TEXTOS DE HTTP://WWW.PORDIGNIDAD.BLOGSPOT.COM HTTP://WWW.PORDIGNIDAD.BLOGSPOT.COM.AR/ .AR/
ABOLICIONISMO Abolir la Prostitución por Alberto B Ilieff
“Desde el abolicionismo, luchamos por un mundo en que ningún ser humano sea prostituido, explotado ni oprimido, donde la libertad sea sinónimo de inexistencia de opresión y explotación.” Discurso de Apertura de las Segundas jornadas nacionales abolicionistas sobre prostitución y tratade mujeres y niñas/os (san Miguel de Tucumán, 10 y 11 de diciembre de 2010) a cargo de la Campaña Abolicionista de Buenos Aires. Abolicionismo:: Doctrina que propugna la anulación de leyes, preceptos o costumbres que se consideren atentatorios a Abolicionismo principios humanos o morales. (Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe) Este término que se aplicó principalmente a la corriente que propugnaba la abolición de la l a esclavitud esclavitud,, posteriormente se extendió al movimiento que busca la terminación definitiva definitiva de la práctica de la prostitución, apoyando a las mujeres a salir de tal situación además de combatir la causas que la provocan, seas estas simbólicas o materiales, entendidas como condiciones socio-económicas en un momento histórico determinado. De este modo establece una conexión significativa entre la esclavitud tradicionalmente entendida y la acción prostituyente que se ve claramente expresada en la trata de personas con fines de explotación sexual, aceptada como la esclavitud del siglo. El abolicionismo surgió en Inglaterra en l879 por iniciativa de Josephine Butler como un movimiento de cambio social que quita a la prostitución de la esfera privada para llevarla a la pública, considerándola un asunto político. Aparece como reacción contra los sistemas reglamentaristas adoptados por los gobiernos europeos que basados en razones higienistas de salud pública ejercían restricciones que sometían aún más a las mujeres en situación de prostitución. Butler lidera una campaña contra la ley de Enfermedades Infecto-Contagiosas inglesa de 1869. En 1875 funda en en Liverpool la «Federación británica y continental a favor de la abolición de la reglamentación oficial de la prostitución», denunciando el proxenetismo y visualizando como responsables de la existencia de la prostitución a los clientes. Este movimiento tuvo rápido eco y es así que en 1902 se celebra en París la 1ª Conferencia Internacional aprobando el Acuerdo Internacional Para la Represión de la Trata de Blancas que será firmado por trece países. A partir de ese momento la prostitución y la trata de personas, indisolublemente unidas, son problematizadas y estudiadas, logrando el surgimiento de varios acuerdos internacionales que apuntan hacia la abolición de las condiciones que posibilitan la prostitución hasta culminar el 2 de diciembre de 1949 cuando la Asamblea General General de Naciones Unidas declara el Convenio Internacional para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena. Ajena. Al ser este Convenio una declaración de derechos humanos, el tema que contiene queda indisolublemente unido a ellos, de modo tal que en adelante la prostitución debe ser considerada dentro de este marco. Este documento internacional comienza en su Preámbulo con el siguiente párra fo: “Considerando que la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución, son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana y ponen en peligro el bienestar del individuo, de la familia y de la comunidad”
Una nota que no es posible olvidar es que el abolicionismo desde su comienzo fue un movimiento crítico de la modernidad, cuestionador del sistema imperante, de los privilegios y de la inmovilidad tradicional. Por eso se opone desde su propia filosofía y práctica a las tendencias reglamentaristas o prohibicionistas que son simplemente una variación de lo ya establecido, cambiar algo para que nada cambie. El abolicionismo desmorona la naturalización de estas prácticas y las devuelve a su base sociohistórica. De esta manera propugna que ellas son pasibles de modificación y aún de supresión. Desnaturaliza, difunde y busca la desactivación definitiva de todos los factores socio políticos y culturales que implican desigualdad y sometimiento, en especial de la mujer. Estos mecanismos son los responsables de que gran parte de la humanidad se halle en situación de vulnerabilidad y por lo tanto de riesgo. Es un dato conocido que las personas personas en situación de prostitución, en general, tienen bajo nivel educativo y económico, proceden de familias desestructuradas, un porcentaje muy elevado de ellas ha sufrido abuso sexual, viviendo situaciones de marginalidad social o exclusión, llegando en muchos casos a la drogadependencia. De esta misma situación proceden o
llegan las mujeres migrantes que suelen tener hijos y otros familiares a cargo en su país de origen, frecuentemente en situación irregular, sin conocimiento de los recursos ni de la cultura del país de acogida, en ocasiones con formación y capacitación profesional pero que les resulta inútil pues no se halla homologada por su misma condición de migrante, mucho más si es ilegal. Con esto no quiero decir que la pobreza sea causa de la prostitución, no existe una relación lineal, porque esta se da en todas las capas sociales, pero sí implica una situación de desigualdad importante que unida a otras se convierten en terreno propicio. Una institución social fundamental para comprender este fenómeno es la del patriarcado. Este estructura la sociedad de manera jerárquica estableciendo la superioridad del hombre sobre las mujeres, lo que implica un rango de poder. El ordenamiento social, educación, costumbres, premios, castigos, el cuerpo, los vínculos, la religión y cualquier otro vector que se quiera analizar están configurados de manera patriarcal. Esto supone una desventaja inicial, una violencia basal hacia todas aquellas personas nacidas mujer o asimiladas a esta condición (homosexuales, travestis, transexuales). Desde
esta perspectiva es “natural” que existan un grupo de personas “públicas” disponibles para la satisfacción sexual de los hombres, tan natural como que estos cuando así lo quisieren puedan pagar para acceder al cuerpo de otro/a. Este ordenamiento implica, como dijimos, una diferencia de poder, la que se verifica en la menor posibilidad que tienen las mujeres para acceder a la educación, capacitación, a su desarrollo personal integral, lo que desde un comienzo las vulnera y deja en situación de riesgo. La prostitución es una cuestión de género en la medida en que la mayoría de las personas en prostitución son mujeres. El abolicionismo entiende que la prostitución es una consecuencia de estas condiciones, es resultado de prácticas de desigualdad y sometimiento. Desde esta perspectiva la prostitución nunca es una elección (trabajo) sino una forma de subordinación social.
Una crítica reiterada al postulado abolicionista es el de “moralismo”. Más allá del afán de desacreditarlo, es necesario reivindicar que efectivamente se parte de principios morales y éticos basados en los derechos humanos, en postulados filosóficos y en los logros conquistados en las luchas libradas por los movimientos sociales, especialmente los movimientos feministas. De ahí que su reclamo sea para lograr la igualdad, la no discriminación, la restitución de derechos. La abolición de la prostitución se enmarca dentro de los movimientos que impulsan la prevalencia y la concreción de los Derechos Humanos y surge como una exigencia de aplicaci ón de los mismos. Un principio básico de estos derechos es el de la dignidad dignidad,, entendido como inherente a las personas, sin importar ningún tipo de condición. Esto implica que todo ser humano, por elúnico hecho de serlo, tiene su fin en sí mismo que es irreductible, por lo tanto nunca puede ser tomado como objeto o fin para otra persona o puesto al servicio o para la satisfacción ajena. La dignidad es un Derecho Humano básico y como todos los otros, irrenunciable. Esto significa que no existe existe posibilidad alguna de que una persona pueda consentir o renunciar a su libertad o dignidad. Esto aparece plasmado en uno de los documentos fundantes del abolicionismo, el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena, surgido de Naciones Unidas, del que hablamos en párrafos anteriores. El abolicionismo busca la desaparición de la prostitución, en cuanto esta es un acto que atenta contra la dignidad humana, por lo tanto violatorio los Derechos Humanos. Atenta contra este principio al colocar a una persona como si fuera un objeto dispuesto para la satisfacción sexual de algún otro, lo que aparece reflejado claramente en el precio. Este acto de convertir a una persona en objeto es denigratorio, discriminante y, por lo tanto, un acto de violencia. Las acciones abolicionistas apuntan a modificar las condiciones de posibilidad que permiten la emergencia de la prostitución como fenómeno social, nunca individual. Estas condiciones son múltiples haciendo de este un fenómeno complejo. Una de ellas es el sistema patriarcal, patriarcal, en símismo también múltiple y complejo; otra son los condicionantes económicos englobados en el capitalismo, que al impedir el acceso a la educación y capacitación, así como a la salud en su sentido amplio, impiden el desarrollo pleno de las propias capacidades, reduciendo la posibilidad de elección, defensa, inserción social, y promoción, llegando a la exclusión social. social. En cuanto a la legalidad el abolicionismo exige la aplicación de políticas públicas restitutivas de derechos, y la erradicación de la desigualdad de género. Considera a toda persona sujeto de Derecho, en oposición a objeto de Derecho. Desde el punto de vista penal busca la sanción de los proxenetas, rufianes y tratantes, asícomo el cierre de los prostíbulos bajo cualquier denominación (saunas, whiskerías, clubes, etc.) también la visibilización y responsabilización del
prostituidor, mal llamado “cliente”, por ser este parte activa y necesaria en el proceso prostituyente. Considera que las personas en situación de prostitución deben ser asistidas mediante la aplicación de políticas públicas capaces de restituir y garantizar los derechos que les han sido negados.
De este modo las conductas de las personas en prostitución se consideran emergentes de un marco mayor, de una situación social, por lo que la visión sobre estas personas es protectora, reivindicativa de sus derechos, y rechaza cualquier intento de penalización, sanción, persecución, registro, contro l médico o de otro tipo de las mismas. El abolicionismo de la prostitución es una consigna básica de gran parte del feminismo ya que considera que esta institución forma parte del sistema patriarcal de subordinación de la mujer. Hace una clara diferenciación entre la mujer en situación de prostitución, con la que es netamente solidario, y la prostitución como fenómeno social a la que critica radicalmente. Para este feminismo que propugna un efectivo cambio social, la prostitución es el resultado más claro y efectivo de lo que ha llamado desigualdad de género. Desde esta perspectiva basada en el principio de la dignidad, no existen, y sería ilógico sostener otra postura, distintos tipos de prostitución. Las corrientes reglamentaristas establecen dos modalidades, la forzada que estaría dada por la trata de personas y la libre o voluntaria que sería aquella ejercida por propia voluntad de las personas. Estas corrientes, de neto corte individualista, ven a la prostitución que llaman “voluntaria” como una cuestión personal, que hace a la libre decisión de las personas implicadas y no como lo que es, una cuestión social. Por el contrario, la prostitución no es un tema individual, que depende de la postura personal de alguien determinado, sino que es una problemática social que atraviesa todas las capas conformando el sistema prostituyente. La prostitución como sistema y como institución social destina un grupo de mujeres, niñas y niños para ser convertidas en objetos fragmentados disponibles para el uso y satisfacción de quienes puedan pagarlo. Y como dije, al ser un acto de violencia que objetiva a la persona, se constituye en una conducta que daña la dignidad humana y que por lo tanto viola los Derechos Humanos, por lo que nunca puede ser considerada un hecho individual, dependiente de la propia decisión, por lo que, entonces, no cabe distinguir ningún tipo o modalidad de prostitución. Como consecuencia de este razonamiento, el abolicionismo considera que la persona en prostitución es víctima. Suecia que ha sido señera en su elaboración y concreción del abolicionismo, considera a la prostitución como una violencia ejercida sobre las mujeres, por ello la persona en situación de prostitución es tratada como una víctima mientras que los prostituidores son perseguidos penalmente. La prostitución es considerada como un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. En 1999 en Suecia se aprobó una ley que penaliza la compra de servicios sexuales y no penaliza la venta de dichos servicios. Esta ley fue aprobada por el 80% de la población. Vale destacar que esto no ha sucedido sin una clara intervención gubernamental pues se han invertido muchos recursos en campañas de información destinadas a la población, a la capacitación de funcionarios especialmente policía y justicia, y en capacitación y ayuda a las personas en prostitución. Desde una visión centrada en los derechos humanos y en los principios democráticos, la satisfacción sexual mediante pago es éticamente inadmisible porque implica cosificación de la persona humana, subordinación y abuso, basados en la menor posibilidad de desarrollo personal. En este caso no importa que quien paga por su propia satisfacción sea de igual clase social o hasta que tenga menor capacidad económica que la persona en prostitución. Eso no invalida el hecho del pago a cambio del uso. Desde estos principios éticos la desigualdad no puede ser aceptada ni tolerada, la democracia seguirá siendo un anhelo lejano mientras gran parte de la población tengan sus derechos vulnerados y su capacidad de desarrollo notoriamente disminuida. Del mismo modo no es posible aceptar que haya dos tipos de mujeres, las que pueden elegir como manejar su libertad y quienes se hallan en una posición subordinada explícita. El abolicionismo se opone tanto al prohibicionismo como al reglamentarismo: -
Al prohibicionismo porque persigue y reprime tanto a quienes explotan la prostitución ajena como a las personas en
situación de prostitución, igualando la responsabilidad entre todos los involucrados, sin cuestionar las relaciones de poder propias del sistema prostituyente. Recordemos que para el abolicionismo la persona en situación de prostitución no debe ser penada porque es víctima de una situación dada en la que esta actividad es una forma de sobrevivencia. -
Al reglamentarismo porque legaliza los prostíbulos y la explotación de la prostitución de otras personas, convirtiendo
a los proxenetas y rufianes así como a los tratantes en “industriales” honestos. Al decir que la prostitución es un “trabajo” como cualquier otro la está promoviendo, ofreciendo como posibilidad a los/las jóvenes. Convalida socialmente, estabiliza y reafirma la naturalización de una situación de desigualdad. -
También porque hace girar toda la actividad en torno a la mujer y la somete a condiciones denigratorias tales
como la inscripción obligatoria en un registro especial, les impone exámenes médicos periódicos, especialmente
ginecológicos, para garantizar la salud de los “clientes” (prostituidores) ; las persigue si ejercen la actividad en la vía pública así como a aquellas que no se hallen registradas. Concluyendo, el abolicionismo propone examinar las condiciones de posibilidad que dan como resultado el fenómeno de la prostitución, sean estas del orden estructural de las condiciones económicas como simbólicas y actuar decididamente
hacia su abolición, incluso aplicando la ley penal y políticas públicas que eximan de responsabilidad penal y moral a la mujer y le provean recursos para su inserción y promoción social.
“Defendemos el abolicionismo como una postura, fundamentalmente, de profunda solidaridad con las mujeres prostituidas y expresamos nuestra crítica radical a la prostitución como fenómeno social de subordinación femenina.” “Criterios Normativos del Abolicionismo sobre la ExplotaciónSexual” Dra. Rosa Cobo Bedía
PROHIBICIONISMO Prohibir la prostitución por Alberto B Ilieff
Mientras que el abolicionismo busca la desaparición de la prostitución mediante la intervención en las condiciones sociales que propician su aparición, el prohibicionismo apunta al mismo objetivo pero mediante el uso de la represión penal aplicada a través de la acción policial. En estos casos el bien jurídico que se protege puede ser la seguridad pública, la salud pública, la moral. En el caso del abolicionismo las personas en prostitución son consideradas víctimas de la explotación sexual de su cuerpo y por esto se busca que se dicten políticas públicas para su inserción social y la recuperación de sus derechos dañados.; la acción penal queda reservada únicamente para quienes inducen, mantienen y se benefician de la prostitución ajena no para las personas sometidas a prostitución. En el sistema prohibicionista las personas en prostitución son consideradas delincuentes por lo que se las reprime penalmente. El régimen prohibicionista considera la prostitución como tal un "delito" y propone su eliminación. Las experiencias prohibicionistas han demostrado un resultado negativo porque al no actuar sobre las causas de la prostitución, esta se sostiene y al ser convertida en delito se esconde de la vista. La corrupción de los representantes del orden, funcionarios públicos, policías, políticos, jueces, no decrece. La situación de las mujeres empeora ya que quedan aún más sometidas bajo el poder de proxenetas y tratantes. Además, cuando se da la intervención policial, son ellas las que terminan multadas y encarceladas y raramente los otros componentes del sistema prostituyente. A nivel simbólico el prohibicionismo no produce modificaciones, al contrario, refuerza los prejuicios sobre las personas en
situación de prostitución, acerca de su peligrosidad, de su carácter antisocial, de su “maldad” y “vicio”, convirtiéndolas, ahora, en delincuentes. El resultado de estos prejuicios es hacer recaer toda la responsabilidad sobre la persona en situación de prostitución, de todo cuanto a ella le pasa y de todo lo relacionado con esa actividad, relevando de ella a quienes integran el sistema prostituyente, de esta manera el estigma social se ve reforzado. La práctica indica que por más que también se persiga a proxenetas y rufianes, quienes terminan siendo detenidas y juzgadas son las personas sometidas a la prostitución. El resultado de la práctica prohibicionista es la discriminación y exclusión de la persona prostituida lo que implica mayores riesgos para su salud mental y física, provocándole dificultades para una integración en la sociedad y, particularmente, en el acceso a los servicios sanitarios públicos. Si en cualquier sociedad el acceso a los sistemas de salud para la persona en prostitución se ve seriamente comprometido, al ser convertida en delincuente, esto se ve mucho más reducido, quedando expuesta al aislamiento social y a factores de riesgo importantes para su salud. Esto implica también un serio deterioro al dañar las relaciones interpersonales y la posibilidad de acceder al aprendizaje de habilidades sociales y laborales. Desde este punto de vista puede ser considerada como una especie de ciudadanía de categoría inferior. Este punto es importante dado que los riesgos en la salud de las personas en prostitución son elevados. No solamente implican las posibilidades de infecciones de transmisión sexual, sino la aparición de otras enfermedades y trastornos psíquicos, especialmente en las mujeres. Estos trastornos psicológicos que sufren tienen su origen en el desarrollo de la actividad misma, en la que el cuerpo y su interior están constantemente en juego, además de las agresiones físicas, amenazas y violaciones de que son objeto durante el ejercicio de la actividad, así como del continuo falseamiento de su propia realidad ante la sociedad y muchas veces ante su propia familia. El sistema prohibicionista teóricamente iguala responsabilidades y niega las relaciones de poder propias del sistema prostituyente y patriarcal, y al negarlas borra de un plumazo las desigualdades de género y de clase social. Como la mayoría del derecho penal quienes lo padecen especialmente son las minorías, esto es, las clases sociales sometidas, aquellas que menor poder de defensa tienen y las mujeres. En general, más allá de su aplicación a este tema específico, el prohibicionismo ha dado muestras de ineficacia, de incapacidad para modificar las situaciones ya dadas como para prevenirlas. Si bien se dice que la presencia de la ley, de por
sí, disuadirá, si no hay detrás una fuerte voluntad política para su aplicación y programas aplicados, no solamente escritos, que apunten a las condiciones que originan lo s hechos, la ley deviene única mente en represora. “Implica la sanción y el castigo, tanto para quienes acepten un pago a cambio de sexo como para quienes lo demanden. Penaliza la totalidad del sistema. Lo cierto es que en el marco de la cultura patriarcal la tendencia es a penalizar a las mujeres en situación de prostitución y a absolver, en la mayoría de los casos, a los clientes- prostituyentes.” “Una
perspectiva abolicionista sobre la prostitución y la trata” Campaña Ni una mujer más víctimade las redes de prostitución.
REGLAMENTARISMO Reglamentar la Prostitución por Alberto B Ilieff
“Queremos que se nos respete como mujeres autónomas, mayores de edad y sujetos de derecho que somos” Georgina Orellano, tesorera de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR CTA) El sistema reglamentarista es uno de los tres sistemas que los gobiernos intentan ante la problemática de la prostitución,
los otros dos ya los hemos visto en este espacio: el abolicionismo y el prohibicionismo. El sistema jurídico reglamentarista es visto como un mal menor. Parte de la formulación que dice que la prostitución existirá por siempre y que, por lo tanto, no puede ser combativa porque se halla motivada en el deseo sexual masculino que debe ser satisfecho para no acarrear males mayores, pero que de algún modo debe ser socialmente controlada ella misma y los delitos que le están relacionados, se pretende de este modo al menos tenerla contenida y controlada. El actual sistema reglamentarista es heredero del tradicional en cuanto se halla basado en razones sanitarias, económicas, de moral pública y protección de las personas para fundamentar el blanqueo de la prostitución y la legitimación de su explotación, y ha incorporado argumentos basados en los derechos humanos según los cuales la prostitución formaría parte del derecho de las mujeres a decidir sobre sus vidas. La reglamentación de la prostitución es un movimiento cuyo objetivo es controlar y ordenar la prostitución de acuerdo con reglas emitidas por el Estado, como pagos de impuestos, derecho a la seguridad social, a pensión, etc. Dicha reglamentación considera a la prostitución como un trabajo digno y legitimo. El cuerpo de la persona considerada trabajadora sexual es el instrumento de trabajo; sólo persigue los prostíbulos ilícitos o clandestinos. Consiste en delimitar los espacios públicos y privados, regular horarios y características de la prestación, establecer derechos y obligaciones de las personas en prostitución, propietarios de los locales donde se ejerce la misma, clientes y autoridades. Dentro de este control el aspecto sanitario es importante así como la prevención de la violencia y abuso sexual contra las personas que realizan esta actividad. La reglamentación de la prostitución aparece a través del tiempo, ya en la antigüedad se establecieron prostíbulos administrados por el estado. En la actualidad varios países han aceptado el hecho prostitutario y establecido normas para el ejercicio de esta actividad. Con relación a la prostitución los países no se han puesto de acuerdo, incluso se han contradicho a lo largo del tiempo. Recordemos que la prostitución se convierte en tema de interés y preocupación internacional a mediados del siglo 19, a partir de entonces se suceden distintos tratados internacionales, de carácter abolicionista, culminando el 2 de diciembre de 1949, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas dicta el Convenio Internacional para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena,documento que coloca a la prostitución como un atentado contra los derechos humanos. Desde ese momento la situación política internacional varía grandemente y de manera muy rápida y muchas veces dramática, por lo que este tema también va sufriendo variaciones ha sta llegar a los años ochenta en que distintos países se alejan del Convenio nombrado y comienzan a distinguir dos tipos deprostitución: forzosa y no forzosa o voluntaria. La segunda, de carácter voluntario y electivo sería objeto de regulación estatal. La reglamentación ha recibido un empuje importante con el neoliberalismo dado que este es una teoría basada en el individualismo, la renta y el consumismo con total indiferencia de principios éticos, morales; siendo fundamentalmente de corte individualista, no toma en cuenta a la sociedad como un todo. A esto se unen algunas corrientes de izquierda y feministas. Los argumentos que la sostienen pueden resumirse en tres puntos centrales: a) La prostitución es un trabajo.
Permite la distinción entre una prostitución libremente ejercida y otra forzada producto de la trata de personas, y obliga a un discernimiento, entre una y otra. Insiste en que la prostitución libre es parte de una elección dentro de otras posibilidades laborales y que como tal debe ser respetada y permitir el acceso a los mismos derechos que tiene cualquier persona trabajadora. Junto a este argumento y en apoyo al mismo habla de que la prostitución es inevitable y atemporal – siempre existió y existirá- , noción al servicio de la arraigada idea del carácter irresistible y legítimo del deseo varonil, que desborda ampliamente el terreno de la prostitución. b) La regulación termina con la presencia de proxenetas y tratantes. Elimina la prostitución infantil y la trata de personas y da seguridad a quienes ejercen la actividad. Quienes sostienen este sistema dicen que contribuirá a combatir la trata de personas, la explotación sexual de niños y niñas, el proxenetismo y la esclavitud en t odas sus formas. Al tener acceso los funcionarios gubernamentales a los establecimientos podrían controlar que en ellos no hubiera menores de edad, personas contra su voluntad u otro tipo de delitos. Sostienen que trabajo sexual y trata no son lo mismo, por el contrario, la primera es una actividad lícita y realizada de manera autónoma, y como tal, quienes la ejerzan deben gozar libremente de los mismos beneficios, derechos y libertades que el resto de la población trabajadora; mientras que la trata de personas es un delito que debe ser penado. Niegan que exista una relación entre la trata de personas y la prostitución. c) Libera y empodera a las personas que la practican, especialmente a las mujeres y elimina el estigma social sobre ellas. La persona en prostitución se acepta como dueña de su cuerpo y de su voluntad y el pago que r ecibe es la demostración de su poder. Estaría por encima de su cliente al poder fijar su propia tarifa, establecer días y horarios, el tipo de relación a mantener y elegir entre sus posibles clientes. Los argumentos centrales para el reglamentarismo giran en oposición a las posturas abolicionistas y la no reglamentación de la actividad por considerar que en ambos casos se vulnera los derechos humanos y laborales de quienes la ejercen, pues su derecho a trabajar en una actividad lícita, cobrar una retribución, acceder a jubilación y acceso a obras sociales, se ven dañados. La reglamentación supone un orden de legitimidad que busca asegurar los derechos de las personas que ejercen esta actividad y la calidad del servicio para los usuarios.
Desde esta postura se critica al abolicionismo por considerarlo “moralista” por considerar que representa principios morales, especialmente religiosos, los que se contrapondrían al ejercicio libre de la sexualidad. Sostener esto es desconocer la historia del abolicionismo y su profunda relación con el feminismo y otros movimientos propulsores de un cambio social y una apertura hacia una sexualidad libre e integrada. Si lo que se busca es acusarlo de tener fundamentos éticos de otro tipo, eso es innegable por cuanto es un movimiento perfectamente integrado a los derechos humanos y a la defensa de estos. Por otro lado, la acusación también es injusta por cuanto el ser moral es parte de la constitución humana, de ahí que toda actividad, sea esto reconocido de manera conciente o no, implica un punto de partida ético a partir del cual es llevada adelante y en esto no difieren el abolicionismo, reglamentarismo o prohibicionismo. Mientras que el abolicionismo habla de personas “en situación de prostitución”aludiendo a las condiciones sociales y personales que darían como resultado la emergencia de la actividad, condiciones estas que si bien no determinan, condicionan fuertemente a los individuos al no brindarles posibilidades de desarrollo y de elección, por lo que son considerados víctimas de este marco; el reglamentarismo no acepta esta denominación por sostener que la prostitución es una elección laboral entre otras, que las personas que la ejercitan no son víctimas sino que hacen uso de su capacidad y dominio sobre su cuerpo. Dado que se consideran trabajadores/as es que no solicitan a los gobiernos ningún tipo de asistencia que les permita dejar esta actividad. Para esta postura el abolicionismo es paternalista al subestimar a las personas en prostitución al tratarlas como incapaces de decidir sobre sus propias vidas y de hablar por sí mismas. Oponen que no todas las personas que ejercen esta actividad lo hacen contra su voluntad o son explotadas. Paralelamente lo consideran moralizante, dicen que detrás de la no aceptación de la prostitución como trabajo se halla presente una moral sexual represiva. Para las personas que reclaman la reglamentación esta sería una forma deempoderamiento. Al colocarse como
“trabajadoras” estarían reconociendo un valor en sí mismas y en su actividad. El símbolo de este empoderamiento se halla en el dinero que reciben a cambio de prestar “un servicio”. También se manifestaría en no depender de otras personas (proxenetas), fijar sus propias tarifas y elegir a los “clientes”. Esto se relaciona con su idea de que no están vendiendo su cuerpo sino un servicio. Siendo un servicio como otros tantos, no establecen diferencia, en términos de “dignidad”, entre la prostitución y un trabajo como puede ser el de obrero o empleada de limpieza u oficinista, consideran de igual calidad o rango lo que se hace con las manos, el cerebro o los genitales.
Las mujeres en prostitución enarbolan la idea de ser dueñas de su propio cuerpo para reivindicar su derecho a prostituirse. Dicen coincidir con el movimiento feminista en cu anto reclama el este derecho, haciendo también suya la consigna “Mi
cuerpo es mío”. Así como las mujeres pueden decidir si abortar o no, también cabría el mismo argumento para la prostitución. Para estos grupos la regulación implicaría poder dejar la clandestinidad e incorporarse a la sociedad y al mercado laboral desde una posición de igualdad. Las reglamentaristas consideran que cualquier legislación que no sea en este sentido aumenta la clandestinidad y criminaliza la actividad poniendo en riesgo a las personas en prostitución. La reglamentación también tendría como efecto positivo la eliminación de la discriminación y estigmatización que afecta a las personas en esta actividad. En el fondo del reglamentarismo se encuentra el concepto de contrato. El acto prostitutario sería el resultado de un contrato celebrado libremente entre dos partes mayores de edad y en condiciones jurídicas de contratar. Aseguran que la reglamentación colocaría al trabajo sexual bajo condiciones dignas de higiene y seguridad tanto para las personas en situación de prostitución como para los clientes. Una constante es su reclamo por ser escuchadas, porque se les habilite la participación en los lugares de toma de decisiones respecto a esta temática. También consideran que, como sucede en algunos países, al no ser ilícita la actividad pero al mismo tiempo, no estar debidamente legislada, se cae en un vacío legal que favorece la acción de proxenetas. Esto significa que el ejercicio de la prostitución de personas mayores de edad y ejercido por voluntad propia no está penado pero tampoco hay una legislación que lo ampare, lo que en la práctica significa desamparo. De ahí que un reclamo constante sea la reglamentación de esta actividad en esos países. También sostienen que este vacío legal no les permite organizarse como sindicato, acceder a derechos y obligaciones laborales y a una jubilación. El reglamentarismo se apoya en el ideario abolicionista cuando sostiene que las personas en prostitución no deben ser perseguidas de ninguna manera, entienden que esto les permitiría agruparse y conformar cooperativas, sin jerarquías y autónomas, pero para lograr esto requieren de una ley. Esta propuesta consiste en la constitución de cooperativas de trabajo llevadas adelante y gestionadas por las personas en prostitución, sin proxenetas, en las que los gastos se paganen conjunto y cada persona se lleva el producido de su propia actividad. Esta forma de organización tendría un funcionamiento horizontal basado en el compromiso. Otro punto a contemplar es su consideración de que las ca mpañas que buscan sacarlas de las calles o el cierre de burdeles son totalmente ineficaces, que perjudican a las personas en prostitución al perseguirlas y que son simplemente efectos demagógicos electoralistas. Para algunos sectores de izquierda la reglamentación de la prostitución significa la ruptura con la heteronorma y al mismo tiempo la ruptura de modeloscentrados en la mujer monogámica heterosexual y reproductiva. Para los gobiernos la reglamentación implica un importante incremento de la base impositiva. Al imponer impuestos a la así llamada “industria sexual”, una de las que más ganancias obtienen en el mundo, incrementaría de manera importante el caudal económico que recibe, y por otro lado, al convertirse en dinero blanco, este podría ser invertido dentro del mismo país, siendo de este modo, promotor de la actividad comercial, este punto lo ampliaré al momento de ver las objeciones. En general la reglamentación consiste en: a) Los gobiernos otorgan permisos, habilitaciones, para instalar prostíbulos y establecen reglamentos para su funcionamiento. b) Concentran en determinados lugares o zonas a la actividad prostitutaria facilitando a la policía su vigilancia. Está penado el ejercicio fuera de estos lugares permitidos. c) Protege a la comunidad de la ofensiva y perjudicial proximidad de la prostitución y protege a los niños y jóvenes apartando las conductas socialmente no aprobadas de la vista pública. d) Establecen condiciones para las personas en prostitución no solamente en relación a la edad sino también al control sanitario obligatorio. e) Dicho control sanita rio se realiza mediante examen médico y se les extiende un certificado de salud que obligatoriamente deben exhibir para poder realizar la actividad. f) Facilita el control del tráfico de drogas y estupefacientes y delitos conexos con la prostitución g) Las personas dedicadas a esta actividad son inscriptas en un registro. h) Las personas en prostitución pagan impuestos como cualquier otra persona que trabaja. g) Se realizan, al mismo tiempo campañas contra la prostitución no regulada, que pasa a ser clandestina, como un medio de combatir la competencia que ésta hace a la prostitución reglamentada. Estas campañas implican en algunos casos multas o encarcelamiento para las personas en prostitución.
Neo reglamentarismo
Existe una supuesta variedad híbrida que podríamos llamar neo reglamentarista: mientras se mantiene el ideario abolicionista se aplica la regulación de la prostitución. Se fundamenta en la idea de mal menor o reducción de daños. Mientras valora las ideas abolicionistas, las encuentra utópicas, irrealizables en el presente, por lo que, “mientras
tanto” considera que la regu lación evita males mayores. Parte de un proyecto progresista, del supuesto que por paulatinos acercamientos se puede llegar a la abolición de la prostitución. Desde una visión superficial se puede decir que es un postulado contradictorio, que entre el ideal y la práctica se establece una distancia difícilmente de superar. Desde una visión más cercana, no hay tal contradicción porque es el hacer el que define, y en este caso, el hacer prioriza la idea regulatoria y al efectivizarla socialmente la refuerza y establece en el imaginario social. La reglamentación sostenida por la idea de minimizar los riesgos y de dar protección “laboral” no solamente no lo consigue sino que, al contrario, cronifica y estabiliza al sistema. De este modo lo que obtiene es hacer retroceder la posición de las personas en prostitución en la sociedad y su lucha por la igualdad. En adelante, el estigma recae sobre todas las personas en situación de prostitución, todas se vuelven pasibles de un precio y el patio de juegos de algunos y la maquinaria de enriquecimiento de otros. Si realmente se quieren reducir los daños, asistir a las personas en prostitución, es necesario un cambio social hacia una mayor equidad y justicia en la distribución de las riquezas. También habría que formar a hombres y mujeres en la igualdad y el respeto. Nadie debe creer que tiene el derecho a someter a otro y alquilarlo y que nadie sienta que su persona puede ser objeto de sometimiento y transacción. Estas posiciones naturalizan y confirman el lugar de las mujeres, niñas, niños, adolescentes, travestis, transexuales y transgéneros y su control como medios para sati sfacer el deseo masculino, como cuerpos al servicio del mismo.
OBJECIONES AL REGLAMENTARISMO por Alberto B Ilieff
Voy a encarar principalmente las objeciones acerca de la reglamentación de la prostitución, pues la reglamentación y el abolicionismo son las dos modalidades más importantes en relación a este tema. Diversos factores actúan para que la reglamentación tenga especial predicamento, uno de ellos es el sistema capitalista en su etapa neoliberal cruzada en algunos sectores con el posmodernismo, confluyendo en la llamada caída de los grandes relatos, la muerte de las ideologías y a la imposibilidad de determinar verdades que no sean limitadas y muchas veces
apenas sectoriales. El neoliberalismo en su intento de barrer las significaciones que no sean las de los mercados ha dejado huérfana a la sociedad de basamentos capaces no solamente de sostener el engarce social sino de poder erigir fundamentos más allá de la simple renta del capital. La mercantilización de todos los ámbitos, la priorización de los mercados y en función de esto, la conversión de todo en mercadería, ha dado un especial relieve a la prostitución como empresa y al cuerpo como máquina para producir dinero. Las ideas dominantes de esta época acompañan y sostienen a la reglamentación del mismo modo que el inmenso poder económico y político le abre puertas. Recordemos que la llamada “industria sexual” es una de las que más ganancias produce. Cifras que muchos estiman bastante moderadas, aportadas por Naciones Unidas estiman que lo obtenido solamente por la trata de personas (en muchas zonas superando a la venta ilegal de armas y al tráfico de drogas, llegando a ser el primer negocio ilegal) rondaría en los 32mil millones de dólares anuales, solamente con esto tendremos una idea aproximada de la fabulosa fortuna que genera y mueve, suficiente para abrir fronteras, pagar a funcionarios, políticos, medios de comunicación y a todos los que fuere necesario y se prestaren a ello. En relación a este tema puedo poner como ejemplo lo que sucede en Argentina donde una organización de personas en prostitución se declara reglamentarista y aboga por que la prostitución sea reconocida como trabajo; esta organización es recibida en los despachos oficiales, los medios masivos de comunicación difunden notas y reportajes donde ella es el centro, tienen publicaciones que se entregan gratuitamente de excelente calidad y muchas de ellas bilingües. Esta organización ha recibido enormes sumas de dinero para desarrollar su actividad, mientras tanto, al menos otras tres organizaciones de personas en prostitución que no
aceptan ser llamadas trabajadoras y que hacen lo posible por dejar esta actividad (Ammar Capital o Mujeres Argentinas por losDerechos Humanos, Asociación Lucha por la
Identidad Travesti-Transexual (Alitt) y M.A.L.), no reciben
financiamiento de ningún tipo y se valen de sus propios y escasos recursos. Estas organizaciones no son noticia, no son entrevistadas por los medios de comunicación o consultadas al momento de elaborar políticas. Sirva esto como exposición de lo que sucede y del diferente peso económico y político que se evidencia. Este ejemplo muestra la desigualdad en cuando a los medios y posibilidades de divulgación e incidencia en la población en general y factores de poder en particular, que existe entre los postulados reglamentaristas y los abolicionistas. Juegan también un papel muy importante los mecanismos de sostenimientos de las instituciones sociales y la inercia que se resiste a todo cambio, por positivo que este sea. La prostitución se halla naturalizada y arraigada en nuestras culturas, su existencia a través del tiempo la ha invisibilizado y alejado de un cuestionamiento profundo, mientras que las ideas abolicionistas en este campo, deben abrirse camino y buscar los medios para ser aceptadas y consideradas en el imaginario social. Objeciones
Casi como una consecuencia de lo expuesto, y como un punto importante en el sostenimiento del reglamentarismo es que: si la prostitución esta naturalizada, su regulación aparece también como una consecuencia lógica. Esto es así dado que se parte de que la prostitución siempre ha existido y existirá porque es “necesaria” como posibilidad de satisfacción del instinto sexual masculino. Aquí va el primero de los cuestionamientos. Hasta ahora no hay pruebas que sostengan la existencia de la prostitución en épocas remotas, y difícilmente las pueda haber porque se requiere de determinado régimen social de género, determinado ordenamiento de la sexualidad y de las disposiciones morales, sanitarias y legales respecto de la misma, de la distribución de los bienes, en definitiva, como todo fenómeno social depende de condiciones que lo posibiliten que de manera muy improbable se pueda sostener que siempre han existido. Aún en el supuesto de que fuera una actividad nacida casi con Adán, ello no implica en modo alguno legitimidad, Caín mató a Abel pero eso no legitima al homicidio. Por otro lado, ya ha quedado en la época mítica considerar que el deseo sexual masculino es irrefrenable, perentorio, que su contención puede traer daños a la salud o desencadenar consecuencias sociales catastróficas (violaciones) (para más datos véanse estudios de masculinidad). No existen datos científicos que demuestren que la sexualidad masculina requiere de un régimen especial, que no puede ser contenida o adecuadamente canalizada. Los estudios sobre masculinidades prueban que las características que se adjudican a la sexualidad masculina son más producto de la socialización patriarcal que de componentes biológicos, por lo tanto su origen es netamente cultural. El reglamentarismo al adscribir estas ideas –naturalización de la prostitución y de la exigencia del deseo sexual masculino) lo que logra es reforzar la desigualdad de género, acepta una visión denigrada del hombre como poseso de su sexualidad y de la mujer como objeto para su satisfacción. De este modo también sostiene la moral sexual dominante al sujetar a un grupo de personas para que sean los objetos de satisfacción de esta supuesta urgencia sexual masculina, la que también implica la división entre la mujer privada y la pública, la honesta y la prostituida. O sea que parte de hechos que científicamente no se pueden sostener. Podemos preguntarnos entonces, si la ciencia no confirma estos hechos, cómo es que la prostitución y su reglamentación van ganando espacio en el tiempo actual. Una respuesta posible es que avanza porque es parte del ideario conservador tradicional. En efecto, la prostitución y su normalización mediante la regulación sostienen a la mujer, a las minorías sexuales y económicas en su papel de vasallos, de sometidos. Es otro modo de regulación de las clases sociales, aún en el caso de la llamada prostitución vip, se trata de modos de sometimiento a las relaciones de poder clasistas. Las izquierdas o grupos libertarios que creen ir hacia un cambio social regulando la prostitución, en realidad se juegan en contra, no ven las relaciones de clase ni de patriarcado. El sostenimiento y avance también está dado por que favorece a la economía y principios del capitalismo neoliberal. En algunos casos se piensa, con bastante inocencia, que si el estado se opone, lo revolucionario es entonces regular la prostitución como modo de ir en contra o de ofrecer resistencia, cuando la realidad es que el estado o determinados gobiernos se oponen por consideraciones económicas que precisamente parten de una ideología de derecha y sostenimiento del capital. Se oponen porque el cuerpo de las personas en prostitución ofrece grandes ganancias en dinero negro, las que se distribuyen entre los funcionarios y partidos políticos y se vuelca a los mercados, tanto ilegales como legales para realizar nuevos negocios. El mercado de la prostitución con muy poca inversión y con materia prima
obtenible en cualquier calle, genera mucha más ganancia que otros, a tal punto que muchos países “exportan” a sus mujeres para que estas envíen luego dinero a su familia, o decididamente favorecen el abuso sexual infantil comercial (prostitución infantil) y adulta para atraer turistas. Es bastante esclarecedor ver como algunas izquierdas y derechas coinciden ampliamente en el sostenimiento de la prostitución, y por ende, de todo lo que ella implica. Se podría decir entonces que la salida o la ruptura con este orden de
cosas es la reglamentación, que de algún modo pondría freno a este negocio negro. Como veremos más adelante, la reglamentación es simplemente una fachada, un lavado de cara más dedicado a los proxenetas que pasan a ser
“comerciantes” o “industriales” mientras que el dinero negro sigue circulando y sosteniendo al capitalismo, ninguna de estas posturas apunta a un cambio profundo social. Libertad: Otro punto importante y que es el caballo de batalla del reglamentarismo es su reclamo porque sea respetada la
libertad que tienen las personas para optar por la prostitución. Con el lema “mi cuerpo es mío”, que obtuvieron del feminismo, reclaman su derecho a prostituirse. Esta frase es un principio innegociable del feminismo y significa para las mujeres recuperar la libertad para disponer de sus propios cuerpos, liberándose de las imposiciones que históricamente le han impuesto los varones, las religiones, el Estado, que desde hace milenios vienen decidiendo sobre ellas. Es una distorsión injustificable utilizar esa consigna tan preciada para el feminismo, para cosificar el cuerpo, ajeno o propio, como moneda de cambio, alienándolo de su subjetividad porque no hay un yo diferente al cuerpo. Somos persona en integridad. Consideran que la no reglamentación de la actividad lesiona su derecho a la libertad de elección de su estilo de vida, y de sus derechos laborales. De este enunciado se desprenden varios puntos a tratar: la cuestión de la libertad, a qué se llama trabajo, el derecho a prostituirse. Desde esta página sostenemos que el principio de derechos humanos fundamental primariamente vulnerado es el de la dignidad. Vale aclarar que todos los derechos humanos son solidarios entre sí, de tal modo que la violación de solamente uno de ellos también implica el daño a todos los otros, por eso este tema también podría ser contemplado desde el punto de vista de la libertad o la igualdad o de otros, pero sin perder de vista que lo que se halla en juego básicamente es la dignidad humana. Ya Naciones Unidas en su Convenio de 1949 para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena centro este tema al decir en su Preámbulo: “…la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución, son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana…”
La dignidad es un concepto central de lo que definimos como humanidad, solamente con haber nacido humano ya se es digno, digna, no correspondiendo ni estando sometido a ninguna circunstancia o condición externa. Este no es el lugar para desarrollar este punto, solamente decir que la dignidad hace que toda persona sea un fin en sí misma, que su vida no deba tener ningún otro objetivo que ella misma y que en toda circunstancia se es siempre sujeto, nunca objeto. Porque la persona es digna sus circunstancias sociales deben estar a la altura de esa dignidad, su casa, su alimento, su acceso a la salud, educación y todos los bienes indispensables para su desarrollo. Es precisamente en este punto donde la prostitución de revela como opuesta a los derechos humanos, porque justamente consiste en convertir a un ser humano en objeto, en un cuerpo, o mucho menos, partes de un cuerpo, suficientes para la satisfacción sexual de quien paga. La cosificación de la persona, el arrebatarle su ser sujeto es el acto de anulación de sus derechos como persona humana y por lo tanto es un acto de violencia. Acá no interesa la libertad, no interesa si la persona sometida ha aceptado di cho sometimiento o las moti vaciones psicológicas por las que lo haga, lo que importa es la conversión en objeto, es la violencia que no es redimida por el pago. Al contrario, el pago lo que hace es demostrar, poner en evidencia, el daño, actuaría como un fallido intento de compensación por lo que se produce. Por otro lado, y esto es fundamental en cuanto a los derechos, la libertad es la posibilidad de elegir entre opciones que permitan el desarrollo de una vida plena, justamente la prostitución no es un ejemplo de una actividad que permita el desarrollo integral y sano de la persona. Los importantes daños en el cuerpo, en lo psíquico y social demuestran lo contrario. Un hecho que el reglamentarismo oculta son los importantes daños a la salud que provoca esta actividad y que no dependen de si esta regulada o no. Debemos entender a la salud desde una perspectiva integral y no solamente como presencia o ausencia de enfermedad. En la prostitución la salud en el sentido amplio se ve profundamente deteriorada en sus aspectos sociales, físicos y emocionales. Empoderamiento: De lo antedicho también se ve con claridad que no existe tal empoderamiento como las
reglamentaristas quienes mostrar, la mujer puede fijar el monto de la paga, pero esta nunca compensará, por elevada que sea, la dignidad desconocida y el daño que de manera concreta, no metafórica, se produce en el cuerpo, la psique y en las relaciones sociales de las personas sometidas. El empoderamiento debe llevar a mejores condiciones de vida, a modificar y ampliar el campo de movimiento, implica una acción decidida hacia un desarrollo integral de la persona. En el caso de las
estrategias de sobrevivencia como es esta, ese objetivo no se logra. Que la persona pueda alimentarse y dar algún bienestar a su familia no significa que eso se traduzca en un crecimiento personal. Difícilmente pueda ser valorada la persona que realiza esta actividad cuando los propios implicados directamente como son los proxenetas, tratantes y prostituidores (clientes) son los primeros en convertirlas en objeto, en simples cuerpos que pueden ser usados según el precio y luego olvidados. Las personas en prostitución no tienen historia, ni nombre, salvo el supuesto con el que ejercen la actividad, porque su identidad, su deseo, su humanidad no interesa.
“De hecho, no es la prostitución, sino la prostituta, la que está estigmatizada: el cliente, lejos de ser menospreciado, es celebrado por sus congéneres, en la medida en que para ellos el uso de una prostituta es un ejercicio de soberanía
masculina, una manifestación de dominio sobre las mujeres.” (Carmen Vigil“Contra la regulación de la prostitución”) “Se va a reconocer como valioso lo que ha sido reconocido históricamente como valioso, aunque las mujeres ahora decidan que lo valioso es lavar ollas o platos” (o prostituirse) “si nos queremos consolar haciendo pollos al horno por todas las frustraciones que tenemos en la vida social, pensando que hacer pollos al horno es la esencia misma de la realización y la creatividad, como dicen ciertas revistas y asumen ciertas feministas, naturalmente, estás en tu derecho; ahora bien, tienes que saber que así no se transforman las cosas.”
Amorós, C. (1990): Mujer: participación, cultura política y Estado; Bs. As., Ediciones de la Flor Trabajo: En cuanto al reclamo que se realiza de que la prostitución es un trabajo merece ser considerado especialmente.
Muchas voces acuerdan con que se debe prestar oído al modo como las personas en prostitución se llaman a sí mismas. En realidad, más que escuchar lo que se pretende es que sea aceptada sin más esta autodesignación. El reglamentarismo une esta cuestión del trabajo a la libertad de decisión sobre el estilo de vida y el cuerpo haciendo de todo esto una cuestión individual que depende de la voluntad y elección de cada persona. Basarse en la libertad de la persona para prostituirse y por lo tanto considerarla “trabajo” simplemente están engañando. En nuestra sociedad el trabajador vende su fuerza de trabajo, su capacidad productiva, no a sí mismo, no a su cuerpo. He escuchado varias veces decir que no hay diferencia entre las manos, o el cerebro y los genitales. Este decir efectista nuevamente encubre la realidad, que sí hay diferencias no solamente entre las distintas partes corporales sino también en su valoración social. Tan es así que el uso de las manos o del cerebro, las especializa, afina las herramientas físicas e intelectuales, por el contrario, el uso de los genitales como máquina para obtener dinero, los daña y muchas veces de manera irremediable. Quienes defienden con ahínco que es un trabajo son aquellos que se benefician económicamente, llámeselos empresarios, chulos o fiolos . Este hecho como todo otro social no depende del individuo sino que debe ser producto de un acuerdo social en el que todas las voces, no solamente la de las personas en prostitución que manifiestan su conformidad, dado que hay muchas otras en igual situación que no aceptan esta designación, así como las de todos y todas quienes formamos parte de la sociedad, dado que, repito, esta no es una cuestión individual o de elección personal sino un hecho social, todas deben ser consideradas. Algo que no se debe perder de vista al analizar este tópico es que la persona en prostitución es la punta del iceberg, alrededor de ella se despliega un amplio sistema prostituyente integrado por muchas otras personas y también situaciones diversas que son las que sostienen esta actividad. Entonces, al validar a una de ellas considerándola
“trabajadora” inmediatamente se legitima a todo el sistema. Junto con esto se dice que si se reconoce como trabajo el estigma social desaparecerá. Este argumento subestima o desconoce
los
mecanismos
sociales.
Difícilmente
el
estigma
será eliminado
por
el
cambio
de
rótulo,
los países reglamentaristas demuestran este aserto. Sobre todo cuando el estigma es mantenido en gran medida por los hombres que se benefician del cuerpo de las personas que ejercen esta estrategia de sobrevivencia. Es ideal e ilusorio creer que con el cambio de nombre varían las condiciones que le dieran origen y sostenimiento a una actividad, y es a esto a lo que debemos apuntar. Por esto mismo decimos que el reglamentarismo busca un cambio superficial para no cambiar en lo profundo, no solamente no modifica las causas sino que indirectamente las convalida y permite que el capitalismo y el patriarcado se afiancen. Reglamentar es instituir un mercado de cuerpos femeninos para uso del prostituidor (cliente), que tendrá asegurada la salud y calidad y variedad de su mercancía y en beneficio del proxeneta, que continuará lucrando y comerciando con los cuerpos, ahora legitimado, y de los tratantes convertidos en abastecedores de los burdeles que pasarán a ser “centros de
atención”. Lo que logra es perpetuar el sistema prostituyente con todas sus complicidades y mantiene el statu quo qu e les conviene en general a los gobiernos, es decir, no pensar en una distribución igualitaria de la riqueza.
Implica un mensaje hacia la sociedad que dice que es lícito usar el cuerpo ajeno, a otra persona, para los propios fines, siempre y cuando medie dinero, es normalizar a las personas como mercadería. También vale considerar que por este camino se abre un espacio para el abuso sexual infantil comercial (prostitución infantil) de tal como que podría ser comprendida como lo hace la Organización Internacional del Trabajo, como una de las peores formas de trabajo, peores, pero trabajo al fin (Artículo 3 del Convenio núm. 182 de la OIT). Se aduce que en una actividad reglamentada y custodiada por el estado la seguridad de las personas en prostitución es mucho mayor, lo cual es inexacto. Las personas quedan son sometidas a contratos de trabajo que son estipulados por los ahora llamados industriales, antes proxenetas. Son estos los que fijan las condiciones de la actividad porque son los dueños de los establecimientos y tienen el poder económico. Como al estar registradas estas personas deben cumplir una serie de requisitos (papeles migratorios y documentación personal, exámenes médicos, pago de impuestos, registro, entre otros) la mayoría opta por no registrarse porque esta de manera ilegal o porque no quiere pagar impuestos y quedar oficializada como en prostitución. Aquellas mujeres que están en situación de prostitución y defienden su "derecho" a estarlo como si se tratara de un trabajo, proceden como los esclavos del siglo XIX que no querían la liberación, sino seguir sirviendo a su amo; y como todos aquellas y aquellos que en los sucesivos momentos históricos, sufriendo imposiciones, aceptan someterse a las mismas como algo natural. Cuando una persona se resigna a convertirse en esclava y en objeto para que otro la use, está aceptando que también otras personas sean convertidas en esclavas y objeto de uso. Medio de vida: Una expositora reglamentarista dijo que el “trabajo sexual” es un medio de vida para un montón de
mujeres, hombres y transexuales, que la sociedad tendría que aprender a respetar las decisiones de quienes quieren
“trabajar en esto", lo que demuestra claramente que se apunta a la inmovilidad, no al cambio. Que algo sea un medio de vida no necesariamente los justifica ni lo torna personal y socialmente valioso. En su momento también fue usado cuando se pretendía abolir la esclavitud. Se decía que estas personas no conocían otra cosa, que habían nacido y vivido siempre como esclavas y que ese era su medio de vida. En definitiva, se usaba a las personas esclavas para no introducir modificaciones. En nuestro caso, si la preocupación es el medio de vida sería interesante que las reglamentaristas abogaran por trabajos acordes a la dignidad de las personas, a que todas accedieran a educación y capacitación laboral,
antes que dejarlas en la misma condición nada más que ahora con el nombre de “trabajadoras”. Este es el punto preferido por los reglamentaristas para atacar las leyes que posturas que buscan la desaparición de las situaciones de prostitución, decir que de cesar estas, se dejaría a las personas sin posibilidad de sostenerse económicamente a sí mismas y a su familia. Esto no es exacto, es un principio del abolicionismo la asistencia integral a las personas en prostitución por entender que la sociedad debe reparar el daño que se les ha causado y restituirles sus derechos. Cercana a esta crítica es común también escuchar que se reprocha al abolicionismo ser intelectual, hablar desde el púlpito, y por eso estar distanciado de la realidad de las personas en prostitución. Precisamente es lo contrario, el abolicionismo surgió a partir del contacto con las personas en esta situación oponiéndose desde el comienzo mismo al proxenetismo, al rufianismo, a los tratantes. Por este motivo acompañó en las calles el pedido de eliminación de los Códigos de Faltas o Contravencionales porque estos eran armas para un mayor sometimiento de las personas en prostitución. Además, difícilmente se pueda decir que está alejado cuando varias entidades de personas en prostitución están en sus filas (Ammar Capital o Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, M.A.L., ALITT). Es el abolicionismo capaz de una escucha integral atenta que involucra no solamente el presente de las personas sino también su futuro, que conoce las enfermedades y los pronósticos de vida, que asiste a las víctimas de trata, que llama por su nombre al sistema
prostituyente y denuncia a quienes viven de la explotación de las personas; por esto, no cree que llamando “trabajo” a este tipo de violencia, desaparezcan los problemas y los delincuentes. Los abolicionistas no es que no escuchen a las sujetas directamente involucradas, sino que escuchan tanto a las personas en prostitución o sobrevivientes reglamentaristas como a las personas en prostitución o sobrevivientes abolicionistas, y encuentran más razonables los planteos de éstasúltimas, así como los reglamentaristas también escuchan a ambos sectores de las personas en prostitución y optan por los planteos de las pr imeras. Vulneración de los derechos humanos y laborales : Reclaman que las posturas abolicionistas vulneran estos derechos. En
este punto se hace una elaboración tendenciosa de lo que se entiende por derechos humanos. Esto es, toman el derecho al trabajo y a la libertad olvidándose de los restantes como el básico de la dignidad, y otros como el derecho a la salud. Si partimos que la prostitución es una forma de sobrevivencia no un trabajo, difícilmente se pueda encontrar un derecho a
prostituirse, o mejor aún, el derecho de los clientes a prostituir. Si la prostitución fuera un derecho humano, no se le podría negar a los niños y niñas. Reclaman su derecho a la libertad para disponer de sus vidas y cuerpos,retoman la idea de ser dueñas de su propio cuerpo para reivindicar su derecho a prostituirse. Paradójicamente es el mismo caso de quien haciendo uso de su libertad decidiera esclavizarse, renunciar a su libertad y entregarse como esclavo a un otro, adueñarse del propio cuerpo para someterlo a la prostitución es similar. Asociaciones o cooperativas: Se ha lanzado la propuesta de que las personas en prostitución puedan unirse y crear algún
tipo de asociación o cooperativa sostenida por ellas mismas, sin proxenetas. Esta propuesta si bien es interesante no es acordada por todas las personas en prostitución pues el alquiler y sostenimiento de emprendimientos de este tipo requiere de cierta cantidad de dinero que no todas poseen lo que las llevaría a tener que recurrir nuevamente a algún proxeneta. La realidad es que este es un intento de lograr el ordenamiento de la prostitución como trabajo y dar algún cuerpo asociativo legal que permita su reglamentación cuando no se modificaría la situación pues en general las personas en prostitución no tienen capacidad económica ni los recursos para comprar o alquilar una vivienda apta, el amueblamiento y sostenimiento de la misma, pago de impuestos, etc, por lo que detrás, como en la actualidad, estarán los proxenetas, los que sí tienen capacidad económica para montar emprendimientos de este tipo. En definitiva, sería un burdel con otro nombre. Aún en el hipotético caso que este modelo pudiera funcionar adecuadamente, que las personas pudieran agruparse y unirse en sociedades o cooperativas, lo central y que hace que de todos modos esta supuesta solución sea inaceptable es que la cosificación de la persona y el uso para la satisfacción sexual ajena no se modifican, por lo que el centro de violencia se mantiene. “La prostitución, para nosotras, es un campo de concentración a cielo abierto, donde entrás y desaparecés, la tortura es diaria, los penes son picanas, las palabras son latigazos que nos enmudecen. La prostitución es una práctica constante de femicidio maquillado con un lenguaje que distorsiona, tapa y mantiene los lugares asignados por el patriarcado.”
Sonia, Paula, Nancy, Verónica Activistas feministas Para algunas izquierdas: Para algunos sectores de izquierda la reglamentación de la prostitución significa la ruptura con la
heteronorma y al mismo tiempo la ruptura de modelos centrados en la mujer monogámica heterosexual y reproductiva. Este ideario es necesario que sea sometido a una reelaboración en vista a los datos actuales que se tienen acerca del tema y de la profusa elaboración intelectual, mucha realizada por las mismas mujeres que están o estuvieron en situación de prostitución. Otra postura a considerar desde la izquierda es que la prostitución es parte de un sistema de sometimiento de las personas, de mantenimiento de los prejuicios y limitaciones impuestos a la sexualidad (mujer pública vs privada, honesta vs deshonesta, sexo no libre, sexo sometido a turnos y pago, el cuerpo como máquina de producción económica,
el cuerpo como máquina de reproducción, grupos destinados al “servicio” y satisfacción de otros, etc.), mantienen una división sexual y clasista, el dinero habido es captado fundamentalmente por el capitalista, por el dueño del establecimiento y en la mayoría de los casos, dueño de las personas en prostitución. En definitiva, la prostitución lejos de ser un momento transgresor o capaz de producir modificaciones sociales, es un elemento más de la sociedad tradicional clasista y dividida en géneros. La ruptura de modelos centrados en la monogámia heterosexual y reproductiva no se logra con la prostitución dado que esta está montada para sostener dichos modelos. Solamente una sexualidad libre basada en la mutua elección, en el placer compartido, en el respeto de los cuerpos y las personas, en el propio sentir, librada de imposiciones sociales externas modificará este cuadro. Mientras tanto la prostitución será la válvula de escape para no producir un cambio significativo en las relaciones y repetirá el sometimiento clasista y de género. Un término que llama a confusión es el de “explotación sexual” equiparándolo a la “explotaciónlaboral” cuando son conceptos diferentes. En el capitalismo todo trabajador es explotado, por eso hablamos de explotación laboral. El punto no está en las condiciones en que se desarrolla la labor sino en la plusvalía. Al hablar de explotación sexual no solamente se hace referencia al proxeneta, chulo, marido o como se le llame, que se queda con parte o todo el dinero que la mujer obtiene, sino también al prostituidor o cliente que obtiene placer mediante ese cuerpo y que no compensa con el dinero ya que no es lo mismo ser trabajador que persona en prostitución. El trabajador lo que vende es su fuerza de trabajo, en el caso de la prostitución, lo que se entrega es el cuerpo. He escuchado muchas veces decir a personas en prostitución que, por ejemplo, para limpiar un inodoro se necesita un mínimo saber y que la suciedad siempre queda fuera de su cuerpo, en la prostitución no cuenta el saber sino el cuerpo que se tiene y el cliente ingresa a este y se descarga en su interior.
Vacío legal: También consideran que, como sucede en algunos países, al no ser ilícita la actividad pero al mismo tiempo, no
estar debidamente legislada, se cae en un vacío legal que favorece la acción de proxenetas y deja en situación de desamparo a las personas que ejercen la prostitución. Esto significa que el ejercicio de la prostitución de personas mayores de edad y ejercido por voluntad propia no está penado pero tampoco hay una legislación que lo ampare. De ahí que un reclamo constante sea la reglamentación de esta actividad en esos países. También sostienen que este vacío legal no les permite organizarse como sindicato, acceder a derechos y obligaciones laborales y a una jubilación. En este punto es conveniente detenernos un momento. En el caso de los países reglamentaristas o prohibicionistas no cabe hablar de vacío legal. Estos grupos con esa expresión se refieren a aquellos países en los que se aplica el sistema abolicionista. Veremos a continuación que no es exacta esa aseveración. El abolicionismo persigue a los proxenetas, tratantes, explotadores en general de la sexualidad ajena, por lo que hay leyes dictadas al respecto. En cuanto a las personas en situación de prostitución las considera víctimas por lo que no hay persecución ni reproche en su contra, sino que se tiende a su asistencia. Por lo tanto no se puede hablar de vacío legal, la falta de reglamentación de esta actividad no es tal vacío, sino justamente la esencia de este sistema. Contrato entre adultos: Decir que la prostitución puede ser comprendida como un contrato realizado de manera
voluntaria entre dos personas mayores de edad es desdibujar el concepto mismo de contrato. Entre una persona en
prostitución y su “cliente” no existe tal posibilidad de contrato dado que se efectúa en el marco del conce pto de género, donde no hay reciprocidad posible. No es posible fundamentalmente porque no es entre iguales. Si indagamos en el hecho veremos que sí hay un contrato entre iguales pero que este no es evidente sino que se halla implícito, y es entre el proxeneta y el prostituidor (cliente). La idea de contrato reglamentarista esta basada en el mito de la persona en prostitución que lo hace por cuenta propia y voluntaria, o sea, la que sin coacciones externas y siendo libre, sana y educada, y teniendo otras opciones, decide de manera informada que la prostitución es el modo de vida que ella quiere llevar a cabo para obtener rédito económico y la ejerce por sí misma y sin la presencia de proxenetas, fiolos, maridos, o como quiera llamárseles. Este argumento es absurdo sobre todo porque niega la realidad dado que este tipo de prostitución que imagina es una rareza cuando no un invento de la fantasía. Por el contrario, los hechos nos muestran que la prostitución va directamente unida a la marginalidad, la exclusión, el abuso, la falta de acceso a los medios que posibilitan el desarrollo de una vida plena, por no hablar de la participación criminal. Vale aclarar que el hecho de que pudiera ser comprendida desde una visión de contrato, esto no necesariamente legitima y otorga valor social a la actividad, también se puede decir que existe un contrato entre el que encarga una muerte y el sicario, también entre el vendedor de d rogas y su comprador. Control médico: Algo que se aduce a favor de la reglamentación es que se podrán ordenar exámenes médicos periódicos.
Si vemos la cuestión desde el punto de vista de la salud pública aparece con claridad la discriminación hacia las personas en prostitución porque es a ellas a las que se les obliga a realizarse estas revisiones médicas para demostrar su salud cuando son sus prostituidores (clientes) los que seguramente les contagian sus enfermedades. No se hace un control de los hombres cuyo número sobrepasa de las personas en prostitución enfermas y son ellos los diseminadores de la enfermedad. Por otro lado, un certificado de salud es un engaño, nada indica que minutos después de obtenido la persona no puede ser contagiada. Además debieran implican análisis químicos pues una simple revisión clínica no es suficiente, los que demandan tiempo en que seguramente la persona en prostitución seguirá su actividad. Todo esto teniendo en cuenta a las personas registradas y que por lo tanto son exigidas del cumplimiento de este requisito. Los países reglamentaristas muestran que el mayor porcentaje de personas no se registran y por este motivo tampoco cumplen con el examen médico. La experiencia del período en que Argentina fue reglamentarista demuestra la ineficacia de este sistema que en realidad favoreció a la corrupción y a un mayor abuso sobre las personas en prostitución que se veían de este modo más sometidas a proxenetas y funcionarios. Proxenetas y tratantes: Otro argumento a favor de la regulación es que termina con la presencia de proxenetas y
tratantes, elimina la prostitución infantil y la trata de personas y da seguridad a quienes ejercen la actividad. Estos extremos están negados y de manera muy clara por las experiencias de los países reglamentaristas donde por el contrario, se muestra que estos delitos no solamente no d esaparecen sino que se incrementan. El a nálisis de las experiencias llevadas a cabo en los países reglamentaristas muestra que el resultado es negativo. Lejos de la propaganda que determinados
grupos hacen sobre la supuesta bienaventuranza que se logra con la regulación, los resultados objetivos muestran otra cosa: se ha incrementado el crimen organizado relacionado con la prostitución, han proliferado los locales y la industria ilegal, las condiciones en las que se desarrolla la actividad, de salud y de seguridad de las personas que la ejercen no han
mejorado y, además, se han enriquecido los explotadores convertidos en “honorables” empresarios. El abuso sexual comercial infantil (prostitución infantil) no desaparece pues es una fuente importante de ganancias que siempre está junto a la prostitución de adultos. Porúltimo, ahí donde hay prostitución hay trata de personas porque este es el medio por el que se nutren de personas sometidas los burdeles. Trata de personas y prostitución: los grupos reglamentaristas tratan infructuosamente de establecer una separación neta
entre la trata de personas y la prostitución. Aducen que mientras esta última no está prohibida (lo penado es la explotación de la prostitución ajena), la trata sí lo está por ser un delito. Basadas en lo que es una interpretación, una construcción jurídica y tomándola como un todo, separan ambos elementos. En la práctica, en la realidad de todos los países, no existe tan diferencia pues inevitablemente una lleva a la otra.Separar la trata de personas de la prostitución no es inocente, precisamente es todo lo contrario. Es una estrategia para encubrir a tratantes y proxenetas. El destino mayoritario de las mujeres y niñas víctimas de trata es la prostitución, la trata de personas es el medio por el que los proxenetas se nutren de mujeres para explotar. Reitero, la trata es el medio, no un fin en sí misma, el fin es la explotación
en la mal llamada “industria sexual”. Si la vulnerabilidad económica, la exclusión social, la presión de las normas patriarcales no alcanzan para cubrir la demanda y variedad y por ello se necesitan más cuerpos-personas, se recurre a la trata. Por lo tanto, la trata de personas es una parte importante del sistema prostituyente, no puede ser separada de este. Unir prostitución y trata es integrar la secuencia hacia su finalidad; sino, si consideramos a la trata como algo separado, caeríamos en el sin sentido de pensar que una mujer o niña son engañadas, secuestradas, sometidas, para nada, para quedar en una especie de limbo, cuando la realidad nos muestra que son halladas en los burdeles. Y si es ahí donde son encontradas, si es ahí donde se continúa la victimización comenzada con la captación, es porque proxenetas, rufianes, instigadores, tratantes, a sí como todos y todas los que saben de su condición de víctimas son participantes de este delito. La trata de personas existe porque existe la prostitución, y esta porque hay prostituidores (clientes) que pagan por obtener de esta manera su satisfacción. Por otro lado, junto a este argumento también se pretende separar la prostitución adulta de la infantil, lo que es una argucia desmentida por la propia realidad. La edad promedio en que las personas son ingresadas a esta actividad es alrededor de los 13 años. Como en la mayoría de los países esto constituye un delito, es la parte menos visible de esta actividad, son muy pocos los casos en que el inicio fue ya en la mayoría de edad legal. Moralismo: Desde esta postura se critica al abolicionismo por considerarlo “moralista”, repr esentante principios morales,
especialmente religiosos, los que se contrapondrían al ejercicio libre de la sexualidad. Esto es un contrasentido pues vale recordar que fueron esos principios tradicionales los que permitieron el desarrollo y mantuvieron a la prostitución como una institución social más y una forma de control social. La prostitución siempre fue i nstituida cuando se necesitó controlar la sexualidad, separar y amparar la reproducción y por este medio la trasmisión de los bienes mediante una herencia también controlada.
Sostener ese tipo de “moralismo” es desconocer completamente la historia del abolicionismo y su profunda relación con el feminismo y otros movimientos propulsores de un cambio social y una apertura hacia una sexualidad voluntaria, libre de condicionamientos y de la obligatoriedad de la procreación e integrada a la personalidad. Lo que sí resulta innegable es la profunda relación e integración del abolicionismo a los derechos humanos como principios reguladores de las conductas humanas. Por otro lado, la acusación resulta inútil por cuanto ser moral es parte de la constitución humana. Salvo los psicópatas, toda persona tiene capacidad de discernir entre lo que es correcto y lo que no lo es, por ejemplo, es lo que permite hablar de cualidades ciudadanas o rechazar a las dictaduras; de ahí que toda actividad, sea esto reconocido de manera conciente o no, implica un punto de partida moral a partir del cual es llevada adelante y en esto no difieren el abolicionismo, reglamentarismo o prohibicionismo. La diferencia radica en este caso, en que el abolicionismo expresa con claridad cuáles son sus principios básicos.
Países Bajos – Suecia: Podemos comparar la aplicación de dos modelos jurídicos diferentes en relación a
este tema, el de los Países Bajos y el de Suecia.
Si bien los Países Bajos no son los únicos que han aplicado el sistema reglamentarista, su experiencia es una de las más conocidas, por eso la tomo como referente. Países Bajos. Si bien el activismo reglamentarista cuenta con recursos económicos muy importantes, se hall a en retroceso.
Las experiencias en los países en que se ha reglamentado la prostitución desmienten palmariamente los supuestos avances que se darían con la regulación de esta actividad. La experiencia holandesa de reglamentación de la prostitución está siendo actualmente revisada y no tanto por consideraciones éticas sino evaluando los resultados concretos de estos años. Se ha comprobado que lejos de mejorar la situación ha empeorado. El resultado observado en los países reglamentaristas es que existen dos modalidades de prostitución, la legal y la clandestina. La trata de personas y el abuso sexual infantil comercial han aumentado notoriamente. Del mismo modo los delitos relacionados a esta actividad como el tráfico de drogas y la trata de personas. Esto ha significado que los gastos gubernamentales para hacer frente al crecimiento de los delitos y de la inseguridad pública se han incrementado notoriamente, no siendo compensados por el ingreso fiscal debido a esta actividad, además del malestar político que crean. Las personas en prostitución oficializadas son una minoría pues al ser víctimas de trata unas e inmigrantes ilegales otras, no se registran, un tercer grupo podría serlo pero se niega a pagar impuestos, a la revisación médica y sobre todo a quedar estigmatizada en adelante como persona en prostitución. Tengamos presente que en Holanda en el primer año de reglamentación la prostitución creció un 25 % dándose un aumento progresivo, y lo mismo ocurriócon la trata. Actualmente el 85% de la prostitución en ese país es de mujeres y niñas víctimas de trata que son inmigrantes sin documentación. Sólo un entre un 3 a 4 % de las nacionales se ha registrado. Otra cosa para decir sobre Países Bajos es que es el principal estado de la Europa rica y desarrollado con víctimas de trata nacionales. Al estar legitimada la prostitución es más fácil captarlas. Un fenómeno que se evidenció fue que mediante los prostíbulos legales se lava dinero proveniente de los ilegales y de otras actividades ilícitas. Un signo de todo esto es que el famoso Barrio Rojo de Amsterdam (Red Light District) muy visitado por el turismo internacional por las vidrieras en que son expuestas las personas en prostitución a efectos de ser evaluadas y elegidas, está siendo desmantelado por el propio gobierno. Este lo está transformando en un barrio dedicado al diseño, eliminando los burdeles. Suecia: El sistema legal sueco es abolicionista, penaliza la compra del consumo de personas en prostitución y despenaliza
su venta. Considera a la prostitución como una forma de explotación masculina de mujeres y menores y un obstáculo para la consecución de la igualdad real de género. Destina importantes fondos a las personas que quieren abandonar la prostitución, realiza importantes campañas destinadas a la población para lograr la igualdad de género y también para formar a policías y fiscales para que puedan desarrollar su trabajo bajo esa visión. Una de les estrategias usadas es la per secución penal del prostituidor (“cliente”), no de las personas en prostitución. El modelo sueco logró todo aquello que se proponía el modelo holandés, se ha reducido enormemente el número de personas que se dedica a la prostitución, y bajado notoriamente la tasa de trata de personas y abuso sexual comercial infantil y se ha facilitado la persecución de los proxenetas y explotadores sexuales. Tal ha sido su éxito que otros países han replicado su experiencia. Holanda, por su parte, se ha convertido en el centro de destino de mujeres extranjeras víctimas de trata, de prostitución infantil y generó una dinámica que hace difícil investigar a aquellos “intermediarios” o
“facilitadores” de la prostitución. Las autoridades holandesas consideran a esta situación como “crítica” y est án decididas a cerrar la mayoría de los prostíbulos y a dar marcha atrás con el paradigma permisivo, que funciona como enclave europeo del crimen organizado. Palabras finales:
El abolicionismo se opone a la reglamentación de la prostitución por considerar que esta medida es retrógrada, que destruye los avances en la recuperación de los derechos de las mujeres la convalidar y fijar una situación de desigualdad. Ello significa que en adelante las personas vulneradas, excluidas, podrán ser reclutadas para un mercado de cuerpos en el que los beneficiados son todos aquellos que lucran con estos cuerpos y los que se satisfacen en ellos. Estos, al ser los que detentan el mayor poder en estas relaciones, estarían en condiciones de exigir y pautar, establecer reglas, por lo que las personas en prostitución serían aún más perjudicadas. Esto no es una elucubración teórica, es el resultado de la situación que viven en países que optaron por la reglamentación. Por el contrario, el abolicionismo aboga por la penalización de todas las modalidades de proxenetismo, tratantes, rufianes y prostituidores (clientes)
Se ha empezado a comprender la idea de que la prostitución es una forma de violencia y que, por tanto, no se puede entender como forma de relación laboral alguna, dado que no puede haber derechos laborales ni mercantiles cuando se violan derechos fundamentales. La equidad entre varones y mujeres no es compatible con la prostitución. No se puede entender la dignidad como la legalización de esta inequidad. El cuerpo es parte de la integridad que es la persona, no es escindible de un alma o psique, por lo que le cabe la noción de dignidad humana, siempre sujeto, nunca objeto. El ser creadores de nuestras vidas, sus diseñadores, hacer uso de nuestra libertad, no nos autoriza a renunciar a un derecho humano básico como el de la dignidad, porque cada acción humana involucra a todos y todas, porque cuando elegimos una conducta estamos diciendo que esa acción es la que considero mejor para nosotras y nosotros y para cualquier otro sujeto, o sea, la convertimos en modelo. Los derechos no son ilimitados, unos limitan y sostienen a los otros, de modo tal que no se puede apelar a la libertad si esta daña a la igualdad o a la dignidad o a cualquier otro derecho. Es mucho más fácil decir que son trabajadoras porque cierra el cuestionamiento, cesa el reclamo moral, además, apelando a lo que podríamos llamar una actitud piadosa, se pretende ayudarlas llamándolas trabajadoras. Es como decretar que son mayores de edad y que entonces deben arreglárselas solas, ya no son víctimas ni "pobres" sino que se confirma que están porque quieren, que ganan plata, que hasta disfrutan. Es así como los lugares comunes se tornan verdaderos, los mitos ahora gracias a un talonario de la agencia de impuestos decantan en realidad, y como con cualquier otra profesión liberal, puedo desentenderme y librarla a su propio devenir. Sí, ser reglamentarista es mucho más sencillo, no hay inquietud ni cuestionamiento, todo está en su lugar, la señora esposa y madre en su casa, la trabajadora sexual en el prostíbulo o en la cooperativa sexual. El abolicionismo, como todo movimiento de cambio, revolucionario, pregunta por las razones, cuestiona y se cuestiona, no cesa la pregunta, es incómodo, molesto, no permite que durmamos como los justos porque sabemos que no lo somos. Sí, ser abolicionista es muy incómodo. !!! “Queremos que nuestr@s niñ@s crezcan aprendiendo que la prostitución es un abuso y que la trata es una abominable esclavitud, un delito que hay que combatir. Que ya no piensen que los cuerpos de niñas, adolescentes jóvenes, hombres y mujeres están para ser alquilados, vendidos, ultrajados, torturados para meter cosas en sus vaginas, su ano, su boca. La prostitución no es inevitable ni hereditaria. El silencio de muchas de esas mujeres es el resultado de la intimidación, el terror, la vergüenza. Su silencio, como el de las mujeres maltratadas, no debería ser interpretado como un consentimiento. Sin prostitución, no hay trata de personas.”
Adriana Dominguez Con su paciencia corrigió textos y me ayudó a aclarar conceptos, mi agradecimiento a quien queda en el anonimato por así haberlo pedido. La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a
[email protected] y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.
MITOS SOBRE LA PROSTITUCIÓN por Alberto B Ilieff
Haremos una breve recorrida por los mitos más comunes acerca de la prostitución y de las personas que realizan esta actividad. Estos mitos son repetidos a lo largo del tiempo sin el menos análisis crítico ni confrontación con la realidad. Su finalidad es el control social, dar pseudorespuestas a preguntas o inquietudes que la gente puede hacerse y de esa
manera cerrar el cuestionamiento, obturar el pensamiento. Es así como logran sostener esta actividad como algo “normal” cuando es una clara violación a los derechos humanos. También permiten que pueda existir a ojos vista, y que puedan desarrollarse innúmeros delitos en su torno o por su causa
como pueden ser el proxenetismo, la trata de personas, el abuso sexual comercial infantil (“prostitución infantil”), tráfico de drogas, corrupción, sin que desde los gobiernos se actúe punitivamente, cuando no favorezcan la decididamente.
Estos mitos permiten y autorizan que los hombres, quienes son principalmente los prostituidores o mal llamados
“clientes”, puedan seguir concurriendo a buscar de este modo su satisfacción sin cuestionamiento alguno, como algo “normal” y esperado en el varón. Es el oficio más viejo del mundo.
No hay datos científicos que demuestren que esto fue así. Es un mito que busca legitimar de alguna manera lo que no puede ser aceptado por su propio valer. Al contrario de lo que dice, no en todas las épocas y culturas existió la prostitución, y allí dónde hay evidencias que la hubo, no siempre tuvo las característica s que muestra en nuestra época. Los datos indican que en sociedades de las llamadas “primitivas” las mujeres aparecen ejerciendo actividades vitales a la par de los hombres y que hacen al mantenimiento de la comunidad (recolectoras, alfareras, artesanas, curadoras, etc), no hay indicadores de que la prostitución haya existido o tenido características importantes. Aún si fuera así como narra el mito la actividad más vieja del mundo, eso no justifica su existencia. Según la Biblia el primer homicidio en la existencia de la humanidad fue el de Caín que mató a su hermano Abel, y no por eso vamos a decir que se debe reglamentar el asesinato.
Por otro lado la prostitución no puede ser considerada un “oficio”, el hecho que reporte dinero o especies a quien la ejerce no es suficiente para que se la considere como tal o como un trabajo. No existe la mediación necesaria, es el mismo cuerpo el que es la mercadería a transar. Quienes ejercen esta actividad no lo hacen como resultado de una decisión vocacional, de niñas no soñaban, no jugaban a ser prostitutas.
La venta del cuerpo y el sometimiento a los abusos correspondientes podemos considerarla como una “opción” impuesta por la cultura y en especial por el patriarcado. La prostitución es una estrategia de sobrevivencia dictada por la falta de alternativas, no un oficio ni profesión. La prostitución es un trabajo.
El hecho que una actividad produzca dinero no significa que necesariamente deba ser considerada socialmente como un trabajo. Difícilmente un acto de violencia como es el uso de un cuerpo para la satisfacción de quien paga, pueda ser considerada una actividad laboral. El trabajador vende su capacidad, su fuerza laboral, sus conocimientos, pero no presta su cuerpo para el uso de otro, hay una mediación. Algunas personas en prostitución pr efieren ser llamadas “trabajadoras sexuales” para no tener que enfrentarse a sí mismas con denominación común y de ese modo creen que se corren del estigma y discriminación social. También existe una importante presión por parte de ongs, sindicatos, organismos internacionales que condicionan el
financiamiento o la ayuda asistencial a que se autodenominen “trabajadoras”. Detrás de todo esto se halla en proxenetismo y los tratantes que van penetrando la sociedad para que la prostitución y por ende sus actividades, sean consideradas trabajos y de ese modo terminen siendo favorecidos, pasando de criminales a industriales. Algunos gobiernos erróneamente piensan que al reglamentar la prostitución podrán cobrar impuestos y de ese modo incrementar la tasa del producto bruto interno y disminuir la desocupación. Digo erróneamente porque la práctica ha demostrado que es más lo que se evade, el lavado de dinero y el aumento de los gastos por el incremento de los delitos anexos a la prostitución que el ingreso por el pago de i mpuestos. Ganan mucho dinero y sin esfuerzo.
Esta visión de por sí implica un daño a la dignidad humana. El entorno de la humanidad, el mundo, deben ser acordes a esta condición, la obtención de dinero no puede ni debe invertir o quitar del lugar de dignidad que le corresponde a cualquier persona humana. El dinero no legitima ni vuelve socialmente útil ni conveniente a una actividad. Por otro lado, el dinero no puede compensar el importante deterioro de la salud física y mental. Las personas en situación de prostitución sufren daños irreparables comparables con los de una persona que fue torturada o que combatió en una guerra. La gran mayoría de las personas en situación de prostitución es muy pobre. Los proxenetas y tratantes son los que se enriquecen. La trata y el tráfico de mujeres para las redes de prostitución es uno de los negocios más redituables, junto con el tráfico de drogas y de armas.
Lo hacen porque les gusta, disfrutan y ganan dinero.
Es un grave desconocimiento de la sexualidad humana, especialmente la de las mujeres, sostener que a una persona le puede gustar ser penetrada o usada de diferentes modos, incluso con golpes o heridas, por diez o más hombres desconocidos todos los días. Las personas en prostitución sufren importante estrés p or las situaciones que viven y el temor de lo que les puede pasar . Según datos estadísticos, alrededor del 99% de quienes están en esta actividad, si pudieran las dejarían. La mayoría llega a la prostitución siendo todavía niñas, entre los 12 y 14 años, cuando su posibilidad de discernir y de defenderse ante el mundo no esta construida. Sus historias están cruzadas por la violencia, vulneración de derechos, pobreza, engaños violaciones, exclusión y falta de educación y capacitación laboral. No olvidemos que dentro de las personas en prostitución la mayoría son las víctimas de trata. En la prostitución no hay placer, no hay gusto, no es una elección apenas es una opción de sobrevivencia cuando no hay otra posibilidad. Lo eligieron de manera libre y voluntaria, nadie las obliga.
Alrededor del 98% de las personas en prostitución son o fueron víctimas de trata de personas, lo que elimina toda posibilidad de elección personal y voluntaria. Casi en su totalidad fueron captadas en la adolescencia, cuando estaban en formación y su futuro y personalidad fueron quebrados a esa temprana edad.
Las pocas que accedieron por “voluntad propia” también lo hicieron en esa época, presionadas por la historia social y familiar y sin poder acceder a otras opciones. La exclusión social, las guerras, el tráfico de personas, la migración, el hambre, el aislamiento, empujan a las personas a la situación de prostitución donde aquellos que tienen mayor poder se aprovechan y valen de quienes están en esta situación de vulneración. Las crisis económicas muestran que la prostitución y especialmente la de las mujeres son una variable, una válvula de escape. Aquellos países con un mayor grado de igualdad y mejor estándar económico muestran que las personas en prostitución de ese país son las menos por lo que las “plazas” deben ser ocupadas con aquellas traídas mediante la trata de personas. O sea que cuando la sociedad brinda posibilidades acordes a la dignidad humana, las personas no se someten a la prostitución. La prostitución VIP es libre, g anan mucho dinero y viajan
Esto parte también de una visión prejuiciada por una cultura basada en el uso del cuerpo como máquina para obtener dinero, siendo el beneficio económico la última justificación. Las personas que se hallan en situación de prostitución VIP también están al servicio de quien tiene el poder del dinero, las
VIP no son ellas sino sus “clientes”, sus prostituidores, ellas también son usadas para la satisfacción de quien paga, sus cuerpos también son simples objetos de consumo. Probablemente estas hayan tenido más opciones de vida que las que parten desde la marginalidad, pero no han tenido herramientas mentales para poder sustraerse de la idea de ser cuerpoobjeto. Existe toda una cultura, y en estos casos la presión familiar se ve muy claramente, que las condiciona y resta posibilidades de elección. Una vez más el dinero aparece como justificativo y compensación por el daño sufrido. Lo hacen para darle de comer a sus hijos.
Este argumento socialmente construido busca disimular detrás del amor materno la violencia a la que están sometidas las personas, especialmente las mujeres. Nunca el amor a los hijos debiera ser una causa de prostitución, solamente en sociedades desiguales, patriarcales, donde los padres no cumplen con sus deberes y abandonan a sus hijos al exclusivo cuidado de las mujeres, y donde los gobiernos no asisten a las más débiles, se pueden dar situaciones de este tipo. En todo caso esta situación jamás puede ser una justificación, al contrario, es indicadora de una sociedad y de un gobierno que abandona y excluye a quienes menos recursos tienen. Son mujeres de vida alegre, vida liviana.
Sería interesante preguntarnos verdaderamente en qué consiste la alegría en esa vida de estar paradas en una esquina, en la ruta, en un burdel, casi sin ropas, esperando a que cualquiera pague la tarifa para penetrarla o hacer con su cuerpo lo
que al prostituidor (“cliente”) le satisface. Podemos también preguntarnos cuál es la alegría en los riesgos a la salud y hasta la propia vida que corren.
Este mito en realidad busca poner una venda sobre los ojos para que no vean el dolor, el sufrimiento, para que no sepan que el promedio de vida de una persona en prostitución es alrededor de los 35 años (travestis, transexuales) a 45 años. Quienes sobreviven terminan casi mendigando o entregándose por menos que una comida. Si su vida fuera tan alegre, fácil, placentera, sana y plena, ¿por qué tienen que recurrir a las drogas para poder sobrellevarla? La prostitución evita violaciones.
Esto esconde el prejuicio de que los hombres necesitan de manera imperiosa su satisfacción sexual, que si no pueden
“descargar” su sexualidad recurrirán a las violaciones. La sexualidad masculina es vista como necesaria, imperiosa, irrefrenable, poderosa. Todo esto también es un mito. El violador obtiene su satisfacción en el total sometimiento de su víctima, en el daño que produce, en la humillación y vejación, en el uso del poder hasta el dominio que puede llegar hasta la muerte, por eso el sexo prostitutario no lo atrae, si bien contiene estos elementos, los tiene en menor medida, y con el pago se disimulan. Este tipo de ejercicio de la violencia no es lo que busca el violador porque ahí la persona ya esta entregada, ya esta lista para ser usada. El violador no paga, el placer esta en tomar, arrancar, forzar, y no deja nada a cambio, es simple y pura violencia sin disimulos. El sexo con personas en prostitución y las violaciones son resultado de una raíz común, del menosprecio, la desvaloración de la mujer llegando a la abierta misoginia, es lo opuesto a la sexualidad abierta, libre, satisfactoria y consensuada en un marco de respeto mutuo. En realidad este mito nos habla de una idea completamente devaluada del hombre y la masculinidad. Es convertir al hombre en un animal incapaz de controlar sus pulsiones a tal punto que puede llegar a violar y matar para satisfacerlas. No hay ninguna prueba científica que demuestre este extremo. La abstinencia sexual no necesariamente produce daño o enfermedad y siempre queda el recurso de la masturbación, sin hablar que estamos en una época en que acceder al sexo libre no ofrece mayores dificultades. Les gustan los hombres y el sexo en demasía.
Difícilmente se puede creer que el deseo o interés sexual que una persona tenga la puede llevar a tener relaciones sexuales sin elección, de manera indiscriminada, con varios hombres diferentes y con cualquiera que pague la tarifa. Para
las personas en prostitución el “cliente” no es una fuente de placer. No aceptan su presencia por deseo sexual sino por interés económico, el cliente es un negocio. Nunca hay que olvidar que no existe prostitución sin proxeneta lo que reafirma que el interés primero es el monetario. Además la mayoría de las personas en prostitución son víctimas de trata de personas, lo que tira abajo cualquier argumento basado en el deseo o el gusto personal. Son expertas en las artes amatorias.
El sexo prostibulario es sumamente pobre, el primer interés es que su prostituidor (“cliente”) eyacule lo antes posible y se vaya. Las personas en prostitución no hacen nada que sea muy diferente de lo que pueden hacer las que no se hallan en esa situación, la diferencia es que aquí el límite lo impone la paga. Es una actividad que se puede dejar cuando se quiera.
El mito dice que se puede ingresar a la actividad, obtener el dinero que se requiere y luego dejarla para seguir la vida normalmente. Ya que alguien decida por sí misma ingresar a esta actividad nos tendría que alertar pues aceptar someterse al abuso sexual, aunque fuere por dinero, no es lo común. Creer en esa posibilidad es creer en la ficción, la realidad muestra que quien ingresa a la prostitución sufre un daño muchas veces irreparable a su autoestima además de otros daños psicológicos que luego actúan como impedimentos para dejarla. Por otro lado los proxenetas no aceptan perder una de sus fuentes de ingreso. Ni que hablar de la mayoría de las personas en prostitución que son las que provienen de la trata de personas quienes no tienen ninguna posibilidad de decisión sobre su propia vida, mucho menos de dejar esa acti vidad. Es libertinaje.
La prostitución es lo contrario a una conducta sexual libre, aunque esta fuere con muchas personas, pues lo que se busca no es el placer, sino que la motivación esta dada por el beneficio económico.
La reglamentación de la prostitución protege a las personas en prostitución.
La experiencia de los países que han reglamentado la prostitución demuestra que esto es un mito, que las personas en prostitución continúan tan desprotegidas o más que antes. Digo más porque al ser ahora una actividad reglamentada y
considerada “trabajo” ya no pueden acceder a las ayudas asistenciales. En esos países el mayor porcentaje de personas en prostitución continúan en situación ilegal pues de ese modo evitan
pagar impuestos, someterse a revisaciones médicas, y sobre todo quedar fichadas como “prostitutas” o si se prefiere “trabajadoras sexuales”. Por otro lado los proxenetas fomentan este sector en negro para obtener ganancias libres. Las personas en situación de prostitución son contratadas en los burdeles, que continúan en manos de los proxenetas pues son ellos los que tienen el capital, y las condiciones de estos contratos están fijada s por ellos mismos. El 98% de las personas en prostitución que provienen de la trata de personas, obviamente, quedan fuera de este supuesto arreglo. Paralelamente se ha visto un incremento de la persecución policial hacia aquellas que no se hallan reglamentadas o bajo la protección de un proxeneta, o sea que en este sentido, la situación no varía.
A quienes sí se mejora y mucho es a los proxenetas y tratantes porque de criminales pasan a ser “industriales” “comerciantes” y además a través de los prostíbulos pueden lavar su dinero y también el de otros. Legalizar la prostitución es una medida progresista, propia de países desarrollados.
Raramente pueda llamarse progresista una política que concuerda punto por punto con la más tradicional y conservadora acerca de la mujer en general, de la división entre las privadas, buenas, madres y esposas, mujeres de su casa y las otras, las públicas, malas, de cualquiera. No puede ser progresista una política que en lugar de promover los derechos de quienes están en situación de vulnerabilidad, que en lugar de asistir a quienes realmente lo necesitan, pretenden ayudarlas cambiando el nombre pero dejándolas en igual situación de desamparo. Suecia, que no se puede decir que sea un país atrasado en cuanto a derechos, ha promovido una ley que es ejemplar, la
penalización del prostituidor, “cliente”; Holanda, considerado ícono en la reglamentación de la prostitución, esta dando marcha atrás con esta política, Francia se ha declarado plenamente abolicionista. Estos países en la práctica vieron que la reglamentación acarrea más consecuencias indeseables a nivel social que beneficios (aumento de la prostitución infantil, de la trata de personas, del tráfico de drogas entre otros). La solución es prohibirla
Las sociedades que practicaron el prohibicionismo han demostrado que es totalmente ineficaz porque no modifica las condiciones que sostienen a la prostitución. No educa en el sentido de una sexualidad libre y placentera exenta de violencia. Al mismo tiempo la situación de las personas en prostitución empeora pues son ellas las que son multadas o terminan encarceladas y no los proxenetas o tratantes. Si no existiera oferta no habría demanda o la mujer es la instigadora.
Esta inscripto en la cultura patriarcal que el hombre debe adueñarse de la sexualidad de la mujer sin tomarla en cuenta. Es el varón el que necesita reafirmar su poderío o volcar la violencia contenida hacia los más débiles en quienes están en situación de desprotección usando sus genitales como arma de agresión. La trata de personas existe para nutrir a los burdeles de mujeres y niñas, los burdeles requieren mujeres y niñas para
entregar a los prostituidores “clientes”. Legalizarla es un acto de realismo porque seguirá existiendo a pesar de todo.
Este mito cierra todo debate y acción posibles al dar por acreditado que siempre existirá la prostitución y por lo tanto es inútil todo lo que se haga en contra. Es la contracara del primero de los mitos que tratamos, el que dice que siempre existió o que es el oficio más viejo del mundo. En ambos casos se niegan los factores so ciales que promueven esta actividad y la posibilidad de modificación. Bajar los brazos ante una práctica abusiva es decretar el cese de la cultura, de los valores y los derechos. De seguir esta
práctica de aceptación “realista” también tendríamos que dejar de bregar a favor de la vida y la no violencia. Aún cuando la prostitución, en este momento, no pueda ser totalmente extirpable, eso no significa que la sociedad no deba establecer políticas públicas encaminadas a disminuir y acotar prácticas que violan los derechos más fundamentales como son la dignidad, la propia integridad y el derecho al desarrollo personal integral.