Gauthier, Gauthier, Gilles. Comunicación Comunicación y política. España : Gedisa, 1998. 413p. !as contradicciones de la comunicación política y Dominique Wolton Wolton CNRS, CNRS, París La política es inseparable de la comunicación y, por lo demás, la historia de la democracia es la historia historia de las relaciones relaciones entre ambas. ambas. Hoy
el problema reside principalmente en determinar mejor el carácter específico de la “comunicación política” en el momento en que, con la radio, la televisión y los sondeos, la comunicación se encuentra en plena epansión. !n "ltima instancia, toda política lle#a a ser comunicación política en el sentido en que la política es constantemente objeto de debates y de comunicaciones.$Hay que comprender, pues, lo que distin#ue la comunicación política de todos los demás fenómenos comunicacionales comunicacionales que hoy rodean a la política. La comunicación política no es la comunicación p"blica del !stado y de las instituciones destinadas a la sociedad. %o es tampoco la mediati&ación mediati&ación de la política aun cuando esta mediati&ación desempe'a un papel importante( tampoco es sinónimo de mar)etin# político ni puede referirse a todo intercambio de discursos relacionados con el objetivo de poder, pues entonces se trataría de una definición demasiado amplia, sin capacidad de discriminación. discriminación. *o he tratado de elaborar una definición que, en cambio, distin#a la comunicación política de todos los otros fenómenos de comunicación que rodean a la política y sobre todo que d+ cuenta de su dimensión dramática. !sa definición recuerda que en la comunicación hay siempre movili&ación de recursos diferentes y contradictorios que se oponen en una acción dinámica en la que lo que entra en jue#o es siempre el poder. or eso, en -/, di una definición restrictiva de la comunicación política, a saber0 ”es el espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que le#ítimamente se epresan en p"blico sobre la política y que son los políticos, los periodistas y la opinión p"blica a trav+s de los sondeos”. --1 He tratado de mostrar así la importancia de los enfrentamientos discursivos por oposición a la idea clásica de la comunicación política que la reduce a una estrate#ia para”hacer pasar un mensaje”. La comunicación política se concibe aquí como un proceso dinámico y abierto, no como una t+cnica( se trata de un lu#ar de enfrentamiento de discursos políticos políticos opuestos apoyado o bien por los periodistas, o bien por los políticos, o bien por la opinión p"blica en virtud de los sondeos. 2iene así la característica característica de terminar siempre con la victoria frá#il de un ar#umento sobre el otro. La comunicación política así entendida muestra, por un lado, que se trata de un lu#ar de enfrentamiento de discursos de desenlace incierto y, por otro lado, muestra tambi+n que ese enfrentamiento se reali&a partiendo de tres discursos que se epresan le#ítimamente en una democracia0 la información, la política y la opinión p"blica. La comunicación política asume pues formas diferentes se#"n los períodos normales, de crisis o de elecciones. ero siempre tiene la doble función de seleccionar los temas sobre los cuales habrá de disputarse y de eliminar aquellos en los que ya no hay más enfrentamiento. enfrentamiento. La comunicación política política cambia pues de sentido y de forma en el tiempo, pero cada uno de esos capítulos de al#una manera termina con una elección, antes de la ulterior apertura de otro capítulo. 3ecía yo en otro lu#ar0”... la comunicación política es un cambio político tan importante en el orden de la política, como los medios masivos lo han sido en el orden de la información y los sondeos en el orden de la opinión p"blica” (op. cit.). 4simismo he procurado mostrar que no hay comunicación política sin un espacio p"blico5 distinto del espacio com"n y del espacio político. La comunicación política es la intersección más peque'a entre los otros tres espacios simbólicos que son el espacio p"blico, el espacio político y el espacio comunicacional. !s el lu#ar en el que se concentran y se leen los temas políticos en debate, los cuales se desprenden del espacio p"blico y del espacio político. !sta definición restrictiva tiene el inter+s de mostrar lo que está en jue#o en la comunicación política0 política0 la selección de los temas y de los problemas sobre los cuales se ajustan los enfrentamientos co#nitivos e ideoló#icos del momento. !n definitiva, la historia de la democracia es la historia de la sucesión de las fi#uras de la comunicación política que paulatinamente han dominado y estructurado la vida democrática. 6u función consiste en lle#ar a seleccionar en los discursos contradictorios del momento aquel discurso o aquellos discursos a los cuales habrán de adherirse los p"blicos. %o todos los discursos p"blicos y políticos entran en la comunicación política del momento. 7nicamente forman parte de ella, aquellos sobre los cuales se estructuran los enfrentamientos. !sto muestra la importancia de la interacción conflictiva de las tres dimensiones de la democracia0 la información, la política y la comunicación. 8uestra asimismo el lu#ar del p"blico en este proceso a trav+s de la opinión p"blica y muestra muestra el papel en "ltima "ltima instancia dominante dominante de la política política en relación relación con la comunicación. comunicación. !n efecto, el empe'o empe'o de toda fase de comunicación política es ciertamente la decisión y la acción política, y no la comunicación. !n virtud de su función de inte#ración, de le#itimación y de eclusión de los temas que no forman parte de los empe'os políticos del momento, la comunicación política es el verdadero motor del espacio p"blico. or lo demás, es un concepto clave del funcionamiento de la democracia de masas. 6ólo que curiosamente ha sido objeto de escasa atención por parte de los analistas, quienes terminaron por identificar la comunicación política con todo lo que tiene que ver con el mar)etin# o con el lu#ar cada ve& mayor que ocupa la comunicación en la política. 6e han concentrado en la ”función de a#enda” que en definitiva no es más que un aspecto de la comunicación política, es el caso en que los periodistas lo#ran más o menos imponer su propia jerarquía de los problemas. ero esta función de a#enda es demasiado simple, aunque nos resulta seductora para comprender ese jue#o complejo de enfrentamiento y de le#itimación del discurso. !n "ltima instancia, hay tantas funciones de a#enda como combinaciones entre los principales actores0 periodistas, políticos, or#ani&aciones p"blicas, acontecimientos. !l +ito del vocablo a#enda se debe a la racionali&ación simple que introduce en un jue#o complejo e imprevisible de relación de fuer&as. or ejemplo, ese concepto no permite hacer aparecer con suficiente nitide& lo que distin#ue las situaciones normales de crisis o de elecciones. --!n el sentido que yo le doy, la comunicación política permite pasar de los puntos de vista sectoriales de la política, que se epresan por los medios o bien por sondeos o por discursos políticos, a un enfoque que trata de comprender la interacción entre los tres órdenes. or otra
parte, la comunicación política es un concepto más importante en el caso de la democracia de masas que en el de la democracia elitista de ayer. !n efecto, la comunicación política de ayer incumbía a una +lite( hoy, considerando el sufra#io universal, es una comunicación en #ran escala. * son precisamente las modalidades de articulación de las tres dimensiones constitutivas de la política en esta gran escala las que dan toda su importancia a la comunicación política. ero en lu#ar de interesarse por las modalidades de interacción entre estas tres ló#icas, la mayor parte de los analistas hace hincapi+ ya en los discursos, ya en las elecciones, ya en los sondeos, ya en los medios y rara ve& en el resultado de su interacción. !n realidad, la comunicación política es un equilirio inestale entre ló#icas contradictorias, equilibrio inestable pero que da sentido a los enfrentamientos de la democracia de masas. !n este trabajo, me propon#o estudiar las contra!icciones de la comunicación política tales como eisten en las democracias de la !uropa occidental donde qui&ás hayamos desarrollado con la mayor claridad estas tres direcciones contradictorias, equivalentes desde el punto de vista de la le#itimidad0 la información, la política y la comunicación. 9:uáles son las contradicciones que amena&an este ;$< equilibrio precario e inestable= Las contradicciones resultan de la ruptura de ese equilibrio entre las tres ló#icas. ara decirlo con una epresión que está de moda en la investi#ación sobre la comunicación, la comunicación política es el objeto de un enfrentamiento en su propio seno que tiende a alcan&ar”el dominio de la función de a#enda”. --5 ero aquí se trata de una función de a#enda un tanto compleja, pues presenta dos niveles. !l primer nivel es el de la relación !e "uer#as entre estos tres discursos, cada uno de los cuales procura imponer su representación de la situación política a los otros dos, a fin de obtener un dominio parcial y siempre frá#il de la a#enda de la comunicación política. * el se#undo nivel es el la relación entre la comunicación oficial >la que se ve? y el estado real de los debates en la sociedad. Lo peor sobreviene cuando se produce un”desacoplamiento” entre la comunicación política, por un lado, y las contradicciones y los problemas que aquejan a la sociedad, por otro. La comunicación política es pues el empe'o de una lucha para obtener el dominio de la a#enda en dos niveles0 en el nivel interno de la comunicación política entre los discursos y en el nivel eterno entre la comunicación política y el resto de la sociedad. Las die& contradicciones que eaminamos aquí ilustran las dos funciones de a#enda de la comunicación política y la fra#ilidad de ese espacio simbólico pla#ado de conflictos. La comunicación política no lle#a a administrar estos dos niveles y lo que está en discusión es su condición misma como lu#ar de representación, de simboli&ación y de lectura de los objetivos políticos del momento. or "ltimo, la comunicación política es una de las pie&as esenciales del modelo democrático, junto con el principio de soberanía y el principio de elección. 1. !a sociedad ci"il a#sor#ida por el espacio p$#lico
6i la sociedad civil es históricamente anterior al nacimiento del espacio p"blico y, desde un punto de vista teórico, condiciona la aparición de +ste, hoy corremos el ries#o de ver el fin de esa separación. ara 3ominique ”la sociedad civil es la vida social or#ani&ada se#"n su propia ló#ica, especialmente asociativa, que ase#ura la dinámica económica, cultural y política”. ara @ranfois Aan#eon, ”4ntes de ser una concepción, una idea, la sociedad civil evoca en primer lu#ar un conjunto de valores positivos0 la autonomía, la responsabilidad, el hecho de que los individuos mismos se ha#an car#o de sus propios problemas. or su dimensión colectiva, la sociedad civil parece escapar a los peli#ros del individualismo e incitar a la solidaridad. or su dimensión civil, evoca la emancipación de la tutela estatal, pero tambi+n de los valores más afectivos, tales como la intimidad, la familiaridad. --B 4sí se eplica la reactivación reciente de la pareja sociedad civil$ !stado.”C !n otras palabras, la sociedad civil es uno de los procesos dominantes de la representación que la sociedad tiene de sí misma. !sa representación se etiende paulatinamente con el proceso de laici&ación y separación del orden temporal y del orden espiritual. La influencia de la política sobre esta sociedad civil contribuye a hacer que +sta sea aun más visible y est+ más presente. !n cuanto al espacio p"blico, su etensión está vinculada con la democrati&ación. !l espacio p"blico traduce el fenómeno de politi&ación de la mayor parte de las cuestiones de la sociedad, en el sentido de que en la democracia casi todas las cuestiones son objeto de enfrentamientos y de ne#ociaciones. ”!l espacio p"blico es el espacio simbólico en el que se oponen y se responden los discursos en su mayor parte contradictorios, formulados por los diferentes actores políticos, sociales, reli#iosos, culturales, intelectuales, que componen una sociedad” >Dolton, -1?. !se espacio es una &ona intermedia constituida en la +poca de la Elustración FGant fue el primero en hablar de la cuestiónF entre la sociedad civil y el !stado. !sa &ona está vinculada pues con el doble fenómeno de laici&ación y racionali&ación de la sociedad. 9:uál es la consecuencia de esta etensión del espacio p"blico= na consecuencia es la disminución del papel de la sociedad civil. ero, simultáneamente, la etensión del espacio p"blico lo#ra ampliar el espacio político y por lo tanto, la política. !l ries#o que se corre entonces es la sobredimensión de la comunicación política, con una especie de superposición de los diferentes espacios0 comunicación política, espacio político, espacio p"blico, sociedad civil. ”2odo se hace político”, como se suele decir, cuando en realidad el esquema democrático implica, por el contrario, una autonomía de las instancias, una distinción entre lo p"blico y lo privado, una separación entre la política y todo lo demás. --C Hasta podemos decir, como lo ha recordado IeanF8ichel Jesnier, que”la separación” es el símbolo de la democracia, si se la compara con todas las otras formas de r+#imen político no democráticas que valori&an en cambio la unidad. La separación es el reconocimiento del principio fundamental del derecho a la oposición, el reconocimiento del hecho de que la le#itimidad no es al#o que se adquiere para siempre. !l efecto perverso de la democrati&ación, al sociali&ar +sta todos los aspectos de la realidad social, al hacerlos entrar en el espacio p"blico, y lue#o al politi&arlos, consiste en reducir esa separación entre los diferentes espacios, una separación que tiene una importancia teórica cierta puesto que evita la confusión de las referencias y eplica la función de la comunicación política. !n efecto, +sta es el proceso en virtud del cual, en una duración de tiempo dada, se distin#uen entre numerosas cuestiones potenciales los temas alrededor de los cuales se reali&a el enfrentamiento político. Si to!o es política, ya no cae $alar !e comunicación política %puesto que to!o es comunicación política& 3icho de otro modo, lo que importa aquí es preservar un límite”más allá del cual la ló#ica política” no debe etenderse. 6i ya no eiste nin#una frontera entre los espacios civil,
p"blico y político, tampoco eiste ya un proceso dinámico permanente de la comunicación política que discrimine lo que, en un momento dado, habrá de constituir el empe'o político del momento. !n consecuencia tampoco habrá entonces funcionamiento democrático. %. !a con&usión entre espacio p$#lico y espacio político' el &in de la &rontera entre "ida p$#lica y "ida pri"ada
La eistencia de la comunicación política supone pues la distinción entre lo p"blico y lo privado, a saber, por un lado, lo que en un determinado momento es tema de discursos p"blicos que pueden ser objeto de un enfrentamiento político y por otro lado, lo que permanece dentro de la esfera privada, en una escala interpersonal o de peque'os #rupos y que en todo caso no está destinado a ser debatido en la pla&a p"blica. !n treinta a'os de vida política hemos visto no pocos ejemplos en los que los temas del desempleo, de la ciudad, de la educación, de la se#uridad, de la formación profesional, de la autonomía re#ional, de la condición de las mujeres, de la inmi#ración, del acondicionamiento de la ciudad, de las relaciones internacionales, de la descoloni&ación... no han ocupado el mismo lu#ar en el espacio p"blico y a "ortiori en la comunicación política. :iertos temas relativos al individuo, como las costumbres y la reproducción, hasta”salieron” de la esfera privada para hacerse”p"blicos”. !n cambio, otros temas como el de los e combatientes o el de la descoloni&ación, hasta hace poco muy importantes, abandonaron la esfera p"blica por falta de objeto. Ktros temas, como por ejemplo el de la posición de los comerciantes, han se#uido el mismo camino, en tanto que otros discursos, correspondientes al sector terciario y a la informati&ación, por ejemplo, que antes no presentaban “nin#"n problema”, entran pro#resivamente en la esfera política a causa de su peso social y de las mutaciones t+cnicas. !stos pocos ejemplos demuestran que la comunicación política como "orma temporaria de los enfrentamientos cambia con el correr del tiempo. * es esa sucesión de formas diferentes lo que cada ve& estructura y da sentido a los empe'os de la política, esencia de la vida democrática. -- 'n otras palaras, $ay tres niveles priva!o p*lico, socie!a! civil espacio p*lico, espacio p*lico espacio político. La comunicación política supone estas tres distinciones. La politi&ación o, por lo menos el hecho de hacer p"blica la esfera privada, reduce esta separación de los tres niveles. 4l hacerlo, la politi&ación altera tambi+n el carácter específico de la comunicación política como articulación temporaria de los tres discursos y de las tres ló#icas. or ejemplo, hoy todos los problemas, incluso los más privados >ayer se habría dicho,”hasta los más morales”? como la seualidad, las costumbres, la reproducción, la moral, están en el dominio p"blico y son objeto de enfrentamiento político. !sos problemas hasta son objeto de le#islaciones y entran así directamente en la esfera de la comunicación política. Los problemas del 6E34 asimismo favorecieron el paso de lo privado a lo p"blico y a lo político. La relación entre esfera privada, espacio p"blico, espacio político y comunicación política nunca fue tan !irecta como hoy. :uanto más se comunican los espacios y las ló#icas de naturale&a diferente, más difícil es discernir la función de esa forma específica de interacción que es la comunicación política y lo que en ella está en jue#o. La eficacia de la comunicación política dentro del sistema político #eneral depende justamente de esta autonomía y separación de instancias. ara decirlo de otra manera, cuanto más se comunica todo, más necesario es mantener la distinción, o bien, 9es posible que una sociedad viva sin la distinción de lo p"blico y lo privado, es decir, sin una autonomía de estas tres instancias0 lo privado, lo p"blico, lo político= Lo peor es creer que hay un”pro#reso” en la desaparición de estas distinciones, siendo así que ellas constituyen la esencia del funcionamiento de la sociedad democrática. !n este aspecto, la comunicación política es un concepto central, pues permite discernir si se mantiene una diferencia entre esas ló#icas donde se distin#uen los espacios, o bien, por el contrario, si se da una fusión de los espacios. 6i la comunicación política desempe'a un importante papel particular, esto es se'al de que las instancias en cuestión permanecen separadas y son autónomas. 6i la comunicación política lo devora todo, +sta es se'al de que la autonomía indispensable para el funcionamiento de las sociedades democráticas ha desaparecido. 3. El i(ualitarismo o el &in de la responsa#ilidad social de las )lites
4leis de 2ocqueville fue el primero en mostrar >y lo hi&o brillantemente? la contradicción ineluctable, y desastrosa para la democracia, entre libertad e i#ualdad. La libertad es la condición para que apare&ca la democracia, la i#ualdad representa el destino normal del movimiento de democrati&ación. !l i#ualitarismo que resulta d este proceso hace más difícil la manifestación y el tratamiento de política, sobre todo hoy cuando el movimiento i#ualitario es más fuerte que en la d+cada de -/1. !l discurso sobre la i#ualdad va acompa'ado pro#resivamente de una descalificación de las +lites. or -o demás, es la idea misma de +lite la que se ha ido atacando, aunque en virtud de los diplomas y de los concursos las sociedades i#ualitariaM han mantenido el peso y el papel de las +lites. Lo cierto es que lo que hoy se pone en tela de juicio es la idea de jerarquía social, de la cua la +lite es el símbolo, por más que paralelamente surjan nuevas des i#ualdades. !n realidad, se ha formado una situación de verdadera( en#a'ada alrededor del elitismo. :ondenado en nombre del i#ualitarismo, el elitismo subsiste en nombre de la meritocracia que aparentemente no está en contradicción con el i#ualitarismo. --N *
La meritocracia ha vuelto a #o&ar de todos los privile#ios de elitismo de ayer, pero no tiene el sentido de la responsabilidad social, moral y est+tica que acompa'aba a las +lites de antes. !n otras palabras, la meritocracia tiene todas las ventajas en cuanto a privile#ios y nin#una responsabilidad social. 8ejor dicho, el discurso oficial contin"a ne#ando, en nombre del i#ualitarismo, los valores deO elitismo, cuando en realidad hasta nuestras sociedades i#ualitarias contin"an estando marcadas por la conservación del papel de las +lites. !se papel ya no se presenta como un valor que hay que defender o merecer, pues eiste como una realidad privile#iada. !n este sentido, cabe pues hablar de un en#a'o de bobos. La i#ualación nos da el falso sentimiento de una democrati&ación. * esto resulta particularmente cierto en política0 cada uno cree encontrarse en el nivel de “todos” para concebir y anali&ar los problemas de cualquier índole. !l i#ualitarismo político epresa cierta desle#itimación del lu#ar de las +lites, cuando en realidad la jerarquía social no sólo permanece en los hechos, sino que asimismo contin"a siendo esencial desde el punto de vista del funcionamiento social. na ve& aceptado el principio de la i#ualdad, hay que admitir el principio complementario de las diferencias. %o como fuente de desi#ualdades, sino como condición de funcionamiento de una sociedad.
Aeconocer, valori&ar y hacer responsables a las +lites es preferible a lo que se observa hoy, a saber, la ne#ación de su papel. !n nombre del i#ualitarismo dominante, las +lites están poco le#itimadas, cuando en realidad su poder es verdadero aunque no ten#an las responsabilidades +ticas y est+ticas que deberían resultar de su posición. ara decirlo de otra manera, desde el punto de vista de los valores de una sociedad democrática, sería mejor reconocer y valori&ar el papel de las +lites asi#nándoles las responsabilidades que resultan de su posición, en lu#ar de ara#ar la postura actual del avestru& que, en nombre de cierto discurso i#ualitario, les nie#a valor, siendo que la realidad de su influencia es se#ura, aunque no ten#a las responsabilidades correlativas. --P !n definitiva, la comunicación política como lu#ar del enfrentamiento de los discursos con miras a la conquista y el dominio del poder político y de los discursos coneos, desempe'a así un papel central0 o bien refuer&a esa ideolo#ía de la i#ualdad que nie#a la realidad, o bien contribuye a preservar el rol esencial de las diferencias que de nin#una manera está en contradicción con la i#ualdad política. 6i todos los discursos tienen la misma índole, desaparece la “diferencia de potencial” que anima, justifica y estructura los enfrentamientos discursivos. %o por eso desaparece la política, pues las contradicciones permanecen, pero desaparece uno de los dispositivos esenciales de la “puesta en escena”N >en el sentido objetivo del t+rmino? del sistema democrático. La falsa perspectiva ofrecida por la comunicación política es entonces contradictoria del objetivo democrático, el cual consiste en ase#urar el enfrentamiento de los discursos, y no en hacer creer en su ilusoria i#ualdad. 9:uál es el resultado= La comunicación política puede fortalecer el poder de los ”epertos” que poseen una autoridad, a menudo desproporcionada, por el simple hecho de que en un universo de discursos ”i#uales” es ciertamente necesario preservar criterios de jerarquía. !l fortalecimiento del poder de los epertos puede ser el resultado paradójico del fenómeno de la i#ualación de los discursos. or "ltimo, el i#ualitarismo suprime las diferencias que permiten a los discursos estructurarse y enfrentarse. * puede ser importante la responsabilidad de la comunicación política en la de#radación y mala comprensión del concepto de i#ualdad. La manera en que la comunicación política admite o no admite las diferencias es esencial para luchar contra cierta ideolo#ía i#ualitaria. !sto nos recuerda al#unas críticas del discurso aristocrático formuladas hace más de un si#lo respecto del discurso democrático. or eso la victoria de los valores democráticos debe ocupar el centro de los debates esenciales a fin de ase#urar el buen funcionamiento de la democracia de masas. --/ 4. !a mediati+ación sin límites
%o me propon#o volver a considerar aquí lo que ya he anali&ado en otro lu#ar sobre las contradicciones del espacio p"blico mediati&adoP0 tiranía del suceso, desproporción entre una #ran capacidad de acceso a la información y una escasa capacidad de acción, omnipresencia de la ima#en... %o, quisiera evocar aquí uno de los efectos más perversos del proceso, por lo demás democrático, de hacer p"blicas todas las cuestiones, el proceso de la mediati&ación sin límites. Hemos visto que los medios, al hacer p"blicas las cuestiones, ofrecen la ventaja de facilitar el paso de los problemas y discursos al espacio p"blico0 ahora todo es susceptible de discusión. !l inconveniente está, como ya lo vimos, en la desaparición de la frontera entre lo p"blico y lo privado. ero hay otro efecto cuestionable en lo tocante al equilibrio precario de la comunicación política. Q trata del hecho de que los medios lle#an a ser el "nico patrón c le#itimidad. !n otras palabras, la ló#ica de la comunicación lle#a ser el criterio "ltimo, en virtud del si#uiente silo#ismo0 lo que i conoce se mediati&a y por lo tanto lo que es le#ítimo se mediati&a. E que no es mediati&ado, no sólo no se conoce, sino que en definitiva no es le#ítimo. !s el neo “conocidoF le#ítimo” lo que se ha vuelve demasiado fuerte. 8ientras el espacio p"blico estuvo limitado, toe el mundo sabía que eistían discursos, valores, representaciones que conservaban su le#itimidad en el eterior del espacio p"blico. :uanto más se etiende el espacio p"blico y cuanto más la comunicado acelera la circulación de los discursos y de los valores, tanto más impone esta ecuación simple, pero falsa. 2odo lo que es conocido Rmediati&a( por lo tanto, todo lo que está mediati&ado es le#ítimo. 60 embar#o, eisten numerosísimos actores, discursos, representaciones que no están dentro del espacio p"blico y que, sin ser objeto >mediati&ación, desempe'an así y todo una parte esencial en la sociedad. La ampliación del espacio p"blico desde hace un si#lo, p efectos de la democrati&ación, no nos debe llevar ale#remente a conclusión de que lo que está !entro !el espacio p"blico es el uní criterio de le#itimidad. -- Hoy, lo mismo que ayer, lo que se conoce no es siempre sinónimo de cali!a!. !s muy importante preservar esta diferencia en el m mentó en que justamente muchos fenómenos están en la pía0 p"blica y en que la reputación conferida por los medios es más ii portante que nunca. 9:uál es el impacto de ese desequilibrio en comunicación política= !l efecto es desnaturali&ar su función de re#ulación que consiste precisamente en incluir y en ecluir del cambio político ciertos temas y ciertos discursos. * esto supone la capacidad de distin#uir lo que es e+terior a ese campo de la comunicad política. 6i el espacio mediático se considera como representativo del co unto de los discursos o preocupaciones, esta idea nos lleva a ile#itimar lo que eiste fuera de +l y por lo tanto a contribuir a que la comunicación política se encierre en sí misma, lo cual es lo inverso de papel. Hoy, por ejemplo, el discurso periodístico mediático se impone0 a todos y limita así el esfuer&o y el papel de cualquier otro enfoque %o solamente cierta mirada echada al mundo, la mirada del pen dista, se convierte en el patrón de las demás miradas y discurso sino que sobre todo, el discurso periodístico privile#ia cierto modo epresión, cierta simplificación, que si bien es enteramente le#itimar en el orden de los medios, resulta poco le#ítima fuera de ellos. !s sobrevaloración del discurso periodístico refuer&a la tiranía que ejerce el suceso sobre cualquier otro enfoque de carácter estructural o sil plenamente complejo, que escape al códi#o dominante del momento. La comunicación política tiene la ventaja de acelerar la circulación de los temas e ideas que se encuentran en el seno del espacio p"blico, pero desvalori&a en demasía los temas e ideas que no se encuentran en +l. !sto se aprecia muy bien en el ejemplo simple del mercado del libro. 4yer, el papel de los periodistas consistía en valori&ar los libros( medios y libros pertenecían a diferentes espacios culturales. Hoy, los libros que no cuentan con la sanción de los medios sufren un evidente efecto de ile#itimación. ero lo peor es que cada ve& son más numerosos los periodistas que escriben libros para fortalecer su propia le#itimidad profesional que es siempre precaria. -51 :omo los periodistas saben mejor que cualquier otro #rupo la manera de utili&ar los medios, lle#amos al si#uiente resultado paradójico0 los medios hablan poco de los libros y los pocos libros citados son en su mayoría libros de periodistas. !sto presenta un doble
inconveniente0 refor&ar todavía un poco más la influencia de los discursos periodísticos sobre la realidad y ecluir un poco más todos los otros discursos. !ste ejemplo ilustra el fenómeno #eneral en el cual la mediati&ación se convierte en el proceso "nico de le#itimación. 4hora bien, la fuer&a de la comunicación política, que consiste en or#ani&ar en un momento dado el choque de las cuestiones que están enjue#o, es precisamente dejar lu#ar a otras ló#icas diferentes de la ló#ica periodística. 6i +sta predomina, lo que queda desequilibrado es el jue#o de las diferencias. . !a representati"idad omnipresente
:uantos más discursos hay en el espacio p"blico, por obra de los medios y del uso de la palabra de los diversos actores, tanto más profundamente se les plantea a los periodistas el problema del criterio en nomre !el cual !ar la palara a los actores. %o todo el mundo puede hablar o epresar sus ideas. La comunicación ei#e pues una ló#ica de representatividad. !n "ltima instancia, habla y se epresa el que tiene le#itimidad para hacerlo, es decir, el que es representativo. !ste proceso democrático entra'a aquí un ries#o de ri#ide&, en el sentido de que ese criterio procede más del espacio político que del espacio p"blico. 6i la representatividad es la transcripción directa del principio de le#itimidad en el orden político, nada justifica a priori que la representatividad or#anice i#ualmente la jerarquía de los valores del espacio p"blico. Hasta se corre el ries#o de un empobrecimiento, pues los valores científicos, est+ticos, culturales, reli#iosos... no se or#ani&an principalmente se#"n ese principio de representatividad, sino que lo hacen se#"n principios de calidad que les son específicos. -5 'n otras palaras, pue!e $aer simult-neamente me!iati#ación y con"ormismo. :onformismo pues cada cual sabe que el proceso de representatividad puede desnaturali&arse en defensa de intereses creados. * la historia de las sociedades está llena de conflictos en los que las instancias “representativas” fueron puestas en tela de juicio por conflictos”violentos”. !l proceso de la comunicación política que trata el problema central del criterio !e acceso >para incluir o no en el campo de los enfrentamientos a los actores y discursos? puede muy bien contribuir a hacer rí#ida la comunicación política, en lu#ar de fleibili&arla. !l inconveniente consiste entonces en que esa comunicación ya no favorece el constante movimiento de flujo y de ne#ociaciones de los discursos y de los intereses. !n ese caso, la comunicación política ya no desempe'a su rol de ”captación” que ase#ura el movimiento de ida y vuelta entre los espacios p"blicos y políticos( por lo tanto puede no lle#ar a reducir las amena&as de eplosión social vinculadas con cierta fleibilidad del jue#o político. La ló#ica de la representatividad puede desembocar .pues en un efecto perverso0 en lu#ar de acercar los diferentes intereses, la representatividad contribuye en cambio a separar la comunicación política de la realidad social y cultural. !n efecto, el inevitable microcosmos, constituido por el conjunto de los políticos, de los encuestadores y de los periodistas, tiene constantemente la sensación de dar una “buena representación” de la realidad y de haber vencido así la tentación natural de reple#arse sobre sí mismo. !ste es el efecto de”bocal” del que había hablado en -/- con IeanFLouis 8issi)a en la La "olie !u logis. Suince a'os despu+s el proceso no ha mejorado. La comunicación política nunca es más que una "igura transitoria del enfrentamiento político, una especie de !elegación antes que una representación. Terdad es que la representación democrática de las realidades constituye un pro#reso, pero sólo con la condición de no hacerla demasiado rí#ida. Hoy se puede decir que la comunicación política es a la ve& el proceso que en sociedades abiertas permite preservar mejor la fuer&a del principio representativo y por el contrario el proceso que puede perjudicar ese principio. -55 . !a simpli&icación de la ar(umentación política
La política democrática tiene la ventaja de obli#ar a una simplificación del discurso político0 la política hecha “a la vista del pueblo” debe ser comprensible. La televisión, despu+s de la radio, facilita este fenómeno. !videntemente el inconveniente está en ir demasiado lejos en esta simplificación de la ar#umentación política y lle#ar al punto de reducirla a un jue#o de estereotipos. 9Hasta dónde es posible esta simplificación= 6obre todo ahora cuando el jue#o de la política institucional, en virtud del ritmo de las elecciones, contribuye tambi+n +l a una especie de simplificación. 9:uál es el ries#o= Aeducir la hetero#eneidad de los discursos intercambiados en el seno de la comunicación política y empobrecerla y, por lo tanto, no hacerla desempe'ar ya ese papel esencial de puesta en escena de los discursos políticos del momento. 9* la consecuencia= !n un primer momento, una especie de calma política en la que la política se muestra juiciosa y en un se#undo momento, el sur#imiento de una política violenta que pone en tela de juicio la política institucional. !ste ries#o es constante y resulta peli#roso si se lle#a a poner en duda la eficacia de la comunicación política. na simplificación ecesiva es tan peli#rosa como una representatividad ecesiva./ * el corolario de esta situación es el si#uiente0 la ilusión de dominar el tiempo. ues tal es la consecuencia ambi#ua de esta simplificación0 comprimir la escala del tiempo, ya reducida por el jue#o de los calendarios electorales. 4l simplificar los ar#umentos y al renovar en cada elección los temas de los debates, se puede correr el peli#ro de dar la falsa sensación de una solución rápida a los problemas de la sociedad y de la política. !l problema del desempleo, que desde hace unos quince a'os nos afli#e, ilustra bien este fenómeno. !l tema fi#uró en el centro de los debates hasta el punto de que se encontraba en la a#enda del momento y todas las fuer&as políticas creían que podían hallarle una solución. Hoy, el tema casi desaparece de los debates, aunque la realidad es ahora aun más pesada que antes, sencillamente porque las soluciones son demasiado difíciles y porque el tema parece haber sufrido cierto des#aste. -5B %o es se#uro que los debates que pro#resivamente se entablan alrededor de las disposiciones del tipo de trabajo, de la reducción de horas, de la reducción del personal... basten para rendir cuentas de la complejidad del problema”desocupación”. La ventaja de la democracia mediati&ada consiste en poder hablar simplemente de todo( pero el inconveniente es el des#aste de los temas cuando los problemas persisten, como ocurre en el caso del desempleo. La simplificación, que es la condición de esta comunicación ampliada, hasta puede lle#ar a ser una desventaja. 4sistimos a un fenómeno análo#o con la persistencia de un discurso político de etrema derecha, relativo a la inmi#ración y en "ltima instancia, a la identidad. :omo por el momento las demás fuer&as políticas no han lo#rado encontrar ar#umentos contrarios simples y convincentes y como el problema contin"a siendo delicado para el porvenir de la !uropa política, se lo deja
momentáneamente “en barbecho” por miedo a reactivar un debate político cuyos t+rminos en el fondo no están fuera de lu#ar. 8ientras tanto se espera que pro#resivamente la reactivación económica resuelva lo que el discurso político no ha lo#rado solucionar... !n pocas palabras, la simplificación de la comunicación política no cambia en nada la complejidad de la política. R4l contrarioU !sa simplificación acent"a los defectos de nuestras sociedades modernas que difícilmente aceptan la duración y el tiempo. La aceleración de los debates, de los intercambios de ideas, de los ar#umentos, de los temas que entran en la comunicación política y salen de ella no tiene una consecuencia !irecta en lo tocante a la solución de los problemas políticos. La dificultad está en admitir esa diferencia y en confundir la simplificación de los debates con la simplificación de la resolución de problemas. -5C -. !a unidimensionali+ación de los discursos
!ste es el ries#o complementario del anterior. La simplificación y la institucionali&ación reducen la hetero#eneidad de los discursos políticos y así va despojando pro#resivamente a la comunicación política de su función de “plataforma simbólica” a la que pueden tener acceso los diferentes medios sociales. La pa& civil depende de la representación que las diferentes fuer&as sociales se forman de su visión del mundo y de la manera en que la encuentran “en el seno” de la comunicación política. na ecesiva racionali&ación favorece el retorno de la política violenta. La comunicación política ase#ura el ajuste y la puesta en escena del discurso político, aunque tropie&a con el doble escollo de un abanico demasiado amplio o demasiado estrecho. La institucionali&ación de la política entra'a, antes bien, un se#undo ries#o, con la amena&a de la “espiral del silencio”0 los actores y los #rupos que no se reconocen en el jue#o de la comunicación política tienden a ecluirse cada ve& más de ella sin darse cuenta. 6e trata del bien conocido y paradójico fenómeno de enco#imiento del campo de la comunicación política. !l fenómeno es paradójico porque el aumento del n"mero de temas y la importancia creciente que tienen los medios habría debido contribuir en cambio a ampliar el campo de la comunicación política. ero esta comunicación más fácil no favorece la diversidad de los discursos en circulación( por el contrario, fortalece los conformismos. :irculan principalmente los discursos que están en el aire en un determinado momento. * hoy, lo mismo que ayer, es difícil hacer “pasar” ideas ori#inales. La omnipresencia de la información acrecienta casi mecánicamente el lu#ar y el papel de los discursos comunes del momento. * como los mediadores, sobre todo los periodistas, tienen una conciencia a#uda de su propia función y están en #ran medida influidos por el estado de la comunicación política que ellos mismos contribuyen a or#ani&ar, fácilmente lle#an a cambiar su condición de mediadores. *a no se contentan con ser los presentadores o los animadores de la comunicación política, sino que creen que son en definitiva sus le#isladores. -5 3e manera que simultáneamente puede haber ampliación de la comunicación política y unidimensionali&ación de los discursos. !n pocas palabras, +sta es una conclusión derivada de la observación de este "ltimo medio si#lo. %o hay una relación directa entre el lu#ar cada ve& mayor que ocupa la comunicación y la tolerancia respecto de ideas y de discursos más hetero#+neos. 2odo transcurre normalmente. ero, en un se#undo momento, se produce el ries#o de conflicto. na parte del p"blico y de las fuer&as sociales, que ya no se siente representa!a en los discursos opone a +stos oras y $ec$os. !ste es el caso de esos conflictos sociales que re#ularmente lle#an a poner en tela de juicio los mecanismos institucionales encar#ados de resolver los problemas. Los hechos y los #olpes rudos se transcriben en discursos con la condición de obtener cierta #anancia. 6i ello no es así, los hechos sustituyen nuevamente a las palabras. * lo cierto es que lo que importa siempre en la comunicación política es aceptar que el enfrentamiento de las palabras es preferible al de los hechos. 8. El deseuili#rio entre los tres discursos de la comunicación política
6e#"n vimos, la comunicación política presenta un equilibrio frá#il entre los tres discursos >el periodístico, el político y el de la opinión p"blica? en los cuales lo que entra en jue#o es el dominio momentáneo de la interpretación de la realidad en una perspectiva que siempre tiene que ver con la adquisición de poder o con el ejercicio de +ste. F!l primer ries#o es aquel en que los me!ios se alimentan de la política( trátase de un ries#o bien conocido como”la política espectáculo”. !n ese caso, los medios pierden su autonomía y su credibilidad ante la sociedad civil. !sta ya no los considera como asociadosFaliados contra los políticos. !s la autonomía de la ló#ica mediática y mediadora lo que entonces se pone en tela de juicio. * es su condición de contrapoder lo que entonces se ataca. 4l acercarse demasiado, periodistas y políticos lle#an a ser recha&ados por el p"blico. !n otras palabras, una cosa es quejarse permanentemente de la política y de los medios, sin dejar de reconocer la alteridad de los respectivos puntos de vista( y otra cosa es no ver ya la diferencia entre ambos ámbitos y por lo tanto reducir el trípode de la comunicación política a una simple dualidad. -5N !l se#undo ries#o es el que se corre cuando los son!eos se alimentan de la opinión p"blica y dan la sensación de una representación posible de +sta. Lo que se #ana aquí en simplicidad se pierde en complejidad y verdad. Hoy la tendencia es la de que ya no hay otra representación de la opinión p"blica que no sea la de los sondeos. !sto evidentemente determina cierto empobrecimiento y con el tiempo una epresión violenta de las opiniones eó#enas al jue#o de la cuantificación. !n el seno de la comunicación política, eiste una especie de convención implícita que identifica opinión p"blica y sondeos, de manera que cuanto más parece reali&ada esa identificación, tanto mayor es el ries#o, no sólo de empobrecimiento de la comunicación p"blica, sino tambi+n el ries#o de que otras formas de manifestaciones desborden la representación de la opinión p"blica. La representación de la opinión p"blica en el seno de la comunicación política tiene siempre el inconveniente de ser insatisfactoria y parcial en relación con la otra representación que es la del sufra#io universal. Lo paradójico está en que es preferible darse por satisfecho con esta “representación a medias” antes de creer en el isomorfismo que pueda haber entre ambas esferas. !l ries#o es #rande para la representación política de la opinión p"blica, pero por lo menos eiste el voto que en se#uida reequilibra la situación. !l peli#ro es mayor para todos los otros temas de la sociedad en los que no hay votación. 6e produce, en ese caso, un !esli#amiento en lo relativo al papel y al valor del sondeo. !ste, en lu#ar de tomarse como un medio parcial de comprensión, se convierte verdaderamente en el "nico factor eplicativo. 6obre la ciencia, sobre 3ios, sobre la seualidad, sobre la cultura... el conocimiento aportado por los sondeos es de escasa
utilidad pero tranquili&ador. Lo peor es que cada uno reconocerá la necesidad de otro modo de aprehender esas realidades aunque aceptando finalmente esta representación cuantitativa. F!l tercer desequilibrio se debe a la ruptura de la relación entre me!ios y opinión p*lica. Los medios “representan” la opinión p"blica ante los políticos. 6e trata de una representación libre y subjetiva, puesto que por definición, el periodista habla en su propio nombre personal, y en esto, por lo demás, está su #rande&a. -5P ero en la teoría democrática, el periodista es tambi+n el portavo& implícito de esa opinión en nomre de la cual hace pre#untas y plantea cuestiones a los políticos o bien los critica. !iste pues una especie de competencia entre las dos representaciones de la opinión p"blica0 la representación de los sondeos y la de los periodistas. na es cuantitativa, la otra cualitativa. La dificultad y el inter+s del modelo democrático están en que no eiste una relación !irecta entre p"blico, opinión p"blica y cuerpo electoral. !l p"blico no es la opinión p"blica y +sta no es el cuerpo electoral. 6e trata cada ve& de representaciones parciales de una realidad difícilmente representable, sobre la cual se admite que la mejor representación es la representación electiva. !l ries#o consiste, pues, en que los periodistas, para ser creíbles, apuntalen menos ese papel de portavoces “cualitativos” de la opinión p"blica y se refu#ien más detrás de los sondeos como representación de la opinión p"blica para hablar a los políticos. 4parentemente los periodistas #anan así en “objetividad”, pero pierden en cuanto a libertad de crítica. %o por ello resultan más creíbles a los políticos que siempre temen el espíritu crítico de los periodistas. !stos hasta se eponen a que los políticos les opon#an el hecho de no “representar bien” la opinión p"blica y les respondan con los sondeos a sus pre#untas. uede ser, sobre todo, porque los sondeos plantean menos cuestiones embara&osas que un periodista...La fra#ilidad del equilibrio entre las tres ló#icas de la comunicación política es el reverso de su eficacia. !s ciertamente el motor del espacio p"blico, pero bien vemos que a cada instante una de esas tres ló#icas puede imponerse a las otras. 9. /na comunicación ue est0 &uera de la escala humana
La comunicación política, como proceso de dele#ación de las cuestiones políticas, sólo es posible si los ciudadanos se identifican, de una manera u otra, con los discursos y los objetivos del momento. 4hora bien, el drama en la sociedad individualista de masas actual es la !istancia que hay entre la escala de la eperiencia individual y la escala en la cual se or#ani&an la política y la economía. -5/ !l individuo se encuentra en el centro del sistema político, pero está perdido en medio del n"mero de las #randes or#ani&aciones. Soerano y lire, el in!ivi!uo est- en reali!a! solo y carece !e po!er. %o tiene capacidad de acción sobre las #randes decisiones. 2al es la paradoja del ciudadano de la sociedad individualista de masas. 2odo el empe'o de la comunicación política consiste en estalecer la cone+ión entre una eperiencia individual y limitada y un sistema colectivo y distante de or#ani&ación y de decisión. !sta situación difícil está refor&ada por la aceleración de la información y de nin#una manera compensada por un aumento de la capacidad de acción. :omo he dicho con frecuencia, el ciu!a!ano occi!ental es un gigante en materia !e in"ormación y un enano en materia !e acción. Lo cual de nin#"n modo simplifica el proceso de la comunicación política. %o sólo la comunicación política debe enfrentar un problema de coneión entre esas dos escalas alejadas la una de la otra, sino que tambi+n debe afrontar el problema de desfase entre el ritmo de sucesión de los problemas debatidos y su inte#ración en las conciencias colectivas. Los dos fenómenos amplifican un efecto de separación, en virtud del cual la comunicación política queda divorciada de la realidad socioFhistórica. 6eparación poco visible porque los políticos, lo mismo que los periodistas, parecen li#ados a la opinión p"blica que está representada ella misma por los sondeos. La visibilidad de los objetivos nada tiene que ver con su inte#ración en las conciencias colectivas, ni con la metaboli&ación que de ellos hacen los actores. -5 1. !a comunicación política separada de los 0m#itos nacionales :omprobamos aquí el desfase estructural entre las reali#aciones de la comunicación que permiten saberlo todo sobre todo y el hecho de que la comunicación política, como lu#ar de lectura y de le#itimación de los empe'os del momento, requiere coacciones limita!as de
tiempo y de espacio. !n pocas palabras, las formas y el sentido de la comunicación política son diferentes en arís, en Jonn o en Aoma, por más que en #ran parte sean evidentemente los mismos problemas los que en #eneral se debaten. ero todo, la len#ua, las tradiciones, el vocabulario, las representaciones, las referencias históricas, los símbolos, todo es diferente. %o hay comunicación política que no sea nacional. * tampoco hay un ciudadano mundial. %o porque ciertos problemas sean mundiales, la política es mundial. %o puede haber política sino referida a un territorio físico y simbólico sobre cuya base los ciudadanos se comprometen. %in#"n ciudadano puede vivir en la escala mundial. !se es el límite puesto al universalismo de cierto modelo democrático, o mejor dicho, el límite de un modelo que i#nora el peso decisivo de las “variables locales”. Las variables locales no son “restos” del pasado, no son “arcaísmos”, sino que constituyen las condiciones esenciales del funcionamiento de la democracia. 6i eiste cierto modelo universal, +ste se encuentra me!iati#a!o por realidades locales. !n otras palabras, no hay contradicción entre el papel universal de la comunicación política en el modelo teórico, por un lado, y las formas empíricas de su funcionamiento, por otro. Las características nacionales de un modelo de comunicación política no son etrapolables de un país a otro0 9qu+ tienen de com"n la comunicación política de Etalia, de 3inamarca, de los aíses Jajos, de !spa'a, de :anadá..., salvo el hecho de que las re#las democráticas son comunes en todos esos países= !sto si#nifica que las identidades culturales son tan importantes como las re#las del ejercicio democrático. !ste carácter específico nacional de la comunicación política eplica, por ejemplo, las actuales dificultades para constituir una comunicación política en !uropa, pues allí no eiste una tradición política específicamente europea. -B1 !s esa contradicción entre los elementos constitutivos casi universales de la comunicación política, como los espacios p"blicos y los espacios políticos, por un lado, y el peso de las identidades nacionales, por otro, lo que eplica la forma específica de cada comunicación política. :omo hube de decirlo en otro lu#ar, en !uropa hay un espacio com"n, hay apenas un espacio político y todavía no hay un
espacio p"blico. !sto es normal si se tiene en cuenta la #ran rapide& con la que se constituyó la !uropa actual. * +sta es la ra&ón por la que hay que desconfiar de las promesas de la “aldea #lobal” y de la democracia directa en escala planetaria, situación que podrían ase#urar las nuevas tecnolo#ías de la comunicación. ero la sobremediati&ación nada puede hacer contra esta situación irremediable. 9or qu+ insistir en el carácter relativo y obli#ado de los modelos de comunicación= Lo hacemos para recordar la importancia de los datos culturales y evitar la #lobali&ación que aparentemente permite, como se lo comprueba en casi todas partes, el peso id+ntico de los medios, de los sondeos y de las re#las del jue#o democrático... recisamente, a partir del momento en que las re#las formales de la comunicación política son casi i#uales de un país a otro, es cuando hay que comprender el peso determinante de las identidades. !n otras palabras, ni la mundiali&ación de los problemas, ni la de los medios, bastan para ase#urar la mundiali&ación de la comunicación política. * esto por una sencilla ra&ón0 no hay un ciudadano mundial que sea el objeto de esta mundiali&ación. La sobremediati&ación no ase#ura la mundiali&ación de la comunicación política0 y hasta puede provocar el efecto inverso de replie#ue y de liti#io, como ocurrió en ocasión de la #uerra del Volfo con las opiniones p"blicas árabes.-5 Las opiniones p"blicas árabes no recibieron la información occidental como una forma de libertad, sino que vieron en ella una manifestación del imperialismo occidental. -BLa verdadera dificultad que hay que comprender es la si#uiente0 cuanto más fácil es difundir información y debatir #randes problemas, mundiali&ar los objetivos y las formas de la comunicación, tanto más importante es al mismo tiempo admitir las coacciones y los límites de la comunicación política. ara que +sta ten#a un sentido, es decir, para que ase#ure esa función de identificación para los ciudadanos, debe estar or#ani&ada en la escala en que eiste la uni!a! de una cultura política, ya se trate del !stado nación, ya se trate de la re#ión o bien del condado o la provincia. 6i la escala varía de un país a otro, la importancia de su principio ciertamente no varía. 9:uáles son las ideas esenciales evocadas aquí en lo relativo a las contradicciones de la comunicación política= 'n primer lugar, que la comunicación política presenta un equilirio "r-gil entre componentes contradictorios. :ada uno de ellos aspira a dominar la orientación de los intercambios simbólicos en los que lo que está en jue#o es siempre el dominio de la interpretación del espacio político del momento0 los periodistas, los políticos y la opinión p"blica compiten por orientar el sentido de los debates políticos. !ste equilibrio entre los tres discursos contradictorios, que son el fundamento de la comunicación política, es inestable y nada #aranti&a a priori el equilibrio perfecto. La segun!a idea se refiere a la importancia !el tiempo en la comunicación política, es decir, lo inverso de la ló#ica del suceso que domina en los medios y en los sondeos. !l objetivo de la comunicación política es, en efecto, el dominio de la interpretación política de los sucesos en una perspectiva de poder, es decir, de acción. ero la política ei#e tiempo, ese tiempo que cada ve& está en mayor contradicción con la ló#ica de la instantaneidad vinculada con el triunfo de la información y de las mediciones de opinión. Lo que está en jue#o entonces no es sólo el dominio del discurso político, sino tambi+n una representación del tiempo. or el momento, y al cabo de medio si#lo de dominación de este modelo de comunicación política, la ló#ica política no ha lo#rado distin#uir claramente la importancia vital de estas dos escalas de tiempo. -B5 or ahora, es más bien la política la que corre tras el tiempo de los medios y de los sondeos, cuando en realidad, desde el punto de vista de un análisis estructural, la opinión p"blica y los medios no se comprenden sino en un lar#o período de tiempo. 6in duda encontramos aquí una de las dificultades mayores de la política moderna0 la con"usión entre lo que lo#ran los instrumentos de medición o de información y la naturale&a de los fenómenos a los cuales aqu+llos se aplican. !n otras palabras, es el problema de la relación con el tiempo, acontecimiento y estructura, lo que presenta probablemente la mayor fra#ilidad de nuestro modelo político. !n síntesis, las democracias podrán so'ar con que la política se ajuste a un ritmo determinado de comunicación, aun cuando por su naturale&a misma la política se opone a esa determinación. !l ries#o es evidentemente el de que todas las t+cnicas de la comunicación impon#an finalmente su ló#ica a esta otra ló#ica de las relaciones humanas que es la política. La tercera y "ltima idea se refiere al con"licto entre eperiencia y representación. !l drama de la política moderna consiste en el alejamiento del ciudadano de los lu#ares de poder y la disminución de su capacidad de acción. *a vimos que el lu#ar cada ve& mayor ocupado por la comunicación permite saberlo todo en se#uida, sin poder compensar sin embar#o esa diferencia entre nuestra condición de ”#i#antes de la información y enanos de la acción”. !l peli#ro, para reducir esta contradicción estructural, está en acentuar el papel de la comunicación política entendida como una especie de representación fiel de los empe'os de la política. ero lo que la representación #ana en fidelidad lo pierde en capacidad de acción y el ries#o es el si#uiente0 una comunicación “representativa” como sustituto de una capacidad de acción insuficiente. !n una palabra, hoy el problema de la comunicación política como escena simbólica del enfrentamiento de discursos contradictorios, no es el dominio de uno u otro de estos tres componentes. !s antes bien la capacidad para preservar la dimensión antropoló#ica de la comunicación política y defenderla de todas las reali&aciones t+cnicas que aparentemente deben hacerla más viva. -BB Lo que está en jue#o en la comunicación política contin"a siendo ciertamente la interpretación de una situación política, y no la velocidad de circulación de las informaciones o de las mediciones de las reacciones de la opinión p"blica o de la capacidad de innovación discursiva de los políticos. 6e trata ciertamente de la relación con la realidad, con sus contradicciones, con sus lentitudes, y +se es el desafío de la comunicación política. !n otros t+rminos, la fuer&a y la fra#ilidad de la comunicación política son la gestión contra!ictoria !e las !os escalas !e tiempo constitutivas !e la política la !el acontecimiento y la !e la estructura. !n medio si#lo todo ha marchado hacia un desarrollo creciente de la primera. !l ries#o sería restar le#itimidad a la se#unda que nos remite a la antropolo#ía cultural sin la cual no hay política y a "ortiori democracia. !n una palabra, cuanto más domina el acontecimiento, tanto más debe conservar su lu#ar el lar#o pla&o. ues es en la intersección de ambos donde se estructura la comunicación política0 el tiempo breve de las comunicaciones y de los sucesos y el tiempo lar#o de la política y de la historia. -BC