16
REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
resurrección de Cristo; y la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección al ser bautizado en agua en el Nombre del Señor. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultada; y cuando es levantada de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva Vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor en donde nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El mismo Jesucristo fue bautizado, y si Él tuvo la necesidad de ser bautizado, cuánto más nosotros. Nos conviene cumplir toda justicia como dijo Jesús a Juan, porque Juan no lo quería bautizar, y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces Juan lo bautizó. Si Jesús tuvo necesidad de ser bautizado, cuánto más nosotros. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino del Señor Jesucristo. Continúen pasando una noche feliz todos, y con ustedes dejo al ministro reverendo Elliot Pérez Acopa, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor. Y en cada ciudad o lugar de la República Mexicana, o también de diferentes países, dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma, y puedan ser bautizados los que están también en otros lugares, en otras ciudades y otras naciones. Pasen todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. “VEN Y VE.”
VEN Y VE Miércoles, 02 de marzo de 2011 Paraíso, Tabasco, México
VEN Y VE
NOTA AL LECTOR Es nuestra intención hacer una transcripción fiel y exacta de este Mensaje, tal como fue predicado; por lo tanto cualquier error en este escrito es estrictamente error de audición, transcripción e impresión; y no debe interpretarse como errores del Mensaje. El texto contenido en esta Conferencia, puede ser verificado con las grabaciones del audio o del video. Este folleto debe ser usado solamente para propósitos personales de estudio, hasta que sea publicado formalmente.
15
Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados; y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te reconozco Señor, que Tú eres mi única esperanza. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén. Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, creyeron, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado será salvo.’” Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor, ¿cuándo me pueden bautizar?” Bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. El bautismo en agua es tipológico, es simbólico, es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. En el bautismo en agua está representada la muerte, sepultura y
14
REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Usted está aquí presente o en otros lugares escuchando en estos momentos la predicación del Evangelio de Cristo, porque el nombre suyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, puede hacerlo, puede pasar acá al frente; y los niños de diez años en adelante que todavía no lo han recibido como Salvador. En los demás países también pueden recibirlo como Salvador. Vamos a estar puestos en pie y oraremos por las personas que han venido a los Pies de Cristo, y están aquí presentes, y también los que están en otras naciones. En esta vida hacemos muchas decisiones, pero la más importante es recibir a Cristo, porque es la única que nos coloca en el Reino de Dios con Vida eterna; y todos queremos vivir eternamente, y Cristo vino para darnos Vida eterna, para morir por todos nosotros y darnos gratuitamente la Vida eterna. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y Yo las conozco, y Yo les doy Vida eterna.” Saber que nuestros nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida es un privilegio, una bendición. Estamos esperando unos segundos para orar por todos ustedes; si hay alguien más puede pasar al frente para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos repitan conmigo esta oración por favor; los que están en otras naciones también: Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida; creo en Ti como el Ungido, el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador, mi Salvador.
VEN Y VE Rev. William Soto Santiago Ph.D. Miércoles, 02 de marzo de 2011 Paraíso, Tabasco, México uy buenas noches, amables y amados amigos de esta congregación aquí en Paraíso, Tabasco, República Mexicana; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en el Evangelio según San Juan, capítulo 1, verso 43 al 51, y dice de la siguiente manera: “El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante
M
4
REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.” Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Tomando las palabras de Felipe que le dice a Natanael, cuando Natanael le dice: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Felipe le dice a Natanael, le dice Felipe a Natanael: “Ven y ve.” “VEN Y VE.” Que Dios bendiga nuestras almas, que nos permita ver. Cuando una persona va a la Presencia de Dios es para ver, porque ha venido; y este hombre de Dios, Felipe, le dice a Natanael: “Hemos hallado aquel del cual habló Moisés,” y le dice que es de Nazaret esa persona de la cual hablaron Moisés y los profetas. O sea, se estaban refiriendo que habían hallado al Mesías, que es del cual Moisés y los profetas hablaron que vendría; “Profeta...” dice Moisés en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19. “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.” Dios por medio del profeta Moisés dijo que levantaría profeta como Moisés de en medio del pueblo, y que el pueblo lo escuchara, a él oiréis; y cualquiera que no escuchara ese
VEN Y VE
13
ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu de Cristo y obtener así el nuevo nacimiento; nacer así en el Reino de Dios. No hay otra forma para el ser humano nacer en el Reino de Dios. “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” No puede entrar en el Reino de Dios; eso está por ahí por San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6, lo que habló Cristo con Nicodemo. Todos queremos entrar al Reino de Dios para vivir eternamente, y todos tenemos la misma oportunidad: viendo a Jesucristo como el Hijo de Dios, el Mesías; y Su muerte como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. ¿Qué ve usted cuando hablan de Jesús o cuando usted piensa en la crucifixión de Jesucristo? Él es nuestro Salvador, Él es el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados para reconciliarnos con Dios. Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo; Él es nuestro Redentor, nuestro Salvador, así lo vi, lo veo y lo veré siempre; y Él me salvó, lo recibí como mi Salvador y me salvó y me ha dado Vida eterna. ¿Y a quién más? A ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaré orando por usted; para lo cual puede pasar acá al frente y oraremos por usted. Aun los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, y las personas que están en otras ciudades y otros países en estos momentos escuchando el Evangelio de Cristo y no lo han recibido todavía como Salvador, lo pueden hacer en estos momentos, pueden pasar al frente en el lugar donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo. Dios tiene mucho pueblo aquí en la República Mexicana, y los está llamando. Él va a completar Su Iglesia de un momento a otro, los cuales tienen sus nombres escritos en el
12
REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
Dios.” El Ángel, hablando de ese niño que va a nacer a la virgen María, lo está señalando como el Hijo de Dios. “Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” María, luego que tuvo al niño Jesús, aun cuando estaba embarazada sabía quién era ese bebé que estaba en ella; y cuando nació sabía que era el Hijo de Dios. Por lo tanto, es importante saber, ver, entender quién es Jesucristo, para así al creer recibirlo como nuestro Salvador, ser bautizado en agua en Su Nombre. Recuerden que Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). ¿Qué ve usted en Jesús? Natanael vio y lo vio, y vio al Hijo de Dios, al Rey de Israel. El Ángel Gabriel le dice a la virgen María que será llamado Hijo del Altísimo, y que Dios le dará el Trono de David su Padre; lo vio como Rey también, y lo anunció como Rey. Pedro cuando dice: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente,” él lo ve como el Hijo de Dios, el Mesías, el Cristo, el Salvador. Tenemos que ver a Jesús, no como un hombre común, sino como el Hijo de Dios, el Mesías, el Cristo, nuestro Salvador, para así obtener el beneficio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con Su Sangre,
VEN Y VE
5
profeta que hablaría en el Nombre del Señor, que hablaría todo lo que Dios pondría en su boca, dice: “será desarraigado del pueblo”, o sea, dará a cuenta a Dios, Dios le pedirá cuenta a la tal persona. Ahora, el pueblo hebreo estaba esperando todo el tiempo la venida de ese hombre, de ese profeta prometido por el profeta Moisés en Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 al 19, y otros lugares de la Escritura que hablaban de la Venida del Mesías, como el profeta Isaías, que dijo que “la virgen concebiría y daría a luz un hijo y sería llamado Su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros,” capítulo 7, verso 14 de Isaías; y en el capítulo 9, versos 1 al 9, también nos habla de un profeta que Dios levantaría y que ése sería un niño que nacería en la Tierra, porque para llegar a ser grande hay que ser pequeño primero; para aparecer aquí en la Tierra hay que nacer. Por eso el profeta Isaías hablando en el capítulo 9, verso 6 al 7, dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” Aquí tenemos también la promesa de un niño que va a nacer, y de ese niño que nacerá, ese hijo que va a ser dado, sobre Él estará el principado; por lo tanto será un Príncipe, Él tendrá el principado, será el Príncipe de la Casa de David heredero al Trono de David, y dice que: “...se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Y dice que lo dilatado de Su imperio, lo extendido de Su
6
REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
imperio no tendrá límites sobre el Trono de David y sobre Su Reino: “...disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.” ¿Y quién va a hacer eso? Dice: “El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” Ahora, cuando Natanael vio a Jesús, y Jesús le dice: “He aquí un verdadero israelita en el cual no hay engaño.” Y Natanael le dice: “¿De cuándo me conoces, desde cuándo?” Dice: “Desde que estabas debajo de la higuera”, o “desde antes de estar debajo de la higuera, Yo te vi”, o “desde que estabas debajo de la higuera...” Vamos a ver: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.” Antes de Felipe llamarlo, algo estaba haciendo debajo de la higuera; probablemente estaba orando, orando por la Venida del Mesías porque en aquellos días, como Juan estaba predicando y anunciando la Venida del Mesías, de seguro estaba orando por la Venida del Mesías porque él amaba esa promesa y quería ver la Venida del Mesías. Y cuando Jesús le dice así, le dice a Jesús: “Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.” ¿Qué vio Natanael en ese joven que se crió en Nazaret? Pero había nacido en Belén de Judea, pero Natanael no lo sabía y por eso dice: “¿De Nazaret ha de salir algo bueno?” Porque el que él estaba esperando era de Belén de Judea; y ahora Felipe le está hablando de la Venida del Mesías, y le está diciendo que es de Nazaret, hijo de José de Nazaret, ¿cómo podía comprender eso? Pero cuando le dice: “Desde antes de Felipe llamarte, te vi.” “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi...”
VEN Y VE
11
Cristo a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Unos comienzan a decir: “Tú... que Tú eres Juan el Bautista que ha resucitado, o algunos de los profetas, algunos de los profetas que ha resucitado.” Otros pensaban que Jesús era Elías o algunos de los profetas; pero ahora Jesús les dice a ellos, a los cuales habían venido a Él: “¿Y vosotros quién decís que soy Yo.” Pedro dice: “Tú, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” ¿Ven? También Pedro reconoció a Jesús, vio a Jesús como el Cristo, el Hijo del Dios viviente; el Cristo, el Mesías, el Ungido, y por consiguiente el Rey de Israel; el heredero al Trono de David, como le dijo el Ángel Gabriel a la virgen María en el capítulo 1, versos 30 al 36 de *San Lucas, cuando le aparece a la virgen María, le dice: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre todas las mujeres.” Ella se sorprende de ese saludo y él le dice: “No temas,” y comienza a decirle ahí en San Lucas, capítulo 1, para qué había llegado él en ese momento; verso 30, de ese capítulo 1 de San Lucas, dice de ahí en adelante: “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” Y la virgen María le dice: “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de
10
REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
que tener un velo de carne, un profeta; por eso la promesa era que Dios levantaría un profeta como Moisés, porque Dios estaría en ese hombre en toda Su Plenitud; Dios el Padre y el Ángel del Pacto, que es el Cuerpo angelical de Dios. Y ahí estaba Dios el Padre y estaba el Ángel del Pacto; y por consiguiente Dios en toda Su Plenitud en un velo de carne, velado y revelado a través de ese velo de carne; era Dios en un hombre, por eso era Hijo del Hombre, Jesús. Natanael vio en Jesús todas esas promesas de la Venida del Mesías hechas una realidad en ese joven de Nazaret. Lo que los profetas desearon ver y los justos desearon ver, ahora lo estaban viendo personas sencillas, agricultores, carpinteros, pescadores, y así por el estilo; personas sencillas estaban viendo la cosa más grande que se podía ver en aquel día, viendo al hombre más grande que pisaría el planeta Tierra, y apareció en una forma sencilla; porque Dios siempre obra en sencillez, en simplicidad. Los ojos de los sabios y entendidos son cegados con la simplicidad en que Dios obra, pero los ojos de los sencillos son abiertos en esa misma sencillez en que Dios obra; abre los ojos a unos y ciega a otros. Así fue siempre, y así fue con Moisés también y con Jesús, y con los demás profetas. Natanael vio en un hombre la Venida del Mesías, vio en un hombre al Hijo de Dios, el Ángel del Pacto vestido de carne humana, esa es la promesa: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un niño, un hijo, y se llamará Su nombre: Emanuel, que traducido es Dios con nosotros.” Ahí lo encontramos en San Juan, el Verbo hecho carne. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros; y vimos Su gloria como la gloria del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” Y ahora, la pregunta es: “¿Qué ve usted en Jesús?” En una ocasión por ahí por el capítulo 16 de San Mateo, pregunta
VEN Y VE
7
Antes de recibir la invitación ya Jesús lo había visto en visión; y cuando le dice esto, dice: “Tú eres la persona que estamos esperando. Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel.” ¿Qué vio Natanael en este joven? Vio la Venida del Mesías, la Venida del Cristo, del Ungido, la Venida del profeta que estaba prometido para venir en aquellos días, el hombre más grande que pisaría el planeta Tierra, eso fue lo que vio Natanael. El Redentor de Israel, el que quitaría el pecado del mundo; el que Daniel vio y del cual dijo que luego de las sesenta y ocho semanas... vamos a ver como dice aquí en Daniel, capítulo 9, nos habla de un personaje que ha de venir y que es el personaje más importante de la historia de la humanidad; capítulo 9, verso 25, dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas...” Siete semanas y sesenta y dos semanas, son sesenta y nueve semanas hasta el Mesías Príncipe, o sea, que luego de pasadas esas sesenta y nueve semanas de años, que son cuatrocientos ochenta y tres años, luego de esos cuatrocientos ochenta y tres años, se comienza la semana número setenta que consta de siete años; con esos siete años se completa la profecía de las setenta semanas, que son semanas de años, las cuales son cuatrocientos noventa años. Al comienzo de la semana número setenta, o para comenzar la semana número setenta, el Mesías tenía que aparecer en Su ministerio; por eso cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, tenía como treinta años, o sea, unos veintinueve años y medio, y por eso murió a los treinta y tres años de edad; tres años y medio de ministerio, tres años y medio que son nada menos que la mitad de la semana número setenta. Para quitar el pecado llevó a cabo la expiación por el pecado del ser
8
REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
humano, para restaurar al ser humano a la Vida eterna. Natanael estaba viendo en Jesús todas estas profecías que había hablado Moisés y los profetas. Él estaba viendo todas las profecías de la Venida del Mesías en un hombre llamado Jesús. Fue llamado Natanael por su amigo Felipe para que viniera y viera, para que viera lo más importante que un ser humano podía ver en aquellos días. ¿Y qué era lo más importante? Pues la Venida del Mesías; lo cual Jesucristo mismo hablando en San Mateo, capítulo 13, versos 16 al 17, dice: “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.” Y ahora, Natanael está viendo lo mismo que había visto Felipe, y que habían visto Pedro y los demás apóstoles que ya habían sido llamados por Jesús: estaban viendo a un hombre en el cual Dios estaba cumpliendo la primera Venida del Mesías. Es muy importante ver lo que Dios está cumpliendo en el tiempo en que a la persona le toca vivir, porque de otra forma la persona no puede recibir las bendiciones de Dios, tiene que ver lo que Dios ha prometido para su tiempo, y ahí nace la fe, cree de todo corazón, porque la persona es semilla, simiente de Dios, hijo o hija de Dios. Vean aquí en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, lo que Jesús dice en Su prédica en esta ocasión: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.” Para el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, es que se efectuará la resurrección de los creyentes
VEN Y VE
9
que han muerto fisicamente; pero no sabemos en que año, sino que tenemos la promesa de que será en el Día Postrero. Por eso Marta, la hermana de Lázaro, cuando Jesús le dice: “Tu hermano resucitará.” Marta le dice: “Yo se que resucitará en el Día Postrero.” (San Juan, capítulo 11, versos 21 al 27). Cristo le dice: “Yo Soy la resurrección y la vida, el que cree en Mí aunque esté muerto vivirá; y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente.” Así que, ver a Jesús como el Cristo, el Mesías, y Su muerte como el Sacrificio en la Cruz del Calvario, es ver lo que la persona necesita ver y creer, entender y creer para obtener la Vida eterna. Ya Él llevó a cabo la Obra de Expiación en la Cruz del Calvario para que toda persona pueda obtener la Vida eterna; ahora le toca a la persona escuchar y ver, o sea, entender, creer y recibirlo como único y suficiente Salvador para que se haga realidad en la persona la Vida eterna, de la cual Cristo dijo en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y Yo las conozco, y Yo les doy Vida eterna. Y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre o mi Padre y Yo una cosa somos.” Porque Dios estaba en Cristo en toda Su plenitud, la plenitud de la divinidad de Dios estaba en Jesús. Por eso las obras que Él hacía no las hacía de sí mismo, era el Padre que estaba en Él el que llevaba a cabo las obras y el que hablaba a través de Jesús. Por lo tanto, el que veía a Cristo Jesús estaba viendo a Dios, estaba viendo a Dios velado en un cuerpo de carne, estaba viendo a Dios obrando a través de un hombre, porque esa es la forma en que Dios se revela: por medio de un hombre, de un profeta; por eso era llamado Jesús: Hijo del Hombre, porque era un profeta. Siempre la Venida del Mesías como Hijo del Hombre tiene