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uerido Amigo… Amigo…
TE GUSTARÍA AUMENTAR
¿Tu seguridad cuando hablas en público? ¿Tu poder de convencimiento? ¿La manera de transmitir tus ideas con claridad?
Ricky Funes C oach Internacional en en E s tra trate tegg ias Oratorias Oratorias
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¡ATENCIÓN! “Si quieres ser un orador brillante… jamás cometas estos errores al hablar frente a un público” p úblico”
Quiero que estés atento a los siguientes 20 errores que cometen los “quieroserorador”. Los cometen por distintas razones. La primera de ellas es porque no les interesa capacitarse. Otra razón puede ser porque son novatos o ignoran las reglas básicas de la oratoria: actúan siempre como aprendices. No los cometas tú. Algunos de esos errores me los enseñó uno de mis mentores en los Estados Unidos, Craig Valentine, Campeón Mundial de Oratoria por Toastmasters International 1999. Éstos son:
1.- No dominan la esencia del arte de hablar en público . Los buenos oradores sostienen sus puntos a través de historias. Saben contarlas y atar su contenido contenido a ellas. Siempre evitan dejar dejar cabos sueltos en sus presentaciones para permitir que su público recuerde bien los puntos tratados durante la charla.
2.- No venden. Toda charla, presentación, exposición es una venta. Aun los discursos fúnebres (eulogies, en inglés) nos están vendiendo las cualidades del amigo o familiar que estamos despidiendo. En cada disertación estamos vendiendo una idea, un producto, un servicio. También podemos vender nuestra empresa, nuestra historia o la de cualquier otra persona. Podrás estar pensando: -“Pero, Ricky, mis charlas son informativas, yo no vendo”. Cuando le consulté eso a Craig, me dijo: -“Bien, Ricky, ¿quieres que la gente escuche tu presentación? Entonces debes venderles, en primer lugar, la razón por la cual deben escuchar tu charla. Como puedes ver, toda charla es indirectamente una venta.
3.- Se agrandan y se muestran como superhombres. Valentine nos dice siempre que cuando más te agrandas a ti mismo más empequeñeces a tu audiencia. Muchos oradores, con la concepción errónea de que están creando credibilidad, comienzan auto elogiándose y mostrando (o enrostrando) a su público sobre todos sus logros, laureles y premios obtenidos. Esa actitud produce el efecto contrario, es decir que el público piensa dos cosas sobre eso; en primer lugar que eres un egocéntrico megalómano o bien que eres un ser “especial”. La gente quiere que seas como ellos, no especial. Siempre debemos ser GCU (gente como uno). Más adelante veremos también que jamás debes ser el héroe de tu propia historia.
4.- No muestran los pasos a seguir. Muchos discursos finalizan con apatía y un débil aplauso por parte de una aburrida audiencia. El culpable de que esto ocurra es siempre el orador. Antes de armar tu presentación deberías preguntarte “¿qué quiero que mi público piense, sienta o haga después de escuchar mi mensa je?”. Si los asistentes no tienen claro lo que deben pensar, sentir o hacer luego, significa que has fracasado como orador. Los oradores somos factores de cambio. En este post te llevarás las herramientas necesarias para no solo hacerlos pensar, sentir o hacer, sino para provocar en ellos una excitación tal que no puedan esperar salir de la sala para poner en práctica las nuevas técnicas.
5.- Dan mensajes e información suelta e inconexa. Llamo a esto la cadena rota o eslabones sueltos. Al decir sueltos me refiero a mensajes que carecen de anclajes; por lo tanto, el público jamás recordará lo escuchado. Todos habrán perdido su tiempo, tú y ellos.
Luego veremos cómo usar anclajes en cada punto de tu exposición para que tu discurso sea inolvidable y tu impacto se asemeje a un imán para que el público obtenga más oportunidades, clientes o ganancias, de acuerdo al propósito. Tu charla debe ser siempre pegajosa. No lo olvides.
6.- Sus exposiciones son una sumatoria de palabras, palabras y más palabras. Expresión de muchos oradores: “Tengo mucha parla, como decimos en Argentina, con eso me arreglo. Nadie me para y jamás me faltan palabras”. Error imperdonable, porque nuestro público debe “ver” lo que estamos diciendo en lugar de solo escuchar. Tenemos que hablar con imágenes, lenguaje visual, que está compuesto por palabras, tono y acción. El 90% de nuestro mensaje llega a través del tono y la acción.
7.- Tienen un arranque débil, casi un suspiro. El buen orador está persuadido de que los primeros treinta segundos son vitales para saber si su charla va a ser atendida por la audiencia o no. Una suerte de diferencia entre la vida y la muerte o, menos dramático, entre el éxito y el fracaso. Treinta segundos es todo el tiempo que necesita el público para saber si el orador es interesante y si vale la pena escucharlo o no. Si ingresan con cerebro y corazón o si huyen despavoridos. Por esa razón es importante que no comiences tus presentaciones con un suspiro casi inaudible y sin fuerza ni pasión. Tu comienzo debe producir el efecto de una bomba atómica. Debe ser un verdadero BANG! Después veremos algunos ejemplos. Tu misión “peligrosa y reservada” a partir de hoy debe ser –cada vez que inicies una charla- producir en el oyente el siguiente pensamiento: “Estoy realmente complacido por estar hoy acá escuchando a este orador, no veo la hora de “ver y sentir” lo que sigue”.
8.- Saturan al público con sobrecarga de datos e información. Siempre desafío a mis alumnos con la siguiente pregunta: ¿Cómo haces para verter doscientos litros de agua en un balde de veinte? No te devanes los sesos. Es imposible. Muchos oradores inexpertos o no preparados sobrecargan a sus oyentes con una cantidad desmesurada de datos e información imposible de presentar y metabolizar en tan poco tiempo. Un antiguo proverbio que aprendí de Craig Valentine dice que “cada vez que forzás información dentro de tu charla no haces otra cosa más que expulsar a tu público de ella”. Ese exceso de información te va a restar tiempo para involucrar, jugar y conectarte con cada integrante de tu
público. En otras publicaciones de la página web, y en los seminarios, cursos y talleres analizamos la FÓRMULA MÁGICA o regla de oro para saber cuánta información incorporar a tus presentaciones. Cuando aprendas a hacerlo correctamente y lo apliques a diario, vas a observar a los asistentes retirarse con una sonrisa de oreja a oreja en sus rostros como si hubiesen terminado recién de saborear un delicioso manjar.
9.- No muestran la fórmula acción-beneficio. Los numerosos y arrogantes “kieroseroradorperonomepreparo” solo salpican sus ideas con beneficios invisibles o, peor aun, intentan mencionarlos al final de su charla. Tarde. Porque no lograrán motivar a su público para que entre en acción. Toda la estructura y cada punto debe estar apoyado sobre la fórmula ACCIÓN-BENEFICIO, es decir que el oyente debe formular en su cabeza: “¿qué voy a recibir o ganar si hago o no lo que el orador me está proponiendo?”. Muy pocos oradores lo hacen. Cuando lo practiques y lo apliques vas a notar con agrado cómo tu público va a estar sentado al borde de la silla con ganas de entrar en acción en cuanto termine tu charla. Los buenos oradores saben cómo armar sus discursos basados en esa fórmula.
10.- Se enfocan solo en el YO-YO y no en el TÚ-TÚ. La palabra más importante en Oratoria es TÚ (español, irlandés), VOS (español argentino), YOU (inglés), VOCE (portugués), TU (francés, italiano), SIE (alemán), VOSTÈ (catalán), ΕΣΕΙΣ (griego), DU (sueco), TU, TOI, VOUS (francés), y muchas más en otros idiomas con todas sus variantes pero siempre dirigidas a cada miembro del público, es decir a la segunda persona del singular, que eres precisamente tú, que sos vos (Argentina). Dicho esto, te recuerdo que muchos prestigiosos oradores utilizan la regla 80/20, es decir 80% dirigida a TÚ y 20% a MÍ = YO. Lo cierto es que necesitamos emplear el TU, TE, TUS, VOS la mayor cantidad de veces posible. Es cuestión de práctica; una vez que lo logres, notarás la diferencia en los resultados luego de tus disertaciones.
11.- Su entrega carece de energía, pasión y dinamismo. Si llegas a tu casa un día lluvioso, abres el buzón y notas que la correspondencia está totalmente mojada, existen altísimas probabilidades de que no puedas leer esas cartas porque han sido afectadas por el agua. Ahora puedes ver la relación directa que existe entre la entrega y el contenido. Aquí estamos frente a una entrega deficiente que, obviamente, afectó el contenido. En Oratoria sucede lo mismo: una entrega deficiente
afecta el contenido y viceversa. Lo que dices (CONTENIDO) no es suficiente para causar impacto si la entrega es mediocre. Y cómo lo dices (ENTREGA), tampoco va a impactar si el contenido es deficiente. Es obvio que la entrega es lo primero que nota el auditorio. Siempre debe realizarse con mucha pasión y energía.
12. - Con el Power Point hacen “mímica” o “play back”. Es muy común observar oradores que emplean la herramienta de Power Point de manera inexperta. Supongo que los habrás visto alguna vez. Son aquellos que muestran una diapositiva, se dan vuelta, miran a la pantalla y, dándole la espalda a su público, repiten como loros lo que muestra la diapositiva. ¿Será porque el público NO sabe leer? Error. Otra acción deficiente en el uso del PP es el abuso de diapositivas. Guy Kawasaky recomienda la regla 10/20/30. Diez diapositivas máximo cada veinte minutos de exposición y fuente no menor a 28/30 para que todos puedan leer. Otra regla importante para un visual es la de los diez segundos, es decir que la diapositiva o cartel no debe llevarte más de diez segundos leerlo. Personalmente prefiero muchas veces incluir imágenes en lugar de palabras. Resumo este decálogo a la hora de trabajar con PP: 1. Regla 6x6: seis palabras por línea y seis líneas por diapositiva! 2. Regla de los 10 segundos: Tu audiencia debe entender el visual en 10 segundos. 3. Tipografía grande y legible. 4. Agregar un número apropiado de gráficos y fotos. 5. Cuidado con las animaciones y con los malos contrastes de colores. 6. Nunca leer palabra por palabra, tal como está en el visual. 7. Mantener contacto visual con el auditorio. No mirar la pantalla, ni dar la espalda. 8. Preparar el lugar de la presentación, cerrar los programas que no utilices y regula las luces. Tomar todos los recaudos necesarios para mejorar la experiencia de la presentación.
9. Conocer todas tus diapositivas. Evitar errores de HORTOGRAFÍA, como éste que escribí a propósito y lo he visto muchas veces. 10. El Power Point es solo un complemento de tu charla y no es la estrella, la estrella eres TÚ.
13.- Cuando son presentados es todo autobombo. Es aconsejable que el presentador o maestro de ceremonias cuente con un papel escrito que contenga los datos de la persona al introducir a la audiencia al siguiente orador de la reunión. La sugerencia es que esa suerte de currículo haya sido escrito por el mismo expositor. Aquí radica el problema y estamos frente a uno de los errores más comunes en el mundo de la Oratoria. ¿Cuál es ese error? Es que ignoran por completo cómo se escribe una correcta PRESENTACIÓN DEL ORADOR. Lo que hacen, por lo general, es entregarle al maestro de ceremonias un escrito que no es otra cosa más que un panegírico (*) sobre ellos mismos. La reacción del público sobre esa alabanza exagerada va a ser siempre la misma: - “Esto es suficiente, así que este tipo ha hecho esto, esto y esto. Es casi un semidiós. Pero, ¿qué hay para mí en esta presentación?”. Más adelante veremos de qué manera las podremos hacer para que los presentes se digan a sí mismos: - “Bien, ahora sé que estoy en el lugar adecuado!”. (* Panegírico: Discurso que se pronuncia en honor o alabanza de una persona).
14.- No involucran a su público y lo marginan. Cuando el orador avezado involucra a su audiencia le está insuflando vida a su presentación, mientras que los de la vereda opuesta, es decir los “kieroseroradorperonomepreparo”, marginan a sus oyentes dejándolo s aislados reclamando por un poco de aire fresco. Eso no significa otra cosa más que información nueva, el famoso QHPM, “Qué Hay Para Mí”, que tiene que ser la frecuencia en la cual debes emitir tus charlas si pretendes ser considerado un buen orador. Ese enlace se debe producir desde el minuto cero. Oradores sin experiencia involucran a sus audiencias cuando ya es demasiado tarde; los oyentes ya cambiaron de estación, no están más en sintonía. Otros creen que decir al final –“¿Hay alguna pregunta?” (Fórmula errónea que veremos más adelante) les va a solucionar el problema. Falso. Existen muchas maneras de mantener involucrada a tu audiencia dentro de tu charla y luego de ella también. Te garantizo que vas a ver ojos abiertos como dos soles en cada uno de los miembros de tu público. REGLA DE ORO: a tus oyentes también les gusta ser ESCUCHADOS. Por esa razón, involúcralos desde el principio.
15.- No saben desenvolverse sobre el escenario o proscenio. Ya tenemos la idea de lo que es un escenario; una de las acepciones de esta palabra es “lugar en que ocurre o se desarrolla un suceso” (RAE). Hablar en público es un suceso y muchos oradores amigos del “mas omenómetro” solo ocupan el escenario en lugar d e tener total control sobre él, como lo hacen los que asistieron al curso “Hablar Para Triunfar” ©. Los oradores profesionales dominan el escenario, saben hacia dónde o cuándo moverse y siempre lo hacen con un propósito determinado. Esta herramienta vital que les da brillo a todas tus presentaciones la veremos más adelante.
16.- No saben cómo conectarse con el público. La lámpara jamás se encenderá si no conectamos el cable a la red. Si tú, como orador, no te conectas con el público el discurso jamás tendrá brillo. Te recuerdo que los oradores somos factores de cambio. Sin conexión es imposible que puedas producir cambios y resultados en tu audiencia. Hay muchas formas de establecer conexión, que, según mi criterio personal, está por encima de la mera comunicación. Una de ellas puede ser involucrar a todos los asistentes; otra, un buen contacto visual, hablar con pasión y energía, realizar actividades o “dinámicas” como suelen llamarlas en marketing. Coméntanos si tienes otras formas de establecer conexión. No olvides esto: la conexión debe establecerse desde el minuto cero.
17.- Hablan siempre para una ovación de pie, una apoteosis. El objetivo o fin principal de mi disertación jamás debe ser la ovación de pie, la apoteosis. El egocentrismo y la megalomanía dentro de nuestro ADN buscan eso. Error. La meta debe ser otra. Jamás busques que te digan –“Juan Carlos, me encantó tu presentación…”. Es mucho mejor que te digan –“Juan Carlos, comparto tu idea, pongámosla en práctica…”. O también –“Juan Carlos, ¿cuándo te podemos contratar otra vez para una nueva charla?”. Eso vale mucho más que la ovación de pie que, no voy a negar, agranda nuestro ego y nos puede agradar. Pero no es el objetivo primordial.
18.- Leen textualmente sus charlas. ¿Quieres perder el contacto con tu público?, ¿Tienes ganas de que dejen de escucharte enseguida? Acá está la fórmula: Lee tu discurso de punta a punta, de la A a la Z, sin levantar la vista una sola vez.
Las formas de dar un discurso son tres: leído, memorizado e improvisado (que no es bla, bla, bla; las improvisaciones SE PREPARAN). Sugerencia: a) Nunca leas tu charla textualmente. b) Jamás memorices tu discurso. Es artificial y deshonesto. c) Prepara una buena improvisación. (Puedes usar fichas o notas). En caso de ser necesario leer, aplicar siempre la técnica del CONTACTO VISUAL, de Art Lutsberg. Es una técnica que requiere mucha práctica. Aconseja no mover la boca cuando estamos mirando el texto y hablar recién cuando levantamos la vista.
19.- Cuentan chistes malos o archiconocidos. Muchos autores en la materia (Oratoria) aconsejan siempre comenzar la disertación con un chiste o cuento humorístico. Error. No comparto ese criterio. El humor es perfectamente compatible con la Oratoria y diría que es una herramienta necesaria para distender y ayudar al orador y a su público. La mejor forma de usar el humor en una charla es incorporarlo sutilmente, inclusive sin anunciarlo. En más de una oportunidad escuché inicios de discursos con un chiste horrible. Al terminar, sin esperar la reacción, el orador emite un estruendoso “JAJAJAJA”. ¿Sabes que ocurre del lado del público? Exacto. Silencio sepulcral o, con suerte, un típico sonido de noche de verano, los grillos con su clásico canto “cri, cri, cri”.
20.- Hablar muy rápido, muy lento o sin variaciones. Es sabido que todos los extremos son malos. En Oratoria, cuando nos referimos a la velocidad del habla, se aplica este principio. Estudios realizados en distintas universidades de los EE.UU. llegaron a la conclusión de que los límites o fronteras para evitar que la audiencia se duerma, por un lado, o no comprenda lo que se está diciendo, por el otro, es de 80 y 140 palabras por minuto, respectivamente. Pero cuidado, no se trata de dar toda tu conferencia a la velocidad promedio de 110 palabras por minuto sin variaciones. Ya lo veremos más adelante, pero nuestro ritmo debe variar en velocidad, volumen, tonos altos y bajos a lo largo de toda la conferencia y de acuerdo con las
circunstancias o la temática tratada en cada momento. Solo así, hablando con variaciones y con un perfecto dominio de las pausas y silencios, mantendremos a nuestra audiencia al borde de la silla. Con cara de “wow”, “esto es muy interesante” y “QUIERO MÁS”. …algún día vas a tener que estar disertando frente a un público.
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