Aforismos sobre la sabiduría de la vida de Schopenhauer
“Lo esencial para sentirse bien es la salud, y luego los medios necesarios para mantenernos, y en consecuencia tener una existencia libre de preocupaciones. Por mas valor que atribuyamos al honor y al brillo, a la grandeza, a la gloria, no pueden competir con esos bienes esenciales ni reemplazarlos; muy por el contrario, no se vacila un instante en cambiarlos por los otros. Será pues muy útil para nuestra felicidad conocer a tiempo el hecho tan simple de que cada uno vive ante todo en su propia piel y no en la opinión de los otros, y que entonces nuestra condición real y personal, tal como está determinada por la salud, el temperamento, las facultades intelectuales, las rentas, la mujer, los hijos, la residencia, etc., es cien veces mas importante para nuestra felicidad que lo que place a los demás hacer de nosotros. La ilusión, por el contrario, hace infeliz.” “La actividad es indispensable indispensable para la felicidad. El hombre debe actuar, hacer algo si le es posible o aprender por los menos algo. Sus fuerzas requieren ser empleadas y el mismo no pide sino verlas producir un resultado cualquiera. En este aspecto, su mayor satisfacción consiste en hacer, en confeccionar algo, un cesto o un libro. Pero lo que procura una felicidad felicidad inmediata inmediata es sentir día a día crecer su obra bajo sus manos verla alcanzar la perfección. Una obra de arte, un escrito o hasta un simple trabajo manual producen producen este efecto. efecto. Desde Desde luego, cuanto cuanto más noble noble es la índole del del trabajo, mas mas elevado elevado es el gozo.” “Lo que nos hace felices o desgraciados no es lo que son objetivamente y en realidad las cosas, sino lo que son para nosotros, en nuestra percepción.” “En la buena como en la mala fortuna, y salvo la eventualidad de alguna gran desgracia, lo que le ocurre a un hombre en su vida es menos importante que la manera como el lo siente, es decir, según su naturaleza naturaleza y el grado de su sensibilidad sensibilidad en todos los aspectos. Lo que tenemos en nosotros mismos y por nosotros mismos, en una palabra la personalidad personalidad y su valor, es el único factor inmediato inmediato de nuestra nuestra felicidad felicidad y de nuestro bienestar. bienestar. Si, es un consuelo, en la vejez, tener detrás de si la labor de la vida. El hombre mas feliz es pues el que pasa su vida sin dolores demasiado demasiado grandes, grandes, sea en lo moral, sea en lo físico, y no el que ha tenido las alegrias mas vivas y los gozos más intensos. Querer medir por éstos la felicidad de una existencia es recurrir a una falsa escala. Pues los placeres placeres son y seguirán seguirán siendo negativos; creer que ellos dan la felicidad felicidad es una ilusión que el deseo retiene y por lo cual se castiga a si mismo.” “En presencia de un acontecimiento desgraciado, ya ocurrido, en el que por lo tanto nada se puede cambiar, no hay que abandonarse siquiera al pensamiento de que hubiera podido ser de otro modo, y todavía menos reflexionar en lo que podría haberlo evitado. Pues eso es lo que lleva a la degradación del dolor hasta volverlo insoportable y convierte al hombre en un verdugo de sí mismo. Hagamos mas bien como el rey David, que asediaba constantemente a Jehová con sus plegarias y sus súplicas durante la enfermedad de su hijo y que, cuando éste murió, hizo una pirueta chasqueando los dedos y ya no pensó más en ello. Quien no tenga suficiente agilidad agilidad mental para conducirse conducirse así, debe
refugiarse en el terreno del fatalismo y empaparse de esta gran verdad: que todo lo que ocurre, ocurre necesariamente y, por lo tanto, inevitablemente.” El alejamiento y la prolongada ausencia perjudican a toda amistad, aunque nos cueste confesarlo. La personas que no vemos, aún siendo nuestros más queridos amigos, se evaporan insensiblemente con el paso del tiempo hasta llegar al estado de nociones abstractas, lo que hace que nuestro interés por ellas se convierta poco a poco en un asunto de razón, o por decirlo de otro modo, de tradición. El sentimiento vivo y profundo queda reservado para quienes están ante nuestros ojos, aunque sólo sean los animales que amamos.” “Para la felicidad del individuo [...], debemos disuadirle de asignar demasiado valor a la opinión de los demás. Si a pesar de todo, así como nos demuestra la experiencia, el hecho se presenta cada día; si la mayoría de las personas estiman más la opinión de los otros, y si se preocupan más por ella que por lo que, al pasar en su propia existencia, existe inmediatamente para ellos; si, por una inversión del orden natural, la opinión les parece ser la parte real de la existencia, no pareciéndoles la otra mas que la parte ideal; si hacen de lo que es derivado y secundario el objetivo principal, y la imagen de su ser en la cabeza de los otros les importa mas que su mismo ser; esta apreciación directa de lo que directamente no existe para nadie constituye esa locura a la que se le ha dado el nombre de vanidad, para indicar así el vacío y lo quimérico de esta tendencia.” “Los únicos males futuros que con razón deben abrumarnos son aquellos cuya llegada son y el momento de ésta son seguros. Pero son muy pocos los que están en este caso, pues los males son simplemente posibles y a lo sumo verosímiles, o bien seguros, pero la época de su llegada dudosa. Si nos preocupamos por las dos clases de males, no tendremos un momento de descanso. En consecuencia, a fin de no perder la tranquilidad de nuestra vida a causa de males cuya existencia o época son imprecisas, debemos habituarnos a contemplar a los unos como si nunca debieran llegar y a los otros como si no debieran llegar pronto.” “La paz del corazón, verdadera y profunda, y la perfecta tranquilidad del alma, esos bienes supremos en la tierra después de la salud, sólo se encuentran en la soledad y, para ser permanentes, en el retiro absoluto. Entonces cuando el yo es grande y rico, gustamos la condición más feliz que puede encontrase en este pobre bajo mundo. Sí, digámoslo abiertamente: por muy estrechamente que la amistad, el amor y el matrimonio unan a los humanos, sólo se desea, enteramente y de buena fe, el bien para sí mismo, o a lo sumo para un hijo. Cuanto menos necesidad tengamos, por razones objetivas o subjetivas, de estar en contacto con los hombres, mejor nos encontraremos. La soledad, el desierto, permiten abarcar todos los males de una sola vez. La sociedad, en cambio, es insidiosa. Oculta males inmensos, con frecuencia irreparables, detrás de una apariencia de pasatiempo, de conversaciones, de distracciones, sociales o similares. Un estudio importante para los hombres sería aprender desde temprano a soportar la soledad, esa fuente de felicidad y de tranquilidad intelectual.” “La cortesía reside en un acuerdo tácito de no destacar, los unos en los otros, la miseria moral e intelectual de la condición humana, y de no reprochársela mutuamente.
De ello resulta, en beneficio de ambas partes, que esa miseria aparezca menos fácilmente. Cortesía es prudencia. Descortesía es pues necedad: hacerse enemigos, por grosería, sin necesidad y con corazón alegre, es demencia; es como si se prendiese fuego a la casa. Porque la cortesía es como una moneda falsa: ahorrarla es prueba de locura, utilizarla con liberalidad, razón.” “Cuando todo nuestro cuerpo está sano e intacto, salvo un pequeño lugar lastimado o dolorido, la conciencia cesa de percibir la salud del todo. La atención se dirige por entero al dolor de la parte lesionada, y desaparece el placer determinado por el sentimiento total de la existencia. Del mismo modo, cuando todos nuestro asuntos son de nuestro gusto, salvo uno solo que nos desagrada, ése es, incluso siendo de mínima importancia, el que tenemos sin cesar dando vueltas en la mente. A él se dirige constantemente nuestro pensamiento y rara vez a las otras cosas mas importantes, que marchan según nuestros deseos. En ambos casos lo que está lesionada es la voluntad. La primera vez, tal como ella se objetiviza en el organismo; la segunda en los esfuerzos del hombre.” “Un punto importante para la sabiduría en la vida es la proporción en que consagramos una parte de nuestra atención al presente y la otra al futuro, a fin de que el uno no nos arruine el otro. Hay mucha gente que vive demasiado el presente: son los frívolos. Otros, demasiado en el futuro: son los temerosos y los inquietos. Se guarda rara vez la justa medida. Esos hombres que, movidos por sus deseos y esperanzas, viven únicamente en el futuro, con los ojos siempre vueltos hacia delante, que corren con impaciencia anticipándose a las cosas futuras, porque piensan que ellas le van a aportar más tarde la verdadera felicidad, pero que, mientras tanto, dejan huir el tiempo presente que descuidan sin gozarlo, se parecen a esos asnos, en Italia, a quienes se les hace apresurar el paso mediante un fardo de heno atado a un palo ante sus cabezas. Ven el fardo siempre muy cercano ante ellos y mantienen la esperanza de alcanzarlo. En efecto, tales hombres se engañan a si mismos durante toda su existencia viviendo eternamente ‘ad interim’ hasta su muerte. Así, en vez de ocuparnos sin cesar exclusivamente de planes y trabajos futuros, ni de entregarnos, a la inversa, a lamentar el pasado, deberíamos no olvidar jamás que solo el presente es real, que sólo el es cierto, y que; por el contrario, el futuro se presenta casi siempre distinto de cómo lo imaginábamos y que el pasado ha sido tambien diferente. Lo que hace que, en suma, futuro y pasado tienen ambos menos importancia de lo que nos parece.” “Sólo el presente es verdadero y efectivo. Es el tiempo realmente pleno, y sobre él descansa exclusivamente nuestra existencia. Por eso siempre debe merecer a nuestro ojos una cordial bienvenida. Deberíamos gustar, con la plena conciencia de su valor, toda hora soportable y libre de contrariedades o de dolores actuales, es decir, no turbarla con rostros entristecidos por esperanzas perdidas en el pasado o aprensiones para el porvenir. ¡Nada más insensato que postergar un a buena hora presente o arruinarla deliberadamente por inquietud acerca del futuro o por lamentos del pasado!