A UN JOVEN ARQUEOLOGO MEXICANO
ABSTRACT. Among the innumerable writings of Alfonso Caso, one of the most important Mexican archaeologists of the century, we came across a short text aimed at the archaeologist of the future, the young archaeologist. Here, Caso, near the end of his career, denounces, with reason, the archaeology practiced in his time, with the sincere intent that the profession improve with future archaeologists. Worried about the future he addresses the honest scholar, because he will be the only one who will understand and appreciate the content of a serious investigation. Publication was a topic he could not pass up because it is the conclusion of all research in order to be taken into account and the only real contribution the archaeologist leaves behind. Entre los innumerables escritos de Alfonso Caso; uno de los arqueólogos mexicanos más importantes de este siglo, encontramos un texto pequeño dirigido al arqueólogo del futuro, al arqueólogo joven. En él, Alfonso Caso acusa severamente y siempre con razón, a la arqueología practicada en su época, con el deseo sincero del arqueólogo que llega al final de su trayectoria acaudalado de conocimiento y experiencia. Preocupado por el devenir de su ciencia dirige un mensaje al investigador honesto, ya que será él, el único que lo entenderá y quien sabrá no desvirtuar el contenido que encierra una investigación seria, en beneficio de la ciencia y la sociedad. La publicación es un tema que no se le podía escapar, ya que ésta será finalmente la conclusión de toda investigación que desee su reconocimiento, por lo tanto el verdadero aporte que el arqueólogo deja a su descendencia. EL ARQUEOLOGO no es un propagandista, es un científico . La arqueología no es propaganda, es una ciencia . Y no debemos, en el mundo moderno, padecer bajo el poder del turismo, pues por encima de la necesidad de hacer que lleguen al país más divisas, está la necesidad de todo científico y de toda ciencia: la verdad . Por otra parte, en el momento en que un hombre de ciencia se decide a engañar, instantáneamente deja de serlo; dejaremos de tener fe en él puesto que es capaz de subordinar su actitud científica a consideraciones religiosas, políticas y económicas, que no está llamado a decidir. No se ha dicho a veces que por patriotismo deberemos torcer la verdad y declarar en contra de nuestras convicciones ? No nos cansaremos de repetirlo, el arqueólogo es un hombre de ciencia , y si engaña a sabiendas, deja de serlo .
PUBLICACIÓN Pero de nada serviría una exploración cuidadosa, una reconstrucción perfecta y una conservación del objeto-documento, si no se complementa con la parte final del trabajo científico: la publicación. Las exploraciones que hacemos no tienen por objeto satisfacer nuestra propia curiosidad ; no trataremos de recrearnos con nuestros conocimientos, sino de poner estos conocimientos al alcance de los demás, para que los discutan y los utilicen.
Nuestro propósito es subir unos cuantos peldaños en la escala que conduce a la verdad ; pero será inútil nuestra búsqueda y nuestro hallazgo, y será inútil nuestra investigación, si los demás tienen otra vez que pasar por donde hemos pasado y seguir el mismo camino que nosotros hemos recorrido, y no por culpa de ellos, sino porque no hemos sido capaces de poner a su alcance nuestros conocimientos. De aquí que sea también obligatorio, para todo aquel que se dedica a la ciencia, no sólo descubrir , sino describir ; no sólo experimentar , sino exponer , publicar , poner al alcance de los demás, nuestras conclusiones y nuestras hipótesis , para que sean conocidas y discutidas y que, en virtud de esa discusión , se pueda dar un paso hacia adelante en el conocimiento de la verdad. De aquí se derivan unas cuantas reglas para la presentación de un artículo o un libro científico. Estamos obligados claro está, como hombres cultivados, a expresarnos con propiedad en nuestra lengua. No debemos descuidar que nuestro lenguaje sea gramaticalmente correcto, pero ése es un postulado general para todo aquello que pone su pensamiento en conocimiento del público. Pero hay además ciertos consejos que deben darse al que trata de explicar sus conocimientos a los demás en las ciencias sociales y en la historia, y por supuesto también en la arqueología. Tenemos forzosamente que emplear un lenguaje técnico, cuando se trata de una obra monográfica o de un estudio de ese carácter, pero no debemos utilizar un lenguaje técnico cuando no sea necesario, cuando podemos expresarnos en el lenguaje común y corriente. La invención de tecnicismos inútiles o de palabras extranjeras muchas veces es el resultado del desconocimiento de la riqueza profunda que tiene el idioma. El que emplea una palabra nueva, porque no encuentra cómo expresar su pensamiento, es que frecuentemente no conoce una palabra antigua que lo expresa perfectamente, y aun puede suceder que el tecnicismo sólo sirva para disfrazar la oscuridad de sus ideas. No ocultes tu ignorancia con lenguaje oscuro . No emplees palabras rebuscadas para ocultar tu falta de conocimiento. A nadie engaña a la larga ese lenguaje rebuscado y sólo demostrarás que, además de ignorancia, tienes pedantería. No estás obligado a saberlo todo, y si algo ignoras, dilo franca y claramente. La arqueología es una ciencia ; en consecuencia el lenguaje que utilicemos debe ser ajustado, preciso y claro. No tenemos por qué apelar a un lenguaje oscuro; no tenemos por qué hacer que no nos entienda cualquiera que sea capaz de entender el español común y corriente, con los pocos tecnicismos que necesitaremos para explicarnos. En el lenguaje artístico --el que emplea el literato-- quizá sea indispensable la expresión que sugiere más que dice; los balbuceos del subconsciente que quiere expresarse, a las imágenes brillantes y profundas, las palabras cargadas de misterio y de sugerencia. Pero el lenguaje científico es un lenguaje racional , no se dirige al sentimiento, ni a la voluntad, ni al subconsciente, ni al inconsciente, se dirige a la razón, y debe ser entonces un lenguaje racional y claro, ajustado a la realidad que hemos descubierto, o la hipótesis que presentamos, y abandonar toda idea de convertir nuestra expresión en una expresión literaria, cuando no tratamos de hacer una obra de arte, sino una obra científica . Pero si en vez de exponer escuetamente los hechos y los hallazgos, estás utilizando un documento arqueológico para la reconstrucción de la cultura que ha desaparecido, entonces sí podrás, después de desmembrar la realidad con un lenguaje científico y analítico, tratar de reconstruir, por medio de la imaginación y hablando a la imaginación de los demás, ese mundo que ha desaparecido, esa cultura que fue, y entonces tu lenguaje podrá estar cargado de imágenes y sugerencia y hablar no sólo a la razón y con la razón , sino hablar con la ima-ginación y la pasión , para reconstruir aunque sólo sea en la mente de los demás un mundo cargado de vida y que ya no es; y podrás entonces utilizar todos los recursos de que disponga tu lenguaje y tu mente, para lograr esta resurrección, y será entonces tu obra juzgada no sólo por la verdad que contenga, sino por la facultad de revivir y evocar en los demás ese mundo desaparecido. CONCLUSIÓN Te he dicho, y por cierto muy deshilvanadamente, algunas de las ideas que se me han ocurrido cuando me invitaron a dirigir un mensaje a un joven arqueólogo. Lo que te estoy diciendo es el resultado de mi experiencia en el campo, en el museo y en la biblioteca . Pero estas experiencias, como todo lo que existe en la vida, no son inmutables ni eternas, son sólo unos cuantos pasos adelante, en el camino fascinante de la ciencia. Ojalá tú
puedas mejorarlas y hacer avanzar un poco más nuestros conocimientos. Ojalá que cuando los hombres de esta generación hayamos desaparecido, tú seas capaz de superar sus hipótesis y sus técnicas. Ten en cuenta que también lo que tu hagas pasará , y serán nuevas generaciones las que te sustituyan , y vendrán otros jóvenes arqueólogos que con nuevas técnicas, nuevos métodos y nuevos conocimientos, tendrán a su cargo el exhumar los documentos que sirvan para revivir la historia y la cultura de los hombres que fueron. Tú, como nosotros, también desaparecerás , pero no del todo si has ascendido unos cuantos escalones más hacia la verdad.