ANA MARÍA GÜIRALDES
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS
ILUSTRACIONES DE PAULA GUTIÉRREZ
EDITORIAL ANDRÉS BELLO Barcelona Buenos Aires México D.F. Santiago de Chile
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LA LUNA TIENE OJOS NEGROS N EGROS
Como todas las noches, don Sapo Gitano se amarró a la cabeza un pañuelo a lunares rojos, tomó la guitarra y partió a saltos a la laguna a darle una serenata a su amor. ¡Qué lindo estaba todo! El agua brillaba como papel de chocolate, los árboles se mecían con tanta suavidad como si abanicaran a un enfermo, y había tanto olor a hierbas que los peces saltaban con ganas de vivir fuera. El Sapo se sentó en una roca. Plin, ritiplín, afinó la guitarra, miró hacia el
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cielo para asegurarse de que su amada estuviera despierta. El corazón le dio un salto; allí estaba ella, con su cara redonda, su velo de estrellas y su vestido oscuro. Carraspeó y comenzó a cantar con su voz ronca. Ayayay, Lunita mía, dame tus ojos tan negros que parecen dos carbones o las alitas de un cuervo.
El Sapo levantó su cara verde hacia la Luna para ver si ella le contestaba. Pero no. Como todas las noches, la Luna permaneció muda. El Sapo abrió la bocaza a ver si escuchaba algún murmullo plateado. Pero nada. Nadita de nada. Y como ya hacía mil noches que le car iba, se quedó con la boca abierta,
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los ojos se le convirtieron en dos pozos que empezaron a gotear y a gotear, y permaneció sentado en la roca, mirando hacia el cielo. Le había dado la Tristeza de los Sapos. Y cuando a un sapo le da la Tristeza de los Sapos, so>lo un milagro lo puede curar. Un zorzal que pasaba por ahí, al ver aquella cosa verde tan inmóvil, lo confundió con un árbol y se paró en su cabeza a picotear los lunares rojos, pensando que eran caquis maduros. Pero esos caquis tenían sabor a tela, y, bastante molesto, el Zorzal dio un saltito para ver quién le había hecho esa broma de mal gusto. ¡Pero si es el Sapo Gitano! exclamó, con una hilacha del pañuelo colgando de su pico. ¿Qué te pasa? como el Sapo no contestaba, el Zorzal se asustó. Miró para todos lados: sólo vio el agua brillar como papel de chocolate, los árboles mecerse como si abanicaran a un enfermo y a los peces saltar para oler la hierba. 6
¿Quién le hizo esto al Sapo Gitano? pió el Zorzal. ¡La Luna fue! respondió el Río con voz mojada. ¿Y por qué le hizo esto? ¡Le dio la Tristeza de los Sapos por cantarle a la Luna! respondieron los Árboles, con reverencias muy lentas. ¿Y qué mentira le dijo el Sapo a la Luna? Y los peces, con sus cabezas fuera del agua, cantaron con la voz de cien sapos: Ay, Luna, Lunita mía, dame tus ojos tan negros, que parecen dos carbones o las alitas de un cuervo.
¡Pero si la Luna no tiene los ojos negros! ¡Ni siquiera sabemos si la Luna tiene ojos! exclamó el Zorzal. Y como las aves tienen un corazón dulce y generoso, el Zorzal decidió que tenía que hacer algo. ¡Río, dame barro! pió. 7
El Río movió sus aguas, las mezcló con tierra de la orilla y el Zorzal se revolcó y se revolcó hasta quedar convertido en un pájaro oscuro. ¡Árboles, denme brisa! Los Árboles se movieron hasta endurecer el barro de sus plumas. ¡Peces, a imitar la canción del Sapo! Y mientras los peces, con sus cab< zas fuera del agua, comenzaban a cantar, el Zorzal emprendió un vuelo veloz y directo hacia la Luna. Minutos después, una voz se escuchó venir desde el cielo. Era un murmullo plateado, un susurro lunar, una voz tan blanca que hizo que el Sapo Gitano se estremeciera. Y, como despertando de un profundo sueño, vio a lo lejos a su Luna con unos ojos negros, rasgados, temblorosos, más parecidos a dos alas de un pájaro oscuro, que le cantaba:
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Ayayay, Sapo Gitano, te respondo desde el cielo y te miro con mis ojos estos ojitos tan negros.
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LA CERDITA PANCHITA
Las señoritas del corral estaban muy nerviosas: el Gallo Plutarco había organizado la elección de Miss Preciosura y todas tenían mucho que hacer. La señorita Lora Lira se desesperaba buscando zapatos de taco alto que no se le cayeran, porque tenía los pies tan flacos como sus piernas. La señorita Pata Patty, que estaba muy segura que sería la ganadora, porque se balanceaba al caminar, se preocupaba de leer los diarios para contestar bien cualquier pregunta de cultura general.
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La señorita Gallina Paulina se probaba unos bikinis y le preguntaba a todo el mundo con cuál se veía más cocoroca. Y la señorita Cerdita Panchita caminaba bien lento de un lado a otro, mirando a la Lora, a la Pata y a la Gallina, porque no sabía andar con tacos altos, no tenía idea de cultura y no se atrevía a usar bikini. Por eso, lo único que hacía era ensayar cómo pintarse bien la boca, que era lo más lindo que tenía. Se la pintaba color cereza, se la pintaba color melón, se la pintaba color sandía, se la pintaba color salmón. Pero le tiritaban hasta las orejas de sólo pensar que el sábado tendría que subirse a una tarima y decir: "Hola, mi nombre es Cerdita Pan hita y vengo del corral".
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Y llegó el día del concurso.
El patío de la granja estaba lleno de público y, tras las cortinas, las señoritas se preparaban. La Lora Lira ensayaba caminar con sus tremendos tacones que le doblaban sus piernas. La Pata Patty se balanceaba como un bote y ponía cara de ganadora. La Gallina Paulina se miraba en el espejo, desesperada porque el bikini le quedaba grande. Y la Cerdita Panchita se miraba la trompa, sin saber de qué color pintársela. En ese momento salió el maestro de ceremonias, el Gallo, con corbata de humita y zapatones de charol. Y también apareció el jurado: el señor Pavo, la señora Gansa, el señor Gato y el s "ñor Conejo. ¡Bravooo! aplaudió el público. Los miembros del jurado se pusieron sus anteojos y se sentaron. ¡Muy buenas noches, público del corral! comenzó el Gallo. Tengo el agrado de 13
presentar el Concurso de Belleza, en el que elegiremos a Miss Preciosura. jUn aplauso para el jurado y para nuestras cuatro candidatas! Las señoritas aparecieron en fila. La Pata trataba de ponerse delante de las otras para que el jurado la viera mejor. La Lora arrastraba los pies para que no se le cayeran los zapatos. La Gallina inflaba el pecho para que no se notara que el bikini le quedaba grande. Y la Cerdita... la Cerdita... ¿dónde estaba la Cerdita? Panchita apareció caminando bien, bien lento, con su cuerpo bien, bien gordo y el corazón, pum, pum, latiendo, y también con la boca pintada de color azul. ¿Azul? Sí, azul cielo, azul mar, azul marino, azul total. La primera pregunta de cultura general fue para la Gallina Paulina: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? La Gallina se puso manos en caderas, miró para arriba como un cuarto de hora y 14
finalmente respondió: ¿Podría repetirme la pregunta? El jurado se miró y anotó algo en su hoja. Le tocó el turno a la Lora: ¿Qué es más grueso, un cabello o un hilo? ¡Qué tienen que meterse con mis piernas! respondió la Lora furiosa, y se fue. El jurado anotó en su hoja. Le tocó el turno a la Pata. ¿Cuál es el colmo de una pata? ¡Tener mala pata! ¡Pero no es mi caso! respondió la Pata, mirando al jurado muy sonriente. El jurado se miró y anotó en su hoja. Le tocó el turno a la Cerdita: ¿Qué es lo más hermoso de la naturaleza? El color azul respondió Panchita, porque el cielo se refleja en el agua, el agua en el cielo, y no se sabe si estamos mirando para arriba o para abajo. Muchas gracias añadió, hizo una reverencia y se fue. El jurado se miró y anotó en su hoja. Para entretener al público, salieron al escenario ocho lauchas a bailar rap. 15
Media hora después, el Gallo apareció con otra corbata y otros zapatos, para anunciar que el jurado tenía el nombre de la ganadora. El Gallo infló el pecho, miró al público, tomó aire y gritó: La ganadora es... ¡la Cerdita Panchita!
Detrás del escenario, tres concursantes se desmayaron. Y la ganadora no apareció. ¡Dije que la ganadora es la Cerdita Panchita! Y la ganadora apareció. Venía caminando
bien lento, con su cuerpo bien gordo y el corazón bien contento. Y cuando le pusieron la corona, sonrió con unos dientes manchados de azul: de un azul cielo, de un azul mar, de un azul marino, de un azul total.
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LA CORONA DEL REY ESTANISLAO
Esta es la historia de Su Majestad Estanislao, un rey tan simpático y alegre, tan deportista y amigable, que era adorado por todos los que lo conocían. El único problema era que siempre perdía sus coronas. O las dejaba en un árbol cuando subía a buscar nidos, o en el río cuando iba a bucear; en la playa cuando jugaba paletas, o en la luna cuando quería soñar. Pero lo más habitual era que las dejara en el camarín del estadio, entre sus calcetines y su capa de terciopelo.
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Lógicamente, cuando se acordaba y la iba a buscar, ya no estaba. Y tenía que mandar a comprar otra, porque un rey no puede andar con la cabeza pelada. Su esposa, la reina, se desesperaba y lo tenía amenazado con hacerle una corona de papel de diario si seguía con su mala costumbre. No os preocupéis dijo un día Estanislao. Esta corona que me compré añora me va a adrar para siempre. Una mañana, su esposa lo vio salir muy apurado con su real tenida de fútbol y la corona recién comprada en la cabeza. ¿Adonde vais, oh rey Estanislao? preguntó la reina. A jugar un partido con mis subditos, oh reina Estela dijo el rey mié itras hacía precalentamiento, y la corona de oro, rubíes y diamantes le rebotaba en la cabeza. ¡Otra vez fútbol! suspiró la reina. Es el último: el que gana se lleva la Copa se entusiasmó el rey.
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¡Cuidad la corona, mira que es la última que vendían en el almacén de la esquina! le recordó la reina. ¡No os preocupéis! dijo el rey, y salió trotando con la pelota bajo el brazo. Apenas llegó al estadio, se dirigió a los camarines a juntarse con su equipo, Los Caregatos.
¡Hoy sí que les vamos a ganar a Los Careperros\ dijo el rey. Su Majestad, que no nos vayan a meter quince goles como la otra vez, porque quedaríamos eliminados del campeonato dijo el centrodelantero. ¡No os preocupéis! dijo el rey. ¡Pero, Su Majestad, no se ha sacado la corona! dijo el mediocampista. ¡Es para que no se me pierda! respondió el rey. ¡Pero así no vais a poder jugar! dijo el defensa. ¡No os preocupéis! insistió el rey. Los equipos salieron a la cancha en medio de los gritos del público, que repletaba las 19
graderías. El árbitro dio el pitazo inicial y comenzó el partido. Un careperro va con la pelota, un caregato se la quita; un careperro le pega una patada y el árbitro lo amonesta. Los caregatos avanzan, los careperros persiguen, el público se entusiasma, y el partido se enciende. El rey, en el arco, saltaba de un lado a otro. Los minutos pasaban y el partido iba cero a cero. Los caregatos avanzan, los
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careperros persiguen, la hinchada grita y el nerviosismo cunde. Un caregato se adelanta,
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¡parece que viene el gol!, el puntapié es certero y... ¡el arco se remece! ¡GOOOOL! ¡GOLAZO DE LOS CAREGATOS! ¡UNO A GERO EL MARCADOR! ¡VAN GANANDO LOS CAREGATOS! ¡El rey Estanislao, frente a su arco, daba saltos mortales de felicidad y los careperros se mordían las manos de rabia! El árbitro tocó el silbato y se reanudaron las acciones. Un careperro va con la pelota, un caregato se la quita, un careperro le pega una patada y el árbitro lo amonesta. Los caregatos avanzan, los careperros persiguen, el público se entusiasma y el partido se enciende. En eso, un caregato tocó la pelota, un careperro se la quitó, avanzó hacia el arco y el caregato se picó. ¡Le puso el pie, le dio un empujón, el careperro cayó en la zona de gol! ¡¡PENAL!! ¡¡PENAL EN CONTRA DE LOS CAREGATOs
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Los caregatos, angustiados, vieron que todo estaba perdido: ¡el careperro más temible del equipo haría efectivo el penal! ¡No os preocupéis! ¡Yo lo atajo! murmuró el rey, con las piernas tiritonas. El careperro colocó la pelota en el punto que le indicó el árbitro. El estadio estaba en silencio absoluto. El rey, pálido, restregó las manos y miró al careperro que iba a tirar. El careperro retrocedió, avanzó, lanzó la pierna derecha hacia atrás, luego hacia aadí&tats^vJ cfd oí ¿mÜ íi^sraaaV1 un giro en el aire, derechito hacia el arco, el rey se elevó y... ¡zaz!... la pelota quedó ensartada en las puntas de rubíes y diamantes de la corona del arquero. ¡Y TERMINÓ EL PARTIDO! ¡Ganamos la Copa! gritaron los caregatos. El rey salió en andas del estadio con la pelota clavada en la corona.
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Y un poeta escribió el siguiente verso en todos los diarios de todos los reinos: E l rey E stanislao es un rey
particular que usa una corona para poder cabecear. Dicen que no se la saca jamás para jugar y quiere que lo contraten para el próximo Mundial.
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UN CUENTO ASOLEADO
Todas las mañanas, apenas el sol aparecía por el cielo a calentar el bosque, a la Lagartija Coralija le bajaba el sueño, y se quedaba dormida sobre su roca. Y como dormía de día, despertaba de noche, justo justo cuando el sol se despedía del campo con su último rayo amarillo. Después de bostezar, se ponía su sombrero de plumas y los zapatos de tacón, se pintaba la boca con rosas y los ojos con carbón, y partía a hacer sus visitas nocturnas.
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Una noche de verano decidió ir a ver a su comadre, la Rana Ana. Ahí estaba la comadre, inclinada sobre el estero a la luz de la luna, lavando los cuarenta y cinco pañales de sus renacuajos recién nacidos. ¡Ay, comadrita, tanto que trabaja! dijo la Lagartija Coralija al verla, escobilla que te escobilla, con jabón en la chasquilla. Es que mis renacuajos todavía no saben avisar suspiró la Rana Ana, escobilla que te escobilla, con jabón en la patilla. La Lagartija se quedó mirándola estrujar, cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, cuarenta y cinco pañales. Y después la vio tenderlos uno a uno sobre el cordel. ¿Se tomaría un té de limón? ofreció la Rana, secándose las manos en su delantal. Coralija aceptó. Caminó muy elegante en medio de la noche hacia la casita, con la cola recogida para no ensuciarla, y tratando de no hundir demasiado sus tacos en el barro. Ojalá se sequen en la noche todos mis pañales dijo la Rana, mientras escuchaba 26
unos agú desde el dormitorio de los renacuajos. No pude lavarlos mientras estaba el sol, porque estaba preparando cuarenta y cinco mamaderas de leche. ¿Sol? ¿Y quién es ese tipo? se extrañó la Lagartija. El sol es una pelota amarilla que cuelga del cielo y nos da calorcito y luz, pues, comadre. ¡Cómo no va a saber eso! ¿Y a qué hora se cuelga el sol del cielo? ¿Se puede saber? ¡A la hora que usted duerme, pues, comadre! rió la Rana.
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Coralija se quedó con la boca abierta. ¡Una pelota amarilla y brillante colgaba todos los días del cielo y ella no la conocía! ¡Ay, comadre, despiérteme mañana para conocer el sol! ¡Y yo le regalo mi sombrero... no, mejor mis zapatos! ofreció al verlos todos mojados y con los tacos embarrados.
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Muy bien, muy bien aceptó la Rana, y se fue a ver a sus renacuajos, que chillaban a toda boca. Al día siguiente, bien temprano, cuando la Lagartija estaba durmiendo, sintió que la remecían. Apretó bien los ojos pintados y sujetó los zapatos embarrados, pero los remezones se transformaron en empujones. Abrió los ojos, y lo primero que vio fueron unas manchas verdes rodeadas de una luz amarilla muy fuerte, que la obligó a cerrar los ojos nuevamente. Creyó que era una pesadilla; soñaba que estaba soñando, así que se dio vuelta para cambiar de sueño, pero ¡plaf!... sintió que la empujaba de arriba abajo y despertó en el suelo. Abrió bien los ojos y vio unos renacuajos que la miraban chupándose una pata. ¡Me duelen los ojos! gritó Coralija y se tapó la cara con su cola flaca, porque en el cielo una pelota amarilla le mandaba toda su luz. 29
En eso apareció la comadre Ana con las manos con lavazas. ¡Le presento al sol, comadrita! ¿Le gusta? preguntó la Rana. ¡Es grande y bonito y muy calentito! parpadeó la Lagartija. ¿Se acuerda de que me ofreció sus zapatos si yo se lo mostraba? preguntó la Rana. ¡Sí!, ¡sí! exclamó Coralija, todavía mirando el cielo. Pero yo quería preguntarle si en lugar de los zapatos me podría dar otra cosa que necesito... pidió la Rana. ¿Qué cosa? preguntó Coralija, pensando asustada en unas medias de seda nuevas que había comprado en el invierno. ¡Yo le pido con todo mi corazón que usted me ayude a lavar! exclamó la Rana, con la voz bien pedigüeña. La Lagartija se quedó callada. ¡Le mostré el sol, comadrita, no lo olvide. ¡Una promesa es una promesa! recordó la Rana. 30
¡Agú!, ¡agú! la apoyaron veinticinco guarisapos. La Lagartija, no muy convencida, dijo sí con la cabeza. Entonces la espero dijo la Rana. Y partió de vuelta a su casa con sus renacuajos en brazos. Y, como dijo la Rana, las promesas son promesas. Por eso, la Lagartija Coralija se levanta tempranito, pero se ve muy buenamoza con su nuevo color bronceado, porque junto con la comadre: Lava que lava pañales en el estero asoleado con su sombrero de plumas y los tacos embarrados.
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LA ARAÑA MELANIA
La Araña Melania escuchaba por la radio su programa preferido y suspiraba por la preciosa voz de Rorro, el Abejorro romántico, que cantaba: V iene la primaveeeera a llenarnos de
coloooor; viene un par de ojos veeeerdes, para hablarnos de amooor.
De pronto paró la música. ¡EXTRA! ¡EXTRA! ¡EXTRA! dijo el locutor con voz alharaca.
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Interrumpimos nuestro programa Música para bichos, para informar que el gran profesor Ciempiés Calloso, el bailarín mañoso, mañana dará clases de "picazón primaveral", el nuevo ritmo que causa furor en los bosques del mundo. La Araña Melania quedó paricunflética. ¡Qué buena noticia, con lo que le gustaban a ella los bailes nuevos! A la mañana siguiente, partió caminando muy apurada. Iba con sus zapatillas limpias y las pestañas encrespadas, con olor a colonia y el vestido muy planchado. Pasó por una cafetería, por una videoteca, por una zapatería y por una biblioteca. De pronto, vio un montón de animales que formaban una paciente fila frente a un local de letrero luminoso que decía: "Ciempiés Calloso, el bailarín mañoso".
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Aquí es dijo la Araña Melania. Se puso al final.
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Delante de ella estaba la Pulga Renata, moviendo la cabeza y las patas; más adelante estaba el Murciélago Cirilo, moviendo las alas y los colmillos, y más allá, la Lora Fedora remecía las plumas de la cola. De pronto se abrieron las puertas y ¡ZUUUMMM! entraron todos corriendo. La Araña Melania se metió entre la lombriz y la mosca, saltó por sobre el ratón y le hizo cosquillas con la pata a la lora. Llegó la primera de todos a una sala enorme e iluminada, y ¡OOOHHH!... allí estaba el profesor. Tenía bigotito y se peinaba con patillas, usaba medias blancas y botas amarillas. Chicos y chicas, ¿quieren bailar "Picazón primaveral"? preguntó, dando un salto. ¡Sííí! gritaron todos. Chicos y chicas, ¿de verdad quieren aprender "Picazón primaveral"? gritó, dándose una vuelta de carnero. ¡Sííí! chillaron los alumnos. ¡Pitipiti, pitipá! ¡A imitarme, chicos! 35
Ay, pitipiti, ay, pitipá, ay, paparipi, ay, piripá, se escuchó la música y el profesor empezó a bailar como si le hubieran dado cuerda. Pero justo cuando la Araña Melania se preparaba a dar un pasito tímido, la Pulga Renata dio un salto, calculó mal, y en lugar de caer al suelo, aterrizó en la espalda de la Araña Melania, Y para no perder la costumbre, ¡plic!, la picó. La Araña dijo ¡ay!, movió una pata y movió dos, dio una voltereta y un tropezón. ¡Plic!, la picó de nuevo. La Araña se rascó la espalda, se rascó un talón, se rascó la cara y dio un tiritón. ¡Plic!, de nuevo la picó la Pulga. Melania movió un ojo, movió los dos, cayó de espaldas y se paró. Ay, pitipiti, ay, pitipá, ay, paparipi, ay, piripá, sonaba la música mientras todos aplaudían y el profesor Ciempiés Calloso se estiraba el bigote y miraba parícunflético, con la boca abierta, las contorsiones de la Araña.
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¡Eso, eso, Araña Melania! decían los alumnos, moviendo las patas y dando tropezones, rascándose la espalda y dando tiritones. Y mientras la Pulga se daba la comilona de su vida en la espalda de la araña, ésta no tenía idea de que entre saltos y manotazos, rasquidos y costalazos, estaba inventando el baile más fanta-bulo-villoso que jamás nadie había visto. Por eso, Ciempiés Calloso, al ver que no tenía nada que hacer ahí, hizo su maleta y partió a tomar el avión para dar clases en otro país. Mientras tanto, Rorro, el Abejorro romántico, inventó una canción que dice: Ay, ya viene el Picazóooon a bailar a su manera; ay, me muero de emocióooon cuando bailo en primavera.
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¡QUÉ BUENA PATA!
Clorindo era un pato diferente de sus amigos. Sabía decir cuá-cuá, caminaba como pato, pero era diferente. Le gustaba comer maíz, bailaba muy bien el patapata, pero era diferente. ¿Por qué? Porque a Clorindo no le gustaba el agua. Tal cual. El pobre era tan, pero tan friolento, que cada vez que trataba de meterse a la laguna tiritaba de tal manera, que se le llegaban a volar las plumas. Por eso, mientras en el verano sus
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amigos se daban vueltas de carnero y se lanzaban piqueros, él, en su tina caliente, se daba un chapuzón y jugaba con el jabón. Una tarde de enero, cuando todos los patos estaban pasándolo fabuloso en el agua y Clorindo andaba por la orilla tratando de que no lo salpicaran, llegó a la laguna una Pata en bikini. Todos quedaron paricunfléticos de la impresión. La Patita tenía los ojos así como lindos, las plumas así como suaves, unas piernas así como asá, una cintura como acinturadita, y caminaba moviendo una cadera para allá y la otra para acá. Llegó haciéndose la que no veía a nadie, puso una toalla bien estirada en la arena y sin arrugarla se sentó a tomar el sol. Los que estaban en la laguna
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comenzaron a reírse para que la Patita los mirara. Pero ella se puso los anteojos ahumados y movió un ala para espantar una mosca.
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Los del agua sacaban pecho y nadaban de espalda. Pero ella estaba cara al cielo con los ojos cerrados. Y Clorindo, con el corazón bailando rock , comenzó a caminar por la orilla. ¡Qué lindo día! decía Clorindo, mirando el sol. Y la patita se sacaba un grano de arena de una pluma. ¡Mmm! ¡Qué rica debe estar el agua! Y la Patita naca la pirinaca. ¡Qué calor hace! decía Clorindo, abanicándose con un ala. Hasta que la Patita se sacó los anteojos, dio un suspiro y se levantó. Clorindo se puso en pose de pato buenmozo, pero la Patita pasó por su lado sin decir ni cuac. Cuando, bien colorado, miró hacia sus amigos que se reían de él, se sentó, simulando mirar una hormiga. Miró a la hormiga arrastrar una hoja, dos hojas, tres hojas... cuando escuchó: ¡Ay! ¡Ayayay! 41
Clorindo miró hacia el lago: ahí estaba la Patita con cara de dolor. ¡Mi pata... ayyy! gimió ella, comenzando a hundirse. Clorindo, asustado, miró a sus amigos que nadaban allá lejos. \Aglúglame\ gritó la Patita con el agua a la boca. Clorindo avanzó un paso hacia la laguna y se mojó un poquito. Y se le llegaron a arrugar los ojos de frío. A... glu... glu... por... fa... glog... Y sólo se le vio la última pluma de la cabeza. Clorindo sintió un remezón por todo el cuerpo. ¡Al agua, pato! gritó. Se le heló el intestino, el corazón, la pana, y el riñon, pero vio bajo el agua un cangrejo que tenía agarrada con una tenaza la pata de la Pata. De un puñete casi noqueó al fresco, que alcanzó a decir "abusador", agarró a la pobre de un ala y la sacó a la orilla. ¡Mi héroe! exclamó ella, y le dio un beso en la cara. 42
Clorindo estaba azul, morado, tiritón y empapado. Titiritití, titirita, no puede moverse, no puede hablar. La Patita de inmediato tomó su toalla, lo envolvió bien y le empezó a dar aletazos para ayudarlo a entrar en calor. Dicen los que conocen la historia, que Clorindo quedó bien zamarreado, pero muy enamorado. Y que la Pata todavía tiene una pata hinchada, pero no le importa nada, porque su héroe, aunque se le arruguen las plumas de frío y salga del agua todo patuleco, se mete al agua con ella para cuidarla. ¡Qué buena pata!
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COSE, COSE, COSEMUCHO
La Coneja Cosemucho era la mejor modista del pueblo. Las señoras le llevaban sus géneros y ella les hacía vestidos con un corte en la cintura y blusas con las mangas deshiladas, camisetas con rebaje en el escote y faldas con la basta muy planchada. Esa Navidad tuvo más trabajo que nunca y no tenía tiempo ni de comer ni de dormir. Por eso, cuando la tarde de Nochebuena entregó el último pedido, comenzó a barrer las hilachas que daban vueltas por la pieza, guardó la aguja, colgó las tijeras y se sentó. Lo único que quería hacer era ver pasar las horas, ver correr el viento y quedarse ociosa siquiera un momento.
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Daba un segundo suspiro cuando ¡plin! sintió una punzadita de hambre en una pata, pero no se movió porque le dio lata. ¡Plin! otra punzadita la tocó en la cola, y ella ni le dio la hora. ¡Ring!, otra punzada muy grande sonó en la puerta y la coneja se hizo la muerta. ¡RIIING! sonó el timbre. ;TOC-TOC-TOC golpearon. ¡Señora Cosemuchito, abra por favor, es urgente! se escuchó una voz muy suave. ¡Estoy durmiendo! gritó la Coneja. ¡RING! ¡TOC! ¡POR FAVOR!
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La Coneja se levantó con los ojos a medio abrir, caminó a medio caminar y abrió la puerta como si quisiera cerrarla. Al otro lado, una señora muy hermosa esperaba con ansiedad. 46
¡Necesito que me cosa una camisa blanca! suplicó. ¡No puedo; estoy muy cansada! se quejó la Coneja, sintiendo el hambre detrás de la oreja. ¡Es una camisa muy sencilla! pidió la señora. ¡Es que no he comido y tengo sueño! dijo Cosemucho, con los ojos cerrados y el hambre metida por el lado. ¡Es una camisita tan pequeña que cabe en una mano! Bueno, si es tan pequeña... aceptó la modista con un bostezo y ganas de comer queso. ¿Trajo la tela? No, pero ésta puede servirle dijo la señora. Y rasgó un pedazo de su enagua blanca. La modista se sentó frente a su máquina de coser y cortó la camisita en un dos por tres. El hambre le subía por el pecho y ella cosía al derecho. El sueño le subía por los pies, y
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ella remataba al revés. Y cuando sentía que la aguja le estaba picando los ojos, terminó. Tome, aquí tiene le dijo a la señora que esperaba junto a la ventana mientras la luz del atardecer le iluminaba la cabeza y la frente. Gracias. ¿Cuánto le debo? preguntó la señora, apretando la camisita contra su pecho. Nada... ¡era tan pequeña, que se cosió sola! respondió Cosemucho. Cuando la señora se fue muy apurada, la modista pensó que ahora sí podría mirar por la ventana y ver pasar las horas y ver correr el viento, para estar ociosa siquiera un momento. Pero recordó que era Nochebuena. Se puso un vestido nuevo que ella misma había cortado, y partió a la iglesia. Entró junto a muchos animalitos y se sentó en primera fila. Se le iban a cerrar los ojos cuando se le abrieron ¡así de grandes!
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Y ¡plim! el corazón le dio un salto,
porque en el pesebre estaba el Niño Jesús vestido con el pañal del año pasado y una camisita nueva. Y ¡plim!, le saltó de nuevo cuando vio a la Virgen, que trataba de tapar con su mano su pedazo de enagua rota. A Cosemucho se le pasó el sueño y el hambre también, sonrió un poquito y susurró "amén".
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UN NOVIO PARA RACA RETACA
La bruja Raca Retaca se arreglaba para la fiesta que se celebraría en el Salón Conjuros Inn. Esa vez tenía que conseguir novio como fuera, pero tenía que ser un brujo buenmozo con ¡ay! barbilla, ¡ay! bigotes y ¡ayayay! patillas. Por eso se esmeraba en depilarse las cejas, pintarse la boca y lavarse las orejas. Se miró en el espejo y no n o se encontró nada de mal: el vestido negro era muy elegante y ni se notaba que lo había acortado para lucir las canillas.
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Pero, antes de salir, abrió nuevamente su Libro de Hechizos y Dichos en la sección Embrujos Casamenteros, y leyó: "Una bruja es bien mirada cuando se ríe con ganas y luego se queda callada". Como no entendió mucho, dio vuelta la hoja. Decía: "A una bruja la miran dos veces si no le crujen el maní, las palomitas y las nueces". Raca Retaca no entendió nada. Dio vuelta la hoja y leyó: "Una bruja es popular cuando le pica un lunar". Pensó que nada de eso le servía. Iba a seguir leyendo, y el reloj maulló las once de la noche. Miró por la ventana y vio a un grupo de invitados, que se encaminaba en caminaba muy apurado hacia la fiesta.
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¡Espérenme! gritó Raca Retaca y salió corriendo de su casa. » Pero como no estaba acostumbrada a caminar con tacos altos, los zapatos se le
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enchuecaron, las canillas se le torcieron y las tapillas se le soltaron. Y ¡paf! cayó Raca Retaca de bruces sobre alguien y los dos rodaron por el suelo. ¡Ay! dijo Raca Retaca con un salto en el corazón: había caído sobre el brujo más barbudo, más bigotudo y más patilludo que ella había visto en su vida. ¡Ayayay! dijo el brujo, porque ella le tenía el codo enterrado en una costilla. Raca Retaca se levantó y sacudió su vestido negro. ¿Te hiciste daño? preguntó el brujo con voz muy varonil. Raca Retaca no respondió, pero se paró en un solo pie. ¡Ah!, te torciste el tobillo dijo él. Raca Retaca pensó "ahora o nunca", dio un salto y el brujo, asustado, estiró los brazos y la recibió en el aire. Gracias dijo ella, acomodándose. El brujo quedó paricunflético, pero como era realmente muy amable, caminó con Raca
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Retaca en sus brazos las dos cuadras que le faltaban para llegar al Salón Conjuros Inn. Entraron por la puerta principal. Estaba repleto de invitados y de mozos que paseaban con bandejas llenas de cosas ricas. El brujo se abrió paso muy derecho entre el gentío, siempre con la bruja en brazos. Listo. Llegamos dijo cuando encontró un lugar vacío junto a una ventana. Y, mientras alcanzaba a ver la luna redonda y coqueta que alumbraba el jardín, se inclinó como para que ella se bajara. ¡Ayayay! dijo Raca Retaca, y no se bajó. El brujo, que era sumamente educado, se enderezó, tosió un poco, y comenzó a hablarle del tiempo en Chile. Después le habló de otras cosas, como del tiempo en Argentina. Y cambió de tema y le empezó a hablar del tiempo en Brasil. Cada vez que terminaba con el tema, intentaba dejarla en el suelo, pero ella de inmediato decía ¡ay! Así que no le quedó más remedio que sostenerla sin mover una pierna
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ni mover un pie, sin tomar ni un juguito ni comerse un canapé. Raca Retaca no tenía ni hambre ni sed, porque estaba muy ocupada mirándole la barbilla, los bigotes y las patillas, y él, casi sin darse cuenta, mientras cambiaba de conversación y le hablaba del tiempo en España, empezó a encontrarle muy interesantes las cejas depiladas, muy simpática la boca roja y muy limpias las orejas lavadas. ¡A bailar! ¡A bailar! gritaron todos cuando la orquesta comenzó a tocar una salsa bien movida. Todos se lanzaron a la pista en medio de serpentinas y gritos, carcajadas y brincos. Todos menos Raca Retaca, que seguía con dolor de pie. Además, ni se dieron cuenta de lo que pasaba a su alrededor, porque continuaban mirándose a los ojos, mientras ella pensaba que a su libro le faltaba un dicho: "Una bruja es más bonita cuando la tienen en brazos y la sienten livianita". 55
LA AUTORA Y SU OBRA
Ana
María Güiraldes nació en Linares. Su niñez transcurrió rodeada de amigas y hermanos siempre atentos a la última novedad ingresada a la librería, a tal pu nto que las lecturas devoradas, o paladeadas página a página, llegaron a ser una de sus entretenciones favoritas. Esta afición por la lectura muy pronto se vio complementada por la curiosidad de crear ella misma sus propias historias. De este modo ²y alentada por su madre y su profesora de castellano² comenzó a escribir ingenuos poemas, hasta que muy pro nto lo que fue una pequeña libreta dio paso a un cuader no que comenzó a poblarse de ficción. Envalentonada por algunos premios en concursos literarios a nivel escolar y sintiendo que las letras eran un buen aliado suyo, decidió muy temprano su futuro: profesora de 56
castellano y, tal vez, escritora. Egresó de la Universidad Católica con el título de Profesora de Castellano, y más tarde, ya casada, comenzó a escribir en forma profesional. Sus cuentos para niños aparecieron en revistas y diarios, y fue llamada a colaborar en el suplemento infantil "Pocas Pecas" de El Mercurio, donde dio vida al personaje del mismo nombre, labor que complementó por un tiempo con la de libretista de un conocido programa para niños en el Canal Nacional (El Rincón del Conejito Tevé). Más tarde, desaparecido el suplemento, aceptaría el cargo de editora de la revista para preescolares, Jardín Infantil Apuntes, de Ediciones Lo Castillo. Intentando complementar su vida literaria con la de madre y esposa, ingresó a los talleres literarios de Enrique Lafourcade y Miguel Arteche. Incentivada por el poeta, publicó en 1983 su primer libro de cuentos para adultos: El Nudo Movedizo, que mereció el Premio Municipal de ese año. Dos años después publicó Las Muñecas Respiran, también cuentos para adultos, y en 1989, 57
Cuentos de Soledad y Asombro. ¿Qué opina
la crítica de los cuentos de Ana María Güiraldes? Guillermo Blanco aplaude "su increíble parquedad, como si algún instinto le indicara el basta y el cómo", Miguel Arteche, prologuista de dos de sus libros, descubre e n ella "esa mezcla que pocas veces se da e n un escritor, la que yo definiría como la máxima potencia de la palabra, con el empleo más estrictamente ceñido de ella; y, al mismo tiempo, la más honda penetración en la soledad humana, con eso que no hay más remedio que calificar de maestría". Ignacio Valente, por su parte, escribe: "El talento más propio de Ana María Güiraldes consiste en escribir cuentos de nada ²con una anécdota levísima, impalpable, mínima², y escribirlos con nada ²con un máximo ahorro de medios expresivos, con unos pocos brochazos verbales², cuentos que a pesar de su nada, e incluso a través de ella, aspiran a aprisionar el todo de una situación humana". Ana María no evade el misterio de una atmósfera, el simple matiz de una voz o de una mirada. O sea, esos chispazos que se 58
apagan ai segundo de ser emitidos, pero que, sin embargo, actúan como la espina dorsal de sus cuentos. Sus obsesiones tienen caracteres de instantáneas imposibles de ser capturadas en muchas páginas, por lo que la fuerza radica en el personaje, visto a veces como de perfil, pero llevando el peso de toda la situación. Estos personajes son hombres y mujeres, la mayoría de las veces ancianos, e incluso niños, todos ellos alucinados por el misterio de vivir o en busca de resolver una situación límite. En esos cuentos, marcados por ese estilo que sugiere más que dice, la autora revela los misterios de las cosas más simples que son, justamente, las que no siempre se aprecian: una mujer espera a su marido estremecida por la premonición; un inválido ansia las caricias de su mujer en su cabello; una pareja de solteronas se prepara para salir; una niñita mira a una muñeca que flota en la corriente del río desbordado... Núcleos, cargados de se ntimientos, que se expanden en el lector y dejan su carga por largo tiempo.
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¿Y qué sucede con Ana María Güiraldes cuando sus textos van dirigidos a los niños? Sucede que no van dirigidos para un niño, sino que ella, en esa ocasión, escribe desde un niño. Es decir, su mirada se transforma para apreciar ciertos lados de la vida que interesan más a una edad que a otra, y se detiene en ciertos detalles y los escribe de la forma que esos detalles lo requiere n. El resultado final es un cuento que será apreciado más por un niño de diez años que por un adulto de cuarenta. Es cuando la autora usa las palabras tanto para contar como para jugar, ayudada por rimas y sonoridades que invitan a que la historia se desarrolle con gracia y espontaneidad. Los motivos para estos cuentos nacen ²al igual que en su temática de adultos² de la nada. Pero, en este caso, ella prefiere a los animales. Los viste como a seres humanos y los hace hablar de una manera tal que se acerca al non sence o humor que proviene del absurdo. Existen los animales niños, animales padres, animales vendedores o mozos. Abundan las figuras femeninas y ahonda en 60
ese absurdo para hacerlas aparecer estrafalariamente pretenciosas, sin perder el sentido de la ter nura. Crear nuevos códigos para hablar: lo fantabulovilloso es el resultado de algo fantástico, fabuloso y maravilloso; quedar paricunflético de impresión es algo parecido a impactado de impresión; estar birulíbirulay en el lenguaje de los osos, es lo mismo que estar cuchuflí bombón, en el lenguaje de los congrejos, o lalay lalay, en el lenguaje de las golondrinas; o sea, muy linda. Los niños ya conocen a sus personajes. Ratita Marita (del libro Ratita Marita ² La lombriz resfriada), por ejemplo, ha servido en muchos colegios como motivo de dramatizaciones y dibujos; La lora Cucú (de El Mono Buen Mozo) les entregó un personaje mareador y locuaz que incita a la imitación, y Torito Puñete (de Animales, animalitos y animalotes) ha servido de sobrenombre a niños peleadores. Por otra parte, la autora ha formado una interesante dupla con la escritora Jacqueline Balcells. Ambas han escrito una trilogía de 61
ciencia ficción (Aventura en las estrellas, Misión Alfa Centauro, La rebelión de los robots), un libro de cuentos detectivescos (Trece casos misteriosos), donde ambas
desean captar al niño inteligente y dinámico a través de la lectura. Juntas han dirigido su interés a los más pequeños, y los libros Fábulas cantadas y Cuentos sabrosos, hablan en su favor. Luego vendría su incursión en la novela juvenil con tres títulos: Un embrujo de cinco siglos, El violinista de los brazos largos y El castillo negro en. el desierto, que han alcanzado gran éxito
gracias a su estilo, que mezcla co n naturalidad lo cotidiano y lo maravilloso. Utilizando el lenguaje característico, Ana María entrega ahora a sus pequeños lectores su más reciente serie de cuentos: en La luna tiene ojos negros, se encuentra una entretenida invitación al juego y a la imaginación, con divertidas historias en que un rey juega fútbol con su corona para no perderla, una araña hace un curso de baile o una cerdita se presenta en un concurso de 62
belleza. Narraciones breves acompañadas de musicales expresiones en que el estilo es el gran protagonista. Se vuelven a apreciar palabras inventadas por la autora, junto a otras de uso familiar, logrando un singular lenguaje en que el lector no sólo se siente atraído por la historia, sino también partícipe de una mirada diferente de la realidad.
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INTERACTUEMOS CON
LA LUNA TIENE
OJOS NEGROS
L A LUN A TIENE OJOS NEGROS
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Dibuja el principio y final del cuento. 2. ¿Cómo era la Tristeza de los Sapos? 3. ¿Podrías decir cómo es la Tristeza de los Niños? 4. ¿Por qué el Zorzal le pidió al Río, barro y a los Árboles, brisa? 5. ¿Quién fue el que le habló al Sapo Gita no desde la Luna? 6. Inventa otro título para el cuento. 1.
Dilo de otra forma: a) Una voz se escuchó ve nir desde el cielo. b)
Las aves tienen un corazón dulce y generoso.
c) La Luna permaneció muda. d) El Sapo carraspeó y comenzó a cantar con voz ronca. L A CORON A DEL REY EST ANISL AO . 1. Agudiza tu ingenio y descubre el error en las siguientes afirmaciones. Corrige las equivocadas dando la respuesta correcta. 65
Su Majestad Estanislao era un rey simpático, alegre, deportista, pero muy viejo. b) La reina le hizo al rey u na rara corona de papel. c) Al Rey Estanislao le gustaba jugar fútbol. d) El Rey jugaba por el equipo de Los a)
Careperros.
El Rey jugaba como arquero en su equipo. f) El arquero atajó el penal con su enorme cabeza. 2. Aumenta tu vocabulario ¿Podrías explicar qué es y qué hace n? a) La hinchada. b) El árbitro. c) Los subditos. 3. Dibuja las ideas de estas oracio nes; a) El árbitro dio el pitazo inicial y comenzó el partido. b) El rey salió en andas del estadio. e)
UN NOVIO P AR A R AC A RET AC A Un dicho muy bien dicho. 66
1. ¿Cuál de estos dichos te parece más gracioso? a) Una bruja es bien mirada cuando se ríe con ganas y luego se queda callada. b) Una bruja es popular cuando le pica un lunar. c) Una bruja es más bonita cuando la tienen en brazos y la sienten livianita.' 2. Inventa un dicho o hechizo divertido. 3. ¿Este cuento es real o fantástico? ¿Por qué? UN CUENTO ASOLE ADO 1; Responde las siguientes preguntas a) ¿Por qué la Lagartija Coralija no conocía el sol? b) ¿Por qué la Rana Ana necesitaba ayuda para lavar los pañales? c) ¿Qué será esa pelota amarilla colgada del cielo? d) ¿Cómo llamarías tú a la lu na? e) Invéntale otro título a este cue nto. f) Dibuja a las comadres al final del cuento. 2.
Juguemos al diccionario
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Inventa una definición para estas palabras y luego comprueba cuán cerca estuviste, consultando el diccionario. Baratija ___________ __ ² Rendija ____ __________ Repartija _ _________ _ Sabandija _____________ 3. Nombra las herramientas que necesita un jardinero. 4. Nombra plantas que florecen en primavera. 5. Recordemos las accio nes de los cuentos. Une cada acción con el cuento en el cual aparece:
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Clorindo realiza un acto de valor que termina en amor La modista Coneja le hizo una camisíta al Niño de la Nochebuena. La Pulga Renata hizo bailar "Picazón primaveral" El color azul es lo más lindo de la naturaleza, afirmó alguien que no era nada de lesa. 6. A la autora le gusta rimar. Juega a unir las palabras que suenan parecido, pintándolas del mismo color, e inventa oraciones divertidas con cada pareja. Ejemplo: imagino - pingüino Yo no me imagino muerto de frío a don Pingüino. pirinaca cunaarrebol pata rato espinaca luna nata maraña gansa aceituna Retaca caracol ataca pato rato araña mansa 69
"La 7. Inventa con rima para Cerdita Panchita" animales. la lora Fedora . "La Araña El pato ____________ nia" El cerdo _____ :Mela ____ El elefante__________ "¡Qué La tortuga __________ buena El zancudo _________ Pata!" "Cose, cose Cosemuch o"
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nombres
estos Ejemplo: