jacques Derrida El P R O B L E M A DE LA G É N E S IS ENIA ENIA FILO SO FÍA DE HUSSERL HUSSERL
HERMENEIA
JACQUES DERRIDA
108 Colección dirigida por
Miguel García-Baró García-Baró
EL PROBLEMA DE LA GÉNESIS EN LA FILOSOFÍA DE HUSSERL Edici ón preparada por Ja v i e r B a s s a s V il
a
EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2015
HERMENEIA
JACQUES DERRIDA
108 Colección dirigida por
Miguel García-Baró García-Baró
EL PROBLEMA DE LA GÉNESIS EN LA FILOSOFÍA DE HUSSERL Edici ón preparada por Ja v i e r B a s s a s V il
a
EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2015
HERMENEIA
JACQUES DERRIDA
108 Colección dirigida por
Miguel García-Baró García-Baró
EL PROBLEMA DE LA GÉNESIS EN LA FILOSOFÍA DE HUSSERL Edici ón preparada por Ja v i e r B a s s a s V il
a
EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2015
CONTENIDO
Presentación, de Javier B as sa s.......................................................
9
EL PROBLEMA DE LA GÉNESIS EN LA FILOSOFÍA DE HUSSERL Advertenc ia ........................................................................................... Prólogo. El tema de la génesis y la génesis de un tem a
............
Introducción .......................................................................................... Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
É
* ^ *
GOBIERNO Di ESPAÑA
MINISTERIO DEEDUCACIO N.CULTURA r DEPOf.fi
Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín © Traducción, presentación , notas y epílogo de Javier Bassas Vila
13 17 53
Primera parte Los DILEMAS DE LA GÉNESIS PSICOLÓGICA: PSICOLOGISMO Y LOGICISMO
1. El planteamiento del pr obl em a................................................. 2. Un primer recurso a la génesis: el psic olog ism o intencional 3. La disociación: el abandono de la génesis y la tentación logicista............................................................................................
63 73 97
© Presses Universitaires de France, 1990. Le prob lém e d e la g ené se dans la phil osop hie de Husse rl
© Ediciones Sígueme S.A.U., 2015 C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España Tlf.: (+34) 923 218 203 - Fax: (+34) 923 270 563
[email protected] www.sigueme.es ISBN: 978-84-301-1900-4 Depósito legal: S. 300-2015 Impreso en España / Unión Europea Imprenta Kadmos, Salamanca
Segunda parte L a «NEUTRALIZACIÓN» DE LA GÉNESIS
1. Temporalidad noemática y temporalidad g en ét ica 2. La epokhé radical y la irreductibilidad de la génesis La reducción y la exclusión idealista de la génesis La génesis de la percepción: la hylé y la morphé La temporalidad noética. Insuficiencia de una constitución estática ....................................................................................
................
...........
..............
..................
121 145 146 162 171
CONTENIDO
Presentación, de Javier B as sa s.......................................................
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EL PROBLEMA DE LA GÉNESIS EN LA FILOSOFÍA DE HUSSERL Advertenc ia ........................................................................................... Prólogo. El tema de la génesis y la génesis de un tem a
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Introducción .......................................................................................... Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
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GOBIERNO Di ESPAÑA
Primera parte Los DILEMAS DE LA GÉNESIS PSICOLÓGICA:
MINISTERIO DEEDUCACIO N.CULTURA
PSICOLOGISMO Y LOGICISMO
r DEPOf.fi
1. El planteamiento del pr obl em a................................................. 2. Un primer recurso a la génesis: el psic olog ism o intencional 3. La disociación: el abandono de la génesis y la tentación logicista............................................................................................
Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín © Traducción, presentación , notas y epílogo de Javier Bassas Vila
63 73 97
© Presses Universitaires de France, 1990. Le prob lém e d e la g ené se
Segunda parte
dans la phil osop hie de Husse rl
© Ediciones Sígueme S.A.U., 2015 C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España Tlf.: (+34) 923 218 203 - Fax: (+34) 923 270 563
[email protected] www.sigueme.es
L a «NEUTRALIZACIÓN» DE LA GÉNESIS
1. Temporalidad noemática y temporalidad g en ét ica 2. La epokhé radical y la irreductibilidad de la génesis La reducción y la exclusión idealista de la génesis La génesis de la percepción: la hylé y la morphé La temporalidad noética. Insuficiencia de una constitución estática ....................................................................................
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ISBN: 978-84-301-1900-4 Depósito legal: S. 300-2015 Impreso en España / Unión Europea Imprenta Kadmos, Salamanca
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Tercera parte El
121 145 146 162 171
PRESENTACIÓN
t e m a f e n o m e no l ó g i c o d e l a g é n e s i s
:
GÉNESIS TRASCENDENTAL Y GÉNESIS «MUNDANA»
1. Nac imien to y devenir del ju ic io ................................................ 187 2. La constitución genética del ego y el paso a una nueva forma de ideal ismo tra scen den tal......................................................... 223 Apéndice....................................................................................... 248 Cuarta parte La
t e l e o l o g í a
:
el
sentido de l a histor ia
Y LA HISTORIA DEL SENTIDO
1. El nacimiento y las crisis de la filo so fía 2. La primera tarea de la filosofía: la reactivación de la géne sis 3. La historia de la filosofía y el motivo trascend ental .................................
.............
Bibliografía .......................................................................................
Es t u d i o ,
153 265 277 289
de Javier Bassas
Derrida antes de Derrida. Sobre la escritura y el origen dia lécti co de la «di fer an cia »...........................................................
295
Ja v i e r B
assas
V
il a
Como Derrida mismo señala, esta obra fue redactada entre 1953I‘>54, aunque no fue publicada hasta 1990. Durante esos treinta y seis litios, se publicaron nuevas ediciones de los textos husserlianos y nuevas irmlucciones francesas. Conviene indicar que, por ese lapso de tiempo liaiiscurrido, las notas a pie de página constituyen en El problema de la génesis en la filosofí a de Husserl un elemento esencial. En ellas, ade más de precisiones teóricas e históricas por parte del autor, también se hallarán dos o más referencias bibliográficas para un mismo fragmento citado. Esto merece, sin duda, ciertas observaciones. I)e un fragmento de Husserl citado por Derrida, hemos conservado la uTerencia alemana y la francesa que ya figuran en la edición original, y liemos añadido la referencia a la traducción española cuando e sta existia. ( orno decíamos, desde 1954 hasta 1990 se han publicado en la Hus serl¡ana los textos de Husserl que en el momento de redactar esta obra solo existían en ediciones separadas; asimismo, se han publicado desde entonces nuevas traducciones en francés de los textos de Husserl, o se lian vuelto a traducir partiendo de ediciones más rigurosas. Por todo ello, en algunas notas a pie de página pueden figurar dos ediciones alemanas (la anterior a la Husserliana y la Husserliana) y/o dos traducciones fran cesas (la que cita Derrida y la que se realizó después de 1954), así como la traducción española cuando existe. Como también indica Derrida en su «Advertencia», todo ello está señalado debidamente con corchetes y oirás indicaciones. Pongamos como ejemplo la nota 5 del «Prólogo»: Vortesungen zur Phdnomenologie des inneres Zeitbewufitseins
.
Tercera parte El
PRESENTACIÓN
t e m a f e n o m e no l ó g i c o d e l a g é n e s i s
:
GÉNESIS TRASCENDENTAL Y GÉNESIS «MUNDANA»
1. Nac imien to y devenir del ju ic io ................................................ 187 2. La constitución genética del ego y el paso a una nueva forma de ideal ismo tra scen den tal......................................................... 223 Apéndice....................................................................................... 248 Cuarta parte La
t e l e o l o g í a
:
el
sentido de l a histor ia
Y LA HISTORIA DEL SENTIDO
1. El nacimiento y las crisis de la filo so fía 2. La primera tarea de la filosofía: la reactivación de la géne sis 3. La historia de la filosofía y el motivo trascend ental .................................
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Bibliografía .......................................................................................
Es t u d i o ,
153 265 277 289
de Javier Bassas
Derrida antes de Derrida. Sobre la escritura y el origen dia lécti co de la «di fer an cia »...........................................................
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Ja v i e r B
assas
V
il a
Como Derrida mismo señala, esta obra fue redactada entre 1953I‘>54, aunque no fue publicada hasta 1990. Durante esos treinta y seis litios, se publicaron nuevas ediciones de los textos husserlianos y nuevas irmlucciones francesas. Conviene indicar que, por ese lapso de tiempo liaiiscurrido, las notas a pie de página constituyen en El problema de la génesis en la filosofí a de Husserl un elemento esencial. En ellas, ade más de precisiones teóricas e históricas por parte del autor, también se hallarán dos o más referencias bibliográficas para un mismo fragmento citado. Esto merece, sin duda, ciertas observaciones. I)e un fragmento de Husserl citado por Derrida, hemos conservado la uTerencia alemana y la francesa que ya figuran en la edición original, y liemos añadido la referencia a la traducción española cuando e sta existia. ( orno decíamos, desde 1954 hasta 1990 se han publicado en la Hus serl¡ana los textos de Husserl que en el momento de redactar esta obra solo existían en ediciones separadas; asimismo, se han publicado desde entonces nuevas traducciones en francés de los textos de Husserl, o se lian vuelto a traducir partiendo de ediciones más rigurosas. Por todo ello, en algunas notas a pie de página pueden figurar dos ediciones alemanas (la anterior a la Husserliana y la Husserliana) y/o dos traducciones fran cesas (la que cita Derrida y la que se realizó después de 1954), así como la traducción española cuando existe. Como también indica Derrida en su «Advertencia», todo ello está señalado debidamente con corchetes y oirás indicaciones. Pongamos como ejemplo la nota 5 del «Prólogo»: Vortesungen zur Phdnomenologie des inneres Zeitbewufitseins .
10
Presentación
Los corchetes angulares (<...>) indican los añadidos bibliográficos realizados en 1990 por Elisabeth Weber; los corchetes rectangulares ([...]) indican nuestras referencias para la presente edición española. Las indicaciones «versión fr.» o «versión cast.» también ayudarán, evi dentemente, a distinguir las referencias. En otro tipo de notas más bre ves también podemos encontrarnos con una triple referencia: Cf. Med itaci one s ca rtes iana s, § 41, p. 119 de la ed. alemana; versión fr. de Levinas-Peiffer , p. 73 [versión cast.: p. 144 -145].
El lector que se acerque a El problema de la génesis sin un propósito de investigación podrá saltarse todo ese d enso aparato de notas. Y el lec tor que, en cambio, esté realizando un trabajo en profundidad de la obra husserliana o derridiana, creemos que agradecerá todas esas referencias en la medida en que permiten conocer y consultar qué ediciones alema nas utilizó Derrida, cómo cita y traduce en 1954 nociones fundamentales de la fenomenología, cómo se han traducido después esas mismas no ciones y cuáles son las posibles correspondencias en castellano. Apunte mos, a este respecto, que hemos traducido las citas de Husserl a partir de la traducción francesa que Derrida ofrece, pues este utiliza a menudo su versión francesa para desarrollar sus reflexiones. No obstante, sirviéndo se de las referencias a la edición alemana y a la traducción española, el lector-investigador podrá ir a buscar unas y otras versiones, y analizar los cambios. De hecho, en algunos casos yo mismo me he permitido señalar diferencias de traducción que pueden ser relevantes. De la comparación entre tal texto alemán de Husserl, su traducción francesa y su traducción castellana, podríamos extraer varias conclusio nes que conciernen al desarrollo de los estudios fenomenológicos en Francia y en el mundo hispanófono. Dicho aquí muy brevemente, tras el cotejo de algunas versiones advertimos la necesidad de nuevas tra ducciones castellanas de las obras claves de Husserl. Una tarea que ya han acometido afortunadamente Miguel García-Baró, Agustín Serrano de Haro y Antonio Zirión, entre otros, como nuevos traductores desta cados de la obra husserliana. Quede para otro lugar el análisis detallado de las necesarias por aquel entonces pero no siempre claras traducciones castellanas de José Gaos, por ejemplo de las Investigaciones lógicas , realizada con Manuel García Morente y publicada en 1929, d e las Ideas 1 publicada en 1949 o de las cuatro primeras meditac iones de las Medita ciones cartesianas, realizada en 1942. La tarea del traductor, ante obras tan complejas, resulta siempre har to complicada y nunca llega a concluirse. De hecho, termina pareciendo un trabajo infinito como la filosofía, siempre en diálogo con los sentidos
Presentación
II
del texto, con el paso de los años, con los mismos lectores y con las per sonas que apoyan este delicado proceso entre lenguas. En este sentido, agradezco la confianza de Miguel García-Baró al aceptar y guiar esta edición, así como las aportaciones de Raquel Friera, Marcos Ferreim, Iker G. Plazaola, Joana Masó, Jean-Luc Marión, Jocelyn Benoist, Nathalie Depraz, Pablo PosadasVarela, Cristina Rodríguez Marciel y los miembros del Grup d’Estudis Fenomenológics. Solo nos queda desear que, de esta traducción de El problema de la génesis en la filos ofía de Husserl, generaciones venideras puedan subsa nar los errores que se encuentren y que, entretanto, las limitaciones del Iinductor no sirvan sino para manifestar, a contrario, eso que solo algu nos, como el mismo Derrida, pueden llegar a pensar, a escribir.
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Presentación
Los corchetes angulares (<...>) indican los añadidos bibliográficos realizados en 1990 por Elisabeth Weber; los corchetes rectangulares ([...]) indican nuestras referencias para la presente edición española. Las indicaciones «versión fr.» o «versión cast.» también ayudarán, evi dentemente, a distinguir las referencias. En otro tipo de notas más bre ves también podemos encontrarnos con una triple referencia: Cf. Med itaci one s ca rtes iana s, § 41, p. 119 de la ed. alemana; versión fr. de Levinas-Peiffer , p. 73 [versión cast.: p. 144 -145].
El lector que se acerque a El problema de la génesis sin un propósito de investigación podrá saltarse todo ese d enso aparato de notas. Y el lec tor que, en cambio, esté realizando un trabajo en profundidad de la obra husserliana o derridiana, creemos que agradecerá todas esas referencias en la medida en que permiten conocer y consultar qué ediciones alema nas utilizó Derrida, cómo cita y traduce en 1954 nociones fundamentales de la fenomenología, cómo se han traducido después esas mismas no ciones y cuáles son las posibles correspondencias en castellano. Apunte mos, a este respecto, que hemos traducido las citas de Husserl a partir de la traducción francesa que Derrida ofrece, pues este utiliza a menudo su versión francesa para desarrollar sus reflexiones. No obstante, sirviéndo se de las referencias a la edición alemana y a la traducción española, el lector-investigador podrá ir a buscar unas y otras versiones, y analizar los cambios. De hecho, en algunos casos yo mismo me he permitido señalar diferencias de traducción que pueden ser relevantes. De la comparación entre tal texto alemán de Husserl, su traducción francesa y su traducción castellana, podríamos extraer varias conclusio nes que conciernen al desarrollo de los estudios fenomenológicos en Francia y en el mundo hispanófono. Dicho aquí muy brevemente, tras el cotejo de algunas versiones advertimos la necesidad de nuevas tra ducciones castellanas de las obras claves de Husserl. Una tarea que ya han acometido afortunadamente Miguel García-Baró, Agustín Serrano de Haro y Antonio Zirión, entre otros, como nuevos traductores desta cados de la obra husserliana. Quede para otro lugar el análisis detallado de las necesarias por aquel entonces pero no siempre claras traducciones castellanas de José Gaos, por ejemplo de las Investigaciones lógicas , realizada con Manuel García Morente y publicada en 1929, d e las Ideas 1 publicada en 1949 o de las cuatro primeras meditac iones de las Medita ciones cartesianas, realizada en 1942. La tarea del traductor, ante obras tan complejas, resulta siempre har to complicada y nunca llega a concluirse. De hecho, termina pareciendo un trabajo infinito como la filosofía, siempre en diálogo con los sentidos
Presentación
II
del texto, con el paso de los años, con los mismos lectores y con las per sonas que apoyan este delicado proceso entre lenguas. En este sentido, agradezco la confianza de Miguel García-Baró al aceptar y guiar esta edición, así como las aportaciones de Raquel Friera, Marcos Ferreim, Iker G. Plazaola, Joana Masó, Jean-Luc Marión, Jocelyn Benoist, Nathalie Depraz, Pablo PosadasVarela, Cristina Rodríguez Marciel y los miembros del Grup d’Estudis Fenomenológics. Solo nos queda desear que, de esta traducción de El problema de la génesis en la filos ofía de Husserl, generaciones venideras puedan subsa nar los errores que se encuentren y que, entretanto, las limitaciones del Iinductor no sirvan sino para manifestar, a contrario, eso que solo algu nos, como el mismo Derrida, pueden llegar a pensar, a escribir.
ADVERTENCIA
¿Debía publicarse este escrito de 1953-1954? Sinceramente, debo confesar que todavía hoy, aun siendo ya un hecho, sigo te niendo mis dudas. Durante los meses anteriores a esta publicación, la particu laridad idiomática de la expresión francesa «escucharse» me ha parecido más inestable que nunca, a veces incluso amenazadora. Escucharse, ¿a alguien le puede gustar eso? ¿Y sin tener el regusto de un veneno o el sabor que precede a una enfermedad? Lo dudo cada vez más. Uno siempre se escucha, es cierto, cuando se cede ante la tentación de publicar. ¿Quién podría negarlo? O dicho de otra manera: ¿qué puede hacerse sino negarlo? En estos casos uno escucha su propio deseo, por supuesto, y se pone a escuchar de nuevo, se acepta al men os escuchar otra vez cóm o resuena durante un tiempo la voz que habla en el texto. Pero ¿es posible hacerlo casi cuarenta años después? Entre las inquietudes, las reticencias, incluso las objeciones que se han multiplicado en mí releyendo esta obra, entre las incomo didades que he sentido, lo que más me ha contrariado ha sido el hecho de escucharme, esa experiencia que consiste en no oírse ni entenderse apenas, con pena, como en una cinta magnetofónica o en una pantalla, y en reconocerse sin reconocerse, quiero decir sin aceptarla, sin tan siquiera tolerarla, a través de la memoria de desplazamientos filosóficos, retóricos, estratégicos, una manera de hablar, que apenas ha cambiado quizá, la posición antigua y casi fatal de una voz, o más bien del tono. Tono que no se deja disociar de un gesto incontrolable incluso en el control de sí: es como un movimiento del cuerpo, siempre el mismo en el fondo, liara implicarse en el paisaje de un problema, por más especulativo que parezca. Y todo ello, sí, aparece como en una cinta vieja, la
ADVERTENCIA
¿Debía publicarse este escrito de 1953-1954? Sinceramente, debo confesar que todavía hoy, aun siendo ya un hecho, sigo te niendo mis dudas. Durante los meses anteriores a esta publicación, la particu laridad idiomática de la expresión francesa «escucharse» me ha parecido más inestable que nunca, a veces incluso amenazadora. Escucharse, ¿a alguien le puede gustar eso? ¿Y sin tener el regusto de un veneno o el sabor que precede a una enfermedad? Lo dudo cada vez más. Uno siempre se escucha, es cierto, cuando se cede ante la tentación de publicar. ¿Quién podría negarlo? O dicho de otra manera: ¿qué puede hacerse sino negarlo? En estos casos uno escucha su propio deseo, por supuesto, y se pone a escuchar de nuevo, se acepta al men os escuchar otra vez cóm o resuena durante un tiempo la voz que habla en el texto. Pero ¿es posible hacerlo casi cuarenta años después? Entre las inquietudes, las reticencias, incluso las objeciones que se han multiplicado en mí releyendo esta obra, entre las incomo didades que he sentido, lo que más me ha contrariado ha sido el hecho de escucharme, esa experiencia que consiste en no oírse ni entenderse apenas, con pena, como en una cinta magnetofónica o en una pantalla, y en reconocerse sin reconocerse, quiero decir sin aceptarla, sin tan siquiera tolerarla, a través de la memoria de desplazamientos filosóficos, retóricos, estratégicos, una manera de hablar, que apenas ha cambiado quizá, la posición antigua y casi fatal de una voz, o más bien del tono. Tono que no se deja disociar de un gesto incontrolable incluso en el control de sí: es como un movimiento del cuerpo, siempre el mismo en el fondo, liara implicarse en el paisaje de un problema, por más especulativo que parezca. Y todo ello, sí, aparece como en una cinta vieja, la
14
Advertencia
película es casi muda, se percibe sobre todo el ruido de la máquina, se identifican siluetas antiguas y familiares. A esta distancia uno no puede escucharse o más bien, si uno puede al contrario -¡por d es grac ia!- empezar a oír y entender algo más, esto se convierte en lo más difícil: sufrimiento ante una pantalla, alergia ante la presencia autoritaria de una imagen de sí mismo, a la vez sonora y visual, de la que decimos, quizá, que nunca nos gustó ni conocim os verdade ramente, que apenas la vimos pasar. ¿Era yo, soy yo, eso? No había releído este trabajo de estudiante desde hacía más de treinta años. La idea de publicarlo, evidentemente, ni se me había ocurrido. Sin preocuparme mucho por salvar aquí las apariencias, ¿diré que, si me hubiera escuchado a mí mismo, no habría escu chado a mis amigos? ¿Acaso debería haber resistido más firme mente a las sugerencias de ciertos lectores (en especial de ciertos compañeros del Centro de los Archivos Husserl en París, en primer lugar de Frangoise Dastur y Didier Franck), así como a la generosa propuesta de Jean-Luc Marión, director de una colección en la que ya había publicado yo otros estudios sobre Husserl cuando la diri gía su fundador? Jean Hyppolite también había leído este trabajo con su solicitud habitual y me había animado, en 1955, a preparar su publicación. Con razón o sin ella por haberme dejado conven cer, finalmente, queda esto: del riesgo que corro la responsabilidad es toda mia, huelga decirlo. Ahora bien, recordando lo que esta pu blicación les debe, quiero agradecer a estos amigos su confianza, incluso y sobre todo si dudo en compartirla. Esta obra corresponde a lo que se llamaba por entonces una tesina para el diploma de estudios superiores. La escribí en 19531954 bajo la amable y atenta dirección de Maurice de Gandillac, profesor en la Sorbona, cuando yo era alumno de segundo año de la École Nórmale Supérieure. Gracias a M. de Gandillac y a P. Van Breda, había podido consultar durante ese mismo año ciertos tex tos inéditos de Husserl en los Archivos de Lovaina. Si alguien se acercara a este antiguo libro, yo debería dejarlo solo, no prevenirle sobre ningún aspecto de su lectura y retirarme al instante de puntillas. Debería más precisamente prohibirme, no menos que ciertas confidencias, las interpretaciones filosóficas. Ni siquiera debería mencionar lo que me ha parecido en el fondo más curioso en este documento, a saber, lo que, para responder a un
Advertencia
15
interés, como interés de saber, tal vez le confiere hoy a este trabajo algún sentido documental. Es mi única esperanza; que se me per done, pues, añadir dos cosas al respecto. 1. Esta lectura panorámica que recorre aquí toda la obra de Husserl con la impudencia imperturbable de un escáner apela a una especie de ley cuya estabilidad me parece hoy tanto más sor prendente en la medida en que, incluso en su form ulac ión literal, no habrá dejado, desde entonces, de dirigir todo lo que he inten tado demostrar, como si una especie de idiosincrasia negociara a su manera, ya, una necesidad que siempre la sobrepasaría y que debería reapropiarse interminablemente. ¿Qué necesidad? Se trata siempre de una complicación originaria del origen, de una con taminación inicial de lo simple, de una distancia inaugural que ningún análisis podría pr ese nta r, ha ce r pr ese nte en su fenómeno o reducir a la puntualidad instantánea, idéntica a sí, del elemento. La cuestión que gobierna efectivamente todo este trayecto ya es: «¿Cómo puede la originariedad de un fundamento ser una sínte sis a prioril ¿Cómo puede empezar todo por una complicación?» (p. 29). Todos los límites sobre los que se construye el discurso fenomenológico se ven así cuestionados desde la necesidad fatal de una «contaminación» («implicación desapercibida o de conta minación disimulada» (p. 49 ) entre los dos bordes de la oposición: trascendental/«mundano», eidético/empírico, intencional/no in tencional, activo/pasivo, presente/no presente, puntual/no pun tual, originario/derivado, puro/impuro, etc.), propagándose el temblor de cada borde por todos los otros. Una ley de contamina ción diferencial impone su lógica de un extremo al otro del libro; y me pregunto por qué la palabra misma «contaminación» no ha dejado desde entonces de imponérseme. 2. Ahora bien, a través de los momen tos, las configuracione s, los efectos de esta ley, la «contaminación» originaria del origen re cibe ahí un nombre filosófico al que tuve que renunciar: la dialécti ca, una «dialéctica originaria». La palabra aparece insistenteme nte, página tras página. Un envite «dialéctico» pretende ir más allá del materialismo dialéctico (por ejemplo el de Tran Duc Thao, citado a menudo y juzgado insuficientemente dialéctico, todavía «prisio nero de una metafísica», p. 262) o más allá de la dialéctica que Cavaillés cree tener que invocar contra Husserl en una frase por en
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película es casi muda, se percibe sobre todo el ruido de la máquina, se identifican siluetas antiguas y familiares. A esta distancia uno no puede escucharse o más bien, si uno puede al contrario -¡por d es grac ia!- empezar a oír y entender algo más, esto se convierte en lo más difícil: sufrimiento ante una pantalla, alergia ante la presencia autoritaria de una imagen de sí mismo, a la vez sonora y visual, de la que decimos, quizá, que nunca nos gustó ni conocim os verdade ramente, que apenas la vimos pasar. ¿Era yo, soy yo, eso? No había releído este trabajo de estudiante desde hacía más de treinta años. La idea de publicarlo, evidentemente, ni se me había ocurrido. Sin preocuparme mucho por salvar aquí las apariencias, ¿diré que, si me hubiera escuchado a mí mismo, no habría escu chado a mis amigos? ¿Acaso debería haber resistido más firme mente a las sugerencias de ciertos lectores (en especial de ciertos compañeros del Centro de los Archivos Husserl en París, en primer lugar de Frangoise Dastur y Didier Franck), así como a la generosa propuesta de Jean-Luc Marión, director de una colección en la que ya había publicado yo otros estudios sobre Husserl cuando la diri gía su fundador? Jean Hyppolite también había leído este trabajo con su solicitud habitual y me había animado, en 1955, a preparar su publicación. Con razón o sin ella por haberme dejado conven cer, finalmente, queda esto: del riesgo que corro la responsabilidad es toda mia, huelga decirlo. Ahora bien, recordando lo que esta pu blicación les debe, quiero agradecer a estos amigos su confianza, incluso y sobre todo si dudo en compartirla. Esta obra corresponde a lo que se llamaba por entonces una tesina para el diploma de estudios superiores. La escribí en 19531954 bajo la amable y atenta dirección de Maurice de Gandillac, profesor en la Sorbona, cuando yo era alumno de segundo año de la École Nórmale Supérieure. Gracias a M. de Gandillac y a P. Van Breda, había podido consultar durante ese mismo año ciertos tex tos inéditos de Husserl en los Archivos de Lovaina. Si alguien se acercara a este antiguo libro, yo debería dejarlo solo, no prevenirle sobre ningún aspecto de su lectura y retirarme al instante de puntillas. Debería más precisamente prohibirme, no menos que ciertas confidencias, las interpretaciones filosóficas. Ni siquiera debería mencionar lo que me ha parecido en el fondo más curioso en este documento, a saber, lo que, para responder a un
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Advertencia
Advertencia
interés, como interés de saber, tal vez le confiere hoy a este trabajo algún sentido documental. Es mi única esperanza; que se me per done, pues, añadir dos cosas al respecto. 1. Esta lectura panorámica que recorre aquí toda la obra de Husserl con la impudencia imperturbable de un escáner apela a una especie de ley cuya estabilidad me parece hoy tanto más sor prendente en la medida en que, incluso en su form ulac ión literal, no habrá dejado, desde entonces, de dirigir todo lo que he inten tado demostrar, como si una especie de idiosincrasia negociara a su manera, ya, una necesidad que siempre la sobrepasaría y que debería reapropiarse interminablemente. ¿Qué necesidad? Se trata siempre de una complicación originaria del origen, de una con taminación inicial de lo simple, de una distancia inaugural que ningún análisis podría pr ese nta r, ha ce r pr ese nte en su fenómeno o reducir a la puntualidad instantánea, idéntica a sí, del elemento. La cuestión que gobierna efectivamente todo este trayecto ya es: «¿Cómo puede la originariedad de un fundamento ser una sínte sis a prioril ¿Cómo puede empezar todo por una complicación?» (p. 29). Todos los límites sobre los que se construye el discurso fenomenológico se ven así cuestionados desde la necesidad fatal de una «contaminación» («implicación desapercibida o de conta minación disimulada» (p. 49 ) entre los dos bordes de la oposición: trascendental/«mundano», eidético/empírico, intencional/no in tencional, activo/pasivo, presente/no presente, puntual/no pun tual, originario/derivado, puro/impuro, etc.), propagándose el temblor de cada borde por todos los otros. Una ley de contamina ción diferencial impone su lógica de un extremo al otro del libro; y me pregunto por qué la palabra misma «contaminación» no ha dejado desde entonces de imponérseme. 2. Ahora bien, a través de los momen tos, las configuracione s, los efectos de esta ley, la «contaminación» originaria del origen re cibe ahí un nombre filosófico al que tuve que renunciar: la dialécti ca, una «dialéctica originaria». La palabra aparece insistenteme nte, página tras página. Un envite «dialéctico» pretende ir más allá del materialismo dialéctico (por ejemplo el de Tran Duc Thao, citado a menudo y juzgado insuficientemente dialéctico, todavía «prisio nero de una metafísica», p. 262) o más allá de la dialéctica que Cavaillés cree tener que invocar contra Husserl en una frase por en
Advertencia
tonces célebre («la necesidad generadora no es la de una actividad, sino la de una dialéctica», p. 215ss). Que, a lo largo de una crítica muy respetuosa, este hiper-dialectismo se explique a menudo con Tran Duc Thao o con Cavaillés (antes bien que con otros lectores franceses d e Husserl: Levin as, Sartre, Merleau-Ponty, Ricoeur); que unos años más tarde, mientras en la Introducción a E l ori gen de la geometría (1962) y en La voz y el fen óm en o (1967) yo continuaba con la lectura así iniciada, la palabra «dialéctica» acabara desapare ciendo del todo, e incluso designando eso sin lo cual o al margen de lo cual había que pensar la diferancia, el suplemento de origen y la huella1, todo ello configura efectivamente una espe cie de señaliza ción en el mapa filosófico y político a partir del cual, en la Francia de los años 50, intentaba orientarse un estudiante en filosofía. Una regla se imponía necesariamente para esta publicación, y no sufría ninguna excepción: que no se modificara en nada la ver sión original. Esta regla se ha respetado escrupulosamente12, como lo demostrarán las imperfecciones -¡por desgracia!- de todo tipo, en particular en las traducciones que yo mismo realicé. Al tratarse de traducciones y de referencias a las obras de Husserl en general, había cuando meno s que poner al día las indicaciones bibliográfi cas. Desde 1953, las publicaciones de las obras de Husserl se han multiplicado, como es sabido, en alemán y francés. Elisabeth Weber es la autora de las notas que ella misma ha juz gado necesario añadir y marcar entre corchetes angulares (<.. .>). También ha verificado las referencias, actualizado la bibliografía y revisado las pruebas de este libro. Querría expresarle aquí mi profundo agradecimiento.
Junio de 1990
1. Ya se trate de fenomenología o de dialéctica, el alejamiento nunca ha sido para mí sin remordimiento. A quienes interese la huella de ese remordimiento, po drán encontrarla por todas partes, por ejemplo en «La clausura de la represent ación», en L’écriture et la di fférence , Seuil, Paris 1967, 364 [versión cast. de Patricio Peñalver. La es critura y la dif erenc ia , Anthropos, Barcelona 1989, 340], 2. Salvo algunas erratas y algunos errores gramaticales y de puntuación.
Pr ó l o g o
EL TEMA DE LA GÉNESIS Y LA GÉNESIS DE UN TEMA 1
« H i st o
r i a d e l a f i l o s o f í a y f i l o s o f í a d e l a h i st o r i a
»
A lo largo de este trabajo, dos problemáticas se mezclarán e implicarán constantemente. Si se prestaran a definiciones distintas y estrictamente yuxtaponibles, tendríamos que hablar aquí de una problemática «especulativa» o, en un sentido más amplio, filosó fica y de una problemática «histórica». Pero debemos apuntar, de entrada, que la filosofía de la génesis a la que acabaremos adhirién donos niega precisamente la posibilidad de tal distinción; metódi ca y convencional, nos revelará en sus implicaciones radicales la inseparabilidad esencial de esos dos mundos de significaciones: la historia de la filosofía y la filos ofía de la historia. Por una parte, parecerá en efecto que nos concentramos en el problema filosófico de la gén esis, considerada en cuanto tal, es de cir, extirpada esencialmente de la base histórica en la que ha podido nacer; los textos husserlianos adoptarán entonces la figura de pre textos. En su recorrido histórico, serán las singulares vías de acceso hacia un problema tratado en su especificidad y su extensión filo só ficas; con él, estaremos en e l corazón de las grandes cuestiones clá sicas com o la objetividad, la validez de los fundamentos, el devenir histórico, las relaciones de la forma y la materia, de la actividad y la pasividad, de la cultura y la naturaleza, etc. Cuestiones que basta evocar para desvelar la totalidad del horizonte filosófico. 1. Estas largas conside raciones preliminares no debían, en su origen, introducir el presente estudio histórico. Esbozan más bien, a grandes trazos, un trabajo más amplio y más dogmático que podríamos emprender ulteriormente en torno al mismo problema. En la medida en que pueden iluminar de alguna manera el ensayo históri co que las seguirá, hemos pensado que podía ser conveniente presentarlas aquí.
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Advertencia
tonces célebre («la necesidad generadora no es la de una actividad, sino la de una dialéctica», p. 215ss). Que, a lo largo de una crítica muy respetuosa, este hiper-dialectismo se explique a menudo con Tran Duc Thao o con Cavaillés (antes bien que con otros lectores franceses d e Husserl: Levin as, Sartre, Merleau-Ponty, Ricoeur); que unos años más tarde, mientras en la Introducción a E l ori gen de la geometría (1962) y en La voz y el fen óm en o (1967) yo continuaba con la lectura así iniciada, la palabra «dialéctica» acabara desapare ciendo del todo, e incluso designando eso sin lo cual o al margen de lo cual había que pensar la diferancia, el suplemento de origen y la huella1, todo ello configura efectivamente una espe cie de señaliza ción en el mapa filosófico y político a partir del cual, en la Francia de los años 50, intentaba orientarse un estudiante en filosofía. Una regla se imponía necesariamente para esta publicación, y no sufría ninguna excepción: que no se modificara en nada la ver sión original. Esta regla se ha respetado escrupulosamente12, como lo demostrarán las imperfecciones -¡por desgracia!- de todo tipo, en particular en las traducciones que yo mismo realicé. Al tratarse de traducciones y de referencias a las obras de Husserl en general, había cuando meno s que poner al día las indicaciones bibliográfi cas. Desde 1953, las publicaciones de las obras de Husserl se han multiplicado, como es sabido, en alemán y francés. Elisabeth Weber es la autora de las notas que ella misma ha juz gado necesario añadir y marcar entre corchetes angulares (<.. .>). También ha verificado las referencias, actualizado la bibliografía y revisado las pruebas de este libro. Querría expresarle aquí mi profundo agradecimiento.
Junio de 1990
1. Ya se trate de fenomenología o de dialéctica, el alejamiento nunca ha sido para mí sin remordimiento. A quienes interese la huella de ese remordimiento, po drán encontrarla por todas partes, por ejemplo en «La clausura de la represent ación», en L’écriture et la di fférence , Seuil, Paris 1967, 364 [versión cast. de Patricio Peñalver. La es critura y la dif erenc ia , Anthropos, Barcelona 1989, 340], 2. Salvo algunas erratas y algunos errores gramaticales y de puntuación.
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Prólogo
Pr ó l o g o
EL TEMA DE LA GÉNESIS Y LA GÉNESIS DE UN TEMA 1
« H i st o
r i a d e l a f i l o s o f í a y f i l o s o f í a d e l a h i st o r i a
»
A lo largo de este trabajo, dos problemáticas se mezclarán e implicarán constantemente. Si se prestaran a definiciones distintas y estrictamente yuxtaponibles, tendríamos que hablar aquí de una problemática «especulativa» o, en un sentido más amplio, filosó fica y de una problemática «histórica». Pero debemos apuntar, de entrada, que la filosofía de la génesis a la que acabaremos adhirién donos niega precisamente la posibilidad de tal distinción; metódi ca y convencional, nos revelará en sus implicaciones radicales la inseparabilidad esencial de esos dos mundos de significaciones: la historia de la filosofía y la filos ofía de la historia. Por una parte, parecerá en efecto que nos concentramos en el problema filosófico de la gén esis, considerada en cuanto tal, es de cir, extirpada esencialmente de la base histórica en la que ha podido nacer; los textos husserlianos adoptarán entonces la figura de pre textos. En su recorrido histórico, serán las singulares vías de acceso hacia un problema tratado en su especificidad y su extensión filo só ficas; con él, estaremos en e l corazón de las grandes cuestiones clá sicas com o la objetividad, la validez de los fundamentos, el devenir histórico, las relaciones de la forma y la materia, de la actividad y la pasividad, de la cultura y la naturaleza, etc. Cuestiones que basta evocar para desvelar la totalidad del horizonte filosófico. 1. Estas largas conside raciones preliminares no debían, en su origen, introducir el presente estudio histórico. Esbozan más bien, a grandes trazos, un trabajo más amplio y más dogmático que podríamos emprender ulteriormente en torno al mismo problema. En la medida en que pueden iluminar de alguna manera el ensayo históri co que las seguirá, hemos pensado que podía ser conveniente presentarlas aquí.
Prólogo
l ‘J
Por otra parte, nuestro interés por el problema de la génesis, en su significación filosófica, aparecerá en cierto sentido como secun
cías físicas y antropológicas que, anteriormente a toda filosofía, parecen ofrecernos el espectáculo de las génesis reales3. Pero ¿no
dario y mediato; nos servirá como hilo conductor, será el vínculo de
es este espectáculo originariamente posible para y por una con ciencia filosófica que no solo funda su valor científico, sino que
investigaciones de un cariz más directamente histórico: ¿debemos concluir en una unidad o en una discontinuidad del pensamiento
lambién se suscita, se engendra y se comprende en ello mismo?
husserliano tal y como se nos presenta en su devenir? ¿Cómo debe entenderse una u otra de estas hipótesis? ¿Cuál es el sentido de la
Toda la filosofía se preguntaría aquí sobre su propio sentido y so
transformación, cuando menos aparente, de las tesis y de los temas husserlianos? Por consiguiente, la noción de génesis es aquí doblemente cen tral. De entrada, cuestiona las relaciones entre la filosofía y la his toria. De una manera muy general, tanto en su sentido universal como en su sentido individual, la historia2-al describir la aparición sucesiva de estructuras racionales, de «concien cias» (en el sentido
bre su propia dignidad. Podría parecer interesante estudiar la posición o el tratamiento de este problema por parte del pensamiento husserliano, una filo sofía que tematiza simultáneamente la exigencia de un comienzo absoluto4y la temporalidad de la vivencia5 como última referencia filosófica; una filosofía que reivindica para la filosofía misma un nuevo rigor científico6 y que, a la vez, lo remite a la pureza de la vivencia concreta; que, después de haber arrancado la subjeti
en que Sartre utiliza esta palabra), de sistemas de significaciones originales- parece implicar la dependencia de todo conocimiento
vidad absoluta a las cienc ias constitui das, psico log ía o historia7,
o de toda intención filosófic a con respecto a la realidad de su mo
3. Más adelante tendremos que elucidar el sentido de esta realidad utilizando la distinción de Flusserl entre la realidad mundana, natural (Reales, Realitát ) y la l eal idad de la vivencia ( reel l ). 4. Husserl habría querido restaurar, en un sentido fenomen ológico que no es el tic la ciencia «mundana», la palabra «arqueología» (cf. E. Fink, «Das Problem der Phánomenologie E. Husserls», en Revue internatio nale de ph ilosop hie, I, Bruselas 1938-1939, 246). La búsqueda del comienzo absoluto está presente en toda la obra de Ilusserl, cf. en especial Idees I, op. ci t., § I, p. 7 [versión cast.: p. 80-81], y Fink, loe. cit., 338, que, altamente aprobado por Husserl, define la cuestión de Husserl como la cuestión de «el origen del mundo» (Die Frage nach dem Urspnmg der Welt). 5. Passim y especialmente Vorlesungen zur Phánomenologie des inneres Zeithewufítseins y todo el grupo C de los manuscritos, uno de los más importantes de los inéditos. 6. Passim y sobre todo Die Philo sophi e ais st renge Wissenchaft (Logas, I, 1911) . 7. Passim y sobre todo Logisch e Untersuchungen (1900-1901)
mento histórico. La historia parece así decepcionar toda pretensión al absoluto de una objetividad, a la autonomía de un fundamento. Situando la Razón y la conciencia filosófica en un tiempo natural y objetivo, la gén esis plantea el problema de una posibilidad de la filosofía como investigación de un fundamento autónomo y, asi mismo, el problema de las relaciones de la filosofía con las cien2. Tenemos que partir aquí de una ciencia constituida. Sin embargo, más adelante veremos que este punto de partida es un «fa lso punto de partida», un punto de partida esencialmente «ingenuo». Tendremos que abordar en varias ocasione s este problema: ¿por qué siempre es necesario un falso punto de partida? ¿Qué sentido tiene esta necesidad? Parece que no es por pura retórica y que ello no solo responde a exigen cias de una psicología o de una «pedagogía». Estas exigencias mismas remiten a un «momento» más profundo de la cuestión: ¿por qué debe remontarse siempre de lo constituido -es decir, del producto derivado- hacia la fuente constituyente -es decir, hacia el momento más originario-? Como veremos, todo el problema de la génesis ra dica precisamente aquí. E. Fink plantea un problema similar en relación con los textos de Husserl que tratan de la «reducción fenomenológica» en Ideen I . Cf. E. Fink, «Die phanomenologische Philosophie E. Husserls in der gegenwártigen Kritik» (Kantstudien, Band XXXVIII, 3/4, Berlin 1933, 346-347).
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Prólogo
Por otra parte, nuestro interés por el problema de la génesis, en su significación filosófica, aparecerá en cierto sentido como secun
cías físicas y antropológicas que, anteriormente a toda filosofía, parecen ofrecernos el espectáculo de las génesis reales3. Pero ¿no
dario y mediato; nos servirá como hilo conductor, será el vínculo de
es este espectáculo originariamente posible para y por una con ciencia filosófica que no solo funda su valor científico, sino que lambién se suscita, se engendra y se comprende en ello mismo?
investigaciones de un cariz más directamente histórico: ¿debemos concluir en una unidad o en una discontinuidad del pensamiento husserliano tal y como se nos presenta en su devenir? ¿Cómo debe entenderse una u otra de estas hipótesis? ¿Cuál es el sentido de la
Toda la filosofía se preguntaría aquí sobre su propio sentido y so
transformación, cuando menos aparente, de las tesis y de los temas husserlianos?
bre su propia dignidad. Podría parecer interesante estudiar la posición o el tratamiento de este problema por parte del pensamiento husserliano, una filo
Por consiguiente, la noción de génesis es aquí doblemente cen
sofía que tematiza simultáneamente la exigencia de un comienzo absoluto4y la temporalidad de la vivencia5 como última referencia filosófica; una filosofía que reivindica para la filosofía misma un
tral. De entrada, cuestiona las relaciones entre la filosofía y la his toria. De una manera muy general, tanto en su sentido universal como en su sentido individual, la historia2-al describir la aparición
nuevo rigor científico6 y que, a la vez, lo remite a la pureza de la vivencia concreta; que, después de haber arrancado la subjeti
sucesiva de estructuras racionales, de «concien cias» (en el sentido en que Sartre utiliza esta palabra), de sistemas de significaciones originales- parece implicar la dependencia de todo conocimiento
vidad absoluta a las cienc ias constitui das, psico log ía o historia7,
o de toda intención filosófic a con respecto a la realidad de su mo
3. Más adelante tendremos que elucidar el sentido de esta realidad utilizando la distinción de Flusserl entre la realidad mundana, natural (Reales, Realitát ) y la l eal idad de la vivencia ( reel l ). 4. Husserl habría querido restaurar, en un sentido fenomen ológico que no es el tic la ciencia «mundana», la palabra «arqueología» (cf. E. Fink, «Das Problem der Phánomenologie E. Husserls», en Revue internatio nale de ph ilosop hie, I, Bruselas 1938-1939, 246). La búsqueda del comienzo absoluto está presente en toda la obra de Ilusserl, cf. en especial Idees I, op. ci t., § I, p. 7 [versión cast.: p. 80-81], y Fink, loe. cit., 338, que, altamente aprobado por Husserl, define la cuestión de Husserl como la cuestión de «el origen del mundo» (Die Frage nach dem Urspnmg der Welt). 5. Passim y especialmente Vorlesungen zur Phánomenologie des inneres Zeithewufítseins y todo el grupo C de los manuscritos, uno de los más importantes de los inéditos. 6. Passim y sobre todo Die Philo sophi e ais st renge Wissenchaft (Logas, I, 1911) . 7. Passim y sobre todo Logisch e Untersuchungen (1900-1901)
mento histórico. La historia parece así decepcionar toda pretensión al absoluto de una objetividad, a la autonomía de un fundamento. Situando la Razón y la conciencia filosófica en un tiempo natural y objetivo, la gén esis plantea el problema de una posibilidad de la filosofía como investigación de un fundamento autónomo y, asi mismo, el problema de las relaciones de la filosofía con las cien2. Tenemos que partir aquí de una ciencia constituida. Sin embargo, más adelante veremos que este punto de partida es un «fa lso punto de partida», un punto de partida esencialmente «ingenuo». Tendremos que abordar en varias ocasione s este problema: ¿por qué siempre es necesario un falso punto de partida? ¿Qué sentido tiene esta necesidad? Parece que no es por pura retórica y que ello no solo responde a exigen cias de una psicología o de una «pedagogía». Estas exigencias mismas remiten a un «momento» más profundo de la cuestión: ¿por qué debe remontarse siempre de lo constituido -es decir, del producto derivado- hacia la fuente constituyente -es decir, hacia el momento más originario-? Como veremos, todo el problema de la génesis ra dica precisamente aquí. E. Fink plantea un problema similar en relación con los textos de Husserl que tratan de la «reducción fenomenológica» en Ideen I . Cf. E. Fink, «Die phanomenologische Philosophie E. Husserls in der gegenwártigen Kritik» (Kantstudien, Band XXXVIII, 3/4, Berlin 1933, 346-347).
20
l ‘J
Prólogo
Prólogo
Prólogo
21
intenta fundar una filosofía de la historia8 y reconciliar en cierto
Sin embargo, d espués de esta retirada hacia una pureza filosófica
sentido fenomenología y psicología9.
de estilo idealista, se anuncian una especie de retorno y el esbo
Ahora bien, el tema que anima el interés husserliano es cier tamente el tema de la génesis. Cuando se examinan superficial
zo de una gran reconqu ista10: la noción de gé nesis trascendenta l11, resistiendo en principio a toda reducción, revelada quizás por toda
mente las grandes cuestion es, su interés parece seguir dos amplios
reducción bien comprendida, presidirá una especie de recupera
movimientos de avance y retroceso: de entrada, el rechazo de los
ción filosófica de la historia y permitirá una reconciliación de la
psicologismos, de los historicismos, de los sociologismos; las am
fenomenología y de las ciencias «mundanas». La génesis trascen
biciones lógicas y filosóficas de las ciencias naturales o «munda
dental fundamentará las ciencias mundanas. Desde el inicio de
nas» son ilegítimas y contradictorias. En una palabra, la existencia
su carrera, Husserl había formulado la exigencia de esa síntesis.
de una génesis «mundana», aunque no viene negada en cuanto tal
/.Cóm o s alvagu ardó la un idad de su inv est iga ción a través del mo
por Husserl, no alcanza empero a sus ojos ni la objetividad de las
vimiento entorpecido y oscilante, al menos en apariencia, de sus
significaciones lógicas ni, correlativamente, el ser o la dignidad
avances? En una palabra: si el tema de la génesis trascendental
de la conciencia fenomenológica o trascendental. Esta última es
apareció en cierto momento para comprender y fundamentar la
fuente constituyente de toda gén esis; en ella, el d evenir originaria mente se hace y se aparece. La «reducción trascendental», término
génesis empírica que la ha precedido en el tiempo natural, debe mos examinar entonces el sentido de esta evolución. ¿Cómo ha
y principio de este movim iento, es la reducción, el rechazo de toda
sido posible esta evolución? Tal y como queremos mostrar aquí,
génesis histórica, en el sentido clásico y «mundano» del término.
esta es una cuestión que no depend e de la pura historia de la filo sofía, sino que remite con la mayor precisión, en su especificidad
y 1962; t. III: Elements d ’une élucid ation ph énomé nologiq ue d e la c onnaiss ance, tr. del alemán de H. Elie co n la colaboración de L. Kelkel y R. Schérer, PUF, Paris 1964. En lo sucesivo: Recherches logiqu es [versión cast. de M. García Morente y J. Gaos, Invest igacione s lóg icas, Alianza, Madrid 1982]> y las Idea s (1913), op. cit. 8. Passim y sobre todo: Die Kr isis d er europá ischen Wissens chaften und die tran szen denta le Phánom enologie (1936) .
Die Frage nach dem Ursprung de r Geom etrie ais intention al-histo risches Problem , publicado por Eugen Fink en la Revue internat ionale de Philos ophie, 1930, n.° 2 . 9. Passim y sobre todo: Ideen II y el grupo M de manuscritos de los que ha sido publicado un breve fragmento con el titulo «Rapport entre la phénoménologie et les Sciences», en Les Étu des philoso phiqu es, 4.° año, n.° 1, Paris, enero-marzo 1949, p. 3-6.
histórica, a la significación de toda génesis.
Du
a l i da d y
d ia l é c t i c a
Se nos podría objetar que la dualidad de nuestra problemática, evocada en su esquema más abstracto, está vinculada solidariamen te al método de toda historia de la filosofía: ¿acaso este, siendo al mismo tiempo historia y filosofía, no está destinado por definición a una oscilación dialéctica, a una reciprocidad original e insupera ble de reenvíos y de referencias entre la singularidad histórica de un pensamiento, tomado al nivel mismo de su discurso, de su letra,
10. Reconquista que no debe asimilarse a una tentativa deductiva de estilo car tesiano tras el acceso a la certeza absoluta de un «cogito». 11. Esta noción, ausente hasta Idea s I (1913), viene utilizada explícitamente en iirfahrung und Urteil (cuyo s manuscritos datan en su mayoría de 19 i 9) y todas las obras posteriores.
Prólogo
Prólogo
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intenta fundar una filosofía de la historia8 y reconciliar en cierto
Sin embargo, d espués de esta retirada hacia una pureza filosófica
sentido fenomenología y psicología9.
de estilo idealista, se anuncian una especie de retorno y el esbo
Ahora bien, el tema que anima el interés husserliano es cier tamente el tema de la génesis. Cuando se examinan superficial
zo de una gran reconqu ista10: la noción de gé nesis trascendenta l11, resistiendo en principio a toda reducción, revelada quizás por toda
mente las grandes cuestion es, su interés parece seguir dos amplios
reducción bien comprendida, presidirá una especie de recupera
movimientos de avance y retroceso: de entrada, el rechazo de los
ción filosófica de la historia y permitirá una reconciliación de la
psicologismos, de los historicismos, de los sociologismos; las am
fenomenología y de las ciencias «mundanas». La génesis trascen
biciones lógicas y filosóficas de las ciencias naturales o «munda
dental fundamentará las ciencias mundanas. Desde el inicio de
nas» son ilegítimas y contradictorias. En una palabra, la existencia
su carrera, Husserl había formulado la exigencia de esa síntesis.
de una génesis «mundana», aunque no viene negada en cuanto tal
/.Cóm o s alvagu ardó la un idad de su inv est iga ción a través del mo
por Husserl, no alcanza empero a sus ojos ni la objetividad de las
vimiento entorpecido y oscilante, al menos en apariencia, de sus
significaciones lógicas ni, correlativamente, el ser o la dignidad
avances? En una palabra: si el tema de la génesis trascendental
de la conciencia fenomenológica o trascendental. Esta última es
apareció en cierto momento para comprender y fundamentar la
fuente constituyente de toda gén esis; en ella, el d evenir originaria mente se hace y se aparece. La «reducción trascendental», término
génesis empírica que la ha precedido en el tiempo natural, debe mos examinar entonces el sentido de esta evolución. ¿Cómo ha
y principio de este movim iento, es la reducción, el rechazo de toda
sido posible esta evolución? Tal y como queremos mostrar aquí,
génesis histórica, en el sentido clásico y «mundano» del término.
esta es una cuestión que no depend e de la pura historia de la filo sofía, sino que remite con la mayor precisión, en su especificidad
y 1962; t. III: Elements d ’une élucid ation ph énomé nologiq ue d e la c onnaiss ance, tr. del alemán de H. Elie co n la colaboración de L. Kelkel y R. Schérer, PUF, Paris 1964. En lo sucesivo: Recherches logiqu es [versión cast. de M. García Morente y J. Gaos, Invest igacione s lóg icas, Alianza, Madrid 1982]> y las Idea s (1913), op. cit. 8. Passim y sobre todo: Die Kr isis d er europá ischen Wissens chaften und die tran szen denta le Phánom enologie (1936) .
Die Frage nach dem Ursprung de r Geom etrie ais intention al-histo risches Problem , publicado por Eugen Fink en la Revue internat ionale de Philos ophie, 1930, n.° 2 . 9. Passim y sobre todo: Ideen II y el grupo M de manuscritos de los que ha sido publicado un breve fragmento con el titulo «Rapport entre la phénoménologie et les Sciences», en Les Étu des philoso phiqu es, 4.° año, n.° 1, Paris, enero-marzo 1949, p. 3-6.
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y la
histórica, a la significación de toda génesis.
Du
a l i da d y
d ia l é c t i c a
Se nos podría objetar que la dualidad de nuestra problemática, evocada en su esquema más abstracto, está vinculada solidariamen te al método de toda historia de la filosofía: ¿acaso este, siendo al mismo tiempo historia y filosofía, no está destinado por definición a una oscilación dialéctica, a una reciprocidad original e insupera ble de reenvíos y de referencias entre la singularidad histórica de un pensamiento, tomado al nivel mismo de su discurso, de su letra,
10. Reconquista que no debe asimilarse a una tentativa deductiva de estilo car tesiano tras el acceso a la certeza absoluta de un «cogito». 11. Esta noción, ausente hasta Idea s I (1913), viene utilizada explícitamente en iirfahrung und Urteil (cuyo s manuscritos datan en su mayoría de 19 i 9) y todas las obras posteriores.
Prólogo
Prólogo
universalidad filosófica, considerada aquí como su pretensión, su significación intencional? La idea de esta dialéctica, expuesta en estos términos, no es tan solo banal y vaga, sino también insu ficiente y falsa. Para nosotros, no se trata aquí de obedecer a una fatalidad, de aplicar las leyes de una historia de la filosofía cons tituida como ciencia, de seguir las conclusiones de un problema que se habría debatido en otros lugares: ese problema será nuestro problema. Y ya tenemos que poner en práctica aquí una actitud husserliana, colocándono s más acá o más allá de los problemas es pecíficos de una ciencia constituida para demostrar su dependencia en la experiencia misma de su constitución original. La dialéctica cuya idea ponemos aquí de relieve no será un «método», un punto de vista, una práctica; intentaremos mostrar que es «ontológica» en la medida en que la ontología no es una ciencia mundana ya constituida; la ontología es precisamente trascendental en el senti do husserliano del término (que deberemos distinguir del sentido escolástico o del sentido kantiano). Este problema será la unidad de los problemas evocados más arriba. Lo que esta introducción querría anunciar es qu e esta unidad será una unidad dialéctica; uni dad que se distinguirá, primero, de una unidad formal o artificial que se impondría desde el exterior al contenido real del trabajo, unidad accidental de dos ópticas o de dos investigaciones llevadas a cabo. No será tampoco una identidad analítica que reduciría el contenido histórico de la filosofía de Husserl a su significación filosófica, o a la inversa. El examen filosófico del pensamiento de Husserl nos impondrá una concepción de la gén esis que, a cambio, nos obligará a cierta comprensión de la filosofía husserliana en su devenir. La expresión «a cambio» [en retour ] solo tiene, en este caso, un sentido metod ológico. Será imposible constantemente de terminar el comienzo real de esta dialéctica: podremos afirmar, a la vez, la distinción y la solidaridad de dos movim ientos sin poder nunca reducir esta simultaneidad y esta complejidad a una suce sión pura y simple. No podremos dar a ninguno de los términos, en última instancia, un valor cronológica, lógica u ontológicamente principal. La imposibilidad de toda determinación real de un co mienzo real será el sentido último de la filosofía de la génesis que intentaremos definir como conclusión de este trabajo; y asimis mo tendremos que mostrar que esta imposibilidad, como última
23
hisíón filosófica, es una conclusión formal y no trascendental, • decir, que tal imposibilidad no inmoviliza la dialéctica y nos l h i imlc al mismo tiempo seguir siendo fieles a Husserl en su refen una a un absoluto orig inario 12 y superar las interpretaciones de l.i lenomcnología que determinarían esta dialéctica en un sentido meialisico, ya sea materialista o idealista. l a manera en que comprendemos el encadenamiento suceavo de los diversos momentos del pensamiento husserliano, su i iniciación y su implicación mutua, supondrá entonces y apelará umiilláneamente a una filosofía de la génesis. No se trata de nin guna manera de una conclusión, de una deducción o incluso de un uso, del ejercicio técnico de un método previamente dado por una ii oirá de estas maneras de proceder. La aplicación será siempre la complicación dialéctica de un principio que esta revelará como loi malmente primero y simple, como realmente ambiguo y dia léctico. A cada instante, los dos términos se pondrán en cuestión un permitir jamás concluir en una secundariedad real de uno o de otro. O mejor, lo que nos proponemos es mostrar que, solo a partir .le Ilusserl e incluso explícitam ente en él, puede, si no revelarse, al menos fundamentarse, autentificarse, realizarse el gran tema dia léctico que anima y motiva la tradición filosófica más p otente, del platonismo al hegelianismo13.
, mui
I AS CONTRADICCIONES DE LA GÉNESIS
¿Cómo se presenta, en nuestro propósito y bajo la forma más general, la irreductibilidad de esta dialéctica? De entrada, la géne sis, examinada ingenuamente y lo más formalmente po sible, reúne en su concepto dos significaciones contradictorias: la de origen y la de devenir. Por una parte, la génesis es efectivamente naci miento, surg imiento ab soluto de un instante o de una «insta ncia »14 12. Y sobre todo a la idea husserliana de la filosofía como «tarea infinita», cf. la crisis, passim.
13. A menudo, en est e trabajo parecerán imponerse ciertas rel aciones históricas muy interesantes. Nos obligaremos a tratarlas solo por alusión, evitando así alejar nos, recargándolo, de un tema que ya resulta muy amplio. ¿Podríamos valernos aquí, sin ironía, de las inmensas lagunas de Husserl en materia de historia de la filosofía? 14. Utilizamo s aquí esta palabra a causa de la ambigüedad de su sentido; este licite su eco en la doble esfera del tiempo y del ser.
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y la
universalidad filosófica, considerada aquí como su pretensión, su significación intencional? La idea de esta dialéctica, expuesta en estos términos, no es tan solo banal y vaga, sino también insu ficiente y falsa. Para nosotros, no se trata aquí de obedecer a una fatalidad, de aplicar las leyes de una historia de la filosofía cons tituida como ciencia, de seguir las conclusiones de un problema que se habría debatido en otros lugares: ese problema será nuestro problema. Y ya tenemos que poner en práctica aquí una actitud husserliana, colocándono s más acá o más allá de los problemas es pecíficos de una ciencia constituida para demostrar su dependencia en la experiencia misma de su constitución original. La dialéctica cuya idea ponemos aquí de relieve no será un «método», un punto de vista, una práctica; intentaremos mostrar que es «ontológica» en la medida en que la ontología no es una ciencia mundana ya constituida; la ontología es precisamente trascendental en el senti do husserliano del término (que deberemos distinguir del sentido escolástico o del sentido kantiano). Este problema será la unidad de los problemas evocados más arriba. Lo que esta introducción querría anunciar es qu e esta unidad será una unidad dialéctica; uni dad que se distinguirá, primero, de una unidad formal o artificial que se impondría desde el exterior al contenido real del trabajo, unidad accidental de dos ópticas o de dos investigaciones llevadas a cabo. No será tampoco una identidad analítica que reduciría el contenido histórico de la filosofía de Husserl a su significación filosófica, o a la inversa. El examen filosófico del pensamiento de Husserl nos impondrá una concepción de la gén esis que, a cambio, nos obligará a cierta comprensión de la filosofía husserliana en su devenir. La expresión «a cambio» [en retour ] solo tiene, en este caso, un sentido metod ológico. Será imposible constantemente de terminar el comienzo real de esta dialéctica: podremos afirmar, a la vez, la distinción y la solidaridad de dos movim ientos sin poder nunca reducir esta simultaneidad y esta complejidad a una suce sión pura y simple. No podremos dar a ninguno de los términos, en última instancia, un valor cronológica, lógica u ontológicamente principal. La imposibilidad de toda determinación real de un co mienzo real será el sentido último de la filosofía de la génesis que intentaremos definir como conclusión de este trabajo; y asimis mo tendremos que mostrar que esta imposibilidad, como última
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hisíón filosófica, es una conclusión formal y no trascendental, • decir, que tal imposibilidad no inmoviliza la dialéctica y nos l h i imlc al mismo tiempo seguir siendo fieles a Husserl en su refen una a un absoluto orig inario 12 y superar las interpretaciones de l.i lenomcnología que determinarían esta dialéctica en un sentido meialisico, ya sea materialista o idealista. l a manera en que comprendemos el encadenamiento suceavo de los diversos momentos del pensamiento husserliano, su i iniciación y su implicación mutua, supondrá entonces y apelará umiilláneamente a una filosofía de la génesis. No se trata de nin guna manera de una conclusión, de una deducción o incluso de un uso, del ejercicio técnico de un método previamente dado por una ii oirá de estas maneras de proceder. La aplicación será siempre la complicación dialéctica de un principio que esta revelará como loi malmente primero y simple, como realmente ambiguo y dia léctico. A cada instante, los dos términos se pondrán en cuestión un permitir jamás concluir en una secundariedad real de uno o de otro. O mejor, lo que nos proponemos es mostrar que, solo a partir .le Ilusserl e incluso explícitam ente en él, puede, si no revelarse, al menos fundamentarse, autentificarse, realizarse el gran tema dia léctico que anima y motiva la tradición filosófica más p otente, del platonismo al hegelianismo13.
, mui
I AS CONTRADICCIONES DE LA GÉNESIS
¿Cómo se presenta, en nuestro propósito y bajo la forma más general, la irreductibilidad de esta dialéctica? De entrada, la géne sis, examinada ingenuamente y lo más formalmente po sible, reúne en su concepto dos significaciones contradictorias: la de origen y la de devenir. Por una parte, la génesis es efectivamente naci miento, surg imiento ab soluto de un instante o de una «insta ncia »14 12. Y sobre todo a la idea husserliana de la filosofía como «tarea infinita», cf. la crisis, passim.
13. A menudo, en est e trabajo parecerán imponerse ciertas rel aciones históricas muy interesantes. Nos obligaremos a tratarlas solo por alusión, evitando así alejar nos, recargándolo, de un tema que ya resulta muy amplio. ¿Podríamos valernos aquí, sin ironía, de las inmensas lagunas de Husserl en materia de historia de la filosofía? 14. Utilizamo s aquí esta palabra a causa de la ambigüedad de su sentido; este licite su eco en la doble esfera del tiempo y del ser.
Prólogo
Prólogo
irreductible a la instancia precedente, creación, radicalidad, auto
23
Prólogo
Prólogo
25
devenir sería su formalismo, su «mundanidad»: siempre se habrían
nomía en relación con otra cosa diferente de sí; en resumen, no
msliluido a partir de una oposición «segunda», ya formalizada, en-
hay génesis sin origen absoluto, originariedad si viene considera
l iv la forma y la materia, el sentido y lo sensible, etc., de modo que
do ontológica o temporalmente, originalidad si viene considerado
la génesis, tal y como está presente en las metafísicas tradiciona
axiológicamente; toda producción genética aparece y toma senti
les, so pretexto de ser perfectamente inteligible o significativa (en
do por una trascendencia respecto a lo que no es ella. Pero, en el mismo m omento, solo hay génesis en el seno de una
nn platonismo o en un hegelianismo), perfectamente histórica o electiva (en un materialismo dialéctico), corta el vínculo que la
totalidad ontoló gica y temporal que la comprende; todo producto
vincula a la génesis trascendental; esta última, siendo «originaria»,
genético es producido por otra cosa que sí, llevado por un pasado,
solo es d ialéctica en sus productos constituidos. Sin embargo, para
llamado, orientado por un futuro. Solo es y solo tiene su signifi
que una «no-dialéctica» constituya una «dialéctica» sin que esta constitución sea una pura creación ex nihilo o una simple cons-
cación inscrito en un contexto que, por una parte, es el suyo, es decir, al que pertenece y en el que participa, con el cual está en
li ucción asociativa, ¿no debe ser «ya» dialéctica? Tal es la cuestión
continuidad, imp licándolo en cierto sentido y, en última instancia,
que nos plantearemos a propósito de la génesis trascendental tal y
comportándolo, comprendiéndolo, conociéndolo, pero que, por
como viene concebida por Elusserl. Si «el origen» es dialéctico,
otra parte, lo desborda y lo envuelve por todos lados. La génesis
¿no es entonces segundo en relación con una «primitividad»? La distinción entre lo trascendental y lo mundano se derrumbaría y,
es también una inclusión , una inmanencia. La existencia de toda génesis parece tener por sentido esta tensión entre una trascendencia y una inmanencia. Se da primero
con ella, la posibilidad de todo fundamento radical de la filosofía; la fenomenología se convertiría en fenomenismo. Pero ya sabemos
tinuidad y discontinuidad, identidad y alteridad. Esta dialéctica (tal
que Ilusserl hubiera considerado esta dialéctica de la no-dialéctica y la dialéctica como una significación formal y «vacía», una hi
es, al menos, la idea que querríamos poner de manifiesto con este
pótesis derivada, un concepto que no remite a ninguna esencia, a
como indefinido ontológico o temporal y comienzo absoluto, con
trabajo) es al mismo tie mpo la posib ilida d15de una continuid ad de
ninguna presencia originaria, una intención inauténtica. A menu
la continuidad y de la discontinuidad, de una identidad de la iden tidad y de la alteridad, etc. Esta identidad y esta continu idad no son
do será difícil c oncedérselo, pero resulta un problema mayor y así queda planteado. Un problema que se vincula, además, a la segun
ni absolutamente formales ni absolutamente reales; la oposición
da ambición de este trabajo: mostrar que el movimiento originaria
del formalismo y del realismo es aquí formal por antítesis no solo respecto a lo «real», sino también respecto a lo «trascendental»:
mente constituyente de esta «dialéctica», tal y como viene descrito por l lusserl, nos dicta asimismo una comprensión «dialéctica» del
en una palabra, tal oposición es «mundana». O, si se prefiere, el
desarrollo de la filosofía husserliana; en resumen, esta contradic
absoluto formal de lo absoluto y de lo relativo no es ni absolu
ción infinita sería, a la vez, la motivación y el sentido último de la
tamente formal ni absolutamente real, es decir, ya constituido de alguna manera. La lóg ica dialéctica de esta dialéctica es una «lógi
tentativa fen omenológica.
ca formal» constituida que remite a la génesis de una «lógica tras
A n t i c i p a c i ó n y s í n t e s i s « a p r i o r i»
cendental» constituyente en un nivel en el que, como veremos, la palabra «dialéctica» solo tiene un sentido an alógico. La debilidad
No es casualidad si, desde el inicio de estas reflexiones, debe
de las grandes dialécticas y de las grandes filosofías clásicas del
mos librar su sentido último. No se trata aquí de una necesidad metódica o técnica, de una imposición de orden empírico; pero
15. Podemos decir ya, de una dialéctica de la posibilida d y de la necesidad, lo que decimos un poco más adelante sobre otros términos así apareados.
tanto es así que, tal y como decíamos, la forma que daremos a nuestra exposición es íntima y dialécticamente solidaria de una res
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Prólogo
irreductible a la instancia precedente, creación, radicalidad, auto
devenir sería su formalismo, su «mundanidad»: siempre se habrían
nomía en relación con otra cosa diferente de sí; en resumen, no
msliluido a partir de una oposición «segunda», ya formalizada, en-
hay génesis sin origen absoluto, originariedad si viene considera
l iv la forma y la materia, el sentido y lo sensible, etc., de modo que
do ontológica o temporalmente, originalidad si viene considerado
la génesis, tal y como está presente en las metafísicas tradiciona
axiológicamente; toda producción genética aparece y toma senti
les, so pretexto de ser perfectamente inteligible o significativa (en
do por una trascendencia respecto a lo que no es ella. Pero, en el mismo m omento, solo hay génesis en el seno de una
nn platonismo o en un hegelianismo), perfectamente histórica o electiva (en un materialismo dialéctico), corta el vínculo que la
totalidad ontoló gica y temporal que la comprende; todo producto
vincula a la génesis trascendental; esta última, siendo «originaria»,
genético es producido por otra cosa que sí, llevado por un pasado,
solo es d ialéctica en sus productos constituidos. Sin embargo, para
llamado, orientado por un futuro. Solo es y solo tiene su signifi
que una «no-dialéctica» constituya una «dialéctica» sin que esta constitución sea una pura creación ex nihilo o una simple cons-
cación inscrito en un contexto que, por una parte, es el suyo, es decir, al que pertenece y en el que participa, con el cual está en
li ucción asociativa, ¿no debe ser «ya» dialéctica? Tal es la cuestión
continuidad, imp licándolo en cierto sentido y, en última instancia,
que nos plantearemos a propósito de la génesis trascendental tal y
comportándolo, comprendiéndolo, conociéndolo, pero que, por
como viene concebida por Elusserl. Si «el origen» es dialéctico,
otra parte, lo desborda y lo envuelve por todos lados. La génesis
¿no es entonces segundo en relación con una «primitividad»? La distinción entre lo trascendental y lo mundano se derrumbaría y,
es también una inclusión , una inmanencia. La existencia de toda génesis parece tener por sentido esta tensión entre una trascendencia y una inmanencia. Se da primero
con ella, la posibilidad de todo fundamento radical de la filosofía; la fenomenología se convertiría en fenomenismo. Pero ya sabemos
tinuidad y discontinuidad, identidad y alteridad. Esta dialéctica (tal
que Ilusserl hubiera considerado esta dialéctica de la no-dialéctica y la dialéctica como una significación formal y «vacía», una hi
es, al menos, la idea que querríamos poner de manifiesto con este
pótesis derivada, un concepto que no remite a ninguna esencia, a
como indefinido ontológico o temporal y comienzo absoluto, con
trabajo) es al mismo tie mpo la posib ilida d15de una continuid ad de
ninguna presencia originaria, una intención inauténtica. A menu
la continuidad y de la discontinuidad, de una identidad de la iden tidad y de la alteridad, etc. Esta identidad y esta continu idad no son
do será difícil c oncedérselo, pero resulta un problema mayor y así queda planteado. Un problema que se vincula, además, a la segun
ni absolutamente formales ni absolutamente reales; la oposición
da ambición de este trabajo: mostrar que el movimiento originaria
del formalismo y del realismo es aquí formal por antítesis no solo respecto a lo «real», sino también respecto a lo «trascendental»:
mente constituyente de esta «dialéctica», tal y como viene descrito por l lusserl, nos dicta asimismo una comprensión «dialéctica» del
en una palabra, tal oposición es «mundana». O, si se prefiere, el
desarrollo de la filosofía husserliana; en resumen, esta contradic
absoluto formal de lo absoluto y de lo relativo no es ni absolu
ción infinita sería, a la vez, la motivación y el sentido último de la
tamente formal ni absolutamente real, es decir, ya constituido de alguna manera. La lóg ica dialéctica de esta dialéctica es una «lógi
tentativa fen omenológica.
ca formal» constituida que remite a la génesis de una «lógica tras
A n t i c i p a c i ó n y s í n t e s i s « a p r i o r i»
cendental» constituyente en un nivel en el que, como veremos, la palabra «dialéctica» solo tiene un sentido an alógico. La debilidad
No es casualidad si, desde el inicio de estas reflexiones, debe
de las grandes dialécticas y de las grandes filosofías clásicas del
mos librar su sentido último. No se trata aquí de una necesidad metódica o técnica, de una imposición de orden empírico; pero
15. Podemos decir ya, de una dialéctica de la posibilida d y de la necesidad, lo que decimos un poco más adelante sobre otros términos así apareados.
tanto es así que, tal y como decíamos, la forma que daremos a nuestra exposición es íntima y dialécticamente solidaria de una res
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Prólogo
puesta a los problemas planteados especulativamente; esta antici
Prólogo
27
mundo, (del) tiempo en el que toda verdad aparece; así pues, en
pación constante no es ni artificial ni accidental. Para que cualquier
virtud de la esencia «analítica» de toda verificación, d e toda men
génes is, cu alquier desarrollo, cualquier historia, cualquier discur
ción de sentido, esta debe remitir a otra cosa que a ella misma en un acto sintético. En el sentido mismo podemos experimentar la
so tenga un sentido, es necesario que este sentido esté «ya ahí» de algún modo, de sde el origen, sin lo cual se volverían ininteligibles,
solidaridad entre toda creación y todo cumplimiento, entre todo
a la vez, la aparición del sentido y la realidad del devenir; por tan
surgimiento y toda tradición. Sin embargo, desde el punto de vista
to, cierta anticipación16es fiel al sentido de toda gén esis: toda in
de una lógica formal o de una lógica absoluta, estos juicios llevan
novación es verificación, toda creación es cu mplimiento, todo sur
en ellos mismos una contradicción irreductible. Y ello porque no
gimiento es tradición. Detengámonos un instante en esta serie de
se trata de juicios de atribución del tipo «A es B», en el que B sería
ju ici os . Vem os prime ro que, sin un o u otro de est os térm inos , nin
el predicado de A; aquí, el sentido mismo de cada uno de los tér
gún devenir humano es posible ni en su contenido ni en su signifi cación. Una invención sin verificación sería inasimilable; sería
minos es tal que el sujeto y el predicado se dan conjuntamente en cada uno de sus momentos respectivos. Antes incluso de que se
acomodación pura; en última instancia, no sería tan siquiera «para
atribuya la una a la otra, desde un punto de vista aparentemente
una conciencia». No hay conciencia que no aperciba todo sentido
analítico, la invención es «ya» verificación, la verificación es «ya»
como sentido «para sí» (siendo este «para sí» el de una subjetivi dad trascendental y no psicológica). Siendo para una conciencia,
invención. Resulta entonces necesario a priori que los dos térmi
no pudiend o por definición resultar ajeno a un «ego trascendental»
sujeto y predicado. La necesidad que los liga es absoluta. Pero, al
e intencional, todo sentido se revela siempre como «ya» presente.
mismo tiempo, la evidencia de tales juicios no es analítica; si lo
En última instancia, una invención sin verificación negaría la in tencionalidad de la conciencia; no sería invención «de» nada o
fuera, tal evidencia estaría en contradicción con cada uno de sus términos; ambos tienen efectivamente un valor genético o sintéti
nos de estos juicios sean intercambiables; ambos son, a la vez,
invención (de) ella misma (por) ella misma, lo cual destruiría el
co; ambos apuntan a, comprenden, producen algo diferente de
sentido mismo de toda invención que es un sentido sintético. La
ellos mismos. La explicación, es decir, el desvelamiento, la expli-
paradoja y la extrañeza de la inten cionali dad trascen denta l17 rea
citación que, en una lógica, vendría considerada como un acto
parecen en el corazón mismo de toda invención, símbolo de la
analítico es aquí, en el sentido o ntológico o trascendental que fun
génesis: en virtud de un valor «sintético» , un devenir, un acto tem
da la lógica, una síntesis. Ahora bien, en la medida en que es reve
poral son verificadores y, en última instancia, analíticos. Pero, de igual manera que una invención sin verificación solo es conceb ible
ladora, esta síntesis se hace a priori. Para que esta síntesis sea síntesis, tiene que ser productora, generadora; para que ella nos
en el mito de una conciencia sin intencionalidad, de un pensa
aparezca como síntesis significativa, tiene que ser a priori. Sin
miento arrancado al mundo y al tiemp o, así también una verifica
ello, no presentaría ningún sentido y no sería cognoscible como
ción sin invención n o es verificación de nada por nada, pura tauto
tal. Todo paso de un momento a otro tomaría la figura de milagro,
logía, identidad vacía y formal, negación (de) la conciencia, (del)
tic excepción en la historia, de novedad inaudita; la génesis o la síntesis no serían devenires reales, sino explosiones o expropia
16. O protención en el lenguaje husserliano. Esta protención viene posibilitada originariamente en un «ahora» originario por una «retención» del pasado. En esta dialéctica originaria del tiempo se funda toda síntesis; por ella, precisamente, perma nece irreductible como síntesis a priori. 17. Esta es, a la vez y en el mismo movimien to, una actividad y una pasividad, una producción y una intuición del sentido, un «hacer» y un «ver», tomados en sus sentidos más profundos. Cf. sobre esta ambigüedad de la intencionalidad, Ideas I, p. xxx, n. 1 del traductor de la edición francesa [P. Ricceur],
ciones del tiempo. Refutando a Hume, Kant mostraba claramente que, sin la intervención de una forma a priori del entendimiento, lodo juicio perdía su carácter de necesidad. No entremos aquí en análisis históricos; apuntemos simp lemente que Kant calificaba de «sintético a priori» solo los juicios de orden matemático. Estos jui cios son pre cisa men te los que esca pan a l a g én esi s. Su sín tesi s
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Prólogo
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puesta a los problemas planteados especulativamente; esta antici
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mundo, (del) tiempo en el que toda verdad aparece; así pues, en
pación constante no es ni artificial ni accidental. Para que cualquier
virtud de la esencia «analítica» de toda verificación, d e toda men
génes is, cu alquier desarrollo, cualquier historia, cualquier discur
ción de sentido, esta debe remitir a otra cosa que a ella misma en un acto sintético. En el sentido mismo podemos experimentar la
so tenga un sentido, es necesario que este sentido esté «ya ahí» de algún modo, de sde el origen, sin lo cual se volverían ininteligibles,
solidaridad entre toda creación y todo cumplimiento, entre todo
a la vez, la aparición del sentido y la realidad del devenir; por tan
surgimiento y toda tradición. Sin embargo, desde el punto de vista
to, cierta anticipación16es fiel al sentido de toda gén esis: toda in
de una lógica formal o de una lógica absoluta, estos juicios llevan
novación es verificación, toda creación es cu mplimiento, todo sur
en ellos mismos una contradicción irreductible. Y ello porque no
gimiento es tradición. Detengámonos un instante en esta serie de
se trata de juicios de atribución del tipo «A es B», en el que B sería
ju ici os . Vem os prime ro que, sin un o u otro de est os térm inos , nin
el predicado de A; aquí, el sentido mismo de cada uno de los tér
gún devenir humano es posible ni en su contenido ni en su signifi cación. Una invención sin verificación sería inasimilable; sería
minos es tal que el sujeto y el predicado se dan conjuntamente en cada uno de sus momentos respectivos. Antes incluso de que se
acomodación pura; en última instancia, no sería tan siquiera «para
atribuya la una a la otra, desde un punto de vista aparentemente
una conciencia». No hay conciencia que no aperciba todo sentido
analítico, la invención es «ya» verificación, la verificación es «ya»
como sentido «para sí» (siendo este «para sí» el de una subjetivi dad trascendental y no psicológica). Siendo para una conciencia,
invención. Resulta entonces necesario a priori que los dos térmi
no pudiend o por definición resultar ajeno a un «ego trascendental»
sujeto y predicado. La necesidad que los liga es absoluta. Pero, al
e intencional, todo sentido se revela siempre como «ya» presente.
mismo tiempo, la evidencia de tales juicios no es analítica; si lo
En última instancia, una invención sin verificación negaría la in tencionalidad de la conciencia; no sería invención «de» nada o
fuera, tal evidencia estaría en contradicción con cada uno de sus términos; ambos tienen efectivamente un valor genético o sintéti
nos de estos juicios sean intercambiables; ambos son, a la vez,
invención (de) ella misma (por) ella misma, lo cual destruiría el
co; ambos apuntan a, comprenden, producen algo diferente de
sentido mismo de toda invención que es un sentido sintético. La
ellos mismos. La explicación, es decir, el desvelamiento, la expli-
paradoja y la extrañeza de la inten cionali dad trascen denta l17 rea
citación que, en una lógica, vendría considerada como un acto
parecen en el corazón mismo de toda invención, símbolo de la
analítico es aquí, en el sentido o ntológico o trascendental que fun
génesis: en virtud de un valor «sintético» , un devenir, un acto tem
da la lógica, una síntesis. Ahora bien, en la medida en que es reve
poral son verificadores y, en última instancia, analíticos. Pero, de igual manera que una invención sin verificación solo es conceb ible
ladora, esta síntesis se hace a priori. Para que esta síntesis sea síntesis, tiene que ser productora, generadora; para que ella nos
en el mito de una conciencia sin intencionalidad, de un pensa
aparezca como síntesis significativa, tiene que ser a priori. Sin
miento arrancado al mundo y al tiemp o, así también una verifica
ello, no presentaría ningún sentido y no sería cognoscible como
ción sin invención n o es verificación de nada por nada, pura tauto
tal. Todo paso de un momento a otro tomaría la figura de milagro,
logía, identidad vacía y formal, negación (de) la conciencia, (del)
tic excepción en la historia, de novedad inaudita; la génesis o la síntesis no serían devenires reales, sino explosiones o expropia
16. O protención en el lenguaje husserliano. Esta protención viene posibilitada originariamente en un «ahora» originario por una «retención» del pasado. En esta dialéctica originaria del tiempo se funda toda síntesis; por ella, precisamente, perma nece irreductible como síntesis a priori. 17. Esta es, a la vez y en el mismo movimien to, una actividad y una pasividad, una producción y una intuición del sentido, un «hacer» y un «ver», tomados en sus sentidos más profundos. Cf. sobre esta ambigüedad de la intencionalidad, Ideas I, p. xxx, n. 1 del traductor de la edición francesa [P. Ricceur],
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ciones del tiempo. Refutando a Hume, Kant mostraba claramente que, sin la intervención de una forma a priori del entendimiento, lodo juicio perdía su carácter de necesidad. No entremos aquí en análisis históricos; apuntemos simp lemente que Kant calificaba de «sintético a priori» solo los juicios de orden matemático. Estos jui cios son pre cisa men te los que esca pan a l a g én esi s. Su sín tesi s
Pról ogo
Prólogo
no es « real» 18, al menos a los ojo s de Kant. Son a priori solo en la medida en que no nacen en una experiencia histórica efectiva, en la medida en que no s on «cons tituid os» por ella 19. En cierto sen ti do, en Kant lo empírico y lo a pr io ri se excluyen. El sentido de toda génesis es un sentido fenoménico. La invención no es una verificación absoluta. No es, pues, una invención real. El sentido de todo juicio empírico-genético es el objeto de una construcción y, por tanto, dudoso por definición. Es sorprendente la precisión con la que, al menos en este punto, la crítica de Kant por parte de Hegel2021anuncia la perspectiva husserliana: lejos de que la expe riencia llamada «fenoménica» de lo real excluya la síntesis a prio ri, es una síntesis a priori21 (del pensamiento y de lo real, del sen tido y de lo sensible, por ejemplo y de manera muy general) la que posibilita toda experiencia y toda significación de la experiencia. Resulta demasiado evidente que la idea de esta síntesis originaria como principio real de toda experiencia posible es íntimamente solidaria de la idea de intencionalidad de la conciencia trascenden tal. En varias ocasiones, veremos la extraña profundidad de ciertas semejanzas entre el pensamiento hegeliano y husserliano. Por el momento, limitémonos a constatar que el problema de una génesis real tan solo p uede plantearse en la perspectiva de estos dos pensa mientos; la génesis real es una síntesis; en Kant, en cambio, solo podía en cuanto tal ser, o bien perfectamente inteligible y necesa ria a priori, pero «irreal»22*e intemporal, en el mundo de la racio18. En matemáticas, el tiempo no es sino ficticio. La síntesis y el descubri miento matemáticos solo quedan inscritos en el tiempo por una contingencia de la naturaleza del matemático; en una palabra, su tiempo solo sería psicológico y todo el trabajo del científico consistiría en «rehacen) una síntesis ya hecha, en «reproducir» una duración, en imitar una génesis. 19. Ibid. 20. Hegel, Glauben und Wissen, passim . 21. Sobre la concepción husserliana de un a pri ori concreto, que se confunde con la experiencia originaria y sobre su oposición al kantismo, cf. G. Berger, Le C o gito dans l a philoso phie de Hu sserl, § VI, Aubier-Montaigne, Paris 1941, 121-126; cf. tam bién Tran Duc Thao, Phénomé nologie e t matéria lisme dia lectiq ue I, § 6, Paris 1951,54 [versión cast. de Raúl Sciarretta, Fenomenología y m aterialis mo dialé ctico, Nueva Visión, Buenos Aires 1959 (aquí 2.a ed., 1971), 55]. 22. Es decir, en Kant, sin referencia a un contenido intuitivo. Aquí estamo s en el extremo opuesto a Husserl.
29
ti i Iti I.h I matemática, o bien efectiva y temporal pero a posteriori, •indulgente y dudosa, en e l devenir empírico; la experiencia indu dablemente originaria y fundamental de la intencionalidad, al in ilu la actitud «crítica», inscribe la síntesis a priori en el corazón
m
iiii .mo del devenir histórico; tal síntesis a priori es el fundamento ungiiiario de toda experiencia, que se ve librada en y por la exlu-iiencia misma. Ahí reside el interés y la dificultad del problema de la génesis, considerada como síntesis: ¿cómo puede ser comluendido el fundamento absolutamente originario del sentido o del ’’ de una génesis en y por esa gén esis? Porque, si es cierto que luda síntesis está fundamentada en una síntesis a priori, entonces el luoblema de la génesis es el problema del sentido de esa sintesis
h it
o priori', si una síntesis a priori está en el origen y fundamento mis mo de todo juicio y de toda experiencia posible, ¿acaso no nos vemos remitidos así a una dialéctica indefinida? ¿Cómo puede la miginariedad de un fundamento ser una síntesis a priori? ¿Cómo puede empezar todo por una complicación? Si toda génesis y toda síulesis remiten a su constitución por una síntesis a priori, entonces la síntesis a priori misma, cuando aparece en una experiencia cóns ul uyente, trascendental y p retendidamente originaria, ¿acaso no ha lomado siempre «ya» sentido? ¿No está siempre, por definición, «ya» constituida por otra síntesis, y así al infinito? ¿Cómo puede una originariedad fenomenológica pretender absolutamente a la constitución primera del sentido, si está p recedida por lo que p o dríamos llamar una «primitividad» histórica? Primitividad de la que debe decirse que «solo aparece» como tal por una constitución originaria. ¿No hay acaso una mistificación en toda superación de esta dialéctica? ¿No recaemos en el formalismo que se pretende superar remitiendo la tema tización24 filosófi ca de esta dialéctica a 23. Se tratajustamente de una síntesis o pri or i del ser y del sentido. Cada uno de los términos debe, a la vez, ser conocido inmediatamente a prio ri y, en consecuencia, en su originalidad, pero, al mismo t iempo, al estar implicado en una síntesis, remitir a algo diferente de sí. Hay que reconocer que el sello puramente lógico de la expresión «síntesis a prior i » no es conforme al lenguaje de Husserl, el cual hubiera rechazado ciertamente su uso. Pero aquí tal expresión plantea el problema bastante claramente y traduce bastante bien, según parece, el sentido de la experiencia intencional. 24. A menudo nos serviremos de este pesado vocablo [thématisation\. Una idea de la génesis justifica, de nuevo, este uso: la tematización, vinculándose a un obje to de estudio, ni lo crea ni lo añade a una construcción. Lo que sí hace es revelarlo a título de tema ya presente y, dándole un sentido, lo describe. Así pues, traduce el
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ti i Iti I.h I matemática, o bien efectiva y temporal pero a posteriori,
no es « real» 18, al menos a los ojo s de Kant. Son a priori solo en la
•indulgente y dudosa, en e l devenir empírico; la experiencia indu dablemente originaria y fundamental de la intencionalidad, al in-
medida en que no nacen en una experiencia histórica efectiva, en la medida en que no s on «cons tituid os» por ella 19. En cierto sen ti
ilu la actitud «crítica», inscribe la síntesis a priori en el corazón
m
do, en Kant lo empírico y lo a pr io ri se excluyen. El sentido de
iiii .mo del devenir histórico; tal síntesis a priori es el fundamento
toda génesis es un sentido fenoménico. La invención no es una
ungiiiario de toda experiencia, que se ve librada en y por la exlu-iiencia misma. Ahí reside el interés y la dificultad del problema
verificación absoluta. No es, pues, una invención real. El sentido de todo juicio empírico-genético es el objeto de una construcción
de la génesis, considerada como síntesis: ¿cómo puede ser comluendido el fundamento absolutamente originario del sentido o del
y, por tanto, dudoso por definición. Es sorprendente la precisión con la que, al menos en este punto, la crítica de Kant por parte de
’’ de una génesis en y por esa gén esis? Porque, si es cierto que luda síntesis está fundamentada en una síntesis a priori, entonces el luoblema de la génesis es el problema del sentido de esa sintesis
h it
Hegel2021anuncia la perspectiva husserliana: lejos de que la expe riencia llamada «fenoménica» de lo real excluya la síntesis a prio ri, es una síntesis a priori21 (del pensamiento y de lo real, del sen
o priori', si una síntesis a priori está en el origen y fundamento mis mo de todo juicio y de toda experiencia posible, ¿acaso no nos vemos remitidos así a una dialéctica indefinida? ¿Cómo puede la
tido y de lo sensible, por ejemplo y de manera muy general) la que posibilita toda experiencia y toda significación de la experiencia. Resulta demasiado evidente que la idea de esta síntesis originaria
miginariedad de un fundamento ser una síntesis a priori? ¿Cómo puede empezar todo por una complicación? Si toda génesis y toda
como principio real de toda experiencia posible es íntimamente solidaria de la idea de intencionalidad de la conciencia trascenden
síulesis remiten a su constitución por una síntesis a priori, entonces
tal. En varias ocasiones, veremos la extraña profundidad de ciertas
la síntesis a priori misma, cuando aparece en una experiencia cóns ul uyente, trascendental y p retendidamente originaria, ¿acaso no ha lomado siempre «ya» sentido? ¿No está siempre, por definición,
semejanzas entre el pensamiento hegeliano y husserliano. Por el momento, limitémonos a constatar que el problema de una génesis real tan solo p uede plantearse en la perspectiva de estos dos pensa
«ya» constituida por otra síntesis, y así al infinito? ¿Cómo puede
mientos; la génesis real es una síntesis; en Kant, en cambio, solo podía en cuanto tal ser, o bien perfectamente inteligible y necesa
una originariedad fenomenológica pretender absolutamente a la constitución primera del sentido, si está p recedida por lo que p o
ria a priori, pero «irreal»22*e intemporal, en el mundo de la racio-
dríamos llamar una «primitividad» histórica? Primitividad de la que debe decirse que «solo aparece» como tal por una constitución originaria. ¿No hay acaso una mistificación en toda superación de
18. En matemáticas, el tiempo no es sino ficticio. La síntesis y el descubri miento matemáticos solo quedan inscritos en el tiempo por una contingencia de la naturaleza del matemático; en una palabra, su tiempo solo sería psicológico y todo el trabajo del científico consistiría en «rehacen) una síntesis ya hecha, en «reproducir» una duración, en imitar una génesis. 19. Ibid. 20. Hegel, Glauben und Wissen, passim . 21. Sobre la concepción husserliana de un a pri ori concreto, que se confunde con la experiencia originaria y sobre su oposición al kantismo, cf. G. Berger, Le C o gito dans l a philoso phie de Hu sserl, § VI, Aubier-Montaigne, Paris 1941, 121-126; cf. tam bién Tran Duc Thao, Phénomé nologie e t matéria lisme dia lectiq ue I, § 6, Paris 1951,54 [versión cast. de Raúl Sciarretta, Fenomenología y m aterialis mo dialé ctico, Nueva Visión, Buenos Aires 1959 (aquí 2.a ed., 1971), 55]. 22. Es decir, en Kant, sin referencia a un contenido intuitivo. Aquí estamo s en el extremo opuesto a Husserl.
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esta dialéctica? ¿No recaemos en el formalismo que se pretende superar remitiendo la tema tización24 filosófi ca de esta dialéctica a 23. Se tratajustamente de una síntesis o pri or i del ser y del sentido. Cada uno de los términos debe, a la vez, ser conocido inmediatamente a prio ri y, en consecuencia, en su originalidad, pero, al mismo t iempo, al estar implicado en una síntesis, remitir a algo diferente de sí. Hay que reconocer que el sello puramente lógico de la expresión «síntesis a prior i » no es conforme al lenguaje de Husserl, el cual hubiera rechazado ciertamente su uso. Pero aquí tal expresión plantea el problema bastante claramente y traduce bastante bien, según parece, el sentido de la experiencia intencional. 24. A menudo nos serviremos de este pesado vocablo [thématisation\. Una idea de la génesis justifica, de nuevo, este uso: la tematización, vinculándose a un obje to de estudio, ni lo crea ni lo añade a una construcción. Lo que sí hace es revelarlo a título de tema ya presente y, dándole un sentido, lo describe. Así pues, traduce el
Prólogo
Prólogo
31
la originariedad de su constitución trascendental, a la intenciona
Im 'kh Io y
lidad, a la percepción? La temporalidad fenomenológica, trascen
,ilr,ululo, de su validación radical y originaria, corren el riesgo de
de un pasado del porvenir, privadas así de su fundamento
dental, originaria, ¿no es acaso «temporalizante», constituyente,
i ni (mirarse definitivamente comprometidas. Una filosofía fenome-
solo en apariencia y a partir de un tiempo «natural», indiferente a
ii i
la conciencia trascendental misma, precediéndola, englobándola?
vivencia originaria. Ahora bien, para pretender a la dignidad Alosó
Husserl, sobre todo en los últimos años de su vida, quizá no lo hu biera refutado; quizá todos sus últimos esfuerzos fueron para salvar
la a, una filosofía de la génesis debe llegar a un fundamento inconiln lonal; pero, para ser auténticamente genética y fenomenológica,
la fenomenología asimilándole esta nueva relación. Sea como fue
imnhién debe describir, sin desnaturalizarla, la condicionalidad del
ilógica debe ser genética si quiere respetar la temporalidad de la
re, queda claro a partir de ahora que es siempre por una «anticipa
lundamento, es decir, describir el surgimiento de las significacio
ción», al menos formal, como toda significación, fundada en una
nes en el devenir de la experiencia, concebida esta en el sentido
síntesis a priori, aparece y se aparece originariamente. Dejemos
mas amplio y más originario, que incluye la experiencia del funda
abierta la cuestión sobre cómo el sentido absoluto de la génesis
mento mismo. Advertimos así la inm ensa dificultad que implica la
puede ser, a la vez, «originario» y «anticipado»; tanto si se hace
génesis trascendental: el fundamento absoluto debe estar descrito
sobre el futuro como tal o sobre un pasado siempre reconstituido por el presente originario y por el futuro anticipado, esa anticipa
en su aparición genética; implicando su pasado, implicándose en
ción siempre resulta indispensable, sea cual sea su sentido, para la aparición de toda significación posible. Sin ella, para limitarnos a
en que se dice que una conclusión depende de sus premisas o que
nuestro propósito inicial, toda investigación de historia de la filo
su pasado, no debe reducirse ni ser dependiente de él en el sentido un electo depende de una causa. Aquí, es el efecto el que constituye
sofía se agotaría y se dispersaría en una multiplicidad de instan
el sentido de la causa como tal. Una concepción genética arrui na los fundamentos de toda inteligibilidad en general, de la suya
cias textuales; o incluso, esta multiplicidad no podría tan siquiera
en particular, si se convierte en una explicación y en un análisis
aparecerse como multiplicidad, es decir, como relacionalidad, sino
causales en que la temporalidad sería integrada a título de simple
solo como la confusión de una opaca literalidad. Toda inteligibili
«elemento»; por la misma razón, no puede ser puramente compren
dad es, en cierto sentido, relación y superación hacia otra cosa di
siva ya que ignoraría el carácter creador y sintético de su propio
ferente de sí. Pero, inversamente, toda anticipación se efectúa a
devenir genético. En ambos casos, el error sería una reducción de
partir de la textualidad histórica del discurso husserliano o de una
la génesis a un desarrollo y a un desvelamiento puros y simples, a
significación filosófica inicial. En la imposibilidad de determinar el
una explicitación constante y continua en la serie de la naturaleza
comienzo real de nuestra investigación, aparecen en intrincada fili
0 en la serie de las esencias; ante una actitud puramente compren
grana todas las dificultades de una filosofía de la génesis.
siva, la historia se volvería una pura idealidad o una pura finali
En efecto, si siempre es necesario algún tipo de anticipación,
dad; ante la actitud explicativa, tan solo sería facticidad material.
si el porvenir siempre precede, de alguna manera, al presente y al pasado, si siempre queda disimulada alguna implicación, la inte
natural, el hombre acced e a una u otra poten cia de objetividad; esta,
ligibilidad y la significación que dependen de ello esencialmente,
para ser integrada en una filosofía genética, debe aparecer, por una parte, como continuación ininterrumpida de lo que no es ella, por
remitidas siempre a lo indefinido de un pasado, de un porvenir del
1omemos un ejemplo: en cierto momento de la historia, del tiempo
ejemplo de la actitud llamada «participativa» o «animista»25, etc.; sentido del acto intencional y de la génesis trascendental que son, al mismo tiempo, intuiciones y producciones, revelaciones e invenciones. La palabra «tematizacicm» parece dar cuenta bastante bien de esta ambigüedad esencial. Sobre la contradicción de una «tematización» de la génesis, cf. más adelante la tercera parte, cap. I, «Naci miento y devenir del juicio».
25. El problema de la mentalidad primitiva que citamos aquí como ejemplo interesó mucho a Husserl en los últimos años de su vida. Numerosos manuscritos loman como pretexto el trabajo de Lévy-Bruhl. Cf. la carta inédita a Lévy-Bruhl (11 de marzo de 1935) y el grupo F de los manuscritos.
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la originariedad de su constitución trascendental, a la intenciona
Im 'kh Io y
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de un pasado del porvenir, privadas así de su fundamento
lidad, a la percepción? La temporalidad fenomenológica, trascen
,ilr,ululo, de su validación radical y originaria, corren el riesgo de
dental, originaria, ¿no es acaso «temporalizante», constituyente,
i ni (mirarse definitivamente comprometidas. Una filosofía fenome-
solo en apariencia y a partir de un tiempo «natural», indiferente a
ii i
la conciencia trascendental misma, precediéndola, englobándola?
vivencia originaria. Ahora bien, para pretender a la dignidad Alosó
Husserl, sobre todo en los últimos años de su vida, quizá no lo hu biera refutado; quizá todos sus últimos esfuerzos fueron para salvar
la a, una filosofía de la génesis debe llegar a un fundamento inconiln lonal; pero, para ser auténticamente genética y fenomenológica,
la fenomenología asimilándole esta nueva relación. Sea como fue
imnhién debe describir, sin desnaturalizarla, la condicionalidad del
ilógica debe ser genética si quiere respetar la temporalidad de la
re, queda claro a partir de ahora que es siempre por una «anticipa
lundamento, es decir, describir el surgimiento de las significacio
ción», al menos formal, como toda significación, fundada en una
nes en el devenir de la experiencia, concebida esta en el sentido
síntesis a priori, aparece y se aparece originariamente. Dejemos
mas amplio y más originario, que incluye la experiencia del funda
abierta la cuestión sobre cómo el sentido absoluto de la génesis
mento mismo. Advertimos así la inm ensa dificultad que implica la
puede ser, a la vez, «originario» y «anticipado»; tanto si se hace
génesis trascendental: el fundamento absoluto debe estar descrito
sobre el futuro como tal o sobre un pasado siempre reconstituido por el presente originario y por el futuro anticipado, esa anticipa
en su aparición genética; implicando su pasado, implicándose en
ción siempre resulta indispensable, sea cual sea su sentido, para la aparición de toda significación posible. Sin ella, para limitarnos a
en que se dice que una conclusión depende de sus premisas o que
nuestro propósito inicial, toda investigación de historia de la filo
su pasado, no debe reducirse ni ser dependiente de él en el sentido un electo depende de una causa. Aquí, es el efecto el que constituye
sofía se agotaría y se dispersaría en una multiplicidad de instan
el sentido de la causa como tal. Una concepción genética arrui na los fundamentos de toda inteligibilidad en general, de la suya
cias textuales; o incluso, esta multiplicidad no podría tan siquiera
en particular, si se convierte en una explicación y en un análisis
aparecerse como multiplicidad, es decir, como relacionalidad, sino
causales en que la temporalidad sería integrada a título de simple
solo como la confusión de una opaca literalidad. Toda inteligibili
«elemento»; por la misma razón, no puede ser puramente compren
dad es, en cierto sentido, relación y superación hacia otra cosa di
siva ya que ignoraría el carácter creador y sintético de su propio
ferente de sí. Pero, inversamente, toda anticipación se efectúa a
devenir genético. En ambos casos, el error sería una reducción de
partir de la textualidad histórica del discurso husserliano o de una
la génesis a un desarrollo y a un desvelamiento puros y simples, a
significación filosófica inicial. En la imposibilidad de determinar el
una explicitación constante y continua en la serie de la naturaleza
comienzo real de nuestra investigación, aparecen en intrincada fili
0 en la serie de las esencias; ante una actitud puramente compren
grana todas las dificultades de una filosofía de la génesis.
siva, la historia se volvería una pura idealidad o una pura finali
En efecto, si siempre es necesario algún tipo de anticipación,
dad; ante la actitud explicativa, tan solo sería facticidad material.
si el porvenir siempre precede, de alguna manera, al presente y al pasado, si siempre queda disimulada alguna implicación, la inte
natural, el hombre acced e a una u otra poten cia de objetividad; esta,
ligibilidad y la significación que dependen de ello esencialmente,
para ser integrada en una filosofía genética, debe aparecer, por una parte, como continuación ininterrumpida de lo que no es ella, por
remitidas siempre a lo indefinido de un pasado, de un porvenir del
1omemos un ejemplo: en cierto momento de la historia, del tiempo
ejemplo de la actitud llamada «participativa» o «animista»25, etc.; sentido del acto intencional y de la génesis trascendental que son, al mismo tiempo, intuiciones y producciones, revelaciones e invenciones. La palabra «tematizacicm» parece dar cuenta bastante bien de esta ambigüedad esencial. Sobre la contradicción de una «tematización» de la génesis, cf. más adelante la tercera parte, cap. I, «Naci miento y devenir del juicio».
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25. El problema de la mentalidad primitiva que citamos aquí como ejemplo interesó mucho a Husserl en los últimos años de su vida. Numerosos manuscritos loman como pretexto el trabajo de Lévy-Bruhl. Cf. la carta inédita a Lévy-Bruhl (11 de marzo de 1935) y el grupo F de los manuscritos.
Prólogo
Prólogo
33
debe ser captada en su arraigamiento histórico y debe volver histó
ricamente inteligible el paso histórico de una ausencia de objetivi
.....
dad a su contrario; pero, por otra parte, para alcanzar esta inteligi
>ili|i'lividad (para limitarnos a nuestro ejemplo), fielmente descrita
bilidad también debe utilizar esta potencia de objetividad que solo
la! y como nos aparece en la historia y según su sentido verdadero,
será conforme a su significación fenomenológica sí se da como libertad trascendental, autonomía radical en relación con la histo ria: sin tal autonomía, el valor de su objetividad se volverá dudo
...
y superando esta paradoja o esta dialéctica: la pote ncia de
mi es sino un producto genético que escapa a su génesis, que la iiiim
icnde radicalmente y está desligada de ella esencialmente. Su
ii i (ligamiento y su novedad son irreductibles el uno a la otra. O en
so precisamente por sus determinaciones históricas. ¿Cómo puede
ii iminos más generales, una filosofía de la génesis debe conver
una fenomenología auténticamente genética superar entonces las
tidle inmediatamente en una génesis de la filosofía sin caer en un
dos tentaciones entre las que oscila toda filosofía de la historia? Por una parte, se describe el pasado de esta objetividad como un sim ple encaminarse hacia ello o también como una mera «llamada» de esta objetividad; esta se hallaría, desde siempre, «ya» presente en la historia; activa sordamente, la veríamos preceder y preparar su advenimiento fenomenológico. Para evitar introducir a priori la finalidad racional y el sentido en la historia, se sucum be así a la otra tentación: distinguir y oponer absolutamente el advenimiento fenomenológico de la objetividad y el acontecimiento histórico de su aparición; partiendo de esta separación, seguim os osciland o en tre dos tipos de reducción de la gén esis a un puro accidente privado de toda significación fenomenológica: unas veces, so pretexto de que la objetividad supone la libertad en relación con la determina ción histórica y creyendo ser así respetuoso con su significación fenomenológica, se toma el advenimiento por lo único esencial; otras veces, considerando que esta libertad no es nada sin el acto histórico de liberación que la ha producido y la produce en cada instante, considerando que la ob jetividad y la libertad están «cons tituidas» en y por la historia de una naturaleza, se toma el aconte cimiento como la única realidad efectiva. ¿Acaso no se es infiel en ambos casos a la intención más auténtica de la fenomenología husserliana? Por un lado, nos topamos con el escollo de las filoso fías «mundanas», de los psicologismos y los historicismos hacien do de una naturaleza constituida una naturaleza constituyente. Por otro lado, se convierte la reducción trascendental y la intuición de las esencias en una pura y simple negación de la existencia. ¿Nos ofrece entonces la fenomenolog ía husserliana la posibilidad real de una superación de esta alternativa? ¿O no es, al contrario, más que una oscilación constante entre estos dos polos? Debatiremos sobre
lir.loi icismo o en un psicologismo. En esta génesis debe fundarse i niño filosofía, es decir, evitar todos los esceptic ismos que podrían ii'iibar afirmando, a partir de la dependencia histórica de la filosoll.i, su impotencia eterna. IY t o el problema se plantea aquí formalmente y una descrip■ ion dialéctica nunca ha resuelto una dificultad. Esta dialéctica misma, ¿no se hace a partir de conce ptos elaborados y de un mun do ya constituido que remitiría en última instancia a la simplicidad de una constitución originaria? ¿Cómo puede la filosofía, si está i iigcintrada por algo diferente de ella, pretender todavía a la aulonomía originaria? Para salvar la filosofía, ¿no debe ser esta una /'en esis de la fil oso fía por la f ilo sof ía? Pero, en esta hi pót esi s, ¿no desembocaríamos entonces en una «panfilosofía» que, cerca de un «panlogismo», reduciría la historia real a no ser más que la sirvien te ile la teleología filosófica y convertiría en una apariencia ilusoria l,i experiencia originaria de la intencionalidad, de la trascendencia del mundo, de la alteridad, de la temporalidad efectiva, etc.? Sin embargo, la dialéctica renace aquí bajo una forma un poco difeicnle. Y ello porque, si la antinomia de toda génesis es ingenua o (inmudana», es decir, ya constituida por el acto de una conciencia tiasccndental a la que remite y que suspende la dialéctica, la gé nesis trascendental misma hacia la que nos vemos así transporta dos, para no ser concebida en términos de lógica formal consti tuida, para no ser la producción de un «entendimiento» o de una ((tazón» pura, debe confundirse realme nte26 con la ontología que se constituye en ella. En efecto, desde el momento en que hacem os 20. Palabra que no debe recibir aquí ni una ni otra de las determinaciones cit a das más arriba, véase en este mismo «Prólogo», la nota 3.
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debe ser captada en su arraigamiento histórico y debe volver histó
ricamente inteligible el paso histórico de una ausencia de objetivi
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dad a su contrario; pero, por otra parte, para alcanzar esta inteligi
>ili|i'lividad (para limitarnos a nuestro ejemplo), fielmente descrita
bilidad también debe utilizar esta potencia de objetividad que solo
la! y como nos aparece en la historia y según su sentido verdadero,
será conforme a su significación fenomenológica sí se da como
...
y superando esta paradoja o esta dialéctica: la pote ncia de
mi es sino un producto genético que escapa a su génesis, que la
libertad trascendental, autonomía radical en relación con la histo ria: sin tal autonomía, el valor de su objetividad se volverá dudo
iiiim
icnde radicalmente y está desligada de ella esencialmente. Su
ii i (ligamiento y su novedad son irreductibles el uno a la otra. O en
so precisamente por sus determinaciones históricas. ¿Cómo puede
ii iminos más generales, una filosofía de la génesis debe conver
una fenomenología auténticamente genética superar entonces las
tidle inmediatamente en una génesis de la filosofía sin caer en un
dos tentaciones entre las que oscila toda filosofía de la historia? Por una parte, se describe el pasado de esta objetividad como un sim
lir.loi icismo o en un psicologismo. En esta génesis debe fundarse i niño filosofía, es decir, evitar todos los esceptic ismos que podrían
ple encaminarse hacia ello o también como una mera «llamada»
ii'iibar afirmando, a partir de la dependencia histórica de la filoso-
de esta objetividad; esta se hallaría, desde siempre, «ya» presente
ll.i, su impotencia eterna. IY t o el problema se plantea aquí formalmente y una descrip-
en la historia; activa sordamente, la veríamos preceder y preparar su advenimiento fenomenológico. Para evitar introducir a priori
■ ion dialéctica nunca ha resuelto una dificultad. Esta dialéctica
la finalidad racional y el sentido en la historia, se sucum be así a la
misma, ¿no se hace a partir de conce ptos elaborados y de un mun
otra tentación: distinguir y oponer absolutamente el advenimiento
do ya constituido que remitiría en última instancia a la simplicidad
fenomenológico de la objetividad y el acontecimiento histórico de
de una constitución originaria? ¿Cómo puede la filosofía, si está
su aparición; partiendo de esta separación, seguim os osciland o en tre dos tipos de reducción de la gén esis a un puro accidente privado
i iigcintrada por algo diferente de ella, pretender todavía a la aulonomía originaria? Para salvar la filosofía, ¿no debe ser esta una
de toda significación fenomenológica: unas veces, so pretexto de
/'en esis de la fil oso fía por la f ilo sof ía? Pero, en esta hi pót esi s, ¿no
que la objetividad supone la libertad en relación con la determina
desembocaríamos entonces en una «panfilosofía» que, cerca de un
ción histórica y creyendo ser así respetuoso con su significación fenomenológica, se toma el advenimiento por lo único esencial;
«panlogismo», reduciría la historia real a no ser más que la sirvien te ile la teleología filosófica y convertiría en una apariencia ilusoria
otras veces, considerando que esta libertad no es nada sin el acto
l,i experiencia originaria de la intencionalidad, de la trascendencia
histórico de liberación que la ha producido y la produce en cada
del mundo, de la alteridad, de la temporalidad efectiva, etc.? Sin
instante, considerando que la ob jetividad y la libertad están «cons
embargo, la dialéctica renace aquí bajo una forma un poco dife-
tituidas» en y por la historia de una naturaleza, se toma el aconte
icnle. Y ello porque, si la antinomia de toda génesis es ingenua o
cimiento como la única realidad efectiva. ¿Acaso no se es infiel
(inmudana», es decir, ya constituida por el acto de una conciencia
en ambos casos a la intención más auténtica de la fenomenología
tiasccndental a la que remite y que suspende la dialéctica, la gé
husserliana? Por un lado, nos topamos con el escollo de las filoso
nesis trascendental misma hacia la que nos vemos así transporta
fías «mundanas», de los psicologismos y los historicismos hacien do de una naturaleza constituida una naturaleza constituyente. Por
dos, para no ser concebida en términos de lógica formal consti tuida, para no ser la producción de un «entendimiento» o de una
otro lado, se convierte la reducción trascendental y la intuición de
((tazón» pura, debe confundirse realme nte26 con la ontología que
las esencias en una pura y simple negación de la existencia. ¿Nos ofrece entonces la fenomenolog ía husserliana la posibilidad real de
se constituye en ella. En efecto, desde el momento en que hacem os
una superación de esta alternativa? ¿O no es, al contrario, más que
20. Palabra que no debe recibir aquí ni una ni otra de las determinaciones cit a das más arriba, véase en este mismo «Prólogo», la nota 3.
una oscilación constante entre estos dos polos? Debatiremos sobre
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Prólogo
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de la génesis de la concienc ia trascendental algo diferente de la gé
i c iiniifule: ¿es posible fundamentar en su posibilidad ontológica
nesis del ser (en su trascendencia respecto a la conciencia) por si
■ n ai sentido (a la vez) una dialéct ica absoluta de la dialéc tica y i Ipmi dialéctica? En esta, la filosofía y el ser se confundir ían sin
mismo, estamos haciendo de la conciencia trascendental una rea lidad tematizada, constituida frente al ser; negamos la intencionali
.......
.
i se definitivamente el uno en el otro.
dad de la conciencia; caemos de nuevo en el psicologismo y en la filosofía mundana. Pero, inversamente, si a través de la conciencia
I
' il NI SIS DEL
t e m a
: d o s i n t e r p r e t a c i o n e s i n su f i c i e n t e s
trascendental y sus producciones es el ser el que se engendra a sí mismo, si la dialéctica se efectúa en el ser antes de presentarse a la conciencia (nos situamos aquí cerca de una intencionalidad-refle jo 27 y de sus con trad icci one s), reca emo s e n las aporía s d e la gé ne sis tal y co mo las evocábamos al empezar: en esta perspectiva, tan solo podemos promover un cientificismo en el que todo acceso al sentido originario de la génesis nos resultaría imposible, o hiposta-
Cuiji prefigurar las grandes líneas y las grandes partes de nues-
n i |iinlilemática, acabamos de hacer algunas alusiones esquemáin
y d ogmáticas a las dificultades suscitadas por toda compren filosófica de la génesis. ¿Acaso estas dificultades no van a
11
....
n i|uneeer en el corazón de una invest igació n que querría conce nn une en la evolución del pensamiento husserliano en su misma
siar un pretendido sentido originario que, separado de su efectiv i
iiipuliu-¡dad histórica? Bajo este aspecto, esta singularidad histó-
dad histórica, no sería ya el sentido «d e» la gén esis, sino tal o cual significación de reencuentro; ya sea cientificismo «ingenuo» o m e
i ii a se nos ofrece com o una filosofía que «devien e», acercándose ni rrsnr y comprendiendo cada vez mejor el «devenir». Ahora
tafísica sustancialista, siempre acabamos en el mismo resultado;
lm n, hay dos interpretaciones de este devenir que son dos reduc-
y no e s un encuentro fortuito, sino la con secuenc ia directa de una implicación común: es la misma negación de la intencionalidad
i a mes de la génesis en su significación verdadera. I n una perspectiva que definiremos de entrada como puramenii «analítica», tendríamos la tentación de insi stir en el lado radical
trascendental que conduce por dos caminos diferentes al mismo psicologism o. Para hacer de la conciencia y de sus significaciones un puro y sim ple contenido histórico, es necesario haber ignorado
di la génesis. La tematización progresiva de la noción de gé nesis m i lusserl, el paso de la géne sis empírica a la géne sis trascendental
cir la conciencia trascendental) y su «evidencia» en el contenido
n, dicho brevemente, toda la génes is del tema genético se reduciría a una serie discontinua de golpes de Estado, a una sucesión de moincnlos absolutos en que los mom entos precedentes serían supera
psi col ógic o y natural de la subjetividad. Para convertir un sentido
dos y abandonados. Así, por ejemplo, el retorno a la vivencia de
aparentemente originario en un absoluto que se baste a sí mismo
ln subjetividad trascendental, las investigaciones «constitutivas», la
y que n o remita a ninguna historia objetiva y natural, hay que ha
inducción trascendental, en resumen, todo lo que ha convenido en ILimarse el idea lismo de las Ide as derribaría el pretendido realism o
previamente la originariedad intencional; es necesario haber ence rrado la mención del ser (a la que precisamente querríamos redu
cer de ese sentido un «contenido de conciencia» con toda la pleni tud de un «en sí» cerrado sobre sí mismo. Es un problema difí cil. Se trata de conciliar la intencionalidad trascendental que es de esencia dialéctica -puesto que une en un solo acto la subjetividad trascendental originaria y el «sentido de ser» trascendente que ella constit uye28- con el absoluto vin culad o a toda originariedad. En una palabra, la pregunta que le plantearemos a Husserl podría ser 27. O puramente pasiva. 28. La actividad y la pasividad.
logicisla y «platón ico» de las Inv esti gac ion es lóg ica s2<í; logicismo que era, a su vez, la negación pura y simple del p sicologism o de la
I iloso/i a de la ari tmé tica 31! De igual manera, las investigaciones de tipo más histórico, la tematización de la intersubjetividad trasi cndental, de la géne sis trascendental, del «mundo de la vida», de 20. Si las obras publicadas parecen prestarse a una cronología de temas, e l inluiu amicnto de los temas en los manuscritos inéditos es tal que resulta imposible ilrtci minar con rigor el nacimiento o la desaparición de un problema. 10. tT. más abajo el inici o de la «Introducción».
34
Prólogo
Prólogo
35
de la génesis de la concienc ia trascendental algo diferente de la gé
i c iiniifule: ¿es posible fundamentar en su posibilidad ontológica
nesis del ser (en su trascendencia respecto a la conciencia) por si
■ n ai sentido (a la vez) una dialéct ica absoluta de la dialéc tica y i Ipmi dialéctica? En esta, la filosofía y el ser se confundir ían sin
mismo, estamos haciendo de la conciencia trascendental una rea lidad tematizada, constituida frente al ser; negamos la intencionali
.......
.
i se definitivamente el uno en el otro.
dad de la conciencia; caemos de nuevo en el psicologismo y en la filosofía mundana. Pero, inversamente, si a través de la conciencia
I
' il NI SIS DEL
t e m a
: d o s i n t e r p r e t a c i o n e s i n su f i c i e n t e s
trascendental y sus producciones es el ser el que se engendra a sí mismo, si la dialéctica se efectúa en el ser antes de presentarse a la conciencia (nos situamos aquí cerca de una intencionalidad-refle jo 27 y de sus con trad icci one s), reca emo s e n las aporía s d e la gé ne sis tal y co mo las evocábamos al empezar: en esta perspectiva, tan solo podemos promover un cientificismo en el que todo acceso al sentido originario de la génesis nos resultaría imposible, o hiposta-
Cuiji prefigurar las grandes líneas y las grandes partes de nues-
n i |iinlilemática, acabamos de hacer algunas alusiones esquemáin
y d ogmáticas a las dificultades suscitadas por toda compren filosófica de la génesis. ¿Acaso estas dificultades no van a
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n i|uneeer en el corazón de una invest igació n que querría conce nn une en la evolución del pensamiento husserliano en su misma
siar un pretendido sentido originario que, separado de su efectiv i
iiipuliu-¡dad histórica? Bajo este aspecto, esta singularidad histó-
dad histórica, no sería ya el sentido «d e» la gén esis, sino tal o cual significación de reencuentro; ya sea cientificismo «ingenuo» o m e
i ii a se nos ofrece com o una filosofía que «devien e», acercándose ni rrsnr y comprendiendo cada vez mejor el «devenir». Ahora
tafísica sustancialista, siempre acabamos en el mismo resultado;
lm n, hay dos interpretaciones de este devenir que son dos reduc-
y no e s un encuentro fortuito, sino la con secuenc ia directa de una implicación común: es la misma negación de la intencionalidad
i a mes de la génesis en su significación verdadera. I n una perspectiva que definiremos de entrada como puramenii «analítica», tendríamos la tentación de insi stir en el lado radical
trascendental que conduce por dos caminos diferentes al mismo psicologism o. Para hacer de la conciencia y de sus significaciones un puro y sim ple contenido histórico, es necesario haber ignorado
di la génesis. La tematización progresiva de la noción de gé nesis m i lusserl, el paso de la géne sis empírica a la géne sis trascendental
cir la conciencia trascendental) y su «evidencia» en el contenido
n, dicho brevemente, toda la génes is del tema genético se reduciría a una serie discontinua de golpes de Estado, a una sucesión de moincnlos absolutos en que los mom entos precedentes serían supera
psi col ógic o y natural de la subjetividad. Para convertir un sentido
dos y abandonados. Así, por ejemplo, el retorno a la vivencia de
aparentemente originario en un absoluto que se baste a sí mismo
ln subjetividad trascendental, las investigaciones «constitutivas», la
y que n o remita a ninguna historia objetiva y natural, hay que ha
inducción trascendental, en resumen, todo lo que ha convenido en ILimarse el idea lismo de las Ide as derribaría el pretendido realism o
previamente la originariedad intencional; es necesario haber ence rrado la mención del ser (a la que precisamente querríamos redu
cer de ese sentido un «contenido de conciencia» con toda la pleni tud de un «en sí» cerrado sobre sí mismo. Es un problema difí cil. Se trata de conciliar la intencionalidad trascendental que es de esencia dialéctica -puesto que une en un solo acto la subjetividad trascendental originaria y el «sentido de ser» trascendente que ella constit uye28- con el absoluto vin culad o a toda originariedad. En una palabra, la pregunta que le plantearemos a Husserl podría ser 27. O puramente pasiva. 28. La actividad y la pasividad.
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logicisla y «platón ico» de las Inv esti gac ion es lóg ica s2<í; logicismo que era, a su vez, la negación pura y simple del p sicologism o de la
I iloso/i a de la ari tmé tica 31! De igual manera, las investigaciones de tipo más histórico, la tematización de la intersubjetividad trasi cndental, de la géne sis trascendental, del «mundo de la vida», de 20. Si las obras publicadas parecen prestarse a una cronología de temas, e l inluiu amicnto de los temas en los manuscritos inéditos es tal que resulta imposible ilrtci minar con rigor el nacimiento o la desaparición de un problema. 10. tT. más abajo el inici o de la «Introducción».
Prólogo
Prólogo
37
lo antepredicativo, etc., condenarían de manera irrevocable la doc
i ' iiileulal; por otra parte, en esta redu cción hay q ue convertir una
trina del «ego» como subjetividad monádica absoluta. Esta hipóte
•n liiin! ingenua que, cronológicamente al menos, parece siempre
sis e s un p oco caricatural. Pero, aun siend o aberrante, en mu chos
•mlriior a la actitud fenomen ológica (el sen tido de esta anteriori-
casos así ha sido formulada o implicada; este ejemplo, ficticio y
ilml y de esta cron ología determinará, co mo v eremos, toda nuestra
forzado en su contenido real, nos ofrece la significación eidética
|iiul)lcmática de la génesis). Se afirmará ciertamente, después de
de cierta concep ción de la génesis que, para salvaguardar la pure za específica de un producto genético -su significación puramente
después de la reducción. Sin em bargo, ¿no es este reconocimiento
fenomenológica-, lo aísla de su pasado histórico, lo separa del
liiNlamente reconocimiento de una anterioridad histórica irreduc
acto de su producción, hace de él una negación que, en última ins
ible? E incluso cuando hiciéramos de la reducción una pura po-
111i.sserl '2, que la actitud natural solo pue de co mpren derse c omo tal
tancia, no se plantearía tan siquiera como negación «de» algo; se
iilnlulad de la conciencia ingenua, una virtualidad presente des
convertiría en «olvido». Nos encontramos entonces en presencia
di- el origen de la conciencia, ¿no habría aún que precisar lo que
de un residuo ideal puro, despojado d e toda la facticidad empírico-
■o* cnliende por origen natural de la concien cia? ¿N o sería nece-
histórica de su génesis real; no advertimos ya que, en última ins
mino determinar mejor el modo según el cual una «pura posibili
tancia, ese puro producto inteligible, extirpado de toda vivencia
dad» puede ser llevada por la actualidad de la concien cia natural?
temporal, de todo acto correlativo, desligado de su contexto, sin
Pudríamos decir, asimismo, que esta es «primitiva» en relación
remitir ya sino a sí mism o, reducido a una abstracción, a una trans
i mi la actitud «originaria» de la reducción. Ahora bien, parece que
parencia detrás de la cual nada transparece, se torna opacidad pura o apariencia sin densidad; es pura significación, y precisamente
la reducción trascendental tal y co mo la entendió siempre Husserl
por ello no es significación de nada. Lo absoluto de la pureza se
de esta «primitividad»; lo que hace, simplemente, es «suspender
a pesar de todos los malentendidos- nunca pretendió la negación
transforma siempre en su contrario o, más exactamente, tal pureza
la» en su existencia para poder acceder a su esencia; pero ¿de qué
es la identidad analítica de dos contrarios; totalmente indetermi
esencia se trata aquí? ¿Hay una esencia de la existencia en cuanto
nada, ella es al mismo tiempo forma o significación pura, absolu
lar.-’ En nuestra perspect iva, ¿qué sería una es enc ia de la géne sis
to inteligible, y opacidad pura, absurdidad integral. Por ejemplo,
leal que no se confundiera con la existenc ia misma de esa génesis?
la reducción trascendental, inversión y recomienzo de la actitud
Y de igual manera que es difícil captar lo que puede ser la esencia
ingenua, para ser totalmente inteligible debe borrar, quitar de su
de una pura y sim ple exi sten cia33 en cuanto tal, así también parece
existencia efectiva toda la historia que se ha encaminado hacia
que toda esencia del devenir sea en cierta medida lo contrario de
ella; debe, para responder a su valor fenom enológi co, para apare
ese devenir. Es esta una visión muy clásica que se nos impondrá
cerse como el acto de una libertad trascendental, suspender todo
en varias ocasiones. Aprehender el «sentido» de la génesis de los
lo que habría podido parecer «motivarla»31. Ahora bien, para ser inteligible en su «inmotivación» misma y darse como originarie-
lemas husserlianos, ¿no es acaso negar, de alguna manera, el de
dad intencional, la paradoja quiere que tal reducción sea, en su
estable permanencia o incluso, inversamente, la discontinuidad,
actualidad misma, reducción «de» algo que estaba y sigue estando
la serie de interrupciones, de rupturas o de revoluciones que solo
efectivamente «ya ahí». Por una parte, hay que poner entre parén
aparecen como tales en la med ida en q ue escapan a la inalterable
tesis la existencia de un mundo que precede a la conciencia tras-
continuidad del tiempo primitivo? Sin la misteriosa y primordial
31. Sobre esta «inmotiva ción» de la reducción, cf. E. Fink, «Die phanomenologische Philosophie Edmund Husserls in der gegenwártigen Kritik» ( Kants tudien , Band XXXVIII, 3/4, Berlín 1933, 346) ( Unmotiviertheit).
venir de esos temas para dejar aparecer así la unidad continua, la
32. Fink, por ejemplo, siempre con el consent imiento de Husserl, en el artículo
ya citado.
33. En su aspecto antepredicativo.
36
Prólogo
Prólogo
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lo antepredicativo, etc., condenarían de manera irrevocable la doc
i ' iiileulal; por otra parte, en esta redu cción hay q ue convertir una
trina del «ego» como subjetividad monádica absoluta. Esta hipóte
•n liiin! ingenua que, cronológicamente al menos, parece siempre
sis e s un p oco caricatural. Pero, aun siend o aberrante, en mu chos
•mlriior a la actitud fenomen ológica (el sen tido de esta anteriori-
casos así ha sido formulada o implicada; este ejemplo, ficticio y
ilml y de esta cron ología determinará, co mo v eremos, toda nuestra
forzado en su contenido real, nos ofrece la significación eidética
|iiul)lcmática de la génesis). Se afirmará ciertamente, después de
de cierta concep ción de la génesis que, para salvaguardar la pure za específica de un producto genético -su significación puramente
después de la reducción. Sin em bargo, ¿no es este reconocimiento
fenomenológica-, lo aísla de su pasado histórico, lo separa del
liiNlamente reconocimiento de una anterioridad histórica irreduc
acto de su producción, hace de él una negación que, en última ins
ible? E incluso cuando hiciéramos de la reducción una pura po-
111i.sserl '2, que la actitud natural solo pue de co mpren derse c omo tal
tancia, no se plantearía tan siquiera como negación «de» algo; se
iilnlulad de la conciencia ingenua, una virtualidad presente des
convertiría en «olvido». Nos encontramos entonces en presencia
di- el origen de la conciencia, ¿no habría aún que precisar lo que
de un residuo ideal puro, despojado d e toda la facticidad empírico-
■o* cnliende por origen natural de la concien cia? ¿N o sería nece-
histórica de su génesis real; no advertimos ya que, en última ins
mino determinar mejor el modo según el cual una «pura posibili
tancia, ese puro producto inteligible, extirpado de toda vivencia
dad» puede ser llevada por la actualidad de la concien cia natural?
temporal, de todo acto correlativo, desligado de su contexto, sin
Pudríamos decir, asimismo, que esta es «primitiva» en relación
remitir ya sino a sí mism o, reducido a una abstracción, a una trans
i mi la actitud «originaria» de la reducción. Ahora bien, parece que
parencia detrás de la cual nada transparece, se torna opacidad pura o apariencia sin densidad; es pura significación, y precisamente
la reducción trascendental tal y co mo la entendió siempre Husserl
por ello no es significación de nada. Lo absoluto de la pureza se
de esta «primitividad»; lo que hace, simplemente, es «suspender
a pesar de todos los malentendidos- nunca pretendió la negación
transforma siempre en su contrario o, más exactamente, tal pureza
la» en su existencia para poder acceder a su esencia; pero ¿de qué
es la identidad analítica de dos contrarios; totalmente indetermi
esencia se trata aquí? ¿Hay una esencia de la existencia en cuanto
nada, ella es al mismo tiempo forma o significación pura, absolu
lar.-’ En nuestra perspect iva, ¿qué sería una es enc ia de la géne sis
to inteligible, y opacidad pura, absurdidad integral. Por ejemplo,
leal que no se confundiera con la existenc ia misma de esa génesis?
la reducción trascendental, inversión y recomienzo de la actitud
Y de igual manera que es difícil captar lo que puede ser la esencia
ingenua, para ser totalmente inteligible debe borrar, quitar de su
de una pura y sim ple exi sten cia33 en cuanto tal, así también parece
existencia efectiva toda la historia que se ha encaminado hacia
que toda esencia del devenir sea en cierta medida lo contrario de
ella; debe, para responder a su valor fenom enológi co, para apare
ese devenir. Es esta una visión muy clásica que se nos impondrá
cerse como el acto de una libertad trascendental, suspender todo
en varias ocasiones. Aprehender el «sentido» de la génesis de los
lo que habría podido parecer «motivarla»31. Ahora bien, para ser inteligible en su «inmotivación» misma y darse como originarie-
lemas husserlianos, ¿no es acaso negar, de alguna manera, el de
dad intencional, la paradoja quiere que tal reducción sea, en su
estable permanencia o incluso, inversamente, la discontinuidad,
actualidad misma, reducción «de» algo que estaba y sigue estando
la serie de interrupciones, de rupturas o de revoluciones que solo
efectivamente «ya ahí». Por una parte, hay que poner entre parén
aparecen como tales en la med ida en q ue escapan a la inalterable
tesis la existencia de un mundo que precede a la conciencia tras-
continuidad del tiempo primitivo? Sin la misteriosa y primordial
31. Sobre esta «inmotiva ción» de la reducción, cf. E. Fink, «Die phanomenologische Philosophie Edmund Husserls in der gegenwártigen Kritik» ( Kants tudien , Band XXXVIII, 3/4, Berlín 1933, 346) ( Unmotiviertheit).
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venir de esos temas para dejar aparecer así la unidad continua, la
32. Fink, por ejemplo, siempre con el consent imiento de Husserl, en el artículo
ya citado.
33. En su aspecto antepredicativo.
Prólogo
Prólogo
dialéctica de lo primitivo y de lo originario, tendríamos que consi
JV
, No se hace la mención de significacione s y de esencias más allá o
derar entonces, o bien una reducción de lo primitivo a lo originario
mms acá
y una génesis de la actitud ingenua a partir de la actitud fenome-
| mui no
de toda oposición entre el análisis y la síntesis? En efecto, alterar la originalidad y la objetividad ideal de una esencia,
nológica (lo cual nos llevaría hacia la forma menos aceptable del
■ irme confundirla en el arraigamiento de lo que no es su propia
idealismo)34, o bien una «evolución» inversa que le quitaría toda
puir/a con un concepto o con un «hech o». La distinción35 entre h | un ¡i facticidad, el conc epto constru ido o in clus o la esen cia es
la dignidad a lo originario. En ambos casos, la distinción de lo trascendental y de lo empírico se nos escap a y, con ella, toda espe
limdamcnlal en Husserl. Así pues, habría que ser fiel aquí a la apa-
ranza de fundamento absoluto. El sentido que puede ofrecemos el
i it ióii fenomen ológica del «sentido»; explicarlo por una construc-
examen del pensamiento husserliano en su devenir tan solo puede
• ion conceptual equivale a ya suponer lo que se pretende construir;
ser, según parece, dialéctico.
i splicario por una génesis de la simple facticidad equivale a des-
Con este ejemplo v emos que, com o toda interpretación genética
inilmalizar el sentido, imposibilitar la aparición del hecho «como
en general, la interpretación genética del pensamiento de Husserl
luí». Reducir todo sent ido a un concepto o con vertirlo en el pro-
que no se concentrara más que en el aspecto creador o «radical» de
din lo de una génesis puramente material son, en este caso, dos teniiilivas similares que n iegan la intencionalidad en provecho de una
la génesis lo dispersaría en una multiplicidad infinita de comien zos absolutos que no son ni temporales ni intemporales, ni históricos ni suprahistóricos. Esta interpretación suprime lo que implica toda
,nli|clividad psicológic a36o de una facticidad física. En última insiiincia, pensar que tal transformación del pensamiento husserliano
génesis y eso a lo cual remite constantemente como a uno de sus
n le impuso por la necesidad arquitectónica de un sistema concep-
fundamentos: el arraigamiento esencial en la continuidad del ser,
iinil o por determinaciones empírico-históricas que lo asolaban del
en el tiempo, en el mundo.
MHlcrior, ¿no equivale a hundirse en todas las incoherencias de los
Tal punto de vista, puramente analítico en su origen puesto que reduce toda la continuidad dinámica de un pensamiento a una serie
. misil activismos psicolog istas e historicistas? Asi, la intención primera de la tentativa llamada «analítica» -en
puntual de significacione s idealmente originales, desemboca, cuan
I» medida en que se niega a describir el sentido como el producto
do se confronta con el movimiento real que analiza, en una cascada de síntesis puras e ininteligibles que se añaden y se yuxtaponen las
de una pura materialidad histórica o la construcción de un activi dad psicológica, en la medida en que la originariedad absoluta de
unas a las otras de manera mecánica. El análisis puro -es decir,
lal sentido era reconocida y respetada por ell a- podía parecer fiel
a priori, puesto que está fundado únicamente en necesidades de esencia que ya le han sido dad as- y la síntesis pura -e s decir, a pos-
a la intención fundamental de Husserl. Pero no se supera tan fáciliiienle el empirismo constructivista; queriendo desprenderse de él
teriori, puesto que se limita a poner conjunta y posteriormente mo
absolutamente, uno se presta todavía más fácilmente a lo s riesgos
mentos que le son dados de entrada en su exterioridad mutua- se
ilc contaminación. Y ello porque, de esta manera, uno se condena
reúnen y se identifican en la misma indeterminación abstracta y el
a la imposible «concep ción»37 de una pluralidad absoluta de co
mismo desconocimiento de la génesis efectiva. En cierto sentido, este método analítico podría parecer fiel a
mienzos absolutos que aliena toda unidad de intención y de senti do ¿No nos vemos obligados así a un asociacionismo de la peor
los principios husserlianos. La dialéctica en la que se pretende en
«•Mu-pe? No podemos ignorar, como un puro accidente psicológico,
cerrarlo, ¿no supone acaso una captación originaria de las signifi
la continuidad que la paciencia ansiosa de Husserl, retomando y
caciones dialécticas que nos libera de toda dialéctica conceptual? 34. Debe decirse que todas estas tentaciones aparecen en Husserl mismo, de manera más o menos explícita.
15. Pero esta distinción es dialécticament e solidaria de una inseparabilidad. Cf. i a |i.u licular ¡deas I, 1 sección, cap. I, § 2 y § 4.
Wi. O lógica. 17. O, más precisamente, «sínte sis».
38
dialéctica de lo primitivo y de lo originario, tendríamos que consi
JV
Prólogo
Prólogo
, No se hace la mención de significacione s y de esencias más allá o
derar entonces, o bien una reducción de lo primitivo a lo originario
mms acá
y una génesis de la actitud ingenua a partir de la actitud fenome-
| mui no
de toda oposición entre el análisis y la síntesis? En efecto, alterar la originalidad y la objetividad ideal de una esencia,
nológica (lo cual nos llevaría hacia la forma menos aceptable del
■ irme confundirla en el arraigamiento de lo que no es su propia
idealismo)34, o bien una «evolución» inversa que le quitaría toda
puir/a con un concepto o con un «hech o». La distinción35 entre h | un ¡i facticidad, el conc epto constru ido o in clus o la esen cia es
la dignidad a lo originario. En ambos casos, la distinción de lo trascendental y de lo empírico se nos escap a y, con ella, toda espe
limdamcnlal en Husserl. Así pues, habría que ser fiel aquí a la apa-
ranza de fundamento absoluto. El sentido que puede ofrecemos el
i it ióii fenomen ológica del «sentido»; explicarlo por una construc-
examen del pensamiento husserliano en su devenir tan solo puede
• ion conceptual equivale a ya suponer lo que se pretende construir;
ser, según parece, dialéctico.
i splicario por una génesis de la simple facticidad equivale a des-
Con este ejemplo v emos que, com o toda interpretación genética
inilmalizar el sentido, imposibilitar la aparición del hecho «como
en general, la interpretación genética del pensamiento de Husserl
luí». Reducir todo sent ido a un concepto o con vertirlo en el pro-
que no se concentrara más que en el aspecto creador o «radical» de
din lo de una génesis puramente material son, en este caso, dos teniiilivas similares que n iegan la intencionalidad en provecho de una
la génesis lo dispersaría en una multiplicidad infinita de comien zos absolutos que no son ni temporales ni intemporales, ni históricos ni suprahistóricos. Esta interpretación suprime lo que implica toda
,nli|clividad psicológic a36o de una facticidad física. En última insiiincia, pensar que tal transformación del pensamiento husserliano
génesis y eso a lo cual remite constantemente como a uno de sus
n le impuso por la necesidad arquitectónica de un sistema concep-
fundamentos: el arraigamiento esencial en la continuidad del ser,
iinil o por determinaciones empírico-históricas que lo asolaban del
en el tiempo, en el mundo.
MHlcrior, ¿no equivale a hundirse en todas las incoherencias de los
Tal punto de vista, puramente analítico en su origen puesto que reduce toda la continuidad dinámica de un pensamiento a una serie
. misil activismos psicolog istas e historicistas? Asi, la intención primera de la tentativa llamada «analítica» -en
puntual de significacione s idealmente originales, desemboca, cuan
I» medida en que se niega a describir el sentido como el producto
do se confronta con el movimiento real que analiza, en una cascada de síntesis puras e ininteligibles que se añaden y se yuxtaponen las
de una pura materialidad histórica o la construcción de un activi dad psicológica, en la medida en que la originariedad absoluta de
unas a las otras de manera mecánica. El análisis puro -es decir,
lal sentido era reconocida y respetada por ell a- podía parecer fiel
a priori, puesto que está fundado únicamente en necesidades de esencia que ya le han sido dad as- y la síntesis pura -e s decir, a pos-
a la intención fundamental de Husserl. Pero no se supera tan fáciliiienle el empirismo constructivista; queriendo desprenderse de él
teriori, puesto que se limita a poner conjunta y posteriormente mo
absolutamente, uno se presta todavía más fácilmente a lo s riesgos
mentos que le son dados de entrada en su exterioridad mutua- se
ilc contaminación. Y ello porque, de esta manera, uno se condena
reúnen y se identifican en la misma indeterminación abstracta y el
a la imposible «concep ción»37 de una pluralidad absoluta de co
mismo desconocimiento de la génesis efectiva. En cierto sentido, este método analítico podría parecer fiel a
mienzos absolutos que aliena toda unidad de intención y de senti do ¿No nos vemos obligados así a un asociacionismo de la peor
los principios husserlianos. La dialéctica en la que se pretende en
«•Mu-pe? No podemos ignorar, como un puro accidente psicológico,
cerrarlo, ¿no supone acaso una captación originaria de las signifi
la continuidad que la paciencia ansiosa de Husserl, retomando y
caciones dialécticas que nos libera de toda dialéctica conceptual? 34. Debe decirse que todas estas tentaciones aparecen en Husserl mismo, de manera más o menos explícita.
40
Prólogo
modificando sin cesar sus primeros escritos, garantizó en todos los desarrollos de su investigación. Ello equivaldría a hacer, entre lo trascendental y lo empírico, la distinción «real» y de «contenido» que Husserl nunca quiso reconocer. La fidelidad absoluta se une
15. Pero esta distinción es dialécticament e solidaria de una inseparabilidad. Cf. i a |i.u licular ¡deas I, 1 sección, cap. I, § 2 y § 4.
Wi. O lógica. 17. O, más precisamente, «sínte sis».
Prólogo
II
ya psicológica sino trascendental, en las Ide as I. Se atribuiría así a una casualidad mecánica o -lo que viene a ser lo mismo- a una necesidad puramente retórica la situación de la reducción trascen dental en tal momento determinado del tiempo objetivo en el que
aquí a la infidelidad absoluta. De igual modo, invirtiendo absolutamente la perspectiva y en una consideración del origen puramente «sintética», se querría, para evitar la fragmentación y la yuxtaposición constructivistas,
hay, al menos en cierto sentido, que «empezar» a reencontrar el discurso husserliano. Idealmente (si esta palabra puede tener un
extender y reunir la totalidad del pensamiento husserliano en un solo movimiento. Para ello, habría que partir a priori de una uni
de Ilusserl. De igual manera, se suprimirían idealmente los treinta anos de meditación inquieta y personal que separan el rechazo de
dad de sentido que fuera también una unidad de intención tal que todo el desarrollo de la meditación husserliana durante más de me
la explicación genética, en sentido «mundano», y el recurso explí cito a una génesis trascendental. Se pondría efectivamente entre
dio siglo hubiera desarrollado, revelado, puesto de manifiesto de
paréntesis el camino histórico que va desde la idea de subjetividad absoluta como «ego» a la intervención del «alter ego» en la inti
manera progresiva una única inquietud o exigencia, una sola impli cación o un proyecto que animara toda la obra, de la Filosofía de la
aritmética hasta los últimos manuscritos. Por ejemplo, el tema de la génesis histórico-intencional y las teorías de la «sedimentación» y de la «reactualización» ( Rea kti vie run g ) presentados en El ori gen de la geometría se limitarían así a explicitar la dialéctica de la «protención» y de la «retención» descrita en las lecciones sobre la «conciencia interna del tiempo». La génesis sería desvelamiento. Tal unidad de sentido, si fuera absolutamente real, garantizaría la transparencia, la inteligibilidad absoluta del pensamiento husser liano. Pero, en última instancia, de lo que ya no daría cuenta sería de la existencia misma de ese pensamiento; ya no daría cuenta de su carácter progresivo, de su exposición, de su discurso. Para ello, sería necesario que redujera el proceder discursivo a un accidente esencialmente exterior a una unidad intuitiva, aunque tal exteriori dad nos imp ediría comprender cóm o una pued e remitir a la otra. El lenguaje real de Husserl sería ahí una contingencia puramente fáctica, por una exigencia pedagógica o metódica fortuita, o también por una necesidad empírica impuestas desde el exterior, la de un tiempo psicológico , por ejemplo. De esta necesidad sería indepen diente, en su lógica esencial, el lento paso de cierto psicologismo, en la Filosofía de la aritmética, a un logicismo aparente en las Inve stiga cion es lógi cas 38, y lu ego el retorno a un a subjetividad, no 3K. lom o I, principal mente.
sentido puro) la reducción trascendental estaría constante y esen cialmente presente en las implicaciones de todos los desarrollos
midad trascendental del «ego». En una hipótesis de continuidad absoluta, se suprime el movimiento real que va desde la objetivi dad tal y como se concibe en las Ide as -ligad a a la intencionalidad de un «ego» puro- hasta la objetividad tal y como viene descrita cu las Med itac ion es car tesi ana s -que hacen de la intersubjetivi dad trascendental la condición última de un acceso al sentido del objeto3'’. De igual manera, solo la lóg ica interna o la exige ncia f e nol ncnológica de un desarrollo continuo es lo que obliga a Husserl a emprender, después de apartar los historicismos y en una actitud innovada que se da como puramente trascendental, una descrip ción del mun do histórico del espíritu, del « espíritu objet ivo»40, etc. I malmente, es un simple desvelamiento de los fundamentos lo que liga, según una trama continua, las tematizaciones sucesivas de la lemporalidad trascendental y del tiempo histórico, del flujo puro de las esencias y del mundo antepredicativo, del antinaturalismo y del «mundo de la vida». El sentido absoluto de la génesis es i onocido y asimilado hasta tal punto que la inutilidad de la génesis misma, en su contenido real, se vuelve flagrante. lisia perspectiva se parece extrañamente a la precedente, por más opuesta que sea en su origen. Su absoluta diferencia es una 19. Manuscritos que datan de 1910-1 911 anuncian ese tema de una manera exl'lli ila. mientras que sigue ausente en las Ideas I (1913). Este es uno de los ejemplos míe. imlahles de los errores cronológicos suscitados por los trabajos publicados. 10. I T. sobre todo Ideas II, 3.aparte.
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Prólogo
modificando sin cesar sus primeros escritos, garantizó en todos los desarrollos de su investigación. Ello equivaldría a hacer, entre lo trascendental y lo empírico, la distinción «real» y de «contenido» que Husserl nunca quiso reconocer. La fidelidad absoluta se une
Prólogo
II
ya psicológica sino trascendental, en las Ide as I. Se atribuiría así a una casualidad mecánica o -lo que viene a ser lo mismo- a una necesidad puramente retórica la situación de la reducción trascen dental en tal momento determinado del tiempo objetivo en el que
aquí a la infidelidad absoluta. De igual modo, invirtiendo absolutamente la perspectiva y en una consideración del origen puramente «sintética», se querría, para evitar la fragmentación y la yuxtaposición constructivistas,
hay, al menos en cierto sentido, que «empezar» a reencontrar el discurso husserliano. Idealmente (si esta palabra puede tener un
extender y reunir la totalidad del pensamiento husserliano en un solo movimiento. Para ello, habría que partir a priori de una uni
de Ilusserl. De igual manera, se suprimirían idealmente los treinta anos de meditación inquieta y personal que separan el rechazo de
dad de sentido que fuera también una unidad de intención tal que todo el desarrollo de la meditación husserliana durante más de me
la explicación genética, en sentido «mundano», y el recurso explí cito a una génesis trascendental. Se pondría efectivamente entre
dio siglo hubiera desarrollado, revelado, puesto de manifiesto de
paréntesis el camino histórico que va desde la idea de subjetividad absoluta como «ego» a la intervención del «alter ego» en la inti
manera progresiva una única inquietud o exigencia, una sola impli cación o un proyecto que animara toda la obra, de la Filosofía de la
aritmética hasta los últimos manuscritos. Por ejemplo, el tema de la génesis histórico-intencional y las teorías de la «sedimentación» y de la «reactualización» ( Rea kti vie run g ) presentados en El ori gen de la geometría se limitarían así a explicitar la dialéctica de la «protención» y de la «retención» descrita en las lecciones sobre la «conciencia interna del tiempo». La génesis sería desvelamiento. Tal unidad de sentido, si fuera absolutamente real, garantizaría la transparencia, la inteligibilidad absoluta del pensamiento husser liano. Pero, en última instancia, de lo que ya no daría cuenta sería de la existencia misma de ese pensamiento; ya no daría cuenta de su carácter progresivo, de su exposición, de su discurso. Para ello, sería necesario que redujera el proceder discursivo a un accidente esencialmente exterior a una unidad intuitiva, aunque tal exteriori dad nos imp ediría comprender cóm o una pued e remitir a la otra. El lenguaje real de Husserl sería ahí una contingencia puramente fáctica, por una exigencia pedagógica o metódica fortuita, o también por una necesidad empírica impuestas desde el exterior, la de un tiempo psicológico , por ejemplo. De esta necesidad sería indepen diente, en su lógica esencial, el lento paso de cierto psicologismo, en la Filosofía de la aritmética, a un logicismo aparente en las Inve stiga cion es lógi cas 38, y lu ego el retorno a un a subjetividad, no 3K. lom o I, principal mente.
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sentido puro) la reducción trascendental estaría constante y esen cialmente presente en las implicaciones de todos los desarrollos
midad trascendental del «ego». En una hipótesis de continuidad absoluta, se suprime el movimiento real que va desde la objetivi dad tal y como se concibe en las Ide as -ligad a a la intencionalidad de un «ego» puro- hasta la objetividad tal y como viene descrita cu las Med itac ion es car tesi ana s -que hacen de la intersubjetivi dad trascendental la condición última de un acceso al sentido del objeto3'’. De igual manera, solo la lóg ica interna o la exige ncia f e nol ncnológica de un desarrollo continuo es lo que obliga a Husserl a emprender, después de apartar los historicismos y en una actitud innovada que se da como puramente trascendental, una descrip ción del mun do histórico del espíritu, del « espíritu objet ivo»40, etc. I malmente, es un simple desvelamiento de los fundamentos lo que liga, según una trama continua, las tematizaciones sucesivas de la lemporalidad trascendental y del tiempo histórico, del flujo puro de las esencias y del mundo antepredicativo, del antinaturalismo y del «mundo de la vida». El sentido absoluto de la génesis es i onocido y asimilado hasta tal punto que la inutilidad de la génesis misma, en su contenido real, se vuelve flagrante. lisia perspectiva se parece extrañamente a la precedente, por más opuesta que sea en su origen. Su absoluta diferencia es una 19. Manuscritos que datan de 1910-1 911 anuncian ese tema de una manera exl'lli ila. mientras que sigue ausente en las Ideas I (1913). Este es uno de los ejemplos míe. imlahles de los errores cronológicos suscitados por los trabajos publicados. 10. I T. sobre todo Ideas II, 3.aparte.
Prólogo
Prólogo
l.i
absoluta semejanza. Ahí tenemos un movimiento y un principio
dialéctico c lásico s que verificaremos a cada instante en este traba jo. l od os los abs olu tos se unen en la m ism a ind eterm inac ión. La
samiento total e histórico de Hu ss erl a partir de sus «elementos»;
alteridad absoluta es la identidad absoluta. Cuanto más se afirma y
estos, al quererlos plenamente inteligibles en sí, se vuelven cerra
se profundiza la identidad, tanto más ser esta se da y se extiende, y tanto más se determina esa identidad; y diferenciándose, se alte
dos y opacos los unos con respecto a los otros. En la interpretación
ra. Cuanto más s e verifica y s e autentifica la alteridad en su esencia , tanto más «se altera»; alterándose, tiende hacia la identidad. Aquí, la tentativa de una comprensión completamente sintéti ca del husserlianismo tiene, a priori, que reducir a la simp licidad
iiu-ductible autonomía. Hay efectivamente que reconstruir el pen
«sintética», la unidad original del sentido no es histórico. Por deliilición, no se confunde con el punto de partida cronológico del pensamiento de Husserl; ahora bien, hay que descubrir un sentido que, emergiendo de la obra en cierto momento, sea la aparición
intuitiva de una significación única toda la complejidad discursiva
cronológicamente segunda de una intuición originaria. A partir de ella, se pretende reconstruir una totalidad significativa. Ahora bien,
de un pensamiento, y a una puntualidad analítica todo su enrique
por una parte, esta reconstitución presenta todos los peligros de
cimiento y todo su desarrollo sintético. El propósito inicial de esta
una reconstrucción a posteriori. Por otra parte, y especialmente, tal
concepción consistía también en procurarse el acceso y la total inte
reconstitución se puede hacer a partir de cualquier momento de la
ligibilidad de un movimiento histórico: el de la fenom enología hus-
evoluc ión de Hu sserl. Tanto si se apela a tal tema o a tal otro -e l de
serliana. Para ello, una vez más se priva a un movimiento de su sen
la intuición categorial, el de la intuición de esencias, el de la reduc
tido dialéctico. Anteriormente, para colocar en la simplicidad de un
ción eidética, la reducción trascendental, etc -, siempre es posible,
solo concepto toda la «génesis del sentido» de un pensamiento, se suprimía la génesis haciendo del «sentido» una fuente absoluta que
por el desvelamiento de las implicaciones y de las consecuencias, reencontrar la totalidad de las significaciones de la fenomenología
surge fuera de la temporalidad a todo momento. Ahora, se expul
liusserliana. Pero esta operación puede hacerse, efectivamente, a
sa la génesis haciendo que la preceda absolutamente un sentido al que ella se suma, como un instrumento sobrevenido posteriormente para inscribirla en la historia. Como en el primer intento, tampoco aquí se consigue escapar de la dialéctica. Al contrario, queriendo
partir de cualquier momento cronológico; la elección es arbitraria. ,,Por qué? Porque, so pretexto de que la «cronología» del tiempo natural es constituida y segunda en relación con su sentido «ori ginario», se piensa que este es independiente de tal cronología; se
ponerla entre paréntesis arbitrariamente, uno se ve determin ado por
olvida así que, en Husserl mism o, la «originariedad» de la esencia
ella más que nunca. La perfecta inteligibilidad se vuelve absurdi dad total: la pura síntesis, es decir, la síntesis aposteriori se vuelve
está fundada en la «primitividad» del mundo «antepredicativo»,
puro análisis, es decir, el análisis a priori. En ambos casos, se se para el sentido inteligible o la forma -aquí la intuición original o
o cual tema husserliano, ampliándolo en todas las direcciones para
la infinita diversidad de los com ienzos absolu tos- de sus correlatos
una esencia, sino un concepto; este ya no remite a un sustrato real
sustrato de la aparición del sentido 41. Eligi endo arbitrariamente tal definir la totalidad del «sistema» de Husserl, ya no se tiene delante
históricos y materiales; dejamos así de comprenderlos por haberlos
aquí, un momento cronológico de la obra-, sino a una construc
determinado demasiado bien en su originalidad formal. Se vuelven
ción lógica o psicológica. La esencia ya no es esencia de alguna
así ininteligibles, por una parte, la yuxtaposición de las síntesis ab
cosa, sino un concepto abstracto; así pues, si la facticidad de un momento preciso no impone «su» sentido, ¿cómo va a orientarse
solutas y, por la otra, el desarrollo real, sintético, histórico, a partir de un sentido analítico dado de un solo golpe. Pero la semejanza entre estas dos tentativas es aún más impor tante. En la primera, para evitar los constructivismos, se acaba en definitiva desembocando en ellos; hay efectivamente que asociar,
la arbitrariedad de una elección? La elección es indispensable, y 41. Esto aparece sobre todo en el grupo C de los manuscritos y en las obras posteriores a Ideas I.
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l.i
absoluta semejanza. Ahí tenemos un movimiento y un principio
dialéctico c lásico s que verificaremos a cada instante en este traba jo. l od os los abs olu tos se unen en la m ism a ind eterm inac ión. La
samiento total e histórico de Hu ss erl a partir de sus «elementos»;
alteridad absoluta es la identidad absoluta. Cuanto más se afirma y
estos, al quererlos plenamente inteligibles en sí, se vuelven cerra
se profundiza la identidad, tanto más ser esta se da y se extiende, y tanto más se determina esa identidad; y diferenciándose, se alte
dos y opacos los unos con respecto a los otros. En la interpretación
iiu-ductible autonomía. Hay efectivamente que reconstruir el pen
«sintética», la unidad original del sentido no es histórico. Por deliilición, no se confunde con el punto de partida cronológico del
ra. Cuanto más s e verifica y s e autentifica la alteridad en su esencia , tanto más «se altera»; alterándose, tiende hacia la identidad.
pensamiento de Husserl; ahora bien, hay que descubrir un sentido
Aquí, la tentativa de una comprensión completamente sintéti
que, emergiendo de la obra en cierto momento, sea la aparición
ca del husserlianismo tiene, a priori, que reducir a la simp licidad intuitiva de una significación única toda la complejidad discursiva
cronológicamente segunda de una intuición originaria. A partir de ella, se pretende reconstruir una totalidad significativa. Ahora bien,
de un pensamiento, y a una puntualidad analítica todo su enrique
por una parte, esta reconstitución presenta todos los peligros de
cimiento y todo su desarrollo sintético. El propósito inicial de esta
una reconstrucción a posteriori. Por otra parte, y especialmente, tal
concepción consistía también en procurarse el acceso y la total inte
reconstitución se puede hacer a partir de cualquier momento de la
ligibilidad de un movimiento histórico: el de la fenom enología hus-
evoluc ión de Hu sserl. Tanto si se apela a tal tema o a tal otro -e l de
serliana. Para ello, una vez más se priva a un movimiento de su sen
la intuición categorial, el de la intuición de esencias, el de la reduc
tido dialéctico. Anteriormente, para colocar en la simplicidad de un
ción eidética, la reducción trascendental, etc -, siempre es posible,
solo concepto toda la «génesis del sentido» de un pensamiento, se suprimía la génesis haciendo del «sentido» una fuente absoluta que
por el desvelamiento de las implicaciones y de las consecuencias, reencontrar la totalidad de las significaciones de la fenomenología
surge fuera de la temporalidad a todo momento. Ahora, se expul
liusserliana. Pero esta operación puede hacerse, efectivamente, a
sa la génesis haciendo que la preceda absolutamente un sentido al que ella se suma, como un instrumento sobrevenido posteriormente
partir de cualquier momento cronológico; la elección es arbitraria. ,,Por qué? Porque, so pretexto de que la «cronología» del tiempo natural es constituida y segunda en relación con su sentido «ori
para inscribirla en la historia. Como en el primer intento, tampoco aquí se consigue escapar de la dialéctica. Al contrario, queriendo
ginario», se piensa que este es independiente de tal cronología; se
ponerla entre paréntesis arbitrariamente, uno se ve determin ado por
olvida así que, en Husserl mism o, la «originariedad» de la esencia
ella más que nunca. La perfecta inteligibilidad se vuelve absurdi dad total: la pura síntesis, es decir, la síntesis aposteriori se vuelve
está fundada en la «primitividad» del mundo «antepredicativo»,
puro análisis, es decir, el análisis a priori. En ambos casos, se se para el sentido inteligible o la forma -aquí la intuición original o
o cual tema husserliano, ampliándolo en todas las direcciones para
la infinita diversidad de los com ienzos absolu tos- de sus correlatos
una esencia, sino un concepto; este ya no remite a un sustrato real
sustrato de la aparición del sentido 41. Eligi endo arbitrariamente tal definir la totalidad del «sistema» de Husserl, ya no se tiene delante
históricos y materiales; dejamos así de comprenderlos por haberlos
aquí, un momento cronológico de la obra-, sino a una construc
determinado demasiado bien en su originalidad formal. Se vuelven
ción lógica o psicológica. La esencia ya no es esencia de alguna
así ininteligibles, por una parte, la yuxtaposición de las síntesis ab
cosa, sino un concepto abstracto; así pues, si la facticidad de un momento preciso no impone «su» sentido, ¿cómo va a orientarse
solutas y, por la otra, el desarrollo real, sintético, histórico, a partir de un sentido analítico dado de un solo golpe.
la arbitrariedad de una elección? La elección es indispensable, y
Pero la semejanza entre estas dos tentativas es aún más impor tante. En la primera, para evitar los constructivismos, se acaba en
41. Esto aparece sobre todo en el grupo C de los manuscritos y en las obras posteriores a Ideas I.
definitiva desembocando en ellos; hay efectivamente que asociar,
4 .5
Prólogo
Prólogo
también la referencia a algún punto de la materialidad histórica,
i nmo la objetividad de las significaciones lógicas no podía estar
incluso cuando se pretende que sean contingentes y artificiales. Lo antepredicativo, lo infraconceptual o lo «inesencial» no pueden, so pena de provocar el derribo de los esencialism os más atrevidos,
liimlada por una lógica autónoma sin limitarse a la inercia y a la i ilm así necesario, retomo que no fuera una recaída en una viven-
no efectuar de entrada una aparición, por más breve y desaperci
i im psicológica enredada en las mismas aporías, sino más bien un
44
bida que sea. Es aquí donde la pretensión al libre arbitrio absoluto frente a la historia se deja determinar como la peor esclavitud: no queriendo dar ningún privilegio esencial a uno u otro momento histórico del pensamiento de Husserl, se advierte finalmente que el mejor punto de partida es el «últim o» estado de ese pensamien to. Y se cede así «absolutamente» a una falsa cronología que se quería esencializar «absolutamente». A partir de ese m omento, no
.i i imdariedad de una lóg ica formal; un re tomo a la vivencia resul-
mi c i i s o hacia
la «pura vivencia» originaria y trascendental42. Así
pin n, la reducción trascendental estaba llamada o implicada desde 1
1inicio. Por otra parte, antes de su tematización, la intersubjetivi-
queda ya sino abandonarse a las reglas de un ejercicio conceptual:
iie/n, en su alteridad y en su trascendencia respecto a la concien-
la recomposición de un sistema, la reconstrucción a posterioñ de
i i .i I n electo, sin la originariedad de la constitución trascendental
un movimiento real. Esta actitud puede, en cierto sentido, justificarse a partir de
•I I otro en cuanto tal en la conci encia , ¿no nos quedaríamos en
Husserl mismo. ¿Acaso no pretende, en El orig en de la ge om e
ii utilmente hacia un mundo y hacia las objetividades en general?
tría, ejercer un método histórico-intencional y «reactualizar» en su sentido originario los «primeros» actos ( Lei stu ng en ) históricos de la conciencia? ¿No pretende Husserl mismo, en la Crisis de las
, i omo sería posib le una génes is para una conc ienci a «mundana»
ciencias europeas..., ignorar la facticidad histórica de las filoso fías para descubrir su «motivo» escondido, su sentido disimulado y latente? ¿No se concentra únicamente en su intención racional,
\ a i «instituida. La du ración «para la con cie nc ia» se v olve ría imp o-
velada y, al mismo tiempo, presente en todo el camino hacia la filo sofía trascendental? Efectivamente, tal óptica evita el peligro de los historicismos que, so pretexto de fidelidad rigurosa a la textualidad literal de una doctrina, privarían a esta última de toda si gnifica ción y la transformarían en una colección de elementos abstractos que se engendran los unos a los otros por no se sabe qué misterio; en este sentido, si se decidiera «de entrada» asumir la «intención» de una filosofía, uno se toparía, so pretexto de realismo y de objetivis mo, con toda una dispersión de accidentes empíricos que tenderían indefinidamente hacia una inaccesible esencia. Para evitar tal peligro, se intenta comprender sintéticamen te el pensamiento de Husserl a partir de una significación pura y «predada». Tal método puede parecer fecundo. Nos da acceso a la continuidad «pura» del pensamiento husserliano, a su lógica es en cial. Desde un punto de vista muy sumario, tal método nos enseña
mui intencionalidad psicológica incapaz de «trascenderse» origi-
nuda en sí misma? La temporalidad misma ya no sería creadora
11
o .miélica; sería análisis indef inido de ella misma como naturaleza ,11111-, la génesis trascendental quedaría así remitida a más allá de luila experiencia posible. Sm embargo, de golpe, escapamos así de la identidad ana lítica de la que se pretendía partir. Para conquistar su plenitud, It u n cumplirse, esta [la viv encia temporal ego lógica] ha tenido i|iir perderse y reencontrarse en el discurso histórico. Tal y como ■ m vivencia no se reducía al contenido histórico de su evolución, tampoco se le podía asimilar la síntesis genética que la llevaba o que parecía emanar de ella. La dialéctica originaria del sentido \ del sustrato ante -pre dicat ivo no ha pod ido ni interr umpir se ni Mipriarse. •12 Sobre este paso de las Investiga ciones lógic as a las Ideas, véase la «Intro,lu í. ion» |d c P. Ricoeur (N. del T.)] a las Idees I, xxvi- xxv n, y sobre todo W. Biemel, tilín oluccióii a Oie Idee d er Phánomenologie, Husserliana III, Martinus Nijhoff, Den II i,i|' IVSO, versión fr. del texto de Husserl por A. Lowit, L’idée de la phénoméno h'Hii' u ¡i¡(¡ h\ otts), PUF, París 1970 [versión cast. de M. García-Baró, La idea de la trmimenologla, FCE, Madrid-México 1982],
Prólogo
también la referencia a algún punto de la materialidad histórica,
i nmo la objetividad de las significaciones lógicas no podía estar
incluso cuando se pretende que sean contingentes y artificiales. Lo antepredicativo, lo infraconceptual o lo «inesencial» no pueden, so pena de provocar el derribo de los esencialism os más atrevidos,
liimlada por una lógica autónoma sin limitarse a la inercia y a la i ilm así necesario, retomo que no fuera una recaída en una viven-
no efectuar de entrada una aparición, por más breve y desaperci
i im psicológica enredada en las mismas aporías, sino más bien un
bida que sea. Es aquí donde la pretensión al libre arbitrio absoluto frente a la historia se deja determinar como la peor esclavitud: no queriendo dar ningún privilegio esencial a uno u otro momento histórico del pensamiento de Husserl, se advierte finalmente que el mejor punto de partida es el «últim o» estado de ese pensamien to. Y se cede así «absolutamente» a una falsa cronología que se quería esencializar «absolutamente». A partir de ese m omento, no
.i i imdariedad de una lóg ica formal; un re tomo a la vivencia resul-
mi c i i s o hacia
la «pura vivencia» originaria y trascendental42. Así
pin n, la reducción trascendental estaba llamada o implicada desde 1
1inicio. Por otra parte, antes de su tematización, la intersubjetivi-
queda ya sino abandonarse a las reglas de un ejercicio conceptual:
iie/n, en su alteridad y en su trascendencia respecto a la concien-
la recomposición de un sistema, la reconstrucción a posterioñ de
i i .i I n electo, sin la originariedad de la constitución trascendental
un movimiento real. Esta actitud puede, en cierto sentido, justificarse a partir de
•I I otro en cuanto tal en la conci encia , ¿no nos quedaríamos en
Husserl mismo. ¿Acaso no pretende, en El orig en de la ge om e
ii utilmente hacia un mundo y hacia las objetividades en general?
tría, ejercer un método histórico-intencional y «reactualizar» en su sentido originario los «primeros» actos ( Lei stu ng en ) históricos de la conciencia? ¿No pretende Husserl mismo, en la Crisis de las
, i omo sería posib le una génes is para una conc ienci a «mundana»
ciencias europeas..., ignorar la facticidad histórica de las filoso fías para descubrir su «motivo» escondido, su sentido disimulado y latente? ¿No se concentra únicamente en su intención racional,
\ a i «instituida. La du ración «para la con cie nc ia» se v olve ría imp o-
velada y, al mismo tiempo, presente en todo el camino hacia la filo sofía trascendental? Efectivamente, tal óptica evita el peligro de los historicismos que, so pretexto de fidelidad rigurosa a la textualidad literal de una doctrina, privarían a esta última de toda si gnifica ción y la transformarían en una colección de elementos abstractos que se engendran los unos a los otros por no se sabe qué misterio; en este sentido, si se decidiera «de entrada» asumir la «intención» de una filosofía, uno se toparía, so pretexto de realismo y de objetivis mo, con toda una dispersión de accidentes empíricos que tenderían indefinidamente hacia una inaccesible esencia. Para evitar tal peligro, se intenta comprender sintéticamen te el pensamiento de Husserl a partir de una significación pura y «predada». Tal método puede parecer fecundo. Nos da acceso a la continuidad «pura» del pensamiento husserliano, a su lógica es en cial. Desde un punto de vista muy sumario, tal método nos enseña
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Prólogo
GÉNESIS Y REDUCCIONES
Lo que estas dos grandes actitudes evocadas comparten pro fundamente, lo que las hace tan semejantes en su proceder y en su fracaso, es una reducción de la génesis efectiva a su sentido fenomen ológico, la reducción de la existencia histórica y singular a una pretendida esencia universal que no es más que un concepto disimulado. Con el propósito de escapar a las insuficiencias de una génesis «mundana», y para evitar todo riesgo de contaminación, se pone definitivamente el «mundo» entre paréntesis. La constitución trascendental se vuelve imposible puesto que se efectúa originaria mente sobre los fundamentos de un mundo antepredicativo. En lu gar de una génesis trascendental, ya solo queda una «noción» for mal y vacía, ya constituida, más «mundana» que nunca. En lugar de una auténtica reducción trascendental, se procede a la reducción eidética más inconsecuente y más secundaria. Que estas dos tenta tivas de reducción sean, a la vez, fieles e infieles a Husserl es de masiado evidente. Le son fieles en la medida en que, mediante una reducción, se esfuerzan por una pureza del sentido, en la medida en que esta reducción es la reducción de una génesis que se querría solamente «mundana» y esa pureza, la pureza de una vivencia ori ginaria. Pero le son infieles en la medida en que esas reducciones desembocan en una pura y simple expulsión de la existencia, en la destrucción metódica de la facticidad empírica. Este error se ha co metido a menudo respecto a la reducción43. Ahora bien, es sabido que Husserl solo pretendía «suspender» la posición de existencia y conservar, neutralizándolo, todo el contenido de la experiencia real. El problema consiste ahora en saber si esta neutralización es trascendentalmente posible ante la efectividad de la génesis. Una perfecta reducción trascendental, conforme a las intenciones más profundas de Husserl, ¿no acaba fracasando ante la irreductible existencia de la génesis? Quizá una génesis «mundana», psico lógica u otra, se deja poner entre paréntesis bastante fácilmente; sería «segunda» y ya constituida. La reducción fenomenológica no puede, por definición, inscribirse en una naturaleza constituida. 4.Y Se ha podido acusar a Husserl de las deficiencias que denuncia mos aquí. Parece que haya siempre un malentendido en el origen. Nos concentraremos más delalladainente en este problema, en la II parte, cap. II.
mui intencionalidad psicológica incapaz de «trascenderse» origi-
nuda en sí misma? La temporalidad misma ya no sería creadora
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o .miélica; sería análisis indef inido de ella misma como naturaleza ,11111-, la génesis trascendental quedaría así remitida a más allá de luila experiencia posible. Sm embargo, de golpe, escapamos así de la identidad ana lítica de la que se pretendía partir. Para conquistar su plenitud, It u n cumplirse, esta [la viv encia temporal ego lógica] ha tenido i|iir perderse y reencontrarse en el discurso histórico. Tal y como ■ m vivencia no se reducía al contenido histórico de su evolución, tampoco se le podía asimilar la síntesis genética que la llevaba o que parecía emanar de ella. La dialéctica originaria del sentido \ del sustrato ante -pre dicat ivo no ha pod ido ni interr umpir se ni Mipriarse. •12 Sobre este paso de las Investiga ciones lógic as a las Ideas, véase la «Intro,lu í. ion» |d c P. Ricoeur (N. del T.)] a las Idees I, xxvi- xxv n, y sobre todo W. Biemel, tilín oluccióii a Oie Idee d er Phánomenologie, Husserliana III, Martinus Nijhoff, Den II i,i|' IVSO, versión fr. del texto de Husserl por A. Lowit, L’idée de la phénoméno h'Hii' u ¡i¡(¡ h\ otts), PUF, París 1970 [versión cast. de M. García-Baró, La idea de la trmimenologla, FCE, Madrid-México 1982],
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I1' m rn la medida en que el a cto de esta reduc ción perten ece a la * h i,i originariamente constituyente, tal acto debe aparecerse tam bo n como una «vivencia» originaria para no ser una abstracción, una operación lógica a partir de conceptos formales. Esa vivencia > icmporal. En su originariedad, ¿no es esta vivencia el tiempo mi >nio, constituyéndose y «temporalizándose» a sí mismo? Reilm icudo la génesis empírica, lo único que se ha hecho es retrasar . I piohlema, que renace bajo una forma apenas diferente con la r< ucsis trascendental. En cuanto tal, esta n o debe, según parece, >i objeto de una reducción. Pero si, según su sentido, tal génesis • i lerlamente un devenir empírico (en el sentido mundano del tér mino) originario, ¿para qué sujeto aparecerá el sentido absoluto? , i unió puede una subjetiv idad trascendental absoluta y monádica • i ni mismo tiem po un devenir que se constituy e a sí mismo? En i >l,i autonomía radical del tiem po, ¿no es la subjetividad absoluta •i (instituida» y ya no «constituyente»? Lejos de ser reducida o, inversamente, revelada por la reducción fenomenológica, ¿no es I-i génesis trascendental lo que, originariamente, posibilita la redini ión misma? En tal caso, la reducción ya no sería el último liiiulamento o el com ienzo absoluto del sentido; al no poder el sentullí absoluto o la filosofía, según parece, reconciliarse con un puro di'venir, nos veríamos así remitidos a una nueva reducción que ■ .ii'.pcndería» la gén esis trascendental misma. Pero, por una parte, ln un ico que haríamos así es retrasar el problema hasta otra tempuiulidad originaria y, por otra parte, toparíamos con los motivos ni.is auténticos y más «serios» de la fenomenología husserliana. < ,(criamos en las defici encias de una lógi ca abstracta44. Por tanto, cuando se considera que, por una parte, todo el senlulo de la fenomenología se basa en la posibilidad pura de una i educción trascendental com o co mienzo absoluto e «inmotivado», pelo que, por otra parte, no solo la reducción no alcanza la génesis li.isccndcntal (y ello por esencia), sino que también está constiImdu por ella y aparece en ella, vemos entonces que el problema i Nelectivamente de gran calado. Si hay una génesis trascenden•l'l. lis el problema, que abordaremos más adelante explícit amente, de una rciliiiciún de un tiempo trascendente o «noemático» que pone de relieve un tiempo iniiuimlial de la reducción. Este plantea un nuevo problema de génesis. ¿Por qué luda reducción de una actitud supone una actitud de la reducción?
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Prólogo
Prólogo
I1' m rn la medida en que el a cto de esta reduc ción perten ece a la * h i,i originariamente constituyente, tal acto debe aparecerse tam bo n como una «vivencia» originaria para no ser una abstracción, una operación lógica a partir de conceptos formales. Esa vivencia > icmporal. En su originariedad, ¿no es esta vivencia el tiempo mi >nio, constituyéndose y «temporalizándose» a sí mismo? Reilm icudo la génesis empírica, lo único que se ha hecho es retrasar . I piohlema, que renace bajo una forma apenas diferente con la r< ucsis trascendental. En cuanto tal, esta n o debe, según parece, >i objeto de una reducción. Pero si, según su sentido, tal génesis • i lerlamente un devenir empírico (en el sentido mundano del tér mino) originario, ¿para qué sujeto aparecerá el sentido absoluto? , i unió puede una subjetiv idad trascendental absoluta y monádica • i ni mismo tiem po un devenir que se constituy e a sí mismo? En i >l,i autonomía radical del tiem po, ¿no es la subjetividad absoluta •i (instituida» y ya no «constituyente»? Lejos de ser reducida o, inversamente, revelada por la reducción fenomenológica, ¿no es I-i génesis trascendental lo que, originariamente, posibilita la redini ión misma? En tal caso, la reducción ya no sería el último liiiulamento o el com ienzo absoluto del sentido; al no poder el sentullí absoluto o la filosofía, según parece, reconciliarse con un puro di'venir, nos veríamos así remitidos a una nueva reducción que ■ .ii'.pcndería» la gén esis trascendental misma. Pero, por una parte, ln un ico que haríamos así es retrasar el problema hasta otra tempuiulidad originaria y, por otra parte, toparíamos con los motivos ni.is auténticos y más «serios» de la fenomenología husserliana. < ,(criamos en las defici encias de una lógi ca abstracta44. Por tanto, cuando se considera que, por una parte, todo el senlulo de la fenomenología se basa en la posibilidad pura de una i educción trascendental com o co mienzo absoluto e «inmotivado», pelo que, por otra parte, no solo la reducción no alcanza la génesis li.isccndcntal (y ello por esencia), sino que también está constiImdu por ella y aparece en ella, vemos entonces que el problema i Nelectivamente de gran calado. Si hay una génesis trascenden-
GÉNESIS Y REDUCCIONES
Lo que estas dos grandes actitudes evocadas comparten pro fundamente, lo que las hace tan semejantes en su proceder y en su fracaso, es una reducción de la génesis efectiva a su sentido fenomen ológico, la reducción de la existencia histórica y singular a una pretendida esencia universal que no es más que un concepto disimulado. Con el propósito de escapar a las insuficiencias de una génesis «mundana», y para evitar todo riesgo de contaminación, se pone definitivamente el «mundo» entre paréntesis. La constitución trascendental se vuelve imposible puesto que se efectúa originaria mente sobre los fundamentos de un mundo antepredicativo. En lu gar de una génesis trascendental, ya solo queda una «noción» for mal y vacía, ya constituida, más «mundana» que nunca. En lugar de una auténtica reducción trascendental, se procede a la reducción eidética más inconsecuente y más secundaria. Que estas dos tenta tivas de reducción sean, a la vez, fieles e infieles a Husserl es de masiado evidente. Le son fieles en la medida en que, mediante una reducción, se esfuerzan por una pureza del sentido, en la medida en que esta reducción es la reducción de una génesis que se querría solamente «mundana» y esa pureza, la pureza de una vivencia ori ginaria. Pero le son infieles en la medida en que esas reducciones desembocan en una pura y simple expulsión de la existencia, en la destrucción metódica de la facticidad empírica. Este error se ha co metido a menudo respecto a la reducción43. Ahora bien, es sabido que Husserl solo pretendía «suspender» la posición de existencia y conservar, neutralizándolo, todo el contenido de la experiencia real. El problema consiste ahora en saber si esta neutralización es trascendentalmente posible ante la efectividad de la génesis. Una perfecta reducción trascendental, conforme a las intenciones más profundas de Husserl, ¿no acaba fracasando ante la irreductible existencia de la génesis? Quizá una génesis «mundana», psico lógica u otra, se deja poner entre paréntesis bastante fácilmente; sería «segunda» y ya constituida. La reducción fenomenológica no puede, por definición, inscribirse en una naturaleza constituida.
•l'l. lis el problema, que abordaremos más adelante explícit amente, de una rciliiiciún de un tiempo trascendente o «noemático» que pone de relieve un tiempo iniiuimlial de la reducción. Este plantea un nuevo problema de génesis. ¿Por qué luda reducción de una actitud supone una actitud de la reducción?
4.Y Se ha podido acusar a Husserl de las deficiencias que denuncia mos aquí. Parece que haya siempre un malentendido en el origen. Nos concentraremos más delalladainente en este problema, en la II parte, cap. II.
Prólogo
Prólogo
tal, si hay una temporalidad originaria que funda todos los actos
iln), esboza simbólicamente un acto o un proceder real de retraso o
intencionales, si, correlativamente, una intersubjetividad trascen
tb- ausencia46. Después de ello, ya no quedaría una vivencia origi-
48
IV
dental está originariamente presente en el corazón del ego, ¿cóm o
11.11la, sino un sentid o ya constitui do o un conce pto. Si la ex isten-
puede este suspender absolutamente la tesis existencial? ¿Acaso
■ ni osla bajo la forma del tiempo o del otro en el corazón mismo
esta última no se confunde originariamente con la temporalidad
ili I«yo» trascendental, ¿po demos todavía distingu ir sin riesg o de
que es, al mismo tiempo, el sustrato «primitivo» a partir del cual se efectúa toda constitución trascendental y el movimiento «ori
disimulada, entre una génesis mundana en la que la existencia pri
ginario» de la intencionalidad, de la superación hacia otra cosa,
mitiva está investida de un sentido por un acto trascendental y
un onsecuencia, de imp licación desapercibida o de contaminación
de la protención hacia otro momento45? Esta irreductible alteri
mía génesis trascendental en la que es de nuevo la existencia la
dad, ¿no hace explotar la pureza del sentido? Decir que la génesis
que «se» da sentido47? Si la temporalidad y la alteridad tienen un
trascendental no solo resiste a la reducción, sino que se revela en
i .latiilo originariamente trascendental, ¿no están ambas siempre
ella, ¿no equivale a reintroducir bajo la forma de la pluridimensio-
ii leducliblemente, en tanto que existencia pura, «ya» constituidas
nalidad del tiempo toda una dialéctica de lo Mismo y de lo Otro
■ ii el momento en que aparecen como constituyentes? ¿No es en
en el corazón de una originariedad que solo se aparece como tal remitiendo a una originariedad pasada o proyectándose hacia una
del proyecto fenomenológico48.
mures la reducción una abstracción? Ello significaría el derrumbe
originariedad futura? Lo absoluto del sentido solo se aparecería
,,l .ogro Husserl dominar y superar la alternativa y la dialécti-
como tal alienándose y poniéndose en relación con lo que no es
i ¡i entre una génesis puramente empírica -que estaría desprovista
él; o mejor, esta alienación sería la condición de posibilidad de su
■ I* sentido y de la que, en última instanc ia, no pod ríamos ni tan
aparición. No es casualidad si los temas de la génesis trascenden tal y de la intersubjetividad trascendental aparecieron aproxima damente en el mismo momento de la meditación husserliana: la intersubjetividad trascendental, la presencia originaria del «alter ego» en el «ego» monádico es, según parece, la imposibilidad de una originariedad absolutamente simple; ¿no es esto, asimismo, el núcleo de una tesis existencial primitiva sobre la cual ninguna reducción puede morder, lo que no solo no se puede «suspender», sino que debe admitirse en el origen mismo del acto de reducción y su condición de posibilidad? De modo que, bajo la apariencia de una reducción trascendental autónoma «de» la existencia -q ue obtenía su valor solo de su libertad y de su desarraigo-, sería la existencia misma, bajo su forma más originaria, la del tiempo o la del otro, fundamentos de todas las otras, la que, en un movimien to real de abstracción (lógica o psicológica bajo su forma constitui45. La temporalidad y la alteridad son síntesis y a siempre constituidas e irre ductibles en cuanto tales. Con ellas, se introducirá el tema capital de síntesis o de génesis pas iva s que le planteará a Husserl problemas muy graves. ¿Cómo puede la constitución de un «ego» trascendental, o a partir de un «ego» trascendental, hacerse pasivamente?
aquiera «hablar»- y una génesis trascendental que oscila, por su 11.11te, entre el se nti do e mpí rico y el sen tido abstract o49? En am bas génesis se alteraría lo absoluto del sentido originario. ¿Logró Husserl una comprensión originaria de la dialéctica del sentido iiiigmario y de la existencia primitiva? En el punto en que nos i ni nutramos, lo originario parece más primitivo que lo primitivo di I nial es el sentido y cu ya aparición permite; pero lo primitivo i
más originario que lo originario mism o, puesto que es a la vez
• I lundamento trascendental y el último sustrato del sentido. ¿En qui medida la «exist encia » revelada por toda gén esis trascendenial ba|o sus formas más puras -e l tiem po y el ot ro- instaura la conn ih lieeión en el acto de la reducción cuya «simplicidad» radical , iitiginariedad absoluta debían fundar el sentid o inicial y ú ltimo lli Aquí, la reducción husserliana se volvería «angustia» en el sentido heidegi" iluíiii de la palabra. I l ¿Y cuál será entonces el criterio de distinción entre estos dos tipos o mo ni' iilus de existencia? ■IH Itajo esta perspectiva, se comprende precisamente el paso de la fenomenol"l'ln husserliana a la o ntología heideggeriana, que retomaremos más adelante. •lo I slos dos sentidos se identifican en su «mundanidad».
Prólogo
Prólogo
tal, si hay una temporalidad originaria que funda todos los actos
iln), esboza simbólicamente un acto o un proceder real de retraso o
intencionales, si, correlativamente, una intersubjetividad trascen
tb- ausencia46. Después de ello, ya no quedaría una vivencia origi-
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dental está originariamente presente en el corazón del ego, ¿cóm o
11.11la, sino un sentid o ya constitui do o un conce pto. Si la ex isten-
puede este suspender absolutamente la tesis existencial? ¿Acaso
■ ni osla bajo la forma del tiempo o del otro en el corazón mismo
esta última no se confunde originariamente con la temporalidad
ili I«yo» trascendental, ¿po demos todavía distingu ir sin riesg o de
que es, al mismo tiempo, el sustrato «primitivo» a partir del cual se efectúa toda constitución trascendental y el movimiento «ori
disimulada, entre una génesis mundana en la que la existencia pri
ginario» de la intencionalidad, de la superación hacia otra cosa,
mitiva está investida de un sentido por un acto trascendental y
un onsecuencia, de imp licación desapercibida o de contaminación
de la protención hacia otro momento45? Esta irreductible alteri
mía génesis trascendental en la que es de nuevo la existencia la
dad, ¿no hace explotar la pureza del sentido? Decir que la génesis
que «se» da sentido47? Si la temporalidad y la alteridad tienen un
trascendental no solo resiste a la reducción, sino que se revela en
i .latiilo originariamente trascendental, ¿no están ambas siempre
ella, ¿no equivale a reintroducir bajo la forma de la pluridimensio-
ii leducliblemente, en tanto que existencia pura, «ya» constituidas
nalidad del tiempo toda una dialéctica de lo Mismo y de lo Otro
■ ii el momento en que aparecen como constituyentes? ¿No es en
en el corazón de una originariedad que solo se aparece como tal remitiendo a una originariedad pasada o proyectándose hacia una
del proyecto fenomenológico48.
mures la reducción una abstracción? Ello significaría el derrumbe
originariedad futura? Lo absoluto del sentido solo se aparecería
,,l .ogro Husserl dominar y superar la alternativa y la dialécti-
como tal alienándose y poniéndose en relación con lo que no es
i ¡i entre una génesis puramente empírica -que estaría desprovista
él; o mejor, esta alienación sería la condición de posibilidad de su
■ I* sentido y de la que, en última instanc ia, no pod ríamos ni tan
aparición. No es casualidad si los temas de la génesis trascenden
aquiera «hablar»- y una génesis trascendental que oscila, por su
tal y de la intersubjetividad trascendental aparecieron aproxima damente en el mismo momento de la meditación husserliana: la
11.11te, entre el se nti do e mpí rico y el sen tido abstract o49? En am bas génesis se alteraría lo absoluto del sentido originario. ¿Logró
intersubjetividad trascendental, la presencia originaria del «alter
Husserl una comprensión originaria de la dialéctica del sentido
ego» en el «ego» monádico es, según parece, la imposibilidad de una originariedad absolutamente simple; ¿no es esto, asimismo,
iiiigmario y de la existencia primitiva? En el punto en que nos i ni nutramos, lo originario parece más primitivo que lo primitivo
el núcleo de una tesis existencial primitiva sobre la cual ninguna
di I nial es el sentido y cu ya aparición permite; pero lo primitivo
reducción puede morder, lo que no solo no se puede «suspender»,
i
sino que debe admitirse en el origen mismo del acto de reducción y su condición de posibilidad? De modo que, bajo la apariencia
qui medida la «exist encia » revelada por toda gén esis trascenden-
de una reducción trascendental autónoma «de» la existencia -q ue
ial ba|o sus formas más puras -e l tiem po y el ot ro- instaura la con-
obtenía su valor solo de su libertad y de su desarraigo-, sería la
n ih lieeión en el acto de la reducción cuya «simplicidad» radical
existencia misma, bajo su forma más originaria, la del tiempo o
, iitiginariedad absoluta debían fundar el sentid o inicial y ú ltimo
la del otro, fundamentos de todas las otras, la que, en un movimien to real de abstracción (lógica o psicológica bajo su forma constitui-
lli Aquí, la reducción husserliana se volvería «angustia» en el sentido heidegi" iluíiii de la palabra. I l ¿Y cuál será entonces el criterio de distinción entre estos dos tipos o mo ni' iilus de existencia? ■IH Itajo esta perspectiva, se comprende precisamente el paso de la fenomenol"l'ln husserliana a la o ntología heideggeriana, que retomaremos más adelante. •lo I slos dos sentidos se identifican en su «mundanidad».
45. La temporalidad y la alteridad son síntesis y a siempre constituidas e irre ductibles en cuanto tales. Con ellas, se introducirá el tema capital de síntesis o de génesis pas iva s que le planteará a Husserl problemas muy graves. ¿Cómo puede la constitución de un «ego» trascendental, o a partir de un «ego» trascendental, hacerse pasivamente?
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más originario que lo originario mism o, puesto que es a la vez
• I lundamento trascendental y el último sustrato del sentido. ¿En
Prólogo
Prólogo
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de la filosofía fenomenológica? ¿En qué medida y de qué manera
i un Ilino quien, después de haber examinado co n fuerza y profun-
asumió Husserl esta dialéctica aparentemente irreductible? Esta es la pregunta que intentaremos plantear.
hii ",
Iiiiu iiic, según parece, el movimiento del pensamiento husserliadespués de haber estudiado lo más detalladamente p osible la
i'HU'/ii trascendental de su dialéctica, recae en las dificultades de La
i mp l i c a c i ó n i n e x t r i c a b l e y l a s d if i c u l t a d e s d e u n
«
m é t o d o
»
El propósito inicial de estas consideraciones preliminares con sistía en subrayar la solidaridad esencial de las problemáticas his tóricas y filosóficas y, a la vez, la imposibilidad de una asimilación total de la una y la otra. La filosofía de Husserl no solo nos ha ser vido de «ejemplo», puesto que desde el principio y constantemen te hemos adoptado asimismo una actitud fenomenológica: puede incluso afirmarse que el problema de la génesis solo se ha podido
mu génesis «mundana» y de una dialéctica materialista. Superando a i-(inclusiones, seremos fieles a la letra del husserlianism o. Pre!• miemos ser fieles solo a su espíritu, defendiendo una concepción plli llámente dialéctica frente a sus intérpretes clásicos. Debemos Hiilesur, por otra parte, la aparente falta de honestida d fil osófic a e ln iniiea que constituye el uso de soluci ones o descr ipcione s diai' 1 1n us; pero entra dentro del mov imient o de una verdadera dialécM' i liuccr aparecer su malhon estid ad inmed iata co mo má s honesta
plantear mediante un retorno a esa actitud. Hemos visto efecti vamente que, a partir de una actitud empírica o «mundana», ya
in' la honestidad inmediata, simple y monolítica . Toda concepc ión miiliueal de la génesis parece desembocar en una aporía cuya diat ■ ln a sale victoriosa, puesto que determina esa concepción hasta
sea la de una pretendida filosofía o la de una ciencia psicológica, biológica, así como en una perspectiva metafísica o trascendental
n ni .humarla en su contrario sin alterar su contenido real, que reuha así cslar ausente. Pero decir que la significación de la génesis
(en el sentido formal o abstracto de la palabra), el sentido primero de la gén esis, su problema auténtico, surgía solamente de manera mutilada; los términos en los que se presentaba no eran sino in
ihiilédica es decir que no es «pura» significación; es decir que, p na nosotros,» la génesis no puede presentarse con lo absoluto de n .1 ululo. Así pues, no es proponer una «solución» al problema,
consecuencias. Pero, aunque el pensamiento de Husserl ha sido para nosotros más que un ejemplo, más que un pretexto o que un universo de discurso, cabe decir también que no es exactamente la finalidad de nuestra investigación. En efecto, aunque intentamos mostrar que el proyecto fenomenológico husserliano está vinculado a una filosofía puramente dialéctica con todas sus consecuencias, reconocemos también que, de manera verosímil, Husserl mismo habría refutado todo derecho a esta interpretación. La dialéctica, tal y como se concibe en ge neral, es lo contrario de la filosofía como recurso permanente a la simplicidad originaria de un acto o de un ser, de una evidencia o de una intuición; en este sentido, parece que la dialéctica solo puede instituirse a partir de instancias ya constituidas como tales por una conciencia trascendental originaria. Una filosofía dialéctica no tiene ningún derecho, en con secuencia, a proclamarse filosofía primera. Se superpone a una fenomenología. Resulta evidente que habrá que hacer lo posible para superar una dialéctica «mundana». Por ello deberemos rechazar, por ejemplo, las conclusiones de Tran
mu alu mar simplemente que, en una dialéctica conocida como tal, «se comprende» a sí misma como aporía «real». Así nos ni minamos quizá con la filosofía. I>i- igual manera , se consi derará natural que nu estro re corrí i" lint ui ella no sea, en su desarrollo «metódico», ni continuo ni
I I i p o i í a
iiiiihueal De todas las dificultad es que hemos encontrado hasta i |iii. nos quedamos tan solo con un resultado positivo: el sentiHtii uto de imposibilidad de un método puro y de un discurso sin miH ipución, sin retorno ni oscilación, sin superación de sí, por sí ■ ii ni, ele. Procederemos en este trabajo de manera entrecortada. >i hruios aludido a las razones por las que resulta inconsecueni .i i’iiii el hilo puramente cron ológ ico de las obras de Husserl, t ii'iial manera que no tenem os derecho a conformarn os con un uli ii solamente lógico y «esencial». Seremos fieles a la intenimi Icnomenológica exponiendo - a propósito del problema de 11 i" nesis el movimie nto del pensam iento de Husserl según una / cnomcn ología y mater ialismo dial écti co , op. cit.
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de la filosofía fenomenológica? ¿En qué medida y de qué manera asumió Husserl esta dialéctica aparentemente irreductible? Esta es la pregunta que intentaremos plantear.
hii ",
La
i'HU'/ii trascendental de su dialéctica, recae en las dificultades de mu génesis «mundana» y de una dialéctica materialista. Superando
i mp l i c a c i ó n i n e x t r i c a b l e y l a s d if i c u l t a d e s d e u n
«
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i un Ilino quien, después de haber examinado co n fuerza y profunIiiiu iiic, según parece, el movimiento del pensamiento husserliadespués de haber estudiado lo más detalladamente p osible la
»
a i-(inclusiones, seremos fieles a la letra del husserlianism o. Pre!• miemos ser fieles solo a su espíritu, defendiendo una concepción plli llámente dialéctica frente a sus intérpretes clásicos. Debemos
El propósito inicial de estas consideraciones preliminares con sistía en subrayar la solidaridad esencial de las problemáticas his tóricas y filosóficas y, a la vez, la imposibilidad de una asimilación
Hiilesur, por otra parte, la aparente falta de honestida d fil osófic a e
total de la una y la otra. La filosofía de Husserl no solo nos ha ser vido de «ejemplo», puesto que desde el principio y constantemen
ln iniiea que constituye el uso de soluci ones o descr ipcione s diai' 1 1n us; pero entra dentro del mov imient o de una verdadera dialécM' i liuccr aparecer su malhon estid ad inmed iata co mo má s honesta
te hemos adoptado asimismo una actitud fenomenológica: puede incluso afirmarse que el problema de la génesis solo se ha podido
in' la honestidad inmediata, simple y monolítica . Toda concepc ión
plantear mediante un retorno a esa actitud. Hemos visto efecti vamente que, a partir de una actitud empírica o «mundana», ya
miiliueal de la génesis parece desembocar en una aporía cuya diat ■ ln a sale victoriosa, puesto que determina esa concepción hasta
sea la de una pretendida filosofía o la de una ciencia psicológica, biológica, así como en una perspectiva metafísica o trascendental
n ni .humarla en su contrario sin alterar su contenido real, que reuha así cslar ausente. Pero decir que la significación de la génesis
(en el sentido formal o abstracto de la palabra), el sentido primero de la gén esis, su problema auténtico, surgía solamente de manera mutilada; los términos en los que se presentaba no eran sino in
ihiilédica es decir que no es «pura» significación; es decir que, p na nosotros,» la génesis no puede presentarse con lo absoluto de n .1 ululo. Así pues, no es proponer una «solución» al problema,
consecuencias. Pero, aunque el pensamiento de Husserl ha sido para nosotros más que un ejemplo, más que un pretexto o que un universo de discurso, cabe decir también que no es exactamente la finalidad de nuestra investigación.
mu alu mar simplemente que, en una dialéctica conocida como tal, «se comprende» a sí misma como aporía «real». Así nos ni minamos quizá con la filosofía. I>i- igual manera , se consi derará natural que nu estro re corrí i" lint ui ella no sea, en su desarrollo «metódico», ni continuo ni
I I i p o i í a
En efecto, aunque intentamos mostrar que el proyecto fenomenológico husserliano está vinculado a una filosofía puramente dialéctica con todas sus consecuencias, reconocemos también que, de manera verosímil, Husserl mismo habría refutado todo derecho a esta interpretación. La dialéctica, tal y como se concibe en ge
iiiiihueal De todas las dificultad es que hemos encontrado hasta i |iii. nos quedamos tan solo con un resultado positivo: el sentiHtii uto de imposibilidad de un método puro y de un discurso sin miH ipución, sin retorno ni oscilación, sin superación de sí, por sí ■ ii ni, ele. Procederemos en este trabajo de manera entrecortada.
neral, es lo contrario de la filosofía como recurso permanente a la simplicidad originaria de un acto o de un ser, de una evidencia o de una intuición; en este sentido, parece que la dialéctica solo puede instituirse a partir de instancias ya constituidas como tales
>i hruios aludido a las razones por las que resulta inconsecueni .i i’iiii el hilo puramente cron ológ ico de las obras de Husserl, t ii'iial manera que no tenem os derecho a conformarn os con un
por una conciencia trascendental originaria. Una filosofía dialéctica no tiene ningún derecho, en con secuencia, a proclamarse filosofía primera. Se superpone a una fenomenología. Resulta evidente que habrá que hacer lo posible para superar una dialéctica «mundana». Por ello deberemos rechazar, por ejemplo, las conclusiones de Tran
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uli ii solamente lógico y «esencial». Seremos fieles a la intenimi Icnomenológica exponiendo - a propósito del problema de 11 i" nesis el movimie nto del pensam iento de Husserl según una / cnomcn ología y mater ialismo dial écti co , op. cit.
Prólogo
fenomenología del movimiento tal y como nos es ofrecido por una percepción originaria de este. Toda descripción de un movimien to (o de una génesis) que no consienta la dialéctica tropieza con las paradojas de Zenón de Elea: por una parte, intentará que el movimiento como tal resulte totalmente inteligible y, para ello, lo reducirá a la unidad ideal de su «intención», de su sentido, es de cir, se asimilará el punto ideal de llegada al punto ideal de partida; idealmente, en efecto, y desde el punto de vista del sentido puro de un movimiento, no es posible ninguna diferencia histórica ni real: todos los puntos y m ovimiento s son análogos; su originalidad es contingente. Pero la temporalidad efectiva del movimiento, su existencia, viene suprimida: el movimiento se vuelve inmovilidad. Inversamente, se querrá restituir al movimiento toda su consisten cia efectiva, real, ontológica, mostrando que no puede ser sino la suma de momentos plenos, instantes perfectos, totalidades acaba das irreductibles a algún sentido que las trasciende. Y, de hecho, la realidad «objetiva» del mov imiento podría parecer así fielmente descrita. Sin embargo, resulta que esa realidad objetiva del mov i miento es lo contrario del movimiento, puesto que lo obliga a la inmovilidad. Vemos aquí cóm o una pretensión de la ciencia objetivista acaba resultando absurda por no haber querido reconocer su arraigamiento en la base de la percepción originaria. Para esta, no hay movim iento absoluto y en sí51. Este último se encuentra contradicho en su esencia e impedido en su aparición por un historicismo o un realismo absoluto de los movimientos puntuales y por un idealismo absoluto del sentido total. Así pues, es en la percepción originaria donde lo absoluto se aliena, se divide y se reencuentra en momentos dialécticos. Nunca puede llegar a afirmarse si es el punto o el sentido lo absoluta mente primero, si es la obra o la idea. A las consideraciones que siguen, les tendremos que dar centros que sean, a la vez, «temas» y «momentos».
INTRODUCCIÓN
I I problema de la génesis es, a la vez, la motivación esencial d. I pensamiento husserliano y el momento de un dilema que, sin 0 puso, Ilusserl parece haber retrasado o disimulado. La unidad de ■ h problema nunca queda desmentida; solo se va diferenciando, m ,u movimiento, en varios temas o varios momentos que aquí nos limitaremos a anunciar sistemáticamente. I'nitiendo de un psicologismo intencional, Husserl había creí do a principios de su carrera1 que la objetividad de las esenc ias 1 l,i validez de todo conocimie nto se fundaban en una géne sis , mpii n a entién dase aquí, psic oló gic a. Así, a partir de opera cioii, imi in ales de una sub jetividad p sico lóg ica , se e ngendrab an los , uní i-píos y las significaciones de la experiencia. La intencionalii id de la conciencia, tal y como había enseñado Brentano, era tan 010 un «carácter» psicológico del pensamiento. Todavía no era un liinilamento trascendental de objetividad. El retorno al devenir l, l,i percepción, ya esbozado, iba en el sentido de un empirismo i , i i,inte clásico. rJo obstante, para explicar la génesis del número y de los con, •plus lógicos e lementa les, este psicolo gismo ya recurría a la idea i intuí¡ de un «objeto en general», condición de posibilidad de la i..... as empírica misma. Adem ás, con los temas del constructivisitiu p iicologista mezclaba el tema de una evidenc ia originaria su.......la por toda operación subjetiva. Parecía necesaria, pues, una
.
mi. vn explicitación de la intencionalidad.
51. Ahí está el absoluto de la significación fenomenológica del movimiento, único punto de partida «serio» de toda reflexión.
I i I .ubre lodo Die Philo soph ie der A ríthmetik , 1891 y sus Psy cholo gisch e Studien zu r Elemen• n lu nik , IK94 .
Prólogo
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fenomenología del movimiento tal y como nos es ofrecido por una percepción originaria de este. Toda descripción de un movimien to (o de una génesis) que no consienta la dialéctica tropieza con las paradojas de Zenón de Elea: por una parte, intentará que el movimiento como tal resulte totalmente inteligible y, para ello, lo reducirá a la unidad ideal de su «intención», de su sentido, es de cir, se asimilará el punto ideal de llegada al punto ideal de partida; idealmente, en efecto, y desde el punto de vista del sentido puro de un movimiento, no es posible ninguna diferencia histórica ni real: todos los puntos y m ovimiento s son análogos; su originalidad es contingente. Pero la temporalidad efectiva del movimiento, su existencia, viene suprimida: el movimiento se vuelve inmovilidad. Inversamente, se querrá restituir al movimiento toda su consisten cia efectiva, real, ontológica, mostrando que no puede ser sino la suma de momentos plenos, instantes perfectos, totalidades acaba das irreductibles a algún sentido que las trasciende. Y, de hecho, la realidad «objetiva» del mov imiento podría parecer así fielmente descrita. Sin embargo, resulta que esa realidad objetiva del mov i miento es lo contrario del movimiento, puesto que lo obliga a la inmovilidad. Vemos aquí cóm o una pretensión de la ciencia objetivista acaba resultando absurda por no haber querido reconocer su arraigamiento en la base de la percepción originaria. Para esta, no hay movim iento absoluto y en sí51. Este último se encuentra contradicho en su esencia e impedido en su aparición por un historicismo o un realismo absoluto de los movimientos puntuales y por un idealismo absoluto del sentido total. Así pues, es en la percepción originaria donde lo absoluto se aliena, se divide y se reencuentra en momentos dialécticos. Nunca puede llegar a afirmarse si es el punto o el sentido lo absoluta mente primero, si es la obra o la idea. A las consideraciones que siguen, les tendremos que dar centros que sean, a la vez, «temas» y «momentos».
INTRODUCCIÓN
I I problema de la génesis es, a la vez, la motivación esencial d. I pensamiento husserliano y el momento de un dilema que, sin 0 puso, Ilusserl parece haber retrasado o disimulado. La unidad de ■ h problema nunca queda desmentida; solo se va diferenciando, m ,u movimiento, en varios temas o varios momentos que aquí nos limitaremos a anunciar sistemáticamente. I'nitiendo de un psicologismo intencional, Husserl había creí do a principios de su carrera1 que la objetividad de las esenc ias 1 l,i validez de todo conocimie nto se fundaban en una géne sis , mpii n a entién dase aquí, psic oló gic a. Así, a partir de opera cioii, imi in ales de una sub jetividad p sico lóg ica , se e ngendrab an los , uní i-píos y las significaciones de la experiencia. La intencionalii id de la conciencia, tal y como había enseñado Brentano, era tan 010 un «carácter» psicológico del pensamiento. Todavía no era un liinilamento trascendental de objetividad. El retorno al devenir l, l,i percepción, ya esbozado, iba en el sentido de un empirismo i , i i,inte clásico. rJo obstante, para explicar la génesis del número y de los con, •plus lógicos e lementa les, este psicolo gismo ya recurría a la idea i intuí¡ de un «objeto en general», condición de posibilidad de la i..... as empírica misma. Adem ás, con los temas del constructivisitiu p iicologista mezclaba el tema de una evidenc ia originaria su.......la por toda operación subjetiva. Parecía necesaria, pues, una
.
mi. vn explicitación de la intencionalidad.
51. Ahí está el absoluto de la significación fenomenológica del movimiento, único punto de partida «serio» de toda reflexión.
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I i I .ubre lodo Die Philo soph ie der A ríthmetik , 1891 y sus Psy cholo gisch e Studien zu r Elemen• n lu nik , IK94 .
Introducción
Introducción
No se podía, efectivamente, producir esencias puras y a priori , condiciones de posibilidad de una lógica objetiva, a partir de las
55
■m i mi largo, a un nive l má s profu ndo, iba a reaparecer un grave i'mlili ina genético.
operaciones de una subjetividad natural cerrada en ella misma. La
, i umo p ueden la temporalidad y la subjetividad d e la vivencia
intencionalidad ya no podía ser un «rasgo» psicolo gista del pensa
0 i *i mlrntal engendrar y fu ndamentar estructuras eid éticas obje-
miento; tenía que ser el movimiento primero e irreductible de una
M i v universales sin recurrir a una lógica ya constituid a? ¿Co
conciencia que accede inmediatamente, en una evidencia origina
mí i pueden ser descritas ellas mis mas e n términ os de esen cia? El
ria, a la objetividad de las esencias lógicas2. Estas escapaban a toda
un imlo de la reducción, reducción eidética y reducción trascen-
producción genética. El fundamento absoluto de las esencias se ve,
■ nial cada vez más ampliada, deberá permitimos alcan zar-« sus-
a partir de ese momento, disociado de toda implicación genética.
i" inlii'iido» y «neutralizand o» los hec hos y lu ego las ese ncia s ya
La génesis p ertenece al orden de la facticidad empírica puesta en
ni iiiluu las-el acto mismo de la constitución temporal. Pero como
tre paréntesis en la fenomenología, ámbito neutro e «irreal» de la
I I emesis se confundía a ojos de Husserl, desde el abandono del
vivencia intencional. En cuanto tal, el d evenir genético resulta ser
i' a ologismo, con una causalidad psicofísica, p ermanecía comple-
el único motor de las ciencias naturales y humanas, física, biología,
1mu ule «neutralizada», «desconectada» por la reducción. De este
psicofisiolog ía, sociolo gía e historia. Las ciencias son ciencias «va gas» y a posteriori. En la medida en que un a priori es dado en una
un ti lo la conciencia interna del tiempo4 será descrita a su nivel ei-
intuición concreta a una conciencia intencional, resulta entonces
■ li'iMiit, la temporalidad efectivamente genética quedará sustituida
posible una ciencia «rigurosa».
i'"i ni estructura consti tuid a en un «eidos» o en un «nóema». La
t iii o y noemático. Según un proceder que Husserl nunca aban-
Ahora bien, la intencionalidad y la intuición de esencias a priori
i ib ocia constituyente del tiempo, por el hecho mismo de volver-
no podían consistir, sin correr el riesgo de convertirse nuevamente
• ••lema» de una descripción, deja lugar al sentido constituido y
en accidentes psicológicos y puramente subjetivos, en un simple
•iiiui ido del tiempo. Por ello la constitución de las diversas regiomitológi cas, tal y como es descrita en Ide as I5, será estática y
encuentro de significaciones lógicas intemporales que habitan un
ii'
cielo inteligible. Estas sign ificaciones tenían que estar «fundadas» en una «impleción» concreta, en una «intuición donadora origi
I II nal Ilusserl reconoce en algunos momen tos que no es absoluta-
naria» en la que el objeto real se da «en persona». Así pues, las
iii' nii' constituyen te sino p roducida por una sínte sis más originaria:
esencias no eran ideas platónicas -en el sentido convencional de la
h di la temporalidad originaria del «ego » trascendental mismo,
i livluará al nivel de una correlación noético-noemática, sobre
palabra; no tenían ningún sentido ni ningún fundamento «en si»,
i "i tanto, el idealismo absoluto de las Ide as es, en cierto senti-
independientemente de los actos intencionales que las mientan.
•ti i pin amente m etod ológi co. En la medi da en qu e la subjetividad
Sin ello, nos veríamos reducidos a aceptar una lógica fija de tipo escolástico, cuyos desarrollo y devenir serían imposibles. Ahora bien, Husserl parte precisamente de la posibilidad de una trans formación infinita de la lógica. Había entonces que volver a la vivencia concreta de una subjetividad trascendental, fuente cons
ili minia se produce en la temporalidad de una síntesis originaria 1 i . i / alíese), se reintroduce así la génesis en el interior de la esfera
1
.....
lia habilitada por la reducción trascendental. Las dificultades de
h n ducción absoluta de la existencia y del tiempo aparecen clara..... .
y la consti tución estática debe fundarse ahora en una con s
tituyente y fundamento de las esencias3. Estas, al no ser ni ideas
umí mu genética. El tiempo era lo que en el ser o lo que, confun-
«en sí» ni conceptos construidos en operaciones psicológicas, nos
>ln ndosc con e l ser, habia resistido a la reducción; esta, cond ición
permitían superar la alternativa del logicismo y del psicologismo. 2. Cf. Investi gacione s ló gica s , t. I (1900), op. cit. 3. Cf. Investig aciones lógic as , t. II (1901), op. cit.
I < I Leccion es par a una fenom enología de la concie ncia interna del tiempo : l 'III I'*(»*>), op. cit. ( I Ideas (1913), op. cit.
Introducción
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Introducción
No se podía, efectivamente, producir esencias puras y a priori , condiciones de posibilidad de una lógica objetiva, a partir de las
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■m i mi largo, a un nive l má s profu ndo, iba a reaparecer un grave i'mlili ina genético.
operaciones de una subjetividad natural cerrada en ella misma. La
, i umo p ueden la temporalidad y la subjetividad d e la vivencia
intencionalidad ya no podía ser un «rasgo» psicolo gista del pensa
0 i *i mlrntal engendrar y fu ndamentar estructuras eid éticas obje-
miento; tenía que ser el movimiento primero e irreductible de una
M i v universales sin recurrir a una lógica ya constituid a? ¿Co
conciencia que accede inmediatamente, en una evidencia origina
mí i pueden ser descritas ellas mis mas e n términ os de esen cia? El
ria, a la objetividad de las esencias lógicas2. Estas escapaban a toda
un imlo de la reducción, reducción eidética y reducción trascen-
producción genética. El fundamento absoluto de las esencias se ve,
■ nial cada vez más ampliada, deberá permitimos alcan zar-« sus-
a partir de ese momento, disociado de toda implicación genética.
i" inlii'iido» y «neutralizand o» los hec hos y lu ego las ese ncia s ya
La génesis p ertenece al orden de la facticidad empírica puesta en
ni iiiluu las-el acto mismo de la constitución temporal. Pero como
tre paréntesis en la fenomenología, ámbito neutro e «irreal» de la
I I emesis se confundía a ojos de Husserl, desde el abandono del
vivencia intencional. En cuanto tal, el d evenir genético resulta ser
i' a ologismo, con una causalidad psicofísica, p ermanecía comple-
el único motor de las ciencias naturales y humanas, física, biología,
1mu ule «neutralizada», «desconectada» por la reducción. De este
psicofisiolog ía, sociolo gía e historia. Las ciencias son ciencias «va gas» y a posteriori. En la medida en que un a priori es dado en una
un ti lo la conciencia interna del tiempo4 será descrita a su nivel ei-
intuición concreta a una conciencia intencional, resulta entonces
■ li'iMiit, la temporalidad efectivamente genética quedará sustituida
posible una ciencia «rigurosa».
i'"i ni estructura consti tuid a en un «eidos» o en un «nóema». La
t iii o y noemático. Según un proceder que Husserl nunca aban-
Ahora bien, la intencionalidad y la intuición de esencias a priori
i ib ocia constituyente del tiempo, por el hecho mismo de volver-
no podían consistir, sin correr el riesgo de convertirse nuevamente
• ••lema» de una descripción, deja lugar al sentido constituido y
en accidentes psicológicos y puramente subjetivos, en un simple
•iiiui ido del tiempo. Por ello la constitución de las diversas regiomitológi cas, tal y como es descrita en Ide as I5, será estática y
encuentro de significaciones lógicas intemporales que habitan un
ii'
cielo inteligible. Estas sign ificaciones tenían que estar «fundadas» en una «impleción» concreta, en una «intuición donadora origi
I II nal Ilusserl reconoce en algunos momen tos que no es absoluta-
naria» en la que el objeto real se da «en persona». Así pues, las
iii' nii' constituyen te sino p roducida por una sínte sis más originaria:
esencias no eran ideas platónicas -en el sentido convencional de la
h di la temporalidad originaria del «ego » trascendental mismo,
i livluará al nivel de una correlación noético-noemática, sobre
palabra; no tenían ningún sentido ni ningún fundamento «en si»,
i "i tanto, el idealismo absoluto de las Ide as es, en cierto senti-
independientemente de los actos intencionales que las mientan.
•ti i pin amente m etod ológi co. En la medi da en qu e la subjetividad
Sin ello, nos veríamos reducidos a aceptar una lógica fija de tipo escolástico, cuyos desarrollo y devenir serían imposibles. Ahora bien, Husserl parte precisamente de la posibilidad de una trans formación infinita de la lógica. Había entonces que volver a la vivencia concreta de una subjetividad trascendental, fuente cons
ili minia se produce en la temporalidad de una síntesis originaria 1 i . i / alíese), se reintroduce así la génesis en el interior de la esfera
1
lia habilitada por la reducción trascendental. Las dificultades de
.....
h n ducción absoluta de la existencia y del tiempo aparecen claray la consti tución estática debe fundarse ahora en una con s
..... .
tituyente y fundamento de las esencias3. Estas, al no ser ni ideas
umí mu genética. El tiempo era lo que en el ser o lo que, confun-
«en sí» ni conceptos construidos en operaciones psicológicas, nos
>ln ndosc con e l ser, habia resistido a la reducción; esta, cond ición
permitían superar la alternativa del logicismo y del psicologismo. 2. Cf. Investi gacione s ló gica s , t. I (1900), op. cit. 3. Cf. Investig aciones lógic as , t. II (1901), op. cit.
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I < I Leccion es par a una fenom enología de la concie ncia interna del tiempo : l 'III I'*(»*>), op. cit. ( I Ideas (1913), op. cit.
Introducción
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de posibilidad de una fenomenología cuya profundización Husserl
• ii ■ ponencia puramente egológi ca, al mom ento activo de la
persigue, debe ser ampliada y transformada6. El tema de la gén esis trascendental qu e, a partir de 1919 7, ocu
•• o o. miialidad, a los lími tes de la subjetividad ab soluta que, hasta im i uploliaba lodos los mo ment os reales ( reell) o posibles de la
pa un lugar central en la meditación de Husserl, debería entonces llevarnos a un momento anterior a toda eidética y hacernos tocar finalmente la esfera de la existencia antepredicativa, del «mundo de la vida» ( Leb ens we lt ), del tiempo primitivo, de la intersubjeli-
mui ion. Ahora bien, Husserl presentaba esta génesis pasiva
m
Imomento más originario de la constitución, com o la capa 1imi nlal de toda actividad trascendental.
.......
......
I' im poder
reintegrar la génesis pasiva en una fenomenología
vidad trascendental, instancias todas ellas que no están, en cuanto
’ f lu ;i y 11ascendental, había que ampliar una vez más la reduc-
tales, originariamente investidas de un sentido a partir de la ac tividad del «ego». Tal parece ser, al menos, el propósito de Hus-i serl. Pero, de hecho, nunca abandonaremos un mundo de esen-l
■n i ,|. |,i vivencia puramente egoló gica hasta las experiencias interd'C uvas y la historia. Es de nue vo una idea infi nita 12 la que, bajo
cias constituidas. La ambigüedad de los análisis constitutivos del
■ ■ i iiiiiii nueva y más precisa de una «t ele olo gía », dará un sentid o
«mund o de la vida» 8, de la lóg ica9, del sujeto trascend ental1011-q uo oscilan una vez más entre las ideas apriori de una totalidad infini ta, ideas que no derivan de ninguna génesis y posibilitan el devenir
■' .......nal único fundamento de toda eid éti ca- a la géne sis pasi-
trascendental, y una génesis simplemente «mundana»- logran cu apariencia mantener la génesis trascendental (siempre opuesta a lu génesis mundana) en estructuras eidéticas a priori y universalen, Estas, a pesar de una pretensión a la originariedad, son ya siempre constituidas y post-genéticas. La génesis del sentido siempre vie ne a priori convertida en un sentido de la génesis que supone toda
u| concepto de intencionalidad; tenían que extenderse más
h
i 1
i.m.
inscribía al ego en la historia. La teleología intencional, de xe loma concie ncia en una filosofía de la historia, debía fun-
11
im.
mI ii
• i lui
comodidad. Resistiendo a toda reducción, a pesar de las tentativii» de H usserl 11, la síntes is pasiva es capaba en su creatividad misma 6. Los cursos de Husserl que tratan esta ampliación de la reducción datan de Im años 1920-1925. R. Boehm, según sus propias indicaciones, está preparando actuilb mente la edición . 8. Cf. Experienci a y juicio (1919-1939). 9. Cf. Fórmale und tran szendental e Logik (1929) . 10. Cartesianische Meditadonen (1929) * ríodo y que citaremos con más precisión cuando sea necesario.
presentaban entonces como superficiales y dados a una
"I i "ingenua» o natural, pues tomaban por originarias ciertas .....nuil', de las que se percibía, en última instancia, que no eran ............tules sino producidas por una finalidad histórica. .......
una filosofía de la historia. El tema de la génesis pasiva suscitaba, en efecto, una gran in
lodos los estadios anteriores de la fenom enología . Estos
m-
ni largo, en nuestra regresión h acia una sín tesis originaria,
■ pi ni una nueva decepción . La teleol ogía también aparece, ii iiuiIi s i s históric o-inte ncion al13, como unidad de sentido ya niiiiilii Ilado que el sentido de la génesis preced e a la géne sis '■ lui ii se engendra por sí y para sí, la filosofía de la historia se
l ti Mili la forma de esta idea, en el sentido kantiano, la que salva a la ii ilniílii ile mi empirismo o de un existencialismo (en el sentido amplio de ■' "il I ii Ins Investigaciones ló gicas (t. I) era la idea del devenir infinito de la ii la /i/riM I, la idea de una totali dad infinita de las experien cias temporales ; " ni hi r juicio, la idea de un mundo como base infinita de las experiencias • o mus cuán difícil resulta dar un estatuto fenomen ológico a estas ideas i llim uiii, preceden a y engloban toda experiencia y toda génesis. ' l "I ii filosofía en la crisis de la humanidad europea», 1935 [versión cast. • I' wili'i, ii la filosofía en la crisis de la humanidad europea», en invitación a •i,diluía, l’aidós, Barcelona 1990, 75-128] La crisi s... (1936); El origen de la geo metría niiiiii'iiiNiis inéditos de los que citaremos algunos más adelante.
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de posibilidad de una fenomenología cuya profundización Husserl
• ii ■ ponencia puramente egológi ca, al mom ento activo de la
persigue, debe ser ampliada y transformada6. El tema de la gén esis trascendental qu e, a partir de 1919 7, ocu
•• o o. miialidad, a los lími tes de la subjetividad ab soluta que, hasta im i uploliaba lodos los mo ment os reales ( reell) o posibles de la
pa un lugar central en la meditación de Husserl, debería entonces llevarnos a un momento anterior a toda eidética y hacernos tocar finalmente la esfera de la existencia antepredicativa, del «mundo de la vida» ( Leb ens we lt ), del tiempo primitivo, de la intersubjeli-
mui ion. Ahora bien, Husserl presentaba esta génesis pasiva
m
Imomento más originario de la constitución, com o la capa 1imi nlal de toda actividad trascendental.
.......
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I' im poder
reintegrar la génesis pasiva en una fenomenología
vidad trascendental, instancias todas ellas que no están, en cuanto
’ f lu ;i y 11ascendental, había que ampliar una vez más la reduc-
tales, originariamente investidas de un sentido a partir de la ac tividad del «ego». Tal parece ser, al menos, el propósito de Hus-i serl. Pero, de hecho, nunca abandonaremos un mundo de esen-l
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cias constituidas. La ambigüedad de los análisis constitutivos del
■ ■ i iiiiiii nueva y más precisa de una «t ele olo gía », dará un sentid o
«mund o de la vida» 8, de la lóg ica9, del sujeto trascend ental1011-q uo oscilan una vez más entre las ideas apriori de una totalidad infini ta, ideas que no derivan de ninguna génesis y posibilitan el devenir
■' .......nal único fundamento de toda eid éti ca- a la géne sis pasi-
trascendental, y una génesis simplemente «mundana»- logran cu apariencia mantener la génesis trascendental (siempre opuesta a lu génesis mundana) en estructuras eidéticas a priori y universalen, Estas, a pesar de una pretensión a la originariedad, son ya siempre constituidas y post-genéticas. La génesis del sentido siempre vie ne a priori convertida en un sentido de la génesis que supone toda
u| concepto de intencionalidad; tenían que extenderse más
h
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inscribía al ego en la historia. La teleología intencional, de xe loma concie ncia en una filosofía de la historia, debía fun-
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im.
i.m.
mI ii
• i lui
comodidad. Resistiendo a toda reducción, a pesar de las tentativii» de H usserl 11, la síntes is pasiva es capaba en su creatividad misma
.....nuil', de las que se percibía, en última instancia, que no eran ............tules sino producidas por una finalidad histórica.
ni largo, en nuestra regresión h acia una sín tesis originaria,
■ pi ni una nueva decepción . La teleol ogía también aparece, ii iiuiIi s i s históric o-inte ncion al13, como unidad de sentido ya niiiiilii Ilado que el sentido de la génesis preced e a la géne sis '■ lui ii se engendra por sí y para sí, la filosofía de la historia se
6. Los cursos de Husserl que tratan esta ampliación de la reducción datan de Im años 1920-1925. R. Boehm, según sus propias indicaciones, está preparando actuilb mente la edición . 8. Cf. Experienci a y juicio (1919-1939). 9. Cf. Fórmale und tran szendental e Logik (1929) . 10. Cartesianische Meditadonen (1929) * ríodo y que citaremos con más precisión cuando sea necesario.
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l ti Mili la forma de esta idea, en el sentido kantiano, la que salva a la ii ilniílii ile mi empirismo o de un existencialismo (en el sentido amplio de ■' "il I ii Ins Investigaciones ló gicas (t. I) era la idea del devenir infinito de la ii la /i/riM I, la idea de una totali dad infinita de las experien cias temporales ; " ni hi r juicio, la idea de un mundo como base infinita de las experiencias • o mus cuán difícil resulta dar un estatuto fenomen ológico a estas ideas i llim uiii, preceden a y engloban toda experiencia y toda génesis. ' l "I ii filosofía en la crisis de la humanidad europea», 1935 [versión cast. • I' wili'i, ii la filosofía en la crisis de la humanidad europea», en invitación a •i,diluía, l’aidós, Barcelona 1990, 75-128] La crisi s... (1936); El origen de la geo metría niiiiii'iiiNiis inéditos de los que citaremos algunos más adelante.
Introducción
Introducción
confunde con una historia de la filosofía. Todo lo que, en la histo ria real, no participa en la unidad constituida de la teleología se va privado de sentido absoluto y no supone sino una gén esis «munda na». El momen to originario de la génesis que con stituye el sentido deberá ser, a la vez, anterior al sentido para que la constitución sea efectiva y posterior al sentido para que este nos sea dado en una evidencia a priori u originaria. Tal complicación solo podía ser tematizada si se partía de una
presentaban entonces como superficiales y dados a una
"I i "ingenua» o natural, pues tomaban por originarias ciertas
.......
una filosofía de la historia. El tema de la génesis pasiva suscitaba, en efecto, una gran in
lodos los estadios anteriores de la fenom enología . Estos
m-
5V
ni nuble la base de una eternidad posible o actual en la que él . | .i m11, lu o podría participar. Descub riend o la s íntesi s a priori del . .1.1 i icmpo como fundamento de toda génesi s y de toda signi-
.luí
.. nm. Ilusscrl no abrió la reducción trascendental y no reajustó luí lu para salvar así el rigor y la pureza del «idealismo feno-
......
: imloi'ieo». En esta medida, su filosofía apela a una superación i solo una prolongación o, inversamente, una explicitación
..........
•luni que será toda una conver sión.
síntesis originaria y dialéctica del ser y del tiempo. La fenomeno logía del tiempo había puesto de manifiesto el carácter dialéctico de la temporalidad constituyente y de la temporalidad constituida. Pero, en la medida en que esta fenomenología era eidética y con-l servaba la tesis ontológica y la posibilidad de una síntesis origi nariamente intemporal o eterna, su movimiento se agotaba en una¡ reducción fenomenológica indefinida; esta, a pesar de la intención de Husserl, seguirá siendo una reducción y una disimulación de la génesis efectiva. Al no haber explicitado su propia ambigüedad,) la fenomenología husserliana se reducirá a no ser más que un mo*l mentó de la dialéctica entre la fenomenología y la ontología. Solo la temporalidad originaria podía fundamentar la síntesis a priori de la existencia y de la esencia. Aun habiendo remitido constante-i mente a una temporalidad más profunda que era justame nte la de lu existencia humana confundiéndose dialécticamente con su esencia y resistiendo a toda reducción, Husserl acaba -obedeciendo así a un racionalismo y a un idealismo fundamentales- reduciendo lu temporalidad a una estructura eidética y a constituida p or una originariedad intemporal. Describiendo así ora la sintesis, ora el a priorl\ de la génesis, Husserl se negaba a reconocer que todo punto de par tida de la filosofía y del sentido es una síntesis a priori cuya eviden cia absoluta remite a un indefinido irreductible, lo cual es negarse a instaurar el nacimiento de la filosofía en una existencia cuya finitud se aparece a sí misma. A pesar de la inmensa revolución filosófica que emprendió, Husserl sigue prisionero de la gran tradición clási ca: esa tradición que reduce la finitud humana a un accidente de la historia, a una «esen cia del homb re»14, que comp rende la tempo-i
i .i un •.nido intemporal, a una existencia que, por alguna parte, no se confunde i..: ule mu ella. En este sentido, la esencia e s un accidente. Para que la esencia i . il di Ihombre no sea un accidente, esta tiene que confundirse con la existencia ...i II. ne que confundirse absolutamente c on la ex istencia humana porque no • ipil nunca y de ninguna manera; tiene que confundirse también sintética y . míe con ella porque la existencia humana, de igual manera que no está I 11Ir iupo (que no debe pensarse aquí en un sentido empírico), tampoco está en ••ip.i puesto que se aparece como temporal. .........
14. Paradójicamente, aquí resulta ser lo mismo: la esencia es aquí la estructur* universal de la naturaleza humana. En cuanto tal, aparece a una mirada que la com-
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confunde con una historia de la filosofía. Todo lo que, en la histo ria real, no participa en la unidad constituida de la teleología se va privado de sentido absoluto y no supone sino una gén esis «munda na». El momen to originario de la génesis que con stituye el sentido deberá ser, a la vez, anterior al sentido para que la constitución sea efectiva y posterior al sentido para que este nos sea dado en una evidencia a priori u originaria. Tal complicación solo podía ser tematizada si se partía de una
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ni nuble la base de una eternidad posible o actual en la que él . | .i m11, lu o podría participar. Descub riend o la s íntesi s a priori del . .1.1 i icmpo como fundamento de toda génesi s y de toda signi-
.luí
.. nm. Ilusscrl no abrió la reducción trascendental y no reajustó luí lu para salvar así el rigor y la pureza del «idealismo feno-
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: imloi'ieo». En esta medida, su filosofía apela a una superación i solo una prolongación o, inversamente, una explicitación
..........
•luni que será toda una conver sión.
síntesis originaria y dialéctica del ser y del tiempo. La fenomeno logía del tiempo había puesto de manifiesto el carácter dialéctico de la temporalidad constituyente y de la temporalidad constituida. Pero, en la medida en que esta fenomenología era eidética y con-l servaba la tesis ontológica y la posibilidad de una síntesis origi nariamente intemporal o eterna, su movimiento se agotaba en una¡ reducción fenomenológica indefinida; esta, a pesar de la intención de Husserl, seguirá siendo una reducción y una disimulación de la génesis efectiva. Al no haber explicitado su propia ambigüedad,) la fenomenología husserliana se reducirá a no ser más que un mo*l mentó de la dialéctica entre la fenomenología y la ontología. Solo la temporalidad originaria podía fundamentar la síntesis a priori de la existencia y de la esencia. Aun habiendo remitido constante-i mente a una temporalidad más profunda que era justame nte la de lu existencia humana confundiéndose dialécticamente con su esencia y resistiendo a toda reducción, Husserl acaba -obedeciendo así a un racionalismo y a un idealismo fundamentales- reduciendo lu temporalidad a una estructura eidética y a constituida p or una originariedad intemporal. Describiendo así ora la sintesis, ora el a priorl\ de la génesis, Husserl se negaba a reconocer que todo punto de par tida de la filosofía y del sentido es una síntesis a priori cuya eviden cia absoluta remite a un indefinido irreductible, lo cual es negarse a instaurar el nacimiento de la filosofía en una existencia cuya finitud se aparece a sí misma. A pesar de la inmensa revolución filosófica que emprendió, Husserl sigue prisionero de la gran tradición clási ca: esa tradición que reduce la finitud humana a un accidente de la historia, a una «esen cia del homb re»14, que comp rende la tempo-i
i .i un •.nido intemporal, a una existencia que, por alguna parte, no se confunde i..: ule mu ella. En este sentido, la esencia e s un accidente. Para que la esencia i . il di Ihombre no sea un accidente, esta tiene que confundirse con la existencia ...i II. ne que confundirse absolutamente c on la ex istencia humana porque no • ipil nunca y de ninguna manera; tiene que confundirse también sintética y . míe con ella porque la existencia humana, de igual manera que no está I 11Ir iupo (que no debe pensarse aquí en un sentido empírico), tampoco está en ••ip.i puesto que se aparece como temporal. .........
14. Paradójicamente, aquí resulta ser lo mismo: la esencia es aquí la estructur* universal de la naturaleza humana. En cuanto tal, aparece a una mirada que la com-
Pr i m e r a
parte
LOS DILEMAS I)E LA GÉNESIS PSICOLÓGICA: IVSICOLOGISMO Y LOGICISMO U
Pr i m e r a
parte
LOS DILEMAS I)E LA GÉNESIS PSICOLÓGICA: IVSICOLOGISMO Y LOGICISMO U
1
EL PLANTEAM IENTO DEL PROBLEMA
i
ni mió llusserl llegó a la filoso fía1, las mentes pensantes
i
li ni,una ya estaban enfrentán dose en torno al problem a de
i■
tu
ni y
¿Deben las relaciones entre la lógica y la psicología
, i mi, ii nc cu términos de génesis? ¿Puede derivarse la lógica de |i ai ogéiiesis? ¿Es esta el fund amento último de todo valor
mu
i ,,i. n ’ Estas preguntas venían motivadas por los incontestables ii ios (le las ciencias naturales y humanas, y en particular , . , I advenimiento de una psico logía científica cuyo horizonte i
m ii
por entonces infinito. ¿Podrá la positividad de la ciencia
i .ilógica acabar finalmen te con los problema s teóricos del co límenlo? I
laen conocida la respuesta psicologista: el conocimiento de luyes» del devenir psi coló gico nos sirve de fundamento lógico
........
i.
,1. i. niia del c ono cim ien to. J. S. Mili e n Gran Bretaña, Wundt, u ,u l y I .ipps en Alem ania so n lo s representantes más avanzados i , nc p'.icologismo. Según estos, de igual manera que la lógica es «ai tollo o una prolongaci ón, una traducción o una explicíta-
..... .
1.. 11de procesos psico lógi cos, así también la explicación psicogeii. ,i de la lógica será una reducción de esta a los procedimientos i l,i Niil)|elividad natural que la produce. I
I debate entre psicologistas y antipsicologistas gira en tomo
, i. mus kantianos. El psicologismo se acompaña entonces de una 1.. ni. icacción contra Kant. Stum pf le reprocha a Kant el hecho I
.tire el estado de la filosof ía en Alemania cuando Husserl abandona su activi-
i „l |.m,míenle matemática y emprende sus investigaciones de psicología y de lógica, i I Iiiibcr, The Foundations ofPhenomenolog y, Harvard 1943, cap. 1.
1
EL PLANTEAM IENTO DEL PROBLEMA
i
ni mió llusserl llegó a la filoso fía1, las mentes pensantes
i
li ni,una ya estaban enfrentán dose en torno al problem a de
i■
tu
ni y
¿Deben las relaciones entre la lógica y la psicología
, i mi, ii nc cu términos de génesis? ¿Puede derivarse la lógica de |i ai ogéiiesis? ¿Es esta el fund amento último de todo valor
mu
i ,,i. n ’ Estas preguntas venían motivadas por los incontestables ii ios (le las ciencias naturales y humanas, y en particular , . , I advenimiento de una psico logía científica cuyo horizonte i
por entonces infinito. ¿Podrá la positividad de la ciencia
m ii
i .ilógica acabar finalmen te con los problema s teóricos del co límenlo? I
laen conocida la respuesta psicologista: el conocimiento de luyes» del devenir psi coló gico nos sirve de fundamento lógico
........
i.
,1. i. niia del c ono cim ien to. J. S. Mili e n Gran Bretaña, Wundt, u ,u l y I .ipps en Alem ania so n lo s representantes más avanzados i , nc p'.icologismo. Según estos, de igual manera que la lógica es «ai tollo o una prolongaci ón, una traducción o una explicíta-
..... .
1.. 11de procesos psico lógi cos, así también la explicación psicogeii. ,i de la lógica será una reducción de esta a los procedimientos i l,i Niil)|elividad natural que la produce. I
I debate entre psicologistas y antipsicologistas gira en tomo
, i. mus kantianos. El psicologismo se acompaña entonces de una 1.. ni. icacción contra Kant. Stum pf le reprocha a Kant el hecho
.tire el estado de la filosof ía en Alemania cuando Husserl abandona su activi-
I
i „l |.m,míenle matemática y emprende sus investigaciones de psicología y de lógica, i I Iiiibcr, The Foundations ofPhenomenolog y, Harvard 1943, cap. 1.
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El planteamien to del problem a
Los dilemas de la gé nesis psicoló gica
de haber separado su teoría del conocimiento de la psicología2. I,tt teoría del conocimiento define las condiciones de posibilidad teó ricas de conocimientos universales. Pero la condición de posibili dad efectiva de estos conocim ientos, su realización por parte de un sujeto histórico real, ¿no es el objeto propiamente de una psicología? ¿Acaso toda teoría crítica del conocimiento no parte impll-l citamente de esa psicología? A partir de esta objeción, se plantea precisamente la que Husserl dirigirá a Kant constantemente: si lo trascendental no se confunde originariamente con su contenido empírico, si no se presenta como paralelo a la experiencia misma, ese trascendental se vuelve entonces, tematizado al margen de la experiencia, lóg ico y formal; de m odo que ya n o resulta ser fuento constituyente, sino el producto constituido de la experiencia. So vuelve psicológico y «mundano». Volver a ese sujeto trascenden tal como a una originariedad absoluta es, precisamente, lo propio del psicologismo. Esta oposición a Kant nos ofrece la clave del supuesto psicologismo puro por el que Husserl habría iniciado su itinerario filosófico. Husserl empieza con un rechazo radical del formalismo trascendental de Kant. Y mantendrá siempre esto mismo rechazo. De tal manera que mostrará a menudo cómo un empirismo psicolo gista puro, como el de Hume, por ejemplo, está más cerca de una auténtica filosofía trascendental que el llamado' trascendentalismo de Kant3. Por tanto, cuando Husserl abandono definitivamente el psicologismo de su época, no será para aliarsoj con la tesis opuesta, sino para superar una alternativa a la que por entonces nadie escapaba. De esta forma, Natorp, oponiéndose al psicologismo de Lipps, deberá adoptar un poco a disgusto una posición kantiana. Lippü veía en el psicologismo el fundamento de la filosofía4. Se propo2. Stumpf, Psyc hologi e und E rkenntni sstheorie , Trcves 1891. Nos limitarento^ a citar en este capítulo solo los autores que Husserl conocía. De número bastante re ducido, el acceso que hemos podido tener a la biblioteca de Husserl nos ha permitido establecer con certeza la lista de esos autores. 3. Cf., por ejemplo, «La crisis de las ciencias europeas y la fenome nología tras cendental», versión fr. de R. Gerrer en Les études philoso phique s , 1949, op. cil,, 288-291, así como también numerosos manuscritos del último período (grupo M), Respecto a una confrontación entre Husserl y Hume (uno de los pocos filósofos cla sicos que Husserl conocía bien), cf. G. Berger, «Husserl y Hume», en Revue interna tionale d e Ph ilosophie , n.° 2 (Bruselas, enero 1939) 340-353. 4. Lipps Thdz., Grundtatsache des Seelenlebens, Bonn 1883.
hi
ñü
p o r ejemplo, poner de manifiesto la génesis psicológica del
i'iiin ipio de contradicción y de los procedimientos conceptuales 1.1 i nitoeimiento en general. Pretendía encontrar en ese estudio I Miipeu y el garante, el motor y la validez d e todo con ocimi ento i.....lile. 1.a constitución genética de las leyes fundamentales del . >ih n imiento a partir de los hechos primitivos de la vida psicológ ii i ron fundía con su valida ción episte moló gica. Natorp conced e
, l ipps que los hecho s psíqu icos tienen su imp ortancia en las leyes 1.11 ouocimiento y que esos hechos, en cuanto tales, dependen de Hii'i i icncia psicol ógica . Resu lta demasia do evide nte qu e, en cierto Miiiln, lodo con ocim ient o es una operación p síquic a que se efec t.H lm|o la forma de conceptos y de teorías que se dan en una coni. ni m psicológica. Los con ceptos y las verdades geométricas son, a i n i lo sentido, he chos p siqu icos. Pero nad ie osará hacer leyes r i.| iik ;is de los a xiomas de la geometría euclidiana. La validez de ih inostración» de tales axiomas prescind e de una compren sión i, i ilógica. No necesitan ser efectuados por un procedimiento real
II
.1 i spii ilu para acceder a su valor objetivo5. La discontinuidad lógica o conocimiento objetivo y psicología es, por tanto,
1
..
' ni mi. Si son psicoge néticos, los fundamentos de la objetividad , ib 11 iimban. Natorp separa la conciencia lógica de la conciencia p ,n nlogica.
La primera es independ iente de todo devenir empírico, i .< ipü al tiempo real. Es la única cond ición para que los principios 1.11 uuocimiento sean universales y autónomos en sus fundamenih
Asi, la «psicología del conocimiento» y la «crítica» se impliiii y
condicionan en cierta medida. Pero las leyes normativas del
niim imicnto son apriori y no remiten más que a ellas mismas. 1liia de dos, dice también Natorp6: o bien n o hay lógica, o bien la debe estar construida completamente sobre su propio terreno, ni lomar sus fundamentos de otra ciencia. Hacer de la lógica una i Aquí podría introducirse la diferencia apuntada más tarde por Husserl entre un i, m ía «mundana» y concie ncia trascendental. La objetivida d de las signifi cai>.1111,geom étricas está fundada en el hecho de que conserva todo su valor al margen i inilii i oi relación «real» con una conciencia. N o obstante, s olo tiene sentido para . i i umiencia: la conciencia trascendental, que no tiene otro contenido «real» sino 1 1 . iiiirlem ia «mundana». ii Sobre lodas estas tesis antips icologis tas defendidas por Natorp, cf. P. Natorp, und Qualitat in Begriff, Urteil und gegenstan dlicher Erkenntnis», en Phi•plilwhe Monatshefte, vol. XXVII, Berlín (1891), p. 1-32 /129-160 y Einleitung , ,lt< Pwrl tologi e nach kritisch er Method e (1888), et passim. ......
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El planteamien to del problem a
Los dilemas de la gé nesis psicoló gica
de haber separado su teoría del conocimiento de la psicología2. I,tt teoría del conocimiento define las condiciones de posibilidad teó ricas de conocimientos universales. Pero la condición de posibili dad efectiva de estos conocim ientos, su realización por parte de un sujeto histórico real, ¿no es el objeto propiamente de una psicolo-
hi
citamente de esa psicología? A partir de esta objeción, se plantea trascendental no se confunde originariamente con su contenido empírico, si no se presenta como paralelo a la experiencia misma, ese trascendental se vuelve entonces, tematizado al margen de la experiencia, lóg ico y formal; de m odo que ya n o resulta ser fuento constituyente, sino el producto constituido de la experiencia. So vuelve psicológico y «mundano». Volver a ese sujeto trascenden tal como a una originariedad absoluta es, precisamente, lo propio del psicologismo. Esta oposición a Kant nos ofrece la clave del supuesto psicologismo puro por el que Husserl habría iniciado su itinerario filosófico. Husserl empieza con un rechazo radical
1.1 i nitoeimiento en general. Pretendía encontrar en ese estudio I Miipeu y el garante, el motor y la validez d e todo con ocimi ento i.....lile. 1.a constitución genética de las leyes fundamentales del . >ih n imiento a partir de los hechos primitivos de la vida psicológ ii i ron fundía con su valida ción episte moló gica. Natorp conced e
, l ipps que los hecho s psíqu icos tienen su imp ortancia en las leyes 1.11 ouocimiento y que esos hechos, en cuanto tales, dependen de Hii'i i icncia psicol ógica . Resu lta demasia do evide nte qu e, en cierto Miiiln, lodo con ocim ient o es una operación p síquic a que se efec t.H lm|o la forma de conceptos y de teorías que se dan en una coni. ni m psicológica. Los con ceptos y las verdades geométricas son, a i n i lo sentido, he chos p siqu icos. Pero nad ie osará hacer leyes r i.| iik ;is de los a xiomas de la geometría euclidiana. La validez de
.1 i spii ilu para acceder a su valor objetivo5. La discontinuidad lógica o conocimiento objetivo y psicología es, por tanto,
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del formalismo trascendental de Kant. Y mantendrá siempre esto
más cerca de una auténtica filosofía trascendental que el llamado' trascendentalismo de Kant3. Por tanto, cuando Husserl abandono definitivamente el psicologismo de su época, no será para aliarsoj con la tesis opuesta, sino para superar una alternativa a la que por
' ni mi. Si son psicoge néticos, los fundamentos de la objetividad p ,n nlogica.
La primera es independ iente de todo devenir empírico, i .< ipü al tiempo real. Es la única cond ición para que los principios 1.11 uuocimiento sean universales y autónomos en sus fundamenih
1liia de dos, dice también Natorp6: o bien n o hay lógica, o bien la debe estar construida completamente sobre su propio terreno,
veía en el psicologismo el fundamento de la filosofía4. Se propo-
ni lomar sus fundamentos de otra ciencia. Hacer de la lógica una i Aquí podría introducirse la diferencia apuntada más tarde por Husserl entre un i, m ía «mundana» y concie ncia trascendental. La objetivida d de las signifi cai>.1111,geom étricas está fundada en el hecho de que conserva todo su valor al margen i inilii i oi relación «real» con una conciencia. N o obstante, s olo tiene sentido para . i i umiencia: la conciencia trascendental, que no tiene otro contenido «real» sino 1 1 . iiiirlem ia «mundana». ii Sobre lodas estas tesis antips icologis tas defendidas por Natorp, cf. P. Natorp, und Qualitat in Begriff, Urteil und gegenstan dlicher Erkenntnis», en Phi•plilwhe Monatshefte, vol. XXVII, Berlín (1891), p. 1-32 /129-160 y Einleitung , ,lt< Pwrl tologi e nach kritisch er Method e (1888), et passim. ......
El planteamiento del problema
Los dilemas d e la génesis psicoló gica
7. Expresión de Lipps. S. Husserl tomó mucho prestado de Natorp, aunque se opusiera a él. Así, por ejemplo, la idea de círculo vicioso por el cual la psicología pierde el valor objetivo desde el momento en que quiere fundamentar la lógica. En las Inves tigacio nes ló gic as, Husserl hará un gran uso de este argumento y lo dirigirá tanto contra el psi cologismo como contra el empirismo y el escepticismo. Lo volverá a utilizar contra Hume en la Crisis de las ciencias europeas. 9. El respeto de la «signific ación» de la lógica tiene ciertas implic aciones fenomenológicas. La manera en que una ley lógica se presenta a la conciencia, el modo original según el cual es conocida o vivida, en su universalidad, en su intemporalidad (o, más bien, como lo dirá más tarde Husserl, su omnitemporalidad o su supratemporalidad), su autonomía en relación con una conciencia real, tal son los puntos desde los que debe partirse absolutamente y que nunca tendremos derecho a transformar o a «olvidar». 10. Cf. Natorp, «Über objektive und subjektive Bcgründung der Erkenntnis», en Philos ophisc he Mo natshef te (vol. XXIII), Berlín (1887), p. 257-286.
condicionan en cierta medida. Pero las leyes normativas del
niim imicnto son apriori y no remiten más que a ellas mismas.
De esta forma, Natorp, oponiéndose al psicologismo de Lipps,
«rama de la psicolog ía»7 es reducirla a no ser más que una aplica ción de la psic ologí a. Se altera así no solo la «sign ifica ción »89de lit lógica que «se da» como autónoma y como condición de posibili dad de toda ciencia, sino también y por ello m ismo la significación de las cie ncia s objetivas en general y de la psic olog ía en particular1', La verdad objetiva del conocimiento no puede depender de una experiencia puramente subjetiva. La ló gica no nace en la subjetivi dad empírica. La conquista de la objetividad científica supone una «victoria» ( Überwindung) 10sobre la subjetividad. > Anunciad os aquí, encontramos numerosos tem as que deberían ; ser importante s para Husserl: la idea de un fun damento a bsoluto ¡I de la lógica y de la filosofía que escapa así a toda génesis histórica, I la distinción entre una conciencia psicológica y una conciencia ló- , gica (que supone ella mism a una conciencia trascendental) estarán en el centro del pensamiento husserliano. No obstante, ya presen timos la diferencia esencial y comprendemos por qué los primeros 1 escritos de Husserl, contemporáneos de las tomas de posición de Natorp, conservarán una orientación psicologista. En efecto, Natorp era firmemente formalista en la teoría del conocimiento que oponía al psicologismo. Cuando oponía la idea de una «validez objetiva» de la lógica a la explicació n subjetivista por medio de la génesis, pretendía poner de manifiesto una independencia y una autonomía, una disociación. Pero faltaba el vínculo concreto, la continuidad de un paso entre la objetividad de las significaciones lógicas y un sujeto. En efecto, si la subjetividad psicológica no
Asi, la «psicología del conocimiento» y la «crítica» se impliiii y
deberá adoptar un poco a disgusto una posición kantiana. Lippü
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..
, ib 11 iimban. Natorp separa la conciencia lógica de la conciencia
entonces nadie escapaba.
2. Stumpf, Psyc hologi e und E rkenntni sstheorie , Trcves 1891. Nos limitarento^ a citar en este capítulo solo los autores que Husserl conocía. De número bastante re ducido, el acceso que hemos podido tener a la biblioteca de Husserl nos ha permitido establecer con certeza la lista de esos autores. 3. Cf., por ejemplo, «La crisis de las ciencias europeas y la fenome nología tras cendental», versión fr. de R. Gerrer en Les études philoso phique s , 1949, op. cil,, 288-291, así como también numerosos manuscritos del último período (grupo M), Respecto a una confrontación entre Husserl y Hume (uno de los pocos filósofos cla sicos que Husserl conocía bien), cf. G. Berger, «Husserl y Hume», en Revue interna tionale d e Ph ilosophie , n.° 2 (Bruselas, enero 1939) 340-353. 4. Lipps Thdz., Grundtatsache des Seelenlebens, Bonn 1883.
ih inostración» de tales axiomas prescind e de una compren sión i, i ilógica. No necesitan ser efectuados por un procedimiento real
II
mismo rechazo. De tal manera que mostrará a menudo cómo un empirismo psicolo gista puro, como el de Hume, por ejemplo, está
p o r ejemplo, poner de manifiesto la génesis psicológica del
i'iiin ipio de contradicción y de los procedimientos conceptuales
gía? ¿Acaso toda teoría crítica del conocimiento no parte impll-l precisamente la que Husserl dirigirá a Kant constantemente: si lo
ñü
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i■nliu pnuhicir por sí misma las leyes objetivas, uno se pregunta Mi.un rs cómo pueden esas leyes puramente autónomas y «en sí» i o lugar a operaciones y ser conocidas como tales por el sujeto. • iiuip no decía nada respecto al origen constituyente de la objen i
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El planteamiento del problema
Los dilemas d e la génesis psicoló gica
«rama de la psicolog ía»7 es reducirla a no ser más que una aplica ción de la psic ologí a. Se altera así no solo la «sign ifica ción »89de lit lógica que «se da» como autónoma y como condición de posibili dad de toda ciencia, sino también y por ello m ismo la significación de las cie ncia s objetivas en general y de la psic olog ía en particular1', La verdad objetiva del conocimiento no puede depender de una experiencia puramente subjetiva. La ló gica no nace en la subjetivi dad empírica. La conquista de la objetividad científica supone una «victoria» ( Überwindung) 10sobre la subjetividad. > Anunciad os aquí, encontramos numerosos tem as que deberían ; ser importante s para Husserl: la idea de un fun damento a bsoluto ¡I de la lógica y de la filosofía que escapa así a toda génesis histórica, I la distinción entre una conciencia psicológica y una conciencia ló- , gica (que supone ella mism a una conciencia trascendental) estarán en el centro del pensamiento husserliano. No obstante, ya presen timos la diferencia esencial y comprendemos por qué los primeros 1 escritos de Husserl, contemporáneos de las tomas de posición de Natorp, conservarán una orientación psicologista. En efecto, Natorp era firmemente formalista en la teoría del conocimiento que oponía al psicologismo. Cuando oponía la idea de una «validez objetiva» de la lógica a la explicació n subjetivista por medio de la génesis, pretendía poner de manifiesto una independencia y una autonomía, una disociación. Pero faltaba el vínculo concreto, la continuidad de un paso entre la objetividad de las significaciones lógicas y un sujeto. En efecto, si la subjetividad psicológica no 7. Expresión de Lipps. S. Husserl tomó mucho prestado de Natorp, aunque se opusiera a él. Así, por ejemplo, la idea de círculo vicioso por el cual la psicología pierde el valor objetivo desde el momento en que quiere fundamentar la lógica. En las Inves tigacio nes ló gic as, Husserl hará un gran uso de este argumento y lo dirigirá tanto contra el psi cologismo como contra el empirismo y el escepticismo. Lo volverá a utilizar contra Hume en la Crisis de las ciencias europeas. 9. El respeto de la «signific ación» de la lógica tiene ciertas implic aciones fenomenológicas. La manera en que una ley lógica se presenta a la conciencia, el modo original según el cual es conocida o vivida, en su universalidad, en su intemporalidad (o, más bien, como lo dirá más tarde Husserl, su omnitemporalidad o su supratemporalidad), su autonomía en relación con una conciencia real, tal son los puntos desde los que debe partirse absolutamente y que nunca tendremos derecho a transformar o a «olvidar». 10. Cf. Natorp, «Über objektive und subjektive Bcgründung der Erkenntnis», en Philos ophisc he Mo natshef te (vol. XXIII), Berlín (1887), p. 257-286.
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i■nliu pnuhicir por sí misma las leyes objetivas, uno se pregunta Mi.un rs cómo pueden esas leyes puramente autónomas y «en sí» i o lugar a operaciones y ser conocidas como tales por el sujeto. • iiuip no decía nada respecto al origen constituyente de la objen i
Los dilemas de la génesis psic ológica
temporalidad ideal o formal, puramente inteligible o transparentó, mundo de las evidencias lógicas. Por tanto, el acto psicológico, en su aspecto constructivo, se limita a acompañar, de alguna mu»| ñera, a título d e instrumente técn ico o de m ediación empírica, o|', acto puramente lógico; su solidaridad sigue siendo accidental y' exterior. El sentido de su simu ltaneidad o de su coe xistencia, reco-|
67
El planteamiento d el problema
11
69
leyes de lodo pensamiento efectivo; diferencia real: la lógica
mu (■111111 solo en lo que puede constituir la verdad en el penaun nía y no en las leyes del movimiento psíquico en general. Iimi i
lncn, suponiendo una experiencia y un conocimiento de la
el i i l ili |inca en general, pudiendo instaurarse solamente después i la ('videncia de esta vida psíquica , la lógica deberá apoyarse
nocidas y subrayadas por Natorp, se nos escap a totalmente. Y non (
0 mili psicología. Es e l movim iento inverso al círculo vicio so. Es
vemo s obligad os así, com o en toda perspectiva idealista, a apoyar'
i iiiilnru cierto que la vida psíquica es, en Sigwart, una noción muy
la objetividad del conocimiento en condiciones formales de po-i
.■ nlii iii No sabe mos s i se trata de la vive ncia originaria y de la
sibilidad que escapan a la vivencia temporal y a toda génesis; el
uli tu la intuitiva o de los «hechos» constituidos. En este sentido,
problema radica entonces en fundar la encarnación y la aplicación de las leyes formales a priori en el tiempo efectivo de la subjeti
i míos más acá de toda psicología fe nomen ológica. N o obstante, i 1 niimiTii en que Sigwart describe la génesis del juicio se parece
vidad psicológica sin recurrir a una idealidad del tiempo que no haría sin o retrasar el pro blem a11.
n n> presentado en términos emp íricos - a ciertos análisis ulte-
Resulta significativo que Husserl, desde el principio, no haya
iniii . de Il usser l13. As í, por ejemp lo, el juic io nega tivo deriva de un inicio positivo siempre primitivo; se engendra a partir de las
seguido el logicismo de Natorp. El punto de partida de Husserl no podía ser formal o abstracto. En el psico logism o del joven Husserl debemos ver más que una aberración y comprenderlo en su conti nuidad con la filosofía de la gén esis q ue reaparecerá más tarde. La confianza que Husserl empieza acordando al punto de vista psicogenético viene acompañada de una ruptura explícita con el idea lismo formal. Y aunque retiró rápidamente su confianza en aquel, la ruptura con dicho idealismo formal era definitiva (al menos en intención). La vivencia originaria y concreta no se describirá toda vía como lo será al nivel de la reducción fenomenológica, pero ya viene reconocida como la fuente de la filosofía. Husserl está entonces más cerca de los lógicos psicologistas como Sigwart112que de los n eo-kantianos o de los platón icos como
u .utilmente -si se transcribe en términos trascendentales lo que
pi iinic ias c oncretas de l fracaso y la d ecep ción 14. No obstante, ■ I. Imillas en términ os de ps icol ogía subjetivis ta, estas exp eriencia s im daban cuenta de la negación lógica cu ya posibilidad debía pre. di i a los «hech os» constituidos de la experiencia. ¿Cómo puede lint se, conservando la originariedad de la vivencia, el empirismo |i .ti ulogista y captar la génesis de una lógica objetiva a partir de pencudas concretas? Por anticipación, Husserl ya se encuentra Mtnl con lodo e l problem a de la gén esis trascendental, en un moiin uto en que, como matemático preocupado por el sentido profuni|n de su actividad, se torna hacia la filosofía.
Planteado en términos kantianos, tal y como se planteaba por 1uloiices de manera general, el debate quedaba inmovilizad o ante 1 1 siguiente dilem a. O bien se recurre a un sujeto trascendental,
Natorp. Sigwart reconoce ciertas diferencias esenciales entre lógi
que emerge al margen de toda vivencia temporal y consiste en un
ca y psicología; diferencia de intención: la lógica se propone de
ii'.lcma de formas a priori. En tal caso, se rechaza toda hipótesis jumélica y s e c orre e l rie sgo de h acer d e un suje to for mal, prod ucto
finir las condiciones de todo pensamiento verdadero en general y
i .líihiIizado de una constitución genética, una pretendida fuente 11. Todo el propós ito de este trabajo consiste en mostrar cómo Husserl, invir tiendo desde el principio la doctrina kantiana de la idealidad del tiempo, se ve obliga do en definitiva, después de rodeos, precauciones y sutilidades sin fin, a reintroducir una idealidad del tiempo bajo la forma de una teleología. Partirá así de un tiempo constituido en su unidad, es decir, como veremos, de un tiempo «mundano». El mo tivo mismo de su filosofía quedará entonces rebatido. 12. Sigwart Chr., Logik, Tübingen 1873-1878.
i misliluyente. Se evita así un psicologismo de estilo clásico, pero I 1 lili Experienc ia y juic io y Lógic a for ma l y ló gica trascende ntal. W Volveremos a los textos análogos de Experi encia y jui cio (I, § 21), véase Iii / m lll parte, cap. I. Resultarían interesantes ciertas relaciones que pueden establci eme aquí con temas bergsonianos muy cercanos.
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Los dilemas de la génesis psic ológica
temporalidad ideal o formal, puramente inteligible o transparentó, mundo de las evidencias lógicas. Por tanto, el acto psicológico, en su aspecto constructivo, se limita a acompañar, de alguna mu»| ñera, a título d e instrumente técn ico o de m ediación empírica, o|', acto puramente lógico; su solidaridad sigue siendo accidental y' exterior. El sentido de su simu ltaneidad o de su coe xistencia, reco-|
El planteamiento d el problema
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leyes de lodo pensamiento efectivo; diferencia real: la lógica
mu (■111111 solo en lo que puede constituir la verdad en el penaun nía y no en las leyes del movimiento psíquico en general. Iimi i
lncn, suponiendo una experiencia y un conocimiento de la
el i i l ili |inca en general, pudiendo instaurarse solamente después i la ('videncia de esta vida psíquica , la lógica deberá apoyarse
nocidas y subrayadas por Natorp, se nos escap a totalmente. Y non (
0 mili psicología. Es e l movim iento inverso al círculo vicio so. Es
vemo s obligad os así, com o en toda perspectiva idealista, a apoyar'
i iiiilnru cierto que la vida psíquica es, en Sigwart, una noción muy
la objetividad del conocimiento en condiciones formales de po-i
.■ nlii iii No sabe mos s i se trata de la vive ncia originaria y de la
sibilidad que escapan a la vivencia temporal y a toda génesis; el
uli tu la intuitiva o de los «hechos» constituidos. En este sentido,
problema radica entonces en fundar la encarnación y la aplicación de las leyes formales a priori en el tiempo efectivo de la subjeti
i míos más acá de toda psicología fe nomen ológica. N o obstante, i 1 niimiTii en que Sigwart describe la génesis del juicio se parece
vidad psicológica sin recurrir a una idealidad del tiempo que no haría sin o retrasar el pro blem a11.
n n> presentado en términos emp íricos - a ciertos análisis ulte-
Resulta significativo que Husserl, desde el principio, no haya
iniii . de Il usser l13. As í, por ejemp lo, el juic io nega tivo deriva de un inicio positivo siempre primitivo; se engendra a partir de las
seguido el logicismo de Natorp. El punto de partida de Husserl no podía ser formal o abstracto. En el psico logism o del joven Husserl debemos ver más que una aberración y comprenderlo en su conti nuidad con la filosofía de la gén esis q ue reaparecerá más tarde. La confianza que Husserl empieza acordando al punto de vista psicogenético viene acompañada de una ruptura explícita con el idea lismo formal. Y aunque retiró rápidamente su confianza en aquel, la ruptura con dicho idealismo formal era definitiva (al menos en intención). La vivencia originaria y concreta no se describirá toda vía como lo será al nivel de la reducción fenomenológica, pero ya viene reconocida como la fuente de la filosofía. Husserl está entonces más cerca de los lógicos psicologistas como Sigwart112que de los n eo-kantianos o de los platón icos como
u .utilmente -si se transcribe en términos trascendentales lo que
pi iinic ias c oncretas de l fracaso y la d ecep ción 14. No obstante, ■ I. Imillas en términ os de ps icol ogía subjetivis ta, estas exp eriencia s im daban cuenta de la negación lógica cu ya posibilidad debía pre. di i a los «hech os» constituidos de la experiencia. ¿Cómo puede lint se, conservando la originariedad de la vivencia, el empirismo |i .ti ulogista y captar la génesis de una lógica objetiva a partir de pencudas concretas? Por anticipación, Husserl ya se encuentra Mtnl con lodo e l problem a de la gén esis trascendental, en un moiin uto en que, como matemático preocupado por el sentido profuni|n de su actividad, se torna hacia la filosofía.
Planteado en términos kantianos, tal y como se planteaba por 1uloiices de manera general, el debate quedaba inmovilizad o ante 1 1 siguiente dilem a. O bien se recurre a un sujeto trascendental,
Natorp. Sigwart reconoce ciertas diferencias esenciales entre lógi
que emerge al margen de toda vivencia temporal y consiste en un
ca y psicología; diferencia de intención: la lógica se propone de
ii'.lcma de formas a priori. En tal caso, se rechaza toda hipótesis jumélica y s e c orre e l rie sgo de h acer d e un suje to for mal, prod ucto
finir las condiciones de todo pensamiento verdadero en general y
i .líihiIizado de una constitución genética, una pretendida fuente 11. Todo el propós ito de este trabajo consiste en mostrar cómo Husserl, invir tiendo desde el principio la doctrina kantiana de la idealidad del tiempo, se ve obliga do en definitiva, después de rodeos, precauciones y sutilidades sin fin, a reintroducir una idealidad del tiempo bajo la forma de una teleología. Partirá así de un tiempo constituido en su unidad, es decir, como veremos, de un tiempo «mundano». El mo tivo mismo de su filosofía quedará entonces rebatido. 12. Sigwart Chr., Logik, Tübingen 1873-1878.
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i misliluyente. Se evita así un psicologismo de estilo clásico, pero I 1 lili Experienc ia y juic io y Lógic a for ma l y ló gica trascende ntal. W Volveremos a los textos análogos de Experi encia y jui cio (I, § 21), véase Iii / m lll parte, cap. I. Resultarían interesantes ciertas relaciones que pueden establci eme aquí con temas bergsonianos muy cercanos.
El planteamiento del problema
Los dilemas d e la génesis psicoló gica
arriesgándose a un psicologism o sutil del que Husserl acusará ni tarde a Kant15: todo sujeto trascendental que pretenda ser extrnl do, en cuanto tal, de la temporalidad de la vivencia, no es sino u sujeto «mundano» y «psicológico», una forma o un hecho cuy significación está de entrada constituida por un verdadero sujcl trascendental. O bien, segunda opción del dilema, se acepta dcll beradamente un empirismo psicologista, pero se impide entone fundamentarlo absolutamente. Esta vía queda prisionera de un r lativismo subjetivista sobre el que Husserl mostrará perfectamenlo, en las Inve stig aci ones lóg ica sl6, que es sinónimo de escepticisnv radical. La decisión se mueve entonces entre una vivencia empíri* ca de tipo kantiano que, en cuanto tal, no ofrece ninguna segurída de objetividad y un formalismo lógico que, cerrado a toda génesis, no solamente parece «inaplicable» o «inoperable», sino que cor también el riesgo de no ser m ás que el producto de una géne sis di* simula da y, como dirá más tarde Husserl, «o lvida da»17. Esta alternativa parece insuperable como tal. Si los fundamen*
71
ilnl.nl Irascendental. La temporalidad vivida efectivamente ■ ouMiluycnte, sino constituida por una idealidad trascenden-
......
a 1.1 iinn po que, en última instancia , es lo contrario del devenir , tu m n I'ii pocas palabras, las condi cion es trascendentales de la , o. i no son temporales, y no hay gén esis trascendental de la ob. o nl iil Al nivel en que el psicol ogis mo se opone al kantismo, po• Incir que, para el primero, hay una génesis sin objetividad n 1 1segundo, una objetividad sin génesis. El tiempo y la verdad • luyen a priori. Psicologismo y kantismo se identifican, no ........
i i mi e, en cuanto que ni uno ni otro parten explícitam ente de una i ■ i» in originaria: ambo s recurren a una definición m ediata de la i" i ii neia y del mundo cons tituida en esta. Lo que les falta al uno il niiii es el tema de la conciencia intencional. I n oléelo, hasta ahora la experiencia resultaba ser una cons• mu, (auto se si hacía a partir de un «Yo» trascendental y de ...
a. pollas formales como a partir de actos exclusivamente psiliipu os. Cuando la génesis aparecía, se trataba de asociación o
ración, entre el momento constituyente y el momento constituido,
i i Ih anciún. Los problemas de o rigen eran, por consigu iente , insoiiibli n I a elucidación de una conciencia originariamente intencio" ii di fila entonces permitir una superació n radical del debate. U na in inicia originariamente objetiva, cuyo movimiento originario
o entre el a priori y el a pos ter ior i. De hecho, tan solo se tratarán1 objetos ya constituidos, los unos como «hechos de conciencia», |
r mulé acceder a lo que no es ella, debía resolver todas las difinlbiiles de la géne sis o, al menos, modificar considerablemente el
los otros como formas lógicas. Hacer del uno o del otro instan-, cias originarias es la esencia misma del psicologismo tal y como Husserl acabará definiéndolo. En ambos casos, queriendo deducir i
i i» i lo del pr oblema. \l io ia bien , en el mom ent o en que Huss erl ac og e la ide a de I I inleneionalidad, bajo la influencia de Brentano, resulta que si-
tos de la objetividad no aparecen al nivel de una evidencia vivida, concreta y temporal, hay que construirlos, inducirlos, deducirlos o derivarlos. Ya no podrá distinguirse, en los productos de tal ope-l
la posibilidad de la objetividad, esta viene supuesta o anticipada. I
nii iinulo tributario de las concepcion es clásicas. La intenciona-
Se rechaza en cualquier caso la originariedad de la vivencia com o | fuente de toda objetividad. La vivencia e s empírica, construida por i
lid ni definida por Brentano es, además, muy diferente de la ini ni tonalidad trascendental conv ocada más tarde por Husserl. En Un ulano, todavía se trata de una «característica» psicológica de
un «yo» trascendental según las categorías formales. No es, por lo tanto, originaria. De igual manera, el Yo trascendental originario no es vivido. La génesis efectiva está separada entonces de toda
I II oneiencia. Esta no es, pues, originariamente intencional. Y no i iei lamente un «atributo» del pensamiento lo que puede darle
15. Cf. La C ris is. .., 293-298 y diver sos manuscritos del grupo M. 16. Cap. 7, § 32-3 9.
uiuiedialamcnte las claves de la objetividad. Por tanto, el desvelamii uto radical de la intencionalidad será muy lento. Mientras se n iic de una estructura «intencional» de la conciencia, el problema d. la gén esis seguirá planteado en términos constructiv istas. La
17. Un olvido que no debe confundirse con la deficien cia psicoló gica de la me moria (aunque en última instancia, como veremos más adelante, resulte muy difícil distinguir fundamentalmente los dos olvidos).
iiipiión de Ilusserl consistirá en explicitar progresivamente el tema di la inleneionalid ad y, en esta expl¡cita ción, definir una nueva
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El planteamiento del problema
Los dilemas d e la génesis psicoló gica
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ilnl.nl Irascendental. La temporalidad vivida efectivamente ■ ouMiluycnte, sino constituida por una idealidad trascenden-
arriesgándose a un psicologism o sutil del que Husserl acusará ni
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tarde a Kant15: todo sujeto trascendental que pretenda ser extrnl do, en cuanto tal, de la temporalidad de la vivencia, no es sino u sujeto «mundano» y «psicológico», una forma o un hecho cuy
a 1.1 iinn po que, en última instancia , es lo contrario del devenir , tu m n I'ii pocas palabras, las condi cion es trascendentales de la
significación está de entrada constituida por un verdadero sujcl
, o. i no son temporales, y no hay gén esis trascendental de la ob. o nl iil Al nivel en que el psicol ogis mo se opone al kantismo, po• Incir que, para el primero, hay una génesis sin objetividad n 1 1segundo, una objetividad sin génesis. El tiempo y la verdad • luyen a priori. Psicologismo y kantismo se identifican, no i i mi e, en cuanto que ni uno ni otro parten explícitam ente de una
trascendental. O bien, segunda opción del dilema, se acepta dcll beradamente un empirismo psicologista, pero se impide entone fundamentarlo absolutamente. Esta vía queda prisionera de un r
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lativismo subjetivista sobre el que Husserl mostrará perfectamenlo, en las Inve stig aci ones lóg ica sl6, que es sinónimo de escepticisnv radical. La decisión se mueve entonces entre una vivencia empíri*
i ■ i» in originaria: ambo s recurren a una definición m ediata de la i" i ii neia y del mundo cons tituida en esta. Lo que les falta al uno
ca de tipo kantiano que, en cuanto tal, no ofrece ninguna segurída
il niiii es el tema de la conciencia intencional. I n oléelo, hasta ahora la experiencia resultaba ser una cons• mu, (auto se si hacía a partir de un «Yo» trascendental y de
de objetividad y un formalismo lógico que, cerrado a toda génesis, no solamente parece «inaplicable» o «inoperable», sino que cor también el riesgo de no ser m ás que el producto de una géne sis di* simula da y, como dirá más tarde Husserl, «o lvida da»17.
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a. pollas formales como a partir de actos exclusivamente psiliipu os. Cuando la génesis aparecía, se trataba de asociación o
Esta alternativa parece insuperable como tal. Si los fundamen*
ración, entre el momento constituyente y el momento constituido,
i i Ih anciún. Los problemas de o rigen eran, por consigu iente , insoiiibli n I a elucidación de una conciencia originariamente intencio" ii di fila entonces permitir una superació n radical del debate. U na in inicia originariamente objetiva, cuyo movimiento originario
o entre el a priori y el a pos ter ior i. De hecho, tan solo se tratarán1 objetos ya constituidos, los unos como «hechos de conciencia», |
r mulé acceder a lo que no es ella, debía resolver todas las difinlbiiles de la géne sis o, al menos, modificar considerablemente el
los otros como formas lógicas. Hacer del uno o del otro instan-, cias originarias es la esencia misma del psicologismo tal y como Husserl acabará definiéndolo. En ambos casos, queriendo deducir i
i i» i lo del pr oblema. \l io ia bien , en el mom ent o en que Huss erl ac og e la ide a de I I inleneionalidad, bajo la influencia de Brentano, resulta que si-
tos de la objetividad no aparecen al nivel de una evidencia vivida, concreta y temporal, hay que construirlos, inducirlos, deducirlos o derivarlos. Ya no podrá distinguirse, en los productos de tal ope-l
la posibilidad de la objetividad, esta viene supuesta o anticipada. I
nii iinulo tributario de las concepcion es clásicas. La intenciona-
Se rechaza en cualquier caso la originariedad de la vivencia com o | fuente de toda objetividad. La vivencia e s empírica, construida por i
lid ni definida por Brentano es, además, muy diferente de la ini ni tonalidad trascendental conv ocada más tarde por Husserl. En Un ulano, todavía se trata de una «característica» psicológica de
un «yo» trascendental según las categorías formales. No es, por lo tanto, originaria. De igual manera, el Yo trascendental originario no es vivido. La génesis efectiva está separada entonces de toda
I II oneiencia. Esta no es, pues, originariamente intencional. Y no i iei lamente un «atributo» del pensamiento lo que puede darle
15. Cf. La C ris is. .., 293-298 y diver sos manuscritos del grupo M. 16. Cap. 7, § 32-3 9.
uiuiedialamcnte las claves de la objetividad. Por tanto, el desvelamii uto radical de la intencionalidad será muy lento. Mientras se n iic de una estructura «intencional» de la conciencia, el problema d. la gén esis seguirá planteado en términos constructiv istas. La
17. Un olvido que no debe confundirse con la deficien cia psicoló gica de la me moria (aunque en última instancia, como veremos más adelante, resulte muy difícil distinguir fundamentalmente los dos olvidos).
iiipiión de Ilusserl consistirá en explicitar progresivamente el tema di la inleneionalid ad y, en esta expl¡cita ción, definir una nueva
72
Los dilemas de la gén esis psicológ ica
problemática. Esta podría esbozarse con la siguiente pregunta: si la subjetividad es intencional y remite a la percepción inmediata de los objetos y de las significaciones como a su último funda mento, ¿cómo explicar entonces la génesis de las significaciones lógicas, de la objetividad de los conceptos y de los números? Sin embargo, dado que la intencionalidad todavía es un hecho empí rico, esta problemática se confunde con la problemática clásica, Es precisamente en el seno de esta confusión donde Husserl debo empezar a debatirse.
2
I IN PRIMER RECURSO A LA GÉNESIS: EL PSICOLOGISMO INTENCION AL
I
IMI'I IC'ACIÓN GENÉTICA Y EL FUNDAMENTO ABSOLUTO
I a liiosofia de la aritmética 1es el libro de un matemático deIii lunado. El logicismo que reinaba entonces en la filosofía de I I iiialcmáticas coinci día con el antipsic ologi smo de Natorp. Pero ■ logicism o no es apto para explicar y situar en la vida concreta I. I,i i onciencia las forma s matemáticas autónom as. Prisioneros de mui concepción psicológica o lógica de la conciencia, los lógicos b i monees tan solo salvaban la objetividad de las significaciones MMlcinátieas aislándola s, en su origen, de toda co ncienci a. Pero, si quedamos tan solo con formas matemáticas ideales, reguladoi' uilemporales de todos los actos que las mientan, no se logrará monees entender ni el progreso de las matemáticas en su conjunio. ni la posibilidad concreta de toda operación efectiva, de toda inic'.is. listas no pueden efectuarse sin un acto de conciencia. Esn ai lo, que Husserl todavía concibe como « psicológ ico» y «real» un//), remite a un sujeto constituyente, temporal e intencional. I un números se constituyen por el acto de contar multiplicidades2. Mima bien, si esta síntesis viene efectuada tan solo por un sujeto mnl» ¿qué nos garantizará entonces su objetividad? ¿Qué nos i' it mil izará su nece sida d a priori? ¿Bastará una multiplicidad de ■a los de la concie ncia para fundar la unidad a priori del objeto i nsihle o inteligible? Tal es el problema de la síntesis a priori queI .... .
I / ‘liilosophie d er Arithmetik —Psycholo gische a nd Logische Untersuchungen, IN'i I, la olira está dedicada a Franz Brentano . 1 / 1 / filosofía de la arit métic a , II parte, cap. X . /
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Los dilemas de la gén esis psicológ ica
problemática. Esta podría esbozarse con la siguiente pregunta: si la subjetividad es intencional y remite a la percepción inmediata de los objetos y de las significaciones como a su último funda mento, ¿cómo explicar entonces la génesis de las significaciones lógicas, de la objetividad de los conceptos y de los números? Sin embargo, dado que la intencionalidad todavía es un hecho empí rico, esta problemática se confunde con la problemática clásica, Es precisamente en el seno de esta confusión donde Husserl debo empezar a debatirse.
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I IN PRIMER RECURSO A LA GÉNESIS: EL PSICOLOGISMO INTENCION AL
I
IMI'I IC'ACIÓN GENÉTICA Y EL FUNDAMENTO ABSOLUTO
I a liiosofia de la aritmética 1es el libro de un matemático deIii lunado. El logicismo que reinaba entonces en la filosofía de I I iiialcmáticas coinci día con el antipsic ologi smo de Natorp. Pero ■ logicism o no es apto para explicar y situar en la vida concreta I. I,i i onciencia las forma s matemáticas autónom as. Prisioneros de mui concepción psicológica o lógica de la conciencia, los lógicos b i monees tan solo salvaban la objetividad de las significaciones MMlcinátieas aislándola s, en su origen, de toda co ncienci a. Pero, si quedamos tan solo con formas matemáticas ideales, reguladoi' uilemporales de todos los actos que las mientan, no se logrará monees entender ni el progreso de las matemáticas en su conjunio. ni la posibilidad concreta de toda operación efectiva, de toda inic'.is. listas no pueden efectuarse sin un acto de conciencia. Esn ai lo, que Husserl todavía concibe como « psicológ ico» y «real» un//), remite a un sujeto constituyente, temporal e intencional. I un números se constituyen por el acto de contar multiplicidades2. Mima bien, si esta síntesis viene efectuada tan solo por un sujeto mnl» ¿qué nos garantizará entonces su objetividad? ¿Qué nos i' it mil izará su nece sida d a priori? ¿Bastará una multiplicidad de ■a los de la concie ncia para fundar la unidad a priori del objeto i nsihle o inteligible? Tal es el problema de la síntesis a priori queI .... .
I / ‘liilosophie d er Arithmetik —Psycholo gische a nd Logische Untersuchungen, IN'i I, la olira está dedicada a Franz Brentano . 1 / 1 / filosofía de la arit métic a , II parte, cap. X . /
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El psicologismo intencional
Los dilemas de la génesis psicoló gica
viene planteado aquí respecto a cada operación matemática y a Iii evolución de las matemáticas en general. Husserl no trata todavía el problema de la gén esis de las mate máticas en cuanto tal, pero es precisamente este problema el que orienta su investigación. ¿Qué se propone Husserl en su obra? So trata efectivamente de «preparar por una serie de investigaciones psicológicas y lógicas los fundamentos científicos sobre los cuales podrían apoyarse ulteriormente las matemáticas y la filos ofía» 1. La idea de un fundamento absoluto, que nunca abandonará a Hus serl, sigue para él siendo accesible a una ciencia psicológica. La subjetividad a la que se alude es una subjetividad empírica. «Yo había partido de la co nvicción, imperante por entonces, de que era la psicología la que debe otorgar el esclarecimiento filosófico a la lógica de las ciencias deductivas, como también a toda lógica en general»34. Pero, al mismo tiempo, esta subjetividad empírica es una fuente de evidencia absoluta. No es un simple hecho natural cuyo sentido ya está determinado. Solamente a partir de ella y no de las leyes naturales que la rigen, a partir de la percepción intencional de la que es fuente, se intentarán fundamentar las ma temáticas y la filosofía. De este modo la ambigüedad de una con ciencia intencional que es, al mismo tiempo, fuente de evidencia y vida psíquica deja abierto el sigu iente problema: e l fundamento absoluto de la objetividad matemática, ¿se dará en una evidencia originariamente intencional? Y no se sabe todavia si esta eviden cia es temporal y si es ella la que fundamenta a la vez el a priori y la síntesis. ¿Debe entonces el fundamento de las matemáticas confundirse con su génesis psicológica? La revelación de este fundamento absoluto se hará por un análisis intencional, por descripciones y «análisis pacientes y de tallados»5. Se desvelarán así las «implicaciones» -aquí psicológi cas- de las esencias y de los conceptos matemáticos. El análisis de estas implicaciones seguirá, en un movimiento regresivo, el iti nerario genético que conduce a las objetividades matemáticas. Al final de su vida, Husserl intentará de nuevo en El o rige n d e la ge o3. ¡bid., Prefacio, p. V . 4. Logische Untersuchungen, 1 ed., 1.1, p. VI . 5. Philo sophi e de r Arithmetik, p. V . ,a
75
>i. mit mu «reactualización» (« Rea kti vie run g ») del sentido origi■ nni de la operación o de la producción ( Lei stu ng ) matemáticas, i d i i .i también la cuestión en Exp eri enc ia y ju ic io , y en Lógic a ' *ni,ti p lógica trascendental. Se trata de disolver idealmente las ■ ilmuaitaciones» dejadas tras la génesis por un devenir constifiero el análisi s «histó rico-i ntenc ional » deberá mantenerse ii m larde en un punto de vista trascendental. En la Filosofía de i .i ,n iitnélica, todavia no han aparecido las últimas implicaciones l una descripción genética, pero la exigencia de tal descripción 11 xlá presente. Una exigencia que nunca abandonará a Husserl. ni, de ser puesta entre paréntesis, para aparecer de manera cada ■ más apremiante despué s de Ide as I, tal descripción genética ' di liiie como el único método válido en 1894, momento en el pn Husserl empieza a considerar que su psic olo gism o resulta Ín ula iriile: «Creo poder afirmar que ninguna teoría del juicio po. 11.11 ni responderse con los hechos si no se apoya en un profundo ludio ile las relaciones descriptivas y genéticas de las intuicioii' v de las repres entacio nes»6. As í pues, una unidad de intención un tila la Filosofía de la aritmética al Origen de la geometría, iituvcsando todos los momentos intermediarios. Sin embargo, ani. i de llegar a la gén esis trascen dental, Husserl tuv o que partir de m i l i génesis empírica. Es dudoso que esta nos permita alcanzar las Ihi'ii", absolutas de las matemáticas y de la filosofía. .... .
I I \lIM PACCIÓN Y LA GÉNESIS DE LOS CONCEPTOS
,,Qué nos ofrecen aquí las descripciones genéticas? En la pri men! parte de la obra, Husserl se concentra en el análisis de los i mieeplos de pluralidad, de número y de identidad. No se trata de i iipluiios a través del aparato simbólico que los designa, sino en mi origen concreto . Hu sserl cita a Weierstrass y suscribe la idea de que «la aritmética pura no requiere ninguna presuposición funda mental más allá del concepto de número»7. El número cardinal es i I fundamento de toda numeración. Ahora bien, puesto que este numero supone el concepto de pluralidad, Husserl empieza por (> Psyc hologis che Studien zu r elemen taren Logik, p. 187 , 7. I'hilosoph ie de r Arithmetik, p. 5 .
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viene planteado aquí respecto a cada operación matemática y a Iii evolución de las matemáticas en general. Husserl no trata todavía el problema de la gén esis de las mate máticas en cuanto tal, pero es precisamente este problema el que orienta su investigación. ¿Qué se propone Husserl en su obra? So trata efectivamente de «preparar por una serie de investigaciones psicológicas y lógicas los fundamentos científicos sobre los cuales podrían apoyarse ulteriormente las matemáticas y la filos ofía» 1. La idea de un fundamento absoluto, que nunca abandonará a Hus serl, sigue para él siendo accesible a una ciencia psicológica. La subjetividad a la que se alude es una subjetividad empírica. «Yo había partido de la co nvicción, imperante por entonces, de que era la psicología la que debe otorgar el esclarecimiento filosófico a la lógica de las ciencias deductivas, como también a toda lógica en general»34. Pero, al mismo tiempo, esta subjetividad empírica es una fuente de evidencia absoluta. No es un simple hecho natural cuyo sentido ya está determinado. Solamente a partir de ella y no de las leyes naturales que la rigen, a partir de la percepción intencional de la que es fuente, se intentarán fundamentar las ma temáticas y la filosofía. De este modo la ambigüedad de una con ciencia intencional que es, al mismo tiempo, fuente de evidencia y vida psíquica deja abierto el sigu iente problema: e l fundamento absoluto de la objetividad matemática, ¿se dará en una evidencia originariamente intencional? Y no se sabe todavia si esta eviden cia es temporal y si es ella la que fundamenta a la vez el a priori y la síntesis. ¿Debe entonces el fundamento de las matemáticas confundirse con su génesis psicológica? La revelación de este fundamento absoluto se hará por un análisis intencional, por descripciones y «análisis pacientes y de tallados»5. Se desvelarán así las «implicaciones» -aquí psicológi cas- de las esencias y de los conceptos matemáticos. El análisis de estas implicaciones seguirá, en un movimiento regresivo, el iti nerario genético que conduce a las objetividades matemáticas. Al final de su vida, Husserl intentará de nuevo en El o rige n d e la ge o-
>i. mit mu «reactualización» (« Rea kti vie run g ») del sentido origi■ nni de la operación o de la producción ( Lei stu ng ) matemáticas, i d i i .i también la cuestión en Exp eri enc ia y ju ic io , y en Lógic a ' *ni,ti p lógica trascendental. Se trata de disolver idealmente las ■ ilmuaitaciones» dejadas tras la génesis por un devenir constifiero el análisi s «histó rico-i ntenc ional » deberá mantenerse ii m larde en un punto de vista trascendental. En la Filosofía de i .i ,n iitnélica, todavia no han aparecido las últimas implicaciones l una descripción genética, pero la exigencia de tal descripción 11 xlá presente. Una exigencia que nunca abandonará a Husserl. ni, de ser puesta entre paréntesis, para aparecer de manera cada ■ más apremiante despué s de Ide as I, tal descripción genética ' di liiie como el único método válido en 1894, momento en el pn Husserl empieza a considerar que su psic olo gism o resulta Ín ula iriile: «Creo poder afirmar que ninguna teoría del juicio po. 11.11 ni responderse con los hechos si no se apoya en un profundo ludio ile las relaciones descriptivas y genéticas de las intuicioii' v de las repres entacio nes»6. As í pues, una unidad de intención un tila la Filosofía de la aritmética al Origen de la geometría, iituvcsando todos los momentos intermediarios. Sin embargo, ani. i de llegar a la gén esis trascen dental, Husserl tuv o que partir de m i l i génesis empírica. Es dudoso que esta nos permita alcanzar las Ihi'ii", absolutas de las matemáticas y de la filosofía. .... .
I I \lIM PACCIÓN Y LA GÉNESIS DE LOS CONCEPTOS
,,Qué nos ofrecen aquí las descripciones genéticas? En la pri men! parte de la obra, Husserl se concentra en el análisis de los i mieeplos de pluralidad, de número y de identidad. No se trata de i iipluiios a través del aparato simbólico que los designa, sino en mi origen concreto . Hu sserl cita a Weierstrass y suscribe la idea de que «la aritmética pura no requiere ninguna presuposición funda mental más allá del concepto de número»7. El número cardinal es i I fundamento de toda numeración. Ahora bien, puesto que este numero supone el concepto de pluralidad, Husserl empieza por
3. ¡bid., Prefacio, p. V . 4. Logische Untersuchungen, 1 ed., 1.1, p. VI . 5. Philo sophi e de r Arithmetik, p. V .
(> Psyc hologis che Studien zu r elemen taren Logik, p. 187 , 7. I'hilosoph ie de r Arithmetik, p. 5 .
,a
7(5
El psicologismo inten cional
Los dilemas d e la gén esis psicoló gica
i
el estudio de este último. ¿Cuál es la génesis del concepto? En un acto psicológico de abstracción el que lo instituye8. Las basen concretas de esta abstracción son las «totalidades» ( Inb egr iffe ) y las «pluralidades» de objetos definidos. Los objetos sobre los que se ejerce la actividad de abstracción son totalidades de objetos do todo tipo: un grupo de árboles, un sentimiento, un ángel, etc.9 La naturaleza de los «contenidos» ( Inh al l ) particulares es indiferente, Husserl rechaza toda teoría que determine el origen del concepto de número a partir de uno u otro tipo de contenidos. Por ello juzgó
75
El psicologismo intencional
Los dilemas de la génesis psicoló gica
.....
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ni constituyente. La génesis sigue concibiéndose a partir
> >mmodelo psicológico, puesto que la abstracción -qu e es su mi |n nu ipal —produce conce ptos gener ales de lo s que ignora-> ■ i rMún o no fundamentados en esencia s. Husserl mis mo nos •> • qur lo que le interesa no es definir la esencia del concep to i i>1ni ii li«1;k L sino describir su génesis por una «caracterización . <. ilógica de los fenómenos en los que se funda la abstracción I
> IO liccpto»13. Aluna bien, por otra parte, este acto fundamental de abstrac-
insuficiente la tesis de J. S. Mili según la cual el número solo puede
• .n v.i ddte acordarse con la esencia intencional de la conciencia,
designar fenómenos físicos. Los actos y los estados psíquicos, nos dice Husserl, pueden ser contados de igual manera que las cosas naturales101 . Cada vez que se presenta una unidad sintética, cada 1
i n >lu lo, Ilusserl sigue anclado en la definición de Brentano: la •11 ni inutilidad es una «estructura» psi coló gica de la concien cia, i' • ir modo, podía obviar un acceso originario a la significación
vez que puede haber abstracción a partir de una totalidad dada, el
i I n!i|clo y recurrir implícitamente a una construcción . Este pun-
número e s pos ibl e11. La totalidad de la que habla Husserl n o es una composición, un ensamblaje, una síntesis a posteriori; la totalidad se da desde el primer momen to de la percepción inte ncio nal12. Es
i • imliivía no está claro. Lo que sí está claro, en cua lquier caso, ■ |tn■ la idea de u na pluralid ad cons titu ida a priori en totalidad Iiln,ida como tal a una percepción originaria, y la idea de una
una «síntesis a priori» que, ya constituida, fundamenta la posibili dad de la abstracción. En este sentido, la abstracción es, en cuanto
, ■ n> a\ que s e desarrolla a partir de tal percep ción parece n rebasar
tal, una génesis o una síntesis superficiales y secundarias. La abs tracción supone una síntesis más fundamental.
iio iiir conciencia de algo. Por tanto, la percepción es primera, la
No obstante, desde sus consideraciones iniciales, el psicologismo de Husserl contrasta claramente con el psicologismo de su
i' ii'i que posibilita esta objetividad no es una construcción, una i mi melón a posteriorv, es más que la producción de una unidad a
época. Por una parte, atribuyendo a un acto psicológico de abs
II iidi
tracción la posibilidad del número -y , en última instancia, de todo
>l>I objeto (en el s entido amplio de la palabra) es a priori porque 1 1objeto mismo el que está inmediatamente presente en la con-
concepto-, se da pie a todas las críticas que Husserl mismo lanza rá poco después contra todos los psicologismos. Una única ope ración psicológica no puede bastar para constituir la objetividad de las significaciones aritméticas y la unidad de todo objeto. Sin una intencionalidad originaria, ninguna v ía psíquica pued e apare-
i" lluules de una psicologí a clásica. La con cien cia es originariabji tividad tiene un fundamento originariamente vivido; la sín-
de una multiplicidad de actos subjetivos. La unidad sintética
>nuna. No es que la unidad de la totalidad esté construida por iiim génesis,
sino que es más bien esa unidad la que posibilita la i'i nesis: la abstracción es posible precisamente porque la «síntesis ,i /» i(»7 » está ya constituida en el objeto. Profundizando el sentido inicncional de la conciencia se invierte así, según parece, el punto
8. ¡bid., 1.1 , p. 9-10 . 9. ¡bid., 1.1, p. 11 . 10. Ibid., 1.1, p. 11 . 11. Advertim os aquí la insuficienc ia radical de una psico génes is del número que invoca el acto de abstracción. Este supone unidades sintéticas, totalidades ya consti tuidas por una génesis anterior de la que todavía no sabemos nada. 12. Era el moment o en que nacía la Gestalttheorie. Aunque luego la consideró muy insuficiente, Husserl había recibido de la Gestalttheorie su idea y, en contrapar tida, ejerció sobre esta una influencia incontestable.
■ I, vista genético de Husserl. La abstracción ya no es fundamental |iuit|iic supone una constitución anterior al objeto en su unidad onii ilógica por parte de una conciencia trascendental. Es más, solo a Imi l ii d e esta unidad ya constituida puede aparecer o aparecerse en i iianlo tal la multiplicidad de los actos psico lógicos . Ello explica I I 1‘hilosophie d er Arithmetik, 1.1, p. 16 .
7(5
El psicologismo inten cional
Los dilemas d e la gén esis psicoló gica
i
el estudio de este último. ¿Cuál es la génesis del concepto? En
.....
77
ni constituyente. La génesis sigue concibiéndose a partir
> >mmodelo psicológico, puesto que la abstracción -qu e es su
un acto psicológico de abstracción el que lo instituye8. Las basen concretas de esta abstracción son las «totalidades» ( Inb egr iffe ) y las «pluralidades» de objetos definidos. Los objetos sobre los que
mi |n nu ipal —produce conce ptos gener ales de lo s que ignora-> ■ i rMún o no fundamentados en esencia s. Husserl mis mo nos
se ejerce la actividad de abstracción son totalidades de objetos do todo tipo: un grupo de árboles, un sentimiento, un ángel, etc.9 La
•> • qur lo que le interesa no es definir la esencia del concep to i i>1ni ii li«1;k L sino describir su génesis por una «caracterización . <. ilógica de los fenómenos en los que se funda la abstracción
naturaleza de los «contenidos» ( Inh al l ) particulares es indiferente, Husserl rechaza toda teoría que determine el origen del concepto
I
> IO liccpto»13. Aluna bien, por otra parte, este acto fundamental de abstrac-
de número a partir de uno u otro tipo de contenidos. Por ello juzgó insuficiente la tesis de J. S. Mili según la cual el número solo puede
• .n v.i ddte acordarse con la esencia intencional de la conciencia,
designar fenómenos físicos. Los actos y los estados psíquicos, nos dice Husserl, pueden ser contados de igual manera que las cosas naturales101 . Cada vez que se presenta una unidad sintética, cada 1
i n >lu lo, Ilusserl sigue anclado en la definición de Brentano: la •11 ni inutilidad es una «estructura» psi coló gica de la concien cia, i' • ir modo, podía obviar un acceso originario a la significación
vez que puede haber abstracción a partir de una totalidad dada, el
i I n!i|clo y recurrir implícitamente a una construcción . Este pun-
número e s pos ibl e11. La totalidad de la que habla Husserl n o es una composición, un ensamblaje, una síntesis a posteriori; la totalidad se da desde el primer momen to de la percepción inte ncio nal12. Es
i • imliivía no está claro. Lo que sí está claro, en cua lquier caso, ■ |tn■ la idea de u na pluralid ad cons titu ida a priori en totalidad Iiln,ida como tal a una percepción originaria, y la idea de una
una «síntesis a priori» que, ya constituida, fundamenta la posibili dad de la abstracción. En este sentido, la abstracción es, en cuanto
, ■ n> a\ que s e desarrolla a partir de tal percep ción parece n rebasar
tal, una génesis o una síntesis superficiales y secundarias. La abs tracción supone una síntesis más fundamental.
iio iiir conciencia de algo. Por tanto, la percepción es primera, la
No obstante, desde sus consideraciones iniciales, el psicologismo de Husserl contrasta claramente con el psicologismo de su
i' ii'i que posibilita esta objetividad no es una construcción, una i mi melón a posteriorv, es más que la producción de una unidad a
época. Por una parte, atribuyendo a un acto psicológico de abs
II iidi
tracción la posibilidad del número -y , en última instancia, de todo
>l>I objeto (en el s entido amplio de la palabra) es a priori porque 1 1objeto mismo el que está inmediatamente presente en la con-
i" lluules de una psicologí a clásica. La con cien cia es originariabji tividad tiene un fundamento originariamente vivido; la sín-
concepto-, se da pie a todas las críticas que Husserl mismo lanza rá poco después contra todos los psicologismos. Una única ope ración psicológica no puede bastar para constituir la objetividad
de una multiplicidad de actos subjetivos. La unidad sintética
>nuna. No es que la unidad de la totalidad esté construida por iiim génesis,
sino que es más bien esa unidad la que posibilita la i'i nesis: la abstracción es posible precisamente porque la «síntesis
de las significaciones aritméticas y la unidad de todo objeto. Sin una intencionalidad originaria, ninguna v ía psíquica pued e apare-
,i /» i(»7 » está ya constituida en el objeto. Profundizando el sentido inicncional de la conciencia se invierte así, según parece, el punto
8. ¡bid., 1.1 , p. 9-10 . 9. ¡bid., 1.1, p. 11 . 10. Ibid., 1.1, p. 11 . 11. Advertim os aquí la insuficienc ia radical de una psico génes is del número que invoca el acto de abstracción. Este supone unidades sintéticas, totalidades ya consti tuidas por una génesis anterior de la que todavía no sabemos nada. 12. Era el moment o en que nacía la Gestalttheorie. Aunque luego la consideró muy insuficiente, Husserl había recibido de la Gestalttheorie su idea y, en contrapar tida, ejerció sobre esta una influencia incontestable.
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|iuit|iic supone una constitución anterior al objeto en su unidad onii ilógica por parte de una conciencia trascendental. Es más, solo a Imi l ii d e esta unidad ya constituida puede aparecer o aparecerse en i iianlo tal la multiplicidad de los actos psico lógicos . Ello explica I I 1‘hilosophie d er Arithmetik, 1.1, p. 16 .
El psicolo gismo intencional
Los dilemas d e la génesis psicoló gica
por qué Husserl se esforzará14en mostrar, contra Frege, que el nú mero no es un concepto en el sentido usual del término. Estamos aquí, según parece, en las antipodas de una psicología clásica. El fundamento de posibilidad del número es inmediatamente objeti vo; el número se construye, en última instancia, por una abstrac ción, p ero esta se efectúa a partir de una síntesis originaria. En el número, el concepto es primero, pero está fundamentado en una esencia originaria. Ya en este primer capítulo de la Filosofía de la aritmética se plantea el problema de la génesis en toda su am plitud. La pluralidad y la totalidad ya constituidas, a partir de las cuales se engendraban la unidad conceptual y el número, no eran el producto de una actividad del sujeto empírico; tal pluralidad se daba apriori y posibilitaba la actividad del sujeto mismo. Pero, en la medida en que era una pluralidad constituida -e s decir, sínte sis-, implicaba una duración y, en consecuencia, una génesis. El acto originario y trascendental que tal pluralidad supone como su correlato intencional (del que Husserl no habla todavia, pero que ya parece necesario), en la medida en que tal correlato también es originariamente sintético, se efectúa según un tiempo. Ya aquí nos vemos remitidos al problema crucial del tiempo de la constitución trascendental. ¿Segú n qué tiempo tiene lugar tal constitución? ¿Es un tiempo constituido, a su vez, por un sujeto intemporal? ¿Es in temporal el sujeto? ¿Cómo se aparece y se constituye como sujeto idéntico? La génesis originaria, ¿es ideal o efectiva? Si es ideal, lo originario nunca podrá ser vivido. Toda vivencia será psicológica y ya constituida. Tal es el reproche que Husserl le lanzará a Kant. Pero si, a la inversa, la génesis es efectiva, esta no podrá tener lugar sin los actos reales de un sujeto histórico; ¿acaso la vivencia no sigue siendo psicológica? En el centro mismo de la vivencia debe rá realizarse, más adelante, la distinción entre lo psicológico y lo fenomenológico, entre la realidad ( real) «mundana» y la realidad
(reell) trascendental. Esta distinción solo será posible por la re ducción fenomenológica. Por el momento, Husserl ignora tal dis tinción y el tiempo de la constitución del número sigue siendo un tiempo psicológico.
14. Cap. IX.
■ I, vista genético de Husserl. La abstracción ya no es fundamental
ll
79
III MI'O PSICOLÓGICO
l'l,pilcando la cuestión del origen del concepto de totalidad, lli i. .i 1 1desemboca en una definición psicológica del tiempo de su •1*11 111111c ión. El tiempo se presenta como un «factor psicoló gico mi 11 sario»15. La suc esió n temporal e s ind ispensa ble para exp liii
1
1origen de los «agregados» y de las totalidades de objetos;
i mil ano, la abstracción a partir de esta s totalidade s y la constii
ion de los números exigen la intervención de un tiempo. Los
|ion esos de colección y de numeración suponen la continuidad la sucesión temporal. Ahora bien, el pensamiento de Husserl i niilncn aquí oscila extrañamente entre un genetismo ps icológic o lisolnlo y un logicism o. Resulta evide nte que la necesidad del in mpo es aquí, según su perspectiva, exclusivamente psicológii I I tiempo solo interviene a título de «factor» ( Mom ent e ), de ■i kmento » en la producción del número. La sucesión temporal n> nc qne ser pos ible para que se haga n los acto s de numeración . ilc colección. Pero no hay que confundir -seg ún p recisa HusIil mismo- la sucesión temporal y el orden lógico que liga, por i icmplo, las premisas con las conc lusion es de un silo gism o16. La •miad de este es, de alguna manera, ind ependiente de la tempora lidad psicoló gica a través de la cual s e mienta tal verdad. Husserl i Un y confirma a Herbart cuand o escrib e que «el número tiene en i iimún con el tiempo lo mismo que cientos de otros tipos de repicscnlacion es cuy a produ cción resulta esencialmen te gradual»17. ’i cu el curso de tal argumenta ción, Hu sserl ya distingue entre el Iriiómeno como tal y su «función» o su «sentido» para nosotros, • n decir, entre la descripción psicológica y la descripción fenomenolúgica de un fenómeno objetivo. Pero, dado que la temporali dad fenomenológica de la vivencia todavía no está elucidada, el icnlido del objeto lógic o está fundamentado en sí mismo. Como rl orden que liga las premisas a la conclusión, también el sentido objetivo es autónomo. El psicologismo más ambicioso se conliindc aquí con un logicismo. Y este encuentro no es fortuito. Se lia querido construir el objeto lógico con una génesis psicológica 15. Ibid ., t. II, p. 1 9-20 . I(>. Ibid., t. II, p. 25 . 17. Ibid., t. II, p. 28 .
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El psicolo gismo intencional
Los dilemas d e la génesis psicoló gica
por qué Husserl se esforzará14en mostrar, contra Frege, que el nú mero no es un concepto en el sentido usual del término. Estamos aquí, según parece, en las antipodas de una psicología clásica. El fundamento de posibilidad del número es inmediatamente objeti vo; el número se construye, en última instancia, por una abstrac ción, p ero esta se efectúa a partir de una síntesis originaria. En el número, el concepto es primero, pero está fundamentado en una esencia originaria. Ya en este primer capítulo de la Filosofía de la aritmética se plantea el problema de la génesis en toda su am plitud. La pluralidad y la totalidad ya constituidas, a partir de las cuales se engendraban la unidad conceptual y el número, no eran el producto de una actividad del sujeto empírico; tal pluralidad se daba apriori y posibilitaba la actividad del sujeto mismo. Pero, en la medida en que era una pluralidad constituida -e s decir, sínte sis-, implicaba una duración y, en consecuencia, una génesis. El acto originario y trascendental que tal pluralidad supone como su correlato intencional (del que Husserl no habla todavia, pero que ya parece necesario), en la medida en que tal correlato también es originariamente sintético, se efectúa según un tiempo. Ya aquí nos vemos remitidos al problema crucial del tiempo de la constitución trascendental. ¿Segú n qué tiempo tiene lugar tal constitución? ¿Es un tiempo constituido, a su vez, por un sujeto intemporal? ¿Es in temporal el sujeto? ¿Cómo se aparece y se constituye como sujeto idéntico? La génesis originaria, ¿es ideal o efectiva? Si es ideal, lo originario nunca podrá ser vivido. Toda vivencia será psicológica y ya constituida. Tal es el reproche que Husserl le lanzará a Kant. Pero si, a la inversa, la génesis es efectiva, esta no podrá tener lugar sin los actos reales de un sujeto histórico; ¿acaso la vivencia no sigue siendo psicológica? En el centro mismo de la vivencia debe rá realizarse, más adelante, la distinción entre lo psicológico y lo
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III MI'O PSICOLÓGICO
l'l,pilcando la cuestión del origen del concepto de totalidad, lli i. .i 1 1desemboca en una definición psicológica del tiempo de su •1*11 111111c ión. El tiempo se presenta como un «factor psicoló gico mi 11 sario»15. La suc esió n temporal e s ind ispensa ble para exp liii
1
1origen de los «agregados» y de las totalidades de objetos;
i mil ano, la abstracción a partir de esta s totalidade s y la constii
ion de los números exigen la intervención de un tiempo. Los
|ion esos de colección y de numeración suponen la continuidad la sucesión temporal. Ahora bien, el pensamiento de Husserl i niilncn aquí oscila extrañamente entre un genetismo ps icológic o lisolnlo y un logicism o. Resulta evide nte que la necesidad del in mpo es aquí, según su perspectiva, exclusivamente psicológii I I tiempo solo interviene a título de «factor» ( Mom ent e ), de ■i kmento » en la producción del número. La sucesión temporal n> nc qne ser pos ible para que se haga n los acto s de numeración . ilc colección. Pero no hay que confundir -seg ún p recisa HusIil mismo- la sucesión temporal y el orden lógico que liga, por i icmplo, las premisas con las conc lusion es de un silo gism o16. La •miad de este es, de alguna manera, ind ependiente de la tempora lidad psicoló gica a través de la cual s e mienta tal verdad. Husserl i Un y confirma a Herbart cuand o escrib e que «el número tiene en i iimún con el tiempo lo mismo que cientos de otros tipos de repicscnlacion es cuy a produ cción resulta esencialmen te gradual»17. ’i cu el curso de tal argumenta ción, Hu sserl ya distingue entre el Iriiómeno como tal y su «función» o su «sentido» para nosotros, • n decir, entre la descripción psicológica y la descripción fenomenolúgica de un fenómeno objetivo. Pero, dado que la temporali dad fenomenológica de la vivencia todavía no está elucidada, el icnlido del objeto lógic o está fundamentado en sí mismo. Como
fenomenológico, entre la realidad ( real) «mundana» y la realidad
rl orden que liga las premisas a la conclusión, también el sentido
(reell) trascendental. Esta distinción solo será posible por la re
objetivo es autónomo. El psicologismo más ambicioso se con-
ducción fenomenológica. Por el momento, Husserl ignora tal dis
liindc aquí con un logicismo. Y este encuentro no es fortuito. Se
tinción y el tiempo de la constitución del número sigue siendo un tiempo psicológico.
lia querido construir el objeto lógico con una génesis psicológica 15. Ibid ., t. II, p. 1 9-20 . I(>. Ibid., t. II, p. 25 . 17. Ibid., t. II, p. 28 .
14. Cap. IX.
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El psicologismo intencional
Los dilemas de la génesis psicológica
solicitando varios factores como el tiempo. Ahora bien, para dar una «unidad de sentido» a esta génesis y a su producto objetivo, ese objeto tiene que suponerse necesariamente como presente, y autónomo, antes de la multiplicidad de los actos de la conciencia, Si el tiempo e s una condición exclusivamente psicológica, no so podrá comprender entonces el devenir de las esencias objetivas; estas siempre deberán estar ya ah í ante una concien cia pasiva cu* ya presencia resulta accesoria o accidental. En contrapartida, ya no se entiende la necesidad objetiva de una génesis psicológica sin recurrir a una necesidad lógica que también está ya siem pre constituida. El psicologismo y la génesis absoluta se convierten en sus contrarios y se confunden con ellos. El devenir absoluto se vuelve, como siempre, eternidad y negación de la historia. Pero esta dialéctica todavía no se ha apoderado de su sentido e n la Filo sofía de la aritmética. Todavía es confusión. De esta obra, puede decirse casi lo contrario de lo que sue le decirse nor malmente1*: es la expresión simultánea de un psicologismo y de un logicismo porque la génesis, al no comprenderse plenamente, siempre apa rece fundamentada en esencias lógicas autónomas. Encontramos, efectivamente, proposiciones que anuncian literalmente los temas directrices de esa obra que suele llamarse logicista, las Inv est iga ciones lógicas (t. 1). Así, Husserl afirma que el concepto de con tenido lógico o de significación debe distinguirse del concepto de contenidos psicológicos cambiantes que son experimentados ac tualmente. Representándonos la totalidad ABCD'9, no prestamos atención a las transformaciones temporales y psicológicas de los actos de síntesis y de análisis. De ello, Husserl concluye que toda tentativa que busque elucidar el concepto de pluralidad y de nú mero por la idea de suce sión temporal está, de entrada, condenada al fracaso. Desde su perspectiva, el tiempo no es más que una do ble condición psicológica para la formación de estos conceptos: por una parte, la síntesis de los elem entos unid os en una totalidad implica una «presentación» simultánea de esa multiplicidad de elemen tos; por otra parte, las síntesis que producen las totalidades1918
81
11 pluialidades se efectúan según procesos temporales20. Pero npil duiule el psicologismo se disipa ante un logicismo: ni la iinitliam'idud ni la sucesión forman parte en cuanto tales del coni. iitilu objetivo de la pluralidad y del número. La disociación enH la génesis efectiva y lo absoluto del sen tido queda anunciada. | mi «re que, hasta los problemas de la reducción trascendental, un ,li |má de acentuarse. I
IMI ACIÓN «PRIMARIA» Y LA RELACIÓN «PSÍQUICA»
I ,1,1 oscilación continúa con la distinción entre relación «priii la» y relación «psíq uica» 21. Husserl llamaba «con exio nes co!• i uvas» (collective Verbindungen) a las relaciones que unifican I I pluralidad de objetos en totalidad. La cuestión que se plantea ■ uimices consiste en saber si estas relaciones son de origen psicolupit i) (relaciones psíquicas introducidas por el sujeto) o de oriI', ii objetivo (relacione s primarias). De este m odo, hay totalidades a límales que se constituyen por relaciones primarias -como las ilili’icn les partes de una rosa, por ejem plo22- , mien tras que otras loiulidades nacen, al contrario, de relaciones psicológicas -así, puedo pensar como multiplicidad la calidad de rojo, la luna y N a po león 21; es la unidad intencional de un acto psíquico lo que hará mui totalidad de esa pluralidad-. Ahora bien, es pertinente pre guntarse aquí si es la relación primaria la que fundamenta la rel.iiion psíquica, o inversamente. En cierto sentido, parece que la totalidad primaria debería preceder necesariamente a la totalidad psíquica. Cada objeto ya tiene que estar constituido en su unidad mulética para que yo pueda captarlo intencionalmente como tal y asociarlo a otros objetos en un acto de numeración. La génesis psicológica no sería, pues, constituyente. El movimiento pasivo e intuitivo de la intencionalidad nos remite a una ontología ya cons umida. Pero ¿se debe simplemente al hecho de que la intenciona lidad que se considera aquí es psicológica? El sentido mismo de
iii ,
20. Ibid.. t. II, p. 19-20 . 2 1. Ibid., t. III, p. 70-71 y 76-77
K2 y 88-89>.
22. Ibid., t. III, p. 77 . 23. Ibid., t. III, p. 79 .
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El psicologismo intencional
Los dilemas de la génesis psicológica
solicitando varios factores como el tiempo. Ahora bien, para dar una «unidad de sentido» a esta génesis y a su producto objetivo, ese objeto tiene que suponerse necesariamente como presente, y autónomo, antes de la multiplicidad de los actos de la conciencia, Si el tiempo e s una condición exclusivamente psicológica, no so podrá comprender entonces el devenir de las esencias objetivas; estas siempre deberán estar ya ah í ante una concien cia pasiva cu* ya presencia resulta accesoria o accidental. En contrapartida, ya no se entiende la necesidad objetiva de una génesis psicológica sin recurrir a una necesidad lógica que también está ya siem pre constituida. El psicologismo y la génesis absoluta se convierten en sus contrarios y se confunden con ellos. El devenir absoluto se vuelve, como siempre, eternidad y negación de la historia. Pero esta dialéctica todavía no se ha apoderado de su sentido e n la Filo sofía de la aritmética. Todavía es confusión. De esta obra, puede decirse casi lo contrario de lo que sue le decirse nor malmente1*: es la expresión simultánea de un psicologismo y de un logicismo porque la génesis, al no comprenderse plenamente, siempre apa rece fundamentada en esencias lógicas autónomas. Encontramos, efectivamente, proposiciones que anuncian literalmente los temas directrices de esa obra que suele llamarse logicista, las Inv est iga ciones lógicas (t. 1). Así, Husserl afirma que el concepto de con tenido lógico o de significación debe distinguirse del concepto de contenidos psicológicos cambiantes que son experimentados ac tualmente. Representándonos la totalidad ABCD'9, no prestamos atención a las transformaciones temporales y psicológicas de los actos de síntesis y de análisis. De ello, Husserl concluye que toda tentativa que busque elucidar el concepto de pluralidad y de nú mero por la idea de suce sión temporal está, de entrada, condenada al fracaso. Desde su perspectiva, el tiempo no es más que una do ble condición psicológica para la formación de estos conceptos: por una parte, la síntesis de los elem entos unid os en una totalidad implica una «presentación» simultánea de esa multiplicidad de elemen tos; por otra parte, las síntesis que producen las totalidades1918
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11 pluialidades se efectúan según procesos temporales20. Pero npil duiule el psicologismo se disipa ante un logicismo: ni la iinitliam'idud ni la sucesión forman parte en cuanto tales del coni. iitilu objetivo de la pluralidad y del número. La disociación enH la génesis efectiva y lo absoluto del sen tido queda anunciada. | mi «re que, hasta los problemas de la reducción trascendental, un ,li |má de acentuarse. I
IMI ACIÓN «PRIMARIA» Y LA RELACIÓN «PSÍQUICA»
I ,1,1 oscilación continúa con la distinción entre relación «priii la» y relación «psíq uica» 21. Husserl llamaba «con exio nes co!• i uvas» (collective Verbindungen) a las relaciones que unifican I I pluralidad de objetos en totalidad. La cuestión que se plantea ■ uimices consiste en saber si estas relaciones son de origen psicolupit i) (relaciones psíquicas introducidas por el sujeto) o de oriI', ii objetivo (relacione s primarias). De este m odo, hay totalidades a límales que se constituyen por relaciones primarias -como las ilili’icn les partes de una rosa, por ejem plo22- , mien tras que otras loiulidades nacen, al contrario, de relaciones psicológicas -así, puedo pensar como multiplicidad la calidad de rojo, la luna y N a po león 21; es la unidad intencional de un acto psíquico lo que hará mui totalidad de esa pluralidad-. Ahora bien, es pertinente pre guntarse aquí si es la relación primaria la que fundamenta la rel.iiion psíquica, o inversamente. En cierto sentido, parece que la totalidad primaria debería preceder necesariamente a la totalidad psíquica. Cada objeto ya tiene que estar constituido en su unidad mulética para que yo pueda captarlo intencionalmente como tal y asociarlo a otros objetos en un acto de numeración. La génesis psicológica no sería, pues, constituyente. El movimiento pasivo e intuitivo de la intencionalidad nos remite a una ontología ya cons umida. Pero ¿se debe simplemente al hecho de que la intenciona lidad que se considera aquí es psicológica? El sentido mismo de
iii ,
20. Ibid.. t. II, p. 19-20 . 2 1. Ibid., t. III, p. 70-71 y 76-77
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K2 y 88-89>.
22. Ibid., t. III, p. 77 . 23. Ibid., t. III, p. 79 .
Los dilem as de la géne sis psicológ ica
El psicologismo intencional
la totalidad primaria, en cuanto constituida antes del acto real puf
11
......
83
cu general (etwas überhaupt) fundamenta la posibilidad de
el cual la miento, ¿no es pa ra una conciencia trascendental? 1,4
=. .11 .nm t ión conceptual26. Como no es un concepto, ese «algo»
constitución de cada objeto en su unidad total remite, en cuanto
..,« m i al escapa a la génes is. As í pues, s e trata una vez más de un
sentido, a una síntesis efectuada por un sujeto más profundo qut
i un tilo no psicoló gico y no g enético que fundamenta la génesis
el sujeto psicológico. La génesis psicológica no es constituyente,
>ii|iiiit a. No obstante, este elemento a-genético permanece en un
pero es necesaria una síntesis intencional para que la unidad del
i ni» tic implicación oscura.
objeto tenga un «sentido». Sin esta síntesis, la percepción del oh* je to -d e l que ten em os que pa rti r- se disp ersarí a e n una polvarcdn de elementos que no sería tan siquiera percibida como multipli
i
i'ui i
cidad real. La percepción sería, en última instancia, imposible,
mic a c o n F r e c e
IIii .set
I no se preocupa de es e elem ento y, despu és de haber
¿No supone la síntesis subjetiva de la génesis psicológica, una vez
i
comprendida y explicitada, una sín tesis originaria del sujeto y del
h
objeto en una conciencia trascendental? ¿No debe distinguirse en
mu mudo tina polém ica con Frege -, defiend e el valor de una expli-
....
olido según los mismos métodos al análisis psicológico de n lm iones de grad os -d e m ás y de me nos 27, y de igualdad28,
tre la génesis natural que constituye la unidad real del objeto por
u mu gené tica de la aritmética en general. F rege negaba a la psi-
relaciones captadas como primarias y la génesis del sentido del objeto, génesis fenomenológica que constituye intencionalmente
uliipjii cualquier derecho de intervención en el ámbito de la Aritu» iu u U n análisis psicológico del concepto de número, decía,
un sentido objetivo y que, en tal medida, también es diferente de
un puede ofrecernos nada esencial. «El número es tan objeto de
una génesis psicológica? M ás adelante veremos cómo esta génesis
11 ir.icología o el producto de operaciones psíquicas como el mar di I Noi lc»,(l. El mar del Norte exi ste y p rescind e perfectamente del
fenom enológi ca, que Husserl todavía no ha descubierto, planteará asimismo graves problemas.
i. lo inlencional que lo mienta31. Husserl responde afirmando que,
Aquí, Husserl se contenta con oponer dos tipos de relaciones
i im se remite a una génesis psicológica, solo se pueden definir
y se interesa exclusivamente en el carácter genético de la relación
mu iones lógicas «compuestas»; estas son mediatas y, en conse-
psicológica. Al no estar tematizada la relación sintética de la una con la otra que nos eleva a otro nivel d e la gén esis24, el psico-
■ m una, insuficientes. Ya están constituidas y su sentido originario . nos escapa. Suponen conceptos elementales tales como «cua
logismo y el logicismo chocan o se confunden sin que la razón
lidad», «intensidad», «lugar», «tiempo», etc., cuya definición no
de su dialéctica quede muy clara. Y ello porque, describiendo la
iiio de ser, según Hu sserl, esp ecíficam ente lógic a. Es tos concep tos
génesis del concepto como un proceso de abstracción, sostenido
mu correlativos del acto de un sujeto. Los conceptos de igualdad,
por el concepto formal de «conexión colectiva», Husserl muestra que todo concepto abstracto solo es pensable si viene acompaña do, de alguna manera, por una intuici ón concreta25 de un objeto. No se trata aquí del problema de la posibilidad de un pensamiento sin imagen, sino m ás bien de una consecuencia de la intenciona lidad. Todo concepto es concepto de algo: la posibilidad de un 24. Tal relación solo será tematizada con la descripció n de una intencionalidad trascendental. 25. Aquí se anuncia la relación de «fundación» (Fundierung) de las esencias o de los símbolos en la presencia originariamente concreta del objeto «en persona» en la conciencia.
.’ii Ihid., t. IV, p. 85 . 27. Cap. V 28. Cap. VI. 2'). I'rege, Gntndlagen d er Arithmetik. Husserl volverá a tratar esa oposición a Iii'jie en las Invest igacion es ló gicas , 1.1, p. 183 [versión cast.: § 43, p. 146] y citará 1 lage n como un libro muy enriquecedor. lio 1 fiwd 10. Ihid ., t. VII, p. 13 0 . 11 Vemos aquí cómo el problema se plantea al nivel de una intencionalidad psii iilugiea, de la cual el sentido objetivo del ser puede prescindir perfectamente. Pero .pndiía el ser prescindir también de una intencionalidad trascendental? Sin duda. Alo» a bien, en la medida en que tendrá un sentido objetivo para un sujeto trascendenliil y en que siempre tendrá que partir de ese se ntido, la i ntencionalidad trascendental m'iá originaria. Pero esta originariedad es fe nom enol ógic a y no ontológica . Tal será el imililetiia del idealismo husserliano.
82
Los dilem as de la géne sis psicológ ica
El psicologismo intencional
la totalidad primaria, en cuanto constituida antes del acto real puf
11
......
83
cu general (etwas überhaupt) fundamenta la posibilidad de
el cual la miento, ¿no es pa ra una conciencia trascendental? 1,4
=. .11 .nm t ión conceptual26. Como no es un concepto, ese «algo»
constitución de cada objeto en su unidad total remite, en cuanto
..,« m i al escapa a la génes is. As í pues, s e trata una vez más de un
sentido, a una síntesis efectuada por un sujeto más profundo qut
i un tilo no psicoló gico y no g enético que fundamenta la génesis
el sujeto psicológico. La génesis psicológica no es constituyente,
>ii|iiiit a. No obstante, este elemento a-genético permanece en un
pero es necesaria una síntesis intencional para que la unidad del
i ni» tic implicación oscura.
objeto tenga un «sentido». Sin esta síntesis, la percepción del oh* je to -d e l que ten em os que pa rti r- se disp ersarí a e n una polvarcdn de elementos que no sería tan siquiera percibida como multipli
i
i'ui i
cidad real. La percepción sería, en última instancia, imposible,
mic a c o n F r e c e
IIii .set
I no se preocupa de es e elem ento y, despu és de haber
¿No supone la síntesis subjetiva de la génesis psicológica, una vez
i
comprendida y explicitada, una sín tesis originaria del sujeto y del
h
objeto en una conciencia trascendental? ¿No debe distinguirse en
mu mudo tina polém ica con Frege -, defiend e el valor de una expli-
....
olido según los mismos métodos al análisis psicológico de n lm iones de grad os -d e m ás y de me nos 27, y de igualdad28,
tre la génesis natural que constituye la unidad real del objeto por
u mu gené tica de la aritmética en general. F rege negaba a la psi-
relaciones captadas como primarias y la génesis del sentido del objeto, génesis fenomenológica que constituye intencionalmente
uliipjii cualquier derecho de intervención en el ámbito de la Aritu» iu u U n análisis psicológico del concepto de número, decía,
un sentido objetivo y que, en tal medida, también es diferente de
un puede ofrecernos nada esencial. «El número es tan objeto de
una génesis psicológica? M ás adelante veremos cómo esta génesis
11 ir.icología o el producto de operaciones psíquicas como el mar di I Noi lc»,(l. El mar del Norte exi ste y p rescind e perfectamente del
fenom enológi ca, que Husserl todavía no ha descubierto, planteará asimismo graves problemas.
i. lo inlencional que lo mienta31. Husserl responde afirmando que,
Aquí, Husserl se contenta con oponer dos tipos de relaciones
i im se remite a una génesis psicológica, solo se pueden definir
y se interesa exclusivamente en el carácter genético de la relación
mu iones lógicas «compuestas»; estas son mediatas y, en conse-
psicológica. Al no estar tematizada la relación sintética de la una con la otra que nos eleva a otro nivel d e la gén esis24, el psico-
■ m una, insuficientes. Ya están constituidas y su sentido originario . nos escapa. Suponen conceptos elementales tales como «cua
logismo y el logicismo chocan o se confunden sin que la razón
lidad», «intensidad», «lugar», «tiempo», etc., cuya definición no
de su dialéctica quede muy clara. Y ello porque, describiendo la
iiio de ser, según Hu sserl, esp ecíficam ente lógic a. Es tos concep tos
génesis del concepto como un proceso de abstracción, sostenido
mu correlativos del acto de un sujeto. Los conceptos de igualdad,
por el concepto formal de «conexión colectiva», Husserl muestra que todo concepto abstracto solo es pensable si viene acompaña
.’ii Ihid., t. IV, p. 85 . 27. Cap. V 28. Cap. VI. 2'). I'rege, Gntndlagen d er Arithmetik. Husserl volverá a tratar esa oposición a Iii'jie en las Invest igacion es ló gicas , 1.1, p. 183 [versión cast.: § 43, p. 146] y citará 1 lage n como un libro muy enriquecedor. lio 1 fiwd 10. Ihid ., t. VII, p. 13 0 . 11 Vemos aquí cómo el problema se plantea al nivel de una intencionalidad psii iilugiea, de la cual el sentido objetivo del ser puede prescindir perfectamente. Pero .pndiía el ser prescindir también de una intencionalidad trascendental? Sin duda. Alo» a bien, en la medida en que tendrá un sentido objetivo para un sujeto trascendenliil y en que siempre tendrá que partir de ese se ntido, la i ntencionalidad trascendental m'iá originaria. Pero esta originariedad es fe nom enol ógic a y no ontológica . Tal será el imililetiia del idealismo husserliano.
do, de alguna manera, por una intuici ón concreta25 de un objeto. No se trata aquí del problema de la posibilidad de un pensamiento sin imagen, sino m ás bien de una consecuencia de la intenciona lidad. Todo concepto es concepto de algo: la posibilidad de un 24. Tal relación solo será tematizada con la descripció n de una intencionalidad trascendental. 25. Aquí se anuncia la relación de «fundación» (Fundierung) de las esencias o de los símbolos en la presencia originariamente concreta del objeto «en persona» en la conciencia.
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El psicologi smo intencional
Los dilemas de la génesis psicológ ica
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de identidad, de todo y parte, de pluralidad y de unidad no s e coiu»
...n< m «mío»? La cuestión es de gran calado y viene planteada
prenden, en última instancia, como térm inos de lógic a formal. SI
i 11, pe. Este considera acertadamente que todo lo que, en una i H del número, no pueda aplicarse al cero y a la unidad no
estos conceptos fueran a priori puras for mas idea les, no se pi ón» tarían a ninguna definición; toda definición supone efectivamenl*
•i ni .i entonc es nada ese nci al35. Toda explic aci ón genét ica tiene
una determinación concreta. Esta solo puede proceder del acto dtf constitución efectiva de esa lógica formal32.
i.
Debemos volvernos entonces hacia la vida psicológica conciata, hacia la percepción a partir de la cual se efectúan la abstracción
*i dilii tillad es inmensa: ¿acaso la esencia del cero no es la auih m de loda determinación concreta o, como Husserl dirá más ■ •• •E ilc loda «implec ión» (Er fül lun g ) de la intuición categorial
y la formalización. Una «forma» lógica ya constituida no pueda definirse rigurosamente sin que se desvele toda la historia inten cional de su constitución. Si tal historia no está implicada en todo* los conceptos ló gicos, estos se vuelven entonces ininteligibles en
mpe/ar por la producción del cero y de la unidad. Si no logra
i'lii iiilo, su principio mismo queda en entredicho. Ahora bien,
"i n ial ivamente, de todo acto intenci onal? E sta aus encia y e sta r ii mu tienen que ser posibles a priori ; no se alcanza el cero Iiiiiilc sustracción o abstracción a partir de una totalidad con-
.....
sí e inutilizables en las operaciones concretas. Por ello Husserl
•
afirma, contra Frege, que no tenemos derecho a reprochar al mate
'•mullí posible para que se realicen las operaciones de sustracción ■I' iihsiracción. Ninguna gé nes is psi col ógi ca puede construir, a
mático que describa el itinerario histórico y psicol ógico que llevn al concep to de número33. No puede «empezarse» por una defini ción lóg ica del número. El acto de esa d efinición y su posibilidad serían inexplicables. Así pues, todo lo que se le puede pedir al
11
i uní de totalidades concretas de percepciones y de actos fundai ' poi esas percepciones, una objetividad lógica cuya esencia es munción misma de esas totalidades concretas. Si el sentido del
11
matemático es que empiece por una descripción concreta de la
ni no
génesis de las nociones utilizadas y que ponga así de manifiesto el sentido de esas nociones para una conciencia. Husserl piensa
iluda en la percepción. Al contrario, el cero tiene que ser de
iiiiii
haber mostrado claramente que los conceptos de pluralidad y dú
d i eio sin lleg ar a captarlo. hiede objetarse que esta imposibilidad es teórica y formal. Una
unidad están fundados en percepciones originarias. Como todo
■i 11 .ti eión «real» es, empero, posible. Con ella, adviene el cero. Y
número implica la pluralidad y la unidad, su descripción genética es posible. La ambición logicista de Frege es «quimérica». Pero la dificultad no se ha disipado.
'
es posible a priori, es decir, antes de toda génesis, entonsimple abstracción psicoló gica se acercará indefinidamen-
i n i lo, sin duda, pero ello s e debe a que la unidad ya está consti....
ti Ahora bien, la unidad solo se constituye solidariamente con
11 posibilidad del cero. La última negación que conduce al cero y 11 ln usca discontinuidad que supone so lo son posibles si la unidad
La
i m po s i b l e g é n e s i s d e l
«c
e r o
»
y de l a unidad
Si toda forma lógica y todo número remiten al acto intencional de su producción y a la percepción de una pluralidad de objetos, ¿cómo explicar genéticamente la significación del «cero» 34 y del 32. Se remite así, más allá de la génesi s psicológi ca, a una génesis trascendental de la lógica formal. Es esta génesis el tema de Experien cia y juic io, y de Lógica j'or mal y lógica trascen dental. 33. Philosophie derAri thmetik, t. VII, p. 134 . 34. La cuestión consiste en saber si, en el fondo, un no-ser puede ser mentado intencionalmente. Un idealismo intencional parece que fracasa y no permite alcanzar
i i picscnte. Y con la unidad tenemos el mismo problema36. qiir l.i «signific ación» d e una ausenci a particular. La ontología heideggeriana in! i h rslu fenomenología intencional. La «angustia» es originaria y permite una «dis"• inii exíslencial ante una indeterminación ontológica absoluta. Es una nada lo que ' "iifinii'iila la posibilidad de la negación lógica. En Husserl, al contrario, la negación ' mpir se hará a partir de una intuición en la que el ser, dándose concretamente, acaba i ii •ili'i'cpcionar». La negación es genéticamente segunda. Volveremos a esta cuestión mi iiilHante para examinar uno de los mayores escollos de la lógica husserlíana. I'i //»(/., t. VIII, p. 140-15 0 . Ut I s necesario evocar aquí -y también en otros muchos pasaj es-la dialéctica i l.iiniiii a del Uno y de lo Múltiple, así como lamentar que Husserl y muchos de sus mi i luí alores y discípulos no se hayan visto interrogados, al menos una vez en su n|.i pm un Sócra tes.
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El psicologi smo intencional
Los dilemas de la génesis psicológ ica
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de identidad, de todo y parte, de pluralidad y de unidad no s e coiu»
...n< m «mío»? La cuestión es de gran calado y viene planteada
prenden, en última instancia, como térm inos de lógic a formal. SI estos conceptos fueran a priori puras for mas idea les, no se pi ón» tarían a ninguna definición; toda definición supone efectivamenl*
i 11, pe. Este considera acertadamente que todo lo que, en una i H del número, no pueda aplicarse al cero y a la unidad no
una determinación concreta. Esta solo puede proceder del acto dtf constitución efectiva de esa lógica formal32.
•i ni .i entonc es nada ese nci al35. Toda explic aci ón genét ica tiene i . mpe/ar por la producción del cero y de la unidad. Si no logra i'lii iiilo, su principio mismo queda en entredicho. Ahora bien,
Debemos volvernos entonces hacia la vida psicológica conciata, hacia la percepción a partir de la cual se efectúan la abstracción
*i dilii tillad es inmensa: ¿acaso la esencia del cero no es la auih m de loda determinación concreta o, como Husserl dirá más
y la formalización. Una «forma» lógica ya constituida no pueda
■ •• •E ilc loda «implec ión» (Er fül lun g ) de la intuición categorial "i n ial ivamente, de todo acto intenci onal? E sta aus encia y e sta
definirse rigurosamente sin que se desvele toda la historia inten cional de su constitución. Si tal historia no está implicada en todo* los conceptos ló gicos, estos se vuelven entonces ininteligibles en
r ii mu tienen que ser posibles a priori ; no se alcanza el cero Iiiiiilc sustracción o abstracción a partir de una totalidad con-
.....
sí e inutilizables en las operaciones concretas. Por ello Husserl
•
afirma, contra Frege, que no tenemos derecho a reprochar al mate
'•mullí posible para que se realicen las operaciones de sustracción ■I' iihsiracción. Ninguna gé nes is psi col ógi ca puede construir, a
mático que describa el itinerario histórico y psicol ógico que llevn al concep to de número33. No puede «empezarse» por una defini ción lóg ica del número. El acto de esa d efinición y su posibilidad serían inexplicables. Así pues, todo lo que se le puede pedir al
unidad están fundados en percepciones originarias. Como todo número implica la pluralidad y la unidad, su descripción genética es posible. La ambición logicista de Frege es «quimérica». Pero la dificultad no se ha disipado.
iluda en la percepción. Al contrario, el cero tiene que ser de
i uní de totalidades concretas de percepciones y de actos fundai ' poi esas percepciones, una objetividad lógica cuya esencia es munción misma de esas totalidades concretas. Si el sentido del
11
matemático es que empiece por una descripción concreta de la génesis de las nociones utilizadas y que ponga así de manifiesto el sentido de esas nociones para una conciencia. Husserl piensa haber mostrado claramente que los conceptos de pluralidad y dú
11
ni no iiiiii
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es posible a priori, es decir, antes de toda génesis, entonsimple abstracción psicoló gica se acercará indefinidamen-
d i eio sin lleg ar a captarlo. hiede objetarse que esta imposibilidad es teórica y formal. Una ■i 11 .ti eión «real» es, empero, posible. Con ella, adviene el cero. Y i n i lo, sin duda, pero ello s e debe a que la unidad ya está consti-
....
ti Ahora bien, la unidad solo se constituye solidariamente con
11 posibilidad del cero. La última negación que conduce al cero y 11 ln usca discontinuidad que supone so lo son posibles si la unidad
La
i m po s i b l e g é n e s i s d e l
«c
e r o
»
y de l a unidad
Si toda forma lógica y todo número remiten al acto intencional de su producción y a la percepción de una pluralidad de objetos, ¿cómo explicar genéticamente la significación del «cero» 34 y del 32. Se remite así, más allá de la génesi s psicológi ca, a una génesis trascendental de la lógica formal. Es esta génesis el tema de Experien cia y juic io, y de Lógica j'or mal y lógica trascen dental. 33. Philosophie derAri thmetik, t. VII, p. 134 . 34. La cuestión consiste en saber si, en el fondo, un no-ser puede ser mentado intencionalmente. Un idealismo intencional parece que fracasa y no permite alcanzar
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qiir l.i «signific ación» d e una ausenci a particular. La ontología heideggeriana in! i h rslu fenomenología intencional. La «angustia» es originaria y permite una «dis"• inii exíslencial ante una indeterminación ontológica absoluta. Es una nada lo que ' "iifinii'iila la posibilidad de la negación lógica. En Husserl, al contrario, la negación ' mpir se hará a partir de una intuición en la que el ser, dándose concretamente, acaba i ii •ili'i'cpcionar». La negación es genéticamente segunda. Volveremos a esta cuestión mi iiilHante para examinar uno de los mayores escollos de la lógica husserlíana. I'i //»(/., t. VIII, p. 140-15 0 . Ut I s necesario evocar aquí -y también en otros muchos pasaj es-la dialéctica i l.iiniiii a del Uno y de lo Múltiple, así como lamentar que Husserl y muchos de sus mi i luí alores y discípulos no se hayan visto interrogados, al menos una vez en su n|.i pm un Sócra tes.
El psicologismo intencional
Los dilemas de la génesis psicológica
¿Cómo puede la unidad ser constituida en el movimiento de un devenir empírico-psicológico? ¿No es esta también un concepto o una esencia a priori que, lejos de ser engendrada, estaría ahí para fundar una génesis ulterior de la aritmética? Una serie do actos perceptivos y de abstracción nunca podrá alcanzar una uní* dad objetiva según un movimiento continuo. Lo indefinido de la multiplicidad solo logrará la unidad por un salto brusco, por una discontinuidad que interrumpirá el devenir genético o, al menos, lo arrancará a la vida psicológica. El sentido de la unidad ya tie ne que estar presente para animar y orientar la génesis. Añadir o sustraer indefinidamente objetos concretos que todavía no están constituidos en unidades aritméticas nos llevará lo más cerca po sible de la unidad, pero no vemos por qué milagro la yuxtaposi ción empírica de un elemento transformará una pluralidad, que ni está mentada como tal, en totalidad. Solo podrá conseguirlo si la unidad ya está ahí, en el objeto, si la intencionalidad no solo es psicológica sino trascendental. Si la síntesis es posible a priori -ya sea en el objeto37 o en un concepto lógico a priori -, la génesis psicológica, lejos de producir tal síntesis, viene simplemente derivada de ella. Su condición de posibilidad no es genética. La descripción del devenir de las signi ficaciones aritméticas se centrará solamente en accidentes secunda rios, en elementos accesorios. Las significaciones no se constituyen en un devenir empírico. Nos vemos remitidos, pues, a un a pri ori no genético. Pero, para ser intencional, este a priori no debe ser un concepto formal, sino que debe ser sintético. Ahora bien, no hay síntesis sin génesis. ¿A qué otra génesis nos vemos entonces remi tidos y cuál es aquí la respuesta de Husserl?
El
i i picscnte. Y con la unidad tenemos el mismo problema36.
r e c h a z o de una aporía
La respuesta de Husserl es, en apariencia, deliberadamente psicologista, es decir, insuficiente. Pero, de hecho, resulta mucho más compleja y contiene virtualmente todo el sentido ulterior de la fe nomenología. Frege, concentrándose en las ideas de equivalencia y de diferencia, y en sus relaciones con el número, había llegado a 37. No se entiende ent onces por qué tal síntesis nos aparece originariamente.
87
i «puicnle aporía38: si buscamo s el ori gen del núm ero en un siste-
posleri ori de objetos concretos «diferentes», obtenemos una niiiiuilación» y no un número. En este sentido, podría decirse |in l.i unidad constitutiva de todo núme ro debe se r dada originaria-
ii i ,i
para que las diferencias y las singularidades de los ob jetos mírlelos puedan asumir una «abstracción»; la equivalencia formal
i i .
u l e
|in i estilla de ell o autorizará el número. Ahora bien , inversame ni, n la posib ilidad de esta equiv alen cia teórica y formal es prisi solo ella es esencial para la constitución de los números, . ios no se distinguirán entre ellos; ninguno de ellos tendrá conteniiiii ni,
,|n o sentido específico; la síntesis y la operación aritméticas serán nii|iincticables, el número no aparecerá. Todas las paradojas de la ri musís están presentes aquí. La génesis histórica o psicológ ica del iiniiuTo no basta para explicar el advenimiento de la significación iiilmética. Hay que suponer, como hace Frege, el concepto puro ili I número antes de la operación psic ológica que lo «presenta» H lo «utiliza». Pero advertimos asimismo que este concepto, una ■ i / definido e n su pureza, reclama una gé nesis efectiva para llegar i ,ii cumplimiento y tener sentido. La acumulación de accidentes mío puede producir la unidad si se presupone la «equivalencia» de los
accidentes. Pero, si esta equivalencia no está determinada por
mi objeto concreto o por una esencia concreta (objeto sensible y cm-ucia del número), si no es de algún modo, en cuanto concreta, «Miélica o gen ética, nunca dará lugar a la unidad aritmética. Y e llo poique la equivalencia invocada por Frege es una «síntesis a prioil». En cuanto a priori, precede a toda síntesis efectiva; en cuanto iinlética, ya viene producida por una génesis. Es constituyente solo i ii lauto
en cuanto ya constituida. Esta síntesis originaria remite a una génesis concreta, pero no histórico-psicológica de las esencias. I'iovocará una superación del debate logicismo-psicologis mo por parle de la fenomenología al instituir un ámbito «neutro» de la vivencia. La solución actual de Husserl prepara esa superación. Ilusserl opone una descripción a la antinomia conceptual de Fre ía-'1'. Solo las c osas singulares y diferente s pueden, según afirma,
IX. Ihid., t. VII, p. 121, y t. VIII, p. 154-155 . W, lbid.
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El psicologismo intencional
Los dilemas de la génesis psicológica
¿Cómo puede la unidad ser constituida en el movimiento de un devenir empírico-psicológico? ¿No es esta también un concepto o una esencia a priori que, lejos de ser engendrada, estaría ahí para fundar una génesis ulterior de la aritmética? Una serie do actos perceptivos y de abstracción nunca podrá alcanzar una uní* dad objetiva según un movimiento continuo. Lo indefinido de la
87
i «puicnle aporía38: si buscamo s el ori gen del núm ero en un siste-
posleri ori de objetos concretos «diferentes», obtenemos una niiiiuilación» y no un número. En este sentido, podría decirse
ii i ,i
|in l.i unidad constitutiva de todo núme ro debe se r dada originariapara que las diferencias y las singularidades de los ob jetos mírlelos puedan asumir una «abstracción»; la equivalencia formal
i i .
u l e
multiplicidad solo logrará la unidad por un salto brusco, por una discontinuidad que interrumpirá el devenir genético o, al menos, lo arrancará a la vida psicológica. El sentido de la unidad ya tie ne que estar presente para animar y orientar la génesis. Añadir o sustraer indefinidamente objetos concretos que todavía no están
|in i estilla de ell o autorizará el número. Ahora bien , inversame ni, n la posib ilidad de esta equiv alen cia teórica y formal es pri-
constituidos en unidades aritméticas nos llevará lo más cerca po sible de la unidad, pero no vemos por qué milagro la yuxtaposi
nii|iincticables, el número no aparecerá. Todas las paradojas de la
ción empírica de un elemento transformará una pluralidad, que ni está mentada como tal, en totalidad. Solo podrá conseguirlo si la
iiniiuTo no basta para explicar el advenimiento de la significación
unidad ya está ahí, en el objeto, si la intencionalidad no solo es psicológica sino trascendental. Si la síntesis es posible a priori -ya sea en el objeto37 o en un concepto lógico a priori -, la génesis psicológica, lejos de producir tal síntesis, viene simplemente derivada de ella. Su condición de posibilidad no es genética. La descripción del devenir de las signi ficaciones aritméticas se centrará solamente en accidentes secunda rios, en elementos accesorios. Las significaciones no se constituyen en un devenir empírico. Nos vemos remitidos, pues, a un a pri ori no genético. Pero, para ser intencional, este a priori no debe ser un concepto formal, sino que debe ser sintético. Ahora bien, no hay síntesis sin génesis. ¿A qué otra génesis nos vemos entonces remi tidos y cuál es aquí la respuesta de Husserl?
El
r e c h a z o de una aporía
si solo ella es esencial para la constitución de los números, . ios no se distinguirán entre ellos; ninguno de ellos tendrá conteniiiii ni,
,|n o sentido específico; la síntesis y la operación aritméticas serán ri musís están presentes aquí. La génesis histórica o psicológ ica del iiilmética. Hay que suponer, como hace Frege, el concepto puro ili I número antes de la operación psic ológica que lo «presenta» H lo «utiliza». Pero advertimos asimismo que este concepto, una ■ i / definido e n su pureza, reclama una gé nesis efectiva para llegar i ,ii cumplimiento y tener sentido. La acumulación de accidentes mío puede producir la unidad si se presupone la «equivalencia» de accidentes. Pero, si esta equivalencia no está determinada por
los
mi objeto concreto o por una esencia concreta (objeto sensible y cm-ucia del número), si no es de algún modo, en cuanto concreta, «Miélica o gen ética, nunca dará lugar a la unidad aritmética. Y e llo poique la equivalencia invocada por Frege es una «síntesis a prioil». En cuanto a priori, precede a toda síntesis efectiva; en cuanto iinlética, ya viene producida por una génesis. Es constituyente solo i ii lauto
en cuanto ya constituida. Esta síntesis originaria remite a una génesis concreta, pero no histórico-psicológica de las esencias. I'iovocará una superación del debate logicismo-psicologis mo por parle de la fenomenología al instituir un ámbito «neutro» de la
La respuesta de Husserl es, en apariencia, deliberadamente psicologista, es decir, insuficiente. Pero, de hecho, resulta mucho más compleja y contiene virtualmente todo el sentido ulterior de la fe
vivencia. La solución actual de Husserl prepara esa superación. Ilusserl opone una descripción a la antinomia conceptual de Fre ía-'1'. Solo las c osas singulares y diferente s pueden, según afirma,
nomenología. Frege, concentrándose en las ideas de equivalencia y de diferencia, y en sus relaciones con el número, había llegado a 37. No se entiende ent onces por qué tal síntesis nos aparece originariamente.
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IX. Ihid., t. VII, p. 121, y t. VIII, p. 154-155 . W, lbid.
Los dilemas de la génesis psicol ógica
ser coligadas en totalidad, pero en la totalidad como tal, en su si nificación propia, no hay propiamente «diferencia». La numcr ción supone la distinción «esencial» y no la diferencia «real». I’h captar un número en una multiplicidad, se subsume cada uno i los objetos singulares bajo el concepto de «algo en general». I.i números nacen de una abstracción a partir de «agregados» cuy elementos son igu ales unos co n otros «de alguna manera». La ¡is ciación colectiva y el concep to de «algo en general» son suficient
El psic olo gism o inten ciona l
i 11 • trm iii del número remite al acto de su p roducció n por un i im i imiTdo susceptible de una psicología y de una historia. I i m n np,mélica de la aritmética quedaría así legitima da. Pero si 'imiiia la última justificación de la génesis del número, adiiiiini*t que es ese «algo» en general lo que posibilita la uni'*l o iimcliea y, por tanto, la abstracción que parece engendrarlo. >'iMbien, esta posibilid ad es a quí a priori; si se quisiera deducir ■ ni .iiiiu la posibilidad de «algo en gen eral», d ebería suponer-
para constituir el número. A partir de «agreg ados» con cretos, hac mos abstracción de todos los caracteres singulares de los objeto salvo del hecho de que son «contenidos» (Inhalt)w, es decir, «algo efectivamente real. La intencionalidad de la conciencia quiere qu como Husserl pone de relieve, ese «algo» sea concreto e irreducll ble a la equivalencia formal de la que habla Frege. Si decimos qut
d. i Mirada alguna otra subjetivi dad en genera l. El fund amen to '•mui de la objetividad no puede ser deducido empírica o psico11 , límenle. ¿Hay un momento en el que una multiplicidad de
i
'■ nai i iones singulares y empíricas engendra la generalid ad? La m ni de la generalidad que fundamenta todo con cepto , ¿no es .....
Júpiter, un ángel y una contradicción son «tres», es que cada uno tiene una unidad concreta de objeto, pero que, en cuanto contení» por una abstracción; no es supuesta, como quería Frege, por todfl abstracción. Frege confundió identidad y equivalencia. Esta última es compatible con una diferencia en la determinación concreta y singular del objeto. Dos números que designan objetos diferente* pueden ser iguales. Así quedaría resuelta, según Husserl, la aporítt formulada por Frege. Pero, de hecho, ¿qué ha ocurrido?
Imlible a una génesis? El momento en el que parece produci-
• 11 n>i una «operación» lógica o p sicol ógica , ¿es un mome nto his .....
dos singulares, cada uno es diferente. La equivalencia se produ'1
XV
ir’ ¿Pertenece al tiempo empírico, en el sentido habitual del
•' nimio? La objetividad del concepto a priori y la esencia de la . ■ im miniad son irreductibles a la subjetividad empírica que pareinodticirlas, pero no hace más que «reproducirlas». De nuevo, II
im nesis
parece accesoria; solo tiene una función complementa-
n i y i asi técnica en el nacimiento y en las operaciones de la arit.1» lira Aparentemente, la gén esis produce la unidad del sentido; i. Iirrlio, el sentido mis mo determ ina a priori la génesis. ¿Cómo im. de Ilusserl, al nivel pre-fen omen ológico en el que s e encuentra
El « a
l g o e n g e n e r a l
»:
necesidad de un
«
a p r i o r i» c o n c r e t o
En cierto sentido, Husserl fundó el valor del punto de vista genético, ya que mostró que la «asociación colectiva» y la abstrac ción eran actos reales indispensables para la aparición del número. * 0 4 40. Como M. Farbcr (TheFoundation of Phen omen ology , op. cit., cap. II), tam bién nosotros podemos lamentar el uso de la palabra «contenido» [contenu]. Es efectivamente un término ambiguo y parece estar en contradicción con la inten cionalidad de la conciencia. Pero, nuevamente, debe recordarse aquí la insuficien te explicación de esta e insistir -siguiendo a Tran-Duc-Thao y como lo confirma asimismo el uso de la noción «objeto en general»- en que ¡a intencionalidad co rresponde al concepto criticista de obje tivac ión (Phé nomé nolog ie et matér ialism e diale ctiqu e, cap. II, § 8, p. 78 [versión cast.: op. cit ., p. 75]). Esta es la mejor prueba de la asimilación del criticismo kantiano y del psico logismo de sde el punto de vis ta de una auténtica fenomenología trascendental.
mdnvia, asumir esta contradicción entre una doctrina ps icolo gista un Imulamento logicista? Sin prende ver cómo Husserl, lejos de mutilar el sentido com|il>|o del debate, adapta su descripción co n una flexib ilidad min unisa: aunque producido por una abstracción, el nú mero no es una •I. inmin ación conceptual abstr acta-H usserl rechaza los nominali a n o s 11de Mili, H elmholt z y Kronecker, quien es afirman que lo s inimeros no serían sino «cifras», es decir, signos, nombres dados i una multiplicidad de objetos prácticos; el nombre «común» de . osas que son dos es «dos». A esto Husserl responde, por su parte, que el número no debe ser un signo abstracto, ya que en tal caso •II Phib sop hie der Arithmetik , t. IX, p. 190-19 8 .
88
Los dilemas de la génesis psicol ógica
XV
El psic olo gism o inten ciona l
ser coligadas en totalidad, pero en la totalidad como tal, en su si
i 11 • trm iii del número remite al acto de su p roducció n por un i im i imiTdo susceptible de una psicología y de una historia. I i m n np,mélica de la aritmética quedaría así legitima da. Pero si 'imiiia la última justificación de la génesis del número, adiiiiini*t que es ese «algo» en general lo que posibilita la uni-
nificación propia, no hay propiamente «diferencia». La numcr ción supone la distinción «esencial» y no la diferencia «real». I’h captar un número en una multiplicidad, se subsume cada uno i los objetos singulares bajo el concepto de «algo en general». I.i números nacen de una abstracción a partir de «agregados» cuy
'*l o iimcliea y, por tanto, la abstracción que parece engendrarlo. >'iMbien, esta posibilid ad es a quí a priori; si se quisiera deducir
elementos son igu ales unos co n otros «de alguna manera». La ¡is ciación colectiva y el concep to de «algo en general» son suficient
■ ni .iiiiu la posibilidad de «algo en gen eral», d ebería suponer-
para constituir el número. A partir de «agreg ados» con cretos, hac
d. i Mirada alguna otra subjetivi dad en genera l. El fund amen to
mos abstracción de todos los caracteres singulares de los objeto salvo del hecho de que son «contenidos» (Inhalt)w, es decir, «algo
'•mui de la objetividad no puede ser deducido empírica o psico11 , límenle. ¿Hay un momento en el que una multiplicidad de
i
efectivamente real. La intencionalidad de la conciencia quiere qu
'■ nai i iones singulares y empíricas engendra la generalid ad? La
como Husserl pone de relieve, ese «algo» sea concreto e irreducll ble a la equivalencia formal de la que habla Frege. Si decimos qut
m ni de la generalidad que fundamenta todo con cepto , ¿no es .....
Júpiter, un ángel y una contradicción son «tres», es que cada uno
Imlible a una génesis? El momento en el que parece produci-
• 11 n>i una «operación» lógica o p sicol ógica , ¿es un mome nto his -
tiene una unidad concreta de objeto, pero que, en cuanto contení»
.....
dos singulares, cada uno es diferente. La equivalencia se produ'1
ir’ ¿Pertenece al tiempo empírico, en el sentido habitual del
•' nimio? La objetividad del concepto a priori y la esencia de la
por una abstracción; no es supuesta, como quería Frege, por todfl
. ■ im miniad son irreductibles a la subjetividad empírica que pareinodticirlas, pero no hace más que «reproducirlas». De nuevo,
abstracción. Frege confundió identidad y equivalencia. Esta última es compatible con una diferencia en la determinación concreta y
II
singular del objeto. Dos números que designan objetos diferente*
im nesis
parece accesoria; solo tiene una función complementa-
n i y i asi técnica en el nacimiento y en las operaciones de la arit-
pueden ser iguales. Así quedaría resuelta, según Husserl, la aporítt formulada por Frege. Pero, de hecho, ¿qué ha ocurrido?
.1» lira Aparentemente, la gén esis produce la unidad del sentido; i. Iirrlio, el sentido mis mo determ ina a priori la génesis. ¿Cómo im. de Ilusserl, al nivel pre-fen omen ológico en el que s e encuentra
El « a
l g o e n g e n e r a l
»:
necesidad de un
«
mdnvia, asumir esta contradicción entre una doctrina ps icolo gista
a p r i o r i» c o n c r e t o
un Imulamento logicista? Sin prende ver cómo Husserl, lejos de mutilar el sentido com-
En cierto sentido, Husserl fundó el valor del punto de vista genético, ya que mostró que la «asociación colectiva» y la abstrac ción eran actos reales indispensables para la aparición del número. * 0 4
|il>|o del debate, adapta su descripción co n una flexib ilidad min unisa: aunque producido por una abstracción, el nú mero no es una •I. inmin ación conceptual abstr acta-H usserl rechaza los nominali a n o s 11de Mili, H elmholt z y Kronecker, quien es afirman que lo s
40. Como M. Farbcr (TheFoundation of Phen omen ology , op. cit., cap. II), tam bién nosotros podemos lamentar el uso de la palabra «contenido» [contenu]. Es efectivamente un término ambiguo y parece estar en contradicción con la inten cionalidad de la conciencia. Pero, nuevamente, debe recordarse aquí la insuficien te explicación de esta e insistir -siguiendo a Tran-Duc-Thao y como lo confirma asimismo el uso de la noción «objeto en general»- en que ¡a intencionalidad co rresponde al concepto criticista de obje tivac ión (Phé nomé nolog ie et matér ialism e diale ctiqu e, cap. II, § 8, p. 78 [versión cast.: op. cit ., p. 75]). Esta es la mejor prueba de la asimilación del criticismo kantiano y del psico logismo de sde el punto de vis ta de una auténtica fenomenología trascendental.
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inimeros no serían sino «cifras», es decir, signos, nombres dados i una multiplicidad de objetos prácticos; el nombre «común» de . osas que son dos es «dos». A esto Husserl responde, por su parte, que el número no debe ser un signo abstracto, ya que en tal caso •II Phib sop hie der Arithmetik , t. IX, p. 190-19 8 .
El psicologism o intencion al
Los dilemas de la gé nesis psicol ógica
91
no se entendería có mo podría remitir a unidades concretas; no
Inii.i loen, antes de la doctrina de la intuición de esencias sin-
entiende por qué cada uno de los objetos que comp onen una ni
• ,i pri ori (puesto que son, a la vez, originariamente distin-
tiplicidad -tre s por ejem plo - no podría ser designado por el m() tivo «tres». Como tampoco podem os ver en el número, como lm
dinilutamente indisociables de los «hechos»), el uso de un ai i'iiipírico parece contradictorio. Aunque en las etapas ula. de su pensamiento Husserl intentará esclarec er el sentido
Sigwart, un simple «p redicado» de la multiplicidad real. Así p ues, el número no es un concepto. L legando a tal concl sión, Husserl contradice el principio de la génes is psicológic a, i
1
solo puede producir conceptos, pero está de acuerdo con una d cripción ya fenomenológica que respeta la significación origin
, >-o ano logicista que los números no están ligados a los objetos i.. ,u calificació n, su carácter, y aunque ti ene en c uenta aquí
de los fenómenos. Su pensamiento se distingue tanto del psicol gismo estricto de Mili y de Sigwart como del antipsicologismo
>iilip lividad original de la esencia (anticipando las Inv esti ga os lógicas y todos los temas posteriores), Husserl mantiene
Frege; además, el psicologismo y el antipsicologismo se encuo tran en una misma infidelidad a las significaciones fenomenolúj
11 1
,
lu objetos de la percep ción son originariamente «portadores» unos (anunciando asi la doctrina de la impleción percepti-
........
I lu intuición eidética4 43 y del n úcleo antepredicativo sensible 2
cas de las que parten sin confesarlo. Para Frege, la posibilidad il número era un concepto a priori. En cuanto tal, ese concepto n se encuentra evidentemente «en la experiencia». Como en Kan* ese concepto remite a un sujeto trascendental y formal a partir d cual la génesis empírico-psicológica resultaba imposible o so; pechosa. De tal modo que, cuand o Frege quería -y deb ía- pasar finalmente a una determinación concreta del número, desembc caba en aporías. Se v eía enton ces reducido, contra su voluntad, ‘ convertir el número en un «predicado» y, en última instancia, el un signo exterior de la cosa. Coincidía así con el empirismo dúl
miliadicción, por el momento mantiene, asociados y yux-
, >! imi, mal que bien, l os do s términos. Aun que c onc ede a un
»
i. i
¡ i
ultimo .sustrato del sentido44). Si el existente es asi «portai fundamento primitivo de las esenc ias, la gén esis histórica
i*i>ologica de lo s actos q ue mientan e l obje to según tal o cual • 'lo c, el soporte de la aparición del sentido aritmético. La muli to nl.iil de los o bjetos «e n sí mi smos » no determin a la totali•.1 , ln unidad. Pero el sentid o de la «totalidad» o de la «unidad » i .Ir a priori al margen de los objetos o del acto psicológico il" que lo pone. Cuando Husserl se dé cuenta de que ese acto •hnlíij'ico no puede, si es real (real), producir la evidencia del
que, precisamente, quería separarse. Se verifica entonces la ley
nitilii y resulta estar constituido por otro sujeto; cuando haya
según la cual cada vez que nos referimos, como lo hace Kant, H
mi nio el acto del sujeto en una esfera «neutra» de la vivencia,
un a priori no feno men ológico - e s decir, en definitiva, para Kanl,
iiui mus alcanzado entonces el nivel fen omeno lógico. Husserl
no empírico-, nos vemos obligados a introducir lo «constituido»
i ' i ilu ahí, como lo hará enérgicamente en las Ide as45, situar las
en la conciencia trascendental y queda de este mod o imposibilitad)]
in ni s aquí, las esen cias a ritm éticas- aparte y al margen de la
la comprensión de la relación de fundación entre lo constituido
t>i i inic ia. La esen cia d el nú mero e s a priori, pero este a priori
trascendental y lo constituido ps icológic o. Se adopta en tal caso lo
>mínelo . Asi, cuando la doctrina de la intencionalidad esté más
que Hus serl llamará más tarde un «psico log ism o trascendental»'1',
i il Hiiada, podrá ser dado a una int uici ón. D e es te m odo , se res erva l>gil una ya la posibilid ad de una sig nifica ción ló gica objetiva y de
Todo el sentido de la tentativa husserliana futura se apoyará en ln posibilidad de un a priori empírico (en el sentido originario y no kantiano de la palabra) y fenomenológico. La síntesis a priori yti no será el objeto de un «juicio », sino d e una intuición. 42. Cf. Medi tacion es ca rtesia nas, § 41 , p. 119 de la ed. alemana; v ersión fr. do Lcvinas-Peiffer, p. 73 [versión cast.: p. 144-145],
m i ambólica formal fundada en «acto s donadores orig inarios»46. II II I'i ln
( I. Investiga ciones l ógica s, t. 11,passim; e Idea s \,p as sim y espec. § 136. (I, Experienci a y juic io, y Lógica for ma l y l ógica trascende ntal, passim . hlcas I, § 22; versión fr.: p. 72-73 [versión cast.: p. 54-55], llnsscrl trata esta simbólica formal en la segunda parte de la obra, que no
liilncsa aquí directamente.
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El psicologism o intencion al
Los dilemas de la gé nesis psicol ógica
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no se entendería có mo podría remitir a unidades concretas; no
Inii.i loen, antes de la doctrina de la intuición de esencias sin-
entiende por qué cada uno de los objetos que comp onen una ni
• ,i pri ori (puesto que son, a la vez, originariamente distin-
tiplicidad -tre s por ejem plo - no podría ser designado por el m() tivo «tres». Como tampoco podem os ver en el número, como lm
dinilutamente indisociables de los «hechos»), el uso de un ai i'iiipírico parece contradictorio. Aunque en las etapas ula. de su pensamiento Husserl intentará esclarec er el sentido
Sigwart, un simple «p redicado» de la multiplicidad real. Así p ues, el número no es un concepto. L legando a tal concl sión, Husserl contradice el principio de la génes is psicológic a, i
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solo puede producir conceptos, pero está de acuerdo con una d cripción ya fenomenológica que respeta la significación origin
, >-o ano logicista que los números no están ligados a los objetos i.. ,u calificació n, su carácter, y aunque ti ene en c uenta aquí
de los fenómenos. Su pensamiento se distingue tanto del psicol gismo estricto de Mili y de Sigwart como del antipsicologismo
>iilip lividad original de la esencia (anticipando las Inv esti ga os lógicas y todos los temas posteriores), Husserl mantiene
Frege; además, el psicologismo y el antipsicologismo se encuo tran en una misma infidelidad a las significaciones fenomenolúj
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lu objetos de la percep ción son originariamente «portadores» unos (anunciando asi la doctrina de la impleción percepti-
........
I lu intuición eidética4 43 y del n úcleo antepredicativo sensible 2
cas de las que parten sin confesarlo. Para Frege, la posibilidad il número era un concepto a priori. En cuanto tal, ese concepto n se encuentra evidentemente «en la experiencia». Como en Kan*
miliadicción, por el momento mantiene, asociados y yux-
, >! imi, mal que bien, l os do s términos. Aun que c onc ede a un
»
i. i
¡ i
ese concepto remite a un sujeto trascendental y formal a partir d cual la génesis empírico-psicológica resultaba imposible o so; pechosa. De tal modo que, cuand o Frege quería -y deb ía- pasar finalmente a una determinación concreta del número, desembc caba en aporías. Se v eía enton ces reducido, contra su voluntad, ‘ convertir el número en un «predicado» y, en última instancia, el un signo exterior de la cosa. Coincidía así con el empirismo dúl
ultimo .sustrato del sentido44). Si el existente es asi «portai fundamento primitivo de las esenc ias, la gén esis histórica
i*i>ologica de lo s actos q ue mientan e l obje to según tal o cual • 'lo c, el soporte de la aparición del sentido aritmético. La muli to nl.iil de los o bjetos «e n sí mi smos » no determin a la totali•.1 , ln unidad. Pero el sentid o de la «totalidad» o de la «unidad » i .Ir a priori al margen de los objetos o del acto psicológico il" que lo pone. Cuando Husserl se dé cuenta de que ese acto •hnlíij'ico no puede, si es real (real), producir la evidencia del
que, precisamente, quería separarse. Se verifica entonces la ley
nitilii y resulta estar constituido por otro sujeto; cuando haya
según la cual cada vez que nos referimos, como lo hace Kant, H
mi nio el acto del sujeto en una esfera «neutra» de la vivencia,
un a priori no feno men ológico - e s decir, en definitiva, para Kanl,
iiui mus alcanzado entonces el nivel fen omeno lógico. Husserl
no empírico-, nos vemos obligados a introducir lo «constituido»
i ' i ilu ahí, como lo hará enérgicamente en las Ide as45, situar las
en la conciencia trascendental y queda de este mod o imposibilitad)]
in ni s aquí, las esen cias a ritm éticas- aparte y al margen de la
la comprensión de la relación de fundación entre lo constituido
t>i i inic ia. La esen cia d el nú mero e s a priori, pero este a priori
trascendental y lo constituido ps icológic o. Se adopta en tal caso lo
>mínelo . Asi, cuando la doctrina de la intencionalidad esté más
que Hus serl llamará más tarde un «psico log ism o trascendental»'1',
i il Hiiada, podrá ser dado a una int uici ón. D e es te m odo , se res erva l>gil una ya la posibilid ad de una sig nifica ción ló gica objetiva y de
Todo el sentido de la tentativa husserliana futura se apoyará en ln posibilidad de un a priori empírico (en el sentido originario y no kantiano de la palabra) y fenomenológico. La síntesis a priori yti no será el objeto de un «juicio », sino d e una intuición. 42. Cf. Medi tacion es ca rtesia nas, § 41 , p. 119 de la ed. alemana; v ersión fr. do Lcvinas-Peiffer, p. 73 [versión cast.: p. 144-145],
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II II I'i ln
Philo sophie de r Arithmetik, t.
II, XIII, p. 294
( I. Investiga ciones l ógica s, t. 11,passim; e Idea s \,p as sim y espec. § 136. (I, Experienci a y juic io, y Lógica for ma l y l ógica trascende ntal, passim . hlcas I, § 22; versión fr.: p. 72-73 [versión cast.: p. 54-55], llnsscrl trata esta simbólica formal en la segunda parte de la obra, que no
liilncsa aquí directamente.
El psicolo gismo intencional
Los dilemas de la génesis psicoló gica
Con la abstracción a partir de la percepción inmediata, se conson va asimismo la primordialidad de las operaciones concretas y il| la génesis. Pero ¿no se conserva esta en la confusión ? Husserl todavía na ha puesto de manifiesto todos los presupuestos de sus descrip» ciones. Resulta evidente que, aceptando implícitamente los tér» minos en los que ya se planteaba el problema en su entorno, ni) habiendo operado ni la reducción trascendental ni la reducción eidética, no habiendo elaborado tampoco ninguna doctrina de ln intuición de esencias, y aunque sus descripciones resultan aceptables, su «s olució n» sistemática y la interpretación doctrinal qu* extrae de ello son muy frágiles y contradictorias. ¿Cómo se pue de negar al mismo tiempo el carácter conceptual a priori del mí«i mero, considerar «números en sí» («Zahlen an sich»47) y sostener que los números son «llevados» originariamente tanto por ob-í je to s con cre tos (de los que no sab em os si ya está n sinte tiza dos) como por esos actos psicológicos de abstracción que producen los números a partir de los objetos? ¿Dónde están esos núme ros «en sí»? ¿Dónde está la fuente constituye nte de las esencias i aritméticas? ¿Están estas esencias ya constituidas? En tal caso, la génesis no las produce. ¿O acaso la génesis es productora del ¡ número? Este no es entonces más que un concepto empírico y re quiere, para tener un valor objetivo, un concepto formal a priori cuya constitución originaria remita a un signo formal. En ambos casos, se recurre a una forma abstracta, ya sea una esencia eter na del número -de la que nos preguntamos cómo un acto psico lógico puede alcanzarla y utilizarla-, ya sea un sujeto formal e intemporal -pero no se entiende entonces cómo autoriza el acto psicológico de numeración. Sin embargo, parece que la solución contradictoria de Husserl es la única que respeta y restituye, en una descripción minuciosa, los elementos irreductibles del pro blema: la posibilidad simultánea de una objetividad y de una gé nesis empírica del número, de una creación «real» del sentido y de su «aparición» original a la conciencia.
47. p. 321>.
m i ambólica formal fundada en «acto s donadores orig inarios»46.
p. 260; versión fr •
I
93
INII N< IONALIDAD - UNA EXPLICITACIÓN INSUFICIENTE
Iti '.pues de la Filosofía de la aritmética, todo el esfuerzo de Un il consistirá en poner de man ifiesto los postula dos de una i i upeión de la que conservará, si no el contenido, al menos su iiiiilo inicial. La intencionalidad de la conciencia, tal y como u i omprendida más tarde, hubiera permitido conciliar el acto i I .nido constituyente y la objetividad de la significación lógii 'un la intencionalidad, una génesis p sicológ ica -ser ie de actos ..I qi 11vos que construyen a posteriori el sentido del objeto- no i'uulr operar la abstracción conceptual. Dado que las relaciones l l.i i oncicn cia y el mundo siempre están constru idas, determinar I..i ii'.cn absoluto de esta construcción equivale a impedir la comio■ n,ion de su movimiento e imposibilitar el paso del sujeto al lt|i lo Nunca estamo s seguros del valor de una síntes is que religa •posteriori el acto subjetivo y el sentido del objeto. Ora el acto uli|divo vuelve dudosa la objetividad de la significación -desemi" unios entonces, como lo muestra Husserl en las Inv esti gac ioI. . lógicas, en un escepticismo relativista-, ora la significación y objetiva viene dada a priori y la operación subjetiva que I I io onstruye resulta así sospechosa y misteriosa; la percepción y l.i' pioce dimie ntos lóg icos re ales parecen degradar la pureza y la mi csidad de las formas ideales. Si, al contrario, la intencionalidad es originaria, la conciencia , inmediatamente objetivante. No tien e entonces que alcanzar un ■ ululo objetivo mediante una serie de procedimientos y rodeos. Es 11 mlcncionalidad misma la que posibilita a priori un «algo en gemmi» que no sea una forma lógica abstracta basada en los mismos piolileinas que la identidad o la equivalencia de Frege. En pocas pilnbras, solo la intencionalidad fundamenta la «síntesis a priori» , iiHÍ, una génesis del número. La esencia puede ser entonces simiilláneamente a priori y concreta: el acto que la aprehende puede ■>i, ,'i la vez, enriquecedor y necesario. Ahora bien, para ello la intencionalidad tiene que ser descrita . ii su originariedad absoluta -algo que Husserl no hace en la Fi losofía de la aritmética-. En esta habla efectivamente de «análisis iiilrucional», pero esos análisis parecían muy frágiles a Frege y IliiNscrl mismo abandonará más tarde su principio porque todavía
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El psicolo gismo intencional
Los dilemas de la génesis psicoló gica
Con la abstracción a partir de la percepción inmediata, se conson va asimismo la primordialidad de las operaciones concretas y il| la génesis. Pero ¿no se conserva esta en la confusión ? Husserl todavía na ha puesto de manifiesto todos los presupuestos de sus descrip» ciones. Resulta evidente que, aceptando implícitamente los tér» minos en los que ya se planteaba el problema en su entorno, ni) habiendo operado ni la reducción trascendental ni la reducción eidética, no habiendo elaborado tampoco ninguna doctrina de ln intuición de esencias, y aunque sus descripciones resultan aceptables, su «s olució n» sistemática y la interpretación doctrinal qu* extrae de ello son muy frágiles y contradictorias. ¿Cómo se pue de negar al mismo tiempo el carácter conceptual a priori del mí«i mero, considerar «números en sí» («Zahlen an sich»47) y sostener que los números son «llevados» originariamente tanto por ob-í je to s con cre tos (de los que no sab em os si ya está n sinte tiza dos) como por esos actos psicológicos de abstracción que producen los números a partir de los objetos? ¿Dónde están esos núme ros «en sí»? ¿Dónde está la fuente constituye nte de las esencias i aritméticas? ¿Están estas esencias ya constituidas? En tal caso, la génesis no las produce. ¿O acaso la génesis es productora del ¡ número? Este no es entonces más que un concepto empírico y re quiere, para tener un valor objetivo, un concepto formal a priori cuya constitución originaria remita a un signo formal. En ambos casos, se recurre a una forma abstracta, ya sea una esencia eter na del número -de la que nos preguntamos cómo un acto psico lógico puede alcanzarla y utilizarla-, ya sea un sujeto formal e intemporal -pero no se entiende entonces cómo autoriza el acto psicológico de numeración. Sin embargo, parece que la solución contradictoria de Husserl es la única que respeta y restituye, en una descripción minuciosa, los elementos irreductibles del pro blema: la posibilidad simultánea de una objetividad y de una gé nesis empírica del número, de una creación «real» del sentido y de su «aparición» original a la conciencia.
47. p. 321>.
Philo sophie de r Arithmetik, t.
II, XIII, p. 294
p. 260; versión fr •
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INII N< IONALIDAD - UNA EXPLICITACIÓN INSUFICIENTE
Iti '.pues de la Filosofía de la aritmética, todo el esfuerzo de Un il consistirá en poner de man ifiesto los postula dos de una i i upeión de la que conservará, si no el contenido, al menos su iiiiilo inicial. La intencionalidad de la conciencia, tal y como u i omprendida más tarde, hubiera permitido conciliar el acto i I .nido constituyente y la objetividad de la significación lógii 'un la intencionalidad, una génesis p sicológ ica -ser ie de actos ..I qi 11vos que construyen a posteriori el sentido del objeto- no i'uulr operar la abstracción conceptual. Dado que las relaciones l l.i i oncicn cia y el mundo siempre están constru idas, determinar I..i ii'.cn absoluto de esta construcción equivale a impedir la comio■ n,ion de su movimiento e imposibilitar el paso del sujeto al lt|i lo Nunca estamo s seguros del valor de una síntes is que religa •posteriori el acto subjetivo y el sentido del objeto. Ora el acto uli|divo vuelve dudosa la objetividad de la significación -desemi" unios entonces, como lo muestra Husserl en las Inv esti gac ioI. . lógicas, en un escepticismo relativista-, ora la significación y objetiva viene dada a priori y la operación subjetiva que I I io onstruye resulta así sospechosa y misteriosa; la percepción y l.i' pioce dimie ntos lóg icos re ales parecen degradar la pureza y la mi csidad de las formas ideales. Si, al contrario, la intencionalidad es originaria, la conciencia , inmediatamente objetivante. No tien e entonces que alcanzar un ■ ululo objetivo mediante una serie de procedimientos y rodeos. Es 11 mlcncionalidad misma la que posibilita a priori un «algo en gemmi» que no sea una forma lógica abstracta basada en los mismos piolileinas que la identidad o la equivalencia de Frege. En pocas pilnbras, solo la intencionalidad fundamenta la «síntesis a priori» , iiHÍ, una génesis del número. La esencia puede ser entonces simiilláneamente a priori y concreta: el acto que la aprehende puede ■>i, ,'i la vez, enriquecedor y necesario. Ahora bien, para ello la intencionalidad tiene que ser descrita . ii su originariedad absoluta -algo que Husserl no hace en la Fi losofía de la aritmética-. En esta habla efectivamente de «análisis iiilrucional», pero esos análisis parecían muy frágiles a Frege y IliiNscrl mismo abandonará más tarde su principio porque todavía
Los dilemas de la gén esis psicológi ca
El psicologis mo in tencional
permanecía anclado en una intencionalidad psicológica cuya ideit era demasiado fielmente heredera de Brentano: intencionalidad
•'ii'iit dad esencial se reproduce posteriormente en los análisis de
constituida, significación o estructura de la conciencia, carácloi atribuido a un sujeto sustancial. El problema resulta insoluble: ¿por
*i mailo dialéctico d e una génesis que es, a la vez, productora y
qué síntesis a priori se identificará esta potencia de objetividad
■
94
95
»i|i,óc». ¿Es constituyente? ¿Es a priori o «abstracto»? Esta am-
II" n iI a lodos los niveles. Y manifiesta así el carácter irreducti-
intencional con la vida psíquica? El problema solo podía resolverse si se tematizaba la intencio
• lai lora de un sentid o, precedien do y constituye ndo un sentido i " iipaiccc como necesariamente ya ahí. En la Filosofía de la
mu, tica, Husserl tematiza la génesis efectiva sin examinar sus
nalidad trascendental. En cierto sentido, en el umbral mismo de sil
•imIu iones de posibilidad a priori ni la significación objetiva de
carrera, Husserl se plante a como Kant la siguiente pregunta: ¿cómo es posible el juicio sintético a priori ? Pero Husserl está a la vez mili
0 imuliicciones. Pero ya hemos visto que una línea de investiga-
acá y más allá de Kant: está más acá del problema crítico puesto que plantea la cuestión en términos psicológicos, es decir, empíri
'infiil y del «algo» en general. A cada instante, el psicologismo, i'i'ilimili/ándose, se ponia a sí mismo en cuestión. La génesis remi'i n mi fund amento a priori.
cos; pero, en otro sentido, ya lo ha superado puesto que la noción de intencionalidad -virtualmente desarrollada- le ofrece la posihl»
• m i Nlaba orientada en este sen tido por los temas de la inten cio-
liuulisfccho con su psicologismo como lo estaba también con
lidad de escapar del constructivismo formal de Kant. Paradójicii*! mente, por ser psicologista al nivel de la Filosofía de la aritmético, Husserl evitará más tarde el psicologismo kantiano -psicologismOj que consiste en limitar la posibilidad de la síntesis a priori al ám«
1l"cii iNino de los matemáticos, Husserl abandona entonces sus iiil'.aciones en torno a la aritmética. El segundo tomo de la
•día de la aritmética no llegó a publicarse. La génesis de las
bito no empírico o matemático, y en separar así la génesis empli
a partir de la subjetividad psico lóg ica ha fracasado, en . ii!• ul no poder dar cuenta de la objetivida d lógica, d e modo
rica de la necesidad a priori. A esto se ve obligado Kant por l|
i**‘ l lusseii intentará elucid ar la irreductibilid ad de estas últimas,
..... .
concep ción de un sujeto formal y no intencional.
b niiloiiudo a medio camino por la lógica ahí donde esperaba ilm de ella solucion es a cuestion es precisas que le había plani lo me vi obligad o finalmente a dejar de lado por completo
S u p e r a c i ó n y p r o f u n d iz a c i ó n
■ investigaciones de filosofía m atemática hasta que no pudiera En torno a 1891, Husserl no ha profundizado todavía en el tem de la intencionalidad. Las críticas48 9 4que rec ibió su libro lo empu * jan a aband onar su ps ico log ism o. Co mo hiz o más tarde el mí mo Husserl, Frege dijo de ese psicologismo que era «ingenuo» Además, y este el punto esencial, solo tiene sarcasmos para e
■
mi
mui
claridad certera en las cuest iones e senciales de la teoría
i i nilucimiento y en la compren sión crítica de la lógica en tanto i • • n m ia»Ml. El método adoptado no le permitió saber «cóm o la m o nlml de las matemáticas y de toda ciencia en general puede din con un fundamento psicológ ico o ló gico »51. Así p ues, en tío ncululo, Ilusserl toma la vía de un rechazo puro y sim ple de
......
«algo en general» que, en contradicción con el empirismo de 1 numeración, viene a salvar la percepción concreta o la abstracció de una dispersión infinita a través de la serie de actos subjetivo Y, de hecho, dentro de un psicologismo no se entiende el estatuí
, i» as psicológica de las esencias. Hemos visto de qué modo o i hn/o estaba contenido virtualmente en la Filosofía de la
íctica el tema de la intencionalidad que preside los análisis
de un «objeto en general» y de lo que Frege llama el «espccl 48. El libro también recibió grandes elogio s. Cf. M. Farber, The Foundalion Pheno menolog y, 54. 49. Cf. Zeitschri ft für Philos ophie undp hilos ophis che Krilik CIII, Halle IH 313-332.
'i I i 'i :/ m7/ c Untersuchungen, 1.aed ., 1.1, p. Vil < cf. ver sión fr.: p. IX [versión
i ' |
i Ihul el', versión fr.: p. VIII-IX [versión cast.: p. 22. Nótese que el final de "' 4' lu'ilii ser diferente, según el original y tal como consignan las traducciones ' ules ul uso: «.. . con un fundamento psicol ógico de la lógica » (N. del !’.)]>.
Los dilemas de la gén esis psicológi ca
El psicologis mo in tencional
permanecía anclado en una intencionalidad psicológica cuya ideit era demasiado fielmente heredera de Brentano: intencionalidad
•'ii'iit dad esencial se reproduce posteriormente en los análisis de
constituida, significación o estructura de la conciencia, carácloi atribuido a un sujeto sustancial. El problema resulta insoluble: ¿por
*i mailo dialéctico d e una génesis que es, a la vez, productora y
qué síntesis a priori se identificará esta potencia de objetividad
■
94
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»i|i,óc». ¿Es constituyente? ¿Es a priori o «abstracto»? Esta am-
II" n iI a lodos los niveles. Y manifiesta así el carácter irreducti-
intencional con la vida psíquica? El problema solo podía resolverse si se tematizaba la intencio
• lai lora de un sentid o, precedien do y constituye ndo un sentido i " iipaiccc como necesariamente ya ahí. En la Filosofía de la
mu, tica, Husserl tematiza la génesis efectiva sin examinar sus
nalidad trascendental. En cierto sentido, en el umbral mismo de sil
•imIu iones de posibilidad a priori ni la significación objetiva de
carrera, Husserl se plante a como Kant la siguiente pregunta: ¿cómo es posible el juicio sintético a priori ? Pero Husserl está a la vez mili
0 imuliicciones. Pero ya hemos visto que una línea de investiga-
acá y más allá de Kant: está más acá del problema crítico puesto que plantea la cuestión en términos psicológicos, es decir, empíri
'infiil y del «algo» en general. A cada instante, el psicologismo, i'i'ilimili/ándose, se ponia a sí mismo en cuestión. La génesis remi'i n mi fund amento a priori.
cos; pero, en otro sentido, ya lo ha superado puesto que la noción de intencionalidad -virtualmente desarrollada- le ofrece la posihl»
• m i Nlaba orientada en este sen tido por los temas de la inten cio-
liuulisfccho con su psicologismo como lo estaba también con
lidad de escapar del constructivismo formal de Kant. Paradójicii*! mente, por ser psicologista al nivel de la Filosofía de la aritmético, Husserl evitará más tarde el psicologismo kantiano -psicologismOj que consiste en limitar la posibilidad de la síntesis a priori al ám«
1l"cii iNino de los matemáticos, Husserl abandona entonces sus iiil'.aciones en torno a la aritmética. El segundo tomo de la
•día de la aritmética no llegó a publicarse. La génesis de las
bito no empírico o matemático, y en separar así la génesis empli
a partir de la subjetividad psico lóg ica ha fracasado, en . ii!• ul no poder dar cuenta de la objetivida d lógica, d e modo
rica de la necesidad a priori. A esto se ve obligado Kant por l|
i**‘ l lusseii intentará elucid ar la irreductibilid ad de estas últimas,
..... .
concep ción de un sujeto formal y no intencional.
b niiloiiudo a medio camino por la lógica ahí donde esperaba ilm de ella solucion es a cuestion es precisas que le había plani lo me vi obligad o finalmente a dejar de lado por completo
S u p e r a c i ó n y p r o f u n d iz a c i ó n
■ investigaciones de filosofía m atemática hasta que no pudiera En torno a 1891, Husserl no ha profundizado todavía en el tem de la intencionalidad. Las críticas48 9 4que rec ibió su libro lo empu * jan a aband onar su ps ico log ism o. Co mo hiz o más tarde el mí mo Husserl, Frege dijo de ese psicologismo que era «ingenuo» Además, y este el punto esencial, solo tiene sarcasmos para e
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mi
mui
claridad certera en las cuest iones e senciales de la teoría
i i nilucimiento y en la compren sión crítica de la lógica en tanto i • • n m ia»Ml. El método adoptado no le permitió saber «cóm o la m o nlml de las matemáticas y de toda ciencia en general puede din con un fundamento psicológ ico o ló gico »51. Así p ues, en tío ncululo, Ilusserl toma la vía de un rechazo puro y sim ple de
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«algo en general» que, en contradicción con el empirismo de 1 numeración, viene a salvar la percepción concreta o la abstracció de una dispersión infinita a través de la serie de actos subjetivo
, i» as psicológica de las esencias. Hemos visto de qué modo o i hn/o estaba contenido virtualmente en la Filosofía de la
Y, de hecho, dentro de un psicologismo no se entiende el estatuí
íctica el tema de la intencionalidad que preside los análisis
de un «objeto en general» y de lo que Frege llama el «espccl 'i I i 'i :/ m7/ c Untersuchungen, 1.aed ., 1.1, p. Vil < cf. ver sión fr.: p. IX [versión
i ' |
48. El libro también recibió grandes elogio s. Cf. M. Farber, The Foundalion Pheno menolog y, 54. 49. Cf. Zeitschri ft für Philos ophie undp hilos ophis che Krilik CIII, Halle IH 313-332.
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i Ihul el', versión fr.: p. VIII-IX [versión cast.: p. 22. Nótese que el final de "' 4' lu'ilii ser diferente, según el original y tal como consignan las traducciones ' ules ul uso: «.. . con un fundamento psicol ógico de la lógica » (N. del !’.)]>.
Los dilemas de la gén esis psicológ ica
3
de las Inv est iga cio ne s lóg ica s da prueba de una continuidad y do una fidelidad. La objetividad de las esencias seguirá remitiendo a un sujeto constituyente que ya no será psicológico, sino lógico”, Como el sujeto psicológico, también este se revelará insuficiente para constituir, si no la objetividad, al menos la génesis y el deve nir infinito de la lógica.
LA DISOCIACIÓN: EL ABANDONO DE A ( iÉNESIS Y LA TENTACIÓN LOGICISTA
Ilespués de la publicación de la Filosofía de la aritmética y f hr. ulleriores discus ione s, Husserl advierte claramente la inulii inicia de una explicación psicogenética. A contrapié de sus un i-,ligaciones precedentes, se propone entonces en las Inv esti u iones lógicas (t. I)1poner de manifiesto la irreductibilidad de 11 nl)|clividades lógicas a los actos psic ológi cos que las mientan ■ i iniiiven producirlas. En una serie de artículos2, vemos que Hus1 1 nc encamina lentamente hacia la concepción de una «lógica i'iiiii» a la que las Inv est iga cio nes lóg ica s I deben servir de «Prof luuiieiios». En su prefacio, Husserl repasa la reflexión que lo ti i conducido hasta el abandono del psicologismo. Así es como mii la una «reflexión crítica general sobre el sentido de la lógica y, i'i un ipaluiente, sobre la relación entre la subjetividad del conoci miento (o del acto de «conocer»: die Subjectivitát des Erkennens) la objetividad del contenido del conocimiento (die Objectivitát •/. hicnntnisinhaltes )»3. Husserl había intentado un tránsito ge ni tu o ilc la una a la otra, pero «desde el momento en que que•11 clccluar un tránsito ( Übergang) de los conjuntos psicológicos I' Ip ensamiento (del pensar, des Denkens) a la unidad lógica del mili'uiilo de pensamiento (la unidad de la teoría), no aparecían
I
i ogische Untersuchungen, ui/mi, «Prólogo», nota 7>.
I. Prolegom ena
zur Reinen Logik ,
1.a ed., 1900
d ata sobre todo de notas de lectura publicadas en diversas revistas de la a y que M. Farber indexa de manera bastante detallada en The Foundation o f iinmenology, cap. III, p. 61-89. I Iogis che Untersuchungen (en lo sucesivo, LU), I, prefacio, p. Vil . i
52. Sobre todo en el tomo I que, por entonces, permitió que Husserl fuera claul» litado ajusto título, según parece- entre los logicistas.
I
Los dilemas de la gén esis psicológ ica
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3
de las Inv est iga cio ne s lóg ica s da prueba de una continuidad y do una fidelidad. La objetividad de las esencias seguirá remitiendo a un sujeto constituyente que ya no será psicológico, sino lógico”, Como el sujeto psicológico, también este se revelará insuficiente para constituir, si no la objetividad, al menos la génesis y el deve nir infinito de la lógica.
LA DISOCIACIÓN: EL ABANDONO DE A ( iÉNESIS Y LA TENTACIÓN LOGICISTA
Ilespués de la publicación de la Filosofía de la aritmética y f hr. ulleriores discus ione s, Husserl advierte claramente la inulii inicia de una explicación psicogenética. A contrapié de sus un i-,ligaciones precedentes, se propone entonces en las Inv esti u iones lógicas (t. I)1poner de manifiesto la irreductibilidad de 11 nl)|clividades lógicas a los actos psic ológi cos que las mientan ■ i iniiiven producirlas. En una serie de artículos2, vemos que Hus1 1 nc encamina lentamente hacia la concepción de una «lógica i'iiiii» a la que las Inv est iga cio nes lóg ica s I deben servir de «Prof luuiieiios». En su prefacio, Husserl repasa la reflexión que lo ti i conducido hasta el abandono del psicologismo. Así es como mii la una «reflexión crítica general sobre el sentido de la lógica y, i'i un ipaluiente, sobre la relación entre la subjetividad del conoci miento (o del acto de «conocer»: die Subjectivitát des Erkennens) la objetividad del contenido del conocimiento (die Objectivitát •/. hicnntnisinhaltes )»3. Husserl había intentado un tránsito ge ni tu o ilc la una a la otra, pero «desde el momento en que que•11 clccluar un tránsito ( Übergang) de los conjuntos psicológicos I' Ip ensamiento (del pensar, des Denkens) a la unidad lógica del mili'uiilo de pensamiento (la unidad de la teoría), no aparecían
I
I
i ogische Untersuchungen, ui/mi, «Prólogo», nota 7>.
I. Prolegom ena
zur Reinen Logik ,
1.a ed., 1900
d ata sobre todo de notas de lectura publicadas en diversas revistas de la a y que M. Farber indexa de manera bastante detallada en The Foundation o f iinmenology, cap. III, p. 61-89. I Iogis che Untersuchungen (en lo sucesivo, LU), I, prefacio, p. Vil . i
52. Sobre todo en el tomo I que, por entonces, permitió que Husserl fuera claul» litado ajusto título, según parece- entre los logicistas.
98
ni continuidad rigurosa ni claridad»4. De este modo, renunciando definitivamente al psicogenetismo que intentará invertir radical mente, cita a Goethe: «Nunca es uno tan severo con un error como cuando acaba de dejarlo atrás»5. La
La disociación
Los dilema s de la génesis psic ológica
u n i d a d
«
a
priori» d e l a l ó g i c a
Preguntándose sobre la posibilidad a priori de una ló gic a pura al margen de todo condicionamiento y de toda producción his térico-psicológica, Husserl empieza constatando la insuficiencia ( Unvollkommenheit ) de las ciencias particulares consideradas en su multiplicidad6. Estas remiten su fundamento a una metafísica o a una teoría del conocimiento7. La unidad teórica de todas las ciencias, la condición de posibilidad formal de la ciencia en gene ral, debe constituir una ciencia especial, una «teoría de la ciencia» ( Wissenschaftsiehre): la lógica. Esta tiene que ser normativa. Le corresponde determinar lo que constituye propiamente la idea de ciencia89. Pero, aun siendo normativa, la lógica no es originariamen te un «arte práctico» (Kunstlehref . Las normas prácticas vienen legitimadas por proposiciones teóricas, las leyes lógicas ideales existen independientemente de toda aplicación a los objetos. Advertimos así la diferencia entre la lógica formal que intere sa aquí a Husserl y la lógica trascendental que intentará presen tar más tarde como origen y fundamento de toda lógica. Mientras que la lógica formal viene considerada aquí, en su origen, como esencialmente independiente de la experiencia concreta y de toda «aplicación» práctica, la lógica trascendental aparecerá en el cora zón mismo de una experiencia originaria10*. Solo después del primer tomo de las Inv esti gac ion es lóg ica s aparecerá como insuficiente la objetividad de las formas lógicas -cons ideradas independientes del acto psicoló gico que las mien ta- y nos revelará así una consti4. Ibid. . 5. Ibid., p. VIII . 6. Ibid., cap. I, § 4, p. 9 . 7. Ibid., cap. I, § 6, p. 12 . 8. Ibid., cap. I, § 10, p. 25 . 9. Ibid., cap. II, § 13, 14, 15 -eversión fr.: p. 30-49 [versión cast.: p. 53-64]>. 10. Es precisamente lo que mostrarán Lógica form al y l ógica trascende ntal y, so bre todo, El origen de ¡a geometría.
99
m. mu por parte de un sujeto que no será ni psico lógi co, ni lógi co, inisccndental. Podemos afirmar que, hasta el final del tomo 1 ■I- l,i*. Inves tigac ione s ló gic as, el problema viene planteado en tér minos de psicologismo y logicismo; superar absolutamente uno de lo . sistemas equivale a superar el otro. La neutralización fenom, ntilógica de la vi vencia, cuya idea aparecerá por primera vez en I ionio II de las Inve stig acio nes lógi cas, será la neutralización de a nlri'i nativa. Sin un sujeto trascendental concreto -descrito en n vivencia neutra-, resulta tan vano querer fundar la objetividad •I* Lis significa ciones en una subjetividad psicol ógic a com o preten dí, i que estas son ac cesibl es y practicables para una concienc ia lóim n que debe ser al mismo tiempo psicológica e histórica. Definir Li. proposiciones de una lógica teórica independientemente de toda iplieación concreta a los objetos supone una definición psicológica . nnluial de la aplicación. Esta es la acció n de un sujeto constituido ubre objetos constituidos; ello supone asimismo esencias lógicas t ,i constituidas antes del acto de toda co ncien cia -H usse rl mostrará unís larde, confundiendo así en una misma condena el psicologisiun y el logicismo, que todo sujeto que encuentre así formas constiiiudas antes de él es un sujeto empírico y «mundano». Se presiente aquí que la oposición absoluta entre un logicismo Vun psicologismo, tal y como parece plantearse en el tomo I de las Invest igac ione s lóg icas , motivará una superación radical; tal supeiación tampoco será esta vez un simple rechazo, sino un progreso cu la descripción de la subjetividad concreta y de las significacio nes objetivas que una tematización insuficiente de la intencionali dad opone como dos polos cerrados en sí mismos. ....
I )l I LNSA Y SUPERACIÓN DEL PSICOLOGISMO
Sin haber alcanzado el nivel de la constitución trascendental, Ilusserl todavía tiene que preguntarse11 si los «f undamentos es en ciales y teóricos de la lógica normativa se basan en la psicología». ( 'onsiderando una lógic a culminada que solo remitiría a sí mis ma, no vemos ciertamente cómo esta podría dar lugar a operacio LU, 1.1, cap. III, § 17, p. 50-5 1; ibid., t. I, cap. III, § 18, p. 52 .
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ni continuidad rigurosa ni claridad»4. De este modo, renunciando definitivamente al psicogenetismo que intentará invertir radical mente, cita a Goethe: «Nunca es uno tan severo con un error como cuando acaba de dejarlo atrás»5. La
La disociación
Los dilema s de la génesis psic ológica
u n i d a d
«
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priori» d e l a l ó g i c a
Preguntándose sobre la posibilidad a priori de una ló gic a pura al margen de todo condicionamiento y de toda producción his térico-psicológica, Husserl empieza constatando la insuficiencia ( Unvollkommenheit ) de las ciencias particulares consideradas en su multiplicidad6. Estas remiten su fundamento a una metafísica o a una teoría del conocimiento7. La unidad teórica de todas las ciencias, la condición de posibilidad formal de la ciencia en gene ral, debe constituir una ciencia especial, una «teoría de la ciencia» ( Wissenschaftsiehre): la lógica. Esta tiene que ser normativa. Le corresponde determinar lo que constituye propiamente la idea de ciencia89. Pero, aun siendo normativa, la lógica no es originariamen te un «arte práctico» (Kunstlehref . Las normas prácticas vienen legitimadas por proposiciones teóricas, las leyes lógicas ideales existen independientemente de toda aplicación a los objetos. Advertimos así la diferencia entre la lógica formal que intere sa aquí a Husserl y la lógica trascendental que intentará presen tar más tarde como origen y fundamento de toda lógica. Mientras que la lógica formal viene considerada aquí, en su origen, como esencialmente independiente de la experiencia concreta y de toda «aplicación» práctica, la lógica trascendental aparecerá en el cora zón mismo de una experiencia originaria10*. Solo después del primer tomo de las Inv esti gac ion es lóg ica s aparecerá como insuficiente la objetividad de las formas lógicas -cons ideradas independientes del acto psicoló gico que las mien ta- y nos revelará así una consti-
m. mu por parte de un sujeto que no será ni psico lógi co, ni lógi co, inisccndental. Podemos afirmar que, hasta el final del tomo 1 ■I- l,i*. Inves tigac ione s ló gic as, el problema viene planteado en tér minos de psicologismo y logicismo; superar absolutamente uno de lo . sistemas equivale a superar el otro. La neutralización fenom, ntilógica de la vi vencia, cuya idea aparecerá por primera vez en I ionio II de las Inve stig acio nes lógi cas, será la neutralización de a nlri'i nativa. Sin un sujeto trascendental concreto -descrito en n vivencia neutra-, resulta tan vano querer fundar la objetividad •I* Lis significa ciones en una subjetividad psicol ógic a com o preten dí, i que estas son ac cesibl es y practicables para una concienc ia lóim n que debe ser al mismo tiempo psicológica e histórica. Definir Li. proposiciones de una lógica teórica independientemente de toda iplieación concreta a los objetos supone una definición psicológica . nnluial de la aplicación. Esta es la acció n de un sujeto constituido ubre objetos constituidos; ello supone asimismo esencias lógicas t ,i constituidas antes del acto de toda co ncien cia -H usse rl mostrará unís larde, confundiendo así en una misma condena el psicologisiun y el logicismo, que todo sujeto que encuentre así formas constiiiudas antes de él es un sujeto empírico y «mundano». Se presiente aquí que la oposición absoluta entre un logicismo Vun psicologismo, tal y como parece plantearse en el tomo I de las Invest igac ione s lóg icas , motivará una superación radical; tal supeiación tampoco será esta vez un simple rechazo, sino un progreso cu la descripción de la subjetividad concreta y de las significacio nes objetivas que una tematización insuficiente de la intencionali dad opone como dos polos cerrados en sí mismos. ....
I )l I LNSA Y SUPERACIÓN DEL PSICOLOGISMO
Sin haber alcanzado el nivel de la constitución trascendental, Ilusserl todavía tiene que preguntarse11 si los «f undamentos es en ciales y teóricos de la lógica normativa se basan en la psicología». ( 'onsiderando una lógic a culminada que solo remitiría a sí mis ma, no vemos ciertamente cómo esta podría dar lugar a operacio-
4. Ibid. . 5. Ibid., p. VIII . 6. Ibid., cap. I, § 4, p. 9 . 7. Ibid., cap. I, § 6, p. 12 . 8. Ibid., cap. I, § 10, p. 25 . 9. Ibid., cap. II, § 13, 14, 15 -eversión fr.: p. 30-49 [versión cast.: p. 53-64]>. 10. Es precisamente lo que mostrarán Lógica form al y l ógica trascende ntal y, so bre todo, El origen de ¡a geometría.
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LU, 1.1, cap. III, § 17, p. 50-5 1; ibid., t. I, cap. III, § 18, p. 52 .
Los dilemas de la génesis psicológica
La disociación
101
nes. Resulta quizá necesario que esta lógica haya sido inventada
l» nsiimiento17? Por una parte, las leye s def inirían la neces idad de
e inaugurada en su origen por una mente en una «vida psíquica»,
Ir. operaciones intelectuales concebidas c omo «conjuntos de aconi>i nuicnto reales de la c onci enc ia»18. Esas serían las ley es de la i» nesis psicológica en cuanto tal. Por otra parte, las leyes determi-
Los conceptos y los juicios, las deducciones y las inducciones, las clasificaciones de las que se ocupa el lógico pertenecen a la vida mental. Su sentido viene purificado y formalizado por actos reales; la afirmación o la negación, el error o el juicio verdadero que son necesarios para la constitución de toda lógica formal no son nadu al margen de las intervenciones reales, comprendidas en un devenir real e histórico cuyas leyes nos ofrece la psicología. Tal es la tesis psicologista que Husserl expone con rigor antes de refutarla. Es la tesis de Mili: «La lógica no es una ciencia aislada de la psicología y coordinada con esta. En la medida en que es una ciencia en ge neral, la lógica se distingue de la psicología, por un lado, como la parte de un todo y, por otro lado, como una técnica se distingue do la ciencia. Sus fundamentos teoréticos dependen totalmente de la psi col ogí a»121 . Es la tesis de Lipps, según el cual la lóg ica es un «ele 3
la posibilidad a priori de la relación de esa génesis con la u ulad. Los dos ámbitos de la legalidad serían distintos e indepen.In nles. Pero si se considera -com o y a se ha he ch o- el «deber-ser» Mimo una simple esp ecific ación del s er19, enton ces tal sepa ración ii .i i í í i i i
i. .tilla puramente metodológica; ahora bien, ningún psicologisia lia refutado que el objeto de la lógica, considerada esta como mrlodo, fuera diferente del objeto de la psicología. La lógica es, iimplemente, una «tecnología del conocimiento»20. Y solo póde determinar las modalidades de una técnica partiendo de las i omliciones naturales de su ejercicio. La idealidad no es sino una nlo-,
la lógica sea una disciplina especializada (Sonderdisciplin ) de la
mediación mediante la cual se confiere a las operaciones concretas mi carácter de evidencia completa, carácter definido por un determimsino natural. Toda técnica está fundamentada en una física; a i -lia remite toda formaliz ación p osible.
psi colo gía basta para esclarecer la dife rencia entre una y otra» 1-1, Para dar toda su fuerza al psic olog ism o, Huss erl subraya14 que los
mo; esta reacción conduce a un «círculo» vicio so21 (cuya única so
mento integrante» ( Be sta ndt eil) de la psicología: «El hecho de que
argumentos clásicos no se sostienen ante un psicologismo coheren te. Sig uiend o a Kant15, intentará entonce s distinguir la ló gica por su carácter normativo; esta se opondrá así a la psicología como la
Ilusserl ya refuta aquí la reacción «logicista» a tal psicologis lución sería una dialéctica que asume las dos tesis contradictorias V que
descubre sus fundamentos en una génesis comprendida de olín manera. Pero, al nivel en que estamos ahora, esta dialéctica no
moral se opone a la vida. De hecho, responde Husserl, el deber-ser
puede escapar a la confusión). Ya se ha respondido efectivamente
no es sino un caso particular del ser y puede afirmarse, con Lipps, que las leyes del pensamiento no se ven concernidas por tal distin
.i los psicolo gista s22 que, si la lógi ca tenía que recurrir en última
ción; las reglas del pensamiento son «idénticas a las leyes naturales del pensamiento mismo». «La lógica es la física del pensamiento, o no e s absol utamente nada»16.
17. Ibid. [versión cast.: p. 70-71]. 18. Ibid. . 19. lomando con finalidades retóricas la defensa del psicologism o, Husserl initminee así un tema al que siempre se mostrará fiel: el deber-ser o el «valor», así i unió el no-ser son momentos del ser. El juicio ético o «de valor» y la negación son uiudali/aciones de una actitud «tética» del ser, que Husserl llamará más tarde la ‘Ii -his ilóxica» o la «doxa pasiva», capa «antepredicativa» y absolutamente originaria .1. Inda lógica. Si consideram os que el sentido profundo del psi cologis mo, que no liiiii idealizado quizá todos los psicologistas, está en la reducción al ser-deteriorado . n-.imple realidad natural por un cientific ismo del valor, de lo posibl e y del no-s er-, tilvi'itimos entonces la constante inspiración que vincula en Husserl l os primeros I.mas psicologistas a los temas fenomcnológicos más tardíos, el tema de la génesis ,.mundana» al tema de la génesis «trascendental». 2(1. Ibid., 56 eversión fr. p. 59 [versión cast.: p. 71]>. 2 1. Ibid., 57 ever sión fr. p. 61 [versión cast.: p. 72]>. 22. Natorp, Uber Ob jective und Subjective Begründung der Erkenntnis, Pililos. Mnnalsliefie, XXIII, p. 264, citado por Husserl.
Pero la ambivalencia del término «ley» o «regla» (Gesetz), ¿no nos autoriza a decir que la lógica no es la física, sino la ética del 12. J. S. Mili, An Examin ation of Si r W. Ha milton s Philo sophy, 461, citado por Husserl en LU, t. I, cap. III, § 17, p. 51 . 13. Lipps, Crundzüge der Logik, Leipzig (1893), § 3, citado por Husserl, ibid. 14. LU, 1.1, cap. III, § 19, p. 58 . 15. Es lo que hacen Jasche (cf. LU, cap. III, §. 19, p. 53 ) y Herbart {ibid., p. 54 ). 16. Lipps, DieA ufgab e der Erkenn tnistheoríe, citado por Husserl, ibid., 55 .
100
Los dilemas de la génesis psicológica
nes. Resulta quizá necesario que esta lógica haya sido inventada e inaugurada en su origen por una mente en una «vida psíquica», Los conceptos y los juicios, las deducciones y las inducciones, las clasificaciones de las que se ocupa el lógico pertenecen a la vida mental. Su sentido viene purificado y formalizado por actos reales; la afirmación o la negación, el error o el juicio verdadero que son necesarios para la constitución de toda lógica formal no son nadu al margen de las intervenciones reales, comprendidas en un devenir real e histórico cuyas leyes nos ofrece la psicología. Tal es la tesis psicologista que Husserl expone con rigor antes de refutarla. Es la tesis de Mili: «La lógica no es una ciencia aislada de la psicología y coordinada con esta. En la medida en que es una ciencia en ge neral, la lógica se distingue de la psicología, por un lado, como la parte de un todo y, por otro lado, como una técnica se distingue do la ciencia. Sus fundamentos teoréticos dependen totalmente de la psi col ogí a»121 . Es la tesis de Lipps, según el cual la lóg ica es un «ele 3
La disociación
101
l» nsiimiento17? Por una parte, las leye s def inirían la neces idad de Ir. operaciones intelectuales concebidas c omo «conjuntos de aconi>i nuicnto reales de la c onci enc ia»18. Esas serían las ley es de la i» nesis psicológica en cuanto tal. Por otra parte, las leyes determila posibilidad a priori de la relación de esa génesis con la u ulad. Los dos ámbitos de la legalidad serían distintos e indepen.In nles. Pero si se considera -com o y a se ha he ch o- el «deber-ser» Mimo una simple esp ecific ación del s er19, enton ces tal sepa ración ii .i i í í i i i
i. .tilla puramente metodológica; ahora bien, ningún psicologisia lia refutado que el objeto de la lógica, considerada esta como mrlodo, fuera diferente del objeto de la psicología. La lógica es, iimplemente, una «tecnología del conocimiento»20. Y solo póde determinar las modalidades de una técnica partiendo de las i omliciones naturales de su ejercicio. La idealidad no es sino una nlo-,
la lógica sea una disciplina especializada (Sonderdisciplin ) de la
mediación mediante la cual se confiere a las operaciones concretas mi carácter de evidencia completa, carácter definido por un determimsino natural. Toda técnica está fundamentada en una física; a i -lia remite toda formaliz ación p osible.
psi colo gía basta para esclarecer la dife rencia entre una y otra» 1-1, Para dar toda su fuerza al psic olog ism o, Huss erl subraya14 que los
mo; esta reacción conduce a un «círculo» vicio so21 (cuya única so
mento integrante» ( Be sta ndt eil) de la psicología: «El hecho de que
argumentos clásicos no se sostienen ante un psicologismo coheren te. Sig uiend o a Kant15, intentará entonce s distinguir la ló gica por
Ilusserl ya refuta aquí la reacción «logicista» a tal psicologis lución sería una dialéctica que asume las dos tesis contradictorias
su carácter normativo; esta se opondrá así a la psicología como la
descubre sus fundamentos en una génesis comprendida de olín manera. Pero, al nivel en que estamos ahora, esta dialéctica no
moral se opone a la vida. De hecho, responde Husserl, el deber-ser
puede escapar a la confusión). Ya se ha respondido efectivamente
no es sino un caso particular del ser y puede afirmarse, con Lipps, que las leyes del pensamiento no se ven concernidas por tal distin
.i los psicolo gista s22 que, si la lógi ca tenía que recurrir en última
ción; las reglas del pensamiento son «idénticas a las leyes naturales del pensamiento mismo». «La lógica es la física del pensamiento, o no e s absol utamente nada»16.
17. Ibid. [versión cast.: p. 70-71]. 18. Ibid. . 19. lomando con finalidades retóricas la defensa del psicologism o, Husserl initminee así un tema al que siempre se mostrará fiel: el deber-ser o el «valor», así i unió el no-ser son momentos del ser. El juicio ético o «de valor» y la negación son uiudali/aciones de una actitud «tética» del ser, que Husserl llamará más tarde la ‘Ii -his ilóxica» o la «doxa pasiva», capa «antepredicativa» y absolutamente originaria .1. Inda lógica. Si consideram os que el sentido profundo del psi cologis mo, que no liiiii idealizado quizá todos los psicologistas, está en la reducción al ser-deteriorado . n-.imple realidad natural por un cientific ismo del valor, de lo posibl e y del no-s er-, tilvi'itimos entonces la constante inspiración que vincula en Husserl l os primeros I.mas psicologistas a los temas fenomcnológicos más tardíos, el tema de la génesis ,.mundana» al tema de la génesis «trascendental». 2(1. Ibid., 56 eversión fr. p. 59 [versión cast.: p. 71]>. 2 1. Ibid., 57 ever sión fr. p. 61 [versión cast.: p. 72]>. 22. Natorp, Uber Ob jective und Subjective Begründung der Erkenntnis, Pililos. Mnnalsliefie, XXIII, p. 264, citado por Husserl.
Pero la ambivalencia del término «ley» o «regla» (Gesetz), ¿no nos autoriza a decir que la lógica no es la física, sino la ética del 12. J. S. Mili, An Examin ation of Si r W. Ha milton s Philo sophy, 461, citado por Husserl en LU, t. I, cap. III, § 17, p. 51 . 13. Lipps, Crundzüge der Logik, Leipzig (1893), § 3, citado por Husserl, ibid. 14. LU, 1.1, cap. III, § 19, p. 58 . 15. Es lo que hacen Jasche (cf. LU, cap. III, §. 19, p. 53 ) y Herbart {ibid., p. 54 ). 16. Lipps, DieA ufgab e der Erkenn tnistheoríe, citado por Husserl, ibid., 55 .
102
V que
La disociación
Los dilemas d e la génesis psic ológ ica
instancia a una psicología sistemática, la constitución de la psicolo gía misma como ciencia empírico-deductiva ya implicaba recurrir a formas lógicas cuya validez ya se ha reconocido; los conceptos establecidos a posteriori por una ciencia supuestamente experi mental suponen conceptos formales a priori-, la respuesta kantiana es, por tanto, la siguiente: e s una síntesis a priori formal, cuya pu reza encontramos en las matemáticas, la que posibilita toda síntesis a posteriori y todo análisis a priori. Resulta muy significativo que Husserl rechace esta solución. La síntesis a priori de la que quiere
WJ
i|>inarias. El problema de la génesis, tal y como ya lo presiente,
mi
iM i npa a la antino mia de la lóg ica y de la psico logía ; el ej emplo Hi la cre ac ión (Schaffen) estética dibuja, de manera implícita, la ración ( Leis tung -Sc hóp fung )24 originaria del sentido que Husserl ili scribirá más tarde, después de una reducción trascendental. El
11
iiiilénlico problema de la génesis solo podrá plantearse correctaim-nle en la esfera trascendental. Por haber confrontado ya psic olopisiiio y logicismo, sabemos que no podemos contentamos ni con ima génesis empírica (en sentido kantiano) comprendida por una
partir no parece ser la síntesis de un juicio y de un concepto formal, sino más bien la síntesis de una experiencia originariamente con creta. Todo el desarrollo futuro de la fenomenología aparece anti
i inicia empírico-deductiva, ni con una gén esis ideal o trascendenInl (en sentido kantiano) que no daría cuenta de una «experiencia»
cipado en este rechazo de Husserl. La intencionalidad y la génesis
imperar la antinomia del a priori formal y del a posteriori material, l a intencionalidad servirá de «mediación» para tal superación. A
trascendental restituirán, resituándolo a un nivel originario, el deba te entre psicologism o y logicism o. ¿No op onen uno y otro, en vano, una psicología y una lógica cuyo origen permanece oscuro tanto al uno como al otro? En la perspectiva «mundana» de una cien cia ya culminada, inmovilizada en conceptos objetivos y técnicos, toda solución resulta imposible. De igual manera que la psicolog ía supone una lógica implícita, la experiencia (erfahren ) de la lógica como ciencia -e s decir, su práctica humana, su explicitación por un sujeto- nos encierra en el mismo círculo. Es la experiencia natural la que debe ratificar o fundar el «valor» ( Triftigkeit ) de las leyes
Miiginariamente temporal de la lógica. La génesis del sentido debe
i lla se «remitirá». Pero solo se «remitirá». La intencionalidad no nei'á todavía la base originaria de una fenom enolo gía trascendental, solo la «estructura» y el «sentido» de una conciencia que ya no es psicológica, sino, de entrada y ante todo, lógica. Ello embarran
miio
cará el debate en ciertas ambigüedades un tanto análogas a las pre cedentes. Husserl parece reconocerlo: «Me parece que la parte más esencial de la verdad está del lado de un anti-psicologismo, pero las nicas más decisivas todavía no se han elaborado convenientemenle y permanecen enturbiadas por más de una inexactitud»25. Aun
lógicas. Pronunciándose sobre el sentido de este «círcu lo», Husserl cita el ejemp lo del artista que «crea» sin con ocer nada de estét ica23,
siendo muy original, no deja de ser un logicismo muy acentuado lo que acaba surgiendo del primer tomo de la Inv est igac ione s lógic as.
considerada esta como sistema de reglas y de valores; ¿no pued e el científico construir y sintetizar un discurso sin recurrir a la Lógica?
I stc reclamará un retorno a la subjetividad vivi da, que no será ni lógica ni psicológica, sino fenom enológica, y renovará totalmente
De igual manera también las leyes lógicas pueden existir sin sus premisas explícitas. El «momento» en el que lógica y psicología se
el problema de la génesis. ¿De qué manera viene esta exigida por un anti-psicologismo y por la idea de una lógica pura?
oponen es un «momento» constituido y segundo. Husserl dirá más tarde que es la larga «sedimentación» y las estructuras superpues tas por la tradición las que impiden toda salida al problema y todo acceso a una génesi s originaria. Sin duda, todavía n o está preparada la idea de penetrar por un análisis «histórico-intencional» la opaci dad misma de las estructuras tradicionales. Pero Husserl ya define
I T PSICOGENETISMO ES UN EMPIRISMO
La psicología se define como «la ciencia de los hechos ( Tatsaehen ) de la conciencia , de los hechos de la experiencia interna (innere Erfahrung), de los acontecimientos vivid os en su dependencia
la necesidad de una «regresión» (Rüc kfr age ) hacia las «premisas» 23. LU, 1.1, cap. III, p. 58 .
24. Sobre todo en El orige n de la geom etría. 25. LU, 1.1, cap. III, § 20, p. 59 .
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La disociación
Los dilemas d e la génesis psic ológ ica
WJ
i|>inarias. El problema de la génesis, tal y como ya lo presiente,
instancia a una psicología sistemática, la constitución de la psicolo
mi
gía misma como ciencia empírico-deductiva ya implicaba recurrir a formas lógicas cuya validez ya se ha reconocido; los conceptos establecidos a posteriori por una ciencia supuestamente experi
iM i npa a la antino mia de la lóg ica y de la psico logía ; el ej emplo Hi la cre ac ión (Schaffen) estética dibuja, de manera implícita, la
mental suponen conceptos formales a priori-, la respuesta kantiana es, por tanto, la siguiente: e s una síntesis a priori formal, cuya pu
ración ( Leis tung -Sc hóp fung )24 originaria del sentido que Husserl ili scribirá más tarde, después de una reducción trascendental. El
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reza encontramos en las matemáticas, la que posibilita toda síntesis a posteriori y todo análisis a priori. Resulta muy significativo que Husserl rechace esta solución. La síntesis a priori de la que quiere
iiiilénlico problema de la génesis solo podrá plantearse correctaim-nle en la esfera trascendental. Por haber confrontado ya psic olopisiiio y logicismo, sabemos que no podemos contentamos ni con ima génesis empírica (en sentido kantiano) comprendida por una
partir no parece ser la síntesis de un juicio y de un concepto formal, sino más bien la síntesis de una experiencia originariamente con creta. Todo el desarrollo futuro de la fenomenología aparece anti
i inicia empírico-deductiva, ni con una gén esis ideal o trascendenInl (en sentido kantiano) que no daría cuenta de una «experiencia» Miiginariamente temporal de la lógica. La génesis del sentido debe
cipado en este rechazo de Husserl. La intencionalidad y la génesis
imperar la antinomia del a priori formal y del a posteriori material, l a intencionalidad servirá de «mediación» para tal superación. A
trascendental restituirán, resituándolo a un nivel originario, el deba te entre psicologism o y logicism o. ¿No op onen uno y otro, en vano, una psicología y una lógica cuyo origen permanece oscuro tanto al uno como al otro? En la perspectiva «mundana» de una cien cia ya culminada, inmovilizada en conceptos objetivos y técnicos, toda solución resulta imposible. De igual manera que la psicolog ía supone una lógica implícita, la experiencia (erfahren ) de la lógica como ciencia -e s decir, su práctica humana, su explicitación por un sujeto- nos encierra en el mismo círculo. Es la experiencia natural la que debe ratificar o fundar el «valor» ( Triftigkeit ) de las leyes
i lla se «remitirá». Pero solo se «remitirá». La intencionalidad no nei'á todavía la base originaria de una fenom enolo gía trascendental, miio
solo la «estructura» y el «sentido» de una conciencia que ya no
es psicológica, sino, de entrada y ante todo, lógica. Ello embarran cará el debate en ciertas ambigüedades un tanto análogas a las pre cedentes. Husserl parece reconocerlo: «Me parece que la parte más esencial de la verdad está del lado de un anti-psicologismo, pero las nicas más decisivas todavía no se han elaborado convenientemenle y permanecen enturbiadas por más de una inexactitud»25. Aun
lógicas. Pronunciándose sobre el sentido de este «círcu lo», Husserl cita el ejemp lo del artista que «crea» sin con ocer nada de estét ica23,
siendo muy original, no deja de ser un logicismo muy acentuado lo que acaba surgiendo del primer tomo de la Inv est igac ione s lógic as.
considerada esta como sistema de reglas y de valores; ¿no pued e el científico construir y sintetizar un discurso sin recurrir a la Lógica?
I stc reclamará un retorno a la subjetividad vivi da, que no será ni lógica ni psicológica, sino fenom enológica, y renovará totalmente
De igual manera también las leyes lógicas pueden existir sin sus premisas explícitas. El «momento» en el que lógica y psicología se
el problema de la génesis. ¿De qué manera viene esta exigida por un anti-psicologismo y por la idea de una lógica pura?
oponen es un «momento» constituido y segundo. Husserl dirá más tarde que es la larga «sedimentación» y las estructuras superpues tas por la tradición las que impiden toda salida al problema y todo acceso a una génesi s originaria. Sin duda, todavía n o está preparada la idea de penetrar por un análisis «histórico-intencional» la opaci dad misma de las estructuras tradicionales. Pero Husserl ya define
I T PSICOGENETISMO ES UN EMPIRISMO
La psicología se define como «la ciencia de los hechos ( Tatsaehen ) de la conciencia , de los hechos de la experiencia interna (innere Erfahrung), de los acontecimientos vivid os en su dependencia
la necesidad de una «regresión» (Rüc kfr age ) hacia las «premisas» 24. Sobre todo en El orige n de la geom etría. 25. LU, 1.1, cap. III, § 20, p. 59 .
23. LU, 1.1, cap. III, p. 58 .
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La disociación
Los dilemas de la génesis psic ológic a
en relación con el individuo que los vive»26. La psicología es unu
105
im hi dado a cierta «experiencia», si la síntesis a priori no estu-
«ciencia de los hechos ( Tatsachenwissenschaft ) y, en consecuen
u m construida por un juic io formal, ento nces el pr ocedimiento
cia, una ciencia salida de la experiencia»27. Por tanto, la psicología
>i’un el cual Husserl opone la «exactitud» ( Ex ac the it ) a lo «vago»
es incapaz de formular leyes «ex actas». Las ley es que esta anuncia
■ pm cccría de nuevo a la crítica kantian a31. Y, de hecho , lo s pun-
responden solamente a «vagas» generalizacion es de la experiencia,
n* de partida son similares. Así com o Kant empieza refutando a
formulando aproximativamente la «regularidad de la coexistencia
i Iiiiiic , también Husserl empieza despidiendo el psicologism o co-
y de la sucesi ón»28. Aun siendo vagas, las cie ncias de la naturaleza
111 m
empirismo32. Y ello por tres motivos e sencia les.
no son vanas. «Las c iencias de la naturaleza presentan a menudo, sobre todo en las disciplinas concretas, leyes ‘vagas’. Las leyes
I M, lu i s MOTIVOS EMPIR1STAS
meteorológicas son vagas y, no obstante, de un gran valor»29. Asi, por ejemplo, las leyes de asociación de ideas a las que se ha queri
(d’rimero, sobre fundamentos teóricos vagos, solo se pueden
do dar el lugar y el sentido de las leyes psicoló gicas fundamentales
diliear reglas vagas»33. Se su elen confu ndir las ley es lógicas con
pierden todo su valor de leyes desd e el mom ento en que se intentan
ip.is nociones empíricas. Ahora bien, en el sentido estricto del
formular d e m anera rigurosa 30. ¿Cómo puede un devenir puramente psicológico o «natural»
u i mino, «las leyes ló gicas que se han reconocid o como constitu■ ules (aiismacheri) de los fundamentos del núcleo ( Kern ) propio
producir o dejar aparecer esencias rigurosas si, en cuanto tal y en
di luda lógica, a saber, los principios lógic os, las le yes de la silo-
su contenido, tal devenir no presenta más que determinaciones
I
«vagas» y aproximativas? La géne sis de la exactitud a partir de lo
li ilnlnales, como el principio de identidad, el p rincipio de Ber-
I.dea, las leyes que rigen la multiplicidad de los razonamientos
Ui respecto a n + 1), el principio de probabilidad, etc., son
«vago» es imposible. La discontinuidad es esencial e infranquea
ii imili
ble. La aproximación, en cuanto tal, nunca alcanzará su término
di una exactitud absoluta»34. .. «S on ma nifiestamente ley es verda-
si no es a priori aproximación de algo y si el rigor no es para ella
•li i.r. y no reglas puramente empíricas, es decir, aproximativas»35.
una especie de horizonte originario y a priori. Como este hori
I i lógica pura no puede producirse mediante una pura y simple
zonte le queda oculto, el psicologismo convierte el movimiento
in ucsis empírica.
genético en la única explicación sin dar cuenta de un sentido ini
Ilay que distinguir entonces -este es el segundo motivo- entre
cial que está «ya ahí». La génesis resulta esclarecedora porque,
I I leyes lógicas y las leyes de la naturaleza. «Ninguna ley de la
en cuanto génesis, requiere un sentido que se le escapa y que ella
iMiuialcza es a priori, es decir, puramente inteligible (cognoscible
misma ha promovido. De nuevo, síntesis vaga o síntesis a posteriori aparecen sobre
ulii por la inteligencia, einsichtig erkennbar ). La única vía para luiiilamentar y validar tal ley es la inducción a partir de hechos sub-
el fondo de un a priori. Pero si el concepto a priori no remitiera a
ii(imlos de la experiencia [ ...] de modo que no es en la inducción,
una esencia concreta y accesible a una intuición, si el a priori no
'iiio en la eviden cia apodíctica donde se encuentran fundamento y
26. Ibid., cap. IV, § 21, p. 60 . 27. Ibid. 28. Ibid., p. 61 -eversión fr.: p. 65-66 [versión casi.: 75]>. 29. Ibid., nota del autor. 30. Husserl opone aquí el rigor o la exactitud de las reglas lógicas puras al ca rácter «vago» de las leyes empíricas. Más tarde, opondrá el «rigor» de las descripcio nes eidéticas a la «exactitud» de los conceptos en las ciencias empíricas tales como la psicología. Cf. Phil osoph ie ais slren ge Wissenschaft, Logos, I, 1911, p. 289-341 .
II Sobre las difere ncias generales entre Kant y Husserl, cf. G. Berger, Le co giihins la philosophie de Husserl, cap. IV, 132-133, y sobre todo Fink, que pone de o llnvr claramente la diferencia esencial en la pos itio quaest ionis. Cf. «Die phanoini uologisclte Philosophie E. Husserls in der gegenwártigen Kritik», in Kantstu dien, i¡ 1/4, 1933, p. 336s s. I.' /., t. I, cap. IV, § 21, p. 60 . 11 Ibid., p. 61 eversión fr.: p. 66 [versión cast.: p. 75]>. 14 Ihúl., p. 61-62 eversión fr.: p. 66 [versión cast.: p. 76]>. I'i Ibi d, p. 62 eversión fr.: p. 66 [versión cast.: p. 76]>.
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Los dilemas de la génesis psic ológic a
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en relación con el individuo que los vive»26. La psicología es unu
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im hi dado a cierta «experiencia», si la síntesis a priori no estu-
«ciencia de los hechos ( Tatsachenwissenschaft ) y, en consecuen
u m construida por un juic io formal, ento nces el pr ocedimiento
cia, una ciencia salida de la experiencia»27. Por tanto, la psicología
>i’un el cual Husserl opone la «exactitud» ( Ex ac the it ) a lo «vago»
es incapaz de formular leyes «ex actas». Las ley es que esta anuncia
■ pm cccría de nuevo a la crítica kantian a31. Y, de hecho , lo s pun-
responden solamente a «vagas» generalizacion es de la experiencia,
n* de partida son similares. Así com o Kant empieza refutando a
formulando aproximativamente la «regularidad de la coexistencia
i Iiiiiic , también Husserl empieza despidiendo el psicologism o co-
y de la sucesi ón»28. Aun siendo vagas, las cie ncias de la naturaleza
111 m
empirismo32. Y ello por tres motivos e sencia les.
no son vanas. «Las c iencias de la naturaleza presentan a menudo, sobre todo en las disciplinas concretas, leyes ‘vagas’. Las leyes
I M, lu i s MOTIVOS EMPIR1STAS
meteorológicas son vagas y, no obstante, de un gran valor»29. Asi, por ejemplo, las leyes de asociación de ideas a las que se ha queri
(d’rimero, sobre fundamentos teóricos vagos, solo se pueden
do dar el lugar y el sentido de las leyes psicoló gicas fundamentales
diliear reglas vagas»33. Se su elen confu ndir las ley es lógicas con
pierden todo su valor de leyes desd e el mom ento en que se intentan
ip.is nociones empíricas. Ahora bien, en el sentido estricto del
formular d e m anera rigurosa 30. ¿Cómo puede un devenir puramente psicológico o «natural»
u i mino, «las leyes ló gicas que se han reconocid o como constitu■ ules (aiismacheri) de los fundamentos del núcleo ( Kern ) propio
producir o dejar aparecer esencias rigurosas si, en cuanto tal y en
di luda lógica, a saber, los principios lógic os, las le yes de la silo-
su contenido, tal devenir no presenta más que determinaciones
I
«vagas» y aproximativas? La géne sis de la exactitud a partir de lo
li ilnlnales, como el principio de identidad, el p rincipio de Ber-
I.dea, las leyes que rigen la multiplicidad de los razonamientos
Ui respecto a n + 1), el principio de probabilidad, etc., son
«vago» es imposible. La discontinuidad es esencial e infranquea
ii imili
ble. La aproximación, en cuanto tal, nunca alcanzará su término
di una exactitud absoluta»34. .. «S on ma nifiestamente ley es verda-
si no es a priori aproximación de algo y si el rigor no es para ella
•li i.r. y no reglas puramente empíricas, es decir, aproximativas»35.
una especie de horizonte originario y a priori. Como este hori
I i lógica pura no puede producirse mediante una pura y simple
zonte le queda oculto, el psicologismo convierte el movimiento
in ucsis empírica.
genético en la única explicación sin dar cuenta de un sentido ini
Ilay que distinguir entonces -este es el segundo motivo- entre
cial que está «ya ahí». La génesis resulta esclarecedora porque,
I I leyes lógicas y las leyes de la naturaleza. «Ninguna ley de la
en cuanto génesis, requiere un sentido que se le escapa y que ella
iMiuialcza es a priori, es decir, puramente inteligible (cognoscible ulii por la inteligencia, einsichtig erkennbar ). La única vía para
misma ha promovido. De nuevo, síntesis vaga o síntesis a posteriori aparecen sobre
luiiilamentar y validar tal ley es la inducción a partir de hechos sub-
el fondo de un a priori. Pero si el concepto a priori no remitiera a
ii(imlos de la experiencia [ ...] de modo que no es en la inducción,
una esencia concreta y accesible a una intuición, si el a priori no
'iiio en la eviden cia apodíctica donde se encuentran fundamento y
26. Ibid., cap. IV, § 21, p. 60 . 27. Ibid. 28. Ibid., p. 61 -eversión fr.: p. 65-66 [versión casi.: 75]>. 29. Ibid., nota del autor. 30. Husserl opone aquí el rigor o la exactitud de las reglas lógicas puras al ca rácter «vago» de las leyes empíricas. Más tarde, opondrá el «rigor» de las descripcio nes eidéticas a la «exactitud» de los conceptos en las ciencias empíricas tales como la psicología. Cf. Phil osoph ie ais slren ge Wissenschaft, Logos, I, 1911, p. 289-341 .
II Sobre las difere ncias generales entre Kant y Husserl, cf. G. Berger, Le co giihins la philosophie de Husserl, cap. IV, 132-133, y sobre todo Fink, que pone de o llnvr claramente la diferencia esencial en la pos itio quaest ionis. Cf. «Die phanoini uologisclte Philosophie E. Husserls in der gegenwártigen Kritik», in Kantstu dien, i¡ 1/4, 1933, p. 336s s. I.' /., t. I, cap. IV, § 21, p. 60 . 11 Ibid., p. 61 eversión fr.: p. 66 [versión cast.: p. 75]>. 14 Ihúl., p. 61-62 eversión fr.: p. 66 [versión cast.: p. 76]>. I'i Ibi d, p. 62 eversión fr.: p. 66 [versión cast.: p. 76]>.
106
La disociación
Los dilemas de la génesis psico lógica
validación» 36. Así, la ley de gravitación fruto de «inducción y verif icaci ón»37está desprovista act ualmente de valor universa I, prueba hacie ndo inte rvenir otros factores: ahora bien, eso s fací ni son de número infinito; «sabemos a priori que un número inlinl de leyes puede y debe cumplir el mismo (papel) que la ley ncwlt niana de la gravitación.. .»38. Sin embargo, sería «insensato» querer «excluir» la improu sión de las «observaciones» naturales. Esa imprecisión resnl esenc ial para las ciencias de hecho s, pero no lo es de ninguna mM ñera en lógica. «Lo que es ahí una posibilidad legítima se Irán forma aqui en absurdidad manifiesta»39. La lóg ica nos da acccw no a la pura y simple verosimilitud, sino a la verdad de las leyó «Lo que la fundación psicológica de la lógica exige como nu consecuencia es absurdo; la fundación misma es, por consiguicn» te, absurda»40. Contra la verdad mism a que captamos a través til la inteligencia no puede alzarse ni la más poderosa argumenlii* ción psicologista. Los hechos y los accidentes psicológicos (Um* stande) tan solo pueden producir generalidades empíricas. «I.fl psicología no ofrece nada m ás...» . «N o puede ofrecer las leyoi de una evidencia apodíctica y, en consecuencia, ‘ultra-empíricil1 (überempirisch), y absolutamente exactas que constituyen el nú cleo de toda lógica»41. Y la cuestión es todavía más grave y más profunda. Suponien do que haya una génesis de las esencias lógicas rigurosas a partir de la vida psíquica, ¿no deberíamos recurrir a otra génesis pañi distinguir entonces, dentro de un mismo sujeto, entre la vida psí quica y la actividad lógica? Si consideramos un único y mismo tipo de génesis, ya no podrá discernirse un acto lógico sobre el fondo de la vida psíquica ni, sobre todo, un «contenido» lógico de un «acto» lógic o42. Si, inversamente, hay dos gén esis, entonces una tendrá que preceder a la otra de alguna manera para salvar la unidad del sujeto y, de esta forma, volvemos al mismo pro36. Ibid ., p. 62 . 37. Ibid., p. 63 . 38. Ibid., p. 63 -eversión fr.: p. 68 [versión cast.: p. 77]>. 39. Ibid. 40. Ibid. 41. Ibid., p. 64 . 42. Ibid., p. 66 -eversión fr.: p. 71 [ versión cast.: p. 78 ]>.
t*
-
107
,. umo puede la unidad de la gén esis conciliarse con la
1
oí- i 'IimI ii priori de las esencias? «¿Dónde están -pregunta O lu'i análisis genéticos que nos autorizan a elucidar los
i n i
m- mi , de pensamiento a partir de dos clase s de leye s natu>
.1. Iii , nial es unas determinan exclusivamente el proceso de ni u ames que producen el pensam iento lógico , y otras, para
■
>, ii límenlo a-lógico, también serían codeterminantes (mitbe->.■ ( t . I l u s s e r l se muestra preocupado por conservar el -ai.lu di una géne sis psicoló gica y el valor objetivo de las esen- l.ii'ii a-, sin alterar la unidad del suje to. Pero ¿lo logr a? i m u' que, en el primer tomo de las Inv est iga cio nes lógi cas, i (ii logra recurriendo a un formal ismo lo gicis ta que en prini-i" ,ii teeluiza, pero que, de he cho, s olo rec hazará más tarde. ■ -i il puede ser, en efecto, la unidad de un sujeto no psicológiit loi, acontecimiento s psíquico s com o tales, si la totalidad de •• olí psíquica pura y simple son incapaces de producir síntesis ■ ,ii i . objetivas, nos ve mo s enton ces obli gado s a recurrir, por ni p.nle, a una forma lógica preconstituida, que escapa a toda y, por tanto, a una lógi ca formal; y, por otra parte, recu.......
.ii i ni iclalivamente a un «Yo» puro, potencia formal de objetivii ni independiente tamb ién respecto a toda producció n histórica, i' - u nios así en un kantismo; la lógica y el «Yo» formales ya ii iiiimdos al margen del tiempo s e consideran co mo originarios: ■ Ip'.icologismo trascendental. Así, queriendo liberarse de toda m ni -, efectiva, topamos con el constructivismo menos aceptaM. I os «análisis genéticos » que Husserl pide irónicamente a los )>,!■ olo gisla s para que descri ban la apa rición de la unidad de la
nía psíquica y de la vida lógica, o el paso de la una a la otra según afirma, imposibles; y ello precisamente porque no hay
mu
i" ni ".is «real» de la lógica a partir de lo psíquico, de la esencia a 11 l’ur ello, cuando Husserl más tarde distinga radicalmente la génesis empírica 11 /irni'sis Irascendental del «ego», subrayará que no hay diferencia de «contenido» . mu el «Yo» trascendental y el «Yo» empírico. Trascendental y empírico serán «mo ni, diferentes de la constitución, siendo el primero absolutamente «originario» y I ,i «ya siempre constituido» (immer schon konstituiert, expresión que hallareiiin* ni lodos los análisis ulteriores de Husserl, sobre todo en los manuscritos; expre"inn ipu- parece reproducirse indefinidamente y marca e l momen to en que la regresión iwi iu un momento más originario debe salvar un nuevo obstáculo). Se entiende así por ,|iii- luda const itución trascendental aparecerá más tarde como «genética». •14. Ibid., p. 66 . i i
Ii i n »
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validación» 36. Así, la ley de gravitación fruto de «inducción y verif icaci ón»37está desprovista act ualmente de valor universa I,
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1
oí- i 'IimI ii priori de las esencias? «¿Dónde están -pregunta O lu'i análisis genéticos que nos autorizan a elucidar los
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prueba hacie ndo inte rvenir otros factores: ahora bien, eso s fací ni son de número infinito; «sabemos a priori que un número inlinl de leyes puede y debe cumplir el mismo (papel) que la ley ncwlt niana de la gravitación.. .»38.
i
m- mi , de pensamiento a partir de dos clase s de leye s natu.1. Iii , nial es unas determinan exclusivamente el proceso de ni u ames que producen el pensam iento lógico , y otras, para
> ■
>, ii límenlo a-lógico, también serían codeterminantes (mitbe->.■ ( t . I l u s s e r l se muestra preocupado por conservar el -ai.lu di una géne sis psicoló gica y el valor objetivo de las esen-
Sin embargo, sería «insensato» querer «excluir» la improu sión de las «observaciones» naturales. Esa imprecisión resnl esenc ial para las ciencias de hecho s, pero no lo es de ninguna mM
- l.ii'ii a-, sin alterar la unidad del suje to. Pero ¿lo logr a? i m u' que, en el primer tomo de las Inv est iga cio nes lógi cas, i (ii logra recurriendo a un formal ismo lo gicis ta que en prini-i" ,ii teeluiza, pero que, de he cho, s olo rec hazará más tarde. ■ -i il puede ser, en efecto, la unidad de un sujeto no psicológiit loi, acontecimiento s psíquico s com o tales, si la totalidad de
ñera en lógica. «Lo que es ahí una posibilidad legítima se Irán forma aqui en absurdidad manifiesta»39. La lóg ica nos da acccw no a la pura y simple verosimilitud, sino a la verdad de las leyó «Lo que la fundación psicológica de la lógica exige como nu consecuencia es absurdo; la fundación misma es, por consiguicn» te, absurda»40. Contra la verdad mism a que captamos a través til la inteligencia no puede alzarse ni la más poderosa argumenlii*
•• olí psíquica pura y simple son incapaces de producir síntesis ■ ,ii i . objetivas, nos ve mo s enton ces obli gado s a recurrir, por ni p.nle, a una forma lógica preconstituida, que escapa a toda y, por tanto, a una lógi ca formal; y, por otra parte, recu-
ción psicologista. Los hechos y los accidentes psicológicos (Um* stande) tan solo pueden producir generalidades empíricas. «I.fl psicología no ofrece nada m ás...» . «N o puede ofrecer las leyoi
.......
.ii i ni iclalivamente a un «Yo» puro, potencia formal de objetivii ni independiente tamb ién respecto a toda producció n histórica,
de una evidencia apodíctica y, en consecuencia, ‘ultra-empíricil1 (überempirisch), y absolutamente exactas que constituyen el nú cleo de toda lógica»41.
i' - u nios así en un kantismo; la lógica y el «Yo» formales ya ii iiiimdos al margen del tiempo s e consideran co mo originarios: ■ Ip'.icologismo trascendental. Así, queriendo liberarse de toda
Y la cuestión es todavía más grave y más profunda. Suponien do que haya una génesis de las esencias lógicas rigurosas a partir
m ni -, efectiva, topamos con el constructivismo menos aceptaM. I os «análisis genéticos » que Husserl pide irónicamente a los )>,!■ olo gisla s para que descri ban la apa rición de la unidad de la
de la vida psíquica, ¿no deberíamos recurrir a otra génesis pañi distinguir entonces, dentro de un mismo sujeto, entre la vida psí quica y la actividad lógica? Si consideramos un único y mismo tipo de génesis, ya no podrá discernirse un acto lógico sobre el
nía psíquica y de la vida lógica, o el paso de la una a la otra según afirma, imposibles; y ello precisamente porque no hay
mu
fondo de la vida psíquica ni, sobre todo, un «contenido» lógico de un «acto» lógic o42. Si, inversamente, hay dos gén esis, entonces
i" ni ".is «real» de la lógica a partir de lo psíquico, de la esencia a
una tendrá que preceder a la otra de alguna manera para salvar la unidad del sujeto y, de esta forma, volvemos al mismo pro-
11 l’ur ello, cuando Husserl más tarde distinga radicalmente la génesis empírica 11 /irni'sis Irascendental del «ego», subrayará que no hay diferencia de «contenido» . mu el «Yo» trascendental y el «Yo» empírico. Trascendental y empírico serán «mo ni, diferentes de la constitución, siendo el primero absolutamente «originario» y I ,i «ya siempre constituido» (immer schon konstituiert, expresión que hallareiiin* ni lodos los análisis ulteriores de Husserl, sobre todo en los manuscritos; expre"inn ipu- parece reproducirse indefinidamente y marca e l momen to en que la regresión iwi iu un momento más originario debe salvar un nuevo obstáculo). Se entiende así por ,|iii- luda const itución trascendental aparecerá más tarde como «genética». •14. Ibid., p. 66 .
36. Ibid ., p. 62 . 37. Ibid., p. 63 . 38. Ibid., p. 63 -eversión fr.: p. 68 [versión cast.: p. 77]>. 39. Ibid. 40. Ibid. 41. Ibid., p. 64 . 42. Ibid., p. 66 -eversión fr.: p. 71 [ versión cast.: p. 78 ]>.
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La disociación
Los dilemas de la génesis psico lógica
i i
Ii i n »
i m i i i i
Io
La disociación
Los dilema s de la génes is psicológ ica
109
t. la aritmética. Husserl ya no volverá atrás en este aspecto -al
partir del hecho, de la idea a partir de lo real, etc. Consideramlil todav ía una antí tesis entre lo real y lo formal, l o natural y lo Id» gico, etc., toda génesis parece alterar el sentido o la realidad di
0i• i (i intención. Pero, en la medida en q ue el a priori que le i o. n sulla en muchos aspectos formal y constituido, en la me-
uno y de otro. Esto ocurre porque el debate se establece todavlrt
ii i 11 n que la intencionalidad tiene un carácter lógico y en que la -mu mu de esencias concretas todavía está ausente, el logicismo
con objetos constituidos: las esencias lógicas son «canonizadas»0 en un sistema de leyes y de principios; los hechos psíquicos son acontecimientos ya investidos en un sentido, clasificados, orien tados, identificados. De esta manera, entre esencias y hechos no
ipil,
nciido íntimamente solidario de un psicologism o. Ambos tcmatización de una auténtica génesis trascendental:
mi| imIi ii la
parece posible ninguna mediación genética. Análisis constituti
.mi |ouijiic se lo con cede tod o a la gén esis emp írica y el otro porim< H lo niega todo. Uno considera la génesis com o puro enrique-
vos situados más acá de los hechos o de las esencias constituidnn no le p ermiten todavía a Husserl esclarecer convenientemente sim
•i qiai ición de toda esenci a necesaria; el otro considera la gén esis
relaciones originarias. Todavía no se ha extraído la posibilidad de una constitución trascendental en un ámbito fenomenológico «neutro» y «originario» respecto a la lógica y al psicologismo. lil
M1111 uto, como síntesis creadora, síntesis a posteriori que inhibe ..Mui un accidente his tórico -emp írico qu e no solo no produce la ación lógica, sino que solo es accesib le mediante una obje-
ii u i lit
retorno a la subjetividad, que se esbozará en el segundo tomo de
ii iiluil lógica anterior. 1-.la dificultad anima secretamente toda la crítica del psicolo-
las Inv est iga cio nes lóg ica s , será la respuesta a esta dificultad. Esta
■i ano.
subjetividad constituyente ya no será una subjetividad psicológica
i Ii i .m t
o lógica, sino trascendental46. A este nivel reaparecerá el problema de los «análisis genéticos», rechazados aquí por Husserl, y resur
Presentando el tercer motivo empirista del psicologismo, I
escribe: «Las leyes empíricas no son simples leyes so lio los hechos, sino que también implican la existencia de los he-
girán los obstáculos. Lo formal y lo real antes de una elucidación
■ luis»1'. Por ello son «va gas». Las le yes exac tas en su formu lación tal tienen evidentemente el carácter de leyes puras, no contie-
fenom enoló gica son a la vez irreductibles el uno al otro -y de ahí
m n en ellas ningún cont enido exi stenc ial48. La exactitud es, pues,
......
la imposibilidad de toda génesis-, así como semejantes el uno al
luí mal. Ahora bien, se desconoce cómo esta exactitud, considerada
otro porque ambos están más acá o más allá del tiempo vivido de una constitución originaria. Ambos son segundos y derivados. De
■ n nii aspecto objetivo, puede ser correlativa de un acto subjetivo, y
igual manera que la lógica formal supone una lógica trascenden tal, la subjetividad psico lógica implica un «ego » trascendental. En
■ii ceso a la existencia del objeto. La imposibilidad es la m isma en miltos casos . La form a a priori no puede recibir determinación
cierto sentido, el logicismo del primer tomo de las Inv esti ga cio nes lógicas ha superado definitivamente el psicologismo de la Filoso-
i mpírica necesaria. Su acuerdo con la intuición sensible también lime que estar determinado a priori. Así tan solo se está aplazando
i.iinbién cómo el «Yo» formal al que debemos recurrir puede tener
1
45. Expresión que H usserl no usa y co n la que R. P. van Breda quiere sustituir el término, demasiado frecuente, de «constituido» o «fundado» («Note sur réduction et authenticité d’aprés Husserl», in Phénom énologie- Existence , Recueil d ’études, Armand Colín, París 1953; reed. porVrin, París 1985, 7). Aceptable en algunos casos, el uso sistemático de esta expresión no e s afortunado. Comentando a Husserl, se pierde en rigor lo que se gana en elegancia y variedad de estilo. A medida que su pensamien to progresaba, el estilo de Husserl se volvía más algebraico. Además, no sacrificaba ningún detalle de descripción o de demostración a la ligereza de la escritura. 46. Ello hizo creer a los logicistas de esa época que, después de haber definido convenientemente la necesidad de un «realismo lóg ico», Husserl recaía en un idea lismo subjetivista. Sobre este error de interpretación, cf. el prólogo de W. Biemel a Die Idee der P hánome nologie, o p. cit.
1problema. So lo la intencionalidad, que puede ser a la vez intui-
i i ó i i sensible e intuición categorial, puede esclarecer esta deter minación a priori. Pero la intencionalidad, precisamente, todavía 47. LU, 1 .1, cap. IV, § 23, p. 71 . 48. Ibid. Es la primera aproximación a ese « eidos» puro que, más tarde, será experimentado mediante una «variación imaginaria» del «contenido existencial», el i ii,il solo tiene un papel ejemplar y «ficticio». Este «eidos» vaciado de todo conte nido real no será, por ello, una idea en sí, separada de la facticidad. Inseparable del hecho del que es esencia, ese eidos es, en cuanto tal, accesible a una «intuición». Ilado que la doctrina de la intuición de esencias todavía no ha sido elaborada en las Imrs /igaci ones lógic as , I, las significaciones son entonces conceptos formales.
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La disociación
Los dilema s de la génes is psicológ ica
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t. la aritmética. Husserl ya no volverá atrás en este aspecto -al
partir del hecho, de la idea a partir de lo real, etc. Consideramlil todav ía una antí tesis entre lo real y lo formal, l o natural y lo Id» gico, etc., toda génesis parece alterar el sentido o la realidad di
0i• i (i intención. Pero, en la medida en q ue el a priori que le i o. n sulla en muchos aspectos formal y constituido, en la me-
uno y de otro. Esto ocurre porque el debate se establece todavlrt
ii i 11 n que la intencionalidad tiene un carácter lógico y en que la -mu mu de esencias concretas todavía está ausente, el logicismo
con objetos constituidos: las esencias lógicas son «canonizadas»0 en un sistema de leyes y de principios; los hechos psíquicos son acontecimientos ya investidos en un sentido, clasificados, orien tados, identificados. De esta manera, entre esencias y hechos no
ipil,
nciido íntimamente solidario de un psicologism o. Ambos tcmatización de una auténtica génesis trascendental:
mi| imIi ii la
parece posible ninguna mediación genética. Análisis constituti
.mi |ouijiic se lo con cede tod o a la gén esis emp írica y el otro porim< H lo niega todo. Uno considera la génesis com o puro enrique-
vos situados más acá de los hechos o de las esencias constituidnn no le p ermiten todavía a Husserl esclarecer convenientemente sim
•i qiai ición de toda esenci a necesaria; el otro considera la gén esis
M1111 uto, como síntesis creadora, síntesis a posteriori que inhibe
relaciones originarias. Todavía no se ha extraído la posibilidad
..Mui un accidente his tórico -emp írico qu e no solo no produce la ación lógica, sino que solo es accesib le mediante una obje-
ii u i lit
de una constitución trascendental en un ámbito fenomenológico «neutro» y «originario» respecto a la lógica y al psicologismo. lil retorno a la subjetividad, que se esbozará en el segundo tomo de
ii iiluil lógica anterior. 1-.la dificultad anima secretamente toda la crítica del psicolo-
las Inv est iga cio nes lóg ica s , será la respuesta a esta dificultad. Esta
■i ano.
subjetividad constituyente ya no será una subjetividad psicológica
i Ii i .m t
o lógica, sino trascendental46. A este nivel reaparecerá el problema de los «análisis genéticos», rechazados aquí por Husserl, y resur
Presentando el tercer motivo empirista del psicologismo, I
escribe: «Las leyes empíricas no son simples leyes so lio los hechos, sino que también implican la existencia de los he-
girán los obstáculos. Lo formal y lo real antes de una elucidación
■ luis»1'. Por ello son «va gas». Las le yes exac tas en su formu lación tal tienen evidentemente el carácter de leyes puras, no contie-
fenom enoló gica son a la vez irreductibles el uno al otro -y de ahí
m n en ellas ningún cont enido exi stenc ial48. La exactitud es, pues,
......
la imposibilidad de toda génesis-, así como semejantes el uno al
luí mal. Ahora bien, se desconoce cómo esta exactitud, considerada
otro porque ambos están más acá o más allá del tiempo vivido de una constitución originaria. Ambos son segundos y derivados. De
■ n nii aspecto objetivo, puede ser correlativa de un acto subjetivo, y
igual manera que la lógica formal supone una lógica trascenden tal, la subjetividad psico lógica implica un «ego » trascendental. En
■ii ceso a la existencia del objeto. La imposibilidad es la m isma en miltos casos . La form a a priori no puede recibir determinación
cierto sentido, el logicismo del primer tomo de las Inv esti ga cio nes lógicas ha superado definitivamente el psicologismo de la Filoso-
i mpírica necesaria. Su acuerdo con la intuición sensible también lime que estar determinado a priori. Así tan solo se está aplazando
i.iinbién cómo el «Yo» formal al que debemos recurrir puede tener
1
45. Expresión que H usserl no usa y co n la que R. P. van Breda quiere sustituir el término, demasiado frecuente, de «constituido» o «fundado» («Note sur réduction et authenticité d’aprés Husserl», in Phénom énologie- Existence , Recueil d ’études, Armand Colín, París 1953; reed. porVrin, París 1985, 7). Aceptable en algunos casos, el uso sistemático de esta expresión no e s afortunado. Comentando a Husserl, se pierde en rigor lo que se gana en elegancia y variedad de estilo. A medida que su pensamien to progresaba, el estilo de Husserl se volvía más algebraico. Además, no sacrificaba ningún detalle de descripción o de demostración a la ligereza de la escritura. 46. Ello hizo creer a los logicistas de esa época que, después de haber definido convenientemente la necesidad de un «realismo lóg ico», Husserl recaía en un idea lismo subjetivista. Sobre este error de interpretación, cf. el prólogo de W. Biemel a Die Idee der P hánome nologie, o p. cit.
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47. LU, 1 .1, cap. IV, § 23, p. 71 . 48. Ibid. Es la primera aproximación a ese « eidos» puro que, más tarde, será experimentado mediante una «variación imaginaria» del «contenido existencial», el i ii,il solo tiene un papel ejemplar y «ficticio». Este «eidos» vaciado de todo conte nido real no será, por ello, una idea en sí, separada de la facticidad. Inseparable del hecho del que es esencia, ese eidos es, en cuanto tal, accesible a una «intuición». Ilado que la doctrina de la intuición de esencias todavía no ha sido elaborada en las Imrs /igaci ones lógic as , I, las significaciones son entonces conceptos formales.
La disociación
Los dilemas de la génesis psicoló gica
queda disimulada. Por tanto, la relación genét ica o sintética49que liga la forma a un eventual contenido todavía es formal. La clási ca regresión al infinito parece inevitable. ¿Cómo puede Husscrl evitarlo? Recurriendo a una intencionalidad confusa que se sigue asemejando a la «objetivación» criticista. La
réplica
l o g i c is t a
de l
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l g o
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g e n e r a l
1problema. So lo la intencionalidad, que puede ser a la vez intui-
i i ó i i sensible e intuición categorial, puede esclarecer esta deter minación a priori. Pero la intencionalidad, precisamente, todavía
. El «f
u n d a m e n-
TUM IN RE»
«Todas las leyes de las ciencias exactas son leyes verdadera mente auténticas sobre los hechos, pero desde el punto de vista de la teoría del conocimiento siguen siendo ficciones idealizadoras, aunque ficcion es cum fundam ento in re»50. «... los sistemas (como, por ejemplo, la M ecánica teórica, la Acústica teórica, la Óptica teó rica, la Astronomía teórica, etc.) solo pueden valer com o posibili dades ideales cum fundam ento in re»51. Est efündamentum in re es extraño. ¿Cuál es el origen de la determinación «real» y del funda mento «real» de posibilidades ideales que no han sido inducidas o producidas por abstracción a partir de hechos empíricos? ¿Cómo es determinada a priori la pureza a priori de estas formas? ¿Por qué la Mecánica teórica es teoría de la Mecánica, la Astronomía teórica teoría de la Astronomía? Sin recurrir a una intuición de esencias, ninguna respuesta parece clara. Por tanto, el cum fundamento in re es el sustituto de una mención intencional concreta de las esen cias. Desempeña, mutatis mutandis, el papel que desempeñaba «el objeto en general» en la Filosofía de la aritmética. Es una especie 49. Debem os una aclaración a propósito de la asimilación constante, en nues tras reflexiones, de la «síntesis» y la «génesis». Su identidad no es inmediata. Con esto se pone de manifiesto toda la diferencia entre un kantismo y un husserlianismo, Para Kant, la génesis que se caracterizada a la vez por su temporalidad y su crea tividad solo puede ser empírica, solo puede asimilarse a una síntesis a pos ter iori y depender de un juicio correspondiente. La síntesis a pri ori excluye toda génesis. No es empírica, no requiere necesariamente ninguna intuición sensible y se desarrolla según una temporalidad «ideal». En Husserl, al contrario, toda síntesis a prio ri está fundamentada en una intuición concreta en la que el ser «se da en persona», de modo que es una síntesis temporal y enriquecedora. Se confunde con una génesis. Y lo que es cierto de la síntesis a prio ri lo es tanto más de la síntesis a poster iori . Pero solo la génesis a prio ri plantea un verdadero problema t rascendental. 50. El subrayado es nuestro: LU, t. I, cap. IV, p. 72 -eversión fr.: p. 78 [versión cast.: p. 82]>. 51. Ibid., p. 72-73 eversión fr.: p. 78 [versión cast.: p. 83]>.
111
i|. i aleg oría a priori de la objetividad en general. Interviene súbii m í e n l e para salvar al pensamiento de un sub jetivismo psic ológic o >|ia confundiría su insu ficienc ia con la de un logicis mo idealis ta, i un oslaría privado de toda «objetivid ad», e l otro lo estaría de todo iiimlamento «real». Si las teorías son «puras», si no están construi■Ii . por abstracción y gener alizació n, ¿cuál e s la «sín tesis a prio■ i" que las hace corresponder con la expe rienci a natural, con los li. i líos de los que ellas son esencias? Ni las teorías, ni la síntesis , 1111 las remite a la experienci a deben ser en su origen actividades . mplricas, actos psico lógico s de abstracción y de subsunción; sin lina inluición concreta de las esencias -que son, en cuanto tales, Inlesis a priori y plantearán más tarde un problema análogo-, las Iliciones» ideales siempre corren el riesgo de ser las creaciones T una génesis empír ica. Se comprende en tonce s que puedan dar ■ nenia de la experiencia que las ha engendrado; la síntesis que las lipa a su contenido fáctico también es a priori , ya que las idealiu iones son «ficciones» que no se distinguen, en cuanto tales, de un contenido empírico52. Pero las idealidades no son entonces ni Iaa as ni rigurosas. Seguimos así prisioneros de las mismas aporías. l n la hipótesis inversa, las ficciones ideales también pueden ser . iinccptos a priori ; puros y rigurosos, son anteriores a toda consn in eion empírica. Pero, por ello mismo, son abstractos a priori, posibilidades ideales, intemporales y metaempíricas, ¿por qué sínIi 'nin y en qué momento podrán determinar una realidad empírica? , i núI será el fundamento de esta sínte sis? ¿E s una síntes is ideal o una sintesis real? Al estar la idealidad -com o la realidad- ya cons umida, nuestro logicismo podrá identificarse con un psicologismo, contrario aparentemente irreductible. En ambos casos, examiihuido el sentido a priori de la génesis o la génesis a posteriori del sentido, nos topamos con un dilema. Los tres motivos por los i miles el psicologismo parecía confundirse con un empirismo son ios motivos por los cuales el logicismo tiene que confundirse con un empirismo, so pena de no tener ningún sentido. Sigue presente iquí una irreductible ambigüedad, aunque disimulada a lo largo de Im vigorosa polémica de Husserl contra el psicologism o. m i
52. Las ficcio nes pueden ser construc ciones, fabricacion es (fingere) conceptúa le,i o imaginativas del espíritu. Tendrían un sentido empírico-t écnico.
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La disociación
Los dilemas de la génesis psicoló gica
i|. i aleg oría a priori de la objetividad en general. Interviene súbii m í e n l e para salvar al pensamiento de un sub jetivismo psic ológic o >|ia confundiría su insu ficienc ia con la de un logicis mo idealis ta, i un oslaría privado de toda «objetivid ad», e l otro lo estaría de todo iiimlamento «real». Si las teorías son «puras», si no están construi■Ii . por abstracción y gener alizació n, ¿cuál e s la «sín tesis a prio■ i" que las hace corresponder con la expe rienci a natural, con los li. i líos de los que ellas son esencias? Ni las teorías, ni la síntesis , 1111 las remite a la experienci a deben ser en su origen actividades . mplricas, actos psico lógico s de abstracción y de subsunción; sin lina inluición concreta de las esencias -que son, en cuanto tales, Inlesis a priori y plantearán más tarde un problema análogo-, las Iliciones» ideales siempre corren el riesgo de ser las creaciones T una génesis empír ica. Se comprende en tonce s que puedan dar ■ nenia de la experiencia que las ha engendrado; la síntesis que las lipa a su contenido fáctico también es a priori , ya que las idealiu iones son «ficciones» que no se distinguen, en cuanto tales, de un contenido empírico52. Pero las idealidades no son entonces ni Iaa as ni rigurosas. Seguimos así prisioneros de las mismas aporías. l n la hipótesis inversa, las ficciones ideales también pueden ser . iinccptos a priori ; puros y rigurosos, son anteriores a toda consn in eion empírica. Pero, por ello mismo, son abstractos a priori, posibilidades ideales, intemporales y metaempíricas, ¿por qué sínIi 'nin y en qué momento podrán determinar una realidad empírica? , i núI será el fundamento de esta sínte sis? ¿E s una síntes is ideal o una sintesis real? Al estar la idealidad -com o la realidad- ya cons umida, nuestro logicismo podrá identificarse con un psicologismo, contrario aparentemente irreductible. En ambos casos, examiihuido el sentido a priori de la génesis o la génesis a posteriori del sentido, nos topamos con un dilema. Los tres motivos por los i miles el psicologismo parecía confundirse con un empirismo son ios motivos por los cuales el logicismo tiene que confundirse con un empirismo, so pena de no tener ningún sentido. Sigue presente iquí una irreductible ambigüedad, aunque disimulada a lo largo de Im vigorosa polémica de Husserl contra el psicologism o.
queda disimulada. Por tanto, la relación genét ica o sintética49que liga la forma a un eventual contenido todavía es formal. La clási ca regresión al infinito parece inevitable. ¿Cómo puede Husscrl evitarlo? Recurriendo a una intencionalidad confusa que se sigue asemejando a la «objetivación» criticista. La
réplica
l o g i c is t a
de l
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g e n e r a l
. El «f
u n d a m e n-
TUM IN RE»
«Todas las leyes de las ciencias exactas son leyes verdadera mente auténticas sobre los hechos, pero desde el punto de vista de la teoría del conocimiento siguen siendo ficciones idealizadoras, aunque ficcion es cum fundam ento in re»50. «... los sistemas (como, por ejemplo, la M ecánica teórica, la Acústica teórica, la Óptica teó rica, la Astronomía teórica, etc.) solo pueden valer com o posibili dades ideales cum fundam ento in re»51. Est efündamentum in re es extraño. ¿Cuál es el origen de la determinación «real» y del funda mento «real» de posibilidades ideales que no han sido inducidas o producidas por abstracción a partir de hechos empíricos? ¿Cómo es determinada a priori la pureza a priori de estas formas? ¿Por qué la Mecánica teórica es teoría de la Mecánica, la Astronomía teórica teoría de la Astronomía? Sin recurrir a una intuición de esencias, ninguna respuesta parece clara. Por tanto, el cum fundamento in re es el sustituto de una mención intencional concreta de las esen cias. Desempeña, mutatis mutandis, el papel que desempeñaba «el objeto en general» en la Filosofía de la aritmética. Es una especie 49. Debem os una aclaración a propósito de la asimilación constante, en nues tras reflexiones, de la «síntesis» y la «génesis». Su identidad no es inmediata. Con esto se pone de manifiesto toda la diferencia entre un kantismo y un husserlianismo, Para Kant, la génesis que se caracterizada a la vez por su temporalidad y su crea tividad solo puede ser empírica, solo puede asimilarse a una síntesis a pos ter iori y depender de un juicio correspondiente. La síntesis a pri ori excluye toda génesis. No es empírica, no requiere necesariamente ninguna intuición sensible y se desarrolla según una temporalidad «ideal». En Husserl, al contrario, toda síntesis a prio ri está fundamentada en una intuición concreta en la que el ser «se da en persona», de modo que es una síntesis temporal y enriquecedora. Se confunde con una génesis. Y lo que es cierto de la síntesis a prio ri lo es tanto más de la síntesis a poster iori . Pero solo la génesis a prio ri plantea un verdadero problema t rascendental. 50. El subrayado es nuestro: LU, t. I, cap. IV, p. 72 -eversión fr.: p. 78 [versión cast.: p. 82]>. 51. Ibid., p. 72-73 eversión fr.: p. 78 [versión cast.: p. 83]>.
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52. Las ficcio nes pueden ser construc ciones, fabricacion es (fingere) conceptúa le,i o imaginativas del espíritu. Tendrían un sentido empírico-t écnico.
La disociac ión
Los dilemas de la gén esis psicoló gica
PSICOLOGISMO - FORMALISMO - FINALISMO
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\lim.i bien, parec e que Hus serl los vu elv e a refutar sol o por
J
. hh ilación. Todos los psicologismos, afirma, conducen al esfin lamo porque no se pueden derivar a partir de la experiencia
Analizando la interpretación psicologista de los principios lnn> \ dame ntales de la ló gica 53, Husserl muestra que tal interpretar ión es incapaz de dar cuenta de la objetividad asignada a tales piln*
i.
cipios. Se queda en p roposiciones vagas y no apod ícticas. Tal es ti| primitiva de la experien cia, «encuentra su fundamento en el hoelm
i .mulles ni empíricas aún no está a punto. Las condiciones idea< i|iie no están fundadas ni en una génesis psicológica ni en un i i nudismo o un psico logis mo trascend ental implic an una cons-
caso de Mili54: el principio de contradicción, generalización fácil y
i inidiciones ideales de posibilid ad de una teoría en general»62,
i m il estatuto de estas condiciones ideales que no deben ser ni
de que la creencia y la no-creen cia son dos estados del pensamien
iitip. mu de un tipo original que todavía está ausente. La tesis de
to que se exc luye n el uno al otro». Husserl n o duda en denunciar In
Mu ,i 1 1es crítica. Los prejuicios del psicologismo se denuncian y
aberración psicologista que ha conducid o a «una mente penetran te, pero q ue parece abandonada por los Dio ses»5557 5 6hast a semejante
ii i|iiiiiMsin que se aporte ningún esclarecimiento sobre el origen l.i ilinación concreta de las posib ilidad es a priori. Como en un
proposición. La imposible coexistencia ( Nic htzu sam men wah r sein) de dos verdades viene sustituida -concluye Husserl- por la incompatibilidad real ( real) de los actos de juicio ( Urte ilsa kte) '1' Así p ues, el principio de contradicción no pued e ser el producto de
i imIimiio , los a priori parecen escapar a toda constitución. Más tari Ilusserl se interesará precisam ente por la constit ución concreta ihisccndental de estos a priori. En esa época, empero, toda idea
un acto o de una multiplicidad de actos reales de la subjetividad;
ni|*ii ista. Antes de proponer una definición de la lógica pura, des-
l.
aist ¡lución subjetiva parece enturbiada a su s ojos de gen etism o
11
no es creado por una inducción empírica. ¿Es a prioril Pero este
ii la el psicologismo de Cornelius64 y la con cepción id eoló gica de
a priori objetivo no debe ser formal. Husserl mismo lo rechaza5'. Evocando los esfuerzos de Lange58 por fundar una lógica formal
11 I h'iilióko nomi k de M ach y Avenarius65 que quieren dar cuenta .ti los principios y las leyes de la cienci a mediante el principio de
original a la manera de los ps icologistas, Husserl asemeja tales es
11 mínima acción o de la economía del pensamiento. La ciencia
fuerzos al proyecto kantiano. En última instancia, los «fundamen
i ila una adaptación pragmática del hombre a su medio. Las idea
tos de nuestra organización intelectual» a los que Lange recurre se reducen a las «facultades del alma» ( Seelenvermógen) como
lidades serían sign os, las leyes serían generalizaciones económicas \ Inu nd as a p artir d e la diver sidad emp írica. Huss erl no recha za
fuente de conocimiento en el sistema kantiano. «La psicología
di I lodo este finalismo, que n o está desprovisto de cierto valor ex
trascendental también es precisamente una psicología»59. Todas
plicativo y puede iluminar, sin duda, los procedimientos técnicos y
estas tesis, en definitiva, acaban coincidiendo. La psicología de Hume o de M ili, el relativismo antropológico de Sigwart60y sobre todo de Bergm ann61 alteran el senti do de la verdad tanto como el formalismo de Kant o de Lange. 53. LU, t. 1, cap. V, § 25-2 9. 54. Citado por Husserl, ibid., p. 79 «versión fr.:p. 85 [versión cast.: p. 87]>. 55. Ibid. «versión fr.: p. 86 [versión cast.: p. 88]>. 56. Ibid., p. 81 «versión fr.: p. 87 [versión cast.: p. 88-89]>. 57. Ibid., p. 93 «vers ión fr.: p. 1 00-101 [versión cast.: p. 97]>. 58. Logisch e Studien. ein Beit rag zur Neubegrün dung de r Formalen L ogik und Erkenntnisth eorie, 1877, p. 130, citado por Husserl. 59. Ibid., p. 93 «versi ón fr.: p. 101, n. 2 [versión cast.: p. 97, n. 11]>. 60. Ibid., p. 99 «versi ón fr.: p. 10 5ss [versión cast.: p. 100s s]>. 61. Ibid., p. 97 «v ersió n fr.: p. 105 [v ersión cast.: p. 100]>.
los métodos científicos66. Pero en ningún caso tal «interpretación» i 'i válida para las leyes de la lógica pura. «La cuestión no consiste i ii saber cómo se produce la experiencia ( entsteht ) , sea ingenua o i leulílica, sino qué contenido ha de tener para ser una experiencia (i2. Ibid., p. 110 «versió n fr.: p. 119 [versión cast.: p. 109 ]>. 63. Ibid., p. 154ss «versión fr.: p. 167ss [versión cast.: p. 138ss]>. 64. Ibid., p. 192 «versi ón fr.: p. 208 [versión cast.: p. 165]>. 65. Ibid., p. 193 -197 «versión fr.: p. 209-2 13 [versión cast.: p. 166-168]>. 66. Husserl siem pre reconoció el valor de las ciencia s antropológicas en sus inlividades específi cas. Lo que les niega, s implement e, es la originariedad. Será prcoi upante verlo, casi cuarenta años más tarde, con afirmaciones radicalmente diferenirs que mezclan las explicaciones empiristas más sospechosas y las más cercanas al piagmatismo aquí evocado con el motivo trascendental más riguroso. Volveremos a rilo más adelante.
112
La disociac ión
Los dilemas de la gén esis psicoló gica
PSICOLOGISMO - FORMALISMO - FINALISMO
113
\lim.i bien, parec e que Hus serl los vu elv e a refutar sol o por
J
. hh ilación. Todos los psicologismos, afirma, conducen al esfin lamo porque no se pueden derivar a partir de la experiencia
Analizando la interpretación psicologista de los principios lnn> \ dame ntales de la ló gica 53, Husserl muestra que tal interpretar ión es incapaz de dar cuenta de la objetividad asignada a tales piln*
i.
cipios. Se queda en p roposiciones vagas y no apod ícticas. Tal es ti| primitiva de la experien cia, «encuentra su fundamento en el hoelm
i .mulles ni empíricas aún no está a punto. Las condiciones idea< i|iie no están fundadas ni en una génesis psicológica ni en un i i nudismo o un psico logis mo trascend ental implic an una cons-
i inidiciones ideales de posibilid ad de una teoría en general»62,
i m il estatuto de estas condiciones ideales que no deben ser ni
caso de Mili54: el principio de contradicción, generalización fácil y de que la creencia y la no-creen cia son dos estados del pensamien
iitip. mu de un tipo original que todavía está ausente. La tesis de
to que se exc luye n el uno al otro». Husserl n o duda en denunciar In
Mu ,i 1 1es crítica. Los prejuicios del psicologismo se denuncian y
aberración psicologista que ha conducid o a «una mente penetran te, pero q ue parece abandonada por los Dio ses»5557 5 6hast a semejante
ii i|iiiiiMsin que se aporte ningún esclarecimiento sobre el origen l.i ilinación concreta de las posib ilidad es a priori. Como en un
proposición. La imposible coexistencia ( Nic htzu sam men wah r sein) de dos verdades viene sustituida -concluye Husserl- por la incompatibilidad real ( real) de los actos de juicio ( Urte ilsa kte) '1' Así p ues, el principio de contradicción no pued e ser el producto de
i imIimiio , los a priori parecen escapar a toda constitución. Más tari Ilusserl se interesará precisam ente por la constit ución concreta ihisccndental de estos a priori. En esa época, empero, toda idea
un acto o de una multiplicidad de actos reales de la subjetividad;
ni|*ii ista. Antes de proponer una definición de la lógica pura, des-
l.
aist ¡lución subjetiva parece enturbiada a su s ojos de gen etism o
11
no es creado por una inducción empírica. ¿Es a prioril Pero este
ii la el psicologismo de Cornelius64 y la con cepción id eoló gica de
a priori objetivo no debe ser formal. Husserl mismo lo rechaza5'. Evocando los esfuerzos de Lange58 por fundar una lógica formal
11 I h'iilióko nomi k de M ach y Avenarius65 que quieren dar cuenta .ti los principios y las leyes de la cienci a mediante el principio de
original a la manera de los ps icologistas, Husserl asemeja tales es
11 mínima acción o de la economía del pensamiento. La ciencia
fuerzos al proyecto kantiano. En última instancia, los «fundamen
i ila una adaptación pragmática del hombre a su medio. Las idea
tos de nuestra organización intelectual» a los que Lange recurre se reducen a las «facultades del alma» ( Seelenvermógen) como
lidades serían sign os, las leyes serían generalizaciones económicas \ Inu nd as a p artir d e la diver sidad emp írica. Huss erl no recha za
fuente de conocimiento en el sistema kantiano. «La psicología
di I lodo este finalismo, que n o está desprovisto de cierto valor ex
trascendental también es precisamente una psicología»59. Todas
plicativo y puede iluminar, sin duda, los procedimientos técnicos y
estas tesis, en definitiva, acaban coincidiendo. La psicología de Hume o de M ili, el relativismo antropológico de Sigwart60y sobre
los métodos científicos66. Pero en ningún caso tal «interpretación» i 'i válida para las leyes de la lógica pura. «La cuestión no consiste i ii saber cómo se produce la experiencia ( entsteht ) , sea ingenua o
todo de Bergm ann61 alteran el senti do de la verdad tanto como el formalismo de Kant o de Lange.
i leulílica, sino qué contenido ha de tener para ser una experiencia
53. LU, t. 1, cap. V, § 25-2 9. 54. Citado por Husserl, ibid., p. 79 «versión fr.:p. 85 [versión cast.: p. 87]>. 55. Ibid. «versión fr.: p. 86 [versión cast.: p. 88]>. 56. Ibid., p. 81 «versión fr.: p. 87 [versión cast.: p. 88-89]>. 57. Ibid., p. 93 «vers ión fr.: p. 1 00-101 [versión cast.: p. 97]>. 58. Logisch e Studien. ein Beit rag zur Neubegrün dung de r Formalen L ogik und Erkenntnisth eorie, 1877, p. 130, citado por Husserl. 59. Ibid., p. 93 «versi ón fr.: p. 101, n. 2 [versión cast.: p. 97, n. 11]>. 60. Ibid., p. 99 «versi ón fr.: p. 10 5ss [versión cast.: p. 100s s]>. 61. Ibid., p. 97 «v ersió n fr.: p. 105 [v ersión cast.: p. 100]>.
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(i2. Ibid., p. 110 «versió n fr.: p. 119 [versión cast.: p. 109 ]>. 63. Ibid., p. 154ss «versión fr.: p. 167ss [versión cast.: p. 138ss]>. 64. Ibid., p. 192 «versi ón fr.: p. 208 [versión cast.: p. 165]>. 65. Ibid., p. 193 -197 «versión fr.: p. 209-2 13 [versión cast.: p. 166-168]>. 66. Husserl siem pre reconoció el valor de las ciencia s antropológicas en sus inlividades específi cas. Lo que les niega, s implement e, es la originariedad. Será prcoi upante verlo, casi cuarenta años más tarde, con afirmaciones radicalmente diferenirs que mezclan las explicaciones empiristas más sospechosas y las más cercanas al piagmatismo aquí evocado con el motivo trascendental más riguroso. Volveremos a rilo más adelante.
La disociación
Los dilemas de la gé nesis psico lógica
objetivamen te vá lida»676 8 . La génesis de la que Husserl habla nuiuii se confundirá con una producción y un devenir reales (real). Peni,
115
mus, como un conjunto de formas inmóviles y definitivamente
11
.....
muidas71. Husserl insis te aquí en lo q ue le separa, nue vamente,
i l mi 1.a lógica es una posibilid ad pura infinita72. Su devenir no
de mom ento, queda inhibida la tematización de toda génesis. Todo empirismo queda abandonado y, avant la lettre, puesto entre pii-
i
réntesis. «El problema consiste en saber cuáles son los elemento»
■ iiii a las leyes lógic as con realid ades constitu idas en un tiemp o y
.....
le estar determinado y delimitado previamente so pena de iden-
y principios ideales que fundan tal valor objetivo del conocimiento
0 un espacio. Esta idea de un horizonte infinito de la lógica, que
real (y más generalmente de todo conocimiento en general) y cómo
en ligara la idea teleológica de una «tarea infinita de la filosofía»
hay que entender propiamente esa operación (Leistung). En otro» términos, no nos interesamos por el devenir ( Werden) y por la trans
uli a que aparecerá treinta años más tarde-, es la primera apari.... ..
un infinito (siempre sinónim o de indefin ido) en la filoso fía
formación ( Veranderungf 8 de nuestra representación del mundo
1 Iliisserl. Siempre aparecerá de una manera un tanto misteriosa
( Weltvorstellung), sino por el derecho ( Rec ht ) objetivo en virtud del
Pii.i aplazar una dificultad y superar una aporía73. En este caso, tal
cual una representación del mundo ofrecida por la ciencia se opo
hli a le permite a Husserl escapar de un formalismo escolástico o
ne a otra, en virtud del cual afirma su mundo como objetivamente
i milano manteniendo, al mismo tiempo, la cuestión «crítica» de
verdadero. La psicología explica claramente cómo se forman las re
i mi IVro tene mos derech o a preguntarnos aquí dónde y cómo
presentaciones del mundo; la ciencia del mundo ( Weltwissenschaji )
Mu isci l, negánd ose a con siderar una gé nes is y una historia d e las
(en cuanto conjunto de diferentes ciencias de lo real) dará un cono cimiento claro de lo que el mundo es realiter , en cuanto verdadero
nli'iilidades, puede situar la fuente constituyente de una lógica que un
y efectivamente real; pero la teoría del conocimiento comprenderá
n Lmtiana un sistema formal cerrado, riguroso y constituido para
claramente desde el punto de vista de la idealidad objetiva lo que
11 clci nielad, uno se sienta autorizado a poner entre paréntesis toda
acaba nunca. Que, invocando desde una perspectiva escolástica
constituye la posibilidad de un conocimiento claro de lo real y la posibilidad de una ciencia y de un conocimiento en general»69.
E l d e v e n i r d e l a l ó g i c a . P r e f i g u r a c ió n d e u n a t e l e o l o g í a
Hay una dob le resonancia en esa afirmación*. Por una parte, su pone una actitud crítica y la preocupación por extraer los límites y las condiciones de posibilidad a priori de todo conocimiento obje tivo anteriormente a toda determinación empírica. En este sentido, Husserl reconoce el parentesco entre su propósito y el de Kant. Como él mismo afirma, se siente «más cerca de la concepc ión kan tiana de la lógic a»70que de la concep ción de M ili o de Sigwart. Pero Husserl le reprocha a Kant que haya concebido una lógica pura, desde un punto de vista que no es ajeno al de Aristóteles y los Esco67. LU, i bid., p. 205 -20 6 . 68. El subrayado es nuestro. 69. Ibid., p. 206 . * Derrida se refiere a la cita que cierra la secció n anterior [N. del T.]. 70. LU, t. 1, p. 215 .
71
Ibid.
La idea de lógica infinita anuncia aquí la idea de lógica trascendental. Hus. 1 1las |)rcsentará más tarde [Lógica form al y lógic a trascend ental) como esencialiiii ule solidarias. / 1 Resulta extraño que la crítica omita en general el papel absolutamen te esen lul de la idea de infinito en Husserl. Su papel es tanto más interesante e importante ii ln medida en que siempre juega, si se me permite decirlo así, en sordina. La idea ili iiilinilo siempre viene, en el último m omento, a aplanar o engullir la dificultad. Aluna bien, como tendremos ocasión de ver más adelante, el estatuto fcnomenolótili o o trascendental de esta «idea» es, si no inconcebible, al menos absolutamente
La disociación
Los dilemas de la gé nesis psico lógica
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objetivamen te vá lida»676 8 . La génesis de la que Husserl habla nuiuii se confundirá con una producción y un devenir reales (real). Peni,
115
mus, como un conjunto de formas inmóviles y definitivamente
11
.....
muidas71. Husserl insis te aquí en lo q ue le separa, nue vamente,
i l mi 1.a lógica es una posibilid ad pura infinita72. Su devenir no
de mom ento, queda inhibida la tematización de toda génesis. Todo empirismo queda abandonado y, avant la lettre, puesto entre pii-
i
réntesis. «El problema consiste en saber cuáles son los elemento»
■ iiii a las leyes lógic as con realid ades constitu idas en un tiemp o y
.....
le estar determinado y delimitado previamente so pena de iden-
y principios ideales que fundan tal valor objetivo del conocimiento
0 un espacio. Esta idea de un horizonte infinito de la lógica, que
real (y más generalmente de todo conocimiento en general) y cómo
en ligara la idea teleológica de una «tarea infinita de la filosofía»
hay que entender propiamente esa operación (Leistung). En otro» términos, no nos interesamos por el devenir ( Werden) y por la trans
uli a que aparecerá treinta años más tarde-, es la primera apari.... ..
un infinito (siempre sinónim o de indefin ido) en la filoso fía
formación ( Veranderungf 8 de nuestra representación del mundo
1 Iliisserl. Siempre aparecerá de una manera un tanto misteriosa
( Weltvorstellung), sino por el derecho ( Rec ht ) objetivo en virtud del
Pii.i aplazar una dificultad y superar una aporía73. En este caso, tal
cual una representación del mundo ofrecida por la ciencia se opo
hli a le permite a Husserl escapar de un formalismo escolástico o
ne a otra, en virtud del cual afirma su mundo como objetivamente
i milano manteniendo, al mismo tiempo, la cuestión «crítica» de
verdadero. La psicología explica claramente cómo se forman las re
i mi IVro tene mos derech o a preguntarnos aquí dónde y cómo
presentaciones del mundo; la ciencia del mundo ( Weltwissenschaji )
Mu isci l, negánd ose a con siderar una gé nes is y una historia d e las
(en cuanto conjunto de diferentes ciencias de lo real) dará un cono cimiento claro de lo que el mundo es realiter , en cuanto verdadero
nli'iilidades, puede situar la fuente constituyente de una lógica que un
y efectivamente real; pero la teoría del conocimiento comprenderá
n Lmtiana un sistema formal cerrado, riguroso y constituido para
claramente desde el punto de vista de la idealidad objetiva lo que
11 clci nielad, uno se sienta autorizado a poner entre paréntesis toda
acaba nunca. Que, invocando desde una perspectiva escolástica
constituye la posibilidad de un conocimiento claro de lo real y la posibilidad de una ciencia y de un conocimiento en general»69.
71
E l d e v e n i r d e l a l ó g i c a . P r e f i g u r a c ió n d e u n a t e l e o l o g í a
Hay una dob le resonancia en esa afirmación*. Por una parte, su pone una actitud crítica y la preocupación por extraer los límites y las condiciones de posibilidad a priori de todo conocimiento obje tivo anteriormente a toda determinación empírica. En este sentido, Husserl reconoce el parentesco entre su propósito y el de Kant. Como él mismo afirma, se siente «más cerca de la concepc ión kan tiana de la lógic a»70que de la concep ción de M ili o de Sigwart. Pero Husserl le reprocha a Kant que haya concebido una lógica pura, desde un punto de vista que no es ajeno al de Aristóteles y los Esco67. LU, i bid., p. 205 -20 6 . 68. El subrayado es nuestro. 69. Ibid., p. 206 . * Derrida se refiere a la cita que cierra la secció n anterior [N. del T.]. 70. LU, t. 1, p. 215 .
La idea de lógica infinita anuncia aquí la idea de lógica trascendental. Hus. 1 1las |)rcsentará más tarde [Lógica form al y lógic a trascend ental) como esencialiiii ule solidarias. / 1 Resulta extraño que la crítica omita en general el papel absolutamen te esen lul de la idea de infinito en Husserl. Su papel es tanto más interesante e importante ii ln medida en que siempre juega, si se me permite decirlo así, en sordina. La idea ili iiilinilo siempre viene, en el último m omento, a aplanar o engullir la dificultad. Aluna bien, como tendremos ocasión de ver más adelante, el estatuto fcnomenolótili o o trascendental de esta «idea» es, si no inconcebible, al menos absolutamente
La disociación
Los dilemas de la génesis psicológic a
116
Ibid.
gén esis histórica, es algo contestable en principio, pero cohcrcnl*. ' Si, al contrario, la lóg ica es una posibili dad pura, abierta al inlimlti,
41 1
117
Ilusseii es ora pureza formal, ora pureza concreta, ora con-
i -im il.
ora esencial. De la una, puede afirmarse que escapa a toda
concreto de la lógica. Como este devenir no es empírico, ¿cuiil en
tu ii. empírica, pero Husserl no parece quedarse satisfecho con ii" He la otra, resulta im posi ble dec ir nada definitivo ante s de
entonces su estatuto74 5 7 Husserl no lo define todavía, de modo cpitf ?
• d„ i puesto de manifiesto una temporalidad «neutra» en la que
parece que uno tiene que conceder existencia y crédito a un devenir
resulta imposible decir si supera efectivamente la alternativa culi#
i di u-mr de las esencias no mermará su «rigor». Husserl retoma
un formalismo y un psicologismo que acaban coincidiendo. Dmlo que el ámbito neutro de la fenomenología no está abierto, todavlii
' i nli ,i de unidad teóric a de la C ienci a77: «no se trata del funda. uio de una verdad de ‘hecho’, sino de una verdad general...
no se ve a qué temporalidad constituyente está apelando Husserl,
i i lundamento de las leyes generales conduce necesariamente y
entre la idealidad del tiempo tal y como la concibe Kant y la tem
•ii ioh;i evidenc ia a leyes que, según su esen cia mism a (es decir,
poralidad «real» de los psicologistas, entre estos dos rostros de un
0 d' y no de una manera simp leme nte subjeti va o antrop ológica) ,
único y mismo tiempo «constituido». Husserl acusa a los teórico* de la De nkó ko no mi k de utilizar un hysteron prote ron15; pero ¿acaso
f in vi-silan ningún otro fundame nto (nicht mehr begründbare • • 17 .v). Son leyes fundamentales ( Grundgesetze)» 78. Para defin ir
no está realizando él m ismo una doble petición de principio cuando
■ii «leyes fundam entales» al margen de todo proceso genét ico
critica la génes is real de los psicologistas en nombre de posibilida des formales apriori y cuando rechaza una lógica formal constitui
. d es necesario que su generalidad no sea construida. Una intui-
da en nombre de un devenir de la lógica? Ahora bien, tal petición
i iiiin ii otro ámbito ontológico79. No deben ser originariamente mu cptuales, sino solo conceptos fu nd ad os en esencias accesi-
de principio no es el sofisma de un discurso o el defecto d e una re tórica; tampoco es una aberración metódica o una confu sión lógica, Lo que sucede simplemente es que el tema fenomenológico -que, al final de la vida de Husserl, se confundía de algún modo con el tema teleo lóg ico - aquí está todavía disimulado. Es el único motivo que habría podido dar, al nivel de las Inv esti gac ion es lógi cas /, una unidad a la idea husserliana de la lógica.
La
idea
vencia
de
l a
l ó g ic a
pura
. El
r e t o r n o
iimconcreta y no psico lógica tiene q ue determinarlas como leyes
i'li i ii una exper ienc ia que todavía no se vislu mbra. Si es concreta, 11 piiuva de las leyes fun damentales que constituye la unidad de la c mía debe escapar definitivamente de la abstracción formal del iitpii ismo y de la facticidad empírica del psicologismo. Husserl nlii evoca lejanamente esa superación. La «tarea» (Die Aufgabe) que liaza así para la lógica pura -a saber, la fijación de las categ o-
ii.n de la significación, de las categorías objetivas puras y de sus .i oniplicaciones» en las leyes, la determinación de las leyes y de necesario
a
u na
«v
i
NEUTRA»
Cuando Husserl intenta una definición positiva de la idea de una lógica pura76, siempre se anuncia, a través de la misma am bigüedad, el tema fenomenológico que tomará primero la forma de un retorno a la subjetividad constituyente. La pureza de la que
tu leonas que están fundamentadas en esas categorías, la teoría .I. las formas posib les de teorías o la teoría de la multi plicid ad pina nos invita implícitamente, si queremos evitar los peligros denunciados, a abandonar el plano de la filos ofía clásica. Limitán donos a la mera psicología y a la mera lógica, no podíamos saber si los conceptos puros se creaban por una génesis real o si la génesis icitl suponía, para ser comprendida y para organizarse en expe1inicia objetiva, formas lógicas puras a priori. N o podía escogerse
74. A pesar de una tematización cada vez m ás importante de este devenir, Hus serl nunca conseguirá otorgarle su verdadero sentido. Esto es lo que, de hecho, que rríamos mostrar en el presente trabajo. 75. LU, 1.1, p. 206 . 76. Ibid., § 62-72, p. 228-2 54 .
nitro una génesis del sentido y un sentido de la génesis. / /. Ibid., p. 228-233 . 78. Ibid., p. 232 . 79. Ibid., p. 233 .
La disociación
Los dilemas de la génesis psicológic a
116
gén esis histórica, es algo contestable en principio, pero cohcrcnl*. ' Si, al contrario, la lóg ica es una posibili dad pura, abierta al inlimlti,
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Ilusseii es ora pureza formal, ora pureza concreta, ora con-
i -im il.
ora esencial. De la una, puede afirmarse que escapa a toda
concreto de la lógica. Como este devenir no es empírico, ¿cuiil en
tu ii. empírica, pero Husserl no parece quedarse satisfecho con ii" He la otra, resulta im posi ble dec ir nada definitivo ante s de
entonces su estatuto74 5 7 Husserl no lo define todavía, de modo cpitf ?
• d„ i puesto de manifiesto una temporalidad «neutra» en la que
parece que uno tiene que conceder existencia y crédito a un devenir
resulta imposible decir si supera efectivamente la alternativa culi#
i di u-mr de las esencias no mermará su «rigor». Husserl retoma
un formalismo y un psicologismo que acaban coincidiendo. Dmlo que el ámbito neutro de la fenomenología no está abierto, todavlii
' i nli ,i de unidad teóric a de la C ienci a77: «no se trata del funda. uio de una verdad de ‘hecho’, sino de una verdad general...
no se ve a qué temporalidad constituyente está apelando Husserl,
i i lundamento de las leyes generales conduce necesariamente y
entre la idealidad del tiempo tal y como la concibe Kant y la tem
•ii ioh;i evidenc ia a leyes que, según su esen cia mism a (es decir,
poralidad «real» de los psicologistas, entre estos dos rostros de un
0 d' y no de una manera simp leme nte subjeti va o antrop ológica) ,
único y mismo tiempo «constituido». Husserl acusa a los teórico* de la De nkó ko no mi k de utilizar un hysteron prote ron15; pero ¿acaso
f in vi-silan ningún otro fundame nto (nicht mehr begründbare • • 17 .v). Son leyes fundamentales ( Grundgesetze)» 78. Para defin ir
no está realizando él m ismo una doble petición de principio cuando
■ii «leyes fundam entales» al margen de todo proceso genét ico
critica la génes is real de los psicologistas en nombre de posibilida des formales apriori y cuando rechaza una lógica formal constitui
. d es necesario que su generalidad no sea construida. Una intui-
da en nombre de un devenir de la lógica? Ahora bien, tal petición
i iiiin ii otro ámbito ontológico79. No deben ser originariamente mu cptuales, sino solo conceptos fu nd ad os en esencias accesi-
de principio no es el sofisma de un discurso o el defecto d e una re tórica; tampoco es una aberración metódica o una confu sión lógica, Lo que sucede simplemente es que el tema fenomenológico -que, al final de la vida de Husserl, se confundía de algún modo con el tema teleo lóg ico - aquí está todavía disimulado. Es el único motivo que habría podido dar, al nivel de las Inv esti gac ion es lógi cas /, una unidad a la idea husserliana de la lógica.
La
idea
vencia
de
l a
l ó g ic a
pura
. El
r e t o r n o
iimconcreta y no psico lógica tiene q ue determinarlas como leyes
i'li i ii una exper ienc ia que todavía no se vislu mbra. Si es concreta, 11 piiuva de las leyes fun damentales que constituye la unidad de la c mía debe escapar definitivamente de la abstracción formal del iitpii ismo y de la facticidad empírica del psicologismo. Husserl nlii evoca lejanamente esa superación. La «tarea» (Die Aufgabe) que liaza así para la lógica pura -a saber, la fijación de las categ o-
ii.n de la significación, de las categorías objetivas puras y de sus .i oniplicaciones» en las leyes, la determinación de las leyes y de necesario
a
u na
«v
i
NEUTRA»
Cuando Husserl intenta una definición positiva de la idea de una lógica pura76, siempre se anuncia, a través de la misma am bigüedad, el tema fenomenológico que tomará primero la forma de un retorno a la subjetividad constituyente. La pureza de la que
tu leonas que están fundamentadas en esas categorías, la teoría .I. las formas posib les de teorías o la teoría de la multi plicid ad pina nos invita implícitamente, si queremos evitar los peligros denunciados, a abandonar el plano de la filos ofía clásica. Limitán donos a la mera psicología y a la mera lógica, no podíamos saber si los conceptos puros se creaban por una génesis real o si la génesis icitl suponía, para ser comprendida y para organizarse en expe1inicia objetiva, formas lógicas puras a priori. N o podía escogerse
74. A pesar de una tematización cada vez m ás importante de este devenir, Hus serl nunca conseguirá otorgarle su verdadero sentido. Esto es lo que, de hecho, que rríamos mostrar en el presente trabajo. 75. LU, 1.1, p. 206 . 76. Ibid., § 62-72, p. 228-2 54 .
118
nitro una génesis del sentido y un sentido de la génesis. / /. Ibid., p. 228-233 . 78. Ibid., p. 232 . 79. Ibid., p. 233 .
Los dilemas de la génesis psicológica
Así pues, la investigación está orientada hacia la elucidación de esas posibilidades puras que deben ser posibilidades de la cu» >f periencia. Para ello, tales posibilidades deben ser constituidas par i el sujeto al que aparecen en su objetividad. Deben ser producida» '¡ en un devenir concreto que se aparece a sí mismo y ser a priort f el sentid o de es e devenir. Este será propiamente el tem a de la le» j nom enolog ía. La autonomía radical y la objetividad absoluta dt 1 las significaciones lógicas pierden toda validez si no tienen como correlato esencial y originario el acto de un sujeto que, aun mi j siendo «empírico» (en el sentido clásico del término), no es por í ello m enos con creto. En tal caso no permiten determinar ámbilo» ; de investi gación , ni autorizar la deduc ción y la inducció n. Ya no : se «corresponden» con la experiencia. El enriquecimiento lógico ! y científic o es imposible; resulta así empírico y «vago». Por tan- . to, solo se puede escapar a la rigidez de un logicismo escolástico describiendo una génesis de las significaciones que no se limite n conciliar, sino que implique la una en el otro, riqueza y rigor. Hasta aquí, solo se trataba de un dilema. Había que escoger entre el deve nir y las esencias. El devenir conducía a una temporalidad empírico y fáctica: esto era el psicologismo. Y lo que suponía una ideali dad y una «vanidad» del tiempo era el logicism o. En ambos casos, faltaba captar el origen y el devenir de la lógica, en una palabra, i su génesis. Se trataba solo con productos inertes y opacos. Y nos veíamos confinados así a un mundo de mediaciones, de conceptos derivados, de significaciones secundarias y construidas. El dilema era, sobre todo, confusión. Husserl no intentará zanjar el dilema, sino elucidar la confusión. Asimilando y asumiendo el propósi to más legítimo y más fundado del psicologismo y del logicismo, Husserl proyecta poner de manifiesto un ámbito de constitución neutro y absolutamente originario en el que lógica y psicología, engendradas y fundadas, resuelvan su oposición. ¿Desaparecería así el grave problema de la génesis, que parecía hasta entonces insuperable? ¿No nos encontraremos de nuevo, al nivel de la cons titución primordial, la misma e irreductible paradoja?
Se g u n d a
pa r t e
LA «NEUTRALIZACIÓN» DE LA GÉNESIS
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Los dilemas de la génesis psicológica
Así pues, la investigación está orientada hacia la elucidación de esas posibilidades puras que deben ser posibilidades de la cu» >f periencia. Para ello, tales posibilidades deben ser constituidas par i el sujeto al que aparecen en su objetividad. Deben ser producida» '¡ en un devenir concreto que se aparece a sí mismo y ser a priort f el sentid o de es e devenir. Este será propiamente el tem a de la le» j nom enolog ía. La autonomía radical y la objetividad absoluta dt 1 las significaciones lógicas pierden toda validez si no tienen como correlato esencial y originario el acto de un sujeto que, aun mi j siendo «empírico» (en el sentido clásico del término), no es por í ello m enos con creto. En tal caso no permiten determinar ámbilo» ; de investi gación , ni autorizar la deduc ción y la inducció n. Ya no : se «corresponden» con la experiencia. El enriquecimiento lógico ! y científic o es imposible; resulta así empírico y «vago». Por tan- . to, solo se puede escapar a la rigidez de un logicismo escolástico describiendo una génesis de las significaciones que no se limite n conciliar, sino que implique la una en el otro, riqueza y rigor. Hasta aquí, solo se trataba de un dilema. Había que escoger entre el deve nir y las esencias. El devenir conducía a una temporalidad empírico y fáctica: esto era el psicologismo. Y lo que suponía una ideali dad y una «vanidad» del tiempo era el logicism o. En ambos casos, faltaba captar el origen y el devenir de la lógica, en una palabra, i su génesis. Se trataba solo con productos inertes y opacos. Y nos veíamos confinados así a un mundo de mediaciones, de conceptos derivados, de significaciones secundarias y construidas. El dilema era, sobre todo, confusión. Husserl no intentará zanjar el dilema, sino elucidar la confusión. Asimilando y asumiendo el propósi to más legítimo y más fundado del psicologismo y del logicismo, Husserl proyecta poner de manifiesto un ámbito de constitución neutro y absolutamente originario en el que lógica y psicología, engendradas y fundadas, resuelvan su oposición. ¿Desaparecería así el grave problema de la génesis, que parecía hasta entonces insuperable? ¿No nos encontraremos de nuevo, al nivel de la cons titución primordial, la misma e irreductible paradoja?
Se g u n d a
pa r t e
LA «NEUTRALIZACIÓN» DE LA GÉNESIS
1
TEMPORALIDAD NO EMÁTICA Y TEMPORALIDAD GENÉTICA
I I A('C'IÍSO A LA FENOMENOLOGÍA, LA «VIVENCIA» NEUTRA
A pesar del retomo a la vivencia y a la subjetividad constitu,>ule y temporal, parece que la diferencia que separa los dos to mos de las Inv est iga cio nes lóg ica s 1es menos importante de lo que m i lia dicho. Con el segundo tom o de las Inv esti gac ion es lógi cas, ili'im/amos sin duda el nivel propiamente fenomenológico. Están |Mi ‘.enles los grandes temas de la fenom eno log ía-i nten cion alid ad imscendental, distinción entre nóesis y nóema, intuición de eseni las, reducción eidética. Pero todos los problemas que se estudian ■i partir de ese m omento hasta 1919 -1920 siguen siendo, a pesar ili la gran importancia que adquieren los anális is del tiem po, pro blemas de constitución «estática». Los temas de la fenomenología l'iaiélica se le impondrán a Husserl solo después de esa fecha. Pero la aparición de las investigaciones genéticas no fue una involución en el pensamiento de Husserl. Su aparición fue prepai iiila, reclamada por un largo período en el que el tema genético i 'iln «neutralizado», ausente de la descripción fenomenológica. I)c hecho, creemos que es precisamente la dificultad de esta «neuimi i/ación» lo que anima todo el m ovimiento del pensamiento liusserliano de 1901 a 1919-1920. lál como hemos visto, la vivencia constituyente no debe ser en ñu temporalidad misma ni psicológica, ni lógica. A sí, en la medida i ii que toda génesis sigue siendo considerada por Husserl como una causalidad psico-fisiológica que depende de una ciencia emI. ¡Mgische Untersuchungen, t. II, 1901.
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TEMPORALIDAD NO EMÁTICA Y TEMPORALIDAD GENÉTICA
I I A('C'IÍSO A LA FENOMENOLOGÍA, LA «VIVENCIA» NEUTRA
A pesar del retomo a la vivencia y a la subjetividad constitu,>ule y temporal, parece que la diferencia que separa los dos to mos de las Inv est iga cio nes lóg ica s 1es menos importante de lo que m i lia dicho. Con el segundo tom o de las Inv esti gac ion es lógi cas, ili'im/amos sin duda el nivel propiamente fenomenológico. Están |Mi ‘.enles los grandes temas de la fenom eno log ía-i nten cion alid ad imscendental, distinción entre nóesis y nóema, intuición de eseni las, reducción eidética. Pero todos los problemas que se estudian ■i partir de ese m omento hasta 1919 -1920 siguen siendo, a pesar ili la gran importancia que adquieren los anális is del tiem po, pro blemas de constitución «estática». Los temas de la fenomenología l'iaiélica se le impondrán a Husserl solo después de esa fecha. Pero la aparición de las investigaciones genéticas no fue una involución en el pensamiento de Husserl. Su aparición fue prepai iiila, reclamada por un largo período en el que el tema genético i 'iln «neutralizado», ausente de la descripción fenomenológica. I)c hecho, creemos que es precisamente la dificultad de esta «neuimi i/ación» lo que anima todo el m ovimiento del pensamiento liusserliano de 1901 a 1919-1920. lál como hemos visto, la vivencia constituyente no debe ser en ñu temporalidad misma ni psicológica, ni lógica. A sí, en la medida i ii que toda génesis sigue siendo considerada por Husserl como una causalidad psico-fisiológica que depende de una ciencia emI. ¡Mgische Untersuchungen, t. II, 1901.
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La «neutralización» de la géne sis
pírica, solo se alcanzará paradójicamente el corazón mismo de lo temporalidad fenomenológica por una «reducción» de la génesi» En este sentido, el primer tomo de las Inve stig aci one s l ógi cas , c|ii# significaba el rechazo del psico logismo y del historicismo, se veiA prolongado hasta mucho más tarde2. La neutralización de la génexl» se da e ntonces com o la superación de la irreductible dialéctica en tre psicologismo y logicismo. Pero ¿cómo pudo entonces retomante esta neutralización, a su vez, en una nueva dialéctica? ¿Por qué el futuro retomo al punto de vista genético era ineluctable ya desde los primeros momentos de la fenomenología? ¿En qué sentido el rechazo o la neutralización de la génesis «mundana» implicabn el desvelamiento de una génesis trascendental que, mutatis muían • dis, replanteará los mismos problemas? O dicho brevemente, ¿por qué la distinción radical entre génesis «mundana» y génesis tras cendental, que se esboza de 1900 a 1920, resulta ya entonces di IIcil? Son estas las preguntas que intentaremos plantear.
Temporalidad noemática y tempor alidad genética
123
nuil,I,i'1¿Cómo puede la génesis ser solamente «constituida» si •i i- mporalidad es «constituyente»? La «esfera ideal» de la que un i iidci prefación genética tiene que tomar prestadas sus signifi•• mués, ¿es temporal o intemporal? S i es intemporal y o rigina•n lu subjetividad ya no puede ser simultáneamen te constituyen te n mporal: si es temporal, es puramente histórica y psico lógica ; • - . constituyente, debe entonces reducirse a la idealidad de un ni pienso» formal. Parece que Husserl quiera salvar esta doble ■ m ía ilc la subjetividad más radical, su brayando más la origiu iinilad Irascendental en las Inv est iga cio nes lóg ica s y en La filo día como ciencia rigurosa, así como el carácter temporal en las t "I,fungen. En estas últimas, la alternativa gana toda su acuidad: 11 investigación de la temporalidad originaria contradice constanii uiriiic el abandono de la historia genética. I ■ 1(1 IHICCIÓN DEL TIEMPO OBJETIVO
H i st o r i a c o n s t i t u i d a y t e m p o r a l i d a d c o n s t it u y e n t e
Husserl asimila la historia y la psicología. A mbas son ciencias de hechos que tratan acontecimientos constituidos. Sus límites so confunden. El rechazo del psicologismo es simultáneamente un rechazo del historicismo. La historia no puede juzgar una idea y, cuando lo hace, esa historia que evalúa ( wertende ) toma prestado subrepticiamente a la esfera ideal las conexiones necesarias quo pretende extraer de los hechos3. ¿Cómo puede Husserl concebir al mismo tiempo una historia constituida, en su significación m is ma, por otra cosa que no es ella misma y una vivencia origina riamente temporal tal y como viene analizada en las Vorlesungen zu r Ph ano me nol og ie d es inne ren Zei tbe wu fits ein s 4? ¿Cómo puede combinar la idea de una subjetividad concreta y originariamente temporal con la idea de una historia genética secundaria y cons2. Husserl siempre pretendió permanecer fiel al contenido y al sentido de las intentará izarlas al más alto estadio de la fenome nología y trabajará hasta 1928 en su reedición. 3. Cf. Die Philos ophie ais strenge Wissenschaft, 325ss . 4. . Investi gaciones lógicas . Siempre
«... desde el mom ento en que intentamos dar razón de la con■ n iiiTa del tiemp o, esta blece r en su relación verdadera el tiem po iibn iivo y la conciencia subjetiva del tiempo, y hacer inteligible la ni,mera en que una objetividad temporal, así como una objetividad individual en general, puede constituirse en la conciencia subjeti,i del tiempo, intentando así someter a un análisis la conciencia pillamente subjetiva del tiempo y el estatuto fenomenológico del tiempo vivido, nos topamos con las dificultades, las contradicciom y las intrincaciones más extrañas»5. Según un método ahora mi consagrado, Husserl realiza, antes de su investigación, una reilueción y una «descon exión» ( Au ssc ha ltu ng ) del tiempo objetivo, ■■ la exclusión completa de toda admisión, suposición, convicción 0 lercntc al tiempo objetivo, de toda presuposición respecto a la ti ascendencia de un existente (aller transzendierenden Voraussetiingen von Existierendem)»6... «Así como la cosa efectiva y el S. Vorlesungen, introducción, p. 2 . (i. Ibid., § 1, p. 3 .
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Temporalidad noemática y tempor alidad genética
La «neutralización» de la géne sis
pírica, solo se alcanzará paradójicamente el corazón mismo de lo temporalidad fenomenológica por una «reducción» de la génesi» En este sentido, el primer tomo de las Inve stig aci one s l ógi cas , c|ii# significaba el rechazo del psico logismo y del historicismo, se veiA prolongado hasta mucho más tarde2. La neutralización de la génexl» se da e ntonces com o la superación de la irreductible dialéctica en tre psicologismo y logicismo. Pero ¿cómo pudo entonces retomante esta neutralización, a su vez, en una nueva dialéctica? ¿Por qué el futuro retomo al punto de vista genético era ineluctable ya desde los primeros momentos de la fenomenología? ¿En qué sentido el rechazo o la neutralización de la génesis «mundana» implicabn el desvelamiento de una génesis trascendental que, mutatis muían • dis, replanteará los mismos problemas? O dicho brevemente, ¿por qué la distinción radical entre génesis «mundana» y génesis tras cendental, que se esboza de 1900 a 1920, resulta ya entonces di IIcil? Son estas las preguntas que intentaremos plantear.
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nuil,I,i'1¿Cómo puede la génesis ser solamente «constituida» si •i i- mporalidad es «constituyente»? La «esfera ideal» de la que un i iidci prefación genética tiene que tomar prestadas sus signifi•• mués, ¿es temporal o intemporal? S i es intemporal y o rigina•n lu subjetividad ya no puede ser simultáneamen te constituyen te n mporal: si es temporal, es puramente histórica y psico lógica ; • - . constituyente, debe entonces reducirse a la idealidad de un ni pienso» formal. Parece que Husserl quiera salvar esta doble ■ m ía ilc la subjetividad más radical, su brayando más la origiu iinilad Irascendental en las Inv est iga cio nes lóg ica s y en La filo día como ciencia rigurosa, así como el carácter temporal en las t "I,fungen. En estas últimas, la alternativa gana toda su acuidad: 11 investigación de la temporalidad originaria contradice constanii uiriiic el abandono de la historia genética. I ■ 1(1 IHICCIÓN DEL TIEMPO OBJETIVO
H i st o r i a c o n s t i t u i d a y t e m p o r a l i d a d c o n s t it u y e n t e
Husserl asimila la historia y la psicología. A mbas son ciencias de hechos que tratan acontecimientos constituidos. Sus límites so confunden. El rechazo del psicologismo es simultáneamente un rechazo del historicismo. La historia no puede juzgar una idea y, cuando lo hace, esa historia que evalúa ( wertende ) toma prestado subrepticiamente a la esfera ideal las conexiones necesarias quo pretende extraer de los hechos3. ¿Cómo puede Husserl concebir al mismo tiempo una historia constituida, en su significación m is ma, por otra cosa que no es ella misma y una vivencia origina riamente temporal tal y como viene analizada en las Vorlesungen zu r Ph ano me nol og ie d es inne ren Zei tbe wu fits ein s 4? ¿Cómo puede combinar la idea de una subjetividad concreta y originariamente temporal con la idea de una historia genética secundaria y cons2. Husserl siempre pretendió permanecer fiel al contenido y al sentido de las intentará izarlas al más alto estadio de la fenome nología y trabajará hasta 1928 en su reedición. 3. Cf. Die Philos ophie ais strenge Wissenschaft, 325ss . 4. . Investi gaciones lógicas . Siempre
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«... desde el mom ento en que intentamos dar razón de la con■ n iiiTa del tiemp o, esta blece r en su relación verdadera el tiem po iibn iivo y la conciencia subjetiva del tiempo, y hacer inteligible la ni,mera en que una objetividad temporal, así como una objetividad individual en general, puede constituirse en la conciencia subjeti,i del tiempo, intentando así someter a un análisis la conciencia pillamente subjetiva del tiempo y el estatuto fenomenológico del tiempo vivido, nos topamos con las dificultades, las contradicciom y las intrincaciones más extrañas»5. Según un método ahora mi consagrado, Husserl realiza, antes de su investigación, una reilueción y una «descon exión» ( Au ssc ha ltu ng ) del tiempo objetivo, ■■ la exclusión completa de toda admisión, suposición, convicción 0 lercntc al tiempo objetivo, de toda presuposición respecto a la ti ascendencia de un existente (aller transzendierenden Voraussetiingen von Existierendem)»6... «Así como la cosa efectiva y el S. Vorlesungen, introducción, p. 2 . (i. Ibid., § 1, p. 3 .
Temporalidad noemática y tempora lidad genética
La «neutralización» de la génesis
mundo efectivo no son un dato fenom enológ ico, tampoco lo es en* tonces el tiempo del mundo (die Weltzeit), el t iempo real, el tiem|W de la naturaleza, en el sentido en que se habla de ciencia de l« naturaleza y de psicolog ía com o cienc ia natural de lo psíquico »,,, «pero lo que acep tamos no es la exis tenc ia de un tiempo ‘miin< daño’, la existencia de una duración de las cosas, sino un tiempo
125
n. <111 h >, produci éndose y apa recién dose dial éctic amen te por reten pmtención, y por un juego de constituyente y constituido? .... ...
i h i pie ya está consti tuido en la conciencia interna del tiempo, , m liado en una evidencia fenomenológica absoluta y del misI,o i upo que la que se ha ev ocado un instante antes ? Esta evi denc ia
tanto, lo que queda después de esta desconexión es una duración
i. mpoial no es inmóvil. ¿No consiste su movimiento esencial en i uparse continuamente de sí misma hacia la objetividad que ella .'ii'ililuye, a partir de la objetividad que acaba de constituir? ¿Qué
fenomenológica, la apercepción inmediata del tiempo que conslli
dii. n-iicia esencial hay entre la trascendencia de los momentos
tuye el único comienzo posible y válido, la única certeza origino, ria de una reflexión sobre el tiempo. «Que la conciencia del dc.sn*
.ni'diluidos en el interior del flujo puro de la vivencia en relación mi un «ahora» originario y la trascendencia de las objetividades n ules» del tiempo? «Las relaciones de orden que podemos en-
que se manifiesta, una duración que se manifiesta como tal»7. Por
rrollo de un sonido, de una melodía que oigo actualmente presenil ‘un sucesivamente’ (ein Nacheinander) es algo de tal evidencia ipil resulta absurda toda duda y toda denegación»8. Esta evidencia oí puramente inmanente a la subjetividad. Antes de cualquier tesi* de existencia, la evidencia absoluta del «sentido» fenomenológico parece posible y necesaria. No obstante, para que la subjetividad no sea puramente psicoló gica y cerrada en ella misma, para que no sea un producto constituido por una temporalidad más originaria, la intencionalidad tiene que ser respetada integralmente en cstit
iinit.tr en las vivencias en tanto que inmanencias auténticas no se I. |iin descubrir en el orden empír ico y o bjetiv o, y no se insertan . ii rl»"’. El orden empírico es el orden ya siempre constituido, '.luna bien, si se recon oce -co m o hará Husse rl- que el «ahora» ..i ipmario solo aparece por una síntesis pasiva del tiempo consigo mi .mu y por una retención inmediata del pasado; si se reconoce mutismo que el presente solo es constituyente porque, al surgir • ii su novedad radical de un pasado inmediatamente constituido,
inmanencia y, con ella, la constitución inmediata de objetividaden
. ni taiga en él y sol ament e se aparece c omo pre sente so bre el
temporales com o el pasado, el futuro, etc. El pasado, por ejemplo,
luí ii lo de su continuidad pasiva con respecto al momento anterior, nloiices tenemos derecho a plantear la siguiente pregunta: ¿qué dim ontinuidad radical hay entre ese p asado ya const ituido y el
tal y como se constituye en una conciencia inmanente del tiempo, será una objetividad temporal que deberá distinguirse -ah í radica toda la dificultad- de la objetividad temporal «real» (real) exclui da por la reducción. «Mediante el análisis fenomenológico, no podem os encontrar el menor rastro de tiempo objetivo. El ‘campo temporal originario’ no es un fragmento del tiempo objetivo, el ‘ahora’ vivido no es, considerado en sí mism o, un punto del tiem po objetivo, etc. Espacio objetivo, tiempo objetivo y, con ellos, el mundo objetivo de las cosas y de los acontecimientos efecti vos son todos trascendencias»9. ¿Cómo puede ser accesible a una aprehensión puramente inmanente una co nciencia intencional del 7. Ibid. . 8. Ibid. . 9. Ibid., 4: «trascendencia» no tiene aquí evidentemente un sentido místico, co mo lo advierte Husserl un poco más adelante .
. 11. I rán Duc Thao pone de relie ve esta cu estión en una larga y notable nota . niisagiada a la temporalidad en Phén oménologi e e t m atéria lisme diale ctiqu e, 140 Ivi'isión cast.: § 14, p. 123],
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Temporalidad noemática y tempora lidad genética
La «neutralización» de la génesis
mundo efectivo no son un dato fenom enológ ico, tampoco lo es en* tonces el tiempo del mundo (die Weltzeit), el t iempo real, el tiem|W de la naturaleza, en el sentido en que se habla de ciencia de l« naturaleza y de psicolog ía com o cienc ia natural de lo psíquico »,,, «pero lo que acep tamos no es la exis tenc ia de un tiempo ‘miin< daño’, la existencia de una duración de las cosas, sino un tiempo que se manifiesta, una duración que se manifiesta como tal»7. Por tanto, lo que queda después de esta desconexión es una duración fenomenológica, la apercepción inmediata del tiempo que conslli
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n. <111 h >, produci éndose y apa recién dose dial éctic amen te por reten pmtención, y por un juego de constituyente y constituido? .... ...
i h i pie ya está consti tuido en la conciencia interna del tiempo, , m liado en una evidencia fenomenológica absoluta y del misI,o i upo que la que se ha ev ocado un instante antes ? Esta evi denc ia i. mpoial no es inmóvil. ¿No consiste su movimiento esencial en i uparse continuamente de sí misma hacia la objetividad que ella .'ii'ililuye, a partir de la objetividad que acaba de constituir? ¿Qué dii. n-iicia esencial hay entre la trascendencia de los momentos .ni'diluidos en el interior del flujo puro de la vivencia en relación mi un «ahora» originario y la trascendencia de las objetividades n ules» del tiempo? «Las relaciones de orden que podemos en-
tuye el único comienzo posible y válido, la única certeza origino, ria de una reflexión sobre el tiempo. «Que la conciencia del dc.sn* rrollo de un sonido, de una melodía que oigo actualmente presenil ‘un sucesivamente’ (ein Nacheinander) es algo de tal evidencia ipil
iinit.tr en las vivencias en tanto que inmanencias auténticas no se
resulta absurda toda duda y toda denegación»8. Esta evidencia oí
I. |iin descubrir en el orden empír ico y o bjetiv o, y no se insertan . ii rl»"’. El orden empírico es el orden ya siempre constituido, '.luna bien, si se recon oce -co m o hará Husse rl- que el «ahora»
puramente inmanente a la subjetividad. Antes de cualquier tesi* de existencia, la evidencia absoluta del «sentido» fenomenológico parece posible y necesaria. No obstante, para que la subjetividad no sea puramente psicoló gica y cerrada en ella misma, para que no sea un producto constituido por una temporalidad más originaria, la intencionalidad tiene que ser respetada integralmente en cstit
..i ipmario solo aparece por una síntesis pasiva del tiempo consigo mi .mu y por una retención inmediata del pasado; si se reconoce mutismo que el presente solo es constituyente porque, al surgir • ii su novedad radical de un pasado inmediatamente constituido,
inmanencia y, con ella, la constitución inmediata de objetividaden
. ni taiga en él y sol ament e se aparece c omo pre sente so bre el
temporales com o el pasado, el futuro, etc. El pasado, por ejemplo, tal y como se constituye en una conciencia inmanente del tiempo,
luí ii lo de su continuidad pasiva con respecto al momento anterior, nloiices tenemos derecho a plantear la siguiente pregunta: ¿qué dim ontinuidad radical hay entre ese p asado ya const ituido y el
será una objetividad temporal que deberá distinguirse -ah í radica toda la dificultad- de la objetividad temporal «real» (real) exclui da por la reducción. «Mediante el análisis fenomenológico, no podem os encontrar el menor rastro de tiempo objetivo. El ‘campo temporal originario’ no es un fragmento del tiempo objetivo, el ‘ahora’ vivido no es, considerado en sí mism o, un punto del tiem po objetivo, etc. Espacio objetivo, tiempo objetivo y, con ellos, el mundo objetivo de las cosas y de los acontecimientos efecti vos son todos trascendencias»9. ¿Cómo puede ser accesible a una aprehensión puramente inmanente una co nciencia intencional del 7. Ibid. . 8. Ibid. . 9. Ibid., 4: «trascendencia» no tiene aquí evidentemente un sentido místico, co mo lo advierte Husserl un poco más adelante .
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o r i g e n de l
tiempo
Husserl pretende distinguir efectivamente entre un origen psi cológico y un origen fenomenológico del tiempo. El litigio entro «empirismo e innatismo» solo es posible a partir de una cuestión psicol ógica en la que «se examina el material originario de la sen sación a partir del cual la intuición objetiva del espacio y del tiem po surge en el individuo humano y, asimismo, en la especie. A nosotros, la cuestión de la génesis empírica nos resulta indiferente [.. .] la Apercepción psico lógica que aprehende las vivencias como estados psíquicos de personas empíricas, de sujetos psicofisic os, y descubre en ellos encadenamientos o puramente psíquicos o psicofisícos, que se asocia a leyes naturales del devenir, formacio nes y transformaciones de la v ivencias psíquicas, esa apercepción es muy diferente de la apercepción fenomenológica»12. Así pues, ¿qué es la apercepción fenome nológica? Todo lo que Husserl des carta bajo el nombre de «psicológico» es un acontecimiento real que pertenece al mundo trascendente. Son hechos que tienen su situación en un tiempo. Pero, en cuanto tales, no nos enseñan nada sobre las leyes puras del tiempo. Esos hechos están constituidos para nosotros a partir de un tiempo vivido que originariamente no forma «parte» del tiempo real. Si formara parte, el tiempo no nos aparecería como tal. No entendemos, en efecto, cómo sería 12.
tión liindamental e n las Vorlesungen. Y ello porque permanece ahí i ii una temporalidad noemática, cuyo sentido está ya constituido y i nconocido". El tiempo objetivo ya se conoce como tal y su signtlit ación, al ser ya «temática», puede estar situada y puesta entre pnicntesis. Asimismo, el tiempo de la inmanencia vivida ya tiene un sentido par a mí\ está constituido por una temporalidad más pioiimda que todavía no aparece. De modo que la única diferencia i Ncncial entre estas dos temporalidades constituidas en «nóemas» 10. Ibid., § 1, p. 4-5 . 11. I rán Duc Thao pone de relie ve esta cu estión en una larga y notable nota . niisagiada a la temporalidad en Phén oménologi e e t m atéria lisme diale ctiqu e, 140 Ivi'isión cast.: § 14, p. 123],
Temporalidad noemática y tempo ralidad genética
La «neutralización» de la géne sis
es que una ya se me ha aparecido como «mía» y la otra, euiiHl objetiva. Aquí todavía permanecemos en un estadio superficial »H el que el sujeto y el mundo ya están constituidos como tales. Nl| géne sis está terminada. La insuficiencia de todos los análisis con* titutivos pregenéticos ya es muy visible: se «excluye» un mum do y una objetividad constituida y, en lugar de hacer aparecer im| un origen absolutamente constituyente, se mantienen todavía ln| productos constituidos. Incluso en nombre de esa s significacioiiB» secundarias se practica la reducción. La actitud que guía todos luí análisis de la constitución «estática» es, por tanto, «ingenua» y un cierto grado participa del psicologismo y del historicismo, lal y como esa misma actitud los define y los rechaza. El
Vorlesungen, § 2, p. 7
9; versión fr.: p. 15 [versión cast.: p. 31]>.
¡27
,
ilili la conc ienci a del tiemp o a partir de un mero tiemp o nai ó y cxistencial. Al contrario, es en esa conciencia donde se •n muye la objetividad del tiempo co mo sentido para nosotros. •in. la vivencia temporal pueda, en uno u otro momen to, ser es•*»liui|u como hecho constituido, co mo acontecimiento psíquico, ■■ mu causa o efe cto histórico, es algo fuera de toda duda. Pero >(•11 unirá ser estudiado como tal sobre el fundamento originario i un llempo fenome nológico. Hay que empezar, precisamente, i-" la descripción de ese tiempo: «No ordenamos las vivencias c na luí mar con e llas una realidad efectiva . Tan solo tratamos con 11 ii ululad efectiva en la medida en que es mentada, representada, miiiu lunada, pensada conceptualmente. Respecto al problema del n. iu|i(i, ello signific a que son las vivencia s del tiem po las que n os mii icsan; que estas vivencias tengan una determinación temporal •li|iTiva, que formen parte integrante del mundo de las cosas y T los sujetos psíq uicos y que tengan su lugar, su productividad, a ser y su génesis empírica, todo ello no nos concierne, no sabe mos nada al respecto...»13. Incluso si cometiéramos un error sobre la ilinación, el papel, la determinació n real de esas objetivida des i. niporales; incluso si, en última instancia, estas no existieran, la •iicm ia del tiempo nos resultaría accesible. Es la idea de la ficción . de la variación imaginaria, siempre solidaria de la reducción •uléiica. Esta reducción -que, excluyendo el contenido fáctico de una significación, extrae la pureza de su « eidos » - debemos realiit la ahora en la vivencia temporal. «Es el a priori del tiempo lo que intentamos poner de manifiesto»14. I 1 l'SICOLOGISMO DE LA «ASOCIACIÓN ORIGINARIA»
Brentano había abordado ese m ismo problem a15. Sin embargo, inlonlando explicar el origen y la formación del tiempo por leyes psicológicas establecidas a posteriori, nunca logró dar cuenta de la producción original del tiempo y de las diferencias irreductibles de las diversas vivencias temporales -pasado, presente y futuro 13. I h id p. 7-8 . 14. lbid., p. 8 . 15. lbid., § 3, p. 8 .
126
,
ilili la conc ienci a del tiemp o a partir de un mero tiemp o nai ó y cxistencial. Al contrario, es en esa conciencia donde se •n muye la objetividad del tiempo co mo sentido para nosotros. •in. la vivencia temporal pueda, en uno u otro momen to, ser es•*»liui|u como hecho constituido, co mo acontecimiento psíquico, ■■ mu causa o efe cto histórico, es algo fuera de toda duda. Pero >(•11 unirá ser estudiado como tal sobre el fundamento originario i un llempo fenome nológico. Hay que empezar, precisamente, i-" la descripción de ese tiempo: «No ordenamos las vivencias c na luí mar con e llas una realidad efectiva . Tan solo tratamos con 11 ii ululad efectiva en la medida en que es mentada, representada, miiiu lunada, pensada conceptualmente. Respecto al problema del n. iu|i(i, ello signific a que son las vivencia s del tiem po las que n os mii icsan; que estas vivencias tengan una determinación temporal •li|iTiva, que formen parte integrante del mundo de las cosas y T los sujetos psíq uicos y que tengan su lugar, su productividad, a ser y su génesis empírica, todo ello no nos concierne, no sabe mos nada al respecto...»13. Incluso si cometiéramos un error sobre la ilinación, el papel, la determinació n real de esas objetivida des i. niporales; incluso si, en última instancia, estas no existieran, la •iicm ia del tiempo nos resultaría accesible. Es la idea de la ficción . de la variación imaginaria, siempre solidaria de la reducción •uléiica. Esta reducción -que, excluyendo el contenido fáctico de una significación, extrae la pureza de su « eidos » - debemos realiit la ahora en la vivencia temporal. «Es el a priori del tiempo lo que intentamos poner de manifiesto»14.
es que una ya se me ha aparecido como «mía» y la otra, euiiHl objetiva. Aquí todavía permanecemos en un estadio superficial »H el que el sujeto y el mundo ya están constituidos como tales. Nl| géne sis está terminada. La insuficiencia de todos los análisis con* titutivos pregenéticos ya es muy visible: se «excluye» un mum do y una objetividad constituida y, en lugar de hacer aparecer im| un origen absolutamente constituyente, se mantienen todavía ln| productos constituidos. Incluso en nombre de esa s significacioiiB» secundarias se practica la reducción. La actitud que guía todos luí análisis de la constitución «estática» es, por tanto, «ingenua» y un cierto grado participa del psicologismo y del historicismo, lal y como esa misma actitud los define y los rechaza. El
o r i g e n de l
tiempo
Husserl pretende distinguir efectivamente entre un origen psi cológico y un origen fenomenológico del tiempo. El litigio entro «empirismo e innatismo» solo es posible a partir de una cuestión psicol ógica en la que «se examina el material originario de la sen sación a partir del cual la intuición objetiva del espacio y del tiem po surge en el individuo humano y, asimismo, en la especie. A nosotros, la cuestión de la génesis empírica nos resulta indiferente [.. .] la Apercepción psico lógica que aprehende las vivencias como estados psíquicos de personas empíricas, de sujetos psicofisic os, y descubre en ellos encadenamientos o puramente psíquicos o psicofisícos, que se asocia a leyes naturales del devenir, formacio nes y transformaciones de la v ivencias psíquicas, esa apercepción es muy diferente de la apercepción fenomenológica»12. Así pues, ¿qué es la apercepción fenome nológica? Todo lo que Husserl des carta bajo el nombre de «psicológico» es un acontecimiento real que pertenece al mundo trascendente. Son hechos que tienen su situación en un tiempo. Pero, en cuanto tales, no nos enseñan nada sobre las leyes puras del tiempo. Esos hechos están constituidos para nosotros a partir de un tiempo vivido que originariamente no forma «parte» del tiempo real. Si formara parte, el tiempo no nos aparecería como tal. No entendemos, en efecto, cómo sería 12.
128
Vorlesungen, § 2, p. 7
¡27
Temporalidad noemática y tempo ralidad genética
La «neutralización» de la géne sis
I 1 l'SICOLOGISMO DE LA «ASOCIACIÓN ORIGINARIA»
Brentano había abordado ese m ismo problem a15. Sin embargo, inlonlando explicar el origen y la formación del tiempo por leyes psicológicas establecidas a posteriori, nunca logró dar cuenta de la producción original del tiempo y de las diferencias irreductibles de las diversas vivencias temporales -pasado, presente y futuro 13. I h id p. 7-8 . 14. lbid., p. 8 . 15. lbid., § 3, p. 8 .
9; versión fr.: p. 15 [versión cast.: p. 31]>.
Temporalid Temporalidad ad noemática y temporalidad genética
La «neutralización » de la génesis
129
(por no hablar más que de las especificaciones principales de I*
, - |io lim e intervenir en la cons tituci ón del tiempo una verdadera verdadera
concienc ia tempora l)-. S in duda, los análisis de Brentano man un
- n i on on cv cv nihilo. ¿De dónde puede Brentano extraer esa doble i- nriicia nriicia que resulta así «repelida» com o pasado, mientras que
un clarísimo progreso en relación con las tentativas preccdenlmi gracias a la idea de «asoc iación originaria», sus análisis dcsci
i Ihmi
n
in i inic ia mism a ya no está ahí? ¿No introd uce Brentano un
originaria» originaria» es «la producción de las representaciones de memoil* memoil*
" mi ii i exterior a la experien cia y que v iene a añadirse a esta como 0 - máclcr» máclcr» o un «factor»? Tal hipótesis gen ética desembo ca en
inmediatas que, según una ley sin excepción, se une sin ningún* med iación a cada una de las represen taciones p ercept ivas»16 ivas»16. AIot AIot
■- tili'ii de una creación del tiempo por procesos psíquicos; como 1ni 1ni por definición constituidos temporalmente, esos procesos no
ra bien, este «doble» que se une así automáticamente a toda exp exp* *
i
riencia para desunirse lu ego y constituir la experien cia en «pii «piix* x*--
, i- iilugista, iilugista, Brentano atribuye efectivam ente la fuent e productora i 11 lepresentaciones temporales a la facultad de la imaginación,
toda la complejidad de los procesos temporales. La «asocimlím
do» no puede ser absolutamente originario. En él se esbozan do* movimientos opuestos que no pueden captarse en cuanto tales 011
.....
i
Ii n engendrar o constituir a su vez el tiempo. Y, como buen
11 imaginación la que, poseyendo las llaves del ámbito de la au-
una conciencia origina originaria ria del del tiempo. «A sí -di ce Husserl-, anui
in ni en general, puede conservar o retener una experiencia desa-
do una melodía suena, por ejemplo, el sonido aislado no desapu-
i- in t ida para para transformarla transformarla en «p asado », anticipar resp ecto a una |n-tienda por venir para producir la representación del futuro.
rece completamente con el cese de la excitación o de la sacudid* de los nervios provocado por ella. Cuando el nuevo sonido suemi,
Un i-tI i-tI advierte, empero, las incons ecue ncia s de esta hipótesis,
el sonido que lo precedía no ha desaparecido sin dejar huellimj
i -n una parte, no se entiende cómo puede una experiencia origi-
de otro modo, seríamos incapaces de advertir las relaciones entra
n a mínente intemporal, idén tica a ella m isma e n un prese nte ab-iluto -iluto y sin fisuras18 fisuras18, recibir lu ego del exterior una d etermin ación
los sonidos que se siguen, tendríamos en cada instante un sonido, eventualmente en el tiempo de intervalo entre entre la resonancia de do* do*
i- nipoial. Correríamos el riesgo, a cada instante, de equivocarnos
sonidos, una fase vacía, pero nunca la representación de una melo
l-.i l-.i ali/ando tal o cual recuerdo en el pasado; mezclaríamos consi iiili-mcnte las experiencias y sus imágenes en una gran confusión;
día. Por otra parte, tampoco hay que limitarse a la persistencia do las representaciones del sonido en la conciencia. Si las represent representa a
11 evidencia del pasado19y pasado19y la posibilidad esencia l de un futuro futuro no
ciones persistieran sin modificacione s, entonces tendríamos, en lo
ñu -.i-ntarían ninguna garantía absoluta, puesto que se construirían
gar de una melodía, un acorde de sonidos simultáneos o más bien
I'ih
una confusión discordante de so ni do s...» 17. Esta vida dialéctic dialéctica a
Hi nado20. Por otra parte, ¿cómo podría una imaginación, facultad
de la conciencia temporal, uniendo continuidad y discontinuidad,
- u tusivamente tusivamente «reproductora», «reproductora», engendrar la la novedad absoluta d e mi presente? Como evidencia originaria absoluta, el presente no
negación y promoción de sí, superación y conservación solo apa
mui actividad actividad de la imaginación. S e confundiría la espera y el
rece como tal, según Husserl, a causa de la impureza de un análisis análisis
puede puede ser construido o reconstruido por una facultad ps icológica,
que confunde lo empírico con lo originario. Las dificultades que
i mi Brentano, ¿no nos vemos entonces conducidos a convertir el
suscita tal análisis radican en que este se lleva a cabo desde un
pnsado y el futuro en «irreales» ( Nic ht- ree llen )? «Un momento
punto de vista genético, es decir, psicologista (para Husserl, no lo
psicológico que se añade no puede, empero, hacer una irrealidad,
olvidem os, las dos noc iones todavía son inseparables). Es genético genético 16. Definició n de Brentano, citada por Husserl, p. 8 , extraída de un curso de Brentano que no fue publicado y del que Marty y Stumpf dieron cuenta en sus obras. Cf. Vorlesungen, introducción, p. 3 . 17. Ibid., p. 9 .
IX. «Los predicados modificadores del tie mpo son, según Brentano, irreales; irreales; nulo nulo es real real la determ inación del presente», citado por Husserl, ibid., § 5, p. \2. 19. Ibid., § 41, p. 72 20. Ibid., § 6, p. 13 !X|>..
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Temporalid Temporalidad ad noemática y temporalidad genética
La «neutralización » de la génesis
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(por no hablar más que de las especificaciones principales de I*
, - |io lim e intervenir en la cons tituci ón del tiempo una verdadera verdadera
concienc ia tempora l)-. S in duda, los análisis de Brentano man un
- n i on on cv cv nihilo. ¿De dónde puede Brentano extraer esa doble i- nriicia nriicia que resulta así «repelida» com o pasado, mientras que
un clarísimo progreso en relación con las tentativas preccdenlmi gracias a la idea de «asoc iación originaria», sus análisis dcsci
i Ihmi
n
in i inic ia mism a ya no está ahí? ¿No introd uce Brentano un
originaria» originaria» es «la producción de las representaciones de memoil* memoil*
" mi ii i exterior a la experien cia y que v iene a añadirse a esta como 0 - máclcr» máclcr» o un «factor»? Tal hipótesis gen ética desembo ca en
inmediatas que, según una ley sin excepción, se une sin ningún* med iación a cada una de las represen taciones p ercept ivas»16 ivas»16. AIot AIot
■- tili'ii de una creación del tiempo por procesos psíquicos; como 1ni 1ni por definición constituidos temporalmente, esos procesos no
ra bien, este «doble» que se une así automáticamente a toda exp exp* *
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riencia para desunirse lu ego y constituir la experien cia en «pii «piix* x*--
, i- iilugista, iilugista, Brentano atribuye efectivam ente la fuent e productora i 11 lepresentaciones temporales a la facultad de la imaginación,
toda la complejidad de los procesos temporales. La «asocimlím
do» no puede ser absolutamente originario. En él se esbozan do* movimientos opuestos que no pueden captarse en cuanto tales 011
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i
Ii n engendrar o constituir a su vez el tiempo. Y, como buen
11 imaginación la que, poseyendo las llaves del ámbito de la au-
una conciencia origina originaria ria del del tiempo. «A sí -di ce Husserl-, anui
in ni en general, puede conservar o retener una experiencia desa-
do una melodía suena, por ejemplo, el sonido aislado no desapu-
i- in t ida para para transformarla transformarla en «p asado », anticipar resp ecto a una |n-tienda por venir para producir la representación del futuro.
rece completamente con el cese de la excitación o de la sacudid* de los nervios provocado por ella. Cuando el nuevo sonido suemi,
Un i-tI i-tI advierte, empero, las incons ecue ncia s de esta hipótesis,
el sonido que lo precedía no ha desaparecido sin dejar huellimj
i -n una parte, no se entiende cómo puede una experiencia origi-
de otro modo, seríamos incapaces de advertir las relaciones entra
n a mínente intemporal, idén tica a ella m isma e n un prese nte ab-iluto -iluto y sin fisuras18 fisuras18, recibir lu ego del exterior una d etermin ación
los sonidos que se siguen, tendríamos en cada instante un sonido, eventualmente en el tiempo de intervalo entre entre la resonancia de do* do*
i- nipoial. Correríamos el riesgo, a cada instante, de equivocarnos
sonidos, una fase vacía, pero nunca la representación de una melo
l-.i l-.i ali/ando tal o cual recuerdo en el pasado; mezclaríamos consi iiili-mcnte las experiencias y sus imágenes en una gran confusión;
día. Por otra parte, tampoco hay que limitarse a la persistencia do las representaciones del sonido en la conciencia. Si las represent representa a
11 evidencia del pasado19y pasado19y la posibilidad esencia l de un futuro futuro no
ciones persistieran sin modificacione s, entonces tendríamos, en lo
ñu -.i-ntarían ninguna garantía absoluta, puesto que se construirían
gar de una melodía, un acorde de sonidos simultáneos o más bien
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una confusión discordante de so ni do s...» 17. Esta vida dialéctic dialéctica a
Hi nado20. Por otra parte, ¿cómo podría una imaginación, facultad
de la conciencia temporal, uniendo continuidad y discontinuidad,
- u tusivamente tusivamente «reproductora», «reproductora», engendrar la la novedad absoluta d e mi presente? Como evidencia originaria absoluta, el presente no
negación y promoción de sí, superación y conservación solo apa
mui actividad actividad de la imaginación. S e confundiría la espera y el
rece como tal, según Husserl, a causa de la impureza de un análisis análisis
puede puede ser construido o reconstruido por una facultad ps icológica,
que confunde lo empírico con lo originario. Las dificultades que
i mi Brentano, ¿no nos vemos entonces conducidos a convertir el
suscita tal análisis radican en que este se lleva a cabo desde un
pnsado y el futuro en «irreales» ( Nic ht- ree llen )? «Un momento
punto de vista genético, es decir, psicologista (para Husserl, no lo
psicológico que se añade no puede, empero, hacer una irrealidad,
olvidem os, las dos noc iones todavía son inseparables). Es genético genético IX. «Los predicados modificadores del tie mpo son, según Brentano, irreales; irreales; nulo nulo es real real la determ inación del presente», citado por Husserl, ibid., § 5, p. \2. 19. Ibid., § 41, p. 72 20. Ibid., § 6, p. 13
16. Definició n de Brentano, citada por Husserl, p. 8 , extraída de un curso de Brentano que no fue publicado y del que Marty y Stumpf dieron cuenta en sus obras. Cf. Vorlesungen, introducción, p. 3 . 17. Ibid., p. 9 .
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W !X|> !X|>..
Temporalidad noemática v tempor alidad gené tica
La «neutralización » de la génesis
ni ii el liempo a partir de una dialéctica de lo constituyente y de
no pu ede hacer desaparecer una existencia presente»; por tanto, tanto, el el tiempo no puede ser construido a partir de lo que no es él. La imiiginación es a priori temporal; ni crea ni constituye el tiempo. To dos los momentos psicológicos que se «asocian» para producir
13 1
i
......
iisliluido cuyos términos eran al mismo tiempo solidarios y
li linios. El tiempo solo aparece como tiempo fenomenológico •>n.iiluyente porque es constit uido. Aho ra bien, desp ués de haber
In
formación y la representación del t iempo ya estaban constituí constituí don don
oiiemlo a Brentano, lo que Husserl pretende es limitarse exclu-
en su temporalidad antes de cualquier otra constitución posible. 1 11
n nnenlc al al origen constituyente del tiempo. No obstante, ¿no se
ley de la asociación originaria «es una ley psicológica de la nucvii
■ i in obligado, obligado, p or una d escripción que también será dialéctica 0 n la esfera fenomenológica), a reintegrar lo constituido en lo
formación de vivencias en el terreno de las vivencia s psicológicim psicológicim dadas. Estas vivenc ias son psíquicas, están objetivadas; tienen en en
ellas mismas su propio tiempo y de lo que se trata es de su evo
■ l>Icampo originario? La fenom enología ya no dominaría comple-
lución y de su génesis. Todo esto pertenece al ámbito de la psi cología y no nos interesa aquí»21. Toda explicación genética solo
imíenle su propio terreno. terreno. La onto logía ya estaría ahí. I I problema problema de la génesis se confundía, como decíamos, con
puede aplicarse al ámbito de lo «constituido». Como la génesis
1
viene derivada únicamente de la constitución, esta es por esencia
. de una creación que eran, al mismo tiempo, revelación o des-
estática. ¿Cómo puede la constitución del tiempo vivido y de las objetividades temporales parecer estática, si no nos limitamos a un
- 1
1pmblema de una síntesis a priori vivida, de un enriquecimiento i liimiento, el problema de una productividad ontológica que se infundía infundía con una transparencia fenomeno lógica. Ahora bien, los
análisis eidético del tiempo vivido en el que la esencia del tiempo
in.ilisis del tiempo vivido, ¿no nos ofrecerán el espectáculo de
toma el lugar del tiempo mismo? Es el tiempo tal y como aparece como «nóema» o como tema, es la ley a priori del desarrollo tem
iiiin continua síntesis a priori en la que el enriquecimiento y la
poral poral o, en p ocas palabras, palabras, es la sign ificación del tiempo lo que es estático y autoriza los análisis de Husserl. No obstante, sabemos
inivedad ivedad temporal so lo son pos ible s y aparecen com o tales por una «retención» que asume lo que acaba de ser constituido en el piescnte anteri anterior? or? Resulta demasiado evidente que este tiempo fc-
«nóema» remite a una «nóesis», que la significación del tiempo
nonicnológico constituido es diferente de los hechos temporales uli|clivos. Yo Yo puedo inmediatamente, por la memoria, reactualizar
aparece a una conciencia y sobre el fondo de una temporalidad
el sentido originario de una vivencia constituida. Ahora bien, pre-
más profunda. Aunque la separación entre la esencia y el hecho
1isainente, 1isainente, la reducción eidé tica era aplicable a hech os materiales. ¿Acaso no corremos el riesgo de un doble fracaso efectuando esta
que toda eid ética está constituida por un sujeto temporal, que todo
parece posible en otras regiones ontológicas que no son la región de la conciencia, resulta aquí aquí que la reducción eidética del tiempo vivido separa lo que, por definición, no es separable. El « eidos»
inducción en la vivencia? Por una parte, parte, si se asim ila la eidética de
del tiempo vivido es en sí mismo temporal, constituido en una
que se constituya una vivencia, resultará pura facticidad empírica.
la icgión «conciencia» a la eidética de la región «cosa», cada vez
temporalidad. Solo aparece como estático si se desvincula de la
V, en la medida en que el d esarrollo esarrollo del tiem po vivid o supone
temporalidad en la que se fundamenta. Esta última es genética por
necesariamente, tanto para efectuarse como para aparecerse, la iclención de un momento constituido, se introducirá de este modo
esencia (pero aquí la esencia no necesita una reducción eidética para aparecer; es más, la excluye a priori).
el «hecho» en la conciencia interna del tiempo. Si, inversamen-
Si en la teoría de Brentano dejamos de lado ciertas inconse
le, se tiene en cuenta la irreductible originalidad de la vivencia
cuencias como, por ejemplo, la intervención de la facultad imagi nativa, observamos que su objetivo más valido consistía en insi-
y si se evita asimilar la vivencia constituida al mundo constituido, In reducción eidética resulta resulta imposible. Esta ya no tiene ningún lundamento, ya que la existencia y la esencia no se separan en la
21. Ibid., § 6, p. 13 .
esfera de la conciencia. Las génesis empíricas u ontológicas (que
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Temporalidad noemática v tempor alidad gené tica
La «neutralización » de la génesis
ni ii el liempo a partir de una dialéctica de lo constituyente y de
no pu ede hacer desaparecer una existencia presente»; por tanto, tanto, el el i
tiempo no puede ser construido a partir de lo que no es él. La imiiginación es a priori temporal; ni crea ni constituye el tiempo. To dos los momentos psicológicos que se «asocian» para producir
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iisliluido cuyos términos eran al mismo tiempo solidarios y
li linios. El tiempo solo aparece como tiempo fenomenológico •>n.iiluyente porque es constit uido. Aho ra bien, desp ués de haber
In
formación y la representación del t iempo ya estaban constituí constituí don don
oiiemlo a Brentano, lo que Husserl pretende es limitarse exclu-
en su temporalidad antes de cualquier otra constitución posible. 1 11
n nnenlc al al origen constituyente del tiempo. No obstante, ¿no se
ley de la asociación originaria «es una ley psicológica de la nucvii
■ i in obligado, obligado, p or una d escripción que también será dialéctica 0 n la esfera fenomenológica), a reintegrar lo constituido en lo
formación de vivencias en el terreno de las vivencia s psicológicim psicológicim dadas. Estas vivenc ias son psíquicas, están objetivadas; tienen en en
ellas mismas su propio tiempo y de lo que se trata es de su evo
■ l>Icampo originario? La fenom enología ya no dominaría comple-
lución y de su génesis. Todo esto pertenece al ámbito de la psi cología y no nos interesa aquí»21. Toda explicación genética solo
imíenle su propio terreno. terreno. La onto logía ya estaría ahí. I I problema problema de la génesis se confundía, como decíamos, con
puede aplicarse al ámbito de lo «constituido». Como la génesis
1
viene derivada únicamente de la constitución, esta es por esencia
. de una creación que eran, al mismo tiempo, revelación o des-
estática. ¿Cómo puede la constitución del tiempo vivido y de las objetividades temporales parecer estática, si no nos limitamos a un
- 1
1pmblema de una síntesis a priori vivida, de un enriquecimiento i liimiento, el problema de una productividad ontológica que se infundía infundía con una transparencia fenomeno lógica. Ahora bien, los
análisis eidético del tiempo vivido en el que la esencia del tiempo
in.ilisis del tiempo vivido, ¿no nos ofrecerán el espectáculo de
toma el lugar del tiempo mismo? Es el tiempo tal y como aparece como «nóema» o como tema, es la ley a priori del desarrollo tem
iiiin continua síntesis a priori en la que el enriquecimiento y la inivedad ivedad temporal so lo son pos ible s y aparecen com o tales por una «retención» que asume lo que acaba de ser constituido en el
poral poral o, en p ocas palabras, palabras, es la sign ificación del tiempo lo que es estático y autoriza los análisis de Husserl. No obstante, sabemos
piescnte anteri anterior? or? Resulta demasiado evidente que este tiempo fc-
«nóema» remite a una «nóesis», que la significación del tiempo
nonicnológico constituido es diferente de los hechos temporales uli|clivos. Yo Yo puedo inmediatamente, por la memoria, reactualizar
aparece a una conciencia y sobre el fondo de una temporalidad
el sentido originario de una vivencia constituida. Ahora bien, pre-
más profunda. Aunque la separación entre la esencia y el hecho
1isainente, 1isainente, la reducción eidé tica era aplicable a hech os materiales. ¿Acaso no corremos el riesgo de un doble fracaso efectuando esta
que toda eid ética está constituida por un sujeto temporal, que todo
parece posible en otras regiones ontológicas que no son la región
inducción en la vivencia? Por una parte, parte, si se asim ila la eidética de
de la conciencia, resulta aquí aquí que la reducción eidética del tiempo vivido separa lo que, por definición, no es separable. El « eidos» del tiempo vivido es en sí mismo temporal, constituido en una
la icgión «conciencia» a la eidética de la región «cosa», cada vez que se constituya una vivencia, resultará pura facticidad empírica.
temporalidad. Solo aparece como estático si se desvincula de la
V, en la medida en que el d esarrollo esarrollo del tiem po vivid o supone
temporalidad en la que se fundamenta. Esta última es genética por
necesariamente, tanto para efectuarse como para aparecerse, la iclención de un momento constituido, se introducirá de este modo
esencia (pero aquí la esencia no necesita una reducción eidética para aparecer; es más, la excluye a priori).
el «hecho» en la conciencia interna del tiempo. Si, inversamen-
Si en la teoría de Brentano dejamos de lado ciertas inconse
le, se tiene en cuenta la irreductible originalidad de la vivencia
cuencias como, por ejemplo, la intervención de la facultad imagi nativa, observamos que su objetivo más valido consistía en insi-
y si se evita asimilar la vivencia constituida al mundo constituido, In reducción eidética resulta resulta imposible. Esta ya no tiene ningún lundamento, ya que la existencia y la esencia no se separan en la esfera de la conciencia. Las génesis empíricas u ontológicas (que
21. Ibid., § 6, p. 13 .
132
La «neutralización» de la génesis
Temporalidad noemática y temporalidad genética
no identificamos, pero que se distinguen ambas del devenir li'iltl
133
■ |tn |tn yo retenga los sonidos pasad os y anticipe los sonidos por
menológ ico), ¿no están implicadas esencialmente esencialmente en los uniillilffl uniillilffl del tiempo vivido? Husserl cree que no.
un Pero lo que retengo o l o que ant icipo n o es real25 real25, sin lo cual . i Ih inmos inmos separarnos de un perpetuo presente. E s la diferencia m mi entre entre la la vivencia fenome nológi ca y la vivencia psicológi-
pr L a « i m pr
esión originaria
»
M
i Hlii lacticidad en general. La «realidad ingrediente» {reell) fe......
Una vez realizada realizada la descone xión del tiempo objetivo, nos qii#i qii#i *
i nológica es, por esencia y porque «se aparece», radicalmente radicalmente
Mi 11-11 natural. La reten ción no define la persis11-11(c de la «realidad» natural.
damos ante ob jetos puramente temporales. temporales. «Es eviden te que l( I
i' in ia de una impresión debilitada, sino una «casi»-presencia del
percepción de un objeto temporal tiene su propia temporalidm^ 1
p i oílo ,f>. Lo que v ale para una m elo día e s vá lid o tam bién para un
que una percepción de la duración presupone una duración de Ift 1
■ ando aislado; no puedo reducir la impresión originaria a la pure-
perce pción , que la perce pción de una forma cualquiera del tiemp tiempo o I po see su propia forma forma de tiempo; y si hacem os abstracción de lo t.
i de un punto real, y ello por esencia. La puntualidad absoluta es mu
menos perceptible en el tiempo que en el espacio27. No pode-
das las trascendencias, trascendencias, la percepción sigue entonces subsistiendo subsistiendo,, :
hablar, r, iiiiik habla
conformemente a todos los constituyentes fenomenológicos de nii
11 percepción. percepción. Que la impresión originaria tenga algo de densidad
como en psic ología, de un umbral de la sensación o de
temporalidad fenomenológica, la cual pertenece a su esencia ine
i'mpoi al es una necesidad a priori de la percepción del tiempo y
ductible ( unaufhebbaren ). Dado que la temporalidad objetiva se
di 11lempo de la percepción . En con secu enci a, la originariedad ab-
constituye fenomenológicamente a cada instante y que solo me
i ilula e s ya una sín tes is, puesto que implica a priori una «modifi-
diante esta constitución se mantiene ahí para nosotros en tanto qtio
i .a ióii intencional»28. Husserl no presenta la necesidad a priori de
fenómeno ( erscheinungsmafiig) como objetividad y momento de
■ Mu síntesis como ontológica -y , sobre todo, no co mo re al-, sino
una objetividad, resulta entonces que un análisis fenomenológico
mino fenomenológica. Es decir, la impresión originaria no es la
del tiempo no puede esclarecer la constitución del tiempo sin to
.i nsaeión nsaeión tomada al nivel fisiológ ico más elemental, sino la impre-
mar en consideración los ob jetos temporales. Por objetos témpora témpora
iiim originaria en la conciencia inmanente del tiempo. Pero, para
les, en su sentido particular, entendemos objetos que no solo son
i(iu* osla impresión originaria sea intencional (y lo es forzosamen-
unidades en el tiempo, sino que comprenden también en ellos mis
ii*. puesto que la retención y la protención vienen descritas por
mos la extensión temporal»22 temporal»22. Así, por ejemplo, el son ido que re suena es un «objeto temporal». Aunque la unidad del objeto en tanto que es constituido sirve, segú n la expresión que utilizará más más tarde Husserl, de «guía» intencional o trascendental para el análi sis constitutivo, es su extensión temporal lo que resulta resulta ser el obje to final de nuestra descripción. El objeto temporal es constituido a partir de la «impresi ón originaria »23 »23 del puro dato hylético; una retención y una protención unen la serie de impresiones originarias originarias para hacer hacer con ello un objeto24 objeto24. Así será en e l cas o de una melodía, totalidad objetiva objetiva de sonid os. Para percibir percibir una melodía, es necesa22. Ibid., § 7, p. 18 . 23. Urimpression. 24. Vorlesungen, §11.
25. Ibid., § 12, p. 26 . 26. Recon ocemos aquí todas las fuentes de las que han han bebido los fenom enólofius franceses. 27. Resulta imperceptible en el espacio precisamente porque es imperceptible en el tiempo. Vemos aquí cómo se pone de manifiesto la idea de una primordialidad del tiempo respecto al espacio, primordialidad en la que Heidegger, después de Husnc i I, insistirá mucho. No obstante, mientras que tal primordialidad se confunde con el fundamento mismo de la ontología heideggeriana, en el caso de la fenomenol ogía liusserliana resulta bastante bastante difíc il de justificar. 28. Ibid., § 11, p. 25 .
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La «neutralización» de la génesis
Temporalidad noemática y temporalidad genética
no identificamos, pero que se distinguen ambas del devenir li'iltl
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■ |tn |tn yo retenga los sonidos pasad os y anticipe los sonidos por
menológ ico), ¿no están implicadas esencialmente esencialmente en los uniillilffl uniillilffl del tiempo vivido? Husserl cree que no.
un Pero lo que retengo o l o que ant icipo n o es real25 real25, sin lo cual . i Ih inmos inmos separarnos de un perpetuo presente. E s la diferencia m mi entre entre la la vivencia fenome nológi ca y la vivencia psicológi-
pr L a « i m pr
esión originaria
»
M
i Hlii lacticidad en general. La «realidad ingrediente» {reell) fe......
Una vez realizada realizada la descone xión del tiempo objetivo, nos qii#i qii#i *
i nológica es, por esencia y porque «se aparece», radicalmente radicalmente
Mi 11-11 natural. La reten ción no define la persis11-11(c de la «realidad» natural.
damos ante ob jetos puramente temporales. temporales. «Es eviden te que l( I
i' in ia de una impresión debilitada, sino una «casi»-presencia del
percepción de un objeto temporal tiene su propia temporalidm^ 1
p i oílo ,f>. Lo que v ale para una m elo día e s vá lid o tam bién para un
que una percepción de la duración presupone una duración de Ift 1
■ ando aislado; no puedo reducir la impresión originaria a la pure-
perce pción , que la perce pción de una forma cualquiera del tiemp tiempo o I po see su propia forma forma de tiempo; y si hacem os abstracción de lo t.
i de un punto real, y ello por esencia. La puntualidad absoluta es mu
menos perceptible en el tiempo que en el espacio27. No pode-
das las trascendencias, trascendencias, la percepción sigue entonces subsistiendo subsistiendo,, :
hablar, r, iiiiik habla
como en psic ología, de un umbral de la sensación o de
conformemente a todos los constituyentes fenomenológicos de nii
11 percepción. percepción. Que la impresión originaria tenga algo de densidad
temporalidad fenomenológica, la cual pertenece a su esencia ine
i'mpoi al es una necesidad a priori de la percepción del tiempo y
ductible ( unaufhebbaren ). Dado que la temporalidad objetiva se
di 11lempo de la percepción . En con secu enci a, la originariedad ab-
constituye fenomenológicamente a cada instante y que solo me
i ilula e s ya una sín tes is, puesto que implica a priori una «modifi-
diante esta constitución se mantiene ahí para nosotros en tanto qtio
i .a ióii intencional»28. Husserl no presenta la necesidad a priori de
fenómeno ( erscheinungsmafiig) como objetividad y momento de
■ Mu síntesis como ontológica -y , sobre todo, no co mo re al-, sino
una objetividad, resulta entonces que un análisis fenomenológico
mino fenomenológica. Es decir, la impresión originaria no es la
del tiempo no puede esclarecer la constitución del tiempo sin to
.i nsaeión nsaeión tomada al nivel fisiológ ico más elemental, sino la impre-
mar en consideración los ob jetos temporales. Por objetos témpora témpora
iiim originaria en la conciencia inmanente del tiempo. Pero, para
les, en su sentido particular, entendemos objetos que no solo son
i(iu* osla impresión originaria sea intencional (y lo es forzosamen-
unidades en el tiempo, sino que comprenden también en ellos mis
ii*. puesto que la retención y la protención vienen descritas por
mos la extensión temporal»22 temporal»22. Así, por ejemplo, el son ido que re suena es un «objeto temporal». Aunque la unidad del objeto en tanto que es constituido sirve, segú n la expresión que utilizará más más tarde Husserl, de «guía» intencional o trascendental para el análi sis constitutivo, es su extensión temporal lo que resulta resulta ser el obje to final de nuestra descripción. El objeto temporal es constituido a partir de la «impresi ón originaria »23 »23 del puro dato hylético; una retención y una protención unen la serie de impresiones originarias originarias para hacer hacer con ello un objeto24 objeto24. Así será en e l cas o de una melodía, totalidad objetiva objetiva de sonid os. Para percibir percibir una melodía, es necesa22. Ibid., § 7, p. 18 . 23. Urimpression. 24. Vorlesungen, §11.
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25. Ibid., § 12, p. 26 . 26. Recon ocemos aquí todas las fuentes de las que han han bebido los fenom enólofius franceses. 27. Resulta imperceptible en el espacio precisamente porque es imperceptible en el tiempo. Vemos aquí cómo se pone de manifiesto la idea de una primordialidad del tiempo respecto al espacio, primordialidad en la que Heidegger, después de Husnc i I, insistirá mucho. No obstante, mientras que tal primordialidad se confunde con el fundamento mismo de la ontología heideggeriana, en el caso de la fenomenol ogía liusserliana resulta bastante bastante difíc il de justificar. 28. Ibid., § 11, p. 25 .
La «neutralización» de la génesis
Temporalidad noemática y temporalid ad genética
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Husserl com o m odificaciones intencionales)29, ¿no resulta necesn
un carácter de eviden cia in tencio nal32, ¿no está reintro ducien do así,
rio que tal impresión «anuncie», como tal, un objeto real que si’
bi|n la forma del «dato hylético» recibido pasivamente, el objeto
constituye de la misma manera, puesto que es mentado originaria
imsccndental que pretendía excluir de sus análisis? Esto e s lo que
mente? ¿N o tiene que ser la impresión originariamente impresión
luiicce confirmar ese texto cuy o sentido «excep cional» en las Vor I, utilicen parece contradecir todo el idealismo metodológico de su i unlcxto. Nos permitimos aquí una larga cita: «En la percepción, un complejo de contenidos de sensaciones, que son ellos mismos unidades constituidas en el flujo temporal originario, experimenta i, ifiUirt) la unidad de la aprehensión. - Y la aprehensión unitaria I I , a su vez, unidad constituida en el primer sentido. Las unidades inmanentes no son, en su constitución, objetos d e conc iencia de la misma manera que lo que aparece en la aparición trascendente, lo percibido en la percepción trascendente. No obstante, por otra par
de la melodía o de l sonido como reales, incluso en el caso de mui alucinación? La irrealidad del «casi» -sonid o en la retención, ¿acu so no es constituyente de la temporalidad fenomenológica porque está fundada originariamente en la realidad (real) del sonido yn constituida? ¿Acaso la síntesis a priori fenomenológica no basa su posibilidad en una síntesis a priori ontológica fundamental y más originaria que la vivencia noemática? No estamos diciendo que In síntesis fenomenológica sea el simple «efecto» o el simple «relie jo » de una sín tes is primo rdia l, pu es con el lo reca ería mo s en las dificultades evocadas más arriba. Pero, de nuevo, ¿no puede afir marse que la originariedad fenomenológica mantiene relaciones dialécticas con lo que no es ella? En cierto sentido, el sonido «real» es constituido en unidad objetiva porque hay una concien cia constituyente del tiempo. Esa unidad es, p or tanto, una produc ción de la conciencia, pero la conciencia puede hacer la experien cia de la constitución originaria según una actitud que podríamos llamar intuitiva porque, asimismo, el sonido aparece como ya constituido en su ser mismo, antes de toda síntesis noemática. Aquí aparece la ambigüedad de todo movimiento intencional: pro ducción y receptividad, creación e intuición, actividad y pasividad. Esta ambigüedad marcará el sello dialéctico de todo el pensamien to de Husserl. Aquí, el dato sensual o hylético del son ido no puede ser constituido por una actividad del sujeto30. Desde el momento en que admitimos el contenido puro de la sensación como correlato de una impresión originariamente intencional, ¿no estamos introdu ciendo ya la pasividad en la constitución primordial? El tema de la génesis pasiva, que Husserl abordará quince años más tarde, ¿no se anuncia ya aquí? Cuando Husserl reconoce una «necesidad a prio ri de la anteceden cia de una impresión re specto a toda retención»31 y, por otra parte, afirma que la retención presenta originariamente 29. ¡bid., § 12, p. 26 . 30. Más adelante, retomaremos detalladamente el problema genético y la situa ción de la « hvlé » en general en la constitución trascendental, cf., II parte, cap. II. 31. //>/.
le, esas unidades han de tener una comunidad de esencia. Y ello porque la impresión inmanente es presentación ( Gegenwartigen), de igual manera que la percepción es presentación; en el primer i uso, tenemos una presentación inmanente y, en el otro, una pre sentación trascendente ‘a través de’ ( durch) las apariciones. Así, mientras que las apariciones trascendentes son unidades, constitui das en la conciencia interna, ‘en’ esas unidades deben ser consti tuidas a su vez otras unidades: los objetos que aparecen»33. De este modo, a través de las apariciones constituidas, aparece el objeto mismo, ya sintetizado; es más que una aparición, es el origen y el Imidamento de toda aparición. A través del «nóema» temporal, lo que se mienta es el ser mismo del tiempo. Si, como Husserl subra yará más tarde, hay una referencia originaria de la «impresión ori ginaria» al objeto «dado en persona»34, fundamento último de los análisis intencionales, la retención -o «recuerdo primario»- impli ca en su síntesis la intuición pasiva de tal objeto. Ahora bien, pare ce imprudente decir -c om o lo h ace Paul Ricoeur, por ejemplo3532. ¡bid., § 13, p. 29 . 33. ¡bid., § 43, p. 78. El subrayado es nuestro . 34. El tema del objeto presente «en carne y hueso» [en chair et en os] (traducción liancesa poco elegante pero consagrada del epíteto leibhaft [en castellano, se traduce por «en persona». N. del 71]) en la percepción «donadora originaria» ya se encuentra ni las Vorlesungen , § 11, p. 24, y § 17, p. 34 . 35. Véase Ideas I, traducc ión france sa de P. Ricosur, p. XXX , n. 1 del traductor.
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La «neutralización» de la génesis
Temporalidad noemática y temporalid ad genética
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Husserl com o m odificaciones intencionales)29, ¿no resulta necesn
un carácter de eviden cia in tencio nal32, ¿no está reintro ducien do así,
rio que tal impresión «anuncie», como tal, un objeto real que si’
bi|n la forma del «dato hylético» recibido pasivamente, el objeto
constituye de la misma manera, puesto que es mentado originaria
imsccndental que pretendía excluir de sus análisis? Esto e s lo que
mente? ¿N o tiene que ser la impresión originariamente impresión
luiicce confirmar ese texto cuy o sentido «excep cional» en las Vor I, utilicen parece contradecir todo el idealismo metodológico de su i unlcxto. Nos permitimos aquí una larga cita: «En la percepción, un complejo de contenidos de sensaciones, que son ellos mismos unidades constituidas en el flujo temporal originario, experimenta i, ifiUirt) la unidad de la aprehensión. - Y la aprehensión unitaria I I , a su vez, unidad constituida en el primer sentido. Las unidades inmanentes no son, en su constitución, objetos d e conc iencia de la misma manera que lo que aparece en la aparición trascendente, lo percibido en la percepción trascendente. No obstante, por otra par
de la melodía o de l sonido como reales, incluso en el caso de mui alucinación? La irrealidad del «casi» -sonid o en la retención, ¿acu so no es constituyente de la temporalidad fenomenológica porque está fundada originariamente en la realidad (real) del sonido yn constituida? ¿Acaso la síntesis a priori fenomenológica no basa su posibilidad en una síntesis a priori ontológica fundamental y más originaria que la vivencia noemática? No estamos diciendo que In síntesis fenomenológica sea el simple «efecto» o el simple «relie jo » de una sín tes is primo rdia l, pu es con el lo reca ería mo s en las dificultades evocadas más arriba. Pero, de nuevo, ¿no puede afir marse que la originariedad fenomenológica mantiene relaciones dialécticas con lo que no es ella? En cierto sentido, el sonido «real» es constituido en unidad objetiva porque hay una concien cia constituyente del tiempo. Esa unidad es, p or tanto, una produc ción de la conciencia, pero la conciencia puede hacer la experien cia de la constitución originaria según una actitud que podríamos llamar intuitiva porque, asimismo, el sonido aparece como ya constituido en su ser mismo, antes de toda síntesis noemática. Aquí aparece la ambigüedad de todo movimiento intencional: pro ducción y receptividad, creación e intuición, actividad y pasividad. Esta ambigüedad marcará el sello dialéctico de todo el pensamien to de Husserl. Aquí, el dato sensual o hylético del son ido no puede ser constituido por una actividad del sujeto30. Desde el momento en que admitimos el contenido puro de la sensación como correlato de una impresión originariamente intencional, ¿no estamos introdu ciendo ya la pasividad en la constitución primordial? El tema de la génesis pasiva, que Husserl abordará quince años más tarde, ¿no se anuncia ya aquí? Cuando Husserl reconoce una «necesidad a prio ri de la anteceden cia de una impresión re specto a toda retención»31 y, por otra parte, afirma que la retención presenta originariamente 29. ¡bid., § 12, p. 26 . 30. Más adelante, retomaremos detalladamente el problema genético y la situa ción de la « hvlé » en general en la constitución trascendental, cf., II parte, cap. II. 31. //>/.
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le, esas unidades han de tener una comunidad de esencia. Y ello porque la impresión inmanente es presentación ( Gegenwartigen), de igual manera que la percepción es presentación; en el primer i uso, tenemos una presentación inmanente y, en el otro, una pre sentación trascendente ‘a través de’ ( durch) las apariciones. Así, mientras que las apariciones trascendentes son unidades, constitui das en la conciencia interna, ‘en’ esas unidades deben ser consti tuidas a su vez otras unidades: los objetos que aparecen»33. De este modo, a través de las apariciones constituidas, aparece el objeto mismo, ya sintetizado; es más que una aparición, es el origen y el Imidamento de toda aparición. A través del «nóema» temporal, lo que se mienta es el ser mismo del tiempo. Si, como Husserl subra yará más tarde, hay una referencia originaria de la «impresión ori ginaria» al objeto «dado en persona»34, fundamento último de los análisis intencionales, la retención -o «recuerdo primario»- impli ca en su síntesis la intuición pasiva de tal objeto. Ahora bien, pare ce imprudente decir -c om o lo h ace Paul Ricoeur, por ejemplo3532. ¡bid., § 13, p. 29 . 33. ¡bid., § 43, p. 78. El subrayado es nuestro . 34. El tema del objeto presente «en carne y hueso» [en chair et en os] (traducción liancesa poco elegante pero consagrada del epíteto leibhaft [en castellano, se traduce por «en persona». N. del 71]) en la percepción «donadora originaria» ya se encuentra ni las Vorlesungen , § 11, p. 24, y § 17, p. 34 . 35. Véase Ideas I, traducc ión france sa de P. Ricosur, p. XXX , n. 1 del traductor.
La «neutralización» de la génesis
Temporalidad noemática y temporal idad genética
que la actividad y la pasividad de la conciencia intencional no si' parecen en nada a la actividad y a la pasividad reales en un sislcma de causalidad natural. Sin duda alguna, Husserl necesita eslii distinción y, en e ste sentido, el comentario de Ricceur resulta per tinente. Además, está claro que la conciencia intencional no pue de ser introducida pura y simplemente como un elemento en Inl sistema36. Pero si el objeto de la conciencia intencional, siendo siempre originariamente sustrato «real» y no solo «noemático», si la pasividad originaria -al nivel de la h y l é - es pasividad anlo una «naturaleza», entonces debemos preguntarnos dónde se sitúa la discontinuidad entre pasividad fenomenológica y pasividad na tural. En este punto tenemos que optar de nuevo por una descrip ción dialéctica de la solidaridad y de la distinción esencial de los dos «momentos». Y ello porque, si se sitúa la pasividad en el in terior de una esfera de actividad constituyente, lo único que se está haciendo es demorar el problema. Es una tentación formalis ta a la que Husserl cederá más tarde. «Hay -di ce por el momento una continuidad de la percepción al recuerdo primario37... En el sentido ideal, la percepción (o impresión) sería la fase de la con ciencia que constituye el presente puro, y el recuerdo toda otra fase de la continuidad». Pero eso solo es precisamente un límite ideal, algo abstracto que no puede ser nada en sí. «Ademá s, resul ta asimismo que el presente ideal no es algo diferente tofo coelo del no-presente, sin o que se c oncib a continuamente con él» 38. Así pues, el presente originario y constituyente solo es absoluto en su continuidad con un «no-presente» que es, a la vez, constituido antes de él, por él y en él. La síntesis originaria es justamente la síntesis de lo constituido y de lo constituyente, del presente y del no-presente, de la temporalidad originaria y de la temporalidad objetiva39. Es necesario que la temporalidad de la vivencia inma-
sea el comie nzo absoluto de la aparición del tiempo, pero i il lemporalidad aparece precisamente como comienzo absoluto i.incias a una «retención»; so lo inaugura en la tradición; so lo crea poique tiene una herencia histórica. Parece en tonces i legítim o ex, luir desde el inicio de la reflexión toda tras cendencia temporal y bula unidad constituida del tiempo. El acto de e xclus ión no puede 11-1 puro; es originariamente retencional.
36. Ello equivaldría a la imposibilidad de toda fenomenología. 37. Vorlesungen, § 16, p. 34 . 38. Ibid. 39. En un notable estudio sobre la temporalidad en Husserl y Heidegger, Yvonne Picard pone de relieve claramente el carácter dialéctico de la temporalidad en Hus serl. En este estudio, se relaciona muy acertadamente esta dialéctica con la dialéctica hegeliana de la identidad de la identidad y de la no-identidad. No obstante, juzgando que la dialéctica temporal en Husserl es más auténtica que en Heidegger, Yvonne Picard no ve que la dialéctica es exclusivamente «fenomenológica» en Husserl y que el idealismo trascendental de este siempre le impedirá fundamentarla en una ontolo-
13 7
......
I A I IliHRTAD Y LA EVIDENCIA DE LA RETENCIÓN
I a libertad de la reducción parece entonces limitada a priori por la necesidad temporal de la retención. No puedo no hacer, del mlo de mi libertad, un acto temporal. En la medida en que dura, ese nrlo debe combinarse con la temporalidad determinada que «re lime», con la historia que asume para conocerse como acto libre. Su impureza es originaria porque es a priori temporal. Sin embar go, Ilusserl quiere conciliar una libertad absoluta del sujeto con su lemporalidad vivida. Vemos así confirmada la idea que ya avanzá bamos más arriba: Husserl solo describe un tiempo constituido en uúema o en tema ante un sujeto cuya génesis permanece disimula da. Como este sujeto ya está constituido, puede parecer intemporal y libre en relación con una temporalidad que «conoce». «La preHmlilicación ( Vergegenwártigung) (o reproducción por recuerdo Hivundario) de una vive ncia se encuentra a priori en el dominio de mi 'libertad’»40. Sin esta libertad originaria, ninguna evi dencia del i i-cuerdo sería posible como tal; a partir de determinaciones empíi icas, tan solo puedo actualizar un pasado retenido y reproducido h¡ijo la forma de hábito; pero no puedo escapar al presente absolu to y perpetuo de la experiencia para mentar intencionalmente un paHiulo como tal. Una libertad radical, es decir, una fuente absoluta de decisión es el fundamento a priori de toda temporalización fenomenológica en la que el devenir se constituye como tal. Pero esta misma libertad, para no ser abstracta y formal, para reencontrar un iccuerdo concreto, que remita a una percepción efectiva en la que (>iailc la temporalidad o en una temporalidad del ser lo que Heidegger sí empez ó .i hacer. Cf. Y. Picard, «Le Temps chez Husserl et Heidegger », en Deuca lion, I, Paris l'M6 [reeditado en la revista Philos ophie , n.° 100, Minuit, Paris 2009 (N. del I.)|. 40. Vorlesungen, § 18, p.36 .
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La «neutralización» de la génesis
Temporalidad noemática y temporal idad genética
que la actividad y la pasividad de la conciencia intencional no si' parecen en nada a la actividad y a la pasividad reales en un sislcma de causalidad natural. Sin duda alguna, Husserl necesita eslii distinción y, en e ste sentido, el comentario de Ricceur resulta per tinente. Además, está claro que la conciencia intencional no pue de ser introducida pura y simplemente como un elemento en Inl sistema36. Pero si el objeto de la conciencia intencional, siendo siempre originariamente sustrato «real» y no solo «noemático», si la pasividad originaria -al nivel de la h y l é - es pasividad anlo una «naturaleza», entonces debemos preguntarnos dónde se sitúa la discontinuidad entre pasividad fenomenológica y pasividad na tural. En este punto tenemos que optar de nuevo por una descrip ción dialéctica de la solidaridad y de la distinción esencial de los dos «momentos». Y ello porque, si se sitúa la pasividad en el in terior de una esfera de actividad constituyente, lo único que se está haciendo es demorar el problema. Es una tentación formalis ta a la que Husserl cederá más tarde. «Hay -di ce por el momento una continuidad de la percepción al recuerdo primario37... En el sentido ideal, la percepción (o impresión) sería la fase de la con ciencia que constituye el presente puro, y el recuerdo toda otra fase de la continuidad». Pero eso solo es precisamente un límite ideal, algo abstracto que no puede ser nada en sí. «Ademá s, resul ta asimismo que el presente ideal no es algo diferente tofo coelo del no-presente, sin o que se c oncib a continuamente con él» 38. Así pues, el presente originario y constituyente solo es absoluto en su continuidad con un «no-presente» que es, a la vez, constituido antes de él, por él y en él. La síntesis originaria es justamente la síntesis de lo constituido y de lo constituyente, del presente y del no-presente, de la temporalidad originaria y de la temporalidad objetiva39. Es necesario que la temporalidad de la vivencia inma-
sea el comie nzo absoluto de la aparición del tiempo, pero i il lemporalidad aparece precisamente como comienzo absoluto i.incias a una «retención»; so lo inaugura en la tradición; so lo crea poique tiene una herencia histórica. Parece en tonces i legítim o ex, luir desde el inicio de la reflexión toda tras cendencia temporal y bula unidad constituida del tiempo. El acto de e xclus ión no puede 11-1 puro; es originariamente retencional. ......
I A I IliHRTAD Y LA EVIDENCIA DE LA RETENCIÓN
I a libertad de la reducción parece entonces limitada a priori por la necesidad temporal de la retención. No puedo no hacer, del mlo de mi libertad, un acto temporal. En la medida en que dura, ese nrlo debe combinarse con la temporalidad determinada que «re lime», con la historia que asume para conocerse como acto libre. Su impureza es originaria porque es a priori temporal. Sin embar go, Ilusserl quiere conciliar una libertad absoluta del sujeto con su lemporalidad vivida. Vemos así confirmada la idea que ya avanzá bamos más arriba: Husserl solo describe un tiempo constituido en uúema o en tema ante un sujeto cuya génesis permanece disimula da. Como este sujeto ya está constituido, puede parecer intemporal y libre en relación con una temporalidad que «conoce». «La preHmlilicación ( Vergegenwártigung) (o reproducción por recuerdo Hivundario) de una vive ncia se encuentra a priori en el dominio de mi 'libertad’»40. Sin esta libertad originaria, ninguna evi dencia del i i-cuerdo sería posible como tal; a partir de determinaciones empíi icas, tan solo puedo actualizar un pasado retenido y reproducido h¡ijo la forma de hábito; pero no puedo escapar al presente absolu to y perpetuo de la experiencia para mentar intencionalmente un paHiulo como tal. Una libertad radical, es decir, una fuente absoluta de decisión es el fundamento a priori de toda temporalización fenomenológica en la que el devenir se constituye como tal. Pero esta misma libertad, para no ser abstracta y formal, para reencontrar un iccuerdo concreto, que remita a una percepción efectiva en la que
36. Ello equivaldría a la imposibilidad de toda fenomenología. 37. Vorlesungen, § 16, p. 34 . 38. Ibid. 39. En un notable estudio sobre la temporalidad en Husserl y Heidegger, Yvonne Picard pone de relieve claramente el carácter dialéctico de la temporalidad en Hus serl. En este estudio, se relaciona muy acertadamente esta dialéctica con la dialéctica hegeliana de la identidad de la identidad y de la no-identidad. No obstante, juzgando que la dialéctica temporal en Husserl es más auténtica que en Heidegger, Yvonne Picard no ve que la dialéctica es exclusivamente «fenomenológica» en Husserl y que el idealismo trascendental de este siempre le impedirá fundamentarla en una ontolo-
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(>iailc la temporalidad o en una temporalidad del ser lo que Heidegger sí empez ó .i hacer. Cf. Y. Picard, «Le Temps chez Husserl et Heidegger », en Deuca lion, I, Paris l'M6 [reeditado en la revista Philos ophie , n.° 100, Minuit, Paris 2009 (N. del I.)|. 40. Vorlesungen, § 18, p.36 .
Temporalidad noemática y temporal idad genética
La «neutra lización» de la génesis
!3>)
el mundo se ha dado «en persona», debe ser ella misma tempoml
lulo de constitución originario que parece escapar a toda eidética y,
y posibilitada por una retención. Esa libertad no debe ser «puní»
>ii consecuencia, a todo «Logos»; aludiendo, en su parágrafo más
en el sentido kantiano, es decir, caracterizada por la ausencia de
. mío, a la identidad del flujo constitutivo del tiempo y de la subje-
toda determinación temporal (empírica) efectiva. Si fuera abstraclii
i iv idad, concluye: «para todo esto, nos faltan los nombres»45. Tanto
respecto a toda temporalidad concreta, sería el análogo de la imn
ci el liempo está in cluido en la subjetividad o queda comp rendido
ginación invocada por Brentano. Resultaría así una facultad sepa
• ii ella, como si es te la engloba, al contrario, y la determina, el caso i , que permanece com o tiempo constitu ido en «eidos» intemporal
rada y constituida ella misma en hecho psíquico. A partir de clin, no sería posible ninguna evidencia a priori del tiempo ni de sux
0 en realidad natural. A partir de él, ningún tiempo fenomenológico
modificaciones concretas. Así pues, esta libertad constituyente se confunde con el tiempo que «se» temporaliza él mismo. Hussei I
lHiede aparecer en una eviden cia. Por tanto, si a firmamos con Hus-
mismo dirá que el flujo constituyente del tiempo es la subjetivi dad absoluta41. Pero todavía está lejos de haber pues to de man ilies
nn es una confusión inmediata, una tautología o una identidad for
to la síntesis originaria absoluta que une la subjetividad absolulit
di I liempo; la temporalidad tampoco es el carácter o, en el mejor de
y la temporalidad absoluta42. Por el momento, oscila entre los don polos de la síntesis. La libertad no tiene que ser un simple producá)
lns casos, la ese ncia d e la subjetividad. Se trata, al contrario, de una .liiiesis ontológica a priori y a la vez dialéctica. La subjetividad es
del tiempo43 y un momento constituido en él. En esta hipótesis, no
■ I liempo temporizándo.ve. El tiempo es la subjetivida d lleván dose
podría entonces aparecer la diversidad de las modificaciones del
1lia misma a cumplimiento como subjetividad. La «reflexión» no
flujo temporal. Nos veríamos inmersos de nuevo en un tiempo nn
• , aquí segunda y mediata. Esta no es a posteriori, un enriqueci
tural, sustantificado, separado de su fuente primera. La libertad y la subjetividad absoluta no están, por tanto, ni en el tiempo ni jiic m
miento empírico o una «toma de conciencia» ideal. Advertimos aquí las dificultades que Elusserl encontrará cuando
del tiempo. Este choque dialéctico de contrarios es absolutamente
quiera conciliar esta subjetividad absoluta del tiempo dialéctico con
«fundamental» y se sitúa en el origen de toda significación; debe
1
reproducirse, pues, en todos los niveles de la actividad trascendcn tal y de la actividad empírica fundamentada en ella. Por ejemplo,
i .i
todo lenguaje auténtico deberá asumir una ambigüedad a priorI
i ue s sintética y dialéc tica? En la identidad absoluta del sujeto conago mismo, la dialéctica temporal constituye a priori la alteridad.
-Y a nada podrá designarse o definirse sin postular inmediatamcnlc un discurso absolutamente opuesto. Todo discurso filosófico parece marcado por esta necesidad. Dejar de estar «marcado» por esta ne cesidad y asumirla indefinidamente es lo que nos parece definir In verdadera «tarea infinita», «la idea práctica» d e la filos ofía44. En
Iiin
Vorlesungen, Husserl se limita a dejar velado, cual inefable, ese ám
.i 1 1que el flujo puro de la vivencia es la subjetividad absoluta, ello mal l a subjetividad no es el atributo analíticam ente ligad o al ser
1«ego» m onádico, planteado en Ide en I com o subjetividad absolu /,( ó mo pue de este «eg o» ser con side rado co mo unid ad ab soluta
ili ludas las viven cias, si la unidad del tiempo y de la subjetividad
I I '.ujeto se aparece originariamente como ten sión de lo Mismo y ile lo Otro. Ya se está apelando así al tema de una intersubjetividad iiiisecndental que instaura la trascendencia en el corazón mismo il> la inmanencia absoluta del «ego». El último fundamento de la i >1>|i-liviciad de la con cie nc ia i nten ciona l n o e s la intim idad del «Yo» o speclo a sí mismo, sino más bien el Tiempo o el Otro, esas dos
41. Ibid., § 36, p. 63
Immas de una existencia irreductible a una esencia, ajena al sujeto li nt ico, siempre constituid as antes que é l, pero s iend o al mis mo liempo las únicas condiciones de posibilidad de una constitución • sí y de una aparición de sí a sí. •IV Ibid., § 36, p. 63
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Temporalidad noemática y temporal idad genética
La «neutra lización» de la génesis
el mundo se ha dado «en persona», debe ser ella misma tempoml
lulo de constitución originario que parece escapar a toda eidética y,
y posibilitada por una retención. Esa libertad no debe ser «puní»
>ii consecuencia, a todo «Logos»; aludiendo, en su parágrafo más
en el sentido kantiano, es decir, caracterizada por la ausencia de
. mío, a la identidad del flujo constitutivo del tiempo y de la subje-
toda determinación temporal (empírica) efectiva. Si fuera abstraclii
i iv idad, concluye: «para todo esto, nos faltan los nombres»45. Tanto
respecto a toda temporalidad concreta, sería el análogo de la imn
ci el liempo está in cluido en la subjetividad o queda comp rendido
ginación invocada por Brentano. Resultaría así una facultad sepa
• ii ella, como si es te la engloba, al contrario, y la determina, el caso i , que permanece com o tiempo constitu ido en «eidos» intemporal
rada y constituida ella misma en hecho psíquico. A partir de clin, no sería posible ninguna evidencia a priori del tiempo ni de sux
0 en realidad natural. A partir de él, ningún tiempo fenomenológico
modificaciones concretas. Así pues, esta libertad constituyente se confunde con el tiempo que «se» temporaliza él mismo. Hussei I
lHiede aparecer en una eviden cia. Por tanto, si a firmamos con Hus-
mismo dirá que el flujo constituyente del tiempo es la subjetivi dad absoluta41. Pero todavía está lejos de haber pues to de man ilies
nn es una confusión inmediata, una tautología o una identidad for
to la síntesis originaria absoluta que une la subjetividad absolulit
di I liempo; la temporalidad tampoco es el carácter o, en el mejor de
y la temporalidad absoluta42. Por el momento, oscila entre los don polos de la síntesis. La libertad no tiene que ser un simple producá)
lns casos, la ese ncia d e la subjetividad. Se trata, al contrario, de una .liiiesis ontológica a priori y a la vez dialéctica. La subjetividad es
del tiempo43 y un momento constituido en él. En esta hipótesis, no
■ I liempo temporizándo.ve. El tiempo es la subjetivida d lleván dose
podría entonces aparecer la diversidad de las modificaciones del
1lia misma a cumplimiento como subjetividad. La «reflexión» no
flujo temporal. Nos veríamos inmersos de nuevo en un tiempo nn
• , aquí segunda y mediata. Esta no es a posteriori, un enriqueci
tural, sustantificado, separado de su fuente primera. La libertad y la subjetividad absoluta no están, por tanto, ni en el tiempo ni jiic m
miento empírico o una «toma de conciencia» ideal. Advertimos aquí las dificultades que Elusserl encontrará cuando
del tiempo. Este choque dialéctico de contrarios es absolutamente
quiera conciliar esta subjetividad absoluta del tiempo dialéctico con
«fundamental» y se sitúa en el origen de toda significación; debe
1
reproducirse, pues, en todos los niveles de la actividad trascendcn tal y de la actividad empírica fundamentada en ella. Por ejemplo,
i .i
todo lenguaje auténtico deberá asumir una ambigüedad a priorI
i ue s sintética y dialéc tica? En la identidad absoluta del sujeto conago mismo, la dialéctica temporal constituye a priori la alteridad.
-Y a nada podrá designarse o definirse sin postular inmediatamcnlc un discurso absolutamente opuesto. Todo discurso filosófico parece marcado por esta necesidad. Dejar de estar «marcado» por esta ne cesidad y asumirla indefinidamente es lo que nos parece definir In verdadera «tarea infinita», «la idea práctica» d e la filos ofía44. En
Iiin
Vorlesungen, Husserl se limita a dejar velado, cual inefable, ese ám
.i 1 1que el flujo puro de la vivencia es la subjetividad absoluta, ello mal l a subjetividad no es el atributo analíticam ente ligad o al ser
1«ego» m onádico, planteado en Ide en I com o subjetividad absolu /,( ó mo pue de este «eg o» ser con side rado co mo unid ad ab soluta
ili ludas las viven cias, si la unidad del tiempo y de la subjetividad
I I '.ujeto se aparece originariamente como ten sión de lo Mismo y ile lo Otro. Ya se está apelando así al tema de una intersubjetividad iiiisecndental que instaura la trascendencia en el corazón mismo il> la inmanencia absoluta del «ego». El último fundamento de la i >1>|i-liviciad de la con cie nc ia i nten ciona l n o e s la intim idad del «Yo» o speclo a sí mismo, sino más bien el Tiempo o el Otro, esas dos
41. Ibid., § 36, p. 63
140 La
Immas de una existencia irreductible a una esencia, ajena al sujeto li nt ico, siempre constituid as antes que é l, pero s iend o al mis mo liempo las únicas condiciones de posibilidad de una constitución • sí y de una aparición de sí a sí. •IV Ibid., § 36, p. 63
La «neutralización» de la génesis i m pr e s i ó n o r i g i n a r i a y l a s í n t e s i s
«a
p r i o r i»
Pero Husserl no tematiza ni explícita, ni ahora ni nunca, la din léctica en cuanto tal. La oscilación sigue siendo confusa al nivel de las simples descripciones que proponen las Vorlesungen. Se desconoce dónde empieza el tiempo fenomenológico. ¿Es produ cido por una síntesis pasiva o por una síntesis activa? ¿Se da a un sujeto intemporal? ¿Es constituido por este? ¿Es «v ivido» desde el momento hylético o a partir de la impresión originaria? ¿Y cómo se efectúa el paso del uno a la otra? Husserl no responde clain mente a estas preguntas. Unas veces la impresión originaria es lu «no-modificado absoluto»46; en cuanto tal, constituye el tiempo y se constituye al margen de toda retención y de toda protención; lu subjetividad del tiempo puro es anterior a toda síntesis y a loiln génesis. La dialéctica es derivada, construida en el mero nivel do la reproducción y del recuerdo secundario. Pero no se comprendo entonces cómo, a partir de una originariedad no modificada, todo vía son posibles las modificaciones retencionales y protencioim les. Y se comprende aún menos de dónde extraerán su evidencio fenomenológica. Otras veces, al contrario, cada nuevo Présenlo es el contenido de una impresión originaria posible. Pero pareen que esta posibilidad a priori es vacía y formal. No le correspondo ninguna vivencia concreta, sino solo un «punto límite»47... «lu evidente que cada instante tiene su ‘antes’ y su ‘después’, y quo los instantes y los intervalos de tiempo pueden condensarse pm adelantado a la manera del a cercami ento d e un lím ite maten ni tico, como el de la intensidad. Si se diera un punto límite, le en rrespondería un Presente al que no le precedería nada, lo cual o» evidentemente imposible. Un Presente es siempre y esencialmenlo el extremo ( Ra ndp unk t ) de una extensión temporal»48. Así, en con tradicción con la idea de una impresión originaria no modificadii, el Presente fenom enológi co no es puro y solo aparece como tal en tanto que genéticamente compuesto. La alternativa continúa. La «subjetividad» absoluta del lln|n temporal puro es ora una conciencia trascendental, ora tempom 46. Ibid., § 31, p. 57
Temporalidad noemática y temporalidad genética
NI
inl.id sustancial y «en sí», incluso la actividad a partir de la cual • i mistituyen las diversas vivenc ias tem porales, ora el sustrato de i.iiliis las modificaciones feno menológic as del tiempo. «A la esenm ,i pri ori (del tiempo) pertenece también el ‘estado de hecho’ i ../i Itlttge) siguiente: sensación, aprehensión, toma de posición, *"dii ello participa del mismo flujo temporal, y el tiempo absoluto "i'li livado es por nece sidad idénticam ente el m ism o que el tie mpo iih pertenece a la sensación y a la aprehensión . El tiempo preobje-
n ido, que pertenece a la sensación, funda necesariamente la única en iilnlidad de una objetivación de las situaciones temporales, (poilididad) que corresponde a la modificación de la sensación y al . Hilo de esta mo dif icac ión ... D e igual manera, el tiempo de la per| m uní y el tiempo de lo percibido son idénticamente el mismo»49. I pues, ¿cuáles son el origen y el estatuto de esta necesidad • piiori'! Ni exclusivamente objetiva, ni absolutamente subjetiva, i necesidad liga a priori, según parece, el tiem po preobjetivo, el i pnm del tiempo y el tiempo fenome nológic o, la aparición pura 1.1 lieinpo. Pero lo hace según una identidad de la que Husserl no n ililii y que parece, en cualquier ca so, no ten er nada de analítica; mi, rl liempo preobjetivo y el tiempo fenome nológic o, que «apa, i n» él mismo com o fuente de las unidades temporales objetivas, i nnicntra la constitución de esas objetividades mismas por parte f lir. procesos de retención y de protenció n. Gracias a estos pro41in, el tiempo preobjetivo, el tiempo fenomenológico puro y el n. mpo objetivo «aparecen» como un ún ico y mismo tiempo. Aho11 Inrii, si el tiempo fenomenológico implica en su esencia misma n>mpo preobjetivo y tiemp o objetivo, ¿ cómo pue de «reducirs e» a Hpureza y «aparecerse» en ella?
i
M'i i r í a . N
e c e s i d a d d e u n a r e d u c c ió n
«a m p l i a d
a
»
I n ciertos pasajes, Husse rl presenta el problema bajo la forma i una verdadera aporía que una reflexión más profunda podría <• mlvcr. Así, considerando el flujo de la temporalidad en s u «uninl ni» ( Alle inhe it ) absoluta, reconoce que su objetividad no puede n iilni se en la concienc ia inmanente del tiempo: esta concie ncia l'i lliiil., ¡j 33, p. 61 .
140 La
La «neutralización» de la génesis i m pr e s i ó n o r i g i n a r i a y l a s í n t e s i s
«a
p r i o r i»
Pero Husserl no tematiza ni explícita, ni ahora ni nunca, la din léctica en cuanto tal. La oscilación sigue siendo confusa al nivel de las simples descripciones que proponen las Vorlesungen. Se desconoce dónde empieza el tiempo fenomenológico. ¿Es produ cido por una síntesis pasiva o por una síntesis activa? ¿Se da a un sujeto intemporal? ¿Es constituido por este? ¿Es «v ivido» desde el momento hylético o a partir de la impresión originaria? ¿Y cómo se efectúa el paso del uno a la otra? Husserl no responde clain mente a estas preguntas. Unas veces la impresión originaria es lu «no-modificado absoluto»46; en cuanto tal, constituye el tiempo y se constituye al margen de toda retención y de toda protención; lu subjetividad del tiempo puro es anterior a toda síntesis y a loiln génesis. La dialéctica es derivada, construida en el mero nivel do la reproducción y del recuerdo secundario. Pero no se comprendo entonces cómo, a partir de una originariedad no modificada, todo vía son posibles las modificaciones retencionales y protencioim les. Y se comprende aún menos de dónde extraerán su evidencio fenomenológica. Otras veces, al contrario, cada nuevo Présenlo es el contenido de una impresión originaria posible. Pero pareen que esta posibilidad a priori es vacía y formal. No le correspondo ninguna vivencia concreta, sino solo un «punto límite»47... «lu evidente que cada instante tiene su ‘antes’ y su ‘después’, y quo los instantes y los intervalos de tiempo pueden condensarse pm adelantado a la manera del a cercami ento d e un lím ite maten ni tico, como el de la intensidad. Si se diera un punto límite, le en rrespondería un Presente al que no le precedería nada, lo cual o» evidentemente imposible. Un Presente es siempre y esencialmenlo el extremo ( Ra ndp unk t ) de una extensión temporal»48. Así, en con tradicción con la idea de una impresión originaria no modificadii, el Presente fenom enológi co no es puro y solo aparece como tal en tanto que genéticamente compuesto. La alternativa continúa. La «subjetividad» absoluta del lln|n temporal puro es ora una conciencia trascendental, ora tempom 46. Ibid., § 31, p. 57
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Temporalidad noemática y temporalidad genética
inl.id sustancial y «en sí», incluso la actividad a partir de la cual • i mistituyen las diversas vivenc ias tem porales, ora el sustrato de i.iiliis las modificaciones feno menológic as del tiempo. «A la esenm ,i pri ori (del tiempo) pertenece también el ‘estado de hecho’ i ../i Itlttge) siguiente: sensación, aprehensión, toma de posición, *"dii ello participa del mismo flujo temporal, y el tiempo absoluto "i'li livado es por nece sidad idénticam ente el m ism o que el tie mpo iih pertenece a la sensación y a la aprehensión . El tiempo preobjen ido, que pertenece a la sensación, funda necesariamente la única en iilnlidad de una objetivación de las situaciones temporales, (poilididad) que corresponde a la modificación de la sensación y al . Hilo de esta mo dif icac ión ... D e igual manera, el tiempo de la per| m uní y el tiempo de lo percibido son idénticamente el mismo»49. I pues, ¿cuáles son el origen y el estatuto de esta necesidad • piiori'! Ni exclusivamente objetiva, ni absolutamente subjetiva, i necesidad liga a priori, según parece, el tiem po preobjetivo, el i pnm del tiempo y el tiempo fenome nológic o, la aparición pura 1.1 lieinpo. Pero lo hace según una identidad de la que Husserl no n ililii y que parece, en cualquier ca so, no ten er nada de analítica; mi, rl liempo preobjetivo y el tiempo fenome nológic o, que «apa, i n» él mismo com o fuente de las unidades temporales objetivas, i nnicntra la constitución de esas objetividades mismas por parte f lir. procesos de retención y de protenció n. Gracias a estos pro41in, el tiempo preobjetivo, el tiempo fenomenológico puro y el n. mpo objetivo «aparecen» como un ún ico y mismo tiempo. Aho11 Inrii, si el tiempo fenomenológico implica en su esencia misma n>mpo preobjetivo y tiemp o objetivo, ¿ cómo pue de «reducirs e» a Hpureza y «aparecerse» en ella?
i
M'i i r í a . N
escapando al tiempo, tampoco puede ser intemporal. ¿Cómo dm cuenta de esta ambigüedad en una descripción? A partir de uim
e c e s i d a d d e u n a r e d u c c ió n
«a m p l i a d
a
»
I n ciertos pasajes, Husse rl presenta el problema bajo la forma i una verdadera aporía que una reflexión más profunda podría <• mlvcr. Así, considerando el flujo de la temporalidad en s u «uninl ni» ( Alle inhe it ) absoluta, reconoce que su objetividad no puede n iilni se en la concienc ia inmanente del tiempo: esta concie ncia l'i lliiil., ¡j 33, p. 61 .
Temporalidad noemática y temporalidad genética
La «neutralización» de la gén esis
constituye un tiempo con el que no se confunde totalmente. Aun
NI
l-l.i
|in l.i esencia del tiem po no sea un con cept o, para que sean connm in y esencia de un tiempo efectivo, tienen que estar ligadas por i ■,¡ulosis originaria al tiempo y al ser constituidos a priori. La
....
conciencia constitutiva de un tiempo que le es «dado», en el que
mil manualidad reencontrará enton ces tod o su sentido. ¿No resul-
ella participa permaneciendo de algún modo ajena, ¿cómo pode
11 1
mos volver inteligible la formación de un tiempo único? ¿Cómo
i-» leader captar la inmanencia pura de la vivencia, cuando se está
se reconocerá el tiempo preobjetivo en el tiempo objetivo despinto
l int Inmando la intenci onalidad de la con cienci a? En la inmanencia
1eelivilmente contradictorio «desconectar» las trascendencias y
de su constitución en un tiempo fenomenológico? Husserl escribe;
0 ul.i, la intencionalidad solo podía reaparecer si se conservaba lo
«Esta temporalidad prefenom énica, preinman ente se constituye in*
" il min o «nóema » mentado intencion almen te por un acto noético.
tencionalmente com o forma de la conciencia constitutiva del tiem po y [lo hace] en ella en persona. El flujo de la conciencia ilumí
i iiloiices se podía reducir la génesis a su «sentido». Pero como 1iba constituido por el acto temporal y originario de un sujeto,
nente constitutiva del tiempo no solamente es, sino que está hecliu
r «sentido» tiene que ser a su vez «reducido» para dejar que el
de manera tan admirable -y, no obstante, inteligible- que una apari
«i ilisis constitutivo se profundice. La intencionalidad trascenden-
ción ‘en persona’ del flujo mismo debe ser necesariamente captahlv en el fluir. La aparición en persona del flujo no exige un seguntlii
•il ilrhc ser, de nuevo, objeto de una explicación más amplia. Para •I, ui/ar su originariedad, debe amp lificarse y m odificarse el mé-
flu jo , sino que el flujo se constituye como fenómeno en sí mi*
i-nlii de la reducción. Puesto que este ya no se define como una
mo. Lo con stit uye nte y lo con stit uid o coin cide n y, sin embargo, no
■i lusión o una descon exión , el ser del m undo trascend ente y de
pu ed en coi nci dir natu ral men te en todo s los asp ect os» 50. Por tanto, resulta claro que el análisis de la conciencia interna del tiempo mi»
in 11 iiisl¡luido en general será «suspendido» sin ser suprimido; se
ofrece aquí unos resultados que desmienten sus principios mismo», Inicialmente, se trataba de excluir toda génesis efectivamente mil so pretexto de que esta se mostraba en un ámbito ya constituido cu su unidad temporal. Ahora bien, al concluir las descripciones di' la constitución originariamente inmanente del tiempo, se recomí ce precisamente que lo constituyente «recubre» lo constituido. M «nóema» del tiempo remite a un tiempo noético en el que todo» los problemas genéticos deberán situarse. La pretendida exclusión de lo constituido había dejado tan solo una ley o un « eidos » ilcl tiempo, ambos constituidos. La reducción eidética parece enton ces insuficiente para escapar de las contradicciones de la génesis, esa continuidad del devenir infinito y del comienzo absoluto, de In continuidad y de la discontinuidad, de la tradición y de la creación, de la pasividad y de la actividad, etc. Lo originario absoluto se mi» escapa a medida que se profundiza en su sentido. Para que la con ciencia inmanente del tiempo no sea una ilusión subjetivista, pam 50. lbid., § 39, p. 70-71 . El subrayado es nuestro.
i ................(luí entre paréntesis la gén esis sin que sea negada o descartaii i.im/á comprend eremos entonces el verdadero sentido de una in iilialización» fen omeno lógica de la génesis.
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Temporalidad noemática y temporalidad genética
La «neutralización» de la gén esis
constituye un tiempo con el que no se confunde totalmente. Aun escapando al tiempo, tampoco puede ser intemporal. ¿Cómo dm cuenta de esta ambigüedad en una descripción? A partir de uim
l-l.i
|in l.i esencia del tiem po no sea un con cept o, para que sean connm in y esencia de un tiempo efectivo, tienen que estar ligadas por i ■,¡ulosis originaria al tiempo y al ser constituidos a priori. La
....
conciencia constitutiva de un tiempo que le es «dado», en el que
mil manualidad reencontrará enton ces tod o su sentido. ¿No resul-
ella participa permaneciendo de algún modo ajena, ¿cómo pode
11 1
mos volver inteligible la formación de un tiempo único? ¿Cómo
i-» leader captar la inmanencia pura de la vivencia, cuando se está
se reconocerá el tiempo preobjetivo en el tiempo objetivo despinto
l int Inmando la intenci onalidad de la con cienci a? En la inmanencia
1eelivilmente contradictorio «desconectar» las trascendencias y
de su constitución en un tiempo fenomenológico? Husserl escribe;
0 ul.i, la intencionalidad solo podía reaparecer si se conservaba lo
«Esta temporalidad prefenom énica, preinman ente se constituye in*
" il min o «nóema » mentado intencion almen te por un acto noético.
tencionalmente com o forma de la conciencia constitutiva del tiem po y [lo hace] en ella en persona. El flujo de la conciencia ilumí
i iiloiices se podía reducir la génesis a su «sentido». Pero como 1iba constituido por el acto temporal y originario de un sujeto,
nente constitutiva del tiempo no solamente es, sino que está hecliu
r «sentido» tiene que ser a su vez «reducido» para dejar que el
de manera tan admirable -y, no obstante, inteligible- que una apari
«i ilisis constitutivo se profundice. La intencionalidad trascenden-
ción ‘en persona’ del flujo mismo debe ser necesariamente captahlv en el fluir. La aparición en persona del flujo no exige un seguntlii
•il ilrhc ser, de nuevo, objeto de una explicación más amplia. Para •I, ui/ar su originariedad, debe amp lificarse y m odificarse el mé-
flu jo , sino que el flujo se constituye como fenómeno en sí mi*
i-nlii de la reducción. Puesto que este ya no se define como una
mo. Lo con stit uye nte y lo con stit uid o coin cide n y, sin embargo, no
■i lusión o una descon exión , el ser del m undo trascend ente y de
pu ed en coi nci dir natu ral men te en todo s los asp ect os» 50. Por tanto, resulta claro que el análisis de la conciencia interna del tiempo mi»
in 11 iiisl¡luido en general será «suspendido» sin ser suprimido; se
ofrece aquí unos resultados que desmienten sus principios mismo», Inicialmente, se trataba de excluir toda génesis efectivamente mil
i ................(luí entre paréntesis la gén esis sin que sea negada o descartaii i.im/á comprend eremos entonces el verdadero sentido de una in iilialización» fen omeno lógica de la génesis.
so pretexto de que esta se mostraba en un ámbito ya constituido cu su unidad temporal. Ahora bien, al concluir las descripciones di' la constitución originariamente inmanente del tiempo, se recomí ce precisamente que lo constituyente «recubre» lo constituido. M «nóema» del tiempo remite a un tiempo noético en el que todo» los problemas genéticos deberán situarse. La pretendida exclusión de lo constituido había dejado tan solo una ley o un « eidos » ilcl tiempo, ambos constituidos. La reducción eidética parece enton ces insuficiente para escapar de las contradicciones de la génesis, esa continuidad del devenir infinito y del comienzo absoluto, de In continuidad y de la discontinuidad, de la tradición y de la creación, de la pasividad y de la actividad, etc. Lo originario absoluto se mi» escapa a medida que se profundiza en su sentido. Para que la con ciencia inmanente del tiempo no sea una ilusión subjetivista, pam 50. lbid., § 39, p. 70-71 . El subrayado es nuestro.
2
LA «EPOKHÉ» RADICAL Y IA IRREDUCTIBILIDAD DE LA GÉNESIS
I
I>esde 1905, fecha de las Le cc ion es , todos los esfuerzos de Hus■ il se orientan hacia un mismo objetivo: definir la esfera de la >Miisiilución trascendental, originaria y concreta. Todos se funda'ii. nian en una única y misma posibilidad que es aquí, al mismo mpo, una primera necesidad metodológica: la de una reducción i' immcnológica en cuyo sentido Husserl nunca dejará de profun•li mi lisa reducción es, en particular, la que parece orientar de una mmera cada vez más urgente la evolución de la fenomenología y I in minar el momento decisivo en el que Husserl pasa de la cons umí mu estática a la constitución genética. Así, más que estudiar din clámente el contenido complejo de las descripciones «estátii .o, concentrémonos en su última condición de posibilidad, f Iacceso a la conciencia inmanente del tiempo solo era posit'l. mediante una «de scon exió n» de las trascenden cias. Pero reiili.i que el carácter «privativo» de esta reducción nos dejaba sin iliHa. Sin la constitución pasiva de la donación temporal hylética u la «impresió n originaria», era imposible comp render la identi•I«I de la subjetividad absoluta del flujo temporal -pues entonces • lidiaba forma l- con la vivencia fenomenológica y las objetivi■Inl«•. lemporales que s e consti tuyen en ella . En cierto sent ido, i i peí manecíamos todavía en un estadio pre-fenomenológico. El ' uia de la intencionalidad quedaba ocultado, el sujeto fenome•«•ln|,.ico seguía constituido, ya como sujeto o libertad formal, ya iiiiin momento temporal. Se tenía entonces que, o bien negar todo i u im concreto, toda génes is, o bien sumergir ahí al sujeto consuiiiyeiilc a la manera de un objeto empírico. Se requería una exidu ilación más radical. Había que reformar la idea de reducción.
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LA «EPOKHÉ» RADICAL Y IA IRREDUCTIBILIDAD DE LA GÉNESIS
I>esde 1905, fecha de las Le cc ion es , todos los esfuerzos de Hus■ il se orientan hacia un mismo objetivo: definir la esfera de la >Miisiilución trascendental, originaria y concreta. Todos se funda'ii. nian en una única y misma posibilidad que es aquí, al mismo mpo, una primera necesidad metodológica: la de una reducción i' immcnológica en cuyo sentido Husserl nunca dejará de profun•li mi lisa reducción es, en particular, la que parece orientar de una mmera cada vez más urgente la evolución de la fenomenología y I in minar el momento decisivo en el que Husserl pasa de la cons umí mu estática a la constitución genética. Así, más que estudiar din clámente el contenido complejo de las descripciones «estátii .o, concentrémonos en su última condición de posibilidad, f Iacceso a la conciencia inmanente del tiempo solo era posit'l. mediante una «de scon exió n» de las trascenden cias. Pero reiili.i que el carácter «privativo» de esta reducción nos dejaba sin iliHa. Sin la constitución pasiva de la donación temporal hylética u la «impresió n originaria», era imposible comp render la identi•I«I de la subjetividad absoluta del flujo temporal -pues entonces • lidiaba forma l- con la vivencia fenomenológica y las objetivi■Inl«•. lemporales que s e consti tuyen en ella . En cierto sent ido, i i peí manecíamos todavía en un estadio pre-fenomenológico. El ' uia de la intencionalidad quedaba ocultado, el sujeto fenome•«•ln|,.ico seguía constituido, ya como sujeto o libertad formal, ya iiiiin momento temporal. Se tenía entonces que, o bien negar todo i u im concreto, toda génes is, o bien sumergir ahí al sujeto consuiiiyeiilc a la manera de un objeto empírico. Se requería una exidu ilación más radical. Había que reformar la idea de reducción.
I
La «neutralización» d e la génesi s
La irredu ctibilidad de la génesis
Ahora bien, toda la historia del tema de la reducción1muestra eim evidencia que, cuanto más se acerca Husserl a un radicalismo do la reducción y le somete ám bitos amplios y diversos (tesis natural, ciencias de la naturaleza, ciencias del espíritu, trascendencia do dios, trascendencia de la eidética, lógica pura, etc.) tanto más la distingue de una abstracción, de una «sustracción» que borrarla pura y simplemente su objeto para dejar tan solo un residuo indi vidual y formal. Husserl insiste así, cada vez más, en la diferencia que separa la neutralización de una pura y simple negación. La re ducción no es una duda escéptica o un receso ascético en la inma nencia vivida. La reducción conserva lo que suspende. Mantiene el «sentido» del objeto cuya existencia «neutraliza». Ahora bien, si se admite que toda «supresión» de la géncsl» como hecho empírico es insuficiente desde el punto de vista de Iti fenomenología trascendental misma, debemos entonces plantear nos la siguiente pregunta: ¿basta la simple «neutralización» de In génesis, tal como la entiende Husserl después de una lenta elabora ción12, para fundar la descripción de la constitución estática? O, mím bien (puesto que tampoco podemos ignorar que Husserl mismo mi estaba satisfecho y se vio obligado a pasar a una constitución gené tica), ¿cómo y por qué la mejor forma de la epokhé com o reducción de la gén esis pudo revelarse insuficiente para Husserl?34
"Miga ni nos autoriza a pensar en una génesis entendida en el senndo de la causalidad psicológica o en el sentido de un desarrollo lu ,irii ico. ¿A qué otro sentido de la palabra se está aludiendo? »l.a cuestión solo podrá plantearse más tarde con la claridad T l.i rcllexión y de la ciencia. Pero cualquiera ya presiente que la i'iKMirlad del conocimiento concreto de tipo empírico sobre los li>i líos, sobre todo otro conocimiento, por ejemplo, sobre todo "mu imiento ide al de tipo m atemá tico, no tiene n ecesariam ente mi -.cutido temporal y se comprende necesariamente en un sentido mb-mporal»5.
146
LA REDUCCIÓN Y LA EXCL USIÓN IDEALISTA DE LA GÉNESIS Va de suyo que la investigación de la constitución originanid todavía excluye toda idea de génesis histórico-psicológica. «Nn hablamos aqui en términos de historia. La palabra origen no no* 1. Cf. Husserl, Die Idee der Phanome nologie, Introducción de W. Bicnu-I, y Tran Duc Thao, « Les ori gines de la réduct ion phénom énolog ique c hez Husserl », hi Deuc alion, 3, París 1947; y P. Ricrcur, «Introducción», Ideas I, en la versión Ir, 2. La id ea de la fenome nología es el texto de cinco conferencias impartirían i'll Gottingen en 1907 y que presentan la primera doctrina de la red ucción . 3. La reducción seguirá siendo, no obstante, la única condición de toda «lema tización» fenomenológica. Cuando la fenomenología sea g enética, el método di-1* reducción seguirá pareciéndole válido a Husserl. 4. Nos referimos ahora a las Ideas relativ as par a una fenom enologí a, 191 I, I* obra más elaborada e importante de e se período. Citaremos directamente la exccli-nl*
l'l
i a REDUCCIÓN
147
EIDÉTICA A LA REDUCCIÓN TRASCENDENTAL
I-sin génesis histórica estaba excluida de entrada por una reimi ión eidética; esta reducción, gracias a la técnica de la «variaH>n imaginaria», nos permitía pasar del hec ho a la esenci a, de la mgiilaridad real a la genera lidad eid ética . Esta últi ma debía ser mi 1 priori concreto6. Al no ser construida, sino captada por una iiiiiiinón, esa generalidad eidética planteaba un nuevo problema •" uélico que Husserl dejaba en la sombra: ¿cómo p uede lo concre iii ilc la esencia escapar a una síntesis constitutiva que supone una i mporalidad, por más origina ria que fuera? O bien est e apriori era
•luí i mu rio P. Ricoeur . Idees I, cap. III, p. 13 [versión cast.: p. 87-88, nota a -el texto de la versión
- i- Ilmiii varía sustancialmente respecto a la versión francesa citada por J.D. ]. i. Husserl distingue su concepci ón del a prio ri de la concepción de Kant. Toma - |Hi-i unciones de lenguaje a este respecto: cf. Idees I, introducción del autor, p. 9 mli'mt-ast.: p. 82-83 ] y § 17, p. 57, nota del traductor, sobre todo p. 70, ñola I del -luí luí |.l I). se refiere a la ed. fr.].
La «neutralización» d e la génesi s
La irredu ctibilidad de la génesis
Ahora bien, toda la historia del tema de la reducción1muestra eim evidencia que, cuanto más se acerca Husserl a un radicalismo do la reducción y le somete ám bitos amplios y diversos (tesis natural, ciencias de la naturaleza, ciencias del espíritu, trascendencia do dios, trascendencia de la eidética, lógica pura, etc.) tanto más la distingue de una abstracción, de una «sustracción» que borrarla pura y simplemente su objeto para dejar tan solo un residuo indi vidual y formal. Husserl insiste así, cada vez más, en la diferencia que separa la neutralización de una pura y simple negación. La re ducción no es una duda escéptica o un receso ascético en la inma nencia vivida. La reducción conserva lo que suspende. Mantiene el «sentido» del objeto cuya existencia «neutraliza». Ahora bien, si se admite que toda «supresión» de la géncsl» como hecho empírico es insuficiente desde el punto de vista de Iti fenomenología trascendental misma, debemos entonces plantear nos la siguiente pregunta: ¿basta la simple «neutralización» de In génesis, tal como la entiende Husserl después de una lenta elabora ción12, para fundar la descripción de la constitución estática? O, mím bien (puesto que tampoco podemos ignorar que Husserl mismo mi estaba satisfecho y se vio obligado a pasar a una constitución gené tica), ¿cómo y por qué la mejor forma de la epokhé com o reducción de la gén esis pudo revelarse insuficiente para Husserl?34
"Miga ni nos autoriza a pensar en una génesis entendida en el senndo de la causalidad psicológica o en el sentido de un desarrollo lu ,irii ico. ¿A qué otro sentido de la palabra se está aludiendo? »l.a cuestión solo podrá plantearse más tarde con la claridad T l.i rcllexión y de la ciencia. Pero cualquiera ya presiente que la i'iKMirlad del conocimiento concreto de tipo empírico sobre los li>i líos, sobre todo otro conocimiento, por ejemplo, sobre todo "mu imiento ide al de tipo m atemá tico, no tiene n ecesariam ente mi -.cutido temporal y se comprende necesariamente en un sentido mb-mporal»5.
146
LA REDUCCIÓN Y LA EXCL USIÓN IDEALISTA DE LA GÉNESIS Va de suyo que la investigación de la constitución originanid todavía excluye toda idea de génesis histórico-psicológica. «Nn hablamos aqui en términos de historia. La palabra origen no no* 1. Cf. Husserl, Die Idee der Phanome nologie, Introducción de W. Bicnu-I, y Tran Duc Thao, « Les ori gines de la réduct ion phénom énolog ique c hez Husserl », hi Deuc alion, 3, París 1947; y P. Ricrcur, «Introducción», Ideas I, en la versión Ir, 2. La id ea de la fenome nología es el texto de cinco conferencias impartirían i'll Gottingen en 1907 y que presentan la primera doctrina de la red ucción . 3. La reducción seguirá siendo, no obstante, la única condición de toda «lema tización» fenomenológica. Cuando la fenomenología sea g enética, el método di-1* reducción seguirá pareciéndole válido a Husserl. 4. Nos referimos ahora a las Ideas relativ as par a una fenom enologí a, 191 I, I* obra más elaborada e importante de e se período. Citaremos directamente la exccli-nl*
148
l'l
i a REDUCCIÓN
La «tesis» de la actitud natural es la historia vivida esponlA-
objetiva; yo participo en ella, la tengo en cuenta pero, al no fenol ninguna conciencia originaria o creadora, puede decirse que usi.sln a su desarrollo y, aun conoci éndo la, su sentido primero se me e»< capa. Husserl ya escribía en las Le cc ione s : «Naturalmente, todo» sabemos lo que es el tiempo, es lo más conocido en el mundo»". Lejos de aparecer tal y como es, es decir, más originario que ol espacio, el tiempo se mezcla indistintamente con nuestro universo espacial y todo lo que se dic e respecto a este último «s e aplica ni mundo considerado como el orden de los seres en la sucesión tcm por al. Este m undo que es presente para mí ahora - y de igual iuitñera evidentemente para todo ahora en estado de vigilia- tiene nii horizonte temporal infinito en ambos sentidos, su pasado y su fu turo, conocidos y desconocidos, inmediatamente vivos o privado» de vida»9. El mundo espacio-temporal es un mundo total, nunca »f trata de distinguirlo «realmente» de una esfera trascendental o d« un a priori formal. Es el todo del ser en su infinidad y su macaba miento. «No deja de estar presente para mí, en él yo mismo esloy incorporado. De modo que este mundo no está ahí para mí como un simple mundo de cosas (Sachen), sino, según la misma inmedia tez, como mundo de valores, como mundo de bienes, como muthln prá ct ic o » 10. El mundo es paci o-te mpo ral def ine mi entor no natural, los entornos « ideale s»" y el entorno de tipo in tersubjetivo12. F.u la» páginas que siguen a la descripción de la actitud natural, Husseil evoca la posibilidad de una alteración radical de esta actitud por *11 «desconexión» o su «puesta entre paréntesis» (die Ausschaltwin, die Einklammerung ) y la distingue así muy netamente de la duda cartesiana, a la que se parece en muchos aspectos. «Un procedí miento de este tipo, pos ible a c ada insta nte, es por ejemplo la ten1 1 1. Ibid., I, I, § 27, p. 87 [versión cast.: p. 135]. 8. Vorlesungen, Introducción, p.2 /. X, p. 3; versión fr.: p.3 [versión cast.: p.?S| 9. Idées I, § 27, p. 89-90 . 10. Ibid., § 27, p. 90 [versión cast.: p. 137], 11. Ibid., § 28. 12. Ibid., § 29.
EIDÉTICA A LA REDUCCIÓN TRASCENDENTAL
I-sin génesis histórica estaba excluida de entrada por una reimi ión eidética; esta reducción, gracias a la técnica de la «variaH>n imaginaria», nos permitía pasar del hec ho a la esenci a, de la mgiilaridad real a la genera lidad eid ética . Esta últi ma debía ser mi 1 priori concreto6. Al no ser construida, sino captada por una iiiiiiinón, esa generalidad eidética planteaba un nuevo problema •" uélico que Husserl dejaba en la sombra: ¿cómo p uede lo concre iii ilc la esencia escapar a una síntesis constitutiva que supone una i mporalidad, por más origina ria que fuera? O bien est e apriori era
•luí i mu rio P. Ricoeur . Idees I, cap. III, p. 13 [versión cast.: p. 87-88, nota a -el texto de la versión
- i- Ilmiii varía sustancialmente respecto a la versión francesa citada por J.D. ]. i. Husserl distingue su concepci ón del a prio ri de la concepción de Kant. Toma - |Hi-i unciones de lenguaje a este respecto: cf. Idees I, introducción del autor, p. 9 mli'mt-ast.: p. 82-83 ] y § 17, p. 57, nota del traductor, sobre todo p. 70, ñola I del -luí luí |.l I). se refiere a la ed. fr.].
La irredu ctibilidad de la gé nesis
La «neutralización» de la génesis
neamente: en ella, «tengo conciencia de un mundo que se extiende sin fin en el espacio, que tiene y ha tenido un desarrollo sin fin en el tiempo»7. Es decir, que la temporalidad vivida en esa actitud e»
147
149
.mi li de duda universal que Descartes intentó llevar a cabo, pero .mi mi propósito muy diferente, con la intención de hacer aparecer ■i»|llano ontoló gico absolutamente sustraído a la duda»13. Resulta Ino que, inicialmente, la intención de Husserl no es «sustraer» d mundo natural una «región» de lo i ndudable. Lo que interesa a i Ii i i n c i I no es la duda misma, sino la «tentativa» de dudar14. «La
nhiliva de duda de algún objeto de conciencia en cuanto presennene necesariamente por efecto suspender (Aufhebung) la ‘tei . eslo es precisamente lo que nos interesa. No que la tesis se mu icrla en antítesis, que la posición se convierta en negación; o im se vuelva conjetura, suputación, indecisió n, duda (sea cual sea I ii nlido de la palabra); nada de todo ello está bajo el poder de mu .lio libre arbitrio»15. Todos es tos actos, estas modalidad es de la 1.1 una, de igual manera que el libre arbitrio al que Husserl hace ilu iiim, son entendidos en sentido «mundano» de realidad psicolósignificaría una libertad de actuar sobre acontec imient os ii ules»? ¿Sería esta libertad, a su v ez, «real»? En tal caso perdería Husencia de libertad. Y si fuera irreal, por simple oposición a la - i Ih I.k I (Realitát), no podría ejercerse o actualizarse. De hecho, ii oposición entre la realidad y la irrealidad se neutraliza por la •■ 'luí ción. Después de la reducción, lo que permanece de nuestra i fu ion con el mundo es una creencia neutralizada más allá o más ■ i de la opos ición entre creencia e incr eencia. Cuando Husserl un nía que esta conversión de valor depende de nuestra entera lithiJu', no se trata de una libertad real, sino nuevamente de una lili, ilad trascendental que no se comprende en el conflicto «muni mu» del dete rminismo y del libre arbitrio. Dist inguida de la duda ni indica de Descar tes, la reduc ción es men os aún una negación lilis!ica o una duda escéptica respecto a la existencia del mundo. I más bien algo absolutamente original. No abandonamos la tei que hemos operado; no cambiamos nada de nuestra conv icción |in . e n sí misma, sigue siendo la que es, mientras no hagamos ini i ' enir nuevos moti vos de juicio, que es precisam ente lo que no i. nemos. Y, sin embargo, la tesis experimenta una modificación: ....
..
1I II II |(i
Ibid., § 31, p. 97 [versión cast.: p. 141], Ibid., § 31, p. 98 [versión cast.: p. 143]. Ibid. Ibid., § 31, p. 99 [versión cast.: p. 143].
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.mi li de duda universal que Descartes intentó llevar a cabo, pero .mi mi propósito muy diferente, con la intención de hacer aparecer
La «tesis» de la actitud natural es la historia vivida esponlAneamente: en ella, «tengo conciencia de un mundo que se extiende sin fin en el espacio, que tiene y ha tenido un desarrollo sin fin en el tiempo»7. Es decir, que la temporalidad vivida en esa actitud e»
■i»|llano ontoló gico absolutamente sustraído a la duda»13. Resulta Ino que, inicialmente, la intención de Husserl no es «sustraer» d mundo natural una «región» de lo i ndudable. Lo que interesa a
objetiva; yo participo en ella, la tengo en cuenta pero, al no fenol ninguna conciencia originaria o creadora, puede decirse que usi.sln a su desarrollo y, aun conoci éndo la, su sentido primero se me e»<
no es la duda misma, sino la «tentativa» de dudar14. «La nhiliva de duda de algún objeto de conciencia en cuanto presennene necesariamente por efecto suspender (Aufhebung) la ‘tei . eslo es precisamente lo que nos interesa. No que la tesis se mu icrla en antítesis, que la posición se convierta en negación; o im se vuelva conjetura, suputación, indecisió n, duda (sea cual sea I ii nlido de la palabra); nada de todo ello está bajo el poder de mu .lio libre arbitrio»15. Todos es tos actos, estas modalidad es de la 1.1 una, de igual manera que el libre arbitrio al que Husserl hace ilu iiim, son entendidos en sentido «mundano» de realidad psicolósignificaría una libertad de actuar sobre acontec imient os ii ules»? ¿Sería esta libertad, a su v ez, «real»? En tal caso perdería Husencia de libertad. Y si fuera irreal, por simple oposición a la - i Ih I.k I (Realitát), no podría ejercerse o actualizarse. De hecho, ii oposición entre la realidad y la irrealidad se neutraliza por la •■ 'luí ción. Después de la reducción, lo que permanece de nuestra i fu ion con el mundo es una creencia neutralizada más allá o más ■ i de la opos ición entre creencia e incr eencia. Cuando Husserl un nía que esta conversión de valor depende de nuestra entera lithiJu', no se trata de una libertad real, sino nuevamente de una lili, ilad trascendental que no se comprende en el conflicto «muni mu» del dete rminismo y del libre arbitrio. Dist inguida de la duda ni indica de Descar tes, la reduc ción es men os aún una negación lilis!ica o una duda escéptica respecto a la existencia del mundo. I más bien algo absolutamente original. No abandonamos la tei que hemos operado; no cambiamos nada de nuestra conv icción |in . e n sí misma, sigue siendo la que es, mientras no hagamos ini i ' enir nuevos moti vos de juicio, que es precisam ente lo que no i. nemos. Y, sin embargo, la tesis experimenta una modificación: i Ii i i n c i I
capa. Husserl ya escribía en las Le cc ione s : «Naturalmente, todo» sabemos lo que es el tiempo, es lo más conocido en el mundo»". Lejos de aparecer tal y como es, es decir, más originario que ol espacio, el tiempo se mezcla indistintamente con nuestro universo espacial y todo lo que se dic e respecto a este último «s e aplica ni mundo considerado como el orden de los seres en la sucesión tcm por al. Este m undo que es presente para mí ahora - y de igual iuitñera evidentemente para todo ahora en estado de vigilia- tiene nii horizonte temporal infinito en ambos sentidos, su pasado y su fu turo, conocidos y desconocidos, inmediatamente vivos o privado» de vida»9. El mundo espacio-temporal es un mundo total, nunca »f trata de distinguirlo «realmente» de una esfera trascendental o d« un a priori formal. Es el todo del ser en su infinidad y su macaba miento. «No deja de estar presente para mí, en él yo mismo esloy incorporado. De modo que este mundo no está ahí para mí como un simple mundo de cosas (Sachen), sino, según la misma inmedia tez, como mundo de valores, como mundo de bienes, como muthln prá ct ic o » 10. El mundo es paci o-te mpo ral def ine mi entor no natural, los entornos « ideale s»" y el entorno de tipo in tersubjetivo12. F.u la» páginas que siguen a la descripción de la actitud natural, Husseil evoca la posibilidad de una alteración radical de esta actitud por *11 «desconexión» o su «puesta entre paréntesis» (die Ausschaltwin, die Einklammerung ) y la distingue así muy netamente de la duda cartesiana, a la que se parece en muchos aspectos. «Un procedí miento de este tipo, pos ible a c ada insta nte, es por ejemplo la ten1 1
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1. Ibid., I, I, § 27, p. 87 [versión cast.: p. 135]. 8. Vorlesungen, Introducción, p.2 /. X, p. 3; versión fr.: p.3 [versión cast.: p.?S| 9. Idées I, § 27, p. 89-90 . 10. Ibid., § 27, p. 90 [versión cast.: p. 137], 11. Ibid., § 28. 12. Ibid., § 29.
1I II II |(i
Ibid., § 31, p. 97 [versión cast.: p. 141], Ibid., § 31, p. 98 [versión cast.: p. 143]. Ibid. Ibid., § 31, p. 99 [versión cast.: p. 143].
La irre ductibil idad de la génesis
La «neu tralización» de la génesis
150
149
La irredu ctibilidad de la gé nesis
La «neutralización» de la génesis
mientras permanece en ella misma lo que es, la ponemos p or tlct lh
151
Hu.neil mismo más arriba, una esfera donde la totalidad del ser
lo así ‘fuera de ju eg o ’, ‘des con ect ada ’, ‘entre pa rén tes is’. La li'tll
n neutralizada. Procedemos así solo por la determinación de una
sigue estando ahí, como también sigue estando en el paréntcsin lH
lili lira regional cuya constitución y devenir plantearán los pro-
que acotamos en él, y como está ahí también, fuera de las conciliM
i'l' mas que ya nos hemos encontrado. La génesis ya no está neu-
nes del circuito, lo que exc luimos de él. Incluso podem os decir i|ii|
ii ili/ada, sino excluida como un ámbito de la facticidad empírica,
la tesis sigue siendo una vivencia, pe ro no h ace mo s de ella ‘ni/iuilH
uso
no en el sentido natural de que nos privaríamos de ella |
||
se trata [...] [de] una conver sión de valor, ella m isma original»11!
i'lvrmos a caer más acá de la posición fenom enológi ca de la cuesI,a intención presente de Husserl, por más contradict oria que
.....
un su propósito inicial, no es por ello menos explícita; se trata
11
Así pues, parece aquí qu e haya desapa recido, a pesar de las imáiuM
/i alcanzar una nueva región del ser que, hasta ahora, no ha sido
nes «mundanas»1 1 78de la d esc on exi ón y de la pue sta entre paréale*!*,
i. laudada según su especificidad y en la que, como en toda región
el carácter privativo de la reducción que hacía oscilar la pretendida
mii nlica, el ser es individual»22. En esta medida, como vemos, la
neutralización entre un psicologismo y un formalismo. La allem
i iiiimenología todavía no ha superado radicalmente el debate de
ción radical de la tesis no le quita nada, precisamente porque «*
h lilosofias clásicas, del empirismo y del criticismo. O bien la
alteración absoluta. Sería entonces interesante verificar en dclullf
mi inicia , como región ont ológic a, se constitu ye de igual manera
esta dialéctica de la alteración: nada cambia porque hay alterneIdit
iin Ins otras regiones a las que se opon e según r elaci ones de alteri-
absoluta -l o absoluto de lo Otro es lo M ismo 19.
i ii I absoluta. Nos quedamos así en un empirismo psicologista. La
No obstante, Husserl todavía no ha experimentado la fecuudh
ii» miad de la región «conciencia» como inmanencia absoluta, en
dad o la esterilidad del método reductivo en muchos análisis. |i|
i-luí itín con la región «naturaleza», es contraria a la intencionali-
sentido de la reducción sigue siendo ambiguo para él. DespuM
i id liascendental. Diga lo que diga, Husserl solo puede mantener
de todas las precauciones que acabamos de evocar, la concieiieU
i'iui la intencionalidad a título psicológico. La fenomenología no
pura o trascendental que Husserl tematiza es entendida como lili residuo fenomenológico20. No estamos, por tanto, en la fuente mi
i.i
Imlavía más allá de la psic olog ía intencional . O bien, en tanto
|iu i oncicnci a pura cuyo correlato es el mund o, el «yo » puro, «dis-
ginaria de la constitución trascendental. Husserl plantea aquí un*
•ni(Milóndose» del mundo como de una región diferente de la suya,
cuestión que marca una clara regresión respecto a las consideni
*ni cm ni concreto ni temporal. Como tal, ya no es «viven cia» com o
ciones metodológicas iniciales.
•11111-11 constituyente23. Quedamos entonces prisioneros de un «yo i»! uso» formal; «en lenguaje kantiano: el ‘y o pie nso ’debe poder
La
conciencia
,
r e g i ó n eidética y
«r e
s id u o
»
empañar todas mis representaciones »24. Pero ese «yo pienso» f e n o me n o l ó g k
ii
«¿Quépuede subsistir, pues, cuando desconectamos el niwhld
mii mporal no pu ede estar en el origen del devenir d e mis represen' ii limes. Como estas, ese «yo pienso»ya es constituido. La esfera
entero, incluyéndonos a nosotros mismos, así como toda espo tt
i ln constituci ón originaria no se ha desvelado todavía.
de ‘cog ita re’?»2'. Esta pregunta da a entender que, después de I* reducción, queda intacto un ámbito ont ológi co y no, com o dri l*
•m lm nudismo y una verdadera fenomen ología trascendental, con-
I si a oscilación, entre una psicología intencional conjugada con Hiiiin a lo largo de todas las consid eracio nes m etod ológ icas sobre
17. Ibid., § 31, p. 98-99 [versión cast.: p. 142-143]. 18. Sobre el sentido y la necesidad de estas imágenes, vé ase la nota de P. Un iwH (p. 99, n. 5 [de su traducción francesa de Ideas I]). 19. Cf. supra nuestro «Prólogo», pág. 41-42. 20. Ibid., § 33, p. 105 [versión cast.: p. 147], 21. Ibid., § 33, p. 106 [ver sión cast.: p. 147].
11 irihicción y también en sus resultados. Por una parte, efectiva-
Ibid. .'I (T. {¡39, p. 125 [versión cast.: p. 161]. ,M 57, p. 190 [versión cast.: p. 209],
La irre ductibil idad de la génesis
La «neu tralización» de la génesis
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mientras permanece en ella misma lo que es, la ponemos p or tlct lh
151
Hu.neil mismo más arriba, una esfera donde la totalidad del ser
lo así ‘fuera de ju eg o ’, ‘des con ect ada ’, ‘entre pa rén tes is’. La li'tll
n neutralizada. Procedemos así solo por la determinación de una
sigue estando ahí, como también sigue estando en el paréntcsin lH
lili lira regional cuya constitución y devenir plantearán los pro-
que acotamos en él, y como está ahí también, fuera de las conciliM
i'l' mas que ya nos hemos encontrado. La génesis ya no está neu-
nes del circuito, lo que exc luimos de él. Incluso podem os decir i|ii|
ii ili/ada, sino excluida como un ámbito de la facticidad empírica,
la tesis sigue siendo una vivencia, pe ro no h ace mo s de ella ‘ni/iuilH
uso
no en el sentido natural de que nos privaríamos de ella |
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se trata [...] [de] una conver sión de valor, ella m isma original»11!
i'lvrmos a caer más acá de la posición fenom enológi ca de la cuesI,a intención presente de Husserl, por más contradict oria que
.....
un su propósito inicial, no es por ello menos explícita; se trata
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Así pues, parece aquí qu e haya desapa recido, a pesar de las imáiuM
/i alcanzar una nueva región del ser que, hasta ahora, no ha sido
nes «mundanas»1 1 78de la d esc on exi ón y de la pue sta entre paréale*!*,
i. laudada según su especificidad y en la que, como en toda región
el carácter privativo de la reducción que hacía oscilar la pretendida
mii nlica, el ser es individual»22. En esta medida, como vemos, la
neutralización entre un psicologismo y un formalismo. La allem
i iiiimenología todavía no ha superado radicalmente el debate de
ción radical de la tesis no le quita nada, precisamente porque «*
h lilosofias clásicas, del empirismo y del criticismo. O bien la
alteración absoluta. Sería entonces interesante verificar en dclullf
mi inicia , como región ont ológic a, se constitu ye de igual manera
esta dialéctica de la alteración: nada cambia porque hay alterneIdit
iin Ins otras regiones a las que se opon e según r elaci ones de alteri-
absoluta -l o absoluto de lo Otro es lo M ismo 19.
i ii I absoluta. Nos quedamos así en un empirismo psicologista. La
No obstante, Husserl todavía no ha experimentado la fecuudh
ii» miad de la región «conciencia» como inmanencia absoluta, en
dad o la esterilidad del método reductivo en muchos análisis. |i|
i-luí itín con la región «naturaleza», es contraria a la intencionali-
sentido de la reducción sigue siendo ambiguo para él. DespuM
i id liascendental. Diga lo que diga, Husserl solo puede mantener
de todas las precauciones que acabamos de evocar, la concieiieU
i'iui la intencionalidad a título psicológico. La fenomenología no
pura o trascendental que Husserl tematiza es entendida como lili residuo fenomenológico20. No estamos, por tanto, en la fuente mi
i.i
Imlavía más allá de la psic olog ía intencional . O bien, en tanto
|iu i oncicnci a pura cuyo correlato es el mund o, el «yo » puro, «dis-
ginaria de la constitución trascendental. Husserl plantea aquí un*
•ni(Milóndose» del mundo como de una región diferente de la suya,
cuestión que marca una clara regresión respecto a las consideni
*ni cm ni concreto ni temporal. Como tal, ya no es «viven cia» com o
ciones metodológicas iniciales.
•11111-11 constituyente23. Quedamos entonces prisioneros de un «yo i»! uso» formal; «en lenguaje kantiano: el ‘y o pie nso ’debe poder
La
conciencia
,
r e g i ó n eidética y
«r e
s id u o
»
empañar todas mis representaciones »24. Pero ese «yo pienso» f e n o me n o l ó g k
ii
«¿Quépuede subsistir, pues, cuando desconectamos el niwhld
mii mporal no pu ede estar en el origen del devenir d e mis represen' ii limes. Como estas, ese «yo pienso»ya es constituido. La esfera
entero, incluyéndonos a nosotros mismos, así como toda espo tt
i ln constituci ón originaria no se ha desvelado todavía.
de ‘cog ita re’?»2'. Esta pregunta da a entender que, después de I* reducción, queda intacto un ámbito ont ológi co y no, com o dri l*
•m lm nudismo y una verdadera fenomen ología trascendental, con-
I si a oscilación, entre una psicología intencional conjugada con Hiiiin a lo largo de todas las consid eracio nes m etod ológ icas sobre
17. Ibid., § 31, p. 98-99 [versión cast.: p. 142-143]. 18. Sobre el sentido y la necesidad de estas imágenes, vé ase la nota de P. Un iwH (p. 99, n. 5 [de su traducción francesa de Ideas I]). 19. Cf. supra nuestro «Prólogo», pág. 41-42. 20. Ibid., § 33, p. 105 [versión cast.: p. 147], 21. Ibid., § 33, p. 106 [ver sión cast.: p. 147].
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11 irihicción y también en sus resultados. Por una parte, efectiva-
Ibid. .'I (T. {¡39, p. 125 [versión cast.: p. 161]. ,M 57, p. 190 [versión cast.: p. 209],
La irredu ctibilida d de la génesis
La «neutralización» de la génesis
mente, esta reducción trascendental limitada que determina la culi* ciencia como región ontológica (tematizada en una «eidéticn» itt* gional) se presenta a menudo com o una mediación metodológicii il retórica hacia una reducción más radical que haría que esa i c|tlái| apareciera como originaria ( Ur-Region) y constituyente en rclii* ción con otras regiones. «La reducción fenomenológica nos Imlill ofrecido el imperio de la conciencia trascendental: era, en un wil* tido determinado, el imperio del ser ‘absoluto’. Era la proto-cul»i goría ( Ur-kategorie) del ser en general (o, en nuestro lenguaje, Ift proto-región); las otras regiones se arraigan en ella; se relaciomill con ella en virtud de su esencia; en consecuencia, todas depended de ella»25. La definición de la conciencia como esencia pura lint solo estaba preparando al l ector para una comp rensión propiann’ii*
15.i
. .luición; pero esta, siendo to davía «mund ana», tan solo deja tras II i iiiiit región «conci enc ia» cu ya descr ipció n debe en lo sucesi.i ii-initirnos a una conciencia puramente originaria. Así, cuanto .n i piofundiza la re flexión en el s entid o de la originariedad, más •HiiiMiosas son las med iacio nes que d ebe atravesar. Este itinerario i>i. nc recorre en el sentido inverso al devenir y a la constitución i- imiiicnológica tiene su temporalidad propia, su sentido efecti.1 Si necesidad es ineluctable, es válida a priori. Es esencial. *iin' relación mantiene entonces con la temporalidad fenomenos u
i..i'ii ,i? No tiene que estar asociada exteriormente a ella. ¿Por qué 11 i educción trascendental siempre e s pos ible e n cierto momento i I devenir histór ico (reproducido aquí y espe cific ado en la ex-
te trascendental de la conciencia como región originaria. «Razonw que surgen de la problemática de la teoría del conocimiento mu
lición del método reductivo de Husserl)? Todavía no podemos iln'tlo. Si siempre nos vemos obligados a empezar «realmente» . ■luí malment e»27 por un mome nto ya con stituid o que debemos
autorizan -si caracterizamos la ‘conciencia pura’, de la que Ilu taremos ciertamente, como conciencia trascendental— a desigimf
i. . i|'it y aceptar pasivamente, si es esta una ley esen cial y a priori, ni. Hices tenemo s que pregun tarnos si esta ne cesid ad está ligada al
también la operación que contiene su clave como epo khé trasven» dental. Desde el punto de vista del método, esta operación se de»*
univunicnto mismo de la constitución trascendental y del devenir a i ii emlental. Husserl no se pregunta sobre una necesidad que es
compondrá en diferentes estadios de ‘desconexión’ o ‘puesta culi»
.li be seguir siendo, para él, accidental. Se contenta tan solo con iiiiitu iar aquí y allá el c umpl imien to ne cesar io de la reducción
paréntesis’, y así nuestro método tomará el carácter de una reduc ción progresiva. Por ello, hablaremos a veces, e incluso preferenlc mente, de reducciones fenomen ológicas (¡en plural!) [..,]»26. Todas las paradojas de la reducción fe nomen ológica se encuen
i -.i
i*ni el desc ubrimien to de una co ncie ncia concre ta y no formal: | | la conciencia pura en su ser propio absoluto [...] permane. iiunque hayamos ‘d esco nec tad o’ el mundo entero, con todas
tran en esta necesidad en apariencia teórica o pedagógica. ¿I'm qué hay que partir siempre de lo que es natural, con stituido, du* rivado, etc., para descubrir solo fin alm en te la originariedad puní?
11 i osas, los seres vivos , los hombres in cluidos nosotros mismos,
Implícita o explícitamente, el problema de la génesis preocupuiA constan tement e a Husserl. Había que partir de la descripción pul*
i. nías las trascendencia s del mundo, las ‘cons titu ye’ en su seno»28. I' na decirlo con imágenes, Husserl afirma que lo que se pone en-
cologista para descubrir una pureza a priori de la lógica fornrnl, Era necesario examinar esos a priori formales para que apatacieran en su devenir infinito como constituidos por una subjcll*
ii. paréntesis no se borra de la pizarra fenom eno lóg ica, sin o que ' in solo se pone preci samente entre parént esis, y por ello queda mi i t iulo por ci ert o s ign o29. Com o ap unta P. Ricoeur: «Esta fra-
vidad trascendental. Se tuvo que partir del tiempo objetivo piun
i capital marca el giro de la reducció n que deja un ‘residuo’ a la
¡o liemos perdido nada propiamente, sino ganado la totalidad del i absoluto, el cual, si se entiende correctamente, contiene en sí
remontar al tiempo vivido, etc. Ahora, tenemos que empezar pul la descripción de la actitud natural para definir la posibilidad de U 25. § 76, p. 242 [versión cast.: p. 247], 26. § 33, p. 108-109 [versión cast.: p. 149],
Aquí es, siempre según el mismo motivo, lo mismo. Comienzo «real» y nili'ii/o Ibrmal están am bos privados de originariedad absoluta. Ambos están funii.lm. por un comienzo fenomenológico. .'K. tj 50, p. 165- 166 [ver sión cast.: p. 190-1 91], "1 ( T. § 31 a § 62, et passim.
¡52
La irredu ctibilida d de la génesis
La «neutralización» de la génesis
15.i
. .luición; pero esta, siendo to davía «mund ana», tan solo deja tras II i iiiiit región «conci enc ia» cu ya descr ipció n debe en lo sucesi-
mente, esta reducción trascendental limitada que determina la culi* ciencia como región ontológica (tematizada en una «eidéticn» itt* gional) se presenta a menudo com o una mediación metodológicii il
.i ii-initirnos a una conciencia puramente originaria. Así, cuanto
retórica hacia una reducción más radical que haría que esa i c|tlái| apareciera como originaria ( Ur-Region) y constituyente en rclii* ción con otras regiones. «La reducción fenomenológica nos Imlill
.n i piofundiza la re flexión en el s entid o de la originariedad, más •HiiiMiosas son las med iacio nes que d ebe atravesar. Este itinerario i>i. nc recorre en el sentido inverso al devenir y a la constitución
ofrecido el imperio de la conciencia trascendental: era, en un wil*
i- imiiicnológica tiene su temporalidad propia, su sentido efecti-
tido determinado, el imperio del ser ‘absoluto’. Era la proto-cul»i
.1 Si necesidad es ineluctable, es válida a priori. Es esencial. *iin' relación mantiene entonces con la temporalidad fenomenos u
goría ( Ur-kategorie) del ser en general (o, en nuestro lenguaje, Ift proto-región); las otras regiones se arraigan en ella; se relaciomill con ella en virtud de su esencia; en consecuencia, todas depended
i..i'ii ,i? No tiene que estar asociada exteriormente a ella. ¿Por qué 11 i educción trascendental siempre e s pos ible e n cierto momento
de ella»25. La definición de la conciencia como esencia pura lint solo estaba preparando al l ector para una comp rensión propiann’ii*
i -.i
i I devenir histór ico (reproducido aquí y espe cific ado en la ex-
te trascendental de la conciencia como región originaria. «Razonw que surgen de la problemática de la teoría del conocimiento mu
lición del método reductivo de Husserl)? Todavía no podemos iln'tlo. Si siempre nos vemos obligados a empezar «realmente» . ■luí malment e»27 por un mome nto ya con stituid o que debemos
autorizan -si caracterizamos la ‘conciencia pura’, de la que Ilu taremos ciertamente, como conciencia trascendental— a desigimf
i. . i|'it y aceptar pasivamente, si es esta una ley esen cial y a priori, ni. Hices tenemo s que pregun tarnos si esta ne cesid ad está ligada al
también la operación que contiene su clave como epo khé trasven» dental. Desde el punto de vista del método, esta operación se de»*
univunicnto mismo de la constitución trascendental y del devenir a i ii emlental. Husserl no se pregunta sobre una necesidad que es
compondrá en diferentes estadios de ‘desconexión’ o ‘puesta culi»
.li be seguir siendo, para él, accidental. Se contenta tan solo con iiiiitu iar aquí y allá el c umpl imien to ne cesar io de la reducción
paréntesis’, y así nuestro método tomará el carácter de una reduc ción progresiva. Por ello, hablaremos a veces, e incluso preferenlc
i*ni el desc ubrimien to de una co ncie ncia concre ta y no formal: | | la conciencia pura en su ser propio absoluto [...] permane. iiunque hayamos ‘d esco nec tad o’ el mundo entero, con todas
mente, de reducciones fenomen ológicas (¡en plural!) [..,]»26. Todas las paradojas de la reducción fe nomen ológica se encuen tran en esta necesidad en apariencia teórica o pedagógica. ¿I'm qué hay que partir siempre de lo que es natural, con stituido, du* rivado, etc., para descubrir solo fin alm en te la originariedad puní?
11 i osas, los seres vivos , los hombres in cluidos nosotros mismos,
Implícita o explícitamente, el problema de la génesis preocupuiA constan tement e a Husserl. Había que partir de la descripción pul*
i. nías las trascendencia s del mundo, las ‘cons titu ye’ en su seno»28. I' na decirlo con imágenes, Husserl afirma que lo que se pone en-
cologista para descubrir una pureza a priori de la lógica fornrnl, Era necesario examinar esos a priori formales para que apatacieran en su devenir infinito como constituidos por una subjcll*
ii. paréntesis no se borra de la pizarra fenom eno lóg ica, sin o que ' in solo se pone preci samente entre parént esis, y por ello queda mi i t iulo por ci ert o s ign o29. Com o ap unta P. Ricoeur: «Esta fra-
vidad trascendental. Se tuvo que partir del tiempo objetivo piun
i capital marca el giro de la reducció n que deja un ‘residuo’ a la
¡o liemos perdido nada propiamente, sino ganado la totalidad del i absoluto, el cual, si se entiende correctamente, contiene en sí
remontar al tiempo vivido, etc. Ahora, tenemos que empezar pul Aquí es, siempre según el mismo motivo, lo mismo. Comienzo «real» y nili'ii/o Ibrmal están am bos privados de originariedad absoluta. Ambos están funii.lm. por un comienzo fenomenológico. .'K. tj 50, p. 165- 166 [ver sión cast.: p. 190-1 91], "1 ( T. § 31 a § 62, et passim.
la descripción de la actitud natural para definir la posibilidad de U 25. § 76, p. 242 [versión cast.: p. 247], 26. § 33, p. 108-109 [versión cast.: p. 149],
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La irredu ctibilidad d e la gén esis
La «neutralización» de la gé nesis
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constitución que retiene ‘en’ sí lo que parece excluir ‘de sí l | reducción permanecía limitada mientras ‘separaba la concicm I*j ‘remitiendo’ a ella la realidad, se vuelve indiscernible de la nmullí tución trascendental que descubre el sentido del mundo»30.
. •■'iili ina del tiemp o pl anteado en l as Lec cio nes : ¿cómo explicar >t ■ oincidencia de lo con stituy ente y lo c onsti tuido ? N o será una
Pero este tipo de declaraciones son muy poco frecuentes y iitf
encontramos aquí al nivel del primer tomo de las cuales, manteniéndose en un mun•. de esencias constituidas e intemporales, reclaman un retorno ii Niihielividad constituyente. Sin duda, la conciencia es aquí -iumímente» temporal. Pero se trata de una temporalidad te-
corresponden al contenido de los análisis que las engloban. 11iin «*H piensa que, si n o se em pieza «aislando » la esfera de la concicni'U como una región eidética netamente distinta de lo «real» mciilmln por ella, se acabará forzosamente confundiendo el devenir lud cenden tal c on el d evenir e mpír ico e n una p erspecti va fumlniMMili talmente psicologista. La distinción entre génesis trascendcntnl y
i i>iii constituida, aunque fuese la región «conciencia», la que " lo explica rá. I mel fondo, nos
In ve st ig a ci o n es ló g ic a s,
. iii/mlu en su esencia a priori y ella misma «intemporal». La - ulieicncia de un logicismo no se ha colmado. Se describe el
génesis empírica todavía no está preparada. Así pues, dispucsln |
mil o y el movimiento del devenir trascendental al nivel eidético
permanecer más acá del nivel fenom enológ ico que pretenden mw
i mui constitución estática. La neutralización fenom enológ ica de
análisis, Husserl debe limitarse al formalismo de una concit'iul*
: 11 -, nesis se ve enturbiada por una disociación logicista33. Por una
pura «residual» que se opondrá al mundo trascendente como
, ii in, tenemos el mu ndo de la vive ncia i nman ente, rein o de la perlh ion «adecuad a»34 y de la indub itabilidad ab soluta; y, por otra
Ih
indudable a lo dudoso, lo puro a lo impuro, lo originario a lo ton»-
Hó . tenemos el mundo de la percepción exterior sujeta a duda35, tiiil,i percepción inmanente garantiza necesariamente la existen-
tituido, lo absoluto a lo relativo. Este tema reúne las declaración** más importantes de Ide as I. «La conciencia tiene en ella tnl.unt un ser propio que, en su abso luta especificidad eidética, no ,vc i*
afectado po r la exclusión fenomenológica. Así la conciencia sub siste como residuo fenomeno lógico y constituye una región il»| ser original por principio y que puede convertirse, de hecho, en *| campo de aplicación de una nueva ciencia -en resumen, la l'rim menología...»31 2 .3 Como se afirma un poco más lejos: «La csciul» de la concienc ia» es «con siderada como tema de investigación»" Vemos así cómo estos análisis eidéticos impiden cualquier invi'» tigación de una constitución propiamente originaria. Por una imi te, una región eidética no puede, en cuanto tal, constituir oirá, l'uf otra parte, su devenir es en sí inexplicable. Pertenece al oiilcil temporal de los «objetos temporales» trascendentes que
H iinm'i I
examinaba en vano en las Lec cion es. No se entiende cómo el il* venir de esta región «conciencia» puede «aparecerse». Y toilnvl* se entiende men os cómo pu ede aparecerse como el mismo dcvcnll que el de otras regiones. Por con sigui ente , no se ha respondido ni
30. Ibid.. nota 2 del traductor [de la ed. fr.]. 31. § 33, p. 108 [versión cast.: p. 148-14 9], 32. § 34, p. 109 [versión cast.: p. 150],
de su objeto. Cuando la reflexión se aplica a mi viv encia para
11
i|ii,n la, he captado un absoluto, cuya existencia ( D as ein ) no puet pin principio ser negada. [... ] sería absurdo creer posible que •ii.i vivencia dada de esta manera no existe verdaderamente»36, i
«nltula la difere ncia esencia l entre «per cepc ión inman ente» y , n epción trascendente». La primera es adecuada, capta inme-
11
ti it,iinente la totalidad de su objeto puesto que se confunde con i
I n cambio, es una necesidad a priori que la cosa trascenden-
• ,i dé siempre solo por escorzos, perfiles {Abschattungen)\ por i linicíón, la cosa trascen dente no puede a gotarse por el acto que ti iipichende. «Es propio de la esencia del mundo de las cosas I | que ninguna percepción, por más perfecta que sea, dé en su miliiti) un absoluto; de ello resulta entonces esencialmente que ' hIii experiencia, por más vasta que sea, deja subsistir la posibiliII IAsociació n cuyos términos están invertidos. I-I ( T. íj 44, p. 140-144 [versión cast.: p. 172-176], t'i ( T. § 46, p. 148 [versión cast.: p. 178]. Wi Ibid'., p. 1 48-14 9 [versión cast.: p. 178]. I/ lista confusión entre la realidad ingrediente ( reel l ) de la vivencia y su «apaimiii parece impedir a prio ri toda «reducción» en esta esfera en que la existencia l,i i'm-ncia se confunden a priori.
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constitución que retiene ‘en’ sí lo que parece excluir ‘de sí l | reducción permanecía limitada mientras ‘separaba la concicm I*j ‘remitiendo’ a ella la realidad, se vuelve indiscernible de la nmullí tución trascendental que descubre el sentido del mundo»30.
. •■'iili ina del tiemp o pl anteado en l as Lec cio nes : ¿cómo explicar >t ■ oincidencia de lo con stituy ente y lo c onsti tuido ? N o será una
Pero este tipo de declaraciones son muy poco frecuentes y iitf
encontramos aquí al nivel del primer tomo de las cuales, manteniéndose en un mun•. de esencias constituidas e intemporales, reclaman un retorno ii Niihielividad constituyente. Sin duda, la conciencia es aquí -iumímente» temporal. Pero se trata de una temporalidad te-
i i>iii constituida, aunque fuese la región «conciencia», la que " lo explica rá. I mel fondo, nos
In ve st ig a ci o n es ló g ic a s,
corresponden al contenido de los análisis que las engloban. 11iin «*H piensa que, si n o se em pieza «aislando » la esfera de la concicni'U como una región eidética netamente distinta de lo «real» mciilmln por ella, se acabará forzosamente confundiendo el devenir lud
. iii/mlu en su esencia a priori y ella misma «intemporal». La - ulieicncia de un logicismo no se ha colmado. Se describe el
cenden tal c on el d evenir e mpír ico e n una p erspecti va fumlniMMili talmente psicologista. La distinción entre génesis trascendcntnl y génesis empírica todavía no está preparada. Así pues, dispucsln |
mil o y el movimiento del devenir trascendental al nivel eidético
permanecer más acá del nivel fenom enológ ico que pretenden mw
i mui constitución estática. La neutralización fenom enológ ica de
análisis, Husserl debe limitarse al formalismo de una concit'iul*
: 11 -, nesis se ve enturbiada por una disociación logicista33. Por una
pura «residual» que se opondrá al mundo trascendente como
, ii in, tenemos el mu ndo de la vive ncia i nman ente, rein o de la perlh ion «adecuad a»34 y de la indub itabilidad ab soluta; y, por otra
Ih
indudable a lo dudoso, lo puro a lo impuro, lo originario a lo ton»-
Hó . tenemos el mundo de la percepción exterior sujeta a duda35, tiiil,i percepción inmanente garantiza necesariamente la existen-
tituido, lo absoluto a lo relativo. Este tema reúne las declaración** más importantes de Ide as I. «La conciencia tiene en ella tnl.unt un ser propio que, en su abso luta especificidad eidética, no ,vc i*
de su objeto. Cuando la reflexión se aplica a mi viv encia para
11
i|ii,n la, he captado un absoluto, cuya existencia ( D as ein ) no pue-
afectado po r la exclusión fenomenológica. Así la conciencia sub siste como residuo fenomeno lógico y constituye una región il»| ser original por principio y que puede convertirse, de hecho, en *| campo de aplicación de una nueva ciencia -en resumen, la l'rim menología...»31 2 .3 Como se afirma un poco más lejos: «La csciul» de la concienc ia» es «con siderada como tema de investigación»"
t pin principio ser negada. [... ] sería absurdo creer posible que •ii.i vivencia dada de esta manera no existe verdaderamente»36, i
ti it,iinente la totalidad de su objeto puesto que se confunde con i
I n cambio, es una necesidad a priori que la cosa trascenden-
• ,i dé siempre solo por escorzos, perfiles {Abschattungen)\ por i linicíón, la cosa trascen dente no puede a gotarse por el acto que
te, una región eidética no puede, en cuanto tal, constituir oirá, l'uf
ti iipichende. «Es propio de la esencia del mundo de las cosas I | que ninguna percepción, por más perfecta que sea, dé en su
otra parte, su devenir es en sí inexplicable. Pertenece al oiilcil temporal de los «objetos temporales» trascendentes que
«nltula la difere ncia esencia l entre «per cepc ión inman ente» y , n epción trascendente». La primera es adecuada, capta inme-
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Vemos así cómo estos análisis eidéticos impiden cualquier invi'» tigación de una constitución propiamente originaria. Por una imi
H iinm'i I
miliiti) un absoluto; de ello resulta entonces esencialmente que ' hIii experiencia, por más vasta que sea, deja subsistir la posibili-
examinaba en vano en las Lec cion es. No se entiende cómo el il* venir de esta región «conciencia» puede «aparecerse». Y toilnvl* se entiende men os cómo pu ede aparecerse como el mismo dcvcnll
II IAsociació n cuyos términos están invertidos. I-I ( T. íj 44, p. 140-144 [versión cast.: p. 172-176], t'i ( T. § 46, p. 148 [versión cast.: p. 178]. Wi Ibid'., p. 1 48-14 9 [versión cast.: p. 178]. I/ lista confusión entre la realidad ingrediente ( reel l ) de la vivencia y su «apaimiii parece impedir a prio ri toda «reducción» en esta esfera en que la existencia l,i i'm-ncia se confunden a priori.
que el de otras regiones. Por con sigui ente , no se ha respondido ni
30. Ibid.. nota 2 del traductor [de la ed. fr.]. 31. § 33, p. 108 [versión cast.: p. 148-14 9], 32. § 34, p. 109 [versión cast.: p. 150],
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La irredu ctibilidad d e la gén esis
La «neutralización» de la gé nesis
La irre ductib ilidad de la génesis
La «neutralizaci ón» de la génesis
157
dad de que lo dado no exista, a pesar de la conciencia persislcnll
himlii originariamente la evidencia de su «donación» debe, para
de su presencia corporal y ‘en persona’: la existencia (Existcn$\
= ili.' ili.'io io su movimiento, escapar de la inmanencia del flujo puro puro
de las cosas nunca es requerida como necesaria por su pmplH donación-, en cierta manera siempre es contingente»38; en eslo, l| esfera del mundo trascendente queda excluida apriori de la esli'K
ih
inmanente y absoluta: «ya no hay lugar en la esfera absoluta purfl
.1' lu conc ienc ia a título de sig nific ación n oemá tica. La correla-
el conflicto, el simulacro, la alteridad» y resulta ser una «c n Iih ra de posición absoluta»39. En efecto, no puede dirigirse ninguiil crítica a estos análisis como tales ni en su contenido eidético pin* pió. Parece que no es necesario examinarlos de nuevo y, de herliu,
! la vivencia. Este flujo sería originariament e correlativo al flu-
....
amplia. ¿Cuál es la relación de «fundación» de estas dos región»»
noélico-noemática se sitúa en el recinto de la subjetividad
•i'minia. Pero la intencionalidad, en la medida en que alcanza "ii'.niar'¡ámente el objeto dado «en persona», todavía no ha sido t
nmllada como hubiera hubiera sido sido necesario. De hecho -y esta es la mui primera de todas las d ificultad es en las Ide as I-, el mundo
Husserl no los tocará jamás40. Ahora bien, en la medida en t|iM son sim plemen te análisis eidéti cos, requieren una explicación mil milii
nh|ciivo. nh|ciivo. O bien -y tal parece parece ser el caso en las Ide as I- la
l'P iividad temporal forma parte originariamente del flujo puro
•i" t lene considerado en su «realidad» a lo largo de esos análisis, ....
en su valor noemático. En las Ide as , Husserl nunca considera
eidéticas? ¿Cómo se anuncian las «trascendencias» en la vivcnrll
11 iclaeión iclaeión del sustrato real real y d el sentido noemático que definirá el
inmanente? ¿Cóm o será la vivencia y cuál será, conformemeiily conformemeiily |
.....Iilema de una génesis del sentido. Al reducirse el mundo real n ido originario para la conciencia, podemos imaginar la • .ii .ii se/ nido
su esencia intencional, vivencia de lo que no es él? ¿Cómo put'il» lo dudoso presentarse en la esfera de lo indudable, lo «relativo» en lo «absoluto»? En otras palabras, ¿cómo conciliar en un únim
m.Mslcncia m.Mslcncia del mundo real y de las objetividades reales sin supriuní la intencionalidad intencionalidad de la conciencia . Dado que esta no viene
¿Cómo pueden constituirse las objetividades temporales a pnrllf
i. Imilla aquí como un acceso originario al ser del objeto «real» indeterminado, polo e idea de una determinación noemática
de un flujo puro de la vivencia? «El flujo de la vivencia, que N
minuta1 minuta12--, sino a su sentid o noe mát ico, H usserl afirma que puede
y mismo tiempo la vivencia inmanente y el mundo trascendciilnl
mi flujo, el del sujeto pensante, puede ser tan ampliamente cornil
niiiiu es conservarse independientemente de la existencia «real»
se quiera no aprehendido, desconocido respecto a las partes v*
i I ul)|cto. ul)|cto. La objetividad noemática remp laza la objetividad real, real,
pasadas y las que están por venir; pero basta con que dirija la mh
i ' igual igual manera, manera, el tiempo del mundo -q ue , por el intermediario intermediario
rada a la vida que flu ye en s u presen cia real y que, en ese acto, m» m» capte a mí mismo como el sujeto puro de esta vida [...] para <|ii« pueda decir sin restricción y necesariamente: Yo soy, esta vida a», yo vivo: cogito. Todo flujo vivido , todo y o, en cuanto tal, tal, implltn implltn la posibilidad por principio de alcanzar esa evidencia»41. Pero culi absoluto inmanente a sí mismo e inmediatamente evidente «pm| sí» no nos ofrece ninguna garantía respecto a las objetividad#» temporales que se fundan en él. O bien estas son trascendí' ii Ipi al flujo a título de realidades constituidas: la intencionalidad i|ii» 38. Ibid., p. 150 [versión cast.: p. 179], 39. Ibid., § 46, p. 150 [versión cast.: p. 179]. 40. Los textos que citamos han han sido extraídos extraídos de la 3.a edición (1928) I * !< simple reproducción de la 1,ae ae dición. 41. Ibid., § 46, p. 149 [versión cast.: p. 178].
t las las «objetividades temporales», concuerda con el tiempo inmaiii
nii' nii' no es el tiempo real, sino el tiempo noem ático originaria-
m* ule en correlación con un tiempo n oético.
I l IIINDAMENTO DEL IDEALISMO ABSOLUTO: UNA ESTRUCTURA «YA "• /.I HUIDA» HUIDA»
Indas las dificultades y las oscuridades de las Ide as I, todo lo |in |in permite afirmar afirmar que Husserl e stá instalado e n un id ealism o43 o43, basan en el hecho de que nos mantenemos en las «estructuras» I ’ Ibid., § 135, p. 457 y § 143, p. 480 [versión cast.: p. 412-413 y 433, respect.]. II Sin iluda, iluda, no se trata trata de un idealismo subjetivista de estil o clásico; podem os a impero, que lo que le separa rigurosamente de ese idealismo apenas queda
|d!i indo.
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La irre ductib ilidad de la génesis
La «neutralizaci ón» de la génesis
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dad de que lo dado no exista, a pesar de la conciencia persislcnll
himlii originariamente la evidencia de su «donación» debe, para
de su presencia corporal y ‘en persona’: la existencia (Existcn$\
= ili.' ili.'io io su movimiento, escapar de la inmanencia del flujo puro puro
de las cosas nunca es requerida como necesaria por su pmplH donación-, en cierta manera siempre es contingente»38; en eslo, l| esfera del mundo trascendente queda excluida apriori de la esli'K
ih
inmanente y absoluta: «ya no hay lugar en la esfera absoluta purfl
.1' lu conc ienc ia a título de sig nific ación n oemá tica. La correla-
el conflicto, el simulacro, la alteridad» y resulta ser una «c n Iih ra de posición absoluta»39. En efecto, no puede dirigirse ninguiil crítica a estos análisis como tales ni en su contenido eidético pin* pió. Parece que no es necesario examinarlos de nuevo y, de herliu,
! la vivencia. Este flujo sería originariament e correlativo al flu-
....
amplia. ¿Cuál es la relación de «fundación» de estas dos región»»
noélico-noemática se sitúa en el recinto de la subjetividad
•i'minia. Pero la intencionalidad, en la medida en que alcanza "ii'.niar'¡ámente el objeto dado «en persona», todavía no ha sido t
nmllada como hubiera hubiera sido sido necesario. De hecho -y esta es la mui primera de todas las d ificultad es en las Ide as I-, el mundo
Husserl no los tocará jamás40. Ahora bien, en la medida en t|iM son sim plemen te análisis eidéti cos, requieren una explicación mil milii
nh|ciivo. nh|ciivo. O bien -y tal parece parece ser el caso en las Ide as I- la
l'P iividad temporal forma parte originariamente del flujo puro
•i" t lene considerado en su «realidad» a lo largo de esos análisis, ....
en su valor noemático. En las Ide as , Husserl nunca considera
eidéticas? ¿Cómo se anuncian las «trascendencias» en la vivcnrll
11 iclaeión iclaeión del sustrato real real y d el sentido noemático que definirá el
inmanente? ¿Cóm o será la vivencia y cuál será, conformemeiily conformemeiily |
.....Iilema de una génesis del sentido. Al reducirse el mundo real n ido originario para la conciencia, podemos imaginar la • .ii .ii se/ nido
su esencia intencional, vivencia de lo que no es él? ¿Cómo put'il» lo dudoso presentarse en la esfera de lo indudable, lo «relativo» en lo «absoluto»? En otras palabras, ¿cómo conciliar en un únim
m.Mslcncia m.Mslcncia del mundo real y de las objetividades reales sin supriuní la intencionalidad intencionalidad de la conciencia . Dado que esta no viene
¿Cómo pueden constituirse las objetividades temporales a pnrllf
i. Imilla aquí como un acceso originario al ser del objeto «real» indeterminado, polo e idea de una determinación noemática
de un flujo puro de la vivencia? «El flujo de la vivencia, que N
minuta1 minuta12--, sino a su sentid o noe mát ico, H usserl afirma que puede
y mismo tiempo la vivencia inmanente y el mundo trascendciilnl
mi flujo, el del sujeto pensante, puede ser tan ampliamente cornil
niiiiu es conservarse independientemente de la existencia «real»
se quiera no aprehendido, desconocido respecto a las partes v*
i I ul)|cto. ul)|cto. La objetividad noemática remp laza la objetividad real, real,
pasadas y las que están por venir; pero basta con que dirija la mh
i ' igual igual manera, manera, el tiempo del mundo -q ue , por el intermediario intermediario
rada a la vida que flu ye en s u presen cia real y que, en ese acto, m» m» capte a mí mismo como el sujeto puro de esta vida [...] para <|ii« pueda decir sin restricción y necesariamente: Yo soy, esta vida a», yo vivo: cogito. Todo flujo vivido , todo y o, en cuanto tal, tal, implltn implltn la posibilidad por principio de alcanzar esa evidencia»41. Pero culi absoluto inmanente a sí mismo e inmediatamente evidente «pm| sí» no nos ofrece ninguna garantía respecto a las objetividad#» temporales que se fundan en él. O bien estas son trascendí' ii Ipi al flujo a título de realidades constituidas: la intencionalidad i|ii» 38. Ibid., p. 150 [versión cast.: p. 179], 39. Ibid., § 46, p. 150 [versión cast.: p. 179]. 40. Los textos que citamos han han sido extraídos extraídos de la 3.a edición (1928) I * !< simple reproducción de la 1,ae ae dición. 41. Ibid., § 46, p. 149 [versión cast.: p. 178].
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t las las «objetividades temporales», concuerda con el tiempo inmaiii
nii' nii' no es el tiempo real, sino el tiempo noem ático originaria-
m* ule en correlación con un tiempo n oético.
I l IIINDAMENTO DEL IDEALISMO ABSOLUTO: UNA ESTRUCTURA «YA "• /.I HUIDA» HUIDA»
Indas las dificultades y las oscuridades de las Ide as I, todo lo |in |in permite afirmar afirmar que Husserl e stá instalado e n un id ealism o43 o43, basan en el hecho de que nos mantenemos en las «estructuras» I ’ Ibid., § 135, p. 457 y § 143, p. 480 [versión cast.: p. 412-413 y 433, respect.]. II Sin iluda, iluda, no se trata trata de un idealismo subjetivista de estil o clásico; podem os a impero, que lo que le separa rigurosamente de ese idealismo apenas queda
|d!i indo.
La «neutralizació n» de la génesis
de la correlación noético-noemática. Dado que el mundo nnlutrtl «no es m ás qu e» el «correlato» intenciona l de la conciencia'11 conciencia'11, i’i i’i< < inevitable acabar desembocando en el proyecto de un idealisnul absoluto tal y como aparece en el célebre § 49, en el que la cui|.
La irred uctibilida d de la gén esis
15b
i inmanente inmanente o absoluto y al ser trascendente, trascendente, se les puede apliu los lérminos lérminos ‘ente’ (seiende), ‘objeto’ ( Gegenstand): uno y otro otro u. m u su estatuto de determinación; p ero es evid ente qu e lo que "mullíamos entonces, por una y otra parte, objeto y determinación
ciencia absoluta se presenta como el «residuo de la anihilación anihilación d« d«|
•i'l' liva solo lleva el mismo nombre en referencia a categorías ló-
mundo»4 4 45. 5. «[...] todo este análisis no implica de ninguna mani'll que deba haber un mundo, alguna cosa. La existencia del mundo H
i'ii i'ii ni ni vacías. Entre la con cien cia y la realidad se abre un verdadero tic sentido. Por un lado, tenemos un ser que se esboza, que
iImmiio
el correlato de cierta diversidad de la experiencia que se distiiimi# por ciertas configuraciones eidéticas. Pero ninguna evi den cia i'Hh
u i ii lalí lalívo; vo; por el otro otro lado, un ser necesario necesario y ab soluto, que por
ge que las experiencias actuales solo pued an de sarroll arse si pi •• concicmlit sentan tales formas formas de de encadenamiento [... ]« / ser de la concicmlit
i"un ipío no se da por esco rzos y apariencia. "Así pues, incluso si el sentido de las palabras permite hablar
......
a puede ser dado absolutamente, un ser puramente contingen-
y todo flujo de la vivencia en general se modificaría necesaria
a lilimente del ser real ( realen ) del yo humano y de su vivencia
mente si el mundo de las cosas se anihilara, pero [...] no se wrlil
i i uiic íenc ia en el mundo, y hablar de los diversos aspectos del
afectado en su propia existencia »46. Como apunta P. Ricoeur: «I 4 anihilación del mundo no es la ausencia de intencionalidad, simi la destrucción por conflicto interno de toda verdad intencional, «I ‘simulacro’ generalizado»47. «En la ruina del mundo, yo todnvl* sería conciencia intencional pero mentando e l caos» 48. No obstante, lo único que se está haciendo es aplazar el pm-
i
ii m I
desde el punto de vista vista de las cone xione s ‘psic ofísic as’, rere-
"liii claro, a pesar de todo esto, que la conciencia considerada en
cerrado ■i inireza’ debe ser considerada como un sistema de ser cerrado •i w mismo (für sich geschlossener Seinszusammenhang), como ni Kislema de ser absoluto en el que nada puede penetrar y del
blema; la intencionalidad sigue sin estar explicitada radicalmeiil#
i*i* nada nada pue de escap arse, que no tiene exterior d e orden e spacia l ' i>mporal >mporal,, que no se puede situar situar en ningún sistema espacio-
co mo c apt ación or iginar ia del ser antep redic ativo del ob jeto4'1. I'uf
i mporal, mporal, que no pue de asumir la causalid ad de ningu na cosa, ni
ello, reco nociendo la originalidad originalidad de su intención, podemo s dellnl dellnlll
i' o ei la causalidad sobre ninguna cosa -s i se supone que la cauiliilml tiene el sentido normal de la causalidad natural que institu-
la filosofía de Ide as como un idealismo subjetivista y formal. 1lu« serl lo explica mejor que cualquier comentario: «Así pues, vcnm»
im¡i relación de dep ende ncia entre las r ealidades . Por otra parte,
que la conciencia (la vivencia) y el ser real ( reales) no son de nin guna manera espec ies de seres coordinados, cohabitando pacílii m
I I mipmlo del mundo espacio-temporal, donde el hombre y el yo iiiimimo se insieren a título de realidades individuales subordina-
mente y entrando ocasionalmente en ‘relación’ o en ‘contacto’, fil
li
mando las palabras en su sentido verdadero, solo se ligan y fominll
i "i i uiisíguiente, tiene el sentido puramente secundario, relativo
un todo las cosas que están emparentadas por su esencia, tenicmlil
i mi sci' par a una conciencia. Es un ser que la conciencia pone
una y otra una esencia propia en un sentido idéntico. Sin dudo, ill
ii
intencional, liene en virtud de su sentido un ser puramente intencional,
mis
inopias experiencias y que, por principio, solo es accesible
I I I miiiición y solo es determinable como aquello que permanece 44. § 47, p. p. 15 4 [versión cast.: cast.: p. 183], 45. § 49, p. p. 160 [versión cast.: p. 187], 46. Ibid. p. 160-161 [versión cast.: p. 187], 47. Ibid., p. 160, 160 , n. 1 del traductor en la ed. ed. fr. 48. Ibid., p. 162 , n. 1 del traductor traductor en en la ed. ed. fr. fr. 49. Inclus o en el momento momento en en que, más tarde, Husser l parece volver al imimlil antepredicativo, al mundo anterior a toda significación y a toda «determinm lim« cultural, lógica, práctica, seguirá conservando un sentido noemático para eso «nuil* predicativo», comprometiendo así lo que se ha querido llamar el realismo de I IiihwiI -retomaremos esta cuestión más adelante-.
I' iilico en la diversidad motiva da de las a pariencias - un ser que 11 más allá de esa identidad es una Nada»50.
I n una una primera primera lectura, lectura, el idealism o absoluto y sistemático i"1 i"1 '.c '.c define aquí parece no tener fisuras. Gracias a que se conintencionalidad, tal tal idealism o evita los reproches dirigidos 11 n la intencionalidad, mi
(j 49,
p.
163-1 64 [versión [versión cast.: cast.: p. p. 189-190],
La «neutralizació n» de la génesis
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La irred uctibilida d de la gén esis
de la correlación noético-noemática. Dado que el mundo nnlutrtl
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i inmanente inmanente o absoluto y al ser trascendente, trascendente, se les puede apliu los lérminos lérminos ‘ente’ (seiende), ‘objeto’ ( Gegenstand): uno y otro otro u. m u su estatuto de determinación; p ero es evid ente qu e lo que
«no es m ás qu e» el «correlato» intenciona l de la conciencia'11 conciencia'11, i’i i’i< < inevitable acabar desembocando en el proyecto de un idealisnul absoluto tal y como aparece en el célebre § 49, en el que la cui|.
"mullíamos entonces, por una y otra parte, objeto y determinación
ciencia absoluta se presenta como el «residuo de la anihilación anihilación d« d«|
•i'l' liva solo lleva el mismo nombre en referencia a categorías ló-
mundo»4 4 45. 5. «[...] todo este análisis no implica de ninguna mani'll que deba haber un mundo, alguna cosa. La existencia del mundo H
i'ii i'ii ni ni vacías. Entre la con cien cia y la realidad se abre un verdadero tic sentido. Por un lado, tenemos un ser que se esboza, que
iImmiio
el correlato de cierta diversidad de la experiencia que se distiiimi# por ciertas configuraciones eidéticas. Pero ninguna evi den cia i'Hh
u i ii lalí lalívo; vo; por el otro otro lado, un ser necesario necesario y ab soluto, que por
ge que las experiencias actuales solo pued an de sarroll arse si pi •• concicmlit sentan tales formas formas de de encadenamiento [... ]« / ser de la concicmlit
i"un ipío no se da por esco rzos y apariencia. "Así pues, incluso si el sentido de las palabras permite hablar
......
a puede ser dado absolutamente, un ser puramente contingen-
y todo flujo de la vivencia en general se modificaría necesaria
a lilimente del ser real ( realen ) del yo humano y de su vivencia
mente si el mundo de las cosas se anihilara, pero [...] no se wrlil
i i uiic íenc ia en el mundo, y hablar de los diversos aspectos del
afectado en su propia existencia »46. Como apunta P. Ricoeur: «I 4 anihilación del mundo no es la ausencia de intencionalidad, simi la destrucción por conflicto interno de toda verdad intencional, «I ‘simulacro’ generalizado»47. «En la ruina del mundo, yo todnvl*
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ii m I
desde el punto de vista vista de las cone xione s ‘psic ofísic as’, rere-
"liii claro, a pesar de todo esto, que la conciencia considerada en
cerrado ■i inireza’ debe ser considerada como un sistema de ser cerrado •i w mismo (für sich geschlossener Seinszusammenhang), como ni Kislema de ser absoluto en el que nada puede penetrar y del
sería conciencia intencional pero mentando e l caos» 48. No obstante, lo único que se está haciendo es aplazar el pmblema; la intencionalidad sigue sin estar explicitada radicalmeiil#
i*i* nada nada pue de escap arse, que no tiene exterior d e orden e spacia l ' i>mporal >mporal,, que no se puede situar situar en ningún sistema espacio-
co mo c apt ación or iginar ia del ser antep redic ativo del ob jeto4'1. I'uf
i mporal, mporal, que no pue de asumir la causalid ad de ningu na cosa, ni
ello, reco nociendo la originalidad originalidad de su intención, podemo s dellnl dellnlll
i' o ei la causalidad sobre ninguna cosa -s i se supone que la cauiliilml tiene el sentido normal de la causalidad natural que institu-
la filosofía de Ide as como un idealismo subjetivista y formal. 1lu« serl lo explica mejor que cualquier comentario: «Así pues, vcnm»
im¡i relación de dep ende ncia entre las r ealidades . Por otra parte,
que la conciencia (la vivencia) y el ser real ( reales) no son de nin guna manera espec ies de seres coordinados, cohabitando pacílii m
I I mipmlo del mundo espacio-temporal, donde el hombre y el yo iiiimimo se insieren a título de realidades individuales subordina-
mente y entrando ocasionalmente en ‘relación’ o en ‘contacto’, fil
li
mando las palabras en su sentido verdadero, solo se ligan y fominll
i "i i uiisíguiente, tiene el sentido puramente secundario, relativo
un todo las cosas que están emparentadas por su esencia, tenicmlil
i mi sci' par a una conciencia. Es un ser que la conciencia pone
una y otra una esencia propia en un sentido idéntico. Sin dudo, ill
ii
intencional, liene en virtud de su sentido un ser puramente intencional,
mis
inopias experiencias y que, por principio, solo es accesible
I I I miiiición y solo es determinable como aquello que permanece 44. § 47, p. p. 15 4 [versión cast.: cast.: p. 183], 45. § 49, p. p. 160 [versión cast.: p. 187], 46. Ibid. p. 160-161 [versión cast.: p. 187], 47. Ibid., p. 160, 160 , n. 1 del traductor en la ed. ed. fr. 48. Ibid., p. 162 , n. 1 del traductor traductor en en la ed. ed. fr. fr. 49. Inclus o en el momento momento en en que, más tarde, Husser l parece volver al imimlil antepredicativo, al mundo anterior a toda significación y a toda «determinm lim« cultural, lógica, práctica, seguirá conservando un sentido noemático para eso «nuil* predicativo», comprometiendo así lo que se ha querido llamar el realismo de I IiihwiI -retomaremos esta cuestión más adelante-.
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I' iilico en la diversidad motiva da de las a pariencias - un ser que 11 más allá de esa identidad es una Nada»50.
I n una una primera primera lectura, lectura, el idealism o absoluto y sistemático i"1 i"1 '.c '.c define aquí parece no tener fisuras. Gracias a que se conintencionalidad, tal tal idealism o evita los reproches dirigidos 11 n la intencionalidad, mi
(j 49,
p.
163-1 64 [versión [versión cast.: cast.: p. p. 189-190],
La irreduc tibilidad de la génes is
La «neutralización» de la géne sis
normalmente contra un idealismo berkeleyiano. Gracias a que Id
161
oí HI ico. Ahora bien, tanta coher encia resulta inquietante. Dando
vivencia viene descrita como la fuente última de evidencia, ow
nenia de la validez del conocimiento con una profundidad tan
idealismo se distingue de las construcciones de un idealismo im» tafísico de tipo postkantiano. La existencia queda integrada a II
minuciosa, ¿qué se ha hecho sino «sustituir» la existencia por la de la existencia, el tiempo por la experiencia del tiempo, i’iicia de
tulo de nóema; y dado que la alteridad (o la intersubjetividad) mi
I-i nllcridad nllcridad por su configur ación e idétic a? E n lugar de d escribir la
se da aquí originariamente como tal, esta también resulta una con. figuración eidética, una composición noemática; en definitiva, y
inncsis de la esencia a partir partir de la existe nci a antepredicativa, ¿se li i hecho algo más que una alusión al sentido a p r i o r i de la génesis
sobre todo, el tiemp o no es más que una vivencia intencional. A»l, A»l,
que preside preside la génesis del sentido? ¿A caso no se ha seguido un mo-
la existencia ante-predicativa en cuanto tal, la del sustrato malei lid
unienlo inverso al movimiento real, garantizándose así la inteligi
del objeto, del flujo primitivo del tiempo, de la alteridad personal ha sido, según el punto de vista escogido, o bien expulsada defi
bilidad a p r i o r i de lo que ha «devenid o»? S in duda, resulta resulta necesa-
nitivamente fuera de la vivencia, o bien integrada en la vivencia 4
*oi que la intencionalid ad no sea un acto «r eal» ya que, si así fuera, 'uno 'uno componente fundamental de una viven cia que por esencia no
título de correlato noemático. Decíamos más arriba que tal puM ción proponía un d esvelamiento insuficiente de la intencionalida intencionalidad d
■ Iid constituida. Puro fantasm a sería tamb ién nu estro sentim iento
Lo seguimos pensando, pero parece que esta verdad se acommln
d< evidencia originaria. Pero Pero esta eviden cia, en la medida en que
aquí con su contrario. Y ello porque puede decirse inversamcnl# lo siguiente: la intuición profunda que legitima todo este procciai
Iobjeto Iobjeto se da «en persona», ¿no implica n ecesariamente una pasi-
«real», la intencionalidad sería una potencia falaz y una factici-
iii iii
fundamentada por un «acto dona dor originario »52 »52, en el cual
es la elucidación más atrevida de la intencionalidad. En efeiln,
ul.id ul.id fundamental, anterior a la actividad n oética y a la formación
si se desarrollara toda la envergadura de la intencionalidad y
1.1 -.cuti -.cutido do noemático?53 noemático?53 La intencionalidad es al mismo tiempo
hiciera de esta una captación originaria y directa de la existcncl»
ii Uv Uva y pasiva. En la medida en que es pa siva, ¿no e s el ob jeto que
«real» (real)51, enton (real)51, enton ces esta m isma ca ptación tendría que ser n MI vez «real». El acto intencional sería un acto «real», un «hecliim Y así se derrumbaría toda la fenomenología. Nada nos permití!I a entonces distinguir entre entre la vivencia y la facticidad natura natural. l. No nm ría posible ninguna «evidencia». Nos enmarañaríamos así en
11114
n i ibc» al inicio necesariamente «real» y pre-noemático? Aun no ■ando un acto real, ¿no debe la intencionalidad ser conciencia del iili|i'lo «real» en cuanto tal? La percepción, acto donador originami, ¿no hace explotar ese mundo de la pura vivencia? Si la pasiidiid se introduce así en las estructuras noético-noemáticas, con-
ciencia de la naturaleza cuyo sentido y condición de posibilidml
■ iliiibles solamente con la actividad constitutiva de la conciencia
se nos escaparían. N o podría defini rse originariamen te ningún tu tu»
intencional, ¿no oscila o vacila el sistema entero? Esta reducción |in |in solo deja el mundo cerrado de la con cien cia intenci onal, ¿no
ceso a la objetividad. objetividad. En este sentido, el idealismo husserliano no es entonces
11114
maso reducción de lo que no está constituido primitivamente
reducción o un estrechamiento subjetivista o psicologista de la lll*
|i'n |i'n la concie ncia? ¿N o puede la intencion alidad profundizarse en
tencionalidad, sino que le restituye al contrario todo su potencial
I .cutido .cutido de la actividad actividad y de la pasividad, de la generación del ■Minio
51. Nos contentaremos con precisar precisar real real o o reell, reell, sin concertar el adjetivo ic ni *| nombre, cada vez que no se trate de una cita. [Para la versión cast., y co mo so linlti linltié visto en pasajes anteriores, retomamos la distinción establecida para el vocabuliiilH fenomenológico español entre «real», como traducción del término alemán «irul», e «ingrediente» para la traducción del término alemán «reell». «reell». A unque no sigo »• tridamente las distinciones propuestas por la edición de Ideas I de de Antonio /niña, véanse los interesantes comentarios que este propone al respecto en su glnniiltf Ideas /, op. cit, p. 794 (N. del T.)].
y del «ver» originario? ¿Por qué seguimos encontrando
I", ilos tipos de reducción entre los que oscila Husserl? ¿Y por que que I lusserl acaba en l as Ide as I as I escog iendo la reducción privat privativa iva que solo puede salvar la actividad intencional encerrándola en la «' Ideas /, Ideas /, passirn. passirn. I, ¿Cóm o puede el objeto en persona ser a prio ri noemático?
La irreduc tibilidad de la génes is
La «neutralización» de la géne sis
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normalmente contra un idealismo berkeleyiano. Gracias a que Id
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oí HI ico. Ahora bien, tanta coher encia resulta inquietante. Dando
vivencia viene descrita como la fuente última de evidencia, ow
nenia de la validez del conocimiento con una profundidad tan
idealismo se distingue de las construcciones de un idealismo im» tafísico de tipo postkantiano. La existencia queda integrada a II
minuciosa, ¿qué se ha hecho sino «sustituir» la existencia por la de la existencia, el tiempo por la experiencia del tiempo, i’iicia de
tulo de nóema; y dado que la alteridad (o la intersubjetividad) mi
I-i nllcridad nllcridad por su configur ación e idétic a? E n lugar de d escribir la
se da aquí originariamente como tal, esta también resulta una con. figuración eidética, una composición noemática; en definitiva, y
inncsis de la esencia a partir partir de la existe nci a antepredicativa, ¿se li i hecho algo más que una alusión al sentido a p r i o r i de la génesis
sobre todo, el tiemp o no es más que una vivencia intencional. A»l, A»l,
que preside preside la génesis del sentido? ¿A caso no se ha seguido un mo-
la existencia ante-predicativa en cuanto tal, la del sustrato malei lid
unienlo inverso al movimiento real, garantizándose así la inteligi
del objeto, del flujo primitivo del tiempo, de la alteridad personal ha sido, según el punto de vista escogido, o bien expulsada defi
bilidad a p r i o r i de lo que ha «devenid o»? S in duda, resulta resulta necesa-
nitivamente fuera de la vivencia, o bien integrada en la vivencia 4
*oi que la intencionalid ad no sea un acto «r eal» ya que, si así fuera, 'uno 'uno componente fundamental de una viven cia que por esencia no
título de correlato noemático. Decíamos más arriba que tal puM ción proponía un d esvelamiento insuficiente de la intencionalida intencionalidad d
■ Iid constituida. Puro fantasm a sería tamb ién nu estro sentim iento
Lo seguimos pensando, pero parece que esta verdad se acommln
d< evidencia originaria. Pero Pero esta eviden cia, en la medida en que
aquí con su contrario. Y ello porque puede decirse inversamcnl# lo siguiente: la intuición profunda que legitima todo este procciai
Iobjeto Iobjeto se da «en persona», ¿no implica n ecesariamente una pasi-
«real», la intencionalidad sería una potencia falaz y una factici-
iii iii
fundamentada por un «acto dona dor originario »52 »52, en el cual
es la elucidación más atrevida de la intencionalidad. En efeiln,
ul.id ul.id fundamental, anterior a la actividad n oética y a la formación
si se desarrollara toda la envergadura de la intencionalidad y
1.1 -.cuti -.cutido do noemático?53 noemático?53 La intencionalidad es al mismo tiempo
hiciera de esta una captación originaria y directa de la existcncl»
ii Uv Uva y pasiva. En la medida en que es pa siva, ¿no e s el ob jeto que
«real» (real)51, enton (real)51, enton ces esta m isma ca ptación tendría que ser n MI vez «real». El acto intencional sería un acto «real», un «hecliim Y así se derrumbaría toda la fenomenología. Nada nos permití!I a entonces distinguir entre entre la vivencia y la facticidad natura natural. l. No nm ría posible ninguna «evidencia». Nos enmarañaríamos así en
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n i ibc» al inicio necesariamente «real» y pre-noemático? Aun no ■ando un acto real, ¿no debe la intencionalidad ser conciencia del iili|i'lo «real» en cuanto tal? La percepción, acto donador originami, ¿no hace explotar ese mundo de la pura vivencia? Si la pasiidiid se introduce así en las estructuras noético-noemáticas, con-
ciencia de la naturaleza cuyo sentido y condición de posibilidml
■ iliiibles solamente con la actividad constitutiva de la conciencia
se nos escaparían. N o podría defini rse originariamen te ningún tu tu»
intencional, ¿no oscila o vacila el sistema entero? Esta reducción |in |in solo deja el mundo cerrado de la con cien cia intenci onal, ¿no
ceso a la objetividad. objetividad. En este sentido, el idealismo husserliano no es entonces
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maso reducción de lo que no está constituido primitivamente
reducción o un estrechamiento subjetivista o psicologista de la lll*
|i'n |i'n la concie ncia? ¿N o puede la intencion alidad profundizarse en
tencionalidad, sino que le restituye al contrario todo su potencial
I .cutido .cutido de la actividad actividad y de la pasividad, de la generación del ■Minio
51. Nos contentaremos con precisar precisar real real o o reell, reell, sin concertar el adjetivo ic ni *| nombre, cada vez que no se trate de una cita. [Para la versión cast., y co mo so linlti linltié visto en pasajes anteriores, retomamos la distinción establecida para el vocabuliiilH fenomenológico español entre «real», como traducción del término alemán «irul», e «ingrediente» para la traducción del término alemán «reell». «reell». A unque no sigo »• tridamente las distinciones propuestas por la edición de Ideas I de de Antonio /niña, véanse los interesantes comentarios que este propone al respecto en su glnniiltf Ideas /, op. cit, p. 794 (N. del T.)].
esfera subjetiva de la correlación noéti co-noe máti ca? La teoi In il# la reducción es solidari a de una descripci ón insuficient e de In |ii‘t cepción, en la cual la relación entre una actividad y una pasivlilntl simultáneamente originarias todavía se encuentra desequilibimU Esta es la relación que debemos analizar ahora y que nos mostt m claramente, que es la dificultad genética lo que Husserl está oln diendo en todas estas cuestiones.
LA GÉNESIS DE LA PERCEPCIÓN: LA «HYLÉ» Y LA «MORPHÉ» El «y
que que I lusserl acaba en l as Ide as I as I escog iendo la reducción privat privativa iva que solo puede salvar la actividad intencional encerrándola en la «' Ideas /, Ideas /, passirn. passirn. I, ¿Cóm o puede el objeto en persona ser a prio ri noemático?
La irred uctibilidad de la génesis
La «neutralización» de la génesis
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o
»
puro y el
«y
o
»
a c t u a l
Limitémonos al interior del círculo noético-noemático. IluxIA ahora, parecía que todas las declaraciones de Husserl eran viílldiit universalmente para una «conciencia en general». La individimll dad concreta de lo percibido era individualidad «mentada», dnM da entonces de un sentido noemático y, en cuanto tal, asimtlnil# a la viven cia. Dado que no era «real» en tanto que conocida Mil la configuración eidética, tal individualidad venía universali/aib) de inmediato en tanto que individualidad percibida o en tanlo i|ii» individualidad percibiente. Por otra parte, lo que permanecía da* pués de la reducción, era solamente un «yo» puro. «[...] una va» realizada esta reducción, si recorremos el flujo de las múltiples vi vencías que solo subsiste a título de residuo trascendental, no nu« topamos en ningún lado con el yo puro como una vivencia culi» otras vivencias, ni tampoco como un fragmento original de una vt vencía que nacería con la vivencia, de la que sería un fragmcnln y se desvanecería de nuevo con ella [...] [el yo puro] pertenece niAl bien a toda vivencia que sobreviene y fluye; su ‘mirada’ se dnlu» al objeto ‘a través’ de todo cogito actual. El rayo de esa miniil» ( Blic kstr ahl) varía con cada cogito, surge de nuevo con un nuevii cogito y se desvanece con él. Pero el yo permanece idéntico. | | La identidad absoluta que este conserva a través de todos los nuil bios rea les y po sible s de las v iven cias no permite considerar In >» ningún sentido como una parte o un momento ingrediente (rccll) de las vivencias mismas [...] En lenguaje kantiano: “e/ ‘yo pici nn
y del «ver» originario? ¿Por qué seguimos encontrando
I", ilos tipos de reducción entre los que oscila Husserl? ¿Y por
16.1
poder acompañar todas mis representaciones ”»54. Definido i i esc «yo puro» que garantiza perfectamente el carácter «irreal» t Inactividad intenciona l parece, no obstante, puramente formal; a lal medida, no entendemos entonces cómo se efectúa su acuerdo >11 coincidencia con la multiplicidad de las vivencias concretas. Iimpoco podemos imaginar cómo puede ser «al mismo tiempo» i i*i i puro y persona concreta y, sobre todo, cómo puede ser él mismu y en cuanto tal intencional, puesto que la intencionalidad le l>liciía hacer salir originariamente de la pureza de su inmanencia i l mismo y de su identidad analítica con sigo m ismo . Husserl, meciente de estos riesgos y no queriendo que ese «yo» sea condinii i de posibilida d pura y for mal, preci sa que « con este se presenta iii i trascendencia original, no constituida, una trascendencia en el no de la inmanencia »55. Pero ¿qué hace aquí Husserl, sino descrii'ii la dificultad?¿Describ ir la dificultad de co ncilia r y unificar una i >i trascendental puramente vivida -q ue correría el riesgo de no •i ya más que la totalidad de las vivencias, obligándon os por ello iamismo a un «empirismo»—y una fuente trascendental no vivida in> evitándonos un puro y sim ple empirismo, correría el riesgo l 'in solamente, en tanto que separado de la evidencia vivida, un i'i'idiiito formal y vacío, una unidad objetiva, una trascendencia "ir.liluida? Esta contradicción es permanente. El origen constitu ule de la vivencia está en la vivencia y fuera de la vivencia, en Itiempo y fuera del tiempo, etc., y no po demos determinar exclui' miente en uno u otro sentido la originariedad absoluta. Ahora ' i. n, esta dialéctica sería posible en una perspectiva genética, en la |in el devenirse constituye originariamente y el «yo » se temporalii mi ipinanamente, emergiendo constantemente fuera de sí mism o pnmaneciendo inmanente a sí mismo; y ello en la continuidad i I«ahora» originario al mis mo tiempo const ituyent e y constitui do i"ii pmtención y retención de sí. Pero el devenir genético todavía mu |inscc ninguna originariedad para Husserl: siempre constituido, Idi’vcnir genético remite a una constitución estática primitiva. I sia no puede sino «sufrir» en su coherencia lógica y sistemáti.1 mm contradicción que sería, al contrario, el motor mismo de una í . be
I //>/ //>/
La irred uctibilidad de la génesis
La «neutralización» de la génesis
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esfera subjetiva de la correlación noéti co-noe máti ca? La teoi In il# la reducción es solidari a de una descripci ón insuficient e de In |ii‘t cepción, en la cual la relación entre una actividad y una pasivlilntl simultáneamente originarias todavía se encuentra desequilibimU Esta es la relación que debemos analizar ahora y que nos mostt m claramente, que es la dificultad genética lo que Husserl está oln diendo en todas estas cuestiones.
LA GÉNESIS DE LA PERCEPCIÓN: LA «HYLÉ» Y LA «MORPHÉ» El «y
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a c t u a l
Limitémonos al interior del círculo noético-noemático. IluxIA ahora, parecía que todas las declaraciones de Husserl eran viílldiit universalmente para una «conciencia en general». La individimll dad concreta de lo percibido era individualidad «mentada», dnM da entonces de un sentido noemático y, en cuanto tal, asimtlnil# a la viven cia. Dado que no era «real» en tanto que conocida Mil la configuración eidética, tal individualidad venía universali/aib) de inmediato en tanto que individualidad percibida o en tanlo i|ii» individualidad percibiente. Por otra parte, lo que permanecía da* pués de la reducción, era solamente un «yo» puro. «[...] una va» realizada esta reducción, si recorremos el flujo de las múltiples vi vencías que solo subsiste a título de residuo trascendental, no nu« topamos en ningún lado con el yo puro como una vivencia culi» otras vivencias, ni tampoco como un fragmento original de una vt vencía que nacería con la vivencia, de la que sería un fragmcnln y se desvanecería de nuevo con ella [...] [el yo puro] pertenece niAl bien a toda vivencia que sobreviene y fluye; su ‘mirada’ se dnlu» al objeto ‘a través’ de todo cogito actual. El rayo de esa miniil» ( Blic kstr ahl) varía con cada cogito, surge de nuevo con un nuevii cogito y se desvanece con él. Pero el yo permanece idéntico. | | La identidad absoluta que este conserva a través de todos los nuil bios rea les y po sible s de las v iven cias no permite considerar In >» ningún sentido como una parte o un momento ingrediente (rccll) de las vivencias mismas [...] En lenguaje kantiano: “e/ ‘yo pici nn
164
í . be poder acompañar todas mis representaciones ”»54. Definido i i esc «yo puro» que garantiza perfectamente el carácter «irreal» t Inactividad intenciona l parece, no obstante, puramente formal; a lal medida, no entendemos entonces cómo se efectúa su acuerdo >11 coincidencia con la multiplicidad de las vivencias concretas. Iimpoco podemos imaginar cómo puede ser «al mismo tiempo» i i*i i puro y persona concreta y, sobre todo, cómo puede ser él mismu y en cuanto tal intencional, puesto que la intencionalidad le l>liciía hacer salir originariamente de la pureza de su inmanencia i l mismo y de su identidad analítica con sigo m ismo . Husserl, meciente de estos riesgos y no queriendo que ese «yo» sea condinii i de posibilida d pura y for mal, preci sa que « con este se presenta iii i trascendencia original, no constituida, una trascendencia en el no de la inmanencia »55. Pero ¿qué hace aquí Husserl, sino descrii'ii la dificultad?¿Describ ir la dificultad de co ncilia r y unificar una i >i trascendental puramente vivida -q ue correría el riesgo de no •i ya más que la totalidad de las vivencias, obligándon os por ello iamismo a un «empirismo»—y una fuente trascendental no vivida in> evitándonos un puro y sim ple empirismo, correría el riesgo l 'in solamente, en tanto que separado de la evidencia vivida, un i'i'idiiito formal y vacío, una unidad objetiva, una trascendencia "ir.liluida? Esta contradicción es permanente. El origen constitu ule de la vivencia está en la vivencia y fuera de la vivencia, en Itiempo y fuera del tiempo, etc., y no po demos determinar exclui' miente en uno u otro sentido la originariedad absoluta. Ahora ' i. n, esta dialéctica sería posible en una perspectiva genética, en la |in el devenirse constituye originariamente y el «yo » se temporalii mi ipinanamente, emergiendo constantemente fuera de sí mism o pnmaneciendo inmanente a sí mismo; y ello en la continuidad i I«ahora» originario al mis mo tiempo const ituyent e y constitui do i"ii pmtención y retención de sí. Pero el devenir genético todavía mu |inscc ninguna originariedad para Husserl: siempre constituido, Idi’vcnir genético remite a una constitución estática primitiva. I sia no puede sino «sufrir» en su coherencia lógica y sistemáti.1 mm contradicción que sería, al contrario, el motor mismo de una
I //>/ //>/
La «neutralización» de la géne sis
La irredu ctibilidad de la génesis
constitu ción genética . En efecto, esta conc ienci a absoluta del ir
16.1
16 .5
I i MAI l-RIA Y LA FORMA DE LA INTENCIONALIDAD
a la vez conciencia «actual»: «El ser inmanente es indudahlcmcntt
un ser absoluto, en el sentido en que por principio ‘nulla re ad existendum ’. Por otra parte , e l mundo de las ‘re s’trascendenltn
Ahora bien, ¿acaso esta pasividad no introduce una mezcla en I mlcrior de ese «yo», puro constituyente de sí? En ese mun-
se refiere por completo a un conciencia, pero no a una concien cia concebida lógicamente, sino a una conciencia actual »5<\ ¿Ullé
•lii cenado de las estructuras noético-noe máticas y de la vivencia mii iirional «irreal», ¿podrá integrarse sin misterio la pasividad enfilaría en la que el objeto real se da «él mismo»?
hace aquí que la con cienc ia sea «actual», es decir, por una pul II concretamente presente y por otra parte conciencia de algo?
Nh
puede ser, al menos originariamente, ese «yo» puro que alravii'Hl «todos» los momentos de la vivencia o de la «mirada de la comli'ii cia». ¿Debemos decir entonces que la actualidad del «yo» puto ll es conferida por otra cosa que no es él mismo? ¿No equivale oslo I hacer del yo una conciencia esencialmente lógica que solo
i v n i iIII
concreta y actual por una intervención exterior, por un objelo qui se le impone, por un tiempo que se le apone? Si, inversamcnU\ «I le quisiera atribuir al «yo» puro, a pesar de su «intemporalidud» il su «omnitemporalidad»5 57, la facultad de darse «a sí» la actunluliul 6 estaríamos hacien do de él -y tal es sin duda la tendenc ia prolimill de Ide as I—una intencionalidad pu ram ent e y exc lusi vam ente m II
va; o sea, una intencionalidad mutilada. En última instancia, pit demos decir que la pu ra actividad intencional es lo contrario de ll intencionalidad. Y ello porque no se entendería entonces poi qué la actividad noética requiere un correlato noemático ni por qué
i> m»
correlato podría estar fundamentado en un objeto dado «en pnwi na» en la percepción. Una percepción puramente activa no dcln’ill
,,Podrá tal pasividad, sin ser alterada en su esenc ia, p restarse a mi.i actividad noética originaria que, animándola, «activándola», l>un de esa pasividad un nóema asimilado a la vivencia irreal en la '"i.ilulad estructurada de la experiencia intencional? Esta verdadei i i'í-ncsis del nóema a partir del objeto «real» acog ido pa sivamente un i-slá clara en el pensamiento de Husserl. La pasividad pura, así "iiio también la actividad pura, suspende el ejercicio de la intenHmal idad. U na gé nes is d ialéctica, que tuviera en cuenta el d oble movimiento de la intencionalidad y la confundiera con la génei pura del tiemp o mism o en su auto-con stitución , podría asumir i contradicción que Husserl quiere suprimir ocultando bajo un •lo las misteriosas relaciones entre la «hylé» sensual, componeni' ingrediente ( reell ) y no intencional de la vivencia, la «morphé» intencional y noética58que la anima y el nóema in tenciona l no «inn diente» que se constituye a partir de ellos. I os textos relativos a la «hylé», poco numerosos en las Idee n 1, mde los más difíciles y más oscuros de esa obra: «Con el nombre •i' vivencias -dic e Husserl-, en el sentido más amplio de la palabra, iclérimos a todo lo que se encuentra en el flujo de la vivencia: i'•o Imito, no solo las vivencia s intencion ales, las cogitacio nes aciii des y potenciales tomadas en su plenitud concreta, sino todos los .... .
tener sentido para Husserl. En ella, la intuición debe originiiilM mente «ver» y «recibir» la presencia concreta del objeto que »• da a toda construcción, a toda derivación, y nos remite a esc mtil donador originario. Aunque la percepción sea percepción del Ilem po o b ien de un objeto esp acial, p arece en cualq uier caso —como ll» reconocerá más tarde el mismo Elusserl- que una pasividad pi mili
linimentos ingredientes ( reellen) susceptibles de ser descubiertos ii esc Ilujo y en esas partes concretas»59. Las dificultades aparecen. 1 mil será el estatuto de los mom entos «in gredie ntes» (reell) pero mi inlcncionales de la vivencia? ¿Dónde, cuándo y por qué serán
tiva constituye la actualidad de una conciencia.
■instituidos? Al no estar constituidos como tales y originariamente iiiKi nóemas poruña intencionalidad, ¿no serán entonces el motor
56. § 49, p. 162 [versión cast.: p. 188]. 57. No hay ninguna «intemporalidad» en Husserl. Solo se escapa al dcvcnli liM tórico o a la multiplicidad de las vivencias temporales por una «omnitemponillilml» -tal será el caso de las «objetividades ideales» de las matemáticas, de la lógica, il« l| cultura tradicional en general, e tc.- . Aquí confundimos omnitemporalidad e inli-iii(W ralidad del «yo» porque ni una ni otra son, en cuanto tales, originariamente «ai'liinliuM
■ m-.til tiyente? Pero un constituyente no intencional, ¿podría secunSH l a morphé es un componente intencional e ingrediente de la vivencia, mieni|iir el nóema es un componente no ingrediente de la vivencia. Y) íj 36, p. 117 [vers ión cast.: 155],
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La «neutralización» de la géne sis
La irredu ctibilidad de la génesis
constitu ción genética . En efecto, esta conc ienci a absoluta del ir
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I i MAI l-RIA Y LA FORMA DE LA INTENCIONALIDAD
a la vez conciencia «actual»: «El ser inmanente es indudahlcmcntt
un ser absoluto, en el sentido en que por principio ‘nulla re ad existendum ’. Por otra parte , e l mundo de las ‘re s’trascendenltn
Ahora bien, ¿acaso esta pasividad no introduce una mezcla en I mlcrior de ese «yo», puro constituyente de sí? En ese mun-
se refiere por completo a un conciencia, pero no a una concien cia concebida lógicamente, sino a una conciencia actual »5<\ ¿Ullé
•lii cenado de las estructuras noético-noe máticas y de la vivencia mii iirional «irreal», ¿podrá integrarse sin misterio la pasividad enfilaría en la que el objeto real se da «él mismo»?
hace aquí que la con cienc ia sea «actual», es decir, por una pul II concretamente presente y por otra parte conciencia de algo?
Nh
puede ser, al menos originariamente, ese «yo» puro que alravii'Hl «todos» los momentos de la vivencia o de la «mirada de la comli'ii cia». ¿Debemos decir entonces que la actualidad del «yo» puto ll es conferida por otra cosa que no es él mismo? ¿No equivale oslo I hacer del yo una conciencia esencialmente lógica que solo
i v n i iIII
concreta y actual por una intervención exterior, por un objelo qui se le impone, por un tiempo que se le apone? Si, inversamcnU\ «I le quisiera atribuir al «yo» puro, a pesar de su «intemporalidud» il su «omnitemporalidad»5 57, la facultad de darse «a sí» la actunluliul 6 estaríamos hacien do de él -y tal es sin duda la tendenc ia prolimill de Ide as I—una intencionalidad pu ram ent e y exc lusi vam ente m II
va; o sea, una intencionalidad mutilada. En última instancia, pit demos decir que la pu ra actividad intencional es lo contrario de ll intencionalidad. Y ello porque no se entendería entonces poi qué la actividad noética requiere un correlato noemático ni por qué
i> m»
correlato podría estar fundamentado en un objeto dado «en pnwi na» en la percepción. Una percepción puramente activa no dcln’ill
,,Podrá tal pasividad, sin ser alterada en su esenc ia, p restarse a mi.i actividad noética originaria que, animándola, «activándola», l>un de esa pasividad un nóema asimilado a la vivencia irreal en la '"i.ilulad estructurada de la experiencia intencional? Esta verdadei i i'í-ncsis del nóema a partir del objeto «real» acog ido pa sivamente un i-slá clara en el pensamiento de Husserl. La pasividad pura, así "iiio también la actividad pura, suspende el ejercicio de la intenHmal idad. U na gé nes is d ialéctica, que tuviera en cuenta el d oble movimiento de la intencionalidad y la confundiera con la génei pura del tiemp o mism o en su auto-con stitución , podría asumir i contradicción que Husserl quiere suprimir ocultando bajo un •lo las misteriosas relaciones entre la «hylé» sensual, componeni' ingrediente ( reell ) y no intencional de la vivencia, la «morphé» intencional y noética58que la anima y el nóema in tenciona l no «inn diente» que se constituye a partir de ellos. I os textos relativos a la «hylé», poco numerosos en las Idee n 1, mde los más difíciles y más oscuros de esa obra: «Con el nombre •i' vivencias -dic e Husserl-, en el sentido más amplio de la palabra, iclérimos a todo lo que se encuentra en el flujo de la vivencia: i'•o Imito, no solo las vivencia s intencion ales, las cogitacio nes aciii des y potenciales tomadas en su plenitud concreta, sino todos los .... .
tener sentido para Husserl. En ella, la intuición debe originiiilM mente «ver» y «recibir» la presencia concreta del objeto que »• da a toda construcción, a toda derivación, y nos remite a esc mtil donador originario. Aunque la percepción sea percepción del Ilem po o b ien de un objeto esp acial, p arece en cualq uier caso —como ll» reconocerá más tarde el mismo Elusserl- que una pasividad pi mili
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linimentos ingredientes ( reellen) susceptibles de ser descubiertos ii esc Ilujo y en esas partes concretas»59. Las dificultades aparecen. 1 mil será el estatuto de los mom entos «in gredie ntes» (reell) pero mi inlcncionales de la vivencia? ¿Dónde, cuándo y por qué serán
tiva constituye la actualidad de una conciencia.
■instituidos? Al no estar constituidos como tales y originariamente iiiKi nóemas poruña intencionalidad, ¿no serán entonces el motor
56. § 49, p. 162 [versión cast.: p. 188]. 57. No hay ninguna «intemporalidad» en Husserl. Solo se escapa al dcvcnli liM tórico o a la multiplicidad de las vivencias temporales por una «omnitemponillilml» -tal será el caso de las «objetividades ideales» de las matemáticas, de la lógica, il« l| cultura tradicional en general, e tc.- . Aquí confundimos omnitemporalidad e inli-iii(W ralidad del «yo» porque ni una ni otra son, en cuanto tales, originariamente «ai'liinliuM
■ m-.til tiyente? Pero un constituyente no intencional, ¿podría secunSH l a morphé es un componente intencional e ingrediente de la vivencia, mieni|iir el nóema es un componente no ingrediente de la vivencia. Y) íj 36, p. 117 [vers ión cast.: 155],
La «neutralización» de la génesis
dariamente constituir la intencionalidad? ¿Sería la intencionnlulm!
La irredu ctibilidad de la g énesis
167
‘"ino vivida? En consecuencia, ¿acaso la hylé, en cuanto tal y
solo un producto? Esto es imposible y está en contradicción con lo«
mies de ser dotada de un sentido intencional, no puede ser tanto
principios fundamentales de la fenomenología. ¿Cómo pcnsiulo»,
Him realidad mundana com o una realidad fen omen ológica? Hus-
pues? ¿No habrá entonces que pasar a una esfera más primordial ild
• 1 1no responde nada preciso a esta peligrosa cuestión. «En tanto
la constit ución para captar a otro nivel la originariedad pasiva comil
‘|in con tenido q ue figura {darstellender) el blanco del papel tal y
intencionalidad constituyente? La cuestión es de gran calado, puesto que esas vivencias »ln
h.tildad,
gredientes» ( reell) pero no intencionales son constitutivas de ImU
muy oscura: no sabemos si este «portador» de la intencionalidad
percepción. Son las sensaciones mismas: « todo momento inyjv diente ( reell) incluido en la unidad concreta de una vivencia lil tencional no posee el carácter fundamental de la intencionalidml, esto es, la propiedad de ser una ‘conciencia de algo ’. Esta icslilr ción concierne, por ejemplo, todos los data de sensación (/.'m/i
"ino nos aparece, [el datum sensual] es po rt ad or de una intenciopero no es él mismo conciencia de algo»62. Declaración
i'ii'ccde a la intencionalidad o es constituido como portador por •1mío intencional. Si la precede, ¿cuál es la autonomía originauii de la intencionalidad? ¿Con siste solam ente en revelar por una limada» lo que se ha constituido sin ella? Pero si, al contrario,
para esta materia ‘animada’ por la intencionalidad»61. En olim
imicamente la intencionalidad la que constituye la hylé como h\l,\ como sustrato a priori del sentido intencional, perdemos así d> vista toda la realidad ingredie nte {reell) original de la hylé. Ya mi sabemos lo que la distin gue del nó ema, e l cual, por su parte, dii incluido en la vivencia como no ingrediente ( reell)63. Si la h\h'< es, en tanto que no intencional, un componente ingrediente i m //) y animado de un sentido por una intencionalidad noética, mi es así necesariamente idéntica a un «nóema»? Toda la realidad iiil'iediente {reell) de la vivencia quedaría entonces reducida a su ii'iiilicación constituida.
términos, la hylé sensual, como tal y en su pureza, es decir, mi tes de ser animada por la intencionalidad, ya sería una vivem lii
"i'iiei ia hylética no es la materia trascendente de la cosa percibida
Sin ello, sería imposible que una intencionalidad «irreal» animtiiH
m Ih materia del cuerpo percibiente, su «animación» por la inten-
fin du ng sd at en ) que desempeñan un papel tan importante en Ih intuición perceptiva de las cosas»60. No hay que olvidar que Im data de sensación, en tanto que vivencias, no son la materialulml misma de la sensación en su «realidad» {real) trascendente. I H materia (hylé) de la sensación es inmanente a la «cogitatio» vil oposici ón al ob jeto percibido que le es trascendente. Como apiinM acertadamente Paul Ricoeur: «la palabra alemana reell se resei vh siempre para esta composición de la cogitatio y la palabra ihibl
I as descripciones de Husserl no elucidan la cuestión. Como la
una «realidad» {real). Así pues, en tanto que vivencia no mli'ii
imuilidad se hará a partir de escorzos hyléticos sobre los que cabe
cional, la hylé vien e animada por la forma intencional. Pero ¿qui
im l'imlarse cómo -si no son ya, como tales, intencionales- pue-
evidencia nos permite decidir esto? ¿Cómo puede afirmarse <|ii»
ili n icinitir a un objeto trascendente. Husserl escribe: «no debemos
una realidad {reell o real) es vivida antes de ser intencional si
i" uliT tle vista que los data de sensación que ejercen la función de
considera que la evidencia absoluta es un acto intencional? Suln
i"i/o -escorzo de color, escorzo de liso, escorzo de forma, etc.,
tenemos derecho a determinar la hylé como vivida a partir i ImI
" ilu lio de otra manera, la fun ción de ‘figuración’- son por prin-
momento en que una morphé intencional la anima, porque se mu
i|H" completamente diferentes del color tomado absolutamente,
ha dicho que, en cuanto tal y en su pureza, la hylé no es inteinm
I' I" liso tomado absolu tamente, de la forma tomada absolu tamen-
nal. ¿No equivale entonces a reconocer que solo a partir del mu
!• t-n resumen, de todos esos diversos momentos que son momen-
mentó en que la hylé es animada puede esta hylé ser identiliemlK
- " Ir i la c osa. Au nq ue llev e e l mi sm o n ombr e, qu eda exc luid o po r
60. § 36, p. 117 [vers ión cast.: p. 155]. 61. Ibid., n. 1 del traductor de la ed. fr.
ti.’ Ibid., § 36, p. 118 [versión cast.: p. 155], (i I S 67, p. 335 [versión cast.: p. 319].
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La «neutralización» de la génesis
La irredu ctibilidad de la g énesis
dariamente constituir la intencionalidad? ¿Sería la intencionnlulm!
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‘"ino vivida? En consecuencia, ¿acaso la hylé, en cuanto tal y
solo un producto? Esto es imposible y está en contradicción con lo«
mies de ser dotada de un sentido intencional, no puede ser tanto
principios fundamentales de la fenomenología. ¿Cómo pcnsiulo»,
Him realidad mundana com o una realidad fen omen ológica? Hus-
pues? ¿No habrá entonces que pasar a una esfera más primordial ild
• 1 1no responde nada preciso a esta peligrosa cuestión. «En tanto
la constit ución para captar a otro nivel la originariedad pasiva comil
‘|in con tenido q ue figura {darstellender) el blanco del papel tal y
intencionalidad constituyente? La cuestión es de gran calado, puesto que esas vivencias »ln
h.tildad,
gredientes» ( reell) pero no intencionales son constitutivas de ImU
muy oscura: no sabemos si este «portador» de la intencionalidad
percepción. Son las sensaciones mismas: « todo momento inyjv diente ( reell) incluido en la unidad concreta de una vivencia lil tencional no posee el carácter fundamental de la intencionalidml, esto es, la propiedad de ser una ‘conciencia de algo ’. Esta icslilr ción concierne, por ejemplo, todos los data de sensación (/.'m/i
"ino nos aparece, [el datum sensual] es po rt ad or de una intenciopero no es él mismo conciencia de algo»62. Declaración
i'ii'ccde a la intencionalidad o es constituido como portador por •1mío intencional. Si la precede, ¿cuál es la autonomía originauii de la intencionalidad? ¿Con siste solam ente en revelar por una limada» lo que se ha constituido sin ella? Pero si, al contrario,
para esta materia ‘animada’ por la intencionalidad»61. En olim
imicamente la intencionalidad la que constituye la hylé como h\l,\ como sustrato a priori del sentido intencional, perdemos así d> vista toda la realidad ingredie nte {reell) original de la hylé. Ya mi sabemos lo que la distin gue del nó ema, e l cual, por su parte, dii incluido en la vivencia como no ingrediente ( reell)63. Si la h\h'< es, en tanto que no intencional, un componente ingrediente i m //) y animado de un sentido por una intencionalidad noética, mi es así necesariamente idéntica a un «nóema»? Toda la realidad iiil'iediente {reell) de la vivencia quedaría entonces reducida a su ii'iiilicación constituida.
términos, la hylé sensual, como tal y en su pureza, es decir, mi tes de ser animada por la intencionalidad, ya sería una vivem lii
"i'iiei ia hylética no es la materia trascendente de la cosa percibida
Sin ello, sería imposible que una intencionalidad «irreal» animtiiH
m Ih materia del cuerpo percibiente, su «animación» por la inten-
fin du ng sd at en ) que desempeñan un papel tan importante en Ih intuición perceptiva de las cosas»60. No hay que olvidar que Im data de sensación, en tanto que vivencias, no son la materialulml misma de la sensación en su «realidad» {real) trascendente. I H materia (hylé) de la sensación es inmanente a la «cogitatio» vil oposici ón al ob jeto percibido que le es trascendente. Como apiinM acertadamente Paul Ricoeur: «la palabra alemana reell se resei vh siempre para esta composición de la cogitatio y la palabra ihibl
I as descripciones de Husserl no elucidan la cuestión. Como la
una «realidad» {real). Así pues, en tanto que vivencia no mli'ii
imuilidad se hará a partir de escorzos hyléticos sobre los que cabe
cional, la hylé vien e animada por la forma intencional. Pero ¿qui
im l'imlarse cómo -si no son ya, como tales, intencionales- pue-
evidencia nos permite decidir esto? ¿Cómo puede afirmarse <|ii»
ili n icinitir a un objeto trascendente. Husserl escribe: «no debemos
una realidad {reell o real) es vivida antes de ser intencional si
i" uliT tle vista que los data de sensación que ejercen la función de
considera que la evidencia absoluta es un acto intencional? Suln
i"i/o -escorzo de color, escorzo de liso, escorzo de forma, etc.,
tenemos derecho a determinar la hylé como vivida a partir i ImI
" ilu lio de otra manera, la fun ción de ‘figuración’- son por prin-
momento en que una morphé intencional la anima, porque se mu
i|H" completamente diferentes del color tomado absolutamente,
ha dicho que, en cuanto tal y en su pureza, la hylé no es inteinm
I' I" liso tomado absolu tamente, de la forma tomada absolu tamen-
nal. ¿No equivale entonces a reconocer que solo a partir del mu
!• t-n resumen, de todos esos diversos momentos que son momen-
mentó en que la hylé es animada puede esta hylé ser identiliemlK
- " Ir i la c osa. Au nq ue llev e e l mi sm o n ombr e, qu eda exc luid o po r
60. § 36, p. 117 [vers ión cast.: p. 155]. 61. Ibid., n. 1 del traductor de la ed. fr.
ti.’ Ibid., § 36, p. 118 [versión cast.: p. 155], (i I S 67, p. 335 [versión cast.: p. 319].
La «neutralizació n» de la génesis
La irredu ctibilidad de la génes is
pr inc ip io q ue e l esco rzo s ea d el mi smo g éne ro q ue lo e scor zad o I'I escorzo es vivencia, y la vivencia solo es posible como vivencm y no com o espacial. Lo escorzado solo es posible por principio coim coimii espacial (es precisamente, por esencia, espacial) y no es posible como vivencia»64 5 6 . Esto parece muy claro, pero se nos deja en In ly norancia respecto a lo que pueda ser una representación o un esrni zo de algo que no sea, en cuanto tal y en su propio momento, ni Id cosa misma que se escorza ni una mención intencional de la comí ¿Cuál es entonces esta mediación entre lo real ( real) trascendcnl# y la intencionalidad? ¿No d ebe esta, por esencia, prescindir de m* m* diación? La vivencia h ylética en cuanto tal no se da por escor/n"\ escor/n"\
di los datos sensib les, perman ece más acá de una auténtica feno
168
Kt'l
menología trascendental, que incluye una «estética trascendental» la que solo se interesa en los documentos inéditos. En efecto,
i *iii
nula se apunta sobre los procesos constitutivos que permiten dis tinguir entre la nóesis y la hylé, definidas ambas, al revés que el mirilla, como componentes «ingredientes» ( reell) de la vivencia. I'm.i saber si una es más originaria que la otra, hay que considerar in diimcnte y en detalle la eventualidad de una forma sin materia y d* una una materia materia sin forma. Ignoramos si e s la hylé la que empieza iilini iilinian ando do la intencionalidad «informadora» «informadora» o si es la intencion tildad tildad latente latente y potenc ial la que anima un a materia encontrada.
es el lugar o el momento en el que la cosa percibida se escorza. Nu obstante, dado que la relación entre la vivencia hylética y la nu*
•Nu es aquí el lugar de decidir si, en el flujo de la vivencia, esas
no es intencional, la morphé es lo único que nos permite «rnn nocer» en la hylé la figuración de tal cosa y no de tal otra. ¿I"» Id
i"uinduras de alguna ‘aprehensión que las anima’ (añadiendo ahí
materia materia hylética absolutamente indeterminada indeterminada en ella misma? Klti Klti
di*lio de otra manera, si tales viven cias s ensu ales están siempre
es algo que parece inconcebible ya que, si la forma intencional In es también como tal y a priori (sin lo cual prescindiría de la hylé),
implicadas en fu nc io ne s inte nci ona les. Por otra parte, dejaremos
toda percepción sería imposible. ¿Es entonces solo una
s í i i Ic nI*
iwncias sensuales están por todas partes y son necesariamente t"dos los caracteres que esta aprehensión exige y posibilita) o,
ii'iinlmente en suspenso, para empezar, la cuestión de saber si los lucieres que instituyen esencialmente la intencionalidad pueden
de materia y de forma lo que posibilita la percepción? Ademán ti*
i' iici una plenitud concreta sin basamentos sensuales»68. Husserl
que no sabríamos entonces en cuál de sus momentos se funda Id
id mica así con el mayor rigor la cuestión a la que no responde; y
síntesis, ell o supondría sobre todo que la forma intencional solo mi un componen te y no el acto mism o de la síntesis. N os veríamos a« a«l
luego prosigue, limitándose a poner de manifiesto la contradicción:
remiti dos a una forma o a una materia inten cional m ás original original Id que posibilitaría a priori la síntesis misma. Ab andon amos asi *1
I I onjunto: es decir, dentro del plan de la temporalidad constituida ■tur tur licué que conservar se c onstan temen te)69 te)69, esta du alidad y esta
plano de la constit ución n oético -noe mát ico que resulta supeilli Id!
miniad notables de la hylé sensual y de la morphé intencional d e-
para para descender al nivel de esta «con stitución primordial» (Urkan\ titution) cuyo análisis Husserl intentó en algunos textos inédiltn
■ mpeñan un papel dominante»70. Así pues, según confiesa, Hus-
actualmente66 7 6 . Sin profundizar en el sentido y el fundamenln d*
liiiilulad o de la unidad noético-hylética; acepta como tal la ambi-
esta sintesis primordial, Husserl confiesa «dejar en suspenso dni
i'iii' i'iii'tl tlnd nd de una dualidad un ificada o de una un idad plural al ni vel de
posibilidades» que, según dice, «podría [...] titular: materias Wd
"n i constitución ya realizada. La síntesis genética se ha terminado
for ma y fo rm as sin materia»™. Esto indica claramente que, en cil* nivel, Husserl permanece prisionero de una correlación noí'lnu. noemática ya consti tuida', sin elucidar la constitución originnil* 64. 65. 66. 67.
§ 41, p. 134 [versión cast.: cast.: p. 167]. § 42, p. 137 [versión cast.: cast.: p. 169], Es el grupo D de los manuscritos, que retomaremos más adelante. adelante. § 85, p. 290. [versión cast.: cast.: p. 283].
I ii cualquier cualquier caso, en el conjunto del ámbito fenomen ológico (en
il no intenta elucidar la constitución del sentido a partir de la
n 1 1momento en que el análisis empieza. Husserl no intenta saber i lu unidad es el fundamen to de la dualidad o al revés. Y, sobre •mío,
no explicita lo que es originario en la dualidad, lo que en la
iiH iiH (j 85, p. 289 [versión cast.: p. 282], ti1* Paréntesis capital cuyo sentido retomaremos más adelante. 10 Ij 85, p. 289 [versión cast.: p. p. 282],
La «neutralizació n» de la génesis
La irredu ctibilidad de la génes is
pr inc ip io q ue e l esco rzo s ea d el mi smo g éne ro q ue lo e scor zad o I'I escorzo es vivencia, y la vivencia solo es posible como vivencm y no com o espacial. Lo escorzado solo es posible por principio coim coimii espacial (es precisamente, por esencia, espacial) y no es posible como vivencia»64 5 6 . Esto parece muy claro, pero se nos deja en In ly norancia respecto a lo que pueda ser una representación o un esrni zo de algo que no sea, en cuanto tal y en su propio momento, ni Id cosa misma que se escorza ni una mención intencional de la comí ¿Cuál es entonces esta mediación entre lo real ( real) trascendcnl# y la intencionalidad? ¿No d ebe esta, por esencia, prescindir de m* m* diación? La vivencia h ylética en cuanto tal no se da por escor/n"\ escor/n"\
di los datos sensib les, perman ece más acá de una auténtica feno
168
Kt'l
menología trascendental, que incluye una «estética trascendental» la que solo se interesa en los documentos inéditos. En efecto,
i *iii
nula se apunta sobre los procesos constitutivos que permiten dis tinguir entre la nóesis y la hylé, definidas ambas, al revés que el mirilla, como componentes «ingredientes» ( reell) de la vivencia. I'm.i saber si una es más originaria que la otra, hay que considerar in diimcnte y en detalle la eventualidad de una forma sin materia y d* una una materia materia sin forma. Ignoramos si e s la hylé la que empieza iilini iilinian ando do la intencionalidad «informadora» «informadora» o si es la intencion tildad tildad latente latente y potenc ial la que anima un a materia encontrada.
es el lugar o el momento en el que la cosa percibida se escorza. Nu obstante, dado que la relación entre la vivencia hylética y la nu*
•Nu es aquí el lugar de decidir si, en el flujo de la vivencia, esas
no es intencional, la morphé es lo único que nos permite «rnn nocer» en la hylé la figuración de tal cosa y no de tal otra. ¿I"» Id
i"uinduras de alguna ‘aprehensión que las anima’ (añadiendo ahí
materia materia hylética absolutamente indeterminada indeterminada en ella misma? Klti Klti
di*lio de otra manera, si tales viven cias s ensu ales están siempre
es algo que parece inconcebible ya que, si la forma intencional In es también como tal y a priori (sin lo cual prescindiría de la hylé),
implicadas en fu nc io ne s inte nci ona les. Por otra parte, dejaremos
toda percepción sería imposible. ¿Es entonces solo una
iwncias sensuales están por todas partes y son necesariamente t"dos los caracteres que esta aprehensión exige y posibilita) o,
ii'iinlmente en suspenso, para empezar, la cuestión de saber si los
s í i i Ic nI*
lucieres que instituyen esencialmente la intencionalidad pueden
de materia y de forma lo que posibilita la percepción? Ademán ti*
i' iici una plenitud concreta sin basamentos sensuales»68. Husserl
que no sabríamos entonces en cuál de sus momentos se funda Id
id mica así con el mayor rigor la cuestión a la que no responde; y
síntesis, ell o supondría sobre todo que la forma intencional solo mi un componen te y no el acto mism o de la síntesis. N os veríamos a« a«l
luego prosigue, limitándose a poner de manifiesto la contradicción:
remiti dos a una forma o a una materia inten cional m ás original original Id que posibilitaría a priori la síntesis misma. Ab andon amos asi *1
I I onjunto: es decir, dentro del plan de la temporalidad constituida ■tur tur licué que conservar se c onstan temen te)69 te)69, esta du alidad y esta
plano de la constit ución n oético -noe mát ico que resulta supeilli Id!
miniad notables de la hylé sensual y de la morphé intencional d e-
para para descender al nivel de esta «con stitución primordial» (Urkan\ titution) cuyo análisis Husserl intentó en algunos textos inédiltn
■ mpeñan un papel dominante»70. Así pues, según confiesa, Hus-
actualmente66 7 6 . Sin profundizar en el sentido y el fundamenln d*
liiiilulad o de la unidad noético-hylética; acepta como tal la ambi-
esta sintesis primordial, Husserl confiesa «dejar en suspenso dni
i'iii' i'iii'tl tlnd nd de una dualidad un ificada o de una un idad plural al ni vel de
posibilidades» que, según dice, «podría [...] titular: materias Wd
"n i constitución ya realizada. La síntesis genética se ha terminado
for ma y fo rm as sin materia»™. Esto indica claramente que, en cil* nivel, Husserl permanece prisionero de una correlación noí'lnu. noemática ya consti tuida', sin elucidar la constitución originnil* 64. 65. 66. 67.
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I ii cualquier cualquier caso, en el conjunto del ámbito fenomen ológico (en
il no intenta elucidar la constitución del sentido a partir de la
n 1 1momento en que el análisis empieza. Husserl no intenta saber i lu unidad es el fundamen to de la dualidad o al revés. Y, sobre •mío,
§ 41, p. 134 [versión cast.: cast.: p. 167]. § 42, p. 137 [versión cast.: cast.: p. 169], Es el grupo D de los manuscritos, que retomaremos más adelante. adelante. § 85, p. 290. [versión cast.: cast.: p. 283].
iiH iiH (j 85, p. 289 [versión cast.: p. 282], ti1* Paréntesis capital cuyo sentido retomaremos más adelante. 10 Ij 85, p. 289 [versión cast.: p. p. 282],
La irredu ctibilidad de la génesis
La «neutralización» d e la génesi s
síntesis es a priori : la hylé no no intencional o la morphé intcnciouul intcnciouul Y ello porque, según supone Husserl y parece que acertadaniciil», atribuir a una o a otra la originariedad absoluta y exclusiva ei|iil vale a imposibilitar la inteligibilidad de todo proceso constilullvti En un caso, derivando la forma de la materia, la intencionalitlnil de la hylé, se transforma toda la intencionalidad de la vivencia un pasividad constituida. La intencionalidad se vuelve un caráelei mi lamente eidético de la vivencia. Nos quedamos así en el atollmlriu del psicologismo intencional. En el otro caso, si la hylé no liriin autonomía originaria frente a la morphé intencional, si la liylé mi mi es materia sensual y vivencia constituida antes de ser animathi. «I no se basta a ella misma, si no lleva «en sí», por decirlo con cslni términos, las condiciones del esbozo de tal o tal otro objeto, enluii ces parece im posible que la intencion alidad mi ente a través de el el I» un objeto individual, una trascendencia real. La paradoja es uipil la siguiente: si solo la intencionalidad es absolutamente origlim ria, debe entonces permanecer encerrada en el interior del su|cln Desembocamos de nuevo en un idealismo subjetivista que un it distingue esencialmente de un psicolog ismo intencional intencional.. La «dualidad» tiene que ser, pues, originariamente couslilii yente para escapar a ese peligro; la dualidad tiene que consliluli el nóema después de ser constituida ella misma como corrcl¡ii ii'iii¡ en una palabra, tiene que c onstituir la unidad a la vez que la siipn siipn ne. Esto es lo que llamamos dialéctica. Por todas partes, la dualidad en cuanto tal solo puede sei y esto es una ley de esencia- ya constituida. La originariedad y I* dualidad se excluyen por principio. Esto es una evidencia snhin la que huelga argumentar puesto que es la originariedad misnui Hacer un origen de una correlación, de una síntesis, de una tola lidad, ¿acaso no equivale a quedarse en un nivel en el que ya Imln está dado? Hacer del conjunto noético-hylético el punto de pnilliln de una reflexión equivale a quedar capturado por una ciencia il* la naturaleza o por una psicología, por una metafísica o un pul cologismo trascendental. Ello equivale a quedarse más acá de U fenomenolog ía trascendent trascendental. al. No podemos evitar evitar este dilema y esta desventura desventura cada ve/ qn» qn» tematizamos la originariedad en términos de constitución estálu iii es lo que hace Husserl porque todavía teme darle un sentido Irin
no explicita lo que es originario en la dualidad, lo que en la
17i
i"H>il al lema de la originariedad. Ni la dualidad puede engendrar 11 unidad ni la unidad puede engendrar la dualidad en una esfera uiiNliiuliva en la que el devenir genético está ausente. Como Hus1 1no pone todavía la temporalidad originaria en el corazón de u descripciones, descripciones, la dialéctica de la unidad unidad y de la multiplicidad multiplicidad imi asa y, con ella, todo el proyecto trascendental. A pesar de las m i nenies alusiones al flujo de la vivencia, el tiempo no intervieH. en ningún mom ento de manera dec isiva en e l anál isis de las n ucl ucl uras uras noético-n oemá ticas. La temporalidad evo cada siem pre objeto temporal, nóema constituido, significación del tiempo iiii iiiii' i'Kbien Kbien que tiem po de la signific ación. Nunc a se trata de la hylé i *uiporal7' que, más que la hylé sensible sensible y espacial, sería fuente de lilu nllades para un análisis estático. Esta hylé que sería el «núli o» existencial más originario de la constitución y el más irrelui nhlc a una epokhé queda queda disimulado en la descripción. La hylé u policial solo ocupa un lugar secundario en una constit ución iiilica. «Naturalmente, lo hylético puro se subordina a la fenoiii *nología nología trascendenta trascendentall [ ...] , solo tiene significación en tanto que ■ iinre una trama posible en el tejido intencional, una materia posii'li i'li pura pura forma ciones intenc ional es»72. Esta subordinación so lo es cu oble por una exclusión de la temporalidad originaria; exclusión iur nos libra una síntesis acabada, una vivencia constituida. Esto piecisamente, lo que debemos verificar ahora para ver cómo ion fuma la insuficiencia de una fenom enología estática y se boza la tematización de una «génesis trascendental».
LA TEMPORALIDAD NOÉTICA. INSUFICIENC INSUFICIENCIA IA DE U NA CO NSTITUCIÓN ESTÁTICA I
. 1(1 UCENC UCENCIA IASS METO METODO DOLÓG LÓGIC ICAS AS
ludas las dificultades suscitadas por la reducción y por las relá maos entre la hylé y la morphé se se resumían, en definitiva, en una liu idación insuficiente del «yo» como fuente constituyente; este /I l a hvlé temporal es el tema de numerosos manuscritos ulteriores (grupo ('), .•i. .•i. ii'lnma iemos más adelante. 8
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La irredu ctibilidad de la génesis
La «neutralización» d e la génesi s
i"H>il al lema de la originariedad. Ni la dualidad puede engendrar 11 unidad ni la unidad puede engendrar la dualidad en una esfera uiiNliiuliva en la que el devenir genético está ausente. Como Hus1 1no pone todavía la temporalidad originaria en el corazón de u descripciones, descripciones, la dialéctica de la unidad unidad y de la multiplicidad multiplicidad imi asa y, con ella, todo el proyecto trascendental. A pesar de las m i nenies alusiones al flujo de la vivencia, el tiempo no intervieH. en ningún mom ento de manera dec isiva en e l anál isis de las n ucl ucl uras uras noético-n oemá ticas. La temporalidad evo cada siem pre objeto temporal, nóema constituido, significación del tiempo iiii iiiii' i'Kbien Kbien que tiem po de la signific ación. Nunc a se trata de la hylé i *uiporal7' que, más que la hylé sensible sensible y espacial, sería fuente de lilu nllades para un análisis estático. Esta hylé que sería el «núli o» existencial más originario de la constitución y el más irrelui nhlc a una epokhé queda queda disimulado en la descripción. La hylé u policial solo ocupa un lugar secundario en una constit ución iiilica. «Naturalmente, lo hylético puro se subordina a la fenoiii *nología nología trascendenta trascendentall [ ...] , solo tiene significación en tanto que ■ iinre una trama posible en el tejido intencional, una materia posii'li i'li pura pura forma ciones intenc ional es»72. Esta subordinación so lo es cu oble por una exclusión de la temporalidad originaria; exclusión iur nos libra una síntesis acabada, una vivencia constituida. Esto piecisamente, lo que debemos verificar ahora para ver cómo ion fuma la insuficiencia de una fenom enología estática y se boza la tematización de una «génesis trascendental».
síntesis es a priori : la hylé no no intencional o la morphé intcnciouul intcnciouul Y ello porque, según supone Husserl y parece que acertadaniciil», atribuir a una o a otra la originariedad absoluta y exclusiva ei|iil vale a imposibilitar la inteligibilidad de todo proceso constilullvti En un caso, derivando la forma de la materia, la intencionalitlnil de la hylé, se transforma toda la intencionalidad de la vivencia un pasividad constituida. La intencionalidad se vuelve un caráelei mi lamente eidético de la vivencia. Nos quedamos así en el atollmlriu del psicologismo intencional. En el otro caso, si la hylé no liriin autonomía originaria frente a la morphé intencional, si la liylé mi mi es materia sensual y vivencia constituida antes de ser animathi. «I no se basta a ella misma, si no lleva «en sí», por decirlo con cslni términos, las condiciones del esbozo de tal o tal otro objeto, enluii ces parece im posible que la intencion alidad mi ente a través de el el I» un objeto individual, una trascendencia real. La paradoja es uipil la siguiente: si solo la intencionalidad es absolutamente origlim ria, debe entonces permanecer encerrada en el interior del su|cln Desembocamos de nuevo en un idealismo subjetivista que un it distingue esencialmente de un psicolog ismo intencional intencional.. La «dualidad» tiene que ser, pues, originariamente couslilii yente para escapar a ese peligro; la dualidad tiene que consliluli el nóema después de ser constituida ella misma como corrcl¡ii ii'iii¡ en una palabra, tiene que c onstituir la unidad a la vez que la siipn siipn ne. Esto es lo que llamamos dialéctica. Por todas partes, la dualidad en cuanto tal solo puede sei y esto es una ley de esencia- ya constituida. La originariedad y I* dualidad se excluyen por principio. Esto es una evidencia snhin la que huelga argumentar puesto que es la originariedad misnui Hacer un origen de una correlación, de una síntesis, de una tola lidad, ¿acaso no equivale a quedarse en un nivel en el que ya Imln está dado? Hacer del conjunto noético-hylético el punto de pnilliln de una reflexión equivale a quedar capturado por una ciencia il* la naturaleza o por una psicología, por una metafísica o un pul cologismo trascendental. Ello equivale a quedarse más acá de U fenomenolog ía trascendent trascendental. al. No podemos evitar evitar este dilema y esta desventura desventura cada ve/ qn» qn» tematizamos la originariedad en términos de constitución estálu iii es lo que hace Husserl porque todavía teme darle un sentido Irin
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LA TEMPORALIDAD NOÉTICA. INSUFICIENC INSUFICIENCIA IA DE U NA CO NSTITUCIÓN ESTÁTICA I
. 1(1 UCENC UCENCIA IASS METO METODO DOLÓG LÓGIC ICAS AS
ludas las dificultades suscitadas por la reducción y por las relá maos entre la hylé y la morphé se se resumían, en definitiva, en una liu idación insuficiente del «yo» como fuente constituyente; este /I l a hvlé temporal es el tema de numerosos manuscritos ulteriores (grupo ('), .•i. .•i. ii'lnma iemos más adelante. 8
La irre ductibilidad de la génesis
La «neutralización» de la génesis
era ora ora un yo puro que trasciende el flujo de las v ivencias , om mi mi
17i
17.1
ii emesis saber cómo lo que es presente a priori en la historia 'llámenle puede revelarse al final de la síntesis histórica y cómo
componente inmanente de ese flujo. En ambos casos, la tempoiH lidad del «yo» era temporalidad constituida; ya fuera una foiiiui 11 un objeto, intemporal u omnitemporal, el «yo» no podía por dellnl<
historia puede ser creadora de lo que aparece como «ya ahí»?
11
i i lio lio sin que pueda afirmarse que el acto de p roducción p recede
ción confundirse con una temporalidad originaria. Por tanto, ilmlii
Htintam >Htintamente ente al senti do, o in versame nte. ¿ Cóm o pued en revelars e
que la red ucción n o había alcanzad o su envergadura absoluta y mil milii siendo tal que, «suspendiendo» toda trascendencia constituida, Im biera podido conservar su sentido constituyente, el caso es que luí
11 i ndicias por una génesis si son esencias en el sentido pleno y •ii minio del término? ¿Por qué necesitan una génesis para aparei ’ Si, al contrario, contrario, la géne sis ya no es reveladora sino creadora
redu cción siemp re tenía qu e fracasar a un nivel superficial cu *>| que la exclusión de una facticidad «mundana» dejaba siempre lm«
<|i iieeerán iieeerán esas esen cias com o absolutas y necesarias? Husserl no
l. lus esencias, ¿en virtud de qué sentido p revio de la génes is nos
ella una región eidética, la conciencia, que en cuanto tal ya eslnli* investida de un sentido. Su intencionalidad era una síntesis ya clin
pieocupa todavía por todo eso. Recordemos que, hablando del iinpinlo del ámbito fenomenológico, se contentaba con precisar:
tuada. Asimismo, dado que la temporalidad solo estaba introdueliU
dee ir, en el interior del plano de la temporalid ad constitu ida que ». nr que conservarse constantemente». Por tanto, como las regio-
com o un factor, com o un mom ento en las relaciones d e la fui ni* ni* intencional activa y de la materia sensual pasiva, acabábamos de
n. euléticas de la temporalidad ya están dotadas de un sentido, el
sembocando en una aporía; toda antecedencia y toda originarieilml
i'iiililc i'iiililcma ma de la génes is -o sea, del sentid o originario de la tempora-
absoluta de la una inhibía la aparición o la producción de la ni ni O, para decirlo claramente, se operaba una reducción de la tempu
inl ni o de la temporalidad originaria del sentido-ya se ha resuelto,
ralidad originaria sin ver que era esa temporalidad misma la qim
inipn de esas «ideas relativas a una fenomenología». Por ello, todos los análisis de la vivencia temporal reproducen
posibilitaba el acto de la reducción. Este acto toma su tiempo Yh es sintético. Suponiendo que la reducción ya se ha efectuado y i|im siempre es posible, Husserl permanecía así en el nivel superficial pre-fenomenológico de un tiempo constituido.
y
Adem ás, Husserl m ismo rec onoc e situarse en el nivel de mu muí temporalidad constituida. Pero, según afirma evocando necesidmlm necesidmlm
. Ihi -ii
todavía no se ha planteado, pero sin duda no se plantea en la
mlamente en las Ide as I las dificultades ya encontradas precei. lilemente. Reiterando las definiciones de las Lec cion es, Husserl mi invita invita a «respetar cuidadosamente la d iferencia que separa ese H. nipo fenomenológico, esa forma unitaria de todas las vivencias
de algún m odo exteri ores, es así porqu e «hay que empezar» por nli nlill
n un único flujo de la vivencia (un único yo puro) y el tiempo ‘ob Iivo ', es decir, cósmico»74. Este último es «medible» y mantiene
Lo apunta claramente en dos ocasiones: «Al nivel de la consideia ción a la que nos limitamos hasta nueva orden, y que nos dispensa
.oí el liempo vivido las mismas relaciones que el objeto material Hm endente mantiene con los esco rzos hy léticos . «Sería absur-
de descender a las profundidades oscuras de la última concicm la que constituye toda temporalidad de la vivencia, aceptamos nula
ln minar en el mismo género eidético un momento de sensación,
bien las vivencias tal y como se ofrecen a la reflexión inmaiiciil# en tanto que procesos temporales unitarios»73. Esa conciencia tu
i inivés de él, como el color de la cosa y la extensión de la cosa; así
.uno
el color o la extensión, y el momento de la cosa que se esboza
última desde el punto de vista de una reflexión regresiva. De hcclin,
i iinlnén para el tiempo fenomenológico y el tiempo del mundo»75, l uí la la sign ificaci ón de este esb ozo ya era oscura cuando se tra-
es originaria. ¿Es solo una casualidad «psicológica» o «histói ii iim lo que provoca que lo originario aparezca siempre como el mu
i iim iim de la percepción esp acial; y lo es ahora tanto más cuando se a iin de la percepción del tiempo. ¿Qué es lo que se esboza o figura
mentó último de la filosofía? ¿No es precisamente el problema iln 73. § 85, p. 288 [versión cast.: p. 281 -282 ].
p. 272 [versión cast.: cast.: p. 270]. 270]. 11 § 81, p. ¡j 81, p. 273 [versión cast.: cast.: p. 270-271],
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17.1
La irre ductibilidad de la génesis
La «neutralización» de la génesis
era ora ora un yo puro que trasciende el flujo de las v ivencias , om mi mi
ii emesis saber cómo lo que es presente a priori en la historia 'llámenle puede revelarse al final de la síntesis histórica y cómo
componente inmanente de ese flujo. En ambos casos, la tempoiH lidad del «yo» era temporalidad constituida; ya fuera una foiiiui 11 un objeto, intemporal u omnitemporal, el «yo» no podía por dellnl<
historia puede ser creadora de lo que aparece como «ya ahí»?
11
i i lio lio sin que pueda afirmarse que el acto de p roducción p recede
ción confundirse con una temporalidad originaria. Por tanto, ilmlii
Htintam >Htintamente ente al senti do, o in versame nte. ¿ Cóm o pued en revelars e
que la red ucción n o había alcanzad o su envergadura absoluta y mil milii siendo tal que, «suspendiendo» toda trascendencia constituida, Im biera podido conservar su sentido constituyente, el caso es que luí
11 i ndicias por una génesis si son esencias en el sentido pleno y •ii minio del término? ¿Por qué necesitan una génesis para aparei ’ Si, al contrario, contrario, la géne sis ya no es reveladora sino creadora
redu cción siemp re tenía qu e fracasar a un nivel superficial cu *>| que la exclusión de una facticidad «mundana» dejaba siempre lm«
<|i iieeerán iieeerán esas esen cias com o absolutas y necesarias? Husserl no
l. lus esencias, ¿en virtud de qué sentido p revio de la génes is nos
ella una región eidética, la conciencia, que en cuanto tal ya eslnli* investida de un sentido. Su intencionalidad era una síntesis ya clin
pieocupa todavía por todo eso. Recordemos que, hablando del iinpinlo del ámbito fenomenológico, se contentaba con precisar:
tuada. Asimismo, dado que la temporalidad solo estaba introdueliU
dee ir, en el interior del plano de la temporalid ad constitu ida que ». nr que conservarse constantemente». Por tanto, como las regio-
com o un factor, com o un mom ento en las relaciones d e la fui ni* ni* intencional activa y de la materia sensual pasiva, acabábamos de
n. euléticas de la temporalidad ya están dotadas de un sentido, el
sembocando en una aporía; toda antecedencia y toda originarieilml
i'iiililc i'iiililcma ma de la génes is -o sea, del sentid o originario de la tempora-
absoluta de la una inhibía la aparición o la producción de la ni ni O, para decirlo claramente, se operaba una reducción de la tempu
inl ni o de la temporalidad originaria del sentido-ya se ha resuelto,
ralidad originaria sin ver que era esa temporalidad misma la qim
inipn de esas «ideas relativas a una fenomenología». Por ello, todos los análisis de la vivencia temporal reproducen
posibilitaba el acto de la reducción. Este acto toma su tiempo Yh es sintético. Suponiendo que la reducción ya se ha efectuado y i|im siempre es posible, Husserl permanecía así en el nivel superficial pre-fenomenológico de un tiempo constituido.
y
Adem ás, Husserl m ismo rec onoc e situarse en el nivel de mu muí temporalidad constituida. Pero, según afirma evocando necesidmlm necesidmlm
. Ihi -ii
todavía no se ha planteado, pero sin duda no se plantea en la
mlamente en las Ide as I las dificultades ya encontradas precei. lilemente. Reiterando las definiciones de las Lec cion es, Husserl mi invita invita a «respetar cuidadosamente la d iferencia que separa ese H. nipo fenomenológico, esa forma unitaria de todas las vivencias
de algún m odo exteri ores, es así porqu e «hay que empezar» por nli nlill
n un único flujo de la vivencia (un único yo puro) y el tiempo ‘ob Iivo ', es decir, cósmico»74. Este último es «medible» y mantiene
Lo apunta claramente en dos ocasiones: «Al nivel de la consideia ción a la que nos limitamos hasta nueva orden, y que nos dispensa
.oí el liempo vivido las mismas relaciones que el objeto material Hm endente mantiene con los esco rzos hy léticos . «Sería absur-
de descender a las profundidades oscuras de la última concicm la que constituye toda temporalidad de la vivencia, aceptamos nula
ln minar en el mismo género eidético un momento de sensación,
bien las vivencias tal y como se ofrecen a la reflexión inmaiiciil# en tanto que procesos temporales unitarios»73. Esa conciencia tu
i inivés de él, como el color de la cosa y la extensión de la cosa; así
.uno
el color o la extensión, y el momento de la cosa que se esboza
última desde el punto de vista de una reflexión regresiva. De hcclin,
i iinlnén para el tiempo fenomenológico y el tiempo del mundo»75, l uí la la sign ificaci ón de este esb ozo ya era oscura cuando se tra-
es originaria. ¿Es solo una casualidad «psicológica» o «histói ii iim lo que provoca que lo originario aparezca siempre como el mu
i iim iim de la percepción esp acial; y lo es ahora tanto más cuando se a iin de la percepción del tiempo. ¿Qué es lo que se esboza o figura
mentó último de la filosofía? ¿No es precisamente el problema iln p. 272 [versión cast.: cast.: p. 270]. 270]. 11 § 81, p. ¡j 81, p. 273 [versión cast.: cast.: p. 270-271],
73. § 85, p. 288 [versión cast.: p. 281 -282 ].
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La irredu ctibilidad de la gén esis
La «neutralización» de la génes is
por la hylé temporal? Si esta tiene su especificidad y se dislinyiW originariamente de la hylé espacial, si no se deriva a partir de r*|itl entonc es no puede «figurar» el tiemp o cósm ico c omo medida <>r pacial del tiempo. Husserl reconoce que, bajo «una comunidad
i Im
naturaleza»76, existe una diferencia importante entre la hylé leal' poral y la hylé espacial. Pero no insiste más en ello ni se pivgnii. ta tampoco si toda hylé espacial supone y está fundamentada una hylé temporal. Reconocer esta relación de fundación Inihleit manifestado de manera flagrante la insuficiencia de los análisiN i Im una constitución estática, en la que el esbozo hylético desempi'fti un papel fundamental. La verdad es que, en el interior de la h\ lé espacial considerada en ella misma, todavía se plantea el pmhln ma del devenir constituyente; y ello porque, si el datum sensual mi una vivencia ingrediente (reell) no intencional, su determinai Iñil solo puede hacerse por una constitución pasiva. Al ser esbo/n d* una realidad (real) individual, esa constitución pasiva, como lid, tiene que ser anterior a la animación intencional. Ahora bien, inn constitución pasiva solo puede ser un componente ingrediente d* la vivencia no intencional si participa del mismo tiempo que ei« vivencia. Esta unidad del tiempo debe contar, por estas misinm razones, con un momento originariamente pasivo en su conslilu ción. Uni dad que solo puede constituirs e de tal modo en o poi poi mm mm «temporalidad originaria» de la conc ienci a77 a77 que parece más pin pin funda que la intencionalidad misma. Esta todavía parece auloii/iii únicamente una constitución activa que, según una paradoja i i i v h necesidad ya hemos constatado, es estática. La idea de consliltuiún genética y la diferencia entre génesis pasiva y génesis activa no pii rece estar preparada todavia para Husserl. La idea de pasividad mi la que, sobre todo, se resiste al análisis. Ahora bien, como vcivinni, al haber síntesis pasiva tendrá que tematizarse la génesis en gran ral -por su parte, la idea de génesis puramente activa se com illH perfectamente perfectamente con una constitución estática-. Tras haber comparado la extensión espacial y la extensión Irm poral de la hylé, Husserl reduce su análisis a una serie de sugeini 76. § 81, p. 274 [versión cast.: cast.: p. 271], 77. Husserl habla aquí aquí del único f lujo de la vivencia c omo «f orma original In
17.1
n , y reserv reservas: as: «Com o lo mostrarán estudio s ulteriores, el liem un título que cubre un conjunto de problemas perfectamente i, limitados y de una dificultad excepcional. Veremos que nuestros
....... .
mil ilores análisi s han dejad o al margen h asta cier to punt o toda una liniriisión de la conciencia; este [sicf se ha visto obligado a ello p na proteg proteger er así contra toda confu sión los aspecto s que, de entrada, entrada, ulu son visibles en la actitud fenomenológica»; y añade, resumieni. i uqiii toda la insuficiencia de la fenomenología estática cuyo peimiIii está a punto de cerrarse cerrarse:: « ‘El absolut o’ trascendental que nos i., i., mus mus procurado por las diversas red ucci ones no e s en verdad la .iliiiiiu .iliiiiiu palabra; palabra; es a lgo (etwas) que, en cierto sentido profundo y abidulamcnte único, se constituye él mismo y que tiene su fuente ra in ni ( Un/uelle ) en un absoluto definitivo y verdadero»78 verdadero»78. Así, todas inducciones han han sido posibles so lo porque un sujeto cuya forma ignora (ego individual, temporalidad originaria, historia enten•Inlii en sentido teleológico, comunidad intersubjetiva, etc.) se ha nj-i j-i nili nili ado y s e engendra él mismo. El acto m ismo de la reducción temporaliza según las leyes apriori del tiemp o que remiten a una 11
mii miim s originaria y pasiva del tiempo. Si hay reducción de cierto muipo, también hay cierto tiempo de la reducción. Este tiempo es l que que debe profundizarse. El sujeto «para el que» la f enomen ología posible es un sujeto temporal. Ahora bien, por un lado, una cons umí mu activa del tiempo por algo que no sea el tiempo mismo es imposible. Todo lo que es en sí mismo ajeno al tiempo constituyén.1.1 ir en el tiempo es la auto-constitución de este que sirve de fundaiin 111o último a toda estructura. Por otro lado, pert enec e a la esenc ia .1.1i .1.1i icmpo el no constituirse s egún un mo do puramente activo; la .. a imón del pasado constituido implica una síntesis o una génesis l'iiiva del «ahora» nuevo. Ninguna actividad trascendental puede n ii-ncr» el pasado ya constituido como tal en la conciencia. Si la .msliloción y la retención del pasado fueran activas, se encerrarían iiiiiiit cs como toda actividad pura en la actualidad de un «ahora» ..iipiiiario, o en el proyecto o la protención de un futuro; el pasado iiiuini iiiuini seria retenido retenido y reconocido como tal. * 1tenid a marca con este «[sic ]» la falta de concordancia concordancia entre el plural plural del mi.. cilcnte («anteriores análisis») y el singular del pronombre «este», que debería ir i.ii plinnl: «estos [análisis] se han visto obligados a ello...» [N. dclT.]. 7H. XI, p. 274 -27 5 [versión cast.: p. 271] .
174
La irredu ctibilidad de la gén esis
La «neutralización» de la génes is
por la hylé temporal? Si esta tiene su especificidad y se dislinyiW originariamente de la hylé espacial, si no se deriva a partir de r*|itl entonc es no puede «figurar» el tiemp o cósm ico c omo medida <>r pacial del tiempo. Husserl reconoce que, bajo «una comunidad
i Im
naturaleza»76, existe una diferencia importante entre la hylé leal' poral y la hylé espacial. Pero no insiste más en ello ni se pivgnii. ta tampoco si toda hylé espacial supone y está fundamentada una hylé temporal. Reconocer esta relación de fundación Inihleit manifestado de manera flagrante la insuficiencia de los análisiN i Im una constitución estática, en la que el esbozo hylético desempi'fti un papel fundamental. La verdad es que, en el interior de la h\ lé espacial considerada en ella misma, todavía se plantea el pmhln ma del devenir constituyente; y ello porque, si el datum sensual mi una vivencia ingrediente (reell) no intencional, su determinai Iñil solo puede hacerse por una constitución pasiva. Al ser esbo/n d* una realidad (real) individual, esa constitución pasiva, como lid, tiene que ser anterior a la animación intencional. Ahora bien, inn constitución pasiva solo puede ser un componente ingrediente d* la vivencia no intencional si participa del mismo tiempo que ei« vivencia. Esta unidad del tiempo debe contar, por estas misinm razones, con un momento originariamente pasivo en su conslilu ción. Uni dad que solo puede constituirs e de tal modo en o poi poi mm mm «temporalidad originaria» de la conc ienci a77 a77 que parece más pin pin funda que la intencionalidad misma. Esta todavía parece auloii/iii únicamente una constitución activa que, según una paradoja i i i v h necesidad ya hemos constatado, es estática. La idea de consliltuiún genética y la diferencia entre génesis pasiva y génesis activa no pii rece estar preparada todavia para Husserl. La idea de pasividad mi la que, sobre todo, se resiste al análisis. Ahora bien, como vcivinni, al haber síntesis pasiva tendrá que tematizarse la génesis en gran ral -por su parte, la idea de génesis puramente activa se com illH perfectamente perfectamente con una constitución estática-. Tras haber comparado la extensión espacial y la extensión Irm poral de la hylé, Husserl reduce su análisis a una serie de sugeini 76. § 81, p. 274 [versión cast.: cast.: p. 271], 77. Husserl habla aquí aquí del único f lujo de la vivencia c omo «f orma original In
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79. Ibid., p. 275 [versión cast.: p. 271-27 2], 80. § 150, p. 503 [versión cast.: 452],
17.1
n , y reserv reservas: as: «Com o lo mostrarán estudio s ulteriores, el liem un título que cubre un conjunto de problemas perfectamente i, limitados y de una dificultad excepcional. Veremos que nuestros mil ilores análisi s han dejad o al margen h asta cier to punt o toda una liniriisión de la conciencia; este [sicf se ha visto obligado a ello
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p na proteg proteger er así contra toda confu sión los aspecto s que, de entrada, entrada, ulu son visibles en la actitud fenomenológica»; y añade, resumieni. i uqiii toda la insuficiencia de la fenomenología estática cuyo peimiIii está a punto de cerrarse cerrarse:: « ‘El absolut o’ trascendental que nos i., i., mus mus procurado por las diversas red ucci ones no e s en verdad la .iliiiiiu .iliiiiiu palabra; palabra; es a lgo (etwas) que, en cierto sentido profundo y abidulamcnte único, se constituye él mismo y que tiene su fuente ra in ni ( Un/uelle ) en un absoluto definitivo y verdadero»78 verdadero»78. Así, todas inducciones han han sido posibles so lo porque un sujeto cuya forma ignora (ego individual, temporalidad originaria, historia enten•Inlii en sentido teleológico, comunidad intersubjetiva, etc.) se ha nj-i j-i nili nili ado y s e engendra él mismo. El acto m ismo de la reducción temporaliza según las leyes apriori del tiemp o que remiten a una 11
mii miim s originaria y pasiva del tiempo. Si hay reducción de cierto muipo, también hay cierto tiempo de la reducción. Este tiempo es l que que debe profundizarse. El sujeto «para el que» la f enomen ología posible es un sujeto temporal. Ahora bien, por un lado, una cons umí mu activa del tiempo por algo que no sea el tiempo mismo es imposible. Todo lo que es en sí mismo ajeno al tiempo constituyén.1.1 ir en el tiempo es la auto-constitución de este que sirve de fundaiin 111o último a toda estructura. Por otro lado, pert enec e a la esenc ia .1.1i .1.1i icmpo el no constituirse s egún un mo do puramente activo; la .. a imón del pasado constituido implica una síntesis o una génesis l'iiiva del «ahora» nuevo. Ninguna actividad trascendental puede n ii-ncr» el pasado ya constituido como tal en la conciencia. Si la .msliloción y la retención del pasado fueran activas, se encerrarían iiiiiiit cs como toda actividad pura en la actualidad de un «ahora» ..iipiiiario, o en el proyecto o la protención de un futuro; el pasado iiiuini iiiuini seria retenido retenido y reconocido como tal. * 1tenid a marca con este «[sic ]» la falta de concordancia concordancia entre el plural plural del mi.. cilcnte («anteriores análisis») y el singular del pronombre «este», que debería ir i.ii plinnl: «estos [análisis] se han visto obligados a ello...» [N. dclT.]. 7H. XI, p. 274 -27 5 [versión cast.: p. 271] .
La «neutralización» de la géne sis
La tematización de la génesis pasiva, así llamada, debería ni validar todos los resultados de los análisis fenomenológicos oblo nidos hasta esa fecha. ¿No debe sustituirse el «ego» puro por un sujeto que se produzca a él mismo en una historia que, recibnlii pasivamente por el sujeto en su momento intencional, ya no pan de ser individual y monádica? Si la génesis pasiva nos obliga a conceder un papel constituyente a lo que ya ha sido constituido en un devenir continuo, las relaciones entre la fenomenología y las ciencias constituidas en general (historia, psicología, biología, sociologia, etc.), entre la vivencia trascendental y los hechos em píricos, ¿no deberán ser modificadas profundamente en el sentido de una «composición» dialéctica? Husserl todavía no presiente tal ampliación de un tema fuluin Y, sobre todo, no ve que ello sea «necesario». «Por fortuna - escil be - podemos dejar de lado el enigma de la conciencia del tiempo un nuestros análisis preparatorios, sin comprometer su rigor»79 0.8 IVio este «rigor» eidético quizá solo se opone válidamente a la «cxm1 titud» conceptual de las ciencias de la naturaleza en la medida un que las esencias se explicitan en su origen trascendental. Más mil del análisis profundo de su constitución, nada permite distinguii lo esencia y el concepto, el rigor constituyente y la exactitud constituí da. En la medida en que los temas de Idea s I son estructuras dada» y ya constituidas, el rigor de su descripción no ofrece más garantía que el rigor de una descripción psicológica. No obstante, confiando en un método cuyo fundamento sigue siendo aquí -hay que con le sarlo- bastante oscuro, Husserl piensa que una descripción eidétu a del tiempo puede preceder, en una exposición, a una descripción propiamente trascendental que aquella [la descripción eidética| un plica sin cesar; debe evocarse aquí la idea de «guía trascendcnlal», de «hilo conductor», a la que Husserl alude tan a menudo. Axl, una región eidética -la región «cosa» por ejem plo- puede servil i Im « hilo conduc tor en las investig aciones fe no m en olo gía s» 811. Aquí, la eidé tica de la temporalidad de be enca minarnos lentamente luir Irt la constitución originaria de la conciencia del tiempo. «La propio dad eidética que expresa el tér mino general de temporalidad aplu it
La irredu ctibilidad de la génes is
¡77
■ tu n las vivenci as en general no desi gna solo un carácter que posee •I' manera general cada viven cia con siderada por separado, sino mui forma necesaria que liga las vivencias con vivencias. Toda ivcncia real (formamos esta evidencia fundándonos en la clara intuición de una realidad vivida) es necesariamente una vivencia i|iic dura [...] Pertenece a un único 'flu jo de v iven cia’’que fluye sin Un»"1. ¿Supe ramos a sí una pura y sim ple d escr ipci ón eid étic a que . descubre el «carácter esencial» de toda vivencia? ....
I A OKKÜNARIEDAD DEL «AHO RA» Y LA IDEA EN SENTIDO KANTIANO
I■stá claro, sin duda alguna, que esta «forma necesaria que liga I I vivencias con vivencias» no tiene nada en común con una idea lidad del tiempo de tipo kantiano, condición de posibilidad formal d‘ una sucesión y de una causalidad o forma a priori de la sensi bilidad. Al no ser un «carácter que posee de manera general cada ivcncia», esa forma tiene que ser una vivencia concreta. ¿Qué la di .lingue entonces de cada vivencia en particular? ¿Cómo conciliar 11 multiplicidad de las vivencias temporales y la unidad homogénea I' I i icmpo? Dado que no es abstracta, esta unidad es inmediata>i»ule unidad de esa multiplicidad concreta. Pero si solo es unidad h esa multiplicidad de la vivencia, no entendemos entonces cóm o udii vivencia, en cuanto tal y en su inmanencia, puede ser originai i-uueiile consciente de una pertenencia a la infinidad del tiempo, lluv.rrl escribe en efecto: «Cada vivencia, por ejemplo una viveni'i de gozo, de igual manera que puede empezar, puede acabar T'l delimitar su duración. Pero el flujo de la vivencia no puede "i empezar ni acabar»82. ¿Qué quiere decir ese flujo de la viven•i.i lomado en su totalidad infinita y, no obstante, distinto de cada lum ia en particular? No puede ser vivido en tanto que infinito. i'"i «'ira parte, su infinidad no puede ser constituida a partir de la i'cneia finita como tal. Su trascendencia en relación con lo fi im puede ser, precisa Husserl, trascendencia bajo el modo de • 11 osa trascendente. Se trata, de nuevo, de una trascendencia en la 'inminencia. Así pues, el flujo uno e infinito es, como el yo puro, .... .
:.l ij 81, p. 275 [versión cast.: p. 272],
H,’ Ibid.
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La «neutralización» de la géne sis
La irredu ctibilidad de la génes is
La tematización de la génesis pasiva, así llamada, debería ni validar todos los resultados de los análisis fenomenológicos oblo nidos hasta esa fecha. ¿No debe sustituirse el «ego» puro por un sujeto que se produzca a él mismo en una historia que, recibnlii pasivamente por el sujeto en su momento intencional, ya no pan de ser individual y monádica? Si la génesis pasiva nos obliga a conceder un papel constituyente a lo que ya ha sido constituido en un devenir continuo, las relaciones entre la fenomenología y las ciencias constituidas en general (historia, psicología, biología, sociologia, etc.), entre la vivencia trascendental y los hechos em píricos, ¿no deberán ser modificadas profundamente en el sentido de una «composición» dialéctica? Husserl todavía no presiente tal ampliación de un tema fuluin Y, sobre todo, no ve que ello sea «necesario». «Por fortuna - escil be - podemos dejar de lado el enigma de la conciencia del tiempo un nuestros análisis preparatorios, sin comprometer su rigor»79 0.8 IVio este «rigor» eidético quizá solo se opone válidamente a la «cxm1 titud» conceptual de las ciencias de la naturaleza en la medida un que las esencias se explicitan en su origen trascendental. Más mil del análisis profundo de su constitución, nada permite distinguii lo esencia y el concepto, el rigor constituyente y la exactitud constituí da. En la medida en que los temas de Idea s I son estructuras dada» y ya constituidas, el rigor de su descripción no ofrece más garantía que el rigor de una descripción psicológica. No obstante, confiando en un método cuyo fundamento sigue siendo aquí -hay que con le sarlo- bastante oscuro, Husserl piensa que una descripción eidétu a del tiempo puede preceder, en una exposición, a una descripción propiamente trascendental que aquella [la descripción eidética| un plica sin cesar; debe evocarse aquí la idea de «guía trascendcnlal», de «hilo conductor», a la que Husserl alude tan a menudo. Axl, una región eidética -la región «cosa» por ejem plo- puede servil i Im « hilo conduc tor en las investig aciones fe no m en olo gía s» 811. Aquí, la eidé tica de la temporalidad de be enca minarnos lentamente luir Irt la constitución originaria de la conciencia del tiempo. «La propio dad eidética que expresa el tér mino general de temporalidad aplu it
■ tu n las vivenci as en general no desi gna solo un carácter que posee •I' manera general cada viven cia con siderada por separado, sino mui forma necesaria que liga las vivencias con vivencias. Toda ivcncia real (formamos esta evidencia fundándonos en la clara intuición de una realidad vivida) es necesariamente una vivencia i|iic dura [...] Pertenece a un único 'flu jo de v iven cia’’que fluye sin Un»"1. ¿Supe ramos a sí una pura y sim ple d escr ipci ón eid étic a que . descubre el «carácter esencial» de toda vivencia? ....
I A OKKÜNARIEDAD DEL «AHO RA» Y LA IDEA EN SENTIDO KANTIANO
I■stá claro, sin duda alguna, que esta «forma necesaria que liga I I vivencias con vivencias» no tiene nada en común con una idea lidad del tiempo de tipo kantiano, condición de posibilidad formal d‘ una sucesión y de una causalidad o forma a priori de la sensi bilidad. Al no ser un «carácter que posee de manera general cada ivcncia», esa forma tiene que ser una vivencia concreta. ¿Qué la di .lingue entonces de cada vivencia en particular? ¿Cómo conciliar 11 multiplicidad de las vivencias temporales y la unidad homogénea I' I i icmpo? Dado que no es abstracta, esta unidad es inmediata>i»ule unidad de esa multiplicidad concreta. Pero si solo es unidad h esa multiplicidad de la vivencia, no entendemos entonces cóm o udii vivencia, en cuanto tal y en su inmanencia, puede ser originai i-uueiile consciente de una pertenencia a la infinidad del tiempo, lluv.rrl escribe en efecto: «Cada vivencia, por ejemplo una viveni'i de gozo, de igual manera que puede empezar, puede acabar T'l delimitar su duración. Pero el flujo de la vivencia no puede "i empezar ni acabar»82. ¿Qué quiere decir ese flujo de la viven•i.i lomado en su totalidad infinita y, no obstante, distinto de cada lum ia en particular? No puede ser vivido en tanto que infinito. i'"i «'ira parte, su infinidad no puede ser constituida a partir de la i'cneia finita como tal. Su trascendencia en relación con lo fi im puede ser, precisa Husserl, trascendencia bajo el modo de • 11 osa trascendente. Se trata, de nuevo, de una trascendencia en la 'inminencia. Así pues, el flujo uno e infinito es, como el yo puro, .... .
79. Ibid., p. 275 [versión cast.: p. 271-27 2], 80. § 150, p. 503 [versión cast.: 452],
178
¡77
:.l ij 81, p. 275 [versión cast.: p. 272],
H,’ Ibid.
La «neutralización» de la gé nesis
La irred uctibilida d de la gén esis
I7‘l
una trascendencia no constituida en la inmanencia, una vivían Id
*>>i . extraño que ell o parezca . D e manera q ue el «y o» puro de be
que no se confunde con las vivencias y resulta ser diferente de uim
iie,muirse él mismo temporalmente, en una génesis dialéctica que impone la pasividad y la actividad.
idealidad. Este texto es ininteligible si no se modifica a la lu/ il« una descripción genética, por una parte, la idea del yo puro y de Id
i bn la génesis pasiva, debe entonces con cederse un valor cons-
vivencia y, por otra parte, las relaciones de lo constituyente y de lit
iiiiivi'iile a todo lo que ha aparecido hasta aquí c omo constituido: la
constituido en la interpretación de la historia en general.
i' iitml natural y todo lo que le respondía o era objeto de las cien cias
Si la vivencia pu ede comprenderse efectivamente como viven cia sin salir de ese círculo noético-noemático tal y como viene d e finido en el § 49, es imposible entonces que el flujo infinito de Id
i(luíales y humanas; todo ello participa en una sola y misma hisi ala a partir de la cua l la no ción de viv encia queda así reformada y impliada. La inmediatez y la evidencia de la vivencia son sintéticas
vivencia le aparezca. El tiempo que fluye indefinidamente no ilelte
i‘i inri, puesto que son originariamente temporales. Así pues, solo
ser ni el tiempo espacializado de una concepción cósmica, ni ew tiempo «n oemático» que es constituido por cada vivencia y que
inii den describirse en términos de contradicción. Y esto es precisa-
apaga con ella. Así pues, debe comprender un tiempo puro; Inlnl mente antepredicativo, este tiempo puede tomar, por ejemplo, Id
le lo que Husserl hace de manera implícita cuando, en Ide en I,
......
......
.
muchos años antes de haber puesto de manifiesto el tema
. nélico, y queriendo describir ese «yo» a la vez puro y tempo-
forma de un futuro absolutamente indeterminado; ahora bien, enl* futuro es absolutamente inaccesible, en cuanto tal y originananii'ii
i il lo identif ica a la vez -y oscuram ente- con un Presente absoluto
te, para una intencionalidad que solo alcanza estructuras noeiinill
11 limada hacia el modo temporal bajo el cual se da una viven-
cas ya integradas en la inmanencia vivida. Con él, se esboza and trascendencia nueva que nos obliga a salir de los límites dcliniiliii en Ide en I. Puede decirse lo mismo, mutatis mutandis, del pasado
i mi una Idea en el sentido kantiano. «El yo siempre puede volver n y reconocer con eviden cia [... ] que no hay vivenc ia durade que no se constituya en un flujo continuo de m odos de donación,
11
|in conf iere una unidad al proc eso o a la dur ación »83. Esta unidad,
La intencionalidad profundizada de este modo en el doble senlldo
mi obstante, com o no es un con cepto formal exterior a la duración
de su actividad y de su pasividad debe ligar el yo puro, como lolu
iniMiia, es a su vez una vivencia «aunque de una nueva especie»,
lidad concreta de la vivenc ia, con e l tiemp o antepredicativo que nv
i osla nueva «esp ecie » lo que Husserl no define suficientemente,
constituye pasivamente. La vivencia ya no puede definirse entom a* por una pura inmanencia, por más intencional que esta sea. La consecuencia de todo esto es la siguiente: el yo, trascemlcn cia en la inmanencia vivida, ya no puede aparecer a un «ego» pu ramente monádico. El tema de la intersubjetividad trasccndcnlal w deja ver como telón de fondo de esto s análisis. Como el yo no
cn IA
ni en el tiempo ni fuera del tiempo, ni analíticamente confundido con el tiempo, tiene que ser entonces el tiempo mismo, produní'ii dose d ialécticam ente él m ismo por protención y retención, en mi futuro y en su pasado infinitos, como nóesis y com o nóema; coniii actividad y pasividad, etc. Como la dialéctica es aquí originarin, ln constituido constituye lo constituyente, e inversamente; la niónndu absolut a acoge originariamente al «otro»; aunque es te «otro» m un «alter ego», hay que reconocerle un sentido trascendental, pul
i no léelo, por una parte, para que esta form a sea la forma d e todas 11 vivencias, tiene que aparecer o aparecerse como un presente n nlo cuya actualidad no se desmiente jamás. Pero esta actualidad mi debe confundi rse con la actualidad, sucesiva , de las múltiple s nencías. Volviéndome hacia estas «puedo [...] advertir el modo i'i*senté del ‘ahora’ y observar que, en e se ahora y por principio en '"lio ahora, se une en una continuidad necesaria un ahora nuevo y i' mpre nuevo; advertir que, de igual manera, cada ahora actual se •mvicrle en un ‘hace un mom ento ’ ( Soeben ); ese ‘hace un momeni" se convierte a su vez y continuamente en ‘hace un mome nto’ de li li e un momento’ siempre nuevos y así sin fin»84. En el interior I' esa vivencia, hay que distinguir enton ces entre las vivencias misKI //)/«/., p. 276 [versión cast.: p. 272-273 ].
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La «neutralización» de la gé nesis
La irred uctibilida d de la gén esis
I7‘l
una trascendencia no constituida en la inmanencia, una vivían Id
*>>i . extraño que ell o parezca . D e manera q ue el «y o» puro de be
que no se confunde con las vivencias y resulta ser diferente de uim
iie,muirse él mismo temporalmente, en una génesis dialéctica que impone la pasividad y la actividad.
idealidad. Este texto es ininteligible si no se modifica a la lu/ il« una descripción genética, por una parte, la idea del yo puro y de Id
i bn la génesis pasiva, debe entonces con cederse un valor cons-
vivencia y, por otra parte, las relaciones de lo constituyente y de lit
iiiiivi'iile a todo lo que ha aparecido hasta aquí c omo constituido: la
constituido en la interpretación de la historia en general.
i' iitml natural y todo lo que le respondía o era objeto de las cien cias
Si la vivencia pu ede comprenderse efectivamente como viven
i(luíales y humanas; todo ello participa en una sola y misma hisi ala a partir de la cua l la no ción de viv encia queda así reformada y
cia sin salir de ese círculo noético-noemático tal y como viene d e finido en el § 49, es imposible entonces que el flujo infinito de Id
impliada. La inmediatez y la evidencia de la vivencia son sintéticas
vivencia le aparezca. El tiempo que fluye indefinidamente no ilelte
i‘i inri, puesto que son originariamente temporales. Así pues, solo
ser ni el tiempo espacializado de una concepción cósmica, ni ew tiempo «n oemático» que es constituido por cada vivencia y que
inii den describirse en términos de contradicción. Y esto es precisale lo que Husserl hace de manera implícita cuando, en Ide en I,
......
apaga con ella. Así pues, debe comprender un tiempo puro; Inlnl mente antepredicativo, este tiempo puede tomar, por ejemplo, Id
......
.
muchos años antes de haber puesto de manifiesto el tema
. nélico, y queriendo describir ese «yo» a la vez puro y tempo-
forma de un futuro absolutamente indeterminado; ahora bien, enl* futuro es absolutamente inaccesible, en cuanto tal y originananii'ii
i il lo identif ica a la vez -y oscuram ente- con un Presente absoluto
te, para una intencionalidad que solo alcanza estructuras noeiinill
11 limada hacia el modo temporal bajo el cual se da una viven-
i mi una Idea en el sentido kantiano. «El yo siempre puede volver
cas ya integradas en la inmanencia vivida. Con él, se esboza and
n y reconocer con eviden cia [... ] que no hay vivenc ia durade-
trascendencia nueva que nos obliga a salir de los límites dcliniiliii en Ide en I. Puede decirse lo mismo, mutatis mutandis, del pasado
que no se constituya en un flujo continuo de m odos de donación,
11
|in conf iere una unidad al proc eso o a la dur ación »83. Esta unidad,
La intencionalidad profundizada de este modo en el doble senlldo
mi obstante, com o no es un con cepto formal exterior a la duración
de su actividad y de su pasividad debe ligar el yo puro, como lolu
iniMiia, es a su vez una vivencia «aunque de una nueva especie»,
lidad concreta de la vivenc ia, con e l tiemp o antepredicativo que nv
i osla nueva «esp ecie » lo que Husserl no define suficientemente,
constituye pasivamente. La vivencia ya no puede definirse entom a*
i no léelo, por una parte, para que esta form a sea la forma d e todas
por una pura inmanencia, por más intencional que esta sea.
11 vivencias, tiene que aparecer o aparecerse como un presente
La consecuencia de todo esto es la siguiente: el yo, trascemlcn
n nlo cuya actualidad no se desmiente jamás. Pero esta actualidad
cia en la inmanencia vivida, ya no puede aparecer a un «ego» pu ramente monádico. El tema de la intersubjetividad trasccndcnlal w deja ver como telón de fondo de esto s análisis. Como el yo no
mi debe confundi rse con la actualidad, sucesiva , de las múltiple s nencías. Volviéndome hacia estas «puedo [...] advertir el modo
cn IA
i'i*senté del ‘ahora’ y observar que, en e se ahora y por principio en
ni en el tiempo ni fuera del tiempo, ni analíticamente confundido
'"lio ahora, se une en una continuidad necesaria un ahora nuevo y
con el tiempo, tiene que ser entonces el tiempo mismo, produní'ii
i' mpre nuevo; advertir que, de igual manera, cada ahora actual se
dose d ialécticam ente él m ismo por protención y retención, en mi
•mvicrle en un ‘hace un mom ento ’ ( Soeben ); ese ‘hace un momen-
futuro y en su pasado infinitos, como nóesis y com o nóema; coniii
i" se convierte a su vez y continuamente en ‘hace un mome nto’ de
actividad y pasividad, etc. Como la dialéctica es aquí originarin, ln
li li e un momento’ siempre nuevos y así sin fin»84. En el interior
constituido constituye lo constituyente, e inversamente; la niónndu
I' esa vivencia, hay que distinguir enton ces entre las vivencias mis-
absolut a acoge originariamente al «otro»; aunque es te «otro» m
KI //)/«/., p. 276 [versión cast.: p. 272-273 ].
un «alter ego», hay que reconocerle un sentido trascendental, pul
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La irr eductib ilidad de la gé nesis
La «neutralización» de la génesis
181
mas en su multiplicidad cambiante y esa forma pura de la vivcm !«
lambién podríamos -y Husserl lo intenta de nuevo aqu í- con-
temporal que es, resp ecto a ellas, a la vez inman ente y trascendculi*
■ lar la pureza formal del tiempo como la totalidad vivida de los
nihii #
ilaaas» reales y posibles. Dado que el «ahora» puntual es impuro
siend o un misterio. «E l ahora actual es necesari amente y perm.mi’rí
*inaplicado, podemos tener la esperanza de reencontrar la unidad
Esta tensión originaria entre la inmanencia y la trascendencia
inna del yo y de la forma temporal bajo la forma de una «totali-
como algo puntual: es una fo rm a qu e pers ist e m ient ras que la huí
1 al», No obstante, según confiesa Husserl m ismo, «la
totalidad de
.8 Si este límite puntual nun ca es realmeiil# feria es sie mpr e nue va»856 vivido como tal, es entonces un concepto a priori que infon un U vivencia; es una idealidad intemporal y constituida. Si, al c o i i Iih * rio, ese límite es vivido, entonces no puede ser puntual. La piilt puntualidad es la negación de la continuidad y, por ello, de la t*vl*
* limgido de encad enami entos para abarcar una totalidad infinita
dencia misma de la vivencia temporal. Sin embargo, sin esla puifl
•i* «ahoras» posible? H usserl cree en una «intu ición» d e esta infi
puntualidad de la vivencia como tal, la evidencia de la continuuliiil
nidad posible de encadenamientos: «Ese todo puede ser captado
!* encadenamiento [de los ‘ahoras’] nunca es dado [.. .] en una aia n mirada pura»87. ¿No nos vem os en tonce s obliga dos a recurrir
•una construcción conceptual y a una extensión formal de un ciclo
también es imposible. Esta dura a través de un único présenle i|ii#
uiiiilivainente, a saber, bajo la forma de 7 a ausencia de límites
prosigue, siempre puntual y siempre nuevo. Sin la puntualidad il*
el desarrollo’ (Grenzenlosigkeit im Fortgang) que presentan las "ittiieiones inm anent es [, ..] » 88. Introduciendo aquí una pretendida iiimción de una totalidad infinita, Husserl intenta -e n va no, según 1m ee salvar la pureza inmanente y monádica del yo temporal. 1 Hipe profundizar en esa temporalidad solo para hacer que escape 1 *i de su esencia dialéctica: no hay in tuición actual de la totalidad «limita de los encadenamientos, sino que hay una intuición actual t la mdefinitud misma de esa totalidad de en caden amien tos89. Es « macabamiento ese nci al lo que sería apreh end ido en c ada instan * |im una intuición concreta; esta intuición es el movimiento mis*11*1 qiie constituye el presente puro. «En este desarrollo continuo 1 1nplación en captació n captam os en cierta manera, diríamos, / linio mismo de la vivencia en tanto que unidad. No lo capta* romo una vivencia singular, sino a la manera de una Ide a en •1
gurosa de cada presente, las diversas modificaciones fenomeunlrt gicas del tiempo, presente, pasado, futuro, quedarían separadas d» sus evidencias y de sus distinciones originarias. «Cada ahora qu* afecta a una vivencia, incluso si es la fase inaugural de una vivfiuH aparecida nuevamente, tiene n ecesariamente su horizonte de ante
rioridad. Ahora bien, no puede ser por principio una anterioi idutl vacía, una forma vacía sin contenido, desprovista de todo senlidii Tiene necesariamente la significación de un ahora pasado que en globa bajo esa forma algo que es pasado, una vivencia pasadu»** Así pues, la puntualidad del «ahora» implica, en cuanto tal, iiiia anterioridad; comporta una retención, luego una retención de im tenció n, etc. Tien e una densidad continua. Es concreta. Por tanlo, ID forma pura o el yo puro son imposibles sin una historia genética mii la cual la creación de «ahoras» siempre nuevos se continúa poi 11114 retención incesante y necesaria. La pureza de la forma tempoial 11 del yo que se manifiesta en una actualidad puntual es «esencial* mente» y a priori llevada por un pasado y orientada por un liiliiin Su sentido mismo, es decir, la originariedad y la originalidad de
mi
«ahora», está fundamentado en la posibilidad de ese doble moví* mient o. Su ab soluto con siste en estar en una «relación » vivida, MI pureza se revela y se enriquece en lo que no es ella. 85. Ibid. 86. § 82, p. 277 [versión cast.: p. 273].
j j
....
:;v § 83, p. 280 [vers ión cast.: p. 275]. :ík
ibid.
H» a extraña idea de una intuición de lo indefinido parece aquí contradictoria, i Iiii'ui de reconocer ahí lo indefinido como un límite inaccesible a toda intuición, " ' ul quiere hacerlo inmanente y presente a la vivencia bajo una forma concreta. liq',11 de desvelar la conciencia absoluta de una finitud esencial, da por su idealisni i oiilenido concreto a ese indefinido. La intuición de lo indefinido es intuición l.i posible infinito. Aquí es donde se abre la distinción entre el idealismo husserili y mía filosofía de la existencia. Esta parte al mismo tiempo de la posibilidad o la iii'ivsidad existencial de la muerte y de la ¡dea de una posibilidad indefinida del upo, conduciéndonos así a conjugar la imposibilidad de lo posib le y la posibilidad lu imposible. La inautenticidad de una pretendida intuición de lo indefinido ante ' ■"« uhiiiniento del presente y la indeterminación del futuro se supera en la «angus.uile lo indeterminado absoluto.
180
181
La irr eductib ilidad de la gé nesis
La «neutralización» de la génesis
mas en su multiplicidad cambiante y esa forma pura de la vivcm !«
lambién podríamos -y Husserl lo intenta de nuevo aqu í- con-
temporal que es, resp ecto a ellas, a la vez inman ente y trascendculi*
■ lar la pureza formal del tiempo como la totalidad vivida de los
nihii #
ilaaas» reales y posibles. Dado que el «ahora» puntual es impuro
siend o un misterio. «E l ahora actual es necesari amente y perm.mi’rí
*inaplicado, podemos tener la esperanza de reencontrar la unidad
Esta tensión originaria entre la inmanencia y la trascendencia
inna del yo y de la forma temporal bajo la forma de una «totali-
como algo puntual: es una fo rm a qu e pers ist e m ient ras que la huí
1 al», No obstante, según confiesa Husserl m ismo, «la
totalidad de
.8 Si este límite puntual nun ca es realmeiil# feria es sie mpr e nue va»856 vivido como tal, es entonces un concepto a priori que infon un U vivencia; es una idealidad intemporal y constituida. Si, al c o i i Iih * rio, ese límite es vivido, entonces no puede ser puntual. La piilt puntualidad es la negación de la continuidad y, por ello, de la t*vl*
* limgido de encad enami entos para abarcar una totalidad infinita
dencia misma de la vivencia temporal. Sin embargo, sin esla puifl
•i* «ahoras» posible? H usserl cree en una «intu ición» d e esta infi
puntualidad de la vivencia como tal, la evidencia de la continuuliiil
nidad posible de encadenamientos: «Ese todo puede ser captado
!* encadenamiento [de los ‘ahoras’] nunca es dado [.. .] en una aia n mirada pura»87. ¿No nos vem os en tonce s obliga dos a recurrir
•una construcción conceptual y a una extensión formal de un ciclo
también es imposible. Esta dura a través de un único présenle i|ii#
uiiiilivainente, a saber, bajo la forma de 7 a ausencia de límites
prosigue, siempre puntual y siempre nuevo. Sin la puntualidad il*
el desarrollo’ (Grenzenlosigkeit im Fortgang) que presentan las "ittiieiones inm anent es [, ..] » 88. Introduciendo aquí una pretendida iiimción de una totalidad infinita, Husserl intenta -e n va no, según 1m ee salvar la pureza inmanente y monádica del yo temporal. 1 Hipe profundizar en esa temporalidad solo para hacer que escape 1 *i de su esencia dialéctica: no hay in tuición actual de la totalidad «limita de los encadenamientos, sino que hay una intuición actual t la mdefinitud misma de esa totalidad de en caden amien tos89. Es « macabamiento ese nci al lo que sería apreh end ido en c ada instan * |im una intuición concreta; esta intuición es el movimiento mis*11*1 qiie constituye el presente puro. «En este desarrollo continuo 1 1nplación en captació n captam os en cierta manera, diríamos, / linio mismo de la vivencia en tanto que unidad. No lo capta* romo una vivencia singular, sino a la manera de una Ide a en •1
gurosa de cada presente, las diversas modificaciones fenomeunlrt gicas del tiempo, presente, pasado, futuro, quedarían separadas d» sus evidencias y de sus distinciones originarias. «Cada ahora qu* afecta a una vivencia, incluso si es la fase inaugural de una vivfiuH aparecida nuevamente, tiene n ecesariamente su horizonte de ante
rioridad. Ahora bien, no puede ser por principio una anterioi idutl vacía, una forma vacía sin contenido, desprovista de todo senlidii Tiene necesariamente la significación de un ahora pasado que en globa bajo esa forma algo que es pasado, una vivencia pasadu»** Así pues, la puntualidad del «ahora» implica, en cuanto tal, iiiia anterioridad; comporta una retención, luego una retención de im tenció n, etc. Tien e una densidad continua. Es concreta. Por tanlo, ID forma pura o el yo puro son imposibles sin una historia genética mii la cual la creación de «ahoras» siempre nuevos se continúa poi 11114 retención incesante y necesaria. La pureza de la forma tempoial 11 del yo que se manifiesta en una actualidad puntual es «esencial* mente» y a priori llevada por un pasado y orientada por un liiliiin Su sentido mismo, es decir, la originariedad y la originalidad de
mi
«ahora», está fundamentado en la posibilidad de ese doble moví* mient o. Su ab soluto con siste en estar en una «relación » vivida, MI pureza se revela y se enriquece en lo que no es ella. 85. Ibid. 86. § 82, p. 277 [versión cast.: p. 273].
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....
:;v § 83, p. 280 [vers ión cast.: p. 275]. :ík
ibid.
H» a extraña idea de una intuición de lo indefinido parece aquí contradictoria, i Iiii'ui de reconocer ahí lo indefinido como un límite inaccesible a toda intuición, " ' ul quiere hacerlo inmanente y presente a la vivencia bajo una forma concreta. liq',11 de desvelar la conciencia absoluta de una finitud esencial, da por su idealisni i oiilenido concreto a ese indefinido. La intuición de lo indefinido es intuición l.i posible infinito. Aquí es donde se abre la distinción entre el idealismo husserili y mía filosofía de la existencia. Esta parte al mismo tiempo de la posibilidad o la iii'ivsidad existencial de la muerte y de la ¡dea de una posibilidad indefinida del upo, conduciéndonos así a conjugar la imposibilidad de lo posib le y la posibilidad lu imposible. La inautenticidad de una pretendida intuición de lo indefinido ante ' ■"« uhiiiniento del presente y la indeterminación del futuro se supera en la «angus.uile lo indeterminado absoluto.
La irre ductibilid ad de la gén esis
La «neutralización» de la gén esis
sentido kantiano »90* . Y, un po co más lejo s, Husser l habla ti*1 uHfl «intui ción de esta id ea en sentid o kantiano». S i tenemos en i rnmH que la idea en sentido kantiano es, para Kant mismo y de i'iilintl* lo que no puede ser llevado a cumplimiento por una intiiieiun', || revolución programada por Husserl respecto al criticismo y ni lili» malismo kantiano toma pleno sentido. Al nivel de las Ideen I qitf es el n ivel de la temporalidad constituida, esta revolución no pmiNif fundada. ¿Cómo es posible una intuición de lo que todavía no ahí? ¿Cómo pueden el no-ser y la ausencia ser aprehendidos mili*
•1
m.
18.1
hecha''1. Mientras que para otros ámbitos ei déti cos p odíam os ni,ii, sin pervertir el sentido de los aná lisis, describir la vivencia
i un las estructuras constituidas de la correlación noético-noemái> i la esencia del tiemp o se resiste a tal propósito. El acto no ético i temporal, ya está constituido por una sinte sis originaria. La • i miu pura es esencialmente ya material. En términos de hylé y I ni, ir/ilié, la hylé temporal antes de la intervención explícita de v mi n pité ya está «pasivamente informada» y, en tal medida, la 'i/'/íe encuentra una materia que puede «animar» solo porque
diata y concretamente? Ello parece tanto más difícil cuanto qiiu, *) Husserl, el origen y el fundamento de todo acto y de toda mciu Irifl
uitesis temporal ha sido efectuada pasivamen te en el momen to I»**míenle. Esta vez, al nivel de una vivencia al menos pasiva92,
intencional radican en una tesis positiva del ser. La translói nim Irifl del infinito en indefinido, introduciendo la negación en la v i v t i iHJ
mi"nesis del «yo» trascendental es incontestable. Con esta gén e-
originaria, ¿no nos obliga a utilizar mediaciones, conceptúala» y otras, para alcanzar una totalidad que no nos es «dada»'? Esta tul*
• empezamos a explicitar ese tiempo pre-noético-noemático y •i' idi llámente originario que se nos propone c omo fuente última •" *mlcntal. Y si es verdad, como escribe Husserl, que «podei onsiderar como correlatos necesarios estas dos nociones: por
lidad es formal y la intuición que pretende mentarla no punía «cumplida» por una presencia originaria. Y ello porque esta intuición es una intuición eidética del llai* po; el tiempo es aquí una esencia noemática concreta, pero que i* se confun de con la temporalidad concreta del sujeto noélico. I *»#* lamente una necesidad eidética concreta que el tiempo apaic/i h »N una continuidad indefinida de «ahoras» originarios. No ohsliiul* por otra parte, sabemos que las esencias, aunque apercibidas ni un sentimiento de evidencia absoluta, son constituidas como la les | mN el acto de una sub jetividad trascendental. S i, considerando las i su# cias intemporales en sí, ya nos sorprendíamos de que la coiu u iii
mu
piule, un único yo puro y, por otra parte, un único flujo de ivencia, llevado a cumplimiento según sus tres dimensiones, ni mímente solidario de él mismo ( zus am me nha nge nde r ) en esa
. i uiiiul, suscitándose él mismo (sich fordernder) a través de su iiiiuuidad de con tenid o»93, resulta entonc es que esta correlación . m equilibrada ni estática puesto que, por una parte, ese único pino ya está constituido en temporalidad y, por otra parte, el •bi|o de la vivencia ya está unificado en su relación con un sujev así encontramos en el interior de cada uno de estos términos "i ‘.¡ulosis constituyente que requiere a la vez ambos polos de la
con tanta más razón nos sorprenderemos si se trata de la esem la ilv(
"o Ilición. Así pues, esta correlación es superficial y nos remite iin.i síntesis más originaria. En los límites de la pureza, siempre
tiempo. Así pues, es una conciencia trascendental la que drht'iH
ii' Mullamos la síntesis o la génesis del tiempo constituyéndose en
constituir el tiempo en su esenci a. Pero esta concie ncia coi un Ht
mismo como sujeto. Esta síntesis genética es hasta tal punto ori-
ii i In
"i ii ni y í / pr io ri que no podemos determinar de ningún modo si
puro también es la forma concreta del tiempo. Tal conciencin
constituye la esencia del tiempo p orqu era es temporal. En din, l| síntesis de la materia y de la forma, de las vivencias y del «¡ilmm», de su actualidad concreta y de su posibilidad indefinida ya
s i c i i i |H|
90. Ibid. * Traducimos como «llevar a cumplimiento» y, más abajo, «cumplida" U» < presión francesa étre rempli, que en el vocabulario fenomenológico establo lila H» rresponde a la impleción intuitiva y, en el alemán de Husserl, a la Erfülhmg | N drl I)
I I o mpo precede a la subjetividad pura o al revés -la dialéc tica es "ínula poique la subjetividad constituyente se confunde sintética« uii* con el tie mpo, porque la existen cia es una finitud «para sí». 'i I 1 slc «ya siempre» constituye la finitud originaria apareciéndose a si misma. 'i ' I.diaria precisar cómo tal vivencia es posible en una pura inmanencia. 'i l 8 83, p. 279 [se trata en realidad del final del § 82; versión cast.: p. 274 -275
Mili.
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La irre ductibilid ad de la gén esis
La «neutralización» de la gén esis
sentido kantiano »90* . Y, un po co más lejo s, Husser l habla ti*1 uHfl «intui ción de esta id ea en sentid o kantiano». S i tenemos en i rnmH que la idea en sentido kantiano es, para Kant mismo y de i'iilintl* lo que no puede ser llevado a cumplimiento por una intiiieiun', || revolución programada por Husserl respecto al criticismo y ni lili» malismo kantiano toma pleno sentido. Al nivel de las Ideen I qitf es el n ivel de la temporalidad constituida, esta revolución no pmiNif fundada. ¿Cómo es posible una intuición de lo que todavía no ahí? ¿Cómo pueden el no-ser y la ausencia ser aprehendidos mili*
•1
m.
18.1
hecha''1. Mientras que para otros ámbitos ei déti cos p odíam os ni,ii, sin pervertir el sentido de los aná lisis, describir la vivencia
i un las estructuras constituidas de la correlación noético-noemái> i la esencia del tiemp o se resiste a tal propósito. El acto no ético i temporal, ya está constituido por una sinte sis originaria. La • i miu pura es esencialmente ya material. En términos de hylé y I ni, ir/ilié, la hylé temporal antes de la intervención explícita de v mi n pité ya está «pasivamente informada» y, en tal medida, la 'i/'/íe encuentra una materia que puede «animar» solo porque
diata y concretamente? Ello parece tanto más difícil cuanto qiiu, *) Husserl, el origen y el fundamento de todo acto y de toda mciu Irifl
uitesis temporal ha sido efectuada pasivamen te en el momen to I»**míenle. Esta vez, al nivel de una vivencia al menos pasiva92,
intencional radican en una tesis positiva del ser. La translói nim Irifl del infinito en indefinido, introduciendo la negación en la v i v t i iHJ
mi"nesis del «yo» trascendental es incontestable. Con esta gén e-
originaria, ¿no nos obliga a utilizar mediaciones, conceptúala» y otras, para alcanzar una totalidad que no nos es «dada»'? Esta tul*
• empezamos a explicitar ese tiempo pre-noético-noemático y •i' idi llámente originario que se nos propone c omo fuente última •" *mlcntal. Y si es verdad, como escribe Husserl, que «podei onsiderar como correlatos necesarios estas dos nociones: por
lidad es formal y la intuición que pretende mentarla no punía «cumplida» por una presencia originaria. Y ello porque esta intuición es una intuición eidética del llai* po; el tiempo es aquí una esencia noemática concreta, pero que i* se confun de con la temporalidad concreta del sujeto noélico. I *»#* lamente una necesidad eidética concreta que el tiempo apaic/i h »N una continuidad indefinida de «ahoras» originarios. No ohsliiul* por otra parte, sabemos que las esencias, aunque apercibidas ni un sentimiento de evidencia absoluta, son constituidas como la les | mN el acto de una sub jetividad trascendental. S i, considerando las i su# cias intemporales en sí, ya nos sorprendíamos de que la coiu u iii
mu
piule, un único yo puro y, por otra parte, un único flujo de ivencia, llevado a cumplimiento según sus tres dimensiones, ni mímente solidario de él mismo ( zus am me nha nge nde r ) en esa
. i uiiiul, suscitándose él mismo (sich fordernder) a través de su iiiiuuidad de con tenid o»93, resulta entonc es que esta correlación . m equilibrada ni estática puesto que, por una parte, ese único pino ya está constituido en temporalidad y, por otra parte, el •bi|o de la vivencia ya está unificado en su relación con un sujev así encontramos en el interior de cada uno de estos términos "i ‘.¡ulosis constituyente que requiere a la vez ambos polos de la
con tanta más razón nos sorprenderemos si se trata de la esem la ilv(
"o Ilición. Así pues, esta correlación es superficial y nos remite iin.i síntesis más originaria. En los límites de la pureza, siempre
tiempo. Así pues, es una conciencia trascendental la que drht'iH
ii' Mullamos la síntesis o la génesis del tiempo constituyéndose en
constituir el tiempo en su esenci a. Pero esta concie ncia coi un Ht
mismo como sujeto. Esta síntesis genética es hasta tal punto ori-
ii i In
"i ii ni y í / pr io ri que no podemos determinar de ningún modo si
puro también es la forma concreta del tiempo. Tal conciencin
constituye la esencia del tiempo p orqu era es temporal. En din, l| síntesis de la materia y de la forma, de las vivencias y del «¡ilmm», de su actualidad concreta y de su posibilidad indefinida ya
s i c i i i |H|
90. Ibid. * Traducimos como «llevar a cumplimiento» y, más abajo, «cumplida" U» < presión francesa étre rempli, que en el vocabulario fenomenológico establo lila H» rresponde a la impleción intuitiva y, en el alemán de Husserl, a la Erfülhmg | N drl I)
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La « s í n t e s i s GENÉTICA
I I o mpo precede a la subjetividad pura o al revés -la dialéc tica es "ínula poique la subjetividad constituyente se confunde sintética« uii* con el tie mpo, porque la existen cia es una finitud «para sí». 'i I 1 slc «ya siempre» constituye la finitud originaria apareciéndose a si misma. 'i ' I.diaria precisar cómo tal vivencia es posible en una pura inmanencia. 'i l 8 83, p. 279 [se trata en realidad del final del § 82; versión cast.: p. 274 -275
Mili.
La «neutralización» d e la génesis primordial
». N
ecesidad de una constitución
Si bien Husserl no habla aún de génesis trascendental, si nlii^l a un ámbito nuevo que queda por explorar: el de una «sínlcsiN pi|i mordial» ( Ursynthese) de la conciencia original del tiempo minilf (en la que no podemos ver una síntesis activa y discreta) y que k|H sido eliminada expresamente, así com o la problemática asocmilN | ella»94. De modo que todo el fundamento de los análisis Icnoiinl nológicos realizados hasta aquí queda disimulado por necesidad^ puramente metodológicas. Este fundamento es una génesis. Así, al final de estas consideraciones «directrices»*, asisliminj una inversión: toda la intención inicial de la fenom enologí a pnii'i>|| motivar un rechazo o una «desconexión» de la génesis. C'o ih Iiii‘(i dos asi a transformar la temporalidad en un « eidos» intcnijnmmI j debíamos por ello mismo volver a la temporalidad efectiva del Igi jet o puro. Toda la reduc ción de la tempora lidad genét ica se piH fundizaba hasta la génesis temporal de la reducción misma. In momento de la subjetividad, la síntesis entre el hecho y la cscmtj del tie mpo - al ser absolutamente originarias la existenc ia y la i ntyt ciencia intencional del sujeto temporal-, toda la distinción c ii Iim 4 hecho y la esencia, la validez de la reducción eidética y de la milita ción trascendental se ponen de nuevo en cuestión. La síntesis pnd va de la hylé temporal -y asimismo de toda hylé en general puii'if llevarnos a reconsiderar la distinción entre lo real (real) y la vivpiu cia ( reell). Llegamos así a un punto en que no solo parece ncivsnilf tematizar una génesis trascendental, sino incluso, y por ello iiiihiin^ parece necesario buscar un nuevo fundamento para la di si im lfl| entre génesis trascendental y génesis real (real). Lo empírico y |g trascendental parecen resistirse a una distinc ión rigurosa. Un nnntf esfuerzo fenomenológico debe intentar encontrar tal distinción lejanas profundidades. Es el precio a pagar por la filosofía.
94. § 118, p. 403; c f. también la nota 1 del traductor de la versión Ir. |vn«l<( cast.: p. 370], * Derrida alude aquí al título de Ideas I en la traducción francesa de l’iilil Kl cceur: Idées dire ctri ces pou r un ephén omén ologie ... En español, el título re/n />/^| relativ as a una fenomeno logía... [N. del T.].
Te r c e r a p a r t e
FE TEMA FENOMENOLÓ GICO DE LA
184
La « s í n t e s i s GENÉTICA
La «neutralización» d e la génesis primordial
». N
ecesidad de una constitución
Si bien Husserl no habla aún de génesis trascendental, si nlii^l a un ámbito nuevo que queda por explorar: el de una «sínlcsiN pi|i mordial» ( Ursynthese) de la conciencia original del tiempo minilf (en la que no podemos ver una síntesis activa y discreta) y que k|H sido eliminada expresamente, así com o la problemática asocmilN | ella»94. De modo que todo el fundamento de los análisis Icnoiinl nológicos realizados hasta aquí queda disimulado por necesidad^ puramente metodológicas. Este fundamento es una génesis. Así, al final de estas consideraciones «directrices»*, asisliminj una inversión: toda la intención inicial de la fenom enologí a pnii'i>|| motivar un rechazo o una «desconexión» de la génesis. C'o ih Iiii‘(i dos asi a transformar la temporalidad en un « eidos» intcnijnmmI j debíamos por ello mismo volver a la temporalidad efectiva del Igi jet o puro. Toda la reduc ción de la tempora lidad genét ica se piH fundizaba hasta la génesis temporal de la reducción misma. In momento de la subjetividad, la síntesis entre el hecho y la cscmtj del tie mpo - al ser absolutamente originarias la existenc ia y la i ntyt ciencia intencional del sujeto temporal-, toda la distinción c ii Iim 4 hecho y la esencia, la validez de la reducción eidética y de la milita ción trascendental se ponen de nuevo en cuestión. La síntesis pnd va de la hylé temporal -y asimismo de toda hylé en general puii'if llevarnos a reconsiderar la distinción entre lo real (real) y la vivpiu cia ( reell). Llegamos así a un punto en que no solo parece ncivsnilf tematizar una génesis trascendental, sino incluso, y por ello iiiihiin^ parece necesario buscar un nuevo fundamento para la di si im lfl| entre génesis trascendental y génesis real (real). Lo empírico y |g trascendental parecen resistirse a una distinc ión rigurosa. Un nnntf esfuerzo fenomenológico debe intentar encontrar tal distinción lejanas profundidades. Es el precio a pagar por la filosofía.
Te r c e r a p a r t e
FE TEMA FENOMENOLÓ GICO DE LA
94. § 118, p. 403; c f. también la nota 1 del traductor de la versión Ir. |vn«l<( cast.: p. 370], * Derrida alude aquí al título de Ideas I en la traducción francesa de l’iilil Kl cceur: Idées dire ctri ces pou r un ephén omén ologie ... En español, el título re/n />/^| relativ as a una fenomeno logía... [N. del T.].
1
NACIMIENTO Y DEVENIR DEL JUICIO
( unió hemos visto, toda la trayectoria del pensamiento de Hus1
1se orientó desde los inicios hacia una fenomenología genética,
ni lue, sin embargo, una trayectoria unilineal. Por consiguieni' icsulta imposib le determinar si la aparición del tema gené tico t i|més de Ide as, de 1915 a 1920, constituye un cumplimiento o ni in bien una revoluc ión de la filoso fía anterior. Para determinarlo, ii iluía que dar a la filosofía de Husserl un carácter «sistémico» de iilngística»: unas conclusiones que no verificaran sus premisas t .huirían toda una coherenci a filosófic a. Por otra parte, tal visió n ii ih í c contradecir 1
el sentido profundo del pensamiento de Hus-
1, basta con mirar el intrin camiento de los tem as en los ma nus-
i ilus, la complicación de su cronología, para dejar de creer en la i'li n de un giro brusco o d e una ruptura. La idea de «tem a», sobre 11 que Ilusserl insiste cada vez más despu és de Ide as I, concuerda mi la intención d e la feno men ología: el desarrollo o la elucida mu de las significaciones no añaden nada a una construcción. Ni iimi ni inventan nada, como tampoco devalúan ni destruyen lo ini las preced ía. bsto es cierto de todos los temas husserlianos en general. Sin mlmigo, si abriéramos un largo paréntesis, sería para preguntara. precisament e y por una vez , la idea de tema es compatib le .ni la idea de una génesis de las esencias. Tratar la génesis como mi lema, ¿no supon e reducirla a su sentido no emáti co y, en esta un dula, reducirla a un devenir «canonizado», a una esencia de enu ida presente sobre la cual basta que una con cien cia intemporal i'iuycclc la luz de su mirada? La aparición del tema de la génesis, un es, como toda génesis, al mismo tiempo una creación y una
1
NACIMIENTO Y DEVENIR DEL JUICIO
( unió hemos visto, toda la trayectoria del pensamiento de Hus1
1se orientó desde los inicios hacia una fenomenología genética,
ni lue, sin embargo, una trayectoria unilineal. Por consiguieni' icsulta imposib le determinar si la aparición del tema gené tico t i|més de Ide as, de 1915 a 1920, constituye un cumplimiento o ni in bien una revoluc ión de la filoso fía anterior. Para determinarlo, ii iluía que dar a la filosofía de Husserl un carácter «sistémico» de iilngística»: unas conclusiones que no verificaran sus premisas t .huirían toda una coherenci a filosófic a. Por otra parte, tal visió n ii ih í c contradecir 1
el sentido profundo del pensamiento de Hus-
1, basta con mirar el intrin camiento de los tem as en los ma nus-
i ilus, la complicación de su cronología, para dejar de creer en la i'li n de un giro brusco o d e una ruptura. La idea de «tem a», sobre 11 que Ilusserl insiste cada vez más despu és de Ide as I, concuerda mi la intención d e la feno men ología: el desarrollo o la elucida mu de las significaciones no añaden nada a una construcción. Ni iimi ni inventan nada, como tampoco devalúan ni destruyen lo ini las preced ía. bsto es cierto de todos los temas husserlianos en general. Sin mlmigo, si abriéramos un largo paréntesis, sería para preguntara. precisament e y por una vez , la idea de tema es compatib le .ni la idea de una génesis de las esencias. Tratar la génesis como mi lema, ¿no supon e reducirla a su sentido no emáti co y, en esta un dula, reducirla a un devenir «canonizado», a una esencia de enu ida presente sobre la cual basta que una con cien cia intemporal i'iuycclc la luz de su mirada? La aparición del tema de la génesis, un es, como toda génesis, al mismo tiempo una creación y una
188
Nacimiento y devenir del juicio
Génesis trascendental y génesis «mundana»
revelación? No abordemos de frente este problema, puesto i|iu> iih| alejaría de nuestro propósito1. Baste con indicar que las alusiones importantes y cxplii llni| la posibilidad de una fenomenolog ía genética aparecen u i u i n nnH| después de Ide as I12. En 1919-1920, los cursos de Husserl liiiliM de una lógica genética. Estos cursos son los textos fundamniliilH a partir de los cuales L. Landgrebe redactó y editó Expe rictn hi f ju ic io 3. Desde esos cursos hasta el final de su vida, Hussn I lilfll del problema de la génesis el centro de su reflexión. Sin duda, no hay nada en común entre esta génesis y una yt* nesis empírica que Husserl pretende excluir o «neutralizar» t miM antes. La fidelidad de Husserl a una in vestigac ión trascendental IM se desmentirá jamás. A menudo se ha presentado, de manera mi| o menos implícita, la tematización de la génesis, del «mundo da ty vida», de la historicidad, etc., como el abandono de las prelfiiMiM nes iniciales de una fenomenología trascendental. Nunca fue exla propósito, de Husserl al menos. No obstante, descartada esla Ii ||hV tesis, podemos preguntarnos en qué medida la situación que ut ii|i| ahora el tema genético recrudece el peligro de una confusión cnltf lo «real» (real) y la vivencia intencional, lo mundano y lo trust iq». dental, la historicidad consti tuida y la temporalidad originarin |i| proyecto de una distinción rigurosa entre estos «momentos» mui contemplaba en una fenomenología estática. ¿Lo contemplan! ni punto de vista de una génesis que, confundiendo el devenir nm lo constitución de las significaciones mismas, hará todavía más m» ductible la continuidad o la solidaridad dialéctica que ligan c s Im diversas instancias? Como el devenir genético ya no es conslilul do, en su sig nificac ión, por la actividad de un sujeto trascendiqilnl, sino que constituye el «ego» mismo, la esfera de la fenomenolnyld 1. Aunque, al mismo tiempo, está implic ado en el problema mismo. 2. Parece que la influencia de Natorp, que ya había convencid o a Hussci I|mi| que abandonara su psico logism o inicial, volv ió a ser importante. Natorp | Husserl, según se dice, «que introdujera el movimiento» en la fenomenología 3. Sobre la historia de esos textos, su elaboración y su publicació n, cf. /ri/n i uu ci ay ju ici o, introducción de L. Landgrebe, p. V-VI1 [Como ya hemos apuntado más arriba, existe una traducción mexicana tía Jas Reuter, Unam, Méxic o 1 980, que hoy resulta prácticamente inencontrablc Nía limitaremos, pues, a dar primero la referencia de la edición alemana de Lamlgichc f, después, la correspondiente de la edición francesa (N. del T.)].
I8V
i no viene definida por la inmanencia vivida de las estructuras lu o nocmáticas; tal esfera ya no es inmediatamente transpanii ,i un espectador teorético de las esencias. La fenomen ología i. lu desembocar, en cierto sentido, en un devenir genético . En este i» ni que realizarse, pero debe hacerlo vo lvién dose ontolo gía o ni inleuiendo relaciones fundamentales con la ontología. El sujeto n i ii endental que se engendra él mismo ya no es una conciencia oí, sino una existencia. Husserl no habla del paso a una ontoi.q'iii original, sino que piensa más bien que la fen omen ología ya ha i Unido las relacione s que la ligaban a la ont ología4. Así pues, cree i»' el nuevo progreso de su reflexión en el ámbito genéti co debe Hiiliuuar todos sus momentos anteriores. I'eio esta serenidad no es una respuesta: el «yo» trascendental, absoluta de consti tución, ¿puede engendrarse en una histoii i inanleniéndose en una actitud «fenomenologizante» pura5? Si I mismo es un «existente» temporal, ¿cuáles serán el valor y la iniiiva objetiva de las esencias que constituye? .. .
......
......
I \ 1VIDENCIA ANTEPREDICAT1VA Y EL FUNDAMENTO DE LA GÉNESIS
1)csde el inicio mismo de Exp eri enc ia y j u ic io , que se presen orno una «genealogía de la lógica», ya hemos abandonado el pl mo de Ide as I. Las fronteras del mundo originario se han abieriH Husserl aborda el problema de la evidencia originaria del ente miio lal. El conocimiento se esfuerza hacia el «ente». «Si el esiin i/o hacia el conocimiento debe dirigirse hacia el ente y decir i iii sujeto por un juicio lo que es y la manera como es, entonces Ii'iite debe estar de entrada pre-dado ( vorgegeben ) [...] para que 111
I I sla ontología es, además, «monotípica». La «existencia» humana y la «exis lu» empírica no se distinguen esencialmente. Ambas pueden ser «objetivadas» ule a una intuición teórica. Pero esta ontología es, sobre todo, la de los primeros culos de la fenomenología. De modo que resulta difícil conceder a Levinas que ilu el pensamiento de Husserl está motivado por ese presupuesto ontológi co. Ade, i lules is de Levinas solo se apoya en textos anteriores a las Medita ciones ca rtesiai ( irrlas afirmaciones de las Ideas 1 sobre la actitud originariamente «evaluadora» IMui lica», in cluso «é tica» del sujeto matizaban una ontología unív oca (cf. Levinas, i iheorie de l ’intuition dans la phénoménologie de Husserl ). 'i Participio que Husserl utiliza a menudo en los manuscritos. iii
.......
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Nacimiento y devenir del juicio
Génesis trascendental y génesis «mundana»
revelación? No abordemos de frente este problema, puesto i|iu> iih| alejaría de nuestro propósito1. Baste con indicar que las alusiones importantes y cxplii llni| la posibilidad de una fenomenolog ía genética aparecen u i u i n nnH| después de Ide as I12. En 1919-1920, los cursos de Husserl liiiliM de una lógica genética. Estos cursos son los textos fundamniliilH a partir de los cuales L. Landgrebe redactó y editó Expe rictn hi f ju ic io 3. Desde esos cursos hasta el final de su vida, Hussn I lilfll del problema de la génesis el centro de su reflexión. Sin duda, no hay nada en común entre esta génesis y una yt* nesis empírica que Husserl pretende excluir o «neutralizar» t miM antes. La fidelidad de Husserl a una in vestigac ión trascendental IM se desmentirá jamás. A menudo se ha presentado, de manera mi| o menos implícita, la tematización de la génesis, del «mundo da ty vida», de la historicidad, etc., como el abandono de las prelfiiMiM nes iniciales de una fenomenología trascendental. Nunca fue exla propósito, de Husserl al menos. No obstante, descartada esla Ii ||hV tesis, podemos preguntarnos en qué medida la situación que ut ii|i| ahora el tema genético recrudece el peligro de una confusión cnltf lo «real» (real) y la vivencia intencional, lo mundano y lo trust iq». dental, la historicidad consti tuida y la temporalidad originarin |i| proyecto de una distinción rigurosa entre estos «momentos» mui contemplaba en una fenomenología estática. ¿Lo contemplan! ni punto de vista de una génesis que, confundiendo el devenir nm lo constitución de las significaciones mismas, hará todavía más m» ductible la continuidad o la solidaridad dialéctica que ligan c s Im diversas instancias? Como el devenir genético ya no es conslilul do, en su sig nificac ión, por la actividad de un sujeto trascendiqilnl, sino que constituye el «ego» mismo, la esfera de la fenomenolnyld 1. Aunque, al mismo tiempo, está implic ado en el problema mismo. 2. Parece que la influencia de Natorp, que ya había convencid o a Hussci I|mi| que abandonara su psico logism o inicial, volv ió a ser importante. Natorp | Husserl, según se dice, «que introdujera el movimiento» en la fenomenología 3. Sobre la historia de esos textos, su elaboración y su publicació n, cf. /ri/n i uu ci ay ju ici o, introducción de L. Landgrebe, p. V-VI1 [Como ya hemos apuntado más arriba, existe una traducción mexicana tía Jas Reuter, Unam, Méxic o 1 980, que hoy resulta prácticamente inencontrablc Nía limitaremos, pues, a dar primero la referencia de la edición alemana de Lamlgichc f, después, la correspondiente de la edición francesa (N. del T.)].
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i no viene definida por la inmanencia vivida de las estructuras lu o nocmáticas; tal esfera ya no es inmediatamente transpanii ,i un espectador teorético de las esencias. La fenomen ología i. lu desembocar, en cierto sentido, en un devenir genético . En este i» ni que realizarse, pero debe hacerlo vo lvién dose ontolo gía o ni inleuiendo relaciones fundamentales con la ontología. El sujeto n i ii endental que se engendra él mismo ya no es una conciencia oí, sino una existencia. Husserl no habla del paso a una ontoi.q'iii original, sino que piensa más bien que la fen omen ología ya ha i Unido las relacione s que la ligaban a la ont ología4. Así pues, cree i»' el nuevo progreso de su reflexión en el ámbito genéti co debe Hiiliuuar todos sus momentos anteriores. I'eio esta serenidad no es una respuesta: el «yo» trascendental, absoluta de consti tución, ¿puede engendrarse en una histoii i inanleniéndose en una actitud «fenomenologizante» pura5? Si I mismo es un «existente» temporal, ¿cuáles serán el valor y la iniiiva objetiva de las esencias que constituye? .. .
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I \ 1VIDENCIA ANTEPREDICAT1VA Y EL FUNDAMENTO DE LA GÉNESIS
1)csde el inicio mismo de Exp eri enc ia y j u ic io , que se presen orno una «genealogía de la lógica», ya hemos abandonado el pl mo de Ide as I. Las fronteras del mundo originario se han abieriH Husserl aborda el problema de la evidencia originaria del ente miio lal. El conocimiento se esfuerza hacia el «ente». «Si el esiin i/o hacia el conocimiento debe dirigirse hacia el ente y decir i iii sujeto por un juicio lo que es y la manera como es, entonces Ii'iite debe estar de entrada pre-dado ( vorgegeben ) [...] para que 111
I I sla ontología es, además, «monotípica». La «existencia» humana y la «exis lu» empírica no se distinguen esencialmente. Ambas pueden ser «objetivadas» ule a una intuición teórica. Pero esta ontología es, sobre todo, la de los primeros culos de la fenomenología. De modo que resulta difícil conceder a Levinas que ilu el pensamiento de Husserl está motivado por ese presupuesto ontológi co. Ade, i lules is de Levinas solo se apoya en textos anteriores a las Medita ciones ca rtesiai ( irrlas afirmaciones de las Ideas 1 sobre la actitud originariamente «evaluadora» IMui lica», in cluso «é tica» del sujeto matizaban una ontología unív oca (cf. Levinas, i iheorie de l ’intuition dans la phénoménologie de Husserl ). 'i Participio que Husserl utiliza a menudo en los manuscritos. iii
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Génesis trascendental y génesis «mundana»
Nacimiento y devenir del juici o
191
pueda resultar objeto de juicio»6. A partir de este ente, dado en t i l
4. luda regresión subjetiva cuando se trata de formas lógica s. S e
eviden cia antepredicativa, debe ser descrita la génes is del jniclu
y
» l.i saber, de antemano, lo que era la evidencia porque el saber
gico ya siempre ha cum plido su obra cuando tomamos coneicm Id
pii ico. Husserl no rebate el valor de la psi colo gía en su p retensi ón
de la evidencia predicativa. «El conocimiento con su sistema Id
icali/aba en alguna parte, lo cual permitía medir todo saber em-
de la lógica (o nos volvemos ‘lógicamente’ conscientes, es dn li,
*nélica; í *
cuando la lógica ‘aparece’: wenn wir uns logisch besinncn), y*
i' nsión genética es tímida, porque supone de entrada el sentido de
siempre hemos formulado juicios, formado conceptos, exlnililii
ti evidencia originaria como algo conocido, porque no ha escla-
al contrario, la psicología es insuficiente porque tal pre-
conclusiones, que ahora forman parte de nuestro conocimieiiliii
n i ido sus implicacion es primeras. La fenomen ología genética, en
nos son predados como tales»7 9 .8 Todo ello implica que, antes de Id
• inihio, lejos de ser una «tecnología psico lógica del pen samiento
reflexión lógica, estamos instruidos acerca de las diferencias culi*
•' uladero», se propone trazar el itinerario absoluto que lleva de
ju ic io verd adero y ju ici o que so lo se prese nta com o tal. Pero si ni
ti evidencia antepredicativa a la eviden cia predicativa. Supon e así
lógico se orienta hacia una lógica en el sentido riguroso de la pul"
que se ha efectuado una reducción trascendental ampliada que no
bra, su interés se dirige hacia las leyes de formación de los juu lti»
mi', deja ante las estructuras eidéti cas, aunque sean las d e la con -
(principios y reglas de lógica formal) no com o hacia simples ivglii»
leiieia, sino ante la pureza de la experiencia misma. Es en esta
de juego, sino como reglas que la formación de los juicios tli'lm
lueiiie donde se arraiga la génesis de la evidencia. Parece que así
satisfacer en la medida misma en que son estas las que posihihlnn el conocimiento en general*. Ahora bien, si «la mirada se orit'iild
i iespeta plenamente el movimien to de la intencionalidad. N os u Iiiíi
hacia el juic io com o una producción ( Le ist un g ) de la co nd en e ni id,
ilienios cómo la inm ediatez de esta experien cia engendrará actos
entonce s se topa con un problema de lógica tradicional y siempty
imdicativos complicados. ¿Cómo será posible escapar a un empi-
abandonado a la p sicología genética. Al plantearse los probleimu
ii iiiio precrítico para fundar una lógica en general? El abandono
de origen sim plemente en el nivel de una lógica formal, estos m *
4i lodo a priori formal es ahora total y completo. El «yo» tras-
remitían a la psi colo gía co mo c ienc ia de la formación real y mi
•' ndental, puro, concreto y temporal accede directamente al ente
tural de los concepto s y de los juicios. Ah ora bien, el proyn lo
unió lal. La génesis q ue seguirá este acceso, ¿será desde el punto
de una psicolo gía gen ética10d el juicio se distingue a nivel fumín
4i visla del «yo » una génes is activa o pasiva? ¿Será la actividad
mental del proyecto de una fenom enología genética del juicio, I"
un momento modificado de la pasividad o inversamente? Por otra
primera, efectivamente, nunca se ha planteado seriamente los pío
i"iik\ si toda lógica o toda «teoría» en general remite a una per-
blemas de la evidencia que son, empero, el único punto de parllil»
•' |irión del ente en la que este se presenta «en persona», ¿no se o enviará la fenomenología a un ámbito todavía más originario en
6. Experie ncia y juic io, § 4, p. 11 . 7. lbid., § 3, p. 7 . 8. lbid., § 3, p. 8 . 9. lbid., íj 3, p. 9 . lbid., § 3, p. 9-10 . Resumimos aquí estas páginas en las í | o i ¡ •» 10. confirma la condena de un psicologismo. Vemos que no se trata aquí, como no Im querido creer (a), de un retorno a un empirismo o a un «realismo» puro y simplr (a) Es lo que hace J. Wahl, «Notes sur la premiére partie de Erfahrung und Ihli l/« y «Aspects empiristes de la pensée de Husserl», en Phénom énologie - Exisleih r 77-135. Podemos decir que la filo sofía de Husserl se quiere empirista y realista rn si sentido no convenc ional y estricto de la palabra. Es entonces un truismo. Es descnluli en 1952 que Husserl quiso desde 1900 volver «a las cosas mismas» y presentahn «ii filosofía como un auténtico «positivismo».
Ique la percepción se elabora en una actitud pre-objetiva? ¿No • agotará la fenomenología -otra hip ótesis- en un sensualismo" •n el que toda objetivación , predicativa o antepredica tiva, parecerá ilu díala y sospechosa? ¿Conduce la idea de una génesis trascen-
4i nial a un empirismo? Y ello por una pretensión ilimitada a la migmariedad y por la voluntad de deshacer incansablemente las dimentaciones de predicados y de sistemas formales. 11 l.andgrebe habla de un prejuicio «sensualista» de Husserl (carta a .1. Wahl, i'iililu ada en la revista citada , p. 206).
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Génesis trascendental y génesis «mundana»
Nacimiento y devenir del juici o
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pueda resultar objeto de juicio»6. A partir de este ente, dado en t i l
4. luda regresión subjetiva cuando se trata de formas lógica s. S e
eviden cia antepredicativa, debe ser descrita la génes is del jniclu
y
» l.i saber, de antemano, lo que era la evidencia porque el saber
gico ya siempre ha cum plido su obra cuando tomamos coneicm Id
pii ico. Husserl no rebate el valor de la psi colo gía en su p retensi ón
de la evidencia predicativa. «El conocimiento con su sistema Id
icali/aba en alguna parte, lo cual permitía medir todo saber em-
de la lógica (o nos volvemos ‘lógicamente’ conscientes, es dn li,
*nélica; í *
cuando la lógica ‘aparece’: wenn wir uns logisch besinncn), y*
i' nsión genética es tímida, porque supone de entrada el sentido de
siempre hemos formulado juicios, formado conceptos, exlnililii
ti evidencia originaria como algo conocido, porque no ha escla-
al contrario, la psicología es insuficiente porque tal pre-
conclusiones, que ahora forman parte de nuestro conocimieiiliii
n i ido sus implicacion es primeras. La fenomen ología genética, en
nos son predados como tales»7 9 .8 Todo ello implica que, antes de Id
• inihio, lejos de ser una «tecnología psico lógica del pen samiento
reflexión lógica, estamos instruidos acerca de las diferencias culi*
•' uladero», se propone trazar el itinerario absoluto que lleva de
ju ic io verd adero y ju ici o que so lo se prese nta com o tal. Pero si ni
ti evidencia antepredicativa a la eviden cia predicativa. Supon e así
lógico se orienta hacia una lógica en el sentido riguroso de la pul"
que se ha efectuado una reducción trascendental ampliada que no
bra, su interés se dirige hacia las leyes de formación de los juu lti»
mi', deja ante las estructuras eidéti cas, aunque sean las d e la con -
(principios y reglas de lógica formal) no com o hacia simples ivglii»
leiieia, sino ante la pureza de la experiencia misma. Es en esta
de juego, sino como reglas que la formación de los juicios tli'lm
lueiiie donde se arraiga la génesis de la evidencia. Parece que así
satisfacer en la medida misma en que son estas las que posihihlnn el conocimiento en general*. Ahora bien, si «la mirada se orit'iild
i iespeta plenamente el movimien to de la intencionalidad. N os u Iiiíi
hacia el juic io com o una producción ( Le ist un g ) de la co nd en e ni id,
ilienios cómo la inm ediatez de esta experien cia engendrará actos
entonce s se topa con un problema de lógica tradicional y siempty
imdicativos complicados. ¿Cómo será posible escapar a un empi-
abandonado a la p sicología genética. Al plantearse los probleimu
ii iiiio precrítico para fundar una lógica en general? El abandono
de origen sim plemente en el nivel de una lógica formal, estos m *
4i lodo a priori formal es ahora total y completo. El «yo» tras-
remitían a la psi colo gía co mo c ienc ia de la formación real y mi
•' ndental, puro, concreto y temporal accede directamente al ente
tural de los concepto s y de los juicios. Ah ora bien, el proyn lo
unió lal. La génesis q ue seguirá este acceso, ¿será desde el punto
de una psicolo gía gen ética10d el juicio se distingue a nivel fumín
4i visla del «yo » una génes is activa o pasiva? ¿Será la actividad
mental del proyecto de una fenom enología genética del juicio, I"
un momento modificado de la pasividad o inversamente? Por otra
primera, efectivamente, nunca se ha planteado seriamente los pío
i"iik\ si toda lógica o toda «teoría» en general remite a una per-
blemas de la evidencia que son, empero, el único punto de parllil»
•' |irión del ente en la que este se presenta «en persona», ¿no se o enviará la fenomenología a un ámbito todavía más originario en
6. Experie ncia y juic io, § 4, p. 11 . 7. lbid., § 3, p. 7 . 8. lbid., § 3, p. 8 . 9. lbid., íj 3, p. 9 . lbid., § 3, p. 9-10 . Resumimos aquí estas páginas en las í | o i ¡ •» 10. confirma la condena de un psicologismo. Vemos que no se trata aquí, como no Im querido creer (a), de un retorno a un empirismo o a un «realismo» puro y simplr (a) Es lo que hace J. Wahl, «Notes sur la premiére partie de Erfahrung und Ihli l/« y «Aspects empiristes de la pensée de Husserl», en Phénom énologie - Exisleih r 77-135. Podemos decir que la filo sofía de Husserl se quiere empirista y realista rn si sentido no convenc ional y estricto de la palabra. Es entonces un truismo. Es descnluli en 1952 que Husserl quiso desde 1900 volver «a las cosas mismas» y presentahn «ii filosofía como un auténtico «positivismo».
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Ique la percepción se elabora en una actitud pre-objetiva? ¿No • agotará la fenomenología -otra hip ótesis- en un sensualismo" •n el que toda objetivación , predicativa o antepredica tiva, parecerá ilu díala y sospechosa? ¿Conduce la idea de una génesis trascen-
4i nial a un empirismo? Y ello por una pretensión ilimitada a la migmariedad y por la voluntad de deshacer incansablemente las dimentaciones de predicados y de sistemas formales. 11 l.andgrebe habla de un prejuicio «sensualista» de Husserl (carta a .1. Wahl, i'iililu ada en la revista citada , p. 206).
Nacimiento y devenir del juicio
Génesis trascendental y génesis «mundana»
El ente , meta de l cono cim ien to, s iemp re deb e ser «prcclsuli»>•'*
IV.l
n.ivés de las cuales surge el conocimiento, como el juicio, en su
Pero no debe ser dado de cualquier manera. Debe ser dado en l|
ini ma originaria, es decir, la de la dona ción en p erson a»17.
evidencia de la «donación en persona» ( Selbstgegebenheit) y no ny
I‘odría parecer aquí que el p sicolog ismo y el historicismo esi ni superados definitivamente y que así queda sobrepasado, por la
una simple «presentificación» ( Vergegenwártigung ) 1 231 4de la nniiyl nación o del recuerdo. La evidencia que funda la apodicticidm!
ih <
se confunde con ella [la presentificación]; [la apodiciticidad | en, M efecto, del orden de la predicación a partir de sustratos evitlenln» La problemática tiene, pues, dos niveles: el nivel de la evidencin ilt
i. mui ¡/.ación de un a gén esis p rimordial, to do e l id ealism o de las i.l, ,¡\ I. En efecto, el juicio no es un acto psicológico, es decir, un inmanente real e individua l», sino un «inm anent e irreal»18 en el ululo en que decíamos d el nóema que era una vivencia inman en-
los objetos predados en ellos mism os y el nivel de los actos |m
' i' irreal. Pero el problem a surge, de nuevo, re specto al fun da-
cativos que se cumplen en el fundamento de la evidencia de e*im
mi nio
objetos. Hay, por tanto, una génesis de la predicación a parln d»l
In cierto sentido, es necesario que la eviden cia sea una vivenc ia
mundo de la evidencia antepredicativa. Esta génesis no es ániltllH de estudio ni de una lógica formal, ni de la psicología -ambim
mi
de una vivencia irreal de la evidencia en la realidad del ente.
inuil; sin ello, se confundiría con la realidad constituida: la ver 1-nl sería imposi ble. Pero si la géne sis s e cum pliera en e l interior
mantienen en el nivel superior y superficial de la problemálmi"
I. una viven cia irreal, quedaría entonce s separada del ente com o
«Para la elucidación fenomenológica de la génesis del acto il»l ju ici o, es nec esar ia una [. .. ] reg res ión »1516 . Si buscamos la géiii'«l|
i il y privada de su fundamento. Volveríamos a ser prisioneros del iiMnlismo de Ide as. Si, al contrario, como parece querer Husserl,
fenomenológica de los juicios en la originariedad de su pimliu-
I I i'cnesis no parte de un sentido, de una esencia , de un predicado,
ción, se revela «que el simple acto de juzgar es una modijinu
intencional del acto de juzg ar ‘cognoscente ’ (dafi blosses Urh'lIrH
mu de la realidad antepredicativa del ente mismo, entonces hay |in admitir un salto del conocimien to, que pasa de la evidencia
eine intentionale Modiftkation von erkennendem Urteilen isl )«•'*
I. lo dado al ju icio categorial. Para que el prod ucto del ju icio
Vemos todo el camino recorrido desde la neutralización de lniln génesis como génesis causal y psicológica. El punto de visto un
,i, como q uiere Hu sser l19, válido in definid amen te, para que dé •H
mprc el mismo conocimiento (lo cual es un criterio de verdad
mentos. Dado que el origen está en los sustratos reales librados nU
universal), el juicio debe ser un «inmanente real» y «supratempoi iln ( Uhe rzei tlidie s)1". Así pues, hay una génesis de lo «supratem-
percepción, estamos muy lejos de la inmanencia vivida y del iimn
iniinl». Siempre topamos con la misma e irreductible paradoja, en
do de las significaciones noético-noemáticas. Todo nóema es
inilos los niveles de la constitución. Una vez admitido y descrito
nético es ahora el único que rige una investigación de los fumín
iihr
estructuración predicativa del sustrato; toda nóesis está fumliitly
n su especificidad, lo supratemporal está desligado de su géne-
en la evidencia de lo «dado en persona». Pero, más que nuneii,
n. Parece entonces imp osible atribuirle una situación temporal
mi
descarta la génesis fisiológica o histórica; la pureza concreta de til
nel devenir trascendental y hacer de ello el «producto». También
trascendental queda a salvo. «Vemos ya en qué sentido se abonlmR
iHnli á ser, en tanto q ue form a ló gica o categ oría supratemporal,
la génesis. No es ni la primera génesis (histórica y, en el indiviilim mismo, en el sentido histórico correspondiente), ni una génesis il«|
( iriibiIitará. Esta géne sis sería, de nue vo, una géne sis acc iden tal y
conocimiento sea en el sentido que sea, sino las produccioui'» R
i imori en relación con una génesis que [lo supratemporal mismo] III
ico Iógica. Tal sería el sentido de la tentativa kantiana. Pero pod ría-
mu', considerar inversame nte -y ello estaría más cerca de la inten12. Experie ncia v jui cio , § 4, p. 11 . 13. Ibid., § 4, p. 12 . 14. Ibid., § 4, p. 14 . 15. Ibid. 16. Ibid., § 5, p. 15 .
17. Ibid., § 5, p. IK. II,id., § 5, p. l'l Ibid., § 5, p. 'II Ibid., § 5, p.
16 . 16-17 . 16 . 17 .
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Nacimiento y devenir del juicio
Génesis trascendental y génesis «mundana»
El ente , meta de l cono cim ien to, s iemp re deb e ser «prcclsuli»>•'*
IV.l
n.ivés de las cuales surge el conocimiento, como el juicio, en su
Pero no debe ser dado de cualquier manera. Debe ser dado en l|
ini ma originaria, es decir, la de la dona ción en p erson a»17.
evidencia de la «donación en persona» ( Selbstgegebenheit) y no ny
I‘odría parecer aquí que el p sicolog ismo y el historicismo esi ni superados definitivamente y que así queda sobrepasado, por la
una simple «presentificación» ( Vergegenwártigung ) 1 231 4de la nniiyl nación o del recuerdo. La evidencia que funda la apodicticidm!
ih <
se confunde con ella [la presentificación]; [la apodiciticidad | en, M
i. mui ¡/.ación de un a gén esis p rimordial, to do e l id ealism o de las i.l, ,¡\ I. En efecto, el juicio no es un acto psicológico, es decir, un inmanente real e individua l», sino un «inm anent e irreal»18 en el ululo en que decíamos d el nóema que era una vivencia inman en-
efecto, del orden de la predicación a partir de sustratos evitlenln» La problemática tiene, pues, dos niveles: el nivel de la evidencin ilt los objetos predados en ellos mism os y el nivel de los actos |m
' i' irreal. Pero el problem a surge, de nuevo, re specto al fun da-
cativos que se cumplen en el fundamento de la evidencia de e*im
mi nio
objetos. Hay, por tanto, una génesis de la predicación a parln d»l
In cierto sentido, es necesario que la eviden cia sea una vivenc ia inuil; sin ello, se confundiría con la realidad constituida: la ver-
mundo de la evidencia antepredicativa. Esta génesis no es ániltllH de estudio ni de una lógica formal, ni de la psicología -ambim
mi
de una vivencia irreal de la evidencia en la realidad del ente.
1-nl sería imposi ble. Pero si la géne sis s e cum pliera en e l interior
mantienen en el nivel superior y superficial de la problemálmi"
I. una viven cia irreal, quedaría entonce s separada del ente com o
«Para la elucidación fenomenológica de la génesis del acto il»l ju ici o, es nec esar ia una [. .. ] reg res ión »1516 . Si buscamos la géiii'«l|
i il y privada de su fundamento. Volveríamos a ser prisioneros del iiMnlismo de Ide as. Si, al contrario, como parece querer Husserl,
fenomenológica de los juicios en la originariedad de su pimliu-
I I i'cnesis no parte de un sentido, de una esencia , de un predicado,
ción, se revela «que el simple acto de juzgar es una modijinu
intencional del acto de juzg ar ‘cognoscente ’ (dafi blosses Urh'lIrH
mu de la realidad antepredicativa del ente mismo, entonces hay |in admitir un salto del conocimien to, que pasa de la evidencia
eine intentionale Modiftkation von erkennendem Urteilen isl )«•'*
I. lo dado al ju icio categorial. Para que el prod ucto del ju icio ,i, como q uiere Hu sser l19, válido in definid amen te, para que dé
Vemos todo el camino recorrido desde la neutralización de lniln
mprc el mismo conocimiento (lo cual es un criterio de verdad
•H
génesis como génesis causal y psicológica. El punto de visto un mentos. Dado que el origen está en los sustratos reales librados nU
universal), el juicio debe ser un «inmanente real» y «supratempoi iln ( Uhe rzei tlidie s)1". Así pues, hay una génesis de lo «supratem-
percepción, estamos muy lejos de la inmanencia vivida y del iimn
iniinl». Siempre topamos con la misma e irreductible paradoja, en
do de las significaciones noético-noemáticas. Todo nóema es
inilos los niveles de la constitución. Una vez admitido y descrito
nético es ahora el único que rige una investigación de los fumín
iihr
estructuración predicativa del sustrato; toda nóesis está fumliitly
n su especificidad, lo supratemporal está desligado de su géne-
en la evidencia de lo «dado en persona». Pero, más que nuneii,
n. Parece entonces imp osible atribuirle una situación temporal
mi
descarta la génesis fisiológica o histórica; la pureza concreta de til
nel devenir trascendental y hacer de ello el «producto». También
trascendental queda a salvo. «Vemos ya en qué sentido se abonlmR
iHnli á ser, en tanto q ue form a ló gica o categ oría supratemporal,
la génesis. No es ni la primera génesis (histórica y, en el indiviilim mismo, en el sentido histórico correspondiente), ni una génesis il«|
( iriibiIitará. Esta géne sis sería, de nue vo, una géne sis acc iden tal y
i imori en relación con una génesis que [lo supratemporal mismo] III
conocimiento sea en el sentido que sea, sino las produccioui'» R
ico Iógica. Tal sería el sentido de la tentativa kantiana. Pero pod ría-
mu', considerar inversame nte -y ello estaría más cerca de la inten12. Experie ncia v jui cio , § 4, p. 11 . 13. Ibid., § 4, p. 12 . 14. Ibid., § 4, p. 14 . 15. Ibid. 16. Ibid., § 5, p. 15 .
194
17. Ibid., § 5, p. IK. II,id., § 5, p. l'l Ibid., § 5, p. 'II Ibid., § 5, p.
16 . 16-17 . 16 . 17 .
Nacimiento y deven ir del juici o
Génesis trascenden tal y géne sis «mundana»
ción de H usse rl- esa supratemporalidad com o una ommli'iii|iHf§| lidad: el prod ucto de la gé nes is estaría así arraigado en In lt-iit|#(| ralidad trascendental y sería, al mismo tiempo, autónomo cu mlff ?
.....
.la paradoja fenomenológica. Sea cual sea la conclusión de
II» . 1 1sobre este punto, ya advertimos la doble necesidad de una ..i. i .uh|ctividad trascendental y de una teleología. Pero Husserl t i . presenta todavía 21 y se pregunta so bre las relaciones de esta
ción con la temporalid ad ps icol ógi ca. Pero ello equivale n !irti<4fe ? de esta supratemporalidad, una modificación de la tcmpiniilu|||
195
. ... «r. de lo lóg ico y de la actividad trascen dental.
en general. La autonomía que parece haber conquistado no r< que una modalidad de su dependencia. Así es como lo cMMit| sin duda Husserl, y esta tesis se verá confirmada por él
1111*11111 g |
El orig en de la geo me tría . Sin embargo, precisamente, puní hn cer de la supratemporalidad o de la omnitemporalidad una *iin|<|| especificac ión del tiempo, no basta con considerar el tiempo | | su mo men to ante predicativo , s ino t ambién fuera de la inmiiin>iii>{|
'
I NUDO AMBIGUO DEL «MUN DO»
-.i «el mundo es la base universal de la creencia» y si, por ello, n su totalidad ya siempre pasivamente predado en la certe.
,cuál es el sentido de la actividad trascendental? Si esta ac-
« ..InI se ejerce en un sustrato predado y ya constituido com o tal,
vivida e irreal de un ego trascendental; sin ello, no se entiende i|tff concuerde con la temporalidad del ente como tal y que sea el la|Mf
.1.. ir, con su significación predada, ¿hará algo más que idealiIm malizar un sentido antepredicativo inmanente al sustrato
.1 o
de las sedimentaciones predicativas infinitas tal y como no* ||| libra la t radi ción sup ra-in divi dual de la lóg ica . E l tiem po <>i ItiIlHN rio es un tiempo más fundamental que el de la inmanencia vivid# Debe ser lo que posibilita el tiempo fen omen ológico. Y se i ntp funde , en últi ma in stancia, c on la tem poralidad infinita de la* MH dimentaciones históricas; si no fuera así, correríamos el rieajiu df un sustancialismo o de un sensualismo del tiempo antepredn nllvtt que p rohibiría toda objetiv ación predicativa y toda constituí IrtN
i. npiilo pasivamente? ¿No se añade el juicio como una simple hili/ación de lo que es predado en la experiencia sensible? La
.....
. msis de la apodicticid ad a partir de la evide ncia antepredicativa 'i'iirir a menudo en Exp eri enc ia y ju ic io como una génesis que tu produce lo que ya está ahí, que hace «aparecer» lo que está "'í objeto, es decir, una génesis q ue supone la evidencia y podría m dificultad ser asimilad a a una simpl e gén esis empírica. Siendo mi
ii v simplemente determinado por el ser antepredicativo que lo
de formas lógicas supra-temporales. Pero esta totalidad inlimln iW las sedimentaciones es una idea: idea de una historia absoliilti y
i'inila. el predicado no está constitu ido originariamen te por una acii iiluiI trascend ental; o, más exact ame nte , esta actividad trascen -
terminada o de una teleología que constituye todos los momi'iiim
i nial se consume en una pasividad que la define originariamen-
de la historia. El absoluto de lo antepredicativo es así, a la vi*/, Iri más concreto y lo más formal, lo más determinado en sí y In ni## vacío. Si la génesis es absoluta y exclusivamente informada puf una teleología, entonces parece «inútil» en sí; si siempre irml te tan solo al momento antepredicativo de la percepción piimail)
h
I I ser del mundo en su totalidad es lo que va absolutamente
i aiyo (die Selbstverstandlichkeit), que nunca puede ponerse en luda, (pie no es producido de entrada por una actividad de juicio, -mu i pie forma ya la base presupuesta (die Voraussetzung ) de todo m u i
ni»21. Así pues, si tenemos que volver a ese mundo, para fun-
entonces parece «imposible». Si es la idea de la historia total ilf la lógica lo que anima a priori la génesis, entonces nos prcgiiiil#!
i ii In lógica en su consti tución tra scendental, resulta evidente que •i une iones de actividad y pasivid ad deben ser entendidas en su
mos por qué esta debe encarnarla en un tiempo ajeno y que piaalit pervertirla y alienarla. Si, por otra parte, el momento anlcpual|>
ululo trascendental. El «mundo de la vida» ( Leb ensw elt ), lugar
cativo es verdaderamente puro, ignoramos de qué manera pinnl# engendrar y fundar un sentido que se complique progresivami'iil#
.'I 1-s el momento en que el tema de la teleología aparece en los manuscritos ti lorma que tomará más tarde en la Krisi s. El tema de la intersubjetividad trasmlriilal es uno de lo s más antiguos (19 10-191 1). //>/. .U //>/.
y gane autonomía permaneciendo dependiente de su origen. Solo una dialéctica originaria y, por ello mismo, infinita permite
11*11
i -i
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Nacimiento y deven ir del juici o
Génesis trascenden tal y géne sis «mundana»
ción de H usse rl- esa supratemporalidad com o una ommli'iii|iHf§|
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.la paradoja fenomenológica. Sea cual sea la conclusión de
II» . 1 1sobre este punto, ya advertimos la doble necesidad de una
lidad: el prod ucto de la gé nes is estaría así arraigado en In lt-iit|#(| ralidad trascendental y sería, al mismo tiempo, autónomo cu mlff ?
..i. i .uh|ctividad trascendental y de una teleología. Pero Husserl t i . presenta todavía 21 y se pregunta so bre las relaciones de esta
ción con la temporalid ad ps icol ógi ca. Pero ello equivale n !irti<4fe ?
. ... «r. de lo lóg ico y de la actividad trascen dental.
de esta supratemporalidad, una modificación de la tcmpiniilu||| en general. La autonomía que parece haber conquistado no r< que una modalidad de su dependencia. Así es como lo cMMit| sin duda Husserl, y esta tesis se verá confirmada por él
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1111*11111 g |
El orig en de la geo me tría . Sin embargo, precisamente, puní hn cer de la supratemporalidad o de la omnitemporalidad una *iin|<|| especificac ión del tiempo, no basta con considerar el tiempo | | su mo men to ante predicativo , s ino t ambién fuera de la inmiiin>iii>{|
I NUDO AMBIGUO DEL «MUN DO»
-.i «el mundo es la base universal de la creencia» y si, por ello, n su totalidad ya siempre pasivamente predado en la certe.
,cuál es el sentido de la actividad trascendental? Si esta ac-
« ..InI se ejerce en un sustrato predado y ya constituido com o tal,
vivida e irreal de un ego trascendental; sin ello, no se entiende i|tff
.1.. ir, con su significación predada, ¿hará algo más que idealiIm malizar un sentido antepredicativo inmanente al sustrato
concuerde con la temporalidad del ente como tal y que sea el la|Mf
.1 o
de las sedimentaciones predicativas infinitas tal y como no* |||
i. npiilo pasivamente? ¿No se añade el juicio como una simple
libra la t radi ción sup ra-in divi dual de la lóg ica . E l tiem po <>i ItiIlHN rio es un tiempo más fundamental que el de la inmanencia vivid#
hili/ación de lo que es predado en la experiencia sensible? La
.....
. msis de la apodicticid ad a partir de la evide ncia antepredicativa 'i'iirir a menudo en Exp eri enc ia y ju ic io como una génesis que
Debe ser lo que posibilita el tiempo fen omen ológico. Y se i ntp funde , en últi ma in stancia, c on la tem poralidad infinita de la* MH
tu produce lo que ya está ahí, que hace «aparecer» lo que está
dimentaciones históricas; si no fuera así, correríamos el rieajiu df
"'í objeto, es decir, una génesis q ue supone la evidencia y podría m dificultad ser asimilad a a una simpl e gén esis empírica. Siendo
un sustancialismo o de un sensualismo del tiempo antepredn nllvtt que p rohibiría toda objetiv ación predicativa y toda constituí IrtN
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ii v simplemente determinado por el ser antepredicativo que lo
de formas lógicas supra-temporales. Pero esta totalidad inlimln iW las sedimentaciones es una idea: idea de una historia absoliilti y
i'inila. el predicado no está constitu ido originariamen te por una acii iiluiI trascend ental; o, más exact ame nte , esta actividad trascen -
terminada o de una teleología que constituye todos los momi'iiim
i nial se consume en una pasividad que la define originariamen-
de la historia. El absoluto de lo antepredicativo es así, a la vi*/, Iri
h
más concreto y lo más formal, lo más determinado en sí y In ni## vacío. Si la génesis es absoluta y exclusivamente informada puf
I I ser del mundo en su totalidad es lo que va absolutamente
i aiyo (die Selbstverstandlichkeit), que nunca puede ponerse en luda, (pie no es producido de entrada por una actividad de juicio,
una teleología, entonces parece «inútil» en sí; si siempre irml
-mu i pie forma ya la base presupuesta (die Voraussetzung ) de todo
te tan solo al momento antepredicativo de la percepción piimail)
ni»21. Así pues, si tenemos que volver a ese mundo, para fun-
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entonces parece «imposible». Si es la idea de la historia total ilf la lógica lo que anima a priori la génesis, entonces nos prcgiiiil#!
i ii In lógica en su consti tución tra scendental, resulta evidente que •i une iones de actividad y pasivid ad deben ser entendidas en su
mos por qué esta debe encarnarla en un tiempo ajeno y que piaalit pervertirla y alienarla. Si, por otra parte, el momento anlcpual|>
ululo trascendental. El «mundo de la vida» ( Leb ensw elt ), lugar
cativo es verdaderamente puro, ignoramos de qué manera pinnl# engendrar y fundar un sentido que se complique progresivami'iil#
.'I 1-s el momento en que el tema de la teleología aparece en los manuscritos ti lorma que tomará más tarde en la Krisi s. El tema de la intersubjetividad trasmlriilal es uno de lo s más antiguos (19 10-191 1). //>/. .U //>/. i -i
y gane autonomía permaneciendo dependiente de su origen. Solo una dialéctica originaria y, por ello mismo, infinita permite
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Nacimiento y d evenir del juicio
Génesis trascendental y génesis «mundana»
197
de todas las evidencias antepredicativas, no es -com o suele pin
U toialidad infinita de lo que puede manifestarse. Su ser «ya-ahí»
sentarse- un mundo ya constituido, precediendo o determinamlii
iignifica lo que espera el acto de una conciencia para revelar su
en sentido estricto de la palabra una pretendida actividad trasccn dental del sujeto. El mundo viene definido por Husserl no eoimi
l,t conciencia, es una pura y simple ausencia de significación feno -
un mundo actualmente real del que sería prisionero el sujeto con noscente, sino com o «el horizonte de todos los sustratos de ju iclut
de oponerse a ella, la pasividad trascendental sería la condición
,mil ido. Su carácter de pre-cons tituido , acogid o pasiva men te p or iiicnológica antes de la actividad trascendental de un sujeto. Lejos
posibles»24. Es una posibilidad abierta al infinito de las evidciu ln«
luí mal de la actividad trascendental. Pero no vemos entonces cuál
fundadas en él. Es fundamento de toda «mundanidad» de la lógn
i . el fundamento concret o de la constitución . Si el ente ante pred i-
m
tradicional y formal, sin ser él m ismo «mundano».
, .iiivo concreto no tiene, antes de la actividad trascendental, nin
No s encontramos aquí con una grave ambigüedad del conccplu «mundo»25. Por un lado, el mundo es lo antepredicativo en su «ion
gún sentido en él mismo, ninguna determinación inteligible en sí, no vemos cómo la conciencia podría dársela o, en última instancia,
lidad» actual. Ya siempre ahí, en su estructura ontológica primill
i('conocerlo intencionalmente como tal o cual. Si lo que el ego tras-
va, es el sustrato preconstituido de toda significación. Pero, pul
i ciulental recibe pasivamente solo es un sustrato indeterminado, el
otra parte, es la idea de una totalidad infinita de los fundamcnln»
hciiI
posibles de todo juicio. En él se oponen la actualidad de la exl» tencia como sustrato y la infinita posibilidad de las experiencia»
i onslrucción subjetiva, una invención o una fabricación pragmáti-
trascendentales26, lo cual hace resurgir el problema de la géncsl»
le,. Ninguna esencia inherente al sustrato podrá fundarlas, solo una
ido que [la conciencia] le «prestará» podrá confundirse con una
i ii del sentido. Las ide alizac iones serían mediaciones co nce ptú a
El mundo como horizonte infinito de las experiencias posibles un
idación o una situación subjetiva, psicológica, antropológica, etc.,
puede ser un predicado o una m odalización del mundo antepredl
mi relación con el objeto. Lo que ten emos ahí sería enton ces una
cativo «real». Es originariamente horizonte infinito de lo posible,
desviación subjetivista, antropologista, etc., de la intencionalidad.
como lo indican numerosos textos.
I I acceso inmediato al sentido del objeto percibido pasivamen te
Aquí, lo posible n o es un predicado de lo actual y no es eligen drado a partir de una evidencia antepredicativa concreta. No es ni un ente, ni un conjunto de entes actuales. Es, pues, una posibilidml formal y apriori, irreductible a una génesis trascendental. A pin Ili
mi sería sino una producción «facticia »27 de las esencias. Estas, ,d no ser inherentes al sustrato, serían conceptos. Se pervertiría así intención fundamental de la fenomenología.
una
Ahora bien, esto no es tan solo una hipótesis o una prolonga-
de un momento antepredicativo del ente o de una totalidad acliml,
i ion de los textos de Husserl. En varias ocasiones, las idealiza-
es decir, «finita» de entes, no puedo pasar a la idea de un horizonte infinito de la predica ción. El a ntepredi cativo reviste, por tanto, mi
i iones de la lógica predicativa son definidas como los productos
doble aspecto.
anlcprcdicativa, figuran una sedimentación cultural que teórica-
de una génesis artificial. Engendrados a partir de la existencia
Unas veces, indefinida determinabilidad, el antepredicativo e»
uu-iilc puede y debe siempre ser deshecha. Y dado que esta se
la abertura o la «aperturidad» [apérité] del ser a la conciencia; o»
dimentación es superestructural, la «reactualización» del sentido onginario es siempre posible. Todas las regresiones al origen del
24. Ib id, § 9, p. 36 . 25. Nos satisface encontrar, en una de nuestras últimas lecturas, esta idea presentada con mucha precisión y muy acertadamente por Landgrebe (nnlii citada un poco más arriba). 26. Ambigüedad muy cercana a la del yo puro com o «ahora» originario y cnmii totalidad (en el sentido kantiano) de las vivencias, forma y materia infinitas y ¡ilmu luías (cf. más arriba, 11.aParte, cap. III). La significación de estas dos ambigüedmli‘« es idéntica y revela la misma dificultad. i u i h i i w
mundo antepredicativo son posibles porque las sedimentaciones lógicas son, de algún modo, sobreañadidas por necesidades m etó dicas y prácticas a un mundo predado. Así pues, la paradoja es la 27. .......
En el sentido, a la vez, filosófico y habitual del término [en francés, «fuctidel T.)).
196
Nacimiento y d evenir del juicio
Génesis trascendental y génesis «mundana»
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de todas las evidencias antepredicativas, no es -com o suele pin
U toialidad infinita de lo que puede manifestarse. Su ser «ya-ahí»
sentarse- un mundo ya constituido, precediendo o determinamlii
iignifica lo que espera el acto de una conciencia para revelar su
en sentido estricto de la palabra una pretendida actividad trasccn dental del sujeto. El mundo viene definido por Husserl no eoimi
l,t conciencia, es una pura y simple ausencia de significación feno -
un mundo actualmente real del que sería prisionero el sujeto con noscente, sino com o «el horizonte de todos los sustratos de ju iclut
de oponerse a ella, la pasividad trascendental sería la condición
,mil ido. Su carácter de pre-cons tituido , acogid o pasiva men te p or iiicnológica antes de la actividad trascendental de un sujeto. Lejos
posibles»24. Es una posibilidad abierta al infinito de las evidciu ln«
luí mal de la actividad trascendental. Pero no vemos entonces cuál
fundadas en él. Es fundamento de toda «mundanidad» de la lógn
i . el fundamento concret o de la constitución . Si el ente ante pred i-
m
tradicional y formal, sin ser él m ismo «mundano».
, .iiivo concreto no tiene, antes de la actividad trascendental, nin
No s encontramos aquí con una grave ambigüedad del conccplu «mundo»25. Por un lado, el mundo es lo antepredicativo en su «ion
gún sentido en él mismo, ninguna determinación inteligible en sí, no vemos cómo la conciencia podría dársela o, en última instancia,
lidad» actual. Ya siempre ahí, en su estructura ontológica primill
i('conocerlo intencionalmente como tal o cual. Si lo que el ego tras-
va, es el sustrato preconstituido de toda significación. Pero, pul
i ciulental recibe pasivamente solo es un sustrato indeterminado, el
otra parte, es la idea de una totalidad infinita de los fundamcnln»
hciiI
posibles de todo juicio. En él se oponen la actualidad de la exl» tencia como sustrato y la infinita posibilidad de las experiencia»
i onslrucción subjetiva, una invención o una fabricación pragmáti-
trascendentales26, lo cual hace resurgir el problema de la géncsl»
le,. Ninguna esencia inherente al sustrato podrá fundarlas, solo una
ido que [la conciencia] le «prestará» podrá confundirse con una
i ii del sentido. Las ide alizac iones serían mediaciones co nce ptú a
El mundo como horizonte infinito de las experiencias posibles un
idación o una situación subjetiva, psicológica, antropológica, etc.,
puede ser un predicado o una m odalización del mundo antepredl
mi relación con el objeto. Lo que ten emos ahí sería enton ces una
cativo «real». Es originariamente horizonte infinito de lo posible,
desviación subjetivista, antropologista, etc., de la intencionalidad.
como lo indican numerosos textos.
I I acceso inmediato al sentido del objeto percibido pasivamen te
Aquí, lo posible n o es un predicado de lo actual y no es eligen drado a partir de una evidencia antepredicativa concreta. No es ni un ente, ni un conjunto de entes actuales. Es, pues, una posibilidml formal y apriori, irreductible a una génesis trascendental. A pin Ili
mi sería sino una producción «facticia »27 de las esencias. Estas, ,d no ser inherentes al sustrato, serían conceptos. Se pervertiría así intención fundamental de la fenomenología.
una
Ahora bien, esto no es tan solo una hipótesis o una prolonga-
de un momento antepredicativo del ente o de una totalidad acliml,
i ion de los textos de Husserl. En varias ocasiones, las idealiza-
es decir, «finita» de entes, no puedo pasar a la idea de un horizonte infinito de la predica ción. El a ntepredi cativo reviste, por tanto, mi
i iones de la lógica predicativa son definidas como los productos
doble aspecto.
anlcprcdicativa, figuran una sedimentación cultural que teórica-
de una génesis artificial. Engendrados a partir de la existencia
Unas veces, indefinida determinabilidad, el antepredicativo e»
uu-iilc puede y debe siempre ser deshecha. Y dado que esta se
la abertura o la «aperturidad» [apérité] del ser a la conciencia; o»
dimentación es superestructural, la «reactualización» del sentido onginario es siempre posible. Todas las regresiones al origen del
24. Ib id, § 9, p. 36 . 25. Nos satisface encontrar, en una de nuestras últimas lecturas, esta idea presentada con mucha precisión y muy acertadamente por Landgrebe (nnlii citada un poco más arriba). 26. Ambigüedad muy cercana a la del yo puro com o «ahora» originario y cnmii totalidad (en el sentido kantiano) de las vivencias, forma y materia infinitas y ¡ilmu luías (cf. más arriba, 11.aParte, cap. III). La significación de estas dos ambigüedmli‘« es idéntica y revela la misma dificultad.
mundo antepredicativo son posibles porque las sedimentaciones
i u i h i i w
lógicas son, de algún modo, sobreañadidas por necesidades m etó dicas y prácticas a un mundo predado. Así pues, la paradoja es la 27. .......
Nacimiento y devenir del juic io
Génesis trascendental y génesis «mundana»
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En el sentido, a la vez, filosófico y habitual del término [en francés, «fuctidel T.)).
199
siguiente: dado que el mundo es predado formalmente a la pn*l
i'cnesis pretendidamente trascendental de la lógica solo sería la
vidad trascendental, las idealizaciones producidas por la activiilinl
i onfección de artificios que disimulan la desnudez de la existen-
trascendental resultan conceptuales y nos invitan a reencoiilini,
■ ni antepredicativa. Decepciona nte con clusión que sigue rigurosa
como su fundamento, la realidad predada. «El retorno a la rvl
mente la definición del mundo antepredicativo como fundamento
dencia de la experiencia» es un «retorno al ‘mundo de la vida', o»
iilisolnto y único de la predicación. En lógica estricta, el antepre-
decir, al mundo en el que ya siempre vivimos»28 9 .2 El mundo en el
•lu'iilivo absoluto no debe recibir ninguna determinación; absoluto
que vivimos, del que emana todo lo que nos afecta como susluilii de juicios posibles, nos es ya siempre predado como estrueliini
miiic
reto, resulta en defin itiva, y al ser ab soluto , totalidad v acía
i Iorinal. Las determinaciones que «r ecibe» no tienen , por defi
sedimentaria de las producciones lógicas. El sentido de este sel
nición, ninguna validez por ellas mismas y remiten a un predado
predado es determinado por nosotros, «adultos de nuestra éponpi,
mu el que esas mismas determinaciones solo tienen relaciones
gracias a todos los descubrimientos de las cie ncias modcmn*"1,
i Hleriores, de mod o que son en tonces n ecesariamente convencio iiiilcs. La génesis de lo lógico es una necesidad práctica, una de-
incluso si las ciencias no nos interesan, el mundo nos es piciln do como en principio determinable por la ciencia. «Por ello, ni mundo de nuestra experiencia es comprendido, de entrada, ron la ayuda de una ‘idealización’ [...] no vemos más que esta idenll zación [...] es precisamente ya un producto de nuestros método* de conoc imie nto, que se funda en los ‘pred atos’ de nuestra cxpe riencia inmediata. Y esta experiencia, en su inmediatez, no cono
i'i mlación total de la pureza predada. El deven ir es deterioro. Por i linio, la temporalidad no es la originariedad, ya que solo se define v aparece en relación con una pureza intemporal que ella altera, 'a- lia creído encontrar el polo originario y absoluto de la génesis, pno una vez más el absoluto de la génesis es solo la negación y la desvalorización de la génesis. Por su misma indeterm inación, el
ce espacio exacto, ni causalidad, ni tiempo objetivos [...] Cuando
disoluto se ha convertido en su contrario. El absoluto temporal es
hablamos de los objetos de la ciencia [...] no se trata de ob|eln*
la iiilemporalidad. Pero si se considera la gén esis co mo la vivencia
de la experiencia en cuanto que son puramente ‘experimentado*' y determinados en actos categoriales sobre el fundamento de e*n
i lo originario, esta intemporalidad, en cuanto es temati zada como ni, parece engendrada y accidental. Será mistificación. No esca
experiencia pura»30. Y aquí encontramos la frase que algunos, pin
pamos de la dialéctica. Otras veces, Husserl presenta el mundo antepredicativo ya no
diversos motivos, consideraron escandalosa: «Siempre se olvida que ese universo de determinaciones en sí, en el que la ciem la exacta engloba el universo de los entes, no es sino un vestido dx ideas (ein Kleidvon Ideen) lanzado sobre el mundo de la expei ira
•orno
posibilidad formal e indefinida, sino como la actualidad siem-
presente de lo dado. No obstante, parece que desemboca en la misma aporía. Toda la «genealogía» del juicio predicativo supone,
po-
|
•'i electo, la distinción entre las experiencias simples ( schlicht ) y
Este vestido de ideas nos hace considerar como el ser verdadcio lo
l'i ■ experiencias «fundadas». La regresión hacia las experiencias limpies nos llevará al mundo originario. «Aunque hemos ganado
cia y de la intuición inmediatas, sobre el mundo de la vida |
que es un método»31. Esta importante declaración, que parece contradecir la doi til na de la intuición categorial, define así en términos pragmático* y conceptuales toda la vida de las ideas. Todo predicado es l'oiniii lización conceptual, herramienta de la inteligencia cientílieu, lo 28. 29. 30. 31.
Ibid., § Ibid., § Ibid., § Ibid., §
10, p. 38 . 10, p. 38-44 . 10, p. 41 . 10, p. 42-43 . Husserl retomará la frase en la Kri \t\