Andrés Anwandter
especies intencionales
1999 - 2001
Especies intencionales – Andrés Anwandter
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1999 - 2001
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PÉNDULO
tallamos cada vez una escala en aquello que no es sino suave sinuosa pendiente de tiempo de tiempo pendiente
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FRENTE
Sueño un rato que duermo, doy vueltas y más vueltas en la cama: despierto. El día comienza o termina a través de alguna persiana entrevista en el sueño. Liviano, invariable, del mismo color que tiñe el revés de los párpados. El día termina o comienza detrás de alguna ventana entreabierta en el sueño. Por ella me asomo y distingo la calle que llega a mi casa. De lejos, diviso mi sombra, que viene del este y camina con rumbo a la noche. Me acerco. El día comienza o termina por sobre algún horizonte emergido del sueño. Un hombre atraviesa los campos de espigas.
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EMBARCACIONES
De un audífono al otro: canciones y promesas que atraviesan tu memoria como un yate con las velas desplegadas. Haces sombra con la mano, para ver aplanarse –brevemente- el horizonte de tus ondas cerebrales. Son los temas que recibes de la radio en las mañanas y devuelves, arrugados, al bolsillo cada tarde. De un audífono al otro por azar, entre estaciones, te recobras a la orilla de un recuerdo. Estribillos de las olas que envuelven a diario todo el éter, y la gente memoriza en la impaciencia del Metro.
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CALLE
Las caras recientes suceden detrás de los párpados. Caras recientes, de gente que asoma sus rasgos por entre las vetas del mármol ligero que cubre y sostiene los templos del sueño. Como una cascada en suspenso, suceden las caras detrás de los párpados: peces veloces prosperan y pueblan las aguas oscuras del ojo.
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YO ME CONSUELO DICIÉNDOME NADA
Nada de aquello que pueda contar puede pasarme. Recuento las horas que pasan, me asomo a los ojos de buey desde mi camarote y observo que el barco naufraga. Descuento segundos al tiempo que el agua demora en cubrir el casco. Respiro profundo y corro a cubierta: los botes transportan mujeres y niños primero. Una vez sumergido emerge de nuevo el ahogado tres veces. Los días se alejan a nado y alcanzan la orilla.
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ACTIVIDAD N° 1
Enciende una vela en un cuarto oscuro y observa su brillo. El rayo de luz que tus ojos arrojan - según los antiguos filósofos griegos - alcanza las cosas, rebota y devuelve su imagen veloz por el iris. Un cono directo al pasado reciente, membranas adentro del cráneo. Se enciende al revés la vela que ves: un fulgor diminuto en la noche craneal. Comenta, después, la experiencia con tus compañeros de curso.
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COMENZABA A ATARDECER PARA NOSOTROS
Dos horas te dijeron, pero el viaje se alargó cerca de cuatro. Y cruzamos -algunos caseríos, muchas cuestasel campo en ese bus lleno de gente para arribar algo tarde a la tarde que habíamos planeado: todo el pueblo color ceniza, como escamas se esfumaba por detrás de los párpados cerrados contra el sol, el bus de vuelta.
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LA CASA DE JUAN MARTÍN
Bajo el techo de zinc, la armazón de una casa de campo habitual. Las paredes cubiertas del alga verdosa que habita en el aire marino. Por dentro, la estufa es una fogata encendida en medio del suelo, un montón de pellejos la cama, y los muebles apenas dos troncos cortados en torno a la hoguera. Del cielo un tarro colgado con agua que hierve. Es la casa de Juan Martín, cuyo padre y abuelo han llevado ese nombre, que habrá de llevar el mayor de sus hijos y así en espiral, según cuenta sonriente. Agradezco su pan y le entrego cigarros. Devuelvo mis pasos al mar, cerro abajo.
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ARTERIA
El tubo de cobre que viene del pozo, atraviesa los campos y llega a la casa. El tubo de cobre, que impide el avance pesado de alguna lombriz. El tubo de cobre que aferran las raíces de la hortensia ha teñido sus flores. El tubo de cobre que pasa después debajo del baño y resuena. El tubo de cobre que asoma su boca asombrada en el centro de los lavatorios. El tubo que enhebra su ruta de cobre por toda la casa dormida revienta: las aguas anegan mi cama y disuelven la imagen del tubo. Se encienden las luces al rato y la luna amarilla me acecha en el cielo cobrizo que anuncia los días. Afuera va el barco a vapor de las ocho con remolques repletos de ripio.
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FILM
También acaba por aclararse la película del tiempo: esta piel adherida a las cosas trasluce las cosas, finalmente ciertas. Materia arrojada al mar, masticada en las huecas mejillas de las olas. También se agrieta de pronto la cáscara rugosa del tiempo y asoma como un fruto provisorio la memoria. Carne cruda y sangrante en los duraznos abiertos. También se disipa a medio camino la capa de bruma que envuelve los días que vienen del mar. La humedad se estrella en los cerros costeros y satura los bosques. Así se evapora la tarde en Valdivia y asoma el humor de la noche por entre sus poros. Entonces se rasga la tela tendida del cielo y los meses futuros escurren a cántaros: llueve.
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PROVIDENCIA
Encontramos tarde el cruce entre las líneas de mi palma derecha y la tuya. Ninguno quiso verse más la suerte en esa esquina -cada cual con su proyecto, su noveladescartándola al instante de los mapas personales. Demoramos el saludo y arrugamos el futuro, al despedirnos.
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BUSTO
Como todo personaje de novela que se precie tiene rostro y carece de rasgos: más precaria cada vez, ha delineado una sonrisa bajo el musgo y el desgaste de las aguas. En el centro de una plaza de provincias.
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INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO
Una década de manos alzadas, seguida de un siglo de manos cortadas. Barajas la historia, repartes las cartas y apuestas.
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CENIZA
Fantasma de fantasma, fotocopia que mira, ignora, inquieta, cada vez más tenue en la solapa de su madre -motivo ocasional de nuestra líricaimagen entre imágenes de archivo marco para declaraciones públicas graffiti en facultades de provincias concepto de una ‘muestra colectiva’ papeles que levantan de la calle los pasos apenas, el viento. Basura que alguien barre, amontona, y luego quema.
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EMBLEMAS
en los himnos puras brisas
que no encajan con el puzzle desterrados ocultamos con el puzzle que no encajan tantos huesos con banderas que no encajan con el puzzle y proclamas nuestros pechos con el puzzle que no encajan piel adentro las cenizas que no encajan con el puzzle
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SOBREMESA
No es buena la venganza en estos casos sentenciaba la psicóloga al almuerzo por televisión. En esos casos pienso al embalar, después del postre tu camisa de dormir junto a las fotos y los hallazgos absurdos: semillas recuerdos de la playa, talismanes. Una caja de zapatos no dio abasto con tus restos. Todo el mundo lloraba -en las noticias- los pedazos de otro avión estrellado en el Perú. Y el café estaba hirviendo hace rato.
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IGUAL O INVERSAMENTE A LA NOSTALGIA
1.- Ser digno de rocío en las mañanas y bajo la miseria de los diarios: darle cuerda al corazón y esperar
2.- Al acecho de alarmas, o pájaros que imitan las alarmas. Entre líneas: darle cuerda al corazón y esperar
3.- Devolver por el camino las monedas invertidas en momentos de pasión: darle cuerda al corazón y esperar
4.- Calcular, a cada paso, cómo atrasan la distancia los relojes. Otra vez: darle cuerda al corazón y esperar
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REPARACIONES
Los bulldozers que remueven cada tanto estos suelos para hacer otro camino hacen temblar mi osamenta. Las noticias la destierran y la vuelven a enterrar. Ya me aturde nuevamente el traqueteo de picotas y taladros: remodelan una vieja carretera hacia el futuro. Los vehículos que pasan veloces por la historia desplegada en concesiones y proyectos urgentes, remecen mi recuerdo bajo todo el territorio. Estos suelos que remueven cada tanto los bulldozers para hacer otro camino.
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CORDILLERA
Congelado en las orejas el bramido de la nieve me parece más azul ahora que la tarde desciende por otras laderas y enfrento un muro de roca que engendra la noche en sus vetas heladas. Aquí hallé la muerte: entre pliegues que el tiempo no alisa, nevados bajo el peso impasible de enormes montañas de memoria. Los siglos conservan mis huesos aún congelados y el bramido de la nieve en las orejas.
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ENCUESTA
Sin más salario que el sol sobre la espalda, recorro -mapa y carpetas en manouna manzana tras otra llenas de breves pasajes al otro mundo. Trazados como pedazos de letras sobre los planos sin sombra de la ciudad. De este modo escrita para aves y aviones medianos, la prosa dispersa y fuera de foco, que pueblo de pasos fortuitos. La calle que busco carece de números. La plaza cercana no existe. Me siento a observar los dibujos de polvo que el viento deshace y anoto entre mis formularios: la calle ha cambiado de nombre.
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SI ESCARBAS EN LO ESCRITO ENCUENTRAS HUESOS
pero el suelo de la historia es pavimento la vereda que transito al elegir cada vez un oficio que alcance –veloz- el futuro molicie del insomnio nacional. Olvida el cerebro de Chile en barbecho, me dicen los inmensos vertederos que el encuadre de los hechos excluye: fascinado por las bodas de un ídolo del teatro la ubicación para el nuevo zoológico el turbio negocio de las sanitarias.
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DOCTOR
Es preciso talar la mitad del cerebro, quemar los troncos que queden en pie, remover las laderas carbonizadas con maquinaria especial y arborizar, por lo pronto todo el terreno, ordenar especies foráneas de ideas en filas, nutrirlas, sentarse a esperar que los cielos encima sucedan, los suelos se cubran de agujas y extiendan las ramas su sombra sobre ellas, dejar que en años concéntricos fluya la sangre corriente y renueve todo el follaje encefálico para poder integrarse recién al negocio privado del árbol y ascender por sus ramas caídas finalmente en busca del sol.
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MIGRACIONES
Erizados de medidas precautorias avanzamos por el fondo arenoso de la historia, bajo el mar. Con paciencia expropiada a los moluscos que invadieron casi todo el litoral hace tres décadas. A pesar de la Corriente del Niño. Ciertos peces de colores, provenientes de las aguas que atraviesa el Ecuador son visibles a la altura de Queule cada cuatro veranos. Las rocas que limitan el acceso a la playa acogen pequeños escualos entre sus pliegues. Armadas hasta los dientes, las costas de la memoria se entibian.
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CIRROS
ni recuerdos ni fugaces de repente como plumas que cayeran sobre el patio como nieve pienso en rostros ciertos rostros que acumulan un momento tantos rasgos sobrellevan por un tiempo una cara y reducen entre líneas sus contornos como nubes que se aclaran y disipan de repente
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TABLADOS
Sobran las medidas, mientras somos recorridos por millares de procesos interiores, cada día. Los contagios del negocio por el ocio y el reflujo provechoso de los medios en la gente que se mece entre la gente, sin pancartas ni estandartes. Basta el tiempo que se ocupa largamente en disculpar a los que faltan en la mesa, con aplausos. Mientras somos recorridos por millares de procesos interiores, las pantallas nos irrigan de impaciencias específicas los ojos como cauces turbulentos. Incapaces de absolver entre sus aguas la medida cotidiana del horror, los cortinajes se descorren solamente en escenarios de pequeñas dimensiones: faltan sillas para el público que exige el momento.
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CRÁNEO
Si comienzo a caminar por ese espacio cuya forma es la forma de un espacio que recuerdo y no conozco o conozco y no recuerdo: en esos casos, el eco –en esos casos, espantoso- de mis pasos me despierta todavía ante la puerta de esa forma: abierta.
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EXPIRAR
Lo menos que algo puede es pasar otro enciende un cigarrillo, por lo menos parecer mejor que nada en un momento por lo menos, otro enciende un cigarrillo más quizás –nada claro- algunas veces otro enciende un cigarrillo, por lo menos y esfumarse entre cenizas. Ya pasado por lo menos, otro enciende un cigarrillo persistir en ciertos gestos: cada vez otro enciende un cigarrillo, por lo menos.
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PABELLÓN Where none ask why the death nor for whom
Louis Zukofsky
La porción asignada al color azulado del cielo es apenas un tercio del trozo que cubre el color de la sangre, a su vez la mitad del terreno. La nieve blanquea los cerros sobrantes de muertos recientes y cóndores lentos, que rondan sus huesos. ¿Es posible arreglar los colores del país como un juego de prismas aislados y en orden? Algunos quisieran volver a las franjas de anchura pareja a lo largo de toda una cinta, o poder elegir entre varios colores en la carta de ajuste. Los días destiñen en tanto, y las aguas que enjuagan la historia se estancan. Es preciso sacar de inmediato la bandera de la artesa y encumbrarla bajo el sol despiadado: una sábana que alisa sus pliegues al viento.
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ENTREVISTA
Ante cámaras y flashes: una eterna sonrisilla, mientras deja qué decir o desear en boca de otros. Los oscuros presupuestos de la historia, sus bigotes recortados y sus gafas. A juzgar por las arrugas momentáneas y veloces cicatrices, que aparecen en su rostro cuando habla. Como un lago recorrido levemente por el viento. A pesar del oleaje que no alcanzan nuestra orilla pero anega la memoria en otra zona de los hechos que relata. Acosado por micrófonos –sonríe– mientras cifra su versión sobre la historia en los destinos remotos del cáncer social.
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OTRO SOBRE ENCUESTAS
Como suelas de zapatos que imprimen un relieve de diseño semejante al de ciertos petroglifos, más o menos fugaces, según la dureza de los suelos, en veredas polvorientas y soleadas de Santiago, abandono mis huellas para los historiadores y los inspectores de cobranzas. En los barrios periféricos que enfrentan el desierto desde el norte, pueblo ahora de pisadas una calle que conduce entre bloques de ladrillo, al hogar señalado, según el cuadrante que limita la muestra en el mapa. Me reciben a media mañana con el té mortecino del día anterior, y responden con gruñidos las preguntas majaderas que formulo. Siempre doy la razón, me concentro en su lengua y extraigo palabras que transcribo –más tarde– en la micro de vuelta. El cuaderno refleja el paisaje que pasa ante las ventanillas.
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EDÉN
Aunque feliz, sólo es la copia (ya lo dice la canción). Un puñado de semillas y un terreno sin malezas donde echar nuestras raíces. Por un tiempo nos ocurre florecer, cuando las lluvias han pasado y las noticias adormecen la pasión del veraneante. Es la historia que revela su película en la cámara oscura de la tierra, a varios metros por debajo de la calle. Entre pasos apurados, unos tréboles asoman diminutos en las grietas del cemento. Pisoteados, dan trabajo a las hormigas.
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AULA
La visión –a rebanadas- de un encéfalo en tintura, te bastó para entender que el cerebro es comestible y las ideas se digieren. En delgadas laminillas separaba la silueta arborescente de la masa neuronal, el profesor disertando sobre el alma: una esponja que estrujaba los estómagos del curso y conserva mi memoria, sumergida en un frasco de formol. La visión de un encéfalo en tintura, a rebanadas.
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FORMACIONES
Nosotros, que contamos las estrellas con los dedos de la mano todavía robamos estas piezas: las que sobran. Las del puzzle, por ejemplo, cuando el juego hace rato es otra cosa, un ajedrez y un desorden de pisadas por las calles. Excesos de futuro proyectado en las veredas soleadas de la memoria. Retornan los que van con la nostalgia del que viene de arrastrar, cada vez, una sombra más torpe o más larga. Película muda que corre detrás de nosotros pegada al pavimento.
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ROTISERÍA
Si la patria estaba cruda todavía cuando advino y devino, como dicen una sobra más visible en el mapa y en la mesa de los grandes mercaderes se comprende que este postre indigesto que tragamos tantos años de consuelo se repita una vez más.
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INTERMEDIO
Alguien aplaude en mi sueño y despierto súbitamente. Clarea ya tras las cortinas mientras las últimas tramas de imagen se desvanecen. Bajo los párpados: alguien abre la puerta y asoma su rostro fugaz como neblina. Descalza y en puntas de pie recorre la pieza, recoge su ropa a tientas.
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BERENICE
Un comienzo glorioso: laureles para Apolo. Llevé esa corona durante semanas, y no me jacté de otra noche en tu automóvil, secreta brumosa, como el ánimo que encoge todavía el corazón. Una tarde de campo recuerdo: en el prado se habló sobre dioses y drogas (confesabas –distraída- a tus amigas) y un fin de semana que fuimos hermosos en los usos del amor, bajo unos pinos oxidados por el mar. De esta manera fundamos nuestro idilio, sobre mitos que cedieron a su peso: era el año del perro y nos mordió en los talones. Resaca feroz en las orillas del deseo nos dejamos arrastrar hasta el naufragio constelado, sin arrugas, en la piel. Cortaste tus cabellos y acordamos un adiós inteligente, por teléfono.
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BAR Dejadme llorar – orillas del bar.
E. Mejía Sánchez
No sabe lo que gana aquel que pierde una mujer recita mi comparsa entre unas copas. Me pregunto qué pierdo yo al saber –mientras relleno su copa- lo que gano. Qué sabor me dejan en la boca sus palabras y el vino que desborda las orillas de la noche. No sabe lo que pierde me repito, copa en mano (un sorbo) aquel que gana una mujer . Y así hasta que amanece: otra botella.
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OTRO DE BORRACHOS
Un horizonte de vasos y ceniceros repletos. Mientras alguno contiene una sonrisa, los más ya la consienten: asoma como una curva arrugada entre los labios. Entonces por un momento, se enciende la madrugada en los rostros de los amigos. Borrachos mientras aclaran los cerros.
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MÉTODO
Esta lengua, tan poco propicia a los meses que corren, arena tan blanda a los pasos del tiempo que siguen mis huellas, tan tenue materia, que encoge su forma y escurre por entre los dedos, compone los versos que empuño con fuerza y arrojo a la mesa: veloces palabras. Se estrellan y esparcen sus granos, que ordeno más tarde en estrofas saltadas de dos en dos. Cuento las horas.
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DOS EPIGRAMAS
I Libres de polvo, mas no de paja ya te habrán envenenado los consejos de Frígida –tu amiga- que no piensa más que en cubrecamas y cortinas para uniformar su medianía. ¡Hasta cuándo se entromete esa serpiente en los establos ajenos, y se enrosca en mis asuntos!
II (Tijeras) Puedo perdonarte esa traición que me cuentas, sin vergüenza, de una amiga mientras me cortas el pelo. A tu espalda también suelo hablar en tercera persona. Pero doy menos pistas.
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EVENTO
Sucede que el toldo del cielo se rasga de pronto y derrama la lluvia de meses. Tensa se muestra la tela del cielo entonces. Ahora los labios resecos me indican que el toldo del cielo, estirado por sobre la línea de nuestras cabezas desciende. Estriado de blanco y azul, como nylon que cede ante el peso del agua cautiva el toldo del cielo se rasga y derrama la lluvia de meses.
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CHARLA
Porque ya no queda mucho que ocultar, somos secretos cuando hablamos. Las orejas bien abiertas y los dientes asomados, en señal de confianza. Allanamos las cuestiones, los caminos con cautela. Nuestra charla lleva voces camufladas que en el humo las narices no disciernen. Encontramos el fracaso, donde todos los demás han fracasado.
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CARDÚMENES
Estos medios que nada dividen excepto los mapas y enhebran de ofertas, consignas o cantos el éter. Las retransmisiones que afluyen en masa a mi antena y ensanchan la tarde: resecos canales abiertos al líquido de la televisión, que desmorona sus bordes, mientras pasan las imágenes y anegan las pantallas. Los ojos de cualquiera pueden ver bajo esas aguas revueltas. Noticiarios sumergidos en rumores, que atraviesan como peces los dominios de lo público .
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PANTALLA el desfile triunfal de la planta a través de la psique
Ernst Jünger
El contagio del negocio por el ocio. Sus reflujos que describen los motivos recurrentes de la hierba cuando extiende su dominio sobre el cuerpo. Cada brizna del paisaje desmenuzas mientras tanto las ideas ramifican los esquemas desechados de las horas. Los papeles arrojados al canasto.
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VENTANILLAS
De los meses que corren marchamos detrás . Bajo esta divisa o bandera a jirones del poder, perdonamos las horas gastadas en filas que van de la calle a la caja en el último piso al final del pasillo.
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IDILIO
Regresábamos del parque por el pasto mojado, cuando el tiempo se hizo tenue para alguna aparición: me contabas o recuerdo –como un viaje- solamente que yo andaba entre tu voz y las palabras con pisadas tentativas, de turista que desciende a la ciudad envuelta en brumas cerro abajo. Engastada entre las grietas de la historia te esfumabas: divisé una gema, eso es todo. Breves ráfagas de aire frío disolvieron la escalera empedrada de recuerdos, el rocío me guiñó desde las hojas: eso es todo lo que tengo que contar, ibas diciendo al llegar a la vereda iluminada. Y el rumor, menos lejano, de automóviles se mezclaba con tu voz y con la noche.
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ESPECIES INTENCIONALES
Mientras estos ojos envejecen el mundo permanece como nuevo. Reluce en las mañanas y difunde por la tarde su brillo en todas direcciones. Mientras esta mirada se curva hacia dentro y forma una cuenca y recoge la lluvia constante de escenas el mundo permanece como un plano inclinado y las imágenes resbalan al abismo de la historia. Mientras estos ojos se licúan a nivel de las pantallas y se agitan y remansan bajo el cielo estrellado de los párpados, el mundo es un mar donde las luces tranquilas se mecen y migran en círculos concéntricos sin rumbo. Mientras esta mirada abandona las órbitas fijas del globo ocular, el mundo recorre una elipse a la inversa. Y retorna a su centro en el sueño.
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DÁRSENA
Con los años algunas ideas consiguen migrar: de un extremo al otro del cráneo, por zonas repletas de escollos avanzan y pierden el rumbo. La sal de las olas irrita sus ojos. Pero luego retoman la ruta y alcanzan la costa. Arrecifes de memoria las enfrentan y amenazan sus naves. Las aguas más claras del sueño delatan sus siluetas temibles, al borde del día. Del otro hemisferio conocen apenas los mapas antiguos, que teje el recuerdo plateado de cada vigilia. Así arriban finalmente: breves ideas, que habrán de esperar su turno en aduanas. En filas morosas, que cruzan a diario las barreras de la palabra.
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