Beashley Beashl ey,, W.G., Historia Contemporánea de Japón. Alianza, Madrid, 1995.
Capítulo 10 Soldados y patriotas, 1818-1933 Como portavoces de un monarca «trascendental», en teoría absoluto pero en la práctica una hechura de sus ministros, los dirigentes de la era Meiji, concretamente los integrantes del Genro, se habían autoasignado la tarea de coordinar un sistema de gobierno cuyos diferentes elementos eran individual y no colectivamente responsables ante el trono. Era su autoridad personal, personal, extra-constitu extra-constitucional cional y ejercida ejercida en nombre nombre del emperador emperador,, lo que conjuntaba conjuntaba en un todo funcionable a ministerios, fuerzas armadas, Consejo Privado y Dieta. Al llegar los años veinte, esa autoridad, por la edad y por la muerte, había desaparecido. Ningún sucesor — ciertamente tampoco Saionji, el único superviviente del Genro— fue capaz de heredarla intacta. Lo que es más, el gabinete, instrumento principal del ejercicio de esa autoridad, demostró ser ahora demasiado débil para imponer prioridades, quizá porque el Genro lo había mantenido así. La consecuencia fue una situación en la que era más fácil mantener el orden entre el pueblo que entre los gobernantes. Varios componentes de la maquinaria del gobierno —especialmente el ejército, pero también la cámara baja de la Dieta gracias a Hara— competían entre sí para controlar las decisiones de política o, si no lograban ese control, reclamaban el derecho al veto en aspectos particulares de la politica en virtud de sus poderes designados. Hay semejanzas entre esta situación y la existente en los últimos años de la era Tokugawa. En los dos periodos demasiado poco de lo que ocurría era por mandato de los gobernantes nominales de Japón. En los dos también la gente estaba dividida por creencias a las que se aferraba fanáticamente y que estaba dispuesta a poner por encima de la ley. Incluso las cuestiones cuestiones eran aproximadamente aproximadamente las mismas. En los años treinta del siglo xx, como en los sesenta del siglo xix, había dos cuestiones en el candelero: la capacidad japonesa de mantener un «buen» lugar en el mundo de cara a enemigos externos, y el grado en el cual el ser «japonés» debía ser sacrificado para ser «moderno». Pese a todos los cambios efectuados en la sociedad y en la economía entre uno y otro periodo, periodo, no era inapropiado inapropiado que los activistas de la primera parte de la era Showa (es decir, el reinado del emperador Hirohito, 1928-1989) hablaran de otra Restauración y usaran un vocabulario que evocaba el de los «hombres de espíritu» del tiempo de los Tokugawa. Tokugawa. De esos activistas, de sus aliados y de sus ideas se va a ocupar principalmente este capítulo.
La cuestión china China, como se ha visto, se presentaba como una cuestión muy importante en el conjunto de las ideas japonesas sobre el mundo exterior. Para algunos japoneses, los dos países, habiendo compartido la experiencia de estar sometidos a los tratados desiguales, tenían el deber de colaborar para resistir el dominio de Occidente en el Asia oriental. La revolución contra los manchúes les había alentado a creer que China podía estar preparada a asumir esa tarea. tarea. Tarea que otros otros consid considerab eraban an un deber deber primor primordia diall de Japón, Japón, pues pues China China había había demostrado ser demasiado débil para hacer algo más que ofrecerse como mercado y fuente de materias primas que, por otro lado, a Japón le servirían muy bien para poder llevar a cabo tal tarea. El corolario de los dos razonamientos era que Japón necesitaba proteger a China de las potencias extranjeras al tiempo que mantenía sus privilegios en este país y que convencía a su pueblo para que los aceptaran. 1
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Hasta 1917 esa protección se había ideado como orientada a limitar el crecimiento de las esferas de influencia occidental en China y a prevenir la partición territorial. Sin embargo, al estallar la Revolución Rusa, la situación cambió. No se trataba sólo de que los bolcheviques podian renunciar a los acuerdos entre Japón y la Rusia zarista de cooperar en la defensa de sus respectivos intereses en Manchuria, sino que además existía el peligro muy real que para la estabilidad de todo el Asia oriental podrían tener las ideas comunistas si penetrara en China el movimi movimient ento o revolu revolucio cionar nario. io. Esto, Esto, a su vez, vez, haría haría peligra peligrarr los privil privilegi egios os económ económico icoss inherentes al sistema de tratados portuarios y del cual dependía la prosperidad japonesa. Cómo responder a la Revolución Rusa era, por lo tanto, un test para para la política japonesa en su sentido más amplio. Dentro de Japón, las opiniones al respecto estaban muy divididas, como cabría esperar por los desacuerdos surgidos en los últimos diez o quince años. Los estadistas más altos y el Ministerio de Exteriores, apoyados por los lideres de los partidos políticos, ponían de relieve la cooperación con Gran Bretaña y Estados Unidos señalando los beneficios económicos que de ello ello se deriva derivaría ría.. El ejércit ejército, o, especia especialme lmente nte el ejército ejército de Kuantu Kuantung, ng, contem contempla plaba ba la perspectiva de una intervención contra los bolcheviques a nivel más continental, como algo que ofrecería la posibilidad de crear un estado títere anti-bolchevique en las provincias orientales de Rusia, dotándose así a Manchuria de un tapón en su frontera del norte. Como había ocurrido en otras ocasiones, en Tokio Tokio predominó el planteamiento internacional, si bien el ejército vio que era más fácil perseguir sus objetivos en el campo. El no ponerse de acuerdo en la vía a seguir tuvo paralizada varios meses la toma de decisiones decisiones políticas, políticas, y Estados Estados Unidos, cuya cooperación cooperación se juzgaba juzgaba esencial, esencial, empezó empezó a recelarse algo de los motivos japoneses. Después, en junio y julio de 1918, las tropas checas, logran logrando do abrirs abrirsee paso paso en la Rusia Rusia europe europeaa en un intent intento o de proseg proseguir uir la guerra guerra contra Alemania pese a la rendición rusa, capturaron Vladivostock y las secciones orientales del ferrocarril transiberiano. Esto dio motivo a Estados Unidos para proponer operaciones limitadas con el fin de cubrir la retirada checa. El gobierno de Terauchi accedió, consintiendo el 2 de agosto en que cada país enviara a Siberia una división apoyada por una fuerza más peq peque ueña ña en el nort nortee de Manc Manchu huri ria, a, mien mientr tras as otro otross aliad aliados os apor aporta taría rían n cont contri ribu bucio cione ness simbólicas. A pesar de este arreglo, lo que en realidad se llevó a cabo fue el plan anterior del ejército japonés o algo muy parecido. Antes de acabar el año 1918, había cuatro o cinco divisiones japonesas japonesas operando operando en la cuenca del Amur y en el control control del ferrocarril ferrocarril que en dirección dirección al oeste llegaba llegaba a Baikal. Baikal. Pero ni siquiera esto representó representó más de un éxito parcial. parcial. El coste fue enorme; los altercados entre los aliados eran constantes y no hubo ningún grupo de rusos anti-bolcheviques capaz de establecerse en la zona como gobierno estable. En noviembre de 1919, la marcha de los soviéticos hacia el este desde la ciudad de Omsk era ininterrumpida. En enero de 1920, Washington llamó a sus tropas con el pretexto de que los checos habían sido evacuados y de que no podía hacerse ya nada útil. El ejemplo fue rápidamente seguido por Gran Bretaña, Francia y Canadá, quedando solamente Japón, que poco después extendió sus operaciones a Sajalin como represalia por una masacre de japoneses en Nikolaevsk. Pero ni siquiera los japoneses estaban dispuestos a aguantar mucho tiempo el peso ellos solos. En octubre de 1922 se replegaron del Amur y en 1925 evacuaron Sajalin.
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realizado Japón durante la guerra y de proporcionar un mejor marco para los derechos del sistema de tratados portuarios a la luz del aumento del nacionalismo chino. Estados Unidos estaba además alarmado por las implicaciones de la alianza anglo-nipona en el contexto de un posible conflicto con Japón, como también por la competencia por armamentos navales desatada entre las potencias. En consecuencia, Estados Unidos invitó a los representantes de los países con algo en juego en estos asuntos, incluyendo a China, para que se reunieran en una conferencia en e n Washington Washington que comenzó en noviembre de 1921. En los tres meses siguientes se llegó a varios acuerdos importantes. Sobre armamento naval se decidió limitar el volumen y la capacidad artillera de los navíos más importantes y fijar el tonelaje de la marina norteamericana, británica y japonesa en una proporción respectiva de 5 :5 : 3. Japón, a requerimiento de un poderoso grupo de su alto mando naval, había empezado pidiendo más, pero le convenció a aceptar, a cambio, la promesa de que se detuviera la construcción de las fortificaciones navales en Guam, Hong Kong y Singapur, con lo cual lograba la hegemonía naval en el Pacífico occidental. En contra de esto tuvo que situar la pérdida de su alianza con Gran Bretaña. El Pacto de las Cuatro Potencias, en diciembre de 1921, sustituyó esa alianza por un acuerdo más vago en virtud del cual Gran Bretaña, Francia, Japó Japón n y Esta Estado doss Unid Unidos os conc concert ertab aban an el respe respeta tars rsee los los derec derecho hoss en Asia Asia orie orient ntal al y el consultarse en caso de crisis. En cuanto a China, el Tratado de las Nueve Potencias, firmado por Bélgica, Italia, Holanda y Portugal, además de China y las partes del Pacto de las Cuatro Potencias, fue firmado en febr febrer ero o de 1922 1922.. Se prom promet etía ía en él reco recons nsid ider erar ar las las prov provis isio ione ness aran arance cela lari rias as y de extraterritorialidad del sistema de tratados portuarios y corregir los tópicos relacionados con la política de Puerta Abierta. Las potencias se comprometían a respetar la independencia y la integridad de China y evitar cualquier ingerencia en los esfuerzos de China «para desarrollar y mantener por sí misma un gobierno efectivo y estable» (artículo 1). No se establecía ninguna ninguna estructura para hacer cumplir cumplir esas promesas, promesas, pero al menos menos los delegados delegados chinos y japon japonese esess pudiero pudieron n llegar llegar en este este contex contexto to a un acuerd acuerdo o aparte aparte sobre sobre Shantu Shantung. ng. Japón Japón prometía devolver el territorio arrendado de Kiaochou y retirar sus tropas del ferrocarril de Tsingtao-Tsinan, y China se comprometía a comprar el ferrocarril y a transferir los antiguos derechos mineros alemanes a una compañía sino-nipona. Este acuerdo dejaba entrever que el objetivo de Japón después de la Conferencia de Washington era instalarse en China. El arquitecto de la nueva política sería Shidehara Kijuro, diplomático de carrera y ministro de Exteriores en 1924-1927 y 1929-193 1, cuya esposa, como la de Kato Takaaki, pertenecía a la familia Iwasaki, propietaria de Mitsubishi. Esta conexión contribuyó sin duda a su fe en la «diplomacia económica», es decir, la promoción en ultramar de las inversiones y del comercio japonés. En cuanto que esto se refería al continente asiático, las implicaciones, a su entender, significaban una negativa a emprender aventuras territoriales que pudieran dañar al comercio (Manchuria sólo era un caso especial). En otras otras palab palabras ras,, Shid Shideh ehara ara busc buscab abaa cons conser erva varr en lo posi posibl blee el sist sistema ema de tratad tratados os por portu tuari arios os,, colab colabor orar ar estr estrech echam amen ente te con con ingle inglese sess y ameri american canos os y enten entende ders rsee con con el nacionalismo chino. Lamentablemente, los diversos ingredientes de esta política demostraron ser incompatbiles. Las «Veintiún Peticiones», las negociaciones de Versalles y la presencia constante de Japón
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Shideh Shidehara ara de la «diplo «diplomac macia ia económ económica ica» » le dificul dificultab tabaa a él mismo mismo el proseg proseguir uir con la revisión de los tratados desiguales, lo cual socavaría las ventajas japonesas no obstante las promesas hechas en Washington. Washington. En esto Shidehara se vio en discrepancias con Gran Bretaña y Estados Unidos. Por eso, cuando en 1925-1926 se iniciaron las discusiones sobre reforma arancelaria, insistió en adoptar medidas que protegieran los mercados textiles de Japón y ofrecieran alguna esperanza de devolver los préstamos de Nishihara. De forma parecida, en la negociacion negociaciones es sobre sobre extraterritor extraterritorialidad ialidad de 1929 y 1930 intentó poner aparte la posición posición de Japón en Kuantung y en el sur de Manchuria. Ninguna de esas cuestiones había quedado solucionada de forma satisfactoria antes de que en 1931 ocurriera el incidente de Manchuria, modificándose toda la estructura de las relaciones sino-niponas. De esa forma, con toda su voluntad de trabajar y dentro de un orden en China que a muchos japoneses les parecía pensado sobre todo en beneficio de ingleses y americanos, Shidehara consiguió bien poco. Arriesgó determinados derechos japoneses que por definición eran vitales para la economía nacional. Llegó incluso en parte a sacrificar símbolos de status internacional, como la extraterritorialidad, que habían sido penosamente adquiridos a lo largo de los años una vez que se puso fin a los tratados trat ados desiguales que sufría el mismo Japón. Y con todo ello aparentemente no había hecho nada para reducir la hostilidad de China, pues los boicots y las huelgas anti-japonesas siguieron siendo sucesos regulares. Si era esto lo que entendía por cooperación internacional —decían sus críticos— Japón podría pasar sin ella. Le iría mejor optando por una «autonomía» de acción.
La reacción nacionalista Dentro de Japón, la politica de Shidehara era defendida por los liberales en términos que resultaban ofensivos para los conservadores y nacionalistas. Ishibashi lanzan, por ejemplo, se habí habíaa opue opuest sto o a la inter interve venc nció ión n en Sibe Siberia ria argu argume ment ntan ando do que que Japó Japón n tení teníaa que que evita evitar r «enemistarse con nuestros vecinos», que también eran clientes, con el uso «imprudente» de las tropas. Este argumento lo convirtió después en un ataque al imperialismo japonés en un sentido mucho más general. Según él, los beneficios sacados de las colonias eran inferiores a los que se sacarían del comercio; además, la acción militar que debía emprenderse para adquirir colonias ponía en peligro al comercio y, al necesitarse un alto nivel de gastos militares, la misma posesión de un imperio era un estorbo para el crecimiento de la economía interior del país. Por lo tanto, la «fuerza» en forma de autoridad politica y de derechos exclusivos fuera de Japón resultaría mucho menos deseable que la «riqueza» definida como inversiones y comercio exterior exter ior.. Se trataba, pues, de un liberalismo de más alcance que el de Shidehara, pero uno y otro hacían mofa de los prejuicios de los tradicionalistas que contemplaban la riqueza en su guisa mode moderna rna como como caus causaa de un desp despil ilfar farro ro inde indese seab able le.. Ademá Además, s, y en opin opinió ión n de esto estoss tradicionalistas, su desigual distribución provocaba «ideas peligrosas», como el comunismo y el socialismo, la existencia de las cuales implicaba que había algo muy grave en el organismo de la política. Así, los salones de baile, el lujo, la corrupción, el comercio en gran escala, los sindicatos sindicatos,, las huelgas, la inquietud inquietud en el campo y también la política política exterior exterior de Shidehara Shidehara podía ser todo ello y en última instancia empaquetado y etiquetado como el producto de la excesiva tolerancia ante las costumbres extranjeras. Producto que amenazaba no sólo la posición de Japón en el continente asiático, sino también las mismas bases de la vida nacional
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que siempre habían reconocido la existencia de una estrecha relación entre la naturaleza de la sociedad japonesa y los vínculos del país con el mundo de fuera. La Kokuryukai, por ejemplo, había anunciado desde el principio que sus fines eran «renovar el sistema actual, fomentar una politica exterior dirigida a la expansión en ultramar, revolucionar la política interior interior para aumentar la felicidad felicidad del pueblo pueblo y establecer establecer una política política social que resolviera resolviera los problemas entre trabajo y capital». Algunas de las organizaciones posteriores, como Dai Nihon Kokusuikai (Sociedad de la Esencia Nacional de Japón), que databa de 1919, y Kokuhonsha (Sociedad de la Fundación Nacional), de 1924, apuntaban claramente a salvar a Japón Japón de los peligr peligros os del social socialism ismo. o. La última última de las mencio mencionada nadass era especi especialm alment entee respetable e influyente. Entre sus miembros se contaban tres futuros primeros ministros (Saito Makoto, Hiranuma Kiichiro y Koiso Kuniaki) y varios generales célebres (Ugaki Kazushige, Araki Araki Sadao y Mazaki Jinzaburo), además de políticos de partido, altos burócratas y representantes de las empresas de zaibatsu. En marcado contraste había un número de grupos extremistas más pequeños con existencia al borde de la política y dependientes financieramente de los que no eran miembros —por método métodoss que iban del halago halago al chanta chantaje je moral— moral— y estruct estructura uralme lmente nte del lideraz liderazgo go de caciques. Con frecuencia, no eran mucho más que escuadrones al mando de un hombre fuerte que sacaba partido de la moda del patriotismo en lugar del crimen. A veces, sin embargo, contaban entre sus partidarios con hombres políticamentee mucho más peligrosos, fanáticos con ideas tan violentas como los medios con que intentaban propagar-las. Uno de éstos era Kita Ikki, escritor y revolucionario, ejecutado en 1937 por participar en una intentona de gol pe de estado. Con Okawa Shumei fundó en 1919 Yuzonsha (Sociedad para la Conservación de la Esencia Nacional), siendo el hombre inspirador de varios como él. La principal contribución de Kita fue la ideológica. En 1923, con cuarenta años, publicó un libro muy celebrado que, con el título de Nihon kaizo hoan taiko «Un anteproyecto anteproyecto para la reorganización de Japón», postulaba cambios radicales a fin de hacer de Japón el líder de una Asia revolucionaria que Kita creía habría de venir. El primer paso sería un golpe militar que posibilitaría la desaparición de las elites existentes en el país y su sustitución por un régimen bas basad ado o en una una relac relació ión n direc directa ta entre entre el emper emperad ador or y el pueb pueblo lo.. Desp Despué uéss vend vendrí ríaa la confiscación de todas las fortunas de más de un millón de yenes, la nacionalización de las principales industrias, la toma y redistribución de las propiedades rústicas de valor de más de 100.000 yenes y la renuncia del emperador a sus fincas familiares. Purificado de esa manera, Japó Japón n estar estaría ía prep prepara arado do para para actua actuarr en los los asun asunto toss del del exte exterio riorr con con más más vigo vigorr que que el demost demostrad rado o por los último últimoss gobiern gobiernos. os. Despué Despuéss de todo, todo, afirmab afirmabaa Kita, Kita, Japón, Japón, como como miembro del proletariado de naciones, tenía el deber de sacar la justicia de los ricos (Gran Bretaña, la millonaria; Rusia, la gran terrateniente) emprendiendo una política expansionista en el continente asiático y apoyando por doquier los intereses de los asiáticos en contra de Occidente. Se trataba, lógicamente, de un revoltijo, pero fue popular. Lo mismo pasó con las ideas de Gondo Gondo Seikyo, apóstol apóstol de un nacionalismo nacionalismo ruralizante ruralizante que erigía a la aldea y no a la ciudad como núcleo de la vida política y económica. Como Kita, Gondo subrayaba el papel del emperador en la política nacional y aceptaba la doctrina de la misión racial de Japón en ultramar. Pero, a diferencia de Kita, no pretendía socializar la industria, sino mantenerla baja, pues era la culpable de la explotación capitalista del campo. Centralización, burocracia y casi
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Las ideas de Gondo, publicadas por primera vez en 1920, se propagaron a través de un instituto establecido por él mismo al efecto. Con grandes parecidos, otro nacionalista agrario, Tachibana Kosaburo, fundó una escuela comunal cerca de Mito e inauguró una escuela en donde enseñaba una mezcla de agricultura y de patriotismo a un puñado de estudiantes adictos. A diferencia de Gondo, lachibana no dudaba en servirse de la fuerza. Desde 1929 aproximadamente, había establecido relación con el grupo Ketsumeidan, de Inoue Nisho, una hermandad hermandad de parentesco parentesco dedicada a imponer imponer el milenio milenio agrario agrario asesinando asesinando a determinado determinadoss financieros e industriales. Las actitudes y los intereses representados en tales sociedades eran demasiado variados para para posib posibilit ilitarle arless el trazado trazado de un progra programa ma concre concreto to o la cooper cooperació ación n necesa necesaria ria para para promocionarlo. Además, lo reducido de su número y la falta de fondos regulares tenía que hacerlas ineficaces a la hora de actuar solas. De ahí que su importancia fuera catalítica, como «los hombres de espíritu» de los años sesenta del siglo anterior, con quienes a menudo gustaban de compararse. Pero fueron capaces de comunicar sus prejuicios anti-capitalistas y anti-o anti-occid ccident entales ales a numero numerosos sos oficial oficiales es jóvene jóveness del ejércit ejército, o, cuya cuya capacid capacidad ad de ejercer ejercer influencia era mayor que la de ellos. Muchos de estos oficiales, como consecuencia de las reformas realizadas por el gabinete de Kato en 1924-1925, procedían de familias de pequeños comerciantes, de terratenientes y de funcionados secundados sin la misma fidelidad al orden establecido que sus predecesores ex samurais, pero que no estaban dispuestos, pese a ello, a abrazar la causa del socialismo o de los pobres de la ciudad. Eran hombres con tendencia a la derecha extremista como los había en otras naciones industriales. Abrigaban también quejas concret concretas as como como miembr miembros os del ejércit ejército. o. A su entend entender er,, el contro controll civil, civil, ejercid ejercido o por por los partidos políticos, había contribuido a una merina del prestigio de las fuerzas amadas; las buenas relaciones con los vecinos en el extranjero y las economías en casa se habían juntado para amenazar sus carreras; y la manera de vivir que disfrutaban los ricos, sobre todo en las ciudades, contrastaba de forma extraña con el bajo salario y las costumbres espartanas que tenían que aceptar en la vida castrense. De ese ese modo modo,, bast bastan antes tes milit militare aress ofici oficiale aless empe empezar zaron on a entab entabla larr rela relacio cione ness con con el movimiento movimiento nacionalista nacionalista a un nivel claramente claramente distinto distinto del utilizado utilizado en las vías reconocidas reconocidas existentes entre el alto mando, los burócratas de posición más alta y los políticos. Algunos se pusieron de acuerdo con Kita fldd, Okawa Shumei y otros por el estilo y fundaron grupos conjuntos civil-militares para tratar la posibilidad de lograr la «reforma» por la fuerza. Otros establecieron nuevas sociedades sólo con miembros del ejército y la marina. De éstas, la más famosa fue Sakurakai (Sociedad de la Flor del Cerezo) del teniente coronel Hashimoto Kingoro, fundada en septiembre de 1931 y que llegó a contar en sus mejores tiempos con unos cien afiliados, todos con el grado de teniente coronel para abajo. Procedían la mayoría del Ministerio de la Guerra y del Estado Mayor, así como de los centros de formación militar situados en la zona de Tokio. Había dos expresiones que se repetían constantemente en los discursos y libelos de estos patriotas, fueran militares o civiles. Una era Kodo («la vía imperial»), la otra Showa Ishin («la Restauración de Showa»). Las dos daban a entender que el emperador tenía un lugar especial en la estructura política del país, pero ninguna precisaba lo que en realidad el emperador tenía que hacer. Por lo demás, la de «vía imperial» poseía connotaciones de alto contenido moral y de medidas encaminadas a restaurar los valores tradicionales de Japón; por su parte la de
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1868. Pero en esta ocasión debían dirigirse contra lo que tipificaba la nueva corrupción: el gran comercio, sobre todo el zaibatsu, los políticos de partido y los burócratas que trabajaban con ellos. ellos. Y quiene quieness debían debían empren emprender der tales tales medida medidass serían serían los «hombr «hombres es de espíri espíritu» tu» modernos, patriotas dispuestos a recurrir a la fuerza a riesgo de su propia vida en contra de personas o gobiernos. Esta vertiente del pensamiento nacionalista se refería a lo que debía hacerse dentro del país, pero había otra que se centraba en el lugar del país en el mundo. Según el planteamiento de, por ejemplo, Ishiwara Kanji, uno de los jóvenes estrategas más capaces del ejército y que enseñaba historia militar en la Academia del Estado Mayor en 1926, el ejército japonés tenía la función de guardián de la mística kokutai —política —política nacional—, nacional—, estando como tal destinado a salvar al mundo del marxismo y de otras ideologías occidentales por medio de una guerra justa. Japón aparecería como el campeón de Asia y la lucha que libraría iría dirigida al fin contra el archirrepresentante de la corrupción capitalista, Estados Unidos. Pero antes de que este nuevo Armagedón bíblico llegara, sería primero necesario deshacerse de las otras potencias que tanto tiempo habían explotado a Asia, especialmente Gran Bretaña y Rusia. De hecho, hecho, esas campañas preliminares preliminares serían esenciales para la victoria victoria final: «la guerra guerra puede puede mantener la guerra» y cada etapa victoriosa dotaría de fuerza y de recursos a la siguiente. Por esto, Ishiwara creía que debía empezarse en Manchuria, región que no sólo era la clave para defender-se de Rusia y para expansionarse en China, sino también la fuente de los alimentos, del carbón y del hierro hierr o que Japón precisaba con urgencia. Ishiwara no era solamente un visionario militarista, como tantos contemporáneos suyos, pues reconocía que las tareas a emprender e mprender exigían una cuidadosa organización de los recursos del país. Había que desplegar y poner bajo riguroso control a toda la población y a toda la economía. En atención al armamento, debía haber una dirección central de las finanzas y de la industria; en atención a la unidad, debían eliminarse los pensamientos peligrosos y la corr corrup upci ción ón de la polí políti tica ca.. En otra otrass pala palabr bras as,, el Esta Estado do mode modern rno o no tení teníaa que que ser ser desmantelado, como proponía Gondo Seikyo, sino disciplinado y purificado a fin de ser un mstr mstrum umen ento to apro apropi piad ado o para para el dese desemp mpeñ eño o de la misió misión n «asi «asiáti ática ca» » de Japó Japón. n. Era Era un planteamiento que atrajo el apoyo y la simpatía general.
El incidente de Manchuria A fines de los años veinte, la lucha por el poder entre las diferentes facciones y jefes militares de China empezaba a afectar a Manchuria. En 1926, Chiang Kai Shek, que dos años antes se había hecho con la dirección del Kuomitang (Partido Nacionalista), inició una serie de campañas orientadas a ganarse el control del valle del Yangtse y del norte de China. En la
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alguna forma de autogobierno en la región bajo Chang Tso Tso Lin; pero cuando Chang Kai Shek visitó Tokio en noviembre, Tanaka intentó convencerle de que detuviera su avance en la frontera de Manchuria. Japón envió tropas a Shantung a principios de 1928 amenazando las comunicaciones de los nacionalistas chinos, con lo que quedó reforzado el aviso de Tanaka. Tuvieron lugar entonces choques contra los chinos en Tsinan, seguidos una vez más de la ocupación japonesa del ferrocarril Kiaochou-Tsinan. Kiaochou-Tsinan. Al hacerse evidente que los nacionalistas pronto iban a tomar Pekín, Tanaka apremió a Chang Tso Lin para que se replegara del norte de China a Manchuria en donde las tropas japonesas podrían protegerlo. Chang aceptó sin entusiasmo. Sin embargo, algunos miembros del ejército de Kuantung seguían descontentos, pues pensaban que Japón necesitaba un dominio en Manchuria más directo del que proporcionaría un cabecilla títere. Uno de ellos, el coronel Komoto Daisaku, decidió urdir un pretexto para conseguir algo mejor, y ordenó a unos subordinados suyos que hicieran explotar una bomba debajo del tren en el que la mañana del 4 de junio de 1928 viajaba Chang Tso Lin cerca ya de l a ciudad de Mukden. A las pocas horas Chang moría de las heridas provocadas por la explosión. El incidente no desencadenó de hecho la intervención japonesa en las provincias manchúes, como buscaba Ko-moto, pues ni los superiores de éste ni el gabinete de Tokio deseaban autorizarla. Además, Komoto se libró por los pelos de un consejo de guerra. Mientras, la situación en el continente había vuelto a la normalidad: el hijo de Chang, Hsueh Liang, tomó el control de Mukden llegando a un acuerdo con Chiang Kai Shek; las tropas japonesas fueron retiradas de Shantung. Así y todo, los compañeros de Komoto en el ejército de Kuantung no cejaron en sus ambiciones. Dos nuevos oficiales del Estado Mayor se hicieron cargo de la planificación, el teniente coronel Itagaki Seishiro y el nuevo jefe de la sección de operaciones, el teniente coronel Ishiwara Kanji. Mientras que en Tokio el ministro de Exteriores en el gabinete del partido Minseito, Shidehara —Tanaka había dimitido en julio de 1929—, reanudaba las negociaciones sobre extraterritorialidad y aranceles chinos, en el continente Ishinara e Itagaki tomaban medidas de prevención para una ocupación de Manchuria si se presentaba una coyuntura favorable. Los cambios que estaban ocurriendo en la escena política dentro de Japón debido a la crisis económ económica ica daban daban carácter carácter urgen urgente te a esas esas medida medidas. s. El colapso colapso del mercad mercado o de accione accioness norteamericano en 1929, seguido de la depresión mundial, tuvo un efecto devastador para la empresa y la agricultura japonesa, a causa sobre todo de que una inoportuna vuelta al patrón oro en junio de 1929 había subido el yen a niveles incómodamente elevados. El total exportado cayó de 2.513 millones de yenes en 1929 a 1.426 millones en 1931. Para muchas pequeñas empresas del sector textil esto presagiaba el desastre. Los agricultores lo pasaron
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japonesa en base a que su aplicación dificultada más —algunos decían imposibilitada— la tarea de defend defender er el Pacific Pacifico o occide occidenta ntall contra contra Estado Estadoss Unidos Unidos.. Estas Estas objeci objecione oness fueron fueron desautorizadas por el gabinete del Minseito por motivos económicos y por el deseo de mantener buenas relaciones con las potencias. Así, el tratado fue firmado y ratificado. Para muchos oficiales en funciones y no sólo de la Marina, esta decisión fue un uF traje. Es decir, la consideraron inconstitucional, además de imprudente desde el punto de vista estratégico. Los ministros militares que eran miembros del gabinete y los jefes del Estado Mayor que no lo eran desempeñaban funciones diferentes que podían ser distinguidas grosso modo como administrativas, por un lado, y de planificación, por otro. Podría argüirse, por lo t anto, que no era de la competencia competencia del ministro ministro —tampoco —tampoco del colega civil que tenía en el gobierno— gobierno— el desa desaut utor oriz izar ar al jefe jefe del del Esta Estado do Mayor Mayor sobr sobree asun asunto toss oper operaci acion onal ales es de los los que que como como comandante en jefe era responsable ante el emperador. El nivel del armamento naval de defensa, se afirmaba, era un caso significativo. En los diez años siguientes se acudió varias veces al mismo razonamiento para justificar a los jefes militares en el extranjero cuando ignoraban o evitaban las órdenes de Tokio. Sin embargo, en 1930, las repercusiones inmediatas fueron nacionales. En noviembre, el primer ministro, Hamaguchi Yuko, cayó bajo las balas de un joven relacionado con una de las sociedades patrióticas menores, falleciendo a causa de las heridas al año siguiente. Al no produ producirs cirsee ningú ningún n cambio cambio en la polític políticaa —le sucedi sucedió ó Wakatsuk akatsukii Reijir Reijiro, o, con ideas ideas y formación semejantes— los patriotas fueron más lejos: la sociedad Sakurakai, de Hashimoto, con algunos extremistas civiles, proyectó un golpe de estado destinado a imponer la ley marcial y un gobierno militar. La conspiración tuvo que ser abandonada en marzo de 1931, al negar-se a participar algunos altos oficiales; pero en el otoño el plan resurgió a una escala induso mayor. Esta vez se eliminaría en un ataque aéreo al gabinete reunido en una de sus juntas; en la confusión resultante, a la intentona se uniría una división de la policía y el ministro de la Guerra quedaba aislado hasta que hubiera quedado declarada la ley marcial. Aunque la conspiración fue abortada y sus autores detenidos en octubre, el patriotismo de sus motivos mereció al parecer de los jueces un tratamiento indulgente. En este contexto hay que ver lo que Itagaki Seishiro e Ishiwara Kanji estaban haciendo en Manchuria. Estaban convencidos de que la posición japonesa en el continente asiático estaba siendo seriamente minada, no sólo por las señales de que Chang Hsueh Liang podía pasarse el Kuomitang, sino también por la depresión mundial que había mermado sustancialmente las ganancias de la Compañía Ferroviaria de Manchuria del Sur. El colapso de esta empresa, de sobrevenir, pondría en peligro el suministro japonés de alimentos y de importantes materias prim primas as just justo o en el mome momento nto en que que aume aument ntab abaa su neces necesid idad ad ante ante el creci crecimi mien ento to del del
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estaba de parte de los conspiradore conspiradores, s, así que, después de dar aviso a Itagaki Itagaki y a Ishiwara de que iba, hizo el viaje lentamente para dar tiempo a que llevaran adelante sus planes. Y los llevaron. La noche del 18 de septiembre de 1931 explotó una bomba en la vía férrea fuera de Mukden Mukden.. Inmedi Inmediatam atament entee se moviliz movilizaro aron n las tropas tropas para para tomar tomar la ciudad ciudad y la mañana mañana siguiente había empezado la ocupación del sur de Manchuria. En cuestión de días llegaron refue refuerzo rzoss de Core Coreaa con con lo que que las las oper operaci acion ones es pudi pudiero eron n abarc abarcar ar a las las tres tres prov provin incia ciass manchúes. Todo esto se había hecho no solamente contra los deseos bien conocidos del gabinete, sino también sin la autoridad del alto mando militar y posiblemente sin la del mismo jefe del ejército de Kuantung (no se tiene certeza de lo que éste sabía sobre las órdenes dadas en su nombre). Pero una vez emprendida, la acción demostró ser incontenible. El Estado Mayor y el Ministerio de la Guerra, ahora en sus esferas más altas, insistieron en que las tropas ya en el campo campo de batalla batalla tenían tenían que que ser apoya apoyadas das totalmente totalmente,, consig consiguie uiendo ndo así que fueran ignoradas las instrucciones del gobierno relativas a un alto del avance. En efecto, al acabar el mes de enero de 1932 las hostilidades se habían extendido más al sur de China, y un choque entre soldados chinos y japoneses en Shanghai fue seguido del bombardeo naval de Nanking. En sólo un aspecto fueron capaces las autoridades civiles de imponer cierta dosis de moderación. El trupo Itagaki-Ishiwara del ejército de Kuantung había anticipado que cuando todo estuviera hecho Manchuria quedaría bajo el control militar japonés. Esto lo rechazaba Tokio, en parte porque sería una afrenta a los intereses burocráticos creados (del Ministerio de Exteriores, por ejemplo), en parte porque ello supondría arrojar el guante a las otras potencias de los tratados con intereses en China. El ejército de Kuantung, por consiguiente, adoptó mejor un arreglo —con el visto bueno del gabinete— ya intentado antes repetidamente: un régimen títere personificado en un manchú. Pu Yi, el emperador manchú depuesto en 1912, fue sacado de donde vivía retirado en Tientsin e instalado como jefe de Estado (marzo de 1923) en lo que fue rebautizado como Manchukuo. Seis meses después, Japón reconoció al nuevo régimen. El comandante en jefe del ejército de Kuantung fue nombrado embajador japonés responsable de la defensa del país y del mantenimiento de la ley y el orden. Para todo todoss los los pues puesto toss clave clavess de la nuev nuevaa admi admini nist strac ració ión n manch manchú ú se nomb nombra raro ron n ases asesor ores es japoneses. Mientras, la diplomacia japonesa estaba haciendo lo que podía para paliar la mancha en la reputación internacional del país. El 21 de septiembre de 1921, China había apelado a la Liga de Naciones sacando de Japón una declaración en la que éste negaba tener ambiciones territoriales en el continente y prometía retirar sus tropas. Pero era una promesa que Tokio se veía imposibilitado para cumplir a la vista deja intransigencia del ejército. La Liga nombró a su
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numerosos rasgos anormales y excepcionales; y que, en consecuencia, las costumbres y los principios generales del derecho internacional que rigen las relaciones normales entre las naciones, ven considerablemente alterado su funcionamiento en China»~. Teniendo esto en cuenta, concluía, Japón busca seguir su propia vía para conseguir en el Asia oriental el orden y una «paz duradera».
Capítulo 11 El nuevo orden de Japón, 1931-1945 Tras la captura de Manchuria en 1931, la vida japonesa conoció un nivel de turbulencia sin igual desde la década que siguió a los tratados de 1858. En el extranjero, la guerra era casi constante. Hasta el verano de 1937 continuaron los combates intermitentes en el norte de China, que después se convirtieron en campañas a gran escala en todo el país. Aunque al principio se esperaba que fuesen breves —no estando dignificadas con la designación de «guerra «guerra» » por el gobier gobierno no japoné japonés— s— las hosti hostilid lidade adess prosig prosiguie uieron ron de hecho hecho hasta hasta 1945, 1945, confundiéndose en los últimos cuatro años con un conflicto más amplio, la Guerra del Pacifico. Esta se inició en diciembre de 1941 cuando Japón atacó a Estados Unidos y a los territorios coloniales de las potencias situados en el Sureste Asiático. En su sent sentid ido o más más gene general ral,, la finali finalida dad d de los los polít polític icos os japo japone nese sess al mont montar ar estas estas operaciones era crear un orden internacional en el Asia oriental que dominado por Japón sustitu sustituyer yeraa al que, que, según según ellos, ellos, Occident Occidentee había había ideado ideado en el siglo siglo xix para su propio propio beneficio. Este aspecto del periodo será el tema del capítulo siguiente. En éste, en cambio, nos ocuparemos de los sucesos ocurridos en el país que también fueron violentos, incluyendo basta bastantes ntes asesin asesinato atoss e intent intentona onass golpis golpistas tas.. La mayoría mayoría de estas estas accion acciones es las realizab realizaban an patriotas que buscaban regenerar la sociedad japonesa, limpiándola de los elementos de «corrupción» occidental que se habían acumulado desde la Restauración de Meiji en la búsqueda nacional de «riqueza y fuerza». Una manera manera de mirar mirar estas estas activid actividade adess polític políticas as es comparar compararlas las con las que estaban estaban teniendo lugar en la Alemania y en la Italia de la época, pues en las de estos países se daba también un rechazo a la democracia parlamentaria, además de la imposición de un rígido control en las finanzas y en la industria con el objeto de levantar una economía de guerra. En este este cont contex exto to,, a los los suce suceso soss de Japó Japón n se les ha pues puesto to con con frecu frecuen encia cia la etiq etique ueta ta de «fascistas». Es cierto que Japón no tenía un dictador carismático ni un Estado genuinamente unipartidis unipartidis que hubiera sustituido sustituido al antigu orden atrayendo a desco
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planteamiento que ha resultado más atractivo para los revisionistas desde el final de la guerra.
Militares en la política Una premisa de aceptación casi universal para los historiadores es que después de 1930 la influencia influencia de los militares en la política japonesa aumentó hasta convenirse convenirse en un dominio. Pero pasar de ahí y preguntarse quién tomaba las decisiones y por qué, es meterse en un atolladero. La complejidad de la rivalidad ejército-marina, de las facciones de uno y otra compitiendo entre sí, de las alianzas cambiantes con el paso del tiempo y de las confusas relaciones existentes entre oficiales, burócratas y políticos dificultan la formulación de cualquier exposición resumida. Para intentar poner en claro la situación es útil empezar distinguiendo entre altos oficiales (principalmente los que ocupaban altos cargos en los Ministerios de Guerra y Marina, en los dos Estados Mayores y en el ejército de Kuantung) y los llamados oficiales jóvenes con categoría de teniente coronel para abajo al iniciarse este periodo, la mayor parte de los cuales estaban apostados en Tokio o en sus alrededores en ocasiones relevantes. Todos estos hom bres compartían la convicción de que las fuerzas armadas tenían el deber de defender Japón, lo cual podía invalidar en ciertas circunstancias lo que debían al gobierno civil. Una mayoría estaba convencida de que la tarea comprendía tanto reformas políticas como eficacia militar. Más allá de eso, sin embargo, los militares estaban divididos. En las esferas más altas —más en la marina que en el ejército— la actividad política se contemplaba como encaminada más al control de las instituciones de poder existentes que a la destrucción o al cambio radical de las las mism mismas as.. En las las esfe esfera rass más más baja bajas, s, o bien bien por por impa impaci cien enci ciaa o por por comp compro romi miso so revolucionario, el modelo se tomaba más frecuentemente de los «hombres de espíritu» de la Restauración de Meiji; eran, en otras palabras, fanáticos dispuestos a recurrir a la violencia para que sus superiores complacidos hicieran su tare a. Dentro del ejército había en definitiva dos facciones. Una, la facción del «Control» (Tosei-
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de conspiraciones sobrevino en marzo de 1931, cuando la sociedad Sakurakai de Hashimoto Kingoro, en colaboración con Okawa Shumei y otros civiles, maquinó asesinatos politicos para llevar al poder a Ugaki Kazushige. Abandonado por falta de apoyo de los altos oficiales, el plan resucitó en octubre como una ampliación a nivel nacional de las acciones del ejército de Kuantung en Manchuria. Esta vez fue Araki Sadao la figura elegida para acaudillar el régime régimen n militar militar que sustit sustituir uiría ía al gabine gabinete te existe existente nte,, pero pero una revelac revelación ión premat prematura ura le permitió al alto mando poner freno al asunto. A los participantes en el complot sólo se les castigó de forma leve. Y una consecuencia fue que Araki, que parecía no haber tenido conocimiento de lo que se había estado tramando en su nombre, fue nombrado ministro de Guerra en diciembre con la idea dentro de los círculos del gobierno de que tal medida era necesaria para tener sujeto al grupo de exaltados. A principios de 1932, los extremistas civiles prestaron una nueva dimensión a la violencia cuando la hermandad de Inoue Nisho se dedicó a lanzar ataques contra aquellos a los que culpab culpabaa del malesta malestarr en el campo. campo. En febrer febrero o fue asesin asesinado ado Inoue Inoue Jonno Jonnosuk suke, e, antigu antiguo o ministro de Finanzas; y, en marzo, Dan Takuma, jefe ejecutivo de la empresa Mitsui. Dos meses después (15 de mayo), un grupo de jóvenes oficiales de la marina, al lado de un puñado de cadetes del ejército ejérci to y de otro de extremistas agrarios, con Tachibana Kosaburo Kosaburo a la cabeza, llevaron a cabo frecuentes ataques a ministros y oficinas del gobierno de Tokio. El primer ministro, Inukai Tsuyoshi, Tsuyoshi, fue una de las victimas. El desorden que de repente había entrado en la vida politica del país se puso claramente al descubierto con los juicios que siguieron a esos incidentes: juicios civiles separados para Inoue Nisho y Tachibana Kosaburo, cada uno con sus partidarios; dos consejos de guerra, uno del ejército y otro de la marina, para los oficiales implicados. Todos fueron públicos, largos y sonados, permitiéndoseles a los defensores lanzar feroces diatribas, que a veces duraban dos o tres días, contra todo y a quienquiera que sus defendidos, según ellos, tenían razón para odiar. Su defensa, en suma, constituyó una aserción de los motivos patrióticos. Lo que es
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al ministro de Finanzas, al guardián del Sello Privado y al nuevo inspector general de Formación Militar (el sucesor de Mazaki). Se distribuyeron panfletos en los que se proponía el establ establecim ecimien iento to de un régime régimen n reform reformado ado encabe encabezad zado o deseab deseablem lemente ente por por el mismo mismo Mazaki. Pero ni éste ni Araki dieron ningún paso, al tiempo que el alto mando —a instancias del emperador— llamó a unidades de la marina y a la guardia imperial que rodearon a los rebeldes y les instaron a rendirse. La rendición tuvo lugar a primeras horas de la tarde del día 29. Esta Esta vez la rendici rendición ón no signif significó icó publici publicidad dad ni senten sentencias cias nominales nominales.. Trece Trece de los insurrectos, entre ellos Alzawa, fueron juzgados y ejecutados en secreto y con prisas; a cuatro cuat ro de los contactos civiles, entre ellos Kita Ikld, les ocurrió lo mismo al año siguiente; a Araki y a Mazaki se les pasó a la reserva (impidiéndoseles regresar a la política al volver a entrar en vigor la antigua ley, abandonada en 1913, que exigía estar en activo al titular del Ministerio de Guerr Guerra). a). A los los «Jóv «Jóven enes es Ofic Oficial iales es» » radi radical cales es que que no habí habían an estad estado o direc directa tame ment ntee implicados en el golpe, se les envió con diferentes destinos al extranjero o a las provincias. Tomados en conjunto, los estallidos de violencia ocurridos entre 1932 y 1936 no sólo llevaron a la victoria de la facción del «Control» dentro del ejército —al menos en Tokio, pues la situación a veces era diferente en las colonias— sino también cambiaron el equilibrio del poder en la política japonesa. Un resultado fue el relegar los partidos de la Dieta a una posición de impotencia. La formación del partido Minseito en junio de 1927, integrando los elementos de la Cámara Baja que se oponían al Seiyukai, había dado por un tiempo a Japón el aspecto de un sistema bipartidista. El premio por este éxito par lamentario, se pensaba, sería la formación formación a partir de ahora de gabinetes gabinetes partidistas. partidistas. En julio de 1929, 1929, la administración administración del Seiyukai de Tanaka Giichi fue sustituida por una del Minseito con Hamaguchi Yuko a la cabeza. Al caer éste asesinado en 1930, su cargo lo ocupó Wakatsuki Reijiro, de su mismo partido; y, a fines de 1931, cuando la posición de Wakatsuki había quedado debilitada por su impotencia en controlar los sucesos de Manchuria, el poder pasó a Inukai Tsuyoshi, del
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No todos los militares que acaban de ser mencionados eran portavoces de sus compañeros de filas. A algunos les había elegido el Genro y la Corte con la esperanza de que pudieran mantener la frágil disciplina del ejército. Los almirantes eran a veces figuras de compromiso cuando el ejército y los civiles andaban de pique. Aun así, la ley que exigía que los ministros del ejército y de la marina estuvieran en activo, les daba a los altos oficiales de los dos cuer pos una voz colectiva en la composición del gabinete, una voz que no dudaban en usar. Y era precisamente la influencia militar en este sentido lo que más preocupaba a los que todavía buscaban mantener el sistema de Meiji. En este grupo de defensores del orden establecido se distinguía Saionji Kinmochi, último superviviente de los estadistas veteranos (Genro). Su tarea había sido asesorar al emperador en elegir de vez de cuando al primer ministro. Como protegido de Ito, Saionji había sido él mismo primer ministro a principios de siglo. La experiencia diplomática, incluyendo sus funciones al frente de la delegación japonesa en Versalles, le había dado relaciones estrechas con el Ministerio de Exteriores, mientras que como miembro de una distinguida familia cortesana mantenía una buena relación personal con el emperador. Se sirvió de esos contactos para asegurarse que los hombres con cargos cercanos al trono compartieran sus mismas simpatías simpatías políticas —Makino Nobuaki, Nobuaki, guardián guardián del Sello Privado, Privado, hijo segundo segundo de Okubo Okubo Toshimichi, es un ejemplo sobresaliente— y a veces para convencer al emperador en persona a que diera un codazo de atención al mandatario civil o militar de turno. Hasta su muerte en 1940, Saionji seguiría usando esos medios para hacer lo que podía por mantener a su país dentro del orden internacional anglo-norteamericano y por preservar la continuidad de la monarquía constitucional según el modelo de Meiji. Pero ese «hacer lo que podía» no resultó ser suficiente al mediar la década de los años treinta. Quienes estaban dispuestos a usar tropas contra el gobierno parecían más inclinados a hacerse con la persona del emperador que a obedecer a los allegados a éste. Además, en 1935, sus aliados civiles empezaron a criticar por primera vez abiertamente a Saionji y a sus
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Ni una medida ni otra, sin embargo, consiguieron dotar a Japón de la estabilidad y la coherencia política que Konoe deseaba. La primera lanzó a hombres que a la postre se mostraron dispuestos a ignorar los deseos de Konoe, como Tojo Hideki que fue además su sucesor. La segunda resultó ser totalmente ineficaz como medio de frenar a los militares al menos fuera de Japón. En casa, es cierto, le ayudó a garantizar la superviviencia en cierta medida de aspectos del sistema de Meiji: dentro de la Asociación de Auxilio al Gobierno Imperial, por ejemplo, los políticos de los partidos seguían dirigiendo los asuntos de la Dieta y conservaban el prestigio derivado de conferir legalidad a las regulaciones de la guerra; los funcio funcionar narios ios de los gobiern gobiernos os region regionale aless de hecho hecho aument aumentaro aron n sus sus poderes poderes (como (como el administrar administrar los racionamient racionamientos, os, ahorros para la guerra, guerra, defensa defensa civil) ejerciéndolos ejerciéndolos a través sobre todo de asociaciones de vecinos (tonarz gumaí) establecidas en septiembre de 1940; finalmente, los burócratas siguieron con la mayoría de sus viejas prácticas y procedimientos usándolos a veces para frustar las aspiraciones de los militares a la asignación de los recursos económicos económicos.. En otras palabras, palabras, mientras que Japón Japón después después de 1937 estaba sometido sometido a una incómoda serie de controles y prohibiciones, seguía siendo demasiado pluralista para ser completamente totalitario. Tampoco Tampoco era todo lo militarista que los militares hubieran deseado.
Ideas peligrosas Cualquier país en guerra echa mano a la censura y trata de suprimir las ideas que se piensa amenaz amenazan an la estabil estabilida idad d polític política, a, pero pero el uso de la policí policíaa contra contra los socialis socialistas tas y los comunistas de Japón no empezó solamente en 1931 con el estallido de las hostilidades en Manchuria. Aparte de la legislación que se blandía en contra del movimiento de derechos populares de los años ochenta del siglo xix y del sindicalismo de principios del xx —pese a la relevancia de estos dos precedentes— la Ley para el Mantenimiento de la Paz de 1925 había dotado a la policía ideológica (tokko, bajo el Ministerio del Interior) y a la policía militar (kempei, bajo el Ministerio de la Guerra) de amplios poderes para combatir a cualquier organización que persiguiera el derrocamiento de la forma de gobierno o la abolición de la
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dirigida principalmente contra los autores con suficiente fama como para ejercer influencia en el público en general. Así y todo, el efecto fue más omnipresente omnipresente de lo que tal cualificación cualificación pudiera dar a entender. La autocensura, que reflejaba el miedo a la prisión o amenazas de los patronos, existió indudablemente aunque no era fácil de identificar. Tampoco era el material abiertamente político el único que se ponía bajo la lupa del censor. Eran objetos de sospecha también los escritos sobre historia antigua de Tsuda Sokichi, pues se trataba en ellos del origen del linaje imperial, y las novelas como Sasameyuki (traducida al inglés con el título de The Makioka Sisters), de Tanizaki Junichiro, que presentaba dudas sobre valores convencionales. A su tiempo, la referencia de Araki al «saludable esparcimiento de la población» llegó a justificar la desaprobación oficial de la música de jazz, de la escenas de amor en el cine y en el teatro occidental, y de las expresiones americanas empleadas en el béisbol. Es difícil juzgar el impacto de todo esto. No cabe duda de que al pueblo japonés se le mantenía ignorante de muchos de los sucesos ocurridos dentro y fuera del país que pudieran mostrar mostrar a un Japón Japón poco poco agracia agraciado. do. Además Además,, la presió presión n era muy conside considerab rable le sobre sobre el ciudadano inconformista o sobre el portavoz de ideas impopulares. Por ejemplo, de la gente detenida en este periodo unos 1.800 eran cristianos, sobre todo de un grupo de los menos ortodoxos y sumisos como el de los Testigos de Jehová. Se tomaron también medidas contra algunas sectas budistas y sintoístas cuyas creencias eran críticas del Estado o de la guerra, o
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todos sus compatriotas, es decir, la atacaban en el sentimiento de «pertenencia» étnica y nacional. Un caso famoso fue el de dos comunistas, Sano Manabu y Nabeyama Sadachika, a los que en 1933 les hicieron hicieron renegar de los elementos elementos antiimperiali antiimperialistas stas de sus ideologías ideologías en cuanto aplicables a Japón. Puesto que, explicaron, Japón estaba liderando a Asia contra el capitalismo occidental era legítimo que se extendiera por la «atrasada» China y pusiera a Manchuria, así como a Corea y Taiwán, bajo su dominio. En esta tarea, las nociones de «independencia para las colonias y de autodeterminación nacional son ideas burguesas desfasadas». No todos todos los radical radicales es japon japonese esess sucumb sucumbiero ieron n a este este tipo tipo de presió presión, n, aunque aunque pocos pocos pudieron resistirla una vez que eran seleccionados como blanco. Algunos se replegaron a un retiro intelectual, otros a desviaciones eruditas más esotéricas y otros siguieron criticando en revistas de producción privada. Ninguno Ninguno de ellos, sin sin embargo, como tampoco ninguno de de los disidentes políticos supervivientes se involucraron en protestas activas o crearon un movimiento de resistencia en Japón. Una razón importante era el peso de la propaganda pública y privada desplegada para mostrar que el individualismo y la antipatía al consenso — de aquí, el liberalismo, el votar, las políticas de confrontación— era algo no japonés. El proceso empezaba en las escuelas en donde el profesor de ética se preocupaba más que nunca de mostrar que esas cosas eran iniportaciones indeseables de Occidente. Junto con una fuerte
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volumen (1910-1914 = 100) casi se duplicó entre los periodos 1925-1929 y 1935-1939 y algunos sectores superaron con creces ese promedio. El índice del sector del metal y de la maquinada en particular subió de 255 a 920, el químico y cerámico de 453 a 1.255. En la construcción naval, el tonelaje anual bruto se recuperó de 106.000 toneladas en 1929-1933 a 259.000 en 1934-1937, o sea, a un nivel aproximadamente igual que durante la guerra de 1914-1918. Esta Esta recup recuper eraci ación ón econó económi mica ca estu estuvo vo acomp acompañ añad adaa de vario varioss cambi cambios os impo import rtan ante tess vinculados sobre todo a la posición de Japón en la economía mundial. El descenso del valor del yen, que hizo más caras las importaciones y menos gananciosas las exportaciones, animó a los comerciantes a buscar fuentes de abastecimiento allá donde el cambio de moneda les era favorable, y mercados en donde había menos trabas a las ventas japonesas. Esto produjo un crecimiento del comercio con el este y sureste de Asia, sobre todo con las dependencias japonesas, en lugar de con Europa y América. En 1934-193 6 (los años tomados generalmente como norma de antes de la guerra, ya que las cifras de los años siguientes están deformadas por factores militares), militares), casi el 60 por ciento de las exportacion exportaciones es japonesas fueron a China, China, Corea, Taiwán y el sureste asiático, mientras que el 50 por ciento de las importaciones procedía de esas mismas partes.
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antes de la Compañía Ferroviaria de Manchuria del Sur, elaboró un Plan Quinquenal para 1937-194 1 con objetivos de inversiones y de producción de hierro, acero, petróleo, carbón, energía eléctrica, productos químicos, maquinaria y otras industrias vitales para el poderío militar. Aunque el gabinete no le dio el visto bueno final hasta principios de 1939, su contenido era ampliamente conocido entre los funcionarios y provocó un flujo constante de capital y de recursos de uso civil a militar bastante antes de esa fecha. Se establecieron nuevas instituciones para supervisar el proceso. En el Ministerio de Comercio e Industria existía ya un instrumento para la intervención asistencial del gobierno en la recuperación siguiente a una depresión económica y en el fortalecimiento de las empresas japonesas de cara a competidores extranjeros (principalmente mediante el fomento de la formación de cárteles). Con este objeto, en octubre de 1937 se agregó el Consejo de Planificación Interministerial, cuya tarea primordial era coordinar a los distintos ministerios afectados por el esfuerzo de la guerra en China. Su personal abarcaba a oficiales militares en traslado temporal y burócratas del gobierno central con aquilatada experiencia en economía. En 1943, al aumentar los problemas de la guerra, se fundió con el Ministerio de Comercio e Industria para constituir el Ministerio de Municiones. Los miembros de estos organismos debían cooperar con el Cuartel General Imperial (Daihonei), (Daihonei), que había sido activado en noviembre noviembre de 1937 para concertar concertar los objeti objetivos vos estratégi estratégicos cos —y por tanto tanto las necesi necesidad dades es económ económica icas— s— del ejércit ejército o y la marina.
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exigían un nivel de autoridad del que en última instancia se carecía. Las fuerzas armadas, ocupadas en una guerra en China mucho mayor de lo que habían previsto, necesitaban más y más material, la mayor parte del cual se componía de acero. Conseguirlo solamente era posible a costa del capital, la mano de obra y la capacidad industrial que de otra manera se hubieran destinado a las industrias de consumo. A su vez, esta situación ponía en peligro dos cosas: una, las exportaciones —de textiles, por ejemplo- que constituían el único medio que tenía Japón para pagar las importacion importaciones es de materias materias primas estratégicas estratégicas (como el petróleo, petróleo, hierro y carbón); otra, la moral de la población civil, que en parte dependía del nivel de vida. Por si fuera poco, el choque entre las’ necesidades a corto plazo (municiones para la guerra en China) y los objetivos a largo plazo (la expansión de los recursos para una confrontación con Estados Unidos y Rusia) provocó disputas entre los mismos estrategas. Así, en abril de 1941, estas contracorrientes alcanzaron un punto en que el ejército llegó a insistir en el arresto de algunos miembros civiles del Consejo de Planificación Interministerial, dando como razón que se habían pronunciado en nombre de los industriales, lo cual equivalía a descubrirse como simpatizantes de la izquierda política. Las implicaciones de esta situación en la política exterior japonesa se tratarán en el capítulo siguiente. Por ahora baste añadir a guisa de conclusión que las experiencias de la guerra en este contexto contribuyeron grandemente a determinar el tipo de desarrollo industrial de la
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junto con las guerras que las instauraron. Llamar a este periodo una fase de construcción de un imperio, aunque aunque es habitual entre los historiador historiadores, es, no ha sido siempre siempre aceptable aceptable para la opinión pública japonesa ni entonces ni después. Algunos japoneses han preferido describirlo como una búsqueda de la «autonomía», ya que el país lo que buscaba era una libertad de acción en el Asia oriental que antes se le había negado por su «dependencia» de un orden internacional dominado por Gran Bretaña y Estados Unidos. Otros lo han puesto en el marco de un conflicto cultural y político entre Asia y Occidente, en el que Japón tenía el deber de ponerse del lado de Asia. Este segundo planteamiento ha presentado siempre problemas de definición. En los años
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declaración conocida como Fundamentos de la Política Nacional, a partir de la cual acabarían desarrollándose las directrices del nuevo orden y de la esfera de coprosperidad. Era central en ella la eliminación de la «tiranía política de las potencias en el sureste asiático» y su sustitución por «relaciones cordiales» con los pueblos de la zona «fundadas en los principios de coexistencia y coprosperidad». Para lograrlo, tenía que haber «una fuerte coalición entre Japón, Manchukuo y China» en la cual el norte de China sería «una región especial» dada su importancia económica. Yendo más lejos, Japón extendería sus intereses al sureste asiático, pero sólo de forma «gradual y pacifica». En estos objetivos —tal como los entendían los líderes militares, pues, después de todo,
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control e integración de la región. No hubo nunca un periodo en que al sur de la Gran Muralla disfrutara Japón del grado de estabilidad y cooperación que existía al norte de la misma. En el plan plano o polí polític tico o inten intentó tó Japó Japón n estab establec lecer er un gobi gobiern erno o indi indirec recto to,, como como habí habíaa hech hecho o en Manchuria. Pero el gabinete de Tokio y el ejército eran incapaces de ponerse de acuerdo sobre qué quedan exactamente en China ode hallar una personalidad que gozara de suficiente posición para colaborar con ellos. Wang Ching Wei, Wei, un antiguo alto miembro del Kuomitang, fue el que estuvo mas cerca. En 1940 le pusieron al frente de un régimen títere en el valle del Yangtse, pero en la práctica jamás le dieron la autoridad que le podría haber permitido ganarse el apoyo del pueblo chino: Tokio Tokio seguía jugando con la idea de un entendimiento con Chiang Kai Shek, mientras que los jefes militares japoneses no parecían muy dispuestos a
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El resultado de estos cambios fue un aumento muy sustancial de las inversiones japonesas en el continente —al lado de mucha explotación política y de expropiaciones de empresas chinas— que provocaron un brusco aumento de la producción, sobre todo de carbón y hierro. El norte y centro de China, junto con Mongolia Interior, produjeron casi 23 millones de toneladas de carbón y 5 millones de toneladas de mena de hierro en el periodo 1941-1942. Sólo Manchukuo terminó aportando el 20 por ciento de la producción total de Japón de hierro en lingotes y el 8 por ciento del acero. Sin embargo, estas cifras eran más bajas de lo que en un principio se había esperado, como pasó con las relativas a otros sectores de la actividad industrial. Una razón fue la carestía de capital y de mano de obra especializada que trababa continuamente el esfuerzo bélico japonés. Otra fue el cambio de prioridades después del año
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Alemania contra el comunismo internacional. Lo que ahora se contemplaba era algo mucho más político, que llevaría a una coordinación de planes y a un reparto de botines. Fi argumento en favor de esta alianza fue reforzado por lo que estaba ocurriendo en Europa: el pacto de no agreSión ruso-germano (agosto de 1939), el estallido de la guerra (septiembre de 1939), la cadena de victorias alemanas en la primavera y principio de verano de 1940. Cuando en julio de 1940 tomó posesión el segundo gabinete de Konoe, su ministro de Exteriores, Matsuoka Yosuke, apoyó con entusiasmo las ideas del ejército. Estaba seguro del triunfo alemán en Europa. De aquí sacó la conclusión de que Japón no debía perder tiempo en negociar las consecuencias de ese triunfo, pues la derrota de Gran Bretaña, Francia
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Asia»71. Según se había indicado tres años antes en los Fundamentos de Política Nacional, lo
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vecinos, como China y Filipinas, que persiguiera su política por medios pacíficos y que
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La esfera de coprosperidad
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ambos territorios como japoneses. El régimen de Wang Wang Ching Wei, Wei, de China, que en enero de
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