La complejidad de cualquier antología de la poesía árabe deriva del desconocimiento general que se tiene de sus nombres más destacados, as como del hecho de que, al tratarse de un género que siempre ha gozado de gran popularidad, su variedad y riqueza son poco comunes. Esta antología se ha organizado en cuatro partes, correspondientes a las distintas etapas en las que convencionalmente se divide la época de máximo esplendor de la cultura árabe antigua, y recoge con obligada concisión autores y obras —desde mu‘allaqas, obras laureadas de las etapas formativas, hasta sátiras y poemas amorosos— que, sin duda, impresionarán a los lectores por su profundidad, delicadeza y sorprendente modernidad.
AA. VV V V. Poesía Poesía árabe clásica clásica Mitos Poesía - 22
ePub r1.0 Titivillus 26.06.17
Título original: Poesía árabe clási ca AA.. VV., m. 569 d. C.-1251 AA C.- 1251 d. C. Selección: Alfonso Bolado, 1998 Traducción: Teresa Garulo, Poemas, de Ben Sahl de Sevilla Sevi lla, 1983 Federico Corriente, Cancionero andalusí , 1984 Josefina Veglison Elías de Molins, La poesía árabe clási ca, 1997 Jaime Jaime Sánchez Ratia, Treinta poemas árabes en su contexto , 1998 Alfonso Bolado, poemas de Abu Nuwas, ¿Me amas? y El credo de Abu Nuwas, 1998 Cubierta: Minarete de al-Mawiya, Samarra (Iraq) Editor digital: Titivillus ePub base r1.2
ÉPOCA PREISLÁMICA
TARAFA (m, 569 d. C.) Mu‘allqa
ampo en los altos por miedo. io cuando se solicita mi auxilio. ejo de saciarme en vino y placeres, nder y gastar los bienes transmitidos y adquiridos evitarme toda la tribu como a camello embreado. que censuras que asista a la guerra y a los placeres me entregue, es tú hacerme inmortal? Si no puedes evitar mi muerte, e abordarla con lo que poseo. hombre lograra algún día burlar la muerte, ida tuya, que eso sería como soltar una amarra por ambos cabos. y el hombre enjuto que conocéis, como flamante cabeza de serpiente.
IMRU-L-QAYS (m. hacia 540 d. C.) Lo que queda
to certero golpe de sable, o párpado pasmado, a casida escogida hueros mañana.
ANTARA IBN SHADDAD (525-615 d. C.) Mu‘allaqa
manece y anochece sobre un lecho ras yo paso la noche sobre negra montura embridada, cho es una silla sobre montura de gruesos miembros, ados ijares, noble, cincha, mí te ocultas con velo e saber que soy diestro en apresar al caballero acorazado, érame según lo que de mi sabes: oy de trato benévolo si no se me maltrata, ido y de sabor amargo como la tuera, si se me maltrata. quiera haya presenciado el combate te dirá la guerra me lanzo intrepido, soy recto a la hora de repartir el botín. a! man al clavar sus lanzas en el pecho negro de mi caballo si se tratara de cuerdas rendidas en un pozo.
ANTARA IBN SHADDAD (525-615 d. C.) El ejército de las calamidades
eo cada día en hastío de mi tiempo, os, de cerca, quiere envilecerme rodea de un ejército de calamidades, más verme, como si yo ra crecido y mi cabeza encanecido, uara mi resolución, se me agrietara la razón. so no, tiempo, mi hoy es ayer, recido en respeto ante quien me ve? ánto afligido despojé de su aflicción, invocado, con un tajo de mi espada! amaron y, por el trote del caballo, pe si lo hacían por nombre o por apodo. ité escuchar cuando me invocó, ue mi lengua fue concisa con él. é las huestes a la fuerza con un golpe ulgurante que el de una espada yemení, bien dije ¡aquí estoy! cuando mi espada y lanza fragor de la lucha, eran sendos corceles parejos. a es la respuesta que le di: hacia él mis riendas sumisas pañado de una lanza suave y morena de Al Jatt, na espada tajadora de hierro yemení durísimo. tos rivales abandoné sobre el campo de batalla, dos por los regueros púrpuras de la sangre! a las carroñeras expectantes a su alrededor,
nzadas con el trote de las doncellas, o corren hacia una procesión nupcial. les impedía cebarse en aquellos despojos ano o un pie aún con vida, que las rechazaba. menguó el duro batallar mis energías, an solo el largo rato transcurrido. erqué a la muerte a bulto, se aproxima el valiente al cobarde. a saben los Banu Abs que soy más servicial o soy llamado al combate, y que la muerte ece a mi mano, cuando hacía ella dirijo ice con mi afilada espada india.
AMR IBN KULTUM (m. hacia 600 d. C.) Mu’allaqa
ánto señor ceñido con corona de reyes cesor de asilo gamos bajo nuestros caballos rampantes, as las riendas! en queremos protegemos y donde queremos acampamos. mos lo que queremos y lo que no, lo dejamos. gemos a quien nos obedece y a quien no, lo maltratamos. do a la aguada nos dirigimos bebemos agua clara ras los demás beben agua turbia y barro. ta, pues, a los Banu Tammah y a Du‘mi e te parecemos. rey humilla a la gente, ros a la humillación no damos cabida. mos la Tierra hasta quedársenos estrecha. rcos cubrimos la superficie del mar. ndo entero y todo lo que sobre él brilla, nuestro es. do atacamos derribamos a los más poderosos. njustos son, no siéndolo nosotros, injustos seremos. anto destetamos a nuestros niños, llos se postran los más grandes hombres.
ZUHAYR IBN ABI SULMA (530-627 d. C.) Mu ‘allaqa
con las armas no defienda su propio honor, su honor derribado. no agravie, será objeto de agravio. viaje, tenga al amigo por enemigo. no se respete, no será honrado. turaleza del hombre siempre se desvela, e crea ocultarla. rsona que calla es admirada; hablar cuando merma o se engrandece. gua es la mitad del hombre, a mitad es el corazón; to no es sino carne y sangre. tupidez del viejo nunca se vuelve sensatez. adurar, la estupidez del joven puede volverse sensatez. os y pedimos, s da y se nos vuelve a dar; quien mucho pide, un día no recibirá.
AL-JANSA (Hacia 575-644 d. C.) Sajr
esvela el recuerdo cuando anochezco nezco descompuesta por lo violento del dolor, ajr —y qué otro joven como él—; ía de calamidad, de gualdrapa alanceada, enemigo mortal cuando atacaba acer valer a un agraviado por derecho, ca vi entre los genios calamidad como la suya! ca vi entre los hombres calamidad semejante! mbre más enérgico al hacer frente azares del destino, s noble y directo en los asuntos graves tos huéspedes llamaban a su puerta y pedían asilo, l corazón erizado por el menor murmullo! noble y de fiar era! La noche caía sobre él ncontraba libre de preocupaciones. lida del sol me recuerda a Sajr, engo en mis labios a cada puesta, o ser por la multitud que a mi alrededor por sus hermanos, me daría muerte sin vacilar. sigo viendo a una madre que ha perdido a su hijo, ora y se lamenta a gritos por el día aciago, , desesperada, sollozando por su hermano de de su desgracia o anteayer, ran a nadie como mi hermano, pero yo, l mío, me consuelo a mí misma al dar el pésame.
or Dios, no te he de olvidar, que me aparte de mi sangre y se cave mi tumba, e el día que me separé de Sajr dije adiós, ás hermosa de las criaturas, licia y mi solaz. e de él y pobre de mi madre! a estar en su sepulcro día y noche?!
KAAB IBN ZUHAYR (Siglo VII) Su’ad se ha ido
se ha ido, y mi corazón hoy está consumido, ado por sus huellas, no rescatado, encadenado, ella, la mañana de la separación, cuando partieron, a más que un antílope, de mirada esquiva, alcoholada. ta al acercarse, de amplias nalgas al girar, ede reprochársele que sea alta o baja. a dientes blancos como la nieve si sonríe ía que humedecidos en vino una y otra vez, no rebajado en agua helada, en el recodo puro cho de un torrente, al mediodía, puesto al ábrego luego, o por el aire, que se lleva su impureza, do después en una lluvia caída bes nocturnas, venidas de la blanca sierra. e Su’ad! Si hubiera sido fiel a sus amigos, que rindió promesa, o si hubiera aceptado el consejo! es una amiga con una sangre revoltijo de aflicción, ad, promesas rotas y cambios de amigos. ermanece como está, pues cambia, como el gul , or de su atuendo, ni persevera promesa que hiciera: es como el cedazo, o retiene el agua para nada. romesas de Urqub son en ella proverbiales, son promesas como mentiras, ¡futilezas! lo y espero que se acerque su afecto, no sueñes que nos va a conceder tal regalo.
dejes engañar por lo que desea y promete, las esperanzas y los sueños son solo desvarío. llegó de tarde a una tierra a la que no llegan amellas nobles, pura sangre, so quieto y acompasado. le dará alcance más que la dromedaria pesada esponda al cansancio con galope y trote. estas camellas cuyas orejas sudan copiosas, o objeto es la senda ignota, de huellas borrosas. ira aventadas con ojos de onagro solitario aje cuando los suelos son ásperos y las dunas arden. to ancho, gruesas las patas, tiene un carácter superior al propio de las hijas del semental. ello ancho y largo, robusta, fornida, amachada, plios costados, con una piel de tortuga marina, hinca el diente, en sus costados soleados, arrapata famélica. Enorme y magra, rmano es su padre, de una raza bles camellos, y su tío paterno tío materno, de largo cuello, ágil. da la pulga sobre su pecho brillante y lustroso flancos le hacen saltar. onagro, falsamente acusada de carnes prietas, do está separado de las costillas altas, omo si su nariz y quijadas fuesen, llá de los ojos y del punto de degüello iedra oblonga de amolar. su rabo como una palma de palmera deshojada, echones, sobre una ubre pequeña os pezones no han echado a perder. aquilina nariz, con sus orejas de pura casta: en la ve no se le oculta su nobleza evidente, ejillas suaves, corre sobre sus ágiles remos, lanzas, adelantándose a quienes salieron antes, perdona andar tocando el suelo. atas, morenas por los tendones, los guijarros esparcidos,
las protege de los cantos de los alcores era alguna, esos días en que el camaleón sa erguido, como si sus costados se cocieran coldo del fuego. De esos en que partes sobresalientes de la tierra van brillos cegadores ponen torpor y distanciamiento. ces, sus remos delanteros, en su movimiento alterno, o sudan y se cubren de espejismos las colinas ndo el guía de la caravana dice a la gente, oscuras langostas que patalean los guijarros: «Echad la siesta»—, en los brazos largos de una mujer hermosa que, arse el día, se pusiese en pie eplicaran otras madres afligidas. , se retuerce y carece, desde que le anunciaron erte de su primogénito, de toda entendedera. as palmas se desgarra el pecho, y su camisola, zada, pende de sus costillas. costados se precipitan los calumniadores, y dicen: hijo de Abi Sulma, date bien por muerto», o amigo en cuya amistad confiaba me dice: e buscaré por cierto, tengo ocupaciones e ti me alejan». Dije entonces: a de mi camino, bastardos, lo que decreta el Compasivo está hecho!». hijo de madre, por más que dure sano y salvo, a habrá de ser portado en parihuelas. do informado de que el mensajero de Dios me amenaza, el perdón, del enviado de Dios, es cosa de esperar. a poco! Sírvate de guía quien te dio el Corán, lleno de admoniciones y explicaciones en detalle. e tomes de boca de los que me calumnian, no soy culpable, por más que abunden sobre mí diretes. e me encuentro en un lugar que, cupara un elefante, y escuchase lo que escucho, remecería de terror y seguiría espantado
recibir del Profeta, con permiso de Dios, la protección. staba yo) Hasta poner mi diestra, para no quitarla, la mano del seguro vengador, cuya palabra es ley. es más terrible para mí el hablarle —se me había dicho: dagará y preguntará tu genealogía»—, un león, de los que viven en el corazón de Azzar, más espeso del bosque, ale de mañana, y alimenta a sus dos crías, n pan que es carne humana desmembrada y polvorienta. ón que, cuando confronta a un igual, no puede, tud de su ley, sino dejarlo derrotado. uya cuenta, el onagro permanece silencioso, cazadores de dos y cuatro patas no recorren el valle. que el valiente aparece devorado, mas y su túnica desperdigadas. ofeta, en verdad, es una luz que todos buscan, e las espadas de Dios, desenvainada. la turba de los Qurayshíes, dijo uno de ellos, corazón de La Meca, cuando se convirtieron al Islam: ». Marcharon todos, y solo quedaron los flojos, e carecían de escudo para el encontronazo montaban malamente, los sin espada. éroes de nariz altiva, cuyos vestidos, s con punto davidiano, en la liza son corazas. ntes, holgadas, enfiladas las anillas, si fueran las ramas de un qafa’a, bien prietas. alegran cuando sus lanzas alcanzan a sus enemigos, rden la calma cuando son heridos. n con el paso de camellos claros, andoble les protege, ndo huir a los negros chaparrotes. nzas no caen sino sobre sus gargantas, e no rehuyen zambullirse en las albercas de la muerte.
ÉPOCA OMEYA
UMAR IBN ABI RABI‘A (m. hacia 720 d. C.) Réplicas
muchacha de formados senos a tenderse, sin cojín, sobre la arena del desierto. lo haré, aunque no sea mi costumbre», dijo ella. ndo iba a despuntar la aurora me dijo: as deshonrado. Ahora vete si quieres, o sigue, lo prefieres». no hice salvo sorber sus encías re charlas, besarla en la boca. ené de toda ella. volví en su vestido de seda is ojos dije: llorad ahora. ces se levantó orrar con su manto las huellas car las perlas del collar desparramadas.
AL-WALID IBN YAZID (m. 744 d. C.) Diálogo
Poema dedicado a su prima y esposa, Salmá, que murió siendo aún joven. a me dijeron que Salmá había salido a rezar. acioso pájaro miraba desde la rama regunté: «¿Quién conoce a Salmá?». , y se echó a volar. rcate a mí». í estoy», y bajó. s visto a Salmá?» y huyó. irió en lo más íntimo del corazón ó.
AL-AJTAL (640-710 d. C.) Muerte pagana
os y fallecimos de muerte pagana, gentes que pasaron sin conocer a Mahoma, ías enteros, y cuando estábamos por dar timas boqueadas, volvíamos a las andadas. os una vida de la que no se resucita, o fin no te citan para el Juicio Final. ida de enfermos, alrededor de los cuales, espertar de la borrachera entre gentes diversas, ncontramos rodeados de criticones isitantes que iban y venían. os a nuestro copero: Venga, otra ronda, mos a darle como ayer, volver es bien digno de encomio. el vino, y fue como si en su vasija iera y espumajease el mismo planeta Marte. no que rezumaba un agua ndo la copa rodaba de mano en mano aroma que parecía sacrosanta: ta y te resucita después de muerto, u muerte es deliciosa, a a la que vuelves es mejor y más loable.
AL-FARAZDAQ (641-730 d. C.) Zaryn al-Abidi n
s quien la vaguada conoce el paso asa lo conoce, y lo lícito y lo tabú. s un Ibn Jayr, siervos de Dios todos ellos, oso de Dios, sin mácula, puro y jefe de fama. s hijo de Fátima, por si no lo sabías, u abuelo a los Profetas de Dios se puso sello, ue digas: «¿quién es este?» no lo agravia, árabes e infieles saben a quién negaste. anos son lluvia copiosa que a todos llega, echas llover y nunca se agostan. re de fácil carácter, de arrebatos no temidos, ornan dos cualidades, buen carácter y genio. dor de cargas ajenas cuando abruman, de disposición, dulces en él son los síes. a dijo «rotundamente no», ser en la profesión de fe. fuera por ella, sus noes serían síes. có a las criaturas con el favor, se disiparon ieblas, la miseria y la privación. viera la tribu de Quraysh, diría uno de ellos: nobles actos de este son el colmo de la nobleza» lla la vista avergonzado, y es humillada en su respeto, rigiéndosele la palabra sino cuando sonríe. palma lleva un bastón de aroma fragante, o de una palma que inspira reverencia,
na nariz que se levanta altiva. etiene su mano al reconocer su superficie uina de la Piedra Negra, cuando fue a tocarla. lo ha honrado desde antiguo, lo ha ensalzado o ello lo ha inscrito el cálamo en su tablilla. criatura no estuvo a su cargo supremacía de este, o por su favor? da gracias a Dios las dé a la primacía de un tal, la religión llegó a las naciones por su casa. nsalzado hasta la cúspide de toda religión, donde toda mano queda corta, o pie no da alcance. eto de alguien con quien están en deuda or de los profetas, y con el favor ya patria están en deuda las naciones todas. olengo deriva del Profeta de Dios, buenos sus plantíos, su talento y sus prendas. luz de su nobleza se rasga la túnica de la aurora, el sol, a cuyo brillo se desgarra la tiniebla. un grupo al que se ama como una religión, e odia como odian los infieles, a cercanía es refugio y asilo. do proemio, al empezar a hablar, mención de Dios, va la suya palabras tienen en su nombre colofón. diera contarse la gente de la piedad, yos serían sus imanes, pues ya se dijo: iénes son lo mejor de la gente de su tierra?». licaron: «Ellos». u generosidad no puede generoso alguno, le acerca nadie, por muy noble que sea. a nube cargada cuando la miseria aprieta, ones son leones de Sharra, esesperación es negra. engua la miseria la generosidad de sus manos, iguales cuando ricos que cuando pobres. l y la desgracia por su amor son conjurados,
ondad y la gracia por él domeñados.
YARIR (653-732 d. C.) Muerte de al-Farazdaq
mi vida! Ha afligido a Tamim, la ha derrumbado, o de los rigores de la suerte, de al-Farazdaq la muerte. de que acudieron para abandonarlo sus parihuelas— en una tumba abierta abismo de la tierra, bien hondo, on en la sepultura a quien un tiempo perteneciera a estrella, sobre el cielo cernida. quien llevara el peso de las deudas ajenas, venciera al injusto Satanás, el gigante. na de todo Tamim, su lengua, voz soberbio en toda ocasión de elocuencia. n, después de Ibn Galib, saldrá fiador s parientes, del vecino y del que es preso de cadenas? tos huérfanos hambrientos, tras la muerte de Ibn Galib, ntos niños y madres de progenie! n liberará a los prisioneros? ¿De quién lavarán la sangre anos y, colérico, tomará el pago de la sangre? tas veces cargó con el peso de sangre cara, valeroso, acía paciente en el cumplimiento de la palabra dada! to alcázar de crueles, de héroes y de plebeyos igirse a él, sus puertas no se cerraron! rieron las puertas de los reyes a su faz, rtinajes que velasen, ni adulación que mediara. lloren sobre él los hombres y los genios do poniente y en levante,
ha muerto un valiente Mudari! éroe que vivió edificando la gloria durante noventa años to se elevaba a la riqueza y la celebridad! urió hasta que no hubo dejado tras de sí, da fiera, un golpe atronador.
ÉPOCA ABASÍ
BASHAR IBN BURD (Hacia 714-784 d. C.) Salma
is compañeros en Junasirat nte, una vez que el día estuvo alto, el corazón, de puro arrobo, el largo enamoramiento, echó a volar. do apareció la boyada, recordé a Salma, a mis labios cuando se esparció él almizcle. las gentes vi que era una moza aneras correctas, chica discreta, entes refrescados por sonrisas, como si su boca, co después del sueño, se sido abrazada por el vino. omo si nunca visitaras dientes pujantes, amor en ellos encontrara jamás morada, si su corazón fuese una bola que rebota iedo a la separación, liese de algo el cuidado! rroriza confiar cualquier secreto iedo a que las murmuraciones se ceben en él, omo si sus párpados hubieran sido picados spinas y el sueño no pudiera aposentarse. do el pregonero llama, casi ha pasado iedad de la separación, ¡si sirviese de algo! noches quisieron seguirse de otras noches nunca jamás sea el día creado. digo, mientras mi noche se hace eterna,
a la noche no le seguía el día? jos se han vuelto extraños al sueño, tal punto que parecen sus párpados siado pequeños para poder cerrarlos.
ABU NUWAS (Hacia 747/768-814 d.C.) El veredicto del alfaquí
l criticón en la taberna, ras bebemos bajo la facundia de los bordones, e ido a consultar a un sabio en leyes, , rabino donde los haya, buceador religión, jurista de tomo y lomo, ador de ciencias y novedades. dicho: «El mosto, ¿es lícito?». ha replicado—, salvo que sea de un vino onga de pie a los muertos.» oración», insistí. Dijo: gación canónica. Rézala bien rmete la mona. Echa a cuenta ción de un año entero y, si es nocturna, as bien amanecido». Dije: «¿Y el ayuno?». te lo propongas siquiera! Esmérate licar a cada ayuno un desayuno.» a limosna? dime, ¿y la alcabala?» ijo: «Quita de ahí, esa se considera a de la herramienta de truhanes». qué: «¿Y, si peregrino, los ritos?». de más —dijo—. Sal corriendo. ras de La Meca no vayas en peregrino que La Meca te caiga a la puerta de la casa.» no —dije—. ¿Y los tíranos?» Me dijo: «Nada arlos, ni aunque te ronden el granero.
a buenas con ellos, véngate en sus hijos, sobrado de cólera contra infieles. ta, con tu lanza, una tripa aquí, un trasero allá. s la Guerra Santa, ¡qué excelente recompensa!». qué: «Y la prenda, ¿se devuelve?». ó: «Ni hablar, nadie devuelve lejo de un quintal de dátiles. te ocurra! A no ser que sea la trampa l dueño y señor de una taberna. élvele entonces prenda y deuda a ello arréglatelas, aunque sea endo la mismísima camisa». ondí; «Estoy resuelto, pero, hay del soltero, que viaja sin cesar, sencias muy seguidas?». spondió: «Beneficiarte debes a la vecina, bién sodomizar al vecinito». e acercó entonces y añadió: i obligación aconsejarte: como guinda s tus virtudes, haz unas apuestas».
ABU NUWAS (Hacia 747/768-814 d.C.) ¿Me amas?
do vi a aquel hermoso joven a con ganas. amos los dos solos, en fin, con Dios. Y sin embargo so su mano en la mía habló largo rato; és me dijo: «¿Me amas?». ás allá del amor.» r tanto —dijo—, ¿me deseas?» o en ti es deseable.» e entonces a Dios y olvídame.» i corazón quisiera obedecerme…»
ABU NUWAS (Hacia 747/768-814 d.C.) El credo de Abu Nuwas
con piedad cinco veces al día; sto dócilmente la unidad de Dios; mis abluciones cuando debo rechazo al menesteroso. ez al año, guardo un mes de ayuno; antengo apartado de los falsos dioses. ién es cierto que no soy un mojigato acepto un vaso cuando se me ofrece. con vino puro la buena carne bras y cabritos gordos y sabrosos, uevos, vinagre y verduras tiernas, s lo mejor contra la resaca. ndo la caza se pone a mi alcance nzo tras ella como un lobo hambriento. sin embargo las llamas del infierno a herética camada de los shiíes ardan en él eternamente.
ABU TAMMAM (806-845 d. C.) Muhammad ibn Humayd
murió sino cuando hubo fallecido de su espada, harto de mandobles, elló en ella la lanza morena. lano su paso por la muerte súbita, evolvió el celo amargo y el carácter áspero. ciénaga de la muerte asentó su pie, ijo: Bajo tu planta, está la resurrección. de mañana madrugó, siendo banza la urdimbre de su túnica, se fue sino cuando tuvo su soldada: el sudario. ra parecen los Banu Nabahan, en que fue alcanzado, estrellas, las que se haya desplomado la Luna llena. entan por un difunto l que aúlla también la misma grandeza, loran la bravura, la magnanimidad y la poesía.
AL-BUHTURI (m. 897 d. C.) El iwan de Ctesifonte
rvé mi alma de todo lo que mancilla el alma mantuve por encima del regalo de todo cobarde. nté de firme cuando me zarandeó el destino, curar este mi ruina y recaída. as de las heces de la vida junto a mí, os días escamoteaban con cicatería mezquina. osa es ir a la aguada cada día y beber a placer, muy distinta es abrevar tras tres días de sed. e que el tiempo tolerara sus favores dejase para los más indignos de los indignos. mpra del Iraq ha sido un negocio de ruina, aber vendido Siria a precio de saldo. e pongas a prueba, pues, ni me tientes ta desgracia, no me vayas a dar la espalda, desde antiguo me conoces, tengo mis cosas buenas, esdeñoso de vilezas, intratable. deza de mi primo me inquietó, u primera suavidad y su atención cordial. me agravia, soy de los que se dejan ver eciendo lejos de donde me tomó la noche. do visitaron mi morada los desvelos, enfilé mi camella el palacio blanco de Ctesifonte, consolarme de mi suerte al afligirme l borroso asiento de la dinastía de Sasán. habían traído su recuerdo los seguidos malos tragos,
a veces aquellos avivan la memoria, s en otros casos la adormecen. ecordé entonces, cuando a placer moraban ombra de un elevado palacio, que dominaba todo, ndo la vista y enturbiándola, erta cerrada ante la montaña de al-Qabq, enos que a las planicies de Jilat y Muks. das que no eran como las ruinas de la acampada ada, en el desierto pedregoso y yermo. tos titánicos esfuerzos que, mediar querencia por mi parte, a igualarían ni Ans ni Abs! mpo ha remendado su época y su frescura que han aparecido cubiertos de harapos, si el Jirmaz, por falta de calor humano eterioro, fuese el edificio de una tumba. dieras verlo adivinarías que las noches ron en el un funeral, después de tanta boda, siendo elocuente testigo de las maravillas a gente, cuyo cuento no ensombrece tiniebla ni una. z de Antioquía, al verla te estremeces, si estuvieras entre Persia y Bizancio. uerte espera, en tanto Anushirwan arenga filas de los soldados bajo los pendones, sobre oro, envanecidos por la marca del tinte, tonados los hombres ante él, silenciosos, decidos los murmullos, algunos con cautela, ndo el mango de una lanza, otros, medrosos, ando las puntas de las lanzas con su escudo: los pinta a todos vivos y bien vivos, ndo entre ellos las señales de los mudos. celo por ellos crece, hasta el punto is manos los palpan y recorren. l-Gauz me dio de beber y no fue parco, ncima de ambos ejércitos, un trago apresurado, vino que dirías estrella de la noche, ismísima baba del sol. Si lo vieras
ando la copa del bebedor sorbiente descansado, un vino querido de todas las almas, ciando en el vidrio de cada corazón. iné entonces que el mismo Kisra Abarwiz era mi copero alabdah quien libaba conmigo. un sueño que se apoderaba de mi ojo y vacilaba eranzas que trocaban mi parecer y entendimiento? a que el gran vestíbulo, de maravillosa factura, un escudo al costado de la montaña apeñascada. rías, a causa de la melancolía —que salta a la vista en lo visite de mañana o tarde— ra un hombre azorado marcha de su gente querida igado a separarse de la amada. oches han dado vuelco a su suerte y Júpiter rnoctado allí como estrella de mal fario. ue no flaquees, pues allí ha fondeado cho de los pechos de Fortuna. lo echó a perder que lo hayan despojado alfombras de brocado, ayan saqueado los cortinajes de seda. ndose, sobresaliendo de él las partes altas, las cimas de Radwa y Quds, adas de blanco, todo lo que ves de ellas s túnicas de algodón. sabe si son obra de hombres para genios, nde estos se han aposentado, a de genios para hombres, pero veo an fe de que su constructor e, entre los reyes, hombre débil. mo si estuviese viendo las filas y la gente, que llevo al límite mis sentidos, si las delegaciones estuviesen bajo el sol, das de estar en píe tras las masas, mantenidas. si los cantantes, en medio de los pabellones, aran entre labios oscuros, sonrosados,
si la reunión hubiera tenido lugar anteayer mismo, artida apresurada apenas ayer, el que quiere seguirlos ansiara zarlos a la mañana del quinto día. mpo habitadas por la alegría, sus moradas on a ser asiento de la tristeza y del duelo. lo que puedo hacer es ayudar con lágrimas as a la pasión en mano muerta. e tengo es eso, pues esta casa no era mi casa, de ellos pariente, ni mi raza era la suya. les debo el favor que su gente hizo a la mía: aron lo mejor de su sagacidad, ecieron nuestro reino y confirmaron sus poderes, edio de campeadores de armadura, valientes, daron a los escuadrones de Aryat, ando las gargantas, atravesándolas. ra me veo prendado de los nobles hombres todos, alquier raigambre y fundamento.
ABUL TAYIB AL-MUTANABBI (915-965 d.C.) Kafur
cada mujer de andares arrastrados scate de acémilas ligeras de paso! odos los camellos bujawíes remolones: gancia en el paso ni me va ni me viene. todos son cuerdas de salvación, ara el enemigo, repelentes del daño. no de ellos he aporreado el desierto, lo haría un jugador de flechas, a lo que salga. do se espantaba, se le adelantaban los pura sangre, ancas espadas y las morenas lanzas. asó por Najl y, ausente del mundo, balgata dispensó de abrevar allí. heció y en al-Niqab nos dio a elegir Wadi al-Miyah y Wadi al-Qura. ijimos: «¿Dónde está la tierra de Iraq?», ondió, estando en Turbana: «¡Aquí al lado!». sma apretó el paso como el soplo de poniente, o todos la cara al viento de levante, ando a al-Kifaf y a Kibd al-Wihad, r al-Buwayra y Wadi al-Gada. esó Busayta de parte a parte, como una espada los avestruces y las vacas salvajes, Uqdat al-Yawf, en donde mitigaron algo su sed. a, Sawar apareció ante ellas, aurora lo hizo al-Shagur.
rrera les llevó al caer la noche hasta al-Jumay’a, añana a al-Adari y luego a Dana. noche pasamos en Akush! Ennegrecía la tierra raba las marcas del camino. edio de ella bajamos a Ruhaima: ás noche por delante que por detrás. do hicimos alto, hincamos nuestras picas nuestros altos cometidos y la grandeza, amos la noche besando nuestras espadas, rando la sangre de nuestros enemigos de ellas, que supiera Egipto, y quien haya en Iraq y Awasim o soy el más heroico paladín, umplí con lo que había dicho y rechacé, o displicente con el despectivo. no todo el que habla luego cumple, todo el abocado a la ignominia dice no. e el corazón no tiene más remedio isponer de su propio medio, ciocinio que hienda la más sólida roca. en tenga un corazón como el mío, que tire derecho l corazón de la muerte hasta la misma gloria. do camino por el que ande el héroe cada será acorde al tamaño de su pie. ayete dormía, indiferente a nuestra noche, antes también dormía, de ceguera y no de sueño, esar de la proximidad, los baldíos de su ceguera u ignorancia se abrían entrambos. por cierto, antes de conocer a este eunuco, as cabezas eran asiento de la inteligencia, n al contemplar su entendimiento rendí que la inteligencia está toda en los cojones. tas cosas hay que dan risa en Egipto! esta es una risa como el llanto. llí un nabateo salido de la gente de Sawad nseña genealogía a la gente del desierto, gro —la mitad de él belfo— al que dicen: s la luna llena de la noche oscura!».
uántos versos hice alabanza de este rinoceronte, as a medio camino entre la poesía y el conjuro! no eran alabanzas, sino más bien nio del género humano. s hay que han desvariado por sus ídolos, por un pellejo de vino, pues, la verdad, no. llos son silenciosos, pero este habla, acudes bien, suelta cuescos o farfulla. do el alma de alguien ignora su valía, e encarga de ver por él lo que no ve.
ABU FIRAS AL-HAMDANI (m. 968 d.C.) La madre del prisi onero
ate la lluvia, madre del prisionero cuya suerte aborreces. á turbado, no se tiene en pie ni camina. ién llevar la buena nueva del rescate? ién cuidar, qué cabellos sobre la frente arreglar, ijo anda por tierra y mar? n le protegerá, quién le llamará por su nombre? jos ya no hallarán la paz de noche; to sería mostrarse alegre ndo tú degustado la muerte y el infortunio sin hijo ni compañero. ado de tu corazón desapareció de aquel lugar e presentes estaban los ángeles del cielo. n por ti aquellos días en que, paciente, ayunabas abrasador de mediodía. n por ti aquellas noches que en pie pasaste despuntar la luz de la aurora. n por ti aquellos oprimidos, de tantos temidos, enes tú acogiste cuando no hallaban protector. n por ti aquellos pobres indigentes a los que socorriste o no se tenían en píe. tas largas, incomparables penas pasaron por ti. tos secretos por tu corazón pasaron sin revelarse jamás. tas veces te daban albricias que acercaban el plazo de mi llegada. ién me lamentaré, a quién suplicaré mi liberación go el pecho encogido de dolor? mujer rezará ahora por mí, a la luz de qué rostro me iluminaré,
alejará de mí el destino implacable? n me ayudará a sobrepasar tan ardua situación? ico consuelo es que, en breve, al más allá donde te hallas a parar.
POESÍA ANDALUSÍ
IBN ZAYDUN (1003-1071 d. C.) Wallada
recordado en Azahra con nostalgia, o el horizonte era límpido landecía la faz de la tierra; iro tenía, en el crepúsculo, alguna languidez si se apiadara de mí y amainara de pena, rdín entero parecía sonreír licencia a la plata de su agua; e entonces que sobre la parte alta da tu pecho ras aflojado los collares. n día como aquellos de placer ya idos s que, en tanto el destino sesteaba, ecíamos ladrones de la dicha. eleito ahora al dejar mis ojos do por las flores, tan perladas de rocío us cuellos acababan por vencerse, si sus ojos, al contemplar mi desvelo, en por mi desgracia y sus lágrimas bularan llenas de destellos. osa reluciente, en su cama soleada, la que la luz del mediodía. doble el brillo, y un nenúfar perfumado, asaba, inmerso en su fragancia, alguien soñoliento a quien la aurora pilas hubiera espabilado. o a mi alrededor excitaba a tu añoranza
corazón ya no podía estar más oprimido. uestra unión, el colmo de mi anhelo, mpliera, fuera el día más noble: a suerte me trajera. Dios niegue el reposo a ún corazón que se haya rebelado tu recuerdo! i siquiera ha sido capaz de alzar el vuelo las alas batientes de la melancolía. si el céfiro, en su soplo, ra querido transportarme, ieras encontrado con un joven mido por su suerte, i más preciada posesión. s valiosa, la más querida de mi alma quello que un enamorado tiene es posesión— suficiente recompensa del amor puro n tiempo que, pasado en el jardín de las delicias, os transcurrir a nuestro gusto. racias ahora por las horas que me diste. las, tú has encontrado consuelo, to que yo sigo amante verdadero.
IBN SHUHAYD (992-1035 d. C.) Desde la cárcel
ay en mí sino poesía forjada en la pasión, a ha hecho única en el mundo. ca profiere lo que no llevo a cabo, ndo en ocasiones la belleza de las cosas, gerándola otras. ue tan extendida es mi reputación de libertino n realidad un desdichado, olo es feliz componiendo versos. yo el primer enamorado ber perdido la cabeza por unas mejillas, por unos ojos? pre en guardia contra mí están ación, prisión, ansiedad, oprobio y un déspota guardián, n hará llegar a los compañeros ras separarnos, vivo proscrito en la mansión de los opresores? en una mansión cuyos habitantes, por el daño causado, aposentados sobre los tizones ardientes de la muerte.
IBN SHUHAYD (992-1035 d. C.) La muerte me alcanza
do veo que la vida me vuelve la cabeza ue la muerte me da alcance, ría vivir en cualquier escondrijo, más alto de una montaña escarpada, a por los vientos, alimentándome millas derramadas, el resto de mi vida, rio, sorbiendo agua de oquedades. amigo quien deseó la muerte alguna vez, yo, palabra, la deseé cincuenta al menos, ra que llega la hora de partir, me parece ber obtenido del mundo desde siempre una mirada, fugaz como un relámpago. n llevará de mí a Ibn Hazm noticia, e fuera mano en las desgracias, los aprietos? ti, me voy para siempre, sea la paz de Dios, te como viático, te lo da un amigo que parte. vides velarme cuando me pierdas, orar mis días, los dones de mi carácter, ndo me echen a faltar, ueve, por Dios, cada vez qué me recuerdes o mozo valiente, despabilado. mi cuerpo, en su sepultura, escuche algo letanía del salmodio o del músico. r recordado tras la muerte, tendré descanso: e lo neguéis pensando que no es solaz de difuntos.
ngo mi esperanza en Dios por tiempos pasados pecados cometidos: Él conoce mis verdades.
AL-MU’TAMID (m. 1095 d. C.) El paso de las perdices
al paso de las perdices en bandada, , sin cárcel, no lastradas por grilletes, fue, Dios me libre, de pura envidia, ue melancolía, ¡si me pareciera a ellas! ase suelto, sin la familia dispersa, entrañas en carne viva, ni hijos muertos ndo manar el llanto de mis ojos. an buena suerte! que no se rompió su grupo oreó ninguna la separación dé los suyos, o han pasado —como yo— la noche, azón en un puño, a cada estremecerse puerta de la cárcel, o gemir de los cerrojos. es esto algo que haya discurrido. describo lo que desde siempre alberga azón del hombre. Mi alma anhela ontronazo con la muerte: uizás amaría la vida cargado de grilletes. ios preserve a las perdices en sus crías, las mías las traicionaron el agua y la sombra.
IBN AMMAR (m. 1086 d. C.) Ibn Abbad
odar la copa, ha descampado el céfiro estrellas han tomada las riendas sto fin a su viaje nocturno. egala la mañana su alcanfor o la noche reclama su ámbar, rdín es como una bella mujer, res revestida, de brocado cobrizo, a dé un collar de perlas de rocío, esclavo lozano que enrojece de vergüenza nsoberbece de un bozo de mirto. rdín como una mórbida muñeca dida sobre una túnica verde; ta un viento del este y lo dirías ada de Ibn Abbad dispersando un ejército. bbad! Feraz es la dádiva de su mano, o el aire se encapota dé ceniza. dor del eslabón de la gloria, no va ego de la liza sino a la lumbre hospitalaria, iendo, dadivoso, la chica de senos hechos, cel de pelo fino, el sable de pedrería. por cierto estar en el cíelo o su abrigo, regado por los cántaros de su rocío, e seguro que mi morada sería fertilizada o lo pedí a las nubes bien cargadas. alguien a quien no chistan los montes
o toma asiento bien derecho, y que, re, los vientos le andan a la zaga. en que, al pasar, las puntas de las lanzas cen romas y los filos ya no cortan, to golpean las pezuñas de los caballos lo duro. Ninguna criatura leería que los filos de su espada, si comparas eas enemigas con las de un escrito. sable más elocuente que lá prédica de Ziyad guerra si tu derecha es un pulpito. ta este poema como si fuera un jardín do por un levante, al que el rocío amantado hasta hacerlo florecer. orné con un brocado, de colores, o con tu nombre, y él almizcle enetrante be, rasgado en tu alabanza, n a un tal rivaliza en aroma? ención es madera finísima que ofrecí go de mi ingenio en pebetero: ncontraste la brisa de mi alabanza iagadora, a mí el cierzo de tu generosidad antojó mucho más perfumado.
IBN HAZM (994-hacia 1063 d. C.) El amor verdadero
or verdadero no es hijo de un instante, u eslabón sirve para hacer fuego a voluntad, ue, a su aire, nace y anda, rgo entretenimiento, que afirma su cimiento. rondarán entonces conjuros o rupturas, alejará ya nunca del asiento y el crescendo. e viene a confirmar el que veamos obra hija de un instante morir en su siguiente. y empero tierra durísima, pedernal puro, do remisa a los esquejes, insumisa, n aquella planta que en mi arraiga tenga —en primavera— cuidado de las lluvias.
IBN QUZMAN (m. 1160 d. C.) io del vaso quiero morder, que es almizcle. te tiempo uno ha de desenfrenarse: o se me perdió el váso el el jardín entre la hierba, ndo rosas y mamando ál borde del frasco, ras el ruiseñor arriba hablaba sin acabar. o se ha tornado amante delgado y pálido; me con mi vaso, hermanos, recuperarme. me diga: «Bebe y disípate» es mi amigo, ltaré a quien me diga que me enderece. el beber guerra habemos el alfaquí y yo: lce pecar en días de lechuga e hinojo; al verme mi blanca barba, me dice: «Arrepiéntete». yo, por costumbre, aprendo vías de ilicitud. la copa, el jarro y el tazón borracho perdido, ebrio y eufórico, dome un aroma de jazmín y albihar, el elogio del más noble señor, Abulhakam. la fragancia de tu elogio se expande como almizcle; reyes más que azúcar place recordarte; tuna metió su lanza en la entraña de tu enemigo, undo, sonriente, viene a servirte.
lustre del qué conozco mil páginas; u gloria, que más se ve cuando eres humilde; paro al almizcle cuando se expande, nto más se quiere ocultar; más delata. ó, el cejelillo, y es más dulce que brisa; anciador lo canta y el comensal lo baila: ludos míos, que me voy y me quedo; o un poeta saluda; alguna cosilla quiere.
BEN SAHL DE SEVILLA (1212-1251 d. C.) en cuyo ataque las seducciones la mejor parte, ráis y todo yo soy vulnerable stras flechas certeras.
onsejos del censor se oyen o se aceptan. su rostro de aurora, iva como el vino y sus ojos de corza; a gacela y su boca es una margarita las que pastan en él desierto. la, toma mi corazón como morada, eres forastera entre los hombres, ta en mí pues son mis lagrimas agua fresca entrañas, fértiles prados.
sus labios rojos y sus ojos negros la vida y la muerte; uas de la timidez riegan mejilla la rosa de la vergüenza lanto yo con la mirada jo con la esperanza. s lánguidos ojos vive un sueño, ace velar a los ojos del melancólico u cadera, una rotundidad gudiza la inteligencia del prudente.