Los primeros bancos en méxico (1821-1925)
Ca�me� N��asc� Gutiérre�
Dr. José Narro Robles
Dr. Juan Alberto Adam Siade
Rector
Director
Dr. Eduardo Bárzana García
L.C. y E .F. Leonel Seba stián Chavarría
Secretario Genera l
Secretario Gener al
Lic. Ma. del Carmen Márquez González Secretaria de Div ulgación y Fomento Editorial
Los primeros bancos en México Primera edición: 2012 Fecha de la edición: 27 de noviembre de 2012 D.R. © 2012 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, Distrito Federal Facultad de Contaduría y Administración Circuito Exterior s/n, Ciudad Universitaria Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, Distrito Federal. ISBN Electrónico: 978- 607-02-3887-1 “Reservados todos los derechos bajo las normas internacionales. Al pagar por este libro, se le otorga el acceso no exclusivo y no transferible para leer el texto de esta edición electrónica en la panta lla o en caso de ser libro impreso su lectura en papel. No tiene permitido reproducir total o parcia lmente por cualquier medio, transmitir, descargar, descompilar, aplicar ingeniería de regresión, ni almacenarse o introducirse en sistemas de almacenamiento y recuperación electrónicos o mecánicos existentes o que se inventen en el futuro sin la autorización escrita del autor, casa editorial y/o titular de los derechos patrimoniales.” Hecho en México
Presentación Hace dos años comenzó la segunda centuria de vida independiente de nuestro país y para mucha gente que se interesa en su historia ha sido el descubrimiento de muchos rincones de la misma que ignoraba. A través de libros y revistas, algunos muy serios e informados, otros desgraciadamente apelando al amarillismo y la nota escandalosa llevada al plano histórico; también por medio de películas y hasta series televisivas, donde con más o menos recursos y veracidad se han abordado temas referentes a la historia de México ocurrida en estos doscientos años, se han podido dar a conocer algunas facetas de nuestra vida como país que habían permanecido ignoradas durante mucho tiempo, como si fueran secretos pecaminosos. La Universidad Nacional Autónoma de México, recurriendo a uno de los tres propósitos primordiales que la han guiado desde su fundación, que es la difusión de la cultura, dedicó buena parte de su esfuerzo a hacer llegar al público común, de dentro y fuera del aula, diversos aspectos de lo que significa este período para todos y cada uno de los mexicanos, pero su labor no ha terminado. Ahora, sigue ofreciendo con la dedicación que la particulariza, la información y el conocimiento que nuestro pueblo necesita para encontrarse a sí mismo. Uno de los aspectos de la historia de México que ha sido menos explorado por el público en general, aún en este aniversario, es aquel que se refiere a su sistema financiero. Años de distorsión ideológica han logrado que las personas se sientan ajenas al fenómeno financiero, como si fuera algo que no les atañe, como si fuera algo en lo que no están participando ellos mismos día a día y que lo que ocurre en este aspecto es únicamente por las decisiones, malas o buenas, acertadas o torpes de un puñado de hombres ajenos a todos nosotros, que hoy se sentaron a hablar. En la Facultad de Contaduría y Administración, lugar donde el fenómeno financiero es el centro de la atención de investigadores, profesores y estudiantes se está consciente de la importancia que tiene su conocimiento, no solamente de lo que ocurre en el día de hoy, sino que es producto de una historia que proviene de siglos atrás y que es necesario conocer para darse cuenta que las decisiones que se tomen en cada momento, pueden ser las mismas que ya se tomaron antes, con un barniz de uso de medios tecnológicos modernos, que nos pueden llevar a momentos de bonanza o desesperación de la misma manera que ya antes ocurrió. Es por esto que se ha considerado necesario hacer conocer diversos aspectos históricos del Sistema Fina nciero Mexicano, no como el estudio farragoso de eruditos dentro de un cubículo de investigación, sino como el fenómeno vivo que a todos nos importa, porque de este depende gran parte del futuro de nuestro país y de nosotros mismos como individuos particulares, por lo que en el día de hoy presentamos el primero de una serie de fascículos cuya intención es hacer que todos los que se interesan por la historia de México -obra a la que se ha titu lado en su conjunto Tras las huellas del Sistema Financiero Mexicano-, sean o no financieros, conozcan y puedan reflexionar no solo acerca de los acontecimientos políticos del país, sino también de los financieros: saber acerca de la importancia que han tenido los bancos -que es el tema de este número-, o el papel que ha jugado la plata en nuestra economía o la influencia que tuvo la Segunda Guerra Mundial en nuestros bolsillos, por mencionar solo unos pocos. Esperamos cumplir con nuestro cometido.
Juan Albrt� Ada� S�ade Director de la Facultad de Contaduría y Administración.
Los primeros bancos en méxico (1821-1925)
I.
Introducción
6
II.
Antecedentes remotos
7
III.
Situación financiera del país al terminar la Independencia
8
IV.
Los agiotistas
8
V.
Los primeros intentos bancarios
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VI.
El Banco de Londres y México y otros
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VII. El Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano
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VIII. Primera Legislación Bancaria
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IX.
Al principiar el siglo XX y la revolución
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El dato curioso: cómo cambia el lenguaje
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Fuentes de información / Bibliografía / Sitios de internet / Fuentes de ilustraciones
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Los primeros bancos en méxico (1821-1925) Ca�me� N��asc� Gutiérre� I. Introducción El sistema bancario es, en la actualidad en cualquier Estado, el eje alrededor del cual se desenvuelve toda su vida fina nciera. A medida que una sociedad se vuelve más compleja y el número de sus transacciones comerciales aumenta y su calidad y tipo se hacen más variadas, su problemática es mayor e implica, primero, una gran cantidad de personas que las lleven a cabo y después forzosamente, de una serie de organismos que las propicien y faciliten. Como una consecuencia inmediata de lo anterior surgen entidades controladoras de todos, provenientes del propio Estado, para propiciar el buen desarrollo de las mismas. De esta manera han surgido las diversas tesorerías reales, los bancos centrales, las instituciones de crédito públicas y privadas, las instituciones de seguros y, a últimas fechas, las bolsas de valores, aunque también hay que tomar en cuenta, por la importancia que muchas veces han tenido, a los diversos elementos no del todo legales que, a pesar de todo han estado presentes, como es el caso de los contrabandistas 1, los piratas y los agiotistas. Dada la trascendencia que reviste el tema para el Sistema Financiero Mexicano (SFM en adelante), se escogió el tema bancario como una plataforma a partir de la cual se desarrollarán todos los demás. El período a estudiar en este número se decidió en base a dos hechos relevantes en México dentro del tema financiero: el año de la consumación de la independencia y el año en que fue creado el Banco de México, situaciones ambas que marcaron hitos en el devenir financiero del país. Se ha considerado que la historia y desarrollo de éste último por su importancia merece, por sí mismo, un estudio aparte.
COSTELOE, Michael P. Deuda externa de México, Bonos y tenedores de bonos, 1824-1888 , México, Fondo de Cultura Económica, 2007, pp. 139-145. 1
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II. Antecedentes Remotos Con el concepto moderno de Banco como entidad financiera que se dedica a la intermediación de dinero entre personas que lo tienen y aquellos que lo solicitan, no aparecen en México durante la época de la Colonia. No hay bancos propiamente dichos, aunque sí hay actividades de banca y crédito que estaban a cargo de personas físicas, las cuales principalmente concedían créditos llamados de avío para la explotación minera, en especial de la plata. Es desde esta época tan temprana que se comienza a utilizar un documento que puede considerarse como el antepasado en México de diversos documentos modernos de crédito: el billete de depósito que orfebres y joyeros extendían a las personas que les dejaban sus valores en guarda, para evitar en lo posible robos en sus domicilios particulares, principalmente de metales preciosos y a quienes les pagaban por esa custodia. Aunque al principio sólo era un documento que amparaba un depósito, sin ninguna finalidad comercial, pronto el documento mismo sirvió para hacer operaciones financieras, otorgándolo como garantía de pago, lo que tuvo dos consecuencias: a. Los metales y valores diversos que estaban guardados en las cajas de orfebres y joyeros se mantenían inmovilizados durante un largo lapso de tiempo, que aunque no perdían valor, ya que casi siempre eran oro y plata, tampoco dejaban ganancia algun a, y b. El uso que comenzaron a hacer los depositarios del capital que tenían en su custodia, prestándolo a quienes lo solicitaban, mediante una remuneración por el riesgo asumido, actuando de esta forma como antecedente de lo que constituye una de las principales operaciones que un banco suele hacer. Según Moreno Castañeda: “Con el tiempo aquellas dos costumbres, que primero fueron subrepticias y aun ilícitas, obtienen aquiescencia general y luego, como las costumbres engendran el Derecho, nació en la legislación escrita el ordenamiento para sancionarla y convertirla en actos sometidos al control legal” 2 Otra forma crediticia fueron los llamados “bancos de la plata”, que funcionaron en el siglo XVIII cuyo oficio era el de cambiar plata en trozos o en barras obtenidas directamente de las explotaciones mineras por plata acuñada, lista para realizar transacciones comerciales, cobrando, desde luego, una comisión por el servicio prestado, sin embargo los tres principales bancos de la plata que estaban en manos de
Virrey Antonio María de Bucareli y Urzúa
particulares, quebraron antes de la primera mitad del siglo por malos manejos administrativos y para finales del mi smo ya no existía ninguno. 3 Casi al finalizar el siglo XVIII y ante la ausencia de los “bancos de la plata”, en tiempos de Carlos III, el arzobispo-virrey Antonio María de Bucareli y Urzúa (1717-1779), solicita al monarca la creación de un banco para el apoyo de la explotación argentífera, por lo cual fue creado por decreto real el Banco de Avío de Minas, cuyo principal objeto era el de fomentar la minería de la plata en la Nueva España, mismo que fue establecido en 1784 4. No obstante, este organismo tuvo una función muy deficiente gracias a los malos mane jos y a la corrupción administrativa que había en todo el Imperio y de la cual, no estaba a salvo nuestro país, de tal manera que unos cuantos años después, a principios del siglo XIX, también desaparece. Es de hacer notar que aunque los citados organismos hacían funciones crediticias, no eran bancos en la acepción que se les da en la actualidad, sus funciones eran mucho más reducidas que las que ahora desempeña cualquier banco, sin BRADING, D.A., Mineros y comerciantes en el México borbónico (17631810), México, Fondo de Cultura Económica, 1975, p.236. 4 ROMERO IBARRA, Ma. Eugenia, “Un siglo de historia bancaria de México”, en Miradas sobre la nación liberal:1848-1948. Proyectos, debates y desafíos, T.III, México, UNAM, 2010, pp. 319-334. 3
MORENO CASTAÑEDA, Gilberto, citado por Jorge Fernández Ruiz, en Reforma Bancaria: estatización y reprivatización de los bancos, en www.bibliojuridica.org 2
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embargo resulta importante conocer su existencia para saber de los antecedentes mediatos del sistema bancario que comenzó a desarrollarse en el país a partir de la independencia.
III. Situación financiera del país al terminar la independencia Al finalizar el proceso independentista en México, el país se encontraba en bancarrota. La ilusión de que con facilidad se lograría hacer del naciente país una economía floreciente que permitiría crear una nación en donde todo el mundo podría vivir con prosperidad, no dejaba de ser solo una ilusión. Tanto la economía que se basaba en la producción de bienes, como la fuerza de trabajo habían resultado profundamente lastimadas. Los principales factores que produjeron esta terrible pérdida pueden resumirse en los siguientes: 1. Se dejaron de producir bienes para el consumo cotidiano, sobre todo dentro de la producción agrícola, aunque también se vio afectado el sector secundario de producción, esto es, la producción de artículos manufacturados; la minería que constituía un pilar de la economía en la época, sufrió asimismo una parálisis que ya se venía gestando desde mediados del siglo anterior y que se vio impulsada en la revolución independentista, tanto por la ausencia del personal minero, como por los asaltos y robos sufridos. 2. La fuerza de trabajo, tanto campesina como artesanal, se vio mermada en gran medida, tanto por la gente que dejó todo para participar en la lucha armada y que dejó de producir, ya que abandonaron la tierra y los talleres y murieron o emigraron, como la que fue víctima de la misma, aún sin participar en la guerra, tanto en sus personas como en su patrimonio. 3. La deuda externa proveniente desde tiempos anteriores a la independencia continuaba y aún en aumento, gracias a los intereses generados, pero sin el menor atisbo de que los gobiernos pudieran tener recursos para solventarla. Según J.Z. Vázquez, “[...] la deuda heredada [...era de...] 45 millones de pesos, la bancarrota era total.”5 4. La desorganización administrativa que dentro del Estado produjo la separación violenta de México con respecto a España no permitió el tránsito fácil de la administración peninsular a la americana, lo que involucró, entre otras cosas, la falta de recaudación ordenada de impuestos para solucionar los problemas más urgentes de la población, así como la mejor aplicación posible de lo que se obtuviera.
Estos factores principales y otros menos importantes obligaron a adoptar cuantas soluciones se les ocurrieron a los gobernantes, tales como los préstamos forzosos, la emisión de moneda sin respaldo y rebajas en sueldos de funcionarios públicos, lo que provocó todavía más desencanto de la población y no contribuyeron a aliviar la urgente necesidad económica tanto del gobierno como de la población. Ya en esta época tan temprana de la vida del país es que datan los primeros préstamos gubernamentales provenientes del extranjero a los gobiernos independientes; así se encuentra que el 1 de mayo de 1823 es autorizado por el Congreso 6 un préstamo de dieciséis millones de pesos de la empresa inglesa Barclay, Herring, Richardson & Co., que le es otorgado en 1825. 7 La deuda con el exterior se vio incrementada con sucesivos empréstitos que, por un lado causaban réditos y por otro no dejaban ninguna ganancia, cuando no incluso pérdidas por manejos inadecuados o torpes y más de uno incluso por mala fe. Otro factor más a tomar en cuenta intervino para agravar el ya de por sí triste panorama financiero de la nación: las sucesivas y continuas luchas internas por el poder que se dieron a lo largo de los primeros cincuenta años de vida independiente, lo que impidió la organización administrativa y la recaudación efectiva de impuestos, evitó el pago de las deudas y retrasó la producción en general. También es de esta época que proviene el uso de la letra de cambio bancaria como instrumento de crédito en nuestro país, aunque los pagos continuaban haciéndose en efectivo metálico casi en su totalidad, lo que constituía un incentivo para los asaltantes de conductas que transportaban plata amonedada desde la Ciudad de México a las diversas ciudades del interior de la república.
IV. Los agiotistas Para sobrevivir, los numerosos gobiernos que ostentaron el poder de la nación en los primeros cincuenta años de vida independiente tuvieron que depender en gran medida de la existencia de los usureros, no solo extranjeros, sino también mexicanos, a los cuales se les hacían concesiones y ventas, que solo lograban que el país se siguiera endeudando, ya que los intereses eran verdaderamente leoninos. Cita J.Z. Vázquez el caso de que en 1828, Manuel Lizardi, usurero al que el congreso le aprobó un préstamo, cobró un 536% de interés anual sobre lo prestado 8. Y no fue el único.
Idem, p.552. MANERO, Antonio, La revolución bancaria en México, México, Miguel Ángel Porrúa, Ed. Facsimilar, 1991, pp. 3. 8 VÁZQUEZ, op.cit., p.554. 6 7
VÁZQUEZ,J.Z., “Los primeros tropiezos”, en Historia General de México, México, El Colegio de México, Versión 2000, 2000, p.551. 5
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Campaigns of the Mexican War (1846 - 1847)
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“Es posible que los historiadores nunca puedan determinar con precisión el porcentaje de ingresos anuales obtenido en base a préstamos , ya que por cada préstamo registrado, pudo haber dos o tres más que fueron incluidos en el rubro de ‘ingresos generales’ “ 9 El decaimiento de los agiotistas llegó hasta después de la primera mitad del siglo XIX, pasada la guerra con Estados Unidos y el agotamiento del dinero obtenido por la venta de La Mesilla. Después de este enorme fracaso político, los grandes usureros, entre los que se cuentan nombres que han pasado a la posteridad dentro del ámbito económico del país, como Manuel Escandón, Manuel Lizardi, citado antes, Cayetano Rubio, Gregorio Mier y Terán y Francisco Javier Echeverría, quien fue ministro de Hacienda con Anastasio Bustamante, entre muchos más, fijaron sus miras en otros negocios que les rindieran mejores dividendos y con menor riesgo. Se volvieron políticos y empresarios. Nihil novum sub solem, no hay nada nuevo bajo el sol, decían en Roma.
V. Los primeros intentos bancarios Lucas Alamán
Este tipo de relación de los gobiernos con los agiotistas tiene raíces muy antiguas que se pierden en la Edad Media. Inclusive hay la teoría de que el muy famoso desmantelamiento de la orden de los Templarios por el rey de Francia fue, en gran medida, debido a que trató a través de esta forma brutal de evitar el pago de las deudas que había contraído la corona francesa con la Orden del Temple. Sin embargo, a pesar de que eran mal vistos por todo el mundo, los agiotistas siguieron proliferando cerca de los gobiernos hasta que se comenzaron a fundar los primeros bancos y aún mucho después; ésta fue una tradición que llegó a nuestro país a través de España y se quedó viva después de la Independencia, con los primeros gobiernos republicanos. En los primeros años de vida independiente se formalizaron préstamos con casas bancarias inglesas, sin embargo, estos bancos quebraron y junto a la baja de las importaciones, que producían grandes ingresos al erario en el rubro de aduanas, el gobierno no tuvo la solvencia necesaria para pagar los bonos de la deuda contraída, lo que, a su vez impidió que otros bancos confiaran en el país, por lo que se tuvo que recurrir a los eternos usureros, que tampoco confiaban en el gobierno, pero que gracias a hábiles maniobras financieras, pudieron prestar dinero, tratando de minimizar el riesgo y recuperar con creces su dinero, del cual se piensa que fue una gran cantidad, tal como afirma Bárbara Tenenbaum:
Dada la precaria situación económica de la nación en estos primeros años, resultó difícil la formación de un sistema bancario, solamente se presentaron dos intentos de fundación de bancos hasta el advenimiento del Segundo Imperio y ambos tuvieron una vida breve y poco afortunada: - El Banco de Avío, fundado el 16 de octubre de 1830, durante el mandato de José Ma. de Bustamante, cuyo autor intelectual fue nada menos que Lucas Alamán, quien tenía por propósito, al poner en ma rcha este proyecto, el de promover la industria, especialmente la textil, al ser uno de sus propósitos principales el de importar maquinaria para venderla al costo a los industriales y de esta forma fomentar la industrialización del país. Resulta importante citar algunas partes de su constitución, porque aclara sus propósitos: “ Art. 1. Se establecerá un Banco de Avío para fomento de la industria nacional, con el capital de un millón de pesos. “Art.5. Para la dirección del Banco y fomento de sus fondos, se establecerá una junta. [...] Los individuos de esta junta no gozarán, por ahora sueldo alguno [...]
TENENBAUM, Bárbara, “Banqueros sin bancos: el papel de los agiotistas en México (1826-1854)” en Banca y Poder en México (1800-1925), Ludlow y Marichal coord.., México, Grijalbo, 1986, pp.79-82. 9
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“Art.7. La junta dispondrá la compra y distribución de las máquinas conducentes para el fomento de los distintos ramos de la industria [...] Las máquinas se entregarán por sus costos, [...] y que continuando en giro, sirva de un fomento continuo y permanente a la industria. “Art. 10. Aunque los ramos que de preferencia serán atendidos sean los tejidos de algodón y lana, cría y elaboración de seda, la junta podrá igualmente aplicar fondos al fomento de otros ramos de industria y productos agrícolas de interés para la nación.” 10 Este banco, cuyo propósito era por demás loable, solamente funcionó por escasos doce años y terminó con un decreto formulado por Antonio López de Santa Anna el 23 septiembre de 1842. Este decreto se emitió porque, según se afirmaba, el banco no llegó a cumplir sus propósitos, aunque también –y es posible que sea la verdadera razón- porque el gobierno tuvo que echar mano de sus fondos para apaciguar las eternas revueltas y guerras en que se vio envuelto el país durante todo el siglo XIX, sin olvidar que ya se vislumbraba la guerra contra Estados Unidos, ocurrida unos cuantos años después. - Contemporáneo del anterior, se fundó el Banco Nacional de Amortización de la Moneda de Cobre, llamado en forma común como Banco del Cobre, el 17 de enero de 1837, cuyo objeto principal fue el de recoger la moneda
de cobre que había sido emitida años atrás y que había producido toda clase de malestares entre la población, ya que desde su creación, sustituyendo a la de plata, fue repudiada por el público que la consideraba sin valor, a lo que se le aumentó que fue falsificada a l por mayor y finalmente, rechazada por la mayoría de los comerciantes, que no querían aceptar riesgos en sus transacciones, aunque era la forma corriente de pago a los trabajadores asalariados lo produjo desde un principio descontento, ya que los sueldos eran en cobre, mientras que los gastos debían hacerse en plata. El antedicho banco debería recoger la moneda de cobre en circulación, fundirla y emitir otra, con características diferentes, que no perdiera valor nominal y fuera aceptada por todos. El mencionado banco tenía para financiarse, por lo menos en forma nominal, una gran cantidad de respaldos, tanto crediticios como inmobiliarios y en forma principal el monopolio del tabaco, sin embargo, su finalidad no la cumplió, ya que sirvió principalmente para allegar recursos al gobierno para solventar los gastos de la fallida reconquista de Texas y la guerra de 1938 contra Francia. La vida de este banco no fue larga, ya que el presidente Santa Anna emitió un decreto de liquidación del mismo el 6 de diciembre de 1841, menos de cinco años después de su creación.
Algunos proyectos de creación de bancos
No.
Fecha del proyecto
Solicitante
Nombre propuesto para la institución
Principal finalidad
1
1822
Desconocido
Gran Banco del Imperio Mexicano
Emisión de papel moneda
2
25 de ocubre de 1842
Gral. Francisco de Garay
3
20 de abril de 1853
Manuel Escandón
Banco Nacional
4
30 de abril de 1856
Juna de Crédio Público
Banco de Circul ación y Descueno
5
Julio 29 de 1857
Liger de Libessar y oros
Banco de México
Banco de emisión
6
2 de enero de 1864
Hotinger y Cía.
Banco de México
Emisión de billees pagaderos a la visa y al porador
7
Noviembre de 1868
Dipuado Peña y Ramírez
Banco emisor de papel moneda
Banco Nacional de Emisión e Hipoecario
Admini sració n de las renas de las aduana s maríimas y oros derechos
Regulación del crédio privado
MATUTE, Álvaro, “El Banco de Avío”, en México en el siglo XIX, antología de fuentes e interpretaciones históricas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1973, pp.101-102. 10
11
Edificio del Monte de Piedad hacia 1912
Además de los dos citados, hubo otros intentos de creación de bancos que resultaron aún más fallidos, ya que no pasaron, en su mayoría de ensayos más o menos bien intencionados, en algunos casos curiosamente planteados. Aunque se conoce la existencia de muchos más, aquí se presenta una breve muestra de algunos de esos proyectos, citados por J.A. Bátiz11: “Hubo varias causas por las que los mencionados intentos no prosperaron, siendo las principales: - Planteamiento incompleto o poco realista del proyecto - Desconfianza acerca de los inversionistas extranjeros - Desconfianza gubernamental acerca del funcionamiento correcto del banco - Falta de visión política de los gobiernos” Coexistiendo con estos intentos de establecimiento de bancos, y ante la necesidad de la población de hacer uso de crédito tanto para sus necesidades particulares como para transacciones comerciales, se podía contar con dos fuentes de financiamiento alternativas: por un lado los siempre
presentes agiotistas, de los que ya se mencionaron previamente algunos, con los cuales se tenía que andar con pies de plomo por la voracidad que era común que mostraran y por otro el Monte de Piedad, institución que para entonces estaba cerca de cumplir cien años desde su fundación por Pedro Romero de Terreros (1710-1781), Conde de Regla, autorizada el 2 de junio de 1774 por el monarca hispano Carlos III, cuya finalidad primigenia era la de prestar dinero sin interés a particulares, dejando en garantía diversos objetos, que podrían ser rescatados posteriormente por su dueño. Esta figura filantrópica pronto fue modificada por los herederos y administradores del conde, que comenzaron a cobrar una cantidad sobre los préstamos y a realizar otras operaciones crediticias e incluso, hacia 1879, se le autorizó a emitir certificados y finalmente a emitir billetes. El Monte de Piedad llegó a ser prestamista de la Hacienda Pública, que siempre estaba en mala situación económica, lo que puso en grave riesgo a la institución, que había perdido el rumbo a que la había destinado su fundador.
BATÍZ V., José Antonio, “Trayectoria de la banca en México hasta 1910”, en Banca y Poder en México (1800-1925), Ludlow y Marichal coord.., México, Grijalbo, 1986, pp. 274-279. 11
12
VI. El banco de londres, méxico y otros Una mención especial merece el primer banco privado que funcionó en el país. Con el advenimiento del Segundo Imperio, comienza a funcionar el primer banco de tipo comercial dentro del territorio nacional, situado en la Ciudad de México. Se trataba de una sucursal del The Bank of London, Mexico and South America12 , conocido en nuestro país como Banco de Londres y México, cuya inscripción y matrícula fueron hechos por William Newbold, que fue su director, el 22 de junio de 1864 en el registro de Comercio, al amparo del Código de Comercio de 1854 y que abre sus puertas al público el primero de agosto de ese mismo año con la licencia del Tribunal de Comercio para que fuera de emisión, depósito y descuento, en un edificio que estaba situado en la esquina de Lerdo y Capuchinas -hoy Palma y Venustiano Carranza- y en el cual duró hasta octubre de 1913, en que se cambió de domicilio a uno construido expresamente para el citado banco en la esquina de 16 de septiembre y Bolívar, por el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo.13
Banco de Londres y México
Este banco comenzó sus operaciones con un capital de dos y medio millones de pesos, de los cuales un millón constituían su capital y otro millón y medio estaban en billetes de circulación voluntaria, pagaderos en plata.14 El mayor aporte que hizo este banco al Sistema Financiero Mexicano fue la introducción del primer billete de papel respaldado que logró que fuera aceptado por la población. Aunque el Banco de Londres y México realizó sus operaciones bancarias durante el Imperio, pudo sostenerse después de la caída de éste, continuando sus operaciones financieras al restablecimiento de los gobiernos republicanos posteriores, ya que fueron reconocidas sus transacciones en virtud de la Ley del 20 de agosto de 1867.
TURRENT, Eduardo, Historia sintética de la Banca en México, publicada por Banco de México, en www.banxico.org.mx ; BATÍZ, lo cita como The London Bank of Mexico and South America Ltd.,. o p.cit., p.279. 13 VALLE ARIZPE, Artemio, Calle Vieja y Calle Nueva, México, 2ª.ed, Cía General de Ediciones,1952, pp.338-340. 14 Idem., p.342 12
Billete del Ban co de Londres y México, de 1913
13
Contemporáneos al Banco de Londres y México, empezaron sus operaciones algunos otros bancos y hay que hacer mención de que, como no existía en ese momento ninguna ley bancaria que operara en todo el país, alguna entidades federativas concedieron permisos locales para la apertura de bancos, siendo el más notable el estado de Chihuahua, dentro del cual y en el corto lapso de tiempo de apenas ocho años se registraron cuatro bancos: el Banco de Santa Eulalia (25 de noviembre de 1875), el Banco Mexicano (8 de marzo de 1878), el Banco Minero Chihuahuense (31 de julio de 1882) y el Banco de Chihuahua (19 de noviembre de 1883)15. Todos estos bancos estaban autorizados para la emisión de billetes, aunque no de circulación nacional, sino exclusivamente local.
VII. El banco nacional mexica no y el banco mercantil mexicano Un segundo banco que tuvo una gran influencia dentro de la creación del sistema bancario en el país fue el Banco Nacional de México, creado a partir de la fusión de dos bancos,
el primero de los cuales fue el Banco Nacional Mexicano y el segundo el Banco Mercantil Mexicano. El Banco Nacional Mexicano fue producto de las negociaciones que el señor Eduardo Noetzlin, en representación del Banco Franco Egipcio, cuya sede se encontraba en París, celebró con el entonces presidente de la República, Manuel González y autorizado por el Congreso de la Unión, con el funcionamiento de un banco de depósito, descuento y emisión, que tendría, asimismo, la función de sostén del tesoro federal, que comenzó a funcionar el 25 de febrero de 1882 16. Entre los accionistas se encontraban, tanto organismos internacionales como ciudadanos mexicanos acaudalados, que avalaron con la compra de acciones la formación de esta institución crediticia. Desde luego, ante este panorama tan halagüeño de apoyo de poderosos empresarios tanto mexicanos como extranjeros y con el apoyo del Banco Franco Egipcio, el proyecto fue visto con buenos ojos por el gobierno, que dio de inmediato su aval para la apertura del mencionado negocio. La concesión fue firmada por
Cuadro comparativo de algunos aspectos de ambos bancos Banco Nacional Mexicano
Banco Mercantil Mexicano
Fecha del proyeco y promoores
Eduardo Noezlin, represenane del Banco Fra nco-E gipcio en 1880-1881
El español Manuel Ibáñez, el 29 de agoso de 1881.
Lugar y e cha de undación
París, dicie mbre de 1882
México, 27 de marzo de 1882
Funciones principales
Emisión y sosén del esoro ederal
Emisión, circulación y présamo
Capial inicial
8 000 000 de pesos
4 000 000 de pesos
Órganos direcivos
Henry Dumeau, por la Juna de París Anonio de Mie r y Celi s, por el consejo de Adminisración en México
No. de Acciones
53 375 de cien pesos cada una
30 578 de cien pesos cada una
Principale s accionisas
-Suscripor mayoriari o: el banco fanco-Egipcio con 16 000 acciones. -Diversas insiuciones fancesas: 20 900 acciones. -7 800 acciones adquiridas por Noezlin y 87 accionisas más. -Morgan, de Filadelfia, 1000 acciones. -18 084 acciones por accionisa s mexicanos.
-En Puebla y Veracruz se suscribió la cuara pare del oal de acciones. -Queréaro, Guanajuao, Zacaeca s y San Luis Poosí, el 9.5% de las acciones -12 grandes accionisas adquirieron 13 850 acciones.
Concesiones gubernamenales
-Franquicias y exenciones por un plazo de reina años. -Recibiría pago de impuesos. -Dispensa de pago de conribuciones (salvo la del imbre) -Libre exporación de meálico para amorización de deuda.
BATIZ, op.cit., pp 277-278. 16 MANERO, op.cit., pp. 8-10. 15
Fuente para la realización del cuadro: Ludlow, “La formación del Banco Nacional de México, aspectos institucionales y sociales”, en La Banca en Méx ico, 1820-1920 , México, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, 1998.
14
el Secretario de Hacienda, José de Landero y Cos y, entre otros asuntos, se le autorizó a emitir billetes con dos ventajas sumamente importantes sobre cualquier otro: sería el único cuyos billetes –aparte de los emitidos por el Monte de Piedad-, que podrían ser admitidos en las oficinas recaudadoras de la federación y además que podrían circular por todo el territorio nacional. El segundo banco que participó en la formación del Banco Nacional de México fue el Banco Mercantil Mexicano. Casi al mismo tiempo en que se fundó el anterior, surge principalmente entre el sector de comercio español asentado en el país, la idea de fundar un banco, tal vez con la intención de establecer la competencia con el recién proyectado Ban-
co Nacional Mexicano, que estaba en gran medida avalado por capital francés. Esta institución abre sus puertas el 27 de marzo de 1882. A diferencia del otro, este banco contó no tanto con grandes accionistas, pero sí con una gran cantidad de pequeños accionistas, principalmente radicados en la Ciudad de México, aunque también suscribió acciones gente de otras plazas del país. Estas dos instituciones, que al principio habían sido no sólo independientes, sino incluso competidoras, pronto se dan cuenta que lo más saludable para la permanencia de ambas en el mercado era la de asociarse, y de esta manera se fu-
Banco Nacional de México
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sionan en 1884, dando una nueva figura, que se mantuvo hasta muy entrado el siglo XX: el Banco Nacional de México, que se convirtió en depositario de los fondos oficiales y de los servicios de tesorería y de las deudas públicas y cuya fusión contó con el beneplácito gubernamental, tanto que, el cortísimo lapso de tiempo de quince días a partir de que se comenzó el trámite fue aprobada su fusión. 17 Este banco se hallaba situado en la esquina de que formaban las calles de Capuchinas y Parque del Espíritu Santo, en el hermoso edificio que fue del palacio de los condes de San Mateo de Valparaíso y en el cual se encuentra hasta la actualidad. Ante la creación de este primer gran controlador financiero, que gozaba de una serie de privilegios en detrimento de los otros bancos, estos vieron lastimados sus derechos, en especial el Banco de Londres y México y su protesta no se hizo esperar, ya que interpusieron toda clase de recursos legales para salvaguardar su propia existencia, aunque no fue un proceso fácil, ya que se tiene documentado que el problema estuvo presente de 1884 a 1889, tiempo en el cua l argumentaron una serie de derechos que fueron vistos favorablemente por la Suprema Corte de Justicia 18, hasta que el propio gobierno propició pláticas de conciliación entre ambos bancos, mientras que otros bancos menores vendieron sus concesiones al Banco de Londres y México, que de esta forma pudo subsistir como banco de emisión y como competencia del anterior. Como ha sido costumbre en México desde tiempos antiguos, la bonanza surgida, sobre todo por la construcción de ferrocarriles, empezó a tambalearse, ya que a raíz de la crisis económica internacional -surgida por las diferencias irreconciliables en los reinos europeos que desembocarían algunos años después en la Primera Guerra Mundial-, la inversión tanto de Inglaterra como de Estados Unidos en este ramo y como consecuencia, en la minería, se frenó, causando gran desasosiego en los círculos bancarios, porque no sólo se dejó de pagar la deuda gubernamental contraída, sino que la solicitud de crédito fue en aumento, lo que, a su vez, hizo que los bancos elevaran su tasa de interés y la exigencia de pago. Por otro lado, esta situación no le fue ajena al público en general, que comenzó a dar oídos acerca de la insolvencia de la garantía hacia los billetes que eran emitidos y los particulares comenzaron a exigir el reembolso en metálico de los valores amparados en los billetes. Junto con la situación ya de por sí alarmante se sumaron dos problemas adicionales: el deca imiento del Monte de Piedad, que como ya se dijo anteriormente, además de hacer la labor SÁNCHEZ MARTÍNEZ, H., “El sistema monetario y financiero mexicano bajo una perspectiva histórica: el Porfiriato,” en La Banca: pasado y presente, México, CIDE, 2ª.reimp de la 1ª.ed.,1985, pp. 63-65. 18 Idem., p.67. 17
altruista para la que fue diseñado y que, para estas fechas había perdido importancia, empezó a hacer labor de banco emisor de certificados y billetes con la misión de ser sostén de las operaciones gubernamentales, lo que lo llevó a una crisis y finalmente quiebra. Cuando esto surgió, solicitó y logró el apoyo de los dos bancos mencionados, que si bien lograron paliar un poco su estrepitosa caída, no pudieron evitarla finalmente. El segundo problema surgido a la par de éste fue el de la emisión de la moneda de níquel. Con las crisis descritas y como consecuencia de la falta de pago por parte del gobierno, que llevó a las instituciones bancarias a una situación problemática, creando una escasez de moneda de bajo poder, se decidió, por parte del gobierno de Manuel González la creación de una moneda de baja denominación elaborada con níquel, con la cual se pretendía que sustituyera a las antiguas monedas de plata, cambio que no fue aceptado por el público más afectado, que era el de más bajos recursos y que acabó por provocar un alzamiento en la Ciudad de México, el llamado “el motín de la moneda de níquel”, el 21 de diciembre de 1883, con lo cual el gobierno dio marcha atrás en este plan, y se ordenó el retiro de la circulación de esta moneda para evitar mayores consecuencias.
VIII. Primer a legislación bancari a Uno de los grandes problemas a que se enfrentaba el estado mexicano frente a la creación indiscriminada de instituciones bancarias, que tenían las más diversas atribuciones, era la carencia de una legislación completa que salvaguardara los intereses tanto del Estado, como de los particulares. Si bien es cierto que ya existía desde tiempo atrás un Código de Comercio de México, expedido por decreto el 16 de ma rzo de 1854 por el Ministerio de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, durante el último mandato de Antonio López de Santa Anna, no había sido legitimado en todo un período de casi veinticinco años de su publicación y además quedaba anticuado con el profundo cambio cultural que implicaba la introducción lenta, pero firme en todo el ámbito internacional del concepto de “papel moneda”, en sustitución paulatina del dinero en metálico. Hay que hacer hincapié en la repercusión del fenómeno llamado “papel moneda” en la mentalidad del público usuario de la época, que debería aprender a aceptar únicamente lo expresado en un papel, en vez de ver en sus propios bolsillos el producto de su trabajo o transacciones de cualquier tipo, en moneda metálica, tal como se venía haciendo desde muchos cientos de años antes y a la cual le asignaba automáticamente un valor conocido por cualquier persona. Debió implicar en ese momento un esfuerzo racional considerable el tener fe en lo dicho por un simple papel -llamado por esa razón “moneda fiduciaria”-, que implicaba que esa misma fe se tenía en lo dicho por la institución que 16
amparaba el papel, de la cual la gente común no conocía quiénes eran los que la manejaban ni cuáles eran las decisiones que tomaban y en qué forma podían verse afectados. Es de pensarse que un cambio similar solo se produjo un siglo después con la introducción de la tarjeta de plástico para amparar una cierta cantidad de dinero, en vez de tener billetes o monedas, aunque en este caso ya la gente estaba acostumbrada a cambios tecnológicos casi diarios. La Constitución de 1857 original no hace mención alguna de los servicios bancarios y es hasta 1870 que se nombra una comisión, encabezada por Alfredo Chavero y Manuel Inda, encargada de la realización de un Código de Comercio con la finalidad de desarrollar un código moderno que se adaptara a las condiciones nuevas a las que se enfrentaba el país en materia mercantil, sobre todo en las negociaciones con el exterior, tal como lo indica en su parte expositiva: “La Comisión ha querido aprovechar los adelantos de la ciencia mercantil, aplicándolos en el sentido liberal de nuestras instituciones, y teniendo en cuenta cuánto importa al bienestar de una Nación el garantizar su comercio.” 19 En este proyecto de Código, ya se habla específicamente de los bancos, sus obligaciones y derechos, así como los requisitos necesarios para su funcionamiento. Hace mención explícita de las bases que deberán llenar en cuanto a sus capitales, monto y exhibición, número de socios fundadores y las acciones expedidas. También habla de la prohibición de que estas instituciones poseyeran bienes raíces, con la excepción de los necesarios para su propia operación. Sin embargo, en cuanto a los billetes, todavía no los considera como de curso forzoso, tomando en cuenta que por su naturaleza, son un tipo de moneda convencional y solamente valederos en operaciones con los propios bancos. La publicación de este Código no resultó empresa fácil, ya que el país estaba presionado por muy diferentes fuerzas, provenientes del exterior, especialmente de Inglaterra, que reclamaba la que ya se antojaba como eterna “deuda inglesa”, que provenía de los principios del siglo y que todavía es mencionada en 1853, cuando se expide una Circular del Ministerio de Hacienda, la cual se hace saber “que los productos obtenidos por la aduana [de Veracruz] sirven para el pago de la deuda contraída en Londres” 20. Es hasta el 14 de diciembre de 1883, cuando se realiza una reforma, ya en plena época porfirista y se hace mención explícita por primera ocasión de las instituciones bancarias, en la fracción X del art. 72 , que dice: LUDLOW, L. Alicia Salmerón Castro, La emisión del papel moneda en México, México, Talleres de Impresión de Estampillas y Valores, 1997, pp. 70-72. 20 SECRETARÍA DE LA PRESIDENCIA, La Administración Pública en la Época de Juárez, Tomo II, México, Departamento de Documentación y Publicaciones de la Dirección General de Estudios Administrativos de la Secretaría de la Presidencia, 1974, pp. 19
“ Art.72. El Congreso tiene Facultad... ... X. Para expedir códigos obligatorios en toda la República, de minería y comercio, comprendiendo en este último las instituciones bancarias.” Para 1884 se expide el Código de Comercio; sin embargo tuvo una muy corta duración, ya que solo cinco años después, el 15 de septiembre de 1889 se promulga otro Código de Comercio, que entra en vigor el 1º. de enero de 1890, que deja sin efectos al anterior, aunque ya en el primero se define la obligación por parte de los bancos de publicar mensualmente sus balances. En este último, aún vigente el día de hoy aunque con múltiples reformas -la última el 17 de abril de 2012, más de ciento veinte años después de expedido el código-, se menciona ya explícitamente la necesidad de una Ley de Instituciones de Crédito (art. 640) y se dice que mientras no exista, las instituciones bancarias se regirán por medio de contratos celebrados directamente con el Ejecutivo Federal y aprobados por el Congreso de la Unión21. Es de suponerse que esto causó aún más caos entre el sector bancario, ya que quedaba a la discrecionalidad del presidente el otorgamiento, negación o modificación de las condiciones de los bancos, situación que hicieron valer alegremente los dueños de los bancos allegados al gobierno. No obstante se hace hincapié en el hecho de que es en este Código, en su artículo 75 fracción XIV, donde se mencionan explícitamente a los bancos como parte esencial de las transacciones comerciales: “Artículo 75. La ley reputa como actos de comercio: ... XIV. Las operaciones de bancos”. El 19 de marzo de 1897 se promulga la Ley General de In stituciones de Crédito, por Porfirio Día z, donde, desde su Cap. I, Art.1. se menciona a los bancos: “Cap. I. De las instituciones de Crédito y de su constitución Art. 1º. Para los efectos de esta ley, sólo se consideran como Instituciones de Crédito: I. Los Bancos de Emisión II. Los Bancos Hipotecarios III. Los Bancos Refaccionarios” Esta Ley explica el funcionamiento de los distintos tipos de bancos considerados y las funciones de los mismos y sus limitaciones y las características de los billetes, en los casos de los bancos de emisión, en 129 artículos más dos transitorios y está firmada por Porfirio Díaz, Presidente de la República y por José Ives Limantour, Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda y Crédito Público 22 . http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/3.pdf LEY GENERAL DE INSTITUCIONES DE CRÉDITO DE PORFIRIO DÍAZ, DOF, 19 de marzo de 1897, http://www.biblioteca.tv/artman2/ 21 22
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IX. Al principiar el siglo xx y la revolución Al final del siglo XIX e inicio del XX la economía mexicana se estabiliza de todos los altibajos que había sufrido durante las siete décadas anteriores, lo que permite un crecimiento de la economía, debido, especialmente según Sánchez Martínez23 a varios factores, de los cuales se pueden destacar: a. la desamortización de los bienes del clero, decretada por la Ley Lerdo veinticinco años antes, que consolidó a la burguesía terrateniente. b. La generalización del trabajo asalariado merced a la apertura de industrias y al cambio gradual del sistema artesanal por el industrial. c. El desarrollo de los transportes, ya que para entonces se había inaugurado el ferrocarril México-Veracruz y estaban en construcción más líneas férreas, entre otras, la línea Torreón-Piedras Negras, San Luis PotosíAguascalientes y Monterrey-Tampico d. La supresión de las alcabala s. Este era un impuesto a las mercancías que provenía desde le época de la Colonia, y que se supone ya había sido abolido, sin embargo persistieron de una u otra forma y es hasta la Constitución de 1857 en que desaparecen, por lo menos legalmente. 24 e. Los avances tecnológicos en agricultura y minería. Para 1892 se instalan industrias textiles e incluso una planta hidroeléctrica en Oaxaca, a la que le seguirían otras más. A pesar de todos estos elementos hay que hacer notar que existen, ya para estas fechas una gran cantidad de desigualdades sociales, porque están en auge el crecimiento de las grandes haciendas y además la burguesía de las ciudades hace gala de una bonanza que no comparten las clases más desprotegidas, que desembocarán, al principiar la segunda década del siglo XX en el estallido social que todos conocemos. Hacia 1901 el sistema bancario mexicano parecía firmemente consolidado; los principales bancos que había en México eran cuatro: el Banco Nacional de México, producto de la fusión del Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano y el Banco de Londres y México, considerado como el primer banco comercial establecido en nuestro país bajo los auspicios de capital inglés, ambos ya fueron
publish/1897_188/Ley_General_de_Instituciones_de_Cr_dito_de_ Porfiri_1423.shtml 23 SÁNCHEZ MARTÍNEZ, Hilda, “El sistema monetario y financiero mexicano bajo una perspectiva histórica: el porfiriato”, en La banca: pasado y presente, México, Centro de Investigación y Docencia Económicas, 2ª.reimp. de la 1ª. Ed.,1985., pp.18-23. 24 ABOITES Aguilar, Luis, “Alcabalas posporfirianas. Modernización tributaria y soberanía estatal”, en Historia Mexicana, oct./dic., vol. LI no. 002, El Colegio de México, 2001, pp.363-393.
analizados someramente antes y los dos son considerados por la Ley General de Instituciones de Crédito como Bancos de Emisión. En esta época se constituyen otros dos más: el Banco Internacional e Hipotecario de México, S.R.L., establecido en abril de 1882, establecido como banco hipotecario y sito en la capital. Sus operaciones principales eran negociar letras de cambio de toda clase, emitir certificados por depósito de oro y plata y como algo muy especial, préstamos garantizados por hipotecas de inmuebles que producen rentas y solamente por el cincuenta por ciento de su valor nominal, con base en los cuales podrán emitir bonos hipotecarios. El segundo banco cuya concesión fue otorgada al finalizar el siglo fue el Banco Central Mexicano. El 12 de octubre de 1898 se otorga la concesión y a principios de 1899 comienza a funcionar como banco refaccionario, con un capital inicial de seis millones de pesos, divididos en sesenta mil acciones de cien pesos cada una. Su principal finalidad era hacer préstamos en numerario en plazos que no excedan de dos años a diversas negociaciones, entre las que destacan las mineras, industriales y agrícolas. Este banco se estableció en la calle de Capuchinas no. 7, hoy Venustiano Carranza. 25 Además de los cuatro mencionados, que eran los más notables, el sistema bancario mexicano contaba, a fines del siglo XIX y principios del XX, con una gran cantidad de bancos menores, como el de Comercio de Chihuahua, el del Estado de México, el Mercantil de Veracruz, el Mercantil de Monterrey, el oriental de México, el Agrícola e Hipotecario, el Hipotecario Agrícola del Pacífico, el de Tabasco, el Comercial Refaccionario de Chihuahua, el de Tamaulipas, el de Morelos, y el de la Laguna, todos con más de un millón de pesos de capital, además de otros muchos con un capital inferior.26 El año de 1908 fue de gran importancia para México, ya que empieza a ser notable la i nconformidad de muchos sectores de la población por las continuas reelecciones presidenciales por un lado y por otro por las declaraciones que el propio presidente Díaz hizo al periodista norteamericano James Creelman, publicadas en el Pearson’s Magazine en marzo de ese año y vertidas al español casi inmediatamente en El Imparcial, en el sentido de no desear presentarse como candidato para el siguiente período presidencial: “No importa lo que al respecto digan mis amigos y partidarios, me retiraré cuando termine el presente periodo y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces tendré ya ochenta años.” 27
PRANTL, A y José L. Groso, La Ciudad de México, México, Juan Buxó y Cia, 1901, pp.179-189. 26 SÁNCHEZ MARTÍNEZ, op.cit.,, pp.76-77. 27 Cuadernos del Instituto de Historia, Entrevista Díaz Creelman, México, UNAM, Serie documental No. 2, 1963. 25
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Esta declaración causó gran agitación en todos aquellos que tenían alguna aspiración política: tanto los propios allegados a Díaz, que veían una oportunidad de consolidar su poder con la silla presidencial, como quienes estando fuera de de ese círculo consideraban que era un necesario un cambio en la situación general del país. Como fuera, todos empezaron a hacer preparativos, no siempre muy pacíficos, con miras a las elecciones de 1910. Es en este mismo año cuando se publica una reforma a la Ley General de Instituciones de Crédito de 1897, que tenía como finalidad la reordenación del sistema bancario del país. Como ya se mencionó antes, no todos los bancos autorizados en territorio nacional tenían el poder de emitir billetes y aún la mayoría de los que podía hacerlo sólo era a nivel local. Solamente el Banco Nacional de México y el Banco de Londres y México podían emitir billetes de circulación nacional. Aunado a la inconformidad de los bancos ante la competencia representada por los dos citados no se debe dejar de lado la crisis financiera internacional provocada por la adopción del patrón oro en lugar del de plata, que benefició a pocos países -Gran Bretaña, principalmente- y perjudicó a la mayoría. Es en este momento cuando la nueva Ley de Instituciones de Crédito del 19 de junio 1908 aparece y trata de obligar a que los bancos realicen únicamente y en forma estricta las operaciones para las cuales fueron autorizados y el Banco Nacional de México, conserva la concesión de la emisión 28.
Francisco Bulnes 1847-1924
Se ha considerado que la aplicación de esta ley iba en detrimento de los préstamos al sector agrícola, con lo que el descontento de terratenientes y campesinos se suma al ya existente en todas partes, tal como lo dijo Bulnes, el 21 de junio de 1903,: “La paz está en las calles, en los casinos, en los teatros, en los templos, en los caminos públicos, en los cuarteles, en las escuelas, en la diplomacia; pero no existe ya en las conciencias.”29 Entonces llegó la Revolución. Y con ella el desorden, no solamente social que es de todos conocido y que alteró toda la concepción cultural, social y política conocida hasta entonces, sino que también modificó el sistema bancario mexicano. La gran mayoría de los bancos establecidos en territorio nacional no pueden sobrevivir a la lucha armada y desaparecen. Los distintos gobiernos de la época hicieron lo posible por paliar el descontrol financiero del momento, aunque sin resultados notables, dadas las condiciones inestables de la época.
Billetes expedidos por el Gobierno Constitucionalista
BLANCO, Mónica, La reforma bancaria de 1908, México, UNAM, 2008, pp. 16-23. 29 Cuadernos del Instituto de Historia, op.cit., p.3. 28
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Para 1915 y ante la situación financiera tan apurada que se vivía, el gobierno en turno crea, el 22 de octubre, la Comisión Reguladora e Inspectora de Instituciones de Crédito a quien se le encomienda la creación de un Banco Único de Emisión, para de esta forma frenar la anarquía existente en la emisión de billetes existente en ese momento, que se había visto exacerbada por la emisión que cada ejército revolucionario había hecho de papel moneda sin ningún respaldo. Es hasta el 16 de enero de 1925 que se promulga la Ley General de Instituciones de Crédito y Establecimientos Bancarios y prácticamente al mismo tiempo se establece el Banco de México, el 1º de enero de 1925, siendo Presidente de la República Plutarco Elías Calles y Secretario de Hacienda Alberto J. Pani. El objetivo del Banco de México es, según sus propias palabras: “[…] es el banco central del Estado Mexicano. Por mandato constitucional, es autónomo en sus funciones y administración. Su finalidad es proveer a la economía del país de moneda nacional y su objetivo prioritario es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda […] Con el propósito de dar cumplimiento al mandato constitucional de proveer a la economía del país de moneda nacional, el Banco de México emite billetes, ordena la acuñación de moneda metálica, y pone ambos signos en circulación.”30 La gran importancia del Banco de México reside precisamente en que tiene la facultad exclusiva de la emisión de todo tipo de moneda dentro del territorio nacional, tanto metálica como fiduciaria y que lo convierte por este mismo hecho en gran medida en controlador del sistema financiero mexicano.
El dato curioso Cómo cambia el lenguaje. A los prestamistas que concedían créditos de avío para la explotación argentífera durante el siglo XVIII principalmente, se les conocía en la época como “aviadores”, término que desde luego, nada tiene que ver con las dos acepciones que en la actualidad se les da popularmente.
http://www.banxico.org.mx/
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Los primeros bancos en México (1821-1925) Editado por Universidad Nacional Autónoma de México, Publicaciones Empresariales UNAM. FCA Publishing. Facultad de Contaduría y Administración. Se terminó la edición el 27 de noviembre de 2012 Se utilizó en la composición tipos: Gandhi Serif Regular de 7.5/9, 9.7/12 puntos, Gandhi Serif Bold Italic 9.7/12 puntos, Gandhi Sans Regular de 8/9.6 puntos, Arno Pro Italic de 9/10.8 puntos, Arno Pro Bold Italic de 10/12 puntos, Androgyne Regular de 8/9.6 puntos, Trajan Pro Bold de 22/15 y 12/15 puntos y Bickham Script Pro Bold de 23/27.6 puntos. El cuidado de la edición estuvo a cargo de:
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