alain robbe-grillet
p a r u n a n u e v a n a v e la
De que que sirven las teor teorlas
(1955 y 1963)
De que que sirven las teor teorlas
(1955 y 1963)
De qu e sirven ins teorias
mas.. Lo que mas que ma mass me so sorp rpr r endi e ndia, a, en Ios elogio elogi os, era enco enc ontra ntrarr
tan ta nto en Ios re repr proc oche hess co como mo
casi por por tod todas as pa parte rtess un unaa ref refere erenc ncia ia
imp mpllicita -0 incluso incluso ex expli plicit citaa-
alas gr andes andes novel as del de l pasado,
po p oco al azar , a todos 10s escr escr itor i tores es a Ios qu quee no se sab sabia ia do donde nde meter. «Escue «Escuela de Ia mir mirad ada» a»,, «N «No ovela o b j jeeti tiv va», «E «Esc scue uela la d e apelativos os var iab aban an;; en cua uan nto alas intenci intencio ones M inu nuit», it», Ios apelativ
q ue siem p pre re eran puest pu estaas co com mo el mo mode lo so sobr bree el cual cual debi debiaa
s ' me at atr r i bui buian an,,
conser var var f i jos jos Ios o jos el jo jov ven es escc r itor. itor.
d ·1 mundo do,,
•
En Ias r evis ista tass enco con ntra ba
a me men nud udo o
Iog Io grab rabaa d ar ar me pOl pOl'' satisf sfeech cho o
mass serie ma serieda dad d . Pe Per r o no
con co n se serr r eco con noc ociid o,
que
eran er an en efec efecto to d elira ran ntes: exp xpu u1sar al hombre hombre
impo im pone ner r mi prop propia ia es escc r itura itura a Ios os otr otr os no nov velistas,
d cst cstr uir tod a ley en Ia com po com possiCi iCio on d e Ios 1 1ii bro bros, s, etc etc..
apre ap reci ciad ado, o,
Inten ntente te poner las cosas a p pu unto en nuevos nuevos ar ticuIos Ios,, aclar and o
estudi estu diaado, pOl' 10s pOl' 10s u uni niccos es p pecia eciali list stas as
quee desde qu desde el e l comienzo
loss elem lo e lemen enttos ma mass reto retor r cid cid os,
me ha bia bian n alen enta tado do;; est estaba aba co conve nvenci ncido do
de escr escribi ibir r para el «gran «gran
d :ldo ldoss pOl' I pOl' Ios os criti criticos cos.. Est Estaa vez se me acu cuso so de con c onttrad eci ecirme rme,,
pu bl blic ico o», sufria po porr se serr con consi side dera rado do Mis asombros, asombros,
mis impacien impacienci cias as,,
vos en tanto ig igno nora raba ba,,
como co mo un a utor «d «difi ificil cil». ».
eran er an pro proba babl blem emen ente te
pOll' m pO mii forma formacio cion, n,
mass vi ma vi--
todo tod o de 10s me medio dioss
Iitera Ii terar r ios i os y de de sus sus habi habitos tos.. POl'ento POl'entonc nces es pu publ blic icab abaa
en un diar diario io
pollitic po itico o-litera -literar r io io
de gra ran n tira tirad da (L'Express) una una ser serie ie de breves breves
ar ticu cullos
expo xponia nia
dond do ndee
d entes: entes: diciendo diciendo evo voluc lucion ionar ar tieneen tien
algun alg unas as
ide deas as qu quee me pare pareci cian an
1H.'tsq ued asperson ales y pOl pOl'' mis detr detracto actor r es, e s, hr ment mentee
r eal ealis ismo mo so soci cial alis ista ta 0 el co comp mpro romi miso so
balz ba lzac acia iano nos, s,
quee e l qu
sar sa r treano t reano son dif dific iciilmente
conci co nciIia IiabIe bIess con el e l eje ejerci rcicio cio pro proble blema matic tico o
de Ia Ia lit litera eratur tura, a,
ano an o tr tras as ano ano la pu publ blic icac acio ion n
tura ra.. Es es este te con conju junt nto o Ii •. r atu
cont co ntin inua uaba ba
ir r regue gu-
de mis mis refle reflexi xion ones es sa sabr bree l a
e l qu quee se en encu cuen entr traa
hoy ho y re reun unid ido o en
( 1 \ pre resente sente volu volumen men..
evii ev
para pa ra seg seguir uir est estand and o viv vivas, as, qu quee Ios her heroe oess de Kafka Kafka con co n Io Ioss per perso sona naje jess
que habian habian s ido mas des des cui-
r eneg egar ar de mi mismo mismo ... Asi, impu1 mpu1ssad o cad a vez pOl' mi miss
d
por ejem ejem pl plo o qu quee las f orma rmass no novel velesc escas as deb en
poca po ca re rela laci cion on
0Ios
como co mo
con co n eI de de cua cua1qu 1quier ier an ane. e.
Esto toss textos textos no consti constituy tuyen en y
· ·IIa; in inte ten ntan sol solam ament entee des despre prend ndee r algu algunas nas linea lineass de evo1uc evo1ucion ion
q Lte me pare parece cen n fun funda damen mental tales es
en Ia Iit Iitera eratur turaa co conte ntem m p poranea oranea..
Si em p plleo co con n gusto gusto,, en much muchas as pa pagi gina nas, s, e l term termin ino o de Nueva paraa de desi sign gnar ar un unaa es escu cuel ela, a, ni in inc1 c1us uso o un gr grup upo o / love /a, no es par d ·f · f inid inid o y cons constit tituid uido o
E1resu1 E1resu 1tado d e esto estoss artic articu10s u10s no fue el que esperaba esperaba . Hicieron
en abso absolu lu to una te teor oria ia d e Ia nono-
de escr escrito itores res que traba trabaja ja r ian ian en el mismo
,~'ntido; solo es una deno denomina minacio cion n
comoda com oda qu quee englob englobaa a tod todos os
r uido u ido,, pe pero ro se I Ios os juz juzgo go sim simpli plista stass e insens insensato atoss cas casii de manera manera
.Iq uel uellos que buscan buscan nuev nuevas as form formas as nov novelesc elescas, as, cap aces de expr expr ee-
unani un anime. me. Imp Impul ulsa sado do si siem empr pree pO pOl'el l'el des deseo eo de co co nvenc vencer, er, retom retomee
,','a a r (0 d e crear) crear) nu nueva evass rel relac acion iones es ent entr r e el ho homb mbre re y e I mu mund ndo, o,
entonces
(od os 2que 2quello lloss qu quee esr esran an de decid cidido idoss a inven inventar tar Ia nov novela ela,, es deci decir r
Ios pri princi ncipa pales les pun puntt os en Iiti Iitig gio, desa desarroll rrollando ando1os, 1os,
en
un ensay ensayo o un poco poco ma mass la larg rgo o qu quee ap apar arec ecio io en la Nouvdlp. Revue POl''desgrac desgraciia, el efe efect cto o no fue me m e j jo or; y esta rei re incidencia f t tanraise a nraise.. POl -ca1if -ca1i f icad adaa de «m «man aniifi fies estta»-
me co consa sag gr o ad emas emas co com mo teorico
de una una nu nueeva «e scuela cuela» » noveles novel escca, d e la que que evid ent nteement ntee
no
.1
invent in ventar ar el ho homb mbre re..
(Ie
a
Esto Es toss sa sabe ben n qu quee la rep repet etiicion sistemat stematiica
Ias for formas mas d el pa pasa sado do es no no so sola lame men nte absurda y van anaa, sino
( I l liie incluso pue uede de vo voll verse noci nociva: va: cerra cerrandon ndono os
Ios o j jos os sob sobre re
Ilu Il ucstra situa ituaccion rea reall en el mund mundo o pre presen sente te,, nos im pid e a f in i n de
De que sirven Lastear /as
Alabar a un joven escritor de hoy porque «escribe como Stendhal» repr esenta una doble faha de honestidad .
Por una parte esa proeza
:lpar ecer mi tercera novela (La jalousie). No solo que ellibr o no gust6 y fue considerado como una suer te d e a bsur do atentad o
no tend ria nada de admir a ble, como acabamos de ver lo; por otra parte se trata de algo perfectamente imposible: para escribir como Stendhal, ante todo habria que escr i bir en 1830. Un escr i tor que logf a ra un ha bil plagio, tan habil incluso que d iera a luz paginas
ntra las bellas letr a s, sino que s e demostr6
ademas hasta que
punto er a normal que fuera execr a ble, puesto q ue se d eclaraba ·1 producto de la pr emeditaci6n:
su autor -jOh,
escandalo!- se
per mitia tener opiniones sobre s u pro pio o ficio.
que el propio Stend h al hubiera po dido firmar en su epoca, no
Aqui tambien constatamos que los mitos del siglo XIX c onser -
tendr ia en mod o alguno el valor que ser i a aun hoy el suyo si
van toda su potencia: el gr an novelista, el «genio», es una suerte de
hu bier a red actad o esas mismas paginas en tiempos de Carlos X.
monstruo inconsciente, irresponsable y f atal, incluso ligeramente
La q ue exponia Jorge Luis Borges en Ficciones , a prop6sito
imbecil, de quien par t en «mensajes» que solo ellector d e be des-
de
esto, no era una paradoja: el novelista del siglo XX que copiara
·if r ar . Todo 1 0 que amenaza con oscurecer el juicio del escritor es
palabr a por palabra el Don Quijote escribiria de ese modo una
mas
o bra completamente
E I alcoholismo, la desdicha, la droga, la pasi6n mistica, la locur a,
diferente a la de Cervantes.
Por otr a parte, a nad ie se Ie ocurriria la idea de al a bar a un musico por haber com puesto, thoven,
0a
en nuestros dias, musica de Bee-
un pintor por hacer cuadros de Delacroix,
0a
un
arquitecto por haber concebido una catedral g6tica. Por fortuna,
0menos
admitido como favorable a la eclosi6n de su obra.
han colmado de tal mod o las biogr afias mas
0menos
novelad as
d c Ios ar tistas que desde entonces parece completamente
natur al
v r en ello necesidades eseneiales de su triste eondiei6n, ver en l
d o easo una antinomia
entre ereaei6n y eoneiencia.
muchos novelistas saben que es iguai en literatura, que ella tam -
Le jos de ser el r esultado d e u n estud io honesto, esta actitud
bien esta. viva, y que la novela, desde q ue existe, ha sido siempre
r v ela una metafisica. Estas paginas que el eseritor ha dado a luz
nueva. ~C6mo la literatura novelesca habria podido permanecer
como a pesar suyo, esas maravillas no premeditadas,
inm6vil, fija, cuando todo evolucionaba a su alrededor -incluso
I r did as, r evelan la existencia de aiguna fuerza superior que las
bastante rapido- en el curso de Ios ultimos ciento cincuenta afios?
ha d ietado. El novelista, mas que un ereador en sentido propio,
Haubert escribia la nueva novela de 1860, Proust la nueva novela
solo seria entonees un simple mediador entre el eomun de los
de 1910. El escritor debe aceptar con orgullo llevar su propia fecha, sabiendo que no existe obra maestra en Ia eternidad , sino solamente obras en la historia; y que solo sobreviven en la medida en que han de jado atras el pasad o y anunciad o
el porvenir .
Sin em bargo, si hay algo que los criticos n o so portan
es q ue
los artistas se expliquen. Me di com pleta cuenta de ello cuando, luego d e ha ber expresado estas evidencias y algunas otras, hice
esas palabr as
mortales y una potencia oseura, un mas alla de la humanidad , espir i tu eterno, un dios ...
I I l l
En r ealidad , basta con leer el diario de Kafka, por ejemplo, 'orr espond e neia
0la
de Hau ber t, para d arse cuenta d e i nmediato d e
1 par ticipaci6n primordial, ya en las gran des obras d el pasad o, de h conciencia cr itiea, la voluntad y el rigor . El.trabajo paciente, la onstrucci6n
met6diea, la arquitectura
largamente meditada de
De qui sir ven 'as t eorias
it! a,
cada Fr a secomo del conjunto delli bro, todo eso ha desempenado siem pre su pa pel. Despues de Les F aux-Monnayeurs ,
despues de
un complemento,
cuando no se trata de una pur a
simple puesta en guardia contra un er r o r de inter pretacion.
I
Joyce, d es pues de La Nausee , parece que nos encaminamos
0 bien
Por otra parte, es evidente que las ideas se quedan cortas en
cada
d acion con las obr as, y que nada puede reemplazar a estas ulti-
vez mas hacia una epoca de la ficci6n en la que los problemas de
I
la escritura ser an lucidamente
mas. Una novela que solo fuera el ejemplo gramatical que ilustra
la que las pr eocu paciones
consider ados por el novelista, y en
pod r an en cambio ser vir le d e motor . No se tr ata,
inutil: bastada con el enunciado
1 0 hemos visto, d e establecer una teoda, un molde
pr evio para esparcir alIi los libr o s fmuros. Cada novelista, cada novela, d e be inventar su propia forma. Ninguna r eemplazar
esta continua
ref lexi6n. Ellibro
sus propias reglas. Incluso el movimiento a menud o
conducir
tlna regIa -aun acompanada de su exce pcion- seda natur al mente
cd ticas, lejos de esterilizar la creaci6n,
de la r egIa. Aun reclamando
p:lr a el escritor el derecho ala inteligencia d e su creacion, e insist
i 'odo so bre el interes que presenta para si mismo la conciencia
receta puede
d su propia busqued a, sabemos sobre todo que es al nivel de l a
crea por S1mismo
('s rirura que se efectua esta busqued a, y que no todo esta clar o
de la escritura debe
a ponerlas en peligro, en jaque quizas, y a
el instante de la decision. Asi, luego de haber indispuesto a los
("11
( d ticos hablando de la literatura con la que suena, el novelista
hacer las estallar. Le jos de respetar formas inmutables, cada nuevo
, . siente a menudo desprovisto cuando esos mismos cr1ticos Ie
libr o tiende a constituir sus leyes de funcionamiento
(oxigen:«Ex pliquenos entonces por que ha escrito este libro, que
tiempo q ue a producir su destrucci6n.
al mismo
Una vez acabada la ob r a,
la r ef lexi6n cr 1tica d el escritor Ie servir a aun para tomar distancia respecto a ella, alimentando
pronto nuevas busquedas, un nuevo
· jgnifica, que quiere hacer , con que intenci6n p:lla bra, construido
ha empleado esa
esa Fr a sede tal manera».
Frente a semejantes pr eguntas, se dida que su «inteligencia» ya no Ie pr esta ningun auxilio. Lo que quiso hacer es unicamente
punto de partida. Por eso, no es muy interesante intentar poner en contradicci6n
csc li bro. Eso no quiere decir que siempre este sa tisfecho con el;
las visiones teoricas y las obras. La unica relaci6n que puede
p '1'0 la obra sigue siendo, en todos los casos, la mejor y la unica
existir entre ellas es justamente
('x presion po sible de su proyecto. Si hubiera tenido la posibilidad
de caracter diaIectico: un doble
juego de acuerdos y de opos iciones. entonces
que se constaten
Tampoco es sorprendente
evoluciones
de un ensayo a ouo,
entre aquellos que se van a leer aqui . No son, por supuesto, groseras retr a ctaciones demasiado desatentos un plano dif erente,
denunciadas malevolos-,
0
re-examenes,
err6neamente
las
por lectores
sino prosecuciones
sobre
la segunda car a de una misma
d . dar una definici6n mas simple,
0de
r educir sus doscientas
0
(r . cientas paginas a algun mensaje en lengu a je claro, de explicar
IJ:IIa brapor ralabra su funcionamiento, Ill)
en suma , de d ar su razon,
ha bda sentido la necesidad de escribir ellibro.
Puesto que la
(uoci6n d el ar te no es jamas ilustrar una verd ad -ni siq uier a un incer rogante-
conocida d e antemano, sino plantear al mund o
I r cguntas (y tam bien, quiza, llegad o el momento,
respuestas)
Toda la conciencia critica del novelista solo pued e serle uti! al nivel de las elecciones, no al nivel de su justificacion.
Un camino para la novela futura
Siente la
(1956)
necesidad de emplear tal for ma, rechazar tal adjetivo, constr uir este parrafo de tal manera. busqueda
de la palabra
Pone todo su cui dado en la lenr a
exacta y d e su justo emplazamiento.
Pem de tal necesidad no puede pr o ducir ninguna prueba (si no es, a veces, a posteriori).
Ruega que se Ie crea, que se Ie otorgue
confianza. Y cuando se Ie pregunta por q ue escr ibe su libro, solo tiene una respuesta: «Es para inr entar sa ber por que tuve ganas de escribir lo.» En cuanro a decir a d o nde va la novela, evid entemente
na-
die 1 0 puede decir con cer teza. Por otra par te, es pro ba ble q ue conrinuen
existiendo para ella d if erenr es caminos par alelos. Sin
embargo par ece que entre ellos uno se di buja ya con mas nitidez q ue los otros. De Hau bert
a Kafka, se impone al espfr ir u una No par ece muy r azonable, a primera vista, pensar que una
filiacion, que llama a un d e venir. Esta pasion por descr ibir, que anima a am bos, es la que se encuenr ra hoy. Mas alIa del naturalismo del otr o, se di bujan
d e uno y d el onirismo metaflsico
los primeros
realista de un tipo desconocid o, Los textos presenres intentan nuevo realismo.
en l a nueva novela de
elementos
de una escr itur a
q u e est:l ahora saliendo ala luz.
precisar algunos conrornos
de este
Iicer atur a enr er amente nueva sea algun dfa -por ejemplo, ahoraI sible. Las numerosas
tenrativas, que se han sucedido
desde
11:lcetreinr a ailos, par a hacer salir al relato de sus encrucijadas .010
han conducido,
Y -se nos
en el me jor de los casos, a obras aisladas.
1 0 repite- ninguna d e esas obras, cualquiera fuese su
incer es, ha logrado la adhesion de un publico comparable
al de
h novela burguesa. La unica concepcion novelesca hoy en curso ·S , de
hecho, la de Balzac.
Pod riamos incluso remonr arnos d
sin dificultad hasta Mad ame
La Fayette. El sacr o sanro anaIisis psicologico
constitufa,
'n esa epoca, la base de toda prosa: presidfa la concepcion Ii ro la pinrura
de los persona jes,
el d esarrollo
ya d el
de la inr riga
Un camino par a f a novefa futura
una pasion pasion-
de un conBicto de pasiones,
0
de una ausencia de
0
en un medio dado. La mayor parte de nuestros novelis-
tas contempod.neos justamente
del tipo tr adicional-es
decir aquellos que
reciben la a probaci6n de los consumidores-
copiar largos pasa jes de la Princesse de Cleves
pod r ian
de Pere Gori ot sin
0
despertar las sospechas del vasto publico que devora su producci6n. Apenas habria q ue cambiar le algun gir o, construcciones, med iante
0q uebr ar
una cadencia de
fr ase ... Pero todos confiesan, sin ver en esto nada anormal, que sus preocupaciones
sa- no suf ri6 mas que ligeras modificaciones
la novela est:i muriendo.
Eso no es segur o. La histor ia dira, en
algunas d ecenas de anos, si los d iversos so bresaltos q ue se han r egistrad o son senales d e la agonia De todos mod os,
0 d e
dificultad es de una alter aci6n d e ese gener a . Son consid er a bles. Toda la organizaci6n
literar i a esta blecida
lengua france-
desde hace trescien-
nocida q ue intenta
im ponerse.
Los espir i tus
industriales hicieron consider a bles progresos, nuestra civilizaci6n
:t reconocer
mental sigue siendo la misma. Vivimos pr:kticamente
cod o los hereder os
con los
el valor d e una busqueda, d e una tr adici6n.
Ahora bien, juzgad a de
r eligiosas, sexuales, higienicas, familiares, etc. Finalmente,
siempre una forma nueva parecera mas
se sabe- es eterno. Todo esta
en refer encia
El riesgo de tales desair es aumenta todavia mas si se osa pr eten-
d e obr as audaces, sin preocupaci6n juicio a parece bajo la rubricaMusica,
que ya est:i viendo la luz, y que va a representar -al consumarse-
por un especialista.
Semejante
promesa
que aquellas de donde nacieron
y el naturalismo.
trae inevita blemente
0menos
una ausencia
Ie forma. ~Acaso no leemos, en uno de nuestros diccionarios
der que esta nueva literatura no solo es en adelante posible, sino
en otr o tiempo el romanticismo
a las for m as consagr ad as,
"nciclo pedicos mas celebres, en el articulo Schonber g :
dicho y llegamos demasiado tarde, etc., etc.
mas completa
mejor dispuestos
siguen siend o a pesar de
manera inconsciente
existe
y el critico) no
necesaria, los mas prestos
mismos habitos y las mismas restricciones, morales, alimenticias,
una r e voluci6n
(desd e e1ed itor hasta
puede hacer otra cosa mas que luchar contr a la forma descohacia la idea de una transformaci6n
que -como
la r enovaci6n.
no ha bria q ue hacerse ilusiones sobre las
tos afios; y si la socied ad se transform6 poco a poco, si las tecnicas
el «coraz6n» humano
q ue acud e a la
mente de muchos es sim ple: ese cam bio es imposible, el arte de
1 mas modesto lector , pasando por e1li br e ro
de escritores datan d e var ios siglos.
~De que sorprenderse -se d ice-? El mater ial-la
tiempo sin algun cambio r ad ical. La soluci6n
ciertas
d ar aqui y alia el to no particular de cad a quien
una pala br a, una imagen intrepid a,
cuesta trabajo imaginar que este ar t e pued a so brevivir mucho
algo de r idiculo:
«jAhora las cosas van a cambiar!» ~C6mo harian para cambiar?
«Autor
por regIa alguna»? Este breve redactada evidentemente
El recien nacido que balbucea sera siempre considerado como monstruo,
IIn
incluso por aquellos a quienes la experiencia a pa-
siona. Habra curiosidad , movimientos
de interes, reser vas en
uanto al porvenir. Entre las alabanzas sinceras, la mayor parte
Un camino para fa novela futura
Puesto que, si las normas del pasado sirven para medir el presente,
tam bien sirven para construirlo.
despecho de su voluntad de independencia,
"omo una grilla, provista de vidrios diversamente
se encuentra situado
[ue descompone
que solo pueden
ser las del pasado. Le es imposible escapar de un dia para el otro de la cual es resultado. A veces, incluso, en la
d el mundo destroza el cristal, sin hallar ningun lugar en la grilla
que mas habra intentado
categoria de
por el contrario
Horecer, mas vigorosos que nunca; y se Ie felicitara, por supuesto, 0criticos,
aun tenemos a nuestro servicio la comod a
1 0 absurdo, que absorbera ese cargoso residuo.
Ahora bien el mundo no es ni significante ni absurdo. £1 e s, sim plemente. En todo caso, es eso 1 0 mas destacable. Y de repente
con alivio, por haberlos cultivado con ta"nto celo.
Asi los especialistas de la novela (novelistas
en pequenos
Y si algo resiste a esta apropiacion sistematica, si un elemento d e interpretacion,
pareceran
nuestro campo de percepci6n
coloreados,
r istales asimilables.
obra en la que pensaba asestarle un golpe decisivo, los elementos combatir
(la palabra se ha vuelto peyorativa) funcione
El propio escritor, a
en una civilizaci6n mental, en una literatura, a esta tradici6n
a q u e la literatura
0leeto-
·sta evidencia nos golpea con una fuerza frente a la cual no po-
res muy asiduos) seran sin duda aquellos a quienes mas costara
d mos hacer nada. De un solo golpe toda la bella construccion
apartarse del camino.
s d e sploma: abriendo los ojos a 1 0 imprevisto, experimentamos, otra vez mas, el choque de esta testaruda
Incluso mundo
el observador
que
10
menos condicionado
no logra ver el
rodea con ojos libres. Precisemos de inmediato
que no se trata aqui de la ingenua preocupacion
lingimos haber acabado. Alrededor nuestro, desafiando la jauria d e nuestros adjetivos animistas
de objetividad,
realidad con la que
0domesticos,
las cosas estdn a M .
Su superficie es nitida y lisa, intacta, sin resplandor
turbio ni
ante la cuallos analistas del alma (subjetiva) pueden facilmente
tr ansparencia. Toda nuestra literatura no ha logrado aun reducir
reir. La objetividad
·1 mas pequeno angulo, ni atenuar la menor curva.
en el senti do corriente del termino -imper -
sonalidad total de la mirada- es con toda evidencia una quimera. Pero es la libertad la que al menos deberia ser posible, y no 1 0
Las innumerables
novel as filmadas que atiborran
nuestras
pantallas nos ofrecen la ocasion de revivir a voluntad esta curiosa
es, tampoco ella. A cada instante, fran jas de cultura (psicologia,
'x periencia. El cine, heredero el tambien de la tradicion psico-
moral, metafisica,
I gica y naturalista, a menu do solo tiene por fin transponer
etc.) llegan a anadirse a las casas, les dan un
aspecto menos extrano, mas comprensible, A veces el camuHaje es completo:
mas tranquilizador.
dado
nacimiento,
retenemos
elementos
principales.
que Ie habrian
que un paisaje es «austero»
«calmo» sin poder citar ninguna
r lato en imagenes: apunta solamente a imponer al espectador,
un gesto se borra de nuestra
mente en provecho de las supuestas emociones
un
0
por la mediacion
de algunas escenas bien escagidas, la signifi-
acion que ias frases del relato ya comentaban lector. Pero en todo momento
holgadamente
al
sucede que el relato filmado nos
linea suya, ninguno
de sus
saca fuera de nuestro confort interior y nos lleva hacia ese mundo
Ni siquiera si pronto pensamos:
«Todo
(.luenos ofrece, con una violencia que en vano buscar i amos
esto es literatura», intentamos
rebelarnos. Estamos habituados
·1 texto escrito corr e spondiente,
novela
0guion.
en
Cada quien puede darse cuenta de Ia naturaleza
del cambio
que se ha efectuado. En Ia novela inicial, Ios objetos y Ios gestos que servian de sopone
ala trama desaparedan
completamente
0 una
espera, Ia mana que se posa sobre el
hombro no era sino sefial de simpatia, Ios barrotes de Ia ventana no eran mas que Ia imposibilidad se ve Ia silla, el movimiento
' .11
mund o mas solido, mas inmediato.
de salir . .. Y he aqui que ahora
de Ia mano, Ia forma de Ios barro-
I\'
Que sea ante todo por
p r e se ncia que se impongan Ios objetos y Ios gestos, y que esta
pr >sencia continue Iuego dominando,
para dejar Iugar a su mera significacion: Ia silla vada no era mas que una ausencia
11 11
r ia explicativa que intentara
encerrarlas
{crencia cualquiera, sentimental,
I
t:trf sico, u otro. En las construcciones
por encima de cualq uier en un sistema de
sociologico, freud iano,
me-
novelescas futuras, gestos y objetos es-
I.tr an a hi antes de ser algo; yestaran
todavia alli despues, duros,
tes. Su significaci on sigue siendo manifiesta, pero, en Iugar de
inalter a bles, presentes para siempre y como burIandose
acaparar nuestra atencion, ella esta dada como por afiadidura;
pr opio sentido, ese sentido que en vano busca reducirlos al rol de
1 0 que nos llega, 1 0 que persiste
lIlcnsilios precarios, de tejido provisorio y vergonzoso a Ios que
incluso esta de mas, puesto que
de su
en nuestra memoria, 1 0 que aparece como esencial e irreductible
/>Cliola verdad humana superior que se expreso en ellos habria
a vagas nociones mentales, son Ios gestos mismos, Ios objetos,
d. d o f o rma -y de manera deliberada-,
Ios desplazamientos
llixiliar molesto en el olvido, en Ias tinieblas.
y Ios contornos,
a Ios cuales Ia imagen ha
restituido de una sola vez (sin proponerselo)
su realidad .
De ahora en adelante, por el comrario,
Puede parecer extraiio que estos fragmentos de realidad bruta, que el r elata cinematografico
para pronto Ianzar este
no puede impedirse entregarnos a
poco a poco su inconstancia
Ios objetos perderan
y sus secretos, renunciaran
a su
hlso misterio, a esa interioridad
sospechosa que un ensayista ha
su pesar, nos afecten hasta tal punto, mientras que escenas iden-
lIamad o «el corazon romantico
de Ias cosas». Estas ya no seran
ticas, en Ia vida corriente,
(., vago r e Bejo d el alma vaga del protagonista,
no bastarian para sacarnos de nuestra
la imagen de sus
ceguera. Todo pasa en efecto como si Ias convenciones de Ia fo-
lormentos, Ia sombra de sus deseos. 0 mejor dicho, si sucede aun
tografia (las dos dimensiones,
.\ las cosas servir un instante de sopone alas pasiones humanas,
el negro y blanco, el encuadre, Ias
diferencias de escala entre Ios pIanos) contribuyeran de nuestras propias convenciones. tual de este mundo el caracter in habitual
reproducido del mundo
a Iiberarnos
EI aspecto un poco inhabinos revel a, al mismo tiempo, que nos rodea: inhabitual,
el
solo sera de forma temporaria, br oma-
y solo en apariencia -como por
aceptaran Ia tirania de las significaciones para mostrar
me jor hasta que punto siguen siendo ajenas al hombre. En cuanto a Ios personajes de Ia novela, ellos mismos podran
tambien, en Ia medida en que rechaza plegarse a nuestros hibitos
:l bund ar en multiples interpretaciones
de aprehension
paciones de cada quien, podran dar Iugar a todos Ios comentarios,
ya nuestro orden.
psicologicos, psiquiatricos, religiosos En Iugar de este univer so de Ias «signif icaciones» cas, sociales, f uncionales),
ha bria pues que intentar
( psicologiconstruir
posibles; segUn las preocu0 politicos.
Nos d aremos
d pida cuenta de su indif er encia ante esas supuestas a bundancias. Mientr as que el heroe tradicional
es solicitado constantemen-
Un camino para fa nove f a fUtura
te, acaparado,
d estruido
por esas interpr etaciones
que el autor
propone, lanzado sin cesar en un mas alld inmaterial cada vez mas lejano, cada vez mas impreciso, por el contrario, permanecera quedaran
perdi6 poco a poco toda vida. Puesto que
e inestable,
ante todo es en su presencia que reside su realidad, y ahor a se
el her oe futuro,
tr ata, por tanto, de edificar una literatur a que de cuenta d e ella.
ahi. Y son los comentar ios
los que
mas alIa; de cara a su presencia irrefutable,
apareceran como inutiles, superfluos,
cer cano, el mundo
aquellos
incluso deshonestos.
Todo esto podria parecer q uiza demasiad o teor ico, demasiado ilusorio, si precisamente
algo no esniviera cam biando -e incluso
de una forma total, sin d u da definitivaLos elementos d6jicamente,
de prueba del d r a ma policial nos dan, para-
una imagen bastante exacta de esta situaci6n. Los
elementos recogidos por los inspectores -objeto
abandonado
en
mantenemos
en las relaciones que
con el universo. Por tal motivo
entrevemos
la
r es puesta a esta pregunta llena de ironia: «~por que ahora?» En -fecto, existe hoy un elemento
nuevo, que nos separa esta vez
el sitio del crimen, gesto f i jado en una fotografia, Frase oid a por
r adicalmente de Balzac, como de Gide 0 de Madame de La Fa-
un testigo- parecen sobre to do requerir, de entrada, una explica-
yette: es la destitucion
ci6n, existir solo en funcion de su papel en un asunto que va mas alIa. Aqui es donde las teorias comienzan de instrucci6n
a bosque jarse:
el juez
de los viejos mitos de la « prof undidad».
Se sabe que toda la liter atura '11os,unicamente
novelesca descansaba
sobre
sobre ellos. El papel del escritor consistia tra-
intenta establecer un vinculo 16gico y necesar io
t! icionalmente en excavar en la Naturaleza, profundizar en ella,
entre las cosas; se cr ee que toda va a resolverse en un manojo
para alcanzar capas cada vez mas intimas y acabar sacand o a la
banal de causas y consecuencias, de intenciones
y casualid ad e s ...
Pero la historia comienza a proliferar de manera inquietante: los testigos se contradicen,
hlZ
algun retazo de un turbador secreto. Habiendo
d <.:ntr o del abismo de las pasiones humanas,
el acusado multi plica las coartad as,
surgen nuevos elementos que no se habian tenido en cuenta ... Y siempre hay que volver so bre los indicios r egistrados: la posicion
'n a pariencia tranquilo
d scr i biend o
los mister i os
que habia tocado con sus propios
I dos. Y el ver tigo sagrado que invadia entonces allector, lejos d engend rar
palabra escrita en un mensa je. Se tiene la impr esion,
'I.aba en cuanto a su poder de dominio
mas, de que solo eso es ver dad . Podran ocultar revelarlo, pero esos elementos
un m ister io,
0
que se r ien de los sistemas solo
tienen una cualidad seria, evidente, la de estar ahi.
Asi sucede con el mundo acabar con el asignand ole
que nos rodea. Habiamos
enviaba al mundo
(el de la su perficie) mensajes de victor ia
exacta de un mueble, la f o rma y la f recuencia d e una huella, la cada vez
descendido
la angustia 0 la nausea, al contrario 10 tranquilisobre el mundo. Habia
pr ecipicios, desde luego, pero gracias a valerosos espeleologos se pod la sonde:1:' su fondo. No sor prende, en estas condiciones, que el fenomeno literario
cr eido
por excelencia haya residido en el ad jetivo glo bal y unico, que
un sentido, y todo el arte de la novela,
intcnta ba reunir todas las cualidades internas, toda el alma oculta
La revolucion
que se ha consumado
solo ya no consideramos propiedad
el mundo
es de envergadura:
Sobre algunas nociones perimidas
no
como nuestro bien, nuestra
(1957)
privada, calcada sobre nuestras necesidades y domes-
ticable, sino que ademas no creemos ya en esa profundidad. Mient!as
que las concepciones
su r uina, y sustituian
esencialistas del hombre
veian
en adelante la idea de «condicion» a la de
«naturaleza», la superficie de las cosas dejo de ser para nosotros la mascara de su cor a zon, sentimiento
que era el preludio de todos
los «mas alIa» de la metaHsica. Por tanto, es todo ellenguaje literario el que deberia cambiar, el que ya cambia. Constatamos,
dia tras dia, la creciente repugnan-
cia de los mas conscientes frente a la palabra de caracter visceral, analogica
magica. Mientras que el adjetivo optico, descriptivo,
0
que se contenta probablemente
con medir, situar, delimitar,
definir, muestra
el diHcil camino de un nuevo arte novelesco. La critica tradicional tiene su vocabulario. Aunque se cuide mucho de emitir juicios sistematicos sobre la literatura (pretendiendo, Ilor el contrario, estimar librememe tal 0 cual obra de acuerdo a lriter ios
analisis con un poco de atencion para promo ver aparecer una
• lIS I'e
«naturales»: el buen sentido, el corazon, etc.), basta leer
1de palabras daves, que revelan sin lugar a dudas
un
sistema.
Per o estamos tan habituados a escuchar hablar de «personaje»,
II . «atmosfera», de «forma» y «contenido», de «mensaje», del «ta1(·tHO
d e narrador» de los «autenticos novelistas», que nos cuesta
IlIllcho libera;nos
de esta tela de araf i a y comprender
que ella
I'(' pr esenta una idea sobre la novela (idea completamente till'
todos ad miten sin discusion,
lhsolur o esa pr etendida pns querria hacer creer.
por ende idea muer ta),
hecha, yen
«naturaleza» d e la novela en la que se
Sobre algunas nociones perimidas
Son mas peligrosos aun, quiza, los terminos rrientemente convenidas.
empleados
co-
para calificar los libros que escapan a estas reglas EI termino
su aire de imparcialidad, de encima -como
<"sd e cir: «cerremos los ojos y retornemos a los sanos valores de la tradicion frances:l».
«vanguardia», por ejemplo, a pesar de
E I per so na je
sirve las mas de las veces para quitarse
encogiendose
de hombros-
toda obra que
jBastante se nos ha hablado del «personaje»! Y por desgracia
amen ace con provocar mala conciencia a la literatura de consu-
110
mo masivo. Desde el momento
( I • enfermedad,
formulas acostumbradas
en que un escritor renuncia alas
para intentar forjar su propia escritura,
ve pronto que se Ie adosa la etiqueta: «vanguardia». En principio,
parece que aquello este cerca de terminar . Cincuenta el acta de su deceso registrado
afios
en numerosas
() asiones por los mas serios ensayistas, nada ha logrado bajarlo d - I pedestal en el que el siglo XIX
1 0 habia colocado. En la ac-
eso solo significa que esta un poco adelantado
llialidad es una momia, pero que reina siempre con la misma
a su epoca y que dicha escritura sera utilizada el dia de mafiana
l11ajestad -aunque ficticia- en medio de los valores que reverencia
por el grueso de la tropa. Pero de hecho ellector, advertido por
1 .1 cdtica tradicional.
un guifio, piensa pronto en algunos jovenes hirsutos que van, con sonrisa ironica, Academia,
I ~ntico»
a colocar petardos bajo los sillones de la
con el unico fin de hacer ruido
0
de pasmar a los
burgueses. «Ellos quieren aserrar la rama sobre la cual estamos sentados», escribe sin malicia el muy serio Henri Clouard .
Para justificar
1 0 bien fundado de este punto de vista, se emplea
('I h a bitual razonamiento: I
Balzac nos ha dejado al Papa Goriot,
stoi"evskidio a luz a los Karamazov, escribir novelas no puede
~'r entonces mas que esto: afiadir algunas figuras modernas a la
La rama en cuestion en realidad est
I".d da de retratos que constituye nuestra historia literaria.
la simple accion del tiempo; no es culpa nuestra si se esta pudriendo. Ya todos aquellos que se aferran desesperadamente
Es incluso en eso que se reconoce al «au -
novelista: «el crea personajes» ...
a
U n personaje, todo el mundo sabe 1 0 que la palabra significa. No es un il cualquiera, anonimo y traslucido,
simple sujeto de
ella les hubiera bastado con elevar una sola vez los ojos hacia la
1 .1 accion expresada por el verbo. Un personaje debe poseer un
cima del arbol para constatar que nuevas ramas, verdes, vigorosas,
lIombre propio, doble si es posible: nombre y apellido. Debe
muy vivas, han crecido desde hace tiempo. Ulises y EI castillo ya pasaron la treintena. EI ruido y la furit? se publico en franees luego de veinte af ios. Le siguieron muchas otras. Para no verlas, nuestros buenos criticos pronunciaron, palabras magicas: «vanguardia»,
cada vez, algunas de sus
«laboratorio»,
«anti-novela» ...
I,'lIcr
parientes, una herencia. Debe tener una profesion. Si posee
Il j\ nes,
todavia mejor. En fin debe poseer un «caracter», un rostro
'1 (' . 1 0 refleje, y un pasado que haya modelado uno y otro. Su ,Ir :lcter dicta sus acciones, 1 0 hace reaccionar de determinada
I
Ill.lnera ante cada acontecimiento.
Su caracter permite allector
/"", arlo, amarlo, odiarlo. Es gracias a dicho caracter q u e un dia
II g:u'a su nombr e a un ti po humano, Illllsagracion de ese bautismo.
que esperaba, diriase, la
So br e a/gunas nociones perimidas
Quiza no sea un progreso, pero es cierro que la epoca actual
Porque es preciso que el personaje sea unico y a la vez que se eleve a la altura de una categoria. Precisa suficiente par ticula-
cs mas bien la del numero de matricula. El destino d el mundo,
ridad para conservar se irreemplazable,
para nosotr os, de jo de identificarse con la ascension
y suf iciente generalidad
0la
cald a
par a volverse univer sal. Par a variar un poco, para darse alguna
de algunos hombres, de algunas familias. El mundo mismo ya
impresion
no es esa propiedad
de li ber tad ,
parez~a transgr edir un desocu pad o,
se podra escoger un protagonista
que
'Iener un nombre era sin duda muy importante
cuyo caracter incierto
Ia
prepara aqui y alIa una pequena sorpresa ... Pero no exageremos en esta via: es la de la perdicion,
la que conduce d irectamente
a
de las grandes obras contemporaneas
se
en el tiempo de
bur g uesla balzaciana. Un caracter era impor r ame,
,uanto que era llntriunfo,
la novela moderna. En efecto, ninguna
y cotizable, esa suer te
d e presa, que se trataba menos de conocer que de conq uistar .
una de estas reglas: un nino abandonado,
un loco, un hombre
privada, hereditar ia
d arma
tanto mas
de un cuerpo a cuerpo, la esperanza de
el ejer cicio de una dominacion.
Tener un r ostr o en
n universo donde la per sonalidad representaba ala vez el medio
II
adecua, en este punto, alas normas de la critica. ~Cuantos lec-
-I fin de toda busqued a , era algo.
tores se acuerdan del nombre del nar r a dor en La Nd us ea 0 en E l
Hoy nuestro
mund o
esra menos seguro de SI mismo,
mas
extran jero? ~Setrata de tipos humanos? ~ No ser ia pOl'el contrario
Illod esto quiza puesto que ha renunciado
el peor absurdo consider a r esos libros como estud ios de caracter?
1 ,1 persona, pero tambien mas ambicioso puesto que mira mas
~Y descr i be un personaje Viaje af fin de fa T7oche3 ?~Creemos, ad e-
,d l:\. EI cuIro exclusivo de «10humano» dejo lugar a una toma
mas, que es pOl' azar que esas tres novelas estan escritas en primer a
conciencia
11('
ala omni potencia
mas vasta, menos antropocentrica.
de
La novela
persona? Beckett cambia el nombre y la forma de su protagonista
IHIl'ccetambalear, ha ber perdid o su mejor sosten d e antano,
en el transcurso d e un mismo relato. Faulkner da ex presamente
I" otagonista. Si no consigue reaccionar, q uerra decir que su vida Il:tba ligada a la d e una sociedad ya pasada. Si 10 consigue, pOl'
el mismo nombre a dos personas diferentes. En cuanto al K. de
I
El castillo , se comenta con una inicial, no posee nada, no tiene
I
f amilia, ni rostro; probablemente
ni siq uier a es agrimensor.
el
I (ontrar io,
se abre una nueva vIa para ella, con la pro mesa de
tlll!'VOSd escubrimientos.
Se podrian muIr iplicar los e jemplos. De hecho, los cr ead or es de per sonajes, en el sentido tradicional,
I,fl
ya no 10gran proponer-
hi storia
nos mas que fantoches en 10s cuales ellos mismos han dejado d e
I':lr a la mayoria de 1 0 s af icionados -y d e 1 0 s criticos- una novela
creer. La novela de per sonajes perrenece absolutamente
,lilt'
al pasado,
car acter iza una epoca: aquella que marco el a pogeo del ind ividuo.
i111'
tod o una «historia». Un ver d adero novelista es aquel que
«contar una histor ia». La d icha de contar , que 10 lleva d e
1 I 1I
(·xtremo al otr o de su o bra, se identifica con su vocacion d e
, IJ
il'or. Inventar per ipecias pal pitantes,
III 1 " 1 1
emocionantes,
onstituye a la vez su jubilo y su justificacion.
d rama-
Sobr e algunas nociones perimi da s
d e una novela se red u ce con fr ecuencia Asi, hacer la critica a refer ir su anecdota,
mas
d isponga d e seis columnas
menos brevemente,
0
0de
dos, extendiend ose
Asi, cualquiera
sea el imprevisto de las siruaciones,
los acci-
segun que se
d 'ntes, los saltos fortuitos,
mas
(l'o piezos, como pOl' si mismo, con ese impulso irrepr i mible
0menos
ser a preciso que el relato corr a sin que
sobre sus pasa jes pr incipales: los nudos y desenlaces de la tr ama.
( onlleva la adhesion de una vez y para siempre. La menor vacila-
El juicio emitido sobr e un li bro consistira so br e tod o en una
,i n, la mas pequefia extrafieza ( por ejemplo, dos elementos q ue
apr eciacion
',,' contradicen,
d e su coherencia, d e su desarr ollo, de su eq uili brio,
d e las expectativas
0sorpresas
que depar a allector anhelante. Una
laguna en el relato, un e pisodio malllevado, inter es, un estancamiento, la vivacid ad y la simplicid ad
una inter rupcion
d el
ser an los mayores d efectos dellibro;
.i no Ie estaran «vendiendo gato por liebre», y amenaza con volver los autenticos testimonios,
I!'lldd que preguntarse
Nunca se hablar a d e la manera d e escribir . Solo se alabar a al
se encadenan mal) y he aqui que el f lujo
lIovelesco deja de arrastr ar allector, quien de pr onto se pregunta
I
sus mas altas cualid ad es.
0 que
respecto de los cuales al menos no
sobre la verosimilitud
de las cosas. Mas
'Ill' de d istraer, aqui se tr ata de tranquilizar .
novelista el ex presarse en lengua je cor recto, de forma agr adable,
Finalmente, si se quiere que la ilusion sea completa, se supon-
animada, evocador a ... Asi la escritur a solo seria un medio, una
.II.l q ue el novelista sabe siempre mas de 1 0 que dice; la nocion de
manera; el fondo de la novela, su razon de ser , 1 0 que hay d entro,
, f ':l mentos de la vida real» muestra a la perfeccion la extension
seria simplemente
,I,·
la histor ia que cuenta.
Sin embar go, todo el mundo, desde las personas serias (quienes admiten q ue la literatura no debe ser una simple distraccion) hasta los aficionados alas peores tonter i as sentimentales, policiales
exo-
0
ticas, tiene el habito de exigir a la anecdota una cualidad particular. No basta con que sea agradable,
0 extraordinaria,
0 cautivante;
I s conocimientos
que se Ie atribuyen sobre 1 0 que sucedio
lilies y d espues. En el seno mismo de la duracion que d escr ibe,
,1 ,· 1 or a dar la impresion de que cuenta solo 1 0 principal, pero 'III\" pod ri a, si ellector se 1 0 reclamara, contar mucho mas. La 1 11 .\ 1
'ria novelesca, a imagen y semejanza de la realidad, debe
1 1 ,1 1 ( '
'cr inagotable.
par a tener su peso como verdad humana, hace falta tambien q ue
S 'me jante, espontanea,
sin limite, la historia debe ser, en una
logre per suadir allector de que las aventuras de las que ha bla han
li,tI,tlna, natural. Desgraciadamente,
sucedido realmente a personajes reales, y que el novelista se limita
1IIII.Ivf aalgo de «natural» en las r elaciones del hombre
a r eferir , a transmitir , acontecimientos
de los q ue ha sido testigo.
1lIllIld o, resulta que la escr irura, como cualquier forma de arte,
Se establece una convencion tacita entre ellector y el autor: este
I,o r el contrario una intervencion. La fuer za d el novelista II 'Id . justamente t',!1 que inventa, inventa con toda libertad , sin
aparentar a
cr e er en 1 0 que cuenta, aquel olvid ar a que todo es in-
ventado y fingira tratar con un documento,
con una biogr afia, con
una histor ia vivid a cualquier a. Contar bien es entonces asemejar
1 0 que s
s ribe a
acostumbr ada,
quemas prefabricados a los q u e la gente e
es decir a su idea preconcebida de; la realidad.
a
lilt II1 ""
aun admitiendo
que haya con el
-1 0. Lo notable del r elato moderno consiste en esto: en qu e
1 11;1
deliberad amente
ese caracter, hasta el punto
1 '1 1 '1 1 1 .1 invencion, la imaginacion, • I II ilIa d ellibro.
de que la
se vuelven en ultima instancia
Sabre algunas nacianes perimidas
Y sin duda semejante
evoluci6n
solo constituye
uno de los
\' I haee m ucho tiempo de constituir el armaz6n del relato. Las
aspectos del cambio general de las relaciones que el hombre mantiene
I
con el mundo en el que vive. El r elato, tal como 10
conciben nuestros criticos academicos -yen
consecuencia
mu-
1 1 ,, ( Icett que para Faulkner .,.
chos lectores- representa un orden. Este orden, que en efecto se puede-calificar
cuya expansi6n corresponde
vuelto propiamente
1 1 1 1
de natural, est:! ligado a todo un sistema, racio-
nalista y organizador,
Ig ncias de la anecdota son sin duda menos apremiantes
para
1'1tllIst q u e para Flaubert, para Faulkner que para Proust, para Ya se trata de otr a cosa. Contar se
imposible.
Sin em bargo, es un error pretender
con la toma
que en las novelas mo-
Il mas ya no sucede nada. Del mismo modo que no hay que
del poder por la clase burguesa. En esa primera mitad del siglo
I
XIX, que vivi6 el apogeo -con la ComMie humaine4-
Iiddicional desapareci6, no hace f alta asimilar la busqueda de
forma narrativa de la cual se comprende
till luir la ausencia del hombre so pretexto de que el personaje
de una
que siga siendo para
1IIIl'vasestrueturas del r elato a una tentativa de supresi6n simple
muchos como un paraiso perdido de la novela, algunas certezas importantes
ten fan vigencia: en particular
\ ' 1 1 1 1 r a de
la confianza en u na
Illo,lorias;pero, en el primero, eIIasse disueiven para recomponer-
Todos los elementos tecnicos del relato -empleo del pasado simple y de la tercera persona,
sistema tico
adopci6n
, ('II pr ovecho de una arquitectur a
incond i-
'111 (',
tramas lineales, curva regular
coherente,
a imponer
continuo,
no era cuestionada
aun la inteligibilidad
planteaba problemas.
I'll ·1 pro pio Beckett no faltan acontecimientos,
descifrable. Como
del mundo,
contar no
,II Illod o que la misma Frase puede contener una constataci6n y II jtlmediata
Pero he aquf que, desde Haubert, todo comienza a vacilar. Cien
encadenada
a la novela a eualquier
precio. Sin embargo,
negaci6n. En suma, no es la anecdota 10que falta,
IliP 010 su caracter de certeza, su tranquilidad,
mos mas tarde, el sistema entero no es mas que un recuerdo; y al que se querrfa tener
pero que se
1IIIpugnan de manera continua, se ponen en duda, se destruyen,
La escritura novelesca podia ser inocente.
es a e se recuerdo, a ese sistema muerto,
dislocan toda cronologfa, al punto de parecer a menu-
l'I1ter r ar, ahogar a cada paso 10que el relato acaba de revelar.
IIII
la imagen de un universo estable,
unfvoco, enteramente
mental del tiempo; mientras
cn el segundo, el desarrollo de los temas y sus asociaciones
1 1 1 1 '1 1 . iples
de las pasiones, tensi6n de eada episodio hacia un final, ete.-, todo apuntaba
de toda pasi6n, de toda aventura.
I (IS li bros de Prousty de Faulkner estan de hecho atiborrados de
16gica de las cosas justa y universal.
cional del desarrollo cronol6gico,
todo acontecimiento,
su inocencia.
Y , s i se me permite citar mis propias obras detras de estos ilus1 /1 S pr edecesores,
aIlf
hare notar que Ies gommes 0 Ie voyeur conIIevan
11'lhas una trama, una «acci6n», de las mas facilmente discer-
tambien, basta leer las grandes novelas del comienzo de nuestro
Illhl· , dotada por afiaciidura de elementos considerados por 10
siglo para constatar que, si bien la desagregaci6n
1 ', 1 Ilnal como d r amaticos.
de la trama se
hizo mas precisa en el curso de los Ultimos afios, habia dejado
Si al comienzo par ecier on sin interes
Jlll.1ciertos lectores, ~no es simpletnente
"I I
1 .1 escr itura es alii mas importante
I 1 11
por q ue el mov'miento
que el de las pasiones y los
nes? Pero imagino sin dificultad que en algunas decenas
Sobre a/tunas nociones perimid as
de afios -quiza
antes- cuando esta escr itura, asimilada, camin
de volver se academica, pase a su vez desaperci bida, nove1istas tr aten por su puesto d e entonces,
halland o
y los j6venes
d e hacer algo distinto,
su falta de imaginaci6n
y les mostrad
mlestr as novelas como ejem plo: Dir an: «jVean c6mo, en los af ios cincuenta,
si se sa bia inventar histor ias!»
y tam bien, al este y con color es mas ingenuos,
(·1 «r ealismo socialista».
la critica
una vez mas que en sus libros no suce-
de nada, les re pr ochara
< Ie! compr omiso»;
Cier tamente,
la id e a de una con junci6n
posible entre una
wI1ovaci6n artistica y una r evoluci6n politico-econ6mica
es de
.'q uellas id eas q ue vienen a la mente d el modo mas natural. Esta jt I 'a, seductor a
ante todo desde el punto de vista sentimental,
p:lr ece ademas encontrar a poyo en la 16gica mas evidente. No ohstante los problemas
EI com pr o miso
q ue tal acuerdo plantea son serios y di-
I( iles, urgentes per o quiza insolubles. AI princi pio
Puesto que con tar para distr aer es futil y comar para hacer cr eer se ha vuelto sospechoso,
e1 nove1ista piensa haber descu-
la relaci6n par ece simple. Por un lado, las for-
IlI:1Sartisticas q u e se han sucedido en la histor ia de los pue blos
bierro otra via: contar para ensefiar. Cansado de oir declarar con
•. nos aparecen como ligadas a tal 0 cual tipo d e sociedad, a la
condescendencia
Ill' 'pond erancia
a las personas asentadas: «Yano leo nove1as, ya
de tal clase, al ejercicio d e una o pr esi6n 0 a la
pase la ed a d, esd bien para las mu jeres (que no tienen nada q ue
(·d osi6n de una li bertad. En Francia, por ejemplo, en el campo de
hacer), yo prefiero la realidad ... » y otras tonterias por el estilo,
1 .1 liter atur a , no carece de motivo ver una estr echa re1aci6n entr e
el novelista se replegara hacia la literatura
didactica. AI menos
In Iraged ia r aciniana y el Rorecimiento de un a aristocracia cor te-
alIi espera r ecobr ar la delantera: la realidad es demasiado descon-
'"lila, entre la nove1a balzaciana y e1tr iunfo d e la bur guesia, etc.
certante, demasiado una ensefianza.
ambigua, para que cada uno pueda ext r aer
Cuando
la miseria del hombre
se tr a ta de probar algo (sea mostr ar
sin Dios, explicar e1 coraz6n femen ino,
o hacer nacer conciencias
de clase), la historia inventada de be
q u e 10 novelesco es sospechoso, lanzar el descred ito
amenaza por el contrario
sobr e la psicologia,
en c on
la moral socialista y la
religion. Aq uel que se inter e sa por estas disci plinas leera ensayos, es mas seguro Una vez mas la literatura
Iltl
str os conservadores,
que 10s gr andes ar tistas contempor a-
I)(:OS,escr itores 0 pimores, pertenecen
las mas d e las veces (0
I'l·r tenecier on en el tiempo de sus obras maes tras) a los partid os
pI' gresistas, uno se deja l levar a construir este e squema id ilico:
r e cobrar sus derechos: jSera mucho mas convincente! Por desgracia, ya no convence a nadie; desde el momenta
omo por ptra parte se admite de buen g r a do, aun entr e
es r echazada hacia la
(·1 A.rte y la Revoluci6n avanzan de la mano, luchando por la IIIi!\ma causa, atravesando las mismas prue bas, enf rentando lllismos pe1igr os, operand o It
10s
poco a poco las mismas conquistas,
'cdiend o finalmente a la misma apoteosis. Oesgraciadamehte cuando se pasa a la practica
las cosas se
afios, y q ue aun entur bian maravilloso matrimonio conveniencia. dimisiones
todas 1as tentativas de realizaci6n d el
l'lt" cupaci6n de didacrismo, 0 simplemente
que se estimaba a 1avez por amor y pOl'
~C6mo podriamos
olvidar 1as sumisiones
sucesivas, 1asresonantes desavenencias,
y las
10 s suicidios? ~C6mo podriamos
no. ver en que se ha conver t ido
1apintura,
1 1 11 'de
cualquiera sea su apego al
conducirlo a los unicos problemas de su ar te.
Ahora bien, incluso cuando el ar te y la socied a d, tras desar ro-
par a no citar mas que 1a revo1uci6n? ~C6mo
sulta una molestia insoportable;
I "
p.'r tid o 0 a las ideas generosas, el in stante de la cr eaci6n solo
las excomu-
niones, los encarcelamientos,
a ella, en 10 s pafses donde ha tr i unfado
I.
d e significaci6n,
Ilos comparables, parecen atravesar cr isis par alelas, sigue siendo f
vidente que los problemas que uno y otra plantean no podr fa n
no sonref r frente a 1as acusaciones de «decadencia», de «desin-
I(·s Iverse de la misma manera. Mas tarde, sin duda, 10s soci610gos
ter es», de «formalismo»,
f
revo1ucionarios
aplicadas al azar por los mas celosos
a todo 10 que para nosotros cuenta en el ar te
contemporaneo?
~C6mo no temer encontrarnos
mismos prisioneros Es demasiado
un dfa nosotros
de 1a misma red?
faci1, digamos10
acusar a los
a 1aincultura de Stalin, a la
directo entre los dos puntos de
vista. 0 bien el arte no es nada; yen ese caso, pintura, literatura, ('S
'ultura, musica, pod r an ser enroladas al servicio de la causa
necedad del partido comunista Frances. Sabemos por exper iencia
I('volucionaria; no ser a n mas que insr r u mentos,
q ue resulta igual de delicado abogar porIa
los e jer c itos motorizados,
cualquier hombre
causa d el ar te ante
poHtico, en el seno de cualquier formaci6n
progresista. Confesemos10 crudamente: d esconHa d el Arte revolucionario no este equivocada. directamente
de vista de la revoluci6n,
todo
hacia 1a meta final: la liberaci6n
d el pr o1etar iado ... Todo, comprendido
en ello 1a literatura,
la
pintura, etc. Pero par a el artista en cambio, y a des pecho de sus
a
y a 10 s
tor es agrkolas; solo contar a su eficacia directa e inmediata.
o bien t ,I SO,
I
el arte continuara
existiendo en tanto arte; y, en ese
al menos para el artista, seguira siendo 10mas impor t ante del
el arte no puede ser reducido
al estado
)mo en retirada, inuril, 0 incluso francamente reaccionario. Sin
embargo sa bemos q u e, en la hisroria de 10 s pueblos, el solo, ese oIl"req u e se su pone gratuito, hallara su puesto, allado quiza de los sindicatos o breros y las barricadas.
convicciones poHricas mas firmes, a des pecho induso de su buena vol un tad de militante,
compara bles
alas maquinas-herramientas
II /und o. De cara a la acci6n polirica, parecera siempre, entonces,
En efecto, desde el punto de be concur r ir
1 1 ":1
la Revoluci6n socialista
y, 10 que es mas, puede que
Pero
Ion clarid ad , que el combare no es el mismo; y q ue, hoy como
,.kmpr e, existe un antagonismo
de inmediato,
malos jefes, a la rutina burocratica,
I 'scubriran en 1as soluciones hallad as nuevas similitudes.
I\OSOrrOS, en cualquier caso, debemos reconocer con honestidad,
Mientras tanto, esa forma generosa, pero ur6pica, d e ha blar
(I . una novela, de un cuadro 0 de una estar ua como si pudieran
d e medio al servicio de una causa que 10 r e basaria, aun cuando
I 'ner
fuese la mas justa, la mas apasionante;
J'
el artista no pone nada por
el mismo peso en la acci6n cotid iana que una huelga, una
'vuelta, 0 el grito de una v1ctima que denuncia
a sus verd u-
encima de su trabajo, y se da cuenta r a pido de q ue solo puede
/iU S, tr aiciona a la vez, a f i n de cuentas, tanto al Ar te como a la
crear para nad a ; 1amenor directiva exter ior 10par aliza, la menor
R evoluci6n. Muchas confusiones
de ese tipo se han cometido
en 10s ultimos afios en nombre del reaJismo sociaJista. La total indigencia tamente
artistica de las obras que 10 reivindican
no es cier -
fruto del azar: es la propia noci6n de una obra creada
para la expresi6n de un contenido
social, politico, econ6mico,
mor al, etc., 10 que constituye el engafio.
III 'nte
teniamos el derecho de esperar que
, I hom bre y las cosas se vieran desengrasadas de su romanticis11111 • i "tematico, para retomar ese termino caro a Lukacs, y que 11I1.d r nente podrian ser simplemente
III :lIu bigiiedad . El mundo ya no hallaria su justificacion en un
dejar de temer «el arte por el arte»
I III
como el peor de los males, recusar todo este aparato terrorista
id ooculto,
II 1)1'
sea cuaI fuera, su existencia ya solo residir i a en
sencia concreta, s6Iida, material; mas alIa de 10que vemos
que se blande ante nosotros tan pronto hablamos de algo distinto
(III
a la Iucha de clases 0 a Ia guerra anticolonialista.
d llll:l en ad elante, nada.
10 q ue percibimos por nuestros sentidos) ya no habria, de
M iremos ahora el resultado. Sin embargo,
no todo era condenable
a priori en esta teoria
sovietica Hamada del «realismo socialista». En Jiteratura, ejemplo,
~acaso no se trataba de reaccionar
mulacion
de faIsa filosofia que habia terminado
por
contra una acupor invadirlo
III
~Que nos ofrece el realismo
i,t1ista?En esta ocasi6n, evidentemente,
IJlI('
ponen por dicha evidencia no tiene nadaque
11". (1 bservamos en el mundo.
tener una sana influencia en tanto se oponia alas alegorias me-
1111 ll1aniq ueismo del bien y d el mal?
I .i!XU
al desdoblamiento
ver con 10
~Por cual progreso caemos, para
I
tanto contra Ios trasmundos
Ios buenos son Ios
I III '1l0SY Ios malos son Ios malos. Pero, precisamente, el interes
todo, desde Ia poesia hasta la novela? El realismo socialista podia tafisicas, Iuchando
1 0 que son. La realidad ya
en otra parte, sino aqui y ahora,
1111 MTiasituada continuamente
Es preciso pues, de una vez por todas, dejar de tomar en serio las acusaciones de gratuidad,
a tales principios,
entre las apariencias y las esencias, en
abstractos que
I lay algo aun mas grave. Cuando, en r elatos menos inocentes,
estas suponen como contra el delirio verbal sin objeto 0 el vago
II, ,', 'ncontramos de cara a hombres verosimiles, en un mundo
sentimentalismo
I
de Ias pasiones.
11111 ple jo y dotado de una existencia sensible, rapidamente
Alli no corren mas Ias ideologias tramposas ni Ios mitos. La literatura
expone simplemente
Ia situaci6n
del hombre
y del
universo con el cual este tiene que lidiar. Al mismo tiempo que Ios «valores» terrestres de la sociedad burguesa, desaparecieron
Ios
recurs os magicos, religiosos 0 filosoficos de cualquier «mas all:!»
11.1111 s cuenta de que, a pesar de todo, ese mundo y esos hombres 11.1 11sido construidos en vista de una interpretacion. 1111la mayor precisi6n
I
II
que se habian puesto de moda, son denunciados
como coartadas demasiado faciles. Asi Ilya Ehrenburg
no temia
escribir al termino de Ia guerr a: «La angustia es un vicio bur gues. Nosotros reconstruimos.»
Ademas sus
or s no 10 ocultan: para ellos se trata, ante todo, de ilustrar,
1 1 1 1
posible, comportamientos
historicos,
11I16micos,sociales y politicos.
espiritual de nuestro mundo visible. Los temas de Ia desesperacion y el absurdo,
nos
!\ I ora bien, desde eI punto de vista de la literatura, las verdades
1I1l6micas,las teorias marxistas sobre Ia plusvalia y la usurpacion
,I
11 1 1
r am bien trasmundos.
Si las noveIas progresistas solo deben
II 111 '1' realid ad por r eIaci6n a dichas explicaciones
f uncionales
.1 . I ll1und o visible, preparadas de antemano, experimentadas
y
Sobr e a / gunas nociones per i midas
reconocidas, no vemos cuaI podria ser su poder de descubrimiento
0 de
invenci6n;
negar al mundo,
Volvamos a dar entonces ala noci6n d e compr omiso
y, sobre todo, seda solo una nueva forma de una vez mas, su cualidad mas cierta: e1simple
(.t)
el unico
tid o q ue pued e tener par a nosotr os. En lugar de ser d e natur a-
II 'I.a poHtica, el compromiso es, par a el escritor , la plena concien-
hecho de que est:i ahl. Una explicaci6n, sea cual sea, solo pued('
I 1 .\
de los problemas actuales de su propio lenguaje, la convicci6n
existir en exceso frente a la presencia de las cosas. Si una teod :l
11('
:iU extr ema
sobre su f unci6n social ha presidido la descr i pci6n no puede mas
1 1 1 1
que entur biar
III
su perfil, falsificar lo, exactamente
en las mismas
cond iciones
que las antiguas teod as psico16gicas y mor ales,
sim boIismo
de las alegodas.
0
cI
de busqueda
ista y, sin duda tambien, como consecuencia
Ill'
novedad en la tecnica de las artes, y que aquello que mejor ad
que han recorrido un camino falso, y que a pesar d e
las apar i encias las busquedas llamadas «de labor ator io» estructura
III
principio
a los especialistas,
ell
~Que queda entonces
Sartre, quien ha bf a
visto el peligro de esta literatur a moralizadora,
habia predicado
los problemas de nuestra sociedad , pero qUt"
habda escapado al espiritu de propaganda restableciendo allect
I
en su liber t ad. La ex per iencia ha mostrado que todavia se tr ataba de una uto pia: desde el momenta
en que a parece la pr eocupaci61l
por significar algo (algo exter ior al ar te) la literatura comienza retroceder ,
a d esapar ecer.
d e las palabr as, empleo de los tiempos d el r elato, etc.) a la
·Jota que sirve para contar (acontecimientos, '010 la ensefianza
acciones de
difiere, entre la literatur a academica de Oc-
III 1 1 r e y la de los paises d el Este. Incluso no difier e tanto como
IIIIlI:; y
otros pretenden.
, II lOdos los
por una literatura moral, que solo pretendia despertar concienci:l1> poHticas planteando
IIH'
la escritura
III ' p rsona jes, motivaciones de estos, moral que se desprende). 1
del compromiso?
ion y or denamiento
IloI,naticales y d e las personas, estructur a
no son quiza tan vanas como f ingt"
cr e er el partido de la revoluci6n.
Por e jemplo cuand o se trata de separar la «f orma» de
novela de su «contenido», es decir d e oponer
II"
(I
de su vocabular io,
SLl valores, con aquellos d e los cdticos bur g ueses mas con-
11I !.1
so br e b
y el lenguaje de la novela, aun si solo apasionan
1 .1 perfecta seme janza d e sus argumentos,
I '
I I('otes.
R usia y en las Reptiblicas populares. Los re~ ponsables estan com prendiend o
ser vir un dia quiza a algo -tal vez incluso ala r evolucion-.
Algo debeda per turbar a los partid ar ios d el realismo socialista,
mite, 10 vemos cada dia, es la expresi6n mas «burguesa». Pero, des de hace algun tiempo, el malestar se hace sentir en
oscur a y le jana,
I.a forma y el c ont enido.
alguna dentro de 1 :1
for m a novelesca, que desconf ia en el gr a de mas alto de cualq uier
la voluntad d e r esolverlos desde el
'r ior . Esa es, para el, l a unica posibilid ad d e seguir siendo un
Esto ex plica, a f i n de cuentas, el hecho de que el r ealismo socialista no tiene necesidad
importancia,
11 11('
casos (segun su optica comtin) 10 mas importante
codas las cosas; el buen novelista sigue siendo aq uel qu e
IIIVI Ilta
II
La historia que se cuenta sigue siendo
bellas historias 0 aquel que mejor las cuenta; finalmen-
1 .1 «gran» novela, aqui como alIa, es solamente
1j',Ild icaci6n super a la anecd ota, la tr asciend e 11I1I11.U1a
,I
prof und a,
aquella cuya
hacia una verd ad
una mor al 0 una metaf isica.
I ksde entonces es nor mal que la acusaci6n de «f ormalismo» I
I Illl:1 de
las mas graves en boca de nuestros
censores desde 71
am bas orillas. Tambien
( :onocemos el d i bujo satirico ruso donde un hipop6tamo,
esta vez, mas alla de que la posean,
aquello que el termino revela es una d ecisi6n sistematica sobn' la novel a; y, tambien esta vez, bajo su aparente
naturalidad ,
II ,Ihana, muestra una cebra a otro hipop6tamo:
d
I I
·s formalismo». La existencia de una obra de arte y su peso
sistema esconde las peores abstracciones -para no decir los peor .~
1111 l"scan a merced de grillas interpretativas
absurdos-.
1111,'on sus contornos.
Ademas se puede descubrir
·por la literatura, implicito, viniendo
alIi un cierto des pr ecio
pero flagrante, que asombra tanto
de sus defensores oficiales -los conservadores
y de la tradici6n-
del art!.'
como de aquellos que han hecho de la cultur a
una preocupaci6n
exactamente
demasiado marcada por la forma -y, en estt'
y de su signif icaci6n.
a expensas de la historia
Este bar c o hecho pedazos -la oposici6n
escolar entr e la forma y el fondo-,
~todavia no ha nauf ragad o?
comtin castiga con mas vir ulencia que nunca. Si reencontram gos aq u i reconciliad os de Zhdanov),
~
(aficionados de bellas-letr as y par tidarios
no es evidentemente
un encuemro
for tuito; ellos
esencial: negar 3 1
arte su principal condici6n
de existencia, la libertad. Unos solo
quieren ver en la literatura
un instrumento
mas al servicio de la
socialista, Ios otros Ie exigen ante todo ex presar esc
vago humanismo
que hizo a Ia buena epoca de una sociedad
ahora en d eclive, de la que son Ios tiltimos defensores. En ambos casos, se trata de reducir la novela a una significaci6n q ue Ie es exterior , se tr ata de hacer de ella un medio para alcanzar alglin valor que la sobre pasa, alglin mas alIa, es pir itual Felicidad Futur a
0
es una La
es real, negarla no ser ia r a zonable, aunque sus rayas esten
III duda
desprovistas
de sentido. Es igual para una sinfonia,
I 'no -y nuestros realistas socialistas deberian darse cuenta de
cs tambien en su forma que resid e su sentido, su «signifi-
1 1 1 1 1 I
Iii n profunda», es decir su contenido.
ter restre, la
0
la eterna Verdad . Mientr as que, si el arte es algo,
0
es t o do , por consiguiente se basta a si misma, y no hay nada mas alia.
No hay, para un escri-
d os maneras posibies de escr i bir un mismo libro. Cuand o
IIII Iisa
bajo la pluma de los peor es enemi-
estan de acuerdo al menos sobre un punto
revoluci6n
I I 1 11 :1
Ii II,
Incluso se diria que ocurre todo 10 contrario, y que este lugar este reproche de formalismo
La obra de ar te, como el mundo,
1 '" 1 1 1 :1 viviente: ella e5 , no tiene necesidad de justificaci6n.
por formalismo? Es clar o: seda
caso preciso, por la tecnica novelesca-
q ue coincidir ian,
1111.1 pinrur a, una novela: es en su forma que reside su realidad .
de masas su caballo de batalla favorito. ~Que entienden
en
«~Ves?, dice,
en una futura novela, se trata siempre de una escr itura
1111'I rimero ocupasu mente, y luego reclamasu mano. Tiene en
II I.Ibeza movimientos de frases, ar quitecturas, 1111I.'lf uccionesgramaticales, exactamente
un vocabulario,
como un pintor tiene
1IIIili a beza Iineas y colores. Aquello que pasara dentro delli bro II . despues, como secretado por la escritura misma. Y, una
v ii
,I I
r minada la obra, 1 0 q ue impr esionad .
allector, es aun esta
1111 III3 que se finge d espreciar , f or ma cuyo sentido no se podd . a lIudo decir de manera precisa, pero que constituid.
1 11 1
el mundo
II IIt j ular d el escri tor. I ligase la exper iencia con cualq u ier obra importante t ,I
IIII
de nues-
Ii ratura. Tomemos E l extran jero, por ejempio. Basta cambiar
poco el tiempo de los verbos, reemplazar esta primera persona
.1,I, asado compue,,-ro (cuyo empleo muy inha bitual se extiend e 11111" el conjunto 11 11 .1
del relato) por la acostumbrada
tercera per-
d el pasado simple para que el universo de Camus, y todo
, lillr eres de su libro, desaparezca de inmediato;
asi como basta
Sobre algunas nociones perimidas
cambiar el orden de las palabras, en Madame
Bovary, para q II
De alli el fastidio que sentimos frente alas novel as «complo escena la condici6n
II,»
.1 1
no quede ya nada de Haubert. metidas» que se pretenden
~ No podriamos
1 ,1
revolucionarias
porque
obrera y los problemas
II)
adelantar por el contrario que el verda-
'scritor no tiene nada para decir?
£ 1 posee
solamente una
'r a de decir. Debe crear un mundo, pero es a partir d e nada,
III III
ponen
('II
del socialismo.
SII
,III polvo ... 1',lllonces se nos opone el reproche de «gratuidad », so pretex-
d l' q ue nosotros afir m amos nuestr a no d ependencia.
£1 arte
forma literaria, que data en la mayoria de los casos de antes
I t I
1848, hace d e ellas las mas retrasadas de las novel as burguesa,
11111 (,I arte no tiene buena pr e nsa: hace pensar en el juego, en la
su significaci6n real, perfectamente
,lhlll:1taner ia, en el diletantismo.
valores que se desprenden
perceptible
a la lectura, III
de ella, son exactamente
identicos
los de nuestro siglo X IX capitalista, con sus ideales humanitario,
I
I t I
,
I
su moral, su mezcla de racionalismo y espiritualidad.
("laCe la o bra de arte, no tiene nada que ver con la utilidad . Iln:1 necesidad
completamente
interior, que aparece evidente-
III 'como 1111 gratuidad cuando el sistema de referencia es fijado
Es entonces la escritura, y solo ella, la que es «responsable», pal,l
tli ',d e afuera: comparado can la revoluci6n, par ejemplo, como I" 11~'mosdicho, el arte mas elevado puede parecer una empresa
emplear este termino que tan gustosamente emplean, a diestra siniestra, aquellos que nos acusan de eximirnos de nuestra m isioll de escritores. Hablar del contenido de una novela como de algo independiente
Pero la necesidad , en la q ue se
de su forma, equivale a borrar todo ~lgenero del d o
I I
,"d aria,
incluso irrisoria.
I':,'alli que reside la dificultad -estariamos
tentados de escribir
II IIl1 posi bilidad - de la creaci6n: la obra debe imponerse como
minio del arte. Puesto que la obra de arte, en el senti do estricto d el
11111'S:1r pero ia, necesariapar a nada; su arquitectura
termino, no contiene nada (esdecir como una caja puede contencl,
I 1\ lI:1d a; su fuerza es una fuerza inutil. Si hoy estas evidencias
o no, en su interior, algun objeto de naturaleza extrafia). El arte
11(1
11"~,111 por paradojas cuando se trata de la novela, mientras que
brillantes encargad a d l'
1IIII0slas admiten sin esfuerzo para la musica, es solo a causa de
es una envoltura con colores mas
0menos
no se emplea
ornamentar el «mensaje» del autor, un papel dorado de un paqueH'
I" qilC es preciso llamar la alienacion de la literatura en el mundo
de galletas, una mana de pintura sobre una pared, una salsa q UI'
III' H I
deja pasar el pescado. £1 arte no obedece a ninguna servidum bl'l'
II Ill:lyor parte del tiempo sin incluso darse cuenta, es alimentaII, por la casi totalidad de la critica, comenzando por la de una
de este tipo, ni tampoco a ninguna funci6n preestablecida .
No
S ('
apoya sobre ninguna verdad que existiria antes suyo; y se pued l' decir que no expresa nada mas que a si mismo.
£1
mismo crea
Sll
pro pio equilibrio y por si mismo su pro pio sentido. Se mantienc en pie solo, como la cebra; Vemos asi el a bsurdo tradicional
itica:
Fula
0
ti
al
•~It'nna
izquierda que pretende,
1111 I,ar contra la condici6n alienada del hombre. Y vemos que la 1111 :1
ion es aun peor en las paises socialistas, donde la li beraci6n
favorita de nuestra
(:omo cualquier alienaci6n,
1 0 dic
ral de los valo
deci
en todos los demas dominios,
.11los tr a ba jadores es, segun se dice, cosa hecha.
solo se derr um ba.
de esta expresi6n
'mo. Esta alienaci6n, que la mayoria de los escritores sufren
asi
esta oper a d e sde ya una inverdel vocabulari
de mod
que se vuelve muy dificil reaccionar y se duda en emplear las
Naturaleza, humanismo, tragedia
palabras en su acepci6n normal. Asi ocurre para ese termino d e «formalismo».
Tornado en su semido peyorativo,
aplicarse en efecto -como
(1958)
solo de beria
1 0 ha hecho notar Nathalie Sarrau-
te- a los novelistas demasiado preocupad o s
por su «contenido»,
quienes, para hacerlo emender mejor , se ale jan voluntariamente de cualquier busqueda de estilo que corra el riesgo de disgustar sorprender: molde-
aquellos que, precisameme,
la , pO I' t anto d e justi fiea r la ba jo l a ftr ma de una neeesidad de una sabid u r fa 0 d e una purificaeion: reehazar esta r ecu peracion y busear los me d ios t ecnieos de no sueumbir traidoramente a ella (nada es mas insidioso que la t ragedia) es hoy una empresa neeesaria.
adoptan una f orma -un
que ha pasado muchas pruebas,
toda fuerza, toda vida. Son formalistas una f orma completamente
La t raged ia no e s mds q ue un med io de aeoger f a desgr acia humana , d e subsumi r -
0
pero que ha perdid o porque han ace ptado
hecha, anq u ilosada,
que no es mal'
que una formula, y porque se aferran a este esqueleto sin carne, EI publico a su vez asocia de manera facilla pr eocupaci6n la forma a la f r ialdad . Pero eso no es cierto desde el momenta
pOI ell
que la forma es invenci 6n y no r eceta. Y Ia frialdad, tanto como el formalismo, se encuentran
claramente del Iado 'del respeto pOI
Ias reglas muertas. En cuanto a todos Ios grandes novelistas d esd l' hace mas de cien af ios, sabemos por sus d iarios y sus cor r espon dencias que el interes constante
de su trabajo, 1 0 q ue ha sido
pasi6n, su exigencia mas espontanea, forma, por Ia cual ha so brevivido
su vida, fue justamente
su obra.
51 1
eS:I
I lace ya dos af ios, intentando
definir la direccion
de una
1 ll'Is q ued a novelesca aun dubitativa, admiti como un punto ad 'I',ir jdo «la destituci6n
de los viejos mitos de la prof undidad ».
I .IS r nuy vivas reacciones de la crltica casi unanime, las objeciones ill
l1umerosos Iector es aparentemente
de buena fe, las reservas
II••IIIulad a s por varios amigos sinceros, me mostraron
que era ir
II, lIl:lsiado rapido. Pero mas aHade algunos espiritus comprome1 1 ,lo s eHos mismos en busqued a s comparables -artisticas, literaI I~
fiIos6ficas-, nad ie queria admitir que dicha af irmaci6n no
11I'I>lica banecesariamente I
la negaci6n d el hombre.
La f idelidad
I I IS vie jos mitos se revelaba, de hecho, muy tenaz. 1 \1 hecho de que escritores tan diferentes 1,IIJriac y And r e
R ousseaux,
como Franc;ois
por ejempIo, concordaran
en
III 1Illl1ciar en la descr ipci6n exclusiva de las «su per fi cies» una
murilacion
gratuita,
una o bcecacion
suerte de desesperacion
esteril que conduda
arte, par ed a hasta cierto punto inquietante,
postura
el mundo,
confund irse
No se trata ba
confesional.
princi pio
del
I ro pongo hoyes menos refutar sus argumentos
se reduda
ba jo muchos aspectos- de
I untos de vista. Siempre es vano entablar una polemica; per o, si . posible un verd adero d iaIogo, es preciso en cambio aprovechar
b ocasion. Y, si el diaIogo no es posible, es importante
con los valores trad icionales sin embar go
solidaridad
en e llos d e una
entre nuestro
como
es pfritu y
en nombre de
A f i n de cuentas yo era muy ingenuo,
q ue. De cualquier maner a, unos como otros ten em os suficiente interes en estos pro blemas como par a que valga la pena volver a ha blar d e ellos, sin miramientos.
1 0 «humano».
~ No ha bria, para empezar, cier ta su percher ia en este termino
se d ed a, al pretender
mis pro pios li bros solo tenian interes y
eran legi bles en l a medida -medid a
por otr a parte muy discu-
d humano que se nos lanza al rostro? Si no es un termino vado
d sentid o, ~que senti do posee exactamente? Al par ecer, aq uellos que 1 0 urilizan en toda ocasion, I'
£1 hecho d e q ue solo exista un par alelismo muy laxo entr e las tres novelas q ue he publicado
hasta h o y y mis visiones teoricas
so bre una posi ble novela f urura, es la evid encia misma. Por d emas a tod o s parecera nor mal
que un li bro d e doscientas
trescientas paginas tenga mas com ple jid ad
Finalmente, hay que afiad ir q ue 0no,
0
q ue un articulo de
0incluso
pr ue ba decisiva, d ef initiva, del er r or cometid o tiano
10
q ue sea mas f acil sef ialar una nueva dir eccion
que seguir la, sin que un fr acaso - par cial
es precisamente
total- sea una
al empezar .
1 0 propio del humanismo, cris-
recu perarlo todo , incluso aquello q ue
intenta trazarle Iimites, y hasta recusar lo en su con junto. AlIi r eside
solamente
a cualquier precio: busco
ver mas claro. Las tomas de posicion
citadas con
' pr oche,
confunden
-q uiz:i
limitada) sobr e el hom br e,
ad red e-
la reBexion
precisa
su situacion en el mundo,
(y
los feno-
menos d e su existencia, con cier ta atmosfera antropocentrica, v:lga, per o que bafia tod as las cosas, y q ue les ofrece su preI 'ndida
significacion , es decir que las inviste d esd e el interior
mediante una red mas
0menos
I nsamientos. Simplificando inq uisidores, (IE] mundo
se la pued e
solapad a d e sentimientos
la posicion
de nuestros
('s
y d e
nuevos
resumir en dos f r ases; si y o digo:
es el hombr e», obtend re siempre
la a bsolucion;
mientras que si d igo: «Las cosas son las cosas, yel hom bre mas que el hombr e», pronto
soy reconocido
culpa ble
no de
rimen contra la humanid ad.
I
£1 crimen e afirmar q e exi te algo, e el mund o, q u e no es
incluso uno de los mas segur os r esortes d e su funcionamiento. No se trata de querer justificarme
que
hacen d e el el unico criter io d e tod o elogio as! como de todo
tible- en que eran, sin ser yo consciente d e ello, su expr esion.
diez; y, tam bien,
saber por
el arte a su rol «natural», tranq uilizador,
y se me condenaba
negar esta profundidad:
que precisar su
:llcance, y al mismo tiem po precisar 1 0 que me separa de tales
Mas ines per ad a,
Pero, aquf como alla, se afir ma ba
la indef ectible
de med iador;
ala destruccion
:l11terior id ad me ayudan a ello de modo notable. Lo q ue me
que se referian, para juzgar mi em pr esa, a
«v~ores» que paredan de la cristiandad.
una mas
normal.
era la posicion -identica
ciertos mater ialistas
de joven r evoltoso,
d hombre, que no Ie dirige ningun signo, que no tiene nada de omun con el. £1 crimen, sobre tod o, segun su oprica, es cons-
I
Natur ale za,
tatar esta separ aci6n,
esta distancia, sin buscar o per ar en ella la
menor sublimaci6n.
humanismo , tragedia
En el campo literario, la expresi6n de esta solidar id ad a parece sobre lodo como la busqueda, er igida en sistema, de relaciones anal6gicas.
~Que podria ser , si no, una obra «inhumana))? En par ticular, ~c6mo una novela que pone en escena un hombr e
y se a plica
pagina tras pagina a cada uno d e sus pasos, d escribiend o
solo 10
La medfora,
en efecto, nunca es una figura inocente.
Decir
q ue el tiempo es «caprichoso)) 0 la montana «ma jesruosa)), ha blar d el «coraz6m) de la selva, de un sol «d espiad ado)), d e un poblado
q ue el hace, 10que el ve, 10que el imagina, podria ser acusada de
«J.curr ucadQ))en 10 hond o del valle, es, en cierta medid a, sumi-
desviar se del hombre? Y no es el pr opio per sonaje - precisemoslo
Ilistrar indicaciones sobre las cosas mismas: f or ma, d imensiones,
de inmediato-
el que se pone en tela de juicio. En tanto «per-
sonaje)), en tanto individuo nadie Ie reprochar a
animad o por tor mentos
jamas el ser inhumano,
sadico y un criminal-al
contr ario,
y pasiones,
aun si es un loco
se dir ia inc1uso-.
N i uaci6n, etc. Pero la elecci6n de un vocabulario
anal6gico, no
obstante senci1lo, ya hace algo mas que dar cuenta d e mer os d atos fisicos, y 10 q u e alli encontramos,
por anadid ura,
apenas
puede ser puesto en la cuenta de las bellas letras. La altura de la
Pero he aqui que el ojo de este hom bre se posa sobre las cosas
montana adopta, qui erase 0 no, un valor moral; el calor del sol
con una f errea insistencia: el1as ve, per o se niega a a propiarse-
'vuelve el r e sultado de una voluntad ... En la casi totalidad de
las, se niega a mantener con ellas algun turbio acuer do, alguna
1IIIestr aliteratura contemporanea,
connivencia;
'.1' re piten con demasiada insistencia, demasiada coherencia, para
no les pid e nad a; no exper imenta
acuerdo ni disentimiento
r e specto a ellas
de ningun ti po. Llegad o e1caso, puede
110
hacer d e ellas el sopor te d e sus pasiones, como de suJmirada. Pero su mir ada se contenta con med ir las; y su pasi6n, de igual modo, se posa sobre su superficie sin pretender penetrarlas,
puesto que
no r esponder ian. Cond enar,
la novela que pone en
tal es adoptar el punto
d e vista humanista,
segun el cual no basta mostrar el hombre
alli d onde esd: hay
escena un hom bre
que proc1amar adem as que el hombre esta en tod as partes. Bajo el pretexto d e que el hom bre solo puede tener un conocimiento subjetivo del mundo, entre el hom br e
0menos
I~"r itor es
1 11 1 :: 1
el humanismo
d e todo. Autentico
decide escoger al hombr e puente d el alma lanzad o
y las cosas, la mirad a del humanismo
es ante
conscientemente,
que emplean
r elaci6n constante
sf los sentimientos III' contactos
en nombre d e 10 humano,
como justificaci6n
r evelar todo un sistema metafisico. Mas
no hay nada en el inter ior, y sin fingir el menor llamado, pues
esas analogias antropomorficas
semejante
solo puede tratarse, para los terminologia,
de establecer
entre el universo y el ser que
del hombre pareceran
1 0 habita.
nacer cada vez de
con el mundo y hallar en este su cor respondencia
1I,llur al, cuando no su plenitud.
L a
metafora,
que se supone
III segunda intenci6n,
introduce
Ilhter r anea, un movimiento II I '
expresa solo una comparaci6n de hecho una comunicaci6n
de simpatia (0 de anti patia) que es
ver dad e ra razon de ser. Puesto que, en tanto comparaci6n, casi siempre inutil, no a porta nad a nuevo ala d escr i pci6n.
( )lIC
perder ia el poblad o
III Ilond o
con estar simplemente
«situado») en
del valle? La pala bra «acurrucado)) no nos da ninguna
(siguiendo al autor) ala supuesta alma del poblado; si acepto la
or gullo. A mi vez yo los trasladarfa sobre otros objetos, inciuso de
palabra «acurrucado»,
calla mas mediocre (hablarfa de un roble orgulloso, de un jarr6n
ya no soy com pletamente
espectador;
yo
mismo me vuelvo poblado, mientras dura la frase, y 10 hond o d el
con lineas llenas de nobleza ... ) yel mundo se convertirfa en el
valle funciona cOmO una cavidad donde yo as piro a desaparecer.
de positario de todas mis aspiraciones
Basandose en esta posible adhesion, los defensores de la me(afora respondercin
que ella posee de este modo una ventaja:
vuelve sensible un elemento poblado
-dicen-
vez su imagen y su justificaci6n,
el lector participa
por tanto la comprende ver mejor escribiendo
de la situacion
de aquel,
me jor . Igual para la montana; que es majestuosa,
la har e
mas que midiendo
el
'am bios, multiplicados
grave: es justamente
esta participaci6n
un rever se ma
la que es enojosa, puesto
y en esos incesantes inter-
al infinito, ya no podrfa hallar el origen
d e nada. ~La majestuosidad
escaba situada primero en mf 0antes
Ii m£? La pr o pia pregunta perderfa su sentido. Solo quedarfa llna sublime camunion
angulo aparente bajo el cual mi mirada registra su altura ... Yes verdad, algunas veces, pero siempre com porta
por toda la eternidad .
Serf a igual par a cada sentimiento,
1 0 era. Vuelto el mismo
que no
a la grandeza y ser ia a l a
entre el mundo y yo.
Despues, con la costumbre, Illas lejos. Una vez admitido
me resultarfa facilllegar
mucho
el principio de esta comuni6n,
ha-
illaria de la tristeza de un paisaje, d e la ind iferencia de una piedra,
I . la fatuidad de un cubo de carbon. Estas nuevas mecafor a s ya
q ue conduce a la nocion de una unidad oculta.
t
Hay que agregar inciuso que el anad i do de valor descriptivo
br indan informaciones aprecia bles sobre los objetos sometidos
I I C )
solo es aquf una coanad a : los verdader os aficionados ala med -
II mi
fora solo apuntan
Si
1.lnto a traves de mi espfritu q ue de ahora en mas sera susce ptible
de b
.II' cualquier emoci6n, de cualq uier rasgo de caracter . Olvidare
no dispusieran
a imponer la idea de una comunicacion.
del ver bo «acurr ucarse», siq uiera ha blarian
posicion de la ciudad . La altura de la montana no serfa nad a par :! ellos, si no ofreciera el espectaculo moral de la «ma jestuosidad ». Para ellos, semejante espectciculo nunca permanece enter amen te exterior. Siempr e im plica, en mayor recibido por el hombre:
0 menor
examen, pero el mundo d e las casas se habra contaminado
I Jll • soy I ,(
la sole.dad;
grad o, un d Oll F entonees mucho mas que describir nuestra conciencia sirvien1111 1\
nacid o uno de los rasgos d e su futuro caracter . Asf, la montafia
1 11 1 ,1
habria sido tal vez la primera en comunicar me
el sentimiento
III(lpia
1 0 majestuoso -esto es 1 0 que se me insinua-.
Este sentif fi ienr o
en mf y, por prolif er acion,
otros: magnificencia,
0
s elementos afectivos seran muy pronto consider ados como la
hadas de los cuentos, que d a ban cad a una como regale al recicll
engendrado
la tristeza
(· ,tlida dproftnda d el universo material, la unica realidad -segun 1 ,· 1 1 ' ce- digna de retener mi atenci6n.
las cosas son alrededor suyo como Ia !>
luego se habr f a d esar rollado
yo, solo yo, qui en experimento
prestigio, herofsmo,
de
habrf.1 no blez:l.
II llll
IIII
s d e las cosas como de un material, asfcomo se puede construir ca bana con troncos de mad era. Confundir
de este modo mi
tristeza con aquell~ que presto a un paisaje, admitir ese law
no superficial, es reconocer con ello cierta predestinacion a
vida pr esente: ese paisaje existf a antes q ue yo; si es cier tamente II
'1 1 1 1 1 '1 1 esd triste, 1 0 estabaya antes que yo, y ese acuerdo q ue siento
Natur a/ez a, huma nismo , traged ia
entre su forma y mi estado de animo me esperaba antes de mi na-
analogias antropocentr icas
cimiento; esa tristeza me estaba destinada desde siempre ...
las unicas en ser cuestionad as.
Vemos hasta que punto la idea de una naturaleza human a pue-
no deben ser
:lquellas en las que el hombre no es nombr ad o.
a todos los hombres, eterna e inalienable, no tiene necesidad d e
Demos ejemplos, al azar . .. Encontrar
me espera
en el cielo la f or m a de
un ca ballo, puede apuntar a una mera descripci6n y no extr aer
en el cor az6n d e los AI pes desde la er a terciar ia, y con el todas mis ideas d e grand e za y de pureza!
0viscerales)
To d as las analogias son igual de
peligrosas. Quiza las mas peligrosas son incluso las mas solapad as,
de estar ligada al vocabulario anal6gico. Esta naturaleza, comun un Dios que la funde. jBasta saber que el Mont - Bla nc
(mentales
onsecuencia alguna. Per o hablar del «galope» d e una nube, su «crin despeinada», ya no es completamente
0d e
inoceme. Puesto
Esta naturaleza, ademas, no pertenece solo al hombre, puesto
que, si una nube (0 una ola, 0 una colina) posee una crin, si mas
que constituye ellazo entre su espir i tu y las cosas: se nos invita
:ld elante la cr in de un semental «arroja flechas», si la flecha ... , etc.,
a creer en una esencia comun a toda la «creaci6n». EI universo y
·llector de tales imagenes saldr a del univer so de !as for m as para
yo tenemos ya una unica alma, un unico secr eto.
v r se sumergido
La creencia en una natur a leza todo humanismo,
se revel a asi como la Fuente d e
en el sentido habitual de la palabra. Y no es
por casualidad que justameme
la Naturaleza
-mineral,
en un universo de signif icaciones.
Entre la ola
el caballo, sera invitado a concebir una profundidad
ind ivisa:
f ()gosidad, fiereza, potencia, salvajismo ... La idea de una natu-
vegetal,
I':llezaconduce de manera infalible a la de una naturaleza comun
animal- ha resultado la pr imera en ver se cargada con vocabular io
,\ cod as las cosas, es d ecir sup erior. La idea de una interioridad
antropom6rfico.
('ond uce siempre a la de una trascendencia.
Esta Naturaleza, montana, mar, bosq u e, d esier -
to, valle, es a la vez nuestro modelo y nuestro
coraz6n. Esra al
mismo tiempo en nosotros y frente a nosotros. No es provisoria ni contingente.
Nos petri fica, n os juzga y asegura nuestra salvaci6n.
Y la mancha se extiende pr ogr esivameme:
II ·1ca ballo a la ola -y d el mar al amor -. La naturaleza comun, vez mas, solo pod r a ser la eterna r es puesta a la u nica pregunt a
Illla
t
Rechazar nuestra pretendida
«naturaleza» y el vocabular io que
perpetua su mito, situar los objetos como puramente y superf iciales, no es -como
se 10 dijo- negar el hom br e: sino
revocar la idea « panantr6pica» dicional,
exteriores
como probablemente
contenida
en el humanismo
en to do humanismo.
cuentas, no es mas que conducir hacia sus consecuencias la reivind icaci6n
I . nuestr a civilizaci6n greco-cristiana;
lit!
la esf inge esr a f r ente a
me interroga, yo ni siq uier a tengo que in ten tar comprender
Ins ter minos del enigma que me pro pone,
no hay mas que una
('s puesta posible, una unica respuesta a todo: el hombre.
I
tr a-
A f in d t 16gicas
de mi li bertad.
Por tal motivo nada debe ser d escuid ado
del arco al caballo,
Y bien, no. Hay algunas preguntas, y algunas res puestas. EI hombre solo des de su pr o pio PUnto d e vista, el unico testigo.
I"
en la empr e sa de
limpieza. AI obser var mas de cer ca, nos damos cuenta que las
I~lhombre mira el mund o, yel mund o no Ie d evuelve su mirad a. II~Ihom br e ve las cosas y se da cuenta, ahora, de que puede escapar
Es tambien casi una comunion, pero dolorosa, en espera perpe-
al pacto metaffsico que otros, en otro tiempo, habfan concertado para el, y de que puede al mismo tiempo escapar de la servidumbre
tua y siempre aplazada, cuya eficacia es proporcional
y del miedo. Que puede ... , que podrd, al menos, un d fa .
inaccesible. Es un reves, es una trampa ... y una falsificacion. Vemos en efecto hasta que punto
~o por ello rechaza todo contacto contrario
con el mundo;
acepta utilizarlo para fines materiales:
en tanto utensilio, no posee nunca profundidad; enteramente £1 hombre
por el
un utensilio, un utensilio es
forma y materia -y uso-. toma su martillo
(0 una piedra que escogi6) y
1 0 emplea
(0 la piedra) es solo forma y materia:
su peso, su superficie de choque, yel otro extremo que permite asirlo. £1 hombre, luego, deposita la herramienta ya no
1 0 necesita,
es perver s o este tipo de
union: en lugar de ser la busqueda de un bien, es la bend ici6n d e un mal. La desdicha, el fracaso, la soledad, la cul pabilidad, la locura, tales son los accidentes de nuestra existencia que se pretende hacernos acoger como las mejores prendas de nuestra
golpea sobre una estaca que quiere clavar. Mientras de ese modo, el martillo
a su car acter
s:llvacion. Acoger, no aceptar: se trata de nutr irlos ex pensas mientras continuamos
fuera de su uso, no posee significacion.
I'
·chazo. Es la sublimacion Tr a cemos,
l$
a tftulo
de una diferencia.
de ejemplo,
eI funcionamiento
ledad». Yo llamo. Nadie me responde.
de la
En 1ugar de conduir
-10 que serfa una constatacion pura y simple,
que no hay nadie
Yel hombre de hoy (0 de manana) ya no siente esta ausencia
contra eIIos. Puesto
que la tragedia no conIIeva ni verdadera aceptacion, ni verdadero
fr~nte suyo; si
el martillo no es sino una cosa entre las cosas :
luchando
a nuestras
Ie hada, localizada,
en el espacio yel tiempo-,
decido actuar
de significacion como una falta, ni como un desgarro. Frente a
(omo si hubiera
tal vacfo, no siente en adelante ningun vertigo. Su corazon ya
110
r es ponderfa.
El silencio que sigue a mi llamado ya no es ,
no necesita un abismo donde refugiarse.
d e 'de entonces,
un verdadero silencio; resulta cargado de un
Puesto que, si rechaza la comuni6n, rechaza tambien la tragedia.
alguien, pero que, por una razon
ol1tenido, de una profundidad,
( Ilseguida a la mfa-. La tragedia puede ser definida, aquf, como una tentativa recuperacion
de la distancia que existe entre el hombre
d e
y las
de un alma -que
I
Illo pios ofdos, yel 't' dirige,
La distancia
interlocutor
se convierte
0 por
otra,
me remite
entre mi grito, segun mis
mudo
(tal vez sordo) al cual
en una angustia,
en mi esperanza y mi
cosas, en tanto valor nuevo; en suma, serfa una prueba, dond
d l"~'s peranza, en un sentido para mi vida. Ya nada contara
la victoria consistirfa en ser vencido.
Id e/ante para mf, solo ese falso vacfo y los problemas
La tragedia aparece pues
como la ultima invencion del humanismo
para no dejar escapar
nada: puesto q ue el acuerdo entre el hombre por ser denunciado,
el humanista
y las cosas aca b6
salva su imperio instaurando
enseguida una nueva forma de solidaridad ,
el propio divorcio d '
vuelve el mismo una vfa mayor para la redencion.
en
que me
I'l.lntea. 2Debo llamar durante mas tiempo? 2Debo gritar mas till rte?
2Debo pronunciar
Ie . De inmediato
otras pala bras? Intento
com prendo
1IIC'scnciainvisible que continuo
nuevamen-
que nadie respond era; creando
per o la
a traves de m i lIa-
IItlld me obIiga, para siempre, a lanzar en eI silencio mi grito
desdichado. aturdirme.
Muy pronto
el sonido que devuelve comienza
Como hechizado,
a
Por tal motivo el pensamiento
llamo otra vez ... , y otra. Mi so-
ledad, exacerbada, final mente se transmuta,
para mi conciencia
1 hombre y Sl mismo, entre el hombre
hasta
mund o y Slmismo, nada permanece
y el mundo,
entre el
intacto: todo se desgar ra,
se fisur a , se escinde, se desplaza. En d interior de los objetos mas
la muerte en gritar para nada. Segun el proceso habitual, mi soledad ya no es entonces un dato accidental, momentaneo,
las multi plica a su antojo.
Distancia entre el hombre y los otros hombres, distancia entre
alienada, en una necesidad superior, promesa de mi redenci6n. Y para que esto se cum pla me veo obligado a obstinarme
tragi co jamas apunta a supri-
mir las distancias: por el contrario,
de mi existencia. Forma parte de
homogeneos como de las situaciones
menos ambiguas aparece
lIna suerte de distancia secreta. Pero es precisamente una distancia
ml, del mundo entero, de todos los hombres: es nuestra natura-
inter i or, una falsa distancia, que es en realidad una via abier ta,
leza, una vez mas. Es una soledad para siempre.
l" 1 ; decir ya
Dondequiera
que haya una distancia, una separaci6n, un desd o-
una reconciliaci6n.
Todo esd contaminado.
Sin embargo parece que el campo
blamiento, una divisi6n, existe la posibilidad de sentirlos como sufr i-
I ,r efer i do de la tragedia es 1 0 «novelesco». Desde las amantes que
miento, y luego de elevar ese sufrimiento a la altura de una sublime
,~. hacen monjas hasta los polidas-gangsters, pasando por todos
necesidad. Camino hacia un mas alia metaHsico, esta pseudo-nece-
1 0 criminales atormentados,
sidad es al mismo tiempo la puerta cerrada a todo porvenir realista.
Illstos obligados por su conciencia a la injusticia, los sadicos por
La tragedia, si bien hoy nos consuela, prohlbe cualquier conquista
Imor, los dementes
las prostitutas
de alma pura, los
por l6gica, el buen «personaje» de novela debe
s6lida para manana. Bajo la apariencia de un perpemo movimiento,
Illite todo ser doble. La intriga sera tanto mas «humana» cuanto
fija por el contrario el universo en una maldici6n ronroneante. Ya
lid s equivoca sea. Finalmente,
no se trata de buscar algun remedio a nuestra desdicha, desd e el
vc·r dad cuanto mas contradicciones
momenta
en que la tragedia aspira a hacernosla amar.
entero tendra tanta mas
implique.
13urlar s ees faci!. Menos facil es liberar se uno mismo del con-
Estamos aqui en presencia de un andar torcido dela humanidad contemporanea,
ellibro
que amenaza llamarnos a engano. Dado que el
Iii ionamiento ala tragedia que nos impone nuestra civilizaci6n III
'ntal. Incluso se puede decir que el rechazo de las ideas de
esfuerzo de recuperaci6n ya no se apoya sobre las cosas mismas, se
'11l:lturaleza»y de predestinaci6n
podria creer a primera vista que la ruptura entre estas y el hombr e se
IJ.lgedia. No hay obra importante,
ha consumado completamente. Pero bien pronto nos damos cuenta
Ill:1 q ue no contenga a la vez la afirmaci6n de nuestra libertad
de que no es asl: tanto si el acuerdo se cierra con las cosas
y
su alejamiento, se trata de
0
con
1 0 mismo; el «puente de alma» subsiste
entr e ellas y nosotros; mas bien sald r ia reforzado d e la o per aci6n.
nos lleva en primer lugar a la en la literatura contempora-
("I germen «tragico» de su abandono. 1 \1 menos dos grandes obras, en las
Ultimas decadas, nos han ofreci-
I t I(os nuevas f or mas d e la f atal complicid ad: I
el a bsurdo y la nausea.
Al bert
Camus,
infranqueable aspir a ciones
como
es sabido,
llamo absur do
al a bismo
\lIas «perezosas», el «somnoliento» ca bo, el mar q ue «jad ea» y los ( 'fmbalos» del sol. ..
que existe entre el hombr e y el mundo, entre las del espir itu humano
para satisf acerlas.El absur do
y la inca pacidad
no estarla ni en el hom bre
las cosas, sino en la imposi bilidad
La escena centr al de la novela nos pr esenta la imagen per-
del mundo ni en
de establecer entr e ellos otr a
1 (· ta de una d olo rosa solidaridad : el sol im placa ble es siempre (d mismo», su r eflejo sobr e la ho ja d el cuchillo q ue sostiene el I,:tbe«alcanza» al protagonista
relacion distinta d e la e xtr a n jer idad . Tod os los lector e s han notad o, sin embargo, q ue el pr otagonista
en plena fr ente y «escarba» en sus
su mana se cris p a sobr e el r evolver , q uier e «sacud ir s e» el sol,
II)OS ,
de EI ext r a njero mantenia con el mundo una oscura connivencia,
(Iis par a d e nuevo, cuatro veces. «Y fueron -dice-
hecha de r encor y fascinacion. Las relaciones de este hombre con
III 'yes golpes
acar re a constantemente
la d e cepcion, el repliegue, la rebeldia. No
es exagerad o pretender
q ue son las cosas, muy precisamente,
que terminan
las
por llevar a este hombre hasta el crimen: el sol, el
mar , la arena r esplandeciente, el papel princi pal
cargados ya de un contenido cuidadosamente
humano
flagrante,
y por razones morales (asi .,
ataud de la anciana madre, cuyos tornillos, con su for m a y grado de hundimiento, numerosas
se nos describen). Allado
descubrimos,
mas reveladoras metciforas cIasicas, mencionando su bentendidas
por su omnipresencia:
de sol», el atardecer
al hombre
d e la separ acion entre el hombre y las casas.
usad o por complicid a d
de asesinato.
;uando Sartre escribe (en Situations 1) que EI extranjero «reI
Ilnz:! el antropomorfismo»,
nos da, como 10 muestran
1 1 1 1 1 !a S
III t
(I
d e la obr a. Sartr e nota sin
esos pasajes, pero piensa que Camus, «infiel a su principio,
poesia». ~No podemos
I' 11
las citas
j ustamente
decir mas bien queesas
la explicacion del libro? Camus
r pomor f ismo,
se sirve de el con economia
metciforas
no r echaza el y smileza, para
d 1 1 , 1 ' mas peso. 1 ': 5 inevita ble, puesto que se trata, a fin de cuentas, como SarIII
1 0 nota, de exponernos, segun la frase de Pascal, «la natural
dl Nd icha d e nuestra condicion».
el campo estci«empachado
es «como una tregua melancolica»,
hendida deja ver la « brillante
II, n
mas
a medida que se acerca el instante del asesinato, las
tr agico. No
I':s Hna disputa amorosa, q ue lleva al crimen pasional. El mundo
1 1 1 ( "
como las pr i meras paginas pueden dejarlo creer. Efectivamentt son neutralizados,
una constatacion
1 '1 (' edentes, una vision incompleta
es ocupado por la Naturaleza~
Por tal motivo ellibro no esta escrito en un lenguaje tan lavad o los o bjetos,
II,
el cuchillo que reluce, la vertient .
entre las rocas, el r evolver . .. Como tiene que ser , entre estas cosas,
que di ala puer ta de la desdicha.»
El a bsurd o es entonces una forma d e humanismo
1 0 rodean no son en nada inocentes: el absurdo
los ob jetos q ue
como cuatr o
carne» d el alquitran,
la ruta
la tierr a c.'
«color de sangre», el sol es una «lluvia cegador a», su ref le jo sobn' una concha es «una es pada de luz», el dia «ha echado anclas
'11
un oceano d e metal ard iente» -sin contar la «respir acion» d e Ia~
~( ue nos pro pone II IIi!
ahora La Ndusea? Evidentemente,
de r elaciones con el mundo estrictamente
d l (·.~timan cualquier esfuerzo d e d escri pcion I II
l,r ovecho d e una turbia intimidad ,
I "1110
se
viscerales, q ue (d eclarad a vana)
presentada por otra parte
ilusoria, per o ala cual el narr ad or no se imagina q ue podria
no ceder. Lo imporrante,
a sus ojos, seria incluso ceder 10 mas
posib1e a ella, a fin de llegar a 1a conciencia de si.
I'nmanezco
Resulta significativo que las tres primeras percepeiones tradas al inicio dellibra
regis-
pasen todas por el sentido del tacto, no
por 1a mirada. Los tres objetos que pravocan en efecto, respectivamente,
1a revelacion son,
la piedra en 1aplaya, el picaporre d
una puerta, la mana del autodidacta.
Ins r odea se desliza sobre ellos y 10s recubre comp1etamente:
Cada vez, es el contacto
un instante
vacilante malva, que se ensanchan
tll'
:,t s. Mas adelante, en 10sjardines publicos, Ia famosa r aiz d el
I
,Isr aiio termina por concentrar
cion. Se sabe que el tacto constituye,
'I" . se vaciaba
sensacion mucho mas intima que la mirada: nadie tiene temor de contraer una enfermedad
contagiosa por la simple vision de un
1a forma de
I
1 II
una
y se reunen reconstitu-
Yl'nd o Ios tirantes.» Y el1ector seguira ignorando
fisico con la mano del narrador 10 que pravoca en e11a conmoen 1a vida corriente,
sin ver los. Pera es tan solo una ola,
I\I'onto el azul palidece en cierros puntas y veo reaparecer islotes
todo su absurdo y su hipocresia
su color negro: «~Negra? Senti Ia palabra que se desinRaba, de su sentido con una rapidez extraordinaria.
Negr a? La raiz no era negra, no era negro 10 que habia sobre trozo de madera ... sino mas bien el confuso esfuerzo para
1'('
enfermo. £1 oIor es ya mas sospechoso: imp1ica una penetracion
1111:1 r inar el negro de aIguien que jamas 10hubiera visto y que
del cuerpo por 1a cosa extraiia. £1 dominio
1 1 11
de Ia vision, par 10
hu biera sabido detenerse,
demas comporta eI mismo diferentes cualidades de aprehension:
111\S T am biguo,
una forma, par ejemp10, sera generalmente
1111omenta:
mas segura que un
color, que cambia con la luz, con el fondo que 10acompaiia, con el sujeto que 10 considera. Por eso no nos sorprende
no es el tacto, es casi siempre
color mal definido demos la importancia libra, Ios tirantes
10 que provoea que adquieren,
del primo Adolphe,
pero se trata de fa1sa humildad violeta, se hubieran
detenido
que por 1:l~
Ia vision de UII
en e1 Ia zozobra.
Reeor
desde el comienzo
del
que apenas se destac:.llI
sobre el azul de 1a camisa: son «malvas ... hundidos
pretensiones.
en el azul,
... como si, tras parrir hacia d en el camino sin abandonar
Uno tiene ganas de decir les:
su~
'Vayan, vuelvan.lr
violetas y que no se ha ble mas.' Pera no, q ued an en suspenso, contr ariados
par su esfuer zo
mas alIa de Ios colores.» Y el propio Roquen-
«Los colores, 10s sabores, los oIores nunca eran
td :ld eros, nunca lisa y llanamente
que Ios ojos de Roquen·
colores -en especial por Ios tonos menos francoslineas; cuando
imaginado
ellos mismos y nada mas
II'It' ,lIas mismos.» constatar
de La Nausea , se yen mas atraidos por Ios
tin, el protagonista
'I
aIguien que hubiera
inaca bad o.
A veces el azul qlll
I ) , hecho, Ios colores Ie procuran
sensaciones ana10gas alas
IIIIl:lcto: son para eI un llamado, seguido inmediatamente 1111 I ' p1iegue, 1uego otro llamado, etc.; es un contacto 'I'/( ,~ acompaiia de impresiones innombrables,
por
«sucio»
que exigen una
11111( sion yaI mismo tiempo Ia rechazan. £1 color tiene el mismo I
I. ( 1 0 s o bre los ojos que 1a presencia fisica sobre Ia palma de 1a
1I1111n: manifiesta antes que nada una «personalidad» indiscreta (\ d oble, por supuesto) II
del objeto, una suerre de insistencia
I',0 I1zante que es a 1a vez descontento,
desafio y denegacion.
I'll, objer o s ... , ellos me rocan, es insoporrable.
"I
nr r ar en contacto
I
con ellos iguaI que si fueran animales
I '1"lItes.» £1 color es cam biante,
dl
t
u br io R oq uentin:
Tengo miedo
por tanto vive; es eso 10 q ue
las cosas esran vivas, como ef .
Por una nueva novela
Los sonidos Ie parecen igual de viciados (mas alia de las melodias,
riza alii por la presencia de distancias interiores, y que la ndusea
que no existen). Quedaria la percepcion visual de las Hneas; senti-
es una pendiente visceral de desdicha que el hombre siente por
mos que Roquentin evita meterse con elias. Sin embargo recusa a
tales distancias. La «sonrisa complice de las cosas» termina en
su tllrno ese ultimo refugio de la coincidencia consigo mismo: las
un r i ctus: «Todos los objetos que me rodean estaban hechos d e
unicas Hneas que coinciden exactamente son las Hneas geometricas,
la misma materia que yo, de una especie de feo sufrimiento.»
por ejemplo el drculo, «pero el drculo tampoco existe». Nos encontramos,
Pero el triste celibato de Roquentin,
una vez mas, en un universo enteramente
tragificado: fascinacion por el desdoblamiento,
solidaridad
con
su amor perdido,
su
«vida malgastada», el destino lugubre y r isi ble del autodidacta, loda esa maldicion del mundo terrestre, 2no nos vemos incita-
las cosas porque elias portan en si mismas su propia negacion,
d os, en tales condiciones,
redencion
super ior? 2Donde esta, entonces, la libertad? Porque quienes no
(aqui: acceso a la conciencia)
por la imposibilidad
misma de realizar un verdadero acuerdo, es decir, la recuperacion
]uier a n esta maldicion
final de todas las distancias,
la suprema
de todos los fracasos, de todas las
soledades, de todas las contradicciones.
estan absolutamente
condenacion
pasa entonces
Asi, la analogia es el unico modo de descripcion considerad o
a lievarlos al rango de una necesidad
dc esencialista-
por
moral: seran unos «puercos». Todo
como si Sanre -quien hubiera
amenazados
no podda
ser acusado
llevado a su grado mas alto, en este
seriamente por Roquentin. Frente a la caja de carton de su tinter o,
li br o al men os, las ideas de natura/eza y de tragedia. Una vez
conduye la inutilidad de la geometria en ese dominio: decir que s
mas, luchar contra esas ideas no ha hecho ante todo mas que
trata de un paralelepipedo es no decir absolutamente
r nf er ir l es nuevas fuerzas.
nada «sobr .
elia». Por el contrario nos habla del autintico mar que «repta» bajo una fina peHcula verde hecha para «enganar» a las personas, com para
Anegado en la profUndidad de las cosas, el hombre termina
la daridad «fria» del sol con un «juicio sin indulgencia», registra cI
iIIcluso por no percibirlas; su rol se limita muy pronto a sentir, en
«jadeo feliv) de una fuente, el taburete de un tranvia es para el un
',II
«asno muerto» que flota a la deriva, su roja felpa posee «miles dt'
I' umen,
nombre, impresiones y deseos totalmente humanizados.
«En
se trata menos de observar la piedra que de instalarse
pequenas patas», la mana del autodidacta es un «enorme gusano
'n su corazon y ver el mundo con sus ojos ... »; es a proposito de
blanco», etc. Se podria citar cada objeto, puesto que todos son
Fr ancis Ponge que Sartre escribe estas palabras. Al Roquentin
presentados voluntariamente
II . La Ndusea Ie hacia decir: «}Oera la raiz del castano.» Las dos
de esta forma. El mas cargado resulm
desde luegola raiz del castano, que se convierte sucesivamente
ell
«una negra», «cuero curtido», «moho», «serpiente muerta», «inverna dero de buitre», «enorme pata», «piel de foca», etc., hasta la nausea. Sin pretend er limitar ellibro (aunq ue impor t ante)
a este punto d e vista par ticul:lI
se puede decir que la existencia se caract·
po iciones no dejan de tener relacion: en ambos casos se trata
II . pensar «con las cosas» y no sobre elias. En efecto, Ponge tam poco se preocupa mucho por d escri bir . '"be muy bien, sin d udas, que sus textos no seran de ningtin IIIxilio para el futuro arqueologo
que buscaria descubrir 1 0 que
pudieron
a bandonamos
ser, en nuestra civilizacion perdida, un cigarrillo 0 una
bu jia. Sin la practica cotidiana
que nosotros
objetos, las frases de Ponge que los involucran
el punto de vista moral del perfeccionamiento,
£ 1 P artido tornado por 1as cosas 5 ya no nos proporciona
tenemos d e tales
ningun
:mxilio. Y si, en particular, preferimos 1alibertad ala sa bid uria,
solo son bellos
nos vemos obligados a romper todos esos espejos dispuestos con
poemas hermeticos . •En cambio, leemos que el cajon esta «atolondrado
:nte por Francis Ponge, para recobrar 10s objetos d ur os y secas
en unn
q ue esran por detras, intactos, tan extr afios como antes.
torpe posicion», que los arboles en la primavera «se jactan d e ser tontOS» y «lanzan un vomito de verde», y que la mariposa «venga su larga y amorfa humillacion ~Es ciertamente
Franc;ois Mauriac, quien -deda-
de oruga».
I _ ecag eol' de Francis Ponge, a partir de 1arecomendacion
esto tomar « partido» por las cosas y r e presen~
tarlas «desde su propio punto de vista»? Evid entemente, no puede engafiarse a1respecto. E1 antropomorfismo
habia 1eido en otr o tiempo de Jean
I aulhan, debio conservar muy poco de ese texto en 1amemoria
Pong(
cuando llamaba Ticnica del cajon [cageot ] ala descripcion de los
mas abier
tamente psicologico y moral que no cesa d e practicar solo pued ('
()b jetos preconizada en mis propios escritos. 0 bien yo me habia
tener como fin, por el contrar io,
('x pr esado muy mal.
humano,
general y a bsoluto.
el establecimiento
Afirmar
de un ord en
que ha bla por las casas
co n ellas, en su cora zon , r emite en estas condiciones
a negar
Descr i bir las cosas, en efecto, es situarse deliber adamente
511
(·1 xterior, frente a ellas. Ya no se trata de apropiarselas ni de r :lsladar nada a ellas. Planteadas, desde el principio, como 1 0 que
r ealid ad, su presencia opaca: en este universo poqlado de cosas.
t
estas solo son para el hom bre es pejos que Ie devuelven sin fin
/If)
propia imagen. Tranquilas, domesticadas,
miran al hom bre
51 1
su propia mirada. Seme jante r e fi ex ion, en Ponge, no es por supuesto gr atuita. ESt( movimiento
d e vaiven entre el hombre
es el de una conciencia
activa, preocu pada
y
uper adas a traves de un suf ri miento. Limitarse a la descripcion
I'S
'vid entemente
es asi para el hombre un permanente
a prendizaje
recusar todos los otros modos de aproximacion
mprension como solo concer niente
III
d
al dominio d e la ciencia.
ier tamente, este ultimo punto de vista no es d esd efiab1e. La
1amenor maderita Ie da 1ecciones sin cesar, 10expresa y a 1a V(·'1 mundo
en una alianza natural, ni
1('
reformar se. A 10 largo de sus sutiles paginas, 1a menor piedrita, 10juzga, Ie ensef ia un progreso a realizar. La contemplacion
fuera de alcance y no
II o b jeto: la simpatia como irrealista, 1atragedia como alienante,
y sus d o bles natur ale por comprender s
es e1hombre, permanecen constantemente
',nn, a fin de cuentas, ni com prend idas
COli
en
I
de II
I
iel1cia es el unico medio honesto del que dispone el hombre
11~II'asacar
par t ido del mundo que 10 rod ea, pero es un partido
t.:ria1; par desinteresada que sea, 1aciencia solo se justifica par
I I H I I
vida, de la f elicidad, de la sabiduria y de la muerte. Lo que se nos propone aqui es, f inalmente, una r econciliacil'lIl definitiva y feliz. De nuevo encontramos nista: el mundo es el hombre.
la afirmacion
hum .•
jPero a q ue pr ecio! Puesto que.
I
lusi6n d e R o bbe-Gr illet a Ia o bra d e Fr ancis Ponge, I e Pam pns d es Ih" lI', 1942. (N. d e T.) j,
/ .t C ageotes un
poema que f orma parte de I e Part i pr is d es chases. (N, de T)
el esta blecimiento,
tarde
temprano,
0
d e tecnicas utilitar ias. La
«con» ella; si escribo q ue es un par alelepipedo,
no tengo la pr e-
literatura apunta a otr o s fines. Solo la ciencia, en cambio, puede
tension de d espr e nder una esencia cualquiera; aun menos tengo
pretender conocer el interior de las cosas. La interioridad
el pr o yecto de entr egarla allector par a q ue su imaginacion
pied ra, del arbol
0 del
de la
car acol que nos ofrece Francis Ponge se (y aun mas de 1 0 que Sartre
bud a d e la ciencia, por su puesto
1 0 que hay en las cosas, 1 0 que el hombr e puede hacer entrar alli de su propio espi-
d esear ia imped irlo.
varece pensar ); asi, no r e presenta en nada sino
ritu. Ha biendo
o bser vad o algunos com portamientos,
con mas
Los r e proches mas cor r ientes dirigid os contra tales informaciones geometr icas -«Eso no habla al es piritu», «Una f otografia
1 0 habria pensado yo primer o?
o men os rigor , estas a par iencias Ie inspiran analogias humanas,
r e pr oches extrafios: ~como no
Pero se tr ata d e algo completamente
sobre las cosas. Poco Ie importa
q ue el car a col no «coma» tierra,
q ue la funci6n clorofilica sea
0
una absorcion y no una «exhalacion» d e gas car bonico;
su o jo
es tan desenvuelto como sus recuerdos de historia natural.
EI
0
un croquis anotad o d ar ian mejor cuenta de la forma», etc.- son
y Ponge se pone a hablar d el hom bre, siem pr e del hom bre, apoyand o se con mana negligente
se
a pr o pie de ella y la ad or ne con coloraciones multi ples: mas bien
I d i bujo solo apuntan
distinto.
La f otogr afia
0
a r eproducir el o b jeto, son tanto mas
logrados cuanto mas susceptibles de dar Iugar a inter pretaciones tan numer o sas (y a los mismos er rores) como el modelo. La d escr ipcion formal, de manera completamente
opuesta, es ante
unico criterio es la verdad d el sentimiento
expresado al nivel d e
lod o una limitacion: cuand o dice « paralelepipedo», sabe que no
las imagenes - jd el sentimiento
evid entemente,
:t1canza ningun mas alla, pero al mismo tiempo cor t a de plano
humano,
la human a naturaleza que es la naturaleza La mineralogia, la botanica
0la
y d e
de toclas las cosas!-.
cualquier posi bilidad de buscar uno.
zoologia, por el,contrario, persi-
R egistrar la distancia entre el objeto y yo, y las d istancias pro-
guen el conocimiento de las texturas (tanto internas como externas),
pias del objeto (sus distancias exteriores , es decir sus med idas),
de su organizacion, de su funcionamiento
y de su genesis. Per o,
y [as distancias de los objetos entre si , e insistir aun en el hecho
estas disciplinas tampoco sirven para otr a
d ' q ue son solo distancias (y no desgar ro s), r emite a establecer
fuera de su dominio,
cosa que par a un enriquecimiento
abstr acto d e nuestra inteligen-
cia. EI mundo a nuestro alred edor se vuelve una superficie lisa,
qne las cosas estcin ahi y que no son nada distinto a cosas, cada lIna limitada a s i misma. £1 problema ya no es escoger entre un
sin significaci on, sin alma, sin valores, sobre la cual ya no tenemos
,I
ningun asider o. Como el o brero que ha soltado el martillo que
,I . car tad a toda complicidad.
ya no necesita, nos encontr amos
una vez mas frente alas cosas.
uerdo feliz y una solidaridad
tuir dicha exteriorid ad
y dicha independencia.
Probablementt·
no tengo mucho mas que decir «sobre» la caja de mi tinter o qUl'
En adelante queda
Se r echaza ante todo el vocabular io analogi co y el humanismo IInd icional,
Descri bir esta superf icie no es entonces mas q ue esto: consti
desdichada.
rechazo al mismo tiempo de la idea de traged ia, y
d l' ualquier otr a id ea que cond uzca a la creencia en una natuI
dc'za prof und a, y su perior , d el hom bre
0d e
las cosas (y d e los
dos juntos), rechazo en fin de cualquier or d en preestablecido.
Natu rale za,
En esta perspectiva, la mirada aparece pronto como el sentid o privilegiado,
y especialmente
la mirada aplicada a los contornos
(mas que a los colores, a los brillos, 0 alas transparencias).
La
hum anis mo,
trag edi a
Tenemos que operar con los medios a nuestro alcance. La mirada sigue siendo, a pesar de todo, nuestra mejor arma, sobre todo si se atiene solamente alas lineas. En cuanto a su «subjetividad »
descripci6n 6ptica es en efecto aquella que efectua mas facilmente
- pr i ncipal
la fijaci6n de las distancias: la mirada, si quiere seguir siendo
De todas maneras, solo puede tratarse evidentemente
simple mirada, deja las cosas en su respectivo lugar.
tal como 10orienta mi punto de vista; jamas cono cere otra cosa.
Pero tambien tiene sus riesgos. Posandose de improviso sobr e un detalle,
10 aisla, 10 extrae, quisiera llevarlo hacia delante,
constata su fracaso, se empecina, ya no logra arran carlo comple-
a bien
es la contemplaci6n
de la oposici6n-,
~que Ie queda de valor? del mundo
La subjetividad relativa de mi mirada me sirve precisamente para definir mi situaci6n en el mundo. Simplemente
evito contribuir,
yo mismo, a hacer de esta situacion una servidumbre.
tamente ni volverlo a su lugar ... ; la relaci6n de «absurdo» no esta lejos.
argumento
Asi , por mas que Roquentin
piense que «1a vision es una
la que se hace tan insistente
invencian abstracta, una idea lavada, simplificada, una idea de
que todo empieza a vacilar, a moverse, a fundirse ... ; entonces
hom bre», sin embargo ella sigue siendo, entre el mundo y yo, la
la «fascinaci6n» comienza, y la «nausea». Sin embargo,
mismo ha reconocido
el poder purificador
movido por un contaeto, Roquentin
peracian mas ef icaz.
estos riesgos siguen siendo menores, por una impresi6n
y Sarr r e
de la mirada. Contactil sospechosa,
baja los ojos hasta su mana: «La piedra era plana, seca
Pues de 10 que se trata aqui es de eficacia. Medir las distancias, sin afioranzas vanas, sin odio, sin desesperacian,
entre aquello
q ue esta separado, debe permitir idenr ificar 10q ue no 10esra, 10 q ue es uno, puesto que es falso que todo sea doble -falso, 0 al
en todo un lado, humeda y fangosa en el otro. Yo la tenia por 10s
menos provisorio-.
bordes, con los dedos muy separados, para evitar ensuciarme»,
('. nuestra esperanza. Falso, ya, en 10que respecta alas cosas: una
ya no comprende
que 10ha conmovido; de igual modo, un poco
mas tarde, cuando
entra en su habitaci6n:
«Yo me detuve en
Provisorio en 10que respecta al hombre, esta
v z d e sengrasadas, estas ya solo remiten a si mismas, sin Fallapor
(I nde introducirnos,
sin temblor .
seco, porque sentia en mi mana un frio objeto que retenia mi atencion por una suerre de personalidad.
Abri mi mana y mir e:
Un interrogante
sostenia tan solo el picaporre de la puerra.». Luego Roquentin empieza con los colores y el ojo ya no logra ejercer su accion decapante:
«La capa negra no pasaba, permanecia
en mis ojos,
persiste: ~esposible escapar a la tragedia?
Hoy su reino se extiende sobre todos mis sentimienros y todos is pensamientos,
III
me condiciona
de arriba abajo. Mi cuerpo
I'lied e estar satisfecho, mi corazan contento,
pero mi concien-
como un ped azo de comid a d emasiad o gr ande se qued a en medio
(ia sigue siend o d esd ichada.
de la gar ganta. Yo no podia ni ace ptar la ni rechazarla.» Ya habf ::t
,i1liada en el espacio yen el t iempo, como tod a d esdicha, como
habido el «malva» de los tirantes y la «turbia rransparencia» vasa de cerveza.
d el
Yo asegur o que esa desdicha esta
1I:1lquier c osa en el mundo. Yo asegur o que el hombre, un d ia,
I
II'
Ii ber a d de ella. Pero no poseo ninguna prueba de este por ve-