COMENTARIO DE TEXTO TRABAJADO
Yo mismo exploré muchas veces con las aguas hasta los tobillos aquel estanque de causas perdidas, y sólo una casualidad me permitió rescatar al cabo de cinco años de búsqueda unos 322 pliegos salteados de los más de 500 que debió de tener el sumario. 5
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El nombre del juez no apareció en ninguno, pero es evidente que era un hombre abrasado por la fiebre de la literatura. Sin duda había leído a los clásicos españoles, españoles, y algunos latinos, y conocía muy bien a Nietzsche, que era el autor de moda entre los magistrados de su tiempo. Las notas marginales, y no sólo por el color de la tinta, parecían escritas con sangre. Estaba tan perplejo con el enigma que le había tocado en suerte, que muchas veces incurrió en distracciones líricas contrarias al rigor de su ciencia. Sobre todo, nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas a la literatura, para que se cumpliera sin tropiezos una muerte tan anunciada. Sin embargo, lo que más le había alarmado al final de su diligencia dili gencia excesiva fue no haber encontrado un solo indicio, ni siquiera el menos verosímil, de que Santiago Nasar hubiera sido en realidad el causante del agravio. Las amigas de Ángela Vicario que habían sido sus cómplices en el engaño siguieron contando durante mucho tiempo que ella las había hecho partícipes de su secreto desde antes de la boda, pero no les había revelado ningún nombre. En el sumario declararon: «Nos dijo el milagro pero no el santo». Ángela Vicario, por su parte, se mantuvo en su sitio. Cuando el juez instructor le preguntó preguntó con su estilo estilo lateral si sabía quién era el difunto Santiago Santiago Nasar, ella le contestó impasible: -Fue mi autor. Así consta en el sumario, pero sin ninguna otra precisión de modo ni de lugar. Durante el juicio, que sólo duró tres días, el representante de la parte civil puso su mayor empeño en la debilidad de ese cargo. Era tal la perplejidad del juez instructor ante la falta f alta de pruebas contra Santiago Nasar, que su buena labor parece por momentos desvirtuada por la desilusión. En el folio 416, de su puño y letra y con la tinta roja del boticario, escribió una nota marginal: Dadme un prejuicio y moveré el mundo. Debajo de esa paráfrasis de desaliento, con un trazo feliz de la misma tinta de sangre, dibujó un corazón atravesado por una flecha. Para él, como para los amigos más cercanos de Santiago Nasar, el propio comportamiento de éste en las últimas horas fue una prueba terminante de su inocencia. Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada (1981). 1. Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto. EJEMPLO 1
Desde un punto de vista externo, el texto presenta cuatro párrafos, el primero de una extensión ostensiblemente menor que el resto y el tercero con una brevísima intervención intercalada en estilo directo. La relación entre ellos viene dada principalmente por recurrencias léxico-semánticas que nos sitúan en un entorno jurídico (causas, pliegos, sumario, juez, juez instructor, juicio, pruebas); pero también se recurre a la locución conjuntiva “sin embargo” para exponer lo referente al juez o al adverbio “así” que se refiere a lo anteriormente narrado. Desde un punto de vista interno, i nterno, se pueden observar tres partes: - Primera (dos primeros párrafos). El narrador nos explica cómo consiguió hallar el sumario del juicio de Santiago Nasar y nos ofrece, además, su propia descripción del juez instructor del caso, hombre curioso y atento a las casualidades que envolvieron los hechos (ideas secundarias).
- Segunda (tercer párrafo). Se argumenta el hecho de que no hubo ni una sola prueba de que Santiago Nasar fuera culpable (idea secundaria), ni en las declaraciones de las amigas de Ángela Vicario ni en las de ella misma, que se recogen literalmente. - Tercera (cuarto párrafo). Se finaliza la narración de los pormenores del juicio con las conclusiones del juez que, de forma muy curiosa, expresa en el margen del sumario su visión de lo ocurrido: Santiago Nasar era inocente, que es la idea principal del fragmento. Por tanto, de acuerdo con la organización de las ideas, podemos afirmar que la estructura es inductiva. En efecto, el cronista nos expone lo recogido en el sumario (incluyendo su búsqueda y su opinión sobre el juez), según el cual, se concluye que no existe prueba alguna de la culpabilidad de Santiago Nasar y que su asesinato fue consecuencia de la fatalidad y de los prejuicios sociales. (“nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades […] lo que más le había alarmado al final de su diligencia excesiva fue no haber encontrado un solo indicio […] escribió una nota marginal: Dadme un prejuicio y moveré el mundo”). EJEMPLO 2
Desde un punto de vista externo se distinguen cuatro párrafos y una intervención muy breve. La cohesión entre los párrafos se lleva a cabo mediante el uso de un campo semántico común (sumario, indicios, juez…), a través de la locución conjuntiva “sin embargo”, de “ella le contestó” y del adverbio “así”. Desde un punto de vista interno, se pueden observar dos partes: - Primera (dos primeros párrafos). El narrador comenta la existencia de un sumario sobre el caso del asesinato de Santiago Nasar y aporta datos acerca de su descubrimiento, extensión, el estilo o el juez que lo redactó (ideas secundarias). - Segunda (párrafos tercero y cuarto). Se Hace hincapié en demostrar que el juez no halló pruebas sólidas de que Santiago Nasar fuera autor de lo que se le atribuía, ni por parte de Ángela y sus amigas ni por su propio comportamiento el mismo día de autos (ideas secundarias), con lo que el juez concluye que era inocente (idea principal). Por tanto, atendiendo al desarrollo de las ideas, podemos afirmar que el texto sigue una estructura inductiva: se nos aporta información (sumario, juez), se nos presentan testimonios (amigas de Ángela Vicario y ella misma) y, a modo de veredicto, se cierra con la idea principal derivada de todo lo anterior: “el propio comportamiento… fue una prueba determinante de su inocencia”. EJEMPLO 3
Desde un punto de vista externo, en este fragmento podemos identificar cuatro párrafos, todos de extensión similar salvo el primero (de menor longitud). Algunos signos, como el guion y las comillas, nos advierten del uso del estilo directo y los párrafos se conectan a través de palabras que hacen referencia a lo anterior (“no apreció en ninguno”- pliegos, “así consta - testimonio de Ángela) y de enlaces (sin embargo) que dan continuidad al texto. Desde un punto de vista interno, el texto se divide en tres partes: - Primera parte (párrafos 1 y 2). El narrador explica cómo realizó su investigación del sumario del juicio sobre la muerte de Santiago Nasar, describe cómo estaba escrito y las notas que el juez tomó impresionado por el hecho (ideas secundarias). - Segunda (párrafo 3). El narrador afirma que el juez no encuentra ninguna prueba contra Santiago Nasar excepto la escueta acusación de Ángela Vicario (idea secundaria). - Tercera (párrafo 4). El juez plasma en su informe su perplejidad y deja manifiesta su opinión de que, según incluso su propio comportamiento, Santiago Nasar era inocente (idea principal). De esta forma, podemos decir, atendiendo a la organización de las ideas, que el texto presenta una estructura inductiva, pues el relato nos conduce, desde la presentación del sumario y de sus testimonios más destacables, hasta la tesis principal, situada al final del texto: la inocencia de Santiago Nasar a los ojos del juez.
2 a) Tema EJEMPLO 1
Exposición del cronista de lo recogido en el sumario del juicio de Santiago Nasar. EJEMPLO 2
Falta de pruebas concluyentes de la culpabilidad de Santiago Nasar, tras las investigaciones del juez. EJEMPLO 3
Estupor de un juez ante el, según su sumario, injustificado asesinato de un inocente. EJEMPLO 4
Asombro del juez por la muerte de un hombre probablemente inocente. 2 b) Resumen del texto EJEMPLO 1
El narrador cuenta cómo consiguió hacerse con lo que queda del sumario del juicio del asesinato de Santiago Nasar, realiza una breve descripción del juez a través de lo que escribió en sus notas y argumenta cómo, según lo recogido en el texto, ante los ojos de este, quedó patente la inocencia de Santiago Nasar. EJEMPLO 2
El narrador encuentra el sumario del juicio de los hermanos Vicario y comenta el carácter y las anotaciones del juez. Pone de manifiesto cómo este no encontró argumentos en contra de Santiago Nasar y cómo lo acabó considerando, por tanto, inocente. EJEMPLO 3
El narrador, tras unos años de búsqueda, encuentra el sumario del caso de Santiago Nasar. El juez instructor, descrito como amante de la literatura y la filosofía, lleva el caso con diligencia; sin embargo, no encuentra verosimilitud en las pruebas y testimonios aportados y piensa que es inocente y que las acusaciones eran infundadas. 3. Comentario crítico del contenido. MODELO 1
Este fragmento pertenece a la novela del colombiano Gabriel García Márquez Crónica de una muerte anunciada, publicada en 1981. Fue uno de los representantes del boom de la narrativa hispanoamericana y del realismo mágico. En 1982, recibió el premio nobel por su obra Cien años de soledad ; además, destacó como periodista, novelista y como autor de cuentos. Esta novela es circular mezcla la realidad, un hecho ocurrido en su pueblo natal es la causa de ella, con la ficción: el asesinato de un hombre, Santiago Nasar, al parecer el causante de la deshonra de una mujer, Ángela Vicario. El crimen se interpreta como necesario para mantener la honra de la familia. Este fragmento se sitúa en la última parte, donde se nos relatan, entre otras cuestiones, todo lo relacionado con el juicio y la propia muerte del protagonista. En la forma de elocución elegida por el autor se observa su gran talento como escritor. Predomina la narración, con la que se explica el proceso de investigación (“Yo mismo exploré muchas veces…”); pero también hace uso de la descripción, para presentarnos el juez (“era un hombre abrasado por la literatura); y, por último, aparece el estilo directo cuando se citan los testigos en el juicio (“nos dijo el milagro…” y “– Fue mi autor”). Todo ello se debe a que se incluyen fuentes diversas: la perspectiva del cronista, el sumario, los testimonios de Ángela Vicario y sus amigas, referencias a los amigos de Santiago Nasar y la propia opinión del juez. Su adecuación al género narrativo es, por tanto, perfecta. Se presenta un narrador cronista que, en este fragmento, realiza un resumen del sumario y habla del juez mezclando la 1ª y la 3ª persona (“exploré muchas veces con el agua hasta los tobillos…”, “[el juez] estaba tan perplejo…”). Los personajes que aparecen en el fragmento son el protagonista, Santiago Nasar; otro de los más importantes, Ángela Vicario, la causante de su trágica muerte; y el juez, de quien no conocemos ni el nombre; en verdad, son pocos para la
gran cantidad que aparecen a lo largo de la obra. No hay referencias temporales precisas en el fragmento; aunque los hechos que se presentan sí sabemos que son los hallados en el sumario después de cinco años de búsqueda. Tampoco se puede decir nada sobre el lugar en el que tuvo lugar el juicio. Desde mi punto de vista, la novedad y originalidad de esta obra radican en que sigue una estructura cíclica en la que conocemos el final desde la primera página y, con cada capítulo, ahondamos más en lo que el juez califica de “casualidades prohibidas a la literatura”. Ello se ve enriquecido por la multiplicidad de fuentes de la que ya hemos hablado, recurso propio de la crónica periodística, y con cuya presentación se pone de manifiesto la excelente habilidad del autor para construir su historia. Así, me ha parecido esta obra precursora de una serie de televisión que me gusta mucho, Colombo, en la que este detective investiga un crimen cuyo culpable se conoce desde el principio de cada capítulo. Relacionado con lo anterior, creo que el autor, en este fragmento como en toda la obra, pretende lograr objetividad, a través de su modo de escribir, la crónica de cómo se encontró el sumario y el análisis de su contenido; sin embargo, una vez más, todo lo expuesto es pura subjetividad, pues recopila recuerdos y queda claro que ni siquiera lo referente al juez (“las notas marginales…”) ni los documentos oficiales (“su buena labor parece por momentos desvirtuada por la desilusión”) se abstienen de “distracciones líricas”. Parece imposible, realmente, llegar a saber si ocurrió en verdad lo que dio lugar a tantas desgracias. Considero que el tema tiene cierta actualidad, ya que, aunque no muy menudo, sí hay quien se toma la justicia por su mano antes de llevar a cabo las investigaciones oportunas. Por suerte, los avances tecnológicos en la sociedad actual, en lo que a resolución de crímenes se refiere, permiten que los juicios sean más justos. Aún así, de vez en cuando, leemos en los periódicos, como ocurre en el texto, que alguien ejecuta su venganza a la vista de todos; aunque eso le suponga años de cárcel. Otra dimensión de la actualidad que detecto en este fragmento está en el hecho de que, hoy en día, muchas personas tratan de encontrar en los archivos judiciales respuestas a cuestiones de su pasado, como es el caso de las adopciones ilegales o el conocimiento de algún antepasado. Por último, el fragmento me ha hecho reflexionar sobre el papel de los jueces, quienes tienen que dictar sentencia en base a unos hechos que, imagino, en ocasiones, les generarán grandes dudas (aunque ya no se deje constancia de ello en el sumario); me ha recordado una película, Los jueces de la ley, en la que un grupo de ellos ponen en marcha incluso una justicia paralela a la oficial. Me ha llamado la atención la nota acerca del estilo del juez: “muchas veces incurrió en distracciones líricas”, pues me ha recordado cómo es algo que también está presente en otras obras literarias que he leído. En Los girasoles ciegos, en la segunda parte, vemos como se utilizan alusiones literarias a Góngora, Garcilaso o Miguel Hernández; también en la novela Un mundo feliz de Adous Huxley, son constantes las citas de los clásicos anglosajones, prohibidos en una sociedad antiutópica; por último, en El diario de los poetas muertos, llevada al cine, deslumbran las citas a Walt Whitman o Virginia Wolf, entre otros. También el comentario del cronista: “es evidente que era un hombre abrasado por la fiebre de la literatura” me ha evocado la figura de D. Quijote que, aunque enloquecido por los libros de caballerías, parece más cuerdo que la mayoría. Esta novela, en mi opinión, comparte algunos puntos con la que nos ocupa; en este caso, se observa cómo el juez, quijotesco tal vez, aparentemente extravagante y con poco rigor (“parecían escritas con sangre”, “dibujó un corazón…”) parece ser el único cuerdo en medio de una realidad que es un sinsentido. En este sentido, también me parece una genialidad cómo García Márquez juega con su sentencia, “Dadme un prejuicio y moveré el mundo”, parafraseando a Arquímedes: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”; sin duda, una muestra más de la cultura y de la original forma de ser de este juez. Observo cómo el autor, tras un aparente tono aséptico, confiere a la obra un cinismo y una ironía sutil que la impregnan totalmente. En este fragmento, se muestra también esa intención de criticar el hecho de que un hombre ha sido brutalmente asesinado sin que, realmente, se pueda saber si fue o no el que cometió el “delito”, que, además, se critica también, pues no parece que, en la obra, el autor considere que una deshonra pueda justificar lo ocurrido. Creo que consigue su finalidad, pues yo quedé atrapado, a pesar de lo absurda que me pareció la muerte, en esa red de casualidades entretejidas, tratando de ver si, por lo menos, este hombre fue o no el autor. Además, el hecho de ver cómo los hermanos Vicario fueron absueltos del crimen, a pesar de que no quedara clara la “culpabilidad” del muerto, me ha hecho más crítico, si cabe, ante los temas planteados en la novela.
Como idea secundaria, me gustaría destacar la escueta declaración de Ángela Vicario, origen de todos los males. Fuera o no cierto que “fuera su autor”, ella es la causa de este desastre: ahora Santiago está muerto, los hermanos de ella en prisión tres años y su “ex-marido” entregado a la bebida. Así, un par de palabras (en dos ocasiones se alude a esto en la obra) desencadenan un acto inmediato de venganza irracional que ocasiona un daño que alcanza a muchos y que les cambiará, de forma radical, la vida para siempre. Creo, en fin, necesario elogiar la maestría de Gabriel García Márquez, para mantenernos intrigados a lo largo de toda la obra aun sabiendo el final, para criticar con tanto acierto lo absurdos y dañinos que pueden ser los prejuicios, para hacernos reflexionar sobre determinadas costumbres y tradiciones. Son muchos e interesantes los temas que este autor pretende revisar y frente a los que me he sorprendido reflexionando yo al leer la obra. Como conclusión, quiero hacer mías las propias palabras del texto: “nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas a la literatura, para que se cumpliera sin tropiezos una muerte tan anunciada”, pues creo que recogen la complejidad de todo lo comentado y mi propia rabia ante el desarrollo de los hechos que he leído. MODELO 2
Este es un fragmento de Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, obra publicada en 1981. Pertenece al grupo de novelas cortas ( El coronel no tiene quien le escriba, Relato de un náufrago...), pues escribió otras de gran envergadura, la más importante Cien años de soledad , por la que recibió el Premio Nobel en 1982. Este fragmento pertenece a la quinta y última parte de la obra, justo al principio, donde se nos relatan los pormenores del juicio que se realizó a los hermanos Vicario, asesinos de Santiago Nasar para defender la honra de la familia; a continuación, se cierra el libro con una narración sumamente detallada de la muerte de Santiago Nasar. El fragmento de esta novela se ajusta perfectamente al género narrativo. No aparecen referencias temporales de cuando el narrador leyó el texto pero sí de la acción descrita en él, el juicio: “solo duró tres días”. En lo que respecta al lugar, hemos de intuir que sería una habitación donde se guardaran los informes y lo descrito en el sumario tendría lugar en una sala. Los personajes que aparecen son los dos más importantes de toda la obra: Santiago Nasar y Ángela Vicario, pues la acusación de ella, “-Fue mi autor”, causó la muerte de él. Por último, el narrador es externo, que relata lo sucedido como testigo, él mismo estuvo presente en los hechos e investiga para conocer la verdad y presentarla ante todos. Por tanto, es natural que la forma de elocución escogida haya sido la narración, en la que también se enlazan la descripción, al principio, y dos breves incursiones en el diálogo directo (“nos dijo el milagro…”). Estas herramientas, utilizadas por el autor de forma magistral, se centran en dar a conocer al lector más profundamente los pormenores de un juicio donde se evidenció la falta de pruebas para asesinar a Santiago Nasar. Estimo que algunas de las cuestiones planteadas en este texto poseen una evidente actualidad. Así, el hecho de que el narrador explore “aquel estanque de causas perdidas” es algo habitual en cualquier trabajador que busca información en casos del pasado para la resolución de su investigación. También el ver que el causante del juicio parece inocente de toda culpa me recuerda que este es un tema utilizado por la literatura y el cine: Anatomía de un asesinato o Matar a un ruiseñor (novelas llevadas al cine) son ejemplos cuya finalidad creo que es reflexionar sobre el mismo tema que esta novela, las complejas cuestiones morales que subyacen en las sociedades. En cambio, la figura del juez, embargado por la literatura y la poesía, me parece que se aleja de la actual, creo que más concisa, objetiva y rigurosa; tampoco hoy en día pienso que se puedan perder los sumarios, como ocurre en la obra (“unos 322 pliegos salteados de los más de 500…”). En un sentido más amplio, el hecho de que, como se observa en el fragmento, la obra se nos relate del presente hacia el pasado, me ha recordado a la película Memento, contada también del final al principio y en la que el protagonista trata de encontrar al asesino de su mujer, de la misma forma que nosotros leemos para enterarnos (una pena que al final no lo logremos) de si Santiago Nasar fue o no culpable. Me parece evidente que la intención es hacer una crítica a los prejuicios que subyacen en la sociedad y que arrastran a actuaciones aberrantes como la descrita, creando una impresión grotesca del sumario, entre otros aspectos presentes a lo largo de la obra. Creo que el autor ha conseguido su finalidad. En mi caso, en la nota del juez, “Dadme un prejuicio y moveré el mundo”, he comprobado que García Márquez tiene toda la razón. Si se hubiese investigado, si se hubiese reflexionado siquiera un poco, quizá nadie habría muerto ni ninguna familia habría tenido que irse de allí. Es triste que la tradición y la cultura se impongan a veces a la racionalidad. Ha quedado evidenciado cómo somos dominados por costumbres, en ocasiones, absurdas.
La obra expresa la subjetividad escondida en los distintos personajes que se nos presentan (“es evidente que era un hombre abrasado…”, “cómplices en el engaño”, “le preguntó con su estilo lateral”); a pesar de que la forma elegida sea la crónica, que se caracteriza por buscar la objetividad, y el fragmento nos presente un sumario, que, en teoría, debería ser un texto objetivo e imparcial y no lo que se nos describe (“escribió una nota marginal”, (“dibujó un corazón”). Es evidente que el narrador apenas se centra en las anotaciones subjetivas del juez en el sumario y, además, él mismo nos las interpreta Como idea secundaria, me gustaría aludir al uso que de la técnica del realismo mágico hace García Márquez. En el fragmento, se puede observar en cómo se alude a las casualidades en dos ocasiones: cuando el narrador encuentra el sumario y cuando el juez no comprende la casualidad de que nadie avisara a Santiago Nasar de que lo iban a matar. Además, el hecho de que el sumario aparezca impregnado de anotaciones tan surrealistas es otro ejemplo así como los saltos temporales del presente (todo ha concluido hace mucho tiempo) al pasado (hallazgo del sumario) o dentro del propio pasado (asesinato de Santiago, deshonra, testimonios en el juicio…) y, por último, la multiplicidad de narradores a los que se acude (el cronista, las amigas de Ángela Vicario, la propia Ángela, el juez o los amigos cercanos de Santiago). Como lectora del siglo XXI, quiero destacar la habilidad de este autor que, a pesar de contar el final en el primer renglón de su novela, me ha mantenido en tensión. Así, fragmentos como este me han hecho reflexionar sobre el hecho de que no se debe juzgar sin conocer. No se trata ya del tema de la honra sino de las falacias en general. Para construir un mundo más justo, es preciso desterrar la mentira, buscar y amar la verdad y respetar la vida. García Márquez se inserta en una tradición muy antigua, ya lo decía la ley de Moisés: “No dirás falsos testimonios”. Y así quizá hubiera sido si no hubiese movido a toda la sociedad una moral tan hipócrita y, curiosamente, tan arraigada. No nos habríamos siquiera enterado de si fue o no Santiago Nasar culpable de tal deshonra, pues Bayardo Sanromán no hubiese actuado así y, por tanto, tampoco Ángela Vicario o sus hermanos, o el padre Amador o el propio juez, que nunca habría existido… Yo misma me pregunto ahora: ¿los prejuicios mueven mi mundo? MODELO 3
Este fragmento de carácter literario pertenece a la obra Crónica de una muerte anunciada, del escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez, nacido en 1928 y fallecido el año pasado. Es uno de los escritores más influyentes del llamado “boom” de la novela hispanoamericana, de los años sesenta y un gran representante del “realismo mágico”. Con su novela Cien años de soledad alcanzó la fama en 1967. Recibió el Nobel de literatura en 1982 (un año después de la publicación de la obra que comentamos). En Crónica de una muerte anunciada, mezcla con acierto tanto elementos de la crónica periodística y de la novela policiaca, como elementos maravillosos y fantásticos, para recrear un suceso vivido en su juventud. Reconstruye la muerte de Santiago Nasar a manos de los gemelos Vicario al conocer que su hermana Ángela había perdido su honra con él y ser rechazada el día de su boda por su marido al no ser virgen. La obra se divide en cinco capítulos, en los que el autor altera el orden de los acontecimientos y su continuidad. Cabe destacar la sensación de caos que puede percibir el lector debido a la estructura circular que posee, que vuelve continuamente a centrarse en el asesinato de Santiago Nasar, y a la carencia de un orden causal y temporal. Estas líneas, concretamente, pertenecen al quinto capítulo, en el que aborda el tema del juicio tras la muerte de Santiago Nasar. Bajo mi punto de vista, es un acierto matizar la narración (fue), forma de elocución predominante, con elementos de la crónica periodística (“me permitió rescatar al cabo de cinco años de búsqueda unos 322...”), la descripción (“...color de la tinta, parecían escritos con sangre”) y el diálogo (“Fue mi autor”). Así, el lector puede introducirse en la obra y comprender con más facilidad todo lo ocurrido en el juicio, lo que sentían los personajes, en especial el juez (“era tal la perplejidad del juez instructor”) y el mismo narrador (“aquel estanque de causas perdidas”), convirtiéndose en un testigo más del suceso. Podemos, pues, decir que la adecuación al género narrativo es perfecta. El narrador cronista (“en el sumario declararon”) y omnisciente (“estaba tan perplejo”) relata una historia fruto de su investigación sobre el suceso (“al cabo de cinco años de búsqueda”) y presenta los hechos bien como parte implicada (“yo mismo exploré”), bien acompañados de las declaraciones de los testigos (“Nos dijo el milagro pero no el santo”). En este fragmento, se nos hace una descripción bastante compleja de uno de los personajes de la novela, el juez (“abrasado por la fiebre de la literatura”). También se nombra a las amigas de Ángela Vicario (“cómplices en el engaño”) y a esta última. Santiago Nasar, víctima del crimen, “cuya muerte tan anunciada se cumple sin
tropiezos”, no parece, ante los ojos del juez, ser el culpable de lo que se le acusa y por lo que muere (“el propio comportamiento de este en las últimas horas fue una prueba terminante de su inocencia”). No hay referencias espaciales y, respecto a las temporales, sabemos que el juicio (“duró tres días”) tuvo lugar tras la muerte de Santiago Nasar y que el escritor recurre a la técnica del flashback en variadas ocasiones (“al cabo de cinco años”). En relación con la actualidad, podríamos decir que, en nuestros días, hay bastantes investigaciones que, como en el texto se recoge (“...los más de 500 que debió de tener el sumario”), conforman un importante número de folios y carpetas que recopilan pruebas, declaraciones y pesquisas, llevadas a cabo por la policía o la guardia civil, a petición de fiscales y jueces (por ejemplo, los casos de Marta del Castillo, los ERE en Andalucía, la caja B dentro del PP...) y que, aunque en menor medida, algunas veces, dado el caos o sobrecarga de algunos juzgados, han desaparecido o traspapelado algunos documentos importantes (“...unos 322 pliegos salteados”). Asimismo muchos juicios se dilatan en el tiempo, por la dificultad en sí del proceso (el caso de Asunta Basterra) o porque no se encuentran pruebas concluyentes. Los acusados no son culpables hasta que se demuestre, de ahí la importancia de todo el proceso para evitar que una persona, siendo inocente, pueda estar privada de libertad (es lo sucedido a una vecina del barrio del Zaidín que ha sido absuelta tras pasar siete meses entre rejas) o condenada a muerte (después de pasar 30 años en el corredor de la muerte ha sido liberado un estadunidense, en Alabama). Las injusticias derivadas de los asesinatos generan polémica (Algunos hombres buenos); aunque el sistema judicial intenta siempre encontrar la verdad e impartir justicia, no siempre lo consigue Las ( dos caras de la verdad ). Es muy importante que seamos conscientes de las repercusiones que puede tener una acusación como la de Ángela que lleva a la muerte a Santiago. Podemos relacionar este hecho con ciertos casos de violación, violencia intrafamiliar o divorcios en los que, con frecuencia, para obtener algún beneficio (ocultación de hechos, justificación ante los padres, custodia de los hijos, mejoras económicas...) se culpabiliza a alguien sin fundamento y se mancilla su honor. La intención del autor es mostrarnos la injusticia que se cometió con Santiago Nasar, ya que no había pruebas contundentes contra él. Ha tratado de presentar los hechos de la forma más objetiva posible; sin embargo, al recoger lo que contaron otras personas, ha recopilado un conjunto de subjetividades que finalmente no suman objetividad («Nos dijo el milagro pero no el santo»). El hecho de que el juicio se celebre después del asesinato de uno de los implicados y que, de alguna manera, se le exima de culpabilidad (“el propio comportamiento de éste en las últimas horas fue una prueba terminante de su inocencia”), me parece que obliga al lector a reflexionar por qué, sabiéndolo todos, nadie hizo nada por detener a los gemelos y salvar la vida del joven. Por tanto, la finalidad que se desprende es que nos concienciemos de que, con actitudes pasivas y displicentes, podemos ser tan responsables como los propios culpables. De ahí que me haya llamado también la atención la actitud de Ángela, inconmovible ante la muerte y evasiva en su acusación (“Fue mi autor”) y, más aún, que nadie en el pueblo la recrimine o cuestione su proceder. Gabriel García Márquez se incorpora con esta obra a una tradición literaria con temática centrada en el honor y en su reparación. Recordemos El cantar de la afrenta de Corpes (las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar son mancilladas por los infantes de Carrión que son obligados a batirse con los vasallos del Cid), La fuerza de la sangre de Miguel de Cervantes (la protagonista, raptada violada por un noble, y su familia, de condición humilde, deciden no hacer público el agravio para evitar la deshonra), o el cuento Emma Zunz de Jorge Luis Borges (Emma, tras recibir una carta en la que se comunicaba el suicidio de su padre, acusado injustamente de un desfalco, trama un plan para vengarse del verdadero culpable y lo mata; ante la policía lo presenta como un caso de defensa propia). Por tanto, más que hablar de la originalidad de la trama, debemos destacar la maestría con la que ha configurado la novela ya que consigue mantener la intriga hasta el final, a pesar de que desde el inicio de la novela nos cuenta el final. En concreto, el capítulo último me ha cautivado por su proximidad a la novela policiaca, al exponer los datos principales para buscar una solución, el desarrollo de la investigación, las informaciones aportadas, los indicios y la demostración del crimen. También destacaría el papel del narrador por la visión tan amplia que tiene de los hechos, lo que le permite en todo momento jugar con los tiempos narrativos e integrar todos los componentes de la trama invitando a seguir leyendo para conocer en cada página una nueva circunstancia de la historia. Para finalizar, quiero destacar una frase del juez, “Dadme un prejuicio y moveré el mundo”, que recoge muy bien, a lo largo de la historia, las actitudes incoherentes de los personajes que se rigen por un “código
popular del honor” que les hace sentirse exonerados del crimen cometido. En nuestro día a día, debemos ser cautos y encauzar nuestros comportamientos egoístas e insolidarios que, en algunas ocasiones, nos llevan a exagerar, a inventar y a tergiversar los hechos sin pensar en las consecuencias que pueden derivarse de ellos: injusticia, escándalo, deshonor...