La Antropología forense Los huesos cuentan su historia
ÍNDICE
Introducción ión ……………………………………………………………... Defi Defin nició ición n de An Antrop tropo ologí logíaa Fore Forens nsee ………… ……………… ………… ………… ………… ……… … Pote Potenc ncia iall info inform rmat ativ ivo o de los los hu hues esos os ………… ……………… ………… ………… ………… …….. .... Apli Aplica caci cion ones es de la Antr Antrop opol olog ogía ía Fo Fore rens nsee ………… ……………… ………… ………… …….. .. Proc Proced edim imie ient nto o antr antrop opol ológ ógic ico o de res resto toss esqu esquel elét étic icos os ………… …………… … Dete Determ rmin inac acio ione ness del del proc proced edimi imien ento to ant antro ropo poló lógi gico co ……… …………… ……… … Dete Determ rmin inac acio ione ness princ princip ipal ales es…… ………… ………… ………… ………… ………… ………. …... Diag Diagnó nóst stic ico o de se sexo xo…… ………… ………… ………… ………… ………… ………… …….. .. Diag Diagnó nóst stic ico o de ed edad ……… …………… ………… ………… ………… ……… ………. ……. Diag Diagnó nóst stic ico o de ra raza ………… ……………… ………… ………… ………… ………… …….. .. Diag Diagnó nóst stic ico o de est estat atur uraa ………… ……………… ………… ………… ………… …….. .. Dete Determ rmin inac acio ione ness secu secund ndar aria iass ………… ……………… ………… ………… ………… …….. .... Determinación del intervalo post mortem ………….. Dete Determ rmin inac ació ión n de caus causas as de la mu muer erte te ………… ……………. …... Cien Cienci cias as au auxi xili liar ares es a la la Ant Antro ropo polo logí gíaa Fore Forens nsee ………… ……………… ………… …….. Rela Relaci ción ón en entr tree la Antr Antrop opol olog ogía ía Fo Fore rens nse, e, el Dere Derech cho o y la
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Crim Crimin inol olog ogía ía ………… ……………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………. …... .. Conc Conclu lusi sion ones es ………… ……………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………. …. Bibl Biblio iogr graf afía ía ………… ……………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ………… ……..
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Introducción La Antropología Forense es una especialidad que se ha integrado formalmente y con mucha consistencia a las ciencias forenses en el último cuarto del siglo XX.
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Su proceso de formación tiene varias décadas, sustentada en los métodos y técnicas de la Antropología Física, la Arqueología y disciplinas vincu vinculad ladas as a la activi actividad dad forens forense e orient orientada ada a la invest investiga igació ción n de los cuerpos cuerpos esqueletiz esqueletizados ados de soldados soldados norteameric norteamericanos anos recuperado recuperadoss en dife difere rent ntes es esce escena nario rioss bélic bélicos os desp despué uéss de la II Guer Guerra ra Mund Mundia ial.l. Los Los método métodoss se centra centraron ron en la posibi posibilid lidad ad de identi identific ficar ar a las perso personas nas recuperadas, para tratar de devolverlas a su comunidad y a sus familias. Las guerras internas, internacionales, la violencia política, el crimen comú común, n, los los acci accide dent ntes es masi masivo voss y desa desast stre ress natu natural rales es de pecu peculia liar r magnitud, producen una gran cantidad y diversidad de casos de personas muertas y desaparecidas. La variabilidad y complejidad de estos casos obliga a estar permanentemente actualizados en cuanto a la investigación científica se refiere. En países que han sufrido procesos de violencia política interna, como es el caso de Argentina, Guatemala y Perú, se formaron equipos de antropólogos y arqueólogos forenses dedicados a atender el problema de las personas personas desaparec desaparecidas, idas, recurriendo recurriendo a procedimie procedimientos, ntos, técnicas técnicas y método métodoss estand estandari arizad zados os intern internaci acion onalm alment ente. e. Profes Profesion ionale aless de estos estos equipos trabajan también apoyando investigaciones en otros países. Sus objetivos son primordialmente humanitarios y de procurar el acceso a la justicia por parte de las familias y sociedades afectadas por serias violaciones a los derechos humanos. La antropología forense es una ciencia todavía joven, aunque se está extendiendo cada vez más por todo el mundo por su enorme utilidad a la Justicia a la hora de resolver muchos casos criminales en los que los investigadores no encuentran una solución evidente. Los especialistas en ésta disciplina aplican normas técnicas científicas para la identificación de restos óseos y/o de cadáveres en distintos estadios de conservación, con alteraciones por factores de índole natural, accidental o intencional, asiste asistenc ncia ia para para la locali localizac zación ión y recupe recuperac ración ión de restos restos humano humanoss e identificación de sujetos vivos.
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Un antropólogo forense realiza contribuciones significativas a una investigación. Ya que obtiene información de cuerpos completos o de aquell aquellos os parcia parcialme lmente nte destru destruido idoss por quemad quemadura uras, s, choqu choques es aéreos aéreos,, mutila mutilacio ciones nes intenc intencion ionale ales, s, desme desmembr mbrami amient entos, os, explos explosion iones, es, y otros otros desa desast stre ress masi masivo vos. s. De hech hecho, o, un antr antrop opól ólog ogo o fore forens nse e es ahor ahora a un miembro integral de la mayoría de las unidades de desastres masivos. En su entrenamiento antropológico, la mayoría de los expertos adquieren conocimientos de técnicas de excavación que son invaluables en la recupe recuperac ración ión de eviden evidencia cia.. Consec Consecuen uentem tement ente, e, el antro antropól pólogo ogo debe deberí ría a part partic icip ipar ar en la inve invest stig igac ació ión n de la esce escena na del del crim crimen en,, y especialmente en la recuperación de restos óseos humanos. Sus activid actividade adess princ principa ipales les,, incluy incluyen en tanto tanto aspect aspectos os de campo campo como de laboratorio, para dar respuesta a cuestionamientos sobre: El origen biológico de los restos. Si los restos corresponden a uno o diversos individuos. Cuáles son las características individuales (sexo, edad, grupo humano, estatura, condiciones de salud, variantes anatómicas normales o anomal anomalías ías anatóm anatómica icas, s, etc.). etc.). Identif Identifica icació ción n de lesion lesiones es locali localizad zadas as princi principal palmen mente te en estruc estructur turas as óseas, óseas, el mecani mecanismo smo u objeto objeto que que las prod produj ujo, o, así así como como su corr correl elac ació ión n con con la mecá mecáni nica ca de la muer muerte te.. Establecimiento de la antigüedad, temporalidad o data de muerte de rest restos os huma humano noss loca localiz lizad ados os y corr correl elac acio iona narr las las cara caract cter erís ístitica cass de conservación de los restos analizados con el medio ambiente o sustrato de depósito. Correlacionar las alteraciones observables en restos óseos y/o cadáveres con factores de producción de índole natural, accidental o intencional. Y establecer la individualización e identificación de restos cadávericos o sujetos vivos a través de análisis morfocomparativos. En la sociedad en que vivimos, el hecho de la identificación es el elemento fundamental de las relaciones interpersonales y jurídicas de todo tipo. La medicina legal, las ciencias policiales, la Criminología y el Derecho se han esforzado en buscar el sistema ideal identificativo; la experiencia real ha demostrado la bondad de muchos de estos sistemas
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pero también que no hay ninguno exclusivo y que su rendimiento depende fundamentalmente de las circunstancias en que se aplique. En la casuística actual, el hallazgo de restos óseos es de modo cada vez más frecuente, motivo de identificación policial y médico forense. En el presente trabajo nos adentraremos en esta fascinante ciencia que hace hablar a los huesos. Para ello se hace necesario definirla, establecer el potencial informativo de los huesos, conocer cuáles son los estudios de antropología más solicitados, visualizar cómo es el procedimiento antropológico de restos esqueléticos y cuáles son sus determinantes. También resultó interesante entender en cuáles ciencias se apoya la antropología forense y la relación que ésta tiene con la Criminalística y el Derecho, por ser éste último la carrera que cursamos.
Definición Existen diversas definiciones de la Antropología forense, a continuación se presentan algunas:
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Dale Stewart (1979) definía la Antropología forense como la "rama de la antropología física que con fines forenses trata de la identificación de restos más o menos esqueletizados, humanos o de posible pertenencia humana". La American Board of Forensic Anthropology, considera la antropología forense como "el estudio y práctica de la aplicación de los métodos de la antropología física en los procesos legales". Mehmet Yasar Iscan (1989), miembro de la AAFS (American Association of Forensic Sciences) la define como “el peritaje forense sobre restos óseos humanos y su entorno: incluyendo así además del proceso de identificación (sexo, edad, filiación racial, talla y proporciones corporales, rasgos individuales), la determinación de las causas y circunstancias de muerte”, y la osteobiografía (Clyde Collins Snow, 1984) la define como “la reconstrucción de la biografía biológica antemortem del individuo, con el propósito de establecer cómo era el modo de vida de la víctima antes de su muerte, sus enfermedades y hábitos profesionales”. Al analizar cada una de las definiciones, se puede sintetizar: La Antropología Forense es la disciplina derivada de la Antropología Física, que coadyuva con sus conocimientos en la administración de justicia. Se encarga de identificar a individuos involucrados en problemas médico-legales, ya sea en personas vivas o cadáveres; en ambos casos, la Antropología Forense aplica técnicas antropométricas, con la finalidad de individualizar e identificar a una persona, mediante las características óseas físicas propias de cada sujeto.
Potencial informativo de los huesos El hueso como tejido y como órgano es afectado durante la vida del individuo tanto por factores endógenos (desórdenes hemopoyéticos,
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metabólicos, endocrinos, enfermedades infecciosas) como exógenos (traumas, marcas de estrés laboral, estrés nutricional, factores culturales). Por tal razón, su estructura se modifica en el tiempo y en el espacio de acuerdo al principio de la variabilidad filogenética (evolutiva), racial (ancestral), sexual, ontogénica (durante su crecimiento y desarrollo), individual (según la intensidad y tipo de actividad física) y cultural (de acuerdo a las prácticas culturales arraigadas). Inicialmente se identifica la biología general del individuo que lo vincula en calidad de miembro de una población, con un sexo específico, una edad determinada, un patrón racial y características físicas detalladas (estatura, proporciones corporales), en lo que se denomina la cuarteta básica de la identificación. Posteriormente se procede al diagnóstico de la biología individual de la persona, que incluye las anomalías óseas, patologías, estado de salud-enfermedad, hábitos de lateralidad y si el cráneo se encuentra en perfecto estado se puede elaborar una reconstrucción facial del rostro del individuo. El análisis osteopatológico, es decir, el estudio de las enfermedades que dejaron huella en el esqueleto, representa una fascinante fase en el proceso de individualización durante la reconstrucción de la biografía biológica antemortem, tanto del individuo como de la población. La estimación del estado de salud-enfermedad de un conjunto de individuos nos permite relacionar los aspectos biológicos y culturales (bioculturales). La salud de un individuo depende de las condiciones ecológicas que lo circunscriben (si habita en un desierto, selva, montaña, valle interandino, llanura, región fluvial o lacustre); de su predisposición genética a tal o cual enfermedad; del nivel económico alcanzado por la sociedad (si corresponde a una sociedad de cazadoresrecolectores,
plantadores
tempranos,
agroalfareros,
ganaderos,
pescadores o industrial) y por supuesto, de su posición social o sexual en las sociedades jerarquizadas. La relación entre el nivel de saludenfermedad del individuo con su correspondencia a una determinada
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edad, sexo, posición social (deducido de los objetos y prendas asociados al cadáver) y del nivel económico alcanzado por la sociedad facilita rastrear los orígenes de las enfermedades y aprender cómo las diferentes dolencias afectaron a las poblaciones pretéritas y cómo éstas fueron tratadas o evitadas y los efectos que surtieron estos tratamientos en la morbilidad y mortalidad prehistórica. Los esqueletos también pueden suministrar información sobre aspectos específicos de la dieta alimenticia y el grado de contaminación ambiental. El análisis de elementos de traza puede indicar cambios temporales específicos en la dieta. Así, por ejemplo, el zinc (Zn) es un indicador de consumo de proteína animal; el estroncio (Sr) documenta sobre el consumo de plantas; otros elementos como el aluminio (Al), el sodio (Na) y el plomo (Pb) indican polución ambiental, diagénesis y diferencias metabólicas (Buikstra et al., 1987). En las sociedades con jerarquización sexual se ha encontrado mayor proporción en contenido de zinc en los esqueletos masculinos, sugiriendo mayor consumo de proteína animal en comparación con la población femenina. Por otra parte, la variación en el contenido de isótopos de carbono estable puede ser utilizada para documentar la adición y el incremento del maíz, cultígeno tropical de tipo C-4 en la dieta alimenticia de la población de determinado territorio. Estos estudios químicos requieren indudablemente de un sofisticado equipo y una amplia experiencia en el manejo de laboratorios, condiciones inexistentes en el país, por lo que no serán abordados en este trabajo. A pesar de todo este potencial informativo que suministran los huesos, para que estos hablen y cuenten su historia, expresión popularizada por uno de los pioneros de la antropología forense norteamericana, Wilton Marion Krogman (1903-1987), se necesita que los restos óseos sean lo suficientemente representativos (completos, en buen estado de conservación y bien restaura-dos), ya que la validez de su
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interpretación es concomitante al número de observaciones realizadas y a la metodología aplicada. Al disponerse de numerosos esqueletos en buen estado de conservación y analizados apropiadamente, se puede reconstruir la biografía biológica antemortem o la osteobiografía de un individuo o una población.
Aplicaciones de la Antropología Forense Los estudios solicitados con mayor frecuencia para intervención de Peritos en Antropología Forense, se incluyen en los siguientes rubros: Análisis de restos óseos (con ausencia total de tejidos blandos y grasos) Consiste en el análisis de estructuras óseas en estado árido o sea con ausencia total de tejidos blandos y grasos, las cuales pueden estar completas, incompletas o fragmentadas. Esta actividad en la mayoría de los casos se realiza en el laboratorio. Los resultados finales de la intervención consisten en información con respecto al origen biológico de los restos óseos y su identificación morfológica, cálculo del número de individuos y sus características individuales, huellas de alteraciones culturales (tales como deformación cefálica intencional o mutilación dental de caracter étnico), tipo de enterramiento, alteraciones tafonómicas, características y cronología de los materiales culturales een asociación, así como el establecimiento de la antigüedad de los restos (prehispánica, colonial o contemporáneos).
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Cráneo prehispánico con deformación cefálica intencional (vistas posterior y basal)
Análisis de restos óseos (con ausencia parcial o total de tejidos blandos) Consiste en el análisis de estructuras óseas completas, incompletas o fragmentadas o bien de esqueletos completos, incompletos o segmentados, con ausencia total o parcial de tejidos blandos. En su gran mayoría estos estudios se realizan en el Servicio Médico Forense. Los resultados finales de la intervención es información con respecto al origen biológico de los restos y su identificación morfológica, determinación del número de individuos y sus características individuales (sexo, edad biológica, grupo humano, estatura, estados patológicos, etc), observaciónes tafonómicas y diagnóstico de la data de muerte, así como la detección y análisis de lesiones antemortem, postmortem o perimortem.
Restos óseos con tejidos blandos
Análisis de cadáveres Trata del análisis de cadáveres completos, incompletos o segmentados, en estado fresco, putrefacción avanzada, adipocira,
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quemados o momificados. Prácticamente la mayoría de los casos se analizan en el Servicio Médico Forense. Los resultados finales de la intervención es información con respecto al origen biológico, características de individualización (sexo, edad biológica, grupo humano, estatura, estados patológicos, etc.) observaciones tafonómicas y diagnóstico de la data de muerte, así como la detección y análisis de lesiones antemortem, postmortem o perimortem.
Análisis de fragmentos de estructuras óseas y/o dentales o de segmentos corporales Trata de la identificación morfológica de fragmentos de estructuras óseas o dentales, segmentos corporales o apéndices corporales (dedos, pabellones auriculares, etc.). Prácticamente la totalidad de estos estudios se llevan a cabo en el Laboratorio Los resultados finales es el establecimiento del origen biológico e identificación morfológica del material remitido. Asimismo, en algunos casos es posible determinar
la probable forma y mecanismo de
desprendimiento del segmento o apéndice corporal, así como si esto se produjo perimortem o postmortem.
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Fragmentos de estructuras óseas
Reconstrucción de características faciales Es la reconstrucción hipotética inferencial de las características morfológicas de la porcion facial, la cual se elabora en aquellos casos en donde los cadáveres en distintas condiciones de conservación, por causas naturales, accidentales o intencionales pierden o tienen alteradas las características del rostro y que por otros medios no ha sido posible establecer su identificación. Los dos métodos utilizados con mayor frecuencia en la institución son el bidimensional o gráfico y el asistido por computadora, labor en donde se cuenta con la asistencia de Peritos en Arte Forense. Algunas fases iniciales del procedimiento se llevan a cabo en el sitio en donde se encuentra depositado el cadáver y la mayor parte del proceso en el laboratorio; en ocasiones previa autorización ministerial o judicial el extremo cefálico del cadáver es desprendido y traladado al laboratorio.
Reconstrucción facial
Reconstrucción facial bidimensional
bidimensional gráfica
asistida por computadora
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Análisis morfocomparativo con sobreposición de imágenes Es
un
medio
morfocomparativo
con
de
identificación
sobreposición
de
a
través imágenes
del
análisis
entre
las
características morfológicas de un cráneo y las características de la porción facial visibles en fotografías de una persona desaparecida. Las variantes principales existentes son foto-cráneo o foto-radiografía de cráneo, siendo el método mas frecuentemente utilizado el asistido por computadora. Dependiendo de donde se encuentren depositados los restos, algunas fases iniciales se llevan a cabo ene el Servicio Médico Forense y la mayor parte del proceso en el laboratorio; cuando se considera necesario previa autorización de la autoridad ministerial o judicial, el extremo cefálico del cadáver es desprendido y trasladado al laboratorio. El resultado final es la identificación positiva, probable positiva o identificación negativa (exclusión) de los restos óseos o cadáver.
Cráneo con espesores de tejidos blandos de acuerdo al sexo y el grupo humano diagnosticados y sobreposición de imágenes foto-cráneo asistida por computadora
Inspección de sitios de hallazgo Las solicitudes de intervención de Peritos en Antropología Forense, para llevar a cabo inspecciones en sitios de hallazgo o de depósito de restos óseos o cadáveres, van dirigidas a la prospección, localización y excavación con técnicas antropológicas de restos óseos o cadáveres, así como la recolección de la información de campo complementaria para el
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análisis tafonómico, establecimiento de la antigüedad del hallazgo o bien de la data o intervalo postmortem. El resultado final es la localización y recuperación de restos óseos o cadáveres y evidencias asociadas, ya sea depositados en superficie o inhumados utilizando las técnicas antropológicas de campo adecuadas e internacionalmente aceptadas. El estudio de los materiales recuperados, se efectúa posteriormente en el Laboratorio, el Servicio Médico Forense o en caso necesario en el mismo sitio de exploración.
Inspección y excavación en sitios de depósito de restos óseos
Diagnóstico de edad biológica en sujetos vivos Consiste en el diagnóstico de la edad biológica en personas vivas a través del análisis de los cambios morfológicos por edad en las estructuras óseas y/o dentales, observados y valorados a través de análisis somatológico y de imagenes radiográficas obtenidas de los sujetos.
Imagen radiográfica de miembro superior de individuo no adulto
Análisis morfocomparativos de características faciales en sujetos vivos
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Se elaboran con la finalidad de establecer identificaciones a través de comparaciones morfológicas de características faciales de sujetos contra características faciales visibles en imagenes fotográficas o de video. Estos estudios en la mayoría de los casos se realizan a sujetos en centros de reclusión y por petición de autoridad judicial. Los resultado finales de la intervención es la identificación positiva o negativa (exclusion).
Procedimiento
antropológico
de
restos
esqueléticos La labor del antropólogo forense comienza cuando la Policía se encuentra ante un cadáver que no puede identificar, por ejemplo si éste está en avanzado estado de putrefacción, esqueletizado o incluso cuerpos a los que los criminales han hecho desaparecer las huellas dactilares y hasta partes del cuerpo (cabeza, extremidades) que son elementos fundamentales para la identificación policial, y aquellos casos en los que el forense de campo, generalmente con pocos medios para hacer la autopsia, no es capaz de ver los pequeños detalles. El Antropólogo ve los huesos que estudia como un papel de calco en el que han quedado registrados cuántos acontecimientos han tenido lugar a lo largo de la vida de un individuo, y especialmente los traumatismos que han llevado a la muerte de la víctima. A sus laboratorios son enviados constantemente restos cadavéricos que pueden llegar en muy diversos estados de descomposición, de momificación adipocira, de putrefacción o simplemente ya esqueletizados. Es precisamente en estos casos, en que la autopsia propiamente forense poco o nada puede deducir de las partes blandas y en los que la policía
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no ha encontrado huellas dactilares u objetos que permitan la identificación, cuando empieza el trabajo del antropólogo forense. Por otra parte, como el criminal casi siempre deja su sello personal, su tarjeta de visita sobre la víctima o dentro de ella y en las cercanías del lugar donde la depositó, la inspección ocular es tan importante para el investigador policial como para el antropólogo forense, y lo ideal es que se inspeccione el lugar del hallazgo. Así, el antropólogo forense con experiencia en arqueología tiene más oportunidades de sacar partido al caso si estudia in situ el material sobre el que ha de informar aunque sean después indispensables una serie de pruebas que sólo se pueden realizar en el laboratorio. Lamentablemente, no siempre es posible que el propio antropólogo pueda personarse en el lugar del hallazgo de los restos óseos, que sería realmente lo ideal. En la mayoría de los casos los restos son hallados en alguna playa, en un bosque, en una cueva, bajo el piso de una vivienda o flotando en el mar. La policía es avisada, así como las autoridades judiciales. El levantamiento de los restos se lleva a cabo y el juez con el médico forense deciden el envío al laboratorio de antropología forense. En estos casos es preciso señalar que la fotografía del hallazgo de los restos in situ tendrá un valor documental de primera magnitud. Estas fotografías no sólo son de gran interés para el sumario, sino que también tienen gran importancia para el antropólogo que más tarde hará el estudio de estos restos óseos. La recogida de los restos por parte de los investigadores ha de ser completa, por pequeños que sean estos restos. Si son enviados todos los fragmentos para su posterior estudio, en alguno de ellos puede hallarse quizás las huellas del cuchillo causante de la muerte o el roce de la bala o el proyectil responsable de la misma o la fractura que sufrió en vida el sujeto cicatrizando posteriormente y que puede ser reveladora para la identificación del cuerpo. También es posible que no se encuentre nada, pero ante la posibilidad de hallar algún detalle que contribuya al
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esclarecimiento del caso, a la identificación de la víctima, es preferible que se disponga de todo el material esqueletizado y no sólo parte de él. Por ejemplo, los descuartizamientos dejan huellas del instrumento utilizado en las articulaciones o en las extremidades de los huesos desarticulados por cuyas huellas se puede deducir la habilidad o inexperiencia del homicida, su posible práctica como médico-cirujano o simplemente como carnicero o su desconocimiento total de la Anatomía, lo que aporta una pista importante al investigador sobre la identidad del criminal. También el color de los huesos nos indica a veces si el cadáver estuvo enterrado o bien se esqueletizó a la intemperie, que es un dato igualmente importante. Además de los propios restos óseos, para el antropólogo tienen gran valor por ejemplo, el número y variedad de larvas o pupas de los insectos de la fauna cadavérica, así como los residuos de polvo y micropartículas contenidas en las ropas del cadáver o las uñas de éste. El estudio de la fauna cadavérica permite llegar a averiguar la data de la muerte a veces con bastante aproximación, la época del año en que tuvo lugar, los lugares dónde estuvo la víctima o algunos de sus hábitos, todo lo que es parte de la solución final. De la misma forma que otros peritos como el biólogo interesan las manchas de sangre y al investigador las huellas sobre el terreno, las manchas o presencia de esperma, al toxicólogo las substancias tóxicas, etc., para los antropólogos la presencia de un simple cabello adherido al cráneo puede ser fundamental para determinar edad, sexo, raza, prácticas de tintes o tratamientos de pelo, etc. Lo primero que se hace en estos laboratorios es esqueletizar los restos, así en cuarenta y ocho horas, al disponer de unos restos esqueléticos limpios, desodorados y esterilizados, se puede comenzar el estudio minucioso de cada centímetro de los restos. En ocasiones los restos son hallados momificados. En estos casos se pueden obtener muchas veces las huellas dactilares por medio de la revitalización de los
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tejidos, de las partes blandas y bien por impresión directa o por medio de fotografía con iluminación especial, se podrán obtener huellas aceptables que permitan la identificación de la víctima. El cráneo es una parte indispensable para llegar a deducir como era el rostro del sujeto. Esto se logra con diversos métodos. Los laboratorios de Antropología Forense disponen de un moderno equipo electrónico, una computadora-analizador de formas con circuito cerrado de televisión que permite obtener la silueta de frente y de perfil del cráneo que se muestra al ordenador, añadiéndole las partes blandas probables que tuvo el individuo. En otros casos y siguiendo otros métodos se recurre a la reconstrucción de las partes blandas por medio de plastilina o arcilla aplicadas sobre la cara conservando los espesores medios según unas tablas milimétricas. En todo caso estas técnicas permiten obtener una imagen tridimensional de cómo debió ser la cara o rostro del sujeto. Otras veces, sobre todo cuando el cráneo presenta rasgos muy característicos, con la ayuda de un buen artista-dibujante se plasma gráficamente el probable rostro de la víctima. Esta técnica se basa en observaciones anatómicas muy precisas y otros rasgos subjetivos. La ayuda de técnicas como la fotografía y la radiografía es fundamental para estos estudios, así como las técnicas histológicas y microscópicas. La radiografía, aplicada por ejemplo al estudio de los senos frontales del cráneo, es muchas veces definitiva para llegar a una identificación (no hay dos individuos que tengan iguales los senos frontales). Otras veces, la radiografía de la cavidad bucal permite llegar a la resolución de casos que parecían imposibles de resolver. Además de la intervención en casos policiales, sin duda una de las funciones más importantes de esta ciencia, otros aspectos de la antropología forense son los estudios y peritaciones realizadas en exhumaciones de personajes famosos de la Historia, las identificaciones en grandes catástrofes aéreas, ferroviarias, incendios, terremotos, etc.
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Determinaciones del procedimiento antropológico de restos esqueléticos El
procedimiento
antropológico
comprende
determinaciones
principales y determinaciones secundarias.
1) Determinaciones principales: Entre las determinaciones principales están el sexo, la edad, raza y estatura. a)
Diagnóstico de sexo: a.1) Consideraciones generales
El diagnóstico del sexo se realiza correctamente en un 100% de los casos cuando se cumplen las siguientes condiciones: 1- el esqueleto se encuentra completo y en buen estado de conservación, 2- el individuo es adulto, 3- se conoce la variabilidad morfométrica intragrupal de la población a que pertenece el espécimen. Si se dispone
solamente del
cráneo,
en
un
contexto poblacional
desconocido o si el individuo es inmaduro, el grado de objetividad puede oscilar entre el 80-90%. La cohorte entre los 15-18 años constituye la edad límite a partir de la cual la estimación sexual se aprecia con mayor exactitud, aunque existen excepciones a este límite ontogénico. a.2) Determinación del sexo en individuos infantiles y juveniles a.2.1. Mandíbula
i. Pronunciamiento del mentón. En las niñas esta región no es prominente ni cuadrangular. La superficie del hueso es suave; visto desde arriba el mentón es tenue, angosto y algunas veces agudo. En los niños, al contrario, el mentón es más prominente; los costados evidencian estructuras ligeramente elevadas y rugosas que se desvanecen distalmente en indentaciones poco
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profundas. Visto desde arriba el mentón es pronunciado y general-mente ancho y angulado en el sitio donde desemboca en el cuerpo mandibular. ii. Forma del arco dental anterior. En las niñas los alvéolos frontales se disponen en un arco redondeado; los caninos habitualmente no sobresalen, delineando una forma parabólica brusca. En los niños el arco dental anterior es más ancho; los alvéolos caninos sobresalen con relación a los molares adyacentes, adquiriendo una forma en U. iii. Eversión de la región goniáca. La superficie externa del cuerpo mandibular se alinea con el punto gonion en las niñas. En los individuos masculinos este ángulo es evertido, ligeramente sobresaliente. a.2.2. Ilion
i. Angulo de la escotadura ciática. Para su observación el hueso se orienta en su cara ventral con el borde anterior de la escotadura ciática alineado verticalmente. En las niñas la escotadura conforma un ángulo mayor de 90°; en los niños la escotadura es más angosta y se acerca a los 90°. ii.
Profundidad de la escotadura ciática mayor. El ilion se orienta por su cara dorsal alineando en un mismo plano la espina ilíaca postero-inferior y el borde dorsal de la región acetabular. La escotadura es poco profunda en las niñas; en los niños es profunda.
iii. El criterio del arco. El ilion se orienta en el mismo sentido de observación del ángulo; se traza una línea imaginaria que continúe el borde anterior de la escotadura ciática. En las niñas la línea cruza la superficie auricular; en los niños continúa por el borde lateral de la superficie. iv. Curvatura de la cresta ilíaca. El ilion se observa desde arriba y la superficie dorsal se alinea con un plano horizontal. En las niñas la
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cresta conforma una S atenuada; en los niños la curvatura es más pronunciada, delineando una S marcada. Schut-kowsky (1993: 203) considera que las bases de la estimación sexual en esqueletos inmaduros a partir de los rasgos mandibulares y del ilion descritos anteriormente suministra una adecuada exactitud en el diagnóstico comparable con la que se aplica en restos de individuos adultos; además, que el observador no requiere de una gran experiencia para aplicarlos. a.2) Determinación del sexo en individuos adultos
a.2.1. Cráneo En la adolescencia tardía los cambios en el esplacnocráneo se restringen aparentemente a los muchachos mientras que las niñas retienen su aspecto juvenil. El rostro masculino se alarga, los arcos superciliares (incluyendo los senos frontales) se agrandan y el mentón se hace más prominente y cuadrangular. Al incrementarse el grosor de los arcos superciliares decrece la altura orbital, su borde superior se torna grueso y la órbita en general adquiere una forma cuadrangular. La escotadura supraorbital se torna más profunda y puede desembocar en un agujero (foramen). Estos cambios
conllevan
también a
modificaciones en la raíz y en el caballete nasal, conduciendo a un descenso abrupto en la línea que une el frontal con los huesos nasales en el punto nasion. a.2.2. agujero occipital
La base craneal, especialmente la región occipital comprendida por el agujero occipital y los cóndilos occipitales conforman una región diagnóstica diferenciadora del patrón racial (Holland, 1986a) y del dimorfismo sexual (Holland, 1986b), a partir de una serie de dimensiones de los cóndilos (MWC, MLC), su distanciamiento (MnD, MxlD, BcB) y del agujero occipital (LFM, WFM) (tabla No.4). Sin embargo, en virtud de que los resultados de las
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investigaciones se han obtenido de un grupo geográficamente homogéneo y limitado (St. Louis, Missouri), los datos y parámetros propuestos hay que aplicarlos con precaución. Su utilización es válida en fragmentos craneales que han conservado esta área intacta y no existan otras fuentes de información. a.2.3. Pelvis
La pelvis adulta es el mejor indicador del sexo. En la adolescencia la pelvis femenina se ensancha como una medida de preparación para el parto, alterando la forma y el tamaño de muchas de sus partes, convirtiendo la cintura pélvica en un indicador fidedigno al finalizar la metamorfosis. De conformidad con el dimorfismo sexual las mujeres poseen un cuerpo de menor tamaño que el hombre, y por tanto un pubis y toda la pelvis generalmente más delgada y ligera; horizontalmente observan mayor extensión mientras que verticalmente es más corta. Hasta la adolescencia la cintura pélvica presenta el mismo tamaño y forma en muchachos y niñas. En estado adulto la pelvis masculina es básicamente una continuidad de la forma juvenil. El lapso de edad en que ocurren los cambios pélvicos es muy variable; la sínfisis púbica femenina se aprecia algunas veces en niñas de edad dental de 8-9 años pero se generaliza hacia los 1415 años, cuando comienza a fusionarse el acetábulo y erupcionan los segundos molares permanentes. Las diferencias sexuales se hacen más evidentes en la parte anterior de la pelvis puesto que los cambios ocurren solamente en la terminación medial del pubis. En la parte posterior la metamorfosis en la articulación sacro-ilíaca afecta ambos huesos (sacro, ilion) y los cambios son más variables (Hoyme, Iscan, 1989:76). El crecimiento adicional de la superficie medial de la sínfisis púbica ensancha el canal pélvico de las mujeres, configurando un arco subpúbico ancho y redondeado. Por lo
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general después de la fusión de la rama isquiopúbica, usualmente hacia los 7-8 años, no se aprecian otros centros de crecimiento en la porción anterior de la pelvis. Tampoco se manifiestan, según Hoyme e Iscan (Op. cit.), signos de alargamiento en la terminación acetabular del pubis, que también inicia su proceso de fusión hacia la misma edad. Como consecuencia de estos cambios el arco subpúbico femenino es abierto y redondeado (en los hombres conforma un ángulo agudo), la sínfisis es proyectada y cuadrangular con una pequeña área triangular de hueso adicional en su margen anteroinferior, y un evidente aplanamiento de su rama anterior. A su vez, la sínfisis púbica masculina es gruesa, corta y más triangular. Finalmente, como resultado de la reabsorción del borde medial del agujero obturador, más que por el alargamiento del pubis, su forma triangular es más común en las mujeres de edad. b)
Diagnóstico de edad: La estimación de la edad es la más complicada operación que se ejecuta en el método de reconstrucción biológica o paleoantropológica. Con este fin, se utiliza no un rasgo en particular sino el conjunto de características orientadoras de la edad, subrayando el hecho de que se refiere a la edad biológica y no a la cronológica; es decir, tiene en cuenta el estado de formación y consolidación del tejido óseo y dental. Este aspecto se encuentra influido por distintos factores, entre ellos la actividad física del individuo
y
el
estado
de
salud-enfermedad
que
inciden
primordialmente, además de las diferencias sexuales y raciales. Desde el nacimiento hasta la adolescencia, la edad se puede diagnosticar con gran aproximación mediante la observación de la forma y el estado de metamorfosis de los centros de osificación, la formación y erupción dental y la progresión en el cierre epifisial, como también, por la longitud de los huesos largos (Krogman, Iscan, 1986; Iscan et al., 1989; Ubelaker, 1989). En los métodos macroscópicos las costillas
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esternales por su posición y función constituyen un sitio particular excelente para la observación de la metamorfosis durante la vida del individuo. La unión costocondral se localiza en un lugar relativamente estable, poco sujeto a efectos de locomoción, embarazo, parto y peso de la persona; estos procesos sí afectan el diagnóstico a partir de la sínfisis púbica, la superficie auricular del ilion y de los huesos largos (Iscan, Loth, 1989: 27-29). La región sacro-ilíaca en sus superficies articulares del ilion y sacro evidencia pocas diferencias sexuales hasta la pubertad, a partir de la cual se acentúa el proceso de anquilosamiento en las mujeres por la acción de los partos y la locomoción, más que en otras regiones del cuerpo. Recientes estudios llevados a cabo por Angel y colaboradores (1986; citado por Iscan, Loth: 1989: 31) evidencian que los estándares originales desarrollados por Todd (1920) y McKern-Stewart (1957), no son efectivos para los individuos masculinos contemporáneos. Por tal razón, Katz y Suchey (1986) elaboraron unos estándares apropiados a las muestras masculinas. Finalmente, en virtud de la amplia variabilidad sexual, racial y profesional, los diagnósticos de edad basados en las suturas craneales y la atrición dental se aceptan, bien como un "indicador sugestivo, azaroso e irreal", de "poco uso" o simplemente como uno de los elementos constitutivos del método complejo, útil "cuando se usa conjuntamente con otros indicadores de edad en el esqueleto" (Meindl, Lovejoy, 1985). No obstante, su aplicabilidad no hay que desestimarla pues en los casos en que disponemos solamente del cráneo -que se presenta con gran frecuencia- su utilidad se evidencia por la unicalidad de la fuente de información para el diagnóstico de la edad. El radiografiado a pesar de su utilización práctica desde la introducción del aparato de rayos X y de existir excelentes estudios auxológicos, se usa con menos frecuencia en la determinación de la edad pues requiere de un entrenamiento especializado para interpretar las radiografías, además, existen dificultades en la estandarización de
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los filmes y los costos que implica la obtención y utilización de los equipos (Krogman, Iscan, 1986; Walker, Lovejoy, 1985). Walker y Lovejoy (1985) encontraron en un estudio comparativo de varios huesos que la clavícula representa el mejor hueso para la estimación de la edad sin importar el sexo. A pesar de estas dificultades es aplicable en los casos en que los restos se encuentren fragmentados e incompletos. El análisis microscópico de la edad, denominado también análisis histomorfométrico mediante el conteo de los osteones en secciones delgadas de hueso, es más complicado y presenta una serie de dificultades, entre las que tenemos la destrucción de los huesos largos para la extracción de los cortes, al igual que la carencia de equipo y personal entrenado (Stout, 1989). A pesar de estos inconvenientes es de gran utilidad cuando los restos están muy fragmentados y es difícil estimar la edad macroscópica-mente. En Odontología forense se le conoce gracias a los estudios de G. Gustafson. El análisis de la periodontosis, la aposición de dentina secundaria, la formación del cemento, la reabsorción y trasparencia radicular de los dientes se emplean en calidad de indicadores de edad (Kilian y Vlcek, 1989).
c) Diagnóstico de raza: Las poblaciones humanas se distinguen entre sí por una serie de rasgos que varían con una tendencia central y una frecuencia determinada en su distribución. Pertenecemos a la especie Homo sapiens sapiens, que ha sido dividida en subespecies o razas con el fin de sistematizar la información existente y poder facilitar su estudio. A fin de obviar algunas de las dificultades inherentes al estudio de la variabilidad de las poblaciones humanas, éstas se han agrupado en grandes troncos geográficos-raciales, denominados caucasoide, mongoloide y negroide que designan ante todo una tendencia en el conjunto de rasgos, más que una pertenencia geográfica, el color de la piel o la forma del cabello. Mongoloides se observan en Mongolia,
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noreste de Asia y también en América nativa. A su vez, negroides encontramos en Africa tropical, el sur de la India (vedas), Australia aborigen y en grupos afroamericanos. Finalmente, los caucasoides se encuentran dispersos por todo el globo, desde Europa, América, Africa (subsahariana y del Sur), Australia y Asia (Siberia). Los estudios poblacionales realizados por los antropólogos T. L. Woo, G. M. Morant (1934), G. F. Debetz, V. P. Alexeev (1967), W. W. Howells, G. W. Gill, J. S. Rhine y otros (Krogman, Iscan, 1986; Rodríguez,
1987),
evidencian
que
los
principales
rasgos
craneométricos diferenciadores son las medidas de proyección, cuyos ángulos se obtienen con el compás de coordinación (simómetro) y el goniómetro (facial) y expresan el grado de pronunciamiento o perfilación del esqueleto facial, huesos nasales, pómulos y porción alveolar. Los parámetros arriba mencionados se pueden aplicar en la delimitación de grandes grupos geográficos-raciales, particularmente en áreas de contacto (Cuerno africano, Urales, Africa del Sur). Este procedimiento se dificulta en los países de América Latina en donde el proceso de hibridación entre los descendientes indígenas, los conquistadores europeos y los negros africanos produjo un país altamente mestizo. Así, los intentos de delimitación racial en la mayoría de los países latinoamericanos constituye un procedimiento de aproximación, el cual, conjuntamente con el sexo, edad, proporciones corporales y rasgos individuales contribuye
a
destacar
posibles
víctimas
relacionadas con los restos óseos en estudio. Si el esqueleto en estudio pertenece a un mestizo, el establecimiento de la proporción racial en su fenotipo es una labor casi imposible, así como la reconstrucción del color de su piel, cabellos, ojos. No obstante, lo podemos identificar como mestizo con rasgos negroides, mongoloides o caucasoides acentuados según la combinación que exprese del
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prognatismo dentoalveolar con el sulcus praenasalis; incisivos en pala aunados a un fuerte aplanamiento facial; rostro perfilado y ortognato relacionado con huesos nasales muy angostos y pronunciados. c.1) Sistema dental:
Los antropólogos dentales han sugerido la división de las poblaciones humanas en varios componentes geográficos-raciales de conformidad a la distribución de los rasgos morfológicos del sistema dental. Hanihara (1967, 1968) planteó la definición del Complejo Dental Mongoloide, y esperaba que también se presentaran los Complejos Dentales Caucasoide y Negroide. El Complejo Dental Mongoloide se caracteriza por una alta frecuencia de incisivos en pala (Shovel-shaped), alto porcentaje de pliegue acodado (Deflecting wrinkle) en los molares inferiores, mayor incidencia de cúspide-7 en molares inferiores y de metaconúlido en los superiores. Los caucasoides observan una alta incidencia de cúspide de Carabelli y un alto índice de anchura canina (diámetro mesiodistal del canino superior * 100/ diámetro mesiodistal del incisivo central superior). Krogman e Iscan (Op. cit.:368-369) sintetizan los estudios elaborados sobre la variación del sistema dental elaborados por Lasker y Lee (1957). En el maxilar se observa una alta incidencia de la forma bien desarrollada de los incisivos en pala, alcanzan-do un 85% en chinos y bajas frecuencias en caucasoides y negroides. En los mongoloides se aprecian raíces cortas de los incisivos, es frecuente la hipodontia (ausencia congénita de dientes) y perlas de esmalte oclusal en premolares. Las raíces de los molares están con frecuencia fusionadas, menos extendidas y más cortas. La cúspide de Carabelli que se presenta en sentido mesiolingual de los molares superiores, se evidencia en un porcentaje superior al 37% en caucasoides, es menor en bantu (Africa) y casi ausente en esquimales. El ensanchamiento de la cavidad pulpar acompañado de raíces fusionadas o taurodontismo,
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se ve con muy poca frecuencia en caucasoides; cuando está presente en mongoloides observa una forma de reloj de arena o piramidal. En la mandíbula de negroides el primer molar configura comúnmente cúspide-5 con patrón intercuspidal Y. El tubérculo mesiovestibular protostylid se aprecia con mayor incidencia en indígenas americanos y mongoloides que en caucasoides y negroides. En aproximadamente un 8% de mongoloides se localiza una raíz extra distolingual en los primeros o terceros molares. Aunque el taurodontismo es raro en los molares inferiores y se halla en todos los grupos raciales, la forma piramidal es más frecuente en mongoloides. Por su parte, A.A. Zoubov (1968), Zoubov y Jaldeeva (1989) propusieron la delimitación dental de las poblaciones mundiales en dos complejos: el Complejo Dental Oriental y el Complejo Dental Occidental. El primero equivale al Mongoloide de Hanihara; el segundo al Caucasoide y Negroide del mismo autor. El complejo Oriental se caracteriza por la alta frecuencia de incisivos en pala, cresta distal del trigónido, pliegue acodado del metaconido, cúspide-6 en el M1 inferior, tipo 3 del primer surco del paracono. A su vez, el complejo Occidental resalta por su alta frecuencia de la cúspide de Carabelli, cúspide-4 en M2 inferior, tipo 2 del segundo surco del metaconido en M1 inferior. El tubérculo accesorio medial interno (tami), denominado también tubérculo intermedio, ubicado en la parte lingual de los molares inferiores, si bien no delimita claramente los dos complejos arriba mencionados, es un importante elemento diferenciador de los negroides. Además, cuando nos encontramos ante variantes raciales del mismo complejo es importante incluir otros rasgos como el apiñamiento (crowding) de los incisivos laterales superiores, la rotación de los incisivos superiores centrales (win-ging), la reducción del hypocono en el segundo molar superior y el punto P de la variante del protostylid en los molares inferiores. c.2) Cráneo:
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Las características craneales que expresan los ancestros de una población determinada se establecen no mediante un carácter único, irrepetible, sino mediante la combinación del conjunto de parámetros métricos y morfológicos. Los estudios realizados en áreas de contacto entre grupos mongoloides y caucasoides, evidencian que existe una significativa correlación entre las características típicas del complejo mongoloide, tales como el aplanamiento facial, expresado por valores altos de los ángulos frontomalarorbital y cigomaxilar, con un rostro muy ancho (amplia anchura cigomática), una fosa canina plana, una nariz deprimida en su raíz y dorso (ángulo facionasal poco sobresaliente) y el aplanamiento natural del frontal (Woo y Morant, 1934; Debetz, 1968; Alexeev, Gochman, 1984). A su vez, los caucasoides resaltan por un rostro perfilado y nariz prominente. Esta acotación metodológica es importante por cuanto podemos encontrar rostros anchos en individuos caucasoides y negroides, pero si este rasgo se encuentra combinado con otros elementos mongoloides implica indudablemente un alto grado de mestizaje. En un estudio biométrico realizado sobre 4 266 cráneos masculinos y 1 630 femeninos provenientes de Europa, Africa, América, Oceanía y Asia, es decir con una amplia representación de los tres grandes troncos raciales, T. L. Woo y G. M. Morant (1934) encontraron que el grado de aplanamiento del esqueleto facial constituye un excelente elemento diagnóstico diferenciador tanto a nivel intragrupal como intergrupal. En lo que respecta a la diferenciación racial los grupos africanos tienen las narices más deprimidas que los asiáticos (chinos, japoneses, ainos, tibetanos, javaneses, etc.); estos últimos se parecen mucho entre sí. Le siguen las poblaciones de América, Oceanía y Egipto, que poco se distinguen entre sí por este rasgo. Las tres series hindúes utilizadas en el análisis tienen huesos más prominentes; finalmente, resaltan los grupos de Europa por poseer las narices más
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pronunciadas a nivel mundial. Los índices rhinal y simótico pueden incluso establecer diferencias intergrupales. La subtensa frontal según los datos obtenidos por Woo y Morant (Op. cit.:248) puede configurar una distinción absoluta, es decir, exhibir rangos de variación que no se superponen, entre los negros africanos y los orientales; entre los negros africanos e hindúes; entre los grupos orientales y europeos; entre orientales e hindúes; finalmente, entre oceánicos e hindúes. Por su parte, la subtensa simótica distingue entre los negros africanos y europeos; entre negros africanos e hindúes; entre orientales y europeos; entre orientales e hindúes; entre poblaciones oceánicas y europeas. A su vez, el índice simótico realiza las mismas diferencias además de separar los grupos negros de Africa de los oceánicos (maori, papuaces, tasmanios, australianos, etc.). La variación craneométrica demuestra que las medidas de proyección obtenidas con el compás de coordinación o simómetro, el goniómetro y el mandibulómetro que expresan el grado de aplanamiento facial, nasal y frontal, y en la mandíbula el pronunciamiento del mentón y de la rama ascendente poseen un alto valor diagnóstico diferenciador de los tres grandes troncos raciales. Las anchuras faciales a nivel frontomalar, bicigomática y
cigomaxilar delimitan
los
grupos
mongoloides de los caucasoides y negroides; los grupos mongoloides resaltan por la gran proyección de los pómulos. La apertura piriforme y su configuración en la raíz nasal y en su borde inferior diferencian a las
poblaciones
negroides
de
las
restantes.
El
grado
de
pronunciamiento y de angostamiento de los huesos nasales separan a los caucasoides de mongoloides y particularmente de los negroides; estos últimos resaltan por un significativo aplanamiento de los huesos nasales, aunado a una apertura peri-forme muy ancha y a una espina nasal anterior deprimida. En virtud del prognatismo alveolar y facial característico de los negroides estos poseen menor ángulo cigomaxilar. El mentón es más pronunciado en caucasoides que en
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mongoloides y especialmente que negroides. A su vez, la rama ascendente tiene un ángulo más recto en negroides. Además, la mandíbula es mucho más grácil en los caucasoides. c.3) Esqueleto poscraneal:
En cuanto al esqueleto poscraneal las dimensiones osteométricas por sí mismas no son los mejores indicadores raciales como consecuencia del solapamiento de las desviaciones estándares. Las diferencias básicamente se ubican en la proporcionalidad de los miembros superior e inferior respecto al tamaño corporal o del tronco. Los índices intermembral (longitud del húmero+longitud del radio) por 100/ (longitud femoral+longitud humeral, longitud tibiax100/ longitud femoral) así lo demuestran. Indice braquial= (long.radial x 100/long. humeral) Indice crural = (long. tibial x 100/long. femoral) Los estudios de N. Walensky (1965; citado por Krogman, Iscan, 1986) sobre la curvatura femoral de distintos grupos étnicos (caucasoides, negroides, indígenas, esquimales) sugieren una amplia variabilidad intergrupal. El fémur de los negroides tiende a ser más recto, con una curvatura situada aproximadamente hacia la línea pectinea; en los caucasoides se ubica un poco más abajo, en el tercio medio; en esquimales se localiza en la parte media; en los indígenas se aprecia una curvatura distal, en el tercio inferior, evidenciando los fémures más curvos de todos. El autor citado subraya que la curvatura se acentúa con la edad; el fémur es recto hasta los 3-6 años de edad, encurvándose gradualmente hacia los 7-13 años, adquiriendo una curvatura más pronunciada en la adolescencia y alcanzando su máximo en estado adulto. La pelvis, además de su valor diagnóstico sexual es importante en la estimación racial. Las investigaciones pioneras de T.W. Todd demostraron que la pelvis caucasoide es una amplia taza con torso ancho mientras que la negroide es un pedestal de torso angosto.
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Posteriormente M. Y. Iscan (1981) al estudiar las dimensiones pélvicas (anchura biilíaca, altura anteroposterior del ala, diámetro trasverso del ala) concluyó que todas las dimensiones son más amplias en los caucasoides que en negros norteamericanos, siendo la anchura trasversa del ala la más informativa de las tres. En general, la pelvis femenina y caucasoide es más ancha con una sínfisis púbica más corta en altura.
d) Diagnóstico de estatura: Una vez estimado el sexo, edad y el patrón racial (ancestros) del individuo, se procede a reconstruir la estatura teniendo en cuenta los parámetros de variación de los componentes arriba mencionados. La estatura o talla de pie se define como la altura comprendida entre el vértex (punto más elevado de la cabeza) al suelo. Se suele medir mediante el antropómetro y se expresa en centímetros. La estatura se usa como parámetro comparativo con las otras medidas del cuerpo, exceptuando la cefálica, para definir la proporción entre el tronco y las extremidades. d.1) El método anatómico de reconstrucción de la estatura:
La mayoría de autores que han analizado las dificultades prácticas adyacentes a la reconstrucción de la estatura, ha expresado sus reservas sobre la aplicación de fórmulas de regresión que permitan la obtención de estimaciones apropiadas en muestras esqueléticas (Formicola, 1993). Las fórmulas se basan, generalmente, en coeficientes de correlación entre la longitud de los huesos largos y la estatura publicadas a finales del siglo XIX (Manouvrier, Pearson) y principios del siglo XX (Hrdlicka). Otros utilizan la totalidad de huesos implicados en la sumatoria estatural, incluyendo el segmento cefálico, raquídeo y las extremidades inferiores. En este sentido, el consenso general le atribuye al método anatómico los mejores resultados, aunque no es aplicable en ausencia de todos los segmentos requeridos.
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d.2) Estimación métrica de la estatura:
Las mediciones de huesos largos de cadáveres en disección llevados a cabo por Hrdlicka (1939), Trotter and Gleser (1951, 1952, 1958, 1971), Dupertuis and Hadden (1951), Trotter (1970) han permitido elaborar fórmulas de regresión para caucasoides y negroides norteamericanos, a partir de las colecciones óseas de Terry, Hamman - Todd y soldados norteamericanos fallecidos en la guerra de Corea. Otras investigaciones han incluido poblaciones europeas (Formicola, 1993), brindando fórmulas apropiadas para caucasoides y negroides. Las poblaciones mongoloides han sido menos estudiadas. S. Genovés (1967) estudió la variación estatural en una muestra de cadáveres mejicanos estableciendo tablas de correlación entre la longitud de los huesos largos y la estatura para indígenas centroamericanos. La variación en la correlación entre los huesos largos y la estatura varía ampliamente entre los grandes grupos raciales (caucasoide, mongoloide, negroide) lo que justifica la utilización de formulas de regresión independientes. Al comparar la estatura reconstruida con la de cadáveres de la Hamman-Todd Collection se observa que los caucasoides masculinos se aproximan más a los datos en poblaciones vivas; las mujeres caucasoides resultan 1 cm más cortas; los varones y mujeres negroides aparecen 4-6 cm más altos que las medias obtenidas de caucasoides vivos; los caucasoides varones y femeninos tienen en promedio 8,5 cm más que los caucasoides de Pearson. Para evitar los sesgos en la reconstrucción de la estatura se recomienda calcularla a partir de la combinación de varios huesos, particularmente de aquellos que utilizan la sumatoria del fémur y de la tibia. Al emplear huesos individuales se prefiere el fémur para caucasoides y mongoloides y la tibia para negroides, en virtud de las diferencias en la proporción de los segmentos de la pierna en los grupos raciales; el segmento inferior (tibial) es más largo
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proporcionalmente en negroides; en los amerindios la proporción pierna / muslo es diferente, con una pierna mayor (tabla No. 835 de Krogman e Iscan 1986:344; Genovés, 1964). Así mismo, la extremidad inferior (fémur y tibia) supera en resultados positivos a la superior (húmero, cúbito, radio). La magnitud del margen de error en la estimación de la estatura ha sido también objeto de análisis. Pearson sugería que las diferencias no eran inferiores a los 2,0 cm, aunque podrían llegar a 2,66 cm si solamente disponemos del radio. Al tomar la desviación estándar (S.D.) de 3,2 cm propuesta por Pearson para el fémur, obtenemos una probabilidad aceptable de 1: 22 para la estimación de una estatura dentro del rango de dos desviaciones estándares (2 S.D. = 68%). Así, para una estatura de 180 cm el rango de variación aceptable sería de 2 S.D. = 173,6 - 184,4 cm, con una amplitud de 12,8 cm. En cuanto al nivel de representatividad estadística de las fórmulas cabe subrayar que la mayoría se han obtenido de muestras pequeñas y por consiguiente las ecuaciones de Trotter - Gleser constituyen las más apropiadas en la reconstrucción de la estatura. Otro factor que incide en los cálculos comparativos entre la estatura estimada y la de las personas en vivo se aprecia en los errores intrainterobservadores obtenidos de esta medida antropométrica. Existe una diferencia promedio hasta de 2,5 cm entre la estatura medida por la mañana cuando el organismo se encuentra relajado, y la obtenida por la tarde, como consecuencia de la pérdida de tonicidad de los discos intervertebrales (Vallois, 1965). También se presentan diferencias en la obtención de la talla por causas técnicas, ante todo por la ausencia en las oficinas de control del equipo apropiado (antropómetro) y por la incorrecta posición del individuo. En una muestra de 40 estudiantes de la Universidad Nacional medidas con antropómetro se encontró que en promedio eran aproximadamente 2,0 cm más bajas que la cifra incluida en su documento de identidad.
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d.3) Reconstrucción de la estatura en huesos fragmentados:
Los esqueletos expuestos al aire o a la acción de depredadores y los enterrados en suelos ácidos, presentan frecuentemente un grado de descomposición
tal
que
particularmente
las
vértebras
reconstrucción
de
la
muchos
estatura
de
se
sus
huesos
fragmentan,
según
largos
y
impidiendo
la
métodos
tradicionales
(anatómicos y métricos). En tales situaciones se recomienda la utilización de métodos que tengan en cuenta el estado de fragmentación del material óseo. Steele y Mckern (1969) afinaron el método de Müller para el cálculo de la estatura en huesos fragmentados basado en el porcentaje de cada segmento en la composición total del hueso. Como población de referencia utilizaron una muestra amerindia excavada entre St. Francis y el río Mississippi en Arkansas (117 ejemplares). Posteriormente Steele (1970) diseñó otras fórmulas aplicables a caucasoides y negroides. Ortner y Putschar (1981) utilizan una longitud de 80 mm en el fémur como criterio distintivo entre el material fetal (menor de 80 mm) y el postfetal (mayor de 80 mm). La ausencia del calcáneo, talón, cuboideo y las epífisis distal del fémur, proximal de la tibia, proximal del húmero son también indicativos de una edad fetal. Para el cálculo de la estatura en material amerindio se recomienda la utilización de las tablas de Ubelaker (1989). Finalmente, en la reconstrucción de la estatura fetal e infantil incide la tasa de crecimiento desigual en los primeros años de vida lo que a su vez modifica los resultados, particularmente de las etapas iniciales: Infancia temprana (nacimiento hasta los 6 años). En los primeros años se presenta un crecimiento muy rápido que se desacelera gradualmente. Infancia media (6-10 años). Crecimiento lento y uniforme;
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Infancia tardía (10-15 años en niñas; 10-16 años en niños). Crecimiento puberal muy rápido. Crecimiento infradulto (hasta los 21 años). Se caracteriza por cuanto a esta edad se obtiene el 95% de la estatura adulta
2) Determinaciones secundarias Entre las determinaciones secundarias destacan el intervalo post mortem y la causa de la muerte.
a. Determinación del intervalo post mortem: El establecimiento del tiempo trascurrido entre el deceso del individuo y la localización de sus restos constituye una de las tareas más interesantes e importantes en los procesos legales. Su diagnóstico es bastante complejo y difícil cuando se dispone solamente de restos óseos ya que una vez esqueletizado un cuerpo éste puede perdurar casi intacto durante varios millares de años. Si aún se conservan partes blandas, éstas pueden descomponerse por la acción de diferentes insectos y roedores; también se pueden preservar mediante momificación. En general, el proceso de descomposición depende del medio ambiente en que yace el cadáver (al aire libre, bajo tierra, bajo agua), el clima, el grado de acidez del terreno, la exposición al sol y a otros factores externos e internos del mismo individuo (Krogman, Iscan, 1986:21-44). La observación externa representa el paso inicial en el diagnóstico del tiempo trascurrido después del deceso; también se emplean pruebas físico-químicas y la estimación del grado de deterioro de algunas prendas (ropa, zapatos, etc.). El proceso de descomposición del cuerpo depende de dos fuerzas posmorten que modifican su morfología (Krogman, Iscan, 1986:23): 1- incluyen fuentes externas como el desarrollo bacterial y la invasión del cuerpo por insectos, roedores y aves de rapiña; 2- se compone de algunos factores
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internos del organismo, como las bacterias intestinales que conducen a la putrefacción y a la destrucción enzimática de los tejidos como resultado de la autolisis. Whitman (Krogman, Iscan, 1986:28) menciona siete variables que afectan la tasa de descomposición de los cuerpos: 1- las circunstancias de las muerte, 2- las condiciones prexistentes en el cuerpo, 3- el medio ambiente del cuerpo, 4- la temperatura, 5- la humedad, 6- la presencia de insectos, 7- la presencia de otros animales. El autor considera que cualquier herida en el abdomen conlleva a una descomposición más rápida que una herida limpia de proyectil en la cabeza. Por otra parte, el enterramiento en terrenos ácidos y húmedos destruyen intensamente los restos orgánicos, hasta su completa desaparición con el tiempo; en terrenos básicos y secos se conservan mejor. Los cuerpos pueden yacer al aire libre, bajo tierra o inmersos en agua. Al aire libre los cuerpos sufren sucesivas invasiones de insectos necrófagos cuya identificación y análisis la realizan los entomólogos forenses (Op. cit.:23-27) Oleada 1. La primera oleada ocurre inmediatamente después de la muerte y está compuesta de larvas de los géneros Calliphora y Musca. Su período de incubación es de 8-10 días y la crisálida o ninfa aparece a los ocho días después de la formación de la larva. Oleada 2. Arriba cuando se forma un olor intenso en el cadáver; los insectos más comunes son los géneros Sarcophaga, Lucila y Cynomyia . Oleada 3. Aparece cuando la grasa corporal se torna rancia y el olor irresistible; incluye los géneros Dermestes y Aglossa; ocurre a los 3-6 meses en climas templados o fríos y en menos tiempos -hasta en 24 días los deméstidos pueden esqueletizar un cuerpo- en climas cálidos. Oleada 4. Como consecuencia de la fermentación butírica del tejido graso el olor expelido atrae a insectos del género Piophilia, Fannia y otros coleópteros de color metálico; si se exudan líquidos en
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putrefacción pueden aparecer insectos voladores como drosofílidos, sépsidos y esferodéridos. Oleada 5. Coincide con la fermentación amoníaca e incluye insectos del género Ophyra. Oleada 6. Este es el estadio de los ácaros que absorben los líquidos remanentes y conducen a la disecación, aproximadamente al año después de muerto en climas fríos o templados. Oleada 7. Comprende los géneros de coleópteros como Attagenus, Anthrenus y Dermestes de diferentes especies; generalmente son voladores que habitan en pieles, cabellos, tejidos y materiales naturales similares de museos. Oleada 8. Ocurre hacia los 3 años después del deceso y comprende los géneros de coleópteros como el Ptinus y el Tenebrio. Las larvas para el análisis taxonómico de los entomólogos se deben recolectar en cantidad apropiada, con pequeñas piezas de tejido o trozos de músculo del cadáver, conservándolos en frascos de vidrio o latas tapadas con corcho. Los estudios de M. Y. Iscan sugieren que mientras en el sur de Florida un cuerpo se descompone completamente en un año, en climas templados este proceso puede durar 3-5 años. En un clima caliente y húmedo los huesos que yacen sobre la superficie se pueden podrir en 5-10 años; en climas secos este proceso se dilata o puede no observarse. Los cuerpos inmersos en agua se descomponen de acuerdo a las características de ésta; si son corrientes, quietas, profundas o bajas; frías o calientes. Así por ejemplo, en un río en tiempo de verano el cuerpo puede emerger por la formación de gas pútrido en 4-7 días y esqueletizarse en dos años; en lagos profundos y fríos sale a flote en tres semanas o más y la adiposidad puede permanecer en el transcurso de 20-30 años y continuar en la cavidad medular del fémur o de otros huesos hasta por 50-60 años. La presencia de pulgas y piojos en los cadáveres son de gran utilidad para establecer el tiempo
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de inmersión del cuerpo. Si las pulgas sumergidas reviven en una hora después de extraído el cadáver, indica que el cuerpo fue inmerso aproximadamente hace 12 horas; si demoran hasta 5 horas en revivir significa que han trascurrido 20 horas. Los piojos perecen usualmente a las 12 horas de inmersión en el agua. Los cuerpos enterrados se descomponen de acuerdo a la profundidad del pozo, composición de la tierra, humedad, temperatura, presiones mecánicas, profundidad del nivel freático. En suelo seco y arenoso el cuerpo se descompone completamente en 6-7 años; en terreno húmedo puede llegar a los 9-10 años, inclusive hasta 15-20 años. Los suelos básicos pueden conservar completamente una osamenta, mientras que los ácidos causan la putrefacción en 25-100 años en climas cálidos y húmedos; en 100-500 años en climas cálidos y secos; en 50-200 años en fríos y húmedos y aproximadamente en 200-500 años en ambientes fríos y secos. Existen métodos físico-químicos para determinar el tiempo trascurrido a partir de la muerte del individuo: la consistencia y peso del individuo, el test de carbonato, la fluorescencia ultravioleta, las tinturas indophenol y Nile Blue, la conductividad de las oscilaciones supersónicas, el análisis de la estructura radiográfica, la datación mediante radiocarbono 14 (C14), la examinación histológica, los residuos de grasa-trasgresión, la determinación de las proteínas serológicas, los residuos de tejido blando, los defectos y residuos de las prendas y las reacciones del tejido óseo ante distintas sustancias químicas b.
Determinación de causa de muerte: Se recomienda que el antropólogo forense simplemente describa cualquier evidencia de daño óseo, destaque su localización con relación con centros vitales, explique la posibilidad de haber sido ocasionados o no en el momento de la muerte y discuta los posibles tipos de instrumentos que pudieran haber causado el daño.
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En general, las características del daño en el hueso dependen de la forma del instrumento y de la fuerza con que se descargó sobre la victima. Las fracturas del hueso hioides y el cartílago tiroides cuando están osificados, pueden indicar la aplicación de una fuerza constrictiva en el cuello y la causa de la muerte por estrangulación. Si la víctima fue muerta mediante disparo de arma de fuego en la cabeza se pueden apreciar los orificios de entrada y salida -si existen- en el cráneo. También se pueden observar las lesiones producidas por armas cortocortantes y cortocontundentes en el cráneo, mandíbula, costillas y huesos largos. Finalmente, si el cuerpo fue incinerado con tejido blando o en seco deja huellas inequívocas en la parte de los dientes expuesta a la acción del fuego, y agrietamientos específicos en los huesos largos.
Ciencias auxiliares a la Antropología Forense Tafonomía forense La antropología forense se auxilia con las técnicas de la tafonomía forense, estrategia de investigación de reciente aplicación a casos forenses. Engloba las técnicas de la arqueología y la antropología física forense en la investigación sobre el proceso tanatológico. El uso de modelos tafonómicos en el análisis de contextos forenses permite estimar el tiempo transcurrido desde la muerte, reconstruir las circunstancias antes y después de la depositación del cadáver y discrimina los factores en los restos humanos que son producto de la conducta humana, de aquellos producidos por los sistemas biológicos, físicos, químicos y geológicos. Las técnicas tafonómicas indican cuando los cadáveres fueron atacados por carnívoros, roedores o asesinados por seres humanos las diferentes formas en las que actualmente los criminales disponen de los
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cadáveres y segmentos de los mismos pueden confundirse fácilmente por la acción de los diferentes tanatofagos. La conducta de los homicidas puede introducir variaciones extremas de transporte, desmembramiento y otras alteraciones en los restos humanos. Existen grandes diferencias entre los grados de intemperismo, tanatofagos y el patrón de dispersión de cuerpos en desiertos, bosques, bajo el agua, en la tierra, que el método tafonómico puede ayudar a describir y explicar.
Arqueología forense La arqueología forense aplica técnicas arqueológicas establecidas, ligeramente modificadas por los requerimientos del registro del lugar de hechos o lugar del hallazgo, en donde un esqueleto o esqueletos o un cuerpo o cuerpos están presentes. No sólo se han utilizado estas técnicas de la arqueología tradicional al estudio de presuntos hechos delictivos, sino también en la investigación de batallas del pasado y exhumación de figuras históricas. Cuando se encuentra un cadáver esqueletizado o en avanzado estado de putrefacción, el arqueólogo forense sólo puede auxiliar al perito criminalista de campo a solicitud del Ministerio Público. Se robustece así una estrategia de investigación intradisciplinaria en donde trabajan conjuntamente el perito criminalista de campo, fotógrafo forense, arqueólogo forense, antropólogo físico forense, los distintos científicos forenses del laboratorio de criminalística que procesan los indicios recuperados que se objetivan en dictámenes los cuales constituyen un medio de prueba. La arqueología trata de recuperar la conducta cultural del pasado. El enfoque de la arqueología forense es reconstruir la conducta criminal y recuperar evidencia asociada en su contexto que permita reconstruir los eventos finales de los hechos presuntamente delictivos.
Antropología cultural forense Se encarga de la interpretación de la conducta del victimario tal y como se evidencia en el lugar de los hechos o hallazgo. El objetivo es
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establecer las características de la personalidad del criminal que servirá para una detención rápida. Con los conocimientos sobre concepciones culturales sobre la muerte, los rituales funerarios y la muerte en contextos rituales, el especialista puede saber cuando un criminal es organizado o desorganizado y por qué, tratando de distinguir las prácticas culturales de los desórdenes patológicos. Asimismo, puede ayudar a la Criminología o a la Criminalística a establecer las causas del delito, su prevención y la clasificación de reos dentro de los centros de readaptación y la supervisión junto con psicólogos y pedagogos de los programas de readaptación social de los reclusos. Por último, puede asistir a los psicólogos en las terapias de atención a las víctimas mediante la reordenación del universo simbólico del sujeto.
Relación entre la Antropología Forense, el Derecho y la Criminología Las tres tienen puntos de encuentro, como la necesidad de encontrar un sistema identificativo ideal, pero también se distinguen muy bien la una de la otra. Al final de cuentas todas ellas están en contacto con la conducta criminal y la estudian desde sus respectivas perspectivas. La antropología forense aplica normas técnicas y científicas, desarrolladas desde la antropología física, para la identificación de restos óseos y/o cadáveres en distintos estados de conservación, con alteraciones por factores de índole natural, accidental o intencional. El antropólogo forense es un antropólogo físico que aporta su conocimiento en el trabajo con cadáveres, poco importa si conoce de leyes. El derecho estudia el orden normativo e institucional de la conducta humana en sociedad, que se inspira en postulados de justicia, trabaja con el conjunto de normas que regulan la convivencia social y permiten
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resolver los conflictos interpersonales. El licenciado en derecho conoce de leyes, normas y postulados que regulan la buena convivencia entre los hombres, para este lo más importante es determinar lo que es justo y lo que no lo es, conoce de códigos en donde se estipulan delitos y sus posibles castigos. La criminología aporta elementos que permiten al sistema judicial valorar características de la personalidad del criminal; la posibilidad de reincidencia, su peligrosidad, su potencial criminal y la factibilidad para el tratamiento y la readaptación social. El criminólogo estudia la conducta criminal, hace alguno años para ser criminólogo se pensaba que se tenia que ser licenciado en derecho pero el aporte de otras ciencias al conocimiento de la conducta criminal abrió la posibilidad de que sociólogos, trabajadores sociales, psicólogos y demás científicos sociales aportaran sus conocimientos a esta ciencia.
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Conclusiones La Antropología Forense es la disciplina derivada de la Antropología Física, que coadyuva con sus conocimientos en la administración de justicia. Se encarga de identificar a individuos involucrados en problemas médico-legales, ya sea en personas vivas o cadáveres. Con frecuencia los antropólogos físicos, médicos y odontólogos son solicitados por organismos judiciales para la identificación de restos óseos. Estos pueden provenir de guerras internas, internacionales, la violencia política, el crimen común, los accidentes masivos y desastres naturales de peculiar magnitud. Sus objetivos son primordialmente humanitarios y de procurar el acceso a la justicia por parte de las familias y sociedades afectadas. Los especialistas en ésta disciplina, a fin de identificar e individualizar a una persona mediante sus características óseas, se auxilian o aplican normas técnicas científicas desarrolladas en la Antropología Física, la Arqueología y la Tafonomía forense. Esta identificación e individualización a partir de restos óseos es posible gracias al gran potencial informativo de los huesos. El hueso como tejido y como órgano es afectado durante la vida del individuo tanto por factores endógenos como exógenos. Su estructura se modifica en el tiempo y en el espacio de acuerdo al principio de la variabilidad filogenética, racial, sexual, ontogénica, individual y cultural. Por tal razón, se dice que los huesos hablan y cuentan la historia del individuo. Por todo ello, los servicios de un antropólogo forense son cada vez más solicitados para resolver casos donde una autopsia no es capaz de revelar detalles que permitan identificar los restos de una persona. Éste es capaz de identificar restos esqueléticos completos o fragmentados con ausencia total o parcial de tejidos blandos y grasos.
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Quizás la habilidad de mayor valor que posee el antropólogo forense sea su familiaridad con las sutiles variaciones en el esqueleto humano. Aunque la mayoría de los esqueletos adultos tienen la misma cantidad de huesos (206), no existen dos esqueletos idénticos. Por lo tanto, las observaciones de patrones o rasgos característicos a menudo llevan a identificaciones positivas. La labor del especialista forense estriba en dar la respuesta más completa posible a las siguientes interrogantes:
¿Cuál
es
edad,
sexo,
raza
y
estatura
del
individuo?
(Determinaciones principales)
¿Por cuánto tiempo ha estado muerto el individuo?, ¿Existe algún indicador de traumas cerca del momento de la muerte que pueda determinar la causa de la misma? (Determinaciones secundarias). Así mismo, puede realizar una reconstrucción hipotética de las
características morfológicas de la porción facial (si se cuenta con el cráneo) del individuo a fin de compararlo con fotografías de desaparecidos. Esta reconstrucción puede ser por los métodos bidimensional, asistido por computadora o mediante la elaboración de un modelo en arcilla. Otra tarea de identificación que realiza el antropólogo forense es la del análisis morfocomparativo con sobreposición de imágenes, que consiste en comparar las características morfológicas de un cráneo con las características de la porción facial visibles en fotografías o radiografías de un individuo desaparecido. Por último, se puede afirmar, citando al doctor José Manuel Reverte Coma en su libro, que " El antropólogo forense no es solamente un perito especializado en una difícil rama del conocimiento médico-legal, sino según nuestro criterio, es algo así como un Sherlock Holmes que tiene como especialidad el hacer hablar a los huesos, un verdadero colaborador de la Justicia, formando parte integrante de ella. . . Lo importante es que se llegue a la verdad de los hechos, dejando a un lado
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las competencias, las suspicacias, los protagonismos. Nosotros nos consideramos servidores de la Justicia y de quienes investigan el caso y nos gusta que se nos utilice al máximo de nuestras posibilidades" .
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Bibliografía
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