Aforismos de Zürau
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Franz Kafka
Aforismos de Zürau Edición, prólogo y epílogo de
Roberto Calasso Traducción del alemán de los Aforismos de Zürau : Claudia Cabrera Traducción de ‘El esplendor velado’: Edgardo Dobry Traducción de ‘Al margen’: Valerio Negri
México 2005 5
Título de la versión original: Aforismi di Zürau
Edition copyright © Adelphi Edizioni S.p.A., Milano, 2004 All rights reserved “Lo Splendore Velato,” from Roberto Calasso’s K . Copyright © Roberto Calasso 2002 Originally published in Italy by Adelphi Edizioni, Milano All rights reserved Traducción del alemán de los Aforismos de Zürau : Claudia Cabrera Traducción de ‘El esplendor velado’ (cedida por Anagrama): Edgardo Dobry Traducción de ‘Al margen’: Valerio Negri Ilustración de portada: Secreto inútil , de Manuel Felguérez, 2004 Acrílico y óleo sobre tela, 189.5 x 220 cm Cortesía Galería López Quiroga Fotografía: Carlos Alcázar Copyright © Editorial Sexto Piso S.A. de C.V., 2005 Avenida Progreso # 158, 3er piso Colonia Barrio de Santa Catarina Coyoacán, 04010 México D.F., México www.sextopiso.com ISBN 968-5679-47-9 Derechos reservados conforme a la ley Impreso y hecho en México 6
ÍNDICE
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Al margen Roberto Calasso 17
AFORISMOS DE ZÜRAU Franz Kafka 127
El esplendor velado Roberto Calasso 163
Fuentes
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AL MARGEN
Por Roberto Calasso
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Cada mañana, en la Bodleian Library de Oxford, en la sala 132 del edicio moderno,
sobria, no disímil de un aula de colegio, estudiaba el manuscrito del Castillo. Me estaba acostumbrando a esos cuadernos escolares, sin rayas. El primero estaba cubierto, de un margen al otro de la página, con una escritura diminuta y angulosa, algunas veces a lápiz. Los otros dejaban en blanco la hoja a la izquierda, reservándola para correcciones que, sin embargo, aparecían muy de vez en cuando. Cada tanto estaban indicados en la hoja a la izquierda los títulos de los nuevos capítulos, mientras que en la hoja a la derecha, a la misma altura, el texto proseguía 11
sin siquiera ir aparte, al tiempo que el nal
del capítulo estaba indicado solamente con un tipo de efe oblicua. Un día pasé a la carpeta de los Aforismos de Zürau . El paisaje se presentaba totalmente diferente. Hojas sueltas —ciento tres— en formato rectangular, 14.5 x 11.5 cm, en papel muy delgado, color amarillo pálido, obtenidas cortando en cuatro cierta cantidad de papel para cartas. Los fragmentos estaban todos numerados en progresión, arriba a la derecha, y variaban de la breve frase tomada individualmente, (por ejemplo 16, 23, 30, 44, 68, 77) al bloque de una docena de oraciones (por ejemplo 86, 104). Así aparece el texto que Max Brod había publicado por primera vez en Frankfurt en 1953, incluyéndolo en la antología de escritos póstumos Preparativos para una boda en el campo y añadiéndole un título ya céle12
bre: Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero. Nunca, para uno de sus textos, Kafka había ideado una disposición semejante de la página y de la secuencia. Y aun cuando no haya indicio, ni directo ni indirecto, de alusiones hechas por Kafka relativas a la exis-tencia de estos aforismos, prevalece la idea de que hubiese planeado publicarlos de acuerdo a como los había distribuido en esas delgadas hojas. Pensamiento sustentado por el hecho de que casi en su totalidad los fragmentos habían sido transcritos, algunas veces con ligeras modicaciones,
de dos cuadernos en octavo que estaba escribiendo durante esos meses: era como si hubieran sido extraídos de una determinada forma para ser articulados en otra. Los aforismos que no aparecen en aquellos cuadernos son ocho, agregados por Kafka 13
en un segundo momento —probablemente en el transcurso del año 1920— y separados de los anteriores por una breve raya que aquí se mantiene. Considerando la manera como había sido concebido, el manuscrito ponía en relieve el aspecto de unicum que distingue a los Aforismos de Zürau , de hecho no equiparables a ningún otro precedente, de no ser por ocultas anidades (tal vez en
primer lugar a Hebbel y Kierkegaard —el cual, además, era una de las lecturas de Kafka en aquel periodo). En cuanto a la denominación «aforismos», aquí adoptada, debe ser entendida como una vaga aproximación, por-que estos fragmentos no respetan ni siquiera la forma clásica del aforismo —tal y como la encontramos igualmente representada en Kraus o en Chamfort. Más bien: respetan esa forma en cierto número de casos (28, 62, 94, 100), pero se le apar14
tan bruscamente en muchos otros. ¿Cómo denir, por ejemplo, el fragmento 47 si no
como un apólogo? Cuanto más estudiaba de cerca aquellas hojas delgadas y sus conexiones con los cuadernos y las cartas escritas por Kafka en los meses de Zürau, más me parecía evidente que esos textos debían ser leídos exactamente en la forma en la cual Kafka los había dispuesto, como esquirlas de meteoritos caídas en regiones desérticas. Curiosamente, estos fragmentos fueron publicados y traducidos en diversas ocasiones, pero ninguna edición siguió hasta ahora dicha vía. Y esto me incitó a intentarla. Posteriormente, pensé en incorporar al texto el capítulo XV de K., que trata no sólo de estos aforismos sino de toda la estancia de Kafka en Zürau —y del signicado que
asumió en su vida. Al revisar esta traduc15
ción, que se remonta al periodo en el cual escribía K., fue un placer y un alivio ser favorecido por la precisión y la agudeza de Maddalena Buri. En cuanto difíciles de entender, los Aforismos de Zürau son difíciles de traducir, inclusive allá donde se presentan engañosamente límpidos. Me propuse no atenuar las asperezas ni las extrañezas, que forman parte del «esplendor velado» de estos fragmentos. R. C.
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AFORISMOS DE ZÜRAU
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El asterisco indica los aforismos que fueron tachados a lápiz por el autor en el manuscrito original. 18
1
El verdadero camino pasa por una cuerda que no está tensada en las alturas, sino apenas por arriba del suelo. Más pareciera estar destinada a hacernos tropezar que a ser recorrida.
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2
Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia, una interrupción prematura de lo metódico, un estacar aparente de la cosa aparente. 3
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Existen dos pecados capitales del hombre de los que derivan todos los demás: la impaciencia y la inercia. A causa de la impaciencia fueron expulsados del Paraíso, a causa de la inercia no han regresado. Pero quizá sólo haya un pecado capital: la impaciencia. A causa de la impaciencia fueron expulsados, a causa de la impaciencia no regresan.* 4
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Muchas sombras de los difuntos no hacen otra cosa que lamer las mareas del Río de los Muertos, porque proviene de nosotros y todavía conserva el sabor salado de nuestro mar. Entonces el río, asqueado, se repliega, uye a contracorriente y conduce a
los muer-tos de regreso a la vida. Pero ellos son felices, cantan alabanzas, agradecidos, y acarician al indignado. 5
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A partir de un cierto punto, ya no hay regreso posible. Éste es el punto a alcanzar. 6
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