PETRUCCI
Leer por leer: un porvenir para la lectura
La lectura, entendida como una actividad cultural o de deleite para el hombre alfabetizado, tiene su futuro asegurado en la medida en que dure la actividad de produ cir textos a través de la escritura. El porvenir de la lectura está en juego, no donde ésta es una práctica habitual y consolidada, sino allí donde no lo es. Globalmente, el proceso de alfabetización está en lento crecimiento en términos de porcentaje, pero el número de los anal fabetos es cada ve mayor en términos numéricos. Las causas de la permanencia del analfabetismo en grandes áreas del mundo no dependen sólo del bajo nivel económico, sino también de razones políticas e ideol ógicas. La producción de libros crece vertiginosamente en todo el el mundo, pero es evidente que la mayor producción y la más difundida circulación de libros y de periódicos se sitúa en los países más alfabetizados y los más poderosos económicamente. Sorprendentemente, las alarmas más fuertes sobre la crisis de la lectura vienen d e las áreas en que la producción y circulación de los textos impresos son más dinámicas y están más difundidas socialmente (USA y Europa). La situación en la que nos encontramos actualmente parece, pues, que se caracteriza por fuertes síntomas de disolución del ³orden de la lectura´ propio de la cultura escrita occidental, tanto en lo concerniente al repertorio como en lo que se refiere a los hábitos de utilización y conservación (se (se abandonaron las posturas rígidas de la ³lectura correcta´, los libros se leen en cualqui er postura, se doblan, escriben, utilizan d e muchas formas e, incluso, una vez leídos, se descartan). descartan). Nuevas prácticas de lecturas que se encarnan en la figura del ³lector anárquico´ a este lector corresponde, en el ámbito del ciclo productivo del libro, otra figura anómala y potencialmente anárquica: la del escritor de consumo, que escribe textos de seudoliteratura se trata de un fenómeno que ha aparecido en todos los momentos de crisis de la producción, de elevado crecimiento d e público y de variedad de demanda. En distintas fases de la historia, esta ambigua figura ha asumido con frecuencia un papel activo de protesta contra el sistema cultural (y político) vigente, del mismo modo en que ha sucedido con su análogo, el lector anárquico.