Esa parte de mí que no tiene nunca confianza en sí misma, que nunca llega a convencerse del todo de que este hombre famoso y con tanto talento puede realmente quererme a mí, lidia con esta respuesta, pero, con todo, siento lo que siento por él. Se ha convertido en mi santuario y en mi vía de escape. Creo que me está diciendo que me ve de la misma forma, pero sé que nos estamos mintiendo a nosotros mismos y también el uno al otro si pensamos que no importa nada más. —No puedes dejar todo esto a un lado sin más, Chris. No puedes conocerme y dejar de ser quien eras antes. Necesito entenderlo y formar parte de ello. —No. No lo necesitas. —Pero me llevaste a ese club, anoche. Querías que lo entendiera. —Quería que entendieras a qué sitios te acabaría llevando Mark y por qué no iba a dejar que eso ocurriera. Rebecca no pertenecía a este mundo y ya has leído cómo le atormentaba estar en él. —A mí también me dijiste que no pertenecía a este mundo —consigo soltar, ahogándome con cada palabra. —Y así es. —Se le tensa la mandíbula—. Y por eso intenté advertirte que te alejaras y luego traté de alejarme de ti. Se me forma un nudo en el estómago. —Todavía puedes hacerlo. —Empiezo a incorporarme, de pronto necesito una salida y esta vez Chris no puede proporcionármela. Esposa mis muñecas con sus manos y me tira hacia él, entre sus piernas, de rodillas. —Esa es la cuestión. No puedo alejarme de ti y ahora ni siquiera quiero intentarlo. Y tampoco quiero que lo hagas tú. —Su mirada se vuelve más tierna y me acaricia la mejilla con sus nudillos—. Ahora estás dentro de mí, cariño. Y todo lo demás es la forma que tuve de estar fuera de mí y nunca permitiré que eso nos separe. Me ablando al instante ante su confesión y mi mano se desliza hacia su cara. —Es lo desconocido lo que me da miedo, Chris. Lo que tú necesitas, el placer que hay en el dolor, me aterroriza y no puedo entenderlo de ninguna manera. Necesito que me ayudes a entenderlo. —Sí que lo entiendes, Sara. Más de lo que crees. Más de lo que a mí me gustaría. —Aprieta su boca contra la mía, y es una cálida súplica, y sé que cree que esta conversación ha terminado, que ha concluido con las