H ip ip n o t e r a p i a Er iicc k s o n ia ia n a : N i v e l A v a n z a d o . C o - c re re a n d o u n c o n t e x t o p a r a e l c a m b i o . Se g u n d a Ed Ed i c i ó n Ps. Ma rio rio Pa c hec o (Ed.), 1999 1999
TERAPIA ESTRATEGIC EGICA A ERICKS IC KSONIANA NIANA
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H ip ip n o t e r a p i a Er iicc k s o n ia ia n a : N i v e l A v a n z a d o . C o - c re re a n d o u n c o n t e x t o p a r a e l c a m b i o . Se g u n d a Ed Ed i c i ó n Ps. Ma rio rio Pa c hec o (Ed.), 1999 1999
2. Principios incipios Básic sicos del Psicoterape icoterapeut uta Ericksoniano icksoniano
Ps. Mario Pacheco
Lankton y Lankton (1983) han descrito 11 principios de tratamiento que hacen posible el acercamiento ericksoniano. Aunque Erickson mostró una total ausencia de una teoría de la personalidad, los principios que se analizarán a continuación constituyen una teoría de la intervención terapéutica ericksoniana.
1. Mapas Mapas internos internos
"La s p erson erson a s op era n d esd esd e sus m a p a s internos y expe rienc ia s sen soria oria les." les."
Este principio principio indica que todos todo s los indivi individuos duos percibe n el mundo d esde esde la pos p osición ición pe c uliar uliar de su propio marco de referencia. eferencia . Por lo lo tanto, ta nto, el prim primer er pas pa so en e n la terap terap ia es inda inda ga r el "map "mapa" a"1 que está operando en el individuo. Erickson decía, "Siempre traducimos el lenguaje de la otra persona en su propio lenguaje." Los Lankton se preguntan: ¿El terapeuta trabajará en primer lugar "corrigiendo" y alterando los aspectos limitantes del mapa que parecen impedir conductas deseables o que automáticamente producen estados emocionales displacenteros y conductas indeseables? O, ¿el terapeuta trabajará para expandir y elaborar el mapa existente, para proveer nuevas experienc experienc ias y co nduc tas? tas? Este principio alerta al terapeuta respecto a la necesidad de adecuar sus intervenciones pa ra e xpa ndir o "alter "alterar" ar" c ompa tiblemente tiblemente el map a d el cliente. La famosa frase de Erickson en sus inducciones hipnóticas, "Usted le da su propio sentido a mis palabras. Mi voz puede transformarse en el sonido de un amigo o un extraño, alguien de su paado o su presente, su propia voz...", era una forma de manifestar su validación de la propia experienc experienc ia y map map a interno interno de l pac iente.
2. La mejor elección
"La s p e r so so n a s h a c e n la m e j o r e l e c c ió n p a r a si s i m is i sm o s e n t o d o m o m e n t o . "
Los c riteri riterios os diag nóstico nósticos s des de sarrollado arrollado s por po r Zeig y Yapko Yap ko son son una b uena herramienta herramienta p ara a prehender prehend er aspec tos de ese mapa. 1
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2. Principios incipios Básic sicos del Psicoterape icoterapeut uta Ericksoniano icksoniano
Ps. Mario Pacheco
Lankton y Lankton (1983) han descrito 11 principios de tratamiento que hacen posible el acercamiento ericksoniano. Aunque Erickson mostró una total ausencia de una teoría de la personalidad, los principios que se analizarán a continuación constituyen una teoría de la intervención terapéutica ericksoniana.
1. Mapas Mapas internos internos
"La s p erson erson a s op era n d esd esd e sus m a p a s internos y expe rienc ia s sen soria oria les." les."
Este principio principio indica que todos todo s los indivi individuos duos percibe n el mundo d esde esde la pos p osición ición pe c uliar uliar de su propio marco de referencia. eferencia . Por lo lo tanto, ta nto, el prim primer er pas pa so en e n la terap terap ia es inda inda ga r el "map "mapa" a"1 que está operando en el individuo. Erickson decía, "Siempre traducimos el lenguaje de la otra persona en su propio lenguaje." Los Lankton se preguntan: ¿El terapeuta trabajará en primer lugar "corrigiendo" y alterando los aspectos limitantes del mapa que parecen impedir conductas deseables o que automáticamente producen estados emocionales displacenteros y conductas indeseables? O, ¿el terapeuta trabajará para expandir y elaborar el mapa existente, para proveer nuevas experienc experienc ias y co nduc tas? tas? Este principio alerta al terapeuta respecto a la necesidad de adecuar sus intervenciones pa ra e xpa ndir o "alter "alterar" ar" c ompa tiblemente tiblemente el map a d el cliente. La famosa frase de Erickson en sus inducciones hipnóticas, "Usted le da su propio sentido a mis palabras. Mi voz puede transformarse en el sonido de un amigo o un extraño, alguien de su paado o su presente, su propia voz...", era una forma de manifestar su validación de la propia experienc experienc ia y map map a interno interno de l pac iente.
2. La mejor elección
"La s p e r so so n a s h a c e n la m e j o r e l e c c ió n p a r a si s i m is i sm o s e n t o d o m o m e n t o . "
Los c riteri riterios os diag nóstico nósticos s des de sarrollado arrollado s por po r Zeig y Yapko Yap ko son son una b uena herramienta herramienta p ara a prehender prehend er aspec tos de ese mapa. 1
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Este principio no quiere significar que las personas hacemos la mejor elección que alguien pudo haber hab er hecho, sino sino q ue d ad o e l marco marco de referenc eferenc ia pa rticular ticular y la la his historia toria de d e a prendizaje, prendizaje, incluso una conducta o sentimiento "problema" es la mejor elección que la persona ha ap rendido a hac er en una c irc irc unstanc unstanc ia par pa rtic tic ular. ular.
3. La teoría no es el pac pa c iente iente
"La e x p l ic ic a c ió n , t e o r í a o m e t áf áf o r a u sa sa d a p a ra re l a c io n a r h e c h o s re re sp sp e c t o a u n a p e r so so n a n o e s la persona."
Este principio se refiere a que la teoría del terapeuta respecto a un paciente, y la teoría de a que l respec respec to a si mis mismo, pued p ued e nec ne c esitar esitar revis revisars arse. e. Aquí es necesario recordar que las teorías o etiquetas d a n o ririg e n a los eventos de los cuales dan cuenta (Watzlawick, 1988). Por esta razón es que dependiendo de las etiquetas o teorías que hacemos de nuestros pacientes y las que se adscriben ellos mismos, los pueden ayudar a mejorar mejora r o a "enfe rma rma r". Debido a esto es que Erickson no se adscribió a ninguna teoría particular de la personalidad o la psic psic opatología op atología (pues sostení ostenía a q ue impli implic c ab an a c omodar omod ar al pac iente iente a aq uellas, uellas, y por otro otro lado tendían a hac er rígi rígido do el proc proc eder del terap terap euta), e inven inventaba taba una nueva teoría teoría pa ra ca da pa ciente en pa rticular. ticular. En énfas énfa sis de Erickson ickson en e n rodea r las las asoc asoc iac iones de la mente c onsc onsc iente iente e staba ba sad o en su creencia que la mente consciente contenía primariamente prejuicios, creencias limitantes y pa trones trones de p ercep c ión rígida ígida .
4.
Respeto a todos lo mensajes
"Resp esp ete to d os los m en sa jes d e los p a c ien tes." tes."
Para Erickson, una actitud de empatía y respeto al paciente era esencial para lograr c a mbios exitosos exitosos en terap ia. Hay muchos mensajes simultáneos en la comunicación: siempre hay un mensaje en el nivel psicológico (inconsciente) agregado al mensaje en el nivel social; mensajes verbales y no verbales verba les.. La respuesta espuesta a propiad prop iada a (respetuosa) (respetuosa) a estos estos mensajes mensajes requiere "afinarse" "afinarse" y ad vertir vertir los elementos más sutiles de una comunicación (señales mínimas): tono de voz, gestos, expresión fac ial, ritm ritmo o respirato espiratori rio, o, e tc. Los Lankton ejemplifican este respeto a través del siguiente ejemplo: Una pareja buscó ayuda terapéutica. Le preguntaron a la esposa que quería lograr de la sesión, y respondió, "Hay algunas cosas de las cuales no puede hablar", y mientras lo hacía colocó sus manos sobre su área genit g enital. al.
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El terapeuta pudo haber respondido algo como, "Oh, usted quiere decir que no puede hablar de sexo", o "Me di cuenta que mientras usted decía que no podía hablar respecto a algunas cosas, cubrió su bajo vientre. ¿Hay alguna relación entre ambos actos?" Ambas respue stas de mostrarían una fa lta d e respe to de l mensaje verba l. C omo
los terape utas advirtieron el mensaje, respondieron en la misma forma,
metafóricamente o en el mismo canal. Carol Lankton se volvió hacia la cliente, repitiendo sus gestos, fijando su atención consciente con las siguientes palabras, "Las cosas que no podemos hablar aquí (b a ja n d o l a s m a n o s a la f a ld a ) son c osas de las cuales ustedes do s serán c ap ac es de trab ajar en el momento y el lugar ap ropiados ( retiran d o la s m a nos de la falda y seña la nd o a a m b o s).
5. Enseñe a escoger
"Enseñe a esc og er, nunc a inte nte h a c er elec c ion es p or su c ue nta ."
Este principio se desprende lógica mente de l segundo principio. Erickson d ec ía: "C uando usted comprende cómo un hombre defiende rea lmente sus ideas intelectuales y cuán emocional se coloca al respecto, usted debería darse cuenta que la primera cosa en psicoterapia no es intentar obligarlo a cambiar su ideación; por el contrario, usted la acompaña y la cambia en una forma gradual y crea situaciones en las cuales él ca mbia de buena ga na su pensamiento." Los Lankton afirman q ue ocasionalmente encue ntran clientes que los buscan pa ra que los ayuden a deshac erse d e a lguna pa rte de si mismos, aq uella pa rte que perciben c omo la c ausa de sus problemas. Buscan a yuda pa ra hac er una e lecc ión po r si mismos. C omo los Lankton c reen que las personas harán automáticamente la mejor elección una vez que ésta está disponible, usan el tiempo terapéutico para enseñar nuevas asociaciones y elecciones. Lo cual deja disponible aun a la opción antigua en el caso que sea la mejor opción en el futuro. Enseñar a escoger –para esos autores– implica expandir el mapa o el marco de referencia limitado del paciente, para incluir conductas, pensamientos y sentimientos que previamente pueden no haber estado disponibles, al menos en ese contexto particular.2
6. Los recursos se encuentran dentro de la persona
"Los rec ursos q ue el c liente ne c esita, se e nc ue ntran e n su p rop ia historia p erson a l."
Se sugiere revisar el c aso descrito p or Haley en Te r a p i a n o c o n v e n c io n a l ( Ed. Amorrortu, B. Aires, 1980, p. 82-84), en el cual el tratamiento efectuado ejemplifica este principio. 2
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Erickson repetía una y otra vez que el inconsciente contiene un amplio reservorio de aprendizajes, memorias y recursos. Zeig afirma que el paciente tiene recursos en su historia persona l que pued en usarse para efec tuar c ambios. Erickson creía que el potenc ial pa ra todo s los rec ursos es inherente a la persona, en virtud que está viva; el trabajo del terapeuta es ayudar al cliente a maximizar esos recursos para lograr los cambios deseados. Simultáneamente, se minimiza el rol del terapeuta al grado que ayuda al pa ciente a asociar sus propios rec ursos en a quellas oportunida s en que será b eneficioso hac erlo.
7. Acoja el modelo de mundo del pac iente
"A c o ja a l p a c i e n t e e n su m o d e l o d e m u n d o . "
Este principio apunta a la construcción de rapport con el paciente. El rapport puede construirse acompañando su postura física, construyendo metáforas o acompañando la sintaxis y las palabras del c liente.
8. Flexibilidad
A m a y o r f le x ib ilid a d , la p e rso n a t e n d rám a y o r c o n t ro l d e l o s e l e m e n t o s d e l sist e m a . "
Este es un principio cibernético; y significa que el terapeuta flexible será capaz de acoger a los clientes en sus modelos de mundo singulares, y será capaz de obtener rapport más rápidamente con una amplia variedad de pacientes. Además, esa flexibilidad estimulará al paciente a asumir o tolerar riesgos o cambios, mientras se generan conductas nuevas o creativas.
9. No poder comunicarse
"La s p e r so n a s n o p u e d e n n o c o m u n i c a rse . "
Este principio se refiere al hecho que aunque los pacientes no estén comunicándose abiertamente en forma verbal, están enviando mensajes no-verbales. Y el paciente siempre tienen respuestas internas. Es decir, puede esperarse que el cliente responda verbal y no verbalmente a los estímulos, buscando experiencias internas en un intento de encontrar significado para la comunicación que llega o recuperando realmente imágenes o representac iones internas relac ionadas co n las cuales crea r un signific ad o personal. Cuando una imag en es rec uperada , guiará a l desempeño de la conduc ta. La c onduc ta puede ser muy sutil, por ejemplo un cambio en la respiración, un leve movimiento de cabeza, un gesto, o un cambio
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en el tono muscular (señales ideomotoras). Es importante que el terapeuta reconozca esas señales mínimas y se guíe por ellas.
10. Reducción a los elementos componentes
"Si un t rab a jo e s c o m p lejo, fra g m é nte lo."
Este principio significa que las tareas (metas terap éutica s) complejas se ha c en manejables si se realizan de un pa so a la vez. Es decir, las metas terap éuticas nec esitan fragmentarse en p asos alca nzab les, a la p ropia velocidad del pa ciente, de modo que esa ca dena d e peq ueñas metas lleve a l logro total desea do .3
11. Resultados en el nivel psicológico
"Los resultad os están d ete rm ina d os en el nivel p sic ológic o (inc on sc iente )."
Esto se refiere al hecho que hay numerosos niveles simultáneos operando en toda comunicación, y que cuando el nivel social del mensaje dice una cosa (usualmente en palabras), el mensaje psicológico (reflejado usualmente en el tono de voz, uso de gestos o énfasis) indica otra c osa, el mensaje p sicológico fuera de la c onsciencia será el determinante d el resultado. Una faceta importante del nivel inconscente de la comunicación está relacionado con la comprensión de cómo las metáforas y las sugestiones indirectas facilitan el cambio terapéutico en la experiencia del pac ient e, sin que éste sea ca pa z de explicar co nscientemente qué fa cilitó el cambio. Erickson decía que la hipnosis por si misma no efectuaba la curación, sino que ésta era el resultad o d e la re-asociación de la vida experiencial de l sujeto. Esta concepción de la re-asociación es muy distinta a la idea del insight para lograr el cambio. Para Erickson, el insight del pasado puede ser un hecho educacional, pero que no cambiará el pasado. O'Hanlon (1989) indica que la etilogía no siempre es pertinente para resolver un problema, e incluso se ha sugerido que nunca se puede conocer con certidumbre la causa d e una situación humana. En el enfoque ericksoniano se usan metáforas y sugestiones indirectas para obtener rapport, recuperar recursos o ligar aquellos recursos a señales previas de estrés o estímulos típicos en el ambiente del cliente. Y esto se hace en el nivel inconsciente en lugar de confiar exclusivamente en el nivel consciente. El pac iente puede enco ntrar que por alguna razón desconoc ida, cuando se encuentra en una situación que previamente ha sido difícil, viene a la mente alguna idea nueva, sentimiento o conducta que vuelve la situación menos amenazante, o incluso una
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El famoso c aso de Harold , descrito por Haley en Te r a p i a n o c o n v e n c io n a l ( p. 107-134) ejemplifica este principio. 12
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situación que puede disfrutarse. La mente consciente está, entonces, libre para examinar y conc entrarse en una experienc ia más gozosa, ada ptativa o ap ropiada .
O'Hanlon (1989) y los Lankton enumeran varios su p u e st o s q u e d e b e e v i t a r todo terapeuta que d esee prac ticar el enfoque e ricksoniano:
1.
La inmutabilidad del carácter/personalidad Para Erickson, la p ersona lida d (o a l menos su expresión) po día c ambiar mucho. Suponía que existen aspectos alternativos de la personalidad susceptibles de salir a luz y ser utilizados en beneficio del pac iente.
2.
Función y origen de los síntomas Para Erickson –y a diferencia de otras corrientes terapéuticas– es posible que los problemas/ síntomas surjan por razones funciona les, pero d espués de c ierto tiempo tal vez dejan de cumplir esa función, y persisten solamente porque las personas quedan pautadas en esa forma. De aquí se desprende, a su vez, otro principio metodológico importante: puede intervenirse exitosamente a través de un tratamiento centrado en la remoción de los síntomas, sin que el paciente recaiga presentando otro síntoma que reemplace la función del anterior para mantener el equilibrio psicológico. Esto se consigue a través de la i n t e rv e n c ió n e n la p a u t a del problema/ síntoma presentado .4 Esto significa que la terap ia no está d irigida al simple tratamiento de los c o n t e n i d o s del problema (es decir, el problema como una entidad estática, inmutable), sino que se co nvierte el problema en un p r o c e s o , y se interviene en e se p roc eso.
3.
La responsabilidad por los resultados de la terapia recae en el consultante Para Erickson, pa ra que la terapia sea exitosa, ta nto el terapeuta c omo el pa ciente tienen que desempeñar su rol. La responsabilidad del terapeuta es crear un clima favorable para el cambio; y la responsabilidad del paciente es hacer algo, responder espontáneamente 5 y cambiar.
Los enfoques psicodinámicos advirtieron hace muchas décadas atrás que el tratamiento sintomático de los pacientes implicaría recaídas, puesto que el inconsciente buscaría otros caminos para expresar los contenidos reprimidos. Esos mismos terapeutas psicodinámicos recomenda ba n busca r las causas "reales" de los problemas, e interpretaban las curaciones rápidas co mo una resistencia psicológica, "la huida hac ia la salud". Los estudios clínicos efectuados durante casi treinta años en el uso de terapia breve estratégica, han echado por tierra ese aserto psicodinámico. Para un estudio d e este tema, se sugiere revisar los sigu ientes textos: C a m b i o , de Watzlawick, Fisch y Weakland, Ed. Herder, 1976; y El a rt e d e l c a m b io, de Watzlawick y Nardone , Ed. Herder, 1994. 5 Aquí hay una paradoja, puesto que los pac ientes cambian espontáneamente, pero no saben cómo lo hac en, puesto que el cambio es producto de las intervenciones del terapeuta y de las tareas asignadas para realizar entre sesiones. 4
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7. El diamante ericksoniano: El arte de la utilización terapéutica
Ps. Mario Pacheco
Este artículo analiza y describe el metamodelo de la terapia ericksoniana desarrollado por Zeig (1992a, 1992b; Robles, 1991), el cual es un modelo comunicacional en donde el concepto de utilización terapéutica es central.
Zeig (1992a) define su metamodelo de la terapia ericksoniana como un modelo basado en un enfoque estructural de la comunic ac ión. Este enfoq ue usa la influenc ia soc ial pa ra "ap erar" las estructuras existentes en el presente, incluidas las estructuras intrapsíquic as, interpersona les y ambientales, para alcanzar metas futuras. Es un modelo que se remite a c ó m o facilitar el cambio, en lugar de analizar p o r q u élas
pe rsona s son c omo son. La figura siguiente muestra un diagrama del modelo:
Meta
Hacer a medida
Envoltura para regalo
Posición del terapeuta Procesamiento
Figura 1: El diamante ericksoniano
Además del concepto clave de la ut iliza c ión , hay cuatro componentes, según puede observarse en el diagrama, que son los siguientes: meta, envoltura para regalo, hacer a medida y establec imiento de un proce so d inámico. En el lugar central del proceso de terapia está el terapeuta; Zeig (1992b) quiere signifcar con esto a las ca rac terísticas persona les y profesionales del terape uta. Es el terapeuta quien rea liza
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el diagnóstico, que puede o no haber desarrollado sensibilidad a las señales mínimas de su paciente, que co-construye la meta terapéutica con el paciente, y que posee o no la habilidad para ser capaz de utilizar la singularidad del paciente para crear diposición a responder y situaciones que permitan alcanzar las metas terapéuticas. A continuación se analizan por separado cada uno de los componentes del metamodelo propuesto. El proceso diagnóstico es primordial, y es gracias al diagnóstico que puede diseñarse la terap ia y cómo se c omunic ará ésta.
7.1 Determinac ión de metas terapéuticas La terapia ericksoniana está orientada a metas, y pueden existir muchas metas en una terapia e spe cífic a. Zeig (1992a) describe dos métodos que pueden usarse p ara d iseñar metas en una terap ia ericksoniana:
1) C o n st ru i r e l p r o b l e m a e n u n p r o c e s o . Cuando se concibe al problema presentado como un proceso secuencial, pueden advertirse diversos caminos para la intervención. La meta del terapeuta consistirá, entonces, en ayudar al pa ciente a mod ificar la sec uencia habitual de c omportamiento que dirige el problema. Para lograrlo, el terapeuta podría añadir un paso a la secuencia. Si la intervención es suficiente, puede seguirla un cambio en el sistema. Aquí subyace la premisa que el paciente se conducirá hacia una pauta más saludable una vez que la sec uencia sea mod ificada . El terapeuta tendrá que estar en condiciones de conocer la secuencia y las circunstancias del problema, para lo cual tendrá que hacer preguntas detalladas como las siguientes: ¿C on qué frec uencia o curre?, ¿En qué luga r?, ¿ C uánto?, ¿C uán a menudo?, ¿Cuándo exactamente?, ¿Quién está presente?, ¿Qué sucede primero?, ¿Y qué continúa?. Con preguntas de este tipo se puede describir la secuencia del prob lema y las circ unstanc ias en las cuales se da.
2) Fra g m e n t a c i ón : D iv i si ón d e l a s o lu c i ón e n fr a g m e n t o s m a n e j a b l e s Este método pa ra establec er metas requiere q ue el terap euta d etermine c ó m o es que e l pa c iente logra tener el problema. Por ejemplo (Zeig, 1992a), si el paciente presenta una estimación de si mismo disminuida, el terapeuta podría preguntarse cómo es este proceso: el paciente no confía en si mismo, no confía en otros, su atención está dirigida hacia adentro, y exagera sus defectos. Por lo tanto, si el paciente logra obtener una estimación de si mismo disminuida desconfiando de si mismo y de otros, estando internamente
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preocupado y encontrando defectos exagerados, la solución a este problema sería recíproca (lo opuesto) a la estrategia del problema: confiar en si mismo y otros, foc alizarse hac ia lo externo má s que retirarse interiormente, y encontrar vigor externo. Cada uno de los componentes de la solución puede ser tratado como metas separadas.
7.2 Envoltura para regalo Este aspecto se refiere al método necesario para ofrecer la estrategia al paciente, de modo que é ste pued a recuperar las hab ilidad es previamente disoc iada s. Por ejemplo, si la meta e s "ser consciente de lo e xterno", Zeig (1992a) sugiere q ue el terapeuta po dría "envolver" la idea "sea externo" en d iversas formas. Una po dría ser "Ab ra sus ojos, mire el mundo, y percátese de las cosas que lo rodean." Sin ambargo, esa prescripción directa sólo fucionará con a lgunas pe rsona s, otras nec esitarán e strategias más indirectas. Los componentes de la solución para el problema presentado, pueden "envolverse" a través de : hipno sis, símbolos, metáfo ras, presc ripc ión de síntoma s, anécdo tas, reenc uadre, etc . Sin emba rgo , esta "envoltura" de be ser individualizada pa ra ese pa ciente en p articular. Esto es lo q ue Zeig denomina "hac er a med ida".
7.3 La intervención es hecha a medida Las estrategias terapéuticas deben estar adecuadas a cada paciente en particular, de modo que éste esté más dispuesto p ara llevarlas a cab o. En este proc eso intervienen tod as las categorías diagnósticas descritas por Yapko y Zeig. Una meta terapéutica será mejor acogida si c alza c on el mode lo de mundo d el pac iente. Por ejemplo, si un pa ciente valora la ave ntura, las tareas terap éutica s serán mejor aco gidas si son e ntregad as de modo que sea n sentida s c omo a venturas. Si el pa c iente va lora la lentitud en la comprensión, la terap ia d ebiera ser hecha en p asos pequeños, lentos. Para p oder determinar la estrategia más ade cuada pa ra el pa ciente, se nec esita c rear un método para presentar las ideas a través del tiempo. A este método, Zeig lo denomina "proc esamiento".
7.4 Procesamiento Para Zeig (1992a), no es suficiente identificar la meta y c rea r una forma pa ra "envolverla" o individualizarla. El terapeuta debe crear un p r o c e s o , un d r a m a a través de l cual ofrec erla. A este proceso Zeig (1988) lo denomina SISA : Sem b rar – Inte rvenir – Se g uir ad e lan te . La Figura N° 2 grafica e ste proc eso.
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El terapeuta comienza evocando la motivación del paciente, la cual después es modelada en disposición a responder, especialmente en las señales mínimas. Este es un modo de prepa rar el terreno pa ra que esté fértil. El terapeuta tiene en mente una intervención principal hecha a medida. En lugar de dirigirse direc tament e a esa intervención, la "siembra", creando una ilusión indirec ta d e e sa técnica. (Vermás ad elante el artículo "Siembra".) Después el terapeuta continúa con pequeños pasos que lo acercan a la intervención principa l, la c ual es seguida por un período de seguimiento.
Diagnóstico terapéutico
Motivar
Construir Siembra
Pasos mínimos
Intervención principal
Seguimiento
Figura N° 2: Línea del tiempo en psicote rapia. SISA
Para que el proceso de terapia sea efectivo, debe consistir en un Ev e n t o Em o c io n a l Sign ific a tivo (Yapko, 1985; Zeig, 1992a). Es decir, los valores, las creencias, las visiones de mundo no
cambian hasta que la necesidad lo dicte. Un evento emocional significativo es una experiencia que es tan poderosa emocionalmente, que los valores o creencias anteriores son sobrepasadas y abandonadas a favor de un valor, creencia o comportamiento más relevante, adaptativo. Para Zeig, el proc eso de scrito en la terap ia, es una experiencia emoc ionalmente significativa que promueve el c ambio terap éutico .
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Envoltura de "regalos" y Procesamiento (Zeig, en Robles, 1991)
Etapa I
Etapa II
(Prepa rac ión)
Etapa III
Intervención central
(Seguimiento)
(para crear rec ursos) Ac ompa ñar.
Sugestión directa.
Ratificar cambios.
Establecer rap port.
Hipnosis.
Promover amnesia.
Felicitar a la persona por
Sugestión indirec ta.
Intrucciones de proc eso.
Uso de confusión para
Direc tivas.
Probar la terapia:
alterar
Prescripc ión de síntomas.
•
En el consultorio.
Motivar.
Reencuadre.
•
Simbólicamente.
Crear expectación.
Desplazamiento.
•
Ensayo en fantasía.
Siembra
Orientac ión al futuro.
Tareas pa ra consolida r y
su posición. los
esquemas
habituales.
de
"blancos
futuros".
practicar los aprendizajes.
Connotación
de
la
Ensayo en fantasía.
intervención. Moverse
en
pasos
Confusión.
estratégicos mínimos. C rear drama (EES) Uso
de
extraer
hipnosis respuestas
Metáforas. para
Símbolos.
de
Ordalías.
cooperación a las señales mínimas. Empatía
Anéc dotas Técnica de interca lación.
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8. El "Gancho" Ericksoniano: Los Valores en el Enfoque Ericksoniano6
Ps. Ma rio Pac heco
Los valores son un aspecto de la socialización de las personas que ejercen una poderosa influencia en su comportamiento, y se a dq uieren a e da d temprana , no más allá de los 12 años de ed ad. Los valores definen los límites de la expe rienc ia y la no ción de mundo de las pe rsona s. Según Yapko (1985), a la luz del trabajo en terapia ericksoniana, parece evidente que los valores pued en c ambiar, o al menos pued e c ambiar la forma específica en que se expresan. Aunque los valores permanecen estables por largo tiempo a través de la vida de la persona, pued en ca mbiar cuando oc urre un evento c on connotac iones emoc ionales que produc e disonancia c ognitiva. Puede considerarse a la terapia como la creación deliberada de sucesos e m o c i o n a l e s signific a tivos para alterar el sistema de valores en una forma más adaptativa; o puede implicar el u so de los valores del pac iente c omo un g a n c h o para fac ilitar los c amb ios de sea do s.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la utiliza c ión , la identificación de los valores del pa ciente ad quiere una gran impo rtanc ia (ver "C riterios diagnósticos"). Erickson ganaba influencia c on sus pac ientes al a sumir que los valores de sus c lientes eran los correctos para ellos. Consideraba el impacto de los valores en la vida del paciente y no intentaba corregirlos7. Esta aceptación no implicaba compartirlos, sino que al aceptarlos se los puede utilizar para trabajar desde la misma realidad del paciente (Erickson y Rossi, 1979; Yapko, 1990). Este aspecto me recuerda un caso que atendí años atrás, y que me enseñó a cómo no hacer terapia. Era una mujer de extracción rural, de alrededor de 32 años (aunque aparentaba tener más de 40), con sobrepe so, vistiendo ropas propias de mujeres mayores, que me fue derivada por un médico, porque presentaba una severa depresión. Me relató que se sentía muy mal porque su espo so no ma ntenía relac iones sexuales c on ella, y toda s las noc hes salía c on su ama nte. Yo, joven de extrac ción soc ial de clase media, universitario, "progresista" y defensor de los derechos de la mujer en nuestra sociedad, inicié una reflexión respecto a los derechos de la mujer y la fidelidad en nuestra cultura. En mi ambiente cultural la fidelidad es un aspecto importante en la relac ión de p areja, y me enfoqué en ese tema.
Basado en M. Yapko (1985) The Ericksonian Hook: Values in Ericksonian Approaches. In J . Zeig (Ed.), Eric kso nia n Psyc ho the rap y, Vo. I: Struc tures . New York: Brunner/Ma zel, p. 266-281 7 Sino que los ac eptaba incondicionalmente. 6
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Pronto me percaté que mi charla no tenía influencia alguna en ella, por lo cual cambié el giro de la conversación y le pregunté qué tendría que suceder para que recuperara su ánimo (mi primemra pregunta inteligente en la sesión). Me dijo que ella sabía que todos los hombres nec esitábamos ac ostarnos con muchas mujeres , y puesto q ue su marido era muy "hombre", ella no podía prohibírselo, por lo cual a ella le bastaría que se acostara con ella una vez por semana. Le ba staba co n una vez a la semana. Le pregunté cuál era el día en que le gustaría que su esposo se quedara en casa. Pensó algunos momentos y dijo que los días J ueves. Le indique que tenía que ha blar con su esposo y dec irle que po día salir y ac ostarse c on otras mujeres cualquier día d e la semana , excep to los J ueves porque e ra su día. La paciente se comprometió a seguir la directiva, mostrándose más esperanzada y animosa. Sin emba rgo, relató q ue su espo so e staba mostránd ose a lgo raro, porque ya no se sac ab a los pantalones enfrente de ella y se acostaba con ropa interior, rehuyéndola en la noche. Tuve la intuición que quizá el esposo estuviera presentando algún tipo de disfunción erectiva secundaria, y le dije a la paciente que creía saber lo que le sucedía al esposo, y que le enviaría una nota en un sobre cerrado para ayudarlo. En la nota escribí: "Sr. X. A muchos hombres nos sucede eso, y es algo normal y transitorio. Pensar en eso lo agravará. Lo mejor es despreocuparse y confiar en que así como llegó , así de rápido d esap arecerá."8 A la sesión siguiente la p ac iente llegó a nimosa y c ontenta. Me relató q ue c uand o su marido leyó el mensaje, mostró cara de alivio y guardó la carta (la paciente no pudo conocer el contenido). Ella siguió la direc tiva a signada , y el marido no sólo se q uedó el día J ueves en c asa pa ra hac erle e l amor, sino q ue estab a qued ánd ose más días en la semana . Después hablamos de los kilos que tenía que bajar y la nueva vestimenta que te ndría q ue usar. Es evidente que el éxito terapéutico en este caso se basó en la aceptación de los valores de la pa ciente, no importand o que no fueran incongruentes con los del terape uta. Yapko (1985) describe algunas de las p a uta s pa ra ide ntific ar el sist em a d e va lores del pa ciente, como sigue: 1)
Edad y antecedentes sociales. Específicamente, ¿qué estaba sucediendo en la sociedad en la época que la persona tenía diez años de edad?, ¿qué valores estaban operando en la sociedad en general y en la subc ultura p articular del pac iente en sus años de formac ión.
2)
Identificación del sistema de valores involucrados en las generalizaciones verbales del paciente y en sus mensajes no verbales. Por ejemplo, el uso de los "debiera", "siempre", "nunca". Yapko sugiere que uno puede rodear esos argumentos respec to a la verdad de la generalización. Contradecir las generalizaciones de los pacientes sólo llevará a una pérdida de rapport. Aunque al crear un suceso emocional emocional significativo, esos valores pueden cambiar.
8
Adviértase la estructura de sugestión abierta, de modo que podía abarcar cualquier trastorno que presentara el esposo. 20
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Las pautas repetitivas de pensamiento, emoción y conducta reflejan valores subyacentes, consistentes, aunque generalmente desadaptativos. 3)
Observación del estilo de vida del paciente: ¿cómo son sus ropas?, ¿lleva joyas?, ¿qué tipo de trabajo realiza? , ¿cuál es su nivel educ ac ional?, ¿c uáles son sus pasatiempos?, ¿se ve como d ueño o víctima de la experiencia?, ¿es muy masculino, femenina, etc.?
Por lo tanto, la t a r e a d e l t e ra p e u t a e s e n c o n t ra r u n v a l o r re le v a n t e e n e l m u n d o d e l p a c i e n t e y "e n g a n c h a r " la t e ra p i a e n e se v a lo r .
Utilización de los valores en la interacción terapéutica La utilización de los valores del paciente puede lograrse en dos niveles dstintos, pero sobrepuestos: 1)
El uso de los valores como un catalizador de cambios en el nivel conductual, cognitivo y afectivo, o
2)
Usar un valor co mo el objetivo primario d e una interacción terapéutica.
A conrinuación se revisarán ambos niveles por separado.
El va lor c om o un c ata lizad or terap é utico
Esta estrategia implica el descubrimiento y utilización de las características del paciente. La meta no es alterar los valores, sino que intentar descubrir qué es importante para el paciente y de spués "enga ncha r" el cambio direc ta o indirec tamente en e se valor. Un acercamiento de este tipo es el reencuadre; es decit, asociar otras conductas que respeten y utilicen el valor, y que conduzcan a l cambio desea do . Un caso q ue describe este a cercamiento –e n una forma típica de Erickson– es ofrec ido por Haley (1980, p. 281-284). Una mujer llevó a su esposo a la c onsulta de Erickson. El esposo sufría de parálisis total como secuela de un accidente vascular cerebral. Llevaba un año paralítico, y mientras estuvo en el hospital, los médicos lo describían en su presencia como un caso incurable, con p arálisis total y mudez, y que sólo d eb ía c uidarse d e la salud d e é l hasta q ue fallec iera. Describió a su esposo como un alemán, prusiano, muy orgulloso y emprendedor. Y ella había observado su furia al ser atendido como un niño en el hospital. Erickson decidió que podía hacer algo por el hombre, y no sólo reconfortar a la esposa. Comenzó a insultarlo, aludiendo a su ascendencia alemana, y después de un buen rato de agredirlo verbalmente, le dijo que tendría que volver al día siguiente para que siguiera insultándolo; el hombre replicó, ¡no , no, no ! . Erickson le dijo, A síq u e n o h a h a b la d o d u ra n t e u n a ñ o , p e ro m e b a st ó lla m a rlo u n su c io c e r d o n a zi p a ra q u e em p eza ra a ha b lar. ¡Vo lverá a q uím a ñ a na y te nd rá la verdadera d esc ripc ión d e su p ersona ! El
paciente protestó, ¡No , no , no! , y se levantó de la silla y abandonó la consulta caminando torpemente.
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Al día siguiente el hombre volvió. Erickson se disculpó por los insultos, y el paciente accedió a ser ayudado y trabajaron juntos en su rehabilitación. Otro caso que ilustra este acercamiento me fue informado por un alumno (González, 1991). Este alumno a tendió a una mujer casad a con un ob rero de la c onstrucc ión que trab ajab a fuera de la ciudad por largos meses en el año. Y a medida que estaba transcurriendo el tiempo, sus visitas a casa eran más espaciadas. La paciente estaba muy deprimida, pues decía que su esposo tenía otra mujer y que que se suicidaría si él la ab andonaba . El terapeuta, aprovec hando q ue el esposo estaba en la ciudad, lo citó a la consulta. Cuando el esposo vino, conversaron largamente y el terap euta sin un objetivo premeditad o d ijo q ue a v e c e s e r a b u e n o t e n e r re l a c io n e s e x t ra m a r it a l e s, sin em b a rg o uno c orrí a e l p elig ro d e d esp reo c up a rse d e la esp osa , y nunc a fa lta b a n sinve rg üenzas
. A la semana siguiente, la paciente regresó muy contenta, y le preguntó al q u e se a p ro v e c h a b a n terapeuta que había hecho con el marido. Este había llegado muy molesto a casa, revisándole la ropa y la cartera, buscando cartas de amantes, inquiripendola respecto a sus amistadesl La esposa le dijo que había un vecino que la asediaba; el esposo fue donde el vecino y le expresó que el hecho que su mujer estuviera sola por largo tiempo no significaba que no tuviera esposo. La paciente afirmó que tantas expresiones de celos le indicaban que si esposo la amaba. En ese momento el terapeuta se percató que en forma inadvertida había "enganchado" una estrategia terapéutica en los valores "mac histas" de l espo so.
Los va lores co m o ob jetivo terap é utico
Los valores no cambian hasta que lo dicte la necesidad. La "necesidad" toma la forma de un suceso emocional significativo, una experiencia emocional tan poderosa, que el valor anterior es sobrepasado y ab and onad o a favor de o tro más relevante, ada ptativo.9 Estos eventos pue de n oc urrir naturalmente e n la vida , cuando se expe rimenta un trauma o un acontecimiento que posee un impacto profundo en nosotros. En terapia, Erickson confundía la visión de mundo del paciente, debilitando sus creencias básicas para que éste pudiera encontrar un ac erca miento más útil y funcional en la vida . En el transcurso de la terapia pueden crearse estos sucesos a través de tareas ambiguas, pseudo-realidades creadas hipnóticamente, uso del shock psicológico, la sorpresa, la confusión y otros métod os que oc asionen disona ncia c ognitiva. (Ver los casos analizado s en Bowie et al., 1994) Un ejemplo de este tipo de intervención, utilizando hipnosis, sorpresa y s h o c k , fue reportad o por una alumna del Instituto (Glaser, 1991). A este alumna, kinesióloga, le fue derivada una anciana para rehabilitación. La paciente había sufrido una fractura en el hombro derecho, la cual requirió cirugía. La paciente no quería mover el brazo derecho, por el temor al dolor que pudiera experimentar. Las radiografías indicaban que la herida había sanado y se tenía que la anciana perdiera la movilida d del brazo debido a la inac tivida d.
9
Adaptativo en la consulta, pero puede ser otro valor desadaptativo cuando ocurre en la vida cotidiana. (Ver las investigaciones sobre la "disonancia cognitiva"). 22
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La terapeuta decidió hacer hipnosis con la paciente, y le indujo trance a través de levitación de mano. Para su sorpresa, la paciente levitó el brazo derecho, hasta bastante altura, sin dar evidencia de esfuerzo o dolor. Al salir del trance, volvió a contraer su brazo y apoyarlo sobre el pecho, manifestando que no p od ía moverlo, por el dolor que sentiría. Le sugerí a la terapeuta que en la sesión siguiente de kinesiterapia, indujera otro trance por levitación de mano y que era esperable que la paciente levitara nuevamente el brazo derecho, y que cuando éste estuviera en el aire y estirado, le dijera a la paciente que si quería tener una a g r a d a b le so r p r e sa , podría abrir sus ojos y mirar su brazo. La paciente lo hizo, quedando muy
impresionada. Después de esta experiencia innegable, francamente debilitadora de las creencias conscientes, la pa ciente c omenzó a mover su brazo y a c ooperar con la kinesiterapia.
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10 La Siembra Ericksoniana10
Ps. Ma rio Pac heco
Fue J ay Haley quien introd ujo p or primera vez el c onc epto de la s i e m b r a (Zeig, 1990) en su libro Te r a p i a N o C o n v e n c io n a l. Haley señaló que a "Erickson le gustaba 'sembrar' o establecer ciertas ideas y después construir sobre ellas. Enfatizará ciertas ideas al comienzo de la interacción, de modo que si desea log rar cierta respue sta, ya ha dispue sto el terreno pa ra esa respuesta. Zeig (1990) de fine a la siembra como "la ac tivac ión de un blanc o q ue se intenta alc anzar, presentando insinuac iones al c omienzo. La dispo sición a respo nder esta prepa rad a aludiendo a una meta antes de avanzar." (p. 222) Según Zeig, Erickson usaba técnicas indirectas para guiar asociaciones y construir las suficientes asociac iones positivas para "impulsar" el c omportamiento c onstructivo. Sherman (1988) ha de scrito el c onc epto d e p r e p a r a c i ó n , equivalente al de "siembra" en la psicología experimental. Este psicólogo social indicó que la preparación consiste en "la activación o cambio en el acceso a un concepto, al presentarlo con anterioridad o presentar un concepto estrechamente relacionado. [...] El alcance de la preparación es marcadamente extenso y general. La siembra de conceptos e ideas puede alterar lo que los sujetos pensarán más tarde, cómo interpretarán los eventos y cómo ac tuará n." (p. 65-66) Para Zeig, la siembra es una técnica que se efectúa en el nivel de asociación preconsciente. A través de la presentación indirecta se evoca y fortalece una asociación con un c onc ep to-blanco, y p or consiguiente se a ltera el ac ce so a l conc ept o sembrad o. Las ideas sembradas –que son análogas y/o aluden a la intervención-blanco posterior–, estimulan una búsqueda inconsciente de esas ideas aludidas en el concepto sembrado. Por lo tanto, la terapia se urde e n un proc eso de pa sos dirigidos. Esta téc nica usad a ampliamente por Erickson, en donde dispo nía por anticipad o las cosas que vendrían, implica para Sherman (1988) que Erickson siempre estaba mirando y planeando hac ia el futuro. Zeig (1990) indica que en la Fundación Milton H. Erickson han acuñado el concepto de "sugestiones pre-hipnóticas"; y definen así a las maniobras que aumentan la aceptación de directivas y mandatos [injunction ]. Las suge stiones pre-hipnóticas po sibilitan q ue las direc tivas futuras sean colocadas en "camas fertilizadas"11 donde puedan ser mejor aceptadas. Las técnicas pre-
Este a rtículo está basado principalmente en el a rtículo d e J . Zeig, "Seed ing" (1990). Aludiendo al término agrícola de la preparación de platabandas en las cuales se colocan las semillas para que germinen. 10 11
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hipnóticas incluyen el uso de los valores del paciente, hablar en su lenguaje experiencial, acompañarlo (acogerlo en su marco de referencia), el drama terapéutico, la confusión y la siembra.12 Zeig indica que aunque pueda parecer una pérdida de tiempo construir estas sugestiones, han encontrado que abrevian la terapia, pues disminuyen la resistencia del paciente; y también, debido a la naturaleza de la siembra, puede construirse un drama al integrar la intervención-blanco con los c onc eptos previamente sembrad os. Existe sufic iente evidenc ia e xpe rimental (Zeig, 1990) en las investiga ciones de la memoria y el aprendizaje, que los conceptos preparados previamente influyen en el comportamiento posterior de los sujetos.
10.1 La siembra en terapia C ualquier terapeuta p uede usar la siembra –no solamente está restringida a la p sicoterapia. Zeig (1990) afirma que funcionará mejor cuando se hace en forma indirecta, cuando se ofrezcan categ orías en luga r de cualida des (por ejemplo, si se q uiere sembrar una tarea terap éutica, p odría facilitarse una discusión indirecta anterior de "continuar con la tarea escolar en la casa" o "practicar pa ra una compe tencia a tlética", en lugar de una referenc ia más direc ta a la pa labra "tarea"). También es conveniente sembrar conc eptos en forma idiosincrásica y derivad as del lenguaje experiencial del paciente. Zeig ejemplifica cómo con un paciente que describió su dolor como "ag udo", en la sesión siguiente sembró y reenc uad ró el conce pto "ag udo" aludiendo a la idea de una p e r c e p c ió n a g u d a de c iertas sensac iones de c alor y c omod idad . También las ideas sembrada s pued en ser individua lizad as de ac uerdo a los a spectos singulares del paciente. Por ejemplo, con un paciente silencioso se podría sembrar usando expresiones exageradamente moderadas. Para una persona osada, la idea sembrada podría ser sob re-enfatizad a usand o una voz fuerte. A su vez, en terapia pueden remarcarse las ideas sembradas. Pueden incorporarse los método s de sob re-énfasis, sub-énfasis, distracc ión, tartamudeo, gestos inusuales, etc . Zegún Zeig, la siembra puede proveer un efecto terapéutico máximo: t o d a i n t e rv e n c ió n t e ra p é u t ic a im p o rt a n t e e s p r e se n t a d a m e j o r c u a n d o h a sid o se m b r a d a p r e v ia m e n t e .
Puede n sembrase conc ep tos en forma a islada o e n forma múltiple. Se p repara e l terreno, se siembran ide as, luego se c rea dispo sición a responder y se e xtraen rec ursos, se interviene en una
La fase de "Preparación" del Paradigma de la inducción y la sugestión de Erickson y Rossi, corresponde a una fase en la cual se entregan sugestiones pre-hipnóticas, que preparan el terreno para el trabajo que vendrá a continuación. En este sentido, la misma estructura de la "inducción" hipnótica puede acomodarse para extraer con mayor facilidad los fenómenos hipnóticos que se usarán en la terapia. Por ejemplo, la inducción por levitación d e mano (indirec ta o en preguntas) fac ilita la extrac ción de señales ideomotoras; en una inducc ión por "acompañar y dirigir" en la cual se coloque un énfasis que destaque la realidad interna de la externa puede facilitar la extracción de una disociación posterior. 12
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forma que aluda a los conceptos sembrados, y se continúa adelante con la terapia, en pequeños pa sos hasta la nueva intervenc ión. ("SISA": Sembrar – Intervenir – Seguir adelante.)13
10.2 La siembra en terapia estratégica Zeig (1990) ejemplifica un caso en el cual usó con éxito la siembra en un acercamiento estratégico:14 [...] en mi trabajo c on un hombre mórbidamente obeso que estaba perdiendo p eso lentamente en respuesta a los métodos hipnóticos. Durante una sesión particular describió excitadamente que saldría con una mujer que le interesaba. Llamémosla Violeta. Evidentemente, Violeta sería otra buena razón para que este hombre perdiera peso. Recordando la predilección de Erickson por la utilización, discurrí una intervención y decidí sembrarla. Presenté la intervención en seis pa sos distinguibles, usand o el drama pa ra ello. El primer pa so implicó la siembra. 1.
Atraje al hombre a una discusión respecto al nombre de las cosas. Conversamos acerca de cómo las persona colocan nombres a sus coches o a sus embarcaciones. Discutí cómo incluso le c oloc an no mbres a las herramientas (sic ), tales como las armas de fuego.
2.
Rápidamente lo distraje y discutí el concepto de la disociación, el cual no le era familiar. Discutimos cómo la disociación es común cuando conducimos un automóvil. Uno en realidad no piensa acerca de la d irec ción de los movimientos de las rueda s, la c antidad de presión que se ap lica a los frenos, etc. Esas ac ciones "sólo suceden".
3.
Nuevamente lo distraje –esta vez lo llevé a una discusión de cómo son alimentados los bebés y cómo les deb ería parecer mágico que la co mida "sólo aparezca" en su boc a.
4.
Discutí el caso de una pareja en terapia. Expliqué que una de las dificultades con la esposa era que se sentía desvalorizada y no apreciada. Una faceta de la terapia fue permitirle darse cuenta q ue su esposo tenía solamente una ha bilidad "rudimentaria" para apreciar las cosas. Por ejemplo, los Sábados en la mañana e l esposo a menudo toca ba la flauta. C uando ella lo veía tocando, podía reconocer cuánto apreciaba él la música y el aprecio con el cual tomaba el implemento (sic ) que usab a para c rear música.
5.
Rápidamente volví a una discusión previa y le pregunté si podía proponer un nombre para sus manos. La pregunta le sorprendió y fracasó en la tarea. Entonces le pregunté qué nombre desearía yo que él usara para sus manos. Le deleitó que pudiera llamar a su mano "Violeta".
6. Tomé el lápiz y marque la letra "V" sobre su mano derecha. Mostré con misdedos la forma de una V, y le expliqué que una mano disoc iada Violeta estaba sosteniendo las "herramientas" e "implementos" con los que estaba comiendo. (Yo también quería asociarlo con la idea que su mano podía ser usada para la victoria en lugar de servir para la victimización, de aquí la "V" para el signo de la victoria.) (p. 235-236)
10.3 La siembra en la hipnosis ericksoniana 13 Ver
"El Diamante Ericksoniano" en este mismo volumen.
14 Ver más adelante e n este volumen, "Terapia Estratégica
Ericksoniana (o Hipnoterapia sin Trance)". 26
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La siembra puede utilizarse en muchas formas en hipnoterpia, tanto en intervenciones terapéuticas específicas, preparación para el trance hipnótico como para la evocación de los diversos fenóme nos hipnóticos. Erickson tenía d istintos métod os pa ra sembrar ide as: a través del uso de téc nica s no verbales, dentro de un mensaje verbal, símbolos, palabras clave, etc. Sembraba ideas que ocuparía en el futuro, incluso en la primera proposición de una inducción. También sembraba a travé s de anéc do tas. (Zeig, 1990) Zeig afirma que si queremos inducir una levitación de mano, podríamos relatar una serie de historias que tengan como tema un movimiento disociado del brazo; por ejemplo: cuando uno levanta la mano en el salón d e c lases, cosec har frutas de un árbol, rasca rse una mano, e tc. Estas anécdo ras sugieren el c ompo rtamiento-blanco de levitación del b razo, el c ual po dría ser sugerido posteriormente, en forma directa o indirecta. En el vide o d e Erickson, Re ve rse Set, comienza el acercamiento por levitación de mano sembrando los movimientos automáticos que son especialmente apropiados para una mujer joven (alimentar a un bebé): "Ahora, mientras mira sus manos, ellas descansan ahí. ¿Y conoce los sentimientos que usted tiene cuando está alimentando a un bebé y quiere que el bebé abra su boca, y usted abre la suya en lugar del nene? ¿Y alguna vez ha apretado el freno mientras ha estado sentada en el asiento trasero d e un a utomóvil... Bien, me gustaría esa misma c lase d e movimiento automá tico ..." (Erickson y Rossi, 1981). Otro ejemplo interesante del uso de la siembra es decrito por Zeig (1983) en Un se m ina rio d id ác tico c on M ilto n H. Erickson (p. 89-113), en do nde siembra y evoc a una regresión de e da d e n
una p artic ipante que llegó a trasad a 20 minutos. Zeig (1990) comenta d e la siguiente forma esta intervención: Le preguntó si conocía una rima infantil particular, A D illar, a Do llar, a Ten-O'c loc ks Scholar ("Un dilar, un dólar, a las diez en la escuela".) Esta pregunta fue un comentario indirecto
sob re la tardanza d e e lla. La línea siguiente d e la rima e s, W h a t m a k e s y o u c o m e so so n n ? Yo u u se d t o c o m e a t 1 0 o ' c ko c k , b u t y o u c o m e a t n o o n . ("¿Q ué te ha ce venir tan temprano? Antes venías a
las 10, pero ahora llega s al med iodía".) Zeig c omenta q ue p osteriormente, después de tratar de obtener una levitac ión de mano, usó un fenómeno hipnótico como una estratagema para fijar la atención de ella. Evidentemente usó la regresión de edad; la cual fue sembrada al principio de la interacción, al introducir una rima infantil en su primera p regunta a la alumna. Una siembra de este tipo es una técnica a resguardo de fracaso. No hay nada a que resistir, y si el sujeto no responde al concepto sembrado, el comentario del terapeuta no será más que algo no importante. O tro e jemplo analizado p or Zeig (1990) es el siguiente: Un grupo de terapeutas vino donde Erickson especificamente por terapia, más que simplemente a asistir a un seminario didác tico. C ada miembro del grupo llevó un problema
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específico a Erickson y éste suministró tratamiento estratégico e hipnótico. La primera hora del primer día c orrespondió a un hombre ("J im") y su esposa ("Jane"). J im pidió ayuda p ara un problema de lectura y escritura. Se colocaba tenso cuando leía y escribía. Erickson le preguntó hasta qué g rado ha bía trabajado con él antes. J im había venido a consultar a Erickson dosveces previamente –una por ayuda para dejar de fumar, y nuevamente por consejería de pareja exactamente antes que él y J ane se ca saran. Erickson estab leció rápidamente una induc ción hipnótica c on J im, el cual probó ser un sujeto muy dispuesto a responder. La inducción fue la dirección de aprendizaje temprano [Erickson, Rossi y Rossi, 1976]. En un análisis superficial era pec uliar que Erickson escogiera esta inducción. J im había estado con Erickson dos vec es antes; por cierto había escuchad o esta inducción previamente. Sin embargo, un aná lisis profundo indic a q ue Erickson tenía una intenc ión adicional. No fraseó la inducción en su forma usual. Aunque comenzó hablando de la dificultad que los niños tienen para el aprendizaje de escribir letras, después se desvió diciendo: "...la misma cosa son los números. ¿Es el 6 un 9 al revés, o el 9 un 6 invertido? ¿En qué forma van las patitas del número 3? ¿El 3 es una letra m pa rada sobre uno de sus extremos?" Esta alusión posee fuertes co nnotac iones sexuales. En mucha s culturas el número 69 es considerado sexualmente sugestivo y hablar de 3 piernas (patitas) puede llevar a un hombre a pensar respecto a su propia sexualidad. Al princopio no es inmediatamente claro por qué Erickson hizo esta referencia sexual. ¿Extrajo un problema sexual o era en si misma una metáfora para la potencia sexual? De todos modos, Erickson pa reció a lertar a J im en un nivel encubierto (rec uérdese que ha bían otras personas presenten cuando Erickson estaba llevando a cabo la sesión) que estaría trabajando en un aspec to íntimo de la vida de J im, ade más de a yudarlo con el problema presente. La idea que Erickson trabajara con un paciente en niveles múltiples era bien comprendida. Parte del contrato no declarado de estar con Erickson era que trabajaría íntimamente con los estudiantes, ayudá ndolos a d escubrir potenc iales fisiológicos y psicológicos no desarrollado s. En el trab ajo hipnótico posterior, Erickson ayudó a J im a establecer el fenómeno hipnótico de la disoc iación. J im tuvo acceso rápido a l estado de ser "una mente sin cuerpo." Esta experiecia era precisamente el estado que J im nec esitaba para resolver su problema d e exce siva tensión al leer y escribir. Eric kson usó técnicas indirec tas para a yudar a J im a de sarrollar el rec urso del estad o de disociac ión y lo usó para tratar el problema presente. Después de traba jar con J im durante unos 30 minutos, Erickson se volvió hacia J ane y le dijo, "J ane, retrocede muy, muy atrás. Quizá a la época en que tuviste trenzas y viste algo divertido. Lentamente, gradualmente, retrocede y abrirás tus ojos y me dirás qué cosa graciosa estás viendo; á brelos muy lentamente." Esta fue una sugestión hipnótica para regresión de edad; sin embargo, no se ofreció ninguna sugestión de hipnosis. J ane había cerrado sus ojos cuan do Erickson estaba trabajando c on el esposo. Erickson tomó esto como una invitación para trabajar hipnóticamente con ella. Sin emba rgo, era difíc il imaginar que J ane respondería a una instrucc ión de regresión de ed ad cuando no se había desarrollado ningun inducción o pasos intermedios. Cuando esto se produjo, J ane no respondió c ompletamente a la sugestión de ab rir sus ojos lentamente o experimentar regresión de edad. Aludió al logro de una hipermnesia parcial, un revivir parcial de un recuerdo, pero no uno que hubiera revivido. Explicó que se vio a si misma como una niña y advirtió trenzas en su pelo.
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Erickson c ontinuó trabajando con J ane. Le pidió revivir un recuerdo de c ómo ella miraba como una niña, absorberse en ese recuerdo y después revivirlo con Erickson. Tenía que cerrar sus ojos y tener la regresión. Nueva mente él le pidió que ab riera los ojos lentamente. Por segunda vez J ane n o abrió sis ojos lentamente y reportó solamente un revivir pa rcial.
Erickson intentó por tercera vez con J ane. Le pidió tener una regresión de edad y el fenómeno de una alucinación negativa. Nuevamente le solicitó que abriera sus ojos. Ella no abrió sus ojos lentamente. No lograba completamente los efectos que Erickson intentaba evocar. Erickson no estab a para que se rehusaran a nte él: Lo intentó por cuarta vez, usando sugestiones más direc tas. J ane no logró la regresión de ed ad requerida, pero ab rió sus ojos gradualmente. En este punto, Erickson detuvo la hipnosis con J ane. Miró hac ia el piso y relató la siguiente historia: Un día Sábado, c on un frío cortante, en Wisconsin, cuando yo estaba en el h ig h s c h o o l. Mi padre conducía por la ruta de la leche condensada. Recogía la leche en varias granjas y la llevaba a la condensadora, a una distancia de n u e v e millas [itálic as añadidas]. O cupaba toda la mañana en rec oger la leche y transportarla a la c ondensadora. Había hec ho arreglos en J uno pa ra dejar los caballos en el establo y darles la op ortunidad para comer y descansar, mientras que había hecho arreglos para tomar su almuerzo en la cá lida cocina de una residente en J uno. Ese día en p articular la temperatura era de cero grados. Yo hice al viaje. Dejé los ca ballos en el establo y los alimenté. Fui a la casa, toqué a la puerta, me identifiqué y entré a la cocina. Mientras me sacaba mi sobretodo y mis galochas, entró una niña de alrededor de se is años [itálica s añadidas], ca minó a mi alrededor, mirándome cuidadidsamente de la cabeza a los pies –caminó a mi alrededor tres veces [itálicas añadidas]. Después se volvió hacia su mad re y dijo, "¿Q uién es este hombre extraño?" Hasta ese momento yo sabía que era un niño granjero, un niño granjero de exactamente 16 años. Cuando la niña le preguntó a su madre, "¿Q uién es este hombre extraño?", sentí que mi niñez se d eslizab a desde mis hombros y el eso glorioso de un hombre descendía sobre ellos. Nunca más sería un niño. Me sentí como un hombre. Me sentí [énfasis de Erickson] como un hombre. Ese pequeño comentario de esa niña pequeña, "¿Quién es este hombre extraño?" produjo un efecto duradero. Porq ue todo niño pequeño quiere d esesperada mente c onvertirse en un hombre. Todo niño pequeño quiere sentir su hombría cómodamente. Quiere saber que tiene la fuerza de un hombre para hacer esto, para hacer e so [énfasis de Erickson], y sentirse bien haciéndolo. [A J im] Cierra tus ojos y realmente c omprende esa historia. [A J ane] Y toda niña pequeña quiere ser mujer alguna vez; de modo que c ierra tus ojos y recuerda vívidamente todos tus sentimientos, todas tus circunstancias de cuando estés convencida que e res una mujer. Alguna cosa pequeña no más importante que una peq ueña niña diciendo algo a un niño y cambiándolo inmediatamente en un hombre. La mujer se llamaba Virginia, tenía una herana que se llamaba Della. Nunca supe el nombre d e la niña. Yo estaba en la cocina mirando hacia el Este, la madre de la niña estaba algunos pasos a mi derecha. La niña pequeña estaba frente a mi, cerca de tres pies de distancia,
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preguntando a su madre, "¿Quién es este hombre extraño?". Su pelo era rubio. Tenía trenzas [itálicas añad idas]}. Esta fue una intervención destacable. Era una historia sensitiva respecto a una niña dándole pod er a un niño, y fue un puente pa ra crear algunos buenos sentimientos entre J im y J ane. Adviértase que Erickson no relató simplemente la historia a la p areja. Preparó c uidadosamente su anécdota. Trabajó c on J im, el cual estaba más dispuesto a responder a la hipnosis, y lo ayudó a extraer aun más disposición a responder terapéuticamente. Sembró los números 3 , 6 y 9 , y los trajo de regreso c uando habló resp ec to al protag onista masculino de la historia. En esta forma, J im usó "sus" números para identificarse más co mpletamente con el protagonista. Erickson trabajó c on J ane, la c ual esta c aracterizada por un locus de control más interno y estaba menos dispuesta a responder a la hipnosis. Erickson le dio una ta rea a cumplir, es dec ir, la regresión [de e da d], la c ual ella recha zó. También le solicitó que abriera los ojos lentamente. En el cuarto intento, c uando J ane respondió a la última sugestión y abrió sus ojos lentamente, fue como si Eric kson a sumiera que algo d e la "resistencia" de ella hubiera sido descargada . Dijo "no" a Erickson las veces suficientes; ahora po día estar abierta a las ideas de él. Anteriormente, Erickson había sembrado discretamente la idea de las trenzas, una idea a la cual sabía que regresaría posteriormente. No había razón para mencionar el concepto de las trenzas, excepto la de sembrar. La idea de las trenzas sería traida de regreso en la historia y usad a pa ra ayuda r a J ane a identificarse con la p rotagonista femenina. Los números eran las claves de J im, las trenzas las de J ane. Era c omo si cuando Erickson comenzó la inducción con J im, ya hubiera decidido que relataría la anécdota respecto a transformarse totalmente en un hombre. Después sembró conceptos, construyó disposición a responder y descargó la resistencia. Solamente cuando el lecho estuvo fértil, "plantó" la historia-blanco. (p. 239-243)
La inducc ión de tranc e p or ap rendizajes tempranos no sólo siembra la regresión de edad , sino que también, al mismo tiempo, está aludiendo a la disociación, a la distorsión de tiempo y a la hipermnesia. Zeig (1990) indica que si Erickson hubiera querido sembrar la idea de amnesia, podría haber dicho: Usted ha tenido mucha experiencia en olvidar cosas que podrían parecer comunes e inolvidables. Por ejemplo, usted es presentado a alguien y responde, "Estoy muy agradado de conocerlo, Sr. J ones", y dos segundos después usted está pensando, "¿C uál era su nombre?" Usted lo ha olvidad o tan rápidamente como lo escuchó. En otras palabras, usted puede hacer todas las cosas que yo le pida ." (p. 239)
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12. Alteración del complejo-síntoma a través de la inducción hipnótica
Ps. Ma rio Pac heco
Introducción Erickson (Erickson y Rossi, 1979) afirmó que la hipnosis en si misma no es una terap ia, y lo que la hace terapéutica es la utilización del trance hipnótico. Sin embargo, como veremos en este artículo, la inducción de trance naturalista y de utilización puede ser terapéutica en si misma, si el terapeuta es lo suficientemente hábil para percatarse de la pauta en que se manifiestan los síntoma s en el pa ciente y la utiliza en la induc c ión hipnótica (Zeig, 1988). La temática de este a rtículo está basada en las siguientes tesis: 1.
Puede ser considerado como un principio en hipnoterapia el hecho que el mecanismo por medio del cual se mantiene un síntoma, puede ser un mecanismo de solución que puede ser usado en la induc ción hipnótic a. (Zeig, 1987, 1988)
2.
Los síntomas son ve rsiones naturalistas de los fenómenos hipnóticos clásicos. La experiencia fenomenológica de los síntomas es similar a la experiencia de los fenómenos del trance hipnótico. La forma de la experiencia es la misma, pero el contexto difiere radicalmente. (Gilligan, 1987)
3.
Esta perspectiva "permite al terap euta a ceptar los síntomas como expresiones hipnóticas legítimas que ya están siendo practicadas por el cliente, y trabajar para transformarlos en las soluciones del problema." (Gilligan, 1988, p. 327)
4.
El terapeuta puede generar c ontextos de relac ión interpersonal e intrapersonal, donde los mismos procesos sintomáticos sean validados, definidos, como expresiones autónomas legítimas del inconsciente, y ser utilizados como la base para la solución de problemas y la integrac ión del si mismo. (G illigan, 1987)
5.
C uando d urante la terapia se identifican los fenómenos de tranc e que son subyac entes a la sintomatología, la terapia toma la forma de una experiencia complementaria. Por ejemplo, si la disociación está presente formando parte de l problema, la a sociación será una parte principal de la solución. (Yapko, 1990)
Por lo tanto, la inducción hipnótica de la disminución de un síntoma debiera ser estructuralmente a náloga a la forma en la c ual el p ac iente "induce" su síntoma; y en contrap osición a la induc c ión hipnótica trad icional, la induc ción eric ksoniana pued e ser un fin en si misma. (Zeig, 1988)
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12.1 12.1 Similitude imilitudes s entre los fenómenos fenóme nos sintomático omá ticos s y los fenóme fenómenos nos hipnótico hipnóticos s Para Zeig (1988) la fenomenología de un trance hipnótico implica la combinación de cinco eventos ev entos subjetivos: subjetivos:15 1.
Un perc perc atarse atarse mod ificad ificad o.
2.
Intens Intensidad idad alterada .
3.
Experi pe rienc enc ia y/ o respue respues sta involuntaria. involuntaria.
4.
La sit situac uac ión debe de be ser definida c omo hipnos hipno sis. is.
Aunque los problemas pueden ser definidos de acuerdo a su apariencia, función, etiología, historia, o su relación con otras cosas; según Zeig (1988) los pacientes reportan los problemas (sínt (síntoma oma s) cua ndo presenta presentan: n: 1.
Un perc perc atarse atarse mod ificad ificad o.
2.
Intens Intensidad idad alterad alterada, a, que se apa rta del de l estado estado normal/ normal/desead desead o.
3.
Experi pe rienc enc ia involuntaria. involuntaria.
4. 5.
Tendencia a responder esponder [al problema], problema], y La situación situación es enmarca enmarca da c omo un problema.
Desde es e sta pers p erspe pe c tiva, tiva, tod os los problemas prob lemas huma huma nos presentan presentan sínt síntoma oma s que po seen ee n esa esa s c inco c arac terís terístic tic a s. Y es evidente evide nte que son muy simi similares lares a la e xpe rienc rienc ia hipnótic a . Por ejemplo, un paciente puede estar intensamente focalizado en sensaciones dolorosas y ser incapaz de ignorarlas, aunque hay muchas otras cosas en el ambiente a las cuales prestar atención. O puede haber una experiencia con una intensidad alterada, como un cambio en el ánimo (de presión presión o a prensión, prensión, por ejemplo). O p uede hab er una experienc experienc ia involunt involuntari aria, a, d e mod o que el síntoma aparece incluso contra la voluntad y deseos del cliente. También las situaciones pued en ser ser definida definida s c omo problemas, problemas, aunque no ha ya na da intr intrín íns sec amente p roblemátic oblemátic o en la situación. Los problemas (síntomas) ocurren cuando las personas se sienten privadas de opciones, y creen que sólo tienen una única forma de respuesta. Están perdidas en las pautas recursivas de elec c ión limi limitada tada y han perdido p erdido c ontac to c on su hab ilidad ilidad intr intrínsec a pa ra c ambiar amb iar.. (Zeig, 1988 1988)) Gilligan (1988) analiza siete características que comparten el complejo-síntoma y los fenómenos del tr tranc e: 1.
M a n d a t o s p a r a d o j a le le s: El trance hipnótico se da dentro de un contexto relacional, al igual que
c ua lquier c omunicac omunica c ión entre entre pers pe rsonas ona s. En En ese ese c ontexto, así así como el e l terapeuta terape uta usa usa mensajes paradojales para confundir a la mente consciente del paciente, en las interacciones de éste con
15
Véa se, "Cinco respue respues stas o cri c riterios terios de la inducc ión hipnótica" hipnótica ", Hip Hip no tera p ia Eric ric kson kson iana: Nivel Básico , 1996 32
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sus otros significativos, puede quedar atrapado en mensajes paradojales y responder sintomá intomática ticamente mente a aq uellos. uellos. (Ver más aba jo el aná lis lisis de Ritter Ritterman.) man.) 2.
"Lógica " del tra tra nc e : Una persona en trance hipnótico puede aceptar que un fenómeno y su
opuesto sean simultáneamente verdaderos. Esta característica del trance le permite experimentar ambos lados de las relaciones en una forma simultánea; por ejemplo, ser sujeto y objeto a la vez. Otra definición de la "lógica" del trance, es que las personas están dispuestas a responder en formas formas que no efec tuarían tuarían en el estad estado o usual usual de c onscienc ia. Este fenómeno también aparece en algunos problemas psicológicos. Por ejemplo, una persona puede disociarse de una relación en el nivel consciente, mientras que al mismo tiempo está profundamente identificada con ella en un nivel inconsciente. 3.
IIde de od inam ismo : Una Una c arac terís terística tica del tranc tranc e hipnótico es que la o currenc currenc ia de los fenómenos se
experi expe rimentan menta n en forma involuntaria involuntaria (sentimiento (sentimientos s, pensamientos pensamiento s, compo co mportamientos, rtamientos, etc .). Es Esta característica es común en los complejo-síntoma; éstos ocurren por su cuenta, más allá del control del paciente. Por ejemplo, un paciente con bulimia no puede controlar sus impulsos de llenarse c on c omida omida que luego vomitar vomitará. á.
4.
Invo lucrac ión ión expe rien rien c ial inte nsif nsifica ica d a : En el trance hipnótico, los procesos psicológicos comunes
son intensificados al grado de parecer fenomenológicamente diferentes. Por ejemplo, el olvido cotidiano se transforma en amnesia. Los complejo-síntoma poseen esta misma cualidad; por ejemplo, una persona puede estar regresando constantemente a recuerdos nfelices n i felices de su infancia. Así como una persona está profundamente inmersa en su trance hipnótico, también un paciente puede pue de estar estar muy ensimi ensimis smado mad o en su sint sintoma omatología. tología. Pensemos en un matr ma trimoni imonio o que se trenza trenza en una amarga disputa, dejando de prestar atención al ambiente que los rodea, e incluso a las señales que se están enviando 5.
: Durante el trance hipnótico, la atención de la persona está dirigida Fijac ión d e la a ate te nc ión ón fijamente hacia los eventos del trance, mientras que en el estado de vigilia la atención está continuamente dirigiendo su foco a distintos aspectos del ambiente. Al igual que en el trance, los síntomas pueden atraer y fijar la atención de la persona sobre ellos, dejando de percibir o alterando la percepción de otros aspectos del contexto. Por ejemplo, un dolor do lor severo atrapa toda nuestr nuestra a a tención.
6.
V a r ia ia b ilid a d t e m p o ra l: Una característica del trance hipnótico es la alteración del sentido del
tiempo, ya sea que se perciba como más breve o más extenso que el tiempo solar. En los pacientes depresivos, por ejemplo, el sentido del tiempo también se percibe alterado, ya que les es muy difícil orientars orienta rse a l futuro. futuro. 7.
C a m b ios som ático s : En la experiencia hipnótica ocurren cambios en lo sensorial y cambios
fisiológico s prop propios ios de la ac tividad tividad paras pa rasim impá pá tic tic a. En las experienc experienc ias sintomá intomáti tic c as también se se encuent enc uentrran c ambios corporales corporales y de la image image n c orporal. orporal.
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Ritterman (1988, p. 121-184), haciendo uso del paradigma de las microdinámicas de la induc c ión hipnótic hip nótica a de sc rita rita po r Eri Eric c kson kson y Ross Rossi (Eric (Ericks kson, on, Ross Rossi y Ross Rossi, 197 1976) 6) ha a nali na lizad zado o la induc c ión de d e síntomas síntomas en las interac interac c iones familiares familiares disfunc disfuncionale ionales s. Esa autora postula que la ligazón afectiva existente entre los miembros de la familia facilita la oc urr urrenc ia de d e un rap por po rt intens intenso o q ue los lleva lleva a fijar fijar la atención a tención en la interac interacc c ión, y no no p ueden uede n retirarse de ella (o la misma comunicación patológica se los impide 16). Como las pautas de interacción son disfuncionales (comunicación patológica), debilitan los esquemas conscientes del pa c iente iente d esignado esignado , lo cual c ual lo lo lleva lleva a una búsqueda inc inc onsc onsc iente iente para p ara enc ontrar ontrar un signifi ignific c ad o a esos mensajes (generalmente paradojales); los mensajes disfuncionales agregados llevan a la a c tivac tivac ión de proc esos incons inco nsc c ientes que resultan esultan en e n sínt síntoma oma s involunta involunta rios (hipnóticos). (hipnótic os).
12.2 Redefinición hipnótica del complejo-síntoma En la inducción de trance pueden usarse métodos ericksonianos (utilización) para conseguir una una re d e f i n ic ic ió n h i p n ó t ic ic a del problema o el síntoma. Según Zeig (1988), esta estrategia puede ser más poderosa que un reencuadre, y consiste en que no sólo se pueden asociar nuevos significados a los conceptos o síntomas, sino que pueden c rea rse rse se nsa nsa c ion e s útile tile s a l usa usa r lo lo s sí nto m a s d e l p a c i e n t e .
El siguiente ejemp lo de d e Zeig (1988 (1988)) muestr muestra una red efinic efinic ión hipnóti hipnó tic c a que usa la s p a l a b r a s pa c iente pa ra a soc iarles iarles signific ignific a do s nuevos nuevo s, más po sitivos itivos.. simbólicas y sí nt o m a s de l pac En la entrevista inicial, un hombre de mediana edad, depresivo, explicó que su síntoma era experimentad experimentado o c omo un "peso" en su pec ho. C uando uand o se lo interr interrog ogó ó [co n más detalle], de talle], explic explic ó que para deprimirse debía engancharse en autocríticas por no hacer un trabajo lo suficientemente uficiente mente b ueno y después despué s "a islars islarse." e." En En forma rutinaria rutinaria se se sentía "inad "inadec ec uad o" y de "po c a impo import rtanc anc ia". ia". Dijo Dijo que estab estaba a sujeto a su p ropia op ia a utocrí utoc ríti tic c a "inflexible" inflexible".. En la tercera sesión fue creada una inducción hipnótica usando las mismas palabras que él había hab ía presentado presentado : es decir dec ir,, aaislad islado o , i n a d e c u a d o [inadequate], p o c a im im p o rt rt a n c i a e inflexible . El punto de partida para la inducción fue un aspecto del síntoma del paciente –el peso que sentía en su pecho. Se indujo hipnosis haciendo que el paciente creara gradualmente una agradable sensación de p e sa sa d e z en sus manos. Eventualmente, la pesadez desarrollada fue desplazada al pecho del paciente. Se le señaló que su mente inconsciente podía encontrar ciertos aspectos sin importancia de las sensaciones de peso. Gradualmente, en formas adecuadas [in a d e q u a t e w a y s], la pesadez podía transformarse en una comodidad inflexible . Todo esto esto sucede ría si su ment mente e incons inconscient ciente e co ntin ntinuaba uaba aislando la sensación de pesadez en su pecho. Estos temas fueron desarrollados en muchas formas diferentes para crear la inducción completa. La queja del peso del paciente fue inducida como "pesadez". Sin embargo, la pesad ez induc inducida ida tenía una va lencia dis d istinta tinta a la d epresión; epresión; tenía tenía el e l aura aura d e la c omodidad omod idad
16
Véase, Gregory Bateson y otros (1956/1991) Hacia una teoría de la esquizofrenia. En G. Bateson, Pasos hacia una ecología de la mente . Ed. Planeta-Lohlé, B. Aires, p. 231-256 34
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hipnótica. La pesad ez fue una experien cia involuntaria alterada en intensidad respecto al estado 17] de la de consciencia normal; fue una respuesta involuntaria a los mandatos [injuctions
inducción. La hipnosis sería definida por el paciente [como hipnosis] debido a la existencia percibida de pesadez. Previamente, "peso" era solamente un problema. Además, a las palabras simbólicas del paciente se le dio un nuevo significado: "aislado", "inadecuado", "sin importancia", "inflexible", fueron presentadas bajo una luz favorable. Los pacientes tienen significados rígidos e idiosincrásicos para palabras y conceptos especiales, que realmente limitan sus elecciones. Al usar esas palabras especiales y evocar nuevos significados, puede promoverse un uso de opciones más flexibles. (p. 365-366)
Desde el punto de vista de la estrategia de la redefinición hipnótica, se hace evidente cuánto se aparta la hipnosis ericksoniana de la hipnosis tradicional. La inducción ericksoniana, que no es ritual, puede acomodarse a los problemas, síntomas o necesidades del paciente, con lo cual ya no es sólo un medio para preparar el terreno para la terapia, sino que al utilizarse un lenguaje apropiado (in y u c c io n e s), la inducción de trance puede convertirse en terapéutica, n o se p a r a d a d e l a t e r a p i a . Subjetivamente para el paciente, l a i n d u c c i ó n p r o m u e v e f l e x i b i l i d a d e n l a e x p e rie n c ia y e n l a s re sp u e st a s , y o f r e c e n u e v a s o p c io n e s. (Zeig, 1988)
12.3 Utilizac ión de la pauta del síntoma en la inducción de trance terapéutico Según Zeig (1988) el terapeuta nec esita preguntarse: ¿C ómo persiste el síntoma ?, o ¿p or medio de cuál mecanismo el paciente mantiene el síntoma? Una vez que el terapeuta descubre esas respuest as, podrá c omprender cómo c omponer la inducc ión terapéutica. "El t e ra p e u t a p u e d e u sa r la m ism a t é c n ic a ( p r o c e so ) q u e u sa e l p a c ie n t e p a ra m a n t e n e r u n sí n t o m a [ . .. ] t o d o lo q u e e l p a c i e n t e h a c e p a r a se r p a c ie n t e , p u e d e u sa r lo e l t e ra p e u t a p a ra se r un t e ra p e u t a ." (Zeig, 1988, p.
370) (Subrayado mío) Por lo tanto, la búsqued a de informac ión respec to al problema o a la sintomatología debe ser lo suficientemente precisa como para determinar los mecanismos que mantienen dicha dificultad o problema. Necesitamos hacer preguntas como las siguientes (Fisch, Weakland y Segal, 1984, Gilligan, 1987):
v
¿Cuándo experimenta el problema, qué conductas, imágenes, sensaciones, cogniciones, emociones, percepciones, y otras asociaciones, tienden a expresarse?
v
¿Quién está físicamente presente, una y otra vez, cuando ocurre el problema?
v
¿Quién está imaginariamente presente, una y otra vez, cuando ocurre el problema?
v
¿Qué creencias suyas son relevantes para la experiencia del problema?
v
¿C ómo/ dónde/ por qué/c on quien(es) se desarrolla el problema?
v
¿Cuándo no ocurre el problema? [Búsqueda de excepciones]
v
¿C ómo ha intentado para resolver el problema?
17
El sustantivo injunction equivale al vocablo "mandato" en castellano; sin embargo en el contexto hipnótico se refiere a los significados múltiples de las palabras; y que en inglés se facilita respecto al castellano. 35
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¿Qué cambios indicarían que el problema está resolviéndose?
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¿Qué sucedería si no tuviera el problema?
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¿Q ué pa rtes del problema usted d ebiera contar?
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Prestar atención al lenguaje p or medio del c ual el paciente describe su problema.
Cuando el terapeuta averigua el mecanismo de mantención del problema, puede usar ese mismo mec anismo p ara a yudarlo a cambiar. La forma usual de respuesta del paciente puede ser usada para crear una nueva opción. Sin embargo, decírselo en forma directa para que modifique el mecanismo problema no será efectivo. Debido a esto se recurre a la indirección (comunicación en el nivel múltiple/señales mínimas/comunicaciones un paso al lado/mandatos). El pa ciente e s llevad o lentamente a una p auta nueva, c ompuesta p or nuevas situac iones por medio de las cuales puede camb iar voluntariamente su posición previa, en virtud d e sus propios esfuerzos. (Zeig, 1988) También pued e usarse el mec anismo que mantiene el problema pa ra crea rse una induc ción hipnótica . La induc ción de tranc e p uede ser estructuralmente aná loga a los mec anismos que mantienen el problema. Estas inducciones pueden ser siempre más efectivas que aquellas que usan un guión preconc eb ido o ritual del terap euta. Analicemos, junto a Zeig (1988), cómo puede hacerse esto: [...] en una entrevista, un paciente describió la mantención de su baja autoestima, la cual se presentaba en un proceso de tres pasos, en los trabajos difíciles y en las situaciones educacionales: (1) se preguntaba a si mismo si tenía las habilidades necesarias para enfrentarlas en forma adecuada; (2) después decidía c omo de c ostumbre, "No, no están presentes"; y (3) finalmente desarrollaba una serie de síntomas físicos, el primero de los cuales eran sensac iones de pesadez en e l estómago, "como una piedra."
La inducción recapituló esta secuencia, aunque con una connotación más positiva. También se usó su descripción de la autoestima, la cual describió como su espalda colocándose "rígida." "Póngase cómodo y después quizá mire ... a algún lugar y use eso para e n f o c a r su atención... Sólo espere, solamente espere c ierta señal, una sensac ión, un signo en su cuerpo, que usted sabe que oc urrirá. Una sensac ión que le nombraré d espués. (1) Pero, primero, mentalmente, el proceso puede interesarle. Porque puede estar pensando respecto a los cambios en los ojos, y puede estar preguntándose, '¿Cambiará la conducta de mis ojos? ¿Qué sensación de pestañeo habrá? ¿Habrá una alteración en mi reflejo de pestañeo?' (2) Después puede decidir, 'Sí, puede haber esa calma alrededor de los ojos'; 'Sí, puede haber esa agradable sensación de pestañeo'; 'Sí, puede haber cambios en el reflejo.' (3) Y después hay esa sensac ión física. Por ejemplo, hay una sensación que puede ser descrita como una especie de entumecimiento que puede ocurrir en el centro... de sus manos. Y
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después puede haber un movimiento ascendente. Pero, antes de eso, hay una rigidez... en el dorso [sp ine ]18 de su mano..." Para inducir el trance se usaron los mismos tres pa sos que ma ntienen la a utoestima baja. Se usó un mecanismo bien desarrollado, pero en el proceso se asoció un nuevo valor al mecanismo: podía usarse para promover un estado deseable, placentero, el del trance. Aquí se usó una red efinición hipnótica. Es interesante que en el seguimiento el paciente haya reportado un efecto importante que había experimentado: "un fortalecimiento de su ojo interno." Esto fue tomado como un signo positivo que reflejaba su respuesta prec onsciente a mi juego de palabras con los homónimos "ojo" [e y e ] y "yo" [I ]19. Si él entrab a a una situac ión con un "yo fuerte", efec tivamente lograría sus metas. (p. 371-372)
Zeig (1988) indica que otra forma de crear la inducción es percatarse cómo el paciente da énfasis a los cinco procesos de inducción en su descripción del problema. ¿El síntoma es descrito como un percatarse modificado, intensidad alterada, experiencia involuntaria, o respuesta involuntaria, cómo es definido específicamente como problema? Posteriormente, puede crearse una inducción que dé énfasis al(los) mismo(s) aspecto(s) que resaltó el paciente. [...] Tómese a un paciente que se perturba a si mismo en ciertas situaciones sociales al pensar en forma repetida "Soy un estúpido, seré rechazado." Cuando enfrenta una situación definida como un "problema", el paciente reacciona involuntariamente en esta forma. El paciente tiene un gatillo. Mientras más sabe uno de ese gatillo, es más fácil diseñar la terapia. El gatillo es una parte del mecanismo (progresión) que el paciente usa en el proceso de mantención de un problema. Un ejemplo del gatillo sería cuando el paciente advierte que otros lo están mirando en "forma crítica", y se encuentra pensando su frase repetitiva, "Soy un estúpido, seré rechazado." Ahora , ¿cómo pued e uno usar la idea que el mecanismo del problema pued e ser un meca nismo de solución? Lo que he hec ho c on éxito con este tipo d e pac ientes es explicar lo que es crítico en su encuentro con otros, que advierta de cerca el color de los ojos cada vez que se encuentre pensando su pensamiento repetitivo: "Cuando usted ve los ojos de otra persona, puede detenerse momentáneamente. Después, dentro d e su ca beza d iga tres cosas positivas respec to a esa persona. No quiero que diga esas tres cosas en voz alta, simplemente q uiero que piense tres cosas positivas. Si usted lo piensa, cuando se dice 'Soy estúpido, seré rechazado', crea automáticamente una cierta postura corporal. Sus pensamientos influyen en su conducta. En hipnosis denominamos a esto el efect o id eo dinámico . Si a través de su pensamiento está tomando una postura que indica 'Soy un estúpido, seré rechazado', probablemente está enviando una señal a las otras personas, lo cual influencia las respuestas de ellas hacia usted. Realmente, usted podría inducir la misma respuesta que está intentando evitar, y por lo tanto confirmará su hipótesis original. Pero, puede usarse ese efecto ideodinámico en una forma positiva, pensando tres cosas positivas de la otra persona. Al hacerlo, inconscientemente cambiará su postura. Cuando ca mbie
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J uego de asociaciones, b a c k =espalda; sp ine =espina dorsal, dorso (espalda) Eye e I se pronuncian igual, "a i ". 37
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su conducta obtendrá respuestas diferentes de las personas. Entonces, la antigua constelación, 'Soy un estúpido, seré rec hazado', comenzará a disolverse." Seguir con detenimiento las circunstancias de cómo el paciente mantiene el problema, puede crear la interrupc ión de la p auta. Es pa rec ido al antiguo d icho d e preguntarle a un ciempiés que se refiera a su pauta justo antes o inmediatamente después del movimiento de la pata 42. Invariablemente eso causa un tropiezo. (p. 373-374)
G illiga n (1987, p. 139-140) da el siguiente ejemp lo de cómo p od ría usarse hipnótica mente el fenómeno d el síntoma en la induc ción hipnótica . La e strateg ia de utilizac ión que prop one se compone de cuatro pasos:
(1) Identificar la expresión autónoma del complejo-síntoma. (2) Redefinir lingüísticamente las expresiones sintomáticas como habilidades generales. (3) Expresar hipnóticamente las habilidades en formas múltiples. (4) Traer de regreso al complejo-síntoma las expresiones integrada s.
Nombre general del complejo/ síntoma
Componentes autónomos del complejo
Redefinición lingüística de los componentes como habilidades ("Su inconsciente puede expresar la habilidad X en muchas formas 'verificables', donde X es:")
Fenómenos hipnóticos/técnicas para amplificar y re-contextualizar la habilidad
Burbujas fronteras) Sentirse alejado
Irse hacia adentro
hipnóticas
(para
las
Técnica del "cuerpo increíblemente encogido" Retirarse al medio de ninguna parte
"Comer con gula"
Levitación de mano Las manos avanzan en forma automática hacia la comida
Permitir a las manos expresar necesidades inconscientes
Técnica hipnótica de las "manos desconectadas" Señales ideomotoras Visión de túnel
Ojos enfocados sobre la pantalla de televisión
Desarrollar una absorción total en imágenes disociadas (v.g., imágenes proyectadas)
Fijación de ojos Alucinaciones positivas "Pantalla de sueños" Estado de vacío hipnótico
Sensación de vacío
Experiencia de cambios profundos en las sensaciones del cuerpo
Técnica del cuerpo fantasma
Un ejemplo de identificación, redefinición lingüística y re-contextualización hipnótica de elementos de un complejo/ síntoma (Gilligan, 1987, p. 140)
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La primera columna del esquema indica el nombre general por medio del cual la paciente de scribe sus síntoma s. La segunda
muestra alguno s componentes del c omplejo-síntoma
identificado. La tercera columna ilustra cómo esos componentes pueden ser redefinidos lingüísticamente en términos de habilidades generales que todas las personas tienen a su alcance. La cuarta columna sugiere los fenómenos hipnóticos que engloban esas habilidades, de modo que pueden ser usados para extraer simbólicamente, diferenciar y re-contextualizar las expresiones vinculadas dentro del marco del complejo-síntoma. En este ejemplo, la paciente es estimulada a "hacer más" de la expresión de sus síntomas, pero en un contexto diferente (y por lo tanto, con valores diferentes). (Gilligan, 1987)
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13. Terapia estratégica ericksoniana (o hipnoterapia breve)
Ps. Mario Pacheco
"Los métodos de Erickson dejan perplejo. A menudo uno se pregunta adónde quiere llegar; la intervención parece pertinente, pero podemos preguntarnos cómo se las ha arreglado para que los pacientes acepten seguir al pie de la letra unas i nstrucciones tan raras. Tendemos a ver en ello una cierta magia, mezcla de genio loco y de los poderes embrujadores de la hipnosis. (Wittezaele y García, 1994, p. 215) "Una de mis hijas una vez me preguntó, 'Papi, ¿por qué las personas HACEN las cosas locas qu e les dices que hagan?' Le respondí, 'Porque ellas saben lo que intento.'" (Erickson, citado por Gordon y Meyers-Anderson, 1981, p. 150) "La terapia puede denominarse estratégica si el clínico inicia lo que sucede durante ella y diseña un enfoque particular para cada problema... [El terapeuta] debe identificar los problemas resolubles, establecer metas, diseñar intervenciones para alcanzar esas metas, examinar las respuestas que recibe y corregir su enfoque y, en última instancia, examinar el resultado de su terapia,a fin de ver si ha sido eficaz. El terapeuta debe ser agudamente sensible y receptivo al paciente y a su campo social, pero él mismo tiene que determinar su modo de proceder." (Haley, citado en Cade y O'Hanlon, 1995, p. 22 )
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13.1 Introducción Los últimos cuarenta años en la historia de la psicoterapia han sido testigos de concepciones revolucionarias respecto al cambio psicológico, y la tendencia actual es acortar los tratamientos lo más po sible. Esta revoluc ión de scansa en los supuestos que la existenc ia d e insight no es una condición necesaria para el cambio, como lo proclamaron las psicoterapias dinámicas; y en una nueva conc epción respecto a la formación de los problemas humanos. En los enfoques dinámicos se presume que la patología psicológica posee un origen intrapsíquico y, por lo tanto, los tratamientos deben ser de larga duración para que sean completos. Freud advirtió que los trata mientos sintomá tic os no resuelven los co nflictos (intrapsíquic os) subyacentes, y a pa rec erán nuevos síntomas que expresarán los impulsos inconscientes. Por lo ta nto, debía invertirse todo el tiempo que fuera necesario para el análisis de los mecanismos inconscientes de la personalidad del paciente. Debido a esto, podría afirmarse que ésta era una psicoterapia centrada e n los dé ficits y las dificultade s de las pe rsona s. La aplicación de la teoría de los sistemas al campo de la psicoterapia llevó el foco desde la esfera intrapersonal a la interpersonal, y a la noción que el mundo de la experiencia humana (al menos parcialmente) está c onstruido e n forma soc ial. (Keeney, 1987) A Milton H. Erickson le cabe un papel importante en esta revolución, y en su influencia en el desarrollo de la terapia breve (Zeig y Geary, 1990/1994; Wittezaele y García, 1994). Según Fisch (1982), Erickson eliminó la dicotomía existente entre la terapia breve y la de larga duración, y a través de su trabajo abrió la puerta a nuevas exploraciones en el campo de la terapia breve y la terapia e n si misma. Algunos rasgos sobresalientes del trabajo de Erickson, que constituyen un verdadero impac to e n la psic oterap ia son los siguientes (Fisch, 1982): (1)
No estaba interesado en largas historias respecto al problema del paciente. No interpretaba esa información, ni buscaba la obtención de insight . Usaba su tiempo para obtener un panorama detallado de los síntomas, problemas o quejas, cómo se manifestaban y quiénes estaban involucrados en el problema.
(2)
En lugar de discutir con los pacientes o interpretar la resistencia, la usaba para ayudar al paciente a d esempeñar tareas terapéutica s.
(3)
Intervenía rápidamente y se retiraba tan pronto como ocurría una pequeña, pero definida, mejoría.
(4)
No medía sus sesiones de acuerdo al reloj, sino que en base a las tareas a ser ejecutadas dentro y fuera de la sesión; y estimulaba el uso de las personas y facilidades de la c omunidad.
(5)
Los medicamentos y las hospitalizac iones jugaba n un papel menor –si es que tenían alguno– en sus tratamientos.
(6)
Más que buscar la expresión de los sentimientos de los pacientes, estaba interesado en que éstos hicieran cosas fuera de la sesión.
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(7)
Su trabajo ofrece una nueva forma de mirar a los pacientes y a sus problemas, muy apartada de la noción tradicional de la patología. No consideraba a los pacientes como frágiles o vulnerab les ante fuerzas misteriosas dentro o a lrededor de ellos, sino que los pac ientes poseen la ca pacidad para modifica r sus problemas en forma ac tiva, aunque puedan no estar conscientes de ello.
A estos rasgos, habría que agregar que Erickson "[...] no se orientaba hacia el p ro b le m a , sino que a la soluc ión [...] Se o rientab a ha cia las soluciones y fuerzas que existían en la pe rsona en el presente, o que po dían d esarrollarse y utilizarse en el futuro." (O'Hanlon, 1989, p. 24) El estudio de la obra de Erickson muestra que trabajó con muchos tipos de pacientes y trastornos, y sus métod os aparec en c omo intrigantes, propios de la brillantez de un clínico genial. Sin embargo, además de la genialidad inimitable de Erickson, todo su trabajo aparece integrado por un concepto clave: la ut iliza c ión . Ya fuera que estuviese usando fenómenos hipnóticos, lenguaje indirecto o motivando a los pacientes a ejecutar tareas fuera de la consulta, en todos sus casos utilizaba activamente los marcos de referencia, los intereses y motivaciones, los comportamientos,
la resistenc ia y los síntomas de sus pa c ientes, crea ndo así un trata miento individualizado . Quizá este sea uno de los aspectos más intrigantes del trabajo de Erickson, y que aparece como un "queb rad ero de c ab eza" pa ra q uienes desea n comprender y/ o emular su trab ajo. Sin embargo, esta genialidad de Erickson no estaba solamente basada en intuiciones o corazonadas, sino que era un trabajador infatigable que estudiaba y preparaba cuidadosamente sus sesiones, diseñando nuevas intervenciones una y otra vez, cuando las anteriores habían fracasado.
13.2 El aspecto estratégico de la terapia ericksoniana C omo Erickson estaba interesado en la soluc ión de los problemas, era un terapeuta a c t i v o en promover el cambio. Planeaba metas, diseñaba las intervenciones orientado hacia el logro de las metas, planeaba y seleccionaba cuidadosamente sus intervenciones para movilizar al consultante hac ia esas metas. Este aspec to de la terap ia es el que se ha denominad o e stra tég ic o . Booth (1988) afirma q ue Erickson era estrat égico en el sentido q ue estaba prepa rado pa ra hacerse cargo de la terapia, ser directivo y buscar la solución de los problemas. Al mismo tiempo era cercano a sus pacientes, acogedor, optimista y poseía un buen sentido del humor. Podría decirse que era un clínico delicadamente intuitivo y comprensivo 20, y no un lógico frío diseñando estrategia s pa ra de sba ratar los síntoma s. Para efectuar sus tratamientos, Erickson podía acudir o no a la hipnosis21, y aunque no explica cuándo decidía usar hipnosis, concebía a ésta como una técnica para obtener mayor dispo sición a respond er en sus c onsultantes.
20 Empático, desde la p erspec tiva de C arl Rogers.
Según Zeig, el estudio de la casuística de Erickson, muestra que éste utilizó hipnoterapia (formal) en alrededor del 15% de los casos 21
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Así como a los terapeutas dinámicos les interesa conocer el origen de un problema, pues supone n que e se c onoc imiento es nec esario p ara el ca mbio, a Erickson le interesab a c onoc er las p a u t a s que mantienen los problemas, y al modificar éstas, modificar los problemas y síntomas del
paciente (O'Hanlon, 1989). Este es sin duda uno de los grandes aportes de Erickson a la terapia estratégica ac tual. C omo se ha tratado extensamente el concepto de utilización ericksoniana y su rol en la inducción del trance hipnótico22, en este artículo nos abocaremos al estudio y análisis de la intervenc iones terap éutica s ericksoniana s que no utilizan trance formal. El hecho que en este estudio nos dediquemos a los aspectos estratégicos de la terapia de Erickson, en ningún modo significa que queramos reducir solamente a este aspecto el amplio trabajo terapéutico de Erickson. Fue un terapeuta versátil, que no sólo se interesó (e inventó) la terapia estratégica, sino que además usó ampliamente la hipnosis y los fenómenos hipnóticos, tampoco despreció el insigth cuando lo consideraba necesario, trabajó con variables intra e interpersonales, confiaba en la existencia de un inconsciente creativo (Rossi, 1990/1994), fue indirec to y muy direc to cuando el caso lo requería. Es pa rad ojal que aq uellos autores que han d ad o a conoc er el trab ajo d e Erickson lo hayan hecho desde su propia perspectiva teórica y no desde la perspectiva del mismo Erickson (Rossi, [1990/1994] se considera una excepción en este aspecto). Es así, por ejemplo, como Haley en su famoso Te r a p ia n o c o n v e n c io n a l (1980a), muestra a un Erickson eminentemente estratégico, resolviendo casos muy complejos en una o dos sesiones, y da énfasis a la terapia no hipnótica de Erickson. También O'Hanlon en Ra í c e s Pro fun d a s (1989) resalta el trabajo estratégico de Erickson y dedica solamente un capítulo al trabajo con hipnosis. Bandler y Grinder, tempranos estudiosos de Erickson, ha n reduc ido en la PNL la estrat egias ericksoniana s a un esqueleto, "el modelo M ilton", el cual al ser llevado a las técnicas de la PNL hace –a mi juicio– un excesivo uso de un cóctel de técnicas "rápidas", la imaginería y la volición consciente del paciente, más que crear el encantamiento de la ocurrencia involuntaria de los fenómenos que caracterizaba al trabajo de Erickson. Por otro lado, Barber (1988) c ritic a la p ostura ac tual se a que llos terap eutas "eric ksonianos" que red ucen sus traba jos terapéuticos al relato de historias interesantes, y no c omprueb an si sus pacientes han estado o no en trance hipnótico, y desconocen el trabajo experimental innovador de Erickson en el uso de la hipnosis como una poderosa herramienta terapéutica, el cual llevó a cabo entre las décadas de los años 1930 y 1950. Es irónico que en la mente de muchos terapeutas Erickson aparezca como un hombre viejo, sabio y enfermo (el Erickson de la década de los años 1970), y no el clínico y el investigado r inquieto, ac tivo y saga z. Quizá no sea una coincidencia que cuando comenzó a conocerse la obra de Erickson a fines de la década de los años 1960 y a principios de los años 1970, conjuntamente con la publicación de los relatos de C arlos Ca staneda y sus enc uentros con e l brujo yaqui Don J uan
M. Pacheco (1996) Hip no te rap ia Ericksonia na : Nivel Básico . (Segunda Edición). Instituto Milton H. Erickson de Santiago 22
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(1974a, 1974b, 1975, 1976), algunos clínicos haya n bromea do que en realida d Do n J uan e ra Erickson (Keeney, 1987). Quien haya leído a C astaned a no po drá de jar de rec onoc er en Don J uan a un hombre bondadoso pero enérgico, sabio y prudente, sagaz y tramposo, interesado en crear activamente las condiciones para que su atribulado aprendiz se transformara en un hombre de conocimiento. A continuac ión se ana lizarán las estrateg ias terapéutica s de Erickson, y su estudio seguirá el siguiente orde n:
1) Procedimientos preliminares y obtención de información. 2) Intervención estratégica en la pa uta. 3) Intervenc iones usada s en la sesión terapéutica. 4) Intervenc iones pa ra ser efec tuad as entre sesiones: Tarea s terapéutica s. 5) Terapia de ordalía.
13.3 Procedimientos preliminares
13.3.1 Determinac ión del tipo de pac iente que busca terapia, o ¿quién es el c liente? Hacer un diagnóstico correcto de la enfermedad y conocer el método de tratamiento correcto no es suficiente. Es igualmente importante que el paciente sea receptivo respecto de la terapia y coo per e con ella. Sin la plena colaboración del paciente, los resultados terapéuticos se retrasan, distorsionan o limitan, o hasta llegan a no producirse. Milton Erickson (1965) (Citado en Berg y Miller, 1996, p. 50)
Cade y O'Hanlon (1995), citando a de Shazer, indican que el primer paso para poder efectuar la terapia es determinar si efectivamente se podrá realizar terapia con el consultante, a lo c ual denominan la "relac ión de c ompra" [de la terapia]. Denominan "visitante "23 a a quel co nsultante que llega a la terap ia ba jo algún tipo d e coacción, implícita o explícita. Aunque queda claro para el terapeuta y para quienes lo enviaron, que el consultante necesita terapia, en los planes de él no está buscar ayuda. Se sugiere no intentar hacer terapia, sino que solamente escuchar con respeto, pero no hacer sugerencias ni dar tareas. El equipo de Milwa ukee sugiere que el terap euta sea empá tico c on este tipo de pa ciente, y que concuerde con él en que tal vez no haya un problema que requiera terapia; pero que le manifieste que está dispuesto a ayudarlo a determinar si hay algo más sobre lo que le gustaría trabajar.
23 En
la ac epc ión del MRI, aquel que mira los esca parates, pero no c ompra. 44
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Aquí hay un ejemplo de un mensaje a un cliente que fue enviado a consultar por la oficina de libertad vigilad a: Curtis, nos ha impresionad o mucho que haya venido hoy aquí, aunque venir no fue idea suya. Por supuesto, usted podría haber tomado el camino más fácil no viniendo. Su disposición a cumplir tantas exigencias que no parecen razonables, incluyendo la de venir aquí, demuestra que usted e s una p ersona que quiere h ac er las co sas bien. No fue fá cil venir aquí hoy, nos damos cuenta: tomar un microbús, dedicar tiempo, hablar de cosas que realmente no quiere hablar, etc. Pero estamos impresionados por su disposición para c olaborar con nosotros hoy. •
Me doy cuenta q ue usted es una p ersona independiente, que no quiere que le diga lo q ue
tiene que hacer; y estoy de ac uerdo con usted en que deb erían d ejarlo tranquilo. Pero por otra parte, usted se da cuenta de que hacer lo que le dicen le ayudará a librarse de esas personas y de que muy pronto lo dejarán en paz. Por lo tanto, me gustaría volver a reunirme con usted para seguir pensando qué es lo que más le conviene hacer. Por eso, reunámonos la próxima semana a la misma hora”. (Berg y Miller, 1996)
Denominan "q u e j o s o " ["demandante" (Berg y Miller, 1996)] a aquel consultante que tiene un problema o una lista de problemas, específicos o vagos, de los cuales está dispuesto a hablar. Sin embargo, se ve como relativamente impotente, o bien con algún potencial, para intervenir ac tivamente en resolverlos. Sin emba rgo , no invita a l terap euta a intervenir, o asume la p osición que son los otros signific ativos los que tienen q ue c ambiar. De Shazer sugiere tratarlo c omo un visitante, con e mpatía, p ero sin sugerenc ias o tareas. Berg y Miller (1996) sugieren que e l terapeuta a cepte explorar la d olenc ia o el objetivo junto al pa c iente, de un modo que facilite una nueva p erspectiva que p odría llevar a una solución. Algunos ejemplos de intervenciones con este tipo de paciente pueden ser las siguientes: (DeJ ong y Berg, 1998) 1.
El cliente no puede identificar excep ciones y no tiene una meta: •
Preste atención a lo que esté pasando en su vida que le diga que su problema puede ser resuelto.
O, puesto que el cliente no tiene metas bien formadas, usar la tarea de fórmula de la primera sesión: •
Entre ahora y la próxima vez que nos reunamos, me gustaría que observara, de manera que me lo pueda describir la próxima vez, qué ocurre en su (vida, relación, matrimonio, familia, etc) q ue a usted quiere que c ontinúe oc urriendo.
2.
El cliente p uede identificar excepciones [es dec ir, cuando no ocurre o mejora el problema]: •
Entre ahora y la próxima vez que nos reunamos, preste atención a aquellas veces en que está mejor, especialmente qué es diferente acerca de ellas y cómo ella ocurren – esto es, quién hace qué para hacer que ellas ocurran. La próxima vez me gustaría que me las describiera en detalle.
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Cuando el cliente dice que las excepc iones se deben a q ue alguien está hac iendo algo diferente, proponga una va riación de la misma tarea de observac ión. •
Alicia, preste atención en aquellas veces en que su jefe e stá pareciendo más razonable y abierto. Ad emás, preste atención a lo que es diferente aquellas vece s, preste atención a lo que él podría notar que usted está haciendo que le ayude a él a ser más cortés, razonable, y abierto ha cia usted. Recuerde a quellas cosas y venga y c uénteme lo que va mejor.
Una variación final añade e l elemento de p redicción. •
Alicia, estoy de acuerdo con usted; claramente parecen haber días en que su jefe es más razonable y abierto y días cuando no lo es. De manera que entre ahora y la próxima vez que nos reunamos, le sugiero lo siguiente: Cada noche, antes de acostarse, prediga si mañana será un día en que él se comportará más razonable, y abierto y cortés con usted o no. Luego, al final del día, antes de hacer su predicción para el día siguiente, piense acerca de cuánto de su predicción para ese día fue acertada. Haga un rec uento de c ualquier diferencia entre su predicc ión y la manera c omo el d ía fue, y memorice sus observac iones, de manera que pueda venir y contarme a cerca de ellas. .
Definen co mo "c o m p r a d o r" a a quel consultante que tiene una que ja, y de esa q ueja puede obtenerse una descripción relativamente clara, y el consultante desea, sin que quepan dudas, hac er algo a l respec to, para lo cual busca la ayuda del terap euta. Fisch, Weakland y Segal (1984) afirman que estos pacientes se sienten auténticamente perturba dos po r hec hos que oc urren en su interior o que a fec tan a otras persona s, y buscan que elterap euta los ayude en dicha p erturba c ión. En el modelo del MRI (M en ta l Resea rch Institute ) también han desarrollado tácticas para enfrentar a los distintos tipos de pa cientes que b usc an terapia. Fisch, Weakland y Segal (1984), distinguen dos tipo s de c ateg orías de p ac ientes que dificultan la terap ia:
1) Los pa c ientes que inician el tratamiento po r coa cción (comprad or fingido) y 2) Los pacientes que imponen restricciones inaceptables a la terapia (paciente restric tivo)
Los "c o m p r a d o r e s f in g i d o s" ["visitantes" en el modelo de de Shazer] son aquellos que han llega do a terap ia o bliga do s por otras personas. Los denominan "comprado res fingidos" pa ra hac er una analogía con el proceso de la venta en una tienda. Hay personas que entran a la tienda para guarecerse de la lluvia, y tratan de actuar como potenciales clientes, pero su atención está co loca da en la lluvia. Ejemplo de este tipo de pacientes son los adolescentes obligados a ir a terapia por sus padres; el marido que es llevado a terapia por la esposa; o las personas enviadas por los tribunales.
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También se inc luyen a quí a quellos que buscan que el terape uta les certifique una inc ap ac idad pa ra ac ojerse a un subsidio. Propo nen las siguientes estrategia s con este tipo de pac ientes:
v
Que el terapeuta negocie algún nuevo contrato terapéutico. Algunos de estos pacientes quisieran en realidad obtener algún cambio en su dolencia, pero esa no es la dolencia que declaran al principio, cuando se les pregunta cuál es el problema. Por lo tanto, hay que darles la oportunidad para que dec laren su verdade ra dolenc ia, la c ual pued e c onvertirse en el punto foc al explícito d el tratamiento.
v
Uno de los principios básicos del enfoque del MRI es trabajar con aquel consultante que se muestre más motivado a ejecutar ac ciones terapéuticas; en muchos casos en que el pac iente va a terapia por coacción, es probable que haya otros significativos interesados en resolver el problema. Proponen que si existe alguna otra persona que se enc uentre más frustrada por el problema del pa ciente d e lo que éste mismo está, es probable que esa otra persona sea la que haga el esfuerzo más apreciable para solucionar el problema. "Dicha persona es el afectad o real, y el terapeuta puede c omenzar a traba jar cpn él más bien que con el supuesto paciente. El afectado suele ser quien coacciona al paciente pa ra que se someta a tratamiento." (Fisch, Weakland y Segal, 1984, p. 62)
v
Una tercera estrategia para este tipo de pacientes es que el terapeuta, en lugar de tratar de convencer en vano al paciente de la utilidad de tratarse, adopte la misma posición del paciente, es decir, que el tratamiento puede ser desaconsejable. Por ejemplo, a adolescentes obligados a ir a terapia debido a dificultades conductuales en el colegio (las cuales obviamente no rec onoc en y culpa n a los profesores o el sistema ed uca tivo por la situac ión en que se encuentran), les he dicho que si se siguen comportando del modo en que lo están haciendo, le están dando la oportunidad a las autoridades del colegio para que los perjudiquen, lo c ual obviamente no les gustará. Y que podríamos construir juntos una estrategia para imped ir que los profesores se "salgan con la suya".
Fisch, Weakland y Segal (1984) indican que cuando ninguna de esas tres estrategias funcionan, y el paciente no se "engancha" en el tratamiento, entonces no puede realizarse la terapia. Sin embargo, proponen terminar esta relación en forma estratégica, porque si el terapeuta le indica al pa c iente q ue no lo tratará porque no está tomando el tratamiento en serio, éste po drá ac udir donde otro terapeuta y reiniciar el juego . Proponen el siguiente d esafío: Bueno, usted dice que está dispuesto a ensayar el tratamiento. Pero yo sé, lo mismo que usted, que no está decidido a hacer absolutamente nad a para solucionar su problema. Creo qu e para usted lo mejor sería hacer ver que se somete a tratamiento, pero no dejar que ningún terapeuta llegue a ninguna parte con usted. Limítese a permitirles que lo intenten. Ahora, yo podría dejarle que jugase así conmigo, pero sucede que no me gusta perder el tiempo cuidando niños pequeños, de modo que no concertaré ninguna otra entrevista con usted. Además, hay por ahí muchos otros terapeutas a lo que no les importa esta clase de cosas. Pude reírse de lo que le digo, pero no tiene por qué creerlos. Importa poco a quién vaya a ver, usted comprobará que estoy en lo cierto. (Fisch, Wea kland y Segal, 1984, p. 64-65)
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Los "pa c ientes restrictivos " son aquellos clientes que amenazan sabotear el tratamiento desde el inicio de éste, para lo cual intentan establecer condiciones terapéuticas que, si se ac eptan, limitarían la libertad de l terapeuta pa ra a c tuar en una forma c onstructiva. Ejemplos de estas restrucciones son las siguientes: tratar de imponer una terapia similar a la que tuvieron c on o tro terap euta (c uyo tratamiento es evidente que frac asó); otros quieren ayuda , pero temen a las consecuencias del tratamiento; y están aquellos que tratan de involucrar al terapeuta en una conspiración de silencio contra otro miembro de la familia. (Se sugiere revisar el texto d e Fisch, Wea kland y Segal, 1984, p. 65-71, pa ra ap render las distintas tácticas propuestas por esos autores en e stos ca sos.) Después de habernos asegurado que tenemos a un c o m p r a d o r como consultante, el paso siguiente es conoc er el prob lema que éste tiene.
13.3.2 Búsqueda de la pauta u obtención de la informac ión pertinente En terapia estratégica (o terapia breve), el terapeuta está interesado en una definición clara del problema, en términos de la conducta real. Puesto que esta es una terapia orientada al presente y hacia el futuro, no se buscan las causas o antecedentes en el pasado (a lo más en el pasado reciente relevante), aunque para muchas personas los antecedentes del pasado les pued en servir de ayuda pa ra entender lo que e stá ocurriendo hoy. Cade y O'Hanlon (1995, p. 76-81) sugieren las siguientes preguntas para obtener una definición c lara del problema y las sec uencias del mismo:
(1) ¿C uán d o se p ro d u c e e l p ro b le m a ? Aquí se buscan regularidades en la reiteración del problema en el tiempo: v
¿Hay momentos en los que el problema aparece habitualmente o siempre, o en los que no apa rece nunca?
v
¿Hay algún momento espec ífico d el día, de la semana, el mes o el año en e l cual el problema surge con más o menos frecuencia?
(2) ¿D ón d e a p a re c e e l p ro b le m a ? v
¿Hay algún lugar donde el problema siempre se produce, o es más probable que se produzca?
v
¿Hay algún lugar donde el problema no surge nunca?
(3) ¿C uále s so n la s a c c io n e s d e l p ro b le m a ? v
Si hubiera una grabación en vídeo d el problema en ac ción, ¿qué veríamos?
v
¿Q ué posturas y gestos específic os, qué frecuencias de a cciones, interac ciones, diálogos, etc., pod ríamos ver y oír en esa presetac ión ac tiva d el problema?
(4) ¿C o n q uié n se p ro d uc e ? v
¿Q uién es más probab le que esté rondando p or ahí cuando a parec e el problema?
v
¿Q ué hacen y dice n esas otras personas antes, durante y después que a parec e la c onduc taproblema?
v
¿Qué dicen esos otros significativos sobre el individuo que tiene el problema, o sobre el problema en si mismo?
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(5) ¿C uále s son la s e xc e p c io ne s a la re g la d e l p ro b le m a ? Puesto que es poco probable que un problema ocurra siempre , se indaga por aquellos eventos que interrumpen el problema. En el enfoque de de Shazer, esto se denomina "b úsque da de e x c e p c i o n e s " (véa se"Orientac ión a futuro", Hipn ote ra pia Eric ksonian a: Nivel Interme d io .)
(6) ¿Q u ées lo q ue e l c lie nte o lo s c lie nte s ha c e n d e m o d o d istin to , o q uéa c tiv id a d e s q ue d a n e x c l u id a s a c a u sa d e l p ro b le m a ? v
¿De qué modo el problema obstaculiza lo que las personas harían habitualmente o les gustaría hac er? (Suele preguntársele al cliente qué ha ría d e una ma nera distinta si el problema estuviera resuelto.) (Un ejemplo de este tipo de intervenciones es la denominada "pregunt a milagro ") (Véase "Orientación a futuro", Hip note rap ia Eric ksonia na : Nivel Interm ed io .)
(7) ¿Q u ée s lo q ue el c lie n te mu e stra en la se sión q ue e stáre la c io n a d o c o n e l p ro b le m a ? Este punto se refiere a que el cliente puede mostrar sólo alguna parte del problema o el problema se despliega completo en la sesión (aunque el/los clientes no se percaten). (8) ¿C uále s so n la s e xp lic a cio ne s y m a rc o s (e n c ua d re s) d e l c lie nte re sp e c to a l p ro b le m a ? Las explicaciones y marcos de referencia que poseen los clientes pueden ser información útil o forman parte del problema. v
¿Q ué es lo que el cliente cree que oc asionó o c ausa el problema?
v
¿C uáles son, si existen, las dificultad es más profunda s a las que el cliente a tribuye el problema?
v
¿Q ué indica el problema sobre su identida d o sus previsiones del futuro?
v
¿Q ué metáforas, analogías o imágenes emplea el cliente cua ndo habla del problema.
v
¿Cuáles son o han sido las explicaciones de los otros significativos (familiares u otros profesionales involucrados) que pueden haber orientado sus actitudes respecto del cliente y el modo d e tratarlo, afec tando también al modo en que el cliente pensaba el problema?
(9) ¿C uále s son la s so lu c io n e s in te nta d a s p o r e l c lie n te o lo s o tro s sig nific a tiv o s, a c e rc a d e l p ro b le m a ? v
¿Qué han estado haciendo el cliente y los otros significativos (incluso los terapeutas) para tratar de resolver el problema?
(10) ¿C óm o p o d re m o s sa b e r q u e he m o s te nid o é xito ? Es necesario conocer las imágenes e ideas que el cliente tiene acerca de cómo sabrá que el problema está resuelto. Algunos ejemplos de estas preguntas pueden ser los siguientes: v
¿Qué sucederá en los otros ámbitos de su vida cuando el problema ya no esté presente?
v
"Este parecería un buen lugar para empezar, pero me gustaria saber adónde voy, de modo que puedo escuchar más para encontar lo que será útil. Si es posible, dígame qué es lo que espera que suceda en su vida cuando hayamos tenido éxito. ¿Qué hará después de la terapia? ¿C ómo se da rán cuenta los otros que ha c ambiado? ¿Cómo lo sabrá usted?"
13.4 Intervenciones estratégicas en la pauta C omo un terape uta interesado en e l presente y e n el d iseño de metas futuras, Erickson averiguaba lo que más podía respecto a los síntomas o el problema presentado por el paciente, tratando de ca ptar la pa uta que lo mantenía.
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Aunque no tenía una teoría formal acerca de cómo surgen los problemas, ni la psicopatología; afirmaba que las personas presentan problemas 5 debido a las creencias rígidas y limitantes (Erickson y Rossi, 1979). En ba se a este supuesto, intentaba a lterar algún a spec to del problema, esperando que comenzaran a modificarse otros aspec tos da ndo como resultado final la resoluc ión de l problema presentad o (O 'Hanlon, 1989). ...Y entonces lo que necesita es tratar de hacer algo que induzca un cambio en el paciente... cualquier cambio pequeño, porque el paciente quiereun cambio, aunque sea pequeño, y lo aceptará como un cambio... Lo aceptará como un cambio, y después seguirá ese cambio, y el cambio se desarrollará en concordancia con sus propias necesidades... es como hacer rodar una bola de nieve por la ladera de una montaña. Empieza siendo pequeña, pero a medida que desciende, su tamaño a umenta c ada vez más... y se c onvierte en una a valancha que se adecua a la forma de la montaña . (Erickson, c itad o en O'Hanlon, 1989,p. 44)
Según O'Hanlon (1989), la terapia hipnótica y no hipnótica (formal) ericksoniana presenta tres variedade s de ob jetivos al intervenir en la p auta:
1)
La utilizac ión de las pa utas presentes al servicio del cambio;
2)
La alteración u obstrucción de esas pautas actuales; y
3)
El establecimiento de pautas nuevas.
La alteración de las acciones (pauta) de la queja modifica las pautas que la rodean, y a menudo la c onduc ta-problema d esap arece, d e modo gradual o b rusco . El terap euta pued e lograr esa modificación con métodos directos o indirectos, sobre la base de su autoridad o en una relac ión de c oop eración. (C ad e y O'Hanlon, 1995) O'Hanlon (1989, p. 47) distingue quince modalidades de intervención en la pauta, las cuales pued en llevarse a c ab o en el trab ajo hipnótico o a través de tarea s: (1) Cambiar la frecuencia/ velocidad del síntoma o de la pa uta-síntoma. (2) Cambiar la durac ión del síntoma o la pauta-síntoma. (3) Cambiar el momento (de l día, de la semana, del mes, del año) del síntoma o la pa uta-síntoma. (4) Cambiar la ubicac ión (en el cuerpo o en el mundo) del síntoma o la pauta-síntoma. (5) Cambiar la intensidad del síntoma o de la pa uta-síntoma. 5
Watzlawick, Weaklan y Fisch (1976, p. 58-59) hacen una distinción entre las dificultades y los problemas . Entienden por "dificultad" a: un estado de cosas indeseable que puede resolverse mediante algún acto de sentido común y para la cual no se precisan capacidades especiales para resolver problemas; o a una situación de la vida, indeseable pero por lo general bastante común, y para la cual no existe solución conocida y que hay que saber sobrellevar, al menos durante cierto tiempo. Definen como "problema" a callejones sin salida, situaciones al parecer insolubles, crisis, creados y mantenidos al enfocar mal las dificultades. Distinguen tres modos fundamentales de e nfocar mal las dificultades: (1) Intentar una solución negando que un problema lo sea en realidad: es preciso actuar, pero no se emprende la acción . (2) Se intenta un cambio para eliminar un dificultad que desde el punto de vista práctico es inmodificable o inexistente:es decir, se emprende una acción cuando no se deberia emprender . (3) Se comete un error de tipificación lógica y se establece un juego interminable cuando se intenta un cambio de tipo 1 en una situación que tan sólo puede cambiarse a partir del nivel lógico inmediatamente superior (cambio tipo 2); o bien se intenta un cambio de tipo 2 cuando resultaría adecuado un cambio de tipo 1: es decir , la acción se emprende a un nivel equivocado . 50
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(6) (6) C a mbiar alguna otr o tra a c ualida ualidad d o c irc irc unstancia del sín síntoma. toma. (7) (7) C ambiar la sec sec uencia (el orden) orden) d e los ac ontecimientos ontecimientos que rode an a l sín síntoma. toma. (8) (8) C rear ea r un un cort c orto-cir o-circ c uito uito en la secuenc ia. (9) (9) Interr Interrumpir umpir o d e a lguna otra otra ma nera nera imped ir que se produzca toda la sec sec uencia o p arte de ella. ella. (10) Agregar o suprimir (por lo menos) un elemento de la secuencia. (11) Fragmentar algún elemento completo, en elementos más pequeños. (12) Hac er que se pr p resente el sínt síntoma oma,, sin sin la la pauta-s pa uta-síntoma. íntoma. (13) Hacer que se presente la pauta síntoma, excluyendo el síntoma. (14) Invertir la pauta. (15) Vincular la la a pari pa ric ión de la pauta pa uta sínt síntoma oma c on otra pauta –habitualm –ha bitualmente ente una experienc experiencia ia indeseada, una actividad evitada, o una meta deseable, pero difícil de obtener (vínculo de evitac ión-e ión -evitac vitac ión [Eri [Eric c kson y Ross Rossi, i, 1979 1979], ], tera tera pia d e ord a lía lía [Haley, [Ha ley, 1987 1987]). ]).
O'Hanlon (1989, p. 48-59) ofrece resúmenes de casos clínicos en los cuales puede apreciarse la aplicación terapéutica de esas modalidades. También se sugiere analizar los casos d escri esc ritos tos en "T "Téc nica nic a s espec espe c iales iale s d e hipnote hipn oterap rapia ia breve" b reve" (Erickson, (Erickson, 195 1954/ 4/19 1994 94). ). Un ejemplo de intervención en la pauta, entregada en trance hipnótico, es el siguiente ejemplo ejemp lo clí c línico nico d e Ericks Erickson: on: Desc Desc ripción: ipción: Eyaculación precoz en un joven de 30 años; el cual sufrió su primera eyaculación a los 20 años, lo cual lo desmoralizó creyendo que era un castigo por su inmoralidad. Leyó todo tod o lo q ue pudo p udo sobre ob re sexo sexo y buscó a distin distintas tas mujeres mujeres,, pa ra de sc ubrir ubrir que realmente rea lmente sufr sufría ía de eyaculación precoz. Había llegado a un punto en donde sólo podía eyacular fuera de la vagin vag ina, a, y el e l coit co ito o a c tivo tivo no le resul resultaba taba plac entero entero Intervención: Se le indujo t r a n c e , a través del cual se obtuvo información respecto a sus vínculos sociales: interés en una prostituta que vivía en un edificio de departamentos. Sugestión posthipnótica : al entrar entrar al edificio e dificio a verla verla des de sarrollarí arrollaría a una erecc e recc ión, y la la mantendr mantend ría has ha sta salir salir de
éste éste solo o en e n compa c ompa ñía de ella. Durante Durante dos do s horas en ese ese trance, tranc e, Ericks Erickson on entr e ntretejió etejió una serie serie de sugestiones posthipnóticas :entre ellas que los síntomas neuróticos suelen pa rec er co nstante , nstante s
pero que son funda m ent ental almente mente inco inco nstante nstantes s ; y que pued en c ambiar de un momento a otro, otro, sin sin aviso. aviso. Q ue la eyac e yacul ulac ac ión podría podría demorarse media med ia hora o más, más, y que es e so lo p reoc uparía uparía mucho, utiliza la y que esta esta situac situación ión derivarí derivaría a en e n una eyac ulación ulac ión interna interna ab solutam oluta m ente ines inespe pe rad a (utiliza c om pulsión pulsión neurótica neurótica del sujeto; invers inversión ión en la p auta ), ahora se preocuparía de por qué no
eyaculaba), experimentaría una inquietud creciente los ocho o diez días subsiguientes, lo que itiva, bús búsqued a inconsciente ).Antes presagiaría un inminente cambio en la vida (exp ec tativa po sitiva, ).Antes
de finalizar sugiere a m n e s i a par pa ra los c ontenidos de la sesión. sesión. Lo citó para tres sesiones en la semana, pero casi no conversó con él, diciéndole que el día Domingo tendría una sesión muy especial (Erickson sabía que el paciente se juntaba con la ón d e e x p e c t a t iv iv a s ). prosti prostitut tuta a el día Sábad o p or la la noche) noc he) (c r e a c i ón ) .
El Domingo por la mañana llegó perplejo, relatándole a Erickson cómo se preocupó el Viernes Viernes después después de la sesión esión ya que duda ba que serí sería a inca inca paz pa z de eyac ular ular en la vag ina, ina, b usc usc ó a la muchacha y salieron. Después fueron a la cama, pero en su preocupación de ser incapaz de eyac ular ular dejó que la mujer mujer tomara tomara un papel pa pel ac tivo, tivo, y después después de media hora de c oito, oito, en el cual c ual
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solamente ola mente mirab mirab a el reloj, reloj, sobrevi ob revino no una ex e xc itac itac ión y eyaculó eyac uló en la vagina. vag ina. Su Su erecc ión se se mantuvo, mantuvo, luego luego de descansar descansar entró entró en e n un coit c oito o ac tivo, tivo, eyac ulando ulando bien dentro dentro d e la vagina. Al día siguiente tuvo nuevo s conta c tos sexuales sexuales normales. normales. (Resumido de Haley, 1980, p. p. 75-77)24
Keeney Keene y (198 (1987, 7, p. 81) 81) rep rep orta el siguiente siguiente ejemp lo de intervenc intervención ión en la p a uta: Milton estaba trabajando con un alcohólico que había sido héroe en la Primera Guerra Mundial, y que vino con un álbum de fotografías suyas y recortes de periódicos. Ahora era un borracho empedernido y quería curarse de eso. Le mostró el álbum a Milton, quien lo tomó y lo arrojó al canasto de los papeles, diciéndole: "Esto no tiene nada que ver con usted." Conversaron un rato, y luego Milton le preguntó cuál era su modo habitual de iniciar las francachelas. "Bueno – respond espondió ió el hombre–, p ido dos d os vasos vasos grandes de whisky whisky,, me be bo uno y lo ac ompaño ompa ño de d e una c erveza, erveza, me be bo el otro otro y lo a co mpaño c on una cer ce rveza, veza, y entonces e ntonces ya estoy estoy lis listo." "Muy bien – le contestó Milton–, cuando salga de este consultorio se irá al bar más próximo y pedirá dos vasos de whisky; cuando se haya mandado el primero, dirá: 'Se lo dedido a ese bastardo de Milton Ericks Erickson, on, para p ara q ue se atraga nte c on sus propias prop ias esc esc upida s.' Cua ndo termine termine el segundo , dirá: 'S 'Se lo dedico a ese bastardo de Milton Erickson, para que se pudra en el infierno.' Buenas noches."
Keeney comenta que en este caso Erickson colocó la borrachera del sujeto en el marco contextual de un "bastardo" que arrojaba su querido álbum al cesto de la basura; a partir de ese momento, el hombre no podría beber un solo trago sin montar en cólera con el bastardo de "Milton Erickson", y esa misma cólera podía constituirse en un recurso para ayudarlo a manejar su problema. Y también, podemos agregar, estaba asociando el acto de beber a un evento desagradable (Erickson arrojando el álbum al cesto) y convirtiéndose de este modo en una elega nte terap terap ia a vers versiva. iva. Kenney pub lic lic ó un volum vo lumen en (1992) (1992) en el c ual entrega interes interesantes antes suge sugerrenc ias, ias, ba sad a s en el princip princ ipio io de d e la utiliz utilizac ac ión para p ara c onstr onstruir uir intervencione intervenciones s estr estra a tégica tégic a s, ya sea pa ra usars usarse e en la misma misma sesión sesión o en e n tareas tarea s fuera de d e la c onsulta. onsulta. El arte de la terapia estratégica ericksoniana basa su éxito en la peculiaridad de su n t o m a p re se se n t a d o , y en la habilidad construcción: h e c h a a m e d i d a d e l p a c ie n t e y a l p r o b l e m a / sí
del terapeuta para reconocer las pautas que están presentes, y conectarlas con las pautas más a mplias que las c onec one c tan c on el e l sistema istema social soc ial mayor (Kee (Keeney, ney, 1987 1987). ).
13.5 13.5 Int Intervenciones ervenc iones en el encuad enc uadre re (o en la noción de la "realidad" del problema) Antes de describir las intervenciones en el e n c u a d r e , es necesario hacer primero una disgres disgresión ión res respe pec c to a c ómo c onc iben los terap terap eutas breves breves la la noc ión de r e a l i d a d . El resumen resumen y análi aná lis sis del de l ca so ha sido ext e xtraído raído del d el trab trab ajo en e n prepa rac ión sob sobre re el análi aná lis sis de las técnica téc nicas s terapé utic utic as utili utilizada zada s en los casos c asos descritos descritos por Haley en Teerapia ra pia no c onvenc io ona na l. 24
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A diferencia de las epistemologías epistemologías trad icionales, icionales, que c onsider onsideran an q ue la p ercepc ercep c ión reflej refleja a una realidad que existe independientemente del observador (Simon, Stierlin y Wynne, 1988), Watzlawick (1988), en La re a lid a d in v e n t a d a , compila una serie de artículos que sostienen que lo que c onoc emos c omo realida realida d no es más que una c onstr onstrucc ucc ión. Glasserfeld (citado en Simon, Stierlin y Wynne, 1988) postula que un organismo no es nunca c ap az de rec onoc er o cop c op iar la realida realida d, y sólo sólo puede p uede c onstr onstrui uirr un "mode "mode lo" que se a jus juste a e lla. lla. En el lengua je de M aturana (1997 (1997), ), "el ob servador ervado r está está nec ne c esariame esariamente nte siempre siempre e n c orresponde orresponde ncia nc ia es e struc tructur tural al en e n sus sus dominios dominios de existencia. Debido a esto, el observador constitutivamente no puede hacer distinciones fuera del de l dominio dominio de d e c oher ohe renc ias operac op erac ionales de su su praxis praxis d el vivir vivir.. Como Co mo resul resultad tado, o, el observad observad or necesariamente se encuentra a si mismo en la praxis del vivir haciendo distinciones que no están operacionalmente fuera de lugar, porque pertenecen a las coherencias operacionales de su realización como sistema viviente constitutivamente en congruencia estructural con el medio." (p. 76)
Y la la "r "rea lida lida d" pa ra Ma turana turana (1997 (1997), ), "no es una experiencia, es un argumento en una explicación. En otras palabras, la realidad surge como una proposición explicativa de nuestra experiencia de las coherencias operacionales en nuestra vida diaria y técnica, como la vivimos en nuestra vida técnica y diari dia ria . [...] Así, Así, si el observado r sigue el e l camino ca mino explica tivo de la o bjetividad bjetivida d sin sin paréntesi pa réntesis s, él o ella ella a c epta a p riori iori una una realidad ob jetiva jetiva independ iente iente c omo un rec rec urs urso de valida validación ción de sus explic explic ac iones de la praxis praxis del vivi vivirr en térmi términos nos de e ntida ntida des que finalmente finalmente no dep d epende enden n de lo que él o ella ella hac e. En el c amino de la ob jetividad jetividad sin paréntesis paréntesis, el ob servador ve la reali ea lida dad d c omo a lgo que q ue es, no como una proposición explicativa. Si, por el contrario, el observador sigue el camino explicativo de la objetividad en paréntesis, él o ella acepta que la realidad es lo que él o ella hac e al a l valida validarr sus explicac explica c iones de la p raxis del de l vivi vivir, r, y que al a l hace r esto esto él é l o ella ella trae a la mano varios dominios diferentes de realidad como varios dominios diferentes de entidades que están c onstituido onstituidos s en su explica r." (p. (p . 40-41)
En una perspectiva interaccional, Watzlawick et al. (1981) describen el concepto de p u n t u a c i ó n . Se refieren a la estructuración y organización que hace un observador de una
secuencia de sucesos y conductas. El modo en que es puntuado un proceso de comunicación o una secuencia de interacciones determina el significado que se le asigna y la manera en qué se evaluará evaluará la la c onducta de c ad a persona. persona. Desde Desde una p erspec erspec tiva tiva d e la personalidad personalidad humana humana , según según la teoría teoría de d e Kelly Kelly25, las personas damos sentido a la experiencia a través de un variedad de "constructos" que constituyen el modo singular en cada persona traza distinciones y categoriza sus experiencias, lo cual incide en la forma
Es evidente que George Kelly fue un adelantado para su época. Desarrolló su teoría en la segunda mitad de la década de los años 1950, y pasó relativamente desapercibida, hasta que se le dio la atención que merece debido al desarrollo de las ciencias cognitivas, especialmente a mediados de los años 1980 y la década que termina. 25
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en que se prevee el futuro. Con el paso del tiempo las personas desarrollamos una variedad de dimensiones, o conjunto de categorías, que sirven para analizar el mundo y responder a éste. (C ad e y O 'Hanlon, 1995) Para G eorge Kelly, las motivac ión funda mental de las personas es "un esfuerzo permanente [...] po r pred ec ir y co ntrolar los hechos cuya experiencia realiza" (Ma dd i, 1972, p. 115). En las etapas iniciales de la elabo rac ión de constructos, la persona comienza a conc entrar la atención en ciertos rasgos generales de los hechos, que se suceden en una serie casual, de modo que puede reconocer lo que a su juicio es una repetición o réplica de los hechos. Al abstraer lo que la p ersona ha d efinido como la esencia de un hecho pa rticular que está oc urriendo, puede identificar su repetición en el futuro. Mediante el proceso de generalización y abstracción los hechos de la experiencia p ueden adquirir significad o y orden. Como la c reación de c onstructos es un proceso interpretativo, no una simple descripción de la "realidad" literal, será entonces diferente en distintas pe rsona s (Madd i, 1972); y por lo ta nto, "las persona s se diferenc ian e ntre si po r la mane ra en que estructuran los acontecimientos" (Bannister, 1969, p. 351), aunque Kelly no explicó qué fac tores influían en las distintas formas persona les de estructuración (M ad di, 1972). Kelly (Bannister, 1969) indica que los sistemas de estructuraciones pued en ser rígido s o flexibles. Una estructuración rígida lleva a no variar las predicciones y por lo tanto es frágil y está expuesta a la no validación, pero resulta útil porque es precisa y exacta. Una estructuración flexibe es posible que permita predicciones multidireccionales, siendo por tanto vaga y confusa; es difícil de invalida r, pero ca rec e de precisión. C ad e y O 'Hanlon (1995) ofrec en un medio p ara sac ar a luz los constructos persona les. Se solicita al individuo que confeccione una lista de diez a quince personas con las que tiene distintos tipos de relación significativa (padre, madre, hermano, maestro, amigo, amante, extraño, etc.). A c ontinuac ión el experimentado r toma tres items de la lista por vez y le pregunta a l sujeto en q ué son similares dos de los items seleccionados, y en qué difieren del tercero. Al examinar las combinaciones es posible identificar las características preferidas, y se puede representar en un gráfico las dimensiones por medio de las cuales el sujeto tiende a establecer distinciones cuándo evalúa a las personas. A juicio de Bannister (citado por Cade y O'Hanlon, 1995), la utilidad de los constructos reposa en el contraste. La teoría constructivista y la de los los constructos personales de Kelly se ha aplicado ampliamente a la p sico terapia individua l y familiar. Estas teorías son usadas por los terapeutas en el encuadre que se forman de una determinada familia o individuo, así como también en la perspectivas (o realidades) del mundo que se construyen las diversas familias e individuos. Se conc ibe a las pa utas de interacc ión ada ptativas y no ada ptativas de la familia o el individuo, como estrechamente ligadas a sus construcciones específicas de la realidad y, por lo tanto, pueden modificarse mediante intervenciones destinadas a reconstruir esa realidad. (Simon, Stierlin y Wynne, 1988) C ad e y O'Hanlon (1995) distinguen d os tipos de intervención en el enc uad re: el r e e n c u a d r e (reenmarcado) y el d e se n m a r c a d o .
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Reencuadre
Cade y O'Hanlon (1995) denominan r e e n c u a d r e "al proceso por medio del cual el terapeuta proporciona o alienta el desarrollo de un marco o significado nuevo o alternativo para una situac ión, de modo direc to o indirec to." (p. 128) Otras definic iones para reencuadre son las siguientes: Consiste en una estrategia terapéutica que produce una a lteración en el modelo interno d e mundo que tiene el paciente o la familia. Este modelo o "encuadre" dirige la conducta, los sentimientos y el pensamiento. En este sentido es comparable a la reglas de un juego que permite reunir información y crear configuraciones de un significad o a partir de los sucesos fenomenales. Cuando el reenc uadre es eficaz, es previsible un cambio de c onduc ta. (Simon, Stierlin y Wynne, 1988, p. 304) [...] reestructurar significa cambiar el propio marco conceptual o emocional, en el cual se experimenta una situación, y situarla dentro de otra estructura, que aborde los "hechos" correspondientes a la misma situación concreta igualmente bien o incluso mejor, cambiando así por completo el sentido de los mismos. [...] Lo que cambió a resultas de la reestructuración es el sentido atribuido a la situación, y no los hechos concretos correspondientes a esta. O bien, como lo expresó ya el filósofo Epic teto e n el siglo I de nuestra era: "No son las cosas mismas las que nos inquietan, sino las opiniones que tenemos ac erca de ellas." (Watzla wick, Weakland y Fisch, 1976, p. 120) Reenc uadre es un ca mbio en el marco de referencia que usamos para mirar algún c omportamiento particular. Por ejemplo si estamos observando una conducta sintomática n i dividual, podemos ca mbiar desde un marco moral a uno médico. Una consecuencia inevitable de l reencuadre es un cambio en la etiqueta. De este modo, al cambiar desde un marco individual a uno familiar, ca mbiamos la etiqueta 'niña anoréxica' a la de 'una familia c on una coalición padre-filial'. (Grunabaum y Chasin, 1978)
Desenmarcado
Cade y O'Hanlon (1995) definen al d e se n m a rc a d o como el desafío "(directa o indirectamente) [de] los significados que el cliente asocia con la situación, sin proporcionar un nuevo marco. [...] Se puede dejar que el cliente cree o descubra significados alteranativos, o quede sin ningún significado en particular."
Algunos ejemplos terapéuticos de r e e n c u a d r e son los siguientes: Caso 1: Descripción:Una joven se consideraba horriblemente gorda; y era muy recatada y mojigata. Su idea de la gordura hacía que rehuyera las actividades de galanteo. Según Erickson no era tan fea c omo aseguraba .
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Intervención: Mientras la entrevista e v i t a m i ra r l a (lo c u a l c a lza c o n l a id e a q u e e s u n a g o r d a horrible ), y luego le dice que no la ha mirado a la cara, aunque le resultó difícil no hacerlo, pues
están en una situación de terapia, pero que cuando baje de peso será to d a vía m ás a tra c tiva sexualmente . Que no deberían hablar de eso entre ellos, pero que tenía un gran s e x - a p p e a l, y
que tendría mucho más cuando adelgazara. (Sc hoc k; deb ilitac ión d e los esquem as co nsc iente; reencua dre; implica c ión ).
Posteriormente bajó de peso, informándole que se había enamorado de un hombre mayor, que no le correspondía. Erickson le replicó que ese era un gran halago para ese hombre, y que ahora que había aprendido a halagar a un hombre, volcaría indudablemente su afecto a un hombre más joven. La joven p erdió interés en Erickson y se puso de novia c on alguien de su eda d. (A c e p t a c i ón d e l c o m p o r t a m i e n to , y r e o ri e n ta c i ón d e l m i sm o , todo en forma indirec ta ). (Resumido de Haley, 1980, p. 80-81) (Véase nota 24)
Caso 2: Descripción:Un estudiante de Erickson se casó con una muchacha muy bonita, y aunque había tenido amplias experiencias sexuales con prostitutas, fue incapaz de tener una erección en la noche de bodas y posteriormente (dos semanas). Acudieron donde Erickson a pedirle ayuda, antes de divorciarse. La esposa se había negado a acudir donde Erickson, y éste le dijo al esposo que hiciera que sus amigos y amigas la convencieran de asistir a una sesión. Cuando la esposa aceptó asistir a la consulta, Erickson la a tendió a solas, e hizo que el esposo esperara afuera. Intervención: Al entrevistar a la esposa, la dejó relatarle toda su frustrante historia: se encontraba atractiva, y sin embargo, hallándose totalmente desnuda, él había sido incapaz de hacerle el amor. Erickson le definió la noche de bodas como un evento muy importante en la vida de una muchacha, puesto que se transforma en mujer26; y es una situación apabullante, arrolladora. Le preguntó si había reflexionado sobre el elogio (r e e n c u a d r e , c a m b i a e l m a r c o d e "inc om pe tenc ia" a "elogio") que le había hecho su esposo. La pregunta de Erickson la dejó
perpleja, y Erickson remarcó: "Evidentemente, pensó q ue su cuerpo era tan hermoso q ue se sintió apabullado, c ompletamente tan ap abullado por él. Y usted interpretó mal su ac titud creyéndolo incompetente. Claro que lo e ra , puesto que comprendía cuán poco capaz había sido de a prec iar de veras la belleza de su cuerpo. Vaya al consultorio de l lad o y medite sobre esto." Hizo entrar al esposo, lo dejó relatar su triste historia, y le dijo lo mismo que a la esposa; le señaló el enorme elogio que le había dado a su mujer, y agregó que aunque era culpable de muchas aventuras anteriores, su incapacidad actual le demostraba que había hallado realmente a la muchacha única, irresistible. [Aunque el reencuadre es en esencia el mismo, lo individualizó para cada c ónyuge.] Después de e sa sesión pudieron hac er el amor sin problemas. (Resumido de Haley, 1980, p. 142-143)
Caso3: Resumen:Una mujer de 20 años fue llevada por su hermana a ver a Erickson para psicoterapia, debido a que no ha bía d esarrollado sus pechos. Había reprobad o a lgunos de sus cursos
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Recuérdese que los casos descritos por Haley transcurren, en general, a ntes de los año s 1960. 56
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universitarios, tenía miedo de buscar trabajo, tenía dificultades emocionales y estaba comprometida con un hombre alcohólico de 47 años, beneficiario de la ayuda social [del estado]. Había sido criada en un ambiente religioso muy severo, con las concomitantes teorías severas respec to al cuerpo físico. Intervención: Erickson la colocó en trance y le sugirió que leyera la Canción de Salomón en la Biblia (Tarea c onduc tual ), y que se diera c uenta, que a la vez que g lorifica a la iglesia, también glorifica al c uerpo femenino. (R e e n c u a d r e) Le dijo que desarrollara una actitud similar hacia su cuerpo y una expectativa paciente hacia sus pechos (Suge stión direc ta ). Además la instruyó para que desarrollara un intenso sentimiento de bondad y promesa respecto a sus pechos ( Tarea cognitiva ). Dos años despúes de esa única sesión de hipnosis, ella había terminado con el
alcohólico y estaba comprometida con un hombre de su misma edad, había regresado a la universidad y aprobado los cursos que antes había reprobado, estaba leyendo la Canción de Salomón toda s las semanas, y se ha bían desarrollado sus pechos. (O'Hanlon y Hexum, 1990, p. 47-48)
C omo pue de observarse en esos tres ejemplos, en tod os los ca sos Erickson utilizó los marcos de referencia de sus pacientes. Cade y O'Hanlon (1995) indican que es importante que el nuevo marco sea congruente con las experiencias del cliente, aunque introduzca una perspectiva distinta sobre las mismas. Si la congruencia no es suficiente, es probable que la intervención sea negada o recha zad a por el consultante. Watzlawick, Weakland y Fisch (1976, p. 128) indican que para que un reencuadre tenga éxito, "deberá extraer el problema de su definición de 'síntomas', transfiriéndola a otra que no implique la imposibilidad de modificación. Desde luego, no ha de tratarse de otra definición cualquiera, sino que una que vaya d e acuerdo co n el modo de pensar y de c onsiderar la realidad p or parte del sujeto."
C ade y O'Hanlon (1995) reflexiona n que un reencuad re sensible roza sentimientos y pensamientos hasta entonces ocultos, y que pueden ser precisamente esos procesos los que fortalecen el nuevo marco. Para Cade y O'Hanlon (1995, p. 130), "el reencuadre es la operación más necesaria y bá sica en el proceso de cambio. Todo lo de más es subordinad o, ayuda u obstac uliza ese p roc eso, o puede verse como accesorios que reflejan creencias y prejuicios del terapeuta acerca de la terapia y la naturaleza del cambio (no necesariamente inútiles en su terapia, pero a veces sin valor pa ra la c laridad teórica)." En este punto es necesario introducir otra disgresión antes de finalizar esta sección. En Programa ción Neurolingüística se ha desarrollad o la téc nic a del "Reencua dre en 6 Pasos", la cual, da da su naturaleza, no es propiamente un ca mbio en el marco c ognitivo o emoc ional en el cual se encuad ra el problema. La téc nica de l Reencuadre en 6 Pasos es como sigue (Dilts, 1998):
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1.
Identificar el comportamiento problemático.
"Cuál es el co mportamiento o síntoma q ue quiere cambiar?"
2.
Establezca comunicación con la parte de usted mismo que es responsable del comportamiento.
"Vaya adentro de usted mismo y pídale a la parte de usted que crea este comportamiento, 'Por favor dame una señal que deseas comunicarte conmigo.' Preste atención a cualquier palabra interna, imágenes o sentimientos que podrían ser una señal de esa pa rte de usted."
2.1 Si no ob tiene una señal c lara, p ida a la pa rte que exagere la señal. También puede usar el síntoma, pidiendo "Por favor,intensifica el síntoma si tu respuesta es 'sí' ".
2.2 Si la parte no desea comunicarse, pídale, "¿Cuál es la intención positiva que no quieres comunicarme?" [Si continúa teniendo dificultades para establecer comunicación con la parte, puede intentar un proceso de ca mbio d iferente.]
3.
Separe la intención positiva de esa parte, del comportamiento problema
"Vaya hacia adentro y agradezca a la parte por haberse comunicado con usted, y pregúntele, '¿Qué está intentando hacer en forma positiva por mi o comunicarme con este comportamiento?'" 3.1 Si la intención de la parte parece negativa, continúe preguntándole, "¿Y eso será positivo para mi? ¿C uál es tu propósito p ositivo?"
4.
Encuentre tres opc iones distintas que satisfagan la intención positiva de esa parte, pero que no tengan las mismas consecuencias negativas del síntoma o el comportamiento problema.
"Vaya a la 'parte creativa' de usted mismo y pídale que le envíe al menos otras tres formas de satisfacer la intención po sitiva del c omportamiento p roblema."
5.
Consiga que la parte que crea el síntoma o comportamiento problema esté de ac uerdo con llevar a cabo las nuevas opciones.
"Vaya hacia adentro y pida a la parte responsable del comportamiento problema, "Dame una señal si aceptas las opciones alternativas."
5.1 Si ninguna op ción es ac eptable, o no ha y una señal, vaya a l paso 4 y modifique o a ñada opc iones.
6.
Comprobac ión ecológica. Encuentre si otras partes se oponen a las nuevas opciones.
"Vaya hacia adentro y pregunte, '¿Otras partes se oponen a esas nuevas opciones?'"
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6.1 Si la respuesta es afirmativa, identifique a la parte y regrese al paso 2, repitiendo el cic lo con esa parte.
La característica más destacada de esta técnica –en cuanto al concepto de "reencuadre" como se ha definido aquí– es que se presupone que todo síntoma o problema tiene una intenc ión p ositiva (Dilts, 1995), visión que sin duda el cliente no ha tenido hasta ese momento. Por lo tanto, si el terapeuta es lo suficientemente hábil para introducir esa idea, y el pa ciente la a cepta, se está produciendo un reenc uadre en el sentido que se está enmarcando (connotando) de un modo distinto lo que antes se veía como problemático. A partir de ese momento, se crea una dirección de aceptación (yes set ) para la secuencia que sigue a continuac ión, la c ual usa fenómenos ideod inámico s (ide omotores o ideosensorios)27. Dilts (1995) indica que de acuerdo al principio de la intención positiva, cuando el terapeuta se enfrenta con la resistencia (o problema) a cambiar, es importante y útil: 1.
Presuponer que todo comportamiento (incluidas la resistencia y las creencias limitantes) tienen una intenc ión positiva.
2.
Separar los aspec tos nega tivos del co mportamiento de la intención positiva detrás de ellos.
3.
Identificar y responder a la intención positiva de la resistencia/problema de la persona.
4.
Ofrecer otras opciones de comportamiento para alcanzar la misma intención positiva.
C o n n o t a c i ón p o si ti v a y Re - e t iq u e t a m i e n t o
C ad e y O 'Hanlon (1995), indica n que e l reenc uad re, c asi de modo inevitable, asigna una connotación positiva a conductas normalmente vistas como más negativas en el seno de creencias del consultante (individuo o familia). Según Grunabaum y Chasin (1978) aunque que con el reencuadre es probable que ocurra un re-etiquetamiento del problema, el proceso debiera denominarse reencuadre, porque el camb io de marco es el evento primario y el cambio de etiqueta es una c onsec uencia sec undaria. La estrategia de la connotación positiva tiene como objetivo "la modificación del sistema de valores de la familia y, por consiguiente, su modelo del mundo. Cuando el significado y la evaluación de una conducta cambian, los miembros de la familia deben reaccionar nec esariamente de un modo d iferente c on respecto a estra c onducta; [de mod o que ] los c iclos de interacción autoperpetuadores pueden así dejar de existir." (Simon, Stierlin y Wynne, 1988, p. 85) El concepto de connotación positiva se basa en la idea que todo síntoma/problema cumple una función estabilizad ora e n el sistema-cliente; al reconoc erla y atribuirle una c onnotac ión positiva, se da el primer pa so ha cia su disoluc ión. (Simon, Stierlin y Wynne, 1988).
27
Para una descripción del uso del reenc ad ue en 6 pa sos con hipnosis, véase el texto de J . Grinder y R. Bandler (1994) Tran c e-Fórma te . Curso p rác tico d e h ipno sis c on Prog ram a c ión Neurolingüí stica , Ed. G aia, p . 183-236. 59
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Según Stanton y Todd (citados en Simon, Stierlin y Wynne, 1988), esta estrategia tiene como objetivo evitar toda apariencia de crítica o confrontación con el sistema consultante y, así, impedir la resistencia. De este modo, los terapeutas transmiten a la familia que lo que hacen todos sus miembros tiene una buena razón y es compensible, incluso los comportamientos más destructivos. Esta técnica fue desarrollada en el trabajo con familias de adictos, en las cuales la actitud de fensiva de la fa milia era muy pronunciada. Para G runab aum y C hasin (1978), el c onc epto "re-etiquetamiento" de biera ser reservad o para esas situaciones en las cuales hay un cambio de etiqueta, sin un cambio en el marco de referencia. Dan como ejemplo el cambio de la etiqueta "psicótico" a "neurótico" (la cual es mucho más positiva que la primera), pero en donde ambas etiquetas continúan estando dentro del mismo marco: salud mental. Entregan otro ejemplo en el cual se continúa estando dentro del mismo marco sistémico familiar: cuando se cambia la etiqueta "padres que no pueden persuadir a su hijo a c omer" a "un niño que está perdiendo peso p or tod a la familia." Esos mismos autores indican que al trabajar con familias es necesario determinar cuáles marco s de referenc ia usa la familia y qué etiquetas han sido aplicada s a los compo rtamientos, pensamientos dentro d e esos marco s. Es nec esario determinar el impa cto sobre los miembros de la familia de los marcos y etiquetas usadas. Dan como ejemplo que en muchas familias es preferible etiquetarlos de psicótico s, que enmarca r esos comportamientos desde un marco moral. Un ejemplo d e la a plica ción de esta estrateg ia es el siguiente: Una viuda que ha bía c riado a dos hijas, amba s ya c asadas, tenía problemas con un hijo que se mezclaba con "mala gente" e inhalaba solventes. Parecía que la madre estaba preocupada en exceso por el chico y le daba pocas oportunidades de madurar e independizarse. Al final de la primera sesión, se formuló la opinión siguiente, en presencia de ambos, pero dirigida primordialmente a la madre:
"Usted ha sido, obviamente, una buena madre para sus hijas, pero, sin el respaldo de un esposo, le ha resultado difícil comprender a su hijo. Esto debe haberla preocupado mucho. J ames tiene ahora 15 años. Hay un momento de la adolescencia en que, d e pronto, todo jovencito aba ndona muchos de sus rasgos infantiles y empieza a ac tuar más como un adulto. En algunos, este proceso se produce más tarde que en otros. Pero por lo común ocurre más o menos a esa eda d. Estoy seguro q ue usted le importa a J ames, y que a J ames le preoc upa lo que oc urrirá c uando él finalmente se vaya d e la c asa, pero no sabe c ómo hacer que usted se sienta menos aislada. A él esto le resultará fác il cuando empiec e a dejar atrás la infanc ia y avance hac ia la v irilidad. Los chicos que inhalan solventes suelen estar nerviosos por el paso a la virilidad y temen iniciar ac tividades más serias y maduras, como estudiar o c ortejar chicas. Estoy co nvencido que usted no es el tipo d e madre que quiere que su hijo siga siendo un bebé prendido a su falda. Usted no tiene idea de cuántas madres sin pareja tratan de convertir a sus hijos en esposos sustitutos. Sugiero que durante las dos semanas que vienen observe atentamente a J ames pa ra ver cuánto queda aun de niñez, pero también esté preparada para reconocer los primeros signos, 60
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por leves que sean, de la madurez que se avecina. Me p arece importante insistir en que J ames no haga trampa , tratando de ac tuar como un hombre antes de estar maduro para ello, aunque, como he dicho, con la mayoría de los chicos esto comienza a suceder más o menos a su edad. Cuando se convierta en hombre, es importante que sea un hombre v e r d a d e r o , y no el tipo de chicos que se hac en los rudos o se vuelven delincuentes para enc ubrir su miedo." Mientras el terapeuta hablaba, el niño tenía una expresión de concentración profunda, en agudo contraste con su anterior tendencia a la mueca burlona y a no prestar atención. En adelante, su conducta comenzó a mejorar. La madre lo veía de otro modo, y se volvió menos exigente y opresiva. Dos sesiones más tarde vino sola, sin dar ninguna explicación. Aprovechó para hablar de sus propios problemas de soleda d e inseguridad. (Cade yO'Hanlon, 1995, p. 133-135)
13.6 Uso de tareas en terapia ericksoniana Para Milton H. Erickson, La inducción y mantención del trance sirve para proveer un estado psicológico especial que permite al paciente reasociar y reorganizar sus complejidades psicológicas interiores de una manera c oncordante co n su propia vida experienc ial. Sirve para pe rmitirle un espac io para aprender más respecto a si mismo y a expresarse en forma más ade cuada. [...] La psicoterapia hipnótica es un proceso de aprendizaje para el paciente, un proceso de reed uca ción. Los resultad os positivos en la p sicoterapia hip nótica se derivan solamente de las actividades del paciente. El terapeuta sólo estimula al paciente a ser a c t i v o , con frecuencia sin saber cuál será esa actividad, y luego guía al paciente, ejerciendo su juicio clínico para determinar cuánto trab ajo hay q ue hacer para lograr los resultados deseados. El cómo guiar y juzgar es problema del terapeuta, mientras que la t a r e a d e l p a c i e n t e e s a p r e n d e r p o r su p ro p io esfuerzo cómo entender su vida experiencial en una nueva forma. Tal reeducación, desde luego,
se realiza necesariamente en c onexión co n las experiencias vivenciales del pac iente, sus comprensiones, memorias, actitudes e ideas, y no sobre la base de las ideas y opiniones del terapeuta. (Erickson y Rossi, 1979, p. 8-10) (Subrayado mío)
C omo puede aprec iarse en la cita, Erickson estimulab a al pa ciente a la acción (incluso cuando éste estaba en trance hipnótico, para lo cual usaba lenguaje indirecto28 e historias terapéuticas29). Otra forma de llevar a la acción usada por Erickson, y para alcanzar diversos
Para Erickson y Rossi (1979) Las sugestiones indirec tas no determinan lo que e l paciente hará, sino que exploran y fac ilitan q ue el sistema d e respuesta de éste pueda realizar en un nivel autónomo sin hac er realmente un esfuerzo c onsciente para dirigirse a si mismo. Las formas indirectas de sugestión son a mbientes semánticos que facilitan la experiencia de nuevas posibilidades de respuesta. Evocan automáticamente búsquedas y procesos internos independientes de la voluntad consciente. 29 Las historias terapéuticas, como las metáforas y anécdotas, las analogías y los chistes ejercen su acción a través de la activación de pautas asociativas inconscientes y tendencias de respuesta, que se presentan luego a la consciencia como un dato nuevo. (Erickson, Rossi y Rossi, 1976). 28
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objetivos terapéuticos, era la asignación de distintos tipos de tareas para que sus pacientes realizaran entre sesiones. Este peculiar modo de trabajo se apartó totalmente de las prácticas psicoterapéuticas imperantes en su época, y décadas antes que se popularizara la práctica de dar tareas a los pacientes, había desarrollado diversas estrategias terapéuticas, que podían involucrar al comportamiento del paciente individual, la familia o incluir recursos de la comunidad. (BrownStandridge, 1989) Esta forma d e e fec tuar la terap ia fue d ifundida po r Haley, quien introd ujo esas técnica s a la terapia familiar sistémica (Brown-Standridge, 1989); y sirvieron de sustrato a la terapia estratégica de l M en ta l Resea rc h Institute (MRI) de Palo A lto (Zeig y G ea ry, 1990/ 1994; Wittezeale y G arcía, 1994). A continuac ión, se p resentarán tres sistematizac iones de los tipo s de tarea s terapéutica s; las dos primeras han sido formuladas por terapeutas ericksonianos30 (C arol Lankton y J effrey Zeig, respectivamente), y la tercera corresponde a la terapeuta familiar estratégica Brown-Standridge.
13.6.1 Sistematización de Carol Lankton
A. Tareas paradójicas Las tareas paradójicas se basan en la convicción del terapeuta que no existe la "resistencia" del pa ciente, sino que es simplemente coop eración desencaminada e incongruencia respecto al ca mbio (Lankton, 1988). De este mod o, todo compo rtamiento que p resenta e l paciente puded e ser utilizad o en alguna forma p or el terape uta en la terapia . C ad e y O'Hanlon (1995) de finen a las intervenc iones parad ójica s como aquellas en las cuales el terap euta, c on á nimo de ayuda r, promueve la c ontinuac ión o incluso el empeoramiento de los problemas, en lugar de revisarlos. Se inserta el mandato claro de mantener o empeorar un problema, o hacer más lenta una mejoría, en una comunicación clara enmarcadora que define el contexto como uno d estinad o a ayuda r a resolver el problema. Según Lankton (1988), la meta principal de la paradoja es liberar al paciente para que resuelva el problema, facilitando un cambio de referencia del mismo. Es típico que los pacientes conciban a sus problemas solamente en forma negativa. Si el terapeuta etiqueta como "positivo" el problema –ya sea como una habilidad o valioso en si mismo–, podrá redirigir los esfuerzos erróneos de
aquel.
Lankton
afirma
que
aquí
subyace
la
creencia
terapéutica
que
cualquier
comportamiento significa un aprendizaje adaptativo, que el cliente aun continúa utilizando. Es decir, ese comportamiento es la mejor opción disponible al paciente para responder a las nec esidad es y responsab ilidad es que demand a el sistema a c tual. Rohrbaugh y otros (citado en Cade y O'Hanlon, 1995, p. 162) clasifican las prescripciones pa rad ójica s en dos tipo s:
30 También
se incluyen los aportes de los terapeutas del MRI cuando corresponde. 62
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a) Ba sa d a s e n la o b e d ie n c ia : en las que se pide una continuación o incremento de las conductas sintomáticas, con una expectativa razonable que el paciente intentará cooperar con el paciente. La eficacia de estas prescripciones se atribuye a que el pa ciente intenta ob ede cer y le resulta imposible ha cerlo, o experimenta la obediencia c omo una o rda lía benévola. b) Ba sa d a s e n e l de sa fí o : en las que se espera que el paciente desafíe, abierta o encubiertamente, el requerimiento del terapeuta. Estas prescripciones pueden ser eficaces porque el cliente se resiste o se rebela contra la prescripción, y, por lo tanto, red uce o renuncia a las conductas sintomática s.
Esos mismos autores propusieron la prescripción basada en la obediencia para aquellos pacientes más cooperadores y que veían sus síntomas fuera de control; y la prescripcipon basada en el desafío para aquellos clientes con alta oposición y que veían a sus síntomas como po tencialmente co ntrolab les. Las prescripciones paradójicas más usadas son las siguientes: prescripción del síntoma / prob lema, hac er más lenta una mejoría ("vaya lento") y prescribir una recaída.
Prescripc ión d e síntom a s
Puede prescribirse la continuación del síntoma, pero en una forma que interrumpa o altere la experiencia típica del consultante respecto al problema. Los cambios que pueden introducirse son de l siguiente tipo (Lankton, 1988):
(1) En la pauta del problema: frecuencia, proporción, intensidad, duración, localización en el cuerpo, loc alizac ión en el ambiente, momento de o c urrenc ia; (2) Cambio en el contexto o ambiente del síntoma, de forma que ocurra con un propósito beneficioso; (3) C ambiando la sec uencia de eventos en el síntoma con c ompo nentes irrelevantes, confusión en la secuencia; ejecutando parte de la secuencia y dejando ir al síntoma, añadiendo una alternativa peor a la secuencia del síntoma, o cambiando cualquier otra c ualida d d el síntoma.
Cuando se entregan directivas paradójicas que promueven desorganización a través de confusión de roles, interpretación cognitiva, organización familiar, secuencia del síntoma, etc., el terap euta deberá da r razones ac eptables al pa ciente pa ra que éste pueda percibir la presc ripción como provechosa y responder en una forma positiva. Esto es muy importante, pues necesitamos asegurarnos que el paciente ejecutará (o se rebelará frente a) la tarea, no por una simple ob ed iencia a l terap ua. Uno d e los rasgos más sob resalientes de Erickson era cómo se las ingenieba pa ra q ue los pa cientes rea lizaran las tareas absurda s que les proponía.
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Los consultantes necesitan tener una buena razón para realizar la tarea, la cual no tiene que ser necesariamente cooperar con el terapeuta. Algunas de las razones que se dan al paciente para que realice la tarea son del siguiente tipo: desarrollar consciencia respecto al problema, ayudar a otra persona, u obtener control de una situación considerada previamente como involuntaria o más allá d el c ontrol persona l (Lankton, 1988). En la siguiente intervenc ión pue de n ob servarse los principios antes menc ionad os: Una esposa recientemente casada presentaba eczema, el cual irrumpía en épocas de tensión emoc ional. Había desarrollado el síntoma c uando era una niña, a parentemente en respuesta a la organización familiar, la cual no poseía modelos adecuados para reforzar, aceptar y expresar numerosas emoc iones. Cuando tenía quince a ños, exploró las posibilida des de expresar rabia hacia su padre, falleciendo éste de un ataque cardíaco poco tiempo después. Se casó, pero continuó muy temerosa de mostrar sus sentimientosy de la intimidad emocional, especialmente respecto a la rabia. Sus problemas de comunicación le causaban tensión y su eczema empeoraba. El síntoma había representado su mejor, aunque indadecuada elección para tratar con sus emociones desde la infancia, y ahora estaba complicada con las demandas de su nueva fase de d esarrollo. Buscó hipnosis pa ra d ejar de rasca rse. Ya que el síntoma ocurría invariablemente en períodos de tensión emocional, la terapeuta enmarcó el síntoma como propio de una mujer cuidadosa y sensible, lo cual indicaba cuánto potencial para la profundidad emoc ional tenía ella por su esposo. Se le dijo que no importara cuán incómodo se hiciera el eczema, sería una vergüenza dejar de rascarse hasta que tuviera cabalmente el deseo de "rascar más que la superficie" de esta situación, y hacerlo en una forma en que sus emociones pudieran madurar apropiadamente en esta época importante. "Después de todo –dijo Lakton– no hay razón por la cual una mujer de su edad, con los sentimientos a los cuales tiene derecho por la virtud de estar viva, debiera continuar creciendo cronológicamente y permitir aun a sus emociones permanecer inmaduras. Por lo tanto, continúe rascando la superficie mientras mira más profundamente lo que realmente comprende, y qué es lo que quiere y necesita expresar a su esposo. Y con cada picazón y urgencia por rascarse, puede haber otra idea, pero no querría comenzar a expresarla tan pronto a él. Y, había otras personas además. De modo que con cada urgencia por rascarse, tome un papel y escriba al menos dos sentimientos que no se atrevería a mostrar a nadie que sea importante para usted. Porque como una mujer que desea enseñar algún día a sus hijos cómo comprender y aceptar sus sentimientos, usted deberá proceder con cautela y rascarse muy cuidadosamente mientras estimula sus pensamientos, sentimientos e ideas." (Lankton, 1988, p. 263-264)
Según Lankton (1988), esta prescripc ión estimuló el síntoma por sus intenc iones positivas, y aña dió un compo rtamiento a soc iado (identificar y escribir los sentimientos), lo cual oc urriría cad a vez que la cliente produjera el síntoma. De cualquier modo, la continuación del síntoma legitimó la terapia posterior para explorar y desarrollar recursos, de modo que el síntoma no fuera ya más nec esario y ella pudiera manejar sus relac iones emocionales en su matrimonio.
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En el siguiente caso, Erickson utilizó la prescripción de síntoma para tratar el hábito de "chuparse el pulgar" a una muchacha de 16 años (obsérvese la utilización que hace Erickson para prescribir la tarea): Descripción: Los padres de una muchacha de 16 años solicitaron ayuda a Erickson (como último recurso) para que le quitara el hábito de "chuparse el pulgar". Se chupaba el pulgar en todas partes, lo cual exasperaba a los padres, maestros y compañeros. Hab í a n trata do d e q uitarle e l háb ito reza nd o p or ella en la iglesia, y la ha b í a n o b liga d o a llev a r un distintivo proc lam a ndo su "vic io." (Subrayad o mío.)
Al conversar con los padres, averigüó que el psicólogo del colegio había definido el comportamiento como un a c t o a g r e siv o . Los padres le pidieron que tratara a su hija bajo un enfoque religioso. Eric kson se negó y les hizo p rometer que una vez que la chica se hiciera su paciente, ellos no deberían interferir de ningún modo con la terapia. [ Alterac ión de la p auta del comportamiento de los padres.] (Subrayado mío.) Intervención: La muchacha llegó a la consulta acompañada de sus padres y chupándose ruidosamente el pulgar. Erickson hizo salir a los padres, y la chica se sacó el dedo de la boca para decirle que no le gustaban los "doctores de chiflados." Erickson le respondió del siguiente modo: "Y a mi no me gusta el modo en que tus padres me ordenaron curar tu manía de chuparte el pulgar. ¡Ordenarme a mí! Es tu pulgar y tu boca, ¿por qué diablos no has de chuparlo si se te antoja? ¡Ordenarme que te cure! Lo único que me interesa saber por qué cuando quieres ser agresiva con tu chupada no lo eres de veras, en vez de perder el tiempo como un bebé que no sabe chuparse el dedo en forma agresiva. ¿Sabes qué querría hacer? Pues, explicarte cómo chuparte el pulgar con agresividad suficiente para hartar a tus viejos, ¡q ué diablos! Si te interesa, te lo diré. Si no te interesa, me reiré en tu cara." (Aceptaci ón d e l a p re disposición neg ativa de ella hacia el terape uta; aceptaci ón del co mp ortamie nto de chup arse el ded o c om o un de rec ho legí timo d e ella [M a n e j o d e r e si st e n c i a] ; shoc k y disp osic ión a prestar a tenc ión a l tera pe uta , al usar la exp resión "diab los" en una jove n c ria d a e n un a mb ien te religioso rí gid o.)
Erickson comenta que al poner en duda la inconveniencia de su agresividad (término que le había enseñado el asesor psicológico del colegio) atraía más su atención. Su ofrecimiento de enseñarle cómo fastidiar a los padres, mencionados en forma tan irreverente, redondeaba la fijación de la atención de ella. Erickson le prescribió lo siguiente: "Todas las noches, después de cenar, con la regularidad de reloj, tu padre va al living a leer el diario desde la primera a la última página; todas las noches, cuando haga eso, siéntate a su lado y chúpate el pulgar con fruición, ruidosamente, y fastídialo d urante los veinte minutos más la rgos que ha ya s ten ido jam ás . (Subrayad o mío.)
Después ve al cuarto de costura, donde tu madre pasa una hora cosiendo antes de lavar los platos, siéntate a su lado y chúpate el pulgar con frución, ruidosamente, y fastídiala durante los veinte minutos más largos que hayas conoc ido jamás. Hazlo todas las noches, y hazlo bien. Cuando vayas camino al colegio, piensa c uidadodamente cuál es el tipo que más te desagrada: cada vez que te cruces con él métete el dedo en la boca y observa c ómo vuelve la c ara; mantente lista para volver a chuparte el dedo en cuanto te mire de nuevo.
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Piensa en todos tus profesores, elige aquel a quien detestes realmente y chúpate el pulgar cada vez que te mire. Espero que pueda s ser verdaderamente a gresiva." Hizo salir a la joven, llamó a los padres y les recordó su promesa de no intervenir en la terap ia. En el regreso a casa, la joven no se chupó el dedo (con el contento consiguiente de los padres); pero en la noche (para el horror de los padres) cumplió al pie de la letra la tarea asignada por Erickson, mientras ellos respetaba n la palabra dad a a Erickson. La joven cumplió la consigna durante unas pocas noches más, luego comenzó a acortar el período d e tiempo a signado, hasta que empezó a saltarse noc hes, hasta que finalmente dejó de hacerlo. En menos de un mes había abandonado el hábito tanto en la casa como en el colegio; se había interesado paulatinamente por otras actividades de su grupo social y su ajuste mejoró notoriamente. (Resumido de Haley, 1980, p. 177-178)
Para Lakton (1988), las prescripciones paradójicas no necesariamente son curativas por si mismas; sino que interrumpen el curso usual de los problemas, re-enfocan la atención, creando de este modo un contexto para recuperar y asociar recursos necesarios.
No a p resurarse (o "vay a lento")
Fisch, Weakland y Segal (1984) indican que esta es una intervención de tipo general, ap ropiada a aq uellos consultantes cuya solución ensayad a –pa ra resolver el problema que los aqueja– consiste fundamentalmente en esforzarse mucho, o aquellos que presionan al terapeuta para que les dé con urgencia una acción curativa, mientras ellos permanecen en una posición pasiva. Esta e strateg ia c onsiste simplemente que no hagan nad a con respecto a l problema. Fisch y sus colaboradores indican que la mayor parte de esta intervención consiste en ofrecer razonamientos creibles que justifiquen el no ir de prisa, puesto que es mejor adaptarse de a poco a los cambios. Sugieren comentarios como los siguientes: "A usted le iría mejor una mejoría del 75% en luga r del 100%", o "Los ca mbios que se rea lizan lentamente y p aso a pa so son más sólidos que los que oc urren de un mod o más rep entino." (p. 180) En el siguiente caso de un paciente que estaba en proceso de vender su casa, y se quejaba de sentirse deprimido, de haber perdido su trabajo y tener problemas con su novia; el terapeuta intervino del siguiente modo a l final de la primera entrevista: "Paciente: Hay ocasiones en que me siento mucho peor. Terap euta : Esto no nos sorprende. Parece lo más lógico. Pacient e : Esto está durando demasiado tiempo. Tengo que preocuparme por solucionarlo.
(Lla m a d a d e sd e la sa l a d e o b se r v a c i ón .) Terap euta : Mis colegas creen de veras que usted está infravalorando la situación, sobre todo en
lo que respecta a reducir el tiempo, es decir, el tiempo necesario para recuperarse. Y aunque resulte muy de sagrada ble, las cosas tienen que seguir un cierto c alend ario y un ritmo. Es igual
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que si lo hubiese atropellado un coche, necesita un tiempo para recuperarse, para sanar. Además, algunos de los golpes que ha recibido eran casi como para dejarlo fuera de combate, y ahora sus fuerzas se hallan disminuidas. Lo que implica cosas como "No puedo organizarme yo solo, etc." Por lo tanto, necesita tomárselo con calma, de veras, no darse prisa, y no tratar de solucionarlo todo de inmediato. Tranquilícese, no haga demasiado esta semana. Realice sólo cambios mínimos durante estos siete días. Necesita tiempo para recuperarse. (Fisch, Weakland y Segal, 1984, p. 180-181)
Los pe ligro s d e u na m ejo rí a
Esta es otra interveción de tipo general, y que Fisch y sus colaboradores (1984) reconocen como una variante de la intervención anterior; y que está indicada para aumentar la motivación del paciente a cooperar, o para presionar a los pacientes que no han cumplido tareas que se les han a signado a ntes. C uando se b usca motivar al pa ciente, proponen preguntarle si es halla en c ondiciones de reconocer los peligros inherentes a la solución del problema. Afirman que en la mayoría de los c asos el cliente respo nde rá que no p uede hab er ningún pe ligro, sino q ue p or el co ntrario, se sentirán mucho mejor. El terapeuta entonces puede exponer algún posible inconveniente de la mejoría para e l cliente, o alguien próximo a él. Una vez que el terapeuta ha conseguido que el paciente acepte su postura, el terapeuta pue de usar esto p ara d iversos objetivos. También sugieren esta tác tica pa ra presionar al pa c iente pa ra que efec túe las tareas asignada s. Por ejemplo, "No tiene po r qué disculpa rse p or no hab er hecho lo que se le e nca rgó la semana p asada . Mire, es posible q ue su inconsc iente nos esté transmitiendo algo. Permítame que le pregunte, ¿ Ve usted a lgún peligro en una eventual mejoría? " Aq uí el terapeuta está indicá ndole a l pa c iente que si descuida sus de beres, él no lo pod rá a yudarlo. Haley (1980) indica que cuando un paciente es muy cooperador y mejora muy rápidamente, es probable que tenga una recaída y se desilusione de la terapia. En estos casos, Erickson aceptaba la mejoría, pero sugería una recaída. La única manera en que el paciente puede resistir esta prescripc ión es no tener una racída y seguir mejorando. Erickson podía decir, "Quiero que vuelva atrás y se sienta tan mal como la primera vez que vino c on su problema, porque quiero que vea si hay algo de épo ca que usted q uisiera recuperar o resc atar." (Haley, 1980, p. 22) En el siguiente caso, se utilizó prescripción de síntoma y los peligros de la mejoría para tratar los desmayos rec urrentes de una ad olescente: A solicitud de la profesora jefe de una alumna de 15 años, que cursaba Primer Año de Enseñanza Media, atendí a esta adolescente que presentaba múltiples problemas: desmayos frec uentes en el colegio y bajo rendimiento escolar, entre otros. La c onsultante era la hija menor de un matrimonio c on d os hijos. El mayor asistía a una universidad distante de la ciudad. La madre trabajaba y el padre, jubilado a temprana edad, 67
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prestaba servicios a diversas empresas, pero pasaba bastante tiempo en casa y se hacía cargo de muchas labores hogareñas. La actitud de la consultante era pueril, representando menor edad que la cronológica; resaltaba en ella una malformación dental y en un ojo, el cual había recibido numerosas intervenciones quirúrgicas. Los antecedentes del parto indicaban hipoxia perinatal, y una historia de desarrollo con retraso. Desde la educación básica había presentado dificultades de aprendizaje y repitencias. Aunque sus padres creían que si su hija se esforzara más en las actividades escolares, podría obtener un mejor rendimiento escolar. La evaluación psicométrica efectuada con posterioridad a las dos primeras sesiones, mostró dificultades de comprensión lectora, y de razonamiento y operatoria aritmética. Su rendimiento e n el test de Weschler la ubicó en el rango "limítrofe." Desde hacía tres meses presentaba desmayos casi a diario en el colegio –no en su casa. Fue llevada al neurólogo, el cual indicó tranquilizantes y un regulador psicosomático; sin embargo los desmayos persistían. Al inquirir detalles de esos desmayos, descubrí que ocurrían en p resenc ia de terceros. Se sentía desfallecer y comenzaba a caer al suelo, y era auxiliada por sus compañeros. No perdía la consciencia, sino que podía ver y escuchar lo que ocurría a su alrededor. Cuando esto ocurría, era llevada a la enfermería, la cual estaba a cargo de su profesora jefe, con la cual se llevaba muy bien. El médico había solicitado un electroencefalograma a la consultante, el cual el padre llevó a esa primera c onsulta c onmigo. C on a ctitud estudiada revisé las hojas del electro y expresé mi preocupación por el hecho que estos desmayos no fueran completos, es decir, que ella pudiera ver y escuchar y no cayera al suelo. La adolescente me escuchaba atentamente. Afirmé que estaría tranquilo respecto a los desmayos si realmente fueran completos, y comencé a decribir luga res
en
los cuales
podría
desmayarse,
pues
realmente
nec esitaba
desmayarse
completamente para su tranquilidad y la de sus padres. Mencioné lugares como la acera frente al c olegio, el ba ño de su casa, la escalera pa ra subir a la sala de clases, al atravesar la c alle, etc. Repetí en numerosas ocasiones mi preocupación por esos desmayos incompletos y la conveniencia de tener uno co mpleto, menc ionando otros posibles lugares. En ese punto finalicé la sesión, citándola para la semana siguiente. En la sesión siguiente, el padre y la hija se mostraban muy contentos, pues ella no se había desmayado en toda la semana. Les respondí que el caso me parecia más difícil y ahora la situación era más complicada y quizá p eligrosa; pues no era normal que una persona que llevaba desmayándose tres meses dejara de desmayarse de un día para otro. Indiqué que sería realmente conveniente, para asegurarnos del buen funcionamiento d el sistema nervioso, que tuviera más desmayos completos, y volví a enumerar los lugares convenientes. Le a seguré a la pac iente que estaría tranquilo si se desmayaba día por medio o dos veces por semana. Después de conversar respecto a la evaluación que haría de las habilidades académicas de la consultante, la sesión terminó después de reiterar mi preoc upación por la falta d e desmayos. En la tercera sesión, la paciente manifestó que no se había desmayado en toda la semana; a lo cual repliqué con mi preocupación, y mi creencia en la conveniencia de tener al menos un desmayo semanal, pa ra co mprobar si sus nervios estaban bien. Ella afirmó que no quería desmayarse y que c reía que no vo lverían a ocurrirle.
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Las sesiones posteriores y un seguimiento de alrededor de seis meses mostró que el síntoma no se había repetido. Influencié a los pa dres pa ra que ac eptaran que su hija realmente tenía un déficit para la comprensión de las materias y debido a eso obtenía bajas calificaciones. Asimismo, trabajé con ellos para que la sobreprotegieran menos, y le permitieran convivir con adolescentes de su edad. También la ap oyé para que pudiera c elebrar su cumpleaños número 16 dando una fiesta en su casa, en lugar de la once familiar que querían los padres. El padre hizo gestiones para que su hija fuera admitida en una escuela técnica, en donde pudiera aprender un oficio manual. Esa escuela quedaba en una ciudad vecina, a la cual viajaría sola en autobús diariamente.
B.
Tareas de función ambigua Estas tareas consisten en solicitarle al cliente que ejecute un comportamiento muy
espec ífico, a menudo extremad amente inusual y a pa rentemente irrelevante, cuyo p ropó sito no es co munica do al pac iente. Según Lankton (1988), desde la perspectiva del cliente, parece que el propósito lógico permanecerá oculto hasta que la tarea sea efectuada. Con este tipo de tarea, se espera que la respuesta de l client e sea mayor de lo que e l terape uta po dría predec ir. La meta d e la tarea a mbigua va más allá d e una inic iación del c ambio de los esquemas mentales del paciente o desarrollar una habilidad particular. La nueva respuesta del cliente proveerá más informac ión para la e valuac ión del terap euta. Asimismo, la e jecuc ión de un tarea d e este tipo interrumpe los esquemas mentales conscientes típicos y actúa como un catalizador que estimula al inconsciente para reaorganizar las perscepciones y comprensiones que pueden haber sido entrega da s en la terapia por otras intervenc iones más tradic ionales. (Lankton, 1988) Aunque Erickson no ofreció definiciones y pautas para el diseño de este tipo de tareas, indicó la importancia de crear un c o n t e x t o en el cual los pacientes pudieran cambiar espontáneamente. Este contexto puede ser durante la sesión de terapia, o fuera de la consulta en su entorno social más amplio. Lankton (1988) indican que las tareas asignadas deben ser seguras, legalesy éticas. La tarea puede ser diseñada para que ocurra solamente un vez, o en un intervalo específico o en forma continua. El contenido de la actividad puede ser arbitrario o ser elegido porque posee alguna relevancia simbólica para el paciente. C ombs y Freedma n (1990) sugieren que la a signac ión de este tipo de traea s requiere de tres c osas: 1.
Sugerir acciones y contextos que según el terapeuta puedan ser significativos –incluso si uno no sabe cuándo–, que introduzcan introspección y un sentido de misterio, expectación o temor reverencial.
2. Transmitir esa creencia en una forma congruente y confiada . 3.
Emplear el principio de utilización para ayudar a las personas a absorber todo el aprendizaje que puedan extraer de ella.
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Zeig (1987/ 1994) describe el siguiente c aso q ue ilustra la a signación de ta rea s de función ambigua: Una pa reja fue a p edir ayuda a Erickson por sus constantes desaveniencias matrimoniales. Las diferencias entre ambos eran obvias, aunque no reconocidas por ellos. Erickson, en lugar de ac onsejarlos, les asignó la tarea de ir por separado al Jardín Botánico y a escalar el "Squaw Peak"31. Cuando se juntaron nuevamente, las preferencias de ambos fueron muy distintas. Erickson les dijo que no podía hacer nada por ellos y los despidió. Cuando regresaron a su ciudad , decidieron divorciarse. Erickson no les sugirió ese desenlac e, pero las tareas asignada s colocaron de relieve las visiones de mundo marcadamente distintas en ambos, lo cual aprendieron y pudieron c oloca r fin a un matrimonio desdicha do.
C ombs y Freedma n (1990) indican q ue Erickson en sus últimos años enviaba a todo aque l que lo visitaba a escalar el "Squaw Peak". Entregaba esta tarea en una forma ambigua, sugiriéndola como una c eremonia impo rtante. C ombs visitó Phoenix un año después de la muerte de Erickson, y como la trad ición a un estaba viva, ac eptó esc alar el ce rro. Su experienc ia fue la siguiente: Comencé mi primer ascenso al "Squaw Pek" con un grupo de diez personas. Era tarde y se estaba formando una tormenta a la distancia. A medida que lo escalábamos, el Sol comenzó a descender y la tormenta a acercarse. Podíamos ver la luz bifurcándose sobre el desierto. Algunas personas comenzaron a preguntarse si seríamos capaces de bajar de la montaña antes que oscureciera y no perdernos. A mitad del camino, tres de los acompañantes decidieron descender. Los truenos se acercaban. Cuando estábamos a unos 200 metros de la cima, nos alcanzó el borde de la tempestad, y su primer efec to fue transformar el polvo d e las roc as que estábamos pisando en un lodo resbalad izo. O tros tres ac ompa ñantes se d evolvieron. Para los cuatro que continuamos subiendo, el milagro ocurrió de pronto. La tormenta viró y su centro nervioso nos atacó. Nuestras ropas estaban más mojadas que secas. Y justo cuando alcanzamos la cima, el Sol ap areció entre la tormenta. Todo lo que podíamos ver –y podíamos ver mucho desde la cima – estaba frescamente mojado y dramáticamente iluminado. Podíamos ver colores que no había antes de la lluvia: unos café´rojizos profundos en las roc as, el amplio espec tro de los verdes inimaginables en la vegetación del desierto, arcoiris refractados en el agua que caía en las espinas de los cactus. Regresamos al auto con la puesta del Sol, y todo el camino de regreso se veía muy diferente a cuando ascendimos. Al recordar este a scenso a hora, pienso en su lecc ión de la la reco mpensa de la pe rsistencia. Al aceptar esa invitación aun persistente del Dr. Erickson, aprendí mucho, y el Dr. Erickson no
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Cerro distante a alguna s millas del centro de Phoenix, con una forma y color ca prichosos, pero de difícil acceso. 70
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precribió el contenido de mis lecciones. Lo encontré por mi mismo y continúo encontrándolo mientras escribo estas línea s. (C ombs y Freedman, 1990, p. 213-214)
Lankton (1988) reporta otro ejemplo de tarea ambigua cuando le solicitó a una paciente excesivamente dependiente que fuera a la consulta vistiendo ropa y zapatos cómodos, para "estar preparada para el cambio." Cuando llegó a la sesión le entregó dos piedras de alrededor de 6 kilos de peso. Le solicitó que caminara alrededor de media milla por el vecindario cargando las piedras. Le explicó que caminaría con el peso h a st a q u e d ie r a c o n l a re sp u e st a c o r re c t a d e p o r q u éla e st a b a e n v ia n d o a h a c e r e sa t a re a y q u ép e n sa b a l a t e ra p e u t a q u e e l la n e c e sit a b a a p r e n d e r .
Regresó varias veces al consultorio a dar cuenta de sus descubrimientos, pero era enviada a caminar nuevamente. A medida que presentaba ap rendizajes útile s, su curiosidad respecto al significado "real" continuaba creciendo. En un momento, la terapeuta tomó los pesos y le entregó un liviano jarrón de cristal, para que comprendiera finalmente el significado "real." Regresó a la consulta en un estado de confusión consciente, con muchas nuevas ideas, con sentimientos no acostumbrados para ella, y lo que denominó "excitación." Esta tarea marcó un nuevo rumbo en la terap ia, en e l cua l ella rec onoc ió el pod er de sus propias respuestas y habilida de s.
C. Tareas para construir habilidades Estas son tareas que se diseñan para que el paciente, al ejecutarlas, desarrollo algún área de ap rendizaje d eficitaria: habilida d soc ial, hab ilidad emoc ional, comportamiento físico u otro. A Erickson (Lankton, 1988) le gustaba usar variadas formas de tareas de esta clase; asigna ba c osas inusuales, y las entregab a en una forma en la c ual el pac iente no se perca taba d el propósito sutil de la actividad. Daba tareas muy específicas y las diseñaba para ayudar al cliente a aprender pequeñas partes componentes de una pauta conductual o actitudinal más complejo. Incluso, acompañaba, a veces, al paciente en su ejecución, para asegurarse que la tarea fuera hecha de acuerdo a sus especificaciones. Antes de diseñar este tipo de tareas es imprescindible tener metas de tratamiento claramente definidas. Estas metas pueden delinearse respondiendo a preguntas como las siguientes (Lankton, 1988): ¿qué tareas del desarrollo no han sido completadas con éxito?, ¿qué experiencias e interacciones son necesarias para mejorar el ajuste en la etapa actual del desarrollo y/o comenzar la siguiente etap a? Estas tareas deben ser entregadas en forma indirecta, sin que el paciente se percate del ob jetivo de la misma, pues en ca so c ontrario pod ría rec hazarla c omo a lgo amenazante. Lankton (1988) reporta un tratamiento c on una joven de 23 año s que buscab a terap ia para poder tener relaciones interpersonales más estrechas con las personas. Lankton reflexiona que haberla enviado a una fiesta para establecer esos contactos interpersonales hubiera sido percibido como amena zante. Diseñó un procedimiento en un c ontexto no peligroso, solicitánd ole q ue fuera a una casa de reposo a hablar con una paciente de ella, como un "favor" a la terapeuta. De este
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modo la cliente realizó lo solicitado, ya que después de todo se suponía que no estaba aprendiendo nada en una casa de reposo, sino que "sólo" estaba ayudando a la teraputa. Este ap rendizaje pud o ser ap licad o po steriormente en el contexto apropiado a la eda d d e de sarrollo de la pac iente. A c ontinuac ión se reporta un caso que ilustra e l uso exitoso de este tipo de tareas – construidas en base a la utilización ericksoniana– para tratar el motivo de consulta presentado. Se resumen las c uatro sesiones rea lizada s y se e ntregan las pautas diagóstica s y las metas terapéuticas. Sesión 1 Consultó un joven de 23 años, estudiante d el último año d e periodismo, cuya queja era su timidez. Reportó tener dificultades para relacionarse con sus compañeros,compañeras y profesores en la universidad. Específicamente, manifestaba que su timidez se agudizaba cuando tenía que interac tuar co n hombres altos y fuertes, ya que se sentía intimidad o p or ellos. Consultado respecto a sus síntomas en esas situaciones, refirió sentir la ansiedad en el estómago e intranquilidad general. Su timidez se ha bía ma nifestado desde la niñez, pero ahora q ue estab a a punto de egresar de periodismo, creía que sería conveniente tratar de superarla, pues le podía afectar en su desempeño profesional. En la universidad formaba parte de un grupo de pertenencia compuesto por cinco personas, cuatro hombres y una amiga. En su barrio, su grupo de pertenencia eran cuatro amigos hombres, con los cuales se reunía y salía a veces. Salía poco c on ellos, ya q ue todo s pololeaban, menos él. Había pololea do sólo una vez, cuando tenía 19 años, durante una semana, y bá sicamente a instancias de la muchacha. Como él no se sentía muy animado para salir con ella, ésta lo dejó. Vivía co n sus ab uelos y su tía, una adulta joven soltera (la cual era p ac iente mía, la cual me envió a su hermano cuando éste le dijo que necesitaba ayuda para superar su timidez). Sus padres eran separados desdeque él era muy pequeño, y siempre había vivido con sus abuelos. Consultado respecto a sus actividades preferidas, indicó que le gustaba estar en su casa, ver televisión, acostarse temprano, no más allá de las 11 de la noche, incluidos los días Viernes y Sábado. Cuando sus compañeros de universidad no estaban disponibles, paseaba solo por los patios de la universidad, teniendo sólo enc uentros esporád icos con otros alumnos. Antes de terminar la sesión y acordar el contrato de tratamiento, indicó que presentaba otro problema de índole muy privada, el cual no se sentía capaz de relatarme en esa sesión, pues se sentía avergonzado . Supuse que tenía relac ión co n su sexualidad, y le manifesté que podía resevarse ese problema hasta que se sintiera capaz de contármelo. Acordamos realizar una terapia que lo ayudara a sentirse más relajado en las interacciones soc iales, y que p udiera expresar sus opiniones en una forma satisfac toria para él. Antes de retirarse me manifestó que era preferible contarme el problema. Indicó que creía presentar tendencias homosexuales, ya que se sentía más atraído por los hombres que por las mujeres; incluso se sorprendía mirando a compañeros más jóvenes que él. Nunca había tenido
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experiencias homosexuales. Pero como en su familia hay un pariente que parecía ser homosexual, creía que podía ser una c arac terística hereditaria. Hasta ese punto yo me había formado el siguiente cuadro: provenía de una familia sobreprotectora (lo cual se basaba en la información que yo poseía al tratar a la tía), en la cual era aceptado y él se sentía un hijo más. Su apariencia física y ademanes no correspondían a un joven de 23 años; no poseía experiencia sexual ni relaciones significa tivas con mujeres; sus hábitos no correspondían con los de un adulto joven. Evidentemente, este joven no estaba desempeñando los roles típicos en nuestra cultura para el adulto joven, sino que más bien para el pre-adolescente. En base a esas apreciaciones, decidí re-significar sus creencias respecto a su homosexualidad, diciéndole que en realidad no podíamos afirmar que él era un homosexual, ya que sus experiencias con mujeres eran c asi nulas, y que por otra pa rte, todos los hombres y mujeres durante nuestra adolescencia atravesamos por un período de confusión respecto a nuestras tendencias sexuales, buscando descubrir nuestra propia identidad. Que en esa búsqueda, incluso algunos ad olescentes de ambos sexos mantienen relac iones muy estrec has con sus amistades, y procedí a darle ejemplos comunes. Ma nifesté que yo creía que él en realidad aun estaba en esa etapa de búsqueda de su identidad sexual, y que era apresurado etiquetarse de homosexual. Se mostró más aliviado y dijo que lo pe nsaría. Le propuse que enfoc áramos la terapia en tratar de hac erlo menos tímido, lo cua l aceptó. Sesión 2 El paciente llegó a esa sesión indicándome que se había sentido más animado durante la semana, y menos ansioso respecto a sus creenc ias homosexuales (las cuales creo eran el verdadero motivo de consulta, y la timidez una queja. Esto me quedó más claro cuando me preguntó si yo creía que la homosexualidad podía notarse a distancia. Sin embargo decidí que sería un problema soluble enc uad rar sus dificultad es como "timidez"antes que "homosexualidad", y que tratando su timidez podía al mismo tiempo abordarse su escaso repertorio social, y alentarlo a desempeñar roles más adec uados a su eda d c ronológica . Con lo anterior en mente, dediqué parte importante de la sesión a obtener información respec to a cómo se manifestaba la timidez: dónde, c uándo, c on quiénes, etc. Hasta ese punto tenía en mente trabajar con él en trance hipnótico, y después de haber rescatado recursos, llevarlo disoc iado a visu alizar escenas soc iales en las cuales se c onsideraba tímido; es dec ir, tratar la timidez como una fobia soc ial. Sin embargo, pude percatarme que este paciente tenía un foco de atención más bien difuso, pues constantemente se estaba moviendo en su asiento o mirando hacia otra parte; lo cual me hizo pensar que quizá sería conveniente probar con terapia estratégica primero. Decidí usar una estrategia que utilizara sus intereses periodísticos y que al mismo tiempo le posibilitara extinguir sus temores a las situaciones soc iales, y tratar en forma indirec ta sus creenc ias respecto a su identidad sexual. Procedí en la siguiente forma: las personas "tímida s" están muy centradas en sus síntomas corporales de ansiedad, lo cual los lleva a evitar las interacciones sociales para no experimentar la ansiedad. Por lo tanto, si podía diseñar una estrategia que colocara su atención en los otros y no en su c orporalidad, p odría c omenzar a extinguirse esa ansiedad .
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Conversamos respecto a sus ramos en la universidad, y supe que cursab a una asignatura que lo obligaba a realizar entrevistas y encuestas, las cuales podía realizar con muy pocos síntomas con personas mayores de sexo femenino. Sugerí que é l necesitaba conoc er más ac erca de có mo nos comportamos las personas, pues podemos decir algo pero nuestro cuerpo puede mostrar señales distintas; y que evidentmente un periodista necesita saber reconocer ese fenómeno. Así que le propuse realizar "pequeños experimentos sociales de campo", en donde él introduciría variaciones en su comportamiento para observar las reacciones de otros. Le propuse que en algunas clases se sentara distante de su grupo de pertenencia (que generalmente ocupaba los asientos de la última fila), y observara las reacciones de sus amigos y sus restantes compañeros al tomar él esta nueva ubicación. Que también podría realizar experimentos con el profesor y participar en alguna clase (c osa no habitual en él), y atendiera a las reacc iones de éste y el resto de los compañeros. Lo único importante de estos experimentos era el comportamiento de los otros. También le pregunté su había observado c ómo se comportaban las personas en la c afetería o en la biblioteca. Hablamos respecto a los hallazgos de la psicología ambiental sobre la forma en que las personas ocupan los asientos vacíos en la biblioteca, y cómo las personas tendemos a sentarnos en lado s opuestos en la mesa;o c ómo las personas tendemos a evitar sentarnos en una mesa que está ocupada con otras personas. Le sugerí que sería interesante descubrir qué reacciones mostraban las personas –hombres y mujeres– al transgredir él esas pautas sociales inconscientes. (Mencioné repetidamente en los ejemplos de pequeños experimentos sociales el abordaje de mujeres). Finalizó la sesión cuando el paciente se mostró lo suficientemente motivado a realizar dichas tareas. Sesión 3 El paciente reportó que durante la semana había realizado varios experimentos sociales, y que había descubierto la cara de sorpresa e inquietud de su grupo de pertenencia al sentarse distante de ellos en algunas clases. Así también, descubrió que su profesor y compañeros habían enc ontrado interesantes sus aportes y preguntas en clases. Relató que había abordado a una compañera (una ex reina "mechona" que le gustaba) que estab a sentada sola en una mesa en la biblioteca, y que hab ía descubierto lo incómoda que se mostró al sentarse él a su lado. Sin embargo conversaron y la muchacha había abierto la agenda de él y le había escrito en una p ágina, "Cumpleaños de X" (el nombre de ella). Como se encontraba contento con estos experimentos, le sugerí otros que podría realizar en la calla, la movilización colectiva, etc., y que involucraban a hombres adultos y mujeres. También hablamos acerca de otros experimentos que podría realizar en la universidad. Me informó que estaba buscando trabajo y que esa semana tendría una entrevista pa ra ver si podía trabajar como vendedor en una tienda de departamentos los fines de semana. Le manifesté que esa era una situación realmente interesante de experimentos naturales, en donde podría observar el comportamiento de las personas en conductas relativas a asuntos económicos y toma de decisiones. El paciente no estaba enterado que yo había discutido con la tía el hecho que su sobrino necesitaba comenzar a pagarse algunos de sus gastos,y que sería importante sugerirle que busca ra traba jo. La mensualidad de la universidad y la terapia la pagaba ella.
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Sesión 4 El pa ciente reportó los avanc es que ha bía tenido en sus experimentos soc iales, y manifestó que se sentía mucho mejor en la interacción con otros. Había conseguido el trabajo, y ese mismo fin de semana lo habían puesto a prueba. Había estado tenso al principio, pero realmente había podido observar a las personas. Además, la jefa de su departamento lo hab ía aproba do e n su desempeño y estaba c itado pa ra el fin de semana próximo. Ya q ue c omenzaría a ganar su dinero, se iba a paga r un c urso de idiomas, y manifestó que quería suspender la terapia, porque deseaba volver cuando pudiera cancelar él mismo las sesiones. Como se sentía muc ho mejor, creía que no tendría dificultades y podríamos diferir la sesión para dentro de un mes. No tomó hora, ya que él llamaría. El paciente no regresó a terapia, pero por su tía, a la cual continué atendiendo una vez por mes, me enteré que el pac iente salía todos los fines de semana, tenía amigas, una en p articular (con la c ual después pololearon). Paga ba sus gastos, pues había tenido éxito como vende dor. En dos oportunidades me envió mensajes indicando que la terapia le había hecho muy bien. Unos cinco años después, la tía me pidió una hora para solicitarme asesoría; y me puso al tanto que su sobrino le contó que aunque tenía éxito con las mujeres y había poloeado bastante, había conocido a un joven con el cual estaba teniendo una relación amorosa. Comunicó a su familia que era homosexual, la c ual ba stante do lida por la situac ión, le ofrec ió, sin embargo, su apoyo y comprensión.
Tabla 1: Análisis comparativo de las tareas (Lankton, 1988,p. 276-277)
Aspec tos de la tarea
Paradó jica
C onstrucc ión de habilidade s
Func ión ambigua
Indicadores de frecuencia
Uso frecue nte durante una
Sí,
sesión.
Uso frecuente entre sesiones.
especialmente
para
la
No, raramente d urante la
No, raramente d urante la
ap retura o e l cierre.
sesión.
sesión.
Sí.
Sí, espec ialmente co n
No.
recursos empo brecido s. Usad a esca same nte.
No.
No.
Sí.
Indicadores de uso
Después de la credibilida d y
Sí, espe cialmente emp atía .
Sí.
Sí.
No.
No, primariamente pa ra
Sí, ac túa co mo un c atalizado r
desarrollar ha bilida des.
integrador.
No, aunq ue pued e oc urrir a
Sí, ya sea inicia l o
el rappo rt.
Después de la recup eración de recursos.
Uso diag nóstic o.
No.
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vec es.
posteriormente.
Sí.
Sí.
No .
Sí.
No .
Sí.
Co nstrucc ión de c onduc tas,
No, pero abre un canal pa ra
Sí.
No intenciona da mente, pe ro
habilidades o co municac ión.
discutirlas.
Mo tiva al cliente a la ac ción.
No.
Sí.
Sí.
Encuadra los síntomas como
Sí.
No, no menc iona los
No, no menciona los
síntomas.
síntomas.
No, pe ro interrumpe las
Sí.
Cuando el paciente exige no ser controlado .
Cuando el cliente intenta co ntrolar la terapia.
positivos.
Interrumpe los esquemas
Sí.
co nscientes hab ituales.
Encua dra la terapia c omo
conductas habituales.
Sí.
participativa.
Desarrolla rece ptivida d a
quizá incide ntalmente.
No, pa rece estar a "un lad o"
Sí.
de la terapia.
Sí.
No espe cialmente .
Sí.
otras intervenciones.
Entrega
C on sinceridad .
Sí.
Sí.
Sí.
Co n empatía añad ida.
Sí.
No.
No.
La c onscie ncia es distraid a.
Sí.
Sí.
Sí.
La tarea es clara.
Sí.
Sí.
Sí.
Co n la c onvicc ión que
Sí.
No .
Sí.
C asual y ob jetivame nte.
No.
Sí.
No.
Desafia nte.
Si es nec esario
Si es nec esario.
Si es nec esario
implica valor terapeútico.
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13.6.2 Esquema de J effrey Zeig En el Seminario de Terapia Estratégica para los Trastornos de Ansiedad que dictó Zeig en Santiago (1999), expuso el siguiente esquema c lasificatorio de tareas –que se ejemplifican pa ra el tratamiento de la ansiedad – c onsistente en un eje ortogona l, como sigue:
Tarea congruente §
Encontrar excepciones (S. de
Tarea no congruente §
Shazer) § a s a c a l a r a P
§
§
Intención paradójica (V. Frankl)*
Pregunta del mila gro (S. de
§
Prescripc ión del síntoma.
Shazer). Actuar como si el
§
Tarea de función ambigua.
milagro hubiera ocurrido.
§
Tareas absurdas.
Confeccionar lista de
§
estresores.
§
Uso de rituales. Tareas simbólicas.**
Redefinición de la ansiedad como un exceso de energía.
n ó i s e s a l
§
Entrenamiento en relajación.
§
Autohipnosis
§
Anécdotas
n E
* Técnica desarrollada por Víctor Frankl, que implica estimular al paciente para que aumente el síntoma a propósito, lo cual puede llevar a una prescripción c on resultados cómicos, lo cua l rompe la pa uta del síntoma. ** Son tareas en las cua les se usa un símbolo que representa al síntoma.
El co ncepto d e tarea "congruente" tiene relac ión co n el hec ho q ue estas tareas alientan la continuación de ciertos comportamientos que han resultado útiles, o son isomórficas con el problema presentado; mientras que las "no congruentes" corresponden a la categoría de las técnicas pa rad ójica s. Zeig rec omienda utilizar primero tareas de tipo congruente; y si ést as no funciona n, propone tareas de tipo inc ongruentes.
13.6.3 Modelo de tareas terapéuticas propuesto por Marcia Brown-Standridge Brown-Standridge (1989) propuso un modelo de ocho opciones posibles de tareas para utilizar en terapia familiar, que considera los siguientes parámetros (en un modelo de 2 x 2 x 2): (1) 77
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Tareas direc tas versus indirec tas, (2) Tareas conduc tuales versus no conduc tuales, y (3) Tareas pa rad ójica s versus no p arad ójicas.
Esa autora ha representad o g ráfica mente el mod elo en la siguiente figura:
El modelo permite el diseño de tareas que consideran las tres dimensiones antes mencionadas; por ejemplo, asignar una tarea directa/conductual/no paradójica. A continuación se revisará c ada dimensión.
Tareas directas versusindirectas Las tareas d i r e c t a s son ligadas explícitamente al problema que presenta la familia. Estas tareas tienden a funcionar bien con aquellas personas que pueden presentar un problema claramente definido, y tienen una actitud de cooperacion hacia el tratamiento. Se sugiere que sea n entrega da s en un lengua je que los clientes comprendan co n fac ilidad . Las tareas indirectas son adecuadas para ser entregadas cuando el problema ha sido vagamente definido, incluso después que el terapeuta ha hecho un interrogatorio acucioso. Este tipo de tareas es adecuado con aquellos pacientes que se muestran incómodos con la búsqueda de informac ión del terape uta.
Tareas conductuales versus no conductuales Las tareas conduc tuales especifica n ac tivida des pa ra e l individuo o la fa milia, y pued en ser entregad as en forma direc ta o po r implic ac ión. Estas tareas son a decad as para esas familias que tienen suficiente dolor emocional c omo pa ra estar motivadas a hac er algo diferente p ara sentirse mejor, o que requieren mejores incentivos para el c ambio.
Aquellos pacientes que están acostumbrados a recibir instrucciones de expertos, se beneficiarán más con este tipo de tareas. A medida que el tratamiento avanza y los pacientes
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asumen más la responsabilidad por el tratamiento, puede cambiarse a un tratamiento menos impositivo. Las tareas no conductuales implica que no se solicita al cliente que haga algo. Este tipo de tareas estimula los procesos cognitivos del paciente, sin empujarlo hacia nuevos comportamientos. Son apropiadas en aquellos casos en que el paciente está indicando que el terapeuta tiene que "ir lento". Pueden ser pacientes inseguros del curso de la terapia y con dificultades para tomar decisiones.
Tareas paradójicas versus no paradójicas Las tareas paradójicas son adecuadas para aquellos pacientes que se resisten a la terapia. Las tareas no paradójicas, en contraste, son adecuadas para aquellos pacientes que cooperan con e l proce so terap éutico; p uede n estar ambivalentes, pe ro no tanto para resistirse a las direc tivas del terapeuta.
Tareas directas/conductuales Este tipo de tareas son adecuadas para aquellos pacientes que están dispuestos a hacer algo para aliviar la situación. Las tareas directas/conductuales están asociadas con las actividades planificadas que son reportadas en la sesión siguiente, y son comparables a las tareas para la casa de Minuc hin, las directivas formales de Haley, y las tarea s entrega da s en el mod elo M RI.
Tareas directas/no conductuales Aquellos pacientes que pueden señalar aquellas áreas en el sistema que necesitan cambiar, pero que no parecen dispuestos a actuar, pueden ser candidaros para este tipo de tareas. Este tipo de tareas pueden consistir en pedirle al paciente que "piense antes de actuar". Al suministrar una serie de opc iones, los pa cientes pue den sop esar las consecuenc ias de los diversos cursos de ac c ión antes de tomar cualquiera de ellos.
Tareas indirectas/conductuales Aquí el terapeuta evita la presentación del problema, pero crea un contexto para que las personas descubran sus propias soluciones. Se alude al problema a través de sugestiones terapéuticas (sembrando pensamientos que solamente sugieren "nuevos" comportamientos); o asignando tareas metafóricas (se da una tarea clara, que toca analógica o simbólicamente el problema en cuestión). Este tipo de tareas es adecuado para aquellos pacientes que tienen dificultades para discutir sus prob lemas y, por lo tanto, tienen problemas para actuar respec to a ellos.
Tareas indirectas/no conductuales Son estrategias que inician búsqueda inconsciente de un significado personal en el paciente (anécdotas, cartas, etc.). Son adecuadas para esos pacientes que han entregado
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información mínima respecto a lo que ellos necesitan, pero no son capaces de actuar dentro o fuera de la sesión.
Evaluación del grado de cooperac ión/resistencia Para asignar este tipo de tareas, el terapeuta debe tener en mente la propensión de la familia para seguir las directivas del clínico. Si el paciente/familia se resiste a las directivas del clínic o, debiera elegirse tarea sde tipo pa rad ójicas. Si es probable que la fa milia coop ere, se p odría esperar que funcionaran las tareas no pa rad ójicas. La Tabla que se encuentra más abajo entrega ocho opciones de tareas, y entrega una breve definición de cada una de ellas, un ejemplo de un contexto clínico que corresponde a una opción particular, y un breve ejemplo de lo que podría decir el terapeuta en cada tipo de intervención. Esos ejemplos han sido construidos pensando en no más de dos miembros de una familia.
Tabla 2 Tabla Resumen de la Construcc ión de Tareas en Terapia familiar (Bro wn-Standridg e, 1989)
Definición de la Opc ión de la Tarea de Intervención
Definición
1.
Directa/C onductual/No paradójica
Ac tividad para realizar en la ca sa, entrega da en forma sincera.
2.
Directa/Conductual/Pa radójica
Prescripción del síntoma.
3.
Directa/No conductual/No paradójica
Tarea cognitiva entrega da en forma sincera.
4.
Direc ta/No conductual/Paradójica
Tarea cognitiva negativa.
5.
Indirecta/ Conductual/No paradójica
A) Tarea metafórica . B) Sugestión indirecta.
6.
Indirecta/Conductual/Pa radójica
A) Tarea metafótica contradictoria. B) Sugestión indirec ta contradictoria.
7.
Indirecta/No conductual/No paradójica
A) Mensaje (Verdad obvia). B). Anéc dota
8.
Indirecta/No conductual/Paradójica
A) Mensaje contradictorio (Verdad Obvia). B) Anéc dota contradictoria.
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(Continuación de la Tabla 2) Contexto
Ejemplo
1.
Hombre adulto joven que teme a las mujeres.
2.
Mujer adulta que tiene una preocupación compulsiva.
3.
Viuda apesadumbrada que está evitado tomar suspropias decisiones.
4.
Mujer que come en forma compulsiva y cuya familia insiste en q ue baje d e p eso.
5A. Esposo que niega su problema con el alcohol, y la esposa está pensando en divorciarse. 5B. Pareja de habitualmente.
esposos
que
pelea
6A. Padres que insisten repetid amente que su hija está casándose con el hombre equivocad o; hija que insiste que se c asará con él de todos modos. 6B. Mujer profesional que fabrica excusas para su hija de 18 años, se niega a ver las consecuencias, y está sospechosa de los consejos de un experto.
7A. Hombre anciano que busca atención para lograr que las personas hagan por él lo que no pudo hacer por si mismo. 7B. Mujer abrumada por la historia de abuso sexual en su infanc ia, pero no puede permitirse hablar sobre a quello.
8A. Hombre adulto que entra en tratamiento involuntario, debido a su condición de libertad bajo palabra [p a r o l e] . 8B. Mujer adolescente extravagante que se niega a buscar atención.
"Vaya a un cine y observe todo lo que pueda respecto a cómo se comportan las parejas en una cita. Regrese y descríbame lo que ha aprendido." "Deje 30 minutos todas las tardes para que sea el 'tiempo para preocuparse'. Escriba su preocupac iones durante ese tiempo." "Tómese esta semana para pensar cuidadosamente respecto a lo que su difunto esposo hubiera querido que usted hiciera." "Ya sea cualquier cosa que haga esta semana, no se c oncentre en bajar de peso." "Esta semana enc uentre algunas puertas dobles y algunas simples, y experimente lo que se siente c uand o pasa a través de esas dos puertas o una sola." "Una vez que se cansen de ver los defectos de cada uno, permítanse vislumbrar de lo que les gustaría apreciar del otro nuevamente." "Vayan todos a un sitio donde se esté demoliendo un edificio. Miren durante tod a una hora la acción de la bola de la máquina para demoler." "Usted me está pagando para que le dé mi opinión de exrperto, para ayudar a que su hija esté prepa rad a pa ra ser adulta. Es muy importante que usted la proteja de la comprensión de sus errores, puesto que aun es muy frágil para tener en mente las consec uencias que tendrán sobre ella." "Tarde o temprano las personas aprenden eventualmente a gustarse mucho a si mismas, cuando están haciendo cosas por si mismos o cuando están ayuda ndo a otras personas." "... Mi hermano tiene este amigo que buscaba en un diario toda clase de cosas privadas... Nadie se hubiera imaginado lo que está escribiendo o lo que está convirtiendo en pequeños trozos, o que él está sonriendo cuando lo ha hecho..." "Todo el mundo sabe lo que se obtiene por ser escéptico ante los expertos con todas las respuestas; de modo que usted no debiera esperar nada de valor en su primera sesión aquí." "... Eso me recuerda la vez que la pareja de mi mejor amigo se colocó en su ropa ese gran botón con la leyenda, 'No lea esto'."
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13.7 Técnica de la ordalía La técnica de la ordalía consiste en dar como consecuencia a un síntoma/problema, otro comportamiento, generalmente de tipo penoso. Y por lo tanto, para no realizar el comportamiento penoso, necesariamente el síntoma/ problema tiene que remitir. Haley (1987) enumera las siguientes c a rac te rí stica s que d ebe poseer la orda lía: 1. Cuando se la utiliza, la ordalía debe ser adecuada a l problema q ue el consultante desea c ambiar, y ser, a la vez, más severa que el prob lema. 2. Es conveniente que sea be neficiosa p ara la p ersona. 3. Debe ser un comportamiento que pueda ejecutarse y al que no pueda oponerse objeciones válidas. 4. A veces, el consultante tiene que pa sar reiteradamente p or la ordalía p ara que el síntoma remita; en otros ca sos, el compromiso de realizar la o rda lía b asta pa ra que el síntoma remita.
Seg ún Haley, hay diversostip o s d e o rda lí a , a sabe r:
1.
Ta re a d ire c t a .
El problema se define con claridad, y se solicita que el consultante se someta a la ordalía cada vez que se presenta el problema. En la entrevista se averigua qué tipo de ac tivida d debería intensificar el pac iente p ara su prop io bien (no se aclara el propósito de esta indagatoria). Se asigna al consultante que realice determinad a c antidad d e esa a ctivida d c ad a vez que se presente el problema. Se rec omienda que el pa ciente prac tique en la noc he, por ejemplo de 2 a 3 de la mañana; a esa hora de berá levantarse y prac ticar, con lo c ual el proced imiento se asemeja –según Haley– a un sueño o pesadilla.
2.
O rda lí a p a rad ójic a
La ordalía p ued e ser el mismo c omportamiento prob lema, y co nsistir en alentar al cliente a tener el problema q ue lo ha llevad o a terap ia. Por ejemplo, si una persona tiene sentimiento d ep resivos, puede suge rírsele q ue se conc entre en su estado depresivo cuando esté libre de otras obligaciones, durante ese rato en que podría relajarse. Si un pac iente p resenta d os síntomas, pued e p edírsele q ue repita uno c ad a vez que se presenta el otro, c on lo c ual estarán tratándo se los dos problemas.
3.
El terap eut a c om o orda lí a
Las técnicas de confrontación que utilizan algunos terapeutas son verdaderas ordalías para el pa ciente. Por ejemplo, cuand o obliga a l consultante a escucha r lo que p referiría no enfrentar; o
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aquellos casos en que las interpretaciones perspicaces del terapeuta no son de agrado del consultante. También algunos terapeutas usan como ordalía los honorarios, aumentándolos cuando el síntoma se agrava. En todo s esos ca sos, es preferible mejorar que c ontinuar yendo a terap ia c on e se tera peuta.
Etapas de la terapia de ordalía
1.
D e f in ic ió n c la r a d e l p r o b l e m a
Es necesario una definición precisa del problema, puesto que la terapia seguirá siempre a la presentación del síntoma. Haley ejemplifica esto cuando se tratan trastornos de angustia, en donde es imprescindible que el consultante diferencie la angustia normal de aquella de la cual quiere libe rarse.
2.
La p e r so n a d e b e c o m p r o m e t e r se a su p e ra r e l p r o b l e m a
Puesto que esta es una terapia drástica que el consultante realiza fuera de la consulta, es nec esario c ontar con su co mpromiso de llevarla a cab o. Una forma de lograr este compromiso es imitar a Erickson cuando entregaba este tipo de intervenciones: Indicar al paciente que hay una cura de eficacia garantizada, pero no se le explica en qué consiste, hasta que no haya accedido por anticipado someterse a ella. Puede decírsele a l cliente que lo piense d urante la semana y que regresen a terap ia si está d ispuesto a hacer lo que se le pida, sea lo que fuere. Esto intriga al paciente, y deberá aceptar llevar a cab o la terapia si quiere averiguar qué es. En un ejemplo c línico de Erickson (Erickson y Rossi, 1979), Erickson le dice al pa ciente q ue tiene una cura garantizada que lo podrá ayudar, pero que es difícil y no sabe si él es el paciente a d e c u a d o para asignarle la terapia. Repite esto varias veces, mientra le habla de otras cosas,
de modo que el paciente casi lo obliga a administrarle el tratamiento (puesto que él es a d e c u a d o pa ra esa terap ia).
3.
Se lec c ión d e la o rda lí a
El terapeuta es quien selecciona la tarea, con colaboración del paciente. Debe poseer las siguientes c aracterística s:
4.
v
debe ser lo bastante severa como para superar el síntoma;
v
su cumplimiento be neficiará al pa ciente (puesto que no es un castigo);
v
será a lgo que pueda hacer y que le parezca a cep table;
v
deberá ser una ac ción clara, sin ambigüedades; y
v
tendrá un principio y un fin claramente establecidos.
La d ire c t iv a d e b e r áim p a rt irse a c o m p a ñ a d a d e u n a e x p l ic a c ió n ló g i c a
Hay que dejar en claro que la tarea debe llevarse a cabo cuando se presente la conducta sintompatica y dentro de un horario fijo. Es conveniente d ar una e xpliac ión lógica que la hag a 83
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parecer razonable; Haley sugiere que, por lo general, debe ser una variación sobre el tema que si el cliente hac e a lgo q ue le resulte má s difícil de soportar que el síntoma, é ste desap arecerá. Haley recomienda que con aquellos pacientes muy intelectuales es mejor entregarla sin ninguna explicación, para evitar que el paciente pueda encontrar argumentos para afirmar o negar cualquier explic ac ión lógica, y por lo tanto pod er en duda la efic ac ia de la tarea . Si la ordalía es algo complicada, o el paciente tiene dudas de cómo llevarla a cabo, se entregará por escrito.
5.
La ord a lí a c on tinúa ha sta q ue se resuelve e l p rob lem a
El paciente tiene que cumplir la tarea con exactitud, cada vez que deba hacerlo, y hasta que el problema desap arezc a.
Vea mos a continuac ión algunos ejemplos de esta estrategia:
Erickson relató el siguiente c aso a Haley: [Su paciente] experimentaba una reacción de pánico fóbico 32 y ritual cada vez que debía hablar ante las cámaras de televisión: jadeaba, respiraba con dificultad y, durante quince minutos, permanec ía de pie, sofocado y ac ezante, con el corazón golpeándole el pecho. Luego, le da ba n la señal de salida al aire y él hablaba ante las cá maras con la mayor soltura. C ada día se sentía más desdichado. Al principio, el pánico duraba uno o dos minutos, cuando vino a verme, ya había aumentado gradualmente a quince minutos. No sólo preveía que llegaría a veinte, treinta y sesenta minutos, sino que ya empezaba a interferir en las otras tarea s que cumplía en la estación. Averigüé c uáles eran sus hábitos en materia d e sueño y al día siguiente le formulé ese c onc epto del exceso de energía. C omo cab ía esperar, sus háb itos eran b astante ritualistas: siempre se ac ostaba y se levantaba a una hora determinada . Una vez que le metí en la ca beza el co ncep to de la energía, le hice notar la p osibilidad de consumir esa e nergía q ue él ga staba hac iendo esto [jadeo demostrativo]. ¿Cuántas flexiones debería hacer por día para consumirla? Le dije que ignoraba cuá nta energía absorbería ese ejercicio. Suponía que de bería empezar con veinticinco movimientos, practicados por la mañana antes de irse al trabajo, aunque creía que se necesitarían por lo menos cien. No obstante, podía empezar con veinticinco. (...) Nadie desea hacer eso (...) El hecho de pasarse el día entero con las piernas doloridas y entumecidas lo convenció que había consumido bastante energía y no le quedaba ninguna para hacer esto [jadeo demostrativo]. Le agardó esta forma de usar su energiay aumentó poco a poco las flexiones hechas con las rodillas y la cintuta, tomándola como un medio de reducir su obesidad, o sea, como una cuestión
Adviértase el enfoque estratégico para tratar este caso, en lugar de una terapia cuyo objetivo fuera descubrir las causas subyacentes del problema. Watzlawick y Nardone (El a rt e d e l c a m b io, Herder, Barcelona, 1994) han denominado al trastorno de pánico, "miedo al miedo"; es decir, es un problema que se mantiene a si mismo, debido en general a las expectivas ansiosas que tiene el paciente respecto a que el síntoma reaparecerá. El tratamiento propuesto por esos autores es justamente un acercamiento estratégico. (También se sugiere revisar, G. Nardone, Herder, Barcelona, ) 32
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de salud. Luego empezó a concurrir al gimnasio a practicar ejercicios, y le tomó el gusto al ritual diario. Un día vino a verme nuevamente y me dijo: "Mi problema está reapareciendo... El otro día me observé tres o cuatro jadeos y antes de programa siguiente aumenté esa cantidad, de modo que su incremento pa ulatino ha ha comenzado. ¿Q ué hará usted a hora? De nad a servirá practicar los ejercicios, porque tengo mucho más energía". "Usted está manifestando una profunda reacción psicológica", le respondí. El asintió y yo le propuse: "Bien, supongamos que lo tratamos en el nivel psicológico. Conozco sus hábitos en materia de sueño. Usted sale de l traba jo a las 22 en punto, regresa directamente a casa, se limita a resumirle su jornada a su esposa y se va derecho a la cama. Duerme oc ho horas, co n un sueño profundo; lo hac e en forma metódica y lo disfruta. Después de cuatro horasde sueño, levántese y haga cien flexiones." "Realmente odiaría hacer eso", me señaló él, y yo repliqué: "Sí, en verdad puede consumir mucha energía psicológica odiando e sa idea. ¿Cómo c ree que se sentirá psicológicamente cada noche cuando fije la alarma del despertador, como lo hace siempre, pensando que puede absorber mucha energía psic ológica jadea ndo frente al micrófono y la cá mara de televisión? Usted puede eliminar una cantidad impresionante de energía psicológica de dos maneras (...) fijando la alarma de su despertador en la hora habitual y considerando psicológicamente, con un sentimiento muy intenso, cuánto detesta tener que levantarse dentro de cuatro horas para prac ticar las flexiones de cintura." Esa analogía dio resultado... por un tiempo. El hombre regresó (...) "Conque tiene un exceso de energía", le dije, y él ad mitió: "Así es.""Ahora díga me, ¿c uál ha sido la a mbición de toda su vida ?", le pregunté. "Poseer una casa propia p ara mi esposa y mi hijo", respondió. "Comprar una c asa y cortar el césped es algo que lo hará sudar de veras, ¿no?", comenté. "Mi esposa me ha a cosado durante años y yo me he begado rotundamente a dar un solo paso, pero este mes compramos una", me explicó. El hombre no ha tenido recidiva; posee una casa con terreno y está consumiendo todo su excedente de energía. (Haley, 1987, p. 19-20)
En el siguiente caso de tratamiento de insomnio de conciliación, utilicé una ordalía muy similar a una descrita po r Erickson (Erickson y Rossi, 1979): Una alumna que tenía casi todo su horario en las mañanas, en fue desarrollando en forma paulatina la incapacidad de dormirse temprano por la noche, de modo que se quedaba en su cama intentando do rmir, lo cua l fue logrando c ad a vez más entrada la noc he. Ya no llega ba temprano a clases y cuando me solicitó ayuda solamente era capaz de llegar a tiempo a las clases de la tarde. Solicitó mi ayuda pues temía reprobar el semestre debido a sus inasistencias. Cuando le pregunté en qué consistía su problema me describió como se quedaba en la noche intentando dormirse y dá ndose vueltas en la c ama hasta c uando ca si amanec ía. Indagué sobre sus hábitos en la c asa, y descubri que le desagradaba mucho hac er la c ama, y que sólo estiraba las frazadas y el cubrecamas antes de irse a la cama. Le pregunté c uál creía ella que era la hora a decuada para dormirse; indicó que las 11:30 de la noche e ra una b uena hora.
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Le dije que tenía una terapia que la ayudaría, pero que yo necesitaba que ella me diera su palabra que ha ría cualquier cosa que yo le indicase al pie de la letra. Le dije que la terapia no requería comportamientos indecorosos; pero necesitaba su palabra para asignarle la terapia. Me respondió de inmediato en forma afirmativa; pero le indiqué que la terapia iba a ser difícil para ella, que no le iba a gustar, por lo cual yo quería que lo pensara durante una semana, para darme su palabra de cumplir todas mis instrucciones sin saber aun en qué consistiría la terapia. Consintió en pensarlo. A la semana siguiente nos encontramos nuevamente, y me dijo que estaba dispuesta a hacer todo lo que le indicara, pues el insomnio era c ada vez peor. Le dije que yo creía que ella poseía una piel muy sensible, y que como no hacía la cama al acostarse y se acostaba en una cama llena de arrugas, la piel de su espalda, se resentía con tantas arrugas, estimulándola a no dormir. Mientras le decia esto en form seria, ella me miraba atentamente. Puesto que el asunto tenía que ver co n las arrugas y la sensibilidad de la espa lda , esa noche se ac ostaría antes de las 11, y si se encontraba despierta mirando al reloj y eran las 11:30, entonces tenía que levantarse, sacar toda la ropa de la cama, dar vuelta el colchón, puesto que el cotí podía tener arrugas que ella no veía, pero que su piel sentía. Luego debía hacer cuidadosamente la cama, de modo que las sáb ana s queda ran muy estirad as. Cuida ría que las frazad as qued aran estirad as; y lo mismo haría con el c ubrecamas. Tomaría una moneda y la arrojaría sobre la c ama, si rebotaba quería dec ir que la cama estaba estirada. Si la moneda no rebotaba, quería decir que tenía que hacerla nuevamente. Se acostaría nuevamente, pero si se sorprendía mirando nuevamente el reloj y ya eran las 12 y no eta b a dormida , quería decir que pasó p or alto arrugas que su espalda si estaba sintiendo. Por lo tanto, repetiría nuevamente el procedimiento, hasta asegurarse que la cama no tuviera arrugas. Unos días después me dijo que ya estaba controlando el insomnio, que estaba haciendo camas hasta a lrededor de la 1:30. Posteriormente me informó que ya no necesitaba hacer camas, pues se d ormía antes de las 11:30. Un año d espués me avisó que había comenzado a hac er camas, pero creía que sería por unos pocos días.
En el siguiente caso, la ordalía asignada fue prescrita para que la paciente se negara a hac erla y sus síntomas remitieran: Solicitó terapia una mujer profesional, la cual estaba severamente deprimida desde hacía unos 6 años, cuando su marido la abandonó para irse a vivir con otra mujer. En todos esos años no había podido sobreponerse a esa pérdida, y aunque era capaz de mantenerse económicamente en forma exitosa, y criar a sus hijos, había sido incapaz de tener alguna relación de pa reja, vivía en torno a sus hijos, no salía, c asi no tenía a migas; y estaba severamente resentida por el abandono y el engaño. Se restringía de realizar actividades sociales importantes para ella, en las cuales podría encontrarse con el marido. Estaba muy resentida con el marido, con quien habían tenido una serie de pleitos judiciales respecto a la pensión de a limentos y visitas de los niños, y al c ual –por supuesto– ja m ás le permitiría c asarse c on su ac tual mujer.
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En la p rimera sesión, ante el diagnóstico que hizo de si misma c omo una depresiva "endógena", que no tenía curación por tratarse de un cuadro de origen biológico, le indiqué que las investigaciones actuales mostraban que la depresión era un cuadro cuyos componentes psicológicos mantenían el estado de ánimo depresivo, y que por lo tanto un tratamiento psicoterapéutico la p odría ayuda r: Que en su caso era evidente que las circunstancias vitales le habían desencadenado la reacción depresiva, y su estilo de vida contribuía a mantener dicho cuadro. Esta explicación la motivó a tratarse, y reportó sentirse algo aliviada al darse cuenta que no era un caso "perdido". En la segunda sesión le indique una tarea que podría realizar fácilmente y que tenía relación con la expresión de molestias en su trabajo. En la tercera sesión reportó que no había hecho la tarea, puesto que no había necesitado hac erla, ya q ue había modificado su relación en el trabajo, de modo q ue no sentía la incomodidad y la a gresividad constante. A c ontinuación pasó nuevamente a lamentarse d e su triste vida, o casionad a por la deslealtad del marido. Puesto que se había resistido a hacer la tarea, para lo cual había modificado las situaciones que originaban la ejecución de la misma, pensé que las técnicas paradójicas funcionarían bien co n ella. La interrumpí en sus lamentos y le conté la historia de una señora acomodada que yo conocía lejanamente, quien después de la muerte de su madre, había cerrado su departamente, se había ido a vivir a otro lugar, y tenía una especie de a ltar con la foto de la madre fallec ida en el departamento d esocup ado; iba tod as las semanas a ese lugar, coloc aba flores y encendía velas. Le pregunté si tenía fotos del marido, a lo cual respondió que por supuesto las había roto todas. Afirmé que sin duda ella tenía una foto mental del marido, puesto q ue c onstantemente pensaba en cuánto él la había dañado. Que su comportamiento de abstenerse de hacer vida social y pensar todos los días en su desdicha, me recordaba a esa señora acudiendo al altar que había construido para la madre, recordándose constantemente que ella estaba muerta. Afirmé que ya q ue estaba dedicada a recordar su desdicha tod os los días del año, sería mejor que, a l igual que esa señora, c onstruyera un a ltar al marido colocando una foto imaginaria de él en los distintos lugares en los cuales pensaba en eso (y procedí a enumerar lugares de su casa y de su trabajo), y enc endiera una vela mientras se a rrodillaba a orarle y ag radec erle lo mal que lo estaba pasando. Mientras yo dec ía esto, ella iba alejándose en su asiento y mostrando una cara de "este tipo está loc o". A continuación abrí el ca jón de mi escritorio y saqué una vela que había utilizado un día que se había cortad o la electricidad. Le pasé la vela y le indiqué q ue se la llevara para que la ocupara en el ritual. Mientras ella tomaba renuentemente la vela, volví a describirle el ritual prescrito. Me dijo que ni loc a ha ría esa tarea. C on esa intervención finalizó la sesión. A la sesión siguiente, ap enas llegó, ab rí el ca jón y saqué una paquete c on c uatro velas. Le dije que las había comprado especialmente para ella puesto que yo imaginaba que ya habría gastado la vela que le había dado la sesión anterior. Se negó a recibir las velas, y abriendo su cartera sacó su vela, indicándome que no había necesitado encenderla ni una sola vez. A continuación c omenzó a enumerar los cambios que había co menzado a ha cer en su vida cotidiana: abrir las ventanas de la casa, usar el patio, llegar mas tarde a la casa, y los planes que tenía con unas amigas para comenzar a salir. Le indiqué que llevara la vela siempre con ella, por si necesitaba encenderla en algún momento en que necesitara hacer el ritual.
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A partir de esa sesión, la terapia estuvo destinada a ayudarla a construir una nueva vida social, y a mejorar la relación con su exmarido. No necesitó encender la vela hasta el fin de la terapia (alred edor de 8 sesiones más).
13.8 Utilización del síntoma en terapia estratégica El concepto de utilización ericksoniana indica que alguna parte de la situación definida como p rob lema puede ser utilizad a e n una forma p ositiva p ara promover el ca mbio terap éutico. Erickson (1965/1980, p. 213) escribió: Los terapeutas que quieren ayudar a sus pacientes nunca debieran menospreciar, condenar o rechazar cualquier parte del comportamiento del cliente simplemente debido a que les parece obstructivo, no razonable, o aún irracional. El comportamiento del paciente es una parte del problema traído a la terapia; constituye el ambiente personal dentro del cual la terapia puede tener efecto; puede constituir la fuerza dominante en la relación paciente–terapeuta. Puesto que lo que cualquier paciente trae a terapia es de alguna forma una parte de ellos mismos y una parte de su problema, el pac iente d ebe ser visto con un ojo c omprensivo que valore la totalidad con que enfrenta al terapeuta. A l hac er esto, los terapeutas no deb ieran limitarse a si mismos con una valoración de lo q ue es bueno y razonable, y que ofrece posibles bases para procedimientos terapéuticos. A vece s –de hec ho, muchas más veces de lo que se c omprende– la terapia puede establecerse firmemente sobre una sólida base solo mediante la utilización de manifestaciones contradictorias, irracionales, absurdas y disparatadas. La dignidad profesional de uno no está en juego, pero sí la competencia profesional.
En los siguientes casos clínicos puede apreciarse este concepto de utilización en el trabajo de Erickson (1965/1980)33: Ca so C linic o 1 :
George había sido un paciente en un hospital mental por cinco años. Nunca había logrado establecerse su identidad. Era simplemente un extraño a la edad de 25 años que había sido aprehendido por la policía por comportamiento irracional y enviado al hospital mental del estado. Durante esos cinco años había dicho “mi nombre es George”, “buenos días” y “buenas noc hes”, pero solamente esas fueron sus declaraciones racionales. En otras ocasiones pronunciaba una continua ensalada de palabras completamente sin significado hasta donde podía determinarse. Estaba compuesta por sonidos, sílabas, palabras y frases incompletas. Durante los primeros tres años él estuvo sentado sobre un banc o a l frente de la p uerta de la sala y ansiosamente saltaba y vomitaba su ensalada de palabras de la manera más apremiante para quienquiera que entrara a la sala. Otras veces, simplemente estaba sentado quietamente, musitando su ensalada de palabras para sí mismo. Innumerables y pacientes esfuerzos habían
33 La
trad ucción de los dos ca sos clínicos fue realizada por el Ps. J osé Miguel C ortés. 88
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sido he chos por psiquiatras, psicólogos, enfermeras, trabajadores de servicio soc ial, otro personal, y aún compañeros pacientes para conseguir afirmaciones inteligibles de su parte, todas en vano. George hablaba solo de una manera, la manera de la e nsalada de palabras. Después de aproximadamente tres años continuaba saludando a las personas que entraban en la sala con una explosión de palabras sin significado, pero en el tiempo intermedio, permanecía sentado en silencio en el banc o, pa reciendo ligeramente dep rimido pero manifestando un po co airado unos pocos minutos de ensalada de palabras cuando alguien se le acercaba o si se le preguntaba algo. Reuní al personal del hospital en el sexto año de la estadía de George. Confirmé la información disponible sobre su comportamiento en la sala. Encontré también que los pacientes o el personal de la sala p odían sentarse en la b anc a a l lad o de él sin elicitar su ensalada d e pa labras en tanto no se le dirigiera la pa labra. C on esta información total, ideé un plan terapéutico. Pedí a una secretaria que registrara taquigráficamente la ensalada de palabras con que él tan insistentemente saludaba a a quellos que entraba n en la sala. Estudié estos registros transcritos, pero no pude descubrir ningún significado. Parafraseé cuidadodsamente esta ensalada de palabras, empleando palabras que fuesen menos proba bles de enco ntrarse en las produc ciones de George, e hice un extenso estudio de ellas hasta que pude improvisar una ensalada de pa labras similar en la p auta a la de George, pero utilizando un voc abulario diferente. Enseguida, dispuse que todas las entradas a la sala comenzaron a hacerse a través de la puerta del lado, a alguna distancia del corredor donde estaba George. Comencé, entonces, la práctica de estar sentado en silencio en la banca al lado de George diariamente, para incrementar la longitud de tiempo hasta que se alcanzó el lapso de una hora. Después, en la próxima ocasión de estar sentados, dirigiéndome al vacío, me identifiqué verbalmente. George no dio respuesta. Al día siguiente dirigí directamente la identificación a George. Este arrojó una airada y larga ensalada de pa labras, a la c ual repliqué, en tono de c ortesía y responsividad, c on una c antidad igual de su propia ensalada de palabras cuidad osamente idea da. George pareció confundido y, cuando yo hube finalizado, George expresó otra contribución con una entonación inquisidora. Como si estuviera contestándole, verbalice a un otra ensalada de palabras. Después de una docena de intercambios, George permaneció un momento en silencio, y el autor se dedicó a otros asuntos. A la mañana siguiente intercambiamos saludos apropiados, ambos empleando nombres propios. Entonces George se embarcó en una larga ensalada de palabras, a la cual repliqué c ortésmente de la misma manera. Siguieron luego breves intercambios de declaraciones cortas y largas en ensaladas de palabras hasta que George se quedó en silencio y yo me dediqué a otras obligaciones. Esto continuó por algún tiempo. Entonces George, después de los saludos matinales, hizo declaraciones sin significado sin pausa durante 4 horas. Esto me agotó y me hizo perder el almuerzo, pero dí una repuesta completa en ensalada de palabras. George escuchó atentamente e hizo una d eclarac ión de dos horas, a la c ual le dí una respuesta c ansada de d os horas. (Observé que George miraba el reloj durante el día). A la mañana siguiente George volvió al saludo habitual apropiadamente, pero añadió alrededor de dos afirmac iones sin sentido. Respondí con unos sinsentidos de long itud similar. George respondió, “Hable con sentido doctor”. “Por cierto, estaré encantado. ¿Cuál es su
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apellido?” “O’Donovan, y hace mucho tiempo que alguien que sabe como hablar no lo preguntó. Sobre cinco años en este piojoso establecimiento”… (a lo que añadió una o dos sentencias de ensalada de palabras). Repliqué, “Estoy encantado de saber su nombre, George. Cinco años es un tiempo demasiado largo”… (y añadí alrededor de dos afirmaciones de ensalada de palabras). El resto del recuento es como podría esperarse. Obtuve una historia completa, salpicada con trozos de ensalada de palabras, al interrogar intercalando ensalada de palabras con buen sentido. Su evolución clínica –nunca completamente libre de ensalada de palabras, la que eventualmente fue reducida a murmullos oca sionales e ininteligibles– fue excelente. Dentro de un año había dejado el hospital, encontró un trabajo lucrativo, y volvía al hospital a intervalos crecientemente más largos a informar sobre su continuo ajuste y mejoría. Sin embargo, invariablemente iniciaba su informe o lo terminaba con un trozo de ensalada de palabras, siempre esperando lo mismo de mi parte. Aún podía, como lo hacía frecuentemente en esas visitas, comentar torcidamente, “Nada c omo un poc o de locura en la vida, ¿no es así doc tor?” a lo cual obviamente esperaba y recibía una expresión sensible de acuerdo, a lo cual se añadía una breve declaración sin sentido. Después que había estado fuera del hospital continuamente durante tres años de a juste comp letamente satisfac torio, se perdió el contacto con él excepto por una a legre po stal desde otra ciudad . Esta muestra un b reve pero satisfac torio resumen de sus ajustes en una ciudad distante. Estaba firmada apropiadamente, pero siguiendo a su nombre, hab ía una mezcla confusa de sílabas. No había direc ción p ara c ontestar. El estaba terminando la relación terapéutica en sus términos de c omprensión ade cuada. Durante el curso de su psicoterapia encontré que podía experimentar trance, desarrollando un tranc e medio a profundo en c erca de 15 minutos. Sin embargo, su compo rtamiento en el tranc e era enteramente comparable a su comportamiento despierto, y esto no ofrecía ventajas terapéuticas, aunque realicé repetidas pruebas. Cada entrevista terapéutica estaba carac terizada por el uso juicioso de una ca ntidad ap ropiad a de e nsalada de p alabras. Este caso representa un ejemplo bastante extremo de contactar a un paciente en el mismo nivel de su problema, decididamente serio. Al principio fuí bastante criticado por otros, pero cuando se hizo aparente que las necesidades imperativas inexplicables del paciente estaban siendo encontradas, no hubo comentario adverso ulterior. (Erickson, 1965/1980, p. 213-215)
C a so C lí nic o 2 :
Una joven mujer, tres veces divorciada, buscó ayuda psiquiátrica “Solo por un problema , eso es todo, y le co ntaré el problema enseguida, pero no quiero ningún tipo de tratamiento pa ra ninguna otra co sa. Usted d ebe prometerme eso”. El punto esenc ial de su historia era que a la ed ad de 18 años se había c asad o impulsivamente, muy en contra d e los deseos de sus padres, co n un elegante y –c omo ella descubrió más tarde– desordenado hombre de 25 años. La noc he de bod as descubrió que él era un alcohólico e n sec reto, y el intento de consumación del matrimonio en ese estado de intoxicación fue una parodia repugnante para ella. El la culpaba de todo, la reprendía implacablemente, y la describió groseramente como “teniendo el d e rrière [trasero] congelado”, la dejó sola, y pasó la noche con alguna prostituta. A pesar de eso, ella continuó viviendo con él con esperanzas, a pesar del continuo uso que él hacía de la descripción que le había otorgado durante la primera noche. Después de
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algunos meses de desdichados intentos por probarle que era una mujer de sexualidad normal, ella obtuvo el divorcio, temiendo secretamente que él estuviera en lo correcto en la apreciación de su ca rencia de sexualidad. Un año más tarde, en un esfuerzo compensatorio por evitar la clase de problemas que había encontrado en su primer matrimonio, se casó con un hombre muy afeminado, a quien su homosexualidad latente se le reveló a si misma en su noche de bodas mediante su aversión horrorizada hacia el cuerpo de ella. Su razón para casarse con ella, puesto que ella tenía alguna fortuna a su nombre, era asegurarse “un estatus social adecuado en la comunidad”. El estaba completamente ultrajado e irritado por su “apresuramiento indec ente” po r consumar el matrimonio y la manejaba c on una reprimenda rigurosa ba stante rígida . El se tomó la noc he, como ella supo después, con un amigo hombre que le ayudó a lamentar su desafortunada condición. Su reacc ión fue de completa culpa, no comprendiendo la sexualidad actual de su marido, y tuvo éxito en convencerse a si misma que él había aplicado la misma descripción menoscabante de ella que había hecho su primer marido. El matrimonio continuó por cerca de un año, principalmente en virtud del hecho que ella había estado la mayoría de sus noches en el departamento de su madre. Un nuevo intento de consumación después de alrededor de cuatro meses demostró ser sólo una experiencia repugnante para él y la convicción en ella, debido a la entera falta de respuesta de él, que ella c arencía absolutamente d e sentimientos sexuales. Después que finalmente se divorciaron, ella consiguió un empleo y renunció a cualquier esperanza de vida normal. Después de cerca de dos años, mientras vivía una vida retirada, muy protegida, encontró una oportunidad con un hombre cinco años mayor que ella, que se comprometió exitosamente en una excitante –pero para mentes más serenas, algo cuestionable– actividad para promoverse a si mismo. Su encanto, su personalidad fácilmente agradable, su conocimiento del mundo, sus atenciones y cortesía la llevaron a tener una terce ra aventura ma trimonial. Se ca saron en la mañana y luego se fueron a una c ostosa suite en un hotel de una ciudad cercana, donde él se tomó el día presentando innumerables razones plausibles para persuadirla que le entregara todas sus propiedades para é l “desarrollarlas”, y obtener así cuantiosos beneficios. Mientras presentaba sus argumentos con creciente persuasión pero sin mostrar interés emocional en ella, creció un recuerdo de los comienzos de su primer matrimonio, enfermando su mente de dudas. Su esposo, que se estaba poniendo impaciente con su lentitud para aceptar sus argumentos, repentinamente advirtió la expresión de duda horrorizada en su cara. Enfurecido, la arrojó en la cama y tuvo un violento intercambio sexual con ella, mientras la denunciaba por su falta de respuesta, la ridiculizaba, le decía como había estado la noche anterior con una prostituta que sí respondía sexualmente; finalmente la dejó “pa ra encontrar a alguien que no tenga lo que mi primer marido dijo que tenía”. Ella obtuvo prontamente el divorcio. Ahora estaba interesada en un hombre joven, quien tuvo la aprobación de su abogado, su banquero, sus parientes, su sacerdote y sus amigos. Ella quería casarse desesperadamente, aunque estaba igualmente desesperada en su deseo de no causarle ninguna infelicidad. Su propósito al buscar ayuda psiquiátrica era tener su “deficiencia corregida”. Con extrema complicación, en un anglosajón llano y simple, no podía haber posibilidad de ninguna incomprensión para el autor [Erickson], ella había puesto el asunto dolorosamente claro. No quería más, no quería menos, sino que la frialdad que sentía continuamente, sin importar lo que llevara puesto, sin importar cuán caliente estuviera la silla en la que estaba sentada, fuera removida desde su trasero. Esta desdichada sensación de frío había estado presente, dolorosamente presente, desde el primer
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anochecer de su tercer matrimonio. La pronta disolución de ese matrimonio no había disminuido el sentimiento de frialdad subjetivamente reconocible que había desarrollado con posterioridad a la devastadora crítica que el tercer marido hizo de ella. Esto la había atormentado continuamente, y se encontró a si misma estando demasiado complicada al buscar ayuda médica. Recientemente, en los cursos de escuela nocturna que estaba tomando, había leído acerca de la hipnosis, los fenómenos hipnóticos y la hipnoterapia. Al ver el nombre del autor, que le fue dado como referencia, vino a Arizona pa ra una terapia específica, direc ta e inmediata. Su deseo de terapia era de una intensidad c asi irracional. Estaba convencida del carácter circunscrito de su problema y ni siquiera podía escuchar cualquier intento de conversación sobre un carácter más general de sus dificultades. Tenía la certeza rígida que una vez que la “frialdad” fuese removida, tod o estaría b ien. Expresó un a bsoluto d eseo de cooperar de c ualquier manera pa ra lograr su meta de una temperatura elevada sutilmente, en lugar de la frialdad de sus glúteos. En la desesperac ión de su deseo d e ayuda no era posible para ella ver el efecto cap richoso de su uso del lenguaje corriente para asegurar al autor la comprensión exacta de su problema en términos de las palabras exactas que habían sido usadas para describirlo originalmente. Después de un laborioso esfuerzo de tres horas para captar su interés en las opiniones del autor, se hizo evidente que la terapia tendría que llevarse a ca bo, si era posible en todo, en total ac uerdo con sus dema ndas persistentes. Se dedicó mucho tiempo a espec ular sobre el contenido de sus compresiones limitada s para idea r alguna clase de ac ercamiento terapéutico. Puesto que ella quería hipnosis desesperada mente, podía llegar a ser fácilmente una sujeto sonambulístico, como a veces es el caso con este tipo de pacientes. En realidad, ella fue una de las más receptivas y responsables sujetos que el autor había encontrado, y c oncordó dispuestamente ac eptar y ac tuar bajo cua lquier sugestión hipnótica que le fuese entregada. La explicación engañosa que se le dio fue, que puesto que ella quería que su problema fuera corregido por hipnosis, era un requisito que ella debía estar completamente entrenada en todos los fenómenos hipnóticos, de manera que cada posible elemento hipnótico necesario para su cura, sería conocido experiencialmente por ella. Realmente, el propósito era desarrollar en ella una receptividad , una disposición a responder, un sentimiento de c ompleta ac eptac ión, y un deseo de ejecutar adecuada mente cualquier sugestión que le fuera ofrec ida. El siguiente pa so fue pedirle hacer un estudio sistemático mediante [la tarea de] llenar su bañera con agua a temperatura cada vez más alta hasta que estuviera lo suficientemente caliente para producir protuberanc ias de gallina e n sus piernas, las que serían su única parte inmersa en la b añera. Después de mucho trabajo, tuvo éxito en lograr esto. Luego se le dio una explicación laboriosamente detallada de cómo una sobrecarga de los receptores térmicos por calor excesivo podría hacer un sobreflujo en los rec eptores de frío de la piel, resultando entonces en ca rne de gallina. El éxito de esta aventura, en opinión del autor, jugó un papel muy importante en el éxito de la terapia. Esto le proporcionó una indiscutible prueba visual que el calor puede producir los concomitantes de frialdad y que eso podría ser hecho en un área definitivamente limitada del cuerpo. Desde ese punto, para ella no existían dudas o temores de las comprensiones o la competencia del autor. La terapia continuó con la inducción de un trance profundo y con sugestiones cuidadosamente elaboradas, haciéndola sentir privadamente –un sentimiento para ser disfrutado solo dentro de sí misma– un exagerado , absolutamente intenso, e inmoderado orgullo de tener el sec reto conocimiento compartido solo conmigo que al menos una parte de su cuerpo podía experimentar calor mediante una respuesta subjetiva d e frío. Así, mediante sugestiones repetitivas, se le transmitió
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enfáticamente que esto debía ser considerado siempre y para siempre co mo su propio y ag radable placer privado. La razón para este secreto era no intensificar su sensación e impedir cualquier menosprecio d e parte de c ualquiera en quien ella p udiese c onfiar. Luego, p oc o a poc o, le fueron entrega das cuidadosamente sugestiones de q ue, así co mo la parte de atrás de sus muslos habían desarrollado respuestas de rec eptores del frío al ca lor, también podían hacerlo los receptores fríos de sus muslos, sus glúteos y su abdomen. Se aseguró su aceptación de estas ideas mediante un repentino cambio en la discusión de “temblores y estremecimientos de completa felicidad y éxtasis de placer que se muev e tan deliciosamente hac ia arriba y hac ia abajo en la espina de la pequeña niña que recibe la muñeca nueva tan desesperadamente querida y nunca realmente esperada ”. Esta compleja idea fue entregada por medio de mucha repetición y con cuidadosos cambios en las pala bras claves de “temblores” y “estremec imientos” al construir la frase “temblores y escalofríos y estremecimientos” y luego de una manera aleatoria omitiendo una y luego otra de las tres palabras. También, puesto que ella venía de sde un estado del norte y tuvo una infancia razonablemente feliz, el “temblando del deleite de deslizarse cerro abajo en trineo en un día temblorosamente frío”, “el seduc tor placer del frío, un frío plato de helado en un d ía c aliente d e verano” se entretejieron dentro de una serie c ompleta d e sugestiones, juegos de palabras similares ace rca de palabras asoc iadas a placeres con segurida d presentes, aunque lejanos en su historia. Esto fue repetido durante algunas sesiones, siempre comunicándole la necesidad de una retención inconsciente de las ideas, la necesidad de incorporarlas, y cualquier cosa que ella hubiese estado pensando en terapia, en el tejido y trama de su existencia, y además guardar el conocimiento de todo esto seguramente secreto para siempre dentro de su mente inconsciente, solo sabiendo de alguna manera vaga y satisfactoria que ella poseía dentro suyo un conocimiento y una comprensión de un valor y una be lleza y felicidad personales. Rápidamente ocurrieron marcados cambios en su comportamiento general. La tensión, la urgencia, la ansiedad que se sobreponía a todo, desaparecieron; conducía en largos paseos a través de los pa isajes, y comenzó a ha blar de visitar Phoenix nuevamente. Luego, un día entró en la oficina de manera indecisa, tímidamente, profundamente ruborizada y manteniendo los ojos inclinados hacia abajo. Después de cerca de 15 minutos, casi con la voz de una niña pequeña dijo “¿Puedo contarle un secreto, un secreto muy importante que es solo mío, mi secreto especial que me pertenece totalmente?” La respuesta que se le dio fue, “Pienso que si usted piensa esto muy cuidadosamente, usted encontrará que probablemente puede contárselo a su psiquiatra, de bido a que él comprenderá”. Después de otros 7 minutos ella dijo suavemente, “Tengo que contárselo de una manera especial en que yo sé que usted comprenderá. Esto es lo que dije la primera vez que vine acá, solo que es del todo diferente ahora”. Luego, en términos completamente vulgares, sonrojándose muchas veces, ella afirmó en esencia, “Me gusta ser una critaura con las ancas cogeladas." Para el autor esto significaba que ella no necesitaba más terapia ulterior, y los años que han pasado, su exitoso cuarto matrimonio, su finalización de la universidad durante los primeros años de su matrimonio, y su posterior entrada de manera feliz a los placeres de la maternidad habían todos confirmado el éxito de la terapia. Y ¿c uál era su problema? Un matrimonio impulsado c on lo mejor de su buena fe, pero infelizmente equivocado como lo descubrió inmediatamente; un segundo matrimonio equivoc ado para corregir el trauma del primero, prontamente demostró ser otro error que fue lenta mente c orregido solo en la
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medida que concluyó el estado marital, pero solo con una intensificación de sus traumas; un tercer desesperado matrimonio consumado en buena fe para corregir, si era posible, las heridas del pasado, lo que solo resultó en heridas ulteriores. Luego vino la realización aguda de sus necesidades terapéuticas cuando se presentó un matrimonio genuinamente bueno. Y ¿cuál fue su terapia? Una sucesión infeliz de eventos progresivos que había enfatizado el trauma, centrándolo como una necesidad vital en su vida, su realización como mujer. Estos eventos la habían degrada do ante sus propios ojos y la habían llevado a resumir su infelicida d total de una manera circunscrita. Entonces, ella buscaba una terapia circunscrita, sólo terapia circunscrita. Esto estaba presente para ella de tal manera que, aun cuando ella había circunscrito cada cosa, estaba en posición d e ampliar apropiadamente su problema total. Su pensamiento a cerca de su problema había sido emocionalmente reprimido largamente a un nivel inconsciente. Su terapia le permitió tener el mismo tipo de pensamiento, pero incluyó en éste no sólo los eventos conducentes a su problema, sino los valores emocionales que la llevaban atrás, a su infancia. Luego, una vez que había logrado sus metas, al nivel de motivación inconsciente, se sintió empujada a verbalizar la presentación original de su queja pero con un significado y perspectiva totalmente diferente. Al hac er esto, ella se liberó de c ualquier dependenc ia de l terapeuta y p udo ir entonces por su camino, encontrando las metas más apropiadas a su vida. (Erickson, 1965/1980, p. 218-222)
Haciendo uso de esta idea de utilizar todo lo que el paciente trae a terapia, y transformarlo en una palanca para el cambio, el autor de este artículo procedió de la siguiente forma en el tratamiento de un niño de 12 años: Me enviaron desde un co legio a un niño de 12 años que había roto un ventanal al arrojarle una silla en un acceso de rabia. El menor llegó acompañado por su abuela materna. El niño me miraba con rabia, no respondió a mi saludo y guardó silencio. La abuela me contó lo preocupada que estaba toda la familia por este niño; sus padres se habían separado poco tiempo después que él nació, y la madre se había trasladado a trabajar en otra c iudad, qued ando él al c uidado de los abuelos y las tías. Era el único p equeño en la c asa y había recibido todo el cariño y atenciones. Sin embargo, desde que una de sus tías se había casado y luego e mbarazado, el niño había comenzado a c ambiar. Y desde que había nac ido su prima, hacía poco tiempo atrás, andaba enojado, violento, celoso; y no hacía caso a los consejos que a los bebés hay que quererlos. "Incluso ha dicho que quiere matarse." El niño sacó la voz para decir muy enojado, "¡Sí, quiero matarme!" Lo miré y en forma muy amable lo felicité por lo buen primo que estaba siendo. Esta maniobra atrajo su atención sobre el autor. Le dije que al pensar en matarse, él realmente estaba pensando en su prima bebé, porque así le dejaría sus abuelos para que le hicieran cariño; que le dejaría sus juguetes para que jugara, porque los niños que se matan no pueden jugar; que le dejaría su cama para que ella pudiera dormir cuando fuera más grande; le dejaría todo el pa tio para que jugara más adelante, etc. Y continué hablando de lo buen primo que sería, al dejarle todas esas cosas a su primita. De pronto, el niño dio un golpe en la mesa y me gritó, "¡No lo soporto!", y abandonó rápidamente la oficina.
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Hice que la a buela esperara, y le dije que era probable que se fuera solo a la casa (sabía cómo hacerlo). Le indiqué no comentar la sesión con el niño y tan sólo observarlo. Le aseguré que el comportamiento del niño cambiaría, y que regresara a la semana siguiente, sin obligar al niño pa ra q ue fuera a la consulta. A la semana siguiente regresó la abuela pa ra contarme que el niño se había ido solo a la casa, y que desde ese día se compo rtaba amigab lemente con la beb é y los adultos de la casa, ofrec iéndose incluso para c uidarla y jugar co n ella. Conversamos respecto a c ómo da rle atención al niño, de modo q ue no hubiera una d iferencia muy marcada entre la bebé y él como un niño grande que ya no nec esitaba ser mimado.
Respecto a la utilización terapéutica, Mazza (1984), terapeuta familiar, coloca énfasis en que el terapeuta debe comprender que las teorías del paciente acerca de su problema y los mecanismos de mantención del mismo, afectan toda su vida. Una entrevista bien construida puede ayudar al terapeuta a constuir un acercamiento que considere la restructura y la extensión del problema. C omo terap euta familiar, Mazza considera el c omportamiento d e los pa cientes en términos de una tríada interacc ional (enfoque de J ay Haley); y el terap euta deb e mirar más allá del paciente identificado; puesto que el problema existe en relación a los otros miembros de la familia, se a sume que el problema de be ser resuelto en relación a ellos. La teoría interaccional indica que los miembros de la familia se organizan en una estructura jerárquica , en la c ual los miembros d ifieren en poder y estatus. C uando una persona de ba ja jerarquía en el sistema tiene el pod er de alguien que está arriba en la jerarquía, da como resultado una incongruencia jerárquica. Para que el problema se resuelva, deben corregirse esas incongruencias. En circunstancias normales, se supone que son los padres quienes se hacen cargo de los niños, y se espera que les entreguen orientación, cuidados, apoyo y les faciliten las satisfac ción de sus nec esida des mínimas. Sin emba rgo, los pa dres pueden rec urrir a terapia po rque se sienten carentes de poder, cuando el paciente identificado colocan las reglas en la familia a través de sus problemas. Para reducir el poder del paciente identificado y corregir la jererquía, los padres son usados como un puente por el terapeuta, para influenciar a los niños y producir así un cambio. A su vez, los niños pueden ser usados para influir en su grupo de pares para segurar el camb io futuro. El primer paso para involucrar a los padres es definir el problema presenteen términos que no sean técnicos. Esto coloca el problema en el terreno de los padres y les permite actuar. Si el problema fuera de finido en términos téc nicos o p atológicos, el prob lema sólo p od ría ser resuelto p or los expe rtos. También es muy importante involucrar a los miembros jóvenes en la terapia. Mazza (1984) describe cinco casos clínicos en los cuales se ejemplifican esos principios mencionado s. La autora indica que esos ca sos, son má s que la representación d e una técnica que pueda replicarse en otras terapia, son una forma de pensar la terapia. De esos cinco casos solamente se reproduce uno aquí.
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Ut iliza c ió n d e u n a r e l a c ió n d e a n t a g o n i sm o Milton Eric kson fue el maestro de la utilización d el antag onismo del pac iente hac ia la terapia. El mismo principio desarrollad o por él ha sido a plicado a quí a una familia, con la c onsiderac ión que deben tomarse en considerac ión los deseos de los diversos miembros de la familia. Esta forma d e utilización es más compleja que con un pa ciente individual, puesto que el terapeuta tiene que tratar con más de una persona, a la vez que respeta la jerarquía de la familia, utiliza el antago nismo del paciente y mantiene la c onfianza de los padres. J une, de 14 años, la más joven de tres hermanos, fue referida a terapia porque había c argado centenares de dólares por llamadas de larga distancia al teléfono de los padres. Había tomado la tarjeta de crédito de su padres, y viajó en avión a visitar a un joven que vivía en otro estado. Había tomad o un taxi hasta el aeropuerto y pagó el viaje c on un c heque q ue le había sustraído a su madre. Desde el comienzo de la terapia, era claro que la muchacha no q uería participar. Era grosera con ambos padres, espec ialmente con su padre. Además del dilema financiero que presentaban los cargos en el teléfono, habían problemas en la escuela. La chica había descubierto formas para no ir a la escuela, generalmente se quejaba de calambres, jaquecas o alguna enfermedad. A pesar de los mejores esfuerzos de la terapeuta para aliarse con la chica, J une veía a la terapia como una idea de los pa dres, y a la terapeuta aliada con ellos. En consecuencia, se negó a hablar en las sesiones, y sus padres tuvieron que hacer muchos esfuerzos para q ue a sistiera a la terapia. El señor y la señora L le dijieron a la terapeuta que ellos no le gustaba n a J une, y ella quería que el pa stor de su grupo juvenil fuera su pa dre ad optivo y la esposa de él, su madre a dop tiva. Inicialmente, la terapeuta le pidió al señor L que se hiciera totalmente ca rgo de J une. La señora L estaría de "vacaciones" respecto a la hija y sólo la disfrutaría en una forma diferente. Cualquier decisión que se hiciera respecto a J une sería tomada por el señor y la señora L. La señora L parec ió estar aliviad a, puesto que le había estado pidiendo a su esposo que se involucrara más con J une. Además, la señora L estaba concentrada haciendo la vida de su esposo más placentera. La terapeuta le explicó que esto lo estimularía a perseverar a pesar de las crisis que indudablemente J une presentaría. Una mejoría en la relación con el pa dre también la ayuda ría en las futuras relaciones con los hombres. El señor L estuvo muy dispuesto a asumir su responsabilidad. Alteraría su horario d e traba jo e iría a buscar a J une a su escuela todos los días. Monitorearía las tareas para la casa que le asignaban y las tareas domésticas. El señor L tuvo un éxito limitado. La mejoría de J une en la escuela e ra muy irregular. Hab ía tenido algunos días buenos y había encontrado razones para permanecer en la enfermería de la escuela. A lo largo de este proceso, ella permaneció muy hosca y grosera en las sesiones de terap ia. Tuvo días en que no le habló a su pa dre a menos que é ste le hiciera un p regunta d irec ta. Después de pensarlo mucho, la teraputa decidió que el mejor curso de acción sería una estrategia indirecta. Ya que la alianza era inefectiva, la terapeuta decidió provocar a la chica para hacer que fuera más manipulable. Como el comportamiento de ella podía predecirse, la terap eta obtendría pod er sobre la c hica . La terapeuta quería p rovocar a J une hasta el punto que si decía "negro", ella dijiera "blanco." La terapeuta sugirió al señor y la señora L (sin que estuviera presente la chica) que habían muchas formas para lograr algo y se preguntó si ellos 96
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estarían dispuestos a contactar al pastor e involucrarlo en la terapia. Estuvieron de acuerdo. Se colocaron en contacto con el pastor y éste estuvo de acuerdo en ayudar en todo lo que que pudiera. Ac eptó el ofrec imiento d e la terapeuta para supervisarle d etrás de la escena su trabajo con la chica . Los padres fueron advertidos por la terapeuta que ella insultaría intencionalmente a J une en la siguiente sesión de terapia, como una forma de hacer más predecible el comportamiento de ella, y en c onsecuencia hacerlo más manejable. La terapeuta les dijo que J une probablemente pediría que el pastor se convirtiera en su terapeuta. Les indicó que tuvieran algunas dudas respecto al éxito de esa a ventura, pe ro que se unieran a su hija. Se estimuló a la señora L a tomar una posición firme al respecto. En la siguiente sesión, la teraputa insultó a J une. Le dijo que no había hec ho ningún esfuerzo por cambiar y continuaba teniendo problemas. J une respondió en la forma anticipada . Se enojó mucho con la terapeuta y dijo que todo estaría bien si pudiera tener terapia con el pastor. Los padres respondieron en la forma que se les había indicado. La terapeuta le advirtió con renuenc ia que la única forma d e juzgar el éxito del pa stor era a través de los cambios. June dijo que como resultado de la terapia con él lograría: tener una asistencia regular al colegio, una actitud respetuosa hacia ambos padres, y llevaría a cabo las tareas domésticas. La chica, ofend ida, dijo los los ca mbios era muy fác iles y que no tendría más problemas mientras no tuviera que ver a la terapeuta nuevamente. La terapeuta expresó sus dudas que la chica pudiera hac erlo, pero estuvo d e a cuerdo en interrumpir la terapia pa ra darle una o portunidad. Dos días después,la terapeuta se reunió c on los pad res y el pastor. El pastor comenzó a reunirse con la chica y los padres. Cada vez que la chica comenzaba a colocarse difícil, los padres le recordaban del acuerdo que habían hecho, si el pastor fallaba, tendría que regresar a terapia con la terapeuta. De inmediato cooperaba con sus padres y el pastor, antes que tener que enfrentarse a la terapeuta. La terapeuta continuaba en contacto con el pastor. En los últimos reportes, la chica estaba asistiendo a la escuela, era muy respetuosa con sus padres, ayudaba en la c asa, y se había interesado en un joven de su grupo de la iglesia. Este caso trae a colación importantes consideraciones éticas para un terapeuta estratégico. El éxito de la estrategia es contingente con el deseo de la terapeuta, el pastor y los padres para continuar cooperando en conjunto sin el el conocimiento de la paciente. El propósito de esta colaboración encubierta fue utilizar el antagonismo de la chica hacia la terapeuta para mejorar la relac ión con sus pa dres. Es probab le que el caso hubiera empeorado si la terapeuta no hubiera tomado ese rumbo. A pesar del intento benevolente de la terapeuta, es importante considerar el riesgo para la paciente si se hubiera revelado la colaboración entre la terapeuta, elpastor y los padres. Al usar este acercamiento, el terapeuta tiene que juzgar el riesgo de cada situación específica. Hay muchas otras situaciones en las cuales la colaboración ocurre sin el consentimiento o el conocimiento del paciente, y no produce daño. Los terapeuta a menudo discuten c on sus pa res y supervisores respec to a los pa cientes difíciles. Los pa cientes rara vez se enteran de esas discusiones. Ni tampoco se ha dado permiso para que esas discusiones ocurran. Si el paciente se enterara del alcance de algunas colaboraciones, su confianza en su terapeuta podría deteriorarse. Por lo tanto, no es nec esario y puede ser perjudicial que se informe de todo al paciente.
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J une no fue apa rtada de su antagonismo hacia la terapeuta. La terapeuta utilizó ese antagonismo sin ofender a los p adres. A través de esta estrategia, los padres fueron c apac es de hacerse cargo de su hija. Antes de esta estrategia, los padres estaban convencidos que la terapia no funcionaría mientras la hija no hablara con la terapeuta. En este sentido, la hija había intentado controlar a brazo partido la terapia en lugar de los padres y la terapeuta. Si se le hubiera permitido hacerlo, el problema de la hija se hubiera exacerbado al ocupar ella una posición tan elevada en la jerarquía; al mismo tiempo que estaba definiendo que tenía problemas en la escuela y una relación conflictiva con sus padres, se habría hecho cargo del curso de la terapia. La confianza que los padres de J une co loca ron en la terapeuta fue utilizada para involucrar al pastor de J une. Al coloc ar al pa stor y a los padres de J une a c argo de la terapia, esto dio como resultado una mejoría en el comportamiento de J une y de la relac ión con sus padres. Mazza (1984)
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