piensa en diferentes situaciones de entrevista. 'f'endrían que compararse entre sí los dos resultados para ver si tenían sesgos significativos. Tal procedimiento podría conducir a una mayor comprensión de los efectos producidos por las diferencias técnicas de investigación.
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y que ella estaba esperando demasiado de él. A medida íbamos conociendo mejor a las familias, empezaron a contar' Ji nos sus comadreos. El comadreo es uno de los principales medios de establecer y reafirmar las normas. Los informantes hablaban tanto de grupos o de categorías de personas como de individuos concretos, especialmente cuando respondían a nuestras preguntas directas sobre nor, mas. Seleccionaban muchos grupos de referencia diferentes. No había un grupo o categoría que fuera escogido por todos, como cosa natural. Lo cual contrasta con la situación en una sociedad reducida. en la que el grupo ele referencia es obvio; las normas se aplican a cualquiera ele la sociedad. o al menos a cualquiera que pertenezca a un subgrupo claramente definido dentro de la sociedad. Pero cuando una familia no está inmersa dentro de un grupo organizado, sino que sólo forma parte de una red, y sobre todo si la red está poco unida, el refe, rente de las normas llega a ser mucho menos preclecible . y más complejo. .. En mi opinión, la mayoría de los informantes trataban dé generalizar las pautas de conducta conyugal a partir, princi' palmente, de su propia experiencia personal, ele su red social informal de amigos, vecinos y parientes. Pero ninguno se refe; ría a este conjunto de personas como tal, presumiblemente porque es difícil conceptualizar una red, ya que no tiene prin~ ;. cipio ni fin. Algunas parejas se referían a áreas locales. Otras ;:. escogían conjuntos ele amigos o algún tipo de categoría abs= }: tracta tal como «gente como nosotros», «nuestro círcul_q social» o «de nuestro tipo». Tal elección dependía en parte de0cw•·:::; la conectividad ele la red ele la familia. Si un pareja tenía una~i(\ii?; red muy unid~; normalm~nte ha?Iaba del área local, autl.ci~~i~ a veces tamb1en se refena a practicas conyugales de otras;:¡%¡¡¡¡;-~¡ generaciones o ele otras clases sociales. Si tenía una red ¡)ó'c~:;il~: unida, se refería principalmente a conjuntos de amigos.m:i; yt~if~ categorías abstractas. En los capítulos III y IV hemos indio ;?[§¡~· cado que la mayoría de las redes muy u nielas se encontraba'¡¡'·:;.~;:;. en aquellos casos en que la mayor parte de los parientes esfu,;~ 't.J< ban viviendo en el mismo área local que la familia en cueso '(0)~. tión. Apenas llama la atención que tales familias definan las ;iYBi: redes en términos del área local en el que vive la mayor parte -::¡¡;•z de los miembros. Las familias con redes poco u nielas no elé~. :ii {e 0
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próximo a un grupo de referencia concreto que estas parejas podían encontrar era el conjunto de amigos. Cuando trataban de generalizar más, se referian a categorias más abstractas tales como «gente como nosotros» y «nuestro círculo social». Cuando preguntábamos en quién estaban pensando los informantes cuando utilizaban este tipo de frases. estaba claro que el significado cambiaba de acuerdo con el contexto: unas veces significaba «gente de nuestra clase y de nuestro estilo de vida»; otras. «gente de nuestra edad y de nuestro estilo de vida», y otras significaba «nuestros an1igos» o «amigos potenciales». Los que utilizaban tales palabras cambiaban inperceptíblemente de un significado a otro y. a menudo. la referencia a una categoria era seguida por referencias a individuos concretos pertencecicntes a la misma. También era normal la referencia a grupos y categorias distintos de los propios. Las familias que habían tenido experiencias pasadas de redes estrechamente unidas, aludían con frecuencia a las áreas locales en las que había vivido con anterioridad. Las familias con redes débilmente unidas por lo común no lo hadan, sino que tendían a referirse a otras clases sociales y a otras generaciones. Todas las parejas comparaban, de vez en cuando, sus propias pautas conyugales con las de la generación anterior y con las de la «familia victoriana». Los modelos de selección descritos arriba son sólo tendencias generales. Las parejas diferían en gran medida entre sí en la elección de grupos de referencia y en sus sentimientos hacia ellos. Así, por ejemplo, una pareja se identificó con el barrio en el que vivía y dijo que ellos estaban de acuerdo casi en su totalidad con las pautas de conducta conyugal que atribuían a la gente que vivía en el mismo. Lo compararon además favorablemente con la conducta conyugal de otras zonas. Otra pareja de similar status ocupacional y del mismo origen social (pero con una red de unión más débil) manifestó su agrado por el área local y declaró que nunca lo abandonarian, aunque no aprobaban por completo las pautas locales de conducta conyugal. Afirmaron que era terrible el cotilleo de las mujeres sobre sus maridos, y el que los maridos apenas pararan en casa. En su oponión, sus propias pautas personales eran diferentes y mejores. Al mismo tiempo, condenaron las prácticas conyugales de otras zonas y de otras clases sociales. 7
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Muchas parejas utilizaban varios grupos de distintos. Así, el fontanero y su esposa comparaban las Pª'"'"'. conyugales confusas y cambiantes de su área local actual con las de las zonas en las que se había criado. También se com' paraban con los hogares que el marido conocía por su trabajo. La valoración de sí mismos variaba de acuerdo con el contexto de la comparación. Algunas parejas rechazaban casi por completo las normas que atribuían al grupo con el que se identificaban. Así. una pareja reconoció que ellos eran semejantes en ocupación a sus vecinos y parientes. pero que tenían una for1na de ver Ia vida totaln1cntc diferente. Criticaba11 a sus vecinos y parientes y se identificaban con una categoria abstracta de gente agradable. muy pulcra. ordenada y de buenos modales. Al mismo tiempo. en la conversación de carácter espontáneo, revelaron que veían a los parientes y a los vecinos más de lo que daba a entender la condena global de los mismos. A otras parejas. que rechazaban las pautas que atribuían a su barrio o a sus amigos, no les preocupó identificarse positi' vamente con otros grupos o categorías distintos. Se mostra-.. han satisfechas de presentarse como desviadas, por encima de las normas de la categoría en la que se autoubicaban. Pero no todas las parejas escogían grupos de referencia que les permi' tieran aparecer mejor colocados. Algunas parejas llegaron incluso a tener problemas con tal de situarse a sí mismas· como promedios -esto es, escogieron categorías en las que aparecían en posición media, cuando les hubiera resultado más fácil haber elegido otras en las que se habrían coloc:aclo en la posición superior. No pretendo dar a entender aquí que las parejas efftre·vis,:kY tadas distorsionaran deliberadamente las normas de rnni>m.'''' tos o categorías de personas. En casi todos los casos, pe:rcibunos' que sus descripciones eran congruentes y, con razonablemente precisas cuando se referían a individuos. concretos a los que habían conocido personalmente. Por· supuesto, no tenemos certeza sobre el particular porque no pudimos entrevistar a todos los amigos, vecinos y parientes.· Ahora bien, cuando les pedíamos que generalizaran las norc mas, inevitablemente acababan simplificando excesivamente y distorsionando la realidad. Las familias con redes de unión débil pasaban entonces un momento particularmente difícil, ya que se daba una gran variación entre los miembros de dichas redes. En resumen, cuando las familias viven única-
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mente en redes, cuando no existe un grupo organizado que aquéllas puedan utilizar casi perentoriamente como grupo de referencia, deben entonces elaborar sus propios grupos de referencia. Han de generalizar a partir de su variada experiencia social, para terminar obteniendo una descripción simplificada, que inevitablemente estará distorsionada. Si optan por ello. pueden identificarse o compararse con categorías que realcen favorablemente su propio comportamiento y sus pautas. O si lo prefieren. pueden seleccionar categorías que los hagan parecer de tipo medio. Si tienen una red estrechamente unida. es muy probable que escojan categorías muy próximas a su experiencia cotidiana con amigos, vecinos y parientes. aunque no neceasariamente. Si disponen de redes débilmente unidas, sus categorías serán con facilidad más abstractas y generales. Y cuanto más lejano esté ele la experiencia cotidiana el grupo de referencia, más oportunidades habrá ele ejercitar libremente la imaginación . La manifestación de las normas varía, por tanto, según el contexto y según el individuo o grupo concreto que está siendo valorado y comparado con los criterios ele comportamiento propios de la pareja. Nuestras parejas disponían de una amplia gama de posibilidades para la elección del grupo o la caregoría con el que identificarse o compararse. Esta capacidad ele elegir uno u otro grupo ele referencia posibilita que los informantes confundan las normas personales con normas sociales, ya que no es muy difícil encontrar o elaborar alguna categoria abstracta ele personas que compartan las . . . propias opm1ones. 3.
'Desviación y conformidad
Debido a la variación y flexibilidad de las normas es difícil decir lo que es desviación y lo que es conformidad. En el transcurso de la investigación he llegado a la conclusión de que es imposible establecer grados generales ele funcionamiento de las familias que posean alcance universal, pese a ser éste un objetivo importante en la mayor parte ele las investigaciones sobre la familia. Tal objetivo da por supuesto que hay muchas normas de consenso común sobre roles familiares. Con demasiada frecuencia ocurre que las normas seleccionadas como patrón por el investigador son las propias de su círculo 253
social. Aunque sean incluso correctas para esta categoría de · personas. pueden ser inapropiadas para otros tipos de familias. No digo que las familias no deban ser medidas con algún patrón, sino que hay que tener en cuenta que el patrón es arbitrario y que muchas familias no lo aprobarán. Creo que es necesario distinguir entre desviación subietiva y desviación definida deforma objeíiva. La subjetiva consiste en la falla de adecuación entre el comportamiento de la familia y sus propias normas sociales: la definida de forma objetiva consiste en la falta de adecuación entre la conducta de la familia y determinado criterio elegido por el investigador. Es muy dificil determinar la desviación subjetiva por diferentes razones: porque las personas tienen dificultades para conceptualizar las normas; porque no les gusta hablar sobre desviación a menos que piensen que se encuentran por encima ele las normas; porque utilizan con frecuencia varios grupos de referencia distintos; y porque pueden estar a la altura de las normas, o por encima ele ellas, en algunos aspectos, pero por debajo de las mismas, en otros. A riesgo de cometer una excesiva simplificaión, he tratado de corregir la desviación subjetiva de las familias investigac das. con los resultados que siguen. Siete familias se adecuaban. en la mayoría de los aspectos, a las normas que ellas mismas atribuían al grupo de referencia que empleaban más frecuentemente. Otras siete se juzgaban mejores en algunos aspectos. Tres se consideraban peores en determinados aspectos. Otras tres se tenían por diferentes, sin ser mejores ni.. peores. Había solamente dos casos en los que las incoheren~; cías internas sugerían que la pareja estaba cometiendo serios·¡ errores de interpretación de las normas de su propia condu~tíUJ . -{< y las del grupo de referencia más frecuentemente ntiliza¡::l9'i) Ambas parejas se colocaban por encima de la norma. .. :)'; La desviación subjetiva puede compararse con diferente's'''. tipos de desviación objetiva. Si se considera la conformidac1',~·;: las normas generales en las que todas las familias coincidS~,;; -normas de consenso común-, solamente estaban ;por.'.· debajo de estas normas dos familias, e incluso dichas familiá~ estaban por debajo solamente en algunos aspectos, no'é1( todos. Ambas familias, de forma tácita, reconocían su desviá: ción en determinados aspectos relevantes. . Si se adopta como patrón las normas de cada conjunto d~;.i familias con similares grados de conectividad de la red, habí~
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catorce casos en los que la desviación subjetiva (y la conformidad) y la desviación objetiva (y la conformidad) coincidían, y seis casos en los que no coincidían. En estos seis casos están incluidas las dos parejas arriba mencionadas caracterizadas por su probable tergiversación de la propia conducta y de las normas de sus grupos de referencia. En los otros cuatro casos, las normas sociales de las familias eran ligeramente diferentes a las ele las demás familias con similares tipos de red. Si usamos como modelo la familia ele «camaradas» (companionship) ele Burgess (Burgess y Locke, 1953). solamente nueve familias encajan en él. La conducta ele las once restantes, desviadas con respecto a dicho patrón, estaba en dos de los casos de acuerdo con sus propias normas; en otros seis estaba por encima; en uno estaba por debajo, yen los dos últimos era diferente sin estar por encima o por debajo. En resumen, si se utilizan diferentes patrones, se obtienen diferentes medidas de desviación. Quizás, en aquellas situaciones en las que hay sólo unas pocas normas de consenso común, sería conveniente precisar lo que podemos llamar normas de tipo medio. Estas consistirían en un promedio, determinado cuantitativamente, de las normas sociales expresadas por los miembros de alguna categoría o conjunto de personas seleccionado por el investigador. Tal promedio permitirá comparar las normas sociales de cada informante concreto con un patrón general, admitido como artificial, incluso aunque hubiera pocas normas de consenso común. Para catalogar las familias, no creo que importe mucho el patrón que se utilice, supuesto que sea relevante para el problema tratado, y con tal de que se tenga presente que lo más seguro es que los informantes no estén de acuerdo con él. En cualquier caso, sería con toda seguridad instructivo comparar la desviación subjetiva con la desviación objetiva, en cualquier posible estudio evaluativo. Ello permite tener en cuenta los propios patrones ele cada familia, y el hecho de que sus ideas sobre lo correcto o lo incorrecto, de lo acostumbrado y lo extraño, puedan ser muy diferentes de las del investigador. Al mismo tiempo, ofrece la posibilidad al investigador de utilizar un patrón fijo con el que poder comparar todas las variaciones, tanto de normas como de conducta. 255
4.
Conflictos de normas
En las familias investigadas se daban abundantes ejem7 plos de incongruencia entre normas. Una esposa deberia poder trabajar; una esposa debería quedarse en casa y cuidar de los hijos. En las familias con redes de unión relativamente estrecha (incluyendo aquí algunas de las consideradas de unión media en el capítulo 111). se producía un conflicto entre las obligaciones cíe la mujer para con la madre y las obligaciones de la misma para con el marido. En algunos casos, las normas ideales y las normas de expectativa chocaban entre si. Las parejas con redes estrechamente unidas decían que ]os maridos debían ciar a sus esposas una asignación amplia para la casa, aunque en realidad no esperaran tal generosidad. Una esposa se quejaba de la tacañería del marido, y otra no hacía más que repetir lo afo11unac!a que era por tener un ma1ic!o tan generoso. La primera esposa pensaba que la mayoría ele las mujeres sufrían lo que ella, mientras que)a segunda pensaba que su marido no era nada corriente; en ambos casos estaba claro que la norma de expectativa era que los maridos no dieran lo suficiente. Se acepta a veces que las discrepancias y conflictos de nor, mas son un signo de cambio social -afirmación que implica que la situación «normal» de los sistemas sociales es de armoc nía y coherencia. Sin embargo, como he afirmado arriba, las normas raramente son congruentes, incluso en sociedades reducidas que apenas cambian y parecen probable que cierc tos tipos de conflictos sean endémicos en cualquier sisteuo.¡¡ social. Es difícil imaginar que el conflicto entre normas lealtad a la madre o al marido se pueda eliminar de las lias con redes de unión estrecha. Puede desaparecer si la farnilia se traslada a otro sitio, pero entonces se altera la organizació11 total de las relaciones externas e internas. Los conflictos entre normas no conducen necesariamente a conflictos personales y sociales, como ya se ha apuntado en alguna oportunidad. En cirunstancias favorables, las perso.7 nas son capaces ele reconciliar las distintas exigencias de las normas en conflicto. Así, una ele las mujeres con red estrechamente unida, podía cumplir cabalmente sus obligaciones tanto para con el marido como para con la madre, gracias en parte a su habilidad y tacto, como también gracias a que marido y suegra se llevaban bien. En otros casos, las esposas
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trabajaban y a la vez cumplían sus obligaciones con los niños, a satisfacción propia y del marido. Los individuos pueden también solucionar las discrepancias entre las normas elaborando una alternativa propia como una norma ideal, y proyectándola sobre su propio círculo social o sobre algún otro grupo de referencia elegido. Esto no resuelve el problema en el nivel social, pero facilita las cosas al individuo. Como he indicado antes. las personas normalmente no explicitan las normas espontáneamente, salvo en situaciones de conl1icto intcrpersonaL y nosotros no tuvimos la suerte de 'cr testigos de muchas de tales disputas. Las familias investigadas sabían que estábamos estudiándolas en cuanto familias «corrientes», no desorganizadas, por lo que no sorprende que se obstuvicran de manifestar sus conflictos en nuestra presencia. Tras las primeras entrevistas, una vez que había desaparecido su inquietud ante la revelación del hecho de que no siempre se llevaban bien, describirían las peleas que habían tenido en el pasado, o las que podrían tener en el futuro. De cualquier forma, solamente una de las parejas tuvo una riña en presencia del investigador. En dicho caso, los dos cónyuges afirmaban, cada uno por su lado, que era él quien se comportaba correctamente y que era el otro el que estaba equivocado. Cada cual echaba mano de normas diferentes, y trataba de mostrar que su propia opinión era la aceptada generalmente en el círculo social de ambos. No sucedía, como ocurre a menudo en las sociedades reducidas, que los contendientes estuvieran de acuerdo en las normas de base y en desacuerdo sobre si las habían cumplido o no, y cómo. C)
COMENTARIO FINAL
En este capítulo he mostrado que la variación en las normas sobre roles familiares es mayor de lo que comúnmente se acepta; asimismo, he puesto de manifiesto que muchas de las personas entrevistadas encontraban muy difícil explicar tales normas. He sugerido que ambos hechos se pueden explicar en función del entorno social inmediato en el que vivían las familias. El argumento puede resumirse con mayor claridad comparando la situación de familias encapsuladas dentro de grupos organizados, con la de familias incluidas en redes de unión estrecha y con la de familias en redes de unión débil.
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En un grupo organizado, en el que los miembros están eri constante interacción, es fácil encontrar un gran número dé normas de consenso común. La interacción constante corrige las idiosincrasias ideológicas individuales_ Es muy probable que las normas que he definido como normas sociales -esto cs. las que la gente atribuye al grupo con el que se identifica'--, sean las mismas. más o menos, que las normas de consenso común_ En otras palabras, pueden detectarse pocas diferencias entre las normas que cada miembro atribuye al grupo. En estas circunstancias. a los miembros del grupo les será fácil explicitar las normas. Casi inevitablemente. tratándose de normas familiares, los miembros del colectivo utilizarán su propio grupo como grupo de referencia_ Los individuos pueden, por supuesto, tener opiniones personales opuestas, pero serán conscientes de la discrepancia entre sus propias opinio, nes y las de de los demás miembros del grupo; de la misma forma que descubrirán en seguida si se desvía su propia con" ducta_ Asimismo, se reducen al mínimo las posibilidades de confundir las normas personales con normas sociales. Esto no significa, por supuesto, que las normas del gupo sean inmutables. Pueden cambiar como respuesta a cambios en las condiciones externas y como consecuencia de trastornos internos del grupo, en los que las opiniones personales individuales pueden desempeñar una importante función. En una red de unión estrecha la situación es parecida a la del grupo organizado, pero con una mayor variedad de normas, ya que no todos los miembros de la red interactúan entre sí. Si pudiéramos entrevistar a todos los miembros de una red de este tipo, seguramente encontrariamos una gran cantidad de normas de consenso común: las normas sociales de cada uno de los miembros de la red probablemente coincidirüÍrt entre sí. Habría más variación que en el caso de un grupo, pero menos que en una red poco unida. Las personas situadas en redes estrechamente unidas ocupan probablemente una posición intermedia en cuanto a la capacidad de explicitar las normas; tendrán mayor dificultad que las de grupos organizados, y menor que las personas con redes débilmente unidas. Las personas con redes de unión estrecha usarán probable: mente sus redes como grupos de referencia, aunque las definan en términos de área local. De cualquier forma, no existe obligación explícita de definirlas así. Pueden, de hecho, escoger también categorías abstractas o grupos no conocidos per-
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sonalmente. En tal situación, las personas tienen cierta posibilidad de confundir las normas personales con normas sociales, pero si están en continua interacción con los miembros de su red, y si los miembros de su red están en continua interacción entre sí. seguramente acabarán dándose cuenta de que sus normas sociales no son normas de consenso común. En una red débilmente unida pocos miembros se conocen entre sí y la interacción es mucho menor. Es. pues. más fácil que se desarrolle una mayor variación de normas. Habrá n1cnos norn1as ele consenso con1ún, y mayor variación en las normas sociales de un miembro de la red a otro. Los informantes encuentran difícil explicitar las normas, sobre todo cuando se les llama la atención, mediante preguntas directas. sobre la variedad de las mismas. Ahora bien, esto no quita para que acepten implícitamente la idea de que sus pautas de conducta conyugal son compartidas por los demás. De acuerdo con mi definición, estos informantes tienen normas sociales. aunque tengan pocas normas de consenso común. Las personas con redes poco unidas tienen muchas probabilidades de confundir las normas personales con normas sociales, así como de sostener que las pautas que siguen son las propias de su círculo social o de cualquier otro grupo de referencia. Lo más seguro es que el referente de sus normas sociales, aunque derivado de la experiencia con los amigos, vecinos y parientes, sea alguna categoría abstracta. Debido a que tienen tanta experiencia de pautas distintas entre sus conocidos, no les queda más remedio que generalizar y simplificar en exceso el grupo de referencia; asimismo, tienen una amplia gama de grupos de referencia potenciales de donde escoger. El comentario de que las normas personales pueden confundirse, involuntariamente, con normas sociales, hace surgir la cuestión de cómo adquieren los individuos las normas. Los mecanismos psicológicos de este proceso son muy complejos, y lo único que haré aquí será indicar algunos puntos que merecen mayor reflexión y examen. En la bibliografía sobre psicología social, se da mucha importancia a la interiorización de las normas a través de la interacción con los demás (Sherif, 1936; Newcomb, 1950). Esta interpretación del individuo como receptor pasivo de normas externas es demasiado simple, a juzgar por los datos que he expuesto anteriormente. Cuando los individuos y las 259
familias viven en redes en vez de en grupos, el proceso de fo',. mación de las normas se vuelve más complicado. Me atrevda" adelantar que los individuos· interiorizan las pautas de ¡ 0 ~i';:?; demás a patiir de sus experiencias con ellos, pero aqufnd:'. · acaba todo. Si las pautas internalizadas son coherentes, I<{°' cual suele ocurrir en los grupos organizados y en las rede{" estrechamente unidas. apenas hay necesidad de selección y. de reelaboración interna. Pero si se interiorizan muchas nor~ mas diferentes contradictorias, los individuos eligen unas y · dejan otras, y construyen así su propia versión de acuerdo con las necesidades personales. Pueden atribuir su versión personal, o algunos aspectos de la misma, a otros que no sean ellos mismos; y pueden escoger el receptor de sus normas entre una amplia gama de grupos de referencia o de categorías. En resu- · men, la proyección y el desplazamiento juegan un papel importante en la internalización y adquisición de normas. Yo propondria, entonces, que se aceptase que los dos mecanismos psicológicos, la introyección (interiorización) la proyección, están siempre implicados en la adquisición de. normas. En realidad, los recientes descubrimientos del psiro{'~''. nálisis acentúan explícitamente la importancia de la proye2!''.: ción y de la introyccción en todos los procesos de aprendizaje''. . (Heimann, 1952; Klein, 1948). Esta opinión está ya implícita · .·.· .· • en el trabajo de George Herbert Mead (Mead, 1934). En e¡' caso de las parejas con redes poco unidas, los efectos separa;1:., @ dos de los dos mecanismos se pueden distinguir con relativ¡¡'.,'{. !il• facilidad. En las redes muy unidas o en los grupos organiza¡:,;; dos es más difícil separar los dos mecanismos. En estos casos;): los errores de proyección y de introyección se corrigen fácilmente gracias a la interacción constante, de forma qu!'2J pauta común se consigue a la a la vez interna y externa . ,,, .. mente. , iitíj;'
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Capítulo VIII
Resumen y comentario general f .
En este libro hemos intentado analizar diferentes tipos de roles conyugales. de conectividad reticular. de conducta en relación con los parientes, así como de una amplia gama de conceptos de clase social y de normas de roles conyugales. Quisiera resumir ahora el análisis y tratar algunos de los problemas que han surgido en la investigación. Hemos estimado las diferencias en el desempeño de roles conyugales según la mayor o menor separación e independencia respectivas con las que el marido y la esposa realizaban sus tareas y actividades. En algunas parejas se daba una notable separación entre los cónyuges en lo tocante a sus roles relacionales. Tales parejas tenían una diferencülción clara de tareas y una gran cantidad de aficiones y actividades individuales separadas. En el extremo opuesto se sitúan las parejas caracterizadas por la menor segregación posible en sus· roles relacionales conyugales. Sus miembros contaban con realizar muchas actividades juntos, con una mínima diferenciación de tareas y una inapreciable separación de aficiones. Entre estos dos extremos había muchos grados intermedios. ·En el capítulo III se apuntó que estas diferencias respecto al grado de segregación conyugal se ven afectadas, entre otros factores, por el modelo de relaciones mantenido por los miembros de la familia con personas externas a la misma, y por las relaciones de éstas entre sí. El entorno social inmediato de una familia urbana está constituido más bien por una red que por nn grupo organizado. U na red es una configuración social en la que algunas, no todas, las unidades externas que la componen mantienen relaciones entre sí. Las unidades externas no forman un todo 261
social más amplio. No se encuentran enmarcadas por ún límite común. En cualquier sociedad, las familias nucleares poseen . una red de reh:ciones sociales. Pero en muchas sociedades reducidas, con una división del trabajo simple, las familias nucleares fornan parte también de grupos organizados, los · cuales controlan muchos aspectos de su actividad cotidiana. Las familias urbanas no están encapsuladas por completo dentro de ningún grupo organizado. En cuanto individuos, los miembros de una familia pueden pertenecer a grupos organizados. En cuanto familia. algunos aspectos de sus actividades pueden estar controlados por el médico, por la parroquia, por la administración local o por cualquier otro organismo público. Sin embargo, no existe ningún grupo organizado capaz de regular todos los aspectos de la vida familiar, tanto las actividades formales como las informales. Las familias urbanas no viven aisladas, ya que sus miembros mantienen muchas relaciones con individuos y grupos externos a las mismas. No obstante, poseen mayor individuación que las familias de comunidades relativamente pequeñas y cerradas. Muchos individuos y muchos grupos con los que las familias urbanas se relacionan no están ligados entre sí, de forma que aunque cada individuo o cada grupo de fuera pueda controlar algunos aspectos de la vida familiar, el control social de la familia, como un todo, se dispersa entre diferentes instanc cias. Esto supone que cada familia tiene una vida privada rela" tivamente amplia y cierta libertad para regular sus propios asuntos. Las redes de las familias urbanas varían en cuanto :ál grado de conectividad; es decir, en la cantidad relativa relaciones recíprocas mantenidas por las personas con la:s que una determinada familia a su vez se relaciona. diferencias de conectividad de la red se aprecian sobre todo en las relaciones informales entre amigos, vecinos y parientes. Asimismo, se asocian a diferencias en el grado de sepa, ración de roles conyugales. Dicho grado de separación del rol relacional del marido y dela mujer varía directamente en función de la conectividad de la red social de la familia. En el capítulo III se han descrito cuatro tipos de familias, y se ha examinado la relación entre la conectividad de sus redes y el grado de separación del rol conyugal para cada uno de estos tipos.
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Hemos señalado que si el marido y la mujer aportan al matrimonio redes muy unidas, y si las condiciones son tales que tal tipo de relaciones puede mantenerse, el matrimonio se superpone a las relaciones preexistentes y los cónyuges siguen viéndose abocados a actividades con personas de fuera. Cada uno de ellos alcanza una cierta satisfacción emocional con estas relaciones externas, y tiende a solicitar de su cónyuge una satisfacción emocional proporcionalmente menor. La separación rígida de roles conyugales es posible porque cada cónyuge puede obtener ayuda de personas de fuera. Sin embargo, si el marido y la esposa aportan al matrimonio redes poco unidas, o si éstas van soltándose tras el matrimonio, tienen que buscar el uno en el otro la parte de satisfacción emocional y de ayuda en las tareas familiares que las parejas con redes estrechamente unidas obtienen de fuera. El éxito de la familia como empresa, en este caso, exige la organización conjunta. Me parece que muchos profesionales, médicos e investigadores de la familia dan por supuesto que la organización conjunta es la forma natural y normal a la que ha de tender el comportamiento familiar. Los consejos basados en esta idea pueden llegar a ser desconcertantes para las familias con redes muy unidas, tal y como ha apuntado Michael Young ( 1956). Asimismo, una conducta correctamente interpretada como muy dependiente o defensivamente autoritaria cuando aparece en el seno de familias con redes sueltas, habrá de interpretarse de forma diferente si se da en familias con redes trabadas. No quiero decir con ello que haya de aceptarse tal conducta como «normal», en el sentido clínico, sólo porque sea aceptable culturalmente en algunos tipos de familia; lo que mantengo es que se debe considerar la posibilidad de que la misma conducta tenga diferentes significados y diferentes efectos psicológicos según las personas comprometidas. No creo tampoco que las diferencias culturales o subculturales expliquen suficientemente las diferencias de segregación conyugal. Decir que la gente se comporta de forma diferente, o que tiene expectativas distintas porque pertenece a culturas diferentes, es lo mismo que decir que se comporta de forma diferente porque tiene un comportamiento distinto -o que las culturas son diferentes porque son diferentes. Por esta razón, no creo que fuera muy esclarecedor atribuir las diferencias de segregación conyugal a diferencias de clase 263
social, aunque la correlación fuera alta. Se trata solametlt'ecl~~~t~~' un primer paso en el análisis; de una clasificación preliminat'"f;\'. en el nivel meramente descriptivo. Es necesario profundiiaf'" en el análisis. descubrir qué factores, en el interior de las mis" mas clases sociales. tienen relevancia para la segregación conc yugal y cómo influyen realmente en la cstmctura interna de roles familiares. En mi opinión. cada situación social concreta exige una cultura específica. En este libro he tratado de mostrar la relación existente entre determinadas diferencias subculturales de organización familiar y los diferentes modelos de relación social con personas externas a la familia, y de esas personas entre sí. Las nomrns -o la cultura. si se prefiere este término:...: de segregación conyugal son típicas de familias con redes muy unidas. Si la familia se traslada, o si por cualquier otra razón sus redes pierden trabazón. necesita otra cultura dis' tinta. No obstante, esto no quiere dicir que la cultura quede reducida a las relaciones sociales, o que cambie automática:0 mente cuando cambian las relaciones sociales. Algunas de las faa1ilias en transición del conjunto investigado encontraban muy difícil y penoso prescindir de sus antiguas prácticas'y creencias, así como desarrollar otras distintas más apropia" das a la nueva situación. · Me han preguntado a veces si la felicidad y la estabilidad del matrimonio varían con el grado de segregación conyugal:
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sobre la estabilidad de los diferentes tipos de relación conyuc gal. A lo más que llegan es a correlacionar las tasas de divoi" ..., cío con la renta y la ocupación. En los Estados Unidos, parece . ''t que las personas con rentas más bajas y ocupaciones destatllS .... inferior se divorcian en mayor medida que las que tienen réD:c .J,0~
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tas más altas y ocupaciones de status superior (Goode, 1951). La misma correlación se ha documentado en Nueva Zelanda (Nixon, 1954). Sin embargo, como se señaló en el capítulo IV, Ja renta y la ocupación no son muy buenos indicadores del grado de segregación conyugal. Podemos, no obstante, deducir los factores que llevan a la estabilidad y a la inestabilidad de las relaciones. tanto conjuntas como muy segregadas. Las relaciones conyugales conjuntas pueden favorecer la estabilidad conyugal porque la carga emocional que cada cónyuge deposita en el otro es muy alta; pero. por otro lado. el marido y Ja esposa esperan tanto el uno del otro que la desilusión y la Crustración podrían ser causa de separación. Cuando se da una relación conyugal muy segregada. los cónyuges esperan menos el uno del otro, por lo que es menor la probabilidad de separarse por culpa de la desilusión; pero, por otro lado, obtienen menos el uno del otro, desde el punto de vista emocional. con lo que pueden dejarse más fácilmente. De cualquier forma, el freno más importante al divorcio lo constituyen los hijos, como indican las estadísticas correspondientes (Cahen. 1962; Jacobson, 1950). Le es muy difícil a una sola persona educar a los hijos y ganarse la vida al mismo tiempo, independientemente del tipo de relación conyugal y del tipo de red social. Les sería. en todo caso, más cómodo a las personas divorciadas con una red muy unida cuidar a sus hijos, ya que tienen la posibilidad de obtener ayuda más fácilmente de los parientes. En el capítulo IV se analizaron los factores que influyen en la conectividad. No se pueden explicar las diferencias de conectividad reticular en función de un único factor, cualquiera•·que sea éste. Tales diferencias se concretan debido a la complejidad y variabilidad de los sistemas económico y ocupacional y de otros sistemas institucionales que generan un complejo de fuerzas que afectan a cada familia de manera diferente, y que permiten a éstas seleccionar y elegir de acuerdo con las necesidades personales. Hemos indicado que la conectividad de una red familiar depende, por un lado, de un complejo conjunto de fuerzas del ambiente general y, por otro, de las propias familias y de su reacción ante estas fuerzas. Asimismo, hemos propuesto algunos factores situacionales de posible relevancia para la conectividad de la red familiar; entre otros; la cantidad de lazos económicos que unen entre sí a los miembros de la red; el tipo de vecindario en 265
el que viven éstos; las oportunidades de establecer relaciones fuera de las redes existentes, y las oportunidades de movilidad espacial y social. Los factores relacionados con la clase social inf1uyen en la conectividad, pero de un modo más complejo. Los resultados del estudio empírico muestran que las familias con redes estrechamente unidas pcr!cnecen con bastante probabilidad a la clase obrera, aunque no todas las familias de clase obrera han de tener necesariamente redes muy unidas. Sólo en la clase obrera puede encontrarse con cierta facilidad la combinación de factores cuya actuación conjunta es capaz de producir un alto grado de conectividad. La estructura de las ocupaciones de nivel profesional es de tal tipo que esa combinación de factores casi nunca se da. Ahora bien, el que un hombre tenga una ocupación manual no implica necesariamente que disponga !ambién de una red estrechamente unida. Puede, por ejemplo. vivir en una zona relativamente heterogénea, puesto que no todas las ocupaciones manuales se encuentran localizadas en zonas concretas; puede vivir en un lugar y trabajar en otro; puede mudarse. De la misma forma, los amigos y los parientes pueden mudarse o establecer nuevas relaciones con personas que él no conoce. En definio tiva, los altos grados de conectividad están relacionados con ocupaciones manuales, pero esta relación no es necesaria .:u ,_:j ni inevitable. En las familias investigadas se percibieron abundantes. diferencias respecto a la cantidad e intensidad de contactos ~·dtY}. con los parientes. En el capítulo V intentamos analizarlos }74)!'. rasgos generales del sistema de parentesco, y ofreceLunaq~~i¡: explicación de las diferencias_ ~e frecuencia e '.ntensid'.1didf&t8J· contactos entre tres de las fam1has y sus respectivos panente~.y*f}i y, en la.medida en que los datos lo permitían, de los parien~·l~I• entre sr. -. ¿-·-:-;tt::.~:~?f1}té~~l: El contraste de los sistemas bilaterales de parentescofüe·1iflíl:it las sociedades primitivas reducidas, el sistema bilateraLde}~f~~( parentesco de las sociedades industrializadas urbanas nd.¡¡J!:. constituye el marco básico de la estructura social. La pérdida r~Yt: de importancia del parentesco en asuntos económicos y polio;;¡¡.¡;, ticos va unida a un grado más reducido de reconocimientode';iJ'·• parientes; a la ausencia de grupos corporados de parentesc6i~~~·:!; reclutados de acuerdo con el domicilio o con algún otro princHW~~WY pio ajeno al parentesco mismo; a redes de parentesco mucho,ii.'Jlki
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menos conectadas y, consecuentemente, a una mayor individuación de la familia nuclear, y una mayor variedad de comportamientos y normas relativos al parentesco. Como afirmó Firth, el parentesco en un marco urbano proporciona espacio para la selección y la elección personal (Firth. 1956). La elección es posible debido al efecto versátil de los factores situacionales, pero son las familias, en último extremo. las que toman las decisiones reales. Hemos descrito los resultados ele las elecciones de tres ele las familias, y hemos intentado analizar los factores relacionados con dichas elecciones; es decir, los lazos económicos entre parientes; el docmicilio y la accesibilidad física de los parientes; el tipo de vínculo genealógico; la conectividad de la red de parentesco; la presencia y preferencia de parientes conectores; las semejanzas y diferencias percibidas respecto al status social de los parientes, y las simpatías y antipatías basadas en una combinación idiosincrásica de necesidades y actitudes conscientes e inconscientes. En el caso de los Newbolt, estos factores se combinaban de modo que la familia, y sobre todo la mujer y los hijos, estaban muy en contacto con los parientes, y se había formado un grupo compuesto por la abuela, las madres y las hijas, dentro de la red global de parentesco. Este modelo de contacto iba unido a los siguientes factores: oportunidades de ayuda mutua entre los parientes en lo relativo a la ocupación laboral; diferencias mínimas de status ocupacional entre parientes; proximidad de domicilio entre éstos; presencia de tres generaciones de madres e hijas en el mismo lugar y al mismo tiempo, ejerciendo cada una de ellas de parientes conectores para el marido y los hijos, y práctica, por parte del marido y de la mujer, de separación de roles parentales ya en sus familias de orientación. En el caso de Hartley, los factores se habían combinado de tal forma que la familia tenía bastante contacto con los parientes aunque sin que se diera énfasis matrilateral alguno. Este modelo iba unido a los siguientes factores: pocas oportunidades para que los parientes se ayudasen entre sí en lo relativo a la ocupación; gran diversidad de tipos de ocupación y de status ocupacional entre los parientes; separación geográfica entre éstos mayor que en el caso de los Newbolt, pero menor que en el caso de los Daniels; imposibilidad para la formación de grupos de abuela, madre e hija, por fallecí-
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miento de alguna de las mujeres necesarias para ello; ocasión para la actuación de la madre del marido y las tías paternas como parientes conectores: y experiencia. por parte del marido y de la esposa. sobre todo de ésta. en redes relativamente sueltas durante la infancia. y en una escasa separación de roles parentales en las familias de orientación. En cuanto a los Daniels. estos factores se habían combinado de tal forma que tenían muy poco contacto con los parientes. sin que se diese inclinación mayor por los de la esposa que por los del marido. o más por los de la madre que por del padre. y sin que se hubiese consolidado grupo alguno de parientes femeninos dentro de la red global de parentesco. Este modelo iba unido a los factores siguientes: muy pocas oportunidades ele ayuda mutua entre los parientes en lo referente a la ocupación laboral: gran diversidad de tipos de ocupación y de slalus ocupacional entre éstos; acusada dispersión geográfica de los mismos: imposibilidad de for' mar grnpos de abuela. madre e hija ya que solamente vivían dos generaciones de mujeres y en sitios distintos; pocas ocasiones para que las mujeres ejerzan de parientes conectores; experiencia previa por parte del marido y de la esposa de escasa segregación de roles parentales en las familias. de orientación. En los capítulos VI y VII se presentó el análisis de la ideo' logía sobre clases sociales y sobre normas conyugales. La idea básica de ambos capítulos reside en que las personas no · ·• adquieren la ideología, las normas y los valores únicamerít'e ;!\¡;¡:. mediante su internalización desde fuera. También reclabo",,""\ ran las pautas que han interiorizado, les dan una nueva fornia;Wii~ y las vuelven a proyectar sobre la situación externa. CuantO;,\iff¡; más variada sea la experiencia social y más incongruentes fas'~R;!!i~ . - . , '"''<- c;d,;
~::~d~ :::~:~: ~;;,',~::~;::;;;;.;:;:,~:;:.,v:;;c;,:::';,:=·1
cia. Cuando el ambiente social inmediato es una red, no todas las personas conocidas por la familia interactúan, por lo que es probable que surja una gran variedad de normas y de ideologías. Cuanta mayor sea la variedad, mayor dificultad tendrán las personas para la conceptualización de las normas en un conjunto simple de reglas inequívocas. Al mismo tiempo, a mayor variedad de conductas, de nomrns y de ideologías interiorizadas a partir ele la experiencia ele los demás, mayores oportunidades ele rcinterpretación y reordenación ele las pautas interiorizadas según las nccesiclacles personales. Esta versión rcrsonal ele las normas y de las ideologías puede aplicarse no solamente a uno mismo, sino también a los demás, y se dispone de una amplia gama a la hora ele seleccionar y construir grupos de referencia a los que puede aplicarse aquélla. Esto significa que es posible que surjan muchas normas e ideologías diferentes no sólo en la misma sociedad, sino también entre personas con experiencia social parecida. En el capítulo VII propuse la utilización ele términos diferentes rara distinguir las normas que poseen carácter social porque hay grupos o categorías de personas que están realmente de acuerdo sobre ellas («normas de consenso común»), de aquellas otras normas que son sociales porque los individuos opinan que otras personas o grupos las comparten («normas sociales»). El análisis de la desviación es muy complicado debido a la variación, flexibilidad y proyección de las normas. He propuesto que la «desviación subjetiva» -esto es, la discrepancia entre las normas sociales de la familia y su conducta real- debía distinguirse de la «desviación definida de forma objetiva» -es decir, la discrepancia entre Ja conducta y algún patrón escogido por el investigador. Si hu_biese normas de consenso común, al investigador le resultaria más fácil utilizar dichas normas como patrón; ahora bien, si es mucha la diversidad de normas, no tendrá más remedio que utilizar alguna otra medida más artificial. El análisis expuesto en este libro podria ampliarse por diferentes vías. La hipótesis central -la conexión entre la segregación conyugal y la conectividad de la red- deberla ser comprobada en otros casos, particularmente en aquellos en los que las familias vivan en grupos organizados o en redes muy unidas 1• ! Rosemary Harris, de la Universidad de Londres, ha efectuado una comparación entre dos tipos de familia rural y de organización vecinal que
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Se podría también alcanzar una mayor comprensión de la relación entre las redes sociales y la organización de los roles familiares estudiándolos en proceso de cambio. Sería instrucc tivo hacer un estudio detallado de traslados a barriadas. Se han comparado familias de zonas de clase obrera establecidas desde antiguo con familias de barriadas nuevas (Young, l 954b: Young y Willmott 1957: Mogey. 1955 y 1956), pero son muy escasos los estudios de los procesos rea les de cambio, que se inicien con la familia aún situada en Ja antigua zona, y la sigan en su traslado a la nueva. y en el desarrollo ele un modelo diferente de relaciones externas y de organización interna'· También valdría la pena estudiar los cambios que sufren las familias con redes poco unidas cuando se trasladan a comunidades más homogéneas. Sería conveniente estudiar las diferentes fases del ciclo familiar y los cambios que su sucesión provoca en las relaciones externas y en la organización interna. Seguir a diferentes familias a través del proceso total del ciclo, desde el noviazgo a la vejez, supondría más de una vida de trabajo; pero se podría hacer con provecho un estudio longitudinal más reducido. Seria instructivo examinar los cambios de una fase a otra. en particular el producido tras el nacimiento del primer hijo. que transforma a la familia, de la pareja conyugal ál grupo de tres personas, y que implica cambios radicales en las relaciones externas y en la organización interna. Las fases dél ciclo familiar se podrian estudiar también comparando fami" lias en las últimas fases con familias jóvenes, aunque seria muy difícil distinguir las diferencias que son fruto del ciclo dé \e• las que son consecuencia del cambio social general. Se pueefé•'•c:; aprender mucho sobre el cambio en los roles familiares apai;~ i!'i• tir de lo que los informantes cuentan del pasado, pero cmn\> 0'i;< las personas reinterpretan el pasado según su experforil '·
••\:i;'\t··,.,., tiende a confirmar la hipótesis (Harris, 1954). El doctor Yonina TalmÓfl.:·_;:-::-'. Garbcr, por otro lado, está haciendo un estudio de la organización de fami:lias en asentamientos colectivos en Israel que sugiere que la hipóteS_iS necesitará alguna revisión (Talmon-Garbcr, 1954 y 1956). -,.,: :: Un estudio de este tipo fue iniciado en Edimburgo por 'fom Burns·y Mary McLcan, pero desgraciadamente tuvo que ser interrun1pido. Un estú;. dio del mismo tipo está siendo realizado por la london School o/Hygieneand Tropical Medicine, aunque en este caso no se tiene en cuenta la conexión entre los cambios en las relaciones externas y los cambios en los roles familiares internos. · '.r.::
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cia presente. no es prudente tomar lo que dicen al pie de la letra. Sería posible bosquejar, al menos, las tendencias generales del cambio a partir de un análisis combinado de lo que ellos dicen. junto con los datos empíricos y los registros históricos de la época en cuestión, annque. de todos modos, sería difícil establecer comparaciones precisas. salvo en el caso de factores como el tamai'!o y la renta familiar. de los que se guarda inforn1acíón precisa.
Se podría hacer un estudio más profundo de las relaciones entre padres e hijos atendiendo al grado de segregación conyugal y al tipo de red social. En nuestra investigación, no estudiamos a los hijos de forma intensiva y apenas hemos descrito brevemente unas cuantas diferencias de actitud para con aquéllos. de prácticas de crianza y de relaciones parentales. En el capítulo V se han ,;puntado algunas posibles consecuencias psicológicas de la educación en familia con acusada segregación de roles parentales. Este problema merece un estudio más completo. Además de un análisis cualitativo más profundo de este tipo, la hipótesis necesita de una formulación más precisa y de una comprobación en términos cuantitativos. Se podría concebir una escala de segregación semejante a la de Herbst (Herbst, 1952 y 1954). Se tendría que recoger información más precisa sobre la conectividad, y expresada en términos cuantitativos. Habría que preguntar más detalladamente a cada familia sobre las relaciones de los amigos, vecinos y parientes entre sí. Habría que clasificar todas las relaciones según el grado de intimidad, cosa que aquí se ha hecho sólo con los parientes. Las relaciones con y entre parientes, vecinos y amigos precisan de comparaciones y contrastes más detallados. De la misma manera, y dentro de la red total, habría que hacer una análisis comparativo más refinado de las redes conjuntas e independientes del marido y de la mujer. Sería muy útil entrevistar a todos o, al menos a algunos de los miembros de la red de la familia, en vez de confiar por completo en lo que la familia dice sobre ellos mismos. Pero esto sería demasiado difícil ya que, como se indicó arriba, la aceptación por parte de la familia no significa la aceptación por parte de todos los amigos, vecinos y parientes. En todo caso, al menos algunos miembros de la red podrían ser entrevistados, sobre todo si la investigación fuera menos íntima y detallada que la aquí presentada. 271
Se tendría que hacer también un examen más ""''ª"·ªuv los factores que influyen en la conectividad. Dudo mucho que se pueda precisar y cuantificar esta parte del análisis lo suficiente corno para permitir una predicción certera. Son muchos los factores implicados. y habría que empezar por determinar sus relaciones mutuas. Sería difícil mantener constantes todos los factores excepto uno para poder examinar los efectos de este único factor; el análisis de varianza o de correlación múltiple requeriría la cuantificación ele los datos de modo conveniente para el análisis estadístico. pero muchos de estos datos son difíciles de operativizar. Se podrían comprender mejor, no obstante. los factores que influyen en la conectividad llevando a cabo una comparación sistemática de la segregación conyugal y de la conectividad de la red según las clases sociales. Sería muy útil tal estudio comparativo si. en lo posible, se examinaran por separado, y se compararan unos con otros. los efectos de cada uno· de los diferentes factores relacionados con la clase -renta, · control de la propiedad. tipo de ocupación. educación, etc. Es obligado un estudio más profundo de las consecuen:'· cías de la movilidad espacial y social sobre la conectividad.. También sería sumamente productivo los vecindarios urbac nos. El desarrollo de un estudio comparativo de los vecinda-. rios, en el que se combinara el análisis ecológico con el análisis de las instituciones formales y de las relaciones ' sociales reales de las familias de la zona en cuestión, colmai-ría una importante laguna en el conocimiento teórico empíríco. El número de estudios empíricos sobre la "''"ª""v"' crece sin cesar. Disponemos de estudios de barriadas y vecindarios locales en el nivel de «comunidad». Sin ~ªwª'iS''?·'• no hay ningún estudio que relacione los dos enfoques; es, que analice el tipo de red familiar en relación con el de área local. '.· En el capítulo II se expusieron los diferentes cambios de orientación conceptual que tuvieron lugar en el e41u1pv investigadores a medida que avanzaba el trabajo. Al prmc:17¡,•}:; pio, el equipo investigador quiso «conjuntar» el sociológico y el psicológico en el estudio de las familias. En la tercera fase de la investigación, se llegó a considerar dicha' integración conceptual como el objetivo principal de la 1mres·, ../'. ligación, y se perdió mucho tiempo en infructuosas u10.~uo.v; nes sobre conceptos. Más tarde, se abandonaron estas conver.; 272
saciones abstractas, y en su lugar nos dedicamos a hacer análisis y comparaciones detalladas sobre familias concretas, a partir de lo cual fue mucho más fácil combinar conceptos psicológicos y sociológicos. Ahora nos es posible resumir y expresar en términos generales estos cambios en el enfoque conceptual. Al principio de la investigación mantenía la esperanza de que pudiéramos combinar los dos enfoques, el antropológico y el psicoanalítico, en el análisis de aquellos aspectos implícitos e inconscientes de los roles familiares. Pensaba que sería posible analizar el sistema de roles formales de una familia nuclear y a continuación determinar los mecanismos psicológicos más probablemente utilizados por los miembros de dicho sistema de roles. Una vez así definidos los componentes inconscientes propios de los roles, pensaba que sería posible, a continuación, ir más allá en el análisis y considerar el comportamiento real de los individuos concretos en el desempeño de sus roles, descubriendo así qué tipo de ajustes se produclan entre sus personalidades y los aspectos explícitos e implícitos de dichos roles. Este enfoque lo utilizó, con gran éxito, Trist en su estudio del método de cortes para la extracción de carbón (Tristy Bamforth, 1951), y no vi motivo para que no se pudiera aplicar al estudio de familias. Pero a medida que se desarrollaba el trabajo, se hacía evidente que este método era de más fácil aplicación en el caso de que los roles fueran formales, específicos y claramente definidos. No pudimos definir los componentes inconscientes de los roles ya que ni siquiera pudimos alcanzar una definición general de rol, a no ser en términos vagos e imprecisos. Las familias diferían no sólo en la forma de desempeñar cada rol, sino también en el modo de definirlos. Ello demuestra la imposibilidad de definir un sistema simple de roles; i.e., un conjunto general de normas precisas y detalladas, válido para todas las familias. Sin algún criterio de trabajo de tipo similar a éste, no se puede utilizar el método indicado arriba 3. Hubo que abandonar la esperanza de encontrar en los 3 Parsons ha utilizado un enfoque semejante en su reciente libro sobre la familia (Parsons y Bales, 1955), pero lo ha hecho por medio de un tipo ideal de familia como base para su exposición. Desde un punto de vista empírico, como he sugerido anteriormente, existe mayor variedad de roles conyugales de lo que da a entender este tipo ideal.
273
datos un criterio simple con el que poder comparar a todas las familias. Empecé entonces a buscar algún factor simple del entorno social capaz de explicar las diferencias de normas y expectativas de roles en las familias. En aquel momento todavía creía que los conceptos psicológicos no podían ser utilizados hasta que hubiéramos encontrado alguna condición externa que explicara las diferencias en las normas. La realización del rol podría variar de acuerdo con las necesidades psicológicas. pero la definición de los propios roles debe provenir ele fuera de las personas; de fuera de las familias incluso. En un principio. intenté explicar las diferencias en las normas y en las definiciones de los roles en función de la clase social; luego en función del vecindario. Ninguno de los intentos tuvo éxito y, en consecuencia, abandoné temporalmente este esfuerzo y volví al análisis de la ideología sobre las clases. En tal asunto se hacía evidente que la experiencia personal y las necesidades personales, tanto conscientes como insconscien, tes. afectaban a los conceptos de clase de las personas. Obviamente tales conceptos no venían impuestos enteramente desde fuera. Así pues, volví otra vez al análisis de los roles conyugales. pero esta vez relacionándolos con la forma de la red familiar externa. Indiscutiblemente. la forma de la red de la familia no podía atribuirse a factores externos solamente; dependía también de ella misma. Las necesidades personales -conscientes e inconscientes- de los miembros de la familia eran uno de los distintos conjuntos de factores capaces de influir en la forma de la red. Los factores económicos, geográ• ficos y sociales eran también importantes, pero no podían ignorarse los efectos de la personalidad. Dirigí otra vez mi atención entonces al análisis de las normas de roles conyugal les. y volvió a ponerse de manifiesto de nuevo que los factores de la personalidad influían no solamente en el desempeño; sino también en la propia definición de los roles. ::; Se produjeron dos importantes cambios en el método de análisis. Primero, se utilizaron conceptos psicológicos no sólo en el análisis del desempeño de los roles familiares y en el de sus componentes inconscientes, sino también en la definición de los mismos roles y en el análisis de las redes sociales externas. Segundo, quedó claro que tanto las expectativas del rol como la forma de las redes no podían ser explicadas como resultado ele factores simples. En resumen. tuve que abandonar la idea de que las nor-
e mas y los roles estaban condicionados social y externamente. mientras que el desempeño de los roles lo estaba interna y psicológicamente. De hecho, comenzamos a utilizar los conceptos socicológicos y psicológicos simultáneamente en cada estadio del análisis. Para resumir la posición final: el desempeño de los roles familiares depende de las necesidades personales y de las preferencias de los miembros de la familia. en relación con las tareas que deben realizar, el entorno social inrncdiato en el que viven y las norn1as a las que se atienen. Pero el entorno social inmediato y las normas de los roles !~u11iliarcs dependen. a su vez. de las necesidades personales y de las ¡1rcferencias de los miembros de la familia, en relación con una combinación muy compleja ele fuerzas situacionalcs generadas por el entorno social globaL El ambiente social global permite un margen considerable ele elección ele entre las diversas opciones potenciales del entorno inmediato y ele las normas; las elecciones reales afectadas por una familia concreta dependen no solamente ele los factores situacionales, sino también ele las necesidades personales ele sus miembros. Esto no significa que se esté proponiendo aquí el uso ele conceptos psicológicos en cualquier tipo ele análisis sociológico. En muchas investigaciones es posible ignorar, o mantener constantes, los aspectos inconscientes ele las relaciones o las diferencias idiosincrásicas ele las necesidades personales y ele las actitudes. Sin embargo, cuando se clan muchos factores situacionales y muchas opciones donde elegir, la consideración del efecto ele las necesidades personales puede hacer el análisis más significativo. No se trata de un asunto fácil ya que, como se indicó en el capítulo V, las necesidades personales no son un factor simple. Consideradas éstas con detenimiento, acaban mostrándose como la resultante compleja de diferentes mecanismos psicológicos, e incluso aunque los mecanismos sean conocidos, la resultante concreta no se puede predecir. Una vez más, es necesario tratar con diferentes factores cuya influencia particular depende ele la configuración adoptada en cada caso por la combinación.
275
Apéndices A)
Relación de temas para las entrevistas en casa
El esquema de la entrevista sufrió considerables cambios, la gran nlayoría, a medida que se desarrollaba la investigación. La versión
ofrecida ahora es la que resultó al final del trabajo, Las diferencias con respecto a las versiones anteriores se indican en su mornento.
Como se indicó en el capitulo II, utilizamos la presente relación como una guia general para los investigadores; la inclusión, forma, orden y manera de formular las preguntas se dejó a discreción de los mismos.
A
l.
INFORMACIÓN BÁSICA
Genealogía
a.
Edad, ocupación, domicilio, estado civil y comentarios generales sobre todos los parientes conocidos. (La cantidad de -detalles dependía de la familia y del investigador.) b. Contacto con los parientes en la infancia. (Esta información se recogió sistemáticamente sólo de las últimas familias.) c. Contacto con y entre parientes en el momento de las entrevistas. (Este tema se abordó frecuentemente más adelante al hablar de los amigos y los vecinos.)
2.
Familia de on·entación
a. Ocupación del padre. Biografía general de los padres. b. Traslados de la familia durante la infancia del informante. c. Hermanos. Edad, educación, profesiones, matrimonio, hijos, contacto con los hermanos.
277
3.
Biografía personal
Educación, crnplco, pron1oción profcsionaL diversiones durante la infancia y la adolescencia. (La n1ayor parte de la información sobre el tcn1a se recogió en las entrevistas clínicas.) 4.
F>riJncra.fase del ciclojá1ni!iar_1· seg u1l(fa.fase con anterioridad al contacto con el equipo inresligador a.
Noriazxo y bo(/a ¿C~ónio
se co11ocieron? ,-_"C_.•uú 11do? ;.' f)án
l~ugar
b.
c.
y lipo (/e boda. Biogra_(ía ocupacional Vivienda y vecindarú1
Vecindarios en los qui.? han vivido desde 4uc se casaron. Opiniones sobre eilos. Proyectos de traslado si los hubiera. Có1no encontraron el piso o la casa. d.
Nacimiento de los hijos
Aquí normalmente daban fechas, pero la conversación general sobre los hijos se posponía habitualmente hasta el momento de hablar sobre el cuidado de los hijos. c.
Comentarios generales sobre la relación conyugal
Se hacían pocas preguntas directas sobre este tema, con la intención de que fueran surgiendo en conversaciones posteriores. Preguntábamos n1ás bien en qué medida había cambiado la relación conyugal. B)
ORGANIZACIÓN DE LAS ACT!VlDADES FAMILIARES
l. Agenda de actividades
Actividades anuales; semanales; diarias. Nos interesábamos por· una semana normal y típica.
2. Adaptación de decisiones Formulamos preguntas directas a cuatro familias sobre la toma de decisiones en tareas específicas. I..,,os entrevistados mostraron dificultad en responder a estas preguntas hechas a bocajarro, Más adelante, esperábamos a que la pareja se refiriera a alguna decisión en concreto y entonces les preguntábamos cómo habían tomado esa decisión en particular~ qué decisiones consideraban ellos que eran importantes; cómo se debían tomar las decisiones; qué cambios se habían producido en lo referente a la adopción · de decisiones desde que se casaron, etc ...
278
3. Situación económica de la familia a_
Empleo del marido. Tipo de empleo. Lugar de trabajo_ Empleo fijo o eventual. Renta. Impresiones sobre el trabajo actual en comparación con anteriores y futuros trabajos. Horas extraordinarias. Pluriempleo. Amigos en el trabajo. Sindicato. si es que pertenece a alguno. Actitudes con respecto a los empresarios. Características especiales del trabajo; por ejen1plo, sí el 1narido tenía que permanecer ausente de casa durante mucho tiempo. Grado de información de la mujer sobre el trabajo del 1narido. b. Empleo de la esposa. ¿Trabaja ahora? ¿Trabaja tras el nacimiento de los hijos? ¿Trabajó después del matrimonio pero sólo hasta el nacimiento de los hijos? ¿Qué planes tiene para el futuro'> Actitudes respecto al trabajo. Actitudes sobre el trabajo de las mujeres en general. Opiniones del marido.
4.
Trabajo doméstico
Al principio preguntábamos, basándonos en una lista de puntos específicos, quién hacía cada tarea; quién era el responsable de ella; cómo se tomaban las decisiones para hacerlas, y si el marido y la esposa discrepaban sobre las mismas (Herbst, 1952 y 1954). Abandonamos las preguntas sobre la toma de decisiones (véase arriba). También dejamos de hacer preguntas sobre las discrepancias porque notábamos que eran indiscretas. La lista de puntos era: cocinar (desayuno, almuerzo y cena, té, aperitivos); poner la mesa; lavar los platos; limpieza y arreglo de la casa; pasar la aspiradora; compras; lavado de ropa; plancha; limpieza de zapatos; encender el fuego; traer el carbón, ocupaise de la calefacción; cerrar por la noche; levantaISe el primero por la mañana; reparaciones de la casa, incluyendo carpintería, instalaciones eléctricas y de gas, fontanería, etc.; jardinería; decoración, etc __ _ Después de entrevistar a las seis primeras familias, dejamos de utilizar esta lista específica de puntos y empezamos a preguntar cuáles eran, en opinión de la pareja, las principales tareas del hogar; quién las hacía; qué tareas eran intercambiables; cuáles compartidas y cuáles independientes; si los ayudaba alguien de fuera; qué tareas les gustaban y cuáles les resultaban desagradables_ Normalmente, después de estas preguntas generales, hacíamos preguntas sobre tareas específicas que los informantes habían olvidado. Este método permitía a la pareja estructurar la conversación a su aire. Sin embargo, hizo imposible cualquier evaluación precisa sobre el grado de separación de los roles conyugales, ya que no tuvimos la precaución de preguntar sobre los mismos puntos a todas las parejas.
279
5. El cuidado de los hijos a.
Puntos sobre el cuidado y educación de los hijos. Al principio formulábamos preguntas específicas sobre temas concretos:
embarazos; nacimientos (así. por ejemplo, quién les ayudó inmediatamente después del nacitniento de los hijos, espe-
cialmente en el cuidado de los mayores); alimentación en el pasado y en el pre.sen te: higiene (cuándo comenzó el aprendizaje, a qué edad puede decirse que los nifios la habían aprendido; actitudes generales sobre el particular): si los niños hacían preguntas sobre el sexo y có1no respondían ellos; que hacian cuando los niií.os agredían a los padres, a los hern1anos. a otros niiios o a los adultos: control de los hijos dentro y fuera de casa: cón10 castigaban a los niños y por qué motivos: córno se les prc1niaba y por qué. Posteriormente, nos li1nita1nos a preguntar sobre los embarazos, nacimientos y alimentación. pero sacábamos los den1ás temas oportunan1cnte en la conversación general. Si
algún tema parecía difícil se omitía, de modo que acabamos olvidando más de uno. b. Actitudes generales respecto a los hijos y su cuidado. Habitua]n1ente hacía1nos la siguiente pregunta directa: ¿Qué es lo
más importante en la educación de los hijos') También preguntábamos sobre sus planes sobre la educación y empleo futuros de los hijos, aunque sin hacer uso de preguntas fijas a este respecto. c.
División del trabajo entre el marido y la mujer en el cuidado de los hijos. Hicimos a las primeras familias preguntas concre-
tas sobre la responsabilidad, adopción de decisiones y desacuerdos sobre los siguientes puntos específicos: levantar a los hijos; vestirlos; llevarlos al colegio; darles la comida; llevarlos de paseo; jugar con ellos; controlar sus contactos con otros nifios; corrección de sus modales; acostarlos; cuidad<;> de los niños en ausencia de los padres. Con posterioridad, planteábamos primero las preguntas más generales, para seguir después con preguntas sobre puntos previamente olvidados. Preguntábamos quién hacía qué tareas, cuáles eran intercambiables o compartidas, si ayudaban personas de fuera, etc. Con no mucha dificultad, encajábamos cuando podíamos en la conversación otras preguntas sobre técnicas de crianza y cosa parecidas. 6.
Organización econó1nica
a.
Fuente de ingresos. ¿Una o varias? Formas de pago.
b.
Cantidades totales. Ingresos totales por semana, mes, año. Gratificaciones. Impuestos. (No insistíamos demasiado para obtener esta información si las parejas se mostraban reticentes.) c. Pa11f(fas presupuestarias. ¿Tenían una asignación don1éstica? ¿·rcnían cuenta en el banco? ¿,La cuenta era conjunta? i.-rcnían el dinero en un fondo con1ún o por el contrario cslaba controlado scparadainentc por cada cónyuge. o por una con1binación de ainbas posibilidades? Dinero de los niilos para sus gastos. Ahorros (banco. seguros, acciones. cuentas en tiendas). C'oinpras a plazos. Ahorro para los n1on1cntos difíciles o para cosas concretas. (No forzáhan1os la respuesta a estas preguntas si las parejas mostraban incomodidad.) d. (faslos. Qué dinero gastaba cada cual y en qué cantidad. Obtuvin1os inforn1ación de los presupuestos. unas veces exacta y otras aproximada, de casi todas las familias. Se abarcaron los siguientes puntos: comida; alquiler o pagos para la casa (incluyendo intereses); carbón; electricidad: gas; teléfono; seguros (si no había sido considerado antes); transporte; lavandería; artículos de aseo; diversiones; tabaco: dinero para los gastos de los niilos; ropas; regalos; vacaciones; artículos nuevos para la casa (cómo se compran, cada cuanto tiempo, y en qué cantidad); colegio de los niños ... Cada familia nos daba su idea del presupuesto y nosotros preguntábamos sobre aquéllos puntos no considerados. e. Ideología sobre el dinero. Formulábamos tres preguntas directas: ¿Qué haría usted si tuviera un poco más de dinero? ¿Qué necesita usted para vivir cómodamente? ¿Qué haría usted si ganara 75.000 libras en las quinielas? (Robb siempre planteaba estas preguntas al final, junto con las demás preguntas sobre ideología. Bott lo hacía al tratar de la organización económica.)
7.
Tiempo libre a. b.
¿Cómo pasa usted principalmente el tiempo libre? Sondeo concreto sobre vacaciones; libros; revistas; periódicos; radio; televisión; teatro; películas; ballet; conciertos: etc.; clases especiales; aficiones; bar; visitas ... c. Quién participa en las actividades del tiempo libre (el marido solo; la esposa sola; el marido y la esposa juntos; toda la familia). Actitudes sobre el uso del tiempo libre juntos o separados. d. Dónde pasaban la mayor parte del tiempo libre; en casa o fuera de casa_
281
C)
RELACIONES INFORMALES EXTERNAS
A menudo se imbricaban las conversaciones sobre este tema y las conversaciones sobre le tiempo libre. l.
Parientes
a.
Tipo de contacto. Con qué parientes: con qué frecuencia; cuándo: dónde. Visitas rnutuas. Ayuda en tiernpo de crisis. C:uidado de los niilos. Ayuda en le trabajo dornéstico. Présta1110 de a11ículos: de dinero. Bodas: funerales: bautizos: navidades; vacaciones de verano. Cartas. b. I)a11icipación de los 1nien1bros de la_fatnilia. El n1ariclo solo, la esposa sola; los niiíos solos: el marido y la esposa juntos: la esposa y el hijo o los hijos juntos: el padre y los hijos: tocia la familia. c. Conectividad. Al final ele! trabajo ele campo empezarnos a hacer preguntas concretas sobre qué parientes se veían entre si. Sin embargo, en las primeras familias. la mayor parte de la información sobre conectividad tuvo que ser deducida a partir de la información proporcionada de forma espontánea o a lo largo de las respuestas a las anteriores preguntas.
2. Amigos
Lo mismo que para los parientes; pero preguntábamos además quién conoció primero al amigo; en dónde vivían; su estado civil. En algunos casos preguntábamos también cómo distinguía la pareja entre amigos y conocidos. 3.
Vecinos
Quiénes de entre ellos son tenidos por amigos. Cuánto saben de los demás (nombre, edad, ocupación, hijos, etc.). Tipo de contacto, como en el caso de los parientes. Actitudes generales. Contacto de los vecinos entre si.
D)
l.
RELACIONES FORMALES EXTERNAS
Escuela
Contacto con las escuelas ele los hijos. Aspiraciones respecto a los hijos, si no se ban tratado anteriormente.
2.
Iglesia
Asistencía: actividades: creencias. Asistencia de los niños.
3.
Partidos políticos Pertenencia; actitudes: actividad. Conjunta o independiente.
4.
Sinlhcaros y 01~zanizaciones pro.fesionalcs
5.
Clubs _r asociaciones vo/unlarias
Pertenencia: actividades: frecuencia. Conjunta o independien-
te. 6.
lns1i1uciones públicas y sc1Ticios p1-r!fesionalcs
Hospital: n1édico: dentista; personal sanitario: hospital 1naternoinfantil: puericultores: asistentes sociales: abogados: agentes de seguros, etc_ Organos de gobierno locales. Frecuencia de con-
tacto. y por parte de qué miembro de la familia. E) l.
IDEOLOGÍA
Sobre el cambio social
i.Cuáles han siclo. en su opinión, los principales cambios sociales en Inglaterra en los últimos cincuenta años aproximadamen-
te? 2.
Sobre las clases sociales
a.
¿Cuáles son, a su juicio, los grupos más importantes en la Inglaterra ele hoy? Normalmente se mencionaban las clases . sociales, porque esta pregunta seguía a otra sobre el cambio 'social general, y casi siempre se aludía a la nivelación por arriba como un cambio social importante. Si no se hacía mención ele las clases sociales ele forma explicita, dejábamos caer que algunas personas pensaban que eran importantes y preguntábamos lo que la pareja pensaba sobre el particular. b. ¿Qué tipo ele personas pertenecen a cada clase? ¿Qué distingue a una clase ele otra? Actitudes hacia todas y cada una de las clases. c. ¿Es posible pasar ele una clase a otra? ¿Cómo ocurre esto? d. ¿Cree usted que habrá cambios importantes en la configuración global ele las clases? i,De qué manera suceclerian estos cambios?
283
e.
En su caso, preguntábamos a las parejas en qué clase colocaban ellas mismas, y/o a sus parientes más mt:im.os, VI<>"•·"·•">< a sus amigos. f. Si no habían tratado este tema anteriormente, preguntában1os acerca de sus planes educativos y ocupacionales, aS'ícon10 de sus aspiraciones para con los hijos. g. De vez en cuando. pregunt<:iba1nos si, en opinión de la pareja, la vida fa1niliar di Ce ría según las clases. Las persona·s se sentían con f rccucncia incómodas en las entrevistas sobre las clases sociales, con lo que, a inenudo, prescindíamos de algunas preguntas.
3.
Sobre la familia a. b. c. d. e. f.
¿En su opinión. cuáles han sido los principales cambios en la familia durante los últirnos cincuenta a Ji.os, más o menos? (Se formuló esta pregunta a quince parejas.) ¿Cómo describiría usted los derechos y deberes del marido y de la esposa? (Pregunta formulada a cuatro parejas.) ¿Cómo describiría usted la esposa ideal, él marido ideal,.el · hijo ideal? (Se preguntó esto a diez parejas.) ¿En qué medida piensa usted que sus propias ideas sobre cómo llevar la familia se parecen. o no, a las de la gente que usted conoce? (La pregunta se hizo a nueve parejas.) ¿Cuándo usted se casó, tenía una idea clara de lo que iba a ser la vida familiar? ¿Sus ideas sobre la misma han cambiado" (Se preguntó esto a diez parejas.) ¿En su opinión, qué cosas son importantes para mantener en marcha una familia? ¿Qué cosas dificultan esa tarea? hizo esta pregunta a siete parejas.)
284
B)
Proceso de formación de la clasificación de organizaciones conyugales
Incluimos esta descripción de las clasificaciones para mostrar los cambios que tuvieron lugar a medida que las ideas se iban adecuando a los datos. La clasificación inicial debía mucho a los trabajos de Talcott Parsons sobre el parentesco (1943), sobre la edad y el sexo (1942); a las ideas de Kurt Lewin sobre diferenciación (Apéndice de Fie/d Theory and Social Science, 1952), y a la clasificación de Herbst de las relaciones conyugales en autocráticas, autónomas y sincráticas (Herbst, 1952). Nuestra clasificación inicial consistía en la distinción entre actividades no especializadas, diferenciadas, autónomas y organizadas jerárquicamente. Me di cuenta en seguida que en realidad me estaba refiriendo a «actividades no especializadas compartidas» y a «actividades no especializadas autónomas»; la dimensión de la autonomía se cruzaba con las demás. Intenté clasificar cada actividad según el modo de adopción y puesta en marcha de decisiones sobre ella (de forma autoritaria, conjunta, autónoma). Para mi sorpresa, ninguna de las parejas reconoció claramente el derecho de cualquiera de los esposos a dirigir las actividades del otro. Ninguna de las parejas investigadas hablaba de la relación conyugal en términos de autoridad; no aceptaban la idea de que el marido ejerciera la autoridad y la esposa tuviera que acatarla, o que ella la ejerciera y él tuviera que hacer lo propio. A menudo se sugería, más sutilmente, que uno u otro cónyuge tenía un carácter más fuerte y dominaba al otro, y algunas parejas daban a entender que era natural que el hombre fuera más dominante que la mujer. Pero en general, estas diferencias estaban, al parecer, más en relación con las características de la personalidad que con las expectativas del rol. En cualquier caso, la mayoría de las parejas tropezaban con dificultades cuando tenían que describir cómo tomaban las decisiones. Todas las parejas afirmaban que las decisiones importantes debían ser tomadas de forma conjunta y que, en algunos casos, los intereses de alguno de los cónyuges podían pesar más que los del otro. Ahora bien, llegado el momento de tener que describir cómo se tomaron realmente las decisiones, la mayor parte de las personas dijeron que no lo sabían; que simplemente habían salido así.
285
~e:isiones,
,!~lit;
Esto se debe a que explicaban la toma de igual que autoridad, en términos de factores de la personalidad, no en térnü~\~X¡/'' nos de expectativas de roles. Se hacían, asitnismo, afirmaclone~>:>:_~i:if:C;:;, semejantes acerca de los conflictos y de las desavenencias entre · ,. n1arido y 111ujer. En algunas fa111ilias se daban conílictos regladÜS y_->" previsibles; pero la mayor parte de los conflictos entre marido y. rnujcr se consideraban co1no choques de personalidad. y las personas no eran capaces de describir las norn1as generales por IaS que se regían. l)urantc un ticn1po. traté de precisar las principales tareas de las frunilias y de clasificar las actividades de acuerdo con su contribución a tales tareas (ccnrraL perifCrica). y según el lugar (dentro, fuera). Pero en aquel n1on1cnto era ín1posibie elaborar criterios satisfactorios sobre la in1portancia de las actividades y de las tareas; tal evaluación era prematura. Revisé entonces la clasificación original de la organización con7 yugal. Las actividades del marido y de la mujer se clasificaban según fueran diferentes y con1plcmentarias; diferentes e indepen::dientes; o las mismas o parecidas_ Cada uno de estos tipos se subdi7 vidía según fueran realizadas las actividades por el marido y poda esposa juntos o por separado. Esto llevaba a seis tipos de organiza, ción, que aparecen abajo junto con los términos dados a_ cada tipo. :,;:
ÜRGANIZACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DEL MARIDO Y DE LA MUJER
<- ./',';
(Las aclividades definidas finalmente con10 conjuntas aparecen rodeadas por una ~ínCá) :--:Y·:·i;¡;;:¡_;·,·; .
Tipo de actividad
-: -._\_,. .'.:;->."
.'.:::?fI::-'.:1P Relación marido y esposa en la actividad#!.' :__ ·; ~Ci_ ~~~;,;
Conjunta
Separad~ . -
Diferente y Complementaria
«Complementaria conjunta»
Diferente e independiente
«Paralela»
Igual o similar
«Compartida»
_:;J'...
.'---"~-
«Diferenciada' '-'ffi, . --"""''';)' interdependiente»'\2
' ,.,·;-;_¡;·1::h
«Autónom>' _. . ., r;; ·11·
«Intercambiable»•;:·
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La clasificación me parec10 demasiado complicada desde ·el punto de vista de su aplicación. Las descripciones sociológicas cada familia llegaron a ser tan complicadas que apenas podía come
286
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prenderlas yo misma una semana después de anotadas. Al principio, las distinciones utilizadas no conducían aparentemente a ninguna formulación nueva del problema o a nuevos datos. Sin embargo, poco a poco empezó a vislumbrarse algo importante: en términos generales, ciertos tipos de organización aparecían estrechamente unidos, hasta tal punto que las parejas mismas parecían considerarlos como un tipo único de comportamiento. Todas las actividades realizadas por el marido y la mujer en presencia el uno del otro se consideraban de la 1nisn1a naturaleza. sin tener en cuenta si las actividades eran con1plcrnentarias (por ejemplo, las relaciones sexuales. aunque nadie hablaba de esto directamente en las entrevistas en
casa): independientes (por ejemplo, la reparación por parte del n1arido de una estantería n1ientras la esposa leía o hacía punto). o compartidas (por ejemplo, fregar los platos juntos: recibir a los amigos: ir al cine juntos). Ni siquiera era necesario que el marido y la esposa estuvieran rcain1ente juntos. Si ambos coincidían en casa. se consideraba ya que sus actividades tenían alguna cualidad especial. compartida, familiar. Las intercambiables se tenían también por actividades del mismo tipo que las realizadas conjuntamente. Por ejemplo, si el marido y la mujer se turnaban para fregar los platos, consideraban que esta organización era poco más o menos del mismo tipo que la de aquellas actividades realizadas a la vez por los dos. De la misma forma, si uno de los cónyuges ayudaba al otro en alguna tarea, se tomaba por una actividad compartida, incluso aunque la responsabilidad principal de hacerlo descansara en uno sólo ele ellos. Empecé a utilizar la palabra conjunta para referirme a los cuatro tipos de organización que parecían tener algo en común y a los que se consideraba estrechamente relacionados entre sL Esto redujo el número de tipos de organización a tres: «conjunta», «diferenciada» y «autónoma». Abandoné la palabra autónoma en favor de independiente, y más recientemente pasé a emplear la palabra complementaria para sustituir a diferenciada. Con el tiempo, se hizo evidente que la clasificación de la organización no podía basarse exclusivamente en la forma de actividad. También era necesario tener en cuenta lo que la pareja opinaba y sentía sobre la misma. Así, una pareja podía pensar que el trabajo de la mujer era actividad independiente, mientras que otra podía interpretarlo como una ayuda al marido en el mantenimiento de la economía familiar. La elección de una u otra opinión dependía de las expectativas generales de la pareja respecto al rol relacional del marido y de la esposa: si tenían muchas actividades conjuntas normalmente interpretaban el trabajo de la mujer como una actividad conjunta; si tenían muchas actividades complementarias e independientes normalmente lo interpretaban como una actividad independiente.
287
Reconsideraciones
Quizüs la consecuencia rcaln1cntc trascendente del estudio de Bot1 sea fa imposibilidad de que proliferen estudios sobre la estructura interna de la fan1ilia que no tengan en cuenta el cnton10 social de !a rnisn1a. C. C. l-Iarris. The Fa1ni(v. 1969. pág. 175 Los distanc!amicntos dentro de la fan1ilia nuclear tienen que ver con la amplitud de los lazos mantenidos con agrupaciones an1plias de parentesco. Estas agrupaciones apoyan a la familia, pero también son enemigas de ella. Y son itnportantcs en la formación de la sociedad global. .. Max Gluckman. «Strangcnncn in the family». en Cus{(nn and Cor!flict in A/rica, 1955. pág. 57
Cada una a su manera, estas dos citas resumen el tema de Familia y red social. C. C. Harris habla de la idea general, Max
Gluckman de Jo particular. La exposición de Harris recoge lo que yo considero básico para comprender cualquier grupo; es decir, su relación con el entorno. La formulación de Max Gluckman se refiere a Ja naturaleza básica de esa relación, y para el caso de la familia nuclear. El matrimonio lleva, en sí mismo, una contradicción: la disyunción sexual, que divide tanto como une. Esta mezcla de división y de unión se reproduce en el modo mediante el cual las redes («agrupaciones») articulan la familia dentro de la sociedad global. En este capítulo, doy un repaso general a algunos de los trabajos sobre familias y redes que se han realizado desde 1957, cuando se publicó por pimera vez Familia y red social. Como desde 1957 he dedicado mi propio trabajo antropológico a otros problemas, no tengo más datos que ofrecer; salvo reflexiones y criticas sobre el estudio en cuestión, manifestadas por otros investigadores.
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Me encuentro con una particular dificultad a la hora d~ repasar la bibliografía más importante sobre el tema. Se piensa. en general. que Familia y red social es un tipo de libro que trata de familias. a veces incluso también se lo relaciona con las redes sociales. Pero en mi opinión. es una cuestión accidental el hecho de que se refiera a familias y a redes. El problema b
utilizarse con provecho en la resolución de otros problemas distintos de los relativos a las diferencias sociales de los tipos de relación conyugal. Podría aplicarse. por ejemplo. al estudio de la relación de determinadas organizaciones complejas con su ambiente. o al de las consecuencias derivadas de las modificaciones del entorno social para los subgrupos integrantes de tal organización. El enfoque podría resultar útil para estudiar modelos de comunicación. de interacción y de alienación. tanto en una «comunidad» como en un marco organizacional. En combinación con el estudio de los cambios de etapas del ciclo familiar. podría servir para el desarrollo de una sociología de la amistad. Podría ser también de ayuda en estudios comparativos de las reacciones ante la movilidad geográfica y social. ,) A lo largo de la presente reseña bibliográfica me atendré, sin embargo, y en su mayor parte, a la vía seguida por los investigadores posteriores; esto es, centrando el interés en :él examen de familias y redes. Trataré este material bajo dos epíc grafes generales: I, segregación conyugal y redes de las familias. y II. desarrollos posteriores en el estudio de las redes. Básicamente. lo que me ha interesado en la bibliografía sobre la familia ha sido: primero. más información sobre las redes de las familias. así como sobre la forma en que tales redes apoyan y. a la vez. dividen la familia y la relación conyugal; segundo. más información sobre factores tales como la movilidad geográfica. la movilidad social. la posición de clase, la educación. diferencias culturales y étnicas. ecología, y otros factores similares que pudiesen influir en las normas y en la conducta conyugal. directa o indirectamente. por medio de
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una iníluencia previa en las redes de la familia. Lo que me interesa en especial. al examinar los progresos en él análisis abstracto general de las redes. es el contexto social, en él se utiliza el concepto ele red: por ejemplo. si se usa para el análisis de las relaciones dentro ele los grupos. entre grupos. o en la aparición de nuevos grupos. Sin crnbargo, antes que nada. dos cucstio11es tcr1ninológi-
cas. A lo largo de la mayor parte del texto original utilizaba yo el término red en lo que se ha llegado a llamar su sentido «personal» o «egocéntrico». da11do a c11tcndcr así que la red se encuentra conccp1ualn1cntc anclada en un individuo o en una pareja conyugal concretos (Mitchcll. 1969, pág. 12: Barncs. 1969a. págs. 56-60). No obstante, en diferentes ocasiones
en este capítulo. hago referencia a la «red total»: esto es. aquella que no se encuentra anclada en un individuo o grupo concreto. Para evitar confusiones. utilizaré en este capítulo el adjetivo «total» para referirme a red general que no está centrada en una persona o grupos concretos. En el texto original utilizo el término «conectividad» para describir el grado de conocimiento y de relación entre las personas conocidas por una familia e independientemente de dicha familia focal. A nadie parece haberle gustado este término: a mí tampoco. porque forma parte de una jerga específica. Algunos autores utilizan el término interconectividad, que al menos tiene el mérito de ser más conocido, aunque sea más largo. John Barnes se opone al término «conectividad» basándose en que mi uso del mismo es confusamente similar, por un lacio, pero diferente, por otro, al que se le da en la teoría de grafos. Barnes sugiere el término densidad, que es el que adoptaré en tocio este capítulo (Barnes, 1969a y 1969b). Sin embargo, continuaré utilizando aquí las expresiones «inuy unida» (close-knit) y «poco unida» (loose-knít). En el texto se mantiene el término original conectividad.
l.
SEGREGACIÓN CONYUGAL Y REDES DE LAS FAMILIAS
Mi objetivo aquí es doble: primero repasar la bibliografía, y después examinar los temas que considero ahora de importancia capital en este campo, incluyendo, además, los cambios que introduciría si volviera a realizar el estudio. 291
A)
REPASO DE LOS ESTUDIOS MÁS IMPORTANTES SOBRE FAMILIA Y COMUNIDAD
En esta sección, examino una gran cantidad de estudios que o bien citan y comentan Familia y red social, o bien proporcionan algún testimonio importante para el mismo, 0 ambas cosas a la vez. Distingo entre estudios de relevancia general, y aquellos otros que verifican o debaten específicamente la hipótesis de roles conyugales/redes sociales'· Parece ampliamente aceptado en la actualidad que en situaciones de carúctcr tribal, rural y de clase obrera establecida desde mucho tiempo. las redes son muy unidas y la segregación conyugal muy acusada. Además, generalmente, se afirma que la movilidad geográfica debilita la trabazón de las redes, y que, en términos comparalivos, las redes poco unidas se hallan habitualmente en la clase media. Sin embargo, las familias con redes poco unidas difieren en el grado de segre, gación conyugal. Algunos estudios también nos informan de que muchas parejas, especialmente los maridos, viven en un relativo aislamiento social, aunque los datos, por desgracia, son incompletos. Muchos estudios recientes sobre parentesco muestran que los lazos con padres y hermanos permaneceÚ 1 No intentaré resumir ni examinar las recensiones, la mayoría de lás cuales aparecen en revistas británicas. Las principales son: Chambcrs, 1958.;
R. N. Rapoport, !957; Richmond, 1958; Davison, 1958; Whyte, l958;Brit.j med. Psycho/., 1958, parte 2; J Roy. Society Health. 1958: Thomson, ]96Í;: ;;;·;. McDougall, 1958; Rodd, 1968; Bir!cy, 1969; La Fontaine, 1969; Packriiati,;g;c};\, 1969; Perraton, 1969; Robottom. 1969. " ·•: ,·;(J¡¡¡~.i.@@o Por diferentes motivos, no se envió el libro a revistas norteamericallás.·.;~~:;~"''. para su reseña, por lo que parece que su conocimiento se ha cxten1i: 4~: 'd,;7;~:0/ boca en boca. Las ideas centrales del libro aparecen primero en flurñan Ri?l/i:\:}/tc;ºr:,-, tions, en 1954 y 1955, y después en Anderson (1956). Diferentes secciones dCl./;:•:·:· libro se reimprimieron en misceláneas compiladas por Norman Bell y·Eziic:,·,;;;. ·-''-' Vogel (1960), Rhut Laub Coser (1964) y Gcrald Handcl (1967). Es muyposí, · ble que los sociólogos de la familia llegaran a conocer el libro a través de:, estas reimpresiones; por ejemplo: Goode, 1960 y 1964; Footc, 1961; Koma?.
rovskv.1961; Mogcy. 1962; Zclditch. 1964; Pitts, 1964. De vez en cuando, los estudiosos de las relaciones de la fa1nilia con parientes citan el libfo;
-pdi
ejemplo: Sussman, 1965: Sussman y Burchinal. 1962a; Aclams, l967b, y Gutern1an, 1969. Tan1bién, diferentes estudiosos de la clase obrera y de la clase «baja» norteamericanas aluden al mismo; así: Gans, 1962; Co.hen y Hodgcs. 1963; Blum. 1964; Rainwatcr. 1964; Rainwater y Handcl, 1964,.~S exponen después cuatro intentos americanos de comprobación de la hipót.e::
sis central: Udry y Hall. 1965; Aldous y Straus. 1966: Nelson. 1966; Blood. 1969. · · •;J;;
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<<.::.,,,
firmes en cualquier clase social. incluso en casos de dispersión geográfica. No hay acuerdo sobre si existe relación y de qué tipo es entre la densidad de la red y la separación de roles conyugales. Algunos autores aceptan mi hipótesis más o menos como está. Sospecho que u na razón para su aceptación ha sido la tendencia a rellenare! vacío de conocimiento sobre las etapas de la transición con deducciones lógicas. más que con hechos. Lo que quiero decir con esto es que. si los dos extremos del continuo parecen ser v<ílidos desde un punto de vista empírico. y si se sabe de algunos casos en transición que parecen encajar. como los descritos por You ng y Willmott (1957) sobre los cambios producidos en las familias de clase trabajadora al mudarse de Bcthnal Green a una barriada de Greenleigh, parece entonces relativamente fácil rellenar las lagunas entre estos dos extremos sin preocuparse demasiado de si los datos empíricos reales son acordes. o no, con la hipótesis. Otros autores. no obstante. critican o reducen el alcance de la hipótesis. Harold Fallding (19ól) realizó una de las primeras y más importantes críticas, cuya esencia se contiene en la cita siguiente: Da la impresión de que lo que en realidad demuestra es la existencia, en determinados casos, de grupos formados sobre la base del sexo. Estos grupos refocrzan lo masculino y lo femenino gracias a una concepción distintiva de ellos mismos y de sus roles, tanto fuera como dentro de casa. La separación de roles según el sexo dentro de la familia va unida a la segregación sexual fuera de la misma ... De esta manera, parece existir una rígida disyunción entre los sexos a lo largo y ancho de toda la red, ele forma que dificil mente podernos afir-
mar que esté conectada ... Se señala que la participación social conjunta con los parientes es una excepción. Pero ¿podemos acaso dejar de sospechar que la segregación sexual se mantiene y se alienta_ ahí de una forma activa? Es como si los sexos pudieran echarse en brazos el uno del otro únicamente en este contexto familiar y de parentesco en el que, por otro lado, podríamos decir, se forja realmente la segregación (Fallc!ing, 1961, pág. 342). Turner proporciona más pruebas de interés para la segregación sexual, tanto fuera como dentro de la familia. Rosser y Harris (1965) y Harris (1969) abundan en la crítica básica de Fallding. Harrell-Bond ( l 969) critica a la vez mi hipótesis específica y mi enfoque general. Más adelante comentaré más a fondo estas diferentes críticas.
J.
Estudios de interés general
Josephine Klein y Ronald Frankcnberg, cada uno a su modo, utilizan la hipótesis de roles conyugales/redes sociales para organizar los datos y las clasificaciones en sus estudios sobre comunidades en Gran Bretaña (Klein, 1965; Frankenbcrg, I 966). Frankcnberg utiliza la idea de red.junto con otros varios conceptos. para analizar el proceso de urbanización. a)
Estudios de redes y/o roks conyugales en la clase obrera gc<)gráfican1cnte estable
Los estudios pioneros de parentesco en Bcthnal Green, realizados por Michacl Young y sus colaboradores del Institute ofCommunity Studies, han demostrado de forma clara la importancia que tienen los lazos de parentesco en los vecin~ darios estables de clase trabajadora; especialmente la importancia que tienen para las mujeres los establecidos a través de las mujeres, y para ambos sexos los mantenidos con la madre. Sin embargo, la imagen de las relaciones sociales del marido ajenas a las mantenidas con sus parientes permanece un tanto borrosa (Young y Willmott. 1957; Townsend, 1957, y, posteriormente, Willmott, 1963). El trabajo de Young y sus colaboradores me sirvió de gran ayuda durante la realización de mi propio estudio. Habría tenido serias dudas para elabo:C rar tanta teoría apoyándome únicamente en el caso de una sola familia -los Newbolt-, si no hubiera sabido que exisj tían muchas otras como ella. El trabajo de Slater y Woodsid~ (1951), el de John Mogey (1956), y las conversaciones con Madeline Kerr, mostraban también que los Newbolt no erari. únicos (ver Kerr, 1958). '. b Rosser y Harris (1965) estudiaron familias tanto de clase obrera como de clase media en Swansea. Encontraron en las familias de clase obrera el mismo tipo de segregación conyu:! gal y de compromiso con los parientes que Young y Willmott en Bethnal Green, aunque también toparon con ciertos indicios de aumento de la dispersión de los parientes y de disminución de la separación de roles. Rosser y Harris tratan brevemente mi hipótesis de segregación conyugal/redes sociales, y pese a afirmar que no tienen datos para verific carla, la critican y sugieren que tanto la densidad de la red de
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parentesco como la segregación conyugal pueden atribuirse al grado de «vida casera» (domesticity) de la esposa (pág. 208); explicación ésta por la que, a su vez, reciben la crítica de Mogey ( 1966). El análisis sobre «familismo» (familism) de Rogers y Sebald ( 1962) podría ser seguramente de mucho interés para la tesis de la «vida casera». Rossery Harris remiten a Fallding (1961) y seüalan que se podría encontrar una relación marital conjunta combinada con una red social ele a111il;os coinuncs_ pero que es n1ás difícil encontrar parejas que pertenezcan a una red con1ún estrechamente unida de pariemes. Igual que Young y Willmott (1957).
Rosser y Harris acentúan el papel de la mujer en el mantenimiento de las actividades y relaciones con los parientes, y hacen hincapié en que este modelo es propio tanto de la clase media como de la clase obrera. Los estudios sobre la clase obrera en Norteamérica han confirmado, en general, la imagen de separación de roles conyugales y de redes estrechamente unidas con parientes extrafamiliares, para el caso en que las familias en cuestión no tengan movilidad geográfica. Walter Miller (1958) da cuenta de un estudio mediante observación participante de lo que llama «subcultura de clase baja», definiendo la «clase baja» como aquella que emplea «. .. el concepto de hogar "basado en lo femenino" como la forma básica de unidad de cuidado de los niüos, y el modelo de asociación de "monogamia sucesiva" como la forma principal de matrimonio» (Miller, 1958, pág. 6 n). Su interés primario residía en un principio en la delincuencia y, por ello, en los adolescentes, pero se dedicó a estudiar la subcultura general que era, en su opinión, la que generaba tal delincuencia. Describe el «aspecto nodal» de esta subcultura mediante su insistencia en la importancia de la masculinidad y de la dureza, del apasionamiento, de la astucia, y de una mezcla ambivalente de oposición frontal a cualquier tipo de autoridad, junto con la búsqueda desesperada de situaciones y de instituciones en las que exista un control estricto. Miller aüade que la segregación de sexos dentro de la familia es muy acusada, y que los muchachos y los hombres forman también grupos de iguales. Es evidente que las muchachas tienen también pandíllas, pero el mencionado artículo no es muy claro respecto a las relaciones sociales de las mujeres una vez que tienen hijos. Un fallo general de todos los estudios sobre la clase obrera es que se refiere exclusiva295
mente. o casi exclusivamente.a un solo sexo o a una sola gc111e;,_:: ración. Esto indica. ya de por si. u na aguda disyunción social: entre sexos y entre generaciones. Virtualmente es imposible para cualquier investigador abarcar todos los aspectos, e incluso Miller. que tenía bastantes ayudantes. ofrece una ima'.i gen mucho más completa de los adolescentes. sobre todo de los adolescentes varones. que de los adultos. Posteriores estudios norteamericanos especifican que el modelo de «clase baja» ckscrito por Milleres propio de áreas deprimidas. en condiciones de aguda inseguridad laboral (Gans. 1962). Rainwatcr ( 1964) repasa diferentes estudios sobre comunidades localizadas en áreas urbanas y rurales pobres. descritas también como «subculturas de clase baja»: En todas ellas. el modelo de rol relacional conyugal es muy separado. con la participación respectiva del marido y de Ja mujer en redes sociales relativamente «cerradas». en las que tanto él como ella pueden buscar estabilidad y continuidad. Lo más destacado es que las relaciones sociales del marido ... tienen lugar fuera de la casa. con otros hombres, a1.srunos de lóS' cuales pueden ser parientes y otros no. Su comportamiento comó marido y como padre está más influido por las pautas que fijan' aquéllos que por los deseos de la propia esposa, de la misma manera. que la conducta de ella está más condicionada por las pautas.y expectativas de su red de parientes (Rainwater, 1964, pág. 228).
Después pasa a comentar mi trabajo. . . •;j~ ,. Salvando las diferencias de orientación y de método,,llL 6; descripción que hace Miller de la subcultura de clase ,baja)Ji$r)f: podría aplicarse también a zonas deprimidas de Gran Bre;;,flft~i taña, tales como las de «Branch Street», de Londres (Klein;-; :¡:, 1965), y «Ship Street», de Liverpool (Kerr, 1958). Poco después~ !': de que Míller diera cuenta de la subcultura de clase bajaj,· , Rain water, Coleman y Handel (1959) dieron a conocer un tra:; bajo sobre las mujeres de clase obrera, cuyo mayor interés se... centraba en la importancia concedida por aquéllas a sus rela'l ·, ·· ciones con los parientes. 'Ji.i S.M. Mi!lery Riessman (1961) distinguen la subcultura de' clase obrera de la subcultura de clase baja, definiendo la clase obrera como aquella que está empleada en actividades ma~! nuales de forma estable. Entre otras cosas, los autores señalan: la importancia de las relaciones con los parientes. 296
Herbert Gans (1962) ofrece una descripción viva y convincente de un vecindario de clase obrera de italianos de segunda generación en Boston. Hace hincapié en la segregación~ entre marido y mujer. y describe el modo en que los esposos están unidos a sus respectivos grupos de iguales. compuestos sobre todo por parientes y. en menor medida. por amigos. La situación descrita por Gans difiere en dos aspectos del modelo de clase obrera inglesa descrito por mí en el caso de los Newbolt; del cléscubicrto por Youngy sus colaboradores en el caso de Bcthnal Green; por Mogey (1956) para Oxford; cte. Primero. los italianos estudiados por Gans no suelen tener mucho respeto por los padres ni por la generación anterior. y lo más corriente es que las familias forales del estudio no los visiten ni los invilcn a sus casas; la red íntima de parientes se forma a partir del universo de hermanos y primos. Segundo. los hombres reciben a sus iguales (parientes y amigos) en casa. aunque en una habitación diferente de la que utiliza la esposa y el grupo de iguales de ésta. mientras que en Gran Bretaña los hombres ven a sus amigos fuera de casa. Gans piensa que estos rasgos son distintivos de la cultura italiana. que han sobrevivido en el nuevo entorno. Señala la diferencia que hay entre el modelo italiano y los modelos irlandés y judío (Gans. 1962. págs. 237-242). Desgraciadamente. Gans no proporciona en este fascinante estudio suficientes detalles como para poder conocer exactamente cómo se estructuran las redes sociales. Por ejemplo, no se puede distinguir qué partes de la red son «comunes» y qué partes son propias del marido o de la esposa. Al hablar de la parte común de la red me refiero no solamente a las personas que el marido y la esposa visitan juntos, sino también a cualquier persona que mantenga relaciones con ambos cónyuges. aunque el contacto sea unas veces con uno y otras, con otro 2 • Hay muchos puntos en el trabajo de Gans 2 Si, por ejemplo, un hombre y su mujer fueran a visitar a otro n1atrin10nio. lo consideraría un contacto conjunto incluso si se dividieran en grupos separados después de IIcgar. Y si un marido y su esposa visitaran a la misma persona o el mismo hogar. pero en ocasiones diferentes, incluiría a esta persona y a este hogar en la misma zona «con junta>> de la red. Pero si un marido visitara habitualn1cntc a un pariente y la esposa no fuera nunca o lo hiciera n1uy raran1cntc, consideraría entonces que dicho pariente es miembro úni-
camente de la red del malicio. Una vez superado el nivel general de descripción_ se hace evidente que la forma y el contenido de las redes son extremadamente complejos de perfilar y muy difíciles de cuantificar.
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que despiertan la curiosidad sin llegar a satisfacerla. Uno se pregunta qué pasa ria si un marido fuera muy amigo, digamos, de alguno de sus primos, pero su mujer no pudiera soportar a la esposa de este primo. También surge la pregunta de si es verdad que los padres. sobre todo los de la mujer. tienen tan poca importancia. Y. en efecto. Gans indica (pág. 47) el deseo de
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Algunos de estos estudios indican que el número de relaciones sociales mantenidas por la clase trabajadora no es grande. Gans (1962), por otro lado, describe una situación de visitas constantes y de interacción intensa, semejante a la descrita por Young et al. en el caso de Bethnal Green (Young y Willmott 1957). En resumen, estos estudios sobre las familias de clase obrera estables geográfica y socialmente muestran que hay una segregación sexual acusada, a la vez dentro y fuera de la fomilia nuclear. El marido tiene sus propias relaciones fuera de la familia. y la esposa las suyas. Por lo común, cuando los autores describen las redes muy unidas con el suficiente detalle como para saber quien pertenece a ellas. se descubre que los parientes desempeüan un papel importante, aunque también pueden estar incluidos los amigos. Evidentemente, hay algunas diferencias culturales y étnicas; en algunos casos, la red de las mujeres está formada casi por completo por parientes (Young y Willmott, 1957), mientras que, en otros, la red incluye también amigas (Gans, 1962). En todos los casos, excepto en el indicado por Gans, es más frecuente el contacto con los padres que con los hermanos o los primos. Difiere el sitio en el que tienen lugar las actividades sociales de los hombres; en casa, para los italianos de Gans; en el bar, en el caso de Bethnal Green. Sospecho que también habrá diferencias en cuanto a la composición de la zona «común» de la red. Pero en todos estos temas, incluso en el caso de los datos básicos sobre quién tiene relaciones con quién, los hechos aportados son aún muy incompletos y genéricos 3. b)
Estudios que contienen información sobre redes y roles conyugales en familias de clase media
Hasta donde se me alcanza, no existen estudios dedicados específicamente al análisis de las redes sociales y de los roles conyugales en familias de clase media. Josephine Klein (1965) resume los estudios actuales, utilizando mucha información ele Familia y red social. El libro de Colin Bell Middle Class J Sin duda hay otros estudios de clase obrera con datos pertinentes. Particularmente siento muy en particular no haber conseguido el trabajo de M. Komarovsky (!962) Blue Collar Marriage.
299
Families (1969) no examina los roles conyugales, aunque
aclara algo sobre la movilidad social y geográfica. No obstante. hay muchos estudios que proporcionan información relevante y sugestiva. Willrnott y Young ( 1960) nos informan que las parejas de clase media que entrevistaron en Woodford eran muy hogareüas: el marido participaba en el trabajo doméstico y hacía muchas tareas consideradas «masculinas». sobre todo de! tipo ele «hágalo usted mismo». En otras palabras. la relación marido/mujer era más conjunta 4ue en Bcthnal Green; los lazos de parentesco eran mús débiles: era menor el número de parientes 4uc vivicr·an en la misma zona. y la amistad tenía más import1mci11 que en Bcth na! Green. Para su sorpresa, los autores encontraron un «núcleo femenino» en el sistema ele parentesco. Las actividades y las relaciones se mantenían por iniciativa de las mujeres. como en Bcthnal Green. Descubrieron también que la gente del barrio era inesperadamente amigable. Las personas de clase media -concluyen- tienen una particular capacidad para hacer amigos, o al menos las de Woodford la tenían. Gans. en otro estudio importante, nos proporciona una información parecida sobre las familias ele clase media. en un barrio recién formado de Norteamérica (Gans, 1967). Gran parte de los estudios sobre las familias de clase media se interesan por las relaciones mantenidas con los parientes. Rosser y Harris (1965) examinan el papel del
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amorfa, vaga, dentro de la cual se propagan -a menudo ;J)§j;' graneles distancias- fuertes sentimientos de pertenencia::S> ;;,¡';' (Rossery Harris, 1965, pág. 228). Señalan la creciente disper-:,J sión de la familia extensa. y afirman que «la relación clave dentro de la familia extensa es aquella que tiene lugar entre . ,.< la madre de la esposa, la esposa, el marido y la madre del · marido» (pág. 289). Igual que Willmott y Young, destacan el papel de las mujeres y las relaciones a través de las mismas; afirmando que, en este sentido. las familias de clase media no eran diferentes. Del mismo modo que Godthorpe y Loc1c: wood (1963), piensan que la «tendencia en el cambio ... es hacia una convergencia de comportamientos entre las clases sociales» (pág. 291 ). 300
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Desde los primeros estudios de parentesco de Firth (Firth\,%: \ 1956). y de Young y Wil!mott en Bethnal G_reen (1957) y _eri\'~\:, ''--~ Woodford (1960). ha habido una gran cantidad de traba3os '>.!_%rr, sobre parentesco en Inglaterra y EE.UU. En Inglaterra los ~ principales estudios son: Firth, 1956, 1961 y 1964; Hubcrt, Forge y Firth. 1968; Firth. Hubert y Forgc, 1969; Young y Willmott. 1957: Willmott y Young, 1960; Young y Geertz, 1961; Townscnd. 1963: Hubert, l 965; Croizcr. 1965a y l 965b; Rosscr y Harris. 1965; Collin Bcll. 1968 y 1969. La bibliograna norteamericana sobre las relaciones entre parientes es ;bundantísirna. Parece que se desarrolló fundamentalmente a partir de Sussman y Litwak, y en gran medida estü dedicada a mostrar que la familia nuclear no está «aislada», afirmación ésta atribuida a Parsons (Parsons, 1943 y l 949. En realidad, lo que él decía es que la familia nuclear está estructuralmente aislada, cosa que algunos de sus antagonistas han mal interpretado como aislada en la realidad). Sussman y Burchinal (1962a) resumen y citan gran parte de esta bibliografía. Los principales estudios que he consultado son los siguientes: Sussman, 1953, 1959 y 1965; Sussman y Burchinal, 1962a y 1962b; Litwak, 1959. 1960a, 1960b, 1965; Levy y Fallers, 1959; Cumming y Schneider 1961; Greenfield, 1961; Aldous, 1962 y 1967; Reiss, 1962; Robins y Tomanec, l 962; Stuckert, l 963 (este último difiere ligeramente al afirmar que las mujeres con movilidad social, independientemente de la clase social a la que pertenezcan, están menos comprometidas con los parientes y, en general, están más aisladas desde el punto de vista social que las que no tienen movilidad social); Schwarzweller, 1964; Back, 1965; Kerckhoff, 1965; Rosow, 1965; Furstenberg, 1966; Adams, 1967b; Guterman, 1969. Shans y Streib, 1965, y Farber, 1966 recogen respectivamente diversos estudios. La imagen general que se desprende de estos trabajos, tanto de los norteamericanos como de los ingleses, es que la movilidad geográfica de los hermanos de clase media (cada uno en una dirección) hace que los parientes se dispersen. Según Croizer (1965a y 1965b). se trata de un modelo tradicional, que prevalecía también en la clase media del siglo paS
maseíiiii~'~,4i
descendientes, por línea masculina, de un ancestro común (Crozier, 1965a). A falta de descendientes por Jfo¿¡¡ masculina, podían reclutarse descendientes por línea felll.é:. nina. Crozier también encontró núcleos de parientes entre el funcionariado británico y el de la India. pero se trataba, en este caso, de' núcleos multilaterales. que incluían parientes, a . la vez ele via paterna y materna. pertenecientes a muchas familias patrimoniales diferentes. Ya en los años sesenta, se apreciaba un menor reclutamiento de parientes para negocios y empleos en la clase media de Highgatc (Hubcrt.1965; Firth, Hubert y Forgc. 1969). Sin embargo. tanto en Gran Bretaiía corno en EE.UU., los hijos ya casados de clase media seguían manteniendo relaciones con sus padres y hermanos. incluso aunque vivieran lejos de ellos. Los parientes proporcionan un sentimiento de identidad y de pertenencia impo11ante, quizá el más importante; se proporcionan ayuda mutua y servicios, llegando, a veces, en el caso de las relaciones entre padres e hijos, a ayudas financieras considerables, en el supuesto de que al menos algún miembro de esta relación esté económicamente bien situado. Se esperan y se ofrecen regalos, con gran sutileza, no obstante, para no herir la ideología independentista de la familia nuclear. Cuando la distancia lo permite, la interaCción con los padres es más frecuente que con los hermanos y, a su vez, la interacción con los padres y con los hermanos es más frecuente que con cualquier otro tipo de parientes (véase especialmente Hubert, l 965, y Reiss, J962). Reiss, como Will" mott y Young (1960),y al igual que Rossery Harris (1965), dest taca el papel de las mujeres en la marcha del s1ster'u·,a·'cles )\ji parentesco de la clase media. Sin embargo, Colin Bell da noticia de un hallazgo rente en las familias de clase media estudiadas por ella en dbs · barriadas de Swansea (Bel!, 1968 y 1969). Dice: · ·· Pude comprobar, en repetidas ocasiones, que allí donde había existido ayuda por parte de la familia extensa, el vínculo estructural importante entre los miembros de la familia extensa era el de suegro/padre-hijo/yerno (Bell, 1969, pág. 91). Precisamente. a través de este vínculo se canalizaba la ayuda hacia la familia nuclear. Otro hallazgo importante fue el de que la influencia de la movilidad social en el funciona" 302
miento de la familia extensa (en particular, a la ayuda financiera proporcionada por la familia parental) fuese mucho 1nayorquc la de la movilidad geográfica, ya que la cantidad de ayuda proporcionada a las personas de origen de clase media (cuyos padres estarían seguramente bien situados desde el punto de vista económico) era, naturalmente, mayor que la proporcionada a aquellas otras cuyo origen estaba en la clase ;ihrcra (Bell, 1969, pág. 95). Quizá las dos líneas -la de madre/hija/suegra y la de padre/hijo/suegro- no sean compatibles. Es posible que sean Lis mujeres las que organicen las visitas y algún que otro tipo menor ele ayuda mutua; ahora bien. cuando se trata ele grandes sumas de dinero, son los hombres los que se encargan de ello. Unicamcnte encontré dos estudios que tratasen específicamente del papel de la amistad en las redes de familias ele clase media (Babchuk y Bates, 1963, y Adams, 1967a). Babchuk y Bates utilizaron un método de encuesta mediante cuestionario para averi¡,,>uar cuál de los cónyuges era el «dominante» en la determinación de los amigos comunes de marido y mujcr en cuanto pareja. Teniendo en cuenta que este problema no había siclo explorado nunca, creo que estos autores deberian haber utilizado un tipo de enfoque basado en entrevista y observación no estructurada, en vez de aplicar un cuestionario; no obstante, los resultados son aleccionadores y sugestivos. Los autores dan por supuesto que las parejas de clase media «se consideran un todo unitario con respecto a los amigos», pero, cuando las entrevistaron por separado, el marido y la esposa no se ponían a menudo de acuerdo sobre quiénes eran sus amigos comunes. Sorprendió a los autores el escaso número de amigos comunes que te'nían estas parejas (media tres, moda dos), y el hecho de que hicieran muy pocas amistades después del matrimonio (las parejas de este estudio tenían entre veinte y cuarenta años). Como ya habían adelantado los autores, eran los maridos, más que las mujeres, los responsables del inicio de la mayor parte de las relaciones comunes de amistad que habían perdurado tras el matrimonio. (Creo que esto también podría aplicarse a las familias investigadas por mí.) Otro hallazgo sorprendente es que un tercio de los amigos comunes enumerados no vivían en el mismo barrio que la pareja. Los autores comentan: ... nuestras parejas hablaban de los amigos que vivían fuera con tal animación, que llegarnos a pensar que hacía muy poco tiempo 303
que tales personas se habían catnbiado a otras zonas, y nos sorpren~ dimos al enterarnos más tarde, en el curso de la entrevista, de que.no habían mantenido contacto directo, ni apenas correspondencia~ desde hacía n1uchos años. con algunos
Es una lástima que no recogieran información sobre los amigos no comunes del marido y de la esposa, tanto del barrio o dela ciudad como de fuera.ya que esta información es esencial para analizar el papel que dcsempciiaba la amistad frente a[ n1atriI11oni<). Fa!lding (1961) afirma también que los viejos amigos tenían n1ucha i1nportancia para las parejas investigadas por él, incluso aunque pasaran largos períodos sin verlos, e interpretaba esto como indicador de que los antiguos amigos reafirman el sentimiento de continuidad de la identidad propia. Las familias de clase media investigadas por mí expresaban actitudes semejantes, aunque yo no destaqué suficientemente este punto en mi análisis. ·-' En una encuesta mediante cuestionario a 799 personas en Greensboro, Carolina del Norte,Adams (l 967a) descubre que el rasgo fundamental de la amistad consiste en que es voluntaria y en que se basa en aficiones compartidas y en común acuerdo (rasgo que destacaron Lazarsfeld y Merton, 1954; Y. Cohen, 1961, y Litwak y Szelenyi, 1969), mientras que, por el contrario, los elementos fundamentales del parentesco son: el afecto y el sentimiento de obligación. No encontró Adams diferencias acusadas entre las clases sociales en cuanto al contenido de la amistad y del parentesco; .;:.[1• desgraciadamente tampoco proporciona ningún dato sobré {••• las diferencias de clase en relación a la frecuencia de contac" • tos con los parientes y con los amigos, ni en cuanto a ia·cai¡.• tidad de relaciones con los parientes en comparación.con las que se mantienen con los amigos. Dice que las mujerés manifiestan tasas más elevadas de afecto y de acuerdo cop los parientes que los hombres. Al igual que Babchuky Bates'._ se sorprendió al descubrir que la «comunicación eonfidenc cial» no era un rasgo propio de la amistad íntima. Pero esto · no es realmente sorprendente, porque todos sus informantes estaban casados, y el aspecto de «cÓmunicación confidencial» propio de la amistad tiende a verse muy mermado después del matrimonio, aunque se trata de un problema que no ha sido estudiado a fondo. 304
A mi juicio, y a pesar de los muchos estudios realizados, nuestro conocimiento sobre las familias de clase media está muy lejos de ser completo. Algunos trabajos proporcionan puntos de partida susceptibles de ampliación. Merton (!957) distingue entre orientaciones «locales» y orientaciones «cosmopolitas», dentro de la clase media. Watson (! 957) distingue !os «burgueses» -aquellos que permanecen geográficamente estables- de los «espiralistas», que se trasladan por todo el país debido a su carrera profesional. Daniel Millery Swanson ( I958) contrastan la orientación individualista/empresarial con la orientación de bienestar social/burocrática, y analizan !os métodos de cuidado de niños, típicos de cada u na de ellas. Gans (1962, págs. 246-249) compara «la subcultura de clase media», en general, con la «subcultura de clase media alta profesional», en concreto. Ambas subculturas se forman alrededor de la familia elemental («nuclearn); en las dos, el trabajo del hombre se considera una carrera de obstáculos, y se piensa que la educación de los hijos tiene mucha importancia; en ambas, asimismo, son abundantes los contactos con amigos y con parientes próximos, y en las dos también el mundo exterior no es territorio ajeno, como ocurre con la clase obrera. De acuerdo con Gans, los rasgos distintivos de la subcultura de clase media alta son: primero, que «da mayor importancia al funcionamiento independiente de cada uno de sus miembros individuales», de forma que el trabajo es tanto un logro y un servicio social como un medio de sustento de la familia nuclear, y segundo, que la familia está más bien dirigida por el adulto, que orientada hacia los niños (como en la clase media) u orientada hacia al adulto (como en la clase obrera). Ninguna de estas dicotomías coincide exactamente con las demás, pero es posible que haya afinidades entre ellas. Es fácil que Jos cosmopolitas sean también burócratas espiralistas de subcultura de clase media superior, y los localistas burgueses empresarios de subcultura de clase media. Además, parece probable que, de las familias investigadas por nosotros, las que tenían redes intermedias, en especial aquellas que vivían en vecindarios de carácter homogéneo, fueran del tipo local, burgués y de subcultura de clase media, aunque algunas de ellas pudieran incluirse en la categoria de los «empresarios», y otras en la de los «burócratas». Todas las familias estudiadas por mí y que tenían redes muy poco uni305
das y normas conyugales conjuntas eran cosmopolitas, esplS~~t¡; ralistas, burócratas y de subcultura de clase media alta,·,De"'':.· cualquier forma, algunas afirmaciones presentes en la biblio0 · · grafía sobre el tema sugieren que, en los niveles superiores de Ja clase profesional y directiva, la carrera profesional del marido puede llegar a exigir tanta dedicación y absorber tanto tiempo que la relación conyugal puede llegar a segregarse de hecho, aunque no ideológicamente. Mowrer (1969), por ejemplo, señala que la diferenciación del rol conyugal es mayor cuanto más alto es el staws social. Parece dificil llevar adelante una doble carrera profesional, la del marido y la de la mujer (Rapoport y Rapoport, 1969), sin el apoyo del marido, lo cual supone de antemano una ideología conjunta, pero probablemente conduzca, de-paso, al aumento de la separación en el comportamiento y, quizá eventualmente, a la aceptación de la segregación como algo «normal». En resumen, está todavía por hacer una labor de síntesis de las ideas de los diferentes tipos de estudios sobre la relación entre clase social y familia. c)
Cambios de clase, de red y de roles conyugales
Hay dos trabajos que aportan información sobre la persis' tencia de segregación conyugal a pesar de la existencia de facc tares externos que deberían conducir, presumiblemente, a una conducta y a unas normas conyugales más conjuntas, Como en ambos casos las redes sociales permanecieron más o menos constantes, estos casos suponen un cierto apoyo a mi hipótesis de roles conyugales/redes sociales. ,, Little y Price (1967) exponen los resultados de un estudio del matrimonio en individuos de nivel educativo alto .eli Africa OccidentaL Parece que los informantes de Little acepe taban, en principio, la idea de un matrimonio «conjunto», idea explicable por su educación occidéntal; pero cuando intentaban ponerla en práctica, se encontraban con dificulta: des debido a su compromiso con las obligaciones del linaje. En otras palabras, no basta el cambio de ideología. Se necesita el apoyo en una situación social apropiada. Mogey y Morris (1960 y 1965) llevan a cabo un estudio sobre un grupo de familias «rudas» que, habiendo ocupado chabolas después de la guerra, recibieron casas nuevas en el mismo lugar. Los
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autores concluyen que el alojamiento, por sí mismo, no Javo~ rece unas relaciones más conjuntas entre marido y mujer. En el caso de que la estructura básica de la comunidad permanezca constante, las familias «marginales» son las únicas, probablemente, que se ven afectadas internamente. El análisis del cambio, tanto de las orientaciones de cambio social como en estudios de movilidad geográfica y social, es de importancia crucial para la hipótesis de roles conyugales/redes sociales, ya que, de acuerdo con mis expectativas, la movilidad geográfica. por sí sola, debería ser suficiente para quebrantar el tipo de red estrechamente unida, característico de las zonas homogéneas de la clase obrera, y tal ruptura debería ir acompañada por una mayor conjunción de la relación marido/mujer. En conjunto, la investigación empírica confirma esta expectativa. En un primer estudio, Young y Willmott (1957) informaron de la ruptura de las relaciones de las esposas con los parientes, cuando las familias se trasladaron de Bethnal Green a otra barriada. Las relaciones con los nuevos vecinos eran hostiles. Las mujeres esperaban que los maridos las ayudaran más a menudo que en Bethnal Green. En un estudio posterior en Dagenham, Willmott (1963) muestra que con el tiempo (cuarenta años después de construida la urbanización) pueden volver a formarse redes estrechamente unidas de parientes y vecinos, al menos en el tipo de situación económica y social propio de Dagenham. Tallman (1969), Rainwater y llande! (1964), y llandel y Rainwater (1964), refieren hallazgos muy semejantes en familias norteamericanas de clase obrera. Estos autores destacan la ruptura de las redes muy unidas por culpa de la movilidad geográfica; señalan un aumento de la vida hogareña; el desarrollo de relaciones más conjuntas entre marido y mujer; una mayor reciprocidad en la relación sexual; el aumento de la tensión conyugal como resultado de las nuevas expectativas y del aislamiento respecto a sus antiguas redes, y, por último, el dato de que los padres daban gran importancia a la educación de sus hijos. Igual que Young y Willmott (1957), Rainwater y llande! destacan el aumento de la influencia de los medios de comunicación sobre aquellas familias que habían abandonado sus antiguas redes trabadas (Rainwater y llande!, 1964). Sin embargo, Berger (1960) advierte oportunamente que la movilidad geográfica no siempre es traumática para las fami307
Jias de clase obrera. Estudió 100 familias que se habían traslá~~t,:1i:· dado desde el centro a un suburbio de clase obrera, al·qué también habían trasladado la fábrica Ford en la que trabajác. ban. Berger señala que las familias no se vieron perturbadas ni cambiaron mucho de forma de vida. No llegaron a conver, tirse en clase media, y sus contactos sociales más importantes seguían siendo los parientes que vivían en sus antiguos barrios. Los datos sobre los contactos amistosos con sus nuevos vecinos eran contradictorios. pero no mostraban, en absoluto. la hostilidad y el desasosiego de la gente que se trasladó a Grecn!eigh desde Bethnal Green. Un dato importante de las familias de Berger era que este cambio no había sido el primero. Se trataba de individuos que ya habían emigrado anteriormente, o cuyos padres lo habían hecho con anterioridad. No sufrían, pues, con ello la ruptura de redes estrechamente unidas ni la destrucción de ningún vecindario tradicional y establecido de clase obrera. Diferentes autores se preguntan si existe una tendencia constante en las familias de clase obrera hacia una orienta.e ción más hogareña y unas relaciones más conjuntas entre marido y mujer, a expensas de la solidaridad colectiva de la clase obrera y, en menor grado, en perjuicio de las redes familiares muy u nielas. El trabajo más importante en este campo es el riguroso análisis de Goldthorpe y Lockwood, los cuales llegan a la conclusión de que existe una tendencia hacia la «convergencia normativa» en determinados sectores de la clase obrerá y de la clase media; convergencia en lo que ellos llaman «colécti~ / vismo instrumental» y «orientación hacia la familia» ifamilj~ · •i•• centredness) (Goldthorpe y Lockwood, 1963). La clase obrera··· ·· se está haciendo menos colectivista y, como consecuencia;s~ orienta más hacia la familia. A la par, algunos sectores de la clase media se toman menos individualistas y, como conse, cuencia, tienden a aceptar el colectivismo instrumental. La opulencia, por sí misma, no reduce la solidaridad de la clase trabajadora; tiene que ir acompañada por cambios en el trabajo, en la comunidad y en la vida familiar, los cuales, a su vez, están relacionados con la prosperidad, con los adelantos en la organización industrial, con las tendencias demográficas y con los medios de comunicación social. Ultimamente, Toomey (1969) ha utilizado las ideas de Goldthorpe y Lockwood para distinguir a los padres de clase 308
obrera especialmente «interesados» por la educación de sus hijos. Los indicadores más claros de tal interés eran: la cantidad de tiempo libre que pasaba el marido en casa y/o con su esposa, y, en cuanto a las mujeres, la cantidad de relaciones que tenían fuera de la familia nuclear. Las familias hogare1'ias. orientadas hacia la casa. están también orientadas hacia los hijos y hacia su educación. Me pregunto si estos estudios sobre el cambio de clase social prestan suficiente atención a las consecuencias de la movilidad geográfica en el surgimiento de la orientación familiar y en el debilitamiento de las lealtades colectivas. tanto en la clase obrera en general como en la red de «amigotes» del marido y en la red de parientes y vecinas de la esposa. Quizá sea la movilidad geográfica lo que distinga más a la «nueva» clase obrera; o, posiblemente también, el vivir desde su nacimiento en un vecindario de clase mixta, como el de Woodford (Willmott y Young, 1960), tenga el mismo efecto sobre las familias de clase obrera que la movilidad geográfica. El trabajo de Watson (1957) sobre los espiralistas (que tienen movilidad geográfica) y los burgueses (que son geográficamente estables), y la diferenciación de Merton (1957) entre cosmopolitas y localistas, proporcionan al menos un punto de partida para el análisis de la movilidad y estabilidad geográficas de la clase media. Me parece muy probable que los «burgueses» de clase media tengan redes de unión mucho más estrecha y roles conyugales más separados que los «espiralistas», pero esta cuestión todavía no ha sido convenientemente estudiada. Colin Bell ha utilizado las ideas de Watson en su estudio sobre unas familias de clase media en dos barriadas de Swansea. Gracias a la separación de las consecuencias de la movilidad geográfica de las de la movilidad social, ha conseguido dar un gran paso en la comprensión de la interacción social de las barriadas en cuestión (Be!I, 1969).(Uno delos hallazgos más llamativos fue que no encontraron casos de familias con movilidad social pero, a la vez, geográficamente estables). Sin embargo, Bel! no estudió las variaciones en las normas conyugales ni en la conducta, ya que éste no era el objetivo principal de su investigación. En cualquier caso, hay que estudiar más profundamente las consecuencias que tienen los diferentes tipos de movilidad 309
sobre las redes y sobre los roles conyugales. El trabajo de Be~~ gcr (1960) aludido anteriormente indica que el cambio geográfico no tiene por qué ser traumático para las familias ele clase obrera, si éstas tienen -por así decir- sus redes preparadas para la rnovilidad, gacias a previas experiencias de cam-
bios. Por otro lado, cuando la gente de Bethnal Green se mudó a Grcenleigh, las redes de las esposas, formadas por parientes y por vecinas. se rompieron; ahora bien, las redes ele los maridos, rormad;1s por otros hombres, permanecieron n1ás o n1cnos intactas. habida cuenta la circunstancia de que tenían que volver a Bcthnal Green a trabajar. Las esposas, que se quedaban en Grcenlcigh, estaban muy disgustadas. Pero ¿qué pasa cuando el marido y la esposa -los dos- abandonan sus redes estrechamente unidas al mismo tiempo? ¿Cuáles son las circunstancias idóneas para establecer nuevas redes? ¿Les es esto más fácil a los maridos que a las mujeres? Bárbara Harre!I-Bond ofrece una información interesante sobre este problema de la que hablaré más adelante (Harrell" Bond, 1969). el)
Estudios sobre la familia y trabajo
Desde 1957 se ha venido desarrollando un nuevo e intere, san te campo de investigación: el estudio de la estructura de lá familia en relación con el trabajo y con el sistema industrial! Por supuesto que ello está estrechamente ligado a los a11álisi~> de la familia, de las clases sociales y del trabajo trata~os, ' arriba, especialmente con el de Goldthorpe y Lockwood . (1963). No he intentado el seguimiento de esta bibliogdfia; · ·-. pero creo que supone una rectificación de la primitiva tendérE cia a tratar la familia como si existiera aislada ele su entorno: También supone una rectificación de la importancia otof.:; gada por mí misma, y quizá exageradamente, a las relacione§! sociales informales o «primarias». · ;L Parker (1967) resume los estudios sobre industria y famF lia. Daniel Miller y Swanson ( 1958), y Gold y Slater (1958), son autores de dos de los primeros trabajos en este campo. Todós· ellos tratan de las consecuencias de ciertos tipos de ocupación• sobre las familias, aunque sin llevar a cabo estudios paralelos de redes sociales. Los Rapoport han sentado cátedra en este. tema (Rapoport, 1964; Rapoport y Rapoport, 1965 y 1969).¡ 310
Blood y Wolfe han analizado las formas en que maridos y esposas organizan la relación entre trabajo y familia (Blood y Wolfc, 1965; Wolfe, l 963), e)
Estudios comparativos rurales y tribales
Max Gluckman, en el prefacio (supra), pasa revista a la pertinencia de la hipótesis de roles conyugales/redes sociales para el estudio de las sociedades tribales y de las rurales. Mencionaré unos pocos estudios susceptibles de clarificar algunos pu11tos concretos.
Yonina Talmon-Garber (1962) proporciona un análisis fascinante de las diferencias respecto a la familia nuclear, en tres situaciones diferentes en Israel. En los kibutzes, sobre todo al principio, se pensaba que la familia nuclear era una amenaza contra la solidaridad colectiva, y se tomaron algunas medidas para atenuar el peso de la familia. Por otro lado, entre los moshavs, la familia extensa tradicional corporada, propia de los judíos del norte de Africa, creció a expensas tanto de la familia nuclear como de la solidaridad comunaL Finalmente, las familias de refugiados europeos, que habitaban en las ciudades, se encontraban aisladas, vueltas hacia ellas mismas, y sin ganas de establecer relaciones con extraños. Schelski también describió este tipo de reacción familiar frente a una situación traumática, aunque de forma menos incisiva, respecto a familias alemanas en la postguerra (Schelsky, 1966). La reacción inicial de las familias de Bethnal Green cuando se trasladaron a la barriada de Greenleigh no fue diferente, particularmente en lo que se refiere a las mujeres (Youngy Willmott, 1957). Es de suponer que el desempeño del rol conyugal y las expectativas de rol pueden hacerse más conjuntas, por un tiempo; aunque Talmon-Garber piensa que las familias urbanas de refugiados se aferraban a cualquier tipo de relación entre marido y mujer que hubiera sido tradicional para ellos. Desgraciadamente, tal y como ella indica, su estudio no incluye información acerca de las expectativas del rol ni sobre el desempeño del rol del marido ni del de la mujer. Matthews ( 1965) comenta un curioso contraste entre dos sectores de la comunidad rural de la «montaña», en Tenessee. De acuerdo con Ja terminología de Murdock, Matthews des-
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cribe ambos sectores como pertenecientes al mismo «deme>>' esto es, agrupación de parientes de base territorial endogá~. mica (Murdock, 1949)_ En uno de los sectores (Lower Ridge), con 31 familias, los roles del mando y de la mujer estaban totalmente separados y las familias «abiertas» a vecinos y parientes. En el otro sector (Upper Ridgc), el rol relacional del marido y de la esposa era conjunto, y la familia estaba «cerrada» a los de fuera. Los motivos de esta diferencia, aparcntcmentc, residían en que mientras que las familias de Lower Ridge plantaban tabaco y tenían grupos de trabajo formados por diferentes hombres de la vecindad, las familias de Uppcr Rigde poseían 111uy lucrativas y secretas destilerías ilegales de alcohol, de fácil acceso con camiones. La consecuencia de todo esto es que se puede confiar en los amigos cuando se trata ele tabaco, pero no cuando se trata de whisky. Nos encontramos ante un caso especial de infiucncia de un factor ecológico y ocupacional sobre la configuración de la red; es un factor tan específico que parece haber generado diferen7 ciasen la configuración de la red y haber dado importancia a valores distintos incluso entre gente no sólo de la misma cul7 tura, sino también del mismo grupo extenso de parentesco. ' Los cambios habidos en algunas sociedades tribales pres~ tan cierto apoyo a la hipótesis de roles conyugales/redes sociales. Plotnicov (1962) habla de los cambios en familias urbanas de Africa_ Su argumetno principal es que en los grµ¿ pos «Gemeinschaft» de «pertenencia fija», como la famil.i~. ••· se pueden experimentar fácilmente nuevas formas cultural.t;§~•'.\i;f\ los principios culturales se sacrificarán con objeto de m¡¡¡:¡}~;•.f~( ner la pertenencia al grupo. Por el_ contrario, en los gf1;1PQ~?~I «Gesellschaft» de «pertenencia l1ex1ble», fundados en pQI\C,f-ifB'~•r• pios culturales, los miembros del grupo probablemente;,,s,~¡···ffii•'· verán sacrificados en aras de preservar el objetivo c_ultural 9.t:F<;Xi mismo. Aunque Plotnicov no cita Familia y red social, pafl:e.d~'°' su examen lo recuerda en gran medida: -·:·U.[Ji' • La intimidad de la familia urbana de orígenes tribales pr~oié'ri:fü otro cariz... Por ejemplo, partiendo de que el marido y la esposa prO: vienen de una tradición que considera a los varones superioi-es,'fa pareja urbana, al ser más dependiente entre si en cuanto al apoyó mutuo físico y afectivo que en la situación tribal, tenderá a alcania't un mayor grado de igualdad recíproca. En la ciudad, la intimidad de :y. la pareja también significa que no tiene ninguna fuente de ayuda externa que sea segura. En consecuencia, los cónyuges tienen q¡¡{ 312
depender más el uno del otro para realizar las tareas familiares; deben buscar cada uno en el otro las satisfacciones emocionales que no pueden derivarse de sus nuevas redes sociales débilmente unidas (Plotnicov, 1962, pág. 102). Pauw dice que los africanos urbanos que él estudió tendían a tener redes mucho menos unidas y una segregación conyugal menor que los miembros rurales de la misma tribu, y que los africanos urbanos «de cuello blanco» tenían redes mucho menos unidas y una relación conyugal más conjunta que los ciudadanos de «cultura más simple». Sin embargo, cree que estos cambios, tanto en la red como en el matrimonio, deben explicarse como el resultado de cambios en la educación (Pauw, 1963, págs. 187-193). Hemos visto, no obstante, a partir del trabajo de Little que la educación occidental, por sí sola, no produce una influencia real si no va acompañada de algún cambio correspondiente en la estructura de los grupos corporados de parentesco (Little y Price, 1967). La educación necesaria para el desarrollo de relaciones matrimoniales conjuntas exige, al menos, y con anterioridad a su posible aplicación, un marco social moderadamente apropiado. Philip Mayer (1961, 1962 y 1964) habla de nna división de los xhosa, en «rojos» y en «escuela»: una división de más de cien años, basada en decisiones comunales y de grupos de parentesco sobre la necesidad o no de efectuar cambios en las prácticas tradicionales. Los xhosa «rojos», de orientación tradicional, que emigran a Londres este, tienen redes mucho más unidas que los xhosa «escuela». Además, los xhosa «rojos» emigrantes limitan sus amistades en la ciudad a otros xhosa «rojos», y sus redes se extienden también al área rural. Así, es posible que nn emigrante mantenga una orientación fuertemente rural, incluso aunque pase la mayor parte de su vida trabajando en la ciudad. Los xhosa «escuela» tienen redes menos unidas, a las que pertenecen algunas personas de orientación urbana, y participan en actividades típicamente urbanas. Lynn Oeser (1969), en un estudio sobre mujeres, en Port Moresby, pertenecientes a diferentes grupos culturales de Nueva Guinea, no encontró ninguna relación entre la densidad de la red y el desempeño del rol conyugal. Es difícil comparar mi análisis, de carácter cualitativo, con sus datos cuantitativos. No obstante, coincidimos, al parecer, en lo sustancial: la mayor parte de las mujeres que ella estudió mante313
nían roles relacionales separados respecto a los de sus maridos: pero su método para medir la densidad es tan diferente de mi idea de densidad («conectividad») que los resultados no son comparables. En mi opinión. el rasgo más interesante de su estudio es que las mujeres estaban sufriendo un proceso crítico de adaptación a un ambiente radicalmente diferente mil veces más diferente que el de Grccnlcigh. Oeser describe un proceso sccucncializ¿1do ele socialización que puede aplicarse a otras situaciones urbanas. Las mujeres cn1pezaban teniendo contactos con sus parientes: pasaban a tenerlos luego individualmente con otros miembros ele su propio grupo lingüístico; a continuación. desarrollaban actividades informales colectivas con las mismas gentes; después, en grupos informales compuestos por mujeres de diferentes grupos lingüísticos. y por último. en grupos «urbanos» formales cuyos miembros pertenecían a varios grupos lingüísticos. Mi propia experiencia de campo en el archipiélago tonga apoya la hipótesis de roles conyugales/redes sociales. Los roles conyugales están mucho más separados entre los tonga, aunque con un contenido diferente respecto a la división sexual del trabajo del de nuestra sociedad. Contrariamente a la creencia comúnmente aceptada en círculos antropológicos, no tienen grupos de descendencia unilineal, aunque cada cónyuge está inmerso en una red amplia y estrechamente unida de parientes y amigos. f)
Terapia reticular
Un grupo psiqniátrico, que practica lo que se llama «tera~, pia reticular», ha citado mi libro (Speck, 1967; Speck y Rue~ veni, 1969, y también Attneave, 1969). En cuanto antropóloga social, el uso terapéutico de la idea de red me parece intere; sante, aunque no creo que ello tenga una relevancia crucial para la antropología. Ahora bien, como psicoanalista, siento algún recelo sobre esta concreta aplicación de la idea de red. El método consiste en pedir a una familia que reúna a tantos amigos y parientes como pueda y, a continuación, organizar una especie de terapia de grupo con ellos. No es que yo estime que el psicoanálisis es la única terapia efectiva -hay de hecho lugar para muchos tipos de tratamiento en este campo; y el psicoanálisis puede que no sea practicable con el tipo de
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paciente y con la situación social descritos-. Mi inquietud se basa en el temor de que se pueda despertar así mayor grado de ansiedad de la que sea capaz de controlar el equipo terapéutico. especialmente porque son los terapeutas los mismos que se encargan de producir deliberadamente un cambio en la forma de las relaciones sociales, al reunir a la vez a los diferentes miembros de la red del paciente. Si uno está dispuesto a interferir en lo social hasta este extremo, se deberían aceptar responsablemente las consecuencias. y esto supondría estar en contacto con el grupo durante mucho tiempo. Me parece que la «terapia familiar» (Spcck, 1964) y lo que Attneave ( 1969) llama terapia «tribal» son cosas diferentes, aunque en ambos casos el terapeuta trata con un grupo ya existente, que tiene suficiente identidad colectiva para aceptar o rechazar un tratamiento terapéutico. 2.
Estudios que tratan y/o verifican especificamente la hipótesis de roles conyugales/red social
Ya señalé en Familia y red social que antes de aceptar o refutar la hipótesis había que cuantificarla y comprobarla convenientemente, cosa que han tratado de hacer posteriormente algunos investigadores. Caigo ahora en la cuenta de que si se aspira a cierta seriedad en la realización de una crítica correcta de un estudio, deberia antes tratar de hacer operativo sus propias definiciones. Turner (1967) describe mis conceptos como «definiciones intuitivas basadas en considerables evidencias empíricas», lo que me parece correcto. De todos'los estudios aludidos, el suyo es el único que me ofrece cierta seguridad en cuanto a que se refiere a las mismas cosas que el mío y que utiliza criterios semejantes. Ciertamente que no se puede culpar a los demás de las discrepancias entre sus criterios y los míos, puesto que yo no ofrecí una guía de cómo debían cuantificarse mis definiciones. Los estudios cuantitativos no pueden compararse los unos con los otros, ya que, como indica Barnes, cada uno utiliza un método diferente para medir la densidad (Barnes, l 969b ). Además, también es muy difícil medir correctamente la conducta y las normas conyugales (Brown y Rutter, 1966, dedican un estudio detallado a ciertos aspectos de este tema). En los estudios sobre la familia, es habitual utilizar alguna medida 315
de satisfacción conyugal y/o de separación de tareas, pero el comportamiento y las normas, en diferentes ámbitos de la vida familiar, pueden ser tan complejos y variables que no tiene sentido utilizar medidas simples de segregación o ele unión conyugal (véase especialmente Platt, 1969, y HarrellBond, 1969, pero también Zelclitch, 1964). Por ejemplo, ¿en qué lugar hay que poner a las parejas que tienen lo que parece una división del trabajo doméstico comparativamente rígida, pero que se sabe que participan de una ideología conjunta, y cuya rígida división del trabajo sería fácilmente cambiable si cualquiera de los cónyuges pidiese ayuda. cayera enfermo, ctc.'1 Platt expone de forma clara los problemas de medición de la conjunción de los roles conyugales: La conclusión funda1ncntai es que hay motivos suficientes para ser escéptico respecto a la unidirnensionalidad de la unión/sepa-
ración de los roles conyugales, incluso aún después de haber tenido en cuenta la posibilidad de que las parejas puedan mostrar mayor conjunción en algunos aspectos que en otros . ... Siempre es conveniente recoger datos tanto de las normas como del con1portamiento, pero lo es aún más cuando la situación
estudiada presenta una inusual movilidad individual o un cambio general. ..
... como táctica de investigación, puede ser más adecuado utilizar medidas poco precisas y cualitativas, ya que las variables que intervienen pueden ser tan diversas que sería tarea imposible mantenet>
las constantes si no es con una muestra de tal tamaño que la haría inviable (Platt, 1969, pág. 295). ,, :';:,¡
Udry y Hall (1965) examinaron la segregación conyuga!,y la densidad de redes parciales de 43 parejas de clase media; padres de estudiantes de sociología en una Universidad de California. Cada estudiante pidió a sus padres, por separado, una lista ele las cuatro personas con las que hubieran tenido más contacto social durante el último año. Luego preguntaban a las personas citadas en esa lista si se conocían entre sí, y cuánto. Se asignó la siguiente puntuación: dos puntos para los «muy conocidos», un punto para los «conocidos», y cero para los «desconocidos»; lo que suponía una puntuación, para cada padre, entre cero y 24. Se sumaba después la puntuación de la esposa a la del marido, lo que proporcionaba una pune tuación de cero a 48 por pareja. Este método de medida de la densidad está tan lejos de mi idea de densidad de la red que no
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llego a vislumbrar si es, o no, significativo. Se midió la segregación de roles conyugales mediante una lista de 25 puntos relativos a las diferentes actividades de los cónyuges, aunque el artículo no dice cuáles eran los aspectos de la actividad familiar tenidos en cuenta. Se dividió a las parejas en tres grupos, de acuerdo con las puntuaciones de segregación. Con esta muestra y con este método, la separación de roles no estaba relacionada con la densidad de la red. El grado más bajo ele segregación conyugal se encontró en parejas en las que la esposa tenía un alto nivel educativo y trabajaba fuera ele casa (me parece posible que exista cierta conexión entre estos dos factores). Los maridos con una segregación ele roles «media» tenían una elensiclacl de red mayor qtie las parejas con una segregación «alta» ele roles; las parejas cuya segregación ele rol era «media», enumeraban más parientes como contactos, tenían más hijos que vivían aún en casa, y llevaban más tiempo en sus respectivos barrios. Se trata de un modelo curioso, pero en ausencia de más datos empíricos acerca de la relación de los diferentes puntos entre sí para cada familia en concreto, no creo que se pueda hacer mucho por comprenderlo mejor. Aldous y Straus (1966) también obtuvieron resultados negativos al intentar verificar la hipótesis en 252 mujeres, unas ele medio rural y otras urbano, de status socioeconómico tanto alto como bajo en cada una de las anteriores categorías. Se pidió a cada una de ellas que nombrara a las ocho mujeres a las que visitaba más a menudo (un número bastante grande, diría yo), y a continuación que dijeran cuántas de éstas se conocían entre sí. El nivel general de densidad de la red fue bajo, sobre todo para las mujeres urbaaas de «cuello azul». Se elaboró un índice de actividades propias de cada sexo sobre la base de la realización de las tareas, masculinas, femeninas y la educación ele los hijos. Idearon también un índice de diferenciación de tareas conyugales basándose en las respuestas de las mujeres a preguntas sobre quién era, el marido o la esposa, el que realizaba determinadas tareas domésticas. Las puntuaciones referentes a la definición en tareas conyugales variaron significativamente en función de la densidad de la red y del lugar de residencia; pero los valores medios sólo acusaron pequeñas diferencias, y no lograron verificar el modelo esperado. Los autores apuntan que la hipótesis podría 317
mantenerse sólo para los casos extremos; es decir, para las familias que tuvieran redes de unión muy estrecha, o muy débil. También sugieren, oportunamente, que se debería investigar si las redes del marido y de la esposa son distintas y están segregadas, o si son conjuntas y compartidas; una vez hecho esto, habría que ver si es posible disponer de una red conjunta pero muy unida, o de redes separadas pero poco unidas. Por decirlo de otro modo, es necesario analizar para cada familia la densidad de la red totaL la densidad de la red conjunta (es decir, la parte de la red total de la familia que comparten el marido y la mujer). y la densidad de las redes de cada cónyuge por separado. En cuanto a los dos estudios comentados, creo que habría que conocer mejor cómo encaj
Era poco de esperar que las mujeres con «pandilla» contasen con formar un matrimonio de «compañeros» (conjunto). Nelson también obtiene el interesante (y para mí complaciente) hallazgo de qne la satisfacción de la esposa respecto al marido y al matrimonio era mayor tanto con el modelo de compañeros/contacto individualizado, como con el modelo tradicional (scgregado)/pandilla; pero era algo menor con el modelo tradicional (segrcgado)/contacto individnalizado y con el modelo de compaücros/pandilla. Sin embargo, conviene saber más sobre el marido y su red. aspecto éste ele una gran importancia tanto en la satifacción de la esposa y en el uso que ella hace de sus recursos sociales. Uno se pregunta, de paso, qué factores explicaban la elección ele cada uno ele estos cuatro modelos. Estudios más sólidos ele la movilidad geográfica, de la ocupación y ele la relación ele las familias con el vecindario podrían proporcionar una información interesante sobre este punto. Más recientemente, Roben Blood (1969) aporta un análisis sobre solidaridad conyugal y contacto con parientes, en una muestra representativa ele 731 mujeres casadas de Detroit. Afirma que los resultados apoyan mi hipótesis, pero me parece que tergiversa algo mi versión ele la misma. Dice que la «segregación del rol» es lo mismo que la ausencia ele solidaridad (Blood, 1969, pág. 173), mientras que yo prefería decir que se trata ele un tipo diferente ele solidaridad. A mi juicio, la separación del rol a veces es solidaria y a veces no. Mi idea es que se trata de un tipo ele solidaridad distinto (en el grado que sea) del que surge de una relación conjunta. La distinción se remonta a la establecida por Durkheim entre solidaridad orgánica y solidaridad mecánica. Si comparamos las dos dimensiones -grado- ele solidaridad y el tipo de relación, bien basada en la diferencia, bien en la semejanza, se producen cuatro posibilidades: Solidaria Segregada (relación basada en la diferencia)
Interdependencia
Conjunta (relación basada en la semejanza)
Coparticipación
No solidaria Conflicto o retirada
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Competencia y rivalidad
Blood define la solidaridad conyugal en términos de·1a"' satisfacción de la esposa respecto a la actualización del rol del marido:<<... el compañerismo que él le proporciona, el amory el afecto que le ofrece, su comprensión de los problemas y sentimientos de ella, el nivel de vida que permiten sus ingresos y el número de hijos que han tenido» (Blood, 1969, pág, 174), Se aprecia cierta tendencia en favor de una relación conjunta, más que en favor de una relación segregada solidaria, También me parece complicada la posibilidad ele trabajar con la noción ele Blood de «cierre de red»: aunque no es, en absoluto, el único autor en utilizar el término ck cierre al referirse a redes. Las redes, en el sentido en el que utilizo el término, no pueden ser cerradas, excepto conceptualmente, cuando se traza un límite imaginario alrededor de todas las personas a las que un individuo determinado y/o una pareja conocen y señalan corno su propia red. Pero esto no es, obviamente, lo que quiere decir Blood, ya que tiende a hablar de red «Cerrada» donde yo diría red muy unida, Pese a las diferencias conceptuales y terminológicas, me parece interesante, e importante, el informe ele Bloocl, Deé muestra que la segregación de roles conyugales (según su medida, únicamente ele acuerdo con las tareas domésticas) aumenta al tiempo que lo hace la proporción de parientes en el vecindario, Ahora bien, este trabajo también demuestra, al parecer de forma contradictoria, que la segregación de roles es mayor cuando disminuye la ayuda de los parientes; y, a la inversa, que dicha segregación ele roles es menor (y mayor la satisfacción ele la esposa) cuando la ayuda de los parientes aumenta, - .::n · La conclusión ele Blood es la siguiente: · '' ,,_la constante interacción con los parientes deteriora la solidan'. dad conyugal, pero cuando se da en dosis pequeñas puede favorecer la relación marido-mujer (pág. 173). Yo reformularía su conclusión de una forma un tanto distinta: la constante interacción con los parientes se muestra relacionada con la segregación de la conducta del marido y de la esposa en la realización ele las tareas domésticas, La interacción moderada -o incluso menos que moderada- con los parientes va unida a la realización conjunta o compartida de las tareas domésticas, Me abstengo de opinar sobre si la
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satisfacción de la esposa respecto al compañerismo. al amor. etcétera, proporcionados por su marido, es una medida adecuada de solidaridad. Preferiría una medida menos sesgada en favor de la relación conjunta. Creo que el estudio de Blood. como el de Turner, el mío y el de algunos otros proporcionan apoyo empíríco a la idea adelantada por Max Gluckman ( l955a) y citada al principio de este capítulo; a saber, que las agrupaciones externas apoyan y dividen, a la vez, a la fan1ilia.
El estudio de Barbara Harrdl-Bond sobre los roles conyu'..'.ales en una barriada de Ox!Ord no es exactamente. como ella ;·nisma indica. una verificación de la hipótesis de roles conyu~alcs/rcdcs sociales (Harrell-Bond, l 969). Se trata más bien de ;m intento de explicar los casos negativos en función del orie;cn social y cultural de la pareja. y. aunque sólo proporciona Zietalles de la organización económica, también en función de la tendencia de las parejas a regular su conducta de acuerdo con la de sus padres o, como en el caso de la organización económica. a parlándose de la de sus padres. También señala, igual que Platt (1969), que los distintos aspectos de la vida familiar (fregar los platos; el cuidado de los niños; el tiempo libre; la organización económica) pueden organizarse de forma diferente, y apunta que el empleo del tiempo libre puede ser el mejor indicador de «reciprocidad». Harrell-Bond no ofrece información sobre las redes de las parejas, cosa que no formaba parte de la investigación, pero acaba afirmando que yo habría considerado las redes de estas familias como poco unidas, porque había muchos inmigrantes en Oxford, procedentes de otras partes del país e incluso del extranjero, y porque la urbanización estaba alejada del centro en donde vivían los parientes locales. Creo que podría haber sido útil para su análisis el estudio de la segregación conyugal a la luz de la movilidad geográfica de las respectivas familias, incluso aunque el resultado hubiera sido complejo y poco convincente. Sin los datos empíricos es imposible decir cómo eran las redes familiares, pero teniendo en cuenta tanta variedad en la movilidad geográfica y en los diferentes grados de accesibilidad de los parientes, yo anticiparía una considerable variación también en la densidad de las redes sociales y en lo que puede llamarse «choque cultural» -es decir, el trastorno que el cambio produce en las familias no habituadas al mismo, y que no han desarrollado la habilidad social necesa321
ria para establecer nuevos contactos en situaciones descono' cidas. Como indiqué arriba, un traslado, por cercano que sea (desde Bethnal Green hasta Greenleigh), provocará un trastorno social y psicológico en cualquier familia, si ello implica la ruptura de redes muy unidas, mientras que las familias que ya tienen experiencia de ese tipo, o que han sido educadas para la movilidad geográfica_ se verán menos afectadas (Berger, 1960). Harrell-Bond es muy crítica con relación a mi idea de que existe un «caudal limitado de sociabilidad», que lleva aparejada la propuesta de que si las personas tienen relaciones discontinuas fuera de la familia nuclear, buscarán ayuda, sentido de la iclenticlad y continuidad dentro ele la propia familia, y viceversa_ Convengo en que se trata de una afirmación psicológica un tanto burda. La hice, a la manera ele Gluckman y Devons (1964), para poder seguir con mi análisis sociológico, Si mi objeto ele estudio hubiese siclo la inversión emocional en sí, el planteamiento habría resultado muy diferente_ (No estoy ahora tan segura ele apoyar lo que Gluckman y Devons llaman «los límites de Ja ingenuidad», pero éste es un problema diferente.) Cuestionaría, no obstante, la afirmación de Harrell-Bond ele que participo imptícitamente de Ja idea ele que es bueno el aumento ele la reciprocidad en el matrimonio. Lo que sí creo es que las normas sobre «reciprocidad» se encontrarán siempre que las parejas se trasladen con mucha frecuencia, antes y después del matrimonio, y que si las consideraciones econÓ' micas y sociales son de tal tipo que los individuos y las famic Jias tienden a mudarse cada vez más a menudo, habría· qué esperar un aumento en la proporción de parejas -espé; cialmente de las esposas-que cuentan con el mantenimiento de relaciones conjuntas. Otro asunto es si se hacen realidad;·o no, sus propias normas, cosa que no ha sido estudiada todavía por completo_ En mi opinión, parece probable que las normas conjuntas sean más difíciles de llevar a la práctica que las segregadas. De hecho, la noción de «ideales» dentro del matrimonio me parece bastante irreal: ideales ¿de quién?, y normas ¿de quién? Creía haber aclarado suficientemente en el capítulo VII, dedicado a la familia normal, así como en el último capítulo, que es inapropiado aplicar las normas prO' pías de una situación social a familias que se encuentran en: otra situación distinta_ 322
Hay dos puntos en el trabajo de Harrell-Bond especialmente interesantes. El primero es el hecho de que los informantes mencionaron espontáneamente sus experiencias en otras partes del país. Creo que esto demuestra la forma en que las personas utilizan los grupos de referencia para orientarse en situaciones nuevas. y para explicar y justificar cómo hacen las cosas en la actualidad. en relación a cómo las hacían cuando eran niños. o a cómo se hacen en otros lugares de los que tienen n<>ticia. El segundo punto de particular interés consiste en las extraordinarias llifercncias descubiertas entre familias irlandesas e inglesas (véase Hancll-13ond. l 969, págs. 86-87). Las familias con maridos irlandeses mostraban una acusada segregación de roles, en gran medida -se deduce-porque aquéllos así lo deseaban, aunque Harrell-Bond no lo dice explícitamente. Al mismo tiempo, los maridos volvían a crear una red masculina muy unida, semejante a la que habían tenido en Irlanda: La mayoría de los hombres de Irlanda del sur tenían como compaücros de ocio a otros trabajadores in1nigrantcs, varones, irlandeses, n1ientras que sus esposas tendían a n1encionar a las vecinas que habían conocido al llegar a Oxford ... Parecía haber una tendencia general entre los hombres a formar una red social con otros irlande-
ses del sur... Se incluyen en un ambiente social que reproduce en gran medida la forma de vida de Irlanda (~arrell-Bond, 1969, página 87). La situación era, sin embargo, diferente para las esposas. Mientras que las mujeres inglesas de la localidad casadas con irlandeses «estaban con frecuencia en estrecho contacto con sus propios parientes y amigos fuera del barrio», no ocurría lo mismo con las esposas irlandesas: La impresión que tenía era que las mujeres irlandesas, en general, expresaban sentimientos de desagrado y de infelicidad que sus maridos, aparentemente, no compartían (Harrell-Bond, 1969, pág. 87). Asimismo: Por otro lado, las esposas, ante la falta de otras mujeres también irlandesas en su vecindad, suelen encontrar compañía entre las muje-
res inglesas (Harrell-Bond, 1969, pág. 87).
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Además: No vi que sus esposas tuviesen tendencia a elegir las amigas entre otras mujeres irlandesas, incluso a pesar de que algunas actividades de la barriada lo habrían permitido (Harrell-Bond, 1969, página 87).
Me parece que a las mujeres no les hasta con encontrar an1igas irlandesas. Para las n1ujcrcs que se l1a11 criado en redes de parientes estrechamente unidas, son los parientes femeninos los que proporcionan el contrapeso a lo que Tiger llama «la unión masculina» (Tigcr, 1964) ·1• Parece como si fuera más fácil para los hombres establecer una red nueva de amigos con varones del mismo origen cultural, que para las mujeres crear algo que ocupe el lugar de la red de parientes anterior. Los amigos se pueden reemplazar con más facilidad que los parientes. Otro descubrimiento importante del trabajo de HarrellBond es la discrepancia advertida entre lo que a los mismos ingleses les gustarla hacer en su tiempo libre, y lo que hacen en realidad. El 56 por 100 de los maridos ingleses definía lo que se entiende por una tarde placentera con tal claridad que no dejaban dudas acerca del hecho de que no la querrían pasar con sus esposas. Sin embargo, en la realidad, solamente el 37 4 Considero el trabajo de Tiger sobre la unión masculina estimulante.y merecedor de un análisis más profundo. El término «Unión masculina.>~ (male bonding) es particularmente oportuno porque proporciona un nombre genérico que abarca el parentesco, la amistad, los grupos de pertenencia compartidos, etc. Por un momento acaricié la idea de adoptar el términ,o, pero lo pensé mejor, porque creo que es peligroso que los antropólogo$ et
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por 100 conseguía pasar su tiempo libre separado de su mujer. Entre los maridos irlandeses, el 73 por 100 prefería una diversión por separado, y el 72 por 100 lo lograba. En resumen, da la impresión de que a los maridos ingleses les gustaría participartambién de un poco de «unión masculina», pero que no lo consiguen. No obstante, los datos ofrecidos no dicen cómo se ejerce la presión social sobre los infortunados varones ingleses. Me parece bien la conclusión de Harrell-Bond de que en el caso de que la organización conyugal llegue a ser menos segregada<<. .. es el hombre el que tiene que hacer los cambios más radicales en su actualización del rol conyugal» (pág.
88).
Estoy de acuerdo con Harrell-Bond en que el origen cultural y la experiencia de la familia parental son factores importantes que conforman las expectativas conyugales y las propias sobre cómo deben llevarse las relaciones con personas de fuera ele la familia nuclear. Tal como yo indico en el texto, una serie ele expectativas culturales concretas está relacionada con una serie de modelos particulares ele relación social; ahora bien, cuando las relaciones sociales cambian, las expectativas culturales no cambian automáticamente, y el cambio de éstas, a menudo, es penoso. Sin embargo, no me parece que los antecedentes culturales tengan la suficiente importancia como para conformar las normas y la conducta conyugal. Llegan a ser significativos sólo cuando se entienden en combinación con otros factores relacionados con la situación actual de la familia: el tipo de red; Ja movilidad geográfica; la movilidad social; factores ecológicos, etc. Tumer (1967) estudió 115 familias y sus redes sociales en una comunidad rural. Este estudio tiene especial importancia para mi hipótesis, porque es el único en el que el investigador ha conseguido información independiente y detallada sobre la densidad de la red. No llevó a cabo el estudio para verificar la hipótesis de roles conyugales/redes sociales, sino que formaba parte de un estudio más amplio sobre una comunidad. Fue Ronald Frankenberg quien sugirió que podría utilizarse este material para realizar un examen más preciso de mi hipótesis. Turner indica (acertadamente) que yo me refería a Ja densidad de las interconexiones entre hogares familiares. Determinó, en primer lugar, la composición y densidad de la red del marido y la de la esposa, tomadas separadamente, y a conti-
nuación sumó las dos redes y calculó la densidad para cada uno de los hogares en cuestión (Barnes. ! 969b. señala que en todos estos cálculos se prescindió del hogar o del individuo focal en el análisis). Turner distinguió tres grados de densidad de la red y otros tres grados de segregación conyugal. Su medida de segregación conyugal se basaba en las observaciones propias sobre cuál era el comportamiento de las parejas en tres aspectos de la organización conyugal: el tiempo libre fuera de casa. las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Si los tres se desarrollaban conjuntamente. la relación se consideraba conjunta: si se realizaban separadamente, la relación global se consideraba segregada: si había alguna discrepancia entre ellos, consideraba el rol relacional conyugal como intermedio. Los resultados son estadísticamente significativos en la dirección esperada; pero tal distribución no es aquella que, por mi parte, yo habría esperado, sobre todo en los niveles intermedios, ya que no se da una relación estrecha entre redes de unión media y los grados intermedios de segregación de roles. Tumer colabora con nosotros para una mejor comprensión de las redes muy unidas, al confirmar, pero también al modificar, la afirmación de Fal!ding de que hay «una tajante separación por sexos a lo largo de toda la red ...». Tu mer mani7 fiesta que los maridos y las mujeres eran proclives a incluir los mismos parientes en sus respectivas redes sociales separadas: «... Si excluimos la red de parientes, podríamos identificar inequívocamente 32 parejas en las que los amigos del marido formaban una red masculina muy unida y las amigas de fa esposa una red femenina muy unida. Estas 32 parejas eviden: ciaron también un alto grado de segregación de roles conyuc gales» (Tumer, 1967, pág. 125). , En otras palabras, no existe una tajante separación a ló largo de toda la red, ya que la parte que corresponde a los parientes de la red del marido y de la mujer es común (éste también era el caso de los Newbolt, aunque ella visitaba a lós parientes mucho más que él). Lo único que me parece sorprendente de estas familias rurales, con redes muy unidas, es que las mujeres disponían de redes independientes de amigas, distintas de las redes de parientes. Los estudios sobre la clase trabajadora urbana británica destacan que las mujeres casadas poseen redes muy 326
unidas de parientes y algunas relaciones atenuadas con vecinas, a las que ven en la calle, pero no reciben en casa, y que, una vez pasada la adolescencia, las mujeres casadas apenas tienen amigas íntimas que no sean también parientes. Hay que recordar, no obstante, que las italianas casadas estudiadas porGans tenían amigas y parientes (Gans, 1962). Quizás los diferentes investigadores de familias de clase obrera, incluida yo misma, nos hemos visto tan deslumbrados por el parentesco que no hemos prestado atención a la amistad. A petición mía, Turner ha ampliado su comentario: Los agricultores, o los futuros agricultores, n1anifiestan una acusada prefcn:ncia por las hijas de agricultores con10 futuros cónyuges. (En realidad, la ideología local insiste en que las muchachas de ciudad no son buenas esposas.) Las hijas de los agricultores, y otras muchachas de origen rural de esta zona, desarrollan pequeñas redes femeninas de iguales estrechamente unidas. con anterioridad al
matrimonio.
En cuanto a las muchachas: tienen menos amigas y, en mi opinión, tienen cierta tendencia a cambiar de amigas antes del matrimonio, pero, después del mismo, la tendencia es a consolidar las amigas -especialmente las casadas-. El domicilio parece condicionar las redes postmatrimoniales, como era de esperar (Tumer, comunicación personal, 1970).
Como sugiere el mismo Turner, en una comunidad agrícola el domicilio y la proximidad son factores particularmente importantes de condicionamiento de las relaciones sociales; más que en cualquier tipo de situación urbana, en la que el lugar de trabajo y el lugar de residencia están separados:. · · Turner señala a continuación que «la manifiesta imbrica~ ción de las redes (individuales) del marido y de la mujer no parece que esté relacionada con ningún modelo especial de rol relacional conyugal» (Turner, 1967, pág. 125). Se trata de un hallazgo importante, y de una forma interesante de organizar los datos, ya que si se probara esto por medio de otros estudios, habría que prestar más atención a la comprensión de las diferencias en el grado de segregación conyugal en familias que tuvieran este tipo de configuración reticular. Puesto que el grado de densidad de la red proporcionaba sólo una predicción parcial de la forma del rol relacional conyugal, Turner continuó investigando otros factores, de entre 327
los cuales los más importantes foeron la ocupación y la movilidad geográfica. Las familias de agricultores mostraban una acusada tendencia a la unión estrecha y a la segregación (27 ele 35). Nino"una de las familias que tenían redes de unión débil y roles conjuntos se dedicaba a la agricultura. Las familias con roles conjuntos y grados intermedios ele segregación conyugal tampoco se dedicaban. en gencraL a las labores agrarias (45 no ckdicadas a la agricultura de un total de 50 conjuntas e intermedias). lo cual no quita para que alrededor de un tercio (26 de 71) ele las f¿u11ilias no agrarias tuvieran rclaci<)ncs segregadas. De estas 26 familias no agrícolas con relaciones segregadas. 14 eran de Dale; esto cs. tanto el marido como la mujer habían nacido y crecido en el área local estudiada. Turner también tuvo en cuenta si. en estas familias. los cónyuges habían nacido en Dale, si eran recién llegados o si el matrimonio era mixto 5. Los habitantes de Dale, en especial los granjeros, disponían por lo general de redes muy unidas y de segregación conyugal acusada. Los recién llegados solían tener redes poco unidas y relaciones conyugales conjuntas. Los matrimonios mixtos presentaban una gran variedad, tanto en la densidad de la red como en la segregación conyugal. Turner añade en una carta: El principal factor que explica las diferencias -me parece- es la inmigración. Pero la mayoría de los inmigrantes en el pasado, excepto los de algún período muy concreto, han venido de zonas próximas, y sólo desde hace muy poco, los inmigrantes pueden clask ficarse en: 1) foráneos integrados por vía matrimonial y los inmj7 grantes de localidades adyacentes de estructura social parecida; ,2) inmigrantes especiales a los que se tiene localmente por difereníes; por ejemplo, el pastor, el médico, etc; 3) antiguos inmigrantes procec dentes de zonas nrbanas, semiurbanas y de zonas rurales cultivac bles, y 4) jóvenes inmigrantes con hijos en edad de criarse en la zona. Al mismo tiempo, la emigración, sobre todo cuando es a cierta disc tancia, puede destruir los modelos de redes establecidos; ha habido asimismo un continuo despoblamier;to desde 1880, lo que significa que las pérdidas de población autóctona han debido de ser sustanciales (comunicación personal. 1970). 5
Existe una incongruencia en esta parte del informe de Turner-pág. 127entre la tabla 3 y el texto. En una comunicación personal, Tumer dice que el penúltimo párrafo de la página 127 deberia decir: «Cuando los dos cónyuges
son de Dale pero no se dedican habitualmente a la agricultura.... etc.»:
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Para mi sorpresa, las familias estudiadas por Turner no mostraron tendencia alguna hacia una mayor segregación a medida que envejecían. Él mismo ha explicado (también en una comunicación personal) que, en su opinión, este descubrimiento es un artefacto estadístico en lo que se refiere a las familias no agricolas, pero un verdadero hallazgo para el caso de las familias de agricultores. En dicho caso. opina que son varios los factores que operan en cada fase del ciclo familiar para mantener invariables los modelos. tanto de red masculina y femenina estrechamente unida. como de segregación del rol conyugal. Con la excepción de unas cuantas familias de nivel profesional y otras tantas dedicadas a los negocios. los datos sobre educación eran demasiado uniformes como para poder explicar las diferencias entre las redes o entre los roles conyugales. Un examen de nueve parejas de orientación «cosmopolita» (Merton, 1957) no consiguió descubrir ningún modelo simple conyugal ni reticular. El trabajo de Turner hace pensar que debería prestarse mayor atención a la movilidad geográfica en futuros estudios. Turner propone la aplicación de la técnica de análisis multivariable, e indica diferentes variables relevantes: tamaño y composición de la red; densidad de la red; ocupación; movilidad geográfica; etapa del ciclo familiar; nivel de educación; orientación cosmopolita u orientación local. Él mismo, no obstante, ha continuado analizando los procesos de estructuración de la red, tanto para familias individuales como, desde un punto de vista histórico, para la comunidad y sus modelos de red. Termina una carta reciente con una afirmación que a cualquiera que haya realizado (como Fallding) una investigación de carácter exploratorio le resultará penosamente familiar: Ojalá hubiera tenido los casos suficientes como para podertabular los datos, con todas las variables, al mismo tiempo. Si pudiera volver atrás en el tiempo, creo que sería asi como empezaría, pero entonces ni
siquiera habria sabido cómo hacerlo, por mucha paciencia que hubiera tenido (Turner, comunicación personal, 1970). Hasta donde se me alcanza, éstos son los principales estudios empíricos que han intentado probar la hipótesis de roles conyugales/redes sociales. Antes de terminar examinaré brevemente las criticas generales de Fallding (1961) y de Harris
(1969). Ya he indicado algunas otras críticas a lo largo de la exposición. He citado asimismo la crítica fundamental de Fallding; esto es, que la segregación por sexos dentro de la familia es un aspecto intrínscc(> de la SL_!!rcgaci<')n por sexos en generat es decir. fuere. ele la Ca1nilia. t>ero ai\adc un segundo punto 1nu)' in1portantc: .. lJno se prcgunt
sc.\.OS
(Y:
Contimía diciendo que muchas de las familias investigadas por él estaban dedicadas principalmente a los parientes, pero que concedían un segundo lugar a los amigos estables; aunque los padres tenían poco tiempo para tratarse con los amigos, los tenían en aprecio porque éstos compartían con los parientes la función primaria de confirmar la continuidad de la identidad propia. Este hallazgo es coherente con el trabajo de Babchuk y Bates (!963) sobre la amistad, así como con los cada vez más numerosos estudios sobre parentesco coincidentes en indicar la importancia que tienen las relaciones permanentes con padres y hermanos para cualquier tipo de familia. Estoy de acuerdo con la crítica básica de Fallding de que no es la densidad reticular,per se, lo único importante, sinoel hecho de que allí donde la segregación conyugal es muy acu~ sada en el interior de la familia, es muy común también que e.l marido pertenezca a una red masculina muy unida, exterior ll la familia, y que la esposa, de igual manera, participe ele otra red femenina muy unida, exterior a la familia. Considero que ésta es la crítica más seria que se ha hecho de la forma en que formulé mi hipótesis central; crítica también expresada por Rosser y Harris (1965), Aldous y Straus (1966) y Harris (1969). No obstante, a diferencia de Fallding, creo que la conectividad de la red general tiene mucho que ver con el caso, porque la segregación sexual de este tipo solamente se desarrolla en zonas en las que la «red total» es relativamente densa. (Como dije antes, utilizo aquí la expresión «red total» para referirme a una red que no está anclada en un individuo o 330
grupo concreto_) En otras palabras, las redes muy unidas pero sexualmente segregadas se desarrollan en zonas en las que la interacción es muy densa y relativamente duradera. Otros factores también pueden iníluir en el surgimiento de la segregación por sexos -se trata de un problema que hay que estudiar más profundamente-, pero las redes totales densas y relativamente duradaas son ciertamente condiciones exigidas_ Adcm<\s, estoy de acuerdo con Fallding en que los parientes tienen una importancia espcciaL aunque no creo que sea correcto decir que la densidad de la red general se confunde por completo con la solid;1ridad entre parientes. Las redes masculinas y, a veces, las fémeninas incluyen amigos que no siempre son parientes_ Habría que estudiar tanto a los parientes como a los amigos para comprobar no solamente en qué medida apoyan la relación conyugal, sino también en qué medida son contrarios a la misma. En la siguiente sección de este capítulo hago un primer intento de este tipo de análisis_ El libro de Harris, The Family, es especialmente importante por su análisis de la familia extensa y del «ciclo familiar» (Harris, 1969, págs. 67-68), aunque también examina, con cie11a amplitud, mis ideas sobre redes y roles conyugales (págs. 169-175)_ Creo que Harris entiende ligeramente mal mis intenciones, pero, dejando eso de lado, parece señalar dos puntos fundamentales, si le he comprendido correctamente_ El primero es que, lo que yo llamo redes muy unidas, deberían denominarse propiamente grupos, porque las personas que los forman desarrollan normas compartidas gracias a la interacción. Tales normas compartidas son un criterio crucial en su definición de grupos, y hacen posible el desarrollo de la capacidad de acción conjunta: Cuando un conjunto de personas interaccionan entre sí a lo largo de un período de tiempo acaban compartiendo expectativas sobre el modo según el cual debe comportarse el otro_ Cuando un conjunto de personas comparte expectativas de este tipo, podemos llamarlo grupo (pág. 7). ___ Un grupo-es decir, llegar a compartir modos valorados de actuación (normas) y una capacidad de actuación conjunta (pág. 172)_ Por tanto, si he captado bien el argumento, los cónyuges pertenecen a grupos, no a redes muy unidas, y su relación es segregada porque las normas convenidas sobre segregación 111
emanan de sus respectivos «grupos»; los mismos «grupos» que han desarrollado normas compartidas a través de la previa intcrconcctividad. Creo que lo impo11ante del proceso es el desarrollo de normas compartidas y de control social de los cónyuges, cosa que solamente puede ocurrir cuando la densidad de la red es muy alta. Es arbitrario el lugar en d que tracemos la línea divisoria entre una red n1uy unida :y un grupo_ y esto depende_ corno indica 13oisscvain ( 1968), de si el enfoque que se aplica es «interaccionista» o «Corpor<1cionista». f\1i propia dctlnició11 ele grupo era n1ús «COrpor;:tcionista» que «intcr::iccional»:
«o b_jetivos comunes, roles in tc-i-dcpcnclic'ntes y subcultura distintiva». En lo que no insistí suficientemente, al establecer esta defülición formal, füc en el «límite común»; esto es, el acuerdo de todos los miembros del grnpo sobre quién pertenece y quién no al mismo. En mi caso. es precisamente esta falta de límite común lo que marca la identidad de las redes, inch1so si son muy unidas. Aún cu el asunto de las definiciones, yo distinguiría un grupo corporado de un grupo en general, basándome en el criterio de la capacidad de actuar como una unidad, aunque una acción conjunta no tiene que ser necesariamente cara a cara. Y me parece útil reservar la palabra «agrupación» (grouping), como término general e inclusivo, para aludir a entidades en el límite entre una categoría social y un grupo; o en el límite entre una red y un grupo. El segundo comentario importante de Harris es un desarrollo de la afirmación de Fallding acerca de que la segregación de roles según los sexos en el interior de la familia va paralela a la segregación por sexos en el exterior de la misma: Una red muy unida facilitará el control sobre los cónyuges. La existencia ele una red de este tipo facilitará la formación de normas y de grupos. Allí donde tales grupos o conjuntos de relaciones sean de un mismo sexo, probablemente los miembros también compartan normas de segregación de roles conyugales, que provienen tanto de la acomodación recíproca de las ideas co1no de las condiciones según
las cuales se actualizan los roles conyugales. Si se definen los roles como segregados y no se pueden actualizar sin ayuda de relaciones externas, entonces estas relaciones acabarán estableciéndose entre personas del mismo sexo. Así pues, sería de esperar que encontrásemos una relación irregular entre la interconectividad de la red y la segregación del rol, pero una relación estrecha entre la pertenencia a una red monosexual y la segregación del rol conyugal. Este es el 332
único intento satisfactorio de verificar la hipótesis de Bott que he encontrado {Le., Turner] (fümis, 1969, págs. 174-175).
Harris concluye con la afirmación citada al inicio de este capítulo: la continuación es como sigue: Ella reconoce cxplícitaincntc las implicaciones de la descripción de Parsons sobre la fa1ni1ia nuclear -la segregación de la familia corno tal respecto a grupos rnús an1plios, y la autonon1ía de Ios cónyuges corno pareja-, al 1nisn10 tiernpo que admite que ello no supone que la farni!ia esté aislada, en el sentido de que sus miembros, individualrnente, lo estén. Esto. por supuesto, es evidente una 1·ez dicho (Harris, 1969. pág. 175).
A menudo me parece difícii seguir los argumentos de Harris, pero creo que su libro destaca, lo mismo que hicieron él y Rosscren 1965, una cuestión importante que merece una investigación empírica más profunda; a saber: ¿de qué naturaleza es la relación entre la densidad de la red y el contenido ele las normas? ¿Es posible, por ejemplo, encontrar una red estrechamente unida que facilite el consenso sobre normas conyugales conjuntas, en vez ele segregadas? Igual que Gluckman, uno se ve obligado a preguntar qué consecuencias tiene el que una red esté compuesta principalmente de parientes, frente al caso de las formadas principalmente por amigos. B)
REFLEXIONES GENERALES SOBRE LA HIPÓTESIS DE ROLES CONYUGALES/REDES SOCIALES
¿Han añadido algo estos estudios a lo que ya sabíamos? ¿Han verificado la hipótesis o la han refutado? A mi juicio, ni lo uno ni lo otro. El peso de la evidencia empírica y de los argumentos conceptuales indica que la hipótesis se mantiene para el caso de redes densas y ele relaciones conyugales segregadas, pero que, cuando las redes se hacen menos unidas, el tipo de relación conyugal es impredecible. Los factores relacionados, así como sus conexiones mutuas, no han sido estudiados por completo, pero con seguridad serán muy complejos. Precisamente en este punto se hace necesaria una mejor comprensión y una investigación imaginativa. Me parece que la investigación de campo más elemental está aún por hacer, especialmente en el ámbito ele la configu-
ración exacta de los bloques de las redes (por ejemplo, la red individual o la común) y de los sectores de las redes (de parientes, de amigos, etc.); en lo tocante al estudio de la relación entre normas y densidad de la red; en la exploración de las consecuencias diferenciales (si las hubiera) provocadas por los difcn:ntes tipos de densidad reticular (por ejemplo, redes múltiples frente a redes simples); en el an:'tlisis más profundo de las rcl;tcioncs contrc la configuración de la red y las relaciones fau1iliarcs. tanto Je padres C hijos COlll() entre cónyuges: por úl1ü110, en el c.studio de las rc{_ies y de las relaciones fan1iliarcs en función de la ocupación. la n1ovilidad geogrúfica. la n1ovilidad sociaL la orientación cos111opoiita o
local, los diferentes factores ccoiógicos. e[ origen cultural, la educación. la etapa del cicio familiar y los grupos de referencia. En otras palabras, necesitamos saber aún mucho más sobre cómo la familia nuclear. en cuanto grupo, se articula con otros grupos é instituciones y con la sociedad global. Yo enfocaría el asunto por tres vías diferentes, si aún estuviese relacionada con él: la primera se refiere al asunto técnico de la configuración de las redes; la segunda estaría relacionada con el análisis comparativo de los sectores de la red, especialmente el de los parientes en comparación con el de los amigos, y la tercera toca al carácter impredecible de la relación entre la canfiguración de la red y las expectativas conyugales, en cuanto se deja de lado el polo extremo de la formación de redes muy unidas y los grados acusados de segregación conyugal. El problema, como siempre, consiste en lograr un diseño de investigación que proporcione un matrimonio fructífero entre las ideas y los datos de campo, de forma que conduzcan a nuevas y mejores ideas, así como a nuevos métodos de ampliarlas e incluso comprobarlas. Lo que sigue es una mezcla de hechos, presentimientos y conjeturas extraídos de reflexiones sobre nuestra investigación original, y del trabajo posterior de otros autores. 1.
Configuración de las redes
Como sugerí en el texto original, empezaría por configurar separadamente la red del marido y la de la esposa, entrevis334
tando a los cónyuges preferiblemente en solitario; también trazaría su red común, según su propia descripción realizada en una entrevista conjunta. Provisionalmente. incluiría en la red común no sólo los contactos mencionados por la pareja en la entrevista conjunta, sino también a cualquier otro individuo que hubiese sido citado por los dos cónyuges en las <:ntrcvistas por separado. incluso aunque dicho individuo no hubiern sido mencionado como contacto común. Este fue el procedimiento búsicarncntc utilizado por Turner ( l % 7) y por Ka pfcre r. por lo q uc yo sé. en el estudio aludido por Max G!uckrnan en el pr·efacio. Como observa Firth ( 1964). si se estudia a las familias y no simplemente a los matrimonios. también habría que incluir los contactos de los hijos. En una situación urbana. se tiene que obtener la mayor parte de los datos mediante entrevista. En un estudio comunitario antropológico, se puede observar tanto como preguntar, aunque creo que, incluso en una situación rural o tribal, habría que completar las observaciones con entrevistas minuciosas a varias familias para conseguir el tipo de material necesario. El trabajo de campo sería, cuando menos, de lo más tedioso. y dudo que hubiera muchos investigadores dispuestos a hacerlo con el detenimiento necesario. Cabría diferenciar las relaciones con los parientes, los amigos, los vecinos y los conocidos únicamente en asociaciones voluntarias, de forma que cada uno de estos tipos de relación pudiera configurarse según tuviera lugar en el bloque separado o en el común de las redes. También introduciría una dimensión cualitativa distinguiendo entre contactos íntimos, efectivos y no efectivos, dentro de cada categoría, como hice en el capítulo V en el caso de los parientes, aunque el análisis en dicho capítulo estaba lejos de ser completo. Sería necesario utilizar ahora, a la vez, alguna medida de carácter «objetivo», basada en la frecuencia de contactos en relación con la proximidad física, y alguna medida de carácter «subjetivo» de la intimidad estimada del compromiso. Ambos tipos de medida son importantes; la «objetiva», porque permite la comparación de familias en investigaciones sucesivas, y la «subjetiva», porque tiene en cuenta las definiciones personales de cada familia. No obstante, habría qne mantener separadas las dos mediciones para poder compararlas con provecho. 335
Dudo que tenga utilidad recoger listados de personas pertenecientes a la categoría más lejana de «no efectivos». Esta práctica exige mucho tiempo y sirve para poco, sobre todo en el sector de los parientes. Quizás valga la pena hacerlo, para cualquier tipo de relación, y en un número pequeño de familias, con objeto de aseguramos de que no hemos omitido algo importante. Es, a mi juicio, importante fijarse en el tamaño de los diferentes sectores de la red, y estudiar su tamaño en relación con la intensidad, ya que los datos existentes son contradictorios. Algunos estudios sobre la clase obrera no11eamcricana parecen indicar que las redes primarias son pequeñas, mientras que Young y Willmott (1957) y Gans (1962) apuntan que las redes de parientes de clase obrera son a la vez amplias y, en sus relaciones fundamentales. intensas. Babchuk y Bates (1963) se sorprendieron ante el reducido número de amigos comunes enumerados por los matrimonios de clase media que estudiaron ellos mismos, y Rapoport y Rapoport (1969), al hablar de familias de clase media alta en las que trabajan los dos cónyuges, señalan que estas parejas no tenían tiempo para ver a los amigos. Gans ( 1967}, por otro lado, observa que varios investigadores de barrios periféricos han comentado la gran cantidad de actividad social informal que se da en los suburbios de clase media; Willmott y Young (1960) comentan también la facilidad de trato de las familias de clase media de los barrios ingleses que estudiaron. Sospecho que muchas familias mantienen una gran cantidad de relaciones relativa, mente «superficiales». Parece posible que pueda haber una explicación relativamente simple, o parcial, de estas afirmaciones aparentemente contradictorias; una explicación relac cionada con factores ecológicos, tales como el hecho de vivir -independientemente de la clase social a la que se pertenezca- en vecindarios más o menos homogéneos. Pero hasta donde se me alcanza, el problema no ha sido tratado desde este punto de vista. Investigaría sobre la densidad reticular; esto es, sobre quiénes se conocen entre sí, en cada uno de los diferentes bloques de la red de la familia. En el estudio de una comunidad como la de Tumer ( 1967), el investigador puede trabajar fácilmente; pero, en una situación urbana, especialmente con familias de redes poco unidas, dudo que valiese la pena el esfuerzo de iniciar nuevos contactos de investigación con 336
cada individuo u hogar, teniendo en cuenta el esfuerzo que ello supone. Además, muchas de las familias no focales podían rechazar la entrevista. A pesar de todo, el esfuerzo investigador podría valer la pena, pero no creo que haya nadie dispuesto a hacerlo. Preguntar a la pareja focal quién conoce a quién es un pobre sustituto, pero probablemente es lo más a que puede aspirar un investigador. Calcularía la densidad según el método de Barnes para cada bloque ele la red: el del marido, el ele la mujer, el común y el ele la red total; es clcciuoda la gente con la que el marido y la mujer (o todos los miembros ele la familia) estuvieran en contacto, conjunta o individualmente !véase Barnes l 969b, para el método de cálculo de la densidad; en pocas palabras, éste se basa en la proporción, expresada en porcentajes, entre las relaciones efectivas y las relaciones posibles; la familia focal (la «raíz») se incluye en los cálculos]. Quizás después pueda resultar que no era necesario recoger tanta información y calcular la densidad de forma tan meticulosa, con el esfuerzo que ello supone, pero en principio es preferible equivocamos por exceso que por defecto. Turner(l967) descubrió que las familias cuya zona de red común o imbricada era amplia en relación con los bloques diferentes del marído y ele la esposa, no seguían un modelo definido de relación conyugal. Imagino que éste puede ser el caso de otras familias; de ser así, estaríamos ante un procedimiento útil de localización de familias que necesitamos estudiar más de cerca. 2. Parentesco y amistad
El parentesco y la amistad son los dos tipos más importantes de relación social primaria. Los vecinos y las asociaciones voluntarias tienen importancia en la medida en que son fuente de amigos potenciales, y porque pueden coincidir parcialmente con las categorías de pariente y amigo. La definición de «amigo» es un problema empírico importante. Creo que lo mejor es empezar por utilizar las definiciones de los propios informantes; en los estudios mediante cuestionario se debe recordar también que el término amigo puede tener un significado diferente para cada individuo. 337
Es un asunto esencial en este caso comprender las propiedades del parentesco y de la amistad, así como los efectos respectivos sobre las relaciones conyugales y familiares. Otro problema importante, merecedor de atención, es el del lugar que ocupan los parientes y los amigos en la configuración reticular descrita anteriormente. Por ejemplo, en el caso de las familias de clase obrera descritas por Young y sus colaboradores, por Mogey y por mí misma, parece bastante factible que la red de iguales del marido esté ampliamente compuesta por amigos, de los cuales algunos serán parientes, mientras que es de suponer que la red de la esposa esté compuesta principalmente por parientes. Además, supongo que habrá una zona sustancial de imbricación entre la red de parientes de la esposa y la red común del marido y la mujer. Más concretamente, la esposa acostumbra a visitar a sus parientes femeninos por su lado; el marido y la esposa juntos visitan a estos mismos parientes femeninos y a sus respectivos esposos. No obstante, en el caso de las redes muy unidas descritas por Gans (1962), la proporción de parientes y de amigos en cada uno de los bloques de la red -el común y el separadohabria sido seguramente diferente. Es de esperar que allí donde se dan redes muy unidas, la red del marido y la de la esposa estarán diversamente relacionadas con el matrimonio, y tendrán diferentes efectos sobre la relación conyugal. Creo, al menos, que se trata de una cuestión merecedora de un estudio más profundo. Parece lógico que la red femenina de la esposa apoye y divida, a la vez, el matrimonio, mientras que es de suponer que la red masculina del marido se limitará a dividirlo y a no apoyar la relación conyugal -excepto en el sentido deque puede hacer surgir un hombre más satisfecho, que por esa razón es un marido más satisfecho. Sin embargo, la enes" tión se complica por el problema de sí las redes respectiva·s -masculinas y femeninas- están compuestas por parientes, por amigos, o por ambos a la vez, y si incluyen personas de más de una generación. En términos generales, los amigos de un cónyuge tienen poco interés en que se mantengan las relaciones conyugales de éste, mientras que los parientes tendrán un doble interés: mantener el matrimonio y, a la vez, acabar con él.
338
a)
Parentesco
De los estudios hechos a partir de 1957 se deduce que los parientes tienen una importancia especial en cualquier tipo de red. La importancia del parentesco es triple: primero, es especialmente fácil que los parientes se conozcan entre sí, de forma que el sector reticular de parientes es probablemente el más unido de todos; segundo, la relación con y entre parientes próximos es relativamente duradera, y tercero, los parientes desempeñan un papel importante y doble: no solamente apoyan, sino que también dividen a los matrimonios de las familias que pertenecen a una red. En el prefacio, Max Gluckman dirige su atención a la estrecha asociación existente entre densidad de la red y parentesco. Ciertamente, como indica, el parentesco en las asociaciones tribales es la relación social por excelencia y, sin dnda, las redes de las familias son normalmente más densas en las asociaciones tribales que en la mayor parte de la sociedad occidental. Pero Gluckman va más allá, pues supone que, siempre que estemos ante redes muy unidas, podremos encontrar en su núcleo relaciones de parentesco. Los rasgos esenciales de esta situación, tal como él los ve, residen en el hecho de que los parientes vivan y trabajen juntos. Siempre que se den estas condiciones, las redes serán muy unidas, y tanto la segregación conyugal como la segregación sexual en general serán muy acusadas. En el interior de la red, las categorías de «pariente», «amigo», «Vecino» y «compañero de trabajo» tenderán a traslaparse, y las relaciones acabarán convirtiéndose en lo que Gluckman en otro sitio (1955b) denominó «múltiples». Por supuesto hay otro aspecto del parentesco que contribuye a la densidad de la red; un aspecto tan evidente que se da por supuesto; a saber, el hecho de la muy alta probabilidad de que los parientes consanguíneos se conozcan entre sí, independientemente de la familia focal, como una consecuencia biológica de la relación. Las relaciones con los parientes próximos son duraderas, al menos comparadas con las relaciones con amigos y vecinos. Cuando la densidad reticular empieza a disminuir, ya sea porque la familia focal se cambia, o debido a la emigración o inmigración de los demás a otra área local, las relaciones con los parientes muy próximos son las que tienen 339
mayores posibilidades de sobrevivir. Las relaciones con los vecinos son las que más fácilmente se rompen. Los amigos íntimos permanecen en la memoria, pero no en la interacción corriente. La interacción con y de los parientes lejanos se vuelve poco habitual. Pero las relaciones con y entre padres y hermanos se mantienen, incluso a grandes distancias. Se pueden encontrar nuevos amigos y vecinos, pero no nuevos parientes. La importancia del sector reticular formado por los parientes no descansa únicamente en su densidad y en su relativa continuidad, sino también en el hecho de que apoya y a la vez es contrario a la relación marido-mujer. Normalmente, buena parte del bloque de parientes de la red familiar es común: esto es, compartido por el marido, la mu jcr y los hijos. Los parientes están relacionados con todos los miembros de la familia nuclear, mientras que los vecinos y los amigos pueden estar relacionados solamente con un miembro de la familia. La imbricación ocurre entre los parientes a los que cita y visita la esposa y aquellos a los que se refiere y visita el marido, y las visitas conjuntas se hacen a parientes, especialmente en las ceremonias. Los parientes próximos se apoyan entre sí con ayuda mutua y, a veces, con donaciones importantes. En determinadas situaciones, el apoyo que prestan los parientes a la esposa equilibra y hace tolerable para ella la solidaridad del marido con sus amigos masculinos. Creo que tal imbricación y tales relaciones comunes con los parientes son válidas para cualquier clase social y para cualquier grado de densi, dad reticular, aunque puede haber diferencias acusadas en cuanto al tamaño del sector de parientes de la red, y en lo tocante a la proporción de parientes «comunes» en compara~ ción con los «separados». Dentro del bloque «conjunto» de parientes, sin embargo, hay siempre una línea básica de división entre los parientes del marido y los de la mujer. Si el marido y la mujer discuten, los parientes del marido pueden apoyar a la esposa, y los de la mujer al marido, son objeto de mantener el matrimonio y su solidaridad. Ahora bien, lo más probable es que los parientes de cada cónyuge apoyen a su propio pariente frente al otro cónyuge, llegando en algunos casos a plantearse exigencias que entran en conflicto con la lealtad y las obligaciones conyugales. Esta es, por supuesto, la fuente de muchos chistes clásicos sobre parientes políticos.
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Fallding (1961) dirige su atención hacia la doble función del parentesco, de expresión de la solidaridad y de la producción de segregación (Fallding, 1961, pág. 342). Incluso en ocasiones normales, cuando no hay problemas de disputa conyugal, las visitas conjuntas a los parientes, con motivo de ceremonias, reafirman la existencia de los lazos conyugales y su solidaridad; pero también pueden provocar segregación sexual al mismo tiempo, ya que marido y mujer acaban en grupos separados según el sexo, después de haber llegado juntos a la reunión. b) Amistad La amistad, como el parentesco, puede dividir y, a la vez, unir al matrimonio y a la familia. La función de la amistad en las diferentes clases sociales, así como su cambiante papel en las diferentes etapas del ciclo vital del individuo y del ciclo familiar, son temas que no han recibido la atención que merecen por parte de los sociólogos. Hace mucho tiempo, Talcott Parsons aportó la idea de que «la cultura joven», que trae consigo una fuerte amistad con individuos de ambos sexos, ayuda a salir a los hijos de sus familias de orientación y a entrar en las familias de procreación (Parsons, 1942). Donald Meltzer elabora y profundiza en esta idea en un trabajo psicoanalítico sobre desarrollo psicosexual. Fallding (1961) da especial importancia a los viejos amigos en el problema de la adjudicación del sentido de continuidad a la propia identidad. El estudio de Babchuk y Bates (1963) muestra que, tras el matrimonio, sólo se hacen unas pocas amistades íntimas, y que los informantes acaban otorgando gran importancia a los antiguos amigos ausentes. Adams (1967a) aporta la valiosa idea de que las propiedades básicas del parentesco son el afecto y el sentimiento de obligación, que se manifiestan en la ayuda mutua y en las ceremonias, mientras que la propiedad básica de la amistad es el consenso (aficiones compartidas), expresado en las actividades sociales voluntarias. Tanto Babchuk y Bates como Adams se refieren con sorpresa al hecho de que los informantes no consideran el intercambio de confidencias íntimas como una actividad propia de las relaciones entre amigos íntimos. Creo que este hallazgo se debió a que los informantes estaban casa341
dos, y supongo que sus resultados habrían sido diferentes si se hubiera tratado de solteros 6. No obstante, nadie ha estudiado la influencia del cambio de etapas sobre la amistad y, hasta donde se me alcanza, nadie ha compendiado ni sintetizado todos los conocimientos sobre la amistad en un análisis sociológico global. A partir de los diferentes estudios de campo y de las distintas info1maciones reunidas de estudios específicos sobre la amistad, el modelo general de cambio de etapas me parece muy claro. Los amigos íntimos se forjan en el crisol de formación de la identidad durante la adolescencia y en los primeros aúos de madurez. Esto incluye tanto la amistad entre individuos del mismo sexo como la heterosexual. Los emparejamientos, el noviazgo y el matrimonio surgen de estas relaciones y no son del todo compatibles con la continuación de las mismas. El desenlace de este conflicto depende de un conjunto de factores sociales y ecológicos que actúan a la vez. El desarrollo y desenlace del conflicto está muy claro para los dos extremos del continuo de configuración reticular y de segregación conyugal; esto es, el papel que desempeña la amistad en relación al matrimonio se conoce relativamente bien para el caso de familias con redes muy unidas, y para el de familias con redes de unión muy débil. El modelo de los «niveles intermedios» es más problemático. Pero empecemos por los extremos. En los barrios de clase obrera con redes totales muy unidas, los muchachos y las chicas experimentan la segregación sexual en casa, a partir de las relaciones de sus padres. Max Gluckman comenta -y yo coincido con él- que las redes muy unidas no sólo van acompañadas de segregación entre los sexos, sino también de separación entre generaciones; de modo que la brecha entre padres e hijos es mucho más acusada en las familias con redes muy unidas que en las familias de redes poco unidas. Los hijos crecen en grupos de iguales de un solo sexo cuya solidaridad llega a ser muy fuerte durante la 6
Otros estudios referentes a la amistad, con menos importancia directa para mis objetivos inmediatos, son: Lazarsfeld y Merton, 1954; Eisenstadt, 1956; Bell y Boat, 1956-1957; Axelrod, 1956; Bates y Babchuk, 1961; Cohen, 1961; Sutc!iffe y Crabbe, 1963; Wolf, 1966, Paine; 1969, y Litwat y Szelenyi, 1969, que comparan las relaciones con los amigos, vecinos y parientes, aunque solamente en un aspecto: el de proporcionar ayuda de duración variable.
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adolescencia, especialmente entre los muchachos. Estos chicos son educados en la escuela por profesores que esperan otras cosas bien distintas del matrimonio, del trabajo, del logro individual y de la amistad; ahora bien, los profesores influyen muy poco cuando sus enseñanzas contradicen la de los padres y la del grupo de iguales. Cuando los muchachos empiezan a trabajar, no tienen que cambiar de lugar de residencia, por lo que los amigos de la adolescencia pueden continuar en la madurez y formar un grupo adulto de iguales. Tal grupo está formado por los amigos, la mayoría de los cuales son vecinos, algunos parientes, y puede que algunos sean compañeros de trabajo. Dicho grupo se compensa con las redes femeninas, muy unidas, de parientes y a veces de amigas (Gans, 1962; Turner, 1967). Supongo que las relaciones de una muchacha con sus amigas tienen mucha importancia hasta que aparece el primer hijo, después de lo cual se acercará cada vez más a los parientes. Si la muchacha vive en un vecindario homogéneo, probablemente se acercará también a las vecinas, las cuales pueden proporcionarle pequeñas ayudas inmediatas, que no necesitaba antes. Por lo que yo sé, no se ha publicado ningún estudio detallado sobre este cambio que se produce en esta fase (no obstante, Jane Hubert está trabajando actualmente en el estudio del papel de los parientes en la etapa del nacimiento del primer hijo). Hasta donde llegan mis conocimientos, las circunstancias por las cuales continúan o se rompen las relaciones independientes de una esposa con sus amigas no han sido estudiadas. Los niños educados en familias con redes muy poco unidas, y probablemente incluidos en la clase media, experimentan en casa, al menos, la ideología, y quizá también la conducta, de una relación conyugal conjunta. La distancia social entre padres e hijos es menor que en el caso de familias con redes muy unidas, y normalmente los padres están al tanto de los amigos de sus hijos y de sus actividades. Los grupos de iguales existen, pero no son tan ajenos a la familia. Además, se prepara a los hijos desde una temprana edad -aun sin quererlo- para que entiendan que las amistades pueden interrumpirse; también tienen experiencia de movilidad geográfica y de las consecuencias que acarrea, desde muy pequeños. Pueden asistir a colegios situados en vecindarios distintos de aquél en el que viven; a lo largo de su vida, estu343
dian en diferentes lugares, dejando tras de sí un rastro de ami~ gos, lo que les proporciona experiencia para organizar redes poco unidas. El contenido de su educación también es imporc tante, ya que se les dan unos conocimientos relativamente «no sexistas», aptos para ser compartidos por hombres·.y mujeres. Sus profesores dan por supuestas las relaciones con~ juntas entre los dos sexos. Normalmente, los profesores son partidarios de una ideología defensora de la igualdad sexual, y de la autorrealización en la carrera profesional y en el éxito creativo, cosa difícilmente armonizable con los objetivos de autorrealización en la «feminidad» o en la «masculinidad>>, según el caso. La presión para el logro es considerable, tanto en casa como en la escuela. Implícitamente, la idea global que subyace en la educación superior es que, en alguna parte, en alguna relación personal, una persona puede encontrar un paraíso de seguridad en donde se la valore por lo que es, y no por lo que hace; y esta creencia es la zanahoria que la conduce a esperar que, en la intimidad compartida del amor, acabará encontrando la compensación y el solaz, frente a los rigores de la persecución de la verdad y del éxito. De esta manera, aunque no se educa explícitamente a los niños para la ética de la relación conyugal conjunta, se transmiten tácitamente todos aquellos valores que la posibilitan. En resumen, para los niños de clase media situados en ei interior de redes poco unidas operan diferentes factores al mismo tiempo con el objeto de desarrollar las habilidades necesarias para el funcionamiento de una relación conjunta y de una red poco unida. La capacidad de hacer amigos es un aspecto importante de dichas habilidades. La adolescencia es una etapa de intensa búsqueda de identidad, a veces también de rebeldía frente a la complacen~ cia de los padres. Durante un período breve, puede combinarse la fuerte vinculación al grupo de iguales con las relaciones heterosexuales, pero pronto las parejas se separan del grupo, y la prosecución de distintos caminos profesionales dispersa el grupo de iguales. Se van «seleccionando» los amic gos tratando de que sean comunes, con un probable dominio del esposo en tal selección. Las relaciones intensas del final de la adolescencia permanecen; como dice Fallding, se trata de recuerdos que mantienen la continuidad de la propia identidad individual, o de la identidad de la pareja si el amigo es común. Ahora bien, la mayor parte de los amigos «comunes»
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originalmente fueron amigos de uno u otro cónyuge, y la amistad común es algo precario. Los amigos que proporcionan un intenso sentimiento de identidad tienden a ser apartados convenientemente, de forma que no amenacen la lealtad conyugal. Algunas breves visitas a estos amigos le dan su salsa a la vida; el vivir constantemente cerca de uno de ellos es bastante incómodo. En adelante, los nuevos amigos serán comunes, pero mucho menos íntimos. Los conocidos comunes suceden a las amistades individuales. Entre estos dos extremos de amistad -Ja que se da en el seno de las redes muy unidas y en redes poco unidas- hay un amplio y casi desconocido territorio. Sabemos algo acerca del papel del amigo en familias de «niveles intermedios», pero no lo suficiente y, sobre todo, no sabemos en qué medida la amistad favorece o dificulta la relación conyugal. 3.
Relación entre segregación conyugal y formación de redes de unión débil: su imprevisible variabilidad
Las pruebas acumuladas, por muy incompletas e inadecuadas metodológicamente que sean, niegan la existencia de una estrecha relación entre densidad reticular y segregación conyugal, salvo para el caso de redes muy unidas, que se encuentran característicamente ligadas a una acusada segregación conyugal. Trataré aquí tres cuestiones: primera, la de la densidad reticular en relación con la segregación de sexos en general, y con la segregación conyugal en particular; segunda, las variables relevantes para la densidad de la red y para la segregación conyugal, y, tercera, la estrategia de la investigación. a)
Red total y segregación por sexos
En la edición de 1957 de Familia y red social consideré la densidad reticular como una variable de intervención. El grado de segregación conyugal dependía del grado de densidad de la red, el cual a su vez dependía de una gran variedad de factores sociales y económicos, factores que intenté describir aunque no estudiar (véase capítulo IV). Ahora pienso que esta formulación tan clara es demasiado simple. En efecto, si Fallding y otros están en lo cierto al afirmar que la segrega345
ción conyugal es una manifestación particular de la segregación de sexos en general, se vuelve prioritario conocer en qué circunstancias la separación de roles por sexos será más acusada, y en qué otras apenas tendrá importancia. Como dice Max Gluckman en el prefacio, se lleva así el problema de la segregación conyugal a un estadio anterior. Creía en 1957, y en cierta medida aún lo creo hoy, que la segregación por sexos en general ha de surgir siempre que la gente se establezca en un lugar el tiempo suficiente como para llegar a conocerse bien. Pero ahora debo añadir algo más. Si unas personas permanecen en un lugar determinado durante varias generaciones, es fácil que acaben siendo parientes entre sí. Me permito coincidir con Max Gluckman en la idea de que el parentesco puede seguramente explicar, en última instancia, la densidad de la red total y la segregación general de sexos. Asimismo estaría de acuerdo con él en que tanto la segregación de sexos como la densidad de la red aumentan cuando los parientes trabajan juntos y disponen de tareas compartidas. Por supuesto, este trabajo común se da muy abundantemente en las sociedades tribales. También aparece en áreas rurales de la sociedad occidental, como indica la cita de Arensberg (1937) referida por Gluckman. Puede ocurrir también, en menor grado, en marcos sociales industriales, como en el caso de la aldea minera estudiada por Dennis, Henriques y Slaughter (1956). Incluso cuando los parientes no trabajan juntos, la solidaridad masculina aumenta de alguna forma si los hombres, incluyendo parientes y también vecinos o amigos, trabajan en profesiones parecidas, como en el caso de Bethnal Green y de algunas otras antiguas zonas de clase obrera de Londres. La monografía de Gans indica que las condiciones de las ciudades norteamericanas son parecidas (Gans, 1962). La segregación por sexos aumenta probablemente también cuando los hombres poseen o controlan recursos económicos, como en el caso de los agricultores estudiados por Arensberg y por Tumer (Arensberg, 1937; Tumer, 1967). Es posible que la pobreza y la incertidumbre laboral puedan aumentar la solidaridad masculina; así, W. Miller (1958) y Rain water ( 1964) describen situaciones de inseguridad económica aguda y de privaciones, que provocan inestabilidad en los matrimonios, pero no en los grupos masculinos de 346
iguales. Abundan las bandas de adolescentes, sobre todo de muchachos, y evidentemente continúan en la madurez. La solidaridad masculina, la densidad reticular y Ja segregación por sexos disminuyen, todas ellas, como consecuencia de la movilidad geográfica y de los movimientos de población. También decrecen si las condiciones ocupacionales y económicas generan más competencia que cooperación -incluso en condiciones de poco movimiento demográfico que, en otras circunstancias, favorecerian el desarrollo de la segregación por sexos y de redes totales muy unidas. En el sur de Italia, por ejemplo, las personas se ven empujadas a la competencia y a la rivalidad mutua, de forma que los lazos de solidaridad no llegan a desarrollarse fuera de la familia nuclear (Gans, 1962, y Harris, 1969, resumen parte de la bibliografía más importante que es, en sí misma, algo contradictoria). La densidad de la red total de un vecindario, la solidaridad masculina y la segregación por sexos parecen disminuir, todas ellas, cuando aumenta la heterogeneidad profesional de dicho vecindario. La heterogeneidad profesional es, ya de por sí, una idea compleja. A ello se añade la necesidad de hacer muchos estudios sobre la relación de los diferentes tipos de estructura de vecindario y el sistema económico, y entre aquéllos y la densidad de las-redes totales, para poder comprender la situación de las familias en el seno de redes poco unidas. La segregación por sexos tiende a disminuir cuando aumenta la independencia y el poder económico de las mujeres 7 ; no obstante, también es éste un problema complejo, que 7 Paradójicamente, la inestabilidad conyugal puede extenderse a medida que las mujeres se independizan de los ingresos de ios hombres. Para Jos individuos de «clase baja» de la ciudad norteamericana descrita por W. fvliHer ( i 958), el gobierno local estaba actuando, manifiestamente, de la misma manera que un matrilinaje tribal; sustentaba a !as mujeres y a los hijos dependientes de ellas, permitiendo que éstas tuvieran una sucesión de amantes que les hacían hijos pero que no las mantenían. Es difícil decir cuál es la causa y cuál es el efecto de esta situación, pero parece poco probable que el gobierno local intentara conscientemente inducir a los hombres a no tener responsabilidades económicas. Parece más probable que la inseguridad laboral, junto con unos antecedentes culturales en los que son «normales» la inseguridad laboral, la segregación por sexos y la solidaridad masculina, actúen de forma conjunta para hacer a los hombres fatalistas respecto a la seguridad, a la vez que favorecen el aburrimiento ante la pers-
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requiere un estudio más profundo de la situación de las mujeres en la fuerza laboral y del efecto del empleo femenino sobre la segregación conyugal y de sexos, tanto directa como, quizá, indirectamente, al afectar éstos y resultar afectados por la configuración de la red. Entonces, para tratar de explicar la densidad de la red total, la densidad de las redes de la familia, y la segregación general de sexos, utilizaría estos cuatro factores como punto de partida: movilidad geográfica del vecindario y la red; competencia ocupacional en el vecindario y en la red; diversidad profesional del vecindario y de la red, y, por último, pérdida por parte de los hombres del exclusivo control económico_ b)
Variables directamente relevantes para la densidad de la red y la segregación conyugal
Gracias a los distintos estudios descritos arriba en el apartado A, y debido quizá, sobre todo, al de Christopher Tumer, tenemos ahora una idea completa de las variables relacionadas con la densidad de la red y con la segregación conyugal. Son éstas: ocupación; movilidad geográfica; movilidad social; fact0res ecológicos; subcultura y grupo étnico; educación; fase del ciclo individual y familiar, y diferentes grupos de referencia basados en los anteriores factores.
En cada caso, habría que estudiar el efecto que tiene cada variable, no sólo sobre las redes de las familias, sino también, pectiva de un trabajo y de una pareja permanentes. El conocimiento de que la Seguridad Social mantendrá a la 1nujer hace más fácil abandonar el hogar; no obstante, todo indica que los hombres lo abandonarían en cualquier caso, aunque el gobierno no interviniera. Miller no dice cómo puede cambiarse esta situación, si bien es muy crítico con respecto a la inseguridad de los programas contra la pobreza de los años sesenta (Miller, 1969)_
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directamente, sobre la segregación conyugal. Esto supone un cambio respecto a mi posición de 1957, ya que entonces estaba poco dispuesta a admitir que hubiese algo capaz de influir en la segregación si no era a través de su efecto sobre la red de la familia. Cada una de las variables citadas es, de hecho, extremadamente compleja, y sería necesario un estudio empírico de considerables dimensiones para describir cuáles son los aspectos más relevantes de las mismas. Es fácil que muchos de los aspectos de la ocupación sean pertinentes; por ejemplo: ¿la ocupación es «empresarial» o «burocrática»? (Daniel Miller y Guy Swanson, 1958). ¿Exige o fomenta la cooperación entre los compañeros de trabajo?, ¿y entre los miembros de la red familiar?, ¿y en la red de parientes? ¿Favorece la solidaridad de los compañeros de trabajo frente a algún otro grupo externo? ¿Instiga la competencia entre los compañeros de trabajo? ¿Se trata de una carrera profesional? y, en el caso de que lo sea. ¿implica movilidad geográfica? (Los «espiralistas» de Watson y los «cosmopolitas» de Merton.) ¿Se trata de una ocupación segura? ¿Es aburrida o absorbente? ¿Se trata de algo que beneficia a la familia o puede ser considerada una excusa legítima para escapar de las obligaciones familiares? ¿Se puede compartir!, ¿se puede hablar de ella en casa?, ¿están al tanto de ella la mujer y los hijos? ¿Proporciona riqueza, prestigio?, ¿y ante quién? ¿Trabaja la esposa? y. en el caso de hacerlo, ¿!o hace por dinero? ¿Por dinero para la familia o para ella sola? ¿Trabaja por interés o como compensación frente a su marido? ¿Qué consecuencias tienen las actividades ocupacionales del marido y de la mujer en las relaciones con los parientes, los amigos, los vecinos y las asociaciones voluntarias? Y, al contrario, ¿qué consecuencias tienen los lazos de la red y la densidad de la red sobre !a carrera profesional? La movilidad geográfica influye seguramente en la relación conyugal principalmente de forma indirecta, al reducir la densidad de la red. Para ello, es preciso que se dé un cierto movimiento de población en el vecindario. por lo que este factor está relacionado de cerca con el siguiente; esto es, el ecológico. Se hace necesario saber el número de veces que cada familia se ha mudado de residencia; qué tipo de traslados tuvo, y
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cuántas veces se mudaron el marido y la esposa, por separado, antes de casarse. Pero incluso esta información, aparentemente «de hecho», no es tan clara como parece; cualquier pequeño traslado que se produzca desde una red muy cerrada y desde un vecindario familiar, puede tener un efecto sobre la familia mucho mayor que el que supondría la existencia de una gran cantidad de mudanzas para otra familia educada en la eventualidad de la movilidad geográfica. Tiene también importancia la información sobre los traslados de parientes y amigos. Hay que estudiar más determinadamente las consecuencias de la movilidad geográfica sobre los sectores reticulares de parientes, vecinos y amigos, tanto del marido y de la esposa, como los comunes y de la red total familiar. Debería estudiarse la movilidad geográfica en función de la ocupación. Los «espiralistas» de Watson (Watson, 1957) desarrollarán seguramente redes mucho menos unidas que los «burgueses» de equivalente status social. Como se indicó arriba, la clasificación de Watson presenta afinidades con la distinción de Merton entre cosmopolitas y locales (Merton, 1957), así como con la de Daniel Miller, entre burocráticos y empresariales. La movilidad social debe distinguirse conceptualmente de la movilidad geográfica, y estudiarse en relación con ella. Colín Bell (1969) ha dado los primeros pasos en esta dirección, pero no ha prestado suficiente atención a la forma de la red, ni a las relaciones conyugales, ni a otras variables semejantes. Sería instructivo examinar ambos tipos de movilidad en relación con el tipo de ocupación. Bajo la rúbrica general de «ecología» yo incluiría no solamente la estructura física del barrio, sino también la composición social del mismo: si aparenta disponer de «identidad comunal»; si es, o no, relativamente homogéneo en cuanto al nivel socioeconómico y/o a la ocupación; si es heterogéneo. Incluiría también información sobre las tasas de emigración e inmigración, así como sobre la cantidad de miembros de la red de cada familia que vivan en el barrio, en zonas próximas, en el centro y en otras zonas más distantes. Subculturas, clases sociales y grupos étnicos. Reconozco la existencia, por mi parte, de un sesgo general en favor de las 350
interpretaciones económicas y sociales en detrimento de las culturales. La explicación de las normas de comportamiento como resultado de diferencias culturales equivale a decir poco más que las culturas son diferentes porque son diferentes. De ahí que las descripciones de subculturas realizadas por W. Miller ( 1958), Gans (1962) y otros sólo cobran cierto sentido para mí cuando se presentan relacionadas con factores económicos y ocupacionales. No obstante, estoy más dispuesta ahora que en 1957 a reconocer que el determinismo social y económico también puede llegar a ser ingenuo. Dicho determinismo parte de la idea de que los valores económicos o políticos tienen prioridad, cosa que habría que precisar antes mediante un estudio empírico, y no darlo por supuesto a priori 8. Si queremos captar todas las complejidades observables de la segregación conyugal, hay que concederles la importancia debida, tanto a la situación cultural como a la social. Tan sólo en situaciones de cambio se ponen de relieve las discrepancias entre los antecedentes culturales y la situación social existente. Por ejemplo, las familias de clase obrera que han salido de una red muy unida se enfrentan con una situación para la que no están preparadas culturalmente. Es muy de suponer que la pareja se encuentre muy aislada, porque ninguno de los cónyuges ha aprendido a desarrollar y mantener relaciones fortuitas con extraños; asimismo es probable que noten su propia relación conyugal muy segregada, cuando lo que desearían sería una relación conjunta, debido a que su preparación cultural no incluía el conocimiento de cómo desarrollar relaciones conyugales conjuntas. En esta línea, Daniel Miller (comunicación personal) expone un modelo de familias de clase trabajadora con acusada segregación conyugal, que vivían en un aislamiento social casi total, después de haber cambiado de lugar de residencia. Sospecho que algunas de las parejas de acusada segregación conyugal y redes poco unidas, descritas por Barbara Harrell-Bond (1969), vivían asimismo en relativo aislamiento, después del traslado geográfico. Quizá 8
Esta es una de las dificultades que encuentro en la concisa y brillante exposición de Barth (1966) sobre los modelos generativos: ¿Cómo se identifican los «valores» relevantes? ¿Ha de aceptarse lo que dicen los informantes, o se han de inferir los valores a partir de su conducta? ¿O se han de tener en cuenta ambas cosas'?
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los trabajadores «autónomos» estudiados por Goldthorpe y Lockwood ( 1963) estaban también aislados y segregados, aunque la «orientación hacia el hogar» denota un posible desarrollo de, al menos, algunos aspectos de la relación conjunta. También sería instructivo estudiar lo que ocurre cuando las familias con expectativas culturales de relación conyugal conjunta y de redes poco unidas, cambian a una situación en la que las redes se estrechan. Uno de estos casos sería el de los profesores de clase medfa, que se trasladan a determinada ciudad universitaria. ¿Tienden las redes más unidas a reafirmar en la pareja el acuerdo sobre las normas preexistentes de relación conyugal conjunta, o, por el contrario, tienden a cambiar el contenido de las mismas hacia una mayor segregación? O bien ¿permanecen las normas conjuntas en la teoría, mientras que en la práctica la conducta se hace segregada? Podría ser útil también estudiar otras situaciones con probable inclinación a que las redes se aprieten: destacamentos del ejército; poblados de empresa; fundaciones para investigadores especiales. etc. Todas estas situaciones son estructuralmente semejantes, pero diferentes en lo cultural, a las situaciones comunes tribales, rurales o de asentamientos de clase obrera, en las que se encuentran habitualmente redes muy unidas y relaciones conyugales segregadas. Ciertamente. una cosa que suele acaecer en situaciones de cambio es que las personas acaban dándose perfecta cuenta de normas y comportamientos anteriormente implícitos. Este aumento de sensibilidad va acompañado de una elevación en la utilización de las familias de orientación y de los vecindarios de orientación como grupos de referencia, lo cual supone ya un primer paso en la evaluación del cambio y en la elaboración de algún tipo de adaptación al mismo. Daniel Miller señala provisionalmente otro tipo de constelación familiar que, eu su opinión, se ve condicionada más por el origen del marido que por la situación actuaí de la familia. Se trata de familias de clase media con redes amplias y poco unidas en las que ni el marido ni la esposa se encuentran muy comprometidos emocionalmente. La segregación conyugal es muy variable, y no parece depender de la configuración de la red. sino del comportamiento conyugal del padre del marido, del que la familia suele tomar ejemplo. Pese a tanta información, me gustaría saber aún más sobre la ocupación, en función de la movilidad geográfica y la social.
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La educación ini1uye en las relaciones conyugales tanto directamente, a través de la enseñanza explícita e implícita de una ética apropiada a las relaciones conjuntas. como indirectamente, a través de su efecto sobre las redes. Ya he tratado antes estos dos tipos de influencia. Etapas del ciclo individual y familiar. Tanto la configuración de la red como la segregación conyugal pasan por sucesivas etapas. Es difícil estudiar tales etapas porque se confunden fácilmente con el cambio social en general. Así, por ejemplo, era común afirmar que las relaciones conyugales, en general, se estaban volviendo cada vez más conjuntas (Young y Willmott, 1957; Rosser y Harris, 1965; Gorer, 1970). Contrariamente, sin embargo, algunos trabajos inéditos de Turner indican que mientras los cambios de normas pueden llegar a ser muy considerables, los de comportamiento son leves. La investigación sobre la crisis de la familia ha contribuido a aclarar la naturaleza de las etapas del ciclo (Caplan. 1969 y 1964; Rhona Rapoport, 1963). He descrito anteriormente algunos de los probables cambios que, en mi opinión, se producen en la amistad y en la relación de ésta con los lazos entre marido y mujer, en el cambio que se efectúa desde la adolescencia hasta las primeras etapas del matrimonio. La investigación de Jane Hube11 debería clarificar el papel que desempeñan los parientes durante el cambio de etapa, desde la pareja sin hijos a la familia con hijos. Los estudios de Peter Townsend han ayudado a clarificar el papel de los parientes con relación a los ancianos. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo que hacer en lo que respecta a la comparación de los diferentes tipos de estudios y a su generalización posterior. Grupos de referencia. Todas las variables tratadas aquí son seguramente susceptibles de utilización por parte de las familias como puntos de referencia para cualquier propósito. Ya he descrito anteriormente el frecuente uso que se hace de las familias y de los vecindarios de orientación. Trato los grupos de referencia más ampliamente en el texto, en los capítuios V y VI.
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e)
Diseño de la investigación
¿Cómo empieza uno a estudiar un campo de tal complejidad? El método antropológico básicamente consiste en hacer un revoltijo con un conjunto de variables y con algo de información, en condiciones de gran incertidumbre. con la esperanza de descubrir con el tiempo relaciones en las que no se había pensado hasta entonces. Se trata de un método bastante diferente del que consiste en empezar con la formulación de una hipótesis que luego hay que validar. Creo que hay que utilizar ambos métodos: primero, el cualitativo; luego el cuantitativo; a continuación, otra vez, el cualitativo, hasta que las cosas estén formuladas claramente. Esto es, en efecto, lo que ha sucedido en el campo de las familias y de la red. La hipótesis de roles conyugales/redes sociales fue formulada como el último paso de un estudio cualitativo antropológico. Desde entonces ha sido tantas veces «contrastada» como utilizada cualitativamente. Está claro ahora que se necesita una investigación más a fondo sobre familias con redes de tipo medio y con redes poco unidas. Creo que sería de gran utilidad continuar durante un tiempo examinando cualitativamente todas las variables, relacionando unas con oteas para cada caso particular, con la esperanza de que empiecen a aparecer modelos de relaciones entre las variables (esto es lo que está haciendo Daniel Miller en su trabajo actual sobre las relaciones internas y externas de familias londinenses). En teoría, tal estudio cualitativo debería conducir a hipótesis contrastables. La misma persona que elaboró las hipótesis cualitativas y los conceptos correspondientes debería, en lo posible, elaborar también los métodos para cuantificar tales conceptos. Es difícil hacer operativos los conceptos en este campo. Zelditch (1964) habla de la virtual inconmensurabilidad del «poder» conyugal. Plall (1969) y Harrell-Bond (1969) exponen algunas de las dificultades de medir la segregación conyugal. En ambos casos se trata de lo que para mí es un asunto de especial importancia; a saber, que la segregación conyugal no es unidimensional. Además, tanto las normas como la conducta tienen importancia, y -añadiría yo- lo más importante de todo es su mutua relación. Por medio de algunas entrevistas, podemos obtener una idea bastante aproximada de las normas implícitas de conducta conyugal y paternofi354
lial de una familia determinada. Pero no creo que se pueda diseñar un cuestionario que permita obtener información de forma tan perfecta y sutil. Además, las mediciones conduc1ua!es de segregación conyugal, o más bien las respuestas de los informantes a las preguntas acerca de su conducta, seguramente son inadecuadas porque no se puede prever la relación entre conducta y normas, y menos en situaciones de cambio social. Estoy de acuerdo con Platt en que, en ciertas situaciones, la mejor estrategia investigadora puede ser confiar en medidas subjetivas, poco precisas, aunque ello implique la acusación de ser «acientífico». En cuanto a la densidad de la red, Turner (1967) ha sido realmente el único que ha intentado medirla de un modo semejante al mío. Los demás estudios fijan de forma arbitraría el número de personas de la red (Udry y Hall, 1965; Aldous y Straus, 1966, y Nelson, 1966). Puede que exista un auténtico dilema: o escoger métodos subjetivos que no admiten la posibilidad de repetición o elegir métodos cuantitativos que no consideren las variables cruciales. No creo que haya llegado todavía el momento de tal elección. Mientras tanto, espero que los investigadores que trabajan en este campo seleccionen los métodos en función de su adecuación a los problemas conceptuales y empíricos, y que no escojan, por el contrario, los problemas según puedan solucionarlos, o no, con los métodos existentes. Además del estudio cualitativo y el cuantitativo subsiguiente de las variables mencionadas arriba, podrían plantearse o\ros tipos diferentes de estudios para comparar tipos de familia y precisar de esta forma variables concretas. Famiüas de clase alta. Lo curioso del caso es que se pueden
encontrar con facilidad redes sociales muy unidas entre los aristócratas, y entre los políticos y hombres de negocios de clase alta, sobre todo en el sector de parientes, y con lazos de propiedad y de influencia y poder político potencial. No obstante, me imagino que las relaciones conyugales serán conjuntas, y la segregación de sexos relativamente leve, de modo que lo que habría que estudiar preferentemente serían aquellos factores relacionados con el mantenimiento de los intereses comunes. Redes, normas y matrimonio en ciudades universitarias. Los estudios de ciudades universitarias aclararían si existe. o no,
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una conexión intrínseca entre la elevada densidad reticular y l;1s normas conyugales segregadas. Como he sugerido antes, en las ciudades univcrsitarü1s las normas conyugales son presumiblemente conjuntas, pero la densidad de la red probablemente sea alta. Las redes están formadas principalmente por amigos y compa1leros de trabajo, más que por parientes. Además, lo más seguro es que las redes sean «unidireccionales», o «Simples» más que «múltiples» (Gluckman, 1955b). A partir de esto, se puede establecer un curioso contraste entre redes densas y múltiples propias de zonas de asentamiento de clase obrera, y redes densas y simples propias de ciudades universitarias. El conocimiento personal de tales ciudades sugiere que, detrás de la fachada de «relación conjunta», el tiempo libre suele pasarse separadamente, con las mujeres más bien molestas por la situación y los maridos sintiéndose culpables pero disfrutando de ella. El movimiento de población de la comunidad académica, así como la persistente importancia de las relaciones de cada familia con los parientes, compañeros de trabajo, instituciones y amigos de fuera de la comunidad local, impiden el desarrollo de un modelo auténtico de alta densidad de la red y acusada segregación conyugal. Estudios de un grupo étnico en distintas situaciones. El objetivo en este caso seria desligar la subcultura étnica de la situación social y económica inmediata, y relacionar tal subcultura con los roles conyugales y las redes sociales. Sería instructivo estudiar a meridionales italianos en Italia, en EE.UU., en Canadá y en Gran Bretaña. Se podrian hacer estudios comparativos semejantes con familias irlandesas, judías, de las Antillas, africanas, indias y pakistaníes, en sus respectivas comunidades de origen y en los diferentes países de adopción. Tipo de ocupación y movilidad geográfica. Los datos a nuestra disposición indican que los «empresarios» mantienen relaciones segregadas entre padres e hijos (D. Miller y G. Swanson, 1958). Sin embargo, también puede suponerse que los «empresarios» sean geográficamente estables y vivan en redes locales más unidas que los «burócratas», de parecido status socioeconómico. Por ello sería muy útil comparar a los «empresarios» geográficamente estables (los «burgueses» de Watson, 1957) con los «empresarios» geográficamente móvi-
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les, para observar si la segregación conyugal y la paterno-filial están más relacionadas con la configuración de la red 0 con la ocupación y las exigencias conyugales y caracterológicas que ésta demanda. Asimismo, sería fructífero comparar a los «empresarios» con movilidad geográfica con los «burócratas» también geográficamente móviles, así como a los «empresarios» y «burócratas» sin movilidad geográfica entre sí. Movilidad geográfica y social. He señalado anteriormente
algunos estudios comparativos al tratar de la movilidad geográfica y social. Familias desarraigadas. Sería estimable ir más allá del trabajo de Youngy Willmott(l957), y del de Harrell-Bond (1969), sobre las familias desarraigadas, para comprender lo que sucede una vez que se han recuperado del trauma inicial. ¿Llegan a desarrollar hábitos de sociabilidad general, y una cultura apropiada para establecer relaciones conyugales conjuntas, o esto no ocurre hasta la siguiente generación? ¿Se dan, por el contrario, resultados variables? Si es así, ¿qué factores influyen en tales variaciones? Excepciones. En cualquier estudio, yo prestaría especial atención a los casos negativos, ya que hay muchas posibilidades de que indiquen qué variables son cruciales y cómo operan. Fallding (1961) y Rosser y Harris (1965) señalan casos de familias con roles conyugales conjuntos y que vivían en redes muy unidas, aunque Turner (i 967) solamente encontró ocho de tales familias de las 115 estudiadas. Supongo que una situación formada por relaciones conyugales conjuntas y redes muy unidas de amigos es muy corriente, aunque de corta duración, entre parejas jóvenes; sobre todo en el caso de u:-ia situación de grupo como la universitaria. Puede darse también, en menor medida, en zonas de clase media relativamente homogéneas, como, por ejemplo, Woodford (Willmott y Young, 1960) o las barriadas estudiadas por Colin Bel! (Bell, 1969). La combinación de redes poco unidas con roles conyugales segregados ocurre con bastante frecuencia, y requiere un estudio más profundo. Turner(l967) encontró solamente cuatro parejas de este tipo entre las 115 que estudió; Harrell-Bond
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(1969) y D. Miller dan noticia de la existencia real de este modelo de familia. Quizá, el factor crucial que explique esta situación sea el aislamiento, más que la débil unión de la red. En resumen, la hipótesis original se mantiene para los casos en los que la densidad reticular es alta, situación que se encuentra típicamente ligada a un grado acusado de segregación conyugal, tanto en las normas como en la conducta efectiva. Ahora bien, la relación entre redes y roles conyugales se vuelve impredecible y variable cuando nos movemos fuera del ámbito de las familias que viven en redes muy unidas. He sugerido ya otras formas de estudiar más a fondo esta relación. También he descrito métodos para representar las redes, junto con un análisis del papel que desempeñan los respectivos parientes y amigos a la hora de unir o dividir las familias. !l.
NUEVOS DESARROLLOS EN EL ESTUDIO DE LAS REDES SOCIALES
La idea de utilizar el concepto de red de forma sistemática más que metafórica se debe a John Barnes, que la desarrolló en su análisis de una alde2 noruega de pescadores (Barnes, 1964). Los datos empíricos recogidos podrían haberse analizado, al menos parcialmente, con los conceptos habituales de «campo» y «grupo corporado», pero él desarrolló la idea de red para ayudarse en el análisis de lo que llamó el «tercer campo» (sin nombre), formado por el parentesco, la amistad y la clase social, y al que no se podía aplicar el concepto de grupo corporado. Puso en claro que, para la ampliación del sentido del término red, se apoyaba en el sentido metafórico que Radcliffe-Brown (1940) dio al mismo, así como en la idea de Fortes de que los lazos de parentesco y de 2finidad proporcionan una «trama» que une los grupos descendientes unilineales (Fortes, 1940). Supe que la idea de red era necesaria porque los conceptos conocidos de grupo y de grupo corporado de la antropología tradicional no se adecuaban por completo a los datos de campo que yo manejaba. Las familias investigadas no vivían en grupos. «Vivían» en redes, si se puede utilizar la expresión vivir en para describir la situación de estar en contacto con un 358
conjunto de personas y organizaciones, algunas de las cuales están en contacto entre sí, y otras no. Esto último me llevó a cómo se relacionaban las diferencias en los tipos de red y las diferencias en la organización interna de las familias. A partir de 1957 se ha hecho un importante número de investigaciones sobre las redes, especialmente en Gran Bretaña. Me ocuparé, en primer lugar, de la historia del concepto a partir de 1957 en EE.UU. y en Gran Bretaña. Posteriormente, trataré de la proliferación de términos. Por último, pasaré a tratar la posición que ocupa el concepto en cuestión en la teoría sociológica y los usos que se le han dado. A) l.
HISTORIA DEL CONCEPTO DE RED A PARTIR DE 1957 Historia del concepto en los
E~tados
Unidos
El concepto de red en los EE.UU., todavía en 1970, no estaba sociológicamente de moda, incluso aunque parezcan darse todos los requisitos necesarios para la adopción. Existe una viva tradición de investigación experimental sobre grupos pequeños y sus canales de comunicación; hay muchos estudios de canales de difusión y comunicación (resumidos parcialmente por E. Katz, Levin y Hamilton, 1963, y por Mitchell, 1969); se dispone de un amplio corpus bibliográfico sobre la teoría de grafos (resumida por Bames, l 969b, y Mitchell, 1969); existen muchos estudios mediante cuestionario sobre parentesco (a los que me he referido anteriormente); algunos estudios sobre la amistad (Lazarsfeld y Merton, 1954; Eisenstadt, 1956; Y. Cohen, 1961; Bates y Babchuk, 1961; Babchuk y Bates, 1963; Sutcliffe y Crabbe, 1963; Adams, 1967a), y unos cuantos en los que se estudian las relaciones con los vecinos, amigos y parientes (Axelrod, 1956; W. Bell y Boat, 1956-1957; Wilensky, 1961; Adams, 1967a, y Litwak y Szelenyi, 1969). Pero hasta donde me ha sido dado conocer, solamente F. Katz (1958 y 1966), Cohen y Marriott (1958), Hammer (1963-1964), Jay (1964) y Adams (1967a) han trabajado explícitamente sobre las redes sociales, utilizando este mismo término. Lesser (1961) hace hincapié en un tema muy relacionado; a saber, que para que se dé la difusión, tienen que existir «relaciones estructurales entre sociedades», si bien él relaciona esto con el uso que hace Bames del término «campo» y no con la idea de 359
red. De estos diferentes autores, solamente Katz (1966) y Jay ( 1964) parecen darse cuenta por completo del alcance de los estudios desarrollados por los británicos; y ello a pesar de que Jay me parece que aumenta la confusión existente al trastocar los significados que Bames había asignado a los términos campo y red. Este relativo olvido de la idea de red se explica aún menos teniendo en cuenta que, ya en 1955, Caplow redactó un breve análisis sobre redes que, aunque de contenido teórico, era aplicable a situaciones de campo; utilizó la palabra «medio» (ambience) en vez de «red» (network). Describió muchas de las propiedades de las redes (tamaño, densidad, articulación, elasticidad, duración y homogeneidad). Clasificó las redes de acuerdo con el origen del contacto; esto es, el lugar de residencia, el trabajo o la asociación voluntaria. Comparó la imbricación de estos sectores de la red en las sociedades primitivas con la separación de los mismos en las sociedades complejas. Por aquel tiempo, ninguno de los investigadores británicos -incluida yo misma- ni de los americanos que trabajaban sobre el parentesco y otros temas relacionados se dio cuenta del valor que el trabajo de Caplow tenía para el desarrollo del propio (Caplow, 1955). Más recientemente, otro sociólogo norteamericano, Charles Kadushin, ha trabajado perspicazmente sobre redes, o más bien sobre un concepto estrechamente relacionado: el de «círculo social» (social circle); por supuesto, sin captar la importancia que tenía para su propio trabajo el de los antro~ pólogos sociales británicos. Tampoco los antropólogos socia~ les britinicos sabían nada del trabajo de éste, quizá debido al uso del término «círculo social», en vez del término fred (Kadushin, 1966 y 1968). Su trabajo tiene especial importari'cia para el estudio de las «redes totales»; esto es, las redes que no se definen a partir de la selección de una persona o grupo particular, en cuanto punto focal o «ego». Kadushin se refiere al cúmulo de interacciones, que se basan y contribuyen.'a hacer surgir intereses comunes relacionados con objetivos culturales, poder e influencia. Concede mayor importancia que los investigadores británicos al hecho de que las redes (los «círculos sociales») existen en cuanto que sus miembros com~ parten. realmente o en potencia, intereses comunes. Parte de esos intereses comunes y, luego, trata de localizar las personas comprometidas con ellos, mientras que la mayor parte de los
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investigadores británicos empiezan por las personas; bien con personas concretas que ya están relacionadas entre sí permanentemente, bien con personas incluidas en una situación social determinada. Parece inevitable que los estudios sobre parentesco y amistad en los EE.UU., así como el trabajo conceptual de Katz, Kadushin y Adams. conduzcan a la realización de mayor número de estudios sobre los modelos generales de las relaciones formales e informales, y a una mejor conceptualización de la idea de red. Además, si bien. como hemos dicho, los antropólogos norteamericanos no han adoptado con mucha prisa la idea de red, al menos un estudio reciente hace uso del mismo en el análisis de la cooperación ceremonial de los navajos: La noción de «grupo», definido en térn1inos de uno o más de
estos atributos, y utilizado como una herramienta analítica, no caracteriza adecuadamente las formas de organización de las activi-
dades entre los navajos . ... La organización social de los navajos. más allá del grupo doméstico, tiene las propiedades más bien de una red que de un sistema de grupos amplios corporados (Lamphere, 1970, pág. 40). 2.
Historia del concepto de red entre los antropólogos sociales británicos
Cuando utilizamos por primera vez la idea de red, no creo que, ni John Bames ( 1954) ni yo misma, nos diéramos cuenta de que acabaría poniéndose de moda en la antropología social británica. El hecho de que nuestro trabajo haya sido reconocido y utilizado por otros antropólogos británicos fue debido, al menos al principio, a la influencia de Max Gluckman, puesto que nadie que trabajara en antropología en Mánchester, a partir de 1955, pudo ser ignorante de la idea de red. De hecho, fue precisamente durante su estancia en la Universidad de Mánchester cuando Bames desarrolló originalmente dicha idea; asimismo. el seminario de Max Gluckman me fue muy útil a mí misma. Como escribió Clyde Mitchell en la dedicatoria de su último libro (1969), Max Gluckman es el «punto de arranque de nuestra red». Sin embargo, fue el propio Mitchell el que propuso utilizar la idea de red en situaciones muy diversas, especialmente en África, mientras estaba en el University College de Rodesia y Niasalandia. 361
En 1961, Epstein reelaboró algunos de sus propios materiales de campo recogidos en una situación urbana africana, lo que lo condujo a establecer una útil distinción en las redes de cada individuo entre el bloque «efectivo», muy unido, y el bloque «no efectivo», poco unido. Según este análisis, las normas y los valores de la vida urbana se clarifican, se redefinen y se reafirman a través del comadreo entre las personas del bloque «efectivo» de las redes de la élite urbana; de ahí, las normas se filtran hasta llegar a las personas que pertenecen a la parte «no efectiva» y extensa de la red, pudiendo alcanzar, por último, a los ajenos a la élite (Epstein, 1961y1969). Mientras tanto. Philip Mayer y su colega encontraban útil el concepto de red para analizar las diferentes respuestas de los xhosa «rojos» y los xhosa «escuela» ante la experiencia urbana (P. Mayer, 1961, 1962 y 1964; Pauw, 1963). Por la misma época, Southall empleaba la misma idea para ordenar algunos de sus datos de campo referentes a un suburbio de Kampala (Southall, 1961 ). Entonces aparecieron los estudios de Adrian Mayer sobre las campañas electorales en la India, y su desarrollo de la idea de «conjunto de acción» (action-set) -un grupo efímero reclutado a través de diferentes canales para alcanzar algún fin inmediato (A. Mayer. 1962, 1963 y 1966). Por la misma época, Srinivas y Bét~ille redactaron un breve artículo sobre la utilidad del concepto de red para el análisis de sociedades complejas en proceso de rápidos cambios, tales como la India, donde se están produciendo alteraciones de los límites de los grupos tradicionales, y donde los individuos y los grupos de las aldeas se relacionan con individuos y organizaciones externas a través de redes. Srinivas y Béteille señalan que las redes tienden a debilitar su unión en la India (Srinivas y Béteille, 1964). También observan que las redes existen en todas las sociedades. Barnes insiste asimismo en este punto, que constituye una parte intrínseca de su definición de red; me critica con razón (1969a) por un comentario poco meditado que hice en un artículo muy conocido (Bott, 1964, pág. 103), en el que daba a entender que las redes son una característica exclusiva de las sociedades urbanizadas. Al igual que Barnes y Srinivas, también mantengo en mis momentos más lúcidos que las redes sociales existen en todas las sociedades. Por el mismo tiempo, Ronald Frankenberg utilizaba la idea de configuración de la red. junto con los conceptos de 362
clase, status, rol y «redundancia social». para analizar los procesos de urbanización (Frankenberg, 1966). En J964 Boisscvain publicó un breve análisis sobre facciones y partidos políticos en una aldea maltesa; posteriormente. en 1968, aportó un desarrollo conceptual importante: el tratamiento de las redes personales como la matriz social general, en la que se pueden diferenciar. en determinadas condiciones, diversas formas de cuasi grupo, de grupo y de grupo corporado. En términos generales, encuentro esta formulación de gran utilidad, aunque Lucy Mair la somete a una aguda crítica (Mair, 1969). En 1966 Wolfescríbió un artículo en el que hacía uso del concepto de red, aunque no del término. Se refiere a «conjuntos interprofesionales suplementarios» en diferentes tipos de sociedad compleja, y examina la importancia de tales conjuntos en el establecimiento de relaciones entre grupos corporados y estructuras institucionales. Examina asimismo los diferentes tipos de amistad debidos a la existencia, o no, de grupos de parientes corporados. Philpott (1968) estudia las redes de inmigrantes de la isla de Montserrat a Gran Bretaña, y relaciona la densidad y exclusividad de sus redes con el cumplimiento de las obligaciones financieras y sociales respecto a los parientes que han dejado atrás. Arnold ( 1969) hace un resumen global del uso del concepto de red en el estudio de sociedades complejas. Bajo la égida de Clyde Mitchell, un grupo de antropólogos que trabajaban en Zambia y Rodesia -la mayor parte de ellos en ciudades- empezó a utilizar la idea de red para ordenar su complejo materia! (Mitchell, 1966). Algunos de estos estudios se incluyen en el libro Social Networks in Urban Situatíons (1969), editado por Mitchell, y para el que escribió un capítulo de teoría general, relacionando los estudios empíricos de redes con las teoría de grafos. Wheeldon (1969) analiza un reto al liderazgo de una asociación voluntaria en una comunidad euroafricana -muy evocadora de la política propia de departamentos universitarios y de sociedades instruidas. Kapferer (1969) pasa revista a una discusión entre obreros sobre el trabajo, y muestra cómo cada obrero buscaba apoyo en favor de sus argumentos. Boswell (1969) describe los conjuntos de acción (action-sets) que se habían formado con motivo de tres funerales en Lusaka. Harries-Jones (1969) pone de manifiesto cómo se utilizaron los lazos de origen rural 363
común. de parentesco y de proximidad. para establecer la delegación local de un partido político en una ciudad de la región de Copperbelt y de qué forma los diferentes líderes políticos comprometidos movilizan los conjuntos de acción para sus propósitos particulares. B)
PROLIFERACIÓN DE TÉRMINOS Y DE DEFINICIONES SOBRE EL CONCEPTO DE RED
El concepto de red ha sido estudiado en diferentes tipos de estudios empíricos. y las definiciones utilizadas, así como la importancia concedida. varían considerablemente de un estudio a otro. Cuando se observa el lenguaje empleado -red total; red personal; red egocéntrica; conjunto; conjunto de acción; retícula; cuasi grupo; campo; estrella; zona; comunidad personal; ambiente; círculo social; facción; partido; pandilla; agrupación, grupo y grupo corporado- se siente uno al borde del desastre terminológico, si no también conceptual. Intentaré. primero, resumir los principales significados actuales. En la siguiente sección. estudio las situaciones de campo en las que se han desarrollado tales ténninos, con el objetivo de descubrir las preocupaciones generales -los genotipos, como si dijéramos-, que desde mi punto de vista subyacen en el desorden fenotípico. Primero, el término red continúa usándose a veces metafóricamente, como lo hizo Radcliffe-Brown (1940). En un artículo reciente, Yehudi Cohen lo utiliza en un sentido muy vago, para dar a entender virtualmente cualquier tipo de entidad social (Cohen. 1969). Me parece que este sentido es muy confuso. Segundo. se utiliza el término red en el sentido de red total de Barnes (Barnes, J969a, pág. 56). aunque éste lo define igual que el diccionario de Oxford: «cadena o sistema imerconectado de cosas inmateriales». Después continúa: ... sea lo que sea, se trata de un primer nivel de abstracción de la realidad, y contiene toda la información posible sobre la vida social global de la comunidad a la que corresponde. Llamo a esto red total... (Barnes. l 969a. pág. 56). Por «red parcial» entiendo cualquier aspecto de la red total basado en algún criterio aplicable a toda esta red global (Bames. l 969a. pág. 57).
364
A continuación pone ejemplos: la trama cognaticia del parentesco: las redes del matrimonio; redes políticas. redes religiosas. Y sigue: ... me parece preferible utilizar el término «red» sólo cuando se
aplica a algún tipo de campo social, ya que ha habido mucha confusión sobre Jos aspectos egocéntricos y sociocéntricos pertenecientes a la red total. En el sentido en el que yo lo uso. no se puede hablar de
red egocéntrica. y propondré términos especiales para los aspectos egocéntricos o para las propiedades de la red (l 969a. pág. 57). Yo misma empleo también el término de red en este sentido global. al igual que lo hacen Adrian Mayer (1962 y 1966). Srinivas y Béteille (1964) y Frankenberg (1966) 9• En su tercera acepción, se define la red como todas o algunas de las unidades sociales (individuos y grupos) con las que un individuo. o un grupo concreto, está en contacto. Mitchell (1969) llama a esto red «personal» o «egocéntrica». Yo utilizo también el término red es este sentido, así como en el más general de «red total»; lo mismo hacen Epstein (1961y1969), Boissevain (1968), Wheeldon (1969), Harries-Jones (1969), Adams (1967a) Katz (1966): en realidad, todos, excepto Barnes, que considera importante especificar este aspecto de la red total por medio de un término especial: estrella (Barnes, l 969a, págs. 58-60). Bames empleó asimismo el término «zona» (zone) para referirse al conjunto de todas las relaciones entre dos personas. cada una de las cuales es, bien el ego (la persona núcleo de la red), bien uno de los contactos del ego. En otras palabras, la «estrella» del ego está formada por las personas a las que conoce el ego, y la «zona» del ego es el conjunto de personas más sus interrelaciones. Bames distingue estrellas y zonas primarias (personas a las que el ego conoce directamente), secundarias (personas a las que el ego conoce a través de escalones intermedios). terciarias, cte. La mi:yoría de los autores no distinguen claramente entre estrella y zona. ni 9
En una reciente carta personaL dice Barncs que, debido a nuestro interés respectivo por problemas diferentes, utilizamos el término «red total» de forma también diferente. Escribe: «Usted distingue la red egocéntrica de la red total, de forma que la "total" viene a referirse al área social que se estudia ... Yo opongo la "'red total" y la ··red parcial" basándome en que la '"total", en mi opinión, se refiere a relaciones de todo tipo-parentesco, trabajo, ocio, política o cualquier cosa- y no sólo a relaciones de un solo tipo.»
365
conccrtualrncntc y 1r1ucho 1ncnos tcrrninológicatncnte. Estoy de acuerdo con Barncs en que es importante aclar;1r si se cstú hablando de~ una red totaL de un¡_¡ estrella o de una zona: pero n1c tcn10 que ya sea dcn1asiado tarde para introducir términos nuevos. Corno Mitchcll ( 1969). creo que el término red se ha encasillado demasiado en su sentido egocéntrico con10 para abandonarlo: este hecho. junto con los distintos significados que tiene la p<1labra estrella en el habla con1ún )''en socio1nctría, hace in1probablc que los términos de Barnes acaben siendo adoptados con facilidad. Mi propia solución consiste en utilizar la palabra red en los tres sentidos (red total. estrella y zona). y utilizar adjetivos para distinguir tales sentidos cuando sea necesario: por ejemplo. «red total» y «red personal». Sin embargo. no he encontrado un buen adje-
siquiera
tivo para distinguir «zona» de «estrella».
La proliferación terminológica no termina aquí, ya que algunos autores han utilizado otros términos en vez de «red personal»: Caplow la denominó «medio» (ambience) (Caplow, 1955): Ju les Henry la llama comunidad persono/ (Henry, 1958); Jay (1964) «campo» 'º (/ield): Adrian Mayer -si lo he entendido correctamente- llama a la red personal «conjunto» (set) (Mayer. 1966): Kapferer se reitere a ella corno «retícula» (reticu/um) (Kapferer. 1969). Ahora bien, el término red es aún el más comúnmente empleado. Como indico arriba, Barnes critica el uso que yo hago del término coneclividod y dice que la palabra correcta, de acuerdo con la teoría de grafos. es densidad, la cual acabo de adoptar (Mi única reserva reside en que el término «densidad>' connota, para mí, la iciea de la cantidad de personas que hay en un espacio dado, y no sugiere cuántas relaciones existen entre ellas. Espero que se trate de una connotación exclusivamente mía. no compartida por los demás autores que. como yo, tampoco son teóricos de los grafos). Barnes propone medir la densidad y los cúmulos de interaccione; por medio de la expresión de la cantidad de relaciones e(ectivas entre personas pertenecientes a un aspecto seleccionado de ld red. en proporción (expresada en porcentaje) a las relaciones totales posibles w Jay parece reservare! térnlino (
366
( Barncs. J 969h ). Ami juicio, este método podría ser muy útil si se aplicara de forma general. aunque el trahajo de campo necesario para llevarlo a cabo, por muy simple que sea la red. es desgraciadamente enorme. Adrian Mayer (l 966) introdujo el término «conjunto de acción» (action-set) (sugerido a su vez por P. H. Gulliver) para referirse a un conjunto temporal de personas. reclutadas a través de diferentes canales, con algún fin a corto plazo. Me parece que esta idea nos gusta a todos, así como el término que la expresa.Aunque Mayer no insiste en este punto, tal tipo de grupo ha recihido frecuentemente la denominación ele «agrupación» (groupin¿;). para descrihir, por ejemplo, reuniones temporales ele personas en funerales, o para construir casas, o en las faenas agrícolas, etc. El uso que hace Mayer del término «conjunto de acción» lihera al término «agrupación>> de cierta amhigüedad, de forma que ahora puede ser aplicado a colectividades que se encuentran en el límite entre grupo y categoría social (tales como la «familia extensa» en la sociedad británica; véase Rosser y Harris, 1965). Sin emhargo, y dado que Mayer habla luego de «conjuntos» en general y de «cuasigrupos», esta definición queda. a mi juicio. poco clara. ya que según él, evidentemente, los cuasigrupos surgen cuando se movilizan los mismos o muy similares conjuntos de acción en ocasiones sucesivas. Utiliza el término «núcleo» (core) para designar a los miembros más permanentes y próximos al ego. Un «núcleo» puede cristalizar en un grupo, o al menos, en una «pandilla» (A. Mayer, 1966). Creo que Maycr. quizá, limita demasiado sus términos a la experiencia electoral india, aunque su insistencia en los procesos de desarrollo es, en mi opinión, estimable. Considero que los términos utilizados por Boissevain tienen. quizá. mayor aplicabilidad (Boisscvain. 1968). Define la «red» (en el sentido, sin embargo, de red personal) como la matriz interacciona! general, de la que se pueden diferenciar lo que él llama «cuasigrupos» y «grupos»"- Piensa que «cuasigrupo» es un término genérico, aplicable a cualquier tipo de 11
Boisscvain indica que e! uso que hace de «cuasigrupo» es difCrcntc del de /\drian Maycr ( !966) (conjuntos de acción sucesivos) y de! de Pospisí! ( l 964. púgs. 34-37) (uniones ten1poralcs en beneficio de algún ego con1ún a :odos: .:sro es, conjuntos <.h.' acción). y tarnbién diferente del de C:iinsbcrg ( 1934, p
367
1 1
coaliciún rL·clutada ~l partir de un¡1 rc-d: puede ser un conjunto de acción_ una !~1cción. u11¿1 pandilla o el tipo de ;_1grupan1icnto denso descrito por I~arnes. aunque t~oisscvain no 1ncnciona cspccíllca1ncntc i...·sta zona de densidad interaccio11al intensificada. Si un cua)Ígrupo desarrolla una conciencia duradera de sí n1isn10 corno tal: si desarrolla rn0todos de rccluta1niento rutinarios.)'' norn1as co1nuncs. se ha convertido en grupo.
En la situación actuaL dudo mucho que se pueda adoptar un conjuntz) universal de derinicioncs. pz>r 1nuy claro y preciso que sea. La «red» sufre el destino de algunos otros conceptos büsicos de sociología, con10 los de «estatus» y «rol». Está siendo utilizado para tantos propósitos. que pasará bastante tiempo antes de que lleguemos a saber para qué es realmente más útiL Mientras tanto, propongo que nos conformemos con aguantar el cn1brollo. 1nantcniendo la esperanza de una posible clarificación del mismo. Al tiempo, esfuerzos como el de Mitchell ( 1969) y el de Barnes ( l 969a y l 969b) destinados a
enlazar la te0tia de redes. de base empírica, con la teOiia de grafos y la sociometría. pueden ponernos sobre aviso de las cosas que, de otra manera, podríamos perder. Tiene particular importancia el análisis de Mitchell de las propiedades morfo· lógicas ele las redes (anclaje, alcance, densidad y rango), así como de las propiedades interaccionales de las mismas (contenido, dirección. duración, intensidad y frecuencia de la interacción). Es probable que un trabajo empírico más profundo nos obligue a ser más precisos respecto a las formas generales que adoptan las redes. El tipo de estructura «en cadena», por ejemplo, produce efectos muy diferentes a los que produce el tipo ele «red egocéntrica» (la «estrella», según Baraes), en el que hay un ego focal que está, por definición, en contacto con cualquier miembro de la red. De hecho, hay algún peligro ele «reel-ología»; esto es, perderse en absurdos ejercicios clasificatorios. Pero si uno estú firmemente enraizado en los estudios empíricos de campo, parece poco probable una caída en juegos de tal clase. C)
LA POSJCICÍN DEL CONCEPTO DE RED EN LA TEORÍA SOC!OLÓGJCA
Para entender la posición del concepto de red es conveniente saber cuándo y por qué se adoptó tal idea. Creo que fue 368
adoptada porque parecía ofrecer una salida al estancamiento en el que aparentemente había caído la antropología social a llncs ele los años cincuenta. Los elegantes estudios de EvansPritchard. Fortcs. Gluckman. y de sus numerosos colegas y alumnos. habían ido minando profundamente la vena estructural funcional. El descontento estaba en el ambiente: ¿Qué hay del cambio social'I i,Qué es de las sociedades complejas'/ i.Qué ocurre con la variabilidad o la elección. y con el individuo con capacidad de elegir'/ i,Pór qué adherirse a modelos de equilibrio'! Firth (1954), Eisenstadt (1961) y otros autores tratan muchos de estos problemas. El método de «estudio de casos extensos» de Gluckman (Gl uckman, 1961 ), «el análisis situacional» de van Velsen (van Velsen, 1967) y «la historia sociológica» de Reader(Reader, 1964) sugieren nuevos enfoques y nuevos métodos. Barth (1966) y Boissevain (1968) denotan un alejamiento más radical del estructural funcionalismo tradicional; su método se basa en el concepto de individuo que interactúa, el cual, al intentar maximizar sus «valores». puede generar nuevas formas sociales. Pero éstas no son las únicas tendencias teóricas: el trabajo de Lévi-Strauss ha llamado la atención de diversos antropólogos sociales británicos. principalmente la de Edmund Lea ch. El enfoque etológico ha ido ganando adeptos, y los etólogos, tanto como los antropólogos «etológicos». presentan a veces sus descubrimientos en revistas de <1ntropología (cfr.• por ejemplo. Tiger y Fox, 1966; Freeman. 1966; Reynolds, 1966 y 1968; Fox, 1967. y Tiger, 1969). El análisis áe las formas de empleo del concepto de red indica, al menos para mí, que no se trata, en sí mismo, de un nuevo enfoque. Se puede utilizar -y así lo ha sido- en conjunción con cualquiera de las orientaciones conceptuales básicas de la antropología social. A mi juicio, se ha utilizado de tres formas diferentes: primera, como método de estudiar los vínculos sociales existentes dentto de la unidad básica de estudio; segunda, en el estudio de las relaciones entre sistema y entorno, y tercera, en los estudios de los procesos sociales y de generación de formas sociales. l.
Uw del concepto de red en el estudio de los vínculos en el imerior de comunidades locales y de categoría1· sociales
En su primer trabajo (1954). Bames utilizaba el concepto de red para definir las relaciones sociales de amistad. parentesco y 369
clase social en el «tercer can1po». Mús rccicntc1111.~ntc afirma (l969a) -corrcctan1cnte en n1i opinión- que las redes atraviesan tollos los can1pos sociales, incluyendo aquellos en los que operan los grupos corporados. Frankenberg. en un estudio comparativo de comunidades rurales y urbanas ( 1966). utiliza el concepto de red para analizar. entre otros. los procesos de urbanización. M. G. Smith (1965) utiliza un método para analizar«pandillas» de élite en li1 isla de Granada. como parte de un análisis complejo y meticuloso del fi.Indamento de la estratificación real y supuesta de la isla. El método de Kadushin de analizar los «círculos sociales» también tiene un universo concreto como foco de interés. con los «círculos sociales» emergiendo de tal universo. en cuyo interior resultan observados. Pero. en este caso. el universo de interés es una categoría social. no una comunidad local. En su primer trabajo. «The Friends ancl Supporters of Psychotherapy» (1966). se preocupa por seleccionar un conjunto ele personas que compartan aficiones. que tengan cadenas indirectas de interacción. y que no dispongan de iiclcrazgo ni ele estructura formal. Las personas fueron seleccionadas entre individuos que habían solicitado su ingreso en clínicas psicoanalíticas de Nueva York. Aparecieron dos círculos sociales importantes: el de los sofisticados desde el punto de vista psiquiátrico. y el de los sofisticados desde el punto de vista cultural (los que van al teatro y cosas por el estilo); «los amigos y defensores de la psicoterapia» podían encontrarse con bastante facilidad allá donde se produce la imbricación de los dos círculos. Su segundo artículo (1968) es más teórico y conceptual que empírico. Se refiere al poder y a otras nociones generales relativas a los círculos sociales. y explica a continuación los métodos para usar la idea de círculo social y el método para estudiar el poder y la int1uencia. Describe tres técnicas fundamentales, basadas en lo que llama «método sociométrico abierto», y relacionadas con una técnica «de bola de nieve». Según el método «de reputación», a determinados miembros de una élite. previamente seleccionados, se les ofrece una lista de personas pertenecientes a la misma. y se les pide que las clasifiquen y que añadan otras. a las que. a su vez. se les solicita una nueva clasificación. (Este método es muy semejante al utilizado por M. G. Smith. 1965.) En la técnica «de deci370
...;ión»_ se sigue el 1nismo proccdin1icnto básico~ pero se pide a los int(.)r1nantes <.1uc indiquen quién tUV(J que ver con alguna decisión o decisiones concretas. Por últin10. en el método «de posición», se pregunta a los infrJrn1antcs a quiénes de la
lista conocen.
He descrito algunos aspectos del método de Kadushin con cierto detalle porque. como él mismo da a entender, me parece útil para estudiar tanto los cúmulos dentro de las redes totales como las élites económicas y políticas de sociedades relativamente pequeñas. Sin embargo. Kadushin parece no darse cuenta, o al menos no hace mención de ello. ele la inmensa dificultad práctica de llevar a cabo este tipo de análisis en una sociedad real. en la que puede ser imposible ganar la conlianza de grupos opuestos. y mucho menos conseguir llegar a la élite. Seguramente, M. G. Smith conoce particularmente bien los pormenores de este tipo de problemas. Bames (1963) también examina alguna de las dificultades prácticas y sus implicaciones. En todos estos tipos de estudio, el foco de interés se encuentra en la forma en que las redes sociales unen y dividen a los individuos y a los grupos. dentro de un grupo local o de una categoría social. considerada ésta como unidad básica de estudio o. al menos. como unidad dentro de la cual tiene lugar el estudio. Debido a que el interés principal de los autores que estudian este tipo ele problemas se dirige a una categoría social o a una comunidad local en su conjunto. acaban utilizando el término red (o «círculo social». en el caso de Kadushin) en el sentido de red total. 2.
Uw del concepto de red en los estudios e/e las relaciones entre sisterna y entorno
Corrientemente. los antropólogos que enfocan los problemas desde este punto de vista utilizan la idea de red en sus dos sentidos: el de red total y el de red personal. Varia el «sistema» que identifican como asunto principal: a veces. se trata de un grupo local; otras. ele un tipo concreto de grupo dentro de una sociedad, como la familia en mi propio caso, y a veces. se trata de individuos. pero no en si mismos. sino en cuanto representativos ele alguna categoría social.
371
r
a)
Estudios que utilizan el concepto de red para analizar los vínculos entre un grupo o conjunto de grupos, así como los individuos que pertenecen a ellos, con grupos e individuos definidos con10 exteriores a la unidad estudiada
Cohen y Marriot (1958), Srivinas y Béteillc (1964) y Wolf ( 1966) utilizan la idea de red para enfrentarse con este tipo de problema. Es más, yo situaría mi propio trabajo en esta categoría, aunque el grupo por el que me interesé fue la familia, no una aldea ni una casta, y a pesar de que yo estaba más interesada que cualquiera de los autores citados arriba por el análisis del efecto de la forma de la red externa sobre las expectativas de rol dentro del grupo estudiado. En relación con ello, vale la pena indicar que, aunque muchos autores consideran al individuo como la unidad de la configuración de la red. otros indican específicamente que los grupos pueden ser las unidades de la red (Barnes, 1954; Jay, 1964; Poggie y Miller, 1969; Boissevain, 1968). Mitchell (1969, págs. 14-15) afirma que un grupo es, en sí mismo, una abstracción, y que «un vínculo que conecta un grupo con otro puede significar simplemente que los grupos_ en su conjunto, tienen algún tipo de relación recíproca». Estaría de acuerdo, pero me parece necesario estudiar el medio a través del cual los grupos establecen conexiones con otros grupos o individuos externos, a través de los lazos de las personas que los componen. Este es el hilo conductor que atraviesa de parte a parte el argumento de Familia y red social: la familia, como un todo, no está contenida dentro de ningún grupo más amplio, ni pertenece, en realidad, a nada, y en cuanto totalidad raramente establece relaciones con otros grupos. Ahora bien, la familia no está aislada, en el sentido de no tener relaciones externas de ningún tipo. Está ligada con otros individuos y grupos, pero a través de sus componentes individuales, y a través asin11smo de las relaciones mantenidas por el marido y la mujer como pareja. Igualmente, al estudiar las relaciones entre un hospital psiquiátrico y su entorno, descubrí que, si bien el hospital mantenía algunas relaciones eu cuanto grupo corporado, muchos de sus vínculos con el entorno consistían en lazos a través de personas que actuaban a título individuaL y no en calidad de representantes de tal hospital en cuanto grupo corporado. 372
b)
r:studios 4uc incluyen rcdt.•fínicioncs de giupo y entorno A
111i
juicio, los estudios de inigracioncs de I)hilip Maycr
(l%L 1962 y 1964). de Pauw (1963). de Philpott (1968) y. en cierta medida. d de Harries-Jones ( l 969). tratan de casos especiales de unión entre dos tipos diferentes de grupo y de situación social -el «hogar» rural y Ja «ciudad»-, y utilizan el concepto de red para explicar las diferentes respuestas a las posibilidades que presenta la siruación. En otras palabras. creo que estos estudios sobre migración son un caso especial del tipo más general citado arriba: esto es. del medio a través del cual unos grupos se unen a otros re nidos por «externos» al sistema estudiado. Ahora bien. en estos estudios sobre la migración. la definición de lo que es un grupo o el entorno cambia; el hogar de origen y la ciudad (o país extranjero) donde la gente emigra, son parte de un único sistema social. al menos durante un tiempo. Con fines analíticos, pueden considerarse como la unidad de estudio ranto el área urbana corno el círca ruraL o a1nbas a la vez.
c)
Estudios de difusión
Como observa Lesscr (1961 ). cualquier difusión requiere «relaciones pautadas» entre sociedades, entre grupos o entre los innovadores y los receptores. Pero raramente se hacen estudios que tomen en consideración la existencia de redes reales de reiaciones, ya existentes o en desarrollo. en el ámbito pertinente de actividad. En un estudio clásico, Colcman, Katz y Mendel (1957) mostraban que la posibilidad de que los médicos adoptaran un nuevo medicamento dependía de las redes de relaciones personales y profesionales de los mismos. Katz, Levin y Harnilton (i963) resumen la abundante bibliografía sobre cEfusión. Dan importancia al «l1ujo de comunicación», y hacen hincapié en que hay que considerar los canales interpersonales de comunicación corno partes de la estructura social: pero no utilizan de forma muy explícita el concepto de red. d)
Estudios sobre individuos en su entorno social
La mayoría de los estudios nortcan1ericanos sobre «grupos primarios» o sobre «comportamiento de grupos prima-
373
rios» analizan las relaciones de Jos individuos con su entorno de a1nigos, vecinos y parientes. Por lo coinún, los primeros
estudios examinaban cualquier tipo de relación informal (Axclrod, 1956; Bell y Boa l. 1956-1957). Más tarde. apareció un gran número de estudios sobre parentesco (referidos anteriormente). Últimamente. se han hecho intentos más sistemáticos de relacionar diferentes tipos de participación social informal entre sí. y a veces con modelos de trabajo y de carrera profesional (Wilensky, 1961; Adams. 1967a; Litwak y Szclenyi, 1969). En estos estudios normalmente no se da importancia a lo psicológico; esto cs. no se trata de comprender al individuo en sí. A veces, el centro de atención es la naturaleza de la interacción informal (la amistad o el parentesco. en sí). En muchos otros estudios, el interés se dirige a la clase social; a los individuos y su conducta en los grupos primarios informales se los estudia en cuanto representativos de la sociedad de «cuellos azules», o de la de clase media.
3.
u~·o del conce¡Jro ele red en los estuciios ele lo,"> ¡Jrocesos sociales y en la generación ele nuevas jOrrnas sociales
Estos estudios utilizan el concepto de red como parte de la explicación de los procesos sociales que mantienen el funcionamiento de los grupos en su situación normal, o conducen a la aparición de nuevas formas sociales y a la desaparición de las antiguas; todo ello sobre la base de las manipulaciones de los individuos que interaccionan. Los antropólogos sociales «convencionales» al hacer algunos estudios de este tipo, utilizando el método de estudio de casos extensos (especialmente Gluckman, 1961 y van Velsen, 1967), y lo que Reader (1964) llama «historia sociológica». acaban por verse comprometidos en el estudio de los procesos sociaks. Otros estudios, como los de Boissevain ( 1964 y 1968). se separan más abiertamente del enfoque estructural funcional. Estos investigadores adoptan la idea de que la unidad básica de estudio y de la sociedad es el individuo que interactúa. En su búsqueda de objetivos o valores. los individuos que interaccionan terminan por producir nuevas formas sociales (Barth, 1966).
374
a)
r:studios sobr(' el rccluta1ni('nto
de C<)njuntos de acción Adrian Maycr describe el funcionan1ícnlo de conjuntos de acción en una can1pai'ia elcctorctl en L1 India (A. Maycr. 1962. 1963 y 1966). Boswcll describe la movilización de personas
necesaria para llevar a cabo tres funerales (Boswc!L 1969). Barnes (1954) se refiere brevemente al reclutamiento de una serie ele tripulaciones de barcos de pesca, las cuales, al igual que otros conjuntos de acción, fueron reclutadas por diferentes canales, pero con especial atención a la preparación técnica
de los seleccionados: mientras se desarrollaba la pesca, el «conjunto de acción» funcionaba como grnpo eorporado. b)
Estudios sobre manipulaciones políticas en el interior de grupos
Ejemplos de este tipo de estudios son: el estudio de Wheeldon (1969) sobre una asociación voluntaria curoafricana: el estudio de Kapferer ( 1969) sobre una discusión en unos grandes almacenes, y algunos trabajos de Frankcnberg (1957) sobre desacuerdos ª'~crea del tiempo libre en Glynceiriog. Aunque las maquinaciones dentro del grupo constituyen el foco de interés principal. todos estos estudios analizan también diversos aspectos del entorno. Los autores que tratan este tipo de problemas suelen definir la red en el sentido egocéntrico, debido a que estudian la forma en que el individuo moviliza apoyos y dirige el coni1icto. e)
Estudios sobre la formación de cuasigrupos y de grupos a partir de redes sociales
Un ejemplo de este tipo de enfoque lo constituye la idea de Adrian Mayer de que los conjuntos de acción acaban convirtiéndose en otra realidad social más organizada (A. Mayer, 1966). Lo mismo ocurre con los estudios de Boissevain (1964 y 1968) sobre conjuntos de acción que se convierten en facciones y pandillas y, posteriormente, en grupos corporados.
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No hay nada revolucionario en h1 idea de red social. Se trata del tipo de concepto que puede utilizarse en cualquier marco conceptual de referencia. Ha sido utilizado en combinación con la teoría estructura! funcional tradicional; en el anú!isis de sociedades y grupos como sistemas abiertos, y en conjunción con el análisis situaciona!. la historia sociológica, y la elaboración de «modelos generativos». Lo que dicho conc.:pto puede aportar es una leve ampliación del repertorio conceptual. Quizá estemos viendo ya ahora cosas que m siquiera se nos hubiera ocurrido buscar antes de 1954.
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Índice temático
aburrimiento, de las amas de casa. 122, 128 actitudes inconscientes, 7 l, 150, 153, 163 aficiones compartidas, 129, 150, 152, 302, 358-359 agencias de contacto, 48-50 aislamiento, sentimiento de, por parte de las esposas, 122, 123, 128, 130 aislamiento, voluntario, 149, 150; social, 290, 335-336; de la familia nuclear, 260, 284 aldea maltesa, estudio de una, 361 alienación. 288 ambiente, véase ambiente social ambiente social, 287, 332, 371; auténtico. 201; relación de los grupos con el, 287, 288; resumen de las consecuencias d~l, 259 y s; como materia de investigación, 42; inmediato, 39, 8&, 95, 138, 139, 140; forma del, 39; fuerzas en el, 94; consecuencias del. 45; y conducta, 70 amigos comunes, 302 amigos, de familias en transición, 129; elección de los, 144; relaciones con vecinos y parientes, 88; de las familias de nivel profesional. 145; actitudes de los
Ncwbolt para con los, 105-107, 175; como referentes normativos, 245, 247 y s, 250; en la conectividad de la red, 95, 97, 132; vecinos como, 114, 125; comunes, 116, 117. 134; importancia de los, 87, 88: lazos económicos con los, 152, 153; actitudes de los hombres y !as mujeres hacia los, 105, 106 amistad, 301, 339 y ss; análisis sociológico de la 68-70; papel de la, en redes de clase media, 301, 302; y etapa del matrimonio, 340; en redes poco unidas, 340341; y parentesco, 321-322, 329, J35 y ss; e identidad, 339, 343; y la relación conyugal, 339, 343; propiedades fundamentales de la, 339-340; en la adolescencia, 342-343 análisis situacional, 367 anonimato de las parejas investigadas, 46, 53 ansiedad, 69, 72, 79, 85, 242 antropología, 16. 17, 155 antropología social, 16 aparición de formas sociales, 365, 369 y SS área local, deseable, 115; urbana, 138; como fuente de amigos,
399
123; e instituciones públicas, 114; y ocupación, l 13; como referencia norn1ativa, 248 y ss: los Ncwbolt y el, 104, 105, 107; nueva, 162; y conectividad de la red, 144, 153; homogénea, 152; grado de segregación y, 94 área local, véase también vecindario áreas de clase obrera, 125, 142, 176, 290 áreas urbanas, estudio de parentesco en las, 155, 293, 294 asistente social, 59 autoritarismo, masculino, 103, 192,297 ayuda mutua, 99, 110, 133, 161, 176, 300 y SS
barrio, véase área local y vecindario
bodas, actitudes hacia, de las esposas investigadas, 175, 176 «burgueses», 303, 307, 348, 354 «burócratas», 304, 354-355 California Public College, análisis de los padres de los alomnos, 314 campo, concepto de, 356, 357, 364 Caste and the Economic Frontier, 15 categoría social, 365n 11 choque cultural, 319 ciclo familiar, 329 círculos sociales, 358, 367-369 ciudades universitarias, redes en las, 353-354 clase media, y relaciones de roles conyugales, 290, 298-304 clases nocturnas, 127, 137 clase obrera urbana, 101, 102 clase social, estatus, véase estatus; movilidad, véase también movilidad social, 202, 231-232; y re-
des locali7,...adas, 142; e ideología, 205, 206; definiciones de, 204; criterios de, 202, 211, 219; y contacto con los parientes, 162, 184-189; acuerdo sobre la, 214217; y segregación conyugal, 94, 95, 103, 122, !29, 137; y conectividad, 141-149, 151-153, 263, 264; conceptos de, desarrollo de los, 203-207; conceptos de, 186189, 201-234; y niños, 120; cambios de, 304-308 clases sociales, definida~ previamente, 204, 212; términos de la descripción, 207-208, 213, 220; como grupos organizados, 218; con10 grupos corporados, 205; estructura de, autoubicación en la, 202, 204 y s, 209, 221, 225 y s, 234; estructura de, modelos de, 211, 214; estructura de, cambios en la, 205, 215, 226; modelos de estructura de, 211214, 217 y ss; bibliografía sobre, 201 ; conflicto entre, 217 clínica Tavistock, 48, 81 clínicas maternoinfantiles, 4 7, 48, 104, 114, 137, 139 clubes, 59 95, 125, 132, 137 Coa/ is Our Lije, 23n colectivismo instrumental, 306 comadreo, 106, 115, 131, 138, 247, 360 compañeros de trabajo, y conectividad de la red, 145 compatibilidad conyugal, 134 comp0rtamiento, véase conducta comportamierito sexual, 61 compromiso emocional, del investigador, 79, 83 comunidad «personal», 364 comunidades rurales, 139, 170, 294, 323 y ss, 344 comunidades primitivas. 44n, 138 y SS, 237 conceptos sociológicos. 4 l
400
conceptos psicoanalíticos, 41 conceptuali7.ación social, 205, 209 conducta de grupo, véase conducta conducta-comportamiento, variabilidad de, en las sociedades industriales, del grupo, 68; valoración de, por las parejas investigadas, 87, 210; definición del término, 38, 39; convergencia de, entre clases, 299; pautas conyugales de, 247-248; análisis de, 68-70 conectividad de la red, variaciones en el grado de, 124; y familias en transición, 130, 143; y clase social, 151-153; y personalidad, 148-150; y ocupación, 144; y normas, 240, 241, 248; y vecindario, 105, 143, 144; y parentesco, 141, 163-164, 172-180; nivel intermedio de, 134, 143, 149; factores que incluyen en las diferencias de, 136 y ss, 140150; efecto sobre Ja relación conyugal, 98, 100, 130, 134 conectividad de la red, véase también densidad de la red conectividad, véase también densidad de la red y conectividad de la red conectividad, 97, 99; uso del término, 289, 364-365; definición de la, 97 confereacias de casos, véase conversaciones de casos conflicto interpersonai, 72 conformidad, 251, 253 confusión de roles, 56 conjuntos interpersonal~s «suplementarios», 361 conjuntos de acción, 360, 365, 372-373 «conjuntos», 361, 364, 365-366 consideración, apreciación, 144 contratransferencia, 81, 88 control social, por parte de los pa-
rientes, 117, 174-175; en redes poco unidas, 99; en las sociedades industrializadas, 139-140 convergencia «normativa», 306 conversaciones en grupo, 63-67 conversaciones de casos, 62 65 cooperación ceremonial entre los Navajos, 359 «corazón», 365 corresponsabilidad de los padres, 119 "cosmopolitas», 303, 307, 347 costumbre y «exageración», 20 «crisis», 351 criterio distinto al del parentesco, 157-158 «cuasigrupos», 365-366 cuestionarios, 66, 212, 246 «cultura juvenil», 339 cultura, red y segregación conyugal, 318-319, 322-323, 348-351, 353-354 Custom and Conflict in Africa, 51, 21 Dagenham, estudios de parentesco en,305 Dale, 326 delincuencia, 64, 246, 294 densidad de la red, en la clase alta, 353; redes densas «simples», 354; variables relevantes, 346; y diversioad ocupacional, 344-346; redes densas «múltiples», 354; medición de la, 313, 323, 334, 335, 353, 364-365; y parentesco, 22, 23, 324, 337; y movilidad geográfica, 345; redes densas, en áreas rurales, 22-24, 323, 328; redes densas, en sociedades tribales, 22, 23, 308 y ss; redes densas, en zonas de clase obrera establecidas de antiguo, 291; definición, 289; y conectividad, 289; y segregación conyugal, 19, 290, 292, 343; y competencia, 345
401
densidad de la red, véase también conectividad de la red '
red desempeño del rol, 59, 69, 140, 150 desorganización familiar, véase familias desplazamiento, 192, 243 desviación, 150, 251-261 determinismo sociológico, 70 diferenciación de tareas, 92 diferenciación social, 215 diferencias sexuales, I 21 difusión, estudios de, 357, 37 l dinero adicional, 113 director del proyecto, papel de, 73, 74 dispersión, efectos de la, 290 distancia social, clasificación de los grados de, 160-162 distanciamientos en la (
entrevistas sobre el contenido de las publicaciones, 84, 85 entrevistas, véase entrevistas clínicas y entrevistas en casa entrevistas no declaradas, 55 entrevistas en casa, 52-60, 74, 87, 88,89 entrevistas clínicas, 60-62, 74, 112 escala Hall-Jones, 45n esnobismo, 213, 219 «espiralistas», 303, 304, 347 esposa, que trabaja, 57, 92, 113, 241; realización del rol de, 59; tareas de la, 37; personalidad de la, 59 Essays on the Ritual of Social Relations, 20n estatus, social, y asociaciones voluntarias, 125; social, y separación de roles, 304; social, diferencias y semejanzas percibidas, 184-189; social, y vecindario, 142; social, en comparación con el de los padres, l 13; ocupacional, 153, 159, 212; en la investigación en grupo, 74; concepto de, 366; de clase, 152-153, 162, 165; logro del, 128, 129 estereotipos, 210, 212, 226 «estrella», 363-364 estructura de roles familiar, 98 estudio sobre parentesco en Bethnal Green, 156, 166, 171, 176, 200, 290, 296, 298-300, 305 y SS, 309 estudios de cc:.sos psicológicos, 42 estudios de migración, 371 estudios rurales y tribales, 309 etapas del ciclo, 288, 327, 351 etapas del ciclo, y amistad, 340 etología, 322n 4, 367 expectativas recíprocas, 3 7 expectativas conyugales, 322-323 experiencia social, primaria, 202, 205, 217, 221
402
facciones, 366, 373 factores situacionalcs, I 49, 153. 180 familia de los Newbolt, y relaciones sociales externas, 104-109; y rol relacional, 1O1-112; y barrio, 104, 105, 107, 114; y parientes, 159-197 familia de los Jarrold, comentarios sobre la, 231-234; y concepto de clase social, 222-227 familia de los Hartley, 159-200 familia de procreación, 99, 164 familia de los Dodgson, 129, 130 familia de los Daniels, y parientes, actitudes de la señora Daniels para con, 195-197; y parientes, actitudes del señor Daniels para con, 193-195, y parientes, 159200 familia de los Butler, y separación del rol conyugal, 129, 130; y concepto de clase social, 227231, 231-234 familia y estudios de comunidades, 290, 331 familia, la, y trabajo, 308; como sistema de relaciones personales, 43, 44; y sociedad, 287; como sistema social, 38, 42, 43, 44, 99; «corriente», 45; nuclear, 300, 303, 338; y hogar, í73; extensa, 300, 301; elemental (nuclear), 155-156, 158, 172-173; definición del término, 36; de compañeros, 252; «en la comunidad», 138 familias «corrientes», véasefamilia familias de clase obrera, estud~os recientes sobre redes y roles conyugales, 292-297; familias británicas en áreas de población estable, 290, 296, 297; en Bethnal Green, véase Bethnal Green; en Norteamérica, 293-297 familias de clase alta, 353
familias de nivel sen1iprofesional, 94, J 12 y SS, 123, 124, 162, 165 familias de nivel profesional, 94, 112 y SS, 123, 124, 147, 153, 162 familias en transición, véase familia familias irlandesa.~, 321 y ss familias urbanas, véase familia familias, investigadas, véase familia de los Daniels, Dodgson, Hartley, Jarrold, Newboldt; investigadas, de grado intermedio de conectividad, 123, 128; investigadas, en transición, 128, 131; investigadas, estatus socioeconómico de las, 45, 203; investigadas, origen étnico y religioso de las, 46, 199; investigadas, etapas del ciclo familiar de las, 45, 198, 199; investigadas, medios de contacto con las, 47-52; investigadas, genealogías de las, 57, 154; investigadas, registros de, 57; los Xhosa, 311; y trabajo, 308-312; refugiadas urbanas, 309; urbanas de África, 310; judías norteafricanas, 309; irlandesas, 321-323; en cuanto grupos, 52, 88; inglesas, 43, 46, 321323; desorganizadas, 42, 52, 54; académicas, 353-354; matriarcales, 103 «familismo», 293 Family and Kinship in East London, véase Bethnal Green, eStl!dios de parentesco, 19 Family and Community in lreland, 22 Family Discussion Bureau, 55 Family, The, 25, 33, 329 Flujo de comunicación, estudios del, 357, 372 Forest of Symbo/s, The, 22 «Friends and Supporters of Psychotherapy, The», 368
403
gastos don1ésticos, 90, 110, 112 generador de fornn1s sociales, 36536<>, 0,72
(;rccnshoro, C~aro!ina del Norte, estudio sobre la amistad en, 302. 303 grupo corporado, 330, 356, 373 grupo de referencia, 207-210, 321, 351 grupo de referencia, y cambio. 32 l, 332; como variable que influye en la densidad y en la segregación, 351; uso por las familias en situación de cambio, 321, 332; elaboración del, 210; concepto del, 207-210 grupo, definición, 95, 329, 330 grupos de centros comunitarios, 63 grupos organizados, véase grupos grupos, 95, 330 grupos, laborales, 158; organizados, véase configuración de la red, 95-98; territoriales de parentesco, 158; organizados, estudio de los, 87; organi7..ados, normas de los, 255; organizados, parientes de los Newbolt como, 107, 176; relaciones con el entorno, 287, 288; de referencia, 207-210; pe11enencia a, 232, 310; locales, 87, 104, 105, 138, 139; como redes muy unidas, 329, 330; étnicos, 349, 354; y clase social, 204, 205; de parentesco corporados, 138 y s, 157, 361; corporados, 330, 356
heterogeneidad ocupacional, 345 highgate, estudios sobre la clase media de, 300 hipótesis relacionadas con redes y roles conyugales, situación de las, 290, 331, 332, 343 hipótesis roles conyugales-red social, 290, 331, 332, 343 hipótesis roles conyugales-red so-
cial, reflexiones sohrc la, 331356; comprobaciones y análisis recientes de la, 312-33 l historias «sociológicas)}, 367, 372373 hon1ogeneidad social, 143-144 hospitales, actitudes hacia los, 59, 104, 113 hostilidad, en las conversaciones en grupo, 64, 65 identidad, 12 l identificación, clase social subjetiva, 209; de los hijos con los grupos de iguales, 178; del investigador con las familias, 82; de las familias con los parientes, 191 ideología, de la vida familiar, retirada de Ia entrevista sobre, 83; normas e, 201; de independencia, 300; manifestación de Ia, 66; opiniones de las parejas sobre, 59; construcción de la, 69, 70 igualdad sexual, 120, 134 India, investigación sociológica en la, 360 indios Ojibwa, 67 individuación, 140, 158, 173, 260 inmigrantes montserranos, estudio de los, 361 instituciones públicas, actitudes hacia las, 114, 137, 149 instituciones, pertenencia de la familia a las, 52 Institute of Community Studies, 105, í56, 171, 220 n, 292 Instituto Tavistock, 16, 53, 62, 112 interacción, 288, 358 interconectividad, 289 interpretaciones terapéuticas, 77, 88 interpretación, 55 introyección, 258 inversión emocional, investigación sobre la, 320, en la familia, 177;
404
en la relación conyugal, 134.
135 investigación, aceptación o rechazo de la, 51 n; técnicas de, 35; papel de la, 56; publicación de la. 53, 62, 71, 84-86; etapas del desarrollo de la, 67-72~ entrevistas. 87; interdisciplinar, 36, 72, 73: grupo de, 72- 77; exploratoria. 35, 42, 67, 74; enfoque conceptual, aplicaciones posibles, 288: enfoque conceptual, cambios en el 271-273; dificultades conceptuales, 41, 53; objetivos de la. 35,42,60,288 investigación interdisciplinar, véase investigación investigación en grupo, véc.se investigación investigador, como terapeuta, 7983; papel del, 68, 79; relaciones del, con el supervisor, 75; relaciones del, con las familias investigadas, 79, 80; experiencia profesional del, 67; sentimientos de culpa del, 55 l rish Countryam, lhe, 22 Israel, la familia nuclear en, 309 italianos en Boston, estudio de los. 295-296 jerarquías, 211, 218 Judicial Process amonq the Barotse of N Rhodesia, I 5 lazos económicos, entre parientes. 141-142, 153, 163-164, 164167, 180 límite «común», 330 lista de temas de las entrevistas.. 57, 58, 79 «locales>>, 303 «localización» de redes, 142 Luapula Peoples of Northern Rhodesia, The, 15
matrimonio, en el África Occidental, 304; y relaciones sexuales, 122; como unión de grupos de parientes, 139; «de compañeros», 317 mecanismos psicológicos, y actitudes hacia los parientes, 190-197 mecanismos psicológicos, de la adquisición de normas, 257, 258 medición, métodos de, de la densidad de la red, 313, 316, 333, 334, 335, 353; de la segregación conyugal, 314, 315, 352-353 médicos, relación tradicional con los, 48, 49; como agentes de contacto, 47, 48; actitudes para con los, 59, 114, 137, 139, 141 «medio», 358, 364 método de «estudios de casos extensos», 367, 372 método y técnica de estudios de casos, 87, 88 metodología de la investigación, véase investigación Middle Class Families, 297 moda conductual, 236 modelo conceptual, 38 movilidad física, véase movilidad movilidad ocupacional, 129, 14 7, 148, 158, 187 movilidad ocupacional, véase mavilidad movilidad social, en las familias investigadas, 188, 211; estudio de las reacciones frente a la, 288; y densidad de la red, 348; en la clase media, 297-298; y conectividad, 145-148, 152, 153; y conceptos de clase social, 220 movilidad geográfica, y conectividad, 145-148, 152 y s, 158, 180, 211; y movilidad social, 298, 307, 348; y separación de sexos, 345; y tipo de ocupación, 354, 355; y densidad de la red, 347, 348, 356; y orientación hacia la
-l05
fa1ni!ia. 308; y fan1ilia extensa. 30 l; y choque cultural, .319-320; y redes 1nuy unida.s. 305 movilidad geográfica, véase n1oviiidad mujeres de clase obrera, 294 mujeres que trabajan, 64, 65 necesidades inconscientes, 153. 163 necesidades y preferencias personales, 39, 149 y ss, 180, 234 negocios familiares, 141 165, 299 Ne\\' Haven, estudio de mujeres casadas de clase obrera en, 316 niños, cuidado de los, diferencias en, 119; cuidado de los, en familias en transición, 130; cuidado de los, por parientes, 107, 108, 110, 111; cuidado de los, por otra.s m
236-240, 242, 251, 253, 254; separadas, 251: grupos de referencia para las, 245-251; del fontanero, 250; personales, 239, 251 , 254 y s; y densidad de la red, 331; y conectividad de !a red, 132; nacionales, 140; locales, 115; conjuntas, 320, 330; intcrnacionali;r..ación de las, 257; elaboración individual de las, 39, 69, 70; enseñanza implícita de las, 340-342; e ideología, 235258; ideales, 237, 254; contenido de las, 332, 353; consenso sobre las, 98, 331; conflictos de, 254-255; de común acuerdo, 234, 241, 242; cambios en las, 350; conciencia de Ja variación de las, 238; promedio, 253 núcleo patrimonial de «parientes», 299 objetivos del grupo, 75 obreros cualificados, 123 obreros semicualificados, 123 observación participante, 55 observación, técnica de, 59, 60, 87 ocupación, como variable que influye en la segregación conyugal y en la conectividad, 346, 347; de nivd profesional, !41, 143, 145; y composición del vecindario, 143-144; de los maridos de , las parejas investigadas, 45, 203; ayuda por parte de loe; parientes en la, 141, 176; y con~ctividad, 144; y segregación conyugal, 94, 101 ocupaciones semiprofesionaies, 141 ocupaciones semejantes, 179-180 ocupaciones manuales, 145, 153 organización, de las actividades familiares, véase también división del trabajo, 90-94 organización conjunta, 90-94, 99, 129, 134
406
organización económica, 64, 11 O. 118, 130 orientación hacia la fatnilia, 306, 307 orientación hacia el hogar, 298, 306, 307,349-350 Oxford, estudios de una barriada de, 319-320
padres, inseguridad de los, 120, 127, 241; como parientes, 170, 181-183; relaciones con los hijos, 36, 61, Il9, 120, 127, 188189, 269; relaciones de la familia con los, 147, 165, 170, 300; como referentes normativos, 246; actitudes de italianos de clase obrera para con los, 295 «pandillas», 365, 368, 373 papel terapéutico, 56, 81 papel, véase rol parentesco, resumen y comentario general, 259 y ss; mujeres y, 176-179, 293, 298, 301; que une y divide el matrimonio, 316, 318-319, 336, 337-338; sistema de, en Europa Occidental, 155159; sistema de, bilateral, 156158, 170, 179; estatus, 165; estudios recientes de, en Inglaterra y Norteamérica, 299, 300; y etapa del ciclo familiar, 351; obligaciones de, 174; y densidad de la red de, XIX, XXI, 21, 22, 324, 337-338, 344; red de, conectividad de la, 141, 163, 172-180: red de, fuerzas económicas que influyen en la, 142, 164-167; red de, 105, 117, 132; hombres y, 301; y amistad, 301, 302, 322, 323, 328, 335 y SS, 339-340; y segregación conyugal, 22, 292; y relaciones conyugales, 334, 335, 338, 339; ceremonias, 107, 176: en Gran Bretaña, 299; estudios antropológicos del, 16, 17; con10
causante de segregación conyugal, 292 y ss, 328, 339; actividades, 198 parentesco, 154-200, 298 y ss, 337 y SS
parientes femeninos, 176-179 parientes, desconocidos, 161 y ss; de familias en transición, 129, 130; estatus de los, 163; control social por parte de, 140; relaciones de los, con amigos y vecinos, 60; mecanismos psicológicos y actitudes hacia los, 190-197; como referentes normativos, 246, 247, 248; los padres como, 170, 181-183; no efectivos, 161 y ss; de los Newbolt, 105-107, 110, 111; y conectividad de la red, 95-98, 132; en redes poco unidas, 117, 118, 134; íntimas, 161; y familias intermedias, 126; relaciones informales con los, 58; importancia de los, para las familias, 88; efectivos, 161; conectores, 163, 180-184; relaciones con los, 154-200 personal sanitario, 48, 59 personalidad, teoría de la, 88 personalidad, test de, 61 personalidad, factores de la, 38, 68,88 personalidades, diferencias en las, 41; y relaciones, 68; del marido y de la mujer, 35, 42, 81, 85, 99, 136; manifestación de las, en las afirmaciones sobre el pasado, 69; y conectividad, 148150; de los niños, 89; y conducta, 70 pobreza, 106 poder, ocupación como fuente de, 215; y modelos de clase social, 218, 221; experiencia del, 205207; conceptos de, 98, 212 Politics in an African Urban Community, 15
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Pon \1oresby. estudio de !as n1ujcres de. 311 preocupaciones inconscientes. 69 prestigio. experiencia de las diferencias de, 205: en una co1nunidad pequeña, 204; y n1odelos de clase social, 217-221; conceptos de. 186. 188, 202, 212 propiedad, distribución de la. 142, 158. 165 proximidad de domicilio, 179-180 proxin1idad espacial de los parientes, 162-163, 167-169 proyección, de defectos sobre los parientes, 192; en la elaboración de grupos de referencia de clase, 209: en la asimilación de normas. 208 pruebas de la hipótesis roles conyugales-red social, 312 y ss psicoanálisis, 41, 73, 88 publicación de la investigación, i·éase investigación realización del rol véase t:esen1peño del rol «reciprocidad». 318, 319 red, caps. Ill y IV, 95, 95n, 259, 356-374 red-«personal», véase también red egocéntrica, 363, 364, 370 red egocéntrica (personal), 363, 3M. 370 red «total», 362, 863, 364, 370 red, sociocén!rica, 363; «de un solo sentido», 354; bloques y sectores de la, 332, 334, 335; bloques efectivo y no efectivo de la. 360; «cierre» de la, 318; y «zona», 363; uso del término, 362-366; uso del concepto, 357. 359. 367-372; familiar urbana, 137~140; «total», 289, 328, 329. 343- 346, 358, 361, 362, 36336-L 370; estatus de! concepto en la teoría sociológica, 366.
373; y «estrella», 363; socia!. factores yuc influyen en la, 136153; y círculos sociales. 358; «sin1plc)), 354; y conceptos r<:!acionados. 329 y ss, 360. 361 y ss; propiedades de la, 358, 366: y grupo pri1nario, 371-372; trabada. véase n1uy unida; suelta, véase poco unida; y norn1as, 256; poco unida, uso del término, 97, 289; localización de la, 142, 145; propiedades inte· raccionalcs de la, 366; historia del concepto, en EEUU, 357359; historia del concepto, en Gran Bretaña, 359-362; y teoría de grafos, 357, 366; egocéntrica (personal), véase también red personal, 363, 364, 370; efecto sobre la familia de las redes del marido y de la esposa, 336; y «vida casera», 283; y difusión. 357, 371; desarrollo de la teoría de redes, 356 y ss.; redes densas. véase densidad de la red; definiciones de la, 95, 97, 362, 366; interconexión de la, 27; e hipótesis de roles conyugales, 290, 331, 332, 343-344; muy unida, uso del término, 289; y can1bio, 304-308,310,311,326,327 redes sociales, véase red Redfern, señor, 80 reinterpretación, en la asimilación de las normas, 208 relación, esposa y madre, 107, ! 08, 133, 170-172; estabilidad y continuidad de la, 145, 152; separada, véase rol rciacional conyugal separado; rol de. véase rol; hijos y padres, 16, JO, 31, 61, 119, 120, 127, 188-189, 269; externa conjunta, 118, 126, 134; informal, 58, 141; heterosexual, 131, 134;social formal,59, 141; investigador y supervisor, 75; fa-
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nli!ia e investigador, 36, 77-86, 213; parqa y padres, 147, 165, 170, 30 l; con los arnigos de la farni!ia. véase tan1bién amigos, 61; social externa, 113-118, 124- 126, LB, 134, 139; entre .segregación conyugal y densidad de la red, 29 l, 331 y ss, 343; conyugal, véase rol relaciona! conyugal; hern1ano y hcrn1ana, 61; «autónoma», 151 relaciones sociales, véase relación relaciones scx ualcs, norn1as de, 24 l; actitudes de los Newbolt hacia las, 112; en el rol relacional conjunto, 122; en familias intermedias, 127 relaciones, con los parientes, 154200; con los compañeros de trabajo, 145; utilizada para enfrentarse a problemas, 70; oportunidades de ampliar las, 144, 153, 180; cxtrafamiliarcs, 179, 190 relaciones informales, véase relación relacíones externas, véase relación religión, 20 renta, de las fanlilias investigadas, 203; como criterio de clase social, 214 «retícula», 364 riles de passage, Les, 20 ritualización de roles «sociales», 20 rol relacional conyugal searado, véase separación del rol conyugal rol relacional, definición de!, 37 i"OI relac!or.al conyugal conjunto, medio de transmisión, 152, 342, 350-351; entre familias de nivel profesional, 93; y red poco unida, 98, 112-123; definición del ténnino, 91 rol relaciona! conyugal altarnente separado, 101-112
rol relacional conyugal, variaciones sociales en el, 288; y redes sociales, 90- 135, 137; altamente separado, 101-!12; cambios en el, 305-308 rol, terapéutico, 70, 80; de supervisor asesor, 70, 75; ocupacional, 242, 243; materno, 121; interdependiente, 38; de padremarido, 103; de amigo, 55, 56; de investigador, 68, 73; familiar, 36, 38, 244; definición de, en la investigación en grupo, 73; definición del término, 37; de pariente conector, 184; conyugal, véase rol relacional conyugal; concepto de, 366; del entrevistador clínico, 68 roles conyugales, definición, 25, 26 ruptura, 288 ruptura entre sexos en el matrimonio, 288 ruptura social, 280
Schism and Continuity in an African Socir:ty, 15 segregación sexual, 328 y ss segregación sexual, y red total, 343-346 semejanza social, 142-144, 159, 180 sentimientos inconscientes, 71 sentimientos de desagravio, 78, 191 separación d:::: padres e hijos, 30, 31, 340-341 separación del r0! conyugal, y etapa del ciclo y tendencias constantes, 306; y «vi
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