EL ÚLTIMO TREN A CASA por Blayne Cooper (Advocate) Traducido por Martha Lo
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Limitaciones de responsabilidad : Estos personajes y esta historia se originó en las profundidades oscuras de mi mente, y por lo tanto pertenecen a nadie más que a mí. Copyright © 2002 por Blayne Cooper (Abogado) .Todas los derechos reservados. Ciertos lugares reconocibles, eventos y / o las organizaciones se utilizaron para dar una sensación de autenticidad a la historia y no pretenden representar la realidad. Otros son totalmente ficticia. Contenido Sexual / Violencia / Idioma: Esta es la ficción alternativa que implica una relación sentimental / sexual entre dos mujeres adultas. Está destinado a un público solo adulto. Si eres menor de 18, por favor moverse a lo largo. Contiene escenas moderados, aunque se describe vívidamente la violencia y algunas malas palabras. Angustia emocional: Esta historia es un poco diferente de lo que podría estar esperando si has leído mis otros escritos. Es un poco más oscura, un poco más seria, y en algunos lugares, francamente angustiante. Si se puede mantener a través de las partes duras, hay una luz al final del tunel. Lo prometo. Agradecimientos: Ali, Barbara, Judith, y Nancy su asistencia en lectura beta fue invaluable. A mis amigos que leen en el lado de su regeneración ayudado a hacer de este una mejor historia. Gracias a Cindy Brown, MD por sus expertos consejos medicos. Cualquier inexactitud en la parte frontal médica son un reflejo de mi uso de la licencia artística en lugar de su experiencia. Un especial agradecimiento a T. Novan por su ayuda en la investigación sobre varios asuntos. Por último, Bob me ayudó de muchas maneras. Ni siquiera voy a tratar de enumerarlas todas. Por último, sólo voy a decir gracias y te amo. Nota del autor: La mayor parte de la información relativa a las instalaciones en la isla de Blackwell es atribuible a la fuente de abajo. En el nombre de la licencia artística algunas libertades fueron tomadas. Siguiendo el siguiente enlace para obtener más información sobre la isla de Blackwell y las instituciones alojadas allí. http://www.correctionhistory.org/html/chronicl/nycdoc/html/blakwel1.html
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Capítulo 1 Diciembre 31, 1889 Comenzó a nevar, pequeños copos brillando en la luz de la lámpara hasta que chocaron con la desgastada y pesada bufanda de lana de Virginia, creando una fina capa de cristales de color plateado en la tela negra. La bufanda cubrió su cabeza y distraidamente extendió la mano para cerciorarse que sus extremos estuvieran metidos en su abrigo. Ella dejó su mano allí mientras caminaba, sosteniendo juntas las asperas solapas de lana del abrigo con dedos helados. En la esquina de las calles de Essex y Delancey se detuvo en el bordillo permitiendo a un carretón de movimiento lento que pasara por delante de ella. "Whoa". El conductor fornido frenó al pony de color café que tiraba su carretón. La parte trasera del carretón estaba lleno de barriles de cerveza. "Necesitando un paseo, señorita?" Se quitó el pequeño sombrero redondo y entrecerró los ojos mientras miraba hacia el cielo de la noche, irritado cuando los pequeños copos salpicaron los cristales de sus gafas. "El invierno finalmente está aquí en la víspera de Año Nuevo," él pronunciada, colocando el sombrero encima de una mata de pelo oscuro rebelde y limpiándo sus gafas. Virginia sonrió y negó con su cabeza. Hace seis meses ella no habría entendido ni una palabra de lo que él había dicho. Entonces, los variados acentos de los inmigrantes de la parte baja del este de Manhattan habían echo que parpadeara estúpidamente casi a cualquier persona que habló con ella. Esta noche, sin embargo, ella entendio perfectamente al hombre y le dio las gracias por su amable oferta antes de continuar su viaje a la calle Orchard y su casa, que consistía en un pequeño apartamento en el sexto piso de una casa de viviendas marrón de ladrillo. Una pareja risueña paso asombrándola con sus gritos de deseos por un feliz Año Nuevo y dirigiéndose a ella por su nombre. Ella mostro otra sonrisa y agitó sus adioses mientras continuo caminando, con la mente más ocupada en aliviar sus doloridos pies que beber junto con el resto de Nueva York. Ella había trabajado hasta tarde esta noche, despojando las plumas de carcasas apestosas de pollo junto con otras dos docenas de hombres, mujeres, y niños, todos con la promesa de un dólar extra en su cheque de pago semanal de $4.00 dls. A pesar de las vacaciones, era una oferta que Virginia Chisholm no podía permitirse rechazar. Pasando a través de una nube de vapor hedionda que se levantaba por la ventilación de alcantarillado, abrió la puerta de su edificio y fue recibida de inmediato por varias fiestas de inquilinos. Ella bajó su bufanda y la sacudió, envíando una dispersión de cristales helados al piso de madera y revelando una cabeza de pelo rojo con reflejos dorados, ahora en pleno desorden. Un hombre picado de la cara sacó la cabeza de la puerta de su apartamento, y Virginia podía oír los acordes alegres de un piano desafinado y un estallido de risa a sus espaldas. "Tarde, Ginny!" dijo arrastrando las palabras. "Feliz Año Nuevo, Sr. Belawitz," ella respondió diligentemente, con la secreta esperanza de que él no quisiera charlar. Pero él rápidamente se metió de nuevo en su apartamento, para gran alivio de Ginny.
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Un coro de "Feliz Año Nuevo, Ginny!" resonó a través del estrecho pasillo mientras Ginny subia la empinada escaleta. Ella rió, feliz de ver a sus vecinos que por lo general estan malhumorados disfrutando de la temporada. Ya eran pasadas de las diez y el departamento de su familia estaba oscuro y tranquilo, excepto por una sola vela que estaba colocada en una pequeña mesa cerca de la estufa, iluminando los rostros cansados de la madre y la hermana de Ginny. Se sentó junto a su madre con un golpe de cansancio. La hermana mayor de Ginny, Alice, se levantó para colgar la capa húmeda de Ginny, y su madre se acercó a la estufa para un bote que todavía tenía té caliente. "Estaba empezando a preocuparme, hija." Ella odiaba cuando Ginny caminaba por las diez cuadras de su trabajo a la casa sola en la oscuridad. Ginny metió los dedos fríos, rojos debajo de los brazos para mantenerlos calientes. "Lo siento, mamá, tuve que trabajar hasta tarde." Luego sonrió, recordando por qué se había perdido la cena. "Hay un dólar extra en el bolsillo esta semana a causa de ello." Tanto Alice como la cara de su madre se iluminaron. "Pude conseguirlo para ti. Yo-" "No es necesario." Su madre la despidió con la mano, relleno una taza despostillada con té humeante y envio el aroma de menta flotando entre ellas. "Puedes darmelo mañana, cuando vaya al mercado. Sería bueno tener un poco de carne para la cena". Ella miro con gratitud a sus dos hijas y se puso en pie. Cuando estuvo levantada, coloco sus labios contra la parte superior de la cabeza fría de Ginny. "Feliz Año Nuevo, bebes. Espero que sea mejor que todos," dijo en voz baja. "Para las dos." "Lo mismo para ti, mamá," las mujeres jóvenes respondieron de manera concertada, ya que su madre desapareció en una de las dos pequeñas recamaras del departamento. Ellas sonrieron ante el sonido de los ronquidos profundos de su padrastro, que desaparecieron cuando su madre cerró la puerta del dormitorio. Cuando el apartamento estaba en silencio una vez más, Alice deslizó su silla junto a su hermana y se pusieron a charlar tranquilamente sobre los acontecimientos del día. En poco tiempo los párpados de Ginny estaban cerrados y Alice rio en silencio. Ginny estaba demasiado cansada. La cara en forma de corazón de su hermana había empezado a tomar las líneas y planos de la edad adulta, aunque para ser justos la piel alrededor de los ojos siempre se había arrugado cuando sonreía, desmintiendo su verdadera edad. Ahora, sin embargo, esos mismos ojos revoloteaban cerrados a intervalos irregulares mientras Ginny luchaba inútilmente contra una ola abrumadora de fatiga. "Vamos, deliciosa," bromeó Alice. "Deja que te ayude en la cama." Se apartó de la mesa, luego cuidadosamente llevo la taza vacía de Ginny al lavabo. "Silencio," Ginny replicó con irritación, más que un poco sensible sobre su curvilínea figura. Era de altura media, pero sólo en el último año, desde que había cumplido los 17, sus caderas se habían ensanchado y sus pechos tomaron una redondez completa no compartida por su madre o su hermana mayor. 5
"Oh, está bien," Alice rió, guiando a los cansados huesos de su hermana hacia su oscurecido cuarto. Una vez dentro ambas revisaron cuidadosamente para asegurarse que las mantas estaban fuertemente metidas en torno a sus jóvenes hermanos gemelos, James y Lewis. Despues comprobaron a la bebé, Helen, y Jane de 3 años de edad, ambas dormían en una cuna al pie de la cama de las muchachas. Satisfecha de que todo el mundo estaba cálido, Alice subió a la cama. Ginny se desvistio dejando su ropa interior y tan rapido como podía se acurrucó bajo las sábanas de la cama doble que compartía con su hermana. Su suspiro de satisfacción en la maravillosa sensación de su calor corporal compartido se perdió en medio del fuerte crujido de los resortes de la cama. "Este es el año, Alice," Ginny susurró fervientemente después de un largo momento. Ella tiró de la manta hasta su barbilla. "1889 fue el último año que gasto en este lugar. Se que mamá necesita nuestra ayuda, pero-" "Yo también, Ginny." Una pausa. "Juan del mercado de pescado vino pidiendome temprano esta noche." Ginny podía oír la sonrisa en la voz de su hermana. "A buena hora. Ustedes dos han estado en la luna uno sobre el otro durante meses. Y una chispa durante casi todo ese tiempo", agregó con picardía, sabiendo que Alice no era consciente de que inadvertidamente los había atrapado besándose en más de una ocasión. Ella se retorció de manera que los dedos quedaron atrapados, haciendo que Lewis se revuelva en la cama a sólo dos pies de distancia. "Tranquila, Ginny." "Lo siento." Pero ella realmente no lo sentía. Habia estado esperando semanas por la oportunidad perfecta para torturar a Alice acerca de eso. "Ahora, acerca de esta noche," Alice continuó impávida, "Arthur le dijo que regresará la próxima semana después de que su visita había sido debidamente anunciada." Invisibles en la oscuridad las dos hermanas rodaron los ojos en las nociones anticuadas de su padrastro. "Pero John dijo que volvería. Él quiere moverse hacia el Oeste el próximo verano, ya sabes. Su tío tiene una granja en Tennessee." "Oh, Al," la voz de Ginny era suave y pensativa. Había visto fotografías de colinas y se imaginó millas y millas de hierba fresca, verde. "Eso es maravilloso."Ella apretó la mano de su hermana, tratando de ignorar la punzada en el pecho que la noticia provoco. La echaría de menos fuertemente, pero se negó envidiar a Alice por una oportunidad para una mejor vida. Después todo, tenía la intención de contar con una ella misma. Tiene que ser más que este lugar. Trabajo infinito. El hedor. El crimen. Simplemente tiene que haberlo. "Él tiene un hermano, Ginny. Si puedes conseguir pasar más allá de esas chuletas de cordero y el largo bigote no es un tipo de aspecto tan malo."
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Ginny resopló. "No, gracias." Ella distraídamente miró por la ventana, sus ojos siguiendo el flujo constante de la nieve que brilla. "Voy a salir de aquí sin tener que recurrir a él, muchas gracias." Y por un momento Alice creyo en su voluntariosa hermana menor. Si alguien podía hacerlo, era Ginny. "Dulces sueños, Al." "Feliz Año Nuevo, Ginny." A continuación, sólo los sonidos amortiguados de los ronquidos llenaban el pequeño apartamento en la calle Orchard. *~*~*~*~* "Por lo tanto, Habichuela." Con un solo empujón entre los hombros estrechos, Lindsay Killian se fue volando fuera del vagón en movimiento lento y en la noche. Ella cayó al suelo, maldiciendo mientras se deslizaba por un terraplén formado por rocas y trozos de carbón cubiertos por una fina capa de nieve. Ella hizo una mueca cuando sintió sus pantalones y luego la piel de sus rodillas y el rasgón de sus manos. Estaba inquietantemente silencioso afuera, excepto por el traqueteo desvanecido del tren de carga. "Bastardo," escupió ella, al ver su sombrero volar fuera del vagón, que estaba ya varios cientos de pies hacia abajo en la vía frente ella. Podría jurar que todavía podía oír su risa satisfecha de sí misma. Era, en la mente de Lindsay, la última humillación. "Arrollada por alguien que conozco." Ella resopló con sorna. "¿Y ahora qué? Si mi padre volviera de la tumba me pegaría en la cara?" Con un movimiento de cabeza, empujó fatigosamente sus rodillas y se tambaleó allí durante varios segundos antes de caer sin fuerzas hacia atrás. Suspiró, enviando una nube de vapor en el aire frío, y miró hacia el cielo, su negrura superada por el brillo apagado de las luces y el humo de la ciudad cercana. Los copos de nieve caían sobre ella, y deseaba brevemente que pudiera ver las estrellas en vez del infinito mar oscuro gris dorado encima. Como en la ciudad de Nueva York, las estrellas la hacían sentir pequeña e insignificante pequeña. Pero a diferencia de este lugar, también hacían sentir a Lindsay libre como si el universo se extendiera tentadoramente delante de ella y todo era posible. Con otro suspiro dramático se dio la vuelta sobre su lado y se detuvo un momento para extraer una pequeña roca que se había incrustado en su mano. Hizo una mueca y se puso de pie, sacudiéndose su abrigo en mal estado. A pesar de su repentino ataque de melancolía y su absoluta vergüenza por haber sido privada de su pedernal, navaja, y ahorros de su vida que consistían en un total de .87¢, decidió que podía estar mejor que morirse de frío en la zanja. La ciudad podía ser un pozo negro pero había un montón de bolsillos para escoger, refugios de caridad que ofrecían sopa caliente, acuosa, y lugares donde podía ir y calentarse las manos junto al fuego. Sus ojos se estrecharon. Despues de encontrar algo de comida, se dirigiría a la estación de ferrocarril favorita de Cara de Rata y reclamaría su propiedad robada junto con su orgullo. Las botas de Lindsay hicieron un ruido crujiente mientras caminaba.
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"Habichuela, querida," murmuró para sí misma, mientras se inclinaba para recuperar su sombrero abollado, "¿Qué tal una resolución diferente este nuevo año?. En lugar de hacerse rico, ¿por qué no asentarse en mantener una mejor compañía?" Ella metió su cabello largo hasta los hombros profundamente en su abrigo y fuera de la vista. Sí. Asintió con la cabeza un poco, satisfecha con su decision. Mejor compañía, eso es. Ella volvió a subir por el terraplén. "Pero la mejor compañía vendrá después de que encuentre a Cara de Rata y PATEE SU CULO." Sintiéndose mucho mejor, metió las manos en las mangas y silbó una melodía feliz cuando ella comenzó un solitario paseo por las pistas de madera y hacia la ciudad de Nueva York. *~*~*~*~* "Ginny. Despierta. Por favor" Las palabras tiraron en el borde de su conocimiento. Pero no fueron suficientes para despertarla por completo. "Ginny". Ella sintió una pequeña mano sacudiendo su hombro. "¿Qué es, Lewis?" murmuró, manteniendo los ojos firmemente cerrados. Justo me acoste. Dime que no es hora de despertar aún. "Vamos, Ginny!" Esta vez la voz aguda de su hermano estaba llena de pánico, y sus ojos se abrieron para encontrar su habitación llena de humo blanco mientras parpadeaba. "Oh, Dios mío." Alice se incorporó y se apartó el pelo de la cara. "Oh, Dios. Oh, Dios. Se quema algo", dijo innecesariamente. "Hay un incendio." Ginny tiro de sus cubiertas y salió a toda prisa de la cama, sin darse cuenta de que el suelo bajo sus pies descalzos era inusualmente cálido. "Voy por mamá." Miró a Alice para su confirmación, empujando hacia abajo una ola de miedo y temor. "Dios! Voy a ver que los niños esten vestidos." Alice estaba moviendo a toda prisa los zapatos de Lewis. Ginny asintió rápidamente y se tapó la boca con la mano. Ahora que estaba de pie, el olor acre y sabor hacen el dorso de la quemadura de la garganta y la cabeza estaba bien dentro de la capa nebulosa de humo que cubría la parte superior de la sala. "Regreso a ayudarte, Alice." Ella echó un vistazo en la cuna, a continuación, se detuvo en seco. "Helen?". Sus ojos se movían alrededor violentamente. "Helen?" La normalmente rica voz de Ginny se quebró en la última palabra mientras miraba a Jane, que estaba sola en la cuna. La niña comenzó a llorar mientras se despertaba.
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El sonido de los carretones, caballos nerviosos, y voces de pánico flotaban desde abajo en la calle. Alice tomó la capa de Lewis del armario y empezó a despertar a James, que todavía estaba inconsciente en su sueño tranquilo." Mama tomó a Helen fuera de la cuna cerca de una hora. Ella nunca la trajo de vuelta." Ella no tiene que mirar para saber que Ginny no se había movido. "Rápido, Ginny. Vamos!" Ginny salió de su shock y abrió de golpe la puerta de su habitación. Por primera vez en su vida corrió a la habitación de sus padres sin llamar. "Mama! Arthur, despierten. Hay un incendio." "¿Qué? Oh, no." Su madre salto fuera de la cama, con los ojos abiertos por la incredulidad, todos los rastros de sueño desaparecieron en un instante. Ella tenía a Helen en sus brazos y torpemente movio su camisón para que su pecho ya no estuviera expuesto. El bebé dejó escapar un fuerte grito infeliz cuando su amamantamiento reconfortante terminó abruptamente. Ginny apartó la mirada, avergonzada. Arthur Robson, el padrastro de Ginny, yacía inmóvil a excepción de la subida y caída de su pecho. Ginny sacudió su hombro con fuerza, pero él sólo dio una palmada en la mano y murmuró algo ininteligible. Volvió sus ojos interrogantes sobre su madre, que estaba hurgando en su tocador por algo más adecuado que un camisón y tratando de calmar el llanto de Helen. "¿Qué le pasa, mamá?" "Bebío demasiado celebrando el Año Nuevo es todo. Él esta bien. Puedo despertarlo. Ve ayudar a tu hermana con los otros niños." Ella abanicó la mano delante de ella en un inútil intento de despejar el humo. "Hay que salir ahora, Ginny, todos ustedes." Ella detuvo la tos. "Ponte los zapatos y el abrigo." La mujer mayor envolvió una manta alrededor de Helen y se sentó en la cama mientras se vestía. "Te veremos en la parte delantera del edificio." La mujer mayor de repente dejó de hablar y ladeó la cabeza hacia la ventana. Pasos cortos y rápidos cruzaron el pequeño cuarto y ella gruñó mientras se lanzo a abrir la ventana. Una ráfaga de aire frío y el sonido de gritos distantes llenaron el cuarto. A pesar del aire de Enero el sudor comenzó a perlar el labio superior de la Sra. Robson. Mirando hacia fuera, podía ver las llamas saliendo disparadas por la ventana del apartamento directamente debajo de ellos y una concurrencia de hombres, mujeres, niños y bomberos en la calle de abajo. "Dulce Jesús." Ojos marrones salvajes bruscamente hacia un lado, sujetando a Ginny, pero ella habló con notable calma. "Ve y no se detengan, Ginny. Cogé a tus hermanos y hermanas y corre." Ginny vaciló sólo un segundo, pero al ver que Arthur estaba empezando a despertar y ella de mala gana regreso a su habitación. El apartamento estaba lleno de humo ahora, y la corta distancia entre las dos puertas de alguna manera parecía más largo en la bruma acre. "Ouch." Ella se pego en la punta del pie con el borde de una mesa pequeña.
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Lewis y James estaban de pie con nerviosismo en la puerta en sus camisones, abrigos, sombreros, y zapatos. Ambos niños de 8 años de edad, se envolvieron alrededor de Ginny tan pronto como entró en la habitación. "Awww, vamos a estar bien, chicos." Pero el humo estaba haciendo que sea difícil ver y más difícil respirar. "Van a ver." Ella les tomó la barbilla y se las levantó suavemente. "¿Están listos?" Dos cabezas rojas asintieron rápidamente. Ginny les dio su mejor sonrisa tranquilizadora y los chicos se calmaron visiblemente. "Bien." Alice estaba ocupada envolviendo una manta alrededor de Jane con una mano mientras se abrochaba el abrigo con la otra. Levanto la vista hacia Ginny y sus ojos se encontraron. Ginny tragó saliva y su corazón comenzó a latir con fuerza, dándose cuenta por primera vez que esta era más que un situación peligrosa. Era mortal. Alice abrió la boca para hablar, pero sólo pudo toser. "Donde" ella finalmente sofocada, sacudiendo la cabeza como para aclararse la garganta. "¿Dónde están?" Se llenó de humo la habitación entera ahora y chicos comenzaron a jadear y toser también. Ginny hablaba sin respirar para que pudiera sacar las palabras a la vez. "No están listos, Al. Arthur bebió demasiado. Mama esta intentando levantarlo." Ella apretó sus ojos llorosos, punzantes cerrandolos mientras la habitación comenzó a desdibujarse. Alice asintió y entregó a Jane a Ginny, quien al instante envolvió a la niña que se retorcía en un abrazo reconfortante. Otro segundo y Alice estaba de rodillas encajando los pies de Ginny en sus zapatos. "Sacalos" Una tos. "de aquí." Ella comenzó a toser de nuevo y esta vez no pudo parar por varios largos segundos. Cuando los zapatos de Ginny estaban firmemente en su lugar, Alice agarró el bíceps de su hermana y tiro de Ginny y Jane fuertemente contra ella en un abrazo tan apretado que era doloroso. Ella presiono sus labios directamente en la oreja de Ginny. "Mama no puede conseguir Arthur y la bebé sola. Le ayudaré." Ella extendió sus brazos y sostuvo la mirada de su hermana una vez más." Nunca los dejes, Ginny ellos te necesitan. Prometelo?" "Lo prometo." Ginny dibujó una respiración irregular y sus ojos se llenaron de lágrimas de un tipo diferente. "Shh" Alice rápidamente pero con cuidado le secó las mejillas, sabiendo que las suyas estaban igual. "Nos encontraremos fuera, deliciosa. Ve," susurró una fracción de segundo antes de retirarse hacia la habitación de sus padres, paso sus dedos ligeramente a través de la parte superior de la cabeza de sus hermanos en su salida. Ginny no se molestó en inhalar o en limpiar sus ojos. Ella dejó que las lágrimas vinieran, lo que le permitio momentáneamente aclarar su visión y grabar un camino por sus ya enrojecidas mejillas. Entonces ella se agachó y tomó una de las manos pequeñas de James, dándole instrucciones para que sujete a Lewis. "Vamos." 10
Varios pasos ciegos más tarde y estaban en la puerta principal del apartamento, donde Ginny se encogió torpemente dentro de su abrigo de lana gris carbón. Coloco de nuevo a Jane contra su hombro y alcanzó la perilla, sólo para retirar su mano hacia atrás y gritar cuando su piel quedo pegada al metal chamuscado. Ella tropezó hacia atrás, apenas manteniendo su agarre sobre su hermana. Lewis comenzó a llorar en serio y James abandonó su enfoque normal de decirle a su hermano que estaba actuando como un marica cuando él quería que fuera valiente. En cambio él permaneció mudo, mirando alrededor de la habitación con ojos redondos asustados. La mente de Ginny corrio de prisa. Si el metal estaba caliente, sin duda el fuego estaba en el vestibulo. La ventana? No. Estaban en el sexto piso. Ella tomo una respiración irregular. Ellos no tenían otra opción. "Aguanta, Jane." Ella atornillo los ojos azules fuertemente cerrados y pateó la puerta. Una vez. Dos veces. En la tercera patada, para sorpresa de Ginny, la desvencijada puerta se abrió y una ola de aire caliente se estrelló contra todos ellos, obligándolos a dar un paso hacia atrás y jadear en shock. Momentaneamente el humo parecía despejarse y Ginny pudo ver que las llamas había envuelto a los apartamentos más alejados de las escaleras. El fuego estaba trabajando su camino hacia otro al final del pasillo, sus tentáculos mortales lamiendo la puerta de su apartamento. Ella miró por encima del hombro, esperando desesperadamente para ver al resto de su familia. Pero la vista se oscureció de nuevo por el humo. "¡Corre!" Agarrando la mano sudorosa de Lewis, ignoró su propio dolor cuando se precipitaron por las llamas que ya cruzaban disparadas a través de su puerta. Ellos comenzaron una carrera mortal por el estrecho pasillo. Ginny trató de llamar a sus vecinos, sobre la posibilidad que ellos todavía durmieran inconscientes en sus camas, pero la mayoría de sus gritos fueron tragados por la tos que ya no podía mantener a raya, y el rugido del fuego, que parecía crecer con cada segundo que pasaba. Gritos y el sonido madera y vidrios rotos se hicieron eco desde los pisos por debajo de ella y varios de los apartamentos a su alrededor, el sonido lo suficiente cerca para expulsar todo pensamiento racional de su mente. Las llamas pintaron sombras horripilantes, odiosas en las paredes alrededor de ellos cuando atravesaron varios pedazos de revestimiento de madera ardiendo que se habían desprendido debido al calor abrasador. Justo cuando estaban a punto de llegar a las escaleras, el Sr. Gelfand, el inquilino del apartamento directamente detrás de ellos, salió de la puerta principal y paso corriendo por delante de ellos en sus pies desnudos. El humo venía de los faldones de su camisa de dormir, pero él no parecío notarlos cuando paso como un cañón sobre James en su camino hacia abajo por las escaleras. En el escalón más alto, Ginny volvió a mirar la puerta de su apartamento, que no era nada más que una bola floreciente de llamas rojas y doradas. No puedo dejarlos! gritó su mente, a pesar de que sabía que tenía que conseguir que sus hermanos y Jane estuvieran fuera del edificio. Ella atornillo los ojos fuertemente cerrados y se sumo al caos gritando, "¡Maldición!" Fue la primera vez en su vida que había maldecido y James la miró desde su posición en el suelo en estado de shock. 11
"Levanta" Un ataque de tos la interrumpió. "Levántate, James!" Ginny gritó, frustrada de que ella no tenía una mano libre para darle un tirón a él. "Vamos! ¡Corre!" Ella hizo un gesto para bajar las escaleras con la barbilla, decidiendo en el último segundo para dejar ir la mano de Lewis y volver por el resto de su familia. Ella tenía que. Ella no podía dejarlos. Los niños podrían correr como el viento. Ellos estarían buen. Inconcientemente, ella apretó su agarre sobre Jane, que había dejado de llorar y ahora estaba enterrada en el hombro de Ginny, con la cabeza metida debajo de la manta en que estaba envuelta. En respuesta a la orden urgente de su hermana, James voló escaleras abajo, los brazos bombeando violentamente, sus pequeñas piernas un borrón mientras corría. Aterrorizado, Lewis se negó a moverse mientras se aferraba a la falda de su hermana. Ginny bajó la mirada hacia él y trató de apartarlo. "Lewis-" "No, Ginny! Lo prometiste!" Ginny se congeló y el silencio entre ellos se extendío por lo que pareció una eternidad, a pesar de que no era más que un puñado de segundos. Con el corazón en la garganta, ella asintió con la cabeza, y comenzó a bajar por las escaleras. Las escaleras crujieron bajo su peso y ella observó con asombro como varios escalones cerca de la parte inferior estaban torcidos por la presion del calor. Ella no sabía cuales. Pero podía sentir el calor que irradiaba de ellos, filtrándose a través de las suelas de sus zapatos gastados. Detrás de ella había algo más estrellandose y gritando y ella implacablemente lo ignoro, diciéndose a sí misma que no podía ser su familia. El quinto piso era un furioso infierno. Dentadas llamas se dispararon de las paredes y rayaban a traves del techo, el calor abrasador haciendo cada respiración dolorosa, el hedor de la madera, papel y cabello quemado haciendo arrugar su nariz. Ginny alcanzó a levantar su mano escaldada para ajustar la manta de Jane y cuando ella retiro la mano manchas oscuras de color carmesí en la forma de una mano accidentada mancharon la tela. "Tomen" Ginny tragó dolorosamente. "Tomen sus sombreros y presionenlos en contra- como esto." Ella arrancó el sombrero de James y lo presiono contra su cara, obligándolo a respirar a traves de el. Lewis inmediatamente imito las acciones de su hermano. Detrás de ella, el papel pintado en ambos lados de la escalera se había incendiado, por lo que la escalera hasta el sexto piso era un túnel de llamas. Ginny se volvió de nuevo y echo un vistazo. Había algo o alguien en la parte superior de las escaleras. Ella sólo podía apenas distinguir la silueta de una mujer con algo en sus brazos. La mujer dio un paso y en seguida se retiro. Oh, dios, ella en el fuego? "Alice? Ma ... Mamá!" gritó desesperadamente. Pero no hubo respuesta a sus gritos y la figura se movio alejandose de los escalones en el segundo preciso que una fuerte explosión sacudió todo el edificio. Ginny y Lewis cayeron, pero se levantaron rápidamente de nuevo. 12
"Ginny?" La casa de Lewis estaba congelada en el terror. Dios perdoname, no puedo ayudarlos. Lo siento, mamá y Arthur. Oh, Alice. "Ginny?" Esta vez fueron Lewis y James al mismo tiempo, ambos tirando de la capa de Ginny. Ginny no estaba segura de poder dar un paso sin vomitar, pero se movio todos modos, girando por la parte superior de la escalera del quinto piso. Ellos iban más rápido ahora, a ciegas a través del humo, pateando los escombros en su camino. No había vuelta atrás ahora. Y no había nadie en el camino por las escaleras detrás de ellos. La pared a la izquierda de ella estaba en llamas y se apartó de las llamas mientras se movía, sintiendo una dolorosa picadura en la parte posterior de su cuello. Entonces, repentinamente, la capa de James se incendió y él se puso a gritar, echandose a correr por las escaleras. "¡No! ¡James!" Lewis salió después de su hermano, tirándolo a pocos pasos de la parte inferior de la tercera planta. Ellos aterrizaron en un montón de brazos y piernas enredadas, y Ginny tomó varios pasos a la vez a través del humo espeso hasta que vio a los pies de James. Ella agarró a Lewis por el cuello y colocó a Jane en sus brazos. "Tómala!" La niña era demasiado pesada para él y las piernas colgando de la joven llegaban mucho más allá de sus rodillas. Él casi se derrumbó bajo su peso, pero luchó valientemente para mantenerse en pie, apoyando la espalda contra la barandilla de la escalera hasta que pensó que su columna vertebral se rompería. Ginny se puso de rodillas y tiró de la capa más o menos quemada del cuerpo de James mientras gritaba, tratando de rodar lejos de ella. Ella sentío la piel de ambas manos quemadas y mostró los dientes mientras luchaba con su asustado hermano. "Permanece quieto. Detente! Tengo que quitartelo!" El viejo abrigo rasgado en las costuras y el material aspero se pego a su palma y los dedos como pegamento. En un frenesí, se la arrancó de su piel dañada. Sus manos se sentían como si estuvieran en el fuego y tuvo que mirarlas por un segundo para asegurarse que no estuvieran. La piel estaba inflamada y con ampollas en carne viva, pero James estaba todo bien. El fuego no había quemado su piel. "Ginny, no puedo-" La joven tropezó con sus pies y se tomo a Jane de Lewis, justo antes de que el niño delgado se doblara. "Estamos casi abajo, chicos." El sudor manchando el rostro y el cuello y pudo sentir que corría por la espalda y entre sus pechos. "Vamos." Lewis ayudó a James a levantarse, con las lágrimas tallando senderos estrechos por sus rostros cubiertos de hollín mientras se movían delante de su hermana.
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El humo en el segundo piso no era tan espeso como en los otros pisos y Ginny pudo respirar profundamente, todavía ahogándose aún cuando sus pulmones rechazaron el aire viciado. Mientras que el resto del edificio parecía desierto, esta planta era un estudio de caos. Miembros del cuerpo de bomberos estaban rompiendo las puertas y buscando a los inquilinos. Era una cacofonía de bebés llorando y gritos de pánico, dolor y angustia. Gente en todos los estados de vestimenta, hablando en varios idiomas, estaban corriendo por el pasillo ya que sus vidas y su futuro estaba en llamas. "¡Ayuda!" Ginny tosió débilmente. "Necesitamos ayuda aquí." Su voz se había reducido a un susurro, pero un hombre que estaba cerca comenzó a moverse hacia ella. Él llevaba un uniforme. "La gente está arriba. Ellos todavía estan arriba!" "Esta bien." Él trató de calmarla. "Estamos llegando allí, señorita. Tú y tus hijos tienen que salir a la calle." Señaló hacia abajo el conjunto final de las escaleras, entonces tuvo que salir del camino ya que varios hombres corrieron junto a él. Ginny parpadeo. Él no subía por las escaleras. "Pero mi hermana y madre y paso-" "No puede esperar aquí, señorita!" ladró de nuevo con impaciencia. "Vaya." "Pero-" "Mire-" Él hizo una pausa y conscientemente suavizó su tono cuando miro a los brillantes, ojos claros, iluminados por las llamas de la escalera y acentuados por la cara de Ginny oscurecida por la ceniza. "Mis hombres van allí ahora. Van hacer lo mejor que puedan, pero ahora tu estas en su camino". Ginny resopló y asintió, y con un brazo junto a sus hermanos en manada por el conjunto final de las escaleras y afuera hacia la noche. Sus zapatos sisearon ruidosamente cuando dio un paso a la calle cubierta de nieve y pequeñas volutas de vapor escapaban de las suelas ardientes. Los copos de nieve seguian cayendo y le dolía respirar. No podía pensar con claridad y su garganta se sentía gruesa y su pecho pesado, como si alguien estuviera parado sobre ella. Los hombres estaban corriendo por delante de ella, demasiado rápido para detenerse o preguntar, y ella dio la vuelta a un carro, llevando a los niños a cruzar la calle. Se subieron en el borde de la acera, donde todos se dieron vuelta para ver donde acababan de venir, lo que acababan de sobrevivir. Con el corazón en la garganta, la mirada de Ginny flotó hacia arriba. Y su boca se abrió a la vista. Todo por encima de la cuarta planta estaba ardiendo. Las llamas de las ventanas y las grandes columnas de humo negro en espiral hacia arriba en la noche, desapareciendo en el cielo brumoso. En un rincón pequeño y racional de su mente se dio cuenta de que el fuego había comenzado probablemente en el quinto piso y se extendió desde ahí. Sus ojos fijos en la ventana de su dormitorio, a continuación, la ventana del dormitorio de sus padres. Ella no veía más que llamas que salían de ellas, arremetiendo contra la superficie de color marrón sucio del edificio.
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La presión en el pecho de Ginny aumentó y una ola de náuseas corrío sobre ella, amenazando con ponerla de rodillas. Se doblo por la cintura y tragó convulsivamente, la acción hizo que se deslizara la manta de la cabeza de Jane. Jane sacó la cabeza de la manta arrugada. Su pelo bello y sudoroso pegado a la cabeza y anillos de hollín negro rodeaban sus fosas nasales goteantes. Estaba de espaldas al edificio y su brazo se coló entre ella y Ginny mientras sostenía una delicada mano abierta. "¡Nieve!", gritó, con una voz tan delicada que Ginny se echó a llorar. "Sí, bebé, la nieve." Ella la enderezó, su espalda y cuello cada vez más rigidos. Tan rápido que no estaba preparada para ello, sus dientes comenzaron a castañear. "Tienes frío?" "No frío", respondió Jane con seguridad, intentando su mejor nivel para atrapar un copo de nieve. Ginny abrazó a la niña fuertemente; sus manos estaban entumecidas y se enredaron con la manta, haciendo caso omiso de las manchas de sangre antes de volver su atención a sus hermanos, que estaban de pie a pocos pies de distancia, sus ojos pegados al edificio incendiado. Rehusándose a mirar de nuevo, ella dio un paso hacia sus hermanos y habló con tanta calma como pudo. "¿Están heridos chicos?" Lewis tenía sus brazos alrededor de sí mismo en muda comodidad. La nieve empezaba a acumularse en su sombrero. Lewis sacudió la cabeza ante la pregunta de su hermana y James no se molestó en contestar en absoluto. Pero arrancó sus ojos de las llamas para centrarse en Ginny. Lewis comenzó a temblar. "Mama y Da-" "No" Ginny lo interrumpió. "Sólo tenemos que esperar. El cuerpo de bomberos está aquí ahora. Ves?" Ella señaló con un dedo tembloroso hacia los motores impulsados por vapor con el emblema de la brigada local engalanado con orgullo por un lado. Las grandes máquinas estaban tiradas por un equipo de tres enormes caballos resoplando. "Están muertos," murmuró James, su voz opaca y plana. "Esta todo incendiado. Cada pedazo de eso." A su pesar, Ginny levantó la vista de nuevo. La horrible escena torció su estómago y no podía encontrarse estar en desacuerdo con su hermano. "Pero todavía podemos esperar, cierto, Ginny?" El labio inferior de Lewis tembló mientras hablaba y Ginny envolvió sus brazos alrededor de sus pequeños hombros mientras lo abrazaba y a Jane. No queriendo quedarse atrás, James se les unio, deslizando sus brazos tan lejos alrededor de Ginny y James como pudo. Más gente pasaban a hombros, y los curiosos comenzaron a atascar la calle. Otro carro se detuvo justo en frente de ellos uniendose en el esfuerzo para evitar que el fuego se propague a los edificios vecinos. Los voluntarios saltaron a la calle, sus manos llenas de hachas y cubos vacíos.
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Ginny apretó la mejilla contra la parte superior de la cabeza de Jane y miraba hacia el cielo ocuro. Copos de nieve recogidos en las pestañas de color rojo. "Sí." Su garganta trabajó durante varios segundos antes de que susurrara, "Todavía podemos esperar."
Capitulo 2 Lindsay se movió en silencio en las horas previas al amanecer, avanzando poco a poco su camino dentro y fuera de las sombras mientras subia el cuello de su chaqueta para alejar la brisa helada. Sus piernas le dolían por horas de caminar, pero, finalmente, había sido capaz de enganchar un paseo en un vagón de carga yendo en la dirección correcta. Ella se encogió un poco ante la opresión en sus pantorrillas. Esta joven mujer se dirigia a la calle árabe utilizada para montar no caminar. Y mientras ella podría controlar una carrera de cincuenta yardas con lo mejor de ellos, pero cuando se trataba de resistencia se encontró seriamente carente. Y no le gustó eso. Lindsay hizo una nota para hacer algo al respecto: Evitar paseos largos tristes en la nieve cueste lo que cueste. Hizo una pausa mental. Excepción a mi nota: Ignorar la primera nota cuando tenga que encontrar al pájaro carpintero que robó mis cosas. El sonido de aplausos apagados y maldiciónes llamó la atención de sus infortunios. Ella continuó unos pies más lejos, luego plantó sus manos firmemente sobre la cubierta de cemento de la plataforma ferroviaria y saltó, todavía logrando permanecer completamente silencioso. La estación estaba desierta a estas horas de la noche, pero varios cientos de pies más allá del extremo de la plataforma, debajo de un puente sobre otro conjunto de vías, pudo ver a varios hombres reunidos en un círculo. Miró a través de la oscuridad hacia ellos, inconscientemente sosteniendo el aliento. A la izquierda de los hombres estaba un gran tambor de acero, y de vez en cuando uno de ellos se alejaba del círculo y se calentaba las manos sobre el fuego que ardia intensamente en su interior. Lindsay se movio acercándose más, los ojos atentos no más que hendiduras mientras trataba de identificar a los hombres. Un bajo, corpulento hombre avanzó pesadamente hacia el tambor. Ahh ahí estás, Cara de Rata. Realmente pensaste que no vendría y te encontraría. Su mente repentinamente puso nombres a las dos figuras no identificadas, y ella levantó una ceja mientras consideraba los compañeros de Cara de Rata. No es bueno. Estos hombres son sus primos, o eso decía, y se encontraban entre una pequeña minoría de los conductores ferroviarios viles que se alimentaban de su propia clase. Ellos eran brutales y despiadados, Lindsay tragó y muy largo. Pero ellos no importarían en absoluto si podía conseguir a Cara de Rata solo. Lo cual era exactamente lo que pretendía hacer. Después de eso, podía hacerse cargo de sí misma. Y esta vez no sería lechón perforada por imbécil, o empujada, como había sido su caso. Esto ni siquiera había entrado en la mente de Lindsay para cortar por lo sano y mantenerse alejado de problemas. Si llegaba alrededor de las vías y era asaltada con facilidad, cualquier sentido de la seguridad o medida del respeto que se había ganado en los últimos años se evaporaría con tanta facilidad como la niebla de la mañana. En su mente, ella simplemente no tenía otra opción. No fue hasta que tenía unos treinta pies de distancia, su presencia oculta por la oscuridad, que aventuró una suposición acerca de porque los hombres estaban silvando y gritando. Ellos estaban de pie alrededor de varias cajas y la mirada fija en el suelo. Tirando a los dados? Pero otros dos pasos y 16
ella podía decir que las pilas de cajas de madera habían sido colocados en un tosco círculo. Su cara torcida con disgusto cuando oyó el jadeo bajo cuando gruño un perro. Estaban matando ratas. Dios, pero ella odiaba las ratas. "Dos pedazos dicen que el perro mata a diez en menos de treinta segundos," Albert grito. "Olvídalo," Jean, el más alto de los tres hombres disparó de nuevo. "¿Parezco estúpido, perdedor?" "Si. Y camino hacia el infierno, franchute." Cara de Rata, también conocido como Albert Mineo, aunque eso fue sólo por su abuela, y sólo antes de que él cumplió siete años y la anciana se rindió y lo llamó Cara de Rata como todos los demás, se volvió hacia el tercer hombre. "¿Y tú, mierda para los cerebros? Eso es diez ratas." Jacque se agarró la entrepierna y la agitó un poco, indicando su disgusto por la apuesta ofrecida de Albert. Albert se burló, mostrando los dientes manchados mientras miraba a la ingle del hombre. "Quisieras, pipí pequeñito." El hombre fornido resopló hinchando su pecho. "Como el infierno que lo hago." Aburrido con sus bromas, Albert suspiró y volvió su mente de nuevo a la acción del juego. Más acción era lo que quería. Y tenía un bolsillo lleno de cambio de otra persona. La vida, él decidió, estaba muy bien. "Muy bien entonces" hizo una pausa ya que consideraba lamentable el estado del perro. La bestia era un bulldog francés, mitad hellhound. Aunque sólo la mitad del tamaño de sus primos ingleses, su cuerpo era de treinta libras de roca sólida y los dientes afilados. Su nariz estaba hinchada y sangrando al igual que sus orejas puntiagudas y patas sucias, aunque cuanta era su sangre y cuanta era sangre de rata, Albert no podía estar seguro. Su gruesa garganta estaba en carne viva de la cadena oxidada que impedía su escape del círculo de cajas, y estaba cubierto de una fina capa de nieve. Una rata, que se había trabado sobre las ancas del perro con sus dientes afilados, se balanceaba sin vida del cuerpo del perro callejero, rechazando, incluso en la muerte, dejarlo ir. El perro se desplazo de lado hacia donde Albert estaba. Sus ojos negros brillantes eran salvajes y reflejaban la luz del fuego donde estaba Albert con una helada mirada de locura. Albert se estremeció, y entonces con los dedos que asomaban de los agujeros en sus guantes, se rascó la barba corta especulativamente. "Diez segundos, diez ratas." "¡Hecho!" ambos hombres gritaron, lanzando su cambio en el suelo justo fuera del círculo de cajas. Sus monedas hicieron pequeñas hendiduras en la nieve. "Pero yo cuento!" Albert aclaró. El siguiente sonido que Lindsay oyó fue el gruñido y rugido del perro, seguido rápidamente por los gritos y aplausos de los hombres. Ella recogío una botella rota de vidrio del suelo y con cuidado consiguió un agarre firme por el cuello, la helada superficie punzante cortante en su palma. "Es hora 17
de irse, chicos," ella susurró. "Ahora todo lo que necesito es un poco de suerte." Con lo que ella respiró hondo y se concentró en bajar el tono de su voz. En el último segundo se lanzó con un acento irlandés para darle un toque de autenticidad. "Esta es la policía! Quédense donde están!" Las tres cabezas de los hombres se giraron lateralmente hacia ella, pero ella se presionó contra la valla y segura de no ser vista. Antes de que pudieran reaccionar, Lindsay lanzó la botella a la oscuridad y sobre sus cabezas y sobre el puente, enviándola para estellarse contra el lado del edificio. "Polícia!" Jean empujó a Jacque con torpes manos. "¡Corre!" Los primos dieron vueltas en círculos, chocando entre sí por unos segundos mientras decidian hacia dónde correr. Ellos optaron por dirigirse de nuevo hacia la estación, y los ojos de la joven se abrieron cuando se acercaron a ella con una velocidad sorprendente. Se apretó tan fuertemente contra la cerca como pudo, la cara contra el frío metal cuando contuvo el aliento y rezó. Los hombres pasaron a toda velocidad por delante de ella, tan cerca que podía sentir el silbido de aire frío contra su espalda mientras ellos volaban. Ellos subieron a la plataforma ferroviaria y corrieron a través de la estación, sus zapatos sonando fuerte en la tranquila noche. Albert, que se había quedado para recoger las monedas de la nieve, maldijo rotundamente cuando las monedas se deslizaron entre sus regordetes dedos. "Policías. Policías. Mierda." Finalmente, renunciando al níquel, comenzó a moverse pesadamente hacia Lindsay. Pero justo cuando la mujer estaba lista para saltar sobre él desde las sombras, él cambió de opinión y regreso hacia las cajas y el tambor de acero. "Oh, mierda." Lindsay salió de su escondite y alcanzó a Albert cuando estaba aún con el barril. Ella se lanzó hacia adelante y sujeto sus talones con las manos, enviándolo a estrellarse contra el suelo y arrastrandose a través de la nieve. "No", ella jadeó, "no pienses incluso en alejarte de mí." Albert se puso boca arriba, pateando automáticamente con una bota y conectando con la parte superior de la cabeza de Lindsay. "¿Qué el ---?" "Ugh." Lindsay sintió el golpe hasta el final de su espalda, pero logró hacerse de costado y evitar otra patada. Por un segundo ella estaba aturdida, viendo estrellas minúsculas en lugar de Albert mientras trataba de forzar sus ojos para enfocar. La mandíbula de Albert se hundió. "Habichela? ¿Eres tú, perra estúpida?" "¡Cállate!" Lindsay gritó, lanzándose al hombre una vez más. "Quiero mis", echó hacia atrás su puño y golpeó a Albert de lleno en la mandíbula, haciendo una mueca cuando escuchó un crujido deprimente en su propia mano, "cosas". Albert chilló de dolor cuando su piel se rompio y la sangre empezó a gotear por su cuello. "Voy a," comenzaron a luchar, "matarte, perra."
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Rodaron varias veces, hasta que Lindsay terminó debajo de Albert y ambos se estrellaron contra las cajas que estaban apiladas dos de alto y formaban el borde del hoyo de rata. El codo de Lindsay fue directo a través de una de las cajas y el sonido crujiente envió a las ratas restantes enjauladas y el perro frenetico ladrando y chillando. "Dame mi dinero y mi cuchillo y pedernal!" Ella llevó su rodilla hacia la ingle de Albert. Con fuerza. Él cayó lejos de ella, jadeando. Sus manos volaron a su entrepierna y agitandose salvajemente derribo una de las cajas hacia Lindsay, dispersando todos los cadáveres mutilados de ratas sobre ella. "Ahh! Jesús!" Ella golpeo su tórax y frenéticamente comenzó a tirar los malolientes, cuerpos ensangrentados de su cara y el pecho. "Perra," el hombre aulló, la saliva salpicando las comisuras de los labios gruesos. El estómago de Lindsay se revolvió, pero se las arregló para ponerse de pie, un poco mareada por todo lo que había pasado y el golpe en su cabeza. "Sí, bueno, yo nunca dije que no era una perra." Ella dio una patada al hombre boca abajo en las tripas mientras trataba de levantarse. Él fue tumbado. "Mi dinero y mi cuchillo, Cara de Rata. Ahora mismo, Maldita sea, grasiento hijo de puta! Antes de que alimente a ese perro contigo! Aunque estoy segura de que tu grasa tendrá un sabor peor que esas ratas de alcantarilla". "Está bien, está bien", se quejó. "Espera. Estupida" Una tos. "Podrida" Otra tos. "No era ni siquiera un dólar y el aburrido cuchillo, además." Se limpió la mejilla sucia y sangrante con la parte posterior de la mano y se empujó con sus rodillas. Entonces suspiró e hizo a un lado la cola de su andrajosa chaqueta para poder excavar en el bolsillo del pantalón. Lindsay se acercó un paso y miró hacia abajo de él con cautela. Ella respiraba con dificultad y el sonido del perro ladrando era aterrador, aunque ella no quería que él supiera eso. Miro de reojo al perro y tragó saliva. "Date prisa, idiota". "Aquí, Habichuela." Albert le ofreció un puño cerrado, y entonces con la otra mano lanzó un bola grande de nieve en su cara. "Uh." La nieve se sentía como granos de arena, picando sus ojos y las mejillas, y Lindsay tropezó hacia atrás. Albert aprovecho al máximo su ceguera temporal y saltó. Él la derribo con un golpe en sus costillas, y entonces se arrodilló sobre su pecho jadeante, su peso apretándola con fuerza contra el suelo frío. "Bien, bien." Él se inclinó hacia delante y fijó los dos brazos de ella con sus carnosas manos. Lindsay miró a Albert con los ojos marrones asustados. "No eres tan habladora ahora, perra?" preguntó con aire de suficiencia. Lindsay levantó la cabeza y le escupió en la cara.
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Albert gruñó y le dio un revés brutal. Entonces lo hizo de nuevo como buena medida. "Engreída para un gitano de la calle, no eres ya? ¿Nadie nunca te enseño que no te metas con alguien más grande que tú? Esta es la ley de la selva, Habichuela. Soy un león y tú eres un bueno, eres un pequeño león". Ella tosió cuando la sangre llenó su boca y se deslizó por su tráquea", debo haber perdido esa lección cuando no estaba en la escuela." Él esbozó una pequeña sonrisa y más o menos la puso en pie por la parte delantera de su abrigo. Albert se dio cuenta de que ella apenas era capaz de mantenerse por sí misma; rápidamente revolvió sus boldillos. Encontrandolos vacíos, él decidió que tenía cosas mejores que hacer, como tratar de vender el perro que le había quitado a otro cazaratones. Bellezas brutales como él no eran baratas y él podía comprar dos perros menores para usarlos de forma rápida y desecharlos. "Ahora lárgate de aquí, Habichuela, antes" "¿Qué tenemos aquí?" La voz incorpórea vino detrás de Albert, y Lindsay cerró los ojos cuando registro al propietario. Oh, mierda. Esto esta mal. Mal. Tan mal. Jacque, entonces su primo Jean, aparecieron a la vista. Albert cruelmente empujó a Lindsay contra uno de los postes de soporte de madera del puente con fuerza suficiente para enviar una lluvia de nieve en polvo cayendo sobre ellos. Su cabeza rajada contra la superficie congelada y una vez más ella vio estrellas. La voz de Cara de Rata sonaba muy lejana ya que él impidió que ella se derrumbara al suelo con su agarre firme. "¿No reconocen a Habichuela?" refunfuñó mientras decidía qué hacer a continuación. Él estaba satisfecho con la rápida paliza que le dio alrededor y para dejar que se fuera, no era como si ella tuviera más dinero para robar. Pero no quería verse suave frente a Jacque y Jean. Ellos eran bastante nuevos en las vías y Albert estaba seguro de que serían personas importantes por conocer. Además, tenía una reputación que mantener. "¿Qué están haciendo ustedes aquí?" Jacque quitó una fina capa de nieve de las mangas y golpeó el ala del sombrero para desalojar aún más. "No vimos ningún policia. Y supusimos que esto era sólo un ardid tuyo de modo que pudieras robar nuestras apuestas." "No", Albert protestó indignado. "Yo nunca haría una cosa así." Maldita sea, ¿por qué no se me había ocurrido antes? Jean bajó la mirada hacia Lindsay. Entonces agarró el sombrero de la cabeza de ella y lo intercambió por el suyo, arrojando descuidadamente su viejo sombrero a las llamas del tambor de acero. "Awwe mi sombrero," Lindsay protestó débilmente. Mierda. Amaba ese sombrero. "¡Oye!" Jacque, que había estado mirando a la cara de Lindsay, de repente agarró la parte delantera de su abrigo maltratado y la arranco lejos de Albert. "Bien", se quejó Albert. "Cuélgate entonces a la Habichuela. Mira si me importa." 20
Ella comenzó a luchar cuando fue arrastrada más cerca del tambor de acero. "Es una chica". La sorpresa mostrada en la voz de de Jacque. "Una mujer", aclaró al mirar un poco más duro. Él sonrió. "¿Asi que?" Albert disparó de nuevo un poco confundido. Todo el mundo sabe que Habichuela es una chica, ¿no lo saben? "Ella es una perra", agregó para mayor claridad. Su mandibula estaba empezando a doler aún más y se preguntó brevemente si ella había fracturado el hueso. La sonrisa de Jacque se torció en una mueca y Lindsay podía sentir su corazón latiendo fuera de su pecho. Ella había visto esa mirada una docena de veces antes, incluso tuvo que saltar de trenes en movimiento si viniera de alguien especialmente peligroso. Este hombre, lo sentía profundo en los huesos, era muy peligroso. "No conozco a ninguna mujer que perdería el tiempo alrededor de las vías excepto por unas pocas putas que Jean y yo conocemos de Queens. Ellas a veces son realmente difíciles y encima tienen que ir buscando clientes. Eres una puta?" Sus ojos brillaban con la promesa de peligro y oscuramente entonó, "no como si tuviera que pagar." "¿Me veo como una puta?" Lindsay preguntó entre dientes mientras su mente revolvía por una salida. "No", Jacque permitió, moviendo la cabeza lentamente. "No como una puta que hubiera conocido. En el otro-" "Ella no es una puta," Albert interrumpido, impacientemente. Había un perro perfectamente bieno y al menos la mitad de una caja de ratas esperan por ellos y estaban perdiendo su tiempo con Habichuela? "Ella es una perra pasajera ferroviaria molesta al igual que el el resto de nosotros." "No es ninguna perra!" Jean golpeó a Albert en la cabeza. "¡Ay!" Haciendo una mueca, Albert se frotó la parte posterior de la cabeza. "Eso no es lo que quería decir y lo sabes." Se dio la vuelta y miró a Jean. "¿Son todos los putos Frenchies tan estúpidos como tú?" Las manos de Jean se cerraron en puños. "¿Por qué tú-" "¡BASTA!" Jacque rugió. "No quiero ver pelear a dos perdedores." Él sacudió la barbilla hacia Lindsay. "Quiero saber lo que vamos a hacer con ella." Inexplicablemente, Lindsay sonrió a Jacque. "¿Sabes lo que me gustaría hacer?" ronroneó. La calida voz seductora de Lindsay atrapó la atención de Jacque y se inclinó más cerca de ella, presionando su cuerpo contra el suyo y tragando cuando Lindsay se humedeció sus labios con insoportable lentitud. Él tragó saliva, sus ojos fijos en los labios de color rosa. "¿Qué, bebé?" "Esto." Con toda la fuerza que pudo reunir, Lindsay golpeó su frente contra el puente de la nariz prominente de Jacque.
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Albert se estremeció. Los cabezazos eran los peores. Jacque gritó y se cubrió la cara con las manos cuando la sangre caliente se acumulo en sus palmas y ligeras columnas de vapor se elevó desde el líquido espeso y desapareció en el cielo nocturno. Lindsay hizo una pausa por eso, pero en tres pasos más se sintió golpeando el suelo. Su barbilla golpeó on fuerza las rocas cubiertas de nieve, dejando un rastro oscuro en ellas cuando movio su cabeza. Jean estaba en su espalda, golpeandola con sus grandes puños. Su tercer golpe fue a su riñón izquierdo y ella gritó de dolor, su cuerpo sacudiéndose lejos del golpe violento. Entonces, Jacque se hizo cargo por su primo y la puso de pie. "Cara de Rata tenía razón. Eres una perra ", dijo entre dientes. Albert se encogió de hombros. "Toldja." Jacque arrastró trastabillando a Lindsay hacia el hoyo de rata y pateo varias de las cajas fuera de su camino. El perro empezó a ladrar de nuevo, tirando de la cadena y dejando los dientes manchados de sangre al descubierto en previsión de otra pelea. "Habichuela, ese es tu nombre, ¿cierto?" Lindsay no entendío la pregunta. Ni siquiera podía oírlo por el zumbido en sus oidos. Jacque la sacudió para atrapar su atención y un dolor punzante atravesó su lado, por lo que era difícil respirar, mucho menos pensar. "Hey." El pesado ceño fruncido de Albert así como su mirada viajó primero al perro, luego a Lindsay. "¿Qué vas a hacer?" Jacque miró a Albert como si fuera un imbecil. Lo cual, por supuesto, lo era. "Él va a darle de comer al perro, tarado," Jean advirtió a Albert fríamente. Él metió las manos frías bajo sus axilas. Albert miró a su alrededor con nerviosismo. "¿Qué pasa con la policía?" "No hay policía!" Jacque gritó, golpeando a Lindsay en el estómago. A continuación, le dio un puñetazo en la nariz, sonriendo del crujido de satisfacción de los cartílagos y la corriente de sangre caliente que fue vertiendo por su barbilla y salpicando el suelo. El vapor elevandose de ello. Lindsay sentía como toda su cabeza hubiera explotado en el dolor, y ella se dobló, la sensación de mareo y vértigo a la vez. Por un instante deseó darse prisa y perder el conocimiento, pero su corazón todavía latía con furia, enviando una oleada de adrenalina zumbando a través de su sangre. Ella balanceó un puño ineficaz en Jacque, quien simplemente se río y le pego de nuevo. Jean se acercó a ayudar a Jacque a sostenerla verticalmente mientras él seguía lloviendo golpes sobre ella. "¿Ves algún policía?" Jacque preguntó Albert condescendencia. Albert miró a su alrededor una vez más. "Creo que no." Una mirada de incertidumbre corriendo por su cara. "Pero todavía" 22
Jacque no esperó las siguientes palabras de Albert. Él simplemente levantó a Lindsay de sus pies y la arrojó, de vuelta en primer lugar, en el hoyo de rata. Ella aterrizó en una pila de cadáveres de ratas, y la fuerza de su caída fueron aplastados debajo de ella. El aire fue obligado a salir de sus pulmones, pero antes de que ella pudiera lograr otro aliento, Jacque casualmente se acercó y cogió la caja de ratas. Arrancó la tapa y, sin ni siquiera parpadear, descargo la docena de roedores restantes directamente en los gritos de Lindsay, retorciendo su cuerpo. Él se volvió a Albert y Jean, y con una voz extrañamente tranquila dijo: "Una mujer, un minuto, un dólar?" Con la intención mortal, el perro gruñendo se lanzó adelante hacia las ratas y la pálida garganta expuesta de Lindsay. Ella podía oler su aliento fétido en el instante que él estaba sobre ella y sus dientes sucios comenzó a arrancar su carne, envíando pernos al rojo vivo de agonia a través de su ya dañada estructura. "Noooo!" aulló a cabo, arañando violentamente en la cara y los ojos del perro loco. Albert miraba con horror como exclamó Jean, "Hecho!" y lanzó su apuesta en la nieve a los pies de su primo. Los gritos ensordecedores de Lindsay se podían escuchar por bloques cuando el sol del Año Nuevo comenzó a elevarse por encima de Queens, Nueva York. *~*~*~*~* Era casi la hora para el primer tren de la mañana para llegar a la estación y el silbato de la locomotora pito ya que aceleró hacia su destino. Debido a las vacaciones, sólo unos pocos pasajeros esperaban con impaciencia por la mañana para viajar. Ellos soportaron cambiando de un pie al otro, con las manos metidas en los bolsillos, bufandas metidas cuidadosamente alrededor de sus gargantas para protegerse del frío a medida que leían sus periódicos y miraban preocupada a sus relojes de bolsillo. Sus jefes nunca parecían comprender que a veces el tren simplemente llegaba tarde. Una gruesa capa de nubes cargadas de nieve ocultó el sol recién resucitado, y por eso, a pesar de la hora, la ciudad todavía estaba emitiendo un brillo plateado etéreo y sus sombras aún mantenían los secretos de la noche. De una de aquellas sombras surgió una figura lentamente que se detuvo y encubiertamente observó como Albert desenganchó un perro manchado de sangre y se volvió perdiendose. Albert estaba asustado como un tonto por lo que había pasado y no podía soportar quedarse otro segundo más con la bestia que estaba seguro que ahora atormentaría sus sueños. El perro intentó morder la mano de Albert, y luego cansadamente se alejo cojeando. En cuestión de segundos al perro encontró un agujero en la valla que se alineaba en las vías y desapareció en un callejón. Jacque y Jean patearon el tosco círculo de cajas, dispersando la evidencia de su juego antes de dirigirse hacia la estación de ferrocarril y al plato de huevos al vapor y café caliente que tenían la intención de comprar con sus ganancias.
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Albert había sido elegido para hacer algo con Lindsay y él agarró el cuerpo inerte por los brazos y lo arrastró bien fuera de la vista de cualquier persona que podría pasar. Descuidadamente, pateó la nieve sobre ella y puso unas cuantas hojas viejas de papel periódico sobre su rostro. Dejó que Jean y Jacque fueran muy por delante de él antes de sacar la gorra lejos de su cabeza y rascarse la barcilla. Él sabía de un comedor de beneficiencia cerca de tres cuadras de aquí de la línea para el almuerzo en realidad no hacían cola hasta alrededor de las 9am. Quiza podía encontrar un lugar para acurrucarse y dormir por unas pocos horas. Después de eso él podría arrebatar un bolso o dos y luego localizar a Jean y Jacque. Ellos parecían el tipo de personas que siempre estarían para algún tipo de apuestas de juego. Albert pateo varios cadáveres de ratas fuera de su camino cuando pisó las vías y siguió las huellas de Jean y Jacque en la nieve. Tan pronto como la vista estaba despejada, una figura saltó de las sombras y frenéticamente comenzó a quitar los periódicos y cúmulos de nieve de la cara y el cuerpo de Lindsay. La joven estaba de un blanco fantasmal, salpicada generosamente de rojo. Ella parecía muerta. Los temblorosos dedos comprobaron el pulso y encontraron un golpe leve pero constante. Hubo un suspiro agradecido así como la punta del dedo quieto durante una fracción de segundo y luego se trasladó desde el cuello de Lindsay a su rostro golpeado, en el que con ternura trazó sus pómulos. "Todavía vive. Pero tengo que apurarme" Un cambio de peso. "Dios, pesas. No pense que pudiera ser. Esta bien. Quiza sí, está bien." Lindsay fue colocada sobre un hombro fuerte, y ella dejó escapar algo entre un boqueo y un jadeo de dolor cuando su mundo fue puesto de arriba abajo. Un globo ocular se abrió y miró hacia afuera y contempló el confuso mundo antes de retroceder. Ella se hundió agradecida en el refugio seguro del olvido. "Todo va a estar bien". Una mano agarró una de las colgantes de Lindsay y apretó suavemente. "Whoa!" Un paso en falso casi hizo caer a ambos al suelo. Lindsay gritó en voz baja, a pesar de que permaneció inconsciente. "Lo siento. seré" un paso sobre una pila de botellas rotas. "más cuidadoso." Líneas formadas en la frente normalmente lisa de Lindsay. Ella comenzó a quejarse cada vez que era zarandeada, que resultó ser casi cada paso. Y un flujo constante de sangre goteaba de su cara, empapando el abrigo negro bajo su mejilla. "Lo siento. No puedo evitarlo. Adelante hay un atajo. Maldición. Esto es duro." La respiración que había comenzado lenta y profunda ahora era trabajosa. "Tengo que tomar las vías. Tú solamente resiste." Su paso aumentó. "Resiste." Un viento frío silbaba a través de la estación al igual que el tren resoplando llegando a su fin. Ni un solo pasajero desembarcó y los pocos hombres y mujeres que estaban esperando para abordar se 24
acomodaron en sus asientos en cuestión de segundos. Un hombre negro flaco de pie salió de la parte delantera del coche y corrió a lo largo de la longitud del tren, cerrando de golpe cada puerta con una mano experta. El agudo silbido del tren sonó tres veces en rápida sucesión antes de que hubiera un fuerte silbido y una nube negra, nociva explotó hacia arriba de la chimenea. Lindsay no podía escuchar el sonido de jadeo o los rápidos pasos que golpeaban a lo largo de las vías por debajo de ella. "No lejos" Las palabras fueron interrumpidas por varios alientos irregulares. "Ahora." Los carriles a cada lado de ellos empezaron a vibrar y preocupados ojos miraron hacia atrás, hacia la estación y luego se ampliaron. "Mierda." El tren se sacudió hacia delante y comenzó a ganar velocidad rapidamente. Pronto, estaba comiendo hasta veinte pies por cada uno de ellos. El silbato sonó de nuevo, advirtiendo a cualquiera lo suficientemente tonto como para estar en las vías, especialmente a la luz pálida de primera hora por la mañana, paraa moverse o ser arrollado. Más rápido y más rápido fueron ellos. El sonido de las botas de cuero golpeando furiosamente las vías de madera con mayor fuerza que antes y el fuerte jadeo de su salvador fue suficiente para ahogar el monstruo ensordecedor en su tacones. Pero no podían moverse fuera de las vías. Ellos tenían que seguir adelante. Este tramo particular de carril estaba alineado no sólo por una valla desvencijada, sino también por los edificios situados muy cerca de las vías incluso desgastados, el perro mata-ratas tuvo que retorcerse para encajar entre ellos y la valla para entrar en el callejón. "Por favor. Por favor. Cassssi!" El calor vertiendo en oleadas fuera del cuerpo jadeante y el sudor voló desde una enrojecida cara. La sombra del tren se cernió sobre ellos y el ruido se hizo más fuerte y más fuerte cuando las vías se estremecieron. "Ahh! Casi llegamos!" Entonces las vías. "¡Dios!" Se ensancharon. "Siiiii." Y se bifurcaron. El tren pasó zumbando junto a ellos en su camino hacia la siguiente estación. *~*~*~*~*
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Un transbordador trabajó con lentitud a través del East River de Manhattan a la isla Blackwell. Una milla y tres cuartos de longitud, y un poco menos de 200 acres cuadrados, la estrecha franja de tierra se encuentra directamente en el centro del East River, que separa Queens y Manhattan. Una capa de nieve limpia cubría el terreno plano en una manta de blanco inmaculado y las ramas de los árboles cargados de hielo se balanceaban en el viento helado, haciendo los crujidos intermitentes cuando la madera golpeó la madera. Pero para muchos de los habitantes de la isla, la belleza de un día helado de Enero estaba perdida. La Pernitenciaría del Estado de Nueva York Blackwell era el hogar de piedra sólida, de cuatro pisos, 750 celdas, las cuales contenían tanto a hombres y mujeres, y la cual tenía una reputación como seguro, bien construida era conocida en todo el estado. Al norte de la prisión, dos de lado a lado, grises edificios de piedra alojan más de 1,400 almas que habían sido enviados a la Casa de Trabajo como castigo por sus malas acciones, por lo general embriaguez pública. El Manicomio de ladrillo, establecido en 1839, y el único hospital de Nueva York dedicado exclusivamente al tratamiento de las personas con la viruela ambos residían en la isla de Blackwell, sirviendo como modelos de la arquitectura moderna y el civismo. Virginia Chisholm, sin embargo, estaba en camino al Hospital de Caridad de la isla, una estructura orgullosa de granito rodeada de varios árboles de roble majestuosos y arbustos en buen estado, que estaba atendida por trabajadores formados por los presos y pacientes de otras instalaciones. Las aguas del East River eran agitadas y oscuras, y mientras el transbordador se acercaba a su destino, Ginny empezó a soñar. Parecía como si Ginny y sus hermanos hubieran estado sentados fuera en la nieve en la calle Orchard por días. Aunque habían sido varias horas. Sus manos estaban entumecidas pero sus pulmones, el estómago y la garganta se sentían como si estuviera siendo continuamente alimentada a la fuerza por carbones ardientes. Cada respiración requiriendo más esfuerzo que la anterior ya que la venda alrededor del pecho continuaba apretandose. Jane estaba tendida durmiendo en el hombro de Ginny, sus claros cabellos mezclándose con los más oscuros de Ginny con cada ráfaga de viento. La emoción de la noche fue finalmente demasiado para resistir a la niña de 3 años de edad, aunque todavía había tomado tres interpretaciones de su canción favorita de cuna para engatusarla en un sueño intranquilo. Los ojos de Lewis estaban clavados a cada bombero que entraba o salía del edificio incendiado. Ginny le había dado a su pequeño hermano su abrigo y la cubierta de lana oscura empequeñecío al bajo muchacho, haciendolo lucir como uno de los miles de niños de la calle de Nueva York. Su hermano, James, mirando al frente con ojos ciegos, sabiendo que debía estar triste o sentir algo. En cambio, él sólo se sentía cansado y vacío y ansiaba una cama donde poder tirar de una manta sobre la cabeza y cerrarse al mundo por completo. "Mira, Ginny," dijo Lewis con tristeza mientras señalaba a la puerta de entrada del edificio de viviendas. Dos pares de bomberos llevaron dos camadas completas cubiertas con telas de color gris claro y las colocaron al final de una línea que se había echo cada vez más larga por la mañana y a media mañana.
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El estómago de Ginny se revolvió y tosió débilmente. "No más por favor", murmuró ella, sin darse cuenta de que sus hermanos podían oírla, ellos estaban pendientes de cada palabra, cada gesto. Ella se había abierto paso a través de la calle concurrida tres veces para identificar los cuerpos que yacían bajo los paños al lado del vagón del hospital. Ginny había visto a Sophie, la chica de ojos brillantes, cuya madre trabajaba en una fábrica de acolchado al igual que Alice. La familia Frederick, que habían llegado de Hamburgo hace sólo dos meses antes. Los seis de ellos yacían fríos y sin vida, cada vez más rígidos con la nieve acumulada encima de ellos. Vincent y Joan del quinto piso, que cantaron feliz cumpleaños a James y Lewis apenas el mes pasado, cuando habían pasado a los chicos en el pasillo, se habían ido también. Vincent estaba tan quemado que Ginny colocó de nuevo con calma el paño que lo había cubierto y había girado su cabeza para vomitar. Si ella vivía hasta los cien años, la joven pelirroja estaba segura de que nunca olvidaría el olor. Pero cada vez que levantaba un paño y no encontraba a su madre, o hermana, o padrastro, agradecía a Dios. Y se sentía mal por eso también, sabiendo que la gente que estaba viendo eran parientes de alguien tambien. Alguien al igual que ella sólo que ellos no lo sabían aún. "Lew" Ginny tragó dolorosamente; su voz casi había desaparecido. Algo estaba terriblemente mal pero no podía preocuparse por eso. "Lewis, puedes sostener a Jane?" El niño asintió y se desabrochó el abrigo. Él abrió sus brazos a su regordeta hermana bebé y ella se acurrucó feliz en su cálido abrazo, volviendose a dormir antes de que ella se diera cuenta de que se había despertado. "Voy a ir, Ginny," James se ofreció valientemente cuando empezó a moverse sobre sus pies. Su expresión era severa pero resulta, y totalmente impropia de un niño de su edad. "No, cariño." Ginny se colocó delante de él para detenerlo. "Pero, Ginny-" "No." "Pero-" "¡Dije que no!" espetó ella, al instante lamentándolo cuando una mirada de dolor cruzó el rostro de su hermano. "Oh, James, lo siento," susurró, con la voz quebrada. Ella le dio al niño una sonrisa lacrimosa pero sentida de disculpa. "No era mi intención hacer eso, James." James colocó sus ojos en las piernas y cogió un hilo suelto en la costura de su pantalón. Él y Lewis feran los hombres de la familia ahora. Y debían ser fuertes. Los hombres no lloran como bebés sin importa qué. Una lágrima se deslizó por su mejilla enrojecida y con rabia la limpió con los dedos sucios. "Esta bien." "No." Ginny negó con su cabeza. Ella quería decirle que no estaba bien, que no debería haber sido tan dura y que lo quería y mucho más que eso. Pero sentía como si un gran peso estuviera presionando contra su esternón y simplemente no se detendría y le dejaría respirar. Ella, decidió, se ocuparía de sus 27
lesiones despues. Despues de que hubiera cruzado la calle y encontrar el resto de su familia de una manera u otra. Tenía que llevar a los niños a algún lugar cálido y seco. Y ellos necesitaban comer y usar un retrete. Se estremeció cuando la piel de gallina entró en erupción en sus brazos, la falta de su abrigo por primera vez. "Ginny". la voz de Lewis fue repentinamente de pánico y Ginny siguió su mirada de ojos muy abiertos. Hombres en pantalones oscuros y abrigos blancos estaban cargando en un carro las camillas que acababan de llegar desde el interior del edificio. "Vuelvo", Ginny dijo por encima del hombro, ya haciendo su camino a través de la multitud de trabajadores de emergencia y residentes de la zona. Ella jadeaba ahora y se sintia un poco débil. Su mente estaba corriendo. ¿Ahora qué? ¿A dónde vamos si los encuentro? No. No pueoe pensar así. No mientras todavía hay una posibilidad. Pero sin importar cuanto Ginny lo intentó, no podía creerlo. Ningún inquilino vivo de la calle Orchard 88 había salido del edificio después de ella y los hermanos que había sacado del edificio. Dios. Ella cerró los ojos al sentir su corazón partirse en dos. ¿Cómo se puede renunciar a su familia? ¿Cómo se los digo a los chicos y a Jane? A mitad de camino a su destino tuvo la repentina necesidad de detenerse. Así lo hizo, girando hacia atrás para ver lo que ella sabía en su corazón que sus parientes vivos restantes estaban sentados pacientemente en la acera, esperando a que ella regresara. Ella levantó la mano para saludar y ambos chicos le devolvieron el saludo, causando una pequeña sonrisa afectuosa temblando en los labios a pesar de la situación. "Los quiero. Sean buenos", articuló silenciosamente. Lewis articuló en respuesta “Si” y James se limitó a rodar los ojos, tirando de su gorra sobre su rostro. Cuando Ginny se volvió hacia el fuego se sintió mareada y se agarró a un lado de uno de los carros de bomberos para mantener el equilibrio, pero por alguna razón sus dedos no funcionaron y se deslizó al suelo. El sonido de la gente corriendo a su alrededor, el rociar de las mangueras contra incendios y el crepitar de madera todos parecían desvanecerse cuando pequeños puntos bailaron ante sus ojos. Ella alcanzó a ver el carro que lleva las camillas comenzar a moverse una fracción de segundo antes de que su mundo se volviera negro. El ferry topo suavemente contra el muelle y varios hombres voluminosos de la Penitenciaría de Nueva York, vestidos con traje de rayas de la prisión, gorras simples de color marrón, y abrigos en mal estado, cargaron a los heridos y enfermos desde el barco hasta los carros. Una enfermera escogía rápidamente entre una tos, llanto o simplemente cuerpos inconscientes, separando los pacientes críticos del resto y cargarlos en un carro azul que se le permitió salir para el hospital en primer lugar. La camilla de Ginny fue colocada junto a un vagabundo de edad avanzada que había sido apuñalado en un atraco la noche anterior y que había esperado en la zona de recepción de los mejores hospitales de Manhattan mientras los administradores de hospitales argumentaban sobre dónde debía recibir tratamiento. Ginny había sido mucho más afortunada y fue encaminado directamente a los muelles donde el transbordador del Hospital de la Caridad estaba a punto de soltar amarras. Con un movimiento rápido de las riendas, el carro azul comenzó a moverse y Ginny miraba hacía arriba al cielo de invierno. Estaba confusa y parpadeó varias veces, tratando de reunir sus 28
pensamientos dispersos. Me morí? se preguntó con aire atontado. Donde estan los niños y Alice? ¿Por qué no puedo respirar? Ella rodo los ojos de lado a tiempo de ver a una enfermera, que viajaba en el vagón junto con sus pacientes, el ceño fruncido mientras comprobaba el pulso de un anciano. Ginny cerró los ojos de nuevo, dando la bienvenida a la oscuridad. Ella no quería ver la manta que lo cubría tirada encima de su cabeza. No más, se dijo. no más muerte hoy. En el otro lado de la isla de Blackwell, un segundo transbordador que transportaba pacientes con destino al Hospital de la Caridad se acopló con un ruido sordo mudo, el envío de una pequeña ola de agua oscura, sucia chapoteo sobre aterrizaje del transporte de madera. Este estaba casi vacío y los pocos pasajeros heridos eran descargados rapidamente. Una sola camilla sosteniendo a Lindsay Killian fue colocada en un carro azul y corrió hacia la sala de emergencias del hospital. En este día, los destinos de las dos jóvenes mujeres estaban a punto de chocar y cada uno sería cambiado para siempre.
Capítulo 3 Estaba completamente oscuro antes de que Lindsay fuera trasladada de la cirugía a una cama en el otro extremo del ala este del cuarto piso a la mujer. Dos prisioneros la levantaron de la camilla en la que viajaba y suavemente la colocaron en una cama vestida sólo con sábanas blancas sucias y coronado por una almohada delgada dentro de una funda de color rosa pálido. Su cabeza se hundió en la almohada y la sábana fue colocada sobre ella. Lindsay dejó escapar un pequeño gemido y se humedeció los labios secos cuando los enfermeros desaparecieron. Ella abrió un resquebrajado ojo y la habitación giró un poco mientras trataba de obtener sus rodamientos. Ella se había despertado a un mundo de dolor que olía a cloro mezclado con la escencia metálica de la sangre. Donde estoy? La mayoría de las luces de la sala se había apagado, lanzando el entorno no familiar, institucional escenario de sombras inquietantes. Habían desaparecido el puente y las vías del ferrocarril, que fueron los últimos lugares que Lindsay realmente podía recordar haber estado, a pesar de que tenía un vago recuerdo de ser llevada hacia abajo de las vías, el interior cavernoso pero cálido de una iglesia, y un paseo frenético en carro. Ella parpadeó con exagerada lentitud, dándose cuenta de que ella sólo estaba viendo con un ojo. Todo su cuerpo le dolía y sentiendose imposiblemente pesada y la habitación parecía estar cubierta en una neblina densa. Lindsay trató de abrir su otro ojo y, cuando no pudo abrirlo en absoluto, una oleada de pánico la atravesó. Que si lo había perdido en la lucha? Su corazón comenzó a latir con fuerza. Que si el perro? Dios. La habitación nadaba mientras trataba de incorporarse. "Maldita sea," ella gritó entrecortadamente cuando un rayo de dolor agudo detuvo su movimiento instantaneamente. Su abdomen se sentía como si alguien estuviera retorciendo un cuchillo en ella y la cabeza palpitaba. Donde el perro había rasgado en su hombro podía sentir apretado, la sensación ardiente de nuevos puntos de sutura que sostienen juntos la piel sensible.
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"Ahora bien," una enfermera, cuyo acento indicaba claramente que era de Queens, sorprendió a Lindsay. Pero a pesar de tono algo áspero de la mujer, Lindsay se sintió aliviada al oír la voz, cualquier voz, siendo dirigida a ella. Eso significa que no estaba muerta, ¿no es así? "No debe moverse," la enfermera castigó suavemente. La mujer era de mediana edad y rolliza, su vestido protegido por un delantal blanco que se extendía hasta el suelo. Un sombrero blanco quebradizo sentado encima de su cabeza de pelo marrón apagado. El aire frío hizo cosquillas en las piernas de Lindsay cuando su sabana fue retirada. Ella contuvo el impulso de cubrirse. "La ropa?" "Esos trapos hace mucho se fueron. Pero su abrigo sucio y los zapatos están bajo su cama." La enfermera hizo una mueca. "Voy a ver si no podemos limpiar el abrigo mañana así ellos no se verán obligados a darle uno nuevo." "Ellos?" La voz de Lindsay era débil. Ella creía recordar varias monjas cerniendose sobre ella. ¿O fue hace años? "La iglesia?" "Difícilmente," resopló la enfermera. "Quiero decir el Estado de Nueva York." Ella golpeó una jeringa en la mano, removiendo las burbujas de aire. "Nadie le a dicho nada, ¿verdad?" El silencio de Lindsay, fue su respuesta. "Usted está en el hospital en la isla de Blackwell." "¿Cárcel?" Lindsay chilló, de nuevo tratando de sentarse. "No" La enfermera le convenció suavemente hacia abajo con una mano experta. "El hospital no es parte de la prisión o el manicomio", aseguró antes de que Lindsay pudiera preguntar. Entonces su voz adquirió un tono ligeramente impaciente. " Ahora mantegase quieta". Lindsay sintió un pinchazo en su muslo cuando una aguja perforó su piel, a continuación, una sensación más fuerte, de ardor cuando una generosa dosis de medicamentos, cuyo principal ingrediente era la morfina, fue administrada. "¿Cuál es su nombre?" La enfermera levantó la tabla de su soporte en el extremo de la cama de Lindsay y anotó el tiempo y la dosis de la medicación. "Esto dice desconocida" Ella arqueó una sonrisa. "Se sorprendería de cuántas mujeres en el Estado de Nueva York decidieron llamar a sus bebés así. Juró que a veces parece como si estuvieramos invadidos por ellos. Pero de alguna manera dudo que sea su nombre real." Un pliegue profundo apareció en la frente de Lindsay mientras pensaba. No sé que pensar. El miedo de la joven debió de reflejarse en su cara porque la enfermera puso una mano en su pierna. Lindsay trató de no zafarse del contacto inesperado, pero su reacción era instintiva. No le gustaba que la gente la tocara. Eso era peligroso.
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"Está bien," dijo la enfermera calmadamente. Ella levantó su mano de la pantorrilla de Lindsay entonces continuó hojeando a través de la tabla. "Ahh. Esto lo explica. Tienes una conmoción cerebral, entre otras cosas. Estoy segura de que mañana las cosas parecerán mucho más claras." Volvió a colocar el gráfico y se metió el lápiz detrás de la oreja. "Está bien, pero-" "Necesitas descansar ahora. Sólo recientemente has salido de la cirugía." La mujer mayor tiró de la sabana de Lindsay hasta su barbilla y la metió a sus lados firmemente en el bastidor metálico delgado de la cama. Entonces sacó una manta raída de la carretilla que ella había dejado estacionada en el pasillo y la puso sobre su paciente. "Ahora silencio, o despertará a los demás. Alguien regresará alrededor para comprobarte más tarde. Mi turno finalmente termino." El “Gracias a Dios” fue dejado implícito. ¿Cirugía? Maldita sea. No tengo la menor idea de cómo llegué aquí. No puedo pensar en eso ahora. Ellos me han operado? Lindsay se lamió los labios para hablar y alcanzó a ver una sombra que se movía. "Espera," dijo con voz ronca. Tan sedienta. "Mi ojo?" Pero la enfermera ya se había ido. Ella gimió un poco, preguntándose cuánto tiempo hasta que las drogas surtieran efecto. Indispuesta a seguir órdenes sin preguntar, Lindsay se negó a tratar de dormir. En cambio, tomó en su entorno lo mejor que pudo, empujando el dolor en una esquina manejable en el fondo de su mente. A un lado de la cama estaba una pared blanca normal. Al menos eso es todo lo que veía esperando que realmente estuviera allí. Ella estaba, finalmente percibio, al final de una larga, oscura sala llena de camas individuales. No podía reunir la fuerza para dar vuelta completamente pero podía moverse lo suficiente como para ver la cama junto a ella, tan cerca que podía extenderse y alcanzar a tocar si quisiera, estaba una mujer dormida de manera irregular. Lindsay tomó un momento para estudiar a su vecina para determinar si el abrigo y los zapatos estarían a salvo bajo la cama o tendría que dormir con ellos. La luz de la luna se derramaba sobre la cara dibujada de la desconocida, su nariz ligeramente respingona destacando y una boca pequeña, delicada y haciéndola parecer un gris horrible. Su respiración era áspera y gruesa y Lindsay se preguntó ociosamente que tragedia le había ocurrido, causando que terminara aquí sola. Ella es más joven que yo, creo. Pero con la misma mala suerte orinada o ella no estaría aquí en absoluto. Pero el interés paso desvaneciendose cuando la droga comenzó a filtrarse en su corriente sanguínea. Su pecho y cuello empezó a picar y ella levantó una mano temblorosa para tratar de rascarse. Su ceño se fruncio cuando ella se dio cuenta vagamente de que su mano estaba envuelta en un grueso vendaje y sus dedos entablillados. ¿Cómo sucedió esto? Entonces ella movió su mano hacia arriba a su cara, todavía preocupada por su ojo, el cual podía sentir completamente cerrado por la hinchazón. Pinchó la carne tierna suavemente hasta que estaba más o menos convencida de que su globo ocular todavía estaba ahí. Más alto todavía, y pudo sentir que su cabeza estaba envuelta en una gasa.
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El golpeteo constante en las sienes y el dolor agudo debajo de su pecho estaban empezando a desvanecerse, y su párpado comenzó a ponerse pesado. Pero ella continuó, sus dedos trazando su nariz, que estaba entablillada y vendada. Ahora que ella no se sorprendió acerca de eso. En un destello cegador, pudo ver el pesado puño de Jacque viniendo directamente a ella y escuchar el crujido repugnante del cartílago de nuevo. Una inesperada ola de náuseas barrio sobre ella y tragó con fuerza contra eso. Hizo una mueca, lo que la hizo sentir el aguijón de dos cortes que iban desde justo debajo de su ojo a la barbilla. Un suave gemido llamó la atención de Lindsay al lado a la siguiente cama. La mujer se había vuelto de espaldas a su costado y ahora se enfrentaba a Lindsay. Habichuela frunció el ceño al oír el sonido de los gorjeos bajos de la pelirroja. Las respiraciones eran húmedas y superficiales, algo que Lindsay fácilmente podría colocar ahora que su mente no estaba tan preocupada por su propia miseria. Lo había escuchado muchas veces antes, sobre todo en el invierno. Pulmonía. Pero entonces ¿por qué le vendaron las manos? Ella con cara de sueño notó los accesorios cubiertos que ahora salen por debajo de la sábana. Viendo que era difícil concentrarse cuando el sentido de la dislocación dentro de su propio cuerpo creció, Lindsay sintió el tirón irresistible del sueño. Estaba a punto de dar en él cuando ella alcanzó a ver la luz de la luna reluciente en los ojos de la mujer que había estado durmiendo. Parpadeo con sorpresa, pero sostuvo la mirada pálida, asustada de la extraña durante varios segundos antes de que los ojos de la mujer revolotearan desválidamente cerrandose una vez más. Lindsay tenía una sospecha de hundimiento que la despertaría y la cama junto a ella estaría vacía. Tal vez debería llamar a una enfermera. Pero no estuvo una enfermera justo aquí? No todos pueden ser salvados, Habichuela, el pensamiento sombrío vino espontáneamente, y ella giró resueltamente su mente a otra parte. Lo cual no era difícil, teniendo en cuenta que ahora sentía como si estuviera flotando encima de una tenue nube, muy por encima de la tierra y todos sus pequeños problemas. "Habichuela," ella soltó subitamente. Una risa tonta suave burbujeaba en su interior. Ese es mi nombre. Sonrió para sí misma cuando la última parte de la incomodidad que había estado sintiendo se alejó flotando como en una brisa suave. Las drogas , Lindsay decidió cuando la confusión mental en la que se estaba ahogando finalmente extendió la mano y la reclamó, podría ser una cosa muy buena. *~*~*~*~* El sol se filtraba por las ventanas del cuarto piso ala este de las mujeres en Hospital de la Caridad. Lindsay despertó con el sonido de una conmoción procedente de la cama junto a ella. Antes de que abriera los ojos sabía lo que era. La chica que no podía respirar estaba muerta. No había ninguna emoción particular ligada al pensamiento. Salvo por el hecho de que Lindsay pensó que era un desperdicio y lo lamento por el alma que murió absolutamente sola. Como vou hacerlo algún día. Como todos lo hacemos. Pero entonces oyó una voz ronca, tensa por encima de lo que ella supuso que era el clamor del personal medico. Ella lo hizo. Que sabían. "Usted no entiende." Normalmente la cálida voz de Virginia Chisholm, un tanto ronca era apenas audible. "No puedo quedarme. Mis padres, los chicos-" "Escuche, jovencita." La enfermera enderezó su espalda y cruzó los brazos sobre su pecho mientras otras dos enfermeras pusieron sus manos en el aire y se alejaron. "Todavía tiene fiebre alta y casi la 32
perdimos dos veces anoche ". Ella levantó una ceja. "¿No se alegra que el médico dijo que podría tener un pequeño sorbo de agua?" Su paciente asintió rápidamente. Lindsay puso los ojos ante el tono condescendiente de la enfermera. Al parecer se había perdido mucho durante el estupor inducido por los fármacos. Dios. Su ojo se desvió hacia el reloj encima de la puerta, que apenas podía distinguir. Leyó las cuatro. Dormí un día entero? "Si no le hubieramos dado suficientes analgésicos como para derribar un caballo hace menos de una hora, no creo que fuera tan descarada ahora," la enfermera informó a Ginny con aspereza. "No te muevas y estate tranquila. Chica, te vas a quedar aquí hasta que el médico diga que que no". "Mi nombre es Virginia, Ginny." Una tos débil. "No es chica." Una sonrisa torció los labios de Lindsay y ella volvió su cabeza para ver quien estaba dando a la enfermera una tiempo difícil. Ella no acababa de tragarse el gemido de dolor causado por el movimiento. "Oh, enfeeeermera? Te agradecería suficientes analgésicos para derribar a un caballo justo ahora", Lindsay grito. Eso salió más inteligente-culo de lo que pretendía, pero era la pura verdad de Dios. La enfermera se dio la vuelta. Era la misma mujer corpulenta que había dado a Lindsay la inyección la noche anterior. "Estas despierta. Bien. Ahora va a ser más fácil cambiar el orinal." Lindsay frunció el ceño. "Y anotare en el gráfico y averiguar si usted tiene cualquiera familiar" "¿Quién puede pagar por mi estancia aquí en el Ritz," Lindsay terminó ironicamente, gimiendo un poco cuando su cuerpo se sacudió con una risa silenciosa.¿Qué le hicieron a mi lado? Y mis costillas? "Uf". "No entiendo la gracia sobre eso", dijo la enfermera resueltamente. "El tratamiento médico no es libre, ya sabes." La enfermera entrecerró sus ojos." Tú y la señora Chisholm aquí va a ser nada más que problemas. Puedo ver eso. Ahora” Ella levantó una ceja expectante a Lindsay. "¿Familia?" "Ningúna. Sin familia." Lindsay apretó la mandíbula junta para no soltar una maldición cuando una ola de nuevo dolor se apoderó de ella. "Mi cabeza me está matando y sólo soy una pequeña natal de la gran ciudad de grandes malvados." "¿Se supone que lo escriba aquí?" La enfermera dio un golpecito al gráfico de Lindsay, que todavía estaba en su soporte al pie de la cama, con su lápiz. "Pequeña natal? Te gustaría que te diga mi nombre?" Ella vaciló, como si estuviera esperando una respuesta, por lo que Lindsay asintió. "Soy Miriam Goletz. Pero me puedes llamar enfermera Goletz." Sonrió. "Ves lo fácil que es? Ahora es tu turno".
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"Si esto me ayudará a conseguir mis analgésicos más rápido, sere cualquiera que te guste. Incluso el Presidente Cleveland. Pero realmente necesito algo." La voz de Lindsay bajó a un tono suplicante raras veces utilizado. Los labios de la enfermera apretados mientras continuaba esperando. Vaya. "Umm quiero decir mi nombre es Habichuela," Lindsay sonrió triunfante luego añadió rápidamente después de pensarlo, "señora." Increíble lo rápido que el dolor tiene besándome nalgas como si no hubiera mañana. Ella ni siquiera había considerado der su nombre de nacimiento. Había pasado tanto tiempo desde que lo había oído decir que ni siquiera parecía como el de ella más. Realmente ha pasado tanto tiempo? Seis, casi siete años? La mujer mayor tiro a Lindsay una sonrisa de satisfacción antes de volverse hacia Ginny. No era un nombre real, pero es mejor que el Presidente Cleveland. Ginny se había calmado durante el breve intercambio de la enfermera con Habicuela, lo que preocupó a la mujer fuerte, especialmente teniendo en cuenta la forma en que la niña había hecho un alboroto acerca de su familia y un fuego desde que se había despertado. "Voy a preguntar al médico si hay algo que podamos hacer acerca de su fiebre, Ginny. "La enfermera puso su palma fría en la frente de Ginny, y luego sacudió la cabeza con pesar." Mmme todavía demasiado alta." Ginny asintió mientras sus ojos comenzaron a cerrarse. Ella no se sentía caliente, estaba temblando. Apuesto que los niños tienen frío. Y miedo." Apresúrese, por favor? necesito irme. Mi familia." "Cariño", la enfermera dio a Ginny una triste, simpática sonrisa y su voz adquirió un tono amable, a pesar de la brusquedad de antes. "Sus manos ellas-" Ginny levantó las manos y estudió las vendas blancas con un aire casi desinteresado. "Estaban quemadas," terminó simplemente. Ellas no le dolían realmente. Había sólo una ligera incomodidad entre sus dedos fuertemente envueltos y ella se preguntó si la ausencia de dolor grave era a causa de los medicamentos o la naturaleza de la misma lesión. Los medicamentos, se imagino. Sus quemaduras no había sido tan malas, lo eran? Pero, de nuevo, no podía estar segura de nada en este momento. Todo se sentía confuso. Ginny pensó duramente, obligándose a concentrarse. Había un incendio Y desgarré el abrigo de Lewis. La bebé estaba con Mama. Oh, Mama. Porque por qué no viniste abajo? ¿Y quién es esa molesta mujer en la cama de al lado que aún no sabe siquiera que Cleveland no es más el Presidente? ¿Cúal dijo que era su nombre? Ella resopló para sí misma mientras su mente revoloteaba fuera de su control. Un vegetal, dijo. ¿Betabel? Haba? Eso no puede ser cierto. Dios, estoy tan confundida. Necesito salir de aquí. Apuesto que nadie sabe que estoy aquí, en absoluto. Alice estaría aquí si lo supiera. "Sí," confirmó la enfermera, irrumpiendo las divagaciones mentales de Ginny, "Sus manos estan quemadas y el interior de su pecho. La parte posterior de su cuello está cubierto de ampollas tambien. Me temo que tendremos que cortar su cabello. No irá a ningún lugar durante bastante tiempo. Sus heridas necesitan sanar."
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Ginny alcanzó su pelo, pero no podía agarrarlo con sus manos vendadas. Ella frunció el ceño. Lindsay hizo una mueca, imaginando cómo se sentiría quemarse las manos y la garganta. Incluso peor que tener mierda golpeado fuera de ti y ser atacada por un perro rata, supuso ella. "Oh, enfermera?" La mujer se dio la vuelta de nuevo y disparó a Lindsay una mirada de desaprobación. "¿No puedes ver que estoy tratando con otro paciente?" Lindsay se alegró de que ella no hubiera dicho ayudando a otra paciente. Ella podría haber tomado una excepción, dado que, tan cerca como podía ver, la enfermera estaba simplemente molestando a la chica enferma. "Alguien dijo de la cirugía?" Al menos creo que lo hicieron. El dolor de cabeza estaba de vuelta, así como el terrible dolor en su lado con una venganza. "¿Qué me pasó?" "Que no te pasó es una mejor pregunta. Tiene mordeduras de animales y arañazos en el cuello y el hombro. Y me temo que un trozo de la oreja no se encuentra." "¿Qué?" Chilló Lindsay. La enfermera se volvió y comenzó a tomar el pulso de Ginny. Ella habló con Lindsay sin darse la vuelta. "El médico estará alrededor dentro de poco tiempo para explicar tu condición." "Hay más? Oh, Cristo!" "Van a estar sin blasfemar en este hospital, señorita," la enfermera regañó antes de marcharse lejos. Ginny tosió. "Tú-" Su garganta se movió un par de veces antes de que pudiera continuar. "¿Tú tenías que decir eso?" Lindsay se dio la vuelta torpemente hasta que estuvo al menos parcialmente hacia Ginny. "Uf. Esto duele." Ella señaló con el pulgar hacia su propio pecho."¿Estás hablando conmigo?" Ella sabía, por supuesto, de que Ginny lo hacía. Pero ella no quería parecer interesada en hablar con una extraña. Sin embargo, dadas las circunstancias, no le importaba ahora. Los pálidos, todavía desorientados ojos de Ginny brillaron con ira repentina. "Sí", dijo con aspereza. "Si la enfermera está enojada conmigo, ella no me va ayudar a salir de este lugar para ir a buscar a los niños." "¿Qué he hecho?" Lindsay preguntó honestamente, sintiéndose despreciada y lamentando que se molestó siquiera en reconocer a la chica. "Sólo quiero un poco de maldita medicina, eso es todo," ella contraatacó. "No maldigas!" "No estaba!" Pero la voz de Lindsay era arrepentida. Quiza he estado en compañía de imbéciles durante tanto tiempo que no me acuerdo cómo hablar con una persona normal ya. Especialmente una mujer. Las hembras eran algo que Habichuela rara vez encuentraba en los carriles. Y las pocas que había conocido había sido tan vulgares y dos veces tan malas como los hombres.
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"Está bien, entonces." Entonces Ginny frunció las cejas y ella casi gruñó con frustración. "No sé lo que hice", admitió francamente. "No puedo recordar más." Sus ojos revolotearon cerrados. "Estoy toda en mal estado. Pero sé que fue alguien, Cabeza de Col," susurró mientras los sonidos de los carros rodantes del hospital y camas chirriantes y voces amortiguadas todo se desvaneció en la nada. "Cabeza de Col? ¿Quién tendría un nombre estúpido como ese?" Habichuela exhalado largo y lento, dispuesta mentalmente a que la enfermera regresara con un analgésico o whisky, por el momento no le importaba cual. Se quedó mirando el techo, sabiendo que Ginny no escucharía su respuesta. "Teniendo en cuenta que siempre parezco estar en algún tipo de problemas, debo estar haciendo algo mal." *~*~*~*~* Eran las 3 de la mañana y la sala estaba a oscuras la siguiente vez que Lindsay se despertó con el sonido de la voz de una enfermera diferente, procedente del estrecho espacio entre su cama y la de Ginny. Esta vez cuando Lindsay lo intentó, abrió ambos ojos. Aunque la visión en el derecho estaba todavía un poco borrosa. La enfermera estaba en un vestido azul pálido y un crujiente, delantal blanco. Ella parecía estar recién salida de la adolescencia y su sombrero almidonado ligeramente torcido en su cabeza. Incluso con la nariz dañada de Lindsay podía oler el aroma de la medicina que emana del delantal de la enfermera. La mujer sumergió una pequeña toallita en un recipiente con agua fría y cubrió el trapo que gotea a través de la frente de Ginny. Cuidadosamente, levantó una de las manos de Ginny y la presionó ligeramente contra la tela, manteniéndola en el lugar. La enfermera le dijo a Ginny, "Lo siento, no puedo quedarme." La angustia en su voz era palpable. "Un edificio se derrumbó en la calle Mulberry Bend y casi un centenar de pacientes de emergencia están en camino aquí ahora." Un suspiro frustrado. "¿Puede sostener esto?" Ginny jadeó cuando el agua fría empapó a través de su vendaje y golpeó las yemas de los dedos en carne viva. Al menos puedo sentir algo, pensó con gravedad. Sus ojos estaban cerrados y estaba temblando, pero en su insistencia ellos habían cambiado su medicación a una mas directa, una dosis más ligera de analgésico y algo para la fiebre. Nada más. Ella podría centrarse ahora, y Ginny no estaba segura de si eso era bueno o no. Lindsay se incorporó un poco, mordiéndose el labio mientras los puntos de sutura en su lado se tensaron. "¿Qué esta mal?" Ella susurró. "Oh, Bueno. Puede moverse?" La enfermera buscó los ojos de Lindsay y Lindsay se lamió los labios nerviosamente, sintiendo que algo estaba seriamente mal. "Sí." Ella tomó un breve inventario de su cuerpo. Su cabeza ya no se sentía como si fuera a explotar y, aún sentada, podría decir que la mayor parte de su sentido del equilibrio se había restaurado. Todavía dolia, pero no tan mal como lo había hecho antes ese día. "Esta bien." La enfermera asintió con firmeza. "Espera." Ella se movió rápidamente hacia el otro lado de la cama de Lindsay y la empujó contra la de Ginny.
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"Qué estás haciendo?" la mirada nerviosa de Lindsay sacudió a la enfermera.
"La fiebre de la señorita Chisholm esta peor. Alguien tiene que bajarla enfriandola con este paño y no puedo quedarme. No están permitidos los presos en los pabellones de las mujeres después del anochecer o haría uso de uno aquí." Hizo un gesto hacia Ginny. "Si su fiebre no se rompe pronto tendremos que recurrir a un baño de hielo para ella. Después todo lo que ha pasado me odio- " "No", Lindsay se oyó decir. "Voy a hacerlo. La ayudaré." Podré? La enfermera pasó rápidamente a Lindsay la cuenca de agua y una toalla en caso de que ella derramara algo. "Frote la frente y cuello. Como esto." Ella demostró. Ginny sacudió con la cabeza “No”, pero no abrió los ojos. Ahora la mujer vegetal va a jugar a la niñera conmigo? Ella misma está herida. Apenas puede moverse. "Ella no necesita hacerlo," Ginny con voz ronca. "Yo puedo-" "Bien," Lindsay espetó abruptamente. Eella empujó la cuenca lejos, salpicando una pequeña cantidad de agua sobre la toalla que estaba junto a el. "Hágalo usted misma". Se apartó de Ginny. "Todavía estoy cansada de todos modos. Tú-" "No", la enfermera interrumpió con firmeza. "Ella no puede hacerlo sola. No sé lo que estaba pensando, pero su vendaje debe permanecer seco. Tú puedes utilizar su mano buena y estara bien." No esperó a Ginny para discutir con ella. Ella simplemente clavo a Lindsay con una mirada fulminante. "Puedo contar contigo, ¿verdad?" Ellas aprenden esa mirada en la escuela de enfermería? "Bueno ella no quiere-" "¿Verdad?" la enfermera repitió un poco más fuerte. Ella no tenía tiempo para esto. Lindsay apreto su mandíbula, preparandose a rehusarse cuando, por el rabillo del ojo, ella vio el temblor de Ginny. Su corazón apretado en la vista y se encontró con ganas de ayudar, a pesar del aparente rechazo de Ginny. La chica obstinada necesita a alguien. "Puede cuentar conmigo." "Bien. Yo sabía que cuando oí que ustedes dos eran alborotadoras que probablemente era una exageración." La enfermera le dijo a Lindsay, "Si la fiebre se pone más alta, gritas. Hay una enfermera en el otro extremo al final de la bahía con una mujer que esta crítica. Ella la oíra si la llama lo suficientemente fuerte. "Con eso, se levantó la falda y se apresuró hacia la salida. "No soy un problema", Ginny insistió en silencio, tragando de nuevo lagrimas. Dios, que está mal conmigo? Necesito conseguir el mantenerme yo misma y dejar de lloriquear. "Bueno, no me lo digas a mí. Nunca dije que fueras un problema." Lindsay sumergió la toallita y exprimio el exceso de agua. "Yo sé que no quieres mi ayuda." Ella hizo una pausa de su mano que se cierne sobre la cara de Ginny. "No lo tocaré, si realmente te molesta." Me importa una mierda lo que dije a la enfermera. No forzaré mi ayuda en ti. "No. Necesito ponerme bien. Por favor." 37
Después de un momento de vacilación Lindsay paso el paño frío suavemente a través de la frente de Ginny. Ginny suspiró ante el contacto pero sus temblores aumentaron. Es hora de disculparse. Ella probablemente piensa" Gracias." Ella sintió el rastro de tela por su cuello sudoroso. "Todo está bien." Pero Lindsay todavía se sentía picada. La mente de Ginny revuelta por decir algo. "¿Su nariz duele?" Incluso en la penumbra pudo ver que Lindsay tenía dos ojos negros y un espectacular moretón que cubría la mayor parte de su cara. Inconsientemente, Lindsay meneó su nariz. "Ouch." Su mano se disparó a la férula y ella se abofeteó en la cara con la toallita, escocida por sus arañazos."¡Mierda!" Ginny se mordió los labios para detener una risa inesperada que amenazaba con escapar. Lindsay levantó una ceja a la joven, interiormente satisfecha de que Ginny estaba frenando lo que podría ser en realidad una sonrisa. "Si. Duele un poco," Lindsay admitió tímidamente. "No es tan malo si no la toco sin embargo." Casualmente, encogió un hombro. "Voy a sanar pronto y estare fuera de este lugar." Ginny tragó saliva mientras una oleada de emoción en estado puro se hinchó dentro de ella tan rápidamente que no podía detenerla. "Necesito sanar pronto, también." Ella parpadeó varias veces en sucesión rápida, enviando una cascada de lágrimas por sus mejillas brillantes. "No me puedo quedar aquí. Dios, los chicos. Jane. Tengo que encontrarlos. Nadie me dirá donde están." Ella hipo y su rostro contraído por el dolor. Los ojos de Lindsay dieron la vuelta y su mano con la toalla se congelaron, haciendo que gotee sobre su muslo. Está llorando? No sólo unas pocas lágrimas, realmente llorando.Oh, Dios. Oh, Dios. "No llores. Por favor." No sé qué hacer. Miró a su alrededor desesperadamente por alguien que le ayude, pero sólo vio a los pacientes durmiendo. "No puedo," un sollozo la interrumpió, "No puedo evitarlo." Ginny levantó las manos a su cara, olvidándose de los vendajes hasta que se dio cuenta que no podía borrar sus lágrimas sin que ellos se humedezcan. Antes de que pudiera pensar qué otra cosa hacer, Lindsay estaba pasando la tela por sus mejillas, enfriaandolas con un toque suave casi reverente que estaba en contradicción con la voz áspera de la joven y su comportamiento. La ternura fue la ruina de Ginny y con su siguiente respiración se rompió en serio, llorando libremente y no intento siquiera detenerse. Lindsay miraba con horror. Sus propias manos estaban temblando y se sintió un poco mareada ya que su ritmo cardíaco se disparó. "Por favor", rogó. "Va a estar bien. Ya veras. Te vas a poner bien y volveras con tu familia". "No." Ginny negó con la cabeza frenéticamente. "Hubo un incendio. Y-" Ella tragó con dificultad. Entonces las palabras se derramaron en una carrera de pánico. "Mis padres y dos hermanas. La enfermera vino y me dijo hoy. Tú estabas durmiendo. Ellos no, quiero decir Mamá y Alice y" La pelirroja comenzó a llorar más fuerte y el resto de lo que dijo se perdió en medio de una neblina de lágrimas saladas y sollozos. 38
Lindsay no sabía qué hacer con sus manos. No parecía correcto seguir limpiando la cara de Ginny, así que ella dejó caer el trapo y vacilante puso la mano sobre el hombro de su compañera. "Lo siento," susurró ella, verdaderamente sintiendolo. Ginny cerró los ojos mientras su pecho se movía y cuando los abrió de nuevo, por primera vez, Lindsay realmente prestó atención a lo que estaba viendo. Ella tomó una mirada larga a la desolada Ginny, los ojos azules como el cielo de Ginny ya que sus miradas se encontraron y cuando ella lo hizo, una punzada de simpatía la tocó en un lugar tan profundo, tan sorprendente, que casi se quedó sin aliento en su intensidad. La comodidad que Ginny sintió de la delgada, casi tímida mano en el hombro, apretando suavemente, estaba fuera de toda proporción con el acto. Su corazón con avidez se empapo absorbiendo como una esponja seca lanzada en un mar de compasión y, sin pensarlo, se incorporó y envolvió sus brazos alrededor de Lindsay, su cuerpo ansiando el contacto del otro como dos días de dolor, frustración y el miedo crudo derramado. Lindsay se mordió la lengua, primero con sorpresa, a continuación, de dolor, cuando el cuerpo de Ginny chocó con el de ella. Tomó cada onza de su fuerza de voluntad para zafarse. Respiró hondo e hizo lo que nunca había hecho antes, nunca le habían hecho a ella. Envolvío cuidadosamente un delgado brazo alrededor de los hombros de Ginny y dejó que la pelirroja llorara contra ella sin disminución. Ella Necesita esto. No tiene a nadie. Puedo hacer esto. El calor se vertia de Ginny y su sudor empapaba la bata delgada del hospital de Lindsay. Dios, se está quemando. Probablemente delirante. "Debí haber muerto también," vino el susurro ronco contra el hombro de Lindsay. "No." Su voz era inflexible y Lindsay luchó contra el impulso irracional de sacudir a esta joven, esta desconocida que estaba pegada a ella, por pensar tal cosa. "No digas eso," ella le dijo enfáticamente. "No es cierto. Eres una sobreviviente. Ellos no querrían eso." Ginny resopló y cerró sus ojos. Ella no podía mantener los dientes sin castañear y, entre eso y su voz baja, rasposa, Lindsay apenas podía entender lo que estaba diciendo. "Pero estoy tan cansada." Una pausa ."Me duele el corazón." Y que, en pocas palabras, era algo que Lindsay tenía una comprensión profunda hasta los huesos. A veces, cuando las cosas eran tan oscuras y estaba completamente perdida y herida, parecía como si la vida no valía la pena el enorme esfuerzo que tomaba sólo para vivir. "Mañana te sentirás menos cansada." Ella sintió su modo cautelosamente. "Si no, entonces, al día siguiente o el siguiente." "No sé dónde encontrarlos." Ginny giró la cabeza y Lindsay podía sentir pequeñas bocanadas de aire caliente como respiraciones fatigosas rozando su cuello. "Los encontrarás", aseguró Lindsay, a sabiendas de que podría no ser posible. Huérfanos tenían una tendencia a desaparecer en el sistema o, peor aún, en las calles, nunca saber de ellos otra vez. ¿No fue lo que hice? "No puede mirar desde aquí. Necesitas sanar primero." Su brazo estaba sentiendose más cómodo alrededor de cuerpo suave de Ginny y sin querer, ella comenzó a relajarse un poco en el toque extraño. 39
"Pero no sé por dónde empezar! No tienen nadie más que yo." La voz quebrada de Ginny y una nueva ola de lágrimas llegó junto con su siguiente revelación. "Rompí mi promesa a Alice." Lindsay no tenía idea de lo que era la promesa, pero sabía que tenía que ser importante desde el autoaborremiento que sonó en la voz de Ginny. Ginny se sentía como si pudiera estar enferma. Bruscamente, se apartó de Lindsay, pero ella se echó hacia atrás demasiado rápido y alcanzó de forma automática a reforzarse con sus manos. Ella gritó tan pronto tocaron la cama, y una mujer gorda varias camas abajo se quejó en su sueño, mascullando para que cada una callarse". "Hey. Te tengo." La mano buena de Lindsay salio disparada y envolvió sus fuertes dedos alrededor del brazo de Ginny, lo que permitio a Ginny aliviar la carga sobre sus manos y acostarse más cuidadosamente. Una fina capa de sudor brillaba en la frente de la pelirroja y Lindsay estiró sus dedos para poder recoger la toallita de nuevo. La mayor parte del agua de la cuenca se había derramado sobre la toalla, pero aún había mucha para humedecer el paño. Ginny suspiró cuando el trapo fresco rozó las cejas y las mejillas y la barbilla, secándo el sudor y las lágrimas. Lindsay se debatió consigo misma, entonces preguntó lo que deseaba saber. "¿Qué promesa rompiste?" preguntó curiosamente. Esta chica no parece de la clase que miente. Ginny trabajo su mandibula y Lindsay al instante lamentó sacar el tema. A quién le importa? Ni siquiera la conoces. No te incumbe. Ginny esnifo un poco. "Prometí no dejar a mis jóvenes hermanos y hermana. Ellos son sólo niños." La esquina de la boca de Lindsay curvó hacia arriba. "Y tú no?" "Tengo casi dieciocho años." Miró a Lindsay cuidadosamente, deseando realmente poder decir qué aspecto tenía. Detrás de los vendajes y férulas y contusiones era una persona que Ginny sospechaba estaba cerca. "¿Cuántos años tienes?" "Más grande. Más vieja que tú," Lindsay respondió seriamente, arrastrando la tela por detrás del cuello de Ginny y borrando una mancha de hollín que se había perdido por las enfermeras. "¿Cuánto más grande que yo?" Ginny persistió. Otra pequeña sonrisa torció los labios de Lindsay en la insistencia de la joven. "No mucho. Tengo dieciocho no, diecinueve el pasado octubre." Ginny parpadeó, un poco sorprendida de que su suposición en realidad había resultado ser la adecuada. "Si yo soy una niña entonces tú también lo eres. Eres como yo." "No soy una niña." Y yo soy como tú.
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"¿Qué te pasó?" Ginny levantó su mano vendada para trazar el exterior del vendaje que rodeaba la cabeza de Lindsay, pero la dejó caer de nuevo a la cama cuando Lindsay cambió sutilmente de distancia. "Lo siento," susurró ella, de repente muy consciente de sí misma. "No pense-" "No, está bien." Los ojos de Lindsay transmitieron su arrepentimiento. Ella no había tenido intención de hacer eso. "Simplemente no lo esperaba, ¿de acuerdo? No estoy enojada." Ginny se mordió el labio y asintió con cautela. "¿Y bien?" "Bien, ¿qué?" Lindsay sumergió la tela en el agua de nuevo y exprimio el exceso en la cuenca. "¿Cómo te hiciste daño?" "Hablando de eso" Lindsay se quejó un poco para el efecto. "Realmente podría usar algunos anagésicos más. Mi lado me está matando." Ginny se limitó a esperar, una elevación de la ceja cuando Lindsay cambió no tan hábilmente el tema. Cuando Lindsay levantó la vista de su tarea se dio cuenta de la expresión de Ginny. "Oh. Yo umm fui atropellada por un vagón," ella mintió. Esta chica no necesita saber mi negocio. La segunda ceja de Ginny se levantó, uniéndose a su gemela dorado rojizo. "Un vagón con garras y dientes?" "Absolutamente." "Estás mintiendo." "Absolutamente", Lindsay confirmó sin arrepentimiento. Ginny fue tentada para presionar por la información pero pudo ver por la mirada cautelosa en los ojos de Lindsay que el sujeto estaba cerrada. Un temblor pasó a través de ella y de repente se sentía muy cansada. Mientras continuaba aplicando el paño frío en la cara de Ginny, Lindsay podía ver a la mujer más joven ponerse cada vez más aletargada bajo su cuidado. Un puñado de latidos del corazón más tarde y dejaron de hablar totalmente. Un cómodo silencio se hizo entre ellas, hasta que todo lo que se oía era el ruido blanco de la tos y los ronquidos de mujeres, el viento del invierno agitando las ventanas, y el zumbido bajo de las luces atenuadas que iluminaban el extremo opuesto de la sala del hospital larga y estrecha. Varias horas más tranquilas pasaron y los pensamientos de Lindsay, naturalmente vueltos hacia adentro hasta el lugar más acostumbrado los huecos silenciosos de su propia mente. La cabeza le dolía y ella no tiene que adivinar donde había tenido su cirugía. El área no muy lejos debajo de su pecho se sentía como si estuviera en el fuego. Cuando ya no podía sostener la tela sin sacudir su propia mano, ella se movió torpemente sobre su costado para poder vigilar a Ginny, solamente presionando de vez en cuando el paño sobre la frente de alisada de sudor. Si puedo hacerlo hasta la mañana ellos me darán algo para el dolor. No pueden ignorarnos por siempre. Lo sé. 41
Ginny durmió agitadamente, su cuerpo en guerra consigo misma cuando la fiebre continuo. Finalmente, justo antes del amanecer, se despertó sintiendose fría y apática. Su temblor se había detenido y sus pensamientos eran otra vez más claros, severos. Su fiebre se había roto. Ginny estudió a la mujer que con tanta ternura había cuidado de ella. La toallita seguía agarrada en la mano de Lindsay y sus rasgos eran relajados con el sueño. Los primeros rayos de sol golpearon las ventanas cubiertas de hielo y fracturadas, repartiendo patrones aleatorios de luz dorada a través de las paredes y camas. Hasta los hombros, el cabello castaño asomó en ángulos extraños por debajo del vendaje de gasa blanca que rodeaba la cabeza de Lindsay. Y espeluznantes moretones comenzaban en la mandíbula de Lindsay y mezclados unos con otros a medida que se abrieron camino hasta los ojos cerrados, flecos con oscuras, largas pestañas. "¿Quién eres?" Ginny susurró, con ganas de saber más acerca de esta persona y deseando poder ver a la mujer detrás de las vendas y el dolor. Los ojos de Lindsay se abrieron con las palabras y Ginny encontró su mirada confundida fácilmente. "¿Qué?" Lindsay parpadeó lentamente. "¿Quién eres?" "Yo um" Lindsay se limpió el sueño de los ojos con la mano buena. "Pensé que me escuchaste responder a la enfermera ayer. Mi nombre es Habichu-" "No" Esa respuesta no es suficientemente buena. No cuando había una realidad al acecho detrás de los ojos perplejos mirando directamente en los suyos. Ginny sentía como si hubiera compartido una pieza muy personal de sí misma con esta a veces amable, a veces molesta persona, y ella no podía menos que anhelar un poco de franqueza a cambio. "¿Quién eres realmente?" Se miraron una a la otra durante varios segundos hasta que Lindsay dijo en una voz cargada de sueño, "Mi nombre es Lindsay Killian." Ginny sonrió y Lindsay no pudo evitar una sonrisa en respuesta. Ella tiene hoyuelos, su mente se rió. "Hola, Lindsay." Los ojos azules transmitian un calor y una fuerza que no estaba allí sólo unas horas antes y Lindsay se sintió atraída por su sinceridad. "Soy Ginny y quería darte las gracias." Lindsay fruncio el ceño, ella podía escuchar la tensión en la voz de Ginny y sabía que cada palabra era dolorosa. "No estas bien" Miró hacia otro lado. "No fue nada." "Estas equivocada. Fue algo", Ginny corrigió suavemente. "Yo um necesito encontrar a mi familia cuando salga de este lugar." Sus ojos brillaron. "Y algo me dice que eres una persona muy buena para pedir ayuda." "¿Lo soy?" Las palabras salieron sin permiso, y Lindsay contuvo el aliento, medio esperando que Ginny se riera de su genuina sorpresa. "¿De verdad lo crees?" "Realmente," Ginny le aseguró. "¿Lo harás? Me ayúdaras, es decir?" 42
"Sí," Lindsay susurró a su vez, no había nada malo en su garganta, pero se encontró inconscientemente correspondiendo el tono bajo de Ginny. "Te ayudaré." Se sonrieron una a la otra, ambas sintiéndose un poco menos solas que antes de llegar a la isla de Blackwell.
Capítulo 4 Veinticuatro horas después. Lindsay apretó el puño mientras miraba a la enfermera Goletz alimentar a Ginny con un tazón de avena tibia. "Eso es demasiado rápido para comer ella", murmuró en voz baja. "¿No puede ver eso?" Con toda justicia, la mujer corpulenta parecía como si ella estuviera muerta en sus pies. Incluso su sombrero blanco almidonado estaba oblicuamente en su cabeza y el botón superior de su vestido, que estaba tan arriba que casi rozaba su mandíbula, estaba deshecho. Ella había estado trabajando sin parar desde que el edificio se derrumbó. Y porque estaban faltos de manos, ella estaba empezando otro cambio, además de los dos que acababa de trabajar. Había varias mujeres en la sala que no podían alimentarse por sí mismas debido a varias heridas en las manos o los brazos. Y la enfermera siempre empezaba al final, con Ginny, antes seguir trabajando su camino por la bahía. Esto era una bondad a su joven paciente porque al menos la comida estaría todavía caliente. Ginny estaba tragando lo más rápido que podía, pero su garganta estaba aún tierna y ella siempre había sido una lenta comensal de todos modos. De verdad estaba hambrienta y mortalmente agradecida por cualquier cosa que pudiera poner en su barriga. Desafortunadamente, durante estas sesiones de alimentarse a velocidad ella terminó llevandose más de lo que comió. Ginny estaba, sin embargo, determinada y decidida a no pronunciar una sola palabra de reclamación. No soy una alborotadorora, pensó con petulancia, haciendo caso omiso del goteo de gachas de avena que se arrastró por su barbilla y se calleron sobre el babero que la enfermera Goletz había formado con un trapo lavado. "Alto! Alto. Por favor. No puedo soportarlo más." Dos pares de ojos sorprendidos giraron hacia Lindsay, cuya cabeza estaba desenvuelta. Un pequeño vendaje había sido atado sobre el bulto y la incisión en su piel justo detrás de su oreja. Después de la correcta limpieza de la herida el día anterior, una enfermera le permitió tener un baño de esponja y lavar su cabello, que ahora colgaba suelto sobre sus hombros, el sol de la mañana reflejandose en tonos más destacados de caoba. Ginny la miró celosamente, sintiendose diez veces mugrosa porque ella estaba mirando a alguien recién lavado. Todavía podía oler el débil eco de humo en su piel y podía sentir la más mínima pizca de suciedad en su vientre y espalda, y se revolvió su estomago. Ella esperaba que fuera su turno para un baño hoy. Aunque ella no estaba exactamente cómoda con la idea de que otra persona la lavase, ella sabía que tenía que ser echo. Lindsay, por el contrario, había lanzado un santo infierno sobre otra persona tocándola que la enfermera le permitió bañarse a sí misma, con una sola mano . 43
"¿Qué pasa ahora, Habichuela?" La enfermera Goletz preguntó con cansancio. "Y que sea rápido. Estoy apurada." "Puedo ver eso," Lindsay informó francamente. Se detuvo cuando vio el cuello de la enfermera Goletz comenzar a elevarse y sus labios delgados. Tomando una respiración calmante, ella trató con la diplomacia. "¿Qué tal si me deja alimentar a Ginny," entonces no tendré que ver ese brebaje repugnante de avena escurrir por la barbilla", y entonces usted puede atender a sus otros pacientes?" La enfermera parpadeo. Ella no había esperado la oferta de Habicuela, que apenas dijo una palabra a cualquier miembro del personal médico, excepto por la solicitud de medicamento para el dolor de vez en cuando. Ella había sido cambiada a láudano hoy. "No lo sé" la enfermera se frotó la mandíbula en contemplación. Ella había regañado a esa nueva enfermera por un lado y el otro, cuando había encontrado las camas de Habichuela y Ginny juntas el día anterior. No sólo era totalmente indecente en su apariencia, pero, incluso si se trataba de una emergencia, no debería pedir a un paciente ayudar con el cuidado de otro paciente. Era inadecuado. Los ojos de Ginny se iluminaron ante la sugerencia de Lindsay. Podría llegar a comer como un ser humano en lugar de un lobo hambriento. "Por favor, enfermera Goletz," rogó, con la voz más fuerte que el día anterior. "Sé que um Habichuela haría un buen trabajo. Y que tiene ahora funciones más importantes que atender que alimentarme". Lindsay sonrió al uso de Ginny de su apodo. Sabía que la mujer más joven lo odiaba por alguna razón, pero estaba excesivamente contenta de que ella no había compartido su nombre real con la enfermera. No era como si fuera un secreto. No era ningún interes del hospital quien diablos era ella. Si Habichuela era suficientemente bueno para ella, tendría que ser suficientemente bueno para ellos. Además, le gustó la forma en que su nombre real sonó cuando Ginny lo dijo, y ella no tenía el más mínimo interés en escucharlo de otra manera. "Bueno," la enfermera hizo una pausa mientras miraba los ojos suplicantes de Ginny. Ella suspiró. "Supongo que ya que es una tarea no médica estaría bien. Estamos todos ocupados." "Realmente lo están," Ginny entonó seriamente, reprimiendo una enorme sonrisa. "Gracias". Lindsay comenzó a sentarse cuando la enfermera se acomodó fuera de su percha en la cama de Ginny. La pelirroja observó en silencio mientras Lindsay se mordió los labios para no gritar mientras se desplazaba hasta poder balancearse alrededor de sus pies al lado de la cama y el soporte. Ginny al instante sintió una punzada de culpa. Como puede ser tan egoísta? La enfermera le entregó a Lindsay el cuenco de gachas de avena y cuchara y un paño. "El médico vendrá pronto a verte, Habichuela." "Dijo eso ayer. Y el día anterior," Lindsay se quejó. "Él va a estar aquí hoy." "¿Es mi turno aún?" una mujer ocho camas abajo llamó a la enfermera. Ambos brazos estaban enyesados y tenía un aspecto lamentable estampado en su rostro. 44
La enfermera Goletz reprimió una réplica desagradable y comenzó a empujar su carro lleno de platos de desayuno por el pasillo. "Sí, si. Es su turno, Señora Adolf." Lindsay se sentó en la cama de Ginny y Ginny al instante se acercó y puso su mano vendada en el brazo de Lindsay. "Te estás haciendo daño esta mañana", susurró, su voz llena de preocupación. "Debería haber dicho a la enfermera que ella podía seguir alimentandome." "Estoy bien." "¿Estas segura?" Los ojos de Lindsay se suavizaron. "Mi lado esta sensible y las puntadas están empezando a picar," ella aseguro. Una sonrisa comenzó a tirar de los bordes de su boca. "¿Qué es tan gracioso?" Ginny cuestionó con desconfianza, sentandose un poco más erguida y disponiéndose para abrir su boca como un pájaro bebé hambriento si es necesario. "Tú. Tienes comida por todas partes en la barbilla." "Bueno, levantalo y dame de comer, por amor de Dios." Ella abrió la boca tan ancha que Lindsay pudo ver sus amígdalas. "Estoy hambrienta." Lindsay se rió entre dientes, pero ignoró la petición y se tomó un momento para limpiar la cara de Ginny y tirar el babero cubierto de alimento. Solo entonces dio a Ginny un bocado de gachas de avena fresca del tazón. "Abre amplio para el choo choo". "Cosas divertidas, Cara de Papa. Especialmente mmm" Ginny tarareó en el placer. El rostro de Lindsay se retorció en repulsión. "En realidad, te gusta esto?" Ella levantó una cucharada grande de la mezcla gris a la luz e hizo un ruido fuerte de náuseas. Ginny tragó lentamente, suspirando de lo bien que se siente en la garganta deslizarse hacia abajo. "No, esta es la papilla más vil que he probado en mi vida, pero estoy hambrienta así que no estoy siendo difícil. Si crees que soy un comedor sucio no podrás creerlo de Jane. Ella- "Ginny se detuvo bruscamente al darse cuenta de lo que iba a decir. Jane.James y Lewis. Donde están? ella cerró los ojos para detener la filtración de las lágrimas que podía sentirlas brotar. "La encontrarás, Ginny. Los encontraras a todos. Lo sé." Ginny asintío. No lloraría. Ya había llorado demasiado. Ella oía a Lindsay conteniendo la respiración, esperando a ver si ella lloriqueaba de nuevo, y eso fue suficiente para ayudarla a reafirmar su resolución. Ella abrió los ojos ". Sí. lo haré. "Con tu ayuda. Lindsay sonrió. El resto de la taza se vació en silencio, y cuando se hizo Lindsay limpio la cara de Ginny una vez más y colocó el cuenco en el suelo entre sus camas, gimiendo cuando ella se enderezó. "Ahora que terminaste no voy a perder mi desayuno viendo como tratas de comer el tuyo." 45
"Muy graciosa." Pero Ginny no pudo evitar sonreír. "Yo umm" Lindsay miró a su alrededor con timidez. "Tengo un favor que pedirte, Ginny." Ella se humedeció los labios con nerviosismo. Las cejas de Ginny saltaron. "¿En serio?" Lindsay asintió. "A menos que no quieras-" "¡No! No. Has sido tan amable conmigo", explicó en un apuro. "Voy a hacer todo lo que pueda." Levantó las manos y las miró con tristeza. "Pero no se puede hacer mucho sin ellas." "No necesitas manos para esto. Puedo sostenerlo." Lindsay tragó saliva y miró hacia abajo. "Está bien si te ríes. Yo-" "Sea lo que sea, no voy a reírme." Voy a morderme la lengua si tengo que hacerlo. "Está bien." Lindsay se acercó con su mano buena y tiró de su expediente del hospital del soporte a los pies de su cama, presentándolo a Ginny. "¿Me puedes decir lo que me hicieron? Ellos dijeron que una cirugía pero nadie va a venir a decirme qué." Ginny frunció el ceño y volvió su mirada de preocupación en Lindsay. "Tus ojos estan bien?" Lindsay sacudió su cabeza, envíando su cabello disperso a través de sus hombros. Con una mano molesta empujó un mechón de sus ojos, deseando su gorra desaparecida hace tiempo. "Mis ojos están bien." Sostuvo el cuadro médico más cerca. "Por favor?" "Puedo tratar. Pero no sé si voy a entender los términos médicos." "Esta bien." Lindsay sonrió conscientemente. Ella sabía que Ginny entendia ahora, y estaba convencida que la niña no se reiría. "No voy a entender nada de eso a menos que sea mi nombre, un mapa de ferrocarril, o un nombre de ciudad." "¿Puedes abrirlo?" Lindsay lo puso sobre su regazo y abrió la tapa de metal fino, exponiendo los papeles alineados cubiertos de garabatos debajo. "Hey", señaló a la línea superior. "Eso dice mujer." Ella sabía a partir de las señales en las letrinas. "Seguro que lo dice. Suponiendo que oficialmente descarta burros, ¿eh?" Lindsay se echó a reír, causando que varias mujeres alzaran la vista de sus desayunos. "No, Ginny. No diría eso exactamente. Qué más dice?" preguntó con ansiedad. La cara de Ginny se quedó muy seria mientras leía. Varias veces visiblemente se estremecio. "Aquí dice heridas punzantes y laceraciones múltiples, más probablemente de origen canino". Lindsay parecía confundida. 46
"Mordeduras de perro," Ginny aclaró, sin mirar demasiado feliz. "Y los cortes y rasguños, creo." Lindsay puso los ojos. "No mierda. Dime algo que no sepa." Ginny miró a su alrededor como si la "policía de la mala palabra" saltaría y las detendría en cualquier momento. "No digas eso!" "¿Decir qué?" Lindsay sonrió sin arrepentimiento. Ginny entrecerró los ojos, pero siguió leyendo. "Conmoción cerebral." "Resquebrajó mi cabeza. Lo tengo." "Dos costillas fracturadas, una rota. Ouch. Y fracturas en la tercera y cuarta ... meta meta." Ella suspiró. "Si tuviera un diccionario" "No importa," desestimó Lindsay. "Tienen que ser mis dedos. Son otra cosa rota que yo sepa." Ella levantó la mano, mostrando los arañazos que iban desde la muñeca hasta el codo que aún estaban rojos y en carne viva. "Mmm verdad", reconoció Ginny. "Esto dice un desplazamiento de su costilla rota después de que llegó al hospital dando lugar a la rotura del bazo y luego después de eso" Ella levantó la vista de la tabla. "¿Puedes dar vuelta a la página?" Lindsay parpadeó. "Sí, sí, claro." Ginny leyó unas cuantas líneas más antes de quedarse muy quieta. Su voz adquirió un tono solemne y volvió a levantar la vista en Lindsay antes de decir, "Después de la rotura del bazo se dice que requiere una esple .. esple esplenectomía." "¿Qué demonios es eso?" Lindsay rugió de alarma. "Shhh." Ginny miró a su alrededor, haciendo una mueca por el ceño de desaprobación mostrado por varias mujeres. "¿Estás loca?" "No lo sé. ¿El tener una esplenectomía causa qué? Porque si es así, entonces probablemente lo estoy!" Estoy alimentando extraños por Dios Santo. No es prueba suficiente? "Cálmate, ¿quieres?" Ella cuidadosamente colocó ambas manos sobre el gráfico, cerrándolo. "Creo que significa que te quitaron el bazo." "¿Quieres decir cortaron mi bazo, ¿verdad?" Lindsay corregió con rabia. "Por otra parte, si fuera algo crítico supongo que estaría muerta ahora." Ginny se puso rígida. "Eso no es gracioso." Lindsay palideció. "Supongo que no."
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"Vamos a preguntar al médico cuando venga." Ella levantó una mano para detener las palabras de Lindsay. "Él tiene que venir. Eventualmente." Tiene que hacerlo, ¿verdad? Lindsay recogió la tabla y se trasladó de nuevo a su cama, acostandose. Ginny no quería que se fuera, pero no se sentía como si pudiera pedirle que se quedara también. Se desplazó sobre su costado y miró a su amiga. "No puede ser tan malo, Lindsay." Su corazón se encogió ante la idea de que algo estuviera seriamente mal con la joven a la que había llegado a considerar como una amiga. "Estás sintiéndote mejor, no peor, ¿verdad?" Había un dejo de súplica en la voz de Ginny que Lindsay no pudo evitar responder. Lindsay se puso cuidadosamente sobre su costado para quedar de frente entre sí, dos pies entre las camas era todo lo que las separaban. Ella respiró hondo y soltó el aire lentamente. "Cierto. Pude moverme un poco hoy." Ninguna de las dos se le ocurrió nada que decir y Ginny lanzo alrededor desesperadamente un cambio de tema. "¿Qué te hizo pensar que podía leer el gráfico?" Ginny preguntó finalmente, plenamente consciente que más de la mitad de la población, incluyendo a sus padres, no podían hacerlo. Lindsay pensó en eso por un momento. Porqué ella? Ginny estaba en un hospital de caridad tal como ella, lo que significaba que probablemente no había tenido el lujo de mucha escolarización. "No se." Ella se encogió de hombros. "Pareces inteligente, supongo." Ginny sonrió débilmente ante el cumplido, pero no estaba dispuesta a dejarla ir todavía. "No tiene nada que ver con ser inteligente, Lindsay. No tuve que empezar a trabajar hasta después del undécimo grado. Es sólo una cuestión de ser enseñados. Cualquiera puede aprender", insinuó. "Lo sé," dijo Lindsay amablemente, agitando la tabla a los pies de su cama. "Tal vez algún día lo haga." Ginny asintió con la cabeza. "Ahora respóndeme una pregunta. Porque me pediste que te ayude a encontrar a tu familia?" Ginny ni siquiera se detuvo a pensar cuando las palabras salieron. "Porque tengo miedo de mi mente siempre amorosa. Me ayudaste cuando no había nadie más que pudiera." Los ojos de Lindsay se abrieron. "Me pareces inteligente a mí también, en cada forma. No solo inteligente en la calle. Aunqué supongo que tienes experiencia en cosas que necesitaré saber, viendo como estoy segura de que estoy sin trabajo y que no tengo casa." Los ojos de Ginny brillaron. "Creo en el fondo de mi corazón que puedo confiar en ti." "Ummm" La mandibula de Lindsay se cayó. Ella piensa que soy inteligente? ¿Cómo sabe que puede confiar en mí? Tal vez sólo estoy siendo agradable para que pueda robar su abrigo!
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Ginny se sonrojó ante la estupefacta, pero le agradó ver la cara de su compañera. "¿Eso responde a su pregunta?" "Sí." Lindsay apenas podía creer las palabras amables y sintió su propio calor en la piel. "Eso responde a mi pregunta." *~*~*~*~* Doce días después. Ginny se deslizó lentamente el abrigo y se apoyó en el pequeño trozo de pared entre ella y la cama de Linsay. Llevaba un vestido donado, un vestido gris claro que era un poco demasiado pequeño y un par de zapatos de cuero marrón que eran un poco demasiado grandes. Los pesados vendajes habían sido retirados de sus manos hace dos días y aunque todavía dolían, estaban en su mayoría curadas y functionales. Ahora solamente una ligera capa de gasa las cubrían. El médico con total naturalidad explicó que parte del tejido de la cicatriz se mantendría, pero que ya que ella probablemente terminaría trabajando en una fábrica, exprimiendo una docena de niños antes de cumplir los treinta, o lavando ropa para ganarse la vida, la belleza de su manos sería efímera de todos modos. Él no vio ninguna razón para que ella se preocupara. Ginny sonrió un poco, recordando como Lindsay había saltado de la cama y había reprendido al médico por ser un imbécil insensible que deberían dispararle. No fue hasta más tarde esa noche, mucho después de que su doctor se había ido, que Ginny descubrió que su obstinada, mal genio amiga había arrancado varios puntos de sutura durante su espectacular salto de la cama. Se sentía peor esta mañana de lo que se había sentido desde la primera vez había llegado al Hospital de la Caridad. Pero esta vez no fue debido a sus heridas o incluso la pérdida de su familia que era la causa de esto. Era por Lindsay, y el hecho de que Ginny estaba siendo dada de alta hoy, mientras que su amiga no lo estaba. "Ánimo, Ginny," Lindsay la animó un poco, sintiéndose cohibida en su bata de hospital, mientras que la otra mujer estaba completamente vestida. "Estoy bien." Lindsay suspiró ante la obvia mentira. No, lo estas. Estúpido doctor. "Nos veremos pasado mañana en el transportador de la tarde." Ginny lanzó una mala mirada hacia la estación de enfermeras en el que podía ver al doctor de Lindsay hablando con la enfermera Goletz. Ella en privado se preguntó si, una vez que el hombre descubrió que Lindsay estaba ansiosa por dejar el hospital, había decidido extender su estancia por un día o dos por despecho. Por supuesto, su propia fecha de alta solo se había decidido la noche anterior. "Voy a esperarte en los muelles." "No, no lo harás," Lindsay le dijo seriamente. Ginny puso los ojos. "Lindsay-" "No es seguro." 49
Ginny sonrió suavemente. "Olvidas donde he estado viviendo los últimos seis meses, Lindsay. E incluso antes que apenas se puede llamar la estación de clase media a mi familia. Puedo no tener ninguna experiencia viviendo en las calles, y yo necesito tu ayuda, pero no soy tonta." Ella se apartó de la pared y se sentó en la cama de Lindsay, haciendo que los resortes chirriaran ruidosamente bajo su peso y trayendo una pizca de humo a la nariz de Lindsay. "No voy a estar en el muelle mirando el río durante dos días consecutivos, a la espera de ser atacada." "Por supuesto que no," Lindsay murmuró, avergonzada por su ridícula suposición. Pero no podía dejar de sentir la sensación de alivio que inundó a través de ella. Ella no es un idiota, Habichuela. No la trates como tal. "¿Está segura?" Pero estaba sonriendo cuando lo dijo. "Hum." Ginny golpeó con fuerza el brazo de Lindsay con el dorso de la mano. "Sí, nabo verde, estoy segura." Lindsay se rió. "Eso es Habichuela para usted, señorita." A pesar de que en secreto esperaba que continuaría llamandola Lindsay. Ella estaba haciendo todo lo posible por ignorar a la mujer en la cama al otro lado de Ginny, que estaba observándolas de nuevo. La prostituta tenía una pierna en tracción y era extremadamente vocal sobre lo que pensaba de relación de las dos jóvenes. Fisgona canalla. Y la forma en que ella se queda mirando a Lindsay. Tengo casi decidido romperle la otra pierna. Todas estas miradas curiosas sobre mí. Sobre ella. Cada minuto del día. Este lugar me vuelve loca. "Voy a tener cuidado," Ginny le aseguró mientras su mirada se desvió a las costillas de Lindsay. "Vas a tener cuidado de no romperlas y más puntos de sutura mientras estoy fuera? Y ser agradable a su patética excusa por un doctor? Si no nunca te darán de alta." "Sí, madre, lo intentaré," ella se quejó con buen humor. "Pero este hospital, y especialmente el estupido doctor, esta muy equivocado si piensa que me puede mantener aquí más tiempo del que me quiero quedar." Lindsay no había querido decir la última parte en voz alta y al mirar a la cara de Ginny se dio cuenta de su error. Los ojos de Ginny se abrieron. "Oh, no.No, no, no, no. Eso no significa que vas a probar alguna locura, ¿verdad? Lindsay-" "¿Quién yo?" Lindsay dio a Ginny su mirada más inocente. Pero la mayor parte del efecto se perdió cuando su amiga en realidad rió en voz alta. "Lindsay, lo digo en serio," persistió Ginny. "Esta isla tiene una prisión sobre ella. Realmente piensas que sólo puedes bailar el vals en un transbordador y nadie notarlo?" El rostro de Lindsay de repente se transformó por una expresión tan mala que Ginny se estremeció. "Dios, eres terca!" "Mmmme. Señorita Chisholm." Lindsay hizo un ruido cacareando, pero sus ojos brillaron. "Si no me equivoco, blasfemaría si es el boleto directo a saber dónde."
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Ginny entrecerró los ojos. "Sólo ten cuidado, por favor. Todavía necesitas esos puntos de sutura para sanar." Eso recordó a Lindsay que ella estaba incómoda y se movió en la cama. Ginny alcanzó cuidadosamente detrás de ella y ahuecó las almohadas. "No tienes que preocuparte por mí, Ginny. Ya tiene suficientes preocupaciones sin una más." Las manos de Ginny se detuvieron. "¿Por qué no debería preocuparme?" espetó ella, verdaderamente preocupada de que Lindsay se haría daño. "No hay nadie más por ahí que este preocupado por tí, ¿no es así?" Las palabras apenas habían salido de sus labios y ella ya las lamentaba. Lindsay se congeló por un segundo, aturdida por el golpe inesperado. "No", respondió finalmente, su voz baja y abatida. "Supongo que no." Dios. "Lo siento tanto, Lindsay." Ginny cerró los ojos, con el corazón en la garganta. "No fue mi intención" Ella olfateó. "Sólo quería decir que no es ninguna molestia tener que preocuparme acerca de tí." Cuando sus ojos se abrieron, los utilizó para pedir que Lindsay no estuviera molesta. "No me importa, honestamente. Somos amigas, ¿verdad? las mejores amigas, incluso?" preguntó esperanzadamente. Vamos, por favor Lindsay, por favor no estes enojada. La mirada en el rostro de Ginny tiró en los sentimientos de Lindsay y su mirada cayó sobre los labios delicados que amenazan con temblar. Sintió la necesidad de tomar la cara de Ginny en sus manos y se inclinó hacia adelante. "Lindsay?" Ginny estaba empezando a entrar en pánico, temiendo que finalmente hubiera pegado su pie tan dentro de su propia boca que no podría recuperarlo. Ella se levantó. Ojos de color marrón se pusieron hasta encontrarse con los de Ginny. "No. Digo, sí," ella dejó escapar, claramente confusa. Ella extendió la mano y tiró del vestido de Ginny hasta que la mujer más joven de mala gana se sentó de nuevo. "Quiero decir" Lindsay sacudío la cabeza como para despejarla .¿Cual era la pregunta de nuevo?Oh, correcto. Ella estaba disculpandose por decir la verdad. "Está bien lo que has dicho. Tienes razón. Yo no tengo a nadie a quien le importe lo que me suceda a mí" Ella afianzo su mano sobre la boca abierta de Ginny. "Excepto tú." Su boca formo una sonrisa desproporcionada. "Mi amiga". Ginny exhaló entrecortadamente y ambas intercambiaron sonrisas de alivio. "Entonces iras a la iglesia de la que te hablé?" Lindsay apretó la mandíbula. "Y les dices que eres católica y que tienes quince años y ni un día más vieja?" "Puede que no sea una muy buena, pero soy católica. Tengo casi dieciocho años y no le mentire a una monja!" "Huh, no sabía que eras católica". Lindsay se rascó la barbilla. "Chisholm suena inglés o algo así. Lo que te convertira en bueno-?"
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"Mi padrastro era irlandés," interrumpió ella, "e insistió en que Alice y yo nos convirtieramos cuando se casó con mi madre." Ginny agitó una mano irritada y le preguntó a la defensiva, "¿Tienes algo en contra de los católicos? ¿Importa eso?" Lindsay parpadeó. "No. Yo." Se detuvo y lo intentó de nuevo. "No". “Bien. Pero no miento." El rostro de Lindsay repente se endureció. "Ginny, ¿preferirías dormir fuera, sola en el frío? Porque eso es lo que vas a hacer." Y no voy a estar allí para cuidar de ti. No seas tonts, chica. Ginny penso en eso y se encogió mentalmente. Perdóname, Padre, pero tengo la sensación de que voy a estar haciendo un montón de pecados en el futuro cercano. "Tengo quince años. Entendido." Miró hacia otro lado. "Pero después de esta noche, voy a tener todo el día de mañana para empezar a buscar a los niños. No creo que debería estar haciendo nada." Lindsay sabía que lo primero que habían acordado hacer cuando fueran dadas de alta era hacer un viaje de regreso a la vivienda de Ginny. Los residentes sobrevivientes probablemente serían dispersados a través de la misma zona y uno de ellos podría haber visto lo que pasó con los niños Robson. "Volveremos a tu edificio mañana juntas. De acuerdo?" "Mañana?" Se arrugó la frente de Ginny. "Pero no estás siendo dada de alta-" "Cuando ellos piensen que lo estare", Lindsay terminó. "Voy a estar bien. Sólo tienes que confiar en mí. Necesito un poco de tiempo, pero estaré en el transbordador mañana temprano. Iremos a tu edificio juntas y hablaremos con tus vecinos". Ginny quería discutir con Lindsay de la tentativa de salir de la isla temprano, pero una mirada a los ojos decididos le dijo que sería inútil. "Gracias", fue todo lo que dijo, pero las suaves palabras transmitieron más que gratitud. Estaban permeadas con afecto, y Lindsay se encontraba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para asegurar que iba a ver esa mirada particular más a menudo. Le había tomado diecinueve años, pero la pasajera ferroviaria, finalmente, tenía una verdadera amiga. Lindsay no estaba segura de lo que la sorprendió más, lo que había pasado en absoluto o lo mucho que quería esto. Todavía ansiaba la tranquilidad y la soledad relativa de las vías y un furgón rítmicamente movil. Pero admitió que, a pesar de que ella quería esas cosas, que sería tan agradables si Ginny estaba allí también. Quizás aún más. A medida que su tiempo juntas en el Hospital de la Caridad se alargaba, cada mujer se había nombrado guardiána de la otra y el personal había sido dejado sin otra opción que dar marcha atrás en deferencia a esa simple realidad. Excepto en la distribución de medicamentos, que por necesidad fue dada por las enfermeras, Ginny y Lindsay cada una ayudó a la otra con el cuidado de sus heridas, bañarse y, cuando era necesario, otras necesidades más íntimas. Lo que, al principio, causó que cada mujer se ruborizará con vehemencia, rápidamente creció como rutina entre ellas. Se sentían mucho más cómodas que con el personal del hospital, y las enfermeras dejaron de luchar contra lo inevitable, yendo más lejos que permitieron a las jóvenes que empujarán
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sus camas juntas en la noche para que pudieran seguir sus conversaciones tranquilas y no molestar a los otros pacientes. Una enfermera pasó por ahí y echó un vistazo al número grabado en el poste metálico a los pies de la cama de Ginny. Ella recogió su tabla y asintió una vez. "Estás en el transbordador de las 07 a.m. Acompañeme." Ginny miró a Lindsay y se humedeció los labios con nerviosismo. "Mañana?" "Estaré allí." Lindsay se sorprendió al encontrarse a sí misma tirando de Ginny en un rápido pero amable abrazo. Cuando se separaron Ginny rozó sus labios en la mejilla de Lindsay mientras se retiraba. "Mañana entonces." "¡Espera!" Ginny y la enfermera se detuvieron. "Umm .. vamos a canjear abrigos. El tuyo huele a humo y sé como" La garganta de Ginny se cerró, pero consiguió asentir. El olor a humo de su abrigo le estaba dando un dolor de cabeza e irresistiblemente tirando de sus pensamientos a los lugares que no quería ir todavía. Lindsay metio la mano debajo de su cama y dio a Ginny su chaqueta negra de lana. "Las enfermeras quitaron la sangre y la limpiaron la primera noche." "Gracias". Ginny se quitó el abrigo y lo colocó cuidadosamente a través de la cama de Lindsay. La punta del dedo rozó el pie de Lindsay por un segundo antes de que Ginny se diera la vuelta. Ella no miró hacia atrás a Lindsay cuando se dirigió resueltamente hacia abajo por la bahía larga del hospital. Con cada paso, una nueva y casi abrumadora sensación de pérdida que no podía ni explicar ni aún siquiera entender amenazaba con enviarla a sus rodillas. Esto no estaba bien. Ella y Lindsay se habían convertido en un equipo. No puedes dividir un equipo, su mente susurró entrecortadamente. Lindsay se tumbó y se quedó mirando fijamente el techo. Un plan formado en su mente y ella sonrió, esperando el momento oportuno hasta el anochecer. *~*~*~*~* Cuando Ginny y tres docenas de otros hombres y mujeres fueron finalmente conducidos fuera a la puerta principal del hospital, fue recibida por una ráfaga rígida de aire helado que olía como el agua y sacudió su cabello recién cortado. Se sentía desnuda sin un sombrero y con timidez levanto las solapas de la chaqueta de Lindsay mientras se embarcó en uno de los vagones que se dirigían al muelle. La prenda de vestir hecha jirones era más pesada que la suya, y más caliente. Si no fuera por las mangas un poco largas sería el ajuste perfecto. Se enterró profundamente en ella y cerró los ojos, aceptando con entusiasmo la comodidad que trajo.
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En los muelles, varios guardias de prisión se acercaron para hablar con la enfermera que había escoltado a los antiguos pacientes del hospital. Le entregó a uno de los hombres una hoja de papel doblada y él de manera eficiente la ató a un portapapeles. Una línea se formó y Ginny fue la segunda a la última persona para abordar. "¿Nombre?" un guardia soltó. Ella contuvo el impulso de decirle que no era asunto suyo. "Virginia Chisholm." El hombre asintió, tachó su nombre, y comenzó a cuestionar al siguiente paciente, todo ello sin levantar la vista del portapapeles. La barcada de gente fue procesada en menos de cinco minutos y Ginny tomó un punto a lo largo del riel posterior. Sus manos le dolían y la delgada, recién nacida piel en sus palmas y dedos rápidamente se entumecieron por el frío. A medida que el barco viajaba, el Hospital de la Caridad comenzó a tomar forma en la distancia, echo una ojeada por encima de las copas de los árboles estériles. Se preguntó, realmente Lindsay se encontraría con ella al día siguiente? ¿O habría que olvidarse de la joven problemática a la que había pedido mucho más de un desconocido de lo que había tenido derecho a esperar? Ginny colocó un mechón de pelo soplador detrás de una oreja rosada, sus ojos estrechados y secados por la fuerza del frío viento batiendo fuera del agua. "Eso es justamente, ¿no es así, Lindsay? No somos extrañas nunca más," ella sususrró. Sus pensamientos se dirigieron hacia su interior. Estaré en los muelles mañana. "Esperando." *~*~*~*~* El mañana siguiente. El desayuno sirviendose y el sonido del tintineo de los cubiertos y las copas de estaño golpeando bandejas de metal resonó en la sala de Mujeres. Lindsay apartó el líquido, los huevos ligeramente verdes con disgusto. Eran casi las 8 am y el transbordador se iría dentro de una hora. Su corazón ya empezaba a latir con anticipación. Le había tomado la mayor parte de la noche, pero se las había arreglado para robar dos conjuntos de ropas de la sala de Hombres que estaba razonablemente segura encajarían ella y Ginny. Ahora, estaban asegurados dentro del abrigo de Ginny, debajo de la cama. "Hey, delgada," la prostituta del otro lado del pasillo llamó a Lindsay. "No estas triste porque tu amiga pelirroja dejó este lugar." La mujer pego sus gruesos, labios de rojo rubí juntos e hizo una cara de besos. Entonces se ajustó el amplio escote, valientemente tirando hacia abajo del cuello redondeado de su bata de hospital, en un esfuerzo para mostrar lo que ella considera que es su mejor característica. La cama crujió, sacudiendose junto con la risa de barítono de la mujer. "La dulce Bertha le hará compañía mientras ella esté aquí. No tienes que preocuparte." "Cállate, puta." "Disgustada." "Ramera sin Dios", fueron sólo algunos de los gritos estridentes que se mezclaban con no pocos silbidos en respuesta a la invitación de Bertha a Lindsay. 54
Cejas oscuras levantadas y en ese momento Lindsay renunció a su valiente plan pero probablemente suicida para escapar de la isla, que implicaba el robo de un vagón, dominar a los guardias del transbordador, secuestrarlo, y pilotearlo hasta Manhattan. Estrategia a largo plazo , ella admitió en privado, recordando su intento de recuperar su pedernal y $0,87, el pleito nunca ha sido mi fuerte. soy más de del tipo de chica que improvisa. Ella casi había decidido tirarlo todo y nadar por ello, esperando que la corriente le ayudaría en el otro lado, cuando la prostituta le había dado una mejor solución, una más repugnante solución a su problema. Lindsay tragó saliva y trató de no pensar en lo que iba a hacer. Sólo porque te lo prometí, Ginny. "Bertha", gritó, lo suficientemente alto para que todos en la sala la escucharan, "Creo que te amo!" Desagradable, bruja desdentada. "¿Por qué no solo marchó hacia allí y le doy un beso grande y gordo para probarlo?" "Oooh, ¿por qué no, muchacha?" El entusiasmo de Bertha era claro y se rió de nuevo, bajo y malvado. "Y yo que pensaba que no me estaba haciendo caso por la niña de aspecto dulce que se marchó ayer. Debería de haber sabido que nadie en su sano juicio tendría un ternero cuando podría tener un hermoso, viejo filete." La habitación se llenó de jadeos y risitas sorprendidas y Lindsay estaba segura de que nunca volvería a comer carne de res de nuevo. Los ojos carbón negro de Bertha comenzaron en la parte superior de la cabeza de Lindsay y se abrieron camino hasta su pecho. Donde se quedaron. "Mmm mmm! Seguro que está bien para una cosa flaca. Ven con mamá ahora." Su voz se volvió juguetonamente regaño cuando Lindsay no pudo saltar inmediatamente de la cama. "De prisa, de prisa! No hagas esperar a Bertha un minuto más por su beso. ¡Vamos!" Por el rabillo del ojo, Lindsay pudo ver a la enfermera Goletz y su doctor corriendo por el pasillo, sus ojos muy abiertos. Je. Se quitó la sábana y ella misma se puso de pie, dando a Bertha su mejor mirada sensual. La que suele reservarse para ese momento especial justo antes de patear algún tipo idiota en las pelotas. La sonrisa de Bertha se hizo tan grande que Lindsay podría haber jurado que vio un diente. Se sentó en la cama de la gorda mujer y Bertha alegremente, pero con sorprendente suavidad, envolvío dos brazos carnosos alrededor de la cintura de Lindsay y tiró de la mujer más joven en su regazo, sin obstáculos por la pierna que tenía en la tracción. "Oooo te sientes más fuerte de lo que pareces," exclamó Bertha en placer. Lindsay se preguntó si la mujer en realidad podría empezar a babear, y ella peleó con el impulso de apartar de golpe las posesivas manos de Bertha. El olor acre del cuerpo de Bertha hizo que su estómago se sacudiera. Puedo hacer esto. Oh, Dios, pero puedo hacerlo sin vomitar? La enfermera Goltez se deslizó hasta detenerse delante de la cama de Bertha. "¿Qué está pasando aquí?" "No te debe importar, señorita enfermera." Bertha desestimó a la enfermera Goletz sin siquiera una mirada en su dirección. "Esta chica es mi asunto. No el tuyo." Ella apretó su agarre sobre Lindsay y la
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joven ahogó un silbido, la sensación de un pequeño goteo de flujo de sangre caliente de su incision. Mierda. Ahí van mis puntos de sutura de nuevo. Las cejas canosas de la enfermera se dibujaron juntas. Sabía a ciencia cierta que Bertha había sido una espina en el trasero de Habichuela durante días. "¿Qué está pasando aquí, Habichuela?" "Si mi comportamiento es un problema, entonces tal vez debería darme de alta? Inmediatamente," Lindsay concluyo descaradamente, sus ojos se estrecharon en el doctor que finalmente llegó a la cabecera de Bertha y estaba jadeando y sudando por el esfuerzo. La enfermera Goletz miró a Lindsay, con la esperanza de que la joven se daría cuenta del error de sus caminos, antes de que fuera demasiado tarde. Habichuela, no creo que te des cuenta de que estas jugando con fuego. Lindsay levantó la barbilla. "Ahora bien, si no te importa, prometí a Bertha un gran ..." Hizo una pausa entre cada adjetivo para el efecto. "... grueso, jugoso, húmedo, beso de infarto. En la boca." Hubo más jadeos y la cara del doctor se volvió remolacha roja al reconocer a Lindsay. Ella sonaba menos nasal ahora que la férula de su nariz son estaba, y ella parecía diferente ahora que los espeluznantes moretones se habían desvanecido a amarillo. Pero esta era sin duda la misma mujer. "Eres la mujer vil que me llama a-a" Se mordió la lengua intencionadamente. "¿Cómo te llamó mi Habichuela?" Bertha preguntó alegremente, negándose abandonar su control sobre su premio. "Apuesto que involucraba una maldición. O algo igual de grande, bloquee la cabeza en sus hombros." Lo cual estaba bien con ella. No le gustaba aquel doctor grosero, de todos modos. ¿No podía ver que ella y Habichuela estaban ocupadas? Una idea cruzó por su mente y simplemente para molestarlo, y, bueno, porque pensó que sería divertido, ella se aferró al cuello de Lindsay con los labios enormes y chupó todo lo que para ella valía la pena. Jesús! Instintivamente, Lindsay abrió la boca para gritar el sangriento asesinato, pero consiguió reprimir el impulso justo a tiempo. Sus ojos se agrandaron y su mirada se desvió al piso. Se sorprendió de no ver los ojos rodando por el suelo de madera. Bertha soltó un largo y extendido, gemido muy satisfecho. El estómago de Lindsay amenazó con rebelarse de nuevo y ella podía sentir su cuerpo romper en un sudor nervioso. Una mujer cruzó tres literas por sí misma y rápidamente perdió el conocimiento. El ojo derecho del doctor comenzó a temblar, un testimonio de su creciente cólera. Él arrancó las gafas de su cara con una mano ligeramente temblorosa y los guardó con seguridad en el bolsillo de su abrigo largo de color blanco. "¿Estás disfrutando haciendo un espectáculo pervertido de ti con esta esta desvengonzada? " Bertha retiró sus labios con un sonoro chasquido. Examinó con orgullo el magnífico chupón por un momento antes de girar los ojos de mal humor en el doctor. "Prefiero ramera, por favor." Ella sonrió. "Suena de lujo, tal vez incluso francés." 56
El hombre visiblemente agarrado de sus emociones y una fría, profesional máscara cayó sobre su rostro. Su mano dejó de temblar y su ojo espasmoso se corrigió. "No estaba hablando contigo, Bertha." La prostituta voluptuosa tenía un alcahuete violento y un marido peor. Ella era habitual en sala de Mujeres. La enfermera Goltez entró en el modo de control de daños. "Doctor", comenzó vacilante, usando su voz más tranquilizadora, "Estoy segura de que esto no es lo que parece. Yo-" "Oh, sí lo es," Lindsay corregido con fuerza, su mirada nunca abandonó al doctor. "Estoy segura de que no quiere mi" hizo una pausa, " influencia en la sala del hospital. Puedo estar en el siguiente transbordador." "Justo cuando las cosas se estaban poniendo ‘buenas’", Bertha se lamentó, cerrando sus gruesos dedos detrás de la espalda de Lindsay. El médico asintió lentamente, ofreciendo una mano a Lindsay cuando la joven se curioseó lejos de Bertha. Lindsay tomó la mano con cautela, pero permitió que el hombre la ayudara a ponerse en pie. "Tienes razón," hizo una pausa y miró a la enfermera Goletz en cuestión. "Su nombre es Habichuela," la enfermera servicialmente, haciendo una mueca. El doctor frunció el ceño. Estos indigentes muestran poco respeto para él o esta institución benéfica. Su descaro es casi tan espantoso como su higiene. "Tienes razón, Habichuela. No creo que esta sala de hospital es el lugar adecuado para usted." "Bien." Lindsay sonrió con sorpresa .Eso no fue difícil. Y no vomite. Pero maldición, necesito un poco de aire fresco. No puedo esperar a salir. "Voy a recoger mis cosas entonces. Inútil esperar el transbordador de mañana cuando puedo marcharme ahora." Caminó hacia su litera y sacó el abrigo de Ginny debajo de ella, con cuidado de no permitir que la ropa robada fuera vista. Sus pies estaban cerca de congelarse y ella se puso sus zapatos, confiando en que los anchos pantalones que había robado cabrían sobre ellos. "La tendré comprometida con el asilo aquí en la isla durante el tratamiento", anunció el médico. Lindsay se congeló. Su boca se abrió y se quedó mirando al doctor, preguntándose si lo decía en serio realmente o simplemente trataba de asustarla. Su corazón comenzó a latir con fuerza y una sacudida de miedo corrió por sus venas. "Qué?" finalmente farfulló. La enfermera Goletz cerró sus ojos. Ella tenía miedo de esto. "Está claramente operando bajo una enfermedad psicológica, señorita err Habichuela. El contacto Homo-erótico es similar a la autosatisfacción en su propensión a recaer en la locura verdadera, en lugar de permanecer la disfunción mental bastante tratable que ello es." Los ojos del doctor se suavizaron y él puso una mano comprensiva sobre el hombro Lindsay. No es de extrañar que ella había lanzado blasfemias en él. Ella esta trastornada. "Bertha realiza degradantes actos antinaturales para su beneficio. Así como no creo que seas una prostituta, es claramente en base a su maquillaje que actua de esta forma. Podemos cambiar eso", le aseguró solemnemente.
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La sangre abandonó la cara de Lindsay. No había oído una palabra desde entregado y manicomio. "¿Eh?" Bertha ladeó la cabeza hacia un lado y arrugó la cara. "No sé todo lo que el hombre está hablando'. Pero si eso auto-grab-ificación' es lo que yo creo que es, cobro extra por eso." Lindsay maldijo internamente, deseando acabar secuestrando el barco. El manicomio todo porque iba a besar a Bertha? Es cierto, nadie en su sano juicio lo haría. Pero aún así "Doctor, como ha dicho antes, el confinamiento en casos como este es un desagüe en tales recursos," la enfermera le recordó suavemente. "Creo que es una verdadera posibilidad que Habichuela está tratando intencionalmente ser arrojada al manicomio por lo que no tendría que trabajar. "Hmmm" El doctor se frotó la barbilla mientras miraba a Lindsay con un ojo. Ella era astuta? No sería la primera vez que alguien trató de engañar el ojo colectivo del Estado de Nueva York. "O tal vez esto no era más que una broma, a"¿Broma?" el hombre se burló de la enfermera. "Creo que no. Después de todo, lo haría usted, una mujer claramente en su sano juicio, bromeando de manera repugnante?" Los ojos color avellana dieron la vuelta. "Uhhh bueno, no, Pero" La mujer corpulenta extendió la mano y sus dedos se envolvieron alrededor de los bíceps flacos de Lindsay. "Voy a tener todo listo para la transferencia, doctor. No debería haber preguntado. Realmente lo siento, doctor. Esperaré sus órdenes de ejecución y notificaré a los enfermeros de la próxima transferencia," "Bien. Bien." Se hinchó el pecho un poco y asintió, enormemente satisfecho de su diagnóstico. "Adelante, enfermera Goletz." Lindsay vio con horror como el hombre se volvió sobre sus talones y desapareció por la salida. Ella dirigió una mirada de pánico a la enfermera. No quiero hacerle daño. Pero "Odio decirte esto, pero yo no- " "Sé que no lo eres, alborotadora". Soltó uno de los brazos de Lindsay y capturó el abrigo de Ginny con un barrido rápido de la mano. La ropa robada de los hombres se cayo. "Uf". Ella puso los ojos. "Yo sabía que debería haberte metido en ese transbordador con Ginny." Ella comenzó a tirar a Lindsay hacia la estación de enfermería. Lindsay arrancó su brazo de las manos de la enfermera. "No. No iré!" "Estoy tratando de ayudarte, idiota," la enfermera silbó en voz baja. Se inclinó más cerca de Lindsay y ella la sacudió por los hombros, haciendo que parezca que la joven le estaba dando nada más que problemas y estaba recibiendo una firme reprimenda a causa de ello. Rápidamente, presionó sus labios a la oreja de Lindsay. "Agarra el vestido de Bertha en el camino." Lindsay parpadeó. "Yo" "Sólo hazlo o dejaré que ellos te internen!" La mujer mayor dijo con los dientes apretados. Entonces se enderezó y su boca formó una sonrisa satisfecha. "Ahora tenemos un entendimiento" Con altivez, 58
ajustó su delantal y le dio la espalda a Lindsay. "Sígueme". Sin decir una palabra, ella comenzó a marchar por el pasillo. Ella me está ayudando? ¿Puedo confiar en ella? Un gemido mental. ¿Realmente tengo una elección? Entonces la pasajera ferroviaria hizo su primera verdaderamente buena decisión e hizo exactamente lo que le dijo la enfermera Goletz. Lindsay cogió la ropa robada del suelo, dio unos pocos pasos y dejó caer la camisa cuando se puso a la par con la litera de Bertha. Una maldición virulenta escapó de sus labios, lo cual era lo que todo el mundo esperaba. Y cuando ella se inclinó para recuperar la camisa, recogió el vestido de horrible de Bertha, púrpura, estampado floral junto con eso, seriamente esperando que la enfermera Goletz no esperará que llegara cerca de su piel desnuda. "Adiós, adiós, dulzura," Bertha cantó cuando Lindsay desapareció por el pasillo. "Vuelve y visita a Bertha, me oyes?" *~*~*~*~* Lindsay se metió en un armario de suministros y antes de que pudiera protestar, la enfermera Goletz cerró la puerta y levantó un solo, autoritario dedo. "Uh huh. Ni una sola palabra, Habichuela. Es en serio lo que dije, voy a dejar que ellos te internen". "No voy al manicomio y cualquiera que trate de ponerme ahí verdaderamente lo lamentará." La enfermera miró a los ojos castaños que habían pasado casi negro con miedo y cólera. La palpitación de Lindsay era visible sobre la piel pálida de su garganta y por una fracción de segundo la mujer corpulenta estaba segura de que en realidad podía oler el peligro. En su corazón, creía que Habichuela, cuando era presionada, podía ser una persona muy peligrosa. "No lo dudo por un segundo. Es por eso qué te estoy ayudando." La enfermera esbozó una pequeña sonrisa, con la esperanza de disminuir la tensión en la pequeña habitación." Por mucho que yo crea que el doctor es un culo pomposo, realmente cree que él esta ayudando a los pacientes aquí. Yo preferiría no verlo muerto" un golpe. "al menos no en mi turno". Lindsay no pudo evitarlo. Una pequeña sonrisa apareció y su cuerpo fuertemente enrollado se relajó lo suficiente para que dejara escapar un suspiro tembloroso. "Todo irá bien." La enfermera Goletz señalo con la barbilla hacia el vestido que eataba enredado con las ropas robadas y todavía apretado en las manos de Habichuela. "Pontelo." Lindsay asintió y levantó la camisa. "No, el vestido." La enfermera metió la mano en su delantal y sacó algo pequeño compacto. "Y tendrás que usar algo de esto también." Los grandes ojos de Lindsay se movían adelante y atrás entre el enorme, de mal gusto vestido lavanda, y el compacto colorete. "El infierno que lo haré", rugió. *~*~*~*~*
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La brisa hizo volar un mechón del cabello de Lindsay en su boca y ella se enderezó de su lugar a lo largo del pasamano del tranbordador. El abrigo de Ginny era más delgado que el suyo y ella hurgó el botón superior, casi sin poder creer que lo había hecho. Como la enfermera Goletz había predicho, sin embargo, diciendole a los guardias del transbordador que era una amiga especial de Warden Simmons fue suficiente para conseguir su pasaje en el transbordador de vuelta a Queens sin preguntas. Aparentemente, el director tenía un gusto por las prostitutas jóvenes, y una verdadero desfile de ellas iban y venían en la isla. Lindsay se estremeció. Las costillas que habían tenido que cortar con el fin de eliminar su bazo estaban todavía muy tiernas, así como la incisión todavía sanando. Pero ahora que ella estaba a salvo, y afuera en el aire frío, fresco, sentía como si pudiera respirar. Una ola de alivio entonces, letargo se apoderó de ella, y deseaba encontrar un agradable, furgón solitario en alguna parte, enroscarse, y caer dormida. Pero, su mente le recordó con cansancio, ahora no es el momento para eso. A medida que el transbordador remotaba cerca de la costa, sin descanso Lindsay escaneaba del barco a los muelles. El barco llegaba media hora tarde, pero seguramente Ginny seguiría esperando. Cuando la realización finalmente cayó en la cuenta de Lindsay, su poder era suficiente para enviarla deslizándose por la pared del ferry, al piso. No había una sola alma esperando en el muelle. Nadie. Quizás encontró a los niños inmediatamente. Si. Lindsay suspiró. Debe ser eso. Su expresión se endureció un poco y se dio la vuelta los ojos viendo hacia el río turbio. No es que yo pueda echarle la culpa por no venir en resumidas cuentas. Ella no me conoce realmente. Y quién demonios es ella para perder mi tiempo? Ahora que esta pequeña aventura ha terminado, puedo seguir con mi propia vida y renunciar a jugar al Buen Samaritano. Tengo cosas mucho mejores que hacer. Bolsillos para escoger. Lugares a donde ir. Cosas que ver. Pero ella no podía creer las palabras y sintió que se le encogía el corazón. "No puedo creer que haya hecho todo esto para nada. " Ella se rió con amargura y se puso de pie. "Tan estúpida soy?" "Me dijo algo, señora?" uno de los trabajadores de barco preguntó, deslizándose hasta ella. Su piel era del color chocolate negro y sus ojos brillaban con curiosidad genuina mientras esperaba cortésmente por su respuesta. "Parece que tiene frío. Tenemos mantas adentro. Quisiera una? " preguntó con impaciencia. No podía, Lindsay pensó, tener más de trece años, a pesar de que era alto y bien construido. "¿Este es tu primer día?" ella preguntó amablemente. Él era también nuevo para saber que Lindsay se suponía estaba arreglada como una prostituta o demasiado bien educado para tratarla mal a causa de ello. "Sí, señora." Él sonrió, ya pensando en el futuro para recibir los pagos y llevar comida a casa comprada con su propio dinero. Subitamente, se veía un poco preocupado. "¿Hay algo mal?" "No" Lindsay sonrió suavemente, la melancolía robando sobre ella. "Lo estás haciendo bien. Y ya tengo todo lo que necesito." Que no es nada en absoluto. El chico se encogió de hombros y luego se apartó de la barandilla, fuera para desatar las cuerdas del muelle.
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Ella desembarcó en silencio mientras la veintena de hombres y mujeres dispersos a través de los muelles, todos aparentemente con un lugar mejor para estar. Se dijo que debía solamente marcharse, que ahora estaba siendo una tonta. Pero su corazón no estaba listo para decir adiós a la única amiga que alguna vez había tenido. Ella metió las manos en los bolsillos y camino una bajada corta cada una de las calles que terminan muertas en los muelles, la mitad de ella esperando ver a Ginny, la otra mitad sabiendo que lo haría. Lindsay se dirigió de nuevo al río y se detuvo junto al barco. Sus ojos se cerraron y ella ladeó la cabeza y escuchó, deseando oír el silbato de un tren solitario y estar bien lejos de la ciudad ruidosa, concurrida y maloliente. Con varios pasos rápidos estaba de vuelta en la pasarela, llamando al chico que había hablado con ella antes. El joven estaba desatando las cuerdas, preparando el barco para el viaje de regreso a la isla. "¡Oye!" Su cabeza apareció de su tarea y se trasladó a la barandilla, deslizandose un poco en la superficie helada de la cubierta. "¿Señora?" "Creo que subí al barco equivocado. Esto no es Queens, ¿verdad?" La frente del muchacho se arrugó y se quitó el sombrero y se secó el sudor de la frente. "No, señora. Esto es Maniatan." "¿Hay otro-?" "¿Ni siquiera vas a decir adiós antes de irte?" Lindsay se dio la vuelta ante el sonido de la voz suave, teñida de dolor de Ginny. La ropa de la pelirroja estaba arrugada y temblaba un poco. Anillos oscuros rodeaban sus ojos pálidos cansados y su cabello despeinado por el viento. Pero allí estaba ella. Tal como habia prometido que estaría. Lindsay buscó en su mente algo que decir, pero las palabras no salían. Para su profundo alivio, Ginny no dejó que el incómodo silencio entre ellas creciera. Simplemente tiró de Lindsay en un abrazo de todo su cuerpo y le susurró al oído, "Estoy tan contenta de que estés aquí. Estaba enferma de preocupación que hubieras hecho algo loco para ser dada de alta prematuramente." Lindsay derretida en el abrazo, feliz más allá de la razón de que al menos una de ellas tuvo el buen sentido de tener fe en la otra. Ella lo haría, se juró a sí misma, hacerlo mejor la próxima vez. El corazón de la mujer más joven estaba martillando y Lindsay podía sentirlo a través de su abrigo de lana. Ella apretó su mejilla quemada por el viento contra Ginny y la abrazó con más fuerza.
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Después de un largo momento, Ginny extendió sus brazos y miró a los ojos de su amiga. Sus ojos iluminados sobre su cuello y jadeó. Ira entonces la confusión brilló en los ojos azules por un segundo, antes de que la tormenta se despejara. Abrio y cerro su boca varias veces sin un sonido. Y "Oh, mi Dios", finalmente liberó. "Ese es el chupón más grande que he visto!." Ginny sacudió la cabeza como para disipar la imagen que sabía que iba a estar para siempre grabada en su cerebro. "¿Qué diablos estabas haciendo mientras yo no estaba?" Ella no dio a Lindsay la oportunidad de explicar cuando sus pensamientos cayeron directamente desde su cerebro y de su boca. "Es eso maquillaje? Un montón de maquillaje?" Ella arrugó la nariz con disgusto. "Te ves como una total, bueno, como una ramera!" Una ceja arqueada. "Bertha estaría tan contenta." "¿Eh?" Lindsay sonrió, perversamente satisfecha con la evaluación honesta de Ginny y, especialmente, la blasfemia anterior. Ella tiene razón. Se rió para sí misma. Ella no es una muy buena chica católica. Hasta ese momento, Habichuela no se había dado cuenta exactamente cuánto echaba de menos a Ginny y cómo maldita de contento estaría de verla. Entonces Ginny se dio cuenta de la parte posterior del cuello de color por debajo del abrigo de Lindsay y sin preámbulos lo desabrochó y tiró del horrendo, enorme vestido de corte bajo. Su mirada viajó hasta su propio vestido gris, sin forma que ella creía firmemente había sido hecho por prisioneros ciegos con dos manos izquierdas. Y sin pulgares. "Me fui por un día y te conviertes no sólo en una ramera sino con sabor vil en la ropa?" preguntó con incredulidad, mirando hacia Lindsay con ojos de asombro. La sonrisa de Lindsay se volvió tímida y ella ofreció débilmente, "he estado ocupada?" "Me lo explicas después." No era una pregunta. Ginny exhaló explosivamente mientras envolvía un brazo alrededor de uno de Lindsay y la condujo lejos del río. "Ves lo que sucede cuando te dejo sola por un segundo?" Lindsay resopló y suavemente agitó el cabello rizado de su amiga. "Tengo la sensación de que la ciudad de Nueva York tiene más de qué preocuparse con nosotros juntas de lo que nunca hizo con nosotras separadas." Los ojos marrón rojizos brillaban en el sol de la mañana. "Vamos a buscar a su familia de nuevo, Ginny." La garganta de Ginny se cerró y ella sin pensar tiró de Lindsay con ella de nuevo, renovando el abrazo que en realidad no había querido terminar en primer lugar. Nada era necesario decir que no podía ser expresado en este gesto sencillo, sincero, y cuando los brazos delgados y fuertes se envolvieron con fuerza alrededor de Ginny, se sentieron tan bien que le dolió. Algunos días eran más largos que otros, y algunos momentos necesariamente dulces. Y por primera vez en su corta y a veces brutal vida, Lindsay Killian se tomó un momento para saborear la dulzura. Ahora que ella había tenido el gusto, no estaba segura de que alguna vez podría volver.
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Capítulo 5 Cuatro días después. Era el crepúsculo, el tiempo etéreo cuando el cielo estaba más violeta que azul o negro o gris, y las farolas de la ciudad de Nueva York comenzaron a bañar la ciudad en un templado, brillo dorado. La niebla acumulada alrededor de los candelabros de cristal cuando se calentaron, y antorchas o linternas aparecieron encendidas en cada vagón que rueda a lo largo de la Avenida Queen 36 ª. Estaban todavía lo suficientemente cerca de los muelles para oler el agua del East River y oír el estruendo de los cuernos cuando los barcos se acercaron a la orilla. Lindsay miró por encima del hombro por enésima vez, viendo como Ginny anduvo con paso lento ásperamente a través de la nieve espesa, húmeda, un pequeño saco, que contiene la ropa de los hombres que se había negado a llevar y dos mantas delgadas, colgado del hombro. Lindsay suspiró pero se mantuvo en silencio, incapaz de pensar en nada que decir. En verdad, se sentía pésima. Este había sido otro día de callejones sin salida, la búsqueda sin fin, y el fracaso absoluto. Ginny estaba empezando a perder la fe y el poco optimismo que Lindsay había tenido en nombre de su amiga se había casi evaporado todo junto con sus ideas de por dónde seguir buscando. Era como si los niños Robson hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Las jóvenes mujeres habían intentado con los vecinos de Ginny, hospitales locales, las iglesias, los bomberos y la policía, y varias oficinas del estado, todo en vano. En una de las sugerencias de los bomberos, ellas estaban ahora abajo visitando albergues y orfanatos uno por uno. Y ya habían estado en una media docena de estos. Unos pocos eran tan estrechos y sucios que las lágrimas habían brotado en los ojos de Ginny en la vista. Ella estaba desgarrada rezando para que sus hermanos no estuvieran viviendo en la miseria deprimente y rezando para que estuvieran. Lindsay y Ginny habían salido de la isla de Manhattan temprano en el día, después de una parada de último minuto en una iglesia católica no muy lejos de la vivienda quemada de Ginny. El viejo sacerdote nunca había puesto los ojos sobre Ginny antes, y Lindsay conseguido una mejor comprensión de lo que Ginny había querido decir cuando dijo que no era una muy buena católica. Aparentemente, en realidad ir a misa no era un requisito. Lindsay se retorció en el santuario de techo alto, sintiendo el peso de las miradas de las estatuas sobre ella y escuchando sus susurros burlones diciéndole que ella no pertenecía. Su mente recordó el funeral de su padre, las oraciones cantadas bajas, el zumbido de un órgano fuera de sintonía, y el olor de incienso. Ella pensó que podría estar enferma. El sacerdote generosamente les había ofrecido un lugar para pasar la noche, pero, para sorpresa de Lindsay, Ginny había tomado una mirada al rostro pálido de Lindsay y rechazó la oferta, explicando en cambio que tenían que salir de la isla para que pudieran iniciar su búsqueda a través del río. En realidad conseguir cruzarlo resultó ser más desafío de lo que Lindsay había esperado. Le había llevado tres intentos en tres transbordadores diferentes, con Ginny siendo atrapada cada vez pero logrando hablar su salida de ser detenida, antes de que ambas asegurarán con éxito el paso libre.
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En más de una ocasión, Ginny miró los pantalones de Lindsay con envidia, pensando que ya que ellos cubrían, las piernas delgadas tenían que estar más calientes que las suyas. Como ella había recordado a Lindsay, sin embargo, tenía que parecer respetable, o al menos lo más cerca que podía, cuando ella fuera a buscar a los niños.Vestir como hombre sólo complicaría las cosas. La parte inferior del vestido de Ginny estaba empapado y sus mejillas encendidas de color rosa por el frío en el aire. Copos de nieve grandes siguieron yendo a la deriva al suelo, acumulandose de forma rápida y al azar en el suave cabello rojo. Ella se quedó mirando sus pies mientras caminaba, sólo mirando hacia arriba cuando necesitaba hacerse a un lado por algún transeúnte. Su garganta estaba cerca de volver a la normalidad, y si no abusaba de su voz, casi podía olvidar que alguna vez había estado quemada. Sus manos, sin embargo, eran otra historia. Ellas alternaban entre dolor, picazón, y estar totalmente entumecidas por el aire frío de Enero. Deseo vanamente un par de guantes, pero se conformó con meter las manos bajo sus axilas mientras caminaba. Lindsay no podía aguantarlo más. Gracioso, pensó, solía pasar días sin decir una sola palabra y ahora estaba exprimiendo mi cerebro por algo lo que sea para decirle. Ella redujo sus largos pasos hasta que Ginny se puso a la par con ella. "¿Cómo estás?" Ginny se había acostumbrado tanto a la tranquilidad que su cabeza se giró hacia los lados por la sorpresa ante las palabras de Lindsay. "Lo siento. Qué?" "¿Como estas?" Lindsay repitió, su preocupación tomando forma de una pequeña arruga en el puente de su nariz. "Oh." Tengo hambre, frío, cansada y asustada por la muerte de mi familia. "Estoy bien. Tú?" Era alguien que mejor lo sabía. "Estoy bien, también." Ella miró fijamente a la cara de Ginny, por primera vez notando la cantidad de peso que la pelirroja había perdido en el último par de semanas. "Lista para comer algo?" "Dios sí", Ginny dejó escapar, entonces ella se sonrojó. "Digo.." Lindsay se rió. "Sé lo que quieres decir." Las dejó guiar su nariz tres puertas más abajo a una panadería / delicatessen. "Por aquí". Ginny casi presionó su cara contra el cristal y babeó. "Mmme no sé, Lindsay," murmuró dudosamente, su estómago gruñendo a pesar de sus palabras. Desplegadas en filas ordenadas estaban carnes y quesos rebanados, junto con hogazas crujientes de pan blanco y negro trenzados en diseños integrados. "Parece caro." "Tenemos que comer," Lindsay le recordó suavemente. "Y los precios son exactamente los que encontrarás en toda la ciudad. No más, lo prometo." Mientras se cambiaba el vestido de Bertha, Lindsay había encontrado $5.00 dls olvidados metidos profundamente en el bolsillo del abrigo de Ginny. Este era el último salario de Ginny de su trabajo como extractora de plumas. Pero para el desdén de Lindsay, Ginny estaba repartiendo el dinero frugalmente como un avaro. Lindsay apretó el hombro de Ginny con una mano y con destreza quitó el saco de tela con la otra. "Mi turno." Ella siguió la línea de visión de Ginny a través de la ventana helada y se lamió los labios. "No 64
tenemos que utilizar tu dinero. Se que deseas guardar esto hasta que encuentres a tu hermana y hermanos. Pero el comedor más cercano esta al menos a cuatro millas y para el momento en que lleguemos allí todo se habrá acabado. Puedo- " Inexplicablemente, el carácter de Ginny se encendió. "Robar salarios de otra persona?" Ambas cabezas se volvieron y los ojos brillantes se encontraron. Lindsay se puso rígida en la reacción, pero no podía estar en desacuerdo, sabiendo esto en su corazón, aunque había planeado simplemente ofrecerse a palear la acera frente a la panadería, ella era más que capaz de robar el dinero. Fue Ginny quien desvió la mirada primero. "Lo siento." Se frotó las sienes. "Estoy muy cansada y hambrienta y no estoy pensando con claridad." Ella suspiró y su voz se convirtió en un susurro. "Perdóname, por favor?" Lindsay asintió rápidamente en silencio, la lengua atada en nudos en la súplica sentida. Ella pasó su brazo por los hombros de Ginny y la mujer más joven lo ignoro, moviendose en un abrazo en cambio. Nada se sentía tan bien como esto y Ginny se veía tan indefensa como una polilla a una llama. "No pudieron haber desaparecido simplemente," susurró angustiada, sus labios cerca de la oreja de Lindsay. "¿Dónde están, Lindsay?" La mejilla presionada fuertemente en su oreja se sentía fría y húmeda, y el corazón de Lindsay se apretó cuando Ginny habló. "No lo sé. Pero no vamos a rendirnos," prometió en voz baja, cerrando los ojos contra la sensación de sus cuerpos calidos presionados estrechamente juntos. No se habían tocado desde aquel día en los muelles, su mente susurró. Por qué se siente esto tan malditamente bien? "Mmm estas caliente," Ginny murmuró con aire ausente, sonriendo cuando sintió la mejilla de Lindsay ponerse más caliente con sus palabras. Se apartó, ofreciendo a Lindsay una débil sonrisa. "Estoy acostumbrada a pasar todo el día de pie, pero me siento como si hubieramos caminado cien millas en los últimos días." "Mi dolor en las piernas no podían estar más de acuerdo," dijo Lindsay conscientemente, muy consciente de cómo su mejilla hormigueo con el toque de Ginny. Incómoda, dio un paso lejos de su amiga y se quitó el gorro que había "encontrado" el día antes. Lo golpeó contra su muslo para quitar la nieve, luego suavemente limpió los copos de nieve acumulados en la parte superior de la cabeza de Ginny con los dedos ligeramente temblorosos. La inesperada intimidad del gesto hizo que Ginny enrojeciera de nuevo y apartó la vista, sentimientos de confusión se mezclaban con una sensación melancólica de anhelo. Lindsay suspiró, suponiendo Ginny todavía estaba molesta con ella. "No tienes que pedir disculpas por la verdad." La mujer de cabello oscuro cuadró sus hombros. Ella ya sabía que no era una buena ladrona. No te contengas ahora. Simplemente va a pasar de nuevo después. "Ginny, soy una ratera cuando tengo que serlo, y a veces sólo cuando soy demasiado perezosa para hacer otra cosa," ella le informó en un momento sorprendente de auto-conocimiento y honestidad. Se armó de valor contra la reacción de Ginny. "Soy un zumbador de sujetos, me entiendes". 65
Ginny parpadeó estúpidamente, causando que Lindsay aclarará. "No robo a las mujeres." "Ah." Ella asintió pensativa, no estando segura si esa revelación era meramente informativa o de alguna manera con la intención de hacerla sentir mejor acerca de la situación. "Ya veo." Ginny dio un paso, moviéndose fuera del camino de un trío de hombres en sentido contrario. Cuando los hombres estaban fuera del alcance del oído ella habló de nuevo. "De verdad necesito disculparme, Lindsay. Por alguna razón, cuando estoy cerca de ti mi pie pasa más tiempo en mi boca que en el suelo." Una pequeña sonrisa torció sus labios antes de que tomara una expresión más seria. "No tengo ningún derecho en absoluto a juzgarte. Todos hacemos lo que necesitamos hacer para sobrevivir. Tengo que crecer y aceptar eso. Y eres la persona menos perezosa que he conocido." "Ginny-" "Por favor," Ginny se mordió el labio inferior, "Simplemente no robes por mi. No soy suficientemente santurrona para fingir que no quiero que hagas cualquier cosa en tu poder para ayudarme a encontrar a mi familia. Pero no solo por mí, Lindsay. No si hay alguna otra opción en absoluto." "Ginny, no puedo pro-" "No, puedes prometerlo." Ella extendió la mano y envolvió los dedos cubiertos con vendas andrajosas alrededor de Lindsay. "La pregunta es, quieres?" "Esta bien," Lindsay se oyó decir, como si alguien estaba completamente en control de su boca. Mierda! Yo no iba a hacer eso! Ginny sonrió una sonrisa genuina, una que mostraba los hoyuelos rara vez vistos y hacía que sus ojos se iluminaran. "Vamos. Vayamos dentro y compremos algo caliente y relleno. Si como, no seré una bruja malvada. " Ella sonrió con tristeza. "Y sé que lo he sido. Además, me estoy congelando y si comemos lentamente podría descongelarme antes de tener que volver a salir al frío." Lindsay sonrió con afecto y abrió la puerta. Ya había aprendido que rara vez se paga a discutir con Virginia Chisholm. Cuando la puerta se abrió, el sonido metálico de una pequeña campana anunciaba su entrada y el olor a levadura de pan recién horneado y carne picante flotaban llevado hacia afuera a la calle. Cada mujer gimió con placer no disimulado. Disculpas, admisiones y promesas fueron archivadas en custodia, cuando ellas pasaron a través de la puerta. *~*~*~*~* Ginny se sentó en una pequeña mesa junto a la puerta de la panadería, bebiendo una taza de humeante café negro. Entre las dos, habían consumido un sándwich de carne asada de un pie de largo, un enorme adobo kosher que hizo que el rostro de Lindsay se arrugará en una expresión que Ginny decidió que era nada menos que adorable, y dos grandes tazones de sopa de fideos con abundante verdura. Ella estaba gratamente llena, y Ginny cerró sus ojos cansadamente, decidiendo no pensar en el mañana, hasta que este llegará. Todavía tenían que hacer frente a la noche. Cuando tenían los días tan 66
largos y tan fríos? Mucho antes que esto , fue la respuesta. Después que su madre se casó con Arthur incluso, y su constante batalla con la botella y planes ridículos para hacerse rico rápidamente les llevaron gradualmente a la ruina financiera de su familia que ya estaba luchando. Ginny quería a su madre y hace mucho tiempo se había reconciliado con la elección de su madre de Arthur, un buen carácter soñador con un corazón de oro y una cabeza de madera. Incluso quería a Arthur, que era un padrastro cuya vida fue gobernada más por el whisky escocés y los sueños de riqueza que por lo que era mejor para su familia. Lo que ella no podía pasar era que sus padres habían tomado la vida de Alice y Helen, junto con la propia. "¿Qué estás pensando?", Preguntó con curiosidad Lindsay, notando el aspecto de especulación tranquila y enojo en el rostro de Ginny. Por una fracción de segundo Ginny estuvo tentada de decir nada. Pero estaba demasiado cansada para mantenerlo en su interior. "Estoy pensando en lo enojada que estoy con mis padres por quedarse en el fuego" Ella tragó, sintiendo un nudo en la garganta. "Por permitir que el fuego reclamará a Alice y Helen." Sus ojos se levantaron y se reunieron con Lindsay y en ese instante pudo ver que a su amiga le dolía por ella como si el dolor fuera propio. Ella extendió la mano para tomar la de Lindsay, apretándola para mostrar su agradecimiento cuando las palabras parecían insuficientes. "¿Por qué, Lindsay?" Continuó con su enojo saliendo a la superficie. "¿Por qué no vino Alice conmigo? Ella era siempre la más fuerte, más inteligente, más rápida. Ella podría haberlo hecho! ¿Por qué Mamá no las envió fuera del edificio cuando tuvo la oportunidad?" "Oh, Ginny." Lindsay sacudió la cabeza tristemente, preguntándose qué exactamente lo que había en las personas que siempre les obligaba a tratar de dar sentido a la insensatez. Se levantó de su asiento al otro lado de Ginny y se sentó junto a ella. "Estoy segura de que ella trató de salir. Ella era tu hermana mayor, ¿verdad? no te habría dejado sola para hacer frente a todo esto si hubiera tenido otra opción. "Yo no lo habría hecho. Pero la mente racional de Ginny no estaba dispuesto a aceptar eso todavía. "Si lo hubiera hecho, estaría viva ahora!" "No. Tú no sabes eso." Los ojos de Ginny se precipitaron hacia atrás y adelante mientras su mente corría. Algo podría haber hecho que todo esto resultara diferente. Su corazón torcido en su pecho. O alguien. "Yo no debería haber escuchado. Si sólo me hubiera quedado para ayudar, tal vez pude-" "Basta, Ginny." "¡No! Si yo-" "¡Basta!" El empleado levantó la vista de su trabajo pero Lindsay levantó la mano, a pesar de que pareciera lo contrario, todo estaba bien.
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La boca de Ginny se cerró a las duras palabras. Ahora fue el turno de Lindsay para perder su carácter. Se inclinó hacia delante y bajó la voz, hablando con una intensidad casi salvaje. "Por el amor de Cristo, escuchas lo que estás diciendo. Si te hubieras quedado, es probable que estarías muerta. Tú misma has dicho que nadie logró salir del edificio después de que lo hicieron. No podrías haber hecho otra cosa aquella noche más que quedarse y morir. " Cree lo que estoy diciendo, ella deseo a la mujer más joven. "Lo sé. Lo sé," susurró Ginny, apretando sus ojos fuertemente cerrandos. Su enojo se desvanecio tan repentinamente como había aparecido. Se sentía como un trapo de cocina exprimido. "No es justo. Tenían toda una vida por delante, Lindsay." Los oscuros ojos de Lindsay se suavizaron. "Igual que tú." Ginny le dio una sonrisa acuosa. "Supongo que sí." Una pausa reflexiva. "¿Qué habría hecho sin tí estas últimas semanas? Me enferma siquiera pensar en ello." Y aquello cogió a Lindsay tan desprevenida que su boca se movió durante varios segundos, pero no podía manejar un solo sonido. "No estes avergonzada," Ginny insistió en voz baja, pero no es capaz de encontrarse con la mirada atónita de Lindsay. "No espero que digas nada. Yo bueno, sólo quería que lo supieras." Sus ojos se levantaron y se reunieron con los de Lindsay y pudo ver que ella estaba incomoda. Sonrió esperando fuera una sonrisa tranquilizadora y chocó los hombros con Lindsay." Sigamos. Vamos a ver si tienen algún pan del día anterior o algo de lo que estaría dispuesto a desprenderse. Podemos guardarlo para el desayuno." Ella hizo un gesto con la barbilla hacia el empleado, que estaba trabajando con diligencia rebanando una gran losa de jamón. "Ahh Ginny." Lindsay dejó escapar un suspiro tembloroso. "Esta bien, no ha habido ningún problema o algo. Yo-" "Está bien," Ginny le aseguró. "Realmente. Ahora vas a ser encantadora y conseguirnos algo para el desayuno." Las cejas de Lindsay se dispararon hacia el cielo y su boca se curvó en una sonrisa irónica. "¿Alguna vez me has visto ser encantadora?" preguntó sin rodeos. Ginny rió, su ánimo aumentando en la mera expresión del rostro de Lindsay. "Bueno tengo fe en ti." "Bueno, entonces, un paso atrás." Lindsay se limpió una pieza imaginaria de pelusa de la parte delantera de su abrigo de lana oscura. Entonces se alisó las solapas con exagerado cuidado. "Tengo gente para influenciar." Ginny miraba con cariño como Lindsay se acercó al mostrador y se apoyó contra el cristal, entonces casualmente se puso a conversar con el empleado. Su amiga era probablemente la persona menos encantadora que jamás había conocido. Ginny todavía encuentraba a Lindsay descarada, cruda, e impaciente. Pero también encontró en Lindsay no sabía exactamente qué. Cautivadora, tal vez. O quizá convincente. Había simplemente algo indefinible en ella que hizo que Ginny quisiera mirar esos 68
bonitos ojos marrones y perderse en ellos. La mera idea hizo revolverse el estómago y ella suspiró, renunciando a cualquier forma de introspección esta noche. Ella estaba muy cansada. El viento había empezado a aullar y la nieve se había convertido en aguanieve. Ginny podía ver una capa de hielo formandose en la farola de metal cruzando la calle. Dios, estar afuera no va a ser divertido. Por las últimas noches habían logrado evitar dormir afuera, encontrando siempre una iglesia o un refugio dispuestos a dejar que se enroscaran en alguna parte del piso. Por favor dejanos ser afortunadas esta noche. "Ginny?" Los ojos azules se movieron de lado con el sonido de la voz de Lindsay. Al lado de ella estaba el empleado. Lindsay tenía una extraña expresión en su rostro y Ginny rápidamente se puso de pie. "¿Qué pasa? ¿Qué es?" "Nada. Nada," Lindsay le prometió rápidamente. "Sólo pensé que deberías escuchar esto." Se volvió hacia el empleado. "Ester, ¿puedes decirle a mi amiga aquí lo que me dijiste?" La mujer de mediana edad asintió en silencio, su confusión evidente en la mueca de su cara. "Miré, si esto es por el pan, sólo estábamos preguntando. Usted no-" "No puedo dar ningún pan." La mujer se encogió de hombros. "Lo siento." Ginny lanzó una mirada significativa a Lindsay que decía la trajiste hasta aquí para decirme eso?' Lindsay se movió con impaciencia de un pie al otro. "Dile por qué no se puede." Ginny miró expectante a Ester, que se limpió los dedos grasientos en el delantal blanco manchado. "Bueno, no puedo darles porque lo doy a la caridad." La mirada de Ginny volvió a Lindsay. "Eso esta bien?" se aventuró. Lindsay se frotó las sienes. "Dile más acerca de la caridad, Ester. Todo lo que me dijo." "¿Es una especie de juego?" La mujer frunció el ceño de nuevo. Lindsay enseñó los colmillos en lo que Ginny sin duda consideró como un gruñido. "Bien." La mujer se encogió de hombros, sin preocuparse por estar fuera de detrás del mostrador por un cambio. "La caridad se la damos a un orfanatorio. Es donde conseguimos a nuestra pequeña Mildred." Los oídos de Ginny se agudizaron. "Ese lugar está cerca de aquí?" "Tal vez dos millas. Cada dos días los carros de mi marido lleva lo que nosotros no vendemos".
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Ginny se alejó de la mesa. "Lindsay-" "Espera," Lindsay interrumpió. "Hay más. Pero por el amor de Dios, te lo voy a decir así no estallo. Ester me dijo que este orfanato esta en más necesidad que nunca después de tomar algunos niños repentinamente." Ginny contuvo la respiración, todo su ser clavado en cada palabra de Lindsay. "Parece que hubo un terrible incendio en Manhattan." La mandíbula de la pelirroja se hundía. "Esos tienen que ser ellos!" ella gritó, agarrando a una sorprendida Ester y abrazándola por todo lo que para ella valía la pena. "Gracias". "Umme" Ester parpadeó y curioseando se perdio del abrazo de Ginny, retrocediendo lentamente hacia el mostrador y lejos de la loca persona. "No hay problema." "¿Puede decirnos la dirección del orfanato?" Ginny ya estaba abrochando su abrigo. Ester sacudió la cabeza. "Nunca fui buena con las direcciones. Pero si regresan mañana justo después del amanecer, se pueden ir con mi marido." "Yo no quiero esperar." Ginny agarró la mano de Lindsay y comenzó a tirar de ella hacia la puerta. "¿Puedes decirnos qué calle? ¿Qué camino seguir?" "No te hará ningún bien, cariño," Ester le dijo. "El cuidador, un amor de un hombre, cierra el lugar más apretado que un tambor, una vez que el sol se pone. Ni siquiera abrirá la puerta." Ella asintió con la cabeza. "Esa es una manera de mantener a algunos de los rufianes en línea. Un estricto toque de queda y las puertas cerradas." Todo el cuerpo de Ginny se desplomó y Lindsay no pudo evitar enroscar su brazo alrededor de esos hombros caídos. "Mañana. Iremos mañana. Si están allí ahora, todavía estarán allí entonces." Ginny tomó varias respiraciones calmantes, tratando desesperadamente de agarrarse a sus emociones dispersas, que estaban haciéndole dar vueltas a su cabeza y tentandola a hacer algo loco como correr fuera al aire libre y detener a cada persona en la calle hasta que alguien le dijera exactamente dónde estaba el orfanato."Cierto. Puedo ser paciente." Se veía un poco perdida. "Espero". "Además ..." El rostro de Lindsay asumió una expresión sombría mientras miraba hacia afuera por la ventana. Estaba lloviendo hielo. "No queremos estar vagando por las calles con este tiempo." Ella se acercó al oído de Ginny y le susurró "Tienes que estar descansada para ellos. Mañana será bastante pronto." No te hagas ilusiones demasiado altas, Ginny. Ginny suspiró y se enderezó, decidiendo que no hacía daño esperar lo mejor e ignorar lo peor. Esto nunca había trabajado antes en su vida. Pero de alguna manera siempre se las arregló para sacar a relucir el optimismo para tratar sólo una vez más. "Gracias por pensar en ellos. Tienes razón. Tengo que descansar. Ellos me perseguirán hasta el agotamiento por el resto de mi vida." El alivio la inundó mientras dejaba que la posibilidad muy real de reunirse con sus hermanos rodaba en torno a su mente. Suavemente acaricio la parte baja de la espalda de Lindsay y luego se acercó al mostrador. "Ester", 70
comenzó esperanzadamente, "¿cómo se sentiría acerca de un par de huéspedes aquí en la tienda por la noche? "Ella sacudió el pulgar hacia un lado y sonrió. "Apuesto que mi amiga aquí maneja una escoba media." *~*~*~*~* "No pue-pue puedo creer que dijo que no," Ginny se quejó de nuevo, agachando la cabeza para evitar la picadura del aguanieve. "No so-solo no. Pero infierno que no." Le castañeaban los dientes con tanta fuerza que estaba recibiendo un dolor de cabeza y ya había mordido accidentalmente su lengua. Dos veces. La luz de la lámpara reflejaba el brillo del hielo que cubría su abrigo y el pelo, y cada aliento liberaba una nube de niebla que fue arrastrada al instante por el viento. Podía oler el agua otra vez y sabía que de alguna manera se habían dirigido alrededor del río durante su caminata. Lindsay resoplo. Sus mejillas eran de color rojo brillante, y el aire helado hizo que sus ojos se sintieran secos y ásperos. "¿Dejarías a dos desconocidas dormir en tu tienda?" Las cejas de Ginny se juntaron. "Sí". "Imaginate", murmuró Lindsay. "¿Qué fue eso?" Ginny metió las manos en los bolsillos más profundo mientras doblaban una esquina y se encontraron en el borde de una yarda de ferrocarril. No, su mente corrigió, un cementerio de ferrocarril. "No importa. Vamos, podemos dormir aquí." "¿Qué es aquí?" Ginny bizqueó a través de la lluvia. Las pistas rotas estaban amontonadas al azar y entrecruzaban la zona, que estaba rodeada por una alta cerca de alambre. Partes de motor, tablones engradaso de madera, y vagones de acero oxidados salpicaban el suelo cubierto de nieve, sus puertas faltaban por completo o parcialmente abiertas. Si veía fijamente, Ginny pensó que podía ver humo saliendo de las aberturas de varios de las cajas metalicas. Se estremeció. Ginny miró el obstáculo delante de ellas. "La cerca-?" Ni siquiera había terminado su pensamiento cuando Lindsay agarró la cerca de alambre y le dio un fuerte tirón, dejando al descubierto una ranura sin ser detectada en el cercado. "Voy a sostener esto por ti." Lindsay sacudió la cabeza para despejar el aguanieve de sus ojos. Estaba empapada hasta los huesos y los vendajes que sostenían la férula en sus dedos eran un desastre empapado. "Bien. Gracias." Ginny se agachó y gruñó un poco al oscilar por la abertura. "Creo que puedo hacer Uh oh." Su abrigo atrapado en una afilada púa de alambre y ella torpemente trató de liberarse, su mente envíando el mensaje urgente a los dedos que estuvieron lejos del frío para responder rápidamente. Con un fuerte tirón, que arrancó un pequeño desgarro en su abrigo. "Mierda." Lindsay dio un paso por detrás de Ginny, metiendo bajo su brazo el saco que contiene el vestido de Bertha, la ropa que Lindsay robó del hospital para Ginny, y algunas cosas que habían comprado
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después de dejar el delicatessen. Permitio a la cerca caer de nuevo en su lugar con un sonido metálico seco, sofocando un gemido de dolor que la torsión había causado a sus costillas. Ginny empujó su flequillo remojado de la frente y esperó el próximo movimiento de Lindsay. "Está bien." Lindsay se trasladó directamente en frente de Ginny y la miró directamente a los ojos. "Tienes que escucharme y hacer lo que te diga." Una sola ceja roja avanzó hacia arriba pero el instinto natural de supervivencia de Ginny se hizo presente y ella simplemente asintió. Lo que sea por estar fuera del clima. Al menos espero que estemos fuera del clima. "No mires a nadie mientras caminas. Mantente mirando al frente. Si alguien se acerca a ti, corres. Y vienes directamente fuera de este lugar. Eres más pequeña que la mayoría de los hombres aquí y debes ser capaz de pasar por la cerca rápidamente." "¿Eso es todo?" "No. Si alguien te habla, ignoralos y sigue caminando. Ignoralos a todos." "Incluso-?" "Por el amor de Dios, Ginny! Por favor," Lindsay exclamó, y luego miró a su alrededor con timidez, esperando que nadie la haya escuchado. "Te lo explicaré en un minuto, pero me estoy muriendo de frío y ahora no tengo fuerzas para discutir." "No me jures. Y yo no iba a discutir," Ginny respondió de mal humor. "Yo iba a preguntar si incluso te debería ignorar." "Oh." Lindsay trajo sus dedos a la boca y sopló aire caliente sobre ellos. Ella rebotó en sus dedos de los pies un poco en un esfuerzo para enviar la sangre a sus extremidades frías. "Lo siento." Su cara estaba completamente arrepentida y entonces sus labios se curvaron en una sonrisa irónica. "No me ignores. Odio ser ignorada." La sonrisa de Ginny era broma sarcástica. "Me di cuenta." Miró a su alrededor de nuevo, esta vez con preocupación. Estas fueron las clases de lugares que su madre siempre había dicho que caminara rápidamente por delante, donde los extraños se ocultaban en las sombras. Pero, ella admitió, no era tan malo como sería estar sola. Tenía fe en que Lindsay sería capaz de manejar, y ayudarla a manejar, cualquier cosa que pasara. Ginny estaba tan absorta en sus pensamientos que se puso en marcha cuando Lindsay se acercó y le agarró la mano. "Recuerda lo que te dije." Ginny asintió lentamente y susurró: "Está bien." Se movieron con rapidez, evitando las botellas rotas y cajas dispersas que estaban esparcidas sobre piezas parciales de vías de ferrocarril y lazos de ferrocarril rotos. El aguanieve cambió de repente a la nieve y los copos de inmediato se pegaron a sus abrigos y caras húmedas. Sobre la mitad del camino a 72
través del patio empezaron los gritos: voces incorpóreas que vinieron de diferentes vagones de carga y podían ser escuchadas claramente por encima del rugido del viento. "Ooo Hey, muchacha, ese es un bonito vestido. Ven aquí por mí y mantenme caliente. Es cálido en mi caja. El tuyo también, apuesto." Risas estridentes. "¿Eres tú, Habichuela?" Ginny no pudo evitarlo, a pesar de que la zancada de Lindsay no hubiera ido más despacio; volvió la cabeza hacia la voz. "Puede ser. Habichuela? Escuche que estabas muerta. Tienes más vidas que un maldito gato callejero! Esas ratas que muerden mejoraron tu apariencia alguna?" Su aspecto? ¿Qué se supone que significa eso? Ginny sintió el apretón a su mano y supo que era una señal para seguir adelante, pero no hizo nada para reprimir la oleada de rabia que brotaba dentro de ella, amenazando son salir. Con esfuerzo, ella siguió caminando. Ellos piensan que es gracioso? Ella estaba herida. "Pendejos", hervía, demasiado enojada para ser sorprendida por su propia elección de palabras. "Vamos, Habichuela. Estoy seguro que las ratas no comieron. Mucho. Puedes venir aquí y compartir mi fuego." La pelirroja se detuvo bruscamente y se volvió hacia uno de los vagones, los ojos llameantes. "Ginny." Fue una advertencia baja, casi sub-vocal. Ginny se mordió la lengua mientras emprendía una guerra interna sobre si debía o no simplemente marchar hacia ese vagón y arrancarle a alguien la cabeza. Pero permitió a Lindsay volver a tomar su mano temblorosa. Ellas se movieron más rápido ahora, la nieve no era tan profunda en esta parte del patio. "Aquí." Lindsay señaló hacia un furgón marrón oscuro cuya puerta corredera estaba parcialmente abierta. Unos pasos más y Ginny estaba a punto de entrar. "Espera," Lindsay insistió, su voz un susurro áspero. "Déjame echarle un vistazo primero. Alguien podría estar adentro." "¿Por qué necesitas comprobarlo?" Ginny preguntó con cautela, instintivamente moviendose más cerca de Lindsay. "Debido a que alguien podría estar en el interior," repitió lentamente, como si hablara con una niña. No te había ya explicado esto? "Debes esperar aquí."
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"Por lo que podría ser peligroso, entonces? En un sitio que no deberias ir sola?" Lindsay reconoció la expresión desafiante en la cara de Ginny, y ella saltó en el vagón de carga antes de tener que lidiar con su argumento. "Lindsay," dijo con tono áspero. ¿Son todas las mujeres tan problematicas? Los pies de Lindsay se clavaron en el suelo de metal sucio, enviando un eco silencioso a través de la mayor parte hueca de la estructura. Ella no había tenido intención de decir eso, y antes de que pudiera lamentar su error ella estaba tambaleandose precariamente en el borde del vagón. Pero un segundo más tarde había encontrado el equilibrio y desapareció en la oscuridad total. Ginny entrecerró los ojos. Ellas hablarían de ese pequeño movimiento después. Miró por encima del hombro entonces de nuevo dentro del furgón. El patio del ferrocarril había estado extrañamente tranquila excepto por el picoteo del aguanieve contra el acero y el gemido lastimero del viento. Esperó varios segundos, con la esperanza de detectar cualquier sonido desde el interior del vagón. No había ninguno. Ginny tragó y apartó un mechón de pelo mojado que estaba pegado a su mejilla. "Lindsay?" Ella susurró. Nada. Ginny se puso de rodillas y alcanzó a ciegas en una pila incrustada de hielo en la nieve, a la pesca de cualquier cosa que pudiera utilizar como arma. Encontró un trozo de madera astillada y la sacó de la nieve mientras se puso de pie y con cuidado levantó uno de los pies dentro del furgón. La madera estaba helada y se picó los dedos sensibles mientras envolvía la mano con fuerza alrededor de ella y subió dentro. Dejó escapar un pequeño gruñido cuando se empujó en sus pies. "Lindsay?" repitió, abriendo mucho los ojos mientras miraba hacia la oscuridad. "¿Qué?" Lindsay respondió en un tono normal, apareciendo de repente a menos de un pie delante de los ojos sorprendidos de Ginny. Ginny jadeó. Dio un paso hacia atrás y comenzó a resbalarse sobre el hielo. El pedazo de madera salió volando de su mano y golpeó a Lindsay en el pecho mientras los brazos de Ginny se agitaban violentamente y ella trató desesperadamente para no caer fuera del furgón. La mano de Lindsay salió disparada y los dedos largos se enrollaron alrededor de la solapa de Ginny. "Jesucristo!" Ella se inclinó hacia atrás, y, la adrenalina bombeando, tiró de Ginny con tanta fuerza que envió a la mujer volando a través del furgón. "Pensé que te pedí que esperaras? " Sus voces parecían anormalmente altas después de todo el susurro. "¿Qué se supone que debía hacer?" Ginny se dirigió de nuevo a Lindsay, hasta que estuvieron cara a cara. "Esperé y te llame pero no respondiste."
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"Sólo me fui durante diez segundos!" "Diez segundos donde podrías haber contestado!" Lindsay levantó las manos en el aire. "UGH!" "Estaba preocupada." Ginny luchó sin éxito por impedir que su frustración se escape en su voz. "¿Por qué te tomó tanto tiempo, de todos modos?" Lindsay cansandamente tiró abajo su saco. Ser amigas es difícil! "A veces las personas están durmiendo en estos coches, Ginny. Y si se les despierta inesperadamente te pueden apuñalar entre los ojos. De modo que pensé que no podría encontrar muy atractivo un cuchillo de caza en el cerebro. Sé que no lo haría." Ginny parpadeó. "Estaba tratando de ser silenciosa." "Oh." Ginny de repente se sintió increiblemente tonta. Hizo una mueca. "Pensé si me necesitabas?" Los ojos de Ginny rogaron que entendiera, y para su sorpresa, lo hicieron. Completamente. Lindsay suspiró y metió las manos debajo de sus brazos para evitar tocar su amiga otra vez. Ella estaba haciendo eso demasiado. Seguramente Ginny podría pensar que era una persona necesitada, loca, que no podía mantener sus manotas para sí misma. "Simplemente no quiero que salgas lastimada", Lindsay explicó con toda la paciencia que pudo reunir. "No todo el mundo no es tan agradable como tú, Ginny. Tienes que tener cuidado." "Soy cuidadosa." Ginny miró hacia otro lado. "Por lo general. Pero me puse tan preocupada", murmuró ella, sabiendo que sonaba estúpida. "Sé lo que estoy haciendo. Tienes que confiar en mí." La mirada de Ginny corrió al encuentro de Lindsay. "Lo hago", insistió. "Lo hago". "Sé que has humm que has perdido mucho. Así que entiendo eso. Tal vez no debí dejarte afuera. Supongo. Quizás." Lindsay puso los ojos ante su propia incapacidad para comunicarse. Eso no era por lo general un problema con Ginny. Podía, sabía intuitivamente, realmente hablar con ella. Pero a veces cuando Ginny la miraba de esa manera como en este mismo momento, Lindsay pensó que el corazón podía latir fuera de su pecho. Lindsay se puso a buscar algo que decir que no la haría sonar como una idiota. "Estamos fuera de la nieve", espetó ella. Oh, eso fue una buena elección. Las cejas de Ginny saltaron a la no lógica. No se había fijado realmente en el silencio, con tal de que no se debiera a que Lindsay estaba enojada. Estudió la cara de la otra mujer con cuidado, preguntándose lo que en el mundo había conseguido que Lindsay estuviera tan inquieta de repente. "Exactamente," Ginny aceptó amablemente. "No hay más nieve."
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La cabeza de Lindsay se balanceaba agradecida y dejó escapar un suspiro tembloroso. "Este será un buen lugar para quedarnos esta noche. Sin viento. Sin policías que tratarán de echarnos," Sus pensamientos derivaron de nuevo a la oferta que habían tenido para dormir en la iglesia en Manhattan y una astilla de culpabilidad le atravesó el corazón. "Pero la iglesia habrían sido mejor, ¿eh?" Ginny recogió su costal y desató la cima. Sacó ambas mantas, enterrando su cara fría en ellas por un momento. "No lo sé", respondió ella sin comprometerse, su voz apagada. Pero estabas incómoda allí. Y eso era motivo más que suficiente para mí decir que no. Levantó la cabeza y miró a Lindsay, queriendo dar a entender que lo que hacía cómoda a Lindsay le importaba. "Este lugar funciona también. Cualquier lugar está muy bien." Lindsay se movió incómoda, a sabiendas de que Ginny estaba mintiendo. Ginny leía a su amiga fácilmente. "Esto realmente esta bien, Lindsay. Vamos, vamos a dormir. Apenas puedo mantener los ojos abiertos y el amanecer vendrá muy pronto." "Esta bien. Pero en primer lugar, ¿por qué no te pones la ropa de este bolso? Vas a estar más caliente que lo que llevas puesto, y seco, y te puedes cambiar mañana antes de salir." La idea de desnudarse en este extraño lugar y en el frío no era exactamente atractiva. Justo estando aquí la hacía sentir expuesta. Ginny se mordió el labio. "Dónde quiero decir" "Necesito tomar cuidado de algunos negocios fuera", dijo Lindsay en un apuro, sintiendo la incomodidad de Ginny sobre no tener un lugar privado para desnudarse. "Voy a estar fuera y de vuelta en dos minutos, ¿de acuerdo?" "¿Dos minutos?" "Lo prometo." *~*~*~*~* Lindsay volvió a subir en el vagón y fue recibida por el sonido de suaves ronquidos. Cuidadosamente puso la brazada de madera que había rescatado del suelo. Sonrió con afecto a su amiga, que, para gran disgusto de Lindsay se despertaba con los pollos cada mañana pero podría caer en un sueño profundo en la caída de un sombrero. Ginny estaba acurrucada en posición fetal, con la ropa seca y envuelta en su manta, su abrigo húmedo cubriendole las piernas. Había encontrado algunos periódicos en el interior del furgón y estaba tumbada en ellos en lugar de directamente sobre el piso frío de metal. Lindsay arregló las piezas más pequeñas de madera en una pila en forma de volcán, justo dentro de la apertura del furgón. Entonces alcanzó su bolsa, de la que extrajo un nuevo pedernal. Recogió unos trozos de papel periódico y los hizo una bola, metiendolos en la base para encenderlos. Su mirada se desvió hacia su mano, y en un ataque de ira se arrancó el vendaje que se envuelve alrededor de sus dedos rotos. Lindsay examinó los dedos reforzados con disgusto. Había sido descuidada cuando se enfrentó a Albert y los bastardos primos franceses. No podía dejar que eso sucediera de nuevo. No cuando Ginny estaba dependiendo de ella. 76
Algunos intentos fallidos y Lindsay fue capaz de crear una chispa. La madera no estaba tan seca como le hubiera gustado, pero eventualmente ardería, produciendo una buena cantidad de calor. El fuego estaba lo suficientemente cerca de la puerta y la mayor parte del humo salia. Echó el vendaje a las llamas parpadeantes, preguntándose si debía despertar a Ginny para que se moviera más cerca de la calidez. Lindsay no tuvo que preguntarse por mucho tiempo. Ginny estaba en ese espacio confuso, entre la conciencia y el sueño. Podía sentir la lana áspera de la manta contra su mejilla fría, escuchando cada ráfaga de viento. Pero había un vago desprendimiento de sus sensaciones, como si su cerebro supiera que ella los experiementa, pero su cuerpo no podía sacar a relucir la energía para poner cuidado. Ella tiró de la manta más firmemente alrededor de sí misma cuando sus pensamientos derivaron de la escena invernal en el patio del ferrocarril a una vivienda de seis pisos en la calle Orchard. Mi hogar. Las sensaciones aquí parecían más reales y tangibles. Y el olor a madera vieja y el polvo se apoderó de sus sentidos, trayendo consigo la seguridad de su familia. Se metió en la cama junto a su hermana, con el corazón lleno de amor. Había el más leve indicio de humo en el aire, pero estaba tan feliz, no importaba. Lindsay atizó el fuego y añadido unos cuantos palos más pesados a las llamas. Estaban aún más húmedos que los que había encendido y empezaron a sisear y chisporrotear, enviando una nube ligera en el furgón cuando Lindsay sopló sobre ellos. Ginny frunció la nariz ante el olor. Mis pies están fríos. Pero cómo puedo tener frío si dí vuelta en la cama y sacudió el hombro de Alice. El cuerpo de Alice se dejó caer hacia Ginny, su rostro arrugado y quemado. Tan horrorizada para moverse, su horror creció cuando la cara dañada de su hermana se transformó en la de Lindsay. Los ojos de Ginny se abrieron de golpe y un grito espeluznante fue arrancado de su garganta. "FUEGO!" Lindsay casi saltó de su piel y ella voló con los pies al mismo tiempo que Ginny lo hizo. Ginny arrancó la manta de su cuerpo y trepó a la parte trasera del furgón en sus tambaleantes piernas. Su espalda chocó de golpe contra el acero con tanta fuerza que desalojó varios trozos de nieve del techo y cayeron pesadamente al suelo cerca de la puerta. "Fuego", gritó de nuevo, sus ojos parpadeando alrededor violentamente mientras su mente desesperadamente tratando de reconciliar lo que estaba viendo ahora con su sueño y la visión trepidante de su hermana. "Alice? Mama!" "Ginny, cálmate." Lindsay se movió a la parte trasera del coche y agarró a Ginny, pero la otra mujer se liberó violentamente de su agarré. Ellas tropezaron unos pasos y Lindsay gritó cuando la férula se separo de sus dedos y cayó al piso. "¡Déjame ir!" Ginny retrocedío alejandose de Lindsay como si estuviera aterrorizada de ella, pero no tenía ningún lugar para ir. Sus ojos cerrados y sostenidos, y Ginny tenía una explosión cegadora de reconocimiento que no tuvo sentido. Qué hacía su amiga en el apartamento de su familia? Ella estaba quemada, pero "Hay un incendio, no puedes ver eso?"
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Los ojos de Ginny eran salvajes y confusos, e incluso en la penumbra Lindsay podía ver los golpes furiosos del pulso de Ginny contra su pálida garganta, la respiración empañada escapando por la nariz y la boca con cada jadeó áspero. "Ginny, estabas soñando. Tú-" "¡Tenemos que irnos!" Ginny se lanzó hacia delante y agarró a Lindsay en un movimiento tan frenético que arrancó los restos destrozados de los vendajes de sus manos. "Tenemos que correr!" El corazón de Lindsay se retorció en su pecho cuando la magnitud de su error la golpeó. Estupida. El fuego. Debería haberle dicho. Tragó con fuerza para no romper a llorar ella misma. "Ginny," ella habló suavemente, acariciando las mejillas de su amiga, pero en el siguiente latido comprendió que eso no funcionaría. "¡NO! NO! NO!" La mujer más joven estaba fuera de sí. Las lagrimas llenaron los ojos suplicantes. "No entiendes! Tienes que salir!" Lindsay agarró a Ginny por los hombros y la sacudió con fuerza. "Ginny! Despierta. DESPIERTA!" Todo el cuerpo de Ginny se sacudió como si hubiera sido golpeada. Estaba tan cerca de vomitar que no estaba segura de que pudiera hablar, y ella miró a su alrededor de nuevo, esta vez viendo el oscuro interior del furgón, y el pequeño fuego, obviamente bien planificado en la entrada. Su pecho exhaló y apretó sus manos a su cara. "Lindsay?" jadeó entrecortadamente. Lindsay cerró los ojos y deseó que su corazón latiera mas lento. Se sentía mareada. "Sí." Gracias. "Soy yo." Con pequeños jalones el cuerpo de Ginny cayó hacia adelante, y le echó los brazos alrededor de ella, sintiendo las piernas de Ginny dar un paso. "Lindsay". Ginny enterró la cara contra el cuello de Lindsay, absorbiendo con avidez el calor y el olor de la piel de su amiga como si fuera más vital que el aire que respiraba. Y por ese breve momento de tiempo que fue. Comenzó a sollozar. "Shhh ahora estás a salvo." Ella giró su cuerpo para que la espalda de Ginny diera a las llamas. "No hay fuego, al menos no uno que te hiciera daño." Me moriría primero. Inconscientemente apretó su agarré en Ginny hasta que un suave jadeo rompió el hechizo. Lindsay relajó al instante sus brazos. "Te, te lastimé?" Ginny aspiró entrecortadamente. "No. Se sintió bien," murmuró. "Bien, entonces. Vamos a ponernos más cómodas." Lindsay facilitó para que ambas fueran hasta el piso, con la espalda se deslizaron contra la fria pared. "Debí haber dicho que iba a hacer un fuego. No sé lo que estaba pensando. Solamente asumí Ugh. Lo siento tanto." "¿Estoy loca?" Ginny se preguntó en voz alta, su voz el más elemental de los susurros. "Estás realmente bien?" Ella presionó la mejilla contra la garganta de Lindsay, sintiendo su pulso fuerte contra su piel. "¿Yo?" Ella no sabía lo que estaba hablando Ginny, pero decidió que en realidad no importaba. Lindsay pesionó su mejilla en el cabello suave y desordenado de Ginny. "Estoy genial. Y no estás loca. Acabas de despertar en una lugar extraño, no sabías dónde estabas o qué demonios estaba 78
pasando, y ajusto su tono." Ella agitó la mano con desdén e irónicamente explicó, "Me pasa todo el tiempo." Una pequeña sonrisa se vio forzada de la garganta de Ginny. Se echó hacia atrás lo suficientemente lejos para ver la cara de Lindsay y le dio una sonrisa temblorosa cuando sus dedos suaves delinearon la mejilla durante un segundo antes de meter un mechón de pelo rojo detrás de su oreja. Los ojos azules de Ginny estaban brillando y sus mejillas manchadas de lágrimas rompió el corazón de su amiga en dos. En un oleaje repentino del valor Ginny rogó, "No me dejes. Por favor." La boca de Lindsay trabajó en vano mientras se esforzaba por hablar alrededor del nudo en la garganta. Dejarte? ", Yo" un trago doloroso. "No te dejaré, Ginny. Lo juro." Ginny asintió y cerró los ojos mientras se acurrucaba más cerca. Sus labios rozaron la oreja de Lindsay y susurró entre lágrimas, "Yo sé que no es para siempre, Lindsay. Pero por favor sólo no estés lejos de mí esta noche. Yo necesito-" "Nunca." Los brazos de Lindsay se ajustaron alrededor de Ginny, mentalmente desafió a alguien o algo para negarles esta comodidad. Finalmente, la respiración de Ginny igualó la de ella cuando se desaceleró y se prolongó. Lindsay sintió el cuerpo bien enrollado en sus brazos relajarse y eventualmente aflojarse. Extendió una pierna y fue capaz de mover poco a poco la manta de Ginny hacia ellas desde el piso del furgón. Las secuelas de la emoción le había dejado con escalofríos, y ella torpemente envolvío la manta sobre ambas, agradecida por su calor añadido. No habría ningún sueño para ella esta noche, sin embargo. El ruido que habían hecho seguramente había alertado a todos en el patio que había dos mujeres en este fulgón de carga, y aunque se había quedado en este mismo coche varias veces y en lugares mucho peores, era diferente ahora que tenía a alguien que dependía de ella. Alguien buena, que importaba, y no tiene cabida en un lugar como este. Alguien que la escuchaba y se reía con ella y cuya sonrisa le calentaba desde adentro hacia afuera. Lindsay estudió las pequeñas, llamas danzarinas del fuego con ojos ausentes. Todavía estaba observandolas atentamente cuando la última de las cenizas quemadas y los primeros rayos de sol empezaron a introducirse en el furgón, pintando el piso. En esos momentos de transición entre la noche y el día, Lindsay aceptó algo sobre sí misma que era a la vez emocionante y aterrador al mismo tiempo. Ella no quería dejar ir a Virginia Chisholm nunca. Un suspiro melancólico rompió el silencio. Nada, le parecía a Lindsay, era siempre sencillo. "¿Qué voy a hacer ahora?" murmuró en el aire de la noche helada, presionando su mejilla contra el cabello suave y permitiendo que sus ojos cerrados se agitaran. Y cuando encuentre a esos chicos, ¿cómo diablos le voy a decir adiós?
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Capítulo 6 Lindsay despertó a Ginny con un movimiento suave de los brazos, dejando caer sus labios a los oídos enfriados y murmurando tranquilamente. Sabía que la joven pelirroja querría volver a la panadería tan pronto como sea posible para que pudieran salir para el orfanato, a pesar del hecho de que ambas empezarían estando agotadas. Esta era la primera vez desde que se habían conocido que Lindsay había despertado antes que su amiga. Se sentía extraño, su rutina normal ya tan cómoda como un calzado gastado. El cuerpo de Ginny seguía pegado a Lindsay cuando oyó un zumbido bajo en su oído y tiró de mala gana de su sueño pesado. Se alejó lentamente, no queriendo abandonar el refugio cálido de los delgados brazos. Sus ojos borrosos trataron de enfocar la cara tan cerca de la suya y bostezó consiguiendo su comportamiento. Para ambas mujeres, hubo una fracción de segundo de nerviosismo, cuando la intimidad de la posición de sus cuerpos pasó por ellas. Se congelaron y una corriente de emoción pura se movió libremente entre dos pares de ojos ligeramente inyectados de sangre. Pero pasó rápidamente y la cara de Ginny se arrugó en una sonrisa sincera, si cansada. "Buenos días, Hojas de Espinaca," susurró suavemente, su voz áspera por el sueño. Lindsay le devolvió la sonrisa, la gentil bienvenida burlona tras el trauma de la noche anterior. "Uno de estos días te quedaras sin vegetales", advirtió ella, abriendo los brazos para que Ginny pudiera pararse y estirarse. Ella hizo rodar sus hombros, el cuello, estremeciéndose por su rigidez. Ginny sólo se rió. "Demasiado malo para ti que me encantan los vegetales. Ellos no fueron llamados donde vivíamos en la calle Orchard para nada. Brrr." Ella envolvió sus brazos alrededor de sí, faltando la calidez de Lindsay. Un destello de metal en el suelo le llamó la atención y se trasladó a unos cuantos pasos, inclinándose para recuperar la férula que había sido arrancada de los dedos de Lindsay la noche anteior. Disparó una mirada inquisitiva a la otra mujer, que simplemente se encogió de hombros mientras metía su manta en el saco. "Estoy bien," insistió Lindsay. "Casi no sentí nada." Ella movió los dedos como prueba, su voz agrietada ligeramente en la punzada inesperada de dolor causada por la acción. Una sola ceja roja levantada y detenida. Mierda. Ginny gruñó algo a sí misma que su amiga no pudo distinguir. Si el pliegue profundo en la frente normalmente lisa era una indicación, Ginny no estaba feliz. "Tengo que fijarlo", dijo a Lindsay en términos muy claros. Lindsay suspiró mientras luchaba con ella misma. Aunque disfrutaba sin reservas cuando Ginny le pagaba casi cualquier tipo de atención a ella, que era a menudo, en ese momento estaba tiesa, hambrienta, y deseando un retrete. En resumen, no estaba en el estado de ánimo para ser mimada. "No, no lo harás. La férula me molestaba de todos modos." Lindsay hizo una mueca. "Quemé el desagradable vendaje." 80
No era una mentira completa. Sus dedos estaban doloridos, pero los huesos habían hecho punto y mientras fuera cuidadosa realmente no creía que necesitaba la ferúla. Cuando Ginny se mantuvo casi inquietantemente tranquila, agregó, "Deberíamos irnos. Ester dijo que estuvieramos allí justo después del amanecer y son al menos quince minutos a pie desde aquí." La mirada de Ginny se desvió fuera del furgón, donde permaneció durante varios segundos antes de volver a Lindsay, donde se estableció con inquietud. "Yo necesito fijarlos, Lindsay," ella repitió suavemente, pero esta vez había una pizca de súplica en su voz que Lindsay fue incapaz de ignorar. Lindsay dejó escapar un suspiro de frustración, pero no estaba realmente enojada. "Bien." Ella levantó su mano para la inspección de Ginny. Ginny sonrió a medias y se puso a trabajar rápidamente, usando una tira de tela arrancada del dobladillo del vestido de Bertha, que se habían guardado en caso de emergencia, todo el rato silenciosamente insistiendo que sin que la férula los dedos fuertes, hermosos de Lindsay podrían no curarse correctamente. Su cabeza se inclinó mientras se concentraba en su tarea, Ginny murmuró las palabras tiernas casualmente. Ellas salieron de sus labios como si fueran la cosa más natural del mundo, totalmente inconsciente del efecto profundo que tenían en Lindsay. Impulsivamente, Ginny levantó la mano de Lindsay y presionó suavemente sus labios sobre los largos dedos. Se tragó la disculpa por lo de anoche que estaba en la punta de su lengua e hizo todo lo posible por ignorar el jadeo de sorpresa de Lindsay por el beso. Por su parte, la estupefacta morena no podía haber estado más muda si le hubieran dado de patadas en la cabeza por una mula. Una mirada de incredulidad en su cara, mientras observaba de pie a Ginny. Mi primer beso, su mente cantó, en una estado de sorprendido deleite. Ginny le dio a la pierna de Lindsay una suave palmada, en privado emocionada por el aspecto un poco soñador en el rostro de Lindsay. "Todo hecho." Se lamió los labios y por primera vez Lindsay se dio cuenta de que ella se retorcía un poco. "Ahora necesito umm." Lindsay río en silencio. Había aprendido lo que ‘umm’ significaba desde su primer día fuera del hospital. "¿Y? Vé". Ginny frunció el ceño y habló entre dientes. "Así que, esos hombres me verán." "¿Te verán?" "Es de día afuera." El ceño se profundizó. Lindsay se echó a reír, mostrando un destello de la adolescente detrás de la pasajera ferroviaria. De echo, estaba tan feliz que sentía ganas de cantar. Excepto que no podía llevar una melodía. Al diablo, sólo podría hacerlo de todos modos. Excepto no sé ninguna canción. Impasible, dijo, "Esos vagabundos siguen durmiendo." Graciosamente, se empujó en sus pies y luego tropezó a la entrada del furgón, gimiendo de alivio cuando la sangre comenzó a fluir en la pierna que había estado dormida durante casi toda la noche . "El juego o la policía serían los únicos despiertos a esta hora."
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Ginny parecía un poco confusa. Es de mañana, no es así? Ella por lo general se había dirigido hacía fuera mucho antes del amanecer para comenzar su viaje al trabajo. "Es uno de los pocos beneficios del estilo de vida," Lindsay explicó pacientemente, sonriendo ante la mirada desconcertada de Ginny. "No vivimos por el reloj." Ella inclinó la cabeza hacia un lado. "Más bien como un horario de tren, supongo. Pero el cuándo y hacia dónde vamos todavía depende de nosotros." "¿Estas segura?" "Sobre qué parte?" Lindsay bromeó. "Lindsay!" Ginny estaba pasando de un pie al otro. Miraba con añoranza a la parte de atrás del furgón y los ojos de Lindsay se ensancharon en la reacción. "Oh, no, no!" Un solo dedo señalando al exterior. "Fuera de aquí." El alivio inundó a Ginny. No necesitando un mayor estímulo, ella cogió un trozo de papel del viejo periódico del piso del furgón y completamente salió volando de la puerta. Sus pies crujían ruidosamente en la nieve cuando afectuosos ojos castaños siguieron su salida, luego bajó la mirada hacia el cosquilleo de sus dedos en temor. *~*~*~*~* Ester dejó a las mujeres en la puerta trasera de la panadería, que no estaba abierta al público por otros diez minutos. Ginny se había cambiado de nuevo a su vestido en un intento vano de verse tan respetable como fuera posible al orfanatorio. Lindsay tenía su saco al hombro y había, afortunadamente librado la petición de cambiar su indumentaria masculina. Al parecer, Ginny consideró que Lindsay vistiera como un hombre era preferible a vestirla como una puta. Sin pensar en lo que harían después de encontrar a Jane y los chicos. Esperare hasta verlos o me volveré loca hasta entonces, Ginny se dijo a sí misma, nerviosa en realidad por reencontrarse con sus hermanos haciendo su boca secarse. Ambas jóvenes se quejaron con voz ronca a medida que inhalaban el aroma del pan recién horneado, café fuerte, la canela y cuando la puerta trasera se abrió. "Señor, ten misericorida. Creo que voy a perder el conocimiento," murmuró Ginny. "No antes que yo", murmuró Lindsay atrás, con los ojos cerrados en el placer. "Vamos adentro. Mi marido debe estar aquí en cualquier momento. El viejo tonto esta ya diez minutos retrasado." El pelo de Ester estaba cubierto de sal y pimienta con una fina capa de harina de pan y la frente y el labio superior ligeramente peluda brillaba por el sudor, que sirvió sólo para atraer más harina. "Esto es lo que le damos a los niños", dijo con orgullo, señalando con el dedo que había atascado masa debajo de la uña hacia tres grandes sacos de tela. Las bolsas abultadas con panecillos, pasteles, y rebanadas de pan y se sentaron junto a la puerta de nuevo, a la espera para la entrega.
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El estómago de Lindsay gruñó fuerte y sus hábiles dedos picaban por birlar algo para desayunar. Ella era una huérfana que no tenía? ¿Sería tan mal birlar un rollo o tres? Dios , mentalmente angustiada. No robar es una mierda! ¿Cómo lo soporta Ginny? Lindsay levantó la vista y vio a Ginny mirando las bolsas con melancolía. De repente se sintió un poco mejor acerca de su momento de debilidad cuando su amiga suspiró lastimosamente. Era un reconocimiento de la tentación extrema delante de ellas. Ester les dejó esperando en la trastienda mientras ella arrastrando los pies detrás para dar los toques finales a su presentación de panecillos dulces. Un ruidoso meeeeeoowwwwwww llamó la atención de las mujeres jóvenes en el suelo, donde una enorme, gorda, gata anaranjado y blanco atigrado se levantó de su lugar en una manta en la esquina y arqueó su espalda, estirandose lánguidamente. Cuando hubo terminado, se dejó caer como si el esfuerzo de presentarse los pocos segundos había sido demasiado para ella. "Awwww," Ginny gorjeó, recordando su mascota de la infancia muerto hace tiempo, quien, excepto por el tamaño, le recordó mucho este gato. "Me gustaría poder tenerla." Lindsay metió las manos en los bolsillos, más que un poco sorprendida. Meciendose sobre sus talones, arrugó la nariz. "¿En serio? No son tan sabrosos como se ven." La cabeza de Ginny bruscamente hacia un lado y su boca se abrió. "¿Qué?" "Lo sé, es difícil de creer, ¿no? Parecen que estarían todos jugosos y blandos. Pero en realidad son viscosos y grasientos." "Qué esta mal contigo" Ginny escupió, colocándose entre Lindsay y el gato gordo. "No quiero comerla!" "Oh." Lindsay sonrió, contento de que ella le había convencido. "Bueno elección. Son realmente desagradables." Ella entrecerró los ojos en alguna presa mucho más sabrosa, y un gruñido surgió de la parte posterior de su garganta. "¿Qué acerca de esos rollos en cambio?" Ella dio un paso más cerca de las bolsas. En ese momento, Ester entró en el almacén, quitando el exceso de harina de su delantal. Impacientemente, su mirada se desvió alrededor de la pequeña habitación. "Todavía no está aquí?" Ella echó las manos al aire. "Yo sabía que la vieja mula no sería nada más que problemas!" "¿Mula?" Ginny preguntó con curiosidad, preguntándose si Ester se refería a su marido o un animal real. "Compramos una nueva la semana pasada y George, mi marido, no puede controlarla el gruñón. Probablemente a mitad de camino a Buffalo en este momento con el dinero de la caja registradora." Ester agarró su abrigo de un gancho en la puerta trasera. "Tengo que encontrar a ese hombre tonto." Ella se retorció las manos con nerviosismo. "Estamos abriendo en cinco minutos." Ester estaba a punto de espantar a Ginny y Lindsay al exterior cuando Ginny elevó la voz, "Vamos a esperar aquí y les diremos a los clientes que ya regresa." Ella dio a Ester su mejor mirada suplicante. "Esperaremos excepcionalmente bien." 83
Ester sacudió su cabeza ‘no’ y el corazón de Ginny se hundió. Estaba helado afuera esta mañana. "Lo siento pero-" "O podríamos estar afuera enfrente y decirles que las ratas de alcantarilla y cucarachas se comieron toda su carne, y esa es la razón por lo que la tienda esta cerrada. Porque estás comprando más," Lindsay suministrando amablemente, levantando una descarada, ceja y la fijando a Ester con una mirada decidida. Ginny contuvo un jadeo con la mano. Ester no lo hizo. Lindsay enganchó sus manos en las caderas estrechas, ya no hay razón para perder el tiempo con esta mujer. El mal tiempo había pasado por el momento y siempre podían encontrar el orfanato por su propia cuenta. "¿Y bien? ¿Nos quedamos o nos echa fuera a la nieve?" Ester se debatió consigo misma por un momento, luego exhaló explosivamente. "Bien. Tú," esta vez se dirigió exclusivamente a Ginny, "te ves más del tipo honesto." Sus ojos se dirigieron de nuevo a Lindsay. "Tú, no toques nada. Todo esta contado. Todo," Lindsay puso los ojos y salió del almacén de la tienda de comestibles para conseguir una taza de café. "No se puede contar que, tú puedes, viejecira tacaña", se quejó ella, con los brazos cruzados sobre el pecho de mal humor. Ginny sonrió débilmente, no aprobando los métodos de Lindsay, pero no lo suficientemente estúpido como para querer estar afuera en el frío un segundo más del que tenía que estar. Además, Ester parecía demasiado preocupada por lo que había sucedido a su marido y su dinero para estar realmente muy molesta. "Estaré de vuelta tan pronto como pueda," la mujer de mediana edad dijo mientras apresuradamente salía por la puerta trasera. "Esta bien. Buenas-" El portazo bruscamente corto a Ginny. "Eso fue grosero." Pero no había nadie en el almacén para escucharla. Quitandose el abrigo y frotando suavemente las manos juntas que aún estaban doloridas por el frío, se trasladó a la parte delantera de la tienda. Lindsay estaba sentada en la mesa, con los ojos cerrados, el abrigo y el gorro, y los pies apoyados sobre la mesa mientras bebía una taza humeante de café. Pasó sus dedos por el pelo alborotado y no se molestó en abrir los ojos cuando oyó los pasos suaves de Ginny. "No lo digas," Lindsay advirtió mientras tomaba otro trago. "No lo lamento por tomar el café. Esa vieja gruñona bi-" "Lindsay-?" "¿Qué quiere decir que pareces del tipo honesto?" Lindsay despotricó. "¿Qué hay de mí? No es como si ella incluso me conociera." "Lindsay-?"
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"¿Qué?" Lindsay respondió un poco a la defensiva. "¿Dónde están las tazas?" "Oh." Hubo una pausa y luego Lindsay sonrio. Bien, su amiga era honesta pero no una Santa. Podía vivir con eso. "Detrás de ese mostrador al lado de los huevos en escabeche." Ginny suspiró. "Grandioso. Porque me siento como si un tren pasó por encima de mí. No me malinterpretes, dormir pegada a tu cuerpo está lejos de ser una tarea," dijo inocentemente, de espaldas a Lindsay mientras se servía una taza, "pero una cama sería mucho más cómodo." Una imagen de ella y Ginny enredadas juntas en una cama grande y suave, completamente desnudas, pasó por la mente de Lindsay, causando un rubor escarlata entrando en erupción por el cuello y la cara y su corazón dio un vuelco. Sus pies se deslizaron fuera de la mesa y aterrizó en el suelo con un ruido sordo. Dios! Ella parpadeó varias veces con rapidez, tratando de librar su mente del pensamiento chocante. Ginny se volvió, una pequeña taza blanca acunada en ambas manos. Sus ojos levantados y ella parpadeó ante la mirada de asombro en el rostro de Lindsay. "Qué Lindsay?" Ella corrió a través del cuarto, dejando su taza en la mesa a toda prisa mientras cubria las mejillas encendidas de Lindsay. "¿Estás bien? "Buscó su cara con preocupación. "No te quemaste, ¿verdad?" Lindsay negó con la cabeza y rápidamente se puso de pie, moviéndose a la puerta. Ya se sentía como una pervertida, y ahora se sentía como una pervertida culpable por la preocupación de Ginny. "No", dijo con voz ronca mientras se ordenó mentalmente a sus manos que dejaran de temblar. "Estoy bien. Mira, un cliente." Ginny frunció el ceño, no lista para dejar pasar el tema, pero Lindsay abrió la puerta principal y dejó entrar al hombre, poniendo fin a la conversación. Una ráfaga de aire frío llenó la habitación y la campana sonó al abrirse la puerta. "Lo siento, amigo." Lindsay dijo al hombre mientras caminaba por la puerta. "No teníamos dinero para el cambio por lo que tendrá que volver mas tarde." Las cejas oscuras del hombre se juntaron y él cavó en su bolsillo, sacando varias monedas. "No es necesario el cambio." Las levantó para que Lindsay las inspeccionara. "Compro lo mismo todos los días." Lindsay se encogió de hombros y se sentó de nuevo, evitando escrupulosamente la mirada inquisitiva de Ginny. "Toma lo que quieras y luego deja el dinero en el mostrador." Ella puso sus pies hacia arriba. "Lindsay," regañó Ginny. "No podemos hacer eso. Ester dijo-" Los ojos marrones rodararon. "Bien. No tuvo suerte, señor. Salga, estamos cerrados". Los ojos de Ginny se abrieron. "Lindsay!" ¿Qué le pasaba?
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"Hey", se quejó. "Tengo el cambio exacto y tengo hambre." Él extendió la barba barbilla. "¿Quiénes son ustedes" contuvo el estómago y olfateó con altivez, "para decirme lo que puedo o no hacer? Soy uno de los mejores clientes de Ester." La mirada gris del hombre se movió alrededor de la habitación mientras buscaba a la propietaria. Varias mujeres empujaron por la puerta principal, sosteniendo sus sombreros en la cabeza y quejandose del viento y el tráfico. Ellas se trasladaron al registro, listas para colocar sus órdenes. "¡Oye!" dijo el hombre de nuevo. "Soy el primero en la línea." Se movió rápidamente, tomando su lugar por delante de las mujeres, que ahora estaban graznando sobre su mala educación. Media docena más de personas entraron a la tienda y la boca de Ginny se abrió. "Bu" "No tengo todo el día," una mujer de la línea en el registro dijo. Ginny entrecerró los ojos a su amiga. "Esta es tu culpa por dejar la puerta abierta. Mejor que no creas que te puedes sentar y tomar café mientras trabajo", informó a Lindsay indignada. "Tengo una orden especial para diez panes de centeno," gritó un hombre. "¡Espera tu turno!" fue la respuesta de varios clientes. El timbre de la puerta sonó de nuevo. Ginny puso ambas manos en las caderas y miró a Lindsay. "Bueno, ¿vas a ayudarme?" Lindsay se encogió de hombros, totalmente despreocupada. "Realmente no soy el tipo de persona de servicio al cliente." "Ahora eres." La voz de Ginny era un gruñido. Lindsay reprimió una sonrisa de sorpresa al tono de mando de Ginny y dejó su taza de café. "Atención todo el mundo!" gritó por encima del ruido de la multitud ansiosa. "Cualquier persona que no tenga cambio exacto, salga ahora." Un coro de gemidos, quejas más estridentes, y dondé esta Ester?' encontraron las palabras de Lindsay. Ginny se dirigió hacia Lindsay y la agarró de la oreja, levantándola de su asiento con un fuerte tirón. "Ouch. Ouch. Ouch." Lindsay graznó mientras trataba de caminar con la cabeza inclinada hacia un lado. "Ya me falta un pedazo de mi otra oreja. Quiero todo de esta!" "Eso no fue agradable, Cara de papa". Varios clientes se rieron mientras Ginny condujo a Lindsay detrás del mostrador de una oreja. Con el ceño fruncido, Lindsay dio un manotazo a la mano de Ginny. "¿Qué demonios?"
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La mujer más joven le dio la espalda a los clientes y se enfrentó a una Lindsay indignada. "¿Va a ser agradable ahora?" Ella le dio un fantasma de un guiño y la punta de la lengua rosada asomó entre sus labios, dejando a su compañera saber sobre todo que no había malicia en sus acciones. "¿Por qué tú tú. Ugh." Lindsay sintió su enojo derretirse. Por una fracción de segundo estaba frustrada, pero sabía que era inútil. Ella suspiró. "¿Tengo alguna opción?" Ginny se mordió el labio inferior y no respondió, mirando a Lindsay por debajo de sus espesas pestañas. Lindsay sacudió la cabeza y se rió en voz baja, chocando las caderas con su compañera mientras se movía a lo largo de su lado. "Lista para ayudar?" "Absolutamente." La respuesta de Lindsay fue dada con tanta sinceridad e inocencia que la boca de Ginny formo una pequeña O. La sonrisa de Lindsay se volvió diabólica. "Muy bien." Ella miraba a los clientes que esperaban. "¿Quién fue el primero ?" Ella señaló a un hombre gordo bajo que estaba de pie en mitad de la línea. "Tú, ¿verdad?" Ginny se tapó los ojos con las manos cuando parte del público explotó. "Cuidado con lo que deseas", Lindsay murmuró mientras metió la mano en la vitrina de la panadería. *~*~*~*~* Los siguientes tres horas pasaron en un borrón frenético, con una larga lista de clientes ruidosos aglomerados en la pequeña panadería. "Dios, odio a los neoyorquinos", Lindsay se quejó mientras cerraba la puerta y dio la señal de ‘Cerrado' "No me importa si ellos van a comer pronto, pueden ir a otro lugar." "Soy una neoyorquina," protestó Ginny mientras se acomodaba pesadamente en una cabina. Lindsay inhaló. "Tú no cuentas. Todavía tienes un alma." Ginny rió con cansancio. "¿Dónde en el mundo esta Ester?" "Probablemente fue y se mató." Lindsay comenzó a hurgar detrás del mostrador. "¿Puedes creer esos clientes?" Su voz se volvió quejumbrosa en la imitación. "Quiero que mi pan. Quiero mi rosquilla." El tono de Ginny cayó y realizó su mejor acento alemán. "Vat que tienes quieeeero der hay pan de centeno, muchacha?" "Casi me golpea ese hombre."
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"¿Por qué crees que di un paso entre ustedes?" Lindsay salió de detrás del mostrador con dos platos cargados de rollos y rebanadas de carne sazonada. Las manijas de dos tazas de café estaban aseguradas sobre sus dedos. Uno de los platos fue equilibrado sobre una taza de café caliente y el vapor ondeó alrededor de los platos, envolviendo a Lindsay en una nube. Con cuidado puso abajo su botín, colocando el bote entre ellas y las tazas enfrente de ellas. Ginny levantó una ceja al servicio solícito. El estómago de la mujer más joven gruñó mientras miraba de los platos a Lindsay. "Pago a nosotras por los servicios prestados, ¿no te parece?" Sin ceremonias, Lindsay se dejó caer al lado de Ginny y echó sus pies. Una lenta sonrisa apareció en su cara y ella metió la mano en la pila y levantó un rodillo dulce de goteo con glaseado blanco. Ginny parpadeó. "Cómo hiciste-?" "Tú, mi amiga, telegrafea todo lo que piensas sobre tu cara." Ginny palideció ligeramente en el pensamiento. Algunos de sus recientes vagabundeos mentales que implicaban a Lindsay había sido confusos e inquietantes y. "Prácticamente podía oír gruñir su estómago cada vez que miraba uno." "Oh." El corazón de Ginny reanudo sus latidos. "Bien, eso tiene sentido." Entonces, en un capricho, ella simplemente abrió la boca. En respuesta a la petición, sin pensar, Lindsay le dio de comer un bocado de su propia mano. Cuando la pelirroja cerró los ojos y gimió bajo y profundo en el placer puro, Lindsay sintió que su boca se secaba. Ella rápidamente dio a Ginny el rollo en la mano pero la mujer más joven estaba tan cautivada con el convite que no se dio cuenta de nada por la explosión de sabor en su lengua. "Mmm esto es fantástico, Lindsay. Tienes que probarlo." Ginny agarró otro del mismo tipo de rollo y lo sostuvo delante de la boca de Lindsay. Sintiendose un poco mareada, Lindsay tragó saliva y se inclinó hacia delante por un bocado. Tan pronto como el dulce, sabor a canela golpeó su lengua ella no pudo evitar gemir. Esta vez fue Ginny quien se retorció un poco en su asiento. Puso sus ojos hacia abajo. "Yo uh es decir. Hace calor aquí?" Ella se abanicó con una mano. "No realmente. Mmm." Lindsay se lamió los labios. "Este es el mejor que he probado en mi vida." La mirada de Ginny se movió al labio inferior de Lindsay, que brillaba con glaseado. Inconscientemente, se lamió los labios.
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"Maldita sea, estos son buenos." Me pregunto cuántos puedo encajar en mis bolsillos? Atornilló el desastre. La cabeza de Ginny se levanto bruscamente al oír el sonido de la voz de Lindsay y ella dejó escapar un suspiro ligeramente inestable, preguntándose qué en el mundo se le había metido. Ella no podía quererlo. "Uh ¿Alguna vez has soñado estar atrapada durante toda la noche en una tienda de dulces como un niño, y ser capaz de comer tanto como quisieras?" dijo en punta, todavía nerviosa. Lindsay tomó otro bocado mientras consideraba cuidadosamente la pregunta de Ginny. "No". Ella se encogió de hombros y sonrió con afecto. "Pero lo haré ahora." Una amplia, sonrisa de satisfacción arrugó la cara de Ginny. "Bueno." Cuando Ester y su marido finalmente aparecieron a toda prisa por la puerta trasera de la panadería en algún momento cerca del mediodía, se encontraron con Lindsay y Ginny apretadas en una de las cabinas de la panadería, azúcar en polvo y el glaseado en sus caras, migajas rociadas liberalmente en sus ropas, las cabezas colgando de lado, y profundamente dormidas. Había sido una agitada, horrible mañana, y una de las cuales las mujeres jóvenes recordarían con nada más que afecto. *~*~*~*~* Ginny levantó discretamente la parte delantera de su abrigo lejos de su cuerpo y metió la cabeza en el interior para oler. Incapaz de llegar a una conclusión firme, repitió el proceso cuando Lindsay observaba con una sonrisa perpleja. Estaban en los escalones del orfanatorio La Sociedad para la Mejora de Niños, justo después de haber sido dejadas por el esposo de Ester, que dio la vuelta atrás para hacer su entrega a la entrada de servicio. El estado ruinoso de los edificios vecinos y la población sin hogar e inmigrantes mostraban claramente que esta era un área pobre de la ciudad. Pero la nieve había sido barrida de las escaleras del orfanato y había una notable ausencia de periódicos, botellas y otros desechos en la acera. Incluso la calle de enfrente de la gran casa de piedra rojiza estaba relativamente limpia de basura y humeantes montones de estiércol de caballo, que, en esta zona de alto tráfico, era una excelente señal de que el establecimiento estaba bien cuidado. Ginny frunció el ceño. "¿Qué pasa? Estaba segura de que estarías saltando de alegría en este momento", señaló Lindsay, haciendo caso omiso de la proposición vulgar hecha por un hombre sin hogar mientras cojeaba por la acera detrás de ellas. "Creo que apesto." Lindsay se rió. "¿Qué? No seas tonta. Te diste un baño no hace ni tres días. Y sé que te cepillas los dientes."
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"Aún así" Ginny se acercó un paso más cerca de su compañera y bajó la voz. "Me veo echa un lío y no tengo trabajo. Ellos nunca se me van a dar a los niños si creen que soy una vagabunda." Lindsay sonrió disuelto cuando consiguió un buen vistazo a la cara de Ginny y se dio cuenta de que su amiga estaba realmente molesta. "No eres una vagabunda." "No van a saber eso," Ginny declaró. Extendió los brazos abiertos en invitación. "Basta con mirarme." Dandose permiso, Lindsay se complació a sí misma en una buena mirada larga y con ironía dijo: "Si insistes." Ella comenzó con el pelo rojo, arrastrado por el viento que era tupido recortado y destacado con las rayas rubias. Cuando Lindsay bajó a los vibrantes ojos azul cielo enmarcados con palidas, espesas pestañas, mejillas rosadas y una nariz juvenil, ligeramente doblada hacia arriba, ella no pudo contener su propia sonrisa por más tiempo. Los labios de Ginny separados ligeramente y Lindsay vio un destello de dientes sanos y los comienzos de una sonrisa nerviosa. Después vino un delgado, delicado cuello, cuyas débiles cicatrices del fuego no fueron registradas por los ojos de Lindsay. El resto de Ginny fue oscurecido por su abrigo de lana, pero no fue difícil para Lindsay recordar las curvas femeninas que había debajo de los brazos fuertes y que daban esos maravillosos abrazos, se encontró pensando en hacer las cosas más descabelladas sólo para ganarse uno. "¿Bien?" Ginny tragó nerviosamente. No había esperado que Lindsay tomaría su tiempo así, pero, ahora que lo hizo, Ginny se moría por saber. Lindsay le lanzó una mirada grave y sacudió ligeramente la cabeza. "Lo siento." "Qué qué?" Ginny chirriaba. "Eres horrible." Lindsay sostuvo sus manos delante de sus ojos para protegerlos. "No puedo creer que no me había dado cuenta antes." Ginny pisó fuerte un pie y estrechó sus ojos. "No lo soy!" "Por supuesto que no." Lindsay agarró el brazo de Ginny y empezó a tirar de ella por las escaleras. "Entonces, ¿por qué me haces una pregunta tan estúpida?" "Bien es decir, no era-" "¡Hey!" Lindsay se detuvo bruscamente. "¿Estás tratando de decirme que apesto?" Sin el más mínimo rastro de pudor la morena empezó a olerse. Los ojos azules se abrieron con alarma. "Nunca dije eso! Hueles-" "Ah, ja! Huelo. Tú misma lo dijiste. Apesto como esos tipos en la cuneta". "No" Ginny puso su mano sobre Lindsay. "Oler no significa apestar", insistió. "Iba a decir que como tú huelo como tú." Ella pensó en los hombres que Lindsay estaba hablando y se le revolvió el estómago. "Es nada en comparación a eso." 90
"Hueles como yo? ¿Qué significa eso?" Lindsay exigió, cruzando sus brazos frente a su pecho y haciendo un esfuerzo para no reírse cuando Ginny trató desesperadamente de tranquilizarla. Era tan fácil. "Huelo a sudor o suciedad o algo? Me cepillo los dientes también, lo sabes. La mayoría de los pasajeros ferroviarios acaban en la putrefacción, pero yo no. " Ginny levantó ambas manos en señal de rendición. "Lo sé, tú no. Y el olor no es como sucio es decir, claro que es sudor y todo, pero no es apestoso." Se frotó la frente con una mano. "No sé cómo explicarlo .. es todo cálido y solo..." Por favor, no me hagas admitir que me gusta cómo hueles. Eso no es sólo algo que pueda explicar. Incluso a mí misma. "Apesto. Pheeeewwwwww!" Cantó Lindsay. "No lo haces!" "Lo hago." "Lindsay, que no!" La frustración de Ginny se filtró en sus palabras. "Soy la que te ha olido. Yo sabría." "¿Estás diciendo que no apesto y que debería terminarlo?" Ginny dejó escapar un suspiro de alivio, un poco sorprendida de que Lindsay comprendió de repente. "Sí." Gracias. "Eso es lo que estoy diciendo." "Ginny?" Lindsay agarró a Ginny por los antebrazos y sonrió triunfalmente. "No apestas. Terminalo." Antes de que su momento de victoria pudiera ser arruinado, Lindsay dió los pasos finales hasta la puerta del orfanato y toco la campana, dejando a Ginny parada con la boca abierta detrás de ella. La puerta se abrió y un hombre de la misma altura que Lindsay y Ginny, con el pelo rubio espeso y una nariz romana, respondio a la puerta. Él era más joven de lo que las mujeres hubieran esperado, probablemente no más de treinta años, y llevaba pantalones oscuros con tirantes y una camisa blanca sin corbata. "Adelante, adelante," ofreció cortésmente, haciéndose a un lado para que pudieran pasar. "Acabo de hablar con Hans atrás. Me dijo que estaban buscando algunos niños?" De repente se detuvo y sonrió tímidamente. "¿Dónde están mis modales? Soy Cristian Spence." Él extendió su mano. Ginny la tomó y la estrechó con firmeza. "Hola, Sr. Spence. Soy Virginia Chisholm." Ambas mujeres se movían en el interior, sus ojos escaneando el interior. La casa era excesivamente ruidosa, y las voces de los niños, algunas elevadas en la risa, otros en el argumento, sonaron. Le recordó a Ginny un poco del matadero de pollos en la que trabajaba y el graznido sin fin de los pájaros. James, Lewis, Jane estan aquí? Ella se humedeció los labios con nerviosismo, la importancia del momento lavando sobre ella como un baño de agua fría, dejando su temblor. Tienen que estar. Los ojos grises del hombre se volvieron hacia Lindsay, que sonrió amablemente y dijo: "Y yo soy amiga de Ginny." Astutamente ella extendió la mano y tomó la mano de Ginny, entrelazando sus dedos con fuerza y sintiendo la presión de retorno, un pulgar rozando suavemente sobre sus fríos nudillos. Su mente se maravilló de lo fácil que era y lo maravilloso que se sentía. El consuelo dado libremente y con amor reconocido.
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El Sr. Spence ladeó la cabeza hacia un lado, curioso acerca de la persona delante de él, que al principio parecía ser un hombre bastante joven, pero una examinación más detenida era sin duda una joven mujer. Una extraña belleza en eso. No especialmente desconcertado por la falta de voluntad de Lindsay para ofrecer más sobre sí misma, señalando a sus abrigos y se aclaró suavemente la garganta. "No, gracias", respondió Lindsay para ellas dos. "Los mantendremos si es lo mismo para ti." "Muy bien," el hombre permitió, reconociendo al instante la actitud cautelosa de alguien que a vivido de su ingenio. "Entiendo que estás buscando a alguien. Hans no me pudo decir nada más." "Yo. Umm" Ginny miró a Lindsay. "Quiero decir nosotras." Las cejas de Lindsay saltaron. "Hace una pocas semanas. Hubo un incendio en la Calle Orchard 84 en Manhattan. Una vivienda-" "Sí, sí." Sr. Spence asintió y comenzó a caminar por un corto pasillo fuera del vestíbulo. Las mujeres jóvenes lo siguieron con ansiedad. "Fue terrible", dijo innecesariamente "Tomamos cuatro de los niños esa noche. Tres hermanos de echo. Pero lo siento; ninguno de apellido Chisholm. Uno es una niña de nueve años llamada María." Él se detuvo frente a una puerta, detrás de la cual Ginny podía oír la risa de los niños jugando. "Sí, Mary Callahan." La voz de Ginny se animó. "Estoy muy contenta de ella lograra salir. Ella vivía en el segundo piso. Pero el nombre de mis hermanos y hermana no es Chisholm," dijo rápidamente. "Ese es mi nombre. Teníamos padres diferentes." "Ya veo." Lindsay ladeó la cabeza hacia la puerta. "Ellos están aquí?" Spence asintió de nuevo. "Sí, pero-" Sin esperar, Ginny respiró hondo, abrió la puerta y entró. "Espere, señorita-" Lindsay agarró el brazo del Sr. Spence y lo mantuvo firme. "Deje que vaya." En medio del piso estaban dos niños pequeños jugando con varios juguetes de soldados de madera pintados de colores brillantes. Cuando, vieron la figura que entraba en la habitación sus ojos se iluminaron. "Ginny," ellos gritaron juntos, saltando en sus pies y corriendo hacia la impresionada mujer. Envolvieron sus brazos alrededor de sus piernas y la abrazaron con todas sus fuerzas. Lindsay dejó escapar un suspiro tembloroso y cerró sus ojos. Sí. Levantó una mano y se frotó la cara, aún no creyendo que en realidad había pasado. Ella los había encontrado. En honestidad a la bondad, un maldito final feliz. 92
La espalda de su amiga estaba hacía ella, pero cuando Lindsay abrió los ojos vio que los hombros de Ginny estaban temblando y que estaba regresando el abrazo. Les dejo estar así durante un momento o dos antes de entrar en la habitación en silencio y poner su mano sobre el brazo de Ginny. Pero cuando los ojos llenos de lágrimas oscilaron hasta encontrarse con los suyos, Lindsay sabía que algo estaba terriblemente mal. La mirada de Lindsay bajó a los niños, cuyo oscuro cabello y tez oliva no se parecía en nada a la de Ginny. Ellos eran demasiado pequeños, y ahora que se tomó el tiempo para prestar atención de verdad, pensó que no podían ser de más de cuatro o cinco años de edad La pelirroja enderezó la espalda y se limpió las mejillas con una mano temblorosa. "Leo y Nuncio." Hizo todo lo posible para sonreír. "¿Cómo están?" "Buono, Ginny. Estamos bien. Tienes golosinas?" Sus caras esperanzadas. "Hoy no." Ella olfateó y su voz se convirtió en un susurro. "Estoy tan feliz de que estén bien. No resultaron heridos. Eso es maravilloso." Ginny dejó cualquier pregunta no solicitada sobre sus padres. El hecho de que estaban aquí en absoluto era respuesta suficiente. Liberandolos de su abrazo, vio como los chicos regresaron de nuevo a su lugar en el suelo y casi al instante se absorbieron en su juego, golpeando sus soldados unos contra otros y haciendo todos los efectos de sonido necesarios para una buena guerra de verdad. Su pecho se sentía tan apretado que no creía que pudiera hablar, pero Ginny sabía que Lindsay estaba esperando pacientemente por algún tipo de explicación. "Son del cuarto piso de mi edificio y no hablan mucho inglés. A veces cuando mamá y yo haciamos galletas," ella dijo espesamente, "me gustaba salir al pórtico y las compartía con los niños." su respiración se enganchó. "Y-" ella dejó de hablar y se tapó la cara con las manos mientras comenzó a llorar . Oh, Ginny. "Lo siento tanto." susurró Lindsay, tirando de Ginny en un abrazo mientras el Sr. Spence se movió incómodo en la puerta y hacía todo lo posible por evitar las miradas curiosas. "Eso fue estúpido. Estúpido!" Ginny negó con la cabeza violentamente, esparciendo su pelo en la frente. "Yo no debería haber pensado-" "Shh" Lindsay calmó, sus labios cerca de la oreja de Ginny. "No eres estúpida por mantener la esperanza. Seguiremos mirando. No pararemos. Lo prometo." Con una mirada de disculpa, el Sr. Spence finalmente se trasladó dentro del cuarto. Él agitó su mano, descartando efectivamente a los chicos, entonces cometió el error de tocar a Ginny. Lindsay se puso rígida al instante, pero el hombre no pareció darse cuenta. "Lo siento mucho, Sra Chisholm. Dudaba que estos eran los chicos que buscaba, pero" "Está bien," dijo Ginny, dándole una sonrisa acuosa a Lindsay que transmitía su agradecimiento, antes de alejarse, sus mejillas cubiertas de lágrimas.
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Lindsay se quedó mirando a los ojos de Ginny y tuvo que mirar lejos. Brillando con lágrimas, eran tan hermosos y doloroso que su corazón se retorció en su pecho. Un pañuelo apareció de la nada y Ginny lo tomó de buena gana del Sr. Spence, que parecía extraordinariamente satisfecho de que finalmente podría ser de alguna ayuda. Ginny se limpió la cara. "No te disculpes. Es mi culpa. Yo sólo quería creer que mis hermanos y hermana estaban aquí. Yo-" Él levantó la mano para detenerla. "Basta de charla. Por favor. Yo mismo tengo un hermano más joven." Ginny asintió e hizo lo posible para recomponerse, sacando fuerzas de la tranquilidad, la presencia tranquilizadora a su lado. Gracias, Lindsay. Habría, sin duda, más lágrimas adelante, pero por ahora tenía que ponerse a trabajar, no desmoronarse. "Estoy buscando a Lewis, James, y Jane Robson. Los chicos son de 8 años de edad, gemelos. Jane tiene 3." Su voz se quebró un poco, pero ella siguió adelante. "Son toda la familia que me ha quedado. Están ellos aquí, Sr. Spence?" La mirada del hombre se suavizó y para su sorpresa, su voz era un poco áspera cuando habló. "No. Pero por su bien," y el suyo, "Me gustaría que estuvieran." Sintiendose un poco débil de las rodillas, Ginny dio un paso hacia la puerta. "Gracias por su tiempo." Su mente ya estaba girando por posibilidades en donde estarían buscando, lo que harían. Él pasó alrededor delante de Ginny, bloqueando la puerta con su cuerpo y una vez más, poniendo una mano sobre su brazo. Esta vez notó la mirada que le estaba dando Lindsay y tragó reflexivamente. "Siento que no estén aquí, señorita Chisholm, "empujó a los ojos marrones ardientes de la cabeza para poder concentrarse," pero eso no quiere decir que no pueda ayudar." El collar en la parte posterior del cuello de Lindsay se relajó y se alegró de que por una vez había controlado su temperamento. "Otra agencia tomó varios niños de ese mismo incendio. No se si ellos son sus hermanos, pero es un lugar para comenzar. Si ustedes dos esperan en la sala, haré algunas llamadas." Él levantó la mandíbula con orgullo. "Tuvimos un teléfono instalado el año pasado." Le tendió una mano grande a Ginny y envolvió su brazo alrededor cuando ella la tomó. Con una mirada por encima del hombro, él llevó a Ginny a la habitación contigua con Lindsay siguiendolos en silencio detrás. Ginny y Lindsay estaban apenas sobre el sofá y el Sr. Spence fue hacia la puerta para hacer su llamada teléfonica cuando una manada de niñas caminaban pasando la puerta. Un paso detrás del resto de la multitud, una niña pecosa captó la mirada de Ginny." ¿María?" La cabeza de la chica se alzó y lágrimas al instante llenaron sus ojos. Se detuvó en la puerta temblando, no dispuesta a moverse. Ginny palmeó el muslo de Lindsay y corrió al pasillo, dejandose caer de rodillas delante de la pequeña niña. Lindsay no podía oír lo que decían, pero oyó los sollozos ahogados de la niña y los murmullos suaves que conocía provenían de su amiga. En su mente, podía imaginar fácilmente a 94
Ginny en las escaleras de su edificio, repartiendo galletas. No se sorprendió en absoluto que los niños del vecindario la conocían y la amaban. Diablos, ni siquiera hubiera necesitado las galletas, admitió con honestidad. Casi quince minutos pasaron antes de que el Sr. Spence entrara en la sala por una puerta lateral y se unió a Lindsay en el sofá. Él observaba ociosamente como Ginny trataba de separarse suavemente de la pequeña niña. "María va a estar bien", él aseguró a Lindsay. "Hemos encontrado una tía que está viniendo desde Florida la próxima semana para reclamarla." "Chica con suerte." Ginny entró corriendo en la habitación, mirando en shock y sintiendose peor. "¿Y bien? ¿Fue capaz de encontrarlos?" Ella se detuvo frente al Sr. Spence, pero no se molestó en volver a sentarse. Exhaló lentamente. "No exactamente." Lindsay frunció el ceño. "¿Qué significa eso?" "En efecto." Él se quedó mirando la pared. "¿Qué significa eso? Es difícil de explicar, pero permitame hacer lo mejor posible." Lindsay estaba rápidamente aumentando su cansancio de lo que ella consideraba que eran tonterías. ¿Por qué no solamente el hombre escupía lo que sabía? Pero Ginny seguía colgada de sus palabras y ella no se atrevía a decepcionar a su amiga. "La organización con la que contacté se llama La Sociedad de Colocación de Expósito,'" continuó. "Está dirigida por Jeremiah e Isabelle Ward. Ellos son habituales en las páginas de sociedad. Tal vez ha oído hablar de ellos?" Ambas mujeres miraron fijamente a él. Él jugueteó con uno de sus tirantes. "Cierto. Como sea, su organización es muy parecida a ésta. Ellos son, en esencia, un orfanato que se ejecuta en una combinación de fondos estatales y privados. Se ha adoptado la práctica de colocar a los niños en lo que comúnmente se llama trenes de huérfanos. Seguramente has oído hablar de ellos? " le preguntó. "La Sociedad de Ayuda a los Niños, una agencia de mucho más renombre, los ha hecho muy famosos." La sangre abandonó el rostro de Ginny. "¿Me está diciendo que mi familia ha sido enviado al Oeste?" "No, no, bueno, tal vez." "Acelera su historia, Sr. Spence," Lindsay entre dientes. "Por supuesto. La Sociedad de Colocación de Expósito está siendo investigada por el estado por presuntamente colocar a los niños en hogares cuya única intención es utilizar a los niños como trabajadores y nada más."
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"Esclavos?" Lindsay especuló, a sabiendas de que mientras que la ciudad de Nueva York estaba llena de niños trabajadores no deseados, en otras partes del país estaban desesperados por los trabajadores. Él se encogió. "Odio la palabra esclavo," murmuró. "Sin embargo en casos extremos no está lejos de la verdad. Estos niños son en esencia vendidos a los que necesitan trabajadores." "Jane y Lewis y James son demasiado jóvenes para trabajar para alguna empresa o granja," Ginny insistió, sabiendo en su corazón que no era verdad. Incluso en el almacén de extracción de pollo donde había sido empleada tenían varios trabajadores por debajo de la edad de diez años. Dios. "Eso es claramente cierto en el caso de su hermana," Sr. Spence le dijo, sin querer discutir el caso de sus hermanos. Todos sabían lo que ocurría en las fábricas de todo el país. No había necesidad de martillar el punto. Se puso de pie para unirse a Ginny. "Los Wards’ la organización continúa adoptando hacia fuera a los niños de todas las edades, tal vez con el fin de ganar el apoyo continuo de donaciones privadas. Tristemente, los niños más pequeños son vistos como más simpáticos, mientras que los mayores de 12 o así se miran como-" "Escoria", Lindsay facilitó con resentimiento, conociendo la actitud de la sociedad demasiado bien. "Sus cuerpos son de tamaño casi adulto, por lo que deben trabajar para ganar su sustento. Solo que nadie pagaría a un niño el salario de un adulto entonces ellos no pueden ganarse la vida. De manera que los niños se vuelven perezosos, sin valor- " "Lindsay," Ginny pinchó suavemente. Había todavía mucho que no sabía acerca de esta persona que había llegado a significar tanto para ella, tanto que sospechaba que sería difícil de oírlo y más difícil para Lindsay decirlo. Pero solamente tal vez, después de todos estos años sola, Lindsay necesitaría decirlo.Y ella estaría allí para escuchar. Lindsay parpadeó como si saliera de un aturdimiento. "Lo siento. Por favor continúe, Sr. Spence. Sr. Spence parecía incómodo. "Esa no es mi creencia personal, le aseguro. Y si usted señoras me llamaran Cristian lo consideraría un favor personal." Lindsay cabeceó. Él había sido mucho más amable que la mayoría de los hombres a una mujer de su posición social. "Esta bien." Sintiendo la incomodidad de Lindsay con su atención en ella, Christian se dirigió a Ginny. "Lo que he compartido con usted y su amiga, señorita Chisholm, son meras acusaciones para las que no tengo pruebas." "Pero cree que son verdad," Ginny terminó con gravedad. "Por favor llámame Ginny." Agachó la cabeza. "Sí, Ginny. Creo que son verdad." "Y los Robsons están en esta Sociedad de Colocación de Expósito?" Lindsay preguntó, poniéndose de pie también. Se rascó la mandíbula. "Me dijeron que no. Por supuesto, también me dijeron que no tomaron ningún niño del incendio de la Calle Orchard 84. Y sé que es un hecho que esto es una mentira descarada." Él 96
frunció el ceño, claramente infeliz con su incapacidad para obtener más información. "Si quiere saber con seguridad si los niños están allí, me temo que vas a tener que ir allí y comprobar las cosas por sí misma." Le dio un pedazo de papel en la mano a Lindsay. "Aquí está la dirección." Lindsay ni siquiera lo miró antes de pasarlo a Ginny. "Gracias, Christian," dijo Ginny, incapaz de contener su excitación ante la perspectiva de otra pista sólida. "Vamos a ir de inmediato." Ella cerró el cuello de su abrigo a la espera de salir al frío. "Yo sólo podría besarte por lo amable que has sido." "¿De verdad?" ambos Lindsay y Christian soltaron al unísono. Ginny parpadeó y enrojecio rojo cereza. "Bueno yo," Su mirada se precipitó desde una Lindsay con la boca abierta al hombre de pelo rubio, que estaba sonriendo de repente. "Lindsay, yo-" Cristian dejó escapar una risa genuina que sacudió todo su cuerpo y causó que Ginny saltara. "Creo que era una forma de hablar." Él inclinó la cabeza hacia un lado y sonrió, más que dispuesto a equivocarse. "¿No es cierto, Ginny?" El alivio derritió las rodillas de Ginny. "Sí. Sí, lo fue." "Por supuesto que lo era", continuó con los ojos brillantes. "Ahora que eso está arreglado, usted también debe saber que no hay necesidad de salir corriendo de aquí. A menos que el ruido en este lugar ya le este volviendo loca." Él levantó su voz por encima del sonido de pasos corriendo por el pasillo." Aunque no fuera exactamente capaz de averiguar lo que usted esperaba, soy bastante buen amigo del secretario del Sr. Ward y fui capaz de concertar una cita para que pueda hablar con el Sr. Ward en la mañana. Es lo menos que podía hacer." Las miradas de Ginny y Lindsay se encontraron, su próximo plan de acción formado en un abrir y cerrar de dos pares de ojos decididos. Se encogió de hombros y sonrió un poco. "También me permite felizmente la oportunidad de ofrecer un cuarto para la noche. Tres niños fueron adoptados anoche y ya que estamos esperando cuatro más mañana, no nos hemos tomado la molestia de llenar la habitación todavía. Es muy simple, estoy asustado. Pero está limpio y la cama tiene sábanas limpias." Su mirada se desvió por la ventana. "Lo mejor de todo, no nieva." "No lo sé-" Lindsay respondio evasivamente, no estando segura qué quería Ginny. "Por favor", él intentó de nuevo. "Esas son nubes de tormenta formándose afuera otra vez. Esto sería un placer para mí disfrutar del almuerzo y la cena aquí también. Nuestro cocinero hace un guiso promedio." Él inclinó la cabeza hacia un lado y sonrió. "Si no te importa la ausencia de la carne, es decir." Dos niñas, uno persiguiendo a la otra, corrieron por la sala. Christian trató de agarrar una de ellas, pero simplemente se rieron más fuerte a medida que eludian sus manos. "Niñas!"
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Ginny y Lindsay tuvieron que aplanarse contra la pared para evitar ser arrolladas. Lindsay hizo una mueca de dolor, pero no dijo nada, dando un paso distanciandose en el centro una vez que los dos pequeños torbellinos habían soplado. Cristian se rió suavemente y se rascó la nuca. "Lo siento, damas. Los sábados son siempre un poco locos. Vamos ahora." Él les dio su más encantadora sonrisa. "No me decepcionen ahora que me he tomado la molestia de tentarlas. Voy a incluir un baño todo por el mismo precio bajo, bajo precio de nada en absoluto." Aunque ellas no habían dicho que lo harían, sabían que estarían durmiendo en las calles si no aquí y el asesinato de una prostituta local justo la noche anterior todavía las tenía muy inestables. "¿Dónde más se puede encontrar una oferta como esta?" Lindsay miró a su amiga y se encogió de hombros. "La decisión es tuya. Te seguiré donde sea, Ginny." Sus labios se curvaron en una sonrisa genuina. "Pero eso ya lo sabes." "Lo se," Ginny confirmó en voz baja, su voz tan baja y cálida que Christian sintió su propio calor en las mejillas en el intercambio inocente pero íntimo. Ginny tomó un momento para considerar sus opciones, que no eran muchas. Cierto, ella estaba ansiosa de dirigirse al orfanato de los Wards, pero no podía negar que una noche fuera del frío les ayudaría a reagruparse tanto a ella como a Lindsay. Fueron, sin embargo, las ojeras alrededor de los ojos castaños que sellaron su destino para la noche. Ginny estaba consciente de que su amiga no había pegado ojo. Que Lindsay le había sostenido toda la noche. Una punzada de afecto para Lindsay atravesó el corazón de Ginny. Decisión tomada. "Gracias, Christian," dijo la pelirroja firmemente. Inclinó la cabeza cortésmente. "Aceptamos su amablñe oferta." Lindsay sonrió, oyendo la confianza en la voz de Ginny que había estado ausente solamente momentos antes. Eso chica. Ella tendió su mano y el hombre la tomó de forma automática. "No me he presentado antes." Su sonrisa se volvió un poco tímida. "Soy Habichuela."
Capítulo 7 Fue mucho más allá de la hora de acostarse en el orfanato, y la habitación en la esquina del segundo piso era tranquila y oscura excepto por el débil resplandor de luz permitido en la ventana del dormitorio. Débilmente a humedad pero libre de polvo, la habitación parecía estar bien atendida, aunque estaba claro que no se había visto el aire fresco desde el otoño. Eran casi las 8 p.m., cuando Ginny se echó hacia atrás en la cama sobre sus codos y gimió de placer, a propósito desviando sus ojos de las piernas desnudas de Lindsay. Deja de mirarla así. Ella es tu amiga. "Mmm. Esta cama es tannnnnn suave. Se siente genial, Pedazo de Calabaza." Lindsay resopló. "De todas las quejidos que llevas por ahí, sólo puedo imaginar como lo haces. Y creo que la calabaza es una fruta, no un vegetal". Ginny se encogió de hombros con buen humor a continuación, se enterró un poco más en el colchón, acostada sobre su espalda. "Estás celosa porque estoy toda cómoda aquí y tú estás de pie allí en el frío 98
piso." Ella contuvo el impulso de recordarle a su querida amiga que el médico le había dicho que sería más susceptible a enfermarse ahora que de costumbre ya que no tenía bazo. Suspiró por dentro, de mala gana reconociendo que no era su lugar mimar a Lindsay una vez que la mujer era capaz de cuidar de sí misma, aunque sus instintos estaban gritando lo contrario. "Es verdad," murmuró Lindsay sinceramente desde su lugar a través de la pequeña habitación. Se volteo hacia Ginny, que miraba hacia fuera al cielo de la noche, distraidamente peinándose con los dedos el mojado cabello reluciente de limpio, con una mano. "Esta realmente bajando allí fuera." Frotó un pedazo del vidrio helado limpio con los dedos. Ambas mujeres estaban vestidas con camisones gruesos de algodón cuello en v que llegaban hasta la mitad del muslo, calcetines de lana gris, y nada más, cortesía de Christian, que amablemente se había ocupado de ver que sus ropas fueran lavadas esa tarde. Para gran alivio de Ginny y de Lindsay, que les aseguró que su lavandera tenía el más apretado escurridor de ropa en la ciudad y que sus prendas estarían secas por la mañana. Lindsay ociosamente vio la nieve caer. Ni un alma viajaba por la carretera debajo de la ventana. Los surcos de rueda de carretones normalmente profundos que excavan las calles habían sido suavizadas por una profunda capa de polvo pesado que brillaba a la luz de la lámpara. "Las calles van a estar horribles mañana", murmuró. "Mmm" Ginny ahuecó su almohada, arrugando la nariz cuando la funda de la almohada cosquilleó la piel sensible en la parte posterior de su cuello. "Espero que sera difícil. Pero eso no nos impedirá llegar a donde tenemos que ir." Lindsay volvió para mirar a Ginny en serio. "No, no lo hará." Mantuvieron la mirada una a la otra durante varios segundos y Ginny podían sentir su temperatura ascender en la intensa mirada que Lindsay estaba dandole. Instintivamente, reconoció a los ojos oscurecidos, de párpados caídos y la ligeramente irregular subida y caída del pecho de Lindsay con deseo mal disimulado. Su boca se le secó, y sintió el florecimiento de un vago dolor entre sus piernas. Ginny subió por debajo de las mantas y sábanas, bostezando, su mente confundida ante la respuesta de su propio cuerpo y el hecho de que en el fondo no sólo quería ver esa particular mirada de nuevo, ella lo ansiaba. Pero ella es una chica! Su mente reforzo. Sin embargo, su reacción fue algo que no creía que pudiera pasar por alto. Sigue ignorandolo, se recordó. "¿No vienes a la cama?" preguntó Ginny, limpiando lo que estaba segura era un rubor de su cara. Lindsay permaneció en silencio durante tanto tiempo que se vio obligada a levantar la vista de la manta de color azul marino y en los ojos que brillaban con afecto y miedo. Lindsay frunció el ceño un poco a la atenta mirada de Ginny y, en un momento de inseguridad no característico y a pesar del hecho de que estaba casi dolorosamente limpia, echó un vistazo a su ropa, luego a sus manos, preguntándose si Ginny pensaba que estaba demasiado sucia para compartir la cama. Lo estaba? Ginny reconoció el gesto de lo que era y sintió una pequeña oleada de ira aún cuando su corazón se hundió. "No te daría la espalda incluso si te arrastraste por un corral de cerdos, Lindsay." Sonrió lo 99
que esperaba fuera una risa alentadora. Lindsay era la persona más segura de sí misma que había conocido nunca. "Tal como es, eres tan brillante como un nuevo penique." Ella inclinó la cabeza invitadoramente. "No te dan la oportunidad de una cama a menudo. Vamos." Una pequeña sonrisa afiló su camino en el rostro de Lindsay y paso lentamente a través de la sala, pasando por una cuna de madera y una cómoda pequeña de tres cajones mientras se movia. Se humedeció los labios con nerviosismo y levantó la manta y sábana para meterse dentro, moviéndose hacia el borde mismo de la cama. Era suave y cálido y un suspiro involuntario escapó de sus labios. Ginny se dio la vuelta de modo que quedara frente a su amiga. La cama era estrecha. Al igual que la que compartía con Alice. Pero su estómago nunca había hecho flip-flops cuando su hermana se metió en la cama con ella. Esto era muy diferente. Ginny sentía como si se magnificaran sus sentidos; cada respiración, cada latido del corazón sonaba fuerte a sus oídos. El roce de las sábanas tiesas de algodón rozando contra la piel con sensación de hormigueo y arrastró el aroma de jabón de lavanda y lana con cada respiración. Lindsay se colocó de lado también, consciente de sus costillas mientras imitaba la posición de Ginny. Ojos vibrantes vueltos casi púrpura a la luz la hizo sonreír de pura reacción. Cayó dentro de los ojos que estaban casi translúcidos en la tenue luz y tragó convulsivamente. "Umm esto es agradable." Ginny asintió, sintiendo la mayor parte de su nerviosismo desvanecerse mientras absorbía las bajas palabras descascarilladas de Lindsay. "Lo es," ella suavemente confirmo. Ginny levantó la mano para llegar suavemente a través del espacio que las separaba, moviéndose hacia el rostro de Lindsay. Inexplicablemente, Lindsay se encogió. La mano de Ginny se congeló y luego poco a poco retrocedió. Incluso cuando se conocieron por primera vez, Lindsay no había parecido tan aprensiva de su tacto. "¿Qué ocurre?" preguntó, el daño coloreando sus palabras. Se sintió un poco mal. "No pensaras que iba a hacer algo para lastimarte?" Había una decepción tranquila en la voz de Ginny que hizo torcer el corazón de Lindsay en su pecho. "No", dijo Lindsay rápidamente. "Sólo umm" Sus ojos se movían alrededor de la habitación, inquieta y ansiosa. "Por lo general no me gusta que me toquen si no se que esto viene, es eso." "Mmm," Ginny reconoció. Mucho de lo que sabía era verdad. Ella ya había sospechado que alguien cuyo cuello podía retorcer con las manos desnudas, había herido a su amiga muy mal. Oh, Lindsay. Lindsay trató de encogerse de hombros. "Estaba sorprendida, eso es todo." Ginny se estremecio por dentro, sus ojos suavizandose. "Lo siento," susurró. "Debería haber dicho algo." Ella hizo un gesto con la barbilla. "Solamente iba a, bueno, apartar ese poco de pelo. Esta cayendo sobre tus ojos y-" Y quería ver tu rostro. El pensamiento vino espontáneamente, pero por una vez Ginny no luchó contra el. "Eres tan bonita", dijo sin pensar, abriendo los ojos cuando se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta. "No lo soy!" Lindsay farfulló, incapaz de creer lo que acababa de oír. Ginny entrecerró los ojos y apretó la mandíbula. "Lo eres, Lindsay Killian." 100
Una expresión cayó sobre el rostro de Lindsay, tan fría que Ginny tuvo que luchar duro para no temblar. "Te estás burlando de mí," Lindsay con voz áspera, claramente herida. Ginny sacudió la cabeza con fuerza. "No, no lo hago." Ella se acercó más a su compañera, extendiendo la mano y agarrando su camisa de dormir antes de que la mujer asustada pudiera salir corriendo de la cama. "Yo no haría eso", insistió suavemente. "Sabes yo no lo haría." Los ojos de Lindsay se cerraron. "¿Cómo puede pensar eso?" Su voz era el más elemental de los susurros y tenía una nota de disgusto. "Mirate y bien, entonces sólo mirate." Ella abrió los ojos y se quedó mirando fijamente a su compañera. "No somos nada iguales." Y ella tenía razón. Físicamente, a pesar de que eran casi de la misma altura y cerca del mismo peso, se veían drásticamente diferentes. La estructura de Lindsay apareció larga y estaba cubierta con una capa delgada de músculo ganado con esfuerzo. A los ojos, las formas afiladas de su cara eran demasiado severas y, aunque su piel era pálida, había una oscuridad total en sus rasgos que ensombrecieron su coloración real. No importaba que los rasguños en su cara habían desaparecido con el tiempo y que los cortes más profundos, los que habían requerido puntos de sutura y habían cicatrizado, fueran bien ocultados por su ropa. Sintió cómo se sentía, y la falta de una buena parte de su oreja izquierda no ayudaba exactamente a su autoimagen seriamente maltratada. Ginny, sin embargo, se veía exactamente de la forma en que Lindsay se imaginó que una mujer debería. Incluso aunque ella no tenía mucho peso que perder, había una suavidad en ella. Su forma era, a la vez, femenina, seductora, y extrañamente maternal. La esperanza irradiaba detrás de sus ojos brillantes, jóvenes, y profundos hoyuelos plegaron sus mejillas encendidas cuando se reía o mostraba una sincera sonrisa. Las exuberantes curvas de los pechos de Ginny, caderas y parte inferior eran, para Lindsay, tan acogedoras como preciosas. "Lindsay?" Ginny agitó la mano delante de la cara de Lindsay. "¿Hola?" Los ojos de Lindsay repente se lanzaron desde el cuerpo de Ginny a su cara. "Yo, yo" Ginny presionó sus dedos a los labios de Lindsay para calmarla. "No tengo ni idea de lo que estás hablando o de donde obtienes estas ideas locas." En su prisa por consolar a su amiga, ella habló desde su corazón, olvidando ser tímida acerca de lo que era tan dolorosamente obvio para sus ojos. "Eres una mujer hermosa, Lindsay, y amable y maravillosa. Cualquiera que te dijo que eras diferente es un mentiroso." Hubo un ardor en las palabras de Ginny que asustaron a Lindsay. "Pero-" "Shh" Ginny canturreó, su voz adquirió un tono más tierno. "Sólo escuchame." Sus cejas se levantaron en suave súplica. "De acuerdo?" Lindsay tragó duro, muy consciente de que Ginny se había movido cerca. Imaginó que podía sentir el calor de su piel a través de sus camisones, el calor de la respiración rítmica de Ginny rozando contra su rostro. Asintió, cerrando los ojos y mostrando una respiración entrecortada cuando dedos cálidos, tentativos se elevaron y delicadamente trazaron sus cejas, las mejillas, deteniéndose sólo para curvarse bajo la barbilla.
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El corazón de Ginny comenzó a palpitar. En una explosión brillante de claridad, su mente finalmente se encontró con las señales de su cuerpo y ella sabía exactamente lo que quería hacer. Quería besar a Lindsay. El pensamiento la sobresaltó y la excitó, y cuando los ojos de Lindsay se abrieron de nuevo, se quedó sin aliento, al darse cuenta de que mientras ella estaba nerviosa no era ni el más mínimo de miedo. "Lindsay?" La mirada de Ginny cayó a los labios de Lindsay e imaginó su suavidad contra la de ella. Podía oír tragar a la oscura mujer. "¿Sí?" Fue la respuesta entrecortada. "Puedo, puedo besarte?" Una mirada esperanzadora subió para encontrarse con la de Lindsay. "Sé que no debería." La voz de Ginny bajó una octava. "Pero pero realmente quiero hacerlo." Lindsay pensó que el corazón latía fuera de su pecho. "Lo has hecho antes", recordó a Ginny, sus palabras tranquilas, claras sonando extrañas a sus propios oídos. Una lenta sonrisa se abrió camino a través del rostro de Ginny. Lindsay no se había reído o la había rechazado por su petición impactante. "Mmm besé tus dedos. Lo recuerdo." Ella se deslizó un poquito más cerca, conteniendo la respiración y rezando para que Lindsay no se moviera para detenerla. "Fue mi primer beso." Los ojos de Ginny se abrieron un poco. "¿En serio?" Ella no trató de ocultar su deleite. "El mío también." Agachó la cabeza, un toque de rubor tiñendo su piel. "Bueno, excepto por Alice." Un rayo de celos lanzados atravesó a Lindsay antes de que se diera cuenta de quien hablaba Ginny. Sus cejas se alzaron lentamente hasta su frente y se quedaron. "Besaste a tu hermana ?" dijo con voz ronca, la última palabra una nota más alta que las otras. Ginny asintió, deseando enroscarse en una bola y morir. El rostro de Lindsay adquirió una expresión de desconcierto. "En la boca?" Otra media inclinación de cabeza. "Bueno, ewwwwww!" "No lo digas así! Fue sólo una vez." Ginny hizo una mueca. Dios, esto es embarazoso. "Ella estaba cansada de practicar en la almohada y nerviosa por ver a John, su galán. Y ella quería hacer bueno" "Intentarlo sobre un verdadero par de labios," Lindsay se aventuró. Estaba empezando a disfrutar de la forma en que su amiga se retorcía. "Sí." Ginny de repente tuvo un pensamiento horrible y su mandíbula trabajó un par de veces antes de que pudiera lograr pronunciar una palabra. "No se lo dirás a nadie, ¿verdad?" "No lo sé," Lindsay contesto evasivamente, su propio nerviosismo olvidado. "Estaba pensando en sacar un anuncio de el."
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"Pero pero tú-" Los ojos de Ginny se volvieron rendijas cuando finalmente dio en el blanco que le estaba tomando el pelo. "Eso no fue agradable! Pero" La esquina de su boca se curvó y ella admitió de mala gana, "Fue divertido." El cuerpo de Lindsay se sacudió con una risa silenciosa. "Me lo imagino." "Lo harías." Entonces Ginny recordó lo que había comenzado esta conversación totalmente embarazosa y no se distrajo. "Entonces puedo?" Oh, por favor. "Besarme?" De repente, Lindsay recordó por qué su corazón había estado en su garganta sólo unos segundos antes. Ginny se mordió el labio inferior y asintió en silencio. "Los dos somos chicas," Lindsay le dijo rotundamente. Ginny la miraba como si fuera una zoquete. "Sé eso!" "Estoy simplemente asegurandome." "¿Eso quiere decir que no quieres besarme porque soy una chica." Ginny cruzó los dedos de manos y pies. Lindsay se ruborizo. Mucho. "No", dijo suavemente. "Está bien que seas una chica. Esta bien. Muy bien. Y eres dulce también. Y-" "Lindsay?" Lindsay de repente cerró la boca consciente de que estaba divagando. "Err sí?" dijo con los dientes apretados. Ginny la miró cariñosamente, con el corazón henchido con cada segundo que pasaba. "No te puedo besar si estás balbuceando." Lindsay parpadeó. "Oh." Con una lentitud exagerada, Ginny levantó la cabeza de la cama. Para su sorpresa, Lindsay reflejó sus acciones, pelo oscuro desplazado mientras se movía. Cuando sus narices casi se tocaban ella podía sentir las respiraciones irregulares de Lindsay como si fueran las propias, Ginny inclinó su cabeza solo una fracción. Dos conjuntos de ojos cerrados y tentativamente, temblorosos labios, se rozaron con suave pasión. El contacto fue breve y dulce y tan tierno que compensó toda una vida de durezas en esos pocos segundos solamente. La lengua de Lindsay brevemente se deslizó a través del sedoso labio inferior de Ginny antes de que ella se apartara, un suspiro entrecortado escapando de ella. Cuando el beso terminó, los ojos de Ginny permanecieron cerrados por un puñado de latidos del corazón, como si estuviera en un trance. Entonces se abrieron de golpe, rebosantes de asombro. Su 103
sangre cantó a través de sus venas y la necesidad de recuperar esos labios de seda era casi más de lo que podía soportar. Tocó su boca con asombro simple, trazando la humedad de sus labios. Oh, mi Dios. "Esta" Lindsay tuvo que parar y recogerse antes de poder continuar. El simple gesto le había sacudido hasta la médula. "¿Estuvo bien?" ¿Bien? Ginny sonrió brillantemente. "Eso fue muy bien, Lindsay. Yo-" Ella sacudió la cabeza en la confusión. "No sé qué decir," susurró. "No sabía que se sentiría de esa manera." Ella se incorporó un poco, sin confiar en sí misma para evitar moverse a repetir la experiencia maravillosa. "No pense que fuera a ser así." Wow. Lindsay maldijo su propia torpeza. "Lo siento," dijo ella con timidez, su rostro hendido en una mueca de preocupación. "Pienso que nunca alguna vez lo quise antes, pero contigo lo hice y quiero decir Ugh!" Ginny se rió con nerviosismo, dejando que sus dedos se arrastren por el brazo de Lindsay, puntuando el movimiento con un apretón suave cuando alcanzó una delgada muñeca. "No. No. No. No entiendes." Ella tomó la mejilla de Lindsay, disfrutando del calor contra su palma, excesivamente satisfecha de que Lindsay no había parpadeado mucho ante el gesto. No quiero dejar de tocarte. Así que ella lo hizo. Audazmente, trazó la nariz ligeramente torcida de Lindsay con un solo dedo, suave, sintiendo el golpe donde había sido recientemente rota. Sonrío en el suspiro de satisfacción que recibió a sus acciones. "El beso fue hermoso." miró a los ojos oscuros tan cerca de los suyos para su confirmación. "¿No fue así, Lindsay?" Lindsay sólo pudo asentir, mareada con alivio. Ginny lo había sentido también. "Hermoso". Ginny sonrió de nuevo y se echó hacia atrás en u lado. Dejó caer su mano del rostro de Lindsay, faltando la sensación de piel suave instantaneamente. Se sintió mareada y cansada y feliz, como si el pequeño espacio entre ellas fuera demasiado. Ginny cambió su almohada hasta que tocara a Lindsay. Echo una ojeada a su amiga desde debajo de las pestañas color rojo oxidado. "Es esto-?" Lindsay se rió cariñosamente. Quiero estar cerca de ti también. "Esta bien." Se acostó con su rostro hacia Ginny, sus cabezas sólo a pulgadas de distancia. "Buenas noches, Ginny," murmuró ella, su mente girando con las posibilidades, en primer lugar el cual era, cuando podrían hacer eso de nuevo. La mano de la mujer más joven avanzó un poco y ella entrelazó sus dedos con los de Lindsay. La besé! Sus ojos se cerraron, una amplia, odiosamente sonrisa feliz, todavía adornando su rostro. "Buenas noches, Lindsay." Ya habría tiempo para preguntas e inseguridades, dudas y temores, de sus feas cabezas después. A la mañana siguiente, sin embargo, cuando el sol se derramó dentro de la pequeña habitación en un orfanato en Queens, encontró a dos jóvenes mujeres acopladas perfectamente entre sí, cálidas, seguras, y soñando con dulces besos aún por venir. *~*~*~*~*
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Ginny bostezó, manteniendo los ojos firmemente cerrados. Podía sentir el calor del cuerpo de Lindsay presionado fuertemente en ella y el beso de la noche anterior llegó inundandola de nuevo, enviando una sacudida de remolinos de calor por su vientre. De mala gana, ella abrió sus ojos para encontrar los ojos desenfocados de Lindsay observándola, una intención, casi curiosa mirada en su cara. "¿Qué estás pensando?" preguntó Ginny, su voz aún ronca por el sueño. Algo se rompió tras los ojos oscuros y en un instante Lindsay se vio envuelta en el presente."No lo sé. Soñando despierta, supongo." Ella sonrió vacilante, en realidad preguntandose si el beso que compartieron ayer por la noche pasaría sin confirmar. "Mmm." Ginny acarició la palma de Lindsay con los dedos. "Buenos sueños?" "Algunos." Podían oír el crujido de la actividad fuera de su habitación, pero el día antes Christian les había asegurado que conseguir treinta niños vestidos y listos para el día significaba que el desayuno no se sirve hasta casi las ocho de la mañana. Tenían tiempo, y Ginny no quería desperdiciar la intimidad que podía sentir fluyendo entre ellas en la charla ociosa. "Háblame de tu familia", urgió cautelosamente, consciente de que sus investigaciones previas habían sido encontradas con ocurrencias humorísticas que servían más para distraer que informar. Vamos, Lindsay. Dejame conocerte. Lindsay respiró profundo, no especialmente sorprendida por la pregunta. Ginny era la clase curiosa y no había fallado su sondeo suave durante su tiempo juntas. No era realmente que su pasado fuera secreto. Nada en absoluto. Solo que no había mucho que contar, y una parte de su pensamiento que tal vez Ginny encontraría el misterio de no saber más intrigante que la simple verdad. Exhaló, derrotada por los ojos azules, mirando esperanzada en los de ella. "¿Qué te gustaría saber?" Ginny trató de no mostrar su sorpresa. "¿De Verdad?" La boca de Lindsay se curvó. "De verdad." "¿Por qué estás sola, Lindsay?" Los ojos de Ginny se llenaron de lágrimas inesperadas y su garganta se sentía apretada. "No puedo soportar la idea de que no tienes a nadie." Ella sufría por Lindsay de una manera que nunca lo hizo por otro. Y mientras que la pasajera ferroviaría nunca parecía francamente infeliz con su vida, hubo momentos en que Ginny podía sentir la necesidad en el corazón de Lindsay desgarrando su propia alma. Nadie debería estar solo. Una expresión de dolor persiguió su camino a través de la cara de Lindsay. "¿Estoy sola?" Ginny se dio cuenta rápidamente de su error. "No, en absoluto. No lo quiese decir de ese modo. Me tienes a mí", aseguró antes de que Lindsay pudiera decir nada más. Había era una firmeza en su voz que serpenteo su camino al corazón de Lindsay, sofocando sus miedos." Pero en verdad no hay nadie más?" Ella sabía cómo le dolía la pérdida de su propia familia. Se sentía Lindsay de la misma manera?
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"Nadie." Lindsay tragó densamente, un poco sorprendida de que el pensamiento sostuvo sólo un eco de verdadero dolor. Pero decir las palabras en voz alta, de alguna manera hizo que pareciera mucho peor. Más real. "¿Por qué? Me dijiste que has estado por tu cuenta desde que tenías doce años. Eso no es justo, Lindsay!" "Shhh" Lindsay limpió las lágrimas de Ginny. Lágrimas que eran por ella. Nunca Las maravillas nunca cesan? "Déjame contarte." Ella tiró cariñosamente de un mechón de pelo de Ginny. Ginny se mordió la lengua y esperó, agarrando sus emociones. "Me temo que vas a estar un poco decepcionada. No tengo una historia muy interesante." "De alguna forma lo dudo." Me parece casi todo sobre tí interesante. Sin preguntar, Lindsay se inclinó hacia delante y rozó sus labios contra los de Ginny, al oír el jadeo de sorpresa de Ginny y luego un gemido cuando el contacto continuó y profundizó el beso suavemente, girando su cálida lengua alrededor de su amiga. Ella gimió. El beso fue disminuyendo de forma natural y Lindsay apoyó la frente en la de Ginny. Ambas jóvenes mujeres respirando ligeramente irregular. "He querido hacer eso desde que me desperté", susurró. "¿Esta eso bien?" "Dios, sí," Ginny respiró, un poco inestable, pero sobre todo emocionada por la respuesta de su cuerpo. "Tsh." Ojos marrones brillaron. "Blasfemando de nuevo?" "He sido corrompida." Ginny levantó la barbilla y mordió el labio inferior de Lindsay. Podría hacer esto por siempre, susurró su mente. "Pero no voy a dejar de lado." Lamentablemente, ella dio a Lindsay un beso final y luego se acomodó en la almohada, prometiendose que habría tiempo para más besos después. Lindsay se rió entre dientes. "Yo ya sabía eso de ti, Ginny. Bien, la historia de mi vida como es. Todo lo que se. Estas segura de que quieres toda la historia aburrida?" Ginny pellizcó a Lindsay, obteniendo un chillido juguetón. "Bastante segura". "Nací en Plymouth, Pensilvania. Y-" "¿En serio? ¿No eres de Nueva York?" Ginny interrumpió. Lindsay le lanzó una mirada. Ella se encogió tímidamente. "Lo siento, continúa."
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"Mi madre es o quizás era" Lindsay se detuvo por un momento. "No estoy realmente segura de cual. Como sea, era de una familia acomodada en Montreal. Su nombre es Suzette Mourier." Las cejas de Ginny saltaron. "Eres francesa?" Lindsay sonrió indulgentemente. Tratando de mantener tranquila a Ginny que era tan inútil como luchar contra la marea. "Mitad francesa," corrigió ella. "El nombre de mi padre era Jack Killian que se vino de Irlanda durante la Guerra entre los Estados." Lindsay se movió en la cama, cada vez más cómoda. "Pá trabajaba para un almacén de madera en Plymouth, y conoció a mi madre cuando sus padres la trajeron con ellos en un viaje de negocios a Pennsylvania. Ella era una adolescente, bonita de toda consideración. Él tenía casi cuarenta años y el tipo pícaro, si sabes lo que quiero decir." "Mmme ¿Dónde se conocieron?" "No lo sé. Pá nunca lo dijo." Lindsay subió la sábana un poco más y Ginny se acercó más hasta que se tocaban a lo largo de sus cuerpos, guardandose de forma conjunta del frío de la mañana. "Ella sólo estaría en los Estados Unidos durante una semana y, a causa de la diferencia de edades y clases sociales, se reunieron en secreto todos los días cuando Pá terminaba de trabajar. Pá le pidió permanecer en Plymouth, cuando llegó el momento de que se fuera, pero ella se negó." ¿Puede alguien enamorarse tan rápido? Sabes la respuesta a eso, el corazón de Ginny reprendío. Se preguntó qué pensaba Lindsay acerca de eso y le preguntó: "¿Estaban enamorados?" Lindsay resopló. "¿Importa? Ella lo dejó." Eso, Ginny admitió para sí misma, era algo para lo que no tenía una respuesta. "Mi madre regresó a Plymouth seis meses más tarde, sola después de haber sido expulsado de la casa de sus padres, y muy embarazada. Ellos se casaron. Nací yo." "Nada interesante ocurrió en medio de todo eso?" "No por lo que a mí respecta." Ginny suspiró y trató de aligerar el ambiente murmurando, "Algún narrador eres." Una sonrisa alivió el rostro de Lindsay. "Toldja." Entonces se volvió más sombría. "Mi madre siempre estaba infeliz. Siempre. E incluso en el mejor de los casos, Pá nunca hizo algo más que ganarse la vida. Madre regresó a Canadá cuando yo tenía cuatro años, y nunca la he visto o he tenido noticias de ella desde entonces." "Oh, Lindsay." Ginny cerró los ojos, furiosa con una mujer que no conocía, con el corazón clamando por su amiga que había perdido tanto. "Eso es horrible." "En realidad no." Lindsay trató de encogerse de hombros, pero no fue posible con Ginny pegada a su lado. "Realmente no me acuerdo de ella, aparte del hecho de que tenía los ojos marrones." 107
Hermosos ojos, apuesto. "Como tú." Lindsay asintió. "Como yo. Los de Pá eran del color azul aciano," haciendo un esfuerzo, se dio la vuelta sobre su costado y pellizcó la nariz de Ginny, "Como los tuyos." Ginny sonrió débilmente. "Pá nunca fue el mismo después de que ella se fue. Durante los siguientes años perdió su trabajo en el almacén de madera y luego poco a poco empezó a quedarse fuera toda la noche. Nunca bebio ni me golpeó o algo así. Él solamente no estaba allí. Nadie se molestó en hacer que yo fuera a la escuela o hacer mucho de nada. Y en el momento en que tenía diez años o algo así él se había ido por días a la vez. "Su frente se arrugó y se preguntó por millonésima vez donde él había desaparecido. En lo profundo de su corazón se preguntaba si no fue a Canadá para visitar a su madre. Quizás la razón por la que su madre los dejo fue por ella y no por su padre. "Días?" Ginny apenas podía creerlo. "Eras solo una niña pequeña. Como sobreviviste?" ¿Cómo podía un hombre hacer eso? Incluso Arthur, que había sido un soñador y un bebedor, una peligrosa mezcla habían amado a sus hijos e hijastros. Ginny siempre supo eso. Siempre. La voz de Lindsay era plana, como si fuera la vida de alguien que ella estaba relatando. "Vivíamos en las afueras en un barrio de chabolas en su mayoría lleno de borrachos, niños, y veteranos que no podían trabajar debido a cuerpos o mentes fracturadas. Aprendí de un niño que vivia unas pocas chozas abajo que podía saltar sobre uno de los trenes que pasaban y enganchar un paseo a la ciudad." Ella recordó con nostalgia la sensación de libertad que sintió la primera vez que lo intentó. Cómo el viento le revolvió el largo y oscuro pelo y las millas sin fin de vías que se extendían ante ella invitadoramente llevándola lejos de donde estaba prometiendo un futuro desconocido que tenía que ser mejor que su presente. "Entonces lo hice. En la ciudad, trabajé vendiendo papel de mosca y fósforos para comprar comida. A los hombres les gusta comprarle a niñas pequeñas y vendía más que los chicos de mi edad que estaban igual de hambrientos." Las lágrimas llenaron los ojos de Ginny de nuevo. "Lindsay" "Está bien," Lindsay susurró con ternura. "No hay mucho más que decir. En el '85 la epidemia de tifoidea golpeó Plymouth." Ella cerró los ojos. "Yo había estado viviendo en las calles de la ciudad durante casi una semana, no me moleste en ir a casa, cuando finalmente me decidí a regresar en medio de la noche. Las chabolas estaban mortalmente tranquilas. Y sabía que algo estaba mal. " Y el olor. dios. Se revolvío su estómago sólo de recordar. "Encontré a Pá sobre el pequeño sofá estaba encorvado y pálido como un fantasma. Estaba-" su voz se quebró y se detuvo. Ginny apretó la mano buena de Lindsay, sus propios ojos derramandose. "Lo siento." No. No puedo pensar en ello. No lo conseguire a través de decirlo." "Estaba muerto. Regreso a casa mientras yo me fui. La mayoría de los vecinos estaban enfermos o muertos, así que recogí algunas cosas y salte dentro del próximo tren al este. Nunca regrese." Ginny se limpió las mejillas húmedas. "Nunca trataste de ponerte en contacto con tu madre?"
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"No," Lindsay se mofó, aunque la idea no era extraña. "No tenía una dirección, e incluso si lo hiciera, ella tuvo un montón de años para ponerse en contacto conmigo para llegar a conocerme. Ella eligió no hacerlo. Además, no era una maldita madre para mí. Y Pá no era mucho mejor. Me levanté yo misma." E hice un buen trabajo, también, ladrona. Una rabia tranquila lleno a Ginny. "No deberías haber tenido que hacer eso, Lindsay. Ningún niño debería." "Está en el pasado, Ginny. Preocupandome ahora no cambiara absolutamente nada." Lindsay de repente se levantó, salió de la cama, y marchó a través de la habitación. De espaldas a su amiga, se metió en sus pantalones, que se encontraba apilada en la entrada. La lavandera debe haberlos dejado allí anoche. Maldijo las lágrimas que podía sentir brotando de sus ojos. Ginny siguió a Lindsay, cruzando la habitación y viendo como la espalda de la pasajera ferroviaria se puso rígida en reacción. Sin vacilar, ella envolvió sus brazos alrededor de Lindsay desde atrás, abrazándola tan fuerte como se atrevió. Sintió el involuntario estremecimiento atravesar la forma delgada en sus brazos, y sabía que había más por hablar. Pero no ahora. Apretó su cara contra el hombro de Lindsay y susurró, "Lo siento, tanto. No estas sola nunca más, Lindsay." Los hombros de Lindsay comenzaron a temblar sin poder hacer nada mientras los sollozos silenciosos su acumularon, los años de pena reprimida saliendo a la superficie. Sus rodillas se sentían débiles y sentía a Ginny apoyar la mayor parte de su peso en respuesta. "Dejalo salir." Sus sollozos se intensificaron. Ginny esnifo y se mantuvo en la querida vida. "No voy a dejarte ir." *~*~*~*~* A las nueve en punto de la mañana Ginny y Lindsay estaban de pie sobre la acera fuera de un edificio de tres pisos de ladrillo. Un placa de bronce cerca de la puerta de entrada decía: La Sociedad Colocación de Expósito Fundada por Jeremías e Isabelle Ward 1888 Ginny tiró de su falda. Se volvió hacia Lindsay. "¿Qué pasa si nos dicen que los niños no están aquí?" Lindsay pateó un poco de nieve de su zapato. "Averiguaremos nosotros mismas, Ginny. Hay otras formas. Si tengo que hacerlo, voy a colarme en el orfanato por la noche y comprobaré cada maldita cama."
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Ginny sonrió. "Espero que eso no será necesario." La mirada de Lindsay, sin embargo, era sombría. "Yo también." Cincuenta minutos más tarde y ambas mujeres jóvenes todavía estaban esperando fuera de la oficina de Sr. Ward. Entonces, justo cuando Lindsay había perdido toda la paciencia y estaba a punto de abrirse paso en el interior, la puerta de la oficina se abrió y un hombre alto y delgado surgió, sus brillantes zapatos negros taconearon en el piso de madera. Era muy delgado y en mitad de los cuarenta años, con el pelo rizado negro afeitado cerca de su cabeza en los lados y en la parte superior izquierda más larga y gruesa, patillas de chuleta de cordeto. Sus ojos verdes oscuros eran un conjunto cercano y casi oscurecidos por un penacho de cejas espesas. La mirada del hombre recorrió brevemente a Ginny y Lindsay, despediendolas, antes de viajar a su secretario. Lindsay de repende deseaba estar aquí para forzarle los bolsillos limpios. Bastardo presumido. "Wendell?" Mr. Ward preguntó. "¿Qué es esto. Quienes son?" Su tono era firme, Wendell sabía que no debía perder el tiempo con mendigos. Su mirada se deslizó de reojo. Mendigos adultos en esto. Wendell era un hombre negro grande y redondo con diminutas manos tan suaves y femeninas que Ginny se encontró un poco celosa. Inconscientemente, empujó sus propias manos con cicatrices en los bolsillos del abrigo. Wendell se puso de pie, teniendo cuidado de poner abajo su pluma de tinta con cuidado a pesar de sus manos temblorosas. "Esta es la señorita Chisholm y ella. Uhh." Lanzó una mirada de pánico a Ginny. Ginny articuló ‘Amiga’ y Wendell repitió la palabra al Sr. Ward. "Son su cita de las 09 a.m. señor. Una remisión del Sr. Spence; lo aclaré con usted ayer." "Spence," el Sr. Ward escupió el nombre como si fuera una maldición, "Debería saber mejor que me molesta en domingo." Pero él había aceptado la cita, asumiendo que tenía algo que ver con la investigación de su fundación. Y ahora el tiempo que había pasado en su oficina, haciendo a su opositor esperar, había sido nada más que un desperdicio. Con movimientos bruscos, sacó su reloj de bolsillo de su chaleco y frunció el ceño entonces. Finalmente, alzó la vista hacia Ginny y Lindsay. "¿No vendrá a mi oficina? Tiene unos minutos antes de mi próxima cita." Lindsay puso los ojos, pero se abstuvo de hacer comentarios, ya que fueron conducidas a una lujosa oficina. Dentro, una mujer pequeña en un vestido verde caro con plumas de colores brillantes tejidas a través de su solapa sentada detrás de un gran escritorio de caoba, que fue colocado estratégicamente en el centro de la habitación. Parecía ser casi de la misma edad que el Sr. Ward con las líneas alrededor de los ojos marcando su edad. Una enorme pila de rizos dorados colocada encima de su cabeza, rebotando un poco cuando tomó una respiración profunda para hablar. "Jeremiah-?" Su mirada se levantó del libro de contabilidad delante de ella.Ccuando vio quien acompañaba a su marido, se congeló. "Querida. Esta es la señorita Chisholm y su invitada." Isabelle Ward levantó una ceja pálida en Ginny y Lindsay. Con un ligero giro de su cabeza, su segunda ceja rápidamente levantada se dirigió al Sr. Ward. 110
"Fueron enviadas aquí por Christian Spencer", aclaró, claramente molesto que había accedido a la reunión en el primer lugar. Isabelle suspiró. "Ya veo." Ella salió de detrás de la mesa, decidiendo prescindir de esta reunión tan pronto como sea posible. "Soy Isabelle Ward." Sonrió con una sonrisa dulce. "¿Cómo podemos ayudarle?" Ginny se aclaró la garganta, de repente nerviosa en presencia de estas dos figuras imponentes. Lindsay estaba menos impresionada. "Estoy buscando a mis hermanos y mi hermana." "Huérfanos?" La boca de Ginny trabajó pero ningún sonido surgió durante varios segundos. "No", anunció resueltamente, sorprendiendo a todos en la habitación. De repente estaba muy cansada que estuviera que tener que pasar por todo esto para recuperar a su familia. Ella no había hecho nada malo. "Un huérfano es alguien que no tiene a nadie para criarlo. Ese no es el caso con mis hermanos." "Hmm" Isabelle se tocó la barbilla. "Ya veo. Lamentablemente no podemos ayudarle. Sus hermanos y hermana no están aquí." Ella se apartó de la mesa. "Ahora bien, si nos disculpa. Tenemos trabajo-" "¿Conoce al teniente Robert O'Mally de la Calle 111 del Recinto de Policía de Manhattan?" Lindsay preguntó en voz alta. Tres cabezas giraron hacia ella y los ojos de Ginny se abrieron. ¿Qué haces? No hay Calle 111 del Recinto de Policía de Manhattan! Jeremías Ward, dio un paso más cerca de Lindsay, estudiandola con ojo crítico. "Me temo que no, mm" Esperó a Lindsay para suministrar su nombre. Ella no lo hizo. Lindsay cruzó los brazos sobre su pecho. "Hablamos con él ayer. Parece que estaba en el lugar del incendio de la Calle 84 Orchard hace varias semanas. Y él personalmente vio a un empleado suyo cargar a los niños Robson en un carretón. Está diciendo que no los tomo en custodia para su cuidado?” "Eso es exactamente lo que estoy diciendo," Isabelle espetó. Quién fue esta persona para interrogarla? Lindsay se rascó la mandíbula. "Si ellos no fueron tomados correctamente, y no están bajo el cuidado de su orfanato, entonces yo diría que tenemos que informar de un secuestro por parte de esta agencia" Se volvió hacia Ginny cuya boca había caído abierta. "¿No te parece, Ginny?" El cerebro de la pelirroja dio una patada en el engranaje e imitó la postura desafiante de Lindsay. "Así es. Sabemos que los tienen." Por favor, Dios, dejanos tener razón.
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"Esperen un minuto!" La mirada de Isabelle parpadeó con rabia que se derretío cuando vio que las mujeres jóvenes estaban mortalmente serias. "Esperen. Esperen." El Sr. Ward, levantó las dos manos. "Vamos a comprobar nuestros registros de nuevo, ¿verdad?" Él agarró el brazo de su esposa y se retiró detrás del gran escritorio, susurrando en su oído todo el tiempo. Él sacó un libro grueso de la parte inferior del cajón y hojeó hasta que había llegado a la última página que contenía ningún escrito visible. "Robson, dice?" preguntó a Ginny, mirando hacia arriba. Ginny asintió, con el corazón subiendo por la garganta. El Sr. Ward asintió. "Sí, parece que hubo un error antes. Recogimos a tres huérfanos,” enfatizó la palabra, haciendo que la espalda de Ginny se pusiera rígida, "De un barrio pobre quemado. Nuestros datos indican que tanto sus padres murieron junto con una hermana mayor." A continuación, abrió el cajón de un mueble de color rojo oscuro, el archivador de caoba que estaba junto a su escritorio, sacando una pila de certificados. Él tomó el que era segundo en la pila y se la entregó a Ginny. Isabelle sonrió cruelmente. "En caso de que no pueda leer, señorita Chisholm, el certificado fue emitido por el Estado de Nueva York, dandonos la custodia completa de Jane, James, y Lewis Robson." Estaba fechada dos días después del incendio. "¿Cómo pudo pasar esto tan rápido?" Ginny le devolvió el pesado papel, moviendo la mano. "Ellos tienen familia. No puede simplemente darlos a desconocidos!" "No de acuerdo con el Estado de Nueva York." El Sr. Ward hizo una demostración examinando con sus ojos sobre el sencillo vestido de Ginny. "E incluso si tenían familia, lo cual no se ha demostrado de manera adecuada, esa persona tendría que ser capaz de demostrar que reúne los requisitos para ser tutor de los niños." Él sonrió. "Tiene que tener al menos dieciocho años de edad para eso." "¿Y?" Lindsay le dijo. "Ella tiene dieciocho años." "Uh huh." Estaba claro ni Isabelle ni el Sr. Ward creyeron esa mentira. Jeremiah frotó sus pesadas patillas. "E incluso si tuviera dieciocho, ella tendría que demostrar que podía mantener a los niños." Ginny visiblemente se estremeció. Sabía que sería un impedimento, pero tenía la esperanza de que el Estado le daría tiempo para conseguir un trabajo. Dos si tenía que hacerlo. Una sonrisa victoriosa tiró en la esquina de la boca de Isabelle. "Si su marido le hubiera acompañado, podríamos haber sido capaces de ayudarle." "¿Marido?" Ginny estaba sin habla. "Yo, yo" "No está casada?" La mirada de Isabelle se suavizó por sólo una fracción de segundo antes de volverse de granito. "¿De verdad esperas que tres niños pequeños serían entregados a una chica soltera sin medios visibles de apoyo? Niña tonta." "¡Fuera de esta oficina," El Sr. Ward les ordenó claramente, apuntando con un dedo grueso hacia la puerta. "Ha desperdiciado bastante de nuestro valioso tiempo." Hizo un movimiento espantando con 112
la mano. "Y alégrese de que un agricultor estúpido en alguna parte llevé a hombros la carga que tu claramente no puede." La cara de Ginny enrojeció de ira. "¿Carga?" Lindsay dio un paso amenazador hacia el Sr. Ward. "¿Dónde están?" Su voz era un gruñido peligroso, y el hombre alto en realidad dio un paso hacia atrás desde el sonido solo. "Contéstame!" Lindsay cerro su mano buena en un apretado puño. Jeremías retrocedió hasta que sus hombros golpearon la pared fresca, con paneles de madera. Lindsay lo siguió paso a paso. Su cara palideció. "No voy a preguntar otra vez", advirtió Lindsay, su intención violentamente clara cuando se inclinó tan cerca del Sr. Ward que podía oler el tocino salado que él había tenido para el desayuno en su aliento. "Hacia el Oeste", le espetó. "Jeremías!" Jadeó Isabelle. "¡Cállate!" "¿Qué significa eso?" Ginny acosó a través del cuarto, asumiendo su camino entre Lindsay y el Sr. Ward. "¿Dónde? ¿Dónde están?" El hombre se secó la frente con el dorso de su mano, recuperando un poco de su equilibrio ahora que no se enfrentaba a Lindsay, que a sus ojos se asemejaba a un perro rabioso, listo para atacar. Él echó un vistazo a su mujer que le estaba disparando dagas. La verguenza se apoderó de él. "¿Qué importa?" le dijo. "Lo hecho, hecho está." Él se reenfocó sobre Ginny. "Se les puso en un tren huérfano en dirección al oeste hace casi tres semanas. El tren no ha regresado, por lo que no puedo decir dónde o por quién fueron adoptados." "E incluso si nosotros supieramos", Isabelle elevó la voz, moviéndose a la pared para estar cerca de su esposo. Discretamente, se frotaba los dedos contra su mano. Pero cuando él se movió a agarrar la de ella, sus manos al igual que por casualidad se alejaron. "Las adopciones seguirían siendo vinculante e irrevocable". "¿Irrevocable?" Ginny susurró con incredulidad. "¿Cómo puede ser eso? Soy su hermana!" Ella casi mostró sus dientes en un gruñido. "Fue bueno robando esos niños. Nadie comprobó para ver si tenían familia." Sus ojos se oscurecieron. "Nadie hizo nada en absoluto, ¿verdad? Sólo los recogen para venderlos al mejor postor." Los ojos verdes del Sr. Ward centellearon. "Si el Sr. Spence le dijo eso, lo demandaré. Lo-" La poderosa mano de Lindsay salió como una flecha y los dedos largos se envolvieron alrededor del cuello delgado del hombre. "Tú no vas hacer una maldita cosa." Cada palabra se dijo lentamente, dando al Sr. Ward tiempo suficiente para digerir. "Iremos por los papeles. Estaremos delante de este edificio si tenemos que hacerlo. No verá ni un centavo más en donaciones una vez que la prensa consiga un soplo de que este lugar no es nada más que un atado de granja infantil."
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El sudor corría por la frente de Lindsay y ella apretó hasta que los ojos de Jeremías comenzaron a hincharse. "Cerdo asqueroso. Debería romperte el cuello en este mismo instante." Su corazón comenzó a latir con fuerza y en su mente podía verse a sí misma exprimiendo la vida de este hombre que casualmente había hecho añicos la familia de Ginny. Entonces una mano sobre su espalda, moviendose en un círculo lento y constante, llevándola a estar muy quieta. Permaneció inmóvil a excepción de su agitado pecho y los ojos furiosos que se movieron hacia un lado, su mirada cayendo en la cara de Ginny. "No," Ginny dijo simplemente. Su corazón golpeaba contra sus costillas con tal fuerza que le sorprendió que no se hubiera desmayado. Externamente, sin embargo, parecía perfectamente calmada. No estaba segura de que la asustaba más, lo que Lindsay estaba haciendo o que había en serio contemplado no tratar de detenerla. Los ojos de Lindsay se contrajeron involuntariamente y ella contuvo el aliento inestable. Despacio, su agarre en la garganta ahora sudorosa del Sr. Ward se relajó y dio un paso hacia atrás, la adrenalina corriendo a través de ella y amenazando con enviarla a sus rodillas. Él aspiró una gran bocanada de aire, y luego se movió a enderezar su corbata. Isabelle se apartó de su marido, disgustada. Su expresión sobre el Sr. Ward no fue perdida y la mirada resultante que él dio a Lindsay era una de odio puro, “Hare que te arresten por esto, perra." Ahora comprendía, y Ginny despidió al Sr. Ward, con una mirada de la suya, centrándose en cambio en quien estaba realmente a cargo de la Sociedad de Colocación de Expósito. "Volveremos, Sra. Ward. No voy a renunciar a mi familia. Nunca." Isabelle asintió simplemente lo mas mínimo y algo pasó entre ellas sin palabras, un reconocimiento de clases. Mujeres con fines opuestos. Enemigas, la tripa de Ginny susurró advertencia. Lindsay pasó el brazo por los hombros de Ginny y las dos jóvenes salieron de la oficina con pasos apresurados. La palidez de Ginny dijo a Lindsay que ella estaba a punto de vomitar. Y Lindsay se condenaría al infierno antes de que ella daría a los Wards la satisfacción de saber que habían sacudido a su amiga. Admitió a sí misma que se sentía mucho mejor. Su rabia en el Sr. Ward había estallado con tanta rapidez que no estaba segura de que pudiera haberla parado o que incluso hubiera querido hacerlo. Y eso la asustaba. Ginny y Lindsay estaban apenas fuera de la oficina cuando Isabelle se trasladó a su escritorio y presionó un botón. Dentro de segundos, un joven más bien anodino entró en la oficina a través de una puerta lateral. "Señora", preguntó ansionamente. "Acabamos de tener visitantes, Delano."
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"Sí, señora." Había visto a dos personas en la sala de espera antes. "Siguelas." "Averigue sobre la morena," el Sr. Ward ordenó con brusquedad, todavía qujandose con su cuello. "Quiero saber todo. Tomare cuidado de averiguar sobre la señorita Chisholm yo mismo." Hubo una pausa en la conversación y el joven pasó de un pie al otro, sin saber si debía dejar ahora o esperar instrucciones. "Por el amor de Dios, vaya! O nunca las encontrará," explotó Isabelle. Él corrió hacia la puerta, haciendo que la cabeza de Wendell se sacudiera con sorpresa. La puerta de la oficina se cerró de golpe, haciendo eco de su auge en los oídos de Jeremías. Él se volvió a su esposa. "Bella, ¿y si esa perra ..." Isabelle sabía a cuál se refería. La que se había marchado con sus bolas en el bolsillo. "¿Qué pasa si lo que ha dicho es verdad que irían a la prensa?" "Entonces se acabó todo", Isabelle dijo. El cuidado de la investigación de su fundación en los periódicos había demostrado que era casi imposible, por no hablar de ridículamente caro. Las donaciones llegaron de los ricos que querían ser asociados con una organización benéfica de moda. La percepción pública significaba todo. Un artículo malo en este momento crítico sería como una fuerte ráfaga de viento a un castillo de naipes. Jeremías levantó las manos en el aire "Esos niños no nos van a hacer una moneda de diez centavos; sólo los añadimos al montón que sale al Oeste para cubrir las apariencias, de todos modos. Son demasiado jovenes para tener un precio ¿No podríamos sencillamente encontrar a los mocosos y regresarlos a la señorita Chisholm? " "Y si los padres adoptivos hacen exactamente lo que esas chicas están amenazando con hacer dirigiéndose a la prensa?" Ella sacudió su cabeza. "No. Además, que impedirá a la señorita Chisholm ir a la prensa de todos modos?" Isabelle se frotó las palpitantes sienes. Ella podía sentir una migraña viniendo. Lentamente, a la espera de ser reprendido, su marido movió sus manos sobre los hombros de ella y suavemente los frotó. Suspiró cuando ella permitió su tacto. "¿Qué entonces, Bella?" Isabelle cerró los ojos, y se apoyó en sus manos. Amaba a su marido, pero él era insoportablemente débil. "Algo más permanente debería ser arreglado." He trabajado muy duro para permitir que dos niñas de la calle sarnosas arruinen todo. Jeremías asintió y continuó su masaje, lo suficientemente inteligente como para no cuestionar a su esposa en tales materias. Isabelle lo sabía mejor.
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Capítulo 8 La joven había estado fuera de sí desde que salieron de la oficina de la Sociedad de Colocación de Expósito. "Llegue demasiado tarde", susurró Ginny angustiada. Atravesaban con cuidado la acera helada, a menudo teniendo que salir a la calle para moverse alrededor de pequeños grupos de personas, los vendedores de manzana empujando sus carritos de traqueteo, o demostraciones de mercancías que acaparan las aceras, incluso en el invierno. "Mi Dios, podrían estar en cualquier lugar." De repente se sintió como si no pudiera respirar, la enormidad de tratar de encontrar tres niño pequeños en el Oeste golpeándola como un mazo. "Ginny," dijo Lindsay, con la voz tan suave que pudo reunir. "No importa donde estén. Aún así los encontraremos. Realmente tienes que creer o estaremos perdiendo el tiempo y también podríamos parar ahora mismo." La cabeza de Ginny bruscamente hacia un lado, con la cara mostrando cada onza de la incredulidad que ella sentía. Sus pies se congelaron, y un hombre que había estado caminando detrás de ellas refunfuño una disculpa no sincera cuando choco con Lindsay, luego dio un paso alrededor de ella y desapareció en el tráfico de peatones. "Parar? Nunca, Lindsay," Ginny entre dientes, reanudando sus pasos a un ritmo ligeramente más rápido que antes, sus pies crujiendo sobre la nieve. Plegó su barbilla hacia abajo en el calor de su abrigo, murmurando en la lana áspera que olía ligeramente húmeda, debido a la nieve en ella después de haber tenido tiempo para derretirse mientras estaba dentro. "Quise decir lo que dije a esa horrible mujer. Nunca dejare de buscarlos." Mantendré mi promesa, Alice. Dondé sea que estés, lo sabes, ¿verdad? Lindsay asintió, después de haber escuchado lo suficiente para que exista ninguna duda acerca de las intenciones de Ginny. No es que hubiera tenido realmente alguna preocupación para empezar. Pero después de recibir el tipo de malas noticias que acaban de tener, se imaginó que Ginny podría utilizar un poco para recordarselo. "Entonces vamos a averiguar dónde ir a partir de aquí." "Bueno, sólo conocemos a una persona que parece ser un experto en este negocio de tren huérfano." Lindsay exhaló lentamente, enviando una corriente de niebla en el aire, mientras su mente se adelantó a lo que ella sabía que tendría que hacer. Vamos a seguir ese tren, Ginny. Y para esto vamos a necesitar algún dinero para viajar, incluso si nos enganchamos la mayor parte del camino. Ella mentalmente se mofó. Y sé dónde conseguirlo. "Entonces esa es nuestra siguiente parada, el orfanatorio La Sociedad para la Mejora de Niños." *~*~*~*~* Cristiano Spence se movió incómodo en el diván en el estudio de su orfanato mientras miraba a la cara confusa de Ginny. "No sé qué decir que no sea lo siento. Yo realmente esperaba que los niños no hubieran sido enviados al Oeste todavía. Esperaba que, si fuera el caso y si armaba un alboroto, no valdría la pena para los Ward luchar por los niños." Sus ojos transmitían profunda tristeza por su siguiente declaración. La protección de los niños era su pasión. "No es como si no hay un montón más de huérfanos de dónde ellos vienen. Jeremías e Isabelle funcionan rápidamente." Él sacudió su cabeza. "Les reconozco eso. "
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Lindsay cerró su ojos. Ella temía esto. Dios, el día de hoy se ha convertido en mierda. Ginny. Su mente se detuvo mientras saboreaba la miríada de emociones que el nombre por sí solo trajo. Mi amiga, tan dulce y amable, eres la primera persona que he conocido cuya suerte es como la pobre orina al igual que la mía. Hacemos una gran pareja. "Damas", la voz de Christian estaba teñida de pesar, "Si les mostraron un certificado de la tutela otorgada por el Estado entonces me temo que ellos tienen todo el derecho de hacer lo que están haciendo." "Pero pero dijiste que estaban vendiendo a los niños," Ginny farfulló. Apretó con más fuerza la mano que sostenía de Lindsay. "Eso no puede ser legal." Ella sabía que las palabras salieron más fuerte de lo que pretendía por el ligero ensanchamiento de los ojos de Lindsay y Christian. "Sí, sí, eso es ilegal." Cristiano dio unas palmaditas en la rodilla de Ginny. "Pero lo que yo creo que están haciendo es vender niños mayores como trabajadores. Sus hermanos son parte indudable de los pocos que toman para mantener la apariencia de una legítima organización. Es muy improbable que esas adopciones se anularan en masa. Serían vistos en una base de caso por caso." Ginny se mantenía con rabia y Lindsay se unió a ella. "¿Estás tratando de decirme que el hecho de que mis hermanos y hermana fueron robados por debajo de mí y envíados al Oeste es de alguna manera legítimo?" Eso no puede ser verdad. "Ginny, por favor." Cristian se levantó para unirse a ella. "Si los encuentras-" "Cuando," Lindsay interrumpió en voz baja y seria. " Cuando los encuentre." Cristian se humedeció los labios y asintió rápidamente. "Por supuesto. Cuando los encuentre, puede presentar una petición al Estado para que sus adopciones sean anuladas en base de que un intento razonable de colocación dentro de la familia no fue realizado. Estoy seguro de que los niños explicarán que tenían una hermana viva." Ginny asintió con tristeza, su rabia sangrado lejos. "Lewis y James no dejarían que esto suceda sin luchar." Ella sonrió irónicamente, pensando en James, un alma vieja para un niño tan joven, inteligente y voluntarioso; y Lewis, que era bullisioso y amoroso, pero igual de testarudo como su gemelo. "Sospecho que eran más que un puñado." Cristian se relajó un poco ahora que estaba claro que Ginny no iba a matar al mensajero. "Tengo un amigo abogado que estoy seguro de que tomará su caso pro bono." Lindsay y Ginny intercambiaron confundidas miradas, un poco avergonzadas. "Eso significa que de forma gratuita," Christian aclaró delicadamente, sin querer que las jóvenes mujeres se sintieran estúpidas. "Sólo aprendí la palabra recientemente." Le guiñó un ojo. "Me temo que se ha convertido en una de mis favoritas." Su rostro se puso un poco serio mientras sopesaba si o no mencionar más potenciales obstáculos. Su debate interno, sin embargo, fue rápido. Estas mujeres eran serias y el conocimiento era poder. "Entiendes que la búsqueda de ellos es sólo el primer paso. Si esperas tomar la custodia legal", las palabras fueron dichas lentamente y de forma significativa y la
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implicación era claramente legal, si bien principalmente, era sólo un modo de hacer las cosas- "hay requisitos de tutela? " "Los Wards los dejaron muy claro," Lindsay le dijo, su mente girando escenarios en los que podría ayudar a Ginny económicamente. Lamentablemente, todos ellos incluían que ella tuviera un centavo de sobra. El cual no tenía. Ginny tragó fuerte. No estaba muy lejos de cumplir los dieciocho años para el requisito de edad, al menos en su mente, no era un problema. Además, sus padres habían muerto, había nacido en casa y nunca tuvo un certificado de nacimiento. Y ella había cambiado de escuelas con frecuencia, a veces asistiendo por unas pocas semanas antes de moverse, que dudaba que cualquier registro se mantuviera de ella en absoluto. El dinero, sin embargo, iba a ser un problema. "Entiendo que voy a necesitar cumplir con los requisitos de edad y financiera." "Sí. Me alegro de que entiendas. Y por supuesto, tendrá que ser considerada moralmente en forma", dijo Cristian distraídamente. "Pero por supuesto no va a ser un problema. Es sobre todo para asegurar que los niños no terminen con criminales, los que fallan en comprender la importancia de las enseñanzas cristianas, y pervertidos." Lindsay miró a Ginny y la pelirroja miró hacia atrás, mordiéndose el labio inferior. Entonces, inexplicablemente, ambas se sonrojaron remolacha roja. Cristian parpadeó. "Esta bien, ¿hay algo que debería saber con el fin de ayudarle?" Miró hacia atrás y adelante entre Ginny y Lindsay e, imposiblemente, sus rubores se profundizaron. "No", ambas jóvenes mujeres mascullaron culpablemente, sin encontrarse con la mirada de Christian. "¿Están seguras? Podría-" De la nada, Lindsay explotó. "Pendejos tienen hijos todos los días! De hecho, algunas personas no hacen más que engendrar más pendejos. El mundo está lleno de pendejos. Pueden tratar a sus hijos como una mierda, golpearlos, o permanecer muerto de borracho durante un sólido mes, y el Estado de Nueva York, el cual puede, podría añadir, besar mi culo para empezar, no va a hacer una maldita cosa. Estos niños son la familia de Ginny. Ella no es una desconocida que quiere tomarlos. No veo cómo esto es asunto de nadie sino suyo! "Lindsay estaba en su rollo. "Y en cuanto a todos estos requisitos-" "Lindsay?" Ginny dijo suavemente, masticando el interior de su mejilla para no reírse en la colorida diatriba de su amiga. Cristian parecía como si se hubiera tragado la lengua. "¿Qué?" Lindsay miró a Ginny, molesta por la interrupción. Ginny sonrió afectuosamente, teniendo la punzada de sus palabras. "Tenemos la idea."
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"Oh." Lindsay se aclaró la garganta con un poco de timidez. "Quiero decir" Ella se centró en la cara roja de Christian. "Ya sabe todo lo que necesita saber, pero apreciamos la información." Un suave apretón de la mano de Ginny fue su recompensa. Cristian tosió un par de veces. Entonces se inclinó un poco más cerca de Lindsay y susurró para que Ginny no pudiera oír su sorprendente admisión. "Esta no es la primera vez que estas paredes han escuchado a alguien maldecir al Estado de Nueva York." Lindsay luchó para no sonreír o rodar sus ojos. Examinó a Cristian con un ojo curioso, encontrando su declaración difícil de creer. Él era, sospechaba, exactamente el tipo de bienhechor sano que parecía ser, genuino y amable, el tipo ve-a-la-iglesia-tres-veces-a-la-semana-y-toma-un-baño-a-menudo. Pero no era como si fuera a discutir el punto, por lo que sólo se encogió y dijo amablemente, "Si tú lo dices." Ella sintió su corazón recogerse un poco a la espera de lo que tenía que hacer a continuación. Lindsay no se atrevió a mirar a Ginny mientras continuaba dirigiéndose al hombre rubio. "Tengo que ocuparme de algunos negocios esta tarde." Ahora viene la parte difícil. "Tal vez Ginny podía quedarse aquí y hablar con Megan de nuevo? O esos dos chicos de su edificio? Ella fue tan buena con ellos antes." Las cejas de Ginny se arrastraron hasta su frente. "¿Qué?" "Ummm" Por un segundo, la mente de Lindsay se quedó en blanco. La voz de Ginny sonaba incredula. "Me estás dejando por la tarde?" Ella nunca dijo que tenía un lugar para estar hoy. Ni una vez. Lindsay suspiró. Ginny no era nada más que directa. "Awww, Ginny, yo no lo pondría de esa manera. Exactamente." "Nunca has mencionado esta antes. Porqué no?" Las cejas rojas se fruncieron. "¿A dónde vas?" Desconcertada, una sensación de malestar general, comenzó a roer sus entrañas. Una mirada molesta revoloteó a través de la cara de Lindsay. No quería mentir pero Ginny lo estaba haciendo tan condenadamente difícil. "Mira," finalmente se arriesgó a mirar a la cara de Ginny, "Sólo tengo que tener algo de cuidado, eso es todo. Estaba pensando reunirme con algunos viejos amigos." Se obligó a dejar de moverse. "Vamos, Ginny, no es que estemos unidas por la cadera o algo. Todavía tengo una vida." Las palabras apenas habían salido de su boca cuando se dio cuenta de su error. "No demorare mucho tiempo", agregó en un apuro, sus ojos suplicantes para que Ginny entendiera que no había tenido la intención de que sonara de esa manera. La mirada de sorpresa, el dolor en el rostro de Ginny casi la hizo abandonar toda la idea. Pero Lindsay se mantuvo firme. "Ya veo," dijo Ginny lentamente. A pesar de que claramente no lo hacía. "Me alegro de que lo hagas", respondió Lindsay, pero no se movió para salir. En cambio, ella se quedó allí con torpeza, no queriendose ir con Ginny enojada, pero al mismo tiempo no dispuesta a explicarse.
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Ginny se mantuvo en silencio también. Ella no tenía, sabía, ningún derecho sobre el tiempo de Lindsay. Sin embargo, ella no apreciaba ser pasada a Christian como un cachorro problemático que necesitaba ser visto mientras que Lindsay estaba fuera de la habitación. Sus ojos asumieron un fuego interior que gritaba, soy una mujer adulta que puede cuidar de sí misma, Lindsay! Trata con eso.' Lindsay miró hacia otro lado. La tensión entre las jóvenes mujeres creció hasta que Cristian no pudo aguantar más. Él galantemente saltó al rescate. "Estaría muy honrado si Ginny se quedara por la tarde y se uniera a mí para almorzar. Ella puede encontrar a los niños después, y yo estaría muy contento de explicarle más sobre el proceso de adopción de estos trabajadores de trenes huérfanos. Si eso es aceptable, es decir." Miró interrogante a Lindsay, no porque él buscara su aprobación sobre Ginny, sino porque estaba cerca. Una fracción de segundo después, cuando su mirada se volvió hacia Ginny, se dio cuenta de su grave error. Los ojos de Ginny le disparaban tan llenos de dagas que el hombre se sorprendió sinceramente de no sangrar. Lindsay sonrió agradeciendo a Cristian. "Vuelvo antes de que oscurezca." Deslizó los brazos en su abrigo, pretendiendo estar demasiado ocupada en su tarea a notar el rubor enojado de las mejillas de Ginny. "Entonces podemos encontrar un lugar para quedarnos por la noche." "Por favor," Christian insistió, "No tengo una habitación adecuada para ofrecerle esta noche, pero pueden acostarse abajo en mi oficina o aquí en la sala. Podemos poner mantas en el suelo y-" "Gracias, Christian," Lindsay aceptó rápidamente, sin dar a Ginny la oportunidad de decir otra cosa. La espalda de Ginny se erguió en reacción. Lindsay se abrochó el botón superior. "Vamos a tomar cualquier espacio que tengan." Sin palabras, su rostro una mezcla de ira y confusión, Ginny se precipitó fuera de la habitación, cerrando la puerta al salir. Lindsay y Christian saltaron al escuchar el sonido, y los cuadros en las paredes se sacudieron sin poder hacer nada. "Oh, muchacho," Lindsay murmuró, frotándose la frente con los dedos de una mano. Cristian dejó escapar un silbido. "Ella tiene un buen temperamento, ¿verdad?" "Qué le ha hecho pensar eso?" Lindsay respondió irónicamente. El hombre se metió las manos en los bolsillos y se balanceó sobre los talones. "Vas a tener cuidado, ¿verdad?" "Yo bueno-" Cristian resopló para sí mismo. "Sólo se cuidadosa. Sospecho que lo que vas a hacer es algo que no realmente querría saber de todos modos, ¿correcto?"
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"Probablemente," Lindsay admitió, un poco sorprendida. Quizás el hombre era más inteligente de lo que le había dado el crédito correspondiente. "Francamente, no puedo creer que lo esté haciendo yo misma." Estaba en la punta de su lengua decirle que tal vez debería quedarse aquí entonces, pero él no lo hizo. Ginny ya estaba más loca que un gato mojado, y por ninguna estimación, una mujer enojada era más que suficiente para hacer frente." Si ella no me da un puñetazo en la nariz por mis esfuerzos, voy a tratar de mantener a Ginny ocupada esta tarde para que no se desgaste mirando el reloj." Y cocinarle respecto a separarse de usted. La boca de Lindsay se curvó en una agradecida sonrisa. A veces, admitió, encuentras aliados en los lugares mas extraños. Ahora, Habichuela, consigue tu culo de vuelta aquí esta tarde en una sola pieza para que pueda explicarle las cosas a Ginny. Extendió su mano a Christian. "Te debo una." "Tonterías," el hombre se burló de buen humor, dando a su mano un apretón firme. "Uno nunca puede tener demasiados amigos. Y ayudar a mis amigos es siempre mi placer. Si me disculpa ahora, tengo otra amiga que atender, quien me temo no esta muy feliz conmigo en este momento." "Tú y yo ambos, amigo", murmuró con tristeza, mientras salía al pasillo. Al otro lado de la calle y debajo de un conjunto de edificios del orfanato, Delano paseaba inquieto la acera, haciendo todo lo posible para permanecer templado. Sus ojos alertas nunca se fueron de la puerta de entrada de la Sociedad para la Mejora de los Niños, mientras esperaba emerger a su presa. *~*~*~*~* El último sol de la tarde estaba empezando a desaparecer cuando Lindsay se acercó con cuidado al callejón. Incluso si se marchaba ahora no volvería al orfanato hasta mucho después de que lo que le había dicho a Ginny que esperara. Esta era su última parada y si no los encontraba aquí, se vería obligada a admitir que simplemente no podía encontrarlos en absoluto. Al menos hoy. Se enganchó en un paseo sobre varios trenes mientras buscaba, y sus costillas y dedos le dolían de saltar dentro y fuera de los vagones que por lo general no representaban ningún problema en absoluto. La temperatura había subido unos pocos grados por encima de los cero grados y el sol de la tarde había empezado a fundir las pesadas capas de hielo que cubria casi todas las superficies. Los carámbanos que colgaban de los canalones y tejados de los edificios brillaba azul en la luz cambiante, su goteo constante haciendo que suene como si la ciudad estaba siendo empapada de lluvia constante. Charcos de agua maloliente se habían formado en las aceras y calles, y Lindsay se metió a través de ellos con cautela, sabiendo que a veces el hielo todavía estaba oculto debajo. Lo último que quería era sacudirse con una caída inesperada. Entonces los oyó y su boca formó una sonrisa salvaje. "Cállate, Wop. Dije dos piezas. La apuesta era dos piezas", ladró Jacque. "Bien. Bien," Albert admitió de mala gana, lanzando sus monedas en el suelo con una petulante mano. Jean rió. 121
El callejón estaba llenao de cajas, esparcido de basura maloliente y tambores metálicos vacíos que se habían oxidado más allá del uso. Lindsay se ocultó detrás de uno mientras observaba a los hombres que disparaban los dados. "Demonios. Ojos de serpiente," Jacque silbó, pateando sus monedas más cerca de Albert. "Recogelas, gordo de mierda." Un cuarto hombre estaba detrás de Albert, con las manos en los bolsillos, al parecer un espectador en lugar de un jugador en el juego. Los ojos de Lindsay se estrecharon. Le parecía familiar. Pero entonces, hubo un par de docenas de pasajeros ferroviarios que se habían encontrado corriendo con ella en la última década. No importa, se dijo. He llegado muy lejos. Nada va a detenerme, incluyéndolo. Y entonces ella esperó. Era noche cerrada, la luna y las farolas que proporcionaban la única iluminación, antes de que el juego comenzara a romperse. "Ese fue un siete. Lo ví! Mira." Jean se agachó y recogió los dados. Los levantó para que Jacque y Albert lo examinaran. Su primo lo empujó con fuerza, causando que cayeran los dados. "Tonterías. Hiciste trampa y giraste los dados al momento de recogerlos. No me estafes, Jean." "Lo que sea," Albert gimió con cansancio. "Esta demasiado oscuro para jugar. Quiero algo de comer." Él recogió su cambio y empezó a salir del callejón en dirección a Lindsay. El hombre que sólo había estado observando se movió por delante de un pesado Albert, su paso ligero en comparación. Ambos caminaron derecho pasando a Lindsay, ajenos a su presencia oculta. Les dejó a obtener unos pasos delante de ella, y luego los siguió silenciosamente, recogiendo un carámbano grande y pesado que yacía medio sumergido en un charco mientras se movía. El frío picó su palma y su agarre se deslizó un poco mientras sus dedos se cerraron alrededor del carámbano. Justo antes de Albert llegara a la entrada del callejón, ella dio varios pasos grandes, hasta que estaba justo detrás de él. Su labio superior se curvó en ua gruñido mientras levantaba el carámbano por encima de su cabeza, dejándolo caer contra su cráneo en un golpe tan vicioso que el hielo se rompió docenas de trozos pequeños. Albert se desplomó como un saco de patatas, su enorme cuerpo en el suelo con apenas un sonido. El otro hombre camino unos pasos más antes de darse cuenta de que estaba solo. Se dio la vuelta y parpadeó sorprendido ante lo que vio. Él miró con incertidumbre a través de las sombras en Lindsay, decidiendo irse o no. Ella se inclinó sobre Albert y su gorro tirado hacia abajo con fuerza sobre su cabeza, dejando su rostro en un misterio. La respiración de Lindsay venía en cortos pantalones, y con manos temblorosas rodó la forma considerable de Albert sobre su espalda. "Váyase", dijo entre dientes al otro hombre, sintiendo su
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presencia continua, pero sin molestarse en mirar hacia arriba mientras revolvia los bolsillos de Albert. "Él me debe dinero y lo estoy recogiendo. Eso es todo. Esto no es de tu incumbencia." El hombre permanecia de pies congelado y Lindsay levanto la cabeza, sus ojos que parecen un negro misterio en la luz de la luna mientras miraba hacia arriba desde abajo del ala de su sombrero. "¿Estás sordo?" El hombre levantó las palmas de las manos en señal de rendición y se encogió de hombros. Él no quería ningún problema. "No. No sordo. Y no es como si fuera amigo de esa cara de rata carcasa inútil." Él echó un vistazo a Albert. "Estaba aburrido hoy, así que seguí para una cierta acción." El hombre sonrió, pero la luz de la lámpara estaba a su espalda y su sonrisa se perdió en Lindsay. "No tengo ningún dinero. Lo perdí todo en los primeros cinco minutos con aquellos franceses torcidos." "Yo no quiero tu dinero. Te lo dije, no estoy robando a Cara de Rata, sólo estoy tomando lo que es mío." Que viene conmigo. Los ojos de Lindsay se estrecharon. La voz del hombre sonaba vagamente familiar, pero no lo suficiente para situarlo. "Entonces supongo que no vio nada, ¿verdad?" "No es algo bendito," estuvo de acuerdo en voz baja, antes de asentir y salir del callejón. Desapareció a la vuelta de la esquina. Lindsay dejó escapar un tembloroso suspiro de alivio. Comprobó el pulso de Albert, no estando segura de si estaba o no realmente contenta de encontrar uno. "Bastardo." Tenía casi dos dólares en cambio y tomó todo antes de arrastrar su cuerpo hasta la pared y lo apoyó contra uno de los tambores de frío metal. Dios, que pesa una tonelada! Uno abajo. Dos idiotas más. Jean y Jacque seguían discutiendo sobre su última apuesta, cuando Lindsay se deslizó más profundamente en el callejón, oculta detrás del mismo tambor de metal que había usado sólo unos momentos antes. Ella buscó otra arma práctica, pero no había ninguna por hallar. Su navaja era pequeña y dudó que hiciera mucho daño. Teniendo en cuenta los gruesos abrigos que los hombres llevaban puestos. Pero era todo lo que tenía, y por eso extrajó cuidadosamente del bolsillo del pantalón y abrió la navaja afilada, de 3 pulgadas. La idea de apuñalar a los hombres en realidad la ponía enferma. No voy a dejar que las cosas lleguen a ese punto, se prometió, sabiendo todo el tiempo la facilidad con que las cosas podían salirse de control. Estaba jugando con fuego, pero estaba dispuesta a quemarse si tenía que hacerlo. Ahora qué? Esto es por lo que has venido. Piensa. Albert, ella sabía, que no plantearía un verdadero problema. Lindsay lo había superado antes. Jean y Jacque, sin embargo, eran otra historia. Estaba agradecida que estaban jugando solo a los dados, y se estremeció, recordando el aliento desagradable del perro contra su rostro cuando la desgarró con intención mortal. Decidiendo que su mejor oportunidad de éxito era un ataque furtivo, esperó con impaciencia a los primos para moverse en su dirección. Jean dijo algo en francés y Jacque rió, luego se ajustó lascivamente su entrepierna. Jean maldijo a su primo en Inglés, a continuación, le escupió la bota. Jacque esquivó el pegote de saliva, su risa cada vez mayor.
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Lindsay hizo una cara, agradecida de que ella no podía entender la mayor parte de lo que estaban diciendo. Cuando Jacque se puso a la par con el barril de Lindsay, ella se puso de pie, la mano lanzada hacia fuera y enredada en sí en su pelo negro grasiento. El sombrero de Jacque se cayó y él gritó cuando fue puesto de rodillas, agua helada salpicada sobre él y tanto Lindsay como él cayeron al suelo. Ella se movió detrás de él, cayendo sobre una rodilla y apretando su agarre en su cabello. Presionó el filo de su navaja debajo de la barbilla de él con la fuerza suficiente para dibujar una fina línea de sangre. "Hola, chicos," dijo en voz baja. "Apuesto a que están sorprendidos de verme." "¿Quién?" Jacque ahogado, sus ojos saltones por el miedo. "Ver a quién?" Jean arrugó la nariz. "Es la chica. La que el perro mató." "¿Parezco muerta, imbécil?" Lindsay rompió. Jacque tragó con cuidado, sintiendo un hilo de sangre caliente descender por su cuello. "Habichuela, ¿verdad?" Se humedeció los labios. "Esta bien, eso fue sólo una pequeña broma. No es cierto, Jean?" "Oh si. Una broma," el otro hombre respondió diligentemente, dando un gran paso hacia atrás. "Uh huh," Lindsay indicó, presionando la navaja más profundamente en la piel de Jacque, ignorando su grito agudo. "Supongo que has notado por ahora que no me estoy riendo. Es tiempo de reembolsar." Jean sacudió su cabeza tristemente. "Adiós, primo." Lindsay puso los ojos. "No ese tipo de reembolso." Ella dio a la cabeza de Jacque un tirón firme para dar énfasis. "No, a menos que me obligues." El corazón de Jacque volvió a latir. "Vacíen sus bolsillos," Lindsay instruyó a Jean, señalando con la barbilla en su dirección. "Calculo que ya que ganó dinero mientras veías que era mutilada por ese perro del mal, es justo que consiga en la acción. Después de todo, era mi sangre." Jean mordió en su ralo, recién crecido bigote. En su bolsillo estaba una moneda brillante de $10 de oro. Incluso Jacque no sabía nada de eso. Y no había manera en el infierno que iba a entregarsela a una chica. "No", dijo finalmente, pensando cuan mandón su primo había sido últimamente. "Continúa y matalo." "¡Bastardo!" Jacque se lamentó, haciendo que la navaja lo corte de nuevo. Lindsay tiró la cabeza de él hacia atrás y volvío a colocar la navaja más abajo contra su cuello grueso, alisado por sudor, sin querer cortar accidentalmente su garganta. "Dije, lo mataré! No estoy faroleando, Jean", advirtió, todo el tiempo maldiciendo interiormente su mala suerte.
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Jean se encogió de hombros otra vez. Jacque comenzó a llorar. "Mi madre es la hermana de tu madre y tu madrina, y así es como me tratas? Su propia sangre?" Los sollozos rotos llenaban el callejón, mezclándose con los sonidos informales sin fin de gotas de agua golpeando los tambores metálicos. Los ojos de Jena se suavizaron. "No más dar órdenes, Jacque?" preguntó con cautela, deslizando su mano en el bolsillo del abrigo. "No más", sollozó Jacque. "Lo juro por la Santa Madre. No más." Jean asintió y sacó una pistola de su bolsillo del abrigo. Respiró profundo y apuntó directamente a Lindsay y a Jacque. "Oh, mierda", Jacque y Lindsay respiraron al unísono, conmocionados. "Tenías un arma?" preguntó Jacque, de repente indignado. "Y todavía ibas a dejar que me mate?" Lindsay no aflojó el agarre de su cautivo, en cambio, ella se agachó un poco más atrás del voluminoso cuerpo de Jacque, usandolo como escudo. Jean le dijo a Jacque sin rodeos: "No deberías de meterte conmigo tanto, Jacque." Su mirada oscilo hacia Lindsay. "Ahora, perra, dejalo ir antes de que yo te dispare." "No", fue la respuesta inmediata. "Voy a cortarle el cuello antes de que puedas dispararme." Jean consideró eso. "No lo creo." Él redirigío el arma. Jacque se mojó los pantalones. "¡No! ¡No!" Gritó, sin hacer caso de la navaja. "Fallarás y me dispararas, Tú-" ¡BANG! (¡EXPLOSIÓN!) "!Arghhhhh" Jacque se derrumbó al suelo, gritando y agarrándose su muslo. "Dios! ¡Hijo de puta!" El cuchillo fue arrancado del agarre de Lindsay por la fuerza del movimiento de Jacque, y golpeó la suciedad al mismo tiempo que él. Tardó unos segundos en darse cuenta de que no estaba muerta y que la predicción de Jacque había sido cierta. "Me disparaste! No puedo creerlo." La barbilla de Jacque estaba sangrando donde el cuchillo le había cortado cuando se cayó, y la sangre oscura fluía de su muslo, mezclandose con el agua helada del charco en que estaba acostado. "¡Jesucristo!" Jean se quedó paralizado, mirando con la boca abierta a su primo retorciéndose. "Uh oh. Eso fue un accidente, Jacque."
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Lindsay se empujó a ponerse en pie y se lanzó en Jean. Sus zapatos dejaron el suelo mientras ella lo abordaba, envíando la pistola dispersa a través del suelo. "Uf". Jean apenas evitó un golpe salvaje. "Perra, voy a matar-" Ella consiguió un solo golpe a la boca, sintiendo sus dientes delanteros cediendo bajo su puño, la piel que cubre los nudillos dividiendose, un colgajo de piel irregular exponiendo el hueso. Ellos se separaron, ambos gestionando para ponerseen pie. Él tropezó hacia el arma y ella saltó sobre él de nuevo, chocando la rodilla en sus costillas y gritando cuando él la agarró de la mano recien curada y retorció los dedos de forma. Ellos cayeron al suelo en un montón enredado, rodando varias veces y empapándose en gélida agua, sucia que había trozos de cadáveres de peces de la pescadería en la puerta de al lado flotando en ello. Ellos maldijeron y gruñeron mientras se rasguñaban y luchaban, intercambiando golpes en la cara y el pecho. Lindsay logró agarrar el arma primero. La giró sobre Jean y disparó sin mirar, envíando la bala en la pared del callejón detrás de él. Él se puso de pie y se alejó. "Tómalo con calma, eh, Habichuela." Sonaba gracioso sin dientes delanteros. Jacque se quejó, no tan atrapado en su propia agonía que no podía reírse de su primo. "Mátalo, gallina, perra. Pegale un tiro por mí", rugió. "Sin resentimientos, ¿de acuerdo?" Jean intentó de nuevo. "Sí, sin resentimientos, pendejo," Lindsay murmuró oscuramente. "Tienes suerte de que no hay nada aquí por mí para alimentarlo contigo. Porque lo haría." Su labio y su nariz estaban sangrando lentamente y acunaba su mano dañada contra su pecho. El dolor la estaba dando náuseas y estaba empezando a sacudirse. Agitó la pistola imprudentemente a Jean, quien tenía el labio partido hasta el final de la nariz. Necesitaba esto para terminar rápidamente, antes de desmayarse. Cada aliento dolia y podía sentir sus costillas moler una contra la otra cada vez que se movía. "Vacía los bolsillos de Jacque. Ahora! O te voy a disparar y hacerlo yo misma." "Aquí," dijo Jacque, ofreciendo un puñado de monedas y dos billetes andrajosos a Jean. "Daselo a la perra." Jean volvió a vacilar. "Date prisa! Me muero aquí." Sin embargo, el sangrado de la pierna de Jacque estaba empezando a ser más lento. La bala había pasado por la parte carnosa del muslo, pero se perdió en su arteria femoral. "Por el amor de Dios, idiota, no se puede gastar el dinero si estás muerto." A regañadientes, Jean tomó el dinero y se volvió hacia Lindsay. "Déjalo abajo." Hizo un gesto al suelo delante de ella. "Y manten el dinero fuera del agua." Lindsay sacudió la cabeza un poco, tratando de despejar una mata de pelo oscuro y húmedo que estaba pegado a su mejilla. Jean hizo lo que le pidió y dio un paso hacia atrás de nuevo. 126
"No tan rapido. Ahora el tuyo," instruyó, apretando su dedo en el gatillo. Esta era la primera vez que había tenido una pistola. Era más pesada de lo que esperaba y la explosión de los dos tiros seguía sonando en sus oídos. Los ojos de Jean se estrecharon, pero hizo lo que le pidió, sacando un pequeño puñado de monedas de un centavo y de cinco centavos. "Sigue adelante," Lindsay animó, sabiendo por la mirada cabreada en su rostro que no podía ser lo último. Jean excavó en el otro bolsillo y sacó una sola moneda. Su superficie brillante de oro destelló suavemente en la luz de la luna. Los ojos de Jacque se abrieron como platos. "Mierda santa. Estuviste manteniéndola fuera de mí?" "Sueltala. Apurate!" Los ojos de Lindsay se movían alrededor con nerviosismo y se preguntó si alguien llamaría a la policía a causa de los disparos. Sin mencionar el hecho de que Albert debería estar llegando pronto. No necesitaba más complicaciones. Atragantandose, escupió un bocado caliente de sangre. Jean soltó una sarta de palabrotas y se inclinó para poner su dinero junto al de Jacque. En el último momento, sin embargo, no pudo hacerlo y se lanzó hacia Lindsay. Lindsay se apartó, involuntariamente apretó el gatillo varias veces. Oyó las balas impactandose en los barriles y pared detrás de Jean, entonces el hombre cayó al suelo gritando y violentamente tratando de llegar a la parte posterior de su hombro con una mano. Jacque se rió. "Estúpido. Ni siquiera te golpeó directamente y todavía perdiste el arma. Esto era un rebote. Duele, no es así?" se burló. "Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!" Lindsay gritó. "¿Por qué hiciste eso? Tengo un arma, tonto del culo!" gritó, sus manos temblaban tanto que ella tenía miedo de dejar caer la pistola. "Porque es estúpido," Jacque le dijo, ni siquiera trató de moverse para ayudar a Jean. "Que se desangre hasta la muerte." El rostro de Lindsay estaba pálido, incluso en la luz de la luna. ¿Qué he hecho? Jean volvió los ojos furiosos sobre ella. "Me disparaste!" Jacque se rió de nuevo. "Duele, no-" "Cállate! Sólo Cállate," Lindsay ordenó, secándose los ojos con torpeza con el dorso de su palpitante mano. Manchando de sangre su cara. "Tengo que pensar." Se inclinó y recogió todo el dinero, a toda prisa metiendolo en sus bolsillos con la mano lesionada, lágrimas calientes rayando sus mejillas ensangretadas del dolor de la acción causada. Se levantó, sintiéndose mareada. "Quédate aquí." Se tambaleó un paso más cerca de Jacque y cogió su navaja de bolsillo. "No me sigas. Y recuerda esto la próxima vez que pienses que es una buena idea lanzar a una persona en el hoyo de rata." 127
Jacque y Jean la miraron. "No te preocupes, Habichuela, nos veremos de nuevo," dijo Jacque estúpidamente. "No, si te veo primero." Lindsay echó un vistazo hacia el callejón, al ver la silueta de dos hombres en la distancia. Ella trató de concentrarse. Los hombres estaban acercandose. Cojeando ligeramente, se echó a correr en la dirección opuesta. *~*~*~*~* Ginny presionó su frente contra el cristal de una ventana húmeda mientras se quedó mirando hacia la calle. Esperando. Los charcos bajos que punteaban la acera estaban empezando a crecer en una fina capa de hielo que reflejó la luz de la luna y las farolas cuando la temperatura descendió. Después de que las luces fueron apagadas por costumbre a una después de la cena, toda la casa estaba a oscuras y en silencio. Lejos de ser capaz de dormir, Ginny había encendido una vela de cera de abeja hace algún tiempo, echando la habitación en sombras largas. Cristian había insistido en que Lindsay y ella se quedarán en la misma habitación que tenían la noche anterior, la decisión de que los tres niños pequeños que fueron designados para la habitación se sientan más cómodos con otros niños en su primera noche en la casa. Mantas y almohadas se habían dispuesto en la pequeña habitación de Leo y Nuncio, y los cinco chicos ya estaban llegando a las mil maravillas, su animada charla finalmente se calmó hace una hora. "Lindsay," susurró ella, con sus ojos arraigados en la acera de abajo, "¿dónde estás?" "Aquí." Ginny jadeó y se dio la vuelta, con el corazón en la garganta. "Lindsay?" "No esperabas a alguien más, verdad?" Lindsay bromeó débilmente. Había vomitado dos veces en el camino a casa y se sintió un poco mejor de lo que se había sentido al salir del callejón, a pesar de su inestabilidad. "¿Cómo entraste?" Ginny se precipitó hacia delante, sus pies pegados deslizandose sobre la madera lisa, fresca mientras se acercaba a su fin. Lindsay miró sus zapatos mojados. Sus manos estaban metidas profundamente en sus bolsillos. "Force la cerradura de la entrada de servicio. Yo" "Oh, Dios mío." Ginny se acercó, mirando atentamente a su amiga. Lindsay olía a agua sucia mezclada con un aroma metálico inconfundible que sólo podía significar una cosa. Sangre? Lindsay se acercó a la vela y Ginny podía ver que su oscuro pelo estaba enmarañado y su cara manchada con rayas de color carmesí. "¿Qué te pasó?" su voz se elevaba junto con una oleada de pánico. Los ojos de Lindsay se agitaron cerrados. De repente se sintió muy cansada. "Ginny, puedo yo-?" "Estás herida." No era un pregunta. Ginny extendió la mano y agarró a Lindsay por el bíceps para sostenerla; la mujer mayor se balanceaba un poco. Se veía tan pálida como lo había estado en el hospital y un nuevo olor fue lanzado cuando Lindsay se movió. La pelirroja consiguió un olorcillo su 128
mente daba vueltas mientras trataba de colocar el olor. Entonces sus ojos dieron vuelta. "Pólvora", susurró con incredulidad. Su corazón comenzó a palpitar mientras examinaba el cuerpo de Lindsay con manos frenéticas. "Dios, ¿te dispararon? ¿Dónde, Lindsay? Dime!" "No", Lindsay respondió suavemente, alejándose de las manos de Ginny que buscaban. "No me dispararon. Pero, Ginny, realmente necesito sentarme. Ha sido un largo paseo." Ginny la guió hacia la cama para que pudiera sentarse. "Sientate. Cómo es que estas toda mojada. Ella parpadeó varias veces confundida. No estaba lloviendo." ¿Te has caído en el East River? Eso, al menos, podría explicar el olor." Su tono era seco, pero Lindsay podría decir que era sólo porque ella estaba preocupada. Ginny sacudió la cabeza con disgusto. "Déjame quitar esto." Ella comenzó a tirar del abrigo de lana empapado, pero no podía quitarlo con las manos de Lindsay todavía metidas profundamente en sus bolsillos. "¿Que hora es?" Lindsay preguntó aturdida, sintiendo frío a pesar del hecho de que la casa estaba bien climatizada. "Cerca de las nueve, creo," respondió Ginny, sin prestar atención a las palabras. "Necesitas estar quí." Ella dio un suave tirón en uno de los brazos de Lindsay, insistiendo en que mueva sus manos de los bolsillos para poder quitarle el abrigo. Con cautela, Lindsay jalo una mano libre, gimiendo suavemente en el dolor. Forzar la cerradura casi la había enviado a sus rodillas en agonía. Al cabo de sólo un instante Ginny pudo ver que sus dedos estaban rotos de nuevo. Ella se estremeció, con el corazón dolorido por su amiga. "Oh, Lindsay." La segunda mano de Lindsay emergió significativamente más lenta que la primera y estaba fuertemente enrollada alrededor de la empuñadura de una pistola negra. Ginny se obligó a no dar un salto atrás. Los nudillos de Lindsay todavía estaban sangrando lentamente, y un hueso blanco asomaba entre carne manchada, rasgada. Ojos marrones asustados, llenos de lágrimas se aventuraron hacia arriba para juzgar la reacción de Ginny. Lindsay tragó densamente. "Cosas" Ella sacudió su cabeza, su garganta cerrada por un momento. "Las cosas con ellos no fueron bien." Ginny apartó un mechón de pelo oscuro de la frente de Lindsay, notando el labio hinchado, cortado, sus ojos llenos de lágrimas. "Puedo ver eso, cariño," susurró con ternura, poniendo el arma fuera de su mente por el momento." Me necesitas para ayudarte? " La respiración de Lindsay enganchada en la bondad de la voz de Ginny y consiguió un rápido movimiento de cabeza. Entonces las palabras salieron en una corriente casi incoherente. "Sucedió tan tan rápido. No me refiero a que lo hice. Lo juro. No están muertos, no creo." Ella contuvo la respiración poco profunda. "Siento sobre lo de esta tarde. Lo siento tanto. No quería decir lo que dije.
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Estoy unida contigo por la cadera, Ginny." Se detuvo y dio a su amiga aturdida una sonrisa acuosa. "Sólo tu suerte, ¿eh?" Ginny tomó suavemente las mejillas de Lindsay, acariciando con un dedo tierno la piel sucia, manchada. "Sólo mi suerte", repitió solemnemente, por lo que era muy claro que esa proposición estaba muy bien por ella. "Ahora, necesitas darme el arma." "¡NO!" Lindsay sacudió la cabeza frenéticamente. "Es peligroso. Oh, Dios, yo no tenía la intención de disparar-" "Shhh. Todo irá bien," Ginny calmada. Querido Señor, le disparó a alguien? "Sé que las armas son peligrosas. Seré muy cuidadosa. Por favor, Lindsay, no te puedo ayudar hasta que me la des." La mano de Lindsay temblaba con tanta fuerza que Ginny tuvo que sostenerla, entonces con cuidado, uno por uno, levantó los dedos del mango bañado en sangre. Ginny hábilmente abrió el cilindro y vertió las balas restantes en la cama. Luego lo rompió cerrandolo y rápidamente lo colocó sobre la cómoda. Hizo una pausa, mordiéndose el labio, y agarró la pistola de nuevo. Su bolsa sería un lugar más seguro. Lindsay no ocultó su sorpresa. "Cómo-?" "No sabes todo sobre mí todavía, Lindsay Killian," Ginny dijo distraídamente mientras ella comenzó a hurgar en su bolso por los restos del vestido púrpura de Bertha. "Me pregunto si Bertha tiene alguna idea que resultó ser un verdadero salvavidas?" Lindsay decidió levantarse y ayudarla. "Ginny, no me," ella se detuvo, gruñendo de dolor y cambiando de opinión acerca de pararse. Ahora que estaba descongelandose, las cosas estaban empezando a doler peor, "no me vas a preguntar qué pasó de nuevo? " "Supongamos que me ahorras la molestia y me lo dices en su lugar." Ginny vertió agua de una jarra que Christian había colocado atentamente en la habitación esa misma tarde en un pequeño lavabo y llevó la cuenca sobre la cama. "Voy a necesitar tu cuchillo para cortar el vestido." "En el bolsillo del abrigo," Lindsay le dijo cansadamente. Dios, soy una idiota. Solo una idiota puede estar lastimada tan mal. Debería haber estado alejada de esos primos dementes bastardos de ratas. Ginny metió su mano en el bolsillo, y sus dedos rozaron una pila fría de monedas. Alzó la vista hacia su amiga cuestionando. Lindsay suspiró. "Algunos tipos que conozco me debían algo de dinero." Ella trató de encogerse de hombros sin mover las costillas, pero fue imposible y se rindió rápidamente. "Sólo que no querían pagarme y las cosas. Bueno, las cosas" Se cubrió cuidadosamente los ojos con las palmas sucias. "No sé qué sucedido." Ginny se mordió la lengua, sospechando que Lindsay podría decirle todo si sólo pudiera reprimir su inclinación natural de fastidiar la información de ella el tiempo suficiente para escucharlo. "Ya veo", dijo sin comprometerse, extrajo el cuchillo del otro bolsillo. Era difícil de abrir, y se dio cuenta por 130
qué cuando vio la cuchilla, que estaba cubierta por sangre medio seca y pegajosa. El estómago de Ginny se revolvió, pero se forzó a cortar varias tiras largas del material. "No es mía," susurró Lindsay, al ver que el color de la cara de Ginny. "Acabo de recibir una buena patada en el culo a la vieja usanza." Ella gimió por dentro, más que un poco disgustada consigo misma. "Otra vez". "Debería conseguir un doctor. Te ves horrible." Las cejas de Lindsay saltaron. "Vaya, gracias, pero no necesito un doctor." Un recuerdo de sí misma sentada en el regazo de Bertha, a punto de poner un beso grande y húmedo en la voluminosa mujer, revoloteó por su mente. Ella quiso sonreír, pero su corazón no estaba en ello. "No quiero acabar en el manicomio." "No tengo idea de lo que estás hablando", dijo Ginny con irritación. "¿Recibiste un golpe en la cabeza?" Lindsay frunció los labios. "Probablemente." Ginny dejó escapar un gruñido infeliz. "Juras que no estás gravemente herida?" "Tristemente, creo que voy a vivir." Ella se sacudió un poco, sintiendo frío. Ginny dejó escapar un suspiro tembloroso, mareada en su alivio. Gracias, Dios. "¿Dónde estás más lastimada?" "Creo que mis costillas están fracturadas duele respirar." Ginny al instante comenzó a tirar de su camisa hasta que Lindsay la detuvo. "Dejalo. No hay una maldita cosa que puedas hacer al respecto ahora. Mis dedos necesitan ser re-entablillados sin embargo, o voy a terminar con una garra retorcida como una anciana." Extendió lentamente su mano cortada y Ginny asintió ante la visión repugnante. "Esto, por otra mano”, se rió débilmente de su mal juego de palabras, "necesitas algo." "Todo esta bien. Ya vuelvo." Ginny se precipitó fuera de la habitación, tomando grandes bocanadas de aire mientras estallaba en el pasillo y luego se apoyó en sus paneles fríos de madera, cerrando sus ojos. "¿Qué has hecho, Lindsay?" Una pistola, un cuchillo con sangre, un bolsillo lleno de dinero que no teníamos antes, todo estaba en su mente girando. Para su sorpresa, sin embargo, ella se compuso con bastante rapidez, sabiendo que en este momento era necesaria su atención en otra parte. Después de limpiar la sangre de sus manos con una toalla sucia en el cuarto de lavado, ella fue capaz de solicitar inocentemente una aguja e hilo de una lavandera, que vivía en una pequeña habitación en el primer piso. Cuando Ginny regresó al de ellas, encontró a su amiga medio desnuda y torpemente pasando una toallita húmeda sobre su cara. La tela blanca estaba manchada de color rojo y el agua en la cuenca ya tenía que ser cambiada. Ginny tragó con fuerza. Bien, cambio de planes. "Puedes hacerlo abajo en el sótano tu misma, porque no hay manera de que pueda llevarte." Ella no quería arrastrar a Christian en en lo que fuera que estaban involucradas.
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Lindsay parpadeó. "Lo hice hasta aquí desde el otro lado de la ciudad. Supongo que puedo bajar las escaleras." Aunque la idea de atravesar las escaleras no fue agradable. "Pero yo no-" Ginny puso la aguja y el hilo sobre la cómoda y suavemente cerró la puerta detrás de ella. "Estas muy sucia y cubierta de sangre. Este pequeño lavabo no será suficiente. Es necesario un baño real. Tienes solo Dios sabe que en tu pelo, y necesitó limpiar tu mano y el labio." Ella sonaba preocupada. "Lindsay, eres susceptible a una infección ahora más que nunca. Tienes que limpiarte. Completamente." Su actitud de corretaje sin ningún argumento y a pesar del abrumador deseo de hacer nada más que acurrucarse en una bola e irse a dormir, Lindsay cedió rápidamente. "Esta bien." La nerviosa mirada de Ginny se desvió hacia la ventana. "¿Deberíamos estar esperando a la policía?" "Yo," Lindsay no pudo evitar mirar en esa dirección también. "No lo creo. No creo que me siguieran." Lindsay hizo pausa tanto tiempo que Ginny pensó que simplemente había terminado de hablar cuando Lindsay dijo en voz baja, "Creo que sería mejor decirte lo que pasó." Finalmente. "Podría ayudar, Lindsay." "Vamos, te lo explicaré mientras me estoy limpiado." Lindsay se inclinó hacia adelante, las líneas de tensión de dolor estropeando su rostro cuando se movió. Se detuvo, suspiró, y dió a Ginny una larga mirada de sufrimiento. "Puedes ayudarme?" Ginny ya estaba a su lado, ayudándola a ponerse de pie. "Pregunta tonta." Ella sacó una sábana de la cama y envolvió en ella a Lindsay, esperando no salir corriendo dentro con cualquiera de los niños, que se suponía que estaban en la cama, en el camino de la planta baja. *~*~*~*~* Estaban en el baño del primer piso y Lindsay habían subido dentro de una de las grandes bañeras. Una estufa grande de leña se mantenía bien alimentada las veinticuatro horas del día en el invierno, las rejillas de calefacción calientan varias de las habitaciones del primer piso. El baño en sí estaba calentito y Lindsay sintió que se relajaba en el calor húmedo cuando Ginny vacio la bañera, lavando la mayor parte de la suciedad y la sangre que había estado sobre Lindsay. Su mano y labio habían dejado de sangrar y un gran hematoma moteado cubría sus costillas por debajo de su pecho izquierdo. La pelirroja volvió a llenar la tina con tres cuartos de su capacidad con agua hirviendo y se colocó detrás de Lindsay, de rodillas para lavar su cabello. Estaba vistiendo el pantalón y la camisa del hombre que su compañera había robado del hospital de caridad para ella y estaba contenta por la facilidad de movimiento de las prendas. La cara de Ginny estaba cubierta con una ligera capa de sudor del aire lleno de vapor, y empujó su propio pelo de los ojos con el dorso de una mano antes de que enjabonara sus manos con una gran barra de jabón blanco. "Remoja", le ordenó, oyendo la grieta en su propia voz. Trabajó rápidamente, con ganas de atender la mano de Lindsay. "Se siente bien," murmuró Lindsay, sus ojos cerrados en el placer. Esto casi hizo que valiera la pena que su culo diera alaridos. "Gracias." Las cosas no parecen tan desesperadas ahora que estaba aquí con Ginny. Sintió su pánico disminuir y las náuseas que habían estado acosandola con facilidad. 132
"Que sucedió después?" Ginny no estaba del todo segura de querer saber. "Luego volví aquí." Ginny dejó escapar el aliento que había estado conteniendo. "Gracias Dios. Sabes lo cerca que has estado de perder la vida por unos pocos dólares?" La justa indignación que había estado conteniendo en todo el día resurgió de nuevo y comenzó a fregar más fuerte, con movimientos espasmódicos y bruscos. "Por duro que podrías encontrar de creer, vales más de doce dólares." "Ginny" Lindsay habló entre dientes. "Tómalo con calma, por favor." Las manos de Ginny fueron más despacio. "Lo siento," se disculpó, tomando el tiempo para inclinarse hacia adelante y colocar un suave beso en la mejilla de Lindsay. No pudo evitar sonreír cuando vio la misma mejilla enrojecer. "Esta bien. Ese era mi dinero", dijo Lindsay, examinando las dos manos. Podía mover el dedo índice de la mano con los dedos dañados y calculó que sólo estaban magullados. "Además, vamos a necesitar ese dinero para viajar y comer." "Lindsay," Ginny tomó la barbilla de Lindsay desde atrás, pidiéndole que girara su cabeza. Las mujeres jóvenes se miraron a los ojos y sus caras estaban tan juntas que Ginny sólo tuvo que susurrar. "He vivido casi toda mi vida en un hogar donde la tentativa de encontrar un modo de conseguir otro dólar era más importante que cualquier cosa. Esto vino antes que nuestra salud, nuestra seguridad, nuestra comodidad, aún nuestro amor. Aunque en mi corazón no creo que Arthur supiera o incluso entendiera lo que era. Y Mama nunca intentó ni una vez ni trató de cambiar las cosas." Ella se lamió los labios, luchando contra el impulso de romper la intensa mirada de Lindsay. "Ellos están muertos ahora." Ella sintió un nudo en su garganta crecer. "Y no voy a vivir de esa manera otra vez. Nunca." Ni siquiera por estar contigo, Lindsay." Tiene que haber una mejor manera de ser." Ella buscó sus ojos. "¿Lo entiendes?" Lindsay asintió despacio. Mierda. "Creo que sí." Se dio la vuelta, sintiéndose bien y realmente castigada. "No es que el dinero sea más importante de lo que tú eres. Pero era mi dinero", repitió ella, la declaración tenía el mismo impacto patético que la primera vez que lo había dicho a Ginny. "Remoja." La morena lo hizo y cuando emergió sentió otro cubo de agua vertido sobre su cabeza. Escupió y tosió, maldiciendo por el dolor que causó a su labio partido. "Hey", se quejó débilmente; después sintió las manos enjuagando el jabón restante de su pelo. Ginny ignoró la protesta de Lindsay. Sus sentimientos eran tan crudos ahora mismo que no confiaba en sí misma para mantener las cosas corteses. De todas las estupidas descuidadas peligrosas. "Lindsay?" "Hmm?" "¿Qué hicieron esos hombres que te debían dinero? ¿Estabas jugando a los dados también?" 133
Lindsay resopló. "Apenas". Ella reflexionó sobre la siguiente parte. Era bastante embarazoso pero esta era Ginny. "Uno de ellos me robó y me empujó fuera de un vagón de carga en movimiento." "¿Qué?" Ginny chilló. "Y luego, cuando fui a tratar de recuperar mis cosas de él, sus dos amigos pendejos me golpearon dejándome sin sentido" las manos de Ginny se detuvieron, "y me arrojaron a un pozo en el que apostaron cuánto tiempo se tardaría un perro rabioso en matarme." "Bueno es por eso que estaba contigo en el Hospital de la Caridad. Los cortes y tu oído y todo lo demás ellos te lo hicieron?" Ginny estaba realmente atontada. Había asumido que Lindsay había estado en algún tipo de accidente o tal vez atacada por un perro rabioso. "Ellos y el perro, supongo." Ginny sacó sus manos del pelo de Lindsay. Involuntariamente se formaron en temblorosos puños. Su cara enrojeció y su pulso se le aceleró cuando una ola de rabia creció en su interior. "Trataron de matarte". Lindsay se encogió de hombros. "Bueno, sí, así que pensé que el dinero que estaban apostando y luego más dinero que se llevaron ese dinero era mío." Algo no sonaba bien en la voz de Ginny y se dio la vuelta, sus ojos involuntariamente se ensancharon en la mirada de la cara de Ginny. "Bastardos", Ginny escupió, disparandose en sus pies. Se limpió las manos en su pantalón. "Si hubiera sabido. Tienen suerte de que no estaba yo en aquel callejón esta noche o estarían muertos ahora." Ella tomó una toalla de una pila en la mesa al lado de la bañera, retorciéndola con manos fuertes mientras enfurecía en silencio, tanto en los hombres como en Lindsay. "Eres un mejor tiro que yo, ¿eh?" Lindsay bromeó débilmente, el pensamiento de la pistola enfermandola del estómago otra vez. Odiaba las pistolas. Sólo el sonido de una disparandose, lo cual era una ocurrencia regular en el barrio pobre donde había vivido cuando niña, asustandola estúpidamente. "Esto no es gracioso!" Ginny se rompió. "Ellos trataron de asesinarte una vez y casi te matón de nuevo!" Lindsay arrancó un gemido mientras se inclinaba hacia delante sobre una rodilla y se puso en pie, enviando una cortina de agua en cascada abajo de su cuerpo. La diatriba de la joven mujer descarriló mientras miraba al cuerpo mojado de su amiga, su propia boca volviéndose algodonosa en un latido del corazón. Nunca había sido presentada con algo tan abiertamente magnífico en toda su vida. Ellas se habían ayudado a lavarse una a la otra en el hospital para estar seguras, pero nunca estaban solas allí y siempre habían tenido toallas y batas de hospital para proteger su privacidad lo mejor que pudieran. A diferencia de ahora. El vapor se levantaba de la piel teñida de color rosa por el agua caliente y el pelo peinado hacia atrás de la cara. "Señor ten piedad", dijo Ginny en voz alta sin darse cuenta de que incluso había hablado.
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Lindsay sostenía sus manos lesionadas ligeramente por delante de ella y bajó la mirada hacia el hematoma espeluznante debajo de su pecho, decidiendo que era ridículo ser consciente de su desnudez en este punto. No podía verlo tan bien como quería, así que, con la mano cuyos nudillos fueron cortados, ella movió suavemente su pecho a un lado. Ginny abrió la boca, sorprendida que no había pasado fuera de la vista. "Se ve muy mal, ¿eh?" Lindsay estrechó sus ojos en la piel color púrpura. "Puaf!." "¿Mal?" Sin darse cuenta se humedeció los labios. "¿Estás ciega?" Confundida, Lindsay parpadeo unas veces. Sus ojos parecían estar bien. "¿Qué estas-?" "Nada," dijo Ginny rápidamente, rompiendo su ensueño y pensando que tal vez podría tomar un baño ella misma. Uno bien frío. "Aquí," extendió la toalla a Lindsay que sólo la miró y luego de vuelta a Ginny. "Umm podrías hacerlo?" "Lo siento," Ginny sacudió su cabeza y reprendió a sus pensamientos rebeldes. "Por supuesto." ¿Qué esta mal conmigo? Ella está herida y estoy babeando sobre ella como uno de los cerdos del patio de ferrocarril. Tan cuidadosamente como ella pudo, se puso a trabajar secando a Lindsay, la tarea desterró todos los pensamientos oscuros de encontrar a Jacque y Jean y terminar lo que había empezado Lindsay. En apariencia, hizo todo lo posible para mantener un aire ajeno. Para su corazón, y más especialmente su cuerpo, la sencilla tarea fue de deliciosa tortura. Era especialmente cuidadosa con las costillas de Lindsay, frunciendo el ceño ante la contusión y sabiendo lo mal que debía doler. Lindsay cerró los ojos en la ayuda de Ginny. Se sentía maravilloso, haciéndola sentir no sólo bien cuidada, sino querida. Ella suspiro. Si no me sintiera como una mierda nunca sería capaz de impedir gemir en lo fabuloso que sus manos se sienten en mí. Ginny arrastró suavemente la toalla por la espalda, levantando su cabello y dandole un buen apretón antes de secar su cuello. La toalla se movió más abajo, acariciando la piel de la parte inferior antes de llegar a sus muslos. Lindsay gimió. Bien, me equivoqué. Ginny sonrió para sí misma en el sonido. Cuando hubo terminado, vació la bañera y echo la toalla y la sábana de su cama en un cesto de lavandería, agarrando una sábana fresca para envolver a Lindsay. "Gracias, Ginny." "De nada. Vamos, vayamos a conseguir tu mano tenerla cuidada y a ti en la cama. Tienes dos días para descansar antes de agarremos un tren hacia el Oeste. Esa es la próxima vez que podemos duplicar las paradas que el tren huérfano hace sin perder demasiados días." Ella y Christian habían pasado la última parte de la tarde en su teléfono con el jefe de estación, trazando un calendario. "Maravilloso. Probablemente no debería estar alrededor de Queens o todo el Estado de Nueva York por un tiempo." Ella no podía estar segura de que la policía no estaba buscandola.
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"Mmm ... probablemente no." Ginny no pudo evitar sonreír. "Y ahora parece que vamos a tener dinero para dos boletos." "Qué?" Boletos?” Lindsay explotó. Se tocó el labio partido, el cual punzó debido a su repentino arrebato. "Ouch." Ella probó la sangre. Ginny movió su dedo a Lindsay. "No grite." Lindsay hizo una mueca. Ginny suspiró. "O puchero. No puedes hacer pucheros." Ella cruzó los brazos sobre su pecho. "Vamos a comprar dos boletos y sentarnos con los otros pasajeros. No vas a estar saltando dentro y fuera de los trenes." "Pero-" La mirada de Ginny la silencio. Lindsay tragó saliva. "Bien." Ella quería decir algo más, pero no se atrevío. Hizo, sin embargo, rodó sus ojos en una última, demostración bastante lamentable de desafío. Si los chicos de las vías se enteraran de esto nunca volvería a vivir abajo. "Vamos. Aquí," Ginny envolvió su brazo alrededor de Lindsay para mantener el equilibrio. "Sí, eso es. Apóyate en mí." Y así lo hizo.
Capítulo 9 "Bueno aquí estamos." Cristian dio un tirón de las riendas, a la calesa que lo llevaba a él, Ginny, y Lindsay y se detuvieron en una parada. Docenas de vagones estaban llenando en torno a la estación, atestando la calle. Los cascos de los caballos estampados, salpicando en el lodo helado mientras las bestias resoplaron en la fría mañana llena de humo. Varios equipos fueron claramente agitados por la multitud de neoyorquinos empujando con determinación hacia su camino y desde la plataforma. Las máquinas de vapor que llegan y salen silbaron ruidosamente y sus ruedas chirriaron. Los conductores, que controlaban las multitudes con silbidos y voces en auge, gritaron varios números de trenes y destinos, pero incluso sus voces fueron ahogadas por el largo gemido de los silbidos del tren que sonaba fuera regularmente. Era ensordecedor. Ginny agarró su bolso y permitió a Christian ayudarla a salir de la calesa. La joven llevaba ropa de hombre y una nueva gorra que habían comprado el día anterior, del tipo de la que los repartidores de periódicos llevaban. "Gracias", dijo en una voz elevada para que Christian pudiera oírla. Se limitó a sonreír y le ofreció su mano a Lindsay. Cuando se hizo evidente que no podía tomarla, él se movió hacia adelante y puso sus manos en la cintura, para ayudar a absorber parte del choque cuando sus pies golpearan las tablas de madera que habían sido colocadas sobre las aceras para que
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las personas no tuvieran que abrirse paso entre el lodo profundo. Dos días de temperaturas bajo cero y las calles parecían más pocilgas que caminos. El hedor de estiércol de caballo y el lodo llenó el aire. "Gracias, Christian," Lindsay le dijo sinceramente, un poco avergonzada que ella había necesitado su ayuda. Sus costillas protestaron con cada movimiento, pero sus dedos y el corte torcido cosido en sus nudillos ya habían empezado a curarse lentamente. Su labio ya no estaba hinchado y en el corte se habían formado costras, aunque la piel alrededor de ello todavía estaba sensible. El trío estuvo parado torpemente. Se habían convertido en buenos amigos en un corto período de tiempo y esto era el adiós. "Cristian," Ginny comenzó, sin saber muy bien qué decir. "No podré jamás pagar su bondad. Desde el fondo de mi corazón, gracias." Cristian enrojeció con placer. "De nada." Sintiéndose incómoda, Lindsay apretó el hombro de Christian y ofreció su propio gracias antes de empujar su camino hacia la plataforma y en dirección a la taquilla. En su bolsillo había una lista de las ciudades en las que tenían que parar. Christian parpadeó, mirando a Lindsay alejarse rápidamente. "Bueno, no esperaba eso." Ginny suspiró un poco cuando Lindsay desapareció. "Pienso que ella no ha tenido una gran cantidad de amigos, Christian. Ella no sabe qué hacer." "Ahh ..." Él envolvió su brazo alrededor de los hombros de Ginny y la condujo hasta la esquina de la estación donde podían hablar sin tener que moverse constantemente a un lado por los transeúntes. "Decir adiós es siempre difícil, sobre todo cuando sabes que no vas a ver a la gente de nuevo." Una pequeña arruga apareció en la frente de Ginny. "No sabes eso." "¿No? No hay nada aquí que te llame de vuelta. Me imagino que los señuelos de Oeste capturarán las fantasías de ambas." Su mirada se desvió de nuevo a donde Lindsay había sido tragada por la multitud. Ginny le dio una mirada cariñosa, algo simpática. "Ella es fácil de cuidar, ¿verdad?" Él se encogió de hombros, reconociendo una verdad simple. "Las dos lo son." Antes de que Ginny pudiera responder Lindsay reapareció con dos boletos. Se veía un poco perdida, que por alguna razón Ginny encontró entrañable. Aquí había una persona que se había pasado la mayor parte de su vida en vagones de carga y alrededor de estaciones de tren y que nunca había montado con los demás pasajeros con billetes, ni una sola vez. Esto iba a ser una aventura. Lindsay le tendió la mano a Christian y el hombre la tomó en la suya, pero sin apretar. "Cuidate, Habichuela."
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Lindsay asintió. "Tú también." Entonces, en un capricho, ella se inclinó hacia delante y presionó sus labios suavemente en su oído. "Lo que estás haciendo con los niños es más importante de lo que crees. Si el mundo tuviera más gente en ello como tú ... bueno, este sería un mejor lugar en todo." Un poco autoconsciente, ella se apartó y se hizo a un lado, para que Ginny pudiera decir adiós. La pelirroja con audacia dio a Christian un beso en la mejilla. Ella se apartó y a la vista parecia que él estaba muerto pero sonreía con los ojos serios. "Tenga cuidado, Christian, y gracias de nuevo. Yo no te olvidaré." Con eso, las mujeres se volvieron y empezaron a abrirse paso entre la multitud. Aturdido, Christian levantó una mano a su mejilla, sintiendo su calor que arde contra sus dedos. Justo cuando estaba seguro de que estaba enamorandose de una mujer, la otra haría algo dulce o interesante o divertido y haciendolo reconsiderar. Él sacudió cabeza y se rió entre dientes mientras se dirigía a la calesa, admitiendose a sí mismo que simplemente no podía escoger y había quedado con un agolpamiento sin esperanza en los dos. "Tiempo", murmuró para sí mismo, "Tiempo, Christian, es todo. Y el tuyo apesta." *~*~*~*~* Jeremías se restregó la cara y habló a través de sus manos. "Esto ocurrió anteanoche, dice usted?" "Sí, señor. No podía creerlo. Estaba demasiado oscuro para ver quien hizo los disparos, pero la de cabello oscuro que ellos llamaron Habichuela fue la única que salió del callejón sin una bala en ella. Volvió al orfanato de Christian y no salió ayer en todo el día." Lo que él no mencionó fue que, después de haber oído el primer disparo, había estado demasiado asustado para acercarse lo suficiente para averiguar lo que realmente había ocurrido en el callejón. "Bella, Bella, esto es más serio de lo que sospechábamos". Hizo un puño. "No es que necesitara más pruebas de que la mujer está desequilibrada. Yo sabía que el imbécil llorón, Christian Spence, tenía que estar involucrado de alguna manera. Sólo puedo imaginar el comportamiento de él y esas dos mujeres adultas dedicados a esa ratonera que él llama un orfanato. Deprimente!" Jeremías Ward, paseaba por el suelo delante de su esposa, que estaba sentada detrás del escritorio en su oficina. Los Wards habían estado fuera de la ciudad el día anterior y esta era la primera vez que Delano había tenido la oportunidad de darles la impactante noticia. "Ambas jóvenes mujeres son peligrosas", dijo Isabelle innecesariamente, golpeando la mesa con un lápiz. El vapor se elevaba de la pequeña taza de porcelana en su otra mano, enviando el aroma del café recién hecho en el aire. "Cristian no hará nada sin pruebas." "¡Sí!" Jeremías aceptó al instante, poniendo las palmas de las manos sobre el escritorio mientras se inclinaba más cerca de su esposa. "Demasiado peligroso para ignorarlo." ¿Y si ella regresa aquí después por mí? Él había pensado que las mujeres que manejaban un arma solo existían en esas novelas ridículas de de diez centavos." Debemos-" Isabelle le hizo callar con una mano levantada. Ella casualmente se volvió a Delano. "Y el hombre, la persona que nos dijo antes?" 138
"Cara de Rata?" Isabelle puso los ojos. "Si tú lo dices. Él dijo que la conocía." "Dijo muchas cosas después de que yo le pagué unas cuantas monedas." Un movimiento de cabeza. "¿Y qué clase de hombre es este Cara de Rrata? Un amigo de... Habichuela?" El solo hecho de decir estos nombres ridículos la estaba haciendo enojar. Dejó la taza. Su base tenía un pequeño fragmento en ella y frunció el ceño, girando la taza ligeramente de modo que sólo ella podía ver la imperfección. Los ojos de Delano se estrecharon mientras pensaba, preguntándose si debía repetir el lenguaje grosero delante de una mujer. "Es un ... es un tipo rudo, señora, parte criminal, parte mendigo. Maldijo a la mujer muchas, muchas veces y me dijo lo que haría si alguna vez la volvia a ver. Él no es amigo de Habichuela." "Interesante," comentó Isabelle deliberadamente. Tomó un sorbo final y dejó la taza a un lado junto con su lápiz. Jeremías dio la vuelta y se sentó en el borde de la mesa. Sintió la mano de Isabelle viniendo a descansar sobre su espalda, el calor reconfortante de su palma se filtró a través de su chaleco de fina lana y la camisa blanca de algodón. La pequeña mujer se puso de pie y se trasladó junto a su marido, dejando su mano donde estaba. Virginia Chisholm y esta mujer Habichuela son un equipo. Había visto el sutil compromiso entre ellas de dar y tomar cuando ella y Jeremías las habían enfrentado. Era algo que ella entiendía bastante bien. Las asociaciones eran cuestión de equilibrio. Alterar el equilibrio y transtornar la asociación, lo que debilitaría al equipo. Sola, Habichuela no tenía nada que hacer con ellos. Solo, cuanto sería un problema Virginia Chisholm realmente? Vamos averiguar. "Pues bien, Delano, tal vez si nosotros... alentamos a este Cara de Rata para encontrar a Habichuela algunos de nuestros problemas comenzarían a cuidarse a sí mismos." Jeremías sonrió. "Esa es una idea excelente." Su orgullo estaba aún resentido y el pensamiento de algún daño por venir a la joven temeraria que lo había superado a los ojos de su amada le llenaba de una satisfacción tranquila. Metió la mano en el bolsillo del chaleco y sacó dos monedas de plata. Luego se trasladó en torno a su mesa y abrió el cajón de abajo. Miró a Isabelle, que asintió con la cabeza. En el cajón había una caja cerrada. La abrió con un chasquido agudo y quitó una nota crujiente de diez dólares desde el fondo, ociosamente deseando no haber tenido que ser alcanzado por unas simples andrajosas por encima de esto. Los negocios siempre podían ser mejor. Los ojos de Delano se abrieron un poco. Él esperaba que estuviera siendo recompensado por su diligencia. Esta era la paga de semanas que el señor Ward tenía en la mano. "Delano," Jeremías arrancó el billete perfectamente a la mitad, haciendo caso omiso del jadeo sorprendido del otro hombre", tal vez esto animará a Cara de Rata para seguir a Habichuela y ... traerla a la justicia. Seguiste a ella y a Virginia Chisholm esta mañana. Está claro que van detrás de los niños. Incluso alguien llamado Cara de Rata debe ser capaz de encontrarlas."
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Cara de Rata había dicho una y otra vez lo que le haría a Habichuela si alguna vez la volvia a ver, aunque de forma privada Delano no creía que el hombre tuviera el valor suficiente para seguir adelante con sus amenazas. "Usted quiere que él le haga daño?" preguntó casualmente, tratando de no mostrarse nervioso simplemente diciendo las palabras lo hizo. "¡Por supuesto no!" Isabelle bruscamente, sus ojos brillantes. "Nunca hemos dicho eso. Nunca." Luego se calmó visiblemente y alisó la tela de su vestido. "No estamos haciendo nada más que alentar a la víctima de un robo a recuperar su propiedad robada e informar a la policía sobre el paradero de Habichuela. Dijiste que creías que Habichuela le robó, ¿correcto?" Ella esperó a que él diligentemente asintiera. "Pero Jeremías y yo somos realistas y sabemos que cosas ... a veces suceden cosas... desafortunadas.” "Si, suceden." Jeremías rodó los dólares de plata alrededor de su palma. "Si Cara de Rata localiza a Habichuela y ella termina de alguna manera en la cárcel, o incapacitada de otra manera, él puede volver aquí y recoger este premio." Se volvió hacia su esposa y extendió la mano para acariciar su mejilla." Considero que es nuestro deber cívico promover la cacería de criminales, ¿no es así, Bella?" Ella se apoyó en el toque. "Absolutamente, Jeremías. Y el hecho de que la señorita Chisholm y el siempre piadoso Sr. Spence se asocien con gente de tan obvia mala reputación sólo sirve para desacreditarlos. Lo cual es exactamente lo que necesitamos." Una risa satisfecha escapó de la parte posterior de la garganta de Jeremías. Delano frunció el ceño. El pensó que estaba seguro de lo que querían, pero ahora... "Sr. Ward, no creo que Cara de Rata irá a ninguna parte cerca de la policía. Creo que una vez que la encuentre él va-“ "Suficiente," Isabelle le advirtió con firmeza, con los ojos brillando de ira. ¿Por qué Jeremías emplea a este idiota que claramente no tenía ningúna apreciación por el tipo de la discreción necesaria para llevar a cabo negocios en el entorno actual? Ella esperaba más de su marido. "No quiero oír especulación, Delano. No quiero saber acerca de esas cosas por el estilo." Aminoró su discurso. " Nunca. ¿Lo entiendes?" Delano asintió rápidamente, reconociendo por la expresión de su rostro que había cometido un grave error. "Sí, señora." Él se acercó y miró nervioso al Sr. Ward, cuyo rostro se volvió de granito. "Mis disculpas a los dos." "Entonces aquí." Extendiendo la mano, Jeremías presionó las monedas y la mitad de la factura en la mano de Delano. "Espero que Cara de Rata se marche de inmediato. Los dos dólares son para sus gastos." Delano miraba el dinero dudosamente. "Pero el costo de un pasaje solo es-" "No es de nuestra incumbencia", interrumpió Isabelle. Ella cruzó la habitación y abrió la puerta, despidiendolo con eficacia. "Creo que tiene a alguien para encontrar, ¿no es así?"
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Cuando la puerta se cerró detrás de Delano, Isabelle se dio la vuelta y levantó una ceja afilada en su marido. Él miró hacia abajo a sus zapatos con aire de culpabilidad. Delano necesitaba una lección de discreción. Una lección severa. "Voy a hablar con él en privado, Bella." "Veré que lo hagas" dijo secamente mientras se movía detrás del escritorio. Había trabajo por hacer. *~*~*~*~* Lindsay se movió incómoda en su asiento. El banco de madera acolchado estaba cubierto con una tela roja densamente para dormitar y apenas era bastante grande para ella y Ginny. De hecho, sus muslos y sus hombros se tocaban. Eso sin embargo, no era lo que estaba molestando a Lindsay, que había decidido si Ginny quería sentarse en su regazo todo el viaje que estaría muy bien también. El problema era que el tren era pequeño y estaba lleno. Varios hombres en la parte trasera del vagón estaban fumando cigarros y el humo flotaba sobre ellos en grandes nubes. Las personas estaban mirando la forma en que estaba vestida, y Lindsay se dio cuenta por primera vez por qué Ginny había optado por vestir de una manera similar. Ahora ellos nos mirarán a las dos y no sólo a mí, ¿eh? Ginny, Ginny, que voy hacer contigo? Su mente suspiró con satisfacción, y su pecho apretado con una oleada de afecto hacia su compañera. Ginny notó la extraña expresión en el rostro de Lindsay y se inclinó para susurrarle al oído. "¿Qué pasa, mi Tomate Magullado? Sufriendo hoy?" Una risa brotó de lo más profundo y Lindsay sacudió su cabeza, poniendo una de sus manos vendadas sobre la rodilla de Ginny, y dándole un suave apretón. "Magullado es correcto", reconoció irónicamente. "Pero por lo demás estoy muy bien, Ginny." Mejor de lo crees. "Bien." La sonrisa encantadora de Ginny mostró sus hoyuelos y ella bajó la mirada hacia la mano de Lindsay, colocando la suya encima de ella. Sus estados de ánimo estaban más altos de lo que habían estado en días. Lindsay estaba curandose lenta pero constantemente, y aunque no habían habido muchos besos, en deferencia por las lesiones de su amiga, no podía resistirse dándole unos pocos. Ambas habían sido un poco más audaces y ella se encontró enrojeciendo sólo de pensarlo. Trató de no hacerlo demasiado, sin embargo. No era solo increíblemente distrayente sino todavía un poco desconcertante y aterrador. Como si eso no fuera suficiente para mantener su mente hilando, finalmente estaban en camino para encontrar a James, Lewis, y Jane. Ya habían pasado por muchas cosas. No podía dejar de pensar que las cosas sólo irían mejor desde aquí. El silbato del tren sonó, ahogando el zumbido constante de conversaciones en torno a ellas. Una nube de humo negro surgió de la chimenea y el tren se sacudió hacia adelante. Los coches de madera chirriaban con el movimiento constante de las ruedas y Lindsay comenzó a mirar a su alrededor. Los hombres en el asiento justo enfrente de Ginny y ella ya estaban dormidos. Se preguntó distraídamente si supieran lo fácil que sería para ella inclinarse por casualidad y eliminarlos del peso de sus carteras. Resopló para sí misma, ante la sospecha de que no lo supieran. Lindsay no le gustó la forma en que olía aquí y sintió una sacudida irracional de rabia por tener que comprar un billete, cuando podrían estar viajando en un vagón de carga aireado, tendidas sobre sus 141
espaldas con mantas calientes viendo pasar el mundo. Nadie estaría alrededor para mirar bajo sus narices en Ginny entonces. Por supuesto, ella no se detuvo en el hecho de que tendrían que tomar tres veces el número de trenes sólo para llegar a donde iban y que probablemente se habría matado tratando de entrar y salir de ellos. Y siempre había un elemento de peligro. Muchas veces no estaban solos en un vagón de carga. Aún así, el aire en este coche era una combinación enfermiza de ropa mojada de lana y zapatos de cuero, sudor, perfume empalagoso, y comida. "Uf". Ginny frunció la nariz. "Son los peces lo que huelo?" Para desayunar? "¿De verdad quieres saber?" "Buen punto." Lindsay no movió su mano de la rodilla de Ginny por el próximo par de horas. Incluso cuando se quedó dormida. *~*~*~*~* Ellas cambiaron de tren en la Ciudad de Jersey y se establecieron en un coche de segunda clase, al igual que el primero en el que ellas habían estado. Un hombre negro delgado, vestido con un uniforme almidonado, de color azul marino con una corbata negra, un sombrero negro de cuero facturado y los zapatos más brillantes que Lindsay había visto en su vida, se acercó a ellas con una perforadora en una mano y un lápiz en la otra. Él amablemente pidió ver sus billetes y confirmó que eran, de hecho, los pasajeros adecuados en el ferrocarril de Pennsylvania, del tren número 8704 a Washington, DC, perforando un pequeño cuadrado diminuto al lado del nombre de la ciudad, antes de pasar al siguiente pasajero. Y al pasajero después de este.... Su siguiente parada no sería hasta por cuatro horas más y Ginny podría decir que Lindsay estaba aburrida y ansiosa, que aún luchaba con su desacostumbrado papel como pasajero regular. Su amiga de cabello oscuro estaba tan acostumbrada a esconderse de los empleados de ferrocarriles que ella se encogió visiblemente cada vez que se caminaba cerca de uno. Esta experiencia no era del todo nueva para Ginny. Cuando eran niñas, mientras su padre todavía estaba vivo, ella y Alice tomaban el tren cada verano al norte del estado de Nueva York y visitaban a sus abuelos paternos. Ella consideró esas visitas el tiempo más dulce, dorado de su infancia y ella y Alice los recordaban cariñosamente a menudo. Pero su abuelo falleció primero, entonces su padre al año siguiente. Cuando su abuela murió seis meses más tarde, no había nadie para visitar. "Lindsay?" Ginny comenzó, poniendo sus recuerdos hacia fuera, "He estado pensando." Lindsay se animó un poco. La voz de Ginny sonó grave. "¿Sí?" "Necesitamos un plan para echar mano si la familia que tiene a los niños no quiere renunciar a ellos. Estaba pensando que nosotras-" "¿Familia?" Un pliegue apareció en la frente de Lindsay. "Te das cuenta de que lo más probable es que no todos fueron a la misma familia? Podríamos estar hablando de tres familias diferentes en tres ciudades diferentes." 142
Ginny miró a Lindsay por un segundo, las palabras no penetraban en su cerebro. Finalmente comenzó a farfullar. "Bu...bu-" Ella apretó los ojos cerrados con fuerza. ¿Por qué no pensé en eso antes? De todos las estúpidas... Cuando abrió los ojos de nuevo que brillaban por las lágrimas contenidas." ¿Quién haría algo así?" susurró con dureza." ¿Quién iba a separarlos? Los niños son gemelos, por el amor de Dios, y Jane ... No es más que un bebé, son todo lo que ella tiene!" Levantando la voz cuando sus emociones se desbordaron. En su mente siempre se había permitido consolarse por el hecho de que al menos se tenían entre sí. Su culpabilidad la ponía enferma. ¿Qué si ellos estaban realmente solos con extraños? El arrebato hizo que Lindsay se hiciera hacia atrás, con los ojos abiertos. ¿Por qué estaba tan molesta Ginny por lo obvio? Algunos de los pasajeros estaban mirando, y ella devolvió sus miradas con vehemencia, desafiándolos a que siguieran mirando. "¿Qué estás mirando?" gruñó al enorme hombre en el asiento frente a ellas. Él ni siquiera fingió no estar escuchando ávidamente su conversación. El hombre parpadeó estúpidamente, incapaz de creer que una de las mujeres extrañas vestidas como hombres se dirigía a él en absoluto. Entonces se puso rígido en su silla y sacó bruscamente el periódico de la bolsa de cuero a sus pies. Lo agitó fuerte al abrirlo y con prontitud bloqueó la vista, aunque Lindsay le oía refunfuñar detrás de la sección de negocios. "Eso es lo que pensaba," dijo la pasajera ferroviaria en voz baja. La cara de Ginny estaba roja, pero Lindsay no podía decir si era por vergüenza o porque ella estaba molesta. Supongo que no importa. Ella suavizó su voz. "Ginny?" Sintiéndose tonta, Ginny vacilante balanceó sus ojos hasta encontrarse con Lindsay. "Relajate, ¿de acuerdo? Estoy segura de que intentaron colocarlos en un hogar juntos." Los hombros de Ginny se hundieron y Lindsay rápidamente se trasladó para tranquilizarla, lamentaba ahora que había dicho algo en el primer lugar. "Hey, no sabemos exactamente quien los tiene seguro. Tal vez los tres fueron a una familia en la primera parada." Ella arqueó las cejas con esperanza y ladeó la cabeza ligeramente hacia un lado. "Todavía podemos esperar, ¿cierto?" Las palabras transportaron de vuelta a Ginny a una noche nevada en la Calle Orchard cuando Lewis, su carita manchada de hollín y las mejillas surcadas de lágrimas, levantó la vista con toda la esperanza y la fe que un niño podría poseer y pronunció exactamente lo mismo. Incluso ahora podía sentir el viento frío erizando su pelo y la picadura de los pequeños copos de nieve, que se derretían en contra de su cara caliente mientras ella se quedó allí, sin poder hacer nada viendo su vida en llamas. Basta, se dijo sin piedad. Fue sólo hace unas pocas semanas ... un mes? Parecían años. "¿Cuál es tu plan si las personas que realizaron la adopción no quiere regresarte a los niños?" Lindsay le preguntó, esperando desesperadamente dirigir la conversación hacia un terreno más seguro. Con una triste sonrisa, Ginny se dejó arrastrar de nuevo en el momento. "No te preocupes. Estoy bien. No sé por qué no había pensado en eso antes. Estúpida, supongo." Una mirada sombría persiguió su forma sobre sus rasgos normalmente brillantes, por lo que Ginny parece mucho más vieja que sus diecisiete años. "Está bien. He estado pensando en esto durante días." Y lo había echo. En su mente había imaginado alguna pareja dulce, amorosa, que había tratado de formar una familia pero que no pudieron. Ellos habrían tomado a todos sus hermanos para darles un hogar lleno de amor. Y ahora ella estaba próxima a rasgar palizas de corazónes de sus pechos a la pareja.
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"Ya veo", dijo Lindsay gravemente, ajustando su abrigo, que se hizo una bola contra la ventana en un vano intento de mantener el aire frío afuera. La mirada de culpa en esos ojos azules al lado de ella era inconfundible. Era una emoción para la que Lindsay vio poco uso. Las cejas de Ginny saltaron. Se inclinó hacia delante y apoyó los codos en sus rodillas, apoyando la barbilla sobre su puño. "¿Qué es exactamente lo que ves, señorita Leyendo Mentes Colinabo? No sabes lo que voy a decir". Lindsay le sacó la punta de la lengua a la mujer más joven, aliviada de que el buen humor de Ginny parecía estar haciendo una reaparición. Tanto había sucedido a las dos, tan rápido, que eran propensas a estallidos ocasionales. Pero eso estaba bien. Habían estado trabajando juntas en ello. "Y bien," Ginny le pidió de nuevo, dando al pecho de Lindsay un pequeño empujón con un dedo desafiante "¿Qué ves?" Una sola ceja marrón levantada. "Veo a alguien que se siente culpable de que está a punto de reclamar lo que ya es suyo - su familia." La mirada en el rostro de Lindsay la desafió a discrepar. "¿Qu ... guau." Ginny dejó escapar un largo suspiro, un poco nerviosa ante la capacidad de la otra mujer para leer con tanta claridad. "Soy tan obvia?" "Mmm ... mmm." "Pero, Lindsay-" "No hay peros. Tus hermanos, al menos, saben que estás aquí...en alguna parte." Una sonrisa cariñosa, ligeramente irónica tiró en la esquina de los labios de Lindsay. "Si ellos son algo como tú entonces no son tímidos a la hora de decir lo que está en su mente. Quién sea el que los tenga sabe de ti, Ginny. Y tienen que saber que es sólo cuestión de tiempo hasta que aparezcas. " Ginny se echó hacia atrás en su asiento y contempló con tristeza por la ventana. "Es sólo que no quiero que nadie más salga herido, Lindsay." Sus ojos permanecieron arraigados en el paisaje que pasaba. "Sé que pongo el carro delante del caballo, pero allí bastante ha estado doliendo para dar la vuelta últimamente, ¿no crees?" Lindsay siguió la línea de visión de Ginny, mirando los árboles y la velocidad del paisaje nevado. Suspiró y finalmente dijo: "Alguien podría resultar herido." Ella fue a tientas cuidadosamente a través del delicado tema. "Pero si lo hacen, los Wards son los culpables de este desastre. No tú. La culpa recae sobre sus hombros, Ginny. Déjalo ir". Ginny giró la cabeza y le dio a Lindsay una débil sonrisa, tratando de adoptar la actitud de su amiga, pero no pudiendo rápidamente. "Ahora, ¿qué pasa con tu plan?" La expresión de Ginny se volvió determinada. "Si no los devuelven voluntariamente, los tomo de todos modos, Lindsay. No pueden tener a mi familia. Simplemente no pueden. La ley puede llamarlo 144
secuestro si quieren, pero no es cierto. debemos estar juntos." Hizo una pausa, sin querer continuar. Sus siguientes palabras fueron físicamente dolorosas, aunque sabía que tenían que ser dichas. "Probablemente te podrías meter en un montón de problemas si haces esto conmigo y-" "Oh, por el amor de Dios!" Lindsay explotó, rodando los ojos. "¿Parece que estoy preocupada por la ley?" "Lindsay!" Ginny entre dientes, mirando a los otros pasajeros que disparaban a su compañera disgustadas miradas. "Claramente me confundes con otra persona." Resopló interrogando a Ginny con impaciencia. "¿Qué?" Ella dio a Ginny una mirada significativa. "Ibas a decirme algo estúpido como que mejor no te ayudaría porque podía meterme en problemas." Ginny abrió la boca para hablar, pero Lindsay siguió adelante, sin inmutarse. "Te conozco, Virginia Chisholm. No trates de mentirme a tu manera de salir de esto. Esta es la parte donde haces alguna declaración desinteresada acerca de cómo voy a estar mejor si no te ayudo. Vamos a sacar esto de la forma aquí y ahora, estoy en este lío y no estaré saliendo de ello en el corto plazo." Ella asintió con firmeza. "Yo no quiero dejar esto. Ya esta." Lindsay levantó la barbilla, un poco orgullosa de la forma en que había manejado esto. Ginny levantó las manos en el aire y gimió. "Lo haces sonar como una mala cosa que yo no quiero que te metas en problemas! "No es malo", dio a Ginny el fantasma de un guiño, "Simplemente no es realista en mi caso. O el tuyo tampoco, en realidad. Además, cuando el zapato estaba en el otro pie, me parece recordar que me decias 'para qué' hasta que comí cuervo como una mujer hambrienta". La exasperación de Ginny se desvaneció en el espacio de un solo latido del corazón. "No es lo mismo", argumentó con suavidad, pero incluso mientras se lo dijo no creía que las palabras. "Claro, que lo es," Lindsay respondió a sabiendas, pensando en lo que había sucedido el día anterior y la forma en que casi se había vuelto loca por la preocupación. La expresión del rostro de Lindsay dijo a Ginny exactamente lo que su amiga estaba recordando. Ginny había anunciado a Christian y Lindsay que tenía que ir a un lugar por la tarde y no volvería hasta después de la cena. Haciendo caso omiso de su curiosidad y preocupación pura y simple de Lindsay, había dejado el orfanato sola y había caminado por varias millas en el East River. Una vez allí, había seguido un camino a lo largo de la orilla hasta que encontró un lugar apartado detrás de un grupo de árboles, sus ramas secas que se extienden sobre el agua. Ginny había estado allí durante mucho tiempo, esperando el anochecer y sólo pensando. Su mano se cerró alrededor de la pistola en el bolsillo y recordó lo que su abuelo le había enseñado a ella y Alice para disparar, usando latas vacías de frijol como objetivos. A pesar de su tiempo y cuidado con ella, sin embargo, nunca le gustaron las pistolas y nunca fue capaz de ir más allá de la abrumadora sensación de miedo de que algo terrible iba a suceder sólo por estar alrededor de una. Tomada la decisión, sacó el arma ensangrentada de Lindsay del bolsillo de su abrigo y la arrojó tan lejos como pudo, viendola desaparecer en las aguas turbias, de corriente rápida con una pequeña salpicadura.
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Ahora ese mismo tipo de lealtad y devoción hasta los huesos se ofrecía a su vez. El mismo afecto feroz y la preocupación se reflejó en los ojos cálidos color marrón. Ginny entendió el enorme deseo de ayudar y proteger tan completamente que no podía encontrar en su corazón no envidiarle esto a Lindsay. A pesar de que la quería profundamente. La pelirroja arrugó la cara en derrota. "Odio cuando tienes razón. Sabías eso?" Lindsay se rió entre dientes, deseando poder besar esos labios sonrientes. "Por suerte para ti no sucede muy a menudo." *~*~*~*~* Delano atravesaba con cuidado el patio fangoso del ferrocarril, ignorando las miradas cautelosas y murmullos descontentos de varios hombres que estaban de pie alrededor de pequeños incendios, se calentaban y hablaban. Era tarde y este era el lugar que Cara de Rata le había informado que tendría más probabilidades de encontrar a Habichuela si no se hubiera ido a los carriles aún. Por supuesto, no era por Lindsay que Delano estaba aquí para encontrarla. Sus zapatos se hundieron profundamente en el barro frío como el hielo con cada paso, haciendo ruidos de succión mientras levantaba sus pies. El frío le picaba en los tobillos. Había un incendio más grande en el extremo del patio, cerca de la valla, donde había media docena de hombres de brazos cruzados de pie alrededor de las llamas. Varios bebían de botellas oscuras, sus palabras vulgares y risas llevadas a través del patio por el viento. Delano tiró de su cuello de la chaqueta alrededor de su cuello y siguió su curso, disparando a cada hombre una mirada clandestina a su paso. Cuando finalmente se dirigió al más grande de los grupos de hombres, se acercó a ellos, intentando su mejor nivel para parecer informal, aunque su rostro bien afeitado y el pelo limpio fueron suficientes para hacer que se destacan como un pulgar dolorido. Sacó las manos de los bolsillos y se centró en ellas durante unos segundos mientras se las calentaba sobre las llamas silbantes. Entonces sus ojos se elevaron para encontrarse con los de Albert. "Bueno, mira quién está aquí," dijo Albert, sin ocultar su sorpresa. "Este es el tipo que estaba tan interesado en nuestra Habichuela." Las palabras lanzadas de veneno y trajo su botella a sus labios, enviando un par de gotas de cerveza barata salpicadas sobre su barba hirsuta cuando él bebió hasta el último trago. Se limpió la boca con el dorso de la mano y, cuando terminó, arrojó la botella por encima del hombro sin mirar. Se rompió contra un vagón de carga, el envío de fragmentos de vidrio en el barro y la nieve restante, su gran estruendo resonó en el patio. Los hombres alrededor del fuego se rieron cuando los ocupantes del vagón sacaron la cabeza despeinada del coche y blasfemias lanzadas a cualquiera polla que había interrumpido su siesta. "Cállate y regresa a follar 'culo de Ojo de Insecto," el más antiguo de los hombres en el fuego gritó por encima del hombro. Hubo más risas generalES, con varios hombres de otros fuegos uniendose en ese momento. Delano fue muy presionado para no vomitar.
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La cabeza desapareció de nuevo en el vagón de carga con otro, incluso más fuerte cadena de improperios. Delano reconoció a Albert al instante, pero había otro hombre presente que estaba familiarizado también. Las ruedas en su mente batieron hasta que finalmente algo hizo clic. El hombre con el bigote y el sombrero negro era la que había visto salir del callejón justo antes de los disparos. No habían hablado, pero se habían mirado el uno al otro a medida que pasaban por la acera debajo de una farola. Albert siguió la mirada de Delano y se burló. "Sí, ese bastardo de Bo estaba allí." Su mirada cambio hacia un resplandor desagradable. Bo era un poco del lado alto con una amplia acumulación de forma natural, a pesar de necesitar un poco más de carne en sus huesos. Su cabeza estaba cubierta con una gruesa cosecha de cabello ondulado, de color marrón rojizo que se rizaba alrededor de su cuello y las orejas y sobresalía desordenadamente de los lados de un sucio Derby negro. Él estaba apenas salido de la adolescencia, y su ligero labio leporino estaba oculto en su mayoría por un bigote oscuro que necesitaba recortar. Por enésima vez, Albert recordó los acontecimientos de la noche en que fue atacado. "Increíble que no recibió golpes en la cabeza o un disparo, ¿no es así, Bo?" Su voz goteaba con desprecio, pero Bo se encogió de hombros. "No le debía dinero. Y tú eres un gordo perdedor." "Cállate, idiota!" Albert tronó, sacudió su abrigo sobre su vientre protuberante, mientras trataba de actuar indignado. "Yo no le debo nada de nada." Bo se rió disimuladamente. "No de acuerdo con ella." Los otros hombres se rieron. Habichuela, de quien ellos se burlaron tan cruelmente como lo harían con cualquiera en sus filas, era respetada a regañadientes. Cara de Rata, por el contrario, era casi tan popular como un ataque al corazón, aunque su presencia era tolerada por pereza tanto como cualquier otra cosa. Nadie era completamente rechazado; ni negros o extranjeros, aunque sin lugar les dieran un tiempo más difícil que otros viajeros, o Habichuela, quien más sabía por ser mujer, aunque ella no publicara este hecho, ni siquiera Jacque y Jean, que eran excepcionalmente violentos. La comunidad era tan libre, sus miembros tan transitorios, que ellos no se molestaron en tratar de eliminar a los malos. Esto tendió a cuidar de sí mismo, como se tenía con Jacque y Jean que no se habían visto desde el tiroteo del que Cara de Rata les había hablado. Las alianzas personales eran pocas y distantes entre sí. Delano quería jalar a un lado a Cara de Rata para hacer su propuesta, pero que no sabía cómo reaccionarían los demás hombres. No está seguro de qué otra cosa hacer, él no les hizo caso. "Yo ... um ... tengo una oferta de trabajo para usted, Albert." Sus ojos se dirigieron a Bo y tomó la decisión en una fracción de segundo que esperaba que los Ward aplaudirían. No se había desempeñado tan bien como debería al principio del día. Los Wards lo sabían, y él también. Ahora era su oportunidad de rectificar eso. En Albert no se podía confiar, pero tal vez, con otro hombre cuidandolo, lograría hacer el trabajo. "Trabajo para Bo, también, si él está interesado." Al oír la palabra "trabajo" los otros hombres se dispersaron como cucarachas en la luz del sol. 147
Albert iba hacer lo mismo cuando Delano lo detuvo con una mano firme en su brazo. "Creo que querría escuchar mi oferta." Bo nerviosamente comenzó su camino hasta el otro lado del fuego, y lejos del extraño. "Tú también, Bo," Delano le dijo, con los ojos pidiéndole al joven hombre quedarse, por el momento. Bo de mala gana se mantuvo en el suelo, listo para largarse si era necesario. La gente simplemente no llegaba a las vías y ofrecía trabajo de la nada. Aún así, este hombre había estado preguntando por Habichuela, y despertó su curiosidad. Albert miró a su alrededor con nerviosismo, esperando que los otros viajeros no creyeran que se estaba convirtiendo en chivato de la policía, o convirtiéndose a la religión, o algo igualmente despreciable. "Qué es lo que quieres?" dijo en voz baja. "Y que sea rápido." "Es simple en realidad. Quiero que encuentres a Habichuela y-" De repente, la ira de Albert estalló. "Si alguna vez me encuentro con esa perra podrida voy a partirla en dos!" ladró, su corazón comenzó a latir fuerte en su pecho. Delano asintió lentamente, y luego alimentó cuidadosamente la llama que ardía en los ojos oscuros de Albert. "Ella te robó. Ella te atacó y ella debe ser ..." hizo una pausa para el efecto, "castigada". "Diablos, sí debería." Albert entrecerró sus ojos y con aire ausente sacó un cigarrillo enrollado a mano del bolsillo y se puso en cuclillas. Él sacó una ramita delgada de las llamas. La punta de la vara ardía y la utilizó para encender el cigarrillo, fumando en exceso." ¿Por qué te importa lo que le pase? Nunca has dicho por qué husmeabas alrededor de ella la otra noche tampoco. Ni siquiera sé tu nombre." La expresión de Delano fue un poco fría. Ningúna vinculación con los Ward. Sin importar lo que pase. "Eso no es tu asunto." Se movió de un pie al otro."Todo lo que necesitas saber es que hay alguien por ahí que cree que Habichuela debe recibir todo lo que se merece." Se detuvo, permitiendo que tanto Albert y Bo absorbieran sus palabras. "Tal vez la justicia vendrá de la policía." La expresión de su cara, sin embargo, dejó claro que no estaba impresionado con esa opción. "O tal vez vendrá de-" "De mí." Albert terminó. Él sonrió, mostrando los dientes manchados. "Tal vez de mí." "De cualquier manera, te beneficiaras económicamente, Cara de Rata". Delano entregó a cada uno de los hombres un dólar de plata brillante. A continuación, sostuvo la nota de diez dólares que Jeremías Ward había rasgado por la mitad. "Encuentrala ... lleva a cabo su negocio, vuelve con la prueba de que lo hiciste, y obtendrá la otra mitad de esto como una recompensa." Él pasó por encima la nota. Los ojos de Albert se abrieron. Nunca había tenido diez dólares de una sola vez en toda su vida. "¿Que hay de mí?" Bo preguntó, con cautela. "No tengo nada que ver con lo que hay entre Cara de Rata y Habichuela." Delano correctamente aprisa. "Ahora sí. Tu trabajo es ver que Albert haga el suyo." Sus ojos brillantes de ira, Albert frunció el ceño y dio patadas al fango hacia Delano, quien se hizo a un lado. "Tonterías! No es terrible el dinero. Puedo-" 148
Delano levantó la mano en Albert, pero se dirigió a Bo. Se obligó a tomar una respiración calmante antes de continuar. Se encontró deseando que Habichuela hubiera golpeado a Cara de Rata con fuerza suficiente para aplastar su cráneo sin valor. "Si haces esto, Bo, habrá varios dólares más en esto para ti." Sólo esperaba que los Ward estuvieran de acuerdo porque seguro que no iba dar a cualquiera de estos hombres un centavo de su propio dinero. "Y no tengo que hacer nada más?" Bo preguntó, rascándose la mandíbula mientras lo consideraba. "Ni una cosa," prometió Delano. "Tú eres justo mi copia de seguridad cuando se trata de Cara de Rata." Una nube de humo de cigarrillo flotaba de la boca de Albert. "¿Dónde está ella?" preguntó, recogiendo un pequeño trozo de tabaco de su boca con los dedos rechonchos. No estaba contento de tener a Bo informando sobre él. Pero entonces, una vez que les pagaran, tenía la intención de robar a Bo y golpearle la mierda fuera porque él podía. Entonces las cosas podrían ser peores. Él observó a su nuevo compañero con cuidado, preguntándose si Bo ya estaba planeando hacer lo mismo con él . Probablemente, el bastardo. No se puede confiar en nadie en estos días. Delano metió la mano en el bolsillo del abrigo por un pedazo de papel doblado. Se lo dio a Albert. "Esta es una lista de las ciudades en las que va estar parando." Albert parpadeó. "Ella ha dejado Nueva York? Mierda." "Hay un número teléfonico en la parte posterior. Llámame cuando hayas hecho lo que he pedido y nos volveremos a encontrar." Había sido cuidadoso de dejar el número de un hotel de lujo donde su hermano trabajaba. No habría manera de rastro de los Ward. "Deja un mensaje y lo conseguiré." Albert empujó de nuevo el papel hacia la cara de Delano, haciendo que el otro hombre tropezara hacia atrás un par de pasos. "No puedo leer y nunca he utilizado ningún maldito teléfono. Sólo dime dónde se fue." Bo cruzó los brazos sobre el pecho. "Lo mismo por mí, señor." Delano tuvo que meter su mano en el charco de lodo profundo para apoyarse para no caer aún más, y evitar caerse por completo. Se puso de pie con rabia, con la mano ya dolorosamente fría y goteando. "Ustedes hombres ahora tienen dos dólares entre los dos." Su rostro se contrajo en una mueca." Pagale a alguien para que lo lea y has que hagan la llamada si eres demasiado estúpido." "¡Hey! A quién llamas estúpido?" Albert dio un paso hacia adelante, pero fue retenido por Bo. Bo dio a Delano una mirada perversa antes de girarse hacia Albert. "No puedes patear su culo, Cara de Rata. Él es nuestro nuevo jefe." Sonrió como un chiquillo y golpeó la espalda de Albert, en un gesto que era un poco demasiado duro para ser del todo amistoso. Pero, finalmente, Albert se relajó y le devolvió la sonrisa al joven. "Tienes razón," Albert rió con aire de suficiencia. Dio una larga calada a su cigarrillo e intencionalmente echó el humo en dirección a Delano. "Nunca he tenido un jefe antes. Lo olvidé. Patear tu culo no es probablemente una buena cosa de hacer en tu primer día." 149
Delano casi se mordió la lengua, medio esperando que el gordo pasajero ferroviario le estuviera tentando y darle una excusa para estrangularlo. "Mi jefe espera que partas de inmediato," entre dientes. "Hazlo y no lo jodas." Y con eso, se dio la vuelta y comenzó a pisar fuerte hacia fuera del patio del ferrocarril, bloqueando el sonido de la risa de Albert mientras se movía. Tal vez, Delano reconoció de mal humor, era hora de encontrar un nuevo trabajo.
Capítulo 10 La tarde siguiente. "Finalmente," murmuró Ginny mientras bajaba del tren y fue recibida por una ráfaga de aire fresco. Una ligera nieve estaba cayendo, y ella tiró de su gorra, alejándose de la puerta para que Lindsay pudiera unirse a ella en la plataforma . "¿Dónde estamos realmente?" Lindsay atravesó los tres escalones, saltando la último, sus zapatos hicieron un ruido ligeramente sordo contra la madera. Había un destello burlón en sus ojos mientras torpemente trató de abotonar su abrigo. "Aquí." Ginny guió a Lindsay unos pasos de la puerta para que otros pasajeros pudieran desembarcar sin caer en ellas. Pero no había ninguno. Parpadeó un par de veces, sus ojos escaneando la plataforma. "Huh. Lugar popular. No hay ni siquiera un jefe de estación. La gente debe comprar los billetes en algún lugar de la ciudad," Dejó su bolsa entre sus pies y luego comenzó a trabajar en los botones de Lindsay. La piel de sus palmas todavía era delgada y sensible, pero no le dolía tanto como antes y la mayor parte de su destreza manual habían regresado. Un fuerte silbido escapó de la pila de humo del tren. Lindsay cubrió brevemente una de las manos ocupadas de Ginny con una de las suyas. "Gracias," dijo en voz baja. "Ahora dí que querías hacerlo." "No quería." Ginny habló sin levantar la vista de su tarea, una pequeña sonrisa arrugó sus mejillas. "Y de nada." Ella disfrutaba de hacer las cosas para Lindsay, y sólo deseaba tener oportunidades para mostrárselo lo cual no implicaba a su amiga siendo lastimada. Cuando hubo terminado, le dio al pecho de Lindsay una palmadita. El silbato del tren y gimió, con una nube de humo negro, comenzó lentamente avanzando pulgadas, ganando velocidad e impulso con cada segundo que pasaba. "Ginny," Lindsay declaró. "Tch te he leído el nombre de este lugar tres veces ya." "Y el punto es?" Sonrió Lindsay. Ginny puso los ojos, pero obedientemente repitió. "Estamos en Big Ugly, Virginia Occidental." 150
Una risita se encontró con sus palabras. "Misericordia, Lindsay, ¿qué edad tienes de nuevo?" ella rió. "Me recuerdas a los chicos." Entonces, el sonido feliz llegó a una parada brusca y la cara de Ginny cayó al recordar por qué ellas estaban aquí. Su tono se volvió melancolico. "Apuesto a que se rieron cuando vieron el nombre también." Por favor, rezó en silencio. Por favor, deja que ellos estén aquí. Los ojos de Lindsay se suavizaron y ella abrió los brazos. "Ven aquí." Ginny dio un paso adelante y envolvió sus brazos alrededor de cuerpo sólido, fuerte de Lindsay, suspirando un poco al contacto. Incluso a pesar de que se habían sentado una al lado de la otra en el tren, había extrañado el contacto más íntimo. Todo el cuerpo de Lindsay se sentía rígido y estaba cansada hasta los huesos de no poder dormir mientras estaba sentada en frente de dos docenas de extraños, pero ella se fundió en el abrazo ahora, sintiendo que se relajaba y su latido del corazón disminuía. Sus ojos se cerraron en acuerdo propio. No había otra alma en la estación y se quedaron apretadas hasta que el traqueteo del tren desapareció en la distancia y el mundo estaba felizmente tranquilo excepto por el tintineo ocasional de ramas secas, cubiertas de hielo cuando el viento soplaba. Ginny dio un apretón final al cuerpo fuerte contra el suyo, sonriendo un poco cuando los ojos de Lindsay se abrieron, una mirada desorientada a su mirada normalmente alerta. "Cansada, Lindsay?" Lindsay frunció el ceño. Ella estaba acostumbrada para mucho más actividad que esto, pero era evidente que su cuerpo todavía no se había recuperado de Jacques y Jean, y ese maldito perro. Se negó a dar a Cara de Rata ningún crédito en absoluto por su estado actual." No, no estoy cansada." Pero era una mentira a medias que simplemente le valió una ceja ligeramente levantada y una sonrisa. "Es tan tranquilo aquí." El silencio en la voz de Ginny reflejó el entorno. Podía ver unos pequeños edificios de madera y una iglesia con un alto campanario y una manzana o dos en el camino. No había una carreta a la vista y no podía recordar la última vez que realmente un silencio como este retumbó a su alrededor. En la distancia, varias columnas de humo desaparecieron en el cielo gris, probablemente, se dijo, de una pocas casas de la ciudad. Que lugar tan extraño para detenerse el tren y tratar de colocar a los niños. "Ahh." Lindsay aspiró una profunda bocanada de aire frío y fresco. "Hueles eso?" Ginny se inclinó para recuperar su bolso y olfateó el aire, ellas comenzaron a caminar hacia los edificios. La brisa estaba perfumada con el olor dulce, acre de pino y humo de madera y ninguna otra cosa. "Guau." Claramente impresionada, mientras contemplaba los árboles maduros que se alineaban en un lado de la calle y de la nieve, tan deslumbrantemente blanco que lastimaba sus ojos. Colinas profundamente verdes, cubiertas de pinos brillaron en la distancia. "Si ellos llaman a esto Big Ugly, a las personas de la ciudad de Nueva York les daría un ataque colectivo al corazón."
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La nieve en la calle era más profunda de lo que parecía y llegó a medio camino de los terneros de las mujeres mientras caminaban trabajosamente. Lindsay resopló. "La ciudad de Nueva York es suficiente para darle a cualquier persona un infarto. Incluso neoyorquinos tan duros como una roca!" "Horrible pero de casa," Ginny murmuró irónicamente, conociendo tal como ella dijo las palabras que no eran realmente más verdaderas. Christian habían tenido razón. No quedaba nada para ella ahí. Cuando encontrara a su familia ella tenía una nueva vida para crear. Para todos ellos. Ella desesperadamente quería que Lindsay fuera una parte de ese nuevo comienzo. Pero el miedo le impedía sacar el tema. Ellas no habían hablado acerca de lo que sucedería después, aunque Ginny sabía que las cosas no podían permanecer sin decirse entre ellas por mucho más tiempo. "¿Por dónde comenzamos?" Lindsay escaneó los edificios, sabiendo por la forma del grande en medio de la calle, y su amplio ventanal panorámico, que era el mercantil general de la ciudad. "El almacén o la iglesia tal vez?" El estómago de Ginny gruñó. No habían comido desde el pre-amanecer, la parada de varias horas en una pequeña ciudad cuya industria sólo parecía ser la alimentación de pasajeros hambrientos del ferrocarril. El alimento que se vende en el comedor del tren era ridículamente caro y por lo tanto se habían ido sin comer, tratando de estirar cada centavo. Ella suspiró; era casi la hora de cenar, pero siempre podían comer más tarde. Necesitaban comenzar a buscar antes de que la última luz de la tarde desapareciera. "En primer lugar la iglesia, pienso. Christian dijo que los comités de adopción eran generalmente patrocinados por una de las iglesias locales o Ligas de Damas." Cruzaron la calle y se dirigieron hacia el pequeño, edificio con campanario. "Háblame de estos comités," dijo Lindsay, su pulgar jugando con el vendaje de su mano. Quiza mañana podía quitar esto. El corte de sus nudillos estaba sanando muy bien. "El comité pone avisos en torno a la ciudad y luego, cuando llegan los niños, el comité se asegura que las personas que desean adoptarlos son aptas. Los comités también hacen todo el papeleo antes de enviarlo de vuelta a Nueva York. Supongo que cada orfanato lo hace un poco diferente, pero los trenes suelen tomar diferentes rutas cuando salen de Nueva York cada mes o dos. De esta forma una ciudad no verá otro tren durante al menos un año y hay una posibilidad, para entonces, que la gente va a querer más niños." "Mmm he visto grupos de huérfanos en algunas estaciones diferentes de ferrocarril. Ellos obtienen su propio coche y no se sientan con los demás pasajeros." Ginny ladeó la cabeza hacia un lado y respiró sorprendida, el aire frío escorzo sus pulmones un poco. "Nunca mencionaste esto antes." Lindsay se encogió de hombros. "No hay nada que decir realmente. Supongo que he visto casi todo lo que ocurre alrededor de los trenes. Nunca he visto racimos de niños así, excepto en Nueva York, sin embargo." No mencionó que muchos de los niños habían estado sollozando y que había visto alguno llevado por la fuerza a los trenes. "Supongo que si ellos los hubieran tenido en Pennsylvania podría haber sido yo una de aquellos trenes." Ella se rió sin humor. "El Estado no podría haberme retenido, a menos que me hubieran atado toda durante todo el viaje incluso entonces me habría escapado corriendo cuando finalmente me desataran."
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Ginny sonrió un poco con esto, reconociendo que su amiga de carácter fuerte, probablemente no podría haber sido controlada a menos que fuera una niña muy pequeña. Imaginaba lo que Lindsay había pasado en los últimos años, creciendo en el frío y hambrienta, realmente sola en un mundo demasiado cruel para ser navegado por una pequeña niña obstinada. Incluso antes de que Lindsay se hubiera ido a las vías su padre la había abandonado emocionalmente si no físicamente. Tan cerca como Ginny podía decirlo, que había sido despojada de su infancia por completo. Tal vez, sólo tal vez, mi amiga, habrías estado mucho mejor en uno de esos trenes huérfanos. Lindsay miró hacia un lado y sacudió la cabeza ante la mirada pensativa en la cara de Ginny, adivinando fácilmente lo que estaba pensando. "No cambiaría el pasado, incluso si pudiera. Además, si hubiera sucedido de manera diferente, probablemente no te habría encontrado." No se atrevió a volver la cabeza para ver la expresión en el rostro de Ginny cuando las inesperadas palabras salieron. Pero oyó una inhalación brusca junto a ella y sintió que su corazón comenzó a latir cuando un inesperado silencio creció entre ellas. Ginny alargó la mano y agarró la manga de Lindsay, tirandolas a detenerse. Lindsay sintió que caer su estómago mientras miraba a la cara mortalmente seria de Ginny y sus ojos se encontraron. "Lindsay-" Ginny se detuvo cuando un hombre salió de la puerta de la barbería sólo unos pocos pies frente a ellas y vieron a su primer ciudadano de Big Ugly. Estaba bronceado y curtido por la intemperie y llevaba un sombrero de ala ancha. Él quitaba el polvo de los pequeños recortes de canas de su abrigo cuando salió, casi chocando con Ginny y Lindsay. "Tarde", dijo distraídamente mientras eludia a las mujeres. Entonces sus ojos arrugados se toparon con Ginny y él tuvo una reaccion tardía, casi tropezando mientras su cerebro trató de reconciliar la cara de la bonita muchacha unida a un cuerpo vestido como un hombre. Confuso, titubeando alcanzó y se quitó el sombrero, justo por si acaso. De cualquier manera, esas personas estaban de pie demasiado cerca una de la otra. La pelirroja le sonrió hola, mientras que Lindsay amablemente contestó, "Tarde", y dio un pequeño paso hacia adelante, poniendo un espacio respetable entre ella y Ginny. Con el ceño fruncido, el hombre alargó su paso. La voz era claramente femenina. Y las mujeres no tenían ningún negocio para vestirse así. Él comenzó a murmurar algo acerca de dicho tren y el raro tipo de gente que trajo a la ciudad mientras desaparecía por la calle. Lindsay se balanceó sobre sus talones y dejó escapar un silbido. "Por suerte el hombre no nos vío en la estación." Ginny se encogió. "Tengo que cambiarme por algo más respetable. Mi vestido está arrugado pero limpio." Sus ojos se movieron de un lugar a otro, finalmente aterrizaron en algo que haría. "Puedo usar el retrete detrás de la iglesia." Lindsay se encogió de hombros, cuando comenzaron a caminar de nuevo. "Al diablo con respetable." Pero su voz suave no estaba enojada o incluso desafiante. "Te ves bien para mí." Los labios de Ginny se torcieron y sus ojos azules brillaron con afecto. "Sé que sí. Y tú te ves bien para mí también." Una ligera palmada sobre el brazo reafirmó sus palabras. "Es otra la gente que me preocupa." 153
Lindsay paseó fuera del retrete mientras Ginny se cambiaba. "Ginny?" Dio un paso más cerca de la puerta de madera fina. "Casi termino. Ugh es agobiante aquí." "Voy a regresar por la calle para umm" Lindsay se puso a buscar una excusa para dejarla. "Para saber si hay un lugar para alojarse en esta ciudad." Sí, eso es. El movimiento en el interior del retrete se detuvo. "¿Qué?" "Nos encontraremos después. No te preocupes, te encontraré lo prometo." "Lindsay, espera." Hubo un fuerte golpe cuando Ginny se quitó el zapato para que pudiera tirar de la pierna de los pantalones. "Estúpida pierna de pantalón estúpida." La mujer puso la mano vendada en la puerta y en voz baja dijo: "Buena suerte." Los ojos de Ginny se ensancharon. Es en serio? "Lindsay, no te atrevas a irte antes de que termine!" Ginny gruñó de frustración mientras se abrochaba la parte superior de su vestido con una mano y recogia la ropa a sus pies con la otra. Como una ráfaga salió por la puerta, con el rostro encendido y el cabello despeinado mientras daba un paso en la nieve. Exploró la zona alrededor del retrete. Lindsay había desaparecido y un nuevo conjunto de huellas conducian hacia la ciudad. "Argh. Lindsay." Furiosa, ella metió la ropa en su bolsa. Cuando se enderezó miraba por la calle con tristeza y peinadose el pelo con una mano, que se ponía más húmedo por la nieve cayendo. Dejó escapar un pequeño suspiro y susurro en el viento, "Por favor, Lindsay, mantente fuera de problemas." *~*~*~*~* Lindsay frunció el ceño con ferocidad en los artículos en el ventanal y estaba a punto de pasar al interior del almacén general cuando el sonido de risitas de niña la hizo volver la cabeza. "Mmm Hmm Qué tenemos aquí?" Dos muchachas bonitas, adolescentes acerca de la misma edad que Ginny se acercaron a ella con timidez, sonriendo y sonrojándose todo el tiempo. Reflexivamente, ella les devolvió la sonrisa, sintiéndose un poco culpable al instante en que los pensamientos inundaron su cerebro. ¿Qué pensaría Ginny? se preguntó, pero con la misma rapidez su lado rebelde le recordó que Ginny no estaba aquí en este momento, y ahora no tendría que recurrir a pagar por ello. No podía recordar la última vez que había sido obligada a caer tan bajo y ahora tal vez no tendría que. Solo de pensarlo la ponía enferma. Pero son solamente muchachas, su lado más razonable recordó, sólo para ser derribada cuando Lindsay consiguió una buena mirada de la mas alta de las dos. Ella era delgada, pero sin duda adulta, con piernas largas y amplios hombros. Oh, sí. Esto podría funcionar perfectamente. La más audaz de las chicas dijo hola y Lindsay respondió del mismo modo, segura que este coqueteo obvio solamente ocurría porque las chicas pensaban que era algún dolar húmedo-detrás-de-las-orejas y no una mujer. Oh, bueno. Ella dio un encogimiento mental. Ellas entenderían la figura bastante pronto y Ginny nunca tendría que saber exactamente lo que sucedió. "Hola, chicas," dijo de nuevo, sonriendo con picardía.
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"No es de por aquí, ¿verdad?" La chica rubia más alta encontró de nuevo su voz. "Noo." Lindsay sacó la palabra sin problemas, apoyada contra la pared de la tienda y metiendo las manos vendadas en los bolsillos." Acabo de llegar desde la ciudad de Nueva York." Ella ronroneó la última palabra, con la esperanza de añadir un poco de misterio y sofisticación a lo que en su mente era un pozo negro. La más tranquila de las dos chicas se sonrojó con vehemencia y tartamudeó, "Por piedad. Es- es un lugar muy grande. O eso es lo que he oído decir." "Oh, lo es. Muy grande," Lindsay estuvo de acuerdo,observándola críticamente, y luego decidiendose en favor de su amiga. De todos modos, nunca se pierde nada con tener una reserva. Miró a su alrededor hasta que su mirada se posó sobre un punto que les permitía un poco más de privacidad que delante del almacen grande de la ciudad. Consideró brevemente llevarlas de vuelta a la habitación que ya había fijado para la noche. Pero el callejón lo haría en caso de apuro. Esto no debería tomar mucho tiempo. "Les preocuparía dar un paseo conmigo? Podría decirles todo sobre la ciudad? " "¡Sí!" "Oh, no lo sé", objetó la tímida, moviéndose incómoda de un pie al otro. "Eres inteligente al no confiar en extraños," Lindsay añadio sinceramente a la chica, una pequeña parte de culpa excavó en sus entrañas. "Pero siempre podríamos presentarnos. Entonces no seremos extraños nunca más." "Soy Angie", fue la respuesta ansiosa de la rubia, su voz llena de emoción. "Y ella es Greta." Indicó a su amiga con la cara roja. "Un placer conocerlas a ambas," dijo Lindsay, reservando un juicio sobre si debía o no dar su propio nombre para después. Lentamente comenzó a caminar hacia un callejón estrecho que separaba la peluquería del banco local. Angie la siguió sin lugar a dudas, saltando a lo largo en la nieve. Para no quedarse excluida, Greta a regañadientes las siguio después a las dos, preocupada mirando a su alrededor para ver si alguien estaba observando. Levantó el dobladillo de su vestido y corrió los pocos pasos necesarios para alcanzar a su amiga. La boda de Carol Ann Johnson, a la cual la ciudad entera había asistido, había terminado hace apenas unos momentos, y ahora la gente empezaba a filtrarse de nuevo en las calles. Su padre le había advertido acerca de los extraños, pero este muchacho parecía tan agradable. Aún así, era mejor ser cautelosa; su padre no entendería que los chicos locales son tan aburridos que ella ansiaba hablar con alguien nuevo. El trío se metió en el callejón y Lindsay endureció su resolución, recordándose que en efecto, ella quería esto. Dio a las chicas lo que esperaba fuera una sonrisa encantadora. "¿Quisieran las damas como yo, no sólo contarles sobre la ciudad de Nueva York, sino también mostrarles algo que aprendí allí? " Su sonrisa se volvió atractiva. "Puedo garantizar que les va a gustar."
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Angie gritaba de alegría y Greta asintió con los ojos abiertos, preguntándose qué cuentos fantásticos este joven hermoso tendría que contarles. Lindsay las dirigió más profundamente en el callejón, obligándose a no mirar por encima del hombro por Ginny. *~*~*~*~* Ginny entró en la iglesia, no se sorprendió al encontrar el santuario vacío. Si no hubiera visto al anciano fuera de la barbería juraría que Big Ugly era un hermoso pueblo fantasma. Había, sin embargo, varias velas encendidas alrededor de la habitación. "¿Alguien aquí?" dijo en voz alta, dando un paso dentro y cerrando con cuidado la puerta. Sacudió la nieve de sus hombros, girando en un círculo mientras se tomó en la habitación sencilla pero bien cuidada. "¿Hola?" Una mujer de mediana edad arrastrando los pies fuera de la oficina del predicador, metiendo un mechón de cabello castaño de nuevo en su moño. Dio un paso atrás, por lo que, obviamente, no esperaba ver a nadie en la iglesia. "Oh, hola." Ella se rió un poco ante a sí misma. "Lo siento, no le he oído entrar." Ginny dio un suspiro de alivio. "Eso está bien, señora." Ella sonrió con calidez y la mujer pareció relajarse. "No sabe lo feliz que estoy de verla. Estaba empezando a pensar que no había más que una persona en toda esta ciudad." La mujer se rió. "Eso sería a causa de la gran boda de Johnson en la iglesia de lujo al otro lado de la ciudad. Es más grande y más adecuada para una gran multitud. Creo que casi todo el mundo en la ciudad estaba planeando asistir. Lo estaba usando como un buen excusa para trabajar un poco aquí.” Ella continuó jugando con su pelo. "Mi hija Greta y su marido Arnold fueron representando a la familia, sin embargo," añadió rápidamente, sin querer que Ginny pensara que era lo suficientemente grosero para desairar a Carol-Ann. "Ya veo. Eso es muy amable de su parte." Ginny dejó la bolsa en el suelo en una de las bancas y contuvo el aliento nervioso. Esto era. El momento finalmente había llegado. Echó sus hombros hacia atrás, levantando la barbilla un poco cuando dijo: "Señora, mi nombre es Virginia Chisholm y- " "Oh, mi." La mujer con ansiedad cruzó la habitación y se detuvo frente a Ginny. "Eres la que esta buscando a sus hermanos y hermana, ¿verdad?" Ginny parpadeó. "Sabe quién soy?" Uh oh. "Oh, si. Recibí un telegrama ayer de un hombre que maneja un orfanato. No tenemos un teléfono para la iglesia, pero el almacén general puede enviar y recibir telegrama, por supuesto. Él me advirtió que usted podría estar dirigiéndose aquí y-" Los ojos azules brillaron con ira repentina y los puños de Ginny se apretaron convulsivamente. "No puede creer lo que dice el Sr. Ward." Podía sentir su furia aumentar. "Él es un mentiroso en el que no se puede confiar."
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"Un mentiroso?" La mujer parecía confundida. "¿Quién es el Sr. Ward?" Ella frunció el ceño y sacudió la cabeza con exasperación. "Me temo que no tengo ni la más remota idea acerca de lo que estás hablando. El telegrama era de un Sr. Christian Spence." Su cara relajada repentinamente, aliviando lo diminutos pliegues que rodeaban su boca y ojos. "A pesar de sus pocas palabras me di cuenta de que era un hombre maravillosamente educado. Me preguntó si esta soltero." Se tocó la barbilla con su dedo índice mientras reflexionaba. "Mi Greta acaba de cumplir los diecisiete años el mes pasado." Las rodillas de Ginny se debilitaron con alivio y sus ojos se cerraron por un momento. No era el Sr. Ward. Gracias Dios. No se había imaginado hasta ahora qué daño unos simples telegramas podrían hacer con su búsqueda. Ella sólo esperaba que el Sr. y la Sra. Ward no hubieran pensado en eso tampoco. "Cristian es muy amable, señora." "No hay necesidad de ser tan formal", la mujer aseguró a Ginny amablemente. "Soy la Sra. Arnold Watts, la secretaría de la iglesia. Pero favor llámeme Josephine". Miró hacia la puerta cerrada por la que había entrado Ginny y luego alrededor de la iglesia. "¿Dónde está tu amiga? El agente encubierto de la Agencia de Protección de la Infancia de Nueva York?" Simplemente decir las palabras dio una pequeña emoción a Josephine. Susurró con complicidad a Ginny a pesar de que no había nadie más alrededor para escuchar sus palabras, "El Sr. Spence dijo que estaría haciendose pasar por un hombre y que su trabajo era tan secreto que ni siquiera podía revelar su nombre." Sus ojos se iluminaron de alegría y juntó las manos. "Qué terriblemente emocionante." Ginny contuvo la risa. “Hace cuanto tiempo fue de ese cablegrama?” Oh, Christian, te debemos una. "Sí, Lind- agent- er bueno, la mujer que me ayuda con frecuencia esta disfrazada. Lo mejor es no llamarla nada en absoluto." Se aclaró la garganta un poco, con ganas de volver a la cuestión que nos ocupa. "Estoy aquí por mi familia, Josephine. Mi hermana y dos hermanos los Robsons." "Me temo que no están aquí." Ella dio a Ginny una mirada compugidamente, mirando incómodamente mientras la joven absorbió la desgraciada noticia. Ginny cerró los ojos y murmuró algo en voz baja que Josephine no podía escuchar. En todo caso, la mujer estaba segura de que no era un lenguaje apropiado en la Casa del Señor. O en cualquier otro lugar en realidad. "No podía dar la información al Sr. Spence, ya ve. La privacidad y todo eso. Pero viendo que eres su hermana, no se me ocurre que le haría daño saber. Nadie terminó por escogerlos." Su frente arrugada. "Algo así." Una ola de náuseas golpeó a Ginny, y Josephine le animó a sentarse con una mano apacible. Sus ojos se llenaron de lágrimas y tragó saliva con fuerza. "No" se detuvo y se volvió a tragar saliva, irracionalmente enojada que nadie encontró a sus hermanos de valor para adoptarlos. "Nadie los quiso?" Ella sacudió su cabeza con fuerza. "No hay nada malo con ellos! Son inteligentes y hermoso y." Inconscientemente, Josephine se alimentó de al angustia de Ginny. Sintiendose un poco molesta ella misma, sacó rápidamente un pañuelo del bolsillo de su vestido y se lo ofreció a Ginny. Su era un poco alarmista. "Oh, no es eso. Estoy segura de que sus hermanos y hermana son todas esas cosas." Ginny todavía no había aceptado el pañuelo entonces Josephine lo puso en las manos temblorosas. "Parece 157
que podría utilizar esto. No, no es que había algo mal con los niños, pero al final, nadie se adelantó para adoptarlos. Y lo hubiéramos parado incluso si ellos querían." Ginny tomó el pequeño paño y se limpió las mejillas, resentidamente deseando que Lindsay no le hubiera abandonado. "Pero usted dijo-" Josephine se dejó caer en el banco junto a Ginny. "Dejame explicarte, querida. Sabes cómo estos niños encuentran familias una vez que llegan aquí?" Ginny negó con la cabeza. "Bien. Entonces si eres paciente, voy a explicártelo también. Esta es sólo la segunda vez que un tren ha llegado a Big Ugly trayendo huérfanos. Porqué, solamente en la primavera pasada ocho niños encontraron casas aquí," afirmó con orgullo. "Cinco muchachas y tres muchachos. Este año la gente buscaba chicos, probablemente debido a que las minas han estado escasas de pequeños compañeros u hombres muy jóvenes por los últimos meses. Por alguna razón las minas parece que nunca pueden tener suficientes hombres pequeños" ella agitó sus manos en el aire, " Independientemente de lo que los hombres pequeños pueden hacer en las minas de carbón." Ginny palideció un poco ante la idea de James ó Lewis trabajando en una mina de carbón oscura y húmeda. De repente, ya no estaba tan molesta que no habían terminado en Big Ugly después de todo. Josephine recogió una Biblia que había sido dejada sobre el banco y bien guardada en el soporte en la parte posterior del siguiente banco. “Así debido a que fue por los chicos que la gente estaba después, su hermana no fue escogida." Ella sonrió. "Recuerdo a la pequeña niña rubia." "¿Cómo parecía ella?" Ginny preguntó suavemente, desesperada por cualquier trozo de información. "Bien, bien." Josephine palmeó la mano de Ginny, queriendo tranquilizarla de cualquier modo que podía. "La niña no derramó una lágrima en todo el tiempo; era una pequeña cosa rechoncha, si recuerdo." Ginny dejó escapar un medio sollozo y asintió. "Ella es rechoncha. Los brazos de mamá solían dolerle de sostenerla, por eso yo y Alice umm ella es mi hermana también, nosotras nos turnabamos. No creo que los pies de Jane tocaron el suelo durante más de un minuto durante los dos primeros años de su vida. Es sorprendente que aprendió a caminar en absoluto." Las mujeres compartieron sonrisas llorosas, cada una perdida en sus propios recuerdos de los niños en sus vidas. Ginny inhaló. "Pe-pero qué acerca de los chicos?" Josephine intentó no hacer una mueca. Su historia fue algo más penosa. "Después de que todos los inspeccionaron-" "¿Qué quiere decir con inspeccionaron?" Cejas rojas unidas entre sí.
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Josephine parpadeó, sorprendida por las llamas depositadas que podía ver en el parpadeo detrás de los ojos de Ginny. Como la yesca seca, la ira de Ginny se moría por quemarse. "Oh, mi," Josephine respiró. "Eso fue quizás una elección equivocada de palabras. Verás, los niños caminan allá arriba.” Ella señaló a una plataforma de 10x10 detrás del púlpito donde la ciudad a veces tienen las obras infantiles y el coro de la iglesia se pone a cantar. "Y entonces cualquiera puede verlos sin descender sobre los niños de repente y asustarlos", explicó. Los ojos de Ginny se posaron en el escenario cuando Josephine habló. Se imaginó a sus hermanos de pie allí mientras hombres y mujeres los miraban como piezas de carne. "Si ven a un niño o dos y los quieren entonces vienen con nosotras, el Comité de Damas. Soy la tesorera este año." Sonrió enseñando mucho los dientes como si eso último fuera un magnífico anuncio. "Nosotras somos las que determinamos si los futuros padres están en condiciones de adoptarlos." La voz de Ginny era baja y controlada. "Déjame entender esto. Hacen marchar a los niños en el escenario para ser inspeccionados como ganado en una subasta o tal vez esclavos, para que la gente decida si son o no lo que quieren? ¿y en cuanto al niño hogareño o delgado? ¿tienen que ponerse de pie en algún momento en cada ciudad, preguntándose por qué nadie los quiere? " La espalda de Josephine se irguió como baqueta. "Eso no es justo. Como más se supone que la gente va a decidir?" Sus mejillas encendidas. "No vemos una imagen o nada sabemos acerca de los niños antes de que lleguen aquí. Los ciudadanos que vienen a esta iglesia por estos niños que son extraños que están tomando en sus casas, a veces viven junto a sus propios hijos de carne y sangre. Creo que es un poco mucho esperar que lo hagan a ciegas. Es tan diferente de cómo funciona cualquier orfanato donde la gente viene a ver a los huérfanos?" Ginny no tenía una respuesta para eso y ella bajó la cabeza, un poco avengonzada por su arrebato, aunque su sangre todavía corría caliente en todo el proceso. "Algunos de los niños estaban viviendo en las calles de atrás en Nueva York. Estaban afuera en el frío. Puede imaginar eso?" La cabeza de Ginny fue puesta y su mandíbula funcionó. "Me lo puedo imaginar." Josephine continuó, intrépida. Esta joven no era la primera persona en criticar la forma en que el Comité de Damas hacía las cosas. "Otros niños no hablan una palabra de inglés. A causa de lo que hacemos, algunos de esos niños tienen sus propias familias y techos sobre sus cabezas." Retorció las manos juntas, realmente molesta que esta joven no veía lo bueno que ella y las otras mujeres estaban tratando de hacer. "Entiendo que el proceso puede parecer un poco áspero. No somos perfectas, Virginia. Pero no es el resultado lo más importante?" "Tiene razón, por supuesto," dijo Ginny en voz baja, hundiendose más profundamente en el banco. La mayoría de estos huérfanos vinieron de lugares exactamente como la calle Orchard. Era difícil recordar que ella y sus hermanos habían sido muy afortunados incluso en ese duro lugar donde había gorroneado por cada níquel y había trabajado hasta que podía quedarse dormida de pie, siempre había tenido lo que más importaba. Quién era ella para criticar a una mujer que estaba tratando de darle eso a totales extraños? Echo un vistazo a Josephine, enferma del corazón. "Lo siento." 159
Josephine dejó escapar un profundo suspiro. Había sido un día largo y había estado aumentando en su interior durante demasiado tiempo. "Está bien, querida." Las puntas de sus orejas enrojecidas cuando se dio cuenta de lo grosero que había sido su defensa del Comité de Damas. "No fue mi intención estallar. Si estuviera en tus zapatos. Bueno," ella suspiró. "Me alegra de que no lo estoy." "Mis hermanos?" Ginny recordo. "Había dos familias interesadas en cada uno de esos chicos." Ginny asintió comprendiendo. "Pero ellos no estaban calificados para adoptar." "No, en realidad ellos no estaban. Eran todas las familias cristianas con algunos medios visibles de apoyo." Ginny se puso de pie y miró a Josephine. "Eso es todo? Deja que las personas tomen a los niños basados en esto solo?" "Escuchaste la parte sobre cómo los hacemos jurar ser cristianos?" Ginny dejó caer su cara en sus manos. "Oh, chico." *~*~*~*~* "¿Así?" Angie preguntó con un poco de incertidumbre, arrastrando sus ojos para encontrarse con Lindsay. "Oh, sí. Eres natural," Lindsay alabó. "Solo umm. No tan fuerte." "Recuerda lo que Habichuela dijo," Greta le dijo a su amiga cuando ella comenzó a desabotonar su vestido. "No uses todo tu brazo. Es todo en la muñeca." Ella sonrió a Angie, deleitándose en la tortura de su amiga por el hecho de que había conseguido ir primero. Por supuesto ambas iban, indudablemente, al infierno por esto. Pero ella había besado a Mickey Jackson sólo la semana pasada y estaba, muy probablemente, ya en su camino allí de todos modos. "Te encontraras en apuros para hacerlo mejor que yo, Angie." Lindsay tuvo asentir con la cabeza. Greta había sido sorprendentemente espectacular. Especialmente para una principiante. "Cállate, Greta. has tenido tu turno," dijo Angie malhumorada. Lindsay se rió, sin saber muy bien qué hacer con su repentina popularidad. Tal vez pagar por ello habría sido más fácil. Seguro habría sido más rápido."Ahora, chicas, ninguna necesidad de esto." Greta le sacó la lengua a Angie y trató de no pensar en el horrible pecado que acababa de cometer. Por supuesto, Habichuela había tenido razón. Esto era divertido. Ahora sabía de que se habían quejado los chicos detrás del patio de la escuela. Si sólo lo hubiera sabido entonces.
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Lindsay puso los ojos y se concentró en la chica más alta. "¿Estás lista, Angie? Estoy jugando para subsistir aquí", advirtió en serio. "No quiero que hagas algo de lo que te arrepentirás mañana." A pesar de su bravuconería, había sido Greta no Angie que había insistido en participar, aun cuando ella no sabía qué hacer. Angie se había contentado con quedarse atrás y observar. Angie se mordió el labio y luego chilló con deleite. "No puedo creer que vaya a hacerlo. Puedes, Greta?" le preguntó a su amiga, su entusiasmo prácticamente rebosante. Ella dio una mirada aburrida a Angie. "No." Una expresión de determinación de acero barrió sobre Angie y ella echó su abrigo sobre la nieve y empezó a desabotonar su vestido. Lindsay sonrió y comenzó en los botones de sus pantalones, el movimiento un poco difícil con las manos vendadas. "Y así es como los hombres lo hacen?" Angie preguntó con curiosidad. "Básicamente," Lindsay dijo. Greta se había dado cuenta de que era una mujer casi de inmediato, por lo que Lindsay salió limpia. Para su sorpresa, en lugar de asustar a las mujeres jóvenes les intrigó aún más. ¿Quién sabía que las chicas de Big Ugly eran tan sinvergüenzas? Greta terminó de abotonarse su abrigo y metió las manos en los bolsillos. "¿Alguna vez lo has hecho con una mujer antes, Habichuela?" "No antes de hoy," ella admitió honestamente. Entonces sus pensamientos se dirigieron a Ginny. "Pero maldita sea si no lo he querido." "Lista," Angie le dijo nerviosamente, frotándose las manos. Una mirada depredadora baño el rostro de Lindsay. "Yo también, Angie. Yo también" *~*~*~*~* "Lo siento, no recuerdo qué niño era el que," Josephine le dijo a Ginny. Las mujeres estaban ambas sentadas y viéndose mucho más tranquilas que hace sólo unos momentos antes. "Una pareja se acercó a uno de los chicos en el escenario," hizo una pausa al cacarear su desaprobación, "y allí mismo, delante de Dios y todo el mundo el niño empezó a gritar que era un católico y que no iba a ningún lugar con o sin su hermano y su hermana." ella se sentía incómoda deciendole la siguiente parte a Virginia, pero su obligación era, después de todo, más importante que la comodidad. "Después de eso, el pobre muchacho se echó a llorar y me temo que tuvimos que llevarlo fuera y calmarlo." Suspiró. "Aunque estoy segura de que hay un montón de católicos en la ciudad de Nueva York, no hay ninguno en Big Ugly. Las dos familias ya no estaban interesadas." Las palabras fueron dichas con total naturalidad que ella no tomó la ofensa. Ginny estaba demasiado cansada para molestarse. "Ese habría sido Lewis." Sus entrañas se agitaban con toda su fuerza en el pensamiento de las lágrimas de su hermano. Pequeño canalla. Eres demasiado inteligente por tu propio bien. Sabía, sin embargo, que no tomaría mucho tiempo para los empleados de los Ward para 161
asegurarse de que nunca hiciera algo así de nuevo. Mejor que nadie ponga un solo dedo sobre él, pensó oscuramente. "Y James?" "Ahhh" arqueó una ceja pesada. "El segundo hermano Robson también se negó a ser separado de sus hermanos. Cuando uno de los futuros padres no parecía estar tomando su petición en serio, él umm bueno, le dio una patada en el tú sabes," ella murmuró con delicadeza, mirando hacia abajo entre sus piernas y moviendo las cejas. Una pequeña risa explotó fuera de Ginny. Su mano voló a su boca a medida que más lagrimas brotaron, amenazando con desbordarse. Sus emociones estaban por todo el lugar, confundiéndola aún más. Ella no sabía si alegrarse de que sus hermanos estaban luchando por permanecer juntos entre sí y Jane o furiosa con ellos por ser tan obstinados. Tal como era, probablemente iba a tener que recorrer a través de toda la nación antes de que encontraría la familia lo suficientemente loca como para llevarselos. A pesar de si misma, se rió entre dientes, una sonrisa triste en su cara. "Ese sería definitivamente mi hermano James." Habiendo dicho a Ginny todo lo que sabía, Josephine se puso de pie. "No estamos en el negocio de la colocación de niños en hogares en los que no quieren estar. Y estaba claro sus hermanos no serían felices con nadie aquí." Ella se secó las palmas de las manos contra la falda, preguntándose qué estaba entreteniendo a Greta. Seguramente la boda había terminado por ahora. "Siento no poder haber sido de más ayuda." Su mirada se suavizó. "Que Dios la bendiga a ti y tu viaje, Virginia." Ginny también se levantó y recogió su bolsa. Olió un poco mientras retrocedía hacia la puerta. "Gracias a ti, yo por lo menos ahora sé que todos están bien. Y con o sin la bendición de Dios, tengo la intención de encontrarlos." La mujer mayor inclinó un poco la cabeza. "Sin embargo, un poco de ayuda y un montón de suerte nunca viene mal." "No", una genuina sonrisa se dibujó en los bordes de la boca de Ginny, "Nunca lo hace. Gracias, Josephine." Ella estaba agradecida por la poca información que había sido capaz de recoger y abrió la puerta para ser recibido por una ráfaga de aire fríoa. Pronto estaría oscuro y necesitaba encontrar a Lindsay y un lugar para pasar la noche. Tenían que coger un tren temprano por la mañana. *~*~*~*~* Después de pedir a un hombre en la calle lo que eran sus opciones en Big Ugly, Ginny se dirigió a la casa de huéspedes locales, una estrecha, casa de dos pisos al lado de la calle principal. Para su sorpresa, la propietaria rolliza le dijo que su amiga había ya pagado por una habitación para pasar la noche. La habitación era oscura y fría y Ginny no hizo más que tirar la bolsa en la cama antes de regresar por la calle en busca de Lindsay. Mientras caminaba, dos mujeres jóvenes se acercaron a ella, demasiado absortas en su propia conversación, que consistía principalmente en carcajadas y risitas nerviosas, para darse cuenta de alguien en su camino.
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La pelirroja dio un paso fuera de su camino y caminando lentamente de espaldas, con los ojos dando vueltas al darse cuenta de que una de las niñas llevaba puesto el sombrero de Lindsay, y que la otra llevaba"Ahhh!" Un grito fue arrancado de Ginny cuando un par de manos salieron disparadas desde el callejón y la arrastró dentro. "Ginny," fue susurrado en su oído, pero su corazón latía tan fuerte que no podía oírlo. Perdió el equilibrio, empezó a luchar y patear y las manos al instante desaparecieron de su abrigo. Dio la vuelta para contraatacar a su agresor y levantó un puño. Sus ojos ya del tamaño de lunas gemelas se abrieron aún más. "Lindsay?" Lindsay retrocedió un paso, jadeante. "Jesucristo!" dijo entre dientes en voz baja. "Soy yo, no el coco. Y estas tratando de matarme?" Haciendo una mueca, se agarró una de sus manos a su pecho. "Yo sólo estaba tratando de llamar tu atención sin dejar a la ciudad entera saber que yo estaba aquí." La boca de Ginny se abrió y su mandíbula colgaba en la brisa. Ahora sabía qué era lo que una de las chicas que había pasado en la calle era lo que llevaba. Su temperamento explotó como un zarcillo de los celos al rojo vivo entrelazada con la rabia que todavía sentía por haber sido abandonada en la iglesia. Juntos formaron un tornillo alrededor de su corazón y exprimieron. "¿Qué diablos pasó con tus pantalones?" "No jures en mí!" Lindsay parpadeó un par de veces, sorprendida por su propia declaración. "Algo está mal en toda esta conversación." "Lo que está mal es que estás desnuda!" Ginny quería estampar su pie. En cambio, con movimientos espasmódicos de ira, ella se quitó el abrigo y lo arrojó a Lindsay, golpeándola directamente a la cara. Lindsay lo quitó de su cabeza, lanzando a Ginny una mirada helada de advertencia, que Ginny ignoró con prontitud. "Lo envuelves alrededor de tus piernas, Lindsay, antes de coger tu muerte." Los dientes de Lindsay estaban empezando a castañear y rezó para que oscureciera más rápido. Todavía negandose a tomar el abrigo de Ginny dijo, "Pero, pero ¿qué hay de ti?" Ginny se abrazó a sí misma, ya sintiendo el frío cuando la nieve caía en su vestido y se pegaba a la delgada tela." Mis piernas no son azules y resisten el viento." Luego tomó un buen vistazo a la cabeza cubierta de nieve y suspiró, un poco de su ira y dolor dando paso a la preocupación. "Sólo estás tratando de enfermar, ¿verdad?" susurró densamente. "Por supuesto que no," Lindsay protestó débilmente, moviendo la cabeza para quitarse la nieve. Hubo varias veces en su vida cuando ella deseaba que la tierra se abriera y se la tragara toda. Aquellas veces, sin embargo, palidecían en comparación con la miseria y la vergüenza que sentía en este mismo momento. No servía de nada orar que un tornado viniera y la recogiera lejos. No fue tan afortunada. "Vamos," dijo Ginny rápidamente. "Esta suficientemente oscuro para que nadie te vea." Espero."
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Lindsay sacudió la cabeza con gravedad. "Unos minutos más aún." Miró a la calle tranquila. "No quiero ser llevada a la cárcel." Ginny se cruzó de brazos y resopló. "No es lo que parece, Ginny." Los ojos marrones pidieron a la joven creerle. Cejas gemelas rojas desaparecieron tras los golpes arrastradas por el viento. "Parece que está de pie en un callejón medio desnuda y de alguna manera dos bonitas jóvenes imbéciles terminaron con tus pantalones y gorra." "Oh. bien, eso es exactamente lo que parece", dijo Lindsay con tristeza. Ginny no se molestó en disimular su dolor o confusión. "¿Por qué? No lo entiendo. Pensé." Ella levantó una mano y luego la dejó caer a su lado. Cerró sus ojos. "No sé lo que pense." "Maldita sea, Ginny, no es como que fue horrible", Lindsay protestó. "Las chicas se divirtieron." "Bueno, en ese caso," Ginny gritó, sin preocuparse en ese mismo momento, si la ciudad entera atrapaba a Lindsay en ropa interior. "Todo es simplemente genial!" "Yo estaba disparando los dados por un vestido." Ginny parpadeó. "Qu-" "Y perdí," Lindsay añadió innecesariamente, sin hacer contacto visual. Ginny miró a Lindsay como si la viajero ferroviaria hubiera perdido la razón. "No lo creo", murmuró. "Sé!" De repente, Lindsay estaba inconsolable. "Pero, Jesucristo, Ginny, los vestidos en el escaparate de la tienda eran de $3.00. TRES DOLARES! Por un vestido. Un par de overoles de cintura sólo cuestan $.90 y demonios es duro!." "Estabas jugando a los dados por un vestido?" Ginny aclaró con una lentitud exagerada, estando bastante segura de que había escuchado mal a Lindsay. "Sí," Lindsay repitió, claramente frustrada por tener que hacerlo. Todo parecía bastante obvio para ella. "No me hagas mencionar más la parte de perder otra vez, de acuerdo?" suplicó. "Has hablado a esas chicas de tu ropa?" Lindsay dio una patada a la nieve. "Ellas estaban listas para hacerlo de nuevo." Mierda, aquí voy de nuevo. "Sólo era yo la que iba perdiendo." Una pequeña sonrisa de incredulidad comenzó a tirar en los labios de Ginny como si el peso del mundo fuera levantado de sus hombros y su dolor de estómago comenzó a ceder. Lindsay notó el cambio de inmediato y dejó escapar un profundo suspiro de alivio. 164
"Ellas ganaron tus pantalones, ¿eh? Oh, Lindsay." Ginny se echó a reír. "Eso es lamentable." Los ojos marrones se estrecharon. "Si dices una palabra de esto a alguien yo, yo", una mirada de triunfo finalmente se extendió por su cara, "Le voy a decir a todos los que conocemos que besaste a tu hermana." Ginny se quedó sin aliento, y luego su boca formó una pequeña O. "Qué juego de dados?" "Chica inteligente." En el momento en que ambas se precipitaron fuera de las sombras, Lindsay estaba razonablemente segura de que no iba a estar durmiendo en el establo de librea local. *~*~*~*~* Una pequeña caja de fósforos estaba al lado de una lámpara de queroseno y Ginny la recogió con los dedos que eran torpes a causa del frío. "Voy a encender la estufa de lado a lado," charlaba Lindsay. "Maldición." Ella empezó a saltar arriba y abajo un poco. "Esta planta es como el hielo." Colocó el abrigo de Ginny sobre una pequeña silla en la esquina de la habitación antes de ir directamente hacia su bolsa y las mantas dentro. Agarró las de ambas y dejó caer una en la cama mientras sacudía la otra y comenzó a envolverla alrededor de los hombros de Ginny. Ginny encajó el globo sobre la mecha encendida y en su soporte, la iluminación de la habitación en un resplandor de oro que hizo que los cristales de hielo en su pelo y las cejas brillaran como diamantes. Las manos de Lindsay se congelaron a mitad del movimiento mientras miraba, completamente paralizada. "Aquí". Ginny movió su mirada hacia un lado y vio a Lindsay de pie con la manta mantiendola abierta para ella. "Oh, siiiii." Ella habría sonreído con gratitud, si sus mejillas no hubieran tenido bloques de hielo. "Brrr. Espera un momento, ¿de acuerdo?" Sus manos se pusieron a trabajar en los botones que estaban en la parte media superior de su vestido. "No quiero conseguir la manta mojada". Lindsay asintió y permaneció inmóvil, dividida entre mirar a otro lado y mirar a Ginny. Su corazón comenzó a latir un poco más rápido, enviando una oleada de sangre caliente a través de ella. Ginny se quitó el vestido, los zapatos, y su ropa interior, en una cuestión de segundos. Cualquier nerviosismo por estar desnuda frente a Lindsay desde hace mucho tiempo se había desvanecido cuando la confianza entre ellas crecio. Cuando había terminado, le dio una patada enviando lejos la ropa mojada y firmemente se reunió con la penetrante mirada de Lindsay. "Lindsay?" Ella empezó a frotar sus brazos. "Oh", murmuró Lindsay, cuando la voz de Ginny la sacó de sus pensamientos. Envolvió la manta alrededor del cuerpo temblando y se la puso cerca, presionando su mejilla fría contra Ginny. "Lo siento apesto tan mal en los dados."
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Ginny se rió de la disculpa inesperada que era tan solamente Lindsay. "Yo también. Mañana vamos a c-comprar un vestido y un p-pa-par de pantalones." Sintio a Lindsay dibujar un aliento para hablar y lo retiró simplemente diciendo, "Lo haremos". La protesta de Lindsay murió en sus labios y ella apretó su agarre, absorbiendo la comodidad de tener a Ginny en sus brazos. "Me voy a poner tus pantalones y encenderé el fuego entonces. Puedo ir a la cocina y traer un poco de comida. La habitación viene con pan y sopa." El estómago de Ginny se quejó de nuevo ante la sola idea de la comida, pero su piel fría exigió más atención inmediata. Su mano se deslizó por detrás de la manta y dio un fuerte tirón a la camisa de Lindsay. "Nuh uh." Ella sacudió la cabeza, esparciendo unas cuantas gotas de agua sobre Lindsay. "Muy frío. Quitate esto y ven a la cama en primer lugar." "Pe-" "Por favor." Y tan fácil como que Lindsay voluntariamente se entregó de nuevo. Desafortunadamente, ahora era también el momento de enfrentar la música. "No debería haberte dejado esta tarde." Sin dudarlo. "Yo te necesitaba." El corazón de Lindsay dolió por las hermosas, terribles palabras. Y yo no estaba allí. "Lo lamento tanto. No pasara de nuevo. Lo prometo." Sentió la cabezada de contestación de Ginny contra el lado de su cara y se echó hacia atrás, pero no antes de que los largos brazos dieron un apretón final, sentido. Rápidamente se quitó el abrigo, camisa, medias y ropa interior, dejándola tan desnuda y expuesta como el día en que nació. Ginny alargó la mano y la pellizcó, aliviando la tensión en la habitación y dejando que Lindsay supiera que estaba perdonada. De nuevo. Ambas mujeres se escurrieron dentro en la cama y bajo las mantas, riendo un poco mientras se balanceaban, estableciéndose. Dejaron de moverse con sus cuerpos una frente a la otra, a menos de un pie de distancia, con las mantas tiradas hasta las orejas. Lindsay se acercó y puso su mano sobre el antebrazo de Ginny. Las vendas que envolvian sus dedos estaban frías al tacto, pero no mojadas, y sólo las puntas de sus dedos se asomaban para sentir la piel suave. "Mejor?" pronunció guturalmente, bajo y preocupada. "Mmm." Ginny asintió un poco. "Mucho". Compartieron risas un poco nerviosas, expectantes. La noche antes de salir de Nueva York, cuando estaban solas como ahora, seguras y calientes, se habían llenado de besos suaves, tiernos, toques cada vez más audaces, y palabras murmuradas suavemente de esperanza y sanativas que está enterrada profundamente en el alma de cada mujer y encontraron un hogar. Era algo que ambas desesperadamente querían continuar.
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Lindsay levantó los dedos que ahora rozaban el brazo de Ginny a la cara de la razonable mujer. Trazó la mandíbula y los pómulos y empujó hacia atrás un mechón de pelo sedoso. Ginny suspiró y se apoyó en el toque. Estaba en calma y sin embargo al mismo tiempo llena de sensaciones, cuando la manta de lana ligeramente rugosa se asomó por detrás de las sábanas de algodón pesadas y rozó su piel desnuda. Las puntas de dedos suaves dejaron la piel de gallina a su paso cuando rozaron su rostro. "¿Qué pasó con tus hermanos y hermana?" Lindsay susurró, medio sabiendo la respuesta por el simple hecho de que Ginny no había dicho nada acerca de ellos antes. Debería haber preguntado antes. Los ojos pálidos se cerraron y Ginny dio a su cabeza una pequeña sacudida afligida. "Awwe Ginny. Lo siento." Su voz era el más elemental de susurros. "Pronto." "Pronto," Ginny estuvo de acuerdo, sin abrir sus ojos. Llamas lamiendo, promesas rotas, y los niños llorando todavía invadían sus sueños. Era hora de reclamar sus horas de vigilia. Conscientemente dejó sentir la brisa cálida del aliento de Lindsay contra su cara mientras hablaba y se imaginó que podía oír el corazón latiendo fuerte tan cerca del suyo. El momento de tranquilidad entre ellas se alargó, y Lindsay se encontró hipnotizada por sentir la piel de Ginny y la profunda, casi abrumadora sensación de anhelo que se apoderó de ella. De repente, ella quería más de todo. Más de la pasión tierna que tantas veces vio al acecho detrás de sus suaves ojos azules. Más de lo que ellas podrían ser la una a la otra si supieran qué hacer ó qué decir. Lindsay se inclinó hacia adelante, reduciendo la pequeña brecha entre ellas y rozando su boca contra la de Ginny. Cuando el dulce contacto aumento más firme, los labios se abrieron fácilmente y lenguas ansiosas exploraron y trazaron dibujos, gemidos entrecortados y suspiros de cada mujer cuando el beso se prolongó interminablemente. Con todo su cuerpo, ella se acercó más todavía, hasta que Ginny estaba de espaldas y Lindsay estaba colocada con cuidado encima de ella, usando sus antebrazos para soportar la mayor parte de su peso. Ginny se quedó sin aliento ante la sensación inesperada de la piel desnuda sobre la piel desnuda ya que se tocaron con toda la longitud de sus cuerpos. Sus ojos se abrieron cuando un rayo abrasador de deseo la atravesó y se instaló en su ingle ardiente. "Lindsay", respirando con vehemencia , casi sin saber qué más decir, con los ojos oscurecidos por la excitación. Ella abrió su boca, sin saber lo que iba a salir, sólo para ser detenida por almohadillas ligeramente asperezas de dos dedos presionados contra sus labios. Ella es tan suave! "Voy a moverme si quieres que," Lindsay susurró, dispuesta Ginny a querer esta conexión más íntima entre ellas tanto como lo hizo. "No quiero asustarte." Había una urgencia en la voz de Lindsay que capturó a Ginny tan completamente que olvidó cómo respirar. "Yo-yo te amo y sólo quería estar más cerca de ti." Los ojos marrones se volvieron ámbar a la luz de la lámpara ansiosamente buscando en el rostro juvenil debajo de ella. "Quería sentirte. Sentirnos, 167
Ginny." Hizo una pausa y tragó con fuerza, esperando que el nudo que se había formado en su garganta se aflojara, y pasó el tiempo colocando besos ligeros como pluma llenos de afecto y anhelo en las cejas y las mejillas de Ginny. "No creo que esto sea malo. Al menos no lo es para mí." El corazón de Lindsay latía violentamente contra el pecho de Ginny y la otra mujer sabía que el de ella estaba palpitando con ferocidad. Indefensa de hacer otra cosa que responder al espíritu llamando por el de ella, Ginny empujó hacia abajo su pánico momentáneo y se dejó a la totalidad de la sensación de suaves pechos y pezones firmes que hacían cosquillas cuando presionaban contra los suyos. Un involuntario gemido fue arrancado de ella. Hubo un calor instantáneo cuando los vientres lisos se encontraron y las piernas se enredaron. "Sabía que me amabas," Ginny explicó en voz baja, con una mirada de asombro brillante en sus ojos. "Podía sentirlo en mi corazón." Lindsay asintió mientras su visión se desvanecía. Ginny sonrió mientras susurraba, "Te amo también." Simultáneamente, dejaron salir respiraciones profundas. Pequeñas sonrisas hicieron una muestra de sorpresa a través de las lágrimas cuando cada una de ellas se relajaron un poco, y sus cuerpos se fundieron uno al otro un poco más firmemente, haciendo difícil decir dónde terminaba uno y comenzaba el otro. Ellas memorizaron el precioso momento, metiendolo de forma segura en lo profundo dentro de sí mismas para sacarlo más tarde y saborearlo lentamente. "Realmente piensó que," Ginny se detuvo y levantó su cabeza para rozar sus labios a través de los de Lindsay, "esta bien para dos mujeres sentir de esta manera. Quieres esto?" preguntó suavemente, sin entender cómo podía saber algo profundamente en sus huesos pero todavía sentía la necesidad de preguntar. Lindsay pensó acerca de eso unos segundos antes de responder, sabiendo lo importante que su respuesta era para su compañera. Un suspiro. "Yo, yo no se lo que es correcto para otra gente. Y a excepción de cómo te hace sentir, no me preocupo." Vio como el ceño de Ginny se frunció. "No tengo a nadie para defraudar", ella le recordó suavemente. "Nadie, excepto tú." El impulso era demasiado fuerte como para negar, y Ginny se inclinó y besó a Lindsay de nuevo. Esta vez con una intensidad suave que diezmó la capacidad de pensar de la mujer más oscura. "Mmm" tarareó un poco cuando se separaron, totalmente extasiada por esta mujer a veces loca, divertida, dura y tierna. "Estoy lejos de estar decepcionada por ti, Lindsay. Tú significas todo para mí." Se besaron de nuevo, lentamente, profundamente, pidiendo tiempo para estar tranquilas, ya que con avidez se entregaron a la otra. "Y tu significas todo para mí," Lindsay finalmente murmuró contra los labios húmedos, su cuerpo zumbando de emoción. "No pienso que estar juntas de esta manera" pasó sus dedos sobre los labios de Ginny, "este mal". Su voz se hizo de acero. "Incluso si lo intentan, otras personas no me pueden decir el modo correcto de sentir acerca de ti, Ginny. Es, es" buscaba las palabras para expresar lo que significaba estar con Ginny para ella, cómo su vida se sentía ahora diferente y feliz y entera. Finalmente, simplemente se decidió: "simplemente es." Y eso era algo que resonó tan claramente dentro de Ginny que fue capaz de ver más allá de sus miedos y abrazar lo que sabía, dentro en el fondo, era la más pura de las verdades. "Es bueno que dijeras eso, Lindsay." 168
Lindsay se lamió los labios y sus ojos se abrieron. "Lo es?" "Mmm hmm porque mi corazón ya ha decidido sobre ti." Ella negó con la cabeza un poco. "Yo no sé cómo pero si sé porqué." Casi se rió de la sorprendida pero sin lugar a dudas enferma de amor expresión de Lindsay. Entonces Ginny se puso seria, su voz bajando aún más. "Estoy todavía un poco asustada, supongo." Los ojos de Lindsay se suavizaron. "Yo también." "Vamos a tener miedo juntas." Lindsay se inclinó hacia adelante y muy suavemente froto su nariz con la de Ginny. "Un equipo entonces, tú y yo. Nos mantendremos juntas sin importar lo que pase." La sonrisa de Ginny rivalizaba con la de Lindsay y sintió su aliento agarrado cuando trató de hablar. Levantó sus manos y tomó las mejillas rosa ruborizadas y bañadas en la suave luz de la lámpara. Pasó sus manos por el cabello oscuro. "Contra viento y marea". Cuando sus labios se encontraron de nuevo, era más que una muestra de devoción o incluso sentida pasión. Era una promesa. La tensión en la habitación cayó en picada y Lindsay se deslizó un poco y se movió para que pudiera apoyar la cabeza justo por encima del pecho de Ginny. Suspiró suavemente en la sensación de la piel caliente contra su mejilla. Ginny sonrió y abrazó a Lindsay, sintiendo como si sostuviera un regalo muy preciado. "Ginny?" "Hmm?" "Po-podemos ir despacio?" Ella puso su mano sobre el estómago de Ginny, su forma cóncava haciéndola fruncir el ceño. Ellas omitían demasiadas comidas. "No estoy bien, no estoy segura de qué hacer exactamente." Oh, eso fue brillante. Hizo una mueca internamente, sintiendo sus mejillas arder. Entonces se acordó de una o dos cosas que le gustaba hacer sola que estaban obligadas a ser mejor con Ginny y se sonrojó aún más ardiente. "Soy una idiota," murmuró ella, levantando la cabeza para medir la reacción de Ginny. Ginny parpadeó, sin haber visto nunca en un ser humano, aquel matiz de rojo antes. Una sonrisa de alivio curvó sus labios y ella pasó las manos por la suave pendiente de la espalda de Lindsay. "No eres una idiota, mi amor." El rostro de Lindsay se iluminó perceptiblemente en la caricia. "Amor?"
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Por un segundo, el valor de Ginny vaciló. Había utilizado el término muchas veces en su cabeza. Pero esta vez lo había pronunciado antes de que pudiera censurarlo ella misma. "Está bien? Quiero decir cuando estemos solas?" preguntó rápidamente. "Lo siento si- " "¡No!" Lindsay corregió con la misma rapidez. "Esta bien. Es realmente bueno." Ginny dejó escapar una respiración profunda. "Despacio es perfecto. No tenemos que hacer todo de repente. Incluso aunque bien, con dos mujeres no estoy segura de todo lo que aún es." A pesar de que su mente daba vueltas con posibilidades. Su expresión se volvió traviesa. "Estoy más que dispuesta a intentar y entender las cosas juntas, si tú quieres." Las palabras de Ginny se encontraron con una malvada sonrisa. Lindsay acarició la piel suave en la elevación del pecho de Ginny, entonces la besó, tirando de un gemido sorprendido de placer desde el fondo de la garganta de la otra mujer. "Ooo agradable sonido." La voz de Lindsay era un ronroneo atractivo y Ginny tragó, preguntándose irónicamente justo en lo que ella sola se había metido. Alegrandose sobremanera de que por fin había dado el salto, ella gimió de nuevo, respondiendo instintivamente al toque tierno, curioso de Lindsay. "Oh, Virginia Chisholm, tienes un trato".
Capítulo 11 Tarde al día siguiente. "Bienvenido a Talking Rock, Georgia." Ginny indicó la señal que estaba leyendo mientras ella y Lindsay se apresurabana a salir de la estación de ferrocarril hacia la calle."Población qué?" Los dos últimos números en la señal parecía que había sido recientemente pintados, y se preguntó distraídamente si algunas nuevas adopciones podrían ser la causa. "No puedo creer que ellos se molestaran en detenerse en un lugar tan pequeño." Lindsay se puso al hombro su bolsa y se rió entre dientes, ya desabrochandose el abrigo en deferencia a los cincuenta grados del clima. "Cristo", se burló, "Podría escupir desde el tejado de un edificio en el Lower East Side y golpear a más personas que esto." Ginny giró la cabeza para mirar a su amiga y levantó una ceja juguetona. "Que imagen mental más encantadora." "Es un placer." Lindsay sonrió. "Vamos," agarró suavemente la manga de Ginny y la condujo hacia el edificio en su punto de mira. "No puedo creerlo, pero parece que este lugar tiene un ayuntamiento o juzgado o algo así." Ella hizo un gesto con su barbilla a una estructura de madera de tres pisos que izaba con orgullo las banderas de los Estados Unidos y de la Confederación de sus mástiles dobles en el frente. Ginny asintió satisfecha. "Perfecto. Podemos empezar por ahí." 170
Lindsay empujó distraídamente un mechón de pelo soplador de su cara. Frunció el ceño, odiando que hubiera perdido el sombrero. Sin mencionar que las circunstancias en que lo había perdido eran todavía demasiado horribles de contemplar. Ginny vio el movimiento y suspiró. Antes de dejar Big Ugly habían comprado a Lindsay el vestido menos caro en la tienda, el cual lo manejaron para costar $ 2,25, y un par de pantalones vaquros. Quería comprarle un sombrero también, pero su amiga insistió en que no podían permitirse el lujo de pasar el extra de $.45. Ginny quito el gorro de su cabeza. Golpeo las caderas con Lindsay y los ojos de su amiga puesto de reojo. "Aquí". Ella tendió su sombrero. Lindsay se quedó mirando la gorra confundida. "¿Quieres que la sostenga?" "Nuh uh. Quiero que lo tengas." Ella levantó una mano para detener la protesta que ya podía ver formandose en los labios de Lindsay. "No es del tipo que estoy acostumbrada a usar de todos modos, Lindsay. Y se ve estúpido cuando estoy usando un vestido. "Y lo que es mío es tuyo. "Estoy usando un vestido," Lindsay le recordó, con una pequeña sonrisa en sus labios. "Es cierto," Ginny admitió, "pero estoy bastante segura de que estarás de nuevo en tus queridos pantalones tan pronto como sea posible." Lindsay le dio una sonrisa un poco preocupada, un poco de inseguridad sangrado a través de su confianza normal. "¿Me veo incómoda en esto?" Ella jaló tristemente la falda marrón. "Simplemente ha pasado tanto tiempo desde-" Ginny detuvo su progreso con una mano en el hombro de Lindsay. "Te ves hermosa", sonrió con cariño. "Como siempre." Aunque en privado, Ginny tuvo que admitir que había cultivado bastante su afición a su compañera desgarbada en vestimenta de hombre. Esto reflejaba el espíritu libre de su amiga en una forma que un simple vestido nunca podría. “No hay nada malo que quieras estar mas comoda en lo que estas acostumbrada a usar.” Ella levantó el gorro de nuevo."Por favor, tómalo." Vacilante, Lindsay estendió la mano y le quitó el gorro, aceptandolo como lo que era, un simple regalo desde el corazón. "Gracias", fue todo lo que dijo, deleitando a Ginny, que había estado preparándose para más de un alboroto. Lindsay extendió su mano hacia Ginny y tiró juguetonamente un mechón de pelo, disfrutando del hecho de que este no estaba oculto debajo de la gorra. "Está creciendo." Los ojos azules de Ginny brillaban, reflejando los destellos del desvanecimiento del sol de la tarde "Gracias a Dios." Ella sabía que había desarrollado un hábito de empujar a un lado el flequillo con los dedos impacientes y tuvo que esforzarse para no hacerlo ahora. "Debio haber sido chamuscado en pedazos para haber obtenido este corte peludo." Lindsay se encogió de hombros. "Me gusta", dijo honestamente, y reanudaron su caminata. Parecía un poco extraño estar teniendo esta conversación después de todo este tiempo. Pero Ginny tendía, lo sabía, a farfullar cuando se ponía nerviosa. "¿De verdad?"
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"De verdad," confirmó ella. "¿Te mentiría?" Ginny resopló. "Sí." Un estallido de risa explotó en Lindsay. "Cierto. Pero no lo hago." Se tranquilizaron mientras se acercaban al edificio. Inconscientemente, Ginny se acomodó un poco más cerca a Lindsay mientras caminaban. "No se preocupe," Lindsay le dijo, rompiendo el corto silencio. Ginny dejó escapar un profundo, frustrado aliento. Habían sido decepcionados tantas veces ya, cada vez más aplastante que el último. Esto la ponía físicamente enferma sólo de pensarlo. Su mandíbula apretada contra la sensación. "¿Cómo no puedo?" Lindsay lo pensó por un momento. "Muy bien," concedió ella. "Sé un poco nerviosa." Su voz se hizo más profunda. "Pero no tienes que tener miedo." Ginny sonrió a través de la tensión turbulenta en sus entrañas. Mi protectora. Discretamente, su mano se desvió hacia un lado a unas cuantas pulgadas y suavemente tomó la de Lindsay. Habían retirado el vendaje que cubría las manos de la pasajera ferroviaria la noche anterior, aunque sus últimos tres dedos de una mano se mantenían juntos en una férula, y un vendaje aún más pequeño estaba atado con cinta en los nudillos de la otra mano. "Vamos a vivir juntas, ¿verdad?" Ginny preguntó en voz baja, sabiendo la respuesta, pero anhelando la tranquilidad de la misma. Lindsay sabía mejor que no debía cometer el error que tuvo el día anterior. "Cuenta con eso." *~*~*~*~* Una hora más tarde, una muy pálida Ginny abrió las puertas altas del Ayuntamiento de Talking Rock City Hall y dio un paso afuera. Lindsay la siguió de inmediato, poniendo la palma de su mano en la parte baja de la espalda de Ginny mientras descendían los escalones. El sol viajaba detrás de una cortina de nubes y esto parecía un poco más fresco que cuando habían entrado. "No puedo creerlo", dijo Ginny, su voz temblorosa. "Hemos encontrado a uno de ellos." Se preguntó por un momento si Lindsay podía escuchar la palpitación de su corazón. "Lewis está aquí." "Esto tenía que suceder en algún momento." Ellas tenían, Lindsay admitió, finalmente tenían suerte. Era una sensación tan extraña que casi no sabía cómo adaptarse. Ginny explicó su situación a la recepcionista, que había procesado tres adopciones de huérfanos del vagón de los Ward. El empleado ansiosamente le había dado los nombres de la familia que había adptado a Lewis. Ahora, armadas con las direcciones, un deseo de buena suerte, y las más sinceras disculpas en nombre de la Ciudad de Talking Rock, se dispusieron a caminar por los tres millas a la casa de campo de Jon y Lana Bergquist.
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Lindsay consideró cuidadosamente el cielo mientras caminaban. "Ginny?" "Hmm?" "¿Deberíamos conseguir una habitación en primer lugar? Estará bastante oscuro antes de que lleguemos allí, mucho menos hacerlo cuando estemos de regreso en la ciudad por la noche." A pesar de que era más que feliz de encontrar un lugar para dormir a la intemperie, sobre todo en este clima más templado, no sabía cómo se sentiría Ginny en hacer eso, especialmente con Lewis en el remolque. "Por otra parte, si terminamos teniendo que arrebatarlo, no sería seguro conseguir una habitación en la ciudad. Tal vez debemos de comprar una manta extra y algo de comida por si acaso?" Ginny se detuvo y se frotó las sienes. Ella no había pensado en ninguna de esas cosas y de repente se sintió abrumada. "Quizás si o" Ella gimió ante su propia incapacidad para tomar una decisión firme. "No sé." Lindsay suspiró y envolvió su brazo alrededor de ella. "Está bien, lo primero es lo primero. Nos reunimos con los Bergquist y luego decidimos. Tal vez podríamos volver por él en la mañana?" "No quiero tener que robárselos," Ginny dijo con tristeza. "Lo sé," Lindsay respondió suavemente. "Pero si tienes que hacerlo?" Una solemne inclinación de cabeza, fue su respuesta. "Vamonos." *~*~*~*~* La casa de los Bergquist estaba asentada en el borde de un camino de tierra estrecho que se abría paso a través de las montañas de Georgia. Ellos ni siquiera habían tenido una capa de nieve de este invierno y altas, hojas quebradizas de césped marrón volaban suavemente en la brisa. Las mujeres podían oler el humo de la chimenea mucho antes de que la casa estuviera a la vista. Estaba oscuro, pero la luna estaba llena y brillante, iluminando su entorno en tonalidades azul-plata. Y entonces la vieron, situada entre un grupo de robles crujientes, sin hojas. La casa era pequeña pero bien conservada, con una valla de madera de ferrocarril que encerraba un patio de buen tamaño. Cincuenta pies o así detrás de la casa se encontraba un granero estrecho rojo, un retrete, un pozo de la casa construido de piedra, y una pequeña cabaña. Basado en los sonidos procedentes del interior de la cabaña, esta sirvía como un gallinero. El pestillo de la puerta del gallinero estaba suelto, y la losa delgada de madera agitada desválidamente sin poder hacer nada contra el marco con cada ráfaga de viento. "Se ve agradable. En un país del tipo del camino", dijo Ginny, deteniendose en la boca de un corto camino que conducía a la puerta delantera. Ella giró en un círculo, absorbiendo el aire libre y sintiéndose tan indispuesta como lo había hecho en Big Ugly. "Dios, Lindsay, es tan tranquilo aquí y aún así ruidoso. Puedes oír todo." Sus pensamientos se dirigieron hacia el interior. "Casi no puedo creer que está allí. Pienso que tengo miedo de descubrir que no es él y que todo esto ha sido una especie de terrible error." 173
"Ginny." Antes de que pudiera pronunciar otra palabra la puerta de la casa se abrió, derramando luz del fuego y el sonido de la risa infantil en la noche. Tres niñas, todas en trenzas, y que van desde las edades de 412, corrieron afuera. Dos de ellas llevaban cubos de madera. Cálido en sus talones estaba Lewis, riendo junto con ellas mientras saltaba del porche. La mano de Ginny se tapó la boca y sus rodillas se debilitaron a la vista de su hermano. Lindsay se acercó para estabilizarla, inconscientemente conteniendo la respiración, en partes iguales ansiosa y asustada de cómo se desarrollaría la escena. Los niños vieron a los extraños en su patio, y la más grande de las niñas corrió dentro de la casa gritando, "Papá, Mamá, no podemos ir a buscar agua, alguien está aquí!" Lewis se congeló. Desde el otro lado del patio, Ginny podía ver sus grandes ojos. Lindsay estudió el niño curiosamente. Aparte de su pelo rojo, en realidad no se parecia a Ginny. Debe parecerse al papá. Ginny respiró sollozando. "Lew" La palabra se rompió y se vio obligada a tragar un par de veces antes de que pudiera intertalo de nuevo. Sintió a Lindsay tomar su mano y apretarla suavemente. "Lewis?" El chico parpadeó estúpidamente, con los pies enraizados aparentemente al suelo. "Soy yo, Lewis," Ginny se forzó de nuevo, con demasiado miedo de dar un paso adelante para que él no se desvanezca como un fantasma en la niebla. Una enorme sonrisa estalló en la cara del niño y sus mejillas arrugadas en hoyuelos tan familiares que Lindsay sintió un tirón en su corazón. "Ginny!" Él corrió por el patio tan rápido como sus pies podían llevarlo, las partes inferiores de sus zapatos se deslizan sobre la hierba cada pocos pasos, casi haciendo que se estrellara en el suelo en varias ocasiones. Gracias. Lindsay sintió que su corazón reanudó sus latidos y soltó a Ginny sólo el tiempo suficiente para que la joven mujer cayera de rodillas y abriera sus brazos. Lewis voló en ellos. El impacto envió a Ginny desmadejada sobre su espalda en el suelo. No podría importarle menos. Llorando, ella lo atrajo hacia sí, apretándolo con tanta fuerza que el chico apenas podía respirar. "Oh, Lewis." "Ginny!" chilló con entusiasmo, devolviendo el abrazo de su hermana con igual fervor. Lindsay apartó la mirada, un poco sorprendida por la opresión en su garganta y la sensación se sentirse mucho como una intrusa en este momento especial familiar. Entonces se dio cuenta de la silueta de un hombre y una mujer en la puerta de la pequeña casa. Incluso en las sombras ella podría
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decir que eran una pareja ya grande y no felices. Ella dio un paso adelante para interceptarlos, obligada y decidida a dar a Ginny la reunión dulce con su hermano que merecía. Ajena a la ausencia de Lindsay, Ginny se sentó, tomando a Lewis con ella. Ella prensiono varios besos descuidados en su rostro, que soportó con buen humor, no chillando su habitual ‘puaj' en el ataque de afecto de su hermana. Entonces ella lo sostuvo son sus brazos extendidos y tomo una larga y dura mirada en él. Él lucía un nuevo corte de pelo liso y llevaba un nuevo abrigo sobre la ropa limpia pero casera sencilla. Una de las preguntas que había estado haciendose que sus entrañas se enturbiasen durante el mes pasado finalmente fue contestada. Él no parecía tener efectos físicos persistentes del fuego. "¿Estás bien, Lewis?" Ginny asintió vigorosamente a sí misma, continuando mirando cada pulgada de él críticamente. "Estás bien", repitió en voz baja, más para tranquilizarse ella misma que para plantear una pregunta real a su hermano. Él la miró con curiosidad, casi como si la viera por primera vez. Ël parpadeó un par de veces, su joven rostro llevaba la expresión más grave que jamás había visto. "Te ves como mamá." Las crudas palabras quedaron suspendidas entre ellos; y penetraron tanto en sus corazones e infaliblemente recordándoles todo lo que habían perdido. De repente, Ginny no pudo encontrarse con los ojos de su hermano. Oh, Lewis. "Lo sé", susurró entrecortadamente. "Les dije que no estabas muerta", explicó rápidamente, pensando que tal vez Ginny estaba enojada con él. "Les dije!" Y con esto, las lágrimas finalmente comenzaron a brillar en sus ojos de color gris pálido. "Nadie quiso escuchar." Su rostro comenzó a desmoronarse y su voz adquirió un tono de pánico. "Se llevaron a James y Jane. Lo siento. Lo prometo, trate de detenerlos-" "Shhh" Ginny calmó, acariciando suavemente sus mejillas. "Vamos a hacerlo, Lewis. Ya veras." "Traté de decirle a ellos-" Él empezó a llorar en serio, con lágrimas tranquilas que Ginny sintió con más intensidad que las propias. "No" Ella lo agarró por los hombros y le dio una pequeña sacudida. "No tienes que disculparte por nada. No estes haciendolo." Él se quedó quieto, mirándola dudosamente mientras procesaba las palabras, obligándose a dejar de llorar. Sólo los bebés o las niñas lloraban. Pero para su vergüenza siempre había sido propenso a las lágrimas. "¿Dónde estabas?" La voz tenía más curiosidad que recriminación, pero la pregunta todavía desgarraba el corazón de Ginny. No se molestó en tratar de contener la marea de lágrimas calientes, saladas que corrían por sus mejillas. "Me llevaron al hospital en la isla de Blackwell," explicó pacientemente, esnifando mientras hablaba y rezando para que él lo entendiera. "El fuego, o supongo que sólo el aire caliente del fuego, 175
quemó el interior de mi garganta y yo estaba teniendo problemas para respirar. Estuve allí por un largo tiempo, Lewis." En la palabra "fuego" la piel de Lewis adquirió una palidez notablemente verde y Ginny al instante lamentó haberla mencionado. "Lo siento," susurró, tirando de él cerca de nuevo, sintiendo su pequeño pecho fundirse en el de ella y sus delgados brazos envueltos alrededor de ella. Él frunció el ceño. "Eso d-debe haber dolido." Ginny presionó sus ojos cerrados, bastante rebosados de amor por este chico joven, sensible. "Lo hizo un poco", admitió, sin querer mentir. "Pero lo que necesitas saber es que no quise dejarte. Al momento que me dieron de alta del hospital empecé a buscarte a ti, James y Jane." "Lo sabía", murmuró contra su cuello, la piel húmeda por las lágrimas. "Sabía que no nos ibas a dejar." Ginny con cuidado lo observó, y, mirándolo directamente a los ojos, ella agarró su barbilla con una mano firme. "Nunca", juró. "Nunca te dejaría a propósito." Se detuvo y deseó que los latidos de su corazón redujeran la velocidad. "Somos una familia para siempre", susurró ella, causando que él se arrojase a ella una vez más. "Nada es más importante que eso." Su mirada se desvió a Lindsay, que estaba de pie en el pórtico, hablando con los Bergquist, los otros niños reunidos alrededor de ellos con inquietud. Ella cerró sus ojos de nuevo. "Nada." *~*~*~*~* Lana Bergquist cruzó sus brazos sobre su amplio pecho y se volvió de espaldas a Ginny y Jon y Lindsay. Ellos estaban en el establo, discutiendo el destino de Lewis. Ginny y los Bergquist habían estado discutiendo durante largo rato que todos ellos habían perdido la noción del tiempo. Lana inhalo y se limpió la cara furiosamente. Ambas, ella y Ginny se habían reducido hasta las lágrimas varias veces ya. "No", susurró entrecortadamente. Jon suspiró y envolvió sus brazos alrededor de su esposa por detrás. Él no quería dar al chico tampoco, pero que no era correcto romper un familia intacta. Él apoyó su barbilla sobre su hombro. "Lana cariño." "¡No! Ella es sólo una niña también. Ella no puede tomarlo." Su voz se calmó y, "hemos esperado tanto tiempo por un hijo", era apenas audible. "Eras más joven que Virginia cuando nació nuestra Katherine," él recordó en voz baja, sonriendo un poco ante el recuerdo de su hija mayor que ahora era una maestra en Atlanta y era madre de dos niñas hermosas. Ellos habían intentado e intentado por un chico, pero después de su último bebé la comadrona les informó en términos muy claros que otro embarazo mataría a Lana. Lindsay se acercó a Ginny y presionó sus labios suavemente contra su oído para susurrarle, "Hemos estado aquí por un rato. Te gustaría que vaya dentro y ver cómo está Lewis y los otros niños?" Ella se estremeció internamente, sabiendo que no había hecho un muy buen trabajo en mantener el optimismo en su voz. Los enfrentamientos como los que había tenido con Jean y Jacque o Albert o 176
incluso los Wards eran algo que podía manejar. Pero esto - con Ginny y Lana viéndose como si ambas estuvieran a punto de romperse aparte en cualquier momento y Jon apenas manteniendose junto por el bien de su esposa era todo demasiado. Ginny limpió sus mejillas con dedos temblorosos y asintió. La tensión alrededor de los ojos de Lindsay era tan dolorosamente evidente que se sentía un poco enferma de su estómago en la vista. Sufre por mí tanto como yo. No había reconocido la presencia de Lindsay desde que los adultos se habían desplazado hasta el establo para hablar en privado. Pero el apoyo silencioso que la pasajera ferroviaria había ofrecido a Ginny - la palma de la mano casual, cálida que llega a descansar contra la parte baja de su espalda, los ojos que prometían que se resolverían las cosas de alguna manerasignificaba todo. Y ahora su amiga necesitaba un poco de aire. "Esa es una buena idea." Ella acarició el costado de Lindsay suavemente, sus ojos van a la deriva a la pequeña ventana. Ginny frunció el ceño. La luna estaba alta en el cielo. "Ha sido más largo de lo que pensaba." "¿Estás segura?" Lindsay cuestionó en voz baja. Otra aspiración. "Estoy segura." En una voz mucho más fuerte, Lindsay anunció que iba a checar a los niños y estar de vuelta en unos pocos minutos. Antes de que estuviera fuera de la puerta, Ginny había preguntado por la granja y Talking Rock, y los Bergquist se habían desplazado con entusiasmo a temas a favor de algo más benigno. Lindsay abrió la puerta empujándola y tomó una profunda bocanada de aire frío nocturno que llevó lejos el olor terroso de heno y ganado. Distraídamente junto los bordes de su abrigo, tratando de no sentirse culpable por haber dejado el establo. Parecen gente bastante agradable, pero ¿por qué tienen que hablar de esto sin parar? Se detuvo en frente de la casa y levantó una mano para llamar. Decidiendo que los niños estaban probablemente dormidos, ella dejó caer su mano y en silencio entró. Estaba oscuro, los carbones de color naranja en la chimenea proporcionaban la única luz. Le tomó unos segundos para que sus ojos se adapten y luego vio a Lewis sentado nerviosamente en el sofá. "Hola", Lindsay dijo en voz baja mientras cerraba la puerta delantera. Levantó su mano. "Un minuto, ¿de acuerdo? Quiero ver cómo están los otros niños." Lewis asintió en silencio y condujo a Lindsay a un dormitorio grande trasero que las tres niñas compartían. Lindsay miró detenidamente en la cama que contenía las niñas durmiendo. Sin saber qué más hacer, puso sus dedos delante de cada pequeña boca para poder asegurarse de que todas estaban respirando. Lewis amortiguó un resoplido. Lindsay levantó una ceja hacia el muchacho, entonces acolchado silenciosamente a la sala de estar donde alimentó el fuego con varios troncos cortos de un cubo de madera colocado a lo largo de la
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pared, cuidando de no utilizar sus dedos latimados. Cuando hubo terminado se enderezó y se sacudió el polvo de las manos en su falda antes de girarse hacia Lewis. Él la miraba y la hacía sentir incómoda. "¿Quién eres? Alguien del orfanato?" preguntó con curiosidad, esperando que no fuera el caso. "Por supuesto que no", respondió ella, dejándose caer en el sofá con un suspiro silencioso. "Soy una amiga de tu hermana." La cara de Lewis de repente se iluminó. "Soy Lewis," dijo felizmente, extendiendo una pequeña mano. Lindsay sonrió. "Gusto en conocerte Lewis. Soy" hizo una pausa no estando segura exactamente qué decir. "Soy Lindsay, supongo." Sonaba tan extraño viniendo de sus propios labios. Lewis se rascó la barbilla. "Supones?" "No", se corrigió con otra sonrisa. "Estoy bastante segura." "Bien." Su mirada se deslizó de reojo a la puerta. "¿Está Ginny hablando con el tío Jon y la tía Lana?" Las cejas de Lindsay saltaron. "El tío y la tía." Lewis se encogió de hombros y puso sus pies con medias hacia arriba sobre el sofá para sentarse al estilo indio. "Me preguntaron si quería llamarlos mamá y papá, pero dije que no." "Mmm. Ellos no estaban contentos porque no quisiste?" Ella recogió una pequeña pieza de tela del sofá, consciente de que no era muy buena pescando información." Tal vez ellos son incluso lo suficientemente locos como para darte una tunda? " "¡No!" Lewis parecía horrorizado. "Ellos no lo hicieron. Annie dijo, bueno, tiene ocho años y siempre está tratando de robar mis bizcochos. Annie siempre." Lindsay reprimió una risita. Como su hermana, Lewis podría sostenerse en el departamento de conversación. "Lewis" le recordó con suavidad, su voz recordandole lo que estaban hablando. "Oh. Cierto. Como sea, mi primer día aquí se me cayó un plato." Hizo una mueca. "Estaba seguro de que iba a conseguirlo." Sus propios padres solían azotarlos con bastante frecuencia como medio de castigo o la forma de controlar a los chicos cuando se hicieron demasiado bulliciosos. "Pero ella me dijo que nunca las han golpeado alguna vez. Ellos no creen en eso." Él no sabía muy bien lo que quería decir, aparte de que su parte trasera estaría a salvo. Lindsay parecía un poco sorprendida, de brazos cruzados deseando que su padre hubiera tenido pensamientos similares cuando se trataba de la crianza de un niño. "En cuanto a ellos siendo infelices por lo que dije bueno." Lewis lo consideró que por un momento. "Un poco supongo. Así que, puesto que yo no tenía ningún tío o tía ni nada, yo podría llamarlos así, si querían." 178
Lindsay asintió lentamente. "Y quisieron?" "Sip." Lindsay se inclinó hacia delante y apoyó los codos en sus rodillas. Yo también podría aprovechar al máximo mi tiempo. Tengo que volver pronto."¿Eres feliz aquí? ¿Prefieres quedarte que venir con tu hermana y conmigo?" Una vez más, Lindsay se sorprendió cuando Lewis vaciló en su respuesta. Realmente no había considerado que ninguno de los niños podrían vincularse con su nueva familia tan rápidamente. Lo cual era un poco ridículo, ella admitió en privado, teniendo en cuenta cómo sentía por Ginny. "Me gusta estar aquí," él dijo cuidadosamente. "Tío Jon es un vent-vent-vent-" Él frunció el ceño y volvió a intentarlo. "Un vent-vent-" Lindsay entrecerró los ojos mientras trataba de descifrar lo que decía el muchacho. "Un ventrílocuo?" Ella se estremeció. "Dios." Había visto uno de esos una vez en un salón en Kansas City. Por supuesto, después del espectáculo la multitud había exigido su dinero de vuelta, atacó al intérprete, y arrancaron la pequeña cabeza rara limpiamente de su muñeco. Lewis chasqueó sus dedos. "Eso es. Y soy su aprendiz," él le informó entusiasmado, orgulloso en el anuncio escrito a través de sus facciones de duendecillo. Lindsay hizo una cara. Ellos tienen aprendices? "¿Para que demonios necesitan aprendices?" Lewis miró a su alrededor con nerviosismo. "Shhhh se supone que las muchachas no dicen palabrotas!" Lindsay no pudo evitar reír. Ella había escuchado este sermón de otra pelirroja. "Lo siento," ofreció con la mayor cantidad de arrepentimiento que podía reunir." Entonces vas a ser un títere o muñeco o como sea que se llame cuando crezcas? " Lo robamos esta noche! Horrorizado, Lewis arrugó la cara. "Las niñas juegan con muñecas!" "Algunas chicas". "Cuando sea más grande voy a arreglar a las vacas y caballos heridos y otras cosas." "Ohhhh." La luz del entendimiento, finalmente cayó en Lindsay. Quizás Georgia no es tan raro como pensaba que era. "Un veterinario." "Correcto. Eso es lo que dije. No me escuchaste? Tú hablas normal por lo que debes ser capaz de entenderme. Todos los demás aquí tiene un acento raro." Lindsay asintió. "Lo sé." Su mandíbula trabajó en silencio por un momento. Esto iba a matar a Ginny. "Creo que ahora tenemos que decirle a tu hermana que no quieres ir con ella." Y luego ver si está dispuesta a dejarte ir.
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"¡No!" Lewis se puso de pie. "Me gusta estar aquí, pero me amo más a Ginny!" Desesperadamente, miró alrededor de la habitación, listo para huir si era necesario. "Ella no se ha ido todavía, lo ha hecho? Lo prometió! yo" Lindsay se acercó y agarró por la manga a Lewis, tirandolo de nuevo al sofá. "Shh Relajate. Vas a despertar a las niñas. Ginny sigue aquí," prometió ella, sintiéndose mal porque involuntariamente había asustado al niño. Ella dejó escapar una respiración ronca y mentalmente cruzó sus dedos. "Así que quieres irte? " "No quiero dejar al tío Jon y la tía Lana o dejar a Ginny", él aclaró miserablemente. "Si me quedo aquí voy a ser un aprendiz en tan sólo unos pocos años más. No es lo mismo que con mis verdaderos parientes pero Jon y Lana son agradables y me escuchan cuando hablo igual que Ginny lo hace. Y tengo mi propia habitación, y la tía de Lana hace los mejores pasteles de arándanos." Lindsay se apoyó en el sofá con un gruñido infeliz. Ella dejó caer la cabeza hacia atrás y sus ojos revolotearon cerrados. "Entonces creo que tenemos que pensar en un plan para que todos podamos ser felices." Y este plan tiene que ser un infierno mucho mejor que el último, Habichuela. Quince minutos más tarde, Lindsay y Lewis se dirigieron al establo con el corazón en la garganta. *~*~*~*~* Dos hombres saltaron de un tren en movimiento, cayendo por un terraplén relleno de grava y llegando a un choque violento en la parte inferior. "Maldición," Bo maldijo. Se levantó y sacudió su abrigo, pasando una profunda bocanada de olor a pino. Miro hacia Albert que estaba sentado sobre sus talones, tratando de recuperar el aliento. "Aquí estamos." Albert sacudió su cabeza. Iba hacer sufrir a Lindsay dos veces más por hacerlo perseguir su culo hacia fuera en medio de la nada. Bo se quitó su Derby y se rascó la cabeza. "¿Cuál es el nombre de este lugar de nuevo?" Albert hizo una mueca. "En Big Ugly dijeron que el nombre en el papel era Talking Rock." Los hombres habían contado mediocremente, pueblos de visita relámpago por hora tras hora hasta que habían dado con la duodécima ciudad. Bo se rió sin humor y comenzó a caminar hacia las luces parpadeantes de las casas en la distancia. "No puedo creer una maldita cosa que sale de la boca de la gente hoy en día." "No es esa la verdad." "Es demasiado tarde para buscar a Habichuela." Bo extendió los brazos hacia fuera delante de él, estirando el dolor de espalda. "Vamos a tomar una copa." Albert gruñó e inconscientemente dio unas palmaditas en el horario de ferrocarril en el bolsillo de su abrigo. Él ya tenía previsto pillarla cuando tratará de abordar el primer tren de salida por la mañana. 180
"Tú las vas a comprar." "No", Albert rió y cayó un paso detrás de Bo, "el tipo al que me voy a robar." *~*~*~*~* Ginny metió la gruesa colcha bajo la barbilla de Lewis. Sonrió y le apartó el flequillo del mismo color que el suyo. El pequeño cuarto estaba a oscuras, a excepción de una pequeña porción de luz de luna que pintó la cama doble estrecha. El muchacho le dirigió una brillante, aunque soñolienta, sonrisa. "¿Puedo realmente volver aquí y seguir siendo un aprendiz?" preguntó, un gran bostezo interrumpió su pregunta. "Cada verano," confirmó Ginny. "Una vez que acabes la escuela." No estaba segura de cómo iba a manejarlo, pero pensaba en mantener su promesa a los Bergquists. Lewis no desaparecería de sus vidas. "Encontraremos una forma de algún modo." "Tal vez James puede venir también y" Lewis comenzó con entusiasmo, y luego se detuvo bruscamente. Su voz se quebró y sus ojos se cerraron agitados. "Extraño a todos." Ginny seguía acariciando su frente. "Yo también," susurró ella, su pecho apretado. "Los encontraremos, Lewis. Así como te encontramos." Él siguió hablando con los ojos cerrados mientras caía en el sueño. "Sabía que vendrías algún día." Una pequeña sonrisa agridulce apareció en el rostro de Ginny. Más vale tarde que nunca, hermanito. Siento que esto me tomo mucho tiempo." Shhh", canturreó en voz baja y pasó su pulgar a lo largo de la suave piel de la frente. "Duerme." "No estoy cansado", protestó débilmente, recordando al instante que Ginny muchas noches se quedaba en silencio a su lado, tratando de convencer al niño de que en realidad estaba cansado solo que él no lo sabía. Eso no había funcionado entonces, y ella no se molestó en intentarlo ahora. En cambio, se instruyó en la paciencia. Y ella no tuvo que esperar mucho. En unos segundos, la respiración de Lewis se niveló y el sonido de sus ronquidos suaves llenó la tranquila habitación. Cuando Ginny estaba segura de que estaba dormido, enderezó las cubiertas una vez más y se puso de pie. "Buenas noches, cariño," dijo en voz baja. Una pequeña mano se disparó desde debajo de la manta y envolvió sus delgados dedos alrededor de los suyos. "No te vayas." Él empezó a llorar. "No me dejes". Ginny tomó aire sorprendida y se dejó caer de nuevo en la cama. Reanudó su suave caricia en la frente de él con los dedos. "Oh, Lewis," ella comenzó, retorciendose su corazón dolorosamente en su pecho. "No tienes que preocuparte más. Estare aquí cuando te despiertes." La piel que estaba tocando se unió cuando el chico frunció el ceño. "Lo prometes?" el rogó. Ginny asintió y tragó con dificultad. "Lo prometo". 181
La palabra mágica hizo el truco y el muchacho se relajó visiblemente. "Mmm bien." Ginny besó suavemente su mejilla de la manera en que su madre lo hacía cuando las arropaba a ella y Alice durante su niñez. Años más tarde, en muchas noches cuando uno de los bebés era muy quisquilloso, ella y Alice asumieron aquel deber con los chicos. Alice se inclinaba hacia James y ella hacia Lewis. Ella terminaba diciéndole una historia o discutiendo algo que había ocurrido durante el día, y ellos se reían en silencio y soñaban juntos en una nueva vida en la que había hierba verde para poder jugar y donde él podría tener el cachorro que siempre había anhelado. Naturalmente, ella comprendia su entrega, de naturaleza sensible, que era mucho más cercana a la de ella que a la de su a veces estoico, a menudo malicioso gemelo. Ginny dedicó un pensamiento para la otra mitad de este par de chicos que significaban tanto para ella, comprometiéndose a no dejar nunca de buscarlo. Se levantó para caminar hacia la puerta, con las piernas rígidas de estar colocadas en el borde de la cama durante tanto tiempo, pero antes de que pudiera darse la vuelta oyó el murmullo difuso de su hermano de nuevo. "Ginny?" Ella entrecerró sus ojos y miró a través de la oscuridad, tratando de determinar si estaba hablando dormido. "¿Sí?" "Lindsay" Él se relamió los labios un poco y se enterró profundamente en el colchón, "Ella es agradable." Esta vez la sonrisa de Ginny se extendió en su cara. "Lo es." Una pequeña sacudida de la felicidad burbujeaba dentro de ella. Él era sólo un niño, pero su opinión, ella admitió a sí misma, y la de James también, le importaba. Él se dio la vuelta y metió las manos por debajo de su mejilla. "Noches". "Buenas noches." Observó su pecho durante unos momentos, reacia a irse. Finalmente, dejó escapar un suave suspiro y abrió la puerta para encontrar a Lindsay esperando pacientemente por ella. Su amiga estaba sosteniendo sus abrigos y dos almohadas llenas de plumas que los Bergquist les habían prestado. Ginny cerró la puerta y examinó la pequeña sala de estar iluminada por el fuego con curiosidad. Lindsay se apoyó en la parte posterior del sofá, emocional y físicamente agotada. "Ellos se fueron a la cama hace un rato. Dieron las buenas noches y nos pidieron a unirnos a ellos para el desayuno." "Mmm" Ginny bostezó y dio un paso más cerca de Lindsay, invadiendo cada pulgada de su espacio personal sin pensarlo un segundo. "No puedo culparlos por eso." Demasiado cansada para ser consciente de sí misma, ella acarició el cuello de Lindsay, dejando caer varios besos pequeños en la piel cálida y sedosa que encontró allí. Tarareaba felizmente, disfrutando de la alegría pura hedonista que la acción le trajo. Lindsay casi saltó de sus zapatos. "Whaa!"
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Ginny se rió en voz baja y echo una mirada para inocentemente batear sus pestañas a la otra mujer. "¿Qué?" Una ceja se elevó cuando Lindsay se alivió de la pasada sorpresa inicial por la repentina explosión de afecto semi-público de Ginny. "Por cierto, no eres tan tímida como eras cuando nos encontramos por primera vez." "Nunca fui tímida, Lindsay. Solo que no te conocía. Y" Un leve rubor se abrió camino desde el cuello hasta las mejillas pero Ginny sacó las palabras, que eran nuevas, deliciosas, y aterradoras al mismo tiempo. "No te amaba entonces." Su voz se convirtió en una octava y Lindsay lo sintió por todo el camino hasta los dedos del pie. "De la forma en que lo hago ahora." Lindsay levantó una mano y ahuecó una mejilla rosa. "Yo también", susurró, incapaz de mantener lo que estaba segura era una sonrisa tonta alcanzando su cara. Ginny agarró la muñeca de Lindsay y le dio un pequeño tirón. "Vamos a la cama." "En frente del fuego?" Lindsay inclinó la cabeza hacia la bajas llamas ardientes, de aromatico nogal, "o en el establo?" Ella quería estar completamente sola con Ginny, sin las miradas indiscretas de los niños curiosos, pero dejó la decisión en la mujer más joven. Ginny ni siquiera dudó. "El establo. No debería ser incómodamente frío. No con los caballos y la vaca grande y tú-" "Hey," Lindsay protestó en irritante imitación, abriendo ya la puerta principal. "¿Me estás comparando con la vaca?" "Mantenerme caliente," Ginny terminó, sus ojos azules bailando. El día, pensó, había sido difícil y agotador y maravilloso. No estaba segura de poder sobrevivir a muchos más como este. Al mismo tiempo, sin embargo, ella rezó por más. Dos más para ser exactos. Lindsay plegó sus abrigos sobre un brazo y envolvío el otro alrededor de Ginny. Su bolsa que contiene sus mantas y camisas de dormir todavía estaba en el establo desde antes. En el exterior el aire era frío pero el viento había amainado a una suave brisa. Casa respiración enviaba una corriente de niebla desapareciendo en el cielo nocturno y sus pies crujía en la hierba seca, cuando ellas caminaban. El establo estaba tan cerca que no se molestaron en ponerse sus abrigos, y por unos pasos se movieron a lo largo del agradable silencio, sus ojos ajustandose a la luz de la luna mientras respiraban el aire fresco. Ginny volvió la cabeza mientras caminaba, contenta de permanecer lo suficientemente cerca como para que el brazo de Lindsay pudiera permanecer cómodamente envuelto alrededor de su cintura. "¿Te he dado las gracias?" "No tienes que agradecerme, Ginny." Pero la pelirroja podía oír la sonrisa en la voz de Lindsay. "Eso no es cierto," Ginny discrepó con suavidad. "Viniste con una solución que ninguno de nosotros pensó. Me impediste tener que robar a Lewis y le ayudaste a que le den un futuro que nunca podría 183
haberle dado por mi cuenta." Se mordió el labio inferior y luchó contra las lágrimas que aún estaban al acecho peligrosamente cerca de la superficie. "Nos has salvado." Ella se detuvo y se volvió para mirar el perfil de Lindsay. Inteligentes ojos marrones brillaban en la luz de la luna y los dientes blancos se mostraban débilmente cuando suaves labios se ondularon en una sonrisa auténtica. El corazón de Ginny dio un vuelco. Es inteligente y hermosa. Soy tan afortunada. La frente de Lindsay se arrugó, y ella no podía dejar de retorcerse un poco. "Ginny?" "Mmm?" Ginny dijo, los ojos, brillantes de lágrimas, se tornaron soñadores. "Estás mirandome." "Lo sé." Lindsay le dio una mirada cariñosa y sacudió la cabeza, riendo. "Creo que estas a punto de flotar y eso te esta enloqueciendo." No es que me importe. La manija de la puerta de metal se sentía fría contra la palma de la mano de Lindsay cuando con cautela envolvió sus dedos alrededor de ella y la retorcio. No era mucho más oscuro en el interior, pero el olor de los animales y la hierba dulce era muy fuerte. La puerta se agitó sobre sus goznes cuando ella la empujó cerrandola, usando su peso para asegurarla firmemente mientras deslizaba un tablón en los soportes que servían de bloqueo. Ginny comenzó a buscar su bolsa. "Lindsay, yo- wow!" chilló cuando Lindsay la abrazó por detrás, haciendo que el par de caballos negros y la vaca lechera resoplaran y se movieran en sus lugares. La mujer más oscura apoyó su barbilla en el hombro de Ginny y apretó su mejilla en el pelo lanudo suave por encima de la oreja de Ginny. "Cuando me miras como lo hiciste afuera," susurró ella, la emoción agarrando su corazón, "Siento. Quiero decir, me siento como" Se detuvo, incapaz de poner voz a las emociones agitadas dentro de ella. Frustrada, negó con la cabeza y cerró sus ojos. "puf". "Esta bien, Lindsay," Ginny calmó. Dejó la pila de almohadas caer de sus manos y agarró con sus brazos envueltos alrededor de la cintura con su propia, dando un apretón reconfortante y la sensación de la lana áspera de los abrigos que Lindsay aún sostenía metidos a través del material de su vestimenta. "Sé lo que quieres decir." Y en el fondo de su corazón lo sabía. Se quedaron así durante mucho tiempo, cada una absorta en sus propios pensamientos y dejando que la respiración rítmica de los animales, el sonido ligero de la brisa crujiendo las ramas cercanas, y el calor de sus cuerpos apretados, las adormeció en una bruma relajada. De repente, Lindsay se echo hacia atrás y Ginny la agarró con sus brazos alrededor de la cintura con fuerza. "Cuidado". Inconscientemente abrió mucho los pies para un mejor equilibrio. "No te caigas." Sobre los pies inestables, Lindsay se enderezó y puso los ojos en ella. "No me he dormida parada siempre." Ginny se volvió y estudió la cara de Lindsay seriamente. Se veía pálida en la luz plateada. Suspiró. "Estas cansada y necesitas descansar." Un resentimiento latente estalló inesperadamente. "Si hubieras 184
estado en un hospital regular de paga en lugar del Hospital de la Caridad ellos nunca te hubieran dado el alta tan pronto. No estabas lista, Lindsay." Ella se fue por causa mía. Ellos probablemente le habrían mantenido más tiempo. Sus puntos de sutura y costillas ni siquiera han sanado del todo en forma. "Estoy bien, Ginny. Estoy simplemente cansada de viajar de una manera que no estoy acostumbrada. No acostumbró mantener ningún tipo de itinerario en absoluto." Y conseguir mi culo pateado dos veces tomo más de mí de lo que pensaba. "Necesitabas más tiempo." "No teníamos más tiempo," Lindsay señalado con suavidad. La mandíbula de Ginny se apretó. Sabía que Lindsay tenía razón. Pero todavía no le gustaba. "Estás agotada." Lindsay ladeó la cabeza ligeramente hacia un lado y se estiró para trazar los círculos oscuros que eran visibles incluso ahora. "Si. Y tu también," ella le recordó. Ginny cerró sus ojos. "Lo sé. Pero estoy muy feliz también. Algo con mi familia finalmente salió bien." La sensación era tan extraña que casi no sabía cómo procesarlo. En el último puñado de horas había experimentado toda la gama de emociones y estaba casi al punto de ebullición. Su cuerpo y mente y mente estaban en guerra, ninguno sabía si estar mareado o desmayarse por agotamiento. "No sé qué pensar ni qué hacer", admitió, frotándose los ojos. "Lo sé." Lindsay se inclinó y rozó sus labios con los de Ginny. Sus acciones fueron recompensadas inmediatamente por un suspiro entrecortado de su compañera. "Vamos, es hora de dormir." Lindsay reforzó sobre su bolso, el cual estaba apoyado contra una paca de heno cerca de la pared del establo. Cuidando de dar a la gran yegua en el establo puesta al lado un gran rodeo, ella pasó rápidamente delante, apenas tomandose el tiempo para doblar y agarrar la bolsa antes de que estuviera en su camino de regreso. Ginny observó con cierta sorpresa. "Tienes miedo de los caballos? ¿Por qué?" Lindsay frunció el ceño mientras cruzaba el establo y extrajo sus mantas y camisones de la bolsa de algodón sucio. "Simplemente me gustan los trenes mejor es todo," dijo un poco a la defensiva. "Ellos raras veces muerden. Los caballos están bien supongo si están atados a un extremo del vagón y yo estoy en el otro." "Uh huh." Ginny levantó una ceja escéptica. "Así que yo no diría que les tengo miedo exactamente." "¿Qué dirías entonces?" Ginny se movió para ayudarla, extendiendo una de las mantas sobre una pila de fragante eno suelto. Entonces ella empezó a quitarse su vestido. Lindsay sonrió mientras ella comenzó a desatar sus zapatos. "Nada."
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Ginny le sacó la lengua. "Pantalones elegantes". "Estoy usando un vestido." "Sabelotodo entonces," Ginny corregió con audacia. Aunque un poco del efecto se perdió cuando ella se sonrojó a su pesar. Lindsay resopló por la sorpresa, pero no se atrevió a estar en desacuerdo. Pero no pudo resistir una pequeña burla. "Tch.Ginny, ¿no sabes que las niñas no dicen palabrotas?" Sus ojos se encontraron y ambas se disolvieron en risas cansadas. Ya era una vieja broma entre ellas, una que iban a llevar felizmente durante dos eternidades. No pasó mucho tiempo antes de que ambas estuvieran metidas bajo sus mantas, sus cabezas en las almohadas, acurrucadas estrechamente juntas. "¡Mierda!" Ginny saltó. "¿Qué?" Ella se incorporó y miró a su alrededor, con los ojos como dardos violentamente. "¿Qué pasa?" "Tengo que usar el retrete y acabó de acomodarme," Lindsay admitió tímidamente. Ginny soltó un aliento de disgusto. Entonces, de forma inesperada, una sonrisa diabólica torció sus labios. "Y yo que pensaba que el caballo grande malo te dio una mirada de miedo." Su sonrisa creció. "Pero yo podría usar el retrete también." Los ojos marrones se volvieron rendijas. "Sólo por eso estoy usando lo último del catálogo de Sears & Roebuck." Lindsay se levantó tan rápidamente como sus costillas le permitirían y relleno sus pies aún pegados en sus zapatos. Ella se echó a reír con malicia. "¿Qué?" Ginny jadeó, mortificada. Su fatiga se desvaneció mientras se deleitaba en el raro momento de juego puro. "Y dejarme con nadie?" Ella se levantó y comenzó a luchar en sus propios zapatos, gimiendo cuando Lindsay cogió la manta, envolviendola alrededor de sí misma, y dirigiendose hacia la puerta del establo. Un frío barrió sobre ella, haciendo que la piel de gallina entrará en erupción sobre sus piernas desnudas. "¡Vuelve aquí, Col de Bruselas! Las risitas de Ginny se mezclaron con las de Lindsay hasta que los dos conjuntos de risas se desvaneció en la noche. Si Ginny hubiera sabido lo que pasaría a la mañana siguiente, esta habría sido la última vez que dejaría a su compañera fuera de su vista.
Capítulo 12 Fue justo antes del amanecer, cuando Ginny abrió sus ojos. El interior del establo estaba lanzado en matices gris azulados. Ella parpadeo un par de veces para aclarar su vision. Ellas no podrían haber 186
conseguido más de cuatro o cinco horas de sueño y su cuerpo protestó ese hecho cuando ella tentativamente se estiró. Ella podía sentir al lado a Lindsay presionada firmemente contra su espalda y sonrió. Había tenido razón. Ella no estaba toda fría a excepción de sus dedos de los pies, que a pesar de estar cubiertos con los calcetines se sentían como diez diminutos trozos de hielo, conectados a dos trozos más grandes de hielo. Ginny se deslizó cuidadosamente lejos de Lindsay y se dio la vuelta para poder estar frente a la mujer dormida. Se apoyó en un codo y pasó los dedos por el pelo castaño despeinado por el sueño, disfrutando de la sensación cuando los filamentos gruesos cosquillearon la sensible piel. Lindsay, ella había aprendido, por lo general dormía como una roca, no despertaba hasta que ella, o alguna otra cosa muy ruidosa, la estimulara. Hoy, sin embargo, Ginny fue especialmente reacia a despertarla. Necesita este descanso. Ella se ve pálida. Pero también pensó que era probable que los Bergquist estarían dentro de la próxima media hora más o menos y que alguien iba a venir al granero para aliviar la vaca de su abultada suministro de leche fresca. Sólo unos minutos más. Entonces nos pondremos en marcha, Ginny se prometió. A veces, no estaba muy segura de que, la obligaba a tocar a Lindsay. Y Ginny no tenía en su mente incluso intentar y contener ese impulso. "Mmm ..." Lindsay se movió un poco debajo de la manta y su mano rozó contra Ginny. Sintiendo el cuerpo caliente, ella dejó escapar un pequeño suspiro, y las comisuras de los labios en forma de la más elemental de las sonrisas antes de aflojar de nuevo. Ginny le dio una mirada cariñosa, sintiendo una oleada de afecto por la mujer que comparte su viaje. Sus ojos recorrieron la cara relajada tan cerca de la suya, admirando sus líneas fuertes y la forma en la luz jugando con los rasgos pacíficos. Se ve más joven cuando está dormida. Tal vez fue el olor ya familiar de la piel caliente que encontró más intoxicante que cualquier licor que jamás había probado. O tal vez fue el sonido tranquilo de su respiración profunda que la arrullaron en el sueño cada noche. O tal vez era sólo que se sentía segura y feliz y amada. Cual sea la razón, una buena parte del nerviosismo persistente que sentía sobre su incipiente relación física se desvaneció. Ginny deslizó sus dedos suavemente por la mejilla de Lindsay y a través de una sección de la clavícula, que estaba expuesta por la V en la parte delantera de la camisa de dormir, asombrada, una vez más, de lo suave y atractiva que era la piel de Lindsay. La palabra adictiva vino a su mente y de repente quería tocarla toda. Se acercó más y bajó la mano hasta el borde del camisón de Lindsay, que había desplazado hasta las caderas durante la noche. Una sonrisa tentativa se arrastró por la cara de Ginny y se instaló ahí. Esto iba ser bueno. Ella empujó suavemente la manta hasta las rodillas de Lindsay, sintiendo una oleada de aire frío de la mañana a través de su piel. Ella tocó un hueso de la cadera desnuda, admirando su forma delgada. Varias bandas de músculos entrecruzaban el estómago de Lindsay, aunque en esta posición una suave capa de carne los ocultaba. Trazó la cicatriz rosada en el abdomen de Lindsay, y sus cejas se fruncieron. Pero obligó a sus pensamientos más allá de eso y en cosas más felices. Ginny recordó la conmoción que había sido aprender que Lindsay no poseía ninguna ropa interior. Su risa cambió a una débil sonrisa y ella admitió, que incluso entonces, había estado más intrigada que por cualquier otra cosa. Y ahora sabía por qué.
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Su mano se movió más abajo todavía, y todo su cuerpo se movió junto con ella hasta que estaba tumbada con la cabeza apoyada en el hombro de Lindsay, acariciando la sedosa piel de un delgado muslo, desnudo con ocioso placer. Podría acostumbrarme a esto. Oh, sí. Realmente podría. Lindsay gimió en su sueño, claramente disfrutando de la delicada, fantasmal caricia. Instintivamente, ella abrió las piernas un poco, invitando a una mayor exploración. El sonido primitivo pasó por Ginny y su afecto inocente dio paso a la excitación. Inspirada por el sonido y sus propios deseos, permitió que sus dedos se deslizaran sobre una cara interna del muslo y peligrosamente cerca de la cúspide de las piernas de Lindsay. El calor quemó sus dedos y causó que su bajo vientre girara en anticipación, aunque no estaba muy segura de lo que estaba esperando. "¿Qué estás haciendo?" Lindsay con rebabas, su voz baja y áspera por el sueño. Por una fracción de segundo la mano de Ginny se congeló, pero para el siguiente latido se estaba moviendo de nuevo, continuando su trazado suave y sensual. "Tocándote." Lindsay suspiró. "Bien. Mantenlo arriba." "Está bien." Ginny rió, aliviada de que no había incomodidad entre ellas, incluso después de haber sido capturada con su mano en algún lugar un poco más íntimo que un tarro de galletas. Lindsay agarró su barbilla, inclinando la cabeza hacia arriba y capturando su boca en un beso entusiasta. Se detuvieron y se pusieron lo suficientemente lejos para mirarse una a la otra. Las pupilas de Ginny, oscuras y vidriosas, estaban dilatadas por el deseo. Se humedeció los labios secos de repente cuando miró los ojos entrecerrados de Lindsay. Lindsay agarró la parte inferior de Ginny y con cuidado la colocó suavemente encima de ella. El movimiento causó que la mano de Ginny se deslizará hasta donde Lindsay estaba toda humeda y caliente, atrapándola allí. Dos pares de ojos se abrieron y las dos mujeres jadearon, entonces gimieron en la sensación inesperada, exquisita. Los ojos de Ginny se oscurecieron aún más y permitió vacilantemente a sus dedos hurgar a través de los rizos suaves y húmedos. "¿Se siente bien?" susurró, un poco sorprendida por la respuesta devastadora de su propio cuerpo para lo que estaba haciendo. Había un vago dolor en sus pechos y un dolor no tan vago entre sus piernas. Lindsay no podía hablar. Por su propia voluntad, sus caderas se arquearon hacia arriba, tratando de forzar más contacto. Su corazón amenazaba con golpear fuera de su pecho. "Mucho," finalmente dijo con voz ronca. Ginny sonrió y dejó caer sus labios al cuello de Lindsay donde empezó a mordisquear, la intención de tirar unos cuantos gemidos de su compañera antes de que hubiera terminado. Luego hubo un estruendo en la puerta del establo. Lindsay no podía creer a sus oídos. Ella casi se echo a llorar. El gemido irritado de Ginny mezclado con el suyo. "¿Niñas van a venir?" La señora Bergquist llamó. "Es casi la hora del desayuno." 188
Ginny se mordió la lengua para no decir algo horrible. En ese momento Lindsay no estaba inclinada a preocuparse por sus modales, y gimió cuando Ginny le dio un último, lamentable beso y rodó fuera de ella para empezar el enraizamiento de su ropa. "Si tuviera una pistola" murmuró oscuramente. Ginny se rió. "Te podrías dispararte en el pie o mojar los pantalones." Lindsay frunció el ceño y pellizcó a Ginny duro en la parte inferior, ganando un chillido indignado. La Sr. Bergquist intentó abrir la puerta de nuevo, dándole una sacudida un poco molesta. Porque tendrían que cerrar la puerta del establo? "Virginia? Lindsay?" ¿Cuándo salió el sol? Ginny parpadeó ante la luz dorada que entraba por las ventanas sucias por encima de los . "Estaremos fuera en un minuto," ella llamó, haciendo notar que sus manos estaban temblando. Ella se arrastró de nuevo mirando hacía una abatida Lindsay, que acababa de incorporarse. Sus ojos se encontraron y se mantuvieron. "Quiero más tiempo contigo," Ginny le dijo con seriedad. Lindsay suspiró y tiró de Ginny en un abrazo sincero. "Quiero eso, también." Ella enterró la nariz en el pelo rojo suave y suavemente murmuró, "Te amo." Todavía se sentía un poco nuevo y extraño decirlo, pero se encontró que caía en sus labios de forma tan natural que no se detuvo a pensar en ello. "También te amo." Ginny cerró los ojos y se aferró a Lindsay tan fuerte como se atrevió. Mi vida está destinada a estar contigo, le susurró su mente, aunque su corazón se había reconciliado con ese hecho feliz hace ya bastante tiempo. "Vamos a tener más tiempo como este. Sólo tenemos que ser pacientes." Lindsay consiguió sonreír a través de su frustración. "Tú sabras," ella comenzó con ironía "Realmente estoy empezando a odiar esa palabra." El cuerpo en sus brazos se sacudió con una risa silenciosa. Ginny se volvió y apoyó su frente en Lindsay. Incapaz de detenerse, la besó de nuevo, pronunciando en voz baja contra los húmedos labios entreabiertos, "Yo también." *~*~*~*~* El trío estaba caminando por el camino hacia la ciudad. Jon y Lana les habían ofrecido un paseo pero Ginny, esperando evitar una escena con lágrimas en la estación de tren, había sugerido que se marcharan después de su desayuno en cambio. The Bergquist se quedaron lívidos sobre los intentos inexistentes de los Ward para reunir a Lewis con Ginny antes de que él fuera adoptado. Y la mirada en la cara de Lana después de que ella le dio un beso de despedida a Lewis y le dijo que lo vería de nuevo este verano le dijo a Ginny que Jeremías e Isabelle habían enfadado a la mujer incorrecta del sur. Habría un infierno que pagar. La boca de Ginny se contrajo en una sonrisa maliciosa sólo de pensar en ello. No podría pasarles más a un par de podridos estafadores. Estaba empezando a nublarse, y el Almanaque del Granjero predijo lluvia para el resto de la semana, pero ellas estaban seguras de que podían estar en la ciudad mucho antes de que comenzara a caer. Estaba más frío que el día anterior. Sus abrigos estaban abotonados hasta la parte superior, y la
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escarcha cubría la hierba seca. Ellos había recorrido casi la primera milla en silencio, y fue Ginny quien intentó romper salir de su temor. "Oh, Dios mío," Ginny gimió, acariciando su estómago. "Eso fue increíble." Lewis y Lindsay sólo pudieron asentir. "Estoy tan llena como una garrapata. Un bocado más y hubiera estallado justo en el lugar." Lindsay hizo un sonido de explosión sólo para ver a Lewis sonreir. Casualmente, llegó hasta la cintura de sus pantalones, preguntándose si podía deshacer el botón superior sin que nadie se diera cuenta. Ginny, que estaba pensando exactamente lo mismo acerca de sus pantalones, y que sostenía una de las manos de Lewis mientras caminaban, se volvió hacia su hermano. "¿Comes tan bien todos los días?" Habían disfrutado de hotcakes y jarabe de arce, junto con huevos, gruesas lonchas de jamón, y café caliente. Esto realmente había sido un banquete. "Mmm Hmmm" Lewis sonrió. "Es genial." "No jodas," murmuró Lindsay, recibiendo un codazo en su brazo de Ginny. "¡Ouch!" Lewis tenía una mirada lejana en sus ojos. "Voy a perder la comida." Lindsay frunció el ceño. "¿Qué significa eso de perder?" Ella hizo un gesto hacia el costado a la hermana del chico. "¿No puede ella cocinar?" Lewis se tapó la boca con una mano y resopló violentamente, sonando increíblemente como un cerdito cuando lo hizo. "Muchas gracias," murmuró Ginny con buen humor a su hermano, estrechando los ojos con una amenaza falsa. "Pero he vendido tres topes para puertas, me refiero a las galletas, a los vecinos," el chico retrocedió. Los hermanos se miraron y sonrieron, felices de estar de nuevo juntos. Lindsay, sin embargo, todavía estaba desconcertada. "Eso era una broma, ¿verdad?" Las cejas de Lewis saltaron. "Una broma?" "La parte acerca de que ella no es capaz de cocinar, quiero decir." Él sacudió la cabeza con tristeza. "No. Realmente desearía que lo fuera." La boca de Lindsay se abrió con horror. "Bueno, Demon-" "Lindsay" la voz de Ginny estaba llena de advertencia. Sonrió para sí cuando la boca de la mujer más oscura se cerró con un chasquido audible.
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Lewis volvió a reírse. Lindsay reasentó su bolsa de viaje en su hombro, su cara una imagen de confusión. "Pero vivías con tus padres y tenías una madre." Ella gesticuló violentamente con un sola mano. Esto era serio. No habían tiendas delicatessen por aquí! "Tú, bueno, se supone que sabes cómo cocinar", explicó un poco petulante. "Todo el mundo sabe eso!" "Todo el mundo sabe que se supone debo ser capaz de cocinar?" Ginny aclaró con voz lenta, incrédula. Lewis asintió y dio una patada a una piedra en su camino. "Ella tiene razón, Ginny. Alice y Mamá podían cocinar. Tú eres la única que no podía." "Mmmph." Ginny soltó la mano de Lewis para poder cruzar los brazos sobre su pecho. "No es que no lo intenté. Puedo cocinar" hizo una mueca y su voz se apagó. "Simplemente no es apto para comer." Lewis asintió de nuevo, con más fuerza esta vez. "Además", continuó Ginny, dándole a Lindsay una mirada mordaz, "has estado por tu cuenta durante años, así que deberías ser capaz de cocinar mejor que todos nosotros." Lewis miró hacia atrás y adelante entre Ginny y Lindsay como ellas bromeaban, emocionado de que ellas lo incluían en su conversation. Y James, él estaba seguro, simplemente le encantaría Lindsay. "Puedo asar la carne," Lindsay se detuvo y sonrió con malicia, "sobre una llama abierta." Ginny se estremeció visiblemente, deliberadamente se negó a preguntar qué tipo de carne Lindsay se refería. "Bueno", elogió sarcásticamente. "Entonces eres la nueva cocinera." Lindsay tomó una de las manos de Lewis en la suya. Con una sonrisa tan amplia que Ginny pensó que su cara podría dividirse en dos, él levantó la vista hacia Lindsay. "Lewis", dijo Lindsay, "¿está bien si regreso este verano para Talking Rock contigo?" Tanto Ginny como Lewis parpadearon. Se congelaron a medio paso. "Me imagino que para entonces", Lindsay dejó un brillo entrar en sus ojos: "voy a estar cerca de morir de hambre y necesito un poco de peso." "¡Seguro!" Lewis exclamó, empezando a saltar arriba y abajo. "Puedes venir. Ginny puede quedarse con James y Jane, y podemos traerles de vuelta algo de comida para mantenerlos todos de morir." Lindsay y Lewis se dieron la mano. "Buen plan, pequeño." Ginny rodó los ojos y apretó el paso, dejando una Lindsay risueña y un confuso Lewis detrás de ella. La creciente amistad entre su hermano y Lindsay le calentó el corazón y con eso, se dio cuenta de que sus objetivos estaban cambiando. Era posible juntar los pedazos rotos de todas sus vidas en algo diferente pero aún más fuerte de lo que habían conocido antes? ella no estaba segura. Pero con un corazón valiente y una sonrisa feliz, Ginny admitió que estaba dispuesta a averiguarlo. 191
*~*~*~*~* "Uf. Cristo." Albert yacía en posición fetal en el suelo en el callejón detrás del bar local. Su cabeza latía y él todavía se sentía como que iba a vomitar, a pesar de que ya lo había hecho. Varias veces. Una media botella de whisky matarratas y el estómago vacío resultó ser una malvada combinación. "Cierra la boca infernal, Cara de Rata," Bo se quejó. Él débilmente dio patadas al otro hombre desde su posición plana en la parte superior de una pila de basura. "Estoy tratando de dormir." Se echó el Derby hasta los ojos. "Estúpida luz." Albert se esforzó por dar sentido a lo que Bo estaba diciendo. Luz? No podía haber luz. Era medianoche. Los ojos inyectados de sangre saltaron de par en par. "MALDICIÓN!" Él se puso de pie, y luego cayó sobre un cubo de grasa rancia que había sido descuidadamente desechado por un restaurante cercano. Su rodilla se estrelló en el cubo, hundiendose profundamente en la sustancia vil, suave. "Arghhh" Con el dedo índice, Bo inclinó lentamente su sombrero y miró a Albert. "¿Cuál esta mal contigo?" Albert empujó el cubo de sus rodillas, succionando el ruido que hace su toque de oídos. "Mira a tu alrededor, pendejo." Él tiró el cubo a un lado. "Es de mañana." De mala gana, y con los ojos hendidos, Bo miró hacia el cielo gris, pero claramente de día. "¿Huh." Se encogió de hombros y cerró los ojos de nuevo. "Parece que lo es." "Tenemos que encontrarla antes de que salga de la ciudad," Albert entre dientes, apoyado en la pared de ladrillo frío para orientarse. Bo suspiro. "Bien. Bien. No tengas un ataque al corazón." "Quiero encontrarla," hizo una pausa, no queriendo decir lo que estaba planeando hacer en caso de que Bo tuviera una crisis de conciencia en el último momento, "y volver a la ciudad de Nueva York para recoger mi recompensa. Este aire fresco me esta matando." Bo se puso de pie, y arrugó la nariz ante Albert, que estaba cubierto de restos de comida y grasa rancia. "Aire fresco?" Él sonrió burlonamente. "Habichuela debe haberte roto la nariz la última vez que te pateo el culo." La mandíbula de Albert se apretó. "Cállate", ladró. "Y mueve tu culo a la pensión local para ver si ella esta ahí. Ire a la estación de tren así ella no conseguira pasarnos." Bo acechó a los pocos pasos de Albert y empujó su pecho con un dedo irritado. Finalmente había tenido suficiente. "Tú", otro empuje, "Sr. Gordo-Jodido-Cara-Rata," un tercer empuje, "no eres mi jefe. Estoy aquí para ver que encuentres a Habichuela. No para ser tu esclavo." Los ojos oscuros de Albert destellaron aunque él seguía estando mortalmente quieto. Después de que lo utilice para ayudarme a encontrar a Habichuela, voy a romperle las piernas y dejarte para que los perros te coman. Este es el último día que vas a ser un dolor en mi culo.
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"Tienes razón," dijo de repente amablemente, y sorprendiendo a Bo. "¿Quieres que vaya a la casa de huéspedes en tu lugar?" Bo parpadeó lentamente, sin saber qué decir ahora que tenía una opción. Albert miró el reloj de bolsillo que había robado la noche anterior, tomando un momento para soplar en el cristal y sacarle brillo contra su abrigo. "¿Y bien?" Bo apartó el dedo que había estado tocando a Albert contra su abrigo. Altaneramente, enderezó su sombrero, deseando haberse atenido a la cerveza la noche anterior. "No. Ire a la casa de huéspedes." Confundido, él enfureció, explorando las calles buscando Habichuela mientras se movía. Albert sacó una copia hecha jirones del itinerario del ferrocarril del bolsillo del pantalón y rió, contento de librarse de ese parásito. En la distancia pudo oír el débil silbido de un tren. "Listo o no, Habichuela," dientes amarillos sucios hicieron una aparición, "aquí voy." *~*~*~*~* Frustrada, Ginny quitó el gorro de su hermano para poder ver en un par de ojos grises tímidos. "Se suponía que lo pondrías en la bolsa. Se que la Sr. Bergquist la saco para tí. La vi hacerlo." Él torció un dedo del pie en el suelo y metió las manos en los bolsillos. "Se me olvidó." Ginny suspiró. "Puedo ver eso, Lewis." Ella y Lindsay intercambiaron miradas. Una manta no era un artículo opcional, teniendo en cuenta que no sabían lo que sus arreglos para dormir serían de un día para el otro. "No te preocupes", le aseguró a su hermano con una voz tranquila. "Vamos a comprar una cuando lleguemos a Alabama." Calculó mentalmente sus finanzas, no le gustaba el resultado. "Vamos, tenemos que llegar a la estación. El tren debera salir en unos pocos minutos." Como si fuera una señal, una gran nube de humo de la chimenea explotó del motor que esperaba, envíando una espiral negra en el cielo. Lindsay sacudió la cabeza. "Ginny, para el momento en que nos detengamos por la noche las tiendas estaran cerradas. El niño necesita una manta. Acabamos de pasar una tienda." Ella comenzó a excavar en su bolsillo, complacida de sentir un dólar de plata en el fondo. "No necesito volver a comer hoy." Ella levantó una mano para detener lo que sabía sería una objeción de Ginny. "Realmente. Dejame que vaya a comprar una y luego nos encontraremos." Ella le hizo un guiño a Lewis, tratando de hacer que se sintiera un poco mejor por haber olvidado poner la manta que los Bergquist le habían dado en su bolsa de viaje. "Guardame un asiento." Él asintió con la cabeza. "Está bien, Lindsay." "No." Ginny trató de no tomar su bolso, pero Lindsay lo estaba presionando en sus manos. "No, Lindsay. El tren está a punto de partir. Lo perderas."
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Una ceja oscura arqueada. "Volveré a tiempo si dejamos de hablar de ello y me pongo en marcha. Conozco de trenes. Estaré bien." Pero Ginny no pudo ser disuadida. "Cambiamos de trenes tres veces antes de llegar a nuestra próxima parada. Podemos comprar una manta después. O él puede tener la mía." Un toque de pánico se arrastró en su voz. "Si perdemos esta tren, pasaran dos días antes de que podamos coger otro. No puedo comprar diferentes boletos y no podemos darnos el lujo de permanecer aquí. Nosotros-" "No tendremos que hacerlo." Impulsivamente, Lindsay se inclinó hacia adelante y le dio un beso casto a Ginny en la mejilla. "Ya vuelvo." Ella cariñosamente revolvió el pelo grueso de Lewis, de color rojizo antes de dirigirse a la tienda. Ginny la alcanzó, pero Lindsay se apartó y rompió en un trote ligero, haciendo que los dedos de Ginny no hicieran nada más que rozar su abrigo. "Lindsay!" Ella contuvo el impulso de estampar su pie. "Argh.Lindsay." Su voz era más tranquila esta vez. "Vayan a conseguir nuestros asientos o no vamos a llegar a sentarnos uno junto al otro," Lindsay dijo por encima del hombro. Ginny dio un paso adelante y tomó una respiración profunda, como si fuera a ir detrás de la otra mujer. Pero no lo hizo y dejó escapar una exhalación enojada en cambio. Sacudió su cabeza. "Terca" murmuró ella con vehemencia. Lewis miró hacia atrás y adelante entre Ginny, cuyos ojos no habían dejado a Lindsay, y la pasajera ferroviaria que se retiraba. Lindsay agarró su costado y aminoró la marcha por un paso rápido. "Tus costillas, loca," Ginny susurró, haciendo una mueca mientras imaginaba lo que el movimiento discorde se sentiría con las costillas que aún estaban sensibles. "Ginny?" Ginny le entregó a Lewis su gorro y le dio una sonrisa tranquilizadora, aunque una sensación de inquietud se había asentado profundamente en la boca de su estómago. Un reloj bastante viejo montado en el techo de la estación anunciaba la hora. "Vamos. Lindsay tiene razón. Necesitamos conseguir nuestros asientos." "Ella dijo que estaría de vuelta en un minuto", él le recordó a su hermana, tratando de hacer que se sintiera un poco mejor. "No te preocupes". Se dirigieron a la estación, de la mano, con Ginny mirando sobre su hombro con frecuencia. Ella presionó su pequeña mano. "Es más fácil decirlo que hacerlo." Ella sintió sus dedos presionar alrededor de los de ella, prestándole su apoyo silencioso. Con una sonrisa de amor, ella le devolvió el apretón. *~*~*~*~*
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Lindsay soltó un jadeo doloroso. "Dios. Me olvide de esto." Sus costillas habían estado curándose muy bien y eran sólo dolorosas si se retorcia torpemente o se movían. La carrera, al parecer, hizo un poco de ambos. Recorrió los escaparates hasta que vio una con pernos de colores brillantes de tela y varios pares de botas en la ventana. Cuando abrió la pesada puerta de madera, una campana sonó ruidosamente y el aroma a canela de caramelo duro se precipitó a su encuentro. A pesar de estar llena como un cerdo premiado, gimió su apreciación en el aroma asociado con las Navidades en su muy joven infancia. Pronto el aroma se mezcló con el tabaco y la carne curada. La tienda tenía un poco de todo. “Mantas?" preguntó al empleado de forma rápida, tomando nota de la hora en el reloj de cucú encima de la registradora. Ella tenía ocho minutos. La mujer grande sonrió. "Por aquí". Ella llevó a Lindsay a la parte trasera de la tienda y una mesa que contenía mantas, ropa de cama, y unas pocas toallas. Había una buena selección, pero una manta atrapado el ojo de Lindsay. Ella la recogió y frotó la tela entre sus dedos, probando su espesor. "¿Cuánto". "Mmm agradable opción. Esa cuesta setenta y cinco centavos." "Por una manta?" Lindsay explotó. "Tiene que estar bromeando. Por esto?” La mujer dio un paso atrás, sus manos subiendo a la defensiva. Ginny había pagado tanto por las mantas que habían comprado después de abandonar el Hospital de la Caridad? "Está loca, señora." "Yo-yo", balbuceó la mujer, horrorizada. Lindsay dio golpecitos con su pie y miró la manta. "¿Y bien?" La mujer estaba demasiado sorprendida para hablar y Lindsay se castigó. No estás en Queens más, Habichuela. Deja de ser uns idiota y de asustar a la gente del lugar. Ella suavizó su voz. "Mire, lo siento realmente. Estoy apurada. Estoy a punto de perder mi tren y mi bueno, hay personas que estan esperandome." La empleada visiblemente relajada y echo un vistazo al reloj. "Tienes siete minutos," dijo secamente. Ella hizo un gesto desdeñoso. "El conductor no se marchará temprano. El tren nunca sale temprano." Una pequeña sonrisa grabada su camino a través de sus rasgos impacientes. "Lo sé." Su cautela olvidada, la empleada tentativamente dio un paso para mostrar su mercancía. "Es una manta caliente," dijo ella, su tono sosteniendo sólo por el más mínimo recelo. "Tengo otra por cincuenta centavos, pero vendemos un montón de estas mantas a los chicos que salen fuera y van a cazar durante unos días. Es toda de lana y resiste un montón." Ella acarició la tela como si la hubiera hilado ella misma. "No hay un hilo de algodón en toda la cosa."
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La frente de Lindsay contraído mientras pasaba sus manos sobre la tela ligeramente rugosa. "Los chicos dice?" La manta fuerte tejida, de color azul marino tenía una imagen de un ancla de oro en su centro y parecía una buena opción para un niño. Ella supusó. Insegura, preguntó con desconfianza, "Realmente piensa que a un niño de ocho años de edad, le gustaría?" La sonrisa de la mujer era genuina. "Absolutamente." "Muy bien, entonces," dijo Lindsay, admitiendose que realmente no tenia tiempo para regatear. No es que supiera de todos modos. "Me lo llevo". "Maravilloso. No lo lamentará." La mujer quitó la manta de la mano de Lindsay y la llevó de vuelta al mostrador. "Lo envuelvo?" Lindsay sacudió la cabeza y miró por la ventana de la tienda. "No hay tiempo". La mujer tomó el dólar de plata de Lindsay y volvió a doblar la manta, ella miró fijamente a Lindsay y luego dijo: "Espera un minuto." "No tengo-" Lindsay se detuvo cuando vio lo que la mujer estaba haciendo. Se lamió los labios. La empleada puso un pequeño saco de dulces de canela en la parte superior de la manta y se la pasó de nuevo a Lindsay junto con su cambio. "Sin costo." Lindsay sonrio. Dulces gratis. Querido Dios, los dueños de las tiendas en la ciudad de Nueva York prefiere sacar sus propios dientes. "Gracias, señora!" Lindsay se dirigió a la puerta y al tren. Cuatro minutos y contando. Ella abrió la puerta, el timbre sonó, y dos niñas pequeñas entraron corriendo, golpeando los dulces y la manta de sus manos. Lindsay mordió una maldición y se inclinó para recogerlo. La mayor de las dos niñas se inclinó para ayudarla. "Lo siento," la niña murmuró. Lindsay levantó la vista rápidamente de su tarea y le hizo un guiño. "Esta bien, chica." Al mismo momento, un hombre en un Derby negro con un bigote oscuro, desaliñado entró por la puerta, chocando con la parte superior de Lindsay que estaba hacia abajo mientras él se movía. Lindsay se tambaleó hacia adelante, tirando dagas en la espalda del hombre cuando él continuó llendo hacia la registradora, y decidió que simplemente no tenia tiempo para preocuparse. Tan rápido como pudo, recogió la bolsa de dulces y colocó la manta sobre su hombro, tomandose el tiempo para presionar una pelota de canela en la mano de la chica antes de desaparecer por la puerta. "¡Gracias!" la chica gritó, sus ojos castaños ampliados con deleite. "Mira, Agnes, tengo dulces!" Su amiga se lanzó desde su escondite en la esquina, mirando con envidia como la chica mostró su tesoro inesperado. Bo volvió de su lugar en la caja registradora para ver de qué se trataba la conmoción. Todo lo que vio fue el cierre de la puerta y una figura oscura cubierta, moviendose rápidamente desapareciendo a la 196
vuelta de la esquina. Él se encogió de hombros y se volvió de nuevo a la vendedora. "¿Me puede decir dónde está la casa local de huéspedes?" *~*~*~*~* Ginny mantuvo los ojos pegados a la ventana. Otros pocos segundos y ella iba a recoger a Lewis y bajarse de este tren. No había manera de que abandonara la ciudad sin Lindsay. Entonces una vez que se encontrara con ella, la iba a matar. "Tengo que ir," Lewis se quejó por tercera vez. Ginny apretó los dientes. "Lewis-" Él hizo una mueca por dentro, conociendo el tono. "Deberías haber ido antes de llegar al tren." Dio a su hermana su cara más triste. "Yo no tenía que ir entonces. Pero lo hago ahora." Él se revolvió un poco para hacer su punto. "Realmente, Ginny." Ginny suspiró. "Esta por salir el tren. Puedes ir entonces." "Pero ellos tienen un pequeño cuarto como un retrete. Use uno en otro tren. No necesito salir." Eso tomará mucho tiempo! Ginny se levantó, agarró los abrigos de ambos, y tomó la mano de Lewis. "No importa. Lindsay no ha regresado aún. No podemos irnos sin ella." Entonces la vio por la ventana, tejiendo su camino a través del tráfico aproximadamente a treinta yardas abajo de la calle en frente de la estación. Lindsay vio a Ginny a través de la ventana en ese mismo momento y se agitó. Su sonrisa era impenitente y se sintió aliviada al ver la sonrisa ligeramente irritada de Ginny que se volvió rápidamente indulgente. Una punzada de culpabilidad la atacó. Eres una cabrona, Habichuela. Ella estaba preocupada. Lindsay resolvió sobre la marcha manejar a Ginny con su dulce, decidiendo que las dos eran muy parecidas. Dulce, pero empaquetaba una engañosa sacudida de pasión. Heh. Su cuerpo se debilitó con alivio y Ginny se dejó caer sentándose en su banco de madera. Este crujió muy fuerte y echó sus pies delante de ella mientras suspiraba. Sus ojos, sin embargo, no se apartaban de Lindsay. "Por fin." Lewis siguió la línea de vision de Ginny. Él sonrió tan brillantemente como un niño cuyos dientes traseros podían flotar y dijo: "Yo sabía que regresaría. Ella dijo que lo haría, ¿verdad? ¿Puedo ir ahora? Por favoooooor?" su moviendo empeoró y su mano comenzó a deslizarse hacia abajo. Riéndose, Ginny golpeó la mano de él lejos de su destino. "Vaya, por el amor de Dios." Ella arrugó su nariz. "De lo contrario no vas a estar sentado cerca de nosotras hoy." Pero su sonrisa se tomó el timo de las palabras. "¡Sí!" Los ojos de Lewis se pusieron en blanco en su cabeza en mera anticipación. 197
"Sabes donde-?" Pero él ya estaba de yendo hacia el próximo coche, que tenía un pequeño cuarto que contenía un asiento con un agujero en su centro que conduce directamente a las vías. El silbato del tren volvió a soplar y Lindsay rompió en un trote ligero, no haciendo caso de su incomodidad inmediata. Este es mi propio defecto para cortar cosas cercanas, se dijo. Entonces su mundo giró alrededor de ella fue agarrada por detrás del cuello y arrojada al suelo con una fuerza impresionante. Varios vagones pasaron entre Ginny y Lindsay; y por un momento la joven perdió de vista a su compañera. La cara y el pecho de Lindsay golpearon el suelo al mismo tiempo, sacándole el aire y clavando sus dientes delanteros en el suelo oscuro. "Uff!" Las bolas rojas de canela explotaron de su saco y se dispersaron en la suciedad. "¿Yendo a algún lado?" Albert preguntó, empujando duro en la espalda de Lindsay. Ella seguía viendo las estrellas y su primer pensamiento fue que había sido golpeada por un vagón. Se quedó sin aliento, tratando desesperadamente de llevar aire a sus pulmones. "Aww. Te dolió?" Su voz destilaba sarcasmo. "Bien." Se rió cruelmente. "Aquí, déjame ayudarte," él dijo mucho más fuerte para el beneficio de las pocas personas en la calle y enfrente de las tiendas. Aturdida, Lindsay parpadeó con una lentitud exagerada y escupió un bocado de suciedad. Ella probó el sabor metálico de la sangre. "Ph-Ph-Phft." Los ojos de Lindsay dieron la vuelta cuando la voz finalmente comenzó a registrarla. "Ra-Cara de Rata?" "Ese es mi nombre. No lo gastes." Él le dio un puñetazo en el riñón sólo por puro gusto y luego la puso de pie, sonriendo a varios transeúntes curiosos, que no estaban seguros de lo que estaba pasando. "Mi amiga aquí esta cansada de la noche anterior y se tropezó. "Le dio una buena sacudida a Lindsay y sonrió estúpidamente. "¿No odian a un torpe borracho? " Las mujeres hicieron una mueca en su aspecto sucio y arrugaron la nariz ante el olor pútrido de la grasa que se adhería a los pantalosnes de Albert. Una rubia de aspecto remilgado puso a su pequeño hijo más cerca de su falda mientras se apresuraban lejos. "Es agradable saber que recuerdas a tu viejo amigo," Albert dijo una vez que estaban fuera del alcance del oído. Él agarró un puñado del pelo marrón que sobresale del gorro de Lindsay con una mano y un pedazo de la parte posterior de su abrigo con la otra. Entonces la forzó fuera del camino y lejos de miradas indiscretas. Ginny se puso de pie, con sus ojos explorando la calle. "Lindsay?" Una ligera lluvia comenzó a caer, arrojando al coche de pasajeros y enviando riachuelos sucios de agua por la ventana. Donde está? Ella estaba allí!
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Un trabajador de la estación sacó la cabeza de su taquilla de boletos y saludó a uno de los porteros del tren, que llamaban con una voz fuerte, profunda, "Todos a bordo! Última llamada!" El pueblo era pequeño y no se molestó en enviar un golpeador de coche para comprobar los furgones. El tren silbó y se tambaleó hacia adelante, y luego paró. Ginny comenzó a asustarse. Sus ojos se dirigieron a la puerta en el otro extremo al final del coche, y luego se precipitó hacia la ventana. "Lewis", gritó ella, haciendo que los demás pasajeros bajaran sus periódicos o detener sus conversaciones murmuradas para mirar fijamente. Ella perturbada recogió sus abrigos y bolsa de viaje y corrió hacia la puerta del fondo, casi tropezando con sus propios pies en su prisa por agarrar a Lewis y bajarse del tren. Ella se estrelló contra la puerta externa del baño, la empujo para abrirla, y luego comenzó con furia a golpear la puerta del baño con el puño. "Lewis!" Su voz se elevaba con cada palabra, pero apenas podía oír por encima de los golpes dolorosos de su propio corazón. "Sal ahora!" "¿Eh?" fue la respuesta amortiguada. El tren se sacudió hacia adelante de nuevo y esta vez siguió andando. "¡Ahora!" Ginny abrió la puerta y cogió al niño en medio de subirse los pantalones. "Tenemos que bajar." Ella le agarró la mano y tiró de él, literalmente, desde el pequeño puesto. Pateando la puerta externa abierta, empezó a correr por el pasillo entre los asientos, arrastrando tras de sí a Lewis. Lindsay comenzó a luchar. "Dejame ir!" Albert le echó la cabeza hacia atrás y apretó sus labios contra su oído, su gruesa barba sucia que le rasguñaba el cuello. El olor asqueroso de su aliento le hizo amordazar. Periféricamente, ella era consciente de que el tren había empezado a moverse, y su lucha se intensificó. Ella echo el codo hacia atrás y conectó con el estómago de él, pero el agarre de su cabello permanecia apretado. "No", Albert gruñó. "Usted no vas a ninguna parte." Antes de Lindsay pudiera decir una palabra, el grito frenético de Ginny sonó. "Lindsay!" Ginny y Lewis estaban de pie en el exterior, en el espacio con barandilla entre los furgones. El silbato del tren sonó de nuevo como Ginny tomó desesperadamente la situación. Tenemos que saltar, gritó su mente. Tenemos que hacerlo ahora. Con cada segundo que pasaba, el tren comenzó a echar más vapor. Rápidamente se volvió hacia su hermano, tratando de mirar más allá del terror en sus ojos. Ella dejó caer sus abrigos y bolsa y ligeramente agarró sus hombros. "Lewis-" "¡No!" El chico se agarró a la barandilla y sacudió la cabeza violentamente, dispersando las gotas de lluvia que se habían acumulado en su rostro hacia la camisa húmeda de Ginny. Él sabía lo que ella estaba pensando y no podía hacerlo. "Tengo miedo". Sus ojos se encontraron y sostuvieron una fracción de segundo que Ginny consideró levantarlo y saltar de todos modos. "Lewis, por favor!" rogó, con ganas de gritar su frustración. "Todo irá bien si nos vamos ahora mismo."
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Él comenzo a llorar y aumentó la presión sobre la barandilla hasta que sus manos le dolieron. "Lo siento, lo siento," él gritó. Su miedo era palpable y estaba visiblemente temblando. Empezó a llover más fuerte. "Ve tú." El corazón de Ginny se paralizó en su pecho. "No", susurró. Sus ojos taladraron en los suyos y en ese segundo él supo en el fondo de su alma que la promesa de su hermana era oro. Ella nunca lo abandonaría. Incluso si eso significaba dejar atrás a Lindsay. Ginny se dio la vuelta, pero lo único que podía ver era un edificio que bloqueó su vista de la estación y la calle enfrente de eso. El viento sacudió el pelo mojado de sus ojos y lo empujó hacia atrás mientras llamaba desesperadamente otra vez, "Lindsay! " Lindsay escuchó el grito de Ginny y dio un codazo a Albert por segunda vez. Esta vez su agarre vaciló y ella fue capaz de zafarse lejos. Con las manos carnosas él agarró, pero sólo se quedó con la manta azul marino. Él maldijo furiosamente y tiró la manta. Lindsay se desboco para las vías. Cada paso era una agonía mientras las costillas lesionadas se plantaban juntas sin piedad. Se sentía como si un cuchillo caliente la estuviera cortando, y sus ojos se llenaron de lágrimas, su cara retorciéndose de angustia. Ella dobló la esquina de la estación y más adelante podía ver a Ginny y Lewis parados afuera y apoyados contra la barandilla de frío metal. Ella trepó a un barranco rocoso hasta que estaba corriendo a lo largo de la plana, área estrecha junto a la propia vía. El brazo de Lewis se disparó y sus ojos se abrieron. "¡Mira!", señaló. "¡Ella viene!" El corazón de Ginny saltó en su garganta. Lindsay fue ganando velocidad. "Vamos, Lindsay, puedes hacerlo!" El gorro de Lindsay voló de su cabeza mientras sus brazos bombeaban y sus pies golpeaban el suelo mojado, un desenfoque de movimiento. Rápido y más rápido corrió hasta que casi pinto el nivel con el último furgón. No había ningún furgón de cola. En el último estaba Ginny. Albert se movía pesadamente detrás de Lindsay y durante unos segundos ella podía oír su respiración dificultosa y sus pasos pesados, pero se desvaneció de su conciencia mucho antes de que lo hiciera en la realidad. No importaba. Todo lo que importaba era coger ese tren. "Corre!" Las manos de Ginny eran puños de nudillos blancos y su garganta lastimada de gritar. "¡Corre!" Podía ver la tensión en el rostro de Lindsay y el vapor que volaba de su boca y nariz con cada jadeo de su aliento. Ella podía oír el crujido de rocas bajo sus pies, incluso a través de las quejas de las ruedas de la locomotora. La barbilla de Lindsay estaba cubierta de suciedad, y gotas de agua y sangre salpicaban contra su cara, pintando claras líneas a través del lío sucio. "Casi!" Ginny se inclinó sobre la barandilla todo lo que pudo y le tendió la mano. "¡Vamos!" Podía ver la mirada de determinación acerada brillando en los ojos de Lindsay. Ella iba a hacerlo.
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Lewis grito, Ginny con miedo sobre sus talones inclinó la cabeza encima de la barandilla. Él se lanzó hacia las piernas de su hermana, usando su peso corporal para ayudarla a sujetarse y aferrandola por su amada vida. Él mantuvó los ojos fuertemente cerrados, sabiendo que esto era su defecto. Sus lágrimas se habían detenido, pero él todavía estaba temblando. "Por favor. Por favor. Por favor." Lindsay dejó de ganar terreno como el impulso del tren aumentó. La mujer más joven también lo sabía y la mirada de pánico en su cara obligó a Lindsay en una explosión final de velocidad. Ella echó la cabeza hacia atrás y se forzó hacia delante, empujando a sí misma más rápido y más duro de lo que jamás había echo antes. "Argh!" Increíblemente, Ginny alargó la mano más lejos, extiendose peligrosamente sobre las vías que volaban por debajo de ella. "Toma mi mano, Lindsay. Más! Llegas!" Ya casi. Casi! Lewis volvió a gritar cuando uno de los pies de su hermana dejó el piso. Incluso usando todo su cuerpo, no podía sujetarla abajo. El corazón de Lindsay estaba tratando de reventar libre de su pecho. Se inclinó hacia adelante y tiró su mano. Su respiración venía en jadeos agudos y ella ya no era consciente del dolor en sus costillas o el ardor de sus pulmones. Sólo de la cara de Ginny. Con un empuje final se lanzó hacia adelante y sus dedos se tocaron. Sus ojos se encontraron y la sensación de frío de los dedos de Lindsay registrada por Ginny descubierta segundos antes. La mano de Lindsay despareció. Y el terreno cambió, enviandola desmadejada de cabeza al suelo. "¡NO!" Ginny gritó, viendo a Lindsay golpearse en la suciedad, luego desaparecer por el barranco a lo largo del lado de las vías. Ella parpadeó la lluvia de sus ojos, sin dar crédito a lo que acababa de pasar. Lewis tomó grandes puñados del pantalón de Ginny y se echó hacia atrás, tirando de ella desde el borde. Ella estropeada en el suelo húmedo metálico junto a él y se quedó fijamente mirando sin ver abajo de las vías. "G-Ginny?" Lewis dijo en una voz baja. La mirada en su rostro lo estaba asustando. Ella abrió sus brazos y el niño se lanzó hacia delante, necesitando ella su aceptación y su amor como él necesitaba el aire. Los ojos de Ginny se cerraron y ella escucho a su hermano tomar una respiración. Ella presionó sus labios en su pelo mojado y los dejó allí durante mucho tiempo, su pecho demasiado apretado para hablar. Ambos se echaron a llorar.
Capítulo 13 Lindsay yacía tirada en el suelo frío jadeando, sus ojos mirando inactivamente a un creciente charco de barro cuando los últimos sonidos del tren que llevaba su corazón se desvanecieron en la distancia.
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Algo en su interior se rompío. "Cara de Rata, bastardo!" rugió, poniéndose de pie, entonces inmediatamente vaciló cuando un mareo barrió sobre ella. Se dejó caer en sus cuatro extremidades otra vez. Sus manos se hundieron en el suelo empapado, tan frío que quemaba. Su estómago escogió ese momento para rebelarse y ella lanzó los restos amargos de su desayuno. "Ugh". Ella se quedó en sus manos y rodillas, respirando superficialmente mientras la lluvia helada lavaba el sudor de su cara y la sangre y la suciedad de su barbilla. Lindsay esperó a oír los pasos pesados de Cara de Rata con un sentido sombrío de anticipación. El verlo de nuevo no fue un accidente, aunque no podía imaginar lo que le había inducido a seguirla todo el camino desde Nueva York. Él no cruzaría la calle para ver a su propia madre. No que esto le importara. Esta sería la última vez que ella negociaría una excusa miserable por un hombre. La próxima vez que nos encontremos, sólo uno de nosotros va a alejarse, se prometió oscuramente. Pero lo único que escuchó fue el desigual repiqueteo de la lluvia y el silbido del triste viento a través de las delgadas ramas. Un tiempo desconocido después, ella abrió sus ojos y se obligó a no disolverse en lágrimas. "Maldita sea," susurró. Se sentía engañada de la satisfacción de aporrear a Cara de Rata y su estado de ánimo se volvió triste. Lindsay se dejó caer sobre sus talones, sus manos haciendo ruidos fuertes de succión mientras las sacó del lodo. Ella se preguntó cómo esto podía lastimarla gravemente - cómo posiblemente podía sentir esta perdida - cuando ella sabía exactamente donde estaba. En medio de Hicksville. Sin ella. Se limpió las manos lo mejor que pudo sobre un manojo de hierba cercano. Esto no ayudo mucho, pero al menos no estaban goteando agua sucia más. Con un gemido, se puso de pie y lentamente volvió a subir a la franja de terreno plano junto a las vías. "Un plan. Eso es lo que necesitas, Habichuela. Tú siempre necesitas un plan." Ella pensó por un momento, su abrigo volviendose pesado, ya que absorbía la lluvia que estaba cayendo. "Está bien, lo primero es lo primero. Recuperar mi maldita manta azul y matar a Cara de Rata si lo veo a lo largo del camino." Satisfecha con ambas ideas, ella asintió y sonrió para sí misma. "Entonces tengo que encontrar de algún modo a Ginny." Mentalmente pasó por la lista de ciudades donde Ginny y Lewis podrían cambiar de trenes. Atlanta, Macon, Columbus. Ellos pararían en una docena, otras pequeñas pero permanecerían en el tren, o tal vez sólo bajarían a estirar sus piernas. Sus ojos se estrecharon mientras continuaba descifrando el siguiente movimiento de Ginny, el cual determinaría el suyo. "Ella continuara con la parada donde el tren huérfano trató de colocar a los niños. Su boleto no permitirá darse la vuelta, e incluso si lo hiciera, ella seguirá adelante. Ella sabe que la voy a encontrar." Lindsay miró hacia el cielo para su guía y tranquilidad; lo que obtuvo para sus problemas fue un retumbido lejano de un trueno. "Figuras". Suspiró, y luego susurró: "Por favor, hazle saber que la voy a encontrar." *~*~*~*~* 202
Gran parte de la decepción y alivio de Lindsay, era que Albert no se veía por ninguna parte cuando regreso a la estación. La lluvia se había desplazado a nieve, y Talking Rock estaba consiguiendo su primer polvo de la temporada. Su manta azul yacía arrugada en la calle. Gimiendo silenciosamente, ella la recogió y sacudió la nieve antes de lanzarla por encima de su hombro. Como iba a llegar a Alabama antes que Ginny? Una breve conversación con el jefe de estación había resultado infructuosa. Ningún otro pasajero o incluso trenes de suministro habrían por hoy. Y el tren de carbón que pasaría mañana iba en la dirección opuesta. Había un banco fuera de la estación y, abatida, Lindsay se dejó caer en el. Ella comenzó a tocar el borde de su gorra, que había recogido en el camino de vuelta a la estación. Finalmente, puso su cabeza en sus manos. "Cristo." "Lindsay?" Una voz familiar femenina hizo que Lindsay girara su cabeza. Una mujer y una niña pequeña se acercaron a ella, ambas con miradas extrañas en sus caras. La niña movió sus dedos tímidamente a Lindsay. Incapaz de contenerse, Lindsay sonrió y agitó los suyos en respuesta. "Pense que estabas tomando el tren con Virginia y Lewis," dijo la Sra Bergquist, sus cejas delgadas se juntaron en angustia por el sucio, y empapado aspecto de Lindsay. Lindsay sonrió débilmente. "Yo um" Ella hizo un gesto con una mano y luego miró hacia abajo a sus zapatos llenos de barro. "Algo, bueno, algo pasó y perdí el tren." "Oh querida." "Se podría decir eso." Aunque decir ‘estoy jodida’ "sería más apropiado. La mujer más joven se veía como si estuviera a punto de estallar en lágrimas, y Lana le puso una consoladora mano en el hombro." Vamos, nuestro vagón está allí. Hemos terminado con nuestro negocio en la ciudad. Regresemos a la casa." Lindsay sacudió la cabeza. "No, gracias, señora. Tengo que alcanzar a Ginny. No habrá otro tren durante dos días y tengo que encontrar una manera de llegar al suroeste de Alabama." Lana sonrió amablemente y utilizó la mano que tenía apoyada en el hombro de Lindsay para ahuecar su barbilla. Usó el pulgar para limpiar una franja de tierra al pensar en qué tipo de ayuda pudiera ofrecer a esta joven. Era clara la relación de Lindsay con Ginny, sin importar cual sea su naturaleza exacta, no era casual. Ella esperaba ser una madre a tiempo parcial para Lewis durante muchos años por venir, por lo que supone que esta mujer de pelo oscuro que se vestía como un hombre también sería parte de su familia extendida. Lindsay se encontró apoyándose en el contacto inesperado, maternal.
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"No puedes ir a ninguna parte empapada." Ella tiró de Lindsay para levantarla. "Encontraremos una manera de que reunas con Ginny y Lewis." "Pero-" Lana le dio una mirada de regaño. "A veces, señorita, necesitas simplemente hacer lo que te dicen y dejar de luchar contra ello." Los pelos de la nuca de Lindsay se erizaron y cualquier rastro de calor se derritió de su cara. Estaba a punto de alejarse cuando Lana dejó caer la mano de su brazo, al darse cuenta de que, si realmente quería ayudar a Lindsay, ella había comenzado todo mal. Lana había visto la ira formandose en esos ojos marrones intensos la noche anterior, cuando Lindsay inicialmente se había negado simplemente a entregar a Lewis. También había escuchado las palabras pronunciadas suavemente que Ginny había utilizado para calmarla. Quizás la pelirroja tenía la idea correcta cuando se trataba de hacer frente a esta norteña testaruda. La cara de la mujer mayor enrojeció de vergüenza. "Eso salió todo incorrecto. Yo, bueno, yo-" "¿Puede ayudarme?" preguntó Lindsay, su resentimiento inicial siendo rápidamente sustituido por una seriedad que hizo a Lana parpadear. "Puedo intentarlo." "¿Por qué?" Lana estaba un poco sorprendida de que Lindsay había preguntado de manera tan directa, pero encontró de su agrado su sencilla honestidad. "Debido a que tú eres importante para Virginia. Y Virginia es importante para Lewis." Su voz se hizo más profunda. "Y Lewis es importante para mi." "Entonces vamos." *~*~*~*~* "Un caballo?" Lindsay parecía como alguien que acababa de dar un paseo saliendo del extremo trasero de un caballo, en lugar de alguien preguntando para montar uno. "Tienes que estar bromeando," dijo rotundamente. Estaba vestida con un par de pantalones de Jon y una camisa, mientras que su propia ropa y abrigo estaban colgados secandose frente a la chimenea. Estaba recién bañada y luciendo un pequeño vendaje en la barbilla. Jon alzó la vista del mapa extendido sobre su mesa de la cocina. "Es la única manera. Mira", él indicó el punto que representaba Atlanta", puedes cabalgar aquí y luego coger un tren directo a Montgomery y al sur. Estaras tal vez unas doce horas detrás de Virginia, si tienes suerte. Su recorrido será más directo. Ella va todo el camino hasta Columbus y luego hacia el oeste." Él dibujó una "L" en el mapa con el dedo.
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"¿Qué pasa si camino?" Jon y Lana la miraron. Lindsay puso los ojos. "Realmente rápido." En este momento ella no creía que fuera físicamente capaz de correr más que unos pocos pies. "Para Atlanta?" Rió Lana. "Cariño, incluso teniendo las carreteras secundarias esto es cerca de cincuenta millas. Toma nuestro castrado, Diablo-" "Diablo?" Lindsay con voz ronca. "¿Quieres que monte una enorme bestia que lleva el nombre de Diablo?" Sus ojos se abrieron como sus propias palabras registradas. "Es un chico robusto," Lana continuó, tratando de no sonreír. "Puedes dejar a Diablo en la estación norte del tren. Y cablear a nuestra hija, Katherine, y ella ira a recogerlo Es la única manera." Lindsay maldijo interiormente. A través de los dientes apretados admitió, "No se cómo montar." Jon y Lana intercambiaron miradas de preocupación. "Bueno", él se rascó la mandíbula, "si esto es algún consuelo, estas a tiempo de llegar a Atlanta." Lindsay palideció. "Tenía miedo de que ibas a decir eso." *~*~*~*~* Albert se sacudió cuando la punta del zapato de Bo golpeó la cabeza flacida. "Finalmente. Te he estado buscando por horas. Levantate." Albert parpadeó estúpidamente y levantó la cabeza. "Ugh". "Oh, muchacho." La mandíbula de Bo cayó cuando él consiguió un buen vistazo a la cara de Albert, que no era exactamente bonita para empezar. "¿Qué diablos pasó? ¿Habichuela te hizo esto?" preguntó con incredulidad. "Maldición." "No fue ella," Albert refunfuñó. Él estaba apoyado en la pared posterior de la estación. Sin su abrigo. O zapatos. O cualquier otra cosa a excepción de la camisa, los pantalones y calcetas. Un ojo oscuro, pequeño y brillante estaba cerrado por la hinchazón, y sus labios no eran más que masas protuberantes, sangrientas que colgaban tristemente de su cara. "Uh huh. Seguro que no fue." "No fue! ¡Ay!" La cara de Albert se retorció de dolor y sus manos se disparó a la boca. "Mira lo que me hiciste hacer", murmuró tristemente. "¿Quien entonces?"
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"Algunos tipos. Encontre a la perra de Habichuela y la lleve fuera de la carretera." Él se metió en la boca el dedo índice sucio, sabiendo que algo estaba muy mal, pero incapaz de ver el daño. "Alguna perra que iba caminando le contó a su marido que yo estaba haciendole daño a una chica, y él me abordó y me arrastró de vuelta aquí, el campesino patán pendejo." "Y te dio patadas de mierda por agarrar a Habichuela?" La expresión de Albert se oscureció. "No, tonto. Algunos de los amigos del hombre nos siguieron, y uno de ellos se dio cuenta de mi nuevo reloj". Bo se apoyó contra la pared y se quitó la Derby. Pasó los dedos por el pelo castaño ondulado, luego suavemente tocó el agua de lluvia desde el borde de su sombrero. "El reloj que robaste?" Él dejó caer su sombrero hacia atrás encima de su pelo desordenado y le dio un tirón. "¿Por qué él se dio cuenta de eso? No era nada especial." "Era suyo." Las cejas de Bo levantadas. "Oh." Él inclinó la cabeza hacia un lado mientras miraba hacia el otro hombre, pensando que Cara de Rata había conseguido exactamente lo que merecía. Él contempló los agujeros en las calcetas de Albert, que eran tan grandes que todos sus dedos del pie, a excepción de su dedo meñique, tendido en la brisa. "Joder. Tus dedos son asquerosos. No tienes frío?" "Demasiado entumecidos para sentir frío", se quejó Albert. "Supongo que regresamos a Nueva York entonces", dijo Bo en voz animada, el alivio recorriéndolo. Este demasiado infierno no vale la pena el dinero; ¿cuando Cara de Rata va a darse cuenta de esto? "Joder si lo hacemos." Mareado, Albert se puso de pie dirigiendose a la tienda local con la intención de robar un par de zapatos. Con cada paso por el suelo frío y húmedo, soltaba una maldición. "Mataría a Habichuela ahora de forma gratuita." Bo gimió internamente. Él dejó escapar una respiración lenta y profunda y se metió las manos en los bolsillos mientras seguía a Albert hacia la próxima ola de mini-crimen del gordo. "Habichuela, vas a ser mi muerte todavía." *~*~*~*~* La luna colgaba alta en el cielo, iluminando la tierra en un suave y dorado brillo. Diablo relinchó suavemente y golpeó el suelo con sus cascos delanteros. Él olía agua. Su paseo constante aumentó a un trote y, absolutamente sin permiso, se salió del camino hacia el cercana corriente. "¡Hey!" Lindsay graznó, el movimiento repentino que la sobresalto de su sueño ligero. Se agarró a la cabeza de la silla para evitar caerse. "Estúpido. Qué te dije acerca de eso," gruñó ella, con la voz quebrada después de las horas de inactividad. Al ver hacía donde el caballo se dirigía, sintió un poco de su mal humor disolverse. "Sediento?" Ella bostezó, y luego hizo una mueca ante la sensación de sequedad, picazón en su garganta. Su mano acarició su cuello. "Yo también."
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El caballo se detuvo a unos pasos de su destino, y Lindsay captó la indirecta; se deslizó de su espalda, aterrizando pesadamente en el terreno blando, con un gemido prolongado. "Oh Dios." Miró hacia abajo. "Mis piernas", se quejó ella. "Por el amor de Dios. Estoy sola, me estoy enfermando, mi culo nunca me perdonara por esto, y estoy con las piernas arqueadas?" El caballo levantó la nariz fuera del agua y giró la cabeza en dirección a Lindsay, sus grandes ojos líquidos mirándola atentamente mientras el agua goteaba de sus labios. Lindsay estudió su expresión. "¿Estás diciendo que no estoy sola? Si realmente me contestas, harías mi día. Entonces puedo añadir loca a mi lista de males." Ignorando su pregunta retórica, el caballo hundió la nariz en la corriente de nuevo y comenzó a beber lamiendo el agua. "Eso es lo que pensaba." Con cautela, ella avanzó los pocos pasos hacia la corriente estrecha y se dejó caer sobre su vientre para que pudiera pegar la boca directamente en el agua. Sus manos ya estaban frías y no podía soportar la idea de sumergirlas en el agua helada. El agua estaba tan fría que quemaba al bajar, pero ella la bebió hasta llenarse y se empujó de nuevo a sus pies. El agua picó el pequeño corte sobre su barbilla, cortesía de Albert, y se guardó un pensamiento violento para el hombre que le había causado tantos problemas. ¿Dónde habrá ido? Diablo finalmente terminó y se volvió hacia ella, penetrando su nariz en el abrigo de ella y dejando escapar un fuerte resoplido. Una pequeña sonrisa arrugó las mejillas de Lindsay, y ella cuidadosamente se acercó y acarició la piel aterciopelada de la nariz. "Sí, supongo, que estás bien," ella permitió, reconociendo la comprensión tenue a la que ellos habían llegado durante este largo viaje. Él estaba a cargo y ella estaba a lo largo del paseo. Una vez que había aceptado esa conclusión, ella admitió con pesar, las cosas habían ido mucho más tranquilas. Un sonido lejano causó que la cabeza de Lindsay batiera alrededor. En la distancia, por primera vez, vio el contorno nebuloso de Atlanta. Si. El sonido débil, quejumbroso vino de nuevo y la sonrisa de Lindsay creció. El ruido se abría camino en su cerebro, tirando suavemente las cuerdas de su subconsciente con dolorosa familiaridad. Un silbato de tren. Su mundo mismo se enderezó un poco cuando comenzó a andar hacia el camino, las riendas de Diablo sostenidas sin apretar en su mano. A pesar de su agotamiento, su ritmo se aceleró. Una o dos horas más y estaría de vuelta en su mundo y en su territorio. Las vías. *~*~*~*~* Entrecerrando los ojos, Lewis se bajó del tren primero. El cielo de la mañana era gris pálido e indicaba lluvia todavía por venir. Él protegió los ojos de la luz gris, después de haber pasado tantas
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horas encerrados en el vagón de sombras. Había dormido sobre Ginny, con la cabeza apoyada en su regazo, y fue sorprendentemente cómodo, dada la situación. En un primer momento, había tenido miedo de dormir, miedo de que soñaría con el fuego y escucharía los gritos imaginarios de sus padres y hermanas, que atormentaban su sueño casi todas las noches. Pero Ginny había acariciado su pelo y habla hablado en tonos suaves, calmantes que infaliblemente le recordaban a las mejores partes del hogar. No el humo o el miedo o cualquier otra cosa. Era como si un enorme peso había sido levantado de sus pequeños hombros. Lewis bostezó y se alejó unos pasos para que Ginny y los pasajeros detrás de él pudieran salir del vagón. Ella tomó suavemente su mejilla y le miró con ojos preocupados. "¿Cómo estás, Lewis?" Ginny le entregó su abrigo y se lo puso rápidamente, ya temblando en el aire frío de la mañana. "Bien" No podía mirarla a los ojos. "Supongo", murmuró. "Mmm." Ginny miró con el ceño fruncido el rostro cargado de culpa de su hermano. "Puedo ver eso. Lewis, cariño, te dije que no fue tu culpa. Lindsay perdió el tren por su cuenta." No era totalmente cierto. Pero ella misma no estaba segura de lo que había visto y no tenía sentido asustar al niño y hacerle sentir peor de lo que ya lo hacía. "Pero la manta-" "Fue un accidente", ella terminó amablemente pero con firmeza. "Ella nos encontrará." Ella tiene que. Ginny envolvió su brazo alrededor de sus hombros y lo alejó de la estación donde la multitud estaba más disuelta. "Nunca voy a desistir de Lindsay. Justo como nunca desistiría contigo, James o Jane. Pero si retrocedemos podríamos pasar días o incluso semanas y todavía no encontrar a cada uno. Tú hermano y hermana me necesitan ahora, y Lindsay es una mujer adulta." "¿Quién puede cuidar de sí misma?" Una sonrisa melancólica cruzó el rostro de Ginny. "No he dicho eso." Lewis tomó su bolsa de viaje de regreso de su hermana y se la echó por encima del hombro mientras caminaban. "Si ella nos va a encontrar, ¿por qué estás tan triste?" Ginny tragó saliva, reconociendo el dolor en el pecho que no se había detenido desde que salieron de Talking Rock. "No sé", susurró sinceramente. "Supongo que la extraño." Lewis estaba a punto de decir algo cuando una mujer baja, con una mata de pelo blanco y espeso veteado de rubio y una cara delgada con facciones puntiagudas, corrió hacia ellos. Ginny supuso que la mujer estaba en sus finales de los sesenta y pensó que estaba muy bien conservada para su edad. A pesar de la fría temperatura, ella estaba sudando y su cara arrugada era rosa. "¿Virginia?" ella habló arrastrando las palabras, llegando a una parada junto a Lewis. "Virginia Chisholm?"
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Ginny y Lewis se miraron con sorpresa y luego de nuevo a la mujer. "Sí", respondió Ginny vacilante. "¿Puedo ayudarle?" "Gracias, Jesús!" La mujer se abanicó drásticamente, mirando como si fuera a desmayarse por el puro alivio de ver a Ginny. "Si. Si, puedes." Inquieta, Ginny le ofreció la mano. "Hola". Ella tomó la mano de la anciana con suavidad, sintiendo la piel fina como el papel por debajo de sus dedos. Su frente plegada. "¿Le conozco?" Ginny preguntó dudosamente. La mujer sonrió a Lewis antes de volver su atención de nuevo a su hermana. "No, señorita Chisholm." Pero eso no impidió que la mujer sonriera a Ginny como si fuera su abuela perdida hace tiempo. "Si tú supieras de mí, me recordarías." Eso, Ginny sabía, era la verdad de Dios. "He estado viniendo todos los días para buscarlos en el tren en caso de que estuvieran en el. Te ves exactamente como me fue descrita." Risueños ojos marrones se desviaron hacia los pantalones de Ginny. "Excepto por estos desde luego. Señorial, lo que no haran los Yankees?" Su voz tenía más curiosidad que censura. "Después, su gente de hombres van a usar faldas." Todavía un poco pérdida, Ginny miró a la anciana sin comprender. "Lo siento yo-" En una respiración larga la mujer le informó: "Soy Edith Pigg, de Montgomery Piggs, viuda del capitán Eustace Pigg de la 45th Regimiento de Alabama. Dios tenga su alma rebelde." Ella esperó el temor habitual que sus palabras inspiraban. El conseguir nada más que una mirada confusa de Ginny y un resoplido de Lewis que su hermana rápidamente amortiguó por presionar su mano a través de la boca, ella siguió adelante a la misma velocidad rápida. "Ven conmigo. Trudy está esperando." Edith enrolló su brazo huesudo alrededor de Ginny y simplemente comenzó a caminar. "Yeow," Ginny chilló, sus ojos casi salieron de su cabeza cuando Edith alegremente empezó a arrastrarla a lo largo. Lewis, que estaba aún más desconcertado que Ginny, tuvo que correr cada tres pasos para mantenerse. Edith parloteando alegremente, como si estuviera tomando un vertiginoso paseo de domingo con un querido amigo. "Tengo el más encantador telegrama de un buen hombre llamado Christian Spence." "Ohhh," Ginny sacó la palabra cuando las cosas de repente empezaron a tener más sentido. Usted siempre mirando por nosotras, mi amigo. Encontrarnos contigo ha sido tan afortunado. Ginny asintió, empezando a pensar que Edith podría no ser una demente. A pesar de que se reservara su opinión para más adelante. "Él me habló de su búsqueda." Bruscamente, Edith se detuvo, causando que Lewis corriera unos pocos pasos más allá de ellas. Ella se volvió y miró a Ginny con ojos llenos de pesar. La mirada de su cara era suficiente para hacer que Ginny contuviera su respiración durante un segundo. "Lo siento mucho. Si yo hubiera sabido que tenía cualquier familiar vivo también, no sé lo que podría haber hecho." Ella frunció los labios. "Pero algo, sin duda." 209
Ginny parpadeó. "¿Quién?" Sus ojos dieron la vuelta cuando la comprensión la golpeó en el pecho. "¿Se refiere a James?" Por favor. "Él está aquí?" El corazón saltó a su garganta y los dos o tres segundos que Edith tomó para responder parecía extenderse por toda una vida. "Si por supuesto." la frente de Edith arrugó profundamente y su voz tenía una nota de irritación por tener que explicar. "¿Por qué si no iba a estar esperandote en la estación de tren, querida?" "Dios." Ginny fue apenas capaz de creer a sus oídos. Ella cerró sus ojos. Sus rodillas se sentían como agua y, si no fuera por el engañosamente fuerte brazo enroscado alrededor de ella, estaba segura de que habría derrumbado al suelo. "¿Estás bien?" Edith se quedó sin aliento, usando su forma delgada para mantener el equilibrio de Ginny. Luego vino la voz preocupada de su hermano. "Ginny?" Él dejó caer su bolsa y se agarró al abrigo de Ginny para estabilizarla. La pelirroja se restregó la cara con una mano. Se sintió mareada. "Lo siento. Yo." Se frotó la cara de nuevo y dejó escapar un suspiro tembloroso. "No me esperaba esto." Edith sonrió amablemente. "No, supongo que lo esperabas." Su mirada parecía agudizarse y ella chasqueó la lengua a Ginny cuando comenzó a llevarla hacia un cochecito negro brillante estacionado en frente de la Sombrerería local. "Estás exhausta. ¿Cuánto tiempo hace desde que has comido o dormido? " "Un largo tiempo", Lewis elevó la voz, ganándose una mirada de su hermana pero un movimiento de cabeza contento de Edith. Animado, él continuó chismeando de Ginny. "Ella no durmió en toda la noche ni comío nada durante el almuerzo o la cena de ayer o el desayuno de esta mañana." "Mmm" Edith dio una pequeña inclinación de cabeza. "Justo como supuse. No te preocupes. Tendremos buen cuidado de tí. Se quedará con nosotros, por supuesto. Y vamos a engordarte en poco tiempo." "Con usted y James?" Ginny preguntó esperanzada. "Yo y? Oh, mi." La voz de Edith se suavizó con pesar. "No fue mi intención darte esa impresión." El estado de ánimo de Ginny se hundió como una roca. "Estaba esperando " Ella sacudió la cabeza y se castigado a sí misma por escenificarse para otra probable decepción. "Debería conocer mejor por ahora. Sólo estaba esperanzada eso es todo." Edith parecía verdaderamente angustiada ante la mirada desconsolada que se había asentado sobre la joven cara de Ginny. "Lo siento, pero el muchacho no está conmigo." "Y mi hermana? Jane?" Edith sacudió la cabeza. "Ella no fue adoptada en Troy. Yo realmente lo siento."
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El corazón de Ginny se hundió un poco más allá, y tragó un par de veces antes de contestar. Ella esbozó una sonrisa débil, sobre todo para el bien de Lewis. Los ojos de él estaban pegados a la cara de ella y estaba colgado de cada palabra. "No es su culpa, Sra. Pigg." Relajó un poco su caminar a paso ligero y apoyó la mano sobre el hombro de Lewis, forzándose a sí misma lejos de la depresión profunda que su mente parecía tan empeñada en abrazar. "Así que James está aquí en alguna parte, pero usted no sabe dónde." "No he dicho eso tampoco, Virginia. Sé quién lo acogió." Gracias a Dios. "¿Quién?" Edith hizo una mueca. "Su nombre es Milo Porter. Te explicaré todo camino a casa." Imperiosamente, se detuvo junto a su calesa esperando hasta que Lewis se diera cuenta de que esperaba que las ayude a entrar. "Oh." Sus mejillas sonrojadas y trepó en la calesa, arrojando su bolsa en el suelo y girando para extender una mano cortés a Edith. "Aquí tiene, señora." "Gracias, joven," alabó suavemente. Los ojos de Ginny se abrieron ante el tono amable de Lewis. Él se estaba haciendo tan grande. Mama estaría tan orgullosa que simplemente moriría. Ella se abatió ante la sensación de malestar que acompañó a las palabras accidentales. "¿Y bien?" Edith delicadamente recogió las riendas y envolvió sus dedos enguantados de blanco de una mano alrededor de ellas. Lewis se instaló junto a ella. Edith recuperó una fusta delgada de montar del suelo y distraídamente arregló la manta del carro sobre sus rodillas. Levantó una ceja cubierta de nieve a Ginny. "¿Qué estás esperando, Virginia?" Ginny volvió a mirar a las vías con añoranza antes de empujar hacia abajo sus emociones y embarcarse en la calesa. Todo. *~*~*~*~* Ginny se quedó fuera del salón de Smokey, sintiéndose vagamente sucia para considerar siquiera ir dentro y nerviosamente secándose las manos sudorosas en su vestido. "Está bien, Ginny, se firme. Este es tu hermano. No estropees esto. No tiene que ser una pelea si me explico razonablemente." Pero sus pensamientos descarrilaron rápidamente. ¿Qué clase de hombre se pasa la tarde en un bar? ¿No dijo Edith que trabaja para la ciudad? Ella nunca había estado realmente dentro de un lugar como Smokey, aunque había esperado fuera de uno por su padrastro en varias ocasiones. Se había cambiado de nuevo en un vestido sencillo que el Hospital de la Caridad le había dado y se despojo de su abrigo en deferencia a las temperaturas de la tarde, que habían subido superiores a los cincuenta. Era una maravilla deshacerse de la prenda de lana pesada que había llevado tanto que ahora se sentía como una segunda piel. Una oscura, picoza, un poco sucia segunda piel. 211
Edith había presentado a Ginny a su hermana menor Trudy, que era su vivo retrato, si borrara una media docena de años, y le informaba lo que había pasado con James mientras Lewis estaba tomando una siesta muy necesaria. Ambas mujeres de edad estaban en el comité de adopción de la ciudad y juraron por arriba y abajo que lo que sucedió con James estaba lejos de ser ordinario. Hasta ahora, de hecho, las hermanas habían escrito a los Ward protestando por la colocación de James. Sin ser sorprendente, los Ward nunca respondieron. En la tarde que el tren huérfano llegó a Troy, Milo Porter había aparecido tratando de conseguir un niño, cualquier niño mayor de seis, como lo había hecho el año pasado cuando el comité consideró que no era apto para adoptar. Él era soltero, no tenía ninguna posibilidad de casarse en el futuro porque él era tan atractivo como un leproso, no asistia a los servicios religiosos, y vivía en una choza miserable cuyo hedor era lo suficientemente fuerte para hacer que incluso la basura blanca de sus vecinos se abatiera. Como era de esperar, cuando James fue literalmente arrastrado hacia fuera delante de los futuros padres en el Ayuntamiento de Troy, había sido un terror sagrado de tal manera que ninguno de ellos se acercaría a él. La cara de Edith se había puesto colorada cuando le explicó a Ginny que el comité de adopción de la ciudad había estado pérdido en cuanto a qué hacer con el chico. Nadie quería forzar una adopción o separar a James de su hermana que parecían tan unidos. Pero la triste realidad era, que el comité de la ciudad no tenía ningúna verdadera autoridad legal. Lo más que ellos podían hacer era hacer recomendaciones a los empleados de los Wards. Milo se había acercado a uno de los empleados cuando los niños que no fueron seleccionados para su adopción fueron conducidos de nuevo al tren, sólo unos minutos después de salir del Ayuntamiento de la ciudad. Edith no estaba segura de lo que realmente había ocurrido en la estación. Todo lo que sabía era que Milo salió de la estación de tren arrastrando un niño de 8 años de edad dando gritos y patadas detrás de él. Ginny sacudió la cabeza para despejarla y empujó para abrir la puerta del bar. No sorprendentemente, estaba lleno de humo en el interior y ella reprimió una tos. Sintiendo el peso de una habitación llena de miradas curiosas, se dirigió a la barra. "Disculpe". El camarero dejó de secar el vaso en su mano y la dirigió la vista hacia ella. "¿Me puede decir cual hombre es Milo Porter?" Ella miró alrededor del cuarto incómoda, sus ojos moviendose rápidamente pasando las caras envueltas con sonrisas ebrias. "Voy a ser Milo para ti, cariño," una voz ruidosa dijo desde el fondo del cuarto llamandola, haciendo que el lugar estallara en carcajadas. Ginny lo ignoró. El camarero puso el trapo que estaba utilizando con el vaso sobre su hombro. "¿Quién quiere saber?" Pero las palabras aún estaban colgando en el aire cuando sus ojos oscilaron hacia la dirección del piano polvoriento. Un hombre sentado en la mesa junto a este. Solo. Ginny no esperó la confirmación de que este era Milo. Tomo una respiración profunda y marchó a través del cuarto, sin deternerse hasta que se paró frente a una mesa pequeña, de madera que contenía 212
varios vasos pequeños vacíos y jarras de cerveza. "Sr. Porter? "su voz se elevó un poco al final, traicionando su esperanza de que este no era el hombre que había adoptado a su hermano. Milo era de casi cincuenta años, aunque parecía al menos quince años más viejo. Incluso con él sentado, ella se dio cuenta de que era alto, delgado pero con musculos fuertes. Su piel era pálida y cetrina, y lo que quedaba de su grasiento pelo negro y cano lo llevaba largo y colgaba lánguidamente alrededor de sus hombros. Un cigarrillo colgaba sobre los labios delgados y emitió una nube espesa que dio vueltas por su cabeza. El olor rancio, de licor y humo que brotaba de sus poros le dijo a Ginny que se trataba de su lamentable estado normal. Milo la observó con cautela. "¿Cuánto?" Su voz era áspera, como si justo se hubiera despertado. Ginny parpadeó un par de veces, pérdida. "¿Cuánto qué?" Milo dio una larga calada a su cigarrillo, luego lo ajusto de modo que estaba colgando de la comisura de la boca, casi pegado a su labio inferior. "Por un piquete en las barbas, chica. Qué más? Date prisa, porque yo no tengo todo el día." Eh? "Piquete?" Milo dejó que su mirada derivara de arriba abajo de su cuerpo, haciendo su intención clara como el cristal. Los ojos de Ginny casi se le salieron, y de repente ansió un baño muy caliente. En lejía. Su boca funcionaba en silencio por un momento antes de que ella dijera entre dientes, "Debe haberme confundido con otra persona." Eww. Preferiría atar rocas alrededor de mi cintura y luego saltar desde el puente de Brooklyn. La cara de Milo se quedó muy quieta. "Entonces, consiga el infierno lejos de mí," murmuró, obviamente desanimado. Él la despidió con el movimiento de una mano manchada de suciedad. "Estoy ocupado". Ginny no prestó atención a su reproche y levantó la barbilla un poco mientras hablaba. "Estoy aquí por James Robson." Milo tragó su boca llena de cerveza caliente a toda prisa y se limpió la espuma de la barbilla sin afeitar con el dorso de la mano. "Si yo no estoy recibiendo un piquete, ese chico enano seguro como el infierno que no." Se inclinó hacia atrás en su silla, haciendola crujir en protesta y una vez más ordenó a Ginny para irse lo más lejos posible. La joven se retorció las manos. "Yo no puedo irme. Usted no entiende. James es mi hermano." Milo entrecerró los ojos, por primera vez mirándola como algo distinto de una manera rápida, y probablemente muy cara, colocado. Ella tenía un parecido con el chico. A pesar de que él tenía rasgos más oscuros. Incluso en la penumbra de la barra Milo podía ver que los ojos preocupados de Ginny eran de un vibrante, color azul pálido y ociosamente se preguntó si los de James eran iguales. Después de un momento, se encogió de hombros. "Así que, es tu hermano. Porqué debo preocuparme?"
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Ginny apretó los dientes juntos. Ella se inclinó hacia delante y apoyó las palmas de las manos sobre la mesa pegajosa. Este hombre no era más que un borracho podrido. "Usted adoptó a alguien que ya tiene familia que lo quiere y lo ama." Aburrido, Milo hizo rodar sus ojos. "Fue una terrible equivocación. Y siento que haya sucedido, puedo decirle cuan apegado él está." Por mucho que lo intentó, no pudo evitar el sarcasmo de su voz. "Pero es mi familia y yo lo quiero de vuelta." Milo chasqueo su cigarrillo gastado al piso, deseando tener otro. "Bien." La boca de Ginny bruscamente se cerró. "A-acabas de decir bien'?" "Tómelo. El pequeño bastardo no es más que un dolor en mi culo. Es todo suyo." Los ojos de Ginny brillaron peligrosamente y su voz se convirtió en hielo. "Él no es un bastardo." "Ha! Entonces no conoces la pequeña mierda como yo." "¿Donde esta él?" dijo entre dientes, su temperamento flameante, y su resplandor lívido tragó entero a Milo. Ella había tenido suficiente de este hombre. Todo que quería hacer era recoger a su hermano. "¿Cómo debería saberlo?" Milo metió la nariz en su bebida, que él encontró infinitamente más interesante que esta molesta extraña. Seguro, era joven y suficientemente bonita, pero nunca se había preocupado por mujeres engreídas. Ginny podía sentir su presión arterial aumentando. Milo haciendo caso omiso de ella y ella luchado para mantener su voz, incluso, dandose cuenta que su ira estaba a ninguna parte. "¿Dónde está James en la escuela entonces? Voy a buscarlo. Usted puede permanecer aquí." Y beber su miserable vida lejos. Milo rió y negó con la cabeza, haciendo que varios mechones largos de cabello graso se pegaran a su cara y permanezcan allí. "¿Para qué diablos necesita ese niño más escuela? Te voy a decir lo que le dije a él. Una vez que puedes leer , más aprendizaje es una pérdida de tiempo. Mi tiempo." Ginny se apartó de la mesa, su espalda baqueta recta. Una carrera vertiginosa de adrenalina cantó a través de su sangre, y estaba a punto de hacer algo muy estúpido. Fácil. Si lo matas acabaras en la cárcel. "Sr. Porter-" "Basta de hablar." Vacilante, él se puso de pie. Se apoyó pesadamente a un lado. "Págame ocho dólares y el niño es tuyo. Nunca firme esos malditos papeles que la gente del orfanato me dio de todos modos." Se rió un poco, muy orgulloso por encontrar un uso adecuado para ellos. "Un mejor culo que limpie un hombre no se podía pedir." Los labios de Ginny se torcieron en repulsión. "Pagar?" Ella reconsideró su decisión de no hacer algo estúpido. "Mi hermano es un ser humano, no una vaca," ella farfulló. Este hombre era su peor pesadilla hecha realidad. Oh, James. "Él no puede ser comprado o vendido!" 214
"¿Oh en serio?" Milo desafió, su voz llena de condescendencia. "Dicelo a las personas del orfanato. La forma en que estaba actuando el niño, pensé que me pagaría a mí para tomar su pellejo sin valor fuera de sus manos." Se detuvo para dejar escapar un fuerte eructo, sonriendo cuando un hombre al otro lado de la barra levantó la copa hacia él en silencioso saludo. "Pagué cuatro no, cinco dólares para esa mierda sin valor." Extendió las manos en súplica. "¿No merezco un beneficio para mis problemas?" Ginny le dio una mirada de incredulidad, cualquier pretensión de cortesía hace tiempo ido. "¿De qué estás hablando? No deberías haber sido capaz de conseguirlo en primer lugar. No voy a pagar!" Pero incluso mientras decía las palabras ella estaba calculando el poco dinero que había dejado. No era casi suficiente. "Entonces no tenemos nada más que hablar." Milo dio varios pasos desiguales hacia la barra, y por primera vez Ginny se dio cuenta de que debajo de sus pantalones había una pierna de madera. No era un rasgo raro para los hombres de su edad, que habían tenido cruelmente partes de si estropeadas en la guerra entre los Estados. Ginny bloqueó su camino con su cuerpo. Él se alzaba sobre ella, y sin temor ella lo miró a los ojos vidriosos. "Sí lo hacemos." En un destello de movimiento, Milo agarró a Ginny y la lanzó sobre la mesa más cercana, boca arriba. Dedos huesudos envueltos alrededor de sus muñecas, presionándolos firmemente en el tablero de la mesa justo por encima de su cabeza. Ella lanzó un grito de sorpresa. Él colocó su cara tan cerca de ella que pequeñas gotas de saliva la rociaron cuando dijo entre dientes, "No me repliques, perra yanqui de pelo corto." En una voz mucho más calmada, él agregó, "No me gusta." Sabiamente, Ginny cerró la boca. El corazón le latía con tanta fuerza que le sorprendió que él no podía oírlo, y ella asintió dócilmente, con la esperanza de que aliviaría su violento temperamento. Su aliento olía a una cervecería y en ese instante se dio cuenta de que había sido una tonta incluso al tratar de razonar con un borracho. Milo sonrió cruelmente. "Eso está mejor. Puedo decir que eres pariente de ese bastardo. Él me replicó también." Su sonrisa aumentó cuando vio sus escalofriantes palabras registradas en la cara de Ginny. La sangre se le heló y ella tragó convulsivamente, su mente al instante dando visiones de James siendo herido. "¿Q-qué le hiciste?" Él se rió y acercó sus labios a los de ella. "¿Quieres saberlo?" Ginny no pudo encontrar su voz. Ella cerró los ojos y negó con la cabeza mientras su mente trataba desesperadamente de encontrar una manera de escapar. Él era mucho más fuerte de lo que parecía y, en lugar de luchar contra él, dejó que su cuerpo se aflojara bajo el suyo. "Aww". Milo parecía realmente decepcionado. "Es una pena". De pronto, la liberó de su cautiverio y llamó al camarero, "Pon las bebidas en mi cuenta." 215
"Milo", el hombre detrás de la barra gruñó, prestando atención ahora de repente que el sujeto era su dinero, "todavía me debes parte de la semana pasada." Milo se quejó para sí mismo mientras cojeaba hacia la puerta. "Me conseguiste un visitante esta noche," dijo él arrastrando las palabras, buscando a tientas la manija."Tendrás tu maldito dinero." La puerta se cerró detrás de él y Ginny dejó escapar un suspiro vacilante. Podría esto haber sido peor? Después de un largo segundo, ella salió de la mesa y sobre sus vacilantes piernas. Sus manos estaban temblando, y ella se abrazó a sí misma en silenciosa comodidad se dejó caer en la silla de Milo. "No, no, no. Esto no puede estar pasando. James, que es lo que te ha hecho?" Un hombre joven en pantalones de trabajo gastados vacilante se acercó a la mesa de Ginny y se aclaró suavemente la garganta. "¿Está bien, señorita?" Ginny alzó la vista en ojos llenos de vergüenza, frotándose sus muñecas que estaba segura estarían gravemente heridas. "No", dijo con sinceridad. "No creo estarlo." "Lo siento, yo hice." Hizo una mueca, su excusa por no hacer nada parecía mucho más cobarde ahora que él no estaba en peligro. Él se balanceó sobre los talones. "Milo tiene realmente un muy mal carácter. No quise-" "Está bien," Ginny le aseguró tranquilamente. Aunque en verdad, esto picara más que un poco. Ella se preguntó brevemente si los clientes en Smokey habrían continuado con calma disfrutando de sus bebidas y viendo, si Milo hubiera comenzado a golpearla, ella tembló- o peor. Habiendo dicho su pedazo, el joven dio vuelta para alejarse. La mano de Ginny salió disparada, encontrando un puñado de su manga. Ella le tiró suavemente a detenerse. "Espera," ella dijo ansiosamente. "¿Conoce a Milo?" "Supongo." "¿Me puede decir donde vive y trabaja? Cosas como esas?" Las cejas del joven se juntaron mientras consideraba su petición. Eso no sería inteligente. Pero "Bueno, no sé." "Por favor", ella rogó, no encima de otorgarle su más inocente, dulce sonrisa. Los ojos de él se suavizaron y ella podía ver que estaba vacilante. "Podría comprarle una bebida?" Su sonrisa se volvió hacia adentro cuando lo vio lamer sus labios a su oferta tentadora. Su mirada se desvió a la barra, y él se mordió el labio inferior. "Tal vez podríamos hablar durante un minuto solamente." Exactamente. Esto tomará un minuto. Lo prometo." Ginny le hizo un gesto para que él se sentara en la silla vacía junto a la suya. Ella no podía pagar por su hermano, y no quería correr el riesgo de traer a la policía o una agencia estatal en caso de que Milo estuviera mintiendo acerca de los trámites. A pesar de que no tenía ninguna duda de que ellos encontrarían a Milo no apto como padre, todavía 216
había la posibilidad de que ellos decidieran lo mismo de ella y poner a su hermano de vuelta en adopción. Ella hizo un gesto al camarero, deseando con todo su corazón que Lindsay estuviera aquí y que pudieran resolver esto juntas. Las cosas nunca parecían tan desesperadas u oscuras cuando estaban juntas. Había pasado menos de un día y medio y ya echaba de menos mucho a su compañera. Esta noche necesitaba la fuerza de Lindsay y su apoyo más que nunca, porque ella no permitiría que James pase un miserable día más con Milo Porter. Esta noche volvería para robarse a su hermano, y de alguna manera ella sólo sabía todo el infierno que estaba a punto de soltarse. *~*~*~*~* Era bien pasada la noche cuando Ginny comenzó su camino a la ruinosa casa de Milo. Ella había averiguado más de lo que esperaba sobre el hombre que tenía a su hermano, y había escuchado con interés cuando le dijeron que, a lo largo de los años, Milo había tratado de dejar de beber varias veces, sólo para ser atraído de nuevo a la botella cada vez. Como ha muchos soldados, la guerra había cambiado a Milo. Y la gente del pueblo en Troy le dio un gran rodeo evitandolo. A pesar de lo que se convirtió más tarde en la vida, había empezado como un joven serio, que había luchado valientemente por su casa y su forma de vida. Él simplemente había perdido más de lo que podía soportar y por alguna razón, el único lugar donde creía que podría reclamar una pequeña parte de ella estaba en el fondo de una botella. Edith y Trudy habían preparado a Ginny y Lewis una abundante cena, el cual Lewis inhaló y Ginny seleccionó con su tenedor. Su estómago estaba en nudos y comer en este punto no era una opción. Después una larga discusión con Lewis, Edith, y Trudy que había reducido al chico hasta las lágrimas, se dirigió a reclamar James. Una espesa niebla se adhería al suelo y envolvió a la ciudad en una niebla empalagosa. Las calles adquirieron una calidad misteriosa, encantada que hizo estremecerse a Ginny. Ella tomó una profunda bocanada de aire que olía a leña quemada y tierra húmeda mientras se movía lentamente por las calles desiertas de Troy en una calesa que había tomado de Edith. Troy era una ciudad mayormente soñolienta y sus residentes desde hace mucho tiempo habían extinguido sus linternas y estufas cubriendolas, estableciéndose a sí mismos para pasar la noche fría. El rítmico clippity-clop de los cascos de la yegua mezcladas con los sonidos de zumbido de los insectos y el leve aullido del viento cuando Ginny guió la calesa en un liso pero solitario camino transversal. La linterna encendida, que cuelga de forma segura de un poste montado delante de la calesa apenas cortado en la niebla. Se encontró concentra cuando miró detenidamente en la neblina, tratando de distinguir el camino delante de ella y las casas junto a este que eran un retroceso del tráfico. Las manos de Ginny inconscientemente apretadas sobre las riendas. De repente se sentía muy sola, su anhelo por su compañera tan abrumadora que casi detuvo la calesa y dio la vuelta para Talking Rock. Pero no sin mi familia.
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A su derecha, un matorral pesado desapareció y fue reemplazado por una cerca alta negra de hierro forjado. A través de la cerca, podía ver las cimas húmedas de lápidas de granito que asomaban de la niebla cuando la neblina se movió y rodó por la brisa. Sintiendo un escalofrío colarse sobre ella, junto los bordes de su abrigo y enterró su nariz en la tela áspera, su propia respiración enviando un remolino de niebla en el aire. Se había cambiado de nuevo en sus pantalones y camisa, pero a pesar de su calor, la piel de gallina persiguió arriba y abajo de sus piernas. "Whoa," susurró ella, tirando de nuevo de las riendas. La yegua gris moteada resopló una vez, las inhalaciones de vapor que se escapa de sus fosas nasales grandes y negras. Giró la cabeza dos veces, agitada por la orden de detenerse. Ginny tiró hacía atrás de nuevo, esta vez bruscamente, y la yegua llegó diligentemente a un alto. Ginny puso el freno de mano y desenganchó la linterna. Ella acarició suavemente los músculos gruesos a lo largo de cuello liso negro del caballo cuando paso. "Volveré pronto." Espero. Le dio una suave palmada. "Estate lista para correr." Las puertas del cementerio chirriaron muy fuerte cuando Ginny empujó contra ellas con una mano. El metal frío, mojado picó su palma y se limpió en su abrigo, antes de dejar la linterna hacia abajo y usar su peso corporal para forzar su camino. Recuperando la linterna, ella comenzó a recorrer cuidadosamente el camino que supuso conduciría a la choza del sepulturero. La casa de Milo.
El joven en el bar le había explicado con gran detalle que la mayoría de la gente cree que el antiguo cementerio esta embrujado y, aunque la ciudad había contratado a varios hombres como sepultureros lo largo de los años, ninguno de ellos había durado tanto como Milo, cuyos demonios no eran, al parecer, de la variedad fantasmal. Él era bien pagado por su problema, recibiendo $1.50 por cada fosa que cavaba y pensión libre en la casa pequeña, en mal estado que hacía las veces de cobertizo de suministros para el cementerio y la iglesia cercana. La gripe había golpeado Troy en el invierno de 1888 a 1889, y esto estaba tratando a la ciudad para un llamamiento de telón insano este año. Milo tenía un flujo constante de negocios, pero era demasiado barato para contratar a alguien para ayudarlo cuando estaba ocupado. En cambio, había tomado a James. "Yeow!" Ginny saltó de su piel como un conejo se precipitó a través del camino y directamente sobre sus pies. "Dios." Se cubrió la cara con su mano, con el corazón latiendo tan violentamente que pequeños puntos bailaban delante de sus ojos por unos segundos. Detente, estúpida, se dijo. Fue sólo un conejo. Un suspiro tembloroso. Sólo un conejo. Concentrate. Ella no tenía un plan verdadero, Ginny admitió para sí misma mientras caminaba en silencio por el camino de tierra desigual. Esperar hasta que Milo se durmiera; colarse en la casa; arrebatar a James; y correr como el diablo. Era simple, pero a ella le gustaba eso. Su sonrisa se volvió un poco depredadora. Lápidas alineadas por el camino que comenzó poco a poco a inclinarse hacia arriba, y con un cambio del viento la niebla despejada y pudo ver la casa enclavada entre dos crujiendo árboles de abedul. Era un poco más grande de lo que esperaba y el viento llevó el fuerte olor a madera podrida, humo y rancio lúpulo. Él trata de hacer su propia cerveza. Y haciendo un pésimo trabajo. 218
La casa estaba a oscuras pero podía ver la silueta oscura del humo ya que iba a la deriva desde la chimenea. Ginny sintió un poco de emoción revuelta dentro de ella. No tendría que esperar. Era el momento. Con cuidado uso la manga para limpiar la suciedad de una de las ventanas de la fachada, pero no sirvió de nada. El cristal estaba tan sucio que la luz de la luna no podía penetrarlo y no pudo atrapar siquiera un atisbo del interior. No queriendo enfrentarse a sorpresas cuando entrara en la casa como un perro vicioso o Milo y una calibre doce, lentamente dio vueltas alrededor detrás de la casa para volver a intentarlo. A mitad de camino, su cabeza se giró hacia los lados en el débil sonido de voces incorpóreas que vienen de la niebla. Ladeó la cabeza al escuchar, oyendo la voz rasposa de Milo y la de otra persona, un niño. James? Ella articuló en silencio. Por favor, que sea él. Ginny se movió hacia las voces, teniendo cuidado para no tropezar con las lápidas y las raíces que sobresalían de forma desigual desde el suelo. Vio una linterna tenuemente brillando en la distancia, que desapareció y volvió a aparecer cuando el viento arremolinaba la niebla. Ginny abrió la puerta de su propia linterna y apagó la flama. Se detuvo muerta en su trayectoria, su mente acelerada y sus ojos que parpadeaban rápidamente a medida para ajustarse teniendo sólo la luz de luna para guiarse. Se arrastró hacia adelante, teniendo cuidado de mantenerse abajo en la tierra y fuera de la vista. Podía ver claramente a Milo, con el rostro iluminado por la pequeña linterna colocada junto a él. Pero Ginny todavía no podía ver a quién exactamente él estaba hablando. "Sigue cavando'." Milo hizo una pausa para tomar un trago. "O vamos a estar toda la noche." Otra palada de tierra fue arrojada fuera del hoyo. "Estoy tratando." La garganta de Ginny se cerró cuando la voz envolvió su camino alrededor de su corazón. James. Las lágrimas brotaron abundantemente tan rápido, que no podía pararlas. Por fin. La cabeza de James de repente emergió de la tumba parcialmente terminada. Ginny se escondió detrás de un árbol, lo suficientemente cerca para ver sus caras y oler el rico suelo siendo removido por la pala. El pelo de James estaba más largo de lo que nunca había visto y colgaba en sus ojos. Él parecía más pequeño de lo que recordaba. Las palabras de Milo se arrastraban. "Esfuerzate más." Se sentó en un extremo de la tumba, una media botella vacía colgando flojamente en una mano, con los pies colgados en el hoyo cuando James continuó cavando. Ginny sintió la tierra alrededor de sus pies. La hierba estaba húmeda, pero aún frágil, y después de un momento de silencio torpe levantó una roca del tamaño de un gran manzana. Ella dejó la linterna abajo y contuvo el aliento, esperando el momento correcto. Saltó cuando oyó un fuerte chasquido. "Vaya, mierda, chico!"
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James perturbado salió del hoyo, lanzando la pala en el suelo justo fuera de eso. "Lo siento. Realmente. Lo siento", dijo con voz temblorosa, retrocediendo visiblemente cuando Milo se levantó tambaleándose. "Rompiste la pala!" James dio un paso hacia atrás y levantó los brazos para protegerse. Ginny sintió una oleada salvaje de ira por el gesto defensivo, sabiendo en su corazón que él había sido golpeado por este hombre. Sus nudillos se volvieron blancos mientras agarraba la piedra en su mano con tanta fuerza que era doloroso, y se imaginó silenciar su voz cruel estrellando la roca en la cabeza de Milo. El sentimiento la asustó, pero en lugar de tratar de combatirlo, lo abrazó. Lo necesitaba ahora. James dio un paso vacilante hacia Milo, que había tomado la pala en sus manos, examinándola con movimientos espasmódicos, furiosos. "Fue un accidente, lo juro. T-tal vez pueda a-arreglarlo." Su tartamudeo aterrado hizo un agujero en el corazón de Ginny y las lágrimas hicieron borrosa su visión. Milo cogió la pala de la mano de James y la levantó como si él fuera a golpear al niño con ella. Los ojos de Ginny se abrieron, y ella tomo una respiración profunda para saltar de su escondite. Antes de que pudiera dar un paso, sin embargo, Milo bajó la pala. Tomó un largo trago de la botella todavía en su mano, vaciandola y apuntando a James. "Te quedas aquí. Voy por otra pala." Miró a la linterna, pero decidió no tomarla. Él conocia cada pulgada del cementerio, con luz o no. "Si te envío esto va a tomar demasiado maldito tiempo", murmuró, cojeando hacia la casa. La pelirroja tenía sólo un segundo para decidir qué hacer. Se mordió el labio inferior con tanta fuerza que probó la sangre mientras su corazón exigió que Milo pagara por tener que tocar a James. Pero para su consternación, su cabeza le ordenaba esperar. Era una de las cosas más difíciles que jamás había hecho, y un ligero sudor estalló en su cara y cuello mientras se debatía con ella misma. Pero al final, ella permitió que la parte más razonable de su naturaleza triunfará y dejo pasar a Milo. La niebla se cerró en torno a él en tan sólo unos segundos, pero esperó hasta que ya no pudo oír vociferar sus maldiciones y pesados pasos antes de salir de su escondite. Se humedeció los labios con nerviosismo. "James?" dijo quedamente, esperando que su voz sonaba más firme para él que lo hizo a sus propios oídos. El chico se dio la vuelta, y sus ojos en forma de lunas gemelas mientras miraba a su hermana. Ginny pudo ver que estaba aterrorizado, y ella dejó de caminar hacia él, temerosa de que se fuera si daba otro paso. "James, cariño," dijo calmadamente, "soy yo. No tienes que tener miedo. Te he estado buscando por todas partes." James sacudió la cabeza violentamente, dispersando sus mechones sucios en sus ojos. "¡No! ¡Estás muerta!" 220
"Shhh!" Ginny presionó su dedo en sus labios. "Él te oirá." Ella extendió la mano hacia él. "No estoy muerta. He venido a llevarte lejos de aquí. Vamos" ella empujó suavemente. "Te lo explicaré todo más tarde." Rápidamente, comprobó por encima de su hombro y tragó nerviosamente. La casa no estaba lejos. Ellos no tenía mucho tiempo. "Tenemos que salir antes de que vuelva." "Eres un f-fan-fantasma." Se volvió de nuevo a James. "No, soy tu hermana. Y soy muy real. Por-" Él empezó a escabullirse, cayendo casi al instante y gritando de terror. "Aléjate de mí!" Cristo. Ginny dejó caer la roca y se lanzó hacia adelante, agarrando su chaqueta sucia con las dos manos antes de que él desapareciera en la niebla. "Soy yo, James. No soy un fantasma. No te lastimare!" "No puedes ser tú!" Ginny estaba pérdida. "Soy yo." Él empezó a luchar, sus delgados brazos y piernas agitándose en todas direcciones. Cogido la pala rota y la usó como un arma, golpeando la cabeza de metal contra el muslo de Ginny. Ginny gritó de dolor cuando el poderoso golpe la dejó caer de rodillas y envíando a James a estrellarse contra el suelo junto con ella. "Aléjate de mí!" aulló, todavía tratando de liberarse de su agarre. Él golpeó la linterna en la tumba, apagando su llama y envíandolos más profundamente en la oscuridad horrible. "No puedes llevarme a la tumba. No te dejaré!" Ginny respiró rápido, sorprendida por la fuerza de su golpe inesperado, punzante, pero de alguna manera ella mantuvo el control sobre el cuerpo tembloroso. "James, detente!" ella ladró con autoridad, haciendo que él se quedara inmóvil a medio ataque. El cementerio se quedó en silencio y por un segundo el mundo se detuvo. Ambos tenían sus respiraciones jadeantes, calientes saliendo de sus bocas abiertas. James comenzó a llorar, seguro de que iba a ser arrastrado hacia abajo en una tumba por un fantasma. Justo como Milo había dicho. Ginny podía ver su pulso golpeando contra su pálida garganta, y ella vacilantemente soltó su abrigo con una de sus manos y suavemente, pero con firmeza, ahucó su barbilla y la levantó, forzando su cabeza hacia arriba de modo que él tendría que mirarle a la cara, a sus ojos. Lo que ella vio a través de la luz de la luna sombría le hizo tan mal físicamente como furiosa. "Oh, querido." Su mirada se suavizó y una débil sonrisa preocupada cruzó su cara. "Lo siento tanto. Todo va a estar bien ahora, lo prometo." Su cara era una miríada de contusiones viejos y nuevos. Y sus mejillas estaban hundidas y cetrina. Como un animal acorralado, sus ojos llenos de miedo iban de un lado a otro mientras él
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buscaba un medio de escape. Ella estaba segura de que él no había visto el sol durante días y una buena comida durante más tiempo que eso. "James," susurró ella, el nudo en su garganta haciendo una expresión dolorosa. "Soy yo." Ella esnifó y ardientes lágrimas corrían por sus mejillas, diminutas briznas de niebla levantadas de cada rastro mojado. "¿Ves?" Con ternura, corrió el pulgar por la mejilla temblorosa. "No soy un fantasma." Su voz se quebró, pero ella siguió adelante. "Soy tu hermana." Algo hizo clic detrás de los ojos y pudo ver el amanecer de la chispa del reconocimiento allí. Ella abrió la boca para decir algo más cuando oyó a Milo acercarse rápidamente. "¿Quien esta ahí?" el hombre llamó a través de la niebla, su pierna de palo y la pala que estaba usando como bastón golpeteando fuerte contra el suelo mientras se movía más y más cerca. Ginny se levantó, haciendo una mueca cuando se apoyó en su muslo y levantando a su hermano con ella. "Tenemos que irnos, James. Ahora mismo." Se quedó mirando a Ginny, todavía no estába convencido de que ella era real. "Pe-pero el orfanato dijo-" Ginny dejó escapar un suspiro de frustración. "Mintieron. Todo esto ha sido una mentira. Vamos," ella empezó a tirar con fuerza sobre su manga. "Tenemos que irnos ahora!" Las palabras infaliblemente le recordaban a Lewis y el tren de Talking Rock. Ella se determinó que esto iría mejor y estaba a punto de simplemente recogerlo y llevárselo cuando Milo apareció fuera de la niebla, no cinco pies delante de ella, colocado James entre ellos. El hombre miró a Ginny por un momento, tratando de recordar donde la había visto antes. Había algo diferente en ella ahora en ropa de hombre. "Eres esa perra de Smokey," finalmente acusó, su cara torcida cuando su memoria difusa se enfocó. James se molestó con las palabras de odio de Milo. Incluso si Ginny era un fantasma, nadie debía hablarle a su hermana de esa manera. "Ella no es así, bast-" Sus palabras fueron cortadas cuando Ginny envolvió su brazo alrededor de él y lo empujó detrás de ella mientras daba un paso hacia delante, poniéndose entre James y Milo. "Hablamos esta tarde, Sr. Porter," ella dijo de manera uniforme, con la esperanza de impedir lo inevitable hasta que pudiera conseguir a James fuera de allí. Una confrontación directa no era lo que había querido, pero ahora que no tenía otra opción, una extraña sensación de resolución la inundó, dejandole mas confianza de la que había sentido la primera vez que entró en el cementerio. Ella podía hacer esto. Tenía que hacer esto. "Le dije que estaba aquí por mi hermano." Su voz se profundizó y adquirió un tono amenazante que James nunca había oído antes. "Lo dije en serio." Inexplicablemente, Milo rió una risa espantosa, áspera y baja. "Puedo ver eso, muchacha." Él levantó la pala en sus manos un poco, asegurándose de que ella la viera." Pero eso no va a pasar. Él es mío, comprado y pagado." Inquebrantablemente, sus ojos se encontraron y se sostuvieron.
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"James," dijo Ginny después de un puñado de segundos cargados, "sal por las puertas delanteras. Hay una calesa esperando por nosotros. Metete en la calesa y si no estoy allí en un minuto, condúcela hacía la ciudad. Te encontraré." Él agarró su abrigo mientras su voz se convirtió en pánico. "Ginny?" "No te muevas, chico!" Milo con voz ronca, señalandolo con un dedo enojado en lo poco que James no se ocultaba detrás de Ginny. "Ella no es tu jefe." Ginny alcanzó alrededor y dio unas palmaditas en la mano de James, entonces suavemente curioseó los dedos fríos de su abrigo de lana. "Ve ahora. Estaré ahí." Era una mentira, y ambos lo sabían. Ella iba a asegurarse que Milo no pudiera seguirlo fuera del cementerio. Había sólo una manera de hacer eso. El chico dio un paso vacilante lejos de su hermana, deteniéndose cuando vio la mirada indescriptible en la cara de Milo. A James le parecía un demonio, rodeado por la niebla espesa y bañado por la luna. "Un paso más, muchacho, y no serás capaz de moverte durante un mes cuando acabe contigo," Milo advirtió oscuramente, con los ojos brillantes de rabia. Despacio, James giró su cabeza. Él no sabía qué hacer y miraba a Ginny en cuestión. Ella le dio una sonrisa acuosa y una breve inclinación de cabeza. "Todo irá bien, James. Va a ser de esa manera." Y esta vez no voy a estropearlo."Ve". Se desató el infierno. Cuando James dio un paso gigante para huir, Milo rugió y se lanzó hacia el chico. Ginny se lanzó hacia delante para interceptarlo y en el mismo momento, otra figura salió de las sombras, sorprendiendolos a todos. James gritó, con los pies pegados al suelo mientras observaba con horror confuso. Milo se estrelló contra Ginny. Cuando ella se movió, el cuerpo de él simplemente siguió cayendo, hasta que cayó inerte en el suelo. Cuando él cayó lejos, Ginny pudo ver una muy agotada, despeinada Lindsay de pie detrás de él, la roca que Ginny había dejado caer anteriormente agarrada con fuerza en su mano y el goteo de la sangre carmesí. Ginny parpadeó un par de veces y su boca se abrió. "Lindsay?" Sin pensarlo, saltó sobre el cuerpo caído de Milo y se propulsó en los brazos que esperaban de su mejor amiga. Lindsay presionó su cara contra la mejilla fría de Ginny y cerró los ojos, meciendola lentamente. "Soy yo", susurró, con avidez bebiendo de su cercanía con una sensación de alivio y satisfacción tan profunda que la sintió todo el trayecto hasta los pies." ¿No piensas que te desharías de mí tan fácilmente, ¿verdad?" Ella cerró los ojos y apretó su agarre en Ginny, que estaba progresando rápidamente por llorar a sollozos. "Y dices que me meto en problemas?" bromeó débilmente. Ella presionó sus labios a la oreja de Ginny, primero suavemente besandola, entonces pidiendo en voz tan
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baja que apenas oyó Ginny."Por favor, no llores. No me gusta cuando lloras," A pesar de que sus propios ojos brillaban por las lágrimas contenidas. Ginny se echó hacia atrás para mirar a Lindsay, pero no soltó su abrigo, sin atreverse a dejarla ir. "Sabía que nos ibas a encontrar." Ella la miró de arriba a abajo, asegurandose la presencia de Lindsay. "Pero todavía no puedo creer que estés aquí." Ella colocó la palma de su mano en la mejilla de Lindsay. Cuando la mujer más oscura se inclinó en el toque con un sentimiento de anhelo y la felicidad escrita por toda la cara, la boca de Ginny estalló en una sonrisa genuina, aunque cansada. Milo comenzó a moverse y James cogió la pala a sus pies. Él estudió la cara del hombre por un largo segundo, sus manos contra el esfuerzo de flexionar contra la manija de madera. Con esfuerzo, levantó la pala por encima de su cabeza, la intención de aplastar el cráneo sin valor de Milo. Cerró los ojos y se balanceó con todas sus fuerzas. Sólo para que la herramienta se detuviera a media oscilación por la mano de hierro de Lindsay. "No" Ella se lamió los labios mientras rápidamente quitó la pala de las manos de James. Ella deliberadamente no veía a Ginny. "Lo haré." Él no sabía quien era esta mujer en pantalones, pero un vistazo al conjunto determinado de la mandíbula y la fiereza en sus ojos, y él sabía que ella dijo lo que quería decir. Él se echó hacia atrás, listo para dejarla acabar con Milo, pero todavía demasiado débil de corazón para verlo. Los ojos de Ginny dieron la vuelta. "Lindsay?" Lindsay levantó la pala alto en el cielo de la noche, agitandola mientras retorcía la herramienta en sus manos, convirtiéndose la cabeza afilada de la pala en un hacha con su intención. La cuchilla cantó a través del aire cuando ella la puso de nuevo en movimiento hacia abajo. "Lindsay, no!" Ginny alargó la mano, tratando de detenerla, pero ya era demasiado tarde. El sonido del golpe resonó en la noche, causando que tanto Ginny y James saltaran. "Lindsay uhhh." Ginny casi se desmaya de alivio cuando se dio cuenta de que Lindsay no había cortado la cabeza del hombre limpiamente, aunque una gran parte de ella no estaba segura de que podría haberla culpado si lo hubiera hecho. Milo se quejó al igual que Lindsay comenzó a palancar para extraer la hoja de la pala profundamente incrustada en su pierna de palo. Justo cuando él se despertó, Ginny lanzó su cuerpo a través de él para inmovilizarlo. "De nuevo!" soltó, y Lindsay osciló, esta vez cortando la pierna vinculada a la rodilla. Desorientado, Milo comenzó a golpear y gritar, y James literalmente arrastrado por Ginny fuera de él antes de que pudiera averiguar lo que habían hecho. Lindsay distrajó al hombre alto lanzando la pala con fuerza contra su pecho. "Uff." El viento fue forzado de sus pulmones y él jadeó entrecortadamente.
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Ella se dejó caer al suelo y utilizó sus pies para darle un fuerte empujón que lo hizo rodar directamente a la tumba a medio cavar, su cuerpo aterrizando con un golpe sordo. "No es agradable golpear a mujeres y niños pequeños," Lindsay entre dientes mientras se levantaba. El estómago de Ginny se apretó y ella habló por encima de un enfurecido Milo, maldiciendo medio coherente, "No vas a-" Miró a la tumba, y luego a la pala en la mano de Lindsay. Lindsay tiró la pala a un lado y sacudió la cabeza. "Puedo ser una perra, pero no estoy loca." Su compañera le dio una mirada severa. "No lo eres y lo sabes, Lindsay Killian." Los ojos de Ginny lo decían todo, y Lindsay le regreso una sonrisa, esperando de ellas lo hicieran bien. Ginny sacudió la cabeza con asombro. "¿Cómo?" Lindsay levantó la mano. "Te lo diré una vez que salgamos de aquí." Ginny asintió. Había tiempo para explicaciones y una reunión más privada más tarde. En este momento necesitaba ocuparse de un muy asustado pequeño niño. Ella estiró la mano para James y él se apartó de su toque. Ella parpadeó. "Qué? cariño, ¿qué te pasa? Milo es ruidoso," ella señaló vagamente la tumba que contiene al hombre maldiciendo", pero él no puede venir detrás de nosotros ahora. Solamente yo. Y-" La cara de James era una mezcla de ira, dolor y miedo. "Voy a las puertas." Y con otra palabra desapareció en la niebla. Lindsay tomó la mano de Ginny y la apretó. Ellas se miraron, luego se volvieron y corrieron tras él, ninguna dispuesta a dejar ir su agarre sobre la otra. "Lindsay," Ginny jadeó mientras trotaban hacia lo que esperaban era el camino de tierra que conducía a la puertas. Lindsay a punto de tropezar y Ginny tiró de ella hacia atrás en posición vertical con las manos enlazadas. "Gracias. Qué?" "Ni siquiera pienses en salir de mi vista por un buen rato." Lindsay sonrió. "Te amo, también."
Capítulo 14 El regreso en la calesa fue en su mayoría tranquilo, con James sentado junto a Lindsay en lugar de Ginny y negandose a reconocer siquiera la presencia de su hermana. La linterna había sido olvidada en el cementerio, así que el viaje a través de la niebla era lento, arrastrando el doloroso silencio.
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Este no fue el reencuentro que Ginny había anhelado. Pero yo lo encontró , se dijo mientras guiaba el vagón por el camino largo y sinuoso que conducía a Edith y la casa Prebélica de Trudy. Y él estaba vivo y bien. Ella echó una mirada de reojo a la pálida cara de su hermano. Dejó escapar un suspiro sentido. Por lo menos en su mayoría. Lindsay envolvió su mano alrededor de Ginny, sintiendo las riendas enredarse con sus dedos. Se inclinó hacia un lado y golpeó los hombros con la mujer más joven. "Va a estar bien," ella susurró. Ginny asintió, pero Lindsay podía ver que su corazón no estaba en ello. Un cambio de tema estaba en orden. "Así que," comenzó ella, "¿a dónde vamos?" ella recibió un suave apretón en su mano como agradecimiento. "Vamos a la casa de Edith Pigg." Lindsay resopló, dibujando una explosión sorprendida de risa de Ginny. "Dios, Lindsay, es la misma reacción que Lewis tenía." Su mirada se volvió afectuosa. "Debería haber sabido que harías lo mismo." La cabeza de James se disparó ante la mención del nombre de su hermano. Él lamió sus labios, tratando de parecer casual, pero fallando miserablemente. "Lewis esta aquí?" Ginny contuvo una sonrisa, al menos eso lo había hecho bien. "Seguro que si. Lo encontramos y lo trajimos con nosotras." Se detuvo por un momento, recopilando sus pensamientos. "Hemos estado buscandolos por semanas. Por todos ustedes." Nosotros? James se moría por preguntar, pero se mordió la lengua. Él no le daría la satisfacción de hablar con ella. No después de que ella los había dejado y les permitió ser enviados lejos y separados. Ginny esperó pacientemente, viendo la pregunta en sus labios. Él nunca la expresó y ella sintió que su creciente irritación junto con el dolor que retorcía las tripas en nudos. Si había aprendido una cosa del incendio que casi destruyó a su familia era que el tiempo es fugaz y en ocasiones no había segundas opotunidades. Nunca más volvería a permitir que las cosas fueran sin decir a la gente que amaba. "Whoa." Ella tiró del caballo para que se detuviera y pudiera concentrarse en su hermano. Lindsay se echó hacia atrás un poco para que Ginny fácilmente pudiera mirar a través de ella. James se retorció bajo la mirada seria de Ginny, pero no se atrevío a mirar hacia otro lado. "Sé que estás enojado conmigo, James," empezó en voz baja. "Y sé que no entiendes lo que pasó o donde fui después del incendio. Te lo explicare todo. Pero por ahora lo que tienes que saber es que no te deje a propósito." Ella tragó convulsivamente. "Yo no haría eso." Las lágrimas llenaron sus ojos, pero él se negó obstinadamente a dejarlas caer. Lindsay observó la batalla de dos voluntades fuertes, sabiendo quien ganaría con el tiempo, pero igualmente segura de que esa victoria no iba a pasar esta noche. Ella sabía lo que James sentía demasiado bien. Ningunas palabras dulces, sin importar cuán sinceras o incluso ciertas, arreglarían eso. 226
Ginny siguió adelante. "Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para estar juntos de nuevo, James." Un peso pesado se instaló en su pecho. Ella podía ver que o bien no la creía o no se preocupó. No podía decir cuál. "Te amo y siento todo esto que sucedió," dijo tranquilamente, volviéndose hacia el gran caballo y dando a las riendas un golpe seco firme. El vagón se sacudió hacia delante, y los pensamientos de Ginny giraron hacia adentro. Tiempo, es lo que todos necesitaban, ella decidió. Tiempo para sanar. Tiempo para perdonar. Y tiempo de mirar hacia adelante y afrontar el futuro con más anticipación que el miedo. James apenas se mantenía conteniendose. Las emociones dentro de él se agitaban violentamente, y no sabía si gritar o correr y ocultarse. Estaba furioso, y el dolor se había apilado sobre la herida hasta que no creía poder doler más. Después de varios minutos, finalmente reunió una evasiva, "Oh." Incluso en la penumbra Ginny podía ver los pliegues sucios sobre su frente aliviarse y escuchó el crujido del asiento mientras él se relajaba un poco contra ello, inconscientemente respondiendo a las palabras de consuelo de su hermana mayor. Era una pequeña victoria y ella con avidez la agarró con ambas manos. El silencio entre ellos se espesó de nuevo, pero fue menos tenso que antes. De repente, Lindsay golpeó a James en el brazo y le tendió la mano. "Soy amiga de Ginny, Habichuela. Encantado de conocerte." Ginny ensanchó los ojos. No los había presentado? Mierda. "Lo siento", murmuró con timidez. El chico parpadeó un par de veces, sorprendido por la voz de Lindsay; la desconocida no había hecho más que susurrar a Ginny una o dos veces desde que habían salido del cementerio. Él a regañadientes extendió la mano y sacudió la de ella mucho más grande. James la observó con curiosidad, preguntándose quién era y por qué Ginny parecía estar pegado a ella como pegamento, y sobre todo por qué estaba allí en absoluto. Por último, hizo una cara, decidiendo que el apodo de verduras era estúpido. "Ella", señaló con el pulgar a su hermana, "no te llama Habichuela, quiero decir. Ella te llama Lindsay. La oí." Lindsay se encogió de hombros. "Lo sé. Pero eso no significa que tu lo tengas que hacer. De hecho, sólo dos personas especiales en todo el mundo me llaman Lindsay." Personas especiales? "¿Cómo te llama Lewis?" preguntó con escepticismo. "Lindsay, por supuesto. Pero somos buenos amigos." Ella sonrió interiormente ante el ceño inmediato de James. "Por supuesto, podrías ser un buen amigo, también si quieres." Mantuvo su voz ligera y sus ojos fijos hacia adelante. La niebla empezaba a escasear y le pareció ver la silueta de una casa grande por delante. James se mordió el labio inferior, no le gustaba la idea de que Lewis era una persona "especial" y él no lo era. Y esta mujer había dado una paliza a Milo y había cortado su pierna, que era, en opinión de James, mejor que su cumpleaños y la Navidad todo en uno. "Yo um bueno, supongo que podría llamarte Lindsay, también. Digo, si eso lo hace Lewis."
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Lindsay bajó la mirada y le dio una sonrisa brillante, encantadora al pequeño niño ante los ojos de Ginny. Ella entendió completamente cómo él se sentía y sólo apenas pudo reprimir el impulso de parar la calesa y darle a Lindsay un gran y descuidado beso. "¡Estupendo!" Lindsay apretó la rodilla de James. "No puedes tener demasiados amigos." Se quedaron en silencio por un momento mientras Ginny tiró de la calesa a la parte trasera de la casa y en la puerta abierta del establo. Una linterna montada en la puerta había sido iluminada, a la espera de su regreso. "Así que Ginny es tu amiga especial, también, cierto?" él preguntó mientras se bajó de un salto de su asiento. Lindsay parpadeó inocentemente a Ginny, que parecía como si se hubiera tragado la lengua. Ella soltó la mano de la pelirroja y le dio unas palmaditas en la espalda mientras Ginny se ahogaba, sacudiendo la calesa entera. "James," Lindsay se rió, haciendo caso omiso de la punzada que le causaba dolor de garganta. "Eso es exactamente lo que ella es." *~*~*~*~* Lewis había estado esperando por ellos en el salón, y cada poco de calor y la alegría que su reunión con Ginny había carecido fue compensado por la bienvenida que recibió de Lewis. Los dos chicos se abrazaron y rieron y puñetazos entre sí sin descanso, pero con cuidado, cuando los abrazos crecieron demasiado embarazoso. Edith y Trudy habían dejado calentado agua para un baño, el razonamiento de que cualquier chico que había estado viviendo con Milo Porter necesitaría uno antes de ir a la cama. Después de un largo baño, James estaba demasiado cansado para luchar con Ginny cuando ella le secó y lo llevó a la cama. Ginny finalmente vio un tramo de genuina sonrisa en el rostro de James y un poco de su corazón se puso a gusto por la vista. Ella metió a ambos chicos en la cama en uno de los dormitorios de repuesto proporcionados por sus anfitrionas y les dio a cada uno un beso en la mejilla antes de decir buenas noches. Estaba encantada cuando James permitió el gesto de afecto y no se perdió el guiño soñoliento de Lewis. Ella tenía un co-conspirador en ese chico y estaba segura de que él trabajaría sobre su hermano triste. Ginny sonrió cuando escuchó que James susurro a Lewis sobre su nuevo pelo corto y su extraña ropa. Levantó la lámpara de la cómoda y la utilizó para guiarla por el largo pasillo oscuro. Podía ver el contorno de perfil desgarbado de Lindsay en las sombras, apoyándose contra la pared al final del pasillo. Ginny sonrió inconscientemente a la vista. "No vas a creer lo mucho que te he extrañado", dijo cuando se puso a la par con la otra mujer. "Claro que lo haría," Lindsay susurró, sus labios curvándose en una sonrisa en respuesta. Ginny levantó la mano y trazó el rostro de Lindsay. Círculos oscuros rodeaban los ojos cansados y se imaginó que en este punto no se veía mucho mejor ella misma. Sus dedos bajaron por la piel sedosa de la mejilla de Lindsay, parando en la barbilla cuando trazaron sobre algo áspero. Pensando que era una mancha de barro, mientras trataba de limpiarlo con el pulgar. Lindsay respiró a través de los dientes apretados. Jon Bergquist había dado puntadas diminutas y la piel todavía estaba sensible. 228
"Oh, Dios. Lo siento. No tenía intención de lastimarte-" Ginny levantó la lámpara más, encontrando un pequeño, pero profundo corte en la forma de una pequeña C' en la barbilla de Lindsay. Sus ojos buscaron los de Lindsay desesperadamente. "¿Qué te pasó? ¿Estás bien? ¿De verdad?" La mirada de Lindsay se suavizó y enroscó su mano en el pelo rojo y espeso y suavemente tiró de la cabeza de Ginny hacia delante, rozando su boca contra cálidos, tentadores labios. "Ahora lo estoy," respiró ella, presionando su frente a la de Ginny. "Yo también. Cuando vas a decirme? Qué?" Ginny frunció el ceño y se apartó, sustituyendo su frente por su mano "Tienes fiebre", acusó con voz mezclada con preocupación "Me temía esto." Y te amo hasta la muerte y no puedo soportar la idea de que estes enferma. "Creo que estoy cogiendo un resfriado." Ginny dejó escapar un aliento infeliz. "Probablemente," ella dijo, las palabras que sonaban muy bruscas cuando ella estaba preocupada. Tomó la mano fría de Lindsay y enroscó sus dedos juntos, guiando a la otra mujer hacia la habitación que había reservado para ella. "Vamos a llevarte a la cama entonces." Lindsay sonrió. "¿No debería lavarme primero, también?" Ginny se detuvo y se volvió hacia ella. Olfateó el aire, la nariz arrugada en la reacción pura. "No quería decir nada. Pero ahora que lo mencionas." "Apesto como una mierda", dijo Lindsay rotundamente. "Hueles como un caballo sudoroso," Ginny corrigió con una sonrisa. "Y por mi vida no puedo entender por qué." "Monte todo el camino desde Talking Rock a Atlanta. Gane cada pedazo de este hedor atroz." "¿Qué?", La mandíbula de Ginny cayó. "Pero eso es al menos cincuenta millas!" Ellas comenzaron a andar. "Y tienes miedo de los caballos." "Estás diciendo a mí esto?" Lindsay las dirigió a bajar las escaleras hacia el cuarto de lavado que contenía una gran tina. No tenía ningún deseo de luchar con una palangana de porcelana diminuta y un trapo, incluso si eso significa transportar su culo arriba y debajo de las escaleras una vez más. Ella estaba tan rígida de montar, y luego el viaje maníaco a Troy en tren, que ella anhelaba un baño de la peor manera. En la parte inferior de la escalera sus pasos vacilaron un poco. "Lindsay!" Ginny la agarró y la sostuvo mientras ella consiguió equilibrarse. "Hey cuidado." "Uh oh." Una ola de agotamiento cayó sobre ella y le tomó mucho más esfuerzo de lo que debería para mantener el equilibrio. "Creo que estoy perdiendo fuerzas", murmuró, frotándose los ojos ardientes.
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"Cariño, ¿cuándo fue la última vez que comiste o dormiste?" Un latido. "Y no mientas." Lindsay suspiró y abrió los ojos. "Comí en la mañana el último. Pero lo lancé." "Oh, Lindsay." "La última vez que dormí estaba contigo en el establo." Ginny abrió la boca, pero Lindsay la interrumpió. "Tenía que encontrarte. Ten piedad de mí, ¿de acuerdo? Estaba un poco ocupada para llegar aquí." Los ojos de Lindsay pidieron a su compañera que entendiera y, de mala gana, Ginny lo hizo. Ginny negó con la cabeza y enrolló su brazo alrededor de Lindsay, impulsándola hacia el cuarto de lavado de nuevo. Este iba a ser el baño más rápido en la historia del hombre. Esperaba que a Edith y Trudy no les importara, pero iba a asaltar la nevera también. Momentos desesperados pedian medidas desesperadas. Ella solo esperaba que algún día pudiera pagar su bondad. Drenaron la tina y Ginny la llenó de varios cubos más de agua caliente que tuvieron demasiado tiempo para calentarse. Conociendo cuanto Lindsay lo disfrutaba, Ginny enjabonó sus manos con una gran barra de jabón blanco y lavó el cabello de Lindsay mientras que su amiga se echó hacia atrás y ronroneó como un felino. Ellas hablaron todo el tiempo, negociando besos e historias hasta que Lindsay le había explicado que fue Cara de Rata que le había impedido tomar el tren. Y Ginny le había dicho del telegrama de Christian que habían allanado el camino para ellas. "Pero todavía hay una cosa que no entiendo." Lindsay comenzó a temblar y Ginny se maldijo por no acordarse de traer algo para que ella se cambiara. Sus camisones todavía estaban arriba, en su nolsa. Ella cogió otra toalla de lino, comprometiéndose a hacer una carga de ropa por Edith y Trudy en la mañana. Sus cejas juntas cuando Lindsay se envolvió alrededor de si misma, sus costillas eran más prominentes que cuando se habían encontrado, y se dio cuenta con un sobresalto que su petición de que Lindsay no robara literalmente causando que pasara hambre. "Tan pronto como salté del tren de carga en Troy, fui al mejor lugar en cualquier ciudad para obtener información sobre cualquier asunto." "Umm irrumpiste en un círculo de costura chismosa?" Ginny echo la ropa de Lindsay en el fregadero para lavarse en la mañana y recuperó la lámpara de petróleo de una mesa cercana. Rápidamente, salieron del cuarto de lavado y hacia las escaleras, los pies desnudos de Lindsay se enfríaron rápidamente en los pisos fríos, de madera. La risa baja del pasajero ferroviario hizo sonreir a Ginny. "Nunca pensé en esto. Probablemente estes en lo cierto, pero no sabría dónde encontrar uno de todos modos. Me dirigí hacia el bar." La boca de Ginny formó una pequeña O'. Se habría palmeado a sí misma en la frente, pero estaba demasiado ocupada sosteniendo el lampara en una mano y la mano de Lindsay en la otra. "Uno cerca del depósito, fuiste?" Lindsay asintió. Tomando una respiración profunda se obligó a subir los escalones, a pesar de que fue tentada a enroscarse en el piso justo donde estaba. "Smokey". 230
"Supongo que te enteraste de lo sucedido esta tarde entonces." "Parece que una chica Yankee y un sepulturero llamado Milo tuvieron una discusión sobre el muchacho que Milo había recibido de un tren huérfano recientemente. Conociéndote, pensé que si yo no salia rápido hacia el cementerio, probablemente me perdería cualquier inimaginable problema que estarías teniendo." No pudo contener su risa presumida. Era hora de que el zapato estuviera en el otro pie. Ginny rodo los ojos y señaló la primera puerta en la parte superior de la escalera, y ella y Lindsay fueron directamente a la cama, sin molestarse en parar en cualquier otro lugar. "Conseguiste toda esa información sólo preguntando? Era como hablarle a la pared para mí." Lindsay se deslizó bajo el suave edredón y las sábanas limpias, sin molestarse en desvestirse. Sus ojos inmediatamente se cerraron mientras su cabeza se hundió en una almohada gruesa, rellena. "Oh, Dios, esto es maravilloso. Y no deberias dudar de mí, tengo una manera con la gente, ya sabes." Ella tosió débilmente. "Uh uh." Ginny se despojó de su ropa y miró con nostalgia a la cama blanda que contenía a Lindsay. Ella se mordió el labio inferior, entonces fue hasta la puerta de la habitación y echó el cerrojo. "Qué estás- Yeow!" Lindsay chilló y sus ojos se abrieron ampliamente cuando dos pies fríos y un cuerpo muy desnudo, cálido se puso bajo las sábanas y se presionó contra ella. "Shh," susurró Ginny, acurrucándose más cerca como la piel permitía. "Despertaras a Edith y Trudy." "Y les dará un ataque al corazón si nos encuentran desnudas en la cama juntas." Pero Lindsay cerró sus ojos en la sensación de satisfacción cálida que le daba el estar tan cerca de Ginny. Había, se admitió, nada en el mundo como esto. "Eres tan suave", susurró con aire ausente, su tren de pensamiento original descarrilado. "Mmm." Ginny sonrió y colocó un beso delicado en la clavícula de Lindsay. "Así eres tú." Ella apoyó la cabeza en el hombro de Lindsay y echó la pierna por encima de las caderas delgadas, inmovilizándola con eficacia a la cama. "Así que engatusaste la información de alguien en el bar?" "No exactamente," Lindsay murmuró medio dormida. Ginny bostezó, los viajes y la preocupación por sus hermanos y Jane estaban poniendose al día con ella como una venganza. "¿Qué significa eso?" "No tenía dinero para sobornar al camarero, y el gran club que él mantenía por la caja registradora me desanimo de intentar golpearlo fuera." Pasó los dedos por el cabello de Ginny, deleitándose en su textura suave. "Así que compré la información de la única manera que pude." Lindsay parecía tan contenta con lo que había hecho que el estómago de Ginny cayó. Oh, mi Dios. Se empujó a sí misma y se quedó mirando a Lindsay. "Quieres decir-?" "Está bien." Lindsay asintió con tristeza, abrumada.
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El corazón de Ginny comenzó a latir con fuerza. La voz rasposa de Lindsay estaba llena de disgusto, y no se atrevió a abrir los ojos para ver la reacción de Ginny. "Hay algún camarero estúpido, bastardo caminando alrededor de Troy, Alabama con la manta azul marino de Lewis." *~*~*~*~* Una semana después. Lindsay había tenido razón. Para el día después de su llegada a Troy no había podido ocultar que había cogido un terrible resfriado. Mucho para su molestia, y la insistencia de Ginny, no habría ningún viaje hasta que estuviera bien. Pero Lindsay estaba mejorando más rápido de lo que Ginny había anticipado y, salvo por una recaída, estarían en dirección al oeste sobre el tren del mediodía del día siguiente. Por una vez, la buena fortuna les había sonreído; Edith y Trudy habían sido más atentas de lo que podrían haber esperado. Las dos hermanas habían ofrecido el uso de su casa durante el tiempo que ellas necesitaran. Lindsay y Ginny y los chicos fueron adorados como si largo tiempo perdido, visitando nietos. Las mujeres estaban sentadas en la sala hablando, y los chicos acababan de terminar su diario, muy odiado, baño obligatorio y fueron ambos metidos en la cama. Eran sólo las siete, pero el sol se había puesto. "Ahora, Ginny," Edith reprendió suavemente, "tan sólo mirala. Lleve a la pobre a la cama." Las mejillas de Ginny comenzaron a calentarse. Ajena a la insinuación, Edith siguió adelante. "Ella está desgastada hasta el hueso." La mujer de pelo blanco señalando a Lindsay, cuya cabeza estaba balancenadose mientras luchaba por mantenerse despierta. Una pequeña cuerda de baba colgaba de la comisura de su boca y sus ojos estaban abiertos solo un poco. El rubor de Ginny se profundizó y ella contuvo el impulso de abanicar sus mejillas encendidas. No habían dormido mucho la noche anterior. Lindsay había estado sintiendose mucho mejor, y por primera vez sus exploraciones físicas suaves habían progresado a un nivel mucho más allá de lo que cualquiera de ellas tenía, un poco con aire de culpabilidad, admitió haber experimentado sola. Los sentimientos compartidos, toques profundos y sabores exóticos en los que se habían deleitado. Oh, mi. El vientre de Ginny se torció gratamente simplemente recordando. Desafortunadamente, su nueva amante estaba pagando el precio por su larga noche de descubrimiento sensual. Ella sacudió la cabeza. "Creo que es hora de dormir." La cabeza de Lindsay se disparó y con entusiasmo, murmuró, "Hora de dormir?" Miró a Ginny esperanzadamente.
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"Hora de dormir," Ginny corrigió con una ceja ligeramente elevada y el toque de una sonrisa. "Oh." Lindsay frunció el ceño. "Bueno, buenas noches chicas," Trudy les dijo, empujándose a levantarse. "Que duermas bien," Edith añadió mientras seguía a su hermana fuera de la habitación. "Buenas noches," Lindsay y Ginny dijeron al unísono. Ginny se levanto primero y extendió la mano hacia Lindsay. El sofá era tan suave que tiende a tragar a sus ocupantes, y ella gimió cuando Ginny le ayudó a levantarse. "Fue un buen día hoy, ¿no te parece?" Ginny preguntó distraídamente mientras se dirigían a las escaleras, sus manos todavía entrelazadas. "Supongo." "A los chicos realmente le gustas." "Uh huh." Lindsay bostezó cuando comenzaron a subir la alta escalera. "Me gustan, también." "Lewis me preguntó si te vas a quedar con nosotros bueno, tú sabes permanentemente." Las palabras cayeron en un apuro nervioso. "Uff!" Ginny aulló cuando su brazo estaba casi arrancado de su base. Ella había seguido andando, esperando la reacción de Lindsay, sin saber que los pies de Lindsay se habían congelado a medio paso. "¿Estás tratando de matarme?" Lindsay tragó tan fuerte que Ginny la oyó. "¿Qué le has dicho?" La expresión que Lindsay llevaba no era lo que esperaba Ginny, e hizo que se le encogía el corazón. Ginny frunció el ceño mientras levantaba su mano y tomaba la mejilla de Lindsay, sintiendo que su delgada amiga se apoyaba pesadamente en el toque. Ella no había pretendido preocuparla. "En realidad, mentí hasta mis pantalones." Los ojos de Lindsay se abrieron. "Lo-lo hiciste?" "Uh huh", dijo solemnemente. "Le dije a Lewis que el tiempo que estuvieras con nosotros dependía de ti." Los ojos azules brillaron. "Pero las dos sabemos que no tengo intención de dejarte ir. Así que parece que estas pegada conmigo hasta que puedas escapar de mis garras y maneras astutas, Racimo de Brócoli." Ella meneó las cejas, complacida de ver una sonrisa relajada transformar el rostro de Lindsay. "Cuidado con lo que deseas. Podrías conseguirlo." El corazón de Lindsay volvió a latir, y por un segundo ella estaba realmente sin palabras. "Lindsay?" Ginny dijo con preocupación. "Oye, es una respuesta con la que puedes vivir?" Ella buscó el rostro de la otra mujer, esperando que Lindsay comprendiera la profunda emoción detrás de las palabras pronunciadas alegremente.
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Lindsay asintió. "Sí", graznó suavemente. "Y resulta que me gustan tus garras." Esta vez fue Lindsay quien sonrió. "Y me encanta tus formas astutas." Una burbuja de risa avergonzada explotó de Ginny. "Oh, Señor." Estaban tan cerca a la misma altura que parecía extraño estar mirando a Ginny, que estaba de pie dos pasos atrás de ella. Se inclinó hacia adelante y apoyó la cabeza contra el pecho de Ginny cuando dos brazos de forma natural la rodearon. Suspiró contra el material del vestido gris suave, sintiendo a la pelirroja besar la parte superior de su cabeza. Se quedaron así durante mucho tiempo hasta que finalmente Ginny preguntó a Lindsay si estaba segura de que estaba en suficiente buena forma para viajar al día siguiente. "Estare bien. Había descansado más la semana pasada que en toda mi vida. Creo que he ganado diez libras." "Mmm ya somos dos." "Lo necesitábamos". Ginny asintió y besó la cabeza de Lindsay de nuevo. "Supongo que si". Terminaron de subir las escaleras y llegaron hasta el final en su habitación con Ginny permaneciendo en silencio, sumida en sus pensamientos. "La encontrarás, Ginny," Lindsay aseguró suavemente mientras cerraba y bloqueaba la puerta de la habitación. La lampara junto a la cama no estaba iluminada y la dejo de esa manera, no teniendo que ver para despojarse de su ropa y fatigosamente tirando de su cálida camisa de dormir. Escuchó el suave suspiro de Ginny y el roce de la ropa junto a ella cuando los zapatos y el vestido fueron quitados. "¿Y si no la encuentró?" Se metieron en la cama y subieron la sábana, manta y colcha que Edith había añadido a su cama esta tarde. Iba a bajar cerca de la congelación esta noche y la anciana no estaba tomando ningún riesgo con la salud precaria de Lindsay. Lindsay rodó sobre su lado y apoyó la cabeza en su mano, admirando la suave pendiente de la nariz de Ginny y los planos blandos de la cara en forma de corazón. "Dijiste lo mismo acerca de tus dos hermanos, y ellos están al final del pasillo, sanos y salvos. Quizás no se trata de suerte. Quizás se trata de trabajo duro y no darse por vencido." Ginny reflejó la postura de Lindsay, besando los dedos que se movieron para trazar con delicadeza sus labios. "Tal vez." Dio la vuelta de esto en su mente un poco antes de sonreír con tristeza. "Las dos sabemos que a veces el trabajo duro no es suficiente. Yo trabajaba de sol a sol hasta que mis dedos sangraban, desplumando pollos en el Lower East Side por la mitad del salario de un hombre de pie junto a mí. E incluso con mi salario y Alice y Mama y Arthur, nosotros apenas lo lograbamos en un
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barrio pobre. Si el trabajo duro fuera suficiente para lograr el éxito, entonces habríamos sido millonarios." Lindsay no tenía una respuesta a eso. "¿Qué te hace pensar que tendrás peor suerte con Jane de la que tuviste con los chicos entonces? No hay razón para que tu racha no pueda sostenerse." "Uh huh. Las rachas nunca sostienen. Es por eso que se llaman rachas. Sé lo afortunada que soy de haber encontrado a los chicos en absoluto, mucho menos que estén aquí conmigo ahora. Sigo diciendome que eso debería ser suficiente." Ella tragó con dificultad. "Que voy a tener que ser fuerte por ellos cuando toda nuestra suerte se agote y tratar de ser agradecida de lo que tenemos." "Tonterías." Ginny parpadeó. "A veces piensas demasiado." El destello de dientes blancos retiró el aguijón de lo que había dicho. A su pesar, Ginny sonrió. "Tienes bastante facilidad de palabra, Lindsay Killian. Lo sabías?" "¿No lo pensabas?" Su mano se movió a la piel suave, caliente de la delgada garganta de Ginny. Anhelaba besarla, pero tenía miedo de una vez que se acurrucara cerca y cerrará los ojos, se desmayaría de agotamiento antes de que pudiera hacer otra cosa. Como si Ginny hubiera leído su mente, se tumbó sobre la cama y levantó un brazo. "Ven aquí." "Nuh uh," susurró Lindsay. "Tú ven aquí." Lindsay se echó hacia atrás y abrió los brazos en invitación. Ginny se deslizó hacia delante, gustosa de derretirse en el cálido, reconfortante abrazo. Suspiros gemelos de pura satisfacción sonaron en el cuarto oscuro cuando dos juegos de párpados se cerraron. "Ginny?" "Mmm?" "Si tu suerte se agota, tendrás que ser fuerte. Pero justo cuando pienses que no puedes ser fuerte ya, voy a estar allí para compensar la diferencia. Juntas podemos ser tan fuertes como lo que tengamos que ser. " Lindsay sintió las costillas de Ginny expandirse a medida que ella contuvo el aliento. "¿Suena bien?" El más dulce de los besos, fue su respuesta. *~*~*~*~* Dejando Troy, Alabama, fue una agridulce experiencia. Tanto Lindsay como Ginny se encontraron disfrutando la sensación hogareña de la ciudad del sur, a pesar de la presencia de Milo Porter, quién, Trudy había descubierto, estaba afirmando que el niño había escapado de su casa y él estaba aliviado de librarse del chaval. La gente parecían saber que esto era una mentira, pero dejaron a Milo retener lo que quedaba de su dignidad y no empujar el asunto. Y por cualquiera que fuera la razón, el hombre decidió aceptar el destino de James y ocuparse de sus propios asuntos. 235
Edith le recordaba a Ginny a su propia abuela, que había fallecido muchos años atrás. Su promesa de mantenerse en contacto con las hermanas de edad avanzada había sido auténtica y se comprometió a depositar cartas sobre los progresos realizados en las ciudades que ellas pasaran. Cuando estaban a punto de subir al tren, Edith presionó una pieza de oro de cinco dólares en la mano de Ginny, negandose a aceptar un no por respuesta. Había asegurado a Ginny que esto no era una dificultad financiera para ella y que ayudaría a aliviar su conciencia por la pequeña parte que ella y Trudy habían jugado en la vida de James en Troy en primer lugar. Ginny sabía que era un regalo, simple y llanamente, porque ella y Edith se había vuelto tan cercanas. Sus agradecimientos se habían prolongado durante varios segundos hasta que las dos mujeres estaban llorando así como Trudy y Lindsay parecían incómodas. Mientras que las dos mujeres compartieron un lloroso adiós, Trudy sacó a Lindsay aparte y le dio una moneda de cinco dólares, explicandole en voz baja que ella sabía que la chica necesitaría el dinero para su familia. Ella dio a Lindsay una sonrisa de complicidad y rodó sus ojos. Ella explicó que Edith, su querida pero dolorosamente inconsciente hermana, todavía no entendía por qué Trudy seguía siendo una solterona e insistia en pasar todo su tiempo libre con la hermosa viuda de Brown. En la vida, explicó graciosamente, los aliados eran una cosa preciosa, especialmente los inesperados con las cuentas bancarias sanas. Lindsay no pudo evitar estar de acuerdo. Como reembolso Trudy sólo pidió que algún día, cuando ella pudiera, Lindsay podría pasar al lado de una pequeña benevolencia a otra joven mujer que lucha en sus zapatos. Y aunque Lindsay tenía un tiempo difícil creyendo que podría haber dos personas como ella, aceptó las palabras de Trudy, y el regalo, gentilmente. Se rió y dio su palabra, que empezaba a significar algo en este nuevo camino que estaba felizmente vagando. Le gustaba esto. *~*~*~*~* Tres días después. James y Lewis bajaron del tren en Opelousas, Louisiana. Estaba demasiado caliente para llevar puestos sus abrigos y los chicos los habían atado alrededor de la cintura mientras se movían a través de la estación con Lindsay y Ginny por detrás de ellos. El cuarteto había pasado un día viajando y luego buscando en Hattiesburg, Mississippi, sólo para descubrir que la niña que había sido adoptada del reciente tren huérfano de la ciudad de Nueva York era otra niña totalmente. Había sido una decepción amarga y la primera de su tipo que Ginny había enfrentado con sus hermanos, y su noche en una pequeña habitación de casa de huéspedes no era una agradable. Para sorpresa de Lindsay, fue James quien había estado inconsolable. Fue el último de la familia de estar con la bebé rechoncha y sentía una culpa aplastante por no ser capaz de mantenerla con él. Aunque juró que había luchado con los empleados de los Ward con uñas y dientes cuando trataron de separarlos. Una mirada en los ojos atormentados del chico, y no había duda de que estaba diciendo la verdad de Dios.
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Cuando salieron a la calle Bellevue, un hombre con una tez olivácea y una cabeza llena de negro, rizos chinos se puso delante de los niños para detener su progreso, pero dirigiendose a Ginny y Lindsay. "Perdón." En el último momento dio un tirón del sombrero de su cabeza. "Es una de ustedes damas Virginia Chisholm?" Su acento francés era tan espeso que Lindsay no podía entender una sola palabra. Ginny, sin embargo, después de pasar meses en la calle Orchard, donde los ciudadanos de habla inglesa, americanos nacidos en Estados Unidos eran una minoría, había sido bastante buena en descifrar cualquier variedad de ritmos extranjeros. "Yo soy. Es un placer conocerlo." Ella sonrió alegremente al hombre, sorprendiendo a Lindsay, quien le estaba lanzando su mirada más sospechoso. "Cristian," ella susurró a Lindsay sin mover los labios. "Telegrama." "Gotcha", susurró Lindsay fuera de la comisura de su boca, visiblemente relajada. "Encantado. Mi nombre es Emile Boucher." Una enorme sonrisa se extendía por sus mejillas barbudas. Era un hombre enorme, fácilmente de seis y medio pies de altura y doscientos setenta y cinco libras. "He estado revisando la estación todas las tardes durante dos semanas! Y finalmente, esta aquí. El Sr. Spence de Nueva York envió un telegrama diciendo que podría estar aquí pronto. Ayude a colocar a los niños. Vengan." Él los hizo pasar a todos en su vagón de espera y se lanzó a una explicación de su participación y su esposa Marie con los huérfanos y cómo encontraron casas para los niños y niñas católicos. En algún momento al final de la tarde tiró del carro en una parada enfrente de Chenard's Bed & Breakfast. Estaba en una calle residencial tranquila, bien lejos del poco tráfico que había en Opelousas, pero aún así a poca distancia de la estación. La cara del hombre transmitió su verdadero pesar. "Siento que es todo lo que puedo decirle. Fuimos capaces de encontrar hogares para una chica adolescente y dos niños pequeños del tren huérfano", agregó incómodo, sin saber qué más decir. Ginny estaba casi fuera de sí, pero consiguió una despedida amable. "Tiene mi agradecimiento, Emile. Esto nos habría llevado horas y horas averiguar lo que usted fue capaz de decirnos durante el almuerzo." "Hasta la vista, Ginny." Se volvió y ladeó su sombrero a Lindsay mientras ella daba un paso hacia abajo fuera de la carreta. "Y adiós a ti, chica vegetal verde." Lindsay gruñó un reconocimiento cuando ella ofreció la mano a Lewis, entonces Ginny una mano hacia abajo. James saltó por su cuenta. "Merci" (Gracias), dijo Ginny. El hombretón asintió y sonrió alegremente. Con un silbido agudo puso en marcha su equipo. Todos lo observaron por un momento mientras se alejaba. Entonces Lewis, James, y Lindsay todos se volvieron son los ojos incrédulos hacía Ginny. Y la miraron. "¿Qué?" preguntó, lanzando sus manos en el aire. "¿Me ha crecido un cuerno en la frente?" 237
Lindsay ladeó la cabeza hacia un lado. "No. Pero desde cuándo hablas francés?" Ella misma sabía malas palabras en varios idiomas diferentes, pero eran sobre eso. El inglés era bastante malo. "Sí", los chicos se hicieron eco. "¿Dónde aprendiste eso?" Lewis preguntó con curiosidad. Ginny puso los ojos. "Por el amor de Dios, realmente no habló francés." Ella señaló a sus hermanos. "Sabea eso. Lo unico que puedo decir es gracias. Compraba nuestro pan en la panadería de la Sra. Dubois cada día. Crees que nunca le di las gracias por ello?" Su voz se elevaba, y ella no trató de detenerla. "Sabes que yo no hablo francés!" Ambos chicos dieron un paso hacia atrás, sus ojos ampliados. Entonces miraron a Ginny de nuevo y de otra vez el uno al otro, antes de dar otro paso hacia atrás. Ellos se dieron cuenta de que estaba a punto de desmoronarse, y ninguno de los dos tenía el corazón para presenciar eso. Ginny fue siempre fuerte y la idea de verla verdaderamente molesta los tenía temblando por dentro. "¿Dónde chicos creen que van?" Ginny bruscamente, estampando el pie en la tierra y dejando que su bolsa de viaje caíga de su mano. "Todavía estoy hablando con ustedes." Las cejas de Lindsay dispararon hacia arriba. Oh, muchacho. "Umm Ginny?" Ella dio un paso vacilante hacia delante, una gran parte de ella envidiando a los niños por el hecho de que se estaban preparando para hacer una pausa para ello. La cara de Ginny comenzó a desmoronarse. "Mamá siempre dijo que deberíamos decir gracias." Se echó a llorar de inmediato, girando alrededor y presentandose a sus hermanos y Lindsay estremeciéndose de nuevo. Los muchachos ambos se quedaron allí sin poder hacer nada, nerviosamente arrastrando sus pies, sus ojos iban de Ginny a Lindsay, y pidiendo a la pasajera ferroviaria hacer algo. Lo que sea. Lindsay con calma le entregó a James la moneda de cinco dólares y sacudió su pulgar hacia la puerta B & B. "Ve por nosotras y consigue una habitación. Iremos dentro de un minuto." A los chicos no tuvieron que decirselo dos veces. Salieron disparados corriendo por el paseo, pero tuvieron la gracia de lanzar una mirada de preocupación a su hermana antes de desaparecer. "No pierdan ese dinero o los mato," Lindsay les dijo después a ellos. Cautelosamente, se acercó a Ginny y le puso una mano en su hombro. Apenas tuvo la oportunidad de entrar en contacto antes de que Ginny se diera la vuelta y tiró de ella en un abrazo desesperado, ceñido. "Lo siento. No tenía la intención de gritar. No se que pa-pasa conmigo." "Lo se", dijo Lindsay muy suavemente. "Sé que estás molesta y preocupada." Maldita sea con Emile. Las noticias que te dio son peores que no encontrar a Jane en absoluto. Emile había explicado que la niña parecía tener una caso severo de tos y que los futuros padres no se arriesgarían adoptarla tan enferma. Nadie quería enterrar a una niña que apenas conocían.
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Las mejillas de Ginny estaban mojadas y su nariz estaba escurriendo. "Está realmente enferma." Ella tomó una respiración irregular. "Él dijo eso. Nadie la agarraría. ¿Qué clase de personas podrían rechazar a una niña enferma?" Lindsay suspiró, su mente girando mientras consideraba lo que pudiera decir o hacer que hiciera que esto se sintiera mejor. Se seco. "Lo sé, cariño." Ella apretó su agarre sobre Ginny, sintiendo el suave llanto volverse en sollozos cuando la pelirroja dejó de lado parte de la frustración reprimida que había estado constantemente construyendo. Este no era el lugar que Lindsay habría elegido para que esto ocurriera, pero había aceptado hace mucho tiempo que algunas cosas en la vida surcaban a toda velocidad si el momento era conveniente o no. Todos ellos habían mantenido sus esperanzas en Hattiesburg cuando la descripción de uno de los niños en adopción era muy parecida a Jane. "Emile la vio hace semanas. Ella probablemente esta bien ahora." "O mu-muerta", tartamudeó Ginny entre sollozos. Al igual que mamá y Alice y Helen, y Arthur. Oh, Dios. Lindsay cerró su ojos. Mardición. "Es posible, Ginny. No voy a mentirte y decirte que no. Aunque desearía poder hacerlo", susurró en el oído de color rosa cerca de sus labios. La cabeza de Ginny palpitaba, y su estómago era un nudo sólido de tensión. "Lewis la tuvo cu-cuando era un bebé y estuvo a punto de morir." "Pero no te hace ningún bien pensar de esa manera." Ginny soltó una risa acuosa, todavía aferrandose a Lindsay. "Desde cuándo eres todo an-animación y optimismo?" "Desde que comenzaste a llorar." Los labios de Ginny se torcieron en una sonrisa renuente. "Voy a estar bien", dijo en voz baja, tanto para ella como para Lindsay. "Lo harás." Lindsay hizo algo que rara vez hacía. Envió una pequeña oración por Helen Robson y la gente que la quería. En lo que se refiere a Lindsay, encontrar a la niña demasiado tarde no era una opción. *~*~*~*~* "¿En qué agujero de mierda estamos hoy?" Albert preguntó a Bo mientras caminaban por las calles de Troy, Alabama. "A quién le importa? Todas tienen el mismo aspecto." Albert había pasado varios días en una cárcel de Atlanta por alteración del orden cuando había tratado de picotear el bolsillo de un hombre. Lamentablemente, el hombre pensó que Albert trataba de capturar una sensación y rápidamente lo había arrestado. Afortunadamente, había estado demasiado 239
avergonzado para dar testimonio de que un hombre le había apretado el culo. Así que después de tres días de encarcelamiento Albert fue puesto en libertad y se les dijo que se largara de la ciudad so pena de ser colgado por ser un pervertido. Haciendo caso omiso de la advertencia, Albert y Bo se habían quedado en la ciudad otra noche, ganando cada uno un dólar y el cambio cuando pasaron a través de una pelea de gallos de barrio. Hoy, llegaron a Troy con una cosa en sus mentes. Una bebida. Las temperaturas eran moderadas, pero horas en un furgón tapado les habían dejado la sensación como si hubieran estado masticando aserrín. Albert resolvió matar a Lindsay después de que él tuviera una cerveza. Y a Bo le costaba discutir con un cambio de prioridades como ese. La cara de Albert se había curado a algo cercano a lo respetable, si fuera un boxeador, y estaba con un bolsillo lleno de cambio cuando él y Bo entraron en el bar de Smokey. El lugar estaba casi vacío, a excepción de un hombre de aspecto amargo que estaba sentado cerca del piano en la parte posterior de la esquina. Él estaba inquieto rodando un vaso vacío en una mano temblorosa y tenía una pierna corta de una manera extraña apoyada sobre una silla. La mirada de Albert se reunió con el desconocido, y ambos asintieron lentamente, cautelosamente. Era un caso parecido a una reunión. Problemas encontando problemas. Él rió torcidamente y señaló con el codo en la parte media de Bo. "Creo que he encontrado a alguien para golpear el infierno con los dados." Bo miró a Milo y se estremeció. Había pasado mucho tiempo desde que había visto a alguien más sórdido que Cara de Rata. Iba a ser una larga noche. *~*~*~*~* Al día siguiente. La gente de Texas era igual que los muchachos habían imaginado que serían: hombres en sombreros altos, con pantalones de mezclilla y chalecos, y algunos de ellos con seis tiros atados a sus piernas. Vieron ocasionalmente algún indio, que para gran decepción de los chicos, no llevaban un tocado de plumas completo, tener la cara cubierta de pintura de guerra, o llevar hachas que goteaban sangre. Su tiempo en Tyler, Texas, con sus imponentes robles inesperados y ondulantes praderas, era un busto completo. Mientras que estaba en la lista de ciudades en las que el tren estaba destinado a visitar, al parecer, la parada había sido cancelada debido a la falta de interés. Estaban en la ciudad todos diez minutos antes de que lo descubrieran y se vieron obligados a pasar la noche a esperar el próximo tren de salida. El clima era suave, y con el fin de ahorrar dinero decidieron acampar en el borde de un rancho, junto a un estanque que se encontraba en las afueras de la ciudad. Al anochecer, los niños descubrieron un pez gato nadando perezosamente en el agua del estanque claro. No tenían nada para aparejar un palo y después de intentar sin éxito utilizar sus camisas como 240
redes de pesca -lo que les valió a cada uno una palmada en el trasero por parte de Ginny- se dieron cuenta que tenían absolutamente ningún talento como pescadores. "Pero tenemos hambre!" Lewis se quejó después de Ginny le advirtiera alejarse del agua por vigésima vez. "Mamá gallina." Lindsay resopló. "Cluckcluuuuuuuuuck." Ginny le sacó la lengua a Lindsay, sonriendo de los chillidos del niño encantado de la risa. Estaba determina a disfrutar de esta tarde. Para los chicos, esta noche fue una gran adventura. James venía alrededor lento pero constantemente, y ella sospechaba que Lindsay facilitando el camino en su corazón tenía mucho que ver con eso. En breve, ella no echaría a perder esta noche para ellos con pensamientos oscuros y preocupaciones. Habría tiempo suficiente por la mañana. "No", corrigió con una sonrisa. "No soy una mamá gallina. Solo sé que el agua está muy fría y que James y Lewis se quejan y gritan como un gato tom cuando consiguen un baño inesperado si los pones en agua fría." "¡Oye!" ellos lloraron. "Yo no," James insistió, pero sonreía a Ginny. Lewis estaba sonriendo, también, y Lindsay sospechaba que estaban todos compartiendo el mismo buen recuerdo. "Y," Ginny continuó después de un momento, "resulta que me he enterado que ninguno de nosotros va a coger uno de esos peces feos." Hizo un gesto hacia el estanque con desdén y se sentó en el tronco junto a Lindsay, cuyas desgarbadas piernas estaban estiradas cómodamente delante de ella. "Lo más cerca que hemos estado de un pez vivo es por la mañana agarrandolo en el puesto de la pescadería de Pisciolio." "Apuesto a que Lindsay podría hacerlo", Lewis suministró amablemente. James entrecerró los ojos en el pensamiento, pero se vio obligado a estar de acuerdo. Lindsay hizo muchas cosas que nunca había visto a una chica hacer antes. ¿Por qué debería ser esto diferente? "Sí," estuvo de acuerdo con resolución. "Ella podía coger un pescado. No suenas como si fueras de Nueva York. Así que eres del país", razonó. Lindsay volvió los ojos redondos sobre James. "Y como yo no soy de la ciudad de Nueva York automáticamente significa que puedo pescar?" "Yo diría que sí," Lewis elevó la voz. "Ahhh es cierto," se rió Ginny. "Eres de Pennsylvania. Apuesto que los tipos de muchachas cuáqueras del campo tienen un montón de talentos ocultos." Altaneramente, comenzó a fastidiar sus dedos. "La fabricación de edredón; oh, definitivamente enlatado, y batir mantequilla; y-" "Hacer pasteles?" James exclamó esperanzadamente, su boca babeando en el pensamiento. Lewis rió disimuladamente. "No hagas que deseemos." 241
La boca de Lindsay trabajó varias veces, pero no salió nada. Finalmente soltó: "Chica del campo?" Ella señaló los dedos de sus pies y luego dibujo su dedo índice hasta la longitud de su cuerpo. "¿Me veo como una chica de campo?" Ella cruzó los brazos sobre su pecho y golpeó con el pie mientras esperaba. Su pregunta fue recibida con tres inocentes inclinaciones de cabeza. Los ojos de Ginny brillaron. Ella sólo logró mantener una cara seria mordiéndose el labio inferior. Gotcha, magnífico. "Veamos lo que puedes hacer." La ceja de Lindsay dejó pasar el desafío juguetón en la voz de Ginny, Le gustaba verla de esta manera y con mucho gusto podría hacer el ridículo diez veces por una repetición de esa dulce sonrisa. "Bien," Lindsay disparó de nuevo, levantando la barbilla y acechando sobre al estanque para mirar hacia abajo dudosamente. "Hey," ella parpadeó un par de veces y señaló. "En realidad, puedo ver a uno." "Muy bien, Lindsay," Ginny dijo con sequedad, guiñándole un ojo a los chicos. "Cállate, Yankee," bromeó Lindsay, utilizó el insulto al que ella y Ginny habían sido sometidas todos los días desde que cruzaron la línea Mason-Dixon. Lindsay se frotó las manos en anticipación. "Ni siquiera necesito un palo. Sólo puedo meter la mano y agarrar uno." Las cejas de Ginny se levantaron, pero permaneció respetuosamente silenciosa mientras su amiga intentó repetidas veces. Una vez Lindsay en realidad se las arregló para agarrar un pescado, pero la enorme bestia viscosa se agitaban en torno a sus manos, rociandola con agua y causando que gritara con repugnancia y terror y lo dejó caer de nuevo en el estanque. "Aww Mierda!" Ginny se cayó detrás del tronco, sosteniendo su estómago cuando estalló en risas. "No compartiré mi pescado con ninguno de ustedes. Ni un solo bocado, así que ni siquiera piensen en pedir." La risa de Ginny finalmente murió lo suficiente como para que pudiera hablar. Lewis y James se habían cansado de estar de pie junto a la mujer de pelo oscuro en el estanque y se habían tendido sobre las mantas que habían comprado en Tyler. "Lindsay," Ginny riendo, todavía acostada sobre su espalda, "Ven y siéntate." En realidad se sentía un poco mal por burlarse de ella, pero eso no borró la sonrisa tonta en su cara. "Tengo algo de comida en nuestra bolsa. No pasaremos hambre. Ven a relajarte." "No", respondió Lindsay tenazmente. "Déjame sola. Estoy ocupada." "No seas tonta." "No soy-ooo hola, hermosa." Lindsay vio lo que pronto iba a ser su cena y se inclinó sobre manera, llegando lo más lejos que pudía.
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Ginny se incorporó sobre los codos y sacudió la cabeza a sabiendas. "Deberías mejor tener cuidado-" "Casi lo tengo solo un poco más si!" Victoriosa, Lindsay tiró el pez fuera del agua y perdió el equilibrio. "Whoa!" El pescado resbaló de sus manos y al telón de fodo los abucheos, aplausos de los chicos y la risa casi histérica de Ginny, ella terminó tomando un baño inesperado. Horas más tarde, se encontraba cálida y confortable en su camisa de dormir con su ropa secándose cerca del chisporroteante fuego. Ginny estaba ajustada perfectamente contra ella bajo su manta compartida y bebió con avidez en el olor a humo de leña y pasto mientras miraba hacia un brillante cielo con estrellas centelleantes. Los ronquidos apacibles de los muchachos llenaron el pequeño campamento y las mujeres compartían besos suaves, tiernas palabras murmuradas, y deseos, como estrellas fugaces corriendo arriba. Era, Lindsay decidió, condenadamente cerca de ser perfecto. Pero había un Robson más aún por encontrar y sabía sin duda que el último deseo, silencioso de Ginny había sido por eso. "Gracias por esta noche," Ginny susurró, dejando caer un beso en la garganta de Lindsay, y cerrando los ojos. "Fue maravilloso." Una sonrisa de satisfacción alivió el rostro de Lindsay. "De nada." Ella quería dar las gracias a Ginny por lo mismo, y para mañana, también, y todas los mañanas después de esa. Estaba a punto de decirle lo mismo cuando oyó la respiración de Ginny incluso hacia afuera y sus suaves ronquidos uniendose a los de sus hermanos. Lindsay se dio cuenta de que el momento había pasado, pero sabía que lo mantendría cerca de su corazón siempre. Dejó escapar una respiración profunda y pensó en las posibilidades de su futuro ahora sostenido. Las únicas estrellas en lo alto que no se había tomado la molestia de revelar en las muchas noches que había quedado mirándolas sola en un furgón en movimiento. Sonrió al cielo y susurró: "Han estado ocultandose en mí." Ella cerró sus ojos y dejó que la tranquilidad del campamento barriera sobre ella y la llevara en un sueño profundo, agradable. *~*~*~*~* Dos días después. Ft. Worth y Waco. Dos paradas más, dos fracasos más. En Waco, la ciudad polvorienta que acababan de dejar, nadie recordó a un huérfano que encajara con la descripción de Jane de estar entre los niños del tren. Y Ginny fue dejada a preguntarse si ella le había pasado por alto en una de las ciudades que habían ya buscado. Sus pensamientos más oscuros insinuaban algo peor, pero esto pasaba justo después del amanecer y el nuevo día estaba lleno de posibilidades. Había varios vagones esperando a los pasajeros del tren ya que retumbó a través del puente de madera que se extendía sobre la precipitación del río San Marcos. Lindsay y Ginny esperaron pacientemente hasta que el tren se alejó antes de salir de la plataforma, en caso de que Cristian hubiera enviado un mensaje por delante.
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Lewis y James se turnaban para utilizar el retrete de la estación antes de que lentamente regresaran de nuevo con su hermana. Ellos odiaban dormir en el tren, pero era la mejor manera de asegurarse que tendrían un día completo para buscar en San Marcos. Había sólo dos ciudades más en la ruta del tren huérfano. Ninguno de ellos lo mencionaron, pero no estaba muy lejos de las mentes de Ginny y Lindsay. "Estoy hambriento", James informó a su hermana. "¿Podemos conseguir algo para el desayuno?" Ginny se inclinó y le revolvió el cabello castaño. "Claro. Es un poco temprano para conseguir mucho hecho. Veamos que podemos encontrar." Había varios caballos atados enfrente de un pequeño restaurante, justo en el camino a la estación. El olor a tocino frito envió a los chicos corriendo por delante para localizar su fuente. Lewis con ansiedad se asomó por la ventana limpia de vidrio. "¿Podemos?" Lindsay y Ginny intercambiaron miradas. "No lo sé," dijo Ginny dudando. "Parece del tipo caro. Qué tal si intentamos algo de la tienda?" Los niños se quejaron pero eran más de la decepción rápida y despegaron por la calle, en busca de la tienda más cercana que era probable que vendiera comida. Encontraron una rápidamente, presionaron sus caras al cristal y miraron dentro. Vieron a la propietaria sacar el polvo de los estantes en el interior y, a pesar de la señal de Cerrado' en la puerta, la mujer hizo un gesto a los chicos. Lindsay empezó a seguirlos. Ginny le detuvo con una mano en su brazo. "Escoge algo bueno," ella dijo, bostezando. "Voy a estirar mis piernas. Pienso que todo esta sesión está haciendo algo irreversible en mis nalgas." Se frotó la parte inferior con tristeza. Lindsay miró la parte del cuerpo en cuestión y sonrió con picardía. "Se ve muy bien desde donde estoy parada." La nariz de Ginny arrugada mientras sonreía. "Ve adentro antes de que los niños rompan algo y tengamos que quedarnos y trabajar para la deuda." Ella hizo un movimiento espantando con las dos manos. "Aprisa". "Está bien," Lindsay se rió, y desapareció en la tienda. Ginny sonrió cuando oyó un débil ‘Hey, no toques eso!’ cuando la puerta se cerro. Los ojos azules miraron a su alrededor. "¿Por dónde empezar?" murmuró, andando por un camino corto abajo por la calle. "Palacio de Justicia tal vez? Iglesia?" Dos hombres a caballo inclinaron sus sombreros hacia ella a medida que pasaron por delante, haciendola alegrarse de que se había puesto su vestido en el tren. Su estómago gruñó con fuerza, recordándole que era hora de volver a la tienda. Unas pocas yardas delante de ella Lindsay surgió de la mercantil con una extraña mirada en su rostro. 244
"¿Qué encontraste?" preguntó Ginny, esperando que los chicos no hubieran roto nada en realidad. "Algo bueno para comer? Galletas tal vez?" Ella sonrió."Parece que ellos las comen con cada comida en este estado." Lindsay se lamió los labios y tragó, caminando al encuentro de Ginny. "Umm no exactamente." "Lindsay?" La sangre abandonó el rostro de Ginny mientras ella consiguió un buen vistazo a la expresión de Lindsay. Algo no estaba bien. "Qué-?" "Encontramos a Jane."
Capítulo 15 Tomó unos segundos para que las palabras de Lindsay penetraran el cerebro de Ginny. Cuando finalmente lo hicieron, su mandíbula se hundió. Lindsay dio un paso adelante y colocó su dedo índice por debajo de la barbillade Ginny. Una sonrisa tiró de sus labios mientras levantaba su dedo, pulsando para cerrar la boca abierta de Ginny. "No atrapes moscas." Irritada, Ginny apartó la cara lejos de Lindsay. "¿Q-qué has dicho? Dilo otra vez." Había una mirada de esperanza guardada en esos ojos azules que casi hizo a Lindsay olvidarse dónde estaba y tirar de Ginny en sus brazos y besarla para alejar todas las dudas que aún permanecían allí. "Ginny," ella suavizó su voz y con cuidado agarró el bíceps tan tenso que se sentía como bandas de acero. "Encontramos a tu hermana. Esta en el interior de la tienda con los chicos." Lindsay dio lo que esperaba fuera una sonrisa tranquilizadora. "Jane parece muy bien; se reía cuando los deje." "Yo yo no puedo" Ginny parpadeó un par de veces. "No puedo creerlo", susurró, mirando a otro lado. "Ella no puede estar sola en la tienda." Ginny negó con la cabeza. "No después de todo este tiempo." Lindsay no podía creer que Ginny seguía allí después de lo que le acababa de decir. Ella está conmocionada, supongo. "Lo sé. No parece posible. Pero que es verdad." Ojos incrédulos llenos de lágrimas brillaban en el sol de la mañana, oscilaron para encontrarse con los de Lindsay. La voz de Ginny se redujo al más elemental de los susurros rotos. "¿Ella está viva?" "Dios, sí." Lindsay colocó con ternura su palma contra la mejilla de Ginny. "Ella es hermosa y se parece a ti", se maravilló, metiendo suavemente un mechón de pelo rojo arrastrado por el viento detrás de la oreja de Ginny, "solo con el pelo rubio." Con una mano temblorosa, Ginny la extendió y pasó sus dedos por las puntas del cabello de Lindsay. "Cuando era más joven tenía el pelo rubio-" Entonces, como si explotara la niebla mental, Ginny jadeó y sus ojos dieron vuelta. "Tengo que ir dentro!" Ella se apartó de Lindsay y corrió hacia la puerta, sin molestarse en mirar cuando le dijo, "Vamos. ¿Qué estás esperando?"
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Lindsay se rió, la acción que causó una punzada de dolor en las costillas que estaba empezando a pensar que nunca sanarían, y se apresuró a alcanzarla con movimiento desenfocado delante de ella. "Ahora que eso esta mejor." Ginny abrió la puerta, el olor del tabaco y cuero rodaron sobre ella. Su mirada frenéticamente buscando alrededor de la tienda. Era temprano, no había otros clientes, y en la parte de atrás, por un estante de suministros de silla de montar, vio a James y Lewis en sus rodillas, de espaldas a ella. De pie junto a James había una pareja joven y sonriente. El hombre y la mujer parecía estar en sus treinta años y estaban vestidos con ropa de tienda, traje oscuro y vestido. Estaban hablando animadamente con los niños, sus caras coronadas con una gran sonrisa. Ginny dio un paso más en la tienda. "Chicos?" Dos cabezas giraron ante el sonido de la voz de Ginny. Ambos chicos estaban sonriendo ampliamente y se pusieron de pie y corrieron hacia Ginny, arrojándose a ella en su entusiasmo. El sombrero de James cayó mientras envolvía sus brazos alrededor de Ginny, olvidando que se suponía que debía estar enojado con ella. "La hemos encontrado!" Ginny sonrió amorosamente a la cara brillante, su alegría desenfrenada casi haciendo que su corazón se abultase. "Eso es lo feliz que me sentí cuando por fin te encontré." Su brazo se apretó alrededor de él, transmitiendo la misma calidez y el afecto que le había dado toda su vida. "¿En serio?" él preguntó, los ojos muy abiertos mientras estudiaba la cara de Ginny con atención. La visión de Ginny nadaba mientras observaba el niño presionar firmemente contra ella. "Realmente, cariño." Deshecho por la acción y las palabras simples, él enterró el rostro en su vestido y comenzó a llorar. Desconcertado, Lewis se quedó mirando a su hermano. ¿Por qué estaba llorando? Estaba contento no triste. Habían encontrado a Jane! Ginny, sin embargo, entendia por completo. "Oh, James," susurró entrecortadamente, sabiendo que de alguna manera se había abierto camino finalmente a través de la ira que se había adherido a él como una sanguijuela después del fuego, y se maravillaba de su extraño momento. Su otro brazo lo rodeó y presiono su mejilla contra la parte superior de la cabeza. "Todo va a estar bien", ella lo tranquilizó, sintiendo la pequeña sacudida de su cuerpo contra el suyo. "Lo prometo." A través de todo esto la pareja se quedó en silencio por, no del todo seguros de lo que estaba pasando. Pero de alguna manera no parecían tener derecho a interrumpir. Lewis, sin embargo, no mostró tal restricción. "Ella está aquí!" Comenzó señalando con entusiasmo, cada vez más impaciente con su hermano y el comportamiento extraño de Ginny. "Mira, Ginny! Jane no está más enferma. Esta bien!"
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Ginny apretó sus labios en el pelo de James antes de levantar la cabeza y mirarlo a través de la habitación. Una pequeña cabeza rubia asomó saliendo detrás de la falda de la mujer, y las rodillas de Ginny se sintieron débiles a la vista. Una mano cálida, cuyo toque su cuerpo coocía, se posó en el centro de la espalda de Ginny y por un segundo se apoyó en el tacto. "Lindsay?" Miró suplicante a Lindsay, quien inmediatamente comenzó a ayudar a extraer suavemente a James de su cuerpo. "Ven aquí," Lindsay animó suavemente, sonriendo cuando el niño se envolvió alrededor de ella, y siguió sollozando sacando semanas de frustración, enfado y decepción. Ella utilizó la otra mano para acorralar a un estatico Lewis, entonces contuvo la respiración mientras Ginny cruzó la habitación. En el último momento, soltó a Lewis sólo el tiempo suficiente para llegar a su espalda y deslizar el pesado cerrojo de seguridad en su lugar. Sin interrupciones. Ginny echó un vistazo vacilante en el hombre y la mujer que estaban de pie en silencio, manteniendo una estrecha vigilancia sobre Jane. Supuso que eran los padres adoptivos. La mujer parecía ser de unos treinta años y era la que había hecho señas a los chicos en la tienda antes. Alta y delgada, su pelo rojo era de varios tonos más oscuros que el de Ginny y estaba pálida, la piel ligeramente pecosa. Llevaba un vestido azul brillante, comprado en la tienda con un delantal azul pálido para cubrirlo. En una mano la mujer sostenía un plumero, con la otra acariciaba suavemente la parte posterior de la cabeza a Jane. Ella debe trabajar aquí. El pensamiento ocioso siguió su camino a través de la mente de Ginny. El hombre era fornido y aproximadamente de la misma altura que la mujer que Ginny suponía era su esposa. Bien afeitado y con pantalones ajustados y una camisa de lino blanca y lazo, se las arregló para verse cómodo y decoroso. "Soy Laura Gable," la mujer indicó al hombre que estaba a su izquierda, "y este es mi marido Calvin." Sonrió. "Creo que conoces a todos los demás aquí." Laura sonrió cautelosamente. "Debes ser la hermana de esos chicos guapos que estaban llevando a cabo sobre el tema." Lewis se sonrojó y James se limpió las mejillas mojadas con la manga, una mirada tímida que revolotea através de su rostro. "No puedo creer que ella tiene familia." Laura miró a Jane, que estaba ocupada masticando sus dedos, sus grandes ojos azules se clavaron en su hermana. "Cúan perfectamente maravilloso para Jane." Una dispersión inesperada de lágrimas cayeron cuando ella parpadeó. "Nos pareció que estaba sola en el mundo." Calvin puso una mano sobre el hombro de su esposa y Ginny captó el suave apretón que le dio. El nudo en la garganta estaba haciendo difícil su respiración y Ginny tuvo que tragar varias veces antes de que pudiera hablar. Estaba bastante segura de que estaba a punto de romper a llorar por lo 247
que decidió guardar las introducciones a los Gables para más tarde. Se dejó caer en el piso de madera frente a la niña, con los ojos llenos de lágrimas. "Jane, carió?" Otro trago. "Soy yo." La expresión aprensiva de Jane hizo revolversele el estómago de Ginny y de repente se alegró de que no había tenido la oportunidad de tomar el desayuno todavía. Trató de convencer a su hermana con su voz. "Soy yo, dulzura. Ginny." Por costumbre, ella extendió los brazos, su corazón amenazando con escapar de los confines de su pecho cuando la posibilidad muy real de rechazo golpeó el interior con fuerza devastadora. Jane se mantuvo firme, cuidadosamente mirando a Ginny pero sin moverse. No puede haberse olvidado de mí ya, la mente de Ginny angustiada. No ha pasado tanto tiempo, ¿verdad? Oh Dios. Lindsay se sintió un poco mareada después de mantener la respiración durante tanto tiempo. Era como ver dos trenes en la misma vía, dirigiéndose directamente uno al otro. Pronto todo lo que habría sería una carnicería. Tenía el corazón en la garganta, y, con cada segundo que pasaba que Jane permanecia en su mayoría oculta detrás de la falda de Laura Gable, la tensión en la sala aumentaba a un nivel insoportable. Ginny se dijo a sí misma que era una tonta. ¿Qué esperaba? Jane era sólo un bebé, sin duda se acostumbró a ella de nuevo tan pronto como la había olvidado al parecer aquí pero aún así se sentía como si un cuchillo hubiera sido enterrado en su pecho y alguien lo estuviera girando. Despacio. Devastada, empezó a bajar los brazos; su respiración enganchada y sus ojos comenzaron a arder. "Jane", susurró. "Me conoces. Recuerdas?" Yo estaba allí cuando naciste. Te sostuve en ese momento, incluso antes que Arthur. Los ojos de Jane de repente se iluminaron con reconocimiento y una sonrisa feliz enrosco los rosados, labios húmedos. "Gin-neee!" trinó felizmente. Los ojos de Lindsay se cerraron y aspiró un enorme aliento. "Gracias, Dios", murmuró, sintiendo a Lewis y James comenzar a respirar de nuevo también. Sin ceremonias, se dejó caer en su parte inferior, tomando a los chicos junto a ella cuando Ginny recogió al bebé en sus brazos. "Jane!" La pelirroja apretó a su hermana tan fuerte como se atrevió. Sus ojos estaban cerrados fuerte pero eso no contuvo la marea de lágrimas ardientes que corrían por sus mejillas. La niña se echó a reír y le dio un beso descuidado en la boca a Ginny. "Es cuestión de tiempo", se quejó James, sus propios ojos todavía rojos y llorosos. La atención de Lindsay regreso infaliblemente de nuevo a su amante y el reencuentro que Ginny había estado soñando. James tenía razón. "No jodas," finalmente respondió, oyendo los resoplidos sordos de los chicos en su elección de palabras. Suspiró felizmente una sonrisa inconsciente pellizcando sus labios cuando vio a Jane dar a Ginny un enorme beso, mojado. "No jodas." 248
*~*~*~*~* Lindsay y Ginny permitieron que sus manos juntas se balancearan suavemente entre ellas mientras caminaban a lo largo del camino de tierra en la vecindad tranquila, donde la gran casa de los Gables se asentaba. Lindsay había estado más que contenta cuando Ginny le informó que era bastante común y aceptable para las amigas sostenerse las manos en público, y se encontró disfrutando de este simple y amoroso gesto. El viento cálido y el sol acariciaban sus rostros y la tela del vestido de Ginny y la camisa de Lindsay. Jane caminaba por delante de ellas, y ambas la miraron hacia abajo viéndola explorando mientras ellas hablaban. El sol de la tarde estaba colgando bajo en el cielo, salpicando el horizonte y las copas de los árboles de enebro con tonos añil y carmesí. Era a todas luces, un día magnífico. Lindsay tomó una respiración profunda y recogió sus pensamientos. "B-ba-bat. B.A.T" (Murciélago) "Sí!" Ginny cantó, soltando sus manos unidas para poder dar una palmada a su pareja en la espalda. "Lo hiciste de nuevo." Jane se dio la vuelta para ver de que se trataban los gritos. Ginny meneó sus dedos a la niña, que reflejó el gesto antes de rápidamente ser distraída por una alta hierba. El rostro de Lindsay se iluminó. "¿De verdad?" Ginny emitió. Aprendes rápidamente Lindsay. Ginny había estado enseñando a leer a Lindsay durante semanas, usando una sola, muchas veces hoja doblada de papel de periódico que conservaba en su bolsa. Pero Lindsay había memorizado los artículos hace mucho tiempo, y entonces intentaban algo más. "De verdad," ella confirmó. Ladeó la cabeza en cuestión, la brisa soplando su pelo hacia atrás y totalmente apartado de su cara en forma de corazón. "Otra?" Lindsay se detuvo y se lamió los labios nerviosamente. Se balanceó sobre sus talones, la tentación de parar mientras estaba enrollada. Nunca había conseguido tres palabras seguidas antes. "Está bien", dijo vacilante. "Una más, Pero eso es todo." Ginny rió. "Esta bien. La última del día. Gato." Lindsay puso los ojos. "No me gustan los gatos." "No te tienen que gustar. Además, desde cuando te gustan los sombreros y murciélagos o la palabra gordo." "Está bien, esta bien. C-ca-cat. (Gato) Ca-ca." Ella hizo una pausa. "KAT" Ginny negó con la cabeza, deseando que se hubieran detenido después de la última. "Eso estuvo muy cerca pero no del todo bien, corazón. Comienza con una C no con K." 249
La frente de Lindsay se arrugó. "Pero el sonido de la c es igual que el de la k ¿cierto?" "Lo es. Pero la C también hace ese sonido. Lo siento, amor, suenan igual pero escogiste la equivocada." "Si ellas suenan igual entonces para que las necesitamos a las dos?" Uh oh. Ginny se encogió por dentro, sabiendo que estaba a punto de tratar de explicar algo que era tan desconcertante para ella como lo iba a ser para Lindsay. "Bueno, no siempre suenan igual. Umm a veces la C suena como una S y a veces la K es silenciosa." Lindsay se quedó mirando. "Como la palabra knot’ (nudo) o knife' (cuchillo)”, Ginny continuó. "La K no suena, pero aún así comienzan las palabras." "Cuchillo comienza con la letra K?" Ella levantó una ceja. "Uh huh." "Tonterías." "¡Lo hace!" Lindsay puso las manos en sus caderas. "Así que dejame ver si lo entiendo. La K puede sonar exactamente igual que una C o como una S o como absolutamente nada?" "Sí," Ginny dijo débilmente. "Pero-" Lindsay levantó una mano para detenerla e hizo una nota mental para no molestarse con la inútil letra K nunca más. "No importa. Sólo estaba verificando." Pero ella estaba claramente un poco abatida. Ginny la miró cariñosamente, luchando contra la urgencia casi irresistible para tomar a Lindsay en sus brazos y besarla sin sentido. "No te desanimes. Estas haciendolo maravillosamente, Lindsay." Ella vio el comienzo de una sonrisa y dejo que todo lo que sentía por dentro se mostrara en su rostro. "Estoy realmente orgullosa de ti." Lindsay sintió sus mejillas calientes. "Todavía no puedo leer." "Pronto," Ginny le dijo. "Muy pronto". Jane dejó escapar un chillido infeliz cuando se tropezó con sus propios pies y la atención de Lindsay y de Ginny se dirigió hacia abajo. Ginny ayudó a Jane a ponerse de pie, besando su raspadura suavemente, y sacudió las rodillas regordetas. Lindsay observó con asombro como las lágrimas que habían amenazado caer desaparecieron tan rápido como llegaron y Jane comenzó a marchar por la hierba como si nada hubiera pasado.
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"Ella es audaz, ¿verdad?" Ginny observó distraídamente, agradecida por este tiempo a solas. "Ella siempre lo sido. Justo desde el principio." Calvin Gable había insistido en cerrar la tienda como si fuera un verdadero día festivo. Después de escuchar el delicioso relato de los muchachos de su pasada noche en el estanque en Tyler, se había despojado animosamente de la chaqueta, el chaleco y el lazo elegante, en favor de una vieja camisa de algodón y una caña de pescar prestada. Con la bendición de Ginny, él y los chicos, y una cesta de picnic tan pesada que Calvin fue el único que podía llevarla, dispusieron para el río justo después del mediodía. Ginny no tenía ninguna duda de que tendrían un tiempo maravilloso. Ginny bajó la vista hacia su hermana mientras hacia pinitos a lo largo, explorando cada roca y palo con que se topaba, con un ojo curioso, perspicaz. "Nuh uh." Ginny soltó las manos de Lindsay y perturbada llegó a la niña. "No en la boca, cariño," regañó con suavidad, alargando la mano para que Jane pudiera escupir todo lo que había depositado en su boca. Lindsay hizo una mueca. "Jane", advirtió Ginny, una ceja se movió. Jane sacudió la cabeza desafiante. "Te encanta hacerme esto, no es así," murmuró Ginny, pero estaba claro por el tono de su voz que en realidad no le importaba. Arrodillandose, sondeó el interior de la boca de Jane por un momento hasta que pudo sacar la pequeña piedra de entre los labios de color rosa, codiciosos. Lindsay se rió cuando Ginny tuvo que secarse los dedos empapados en la falda de su vestido. "Sólo espera, Vaina de Guisantes," bromeó Ginny, permitiendole a Lindsay ayudarla a levantarse "tendrás tu turno." Imperiosamente, Jane cruzó los brazos sobre su pequeño pecho, algo corpulento e hizo un puchero con fuerza, su labio inferior sobresaliendo muy lejos de lo que Lindsay pensó humanamente posible. En respuesta, Ginny sacó su propio labio inferior, y luego le sacó la lengua por una buena medida. Esto era obviamente un viejo juego, muy querido entre ellas, debido a que la niña al instante imitó la acción, pero sólo fue capaz de mantener la postura durante unos segundos antes de que ella y Ginny se disolvieran en risitas tontas. "Oh, Lindsay," Ginny sacudió su cabeza cuando la última de sus risitas se desvanecio y Jane comenzó a marchar por el camino de nuevo en busca de un nuevo botín. "No puedo creer cómo este día ha resultado." A pesar de venir inmediatamente después de la risa, las palabras llevaban una pizca de melancolía. "Ella los ama." Su mirada se dirigió a un lado hacia su compañera. "¿Escuchaste como llamó a Laura?" Lindsay asintió, sospechando que esto sería un punto de dolor para Ginny. "Mama". "Mama", Ginny confirmó en un susurro, sus ojos ir un poco fuera de foco. ¿Cómo podría? ¿Cómo no podría hacerlo?
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"Parecen buena gente," Lindsay ofreció sin comprometerse. Por supuesto, pensó algo sintiéndose culpable, aunque ellos no saben exactamente por qué estamos aquí. Cuan escasos, todos Ginny podía decír que habían estado buscando a Jane. Ella nunca mencionó el futuro. "Bonita casa. Un buen negocio. Cerraron la tienda hoy sin pensarlo. No podrías hacer esto en tiempos difíciles", señaló. "Mmm" Ginny estuvo de acuerdo. "Alla en casa trabajé todos los días menos los domingos en la fábrica." Jane se desvió hacia la hierba verde y exuberante, persiguiendo una mariposa de color amarillo pálido, y Ginny y Lindsay amigablemente cambiaron su camino siguiendola. No importaba dónde fueran, siempre y cuando estuvieran juntas. "Mamá trabajaba lavando los domingos," Ginny continuó después de un momento de reflexión, "por lo que Alice y yo cuidabamos a los niños para que Mamá pudiera trabajar. Antes de que nos mudaramos a la calle Orchard era lo mismo." Ella se encogió de hombros. "Diferentes fábricas o tiendas todos los días después de la escuela, luego a tiempo completo como me hice más grande. Es todo tipo de mezclas juntas ahora." Suspiró y sintió la mano envolverse alrededor de ella apretando suavemente. Lindsay tomó una gran bocanada de aire fresco. "Los niños no deben tener que trabajar, Ginny. Se deben parecer a eso", señaló a Jane, que todavía estaba tratando valientemente por atrapar la mariposa en las manos regordetas. "Esa es la manera en que debe ser." Había un timbre melancólico en su voz que hizo que Ginny la mirara por un buen largo momento. Entonces las cejas de Ginny se juntaron y se volvió de nuevo a Jane para ver jugar a su hermana. La tos rápidamente había sido vencida bajo los cuidados de los Gables, y Jane parecía más saludable y más feliz de lo que había estado antes del incendio. "No, no deberían hacerlo. Voy a conseguir tres trabajos si tengo que hacerlo, pero ninguno de ellos tendrá que trabajar, Lindsay. No hasta que crezcan o quieran." Los ojos muy serios de Lindsay se encontraron con los suyos y una promesa silenciosa pasó entre ellas, juntas se asegurarían que las palabras de Ginny se convirtieran en realidad. "Mariposa mala!" Cediendo ante la mariposa, Jane se dejó caer en su parte inferior y agarró un puñado de hierba suave. Tirando desde el suelo, lo lanzo hacia arriba en el aire y se rió, ya que cayó sobre su cabeza, formando una corona verde espinoso que contrastaba agradablemente con sus cabellos pálidos. Ginny sonrió afectuosamente. "Un domingo por la tarde del verano pasado, Alice y yo la llevamos al parque." Sus cejas se juntaron mientras recordaba. "No recuerdo por qué, pero los niños no estaban con nosotros ese día. Al principio Jane tenía miedo a la hierba. Tomamos nuestros zapatos y calcetas fuera y pasé la mayor parte de la tarde persuadiendola a tomar un solo paso, mientras Alice se reía de los dos." Ginny sonrió. "Pero Jane finalmente lo hizo", afirmó con orgullo. "Debiste haber visto la expresión de su cara, Lindsay. Creo que fue la primera vez que había visto siquiera la hierba, y mucho menos sentir cosquillas en los dedos de los pies. "
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"Entonces qué estamos esperando?", Preguntó Lindsay, su rostro adoptó una juguetona, aunque un poco desafiante, expresión. Antes que Ginny siquiera pudiera responder, Lindsay estaba en el suelo junto a Jane, quitándose los zapatos. Jane chilló de alegría y trató de quitarse los de ella también. Sonando como un cerdito hurgando por una teta, ella gruñó y resopló, agarró su pie y comenzó a luchar con su zapato, cayendose en la hierba cuando la mano de Lindsay se disparó y cosquilleó su vientre. Haciendo la ya difícil tarea de eliminar sus propios zapatos imposible. Encantada, Ginny se unió con entusiasmo a ellas. Ambas mujeres recuperaron una pequeña pieza de su propia infancia, en su mayoría perdida en la hierba suave esa tarde, ya que su risa mezclada se alejó flotando en la brisa de la tarde. *~*~*~*~* "¡Mira!" Parloteando con entusiasmo sobre el río y los hombres que habían visto allí, los chicos llegaron disparados a través de la puerta de la cocina de la preciosa casa Victoriana de los Gable. La estructura azul pálido tenía un tejado a dos aguas y la tortea de esquina y estaba rodeada de árboles maduros que daban sombra al amplio pórtico. "Finalmente capturamos pescados." Ambos niños miraron de repente a Lindsay, que estaba sentada en la mesa de la cocina, preocupados de que la hubieran ofendido. Les dejó reposar durante unos segundos dolorosos antes de sonreir ampliamente y diciendoles: "Sabía que podían hacerlo." Los muchachos dejaron soltar sus respiraciones que habían estado conteniendo y le dieron sonrisas con dientes en respuesta. Calvin apareció en la entrada, su cuerpo silueteado por la puesta de sol mientras levantó con orgullo un cordel con gordos peces gato tan frescos que los bigotes en los dos últimos todavía se retorcian de vez en cuando. Laura se rió y le dio a su marido una mirada de adoración que trajo sonrisas inconscientes a las caras de Lindsay y Ginny. "No puedo creer que agarraste algo. Pero no entras en la casa con eso hasta que sean limpiados. Pienso que puedo lograr cocinarlos, pero no lo hare," ella se encogió," lo sabes” "Sí, señora," Calvin respondió obedientemente mientras su mirada inquisitiva movió alrededor de la habitación. "¿Dónde está Janie?" "Hora de la siesta." Calvin parecía abatido. "Oh." "Estaba cansada, Calvin." Laura le palmeó el hombro consolandolo. "Voy a despertarla para la cena y luego puedes jugar con ella después, ¿de acuerdo?" Su rostro se iluminó inmediatamente con las noticias. "Genial. Quiero contarle de la pesca. La próxima vez voy a llevarla conmigo." 253
Laura se rió y empujó su pecho con su dedo índice. "Ella es solo un bebé y una niña en eso." Calvin levantó su barbilla con falsa susceptibilidad. "Y tu punto es? Ella es mi hija y puede hacer cualquier cosa que quiera." Él asintió para sí mismo. "Y eso podría incluir la pesca." Él inclinó su sombrero a Ginny y Lindsay, que mudamente agitó su saludo. Laura levantó las manos en el aire en exasperación desconcertante y se dirigió a un conjunto de escaleras situado justo fuera de la cocina. La despensa estaba en el sótano y se imaginó que necesitaría un delantal lleno de patatas para alimentar a esta tripulación. "Vamos, Lewis y James, les enseñare cómo filetear el pescado." Se rió entre dientes. "Espero." Calvin claramente no estaba molesto por su falta de experiencia en este campo y ambas Lindsay y Ginny se encontraron a gusto con el amable hombre casi al instante. Los ojos de Ginny le siguieron con curiosidad mientras salía de la cocina. Jane podría ser cualquier cosa, él había dicho, y la convicción en sus palabras hicieron a Ginny creer que era verdad. Podía eso cambiar si ella tomaba a Jane? Ella se recostó hacia atrás en su silla y se forzó para hacer lo que había considerado demasiado doloroso y peligroso antes. Comenzó a preguntarse. *~*~*~*~* Cuatro días después. Ginny estaba tendida de espaldas, mirando hacia el techo en la habitación que los Gables generosamente le habían dado a ella y Lindsay. El día había sido inusualmente cálido y la ventana estaba un poco abierta, dejando entrar la brisa fresca, una astilla de la luz de la luna, y el zumbido constante de insectos. Ginny escuchó el gemido lastimero de un silbato de tren en la distancia y sus ojos se desviaron a través del cuarto hacia Lindsay, que estaba deslizandose en su camisón de dormir y apagaba la lámpara. Me pregunto si extraña su libertad, pensó ociosamente mientras sus ojos siguieron cada movimiento de Lindsay. Me preguntó si alguna vez sabré lo que es eso como, ser responsable de nadie más que de mí, para viajar a donde el viento me lleve. Un pequeño ceño apareció. No estoy segura de quererlo. La carga y la alegría de cuidar a sus hermanos era algo que con mucho gusto llevaría. Pero eso no significaba que se había olvidado de sus propios sueños y las noches donde ella y Alice susurraban sobre su futuro con el telón de fondo de los sonidos de la ciudad que nunca dormía. Bueno, querías salir de los barrios pobres malolientes, Ginny. Pero lo que más quería era alguien para amar, quién le amaría también cada pedacito con la misma ferocidad. A pesar de su estado de ánimo un tanto sombrío, Ginny sonrió internamente al ver a su compañera con esmero cepillarse los dientes sobre una palangana en la cómoda. ¿No te sorprenderías donde encontré lo que tanto soñamos, Alice. Te morirías a causa de la conmoción y dirias que estoy loca. Su sonrisa se volvió melancólica. Pero una vez te dijera lo maravillosa que es, lo que me hace sentir y todas las cosas que me gustan de ella todavía te conmocionarías y dirías que estoy loca, tú canalla. Pero estarías feliz por mí también. Lo sé. Dios, te extraño, Al. Cuando dejara de dolerme tan
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mal? Resueltamente, Ginny se empujó lejos de ese tren de pensamiento y se centró en los acontecimientos de los últimos dos días. Ella había llegado a conocer a los Gables, que eran una pareja sociable, amable que dieron la bienvenida a ella y su familia con los brazos abiertos. En varias ocasiones Ginny había estado a punto de decirles que esto no era solamente una visita. Que quería más que encontrar a Jane, que quería tenerla. Pero Calvin y Laura fueron tan serios en su oferta de amistad, y era tan obvio que adoraban a la niña, que estaba prosperando bajo su cuidado. Cada vez que comenzaba a decirles, las palabras murieron en su lengua. Maldijo su cobardía, odiándose por ello. Ginny cerró los ojos, escuchando como Lindsay se movió alrededor de la mayor parte del cuarto oscuro. Al principio estaba preocupada de que los niños le dijeran a Calvin que tenía la intención de llevarse a Jane. Ahora egoístamente deseaba que ellos soltaran la sopa y hacer el trabajo sucio por ella. "Oh, Dios, Lindsay. Qué voy a hacer?" susurró. Ginny había tenido esa preocupación durante todo el día, tratando de darle a Lindsay un descanso de hacer frente a sus problemas sin fin. Pero finalmente fue demasiado. Necesitaba hablar como necesitaba el aire. Lindsay rellenó a través de la habitación y se sentó en la cama al lado a Ginny. Levantó una mano y acarició la mejilla de Ginny con las yemas de sus dedos. "¿Qué vas a hacer sobre qué?" Ginny había estado tan silenciosa como un ratón de iglesia todo el día, y Lindsay dio un suspiro de alivio, esperando que su amiga finalmente compartiera lo que estaba molestándole. El silencio de su amiga la tenía más que picada. Después de todo lo que habían compartido, tener a Ginny apartada en lugar de hablar con ella, eso dolía. Y como esto lo hizo tan fácilmente, el dolor había dado paso al enfado. Más de una vez hoy Lindsay había mordido severas palabras que Ginny no merecía. "Están felices," dijo Ginny entrecortadamente. "Uhh" Lindsay sacudió un poco la cabeza, confundida. "¿Quién es feliz?" "Laura, Calvin, Jane. Son felices juntos y estoy a punto de arruinar sus vidas." La mirada de Lindsay se suavizó. "No estás haciendo daño a Jane o arruinando su vida por reclamarla, Ginny. La amas." "Y los Gables?" preguntó Ginny, aunque ya sabía la respuesta. Lindsay suspirço. Esto no es tan fácil. "Lo siento," ella finalmente ofreció. "Yo te ayudaré de cualquier manera que pueda." Ella hizo un gesto sin rumbo. "Eso es todo lo que puedo pensar en decir." Ginny suspiró y se apretó el puente de la nariz para evitar su inminente dolor de cabeza. Con la otra mano, ella apretó a Lindsay. "Lo sé." Lindsay miró por la ventana, sin ver, mientras consideraba la posición imposible en que ellas estaban. Si Ginny hubiera dicho la semana pasada que tratar con Milo fue fácil en comparación con las personas que tenían a Jane, ella no le habría creído.
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"No me gusta hacer daño a nadie, especialmente a las buenas personas," murmuró Ginny, una capa de culpabilidad cayó sobre ella como una manta pesada. "Laura nos invitó a quedarnos aquí el tiempo que quisieramos, Lindsay." Podía sentir el inicio de las lágrimas en sus ojos y ella las combatio. "Ella quiere que seamos parte de su familia y visitarlos cada vez que quisieramos. En realidad dijo eso. ‘Que visitemos a Jane siempre que lo deseemos. Queremos que sepa de su familia.'" Lindsay suspiró. "Calvin me dijo lo mismo hoy. Creo que finalmente él está empezando a superar el hecho de que visto pantalones." Una irónica sonrisa tocó sus labios. "Él no sabe qué hacer de mí y todavía piensa que estoy un poco loca." "Eres un poco loca." Ellas compartieron sonrisas débiles. Ginny puso su mano en el muslo desnudo de Lindsay, sintiendo el calor de su piel hundirse profundamente en su palma. "Hoy Calvin se puso en el suelo y jugó con Jane. Digo, en realidad jugó. Arthur la amaba, pero nunca lo vi hacer eso. Ni una vez." Ella exhaló lentamente, su cara telegrafiando su asombro. "Ni siquiera sabía que era algo que los padres hacen. Dios, Lindsay, me siento como una asesina esperando el momento justo para venir y apuñalar a Calvin y Laura en la espalda." Lindsay se mordió el labio inferior mientras pensaba. "Tal vez podamos resolver algo? Algo así como lo hicimos con Lewis?" Pero incluso mientras decía las palabras sabía que no eran verdad. Los Gables no quería un hijo principiante o a tiempo parcial para en realidad completar la familia. Ellos querían una verdadera hija. Y estaba claro que Jane significaba el mundo para ellos. "Tal vez," Ginny respondió ausentemente, sus ojos trazando los rayos de luz de la luna mientras ellos caían sobre Lindsay. "Deberíamos simplemente robarla", dijo Lindsay después de un momento de intenso pensamiento, "huir en la noche e ir tan lejos de aquí que nunca nos encontrarían." Ginny estuvo en silencio durante tanto tiempo que Lindsay no creía que fuera a responder y el bajo sonido de su voz la hizo saltar. "No creo que tendría el corazón para hacer eso, Lindsay," especuló. "Te vi con James hoy cuando se raspó la rodilla y estaba tratando de no llorar." La imagen fue grabada para siempre en la mente de Ginny. Su hermano y su amante, cabezas oscuras inclinadas cerca uno del otro mientras susurraban. Lindsay agitando el pelo de él con abierto afecto que la hizo derretirse simplemente viendolo. El alivio en su cara cuando los brazos fuertes lo envolvieron en un abrazo y le permitió enjugar las lágrimas que no había logrado retener, su dignidad intacta. "Eres mejor con los chicos de lo que crees." Su voz estaba teñida de admiración y amor inquebrantable. "Eres la persona más tierna que he conocido." Lindsay resopló, entonences inclinó su cabeza y sonrió con tristeza. "Estás equivocada, lo sabes." Aunque desearía que no lo estuvieras. "Haría las cosas que te harían estremecer si tengo que hacerlo." Ella levantó su mano, y luego la dejó caer sin fuerzas a la cama. "No estoy segura de que te hará más feliz." La frustración se filtró en su voz. "Sé que no quieres hacer daño a los Gables. 256
También sé que quieres a Jane, pero hay una parte de ti que cree que estaría mejor aquí, en esta bonita casa, con su blanca valla y hermosos muebles." Lindsay golpeó la columna de la cama de roble macizo con us nudillos. "Ella tendría un padre cariñoso." Eso no lo tendría con nosotras. Los ojos de Ginny chispearon. "No es la parte del padre, Lindsay. Sé lo que estás pensando y eso no es verdad. Solo te dije lo maravillosa que eres con los chicos!" "Pero no un padre." "Al igual que yo?" dijo enfadada, empujandose hacia arriba en sus codos. "El hecho de que yo quiero hacer una vida con una mujer es mi elección, Lindsay Killian. No soy una tonta. Sé que podría tener un hombre si quisiera, tuve la oportunidad antes y no lo hice. Así el hecho de que no habrá ningún padre en esta familia es cosa mía no tuya. Además, su padre está muerto y no puede simplemente ser cambiado por otro como un desgastado par de zapatos!" Al igual que Arthur no podría reemplazar a papá. Las palabras fueron impactantes en su intensidad y durante varios segundos el único sonido que se escucha en la gran habitación eran las jadeantes respiraciones de Ginny y Lindsay. Lindsay limpió suavemente su garganta. "El padre de los niños está muerto para ellos. Y para tí. Pero, Ginny, tu hermana sólo conoce a Calvin como su padre. Ella no recordaría a nadie más." Una mirada de incredulidad cruzó por la cara de Ginny y se incorporó. "Estas tratando de decirme que debo dejarla aquí?" "No, cariño." Lindsay tomó la mano de Ginny con una fuerza sorprendente. "Estoy tratando de hablarte de lo que sé que ha estado agonizandote sobre desde que llegamos aquí. Ayudame a ayudarte", suplicó, su tono ablandandose. "¿Qué te haría feliz?" Ginny cerró sus ojos, el dolor punsante atravesandola. "No sé", susurró. "Esta indecisión está matandote." Y a mí. "Encara lo que hay que hacer y hagamoslo. Los muchachos podrían decirle a Calvin y Laura por qué estamos aquí en cualquier momento. Entonces estaremos fuera sobre nuestros culos y teniendo que hacer todas estas mismas decisiones. Ahora es el momento." "Lo haces sonar fácil. No es así de fácil!" "No importa," Lindsay le informó sin rodeos. "Todavía se tiene que hacer." "Pero podré vivir con ello una vez que lo haga?" La angustia desangraba en los ojos de Ginny y ella apartó la mirada. Lindsay tomó la barbilla de Ginny y le volvió la cabeza de la joven hacia ella, sin darse cuenta que uso un poco más de fuerza de la necesaria. "No digas eso," dijo entre dientes. "No hagas que suene egoísta cuando sé condenadamente bien que hubieras muerto diez veces por cualquiera de estos niños. No fue tu culpa." Los ojos marrones como el carbón brillaron en la luz de la luna y su voz se elevó varias muescas. "Basta con la maldita culpa! Sé que te sientes mal. Lo siento también. Pero alguien va a salir herido aquí. Deja de pelear. Aceptalo! "
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"Ese no es el punto, y lo sabes," Ginny bruscamente, señalando con su barbilla en las manos de Lindsay cuando su ira aumentó más rápido de lo que pudiera imaginar. Tiró de la mano de su amiga como si se hubiera quemado. "¿Quieres que hable? ¡Bien! Esto no es acerca de la culpa de alguien. Lo que pasó no fue culpa de nadie. Fue de Jeremías e Isabelle Ward o tal vez de Dios si estuviera segura de que hubiera un Dios." Lindsay apretó los dientes con frustración, sintiendose tan profundamente a la deriva que no estaba segura de que iba a encontrar su camino de regreso. Qué esperaba que Ginny dijera? ¿Qué más podía hacer u ofrecer? "Vamos a pensar las cosas. Hemos llegado muy lejos, cierto? Tienes que seguir creyendo." De modo que yo siga creyendo. "¿Por qué? ¿Por qué tengo que creer eso?" Ginny demandó. Podía sentir otra oleada irracional de ira elaborandose profundamente en su interior y no podía hacer nada para detenerlo ya que se precipitó a la superficie, entonces, se desbordó. "Siempre estás diciendo eso! Que necesito seguir creyendo. Lo qué necesito saber es cómo vamos a hacer este trabajo." Un resentimiento que Ginny no era consciente de que aún albergaba emergió a la vida tan intensamente que la cegó. "Simplemente decir que vamos a resolver las cosas, no lo hará realidad! Somos dos mujeres, solas, Lindsay. Entre nosotras no tenemos posesiones mundanas y el dinero suficiente para durar todo el mes. No puedo casarme contigo de la misma forma en que lo haría si una de nosotras fuera un hombre. No puedo darte hijos propios. En cambio, estaras atada a niños que no son míos tampoco, por el tiempo que estemos juntas. Cuanto tiempo puedo esperar que quieras vivir así?" Lindsay parpadeó, aturdida, su lengua congelada en su boca. Las mejillas de color rosa enrojecidas de Ginny, las palabras vertidas como el agua que estalla libre a través de una grieta en una maldición. "Sobre qué es lo que vamos a hacer ahora, y cómo una tonta asustada, desplumadora de pollo no calificada y una analfabeta, vagabunda carterista va a mantenerse a sí mismas, y mucho menos a Jane y los chicos!" Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas y ella respiró rápido, como si pudiera aspirarlas. Pero no podía. Colgaban allí entre ellas, flotando, repugnantes, y crudas hasta que vio los ojos de Lindsay revoloteando cerrados. El silencio en el cuarto tronó y Ginny se sintió enferma de su estómago. Oh, Dios. No dijo eso. El cuerpo de Lindsay se quedó inmóvil, aunque sentía la lluvia de palabras sobre ella como golpes. Pero fue cuando ella abrió los ojos, dando a Ginny una mirada abierta, herida tan dolorosa que le dolía ver, las lágrimas que habían estado amenazando durante toda la conversación fueron cayendo en cascada por las mejillas de Ginny. ¿Qué he hecho? "Lindsay, lo sien-" Una expresión fría cayó sobre el rostro de Lindsay. Asustada, Ginny se vio obligadoaa parpadear un par de veces y recordarse que esta era, de hecho, su mejor amiga, y no una extraña. Torpemente, Lindsay se puso de pie, el agarre de muerte de Ginny en su mano fue lo único que le impidió abandonar la habitación.
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El corazón de Ginny comenzó a latir con fuerza. "Lindsay, por favor!" rogó, escuchando la desesperación en su voz y sin preocuparse. "Dios, te juro que no quería decir eso. Estoy preocupada y asustada y yo-" "Solo desperdicias el tiempo con una analfabeta, ratera vagabunda, que no puede casarse contigo ni darte hijos propios" Lindsay terminó por ella, arrojando violentamente las palabras de nuevo a Ginny. Un puño cerrado helado alrededor del corazón de Ginny. "Lo oí." Lindsay tragó con fuerza. Su pecho se sentía adolorido y hueco y la sensación amenazó con enviarla a estrellarse de rodillas. "Deberías tener una mejor compañia, Virginia." Ella arrancó su mano de Ginny's. Y sin decir nada más, Lindsay agarró sus pantalones, zapatos, y el abrigo y salió de la habitación, su paso firme nunca vaciló. Tengo que salir a la calle, pensó desesperadamente. Lindsay arrojó la puerta del dormitorio abriendola. Las paredes parecían estar acercandose a ella más rápido de lo que podía moverse y empezó a correr, ignorando el dolor en sus costillas. Después de un largo momento, aturdida, Ginny salió de la cama, con las rodillas brutalmente golpeando contra el brillante entarimado. Tropezó con sus pies y corrió hacia la puerta, encontrando de lo que sabía que había, un pasillo sombrío, muy vacío. "Lindsay," gimió en voz baja, "Lo siento.” Maldita sea! Por un puñado de segundos ella se balanceó en el filo de una navaja de afeitar, sin saber si perseguir a Lindsay abajo y obligarla a escuchar sus disculpas, o dejarla ir. Su cabeza le estaba diciendo que necesitaban este tiempo separadas, le había hecho daño a su amiga y ella era la última persona en la tierra a la que Lindsay quería hablarle. Su corazón, sin embargo, estaba gritando algo totalmente diferente y la indecisión hizo que sus tripas se revolvieran. Quería gritar. Quería llorar. En lugar de ello, seguía mirando por el pasillo vacío y escuchando el sonido de su propio pulso atronador cuando el pesar se apoderó de ella. Finalmente, regreso de nuevo en el dormitorio y, con manos temblorosas, cerró la puerta de la habitación. Presionó su espalda contra la superficie de madera fresca y se deslizó al suelo como una muñeca de trapo. "Lo siento. Lo siento. Lo siento," ella cantó sin aliento. Dejando caer su cabeza en sus manos, cerró los ojos, demasiada aturdida para llorar. *~*~*~*~* Lindsay se sentó en una colina a una manzana o así detrás de la casa de los Gables, que estaba al final de una calle residencial perezosa. Miro fijamente hacia las vías del tren en la distancia y podía oír los sonidos débiles del río corriendo más allá de eso. No había árboles en la colina, sólo tallos altos de hierba oscilante. Con la ciudad en su espalda, podía ver por millas a su alrededor, la gran apertura filtrandose en ella y calmandola como un potente licor. Sus rodillas levantadas, sus pies apoyados en el suelo mientras ociosamente giraba un tallo de hierba entre sus largos dedos. Habían pasado varias horas desde que había dejado la casa, pero la luna seguía colgado alto en el cielo, pintando la hierba con su brillo dorado. El aire de la noche era fragante y fresco, y se alegró de haber llevado su abrigo, aunque no estaba tan frío que necesitaba abotonarlo. 259
Un tren de carga había pasado hace un momento, y ella había pensado en lo fácil que sería cogerlo y dejar que la lleve donde quiera que lo hiciera. Habría caras nuevas y diferentes lugares y la tranquilidad que incluyen con la familiaridad de todo ello. Podía volver a caer en su antigua vida sin tan siquiera un solo pensamiento para toda esta locura y opciones imposibles. Simplemente podría olvidar, verdad? Lindsay arrojó el tallo de hierba y suspiro. No, ella no olvidaría. Nunca. Y así el tren había pasado y ella se había quedado en la colina, viendolo traquetear fuera de su vida, sabiendo que a pesar de que todavía le llamaba a ella ya no era suficiente para sostenerla. No, lo que necesitaba para sostenerla eran los ojos, que cuando se volvian hacia ella, brillaban cálidamente con amor. Ella necesitaba risas y besos dulces y alguien con quien compartir sus sueños que, incluso cuando ella no estaba muy segura de lo que esos sueños eran aún. Necesitaba a Ginny, que pensaba de ella como nada más que una estúpida ladrona. Lo cual era cierto, Habichuela, admitió con tristeza. Me lo he dicho mil veces, pero nunca me hizo daño de la manera que lo hizo cuando ella lo dijo. Ella se rió, pero no había ningún humor en ello. "La empujé cuando ella no estaba lista y maldición si no empujó hacia atrás." Lindsay se reprendió por permitir sus sentimientos dañados tan fácilmente. ¿Cuándo me volví tan sensible y patética? Ese sería el momento en que me enamoré de ella, se respondió a sí misma irónicamente. Joder. Ginny miró con atención a través de la oscuridad, al ver una figura solitaria sentada cerca en la parte superior de la colina. Ambas habían llegado allí varias veces en los últimos días cuando buscaban un tiempo a solas. "Dios, por favor, deja que sea ella," dijo silenciosamente mientras comenzaba a subir la colina, una manta de lana gruesa echada sobre sus hombros. "De lo contrario voy a asustar a las luces viviente de alguna pobre alma y luego probablemente sea asesinada por mi problema." Pero a medida que se acercaba reconoció el conjunto inequívoco de los hombros de Lindsay y el perfil iluminado por la luna que conocía tan bien como el suyo propio. Si Lindsay la oyó acercarse no lo demostró. Ginny se dejó caer sobre la hierba suave junto a su amiga; cerca, pero no tan cerca que estuvieran tocandose. Mantuvo sus ojos fijos al frente y resistió el impulso de arrojarse a Lindsay y gritar su disculpa en la noche. Armandose de valor tomó una profunda bocanada de aire frío, limpio. "Es hermoso aquí." Su voz era apenas lo suficientemente alta como para ser oída por encima de la brisa. "Lo es," Lindsay confirmó suavemente, sin dejar de mirar hacia las vías y los campos más allá. Ginny tragó y miró abajo a sus pantalones. Frunció el ceño y recogió distraídamente un pequeño hilacho que se estaba desarrollando alrededor del puño. "Escuché el tren mientras caminaba aquí." El corazón le dio un vuelco a lo que había sentido. "Pensé que podrías estar en eso." Se atrevió a mirar a su compañera, cuya mandíbula estaba fija. Lindsay asintió y giró su rostro hacia Ginny. Sus ojos se encontraron. "Yo también" La boca de Ginny de repente se le secó y la parte inferior cayó en su estómago. "¿Q-qué te detuvo?" La boca de Lindsay se curvó en una pequeña sonrisa, algo melancólica. "Tú, por supuesto." 260
Un sollozo de alivio salió del pecho de Ginny y las lágrimas se agruparon en los suaves ojos azules. "No significa lo que dije. Fue terriblemente cruel y haría cualquier cosa por deshacerlo. Lo siento mucho." Ella extendió su mano hacia Lindsay, medio esperando tener su mano golpeada lejos. No fue así. Y respiró un suspiro audible de alivio, dejándola descansar temblorosamente sobre el hombro revestido de lana de Lindsay. Ginny observó la cara abierta de Lindsay con más de una pizca de vergüenza. "Me perdonas? Por favor", agregó entrecortadamente cuando no hubo respuesta inmediata. Por favor. Lindsay apartó la mirada durante varios segundos, y luego de nuevo a Ginny. Suspiró, mucho antes de simplemente decir: "Está bien." Ginny parpadeó lentamente, su mente luchando para procesar lo que ella consideró ser la respuesta menos probable que pudiera haber recibido. "¿Qué?" Lindsay se encogió de hombros ligeramente, pero sus ojos se habían calentado. "Dije que esta bien." Ella señaló con cansancio a las vías. "Ese no es mi hogar nunca más. Ese es contigo ahora." Ginny se puso a llorar. "Puedo también perdonarte ahora", Lindsay hizo una pausa y enjugó las lágrimas de Ginny, "ya que sé que voy a ir y hacerlo tarde o temprano de todos modos." Ginny se lanzó hacia delante y abrazó a Lindsay con todas sus fuerzas. "Soy tan estúpida. Cuando me asusto digo cosas estúpidas", murmuró contra una fría mejilla, sintiendo a Lindsay apretandola aún más fuerte. "Eres mucho más de lo que dije. Tienes que saberlo, Lindsay. Te juro que es verdad." La boca de Lindsay trabajó en silencio durante varios segundos mientras absorbía la sensación de Ginny en sus brazos. Bebió con avidez las palabras, necesitando creer en ellas. "¿En verdad?" "Dios, sí!" Ginny se apartó y agarró el rostro de Lindsay con ambas manos. La miró directamente a los ojos y le habló desde el corazón. "¿No has oído todo lo que he dicho antes? No importa lo que dije estúpidamente en ese momento, no eres solo algún vago, Lindsay. No lo eres!" Hubo una ferocidad en la voz de Ginny, un destello de fuego en sus ojos, y una seguridad en las manos fuertes puestas en la cara de la pasajera ferroviaria que la capturó completamente. Lindsay olvidó cómo respirar. "Me caso contigo, si quieres. Pasaré toda mi vida amándote, si me lo permites." Lindsay volvió su cabeza y besó la palma de la mano de Ginny. Su garganta se había cerrado y sabía que no podía hablar. Después de un par de respiraciones enganchadas, movío sus labios una fracción de pulgada, y los deslizó sobre una pequeña cicatriz causada por el fuego de la vecindad. Cuando se volvió estaba sonriendo. "Casarnos, eh?" Era la idea más absurda, encantadora que había alguna vez tenido. Y aunque no podía envolver su mente alrededor del concepto, le dio vértigo, no obstante. "No lo se. Tienes una dote?" bromeó.
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Ginny rió, sintiéndose mareada en su alivio cuando una gran parte de su mundo se enderezó. "No tengo y lo sabes. Vengo con sólo una boca grande, un montón de niños malcriados a veces, pero sobre todo, adorables, y una aversión extrema a los pollos." Lindsay le dio una sonrisa de medio lado. "Qué suerte la mía." Ginny lo buscó, casi temerosa de lo que iba a encontrar, pero no había ni una gota de sarcasmo en las palabras de Lindsay. Amorosamente, sacudió un poco de pelo agitándose de la cara de Lindsay. Se inclinó y la besó en la boca, con ganas de expresar todo lo que sentía en un solo gesto perfecto. Lindsay se quejó con voz ronca y profundizó el beso, las lenguas húmedas calientes chocando en una demostración apasionada que robo su aliento. "Dios, quiero tocarte todo el tiempo," Lindsay respiró con vehemencia entre besos. "Tengo que detenerme un millón de veces al día." "Lindsay" Ginny entrelazó sus manos en el cabello oscuro y aplastó la boca de Lindsay a la de ella. "Mmm no pares ahora," gruñó ella, la intensidad de su voz sorprendiendola incluso a ella misma. Lindsay se inclinó hacia adelante empujando a Ginny sobre su espalda y cayendo más profundamente en la alta hierba, su manta olvidada en las manos urgentes, caricias ardientes y suaves gritos de placer sensual. Ellas se reclamaron entre sí una vez más en la cima de una colina azotada por el viento en el telón de fondo del cielo infinito de Texas. Fue una explosión de deseo, emoción pura, y un amor tan feroz que llevó la mayor parte de la noche para apagar las llamas que estallaron entre ellas. Mucho más tarde, soñolientas y saciadas, se acurrucaron estrechamente juntas y se sentaron a ver el color del chapoteo del amanecer a través del horizonte y cubriendo por encima la tierra. Lindsay apretó los labios contra la sien de Ginny. "Te amo." El gesto y las palabras fueron reflejadas con amor y entonces ellas hablaron. Acerca de todo. *~*~*~*~* Perdidas en sus pensamientos, las mujeres jóvenes caminaban de regreso a la casa de los Gables a un ritmo pausado. Cuando abrieron la puerta delantera de la casa vieron un asolador Calvin trotando por las escaleras; que tenía un punto de jabón de afeitar todavía en su rostro y él estaba deslizandose la chaqueta. "Damas," él saludó, ofreciendo curioso una vez cuando él jaló de su sombrero de fieltro vaquero y lo ajustó hasta que fuera a su gusto. "Temprano para ti, Lindsay, ¿verdad?" bromeó, sorprendió al ver a las dos levantadas y caminando después del amanecer. Él y Ginny compartieron sonrisas, reconociendo la preferencia de Lindsay por dormir. Lindsay rodó sus ojos. "Asquerosamente temprano."
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"Bueno, voy a trabajar", dijo brillantemente, extendiendo la mano y tirando de un trozo de pasto del cabello de Ginny. "No quieres caminar alrededor con esto todo el día." Sus cejas espesas arrugadas juntas. Estaban ustedes dos luchando en el pasto o algo así?" sacudió un racimo de pasto de la manga de Lindsay. Ginny tuvo la buena gracia de ruborizarse. Lindsay sólo sonrió y asintió con la cabeza, ligeramente pícara, la mirada completamente satisfecha ayudó a las mejillas de Ginny pasar de un rosa pálido a un rojo brillante. "Oh," dijo Calvin, un poco confundido. Mujeres. Nunca las entenderé. Ginny comenzó a inspeccionarse por más pasto. "¿Dónde están todos?" preguntó, tan absorta en su tarea que no levantó la vista mientras hablaba. Su nerviosismo estaba empezando a crecer. "Laura está en la cocina con Jane, limpiando el desayuno. Ellas vendrán mas tarde a la tienda. Lewis y James están aún dormidos. Pienso que uno de ellos tenía una pesadilla. Cuando caminaba hacia el cuarto de James lo oí llorar por un incendio y alguien llamado Alice." Su cara ligeramente infantil tomo una expresión sombría raras veces usada. "En el momento en que llegué a la habitación, se había calmado de nuevo." "Eres un hombre muy bueno," Ginny felicitó sinceramente, con una voz tan cálida y dulce como la miel. "Gracias, Calvin." "De nada", dijo con facilidad, un rubor brotando por debajo de su cuello blanco almidonado. "Esos pobres pequeños muchachos," murmuró Ginny, sospechando que las pesadillas iban a ser accesorios permanentes en sus vidas por algún tiempo. Se comprometió hablar con cada uno de ellos más tarde y una vez más hacer todo lo posible para calmar sus miedos. Ellos han pasado por tanto. Todos lo hemos echo. Jesus, desearía que esto se hubiera acabado. Ansiosamente, Ginny miró de reojo a Lindsay, quién levantó sus cejas en interrogación. Los puños de la pelirroja cerrados y desagarrados y por unos segundos contuvo su aliento, pero finalmente asintió. "¿Estás segura?" Lindsay le preguntó en voz baja, ignorando a Calvin por el momento. "Ve. Estaré bien." Ginny trató de sonreír pero esto no alcanzó a sus ojos. Lindsay dudó. "Ginny-" "Ve." Se sentía un poco enferma pero estaba decidida a seguir adelante. "Como hemos hablado," susurró. Sus ojos se encontraron y se sostuvieron, ninguna parpadeó cuando Lindsay estudió la cara de Ginny. "Muy bien," Lindsay permitió después de un momento. No sentía correcto en dejarla, pero al parecer Ginny estaba apegandose a su decisión y su plan para hablar con los Gables separadamente. Lindsay se dio una patada mental en el culo. Maldición, Ginny. Como te deje que me hablaras de esto? Ella
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dio un paso hacia delante y miró a Calvin que no tenía la más remota idea de lo que estaba sucediendo. "Andaré contigo al trabajo." "Yo iba a ensillar-" "No, no lo haras." Sus cejas subieron. "No lo haré?" "Nuh hu." Lindsay sacudió su cabeza. "Sólo pensaste que lo harías." "¡Pero hey!" Lindsay lo agarró por el brazo y comenzó a arrastrarlo hacia el camino, el hombre más grande no tuvo más opción que ceder ante la insistencia de ella. "Necesitamos tener una plática." Desválidamente, Calvin miró por encima de su hombro a Ginny, que estaba de pie en frente de la casa con las manos envueltas alrededor de sí misma en silenciosa comodidad. Lindsay levantó expertamente el reloj de bolsillo de él y luego lo sostuvó delante de ella para comprobar la hora. "Vas a llegar tarde." Los ojos de Calvin se hincharon y él cogió el reloj y Lindsay lo sostuvo justo fuera de su alcance. Ginny sacudió la cabeza ante las payasadas de Lindsay, viendo como la pareja se dirigió por la calle y hacia la ciudad. Tomó una poca de conversación de animó para llegar hasta los escalones de la entrada y entrar en la casa. Y dio un suspiro de alivio cuando cerró la puerta delantera detrás de ella. Fue golpeada por el aroma embriagador de café recien elaborado y rollos de canela recién hechos, pero fue la suave voz de Laura que la llevó a la cocina. Cuando llegó a la cocina, se detuvo en la puerta, sin ser vista. Una sonrisa lenta y encantada se abrió camino a través de su cara por lo que vio. Desnuda y riendo felizmente, Jane estaba sentada en un lavabo al lado del fregadero tomando su baño matutino. El sol de la mañana se filtraba por las ventanas dando a la cocina una alegre calidad brillante que Ginny no podía recordar en la calle Orchard. El vapor se elevó suavemente desde el agua y la piel de la niña rechoncha era rosada y cubierta desigualmente con espumoso jabón de lavanda perfumado. Su cabello rubio estaba amontonado al azar en la cabeza en una gran masa de burbujas. "Mamá!" chilló, riendo y salpicando a Laura, cuya sonrisa era oreja a oreja. "Vamos ahora. Sabes qué hacer," Laura dio instrucciones cuidadosamente, metiendo sus manos en el agua y cosquilleando el muslo de Jane. Jane sonrió y comenzó a estrujar las burbujas en su vientre en una buena imitación de restregarse y lavarse. "Esa es mi niña," Laura alabó orgullosamente, el brillo en sus ojos evidente a través del cuarto.
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La escena hizo daño al corazón de Ginny y la sonrisa se deslizó de su rostro. La parte delantera del vestido de Laura estaba mojado y cuando empujó hacia atrás su pelo con el dorso de su mano depositó una masa de burbujas en su frente. "Burbujas!" Jane llena de alegría, apuntando a la frente de Laura. Los ojos de Laura se estrecharon juguetonamente. "Piensas que esto es gracioso, ¿verdad?" Renunciando a tratar de mantenerse incluso un poco seca, Laura se inclinó y colocó un beso descuidado en la cara de Jane, permitiendo a felices pequeñas manos untar las burbujas donde podía. Ginny tragó densamente y cerró sus ojos. Perdóname, Jane. Por favor. Armándose de valor, ella entró en la cocina, sorprendiendo a Laura. "Oh!" La mujer al instante se enderezó y trató de limpiar las burbujas de su rostro y de su pelo color orín. Una mirada traviesa se instaló en su cara que hizo olvidar a Ginny que Laura tenía diez años más. En ese momento, parecían mucho más como amigas. "Mi Dios. Lo siento", se disculpó Ginny, sonriendo a Jane cuando la niña comenzó a decir su nombre una y otra vez y salpicar con entusiasmo al verla. "Buenos días. Hay café'." Laura hizo un gesto hacia la olla en la estufa con la barbilla mientras cogía una toalla suave. "No, gracias." Ginny se puso un poco pálida cuando se dejó caer en una de las sillas en la pequeña mesa de desayuno. Laura se dio cuenta de su palidez de inmediato. "¿Qué pasa?" Ginny miró a Jane durante un largo momento, y cerró sus ojos. Cuando los abrió, miró directamente a Laura. Su voz tembló pero había determinación en sus hombros que causó a la mujer de más edad a tomar nota. "Laura," se detuvo y se volvió a tragar, temerosa de que las palabras no salieran. "¿Sí?" Laura sintió una oleada de temor. "Tenemos que hablar." *~*~*~*~* Para sorpresa de Calvin, Lindsay no tenía mucho que decir cuando pasaron los edificios y tiendas que componen el centro del distrito de San Marco. Ellos habían hablado sobre el clima y otras cosas que a Lindsay no podían importarle menos. Eventualmente, Calvin decidido jugar al guía turístico, dando a Lindsay una carrera hacia abajo por las tiendas de las que pasaban y los propietarios, todos los cuales Calvin conocía. Las calles estaban llenas de gente, caballos y carros, y él se hizo a un lado para permitir una anciana pasar por delante de él. "Perdóneme, señora," dijo cortésmente. La anciana sonrió aprobando los buenos modales de Calvin. 265
"Espera, Sr. Gable!" Un niño flaco de doce años, con los pies que parecían ser al menos tres tallas más grandes para su cuerpo desgarbado, corrió hasta Calvin y le tendió un trozo de papel. Su pelo negro como el carbón estaba ligeramente despeinado por la carrera. Respirando pesadamente, él cambió de un pie al otro, muy complacido de que había cogido al Sr. Gable antes de llegar al final de la calle. "Telegrama", dijo innecesariamente, las rocas crujiendo debajo de él mientras se movía. Calvin sonrió a su energía juvenil y miró hacia el papel. El muchacho silbó entre dientes. "El más largo que he visto." Él sin complejos tendió la mano para una propina. "Y he visto muchos." Calvin sacó una moneda del bolsillo del chaleco y lo puso en la palma de la mano del niño. "Aquí tienes, Enrique. No lo gastes todo en el caramelo esta vez y te enfermes." La cara del niño se iluminó ante la visión de la moneda brillante. "Maldita sea!" Calvin se dio vuelta para decirle algo a Lindsay y su boca cayó abierta. Él giro en un círculo, con los ojos parpadeando de un lugar a otro. "Se fue" Se quitó el sombrero y se rascó la cabeza, sin dejar de buscar. Ella se fue. Desapareció sin un sonido o un rastro en una calle llena de gente.
Capítulo 16 "Shhh estate muy tranquila, Habichuela." Los labios húmedos de Albert se presionaron contra la oreja de Lindsay y su barba sucia raspó su piel. Él encajó su cuerpo con fuerza contra su espalda antes de que ella pudiera pensar en moverse. En deferencia al aumento de la temperatura, él se había quitado el abrigo mientras ella y Calvin caminaban al centro de la ciudad. Fue colgado de su brazo, ocultando efectivamente el cuchillo afilado que pinchaba sus costillas. "Ni una sola palabra de mierda." sus nudillos se volvieron blancos cuando él agarró el mango del cuchillo. " Ni una." Su corazón comenzó a latir violentamente y por un segundo ella pensó en gritar. Mierda! ¿Por qué está haciendo esto? ¿Por qué no simplemente me deja en paz? Por el rabillo del ojo podía ver a Calvin hablar con un chico que no conocía, pero su atención fue desviada de la escena por la sensación de escozor del metal atravesando su piel. Ella siseó de dolor, al instante sofocó la respuesta automática cuando oyó su gruñido de advertencia en su oído. Un riachuelo de sangre caliente abajo hacia su abdomen, haciendola retorcerse. En un destello cegador de claridad Lindsay se dio cuenta exactamente lo que iba a suceder. Quiere matarme? La ira se extendió por ella. Si dejó este mundo hoy, agujero de tapón, te voy a llevar conmigo. "Muevete", Albert pinchó con urgencia, con una voz tan baja que apenas la oyó él. Discretamente, él dio a su camisa un jalón firme hacia la izquierda, dirigiendo sus movimientos. "Eso es. Sin un sonido." Su mirada oscura moviendose de persona a persona, explorando para detectar cualquier signo de que alguien se había dado cuenta de lo que estaba haciendo. Pero los ciudadanos de San Marcos parecían estar ocupados de sus asuntos mientras atravesaban las calles.
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Acerca del tiempo por fin tenía algo de buena suerte, Albert pensó amargamente. Él y Bo, a quien había enviado para robar un carro en el momento que había puesto sus ojos en Lindsay, había estado vagando por las calles de San Marcos durante los últimos dos días. Albert estaba cansado de los interminables mexicanos, alemanes, y los vaqueros que poblaban la ciudad. Él estaba harto de las colinas verdes y frondosos nogales y robles y el olor repugnante de aire fresco. El hombre grande ansiaba el ruido interminable de la ciudad y el humo y el hoyo de rata que sabía podía encontrar cualquier día o noche. Quería irse a casa. Pero después de buscar a Lindsay durante dos días no estaba dispuesto a esperar un tiempo más seguro para atraparla. La perra me debe todo este problema, él se dijo. Incluso si quiero volver de nuevo a la ciudad de Nueva York, no me puedo deterner ahora. No después de que he llegado tan lejos. No lo haré! Él sabía que lo que estaba haciendo era ridículamente peligroso, pero la desesperación y la rabia ingestada le habían vuelto aún más imprudente de lo habitual y se maldijo por tomar este trabajo en primer lugar. Los perdedores trabajan para ganarse la vida. Y cazando a Habichuela parecia demasiado como trabajar. Sólo tomó un par de pasos para que él tirar de Lindsay en el callejón estrecho entre el consultorio del médico local y el herrero. El olor de la carne de caballo era insoportable y el estómago de Lindsay se revolvió, tanto de los nervios como del recordatorio de los animales que todavía temía, incluso después de lo que pareció un interminable viaje encima del dócil Diablo. Albert sacó un delgad saco de tela marrón que había metido en su camisa y se lo entregó a Lindsay. La bolsa estaba húmeda y olía a sudor. "Ponte esto." Él movió el cuchillo contra sus costillas un poco, asegurándose de que no se olvidara quién era el jefe. No funcionó. "Vete al infierno, manteca de cerdo- Uff!" Una carnosa mano le tapó la boca y la nariz, tirando de su cabeza hacia atrás en el proceso. "Cierra la puta boca!" dijo entre dientes, rociandole saliva en la mejilla. El contorno del edificio cercano nadó ante ella cuando el oxígeno en su sistema comenzó a disminuir. "Ponte este saco en la cabeza o te mato ahora y me ahorraré problemas posteriores." Con cuidado, quitó su mano. Lindsay se quedó sin aliento, cogiendo una gran bocanada de aire antes de limpiarse la cara con la manga, medio esperando seguir adelante y vomitar. Lo menos que ella podía hacer era asegurarse de lanzarse sobre él antes de que la apuñalara. Nerviosamente, Albert echó un vistazo en el extremo opuesto del callejón. "¿Dónde estás?" él susurró. "Esperas a alguien, Cara de Rata?" se atragantó, su mente luchando por una vía de escape. El cuchillo clavándose en su carne le recordó que no tenía una. "Pon la bolsa en tu cabeza."
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Su voz era tan plana como nunca lo había oído y su preocupación creció exponencialmente. Debería, se dio cuenta, tener más miedo. Después de todo, este hombre era parte del trío que literalmente la habían lanzado a los perros. Pero este era todavía Cara de Rata-alguien con quien ella se había cruzado en los últimos años cuando montó los carriles a lo largo de la costa este. Él era un cerdo y un ladrón y fácilmente dirigido por hombres que eran intelectualmente superiores, que era casi todo el mundo, pero por su cuenta ella siempre había creído en su corazón que podía manejarlo. Su intestino, sin embargo, le estaba diciendo que había algo muy diferente esta vez. Ella obedeció sus órdenes, y su mundo se volvió húmedo y oscuro, lo que la hizo estremecerse y empujarse a sí misma con la punta del cuchillo. Más sangre acumulada en la cintura de sus pantalones de mezclilla. "Muy bien, perra." Un vagón arrastrado en la entrada al final del callejón y se detuvo. Lindsay podía sentir que Albert dejó escapar un suspiro de alivio. "Camina", él ordenó. Justo antes del vagón, se detuvo. "¿Dónde has estado?" Bo miró el cautivo de Albert y luego de nuevo a Albert. "En una fiesta." Un latido. "¿Dónde diablos te crees que he estado?" La cabeza de Lindsay se arrebato con el sonido de la voz. Bo? No puede ser. Tú mierda! Estás trabajando con Cara de Rata? "Maldita sea, manten tu voz baja. Ayudame a meterla en el vagón," dijo Albert con impaciencia. Bo subido saltó hacia abajo, sus zapatos levantaron una nube de polvo cuando cayó al suelo. "Cortaste su lengua?" Él trató de no mostrar su ansiedad. "No." Albert se rió y dio un rodillazo en la espalda de Lindsay, pensando sólo en el último minuto para mover la hoja para que no ella no se ensartara. La mujer dejó escapar un gruñido fuerte y una serie de injurias y amenazas que causaron que las cejas de Bo avanzaran hacía arriba en el nacimiento del pelo y se quedaran allí. "Será mejor que esperes que ella no haga bien nada de eso, Cara de Rata". Albert se burló. "Las mujeres muertas no hacen bien en nada." Torpemente, los hombres cargaron a Lindsay en el vagón. Bo se arrastró hasta el asiento del conductor y Albert se quedó en la parte trasera con Lindsay. "Acuéstate y no te muevas." Bo miró por encima de su hombro. Dios, en qué me he metido? ¿En qué te has metido, Habichuela? Forzó a su voz a no temblar mientras hablaba. "¿Dónde?" Albert pensó por un momento, una mano subiendo para rascar su barba. Entonces su rostro se iluminó con una sonrisa sorprendente. "El río."
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*~*~*~*~* Ginny reunió a Jane en sus brazos y salió de la cocina. Podía oír a Laura llorando detrás de ella y su corazón se apretó tan dolorosamente que pensó que su pecho podría dividirse en dos. Hice lo correcto. Esto era lo correcto, cantó mentalmente, apretando su agarre sobre su hermana mientras subió corriendo las escaleras, tomandolas tan rápido como su vestido le permitía. La habitación de huéspedes que compartía con Lindsay estaba fría y se estremeció mientras dejaba a Jane en la cama y se movió a las cortinas agitadas para cerrar la ventana. La niña estaba vestida, pero su pelo rubio todavía estaba húmedo y Ginny utilizó una toalla que había colgado en el respaldo de la silla el día anterior para secarlo completamente. "Ahí," ella sorbió sus propias lágrimas, "todo seco." Jane agarró la toalla, explorando la superficie ligeramente áspera con los dedos curiosos, regordetes. "¿Quieres ir a ver a Lindsay, cielo?" La rubia pensó por un segundo antes de asentir con decisión. "Sí". "Eres tan inteligente. Eso es justo lo que ambas necesitamos, creo," comentó Ginny mientras se quitaba el vestido y comenzó a cambiarse en lo que ella había llegado a considerar como sus pantalones de viaje. Con un inicio, se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Su madre habría entrado en el armario de modo que la niñita no podía verla desnuda. Incluso Alice, cuyo audaz comportamiento a menudo inspiraba a Ginny y enfurecia a sus padres, que tendría, por lo menos, le dio la espalda a la chica y ocultó sus pechos con su vestido. Aún aquí Ginny de pie, completamente cómoda en su desnudez, los hombros rectos, el pecho y la barbilla levantada orgullosamente. A pesar de lo que acababa de ocurrir, una pequeña sonrisa se retorció en las esquinas de su boca. Estaba orgullosa de sí misma. Con persistencia amable y una dosis colmada de amor, su amante la había convencido de que todas las curvas que tenía eran muy apreciadas y nada de que avergonzarse, haciéndola sentir atesorada a la vez, atractiva, y confidente en su propia piel. Ginny podía llevar pantalones de hombre, hablar con extraños como si fueran su igual, y encontrar su camino a través de este gran país para lograr un objetivo que no sería negado. Y hacerlo sola si tuviera que. A veces entre ahora y el año nuevo, Ginny consideró que realmente había crecido y se había echo su propia mujer. Lo siento, mamá, sé que podrías pensar que gran parte de lo que siento sobre mí ahora es impropio, pero simplemente no creo eso. No más. Las reflexiones de Ginny llegaron a su fin cuando Jane sin tocar una de las almohadas de la cama y empezó a golpearla con sus puños, haciendo muescas profundas en el montículo de plumas. Se rió y Ginny no pudo evitar reírse también. Parecía divertido. Jane se volvió hacia su hermana. "¿Dónde está mamá?"
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Ginny contuvo el aliento, un poco insegura de qué decir o cómo reaccionar. Solo escuchar las palabras dolia. "Ella está ocupada, cariño." Se sentó en la cama y jaló sus zapatos. "¿Estás lista para ir a ver a Lindsay? Vamos por los chicos e iremos todos, ¿de acuerdo? " Los grandes ojos azules de Jane se iluminaron de alegría. "Vamos a pescar'?" Había oído hablar a sus hermanos poco más en los últimos días y estaba empezando a asociar la palabra con ellos. Ginny sonrió cariñosamente a ella. "No esta mañana." Apartó varios mechones pálidos de la cara de Jane. "Vamos. Tenemos que ir." Ella extendió su mano hacía Jane y la chica se colocó felizmente en su regazo. Impulsivamente, Ginny echó sus brazos alrededor de ella y le dio un buen apretón. Su garganta se cerró y pasaron varios segundos antes de que pudiera hablar. "Sabes que te amo, ¿verdad, Jane?" Jane respondió colocando un beso con la boca abierta en la mejilla de Ginny y riendose. "Sí. Te quiero." Las lágrimas pincharon los ojos cansados. "No creo que vayas a creer esto mañana, corazón", advirtió densamente. Por favor dejame haber tenido razón por ella. Por favor. "Te recordaré todos los días esto que te amo, lo prometo. Así también Lindsay y sus hermanos. Todos te amamos." Ella liberó a Jane del abrazo y pasó sus dedos a través de la piel suave de una mejilla del bebé." Estabamos tan tristes cuando no podiamos encontrarte." Jane arrugó su cara. Estaba cansada de la conversación de corazón a corazón que salió bien sobre su cabeza de todos modos, y decidió terminar lo más rápido posible. Se bajó del regazo de Ginny y se dirigió a la puerta a la carrera. "Chicossss,"ella trinó en voz alta, haciendo que Ginny dejara escapar una risa débil al reconocer la expresión conjunta que ella misma utiliza generalmente para sus hermanos. "Vamooooos." Ginny se puso de pie y siguió a Jane mientras se dirigía por el pasillo. Se preguntó si no debería llevar su bolsa ahora, en vez de mañana como había hablado con Laura. La mujer mayor no parecía del tipo rencorosa. Pero entonces, quién podría culparla, pensó Ginny. Me hubiera pateado yo sin siquiera terminar la conversación! En la escalera se detuvo, sabiendo que probablemente debería bajar a ver si Laura quería ir a la ciudad con ellos la iba a necesitar para llegar a la tienda. Ginny dio un paso, entonces se detuvo, admitiendo a sí misma que no podía enfrentarse a Laura Gable. No ahora. Todavía tenía que hacer frente a Calvin y sólo la idea la estaba enfermando. *~*~*~*~* Incluso a través de la bolsa en la cabeza Lindsay pudo oír el sonido del agua. Recordó que Calvin le había dicho que había sido el invierno más húmedo que la gente podía recordar y que el río estaba crecido y rápido. Se movió incómoda y su temperamento llameó. Albert estaba descansando sus pies sobre su pecho y había atado sus manos juntas con su cinturón. Toscamente, ella golpeó sus pies lejos. Albert se rió. "Batalladora hasta el final, Habichuela. Debo admitirlo, siempre he odiado eso de ti." "Jodete", fue la respuesta ligeramente amortiguada. "No," dijo Albert amigablemente. "Tu fea gatita no lo hagas por mí." 270
"Quizás prefieras al conductor entonces? Él más tu tipo? ¡Ay!" Una patada en las costillas la hizo callar. "Dios", gimió, agarrando su lado, ojos marrones apretaron con fuerza cerrandose para contener las lágrimas de agonía. Albert miró a su alrededor. Todavía estaban cerca de la ciudad, pero parecía lo suficientemente privado. "Bastante bueno." Cuando Bo no impidió que él le diera un golpe duro en la parte posterior de la cabeza, ganándose una mirada fulminante. "Para el maldito vagón ya!" "Bien. Soo." Bo tiró de las riendas y los caballos se detuvieron obedientemente. Lindsay pudo sentir el cambio en el vagón cuando ambos hombres saltaron. Entonces ella estaba siendo arrastrada enérgicamente por la espalda. Aterrizó en el suelo con un fuerte golpe y la bolsa fue arrancada de su cabeza, tomando un trozo de pelo junto con eso. Parpadeó un par de veces mientras sus ojos se acostumbraron al sol brillante de la mañana. El contorno de un cuerpo grande bloqueó su visión y fue arrastrada a ponerse en pie por el cinturón envuelto alrededor de sus manos. "¿Qué vas a hacer?" Por primera vez desde que él y Bo habían dejado Nueva York, Albert parecía inseguro. Sólo había planeado atraparla y nunca pensó realmente más adelante. Una imagen de él sosteniendo la cabeza de ella en el río y hacerla sufrir del modo en que en las últimas semanas había danzado a través de su conciencia, obligandolo a dirigir a Bo para traerlos aquí. Pero ahora que llegó hasta ahí, él estaba perdiendo los nervios. "No lo sé", ladró él, sorprendiendo a Bo. "Tengo que pensar." Lindsay se rió. "Buena suerte con eso." "¡Callate!" "¿Por qué no solo la llevamos de vuelta a la ciudad y decimos que la agarramos robando este vagón," sugirió Bo. "Esto conseguira seguro enviarla a la cárcel. Entonces podemos volver a Nueva York y cobrar la recompensa. Pan comido." Él se ve igual. Un poco más pesado tal vez. Y el bigote horrible, es nuevo. "Hay una recompensa por mí?" ella chilló, de repente comprendiendo que Jacque o Jean deben haber muerto. Se puso un poco pálida. "Están muertos?" preguntó débilmente, no estando segura de querer saber, pero curiosa no obstante. Albert hizo una mueca. "¿Quien?" "Jacque y Jean." Albert rió con gravedad, había disfrutado escuchando a esos gilipollas llorar como niñas y justo sabía que era Lindsay quien les había reducido. "Esos malditos gabachos no están muertos." Lindsay expulsó una explosiva respiración, con las rodillas sintiendolas como gelatina. "Gracias a Dios." Entonces, sus cejas fruncidas."¿Quién iba a pagar-?"
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"¡Basta!" La mirada de Albert se clavó en la de ella. "No estás en posición de estar haciendo preguntas. Tienes un valor de diez dólares para mí, Habichuela. Eso es todo lo que necesitas saber." Sus ojos redondos como platos. "Diez dólares!" Tengo suerte de que la mitad de los pasajeros ferroviarios no estén detrás de mí! "Has hecho enojar a la persona equivocada," Bo finalmente elevó su voz. "Un hombre en un buen abrigo bajó a las vías y dejó claro que había dinero en eso si nunca volvias a Nueva York." "Y estuviste de acuerdo en ayudar en eso?" A través de los años ella había estado en su parte de problemas. Pero nunca, nunca hubo alguien que estuviera tan enfadado con ella que estuviera dispuesto, o incluso poder, pagar ese tipo de dinero para deshacerse de ella. Que es diferente acerca de mi vida ahora? Ginny, su mente grito. Esa es la diferencia. Pero Entonces, como un rayo golpeando a partir de la nada, la respuesta se coló en ella y le quemó hasta el centro. Su cara asumió una expresión de incredulidad. "Jeremías e Isabelle Ward? Jesucristo." Ella gritó en su interior cuando su cólera comenzó amenazar más violentamente. "Habichuela" Bo comenzó. "Cállate." Sus ojos brillaron. "Me enfermas," escupió ella, sus palabras mezcladas con veneno. "Incluso Cara de Rata no es dos caras. Es claro que él es un hijo de puta no bueno desde el principio." "¡Oye!" Albert objetó, sin comprender la conversación en lo más mínimo, pero sin querer mantenerse al margen y no defenderse. Bo sintió una sensación de hundimiento profundo en su pecho. "No es lo que piensas, Habichuela. Lo juro por Dios." "No es así?" Lindsay miró a Bo por un largo momento. ¿Cómo pudiste hacerlo, Bo? Ella sentía ganas de patearle el culo y luego ocultarse detrás de un árbol y sentarse para un buen llanto. Él visiblemente se retorció bajo su mirada, eventualmente quitándose el Derby y jugando con ello sólo para evitar tener que mirarla a los ojos. Incapaz de soportar la vista de Bo por un segundo más, Lindsay reorientó su atención en Albert. "Es lo mismo que me lleves a la cárcel y ver lo que sucede sobre el vagón. Puedo nadar como un pez," ella mintió fácilmente. "No me ahogare hoy, Cara de Rata." Espero. Tan discretamente como pudo, comenzó a trabajar para aflojar el cinturón que sujetaba sus muñecas. Albert levantó sus manos en el aire, su frustración extendiendose a sus acciones. Había algo entre Bo y Lindsay. Podía sentirlo. Sólo sabía que mierda iba a tratar de engañarlo antes de que él pudiera hacer la misma cosa. Argh! "Nosotros no podemos llevarla de vuelta. Dirías que nosotros robamos el vagón y no se decir cuál de los dos terminaría con un cuello estirado. He oído que cuelgan a los ladrones de caballos en esta parte del país."
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"¿Qué?" Bo jadeó. "Por robar un caballo!" Miró al vagón y los dos caballos que estaban de pie pacientemente delante de ella. Disgustada, Lindsay volvió a mirar a Albert y enderezó su espalda, dejando a un lado el dolor punzante que el movimiento hizo en sus costillas. "Ellos necesitaran realmente una muy fuerte horca para tí, Cara de Rata. Por supuesto," hizo una pausa y arrugó su cara, "tal vez la fuerza de tu peso corporal acabe de tirar la cabeza limpiamente del cuello. Entonces no importa lo fuerte que sea la horca." Una sombra oscura pasó sobre el rostro de Albert. "Cállate." Ella ladeó la cabeza y dijo con mucha más calma de la que sentía, "¿Por qué?" "Porque yo soy el que manda aquí." El hombre grande palmeó el cuchillo que ahora sobresalía en la cintura de sus pantalones. "Tengo el cuchillo. Tú estas atada," le recordó, irritado de que tuvo que hacerlo. "Eres mi prisionera!" Lindsay resopló y rodó sus ojos. "¿Crees que eso significa algo? Nunca debiste haber tomado ese cuchillo de mí, Cara de Rata. No recibó más órdenes de tí." El timbre de su voz se profundizó. "Y vas a lamentar mucho, mucho que me diste una patada." La duda brilló en los ojos de él. "Así es, idiota. Estas jodido otra vez." Antes de que él pudiera alcanzar el cuchillo de nuevo, ella le distrajo diciendo, "Además, pensaste que eras alguien sólo porque estás a cargo de él?" Ella lanzó una mirada burlona a Bo y se rió con dureza. "No estoy impresionada. Tengo noticias para ti, Cara de Rata. Puedes rodar mierda en el azúcar, pero aún así es mierda." Ella olfateó el aire y dio un paso hacia atrás, colocandose tan cerca de la orilla del río que sus talones colgaban sobre el borde de la orilla. "Y tu apestas." Esto hizo. Con un rugido, Albert se lanzara hacia adelante, sin parar hasta que chocó con Lindsay y levantó su puño para golpearla. Ella giró la parte superior de su cuerpo al igual que él la golpeó, enviandolos a los dos a sumergirse en el río detrás de ella. Lindsay oyó a Bo y los gritos estrangulados de Albert mezclados justo cuando el río se la tragó. Bo dejó escapar un segundo grito de frustración cuando ambos cuerpos desaparecieron debajo de la superficie y no reaparecieron. "Habichuela!" Él comenzó a correr a lo largo de la orilla del río, tratando desesperadamente de ver dónde pudieran aparecer. "Por una vez en tu vida, no te podias esperar? Tenía un plan, sabes!" Albert se agarró desesperadamente a ella cuando la corriente se los llevó río abajo. Su agarre a tientas y la corriente volteandolos boca abajo en el agua, y el agua disparada hacia su nariz, quemandole sus senos y haciendo que se atragante. Ella podía escuchar. El grito de Albert bajo el agua y vislumbró su rostro aterrorizado tan cerca a medida que ellos avanzaban. Su espalda chocó contra las rocas y desgarró su camisa. 273
Luego sus pies golpearon una roca, y ella se torció de nuevo, tirando a sí misma del agarré de las manos de Albert y empujandose hacia la superficie. Entonces ocurrió algo increíble. Ella se levantó. El agua sólo alcanzaba la parte superior de suss hombros. "Por el amor de Dios!" ella farfulló, tosiendo un poco de agua del río mientras procesaba la noticia poco probable que ella estaba en realidad viva. Hizo rodar sus ojos y sus dientes comenzaron a castañear como reacción a la cantidad embriagadora de adrenalina cantando a través de su corriente sanguínea. Temblorosamente, ella levantó sus manos atadas a su pecho, reconociendo el dolor que acompaño a los latidos del corazón tan rápido que no podía distinguir uno del otro. Feliz de estar viva, soltó un grito casi histérico. Lindsay comenzó lentamente a andar hacia la orilla, moviéndose con cuidado para no ser atrapada en la corriente de nuevo y ser llevada más lejos río abajo. Albert no se veía por ninguna parte, pero Bo estaba corriendo frenéticamente a lo largo de la orilla y estaba casi cerca del lugar donde ella tenía la intención de salir. "No puedo creer que hayas hecho eso!" él gritó, con la cara roja de ira y preocupación. "Sé que no sabes nadar a menos que hayas aprendido en los últimos cinco años." Lindsay hizo una mueca, irritada consigo misma y la decisión estúpida que había echo. Había creído que las probabilidades eran mejores contra el río que contra el cuchillo de Albert. Ahora sabía que en realidad había actuado sobre su esquema loco, estaba bastante segura de que si ella se enfrentaba con la misma decisión de nuevo, que lucharía con el cuchillo. Sus rodillas temblaban y temía que fueran hacer que se cayera. Bo ofreció su mano para sacarla y la indecisión en los ojos de Lindsay le rompió el corazón. "Agarrala," él declaró, bajando su voz a un susurro. "Por favor, Habichuela." De mala gana, permitió ser arrastrada hacia la orilla del río y en un abrazo feroz. Bo la apretó suavemente pero con firmeza y una sensación de familiaridad se apoderó de ella. Lindsay tenía trece y Bo catorce cuando se conocieron en un patio de ferrocarril en Baltimore. La adolescente de cabello oscuro había vencido a Bo en los dados después de que él se unió al juego después y mintió acerca de saber cómo jugar. Entonces, lo peor de todo, ella se enteró de que él no tenía el dinero para pagar su deuda. Lindsay exigió el pago de una manera bastante inusual al hacer a Bo su esclavo por un día. Su estrutura delgada, todavía creciendo, labio leporino, y su peculiaridad amable le hicieron un blanco frecuente de los hombres más viejos y a veces crueles que montaron los carriles. Y el adolescente no dejó pasar la oportunidad de pasar el tiempo con alguien no sólo más cerca de su misma edad sino quien en realidad se reía y sonreía de vez en cuando, y no lo asustaba hasta la muerte. Ser esclavo de Lindsay, había descubierto, consistió en repartir sus cosas cuando ella se acordaba que se suponía debía estar dando órdenes a su alrededor, de lo contrario, desperdiciaban su tiempo metiendose en problemas y actuando como niños, algo que ninguno de los dos podía permitirse el lujo de hacer alrededor de otros viajeros. Ellos terminaron viajando juntos durante tres semanas ese largo y caluroso verano, marcándolo como el primero y único amigo que Lindsay hizo en los rieles.
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Su despedida fue tan azarosa como su reunión. En el momento ellos parecían como hojas en el viento, siguiendo un camino que cambiaba y serpenteaba, al parecer en un capricho, y resistiendo cualquier intento de ser acorralados o controlados. Bo había querido saltar un tren en dirección sur y Lindsay norte. Así con un adiós rápido y torpe que fue carente incluso de un apretón de manos, un par de sonrisas torcidas, y un guiño de Lindsay, se pusieron a caminar en direcciones opuestas y nunca miraron hacia atrás. Lindsay dejó los pensamientos del pasado alejarse al pequeño lugar en su mente donde se almacenan los recuerdos que vale la pena mantener. "Bo?" Le costaba creer que fuera él. Algo sobre el olor de él y la sensación de su cuerpo dirigió sus pensamientos a Queens, y destellos de un hombre con hombros anchos pero delgados levantándola del suelo y llevandola lo que pareció una eternidad. Uh oh. Unos segundos más tarde ella aproximadamente lo apartó y rápidamente cayó de rodillas en que vació el magro contenido de su estómago en la hierba espesa, su cuerpo todavía reaccionando al choque de casi ahogarse. "T-Tú", un solo ojo marrón rodó hacia arriba. "me salvaste?" Bo asintió, sabiendo a lo que ella se refería y preguntandose cómo lo supo. Él estaba seguro de que ella había estado inconsciente todo el tiempo. "No podía dejarte allí a que murieras de frío, Habichuela. El lugar correcto, en el momento correcto es todo. "Él estudió sus zapatos, indispuesto a revelar el enamoramiento que había albergado desde que puso sus ojos en la chica a veces salvaje, siempre impredecible. "Así que me s-salvaste." Ella vomitó de nuevo. "Ugh". Lindsay cerró sus ojos. "Sólo para ayudar a Cara de Rata a matarme. Agradable," murmuró con sarcasmo. "Muy agradable." Bo se estremeció cuando el vómito seco sacudió el cuerpo de ella una vez que ya no quedaba nada para tirar. Él se agachó para poner una mano entre sus omóplatos, viendo varios superficiales, cortes en la espalda y cicatrices en su cuello y los hombros que parecían recientes. Con su pelo mojado y alisado hacia atrás, él también vio su oreja, que parecía como si una buena parte hubiera sido arrancada. Un bulto desarrollado en su garganta. Jesus, Habichuela. Cuando ella terminó, se sentó sobre los tobillos, jadeando cansadamente. Bo se aclaró suavemente la garganta y una vez más, le ofreció su mano. Esta vez la necesidad anuló su orgullo y la tomó. "Apuesto a que te estás preguntando que estoy haciendo aquí con Cara de Rata?" Volvió la vista hacia el río. "¿Dónde esta ese gordo-" Antes de que pudiera terminar la frase Albert explotó desde el agua no menos de dos pies de Lindsay. Jadeando por el aire, agitando los brazos locamente, extendió su mano y aseguró la parte trasera de los pantalones de Lindsay. "Sálvame!" él gritó, en una octava por lo general asociada con los niños del coro o eunucos. "No se nadar!" Bo y Lindsay gritaban también y Lindsay comenzó a patear al hombre con la esperanza de separarlo de sus piernas. Manos fuertes agarraron a Lindsay hasta que se sintió como una cuerda en un tirón de guerra, con dos hombres tirando de ella separadamente. "Aguanta, Habichuela!" Bo exclamó. "No dejare que te lleve."
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"Suel." Ella logró una fuerte patada en el pómulo de Albert y oyó el crujido de los huesos por encima de su lamentos. "ta" Finalmente Bo cavado en sus talones y tiró con todas sus fuerzas. "me!" Los ojos de Lindsay se desorbitaron y pensaba que sus brazos serían sacados de sus cuencas. "¡Alto! ¡Maldita sea, ¡ALTO!" Milagrosamente, Albert aguantó, y como ella fue jalada hacia adelante por Bo, él fue sacado del río sobre su vientre. Cuando estaba en su mayoría en tierra firme se soltó, enviando a Lindsay y Bo tumbados de cara por primera vez en la maleza. Albert yacía jadeando y gimiendo sobre la orilla del río y decidió entonces que él nunca iba a tratar de ahogar a alguien de nuevo. De regreso a casa él siempre podía simplemente sacudir a alguien de un puente alto y estar satisfecho con eso. Ningún alboroto ningún lío. Si, se atendría a esto a partir de ahora. Fue Bo quien se paró primero. Recogió su sombrero y pisoteó a Albert, con el rostro desencajado de rabia. "Idiota!" Él empujó hacia atrás su sombrero en su cabeza. "¿Qué te pasa?" explotó, dando patadas en el vientre sobresaliente de Albert y notando con alivio que el cuchillo había desaparecido. Miró por encima de su hombro y la mirada estudiada de Lindsay le dijo que estaba viendo la misma cosa. El pecho de Albert subía y bajaba con tanta rapidez que no podía hablar. Después de unos tensos segundos se dio la vuelta y logró un "¿Qué?" Su expresión era una mezcla de consternación, gratitud y terror absoluto. Bo le dio otro empuje duro con la punta del zapato, luego se movió para ayudar a Lindsay a levantarse. Esto tomó varios segundos, pero entre ellos fueron capaces de extraer el cinturón de cuero mojado fuera de sus muñecas. Ella frotó la piel sensible con cautela, segura de que iba a tener algunos moretones, además de los cortes en su espalda para explicarle a Ginny. Ella acechó a Albert, que ahora estaba tumbado de lado. "Dame tus manos," ella ordenó oscuramente, todo su cuerpo temblando de furia reprimida. Ella le dio un golpe atroz en la boca sólo para llamar su atención, pero a pesar de que la cabeza de él se hundió y se quejó del dolor, no ofreció sus manos. Él era tan terco y estúpido como un viejo jamelgo. Cuando Albert no respondió ella intentó una última vez. "Última oportunidad antes de que te meta en el río y sigas aguas abajo hasta que esté segura de que estas ahogado", le advirtió, diciendo seriamente cada palabra. "No sé honestamente me impide hacerlo ahora. Y lo juro por Dios, no te voy a preguntar de nuevo." El timbre de su voz le heló la sangre a él y su cabeza se alzó. El ojo por encima de la mejilla que ella había pateado ya estaba empezando a inflamarse y su boca estaba palpitante. Él vio las ondas relucientes de furia lamiendo cada vez más y más cerca de la superficie de su mirada y sin una palabra extendió las muñecas y le permitió atarlas. Él fue golpeado. "Esto podría ser la primera cosa inteligente que has hecho," ella le dijo, tirando del cinturón tan apretado que gritó de dolor. "¡Cállate! Eres el bastardo más afortunado del mundo hoy, sólo porque estas vivo. No lo olvides." Prudentemente, Albert permaneció en silencio, en lugar eligiendo mirar a Bo. 276
"Oh, no tú también", dijo Bo, señalando con enojo a Albert. "Tengo que estar en el lado de alguien, tu sabes." Él sonrió un poco. "Sólo que no el tuyo." "Traidor", Albert escupió. "Bastante," Bo estuvo de acuerdo, cepillando varios pedazos de suciedad de sus pantalones. "Alguien tenía que asegurarse de que realmente no la mataras cuando la encontraras. Claro, después de lo que he visto hoy aquí, dudo seriamente que podrías haberlo hecho de todos modos." Albert entrecerró los ojos. "Ese tren equivocado que insististe en que tomaramos en Baltimore no fue un accidente, ¿verdad?" La comprensión comenzó a nacer. "Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!" Por varios latidos del corazón no podía pensar en algo más para decir. Entonces las palabras salieron rápidas, casi incoherentes. "Gilipollas! Fuiste tú! Tú! Fuiste el que se suponía nos despertaría para el tren que perdimos en Virginia Occidental! " Una de las cejas de Lindsay se contrajo. No sólo no podía creer lo que había hecho Bo, Albert ahora iba a tener un ataque fulminante ante sus propios ojos. "Es tu culpa que tuvimos esa resaca nuestro primer día en Texas y desperdiciamos un día extra sólo yaciendo alrededor. Tú estabas comprando la cerveza." Bo sonrió sin arrepentimiento. La mente de Albert revuelta por cada detalle putrefacto de su viaje. “El arresto en Atlanta!" Los ojos de Lindsay formaron lunas gemelas. Bo levantó la mano para prevenirlo. "Espera un minuto. No te dije que agarraras el culo de ese hombre." Lindsay parpadeó y luego se volvió lentamente a Albert. Ambas cejas en su cenit. "No hice eso", él se quejó en voz alta. "Yo estaba seleccionando su bolsillo. No agarrando su culo" "Si tu lo dices," bromeó Bo. "¡Serpiente!" Albert hervía, su mente un torbellino con escenarios de venganza dolorosos, horribles. "Voy a-" "Vas a qué?" Lindsay gruñó, agachandose y agarrando la oreja de Albert. Ella la retorció hasta que chilló como un cerdo en el matadero. Y entonces, la retorció un poco más. "¡Nada!" Albert chirriaba, con el rostro desencajado. "No voy a hacer nada. Lo juro!" Lindsay soltó la oreja y, con una mirada ácida, se limpió su mano sobre su camisa hecha jirones. "Eso es lo que pensé que dirías." Se volvió a Bo y su mirada se suavizo. Pensó en todo lo que había pasado Bo en su favor y sintió un nudo desarrollarse en su garganta. Ella tragó varias veces. "Gracias." Soltó
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un largo suspiro, absorbiendo el hecho de que Bo no la había vendido por diez dólares. Se sentía maravilloso. "Por todo" Él sonrió ante sus palabras y luego vio su acción refleja en la forma de una sonrisa deslumbrante que arrugó la piel en la comisura de los ojos de Lindsay y mostró sus dientes. Fue la cosa más hermosa que había visto nunca. Bo sintió sus mejillas calentarse, y él apartó la mirada, sus sentimientos por Lindsay escritos en su rostro. "Umm no fue nada. De verdad." "Oh, por el amor de Cristo," Albert gimió cuando él rodó los ojos y se dejó caer sobre su espalda para no tener que ver la escena desagradable. "Jódela y consegue superar-" Fue interrumpido por Lindsay mirando con curiosidad su pierna. Albert siguió su mirada. "¿Que es eso?" ella preguntó. Bo se acercó y miró hacia abajo. "Eso es un pedazo de grasa de mierda." "Bueno, sí," ella estuvo de acuerdo casualmente. "Pero quiero decir ahí". Ella señaló el tobillo de Albert. "Se está moviendo bajo la pernera del pantalón." "No hay nada allí", dijo Albert irritablemente. Sacudió la pierna para dar énfasis entonces sus ojos se ampliaron y la mandíbula caída. Su boca trabajó durante unos segundos, pero no salió ningún sonido. Bo y Lindsay se miraron entre sí y luego a Albert. El hombre barbudo se puso a gritar de muerte y agitando violentamente su pierna, agarrando un puño del pantalón y torsiendolo. "Ahhh! Al-algo está ahí!" Él estaba casi histérico. "En mis pantalones!" "Dudo que sea mucho", se burló Lindsay. Bo hizo un ruido de arcadas. "No lo es. Accidentalmente lo ví." Los gritos de Albert detuvieron bruscamente y su rostro se puso rojo brillante; jadeó y luego dejó escapar un grito desgarrador cuando las venas de la frente se le salieron, su rostro retorcido de dolor. Él sostenia su pierna todavía cuando una serpiente de color oliva, cerca de dos y medio pies de largo, se deslizó hacia fuera en la parte inferior de los pantalones y de nuevo en el agua. Bo y Lindsay ambos se estremecieron y dieron un gran paso hacia atrás. Albert comenzó a aullar. "Me mordió!" sollozó, agarrando frenéticamente su pantorrilla. Un estremecimiento tomó a Albert y empezó a temblar desválidamente. Lindsay buscó en la zona alrededor de sus pies, mientras Bo recogió un palo como arma. "Hagan algo", gritó Albert, su pierna palpitante al mismo tiempo que los latidos de su corazón; el área alrededor de la picadura se sentía como si estuviera en llamas. Él intentó levantarse pero el mundo giró y cayó al suelo, un montón patético empapado. 278
Ellos le ignoraron. "Odio las serpientes", dijo Bo, con los ojos fijamente escaneando el área alrededor de ellos. "Yo también", acordó Lindsay mientras miraba también. Ellos empujaron y pincharon hasta que estuvieron bastante seguros de que no había más donde estaban parados. Entonces un pensamiento la golpeó y ella se rió. "Pobre serpiente, consiguió una mordedura de Cara de Rata." Bo se reunió con ella en una sonrisa. "Apuesto a que va a conseguir un dolor de estómago." "O morir por completo." Albert levantó la pierna del pantalón para revelar dos profundas marcas de picadura. Realmente no sangraba, pero el tejido alrededor de ellas ya estaba hinchado y muy rojo. "¿Qué crees que fue?" Bo preguntó en voz alta. "Una serpiente de cascabel?" "¿Serpiente de cascabel?" Albert gimió. "Voy a morir. Oh, Dios, me voy a morir!" "¿Nadan ellas, Bo?" La voz de Lindsay estaba calmada, incluso cuando Albert comenzó a llorar. Ella quitó su camisa mojada lejos de su piel, haciendo una mueca ante la sensación. "No creo que fuera una serpiente de cascabel." Ella se encogió de hombros. "No he visto ninguna serpiente de cascabel al menos." Sus palabras parecieron calmar a Albert por un momento, pero pronto comenzó a llorar y maldecir a la vez. Finalmente, cansada de sus payasadas, ella arrebato el palo largo de las manos de Bo y empujó cerca de la mordida. "¿Te duele?" "Joder sí!" Albert asintió, sus ojos pequeños y brillantes llenos de miedo. Un sudor frío brotaba de su frente, mientras esperaba a que ella continuara. Ella examinó el área cuidadosamente, como si supiera lo que estaba haciendo. Entonces, se rascó la barbilla, pensativa. "Bien." Bo se echó a reír. "Entonces cómo me has encontrado, Bo?" preguntó Lindsay, aburrida con la cara fea de Albert y la pierna mordida. Se reforzó contra un árbol y dejó a un lado el palo, deseando poder apoyarse contra el tronco, pero teniendo en cuenta su espalda. Albert comenzó a gritar de nuevo pero Bo habló justo sobre él, y la pareja lo ignoró efectivamente cuando Bo la puso al corriente de la lista de ciudades que habían utilizado para encontrarla y la forma en que había estado cerca de ella casi desde que salió de la ciudad de Nueva York. "Por favor ayúdenme," Albert sollozó, su estómago agitado. "Yo" dejó de vomitar, y ambos Lindsay y Bo se encogieron. "Qué asco", dijo Lindsay, habiendo hecho algo muy parecido sólo unos momentos antes.
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"Creo que está haciendose el enfermo a propósito," Bo acusó, dando a Albert una perversa mirada. "O podría ser el veneno," Lindsay suministró amablemente, notando que el área alrededor de las marcas de la mordedura había ido de rojo a oscuro púrpura. La tez de Albert era pastoso blanco y cetrina. En ese momento, sin embargo, su piel era de un color gris mate y cubierta con una ligera capa de sudor. Pero tenía que seguir llorando como un bebé? "Cara de Rata, una vez escuche que se manda el veneno que se mueve por el cuerpo más rápido si se agita y se enfada." Ella se apartó del árbol. "Así que cállate y sientate, sucede que una vez que va a tu corazón, esa pequeña cosa negra del tamaño de una pasa y localizado en tu pecho," le recordó alegremente, "estaras acabado de todos modos." "Muere como un hombre, y no como un ratón", dijo Bo rotundamente. "O Rata, en este caso". "Es cierto," Bo estuvo de acuerdo. "No qui-qui-quiero morir!" Albert sollozó, rodando en posición fetal cuando sus calambres en el estómago empeoraron. "Por favor! Por favor, hagan algo. Lo que sea. No hay un doctor en esta ciudad llena de mexicanos?" Lindsay y Bo ambos se encogieron. Bo masticó su bigote. "Ellos son los quebrantos, Cara de Rata. No habrías estado en el agua y agarrado esa serpiente si no hubieras estado tratando de matar a Habichuela." Albert de repente dejó de moverse y se obligó a no gritar las palabras. "Podrías succionar el venero y sacarlo. Oí hablar de eso. Sacarlo chupandolo." Lindsay y Bo lo miraron como si estuviera loco. "Sí, claro," Lindsay finalmente resopló. "Como si fuera a chupar cualquier parte de tí. Chupalo tú mismo." "Apuesto que él lo ha intentado antes, pero esa tripa se puso en el camino." "Me vas a hacer vomitar de nuevo, Bo." Bo inclinó su sombrero más atrás en la cabeza. "Eso me recuerda la broma sobre un cachorro y su-" "Espera! Lo digo en serio," dijo Albert, temblando. "Ahora lo recuerdo. Cortas una X sobre la picadura y la chupas." Sus ojos rogandoles. "Pueden salvarme. POR FAVOR! Hare lo que sea." "Ahora estas hablando." Por primera vez desde que Albert fue mordido Lindsay parecía realmente interesada. "¿Te iras a casa y me dejaras en paz?" "¡Sí!" Albert asintió furiosamente. "Lo prometo." "¿Puedo creerle, Bo?" "No." 280
"Eso es lo que pensé. Lo siento, Cara de Rata." "Oh, Jesús, no puedes simplemente dejarme morir. No pueden." Lindsay se puso en cuclillas junto a Albert. "Oh, sí, puedo", dijo en voz baja, su mirada clavada en la de él. "Y sabes que te lo mereces." Albert tragó. Se quedaron así, sus miradas se encontraron, durante mucho tiempo, hasta que Lindsay suspiró. Ella agarró la pantorrilla de Albert y más o menos empujó hacia arriba la pierna del pantalón. "Gracias. Gracias. Juro que te dejaré en paz. Lo juro." "Sé que lo harás", dijo Lindsay uniformemente. "Me voy asegurar de eso." Ella sacó su navaja de bolsillo de sus pantalones y la sostuvo sobre la herida. "Para que lo sepas, me voy de San Marcos mañana y yo no voy a regresar. No voy a volver a Nueva York tampoco. Nunca me encontraras de nuevo, así que desistiras de mí y los malditos diez dólares!." "Sí Sí." Albert dijo rápidamente. "Ya me he dado por vencido." Y por primera vez la expresión de su cara le dijo a Lindsay que estaba diciendo la verdad. "No eres digna de los diez dólares." Lindsay se rió. "Podría haberte dicho eso." Ella presionó la cuchilla sobre su carne, y cortó una incisión en la pierna, la sangre caliente derramada sobre el metal y goteando al suelo. Él dijo entre dientes. "Uno más", ella le advirtió. Lo hizo lentamente, deseando que él sintiera cada segundo de este solor. Saberlo como recordatorio. Bo parecía un poco débil y volvió su cabeza. "Todo hecho", anunció. Albert esperó. Cuando ella se sentó allí sus cejas pesadas puestas juntas. "¿Q-qué estás esperando? Succiona el veneno." Ella le dio una mirada significativa. "No estaba bromeando antes", dijo rotundamente. "No hay ninguna manera que este haciendo eso. Hazlo tú mismo." "No alcanzo!" él gritó. "Hazte llegar." Sudando y jadeando, Albert trató durante unos minutos, pero sólo podía conseguir su espinilla a unos treinta centímetros de su boca. La mirada de Lindsay sacudió a Bo en cuestión. "No voy a chuparlo. Preferiría que él muriera." 281
Lindsay suspiró. "Ayúdame entonces." Juntos, con Lindsay empujando en la pierna de Albert y Bo empujando sobre los hombros de Albert, ellos doblaron al hombre lo suficiente como para que él pudiera chupar su propia espinilla. Lindsay escuchó rasgarse los pantalones de él y sabía que sus músculos estaban probablemente estirados hasta el punto de agonía, pero ella no podía evitar creer que esto le sirviera bien. Albert chupó y escupió. Y chupó y escupió. Hasta que estaba tan aturdido que no podía continuar y sus labios estaban rodeados de sangre. Entonces se dejó caer sobre la hierba y esperó a ver si iba a morir. Miró hacia el cielo azul y sintió que las lágrimas quemaron sus ojos. Esta vez lloró silenciosamente. Lindsay y Bo se apartaron, hablando en voz baja mientras esperaban para ver si Albert se recuperaría. La conversación se prolongó durante un tiempo y durante unos minutos remembraron, recordando sus aventuras con el cariño que únicamente la distancia puede proporcionar. Para su sorpresa, eventualmente un toque de color había regresado a las mejillas de Albert y había dejado de temblar. "¿Qué te ha pasado, Habichuela?" Bo preguntó cariñosamente, olvidándose de las cicatrices y viendo mucho más. Mojada y andrajosa se veía mejor de lo que él recordaba, el fuego atractivo en ella que siempre se sacudió debajo de la superficie, bruñido por algo más profundo. "El amor sucedió." Sus cejas subieron y él se veía confundido. "No importa", ella rió. "Creo que simplemente crecí." Se metió el zapato en el suelo blando. "Creciste realmente muy agradable también. Yo sabía que lo harías." Ella le sonrió cálidamente. "Así como tú, Bo. Significa lo que dije antes." Ella le dio un abrazo. "Gracias." Sin ser visto por Lindsay, el hombre sonrió. Él conseguió el abrazo que había acechado en su sueños de niñez. La vida era buena. Ella lo soltó, pero esta vez no había ninguna incomodidad cuando sus ojos se encontraron. "¿Estas segura que no te puedo dar uno de los caballos para que puedas viajar de regreso a la ciudad?" Había intentado convencerla para que fuera con él, pero una mirada en sus ojos le dijo que era una causa perdida. "Oh, estoy segura." Ella lo miró con seriedad. "Pero qué hay de tu camisa?" Él fue desabotonandola antes de que ella terminara de hacer su petición. Bo dio la espalda mientras ella se quitó la suya y se deslizó en la de él.
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"Hecho." Cuando ella la sostuvo él se limitó a sacudir la cabeza. "Es un día cálido. Tengo otra en mi bolsa," él mintió. "Está bien." Ella bajó la mano. "Míralo, Bo," Lindsay dijo en voz baja, con la mirada a la deriva a Albert. "Sabes que no puedes confiar en él." Bo se encogió de hombros. "No tengo que confiar en él. Voy a hacer justo lo que dijiste. Cargar su estúpido culo en la parte trasera del vagón y conducir a la siguiente ciudad. Volcaré el vagón y luego después de mañana podrás irte. Él no te seguirá más. Pienso que sólo llegó hasta aquí porque estaba más loco que un nido de avispas. Por lo que se puede ver, esa mordedura de serpiente lo hará más lento por un buen tiempo. Si él olvida su promesa dejare saber al sheriff que robó el vagón." Lindsay asintió con la cabeza y se metió en la camisa demasiado grande y rodó las mangas hasta la mitad de sus antebrazos. El algodón era un bosque de color verde oscuro y la tela calentada por el sol se sentía bien contra su piel. Ellos compartieron sonrisas torcidas y Lindsay guiño a su viejo amigo. Después de un momento de vacilación, ellos comenzaron a caminar en direcciones opuestas, como lo habían hecho cinco años antes. Los pies de Bo se detuvieron y suspiró, incapaz de detenerse para girar y mirarla. Él admiró su paso firme y la forma en que el viento agitó su oscuro cabello. Ella exudaba confianza en cada paso y si él escuchaba lo suficientemente duro casi podía oír lo que pensó que era un silbido mientras caminaba de regreso a la ciudad. Sus sendas nunca se cruzarían de nuevo, pero ellos nunca se olvidarían uno del otro. Y a veces eso era tan bueno como la vida puesta. *~*~*~*~* Ginny abrió la puerta de la tienda general de los Gables con uns sola mano. Sostenía a Jane con la otra, y Lewis y James llegaron disparados detrás de ella. Calvin sonrió con su saludo y empezó a envolver un montón de compras sobre su encimera. Los chicos corrieron a la parte trasera de la tienda para examinar una vitrina que contenía navajas. Ginny sonrió cálidamente mientras los observaba. Se volvió al oír la voz de Calvin. "Sra. Lichtman, me disculpa por sólo un momento?" La mujer asintió cortésmente, aunque estaba ansiosa por volver a su casa con sus compras. Calvin trotó hacia Ginny y le dio un pedazo de papel en la mano, decidiendo no hacer comentarios sobre su extraña elección de ropa, él estaba más que agradecido que Laura no era esclava de las rarezas de lo que supuso que era la moda de la gran ciudad." Esto llegó para ti esta mañana. No he tenido la oportunidad de leerlo."
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Ginny miró a su alrededor por Lindsay, pero estaba distraída por el sonido de la voz de su hermana. "¡Papi!" Jane exclamó, una enorme sonrisa arrugando su rechonchas mejillas. Extendió sus brazos a Calvin, quien la levantó sin lugar a dudas. "Vamos, Janie, te voy a enseñar a envolver las cosas." Su entusiasmo era contagioso y Jane aplaudio sus manos alegremente mientras caminaban de regreso al mostrador. Sobre su hombro él dijo a Ginny, "Hay un banco afuera, disfruta de la hermosa mañana y lee tu telegrama. Los niños y yo vamos a estar bien." Ginny mordió su labio inferior. Quería hablar con Calvin antes de que Laura lo hiciera, pero su inspección superficial del telegrama le dijo que era de Christian Spence y su curiosidad consiguió rápidamente lo mejor de ella. Dejando de lado sus reservas, ella agitó un saludo a Jane, quien le devolvió el saludo. Entonces llamó a los chicos. "Sean buenos y no preocupen a Calvin. Volvere en un minuto." Ambos chicos rodaron sus ojos, pero obedientemente respondieron: "Sí, Ginny," en voces parecidas a un zumbido que hicieron dejando muy claro que no creían que ella necesitaba recordarles eso más tiempo. Ginny frunció los labios y sacudió la cabeza. "Tienen suerte de que los amo tanto a pesar de que están podridos." Lewis y James se rieron, pero nunca apartaron sus ojos de la vitrina. Al final del banco había un indio pintado brillantemente con un cigarro, que estoicamente miraba a cada transeúntes. "Mmm no pareces muy feliz", murmuró a la estatua de madera. "Sé exactamente cómo te sientes. Por supuesto, podrían ser aquellos." Ella arrugó la cara en la caja de cigarros apretada en la mano del jefe. Su mirada cayó a su propia mano. "Tal vez esto sea una buena noticia." Podría utilizar algunas buenas noticias. Cuando ellos encontraron a Jane, Ginny había derrochado y había enviado un breve telegrama a Queens dando a conocer a Christian su éxito y dandole las gracias por todo lo que había echo. Ella nunca esperó una respuesta. El sol brillaba y la temperatura había aumentado por arriba de los sesenta, haciendo que Ginny se alegrara de los chicos le habían dicho de que les permitiera salir sin sus abrigos. Se sentó y observó a la gente por un momento, teniendo la rara oportunidad de sentarse sola- a excepción de su compañero indio y ordenar sus pensamientos en paz. Ella dejó que el viento agitara su pelo rojo y sonrió un poco cuando una pareja caminaba por el brazo. San Marcos, decidió, era un lugar muy agradable. Tranquilo pero vibrante, era mucho más pequeño de lo que estaba acostumbrada. Lo cual era una buena cosa. No había viviendas congestionadas, no hay calles atestadas de gente, caballos, carros en mal estado, y paquetes de niños sin hogar que deambulaban sin rumbo, robando y apenas sobrevivíendo así como el crepúsculo de su juventud llegó hace años demasiado pronto. Las calles de aquí eran amplias y limpias y el sonido del viento y los insectos y aves no se perdia en medio del ruido del tráfico.
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Ginny se sentó allí el tiempo suficiente para relajarse. Para el momento que abría el telegrama, estaba mucho más centrada que cuando había dejado la casa de los Gables esa mañana. Ella se sorprendió por la longitud del telegrama y estuvo tentada de contar las palabras, pero dio un suspiro de alivio cuando vio la etiqueta de ‘Tarifas Reducidas' siempre presentes que se utilizan para las organizaciones benéficas e iglesias. G & SB ¡Éxito! Dios estaba contigo Carta de seguimiento Permanece en SM para recibir? Se reporta en el Times de Jeremías e Isabelle Ward, empresarios locales y defensores del bienestar del niño acusados de fraude Sociedad de Colocación de Exposito cerrada investigación pendiente Tres hurras! (De C no Times) Ginny levantó la vista del telegrama. "No puedo creerlo", susurró ella, cada onza de asombró que sentía mostrada en su voz. "En realidad los detuvo." Ella sacudió la cabeza. "Usted me inspira, Christian Spence. Si Dios está con alguien, ese es contigo." Volvió a mirar el papel. Unos cuantos segundos más de lectura y una sonrisa de esperanza se deslizó por su rostro y causó que hoyuelos aparecieran por primera vez en muchos días. "Lindsay". Agarró el papel en su pecho. "Oh,! Lindsay" Ginny se puso de pie, el deseo de mostrar a su pareja el telegrama tan fuerte que de repente se acordó que no la había visto en la tienda. Ella tenía la puerta entreabierta cuando vio una figura solitaria caminando al final mismo de la calle. Ginny se congeló y durante unos segundos se limitó a observar, sonriendo cuando vio a Lindsay molesta con su pelo de la forma en que siempre lo hacía cuando se le olvidaba su sombrero. Ella ni siquiera recordaba la carrera mortal que hizo por el camino largo y polvoriento. No recordó las miradas curiosas de la gente mientras se abrió paso entre los jinetes y carretas, o cómo se metió el telegrama en el bolsillo e impulso sus brazos con más fuerza, sintiendo la brisa fresca contra su cara mientras se acercaba más y más a su objetivo. No fue hasta que se lanzó a los brazos de Lindsay que comenzó a pensar en todo. E incluso entonces no podía hacer más que empezar a llorar y pender por su querida vida. "Whoa!" Lindsay envolvió sus brazos alrededor de Ginny, decidida a no hacer un sonido incluso cuando sus costillas fueron apretadas con fuerza y fuertes brazos envueltos alrededor de su espalda, 285
presionando contra sus cortaduras recién adquiridas. "Tómalo con calma." Lindsay acarició la espalda de Ginny. "Está bien", tranquilizó, al darse cuenta de que la mañana debe haber sido un infierno para su amante. No es que fuera muy buena para ella tampoco. Aún así, Ginny tenía lo peor. "Lo hiciste entonces?" Ginny asintió y olió como la emoción que había estado conteniendo desde que habló con Laura vino demarramandola y amenazando con inundarla. El telegrama olvidado por el momento, enterró su cara en el cuello de Lindsay, con avidez sumergiendose en la comodidad que era tan fácilmente dada y desesperadamente necesitándola en este momento. "S-s", tartamudeó, luego comenzó de nuevo. "Sí." Lindsay cerró sus ojos con dolor enfático. "Aww, Ginny," dijo en voz baja. Maldita sea. La pelirroja comenzó a llorar más fuerte, y, mirando a su alrededor, Lindsay decidió que había probablemente un mejor lugar para hacerlo que en medio del camino, incluso si estaban bien por delante del último edificio del centro. "Aquí." Ella llevó a Ginny a un lugar con pasto alrededor de veinte yardas de distancia y justo al lado de un huerto de árboles de cerezo negro. No podían ser vistas desde el camino y era tan privado como probablemente encontrarian. Una vez que ambas habían caído sobre el pasto, Lindsay abrió sus brazos y Ginny encontró su lugar de nuevo. Ginny tranquilizándose lo mejor que pudo y cogiendo la camisa de Lindsay, una expresión perpleja en su rostro. "¿Vas a decirme por qué tienes la camisa de otra persona. Sus ojos se levantaron, entonces se estrecharon." ¿Y por qué tu cabello está húmedo?." Lindsay trazó la mejilla de Ginny con los nudillos, haciendo todo lo posible para eliminar suavemente las lágrimas. "Creo que mi historia será mucho más larga que la tuya. Y puede esperar." Ella miraba con simpatía a Ginny. "Hablame. Dime que sucedido." Ginny tragó un par de veces, desgarrada entre el deseo de olvidar y tener que sacarlo de su pecho. "Hablé con Laura." Lindsay asintió alentadoramente. "Y le dije por que realmente vinimos aquí." Ella se abatió, recordando la expresión del rostro de Laura y sus palabras cortantes, veraces que infaliblemente dieron en el blanco. "Ella no estaba feliz, supongo?" "Eso es una atenuación." Ginny frotó sus ojos con el dorso de la mano. "Ella se echó a llorar antes de que pudiera explicarle. Se sintió traicionada y yo ni siquiera había comenzado." Lindsay dejó escapar un silbido bajo. Le gusta Laura y parte de ella estaba egoístamente contenta de que no había estado allí para ser testigo de eso. "Oh, muchacho." Ella cerró los ojos por un momento, como si pudiera defenderse de las imágenes mentales creadas por las palabras de la joven mujer. Ginny lamió sus labios, sintiendo la mano de Lindsay acariciándole el brazo en comodo silencio. "Y entonces" Ella tragó densamente y levantó los ojos para encontrar los de Lindsay. Intentó de nuevo, 286
pero las palabras no venían. Dios, ¿cómo puedo estar haciendo esto cuando ni siquiera puedo decirlo? "Yo-yo".Una respiración profunda. "Y-" "Y entonces le dijiste que no ibas a tratar de llevarte a Jane," Lindsay terminó, sus propios ojos llenandose. "Que pensaste que estaría más feliz con ellos." Ginny asintió miserablemente cuando una nueva ola de lágrimas se esparcieron por sus mejillas. "Lo hice," susurró ella, sintiéndose como si el aire estaba siendo exprimido de su pecho. "N-n-n nunca había oído llorar a alguien con tanta fuerza de alivio puro como cuando le dije que no iba a tratar de lle-llevarme a Jane. Pense que la mujer iba a fracturarse en dos." Lindsay tenía la imperiosa necesidad de abrazar a Ginny hasta que no hubiera más lágrimas para derramar. Pero tenía más que decir primero. Tomó la barbilla de Ginny con su palma. Ginny se apoyó en el toque y cerró sus ojos. "¿Era lo correcto que había que hacer, Ginny?" Porque si no estás segura, voy a robar esa niña yo misma, si tengo que hacerlo. Ginny estuvo en silencio durante tanto tiempo que Lindsay había empezado a pensar que su compañera había cometido un terrible error. Su respiración se aceleró y su cuerpo se tensó mientras se preparaba para pararse. "Lindsay". Ginny la detuvo con una mano en su brazo. Un suave tirón de su manga. "Cálmate." Lindsay parpadeó. "Tú eres la que ha estado llorando a lágrima viva y quieres que me calme?" Ella arqueó las cejas de manera significativa para demostrar que estaba jugando. Ginny rió a través de las lágrimas y el simple sonido la hizo sentir un poco mejor. A veces dices sólo lo correcto. "Te digo que a pesar de que estoy llorando, eres tú la que se está preparando para hacer algo loco, ¿cierto?" Una expresión tímida cruzó por el rostro de Lindsay. ¿Ella me conoce tan bien? Ella frunció el ceño. "No". Ginny se estiró y alisó afectuosamente la piel en la frente de Lindsay. "Uh huh. Seguro que no estabas." La pasajera ferroviaria no pudo resistir más y tiró de Ginny en otro abrazo, aspirando una profunda bocanada de aire de la mañana y el olor de la piel y el cabello de su compañera. Murmuró su aprobación cuando Ginny con entusiasmo le devolvió el abrazo. Ginny suspiró, sintiendo sus nervios raídos comenzar a calmarse. "Sólo quería tomar unos minutos antes de contestar, porque quería pensar. De nuevo. No quiero tener que preguntármelo todos los días durante el resto de mi vida."
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"A pesar de que probablemente lo harás", dijo Lindsay a sabiendas, besando la mejilla de Ginny y probando la piel salada. La esquina de la boca de Ginny se arqueó y levantó una mano pasando sus dedos por el pelo espeso de Lindsay, disfrutando de su gruesa textura. "A pesar de que probablemente lo haré." Ella tomó una respiración profunda. "La respuesta es si. Lo supe casi desde el principio." Su voz se hizo más tranquila. "Pero es solo que no lo sé. Esto todavía me duele, Lindsay. Ella sigue siendo mi hermana y una gran parte de mí siente como que la estoy defraudando." Lindsay se echó hacia atrás lo suficiente como para colocar un tierno beso en la frente de Ginny. "Sé que lo haces. Pero te equivocas. No la estás defraudando. Eres lo suficientemente fuerte como para dejarla ir. Hay una gran diferencia. Sé que se siente ser abandonada por tu propia carne y sangre.” Ella tomó su mano y la apretó. "Esto no es eso, Ginny. Te juro que no lo es." Ginny observó ociosamente como un grillo avanzó por su pierna y luego saltó al césped y desapareció. "Lo prometí a una persona muerta" Su mandíbula trabajó durante unos segundos mientras pensaba en Alice, "no puede ser más importante que el deber de vivir. Amo a mis dos hermanas. Pero Alice se ha ido ahora, y Jane y lo que es mejor para ella tenían que ser lo primero. "Es lo que Alice hubiera querido de todas formas. No hay modo de que pudiera haberse imaginado todo esto.” Miró a Lindsay con una expresión dolorosamente abierta. "¿cierto?" su voz se quebró un poco y envió un fuerte dolor a través del alma de Lindsay. "Cierto", Lindsay respiró. ¿Qué más había que decir? Lindsay creía que Ginny tenía razón, que los Gables sería padres amorosos y buenos, y que Jane tendría el tipo de infancia que se merecía con ellos. Ellos eran ya una familia, realmente. Y le dolía a Ginny verlo, y posteriormente admitir esto. También creía que Ginny sería una madre maravillosa para la niñita, pero estaría forzada al límite suministrando a los chicos y ella misma. Ginny finalmente rompió el silencio. "Fue un elección imposible que tenía que ser hecha. Creo que fue lo correcto." Ella dio una mirada deseosa a Lindsay. "Es posible que tenga que recordarmelo. Mucho. N-no creo que pudiera haberlo hecho sin ti." Lindsay dejó que su corazón mostrara un poco cuando dijo: "Nunca tendrás que estar sin mí, Ginny." Ella sonrió y tomó las mejillas de Ginny, acariciando la piel hinchada, húmeda por debajo de los ojos de su amiga con sus pulgares. "Eres la persona más valiente que he conocido." "Que gracioso", Ginny suspiró, enamorandose de nuevo. "Estaba pensando lo mismo de ti." De repente, Ginny recordó el telegrama en su bolsillo. Lo sacó y se lo mostró a Lindsay. "Sabes cómo nuestras vidas estan en su mayoría fuera de control y cambiando cada día?" "Err" Lindsay le dio una mirada de interrogación detrás de sus pestañas oscuras. "¿Sí?" "Adivina qué." *~*~*~*~* Seis semanas después 288
El sol se había puesto y era ese momento mágico cuando las estrellas comenzaron a aparecer fuera sobre el cielo púrpura. Las flores maduras de la primavera estaban por todas partes, su olor dulce llenando el aire, y las tensiones animadas de un violín y una guitarra flotaban sobre la brisa. Las dos mujeres estaban sentadas en lo alto de la misma colina cubierta de hierba a la que Lindsay había escapado la noche de su discusión. En la distancia podían ver una vía de tren solitaria y el sinuoso río cortando un camino a través del terreno. Y algo nuevo. Algo que no había estado allí antes. Ginny agarró la muñeca en su mano. "¿Crees que tienen frío?" Ella se volvió hacia su pareja y esperó su respuesta. Lindsay se rió, una sonrisa afectuosa transformándola en una cosa de belleza pura. Inconscientemente, Ginny le devolvió la sonrisa, sintiendo la vibración cantar a través de ella como sus fibras sensibles fueron arrancadas una a la vez. "¿Se ven con frío?" Ginny le sacó la lengua. "Eso no es lo que pregunté." "¿Tienes frío entonces?" Sin esperar una respuesta, Lindsay envolvió un largo brazo alrededor de los hombros de Ginny. Una sonrisa traviesa curvó los labios de Ginny. "Lo tengo si eso es lo que me pones." Lindsay se rió entre dientes, con los ojos fijos en la escena delante de ella. Varias hogueras habían sido encendidas y emitieron un brillo feliz en una base de madera para lo que sería una casa grande. Los marcos de las paredes estaban en el suelo al lado del piso, a la espera de ser levantados al día siguiente. Esta noche, sin embargo, esta no era una casa, era una pista de baile para los ciudadanos de San Marcos, quienes habían resultado para ayudar en la construcción, y para una visita de Chistian Spence. Ellos pisaron fuerte y se balanceaban como la música dictaba, la fiesta animada rabiosamente alrededor. Calvin tenía a Jane sobre sus hombros y Laura los estaba alimentando un poco de algo de una larga variedad de comida dispuestos sobre caballetes cubiertas por tablas que formaban mesas improvisadas. Lewis y James estaban alrededor de una de las hogueras, comerciando cuentos con varios chicos de su edad, y Ginny imaginaba que podía escuchar sus voces excitadas mientras continuaban haciendo amigos. Tiempo era lo que necesitaban para empezar a sanar y comenzar de nuevo. Pero esto era suerte anticuada que había cambiado sus vidas. Habían estado a listos para mudarse de la casa de los Gables, temiendo que, una vez que la joven pareja se enteró por qué habían originalmente venido a San Marcos, que sería demasiado difícil de permanecer. Aunque los Gables fueron picados que Ginny y Lindsay no se sentían lo suficientemente cómodas para ser honestos desde el principio, entendieron por qué y les ofrecieron un lugar para alojarse durante el tiempo que lo necesitaran.
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A pesar de la mentira que Lindsay le había dicho Albert, ella y Ginny nunca habían planeado dejar San Marcos. Mientras Ginny decidió que los Gables deberían criar a su hermana, no estaba dispuesta a perderla completamente. Ellas simplemente tendrían que encontrar empleos y luego una lugar para vivir cerca. Ahí es donde el destino, y una persona muy rica muerta, intervino. El telegrama de Christian y luego la carta habían explicado que a la Sociedad para el Mejoramiento de los Niños le había sido legado la impresionante suma de $9,000.00 dls. El golpe de suerte fue inesperado y un regalo del cielo. La Sociedad para la Mejora de los Niños había estado luchando con el hacinamiento desde hace algún tiempo, y él decidió que San Marcos, Texas, podría ser justamente el sitio. No sólo un lugar donde no se rechazarían a los niños y niñas católicos, él ya tenía una idea bastante buena de lo que podía contratar para hacer las cosas en el terreno y tal vez incluso permanecer un tiempo. Ginny sacudió la cabeza al recordar la conversación que ella y Lindsay tuvieron con Christian apenas la semana pasada. "Muy bien, Habichuela, Ginny." Él se frotó las manos juntas ansiosamente. Siempre había querido ver el Oeste. Quería desesperadamente abrir otro orfanato. Su cara llevaba la sonrisa de un hombre que realizaba sus sueños. "Ustedes saben por qué estoy aquí. Les gustaría trabajar para mí?" Ginny y Lindsay se miraron entre sí y finalmente se encogieron de hombros. Entonces miraron hacia Christian. "No. Realmente no, Gracias", fueron sus respuestas. Cristian sonrió ampliamente y les dio una palmada en las espaldas a las dos. "Excelente. Ese es el espíritu! Sabía que dirían que sí." Y así ellas aceptaron. Al menos por un tiempo. Una canción lenta comenzó a tocar, y una armónica se unió a las cepas tristes del violín. Las parejas salieron a la pista de baile, ahuyentando a los niños, que estaban contentos de comer y correr y perseguir luciérnagas en vez del baile. La voz baja de Lindsay rompió su trance. "¿Estás teniendo un buen cumpleaños?" "Mmm" Ginny murmuró, mirando hacia abajo hacia su muñeca y el brazalete que Lindsay había tejido de finas tiras de cuero y dandoselo como un regalo. No le hubiera gustado más si estuviera hecho de hilos de oro. "Es el mejor que he tenido." Lindsay asintió, satisfecha. "¿Crees que Jane extrañara su muñeca? Ella nos envió para busacarla hace ya bastante tiempo." Ginny levantó lo que se había convertido en el juguete favorito de su hermana. Ella bostezó.
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"Probablemente," dijo Lindsay plácidamente, inclinandose hacia atrás y tomando a Ginny con ella hasta que estaban mirando a un cielo brillante con estrellas centelleantes y cargado de posibilidades. Una estrella cruzó el cielo. "Pide un deseo, Guisante Dulce," Ginny dijo con pereza, acurrucandose más cerca de Lindsay con un suspiro contenta. Sentía el cuerpo junto al suyo agitarse de risa en silencio y escuchó la risa en la voz de Lindsay mientras hablaba. "Nah. Guardare la estrella para alguien ahí abajo." Hizo un gesto sin rumbo a la reunión de abajo y volvió la cabeza y apretó sus labios contra el cabello suave de Ginny. "Mi deseo ya se hizo realidad."
FIN. * ~ * ~ * PostScript * ~ * ~ * Momentos preciosos estirados en años y como en toda la vida lo inesperado vino a llamar más de una vez. Era en todos los momentos entre los grandes eventos, sin embargo, que abarcaron décadas y formaron los recuerdos que trajeron lágrimas de alegría y de dolor. Cristian Spence siguió siendo un soltero empedernido toda su vida. Su primer amor siempre serían los niños que más lo necesitaban, y por esto, así como su espíritu amable y gentil, él nunca sería olvidado. Sobre su muerte en 1929, una placa que incluye estas simples palabras se montó sobre el frente de la Sociedad para la Mejora de los Niños: Padre de cientos, serás echado de menos. Ginny y Lindsay asistieron a la dedicatoria. Después de haber sido acusado de fraude y una serie de otros cargos, Jeremías e Isabelle Ward, fueron puestos en libertad bajo fianza. Isabelle escapó a Canadá y finalmente a Italia donde vivió el resto de sus días como la amante de un propietario de viñedos adinerado. Destrozado después del abandono de su esposa e indispuesto para seguir haciendo frente a la humillación pública, Jeremías intentó suicidarse en 1891 y fue puesto en un asilo para enfermos mentales. Él permaneció internado durante los próximos siete años. A pesar de la evidencia abrumadora de los cargos contra Isabelle estos fueron finalmente retirados. Después de su salida del asilo, Jeremías Ward, desapareció en la oscuridad. James Robson se convirtió en profesor de escuela primaria. Después de suspirar por la hija del herrero la mayor parte de su infancia, emprendió una campaña para convencer a la bonita chica de casarse con él. Mucho para el entretenimiento de Lewis y Lindsay, el cortejo de dos años fue James obligado a recurrir al canto y la poesía como un medio para atrapar a su posible novia. Esto fue, sin embargo, cuando Ginny sugirió la buena mendicidad pasada de moda que James finalmente tuvo exito. Él y su esposa María estuvieron casados durante sesenta y cuatro años. Se establecieron en San Marcos, y tuvieron cuatro hijas. James se convirtió en un firme defensor del voto femenino. Un ávido fanático del béisbol y una estrella atleta de la escuela secundaria, fue entrenador de una liga de la ciudad hasta bien entrado en sus años 70 y llevó a San Marcos a los Campeonatos Estatales al menos dieciséis veces. Perdiendo cada vez. Lewis Robson nunca llegó a ser un veterinario, aunque pasó muchos veranos felices con su segunda familia, los Bergquist, aprendiendo el comercio. Cuando tenía veinticinco años, Lewis ingreso de 291
comensal campestre en las afueras de Dallas, Texas, y conocio a la camarera Annie Mae Price. Se casaron el siguiente mes. El año siguiente, fueron bendecidos con chicos gemelos testarudos que Lindsay y Ginny juraron que él y James estaban una vez más. Lewis probó suerte en varias carreras antes de sobresalir en la milicia. El 13 de Octubre de 1918, menos de un mes antes del tratado de Versalles, el Capitán Lewis A. Robson cayó en el campo de batalla en Francia durante la ofensiva Meuse-Argonne. Tenía 36 años de edad. Sus cartas a casa, detallando la vida cotidiana en las trincheras, fueron recopiladas y publicadas por su hijo mayor en 1950. Al día de hoy, es un éxito de ventas en San Marcos en varias librerías Después de ver el show del ‘Oeste Salvaje’ de Buffalo Bill Cody realizado en Austin en 1904, Jane Gable puso sus ojos en convertirse en artista. En 1907 se unió a una compañía de teatro ambulante, para el horror de Laura y de Calvin y el secreto placer de Ginny y de Lindsay. Después de tres años, durante los cuales vio la mayor parte de los Estados Unidos y Canadá y, de acuerdo con Ginny, mostró la avena más salvaje a la que todo un rebaño de ganado tenía derecho, Jane puso sus ojos en otro objetivo. Eventualmente, ella obtuvo su título en Inglés de la Universidad Estatal de Texas para la Mujer en Denton, Texas, y se puso a trabajar para el periódico de San Marcos. A los 33 años, la autoproclamada flor tardía se enamoró y se casó con el editor del periodico. Ellos tuvieron una hija a quien llamaron Lindsay Alice. Jane pasó sus años dorados feliz hilando historias de sus días en el escenario y los hombres y mujeres vistosos en su vida. Vivió hasta los 92 años. Lindsay y Ginny trabajaron por intervalos en el orfanato de San Marcos durante muchos años. Para sorpresa de casi todos, era Lindsay quien tenía una especial habilidad con los niños y Ginny quien llevaba los libros y se hizo cargo del negocio de la casa. Pero el funcionamiento del orfanato fue vocación de Christian, no la de ella. En 1905, con un préstamo de $275 dls. del banco local, ellas abrieron una pequeña cervecería que fue un fracaso absoluto. En 1907, y armadas con una receta diferente, lo intentaron de nuevo. El negocio fue un éxito inmediato y pronto los beneficios permitieron a las mujeres disfrutar de sus dos grandes pasiones, viajar y la una de la otra. A los ojos del Estado de Texas, ninguna de las mujeres tuvo hijos o alguna vez se casaron. A veces el gobierno es ciego. Se les consideraba con cariño como miembros activas de la comunidad y solteronas excéntricas. Lo cual estaba bien para ellas. Juntas, encontraron una felicidad en San Marcos y la una en la otra que fue mucho más profunda que cualquiera de las mujeres jóvenes en la colina cubierta de hierba en la primavera de 1890 podría haber imaginado, y mucho menos entendido. Pero la ciudad todavía era pequeña y había momentos en los que simplemente no podían sostenerlas. Sería fácil asumir que la cadena de acontecimientos que se puso en marcha inmediatamente después del incendio en la calle Orchard y los sucesos de un determinado hoyo de rata en Queens constituyó a Virginia Chisholm y Lindsay Killian la mayor aventura. Esa suposición sería completamente equivocada. Esta no era siquiera su segunda aventura más grande. Montando los carriles y los rescates de medianoche, mientras que suena romántico y emocionante, no son cosas de que esta echa la vida real, al menos no en una base regular. La mayor aventura de Ginny 292
y Lindsay no fue reunir a su familia, fue la de vivir y amar, lo cual sucedía todos los días que se mantuvieron juntas. Era un trabajo duro, pero la esencia misma de una labor de amor. Su segunda más grande aventura sucedió en el verano de 1896 en las selvas de Yukón cuando Lindsay y Ginny, no importa esa es otra historia.
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